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UNA APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DE LAS MENTALIDADES.

AN APPROACH TO THE HISTORY OF MENTALITIES

Oscar Romero Mercado.


Universidad Autónoma de Zacatecas.
Programas de Maestría y Doctorado en Historia.

Resumen: El presente trabajo pone en debate a la historia de las mentalidades a partir


de posturas teóricas como la de Jacques Le Goff y otros autores que han tratado de
delimitar el quehacer de esta corriente historiográfica –Philippe Ariès, Michel Vovelle y
Robert Darnton-. Es a través de ellos que se intenta hacer una aproximación hacia la
definición de qué es la historia de las mentalidades. A su vez, se toma como texto de
debate El nacimiento del Purgatorio, para explicar los niveles de estudio, de un trabajo
sobre mentalidades.

Palabras clave: Historia de las mentalidades; mentalidad; Purgatorio; muerte; larga


duración.

Abstract: The present work debates the history of mentalities from theoretical positions
like the one of Jacques Le Goff and other authors who have tried to delimit the task of
this historiographic current –Philippe Ariès, Michel Vovelle y Robert Darnton-. It is
through them that we try to make an approximation towards the definition of what is the
history of mentalities. Is taken as a text of debate The birth of Purgatory, to explain the
levels of study, of a work on mentalities

Keywords: History of mentalities, mentality, Purgatory, death, long duration.

DEFINIENDO LO AMBIGUO

Definir la historia de las mentalidades es un trabajo complejo. Jacques Le Goff habría


de darle el carácter de “una historia ambigua” al que hacer de los historiadores que se
preocupaban por la mentalidad de una sociedad.1 Discutida en muchos aspectos por
este sentido, la ambigüedad se refería a que existían distintas interpretaciones sobre

1 Jacques Le Goff, y Pierre Nora. Hacer la historia (Barcelona: Laia, 1978), 81.
el enfoque, es decir, que no se encontraba del todo definida, cada investigador tenía
su forma de entender y usar el concepto, a pesar de eso, la perspectiva fue ganándose
un lugar en la historiografía. No obstante, se podría considerar que la historia de las
mentalidades fue una creación prematura, cuyas bases metodológicas y teóricas
abrían de irse construyendo al mismo tiempo en que se ponía en práctica. Podría
considerarse un prototipo historiográfico surgido de la necesidad por ampliar la visión
del historiador, de aquel que se preocupó por la forma en cómo una sociedad
interpretaba su mundo y por cómo esto impactaba directamente en los
acontecimientos políticos y económicos que se habían estudiado hasta entonces. En
ese sentido, se ha considerado a la historia de las mentalidades más como un tema
de estudio que como una disciplina historiográfica.

Para definir un enfoque como este habrá que acercarse en un primer momento
hacia los argumentos teóricos bajo los cuales los historiadores han tratado de definirse.
Después, habrá que ver una serie de ejemplos, de ver en la práctica lo que se entiende
por un estudio de la mentalidad. Si bien, puede considerarse una historia ambigua, es
en la preocupación por lo mental, por lo imaginario-colectivo, por las creencias y
actitudes de una sociedad, en que se encuentra un punto nodal indispensable para
entender y definir el quehacer de los historiadores de las mentalidades. Como en un
momento lo dijo Peter Burke para la historia cultural “… quizá convenga adaptar la
definición de los existencialistas y decir que la historia cultural no tiene esencia. Sólo
puede definirse en términos de su propia historia.”2 Aunque se refiere a la historia
cultural, la aseveración aplica también para las mentalidades, es decir, que sólo a
través de la forma en cómo se construye la historia misma de lo mental, es como se
define. Además, es en el propio trabajo de los historiadores en que el enfoque
adquiere esencia, toma características propias y se diferencia de otras posturas.

