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Atte. MD
Índice
Sinopsis Capítulo 14

Capítulo 1 Capítulo 15

Capítulo 2 Capítulo 16

Capítulo 3 Capítulo 17

Capítulo 4 Capítulo 18

Capítulo 5 Capítulo 19

Capítulo 6 Capítulo 20

Capítulo 7 Capítulo 21

Capítulo 8 Capítulo 22

Capítulo 9 Capítulo 23

Capítulo 10 Capítulo 24

Capítulo 11 Epílogo

Capítulo 12

Capítulo 13
Sinopsis
Lucian Marcello es consciente de las expectativas que lo siguen como el hijo
mayor de uno de los más infames de América del Norte Don de Cosa Nostra. La
familia en su mundo es más que sangre y compartir un apellido. Es el honor, el
respeto, los negocios y la vida. Ser un Capo es solo un trampolín hasta que es hora
de que asuma el papel de segundo al mando, pero una reunión casual con ella
podría ser la única cosa para que él arriesgara todo.

Es exactamente lo que no sabía que estaba buscando.

Jordyn Reese pasa su tiempo tratando de permanecer bajo el radar de un


hombre que no pensaría dos veces antes de matarla. Afiliada involuntariamente a
un peligroso MC, su vida está dominada por los hombres que la rodean y su futuro
descansa únicamente en lo útil que puede ser para ellos. Lo último que necesita es
que algún mafioso le gane más atención indeseada del club.

Él es todo lo que debe alejarse, pero no puede.

Notoriamente violento cuando se trata de conseguir lo que quiere, Lucian no se


detendrá ante nada para hacer desaparecer el objetivo de la espalda de Jordyn. Pero
a veces las peores amenazas son las que no puedes ver hasta que es demasiado
tarde. La verdad detrás de la historia de Lucian está a punto de tomar el centro del
escenario en más de una forma, y lo salvará... o lo matará.

Este mundo deja a todos un poco sucios.

●●●

Filthy Marcellos: La Cosa Nostra no es solo una elección de régimen y rutina,


es una cultura. Nacidos como la realeza de la mafia, los hermanos Marcello se
criaron arraigados con las creencias y las reglas de lo que significaba ser un príncipe
mafioso. Es para toda la vida. Su estatus se considera un derecho dado. Siempre
serán estas personas. Siempre serán Marcello.
Capítulo 1
Luciano Grovatti, de ocho años y agachado, esperaba que nadie pasara por el
callejón oscuro y viera su pequeña figura descansando junto al basurero del
restaurante. La carretera y la acera parecían ocupadas esta noche, pero él se
arriesgó de todos modos. Era el mejor lugar para encontrar comida, incluso si era
peligroso. En más de una ocasión, había oído gritos procedentes del interior del
negocio. Siempre se aseguraba de salir corriendo lo más rápido posible cuando eso
sucedía.

El callejón olía horrible, a basura y muerte. Pero hacía calor, y el techo


inclinado proporcionaba refugio de la humedad de la primavera en la ciudad.
También era relativamente más caliente debido a los respiraderos de calefacción
soplando una corriente constante del aire caliente del interior del negocio.

Pronto, cumpliría nueve años.

No era así como pensaba que pasaría alguno de sus cumpleaños.

¿Cuántos cumpleaños había pasado desde que había estado en la calle?

Alzando su mano sucia, Luciano marcó las estaciones que había visto ir y
venir. Primavera, otoño, invierno y verano. Se repitieron dos veces. Dos años,
pensó. Era un tiempo terriblemente largo para un niño viviendo en las calles de
Nueva York, esconderse en los callejones para encontrar comida y luchar con los
precaristas más viejos por un refugio seguro para dormir.

Luciano no conocía otra manera.

Por lo menos estaba lo suficientemente caliente como para mantener los


temblores a raya esta noche.

—¿Tienes hambre, hijo?

La voz salió de la nada. Era oscura y profunda, de un hombre. También era


vagamente familiar. Hablaba italiano, no inglés, aunque Luciano hubiera entendido
cualquiera de los dos idiomas. Los ojos de Luciano se abrieron a la oscuridad,
miedo saturando sus entrañas. Al instante su mirada barrió la abertura del callejón
para ver si alguien se había deslizado y lo había visto cuando dejó caer su guardia.

¿Qué tan estúpido podría ser?


Mirando hacia atrás por encima de su hombro, Luciano miró directamente a
los ojos verdes de un hombre que se arrodilló hasta su nivel. Algo cálido, oloroso y
azucarado flotando bajo la colonia del hombre. Con su traje limpio y apretado, el
hombre parecía casi caído del cielo al sucio y diminuto Luciano. Incluso sus
zapatos brillaban en el callejón húmedo.

Sosteniendo un paquete, el hombre dijo—: Tómalo.

Luciano vaciló. —No, gracias.

—No te hará daño, te lo prometo. Son solo galletas. Con chispas de chocolate.
Recién salidas del horno. Mis favoritas.

Luciano se seguía negando a tomar el paquete. Encerrado en un concurso de


mirada fija con el hombre desconocido, el chico sintió que los ojos que lo miraban
lo buscaban visualmente. Cuidadosamente, una mano se extendió y cepilló el
cabello demasiado largo de la frente de Luciano con una ternura que lo asustó.

Como un ratón asustado, Luciano retrocedió rápidamente, su columna


golpeándose contra el contenedor. El hombre frunció el ceño ante la evidente
demostración de miedo. —No te haré daño, hijo. Nunca podría hacerte daño.

¿Qué quería este hombre de él?

—¿Tu nombre? —preguntó el hombre en italiano.

Luciano gimió. —Por favor, no me hagas daño.

—Dije que no lo haría. Tu nombre, hijo.

—Luciano.

—¿Tu apellido? —preguntó suavemente—. Por favor, dime el nombre que te


dio tu padre.

Luciano negó. Era algo que sabía que nunca debía contar, a nadie. Su madre
había sido inflexible, su apellido no era algo seguro para decir en voz alta. Había
gente que lo lastimaría solo por saber de dónde venía.

Suspirando, el hombre se frotó la frente. —¿Cuánto tiempo has vivido así,


entonces?

Levantando la mano una vez más, Luciano le tendió dos dedos.

El hombre se estremeció. —¿Y tu madre?

—Me dijo que me escondiera.

—Por supuesto que lo hizo. —El hombre se levantó, sacudiéndose las


piernas—. Creías que tenías cuidado, hijo, pero mis hombres te han visto por aquí
más de una vez. Soy dueño de este restaurante. Lo único que les impidió asustarte
fue que te oyeron murmurar en italiano. Cuando te describieron... tuve que verlo
por mí mismo.

¿Ver qué?

Luciano no pudo sostener la mirada del hombre. Pasó de la búsqueda a la


tristeza y la compasión. —Por favor, señor, si prometo no volver aquí, ¿me dejará
ir?

—No.

—¿Q… qué? ¿Por qué?

—Conocí a tu padre, hijo. Era mi mejor amigo. Estaría muy decepcionado


conmigo si te dejo seguir así.

Luciano se obligó a tragar el mal sabor de boca. —¿Mi padre?

—Me llamo Antony. Yo era, como tu padre, un caporegime1. Yo soy el jefe


ahora. El jefe, hijo. ¿Entiendes lo que significa?

Los borrosos recuerdos brotaron. Palabras de hombres que Luciano no


conocía, aunque sabía que su padre era uno de ellos. La Cosa Nostra. La familia.
Su madre, una goomah2 para su padre.

Antony hablaba de nuevo, sacando al chico de sus pensamientos. —Conocí a


tu madre, pero no sabía de ti hasta después. Y por eso, lo siento mucho.

—¿Momma3? —Luciano se las arregló para preguntar.

Antony asintió con la cabeza, sonriendo con fuerza. —¿Quieres dormir en una
cama esta noche, Luciano?

—Yo... —¿Podría confiar en este Antony?

—Tengo dos hijos pequeños —continuó Antony, su tono cada vez más
suave. Dante y Giovanni. Dante acaba de cumplir los ocho. Gio tiene seis, casi
siete. Apuesto a que les encantaría conocerte y tener a alguien nuevo con quien
jugar.

—Me dijo que me escondiera —dijo Luciano en voz baja, necesitando que el
hombre lo entendiera—. No debería.

1
En italiano. Término utilizado en la mafia para referirse a un miembro de alto rango, semejante a
un capitán a cargo de un grupo de soldados.
2
En italiano. Esposa de un mafioso.
3
En italiano. Mami.
—Ya no tienes que ocultarte, ¿de acuerdo? Hice que los hombres que hirieron a
tu madre y tu padre se fueran. Soy el jefe, ¿recuerdas?

—Jefe —repitió Luciano.

—¿Una cama? —preguntó Antony una vez más.

—Por favor.

La sonrisa de Antony se convirtió en una brillante. Entonces, dos hombres se


deslizaron en la boca del callejón, iluminándolo. Uno sostenía una manta, mientras
que el otro simplemente permanecía silencioso y estoico con los brazos cruzados.
Con un chasquido de dedos de Antony, el hombre con la manta entró más y le dio
la manta a Antony. Él la usó para cubrir a Luciano sin decir una palabra.

—¿Quiere que lo lleve, jefe?

—No —dijo Antony firmemente, apenas mirando al otro hombre—. Él será


criado como mi hijo, ahora. Yo lo llevaré.

Mi hijo.

Antes de que Luciano pudiera decir una palabra, se encontró elevado por
Antony como si no pesara nada. Instintivamente, envolvió sus brazos alrededor del
cuello del hombre y sus piernas alrededor de su cintura. Antony dejó escapar un
suspiro tembloroso en respuesta, pero no dijo nada sobre el olor persistente en el
muchacho o la suciedad manchando su prístino traje.

—A partir de ahora, te llamaremos Lucian. Lucian Marcello. ¿Lo entiendes?

Luciano asintió. —Si4.

—Vamos a casa, Lucian. Mi esposa ha esperado mucho tiempo para conocerte.

●●●

Lucian se despertó con una sacudida. El sudor se deslizaba por su piel, dejando
gotas de transpiración salpicando su pecho desnudo. Por un breve instante, se
esforzó por adaptar sus ojos a la habitación oscura, pero no tardó en recordar
dónde estaba, ni en el espacio familiar para infundir comodidad en sus músculos
repentinamente doloridos con sus viejos recuerdos.

No soñaba con esa noche en Brooklyn a menudo, ya no. A veces se metía en su


mente y no lo dejaba ir. El recuerdo en sí no era una pesadilla. Antony lo sacó de
las calles, dándole una casa, hermanos, madre y padre, había sido lo mejor para
Lucian. Era todo lo demás que rodeaba esa noche, las cosas que vinieron antes...
ahora esas eran las pesadillas.

4
Italiano original.
Lucian soltó un fuerte suspiro, pasándose los dedos por el cabello mientras se
sentaba en su cama. Tanto como lo intentó, no pudo encontrar una buena razón a
por qué estaba soñando esa noche. No era como si sus padres biológicos estuvieran
en su mente últimamente.

Tenía padres, unos que lo amaban mucho.

Lucian no quería nada cuando creció en la casa Marcello, aunque lo llevara a


dormir en un armario antes de sentirse cómodo con el tamaño de su nuevo cuarto.
Su vacilación para confiar en Antony o en Cecelia, la madre adoptiva de Lucian…
había roto sus corazones, pero le dieron espacio y tiempo hasta que estuvo listo
para todo ese amor, apoyo y cuidado que le dieron.

Sus nuevos hermanos eran los más acogedores, y probablemente los más
aterradores. Tan divertido como era ahora, los dos chicos llenos de nada más que
pis, energía y una gran cantidad de malas palabras italianas asustaron a Lucian. A
ellos les gustaba la casa, tanto como a los adultos. Dante era el mayor de los tres
chicos Marcello, aunque Lucian era más alto que él por unos centímetros.
Giovanni, Gio para su familia y amigos, definitivamente era el más inteligente y
astuto de los tres, siempre llevándolos a algún tipo de problemas y después
escurriéndose después cuando eran atrapados.

Lucian tenía buenos recuerdos de su infancia tardía. Antony y Cecelia le


habían dado todo lo que había perdido, e incluso las cosas que no tenía antes de la
muerte de su madre.

Tampoco le ocultaron la verdad.

La madre que tanto adoraba era para todos los propósitos, la amante de su
padre. Alguien a quien amaba, sí, pero no a alguien con quien estuviera dispuesto a
casarse o dejar a su esposa. Después de todo, el matrimonio era de por vida en su
mundo. No tenía que ser sobre el amor, y el matrimonio de su padre ciertamente no
fue sobre eso.

John Grovatti se casó con su esposa en un acuerdo hecho entre su propio padre
y el padre de su esposa. Su esposa, Kate, una cosa viciosa en más de una forma.
Mintió sobre el padre de Lucian a su papi, diciéndole cómo de horrible la trató su
marido, cómo la golpeó, y cómo no compartiría su cama porque estaba demasiado
ocupado en la cama de otra mujer.

Bueno, al menos esa última no era una mentira total.

No hace falta decir que hubo consecuencias para las acciones de John.

Un jefe no necesitaba tener permiso para hacer la llamada para dar un golpe,
no importa quién fuera.
—Cazzo5 —dijo Lucian con voz entrecortada, quitándose las sábanas y
moviendo sus pies descalzos al frío piso de madera—. Maldita sea.

Aquellos no eran los recuerdos o cosas en las que quería pensar esta noche. Era
sábado y los hermanos Marcello siempre pasaban la noche en casa de sus padres y
asistían a misa al día siguiente como una familia. Su madre siempre hacía un festín
en el desayuno, iban a misa y luego pasaban el día juntos, terminando la noche con
una cena familiar y bebiendo. Era algo que hacían desde que el primer hijo se
mudó, siguiendo hasta el último. No había negocios los domingos, pero tampoco
había descanso.

Aquí, Lucian no tenía su bolsa de boxeo para sacar sus frustraciones hasta que
estuviera demasiado agotado para permanecer despierto un segundo más. En
cambio, se dispuso a remover la mesita de noche con la esperanza de que su madre
no hubiera limpiado sus vicios.

Por supuesto, Cecelia lo había hecho.

Lucian se sorprendió de que no le hubiera dado un discurso cuando los


encontró.

Más agitado que antes, salió de la cama, agarró el pantalón de chándal que
había tirado y se lo puso. No le tomó mucho tiempo comenzar su caminata
silenciosa por el segundo piso de la casa de tres niveles como lo había hecho tantas
veces. Si no había nada para calmar sus nervios hiperactivos en su viejo dormitorio,
encontraría algo en el despacho de su padre.

Después de todo, a Antony le gustaba su whisky y sus puros. Además de eso,


tener veintisiete no hacía mucho por la moderación de Lucian cuando quería algo.
Al igual que el resto de los hombres de su familia.

Tal vez era una cosa de los Marcello.

Lucian tropezó, aun sintiendo su sueño, en el despacho de su padre y encontró


exactamente lo que no esperaba. Antony estaba detrás de su escritorio, sorbiendo
de un vaso medio lleno de líquido ámbar, mientras Dante estaba tendido sobre el
sofá de cuero, asintiendo a lo que su padre había dicho antes de que Lucian llegara.

Antony apenas miró por encima de su vaso. —¿No tienes ropa que ponerte?

Lucian se encogió de hombros, sin importarle que estuviera medio desnudo.


No pensé que nadie estuviera despierto.

—Espero que hayas traído algo mejor para llevar a la iglesia por la mañana
aparte de sudor y esos vaqueros que te gustan. Tu madre no apreciará que vayas a
misa todo oscuro de nuevo, Lucian.

5
Mierda en italiano.
Dante resopló en silencio. —Mamá se asegurará de que esté vestido. Su
armario ahora tiene seis trajes Armani a medida, y creo que ella había enviado
algunos aquí para que no pudieras actuar como si los hubieras olvidado.

Bueno, esta conversación no iba a ninguna parte, decidió Lucian.

—Vaffanculo6 —murmuró Lucian, diciendo efectivamente a su hermano que se


fuera a la mierda—. Déjame en paz. No es normal usar traje todos los días de la
semana, ¿de acuerdo? Los uso de lunes a sábado, de todos modos. Lo menos que
puedo tener para los domingos es usar lo que quiera.

—Es bueno estar vestido apropiadamente —añadió su padre—. Y cuida tu


lenguaje.

—Lo que sea.

—¿Qué estás haciendo despierto? —preguntó Antony, poniendo su vaso sobre


la mesa.

Los nervios de Lucian crecieron bajo el escrutinio de su padre y hermano.


Nada. Algo me despertó, un ruido, tal vez. ¿Dónde está Gio?

No era propio de su padre tener una reunión con un hermano y excluir a los
demás. A Lucian no le gustaba eso.

Dante agitó una mano en el aire, sin importarle. —Dormido por las bebidas
que tomó antes de arrastrarse a la cama.

Lucian miró a su padre por el rabillo del ojo. No era exactamente un secreto
que el hijo menor de los Marcello tenía sus problemas. La mayoría se giraban en
torno a su gusto por el alcohol y a veces por las cosas un poco más difícil que la
bebida. Ser el menor permitía un cuarto de pierna más de movimiento que los otros
dos, pero Lucian sabía que Antony estaba a dos pasos de enviar a su hijo menor a
rehabilitación fuera del país para organizar su mierda si no podía hacerlo él mismo.

—¿Fue malo? —preguntó Lucian.

—No condujo a casa y vino para la iglesia mañana —dijo Antony—. Fue
mejor que la semana pasada.

—Tal vez debería mantener un ojo…

—No, no hagas nada —interrumpió Dante con firmeza—. Aún no. Dale la
oportunidad de manejarlo.

Lucian le lanzó una mirada a su padre, le preguntó en silencio si eso era lo que
quería. Antony no dijo nada, solo se encogió de hombros antes de agarrar su copa y
tomar otro trago de lo que Lucian sospechaba que era whisky.

6
Jódete en italiano.
—Solo digo que podría mantenerlo un poco más cerca.

—Claro —dijo Antony, asintiendo—. Pero ¿de qué sirve eso, Lucian? Hasta
ahora, ha mantenido los problemas fuera del negocio. Espero que pueda
permanecer así. Si no lo hace...

Lucian frunció el ceño. —Pero…

—Pero nada. Tiene veinticinco años casi veintiséis, no es un niño.

Sí, pero Gio todavía era su hermano menor.

Lucian miró hacia el gran y adornado reloj en la esquina de la oficina. La hora


decía que era bien pasada las dos de la mañana, haciéndole saber que era domingo.
Ahora, estaba realmente curioso en cuanto a la razón de la reunión nocturna en la
oficina de Antony que no lo incluía, o a Gio, y era, obviamente, de alguna manera
sobre negocios.

No hay negocios los domingos. Era una regla.

Al igual que vestirse bien, no importa lo que la opinión pública decía. Incluso si
estuvieran en la lista del Departamento de Defensa de las principales familias del
crimen organizado en América del Norte por su influencia en comercio de drogas y
armas. Sin mencionar extorsión, contrabando, juego, lavado de dinero... la lista
sigue.

En realidad, había bastantes reglas.

Siendo italiano, nacido en la familia Cosa Nostra era todo sobre vivir la vida
como un Marcello.

Familia. Honor. Dios.

La famiglia. Onore. Dio.

Codicia. Dinero. Negocios.

Todo lo necesario para ser manejado solo así. La apariencia era importante. La
familia lo era todo. Se esperaba orgullo y valentía. Como era la crueldad que los
enemigos habían llegado a esperar cuando se cruzaba un Marcello. Tenían que
mantener la cabeza en alto, sin importar la situación en la que estuvieran. Nunca
salían de su casa sin un arma a mano. No se debía hablar, asociarse o confiar en un
policía.

Lucian entendió cómo trabajar y usar su propia arma cuando tenía doce años.
A los trece, estaba desmontando y armando armas de asalto. Cuando era niño,
sabía que el sótano y el ático no eran lugares a los que se le permitía jugar o
explorar como cualquier otra habitación de la casa porque su padre tenía una gran
colección de armas ilegales en uno y múltiples envíos y salidas de drogas y
sustancias en el otro.
No eran buenas personas. Lucian tampoco quería serlo.

Pero estaba orgulloso de su familia. Solo eran quienes eran.

—¿Negocios un domingo, papá? —preguntó, asintiendo con la cabeza al reloj.

Antony frunció el ceño ante su escritorio. —No nos dieron muchas elecciones.
Siéntate, podemos hablar ahora, supongo. No le digas a Cecelia.

Hizo lo que le dijeron, descansando su cuerpo hacia abajo en una de las sillas
de negocios de su padre, que siempre estaba frente a su escritorio. —¿Quieres que
vaya a buscar a Gio?

—No, es probable que esté demasiado borracho para entender la gravedad de


esto. Hablaré con él después de la misa.

Lucian se sentó un poco más recto en la silla. Esas palabras no eran buen
augurio. —¿Qué está pasando?

—Sabes, me gustaría que dejaras de marcar tu piel con esa horrible tinta,
Lucian.

Sonriendo, Lucian se encogió de hombros. Tenía muchos tatuajes. Todos eran


importantes a su manera. El más reciente estaba sobre su pecho, de una clavícula a
la otra en una elegante línea. Decía: This Thing of Ours. Era, esencialmente, La Cosa
Nostra en inglés. Por lo general, su padre miraba por encima de sus tatuajes con el
desprecio de un hombre que no le gustaba la tinta, pero rara vez decía nada. Esta
decepción vocal era nueva.

Dando a su hermano una ceja arqueada sobre el hombro, Lucian se preguntó


qué diablos ocurría con su padre. Dante había venido a sentarse en el sofá también,
una seriedad oscurecía sus rasgos amigables. No es que Dante fuera
particularmente amable con alguien fuera de su familia y negocio.

—¿Es la noche de meterse con Lucian, o qué? —preguntó Lucian con


sarcasmo.

—Por lo menos puedes ocultarlos, supongo —dijo Antony, ignorando la


observación de su hijo—. Si Gio tiene otro tatuaje en su cuello donde pueda verlo
cuando está usando una camisa de vestir, lo voy a quemar con un cuchillo ardiente.
Vera cómo le gusta el dolor, entonces.

Lucian se estremeció, pero lo escondió lo suficiente. Antony no hacia


amenazas en vano. Incluso si fueran a sus hijos.

—Voy a mantener la tinta al mínimo —dijo Lucian para aplacar a su padre.

—Haz eso.

O simplemente mantendré mi camisa para que no los puedas ver, pensó en silencio.
—¿Entonces qué hay de nuevo?

Antony terminó de beber su vaso de whisky antes de hablar. —A eso de diez


minutos después de medianoche, hubo un tiroteo entre las autoridades y el club de
motocicletas “Los Hijos del Infierno” que he estado vigilando.

El interés de Lucian estaba definitivamente en su punto máximo. —¿Oh?

—Fuera de mi casino.

Mierda.

—Eso es ridículo.

Antony asintió brevemente, ira nublando su rostro. —No me importa su


negocio. Les he dejado hacer sus tonterías en mi territorio porque realmente, no me
está afectando. Ellos pagan una saludable deuda a los capos para mantener su paz y
lugar, al igual que cualquier otra droga o traficante de armas que trabajan en mi
territorio. Siguen mis reglas. No los culpo por eso.

—¿Pero? —preguntó Lucian, sabiendo que había más.

—Pero esto es diferente —dijo Dante—. Nos da atención que no necesitamos.


Hacemos todo nuestro negocio por lo bajo, y lo último que tenemos que ser, o
incluso pensar en ser, es estar con una pandilla de motoristas famosos por su
derramamiento de sangre y drogas.

—¿Cómo si no lo estuviéramos? —preguntó Lucian.

Antony rio entre dientes. —Al menos somos pecadores bien vestidos.

Bueno, el dinero les daba eso.

Lucian todavía no sentía que obtenía toda la historia. —¿Qué me estoy


perdiendo?

—Esta vez han ido demasiado lejos. —Antony suspiró, un cansancio que se
reflejaba en sus ojos verdes—. Esta guerra que han declarado con la policía
ciertamente ha mantenido a todo el departamento fuera de nuestras espaldas por un
tiempo. Pero está mal, Lucian. Una pareja estaba recogiendo a un amigo en el
casino. Tenían un bebé en el asiento trasero del sedán. La familia fue asesinada, así
como tres agentes de policía y un miembro del MC.

Oh, mierda. Lucian sintió que una enfermedad se elevaba en su tripa como un
veneno. —Papá, no puedes culpar...

—No son los primeros inocentes en ser asesinados en este lío que los motoristas
crearon —continuó Antony, sin verse afectado—. Y aunque todos entendemos que
los daños colaterales ocurren, claramente no saben cuándo detenerse. No voy a
tener mis negocios y familiares afectados por su lío.
—Vamos a hacer que paren —dijo Dante, acercándose a la silla de su hermano.

—¿Qué, sacar una Montreal?

Hace un par de décadas, una familia de crimen italiano en Montreal, Canadá


intervino durante las guerras territoriales entre las pandillas rivales para poner fin a
la sangre y violencia. Curiosamente, funcionó.

Antony le dirigió una mirada de desdicha. —No diría eso. Esto no es un par de
bandas de niños lanzándose plomo. Esta es la policía y una pandilla de motoristas
bien conocida y bien organizada que cuenta con más de ciento cincuenta clubes en
todo Estados Unidos y algunos en Canadá. No va a ser una cosa fácil, pero tiene
que parar.

El miedo era un gran motivador.

La familia Marcello era seguramente lo suficientemente grande como para


poner peso aquí.

—No, probablemente no es fácil —aceptó Lucian—. Pero ¿qué haremos?

—Quiero que termine —dijo finalmente su padre, con una tristeza en su


tono. Vamos a sentarnos y hacer una lista de nombres importantes. Podemos
establecer fácilmente algo para reunirnos con el presidente del club y con él quien
quiera ahí.

—¿Y si no toman tu... consejo... en serio? —preguntó Lucian.

—Comenzaremos a separar a los nombres hasta que lo hagan —terminó Dante


por su padre.

Sonaba bastante simple, ¿no?

Rara vez lo era.


Capítulo 2
La iglesia siempre era un jodido espectáculo.

Lucian entendía la importancia que su madre y su padre tenían en la religión, y


los respetaba incluso por ello, pero eso no significaba que especialmente le gustara.
La misa los domingos era un evento de al menos cuatro horas, porque la
congregación de su iglesia era masiva. Nunca terminaba.

Pero, por qué a Lucian no le gustaba el evento, era porque se sentía como una
pulga bajo un microscopio. La familia Marcello había asistido a esta iglesia desde
que el bisabuelo de Antony salió del barco de Sicilia hace noventa y tantos años.
Fueron grandes donadores de la iglesia, por no mencionar las muchas caridades
que financiaron.

Después de todo, tenían tanto dinero cuando otros tenían tan poco. Al parecer,
la iglesia no daba una mierda de dónde provenía el dinero, o cómo se hizo, siempre
y cuando los bolsillos estuvieran siempre llenos.

Sin embargo, la congregación lo sabía. O así parecía.

Probablemente no ayudaba sin cuestionar o incitar, el primer banco estaba


reservado solo para la familia de Antony. Nadie tomaba su lugar. Cuando llegaron
a la iglesia, estaba casi llena. Caminar fila tras fila de gente que no podía dejar de
mirar y susurrar era molesto.

Eran caras reconocibles. Cada hijo Marcello llevaba una fortuna detrás de su
nombre y un aura de peligro mezclado con una gran dosis de carisma y encanto.
No parecía importar que su nombre llevara también el peso del crimen organizado
y un legado de Cosa Nostra. Buena apariencia, una sonrisa maliciosa como el
infierno, y un buen auto arreglaban toda la preocupación. Eran un conjunto
espléndido; en forma y altos. Siempre con trajes ajustados que costaban más de lo
que la mayoría de la gente que asistía a la iglesia ganaba en un mes.

Las revistas los catalogaban como tres de los solteros más codiciados de Nueva
York. Rara vez eran fotografiados con mujeres cuando salían, pero eso era de su
elección. Era más fácil dejar que el público especulara sobre los accesos más
privados de sus vidas que dar un espectáculo completo. Aparte de eso, ninguna de
las mujeres con las que se mezclaban era el tipo de mujeres que cualquiera de los
chicos quería que el público considerara como algo que no fuera exactamente lo
que eran.

Una follada. Algo sucio y rápido. Un infierno de tiempo divertido.


Definitivamente no era una mujer que llevaran a casa a Antony o a Cecelia. Y
si no la llevaban a casa, era un hecho bien conocido que su madre y padre no
querían leer sobre las actividades extracurriculares que sus hijos pueden o no tener
con dichas mujeres. Era una cosa de respeto.

Otra regla que añadir a la pila.

Muy simple.

De vuelta en el banco, Lucian suspiró frustrado. Los asientos para su familia


siempre seguían el mismo orden cada domingo. Su madre siempre se sentaba a la
izquierda de Antony, Dante a la derecha de su padre, seguido por Lucian, y
finalmente Gio. Era, básicamente, la jerarquía de la familia.

No importaba que Antony fuera el Don, el jefe de la familia del crimen de


Marcello, Cecelia era la jefa de su familia. De ninguna manera la jerarquía
significaba para denotar la importancia de alguien en la familia, por así decirlo,
pero mostraba muy claramente quién era quién.

Cecelia era la esposa y la madre. La persona más importante para todos los
Marcello. Era la socia elegida de Antony, su igual. Dante, tanto en el negocio como
en asuntos privados, era la mano derecha de su padre, el subalterno de la familia.
Lucian, un capo, era la de su hermano. Gio, también un capo dirigiendo su propio
equipo en el lado oeste, llega al final. No era que el hijo menor no pudiera manejar
que le dieran más responsabilidad, podía, lo hacía especialmente bien. Su corta
edad le dio la capacidad de relacionarse con los hombres más jóvenes de su equipo.
Le respetaban muchísimo más que a algunos de los mayores.

Todo el mundo sabía que cuando Antony finalmente entregara su posición, su


título de jefe iría a Dante. Lucian, por otra parte, secundaría a su hermano menor
como su segundo al mando. El destino de Gio era todavía indeterminado, pero esa
era su elección. Siempre había sido así, incluso cuando eran niños.

Hoy en día, sin embargo, el arreglo de asientos en la iglesia era diferente.

Lucian estaba sentado al lado de su madre, mientras que Gio estaba sentado
donde Dante solía estar junto a su padre. Dante, aparentemente sin molestarse por
el cambio de escenario, estaba al final, dándole la mínima atención al sacerdote.

No fue el cambio de asientos que puso a Lucian al borde. No le importaba una


mierda dónde se sentaba, en realidad. Estaba seguro de que muchas personas de la
congregación estaban curiosas por el cambio repentino después de más de una
década de la familia que se sentaba exactamente en el mismo orden, pero no le
importaba. Era el hecho de que sentado a dos asientos de su madre como
normalmente lo haría, Lucian podía por lo menos mirar las pinturas que cubrían las
paredes, o el alto techo abovedado. Allí, podía perderse en cualquier cosa que no
fuera el zumbido del sacerdote predicando a un hombre que se preocupaba muy
poco por las palabras que decía.
Pero no. Sentarse junto a su madre significaba que la atención de Lucian estaba
siendo cuidadosamente monitoreada.

Se estaba volviendo loco.

Un suave toque de la mano de su madre en su rodilla sacó a Lucian de sus


pensamientos. Había dado a su mente distraída el tiempo suficiente para escuchar
al Padre Pedro pedir que la congregación se levantara por última vez y unirse a él
en una oración final. Mientras se levantaba, Lucian hizo una oración silenciosa de
agradecimiento por la larga mañana que terminaba.

Maldición, estaba hambriento como el infierno.

La oración, tan familiar como la iglesia en la que se encontraba, se decía en voz


baja y segura. Haciendo la señal de la cruz con dos dedos sobre su pecho, Lucian
hizo eco. —Amén.

Desafortunadamente, cuando se volvió para irse como todo el mundo, Cecelia


bloqueó su camino, su mano descansando en su brazo. —Siéntate, querido
murmuró suavemente.

Lucian frunció el ceño, mirando por encima de su hombro, viendo cómo sus
hermanos y padre comenzaban a presentarse al resto de la congregación. Ni
siquiera miraron para notar que los otros dos miembros de su familia se quedaron
atrás. Sin molestarse en discutir, ya que no tenía sentido hacerlo cuando se trataba
de Cecelia Marcello, Lucian se sentó de nuevo en el banco.

Vestía como un domingo por la mañana como siempre. Tenía el cabello


recogido en un moño impecable, y ni un solo mechón color chocolate fuera de
lugar. Cecelia no usaba mucho maquillaje, ya que no lo necesitaba, pero el poco
que tenía estaba perfectamente aplicado y moderado. A pesar del oscuro vestido
que llevaba, algo que parecía simple, pero aún muy elegante y apropiado, Lucian
sabía por un hecho que el artículo fácilmente cuesta cinco de los grandes.

Cecelia era un personaje interesante. Era un enigma de muchas maneras. La


gente a menudo la tomaba por su valor nominal. Su belleza y sonrisa fácil. La
amabilidad que retrataba y el genuino buen corazón que realmente tenía.

Lucian sabía que eran estúpidos por pensar eso.

Ella no era simplemente una madre y una ama de casa, como muchos
asumían. Podía cocinar una tarta tan fácilmente como podía cortar la garganta de
un hombre, y no dudaría en hacerlo si era necesario. Cecelia era una de las mujeres
más fuertes y aterradoras que Lucian ha tenido el placer de conocer. Criada en un
hogar más estricto de lo que Lucian podía imaginar, ella era hija de un antiguo jefe
de Cosa Nostra. El mismo jefe que Antony mató más tarde por asesinar a su mejor
amigo.

Sí, eso significaba exactamente a lo que sonaba. La mujer con quien el padre de
Lucian se había casado era la hermana menor de Cecelia.
Sin duda hacía cenas familiares interesantes.

No es que Lucian haya hecho una mierda por Kate.

Sin embargo, su madre lo amaba con tanta ferocidad como a sus hijos de carne
y sangre. Sin duda, la realeza de la mafia era la mejor manera de describir a su
madre adoptiva. Cecelia era completamente italiana. Disfrutaba del estilo de vida
que le proporcionaba su esposo, mantenía a su casa y a sus hijos bajo control y
apoyaba a su familia en todas las aventuras que emprendían, aunque fuera
peligrosa.

Solo el tipo de mujer que Antony quería que sus hijos encontraran, Lucian lo
sabía.

—Tu padre me dijo que te despertaste tarde anoche y que andabas por la casa
—dijo Cecelia, sentándose junto a su hijo una vez más.

Lucian suspiró, alzando la vista hacia el techo como si pudiera tragarlo. ¿Era
ese el plan de su padre, ahora? ¿Convencer a Cecelia que era su culpa que
estuvieran tarde en su oficina?

—Un ruido me despertó, eso es todo. No fue nada.

Cecelia tarareaba desaprobación, lanzándole una sonrisa maliciosa. —Mentir


te sale terrible, Lucian.

Ella siempre sabía. —Lo siento.

—Soy consciente de por qué estabas en la oficina de tu padre después de


despertarte. No me oculta las cosas, ¿sabes?

—Sí, lo hago.

—Un ruido, ¿eh? —preguntó Cecelia.

Lucian odiaba mentir a su madre, por lo que optó por no hacerlo. —Solo un
mal sueño, nada grave.

Cecelia sonrió ante la mirada sorprendida de Lucian. —Las madres lo saben,


querido. Además de eso, últimamente has estado muy distraído. Apenas
mantuviste los ojos en el Padre Pedro hoy.

—Es la iglesia. Siempre me distraigo en la iglesia.

—Cierto, pero no cuando sabes que estoy viendo. ¿Estabas soñando de nuevo
con las calles?

Una vez más, Lucian miró a su madre en un shock confuso. ¿Cómo lo conocía
tan bien? —Tal vez. Como dije, no es nada.
—Quizá. —Asintió ella, aunque no sonaba como si le creyera—. O tal vez tu
subconsciente finalmente está cuestionando todas las cosas que nunca hizo cuando
eras más joven. Siempre hablaremos, si quieres, Lucian. Todo lo que necesites,
Antony y yo te lo daremos. Debes saber esto.

Lucian empezaba a sentirse un poco incómodo con la atención que su madre le


estaba dando. No era como si esto fuera nuevo, porque no lo era. Cecelia era
increíblemente atenta, cuidando y apoyando a sus hijos, pero normalmente no traía
algo a menos que alguien más lo hiciera primero.

—¿Por qué cambiar mi nombre? —preguntó Lucian al azar, sin saber qué más
decir.

—¿No lo sabes?

—No, no lo sé. Nunca me ha molestado antes.

—¿Pero ahora lo hace? —preguntó en voz baja.

Lucian se encogió de hombros. —Tengo curiosidad, supongo.

—Ragazzo dolce —dijo Cecelia, medio reñida, medio calmante—. Dulce niño
dijo. Era un tierno término que usaba para todos sus hijos cuando eran
pequeños—. Así podrías ser quién quisieras. Todavía podrías ser el pequeño
Luciano, o alguien nuevo. Era tu nuevo comienzo. La capacidad de mantener el
recuerdo de tu madre y tu padre, tener un nuevo amor, o dejarlos ir por completo.
El apellido, sin embargo, fue para tu propio beneficio.

—Soy un Marcello.

La mano de Cecelia palpó su rodilla mientras le guiñaba un ojo. —Lo eres.

De pie, Cecelia enderezó la parte inferior de su vestido. —Ahora, ve a la


confesión.

Lucian la tenía allí. —La confesión está programada antes de la misa, y los
sábados por la mañana. Nunca después de la Misa. El próximo domingo, ¿de
acuerdo?

Era más fácil para él simplemente desviar el tema de ir a la confesión en lugar


de decirle a Cecelia que no había ido en años. Después de todo, la confesión era
para aquellos que tenían la intención de confesar todos sus pecados, y
genuinamente deseaba no volver a cometerlos. Lucian no podía decir eso por sí
mismo y sinceramente lo decía en serio.

—El padre Peter está haciendo una excepción para ti como un favor para tu
padre y para mí, querido.

Por supuesto que sí, pensó Lucian frunciendo el ceño.


Cecelia sonrió como solo una madre podría. —Mencionó la semana pasada
que había pasado un tiempo desde que te habló por última vez. Eso no es aceptable,
Lucian.

Maldita sea.

—Merda, mamma7...

—Esa boca, lo juro. No en la iglesia. No más, ha pasado mucho tiempo. Ve,


por favor.

Una vez más, argumentar obviamente no va a funcionar con su madre.

Evidentemente, esa no era una petición con la que se iba a desviar. La


matriarca Marcello siempre tenía sus maneras de conseguir lo que quería.
Concediendo a la demanda de su madre, Lucian asintió brevemente antes de poner
un beso en su mejilla. —Bien. Regresaré a casa para cenar.

—Hasta entonces. ¿Y, Lucian?

—¿Sí?

—Sé que no confías fácilmente en los extraños, pero sé honesto en tus


confesiones. Es la única vez que realmente puedes ser quién eres con alguien más
allá de tu padre y hermanos que escucharán y entenderán el bien que a veces cubre
a los malos. Por ahora, de todos modos.

¿Por ahora?

Lucian no tuvo oportunidad de preguntarle a su madre qué quería decir con


eso. Cecelia ya se había dado la vuelta y estaba bajando por el largo pasillo. La
iglesia estaba prácticamente limpia de los feligreses, pero había unos cuantos
rezagados en la parte de atrás. Al parecer, no era el único que quería irse tan pronto
como fuera posible.

Desafortunadamente, Lucian estaba muy consciente de que eso no iba a


suceder hoy. La confesión podría tomar un tiempo, especialmente si se hace
correctamente, y como su madre mencionó. La penitencia podría ser aún más
larga. Estaba temiendo eso también, aunque no estaba seguro de cuál le
desagradaba más.

Por lo tanto, sabiendo eso hizo a Lucian tomar el largo viaje hasta al
confesionario un poco más lento. Recordaba claramente la primera vez que había
ido a confesarse porque su madre lo exigía. Era la mañana del sábado siguiente a su
decimoctavo cumpleaños. Antony permitió a los chicos Marcello hacer una fiesta
masiva, algo por lo que eran famosos, en su casa tipo mansión en la comunidad
cerrada de Tuxedo Park en Orange County, Nueva York, con la mínima
supervisión de los padres.

7
Mierda, mamá en italiano.
No era que la fiesta había salido mal el viernes por la noche, sino la mañana
siguiente. Cecelia se encontró con un alijo de las cosas habituales de Lucian. Malas
hierbas, preservativos y cosas así. No se había sorprendido, por decir lo menos.
Pero diablos, tenía dieciocho años y, en ese momento, se preparaba para mudarse a
su apartamento en Manhattan. Era terriblemente cuidadoso en guardar las cosas de
la vista de su madre, pero esa noche había sido salvaje y la mañana siguiente lo
dejó en un estado de estupor.

Cecelia estaba más preocupada por los condones que por cualquier otra cosa.

Todavía recordaba su interrogatorio, también. Mientras tanto, Antony estaba a


un lado, sonriendo como normalmente lo hacía. No era como si su padre no
supiera el tipo de cosas que sus hijos estaban haciendo a puerta cerrada. Sus dos
hermanos, por otra parte, se partieron los culos de la risa todavía borrachos fuera de
la puerta de la oficina.

—¿Es esta la primera vez que has... bueno, ya sabes, o ha estado sucediendo
por un tiempo? —le había preguntado su madre—. ¿Amas a esta chica? ¿Estás
siempre protegido?

Lucian había intentado, realmente intentado, no reírse, pero su mente no


cooperó. Sus respuestas habían sido bastante simples. —No, ha estado sucediendo
desde que tenía catorce años. Chicas, y absolutamente no. —Había corregido la
segunda respuesta—. Pero, sí, estoy protegido.

Esas no eran las respuestas que su madre quería oír, excepto quizás la última.
Cecelia procedió a confesarlo aquella misma mañana. Fue una gran manera de
pasar la mañana después de su cumpleaños, mientras que todavía se ocupa de una
resaca masiva.

No.

Lucian estaba tan perdido en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta de
que estaba a tres pies de distancia del confesionario. El confesionario de su iglesia
católica le recordaba a las viejas películas en blanco y negro que había visto que
implicaban una confesión con cortinas oscuras para esconder a la gente de ambos
lados, y una cualidad casi desalentadora.

Rápidamente, echó una ojeada a su alrededor buscando al Padre Peter, ya que


el sacerdote por lo general estaba fuera de su lado de la caja para que los miembros
de la congregación supieran que estaba allí y aceptar la confesión. El hombre no
estaba allí con su habitual túnica. Sin embargo, las cortinas del confesionario
estaban cerradas de ambos lados.

Lucian asumió, porque su madre decía que el sacerdote estaba haciendo una
excepción especial para él ese domingo por la tarde, el Padre Peter ya debía de
haber estado adentro esperándolo. Curiosamente, por lo general habría dejado la
cortina derecha abierta para que Lucian entrara.
En realidad, no importaba. Lucian quería terminar con esto para satisfacer a su
madre y ya. Cruzando la corta distancia hasta el confesionario, agarró la cortina y
tiró para abrirla.

Y rápidamente se congeló justo donde estaba.


Capítulo 3
Ella era hermosa.

No en la habitual cara bonita, piel clara y los ojos brillantes. Ella tenía todo
eso, pero no lo era. No, la mujer detrás de la cortina era hermosa del tipo que hace
que el corazón se detenga, impresionante y hace que tus pulmones duelan.

Lucian supo instantáneamente que no era miembro a tiempo completo de su


congregación. Después de años de asistir, habría notado a alguien como ella por lo
menos una vez, o una docena de veces antes. Ciertamente le habría dado algo
mejor para mirar que el maldito techo y las paredes.

Olas de cabello color ébano, con una gruesa raya de color rojo profundo detrás
de la oreja derecha se perdía en rizos por debajo de los hombros. A la longitud de
sus rodillas, un vestido con mangas de color pálido la abrazaba casi coincidía con el
tono crema de su piel. Al arrodillarse no ocultaba la curva de su cintura ni la
hinchazón de sus pechos bajo la tela de su vestido. A medida que su mirada se
desvió hacia ella, teniendo cada pulgada de lo que pudo en lo que parecían unos
segundos, él estaba seguro de que había tinta debajo de su vestido. Maldita sea, esa
boca... labios que eran gordos y rosados, formando una O de shock.

Una boca destinada a besarse. Uno que él pensaba que podría probar como
caramelos calientes. Probablemente tan suave como la seda. Apuesto a que ella
besaría como si le perteneciera. Sus labios lo llevaban directamente al infierno y de
regreso. Esos pensamientos, todos, eran a lo que la mente de Lucian corrió casi
inmediatamente.

Él no besaba, nunca. Ni una sola vez en todas las aventuras con mujeres que
había tenido en sus veintisiete años. Claro, folló duro. Le encantaba usar sus
dientes y manos para conseguir que una mujer temblara, sudara y pidiera más. Le
gustaba aún más cuando ella utilizaba lo suyo, también. Lucian tomaría a una
mujer si ella quisiera que la tomara, pero no la besaría.

Besarse era muy íntimo. Emocional, incluso. Mientras que el sexo era carnal,
besarse era apasionado. Lo llenaba de una manera completamente diferente. Los
amantes se besaban. Casi para reclamar a alguien, mantenerlos, probarlos y
tenerlos solo para ti en esa privacidad.

Había un viejo proverbio italiano que Lucian recordó para explicar los
movimientos del amor: Il bacio sta all'amore veni il lampo al tuono. El beso es amar
como el relámpago al trueno. Los italianos llamaban a ese tipo de amor il colpo di
fulmine, amor a primera vista. La sensación llegó como un relámpago tan
poderosamente rápido que tomaría al hombre desprevenido justo donde estaba.
Nada podría ser igual. Tampoco estaba listo para eso. Adecuado, entonces, cómo
los dos adagios podrían superponerse tan perfectamente para tocar algo tan
inalcanzable y aterrador como el amor verdadero.

Pero esas cosas, todos esos pensamientos, se desvanecieron cuando la miró a


los ojos. Azul, como el mar, salpicado de manchas verdes que le recordaban
esmeraldas. Claro, como el día y abiertos a él. Penetrando a través de su pecho
hacia donde su corazón repentinamente galopó como mil pezuñas.

Había algo detrás de esa mirada, algo que reconocía. Una mirada perdida, la
mirada del vagabundo. Como si tal vez aún no hubiera encontrado su casa, o
donde sea que se suponía que fuera. O tal vez, no se había encontrado a sí misma y
a las personas adecuadas para darle la sensación de hogar a ella.

Lucian conocía esa sensación porque lo veía cada día de mierda cuando se
miraba al espejo.

Dolía mirarla, se dio cuenta. No tenía ni idea de por qué.

Sin embargo, Lucian estaba allí mirándola, la cortina en un puño en su mano


apretada, y no sabía qué hacer. No pudo evitarlo. La sensación de hormigueo que
se extendía sobre sus laxos labios le recordó su primer impulso: besarla, conocer el
sabor de ella y de su boca.

Eso era completamente ridículo. Absurdo, incluso.

¿Quién diablos era ella?

Un nombre, quería su nombre.

Lucian no lo entendería. No podía.

Las mujeres generalmente no tenían ese efecto en él y no iba a dejar que una
cara bonita lo tuviera ahora.

—B-bella, scusi8 —tartamudeó Lucian, pidiendo disculpas por su intrusión y


dejando caer el telón cerrado mientras su puño tembloroso volvía a su lado—.
Merda.

Incluso había tartamudeado por amor a Cristo. Tan confiado y arrogante como
él era, no podía decir dos palabras correctamente. Y la había llamado hermosa,
como una cafona9.

Giro, Lucian tomó la decisión de llegar a la parte delantera de la iglesia lo más


rápido que podía e irse.

8
Hermosa, disculpa en italiano.
9
Basura blanca en italiano.
Jodida confesión.

Qué se joda lo que su madre quería.

Lucian no podía hacer esta mierda ni tratar con ella hoy.

—¿Lucian, hijo?

Vagamente, oyó al Padre Peter llamarlo, pero Lucian ni siquiera se molestó en


calmar la preocupación del sacerdote. Simplemente continuó hasta que estuvo fuera
de vista y oler el aire de la ciudad de Nueva York.

—¿Lucian?

La voz de Gio apartó la mirada de Lucian de sus pies, la brillante luz del
exterior le cegó. ¿Por qué su familia seguía de pie en los escalones de la iglesia?

—Eso fue rápido. —Escuchó decir a su madre—. ¿Pasó algo?

—¿Hijo?

—Oye…

—Gio —dijo Lucian, la tensión en su garganta volviendo el nombre de su


hermano áspero y ronco—. Llévame a casa, ¿sí?

—Sí —aceptó Gio, encogiéndose de hombros—. Claro, hombre.

●●●

Jordyn se paró con las piernas temblorosas, moviendo la cortina del


confesionario fuera de su camino. El sacerdote que había estado tomando su
confesión segundos antes estaba de pie donde del guapo intruso que estaba allí
momentos atrás.

Sus ojos, un avellano remolino de emociones, la habían atrapado como los


faros a un ciervo.

Apenas vislumbró una mirada de un traje negro que desapareció rápidamente


en una esquina antes de que se hubiese ido por completo.

¿Cómo lo había llamado el sacerdote? Lucian, ¿verdad?

—Señorita Reese, me disculpo —dijo el sacerdote, obviamente nervioso—.


Normalmente, no es de la naturaleza de mi parroquiano interrumpir así. Estoy
seguro de que el señor Marcello...

—Está bien, creo que se disculpó —interrumpió en voz baja.


Estaba segura de que eso fue lo que dijo antes de que la cortina se cerrara. O
algo parecido, como perdón.

—Y otra cosa —añadió Jordyn, más para ella que para el sacerdote.

Bella, ¿verdad?

El hombre la miró como si la reconociera, luego la llamó Bella.

—Hermosa —dijo el sacerdote.

—¿Lo siento?

El Padre Peter, como se había presentado antes, sonrió. —Lo oí, y lo que dijo
fue hermosa antes de que se excusara.

Oh. ¿Pensaba que era hermosa?

En su profesión, no era raro. Jordyn estaba acostumbrada a los comentarios de


los hombres e incluso a comentarios ocasionales. No le importaba, y usualmente
los bloqueaba mientras no le pusieran las manos encima. Era consciente de su
buena apariencia, en buena medida, pero los hombres en su mayoría la describían
lascivamente como caliente, follable o algo asquerosamente similar.

No él, sin embargo. Hermosa, dijo.

Huh.

—Creo que le sorprendió que estuviera detrás de la cortina. Probablemente


esperaba que estuviera vacío, dado los tiempos que suelo reservar para la confesión.

Eso era obviamente un eufemismo.

Jordyn hizo un gesto con la mano. —Escuche, gracias por ofrecerme hablar,
pero debo irme.

El Padre Peter frunció el ceño. —Debemos terminar. Estoy dispuesto a


escuchar, si todavía estás dispuesta a hablar.

Tal cual, Jordyn ya se sentía fuera de lugar en esta casa de Dios. Las mujeres
como ella no tenían el hábito de ir a la iglesia, y mucho menos de ser vistas cerca de
una. No estaba completamente segura de qué era lo que la llevó a esta iglesia en
particular, pero escogió a alguien lo suficientemente lejos de su apartamento en
Brooklyn para saber que nadie la reconocería. De esa manera, no regresaría
ninguno de los miembros de Los Hijos del Infierno.

Lo último que necesitaba era que se enteraran de que iba a la iglesia.

Era solo algo que hacía de vez en cuando, siempre que su mente estaba llena de
basura que no podía manejar, o el estrés la estaba comiendo viva. A pesar de la
manera en que su madre había vivido su vida, siempre trató de hacer tiempo para la
religión, o por lo menos, para Dios. Había algo completamente libre en cuanto a ser
capaz de tener ese tipo de recuerdos de su madre sin todo lo malo que la rodeaba.

Alejando esos pensamientos deprimentes, Jordyn le ofreció una sonrisa al


Padre Peter, pero no se sentía real incluso para ella. —No realmente. Debería irme.

—Estas puertas siempre están abiertas, niña —respondió el Padre Peter—.


Siempre.

Asintiendo, Jordyn empezó a alejarse.

—Y —continuó en su mismo tono suave— ... La misa es a la misma hora


todos los domingos.

Ella tomó nota de eso, pero dudó que volviera a estar en esta iglesia otra vez.

Independientemente del desconocido, del hombre magnífico con su voz


todavía sonando en la parte posterior de su mente.

●●●

Poco después de las seis de la tarde, Jordyn atravesó la entrada principal de


Legs and Leather, ignorando la flagrante mirada que se la comían con los ojos de
los dos guardias. Estaba acostumbrada. Legs, un club nocturno, propiedad y
operado por Ron, el vicepresidente de la seccional de Brooklyn de Los Hijos del
Infierno, no era nada sofisticado ni de lujo. La mayoría de las chicas que trabajaban
en los tubos estaban apenas por encima de la mayoría de edad, o eran lo bastante
mayores para ser su madre. Harían cualquier cosa por el precio justo, y ese precio
no era mucho.

¿La única cosa que las mujeres mayores y las chicas más jóvenes tenían en
común?

Un vicio, drogas, por lo general.

Jordyn, mientras ocasionalmente incursionaba por algo para tomar, estaba


orgullosa en decir que no siguió ese camino adictivo como su madre. Después de
todo, era exactamente lo que llevó a su madre Sandra directamente a las formas de
vida del club de motos y finalmente, terminó su vida, también.

No era una bailarina, sin embargo. Jordyn tuvo la suerte de conservar cierta
moral al atender mesas y mantener la mayor parte de su ropa. Si considerabas los
tacones, el top diminuto y las bragas de cuero y el conjunto que combinaba el
sujetador que fue obligada a usar decentemente. Ella seguro que no.

—Oye, dulzura —dijo uno de los guardias de seguridad—. Escuché que tienes
algo especial esta noche.
Jordyn casi tropezó, pero se compuso rápidamente. Un nombre especial y su
nombre no eran dos cosas que pensaba que se diría en la misma frase. Significaba
que estaría trabajando en un poste y no en el suelo. —¿Disculpa?

—No puedo esperar para ver esas bonitas tetas sin nada cubriéndolas. Por no
hablar de ese culo. Maldita sea, chica, no hemos visto toda esa tinta tuya desde
hace tiempo.

Un escalofrío recorrió su columna. Algo horrible brotó en el estómago de


Jordyn, saltando directamente a su boca y dejando un mal sabor. Era su acuerdo,
pensó desesperadamente. Ron lo prometió. No tendría que bailar, no siempre, si
ella no quería.

¿Qué? Se volvió bruscamente sobre los tacones de cuatro pulgadas para
echar un vistazo.

—Me escuchaste. Supongo que te darás cuenta muy pronto. Reunión es en


diez. Mejor date prisa, chica10.

Cuando el idiota extendió la mano como si fuera a acariciar su mejilla con dos
dedos, Jordyn se apartó bruscamente de él. —Sugiero que, si quieres que tus brazos
permanezcan juntos, me quitarás las manos de encima, idiota.

—Oh, ya veremos.

Jordyn logró atravesar el club en un tiempo récord. En lugar de regresar a los


vestuarios para cambiarse, los evitó completamente, corriendo entre las sucias
mesas de billar hasta llegar al despacho de Ron. La puerta estaba cerrada, lo que a
menudo indicaba que había negocios a puertas cerradas que los trabajadores no
iban a interrumpir. A ella le importaba una mierda.

Golpeando la puerta, Jordyn gritó—: ¡Abre!

Siguió golpeando la puerta, aunque nadie contestó. Finalmente, después de dos


minutos, la puerta se abrió para revelar a Ron con sus habituales vaqueros y su
camiseta. También llevaba el chaleco de cuero del club como siempre lo hacía, el
parche de vicepresidente cosido en el lado derecho daba su posición. Sus ojos
penetrantes se clavaron furiosamente en los suyos.

—¿Qué mierda quieres? —ladró.

Jordyn debería haber estado asustada. Cualquiera de las otras chicas en el lugar
ciertamente lo habría estado. Probablemente se habrían dispersado como ratones
asustados. Ella no.

—¿Qué es esto acerca de mí y un especial, Ron? —preguntó, la rabia se


escuchaba clara en su voz—. ¿Qué demonios es eso ahora?

10
En español.
—Ahora no es el momento, Jord.

Al diablo con eso.

—No, ahora es exactamente el momento, Ron. Me lo prometiste.

