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Literatura cubana

La literatura de habla hispana en el territorio cubano se inicia con la conquista y


colonización española. Los conquistadores, muchos de ellos convertidos en
cronistas redactaban y describían todos los acontecimientos importantes, aunque
con puntos de vista españoles y para un público lector español. El más importante
cronista que llegó a Cuba en el siglo XVI fue Fray Bartolomé de Las Casas, autor,
entre otras obras, de “Historia de las Indias”.

La primera obra literaria escrita en la Isla data del siglo XVII, cuando en 1608,
Silvestre de Balboa y Troya de Quesada (1563-1647) escribe Espejo de Paciencia,
un poema épico-histórico en octavas reales, que narra el secuestro y del obispo
Fray Juan de las Cabezas Altamirano por el pirata Gilberto Girón y su posterior
rescate por los vecinos de Bayamo.

La poesía inicia, pues, la historia de las letras cubanas, que no registra otras obras
importantes durante el siglo XVII.

Se considera que la literatura cubana ha sido modelo a seguir para muchos


escritores hispanos, sobre todo en los siglos XIX y XX. El imaginario popular, la
mezcla cultural de autóctonos y españoles y sobre todo el sincretismo que involucra
la literatura cubana con la religión y que hace su aparición en las obras del siglo XX,
según la página Ecured “La tierra más hermosa que ojos humanos han visto” dicho
por Cristóbal Colón en 1700 a.c..
Siglo XVIII

El siglo XVIII en la literatura cubana estuvo caracterizado fundamentalmente por el


canto a la naturaleza autóctona, la cual por su tipicidad insular se distanciaba de lo
meramente español. Entre el siglo XVIII y el XIX, se extiende el espacio de tiempo
que comprende al neoclasicismo en la literatura. Este estilo estuvo caracterizado
por el empleo de formas clásicas semejantes a las preferidas en la Metrópoli. De
esta manera, podemos encontrar evocaciones a dioses grecolatinos pero con un
singular protagonismo de la naturaleza y como clara intención de mostrar
diferencias con relación a Europa. Son claras además, en este momento, las
influencias foráneas, sobre todo las francesas. En el siglo XIX cubano floreció una
novela antiesclavista, una literatura de costumbres y un romanticismo tardío y para
la primera mitad del siglo XX, la literatura cubana va estar marcada por una reacción
identitaria ante la presencia e influencia de Estados Unidos en la Isla.

La literatura cubana es sin dudas una de las más prolíficas, relevantes e influyentes
de América Latina y de todo el ámbito de la lengua española con escritores de gran
renombre como José Martí, Gertrudis Gómez de Avellaneda, José María Heredia,
Julián del Casal, Nicolás Guillén, José Lezama Lima, Alejo Carpentier – que fue
propuesto para Premio Nobel de Literatura y posteriormente le fue otorgado el
Premio Cervantes 1977 –, Guillermo Cabrera Infante – Premio Cervantes 1997 –,
Virgilio Piñera, Dulce María Loynaz – Premio Cervantes 1992 – y Gastón Baquero,
entre tantos otros. Por su relevancia dentro del desarrollo literario cubano los poetas
José María Heredia, Julián del Casal, Agustín Acosta y Nicolás Guillén fueron
exaltados con el honor de Poeta Nacional de Cuba, distinción que no ha sido
otorgada a ningún otro literato cubano después del triunfo revolucionario de 1959.

La literatura cubana tiene su punto de partida en la conquista y colonización


española. Por aquella época muchos conquistadores se convirtieron en cronistas,
al redactar y describir todos los acontecimientos importantes acaecidos en la isla.
Esta primera literatura tenía un marcado carácter colonial, pues poseía puntos de
vista españoles y se realizaba fundamentalmente para el público español. Sin lugar
a dudas, el más importante cronista que llegó a Cuba en el siglo XVI fue Fray
Bartolomé de Las Casas, autor de la obra “’”. No obstante, lo que se considera como
la primera obra literaria escrita en la isla data del siglo XVII. Esta pieza recibió el
nombre de “Espejo de Paciencia” y fue realizada en 1608 por Silvestre de Balboa y
Troya de Quesada, el cual publica un poema épico-histórico en octavas reales que
narra el secuestro del obispo Fray Juan de las Cabezas Altamirano por el pirata
Gilberto Girón.

La Revolución Cubana y, sobre todo, su rápida radicalización comunista, produjo


una fractura del espacio literario cubano, que persiste hasta hoy. En más de medio
siglo, cuatro generaciones de escritores cubanos, de probada calidad, se han
afincado en diversas ciudades de Estados Unidos, Europa y América Latina. Desde
Gastón Baquero hasta los más jóvenes poetas cubanos, residentes en Madrid o
Nueva York, Barcelona o Ciudad de México, Miami o París, el exilio literario cubano
ha crecido a la par de la literatura producida en la isla. A diferencia de lo que sucedía
en las primeras décadas de la Revolución, cuando predominaba la polarización
ideológica y la discordancia estética, hoy las literaturas de la isla y la diáspora se
parecen cada vez más y, sin embargo, siguen divididas políticamente. Esa división
sería saludable, si no contribuyera con tanta persistencia a la invisibilidad de una u
otra frontera del mismo campo
intelectual. La circulación editorial de
esas literaturas sigue siendo muy
precaria, a pesar de la globalización. La
historia de la literatura cubana de 1959 en
adelante no puede narrarse sin el legado
cada vez más tangible de la narrativa, la
poesía y el ensayo escritos fuera de la
isla.

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