Para Le Goff, el estudio de la mentalidad es una preocupación por un ir más


allá. Es decir, un estudio que se centra en las percepciones y en las actitudes que la
sociedad toma hacia ciertos acontecimientos. No es el estudio de un hecho per se,
sino la concepción que se tiene sobre él, aunque a final de cuentas esa percepción se

2 Peter Burke, Formas de historia cultural (Madrid: Alianza, 2000), 15.


vuelve un hecho en sí mismo a partir del trabajo historiográfico que dota de historicidad
al pensamiento.

Pero ¿con qué herramientas el historiador puede analizar lo racional y lo


abstracto de una sociedad? La respuesta se da a partir del uso o de tomar como base
la forma en cómo otras disciplinas sociales analizan a una comunidad de individuos.
Es así que los historiadores se apropian de técnicas metodológicas que hasta ese
momento no se habían tomado en cuenta. Nos referimos de esta manera al trabajo de
los etnólogos, de quienes se tomará el estudio de las creencias, los ritos o las
ceremonias y que se analizan a través de un conjunto de ideales y comportamientos
propios de una sociedad. Así el historiador desvía su mirada hacia el estudio de las
prácticas para comprender el sistema de valores de una época. De la sociología
tomará el estudio de las colectividades y a esto anexará una postura psicológica, es
decir, un trabajo de psicología social desde la cual hará un estudio de las conductas y
actitudes de su objeto de estudio.

La crítica a la historia de las mentalidades en ese sentido suele ser que hace
uso de herramientas y metodologías que no son propias de la historia, pero eso es un
debate ya superado, pues la investigación de lo social ha demostrado que sólo a través
de diferentes técnicas se es posible entender a una sociedad. Además hay que tomar
en cuenta que todo lo que las disciplinas sociales han elaborado para el estudio de las
sociedes, no es sino una serie de herramientas para comprenderse a sí mismos, para
entenderse en su tiempo. De aquí lo interesante de los historiadores de la mentalidad,
pues han sabido apropiarse de metodologías para comprender más a profundidad su
objeto de estudio. Pero no todo es apropiación como si de un molde se tratará, es
preciso señalar que el historiador ha sabido tomar la materia y forjar aproximaciones
metodológicas de acuerdo a sus necesidades.

Se tienen ya en cierto aspecto definidas algunas de las técnicas que el


historiador de las mentalidades utiliza y además, por consecuencia, de las
preocupaciones que tiene como objeto de análisis, es decir, de lo colectivo en un
primer nivel, después de las creencias de ese colectivo para comprender sus prácticas
y sistemas de valores, para finalmente entender las concepciones, percepciones y
actitudes de una sociedad. Sin embargo falta un aspecto esencial que es lo que
termina por definir a la historia de las mentalidades, y es que, ¿qué es una historia sin
tiempo? Es la nada, es la oscuridad perpetua en donde nada fluye. Lo estático es la
muerte para la historia. El tiempo de las mentalidades es el de la larga duración, un
tiempo en el que parece que nada se mueve, pero que sin embargo lo hace, cambia
aunque paulatinamente. Es como observar el firmamento desde aquí, la tierra, donde
los astros parecen estáticos, sin embargo, cuando el observador analiza
detenidamente, se da cuenta que en realidad se mueven.

La mentalidad como estructura. Como algo que se mantiene a través del tiempo,
eso que cambia lentamente, que persiste, ese es el tiempo de estudio de lo mental.
Aquí debe aclararse el término, pues el hecho de que se hable de estructura no debe
entenderse como algo que permanece inmóvil, estático y que como una placa se
mantiene en su posición por siempre, de ser así el carácter de lo histórico no tendría
lugar. Por lo tanto hay que entender a la mentalidad como lo que cambia lentamente,
que tiene coyunturas, pero que se sigue manteniendo a lo largo de un continuo.
“Historia de las mentalidades, historia de la lentitud en la historia”3 diría Le Goff.