Solo tenía veintiún años, pero había estado trabajando en este maldito club
desde que tenía dieciséis años. De hecho, estaba sirviendo alcohol a hombres
treinta años mayor antes que fuera legal hacerlo. Jordyn se limpió después de que
las chicas pidieran o no. Mantenían su espacio, se ocupaban de ellos si algo iba mal
con los hombres, y en más de una ocasión, había sido la que hizo la llamada
telefónica anónima al nueve-uno-uno cuando encontraba a una chica de espaldas
con sobredosis.

Jordyn hizo su parte.

Tenían un trato.

—Como dije, ahora no es el momento —repitió Ron más tranquilo.

—¿Es Will? —preguntó ella, con una cautela y vacilación que comenzaban a
filtrarse—. ¿Es eso?

Will Vetta era el presidente de la seccional de Brooklyn de Los Hijos del


Infierno, y hasta donde Jordyn entendía, era un alto rango en el club. Jordyn no
estaba completamente segura de por qué, aunque sospechaba que tenía algo que ver
con su madre, pero el hombre la odiaba. Parecía que salir iba a ser particularmente
difícil.

A Jordyn no le importaba enfrentarse a ningún miembro de Los Hijos del


Infierno. No la asustaban, era mucho mejor que cualquiera de ellos. ¿Pero Will?
Will Vetta asustaba la mierda de ella.

Esa clase de cosas le puede pasar a una chica cuando un hombre sostiene una
pistola a una niña de trece años que acaba de encontrar a su madre muerta horas
antes y dice—: No digas nada. Tú eres nuestra, ahora. ¿Me entiendes, chica?

Oh, Jordyn lo entendió.

—¿Se trata de él? —preguntó de nuevo.

Ron frunció el ceño, parte de la ira desapareciendo de su mirada. Volvió el


hombro y murmuró algo dentro de la habitación antes de abrir la puerta. Raine, la
vieja dama de Ron y uno de los dos camareros de Legs, salieron sin decir palabra ni
mirar a Jordyn.

—Entra, ahora —ordenó a Jordyn.


Con la puerta cerrada, Jordyn finalmente sintió como si pudiera respirar un
poco mejor. —No puedes hacerme subir a una de esos tubos y bailar, Ron. No lo
haré.

—Prefieres estar trabajando en las calles como una de sus putas, ¿no?

El temor se deslizó por las venas de Jordyn, rápido y destructivo. —¿Qué?

—Eso es sobre lo que ha llegado, ya sabes. Will es un bastardo. Lo sé como


cualquier otro Hijo. Simplemente resulta que es peor cuando se trata de ti, chica.
Seguro que te habría ayudado si esa madre tuya le hubiera dado lo que quería hace
tantos años.

—Todavía no sé qué es eso —admitió.

Ron asintió con la cabeza. —Sí, nosotros sabemos.

Y no se lo dirían. Sin importar cuántas veces preguntara.

—Pero yo soy de Gabe...

—Gabe está muerto, Jord.

Había dolor en la voz de Ron cuando dijo esas palabras aparentemente simples.
Jordyn sabía que eran algo fácil de decir. Su hijo Gabe tenía la misma edad que
Jordyn. Él fue la primera persona en darse cuenta del extrañamente cruel trato que
Will le dio.

Eran jóvenes, solo adolescentes, pero había sido muy fácil para ellos.
Ciertamente no era amor, pero funcionó. Gabe consiguió una chica que él sentía
que cuidaba, y de una manera lo hacía, todo mientras él pudiera hacer lo que
quisiera con todas las otras chicas que cuelgan en las juntas y de las casas del club
sin que ella se quejara. Por su lado, Jordyn tenía su protección, considerando que
era el hijo del vicepresidente del club. Debido a la incapacidad de Will para
mantener a una mujer el tiempo suficiente para tener un hijo, Gabe se veía bien
para ser el próximo presidente, con el tiempo.

—Ha estado muerto por más de un año —continuó Ron, sin notar su mirada
errante—. Ser una Vieja Dama no ayuda cuando el único tipo en el club que te
protege se ha ido y el de más alto rango te tiene en la mira. Ni siquiera puedo
decirte que te vayas de aquí, porque eso seguro no te hará ningún bien, pero puedes
hacerlo.

Dios, sabía que huir no la llevaría a ninguna parte, solo a tres metros bajo una
tumba improvisada. Eso quedó perfectamente claro el tiempo que pasó en las
impenetrables paredes de Los Hijos del Infierno.

—Esto significa —susurró—. Quitarme la ropa para esos cerdos. También.


Ron se encogió de hombros como si no hiciera la diferencia. —Llámalo bailar
si te hace sentir mejor.

—No lo hace. Will quiere humillarme y ver hasta dónde puede presionar antes
de romperme.

—Por lo menos sabes lo que vendrá —respondió Ron en tono débil—.


Escucha, mi hijo se preocupó mucho por ti, chica. Sé que lo hizo, y por eso he
hecho todo lo posible por ti hasta este punto. Le convencí que bailarías, así traerías
más dinero. Eso es todo lo que puedo hacer. Tengo que dar un paso atrás ahora,
Jord. Lo siento.

—¿Qué puedo hacer? —preguntó.

—Aparte de encontrar a otro miembro que te reclame como su Vieja Dama y


marcar tu piel como lo hizo Gabe, nada.

Marcar su piel, Ron se refería al tatuaje a lo largo de su hueso de la cadera del


nombre de Gabe con Hijos del Infierno escrito debajo. Solo tenía dieciséis años,
pero ese tatuaje le salvó la vida y el cuerpo en más de una ocasión. A nadie se le
permitía tocar lo que era de otra persona.

De otra persona que ya no existía.

—Dame una semana —suplicó Jordyn.

—Eso es casi todo lo que puedo permitir, tal vez un poco más, viendo cómo él
está en la clandestinidad debido a ese desastre del casino en este momento. Tienes
una semana.

Jordyn salió de la oficina sin darle las gracias. No había nada por lo que estar
agradecida.
Capítulo 4
—¿Quieres salir de tu cabeza?

la cabeza de Lucian saltó por el tono frustrado de su padre. —¿Lo siento?

El conductor tomó a la izquierda, dando a Lucian un descanso del escrutinio


de su padre mientras miraba por la ventana para ver dónde estaban y lo cerca que
su lugar de destino estaba. Por lo general Dante acompañaba a Antony en su coche
mientras Gio y Lucian seguían detrás, pero no hoy.

Últimamente, demasiada de la atención de sus padres se centró en él. Ni


siquiera podía pasar un día solo en su apartamento sin que su madre o su padre
aparecieran. Claro, ser italiano significaba que su familia estaba más cerca que la
norma, y todo el mundo estaba en el negocio de todos los demás, pero últimamente
era más frustrante que nunca.

—Desde la iglesia la semana pasada, has estado fuera de eso —continuó su


padre, volviéndose para mirar a su hijo—. Te necesito aquí, Lucian, especialmente
esta noche. Dante siempre está centrado en aprender de mí en lugar de cuidar su
propia espalda. Gio está demasiado ocupado tratando de averiguar lo que está
haciendo, o lo que no está haciendo, para el caso. ¿Pero tú? Tú eres el que tiene la
cabeza recta. Tus ojos lo están mirando todo. Sabes cuándo algo va a caer antes que
nadie lo haga. Necesito eso de ti con esto. Si no puedes hacerlo, necesito saberlo
ahora.

Lucian suspiró. —Estoy aquí. Estoy bien.

—Estás actuando como una cafone11 —respondió cansadamente Antony—. Sea


lo que sea, sácalo antes de llegar a esta basura esta noche.

El vertedero en cuestión era un club de estríper propiedad y operado por uno de


los miembros más altos de Los Hijos del Infierno. Todas las solicitudes de una
reunión entre la familia criminal Marcello y el club de motociclistas quedaron sin
respuesta. Antony y sus hijos no eran los que aceptaban un despido. Es evidente
que los motociclistas no entendían cómo funcionaba el crimen organizado real. Si
tus vecinos no eran felices, no estabas contento.

Los Marcello no estaban contentos.

11
En italiano. Bruto.
El mejor momento para presentarse a un club de estríper era cuando estaba
abierto y el negocio estaba en vivo. Ese era su plan, de todos modos. Antony quería
causar un revuelo de su propia creación y sus hijos estaban más que felices de
ayudar.

—No es nada —dijo finalmente Lucian.

—Odio cuando me mientes, Lucian. Eres terrible en ello.

—¿Cuántos de nuestros chicos están dentro del club? —preguntó, tratando de


distraer a su padre.

—Seis. Dante se enteró de que la mayoría de los clientes son miembros del
club, pero hay algunos clientes regulares. Será mejor que no vuelva a casa oliendo
como un club de estríper o tu madre estará en una pelea correcta.

Lucian sonrió. —No sabía que pudieras oler a estríper.

—Claro que no lo haces —murmuró Antony con tono medio—. Deja de


desviarte.

—Christo, Papà. No estoy desviando, no hay nada que decir.

—¿Has trabajado toda esta semana, además de cuidar a tu equipo?

No, no lo había hecho. Lucian poseía una media docena de restaurantes en


Nueva York y unos pocos negocios de oficinas que alquilaban para sus propios
fines. Claro, tenía una gran cantidad de gente trabajando bajo él para cuidar de
todo su comercio, pero él tenía que hacer su parte, también.

Su padre y sus hermanos tenían sus manos en el desarrollo inmobiliario, tanto


residencial como comercial, y en los casinos. A veces Lucian se metía en algo con
ellos como una sociedad, pero prefería trabajar solo más a menudo que no.
Ciertamente ayudó con los aspectos del crimen de su negocio familiar cuando
tenían cosas legítimas para pillar u ocultar las actividades ilegales en otros lugares.

—Puedo tomar unas vacaciones de vez en cuando, papá.

—Mientras yo reciba tu tributo todos los meses a tiempo, seguro.

Lucian trató de no fruncir el ceño, pero no pudo evitarlo. —Solo necesitaba un


descanso. Tiempo para pensar.

Sobre una chica de ojos azules que no conocías de Eve. Todos los días y
noches. Incluso una fuerte dosis de hierba y whisky no podía desviar su atención lo
suficiente como para dejar de pensar en ella. Lucian todavía quería conocer a la
misteriosa chica.

Los sueños que estaba teniendo casi todas las noches definitivamente no
estaban ayudando a Lucian a seguir adelante con sus pensamientos de la chica. Si
fueran solo sueños, podría haber sido capaz de seguir adelante con ellos, también.
Pero no eran nada inocentes.

Una boca caliente apretada alrededor de su polla, mojándolo con su lengua.


Labios tan suaves como terciopelo aplastados, rechonchos y lisos, chupándolo todo
el camino hasta la base. Ojos del color de un mar furioso, mirándolo a través de
gruesas y oscuras pestañas mientras ella sonreía casi provocativamente contra la
punta de su polla.

Lucian prácticamente podía sentir cuan sedosos estarían sus rizos en sus
temblorosas manos mientras se clavaban su cabello y le follaba la boca. Su nombre,
uno que él no sabía, se clavó en la parte posterior de su garganta porque incluso el
ruido no era posible con ella en sus rodillas como estaba. El sudor que se
acumulaba a lo largo de su espina dorsal mientras lo chupaba en un hermoso
olvido.

Entonces, tan rápido como la fantasía había llegado, cambiaría a algo diferente.
Ella lo montaba, o de rodillas con él detrás. Sin embargo, siempre lo estaba
mirando. Pronto con esos ojos, o sobre su hombro con su nombre cayendo en el
aire grueso en un gemido susurrante.

Jesús... Lucian lo estaba perdiendo.

Los sueños siempre se detuvieron, también. Justo antes de que se viniera,


mientras su entrepierna ardía y los músculos de su estómago estaban tensos con el
orgasmo que se avecinaba... Dio, estaría tan cerca de perderlo y entonces como un
chasquido, Lucian estaba despierto y más frustrado que nunca.

Por lo menos esos sueños le proporcionaban material más que suficiente para
acabar... en una ducha dolorosamente fría.

—¿Se trata de algunas de esas mujeres con las que estás de que acá para allá?
preguntó Antony, apartando a Lucian de sus pensamientos.

Lucian se obligó a no gemir, moviéndose en el asiento para ocultar la maldita


erección que ahora lucía gracias a su mente hiperactiva y los sueños que no
olvidaría. —Yo no estoy de acá para allá con mujeres. Eso implicaría que estoy
teniendo una relación con alguna, o más de una y no lo estoy.

—¿No consideras tener sexo, aunque no esté comprometido, una relación?

—No —dijo Lucian entre dientes, su frustración comenzando a mostrarse de


nuevo—. Yo considero follar. Esas mujeres saben lo que quiero y es lo mismo que
quieren.

—Sí, lo entiendo —contestó Antony con un movimiento de cabeza—. No sé


dónde demonios me equivoqué con ustedes tres chicos. Nunca me has visto jugar
con tu madre. Siempre he sido devoto y honorable con ella. No entiendo por qué
ninguno de ustedes está interesado en establecerse y encontrar una esposa para
comenzar una familia propia.
—Dante necesita encontrar una esposa —replicó Lucian con frialdad—. Él va a
ser el Don después de ti. Eso se requiere de él para que la Comisión sea más
agradable al tomar el control cuando estés acabado. Esa es su responsabilidad, no la
mía. Ni Gio, ni yo, necesitamos encontrar una esposa. No tiene nada que ver
contigo ni con mamá.

—¿Por qué no lo creo?

Lucian sabía exactamente por qué. Antony Marcello era uno de esos jefes de
crimen más crueles y despiadados de este lado de Norteamérica. El hombre que
mató a su propio suegro y luego tomó el trono del hombre como si siempre hubiera
sido suyo. Dirigía su familia Cosa Nostra con un puño de hierro, y aceptaba nada
menos que la perfección de todos sus hombres. Él era conocido por muchas cosas,
incluyendo ir tan lejos como cuidar de los lados más desordenados, más violentos
de su negocio apenas para hacer un punto que él podría y haría.

Pero, Antony Marcello era también el padre de tres hijos. Chicos que crío y
amó.

Sus chicos.

Lucian no le diría a su padre por qué estaba tan preocupado como él. Solo lo
sacaría de la zona en la que se encontraba actualmente.

—No lo sé, pero es cierto. No se trata de ti ni de Cecelia. Déjalo.

●●●

Pasando a través de la seguridad de la parte delantera del club de estríper fue


estúpidamente fácil. Los dos hombres que parecían bulldog ni siquiera se
molestaron en revisar a ninguno de los hombres de Marcello. Lucian pensó que era
más por costumbre que por cualquier otra cosa. Los miembros de MC
probablemente llevaban armas de muchas clases, por lo que la comprobación era
inútil.

No era como si alguien fuera a renunciar a su arma sí la encontraran.

Los hijos le permitieron a su padre dirigir el camino a través del club para
encontrar la mesa o el puesto que quería. Lucian sospechaba que su padre elegiría
uno que permitiera que su espalda estuviera contra una pared, mientras le daba una
vista de la planta entera, o la mayor parte de ella. Estaba en lo correcto. Antony
rápidamente cogió una cabina de la esquina con cuero desvanecido y dividido por
todas direcciones para deslizarse dentro. Lucian, Dante y Gio también se sentaron
una vez que su padre estaba acomodado.

—No confío beber en este lugar —dijo Dante entre dientes.

—Ciertamente no es uno de los clubes de Gio —aceptó Lucian.


—Gio no tiene hembras bailando desnudas en sus clubs, hijo. Gracias a Dio por
los pequeños milagros.

Gio sonrío salazmente, lo que se ganó sonrisas sofocadas de ambos hermanos.


—Aún no, quieres decir.

Antony inclinó la cabeza hacia un lado, arqueando una ceja. —¿Es un caso de
incendio intencional que hueles en tu futuro cercano? Me pregunto cuántos clubes
quemados tomarían antes de que las autoridades sospecharan.

—O mejor aún —agregó Lucian desde el lado, inclinándose de nuevo en la


cabina—. Cuánto costaría pagar a los bastardos cuando sospecharan.

—Buena —dijo Dante, riendo.

Gio miró a la pared. —Bien, no hay clubes de estríperes.

—Gracias hijo. Siempre disfruto de nuestras discusiones como estas.

Lucian tomó un rápido inventario del piso del club y de la gente a la vista. Con
facilidad, eligió a los seis hombres que su padre mencionó anteriormente. Los
chicos bien vestidos casi parecían fuera de lugar al lado de todos los grandes y
musculosos motociclistas con mezclilla y cuero. Sin embargo, ellos estaban
atrayendo la atención.

Probablemente porque estos idiotas estaban demasiado borrachos o demasiado


drogados ya para notar realmente.

Las chicas que estaban en tres de los cinco tubos no hicieron mucho para
mantener el interés de Lucian, pero tomó nota de ellas para su propia encuesta
personal del lugar. No le importaban los tatuajes en sus cuerpos, o los conjuntos de
cuero que estaban disminuyendo de velocidad al despegar mientras se molían a lo
largo de los tubos. La mirada en blanco y drogada en la mayoría de sus ojos era una
seria preocupación.

No eran niñas saludables.

En otra esquina, medio seccionada por las cuerdas rojas, tres hombres se
sentaron de espaldas al resto de la habitación. Incluso con la iluminación de
mierda, Lucian escogió fácilmente el destello de metal que salía de la parte trasera
de todos los vaqueros de los hombres.

Armas, probablemente.

Probablemente también tenían unos cuchillos escondidos.

—¿Qué estás esperando esta noche? —preguntó Lucian a Dante.


—.2212. Nada extravagante, pero conseguirá el trabajo hecho de veinte yardas y
solamente se vuelve peor cuanto más cerca estás. ¿Tú?

—¿Qué más?

—Su Mark XIX13 —dijo Gio, tan seguro de sí mismo.

—¿El Eagle? Jesús, ¿por qué siempre tienes que traer las armas grandes?
preguntó Dante.

—Porque —suspiró Antony, sonriendo—. Solo la visión de esta asusta a la


gente. A él le gusta eso.

El padre de Lucian lo conocía tan bien.

Antony suspiró. —Me gustaría no derramar sangre esta noche, muchachos.


Solo hacer un punto.

—Tres en la esquina en una sección desconectada. Todos están llevando, y


descaradamente, podría agregar —dijo Lucian, llenando el resto para su propio
beneficio—. Supongo que no les preocupa la policía ni la incursión. Tal vez alguien
está en su nómina, pero eso es dudoso, teniendo en cuenta que han matado a
cuatro policías en seis meses. Podría ser que el venir aquí sea un último recurso
para los policías. Probablemente una cosa peligrosa como es. Los chicos tenían
razón, la mayoría de estos clientes son miembros del club. Así que puedes apostar
tu trasero que llevan algo.

—Dale un buen vistazo —continuó Lucian, dando un ligero asentimiento hacia


las muchas mesas de billar y cabinas—. Este lugar no está destinado al consumo
público. Mesas en sus últimas. Todos los asientos tienen rasgaduras. La mitad de
las bombillas están apagadas y hay incluso agujeros en las paredes. Más de una
pelea ha sucedido aquí. Odiaría tomar una luz negra y ver lo que vendría. Este
lugar es un bar de mala muerte. Los camareros sirven a los motociclistas primero,
siempre. Incluso si un cliente regular estaba de pie en el bar durante cinco minutos
ya. Por no mencionar, ya he visto a tres miembros MC llevar a la parte de atrás con
dos bailarinas, si los emblemas en la parte posterior de sus chalecos son cualquier
indicación. No hay dinero en la mano. Y dos de los cuales fueron con una niña,
podría añadir. Las estríperes están fuera de sus mentes. Yo diría que este es
probablemente uno de los favoritos de Will Vetta, aunque no fuera propiedad de su
vicepresidente.

—Aun así, no está aquí —observó Antony.

—No —respondió Lucian, positivo de ese hecho—. En esencia, estamos en su


zona, y sugiero que todos estén conscientes de ese hecho ahora antes de ir más
lejos. Sospecho que los clientes son probablemente conocidos del club, o tratando
de entrar. Solo había dos vehículos que no eran motocicletas en el estacionamiento.

12
Tipo de calibre en un arma.
13
Tipo de arma automática.
¿Por qué otra cosa harías fiesta en un lugar como este? No es por esas mujeres. Si
algo ocurriera, no estarían llamando a la policía, y no nos ayudarán. Estamos
gravemente superados en número, pero solo en los números.

—Es bueno ver que tu cabeza está nuevamente en su sitio, hijo.

Lucian le ofreció a su padre una sonrisa apretada. —Esto es negocio, Jefe.


Siempre estoy en los negocios.

Con solo ese título, Lucian sabía que efectivamente había cerrado la tapa en la
charla amistosa entre un padre y sus hijos. Era importante para el resto saberlo
ahora, también. La situación en la que se encontraban era seria, y una vez que
anunciaran quiénes eran, el ambiente aparentemente extraño se convertiría
instantáneamente en un infierno mucho más hostil hacia ellos.

Necesitaba aclarar quién era el jefe, y cuáles eran los roles de los otros hombres
a su alrededor. Era tanto una cosa de respeto como una cosa de seguridad. Había
un espacio de cabeza que todos necesitaban estar y rápido.

—¿No hay Paulie esta noche? —preguntó Dante a Antony.

Paulie Banino era, y siempre había sido desde que su padre asumió el papel de
jefe, su consigliere14. Él era el tercer brazo en la trilogía mejor amigo que había tenido
Antony, el padre biológico de Lucian, y Paulie. Eran inseparables hasta que la
muerte se llevase a uno de ellos.

El médico ya no practicaba la medicina en el sentido público. Él era un médico


privado para la familia Marcello si algo médicamente era necesario en el bajo que
no se podía hacer en un hospital por miedo a la participación oficial. Paulie debería
haber estado aquí, y Lucian lo sabía. Era tan importante para el negocio en lo que
respecta a la posición de Antony como Dante era como un subjefe.

—Pensé que era mejor al menos uno de nosotros, el único con un título
médico, estar fuera de peligro —dijo Antony honestamente.

La pequeña charla entre los hombres se apagó a nada. Lucian tomó ese tiempo
para recargarse en la cabina, permitiendo que la forma grande de Gio le protegiera
de la vista mientras examinaba la habitación una vez más. El cuerpo de su hermano
y las sombras de su nueva posición también protegían a la servidora de su vista
mientras ella se montaba al lado de la mesa.

Por los ángulos de sus ojos, Lucian vio una parte de su hombro desnudo y los
rizos negros ocultando su rostro, sin embargo. No era tanto la cantidad de carne
que estaba mostrando como lo era el mirar de lo que parecía un tatuaje de flor de
cerezo arrastrándose sobre su hombro y sumergirse en su espalda donde
desapareció de su vista.

14
En italiano. Consejero.
—Hola, muchachos. Soy Jordyn. Les estaré sirviendo esta noche, o algo
cercano. ¿Qué va a ser?

El tono sofocante de su voz era algo que Lucian y su cuerpo notaron en el


momento en que habló. Era casi como una mezcla de inocencia y experiencia, si
eso fuera posible. No parecía completamente aburrida, pero tampoco sonaba como
si estuviera en ella para ganar con su trabajo.

Dante miró a su padre, su comentario anterior sobre no consumir las bebidas


que se decía silenciosamente de nuevo. Antony debió haber tomado nota.

—Una botella de Jack, sin abrir. Cuatro... —Antony se detuvo brevemente, sus
labios frunciendo el ceño mientras miraba a Gio. El hermano menor no necesitaba
beber esta noche—. Trae tres vasos. Vamos a servirnos.

Inclinarse hacia adelante fue el peor error que Lucian cometió desde que se
despertó ese día. Ciertamente, no esperaba volver a verla a ella. Al menos no en un
lugar como este. Estaba en su mente toda la maldita semana, esos ojos suyos, carne
cremosa y una boca que solo a la vista hacia agua la suya.

¿Cómo se llamaba a sí misma? Jordyn, ¿verdad?

Merda.

Mierda, era correcto, él estaba en tanto.

De repente, Lucian no estaba en la zona como debía estar.

Estaba increíblemente jodido.

Además, Lucian se dio cuenta de que tenía razón acerca de su primera


suposición cuando pensó que tenía tinta debajo de su vestido ese día en la caja del
confesionario. Las flores de cerezo comenzaban por debajo de los cordones y los
pantalones de cuero que llevaba y se arrastraban por encima de su costado, antes de
cruzar su pecho izquierdo, que también estaba cubierto por un cordón y un
sujetador de cuero, y luego se curvó sobre su hombro.

Había otro tatuaje, también, pero en la oscuridad, Lucian no podía leer las
palabras escritas.

Extrañamente, la ráfaga inmediata de posesividad que inundaba sus venas lo


sorprendió. Ella seguía siendo tan hermosa, como loca. Cuanto más su mirada se
arrastró por su piel, más apretados se convirtieron sus pantalones. Lucian se
sorprendió preguntándose a qué sabrían esas flores bajo su lengua.

Sí, no estaba donde necesitaba estar. Esta mujer desconocida lo derribó y


probablemente ni siquiera lo sabía. ¿Qué le pasaba?

Desafortunadamente, su padre parecía darse cuenta del cambio abrupto de su


hijo en la postura y el estado de ánimo. —¿Lucian?
Al sonido de su nombre, se recordó a sí mismo, los ojos de la chica, Jordyn,
brillaron para encontrarse con los suyos en el rincón, sus pestañas oscuras
parpadeaban rápidamente como si ella tampoco creyese lo que estaba viendo.
Lucian tragó el grueso nudo en su garganta. Afortunadamente, Jordyn no actuó
como si alguna vez se hubieran conocido o visto antes. Simplemente siguió
haciendo su propio negocio.

—Botella cerrada de Jack y tres vasos. ¿Algo más? —preguntó, evitando la


penetrante mirada de Lucian.

—Sí —dijo Antony, todavía observando a Lucian de cerca—. El dueño es Ron


Daney, ¿verdad?

Jordyn se puso un poco más rígida, con los hombros cuadrados. —¿Disculpa?

—El dueño es Ron Daney, vicepresidente de la sección de Brooklyn de Los


Hijos del infierno —dijo Lucian con brusquedad, tratando de tragarse la formación
de la ronquera—. No somos la ATF15 o los federales, vamos a ser claros en eso,
cariño. Ron, está aquí esta noche, ¿no?

Jordyn asintió cautelosamente. —Siempre lo está.

—Bien —replicó Antony con una sonrisa—. Envíale un trago, lo que quiera.
Asegúrate de decirle que es de un huésped. Antony Marcello y su equipo. No
confundas mi nombre cuando le dices. Asegúrate de señalarme para que me vea.
¿Entendido?

—Lo tengo.

Con eso, la mujer a la que Lucian simplemente necesitaba mirar para encender
su piel y su corazón tartamudeó, se alejaba.

No miró hacia atrás.

15
El Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos.
Capítulo 5
Jordyn logró mantener una especie de compostura mientras rodeaba la mesa
con dos botellas de cerveza cerrada descansando precariamente entre sus dedos. Sin
embargo, apenas se las arregló, porque podía sentir los ojos de Lucian Marcello
observando y disecando cada uno de sus movimientos.

Con ojos color avellana, lo sabía.

Fue desconcertante.

Jordyn no estaba completamente segura de que no le gustara su atención.

Eso era aún más aterrador.

¿Qué quería de ella? Este hombre extraño, bien vestido, sentado recto, con un
toque de acento saturándose en los bordes de sus palabras, parecía que poseía el
maldito mundo y tal vez quisiera poseerla.

Jesús, ¿de verdad?

¿Lo haría?

Supuso que era mayor que ella por unos pocos años, pero solo porque la
experiencia envejeció su mirada pesada. No era lo único que notaba de él. Durante
su breve encuentro en el confesionario, Jordyn había estado demasiado sorprendida
para captar todos los hermosos rasgos del hombre antes de que desapareciera.
Ahora, los estaba viendo todos. Amplio de hombros con un traje que lo cubría
como si fuera un guante que abrazaba su cuerpo, era obvio que Lucian estaba
bastante en forma. Una mandíbula fuerte, labios llenos que siempre parecían estar
luchando para tirar en una sonrisa, cabello oscuro colgando un poco demasiado
largo sobre su mirada feroz y pómulos cincelados.

Guapo era un eufemismo, el hombre era precioso.

Francamente, todo el maldito grupo era guapo, pero extrañamente, Jordyn solo
pudo concentrarse realmente en Lucian. Porque estaba concentrándose claramente
en ella.

Ron no había estado completamente satisfecho cuando Jordyn le pasó la


bebida del hombre llamado Antony, no importa cuando ella lo señaló como se le
pidió. No había averiguado exactamente quiénes eran esos Marcello. Adivinando
la forma en que todos los miembros de MC en la sala de repente se reunieron en las
paredes y las puertas, viendo el encuentro extraño sucediendo en una nueva mesa
en el centro de la habitación, no eran hombres promedio.

Solo después de que los cuatro hombres de Marcello se hubieran trasladado a la


nueva mesa para sentarse con Ron y sus dos chicos, Jordyn notó que los otros seis
hombres aparentemente también salían de las molduras. Ellos, como los recién
llegados, estaban bien vestidos y bien hablados. Se pararon mucho más cerca de la
mesa que cualquiera de los miembros del MC, de pie detrás de cada hombre de
Marcello como algún tipo de protector. Tranquilo y formidable, cada hombre tenía
sus manos entrelazadas detrás de su espalda y sus ojos pegados a la mesa.

Definitivamente no ATF o agentes federales.

Jordyn puso las dos botellas de cerveza abajo, una para Ron, y otra para uno de
los capitanes del club. La tensión parecía elevarse al cielo. La mayor parte de la
conversación se hablaba en voz baja, tan baja que otros no podían oír. Ron dejó
claro que Jordyn necesitaba ser la que servía la mesa, considerando que era la única
chica en la empresa que no estaba drogada o borracha y que era capaz de mantener
la cabeza derecha en situaciones estresantes.

—No me impresiona que mis negocios estén involucrados en los líos de Los
Hijos del Infierno. —Antony tomó un sorbo de whisky y le dirigió una mirada al
hombre que había al otro lado de la mesa. A Jordyn le pareció un desafío—. Se ve
mal en mi familia. Si tus hombres desean ir a compartir las heridas de bala con la
policía, está bien, pero manténgalo alejado de los Marcello. Esto no es difícil de
entender. No es una ciencia exacta. Déjale claro a Will Vetta que él y sus hombres
se mantendrán alejados de mis negocios y mi gente, y mantendré los míos lejos de
él. Confía en mí, Ron, quieres que nos mantengamos alejados. No estoy pidiendo
mucho aquí.

—Así que, déjame entender esto —dijo Ron en voz baja, abriendo su cerveza
antes de tomar un largo trago—. Solo estás aquí para charlar, ¿eh?

—Por ahora —respondió Antony con indiferencia—. Eso podría cambiar


fácilmente.

Incluso Jordyn, no estaba completamente segura de para que estos hombres


estaban aquí, escuchó la amenaza subyacente en esas palabras. ¿Qué tan confiados
en sí mismos eran al entrar en un bar de motoristas claramente propiedad de nada
más que una pandilla peligrosa, y hacer lo que estaban haciendo? Mucho,
obviamente.

Antony sonrió, la vista volviéndose casi depredadora. —No pareces


preocupado, Ron. Puedo asegurarte que deberías estarlo.

—¿De qué, un pequeño grupo de aspirantes a gánster lanzando amenazas


infundadas? Escucha, si Will estaba preocupado por tu familia, lo manejaría.

¿Gánster?
El hombre más joven soltó una risa amarga. —Ahí el primero.

—¿Primero qué? —preguntó Ron.

—Error —dijo Lucian oscuramente—. Ahora estás usando nuestros nervios


más rápido que antes. Sería muy cuidadoso de aquí en adelante.

Jordyn no estaba segura de qué hacer con esas palabras, pero parecía serio.
Lucian ni siquiera había intentado esconder su desdén o ira cuando hablaba. Por no
mencionar el disgusto curvando sus labios en una mueca.

—Escucha —escupió Ron, colocando su botella en la mesa lo suficientemente


fuerte como para derramar líquido de la parte superior—. Ustedes vienen a nuestro
territorio...

—El error dos —interrumpió Antony, sonriendo de aquel modo aterrador—.


Ustedes pueden vender sus drogas y repartir su lamentable escondite de armas
ilegales de sus negocios aquí en Brooklyn, pero no confundas de quién es este
territorio. Hay tres grandes familias de Cosa Nostra en Nueva York. Juntos, los
jefes y subalternos forman la Comisión para todos los delitos organizados que
necesitan una voz y merecen ser escuchados desde aquí, a Las Vegas, a Chicago, a
Canadá. El mío es el más grande, Ron. El mío es el más peligroso. El mío es el que
maneja las calles de Brooklyn y da vuelta al beneficio. Si te quiero fuera, te irás.

¿Cosa Nostra? ¿La Comisión? ¿Familias?

Esas palabras le parecían ajenas a Jordyn, pero al mismo tiempo, familiares.

—Intenta no cometer un tercer error —dijo el hombre más callado—. Esto


podría no terminar bien.

Jordyn pudo ver cómo la contracción comenzó a formarse en la mejilla de Ron.


Eso generalmente indicaba su agitación, y si ella no tuviera que servir la mesa, se
esfumaría. —¿Cómo? ¿Envías a tus perros tras de nosotros, Antony?

El hombre más joven sonrió, mostrando sus dientes. —Guau, guau.

Ron se recostó en su silla, cruzando los brazos. —Parece que hay algo en tu
familia que hemos pasado por alto. Si usted es realmente tan peligroso como dice,
yo esperaría ver a la policía haciendo un poco más de un alboroto sobre usted, en lo
más mínimo. No oigo hablar de... ¿cómo los llaman, tripulaciones? No oigo hablar
de ellos haciendo ruido en las calles, o causando problemas. ¿Eres tan grande como
crees que eres?

Antony suspiró y levantó tres dedos, señalando lo que Jordyn pensó que era el
último error de la noche. —La Cosa Nostra no llama la atención a sí mismos a
menos que tengan que hacerlo. Un jefe, bueno, no lo necesita. Pero, para estar
seguro, permítanme explicar lo grande que realmente soy. Tengo un sindicato en
cada estado en este país. Contactos de orilla a orilla que empujan mis productos y
me pagan para trabajar para mí. Estoy involucrado con los cubanos, rusos,
japoneses, chinos y mexicanos, por nombrar algunos. No puedo contar la cantidad
de políticos que tengo en mi bolsillo. Sus patéticas secciones no pueden moverse
dentro de este país sin que yo sepa. No puedes vender nada sin que mi gente lo
descubra.

—La cosa es que pandillas como la tuya ayudan a mantener el calor de familias
como la mía. Tus desordenes, tus drogas y tus desgracias públicas, mantienen los
ojos alejados de las armas que estamos enviando, de las drogas que estamos
importando y del dinero que estamos haciendo. Quieres llamarme un gánster,
como si yo no fuera más que un hombre de contrabando volteando un dólar. Eso es
risible. Soy mafioso. Mi abuelo, su padre, ayudaron a hacer de este país lo que es.
El FBI se formó para atrapar a hombres como yo, pero no pueden.

Antony se recostó en su silla, igualando a Ron en su estatura. —Nosotros no


somos ustedes, con sus clubes causando problemas, asustando al público, y
haciéndonos conocer a cada paso. Somos la mafia. No confunda a nuestras
organizaciones para ser una en el mismo. No somos nada como tú.

Somos la mafia.

Jordyn se quedó inmóvil mientras estaba haciendo el movimiento para


abandonar la cercanía de la mesa. Las palabras de Antony resonaron en su mente
como una pesada campana de peaje. Se repetía una y otra vez. Una advertencia.
Una amenaza. Una promesa. Tres palabras, pero fue todo eso a la vez.

El más ligero roce de algo suave, ligero y cálido contra el hueso de la cadera de
Jordyn casi la hizo tropezar. El tacto suave envió lo que parecía una chispa
directamente a través de cada nervio en su cuerpo. Él había tocado su tatuaje del
nombre de Gabe. El roce más simple de la yema de sus dedos era electrizante.

Mirando hacia abajo, Jordyn se encontró con la mirada de Lucian, pero con la
misma rapidez, apartó la mirada.

No podía respirar.

—¿Qué quieres? —preguntó Ron, sonando un poco menos enojado que antes.

—Respeto —respondió Antony—. Es lo que hace que este mundo de nuestro


crimen se vuelva, después de todo. No puedes negociar si no quiero que lo hagas, y
no puedo permanecer en paz si sigues con tus sin sentido con la policía. Cuando
pido una reunión, espero conseguir una. Cuando exijo que tus hombres se
mantengan alejados de mis negocios, quiero que se adhieran a él.

—Incluso tienes alguna idea de por qué estamos peleando...

—Tu hijo fue asesinado por un oficial durante una incursión —intervino
Antony, más suave que antes. Señaló a los tres hombres que estaban sentados a la
mesa a su lado—. Tengo tres hijos, así que entiendo tu resentimiento y dolor. La
diferencia es que tengo la capacidad y el poder para tener retribución, mientras que
solo tienes suficiente munición para hacer un problema. Un bebé fue asesinado la
semana pasada debido a tus hombres. El hijo de otra persona. Si es un ojo por ojo
lo que deseas, ya lo ha tenido cuatro veces en las vidas que ha tomado. Es hora de
dar un paso atrás.

Jordyn todavía estaba tratando de recuperar el aliento, un temblor en sus


piernas para detenerla de alejarse de la mesa. Aun así, no podía permanecer allí
más tiempo. La mirada de Lucian ahora parecía enfocada en la conversación, pero
sabía que él también estaba zonificándola.

No eran hombres buenos, se dio cuenta. Esa confianza carismática en sus


posturas y voces fue aprendida y ganada. Jordyn siempre pensó que entendía lo que
era el peligro, dada la compañía que mantenía, pero estaba aprendiendo
rápidamente que estos hombres Marcello no eran lo mismo.

No necesitaban derramar una gota de sangre para hacer un punto.

Magnético. Inteligente. Audaz.

Jordyn necesitó un momento para pensar. Especialmente considerando que


uno de esos hombres parecía estar demasiado interesado en ella.

Y a ella le gustaba eso.

●●●

—¿Lucian?

Lucian no registró a su padre diciendo su nombre hasta que Antony lo alcanzó


debajo de la mesa y le pellizcó el muslo. Había estado terriblemente distraído desde
que Jordyn se dirigió a la parte de atrás del club, fuera de su vista.

No le gustaba que estuviera aquí. No trabajando aquí. No estaba vestida como


ella y estar cerca de estos hombres que la miraban como si fuera un pedazo de
carne de la que querían echar un bocado. Nadie debería mirar a esa mujer como
ellos. Los celos libraban una terrible guerra en sus entrañas. ¿Quién era ella para
estas personas? Lucian no tenía derecho a esta chica... ni siquiera la conocía.

Pero quería hacerlo.

Para un hombre como él, ese territorio era peligroso.

Al menos nadie se dio cuenta cuando la había tocado antes. Casi se sentía
como una compulsión. Lucian vio ese nombre tatuado en su cadera cuando pasó
junto a él y no pudo evitar tocarlo, deseando saber a quién pertenecía y por qué lo
tenía.

Pero al tocarla... tocar su piel había lanzado la más extraña sensación volando
sobre su propia carne.

Lucian no confiaba en seguir mirándola después de eso.


—¿Sí? —preguntó, volviéndose hacia su padre.

—¿Qué te pasa? —preguntó Antony, inclinándose hacia su hijo para que nadie
más lo oyera.

Genial, su padre notó su distracción. Lucian no quería explicarlo más tarde. Al


menos la conversación entre ellos y el VP parecía haber dado vuelta una esquina
para su beneficio.

Lo único que Lucian podía hacer era dejar de lado su estado de ánimo.
Nada. Necesito orinar.

Antony frunció el ceño. —Entonces ve. Gio, ve con tu hermano.

—No necesito una niñera —murmuró Lucian.

—No confío en estas personas, Lucian. Lleva a tu hermano.

Argumentar era inútil. Cuando Lucian pidió instrucciones para ir al baño, se


alegró de ver a uno de los hombres apuntar en la misma dirección general en la que
Jordyn había desaparecido. Curiosamente, Lucian sintió que necesitaba asegurarse
de que estuviera bien.

Lucian ignoró las miradas de los miembros de MC que lo observaban a él y a


su hermano a su paso, encontrando un pasillo oscuro que conducía a muchas áreas
traseras. Con solo cortinas colgando delante de algunas de las habitaciones donde
dentro de sofás de mala calidad y postes plateados equipando los espacios, era
obvio para lo que se utilizó.

El baño era bastante fácil encontrar.

Lucian se lavó las manos, negándose incluso a acercarse a los urinarios sucios.
Él mantendría su orina durante días si tenía que hacerlo antes de usarlos. Solo estar
en este lugar le hacía sentir repugnante.

—¿Qué piensas? —preguntó Gio, mirando hacia la puerta del baño.


No era raro que los hermanos de Lucian le buscaran primero una opinión y
probaran las aguas viendo lo que él pensaba de una situación. Lucian por lo general
tenía una mejor vista interior de la gente a su alrededor, incluso si no los conocía
muy bien. Tal vez fue porque entendía el lenguaje corporal, o leía cosas sencillas
que otros pasaban por alto, pero casi siempre tenía razón en sus suposiciones.
Apestaba a las personas que pensaban que podían ocultar algo de él, pero funcionó
a beneficio de Lucian.

También le salvó la vida en más de una ocasión.

—Nada demasiado importante. Creo que Ron maneja a muchos de estos


hombres y sus negocios porque su jefe está demasiado ocupado haciendo lo que
está haciendo para manejarlo él mismo. Al mismo tiempo, estos hombres tienen
miedo de su jefe, pero no Ron. Ellos respetan a Ron. Will obviamente se esconde
porque los oficiales están calientes por su trasero. Venir aquí solo ayudará si Will
Vetta realmente cree que somos peligrosos y capaces de seguir adelante con
nuestras amenazas. No sé si lo hace.

—¿Y papá?

—Enojado —respondió Lucian honestamente—. Probablemente lo estará por


días. Deja el licor por un tiempo para que no tenga algo cerca en lo que centrarse.

En el modo típico de Gio, rodó los ojos. —Lo que sea.

—En serio, no le des algo más para estar enojado por ahora, Gio. Estos
malditos cafones de aquí son más que suficientes.

Gio asintió hacia el fregadero. —¿Terminaste?

—Sí.

Fuera del cuarto de baño, Lucian tomó nota del letrero SALIDA parpadeando
con una débil vida al final del oscuro pasillo. La puerta metálica que colgaba estaba
atascada con lo que parecía una agenda telefónica, manteniéndola de cerrarse y
bloquearse, probablemente. Lucian estaba curioso si era allí a donde Jordyn había
ido antes.

—¿Qué estás mirando? —preguntó Gio.

Incluso con la pregunta de su hermano, Lucian estaba seguro de que había


ruido procedente de fuera de esa puerta.

—¿Escuchas eso, Gio?

—¿Escuchar qué?

Lucian apretó el pulgar hacia la puerta de salida. —Escucha, hombre.

Por supuesto, bajo el zumbido de la música de mierda y el débil sonido de las


voces, hubo un grito. Estaba bajo, pero lleno de terror. Claramente femenino. Solo
pasó un breve momento antes de que otro grito de un hombre respondiera.

Lucian ni siquiera lo pensó. Estaba corriendo prácticamente por el resto del


pasillo, cruzando la distancia a grandes zancadas en lo que parecían milisegundos.
Gio era rápido en los talones de su hermano, sin cuestionar los motivos de Lucian
en absoluto.

La puerta metálica se abrió de golpe bajo la palma de Lucian. Al mismo


tiempo, el águila que Lucian había guardado escondido en la parte trasera de sus
pantalones de vestir estaba firmemente sentado en su mano libre, la seguridad de
hacer clic fuera y el martillo tirando hacia atrás en un movimiento rápido.
La pistola, su más confiable y preferida de las muchas armas que tenía Lucian,
tenía veintiocho centímetros de largo de espaldas a barril. Con el cromo cepillado,
brillaba bajo cualquier luz. Solo el tamaño era atemorizante. El peso de la pistola, si
alguien no sabía cómo manejarla apropiadamente, podría agobiar el agarre de
cualquier hombre.

No de Lucian.

Al instante, el cañón del Eagle de Lucian se encontró con la sien de un hombre


al que reconoció como uno de los guardaespaldas en la parte delantera del club de
estríperes que los dejó entrar antes sin comprobar. En la mano del hombre estaba la
garganta de Jordyn. Su otra mano estaba entre sus muslos, tocando partes de su
cuerpo que claramente no se le permitía sentir. Por la mirada de miedo y
repugnancia en los ojos de Jordyn, tampoco quería su mano allí.

Los ojos azules de Jordyn se llenaron de lágrimas, un enrojecimiento se deslizó


por su rostro. El gorila estaba sujetándola demasiado fuerte a su garganta.
Probablemente no podía respirar correctamente. Le dolió a Lucian ver a una mujer,
especialmente a esta, en esa posición.

—Quita las malditas manos de su cuerpo —dijo Lucian, y una oscuridad se


deslizó en su tono.

El hombre se echó a reír. —Vete a la mierda, chico guapo. Esto no es asunto


tuyo ni es tu lugar. Sal de aquí.

—Déjame explicar qué te hará esta arma. De esta gama, se eliminará más de la
mitad de tu cráneo y cara. Convertirá tu cerebro en papilla. No te reconocerán
después de que te mate. Estarán limpiando tu materia de este callejón por meses
porque eso es todo lo que quedará de tu cabeza. Cuando la bala rasgue en ti,
lanzará tu cuerpo a tres metros del mío. Estoy seguro de que la muerte será
instantánea, por desgracia, pero será muy divertido para mí apretar el gatillo.

Lucian apretó el barril con más fuerza contra la cabeza del hombre. —Vamos,
sigue tocándola. Enójame más. Has mi noche un poco mejor. Tal vez pueda hacer
que mi hermano te dispare en la rodilla antes de convertir tu cara en una masa de
sangre.

—No saldrías vivo de aquí, mafioso.

—Habla por ti mismo.

Lucian mostró sus dientes y gruñó un sonido que provenía de algún lugar de la
parte posterior de su garganta. No lo reconoció. Él nunca había hecho un ruido
como ese antes. Francamente, nada lo había cabreado como este hombre que
estaba lastimando a Jordyn.

Jordyn en un sonido ahogado dijo—: Déjame ir, Chaz.


—Ahora ella te pidió que la dejaras ir, así que te sugiero que lo hagas —dijo
Lucian.

El agarre de Chaz se aflojó ligeramente, pero miró a Jordyn con odio, sin ni
siquiera molestarse en considerar a Lucian o la amenaza que planteaba. —No
importa de todos modos, chica. Todos vamos a verlo y lo tendrán si quieres
renunciar o no. Propiedad del Club, Jord. Nadie va a salvar tu trasero después de
esta noche. ¿Lo tienes? Es todo lo que eres ahora. Propiedad del club.

Con eso, Chaz soltó su garganta y quitó su mano de entre sus muslos. Lucian
dejó caer la pistola a su costado, pero se aseguró de que su hombro golpeara al
hombre al pasar.

—No vuelvas a tocarla —le amenazó Lucian—. Nunca.

De nuevo, Chaz rio. —Propiedad del club, muchacho bonito.

La puerta no se cerró detrás del gorila cuando Gio estaba allí para mantenerla
abierta. Con una sola mirada a su hermano, Gio consiguió el punto y cerró la
puerta, pero Lucian supo que estaba esperando un golpe para dejar entrar a su
hermano.

—¿Estás bien? —preguntó Lucian, volviéndose hacia Jordyn.

La chica sostenía su cuello con una mano, las lágrimas empezaban a


derramarse sobre sus mejillas. Manchas de color rojizo le habían saturado la cara y
la garganta mientras jadeaba en un soplo de aire.

—Oye, está bien —dijo cuando ella no contestó—. El bastardo se ha ido.

—¡No, no lo ha hecho!

Lucian se apartó de Jordyn como si le diera una bofetada. —¿Disculpa?

La ira revoloteaba sobre sus rasgos bonitos mientras se ponía de pies a pies con
él. —¿Por qué harías eso? Cristo, ¿sabes lo que acabas de hacer?

—¿Te salvé de ser violada?

—¿De Chaz? —Jordyn escupió una risa, amarga y oscura—. Ese tonto ha
estado persiguiéndome desde que tenía dieciséis años. No estoy preocupada por él.
Puedo manejar su estúpido culo.

Lucian frunció el ceño. La escena en la que entró no era una que parecía estar
en su beneficio.

—No me voy a disculpar —le dijo a Jordyn.

—No haría la diferencia si lo hicieras —replicó ella con tono agresivo—.


Ahora, tengo que explicar por qué algún mafioso está persiguiéndome.
¿La perseguía?

—¿Qué?

—¿Cómo si estuvieras siendo discreto allí? —preguntó Jordyn


sarcásticamente—. ¿Mirándome fijamente y tocándome? Eso podría estar bien y
genial en tu mundo, pero aquí, eso no está bien. ¡Simplemente no! Esos chicos,
piensan en nosotras chicas como si fuéramos su propiedad y tú... Sabes qué, no
importa. Sal de aquí. Tal vez pueda salvar lo que me quedaría de seguridad.

Lucian no tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero no sonaba bien. —¿Es
eso lo que necesitas, cariño, seguridad?

—Lo que necesito es que te vayas.

—Pero…

—Vete —repitió Jordyn con ferocidad—. Antes de que algo más que hagas me
dejes en más problemas.

Si eso es lo que ella quería, eso es lo que haría. No que le gustara


especialmente. Lucian giró sobre sus talones y golpeó sus nudillos en la puerta. Gio
abrió de inmediato, una pregunta silenciosa que pasaba de hermano a hermano.

Lucian asintió con la cabeza hacia el vestíbulo. —Vámonos.

Cuando la puerta se cerró detrás de ellos, la libreta de teléfonos bloqueándola


de cerrarse por completo, Lucian soltó una pesada bocanada de aire.

—¿Estás bien? —preguntó Gio.

—Propiedad del club —dijo Lucian, arreglando su arma—. ¿Qué significa eso?

—Al igual que suena —contestó su hermano—. Propiedad del Club.

Lucian levantó la cabeza, con los ojos entrecerrados. —¿Cómo un todo?

—Como en todos, sí. ¿No lo sabías?

No, no lo hacía.
Capítulo 6
Jordyn envolvió la delgada manta más apretada sobre sus hombros. Ella no
tenía miedo, pero necesitaba algún tipo de comodidad. Algo para sostener apretado
y mantenerla cálida. Todo lo que parecía sentir ahora era sentirse sola.

Han pasado cuatro días desde que la familia Marcello se presentó en Legs,
haciendo una escena que tenían. Jordyn ni siquiera se había molestado en ir a
trabajar después, a pesar de que el lugar estaba abierto para negocios todos los días
de la semana. Estaba consciente de la cantidad de problemas en los que estaba. Al
menos ella llamó, ellos tuvieron que darle eso. Aunque, no estaba completamente
segura de lo mucho que Ron creía su excusa de enfermedad.

Jordyn apenas se las arreglaba para pasar la semana sin tener que desnudarse.
Will seguía escondiéndose en alguna parte, así que esperaba que su miserable vida
fuera lo último en la mente de él actualmente.

Conociéndolo, probablemente no lo era.

Una vez que Chez había escupido a Jordyn que ella era ahora propiedad del
Club, ella estaba muy consciente de lo que eso significaba. La protección que una
vez tuvo de Gabe, su marca en su cuerpo y su estatus en el club, se había acabado.
Chaz podría no haber sido más que un miembro de bajo nivel del MC, pero era
más probable que tuviera esa información privilegiada antes de que Jordyn lo
hiciera.

La última cosa que Jordyn quería era salir como esas otras chicas. Drogadas
todo el tiempo, siendo usadas para cualquier propósito que un hombre parezca
encajar, y caminando cerca de la muerte. La vida que pensaban que quería o que
iban a tener no era lo que resultó ser.

—¿Es eso lo que necesitas cariño, seguridad?

Jordyn casi se preguntó que hubiera sucedido si dijera que sí. ¿Podría Lucian
haberle proporcionado eso? Probablemente no. Si era propiedad, eso era lo que ella
era. Algo para ser poseído. No había trueque o un precio por ella, los chicos
simplemente tomaban lo que querían cuando lo querían. Y como dijo Chaz, si ella
no se rendía voluntariamente, lo tomarían de todos modos.
¿Qué tipo de hombre querría a una mujer con esa mierda colgando sobre ella?

Te odio, mamá, pensó Jordyn rota.

Era completamente la culpa de Sandra el poner a su hija en esta situación y


dejarla aquí para lidiar con ello sola. La ira tuvo que dirigirse a algún lado. Al
menos Jordyn sintió que estaba haciendo algo útil con ella de esta forma,
considerando que no había ni mierda que pudiera hacer con el club.

Huir, algo dentro susurró.

Seguro. Jordyn podía intentar huir, pero ¿cuánto duraría eso? Otras chicas lo
habían intentado antes. Unas duraron solo meses, otras años. Eventualmente,
pensó, llegaron a un fin. Alguien que conocía a alguien que conocía a alguien más
podría haber visto a la chica, incluso si estaba a varios estados de distancia. El club
las rastreó cada maldito momento.

Siempre fue peor cuando ellos llegaron y te encontraron.

Jordyn se estremeció ante el pensamiento, no importaban los recuerdos.

Una vez una chica había sido atrapada, ella pudo esperar un castigo por sus
acciones. Nadie huiría. El club era de por vida.

El castigo por lo general incluía violencia y vergüenza pública. Fue realizado


enfrente del club entero, la mujer del hombre incluido. Había visto a las chicas
golpeadas a una pulgada de sus vidas, luego una vez que estaban ensangrentadas y
magulladas, solo las usaban los hombres de los que había huido.

Jordyn no les daría eso.

La mejor esperanza que una chica podría tener no ser nada más que propiedad
del club era llegar a ser demasiado vieja o gastada para los chicos. Una mujer que
no era querida porque ya la habían tenido una docena de veces. Por lo general, esas
chicas estaban tan jodidas por las drogas que ni siquiera les importaba lo que les
sucedía en ese punto. Una vez que eso sucedió, era finalmente olvidada.

El daño, sin embargo, ya estaba hecho.

Desafortunadamente, Jordyn era un juguete nuevo y brillante. Algunos de los


miembros del MC habían estado mirándola durante años. Sus comentarios muy
abiertos fueron más que suficiente de una indicación de lo que les gustaría hacerle si
alguna vez les diera la oportunidad.

Jordyn se sintió enferma.


Al menos su excusa para el trabajo no era una mentira completa.

El sonido del celular de Jordyn hizo que volviera a la realidad. Buscó el


dispositivo y contestó antes de que se fuera al buzón de voz.

—¿Hola?

—¿Jord?

Las cejas de Jordyn se fruncieron ante la voz femenina, pero sabía exactamente
quién era. Una desnudista en Lags quien fue Ruby por su cabello rojo flamante.
Ella también resultó ser una de las viejas damas de uno de los miembros del MC,
una desnudista porque disfrutaba bailar. El porqué le estaba llamando a Jordyn era
un misterio.

—Ruby, hola. Te pidió Ron que me llamaras para revisarme, ¿o qué?

La chica intentó reír, pero el sonido era incómodo y lleno de tensión. —Jord,
escucha. Uh, esto es algo, como importante, bien. Estaba en el club con Donnie,
solo para recoger algunas cosas. Will estaba ahí, y no está feliz. Realmente, de
verdad nada feliz, Jord. Así que, um, está yendo por ti.

Jordyn se congeló. —¿Qué?

—Está yendo a verte con un par de chicos —dijo rápidamente Ruby—. Y lo


siento, pero me tengo que ir. Donnie me dijo que no te llamara y él me pateará el
culo si se entera. Tengo que irme.

—¡Espera! —gritó Jordyn hacia el teléfono, prácticamente saltando del sofá—.


¿Hace cuánto está viniendo?

—¿Justo ahora? O lo estaba, hace diez minutos. Ya me fui y ellos se estaban


alistando. Lo siento, pero de verdad tengo que irme.

La llamada telefónica se cortó mientras Ruby colgó. Frenéticamente, Jordyn


miró alrededor de su apartamento preguntándose si había algo que pudiera hacer
para salvarse de lo que iba a suceder. Su apartamento estaba a solo veinte minutos
caminando del club o tal vez diez minutos manejando. Eso no le daba mucho
tiempo.

Ella brevemente pensó en el revólver que una vez había sido de su madre
escondido en su armario de la habitación, pero sabía que no haría mucho bien.
Jesús, ni siquiera había limpiado la cosa en años porque no sabía cómo y nunca
sintió la necesidad de usarlo. Ruby había especificado que más de uno estaba
viniendo. Todos traían sus propias armas.
Si acaso, apuntarles con un arma solamente los molestaría más.

