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John William Cooke nació en La Plata; su padre, Juan Isaac Cooke, era diputado por
la Unión Cívica Radical y sería Canciller durante el gobierno de Edelmiro Farrell.
Cooke militaría ya durante sus años universitarios, mientras estudiaba Derecho en la
Universidad Nacional de La Plata, formando parte de la Unión Universitaria
Intransigente. Se recibió de abogado en 1943. Fue electo diputado por el peronismo
con tan sólo 25 años para el período 1946-1952. En el Congreso fue Presidente de la
Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, de la Comisión
Redactora del Código Aeronáutico y también de la Comisión de Protección de los
Derechos Intelectuales. En el ámbito universitario fue profesor titular de Economía
Política en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos
Aires entre 1946 y 1955. Fue uno de los primeros organizadores de la lucha armada.
Murió de cáncer el 19 de septiembre de 1968, dejando un importante legado en el
seno del Movimiento Peronista.
El 20 de septiembre fue
arrestado en la casa de su
amigo José María Rosa. Pese a
estar en prisión hasta marzo de
1957, participó activamente en
la organización de los distintos
grupos protagonistas de la
"Resistencia peronista". Perón,
que estaba exiliado, lo puso al
frente del denominado
"Comando Táctico", y en
noviembre de 1956 le dirigió
una expresiva carta, en la que
avalaba firmemente su acción y
lo designaba su sucesor, en
caso de fallecimiento. En marzo
de 1957 Cooke escapó de
manera espectacular de la
prisión de Río Gallegos, en
compañía de otros detenidos peronistas -Jorge Antonio, Cámpora, Espejo-,, y se instaló en
Chile, desde donde pudo operar con más eficacia para coordinar la acción de los distintos
grupos clandestinos y terroristas. En 1958 participó en la gestión del pacto
pacto entre Perón y
Frondizi, y posiblemente asistió a la reunión de Caracas, donde éste se efectivizó. Cooke volvió
al país a fines de 1958, para continuar con la "resistencia", y de inmediato fue detenido. A
principios de 1959 participó activamente en la huelga
huelga del Frigorífico Nacional y en la intensa
agitación subsiguiente. Por entonces, la militancia peronista se dividía entre los partidarios de
la "línea dura" y la "línea blanda", estos últimos, que buscaban un acuerdo con el gobierno,
recibieron el aval de Perón y comenzaron a hostilizar a Cooke, tachándolo de comunista.
Perseguido, en 1959 abandonó el país y se instaló en Cuba, donde permaneció hasta octubre
de 1963. Allí se entusiasmó con la Revolución, realizó diversas tareas de apoyo al régimen,
entabló
ló amistad con Ernesto Guevara e inició una larga tarea de acercamiento entre el
peronismo y el castrismo, que incluyó el reclutamiento de jóvenes argentinos para ser
entrenados en Cuba. Mantuvo una intensa correspondencia con Perón, que sólo interrumpió en e
1966, e intentó convencerlo de que declarara su apoyo a Cuba y trocara su domicilio madrileño
por La Habana. A la vez, se propuso reconstruir la tradición peronista en clave cubana e
impulsar a los peronistas a seguir el camino iniciado por Fidel Castro.
En esas circunstancias fue entrevistado por la revista Che. El semanario apareció en octubre
de 1960. Lo dirigía Pablo Giussani y entre sus redactores figuraban Julia Constenla, Hugo
Gambini, Francisco Urondo, Carlos Barbé y Alberto Ciria. Se trataba de un grupo de partidarios
argentinos de la Revolución Cubana, muchos de los cuales militaban en el Partido Socialista
Argentino. Un poco antes, en febrero de 1961, Alfredo Palacios había ganado la elección de
senador por la Capital, con una campaña centrada en la Revolución Cubana, y con el apoyo de
muchos votantes del proscripto peronismo. El reportaje está ilustrado con dos fotos de Cooke:
en una aparece con traje y corbata, probablemente de su etapa de diputado, y en otra con
barba, boina y camisa miliciana.a. Che fue clausurada el 17 de noviembre de 1961. A fines de
1963, Cooke volvió a la Argentina y organizó Acción Peronista Revolucionaria, un pequeño
grupo de discusión al que asistían futuros militantes como García Elorrio, Fernando Abal
Medina y Norma Arrostito,
rostito, en donde siguió intentando la fusión entre el peronismo y el
guevarismo. Sin embargo, mientras vivió su influencia fue escasa. Murió en septiembre de
1968. Desde 1971 sus escritos alcanzaron gran difusión y sus ideas fueron retomadas por la
nueva izquierda peronista. Este reportaje fue reeditado en septiembre de 1975 por la revista
Crisis.
Cooke
Publicado originalmente en revista
"Che" (1961) y reproducido en
"Crisis" (1975).
-En
En la Argentina la Revolución
Cubana cuenta con apreciable
apoyo popular y los esfuerzos de la
propaganda reaccionaria -
abrumadora y constante- son vanos por contrarrestarlo. ¿A qué razones atribuye esta
perspicacia popular, pese a la prensa y agencias internacionales?
-Lo que eso demuestra, en primer lugar, es la madurez de nuestro pueblo, lo arraigado que
está en él el sentido de la soberanía nacional. Tengamos en cuenta que esta recolonización de
la Argentina es doblemente anacrónica: por producirse en la época de los movimientos de
liberación en todo el mundo y por serle impuesta a un país que se había librado de la
dominación inglesa y tenía conciencia de lo que significa el ejercicio de la soberanía. La
consecuencia es que no solamente la represión es singularmente violenta, sino también la
propaganda proimperialista. El pensamiento colonial utiliza el monopolio de la difusión para
derramar una catarata de discursos, declaraciones, manifiestos, conferencias, editoriales,
solicitadas, pastorales, etc., para confundir a la masa. En el caso de Cuba, sólo se difunden
groseras tergiversaciones, embustes y planteos arbitrarios. Sin embargo, las clases populares
disciernen lúcidamente y saben que la suerte de la Revolución Cubana incide en su propia
suerte.
-Con respecto a Cuba, ¿cuál es la forma que adopta esta táctica de ocultamiento?
-Hay una sucesión de trampas. Todos los datos son falsos, al punto que la mentira de ayer es
desmentida por la mentira de hoy. Después se hace una mezcla de los problemas concretos de
la nación cubana con los problemas de la Guerra Fría y con las discusiones teóricas en torno al
comunismo. Nuestra masa evita esos falseamientos porque va a la médula del problema, o
sea, la agresión del imperialismo contra un país hermano que osó liberarse: así no hay forma
de equivocarse.
Con motivo de la reciente invasión de gusanos al servicio de los yanquis, se vio cómo se
desvirtuaba el problema planteándolo maliciosamente: se afirmó que la Revolución es
comunista, como si eso fuese lo que estaba en debate. Un cierto porcentaje de papanatas
quedó atrapado en ese artificioso enigma -ya fuera para coincidir con la tesis o para discrepar
con ella-, lo que implica que, de ser concluyente la prueba sobre el carácter comunista del
gobierno cubano, eso legitimaba que se agrediese a un país soberano. ¿Quién ha dicho que
los Estados Unidos o los organismos internacionales tienen jurisdicción para hacer macartismo
y determinar cuál régimen tiene derecho a ser respetado y cuál no?
-Supongo que Ud. sabrá que hubo
algunos dirigentes peronistas que se
"empantanaron".-Eso demuestra que
carecen de capacidad para dirigir nada y
que invocan el nombre del Peronismo
en vano. Con el pretexto de que nuestro
gobierno era nazi, se buscó que Estados
Unidos hiciese lo mismo que ahora hace
con Cuba: los cipayos pedían la
intervención yanqui y de los organismos
como la UN; un canciller uruguayo
inventó la tesis de la "intervención
multilateral", que es la que ahora se
quiere resucitar contra los cubanos; se
pidió que los países rompiesen
relaciones con nosotros, por no ser
"democráticos", etc. Eran los mismos
procedimientos y las mismas personas
de aquí y del extranjero los que se
movían para destruir nuestra soberanía.
¡Y cómo ardíamos de indignación contra
el bradenismo y sus servidores! ¡Cómo
protestábamos contra los Jules Dubois,
los Figueres, los Haya de la Torre, los
Ravines, contra Braden, Nelson
Rockefeller, la gran prensa
norteamericana y continental! Pues bien:
todos ésos, y los miles de secuaces,
ahora hacen lo mismo contra Cuba,
ayudados por los mismos aliados que La mítica revista De Frente, que fundara en 1953
entonces tuvieron en la Argentina,
desde los políticos tradicionales hasta las fuerzas vivas, la intelectualidad cipaya, las damas
patricias y demás escoria enemiga de los descamisados.
¿O es que la UPI, la AP, el Time, etc., son reptiles cuando nos atacan a nosotros y "objetivos"
cuando atacan a Cuba? Sumarse, aunque sea pasivamente, a esa campaña, es dar razón
retrospectivamente a los vendepatrias: es negarnos como movimiento nacional-liberador.
-Hay algunos pequeños sectores peronistas influenciados por el "nacionalismo" que son
activamente enemigos de la Revolución Cubana.
-Supongo que, en unos cuantos millones como somos, habrá de todo un poco. Hasta que
quienes se dejen llevar por un extraño "nacionalismo" que ante algo concreto como el
imperialismo que nos asfixia nos quiere hacer pelear contra los enemigos de ese imperialismo.
El único nacionalismo auténtico es el que busque liberarnos de la servidumbre real: ése es el
nacionalismo de la clase obrera y demás sectores populares, y por eso la liberación de la Patria
y la revolución social son una misma cosa, de la misma manera que semicolonia y oligarquía
son también lo mismo. Algunos sectores reaccionarios pudieron, en otras épocas, llamarse
"nacionalistas" porque coincidían con el pueblo frente a los ataques de nuestra soberanía;
ahora no, porque el antiimperialismo ha pasado a ser retórico en ellos, que vuelven a su raíz
oligárquica y ante el caso de Cuba quedan al desnudo.
Hay que tener la cabeza muy hueca para creerse peronista y aceptar a esos teóricos del
absurdo, que combinan las añoranzas del imperio de la hispanidad medieval con el apoyo
práctico al imperio bárbaro norteamericano, y el culto a gauchos embalsamados con el
paternalismo aristócrata frente al cabecita negra, para oponerse, nada menos, a Fidel Castro.
Ocurre que Castro, a la cabeza de los hombres de la tierra, derrotó a puro coraje al ejército
armado y entrenado por los yanquis para proteger a la satrapía batistiana; y que cuando los
gringos quisieron llevárselo por delante, los echó de Cuba y les quitó hasta el último dólar, más
de mil millones tenían invertidos en centrales azucareras, fábricas, empresas, bancos, etc.
¡Qué manera de apagar faroles! Sin embargo, parece que Fidel no es "nacionalista", porque
nunca se dedicó a predicar el exterminio de estudiantes semitas ni a delatar herejes incursos
en el crimen de marxismo.
-Solamente entre cierta capa burocrática, que, por otra parte, nunca sirvió para nada, ni en el
gobierno ni fuera de él. Ahora hacen méritos para que los dejen participar en el festín político y
administrativo del que están excluidos los revolucionarios consecuentes. No hacen más que
confirmarle al pueblo lo que éste siempre supo de ellos. Habrá siempre alguna confusión, por
éstos que embarullan las cosas y por otros que, debiendo hablar, han callado. Pero el pueblo
sabe que desde que Fidel Castro empezó a quitarles a los ricos para darles a los pobres fue la
bestia negra (o roja) del continente. Claro que los gansos que creen que el Peronismo es parte
del dispositivo de la "civilización y de la democracia occidental" quedan identificados frente a
Cuba con los socios de Aciel y de la Bolsa de Comercio, con los socialistas conservadores y
los conservadores de la infamia, con los exquisitos del Jockey Club, del Círculo de Armas, con
Ascua Sur y las demás agrupaciones de conciencias muertas, con las numerosas instituciones,
frentes y agrupaciones gorilas que piden nuestra sangre, con Gainza Paz, el almirante Rojas, el
Dr. Vicchi, el brioso Toranzo Montero. Todas esas fuerzas son virulentamente enemigas de la
Revolución Cubana, a la que odian tanto como el "régimen depuesto": esas cosas no ocurren
por casualidad, y nuestra
masa no vive en la luna.
-Con quien cumplió fue con su propia cobardía. A cambio de la riqueza que se llevan los
yanquis nos dejan su histeria anticomunista que contagia a ciertos "dirigentes". En el país reina
un clima de terrorismo ideológico: ya no basta con no ser comunista; hay que demostrarle a la
reacción que se es anticomunista. Y se llega a emplear el mismo lenguaje de nuestros
enemigos: en lugar de dar apoyo total, solidaridad sin retaceos a Cuba avasallada, se agregan
condenas al "imperialismo soviético", lo cual equivale a aceptar las premisas del imperialismo
agresor, que califica de crimen la negación de sus ansias hegemónicas y el derecho a elegir las
formas de gobierno y los amigos que a cada país americano le resulten más convenientes.
La tercera posición es, precisamente, todo lo contrario. Significa no tener compromisos con los
bloques mundiales, estar en libertad de tomar las decisiones más convenientes a los intereses
nacionales. Significa tener criterio propio para apreciar cada hecho y cada actitud: no tenemos
obligación de encontrar que cada cosa del señor Kruschev es perfecta o malvada; ni de estar
de antemano en pro o en contra del bloque capitalista. En otras palabras, en cada momento y
circunstancia nuestro tercerismo consiste en opinar libremente, no sumarnos al coro de los que
ven en Estados Unidos la potencia rectora. A pesar de que nuestro gobierno tuvo que
maniobrar solo, en un mundo hostil, en lo fundamental jamás se apartó de su independencia:
no suscribimos el pacto de Caracas que establecía el peligro del "comunismo internacional"
para así consumar el crimen contra Guatemala orquestado por Foster Dulles y otras bestias de
la "Guerra Fría"; no firmamos los Acuerdos de Bretton Woods (Fondo Monetario Internacional,
Banco de Reconstrucción y Fomento); no nos atamos por pactos militares bilaterales, etc. Nada
de eso subsistió; las primeras medidas de la dictadura militar fueron adherirse a Bretton
Woods, y hoy el FMI dirige nuestra política económica, y revocan por decreto el voto de
Caracas; siguieron los pactos militares, los acuerdos sobre el Atlántico Sur, etc. Hoy somos un
apéndice del imperialismo, lo que requirió modificar totalmente la política internacional fijada
por el peronismo. El tercerismo fue una forma de no ser absorbidos por el imperialismo yanqui:
en ningún caso puede ser excusa para plegarnos a su estrategia de guerra fría y para gritar
junto con los derviches de la guerra contra los pueblos que han adoptado el socialismo. Es lo
que hacen los terceristas como India, Yugoslavia, Egipto, etc., que no han vacilado en apoyar
fervorosamente a Cuba y que no ven al mundo como una división tajante donde los "buenos"
son las potencias occidentales. Es una posición para encarar los problemas, no para eludirlos.
En el caso de un país hermano sometido a persecuciones de toda índole por el imperialismo,
no ser terminantes, escatimar el apoyo, es renegar del tercerismo y apoyar al imperialismo. Así
como hay farsantes que son antiimperialistas cuando las causas son lejanas y cipayos en las
cuestiones argentinas, igualmente hay farsantes que gritan contra el imperialismo aquí y se
suman a sus consignas en el orden mundial; estos últimos son los más peligrosos. La posición
consecuente de un antiimperialista es desprenderse de los falsos esquemas como "Occidente y
Oriente", "Mundo libre y mundo comunista" y demás zonceras. Hay que estar con los argelinos,
que son musulmanes, con los kenyanos, que son mau-mau, con los laosianos, que son
budistas, y con los cubanos, que son barbudos. Y decirlo claramente y ayudarlos todo lo que se
pueda y tener la valentía de despreciar las voces que se alzarán para acusarnos de
comunistas, trotskistas, criptomarxistas, camaradas de ruta, idiotas útiles, filocomunistas,
infanto-comunistas, etc.
