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Posgrado en Epistemología e Historia de la Ciencia

UNTREF.
Materia: Epistemología de las Ciencias Sociales (2018)
Profesora: Verónica Tozzi

Nombre de Alumn@:Darío Julián Tagnin


Elija como tema de evaluación alguna de las siguientes cuatro opciones
de consignas.
Elabore un trabajo de aproximadamente 2500-3000 palabras de carácter
monográfico cuya estructura tenga en cuenta las preguntas de la opción
de evaluación elegida. Sea cuidadoso en el manejo de la bibliografía. Las
clases de la profesora Tozzi tienen una función orientadora pero no
sustituyen la bibliografía básica.
Se debe ser cuidadoso en la reconstrucción de los autores, teniendo en
cuenta la necesidad de focalizarse en lo que contribuye al problema
elegido o al argumento emprendido.
A la hora de expresar opiniones personales sobre el tema trate de
expresarse en forma argumentativa y ofreciendo apoyo bibliográfico en
las lecturas de los autores elegidos.
En cuestiones formales, sea cuidadoso en la cita, la paráfrasis y la
referencia.

1. a. ) Reconstruya el análisis que Nagel realiza acerca del


relativismo epistemológico en relación con la validez de
las teorías sociales,
b) reconstruya dos de los principales argumentos que
utilizan los sociólogos de Edimburgo para mostrar
principalmente:
i. la necesidad y relevancia de un estudio social
del conocimiento científico.
ii. las diferencias con las sociologías clásicas de la
ciencia.
iii. la necesidad de que esta explicación sea
causal.
iv, el tipo de compromiso relativista que implica
para el sociólogo.
b. Evalúe comparativamente los argumentos.

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Objetividad y validez del conocimiento en Nagel, las respuestas al relativismo

La cientificidad de las ciencias sociales es cuestionada desde el origen de las


mismas. La objetividad, la madurez paradigmática de sus disciplinas y la validez
de los conocimientos que se producen en distintos campos son constantemente
puestas entre signos de interrogación desde la propia ciencia y desde otros
sectores sociales que quieren discutir, especialmente, el financiamiento de las
mismas y su legitimidad para intervenir en las discusiones sobre políticas
públicas.
Si en este cuestionamiento queremos recurrir a una posición consolidada a favor
de su objetividad y validez podemos tomar como ejemplo el capítulo sobre las
ciencias sociales que publica Ernest Nagel en 1961. Este autor primero responde
sobre la posibilidad de producir conocimiento objetivo, es decir universalmente
válido, sobre una ciencia siempre acusada de “subjetivismo” y desmenuza en
orden las siguientes preguntas:
“(1) ¿Son las distinciones necesarias para explorar este ámbito exclusivamente
"subjetivas"? (2) ¿Es inadecuada una descripción "conductista" de los
fenómenos sociales? (3) ¿La atribución de estados "subjetivos" a agentes
humanos cae fuera del alcance de los cánones lógicos utilizados en la
investigación de propiedades "objetivas"?” (Nagel, s.f:9). A la primera pregunta
Nagel responde negativamente debido a que, en principio, parte significativa de
las descripciones de hechos sociales sería incuestionablemente objetiva para
cualquier investigador, aquella no debida a las intenciones de los actores; y a
que existen categorías descriptivas y explicativas propias de los investigadores
que no son necesariamente conocidas por los actores.
La segunda respuesta es afirmativa, pues si bien reconoce que no es suficiente,
Nagel cree que el conductismo es un buen método empírico para acercarse a
conocimientos contrastables en ciencias sociales.
Sobre la tercer cuestión, Nagel concluye que la introspección de estados
subjetivos del investigador social “concierne a los orígenes de sus hipótesis
explicativas, pero no a su validez (…) pero su identificación empática con esos
individuos no es, en sí misma, conocimiento. El hecho de que logre tal
identificación no anula la necesidad de elementos de juicio objetivos, evaluados
de acuerdo con principios lógicos que son comunes a todas las investigaciones
controladas, para dar apoyo a su atribución de estados subjetivos a esos agentes
humanos” (Nagel, s.f:16). Así el autor comienza a argumentar en favor de cierto