No importaba.

Afuera del edificio de su apartamento de mierda equipado con seguro en la


puerta que ni siquiera funcionaba. Jordyn pudo escuchar el inconfundible retumbar
de las motocicletas. Al menos cuatro. Pánico se derramó como un veneno, pero
estaba ahí congelada. Vómito amenazaba con subir desde su estómago, pero lo
forzó a mantenerse abajo.

No había absolutamente nada que pudiera hacer. Llamar a la policía,


arriesgaría a tener mayor pago después. Correr, ellos no dudarían en atraparla antes
de que siquiera haya llegado afuera del edificio.

Gritar, solo haría un infierno peor.

Lo que pudiera hacer, lo que fuera, estaba fuera de su control. Jordyn tragó su
miedo, se sentó en el sofá una vez más, y encendió su televisión a un canal de
música. Al menos el ruido amortiguaría algo de los gritos y lo que sea. No hay
necesidad de asustar al resto de las personas en su piso, no que pudieran ayudar.

El tipo de vecindario en el que vivía no era del tipo que involucraría a la


policía.

Silenciosamente deseó haberse tomado un Xanax con su jugo de naranja esa


mañana. Habría hecho esta situación mucho más fácil.

Ni cinco minutos después, fuertes golpes sonaron en su puerta. Jordyn los


ignoró. Will dijo su nombre una vez, seguido con algo degradante como solía
hacerlo, y luego procedió a exigirle que abriera la puerta o lo haría por ella.

Adelante, pensó, de repente más calmada que antes.

Tal vez en el corto lapso de tiempo de escuchar las motocicletas y los hombres
entrando en su apartamento, Jordyn se dio cuenta de que solo había muchas cosas
que ellos podían hacerle realmente. Lastimarla, seguro. Dejarle cicatrices,
definitivamente. Tomar cosas que no eran de ellos para tenerlas, sí. La cosa era,
esas realidades no la asustaron, no en realidad. Jordyn hacía mucho había
aprendido que eso era un hecho de la vida. De una forma u otra, lo que tenías y
mantenías en estima era eventualmente tomado.

La única cosa que Will no podía tomar de Jordyn era su mente, su espíritu y su
fortaleza…

Esos eran de ella.


Él no podía arruinarlos si no se lo permitía.

Jordyn no se estremeció cuando se abrió la puerta de su apartamento.


Simplemente dejó caer el control remoto en la mesa y suspiró. El patrón, tan malo
como era, no quedaría impresionado por eso.

—¿Qué te dije, perra? —le preguntó Will, sus palabras fusionándose con el
insulto.

Jordyn se quedó de pie, observando a los cuatro hombres que llenaban su


apartamento y medio cerraron la puerta. O lo mejor que podía conseguir,
considerando que habían roto la parte del marco. No se molestó en considerar a los
otros tipos, ni quienes eran. Probablemente un montón de lacayos de Will, y nadie
demasiado importante. En cambio, se centró enteramente en Will.

El hombre era repugnante, como siempre lo había sido. Con unos buenos
veinticinco kilos de sobrepeso, realmente necesitando una afeitada, y falto de
higiene personal que se mostraba en cada centímetro de su piel. También, Jordyn
estaba segura de que el hombre estaba borracho, drogado, o una combinación de
ambos.

No una buena señal cuando ni siquiera era medio día.

—Buenos días, Will —dijo Jordyn tranquilamente, ofreciéndole una dulce


sonrisa que sabía solo lo molestaría.

—¿Dónde has estado? ¿eh? —demandó fuertemente Will, saliva saliendo


disparada de su boca—. Ron dijo que no has estado trabajando, no has estado
bailando, y obtengo un portero diciendo algo sobre un bastardo empujando una
pistola en su cara por intentar tener lo que tú deberías estar dando de todas formas.

Los otros tres hombres hicieron un círculo alrededor de Jordyn, pero no se


movió. Con sus brazos cruzados y oscuros ojos mirándola, sabía que no tenía punto
intentarlo.

—¿Eso es lo que estás haciendo ahora mientras no estás trabajando, nena?


Will con una mano hizo un ademán y la otra bajando para desabrochar el
cinturón de cuero grande con pernos de metal que él llevaba. Esa sola acción fue la
única cosa a lo que Jordyn pudo haber mostrado un poco de miedo—. ¿Estás
saliendo con esa escoria italiana, dejando que los chicos de la mafia te follen
cuando ni siquiera dejas que te toque un hombre del club?

Jordyn se lamió los labios, tratando de encontrar palabras que pudieran ayudar,
pero estaba sin nada. —No conozco a esos hombres.
—Estás mintiendo —gruñó Will—. Escuché a mis muchachos hablando de lo
mucho que parecías gustarle a uno, y cuanta atención te estaba prestando. ¿Eso es
lo que quieres, ser alguna princesa de la jodida mafia? ¿La puta de un italiano?

El sonido del cinturón de Will deslizándose fuera de las presillas del pantalón
de mezclilla era desalentador.

De repente, todos los músculos de Jordyn parecieron reaccionar de inmediato.


Tomaría una paliza de este hombre, le dejaría que la degradara y la llamara con los
nombres que quisiera. Pero él no la tocaba… ciertamente no violarla.

Jordyn se volvió para correr, aunque no estaba segura de a dónde. Había un


hombre en todas direcciones y Will estaba a solo un metro de distancia de ella.

No hizo la diferencia. No llegó lejos.

El golpe del cuero estrellándose contra su espalda volvió el cuerpo de Jordyn en


hielo. El delgado, tirante de su blusa que usaba no hizo nada para amortiguar el
golpe del cinturón. Dolor se disparó desde la mitad de la espalda, hasta sus
hombros, y a través de la parte inferior de su mandíbula. Parecía que todos los
pernos metálicos del cinturón estaban incrustados en su piel. El peor dolor provenía
de su cara y Jordyn estaba segura de que rompía su carne.

Ella golpeó el piso con sus rodillas, sosteniendo un brazo en alto para cubrirse
lo que pudo de su cabeza y rostro de un segundo golpe.

El cinturón golpeó sobre su hombro, brazo y lado la segunda vez. El tercero,


llegó tan fuerte y rápido como los dos primeros, golpeo a lo largo de sus muslos
desnudos, justo debajo de donde terminaban sus pantalones cortos de algodón para
dormir.

La agonía era insoportable. No podía pensar, no podía respirar. No había


tiempo entre los golpes para moverse y el cinturón se estrellaba en su cuerpo sobre
los mismos lugares repetidamente, abriéndole la piel que podía tocar, y llenando de
hematomas e hinchazón los que estaban cubiertos por ropa.

Una vez más, Jordyn sintió que el vómito se elevaba, pero ahora no había nada
para retenerlo. Las lágrimas cayeron al derramar la bilis.

Sin embargo, no le rogó. No para que se detuviera, o se tranquilizara. No para


que la dejara sola o saliera de su apartamento.

Ella ni siquiera le preguntó por qué lo hacía.

Jordyn había estado esperando este día por años.


Todo el tiempo Will continuó su discurso casi ininteligible, gritando y
murmurando cosas que Jordyn no podía entender. Con un último golpe del
cinturón aterrizando en lugares ya blandos y maltratados, escuchó que el objeto
golpeaba el suelo.

¿Eso fue el final? ¿Era todo lo que planeaba hacer?

No confiaba para dar un suspiro de alivio.

—Enciendan la estufa. —Escuchó la orden de Will.

¿Qué significa eso? Jordyn se ahogó en sus palabras, probando el sabor


metálico de la sangre en su boca. Incluso con el dolor, rodó hasta su espalda. —No,
no lo hagas.

—¡Enciéndanla, sosténganla!

Alguien pateó la mesa del café fuera de su camino. Brazos hicieron una
barricada ante una Jordyn luchando abajo. Una pelea que ella hizo. Pateando,
golpeando y dando puñetazos. Lo que pensó pudiera ayudar, pero no lo hizo.

Débilmente, Jordyn podía oler lo que pensaba era el propano de la estufa y


metal caliente. El pánico se encendió a través de sus entrañas.

—¡No! ¡No me toquen! —gritó.

—Córtenla —ordenó Will.

¿Qué?

La blusa que Jordyn vestía fue arrancada de su cuerpo, La sensación a hielo


regresó a su cuerpo con venganza, congelándola en el lugar. Entonces el cuerpo de
Will estaba oscureciendo su visión, despreció asumiendo los rasgos de él. Solo le
hacía parecer más malvado de lo que todos sabían que era.

Solo para asustarla más, sostuvo un cuchillo de al menos cinco centímetros de


ancho. De repente, Jordyn comprendió completamente porque quería encender la
estufa y el olor de antes. La lámina de metal brillaba por haber estado asentada en
la llama de propano, pero parecía que comenzaba a enfriarse.

Eso no ayudaría, ella lo sabía. El olor a propano seguía siendo fuerte. Will
continuaría calentando una y otra vez hasta que terminara con su trabajo.

—Ese tatuaje no hace nada por ti, Jordyn. No significa nada para mí. No te
protege, no te mantiene a salvo. ¿Sabes que voy a hacer ahora?
Oh, Dios. No.

El labio inferior de Jordyn tembló, y sus ojos se llenaron de lágrimas, pero se


negó a dejar que fluyeran de nuevo. —Vete al infierno, Will.

Él sonrió. —Debería haberle hecho esto a tu madre como quería, ¿sabes?


Sostener a la perra abajo y hacerla lo que se suponía era. Ella no lo daría y yo
debería haberlo tomado. La perra se lo dio a todo el resto del mundo, sin embargo.
Al igual que tú, una puta buena para nada.

Con eso, el metal caliente de la hoja se extendió sobre el hueso de la cadera de


Jordyn, directamente encima del tatuaje con el nombre de Gabe.

Si el dolor de la paliza era malo, esto era indescriptible. Durante un breve


instante, no hubo nada y luego se quemó como si se hubieran derramado ácidos
sobre su carne, con la piel quemándose directamente del hueso. Por instinto, su
cuerpo reaccionó al dolor, tratando de alejarse del cuchillo y de las manos que la
sostenían. Viejo y usado.

Jordyn no estaba segura de cuánto tiempo pasó antes de que el cuchillo hubiera
sido levantado, literalmente llevándose con él una tira de carne quemada, y sin un
descanso, uno nuevo fue pasado. De nuevo, vomitó, atragantándose con la bilis.

—Estate agradecida que no tomo el resto de él, también, nena.

El proceso fue repetido una y otra vez. Con cada quemada, Gabe se fue.

Tal vez era alto su umbral del dolor, pero Jordyn logró no desmayarse.

Finalmente, los cuchillos también se dejaron caer.

Will se paró, señalando a los hombres que dejaron a Jordyn. No se movió, solo
se quedó en el suelo jadeando por el aire con el sabor del vómito en su boca. No
había nada que pudiera hacer.

—Propiedad del Club, Jordyn. Eso es lo que eres ahora. Espero que te
comportes como tal —replicó Will con indiferencia—. El brillo cruel en su mirada
ardía peor que el cinturón y las quemaduras—. Límpiate. Tienes una semana y
luego espero que regreses al club en un jodido tubo como deberías estar. Asegúrate
de cubrir esos moretones, también.

No se pronunciaron otras palabras. Ninguno de los otros hombres había


intervenido para decir algo, tampoco.
Jordyn apenas oyó abrirse la puerta de su apartamento antes de cerrarse de
golpe.
Capítulo 7
—Jordyn Dawn Reese. Tres kilogramos, doscientos gramos. Nacida en las
primeras horas de la mañana del 2 de septiembre de 1992, de una Sandra Reese de
dieciséis años de edad, de soltera Green, y un Roland Reese de dieciocho años de
edad en Caribou, Maine. Sandra se casó con Roland solo un mes antes de que su
hija naciera, con el consentimiento de sus padres, por supuesto.

Antony se arrastró a través de los otros pocos papeles, sin molestarse en darle a
su furioso hijo mayor una mirada mientras continuaba. —Sandra, según los
registros, abandonó la escuela y nunca se graduó, tampoco trató de recibir su
equivalencia de la escuela nocturna en la vida. Roland, de alguna manera, se
graduó poco antes de que su hija naciera y trabajó como mecánico. Durante los
primeros dos años de vida de la niña, las citas con el doctor fueron regulares. Ella
estaba, en ese momento, al día con sus vacunas. La niña era, según se informa,
sana, feliz, y para su edad, un logro en lo que respecta a sus habilidades y desarrollo
motor a pesar de haber nacido de padres adolescentes de la clase baja obrera.

Lucian levantó la mirada de sus puños descansando en la mesa familiar. —¿Tu


punto?

—No he terminado aún, hijo —dijo Antony en voz baja.

—Por favor, no me permitas detenerte —murmuró Lucian, burlándose.

Sus hermanos estaban allí, ambos en silencio y estoicos en sus asientos, como
lo estaba su madre. Cuando Anthony lo llamó antes Lucian estaba intentado
terminar algo de papeleo para uno de sus restaurantes, le ofreció encontrarse con su
padre para el almuerzo y fue negado. Antony le dijo a Lucian que fuera a la casa, y
dejó en claro que no era una petición.

Ahora, sabía por qué.

—En su mayoría de ascendencia irlandesa, pero hay un poco de alemana e


italiana allí también.

Lucian rodó sus ojos. —Es eso lo que importa, ¿cuánto de italiano tiene en su
historia?

—No lo es para ti específicamente, pero es importante saberlo, sí —respondió


Antony calmadamente—. Sandra, de nuevo según los informes, siempre estaba
causando algún problema. En su mayoría reportes de la escuela, cosas de esa
naturaleza. Ella no estuvo involucrada en ninguna actividad extracurricular, a
menos que cuentes la compañía que mantenía. Una adolescente salvaje no es algo
de lo que estar demasiado preocupado, pero la falta de preocupación de sus padres
ciertamente lo era. Estaba fallando en los grados, miserablemente, presuntamente
involucrada con drogas, y fue atrapada en propiedad escolar comprometida con los
chicos. Sé consciente del plural, Lucian. No fue uno, sino muchos.

Antony suspiró, cerrando la carpeta frente a él y deslizándola por la mesa para


que sus hijos la tomaran si querían. —Está todo allí —le dijo a Lucian—. Cualquier
cosa y todo lo que pude averigua sobre ella. Un poco después de que cumpliera los
dos, su madre dejó el estado y se mudó a Nueva York, sin su esposo. No hubo un
divorcio hasta que Roland lo solicitó un año después, y fue concedido cuando los
papeles no pudieron ser enviados después de un año de intento.

—¿Y luego? —Se atrevió a preguntar Lucian.

Seguro, él pudo haber abierto la carpeta, pero conociendo a su padre como la


hacía, Antony probablemente ya había memorizado cada trozo de información.

—Tal vez Sandra vino aquí con la intención de un nuevo comienzo, alejándose
de los viejos hábitos. Claramente eso no funcionó, porque no pasó mucho tiempo
antes de que estuviera trabajando en un club, bailando.

—¿Desnudándose? —preguntó Cecelia en voz baja.

—Llámalo como quieras —respondió Antony—. A partir de allí, solo se volvió


más turbio. Sin embargo, no creo que sea difícil llenar los espacios en blanco.
Sandra estuvo involucrada con Los Hijos del Infierno durante más de una década.
Al parecer, ellos creían que estaba involucrada específicamente con Will Vetta
como una de sus compañeras femeninas más cercanas.

Cecelia frunció el ceño, su preocupación maternal traspasando su fachada


dura. —¿Dónde está la madre de la pobre chica ahora?

Antony no alejó la mirada de Lucian cuando dijo—: Muerta. Aparentemente


murió de una sobredosis de heroína cuando Jordyn tenía trece. Debo señalar que
fue Jordyn quien encontró el cadáver de su madre y llamó al 911. Su madre hizo un
maldito buen trabajo dejando su vida anterior atrás, porque las autoridades
tuvieron un momento terrible averiguando de donde vino esta niña. Ella era, para
todos los efectos, una huérfana. En su lugar, Ron Daney y su esposa legal tomaron
a la chica y se volvieron sus guardianes legales hasta que tuvo dieciocho.

—Jordyn —continuó Antony, diciendo su nombre lentamente. — … a


diferencia de su madre, se graduó, tuvo pocos problemas en la escuela, y obtuvo un
promedio de calificación muy por encima de lo normal. Continuar su educación
habría sido su perspectiva, y probablemente una labor fácil para ella, si hubiera
tenido la oportunidad. Ha trabajado en ese bar de mala muerte por un largo tiempo.
Todavía tiene citas anuales regularmente con un doctor.

Lucian sintió que su agitación se elevaba. Esto no era justo. No era bueno
resumir y coloca en una estúpida carpeta la vida de esta chica para que su padre la
recorriera y analizara. Ciertamente no era bueno que su familia se sentara allí y la
escuchara tampoco.

Debería haber sido hecho en privado, pero Lucian sabía exactamente por qué
su padre no lo había hecho. Las relaciones afectaban a toda la familia. Su imagen, y
así sucesivamente. Podría parecer pretencioso, pero para una familia como la suya,
era increíblemente importante conocer a quien dejaban entrar.

El problema era, que nadie le había permitido entrar a Jordyn.

Ese era precisamente el porqué Lucian tenía problemas con este espectáculo de
su padre.

Asumía que estaba siendo cuidadoso cuando discretamente le pidió a un par de


sus conexiones que investigaran en Legs and Leather, a sus empleados, y
específicamente, a una trabajadora llamada Jordyn. Considerando que Lucian no
tenía la edad ni el apellido para continuar, lo que ellos averiguaron para él era por
donde planeaba continuar su búsqueda por sí mismo.

Lucian debió haberlo sabido mejor. Nada se le escapa a su padre. Nadie hace
una pregunta sin que alguien se la diga a Antony, especialmente si se relaciona con
los hijos del hombre.

Pero realmente eso era todo para Lucian. Solo una curiosidad. Algo que
necesitaba ser alimentado, y se iría. Al menos, eso es de lo que intentaba
conversarse a sí mismo.

Antony dio unos golpecitos a la mesa con su dedo, atrayendo la atención de


todos de nuevo. —Las cosas sobre Jordyn Reese no son tan turbias como lo fueron
las de su madre. Mientras estuvo en la casa de Ron, se involucró románticamente
con su hijo Gabe. El joven, de la misma edad que Jordyn, había estado involucrado
con el MC de sus primeros años de adolescencia. Se esperaba que subiera a un alto
rango y rápido, igual que su padre. Por lo que entendí de sus reportes, Gabe
reclamó a una Jordyn de dieciséis años como suya con el rito de paso del Club, con
un tatuaje de su nombre y el del club debajo. Y ella aceptó eso, por cualquiera que
sea la razón.

—Eso la hizo intocable, esencialmente —explicó Antony—. Prácticamente tan


bueno como ser una mujer casada para cualquier miembro de su mundo. No para
que los otros hombres toquen de todos modos. Le dio una gran cantidad de espacio
para las piernas y respeto. Algo que estuvo claramente perdido cuando Gabe murió
hace un año, ya que ella apenas se las arreglaba para mantenerse bajo el radar de
Will Vetta desde la muerte del joven.

Lucian tragó el nudo formándose en su garganta, obligándose a hablar. —Yo…

—¿Qué querías saber sobre esta chica, hijo? —interrumpió fríamente


Antony. ¿Su tipo de sangre? A positivo. ¿Su religión? Está bautizada como
Católica Romana, pero los ritos finales nunca fueron realizados y ni siquiera ha
tenido una primera comunión.
Antony se puso de pie abruptamente, haciendo que todos en la habitación
saltaran menos Lucian. —Todo está en esa carpeta. Su pasado, presente, y al
parecer futuro. Te protegeré primero, Lucian, porque eres mi hijo. Haría lo mismo
por cualquier mujer en la que muestres interés justo como lo he hecho por esta
chica. Incluso si eso significa hacerte ver lo que no harás por cualquier razón.

—No sé lo que pasa con ella —admitió Lucian en un suspiro—. Está bajo mi
piel.

—Bueno, sácala. No puedes ir recogiendo vagabundas solo porque sientes que


se relacionan con tu pasado de alguna manera —responde su padre con cierta
crueldad.

Lucian se estremeció. —¿Es eso lo que soy, un maldito vagabundo?

—No —jadeó Cecelia—. Dio, Lucian. ¡Por supuesto que no, Antony, dile que
no es lo que es!

—Él sabe lo que no es —le dijo Antony a su esposa—. No tengo que decirle
nada.

—¡Sí, tienes! Ahora mismo, Antony.

—Tesoro…

Una mirada pasó entre los padres de Lucian, una que había visto solo un par de
veces en su vida. Por lo general significaba que su padre había cruzado alguna línea
de la que solo Cecelia y Antony eran conscientes. Lucian sabía que era difícil para
Antony balancearse entre ser el padre de los chicos, y ser el jefe. Cuando Cecelia
entraba al juego, se volvía un baile incluso más delicado. Ella no tenía ningún
reparo en recordarle a su esposo quien era el líder principal cuando su puerta se
cerraba al mundo exterior.

Como ahora.

También servía como un recordatorio para los hermanos de que un hombre


puede tener la apariencia de poder, pero una mujer que es capaz de extraer
emoción de él podía influenciarlas de la manera que quisiera.

—Antony —dijo Cecelia lentamente, poniéndose de pie frente a su silla con sus
palmas en la mesa—. No me hagas pedirlo de nuevo.

—Está bien, Mamma —dijo Lucian con suavidad.

—No, no lo está —respondió Antony con el mismo tono—. Ella tiene razón.
Usé las palabras equivocadas para la situación… unas terribles, francamente. No
podría ni soñar con ponerte en la misma frase que esa etiqueta, porque no eres
cualquier cosa para Cecelia y para mí. Nunca lo fuiste, Topino.
Antony no se disculpaba del todo; no estaba en su carácter hacerlo, a menos
que el remordimiento fuera dirigido hacia su esposa, y en ese caso solo lo hacía en
privado, Lucian lo sabía. Pero, llamar a su hijo con el término cariñoso que solía
usar cuando Lucian era un niño fue tan bueno como una. Ratoncito, eso significa.
Porque Lucian había pasado mucho de esos primeros meses en su casa a
hurtadillas, escondiéndose, y siendo tan silencioso como un ratón. Con el tiempo él
dejó atrás el apodo, hace mucho, mucho tiempo.

De vez en cuando todavía se escapa de la boca de su padre como una manera


de expresar su amor sin decirlo. A Lucian no le importaba, y lo tomaba como lo
que significaba.

—¿Ahora qué? —preguntó Lucian.

Antony se encogió de hombros, empujando su silla de la mesa—. Sé muy


cuidadoso con tus elecciones, hijo. Hay una diferencia entre lo que quieres y lo que
necesitas. Averigua cuál de esas es la tuya. Esto no es tan simple como parece, y no
quiero pensar en ti metiéndote en una situación en la que yo no pueda intervenir.
Pero en algún punto, no puedo, de todos modos. Tienes que hacerlo por tu cuenta.
Y te he dado todo el conocimiento para hacer justamente eso si lo necesitas.

—Todo sobre ella está allí —repitió Antony, haciendo un gesto con la mano
hacia la carpeta—. Por favor, entiende por qué hice esto por ti, hijo. Te amo. Pero
la forma en que ella vive… Lucian, eso es todo lo que ha conocido siempre.

Antony dejó la cocina, Cecelia siguiéndolo rápidamente.

Por un largo momento, Lucian no dijo nada, solo respiró profundamente,


mirando el lugar por donde su padre desapareció.

—No sabía que estabas interesado en alguien —dijo Dante al final de la


mesa—. Podrías haberme dicho. No me importa quien sea, ya sabes.

—No era por eso. Tengo veintisiete, no dieciséis. No sabía nada sobre ella,
excepto por el hecho de que no podía dejar de pensar en ella. Esto no es ni
remotamente lo mismo que cuando éramos jóvenes, Dante.

Gio aclaró su garganta, pareciendo muy torpe frente a su hermano mayor.


¿Qué vas a hacer ahora?

Lucian sonrió, porque realmente, ¿qué otra mierda podría hacer?

—Sí todo sobre ella está en esa carpeta como dijo papá, acaba de darme algo.

Dante pareció entender la insinuación de Lucian de inmediato. —Y


probablemente también sabe que lo hizo. Eso dice algo.

—¿Qué es eso? —preguntó Gio.

—Su dirección.
●●●

Un día después, Lucian se sentó en su Lexus LFA, golpeando nerviosamente


con los dedos el volante de cuero rojo. El vecindario de mala calidad y edificios de
apartamentos de mierda que rodeaban su vehículo dejaban poco que desear.
Este no era su primer rodeo pasando tiempo en este tipo de vecindario.
¿Qué iba a hacer ahora? Golpear a su puerta, disculparse, ¿y luego qué?
¿Disculparse por qué, exactamente?

¿Qué hacía aquí?

Jordyn lo dejó muy claro hace una semana que no quería tener nada que ver
con él.

Sin embargo, algo dentro no moriría.

—¿Estás bien? —preguntó Dante desde el asiento del acompañante.

—No lo sé —respondió Lucian con honestidad. Gio se echó a reír en el asiento


trasero, inclinándose hacia delante para sacudir el cigarrillo por la ventana—. Si
quemas mis asientos, te mataré.

Su coche era su bebé. No fue conducido casi lo suficiente. Gio tenía una seria
falta de respeto por la belleza que eran los coches.

—Escucha —dijo Dante mientras se volvía hacia su hermano—. Esto no es


difícil. Averigua lo que necesitas aquí. Eso es lo que papá dijo, ¿verdad? Así que ve
a ver si está en casa. Si es ella, tengan una charla. O bien será muy claro que hay
algo allí, o no.

Lucian frunció el ceño. —¿Y si no está en casa?

—Volvemos otro día. No es como si fuéramos nueve a cinco regulares, aquí.

—¿Cómo sabes que hay algo ahí? —preguntó Lucian—. ¿Qué diablos significa
eso?

Dante se encogió de hombros. —Estás preguntando al hombre equivocado. No


hago tiempo para encontrar amor, hago un esfuerzo para encontrar una buena
follada.

—Con clase —murmuró Gio alrededor de un cigarrillo recién encendido.

—Como si fueras diferente —contestó Dante, sin verse afectado—. Niégalo, te


reto.

Lucian rápidamente decidió que esta conversación no iba a ninguna parte.

—Esto podría ser malo —murmuró Lucian, echando una mirada al edificio de
apartamentos, que puede o no albergar a una mujer que no se librara de su maldita
mente—. Lo dijo ella misma, probablemente la metí en la mierda como era. Es
complicado. Está mezclada con gente mala.

—Somos la gente mala. Sabes lo que hacemos para ganarnos la vida, ¿verdad?
¿Cuántas personas hemos golpeado de nuevo?

Dante lo tenía allí.

Lucian le dio la vuelta. —No es lo que quiero decir.

—Sé lo que quieres decir, idiota. Salgamos del estancamiento. Le prometí a


mamá que la llevaría a cenar con Jessica más tarde.

Lucian se encogió. Su madre tenía una especie de idea loca, Dante estaba
enamorado de esta chica Jessica. Ella no era material de esposa, pero nadie quería
romper el corazón de su madre diciéndole la verdad. —Christo, Dante. Tienes que
poner fin a eso antes de que continúe. La próxima cosa que sabrás, es a mamá
escogiendo los colores de la boda y los planes para el cuarto del bebé. Una vez que
ella empieza a hacer esa tontería, está en ella para ganar y tú estarás jodido.

Olvídense del material de la esposa. Dante no era material de marido.

—Dile a mamá que dejé que Jess me chupara el pene en la última reunión que
tuvimos —dijo Gio desde atrás—. Problema resuelto.

—¿En serio? —preguntó Dante, mirando por el espejo de retrovisor a su


hermano menor.

Gio se encogió de hombros. —¿Qué? Ella ofreció. No era como si fuera muy
buena en eso, así que me olvidé de ella.

Jesús.

Lucian ni siquiera sabía qué decir.

Dante asintió, sonriendo. —Eso podría funcionar.

—De acuerdo, ya he terminado —dijo Lucian con un suspiro—. Ustedes dos


únanse a sus proezas mutuas, tengo mejores negocios que necesitan atención.

—Buena suerte —dijo Gio desde el asiento trasero.

Dante se encontró con la mirada de su hermano y no dijo nada, pero lo que


había detrás de sus ojos lo decía todo.

●●●

Lucian supo instantáneamente que algo estaba mal cuando llegó al


apartamento de Jordyn en el segundo piso. El edificio era definitivamente mierda,
las cerraduras eran prácticamente inexistentes, y algunos de los inquilinos eran
probablemente sospechosos, por decir lo menos, pero eso no era lo que le daba la
pista.

La puerta de Jordyn había sido golpeada, y recientemente, por la apariencia de


la misma.

Había una grieta grande en el marco que evita que la puerta se cierre
correctamente. Lucian simplemente empujó la madera y la puerta trató de abrirse,
aunque una cadena de metal que no valía una mierda le impedía abrirse
completamente.

Lucian llamó su nombre una vez a través de la pequeña abertura en la puerta,


pero no recibió ninguna respuesta. No podía ver mucho dentro del apartamento, y
lo que podía ver, no se sentía muy bien. Había un desastre, pero no podía hacer
mucho con eso.

Esto estaba mal. Él lo sabía.

Una pequeña voz tranquila detrás de Lucian lo empujó de nuevo al presente.

—Hola. Me llamo Nevaeh.

Lucian miró a la niña sacando la cabeza de su propia puerta que estaba justo
enfrente del apartamento de Jordyn. Tenía quizás cinco años, posiblemente seis
años. Linda, para una niña. Sinceramente, los niños lo asustan. No era como si
supiera qué hacer con ellos.

—Hola, cariño. Soy Lucian. ¿Conoces a Jordyn?

La niña con los ojos oscuros y el cabello asintió, sonriendo ampliamente. —A


veces me cuida cuando mami no llega a casa hasta tarde. Y me lleva a la escuela
para no tener que caminar sola. Ella es mi amiga.

Oh, Jordyn.

Jesús.

Algo en las palabras de la niña le hizo crujir en el pecho. Lucian se había


tomado el tiempo durante el último día para leer cuidadosamente el expediente que
le había proporcionado su padre. Claro, se sentía como una invasión de la
privacidad de Jordyn, pero Lucian necesitaba saber sobre ella.

Desesperadamente, quería conocer a esta mujer.

Era muy probable que ella encontrara un espíritu afín en esta pequeña niña.
Algo similar entre ellas.

—¿No deberías estar en la escuela? —le preguntó a la niña.

Nevaeh se encogió de hombros. —Es sábado.


—Oh. —Lucian se metió las manos en los bolsillos, sintiéndose incómodo—.
¿Tuviste clases ayer?

—Sí, pero no fui.

—La escuela es importante. ¿Por qué no te fuiste?

—Mamá durmió, así que no pudo llevarme. Jordyn estaba enferma, creo.
Llegaron los hombres grandes. Los oí gritarle. Le rompieron la puerta. —Ella
señaló a la puerta de Jordyn con el ceño fruncido—. Cuando mamá se despertó y
yo le dije, me dijo que ya no podía visitar a Jordyn. No sé por qué. Ella me gusta.

El corazón de Lucian dejó de latir. Estaba seguro de que sí.

Si lo que esta niña decía era verdad, lo que había detrás de la puerta de Jordyn
podría no ser una vista bonita. Especialmente no para una niña que pensaba que la
mujer mayor era su amiga. Pero no importaba. Lucian iba de todos modos una vez
que la chica volviera dentro de su propio apartamento.

Tenía en cuenta que la cadena estaba cerrada, así que, en algún momento,
Jordyn se las arregló para hacerlo.

Eso tenía que ser una buena señal. Simplemente tenía que serlo.
—Ve adentro, ¿de acuerdo? Gracias —le dijo, tratando de sonreír, pero no se sentía
bien—. Y asegúrate de ir a la escuela el lunes, aunque tengas que encontrar a
alguien más que te acompañe.

La niña asintió. Una vez cerrada la puerta de su apartamento, Lucian se volvió


hacia la de Jordyn. Él llamó su nombre por la grieta una vez más y todavía, nada y
nadie le contestó. Sin pensarlo, golpeó su pie en la madera justo al lado del pomo
de la puerta. La poderosa patada efectivamente rompió la cadena débil y permitió
que la puerta se abriera de golpe.

En el momento en que entró en el apartamento, Lucian lo estaba examinando


todo.

La entrada condujo directamente a la sala de estar. Había un lío en el suelo,


como él había visto de la grieta, pero era mucho peor de lo que pensaba. Las cosas
se habían esparcido, como si se les hubiera dado una patada o, posiblemente, se
hubieran estropeado en una lucha. Una tapa amarilla estaba rasgada y olvidada en
el sofá. El vómito, o lo que supuso era vómito, había manchado el suelo.

Había un poco de sangre. Demasiada, realmente. Comenzó a secarse, notó.

Un cinturón tachonado también estaba en el suelo en el desorden, al igual que


oscurecido, cuchillos quemados.

El pánico se hinchó en el pecho de Lucian.

—¡Jordyn! —gritó Lucian.


Rápidamente, se movió a través de la sala de estar, abriendo una puerta para
encontrar un dormitorio con sábanas y mantas desordenadas en el colchón. La
segunda puerta que abrió fue el cuarto de baño.

Fue allí donde la encontró.

—Merda... Jordyn... Cariño.

Lucian dio un paso en el baño y deseó haber llegado un día antes.

Jordyn estaba ensangrentada y golpeada. Lucian no tuvo tiempo de pensar, y


mucho menos de considerar todas sus heridas visibles, pero su mente rápida no
podía dejar de tomar nota de todo. Varias laceraciones le cubrían los brazos, la
espalda y las piernas. Carmesí manchaba la bañera. Algunas heridas se hincharon
tan mal, con moretones formándose, él sabía que estaba criando una infección,
tenía que ser.

Ligeramente volteada en la bañera, así que parte de su hombro y la espalda


miraban hacia la puerta, podía ver las marcas dejadas allí también. Ese hermoso
tatuaje de flor de cerezo no estaba completamente arruinado, pero tomó algún daño
importante. En su rostro estaba otro golpe brutal de donde había sido golpeada, la
hinchazón era severa y aterradora.

Ella debió haber intentado limpiarse después de lo que pasó. La bañera no


estaba mojada, pero había preparado un botiquín de primeros auxilios, algunos
analgésicos y toallas limpias. Obviamente había estado despierta durante algún
tiempo, pero finalmente se dio por vencida.

Lucian obligó a la náusea que se alzaba a descender.

La ligera subida y caída de sus hombros le permitieron un suspiro de alivio.

No desperdició más tiempo.

Lucian tenía su celular marcando mientras cruzaba el pequeño espacio. Dante


ni siquiera había terminado de decir hola antes de gritar órdenes. —Llama a Paulie,
ahora mismo, Dante. Ponlo por teléfono. Dile que necesitamos medicamentos,
muchos. Intravenosa, morfina, antibióticos. Lo quiero cerca y rápido.

—Lucian... ¿qué pasa?

—Llama a Paulie —repitió Lucian, tembloroso. No se había dado cuenta hasta


ese momento, pero la humedad le caía por las mejillas. Lágrimas, se dio cuenta.
Hacía años que no lloraba—. También tendrás que llamar a Antony y avisarle. Ella
está herida. Le han hecho tanto daño, hombre.

—Quizá un hospital...

—No —interrumpió con ferocidad—. Eso quedará registrado. No pueden


encontrarla… y la buscarán.
Dante dejó escapar un suspiro y Lucian oyó que su motor se volvía.
¿Necesitas ayuda?

—No. Puede que pese 52 kg mojada. La traeré abajo, solo prepara el auto.

Por no mencionar, Jordyn estaba desnuda de la cintura para arriba. Lucian


necesitaba encontrar algo para cubrirla, y al mismo tiempo, tener cuidado con sus
heridas.

—Oh, bella mía —susurró, inclinándose hacia la bañera para apartarle el cabello
de la cara. Los ojos de Jordyn estaban abiertos, pero no se estaban enfocando.
Lucian no estaba seguro de que siquiera podía oírlo—. Está bien, cariño. Esto no va
a suceder de nuevo. Nunca. No volverán a tocarte nunca más.

—Jesús —murmuró Dante—. Llévala aquí abajo. Voy a llamar a Paulie.

Lucian colgó el teléfono y se lo metió en el bolsillo. Usando las toallas limpias


en las que Jordyn se había sentado, le cubrió el pecho y la espalda sin apretarle,
asegurándose de no envolver el tejido esponjoso en su piel con demasiada fuerza.
Acariciando su espalda baja y deslizando su brazo bajo sus rodillas dobladas, la
sacó de la bañera como si no pesara nada.

Solo entonces se dio cuenta dónde la habían lastimado peor.

El tatuaje en su cadera que tocó, el que le dio su seguridad durante tanto


tiempo, fue quemado.
Capítulo 8
El apartamento donde Lucian llevó a Jordyn para su recuperación y seguridad
era propiedad de su padre. Era una de las muchas propiedades residenciales que su
familia poseía. Estar en bienes raíces podría ser una buena cosa, teniendo en cuenta
que tenían apartamentos listos para mudarse por toda la ciudad solo en caso de que
algo sucediera y que necesitaran un refugio seguro. A diferencia del edificio de
apartamentos de Jordyn, a un paso de ser declarado en ruina, este apartamento de
un dormitorio de Brooklyn estaba bien mantenido, seguro y funcionaría durante el
tiempo que Lucian lo necesitara.

El apartamento de Lucian en Manhattan estaba demasiado lejos para que él


pudiera vigilar a Jordyn y hacer su negocio de todos modos, así que hasta que
estuviera lo suficientemente bien para viajar de nuevo, tendrían que quedarse aquí.

Paulie se aclaró la garganta para llamar la atención de Lucian. El bajo zumbido


de la televisión en el salón le recordó que sus hermanos todavía estaban allí. Se
negaron a marcharse, incluso después de que Paulie les aseguró que tanto Lucian
como él podrían encargarse de cuidar a Jordyn.

Antony aún no había llegado, pero estaba mezclado en la oficina tratando


algún problema con la dirección. El hombre era tan bueno como un jefe de crimen
como un jefe normal. Asquerosamente.

—Está limpia de huellas, así que no usa agujas. —Paulie se apartó de mirar los
pliegues de los brazos maltratados de Jordyn, a examinar los dientes en su boca.
Perlas perfectas y blancas miraban fijamente al médico—. Y tampoco está
chupando una pipa. Su boca está en muy buena condición para eso. Si quieres,
puedo tomar una muestra de sangre y probarla para estar seguro de que está limpia
de otras cosas.

Lucian sacudió la cabeza para rechazar esa oferta. —Pienso que, si fuera adicta
a algo particular y usarlo tan a menudo como un adicto lo haría, sería obvio, sin
importar cómo es el funcionamiento de un adicto.

—Lo haría, tienes razón.

—¿Qué pasa con...? —Lucian se apagó, dejando la pregunta colgando mientras


agitaba hacia su propia zona de la ingle. Había sido una gran preocupación para él
pensar en la posibilidad de que la violaran. No quería ni siquiera decirlo.

—Diría que no —respondió Paulie, manteniendo su habitual


profesionalismo—. Y eso es sin hacer un examen, que no me siento cómodo a
menos que estuviera despierta. Francamente, estoy bien con decir que no, cuando
le quitamos sus pantalones cortos. No había moretones en sus muslos para sugerir
que alguien la había forzado a abrirse, y confía en mí, ella habría luchado duro. Las
marcas serían muy obvias en cuanto a cuáles, eran. Similar a los moretones de la
mano en sus brazos. No había fluidos ni sangre en sus pantalones cortos. No está
hinchada o irritada en la superficie de esa zona. No, definitivamente no.

Lucian soltó un silencioso suspiro de alivio. Fue una pequeña victoria.


—Ella tomó un infierno de espantosa paliza —señaló el médico—. Ella fue
golpeada duro y repetidamente. Lo que se usó, dejó huellas en todo su cuerpo.

—Un cinturón. Había uno en el suelo. Los pernos coinciden con las ronchas.
Un hombre, ciertamente no el suyo.

—Puedo oír el enojo en tu voz. Tienes que calmarte y pensar en todo esto,
Lucian. No puedes ir tras quien lo hizo por culpa de lo que le hicieron.

—No es quien sea, Paulie. Sé quién hizo esto.

—Pareces un hombre culpable —dijo Paulie en voz baja.

Lucian se encogió de hombros. Por supuesto que se veía culpable. Se sentía tan
terrible como una mierda. Un poco tarde y le había costado mucho a Jordyn.

—No fuiste tú quien la lastimó —continuó el consigliere de su padre—. En todo


caso, ayudaste a evitar que esta infección se convirtiera en algo más desagradable.
El dolor había sido inimaginable para ella. No sé cómo logró mantenerse lo
suficientemente lúcida como para cerrar la puerta y entrar en el baño como lo hizo
ella.

Un escalofrío rodó por la espalda de Lucian. Más de una vez fue testigo de una
merecida golpiza. Había visto tatuajes quemados de hombres antes como una
forma de castigo o tortura. Su negocio, por lo más triste que podía ser, no se metía
con las mujeres de esa manera.

—Ella va a tener algo de cicatriz —le informó Paulie, mirando por encima de
las heridas en sus hombros una vez más. No había tocado las vendas de gasa,
simplemente las envolvió flojamente durante la noche para permitir que las cremas
hicieran lo que pudieran—. Especialmente estos que rompieron su tatuaje, y esa
quemadura horrible en su cadera. No será demasiado malo, y más tarde, si ella
quiere, la corrección estética es una buena posibilidad para la vista de la
quemadura. He visto un gran trabajo hecho, Lucian. No es que no sea una mujer
joven y sana como es.

Lucian inclinó la cabeza hacia un lado, confundido. —Las cicatrices no me


molestan. Ella está bien. Todavía preciosa.

Paulie rio entre dientes. —No lo dije para tu beneficio, hijo. Quería decir que se
le explicará cuando esté lo suficientemente lúcida como para entender si le
preocupa la cicatriz. Es bueno saber qué piensas que es hermosa, incluso en esta
condición, sin embargo. Eso habla bien de tus sentimientos.

¿Eh?

—No los tengo... No la conozco, Paulie. Yo solo... —Lucian suspiró, frustrado


por no poder terminar una frase—. Me gustaría conocerla, pero teniendo en cuenta
que probablemente fui quien causó que le dieran una paliza así, dudo que se
alegrará de verme cuando despierte.

—Ah, no te minimices todavía, Lucian. Cuando tu padre me llamó hace un par


de días sobre este... encaprichamiento... tuya, estaba muy preocupado por ti.
Supongo que estaba preocupado por esta chica porque había vivido de la manera
que lo había hecho durante tanto tiempo, ¿cómo podía estar abierta a vivir de
alguna otra manera? Incluso con todo lo que le hicieron sufrir, ¿seguiría siendo leal
a ellos? No es un largo tramo para Antony preguntarse. Es su trabajo como Don de
nuestra familia y como tu padre.

—¿Encaprichamiento, así es como la llamó?

Paulie se encogió de hombros, sonriendo por encima del hombro. —Él lo hizo.
Porque tratabas de esconderlo de él. Te gusta recordar a todo el mundo que ya no
eres un niño, pero todavía sientes la necesidad de encubrir cosas que pueden doler o
preocupar a tu madre y tu padre. Así que sí, lo llamó un encaprichamiento, porque
eso fue todo lo que recogió de tu comportamiento.

—¿Y? —preguntó Lucian.

—Y le recordé hace mucho tiempo que fue él quien se encontró mirando a una
mujer solo una vez y decidiendo que la quería, también, pero preocupándose de lo
que su familia pensaría de sus altas expectativas. Bueno, creo que Antony decidió
que realmente quería a Cecelia después de que ella amenazara con dispararle el pie
si no salía de su dormitorio. Tomó un pasillo equivocado y terminó allí después de
que trató de encontrar el baño, ¿sabes?

Lucian se echó a reír. Esa fue la primera vez que escuchó esta versión de la
historia. Según Antony y Cecelia, se encontraron por casualidad, lo que
aparentemente no era totalmente falso, y una relación de ritmo rápido, luego el
compromiso, y un matrimonio seguido poco después. Aunque ambos admitieron
que era amor a primera vista, o muy cerca de él.

Lucian no estaba completamente seguro de que creyera en ese tipo de cosas.

—No he decidido nada sobre Jordyn.

—Puede que tu corazón lo haga, Lucian. ¿Has pensado en eso?

—Ni siquiera la conozco —dijo Lucian, sintiendo que era la milésima vez que
lo había hecho.
—Bueno, tendrás mucho tiempo para eso durante del siguiente rato. Ella va a
estar enojada y dolorida, así que toma un esfuerzo especial para tener cuidado con
ella mientras aprendes. El Señor te conoce, como tus hermanos, están tan
condenadamente impacientes cuando se trata de tener que esperar lo que quieres.

Paulie no intentó esconder el matiz sugestivo de su comentario. Por primera


vez en años, Lucian sintió que sus mejillas se calentaban. El hombre le hizo
sonrojarse, por el amor de Cristo.

Lucian necesitaba cambiar de tema y rápido. —¿Cuándo estará despierta?

Paulie, con la ayuda y observación de Lucian, cortó cuidadosamente los


pantalones cortos del cuerpo de Jordyn. Tomaron nota de todas sus lesiones, la
limpiaron y prepararon los envoltorios. Le habían insertado una intravenosa en su
mano derecha, alimentando sus venas con un cóctel de antibióticos, líquidos y el
ocasional goteo de morfina para el dolor. Paulie hizo muy claro el horario para ese
narcótico en particular.

—Si la morfina hace su trabajo, y lo hará, va a dormir por unas horas más.
Vendré mañana por la noche, le quitaré la morfina. Entonces probablemente no la
necesitará. Solo los medicamentos para el dolor serán suficientes. Trata de
asegurarte de que duerma lo más posible por la próxima semana al menos. Y que
tome los antibióticos y analgésicos a tiempo. Necesita el resto para que su cuerpo se
cure. Muchos fluidos. Estos vendajes se deben reemplazar dos veces al día, y cuatro
veces o más para la quemadura. Francamente, esa lesión sería mejor atendida en un
hospital, pero entiendo por qué no podemos.

Lucian se metió las manos en los bolsillos, observando cómo Paulie soltaba la
mano floja de Jordyn. —Estarás cerca, ¿verdad?

—Voy a venir una vez al día para comprobar su IV, cambiar las bolsas y los
líquidos, y los tubos, si es necesario, hasta que esté bien sin ellos. Estaré cerca, no te
preocupes. Todo estará bien.

Lucian lo esperaba.

●●●

El cuerpo de Jordyn parecía haber pasado por un huracán. Solo moviendo su


brazo era un esfuerzo, uno que encontró que no valía la pena el trabajo de hacerlo
en absoluto. Algo le arrastró la mano, un ligero malestar que le picó la piel
alrededor de la zona, pero no era nada comparado con el resto de sus dolores.

Una voz profunda y casi melódica salió de su lado, calmándola. —Tienes que
tener cuidado, piccolina. Si sacas tu IV, no podré recuperarlo y Paulie no volverá
hasta mañana por la tarde. Necesitas los fluidos.

Jordyn se estremeció con cada respiración. Reconoció esa voz, su acento y la


forma en que parecía reaccionar ante sus palabras, como si algo dentro luchara por
alcanzarlo.
Lucian.

—¿Recuerdas lo que pasó ayer? —preguntó Lucian.

Jordyn abrió los ojos, su visión se ajustó a la oscuridad de la habitación con


una lentitud a la que no estaba acostumbrada. Su cerebro era un lío confuso de
pensamientos, y ninguno era claro. Lentamente, sacudió la cabeza, pero lamentó la
acción inmediatamente. La náusea comenzó.

Todo su cuerpo se sentía cálido. El dolor, mientras estaba allí, se sentía casi
apagado. Estaba mareada y cansada.

—Duerme, cariño —susurró Lucian—. Está bien dormir. Estás a salvo aquí.

De alguna manera, Jordyn sabía exactamente eso antes de que lo dijera. Aun
así, luchó contra la somnolencia que se deslizaba por los bordes de sus sentidos,
amenazando con tomarla de nuevo. Tenía tantas preguntas.

—Pero…

Las palabras de Jordyn se cortaron instantáneamente. Le dolía incluso hablar.


La cama se sumergió para permitir el peso de Lucian en su lado derecho. Se sentó
poco a poco, cauteloso con su tamaño, moviéndola, como si no fuera un hombre de
un metro noventa y dos centímetros de alto que ella conocía, y nada más que un
apoyo.

—Pero nada —dijo Lucian con firmeza—. Deja que parte de esa hinchazón
baje primero, y entonces hablaremos todo lo que quieras. ¿Sabes cuánto quería
hablar contigo, cariño?

Jordyn no se sobresaltó como solía hacerlo cuando un hombre la tocaba sin


previo aviso. La suave y caliente palma de Lucian se curvaba a lo largo de su
mandíbula y cuello, encajando perfectamente. Parecía estar consciente de la presión
que le daba en la mandíbula. Algo dulce se curvó en su centro, girando hasta su
pecho. Se derritió esa parte, tragando palabras y sentimientos porque no sabía qué
decir ni qué querían decir.

El tacto y su reacción a él, sin embargo, dijeron mucho.

Lucian se inclinó, dándole a Jordyn una mejor visión de sus rasgos en la


oscuridad. La preocupación arrugó su frente, la tristeza volvió su boca
generalmente sonriente hacia abajo y con un ceño fruncido, los ojos oscuros de él
buscaron los suyos sin vergüenza. Quería borrar esa mirada de su rostro.

Con suavidad, Lucian rodó su pulgar a lo largo de su labio inferior. La acción


simple causó que la piel de gallina se deslizara por todo su cuerpo de la cabeza a los
pies. —Lo siento.

—¿Por qué?
A Jordyn no le importaba por qué se estaba disculpando. Estaba demasiado
distraída mirando su rostro, preguntándose qué sentiría si su boca estuviera
presionada contra la suya. ¿Cómo besaba, lento y controlado como una ola
alzándose, o rápido y destructivamente apasionado como un incendio?

—Me pregunté lo mismo en el momento que te miré dentro en ese


confesionario —dijo Lucian, sonriendo un poco.

¿Lo había dicho en voz alta?

—Oh —murmuró Jordyn.

Apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Lucian se inclinara más, quitó
su pulgar y colocó el beso más suave y tierno en sus labios. El calor dentro de su
cuerpo parecía florecer en un calor que se extendía desde su centro. Solo duró unos
segundos antes de que se alejara.

Lucian apretó su pulgar contra sus labios una vez más, la humedad dejada
detrás de sí bajo el dígito. —Duerme. El siguiente será mucho mejor. Y tengo la
intención de que lo recuerdes.

Jordyn tampoco pensaba que podría olvidar esto.

●●●

La siguiente vez que Jordyn se despertó, la habitación no estaba oscura. Una


suave luz se filtraba a través de una ventana, bañándola en calor. Rápidamente
notó que su mente no estaba tan confundida ni tan cansada como antes.

El dormitorio en el que estaba no era enorme, pero tampoco era pequeño. Las
paredes pálidas y beige la miraban fijamente. No había fotos en las paredes, pero
algunas piezas de arte estaban colgadas de una manera elegante. La cómoda cama
en la que descansaba era lujosa y perdonaba su tierna espalda, las sábanas eran aún
más suaves.

Se dio cuenta de que la sábana era la única cosa que la cubría también. No
llevaba ropa debajo. Levantando la sábana lo suficiente como para mirar por
debajo solo la molestaba más. Moretones le cubrían los brazos, junto con una gasa
envuelta a dónde sea que miraba.

Sin embargo, su dolor no fue tan abrumador en esta ocasión. Literalmente la


había estrangulado cuando trató de moverse. De la cabeza a los pies, el cuerpo de
Jordyn estaba tieso y adolorido.

—Ah, la principessa está despierta. —Escuchó a alguien decir desde la esquina


de la habitación—. Es bueno verte más viva de que lo que estabas ayer por la
mañana. Lucian estará feliz por eso.

Jordyn se sorprendió ante el desconocido intruso. La acción hizo que la agonía


la golpeara por todas partes. Un gemido rompió desde su pecho cuando se movió
en las sábanas, lo cual solo causó más dolor. De la angustia solo, su cuerpo se
defendió, amenazando con revolver lo que pudiera haber en su estómago. Un
enorme dolor de cabeza la golpeó de repente.

—Cazzo merda. ¡Lo siento! No quise asustarte.

Respirando profundamente para tratar de aliviar el dolor, Jordyn se calmó


lentamente. Miró por encima de las sábanas con los ojos entrecerrados para ver
quién era el desconocido. Al principio, no reconocía sus ojos verdes, ni su cabello
negro. Sus rasgos no le sonaban.

Luego, miró de nuevo.

Jordyn recordó vagamente que el chico era uno de los cuatro hombres de
Marcello que habían estado en Legs and Leather.

Eso trajo consigo un montón de otros recuerdos.

La ira en la cara de Will. La crueldad en sus palabras. Un cinturón golpeando


su cuerpo sin ningún tipo de misericordia o fin a la vista. Un cuchillo caliente
ardiendo en su piel, quemando su tatuaje. Vómito. Pánico. Dolor. Sangre.

Era un ciclo interminable de recuerdos reproduciéndose en su mente


abrumada.

Había intentado limpiar sus heridas. Jordyn recordó claramente haberse


preguntado si su botiquín de primeros auxilios tenía algo para quemaduras graves y
si se duchaba para lavarse las heridas primero, o si eso solo causaría más daño.

Eso era todo lo que podía recordar. Después de eso, el dolor se había vuelto tan
horrible que pensó que quizás dormir por un momento ayudaría.

No lo había hecho, obviamente.

La ansiedad golpeó duro y rápidamente el corazón de Jordyn, haciendo que


tronara, mientras el pánico entrecortaba su respiración.

—Jesús, cálmate. Está bien. Estás bien. ¡Lucian! ¡Lucian, entra aquí!

Jordyn sintió su presencia en la habitación en cuanto entró.

—¿Qué demonios hiciste, Dante? —gruñó Lucian.

—¡Nada! Se despertó y tuvo un puto ataque de pánico o algo así.

—¡Sal ahora antes de que te patee el culo!

Cuando la puerta del dormitorio se cerró en silencio, Jordyn sintió que Lucian
se deslizaba en la cama con ella. Fuertes manos tomaron las suyas apretando las
sábanas, liberándolas. Besos llegaron a sus nudillos una y otra vez, un murmullo
tranquilo después de cada beso. Jordyn cerró los ojos con tanta fuerza que dolió,
cuando los abrió se encontró cara a cara con la expresión de pánico de Lucian.

—Estás bien —le dijo—. A salvo, ¿recuerdas? Siempre estás a salvo conmigo,
cariño.

Jordyn le dejó empujarla hasta sentarse antes de envolverla en un fuerte abrazo.


Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que llevaba, que prácticamente era nada.
Solo un bóxer y una toalla colgando de su cuello. Incluso su piel y cabello estaban
húmedos, diciéndole que debía haber salido de la ducha.

A ella ni siquiera le importaba. No importaba que no tuviera nada más que una
sábana para cubrirla.

Todas las heridas en el cuerpo de Jordyn picaban como el infierno, pero se


aferró a la única cosa que parecía familiar y segura. Lucian.

—É-él... él me golpeó —dijo roncamente—. Como un animal. Solo... me


golpeó.

—¿Will Vetta? —preguntó Lucian, su tono se oscureció.

Jordyn asintió frenéticamente. —Los otros, ellos... no hicieron nada. Me


sostuvieron y dejaron que me hiciera daño. Ni siquiera les importaba.

Con toques suaves y palabras tiernas, Lucian apaciguó el pánico de Jordyn.


Una vez que se calmó lo suficiente como para pensar racionalmente, las primeras
gotas de vergüenza revolotearon a través de sus emociones. La sábana que ocultaba
su desnudez había caído en medio de su miedo, exponiéndola desde el pecho hasta
donde se interponía entre ellos.

Lucian, siempre caballero, la cubrió con la sábana, sin apartar la mirada de la


mirada ella ni una vez. —Siento lo de tu falta de ropa. No tenía nada de ropa aquí,
y no me tomé el tiempo para tomar algo tuyo después de que encontrarte como lo
hice. Mi madre vendrá más tarde para traerte algunas cosas y comprará lo que
quieras, ¿de acuerdo?

Esa admisión envió a Jordyn a través de una nueva ronda de emociones. La


había encontrado después del ataque. Sangrienta, magullada y golpeada. Debía
hacer lucido casi muerta si la forma en que se sentía ahora era una indicación.

—Además de eso —continuó Lucian, sin notar la distracción de Jordyn—. ...