-¿Cómo cree usted que Perón podía desentenderse de un problema fundamental? Cuando dijo
que la Revolución Cubana "tiene nuestro mismo signo", enunció una fórmula exacta que indica
la común raíz antiimperialista y de justicia social. Si Cuba ha elegido formas más radicales, ese
es un derecho que ningún antiimperialista le puede negar; por otra parte, los procedimientos de
1945 tampoco sirven ahora para nosotros, y nuestro programa, según lo ha dicho
repetidamente el propio Perón es de "revolución social", que salvo para los que viven en el
limbo sólo se puede cumplir socializando grandes porciones de la economía y buscando las
formas de transformación profunda y total que correspondan a nuestra realidad nacional.
En cuanto al
apoyo de la Homenaje a John William Cooke
Unión Soviética
a Cuba, sólo 15/09/08
quienes se
pliegan al Con el auspicio de la Secretaria de
bando de la Cultura y Educación de la
oligarquía Municipalidad de La Plata, se presentó
pueden hablar el film Alicia y John, el peronismo
de "entrega" y olvidado” del director Carlos Castro. El
demás lanzamiento del documental, que relata
tonterías la vida de la pareja que dedico su vida
semejantes, a la militancia peronista, se realizo en el Pasaje Dardo Rocha, en el marco
porque los de los 40º aniversario de la muerte del teórico del peronismo, John William
cubanos no han Cooke.
delegado
ningún atributo Cooke nació en La Plata el 14 de noviembre de 1919 -murió de cáncer en
de su septiembre de 1968- y durante su vida desarrolló una intensa actividad
soberanía ni partidaria vinculada a la agrupación FORJA y al Partido Justicialista, fue
han entregado delegado de Juan Domingo Perón y diputado nacional por ese partido,
ningún resorte entre otros cargos. El documental rescata también la vida de su pareja
de su Alicia Eguren. Amiga del Che Guevara acerca a Cooke a la revolución
economía. cubana en 1960, donde ambos participaron en defensa de Bahía de
¿Qué eso sirve Cochinos frente a la invasión norteamericana. Alicia Eguren, fue
a la URSS para desaparecida en 1977 y luego de haber sido trasladada a la ESMA, fue
hacerse arrojada al mar en unos de los vuelos de la muerte.
propaganda?
¿Y a los
cubanos qué les importa?
Los quisieron matar de hambre, dejarlos sin petróleo, dejarlos sin vender el azúcar, que es su
única fuente de divisas, atemorizarlos, agredirlos, quemarles los cañaverales; etc., el cipayaje
estaba feliz porque serían castigados los "desplantes", la insolencia frente al coloso. El mundo
socialista les permitió salir de esa ruina a que estaban condenados, y he aquí que ciertos
"antiimperialistas" resuelven que Cuba debió dejarse morir de hambre, o llamar a los
embajadores norteamericanos para que la vuelvan a gobernar, para que no sufra la
"democracia" y puedan seguir tranquilos Somoza, Ydígoras, Frondizi, Prado y demás paladines
de la cruzada anticomunista. Todos regímenes democráticos que no podrán hacer lo que hace
Fidel Castro: darle un fusil o una ametralladora a cada obrero, a cada campesino, a cada
pobre.
En un documento del año pasado el general Perón indicó que el Movimiento debía apoyar
todos los movimientos de liberación nacional, como Egipto, Argelia, Cuba, etc. Eso se ha
respetado siempre, aunque ciertos sordos no han cumplido estas instrucciones ni las han
transmitido a la masa. Y en una carta dice: "Yo sé bien lo que son las sanciones económicas.
En 1948 nos las aplicaron intensamente impidiendo la provisión de todo material petrolífero y
dejando sin efecto la compra comprometida para nuestra producción de lino que, en ese
momento, representaba más del sesenta por ciento de la producción mundial. Como en el caso
de Cuba, fue la Unión Soviética la que nos sacó del apuro comprando el lino y ofreciéndonos
material petrolífero". Tal vez deberíamos haber dejado que se pudriera el lino.
-La creencia religiosa es una cuestión del fuero espiritual y como tal respetable. Pero cuando
algunos sacerdotes opinan de política entonces no puede invocarse para ellos el privilegio de
que se les respete como cuando desempeñan sus funciones espirituales: deben ser
enjuiciados de acuerdo con sus actos y posiciones políticas. Si se les hiciese caso en materia
política, América no se hubiese independizado de España, o, tomando otra etapa posterior, en
México reinarían los descendientes del emperador Maximiliano, Cuba sería colonia española.
Si se les otorgase imperio en materia política, nosotros nos debíamos haber puesto en 1955
contra Perón, como ellos querían; entonces conspiraron con los enemigos del pueblo, como
ahora lo hacen en Cuba.
Durante seis años nuestros compañeros han ido a la cárcel, han sufrido torturas, han sido
echados del trabajo, han sido fusilados, sin que los altos dignatarios de la Iglesia hiciesen más
que algunos inocuos llamamientos a la paz general, uniendo a verdugos y victimados como si
las culpas fuesen comunes; cuando discriminaron, fue para atacar al "régimen depuesto" y para
condenar la rebeldía de nuestra masa. No he leído la pastoral que condene a los asesinos de
la "operación masacre". No he sabido de ninguna epístola incandescente denunciando a los
sicarios uniformados que aplicaban suplicios a la gente trabajadora. Pero basta que el señor
Frondizi justifique la represión como defensa de "los altos valores del espíritu", para que
entonces sí se conmuevan esos duros corazones episcopales. En cambio, están muy
preocupados y tristes porque en Cuba hay un gobierno revolucionario. ¿Por qué no dijeron
nada cuando murieron 20.000 luchando contra el gobierno que mantenían los yanquis, cuando
Nixon abrazaba a Batista y lo colmaba de elogios? ¿Por qué no se preocupan por Angola,
donde las fuerzas "occidentales" mantienen la esclavitud aplicando la tortura? ¿O de Argelia,
que ha movido la indignación de muchos católicos franceses por el sadismo de las tropas
coloniales, cuyas técnicas aprenden nuestros jefes militares? ¿Les parece que hay poco dolor
en el mundo y en América, como para que se dediquen al único país donde el pueblo se siente
libre?
-¿Usted
rechaza
, por lo
tanto, la
tesis de
que el
peronis
mo es
un freno
contra
el
avance
del
comunis
mo?
-Una
cosa es
que
nosotro
s
tengam
os una
visión
de las
cosas
argentinas que difiere de la del Partido Comunista y tratemos de mantener la adhesión de las
masas trabajadoras; otra muy diversa unirnos al fanatismo regimentado que ve a los
comunistas como criminales y a los países socialistas como enemigos del género humano.
Esto es renunciar a la facultad de raciocinio y aceptar que el bando imperialista piense por
nosotros. No necesito ser comunista para considerar que el principal responsable de la Guerra
Fría es el imperialismo occidental, ni para comprender que el enemigo más grande que hoy
tiene el género humano es la brutal plutocracia norteamericana.
-¿Qué
¿Qué piensa de la unidad de las fuerzas populares?
-La
La unidad es indispensable y será un paso previo al triunfo popular. Lo principal es para qué
hacemos la unidad, cuáles son los objetivos cercanos (como, por ejemplo, las elecciones) y
cuáles los grandes objetivos. Unidad para simple usufructo politiquero, no. Sí, en cambio, para
dar las grandes batallas
atallas por la soberanía nacional y la revolución social. En la lucha contra el
régimen, es como llegaremos más pronto a la unidad, forjada en la acción; dentro del régimen
nos esperan sólo frustraciones y derrotas; y pequeños triunfos que serán desastres.
Página/12, 16/02/06
Peronismo
Revolucionario
DEFINICIONES:
(Publicado en Cristianismo y
Revolución Nº 2-3,
3, octubre-
octubre
noviembre 1966, descargar en
pdf)
17 de octubre
Doce años más tarde, la ciudad volvió a ser ocupada por una multitud que se volcaba en un
acto de adhesión a su caudillo. Esta vez los sectores privilegiados no se burlaron: todavía les
dura el pavor y el odio que les provocó ese 17 de octubre. Y también la ignorancia sobre el
significado profundo de lo ocurrido.
La oligarquía restaurada
Todas esas fórmulas, con sus mezclas de zalamería y coerción, son ejercicios de la
incompetencia, el egoísmo y la dependencia imperialista de nuestra clase dirigente. Porque la
antinomia peronismo vs. antiperonismo no es una caprichosa creación del carácter de los
argentinos, sino la forma concreta en que se da la lucha de clases en este período.
Por lo tanto, el peronismo es, por su composición social y sus luchas, revolucionario por
esencia. Y si existe, en su seno, el peronismo revolucionario, es porque el régimen, mediante el
manejo del aparato estatal y cultural, demora la toma de conciencia de las masas con respecto
a las razones de la tragedia que sufren y a la política que pueda ponerle fin. Lo que llamamos
"burocracia peronista" es, en síntesis, una capa dirigente que opera con los mismos valores del
enemigo y es incapaz, por lo tanto, de conducir a las bases a la toma del poder, sin lo cual no
hay salida ni para las clases trabajadoras ni para el país, pues ya hemos entrado en una etapa
en que no hay nacionalismo burgués sino que revolución social y liberación nacional no son
objetivos diferenciabas sino dos aspectos de un mismo proceso indivisible.
Peronismo Revolucionario
El peronismo revolucionario es una vanguardia que busca reconciliar la política del Movimiento
con el verdadero papel que éste tiene en el enfrentamiento de las fuerzas sociales. Puesto que
las masas no absorben el conocimiento como una pura teorética sino mezclado con la acción,
la nuestra no es una obra de mera predicación sino de militancia combativa y de difusión de las
verdades esenciales que eleven el nivel de conciencia de los sectores que tienen la misión de
construir la nueva sociedad en un país liberado. La política revolucionaria es acción esclarecida
por el pensamiento crítico; una permanente indagación sobre una realidad fluida que no se
somete a ninguna sabiduría inmóvil centelleando verdades definitivas.
Mientras el peronismo no se estructure como "partido revolucionario" —es decir, con una
política revolucionaria entendida como unidad de teoría, acción y méítodos organizativos,
seguirá librado al espontaneismo, a la yuxtaposición de tácticas que no se integran como
estrategia, a los callejones sin salida en que sucesivamente lo meten los dirigentes
burocráticos que no conciben otra salida que los frentismos electorales o los falsos atajos del
golpismo.
Porque golpismo y electoraismo pitagórico no constituyen vías antagónicas sino que son dos
hipótesis de una misma concepción que implica la renuncia a la toma del poder. Expresan la
incapacidad de transformar nuestro número en fuerza, al poner el número al servicio de
quienes detentan la fuerza; es decir, aceptan la "integracción", que además es de una
imposibilidad histórica. Porque el peronismo es la expresión de esa crisis integral del régimen
burgués argentino.
El régimen tiene fuerza para subsistir pero no puede institucionalizarse porque el peronismo
obtendría el poder, y aunque no formule un programa anticapitalista, la obtención de
satisfacciones mínimas compatibles con las expectativas populares y las exigencias
exigencias de
autodeterminación llevarían a la alteración del orden social existente. El peronismo, por su
parte, jaquea al régimen, agudiza su crisis y lo obliga a sobrevivir a costa de la flagrante
violación de sus presupuestos ideológicas con que, nos definen
definen los voceros de la burguesía,
equilibrio inestable se manifiesta la irreductible incompatibilidad entre régimen y peronismo,
signando el fracaso de todas las tentativas para integrarnos a las estructuras del statu quo, y
de todas las líneas políticas del peronismo que busquen la "conciliación", la paz social, la pausa
política, etc., etc.
Los Partidos políticos y como punto de partida, podemos decir que son agentes de
organización y de representación política. A lo largo de la historia argentina y en una extrema
síntesis, coexistieron dos tradiciones para pensar la finalidad, la forma de organización y las
tareas que ejercieron, ejercen y que “deberían” implementar los Partidos. Por un lado, se ubica
la tradición demoliberal burguesa y por otra y vinculado a la figura de Yrigoyen, pero y
particularmente a la de Perón, transcurre la tradición del “Movimiento Nacional” a la cual se va
a referir Cooke a lo largo de las Cartas.
Los Partidos de la tradición demoliberal burguesa tienen una génesis en el siglo XIX dado que
son producto del afianzamiento del régimen liberal aliado al mercado mundial. Estos Partidos
institucionalizaron el orden político de la oligarquía que es económicamente liberal,
políticamente aristocrático, socialmente desigual y culturalmente neocolonial y dependiente de
Europa. Dichos Partidos tuvieron en su origen y poseen actualmente, la finalidad prioritaria de
ser un mero “agente electoral” y actúan como medios de representación en el “mercado
político” estableciendo agendas de gobierno y canalizando demandas del electorado. Dichos
Partidos se plantean representar a “ciudadanos” individuales que actúan en el mercado político
y que son definidos de forma similar al movimiento de los factores del libre mercado. En su
mayoría, poseen una identidad difusa que se modifica según el marco y el contexto de la
alianza electoral. Desarrollan una organización burocrática y profundamente cerrada
consolidando una cúpula profesionalizada con lógica propia en la cual se toman las decisiones,
que esta separada de los cuadros auxiliares y los adherentes del Partido que se los convoca
solo en períodos electorales. El teatro de operaciones de estos Partidos son los gabinetes
empresarios, generalmente extranjeros, el Congreso y las instituciones del gobierno. Su
relación con la masa se opera a través de los medios de comunicación de masas y/o la compra
de aparatos y estructuras políticas preexistentes. En tanto su condición de clase los liga a la
oligarquía, el capital financiero y a los grupos económicos extranjeros, sus programas de
gobierno enfrentan cualquier posibilidad de desarrollo industrial independiente del país. A partir
de aquí, que escinden la práctica política de la transformación social y económica a la cual
definen como propia del “mercado”.
A diferencia del Partido demoliberal el Movimiento puede ser un “agente electoral” pero “no
solo”, “ni necesariamente”, ese es su único objetivo. Por el contrario, dentro del Movimiento
existe una herramienta política electoral (en este caso, denominada Partido Justicialista) y otro
conjunto de ámbitos organizativos. La trayectoria de Cooke luego del golpe del año 1955 se
ejerció dentro del Movimiento que estaba impedido de actuar políticamente a través del Partido
sin por eso, desaparecer el peronismo que excedió en su conformación ser una mera
herramienta electoral. El Movimiento y dada su composición de clase, se plantea representar
“colectivos” organizados y no individuos tal cual lo hace la tradición demoliberal. La noción de
ciudadanía típica de los Partidos Demoliberales deja paso a la de “pueblo”[2], que involucra al
conjunto de las clases y actores de un país enfrentados al imperialismo y su socio local, la
oligarquía terrateniente o el capital financiero extranjero. Ya vimos como Perón denominó a
dicho conjunto de clases y actores capases de alcanzar el desarrollo nacional y la
industrialización, como Comunidad Organizada. En el contexto de acción del Movimiento la
política y la economía se fusionan y la herramienta política es un medio de transformación
económico y social. Su condición revolucionario implica, obligatoriamente, la necesidad de
organizar al pueblo y es a partir de aquí, que el teatro de operaciones del Movimiento es la
nación en su conjunto:
La tarea básica de un Partido demoliberal o un Movimiento Nacional y más allá de una u otra
tradición, consiste en articular una fuerza social de manera mancomunada con el objetivo de
desarrollar una disputa por la distribución del poder político, económico y social. En este
sentido, se puede sostener que dichos entes son la manifestación política de la lucha de
clases. En ambos casos y generalmente luego de alcanzar nivel de desarrollo considerable y
sin mediar un golpe militar o acto similar, uno de los ámbitos de actuación de los Partidos
intenta ser el Sistema Institucional[5]. Una institución es la cristalización jurídica de una relación
de poder y el mencionado “Sistema Institucional” y tal cual lo dice su nombre, es un conjunto de
instituciones y actores organizados y reglamentados jurídicamente a través de la acción de
“funcionarios de carrera” y de “cuadros políticos”. Estos últimos son sujetos con capacidades
de actuar en función de un proyecto político estratégico y se formaron, históricamente, en los
Partidos o Movimientos. Un Funcionario de carrera es un sujeto con capacidades de gestión
administrativa de los proyectos y a diferencia de un Cuadro político, se forman en la Carrera
profesional[6]. En este contexto, la lucha contra la dependencia y el subdesarrollo neocolonial
se da a partir de la organización del Movimiento, que hace de la nación una gran escuela en
donde reclutar y educar a sus cuadros políticos para encarar el control del Sistema Institucional
y el enfrentamiento de poder.
