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Los recursos terapéuticos son una parte especializada de los recursos ecológicos, desarrollados y
aplicados por profesionales, es decir, por personas que intervienen de forma planificada en función
de una formación recibida, coherente con unos objetivos específicos.
¿qué es lo terapéutico? No es una cuestión sólo de psicólogos “Tan terapéutica puede ser la
intervención de un educador o de un trabajador social como la de un médico o un psicólogo”
¿qué es lo terapéutico?
Se trata de una condición que no siempre cumplirá la aplicación de un recurso anestésico frente al
dolor. Si la anestesia permite superar la parálisis generada por el dolor y progresar evolutivamente,
entonces sí se tratará de un recurso terapéutico, pero no lo será si contribuye al estancamiento y,
por tanto, a la no superación del dolor. (el fármaco o el tratamiento inacabable que genera
dependencias)
“las medidas supuestamente protectoras que congelan el desarrollo de nuevas capacidades en los
niños”
SIN QUE ESOS TIEMPOS RELATIVOS AL MOMENTO EN QUE SE PRODUCE EL MALTRATO PUEDAN
SER SIEMPRE DELIMITADOS.
1. LA PREVENCIÓN
La prevención del maltrato infantil pasa por reconocer su existencia.
Ya costó enormemente reconocer el maltrato físico (la descripción de Kempe del «Síndrome del
niño golpeado» es de 1962) y éste es el momento en que el maltrato psicológico familiar espera un
reconocimiento siempre esquivo. Cuando los medios de comunicación tratan las causas de los
trastornos mentales jamás se detienen en la familia si no es para verificar cuánto sufren los padres
debido a la enfermedad de sus hijos.
Pero que nada de ello impida construir un discurso crítico con algunos aspectos de las relaciones
familiares que tienen también, y quizá sobre todo, influencia sobre los trastornos mentales.
Aspectos que aquí tipificamos como maltrato psicológico, del cual el maltrato físico no es más, como
ya hemos adelantado, que un reducido emergente.
Existe un tabú, del cual el modelo sistémico ha sido cómplice, sobre la focalización de ciertas
disfuncionalidades familiares, que pueden ser abordadas, parece, pero no de forma sistemática ni
relacionadas con la psicopatología. Y, sin embargo, ese tabú debe ser superado por una educación
popular que desdramatice el maltrato sin renunciar a combatirlo.
LA P Y P SE CENTRA EN TÉCNICAS
Debemos vigilar estrechamente estas zonas turbias de la condición humana, de las que todos
participamos en mayor o menor grado, que nos pueden conducir a maltratar a nuestros seres
queridos.
Vale, pues, la pena que, para prevenir el maltrato infantil, los adultos aprendan mejor el difícil oficio
de ser padres. ¿Por qué no advertir a los padres contra los riesgos de triangular a los hijos
haciéndolos participar en sus juegos disfuncionales de pareja? Tampoco parece descabellado
explicarles los peligros que entrañan la excesiva exigencia, la descalificación, la desconfirmación, la
hiperprotección y la parentalización. Por citar sólo algunas de las situaciones relacionales definibles
como maltrato psicológico, que ejercen una influencia negativa sobre la salud mental de los niños y
de los futuros adultos.
Si no se les sataniza o animaliza ni se les persigue como a delincuentes, los padres pueden aceptar
sus errores y trabajar para enmendarlos.
Porque no hay duda de que existe una transmisión generacional que hace que, de no mediar
intervención alguna, los maltratados de hoy puedan convertirse en los maltratadores de mañana.
2. EL TRATAMIENTO:
2.1 Encuadre
el tratamiento tiene como misión fundamental interrumpirlo. Es decir, hacer que cese de producirse
lo antes posible y que disminuya cuanto antes su intensidad y su gravedad, introduciendo, liberando
y potenciando recursos de todas clases que garanticen la nutrición del niño maltratado.
Aislar a un niño en una cápsula herméticamente cerrada para evitarle una neumonía es una medida
extrema que sólo procederá en los raros casos de inhibición total del sistema inmunitario, mientras
que la mayoría de veces bastará con evitar las corrientes de aire y abrigarlo con ropas que distan de
ser estériles.
Igualmente, separar al niño de su familia, siquiera sea temporalmente (no digamos tomar la
gravísima decisión de una separación definitiva), es una medida extrema que sólo debería ser
tomada ante un riesgo de muerte o tras agotarse las posibilidades de inducir cambios terapéuticos.
Un educador o un trabajador familiar con presencia significativa en el domicilio pueden representar
el complemento de control suficiente para una terapia que se desarrolle paralelamemte como
intervención nuclear con la familia.