Paulie sugirió que no sería bueno que tus heridas estuvieran envueltas demasiado
fuerte durante los primeros días, especialmente por algo tan apretado como la ropa.
De esta manera, minimiza la posibilidad de infección en las heridas en tu espalda y
cadera.

—¿Paulie? —preguntó Jordyn.


Lucian le ofreció una sonrisa de apoyo. —Un muy buen amigo, un doctor para
nosotros, nuestra familia.

—Tu familia... Cosa Nostra. Esa familia.

—Recordaste eso entonces —dijo, sin lucir molesto—. No estaba seguro de que
lo hicieras.

—Algo así —admitió ella—. Pero no lo entiendo.

—En otra ocasión. No es importante ahora mismo.

—Pero me lo dirás, ¿verdad?

—Lo haré —aceptó Lucian—. Cuando estés mejor. Implica más que solo a mí.

Jordyn lo entendió. Pensando en el hombre que Lucian había echado de la


habitación, preguntó—: ¿Era uno de tus hermanos?

—Sí, ese era Dante. Es un año menor que yo. Debería estar en la iglesia con
nuestros padres, pero me está usando como una excusa para no ir. Necesito una
niñera, y al parecer, mi padre está de acuerdo.

—¿Para qué?

—Para evitar que mate a alguien —dijo Lucian con franqueza—. Deberían
saberlo mejor. De nosotros, tres, no soy el impulsivo, ni siquiera tan enojado como
estoy.

Oh. Bien…

—¿Cómo me llamó? —preguntó.

—¿Qué era?

—Dijo algo cuando me desperté. No lo entendí. Caz... mercado, creo.

Lucian se echó a reír. —¿Cazzo merda?

—Sí.

—Esencialmente, cazzo es una palabra muy ofensiva en italiano para el pene de


un hombre, pero también se usa en lugar de joder o variaciones de la palabra joder.
Merda significa literalmente mierda. Así que…

—Jodida mierda —comentó Jordyn, asintiendo. Por supuesto que serían


vulgaridades—. Entiendo. Pero había algo más. Princi... princa… algo.

La cabeza de Lucian se levantó como si le hubieran disparado, sus ojos


brillaban en los suyos. —¿Principessa?
—Sí. Eso. ¿Qué significa?

Tragando con fuerza, Lucian murmuró—: Significa princesa en italiano. Para


hombres como nosotros, significa algo completamente diferente. Le diré que corte
sus tonterías.

—No creo que quisiera decir algo —replicó Jordyn.

—Sí, lo hacía.

Al parecer, no queriendo discutir más, Lucian fue a remover la intravenosa que


estaba en su brazo y mano.

—Gracias.

—Nunca me agradezcas. No por ayudarte, cariño. Lo único que necesito de ti


es que me digas lo que necesites, cuando sea que lo necesites. Si puedo, siempre te
lo daré.

—Seguridad —susurró Jordyn.

Lucian asintió, sus dedos apenas pasando sobre las múltiples magulladuras que
cubrían su brazo. —Puedo hacer eso.
Capítulo 9
Jordyn se despertó en la oscuridad total. La transpiración empapó su piel y
cabello, humedeciendo las sábanas y las almohadas en la cómoda cama. Debe de
estar sacudiendo y girando algo horrible en su sueño, porque las sábanas estaban
enredadas alrededor de su mitad inferior en un terrible nudo de tela, evitando que
se moviera.

No tenía que preguntarse que la despertó. Jordyn sabía. Era la misma cosa que
había estado afectando su dueño durante los últimos seis días desde que se despertó
después del ataque. Las pesadillas eran recurrentes de su paliza. Podía oler su
vómito y sangre, el olor fuerte de propano, y sentir el dolor como si estuviera
sucediendo de nuevo. Peor aún, la pesadilla solamente parecía hacerse más horrible
con cada sueño. Había más gente ahí, algunos gritando, algunos instando a su
atacante. Nadie ayudaría cuando les rogaba.

Jordyn sabía que eran solamente sueños. No es real, no ahora. No ayudó


mucho.

El miedo de su sueño seguía extendiéndose por sus emociones y antes de que


pudiera detenerse, estaba jadeando el nombre de Lucian. El sonido era tenso y
aterrorizado. Empuñando las mantas, apenas llamó por él una segunda vez antes
de que su familiar, reconfortante cuerpo se asomara por la puerta.

¿Alguna vez dormía?

Lucian dio un paso vacilante hacia la habitación, manteniéndose en silencio.


Los delgados pantalones de dormir que llevaba descansaban sobre sus caderas
mientras su musculoso estómago y su pecho estaban desnudos. Tal vez había
estado durmiendo. Jordyn no necesitaba que le dijera que estaba a salvo. Con él
allí, lo sabía.

—¿Estás bien? —preguntó Lucian.

Jordyn quería tranquilizarlo, pero no pudo.

—Lo siento —susurró Jordyn mientras Lucian la observaba cautelosamente—.


Yo solo…

—¿Qué, tuviste un mal sueño?

Jesús, se sintió como una niña.


—No importa —dijo finalmente Jordyn, vergüenza deslizándose en su voz—.
Por favor, vuelve a dormir.

—No estaba durmiendo —respondió Lucian fácilmente—. Solo estaba


descansando mis ojos.

Jordyn resopló debajo de su aliento. —Seguro. Estoy bien, sin embargo, de


verdad.

Lucian no actuó como si la hubiera oído. —Es bueno que Paulie haya quitado
tu intravenosa la noche después de que la colocó, con la forma de apretar las
sábanas a la muerte cada vez que entras en pánico.

Ella soltó su agarre inmediatamente.

—No es nada.

—Es difícil, ya sabes.

—¿Eh?

Lucian se encogió de hombros en la oscuridad. —Escuchándote lloriquear y


golpear aquí. No sé si quieres que te despierte o lo que necesitas. Siento que tengo
que estar despierto solo para asegurarme de que en algún momento estarás
durmiendo sin soñar.

Oh, Dios.

—Has estado teniendo muchos —dijo él como un hecho.

—Sí, pero estoy bien, Lucian.

—No creo eso ni por un segundo, y ya que mi corazón está en mi garganta en


este momento, realmente necesito asegurarme que estás bien, cariño. De lo
contrario, no dormiré por otro mes.

Jordyn no sabía cómo responder a eso, no que Lucian le diera la oportunidad


de hacerlo. Sin una palabra, cruzó la habitación y se sentó en la cama antes de
desenredar la tela alrededor de sus piernas. Entonces, él estaba levantando las
suaves sábanas y metiéndose debajo con ella. Lucian apoyó la cabeza sobre su
palma mientras estaba situándose de lado, observando a Jordyn con una penetrante
mirada.

Lucian, aunque claro en su interés por ella, había sido muy apropiado en todos
los aspectos. Nunca cruzaba las fronteras, siempre era educado cuando necesitaba
ayuda para cambiar sus vendajes, y ni siquiera le dio el menor indicio de que
esperaba algo de Jordyn a menos que ella estuviera dispuesta a dárselo. También
respetaba sus decisiones sobre otras cosas, lo que le ayudaba a confiar en él. Al
igual que la detención de la dosis de morfina al día siguiente después de despertar,
incluso después de que Paulie sugirió que siguiera tomándolo un par de días más o
menos para ayudarla a dormir.

La morfina era una adicción a los narcóticos que corría en su historia familiar.
Además de eso, Jordyn quería que su mente estuviera clara alrededor de esta gente,
especialmente de Lucian. Confiaba en él sin siquiera conocerlo. Lo que ella no
confiaba, sin embargo, eran sus pensamientos y opciones cuando estaba demasiado
drogada para pensar todo correctamente. Su dolor fue severo durante los primeros
días, pero apretó los dientes y lo manejó con los medicamentos para el dolor que no
la hacían sentir como si estuviera nadando a través de las nubes.

—¿Esto ayudará? —preguntó Jordyn, moviendo sus manos entre ellos.

—Puede ser —respondió Lucian con una sonrisa—. Estoy aquí, así que ahora
puedes dormir sin temores arruinando tus sueños.

La débil sonrisa cruzó los labios de Jordyn. Era casi gracioso cómo sus palabras
no parecían una excusa para meterse en la cama con ella. El pánico había
desaparecido, y Jordyn no pudo sentirse agotada. Se reclinó de nuevo en la cama a
su lado, todavía mirando a Lucian. La comodidad se filtraba por sus venas.

El suave tacto de una palma cálida presionando su cadera desnuda y los dedos
que se apretaban para sujetarla, tenía los ojos de Jordyn abriéndose mucho de
repente.

—Shhh. —La calmó Lucian—. Duerme.

Jordyn casi se echó a reír. Dormir sería imposible con su mano sobre su
cuerpo. Cada nervio había chisporroteado de repente a la vida y zonificado en ese
único lugar. Era demasiado consciente de sus reacciones a este hombre y de las olas
burbujeantes del deseo que se acumulan en su centro.

—Eso no va a ser posible —respondió Jordyn débilmente.

Lucian frotó su mano hacia adelante y hacia atrás de su cadera, por la línea de
sus bragas de algodón que ella llevaba y luego casi hasta su rodilla antes de volver a
subir de nuevo. —¿Mejor?

Por supuesto. Ahora, el calor estaba viajando por todas sus malditas piernas y
directamente entre sus muslos en vez de quedarse en un solo lugar. Eso no significa
que no le gustara porque estaba segura de que sí.

—¿Jordyn? —preguntó Lucian.

—Es… bueno. —Se las arregló para decir.

La mano de Lucian se deambuló más arriba, bordeando bajo el dobladillo de la


camiseta demasiado grande que llevaba puesta. Su tacto era suave, pero insistente,
sus dedos apenas pastando mientras su palma era plana hacia abajo. —¿Puedo?
—¿Hacer qué, exactamente?

—Tocarte —replicó él con la misma franqueza—. Nada más, lo prometo.

Confiaba en sus palabras, hasta donde llegaba. Siempre fue tan cuidadoso con
ella cuando la ayudó a cuidar de sus heridas y sentirse cómoda si estaba
particularmente dolorida. La mayoría de los vendajes y las gasas habían
desaparecido, aunque quedaban algunos en los lugares malos. Aun así, Jordyn
tenía curiosidad. —Dime por qué.

—Quiero explorarte. La extensión de tu piel. Todas tus curvas y bajos relieves.


Los lugares donde eres más suave, o más sensible. Lo que hará que tu corazón se
acelere, tus dedos se curven o tu cuerpo tiemble. Lo que harás cuando te toque aquí
—dijo Lucian con voz ronca, con un dedo resbalando bajo el dobladillo de su
camiseta para pasar por su estómago con una burla—. O los sonidos que harás
cuando te bese mientras te memorizo. ¿Serán fuertes y temblorosos, o repletos y
callados?

El aliento de Jordyn se encendió audiblemente. Lucian...

Como justo ahí murmuró. Mi nombre en tu boca. Dulce y bajo con un


poco de aire detrás de él. Queriéndome. Como si yo fuera el único hombre que
necesitas. Quiero aprender esos sonidos y lo que los hace... todos ellos.

¿Crees que puedes aprender esas cosas simplemente tocándome, hmm?

Lucian levantó una ceja desafiante. Sé que puedo. Permíteme.

Jordyn no podía encontrar nada para negarlo, sobre todo cuando ya estaba con
mucha hambre solo con sus palabras, así que no lo hizo.

Sin necesidad de más indicaciones, Lucian paso su mano debajo su camisa. Un


escalofrío se arrastró sobre su piel mientras trazaba un sendero por el contorno de
su vientre plano. Su toque era suave, pero lo buscaba. Unos débiles golpecitos de
sus dedos danzaban por su costado, por la curva de su cintura y contra la
hinchazón de su pecho. Mientras las puntas de aquellos exploradores dedos
recorrían su pecho una segunda vez, con el pulgar rodando sobre su pezón, la piel
de Jordyn se agolpó por todas partes.

No se había dado cuenta, pero sus respiraciones se aceleraron de nuevo.

Mmm, ahí susurró Lucian. Me gusta eso.

Jesús, también a Jordyn.

¿Cómo te parecería que fuera mi boca y no mis dedos, cariño?

Los ojos de Jordyn se cerraron cuando un suave gemido salió de su pecho.


Entonces, sin previo aviso, Lucian se movió mucho más cerca. Lo suficientemente
cerca como para que su hálito cálido se lavara sobre sus mejillas y su nariz rozara la
suya. Su mano dejó los confines de su camisa lo suficiente para agarrar la parte
posterior de su rodilla y tirar de su pierna para enganchar alrededor de su cadera.

La nueva posición permitió a Jordyn saber exactamente cómo el cuerpo de


Lucian estaba reaccionando a su estudio de ella. La dura arista de su erección
presionó el estómago de Jordyn, un pulso en su eje resuena directamente a su
propio latido. En silencio, Lucian volvió a descubrir su cuerpo. Estaba
completamente encantada con sus manos calientes y sus dedos de burla.

Hasta su rostro, sus dedos trazaban el paisaje de sus mejillas y su mandíbula,


reflejándose en los labios flojos y las pestañas abiertas. A lo largo de su espalda, sus
dedos se apretaron un poco más a su espina dorsal, hasta la línea de sus bragas de
algodón donde brevemente se sumergió debajo de la tela para rodar las puntas de
sus dígitos en sus nalgas.

Los ruidos que salían de su garganta y salían de sus pulmones no podían


detenerse. No cuando le hacía cosquillas en los pliegues de los codos, o cuando su
boca se cepillaba contra la suya con el mismo inocente beso que le daba la primera
vez. Los toques casi tranquilizantes la empujaron en un reconfortante aturdimiento
que ella no esperaba. Al mismo tiempo, seguía sintiéndose hiperactiva por su
gruesa polla y el obvio deseo que sentía. Jordyn estaba tan encendida que ardía con
un dolor profundo en su sangre y huesos.

Duerme. Escuchó a Lucian ordenarle. Los ojos de Jordyn finalmente se


abrieron de nuevo, la confusión se asentó en su corazón. Ella se encontró con
brillantes ojos color avellana observándola atentamente. Mientras Jordyn todavía
estaba dolorida y curándose del ataque, pero eso, no significaba que su cuerpo no
quisiera a este hombre por completo. Apenas tocando, lo prometo. Estoy aquí,
así que no más pesadillas. En cambio, puedes soñar con algo hermoso.

Oh, no lo dudó por un momento.

●●●

Hola, Skip.

Jordyn asomó la cabeza por el enclave que conducía a la diminuta cocina. Su


lugar la mantenía lo suficientemente oculta para que el huésped de Lucian la viera.
Parecía tener muchos de estos invitados últimamente.

Buenos días contestó Lucian, poniendo su arma en la mesa a la vista.

Alejándose de ella, Jordyn tenía una gran vista de las alas de águila tatuadas en
la parte superior de su espalda. Había sido rápido para saltar fuera de la ducha sin
hacer preguntas cuando le dijo que alguien estaba tocando el timbre del
apartamento y había estado durante quince minutos.

Pasó un sobre blanco entre los hombres, y como su arma, Lucian simplemente
lo arrojó a la mesa de café sin darle una segunda mirada. Jordyn sospechaba que
había dinero en ese sobre. Ella vio un montón de dinero en efectivo viajar a través
de este apartamento en el último par de días.

¿Por qué los pagos anticipados este mes? No estoy acostumbrado a esto, pero
podría hacerlo rápido.

El joven sonrió, encogiéndose de hombros. Se dio la voz que usted estaba en
el barrio. Probablemente algunos de los chicos pensaron que estaba
controlándonos.

¿Entonces todo está bien?

Bien, Skip. Voy a necesitar otros veinte kilos para el final del mes.

Habla con mi hermano. Tienes sus teléfonos. No voy a administrar el


producto por un tiempo.

¿Algo te tiene ocupado, Skip? le preguntó al joven.

Lucian giró su mejilla, dándole a Jordyn una visión de su perfil y sonrisa.


Algo como eso. Solo comunícate con mi hermano, como te dije. Él te indicará
los contactos para el mes desde allí.

¿Algo más? preguntó Lucian.

No.

Te veo el mes que viene.

Cuando la puerta del apartamento estaba cerrada y los dos cerrojos estaban
cerrados, Jordyn salió de su escondite. ¿Por qué Skip?

Lucian cruzó el espacio para agarrar el sobre en la mesa de centro. Jordyn tenía
razón en su suposición de que tenía dinero en efectivo. Él le contestó mientras
miraba las cuentas, contando cuánto había. Fue mucho.

Es otro término callejero para capo en nuestro negocio. Lo prefiero a mi


verdadero nombre, de verdad. Mantiene una distancia entre ellos y yo. Cuando
hablan de mí por ahí, siempre es lo que el Skip dice. Nunca es Lucian. La mayoría
de ellos no saben quién está corriendo por encima de su jefe, honestamente. Nunca
se encuentran conmigo, y en su lugar, solo se escucha de Skip que va y ha entrado a
limpiar la casa cuando sea necesario. Lo desconocido engendra miedo. El miedo
genera obediencia. La obediencia genera una buena tripulación. Por lo tanto,
necesito que tengan miedo.

Huh. Eso fue genial.


Fue una de las primeras cosas que mi padre me enseñó sobre ser un buen
capo. Terminó más tranquilo. Gio es probablemente el mejor, realmente, y él
es más que ganado siendo conocido como el Skip con sus chicos.

¿Y te gusta esto? preguntó Jordyn.

Está en mi sangre. Lo que mi verdadero padre hizo, y lo que hace mi familia.


Una gran parte de nuestro dinero proviene de lugares más grandes y ofertas, pero
mantenemos a las tripulaciones en las calles para recordar a la gente de donde viene
el poder. Las pandillas podrían asumir que están dirigiendo el programa, pero la
mayoría de ellos están comprando la mayoría de sus productos de familias como la
mía.

Aprendió mucho sobre Luciano Marcello durante la última semana y media. Si


le preguntaba, él le explicaría lo mejor posible. La honestidad era claramente algo
que Lucian mantenía en alta estima, o tal vez era solo para ella. Poco a poco,
estaba aprendiendo más sobre el mundo de la mafia. No era lo mismo que el MC,
de eso, Jordyn estaba muy segura.

Sus hermanos iban y venían sin dudar. A pesar de ser agitada, siempre fueron
respetuosos con ella. Su madre había estado allí dos veces, trayendo a Jordyn
montones de ropa, productos y entretenimiento, la mayoría de los cuales todavía
estaban en las bolsas con etiquetas y recibos porque algunos de los costos la
asustaban.

Su padre adoptivo Antony, por otro lado, Jordyn aún no se había encontrado
cara a cara.

Sin embargo, no me has respondido realmente. ¿Te gusta?

Lucian soltó una carcajada. —No soy una buena persona, cariño. Me gusta el
dinero y particularmente no me importa cómo lo hago. No me desvío para hacer
buenas obras para los demás. Esta profesión me queda bien.

—Has sido bueno conmigo —contestó Jordyn.

—No es lo mismo.

—¿Por qué no?

Lucian le lanzó una mirada que calentó a Jordyn de adentro hacia afuera. Eso
era todo lo que necesitaba hacer, simplemente mirarla. Aprendió que los ojos de
Lucian hablaban mucho más que su boca, incluso cuando hablaba. De los tres
chicos Marcello, estaba claro que él era el más silencioso, pero probablemente el
más peligroso.

Cuando la miraba, y lo hacía a menudo, era inquietante. Bajo su pesada


mirada, pensaba que quizá estaba viendo más de lo que mostraba. El hombre la
había visto desnuda, ayudado a curar sus heridas día tras día, y tocado para
calmarla cuando cayó en pánico por algo mundano, pero no la miraba como si
hiciera alguna de esas cosas, o la viera de esa manera.

Lucian la miraba como quería. Seguro que se sentía así.

Incluso si su interés en ella no estaba tan descaradamente escrito en las cosas


que hacía, Jordyn sabía que estaba allí. Era algo, de todos modos. Cuanto más
cerca estaba, más fuerte se volvía.

Jordyn quería a este hombre. Eso la asustó por un millar de razones.

Le asustaba aún más que no quisiera dar pelea.

—¿Por qué no? —preguntó otra vez Jordyn.

—Porque no, simplemente no, bella.

—Sé lo que eso significa, Lucian —le dijo.

—Bien. Puedo suponer que estás aprendiendo, entonces. Eso solo nos beneficia
a ambos, cariño.

Jordyn no sabía qué decirle, así que decidió cambiar de tema. —Necesito
darme una ducha.

Lucian se aclaró la garganta, rascándose nerviosamente el cuello. —¿Puedes


mantener la puerta abierta?

—Qué, ¿Por qué?

—Porque no me gusta la idea de tener que abrirla de nuevo solo para


encontrarte inconsciente en la bañera por alguna razón. Al menos si la puerta está
abierta, puedo oírte llamarme, o lo que sea. Solo... mantenla abierta para mi
tranquilidad.

Bueno, ¿cómo demonios se suponía que debía decir no a eso?

●●●

El apartamento en Brooklyn que Jordyn no tenía permiso de dejar había sido


oficialmente su hogar durante trece días.

De pie frente al espejo de cuerpo entero para tomar nota del progreso de sus
heridas era como una bofetada en la cara. Era más difícil de hacer de lo que
pensaba. Algunos de los pequeños moretones se habían convertido en una sombra
pálida y amarillenta. Las ronchas que habían sido particularmente malos seguían
siendo tiernos al tacto, algunos de un color rojizo y otros eran una decoloración
oscurecida.
El corte en su mandíbula donde un perno de cinturón le había abierto la piel
estaba cerrada, pero no curada. Todavía estaba roja y dolorida. Al igual que las
muchas lesiones en los hombros y la espalda del mismo causante. Había dormido
de lado, en su brazo intacto, porque era más fácil que despertar rígida y tierna por
acostarse sobre las muchas heridas.

Volviéndose ligeramente, Jordyn trató de echar un vistazo mejor a las flores de


cerezo que estaban por encima de su hombro y bajaban un corto camino por su
espalda. Un poco del tatuaje fue dañado permanentemente por la paliza. Donde la
piel había sido brutalmente abierta y sangrado, el tatuaje tendría que ser arreglado.
Algunos lugares solo necesitaban una simple recoloración, mientras que otros eran
peores y exigiría más trabajo.

Lucian aseguró que sería la más fácil, si quería hacerlo. Sin embargo, había
dejado claro que la única persona que estaría pintando su cuerpo era alguien digno
de hacerlo. Al parecer, no estaba bien que alguien la tocara, especialmente con el
propósito de tatuarse. Jordyn no estaba completamente segura de qué hacer con
esos comentarios, pero no estaba dispuesta a negar que le gustaba el tono posesivo
que no se molestó en esconder cuando dijo eso.

Jordyn también notó que cuando Lucian hablaba de ella, él o de ellos en algún
contexto, casi siempre hablaba como si estuvieran juntos. Ni siquiera estaba segura
de sí se daba cuenta de que lo estaba haciendo. El pensamiento era tan espantoso
como interesante. Francamente, no había reunido el coraje para preguntarle
directamente a Lucian qué era lo que quería de ella, o esperaba.

Era una cosa del día a día. Lo que sea que fuera que hubiera entre ellos.

Lo único que Jordyn sabía con certeza era el hecho de que había algo allí.

Como la manera en que la hacía tan consciente de todo, incluso de cosas que
ella no había considerado antes. Cómo la miraba; cuando no hablaba. El consuelo
que encontraba en su presencia, a pesar de saber que era un hombre peligroso.
Cuando su corazón se alzó en su cercanía, o el calor que parecía seguir
extendiéndose a los toques más inocentes.

Sí, algo bien.

Jordyn quería asegurarse de que su enamoramiento con su hombre no naciera


de una especie de complejo de héroes que su mente había creado. No era tan difícil
pensar así, pero también sabía que su extraña conexión había comenzado en el
mismo momento en que había retirado la cortina confesional.

No era que a Jordyn le importara, pero el pequeño apartamento no le


proporcionaba mucha privacidad de Lucian cuando estaba despierto. Rara vez
dormía, o tomaba siestas, para el caso. Incluso de noche, Lucian rondaba por el
apartamento. Ella encontró que está tan en forma como estaba era porque gran
parte de su mañana se la pasaba haciendo ejercicio. El portátil que siempre llevaba
estaba encendido y le gustaba escuchar jazz mientras trabajaba en lo que fuera.
La mente del hombre corría por lo alto veinticuatro-siete. Lucian nunca se
detenía. Siempre estaba en movimiento de una manera u otra. Cómo su cuerpo y su
mente se mantenían al día con su extraño horario, Jordyn no entendía. Para ella,
cansada y débil de intentar sanar, y su mente abrumada por la preocupación y el
miedo de lo que aún estaba por llegar, Lucian la agotaba por simplemente mirarla
todos los días.

Así que, cuando se quedó dormido en el sofá después de una visita de su


hermano menor Gio, Jordyn aprovechó la oportunidad de desnudarse en el
dormitorio y hacer un inventario privado de cómo su cuerpo lucía una semana
después de su paliza tras puertas cerradas.

Demonios, así era cómo lucían.

Horrible. Asqueroso.

Cómo alguien podría ver su belleza con estas marcas y moretones era de chiste.
Jordyn se sintió de todo, menos hermosa.

Las bragas de encaje que llevaba eran caras, bonitas y delicadas. Ciertamente
no es un elemento cuando se encontraba en un paquete de varios en una tienda de
caja. De hecho, encontró estas prendas dentro de una larga caja blanca que Cecelia
Marcello le entregó cuando trajo ropa a Jordyn. Vienen en varios colores con
sostenes a juego. En otra caja del mismo estilo con el mismo símbolo en la parte
superior, encontró otro conjunto de ropa interior, solo las de seda. La ropa interior
había sido colocada dentro de la caja como si estuviera en exhibición y envuelta en
papel delicado. La matriarca Marcello le aseguró a Jordyn que no había guardado
las piezas de esa manera, sino que la tienda donde fueron compradas lo hizo.

Jordyn trató de rechazar la ropa interior obviamente cara, pero argumentar era
inútil. Cecelia dejó perfectamente claro el costo y lo que en lo que ella decidió
gastar su dinero, por lo demás, no estaba a la discusión. La mujer entonces
procedió a decir que no hacía diferencia de todos modos, porque era el dinero de
Lucian lo que había comprado estas cosas, no suyas y que Jordyn las necesitaba.

Lo que llamaba su atención no era tanto el encaje contra su piel sino el vendaje
en su cadera, medio cubierto por la ropa interior. La quemadura no estaba sanando
tan rápido como Jordyn hubiese querido, pero Paulie le aseguró que eso era
normal. Las heridas de esa magnitud requerían mucho más tiempo y mayor
atención y cuidado antes de siquiera comenzar a verse un poco mejor. La
quemadura era, más o menos, de unas cinco pulgadas de ancho y cuatro pulgadas
de largo. Junto con la piel que Will había quemado, también se llevó consigo el
nombre de Gabe.

Cuando sanara, el tatuaje sería reemplazado por piel nueva, arrugada y


cicatrizada.

Mirando fijamente el vendaje, Jordyn tocó suavemente el lugar. No escucho


cuando Lucian abrió la puerta de la habitación hasta que oyó su voz a sus espaldas.
—¿Lo amabas? —preguntó él.

Jordyn soltó un gran suspiro. —Jesús, me asustaste.

—Cerraste la puerta. Me preocupé.

—Algún día vas a tener que superar eso. No voy a estar siempre a la vista,
Lucian. No puedo permanecer encerrada en este apartamento para siempre, por
muy seguro que sea.

—Pero hoy no —respondió Lucian, encontrándose con su mirada en el


espejo—. Y no respondiste mi pregunta. ¿Lo amabas?

Jordyn era plenamente consciente de que vestía nada más que ropa interior,
pero Lucian no actuaba como si lo notara. Aun así, cuando agarró la holgada
camiseta que hacía poco había arrojado sobre la cama, él estuvo allí en un instante,
aferrando su muñeca para detenerla.

—¿Lo amabas, Jordyn?

—¿Acaso importa? —preguntó.

—De cualquier manera, no sé si eso cambia las cosas —admitió Lucian—. Soy
muy consciente de donde está él y cuánto tiempo ha estado de esa manera. Pero
tengo curiosidad.

—¿Entonces por qué preguntas si no cambia las cosas?

—Quiero saber cuál es el lugar que ocupa en tu vida.

—Está conmigo —repitió Jordyn.

—Mmm. Aquí —dijo Lucian, alzando la mano para tocar su sien y luego
moviéndola hacia abajo para señalar su corazón—. Y aquí, también.

—Pareces saber mucho de mí sin tener que preguntar, Lucian.

Una sonrisa se dibujó en sus labios. —¿Eso te molesta?

—No, pero me causa curiosidad.

—Mi padre hizo un historial de antecedentes, uno muy exhaustivo. Al


principio no estaba contento, pero no lo supe hasta después de que lo había hecho y
llamo mi atención. Así que sí, sé mucho sobre ti, pero no te conozco, cariño. He
ahí la diferencia.

Honestamente, después de todo, era la mejor estrategia; pero Jesús.

¿En serio?
—¿Y eso es qué, un procedimiento normal en tu familia? —preguntó con
brusquedad.

—En cierta forma, nadie en nuestras vidas es intocable. Especialmente la gente


que podría estar involucrada con el hijo de un jefe del crimen. Existe una dinastía al
alcance de nuestros dedos y no está abierta a cualquiera. No soy quien para decirle
a mi padre lo que puede hacer o no, ni que eso fuese a cambiar su decisión, aunque
lo intentara.

Eso no la hacía sentirse mejor. —¿Soy el tipo de persona que tiende a mantener
a distancia?

La risa de Lucian fue un estallido profundo que causo un extraño efecto en el


interior de Jordyn. —No. Eres el tipo de persona que hace que su hijo pierda la
cabeza por una semana. El tipo de chica que distrae a su capo de realizar su trabajo,
impidiéndole dormir incluso menos de lo que ya lo hace y desviando su atención de
la familia. Ese no es el tipo de persona que mi padre mantiene alejado, pero eres la
clase de mujer que quiere conocer. Quiere saber exactamente por qué le haces esas
cosas a su hijo. ¿Entiendes?

Más o menos, aunque resulte extraño.

—¿Así que sabes todo sobre mí?

Lucian asintió. —En su mayoría. En todo caso, hechos relevantes.

—Eso no es justo —murmuró Jordyn.

—¿Qué no es justo?

—Esto. Nosotros. Prácticamente, no sé nada de ti.

—Sabes más que la mayoría —respondió Lucian—. Sabes quién soy y lo que
hago. Conociste a mis hermanos y a mi madre. Sabes que soy adoptado. Te he
tenido durmiendo en la habitación contigua por trece noches y ni una vez he
intentado follarte. He tenido muchas mujeres, pero nunca permití que ninguna
pasara la noche en mi cama. Sin embargo, en aras de la honestidad, pienso en
dormir contigo muy a menudo. O como mínimo, me pregunto la clase de amante
que eres porque deseo que seas mía.

Oh, Dios. Eso no ayudaba.

—La otra noche estuviste en la cama conmigo.

—No con la intención de tener sexo. Quería tranquilizarte, aunque intentabas


actuar como si las pesadillas no te molestaran tanto como lo hacían.

—Me besaste.

Lucian sonrió. —Supongo que siempre hay una primera vez para todo.
Jordyn se enderezó un poco ante ese comentario. —Estás diciendo que ese
fue…

—¿Para mí? Sí.

—Pero tienes veinte siente años. Tú lo dijiste, has tenido muchas mujeres. Eso
no tiene sentido. Puedes tener sexo con cualquiera, pero ¿no las besas?

—El besarse conlleva afecto —dijo Lucian en voz baja, sus labios formando
una línea delgada—. No sentía afecto por las mujeres que lleve a la cama.

—El sexo requiere afecto —lo retó Jordyn.

—No siempre. El sexo es una necesidad, un deseo. Algo que no tiene que
implicar sentimientos para actuar en consecuencia. La atracción no es lo mismo
que el afecto.

—Acabas de decir que pensaste en mí como tu amante, pero me besaste. ¿Para


ti no significa lo mismo que estar con alguien más? ¿No eran tus amantes también?

—No —dijo de nuevo Lucian—. No intenté tener relaciones. Fui honesto


desde el principio sobre lo que esperaba una vez se terminara.

—Lo haces sonar como si fuese un acuerdo comercial.

Lucian se encogió de hombros. —Sí así es como quieres verlo, adelante.

—Entonces, ¿qué es una amante para ti? —preguntó Jordyn, intrigada.

—Alguien que es capaz de ganarse mi deseo y afecto.

Y besos, pensó Jordyn con tranquilidad.

A veces la vaguedad en Lucian no era tan confusa como él pensaba.

—Ahora, deja de ganar tiempo y dime, ¿lo amabas?

—Gabe era mi mejor amigo. Se preocupaba por mí, cubría mis espaldas y me
protegía. Me regaló muchas de las primeras experiencias de forma segura, con una
persona conocida y en la que confiaba. Al mismo tiempo, se crio con las
expectativas de ser un hombre que podría tener lo que quisiera, cada vez que lo
deseara, mientras su mujer esperaba a que regresara a casa cuando estuviese listo.
No intente cambiar su creencia, pero a pesar de ser tan joven, eso evitó que le
entregara todo.

—Como tu corazón —dijo Lucian.

—Exactamente. Así que tu respuesta, Lucian, es no. No amaba a Gabe de una


forma romántica porque compartió partes de sí con muchas mujeres y yo quería ser
la única.
—¿Es algo que necesitas?

Jordyn sonrió, pensando en las palabras que le dijo cuando despertó la primera
vez después de su ataque. —Sí, es algo que necesito.
Capítulo 10
Lucian rodeó detrás de Jordyn, atrapando su mirada en el espejo que él la
había encontrado mirando fijamente cuando vino al dormitorio. —¿Qué hacías
antes de entrar? Siento interrumpirte, pero estaba preocupado.

—No lo sientes —bromeó Jordyn.

—Desvías.

Sus bonitos ojos azules rodaron. —Si te pidiera dejarlo estar y que me dejaras
vestirme de nuevo, ¿lo harías?

Ahora no. —Dime.

—Haciendo inventario, supongo —contestó Jordyn.

Lucian frunció el ceño. —¿De qué?

Ella señaló con la mano al espejo. La única cosa en ella era su reflejo, y ahora
la de él detrás de ella. Lucian era muy consciente de la falta de ropa que llevaba, no
importaba el conjunto de encaje sexy que cubría las partes que le gustaría ver más.
Pero, tomó un esfuerzo especial para mantener sus atenciones en toda ella, y no
ciertas partes de ella. Jordyn se merecía más que una simple vez, sin importar lo
que pensara su polla.

Y esa maldita parte de su cuerpo parecía estar pensando mucho últimamente.


Tanto que apenas podía dormir.

—Jesús, ¿no lo ves? —preguntó Jordyn.

—Te veo. ¿Qué ves?

Le lanzó una mirada que alguien podría darle a un niño que se portará mal.
Lucian.

—Cariño, acabamos de tener una discusión sobre mi vida sexual, mi falta de


relaciones, y el confuso lío en el que estamos. Te he visto sin ropa. Estoy de pie
detrás de ti mientras no llevas prácticamente nada en este momento. Así que sí,
cuando digo que te veo, eso es exactamente lo que veo, Jordyn. Algo hermoso, que
era lo que pensaba de ti la primera vez que te conocí.
—Y los cortes, hematomas, e hinchazón, ¿verdad? ¿Los encuentras hermosos
también?

Lucian sintió que su columna vertebral se enderezaba. —No me molestan.

—Eso no es lo que pregunte, Lucian.

—Lo sé, pero el hecho sigue siendo, no me molestan. Se curan. Ya lo están.

—Pero... —Jordyn se apagó, mirando hacia el espejo y masticando el interior


de su mejilla—. Se ve horrible. Me veo horrible. No soy una chica vana, nunca lo
fui. Y ahora mismo, todo lo que puedo pensar es lo terrible que me veo. ¿Era eso lo
que quería hacer, arruinarme? No parece importar que algunos de ellos se estén
desvaneciendo y la infección se mantenga alejada... todavía se ve mal. Eso es todo
lo que puedo ver. Esto no es hermoso.

—No te arruinó —dijo Lucian, sorprendido por el agudo tono que tomó.
Incluso Jordyn pareció sorprendida por su repentino cambio de actitud—. Dios, no
dejes que ese jodido...

Lucian apretó los dientes, forzándose a dejar de hablar y pensar por un


momento. Los ojos de Jordyn habían caído de sostener sus miradas en el espejo
para mirar a sus pies. No podía tener eso. No era una mujer tan fuerte y hermosa
que parecía tenerlo enredado en un millón de formas que nunca había
experimentado antes.

Moviéndose lo suficientemente cerca como para presionar su pecho a su


espalda, Lucian se acercó para apretar cuidadosamente la mandíbula de Jordyn en
su agarre. Inclinando su rostro hacia arriba hasta que ella estaba mirando una vez
más en el espejo, se encontró con su mirada una vez más. El agua detrás de sus ojos
dolía más de lo que él comprendía.

—No está arruinada —repitió él, con la boca tan cerca de su mejilla que pudo
probar su piel—. Mira y ve.

—Lucian, detente, por favor.

Lucian se negó a hacerlo. En cambio, se mantuvo un poco más apretado, y


mantuvo la cabeza en alto. —Mira en el espejo, cariño. Podría haberte lastimado y
abusado de ti, pero seguro que no te arruinó. Porque tienes razón... las heridas
están sanando, las marcas están desapareciendo. Cada día, no estás tan cansada o
débil. Sé que te preocupas, pero tampoco estás temerosa como estabas. No eres una
mujer arruinada. ¿Y sabes lo que veo?

Jordyn tragó saliva, con la mirada fija en la de él. —¿Qué es eso?

—Una mujer que me vuelve loco, pero probablemente ni siquiera te das cuenta.
Piel del color de la nata, y ojos como el cielo. Mi mano se moldea perfectamente en
la curva de tu cintura y encajas perfectamente en mi pecho. Hueles a melocotones.
Tu risa es un poco musical. Te observo todo el tiempo, preguntándome si vas a
cambiar de alguna manera, y no lo haces.

—Sigo pensando en envolver mis manos en tus rizos, solo para ver si se
sentirían tan suave como lo que parecen. Te he besado solo dos veces y se ejecuta
en constante repetición en mi cabeza desde entonces. —Lucian disminuyó su
agarre en su mandíbula, arrastrando dos dedos a lo largo de su mejilla, disfrutando
viendo su sonrisa crecer más recatada bajo el toque—. Tú duermes tan bien y te
doblas en las mantas como si guardaran todo lo malo del mundo. Ni siquiera
entiendes lo que puede ser peor para ti, está a pocos metros, completamente
obsesionado contigo, pero no sabe por qué.

—¿Cómo pudiste ser lo peor cuando todo lo que has hecho es ayudarme?

—Ya te dije. No soy un buen hombre.

—No quiero un buen hombre, Lucian —susurró Jordyn.

—Debieras. Un buen hombre que te dará todo lo que quieras, te mantendrá a


salvo, y te adorará como lo mereces. Deberías querer eso.

—Divertido, ¿no es eso lo que has estado haciendo?

Sí.

No.

Lucian ya no sabía lo que estaba haciendo.

La mano de Jordyn se alzó, rodeando el cuello de Lucian antes de arrastrarse


hasta el cabello de su nuca. Suavemente, tiró de los mechones, ganando su atención
completa otra vez. Demonios, realmente no se había ido. Por desgracia, estaba
consciente de la reacción de su cuerpo ante su cercanía y falta de ropa. Su erección
se hacía conocida y ella seguía presionada tan fuertemente contra él, la dulce curva
de su culo encajaba contra su ingle.

Cuando Lucian trató de retroceder para recuperar el control y darle espacio a


Jordyn, su agarre en su cabello se tensó, negándose a dejarlo ir.

—Jordyn. —Lucian empezó a decir, inseguro de lo que quería.

—Puedo sentirte, sabes.

—Perfecto. Entonces eres consciente de lo mal que te quiero ahora mismo. No


necesito ocultarlo.

Lucian sintió el beso de Jordyn presionar a la parte inferior de su mandíbula, el


calor de su aliento suave que se lavaba sobre su mejilla y cuello. Cada nervio en su
cuerpo parecía estallar vivo a la vez. Con un simple toque de su boca en su piel, el
deseo se enfureció. Pero no era solo deseo, no. Era un hambre que latía
profundamente y duramente a través de su torrente sanguíneo, inundando a Lucian
de anhelo y necesidad.

—¿Qué quieres? —le preguntó.

Los labios de Jordyn se convirtieron en una sonrisa en su mejilla. —¿Ahora?

—No juegos. Solo dime.

—Tú. Te quiero.

—Ho bisogno di te. Te necesito, cariño. Te necesito.

Jordyn tarareó un sonido que conducía directamente a la polla de Lucian.


¿Por qué me gusta ese sonido tan malditamente tanto?

—Quieres que te necesite.

—Lo hago —aceptó ella suavemente.

—Bueno, porque nunca he necesitado a alguien, Jordyn. Ni una sola vez. Voy
a seguir tu ejemplo con lo que sea.

—Muéstrame entonces. Muéstrame lo que es la necesidad, Lucian.

Suavemente, Lucian volvió a Jordyn en sus brazos, manteniendo sus ojos


clavados en los suyos mientras sus labios le rozaban la mandíbula y la mejilla.
Estaba atento a las heridas que sabía que todavía estaban doloridas mientras pasaba
las manos por los brazos y por el estómago antes de apretarla fuertemente hasta la
cintura. Cuando besó su boca, Jordyn se acercó a su cara para acercarlo aún más.

Los labios de Jordyn eran tranquilos y suaves, mientras que su boca era cálida.
Se derretía en su pecho, y en el momento en que sus labios se separaron, Lucian no
vaciló en profundizar el beso. Casi sintió como instinto la forma en que su lengua
se zambulló en el calor de su boca, buscando la suya. El sabor de Jordyn floreció a
lo largo de su paladar, enviando más sangre al sur a su polla dura.

Lucian tenía razón. El afecto y la atracción no eran lo mismo. Pero mezclar


ambos juntos hizo un infierno de una combinación.

Pero, tenía razón en ambas cuentas, pensó Lucian.

Se besaron lento y controlado, como el edificio crescendo de una ola, y luego se


quemó más rápido, más caliente, como un fuego furioso. Comenzó en la boca de su
estómago, ese sentimiento desconocido, nuevo, y corrió a todas las extremidades
que podía alcanzar en cuestión de segundos.

Por mucho que odiara hacerlo, Lucian retrocedió el tiempo suficiente para
preguntar—: Dime que hablaste con Paulie y que estás bien con esto.
—Lo hice.

—¿Y? —preguntó Lucian, su impaciencia cada vez más fuerte.

—Y me dijo que estaba sorprendido de que hubieras durado tanto tiempo, pero
sí, estoy bien. Solo que sea fácil, cuidadoso.

—Por supuesto, cariño.

—Besarse es para los amantes, ¿eh? —preguntó, sonriendo.

Lucian se rio entre dientes. —Yo diría que es mejor entre ellos, sí.

—Bueno, no tienes mucha experiencia en esa área, así que...

A pesar de la naturaleza bromista de sus palabras, podía ver la vacilación


todavía jugando alrededor de los bordes de sus rasgos bonitos.

—Seré gentil —prometió Lucian.

—Siempre lo eres.

—Y cuando quieras más que amable, te lo daré también.

Jordyn se mordió el labio. —Bueno.

Lucian cogió los labios de Jordyn con los suyos una vez más. El deseo de
besarla parecía abrumador, casi insaciable. No era algo que había experimentado
antes, la necesidad de reclamar la boca de alguien, y estaba más que feliz de
alimentar esa hambre hasta no poder respirar. Igual que Jordyn. No podía tener
suficiente sabor de ella, quería mucho más.

Solo se separaron lo suficiente como para que Jordyn sacara la camiseta que
Lucian llevaba sobre su cabeza, descartándola en alguna parte del suelo. Sus manos
comenzaron a vagar, entonces. Tan tiernamente, como si estuviera cometiendo
partes de él, tocó en la memoria con solo sus manos. Primero, ella tomó su cuello
antes de pasar sus dedos sobre sus hombros, luego hacia su pecho. Se tomó el
tiempo para examinar el tatuaje de su costado, el de su cresta de la familia, la
corona con el águila encaramada sobre ella, mirando su imperio. Otro tatuaje, en el
interior de su brazo izquierdo que explicaba el apellido de su familia. Las diminutas
alas de ángel envuelven un pequeño revólver en su protección para su madre y
padre muertos en el interior de su muñeca derecha.

Jordyn debió de haber visto los tatuajes antes, teniendo en cuenta que no
siempre llevaba una camisa en el apartamento, pero era la primera vez que podía
considerarlos todos de cerca.

A través de sus clavículas, Jordyn trazó su último tatuaje con interés.

—Esta cosa nuestra.


—La Cosa Nostra. —Lucian puso su mano sobre la suya sobre las palabras—.
Honor, devoción y lealtad. —Luego, arrastró una línea con un dedo por el tatuaje
de su apellido—. Familia.

—¿Y este? —preguntó Jordyn, acariciando su lado donde descansaba la cresta


de la familia.

—Orgullo.

—¿Las alas del águila?

—Esperanzas de heredar.

Jordyn giró la mano derecha para que la muñeca de Lucian mostrarla. —Creo
que puedo adivinar por quién son las alas y el arma.

—Sus muertes, sí —dijo Lucian honestamente—. Pero me permite recordar de


dónde vengo siendo lo que soy ahora, a mi manera.

—No tienes nada en tu cuerpo por amor, Lucian. Eso parece triste cuando has
conmemorado todo lo demás.

—Algún día cuando entienda lo que es sentir el amor —murmuró—. No hables


más, cariño. Déjame tenerte, ahora. Todo de ti.

Jordyn abrió la boca para decir algo, pero rápidamente la cerró y le sonrió con
una sonrisa. Lucian se tomó su tiempo, dejando que sus dedos vagaran por su piel
suave y lisa, trazando bajo los hinchados de sus pechos todavía cubiertos de encaje.
El sujetador que llevaba Jordyn salió bajo sus órdenes sin ningún problema. Ella no
se escondió de su mirada embriagadora tomando cada centímetro de su cuerpo, y
lo poco que quedaba por descubrir. Las bragas de encaje se deslizaron sobre sus
muslos y Jordyn salió de ellas sin pausa.

Dulce Jesús, era tan hermosa. No importaba cuántas veces lo dijera, no le hacía
justicia a Jordyn. Lucian la había visto, por supuesto. Su piel, las flores de cerezo, y
sus curvas. Pechos que encajaban perfectamente en las palmas de sus manos y el
pequeño y recortado remiendo de vello oscuro que conducía al punto dulce entre
sus muslos.

El único momento de cautela que pasó ante los ojos de Jordyn fue cuando ella
alcanzó el cinturón de Lucian. Un ligero temblor le sacudió las manos antes de
alejarse. Le tomó medio segundo entender por qué eso era y le rompió el corazón
que él se preguntaba por qué en todos.

—Nunca te haría daño, Jordyn. No con esto, ni con mis manos. Nunca.

—Lo sé —susurró ella—. Lo siento.

—No te disculpes, solo ten en cuenta que yo nunca te haría eso.


Lucian no se molestó en dejar que intentara aflojar y quitar el cinturón de
nuevo. Si no se sentía cómoda, simplemente no lo estaba. No era el momento de
forzar su miedo. En su lugar, él mismo lo hizo, desabrochando y sacándose los
pantalones antes de apartarlos. De pie en bóxer, nada ocultó la cresta dura de su
erección contra la tela.

Jordyn no dudó en continuar. Una de sus manos se enredó en el cabello de su


nuca, tirando de él para un beso ardiente, mientras su otra mano se metía en su
bóxer. Deliberadamente lento, con un puño apretado hizo que las rodillas de
Lucian fallaran, le acarició desde la base hasta la punta.

Algo se retorció dentro de él, enviando chispas a sus venas. Jordyn mantuvo los
ojos clavados en los de Lucian mientras lo acariciaba una y otra vez, una sonrisa
jugando en su boca. Claramente disfrutaba de la sensación de él bajo su poder. Un
gruñido salió de la parte posterior de su garganta.

Más de eso y el control de Lucian se romperá.

Lucian puso una mano en el estómago de Jordyn y la empujó hacia atrás hasta
que estuvo presionada contra el espejo. Mientras su mano permanecía dentro de su
bóxer, la de él se deslizó entre sus muslos. Al instante, la humedad y el calor
chocaron con las yemas de los dedos mientras abría los carnosos y sedosos labios
de su sexo. Sin previo aviso, Lucian hundió dos dedos en su coño, abriéndola para
llenarla de él.

Jordyn se estremeció, su mano congelada alrededor de su polla. —¡Oh!

Risas profundas resonaron en Lucian. —Cariño, va a ser mucho mejor que


esto.

Jordyn soltó el agarre que tenía en su pene solo para encontrarse con los
músculos de su abdomen. Tenía las uñas marcadamente pegadas a su piel.
Empujando las caderas en su mano, Jordyn montó sus dedos, sus músculos
internos abrazando sus dedos firmemente. Los jugos de su excitación se deslizaban
por su mano y su sexo, corriendo hasta sus muslos. Ella había cerrado los ojos, con
la cabeza inclinada hacia el espejo mientras sus rizos le caían sobre los hombros y
pechos cremosos. Los hermosos gemidos que salían de sus labios lo llevaron al
borde.

Siguiendo el ritmo de Jordyn, Lucian usó su pulgar para rodear su clítoris que
parecía palpitar bajo su toque con cada subida y caída de sus caderas. No pasó
mucho tiempo antes de que su cuerpo estuviera temblando y sus paredes interiores
se apretaran alrededor de sus dedos con los temblores de un orgasmo, sosteniéndolo
firmemente. Sus ojos se abrieron de par en par, buscando los de él. Su nombre, bajo
y sorprendido, salió de su garganta.

Lucian retiró la mano de entre los muslos de Jordyn, presionando su cadera


para instarla a girar. —Enfrenta el espejo.

—¿Qué?
—El espejo. Quiero que nos mires, bella. Que mires lo bien que te ves contra
mí, conmigo. Mira qué hermosa eres cuándo gritas y te corres.

Jordyn no discutió, volviéndose sin que él volviera a pedirlo. Colocó las palmas
en el vidrio, mirándolo por encima del hombro con ojos caídos y mejillas rosadas.
Lucian tomó ese momento para salir de su bóxer, disfrutando plenamente de cómo
su mirada aterrizó en su pene totalmente erecto y parecía solo quedarse allí, incluso
cuando se movió hacia la cómoda.

Dentro del cajón superior, Lucian encontró lo que buscaba debajo de un


montón de lino doblado. Una nueva caja de condones sin abrir. No pasó mucho
tiempo antes de que estuviera envuelto en látex y detrás de Jordyn una vez más.

Lucian besó un sendero por su columna, entre sus omóplatos y la parte


posterior de su cuello. Ya sabía a sal y a sexo. Amargo y dulce. Con las flores de
cerezo intactas en la parte superior de su hombro, dejó que su lengua cubriera la
carne entintada. La lujuria pulsaba directamente a su polla. Con cada beso de sus
labios, se estremeció. Tomando sus caderas, la atrajo hacia su ingle, dejando su eje
descansar contra su culo.

Con la barbilla apoyada en el hombro de ella, Lucian se encontró con la mirada


de Jordyn en el espejo. —¿Bueno?

—Muy bueno —aseguró Jordyn.

Eso era todo lo que Lucian necesitaba.

Una mano se deslizó hasta su muslo, levantando su pierna lo suficientemente


alto como para darle un mejor acceso y ver su sexo en el reflejo del espejo.
Entonces, Lucian alineó su polla hasta su entrada y empujó con una tortuosa
lentitud que estaba seguro de que los mataría a ambos.

Calor húmedo lo rodeó. Las sensibles paredes de su sexo se flexionaron


alrededor de su intrusión, agarrándolo como un guante y succionándolo más
profundo. En dos, empujes, Lucian se encontró enterrado profundo hasta las bolas.
Las palabras no se formaron cuando trató de hablar. Estaba bastante seguro de que
tampoco pudo respirar por un momento.

Nada se había sentido tan bueno como la sensación del coño de Jordyn
apretándose alrededor de su polla. Sus jugos cubriendo su eje, cubriéndolo con ella.
Las réplicas de aquel primer segundo de estar completamente dentro de ella fueron
directo a su pecho. Como un maldito tambor, su corazón latía con fuerza.

Jordyn gimió cuando Lucian se retiró y enterró toda su polla de nuevo. El


empuje era duro y profundo, pero se había preparado para ello. Incluso aún, sus
manos en el espejo se deslizaron y apenas registró sus rodillas cediendo. Lucian
envolvió su brazo alrededor de ella y la acercó, presionando sus labios en su oído.

—Siempre te tengo, cariño. Solo siénteme, ¿de acuerdo?


Jordyn tragó saliva y asintió.

—Mira —dijo Lucian—. Míranos, Jordyn.

Lo hizo, sus ojos viajando hasta donde estaban conectados. Lucian sabía que
podía ver sus muslos abiertos, coño lleno, y jugos empapando a los dos. Solo para
él.

—Oh, Dios —respiró ella.

—No Dio, Jordyn. Solo yo. Siente. Baja tu mano y siénteme follándote.

El pulso en su eje aumentó cuando sus dedos temblorosos entraron en contacto


con su polla.

—Suave —dijo Lucian, deseando tranquilizarla.

Lucian podría haber querido tomarla duro y rápido, follarla hasta que no
pudiera sentir nada más que a él, pero sabía que no podía. No solo por el dolor y
las lesiones que todavía tenía desde el ataque, sino también porque eso no era lo
que necesitaban.

Así que, la tomó suave y lento. Sin prisa, largos empujes que le valieron
gemidos bajos y gritos jadeantes. La mano de Jordyn encontró su camino de
regreso a su cuello, sus dedos en su cabello. Su cuerpo lo tomaba de buena gana
con cada empuje, sus muslos se separaban un poco más para llevarlo
imposiblemente más profundo.

—Tan hermosa, Jordyn. ¿No lo sabes?

En el espejo, Lucian miró a Jordyn girar su rostro hacia el suyo. Sus


temblorosos labios se apretaron contra su mejilla, separándose con su nombre en la
boca. Tenía que ser lo mejor que había oído. Junto a los sonidos de su reunión de
cuerpos, y su polla encontrando el cielo una y otra vez, por supuesto. Cuando sus
dientes mordieron su mandíbula y clavó las uñas en su cuero cabelludo, los golpes
de dolor, mezclados con el placer, lo hicieron girar.

Lucian sintió que sus músculos se apretaban cuando golpeó un cierto punto
dentro de su sexo que envió fluidos chorreando por su eje. —Ahí, ¿sí?

—Justo ahí —susurró ella.

Lucian no redujo su velocidad por un segundo. No había necesidad de


apresurarse y estaba tan perdido en la sensación de ella que no podía imaginar
presionándolos hasta el final.

Una vez más, el orgasmo de Jordyn golpeó rápido y fuerte, sin ninguna
advertencia en absoluto. Todos los músculos de su cuerpo parecían soltarse con su
liberación, pero el brazo de Lucian alrededor de su centro evitó que se cayera hacia
delante.
Las contracciones en sus paredes interiores llevaron a Lucian directamente al
borde de la felicidad, y no se molestó retenerse. Tan profundo como pudo, sujetó el
cuerpo de Jordyn contra el suyo mientras se derramaba en el látex con un gemido
estrangulado.

No pasó un segundo antes de que Lucian se apartara de su cuerpo, volviendo a


Jordyn en sus manos, y tomándola en sus brazos acunándola como si no pesara
nada. Ella lo besó sin aliento y con dificultad mientras caminaba hacia el baño y
cerraba la puerta con una patada.

●●●

—Mmm.

Algo se sentía demasiado cruel y terriblemente bueno para ser temprano por la
mañana.

La única razón por la que Jordyn sabía que era temprano era porque todavía
estaba cansada. También dolorida, pero eso no era nada nuevo. Por lo menos esta
mañana en particular podía atribuir ese dolor a lo que sucedió entre ella y Lucian el
día anterior.

—Despierta, cariño —le oyó decir.

Jordyn se volvió a su lado en un esfuerzo por fingir que no lo había oído. Eso
podría haber funcionado si sus dedos no estuvieran trabajando en el latido tentador
entre sus muslos, mojándola y haciéndola ver estrellas en sus párpados cerrados. En
lugar de tratar de seguir ignorándolo, se entregó a la tentación y abrió sus piernas
más para él bajo las sábanas, ganándole sus risitas oscuras y un beso en su hombro.

—Jesús, Lucian... es... ¿qué hora es?