Dentro del Movimiento existe una estructura compuesta por “cuadros de conducción” que
desarrollan la estrategia; “cuadros auxiliares” que aplican la táctica y ofician como
intermediarios con los adherentes y la masa del pueblo cuya finalidad es que este organizada y
educada, elementos sin los cuales no se puede conducir. En este contexto adquiere suma
importancia estratégica la formación de los cuadros políticos de conducción y auxiliares.
Siguiendo con las críticas y tal cual Cooke mencionó en la nota del epígrafe, el Partido podía
ser el camino para que “entre la corrupción” y se formulen acuerdos con los adversarios de
Perón y del Movimiento. Las incapacidades y responsabilidades del Partido luego del año 1955
fueron mencionadas por Cooke en Carta del 24 de julio de 1961 cuando estableció que “los
que hemos tenido la preocupación de meditar sobre las causas de nuestra caída del gobierno,
computado tanto los factores que en un momento dado fortalecieron el frente cipayo como las
fallas internas que entonces afloraron, hemos atribuido la máxima importancia a una debilidad
estructural que resultaba de tener un líder revolucionario y una masa revolucionaria pero
también una capa burocrática -sindical, política y administrativa- que hacía de aislante y no de
mecanismo de transmisión, de freno y no de ejecutora de una política revolucionaria. (...) Es
allí, en esas posiciones ideológicas absurdas y reaccionarias, donde está el mal y donde radica
nuestra debilidad (Tomo II, Pp. 181-182).
En este cuadro y pese a que Cooke fue interventor en el Partido luego de junio del año 1955,
su tarea se centró en la formación de los Comandos clandestinos y de las organizaciones extra
partidarias ya que y en sus palabras del 25 de junio de 1958 en el Partido “el proceso de
desintegración no se detuvo en ninguna estructura, y para la acción contra la tiranía hubo que
valerse de los Comandos, nuevas formaciones que nada tenían en común con las formaciones
políticas partidarias. (...) Por eso he luchado tanto por la incorporación directa de los obreros a
los cuadros dirigentes partidarios, para que ese contacto no se debilite” (Tomo II, Pp. 78-79).
En la Carta del 3 de marzo del año 1962 Cooke estableció una diferencia clara entre los
miembros del Partido y los gremios y desde Cuba sostuvo que “aquí estuvieron los gremialistas
metalúrgicos (Vandor, Niembro, etc.). Recorrieron, vieron las cosas y comprendieron. Cuando
se hacía la conferencia en Punta del Este, las 62 dieron una magnífica declaración. Los
cuadros políticos, como son conservadores y están mentalmente congelados en el año 1945,
nos están abochornando en toda América” (Tomo II, P. 212).
Con posterioridad a la elección a la gobernación de Buenos Aires que culminó con la caída de
Frondizi, Cooke se refirió críticamente a los miembros del Partido. En la Carta del 15 de junio
del año 1962 y adelantándose varios años a la futura organización de la izquierda peronista,
estableció que existía una contradicción entre la “tendencia revolucionaria del Movimiento” y las
“posturas reaccionarias” ya que los “cuadros intermedios que vienen de la vieja burocracia, que
sólo conciben la política en los marcos tradicionales, ansiosos por congraciarse con los
factores de poder y temiendo ser acusados de peronistas” (Tomo II, P. 228).
Eduardo Gurucharri mencionó una de las últimas participaciones públicas de Cooke, que no
por casualidad, fue en el Plenario del Peronismo Revolucionario del año 1968 que marcó un
hito importante en la conformación de la “tendencia revolucionaria” del peronismo. Dicha
corriente política y tal cual mencionó Cooke más arriba, iba a aparecer como una alternativa a
las “conducciones burocráticas” del Movimiento. En palabras de Gurucharri:
John William Cooke en una reunión junto al dirigente del Partido Comunista Ernesto Giudici.
(…) “la apreciación de Cooke databa de 1964. Ahora era el momento y la gente del Bebe,
Acción Revolucionaria Peronista, también estaba de acuerdo”. (…) “Debe rechazarse toda
ilusión idealista de contar con las masas como acto reflejo por la sola presencia de un grupo
armado”, había insistido Rearte en el documento de convocatoria. La idea, un tanto confusa
aún, era crear una especie de partido de la izquierda peronista, aunque esas palabras no se
usaran. Una plataforma donde hubiera lugar para representantes de las incipientes
formaciones guerrilleras que estaban organizándose, aunque todavía no actuaran
públicamente, para los sindicalistas de la CGTA y para las diversas agrupaciones políticas y del
ámbito de la juventud y el estudiantado, apoyada en una red de organizaciones de base
barriales y comandos fabriles” (…) “Roberto Sinigaglia, Jorge Gil Solá, Raimundo Villaflor y
Bruno Cambareri representaban ARP. El domingo por la tarde, 19 de agosto de 1968, llegó
Alicia Eguren acompañando al Bebe. Gil Soria fue el primero en reaccionar. Se paró y empezó
a aplaudir. Los treinta o cuarenta reunidos lo siguieron. Un aplauso largo y un tanto asordinado
por las circunstancias de la reunión, saludó la que sería la última aparición pública, si se puede
calificar así la concurrencia a una asamblea clandestina, de John William Cooke. Estaba
gravemente enfermo y todos lo sabían”.[7]
Tal cual pronosticó Cooke y luego de su muerte, se desarrolló la “tendencia revolucionaria” del
peronismo que intentó desplazar a las “conducciones burocráticas” del Movimiento. Lo que no
pudo percibir Cooke fue el fuerte enfrentamiento entre corrientes internas del Movimiento,
Ezeiza y primero de mayo incluido. Asimismo y cuestión importante, Cooke no percibió la
dinámica violenta y confrontativa que adquirió el debate de Montoneros o las FAP con Perón y
luego de casi dos décadas de lucha por su regreso. Cooke había planteado y con razón, que el
Partido Justicialista iba ser el instrumento de penetración neocolonial, cuestión que finalmente
se confirmó en los hechos. Ahora bien y pese a eso y en el plano de la mera especulación,
cuesta pensar que Cooke pueda haber justificado el enfrentamiento directo de la Tendencia
con Perón y más allá de las provocaciones de la derecha peronista y el imperialismo que
fueron en ese sentido. Cooke y pese a que discutió con el líder, lo reconoció como dirigente
máximo del proyecto y como un legítimo conductor de la liberación nacional al cual había que
acompañar conjuntamente al pueblo.
[1] Perón Juan, “La Hora de los Pueblos”, Ed. Norte, Madrid, 1968. Pp. 14-15.
[2] Ernesto Laclau desarrolló un prolifero debate en relación a la noción de “pueblo” y de
“populismo”. En sus palabras, “el pueblo no constituye una expresión ideológica, sino una
relación real entre agentes sociales. En otros términos, es una forma de constituir la unidad del
grupo. No es, obviamente, la única forma de hacerlo; hay otras lógicas que operan dentro de lo
social y que hacen posibles tipos de identidad diferentes de la populista”. “La razón populista”,
Ed. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2005. Pp. 97-98.
[3] (…) “Las doctrinas son, generalmente, exposiciones sintéticas de grandes líneas de
orientación, y representan, en sí y en su propia síntesis, solamente el enunciado de
innumerable problemas; pero la solución de esos problemas, realizada por el examen analítico
de los mismos, no puede formar cuerpo en esa doctrina sin que constituya toda una teoría de la
doctrina misma, así como también de ese análisis surgen las formas de ejecución de esa
doctrina y de esa teoría. Una doctrina sin teoría resulta incompleta; pero una doctrina y una
teoría sin las formas de realizarlas, resultan inútiles”; (…) “las doctrinas no son eternas sino en
sus grandes principios, pero es necesario ir adaptándolas a los tiempos, el progreso y a las
necesidades” (…) “lo importante en las doctrinas es inculcarlas, vale decir, que no es suficiente
conocer la doctrina: lo fundamental es sentirla, y lo más importante es amarla” (…) “La Teoría
es solamente la interpretación inteligente de la doctrina y la forma de ejecutarla es ya la acción
mecánica en el empleo del esfuerzo llevarla a cabo” Juan Perón, “Conducción política”. Ed.
Secretaria de la Presidencia de la Nación, Buenos Aires, 1974. Pp. 5-9.
[4] (…) “En esto, como en todo lo demás, se comienza a construir desde abajo y nunca desde
arriba. Es inútil dar a una masa inorgánica y anárquica un conductor. Lo van a colgar. Primero
hay que formar esa masa” (…) “Esto es simple: un conductor, por genial que fuese, no podría
llegar a cada uno de los millones de hombres que conduce. Hay una cosa que debe marchar
sola; es decir la doctrina, que pone a todo el mundo “a patear el mismo arco”. Luego está la
organización, que le da unidad en la ejecución de las cosas”. Perón Juan, “Conducción política”
(1974). P. 35.
[5] (…) “Cuando observamos el sistema institucional, lo común es ver al: gobierno y sus
ministerios, con sus funcionarios y cuadros políticos; el Parlamento y sus comisiones, con sus
cuadros políticos y asesores de partido político; los Partidos Políticos con sus cuadros políticos
y militantes. En síntesis, observamos, al ejecutivo del gobierno como coordinador de una
constelación de cuadros políticos y funcionarios organizados en ministerios, Secretarias
subsecretarias y jefatura de gabinete. También al parlamento en su juego de presiones,
regateos y acuerdos entre partidos políticos; oficialista y oposición”. Walter Formento “El
Sistema Institucional Político de Dominación” (Conducción, Liderazgo, Represión). Ed. Centro
de Investigación en Política y Economía (CIEPE), Buenos Aires 1998.
[6] Walter Formento (1998) “El Sistema Institucional”.
[7] Gurrucharri Eduardo, “Un militar entre obreros y guerrilleros” (2001). Pp. 245-247.
Fuente: www.sociologia-tercermundo.blogspot.com
John William Cooke
Vida y reflejos
Pero ese jugador de etiqueta sajona, bailaba el tango - como ninguno, y si el entrevero
entrever daba
para más, cada corte o quebrada podía abrir el íntimo - chamuyo de un varón, para la mina que
había caído en su mirada...
Bailarín y chamuyador, hombre de pocker y de silencios..., siempre arropaba una frase de la
gran literatura, como sobrando al acontecimiento,
acontecimiento, ese que como piensa Badiou, el Alain Badiou
de la filosofía francesa que él no alcanzó a conocer, la búsqueda real de la filosofía se
condiciona por los procedimientos de tal verdad que están en - la ciencia; el arte (el poema), la
política y la verdad amorosa.
A mi se me da, que el Bebe, le chamuyó al francés, desde el otro mundo, este recorrido
inmenso del nombre de la verdad, poniendo a su servicio, esa subjetividad interminable, que
blandió en cada uno de esos procedimientos...
Con ellos,, con esos procedimientos, construyó su huella antioligárquica, recorrida sin pausas,
sin pedir disculpas, ni piedad, ni permiso, en la edificación como nadie por la liberación
nacional.
Cesar
anuda
con el
Bebe esa
amistad
intensa
que
endereza
la
literatura,
la
historia,
la pasión
nacional
y los
fasos y
los
tragos. Y
llegará el Vandor, Cooke, Perón, Framini
17 de
octubre y el Bebe, con los obreros en la Plaza de Mayo, despega sin demoras y ahora sin
dudas, un trajinar antiimperialista y popular.
Juntos elaboraban y defendían ese planteo que los diarios de la oligarquía calificaban como el
ritornello antiimperialista...
Entonces llegará con la caída del peronismo, la resistencia, la clandestinidad, la prisión, y
detrás de esa resistencia, se agranda la figura del Bebe como el hombre de mayor confianza
del Perón exiliado.
Recordemos a la lucha en el Frigorífico Lisandro de la Torre; fue un 17 de enero de 1959.
Sebastián Borro encabeza la rebelión. Hasta Vandor, no buen amigo de Sebastián, acepta en
llamar a la Huelga General. El propio Sebastián señala que Cooke no organizó la huelga, pero
se solidarizó de inmediato con los trabajadores.
Borro le dice al Presidente, mientras Ud. vaya a los EE.UU a entregar nuestro patrimonio,
nosotros le vamos a parar el país...
Mire, mocito le dice Frondizi, yo no voy a aceptar sus intimidaciones... y los dirigentes se retiran
y comienza la represión, con el Ejército y la gendarmería; con tanques, embisten los portones,
los derriban y el ejército,
rcito, con gases y balas toman el Frigorífico.
Llegará abril del 60 y Cooke invitado por la Revolución va a Cuba... Lo confunden a su llegada
y lo detienen, allí llega el Che y Cooke puede asistir a la reunión a la que fue invitado.
En Cuba, su militancia lo lleva a defender la revolución, hasta con las armas, frente a la
invasión
ón de la Bahía de los Cochinos.
[Floreal A. Ferrara, militante social y político que fuera Ministro de Salud de Oscar Bidegain y
de Antonio Cafiero en la Pcia. de Bs. As., es un destacado medico y sanitarista, discípulo del
Dr. Ramón Carrilllo, primer Ministro de Salud de nuestro país.]
florestanrodriguez@ciudad.com.ar | www.elortiba.org
Alhaja, si quizás usted estuvo con un compañero abogado del Partido Socialista Argentino,
abogado, defensor de presos, el compañero Elías Semán, que anduvo por acá un tiempo largo,
sabrá cuales fueron los inconvenientes insalvables entonces, por lo menos para nosotros, para
que usted y otros compañeros pudieran venir acá. Puede usted buscarlo y hablar con él.
Muchos los llamaron, sin duda alguna "aventureros". Yo quisiera saber qué hicieron en
concreto los que eso dicen. En la lucha revolucionaria siempre es igual. El que triunfa es un
héroe nacional; el derrotado es un provocador. La historia, por lo demás, la escriben los
triunfadores. Si Lenin no hubiera tomado el poder en Octubre hubiera quedado como un espía
alemán. Si Fidel no hubiese triunfado en Sierra Maestra, dirían de él hoy que fue un loquito,
niño bien, que desató la represión contra el movimiento obrero. Eso no quiere decir, como
usted bien expresa, que no haya que sacar conclusiones y experiencia. Si el núcleo inicial se
hubiera podido consolidar, quizás otra sería la situación del país hoy, aunque la lucha no
hubiera concluido y aun cuando después de un tiempo los hubieran aniquilado. Ustedes
intentaron ser "el motor pequeño que pusiera en movimiento, que desencadenara, que largara
a andar al grande", para decirlo con palabras de Fidel al referirse a ellos mismos al embarcarse
en el Granma. Es indudable, sin embargo, que un núcleo inicial, por pequeño que sea, debe
tener disciplina militar rígida, una dirección política UNICA e indiscutida, una organización
vertical sin vacilaciones. Y usted recuerda que no fue así. Cada vivo quería la paternidad, cada
sector la dirección política, y eso se aceptó a pesar de que, a ojos vista, era un error grave.
Pero no es el momento de estar echando nada en cara, porque lo importante, lo fundamental,
es que la experiencia fue válida y también fue heroica, y ojalá todos los doctores en revolución
del país tuvieran la mitad del espíritu heroico, de la resolución, de la clara visión en cuanto a la
concepción del problema, que ustedes tuvieron.
Por lo que usted me dice, comprendo que están formando cuadros y dando instrucción tanto
doctrinaria como específicamente militar. Eso es lo que corresponde, a mi entender. La difusión
de la Revolución Cubana, no su aprovechamiento, ayudará enormemente a crear en el país,
sobre todo en grupos juveniles, la idea de cuál es la salida, cualesquiera sean las
combinaciones electorales actuales, combinaciones que nada lograrán.
Mi comunicación con ustedes ha sido hasta ahora imposible. Por primera vez, por intermedio
de Tristán[2], recibo una carta suya. En una oportunidad Alicia[3] les envió a Montevideo una
carta de 40 carillas explicándoles este proceso hasta fines del año pasado. No se si usted
alcanzó a leerla. Desde entonces a ahora el proceso se profundizó inmensamente, y las
circunstancias mundiales se han
tornado incalculablemente favorables.
