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A la ciudad de Piombino se le prometió progreso, y eso se le dio: una acerera que emplearía

a los habitantes de los alrededores. Piombino tiene playas que miran hacia la isla de Elba,
misma donde Napoleón pasó sus últimos días, en este paisaje un puñado de jóvenes nos
cuentan su historia, principalmente la de dos amigas: Anna y Francesca. Estas amigas se
conocen desde la infancia y nunca se han separado, el amor que tiene una por la otra es
inmenso e inconmensurable, las dos se entienden como un solo ser, o al menos ellas así lo
creen. Pero en realidad son más diferentes de lo que quisieran: Enrico el padre de Francesca
la vigila enfermizamente desde el balcón con unos binoculares cuidando su ropa corta y sus
compañías; el padre de Anna es medio desobligado, acaba de abandonar su trabajo en la
acerera para cumplir un sueño, y se ausenta seguido de casa para regresar cada cierto
tiempo para cumplir con la cuota de discusiones. Y de las madres de ambas no se esperan
menos diferencias: La de Francesca es sumisa y tradicional mientras que la de Anna
pretende ser liberal e informada, sin mucho éxito.
A pesar de las horribles situaciones familiares, Anna y Francesca son muy felices juntas, la
inocencia de sus 14 años les permite andar por la calles de la mano, bailar desnudas frente a
la ventana del vecino y salir con sus amigos a la playa; el erotismo y la sensualidad de la
adolescencia está a flor de piel y juntas lo van descubriendo. Pero no todos los jóvenes de
Piombino son felices, Alessio es hermano de Anna y trabaja en la acerera junto con su
amigo Cristiano quien consume drogas y alcohol con desenfreno, ambos se suben al coche
y con volumen alto en la música recorren la ciudad sin tener muchas ilusiones.
Anna y Francesca son muy cercanas que a pesar de lo mucho que se aman, ellas no lo
entienden. Los deseos de las jóvenes están tomando caminos distintos y eso les provoca un
doloroso distanciamiento.
En esta novela Silvia Avallone muestra con viveza a esos inadaptados sociales, en la línea
de Paolo Giordano y su Soledad de los números primos, incluso con muchos de los vicios
de una novela escrita por autores jóvenes, pero esto no le impide crear una novela cruda y
realista, llena de jerga cotidiana que nos cuenta través de un coro de voces de los
habitantes, lo difícil que es vivir en una ciudad industrializada. Esta novela fue finalista del
premio Strega, uno de los más importantes de Italia, y en 2012 Stefano Mordoni la adaptó
al cine.

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