—Siete.

—¿De la mañana?

—Bueno, no es de noche, Jordyn.

Vagamente sintió que las mantas eran alejadas de su cuerpo, permitiendo que
el aire fresco recorriera su cuerpo desnudo. La boca de Lucian arrastró un sendero
caliente por su costado, deteniéndose para besar la hinchazón de sus muslos antes
de morderle suavemente la espalda. Jordyn grito, pero se convirtió en un gemido
cuando sus dedos golpearon su punto G con sabiduría.

—¿Qué estás haciendo? —Se las arregló para preguntar, aun negándose a abrir
los ojos.

—Despertarte. Estaba aburrido solo.

—No estabas solo. Estás en la cama conmigo, Lucian.


—En mi mente lo estaba —respondió Lucian—. Fue inquietante. Nunca antes
había ocurrido eso.

Jordyn abrió los ojos ante aquella declaración. Se encontró con su mirada de
color avellana sobre las mantas blancas, arqueando una ceja ante su sonrisa. —Por
favor, no me dejes detenerte. No dije que era una manera terrible de despertar, solo
que el tiempo es ridículo.

—Sabes que no necesito que te muevas, ¿verdad? Puedo tomarte así y apenas
necesitas hacer algo.

Jordyn no supo qué decir, así que no dijo nada. Lucian se levantó de la cama,
dándole acceso para ver que su pene ya estaba duro y listo, y enfundado con un
condón. Él movió sus piernas más lejos mientras se inclinaba sobre ella, dándole un
beso de buenos días y deslizándose dentro de su sexo con un gemido que la
destrozó de adentro hacia afuera.

Rápidamente decidió que Lucian la arruinó para otros hombres. No había


tomado mucho para llegar a esa conclusión.

Al instante, estaba perdida con él dentro de ella.

Nadie había conseguido eso de Jordyn antes.

—Abre los ojos, hermosa —murmuró Lucian.

¿Los había cerrado? Jordyn ni siquiera se dio cuenta. Apretó las sábanas con
los ojos abiertos para encontrar su oscura mirada observándola desde arriba.

—No quiero esto con alguien más —le dijo en voz baja—. Y tampoco quiero
que lo tengas con otra persona. Los mataría por tocarte ahora que te he tenido. Lo
haría.

Había una veracidad en su mirada. Un bulto se formó en su garganta, pero


Jordyn lo obligó a bajar. Esa declaración fue tan sorprendente como emocionante.
Tenía que haber algo mal con ella que le gustaba mucho más de lo que debería. No
había manera de que respondiera a eso con nada más que honestidad. La forma en
que se sentía ahora, por él y con él.

—Bien.

—Bien —repitió.

Minutos después, Jordyn rompió con su orgasmo bajo el peso y deseo de


Lucian. Terminó pronto con su boca sobre la de ella, los dedos enredados en su
cabello y su pene tan profundo que dolía.

—Buenos días —murmuró en su boca.

Jordyn se rio, el sonido casi sin aire. —Buenos días.


—Tienes que levantarte, cariño. No estaba mintiendo sobre eso.

Jordyn frunció el ceño. —¿Por qué?

—Porque según mi madre, faltar tres domingos de misa es inaceptable y no te


quedarás sola en este apartamento sin mí hasta que sepa que estás a salvo.

Genial.
Capítulo 11
—Estás preciosa, querida —dijo Cecelia Marcello, inclinándose para besar la
mejilla de Jordyn—. Mucho mejor que hace unos días.

Jordyn sonrió tentativamente. Cecelia era una mujer tan dulce, y si Jordyn
aprendía algo sobre ella en sus pocas reuniones, era que no decía cosas que no
quería decir. La mujer fue contundente a un punto casi doloroso cuando quiso ser.

Aun así, Jordyn se sentía fuera de lugar de pie en los escalones de una iglesia a
la que no había pensado volver. Había gente moviéndose alrededor de ellos, pero
dieron a la familia un amplio espacio. Evidentemente, tampoco podían dejar de
mirar fijamente, especialmente en Jordyn y el hombre que la tocaba. La mano de
Lucian se extendió a lo ancho de su espalda, dándole algún tipo de apoyo, pero
estaba alejado, hablando con su hermano Dante en silenciosos susurros que no
podía descifrar.

—Lo intento —contestó Jordyn—. Lucian sin duda ayudó.

Cecelia le guiñó un ojo. —Me complace el ajuste del vestido. Fui por las
medidas que dijiste, pero no estaba segura. Te ves fantástica.

El vestido hasta la rodilla, tono caramelo con mangas que se detuvo en sus
codos ocultando la gran mayoría de sus heridas y moretones. Con sus rizos sueltos,
enmarcando su rostro y colgando alrededor de sus hombros, se esconden las marcas
que estaban en su cuello, y la pequeña decoloración y corte en su mandíbula. Un
poco de corrector también ayudó.

Cecelia fijó uno de los rizos sueltos de Jordyn casi instintivamente, como lo
haría una madre. —Vas a cenar a nuestra casa esta noche con Lucian, ¿verdad?

—No lo sé. —Jordyn se volvió hacia Lucian, captando su atención


inmediatamente—. ¿Vamos a cenar?

—Sì16 —dijo Lucian—. Tengo que mostrar la cara, como de costumbre.

—Haces que suene como una tarea —murmuró su madre.

16
En italiano.
—Con Kate ahí, lo es, Mamma.

—Mi hermana estará en su mejor comportamiento, lo prometo.

Sabiendo que Kate era la esposa del padre biológico de Lucian, Jordyn
simpatizó con su repentina repugnancia.

Lucian parecía haber mordido algo podrido. —Estoy seguro. ¿Dónde está
papá?

Por primera vez desde que llegaron, Cecelia parecía incómoda. —Está dentro
con Gio, esperando.

Lucian frunció el ceño. —¿Por qué?

Dante se aclaró la garganta y se metió las manos en los bolsillos. Sin embargo,
sonrió a Jordyn cuando lo miró.

—Dale tiempo, Lucian. Lo preocupas. Esta trata con mucho. Hay muchas
cosas que tiene que considerar.

Lucian miró fijamente a su madre con los ojos entrecerrados. —No hay nada
que considerar. Ya he hecho mis elecciones. Él no tiene una opinión en esta
situación.

—Sabes que eso no es cierto —murmuró Dante.

—Lo sé condenadamente bien es —respondió Lucian—. A diferencia de la


tuya, mi vida romántica no está bajo su escrutinio. No afecta el futuro de la familia.

Lucian. Dante. Eso es suficiente —replicó Cecelia—. Paren.

Ninguno de los hermanos parecía oír a su madre.

—¿No es cierto? —preguntó Dante—. Entiendo de dónde vienes, hombre, pero


tienes que seguir las reglas. Eso significa dejar a papá resolver tus torceduras sobre
esto.

—¿Cómo tú lo haces?

Dante bufó. —Eso no es lo que quiero decir.

—Sí, lo es.
Lucian sacudió la cabeza, la tristeza arrastrándose hacia su actitud
normalmente tranquila. Sus siguientes palabras fueron pronunciadas rápidamente y
en italiano, terminando efectivamente la conversación cuando terminó.

Extrañamente, Jordyn sabía que estaban hablando de ella y de la situación de


la que Lucian la había sacado, y ahora estaba lidiando con debido a ello. Era
bastante incómodo que estuviera allí para oírlo, y nadie parecía importarle. No le
gustaba la idea de que él estuviera en desacuerdo con su familia, especialmente con
su padre, por encima de ella.

—Vamos. —Lucian tiró de la mano de Jordyn, sacándola de sus pensamientos.

Fue entonces cuando Jordyn advirtió que Dante escoltaba a Cecelia hacia la
entrada principal de la iglesia.

—Lo siento —dijo Jordyn, manteniendo a Lucian a su lado en vez de seguir


detrás con los otros.

—No lo hagas. Y no te preocupes por nuestras tonterías.

—Pero se trata de mí —argumentó.

Lucian sonrió. —Confía en mí, cariño, esto es más que solo tú. Esto es años de
cosas apiladas sobre nosotros hermanos. Es simplemente no ser ignorado más. Está
siendo empujado en las caras de todos, ahora.

Jordyn trató de recordar algunas de las cosas que había explicado con respecto
a su familia, la estructura y el negocio de la mafia que giraba alrededor. Muchas de
sus vidas personales se entrelazan con las reglas y expectativas del estilo de vida de
Cosa Nostra. Si había entendido bien sus explicaciones, Lucian no estaba en el
lugar que se suponía que era, dado que era el hijo mayor.

—¿No eres el hijo mayor? —preguntó en voz baja.

Lucian asintió con la cabeza. —Pero, Dante es el primer hijo biológico de


Antony. Las cosas serían diferentes si mi padre no hubiera muerto, tal vez. De
nuevo, yo era el hijo de su amante. Si su esposa le hubiera dado hijos, se les hubiera
dado más control que yo.

—¿Qué quieres decir con que es diferente para él?

—¿Dante? —Cuando asintió, Lucian suspiró—. Él tiene que casarse con una
italiana, o por lo menos, tiene que tener fuertes lazos sicilianos en su línea de
sangre. Una mujer que nuestro padre apruebe en su totalidad, preferentemente de
una familia similar a la nuestra. Ciertamente no tiene que ser porque él la ama, sino
porque es necesario para que tome el control. El tiempo de Dante se está acabando
para encontrar a alguien que se adapte a él porque la quiere, no porque fue escogida
para él y lo sabe.

—Como tu padre biológico —dijo Jordyn.

—Sí y eso terminó terriblemente para ambos lados.

—¿Qué pasa si se agota el tiempo?

Lucian apartó la vista, claramente molesto por la pregunta. —No importa.

—Creo que sí, y no quieres decirme porque es importante. ¿Qué pasa, Lucian?

—La Comisión toma las decisiones finales sobre los jefes. La propia Comisión
es algo que mejor explicar otro día, pero, sin embargo, ayuda que la familia
Marcello domine en el consejo, esencialmente.

—¿Y? —preguntó Jordyn.

—Si Dante no se adapta a sus necesidades, que va a elegir la mejor opción


siguiente. Prefieren mantenerlo en la familia. No podía ser Gio. Es demasiado
joven y demasiado inestable. Él no quiere ser jefe, de todos modos. Yo tampoco lo
quiero, francamente.

Lo no dicho, pero era tan claro como el día.

—Pero tú eres la mejor opción.

—Sí —admitió Lucian.

—Y yo no soy aceptable —susurró Jordyn—. Ni siquiera... No es que nos


hayamos saltado a casarnos, Lucian. Esto no debería ser un gran problema.

—No creo que lo entiendas, cariño. Traerte aquí, ser vista conmigo y mi
familia, esto es tan bueno como ir público en nuestro mundo. Ahora, tienen
expectativas. Y estoy bien con eso.

A Jordyn no le gustaba el sonido de eso. —¿Y si no lo estoy?

—¿Te molesta? —preguntó.

—No he dicho eso. Es solo un montón de tomar a las nueve de la mañana,


Lucian.

—¿No oíste lo que te dije en la cama?


—Sí, te he oído. Te dije lo que yo quería, también.

Tan desconcertante e imprudente como eran esos extraños sentimientos.

—Bueno. Estás bien para mí, Jordyn, y eso es lo que me importa. Ninguno de
los demás importa.

—Pero…

—Un día a la vez —intervino Lucian suavemente.

—Entonces, ¿por qué se siente como si hubiéramos golpeado rápido?

●●●

—Le has contado acerca de nosotros —dijo Antony, rodeando el borde de su


vaso de whisky con el dedo.

Ni siquiera era una pregunta. El padre de Lucian simplemente hizo la


declaración y luego se calló, dejando que su hijo absorbiera las palabras. Sentado
junto a su padre en el porche de la gran casa de Tuxedo Park, con vistas al patio
trasero, Lucian trató de no dejar que su ira se mostrara con Antony.

Fallo.

—Lo tengo —admitió Lucian—. No los detalles más importantes, ni todo lo


que hacemos, sino las partes importantes, ella lo sabe.

—Es una extraña, no familia. Sabe cuán importante es la lealtad y la


confidencialidad para nosotros. Si fueras cualquier otro hombre, y no mi hijo, me
esperaría que te matara por hacer eso.

Lucian frunció el ceño, sabiendo que había decepcionado a su padre al exponer


sus secretos. —Es importante para mí. No puedo explicarlo, pero lo es. Tengo que
seguirlo, papá. Tienes que confiar en mí, dar un paso atrás aquí y dejarme hacer
esto como me parece apropiado.

—Tendría que ser importante —murmuró Antony—. De lo contrario, estaría


seriamente preocupado por tu falta de juicio. Nunca he estado tan confundido por
ti en todos tus años como lo he estado en las últimas semanas. Escondiendo cosas
de mí. Desatendiendo tus responsabilidades. Tomar decisiones peligrosas. No has
pisado pie en esta casa en más de dos semanas. Si no hubieras necesitado la ayuda
de tu madre para recolectar cosas que esa chica necesitaba, no la habrías llamado
una vez. Fue como si hubieras caído del radar. Este no es el niño respetuoso e
inteligente que crie. ¿Adónde fue, Lucian?
—No me trates con condescendencia. Llegaste esa primera noche, así que viste
lo que le hizo. No puedes culparme por empujar otras cosas a un lado para poder
lidiar con las cosas que se necesitan en primer lugar.

—Parece como si lo estuviera haciendo mucho mejor —dijo Antony en voz


baja. Aunque estoy seguro de que has visto mucho más de ella que yo.

Lucian se negó a contestar esa pregunta tácita.

—¿Qué vas a hacer ahora? —preguntó su padre.

—Lo que he estado haciendo. Mantenerla cerca, y segura. Conmigo, por


supuesto.

Debido a que no había manera en el infierno que Lucian podía imaginarse


tener a alguien que cuidara y protegiera a Jordyn.

—Me imagino que crees que puedes hacerlo mejor también —suspiró
Antony. Esto no será tan fácil como crees.

—Nunca pensé que lo sería, en realidad. Necesito tu permiso para hacer lo que
tenga que hacer si es necesario.

El hecho era que, como Antony era el jefe de Marcello y técnicamente tenía
control sobre Brooklyn, sus hombres no podían estar involucrados en el manejo de
asuntos a menos que diera su permiso para que lo hicieran. Era incluso más difícil
si los problemas implicaban a otros hombres hechos, pero este no.

—La van a buscar, si no lo han hecho ya. Jordyn mencionó que Will exigía que
volviera a trabajar después de una semana. Ese tiempo ha pasado hace mucho
tiempo, ahora.

—Quiero que tengas cuidado —dijo Antony.

—El Club la etiquetó de su Propiedad. Creo que ha pasado el tiempo del


cuidado. Si él pone sus manos sobre ella, no la volveré a ver. No puedo
arriesgarme. Necesito manejarlo.

—¿Y que de tu apartamento en Manhattan? No puedo ver miembros de MC


pasando gran parte de su tiempo en esas calles. Ella estaría más segura allí, si
necesitas manejar algo solo. Necesito lo que haces a menudo y que sigas con tu
negocio normal, —dijo Antony. Tienes mayor seguridad allí. Si insistes en
mantenerla contigo, es donde debes estar, no en Brooklyn. Estás demasiado cerca
de ellos.
Lucian era consciente de eso. Estaba demasiado herida como para viajar esos
primeros días. Además, Manhattan no solo sería un paso para ellos, sino también
para ella. —No quiero que se sienta incómoda con mi estatus y mi dinero.

—Dale un poco de crédito. Ni siquiera se estremeció ante el tamaño de esta


casa. Se adapta increíblemente bien a su situación, sea la que sea.

—¿Estabas mirando cuando llegamos por la puerta? —preguntó Lucian,


sorprendido.

Antony rio profundamente. —¿Primera mujer que alguno de mis hijos traer a la
casa voluntariamente? Por supuesto que lo hice, Lucian.

—Pero ¿no pudiste saludarme en la iglesia? —preguntó Lucian.

—Estaba tratando con Gio.

—¿Por qué mentir? No querías saludarme con una mujer a mi lado


públicamente. Ni siquiera te has presentado a ella. Eso es lo que era, papá.

—No, yo estaba tratando con Gio. —Su padre repitió fuertemente. Hizo un
comentariollamó a la chica tu principessa. Y ella muy bien podría serlo, Lucian,
pero no puedo tener otros oyendo eso ahora mismo y difundirlo a través de la
familia Marcello. No quiero que la gente asuma que las vidas personales de mis
hijos van a superar sus vidas empresariales. Es peligroso, especialmente si otros
mafiosos creen que estás más cerca de sentar cabeza en la vida que Dante. Los ojos
se volverán a ti, hijo. Ellos estarán observándote, queriendo saber si vas a hacer un
movimiento en tu hermano, o peor aún, en mí.

—No me importa. Déjalos. No quiero ser un jefe. Estoy feliz haciendo lo que
hago, ahora.

—No puedo, Lucian. No tienes que estar luchando con tu hermano en privado
o públicamente para que otros digan lo que eres. Así es como empiezan los
problemas. Los pequeños problemas se convierten en grandes guerras. No es solo
nuestra Cosa Nostra que tenemos que considerar. He hecho todo lo que he podido
por años para mantener a nuestra familia bajo solo nuestro control. Eso es lo más
importante. Mantener a nuestra familia como la nuestra.

—Lo entiendo, pero ella no tiene nada que ver con eso. Jordyn solo... —Las
palabras fallaron en Lucian otra vez.

—Ella es qué, ¿alguien que necesitas proteger? ¿Por eso te has unido a ella,
porque sientes que le debes algo de karma por lo que resultó para ti y esta es tu
manera de devolverlo?
—No. Eso no es así —contestó Lucian. Nada como eso.

—Explícame pues, porque estoy perdido, hijo.

—Te lo dije, es importante. Voy a dejarla ir donde quiera que vaya. Creo que
me arrepiento de no hacerlo por mí mismo. Yo no vivo con arrepentimientos, así
que no voy a empezar a tenerlos con alguien como ella.

—Y esperas que termine contigo y que se vayan juntos, ¿sì17?

Lucian se encogió de hombros. —No voy a poner explicaciones y sentimientos


en cosas que no entiendo.

—¿Puedo confiar en ella? —preguntó Antony, apenas por encima de la


respiración. Con nuestra familia, la Cosa Nostra y mi hijo ¿también?

—Lo hago replicó Lucian.

—Dio18. Eso es lo suficientemente bueno para mí, entonces. Sin embargo,


todavía tengo que conocerla adecuadamente.

●●●

Cecelia tomó la cuchara de madera cubierta con una espesa salsa roja,
probándola con los nuevos ingredientes. Le dio un gesto de aprobación a la mujer
más joven antes de volverse para lavar la cuchara.

—Estoy impresionada —dijo Cecelia. No hubiera pensado en eso.

Jordyn se encogió de hombros, continuando con la mezcla de especias que


había elegido para la salsa de pasta especial que Cecelia se negó a darle los
ingredientes secretos. —Es como un ir a. Si es realmente bueno desde el principio,
estos lo hacen mejor. Al menos, eso es lo que siempre encontré.

—He seguido la receta exacta durante años. Nunca me he desviado de ello.

Brevemente, Jordyn se preguntaba si excedía sus límites. Una cocina era el


reino de una mujer, especialmente la cocina de una mujer italiana. Cecelia,
obviamente, se enorgullece de su cocina y las comidas masivas que preparó para su
familia.

17
En italiano – Sí.
18
En italiano – Dios mío.
—Voy a tener que cambiar la receta ahora añadió Cecelia, sonriendo—. No
sé cómo la abuela de Antony se habría sentido acerca de eso, bendiga su alma,
pero, oh, bien.

Jordyn sonrió. —Gracias. ¿Eso significa que obtendré el resto de la lista de


ingredientes?

—Lo siento, pero no. La tradición es lo que es, querida. Algún día, podría ser
capaz de entregarlo, pero no hoy.

—¿Algún día?

¿Qué significaba eso?

Cecelia le guiñó un ojo. —En otro tiempo. Te gusta cocinar, ¿verdad?

—Tenía que aprender si quería algo comestible para comer —contestó Jordyn,
escogiendo cuidadosamente sus palabras. Entrar en una discusión acerca de cómo
su propia madre estaba demasiado drogada la mitad del tiempo para cocinar, no
preocuparse por recordar comprar comida cada semana, eso no era algo que tenía
muchas ganas. Cuando crecí, se convirtió en un hobby para hacer cosas
diferentes que no había hecho antes, y probar cosas nuevas en recetas viejas. Me
gusta ver a otras personas disfrutar de mi comida.

—La cocina es terapéutica —convino Cecelia. El señor sabe cuándo mis


muchachos llegaron a cierta edad y estaban siguiendo a su padre por... cosas de
negocios... Estaba en esta cocina alejando mi preocupación más veces de lo que
incluso puedo recordar. Por no hablar de las cosas normales de la adolescencia que
se me pusieron a través. La crianza de tres niños con un padre como el jefe del
crimen, mi querida, es un paseo aterrador, lleno de diversión. Es una maravilla que
no sean gordos, honestamente. Antony, también.

Jordyn resopló. —Estoy segura de que no les importó. ¿Siempre sabías... sobre
Antony, quiero decir?

Cecelia se aclaró la garganta, dejando la cuchara limpia en el mostrador. —


Cuando creces en él, no es difícil escoger quién es quién. Por supuesto, nadie
pensaba entonces que un joven capo como Antony subiera de rango como él. Mi
hermana ya estaba dispuesta a casarse con el hombre que querían ser el próximo
jefe. Nuestro padre no tenía hijos, ya vez, y no quería que nadie viniera después de
él.

—El padre biológico de Lucian, ¿verdad?


—Sí. Así que, cuando me casé con Antony, no hubo argumentos involucrados.
Todo estaba ya establecido, en el trato. Kate se casó para la familia y los negocios,
y yo me casé por amor. Ella no puede olvidarlo, y no me importa un poco que ella
consiga ver al hijo del hombre feliz, sano y rico en muchas formas. Si ella se
hubiese salido con la suya, Lucian seguiría siendo nada: no era hijo de nadie.
Ahora, él está exactamente donde debería haber estado desde el principio. Un
Marcello, un príncipe mafioso, haciendo lo que le gusta y lo que es bueno.

—Siempre quise tener tres hijos continuó Cecelia, sonriendo tristemente.


Después del nacimiento de Gio me dejó sin mis órganos reproductivos, no iba a ser
posible. Eso me rompió el corazón. Lucian entrando en nuestra familia casi parecía
que siempre estaba destinado a estar aquí. Conseguí mi tercer hijo, y Antony fue
capaz de tener una parte de su mejor amigo cerca que nunca soñó. Lucian, desde
que entró en esta casa, siempre ha sido nuestro. Nunca le he dejado sentir nada y
tampoco permitiré que otros lo hagan.

—¿Incluso Kate?

—Incluso mi hermana.

—¿Es realmente tan horrible? —preguntó Jordyn.

Sinceramente, Jordyn no sabía mucho sobre Kate, o el padre biológico de


Lucian. Mientras que Lucian era un libro abierto sobre la mayoría de las cosas,
mantenía esas cosas muy calladas. Como si le hubiera dolido, o le hubiera
avergonzado hablar de su vida antes.

—Ella puede serlo —respondió Cecelia. Lucian tiene lo suyo, como a ella le
gusta escogerlo cuando otros no están alrededor. Estoy segura de que será su
habitual esta noche, pero es difícil de decir.

Jordyn tuvo una pregunta más para Cecelia. — ¿Qué edad tenía Lucian cuando
sus padres murieron?

—Seis.

La mente de Jordyn se congeló. —Pero…

—Pero ¿qué, querida?

Estaba segura de que Lucian le dijo que había sido adoptado en la familia
Marcello cuando tenía ocho años durante sus muchas discusiones durante la última
semana.

¿A dónde fueron esos dos años?


Jordyn no tuvo la oportunidad de preguntar. El timbre sonó en toda la casa.

—¿Estás bien para seguir removiendo esto durante unos minutos?

Jordyn miró la gran olla de acero inoxidable que contenía suficiente salsa para
alimentar a un ejército. No parecía ser nada difícil mantener la salsa sin quemar,
incluso si era una porción más grande que ella cocinara antes. —Seguro supongo.

—Bien, porque después de que deje entrar a la familia, debo ir a ver a mi


marido. Cuando Antony habla con un vaso de whisky en la mano, eso suele ser una
señal de que está estresado. Kate no es la única que necesita estar en su mejor
comportamiento esta noche.

Con eso, Cecelia se había ido, dejando a Jordyn sola con sus pensamientos una
vez más.
Capítulo 12
Cuando Cecelia salió al porche y miró el vaso vacío de whisky de Antony,
Lucian se apresuró a irse, no queriendo oír una conferencia sobre beber licor fuerte
los domingos otra vez.

No pasó mucho tiempo antes de encontrar a Jordyn en la estufa de la cocina.


Ella estaba removiendo una salsa con toda su atención enfocada en la cocina.
Jordyn no parecía que estuviera abrumada por las tres comidas diferentes que tenía,
fácilmente pasando rápido de una olla hirviendo a otra sin problema. Lucian no
sabía que podía cocinar, y eso lo molestaba. No fue culpa suya, teniendo en cuenta
que ordenó la mayoría de su comida en la última semana.

Al verla ahora, sin embargo, cocinar en una cocina adecuada para una reina
como su madre, lo golpeó directamente en el estómago. Un hogar como este podría
haber sido muy bien suyo y nadie habría sabido la diferencia. De donde ella había
venido no importaba, mucho como donde empezó.

Se adapta bien, era un eufemismo, pensó Lucian.

Jordyn no parecía un poco fuera de lugar y Lucian se sintió estúpido por pensar
que su riqueza podría ser desagradable para ella porque no estaba acostumbrada a
ella. Tal vez Jordyn no le importaba nada el dinero. Después de todo, había
pateado esas bombas de seiscientos dólares más temprano cuando llegaron sin
siquiera saber el precio de los tacones en sus pies. Estaba cuidando una salsa roja
burbujeante, desordenada sin un delantal y no le importaba un poco manchar el
vestido muy caro que llevaba, no que ella supiera el precio del mismo.

Un elástico, que no llevaba puesto antes, le frenaba sus rizos en una cola de
caballo en la nuca. Con el cabello recogido como estaba, algunos de los moretones
en su cuello eran visibles, pero no estaba mal. También había una leve decoloración
rojiza en el lugar de pulso que no había estado allí anoche, pero fue una reverencia
de los dientes y la boca de Lucian esa mañana.

La había marcado muy claramente. Cualquiera que estuviera lo


suficientemente cerca como para ver la mordida de amor sabría exactamente lo que
era. A Lucian le había gustado un infierno entero de mucho. Solo mirándolo desde
lejos le envió algo primitivo enroscándose a través de su estómago mientras la
lujuria inundaba sus venas.

Como si la hizo a Jordyn suya.

Ese era territorio peligroso.

Necesitaba alejar su mente de ese tema, Lucian cruzó la distancia entre él y


Jordyn, acercándose detrás de ella en silencio a la estufa. Sus dos manos aterrizaron
en su cintura, agarrando fuertemente mientras se inclinaba para besarle el cuello.
Jordyn no se sorprendió por su repentina presencia. De hecho, se relajó en su
agarre y se volvió en su mejilla, permitiendo a Lucian presionar sus labios a la
esquina de su sonrisa recatada.

—Oye —dijo ella—. ¿Come te fue?

Lucian no había ocultado el hecho de que él y su padre iban a necesitar


privacidad para su charla, y que se trataría de Jordyn estar bajo su protección y en
su vida. Pensó que merecía saber cosas que trataban con ella.

—Bien —respondió Lucian—. Creo que lo hemos resuelto todo, de todos


modos.

—Llevar a una chica a casa es una gran cosa para ustedes, muchachos
Marcello, ¿no?

—Sí, es así, cariño. Especialmente si esa chica tiene una pandilla en busca de
ella y podría causar problemas.

Jordyn se volvió rígida ante el recordatorio.

—Lo siento —dijo rápidamente.

—No, solo... No importa.

—Dime.

Jordyn siguió removiendo todas las ollas de la estufa, suspirando. —Supongo


que es fácil olvidarlo.

Lucian frunció el ceño. —¿Olvidar? Jesús, ¿cómo?

—No estoy segura —dijo Jordyn con una débil sonrisa—. Eso suena loco, lo
sé. Pero cuando estoy a tu alrededor, no siento que deba mirar por encima de mi
hombro. No me he sentido insegura. Quiero decir, mira esta casa, Lucian. —
Mostró con la mano a la cocina en la que estaban—. Aquí mismo, ahora mismo.
¿Cómo se supone que me sienta como una chica preocupada en la huida de un
hombre que quiere matarla cuando estoy en un lugar como este? No me hace sentir
así. Así que sí, es fácil olvidar.

Tal vez podría entender eso, si lo intentaba. E infierno, si ella quería escapar de
la realidad por un tiempo, ¿quién era él para traer algo que la preocupara?

—Ayudando a mi madre, ¿eh? —preguntó Lucian—. No sabía que te gustaba


cocinar. Podríamos ir a recoger algunas cosas, si quieres. Ser italiano significa que
Cecelia se aseguró de que todos sabíamos cómo alimentarnos.

—De hecho, me dejó intentar algo diferente.

Lucian se congeló. —¿Quieres decir, añadiendo a sus recetas? Ella... ¿te dejó?

Eso no era posible. No su obsesiva compulsiva, demasiado quisquillosa,


maníaca en la cocina madre. Cecelia tendría un ataque si alguien moviera algo a
una pulgada de donde lo quería. Aprender a cocinar bajo el ojo de águila era
desconcertante.

—Sí. ¿Por qué? Era solo un par de especias. No era como si fuera a hacer que el
sabor fuera mal a propósito, Lucian.

Lucian negó con la cabeza, tratando de sacudirse la sensación de crepúsculo.


—No, no creo que lo entiendas. Mi madre no deja que la gente ayude a cocinar.
Antony trató de añadir un poco de sal a uno de sus guisados, y casi le rompió el
nudillo con su cuchara. Dante pensó que sería gracioso cambiar sus etiquetas de
especias cuando tenía dieciséis años, y ella le hizo lavar todos los zócalos de esta
casa con harapos y agua caliente y jabón. ¿Quieres saber la superficie de esta casa,
Jordyn?

Jordyn no pareció molesta por esas declaraciones en absoluto. —¿Cuánto


tiempo le llevó?

—Una semana, y eso fue con ayuda. Está loca por este espacio. Todos
tendemos a permanecer alejados por razones obvias de seguridad y salud mental.

—Le gustaba lo que yo hacía. Verás. Tiene buen sabor. ¿Quieres probar?

Lucian tropezó con su mente y sus palabras, sin nada. ¿Cómo diablos esta
mujer animó a su madre lo suficiente como para dejarla entrometerse con su
cocina? Simplemente no se cuadra en su cerebro.

A no ser que…
—Le gustas —dijo Lucian, expresando sus pensamientos—. Confía en ti.

Jordyn se volvió lentamente en su abrazo, mirándolo cautelosamente. —¿Es


algo malo?

—No. Mio Dio19, no —soltó entre risas—. Es... genial, en realidad. Estaba tan
distraído con mi padre que pensé que Cecelia sería la más fácil y que sería su
normal, educada. Y lo era, pero de una manera realmente contundente para mí.
No, esto es bueno.

Todavía parecía que Jordyn no le molestaba nada. Era precisamente por eso
que Lucian se encontraba tan extrañamente, inexplicablemente atrapado en todo
acerca de esta mujer. Ella tenía sus inseguridades, pero estaba segura de maneras
que nadie entendía hasta que estaban allí enfrente.

Perfecto, eso es lo que era.

—Bueno. ¿Quieres probar la salsa ahora?

—Sì, bella, voy a probar tu salsa.

Jordyn se volvió y tomó una cuchara limpia del mostrador, hundiéndola en


una olla antes de volver a Lucian. Sus lindos labios rosados fruncieron mientras
soplaba aire fresco sobre la salsa roja, manteniendo su atención enfocada
únicamente en su boca durante esos breves segundos, antes de ofrecerle la cuchara.

Lucian lo sabía sin cuestionar.

Cazzo20.

Santa mierda.

Algo exquisitamente rico cruzó su paladar, zumbando sus papilas gustativas y


haciéndole gemir profundamente en la parte posterior de su garganta. La salsa era
siempre buena, sin duda, pero lo que Jordyn añadido solo aumentó diez veces, así
que no era simplemente un sabor, sino una experiencia.

—Maldita sea —murmuró cuando tomó la cuchara—. Eso es…

—Bueno —dijo Jordyn, sonriendo.

Respondió aplastando su boca a la suya.

19
En italiano – Oh, Dios mio.
20
En italiano – Mierda.
Jordyn no esperaba el beso, porque su adorable chirrido de sorpresa fue
ahogado por la lengua de Lucian que se clavaba en su boca. Todavía no podía
superar lo mucho que le gustaba besar a esta mujer y lo mucho que quería.

Lucian estaba tan perdido en Jordyn y sus dedos vagabundos se enredaban en


su pelo, no registró las voces acercándose a la cocina hasta que estaban en la
entrada.

—Bueno, ¿no es una linda vista?

El más dulce rosado coloreó las mejillas de Jordyn mientras escondía su rostro
de la vista. Lucian estaba casi avergonzado, considerando que la primera persona
que habló hizo que su sangre hierva solo por estar cerca de él.

Kate Catrolli Grovatti era un montón de cosas. Ser una molestia para Lucian
era solo una de ellas.

—Buenas noches, Kate —le saludó Lucian, urgiendo a Jordyn que se volviera a
la estufa mientras se movía a su lado.

Había bastantes personas que se esperaba para asistir a la cena familiar, como
lo hacían todos los domingos. No todos estaban realmente relacionados, pero sí se
relacionaban con la Cosa Nostra de alguna manera. Por lo general, cercanos capos,
importantes socios, e invitados de cualquiera de los hermanos. La única familia que
asistía era Kate, el hermano menor de Antony, uno de sus abogados y uno o dos
primos.

En ese momento, el grupo de tres de pie en la cocina y mirando a Lucian y


Jordyn con un interés adicional solo incluyó a Kate, Gio, y un hombre con el que
Lucian no estaba familiarizado.

Lucian se preguntó brevemente si había sido invitado por Kate o por uno de
sus hermanos.

Solo que Lucian debía descubrirlo de inmediato. —Uh, Gio, ¿quién es este?

—Lucian, Salvatore. Un amigo mío. Salvatore, Lucian, mi hermano.

Lucian asintió, entendiendo inmediatamente. Era un amigo de su hermano. Al


presentar a este Salvatore como amigo suyo, Gio lo dejó perfectamente claro sin
declarar que el hombre era simplemente un asociado y solo socio en los negocios.
Si hubiera presentado al hombre como un amigo nuestro, específicamente, habría
significado que era un hombre hecho en una familia de Cosa Nostra.

—¿Este es todo el mundo? —preguntó Jordyn.


Ella señaló con la mano a la estufa como si dijera que había demasiada
comida.

—No —dijo Lucian riendo entre dientes. Todavía hay unos cuantos más que
aparecerán.

—Dante invitó a Jess, o mamá lo hizo por él —dijo Gio. Además, papá
habla con Camden y Ross.

—Mi primo y tío —le explicó Lucian a Jordyn antes de que pudiera preguntar.

—¿Y quién es? —preguntó Kate, mirando a Jordyn como si fuera demasiado
curiosa para su propio bien.

Lucian odiaba a esta mujer. La despreciaba, incluso.

—Esta es Jordyn.

—¿Jordyn quién?

La mandíbula de Lucian se apretó, pero la mano de Jordyn resbalaba en la de


él a su lado y lo calmó instantáneamente.

—Mamá sabe que Jordyn está en su cocina, ¿no? —preguntó Gio, rodeando a
su tía de una manera casi desdeñosa.

—Sí, lo sabe respondió Lucian. Incluso deja que se ensucie un poco.

—¿Qué? ¿Y la casa sigue en pie?

—Lo sé. No lo cuestiones. Probablemente sea mejor que no le hagas preguntas


a mamá.

—¿Jordyn quién? —preguntó Kate de nuevo, más claramente la segunda vez.


¿Este es tu nueva gatita para el mes, Lucian?

—¿Gatita? —susurró Jordyn. Siento que eso me ofende, de alguna manera.

Debería, pero Lucian negó con la cabeza para evitar la preocupación de


Jordyn, intentando desesperadamente ignorar a Kate al mismo tiempo. La mujer
no tenía idea de lo que estaba hablando. Nunca había habido una mujer traída a
esta casa por un hermano de Marcello a menos que fuera una relación de amistad.
Jess era una excepción para Dante, y eso era mayormente provocado por su madre,
no porque Dante la quisiera allí.
—Es una buena amiga mía. —Lucian trató de sonar de improviso. Lo último
que quería era darle a Kate más munición de la que ya tenía. Luego, para aclararse,
añadió: Muy bien.

—Sí —Gio aceptó en voz baja, lanzando una sonrisa maliciosa a Jordyn.
Podría ser parte de la familia. —Gio parecía registrar su error verbal de inmediato,
dado que Lucian estaba mirando a su hermano. Oye, Sal, vamos a charlar con el
jefe sobre los chicos de Las Vegas.

Aparentemente ningún negocio de los domingos se aplicaba a los amigos de


Gio.

No habían desaparecido del espacio durante más de cinco segundos antes de


que comenzara.

—Oh, mi… —Kate dio un paso adelante, esa mirada destellante de la suya
zonificando en Jordyn demasiado. Lucian se puso delante de Jordyn para
protegerla de la mujer instintivamente. No me digas que estoy mirando a la
primera principessa de la familia Marcello. ¿Lo estoy?

—No, Kate —le advirtió Lucian.

—Yo lo estoy, ¿no? Jesús, habrías pensado que mi hermana me habría hablado
de esto. Kate sonrió, la vista se volvió siniestra en un instante. ¿Cuánto
tiempo?

Jordyn miró a Lucian en busca de dirección, sus dedos se tejieron con su


tensión.

—No mucho tiempo —respondió Lucian. Y eso es todo lo que vamos a decir
al respecto. Antony está tratando con otras cosas, y esa palabra no necesita ser
lanzada como un caramelo en este momento por cualquiera que quiera decirlo.

—Pero yo no soy cualquiera, Lucian.

●●●

—Soy tu tía —dijo Kate, mostrando sus dientes blancos en un desprecio.

Jordyn no estaba prestando atención a Kate, porque finalmente lo consiguió.

No podía creer que le hubiera llevado tanto tiempo reunirlo y, francamente, se


sentía como una idiota por no darse cuenta antes.
La madre de Lucian lo había llamado príncipe mafioso, como todos sus hijos.
Consideraron a su familia una dinastía del crimen, gobernada por el nombre y la
sangre. Era evidente para Jordyn que todos los niños de Marcello eran hombres
jóvenes con objetivos centrados en su negocio, pero el hecho era que todavía eran
considerados jóvenes.

Posiblemente demasiado jóvenes para estar donde estaban.

Pero no si su padre era el jefe.

Lucian había sido claro en su explicación de lo que era ser quien era en su
familia. Había llevado a Jordyn un poco de tiempo para ponerse al día y aferrarse a
las palabras que él no quería usar a sí mismo.

—Para nosotros, La Cosa Nostra es más que una etiqueta, es una cultura. Desde el
momento en que nacimos, somos arrojados de cabeza en él y criados como tales con todas las
reglas que vinieron junto con él. Esto es para toda la vida. Nuestro estatus es un derecho dado.
Siempre seré este hombre. Siempre seré un Marcello.

Lo que Lucian quería decir, y Jordyn solo ahora se daba cuenta, era que
siempre sería considerado una realeza de la mafia en su mundoun príncipe.
Alguien que era respetado y adorado simplemente por lo que él era, aunque tanto
las expectativas y la responsabilidad vinieron con ese título.

Dante había llamado a Jordyn una princesa primero. Kate lo estaba haciendo
ahora.

Lucian ni siquiera lo negaba, incluso si estaba visiblemente molesto.

Lo habría dicho él mismo. Para las personas como ellos, esa palabra significaba
algo completamente diferente al resto del mundo.

La mente de Jordyn no lo había juntado todo, pero ahora lo era.

Era demasiado.

Kate empezó a zonificar de nuevo a Jordyn, sacándola de sus pensamientos


aturdidos.

—¿Parla Italiano? ¿Di dove è?21 —le preguntó Kate.

Jordyn balbuceo. —¿Qué?

— Ella no habla…
21
En italiano - ¿Hablas italiano? ¿De dónde eres?
—No interrumpió enojado Lucian. Porque no es italiana. Déjala en paz.

—¿No es italiana? —Se burló Kate, asintiendo. Lo entiendo. Ahora entiendo


por qué Cecelia no quería hablarme de ella. Sería como si eligieras a cualquiera así,
Lucian.

Por fin, Jordyn salió de su estupor con un golpe. —¿Disculpa? ¿Cómo esto?
¿Qué significa eso?

—Oh, criatura. —Kate prácticamente arrullo, aunque era demasiado dulce


para ser verdad. No importa si no lo entiendes, porque Lucian sí. Al igual que
Cecelia y Antony, o sus hermanos, para el caso. Has alcanzado demasiado alto,
cariño. Lo averiguarás pronto.

Entonces, Kate dio otro paso adelante, examinando a Jordyn más cerca. —Y si
esas marcas en su cuello son cualquier indicación, espero que lo averigües rápido y
corras. Parece que se parece mucho a su padre, más de lo que pensábamos. ¿Te
beso después y te dijo que lo sentía, como todos los abusadores, también?

Las siguientes palabras de Jordyn nacieron únicamente de su conmoción y de


su ira, y de la necesidad de proteger a Lucian, considerando que no había hecho
más que ser tan bueno con ella. Esta mujer era vil. —No te conozco, y
honestamente, no quiero. Sugiero, sin embargo, que se ocupe de su negocio.
Porque si entiendo correctamente, no tienes mucho que decir en nada. Ciertamente
ya no. ¿Es eso lo que más te molesta?

Kate retrocedió como si le hubieran dado una bofetada. —Pequeña perr...

—Kate, es bueno verte dijo Antony desde la entrada de la cocina, deteniendo


las siguientes palabras de la mujer por completo. Sus ojos encontraron al instante a
su hijo, y Jordyn fue sorprendida mirando entre los dos rápidamente, buscando
para ver si había hecho algo mal. No creía que lo hiciera si la forma en que Lucian
sonreía de nuevo hacia ella era una indicación–. Veo que has conocido a Jordyn.
Hermosa, ¿verdad?

Jordyn se tragó su ira por un momento. Esas fueron las primeras palabras que
Antony Marcello había hablado en su camino directo, y curiosamente, sabía que
eran importantes de alguna manera.

—Mi esposa está bastante enamorada de ella —continuó Antony,


aparentemente ajeno a la tensión en la cocina—. Mi hijo, también, aunque debo
decir que los hijos, considerando que todos los chicos están mirando a este
cuidadosamente a su manera. Espero que entiendas por qué le hemos guardado
nuestro pequeño secreto, ya que es nueva para la familia y las cosas son
complicadas.

Eso fue un eufemismo.

Una vez más, estaban hablando de Jordyn como si fuera un miembro


permanente de su familia.

—¿Cómo así? —preguntó Kate.

Antony sonrió sombríamente. —Esa no es tu preocupación. Es de Lucian y


mía.

A su lado, Jordyn sintió la mano de Lucian apretando la suya con tranquilidad.

Antony pasó a Kate de la misma manera que Gio lo había hecho antes, como
si la despidiera. Al acercarse a Jordyn, el anciano le ofreció una suave sonrisa
mientras hablaba demasiado bajo para que Kate la oyera.

—Lo siento por no tener tiempo para hablar contigo antes, Jordyn. Puedo
vigilar la estufa un poco hasta que Cecelia esté lista si necesitas un momento. Kate
puede tener ese tipo de efecto en la gente. ¿Necesitas un segundo?

Jordyn asintió con la cabeza. Necesitaba más de uno. —Sí.

—Entonces ve.

Jordyn no necesitó que le dijeran de nuevo. Salió de la cocina en un abrir y


cerrar de ojos, abriéndose camino a través de la gran casa, sin idea de hacia dónde
iba. Lo único que trató de hacer era alejarse lo más posible del eco de las voces,
volando por un tramo de escaleras y tomando la primera curva a la que había
llegado. Necesitaba pensar. Lucian estaba justo detrás de ella todo el tiempo.

Finalmente, se detuvo en un pasillo del segundo piso.

—Lo siento por Kate —dijo Lucian detrás de ella—. No le hagas caso.

—No me importa esa mujer horrible. Puede irse al infierno. Entonces, —


Jordyn se estremeció—. Tu padre biológico, realmente no la golpeó, ¿verdad?

—De lo que todo el mundo cree por su inclinación a decir mentiras cuando ella
no consigue su camino, no. No había nada visible, y siendo su esposa, siempre fue
tratada con respeto, además de toda la cosa del amante. Y también lo recuerdo con
mi madre. Ni siquiera levantó la voz. John no era un hombre de mano dura.
—¿Te acuerdas de él?

—Por supuesto. A pesar de que quería mantener a mi madre y a mí en secreto


de su esposa, lo que significaba que tenía que mantenerlo de todos los demás,
también, pasó mucho tiempo conmigo. John firmó mi certificado de nacimiento,
que no fue conocido por sus amigos y familiares hasta después de su muerte, por lo
que debe haber estado en el hospital cuando nací o poco después. Así fue como
Antony se enteró de mí. Sabía de mi madre, pero nunca la había conocido, y
cuando fue a buscarla, encontró la documentación de mí. John me enseñó a leer, en
realidad, y me dio la mayor parte de mi comprensión de la lengua italiana muy
joven. Los pocos recuerdos que tengo son muy buenos. Sé que me quería y eso es lo
que importa.

—Tienes razón, es. Kate no es importante para eso en absoluto. —Jordyn pasó
por el pasillo, sus emociones amenazaban con derramarse—. ¿Por qué es tan odiosa
y amarga, sin embargo? ¿Qué pudiste haberle hecho cuando eras solo un niño
pequeño?

Lucian se encogió de hombros. —Francamente, gané el setenta y cinco por


ciento de la herencia de mi padre después de su asesinato. Como su esposa, solo
ganó veinticinco. Tal vez no era justo, pero así es como John tenía sus abogados
arreglados si tenía hijos para cuidar. Yo era un hijo probado de él cuando firmó mi
certificado de nacimiento. No podía luchar, pero lo intentó. Desde el momento en
que tenía dieciocho años, he tenido un control completo y total sobre mi parte de la
finca y el dinero, mientras que ella está en sus cuarenta y aún tiene que vivir de una
porción restringida que se le da mensual. De lo contrario, lo desperdiciaría como si
tuviera todo lo demás.

—Oh, bueno… —Jordyn no supo qué decir. Algo más la estaba molestando
terriblemente—. Si eso es lo que eso significaba, deberías haberme dicho, Lucian.

—¿De qué estás hablando?

Jordyn giró sobre sus talones, la ira cayendo a fuego lento. —¿Principessa? Es
como si alguien golpeara rápido hacia adelante en doble velocidad de nuevo. Hable
acerca de lanzar alrededor. ¡Ni siquiera te molestaste en decírmelo, pero todo el
mundo parece estar bien!

—Jesús, no hagas eso —respondió Lucian—. No dejes que toda esa mierda te
moleste. Es solo aspectos prácticos, Jordyn. Semántica para la política de la familia.
No es importante.

Estás mintiendo. Es importante para todos aquí. ¿No es así?


Lucian se pasó los dedos por el pelo, suspirando pesadamente. Sí, pero eso
no significa que tiene que ser para nosotros. ¿Bueno? Eso es todo lo que quiero que
entiendas. Tú y yo, vamos a ir a la velocidad que queramos. Lenta, rápida o
rebobinar. Te necesito cerca de mí. Eso es lo que me importa.

No dejaba de decir eso.

Jordyn simplemente no sabía lo que significaba.

—¿Y eso que significa?

—Significa lo que maldita sea que yo quiera. Significa que me gustó despertarte
esta mañana, porque no he dormido bien en dos semanas. Significa que me gusta la
forma en que me besas, y cómo no se siente raro que lo haga en absoluto. Me gusta
follarte, porque no parece enteramente como jodido. Me gusta que te sientes a mi
lado en la iglesia. Me gusta ofrecerte cosas hermosas. Me gusta mantenerte a salvo
conmigo. Eso es lo que significa. ¿Tiene que ser más definido en este momento?

—No. Pero ellos…

—No importan en esto. No lo hacen. Es así de sencillo, cariño. Nada de


nosotros nunca va a ser completamente normal. Eso es algo que debes entender hoy
si vamos a continuar con esto. Tengo que desempeñar un papel, también. Y si
quiero decirles a todos que eres la primera principessa elegida por un hijo Marcello
porque es verdad, entonces eso es exactamente lo que haré.

Jordyn se quedó sin habla. —Pero... ¿qué significa eso?

—Significa muchas cosas, pero, sobre todo, significa un futuro —dijo Lucian,
su tono se volvió mucho más tranquilo de lo que era antes.

—Eso es todo, ¿un futuro?

—Básicamente. Eso en sí mismo lleva mucho peso.

Sí, lo hizo.

Jesús.

¿Por qué tenía que gustarle a Jordyn la forma en que rodaba de sus labios tan
casualmente?

—Somos un poco extraños, tú y yo —dijo Jordyn.


Al igual que el hecho de que no podía negar cómo sus entrañas se volvían puré
cuando estaba alrededor, o que lo sentía cerca, incluso cuando él no dijo una
palabra. Algunas personas podrían llamar a eso química, y otros podrían llamarlo
destino.

Jordyn lo llamó atemorizante.

—Tal vez somos normales para nosotros —respondió Lucian—. Y hasta ahora,
me gusta cómo está yendo.

—Es rápido, me golpeas en el culo a cada paso.

—Si funciona…

Jordyn masticó el interior de su mejilla. —¿Vas a decirle a la gente que eso es lo


que soy para ti?

Lucian se encogió de hombros. —Aún no.

—¿Por qué?

Mejor aún, por qué importaba si no lo hacía, algo dentro exigía.

Jordyn ignoró su voz interior.

—Porque también necesito que lo quieras.

Jordyn no tuvo tiempo de responder. Cecelia llamó desde la planta baja,


diciendo a cualquier persona que no estaba en el comedor que la cena estaba lista
para ser servida.

—Vamos —dijo Lucian, ofreciendo su mano—. Hay más gente para que te
conozcas.

Jordyn no dudó en aceptarlo.

●●●

Antony tomó un rollo en la salsa que había derramado sobre su pasta, tomando
un bocado. Al instante, frunció el ceño y miró hacia donde su esposa estaba
sentada, esperando la larga mesa. —Algo diferente, Tesoro.

—¿Está bien? —preguntó Cecelia.

Jordyn escondió su sonrisa con su copa de vino. Lucian se dio cuenta


inmediatamente de eso, sacudiendo la cabeza con un guiño.
¿Qué tan enamorado era un hombre con su esposa que notó algo tan simple
como cambiar, aunque sea un poco de lo que había sido siempre su receta de la
salsa?

Era lindo, en realidad, incluso si Jordyn fue la que agregó las especias.

En ese momento, Jordyn se dio cuenta de que quería lo que estas dos personas
tenían. Un amor como este con un hombre que se dio cuenta de todo sobre ella,
incluso si era tonto y ridículo. El corazón de Jordyn aceleró cuando la mano de
Lucian encontró su rodilla debajo de la mesa, apretando suavemente.

—¿Estás bien? —preguntó Lucian en voz baja—. Ha sido una locura hoy, lo sé.

—Más que bien —dijo Jordyn, sinceramente.

Antony continuó mirando fijamente a su esposa como el resto de la gente en la


mesa miraba su intercambio con atención. —No dije que no era bueno. Es muy
bueno. Dije que era diferente. Lo es, ¿no?

Cecelia asintió. —Lo es.

—¿Eso es todo lo que me vas a dar? Me gustaría saber por qué el cambio
repentino.

—Come tu comida, Antony. No puedo darle detalles a nadie a menos que sea
una mujer Marcello, lo sabes. El cambio es bueno.

—Es solo una vieja receta familiar. Deberías superar esta cuestión de secreto.
¿Soy tu marido, e incluso no puedo saberlo? —Cecelia todavía se negaba a decir
una cosa. Antony sacudió la cabeza, suspirando—. Te amo, pero a veces eres tan
difícil de entender, Tesoro.

—Y tú tampoco bendijiste la mesa —añadió Cecelia con una sonrisa,


ignorando su comentario—. Sé rápido sobre eso. El resto de nosotros tenemos
hambre.
Capítulo 13
Jordyn estaba enamorada del condominio de Lucian en Manhattan.

Bueno, él lo llamaba condominio, pero era más como un ático con acceso
parcial que servía como una terraza de gran tamaño para el entretenimiento. No
podía ser solo un condominio, en lo que respecta a Jordyn, porque era demasiado
grande. La cocina y la sala eran lo suficientemente grandes para contener a su
apartamento dentro. Eso no incluía los tres dormitorios, uno de los cuales estaba
cerrado con llave. También había una oficina con una biblioteca, una habitación
que servía como gimnasio, y una sala de entretenimiento con pantalla plana lo
suficientemente grande para contener un cine y dos filas de asientos de felpa para
sentarse y disfrutar la vista.

Podría muy bien haber sido una casa decorada profesionalmente dentro de un
rascacielos.

Según Lucian, su condominio no era ni siquiera el más grande del edificio.

Jordyn lo dudaba.

En la madrugada, las amplias ventanas de pared a pared se iluminaban con luz


natural, al presionar un pequeño botón por los interruptores de luz, las persianas de
todas las ventanas en esa habitación en particular se elevarían automáticamente.
Jordyn no necesitaba encender una sola bombilla.

No había tenido la oportunidad de explorar la casa de Lucian cuando llegaron


la noche anterior. Después de la cena con su familia hace tres noches, él trajo el
tema de su casa en Manhattan, el cual prefería por varias razones. Era donde se
sentía más cómodo, por un lado, y era más segura, por el otro.

A Jordyn no le importó. Lo único que conocía era la vida que vivió antes, no
podía regresar a ella. No si quería vivir, y lo hacía, tan mal. Ciertamente con ayuda
del hombre de ojos color avellana, una sonrisa maliciosa quien parecía no apartarse
de su lado, ahora.

Realmente tampoco quería que él lo hiciera.


Cuando Lucian se ofreció a darle que lo necesitaba, y le pidió seguridad, él se
metió en ello totalmente.

Jordyn no estaba segura de lo que ella y Lucian eran. Juntos, o no. Una pareja,
o simplemente compañeros. Amantes, definitivamente. Cómodo estando cerca, sí.
Adoraba la forma en que la boca de él se sentía en su piel por la mañana, y no
podía evitar perderse mirándolo cuando no estaba prestando atención. Lucían era a
veces reservado, incluso si no quería serlo. Esa confiada y peligrosa aura suya era
casi sofocante de una manera que alimentaba sus deseos más oscuros. Jordyn
estaba un poco más que mareada por este hombre.

¿Confundida? Un poco.

Era más fácil no definirlo, y es su lugar, simplemente disfrutar de lo que eso les
hacía a ambos.

Fuera lo que ellos fueran, estaba funcionando.

Jordyn se había acostumbrado tanto a Lucian despertándola por las mañanas


durante la última semana, que cuando se despertó más temprano y no estaba allí,
estuvo confundida. No le llevó mucho tiempo averiguar dónde estaba. El cuarto de
baño estaba abierto y la ducha estaba corriendo. Él había colocado un hermoso
traje negro en el extremo de la cama.

Después que se cambió el vendaje de la quemadura, la cual finalmente estaba


empezando a parecer que podía estar sanando, Jordyn decidió ir a explorar. Agarró
la camiseta que Lucian dejó en el piso anoche, que aun olía a su picante ego, tiro de
ella, y siguió su alegre camino.

La oficina de Lucian se estaba convirtiendo rápidamente en su lugar favorito.

Con un techo alto y libros en todas direcciones, Jordyn no podía aburrirse en la


habitación. Siempre había algo que encontrar. Lucían recogía pequeñas chucherías
de bronce, parecía que le gustaba el fútbol, como todo buen chico americano, y era
terriblemente organizado en una manera desorganizada cuando se trataba de su
trabajo. Si eso fuera posible. Ella tenía miedo de moverse o tomar las cosas sobre su
gran escritorio de roble por temor a que fuera incapaz de encontrarlo de nuevo.