Hay en este tiempo algo que define el estudio de las mentalidades. La larga
duración es una construcción temporal histórica en donde se analiza también lo
cotidiano. Imaginemos por un momento, situemos a la colectividad y por consiguiente
a los individuos frente a un espejo, lo que le interesa al historiador es adentrarse al
conocimiento del reflejo de ese colectivo, ¿cómo se está reflejando esa sociedad?
¿Cómo se aprecia? Es una percepción de lo cotidiano, de lo individual, e interesa
también el espejo, es decir, cuál es el medio por el cual está mostrando su figura. Los
ritos, las ceremonias, esas fuentes son el espejo que permiten al historiador
comprender la forma en como una sociedad se refleja.

Pero está también lo fotográfico, lo impreso, lo que se mantiene estático en un


tiempo largo. Los textos que mantienen en sus hojas mentalidades atrapadas, en
espera de ser leídas y comprendidas, otro reflejo más del pensamiento de una época.
El estudio de lo mental es por lo tanto una conjunción entre la larga duración y lo

3 Burke, Formas de historia cultural, 87.


cotidiano, es entender los procesos del pensamiento como algo que nace, se vive en
el día a día, se transforma y en ocasiones muere. Pero ese pensamiento suele
construirse de una manera lenta, los cambios no son drásticos, pueden durar años en
formación, otros más en ser puestos en práctica, después desaparece en la oscuridad
de la mente colectiva, pero la reflexión vuelve y con ella el pensamiento. Es en ese
acto de creación, práctica, olvido, transformación en relación con el tiempo, que el
historiador adentra su mirada. Es el ejercicio histórico en donde se comprende lo que
perdura, se explica por qué, y sólo así, se entiende la mentalidad de los sujetos
históricos.

Hasta aquí sólo ha sido una reflexión de cómo suele trabajar el historiador de
las mentalidades y cuáles son las preocupaciones de las cuales surgen sus objetos de
estudio. Sin embargo, lo ambiguo continúa, no se ha definido la parte importante, la
mentalidad. Este punto es el que más se ha criticado en los debates historiográficos
que se han tenido, y es que el concepto no se ha podido definir precisamente. Michel
Vovelle incluso llega a hacer una distinción entre ideología y mentalidad, y en su
análisis explica que la definición que más le gusta sobre historia de las mentalidades
es la de Robert Mandrou quien la definió como “una historia de las visiones del
mundo”4, aunque luego el mismo Vovelle menciona que es una definición imprecisa.
Lo que habría que rescatar de este autor en su texto ideologías y mentalidades es que
menciona cómo hay incluso una pre-historia de las mentalidades, es decir, una historia
que se preocupó también por lo mental de una sociedad antes de que existiera la
perspectiva historiográfica como tal.

Lo cual nos lleva a pensar en la historia de las mentalidades como una disciplina
que se ha construido a partir de una necesidad historiográfica, indispensable para
rellenar las lagunas que otras investigaciones habían estado dejando, y que se ha ido
conformando a la par de que se escribe. Si bien, el estudio de las mentalidades puede
entenderse de diversas formas, como el análisis de las visiones del mundo, de las
percepciones, de las actitudes, etc., habría que decir que todo esto en conjunto es la
mentalidad. Como se explicó en un primer momento, la historia de las mentalidades

4 Michel Vovelle, Ideologías y mentalidades (Barcelona: Ariel, 1985), 12.


sólo puede entenderse a partir de su propia historia, y en este sentido se define lo
ambiguo, en el saber de una postura historiográfica que puede tener diferentes
acepciones, que se problematiza de diferente manera de acuerdo a quien pone en
práctica su estudio, pero que sin embargo se preocupa por estudiar algo en común. Lo
racional y lo abstracto de una sociedad. La forma en como cada colectividad percibe
su realidad.

LA MENTALIDAD DEL MEDIEVO: LA MUERTE Y EL PURGATORIO.