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consenso mínimo que neutralice las diferencias que desde un relativismo
epistemológico basado en las acusaciones sobre el peso de la subjetividad en
estos sentidos, tanto de las intenciones de los actores como de los
investigadores, harían inviable la unidad de las investigaciones en el campo de
las ciencias sociales.
Pero en segundo término, y más vinculado a discusiones con mayor vigor
actualmente, Nagel aborda el problema de los valores como ordenadores de los
enunciados, una vez más como factor amenazante de la unidad epistemológica
del campo para el entendimiento de los investigadores y el desarrollo de la
comunidad científica.
En principio Nagel afirma sobre el tema que “no hay ninguna buena razón para
pensar que sea intrínsecamente imposible distinguir los juicios caracterizadores
de los apreciativos implícitos en muchos enunciados” (Nagel, s.f: 16), con lo cual
vuelva a encontrar, a su juicio, un punto en común sobre los “juicios
caracterizadores” de las descripciones; y que “los enunciados acerca de
relaciones entre medios y fines están exentos de valoraciones” (Nagel, s.f: 17)
con lo cual descarta que la lógica interna de los enunciados, la validez de sus
probabilidades y las relaciones de sus términos, se vea afectada por las
valoraciones de los actores. En su argumento prueba, por último, tres variantes
sobre la tesis de que los valores influyen sobre la “estimación de los elementos
de juicio” (Ibid.) con lo cual la validez teórica se vería afectada por, o restringida
a, el seno de comunidades científicas y/o sociales que compartan los mismos
valores, fuera de los cuales no tendrían sentido las teorías sociales.
La primer variante, la más leve, sería la existencia de una distorsión por sesgo
identitario del investigador que para Nagel se podría identificar y corregir, ya sea
por cuestiones religiosas, políticas o cualquier razón valorativa especial.
En segundo término, y ya de modo más incisivo, está la versión de la tesis que se
apoya en la estadística teórica y en las hipótesis de probabilidades de sucesos de
azar que guían la investigación en proyectos científicos. Para Nagel, aquí no
habría mayores diferencias entre las ciencias naturales o sociales, pues el
razonamiento sigue siendo general y no depende del tema en cuestión, sólo
depende del caso en cuestión la decisión que se tome, él niega que los
científicos adhieran a valores especiales cuando tienen que decidir sobre
hipótesis estadísticas, salvo los valores de probidad y responsabilidad que no es
un diferencial pues en principio toda la comunidad científica adhiere a los
mismos (Nagel, s.f:18).
Por último se plantea la cuestión del relativismo histórico, donde existiría una
necesariedad entre la perspectiva social de los estudios de un científico y sus

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normas y métodos para hacer ciencia social. La versión más fuerte de esta
variante de la tesis reza "la génesis de una proposición es, en toda circunstancia,
ajena a su verdad" (Nagel, s.f: 19), señalando que el origen del conocimiento
tiene más relación con causas socio-históricas que con una lógica propia del
conocimiento en relación directa con su referencia. A esto Nagel contesta
diciendo que si bien las condiciones históricas de producción del conocimiento
son importantes, existe un consenso en su época sobre la verdad de los
conocimientos matemáticos y de las ciencias naturales, que en todo caso más
que cuestionar la verdad de los conocimientos esto habla del compromiso del
investigador con sus “cánones de validez cognoscitiva”, o sea con cómo conocen
más que con la verdad de lo conocido. Además Nagel menciona la regresión al
infinito que encontramos cuando aplicamos el criterio historicista a la misma
expresión, relativizando su verdad a nuestra época. Por último intenta refutar la
negación de la objetividad mediante el escape hacia la vía de la “objetividad
relacional”, el argumento por el cual no existiría una verdad sino en términos
que incluyan sus propias condiciones de producción. Para ello, Nagel dice que no
habría necesidad de llamarla relacional pues es la misma objetividad en el
sentido de las ciencias naturales, que acusan los procesos y las herramientas de
los que se valieron.

