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Son materiales cuya resistencia al paso de la electricidad es muy baja. Los mejores
conductores eléctricos son metales, como el cobre, el oro, el hierro y el aluminio, y sus aleaciones,
aunque existen otros materiales no metálicos que también poseen la propiedad de conducir la
electricidad, como el grafito o las disoluciones y soluciones salinas (por ejemplo, el agua de mar) o
cualquier material en estado de plasma.
Para el transporte de energía eléctrica, así como para cualquier instalación de uso
doméstico o industrial, el mejor conductor es el cobre (en forma de cables de uno o varios hilos).
Aunque la plata es el mejor conductor, pero debido a su precio elevado no se usa con tanta
frecuencia. También se puede usar el aluminio, metal que si bien tiene una conductividad eléctrica
del orden del 60% de la del cobre, es sin embargo un material tres veces más ligero, por lo que su
empleo está más indicado en líneas aéreas que en la transmisión de energía eléctrica en las redes
de alta tensión.1 A diferencia de lo que mucha gente cree, el oro es levemente peor conductor
que el cobre; sin embargo, se utiliza en bornes de baterías y conectores eléctricos debido a su
durabilidad y “resistencia” a la corrosión.
La conductividad eléctrica del cobre puro fue adoptada por la Comisión Electrotécnica
Internacional en 1913 como la referencia estándar para esta magnitud, estableciendo el
International Annealed Copper Standard (Estándar Internacional del Cobre Recocido) o IACS.
Según esta definición, la conductividad del cobre recocido medida a 20 °C es igual a 58.0 MS/m.2 A
este valor es a lo que se llama 100% IACS y la conductividad del resto de los materiales se expresa
como un cierto porcentaje de IACS. La mayoría de los metales tienen valores de conductividad
inferiores a 100% IACS pero existen excepciones como la plata o los cobres especiales de muy alta
conductividad designados C-103 y C-110
SUPERCONDUCTIVIDAD
COMPORTAMIENTO MAGNÉTICO
El campo magnético distingue dos tipos de superconductores: los de tipo I, que no permiten en
absoluto que penetre un campo magnético externo (lo cual conlleva un esfuerzo energético alto, e
implica la ruptura brusca del estado superconductor si se supera la temperatura crítica), y los de
tipo II, que son superconductores imperfectos, en el sentido en que el campo realmente penetra a
través de pequeñas canalizaciones denominadas vórtices de Abrikosov, o fluxones. Estos dos tipos
de superconductores son de hecho dos fases diferentes que fueron predichas por Lev Davidovich
Landau y Aleksey Alekséyevich Abrikósov.
COMPORTAMIENTO ELÉCTRICO
En los superconductores de tipo II, la aparición de fluxones provoca que, incluso para corrientes
inferiores a la crítica, se detecte una cierta disipación de energía debida al choque de los vórtices
con los átomos de la red.
HISTORIA DE LA SUPERCONDUCTIVIDAD
Ya en el siglo XIX se llevaron a cabo diversos experimentos para medir la resistencia eléctrica a
bajas temperaturas, siendo James Dewar el primer pionero en este campo.
Sin embargo, la superconductividad como tal no se descubriría hasta 1911, año en que el físico
holandés Heike Kamerlingh Onnes observó que la resistencia eléctrica del mercurio desaparecía
bruscamente al enfriarse a 4 K (-269 °C), cuando lo que se esperaba era que disminuyera
gradualmente hasta el cero absoluto. Gracias a sus descubrimientos, principalmente por su
método para lograr la producción de helio líquido, recibiría dos años más tarde el premio Nobel de
física. Durante los primeros años el fenómeno fue conocido como supraconductividad.
En 1913 se descubre que un campo magnético suficientemente grande también destruye el estado
superconductor, descubriéndose tres años después la existencia de una corriente eléctrica crítica.
Debido a las bajas temperaturas que se necesitan para conseguir la superconductividad, los
materiales más comunes se suelen enfriar con helio líquido (el nitrógeno líquido sólo es útil
cuando se manejan superconductores de alta temperatura). El montaje necesario es complejo y
costoso, utilizándose en muy contadas aplicaciones como, por ejemplo, la construcción de
electroimanes muy potentes para resonancia magnética nuclear.
Sin embargo, en los años 80 se descubrieron los superconductores de alta temperatura, que
muestran la transición de fase a temperaturas superiores a la transición líquido-vapor del
nitrógeno líquido. Esto ha abaratado mucho los costos en el estudio de estos materiales y abierto
la puerta a la existencia de materiales superconductores a temperatura ambiente, lo que
supondría una revolución en la industria del siglo XXI. La mayor desventaja de estos materiales es
su composición cerámica, lo que lo hace poco apropiado para fabricar cables mediante
deformación plástica, el uso más obvio de este tipo de materiales. Sin embargo se han
desarrollado técnicas nuevas para la fabricación de cintas como IBAD (deposición asistida
mediante haz de iones). Mediante esta técnica se han logrado cables de longitudes mayores de 1
kilómetro.
Los imanes superconductores son algunos de los electroimanes más poderosos conocidos. Se
utilizan en :
Los superconductores se han utilizado también para hacer circuitos digitales y filtros de
radiofrecuencia y microondas para estaciones base de telefonía móvil.
Están apareciendo nuevos mercados donde la relativa eficiencia, el tamaño y el peso de los
dispositivos basados en los superconductores de alta temperatura son superiores a los gastos
adicionales que ellos suponen.