Pero
ro nosotros la queremos en esta generación, y peleada con sangre criolla. Intentaré
nuevamente el viaje de ustedes. Por lo menos de usted y de algún otro compañero que usted
indique. Esta es, sería para todos ustedes una experiencia demasiado preciosa, demdemasiado
inmensa como para que nos resignemos a que no la realicen. Aquí aprenderán en muy poco
tiempo lo que durante años no podrán aprender allá ni en ninguna parte, me atrevo a decir,
porque esta es la revolución social en español, el socialismo en Latinoamérica
Latinoamérica y surgido de la
tierra, con un vigor, con un sentido heroico, con un feroz sentimiento nacional como pocas
veces se ha dado en el mundo. No quiero prometer cosas que no dependen de mí. No le puedo
decir: prepárense para venir a Cuba porque no tengo la absoluta certeza de conseguirlo. Pero
de todos modos le digo que usted, y dos o tres de los mejores muchachos consigan pasaporte,
con el nombre que sea, que se estén en contacto con Tristán, que intentaremos nuevamente.
Si tuvieran que comunicarse con nosotros, pueden hacerlo a nombre de: PRIMON DEL
CASTILLO. NEPTUNO 973. LA HABANA. CUBA/ La carta debe ser despachada de
Montevideo. Tan pronto como tengan los nombres de los pasaportes, háganlo, por favor.
Le envío un trabajo, aunque primera redacción, que es útil que lo lean, comenten y difundan.
Es un programa para el movimiento. Es importante que lo hagan conocer, porque clarificar el
nivel ideológico del pueblo es fundamental para toda nuestra lucha. Si el pueblo no entiende,
cuando llegue el momento de cualquier forma de lucha, o bien no la hará, o más adelante se
presentarán inconvenientes insalvables. También le envío colecciones de OBRA
REVOLUCIONARIA. No son discursos políticos. Cada discurso (deben ser leídos en orden) es
una explicación, un desarrollo,
arrollo, un anuncio de una ley revolucionaria. Siguiéndolos, pueden
ustedes estudiar analíticamente este proceso que será el de toda nuestra América, ya que toda
revolución, a esta altura del proceso, es socialista.
[John W. Cooke]
En este apartado intentaremos reflexionar sobre ciertos ejes temáticos del proceso político
inaugurado en 1955 y la manera en que se transformó abruptamente la vinculación entre la
universidad y el peronismo proscripto. En este marco, será primordial analizar
analizar la forma en que
se operaron las grandes mutaciones en el ámbito de la universidad y demás esferas de
participación de la clase media. Optamos por presentar el pensamiento de Cooke como eje
vector de este apartado y no el de otro autor, por su capacidad de desarrollo de un bagaje
conceptual que nos permitirá identificar varios de los debates centrales del período en relación
al rol de la juventud dentro del peronismo y su lugar en las luchas de liberación nacional. En
este sentido, deberíamos aclarar que Cooke no será el intelectual más representativo de los
estudiantes y docentes de la UBA durante las décadas de 1960 y 1970, entre otras cuestiones,
por su pronta muerte en 1968 y además, por el hecho de que su ámbito de influencia y sus
actividades concretas,
tas, pocas veces estuvieron circunscriptas a la universidad. Por el contrario,
Cooke será fundamentalmente un referente de la militancia partidaria y sindical más que un
armador político en la universidad.74 Otros intelectuales como Ortega Peña, Juan José
Hernández Arregui, Arturo Jauretche, Abelardo Ramos, Roberto Carri, Silvio Frondizi y Rodolfo
Puiggrós, entre otros, serán claros referentes de los estudiantes universitarios e incluso, varios
de ellos se desempeñarán como docentes y funcionarios de las casascasas de altos estudios.
Tras el golpe de 1955, el programa de la universidad de 1946 fue barrido conjuntamente con la
Constitución Nacional y con muchas de las instituciones del peronismo75, proscripto hasta el
año 1973. En este esquema político, las prácticas
prácticas y los desafíos del movimiento popular serán
otras y la universidad se verá profundamente transformada. En este contexto, se inscribirá el
pensamiento y la práctica de John William Cooke, en torno al cual no ahondaremos en
cuestiones biográficas ya que éstas han sido trabajadas pormenorizadamente en otro texto.76
Hecha esta salvedad, tengamos en cuenta que este apartado se ocupará únicamente de
algunos debates de la década de 1960 que nos permitirán tener una idea más clara del
proceso que experimentó la militancia estudiantil y el cuerpo docente, durante las décadas de
1960-1970
1970 y particularmente, en el año 1973.
NOTAS
74 Ver apartado sobre las organizaciones estudiantiles peronistas.
75 Por ejemplo, la eliminación de los sectores nacionalistas de las FFAA sería uno de los
principales objetivos de la estrategia norteamericana para el Cono Sur. Los militares golpistas
pos 1955 cumplirían este mandato augurando la tragedia que conducirían en el año 1976. Para
terminar con la institución militar nacionalista e industrialista los EEUU otorgarían material
pedagógico a las academias militares argentinas y en el año 1956 invitarían a una promoción
del Colegio Militar a realizar un curso de formación. Estas actividades se irían incrementando
hasta inculcar entre los mandos militares las nociones de "lucha antisubversiva y
contrainsurgencia" practicadas por los militares en Indochina. Datos de Chávez y otros (1993),
pp. 129-130.
76 Recalde (2006).
77 Todas las citas de Cooke que no especifiquen otra referencia serán referenciadas como
Cooke (1964).
Extractadas de Baschetti Roberto (Compilador), Documentos de la Resistencia
Resistencia Peronista 1955
1955-
1970, Puntosur, Buenos Aires, 1988.
www.elortiba.org
(...) La burocracia que "rectifica los aciertos y reincide en los errores", apunta a que la
burocracia puede a los sumo en n la mejor de las hipótesis, es un cándido milagrerismo. La
burocracia no es para Cooke un conjunto de hombres más o menos malos o ineficaces. Se
trata en cambio, en lo interno del Movimiento, de una conducción sin política de fines, o aún
más concretamente, e, un sistema de conducción de Movimiento que carece de una política de
Poder.
Cooke tiene en claro que el peronismo tiene origen en el reconocimiento de que el propio
peronismo es un encuadramiento de las fuerzas populares vertebrado en torno a la clase
trabajadora.
Es exacto que desde 1955 el país sufre un "despotismo clasista" y que la presencia del
peronismo impedía que las clases dominantes gocen tranquilamente de sus privilegios
usurpados. Pero no es menos exacto que a esa violencia del régimen, que está en la lógica de
las cosas y que nos confirma como su antítesis, el Peronismo se limita a jaquearla pero no la
suplanta revolucionariamente.
Cooke busca en la historia argentina los orígenes del Peronismo. Desde ya participaba de una
concepción revisionista
ionista de la historia en tanto recuperación de una concepción nacional
antioligárquica. Va a insistir en la demostración de cómo movimientos nacionales antecesores
del Peronismo: el federalismo de Rosas, la montoneras de Chacho Peñalosa, Felipe Varela y
López
ópez Jordán; y el radicalismo de Yrigoyen fueron derrotados en la lucha librada en la
estructura semicolonial de la Argentina. Es decir, la historia como experiencia imposible para el
político, y la analogía sirviendo de instrumento de concientización de laslas masas, posibilitando
una nueva estrategia de poder que no repita los errores histórico-políticos
histórico políticos allí analizados.
John Cooke no rehuye desde ya, sino que asume, un análisis clasista del Peronismo, del cual
surge que éste es el hombre político del proletariado,
proletariado, en la semicolonia que es la Argentina.
La nueva situación
El paso de una ideología de protesta a una teoría revolucionaria forma parte de la lógica
necesaria de la lucha de liberación, es uno de sus momentos básicos. En primer lugar es
necesario desarticular la supuesta racionalidad que bajo la apariencia de cientificismo, encubre
la "cultura" de dominación del Sistema.
"Un clima de rebeldías individuales puede durar indefinidamente. Solamente cuando la rebeldía
está coordinada y encausada en un movimiento de liberación, adquiere la eficacia necesaria
para luchar con éxito".
"No hay liberación sin el peronismo -explica Cooke- pero el peronismo solo no puede hacer la
liberación".
Afirma:
Los partidos políticos tradicionales no forman parte del Frente de Liberación por la sencilla
razón de que están en la trinchera enemiga. No desean terminar con la opresión sino cambiar
la mentalidad de los oprimidos.
Sobre el voluntarismo y las masas: "Movimiento de masas en que la salida revolucionaria sea
la consecuencia lógica y la dirección revolucionaria se convierta en la única posible".
La verdadera disyuntiva es entre una política reformista y una política revolucionaria. Entre una
política de grupos y una política de masas. Una política revolucionaria equivale a unidad de
teoría, metodología organizativa y de lucha. Por ello lo que hay que cambiar no es el equipo
burocrático de turno: hay que cambiar los métodos (nota: cuestión imposible con alianzas con
los partidos tradicionales, hoy también el PJ)
Hasta que la revolución no triunfe, sólo podemos esperar triunfos tácticos. "Toda revolución es
el final de un proceso, y hasta que se cumpla ese proceso, solamente se anotan parciales.
"¿Quién ha dicho que porque el peronismo tenga una composición social policlasista su
ideología es también policlasista? El clasismo aparece de ese modo como una tentativa
ideológica de desmembrar el movimiento nacional, de aislar a la clase trabajadora en nombre
de un ideologismo puro".
"El sistema capitalista en la Argentina está decrépito sin haber pasado por la lozanía. Bajo el
liderazgo de Perón, a partir de 1945 el país realizó su proceso democrático burgués, como
imposición de un frente antiimperialista cuya base de apoyo estaba en la clase trabajadora y
sectores de la clase media y sector nacionalista del ejército".
"Al cerrarse las condiciones de prosperidad de post guerra, se agudiza la lucha de clases. Las
contradicciones se dan también internamente en el seno del peronismo. El frente original
amalgama fuerzas diversas, se transformó en causa de debilidad" (nota: estas tensiones
internas elevó estos choques de baja confrontación a la más alta en los años ’70).
¿Qué es el peronismo? "Fue -define Cooke- el más alto nivel de conciencia al que llegó la clase
trabajadora argentina. La definición aparece reformulada en un conocido reportaje a las FAR:
‘Nosotros no nos integramos al peronismo, el peronismo no es un club o un partido burgués al
que uno puede afiliarse, el peronismo es fundamentalmente una experiencia de nuestro pueblo
y lo que nosotros hacemos ahora es descubrir que siempre habíamos estado integrados a ella,
en el sentido que está integrado a la experiencia de su pueblo todo hombre que se identifica
con los intereses de los más’
"El ejército revolucionario está nucleado tras sus banderas y el peronismo no desaparecerá por
sustitución sino mediante superación dialéctica, es decir, no negándoselo sino integrándolo en
una síntesis".
Pero el problema aquí aparece, aunque correctamente solo apuntado: "El peronismo jaquea al
régimen...pero sólo con métodos revolucionarios podrá suplantarlos".
Por de pronto describió algunas de las características del Método: "Si tomamos como punto de
partida que la liberación no se consigue derrotando al grupo gobernante sino terminando con la
dominación imperialista, se perfila con bastante nitidez el carácter de la lucha". Al analizar la
política del Sistema en materia electoral precisó: "La primera línea de defensa de la casta
dominante está ubicada en el sistema de 1853, que otorga libertades políticas a cambio del
respeto por las organizaciones que permiten el mantenimiento de las desigualdades sociales.
Cuando esa línea es rebasada, está la segunda línea, el fraude, cuya característica moderna
consiste en la clasificación apriorística de cuáles fuerzas son democráticas y cuales no".
Algunas conclusiones
El peronismo en el poder sustituyó una ideología de la realidad (capitalismo de estado popular)
con una doctrina coyuntural, en un destiempo que sería aprovechado por la contrarrevolución
al querérsele dar carácter permanente.
El peronismo en el llano (peronismo de resistencia) condicionó el proceso de la cuestión
nacional, pero sin tematizar su propia actividad de resistencia anticolonial.
El peronismo está en actitud de toma del poder, puede ser integrado al sistema en función de
aquella doctrina coyuntural como maniobra neo-colonial,
neo colonial, o puede formular su propia
autoconciencia revolucionaria a través de una teoría en la cual explicite que el poder no va a
ser regalado por cuanto el neocolonialismo no se suicida.
"Las masas latinoamericanas no pueden hacer causa común con los verdugos, porque ell
ellas
también están en la lista de las víctimas"
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John
William
Cooke.
Hacia una
teoría del
populismo
(*)
Por Artemio
López
(*) Un estudio
sobre la
teoría en acto
de Cooke
que escribí
para el libro
"Cooke de
vuelta" una
compilación
de textos
publicada en
1999 por
Ediciones La
Rosa
Blindada, a
cuya
presentación
en el
Auditorio de la Asociación de Trabajadores del Estado, jamás nunca nadie concurrió y hubo
que levantarla.
Dos caminos
El primer camino abierto por Cooke de introducir núcleos teóricos marxistas dentro del discurso
y práctica populista es bien conocido por sus efectos: Es clara la influencia que el pensamiento
de John William Cooke tiene sobre amplios grupos de intelectuales peronistas y dirigentes de
organizaciones gremiales, guerrilleras y políticas desde mediados de los años sesenta.
Sin embargo, es menos conocida y probablemente aún mucho menos aceptada, la notable
correspondencia del pensamiento de Cooke con novedades teóricas singulares, en particular
con la posterior conceptualización marxista del populismo, cuyo texto de madurez resulta aún
hoy "Política e Ideología en la Teoría Marxista. Capitalismo, fascismo, populismo", editado por
editorial SXXI en 1978 , escrito por el historiador argentino Ernesto Laclau.
Es la módica pretensión de este artículo tan sólo señalar algunos núcleos teóricos claves del
pensamiento de John William Cooke, en dirección a tomar nota de las novedades que aporta a
la formalización aún pendiente de una teoría sobre el populismo en general y el peronismo
como caso particular.
Althusser y Perón
PROYECTO DE LEY
Artículo 2º - De forma
FUNDAMENTOS
Así las cosas, sujetos a la matriz conceptual del marxismo vulgar, sociedades atrasadas que
transitaban el estadio de organización y discurso populista marchaban raudas e
indefectiblemente a la madurez donde al fin dominará el formato clasista de organización y
discurso de las prácticas de los sectores subalternos al tiempo que se impondrán las relaciones
sociales de producción capitalista.
En este sentido hay en Cooke una conceptualización del momento de organización y discurso
populista como momento pleno y necesario - en las formaciones económico sociales
periféricas.
El puente teórico que permite a Cooke salir por arriba del laberinto evolucionista fue la
combinación de la Teoría de la Hegemonía gramsciana para el tratamiento del conflicto de
clases junto a la formulación de la cuestión nacional - despojada del corsé "burgués" - mediante
la aplicación de la después muy famosa Teoría de la Dependencia, desarrollada inicialmente
por los marxistas norteamericanos Paul A. Baran y Paul Sweezy, de la que, cabe señalarlo ,
Cooke fue también un lector-introductor pionero.
En efecto, si el filósofo italiano en los Quaderni del carcere travestía bajo extravagantes
palabras conceptos marxoleninistas evidentes para eludir el ojo de su carcelero, el Bebe
entrecomillaba las citas de filiación marxista explícita pero, misterio de los misterios... jamás
aclaraba a quién pertenecía la frase entrecomillada!. Eludía Cooke a su propio carcelero, que,
claro está, era el ojo idiota de la burocracia partidaria, siempre dispuesta a cotejar cada susurro
con las twenty truths.
Con respecto a la influencia de Baran y Sweezy, cabe acotar que muy probablemente Cooke
había leído Teoría del Desarrollo Capitalista de Paul Sweezy - cuya primera edición en
castellano data de principios de los años cincuenta- junto a las reflexiones desarrolladas en
artículos emblemáticos para los años sesenta, en particular Sobre la Economía Política del
Atraso , donde Paul A. Baran describe las tesis del desarrollo desigual centro-periferia como
proceso complementario y ciertamente necesario del capitalismo monopolista, reflexión que
posteriormente ampliará en su texto La Economía Política Del Crecimiento y, ya mediados de
los sesenta, en su obra central El Capital Monopolista cuya edición primera es de 1966, dos
años antes de la muerte de John William (5).
Por otra parte, Laclau advierte (fresco aún el fracaso de la experiencia peronista del período
1973-1976), que el final abierto también forma parte constitutiva de una experiencia populista.
Al respecto, Cooke plantea también esta doble determinación del populismo peroniano de
enfrentamiento al bloque y final abierto como constitutivo de la experiencia populista, una
década antes que la moderna interpretación pos-derrota de Laclau: " Este estilo, esta calidad
especial corresponde a nuestra contradicción intrínseca de movimiento revolucionario por
nuestra composición y nuestra lucha antiimperialista y antipatronal - que objetivamente hace de
nosotros el término de un antagonismo irreconciliable con el régimen - mientras que
organizativamente y como estructura estamos muy por debajo de nuestros requerimientos (9)".