Darnton mencionaba que los historiadores creían que la muerte no tenía


historia5, pero que sin embargo, las concepciones como la muerte sí que han ido
cambiando aunque de manera lenta y casi imperceptible. Historiadores cuyas
investigaciones se consideran trabajos de historia de las mentalidades han elaborado
trabajos sobre estas cuestiones, es así el caso de Philippe Aries y Michel Vovelle, u
otros enfocados a la idea del Purgatorio, como lo es el texto de Jacques Le Goff, que
ha servido de base para la elaboración de este ensayo.

Como consecuencia de lo que se debatía en un primer momento, adentrémonos


ahora a ejemplos de la propia historia de las mentalidades para seguir dilucidando
cómo se realiza una investigación bajo este enfoque historiográfico y tratar a su vez
de comprender mejor su labor. Demos un vistazo, en primer lugar, a la obra de Philippe
Aries, cuya título Historia de la muerte en occidente6, nos lleva a problematizar una
cuestión que tiene que ver no con un acontecimiento, como podría ser la tasa de
mortalidad de una sociedad medieval durante la Peste Negra, o un análisis
demográfico sobre las principales causas de muerte durante el siglo XIV, sino que su
historia de la muerte se encamina más hacia una cuestión de percepciones, hacia la
forma en cómo una sociedad toma ciertas actitudes frente a la muerte. En ese sentido,
estamos refiriéndonos a dos aspectos, lo racional y lo abstracto, y a su vez, al reflejo
que la colectividad muestra frente un hecho como lo es la muerte. Después el título
continúa con el aspecto temporal: Desde la Edad Media hasta nuestros días, he aquí

5 Robert Darnton, El beso de Lamourette. Reflexiones sobre historia cultural (Buenos Aires: Fondo de
Cultura Económica, 2010), 283.
6 Philippe Aries, Historia de la muerte en occidente. Desde la Edad Media hasta nuestros días

(Barcelona: Acantilado, 2011)


la larga duración. Este es un trabajo de varios siglos que podría pensarse que se
elaboró en una serie de volúmenes, pero que, sin embargo, se realizó en una sola
obra. No obstante, se entiende que en un estudio como lo es la concepción que se
tiene de la muerte el análisis debe ser visto desde esa duración, debido a que la
mentalidad al respecto suele cambiar de manera pausada, por lo que sólo en un
registro de este tipo se podrán percatar de las mutabilidades del pensamiento.

El objetivo principal de la obra de Aries es comprender cuáles eran las actitudes


del hombre cristiano frente a la muerte del Medievo a la Modernidad. Su investigación
nació a partir de la inquietud de elucidar por qué en tiempos contemporáneos había
una enorme cantidad de poblaciones que visitaban los cementerios franceses y dónde
se originó la veneración a las tumbas junto con la piedad a los muertos. Aries propuso
que estas actitudes pertenecían a una tradición cultural cristiana antiquísima que corría
el riesgo de desaparecer, dadas las costumbres del hombre del siglo XX; además,
también consideró la posibilidad de que estas actitudes fueran relativamente nuevas.

Una de las innovaciones del trabajo de Aries es que incorpora, en su análisis,


fuentes documentales de primera mano, principalmente testamentos, e iconográficas,
específicamente las halladas en los cementerios; igualmente, agregó fuentes literarias,
arqueológicas y litúrgicas, con el fin de entender y, sobre todo, historiar sensibilidades
de periodos determinados. El resultado de la investigación de Philippe Aries arrojó una
serie de reflexiones sobre las actitudes que el hombre ha tenido frente a la muerte.

En este sentido, ¿cómo perciben los individuos y las colectividades a la muerte?