Los álbumes de fotos apilados en una de las muchas librerías le llamaron la


atención. Los dos primeros en la parte superior eran en su mayoría imágenes de la
familia Marcello. Cada una estaba fechada y etiquetada abajo. Los hermanos
cuando eran más jóvenes. Copias del día de la boda de Antony y Cecelia. Imágenes
de bebé, aunque no había ninguna de Lucian. Viajes familiares y similares. Todo el
mundo parecía tan feliz en las fotos.
Jordyn cogió otro y comenzó a mirarlo, también.

Los hermanos eran mayores en estas. Claramente en su adolescencia. Fue en


estas fotos que Jordyn notó las singulares personalidades entre Dante, Gio y Lucian
comenzaron a tomar relevo. Adolescentes privilegiados, vestidos con lo mejor,
sonriendo y felices. Como adolescentes, parecían incluso más cercanos, y en las
fotos, sus padres casi siempre estaban presentes.

La foto del baile de graduación de Lucian y una bonita, rubia de ojos verdes
sacaron de balance a Jordyn por un momento. La chica estaba vestida con un
ejemplar rosa pálido de lentejuelas que literalmente abrazaba cada curva con una
abertura hasta su muslo derecho. Lucían, con su traje negro, chaleco y corbata a
juego, no parecía demasiado interesado en la cámara, sino en algo a su lado.

Dejado, la fecha estaba escrita y los nombres de las personas en la foto.

Lucian y Reagan.

Jordyn no esperaba ver una foto de él con otra mujer, aunque cada minuto de
su vida estaba documentada en los álbumes. Lo que fue aún más sorprendente, fue
la chispa de celos aleteando de su estómago.

—Odié el baile de graduación.

Jordy casi dejo caer el álbum de fotos mientras se volvía y se encontró cara a
cara con un sonriente Lucian.

Fue horrible, pero realmente quería eso después de la fiesta. El mutuo


acuerdo con Cecelia fue que sí iba, me daría las llaves de la casa. Así que fui.

Jordyn apreció la vista de él en nada más que una toalla, gotitas de agua
todavía adheridas a su piel y cabello. Lujuria y deseo ardían, pero las empujo de
regreso. —Con Reagan.

—Al parecer, yo necesitaba una cita. Ir solo no era aceptable. Ella asistió a la
misma escuela privada que yo. Eso funcionaba.

—Huu. ¿Fue tu novia?

Vaya forma de ser sutil, pensó Jordyn.

—¿Reagan? —Se rio Lucian, tomando el álbum de Jordyn y cerrándolo—. No.


Una amiga de un amigo. Su cita canceló en el último minuto, o alguna tontería.
Cecelia tuvo un ataque cuando se dio cuenta de que estaba planeando ir solo e irme
justo después de llegar. Así que, Reagan y yo nos enrollamos para el baile de
graduación.

—¿Literalmente o figurativamente? —preguntó Jordyn.

La sonrisa con superioridad de Lucian se convirtió en una completa. —¿Estás


celosa de algo que pasó hace diez años?

—No.

—Mentirosa, lo estás. Tus mejillas se están volviendo rosa. Me gusta eso.

—¿Te gustan mis celos? —Jordyn no podía entender eso en su cabeza.

Lucian dio un paso adelante, empujando a Jordyn contra el estante con su


corpulencia, cálida y fresco aroma. Ella ni siquiera trató de alejarse, en su lugar
apoyó ambas manos en la estantería detrás de ella. La toalla cubriendo su parte
inferior atraía su mirada una vez más, directamente hacia sus definidas filas de
abdominales y el duro corte V de su entrepierna.

¿Cuánto Lucian iba a tomar antes que Jordyn pudiera sentir que era capaz de
respirar de nuevo?

—Sí, me gusta —murmuró Lucian—, es un destello de calor. Directo al


estómago. Ira instantánea e incredulidad. Así es como se siente, ¿verdad?

Jordyn asintió. —Sí, justo así.

—Posesividad en un momento. Es intenso. Toma todo. No tiene que ser


racional, o incluso satisfactorio. Simplemente es. Pero, significa algo bueno.

—¿Qué es eso?

—Es una clara señal que tú consideras algo, o alguien, solo tuyo, cariño.

Lucian se inclinó hacia adelante, rozando la nariz a lo largo de la suya antes de


otra sonrisa sabionda se deslizará de sus labios. —Como después de la cena con mis
padres, como amenace con los ojos a Gio si te miraba una vez más. Al menos mi
hermano pensó que era gracioso.

Jordyn trató de no mostrar cuando le afectaban sus palabras, y fracasó


miserablemente. —No puedes hacer eso.

—¿Por qué no? Eres hermosa. Lo sé. Eso no significa que quiera que cada
hombre en este mundo admire algo que no es suyo. Una vez es suficientemente
bueno, una segunda vez es pedir problemas. Y soy exactamente el tipo hombre a
quien le gusta un poco de problemas en su vida. Tú ciertamente estás aportando
eso.

—Realmente no lo lastimaste, ¿verdad?

Lucian rio entre dientes profundamente, el sonido la sacudió hasta el centro. —


No, pero lo haría si él no hubiera estado en la casa que estaba. No tomo en serio mi
amenaza. Siempre lo cumplo. Cada vez.

Algo malvado y seductor provocó a Jordyn. Lucian tenía razón, a ella le


gustaban sus celos, incluso si no tuvieran mucho sentido.

Dos dedos se deslizaron bajo su barbilla, atrayendo su mirada a la de él. La


otra mano de Lucian se posó en su muslo, sus dedos cavando áspero y bueno en su
carne, despertando su deseo otra vez. —No seas celosa, Jordyn.

—¿Por qué no lo necesito o porque no eres mío? —pregunto en voz baja.

—Porque no he visto a esa chica en una década. Pero a ti te miro todos los
días.

—Lo mismo podría decirte, entonces.

Lucian se echó a reír. —Lo siento, cariño, pero eso no funciona de esa manera
para mí. Cuando se trata de ti, probablemente nunca lo hará.

●●●

—Ven aquí, bella.

En el bar, Jordyn se sentó en uno de los muchos taburetes, las piernas cruzadas
y la cabeza perdida en uno de los libros que había traído. Lucían tenía trabajo que
hacer en Cazza, uno de sus muchos restaurantes, y también tenía una importante
reunión más tarde con un funcionario de la cuidad. En lugar de dejarla a su suerte
todo el día en su condominio, le ofreció venir.

Claro, estaría a salvo en Manhattan sin él, al menos un poco más de tiempo,
pero a Lucian no le gustaba verla tan lejos de su lado.

El pequeño vestido negro, tacones plateados y el ligero maquillaje que llevaba


lucían magníficos bajo la especial iluminación en el comedor. Especialmente
mientras caminaba a través del suelo de madera para encontrarse con él en la mesa
que preparó con papeles y postres.
—Siéntate, quiero que pruebes esto conmigo —dijo Lucian, asintiendo hacia la
bandeja de postres especiales que el chef sacó hace cinco minutos—. Necesito la
opinión de una mujer. Honestamente, creo que las mujeres tienen un mejor paladar
que los hombres.

La risa de Jordyn era casi como campanillas de viento. —¿Lo crees?

—Por supuesto. Las mujeres tienden a centrarse más en el sabor y la textura


que simplemente llenando, masticando, y tragando cuando salen a cenar. Además,
estoy distraído, así que esperando toda mi atención en esto es inútil hoy. También
podrías disfrutar esto. Cory necesita mi última palabra para el nuevo menú de
postres para esta noche. Lo he estado retrasando por un par de semanas.

Lucian se alegró de que Jordyn no le preguntará cuál era su distracción porque


eso giraba alrededor de ella. No le había ayudado estar demasiado ocupado esta
mañana tratando de empezar su día para despertarla como quería. Entre sus
muslos, probando su sexo en su lengua y conduciéndola a la locura.

Por ahora, el loco encaprichamiento de Lucian estaba siendo satisfecho en la


forma en que ella apoyaba la barbilla en su palma cuando leía, o cuando golpeó el
pie izquierdo cuando llegó a un pasaje que le interesaba más que el resto.

Realmente, le gustaba solo mirarla.

Jordyn tampoco decepcionó con el diminuto tenedor y quince muestras de


postres por la siguiente media hora.

Innecesario decir, Lucian tuvo ninguna posibilidad de terminar completamente


sus órdenes para el restaurante. Cazza era su favorito de todos sus negocios. Era el
lugar donde pasaba la mayor parte de su tiempo cuando trabajaba, por lo general,
ya que no necesitaba una oficina de tiempo completo.

Sin mencionar el lado de las cosas de la Cosa Nostra.

A diferencia de las últimas dos semanas en Brooklyn, recaudando pequeños


pagos de sus asociados callejeros, teniendo un lugar como Cazza era mucho mejor
para los grandes acuerdos. Era de clase alta. La mayoría de los hombres que
caminaban por las puertas para verlos eran del mismo calibre. Ciertamente no
querían reunirse con un capo de la mafia en algún lúgubre bar o detrás de un
callejón.

Necesitaba lucir según lo previsto, después de todo.

—Así que, tengo una reunión dentro de diez minutos —dijo Lucian, llamando
la atención de Jordyn del último postre que estaba probando.
—¿Quieres que desaparezca en la parte de atrás por un rato?

—Jesús, no. ¿Por qué querría eso?

—No lo sé. Eres él que planteó la reunión.

Lucian lo descarto. —Primero de todo, era muy consciente de lo que estaría


haciendo hoy, así que, si pensaba que no deberías estar involucrada, podría haber
pedido a alguien que te hiciera compañía.

—Quieres decir una niñera —dijo Jordyn, con la nariz arrugada ante la idea.

—Jordyn, mi madre no sale de la casa sin dos guardias de seguridad


siguiéndola.

Los ojos de Jordyn se agrandaron. —¿De verdad?

—De verdad. Ellos han sido sus guardaespaldas personales desde que Antony
se convirtió en jefe. Ella rara vez los nota, y solo han tenido que intervenir un
puñado de veces para hacerle frente a algo. Así que no, no lo considero una niñera.
Dante no estaba ocupado hoy y a él le gusta tu compañía.

—A él le gusta burlarse de mí, Lucian. Principalmente sobre ti.

—Porque es mi hermano. Eso significa que le gustas.

—Fantástico —respondió secamente.

—De todos modos, el punto es, tengo esta reunión puesta en marcha por un
tiempo. No me importa tenerte aquí. Te presentaré, pero después de eso, solo
permíteme hablar. Sonríe, porque es hermosa y me gusta verla y trata de no
aburrirte.

Jordyn apartó su plato. —¿Algo más?

—Solo una pequeña cosa, nada grande —murmuró Lucian—. Podrías escuchar
cosas que no parecerán correctas, y sabrás que no lo son. Este hombre que viene
aquí es un alto funcionario de la cuidad. La última cosa en la que debería estar
involucrado es La Cosa Nostra. Todo y todo el mundo es corrupto de un maldito
modo o el otro, especialmente en Nueva York.

—¿Así que, giro la mejilla?

—Lo apreciaría. Entiendo porque no querrías tener un asiento de primera fila


para esto si no lo haces. No es exactamente la misma cosa cuando las personas
dejan caer un sobre y se van sin escuchar mucho o entender lo que está pasando. Si
ese es el caso, y no quieres, eres más que bienvenida a charlar con el chef mientras
mi invitado está aquí.

Jordyn inclinó la barbilla hacia arriba, un reflejo desafiante en su mirada.


Escuchando y no contando un crimen me convierte en un accesorio, ¿no?

Lucian resopló entre dientes. —Nadie dijo nada sobre un crimen sucediendo,
cariño.

—Tampoco dijiste que no lo era.

—No, no lo hice. No quiero que te sientas incomoda.

Jordyn se reclinó en la silla. —Creo que me quedaré contigo.

Por dentro, la confianza de Lucian en esta mujer podría haber aumentado más.
Bien. Entonces, te quiero de este lado de la mesa conmigo.

Se deslizaba a su lado sin mayor estímulo.

Lucian tomó los siguientes minutos para llamar chef jefe de cocina de Cazzo de
nuevo al comedor. La mesa estaba despejada de la bandeja y las sobras, el menú de
postres ordenados, y una solicitud de dos vasos de Grey Goose y vino tinto
ordenados para ser llevados cuando su huésped llegará. La atención de Lucian
estaba en Jordyn por el corto tiempo que los dejaron solos.

Como era de esperar, el invitado de Lucian llegó a tiempo como el hombre


siempre lo era. Puntual a una falla, Frank Deveroux nunca llegaba tarde. Como su
arreglo siempre había sido, el chef le permitió entrar por la entrada trasera para
reducir al mínimo a Frank siendo visto entrando a un restaurante propiedad de un
conocido mafioso. A sus cincuenta años de edad, Frank no parecía tener más de
cuarenta y cinco, ya que estaba en forma, alto, y siempre sonriendo. Era por eso
que le gustaba al público tanto como ellos a él. Era difícil encontrar fallas en un
hombre carismático.

Lucian se levantó para saludarlo, manteniendo su mano firmemente situada en


Jordyn para animarla a levantarse con él. —Frank, es bueno verte.

—Lucian. —Sonrió Frank, estrechándole la mano ofrecida por Lucian—.


Sabes que eres mi favorito de todos los chicos Marcello.

—Mentiroso. Gio lo es y ambos sabemos por qué.


—Bueno, sabe cómo brindar un buen momento. ¿Quién es esta cosa
encantadora? —preguntó Frank, extendiendo la mano hacia Jordyn.

Ella la tomo inmediatamente.

—Esta es mi Jordyn —dijo Lucian—, y es bastante encantadora, gracias.

Jordyn desechó los elogios con un movimiento de la mano, sonriendo. Sin


embargo, Lucían podía ver en su curiosa mirada, que reconoció a Frank, pero no
hizo clic de inmediato. —Hola.

—Siéntate, ¿sí?

Frank asintió, quitándose la chaqueta del traje antes de unirse a Lucian y


Jordyn en sus asientos. El imperdible de la cuidad en su corbata brillaba bajo la
iluminación, y Jordyn lo notó inmediatamente. Mientras el chef traía la bandeja
con las bebidas que Lucian pidió antes, Jordyn finalmente pareció captar quien era
exactamente este hombre de pie al otro lado de la mesa. Chilló bajo su aliento
como un pequeño ratón, su mano en la de Lucian tensándose en su sorpresa.

—Jordyn, conoce al Alcalde de Nueva York.

Jordyn tomó un momento para hablar, mirando entre los dos hombres que la
miraban. —Creo que me he perdido algo aquí.

Frank se rio entre dientes. —No, puedo asegurarte que no lo has hecho.

Lucian dijo que el hombre era un alto funcionario de la ciudad.

Tú no podías ser mucho más alto que el alcalde.

Lucian señaló a su invitado. —Frank tiene a casi todo el mundo que puede en
su bolsillo. Jueces, funcionarios de la cuidad, familias de alto perfil, capitanes de
NYPD en toda la cuidad. Su familia tiene un largo legado en Nueva York, hace
tiempo que están involucrados en el distrito naviero, y poseen gran parte de ello.
Eso ayuda en ciertos aspectos a nuestro negocio, innecesario decirlo. Nos hemos
encontrado mientras trabajamos juntos lo que funciona para nosotros, a menudo
funciona en su beneficio también. Financiamos ciertas campañas, ayudamos a
mantener la ciudad libre de deudas, y a cambio, Frank nos mantiene… bueno,
ocultos. Es un buen arreglo.

—Eso es —Acordó Frank, apoyándose en la silla, con vodka en su mano—.


¿Entonces, momento para el negocio?
—La diversión ha terminado, por desgracia —respondió Lucian—. Sé que te
estás quedando corto de tiempo, aquí.

—Tengo media hora más o menos. Me vieron entrar a un restaurante a dos


cuadras de distancia, pero no me vieron escabullirme por la parte de atrás y entrar
en un auto personal. Estamos bien. Vamos a hacerlo.

Lucian imitó la franca postura de Frank, pero cuando se inclinó hacia atrás,
puso las piernas de Jordyn en su regazo, apoyando las manos sobre sus tobillos
cruzados. Le acariciaba las pantorrillas mientras hablaba. A ella no pareció
importarle, y la nueva posición la mantuvo frente a él mientras tomaba un sorbo de
vino tinto y escuchaba la conversación.

—La ciudad está a punto de proponer el nuevo presupuesto para sus planes de
construcción el próximo año para las renovaciones del edificio de gobierno más
antiguo, ¿no?

Frank asintió. —Debería estar cruzando el comité la próxima semana, en


realidad.

—¿Cuál es el costo estimado hasta ahora?

—Diez millones. En su mayor parte el trabajo es en el techo esta vez. Nada


excesivo.

—Diez millones parecen excesivos —dijo Jordyn en voz baja—. Ese es un gran
número.

Frank le ofreció un encogimiento de hombros en explicación. —Una vez que se


toma en cuenta los contratos y costos de una docena de edificios, todo suma.

—Lo hace —dijo Lucian—, pero siempre se sobrevalora, ¿no?

—Así es —confirmó Frank.

—Dante y Antony quieren el lado contratista. Al menos el diez por ciento del
costo final de todo el contrato. Antony garantizó un retorno del cincuenta por
ciento para ti. Cuando llegue el momento de elaborar la lista de contratistas para el
trabajo, su empresa debe estar en ella.

—Quinientos mil no están mal —meditó Frank.

Lucian sonrió. —Antony toma el setenta de cualquier cosa yo, o cualquier otra
persona lo hace, así que no, ciertamente no lo es.
—Un millón es difícil ocultar.

—Entonces muévete. Diez contratos más pequeños divididos entre lo que sea.
Tienen más de una compañía capaz de poner su nombre en el expediente. Es
fácilmente ocultar de esa manera.

Simplemente, por la distante mirada que Frank tenía, Lucian supo que estaba
considerando los números y la propuesta del trato. Si valía la pena, si podría
funcionar, y como todo debía hacerse hasta el gran final. Frank era particularmente
bueno con los números y las decisiones. No era la primera vez que hacían algo así.

Permaneciendo en silencio para darle al hombre su tiempo para pensar, Lucian


deslizó la mano hasta la rodilla de Jordyn antes de frotarla de nuevo hasta su tobillo
de la misma manera, lenta. Esa copa de vino se inclinó hasta sus labios una vez
más para ocultar su creciente sonrisa.

Lucian tenía que admitir que le gustaba allí. Escuchando y aprendiendo como
era ella. Había algunos aspectos de sus negocios mejor vistos de lo que se hablaba.
Esto pasó a ser uno de ellos.

—Podemos hacerlo — dijo Frank finalmente—. Gio y tú no están buscando


entrar en esto, ¿entiendo?

—No —respondió Lucian—. A nosotros nos gusta el distrito marítimo, como


siempre lo hemos hecho.

—Ah, y eso es lo que estoy esperando. ¿Fechas?

—Próximo mes. Tres navíos durante la última semana. Podría ser cualquier día
de esa semana, dependiendo del tiempo —explicó Lucian—, la seguridad necesita
ser relajada en los muelles del oeste.

—¿Y a mí? —pregunto francamente Frank.

—Cien por cada navío, y quiero que todos entren y salgan de la zona antes de
pagar.

—Eso es factible. Trabajaré los detalles, y te daré una llamada para


confirmación. ¿Algo más?

Lucian negó con la cabeza, tomando un trago rápido de su Grey Goose. —No,
pero gracias por venir.

—Siempre es bueno hacer negocios contigo, Lucian. Dios sabe que los
Marcellos son más fáciles de trabajar que algunos de los acuerdos legítimos.
—Bueno, ese es porque nosotros sabemos lo que queremos desde el principio.
Dile a tu esposa que mi madre le manda saludos, Frank.

Frank sonrió. —Lo haré.

Cuando Frank salió por la parte de atrás del restaurante, y el chef salió a llenar
sus vasos, Jordyn disparó a Lucian con una astuta sonrisa. —¿Acabo de ver como
extorsionas un contrato de construcción para la cuidad?

—Algo así.

Jordyn resopló. —Es como dejar caer tu nombre en una lista de invitados a una
fiesta porque conoces a alguien alto, no porque te hayan invitado o alguien te
quiere allí.

—Excepto que no vamos a la fiesta —dijo Lucian indiferente.

—¿Oh?

—Nop. En el papel, parece que lo estamos. En realidad, nunca nos


presentamos.

—Así que estás diciendo… —Jordy inclinó la cabeza a un lado,


considerando—, ¿De verdad?

—Sï, amore. Antony y Dante acaban de sacar un día de pago de quinientos mil
dólares y no harán nada, pero tendrán a una compañía encubierta que firmará el
papeleo. Brillante, ¿no?

Jordy se echó a reír. —Eso es tan repugnantemente corrupto.

—Bienvenida a Nueva York, cariño.

Lucian regresó al papeleo que aún necesitaba terminar antes que pudieran
marcharse, manteniendo la mirada en Jordyn todo el tiempo. Había motivos
trascendentales detrás de él queriéndola sentada en su reunión con el alcalde, y eso
era sobre todo calibrar sus reacciones a algunos de los tratos más inmorales de su
familia con personas quienes estaban intentando ser muy éticos. Después de todo,
no solo eran vendedores de drogas bien vestidos. Había un infierno de mucho
pasando detrás de las escenas, también.

Con su copa de vino inclinada hacia arriba para terminar el último trozo de
líquido rojo, todavía estaba luciendo una sonrisa astuta, casi privada. Claramente
ella no era lo peor para tener presidiendo la reunión. Ciertamente no estaba
corriendo por las colinas, de cualquier forma. Eso decía algo.
Una vez más, Jordyn lo sorprendió, pero Lucian no debería haberlo estado.
Ella estaba demostrando ser más que capaz de manejar su estilo de vida y
profesión.

Curiosamente, Lucian encontró que estaba excitado como nunca debido a ese
hecho. Sin duda ayudó que tenía una gran vista de sus piernas bien torneadas
descansando en su regazo y siempre tuvo algo por las mujeres en tacones. Los
pantalones que llevaba hacían poco para ocultar la longitud de su polla que
empezaba a endurecerse, aunque la atención de Jordyn estaba completamente
desviada de él por el momento.

Algo estaba mal con él, seguramente. No era como si le importara.

Alimentarse de esa hambre con ella era tan natural como respirar.

Lucian no podía evitar dejar la mano correr por su pantorrilla y la rodilla antes
de moverse bajo el vestido hasta el interior del muslo. La suavidad de la piel contra
su palma era divina. En lugar de retirar la mano como antes, Lucian la dejó en su
muslo, apretando firmemente. Luego, vago un poco más alto hasta que la seda de
la tanga estaba justo en los bordes de sus dedos.

La copa de vino fue colocada sobre la mesa mientras sus muslos se apretaban
alrededor de su mano, impidiéndole continuar su exploración. —¿Qué crees que
está haciendo?

Lucian sonrió abiertamente hacia sus documentos. —Sintiéndote.

—Aquí no, no lo harás, —Medio susurro, disparando una mirada hacia el área
de la cocina—, el chef…

—Es muy consciente de que no me gusta ser molestado después de las


reuniones y está ocupado preparando sus estaciones para su turno. Ni siquiera
espera que me despida cuando nos marchemos.

Jordyn gimió un sexy sonido cuando las puntas de sus dedos rozaron bajo su
tanga, sintiendo el suave y recortado parche de vello que llevaba a su punto más
dulce. —¿No podríamos simplemente… salir de aquí?

Lucian se rio entre dientes, negando con la cabeza. —Oh, bella mia. La razón
por la que no estamos ya fuera de aquí es porque he estado demasiado distraído
mirándote fijamente y deseando haberte follado esta mañana para hacer mi trabajo
antes de mi reunión. Es tu culpa si lo piensas.

Finalmente, sus piernas se abrieron lo suficiente como para dejar que su mano
continuara. Lentamente, se deslizó aún más entre sus muslos para cubrir su sexo,
acariciando los sedosos y carnosos labios de su coño y sintiendo su estremecimiento
ante la acción. Ya podía sentir que su coño estaba caliente y húmedo bajo su toque
y solo lo hizo más duro ante el pensamiento.

—Mi cul… —Las palabras de Jordyn fueron tragadas por un gemido mientras
las puntas de los dedos de Lucian rozaban la cubierta de su clítoris con casi ninguna
presión—. ¡Lucian!

—¿Hmm?

—Dios, eres terrible —gruño, las mejillas volviéndose la más hermosa sombra
de rosa.

—Claro, pero va a ser muy bueno para ti, hermosa.

La segunda vez, la almohadilla del pulgar rodeó su pequeño y palpitante nudo


antes de abrir los labios de su sexo para deslizarse hasta la entrada de su sexo. Allí,
permitió a su pulgar deslizarse en su apretado canal, sintiendo sus músculos abrazar
el dígito y mojarlo con sus jugos.

—Tu tanga esta empapada —le dijo Lucian, dejando que su pulgar le
masajeara las paredes internas. Cada golpe del dígito fue contestado por su sexo
abrazándolo, la excitación lo empapó más, y los hinchados pantalones—, Tu
cuerpo responde tan bien a mí, Jordyn. ¿Lo sientes?

Jordyn suspiró, rodando las caderas sobre su mano mientras el tacón de su


zapato izquierdo le mordía el muslo. Abrió las piernas un poco más, sacudiendo
sus muslos. Ser zurdo seguro era muy útil para Lucian. Fingió voltear los papeles
con la mano izquierda mientras su derecha convertía a su sexo en una fiebre.

Ella estaba tratando muy duro de mantener sus ruidos bajos dada la forma en
que sus dientes estaban cortando en su labio inferior. A Lucian no le gustó eso.

—Vas a sacar sangre, cariño. Detente o yo lo haré.

Los ojos de Jordyn se alzaron para encontrarse con los de él, sus dientes
soltaron su labio inferior. —No te detengas.

Satisfacción se curvó a través de Lucian como una droga. Sin embargo, quería
ver más de ella.

—Ayúdame, Jordyn —exigió Lucian, dejando que su pulgar se deslizara de su


húmedo sexo solo el tiempo suficiente para ser reemplazado por dos dedos. La
forma en que se hundía en la silla, con la espalda arqueada y los tacones
presionando su pierna, le decía que le gustaba mucho—. Lleva tu mano abajo y
muéstrame lo que quieres. Date prisa antes de que cambie de opinión.

Jordyn gimió, el aire corriendo de sus pulmones en un ruido. —Jesús, yo…

—Ah, ah, ah. —Los dedos de Lucian detuvieron los golpes en su coño,
curvándose hacia arriba bruscamente sin advertencia, encontrando el lugar desde
de sus paredes que la hacía chorrear cada vez que lo golpeaban. El cuerpo entero de
Jordyn se sacudió ante la áspera estimulación de su punto G. Ayúdame ahora, o
me detengo.

No desperdicio ni un momento llevando su propia mano bajo su vestido,


después de eso. Jordyn levantó las caderas de la silla en alto lo suficiente para meter
la mitad inferior del vestido hacia las caderas. Eso le permitió a Lucian ver su tanga
empapada y su mano debajo de ellas. Usando el pulgar, engancho la sedosa tela de
la ropa interior y la movió por encima, sosteniéndola allí así podría mirar sus dedos
hundirse en su coño una y otra vez.

—Allí, eso es mejor —dijo Lucian, apoyándose en la silla mientras la mano de


Jordyn pasaba entre sus muslos. Su dedo índice empujó dentro de su coño junto a
los dedos de él, recolectando humedad para arrastrarse hasta su clítoris.
Repetidamente, dejo que su dígito se balanceara sobre su clítoris antes de deslizarse
de nuevo hacia abajo para empujar con los dos de él. Los temblores que
balanceaban sus piernas solo parecían aumentar con cada alentadora curvatura de
sus dedos en sus apretadas paredes. —Rosa e hinchada. Húmedo y palpitante.
Perfecto. Cuánto tiempo crees que vas a durar, ¿eh?

—No mucho tiempo —gimió Jordyn, con la palma de la mano subiendo hasta
su boca, amortiguando el gemido gutural que liberaba—. Más rápido por favor.

Lucian entre en su solicitud, disfrutado completamente los sonidos de su coño


chupándole los dedos y el más débil olor de su excitación comenzando a saturar el
aire. Le encantaba follarla con los dedos, porque eso solo la hacía rabiar con el
deseo de más de él más tarde.

Maldición, su polla estaba tan dura que dolía. Hablando de estar hinchado.

—Apresúrate, entonces —dijo Lucian, incapaz de mantener la lujuria de su


tenor. Así puedo llevarte al asiento trasero de mi auto en cinco minutos para
follarte correctamente.

Cuando las paredes de su núcleo comenzaron a revolotear alrededor de sus


dedos y sus dientes mordieron su palma, Lucian supo que la tenía. Tampoco le
tomo cinco minutos meterla en el auto.
Capítulo 14
—Lucian, solo escúchame por…

—¡Dije que no, Jordyn!

Al igual que su tono, las palabras fueron tan agudas y podrían haber roto el
cuerpo entero de Jordyn como una bofetada. La última cosa que esperaba escuchar
de este hombre era él gritándole, o estando tan enojado con ella como parecía
estarlo, para el caso.

Aun así, Jordyn no iba a estar allí parada y tomarlo tampoco. Especialmente
no sobre algo tan estúpido.

—No puedes decirme lo que puedo o no puedo hacer, o donde puedo o no


puedo ir. No soy una niña, Lucian.

—Entonces deja de actuar como una —gruño Lucian.

La espina dorsal de Jordyn tan recta como un fusil ante esa declaración. —¿Así
es como lo ves? ¿Infantil? ¿Por qué, porque soy seis años más joven que tú, así es
que debes ser más inteligente que yo cuando se trata de esto? Notica de última hora,
Lucian, he pasado tanto tiempo en esas calles como tú. ¡La única diferencia es que
no uso trajes de dos mil dólares mientras lo hago!

—¿De verdad? Porque la ropa que estás usando ahora mismo al menos cuesta
esa cantidad —retrocedió, sus ojos brillando en los suyos con rabia brillando—. Y
no pienses por un segundo si mueves campantemente tu lindo trasero hasta ese lado
de Brooklyn que alguien no va a jodidamente notarlo, también. Apuesto cada
centavo que tengo, ese cabrón tiene ojos por todas esas calles y no durarías ni cinco
minutos. Qué crees que él te haría, ¿eh? Dime, cariño. Mátame con ello. Venga.

Un ruido atrapado en la garganta de Jordyn, áspero y doloroso. No era ni


siquiera la amenaza de Will Vetta y su gente lo que ella escuchaba, pero el
descarado disparó contra el dinero. Seguro, la de ella podría haber llegado primero,
pero había una enorme diferencia entre Lucian y Jordyn. Él no estaba viviendo de
ella, y sin importar cuán vehementemente trató de rechazar las cosas que él llamaba
necesidades, Lucian desechó sus refutaciones y podría haberla ignorado cuándo no
dijo nada más.
Era apenas un mes y medio en su arreglo a veces torpe, pero sobre todo buena.
Lucían no hablaba de Los Hijos del Infierno, o lo que estaba pasando en ese
sentido. Repetidamente, le dijo que no se preocupara. El hecho era, no podía.

Estando en su condominio en Manhattan dio a Jordyn una gran cantidad de


información sobre la vida cotidiana de Lucian. Él estaba constantemente ocupado,
más de lo que ella realmente sabía antes. Los dos celulares en sus bolsillos nunca
dejaban de sonar por más de algunos minutos. No era de extrañar que su oficina
estuviera en el tipo de desorden que estaba, porque él solo comenzaría algo allí y
luego tenía que dejarlo veinte minutos más tarde.

Dos veces a principio de esta semana, Jordyn despertó para encontrarle con
nada más que una nota al lado de la mesilla de noche para decir que volvería
pronto. No había otra explicación. Eso era desconcertante y preocupante.

Lucian no le debía nada, y Jordyn lo sabía. Aun así, Jordyn quería hacer algo.
Cosas normales. Tener un trabajo. Salir a dar un paseo. Ser capaz de tener una
conversación con este hombre acerca de su apartamento en Brooklyn sin que se
convirtiera en la Tercera Guerra Mundial. Después del comentario sobre su ropa,
La irritación de Jordyn sopló a un nivel que ella no podía manejar.

—Vete al infierno —espetó Jordyn—. No haré esto contigo, Lucian. No


dormiré en tu cama y ser tu puta pagada. No me importa una mierda quien eres,
prefiero estar muerta.

Lucian se congeló en su caminata hacia el ascensor. El elevador le permitía


salir y entrar a su condominio sin un pasillo que conectaba a un piso con los otros
apartamentos. Se giró sobre sus talones tan rápido que Jordyn ni siquiera tuvo
tiempo de parpadear.

—¿Qué me dijiste? —preguntó, un eco ahogado siguiendo sus palabras.

Entonces, retrocedió más de él, necesitando alejarse. Tal vez fuera un viejo
instinto, pero usando una falta de respeto como esa hacia los hombres que la
rodeaban todos los días antes, le ganaría nada menos que un duro golpe.

—¿Es lo que crees que eres para mí, mi puta?

Jordyn trago el bulto formándose así podía hablar y retrocedió un paso más.
Yo…

—¡Deja de alejarte de mí como si fuera a atacarte! ¡No te he tocado una vez


para hacerte daño!
Superando el impulso de alejarse de su ira era más fácil decirlo qué hacerlo. De
alguna manera, Jordyn lo hizo. —Lo sé, estoy tan…

—Ahórratelo —corto Lucian, sonando cruel—. Si eso es lo que piensas acerca


de esto, como si fueras mi empleada, pagada, y mantenida puta, entonces eso
puede arreglarse, cariño. Jodidamente rápido.

Jordyn inclinó la barbilla y lo miró fijamente. —Las amenazas no me asustan,


Lucian.

—Eso no es una amenaza. Si no has descubierto cuanto te necesito a mí


alrededor, nunca lo vas a hacer. O tal vez tomé un giro equivocado en algún lugar
durante el último mes y medio y recibí tus señales y las mías mezcladas de alguna
manera. Que maldita vergüenza. Lo estábamos haciendo tan bien, también.

—Eres el que sintió la necesidad de recordarme cuánto dinero gastaste en mi


ropa —respondió Jordyn, el calor aumentando en sus mejillas y voz. Ella lo saco
primero, pero Jordyn no sentía que era lo mismo. Tal vez lo era, no lo sabía—.
¿Crees que necesito ese recordatorio?

Lucian apretó la mandíbula. —¿Es eso de lo que se trata en este momento?


Porque si lo es, no tengo tiempo para ello.

—No, por supuesto que no —murmuró Jordyn, riendo amargamente—. Dios


me libre de algo importante para mí que he tratado de hablar contigo una y otra vez
se pasa por alto porque tu horario no puede encajar.

—¿Estamos peleando por ropa?

—¡No, Lucian! ¿Dónde has estado durante los últimos diez minutos? Estamos
hablando de mi vida.

—Jordyn…

Lucian fue interrumpido por una vibración viniendo del bolsillo izquierdo.
Otra llamada. Jordyn no estaba sorprendida. La derrota en los ojos de él mientras
suspiraba con dureza y metió una mano en el bolsillo para silenciar la llamada.

—Realmente no puedo hacer esto ahora mismo —dijo Lucian, casi


suplicantemente.

—Solo vete. Necesito cinco minutos para respirar y pensar sola.

—Necesito que me escuches primero, Jordyn. Si quisiera una puta, tendría una.
Si todo lo que necesitaba era una buena follada, la tendría. Ella no estaría
durmiendo en mi cama, reuniéndose con mi familia, asistiendo a mi iglesia, o
mezclándose con mi negocio. Francamente, probablemente ni siquiera sabría mi
nombre. ¿Sabes lo que sería? Algún revolcón en el callejón, precipitado y rápido.
Tal vez la recogería en un club y la olvidaría antes de que me fuera. O tal vez, si
estaba de suerte, llegaría al asiento trasero de mi auto.

—Me pediste que te diera algo —continuó Lucian, sin apartar su mirada
frustrada de la suya por un momento—. Necesitas estar a salvo, y he hecho eso.
Eso significaba para mí que necesitaba asegurarte que no tenías que regresar a esa
vida en absoluto. No tendrías que entrar en ese apartamento de nuevo y ver tu
sangre en la bañera, o tú vómito sobre el piso. No tendrías que ser herida por esas
cosas. Así que, si eso significa remplazando de lo que te tome, eso es exactamente
lo que eso significa. Lo siento si mi riqueza te ofende, pero eso no me molesta un
poco. Y la gastaré en lo que yo quiera, te guste o no. Si quiero gastar todo en ti,
haré precisamente eso.

—No se trata del dinero —replicó Jordyn.

—Oh, me di cuenta de eso. No te preocupes.

—No, no entiendes nada, Lucian.

Una expresión herida arruinó sus hermosos rasgos, arrastrando su boca que
besó y amaba su cuerpo tan bien en un ceño fruncido. Le dolía a Jordyn saber que
ella era causa, pero él todavía no estaba escuchando.

—Tomate tu tiempo, cariño. Averigua lo que necesitas. ¿No es eso lo que te


dije desde el principio?

Lo fue. Eso es lo que lo hace más difícil.

—No puedo ser diferente para ti, Lucian. Simplemente no puedo dejar atrás.
Jugando a vestirme y dormir fuera de casa no hace a una nueva mujer. Necesito
que me escuches ahora mismo.

Una vez más, el teléfono en su bolsillo vibró.

—Tengo que irme —dijo Lucian en voz baja—. Cuando regrese, si necesitas
algo diferente, podemos solucionarlo, también.

¿Podrían realmente?

Jordyn no dijo nada mientras él entraba en el ascensor esperando y las puertas


se cerraron detrás de él. No lo pensó muy bien cuando agarró suficiente dinero de
su escritorio para un taxi y se fue diez minutos más tarde, tampoco.
●●●

La distracción de Lucian no pasó inadvertida.

Una vez al mes, Lucian tenía que actuar como nada más que el capo que era
durante unas horas y decir al diablo con el resto del mundo, pero él no fue capaz de
hacerlo hoy. El tributo era generalmente su tiempo preferido en cualquier mes
dado. Todos los diecinueve de los capos de la familia Marcello se reunían para
hacer sus pagos a su padre en un club que siempre utilizaban para este propósito.

Por lo general, se hablaba de negocios, cuestiones señaladas, se tomaban


bebidas, cosas así. Era, esencialmente la mafia en su forma más antigua. Durante
décadas y décadas, este evento y la tradición que tuvo en la Cosa Nostra nunca
cambiaron. Dando las cuotas al jefe.

Lucian estaba en otro sitio por completo.

—¿Dónde diablos estás Gio? —preguntó Antony desde el otro extremo de la


cabina.

Lucian se encogió de hombros, sin preocuparse. —Ocupado, tal vez.

—No puede estar ocupado hoy, Lucian.

Dante le disparó a su hermano una aguda mirada mezclada con preocupación.


Tal vez fue su flagrante desprecio por los hombres que lo rodeaban, o las
conversaciones que algunos trataron de lograr con él, pero Lucian no podía
hacerlo.

—¿Has tomado algunas decisiones con respecto a Los Hijos del Infierno?
preguntó alguien.

Eso animó a Lucian, brevemente.

Antony no dijo nada de inmediato, dejando pasar la pregunta mientras todos


esperaban. —Sus capitanes no están trabajando con mis capos, o pagando por su
lugar, por lo menos. Algunas personas me han dicho que es un ambiente hostil
tratar con ellos. La policía y la atención de los medios esta finalmente decayendo
en su dirección después del desastre con mi casino.

—Eso es lo que has estado esperando —dijo Lucian, sintiéndose ridículo de


que no que se había dado cuenta de ello antes.

Su padre repetidamente rechazó los intentos de Lucian de discutir lo que se


debía de hacer con Will Vetta y sus hombres. En su mayoría, solo quería su castigo
por lo que le hicieron a Jordyn. Además, con Will fuera, o por lo menos,
discapacitado hasta el punto de que no tenía suficiente poder para volver por
Jordyn de nuevo, ella estaría a salvo.

Lucian frunció el ceño y bebió un largo y ardiente trago al pensar en su


nombre. Claramente todavía no había terminado su lucha anterior.

—Sí —confirmó Antony—, no podría enviar a ninguno de mis chicos para


hacer un punto mientras la atención todavía estaba caliente y pesada sobre ellos.

—No a nadie —dijo Lucian, mirando a su padre—, ese tengo que ser yo.

—Eso no se hubiese visto bien. La atención podría haberse dirigido a nosotros.


Esa es una cuestión que no necesitamos.

—¿Y ahora? —preguntó Lucian.

—¿Dónde está Gio? —preguntó nuevamente Antony, desviando la pregunta—.


Mio Dio, Lucian. Juro que meteré mi pie hasta su culo hasta que saboreé mis botas
por el próximo mes si él me rechaza hoy. No estoy de humor para tratar con él
actuando como un puto cafone.

—No sé dénde esta —dijo bruscamente Lucian—. No soy su niñera.

—Pero es tu hermano menor.

Lucian miró a su padre. —Y también lo es Dante, pero nadie tiene que estar al
pendiente de él.

Francamente, Lucian había estado demasiado ocupado con la vida, su trabajo,


y Jordyn para estar corriendo detrás de Gio. En algún momento, eso tenía que ser
una situación de todo o nada. Gio limpiaría su actuación y hacer lo que necesitaba
ser hecho, o no lo haría y se ahogaría.

—Ese es mi trabajo —contestó Antony—. Dante es mi subalterno. Espero que


tu mantengas un ojo en Gio, como siempre. Vaffanculo22 ve a buscar a tu hermano.

Lucian se dio cuenta de que todos los ojos en la habitación se volvieron a él.
Había una línea entre el respeto y la falta de respeto cuando se trataba de Antony
siendo el jefe y su padre. Él lo perdió completamente y saltó directamente sobre ello
con un disparo y un poderoso jódete.

—Lo siento, Jefe —dijo Lucian en voz baja—. Lo resolveré.

22
En italiano. ¡Ándate a la mierda!
—Hazlo. Y rápidamente antes de que la poca paciencia que tengo para ti se
agote también.

Lucian salió de la cabina y se movió alrededor de los hombres hasta que estaba
en el extremo trasero del club donde había privacidad. Al sacar el teléfono del
bolsillo, Lucian rápidamente se dio cuenta de que no había encendido el timbre ni
la vibración en el celular cuando lo silenció antes. Simplemente la pantalla de inicio
le dijo que perdió varias llamas y mensajes de Gio, algunos de esa misma mañana
cuando Lucian estaba discutiendo con Jordyn.

Maldijo por lo bajo, marcando el número de Gio. Gio respondió al segundo


timbre.

—Sí, lo sé, estoy en camino. Dile que no tenga un ataque por ello —gruño Gio
en cuanto respondió—. Hoy no es mi día, hombre.

Lucian suspiró. —¿Qué diablos ocurrió?

—¡Te deje un montón de mensajes!

—No los he revisado. Soy un idiota. Lo entiendo. Eres una persona más quien
no necesita decírmelo esta mañana, Gio.

El joven se calló antes de preguntar—: ¿Qué? Oye, ¿sucedió algo que no sé?

—Nada. No es nada. De todos modos, ¿qué pasó contigo?

Gio soltó una carcajada. —Tome algunas alitas de pollo anoche de este lugar
en la calle. Le di a Cain los restos esta mañana, ¿y qué hizo? ¡Se ahogó con un
hueso porque comió como si nunca hubiera sido alimentado! respira y traga, ni
siquiera mastica. Se le quedó atorado en la garganta. Casi me cago encima. Amó a
ese perro como nadie lo sabe. Casi mato a alguien tratando de llevarlo al
veterinario. He estado aquí toda la mañana. Acabo de dejarlo.

Alivio corrió a través de Lucian, aunque se sentía mal acerca de la devoción de


Gio por el Rottweiler. —¿Está bien, ahora?

—Lo van a mantener un día o dos, solo para asegurarse de que no hubo daño
en su esófago, pero parece que está bien. Maldito perro llorón no quería que me
fuera. ¿Sabes lo que se siente tener algo que amas mirarte como si estuviera
muriendo por dejarlo? No puedo encontrar a una mujer que me mantenga
interesado, pero ese perro me tiene. Eso es ridículo.

Lucian se rio por el amor enfermizo e incondicional de su hermano por su


perro. Aun así, él todavía estaba molesto. Gio no podría haber contactado a Dante
o Antony esa mañana porque sus teléfonos siempre estaban apagados durante este
tiempo, pero él tenía otras maneras de contactar a Lucian.

—¿Por qué no llamaste a mi condominio?

—Lo hice —dijo Gio, sonando confundido—, una docena de veces después de
intentar en tus celulares. Pensé que estabas siendo un idiota e ignorándome.

¿Después?

—Jordyn debería haber tomado la llamada —murmuró Lucían, más para sí


mismo.

—Nadie respondió. Fue al buzón de voz. No la llevaste hoy, ¿verdad?

Dios, no.

Sin embargo, Lucian no respondió a su hermano, porque se sintió realmente


aterrado.

—¿Estás seguro de que llamaste a mi condominio? —preguntó Lucian, las


palabras saliendo tensas.

—Sí, Lucian. No dejó de sonar. ¿Qué te pasa?

—El veterinario de Cain está en Brooklyn, ¿verdad?

—Sí.

—Estas más cerca que yo. Necesito que vayas al viejo apartamento de Jordyn y
veas si ella está allí.

Gio gruñó en voz baja. —Papá me va a patear el culo.

—No, él pateará el mío —respondió Lucian—. Me encargaré de eso.

—¿Ella debería ir allí? —preguntó Gio—. Es jodidamente estúpido de que la


dejes que paseé sola por la cuidad.

—No, pero tuvimos una pelea esta mañana. No la quería cerca de allí. Ella no
escuchaba, o tal vez yo no estaba escuchando lo que estaba tratando de decir.

—Eso suena como tú.

●●●
—¿Qué quieres decir con que no puedes darme las llaves de repuesto de mi
apartamento? —preguntó Jordyn enojada—. Es mi apartamento. Mis cosas están
adentro. El alquiler está pagado hasta la próxima semana. Dame las llaves de
repuesto.

El casero del edificio sacudió la cabeza. —Escucha, cariño. Sr. Traje pudo
haber pagado por los daños de la puerta la primera vez, pero no pagó la segunda
ronda, ¿de acuerdo? Eso está saliendo de mi bolsillo, porque incluso tu depósito de
daños no lo cubrirá. Ni siquiera de cerca. Eso es digno de desalojo, ¿entendido?
Siéntete con suerte de no ir tras de ti por los costos.

—¿Sr. Traje?

—Alto, italiano, ojos color avellana, vestido como si pudiera sacar el dinero de
su bolsillo para comprar esta mierda si quería. Sr. Traje.

¿Lucian pagó por los daños para reemplazar su puerta y no le dijo nada a ella?
¿Por qué?

Jordyn borró de su mente las preguntas. —¿Qué quieres decir, con la segunda
ronda?

Suspirando, el casero la miró con curiosidad. —Dónde has estado, ¿eh? Los
vecinos dicen que no te han visto en un buen mes.

—Lejos —respondió Jordyn vagamente.

—Te marchaste justo después de ese primer robo, ¿no?

Robo. Correcto, ese era un buen término para su ataque. No.

—Alrededor de ese tiempo, sí. Solo tomé algo de tiempo para respirar.
Escucha, ¿me vas a dar las malditas llaves, o qué?

—El desalojo ya está cumplido. No es negociable después de todo el daño. Se


publicó sobre la segunda puerta nueva que he tenido que poner a tu apartamento
este mes.

Jordyn trató de mantenerse relajada, realmente lo hizo. —Entonces, déjame


adivinar, después de que Lucian pagó para arreglar la primera puerta rota, tu
casucha estaba terminada. Alguien irrumpió mientras la puerta arruinada estaba
funcionando, y volvió a hacer un desastre en mi apartamento. ¿Es eso lo qué pasó?

—La puerta se arregló dos días después del primer robo —respondió
cansadamente—. La semana pasada, un grupo usando mezclilla y cuero entro al
edificio y golpeó la puerta de nuevo antes de destrozar el lugar. Tal vez estaban
buscando algo. ¿Tienes idea de lo que puedo pasar?

El corazón de Jordyn se detuvo mientras la bilis de elevaba a su boca. —¿Ellos


regresaron aquí?

—No sé quién son ellos, pero alguien seguro lo hizo.

—¿Y no pensaste en llamar a la policía?

—¿Por qué, así puedo perder una media docena de inquilinos por la policía
viniendo aquí por algo que no pueden arreglar?

—Lo siento. —Se apresuró Jordyn a decir—. Pagaré por lo que hicieron. Solo
necesito entrar a en mi apartamento. Toda mi vida está allí… escucha, mi madre
murió cuando era más joven. Todo lo que tengo está en ese apartamento. Necesito
conseguirlo.

El hombre le dio una mirada de simpatía, pero se encogió de hombros. —No


creo que entiendas. Ellos arruinaron todo. Te dejaré entrar, y tienes diez minutos
antes de que te quiera fuera de este edificio para siempre, pero no creo que vayas a
conseguir lo que buscas.

Jordyn le agradeció al hombre antes que él cerrara su puerta. Espero mientras


venía con las nuevas llaves, y luego lo siguió al segundo piso y hasta donde estaba
su apartamento. Efectivamente, una nueva puerta y marco fueron instalados, junto
con la norma de desalojo que arrancó tan pronto como lo vio.

En el momento en que el casero abrió el apartamento, Jordyn entendió


exactamente lo que él quería decir. Apenas logro manejar el repentino malestar en
el estómago a raya. No era un simple desastre, era un maldito desastre.

El sofá fue arrojado, junto con la mesa de café rota. Las dos sillas a juego para
el pequeño conjunto de cocina fueron utilizadas para perforar masivos agujeros en
la pared. Los fragmentos de vidrio estaban esparcidos por todas partes, los pocos
libros que logró reunir a lo largo de los años también estaban cubiertos con páginas
arrancadas y dispersas. La nevera fue vaciada de su contenido, comida podrida y
dejando un terrible olor persistente en el aire rancio. Todas las imágenes y arte falso
en las paredes fueron derribados y arruinados.

El apartamento de Jordyn nunca fue demasiado. El edificio era un lugar de


mala muerte, los inquilinos podían ser aterradores, y no vivía en el mejor
vecindario, pero todavía era suyo. Lo había amado, vivió en el desde que tenía
dieciocho años, y era lo único que sentía que Los Hijos del Infierno no podían
quitarle.
Pero, oh, lo hicieron.

Las lágrimas brotaron en sus ojos inmediatamente, amenazando con


derramarse.

—Lo siento mucho —le susurro a su casero—, de verdad.

—Estuviste aquí la primera vez, ¿sí? —preguntó él.

Jordyn no quería, pero asintió de todos modos. —Sí.

—Lo supuse, con la sangre y el vómito. Te dieron fuerte. No sé por qué


volviste, cariño, pero viendo lo que hicieron la primera vez, fue por eso que no
intente ir por los daños después de este. No deberías estar aquí si esto es lo que
harían cuando no estabas y vengan buscándote. ¿No entiendes eso?

De nuevo, Jordyn asintió sombríamente. —Solo dame un segundo para agarrar


mi caja y me iré. Tengo algo de dinero, también, si está aquí…

Solo eran tal vez cuatro de los grandes que Jordyn ahorró, por si acaso los
necesitaba. Claramente le debía mucho por lo que pasó aquí. Probablemente eso no
cubriría todos los daños, pero podría ayudar.

El casero retrocedió al pasillo mientras Jordyn avanzaba hacia el desorden.


Tejió a través de los peligros, yendo directamente a su dormitorio. Fue allí donde
más le dolió.

Las sábanas en su cama estaban rotas, exponiendo un colchón con un corte en


el centro, abriéndole el interior para dejar el material derramarse. Un enorme hedor
de orina empapaba la habitación, procedente de la cama. Dentro del colchón, el
cinturón, que Will usó para golpearla hasta casi la muerte, descansando cuando fue
colocado para que recordar, sangre seca manchado los pernos.

Su sangre.

Jordyn intentó por todo lo que valía la pena ignorar el olor y la vista,
tropezando con las mantas esparcidas mientras se acercaba a abrir el pequeño
armario. El minúsculo trozo de alivio brotó al ver su caja de recuerdos en la
estantería superior donde la dejó. No tenía mucho dentro, sino su dinero, algunas
viejas fotos de su madre, boletos de películas, entradas para la feria, y un collar,
pero era todo para Jordyn.

Absolutamente todo.
Volviéndose para irse con la caja pegada a su pecho, algo atrapo la mirada de
Jordyn en la pared. Un cuchillo fue utilizado para sujetar un trozo de papel. En
gruesas letras negras, estaba escrita una advertencia.

Tomaste algo que nos pertenece. Lo queremos de regreso.

Jordyn se atragantó con su terror.

Más rápido que antes, necesitada marcharse. Jordyn cometió un enorme error,
y lo sabía.

—¿Quién diablos eres tú? —Escucho al casero preguntar.

—Un amigo. Muévete.

La familiar voz hizo que Jordyn tropezara desde el dormitorio, sus ojos
clavados en Gio en la puerta.

—Lo jodí —susurró Jordyn—. Realmente, realmente lo he estropeado, Gio.

—Sí, bueno, es bueno que alguien más en la familia, aparte de que mi meta la
pata de vez en cuando. —El más joven Marcello sacudió la cabeza, comenzando
una caminata por el pequeño apartamento para encontrarse con la temblorosa
forma de Jordyn—. Está bien. Vamos, tenemos que irnos. Lucian llamó, no tardará
mucho.

Sin hablar, hizo un ademán con la mano hacia el dormitorio. —No, esto es
malo. Está en la pared. Realmente metí la pata, ¿no?

—Tal vez. Simplemente no admitas eso a Lucian. Nunca se olvidará de que lo


hiciste. —Gio se rio, tratando de animarla, pero no funcionó—. Nada va a suceder.
Estas a salvo. ¿Todo bien?

¿Pero por cuánto tiempo?

Probablemente no le costaría mucho alguien escuchó por allí que regresó aquí.

Jordyn no podía encontrarlo en sí misma para importarle. Solo había una cosa
que necesitaba en este momento por tantas razones.

—Quiero a Lucian.

Gio asintió. —Eso es para la que estoy aquí.


Capítulo 15
Lucian encontró a Gio descansando en el sofá de su sala. Una mirada fue
compartida entre ambos mientras Lucian se quitaba la chaqueta de cuero que
llevaba.

—Eso fue malo —dijo Gio, mirando al suelo—. Ella tiene lo que quería, creo,
pero el daño está hecho. Definitivamente hay ojos en ese edificio.

Lucian se mojó los labios, considerando las palabras de su hermano. —¿Qué


tan mal?

—Arruino el lugar. Completamente. Incluso meó toda la cama, tan repugnante


como eso es.

Cazzo

—¿Cuál era el punto de eso?

—Humillarla —respondió Lucian—. Mostrarle lo que significa para ellos. Ella


podría dormir en su orina, por lo que les importa. Para ellos, vale menos que una
mierda que sale de sus pollas.

Gio hizo una mueca. —Jesús.

Sí, era una mentalidad bastante jodida, especialmente para alguien como
Jordyn. Lucian ni siquiera quería considerar lo que el MC le haría a Jordyn si la
atrapaban y no solo sus cosas.

—Sé que estabas esperando que el MC pensara que salió de la cuidad, pero no
creo que ese es el caso —informó Gio.

—¿Por qué no?

—Por esto. —Gio levantó la nota para que Lucian la viera. Incluso desde su
lugar, podía leer las amenazantes palabras y las escucho fuerte y claro—. Además,
Jordyn fue la primera en encontrarla. Así que hay que pensar por tu lado, también.
Oh, dolce cristo. La garganta de Lucian estaba tan apretada con su furia que
apenas podía hablar—. Sí.

—Sabes… —Gio se apagó, aclarándose la garganta y pareciendo incomodo—.


Realmente no puedes estar enojado con ella por eso.

—Soy consciente.

—Bien. Solo estoy diciendo que esto es todo, porque en el viaje de regreso a
aquí, se mantuvo diciendo como ella no sabía. No lo entendía. No puede entender
por qué no le habrías explicado lo serio que era esto y lo que estabas tratando de
hacer por ella.

Lucian se encogió de hombros, concentrándose en la pared detrás de la cabeza


de su hermano. —Lo hice, en pedazos y piezas. Estaba manteniéndola a salvo y
ella lo sabía. Pensé que si la mantenía oculta durante bastante tiempo, él o bien se
rendiría o se fastidiaba.

—Pero ¿lo hiciste cómo debía? —pregunto Gio

—Probablemente no —admitió Lucian—. Para mí, claro. ¿Para ella? esa en


una situación diferente.

—Realmente estás interesado en esta chica, ¿eh? Quiero decir, ¿A dónde va ella
cuando llegamos aquí? Directamente a tu cama. ¿A quién pidió cuando me vio? A
ti. Ellos destrozaron su apartamento y se mantuvo en calma. Algunos podrían
llamar a eso un héroe.