Aún más, toda la teoría de Cooke respecto al peronismo gira en torno tanto de la potencialidad
revolucionaria del populismo como a su contrario, materializado en la burocratización de las
estructuras organizativas.
En esa tensión generada por la fuerte percepción de final abierto, se sitúa la metáfora de la
experiencia peronista como hecho maldito del país burgués y la muy avanzada teoría de la
burocracia como estilo, donde John William señala - con una rigurosidad sólo comparable a su
originalidad - los núcleos teóricos principales para pensar aún hoy la problemática de la
burocratización de las experiencias de organización social y políticas, particularmente las
populistas.
Al respecto Cooke plantea que "Lo burocrático es un estilo en el ejercicio de las funciones o de
la influencia. Presupone por lo pronto operar con los valores del adversario... pero no es una
determinante exclusivamente ideológica, puesto que hay burócratas de buena capacidad
teórica pero que la disocian de su práctica..."(10).
La primacía del estilo, las formas y funciones (la enigmática influencia en el análisis de Cooke)
sobre los contenidos expresados bajo la modalidad de las determinaciones ideológicas, está
también fuertemente vinculada a concepciones de avanzada en su época, de origen teórico
marxista pero bien apartadas de las lecturas vulgares que dominaban los aparatos de difusión
vinculados a los Partidos Comunistas urbi et orbis en aquellos años.
En efecto, los señalamientos teóricos inaugurados por Cooke se inscriben en este punto de la
burocracia- estilo- función, en la novedosa línea de reflexión teórica abierta
contemporáneamente - y aún con posterioridad a los señalamientos de Cooke - por Louis
Althusser con sus reflexiones acerca de la ideología y los aparatos ideológicos de estado (11).
No abundaremos aquí en analogías pero baste considerar la primacía del "estilo" formal en
Cooke en simetría con la centralidad de los aparatos por sobre la ideología (e incluso en
circunstancias frecuentes por sobre el conflicto de clases) para la reproducción de una
formación social(12).
La original teoría de la burocracia- estilo en Cooke, admite también como propia la sentencia
pascaliana con la que, Louis Althusser intenta mostrar la eficacia de los aparatos sobre los
discursos y prácticas, la primacía y materialidad del estilo por sobre los "contenidos" y las
determinaciones ideológicas : Arrodillaos, moved los labios en oración y creeréis..
A su tiempo desconfió también de Arturo Jauretche, (coqueteaba con Onganía tras la Argentina
Potencia), fue distante con Raúl Scalabrini y receloso de todo FORJA ("la línea blanda").
Mas aún, John William se sentía tan lejos de Rogelio Frigerio y los intelectuales desarrollistas
nucleados en la revista Qué (" los Y.P.F": Yrigoyen, Perón, Frondizi) como de los nacionalistas
de origen católico del estilo de Salvador Ferla y Alejandro Olmos, ligados al locuaz padre
Benítez ("un ególatra").
En fin, como puede imaginar el lector, Cooke fue política pero también - y de modo
fundamental - teóricamente un hombre solo en medio de un movimiento multitudinario.
Quizá por eso, en perspectiva John William representó el punto más alto de reflexión teórica al
interior del universo cultural del peronismo transformándose en un fuerte disparador conceptual
en dirección al desarrollo aún hoy necesario de una teoría regional del populismo.
Paradojalmente, Cooke, quizá como tributo a la acción política que siempre lo desbordó, no
produjo textos teóricos tradicionales, y sus compactas reflexiones mayormente se
materializaron como informes o correspondencia, formatos heterodoxos al ensayo académico
tradicional. Sin embargo, en sus breves Informe a las Bases, Apuntes para la militancia ,La
lucha por la liberación nacional, Perspectivas de una economía nacional y muy particularmente
Peronismo y Revolución, hay mas teoría política, original y refinada, que en los kilométricos
ensayos de autores que, en su momento, merecieron (incluso con justicia) gran reconocimiento
intelectual.
Pagando el precio de ser quién fue(13), enfermó gravemente joven, donó parte de sus órganos
a los estudiantes de medicina, decidió cremar el resto de sus restos, apartó a los curas
("incluso a los amigos") antes de la partida inminente y en el fin del otoño de 1968 susurrando
discreto, murió :"Véase la lista de los funcionarios del gobierno, repúblicos deteriorados por la
polilla, una lista de los figurones políticos de los años 30 o sus hijos, que no han abandonado
su conservadorismo reaccionario. Todos se parecen a ese personaje de una obra de Colette,
que 'tenía 74 años pero representaba más". Murió?
Artemio López
Citas:
(1)Es probable que ambos resultados (ay!) vistos desde este incierto fin de siglo pueden
resultar algo estrafalarios, y no sólo por lo que le toca a Cooke, pero tenga el lector piedad que,
visto desde mañana, ya podemos imaginar qué resultará de aquello que hoy pensamos.
(2) Nótese que las críticas de John William al liberalismo criollo llevan la impronta del
paradigma positivista. Así, refiriéndose a la ideología de la burguesía madura en países
centrales Cooke sostiene que " sería un desastre para países como el nuestro en estadios
inferiores de evolución económica", Peronismo y Revolución, pág.59 y ss., Ediciones El
Parlamento. BS.AS.1985.
(3)Particularmente el texto de Richard Gillespie, El peronismo alternativo, (Cántaro 1989) no
establece conexiones fuertes entre el pensamiento de Cooke y las reflexiones de Antonio
Gramsci, Paul A. Baran y Paul Sweezy, sobreestimando por el contrario la influencia Leninista.
(4)Para más información sobre el concepto de núcleo hegemónico, ver John William Cooke
op.cit., pág. 179 .
(5)Todos estos artículos se anticipaban en el mensuario americano Monthly Review de gran
prestigio y profusa difusión en los años sesenta en el país y del cual posteriormente hubo
ediciones en castellano.
Un dato accesorio abona la tesis de la lectura
lectura de estos artículos por parte del Bebe:Cooke leía
y hablaba perfectamente inglés.
(6)Cooke, John William: op.cit., pág. 107.
(7)Laclau , Ernesto: Política e Ideología en la Teoría Marxista, pág. 193. Bs.As. 1978, Siglo XXI
editores
(8) Laclau Ernesto, op.cit., pág. 202.
(9) Cooke, John William, op.cit., pág. 21
(10) Cooke, John William, op.cit., pág. 20
(11) Althusser publica en Abril de 1970 su notable ensayo Ideología y Aparatos Ideológicos de
Estado , la teoría de la burocracia
burocracia- estilo de Cooke, data de 1966.
(12)Para Althusser, no hay ideología sino realizándose ( siempre-ya)
siempre ya) en y por aparatos
ideológicos
(13) Ser quién fue en Cooke no resultó precisamente sencillo. Organizador de la Resistencia
peronista temprana, combatiente contra la invasión Yanqui
Yanqui en Bahía de Los Cochinos , el Bebe
supo ser también delegado personalísimo de un Perón en aquél entonces tan metafísico como
pícaro: Su decisión será mi decisión, su palabra, mi palabra, le sanateaba el león herbívoro
desde Caracas, allá por 1956.
Por Nac&Pop
Luego de 1955, cuando Juan Domingo Perón debió exiliarse a causa de la Revolución
Libertadora, designa a J.W. Cooke como su representante en la Argentina
Argentina y principal líder de la
resistencia peronista entre 1955 y 1959, mediante una carta en la que escribe:
"Al Dr. John William Cooke
Buenos Aires
Por la presente autorizo al compañero doctor Don John William Cooke, actualmente preso por
cumplir con su deber de peronista, para que asuma mi representación en todo acto o acción
política. En este concepto su decisión será mi decisión y su palabra la mía.
En él reconozco al único jefe que tiene mi mandato para presidir a la totalidad de las fuerzas
peronistas organizadas en el país y en el extranjero y sus decisiones tienen el mismo valor que
las mías.
En caso de fallecimiento, delego en el doctor don John William Cooke el mando del
movimiento.
En Caracas, a 2 días de noviembre de 1956.
Juan Perón."
Ideología
A partir de su viaje a la Cuba de Fidel Castro y del Che Guevara en 1960, sostuvo la necesidad
de profundizar el foquismo, estrategia político-militar que proponía convocar a las masas a una
lucha armada contra las clases dominantes locales y el imperialismo, acción al cual el pueblo
se iría uniendo poco a poco a partir del ejemplo de unos pocos. De esta manera se conduciría
a la nación a una revolución social.
Textos
Cooke escribió: "Caerán las estructuras de la depredación imperialista y las estructuras del
despojo de este capitalismo que está llegando al término de su ignominioso reinado. Para eso,
todo esfuerzo es digno de mención, ningún acto de consecuencia y lealtad debe ser ignorado o
desestimado. Y pronto llegara el momento de las batallas definitivas, y el triunfo final, antes o
después, ha de redimir todos las frustraciones de esta época de infamia".
"El único nacionalismo auténtico es el que busque liberarnos de la servidumbre real: ése es el
nacionalismo de la clase obrera y demás sectores populares, y por eso la liberación de la Patria
y la revolución social son una misma cosa, de la misma manera que semicolonia y oligarquía
son también lo mismo".
"...La teoría política no es una ciencia enigmática cuya jerarquía cabalística manejan unos
pocos iniciados, sino un instrumento de las masas para desatar la tremenda potencia contenida
en ellas. No les llega como un conjunto de mandamientos dictados desde las alturas, sino por
un proceso de su propia conciencia hacia la comprensión del mundo que han de transformar".
"La unidad es indispensable y será un paso previo al triunfo popular. Lo principal es para qué
hacemos la unidad, cuales son los objetivos cercanos (como por ejemplo las elecciones) y
cuáles los grandes objetivos. Unidad para simple usufructo politiquero, no. Sí, en cambio, para
dar las grandes batallas por la soberanía nacional y la revolución social. En la lucha contra el
régimen llegaremos más pronto a la unidad, forjada en la acción: dentro del régimen nos
esperan sólo frustraciones y derrotas, y pequeños triunfos que serán desastres".
Tal vez uno de sus escritos más conocidos sea Apuntes para la militancia (1964), en donde
hace un completo análisis sobre la realidad del peronismo en la época, sus principales
adversarios, las relaciones de poder entre las clases sociales argentinas y sienta las
estrategias básicas para la resistencia peronista revolucionaria.
Fuente: Nac&Pop
Alicia Eguren de
Cooke: la voz
contestataria del
peronismo
Escritora, poeta y
dirigente peronista de
larga trayectoria, Alicia
fue desaparecida el 26
de enero de 1977 en la
vía pública en la Capital
Federal. Fue conducida
a la ESMA donde se la
sometió a condiciones
inhumanas de vida. Se la
atormentó para obligarla
a proporcionar
información. Fue tirada
de un helicóptero al Río
de La Plata. Tenía 52
años.
El recuerdo de Alicia
Eguren, que fue la
compañera de John
William Cooke, significa
memorar a una revolucionaria consecuente. Fue asesinada por la dictadura militar. Mabel
Bellucci es asambleísta y feminista autónoma.
Posiblemente a Alicia Eguren se la podría imaginar como una mujer transgresora, osada,
impulsiva en su accionar, sumamente locuaz con sus propias 'cosas' y también con las ajenas.
Disponía
ponía de una seducción especial, que si bien no se sostenía por su belleza sino por la
fuerza de su impronta política y su vocación de liderazgo; igualmente provocaba una atracción
singular hasta el grado de que muchos peronistas perdiesen el sueño y también
también de que
muchas peronistas la mirasen de reojo. Jugó amorosa y políticamente hacia una misma
dirección. Difícilmente pudo correrse del sitial de cortesana, tan frecuente en la vida parisina
hacia finales del siglo XIX, donde el placer sexual se combinaba graciosamente con el placer
pensante y racional. Por cierto, Lou Andrea Salomé, Anais Nin, Simone de Beauvoir y otras
tantas 'preciosistas' gastaron hojas de papel confesando los secretos de alcoba de la
intelligentzia de la belle époque vanguardista y, no por ello, muchas perdieron el rubor de sus
mejillas.
Alicia representaba una fotografía de su época: lucía una estética masculinizada, guerrera,
dura con las mujeres que no entendían el sentido de la acción directa, pero camarada con los
compañeros a quienesenes consideraba sus interlocutores 'naturales'. Y, por cierto, intolerante
frente a las debilidades. Por ello, fue complejo comprender la literalidad de su mensaje y quizá
su glamour, nada ortodoxo, pesaba mucho más que su protagonismo para la rama femeni femenina
peronista.
Emilio Corbiére la definió como "...una anarquista virulenta de excelente oratoria. Hablaba y
echaba fuego. Sin quererlo o sin saberlo ella recogía y actuaba los aspectos más
contestatarios del peronismo. Yo la ví por primera vez en un acto en el sindicato de
alimentación, posiblemente en el '68. Desde arriba del escenario lanzaba rayos. No se sabía si
estaba diciendo un discurso o maldiciendo a Satanás..."
En realidad, poco se conoce de su vida anterior a su vínculo amoroso con John W. Cooke.
Cook
Lamentablemente fue imposible rastrear testimonios de parientes o amigos íntimos que
brindasen pistas para el armado del rompecabezas. Se sabe por declaraciones suyas en la
revista 'Panorama', 8 de Julio de 1971, que provenía de una antigua familia federal. Más tarde,
desembarcó en el radicalismo y en el peronismo después.
En tanto que Fermín Chavéz detalló ciertos tramos de su trayectoria político- intelectual. Al
respecto, este historiador recordó: "...Sé que nació en 1924. Había egresado de la Facultad de
Filosofía y Letras. Trabajaba como profesora de literatura en Buenos Aires y en Rosario.
Aproximadamente hasta l952, ella estaba ligada al movimiento literario y cultural de la época
con una orientación nacionalista católica independiente. Al año siguiente, mientras trabajaba en
Cancillería se casó con un diplomático de carrera, Pedro Catella, y se fueron a vivir a
Inglaterra. Poco tiempo después tuvieron un hijo, quien aún reside en México..."
Su producción literaria comenzó con su libro de poesía 'Dios y el Mundo', en 1946. Tres años
más tarde, saldría 'El canto de la tierra inicial'; la obra de teatro 'La pregunta'; 'Poemas del siglo
XX'; 'Aquí, entre magias y espigas' y 'El talud descuajado'. A la vez, incursionó en el mundo
académico con un ensayo en torno a la obra de Juan B. Alberdi, publicado por la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Mientras tanto editaba un periódico llamado 'Nombre'. Pero su musa más comprometida se
jugó con la revista cultural 'Sexto Continente', un espacio de recepción de las expresiones más
variadas del arco nacionalista de América Latina.
En 1946, conoció a John W. Cooke en un Centro de Estudios que dirigía Ricardo Guardo.
Después de ese fugaz cruce no se volvieron a ver hasta 1955.
De esta manera, Alicia Eguren rememoró un posible encuentro: "... El l6 de junio, a partir de la
masacre en la Plaza de Mayo, lo busqué para ponerme a su disposición. Estaba seguro de que
él era hombre de pelea. Lo encontré gracias a José María Rosa. El estaba prófugo ya que se
había pedido su captura porque era delegado de Juan D. Perón hasta que lo descubren y lo
llevan a Ushuaia..."
De inmediato, ella cayó presa y fue enviada a la cárcel de mujeres de Olmos. En las sombrías
rejas se encontró con un grupo numeroso de ex- funcionarias peronistas y mantuvieron
vínculos de cierta tirantez y desconfianza mutua.
Con el clima de las insurrecciones estudiantiles de esa época, aparecieron intentos por generar
otros privilegios, otros estilos vinculares poniendo en discusión la virginidad femenina y el
casamiento. Los nuevos comportamientos sexuales se reservaron para los cenáculos
universitarios y el activismo político. De este modo, las relaciones prematrimoniales se
convirtieron en un deber ser.
Llegados los setenta, el peso simbólico que representó la familia burguesa y patriarcal -
estableciendo y articulando las pautas reguladoras de la reproducción biológica, económica y
afectiva de las personas- sufrió sucesivos corrimientos de su lugar protagónico, en favor de la
pareja. A consecuencia de una infinidad de cambios y reacomodamientos de los sectores
medios, se abrieron compuertas experimentando nuevos modos relacionales.
