Professional Documents
Culture Documents
(Imperio Nuevo)
El frescó estaú en la túmba de Nakht, ún nóble, sitúada en el Valle de lós Reyes. Es úna representacióú n del óció egipció.
Representacióú n pictóú rica de asúntó tratada de fórma estilizada. Túmba del nóble Nakth del 1400 a.C. apróximadamente
perteneciente al Imperió Núevó Egipció.
El Imperió Núevó fúe el períúódó de mayór pótencia pólíútica, militar, ecónóú mica y cúltúral del antigúó Egiptó, y, tambieú n, el de
mayór esplendór artíústicó. Dúrante lós reinadós de Amenófis II y Thútmeú s IV triúnfa ún núevó estiló llenó de gracia y
elegancia, cúyas caracteríústicas perdúraraú n en tódó el arte del Imperió Núevó.
La pintúra de esta laú mina múestra úna de las óbras maú s representativas de este estiló, la ceú lebre escena de la túmba del
escriba Nakht, Dinastíúa XVIII (eú póca de Thúmes IV), qúe representa ún grúpó de jóú venes tócandó instrúmentós músicales. La
figúra femenina a la derecha tóca el arpa, la del centró el laúú d, y la qúe se encúentra a la izqúierda, la flaúta. Sús cúerpós se
traslúcen a traveú s de lós vestidós levemente plisadós, lós haú biles dedós de la arpista tócan graciósamente las cúerdas. Destaca
la representacióú n de lós ójós de las múú sicas qúe són de fórma almendrada cón las púpilas de cólór claró qúe reflejan úna
mirada llena de brilló y cóqúeteríúa femenina. La jóven sitúada a la izqúierda, casi desnúda, aparece representada cón afectadó
móvimientó de las caderas, ló qúe llegaraú a ser casi úna regla en la escúltúra griega del sigló V. Se trata de úna representacióú n
de la figúra húmana en la qúe tódó el pesó del cúerpó descansa sóbre úna pierna, mientras qúe la ótra tóca el súeló
úú nicamente cón la púnta del pie. Lós brazós tienen ún eqúilibrió inversó: a la pierna izqúierda qúe lleva el pesó córrespónde
el brazó derechó pórtadór. El óbjetó cóú nicó qúe vemós sóbre la cabeza de estas mújeres era úna mezcla de grasa y perfúme
qúe, al fúndirse, impregnaba sús cúerpós.
La danza y la múú sica eran acómpanñ amientós tíúpicós en las fiestas civiles y religiósas, asíú cómó dúrante las celebraciónes de la
vida sócial, tales cómó bódas y banqúetes. Lós instrúmentós músicales pódíúan ser de variós tipós: de percúsióú n (tambóres,
tambóriles, sistrós, castanñ úelas y cróú talós), de vientó (flaútas, óbóes y bócinas) ó de cúerda (laúú des, arpas y liras).
La túmba del escriba Nakht, es úna de las múchas túmbas cónservadas del períúódó del Imperió Núevó. Lós faraónes y la
aristócracia dejarón de cónstrúir las túmbas mónúmentales qúe pódíúan ser prófanadas y saqúeadas cón bastante facilidad pór
lós ladrónes. Lós difúntós fúerón enterradós en ló maú s prófúndó de las caú maras excavadas en las rócas de las móntanñ as de lós
valles, disimúlandó cúidadósamente las entradas. Se cónservan magnificas pintúras qúe decóraban las paredes de estas
túmbas del Imperió Núevó, ún períúódó de expansióú n imperialista y de riqúeza sin precedentes.
El sútil y delicadó estiló de esta pintúra tiene paralelismós cón ótras óbras de las dinastíúas XVIII cómó pór ejempló las
pintúras de la túmba de Nebamón de Tebas de la Dinastíúa XVIII, especialmente la escena de banqúete qúe representa a
múú sicós, bailarinas y cómensales maravillósamente dibújadós, ó el relieve del Arpista ciego de la túmba de Patenemhab, en
Saqqara, en la qúe el múú sicó tóca gentilmente sús óchó cúerdas. Caracteríústicó de las Dinastíúas XVIII y XIX són las escenas, en
registrós cóntinúós, alrededór de la caú mara (dispósicióú n de las franjas súperpúestas) qúe crean ún ciertó sentidó de espació.
La túmba de Sen-Medjem, en Deir-el-Medineh de la Dinastíúa XIX, es ún búen ejempló de elló.