Una risa profunda retumbó de Lucian. —Más o menos. Extraño, ¿no?

—Esta tan loca por ti y ni siquiera lo sabe, todavía.

—Jordyn lo sabe. Yo lo sé. Luchamos como si estuviéramos enamorados.


Follarnos nos gusta, también. Deberías ser estúpido para no darte cuenta.

—Gracias por eso —murmuro Gio en voz baja, frotándose los ojos.

—Es más fácil no etiquetarlo todo ahora mismo. Con la situación en la que
estamos, cosas como esas solo hacen todo más complicado. Las cosas normales no
suceden tan rápido. Quería darle la oportunidad de estar conmigo fuera de toda
esta tontería sin sentido y luego ver cómo funcionaba desde allí.

—¿Cómo esto es normal? —preguntó su hermano—. La forma en que tú y


Jordyn terminaron no fue normal. Nada de esto lo es, Lucian. ¿Por qué esperas que
amándola sea normal, también?
—¿Qué sabes de esa palabra?

—Sé que lloré todo el camino hasta el veterinario con Cain asfixiándose hasta
la muerte en mi regazo esta mañana. Me pregunté si iba a mantenerme de regresar
a casa cada noche si él no estaba allí queriendo su comida y un paseo. Tal vez no es
el mismo tipo de adoración, pero amo a ese perro. Simplemente lo hago. Lo hice
desde el momento que lo encontré en esa tienda. Él fue mío, ¿lo sabes? Él lo sabe,
también.

—¿Comparas a Jordyn con un perro?

Gio frunció el ceño. —¿Seriamente?

—No —dijo Lucian riendo—. Vete al infierno, y gracias por haberla recogido.

De pie, Gio aventó la nota que Lucian quería quemar en el sofá. —¿Seguro que
no quieres que me quede por un momento? Durante un tiempo estuvo un poco
histérica cuando llegamos aquí.

—No, uh… creo que tengo que disculparme.

Y realmente, las manos de Lucian estaban ansiosas de tocar a Jordyn solo para
saber que estaba bien. Toda la ira que pensó sentir por ella más temprano
desapareció en su preocupación.

Lo más probable, su hermano no quería escuchar lo que venía después de eso.

Mientras Gio pasaba por delante de Lucian, golpeo el hombro de su hermano


mayor de forma juguetona. —Entonces, ¿podemos salir con ella ahora?

—¿Qué quieres decir?

—Sabes a lo que me refiero —dijo Gio, sonriendo—. Mamá quería sacarla al


estilo Marcello, pero papá le dijo que teníamos que esperar hasta que tú estuvieras
bien con ello.

—¿De verdad?

—Jesús, pensé que estabas de acuerdo cuando la llevaste a la iglesia y luego a la


cena. Claramente me he perdido algo aquí.

No, Gio no lo había hecho. Lucian estaba siendo un completo idiota.

—¿Tienen planes? —preguntó Lucian.


—Dante compró tres balcones privados en esa ópera el próximo mes para el
cumpleaños de mamá. Hay una fiesta antes de ir, también. Una cosa de caridad o
alguna tontería. Políticos, hombres de grandes nombres, las obras.

—Eso está muy lejos, sin embargo.

—Cierto, pero eso sería una manera pública para la familia. Para nosotros, solo
tenemos que sacarla y dejarle divertirse, ¿verdad? A la mañana siguiente estaría
salpicada en todas las columnas de los sociales. La fiesta de cumpleaños de la
Dante y tuya también se aproximan, así que eso funcionaría.

Lucian consideró las ofertas de su hermano. —Permíteme hablar primero con


Jordyn. Después de hoy, la última cosa que podría querer es ir en público conmigo
a su lado.

Gio resopló. —Bien. Eres un puto desesperado.

Una vez que Gio se fue, Lucian lanzó un suspiro. Mirando alrededor de su
lugar, no podía evitar notar los cambios desde que Jordyn comenzó a vivir con él.
Sobre todo, la vida de Lucian estaba en un constante estado de desorden porque
estaba perpetuamente moviéndose y nada parecía estar terminado.

Jordyn comenzó a arreglar eso aquí y allá.

Las cosas nunca habían estado más organizadas. Tan simple como eso parecía,
era enorme para Lucian. Se preocupada por él sin que se le pidiera. Jordyn
simplemente lo hacía porque quería. Lucian todavía no podía entender donde se
había equivocado. ¿Cómo podría haberla hecho sentir cómo que era su puta?

Esa era una sucia y horrible palabra. Algo que era usado para describir a su
madre muerta y la relación que forjó con su padre. También era usada para
avergonzarlo porque era un producto de ellos estando juntos.

Lucian nunca le haría eso a una mujer. Era, esencialmente, por qué le llevó
tanto tiempo encontrar a alguien que quisiera y pudiera amar. Lo último que tenía
intención de hacer en su vida era establecerse y casarse con alguien a quien no le
importaba lo suficiente para serle fiel y amoroso. No quería que otra familia oculta
en el lado compensara lo que no tenía en casa.

Pero, él quería a Jordyn. La necesitaba, también.

Al entrar a su dormitorio, Lucian notó una caja abierta sobre la cama. Escogió
cuidadosamente los artículos, notando lo que eran y algunas de las fechas selladas
en los boletos y billetes. Una delgada, cadena de oro con una S en cursiva
descansaba en el fondo de la caja. Las pocas fotografías de una mujer con una
Jordyn mucho más joven le dijo a Lucian que eran cosas privadas y personales que
no debería revisar sin su permiso.

Así que, las volvió a meter en la caja y se volvió hacia el baño donde la ducha
estaba corriendo. Jordyn no había cerrado la puerta. Era una peculiaridad que
Lucian no podía superar desde que la encontró después de la paliza. Se sorprendió,
asombrado, y dolido al saber que aún le mantenía las puertas abiertas, incluso si él
no estaba allí. Tenía una vista perfecta de su figura desnuda a través del cristal de la
ducha.

El agua cayendo, creando una constante cascada de riachuelos retorcidos sobre


su piel. Los habituales mechones rizados de su cabello oscuro estaban húmedos y
ondulados, extendidos sobre los esbeltos hombros y cubriéndole los pechos. La
mayoría de los moretones se habían desvanecido, aunque algunos de los malos
alrededor de las áreas donde los pernos de la correa rompieron la piel todavía
permanecían con un tinte amarillento. El tatuaje de flor de cerezo se movía con el
balanceo de su cuerpo, como arte vivo.

Hermosa.

Bellissima.

Suya.

Ella estaba llorando, suaves, temblorosos llantos como los de un gatito estaban
siendo ahogados por el agua. Las lágrimas, pequeñas y relucientes, le humedecían
las pestañas y le manchaban las mejillas.

A Lucian le dolían tanto esas lágrimas.

Antes de incluso darse cuenta lo que estaba haciendo. Lucian estaba a


cruzando el baño y alcanzando la puerta corrediza de cristal de la ducha. Jordyn no
lo detuvo. Volviéndose para verlo en el espacio, la mano de ella se posó sobre el
pequeño pomo interior como para mantenerlo afuera. Realmente eso no lo habría
detenido si quería entrar.

Gotas de agua cayeron mientras Jordyn negaba con la cabeza.


Simplemente… no.

—Lo siento —dijo Lucian, necesitando sacarlo todo—. Debería haberte


escuchado esta mañana, pero sabía qué tipo de día iba a ser y te evite. No quería
pelear contigo. Lo que dije fue cierto, pero podría haberlo dicho mejor.

—Lucian…
—Solo permíteme disculparme, Jordyn. No quiero que seas otra persona. No
necesito que seas nadie sino exactamente quién eres. Tal vez la forma en que he ido
sobre todo esto ha hecho que lo parezca, pero te quiero. Lamento que no puedas
regresar. Lamento que ese bastardo te haya quitado tanto. Lo siento si te sentiste
sola alguna vez de pie a mi lado. Te daré todocualquier cosapara reemplazar lo
que no tienes porque eso no es nada menos que lo que mereces. No es porque estoy
pagando por ti, o por nosotros.

—No quería regresar —susurró Jordyn—. Solo quería las cosas que no podías
reemplazar.

Lucian asintió, finalmente, comprendiendo ese hecho. —Lamento no haberte


escuchado cuando lo dijiste la primera vez. Eso se intensificó dentro de mí de una
manera diferente y solo escuche lo que no era importante. Me has asustado mucho
hoy, cariño.

—Lo siento.

—No es tu culpa. No te explique lo suficiente sobre lo que estaba sucediendo


fuera de nosotros. Francamente, he estado más preocupado y enfocado en ti para
preocuparme de eso. Pensé que era lo que necesitabas.

—Lo era —respondió Jordyn rápidamente—. Sé que estoy a salvo contigo. Lo


hago.

—Pero necesitas más, también —dijo Lucian, suavemente—. Una vida, porque
ya tenías una de la que te desarraigué y no gira alrededor de mí. No puedo esperar
eso, tampoco.

Jordyn resopló, echando un vistazo. —Él sabe que me tienes, ¿no? Eso es lo
que significa esa nota.

—Solo significa que ya no tengo que mantenerte oculta. Eso es todo.

—Metí la pata en ir allí.

—No —Se apresuró a decir Lucian—. Jordyn no te culpes. Solo hiciste lo que
no te di. No pasó nada, y estas bien. Eso es lo que importa.

—¿Sin embargo, lo es?

—Por ahora lo es. Es una cosa de día a día, como siempre fue.

—No quiero que él me lastime de nuevo.


El corazón de Lucian se rompió. —No lo hará. Sabes que no permitiré que
suceda.

Finalmente, soltó el pomo interno de la ducha. Lucian abrió esa puerta de


cristal más rápido de lo que creía posible. Ni siquiera pensando o preocupándose
por el rocío del agua, entró en la caseta para agarrar lo que más deseaba.

Jordyn.

Al instante, su espalda estaba en la pared mientras se presionaba contra ella.


Lucian le ahuecó el rostro, besándola más fuerte que nunca, pasión cubriendo cada
golpe de sus labios con los de ella mientras sus lenguas encontraban un familiar y
abrasador ritmo. El agua empapó su ropa, pero no le importó ni un poco.

Jordyn se arqueó en su cuerpo, jadeando el nombre de Lucian en voz baja,


suave, y llenó de necesidad. A él le hacía doler desde adentro hacia afuera. El
pecho latía con fuerza con cada respiración que ella tomaba. Sus pechos estaban
calientes bajo su toque y sus rosados pezones se convirtieron en pequeños capullos
duros mientras los rozaba con los callosos pulgares.

—Te quiero —espetó Lucian con los dientes apretados—. Sobre mí.
Mojándome, follándome como tú lo haces.

—Ahora —demando Jordyn.

—Solo tú.

Los ojos muy azules se movieron para encontrar los de él. —Solo yo.

Cuando sus dedos se clavaron en su camisa húmeda, tirando de ella hacia


arriba, Lucian no detuvo a Jordyn de quitarle la tela. Los pantalones y calzoncillos
que llevaba descartados y empujados alrededor de sus caderas, liberando su polla
erecta en la mano de Jordyn. Con suavidad, la acarició para despertarla aún más,
empujándolo más cerca con cada apretón de sus dedos.

Lucian gimió bajo cuando ella cayo de rodillas sin advertencia y lo tomo en su
boca. El aterciopelado y húmedo calor envolvió su eje. Un golpe de su lengua
contra la palpitante vena a lo largo de la parte inferior de su polla. Lucian descubrió
que no podía pensar con sus labios apretados contra su polla y la mano de ella
resbalando debajo de la palma de su saco.

Cazzo, su boca era increíble.

La saliva acariciaba su polla mientras lo tomaba más profundo en la garganta,


una y otra vez. Lucian estaba perdiéndolo más rápido que alguna vez antes. Un
bajo zumbido en su pecho vibró todo el camino a través de su eje y directo a sus
bolas. Ella lo observó a través de sus espesas y húmedas pestañas, su mirada
ardiendo en la suya.

—Joder… —siseó, con los dedos entretejidos en sus rizos—. Dio, tu boca es el
cielo.

Eso era un eufemismo. A le encantaba su boca.

Pero Lucian no tenía una pizca de control cuando lo chupaba. Reteniendo su


liberación era casi imposible como esto.

—Jesús, detente, cariño. Quiero estar follándote cuando me corra, y no en tu


boca.

Jordyn soltó a Lucian, sonriendo mientras le besaba la longitud de su eje


mientras se levantaba para ponerse de pie una vez más. Cuando estuvo presionada
contra él de nuevo, la besó largo y duro, saboreando los restos salados de su propio
semen pre eyaculador en su boca.

—Hermosa, ¿lo sabes? —murmuró él a lo largo de la costura de sus labios.

—¿Cuántas veces me vas a decir eso?

Lucian sonrió. —Cada día. Todo el tiempo. Es verdad.

—¿Todos los días?

—Todo el tiempo —repitió.

Jordyn agarró su cadera y lo empujó hacia adelante, moliendo su polla en su


tonificado estómago. —Ahora, ¿sí?

—Demonios, sí.

Lucian no se molestó en pensar en los condones a pocos metros de distancia, o


el hecho de que no tardaría mucho en ir y coger uno. Nunca en su vida follaba sin
uno. Estaba demasiado perdido en el momento con esta mujer a la que tanto
adoraba. Jordyn era suya, de todos modos.

Cuando Jordyn enganchó la pierna alrededor de su cadera, Lucian la levantó


del suelo de la ducha en un rápido movimiento. Giró su polla con una mano entre
sus cuerpos, permitiéndole deslizarse en su pulido y apretado calor sin ninguna
duda. Las sensibles paredes de su canal se flexionaron alrededor de su intrusión. La
cabeza de Jordyn cayó hacia atrás a la pared de azulejos, sus labios se separaron
con un gemido tan dulce que lo sacudió hasta el núcleo. Su sexo tomó todo de él
con un duro empuje, directamente a la empuñadura.

Por un breve momento, Lucian simplemente lo sintió. Todo de ella. Insegura y


natural, agarrándolo firmemente, tomándolo más profundo. Parecía que cada
nervio en su cuerpo se encendió para ella. Híper consciente de cada respiración que
ella tomaba, el parpadeo de sus pestañas, y la forma en que su cuerpo encajaba
perfectamente.

—Necesito que te muevas —dijo Jordyn con voz ronca. Cada músculo en su
cuerpo se sentía enrollado como un resorte en espiral lista para saltar—. Por favor,
solo muévete.

Lucian rio profundamente. —¿Estamos hartos de gentileza, cariño?

—Tan harta. Fóllame.

No era como si pudiera negarle una maldita cosa.

Severamente bueno era la mejor manera de describir la forma en que la llevó


contra la pared de la ducha. Fuertes y rudos empujes que golpearon su espalda y
hombros en los azulejos una y otra vez. Un poco salvaje con su boca abierta a su
mejilla, rotos y temblorosos gritos rodando sobre sus sentidos para impulsarlo.
Pecaminosamente perverso cuando le agarro el culo y la atrajo más fuerte hacia
cada giro de sus caderas.

Los dedos de Jordyn se clavaron en sus hombros para sostenerlos, sus uñas
marcando su piel. Fue solo cuando se volvió para besarle los temblorosos labios
que finalmente ella se dejó ir para sostener su cara a la suya. Grandes ojos azules
con pupilas tan dilatadas que él podía ver su reflejo en su mirada fija.

Se deshizo alrededor de él, consiente, desnuda y dispuesta, temblando con su


nombre en su boca. Lucían estaba perdido dentro de ella, también.

●●●

Jordyn despertó en una cama más fría de lo que estaba acostumbrada.


Esperaba ver el débil inicio de la mañana arrastrándose hacia la habitación desde
las ventas, pero solo la oscuridad estaba afuera.

Rodando sobre su lado, extendió la mano para encender la lámpara. No había


nota en la mesilla de noche para ella de Lucian diciéndole que se marchó en la
noche y el reloj brillaba una hora demasiado temprano para que él estuviera rodado
como lo hacía a veces. De hecho, volviéndose hacia el otro lado, pudo ver que su
amada Eagle estaba brillando sobre su propia mesa de noche.
Lucian no saldría del condominio sin su arma.

El baño contiguo estaba oscuro, dejando a Jordyn aún más confundida.


Ningún ruido vino de la puerta abierta del dormitorio. Llamando a su nombre, no
recibió respuesta. En realidad, no estaba preocupada, pero tenía curiosidad.

Jordyn no se molestó en recoger nada para usar, en lugar de eso, envolviendo


la sábana gris de la cama firmemente alrededor de sus hombros. Mientras paseaba
tranquilamente por el condominio para encontrar a Lucian, trató inútilmente de
desenredar el desorden en que sus rizos se habían convertido.

El sexo contra la pared de la ducha se trasladó al mostrador, y de allí a la cama.

El recuerdo de él arrodillándose entre sus piernas, empujándola más arriba en


la cama mientras su boca conectaba con su coño tenía a su estómago apretado con
la lujuria a todo de nuevo. Él ni siquiera parecía preocuparse de que su semen
estuviera por todo su sexo durante su frenético acoplamiento. Ella estaba tan
sensible al orgasmo más intensamente que nunca había tenido antes, de que solo un
movimiento de su lengua en su clítoris la hizo volar.

Lucian, cuando estaba trabajando en sus frustraciones reprimidas, podía ser


francamente insaciable.

Jordyn no se quejaba.

Si antes pensó que Lucian no la quería en todos los sentidos que él podría
tenerla, ya se habían ido.

Y, aunque no lo hubiera dicho, Jordyn estaba bastante segura de que el hombre


estaba enamorado de ella.

Loco, posesivamente y totalmente enamorado de ella.

Sus ojos siempre hablaban más que su boca.

No pasó mucho tiempo antes de que Jordyn encontrara a Lucian en la cubierta


de su azotea. Descansando en una de las sillas que, hacia juego con el comedor al
aire libre, estaba inclinado hacia atrás así solo se sentaba en dos de las cuatro patas.
Con los pies descalzos en el borde de la barandilla de metal, parecía estar mirando
las luces y el movimiento de una ciudad aún despierta.

Un espeso humo se curvaba de sus labios en una exhalación, atrayendo el olor


penetrante de hierba en la dirección de Jordyn. Mientras lo olió antes en él, era la
primera vez que lo veía cediendo al inofensivo subidón.
—Podrías haberme despertado —dijo Jordyn detrás de él.

Lucian no se mostró sorprendido por su intrusión. En realidad, le sostuvo una


de sus manos a un lado de su silla, esperando ella se sujetará. En el momento en
que su palma alcanzó la suya, la tiró más cerca de su lado. Descansó sobre el brazo
de su silla cuidadosamente equilibrada mientras tomaba otro golpe del menguante
porro antes de lanzarlo al cielo oscuro también.

—Te veías tranquila —respondió Lucian—. No me gusta despertarte cuando


estás soñando.

Jordyn sonrió. —¿No?

—No. Los sueños no deberían ser interrumpidos por hombres egoístas, Jordyn.

—Estás muy drogado.

—Un poco —aceptó Lucian, sonriendo perezosamente—. ¿Qué estás haciendo


levantada, de todos modos?

Jordyn se encogió de hombros bajo la sábana gris. —Olvidé decirte algo antes.

Lucian tomó otra dura calada del porro, efectivamente, terminándolo antes de
lanzarlo al cenicero a sus pies. —¿Qué fue eso, cariño?

—Que iba a regresar.

Una sonrisa curvó los labios de Lucian, flojo y fácil por la hierba. Jordyn sonrió
al verlo descuidado y despreocupado. —¿Te refieres, a hoy?

—Sí. Después de conseguir lo que quería, iba a tomar otro taxi de regreso aquí.

—No me di cuenta de que tenías suficientes pensamientos estresantes que te


despertarían para que me pudieras contar de ellos.

—Por supuesto eso lo fue —dijo Jordyn, defendiendo la simulada ofensa—.


Este tipo de cosas es muy importante.

—¿Por qué es eso?

Jordyn se tragó los nervios. No era momento para ellos. —Porque, Lucian…
Yo también, te amo.

La silla que Lucian había apoyado en dos patas cayo al patio de la azotea con
un ruido sordo, casi tirándola de la silla. Durante mucho tiempo, no dijo nada.
Jordyn no dejó que su silencio cortara su seguridad que tenía en sus propios
sentimientos, ni el conocimiento de lo fuertes que era por él.

Simplemente eran.

Mejor que empezará a admitirlos ahora.

—¿Sí? —Finalmente, preguntó Lucian, su fuerte brazo llegó para envolverse en


su cintura.

—Sí. Solo quería decírtelo para que supieras. No hay que sorprenderse por ello,
o bailar alrededor. Solo lo hago. Es algo fácil. Es un poco aterrador.

Jordyn sintió que la frente de Lucian le apretaba la espalda. —Lo es, tienes
razón.

Entonces, él estaba moviéndose y empujándola hacia atrás sin previo aviso.


Jordyn encontró su espalda tumbada sobre él en la silla, pero sus brazos la
mantenían acunada del duro metal. La sábana había caído de su agarre y se abrió
en el inesperado movimiento, exponiendo su desnudez al frío y oscuro aire y a la
cálida mirada de Lucian.

—Me amas, ¿eh?

—Estúpidamente —contestó Jordyn.

—Bien. Estaba terriblemente preocupado por estar solo en esto. El amor puede
convertir a un hombre malo en un monstruo.

—Siempre y cuando este enamorado de mí, también.

Lucian la agració con otra de sus malvadas sonrisas. —Oh, él definitivamente


está enamorado de ti.
Capítulo 16
Antony Marcello era un enigmático e intimidante hombre.

Jordyn pensó que tenía un entendimiento sobre las muchas máscaras que él
llevaba a diario, de padre, hombre de negocios, esposo, jefe la mafia. Pensaba que
era la palabra clave, porque francamente, no entendía una maldita cosa sobre el
hombre.

Sus interruptores se encendían y apagaban en ráfagas tan rápidas que era difícil
hacer un seguimiento de sus estados de ánimo. Una fácil sonrisa entre él y sus tres
hijos podría convertirse rápidamente en miradas tensas, incómodas y cortas
disculpas antes de que alguien hubiera parpadeado. Antony casi nunca tenía que
decir una palabra para ganar una de esas disculpas, tampoco.

Estaba claro que adoraba y amaba a sus hijos.

Para Jordyn, era una compleja y confusa mezcla de relaciones que trataba de
no separar o rascar demasiado profundamente.

Así que, cuando salió del dormitorio que compartía con Lucian después de su
ducha de la mañana, completamente vestida y lista para el día, podría haber
retrocedido instintivamente otro paso o dos al ver a Antony en la mesa de la cocina.

Intimidante, de hecho.

Jordyn no diría que parecía despreocupado con su elegante y bien ajustado


traje, un par de gafas de sol oscuros sobre su cabello, y una taza de café en la mano,
pero al menos, parecía relajado.

—Buenos días, Jordyn. —Saludo Antony. Señaló hacia la segunda taza sobre
la mesa—, Lucian llevó la suya con él, pero esta es toda tuya. Tres de azúcar, dos
de crema de acuerdo con mi hijo.

—Um… ¿gracias?

—Ese es un comienzo decente —bromeó él con una sonrisa—. Voy a pasar por
alto tu falta de capacidad de conversación porque es por la mañana. Ven, siéntate.
Jordyn hizo lo que él quería, tomando el caliente café en el momento en que se
sentó y abriéndolo para tomar un sorbo. La azucarada y amarga bebida la despertó
aún más.

—¿Dónde está Lucian? —preguntó Jordyn.

Su amante no dijo nada sobre la necesidad de salir temprano, sin importar


decirle que su padre estaría cerca. Parecía que al menos uno de los miembros de su
familia estaba por lo general cerca, o apareciendo inesperadamente. Jordyn llegó a
aprender que había muy poca intimidad o secretos en la familia Marcello. Los tres
hijos crecidos podrían haber sido hombres adultos, pero ser italiano y nacido en la
Cosa Nostra significaba que estaban todos un poco más cerca de lo normal y más
apretados que los nudos.

—Mis hijos están manejando un problema hoy.

Jordyn se mordió el labio. —Oh.

—Estás durmiendo con mi hijo —dijo Antony de improviso.

Jordyn casi se atragantó con el café mientras tragaba. —¿Disculpe?

—Mi hijo, estás durmiendo con él. Perdóname, porque soy nuevo en esto.

—¿Quieres decir teniendo una conversación con una mujer? Porque


normalmente no comienza así.

—No —murmuró Antony, suspirando—. Quiero decir, soy nuevo en hablar


con una mujer de la que uno de mis hijos está íntimamente involucrado, o incluso
preocuparme por eso. Generalmente no conozco a esas chicas, no es lo que quería.
No quiero ser desagradable, pero esto es diferente para mí.

—Solo soy una chica —dijo Jordyn en voz baja.

—Claro. Una chica de la que mi hijo mayor está enamorado. Una con quien él
comparte en formas que no daba a nadie antes. Para mí, eso significa que no puedo
tratarte como a cualquier chica, Jordyn. No funciona de esa manera.

Jordyn no supo cómo responder a eso, así que se conformó con otra sencilla.
Oh.

—¿Tiene planes para hoy? —preguntó Antony.

—Lucian iba a llevarme a cenar a Cazza más tarde.


—Él regresará a esa hora. Lo que quise decir antes, cariño. Para el día, ¿tenías
algo específico que quisieras hacer?

Jordyn se encogió de hombros. —Si tengo que mirar el desorden en su


escritorio mucho más tiempo, voy a quemarlo todo.

Antony se echó a reír profundamente, el sonido fácil sorprendió a Jordyn.


¿No estaría él enojado contigo por hacer eso?

—Tal vez, pero apuesto a que empezaría a guardar sus cosas después de
sacarlas. A veces es peor que una chica adolescente. Cinco camisas diferentes antes
de que escoja la que más le gusta y el resto las deja donde quiera que caigan.

—Ese es un rasgo heredado —explicó Antony—. Me temo, que será una


batalla perdida para ti. John era de la misma manera, pero siempre sabía dónde
estada todo, extrañamente.

Huh.

Ahora, Jordyn estaba curiosa. —¿Fue extraño para ti, criarlo?

—¿Lucian? Christo, no. Eso fue un regalo para mí, Jordyn. A los ocho años de
edad, Lucian se moría de ganas de encontrar lo que había perdido, y yo también.
La muerte de John fue la primera real tragedia que había experimentado por vivir
en el camino de la Cosa Nostra. Eso me recordó que nadie estaba a salvo, y no
importaba lo importante o amado que fueras por las personas que te rodean.

Jordyn frunció el ceño. —¿Ocho?

—Hmm, sí. Supongo que eso es porque fue más fácil para Lucian que con mis
otros chicos separarme como su padre, como su jefe cuando lo necesitan. No lo
tuvimos desde que era un bebé. Él ya sabía quién eran su madre y padre, pero
estaba dispuesto a tener otro par para amar.

—Cecelia dijo que sus padres murieron cuando tenía seis.

Una vez más, Jordyn se acordó de la brecha de dos años que Lucian no
explicó.

Antony se aclaró la garganta, mirándola al final de la mesa. —Lo hicieron,


Jordyn.

—Pero… ¿Qué pasó durante dos años? ¿Estuvo en el sistema?


—No, no lo estuvo. —Antony se levantó de la mesa, arreglándose la chaqueta
mientras lo hacía—. Asumí que, si él te habló de sus padres biológicos, también
habría explicado el resto. Si no lo ha hecho, no debería ser yo el que te lo diga. Esa
es la historia de Lucian, e incluso ahora, le duele mucho. A veces incluso tiene
sueños de ello. ¿Sigue caminando por los pasillos por la noche?

—Más a menudo de lo que me gusta. Pensé que solo era su naturaleza, estando
ocupado igual que él.

—No, son sus sueños. Ha hecho eso desde que era un niño, pero no le gusta
admitirlo. Y he dicho demasiado como es. —Antony se rio entre dientes, pero
sonaba cierto—. De todos modos, acerca de tu día.

—¿Qué ocurre?

—Bueno, estaba preguntándome si querrías pasarlo conmigo.

Los ojos de Jordyn se abrieron como platos, algo que no esperaba se sintiera
burbujeando en su pecho. Gratitud. ¿Era esta la manera de Antony darle la
bienvenida? —¿Qué implica este día?

—Soy un hombre muy ocupado, Jordyn. Implica mucho. Francamente, podría


usar tu ayuda, por eso estoy aquí esta mañana, creo que también puedes usar la
mía.

—¿Cómo es eso?

—Necesito desesperadamente alguien en quien pueda confiar para ayudarme a


mediar en mis cosas cotidianas. Muchas veces mi negocio legítimo se mezcla con
mi otra vida, y a veces se hace… difícil de manejar. Lucían podría estar feliz y bien
con la administración del funcionamiento de su restaurante porque nunca ha
tomado más de lo que podía manejar por sí mismo, pero yo no puedo decir lo
mismo. Marcello Industries se parece mucho a otro de mis hijos para mí, de alguna
manera. Los asistentes rara vez duran más de unos meses trabajando bajo mis
órdenes.

Jordyn quedó boquiabierta ante el hombre. —¿Me está ofreciendo un trabajo?

—Algo así. No será el normal de nueve a cinco. Será más para cosas privadas y
cosas así.

La conversación que ella tuvo con Lucian la semana anterior después de su


pelea y su viaje a Brooklyn le vino a la mente instantáneamente. Fue él quien
admitió que necesitaba volver a una rutina más normal, una que funcionara para
ella. Especialmente cuando se trataba de su vida y sentir que estaba haciendo algo.
Aun así, a Jordyn no le gustó la idea de que se le pusiera sobre la mesa porque
alguien, específicamente Lucian, la pedía. —¿Él le pidió que hiciera esto?

Antony arqueó una ceja. —¿Mi hijo?

—¿Quién más? Sí, me refiero a Lucian. ¿Le pidió que hiciera esto?

Jordyn fue recompensada con otra de las risas de Antony que la tomó
desprevenida. —Absolutamente no, aunque le conté sobre mis planes anoche.

Jordyn estaba aún más confundida. —Entonces, ¿por qué? No es que tenga
experiencia con este tipo de cosas. Estoy segura de que podría encontrar a alguien
mucho más cualificado que yo.

—Cecelia, en realidad. Mi esposa es increíblemente difícil cuando quiere serlo,


Jordyn. No puedo explicar adecuadamente lo particular que es. La amo y
ciertamente es la mejor mitad entre nosotros. Confía en que ella sabe cuánto tiempo
ha pasado desde que he tenido a alguien siguiendo mis asuntos personales y
manejando mi tiempo y mis horarios. Cuando comienza a quejarse, yo tiendo a
escucharle. Eso es más fácil.

—¿Y? —preguntó Jordyn.

—Y yo argumente que no tenía a alguien en quien confiar para mis cosas más
sensibles. Ella te mencionó.

—De nuevo, no tengo la experiencia para esto.

—La tendrás —le aseguró Antony—. Todos aprendemos de alguna manera.


Esto funciona para ambos en nuestro beneficio, considerando que todavía necesitas
ser vigilada con seguridad hasta que el lío con el MC se borre, y que estás en
necesidad desesperada de que algo se sienta como tuyo. Yo, por otro lado, necesito
ser manejado como el hombre perseguido que soy bajo alguien que no me hace
querer matarlos. Estoy seguro de que puedes manejarlo.

Jordyn resopló. Claro que podía. —¿Es hoy mi primer día?

—Oh, no, cariño. Hoy es para nosotros.

—¿Qué?

Antony sonrió. —Me parece, que he sido descuidado para llegar a conocerte
apropiadamente. Otra cosa que mi encantadora esposa decidió señalar en sus
divagaciones. Bueno, eres la primera principessa para mi familia. Eso es muy
importante. En pocas palabras, ahora voy a tratarte como la princesa que eres, para
que todos lo vean. Y he esperado mucho tiempo para poder hacer eso para una
mujer que adoran mis hijos.

Jordyn miró hacia los vaqueros y camisa que llevaba. ¿Cómo se suponía
discutiera con él? Tenía la sensación de que sería inútil. —¿Puedo cambiarme
primero?

—Hmmm. Deberías. Algo apropiado, como lo que usas para la iglesia. Aparte
de eso, estás bien, en cuanto a belleza. Date prisa, tenemos reservaciones para
desayunar con Cecelia antes de ir a esa horrible galería de nuevo. Ella tendrá un
ataque si llegamos tarde.

Diez minutos más tarde, Jordyn salió de la oficina de Lucian con sus zapatillas
negras en la mano. No tenía ganas de explicar cómo llegaron allí, por eso estaba en
silencio volviendo por pasillo. Por el rabillo del ojo, algo inusual la hizo detenerse.
La puerta de la habitación que acaba de asumir era una extra, una habitación no
utilizada estaba ligeramente entreabierta. Incluso si había un teclado electrónico
fuera de la puerta como los que estaban en el exterior de la oficina de Lucian y el
ascensor. A veces era mejor no preguntar. Siempre estaba cerrada, así que verla
abierta tenía su curiosidad.

Aun así, Jordyn sabía que no tenía tiempo para explorar si Antony estaba
esperando. Con eso en mente, agarró el pomo de la puerta para cerrar la puerta
completamente.

La repentina presencia de Antony junto a Jordyn la detuvo. —No lo hagas. ¿Él


la dejó abierta?

Jordyn se volvió hacia el hombre. —Sí.

—Entonces podemos asumir con seguridad que pretendía que vieras lo que
había dentro. De lo contrario, Lucian nunca lo dejaría desbloqueado. Ni siquiera
cuando vivía solo. Vamos, abre la puerta.

—Pero…

—Ábrela —respondió Antony—. Tenemos algunos minutos. Mejor que lo veas


conmigo que por ti sola.

Jordyn abrió la puerta sin más discusiones. La habitación era tan grande como
el dormitorio principal del condominio. Sin ventanas, no había luz, por lo que los
oscuros estuches de vidrio no estaban bien iluminados. Ciertamente no lo suficiente
para distinguir lo que descansada dentro de ellos. En medio de la habitación, se
asentaba una isla como si era usada para depositar cosas, pero nada más.
Antony golpeó un interruptor de luz detrás de Jordyn, iluminando todo. Otro
interruptor fue activado, y las estanterías salieron automáticamente y casi sin
sonido.

El corazón de Jordyn encontró su garganta. —Oh.

Pistolas. Municiones. Pinzas. Todos los accesorios que cualquier entusiasta de


las armas podría desear. Suficientes armas para llevar a Jordyn a un completo
silencio. Desde pistolas semiautomáticas, revólveres antiguos, francotiradores
especiales, rifles, una variedad de armas de asalto. Todos estaban allí. Estaba
bastante segura de que había armas de grado militar, incluso, también, aunque no
estaba segura como Lucian logro conseguirlas.

—Tiene una gran afición, ¿verdad? —preguntó Antony.

Jordyn se forzó a respirar a través de la conmoción. —Hay muchas pistolas en


esta habitación.

—Un par de cientos, más o menos. Estos son las que él guarda en casa.

Todas estaban exhibidas, algunos estuches abiertos, otros descansando en un


terciopelo gris que coincidía con las paredes y estantes.

¿Por qué Lucian querría que viera esto cuando no estaba aquí? Jordyn no lo
entendía.

Había un estuche de armas abierto descansando en la isla. Faltaba el arma


dentro. Del tamaño y forma en comparación del resto, supuso que era una de las
armas de asalto. Se dio cuenta de que, no era la única faltante. En una de las
vitrinas más costosas, donde estaban las magnum y Eagles, estaban desaparecidas
también.

Lucian estaba tratando de decirle algo.

—Pensé que le gustaba la Eagle que siempre mantiene con él —dijo Jordyn a la
ligera, sin saber qué más decir.

Antony hizo un despectivo ruido. —Lo hace. Gio quería algo de un calibre de
asalto, creo.

—Él se está encargando de un problema, ¿verdad? —preguntó Jordyn.

—Sí. alrededor de las tres de la mañana, uno de mis muchos edificios de


apartamentos fue… dañado. Quemado hasta los cimientos. Lamentablemente,
varios de los inquilinos no lograron salir, y el departamento de bomberos dijo que el
acelerador usado aseguró la ruina completa en minutos.

Jordyn se mordió el interior de la mejilla, nerviosamente. —¿Oh?

—Un poco antes del incendio, testigos reportaron motocicletas en la zona.


Muy raro en ese distrito en ese momento, ya que tienen estrictos estatutos de ruido.

Por supuesto Los Hijos del Infierno estarían involucrados en algo tan terrible
como eso. Dado que era hacia la propiedad de Antony, Jordyn podía asumir
fácilmente que esa debido a ella. Aparentemente su viaje a Brooklyn la semana
pasada no pasó inadvertida como esperaba.

—Antony, lo siento.

—No es tu culpa. Sin embargo, tenemos reglas sobre este tipo de cosas.

—¿Qué es eso? —preguntó.

Si lastiman a uno de los nuestros, enviaremos a los suyos a la tumba. Ellos te
lastimaron, así que ahora es el momento de pagarle al jefe su deuda. Hemos
esperado bastante.

●●●

—¿De dónde has sacado esto? —preguntó Lucian desde el asiento del pasajero

Dante de encogió de hombros mientras sacaba la SUV negra de un


relativamente silencioso estacionamiento. —Le mencione a un amigo que
necesitaba un vehículo que él no querría tener de regreso. Otro amigo de un amigo
está buscando el pago del seguro. Eso funcionaba.

No sería prudente arriesgarse a que el vehículo que utilizaban para cometer un


crimen fuera video grabado y más tarde resultara ser un auto personal de un
Marcello. Al menos de esta manera, el amigo de un amigo tendría una excusa
válida para decir que su vehículo fue robado y utilizado en la comisión del crimen.
Eso solo hacía que su historia se viera mejor.

—¡Dio! Me encanta esta arma —dijo Gio en el asiento trasero.

—A mí también. Aráñala, y te cortaré, Gio.

—No lo haría.
—Entonces, Antony fue claro —dijo Dante, cambiando el tema con la misma
rapidez. Abriendo el compartimento entre el conductor y el asiento del pasajero,
saco una Glock .22, deslizó el clip, revisó el cartucho de municiones, y volvió a
meterla con un audible chasquido—. Entrar, trabajar rápido y largarnos.

—Cómo te gusta follar —bromeó Gio.

Lucian gimió. —No en este momento, Gio.

—Lo siento.

Dante se recostó en el asiento, mirando a su hermano. —¿Vas a estar bien


haciendo esto?

Por supuesto. Estaría bien sacar algo de la agresión. Lucian había esperado
mucho tiempo para obtener algo de retribución por lo que le pasó a Jordyn. No era
el trabajo en sí lo que lo molestaba en lo absoluto. Era la bola de rabia en
construcción en su intestino, cuando más se acercaban a su destino, que se lo estaba
comiendo. Lucian necesitaba controlar esa mierda.

—Estoy bien —respondió finalmente—. ¿Tú?

—No he hecho una escena en un tiempo, pero no creo que sea diferente de lo
que era.

Eso es porque papá te mantiene cerca —dijo Gio—. Te has perdido de


mucho estos últimos anos. Nosotros nos hemos divertido mucho.

Sí, divertido. Ese era una manera de decirlo.

—Nadie consigue ser dañado hoy, excepto un par de miembros del MC


respondió Dante, sonando cansado—. ¿Estamos listos?

—Lo estoy —dijo Lucian.

Gio se inclinó ente los asientos. —Yo, también.

—El plan es simple —explicó Lucian—. Estamos a media cuadra de distancia.


Gio toma el callejón entre los edificios. Mantente fuera de la vista hasta que te
ubiques en la parte posterior del club. La cerradura de la puerta trasera no debe ser
difícil de abrir. Entra por el pasillo, despeja las habitaciones, y nos encontraremos
en el medio. Con ese rifle, treinta rodas por segundo, solo un tiro del gatillo y
cualquier persona al azar caería al suelo, mantén sus ojos abajo. Ese es lo que
queremos.
—¿Vas a entrar por la entrada principal?

Dante sonrió. —¿Por qué no?

—No sé… parece obvio que sería una mala elección.

Lucian puso los ojos en blanco. —Y ellos son tan arrogantes, probablemente no
tienen a nadie en el frente a esta hora del día. Son las once de la mañana. ¿Qué
quieres apostar que la mitad de ellos están empezando a despertar de su estupor
debido a anoche?

No era difícil obtener información cuando un precio estaba en las calles. El


dinero hablaba. Parecía que después que el club se volvió estúpido sobre uno de los
edificios de apartamentos de Antony la noche anterior, decidieron celebrar de
nuevo en su lugar favorito Legs and Leather. Según una fuente, estaban celebrando
antes de quemar el edificio y eso continuó mucho después, también. Dado los sofás
y tumbonas de mala calidad en las habitaciones traseras del club de estríperes,
Lucian seriamente dudaba que muchos miembros del club se fueran.

No si había alcohol gratis, drogas, y una abundancia de agujeros dispuestos


para ser llenados.

Los asquerosos hombres eran asquerosamente predecibles.

Al parecer, las fiestas privadas eran comunes para ellos.

—Esperemos que él este allí —dijo Dante en voz baja, arrastrando a Lucian de
sus pensamientos.

—¿Y si no está?

—Entonces esto realmente lo cabreara.

—Vale la pena —agregó Gio, parecía que estaba comenzando a sentirse


ansioso por moverse—. ¿Podemos irnos?

—Sí —dijo Lucian con un movimiento de cabeza—. Vamos.

Los tres hermanos levantaron las capuchas de sus suéteres para mantener sus
rostros protegidos de cualquier posible cámara de seguridad en el exterior de los
edificios. Dante ni siquiera se molestó en quitar las llaves del auto o apagar el
motor. Desde el momento en que un disparo fuera escuchado, tenían poco tiempo
para salir del área, incluso las personas alrededor probablemente esperarían hasta
que terminara antes de llamar a la policía.
Francamente, no les preocupaba la policía tras ellos, porque Los Hijos del
Infierno no eran tan estúpidos como parecían. Nadie quería a la policía en sus
negocios. Cuando los oficiales aparecían, era probable que quedará vivo alguien y
dijera que no pudo identificar a los atacantes y que fue un robo.

Fácil entra y fácil salir.

Este tipo de negocios era mejor conducido en las calles que en un tribunal.

Legs and Leather estaba a solo media cuadra de donde habían estacionado.
Cuando Gio se metió en el callejón, Lucian y Dante tomaron la calle principal con
las armas ocultas en la parte trasera de sus pantalones y las cabezas abajo.

La puerta de metal no estaba cerrada con llave.

¿Cuán fácil y estúpido era eso?

Lucian negó con la cabeza mientras la abría. —Cafones.

El abrumador olor a sexo, alcohol rancio, y humo golpeó a Lucian


directamente en el rostro. El estómago se le retorció. La única cosa en su mente era
Jordyn. Ella había visto cosas como esta antes, aunque no estaba a salvo de esto
durante mucho tiempo. Sabiendo los planes de Will para ella antes de que Lucian
la tomara, también sabía que esta era una de las fiestas de las que ella no habría
escapado.

Eso era repugnante.

Lucian odiaba a estas personas.

El corto pasillo conducía directamente a la guarida del león. Los hombres


desmayados sobre el piso, las mesas, y despatarrados sobre las sillas. Botellas vacías
y vasos llenaban todas las superficies. Las hembras poco vestidas, si acaso, estaban
en la misma situación que los hombres. Algunos comenzaban a moverse, mientras
otros parecían estar totalmente fuera, una pareja en las mesas de atrás hablaban en
voz baja, aunque no habían notado la entrada de los hermanos.

Lucian hizo un rápido recuento de lo que podía ver. Tal vez treinta hombres, y
posiblemente siete chicas.

Eso era sucio.

Lucian se sentía inmundo estando dentro.

Necesitaba llamar la atención de todos y rápido.


Una hilera de máquinas tragamonedas estaba a su izquierda. Saco una de sus
Eagles de la parte trasera de sus pantalones y puso una ronda en cada una, creando
un volcán de ruido desde cada máquina mientras chisporroteaban a la vida, sin
mencionar el sonido de disparos que resonaba en el espacio.

—¡Despierten! —gritó Dante—. ¡Arriba, jodidos! ¡Levántense y brillen,


tenemos negocios que hacer!

Eso hizo el truco. Las personas saltaron, sacudiéndose despertando y


esparciéndose como cucarachas a dondequiera que supusieran era seguro. La
seguridad no estaba en ninguna parte. Algunos se apoderaron de armas que
probablemente deberían haber estado a su alcance, pero no estaban porque estaban
demasiados jodidos para recordar donde las habían colocado.

Un hombre como todo vino corriendo hacia Lucian para derribarlo.


Irónicamente, era el mismo gorila que Lucian capturo atacando a Jordyn en el
callejón trasero.

La venganza era dulce.

A dos pies de distancia, el Eagle de Lucian encontró la frente del hombre,


deteniéndolo. —Te dije que te haría explotar el rostro.

Lo hizo.

Lucian no se estremeció ante el roció de líquido, sangre y materia.

—¿Qué mierda están haciendo? —Alguien gritó desde su derecha—. Este no es


tu…

Dante apretó el percutor y puso una bala directamente sobre la cabeza del
hombre, callándolo al instante. —Silencio. Es irrespetuoso interrumpir a alguien. Y
para que conste, no te echado de menos, imbécil.

—Tu hijo de puta.

Con un suspiro, Dante volvió a apretar el gatillo. Esta vez, la bala golpeó el
objetivo, directamente en el pecho, golpeando al hombre hacia atrás con fuerza. La
sangre salpicó la pared mientras los ojos muy abiertos miraban hacia atrás, ya
moribundos. Los gritos femeninos respondieron al disparo.

—No hagamos esto de nuevo —dijo Dante, volviéndose hacia la habitación sin
afecto ni emoción—. Y por esto, me refiero a hacer comentarios sobre mi madre.
No me gusta.
—Saca un arma y te dispararé —dijo Lucian en voz baja—. Muévete y te
dispararé. Mírame a los ojos y te dispararé. Es muy malditamente simple. Cuando
más rápido digamos lo que queremos decir, y tengamos lo que queremos, más
rápido nos iremos.

—Alguien incendió el edificio de mi padre anoche —continuo Dante, por su


hermano—. Eso no hace a un Don muy feliz. Imagina su sorpresa cuando
descubrió que Los Hijos del Infierno estaban involucrados en ese tipo de tonterías.
Pensamos que nos no habíamos explicado con claridad la última que estuvimos
aquí. ¿No es así?

No todos los hombres parecían tener miedo, pero las chicas sí. Lucian no les
hizo caso.

—Hey, hey…

El pendejo vestido de cuero levantándose de una mesa, todavía claramente


borracho dado su balanceo, fue interrumpido por el rápido asalto que venía de la
parte trasera. Una vez más, todo el mundo en el edificio que Lucian podía ver
parecía tener la misma de dos reacciones. O bien se congelaron, o trataron de
escabullirse a un refugio seguro.

—Ese sería mi hermano —dijo Dante con una cruel sonrisa—. Él realmente es
de gatillo fácil.

—Así que los que estaban en las habitaciones traseras no los van a salvar para
aquellos que tenían ideas heroicas —concluyó Lucian.

Esperaron los treinta segundos que tardo Gio en salir por el pasillo trasero
hasta que estaba apoyado en la puerta que separaba las habitaciones traseras del
espacio principal. Gio asintió con la cabeza para decirle que había manejado su
sección.

—¿Dónde está Will? —preguntó Lucian a la habitación.

El silencio respondió de nuevo.

La frustración cada vez mayor, apuntó su Eagle al miembro más cercado del
MC en su cercanía, esperando conseguir un punto. Matando a estos hombres no le
molestaría, no después de lo que les permitieron hacerle a Jordyn.

—Solo voy a preguntar una vez más, y luego voy a empezar a disparar.
Sinceramente espero que ustedes jodidos idiotas puedan limpiar este lío antes que la
policía comience a derribar las puertas. ¿Dónde está Will Vetta?
De nuevo, nadie respondió.

Lucian apretó el gatillo y ni siquiera parpadeo. Ninguna emoción pesó en la


bala. No se molestó en ver al hombre mientras gritaba de dolor y caía de su silla.
Más sangre empapaba el barato suelo alfombrado. Las dos personas en la mesa
tampoco hicieron nada para ayudarlo. Todo el mundo tenía que hacer sacrificios.

—Eso son tres —informó Dante—. ¿Quieren ir por el cuarto?

Por el rabillo del ojo, Lucian vio a alguien levantarse de detrás del mostrador
del bar, con un arma apuntando a Dante. Ninguno de sus hermanos parecía notar
la amenaza y el Eagle Lucian seguía apuntando hacia la habitación.

Rápidamente agarro la otra arma escondida en la parte trasera de sus


pantalones, resbalando de su seguridad, amartillo, y apuntó. Lucian no falló, y la
fuerza de la bala entró en la mandíbula del hombre empujándolo contra la pared
con una explosión.

—Jesús —murmuró Dante—. Gracias.

—Ojos abiertos, amigo —respondió Lucian. Se volvió a la habitación,


esperando seriamente que todos se dieran cuenta de que no estaba jugando—.
Segunda mejor pregunta. ¿Dónde está Ron?

—Aquí mismo —prosiguió la brusca y silenciosa respuesta del más oscuro


fondo de la habitación.

Ron Daney levantó la mano desde la mesa de los hombres que habían estado
hablando cuando Lucian y Dante entraron al club. Volviéndose lentamente en su
silla, Ron encontró la mirada de Lucian desde el otro lado del piso, aparentemente
sin miedo. Él parecía cansado, sin embargo, y tal vez incluso recuperado de lo que
estaba pasando a su alrededor.

—¿Dónde está Will? —preguntó Lucian a Ron

—Aquí no.

—Donde.

—Como si jodidamente supiera —murmuró Ron—. No regreso después del


incendio. ¿Qué esperas que yo diga? No soy su guardián.

—Segunda opción —replicó Lucian con fervor, su ira aumentando de nuevo—.


¿No puedes mantener control de su paradero?
—No dirijo este lugar, Mafioso23.

—Lo dudo —dijo Dante al lado de su hermano, todavía barriendo el suelo con
su aguda mirada para asegurarse que nadie estaba tratando de moverse—. Tu
presidente está tan jodido por su violencia y sus drogas que no puede tomar una
decisión apropiada sobre nada. Si confías en él, dirigirá tu sección a la ruina.

Eso parecía golpear un nervio para algunos de los hombres en la habitación.


Unos pocos miraron con furia, claramente combatiendo la necesidad de gritar sus
negaciones y obscenidades. Dado el hecho de que estaban enfrentando a tres
hombres sobrios, sin miedo, con armas listas para activarlas, sabiamente eligieron
permanecer en silencio.

—¿Sabes lo que él le hizo a ella? —preguntó Lucian a Ron, ignorando a todos


los demás—. ¿Cómo la golpeo?

—Lo escuché —respondió Ron secamente—. Jordyn conocía las reglas y las
rompió. Después de eso no podía ayudarla.

La furia inundó las venas de Lucian. —¿Qué jodidas reglas? ¡Ella no era suya
para hacer lo que él quería para empezar!

—Tu vida no es como la nuestra —dijo Ron con indiferencia.

—Obviamente no —escupió Gio—. Nuestras mujeres nunca serían tratadas


como ganado para ser usadas y abusadas como no parezca oportuno.

—A diferencia de ustedes, cuidamos y protegemos lo que es nuestro —añadió


Dante.

Lucian apretó los dientes, tratando de calmar la oleada de adrenalina. —Y ella


es mía.

La mirada fija entre Lucian y Ron duró unos segundos. Como era, ya habían
estado en el lugar demasiado tiempo. Tenían que terminar con esto, y rápido.

—Tu hijo, la amaba, cuidaba de ella… y no hiciste nada para ayudarla —gruño
Lucian—. Si no puedo tener a Will hoy, tomaré al segundo mejor premio, Ron.
Creo que los dos hemos ganado.

—No quiero a Jordyn, —Trato de decir Ron.

Lucian se encogió de hombros. —Pero Will sí. No le permitiré que la tenga y tú


eres un maldito buen ejemplo.
23
En español.
Eso acabó con la conversación de Lucian.

Y la vida de Ron.
Capítulo 17
Los nervios de Jordyn crecieron hasta proporciones épicas mientras esperaba la
llegada de Lucian a Cazza. El plan original era que él la recogiera en el condominio
y la llevara a cenar, pero eso había cambiado durante el día. Antony le informó del
nuevo plan para conocer a todos los chicos del restaurante para que pudieran comer
juntos.

Cuando le preguntó por qué el cambio, Antony solo sonrió con tristeza y no
dijo nada.

Ahora, su espalda se volvió hacia ella mientras veía una noticia difundida en la
gran televisión de pantalla plana situada en la pared más alejada del comedor VIP
privado del restaurante. Estaba en silencio, pero Jordyn no era estúpida. Era más
que capaz de mirar las palabras que parpadeaban en la parte inferior de la pantalla.

Legs and Leather. Conocida por ser una escena popular para la infame banda
de MC Los Hijos del Infierno. Cinco muertos. Decenas de testigos que no pudieron
dar una descripción exacta de los agresores. Los primeros informes sugerían un
robo. Los funcionarios no descartaban que el incidente estuviera relacionado con la
pandilla de motocicletas.

Además de los disparos, los investigadores habían retirado varias armas y


sustancias ilegales del club estríper que no se creía que estuvieran involucrados en el
incidente, sino los invitados del negocio mismo. ATF también había sido llamado.
Legs and Leather cerrarán hasta nuevo aviso. Varios miembros de MC, sus
imágenes y nombres que parpadeaban en la pantalla, habían sido arrestados por
armas y drogas. Los nombres de las víctimas no fueron puestos en libertad en ese
momento.

Jordyn se sintió enferma.

No era la escena de las noticias que realmente la molestaba, sino el hecho de


que no había oído nada de Lucian todo el día.

¿Me convierte en una persona horrible que no me importen esos cinco


cuerpos en bolsas, porque estoy demasiado preocupada por ver a Lucian?
preguntó Jordyn.
Antony se encogió de hombros, con la espalda todavía girada. Estoy
moralmente en quiebra y lo he estado por mucho tiempo, así que no creo que sea la
mejor persona para preguntar eso, Jordyn.

Su honestidad era sorprendente. Nunca le he preguntado a Lucian sus


pensamientos, pero ¿cómo te las arreglas para sentirte así, o, mejor dicho, ser… de
esta manera? Terminó con una ola entre Antony y la televisión.

Rezo.

Jordyn alzó la frente. ¿Rezar?

Antony asintió con la cabeza. Y pido perdón. A pesar de que puede no


parecer suficiente para disculparse por las decisiones que hago a diario, y todos los
errores que he hecho antes, es suficiente para mí. La confesión y la penitencia son
mis mejores amigos. Bueno, eso y mi ángel de esposa. Su comprensión, amor y
aceptación de mí en esta vida es una piedra angular constante e inquebrantable que
necesito para sobrevivir. Ella es la única alma en la tierra que no podía soportar ver
herida por mí, así que me aseguro de que nunca lo sea.

Jordyn no tuvo la oportunidad de preguntar nada más. La llegada de tres,


fuertes hermanos Marcello terminó la conversación. Tanto Antony como Jordyn se
levantaron de la mesa para saludarlos.

Antony sonrió, cualquier preocupación en sus rasgos se fue instantáneamente.


¿Buen día?

Perfecto respondió Dante. Dime que ya has ordenado. Estoy


hambriento.

Lo hice. Lo de siempre.

Estupendo murmuró Gio, sacando una silla.

Jordyn no pudo evitar notar cómo estaban todos vestidos con sus trajes
habituales, limpios y sin complicaciones. La televisión siguió tocando la emisión de
noticias, pero nadie parecía importarle.

Con quien más quería hablar era el más tranquilo. Había tensión en el ceño de
Lucian, una mirada de ira. Lucian ofreció su mano a Jordyn e inclinó la cabeza
hacia un lado, como para pedirle que viniera con él. Lo hizo, siguiéndolo al otro
lado de la habitación donde se les proporcionó cierta privacidad.

Lo siento dijo Lucian en voz baja.


¿Por qué?

No ha terminado, cariño. Esperaba que así fuera, y para decírtelo, pero no lo
es. Y lo siento.

Will no se había ido.

Va a intentarlo de nuevo. Algo, no lo sé. Estaremos listos. No quiero que te


preocupes por él.

Bueno. Estaba más preocupada por ti, Lucian.

Lucian sonrió con fuerza. No deberías estarlo. ¿Que tal tu día?

Ocupado. Antony me mantuvo en movimiento.

Es bueno para eso. ¿Hay algo nuevo que decirme?

Jordyn resopló. Antony ahora tiene un asistente.