Él distingue algunas formas, las cuales muestran las prácticas fúnebres de la sociedad
medieval. En un primer momento habla sobre la muerte domesticada, o familiarizada,
al respecto, los conceptos definen un tipo de muerte en la que el individuo está
consciente de su muerte, es una postura en la que el hombre se relaciona con el acto
de morir de una manera familiar, es decir, que se encontraba familiarizado con el
hecho. Aquí entra en juego una fuente importante para entender este tipo de actitud, y
son las Ars Moriendi, textos que explican los pasos que se deben seguir durante el
momento de la muerte del individuo.
Estos textos son ese aspecto fotográfico de la mentalidad, esa impresión que
dejan entrever las posturas frente a la muerte desde una visión cristiana. Habría que
señalar por lo tanto que las fuentes que se retoman para hablar sobre la idea de la
muerte en el medievo suelen ser de este tipo, como lo serán también los tratados para
el bien morir y los tratados para el bien vivir, que son una especie de manuales de
instrucción que muestran el sentido deontológico de la muerte cristiana. Sin tratar de
adentrarse más a las investigaciones al respecto, habría que señalar, que la postura
de Aries se queda en una visión de la forma en cómo el hombre debe afrentar a la
muerte, por otro lado también, maneja aspectos como el miedo a la muerte, una
coyuntura dentro de la idea de morir, que se modifica a partir de factores externos al
pensamiento, como lo es la enfermedad de la Peste Negra.

De esta manera, su historia de las mentalidades, encamina a los lectores hacia


la comprensión de que el individuo medieval afrentaba la muerte desde una idea
cristiana, en donde la vida jugaba un papel importante puesto que ahí se desenvolvían
los aspectos morales y religiosos, y que la muerte era esperada en tanto que era el
paso hacia la vida eterna en la que habría de reposar en el paraíso, una muerte
consciente. Pero por otro lado, las enfermedades traerían una ruptura, la
descomposición de los cuerpos y las pinturas e imágenes representativas al respecto
modificarían la pasibilidad de la muerte, así mismo, los tratados religiosos como las
Ars Moriendi, anexarían imágenes y temores para los pecadores, que terminarían por
modificar la actitud de la muerte. Es así, como la construcción de la mentalidad de la
muerte en el medievo de Aries explica de una manera concreta, la forma en cómo una
sociedad actuaba frente a un acontecimiento, la forma en cómo vivía el hecho, y las
diferentes actitudes que tomaba al respecto.

Por otro lado El nacimiento del Purgatorio7 de Jacques Le Goff plantea una
historia de las mentalidades enfocada a una cuestión abstracta, a la forma en cómo se
creó en el más allá un tercer lugar, el Purgatorio, que no se encontraba en las
escrituras, pero que sin embargo la concepción cristiana en sus continuos debates
respecto la forma en cómo debía vivir el hombre y cómo debía ser enjuiciado al

7 Jacques Le Goff, El nacimiento del Purgatorio (Madrid: Taurus, 1989)


momento de su muerte, los llevó a pensar en ese estado transitorio por el cuál las
almas debía purgar sus pecados. Su trabajo se resume en una historia de cómo se
construye la creencia en un lugar y el lugar mismo. El estudio de las mentalidades va
encaminado no sólo a la idea del Purgatorio como idea en sí, sino como lugar físico en
cierta medida. Sus fuentes principales son textos de teólogos, compilaciones y obras
literarias, a partir de las cuales el autor construye la historia. Una serie de textos que
hablan sobre el Purgatorio, y que aunque repiten muchas visiones similares, Le Goff
establece que serán esos ecos quienes configuren la imagen de la realidad.

Su obra se divide en tres partes, y es a partir de estas que puede entenderse


su estudio de larga duración. El primer apartado se titula Los más allá antes del
Purgatorio. El autor va hacia el análisis de la forma en cómo se configuraba el más allá
en las mentalidades de civilizaciones durante el siglo II y III en adelante, aquí lo
importante es que el hecho de ir más atrás no tiene que ver con la búsqueda de un
origen, sino que es un análisis de larga duración en donde a partir de ciertas figuras
del más allá en las religiones durante el siglo II, III, XII y XIII, Le Goff demuestra como
ciertas ideas trascendieron para ser retomadas después y formular así una imagen del
Purgatorio. Es a final de cuentas un estudio que demuestra el amalgamiento de ideas.