El relativismo según el programa fuerte de sociología del conocimiento


El programa fuerte en sociología del conocimiento, por otro lado, sostiene
justamente que todo conocimiento puede ser explicado por, entre otras, causas
sociales, con lo que nos encontramos con una diferencia sustancial con la
postura de Nagel. El primer argumento que salta a la vista para refutar esta idea,
y uno sobre los que más se ha escrito como critica del PF, es el citado
anteriormente del supuesto regreso al infinito con el que nos encontramos si
intentamos llevar adelante esta idea. La idea se sostiene sobre una creencia en
la verdad absoluta, por fuera de las condiciones históricas de surgimiento del
conocimiento.
Al respecto, les investigadores Márquez y Vilaró resumen la posición del PF
diciendo que “La solución que debe dar el relativista a esta dificultad consiste en
aceptar que no hay ningún conocimiento que no sea relativo (a un determinado
contexto teórico o social) pero rechazar que una condición necesaria para que
un conocimiento o juicio tenga valor, es que no sea relativo (a un determinado
contexto teórico o social)” (Márquez y Vilaró, 2013:18). Esta definición hace
resonar la siguiente aserción de Bloor: “esta sería una objeción convincente en
contra de cualquier teoría que afirmara de hecho que la determinación

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existencial implicaría falsedad(…)Esto sucede porque el argumento tiene como
premisa la idea central de que la causación implica error, desviación o
limitación.” (Bloor, s/f: 35).

Sin embargo, “Bloor admite que la confiabilidad, la repetitividad y la solidez son


características necesarias de la base empírica de la ciencia que evitan el
relativismo caprichoso del todo vale (…) De todos modos, considera que estos
requisitos son procedimientos estandarizados y entonces los propios estándares
metodológicos de la ciencia son relativos al contexto histórico-cultural.
(Outomuro; Lombardi, 2009:12). Luego Bloor, citado por Barnes, agregará que
“nuestra fisiología asegura que algunas respuestas a nuestro medio ambiente
material son comunes y constantes, al estrato correspondiente al conocimiento
subyace el nivel de la sensopercepción, biológicamente determinado y, por
tanto, estable” (Barnes, 1985:139).
Respecto al empirismo justamente es que vamos a hablar sobre el segundo
argumento en defensa de la causalidad en la sociología del conocimiento. Para
Bloor, el argumento más fuerte del empirismo sobre la sociología como
sociología del error y no del conocimiento descansa en que “las influencias
sociales distorsionan nuestras creencias en tanto que el uso irrestricto de
nuestras facultades de percepción y nuestro aparato sensomotor produce
creencias verdaderas” (Bloor, s/f 32). Bloor encuentra al menos dos limitaciones
para decir por qué el empirismo no ha logrado establecer correctamente los
límites entre la verdad y el error.
En primer lugar porque los funcionamientos naturales de los animales producen
una mezcla de conocimiento y error con igual naturalidad, y mediante la
operación de una causa del mismo tipo (Ibid). Los niveles de ansiedad, hambre,
atención en general, pueden tanto ayudar a retener información como a
distorsionarla. Si bien esta limitación podría corregirse, el argumento central
contra el empirismo apunta al individualismo inherente a la confianza en la
experiencia del sujeto como único marco de validez del conocimiento que
adquiere. La sociología del conocimiento ayudaría a explicar el marco de
suposiciones, conocimientos, estándares, propósitos y significados compartidos
por la comunidad, como el lenguaje mismo, que sirven a la construcción y
validación del conocimiento. “El conocimiento de una sociedad designa, no
tanto la experiencia sensorial de sus miembros individuales, o la suma de lo que
se puede llamar su conocimiento animal. Se trata, más bien, de su visión o
visiones colectivas de la Realidad” (Bloor, s/f 33). El conocimiento se acerca más
a un producto cultural que con la experiencia subjetiva desde esta visión. Desde

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esta perspectiva la verdad y el error no se asimilan más con la influencia social y
la experiencia individual, y se abre la posibilidad de la simetría en las
explicaciones causales. “El componente teórico del conocimiento es un
componente social, y es una parte necesaria de la verdad, no un signo de un
mero error” (Bloor, s/f 34). Es de alguna manera un nuevo capítulo de la
afirmación sobre la infradeterminación teórica de los datos observables.