La idea rectora de esos tiempos fue también- desde una concepción voluntarista- lograr
rompimientos, ya que el accionar es un mecanismo generador de cambios. La pareja pasó a
ser un estatuto de compromiso por excelencia tanto afectivo como político e intelectual. Y
surgieron íconos de envergadura que se convirtieron en paradigmas de esta experiencia.
A su modo, Alicia logró fisurar ese mandato patriarcal del deber ser femenino; permitiéndose
explorar, cruzando las fronteras de su herencia católica, tanto en el campo privado como
político. De allí, que aún ronden fantasmas en torno a su figura: fría, calculadora, amante
pasional, rotativa y díscola.
Presumiblemente sin saberlo, esta dupla de J.W. Cooke-Alicia Eguren anticipó en la Argentina
un modelo de pareja activista, propio del consenso epocal de los setentas, momento en los
cuales se fue diluyendo la impronta machista del varón luchador y la mujer ajena al mundo
público de su compañero.
Un hecho que no podría soslayarse y permitiría entender el clima interno entre ambos: vivir tan
accidentadamente, con breves pausas de legalidad entre la prisión y la clandestinidad, se
expusieron a las lógicas políticas que impidieron descubrirse en sus historias anteriores.
En 1960, viajaron juntos a Cuba. A partir de ese momento, fueron idas y vueltas a la isla. Ella
mantuvo una estrecha vinculación con el Che Guevara.
En 1962, retomó la lucha armada al intervenir en el 'Ejército Guerrillero del Pueblo', al norte de
Salta. Es sabido que todos fueron apresados y, en especial, Jorge Masetti, la figura visible de
la aplicación táctica del foquismo, fue desaparecido.
El mismo se
presentó, en
1969, en el
Congreso
Fundacional
de la
Tendencia,
llevado a cabo
en Córdoba;
en el cual se
reunieron los
sectores más
radicalizados
del peronismo.
Se la recuerda
también por
su famosa
Carta Abierta
a Perón -4 de
Octubre de
1971- que se
convirtió en un
incunable para
el activismo
del momento.
Posteriorment
e, vinieron
años
complicados
entre la caída
del gobierno camporista; la persecución fascista del lopezreguismo; la muerte de J.D. Perón; el
gobierno caricaturesco de Isabel Perón y el inicio de la avanzada militar hacia el poder
mediante una estrategia de religitimación a través de la lucha contra la subversión.
No obstante, acompañó a Héctor Cámpora y dirigió la revista 'Nuevo Hombre', que con
anterioridad estuvo bajo la coordinación del profesor Silvio Frondizi y Manuel Gaggero.
A lo largo de este proceso, sus lugares de inserción en el movimiento peronista no quedan aún
muy esclarecidos. Tan es así que se evoca una multiplicidad de espacios de pertenencia
política a la vez: Montoneros, Fuerzas Armadas Peronistas, Peronismo de Base y Partido
Revolucionario de los Trabajadores.
De lo que no cabe duda es sobre su final trágico: el 26 de enero de l977, con 52 años, fue
detenida-desaparecida. Estuvo en la ESMA y, después fue lanzada desde un helicóptero al Río
de la Plata.
De allí que esta simple crónica constituye un primer abordaje sin un final cerrado ya que de ella
aparecen fragmentos acotados por tiempos y escenarios definidos; sin demasiadas alusiones
ni referencias en el interior de su propia fuerza política. Por esta razón, al intentar reconstruir su
recorrido se logra visibilizar su protagonismo en el campo de las luchas políticas y en las
prácticas de resistencia social. Cabría entonces completar con mayores precisiones- a través
de testimonios orales que se transforman en una fuente riquísima de hallazgos- los laberínticos
últimos años de su vida. Procesar su activismo como sus discursos, es volverla capaz de
hablar, de transformarla en relato visible.
Se comenzó diciendo un desafío y no es errado este presupuesto ya que Alicia Eguren dividió
imaginariamente al peronismo en dos: los que la querían y los que la rechazaban sin tapujos.
Casi se podría hacer un paralelo con la figura de Eva Perón. Tanto una como otra provocaron
pasiones encontradas por razones muy similares, a saber: la intuición compulsiva, la
impulsividad que era un estilo propio de entrega y la 'imprudencia' en el escenario político
público como en el personal.
En lo que respecta a la figura de Eva Perón de acuerdo a las posiciones en que se ubicaban
los proapasionados y los contrapasionados, aparecía elevada hasta la condición mítica o la
dejaban caer del pedestal como una hereje. Para unos, ella representaba un fallido de la
historia y para otros la historia dejaba de ser un fallido a partir de su protagonismo.
Alicia Eguren -sin quererlo- vino a ocupar un lugar similar: un sitio confuso de emociones, del
cual poco se sabe en torno a su origen y a su pasado hasta que el encuentro amoroso con el
'hombre' le significó contenido y contención política a su persona. Aunque también existen
secretos en voz baja sobre su vida privada que la condenaron sin contemplación.
Estos intentos de marcar cruces entre ambas figuras tan recortadas por las emociones,
presumiblemente, jamás se podrá contemporizar a todos los intereses en juego.
"Porque
lo del
hombre
nuevo
no es
una
imagen
en los
altares,
es una
vivisecci
ón
perman
ente"
ALICIA
EGURE
N. De
«Pulgar
cito (selección de sus papeles)» en Nuevo hombre, 1971
A partir de 1955 fue la compañera de John William Cooke, incluso se casaron en 1957, en
Montevideo, Uruguay. Porr eso le decían, despectivamente, con mucho de macartismo y muy
poco de ironía, «la Cookskaya», en alusión a la compañera de V. I. Lenin, Nadiesha Krupskaia.
Nació Alicia Graciana Eguren Vivas en una ciudad de la provincia de Buenos Aires, en 1924,
en el seno de una familia que cultivaba un nacionalismo de raigambre rosista y católico. Lo
cierto es que Alicia, hacia los años 40 y 50, comulgaba con este tipo de nacionalismo, y sus
intereses giraban en torno a lo estrictamente literario. Se sostiene que se adhirió al
yrigoyenismo, pero esto es, por lo menos, dudoso. El peronismo favoreció la identificación
retrospectiva. Si muchos recorrieron el trayecto que iba de Hipólito Yrigoyen a Juan Domingo
Perón, otros optaron por el camino inverso, incurriendo en la tergiversación de la propia historia
militante.
El rencuentro con Cooke se produce en 1955, en un escenario de derrumbe. Poco antes del
golpe de septiembre y del derrocamiento del gobierno de Perón, Cooke es designado
interventor del Partido Justicialista de la Capital Federal. En un momento político que no
habilitaba ninguna forma de oportunismo, Alicia establece contacto con Cooke y «se pone a su
disposición». Cooke, talentoso y desmedido, contrastaba con el resto de la dirigencia política y
sindical peronista, conformada por burócratas y por los que medran con el Estado:
melindrosos, acomodaticios, eremoniosos, estrechadores de manos. Perón, que había
relegado a Cooke por autónomo y perturbador, lo convoca en el momento infausto.
Padece, junto con John, la imposibilidad de ejercer la delegación y de ser la palabra de Perón.
El año 1959 es un punto de inflexión para Eguren, Cooke y muchos más. Después de la toma
del frigorífico Lisandro de La Torre, a principios de año, Cooke pierde gravitación en el
peronismo. Es desplazado definitivamente. Poco antes de la toma del frigorífico municipal,
Perón había creado el organismo destinado a desautorizar a Cooke: el Consejo Superior
(coordinador y supervisor). Después de la heroica huelga de los trabajadores, el Consejo
Superior tilda a Cooke de loquito, terrorista y «comunista». En paralelo, en Cuba triunfa la
Revolución.
Cuba revolucionaria, más que un descubrimiento, es una confirmación: la revolución como uno
de los destinos posibles para el peronismo. En efecto, eran tiempos en que se podía pensar
una dimensión trascendente para el peronismo y sus capacidades de recreación. La época
dorada de la ontología de lo posible y del «poder ser» del peronismo. Aunque en el
«movimiento», predominaba la mueca servil y conciliatoria, por abajo corría, purificador, el
Jordán de las bases. El peronismo todavía aparecía como un universo lleno de desiertos y
zonas inexploradas.
El impacto de la Revolución Cubana es descomunal, pero pesa más, mucho más, el lugar
hermenéutico de Alicia y Cooke. Cuba se decodifica desde la reciprocidad dialéctica y no
desde el determinismo unilateral. Entonces, gravitan en nuestro país la condición de revancha
clasista sobre la Revolución Fusiladora (autodenominada «Libertadora» en 1955), la heroica
resistencia peronista, los cambios en el modelo de acumulación de capital, la imposibilidad de
remozar el frente de clases de 1945 y la inviabilidad de las tácticas puestas en práctica por el
peronismo para recuperar el poder. Afloran prístinas las contradicciones insalvables al interior
del peronismo: la clase obrera peronista se presenta como espacio de construcción de una
universalidad emancipadora, pero también como lugar donde encuentra arraigo un
particularismo burgués y reaccionario.
Alicia, con lucidez preclara, tomó conciencia de una situación complicada: la mayor parte de la
izquierda peronista revolucionaria estaba compuesta por jóvenes, y su pertenencia al
peronismo era muy nueva. Consideraba que si el choque con la realidad del peronismo
posterior a Ezeiza (que apestaba a razzia) resultaba duro para los viejos militantes, para los
jóvenes la contradicción era indigerible, se prestaba a la confusión y sembraba dudas en
cuanto al futuro. Alicia alertó a los jóvenes respecto de Perón. Ella sabía bien que el peronismo
era un «río difícil» y muchas veces «descorazonante» y que la idealización de Perón conducía
al abismo. La brecha generacional no suturó. Las precauciones de «los viejos» no se tuvieron
en cuenta. En 1973 formó parte del Consejo editorial del diario El Mundo, orientado por el PRT-
ERP, clausurado en 1974, al igual que Nuevo Hombre. Aunque estrechó sólidos vínculos con el
PRT-ERP, en 1975 apoyó la iniciativa que dio forma al Partido Auténtico. Con la intención de
alimentar esa nueva experiencia participó, junto con Alberte y Mabel di Leo, en la fundación de
la Agrupación 26 de Julio.
Como decíamos al comienzo, Alicia nunca logró pasar inadvertida. Fiel a su rebeldía ante las
llamadas «condiciones femeninas»: pragmatismo, cautela e «instinto» de conservación, es
recordada por sus compañeros siempre muy «expuesta», sobre todo después del golpe de
marzo de 1976. En abril de 1977 [NE: la fecha correcta es 26 de enero] , la secuestró un
«grupo de tareas» de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Fue torturada y arrojada
al Río de la Plata en uno de los vuelos de la muerte.
Sería injusto decir que Alicia ha sido derrotada. El triunfo es el criterio de verdad de los
burócratas.
Por otra parte, estas no son notas para un epitafio póstumo. Reivindicar el itinerario de Alicia
Eguren, recuperar y revalorizar sus huellas, puede servirnos para conjurar su desaparición.
Pero, ante todo, para rehabilitar un país y un tiempo con posibilidades vitales.
Fuente: www.prensadefrente.org
www.elortiba.org
Cuando por fin encontré un lugar en la mesa advertí que me hallaba lejos de Salamanca, lejos
de Cooke. No obstante, podía, con algún esfuerzo, escucharlos. Los compañeros
compañeros habían traído
vino de damajuana y empanadas. Cooke comía y hablaba a la vez. Y las dos cosas,
abundantemente. Pasaba con él eso que pasa con los gordos: se los ve más gordos cuando
comen. Pero la gordura de Cooke no era la de cualquier gordo. Era lala de Cooke. Quiero decir:
simbolizaba todo cuanto había en él de exuberante, de desmesurado. Lo engordaban sus
ideas, sus convicciones incontenibles, sus pasiones. Ahora, un hilo de aceite denso,
amarillento, se deslizaba desde sus labios hasta perderse entre
entre su barba. Entonces, recuerdo,
pensé: nunca he visto a un hombre más vivo que éste.
Algunas frases me llegaban. No todas, pero, creo, las suficientes. Salamanca le decía Gordo a
Cooke, como le decían sus amigos y también como, entre ellos, le decían lo
loss militantes. Cooke
le decía Salamanca a Salamanca, no le decía René ni Rufino, le decía Salamanca. Y, con
frecuencia, los dos se decían compañero.
Sin embargo, pese a que Salamanca le decía Gordo a Cooke y pese que Cooke le decía
Salamanca a Salamanca, era ra Cooke quien más hablaba, era Cooke quien bajaba línea, era
Cooke quien parecía tratar, digamos, paternalmente a Salamanca. Y no era casual: Cooke
tenía una vasta historia a sus espaldas. Había sido diputado bajo el gobierno de Perón, había
sido interventor
tor del Partido Justicialista en el tórrido mes de junio de 1955, cuando el gobierno
peronista era desplazado por la reacción oligárquica, había sido representante de Perón
durante los primeros años del exilio del general, había tramado el pacto Perón-Frondizi,
Perón dizi, había
estado en Cuba, con Fidel, había sido amigo del Che, y ahora estaba aquí, en la calle 27 de
Abril, en la casa de los mecánicos, y hablaba con René Rufino Salamanca, y comía
empanadas, y se bebía ese vino oscuro de damajuana, y exudaba vida.
Y entonces Salamanca (porque aquí estamos, ¿no?: con Cooke y Salamanca hablando,
diciéndose frases que a veces llegan a mis oídos, y a veces no), como si anunciara la más
meditada de sus frases, el más hondo de sus cuestionamientos, le sirvió a Cooke un abundoso
vaso de vino, tan abundoso que dejó vacía la damajuana, y que hizo de esta damajuana vacía
un símbolo: el de una conversación que llega a sus instantes culminantes, finales, que agota su
alcohol, que extrema, consumiéndose, su fuego.
"Mirá, Gordo", dijo Salamanca, "el problema es éste: los obreros son peronistas, pero el
peronismo no es obrero". Luego de los cual, es decir, una vez oída esta frase, Cooke se llevó a
los labios el abundoso vaso de vino que Salamanca le había servido y se lo bebió hasta más
allá de la mitad. El silencio, según suele decirse, podía cortarse de un tajo, allí, en la casa de
los mecánicos, en la calle 27 de Abril, tanta era nuestra expectación. Cooke apoyó con fuerza
el vaso de vino sobre la amplia mesa y le echó una mirada rápida al flaco Marimón, como si
dijera: "¿Durante cuanto tiempo te pensaste esa frase, pibe?". Y por fin dijo, mirándolo a
Salamanca dijo: "Si el peronismo fuera obrero como los obreros son peronistas, la revolución la
haríamos mañana mismo". "Y si, claro", dijo Salamanca. Y apoyó un codo sobre la mesa y
también apoyó su rostro sobre su mano derecha. Así, se acarició reflexivamente una barba
hirsuta que le había crecido durante el día. Entonces dijo: "Tenemos que conducir la clase
obrera al encuentro con su propia ideología, compañero. Que no es el peronismo". "Estás
equivocado", dijo Cooke con una convicción casi tangible. "Eso es ponerse afuera de los
obreros. Eso es hacer vanguardismo ideológico, Salamanca. Recordá lo que aconsejaba el
barbeta Lenin: hay que partir del estado de conciencia de las masas. ¿Está claro, no? La
identidad política de los obreros argentinos es el peronismo. No estar ahí, es estar afuera".
"Bueno compañero", dijo Salamanca, "entonces nosotros estamos afuera. Afuera del
peronismo y sobre todo afuera de la conducción de Perón". Cooke sonrió entre alegre y
sarcástico. Agarró el vaso de vino, que ya no era abundoso, pues, según he dicho se lo había
bebido hasta más allá de la mitad, se lo llevó a los labios y ahora se lo bebió hasta la última
gota. Otra vez lo apoyó con fuerza sobre la mesa y dijo: "No hay caso entre ustedes y Perón,
¿eh? Cómo les jode, che. ‘Bonapartista’. ‘Nacionalista burgués’. O si no, lo peor: ‘fascista’. Si,
ya se. Vos no le decís ‘fascista’, Salamanca. Sos más sutil que eso". Lo señaló al flaco
Marimón y añadió: "Tu asesor también. Lo de ‘fascista’ se lo dejan a la derecha. Al diario de los
Mitre. Ustedes son diferentes. No dicen ‘fascista’. Pero dicen lo que ya dije, ¿no?
