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Abstract:
Se ha leído a Lemebel desde diversos puntos de vista, muchos revisitando a Butler,
desde la performatividad del género y la problemática de la Identidad, otros lo leen desde
el postcolonialismo y la descolonialidad. Las crónicas de Loco afán entrecruzan problemas
de género, identidad, minorías, devenires, raza, clase, nacionalismo, imperialismo,
capitalismo, colonia, colonialidad y descolonialidad, así como los problemas de las nuevas
ciudades latinoamericanas globalizadas, los espacios, los centros, los barrios, los márgenes,
pasando por el terreno de las representaciones y los imaginarios sociales. Utilizar el
concepto de rizoma, así como el de flujo y deseo, de Deleuze y Guattari permite
comprender la diversidad de problemáticas que se ponen en juego. En sus crónicas todo lo
antes planteado se entrecruza y se imbrinca, por lo que Lemebel, en este sentido, no realiza
un itinerario por la identidad gay o por la identidad latinoamericana, sino que se refiere a
ellas desde y en la alteridad, exponiendo un potencial revolucionario que deconstruirá al
Sujeto que sostiene el poder hegemónico chileno, develando las tramas discursivas que
sostienen su poder y su opresión.
¿Loco afán es, como libro, una unidad o una alteridad ?¿Acaso es ambas cosas? Si
pensamos que Loco afán. Crónicas de sidario es un libro-rizoma se nos abren múltiples
puertas para indagarlo. Pensarlo de esta manera permite observar que en este libro-rizoma
en particular no existe línea, unidad o causalidad, no es cerrado sino abierto. Creemos sí
que la “unidad” del libro se hace visible desde su flanco político. Lo que intentamos
analizar en este trabajo es dicha unidad política, es decir ¿Cuál es su Loco afán?
La crónica
Lemebel construye Loco afán. Crónicas de sidario en base a crónicas que aunan y ponen
en tensión dos espacialidades textuales: “crónicas de sidario” remite al mismo tiempo a un
espacio temporal (un cronotopos) desde donde narrar los hechos que acontecen en un lugar,
el sidario, marginado en el espacio-texto-ciudad. Mientras que también “crónicas” remite
al tiempo de la enfermedad y la palabra sidario une la enfermedad -sida- como marca del
cuerpo infectado, y lo diario, lo cotidiano, es decir, el SIDA-DIARIO. Estas crónicas
narran una doble experiencia: la de la ciudad y la del cuerpo como espacios semiotizados,
como espacios escriturarios: “De escrituras urbanas y grafías corpóreas que en su agitado
desplazamiento discurren su manuscrito” (Lemebel, 78). Desde allí Lemebel proyecta su
política escrituraria: “su historia salpica la ciudad y se evapora en la lujuria cancionera de
su pentagrama transeúnte” (Lemebel, 80). La crónica es así: salpica y se evapora.
Al mismo tiempo, la crónica no es Un Género estable, ella escapa de la lógica de la
literatura y de la lógica del periodismo (¿binarismo acaso?), es un tercer espacio, un,
diríamos, in between. Ella es una vagabunda porque es movible, circula, viaja, es un
género endeble que adopta diversos disfraces, diversas formas para transmitir mensajes:
“La crónica no es un género tan fijo como la novela […] la crónica tiene otro sentido, tiene otra
vertiginosidad. Y uno puede cambiar permanentemente de tema y es como la ciudad […] tiene que
ver con una forma de contar la crónica, directa, distinta donde puede estar incluida la música
popular, donde puede estar incluida la biografía, y por supuesto lo político y hasta el panfleto”
(Lemebel, entrevista en Trazo mi Ciudad)
DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Félix, Kafka. Por una literatura menor, ERA: México,
1990.
LEMEBEL, Pedro, Loco afán. Crónicas de sidario, Anagrama: Santiago de Chile, 2000.
Versión digital. Extraído de:
http://issuu.com/huije/docs/pedro_lemebel_-_loco_af_n#download [2013]
SABO, María José, La crónica como género en construcción y la construcción del gender.
Abordaje desde la performance, Ponencia presentada en