Su segundo apartado El nacimiento del Purgatorio, es un análisis sobre las


distintas concepciones que se tenían sobre purgar el alma. Aquí es el punto clave en
el cual el autor demuestra como el pensamiento sobre la idea de purgar los pecados,
hace una travesía por medio de diferentes autores que en algún momento hablaban
sobre el fuego purificador, y a partir de ahí continua el rastreo hasta el momento en
que podría considerarse que nace el Purgatorio como un estado de transición para las
almas antes del juicio final.

Su tercer apartado El triunfo del Purgatorio, es un análisis de cómo la idea que


comenzó a construirse en diferentes debates y concilios, así como en diferentes textos,
llegaría a ser aceptada por la sociedad, llegando incluso a volverse parte fundamental
de la cultura medieval, reflejada en percepciones sociales al respecto. Es decir, su
obra es una explicación del trayecto en cómo el Purgatorio inventado en las esferas
religiosas, termina por adherirse a la mentalidad colectiva de la sociedad medieval.
La historia de las mentalidades que nos propone Le Goff, gira respecto a las
percepciones que en la época medieval se tenían sobre el más allá. Tenemos por lo
tanto dos posturas diferentes analizadas en este apartado, por un lado Philippe Aries
entabla una relación frente a las actitudes de la muerte que tenían los individuos y las
colectividades desde la Edad Media hasta la Modernidad. Un estudio que a partir de
diferentes tratados de la época, demuestra la forma en cómo se vivía y se pensaba la
muerte, pero desde un plano físico, es decir, el temor en este mundo por vivir bien, y
estar conscientes de que el individuo debe prepararse para la muerte. Por otro lado,
Le Goff establece un estudio de cómo la mentalidad se modifica incluso en cuestión
de percepciones, en inventar un lugar que aunque no se ve, modifica incluso la
concepción de una estructura social, es un trabajo sobre lo físico y lo imaginario.
Tenemos por lo tanto dos perspectivas, una desde el estudio de las actitudes, y otra,
desde el análisis de las percepciones.

Los ejemplos aquí mostrados sirven como fundamento para entender la


ambigüedad de las mentalidades. En donde no existe en realidad una propuesta
precisa metodológica y teórica para establecer pautas generales de cómo debe
hacerse o a qué se refiere cuando se habla de mentalidades. No obstante, existe una
preocupación común por lo racional y lo abstracto de una sociedad, en ese sentido
podría considerarse que efectivamente, la historia de las mentalidades es más un
tema, que una disciplina, pero difiero al respecto, puesto que las diversas formas de
hacer este tipo de historia, han ido perfilando el quehacer de los historiadores
preocupados por entender y explicar la mentalidad de una época.

CUANDO LO MENTAL SE VUELVE PERCEPTIBLE.

En este último apartado habría que debatir un aspecto que es fundamental de


la obra de Le Goff en el Nacimiento del Purgatorio, y es que desde un primer momento
se lanza una tesis bastante precisa que sirve como ejemplo para reflexionar en torno
a cómo aproximarse a historiar una mentalidad. Este argumento tiene que ver con la
idea de estudiar un lugar inventado. Más importante aún será el descubrir cómo esa
invención o construcción mental modifica las estructuras sociales, y además las
percepciones temporales y espaciales.
De esta manera habría que pensar hasta qué punto una creencia modifica en
diferentes aspectos la vida de una sociedad. Le Goff lo ha realizado con el Purgatorio,
entendiéndolo como una construcción que cambió las percepciones espacio-
temporales de una colectividad. Y en este sentido, si se altera la concepción del tiempo
y el espacio también sucede con la forma en cómo se ve el mundo. La transformación
simbólica de ambos conceptos trae también un cambio mental que repercute
directamente en la forma de vida de las personas.