‘Bonapartista’. ‘Nacionalista burgués’. Distintas formas de decir la misma cosa, Salamanca.
Que Perón no representa los verdaderos intereses de la clase obrera. Que la clase obrera tiene
un líder y una ideología burgueses. Bueno, mirá, escuchame bien". Entonces Cooke apoyó sus
dos codos en la mesa, unió sus manos formando una capilla y, sobre ellas, sobre esas manos
de dedos gordos pero fuertes, según lo he dicho, macizos, apoyó su barba y el mentón.
Créanmelo, insisto: ahora, el silencia, todavía más que antes, podía, según suele decirse,
cortarse con un tajo. Entonces Cooke dijo: "Me cago en Perón, Salamanca". Agarró de nuevo
su vaso, lo golpeó contra la mesa dos o tres veces y dijo: "Más vino aquí".
Alguien hizo aparecer una veloz damajuana y le llenaron el vaso hasta el borde. Cooke se tomó
un buen trago, apoyó otra vez el vaso sobre la amplia mesa, miró fijamente a Salamanca y dijo:
"No sé si he sido claro, compañero". Salamanca se adueñó de la damajuana y se sirvió vino.
No bebió, pero lanzó una risa inesperada y sonora. Súbitamente aliviados, todo reímos con él.
¿No era acaso maravilloso oírle a Cooke "Me cago en Perón"? ¿Hasta dónde llegaría la osadía
teórica de ese hombre excepcional? Porque nadie dejó de entenderlo: "Me cago en Perón" no
era un insulto. Era una afirmación teórica. No sé si me entienden. En labios de John William
Cooke, eso, Me cago en Perón, era una valiosa afirmación teórica, de la cual nosotros, allí, en
la casa de los mecánicos, en la calle 27 de Abril, acabábamos de ser los afortunados testigos.
De aquí la risa inesperada y sonora de Salamanca. De aquí nuestra propia risa. Que volvió a
estallar y que esta vez no sólo fue alegre y sonora sino también mordaz cuando v dijo:
"Nosotros también, Gordo. Nosotros también nos cagamos en Perón". Y luego, cuando se
hubieron sosegado nuestras risas, añadió: "Parece que estamos más de acuerdo de lo que
creíamos". Lo cual no fue aceptado por Cooke, ya que dijo: "No, compañero. No estamos de
acuerdo. Porque ustedes se cagan en Perón de una manera y yo y los peronistas como yo de
otra.
Porque, para ustedes, compañero, cagarse en Perón es quedarse afuera. Afuera de Perón y de
la identidad política del proletariado. Mientras que para nosotros, cagarnos en Perón, es
rechazar la obsecuencia y la adulonería de los burócratas del peronismo. Es reconocer el
liderazgo de Perón, pero no someternos mansamente a su conducción estratégica. Para
nosotros, Salamanca, para mí y para los peronistas como yo, para los peronistas
revolucionarios, cagarnos en Perón es crearle hechos políticos a Perón, aun al margen de su
voluntad o del que sea su propio proyecto. Para nosotros, Salamanca, para mí y para los
peronistas como yo, para los peronistas revolucionarios, cagarnos en Perón es creer y saber
que el peronismo es más que Perón. Que Perón es el líder de los trabajadores argentinos, pero
que nosotros, los militantes de la izquierda peronista, tenemos que hacer del peronismo un
movimiento revolucionario. De extrema izquierda. Y tenemos que hacerlo le guste o no le guste
a Perón. Porque si lo hacemos, compañero, a Perón le va a gustar. Porque Perón es un
estratega y un estratega trabaja con la realidad. ¿Entendés, Salamanca? Y nosotros le vamos
a crear la realidad a Perón. Una realidad que, más allá de sus propias convicciones que son
muy difíciles de conocer, Perón va a tener que aceptar. Porque Perón, Salamanca, ya no se
pertenece. Quiero decir: lo que no le pertenece es el sentido político último que tiene nuestra
historia. Porque Perón, Salamanca, va a tener que aceptar lo que realmente es, lo que el
pueblo hizo de él: el líder de la revolución nacional y social en la Argentina.
Ésa es, entonces, compañero, en suma, mi manera de cagarme en Perón". Y cuando Cooke
hubo dicho esto, cuando Cooke hubo terminado de largarse esa parrafada, el silencio, allí, en
la casa de los mecánicos, en la calle 27 de Abril, era otra vez como ya he dicho que era, es
decir, el silencio, ahora, otra vez, podía cortarse con un tajo. Cooke respiró hondo, buscando
un aire que necesitaba luego de todas esas palabras que le había arrojado a Salamanca, se
recostó pesadamente sobre su silla, cruzó sus brazos sobre su abdomen y se quedó así,
tranquilo, como en reposo, mirando fijo a Salamanca, a la espera.
Propósitos
El peronismo lo necesita con urgencia, como punto de partida para replantear sus inoperantes
líneas políticas.
Para saber cuales son nuestras fallas y llegar a sus causas hay que tener una visión global de
la Argentina, de las fuerzas que chocan en su seno, de las características que revisten esos
conflictos. U dentro de ese marco histórico, examinar el significado del peronismo, con qué
tendencias sociales e irreductiblemente antagónico, qué políticas lo condenarán a frustrarse y
cuáles sirven al objetivo de realizarnos como destino nacional.
Por no plantearse correctamente todo esto, las burocracias siempre rectifican los aciertos y
reinciden en los errores. La indigencia teórica arrastra a los desastres estratégicos.
Lo primero que procuramos demostrar en la brevedad de este informe es que la teoría política
no es una ciencia enigmática cuya jerarquía cabalística manejan unos pocos iniciados, sino un
instrumento de las masas para desatar la tremenda potencia contenida en ellas. No les llega
como un conjunto de mandamientos dictados desde las alturas, sino por un proceso de su
propia conciencia hacia la comprensión del mundo que han de
transformar.
Capítulo I
Todos coincidían en que la causa originaria de la crisis fue el gobierno peronista. El que las
penurias justamente comenzaran con la restauración de 1955 no pasa según ellos de mera
casualidad. También es “casualidad” que después de nueve años de una política que es la
antítesis de la que habría provocado la crisis, ésta sigue a toda marcha. Pero desde todas las
tribunas se nos suministra una explicación que absuelve nuevamente al régimen con irrefutable
rigor lógico: lo que impide sacar al país del pantano son las maquinaciones de una formidable
asociación ilícita, que integran Perón, Fidel Castro, “los que sueñan con un retorno imposible” y
Mao Tse Tung, además de una caterva de agentes del “comunismo internacional” que nadie ha
visto nunca, pero que se nos dice que está por todas partes haciendo maldades a full time.
Sobre la caracterización de la crisis hay una amplia variedad de versiones: es crisis moral, o
crisis de la cultura, o crisis del desarrollo, o crisis de jerarquías, etc.... Hay quienes ven el fin de
sus privilegios como si fuese el fin de la comunidad: confunden el no-ser burgués con el no-ser
de la Nación.
Por nuestras virtudes hemos podido agudizar las contradicciones internas de los sectores
gobernantes, impedir muchos de sus abusos, evitar la institucionalización del despojo y el
semicoloniaje. Por nuestras carencias no hemos logrado impedir que el régimen siga
manteniendo intacta la superioridad en fuerza material que le permite subsistir, oscilando entre
la dictadura desnuda y la dictadura encubierta, tras las formas rituales de la democracia
minoritaria. A su propia anarquía e incoherencia hemos opuesto nuestras propias indecisiones,
nuestra invertebración teórica y operativa.
El pueblo se niega a aceptar el viejo juego político en que sólo participaba por procuración, y
por medio del Movimiento ha hecho imposible el reestablecimiento de ese anacronismo, salvo
como aparato desprovisto de todo vestigio de representatividad. No ha logrado en cambio dotar
a esa vocación de poder de una práctica eficaz. La resistencia no es suficiente: sin
contraataque no hay victoria.
El Movimiento exige una política en que se conjuguen las ideas, la práctica y la organización
revolucionaria, en que la búsqueda de los objetivos finales se armonice y complemente con las
variantes tácticas y operativas capaces de dar respuesta a cada coyuntura.
Cada vez que se nos cierran los caminos de la semilegalidad, la burocracia declara la guerra.
Pero nada más. Ésta queda librada a la espontaneidad de sacrificados activistas que oponen
una violencia inorgánica, inconexa e insuficiente, frente al potencial y a la técnica siempre en
aumento de los órganos represivos oligárquicos imperialistas. Esta vacancia de conducción
dura hasta que viene un nuevo período de soluciones negociadas. Entonces, los que
estuvieron en la retaguardia durante el combate, pasan a ser la vanguardia en los trámites de
la tregua y capitalizan la abnegación de las bases en la mesa de arena de los acuerdismos.
En el escenario político del país, la diferencia entre los partidos tradicionales y el peronismo es
neta, tajante, evidente por si misma. Esto explica que nos proscriban, no pertenecemos al
mismo sistema. Pero las estructuras del movimiento no reflejan esa contradicción irresoluble,
sino que ésta reaparece internamente.
Tenemos por un lado el peronismo rebelde, amenazante para los privilegios, y por otra parte,
aparatos de dirección en los que predomina una visión burguesa, reformista, burocrática, en
lugar de la visión revolucionaria que corresponde a la realidad objetiva del papel que cumple el
peronismo en la vida nacional (nota: en la vida partidaria, el pejotismo liberal ocupó el lugar
contra el peronismo revolucionario).
Capítulo II
Fue Yrigoyen quien, orientándose como pudo, infligió serias derrotas al aparato que asfixiaba al
país. El yrigoyenismo fue un movimiento de masas que expresaba la tendencia al crecimiento
del país, frenado por la alianza de la aristocracia latifundista y el imperio británico.
En el gobierno tuvo entre otros méritos, el de cumplir con su promesa de no enajenar ninguna
parte de la riqueza pública ni ceder el domino del Estado sobre ella. En un asunto clave como
el ferroviario, su acción fue fecunda, y demostró una comprensión cabal cuando, al vetar la ley
del Congreso que traspasaba las líneas del Estado a una empresa mixta, afirmó en el Mensaje:
“el servicio público de la naturaleza del que nos ocupa ha de considerarse principalmente como
Instrumento de Gobierno con fines de fomento y progreso para las regiones que sirve”.
El apoyo a YPF, la tentativa de crear un Banco del Estado y un Banco Agrícola, la compra de
barcos, etc.., son otras tantas pruebas de su orientación nacionalista.
Su política internacional fue digna, altiva, independiente, y retomó el sentido latinoamericanista
que poseían los hombres de la Independencia y que se perdió a mediados de siglo pasado.
Es bueno insistir sobre el manto de plomo que recubría la cultura del país. Las voces solitarias
de aquí y allá que querían agregar un aporte renovador, estaban fuera (o se las dejaba
rápidamente) de los medios de difusión capaces de amplificarlas hasta influir en la conciencia
política nacional. La transición a concepciones políticas más adelantadas y claras que pudo
producirse dentro del radicalismo, fue cosa que no ocurrió. Fuera de él, en las fuerzas
organizativas, había un páramo ideológico.
El Partido Conservador, representante de la oligarquía terrateniente, no se resignó a la pérdida
del gobierno ocasionada por la aplicación del sufragio libre. Mientras esperaba la hora de
recuperar el poder por la violencia, su táctica consistió en unir todas las fuerzas posibles bajo el
lema negativo de hacer antirradicalismo (luego, cuando contó con aliados en el propio
radicalismo, su bandera sería el “antiyrigoyenismo”).
El aliado más consecuente que siempre tuvieron los conservadores fue el Partido Socialista,
que no sólo los acompañó en las maniobras concretas contra el radicalismo, sino que también
lo haría contra el peronismo.
Buenos Aires, puerto de factoría que servía a la intermediación importadora-exportadora,
centro burocrático al que convergían los inmigrantes y los criollos desplazados por el latifundio,
era la única realidad que veían -incompleta y erróneamente, además- los socialistas. Por el
resto del país sentían el mismo desprecio que los “civilizadores” mitristas y rivadavianos.
La gran mayoría de los explotados estaba en el campo: eran los peones de la estancia, los
obrajeros, los hijos de la tierra convertidos en mano de obra miserable.
La Argentina quedaba seccionada en una porción industrial y en otra que no lo era, cuyos
respectivos asalariados se incomunicaban entre sí y perseguían objetivos contrapuestos. Era
una estrategia que podía deparar algunas mejoras a sectores reducidos del proletariado
(creando nuevos motivos de desunión interclasista), pero le vedaba la lucha política para
avanzar en conjunto como clase. Los obreros industriales, sin peso en el cuadro global de la
economía subdesarrollada, no podían ser factor de transformaciones revolucionarias, si
actuaban de espaldas al resto de los perjudicados por el sistema oligárquico imperialista. A
cambio de la fantasía de buscar una liberación exclusiva, para ellos solos, en medio de la
Argentina desangrada, rompían el frente capaz de obtener una liberación real, y abdicaban del
papel que les correspondía dentro de ese frente como clase revolucionaria.
En suma, no les quedaba más que “el sindicalismo puro”, la lucha economista por mejoras
inmediatas, aunque debilitados por renunciar a la solidaridad de los otros grupos de intereses
comunes, y votar por los socialistas, con lo que terminarían de suicidarse. Como el Partido
Socialista era enemigo de la industrialización, la clase proletaria no crecería, y como también
era librecambista y enemigo de lo que llamaba las “industrias artificiales”, cuando éstas
desapareciesen, los obreros sin trabajo aumentarían la oferta de mano de obra y bajarían los
salarios. Limitándose a una política meramente encaminada a las mejoras salariales en la
industria, éstas servirían, por una parte, para aumentar la diferencia entre las remuneraciones
de la ciudad y del campo, característica de los países subdesarrollados. Al mismo tiempo,
servirían de pretexto para el aumento de costos de producción y, sin proteccionismo, las
industrias quedarían en peores condiciones ante la competencia extranjera.
Con estas menciones basta para apreciar que si el Partido Socialista nos ha negado siempre
hasta “la leche de la clemencia”, no es por oportunismo ni por improvisación, sino por una
vocación rectilínea -desde la cuna hasta la tumba-.
La oligarquía, copiando instituciones liberales, y el Dr. Justo remedando enfoques socialistas,
llegaban siempre a las mismas conclusiones y compartían los mismos prejuicios. Por ejemplo,
al peón de tambo y al obrajero que los oligarcas explotaban y denigraban, el Dr. Justo los
crucificaba teóricamente negándoles toda capacidad política. Su discípulo, el Dr. Repetto,
explica que era imposible hacerles comprender razones “porque se trata de gente muy
ignorante, envilecida en una vida casi salvaje”.
Mencionamos las modalidades que los hacen indistinguibles del conservadorismo.
Destacaremos algo que acredita a los socialistas como caso político único. Es el partido
socialista del mundo colonial y semicolonial que nunca fue antiimperialista, ni siquiera
doctrinariamente. Más aún: es el único partido socialista del mundo que ha defendido
expresamente al imperialismo. Hasta los más viscosos amarillismos social-demócratas de
Europa, beneficiarios y cómplices de la política colonial de sus burguesías, al menos en teoría
han condenado al imperialismo.
En la Argentina tenemos un fenómeno mundial: un partido socialista proimperialista en la teoría
y en la práctica.
Los designios de Estados Unidos de imponer su hegemonía en todo el continente, no
constituían ningún secreto: sus hombres de Estado lo venían proclamando desde hacía un
siglo, y había muchos hechos probatorios en exceso, la oposición a los proyectos de Bolívar
para la unificación continental, la destrucción de nuestro Puerto Soledad en las Malvinas, el
robo a México de más de la mitad de su territorio, las depredaciones en Nicaragua, la incursión
naval contra Paraguay, eran algunos ejemplos. Pero cuando la intervención yanqui en Cuba, a
principios del siglo XX, Juan B. Justo observó: “Apenas libres del gobierno español, los
cubanos riñeron entre sí hasta que ha ido un general norteamericano a poner y mantener la
paz a esos hombres de otras lenguas y otras razas. Dudemos pues de nuestra civilización”.
Dudemos más bien de los socialistas cipayos, porque hasta los obrajeros analfabetos del Dr.
