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1.

TEXTOS SOBRE EL ABSOLUTISMO

Doc 1.

No existe ninguna forma de gobierno ni institucioó n humana alguna que no presente inconvenientes;
de tal suerte que se debe seguir con el mismo tipo de gobierno al que un largo tiempo de vivencia ha
acostumbrado al pueblo. (…)

ÚÚ nicamente al príóncipe incumbe velar por el bienestar del pueblo; eó ste es el primer artíóculo y
fundamento sobre el que se basan los demaó s; (…) no puede existir poder alguno que no dependa de
eó l; ni asamblea alguna que exista si no es contando con su visto bueno.

Asíó es coó mo, a favor del bienestar de un Estado, se deposita en una misma mano todo el poder. El
desperdigar dicho poder es dividir al Estado; es dar al traste con la paz puó blica.

Por su condicioó n, el príóncipe es el padre del pueblo; su grandeza le situó a muy por encima de los
intereses mezquinos; a mayor abundamiento, toda su grandeza y su propio y loó gico intereó s se basan
en el que el pueblo sea conservado, puesto que a la postre si le faltase el pueblo, dejaríóa de ser
príóncipe. Por tanto, nada mejor que entregar todas las riendas del poder del Estado a aquel que
mayor intereó s tenga en la conservacioó n y en la grandeza del Estado…”

Dios establecioó a los reyes como sus ministros y reina a traveó s de ellos sobre los pueblos (...) Los
príóncipes actuó an como los ministros de Dios y sus lugartenientes en la tierra. Por medio de ellos
Dios ejercita su imperio. Por ello, el trono real no es el trono de un hombre, sino el de Dios mismo.
Se desprende de todo ello que la persona del rey es sagrada y que atentar contra ella es un
sacrilegio.

BOSSUET, Jacques Bénigne, Política según las Sagradas Escrituras, 1709.

Actividades.

1. Busca información sobre el autor del texto (se trata de hacer una breve reseña biográfica,
haciendo especial referencia a su formación, sus obras y su ideología).

2. Busca información sobre la época y lugar en el que el documento fue escrito.

2. TEXTOS SOBRE EL PARLAMENTARISMO

Doc 2.

“En su consecuencia, siempre que cierto nuó mero de hombres se unen en sociedad renunciando cada
uno de ellos al poder de ejecutar la ley natural, cedieó ndolo a la comunidad, entonces y soó lo entonces
se constituye una sociedad políótica o civil. Este hecho se produce siempre que cierto nuó mero de
hombres que vivíóan en el estado de naturaleza se asocian para formar un pueblo, un cuerpo políótico,
sometido a un gobierno supremo, o cuando alguien se adhiere y se incorpora a cualquier gobierno
ya constituido. Por ese hecho autoriza a la sociedad o, lo que es lo mismo, a su poder legislativo,
para hacer las leyes en su nombre seguó n convenga al bien puó blico o de la sociedad, y para
ejecutarlas siempre que se requiera su propia asistencia (como si se tratase de decisiones propias
suyas). Eso es lo que saca al hombre de un estado de naturaleza y lo coloca dentro de una sociedad
civil, es decir, el hecho de establecer en este mundo un juez con autoridad para decidir todas las
disputas, y reparar todos los danñ os que pueda sufrir un miembro cualquiera de la misma. Ese juez
es el poder legislativo, o lo son los magistrados que eó l senñ ale. Siempre que encontremos a cierto
nuó mero de hombres, asociados entre , pero sin disponer de ese poder decisivo a quien apelar,
podemos decir que siguen en estado de naturaleza.Resulta, pues, evidente que la monarquíóa
absoluta, a la que ciertas personas consideran como el uó nico gobierno del mundo, es en realidad
incompatible con la sociedad civil, y por ello no puede ni siquiera constituirse como una forma de
poder civil. La finalidad de la sociedad civil es evitar y remediar los inconvenientes del estado de
naturaleza, que se producen forzosamente cuando cada hombre es juez de su propio caso (...). Allíó
donde existen personas que no disponen de esa autoridad a quien recurrir para que decida en el
acto las diferencias que surgen entre ellas, esas personas siguen viviendo en un estado de
naturaleza. Y esa situacioó n se encuentran, frente a frente, el rey absoluto y todos aquellos que estaó n
sometidos a su reó gimen.Al partirse del supuesto de que ese príóncipe absoluto reuó ne en síó mismo el
poder legislativo y el poder ejecutivo sin participacioó n de nadie, no existe juez ni manera de apelar a
nadie capaz de decidir con justicia e imparcialidad, y con autoridad para sentenciar, o que pueda
remediar o compensar cualquier atropello o danñ o que ese príóncipe haya causado, por síó mismo, o
por orden suya. Ese hombre, lleve el tíótulo que lleve, zar, gran senñ or o el que sea, se encuentra en
estado de naturaleza con sus suó bditos como con el resto del geó nero humano. Allíó donde existen dos
hombres que carecen de una ley fija y de un juez comuó n al que apelar en este mundo, para que
decida en las disputas sobre el derecho que surjan entre ellos, los tales hombres siguen viviendo en
estado de naturaleza y bajo todos los inconvenientes del mismo.”

John Locke. Dos tratados sobre el gobierno civil. 1690.

Doc 3.

“La nacioó n inglesa es la uó nica sobre la tierra que ha conseguido regular el poder de los reyes
enfrentaó ndose a ellos y que, con constantes esfuerzos, ha podido finalmente establecer un sabio
gobierno en el que el príóncipe, todopoderoso para hacer el bien, estaó limitado para hacer el mal; en
el que los senñ ores son grandes sin insolencia y sin vasallos; y en el que el pueblo comparte el
gobierno sin desorden. La Caó mara de los Pares (de los Lores) y la de los Comunes son los aó rbitros
de la nacioó n, y el rey es el aó rbitro supremo. No ha sido faó cil establecer la libertad en Inglaterra; el
íódolo del poder despoó tico ha sido ahogado en sangre, pero los ingleses creen no haber pagado
demasiado por sus leyes. Las demaó s naciones no han derramado menos sangre que ellos, pero esta
sangre que han vertido por la causa de su libertad no ha hecho maó s que cimentar su servidumbre.”

Voltaire. Cartas filosóficas. 1734.

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