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10 años después de la Crisis

Subprime: Regulación y
desregulación. Las fuerzas
que tironean Wall Street tras la
Gran Recesión

Autor: Francisca Guerrero

MAR 14 AGO 2018 | 08:55 PM






El enfoque para prevenir una nueva crisis en el sistema
financiero cambió con la llegada de Trump. Aunque aún
no se barren las reglas implementadas por Obama, los
riesgos aumentan con la profundización de la
desregulación.
Qué habría pasado si Donald Trump hubiera sido el presidente hace diez
años, liderando a Estados Unidos en el marco de una crisis financiera
que se contagió alrededor todo el mundo, es una duda que sólo pueden
resolverse en el terreno de la política de ficción. Sin embargo, no cabe
duda que el tratamiento dado a Wall Street, sector donde se gestó la
Gran Recesión, hubiera sido diametralmente diferente al otorgado por la
administración de Barack Obama.

En julio de 2010, a un año y medio de su arribo a la Casa Blanca, el ex


mandatario firmó la Dodd-Frank. La ley, que debe su nombre a los
congresistas demócratas Barney Frank y Chris Dodd que la impulsaron,
presentaba un amplio cambio de la regulación del sector financiero, con
reglas que pretendían, por un lado, evitar una debacle que como la de
2008 y, por otro, aumentar la resiliencia de las instituciones financiares
en caso que se desatara una nueva crisis.

“Gracias a esta ley, nunca más se le pedirá al pueblo estadounidense


que pague la cuenta por los errores de Wall Street”, señaló Obama
cuando la promulgó, haciendo referencia tanto a las consecuencias que
tuvo la recesión en la economía real, como a los rescates que emprendió
el gobierno de EEUU para evitar una situación aún peor.

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Haciendo un análisis de todo lo que llevó a ese momento, el abogado de


regulación en la firma Debevoise & Plimpton de Nueva York, Paul Lee,
relata que “el sistema parecía funcionar bien desde que comenzó la
desregulación en la década de los 90, pero cuando la crisis golpeó la
gente se quedó en shock al ver su profundidad y hubo muchos llamados
a que volvieran a operar las antiguas reglas”.

En ese marco, sostiene a Pulso que la respuesta de Obama a estos


llamados fue la acertada: “La Dodd-Frank fue una legislación muy
completa, toca áreas muy diversas del sistema financiero de EEUU. Hoy
los bancos están muy bien capitalizados en este momento. Son mucho
más fuertes de lo que eran previo a la crisis, gracias a la regulación
implementada en los últimos 10 años”.

Nuevo presidente, nueva ley

Sin embargo, esta evaluación demostró rápidamente que no era


respaldada por el consenso político, porque bastó que cambiara el
presidente, para que cambiara el enfoque de la Casa Blanca. “La
legislación que firmo hoy revierte las devastadoras regulaciones de
Dodd-Frank, que están aplastando a los bancos comunitarios y las
cooperativas de crédito en todo el país”, indicó Donald Trump en mayo
de este año, cuando firmó la “Ley de Crecimiento Económico, Alivio
Regulatorio y Protección al Consumidor”, que califica como el primer gran
retroceso en la materia desde la crisis financiera, pero que no sería el
último según los planes del Jefe de Estado republicano.

Para Trump estas normativas, así como las medio ambientales o las que
pesan sobre el sector de energía, asfixian la fuerza de la economía de
Estados Unidos, por lo que ha prometido retirarlas durante su mandato.

El aspecto central de la Dodd-Frank establece que, bajo la supervisión de


la Reserva Federal, se exige a los bancos que realizan actividades
bancarias básicas mantener un ratio de capital mínimo basado en riesgo
de 8% y un índice de apalancamiento mínimo de 4%, mientras que para
las entidades que participan en actividades más complejas, como
negociaciones con títulos de valores, las exigencias implementadas son
mayores, de 10% y 5%, para cada caso.

Bajo la ley promulgada por Trump, el umbral que separa a las


instituciones financieras que deben someterse a las regulaciones más
estrictas, las denominadas “demasiado grandes para fallar”, subió de
US$50.000 millones de activos a US$250.000 millones.

Oportunidad desaprovechada

Esta modificación no afecta a gigantes como Goldman Sachs, JPMorgan


o Citibank, por lo que Phillip Wallach, autor del libro “Al límite: legalidad,
legitimidad y las respuestas a la crisis financiera de 2008”, afirma que la
Dodd-Frank “parece estar firmemente atrincherado a largo plazo”, lo que
obedece principalmente a los test de estrés de la Fed que siguen encima
de las entidades sistémicas. “Han demostrado ser la innovación
normativa más importante desde la crisis”, subrayó.

Sin embargo, descartar que Trump profundice la desregulación, es una


apuesta dudosa. Considerando la personalidad del mandatario, Gregg
Gelzinis, investigador de política económica de Center American
Progress, afirma que “el peligro real radica” en las propuestas que están
sobre la mesa, como reducir los requisitos de capital de apalancamiento
que aplican a los bancos más sistémicos, eliminar algunas de las
suposiciones de los test de estrés y debilitar la Regla Volcker, todo lo
cual traería “más riesgos al sistema financiero”.

De esta manera, Gelzinis crítica que no se esté aprovechando el buen


momento de la actividad estadounidense para prevenir con mayor
determinación una nueva crisis en Wall Street. “Hoy la economía se
encuentra fuerte por lo que es el momento perfecto para aumentar las
exigencias y prepararnos para el cambio de ciclo que venga, es
lamentable que se esté haciendo lo contrario”, señala.

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