Repetto, saben que cuando los cubanos tenían ganada la guerra de la Independencia, en
1898, los norteamericanos, mediante una provocación, tomaron parte en la contienda y se
constituyeron en usufructuarios del sacrificio de los isleños que venían guerreando desde hacía
treinta años, firmaron un tratado de paz con España sin dar intervención a los cubanos, y se
apoderaron de las Filipinas, Guam, Puerto Rico, etc. En Cuba nombraron un gobernador militar
y sólo lo retiraron cuando se les dio la base de Guantánamo (que todavía ocupan) y se les
reconoció el derecho de intervenir militarmente. Cada vez que había protestas por el fraude con
que se elegía a un presidente amanuense de los yanquis, estos mandaban fuerzas amparados
en esa concesión.
Únicamente a los socialistas argentinos se les podía ocurrir echarle la culpa a los cubanos de
esas intervenciones imperialistas que sufrieron todas las naciones que estaban en el radio
geopolítico de Estados Unidos.
Cuando decía “dudemos de nuestra civilización”, se trataba de una ironía justista: quería decir
que estaba seguro de nuestra barbarie. Como la civilización y el progreso sólo pueden llegar
del extranjero, también aplaudieron la maniobra yanqui que quitó una provincia a Colombia y
creó la república artificial de Panamá. Pensaban, como los yanquis, que nuestro continente
sería un emporio de civilización si no estuviese poblado por latinoamericanos.
Lenin, explicando la desviación reformista de los movimientos europeos que recibían su cuota
del producto colonialista, dijo que “el partido obrero-burgués es inevitable en todos los países
imperialistas”. Ha mencionado asimismo que “en todos los países en los que existe el modo de
producción capitalista hay un socialismo que expresa la ideología de las clases que han de ser
sustituidas por la burguesía”. En esta segunda categoría estaría el Partido Socialista de nuestro
país sin describirlo totalmente. La Argentina, siempre al día con las modas del Viejo Mundo,
quiso darse el lujo de tener un partido obrero-oligárquico-proimperialista, una creación de la
fantaciencia política. Desde que se acriollaron los inmigrantes, nunca más consiguieron reclutar
a un proletario. Cuando en la Casa del Pueblo ven acercarse a un grupo de obreros, cierran las
puertas y piden custodia policial.
En 1930 la situación se tornó mucho peor, los efectos de la crisis se sentían fuertemente y la
reacción afilaba sus cuchillos. Como después pudo verse, el curso de la economía en todo el
mundo no admitía ninguna salida de la depresión. Había que capearla lo mejor posible. Pero la
maquinaria de la oligarquía le permitía exagerar las fallas del gobierno, atribuirle la culpa de
procesos que eran inevitables y marcarlo como responsable del descontento popular.
El Partido Socialista, infaltable en las grandes infamias contra el país, dio una batalla
parlamentaria contra la ley de nacionalización del petróleo y lo mismo su desprendimiento, el
Partido Socialista Independiente, se sumó al escándalo callejero, arrastrando a los bobalicones
de la pequeña buguesía portuaria, que creían que aquellos tribunos municipales eran la última
palabra en materia de progresismo y audacia de pensamiento.
Entre otras lindezas, el diario La Nación emitió este juicio sintético: “No se recuerda ninguna
época de fanatismo y corrupción como ésta”. Y La Prensa: “Nunca antes en la Argentina, un
gobierno quiso mostrarse y se mostró más prepotente, omnisciente, ni llegó a dejar mayor
constancia de su incapacidad de actuar, respetar y ser respetado. Por su parte el Partido
Comunista no aportaba nada al esclarecimiento de las cosas, por el contrario, definió al
gobierno de Yrigoyen como “reaccionario” y “fascistizante”. El clásico frente antipopular,
perfectamente sincronizado, sacó a relucir sus grandes palabras y los militares de cabeza
hueca hicieron de verdugos.
La Década Infame
“Recién entonces comprendimos hasta qué punto de nuestras oligarquía estaba divorciada de
la vida nacional y pudimos medir la amplitud y la perfección con que dominaba los nudos
estratégicos de la vida de relación” - Scalabrini Ortiz.
En la dictadura que sustituyó a Yrigoyen pugnaban dos corrientes de pensamiento. Los amigos
más próximos del general Uriburu profesaban un vago nacionalismo fascista, cuyo expositor
principal había sido Leopoldo Lugones, por entonces en una de las etapas más reaccionarias
de su vida atormentada y contradictoria. Se identificaba a la patria con su aristocracia, frente a
la chusma que venía a ser lo espúreo y extranjero. Era la “hora de la espada”. La dictadura
clasista y los grupos conservadores planteaban su contradicción de siempre: invocaban las
ideas de la democracia liberal, pero en los hechos tenían que violarlas para impedir el retorno
del partido derrocado, sobre todo cuando la elección de abril de 1931 demostró que los
radicales seguían siendo mayoría.
Después de la guerra 1914-18, la posición de Gran Bretaña como primera potencia financiera
había cedido ante los Estados Unidos, que emerge como primer país acreedor del mundo. En
la Argentina eso se reflejó en un avance norteamericano, tanto en el monto de sus inversiones
como en su participación en nuestro comercio exterior. El país se convirtió en zona de fricción
entre ambos imperialismos. Los norteamericanos invertían en algunos sectores de la industria y
tenían sus ojos puestos en los yacimientos petrolíferos, buscaban el desarrollo de la vialidad
para ampliar el mercado de sus exportaciones: automóviles, petróleo, caucho, etc. Los ingleses
defendían el sistema de transportes estructurado en torno a los ferrocarriles y al suministro de
carbón. La crisis del año 30, dio transitoriamente el triunfo a los ingleses.
Las inversiones directas norteamericanas habían pasado de 40 millones de dólares en 1913 a
330 millones de dólares en 1929, en 1940 representaban 360 millones: el 14% de las
inversiones extranjeras contra el 61% que poseían los ingleses.
Con la primera guerra había terminado el período de auge del sistema capitalista universal. La
crisis iniciada en 1929 no fue más que un efecto retardado de ese resquebrajamiento, cuyos
problemas habían quedado irresueltos. En la Argentina el impacto fue tremendo, como
consecuencia de la indefensión que nos creaba el sistema agroexportador. Las condiciones de
nuestro progreso -demanda creciente de productos agropecuarios, fertilidad de la zona
pampeana, arribo de capitales y de inmigración- provenían de afuera, al margen de una acción
consciente impulsada por factores internos. Ese desarrollo espontáneo ya estaba agotado para
entonces, pues el aumento de la producción ya no podía hacerse mediante la incorporación de
nuevas tierras aptas para el proceso productivo. La crisis trajo un estancamiento en la
demanda mundial de nuestras carnes y cereales, y el valor de las exportaciones argentinas se
redujo, de golpe, en un 50%.
Los países industrializados abandonaron los métodos del liberalismo, y establecieron una serie
de medidas para contrarrestar los efectos de la depresión. Simultáneamente, se invirtió la
corriente mundial de capitales: en lugar de afluir a los países dedicados a la producción
primaria, retiraron gran parte de las inversiones y cesaron sus préstamos. Para hacer frente a
los déficits de sus cuentas internacionales, los países como Argentina no tenían otro recurso
que apelar a sus reservas de oro y divisas y, cuando éstas se agotaron, a diversas medidas de
regulación económica.
La conferencia de Ottawa, en que Gran Bretaña había establecido sus dominios, un sistema de
“preferencias” que cerraba las puertas a la penetración comercial americana, puso a nuestra
oligarquía en el trance de perder el mercado británico de carnes. Empavorecida mandó una
delegación a Londres, encabezada por el vicepresidente de la República, que firma el pacto
Roca-Runciman y somete a nuestra economía a dictados ingleses.
Gran Bretaña no se comprometía a nada importante. En cambio se le otorgaba el control de
nuestro mercado de carnes y distribuir el 85% de su exportación, asegurándose además que el
transporte se realizase en sus buques.
La clase dirigente entregó al extranjero todo cuanto éste exigió, desde el manejo de la moneda
y el crédito hasta el monopolio de los transportes. El principal instrumento de dominación fue el
Banco Central, cuya ley preparó Otto Niemeyer, vicepresidente del Banco de Inglaterra, y fue
adoptada y puesta en ejecución por los doctores Pinedo y Prebisch. La misión nombrada por
Justo para proyectar las reformas financieras del país era, con leves modificaciones, la misma
que antes había nombrado el gobierno de Uriburu. La componían Alberto Hueyo, E. Uriburu,
Federico Pinedo, Raúl Prebisch, R. Berger, R. Kilcher, L. Lewin, y Robert W. Roberts,
representantes de la banca Baring Brothers, Morgan y Leng, Roberts y Cía., que eran
acreedores del gobierno. Extranjeros eran los ferrocarriles, los teléfonos, el gas, los frigoríficos
trustificados que controlaban la exportación de carnes, las empresas de comercialización de las
cosechas, los tranvías, ómnibus y subterráneos.
Para dar una idea del anti-yrigoyenismo, Alvear había festejado la caída de Yrigoyen. Los
socialistas aprovecharon los años de abstención radical para conquistar una numerosa
bancada parlamentaria, luego reducida a representaciones de la Capital Federal. Ostentaron el
mérito de no complicarse en ninguno de los escandalosos negociados de la época, pero
silenciaron el escándalo total de nuestro encadenamiento a Gran Bretaña y de los avances del
imperialismo yanqui. Al fijar posición en el debate parlamentario sobre el pacto Roca-
Runciman, el diputado Nicolás Repetto aclaró: “Desde luego, nuestro voto no implicará un
reproche a la gestión diplomática realizada en Londres por el doctor Julio A. Roca.
Manifestamos y lo hemos hecho públicamente, nuestra adhesión por la forma tan discreta, por
la perseverancia realmente ejemplar y por la alta dignidad que nuestra representación ha
sabido mantener en todo momento en el ejercicio de su elevado mandato”.
Su oposición se limitó a lo episódico y marginal, sin calar en ninguno de los temas
fundamentales que afligían a la Nación. Eran la oposición ideal para el régimen: moderada,
enemiga del desorden, cultora de todos los mitos proimperialistas. Su minúscula astucia de
jacobinos parroquiales consistía en equiparar a radicales y conservadores en salvaguardia del
orden, cuando se temía que los radicales intentasen perturbarlo.
Los radicales siempre reprocharon a los socialistas el haberse aprovechado de su abstención
para obtener representaciones y legalizar el fraude de los conservadores. En defensa de esa
actitud, Repetto dijo hace algunos años cosas muy graciosas: relata que, vetada la candidatura
Alvear-Güemes en 1931, Lisandro de la Torre vacilaba en presentarse como candidato de la
fórmula con el propio Repetto, pero éste en vano aventó sus escrúpulos, y termina diciendo:
“Los hechos ocurrieron en la forma supuesta por mí, y en la elección presidencial siguiente, los
radicales triunfaron con su candidato, el Dr. Roberto Ortiz” (La Razón 24/10/61). No menciona
que Ortiz fue electo por los conservadores y radicales antipersonalistas mediante un fraude
cometido contra el candidato de la UCR, Alvear. Con el criterio de Repetto, en la elección de
1931 no hubo proscripción radical, puesto que el general Agustín P. Justo era también radical
antipersonalista (Ortiz fue uno de sus ministros).
Desde luego, ahora los radicales prefieren no hablar de esos episodios, desde que hace años
son ellos los que usufructúan la proscripción del partido mayoritario (nota: el peronismo había
sido proscrito desde 1955) y eso les ha convertido en gobierno. Cuando aluden al tema se
enredan en explicaciones más retorcidas aún que las habituales. Uno de los que lo ha
abordado intrépidamente es el Dr. Ricardo Balbín, y como era de esperar, desapareció toda
confusión. Su diáfana oratoria dejó establecido que las situaciones no eran idénticas. “Los
radicales mantuvieron su entereza moral en la abstención, sin prestarse con sus votos a pactos
ni a la confusión de la República. Los proscritos deben tener espíritu demócrata y no ser
aventureros del poder” (La Razón, 06/08/61).
Capítulo III
La brisa de la historia
El milagro aritmético
(...) Se podría seguir todo el tiempo con esta clase de cosas. El senador Fassi dice que la
URSS es fascista y que el régimen de Fidel Castro es imperialista, y podría acumular así
disparates constantemente.
Es un problema mucho más serio, eso no depende de Illia ni de Onganía ni de nadie. Depende
de determinadas estructuras que no pueden permitir el acceso del peronismo, y que cuando lo
permitan será porque el peronismo no será la expresión política de los trabajadores.
Todo lo demás pertenece al mundo de la magia, al mundo del milagrerismo, en el fondo se
reduce a lo siguiente: que se arme un bochinche y pase no se sabe qué y como consecuencia
de eso aparezcamos no sé cómo en el gobierno sin darse cuenta de que el hecho que yo diga
que el régimen está en crisis, en descomposición, no significa que el régimen cae, porque solo
no va a caer, hay que voltearlo, porque una situación histórica así puede durar cualquier
cantidad de años.
Cualquiera que hayan sido los factores que hayan intervenido, que en todas partes no fueron
los mismos, el hecho concreto es que en el momento, para lo que yo llamo una alta conducción
burocrática, de plantearse el problema de su mito, lo que había que plantear llenándolo de su
verdadero significado y no como hacen con Perón, que es como Sócrates, que le dan la
interpretación que quieren, entonces todos proclaman una adhesión abstracta que parece que
es la más obsecuente y el máximo de fidelidad y la verdad es que es la mayor falta de respeto.
En el fondo todo radica en lo mismo, como en el año 1945 el pueblo y las fuerzas armadas
marcharon juntos en una etapa de la historia, una vez que se despejen los malentendidos que
siembran los malvados, nos volveremos a juntar -¡nunca más nos volveremos a juntar!-.
En primer lugar porque en 1945 eso de pueblo y ejército fue una verdad a medias. Al fin y al
cabo el 9 de octubre a Perón lo echó el Ejército. Lo que pasa es que como en aquel entonces
el balance, el equilibrio de fuerzas internas de las FFAA era muy parejo, la irrupción del
movimiento de masas fue suficiente para volcar de nuevo la balanza a favor de Perón. Pero
ese ejército ya lo perdimos. Porque ese nos acompañaba en el industrialismo, en la lucha
antiimperialista, en una serie de cosas, pero no en el contenido social ni en el avance social
que representaba, no en la subversión de las jerarquías. Por eso que mientras unos se
levantaron contra el peronismo en septiembre, otros pelearon con bastante desgano y esto
corresponde sí a un estado de espíritu, a un estado de conciencia, pero siquiera esos estaban
formados en un cierto repertorio mínimo de ideas nacionalistas.
Por otra parte, cuando nos disolvamos como peronistas, si es que nos disolvemos como
peronismo, es porque otra fuerza representará el papel revolucionario que representa en este
momento al peronismo.
La revolución social entonces no es un orden ideal fijado porque nosotros lo consideramos que
es el que preferimos con respecto a otro, es una necesidad técnica, como necesidad
económica y como necesidad del país para realizarse como integridad nacional, es una tarea
nacional postergada, exige ese pre-requisito de la revolución social, así que cuando nosotros
decimos el régimen burgués no da más, estamos diciendo no una preferencia, porque aunque
el régimen burgués fuera capaz de desarrollarse yo igual estaría en contra, pero al mismo
tiempo eso no quitaría que pudiese el país recorrer etapas dentro de él. Pero ahora lo que yo
opine o no opine no tiene importancia, lo que tiene importancia es si los análisis son correctos y
si los análisis tal como yo los he planteado son exactos. Entonces hay que replantearse una
nueva visión del país, una correspondencia entre las luchas del pueblo que son sacrificadas,
que son abnegadas y que ya vienen desde hace 10 años, y una estrategia de poder. A nadie
se le pide que nos ponga en el poder mañana ni pasado.
Se les pide que nos encaminemos al poder, que no nos encaminemos a la disgregación, que
no nos encaminemos a la esterilidad histórica.
Lógicamente como yo hago estas críticas, comprendo que puedan hacer otras, pero siempre
desde la lucha. La primera condición para criticar el combate, es estar en el combate.
Estamos en un equilibrio: el régimen que no tiene fuerza para institucionalizarse pero sí para
mantenerse mientras el peronismo y la masa popular y otras fuerzas tiene suficiente potencia
para no dejarse institucionalizar, pero no para cambiarlo. ¿Quién tiene que romper ese
equilibrio? Nosotros; a la burguesía con durar le basta.