A continuación viene otro factor importante, el papel de las palabras para


comprender la red de significados que se entretejen a su alrededor. Del lenguaje como
medio por el cual se crea la realidad, se conoce y se interpreta. El Purgatorio más que
una simple palabra denota en su interior toda una concepción mental de la época
medieval. El sólo escuchar el vocablo nos remite aún en la actualidad a imaginarnos
una vida en el más allá, pero no sólo es la imagen que se tiene al respecto, sino el
proceso histórico bajo el cual se construyó y se dotó de significado. En este sentido,
para los historiadores de las mentalidades, es importante entender como una palabra
sirve para aportar elementos cronológicos para la elaboración de una historia de los
imaginarios sociales. ¿Cómo fechar una creencia? El carácter temporal de las ideas.
Una creencia que transcurre dentro de una larga duración, una creencia que nace, se
estanca, muere en ciertos ángulos, pero que trasciende y termina por convertirse en
un testimonio.

La espacialización del pensamiento. Este es el punto clave de su obra, ya que


es el momento en que una idea adquiere un carácter de espacio, que ocupa un lugar,
y por lo tanto adquiere características imaginarias perceptibles. Es decir, que lo
imaginario tiene la cualidad de volverse sensible, así como el Purgatorio pasó a formar
parte del imaginario colectivo de la sociedad medieval, en donde además a partir de
obras como la Divina Comedia de Dante, esa percepción se volvió una imagen
concreta. En este punto es indispensable entender por lo tanto cómo Jacques Le Goff
establece que en la construcción del Purgatorio como lugar, aunque abstracto, éste
modificó también la organización del espacio, desde lo social, lo político y hasta lo
ideológico. Se volvió así una conjunción entre los espacios físicos y los espacios
simbólicos. Un cambio de pensamiento que ligó el mundo de los vivos, con el mundo
de los muertos.

La perceptibilidad de lo mental es el concepto clave para hacer historia de las


mentalidades, y es que cómo historiar lo mental cuando no se han dejado huellas que
permitan al investigador ver cómo se percibía algún acontecimiento. En este sentido,
habrá que buscar en las fuentes estas percepciones, pero además habrá que
construirlas. El trabajo del historiador de las mentalidades no se limita sólo a
describirlas, sino también a recrearlas. Volver perceptible lo mental es trabajo del
historiador. Sus investigaciones habrán de convertirse en un microcosmos que vuelvan
a la vida al menos una parte de la colectividad, como lo ha hecho en este caso Jacques
Le Goff, para la sociedad del medievo.

CONSIDERACIONES FINALES

En este ensayo se ha elaborado un debate respecto a la historia de las


mentalidades. Desde una visión teórica se ha tratado de definir cuáles son los rasgos
característicos que sirven como base para comprender la forma de hacer historia de
una postura historiográfica que se mantuvo en constante construcción. Restaría por
debatir las semejanzas, diferencias y aproximaciones entre esta postura y la historia
cultural, para entablar una discusión entre corrientes que han sido criticadas por el
hecho de tener un carácter ambiguo. Aun así, hay que recordar que cuando hablamos
de corrientes historiográficas hay que entenderlas como continuidades, no como
fragmentos, pues sería un error analizar estas posturas como espontáneas, que no
guardan ninguna relación entre sí. En el proceso de la teoría histórica, los paradigmas
se han ido entretejiendo como un hilo de Ariadna, es papel del historiador seguir esa
línea y abonar en el trayecto.

BIBLIOGRAFÍA:

Aries, Philippe. Historia de la muerte en occidente. Desde la Edad Media hasta


nuestros días. Barcelona: Acantilado, 2011.

Burke, Peter. Formas de historia cultural. Madrid: Alianza, 2000.


Darnton, Robert. El beso de Lamourette. Reflexiones sobre historia cultural. Buenos
Aires: Fondo de Cultura Económica, 2010.

Le Goff, Jacques. El nacimiento del Purgatorio. Madrid: Taurus, 1989.

Le Goff, Jacques, y Pierre Nora. Hacer la historia. 3 vols. Barcelona: Laia, 1978.

Vovelle, Michel. Ideologías y mentalidades. Barcelona: Ariel, 1985.

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