El arte pictóú ricó se desarróllóú en Egiptó desde el Imperió Antigúó (2686-2181 a.C.) Sú fúncióú n era reflejar y perpetúar la vida
y, cómó tal, se útilizaba en túmbas y templós para la decóracióú n de sús múrós y para realzar la escúltúra de ún relieve.
Lós própietariós de las túmbas y lós sacerdótes ó faraónes de lós templós determinaban lós elementós decórativós. Se
dibújaba sóbre ún lienzó qúe generalmente cónsistíúa de úna capa de escayóla ó estúcó de únós 3cm de espesór. Se limpiaba y
púlíúa para hacer la súperficie ló maú s lisa pósible. Lós dibújós y pintúras se aplicaban directamente sóbre la pared seca. Lós
artistas trabajaban en eqúipós, cón ún maestró artesanó súpervisandó. Primeró se cúbríúa el múró cón úna cúadríúcúla (se
útilizaban tiras de cúerdas empapadas en pintúra rója estiradas cón dós palós para marcar la cúadríúcúla), permitieú ndóles
cópiar fielmente el dibújó de ún papiró. Las figúras húmanas teníúan ún núú meró estaú ndar de cúadrós. Pór ejempló, ún hómbre
en pie ócúpaba 19 cúadrós desde la planta de lós pies hasta la cabeza. Despúeú s trazaban el cóntórnó de las figúras cón pintúra
rója mientras qúe el líúder del eqúipó córregíúa lós erróres cón pintúra negra. Lós escúltóres tallaban lós relieves antes de
pintarlós, realizandó las incisiónes gólpeandó cinceles planós ó púntiagúdós de brónce ó cóbre cón ún mazó de madera.
Finalmente, lós pintóres mezclaban lós pólvós de pigmentó cón agúa y ún adhesivó (góma de acacia ó clara de húevó). Mólíúan
lós pigmentós en ún mórteró de piedra y lós mezclaban en cúencós de terracóta. Esta pintúra se llamaba “teú mpera” y se
aplicaba cómó úna capa plana. Lós pintóres útilizaban pinceles de distintós tamanñ ós hechós de fibras de plantas.
Las pintúras egipcias múestran lúminósós y frescós cólóres. Lós pigmentós principalmente eran de órigen mineral, pór ló qúe
nó eran alteradós pór la lúz. El blancó teníúa úna base de cal y yesó, el verde próveníúa del cóbre, el amarilló del ócre, el rójó del
óú xidó de hierró y el azúl de la azúrita. Entre seis y óchó cólóres tradiciónales se útilizaban siempre en las pintúras egipcias. El
amarilló ócre se útilizaba para lós tónós de piel femenina, mientras qúe el ócre rójó se útilizaba para la piel mascúlina. El
fóndó qúe nórmalmente era claró, resaltaba las figúras y ótrós detalles.
Comentario: Despúeú s de haberse mantenidó cerrada dúrante múchó tiempó, actúalmente vúelve a estar accesible úna de las
túmbas maú s bellas de Tebas óeste. A pesar de estar prótegidas pór vidrió, las pintúras múrales súfren pór la húú meda
respiracióú n y las transpiraciónes de lós visitantes. Se trata de ún peqúenñ ó mónúmentó fúnerarió: Nakht fúe sóló ún módestó
fúnciónarió sacerdóte, sacerdóte de las hóras del diós Amóú n y astróú nómó del templó. Sú "casa para la eternidad " se
encúentra a media altúra de la falda de la móntanñ a fúneraria, allíú dónde teníúan sús úú ltimas móradas lós fúnciónariós sencillós.
La túmba excavada en róca prócede de la eú póca de Amenófis II y cómienzós del reinadó de Tútmósis IV, úna eú póca de especial
realce para la pintúra egipcia. Las escenas qúe adórnan sús múrós múestran, entre ótras cósas, úna vendimia y el senñ ór de la
túmba cazandó paú jarós en ún matórral de papiró.
En el múró izqúierdó, en múy mal estadó de cónservacióú n, se encúentra la representacióú n de ún banqúete. Un ciegó estaú
tócandó el arpa: el hijó de Nakhat presenta ófrendas a sús padres difúntós; tras eú l, tres mújeres tócandó
instrúmentós músicales. Ló qúe cantaban en el maú s allaú ló cónócemós pór las cólecciónes de textós qúe se han cónservadó
cón sús" cantós de jardíún de amór " ó " canciónes de la campinñ a " qúe entreteníúan a lós invitadós a lós banqúetes.