Algunas conclusiones comparativas


En principio, y para marcar mejor las diferencias, cabe señalar algunos puntos en
común en las propuestas de Nagel y los autores del programa fuerte. Ambos
creen en cierta objetividad de la ciencia como resultado de las necesarias
observaciones empíricas de los investigadores, si bien el PF las señala
específicamente como regularidades debidas a condiciones biológicamente
determinadas y Nagel hace hincapié más que nada en el método que se sostiene
sobre estas regularidades. Recordemos que para el PF los métodos sí deben ser
contextualizados sociohistóricamente. Ambas perspectivas también están en
contra del relativismo del “vale todo”. Por otro lado también hay una
coincidencia parcial en el sentido de que la “objetividad relacional” que Nagel
pide llamar sólo objetividad, es decir que la comunidad científica debería
explicitar sus métodos y las condiciones de producción del conocimiento que
alcanza, es similar a la afirmación del PF acerca de que el componente teórico
del conocimiento es social, en el sentido de que los métodos y procedimientos
por los cuales se alcanza/produce el conocimiento son prácticas sociales
explicitadas tanto en ciencias naturales como en las sociales. Si bien el juicio del
PF es bastante más osado y tiene otras implicancias, tienen ese punto en común.
La segunda diferencia, ya más fuerte, que encontramos en este breve estudio es
la posición respecto del principio lógico de la regresión al infinito que Nagel
señala respecto de las posiciones que acusan su valor de verdad a su propia
historicidad donde no podría encontrarse suelo firme para aseverar ninguna
proposición, de lo que el PF escapa señalando que no hay un lugar absoluto para
la verdad, y que la relatividad del contexto sociohistórico no denota la falsedad
de ningún enunciado sino los límites de su validez.
Por último cabe destacar que mientras para Nagel existen disciplinas como la
matemática, o las ciencias naturales en general, donde los conocimientos no son
cuestionados y en cambio ejemplarmente el PF desacraliza estos campos del
saber afirmando la validez de sus enunciados por causas sociohistóricas,
basándose en el finitismo aunque reconociendo la gran estabilidad que poseen
muchos de sus enunciados.

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Bibliografía Básica:
Barnes, B. (1977) Interest and the Growth of knowledge, London
Routledge. Cap. 1
Barnes, b. (1986) Kuhn y las ciencias sociales, México,
Breviarios de Fondo de Cultura Económica (1982 en inglés)
Selección.

7
Bloor, D. (1998) Conocimiento e imaginario social, Gedisa,
Barcelona. 1971, 1a ed. en inglés: London, Routledge and Kegan
Paul; 1991, primera reedición por Chicago, Chicago University
Press). Cap. 1
Bloor, D. ( s/f).El Programa Fuerte en la Sociologia del
Conocimiento en “El Problema del Conocimiento”, en León Olivé
(ed.), La Explicación Social del Conocimiento. Mexico; Dirección
General de Publicaciones de la Universidad Nacional Autónoma
de México. Traducción de Adriana Sandoval.
Nagel, Ernest. La estructura de la ciencia, cap. XIII, sección V
Bernstein, La reestructuración de la teoría social y política
Márquez Scotti y Vilaró Luna (2013) La resistencia al programa
fuerte en la sociología del conocimiento: la asepsia científica y
la amenaza del relativismo.

Bibliografía complementaria.
Barnes, B.(1985) “El Problema del Conocimiento”, en León
Olivé (ed.), La Explicación Social del Conocimiento. Mexico;
Dirección General de Publicaciones de la Universidad Nacional
Autónoma de México.
Outomuro, Delia ; Lombardi, Olimpia (2009). El conocimiento
como hecho social y la verdad científica como pragmatismo
Universidad de Buenos Aires. Facultad de Medicina.
Departamento de Humanidades Médicas. Unidad Académica de
Bioética. [consultado: 13/8/2018] Disponible en el
Repositorio Digital Institucional de la Universidad de Buenos
Aires: http://www.fmv-
uba.org.ar/comunidad/revistasylibrosdigitales/antropologia/Vo
lIV_N1_2009/el%20conocimiento.pdf
Tozzi, Verónica (2003) “Wittgenstein y la sociología del
conocimiento”. En Cabanchik, S.; Penelas, F. Y Tozzi, María
Verónica, comps. El giro pragmático en la filosofía
contemporánea. GEDISA.
Tozzi, Verónica (2001) “Malos entendidos en torno al Programa
Fuerte”. Epistemología e Historia de la Ciencia, Volumen 7, No
7

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