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MALCOLM DEAS
En las tres décadas siguientes se han producido muchos avances. Las colecciones públicas han cre-
cido. La más grande, la de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, ahora cuenta con más de un mi-
llón y medio de imágenes en una instalación diseñada para su conservación y estudio, y está en vía
de digitalizar sus fondos. Éstos crecen con nuevas adquisiciones y puede ser que en el futuro la bi-
blioteca lleve el registro de todos los archivos fotográficos del país. En Bogotá, existen archivos
abiertos a los investigadores en la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, en el
Museo Nacional, en el Archivo del Distrito y en la Sociedad de Mejoras y Ornato, además de los
archivos de los periódicos y revistas. Se cuenta con colecciones importantes en otras ciudades, en
Bucaramanga, en Cartagena —la Fototeca fundada por Doris Espinosa— en Cali, en Manizales...
Hizo una gran labor de divulgación la revista Credencial Historia, bajo la dirección de Camilo Calde-
rón Schrader. En el mercado de las antigüedades, los daguerrotipos y toda clase de fotografía vieja
tiene ya su valor, sus vendedores y sus coleccionistas. La importante colección de daguerrotipos
formada por Pilar Moreno pasó a la Biblioteca Luis Ángel Arango.
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ALHC Fotografía
FUNDACIÓN MAPFRE COLOMBIA
INSTITUTO DE CULTURA Colombia a través de la fotografía. 1842-2010
Arango C. y otros (1985); el libro sobre los afrocolombianos de Palenque de Nina S. de Friedemann
y Richard Cross (Ma ngombe: guerreros y ganaderos de Palenque, 1979) y el archivo amazónico de
Richard Schultes (La amazonía perdida: el viaje fotográfica del legendario botánico Richard Evans
Schultes, curado por Wade Davis, 2009).
Como es bien sabido, la fotografía llegó muy rápido a la Nueva Granada, con la ayuda del repre-
sentante diplomático francés, el barón Jean Baptiste Louis Gros, hijo del famoso pintor napoleóni-
co: solo 32 días después de su anuncio por la Académie des Sciences en París, El Observador de
Bogotá publicó detalles del proceso de Daguerre y Niépce. El barón construyó su aparato y reunió
sus materiales. La única sobreviviente de sus esfuerzos es la famosa toma de la calle del Observa-
torio de 1842, incluida aquí. Le acompañó al mismo tiempo Luis García Hevia, el primer fotógrafo
neogranadino y el primero en abrir un estudio. Aparecieron otros pioneros, nativos y extranjeros,
fijos y transeúntes: John Armstrong Bennet, Fermín Isaza, José Gabriel Tatis, Enrique Price...
Al principio, y por muchos años, el negocio primordial era el retrato. Se tomaban vistas y paisajes,
pero la única imagen sobreviviente de esa clase durante esta primera etapa es la citada calle bo-
gotana del barón Gros. Además, los retratos en daguerrotipo eran costosos, por lo común diez pe-
sos cada uno, un precio que limitaba la demanda a las pocas familias ricas de la época. Los avances
técnicos abarataron un poco los procesos hacia mediados de siglo, y la llegada al país de la moda
de la carte de visite, tarjeta de visita — foto en papel de formato pequeño y barato— abrió un
gran mercado de 1860 en adelante […]