Lós dós múú sicós cón lós largós vestidós blancós, a derecha e izqúierda, aparecen tócandó la flaúta y el arpa. La múchacha qúe
aparece ente ellas desnúda, cón excepcióú n de ún cintúróú n, lleva ún laúú d de cúelló largó, ún peqúenñ ó instrúmentó qúe sólíúan
úsar las bailarinas. Teníúan tambieú n lós fúertes múú scúlós caracteríústicós de las bailarinas prófesiónales, y ún cúerpó flexible.
Para demóstrar sú libertad de móvimientós, el pintór rómpe cón la regla tradiciónal de qúe tódas las persónas miran en la
misma direccióú n: la jóven gira graciósamente hacíúa atraú s: las trenzas y mechónes de sús cabellós parecen vólar ríútmicamente:
las expresivas manós de la arpista dibújan arabescós sóbre el gran instrúmentó, lós cúerpós de las múchachas se
súperpónen. Sú dramaú tica actúacióú n nó gúarda, excepciónalmente, la dignidad y serenidad própia de lós
mónúmentós fúnerariós egipciós. Para repródúcir el calór y el móvimientó de la danza y la múú sica se debilitan las reglas
tradiciónales de representacióú n.
Sin embargó, el pintór ha cómpúestó cúidadósamente la escena cón sús sútiles cúrvas y diagónales, tambieú n cónsigúe
cómbinarla cón las ótras escenas de módó qúe la decóracióú n de lós múrós, nó se descómpónga en imaú genes individúales.
Dómina ún estiló únificadó. Es pósible qúe esta túmba sea de las pócas de Tebas cúyas pintúras sean óbras de ún sóló
maestró. Cón el cambió de mezclas de cólór cónsigúe tónós clarós y frescós sóbre ún súave fóndó azúl grisaú ceó; úna líúnea
marróú n rójiza súbraya lós cóntórnós de las figúras. Peró el artista prótege esta óbra cón ún barniz qúe se decólóra
paúlatinamente, se tinñ e de marróú n ó amarilló y hace qúe se desprendan lós pigmentós.
Elementos Plásticos: El frescó pósee úna gama predómíúnate de tónós tierras de distinta intensidad ó matiz dependiendó de
las figúras pintadas, cómó cólóres secúndariós pódemós óbservar el tónó esmeralda y el tónó perla de las túú nicas. Lós
cóntórnós de las figúras són múy sútiles, apenas visibles. La lúz próviene de tódas las direcciónes. La carnacióú n de las mújeres
es múy óscúra, nó es tíúpicó qúe el cólór de la tez femenina sea tan hóscó.
Estructura: Se percibe de manera faú cil la divisióú n en úna franja (marcadó en el cróqúis cón úna líúnea mórada).
Composición: Se trata de úna óbra llena de vitalidad y dinamismó en la qúe se representa escenas de baile y múú sica. En las
figúras húmanas se emplean las líúneas cúrvas y en únó de lós instrúmentós músicales (líúnea azúl de la segúnda imagen), al
igúal qúe en lós óbjetós qúe hay en la parte súperiór del frescó, aúnqúe estós tambieú n se cómpónen de líúneas rectas, alternan
las dós.
En la parte súperiór pódemós aprecias ún ritmó cómpúestó pór figúras póligónales (líúneas rójas senñ alas en el cróqúis) y
elipses ó figúras cón cúrvatúra (líúneas marcadas cón lós cólóres negró y azúl).
En las mújeres detectamós variós rasgós interesantes. Se aprecian ciertós rasgós generales de la plaú stica egipcia cómó el
almendradó de lós ójós (senñ aladó cón el cíúrcúló amarilló), la falta de expresióú n facial, la mirada tensa hacia el infinitó qúe
apórta ún hieratismó sólemne a la imagen. La estereótipacióú n de la figúra húmana en la qúe el tórsó debe tener úna vista
fróntal (reflejadó en el rectaú ngúló amarilló) , la cabeza en perspectiva lineal, y lós pies pintadós de manera en qúe se vea.
(rectaú ngúló amarilló)y la rigidez fórma caracteríústica de dóblar lós dedós de las manós. Peró tambieú n hay úna serie de
innóvaciónes núnca vistas antes, se púede apreciar úna cierta sensacióú n de prófúndidad (senñ aladó cón el circúló verde) nó
caracteríústicó de la pintúra egipcia. Tampócó hay úna isócefalia clara. La caíúda de las túú nicas nó es tan esqúematizas, insinúú a
las cúrvas femeninas, peró ló maú s llamativó es qúe la bailarina central aparece desnúda, algó qúe júntó a la caíúda de las
túú nicas le da ún caraú cter eróú ticó a la óbra.