Lucian se encogió. Sí. Buena suerte. No estoy diciendo que no puedas


hacerlo, pero tiene la mala costumbre de masticarlos y escupirlos.

Necesita que alguien le diga que cierre su boca de vez en cuando.

Y eres buena para eso. Será un partido interesante.

Esta conversación parecía demasiado normal y tranquila para Jordyn. Tal vez
pensó que habría alguna emoción o posiblemente la culpa de su amante. No había
nada. Al igual que los otros tres hombres sentados detrás de ellos en la mesa,
bromeando y riendo.

¿Qué clase de mujer le hacía que estuviera perfectamente bien con su


comportamiento?

Esto es bonito comentó Lucian, mientras sus dedos se acercaban para


tocar el collar de diamantes que llevaba ahora Jordyn. Estaba tratando seriamente
de no pensar en el precio de la pieza. No importa los otros regalos que Antony
había enviado de vuelta al condominio. ¿Mi padre?

¿Sabías que es muy ofensivo para su sensibilidad cuando alguien niega sus
regalos? Eso es lo que él dijo. Muy ofensivo, Lucian. Ni siquiera puedes discutir con
él porque simplemente te mira como si tu opinión no tuviera importancia para su
decisión final.
Lucian asintió. Bienvenida a mi vida. El collar te queda bien, estoy
impresionado. Antony tiene buen gusto.

No voy a ir de compras con él de nuevo si esto es lo que hace.

Odio decírtelo, cariño, pero no será el único. Será mejor que te acostumbres.

Jordyn no creía que lo hiciera.

●●●

Esto de despertar sola está empezando a darme un serio complejo.

Los hombros de Lucian se tensaron ante la voz de Jordyn, pero no se apartó de


lo que estaba haciendo. Esta vez, no lo había encontrado en la cubierta, o fingiendo
estar ocupado en su oficina como las últimas noches. Esta noche, estaba en su sala
de armas con todas las luces encendidas y la puerta abierta.

No era tanto la falta de su presencia en la cama que la despertaba, sino el ruido.

Sabes que te amo dijo Lucian. No te preocupes por eso.

No lo estoy. ¿Qué estás haciendo? Son las dos de la maldita mañana, Lucian.

Arreglo mis armas.

Estaba de pie en nada más que un bóxer, trabajando sobre la mesa en medio de
la habitación. El estrés le había apretado los músculos, con la espalda flexionada
mientras agarraba lo que parecía ser un taladro con un largo enganche y algún tipo
de pieza de metal con ranuras en el extremo. El chillido que la despertó comenzó
de nuevo, haciendo que Jordyn se encogiera

¿Están rotos, o los estás rompiendo? ¡Por qué no creo que sea así como
arreglas un arma!

Repararlo repitió cuando el ruido se detuvo. Es un desperdicio


deshacerse de ellos si se utilizan.

¿Con un taladro?

Jordyn estaba tan confundida que ni siquiera era gracioso. Esto se estaba
haciendo ridículo.

Lucian la llamó y Jordyn se movió a su lado. Sobre la mesa había dos Eagles y
un rifle de asalto desmontado. Una botella de solución de limpieza, un frasco de
aceite, y gigantes Q-tips fueron expuestos en toallas de papel. Jordyn vio cómo
Lucian repetía el proceso de perforación por el cañón de la pistola, luego la
solución de limpieza en una punta Q en el cañón, y finalmente seguido por el
aceite. Una y otra vez repitió el proceso en silencio.

Cada bala que sale de la cámara tiene un cierto conjunto de marcas estriadas
dejadas por el cañón. Cada arma deja marcas diferentes, como una huella digital.
Las pruebas balísticas pueden rastrear una bala de regreso a una pistola usando solo
eso. Odio tirar mis armas. Esto dijo Lucian, sosteniendo la broca, es una
manera rápida de cambiar las ranuras dentro de un barril sin estropear el arma.
Crea patrones completamente nuevos, lo que significa que la próxima bala que sale
no tendrá las mismas estriaciones. La solución de limpieza se deshace de los
fragmentos de metal que quedan en el interior, por lo que no hay que preocuparse
por el atasco de la pistola, y el aceite es bueno para la pieza después de un
tratamiento duro como este.

Curiosamente, Jordyn se encontró interesada en sus explicaciones. En realidad,


había decidido desde hacía mucho tiempo que estar cerca de él que ya no le
importaban las armas. De hecho, la naturaleza peligrosa de las armas se mezcló
bien con la actitud de Lucian la mayoría de los días, y fue un poco caliente.

Así que decidiste hacer esto a primera hora de la mañana, ¿por qué?

Lucian se encogió de hombros. No podía dormir y tenía que hacerse.

Jordyn golpeó su cadera con la suya juguetonamente. Estoy en la cama,


¿sabes? Puedes despertarme para hablar, o lo que sea. No me importaría.

Claro, siguiendo a Antony alrededor de Marcello Industries durante los últimos


días fue agotador en una multitud de formas, sobre todo porque Jordyn tenía
mucho que aprender, pero ella siempre tendría tiempo para Lucian.

¿Qué pasa? preguntó Jordyn suavemente.

Nada, cariño.

Jordyn no creyó eso por un minuto. Lucian era un hombre tranquilo como era,
pero había estado especialmente callado desde el incidente de Legs and Leather.
También se había acercado más a ella desde que sucedió, como si tuviera miedo de
dejarla salir de su vista. La única vez que se sentía cómodo para abandonarla era si
uno de sus hermanos estaba cerca, o si estaba trabajando con Antony.
Había un precio en su cabeza. Lucian no lo ocultó. Era aterrador, claro, pero
Jordyn estaba decidida a superarlo. No tenía sentido dejar que el miedo siguiera su
vida. Después de todo, era suya.

¿Esto es acerca de tus sueños? preguntó Jordyn mientras Lucian terminaba


de limpiar el barril desmontado del rifle de asalto.

La pieza fue colocada a la mesa con el mayor cuidado. ¿Disculpa?

Tus sueños. ¿Te están manteniendo despierto últimamente?

Lucian apretó la mandíbula mientras se volvía para mirarla con ardientes ojos
color avellana. Era la primera demostración real de ira que había visto en él hacia
ella desde su argumento. ¿Por qué me preguntas eso?

Porque has estado fuera de la cama más de lo que has estado en ella. Vagas
por los pasillos. ¿Cómo es eso saludable para alguien? Necesitas dormir y no lo
estás haciendo lo suficiente.

¿Así que mis patrones de sueño te hacen pensar que tengo sueños?

No dijo Jordyn, manteniendo la calma. Antony mencionó...

¡Maldita sea mi padre por decir una maldita cosa! exclamó Lucian,
cerrándola instantáneamente. ¡Eso no es asunto suyo, y seguro que tampoco es
tuyo, Jordyn!

Eso dolió, pero Jordyn se negó a mostrarlo. ¿No lo es?

¡No!

Entonces, ¿qué estoy haciendo aquí contigo, Lucian?

Lucian estaba aún más recto, con los dedos apretados alrededor del borde
metálico de la mesa hasta que sus nudillos se tornaron blancos por la presión.
Fuiste tú quien salió de la cama.

Tu ruido me despertó le recordó Jordyn.

Bueno, ya he terminado, ahora. Vuelve a la cama y olvídalo.

No, gracias. Hablemos.

En realidad, preferiría masticar rocas.


Muy maduro, pensó Jordy secamente.

¿En serio? ¿Ni siquiera te molestarás en explicarme por qué está tan enojado
que ni siquiera quieres mirarme?

Lucian se volvió para mirarla directamente a los ojos otra vez. ¿Contenta?

No, estás enojado conmigo.

¡Me pregunto por qué! Fuiste y hablaste a mi espalda y discutiste cosas


privadas sobre mi pasado con mi padre. Si había algo que quieras saber cuándo se
trata de mí, soy la única persona que necesitas preguntar.

No lo hice contestó Jordyn en el mismo nivel de calma. Antony me


preguntó si todavía caminabas por los pasillos, dije que sí, y él mencionó que a
veces sueñas con cosas. Es gracioso, asumió que ya me lo habrías explicado. ¿Qué
me estoy perdiendo aquí, Lucian?

Nada murmuró, con los dientes rechinando. Déjalo en el infierno solo.

Mira, y eso es claramente por qué tengo que preguntarme qué estoy haciendo
aquí.

¡Por qué te amo!

Pero no confías en mí.

Eso no es cierto. Por favor, vete a la cama, Jordyn.

¿Tienes vergüenza o estás incómodo? ¿Duele hablar de ello? ¿Qué es?

Las manos de Lucian se estrellaron sobre la mesa, balanceando todo en la parte


superior y haciendo que Jordyn se estremeciera. Detente. No lo discutiré. No lo
diré de nuevo.

Los amantes hacen más que joder, Lucian. Las relaciones no son solo acerca
de lo físico. Ellos hablan. Construyen unos cimientos basados en pasados separados
y el deseo de un futuro mutuo. La confianza es necesaria para que esto funcione.
¿No lo entiendes?

La lengua de Lucian serpenteó para mojarse los labios mientras susurraba:


Por favor, vuelve a la cama.
Jordyn no fue derrotada, pero pudo darse cuenta por el rechazo de su atención
incluso que Lucian no le hablara sobre el tema que había planteado. Al menos esta
noche.

Con un corazón pesado, se volvió para salir de la habitación, pero la voz


tranquila de Lucian, con toda la ira que se había ido la detuvo. Voy a tomar el
dormitorio de invitados, cariño.

Jordyn suspiró. Creo que sería prudente.

El tiempo pasó lentamente, y Jordyn no durmió por un momento. Lucian


tampoco, teniendo en cuenta que ella lo escuchó pasar el vestíbulo por un buen rato
antes de que no oyera nada. No pasó mucho tiempo antes de que su figura se alzara
en la puerta del dormitorio, bloqueando la luz del pasillo.

Aprendí algo la última vez que esto sucedió dijo Lucian con ironía.

¿Estaba tratando de ser gracioso? La paciencia de Jordyn se estaba agotando.


¿Qué es eso?

Me duele como nada más lo hace.

Oh.

No me gusta pelear murmuró Lucian. Contigo, de todos modos.


Cualquier otra persona es un juego limpio.

Jordyn rodó sobre la cama, manteniendo sus ojos despejados en cualquier parte
excepto él. No pensé que mi pregunta era tan irrazonable que requirió que tú
fueras un completo imbécil al responder.

No lo hizo. Lo sé.

¿Y?

Y tal vez una disculpa tendría mucho sentido si realmente comprendieras por
lo que me estaba disculpando.

Cierto respondió Jordyn.

No necesitaba estar jugando con mis armas esta noche.

Jordyn frunció el ceño mientras rodaba hacia su espalda. No entiendo.


Todo ese ruido, no necesitaba hacerlo. Yo no siempre vago por los pasillos
porque sueño. A veces simplemente no quiero dormir, o no puedo. Esta noche fue
una de esas noches. Tenía demasiado ruido dentro de mi cabeza, así que hice un
ruido diferente para hacerlo desaparecer. Algo más en que pensar durante un
tiempo. Por eso me he levantado.

¿Qué clase de ruido? preguntó Jordyn.

Últimamente han sido mis preocupaciones por ti.

Pero no es todo sobre eso.

No confirmó Lucian, la palabra tan bajo que se esforzó en oír. El


aniversario de cuando Antony me encuentro se acerca. A veces pasa sin que me dé
cuenta, y otras veces, cuando tengo mucho que pensar en mi vida, me concentro en
ella más de lo que me doy cuenta. Eres importante en mi vida, un cambio
realmente grande, así que esta vez estoy pensando en ello más.

Y tenías razón continuó más tranquilo. Me da vergüenza e incómoda.


Me lastima. No quiero que me vean como un niño perdido, pequeño. No debería
sentirme débil e indefenso, pero eso es exactamente lo que esos recuerdos arrastran
por dentro. No importa cuánto dinero tenga, cuan seguro soy, o lo frío y
despiadado que parezco a los demás, siempre seré Luciano Grovatti detrás de esta
persona. Sé quién soy bajo este nuevo apellido. Un niño con padres asesinados, un
niño sin hogar y roto por eso.

¿En serio, lo sientes? preguntó Jordyn, sin querer presionar de nuevo el


botón equivocado.

¿Cómo Lucian? No.

Pero no puedes ser Lucian si primero no fueras Lucian.

Lucian se aclaró la garganta, cambiando de pies a pies. ¿No vas a preguntar


sobre lo que me refería?

¿Acerca de cuándo Antony te encuentro?

Sí.

Solo si quieres que lo haga contestó Jordyn.

Yo prospero en este mundo. La violencia de ella, la codicia; las reglas con las
que crecí y la comprensión de lo que se esperaba de mí. Ya sé hacia dónde voy
cuando Antony haya terminado. Siempre quise ser el subordinado de Dante, y
estoy bien con eso. No me importa derramar sangre por esta vida. Cariño, no tienes
idea de cuánta sangre mancha mis manos.

A mí tampoco me importa.

Lo sé. Y eso me tranquiliza más de lo que puedes entender. Habrá noches en
las que no volveré a casa, y si lo hago, estaré en la ducha durante horas antes de
que salga limpiándome con lejía. Algún día, si compartimos un apellido,
probablemente vas a ser mi mayor confidente porque odio la confesión y no he
hablado honestamente en mucho tiempo. Me gusta saber que incluso si te
preocupas, no vas a estar esperando porque confías en mí. Estas cosas son buenas
para mí, para nosotros.

Está bien. Jordyn se empujó hasta una posición sentada, descansando de


nuevo en la cabecera. ¿Qué tiene esto que ver con la cosa de Antony?

Lucian se encogió de hombros y se acercó un poco más a la habitación.


Siempre me he preguntado qué quería mi padre biológico para mí. Me mantuvo
en secreto de todos, incluso de sus mejores amigos. Es ridículo, también, porque si
alguien consideraba las fechas, yo había nacido meses antes de que John se casara
con Kate.

Yo no era un producto de un desliz. Kate y John no estaban involucrados de


ninguna manera antes de su noche de bodas. Todo era negocio. Y aunque lo
fueran, Kate habría sido la otra mujer porque mi padre había estado involucrado
con mi madre durante años antes de ella. Su padre habría desaprobado su
condición económica más baja y su herencia mitad italiana, mitad americana. Mi
padre podría haber anunciado públicamente mi nacimiento, Jordyn, pero no lo
hizo. Todavía me guardaba un secreto.

¿Has preguntado a Antony por qué fue eso?

Por supuesto. Como dije, piensa que fue una mezcla de John sabiendo que
su padre sería crítico con mi madre y el trato con el padre de Kate. Nunca fuimos
mucho más profundos en ella. No me gusta hablar de lo que significa para mí y
Antony no me obligó a hacerlo.

Como que John no quería que estuvieras involucrado en la familia, ¿quieres


decir?

Quizá contestó Lucian, con voz tensa de emoción. Quiero decir, que es
más fácil de considerar que pensar que él no me quería en absoluto, ¿verdad?
Porque o bien no quería que yo fuera el hombre que soy ahora, o no quería que la
gente supiera que tenía un hijo con una mujer que no consideraba adecuada para
casarse. ¿Qué quieres ser, el fracaso de un hombre muerto o un secreto sucio?

Lucian, no...

¿Bien? ¿Cuál?

Jordyn respiró hondo, forzando su agitación interior a calmarse. Ninguno.


Quisiera ser exactamente quien yo quería ser. Eso es lo que se supone que debemos
hacer, de todos modos. Buscar y hacer nuestro propio camino. Haciendo lo
nuestro. Somos únicos para nosotros, Lucian. No somos las personas que vinieron
antes. Si funciona para ti, eso es lo que importa.

Entonces, ¿por qué me estoy enfocando en lo que no?

Supongo que sí, también. Tienes preguntas para las personas que no están
aquí. Creo que lo que es más importante para ti es tratar si puedes ser feliz no
sabiendo las respuestas.

Me gusta quién soy, Jordyn.

Así que sé feliz con lo que eres, Lucian. Esperas que sea lo mismo, y no creo
que lo sea. Lucian el hombre y Lucian el niño son las mismas personas. No puedes
gustarte quién eres si no estás contento con lo que eras. No puede ser barrido como
suciedad bajo una alfombra. Eventualmente, todo se borra.

Lucian se había acercado al lado de la cama, y jugueteó con la manta.


¿Desde cuándo te has vuelto tan versada en la mentalidad humana?

Jordyn resopló indolentemente. Desde que nací de una madre adicta que se
preocupaba más por sus drogas y hombres que por alimentar a su propia hija.
Siendo un adolescente luchando para encontrar algo de autoestima cuando uno no
valía mucho para la mujer que le dio su vida, realmente puede joder a la cabeza.
No fue ninguna sorpresa que agarré a la gente más cercana que pensé que me
trataría como familia porque no tenía la primera pista de lo que era una verdadera
familia.

Los dedos de Lucian saltaron bajo la manta, con la mano apoyada en la pierna
de Jordyn. A veces pienso que mi familia es demasiado intrusiva. Siempre a su
alrededor, metiendo la nariz donde no pertenece... Podría decirles que se jodan,
pero probablemente no haría la diferencia.

Voy a preguntar sobre Antony encontrándote, ahora advirtió Jordyn.


El tono de Lucian se hizo más denso cuando dijo: Sí, bueno.

¿Qué pasó?

No recuerdo mucho tener solo seis años, pero después de que John fue
asesinado, mi madre de alguna manera sabía que tenía que ver con ella y conmigo.
Trató de protegerme; nos movió de un lugar a otro por un rato. Moteles, refugios y
cosas por el estilo. Cualquier cosa para mantenerse bajo el radar. El problema era
que no salía de Nueva York. Esta era su casa, también.

El mayor problema era que dependía de mi padre continuó Lucian,


lanzando un suspiro. Para mantener las cosas pagadas, y dinero para todo. Lo
que ella tenía probablemente fue usado muy rápido. Se equivocó cuando fue a
buscar ayuda a su hermana. Me dejó en un refugio y me dijo que permaneciera
escondido, que volvería. Recuerdo que lloraba, porque creo que ella lo sabía.

Y ella no regresó asumió Jordyn.

Lucian sacudió la cabeza tristemente. No. Un par de días pasaron sin que
apareciera, la gente que dirigía el refugio comenzó a hablar. Iban a llamar a las
autoridades sobre mí desde que me abandonaron. Me habían golpeado en la cabeza
que no eran buenas personas y que no me ayudarían. Mi apellido no estaba a salvo,
y necesitaba permanecer escondido. Así que, corrí. Hice exactamente lo que mi
madre me dijo que hiciera y me quedé en las sombras por todas partes. Las calles
fueron mi hogar durante dos años. Dormí en los callejones que eran más calientes
debido a los respiraderos de calefacción, y me quedé fuera de la lluvia porque no
tenía ropa si la mía se arruinaba.

Algunos de los vagabundos me ayudaron cuando los dejé comentó


Lucian, temblando sus palabras. Algunos me dieron comida, otros ropa, si la
tenían. Algunos simplemente me mantuvieron a salvo de los depredadores, porque
hay monstruos horribles que se esconden en esas calles. Y a nadie le importa,
porque no es su hijo ni su familia la que la gente caza.

Las emociones de Jordyn amenazaron con derramarse, pero las obligó a


regresar lo suficiente para preguntar: ¿Cómo te encontró Antony?

Estaba escondido en un callejón al lado de uno de sus restaurantes para


encontrar algo para comer. Algunos de sus hombres me habían notado antes.
Habían intentado seguirme una vez, pero me perdieron. Supongo que murmurar en
italiano hizo que uno de ellos se detuviera y pensara. Para entonces Antony ya
había ido en busca de mi madre y me había encontrado en los documentos de su
viejo apartamento. De todos modos, esa noche, cuando dijo el nombre de mi padre,
confié en él. Se disculpó conmigo y luego me llevó a casa.
Lucian…

Antony pagó por el entierro de mi madre, porque su familia no podía


pagarla. Nunca he estado en su tumba.

Jordyn sintió que su mano se apretaba contra su pierna, como si se pudriera en


su lugar. Oye mirarme.

Lucian no lo hizo. Me uní a Dante primero, porque él era el más cercano en
edad, pero me asustó la mierda fuera de mí la mitad del tiempo. Él era mucho más
fuerte como un niño de lo que es ahora. Gio hablaba mucho y era un bromista
siempre causando problemas, y todavía lo hace. Me gustaba la casa porque era
grande, pero a veces era demasiado grande, así que me escondía en los armarios
durante horas hasta que alguien finalmente me encontró. Cecelia odiaba eso, pero
nunca me regañó por ello. Unos meses después de mi noveno cumpleaños, Antony
me encontró bajo su escritorio jugando con un cuchillo de bolsillo. En lugar de
castigarme por tener el cuchillo, me mostró cómo pelar una manzana y lo he
llamado mi padre desde entonces.

Lo siento.

No lo hagas susurró Lucian. Esta gente me dio todo.

Y te sientes culpable porque perdiste lo que te quitaron.

A veces. La mayoría de las veces estoy atrapado tratando de averiguar lo que


se suponía que debía ser.

Una vez me dijiste que sabías que John te amaba dijo Jordyn en voz
baja. ¿Eso fue una mentira?

No absolutamente no.

Entonces no le importaría quién eres, Lucian. El hijo que Antony educó, o el


niño que ayudó a hacer. No importaría.

Pero nunca lo sabré con seguridad.

Como dije antes, necesitas averiguar si no poder tener respuestas es algo con
lo que puedes vivir. Es tu vida. De nadie más. ¿No sabes algo acerca de tu futuro
que quieres de seguro que es únicamente tuyo y no tiene nada que ver con tu
pasado?

Tú dijo Lucian instantáneamente. Te quiero.


Tú me tenías antes de que me dijeras algo de esto. Me gustaría pensar que
me tendrás mucho tiempo después, también.

Nadie más lo hará dijo, una posesividad llenando su tono y enviando un


escalofrío por la espalda de Jordyn. No los dejaré.

Nadie repitió ella. Ven a la cama. Es tarde y estás cansado, Lucian.

Lucian lo hizo, pero no se arrastró a su lado como Jordyn pensó que lo haría.
En su lugar, le quitó la manta y se deslizó entre sus muslos, hundiéndose en un
abrazo de espera. Durante mucho tiempo, permaneció así, quieto y silencioso.

Fue solo cuando sus talentosos dedos comenzaron a desabrochar los botones
de la camisa de vestir que se puso antes de llegar a encontrarlo Jordyn finalmente
entendió lo que quería ahora. Lucian abrió la camisa para exponer sus pechos sin
decir una palabra, con la boca bajando hasta ellos, hasta las clavículas y debajo de
la mandíbula. Suaves, dulces besos de sus labios y tiernos movimientos de su
lengua golpeando hacia fuera para probar su piel.

Suavemente, la tocó, con las yemas de los dedos saltando sobre su carne,
despertando nervios y deseos. El calor se encrespó en su vientre, empujando sus
muslos para cerrar alrededor de los lados de Lucian como su longitud endurecida
muele en su sexo desnudo. Instintivamente, sus manos encontraron las fuertes
líneas de su espalda y hombros, sus dedos cavando para mantenerlo más cerca, y
para sentirlo mejor. La excitación empapada entre sus muslos, y ella ansiaba que la
llenara y la tomara.

Quiero amarte murmuró a lo largo de la curva de su seno derecho.


Amarte y luego dormir.

Podemos hacer eso respondió con un gemido. Los dientes de Lucian se


cerraron en su pezón, haciendo que Jordyn se arqueara en su boca y jadeó. Jesús,
Lucian.

Otra vez exigió, moliendo más fuerte en su sexo, sus dedos agarrando
fuertemente a sus caderas. Mi nombre en tu boca justo así, cariño. Como tú me
adoras y me amas, solo a mí. Como si fuera todo lo que necesitas y quieres.

Jordyn gimió bajo. Tú lo eres.

Dilo, Jordyn.

Lucian, por favor...


Solo se alejó de su cuerpo por un momento, el tiempo suficiente para agarrar lo
que quería de la mesilla de noche, pero cada centímetro de ella lo sentía. Una
pérdida, un pedazo de ella desaparecido. No era normal.

Jordyn no quería que lo fuera.

Cuando volvió a subir entre sus muslos abiertos, su bóxer había desaparecido y
un condón se deslizaba por el duro vástago de su polla. Más humedad salía del
coño de Jordyn, su sexo se apretó al ver la mano de Lucian tocando su longitud.

Siempre estaba tan húmeda para él. Su cuerpo quería más, lo ansiaba
constantemente. Su toque, su boca, sus manos. Todo. Todo de él.

Esta vez no fue la excepción.

Jordyn dio la bienvenida al peso de Lucian de buena gana cuando cubrió su


cuerpo con el suyo. Lucian la tomó sin previo aviso, pero para el movimiento
rápido de su mirada penetrante en la de ella mientras su polla empujaba en su
núcleo. Estaba lista para él, su cuerpo tomó su intrusión sin ningún problema en
absoluto. Los tejidos sensibles de su sexo se flexionaron alrededor de él,
extendiéndola... tan jodidamente llena. El grito alto de su felicidad al llegar al
fondo con esa única y suave zambullida fue capturado en su boca tomando el suyo.

Por encima de su cabeza, sus dedos se enredaron contra las almohadas.

Fue solo un segundo que se quedó quieto, pero lo sintió todo. El pulso en su eje
que parecía coincidir con su ritmo cardíaco acelerado. El temblor en sus músculos
mientras se retiraba e ingresaba en ella de nuevo. El diminuto estremecimiento de
su labio inferior que tocaba el suyo.

No llores por mí. Lo oyó decir.

¿Lo había estado haciendo? Jordyn ni siquiera se dio cuenta de que las lágrimas
que había mantenido a raya comenzaban finalmente a caer.

Jordyn levantó sus caderas debajo de él para instarlo a moverse. Lucian lo


hizo, dolorosamente y tortuosamente lento. Era lo más suave que había amado su
cuerpo, incluso aquella primera vez no se comparaba con las emociones y la
dulzura que se mezclaban con esto.

Cada flexión de su cuerpo en el suyo envió el calor que se levantaba, el empuje


de la bobina. El olor de su sexo ya empezaba a penetrar en la habitación. Era la
reunión rítmica de la piel en la piel, de sus talones que cavaban en su espalda, y sus
manos de puño que empujan más difícilmente en las almohadillas.
A Jordyn amaba a este hombre. Lo amaba completamente, enteramente.
Amaba el modo en que la amaba.

Los ojos avellana miraban en los de ella mientras los jadeos se convertían en
gritos. No había ningún truco para su amor, ni palabras rápidas y sucias o jodidas.
No era necesario. Su cuerpo le respondía tan bien sin él.

No estaba completamente segura de cuánto tiempo permanecieron así.


Después de que un orgasmo la había barrido suavemente, con un trillado de placer
que engrosaba su sangre y su voz. La segunda se acumuló con una intensidad más
alta, haciéndola consciente de cada centímetro de cada empuje hasta que estaba en
un precipicio y cayendo. Sudorosa y perdida por Lucian, lo observó soltarse con
humedad en su mirada y lo beso en su boca.

No llores dijo de nuevo, besando su mandíbula.

Esto es lo que la gente que ama hace, Lucian. Lloran cuando alguien a quien
aman le duele.

Pero no me duele contigo, Jordyn.


Capítulo 18
—Jordyn, no puede ser tan malo, cariño. —Lucian trató de tranquilizarla.

—Sí lo es. Es horrible. ¿Te das cuenta de que llaman a Cecelia especial todo el
tiempo? Pero él es uno de los hombres más difíciles de trabajar por lo que he
conocido. Ella no es difícil de tratar en absoluto en comparación con él. Voy a
matarlo. Lo haré. Con esa bonita colección de cuchillos en su oficina. Nadie
sospechará nada.

Lucian se obligó a no reír, o golpear su cabeza repetidamente al volante del


Lexus. Cualquiera de los dos habría servido francamente, porque estaba atrapado
entre la diversión y la frustración.

—Te estás riendo de mí —murmuró Jordyn. ¡Esto no es gracioso!

—¡No lo hago!

No en el exterior, corrigió Lucian internamente.

—¡Lo estás! —susurró Jordyn en el otro extremo del teléfono, y Lucian juró
que oía su pie pisotear. Tal vez estaba más agitada de lo que pensaba. Bien, estoy
colgando.

—No, no lo hagas. —Lucian se frotó las sienes, mirando por la ventana los
vehículos que pasaban. Te dije que era difícil trabajar con él. No estaba
mintiendo. La última asistente duró menos de dos semanas, y la anterior, un mes
como máximo. Hay una razón por la que renuncian, y no es porque Antony los
despide.

—No lo hace... es completamente molesto.

El hecho era que Lucian sabía que Jordyn realmente disfrutaba trabajando con
Antony. Realmente se destacó en algo que nunca había probado antes. Era tan
buena para mantener su tiempo controlado, y asegurándose de que siempre estaba
en camino. El trabajo aseguraba que estaba ocupada, a Antony le gustaba y la
respetaba como persona, y era un ambiente saludable lo que le dio a Jordyn algo
que hacer. Era un testimonio a su habilidad una vez, adaptarse a una nueva
situación.
Dante se rio en el asiento del acompañante, habiendo escuchado la
conversación en silencio hasta entonces. — ¿Quién está en su agenda de reuniones
después de la cena?

Lucian pasó la pregunta a Jordyn, no que entendiera lo que importaba y luego


decidió encender el teléfono en alta voz.

—Joseph Crony. Todo lo demás, excepto la cena de Cecelia, fue despejada


para el tipo.

—Ahí está dijo Dante, como si eso lo explicara todo. Joseph pasa a ser
uno de los mayores rivales de papá en inversiones de desarrollo. Eso enloquece a
Antony, incluso si tiene una línea de fondo más alta que Joseph.

—¿Está actuando de esta manera por dinero? —gritó Jordyn.

—No solo dinero. Competencia. Vieja rivalidad. Joseph iba a ir a la quiebra


para mantener sus números de inversión de propiedad dentro de un margen de
cinco por ciento de Antony. Antony se iría a comprar las firmas de Joseph, y
créeme, lo ha intentado. Es una ida y vuelta que nunca termina realmente. Creo
que en secreto se quieren, pero papá se pone de humor siempre que tiene una
reunión con el hombre, y las tienen al menos una vez al mes, solo para mantener
las apariencias amistosas.

—Genial gruñó Jordyn. Vamos a volver a la escuela secundaria.

Dante se encogió de hombros, dando a Lucian una expresión de simpatía. —


Puede parecer infantil, pero ha estado sucediendo durante años.

—¿Cómo sabes todo esto?

—Porque tengo un cuarenta por ciento de participación en Industrias Marcello


contestó Dante. Esa fue mi garantía de herencia después de la universidad. Me
gusta trabajar junto a papá la mayoría de los días. ¿Por qué crees que me tomé el
día libre hoy, Jordyn?

—Debería haberla tenido en la cama conmigo esta mañana dijo Lucian en


voz baja. Eso sería mucho más divertido que esto.

Dante ignoró el comentario. —Te sugiero que hagas algunas investigaciones


rápidas y sucias sobre Joseph y su negocio antes de la reunión. Ten en cuenta que
nunca ha superado la línea de fondo de Antony ni siquiera un punto decimal de un
por ciento, y eso es lo que más importa a mi padre, sin importar lo que Joseph
intenta decir. En la actualidad, Antony se clasifica por encima de él por lo menos
cuatro puntos en las listas más ricas, América del Norte, Estados Unidos y en todo
el mundo incluido. Recuérdaselo a Antony y se tranquilizará un poco.

—No puedo creer que se trata de dinero —dijo Jordyn de nuevo, claramente
exasperada. Eso es ridículo.

—La mayoría de las cosas que están en nuestro negocio —respondió Dante—.
El dinero hace que el mundo gire.

Lucian tomó el teléfono del altavoz y lo sujetó a su oreja. —¿Vas a estar bien?

Jordyn suspiró profundamente. —Hundirme o nadar, Lucian.

—Mientras no te ahogues, cariño. De todos modos, no te dejaría.

—Dinero, honestamente. Tengo que irme. ¿Te quiero, hmm?

—Igualmente.

Lucian colgó el teléfono con una risita, dejando caer el dispositivo sobre su
regazo.
—Ella estará bien —dijo Dante, sonriendo. Las otras personas que trabajan
alrededor de ella están celosas como el infierno. Antony no le ladra a Jordyn como
hace con otros porque ella no tiene miedo de retroceder. Le tienen miedo, ella no lo
tiene. Es buena para él.

—Ella es dura —aceptó Lucian.

—Tendría que serlo para estar durmiendo contigo. Mantenerla en la cama, ¿eh?

Lucian sabía que su hermano no ignoraba ese comentario como él pretendía.


—En realidad, era más como el mostrador de la cocina. Sabe cómo a dulces. Es
adictivo. El amor es loco, Dante. Creo que finalmente lo consigo.

—Jesús. Voy a aceptar tu palabra.

—Antony estaba preocupado por la gente que me miraba, pero creo que ahora
te estarán observando más.

Dante frunció el ceño. —No quiero casarme, Lucian.

—Entonces, tampoco quieres ser jefe.

—Es una tradición estúpida y arcaica. La Comisión tiene que olvidarlo.


—Sabes que no lo harán —respondió Lucian. En todo caso, van a empujar a
Antony más difícil para que escojas a una esposa y te calme.

—El matrimonio no es para todos. No estoy diciendo que sería más feliz solo,
pero ciertamente jodidamente no lo comparto muy bien. ¿No es eso lo que es una
relación? ¿Compartir tu vida? No tengo mucho que ofrecer a una mujer. Me gusta
mi vida tal y como es.

—Eso también es egoísta.

—Que así sea murmuró Dante.

—¿Has considerado dejar que papá arregle...?

—No. Vaffanculo24 con esa tontería.

—Bueno —dijo Lucian, bajando las gafas de sol. Si no quieres un


matrimonio por amor, entonces tienes uno por negocios. Te guste o no, necesitas
una esposa para ser elegible para hacerse cargo de la familia. Esa es la realidad.

—No quiero que mi padre elija a mi esposa como si fuera un regalo para ser
desempaquetado. Lo arreglaré primero.

Algo en el tono de su hermano llamó la atención de Lucian. —¿Lo harás?

—Aún no.

—¿Pero lo estás considerando? —preguntó Lucian, sorprendido.

—No quiero hablar más de eso. Comencemos este día. El tipo de Gio primero,
¿sí?

Lucian asintió, dejando caer el tema. —El tipo de Gio primero.

Ambos hermanos salieron del Lexus, dejándolo aparcado al lado de la calle


mientras caminaban por el camino. No estarían en el lugar por mucho tiempo, así
que Lucian dejó el coche encendido. Lucian escaneó los pequeños letreros del
edificio con la dirección que le habían dado, notando que el abogado con el que
necesitaban hablar estaba ubicado en el callejón.

¿Estás listo para la diversión de Marcello? —preguntó Lucian mientras abría


la puerta.

Dante sonrió. —Siempre lo soy.


24
En italiano - Vete a joder por el culo.
Treinta minutos más tarde, Lucian estaba detrás de un abogado conocido por
su capacidad de acción de clase en la sala del tribunal, y su adicción al juego en las
calles. No era lo suficientemente importante para que Lucian llamara al hombre
por su nombre, pero el dinero que debía a cualquier hermano era dinero que debía a
su padre.

Esa mierda no tenía.

Dante se recostó en la silla de cuero sin brazos frente al escritorio del hombre y
cruzó su tobillo izquierdo sobre su rodilla derecha. A veces, especialmente cuando
su hermano menor lucía así, Lucian se sorprendió de lo mucho que imitaba a su
padre sin ni siquiera darse cuenta. Como si no fuera nada, la máscara de Dante
voltearía, y de repente no solo era un hombre joven, sino un ser endurecido, frío,
sin emociones nacido del crimen.

—Doscientos G. Esa es una gran deuda que tenemos. Y lo debes por... ¿qué,
ocho semanas, ahora? Eso es inaceptable. Por lo que entiendo, ninguno de los
anteriores mensajes de Giovanni para recuperar su préstamo funcionó.

—¿Mensajes? —exclamó el abogado.

—Eres un abogado, seguramente lo entiendes. —Lucian se encogió de


hombros. Es un término mejor que amenazas y menos ilegal.

—Lo es —asintió Dante. Y esto es mucho más íntimo y personal para ti. No
muy a menudo los deudores tienen una reunión cara a cara con el subalterno hoy
en día. Considérate afortunado.

Lucian no había hecho mucho con el abogado, pero asustándolo y golpeándolo


un poco, mientras Dante se sentaba en su silla, tranquilo y despreocupado,
explicando por qué estaban allí y qué iba a pasar durante la reunión. Habían pasado
un par de años desde que Lucian y Dante fueron capaces de trabajar juntos así... y
se sentía como en los viejos tiempos.

Buenos recuerdos.

—Entonces —continuó Dante, poniendo el pie de nuevo en el suelo y


poniéndose de pie de la silla, así es como haremos que este trabajo funcione,
señor Crain. Ya no tienes que pagar, tienes una semana para pagar el préstamo.

—¿Una semana? —preguntó el hombre, todavía sin aliento por un golpe


anterior en la costilla.

Dante se movió rápido, demasiado rápido para que el hombre reaccionara. No


es que pudiera haberlo hecho, ya que Lucian seguía detrás de él, la amenaza que no
podía olvidar. Como un destello, las manos de Dante golpearon hacia fuera y
cogieron al abogado, arrojándolo al borde mismo del escritorio como sus dedos
clavados en las partes posteriores de los nudillos del hombre.

—Oh, ojalá hubiera traído mi navaja conmigo hoy solo para cobrar el primer
pago tardío dijo Dante, mirando al hombre directamente en la cara y
sonriendo. No me gusta repetirme, así que asegúrese de escuchar bien de aquí en
adelante. Una semana. Por cada semana que llegues tarde, tendré uno de tus dedos
cortado para ser usado como un carillón de viento en la cubierta de mi condominio
de la Quinta Avenida. Debería ir muy bien con la vista de veinte millones de
dólares. Usted puede agregar un interés adicional del quince por ciento encima del
dinero que ya debes porque has probado mi paciencia hoy. ¿Entendido?

Tragando con dificultad, el abogado asintió frenéticamente. —Sí... Sí, está


bien.

—Es bueno escucharlo. —Dante lo soltó. ¿Lucian?

Con la aprobación de Dante para la última advertencia, la mano de Lucian se


estrelló contra la cabeza del abogado con una fuerza aplastante. Como no lo
esperaba, no había resistencia. El rostro del hombre golpeó la parte superior plana
de madera de su escritorio con un crujido repugnante. Sangre, dientes, saliva y
cartílago se derraman de una boca y nariz rota.

—Deja de sonreír tan malditamente sobre estos anuncios terribles tuyos —dijo
Lucian por encima de él. Esto debería ayudar. Alguien volverá a verte la próxima
semana, señor Crain.

Cuando los hermanos salieron de la oficina del abogado y bajaron por el pasillo
hasta donde esperaba su secretaria, Dante saludó a la mujer detrás de su escritorio
con una sonrisa encantadora y confidente. —Me dijo que le dejara saber que está
un poco desgastado, así que va a tomar una siesta. Una vez más, lamentamos la
reunión inesperada, pero sabía que íbamos a venir.

—Está bien, pero no recibí tu nombre —dijo la chica.

Lucian sonrió. —No lo necesitas.

Caminando por la larga escalera que conducía al callejón, Lucian arregló su


chaqueta y su corbata por quinta vez. Justo cuando hizo un movimiento para abrir
la puerta, el rápido sonido de los disparos de asalto lo hizo caer contra la puerta y
agarrar el arma en la parte de atrás de sus pantalones. Dante siguió su ejemplo, se
agachó contra la pared con un Magnum en su apretón.

Tan pronto como llegaron los disparos, se había ido.


El sonido de una alarma de coche familiar que sonaba a través de la calle era
alto y claro.

—Esto no es una parte de la ciudad donde un paseo sería común —dijo Dante,
mirando a Lucian.

No, ciertamente no lo era.

—Quédate aquí, ¿sí?

Dante fulminó con la mirada. —No.

—Sí, idiota —gruñó Lucian—. Porque papá me mataría si algo te ocurriría. Ni


siquiera debes estar conmigo hoy. Dame veinte segundos. Eso es todo.

Rechazando discutir con su hermano más lejos, Lucian salió de la puerta de


entrada del callejón y caminó tranquilamente por el camino con su arma todavía al
aire libre a su lado. De repente, sudor había resbalado hasta sus palmas de las
manos y su corazón se aceleró. No era como él al estar nervioso, pero algo se
sentía. Tan equivocado.

La alarma del coche era mucho más fuerte fuera.

En el brillo de la calle, Lucian se quedó mirando a su amado Lexus en estado


de shock.

Todo el camino a lo largo del lado del conductor del coche, rociado de balas
llenó el coche. Las ventanas estaban destrozadas, el vehículo estaba arruinado y
seguía corriendo, como Lucian lo dejó. El Lexus era el único coche en el lado de la
calle que fue golpeado.

—Dolce cazzo25 —exclamó Dante detrás de él.

—¡Te dije que esperas!

—¿Alguien intentó matarnos?

No sería la primera vez.

Lucian no creía que el sujeto de la intención fuera su hermano, sin embargo.


Nadie sabía que Dante trabajaba con él, pero Gio, y eso no era posible.
Desesperado, trató de buscar su cerebro y recordar si alguien lo había seguido esa
mañana.

25
En italiano – Dulce mierda.
Nada se destacó.

Alguien pudo haber recibido la noticia de que iba a estar en la zona y buscó su
vehículo. Eso fue posible. Con el coche a la izquierda corriendo, podría haber
parecido que estaba dentro porque las ventanas estaban tintadas tan oscuro que
eran ilegales.

—¿Lucian?

—No, alguien intentó matarme.

●●●

—¿Pensé que ibas al gimnasio hoy? —preguntó Antony, volviéndose


rápidamente hacia Dante con la mirada entrecerrada.

—Cambio de planes.

Antony se burló. —Cambio de planes, Dante. ¿Qué habría pasado si estuvieras


en ese coche, hijo?

—No tendríamos esta discusión, supongo —respondió Dante con indiferencia.

Respuesta incorrecta. Lucian gimió internamente.

—No tendríamos esto... —Antony pellizcó el puente de su nariz, respirando


aire como un toro cabreado. Lucian sabía lo que venía a continuación y se movió
ligeramente delante de Jordyn para bloquearla. Un vaso se fue volando contra la
pared y haciéndose añicos cuando la ira de Antony explotó. ¡Aléjate de mi cara
ahora mismo antes de hacerte desear que estuvieras en ese jodido auto!

Curiosamente, Jordyn no pareció reaccionar un poco ante el espectáculo de


rabia de Antony. Simplemente siguió mirando sus manos descansando en su regazo
mientras Dante salía de la oficina de su padre con un movimiento de su dedo
medio y murmurando acerca de la necesidad de una bebida, de todos modos.

—Lucian…

—Oye, no vuelvas a ponerme esto de nuevo —Lucian interrumpió


bruscamente a su padre—. Tiene veintiséis años, casi veintisiete. No puedo
controlarlo. Además, esto no fue un problema hace dos años cuando los tres
corríamos juntos como una manada de perros.

—¡No he dicho que esto fue tu culpa!


—Hace diez minutos cuando me gritaste.

Antony miró fijamente a la pared donde la pintura se rascaba por el cristal que
la golpeaba. —Y yo estaba gritando a Gio hace una hora por no recordar hacer su
cama el domingo por la mañana antes de la iglesia. Grito. Eso es lo que hago
cuando estoy frustrado.

—Gio tiene veinticinco años —gruñó Lucian entre dientes—. No necesita ser
criado acerca de su desordenada cama.

—Lo hace cuando duerme en mi maldita casa y tu madre se niega a dejarme


contratar a otra doncella y luego se queja del estado de su cama.

—Escucha, manejé a los policías —comenzó Lucian—. Declaración rápida,


número de contacto, lo habitual. No tenía nada que decir, no veía nada, y eso era
todo. Pueden llamar a mi abogado si quieren algo más.

—Oh, lo sé. —Antony sacudió la cabeza e hizo una mueca—. Sin embargo, los
odio. No necesitan estar demasiado cerca de ninguno de nosotros por ninguna
razón. Me desordena. No es natural que nos comuniquemos con la policía a menos
que yo les esté pagando por información.

—Estaban interesados en por qué yo estaba en la zona —añadió Lucian


después.

—¿Y?

—Y nada. Dije que estaba visitando a un amigo. Ellos querían saber quién, y
les dije que no hacía ninguna diferencia en cuanto a por qué mi coche estaba
involucrado en una unidad de tiro. No podían estar exactamente en desacuerdo.
Como dije, tienen el número de mi abogado.

—¿Esto era sobre mí? —preguntó Jordyn suavemente desde el sofá—. ¿Los
Hijos del Infierno de nuevo?

—Sí —dijo Lucian inmediatamente, porque eso era lo que suponía.

—No —dijo Antony al mismo tiempo.

Lucian giró sobre sus talones. —¿Qué?

Antony se encogió de hombros. —No creo que fuera sobre el MC.


—Eso es una broma, ¿verdad? —preguntó Lucian—. Después de nuestro
pequeño espectáculo con el club de strippers, no puedes esperar que no prueben
algo.

—Bueno, a menos que haya oído mal, no son ellos, Lucian.

A Lucian no le gustó cómo atípicamente tranquila estaba Jordyn detrás de él.


Ella había sido así desde que el auto privado recogió a ella y Antony de Industrias
Marcello poco después del tiroteo y los trajo a la casa en Tuxedo Park. De acuerdo
con su madre y su padre, de todos modos.

Tal vez estaba asustada. Lucian no lo sabía. Considerando que ella no quería
hablar con él.

—¿Qué has oído? —preguntó Lucian, intentando distanciarse de su


preocupación interior.

Antony se tomó un dulce momento sacando su silla de oficina y se sentó,


tirando de su escritorio. Al abrir un cajón, sacó un archivo de manila y lo tiró sin
cuidado. Lucian no hizo un movimiento para agarrar el archivo porque no estaba
seguro de si se suponía que debía hacerlo.

Mejor que no sea una mierda como la que me trajiste la última vez que me
mostraste una carpeta dijo Lucian, templando su tono. No ahora.

Para la última vez, se refería a las tonterías sobre el pasado y la vida de Jordyn.

Una vez fue suficiente replicó Antony con dulzura. Sabes por qué lo
hice, así que no vuelvas a masticar mi culo de nuevo.

¿Entonces qué?

Antony suspiró pesadamente. ¿Will Vetta ha fallecido?

La columna vertebral de Lucian chasqueó mientras se enderezaba, oyendo las


palabras, pero no creyendo que las entendiera correctamente. El silencio, el ruido
quejumbroso detrás de él no escapó de su aviso, tampoco. Era casi como si pudiera
sentir el choque y la confusión de Jordyn irradiando directamente en sus propias
venas.

¿Perdón? preguntó Lucian, con voz entrecortada.

Will Vetta está muerta repitió Antony. Su cuerpo fue encontrado bajo
un puente de Brooklyn por un corredor la semana pasada.
La mente de Lucian corrió para hacer las cuentas. Pero, espera... No, eso no
funciona.

Lo hace. Tengo los informes, hijo. Pagué una moneda de diez centavos para
conseguirlos antes de que fueran publicadas como registro público, teniendo en
cuenta que hay una investigación activa en todo el club en este momento. Según la
estimación del forense, murió al menos dos días después de que golpeáramos las
piernas y el cuero. Eso es mucho antes de hoy, Lucian.

Uno de sus hombres, entonces. Tal vez siguiendo órdenes antes de morir.

No, no lo creo murmuró Antony. Hicimos nuestro punto. Tres hombres


entraron en su club y lo despejaron por negocios. Apenas necesitábamos hacer una
cosa. No nos esperaban. Ni siquiera podían defenderse. Era solo una pequeña
muestra de lo que somos capaces de hacer y creo que lo sabían.

Sí, entiendo eso respondió Lucian.

Sin ofender, pero una mujer no vale la pena derribar toda una empresa
criminal. Al menos no para ellos. Tienen tres docenas más para reemplazarla. Los
hombres inteligentes, incluso si son criminales, saben cuándo han sido superados y
cuándo dar un paso atrás. Yo mismo te enseñé esa lección, hijo.

Lucian estuvo de acuerdo, pero él seguía corriendo para ponerse al día. Así
que esto significa...

No, ni siquiera pudo terminar el pensamiento.

Jordyn se levantó del sofá y cruzó la habitación para recoger el archivo.


¿Muerto?

Antony asintió con la cabeza. Sí.

¿Cómo? preguntó ella.

Los informes iniciales dicen que parecía una sobredosis de drogas. Heroína,
para ser específico. Sin embargo, el cuerpo fue trasladado debajo del puente
después de la muerte. Eso ciertamente no sería raro para las personas que no
quieren ser atrapados con drogas debido a la necesidad de llamar a un servicio de
emergencia para alguien. Sin embargo, no fue lo único sospechoso.

¿Qué más? preguntó Jordyn.


Lucian quería decirle que se detuviera y le pidiera que se diera un momento
para respirar y considerar qué significaba todo esto, pero no pudo. Estaba tan
congelado como Jordyn parecía estar, atrapado en un tiempo que no se sentía real o
correcto.

Cuando Antony no respondió de inmediato, Jordyn recogió el expediente y lo


abrió. Lucian observó cómo sus ojos escudriñaban el informe, mientras la humedad
se acumulaba a lo largo de sus pestañas inferiores cuanto más leía.

Luego, pasó a la siguiente cosa en el archivo.

No era un informe. Era una foto.

Will Vetta estaba muerto en una mesa de autopsia. Una sábana lo cubrió desde
el pecho hacia abajo. Los signos evidentes de una sobredosis de drogas eran
evidentes en los blancos amarillentos de sus ojos, y el líquido seco y burbujeante
alrededor de su boca.

¿Lo encontraron en su boca? preguntó Jordyn.

Sí confirmó Antony.

Encontrar ¿qué? Lucian no tenía ni idea de lo que estaban hablando.

Su parche, el que significaba su rango. Había sido arrancado de su chaleco,


junto con el parche del club, y fue amontonado y forzado en su boca y a través de
su garganta. Podría haber muerto de una sobredosis, pero el acto posterior fue
intencional y un mensaje muy claro explicó Antony, manteniendo su calma
exterior. Por eso dije que se acabó entre nosotros y los Hijos del Infierno.

Él está… muerto. Justo así susurró Jordyn. Ido.

Lucian no tuvo la oportunidad de decir nada o consolar a Jordyn, si eso era lo


que necesitaba, porque en el segundo siguiente, estaba volando desde la oficina.
Miró fijamente la puerta vacía y abierta para lo que parecía una eternidad, sin saber
qué hacer.

Su madre murió de una sobredosis de heroína. No necesitaba ver esa foto.

Jordyn la recogió, Lucian. No se lo dije.

¡Pero podrías haberla advertido!


No respondió Antony con frialdad. Ella necesita ver, tener pruebas. Está
a salvo. Eso era lo que necesitaba, Lucian. Le diste eso. Ahora, dale un momento
para que su mente alcance la información.

Lucian estaba empezando a hacerlo. No era acerca de ella hoy. El tirador no
estaba tratando de atrapar a Jordyn.

No hijo.

Se trataba de Lucian. Alguien estaba tratando de matarlo.


Capítulo 19
Hola, cariño.

Jordyn agitó la mano sobre su rostro como una respuesta a Lucian. Recostarse
en el sofá de cuero que había en la casa de la familia Marcello era la única forma en
que se sentía capaz de controlar las olas de mareo y náuseas.

¿Qué haces aquí? preguntó Lucian.

Esta es tu habitación, ¿no?

Lo es. Esta casa también tiene una casa de huéspedes, un pequeño gimnasio,
una mini biblioteca, dos salas de entretenimiento, la piscina cubierta, y mucho
espacio en otros lugares. Te puedes perder en los pasillos si vas solo. Solo por
curiosidad por qué escogiste aquí para esconderte.

Jordyn se encogió de hombros. Se siente como tú.

Oh. Bueno, está bien. Lucian se puso de pie antes de entrar en la


habitación y cerrar la puerta detrás de él. Saliste corriendo de allí muy rápido, así
que no tuve la oportunidad de ver cómo te sentías.

No particularmente bien murmuró Jordyn en la curva de su brazo.

Sí dijo Lucian humildemente. No lo creo. ¿Quieres hablar?

Realmente no.

Con los ojos cerrados, Jordyn se basó en su oído para saber lo que Lucian
estaba haciendo. Solo el sonido del cambio de la cama le dijo que estaba sentado a
pocos metros de distancia. Ella quería seguir enterrándose en la sudadera con
capucha que encontró en su armario antes y perderse en el sofá. Para el resto del
mundo, no la necesitaba ahora mismo.

¿Jordyn?

¿Hmm?
¿Fuiste a través de mis cosas aquí?

Sí.

Lucian se rio entre dientes. Te puedes quedar la sudadera con capucha.

Demasiado tarde. De todas formas, no la estarías recuperando.

Grandioso.

Además, la hierba escondida en la caja en el estante trasero de tu armario


está bastante seca. Deberías deshacerte de él. No creo que sea un buen humo.

La risa de Lucian era un bálsamo para sus nervios sobrecargados de trabajo.


Lo haré. Probablemente ha estado ahí durante diez años.

¿Pensé que dormías aquí los sábados por la noche para hacer el desayuno y
la iglesia todos los domingos? preguntó Jordyn.

Antes de que vinieras, siempre. Últimamente he estado un poco distraído.

La familia es importante, Lucian. No me uses como una excusa para saltarte
tus responsabilidades.

Te pareces a mi madre respondió Lucian con un tono completamente


perturbado. No me gusta eso. Lo único que hace es crisparme los nervios. Para
antes de que se convierta en un hábito y este atascado con ello. Si quieres arruinar
nuestra vida sexual, es una gran manera de empezar.

Ella tiene un punto dijo Jordyn con un suspiro. No me importaría estar


aquí los sábados por la noche.

Si eso es lo que quieres, cariño. No quiero oír nada cuando te den
discusiones sobre dormir en la misma cama, el sexo antes del matrimonio y el
pecado. Pasará, te lo prometo. Antes de que lo sepas, Cecelia te hará convencer que
la única manera que vayas al cielo es si tú caminas por el pasillo en un vestido de
marfil tan pronto como humanamente posible. Ella puede arreglar una boda en una
semana, incluyendo pagar al sacerdote para olvidarse de la consejería de la pareja
de seis meses requerida. No subestimes los poderes manipuladores de esa mujer.

Me ocuparé de ello murmuró. Además, probablemente solo te


molestará.

Cierto.
Finalmente, Jordyn movió el brazo para poder ver a Lucian. Una débil sonrisa
jugó en el borde de su boca, pero la preocupación en su mirada embriagadora era
demasiado clara.

Está realmente muerto, ¿eh? preguntó Jordyn en un susurro.

Lucian asintió con la cabeza. Sí, bella. Will ha muerto. Y que se pudra en el
infierno donde pertenece.

Pareces enojado.

Lo estoy.

¿Por qué, esto no es bueno? Quiero decir, debería ser.

Claro que lo es. Excepto que no conseguí hacerle nada que yo quisiera. No
pude hacerle sangrar por marcar tu cara, o romperle los huesos por él rompiendo tu
piel. No tuve que lastimarlo, ni tubo que llorar ni rogar... nada. Siento que quedó
colgado. Eso fue demasiado fácil para él, Jordyn. No fue nada como lo que le
habría hecho por lo que te hizo.

Jordyn sintió el escalofrío que subía por su espina dorsal de la ira y la oscuridad
de Lucian. De vez en cuando, la naturaleza traicionera de su alma proyecta dura y
brillante, recordándole que bajo sus manos dulces y suaves era un hombre
peligroso. Ella lo amaba tanto como se preocupaba por ello.

A veces la venganza no nos deja en ninguna parte sino el frío, Lucian.

Desnudó los dientes, sonriendo. No, creo que me habría dejado muy alto.

Es difícil de creer dijo Jordyn suavemente, derritiéndose en la cálida palma


de Lucian mientras se movía para acariciar su mejilla. Después de todo, así es
como termina para mí y para él. Nunca sabré lo que hice para que ese hombre me
odiara, o por qué merecía toda su amargura y abuso.

Tal vez no fue lo que hiciste ofreció Lucian, encogiéndose de hombros.


... pero lo que alguien más no le da.

Mi madre, quieres decir.

Ese es el primer lugar donde empezaría a buscar.

Creo que la amó una vez murmuró Jordyn. Ella no lo quería.


Los malos hombres se hacen monstruos, cariño.

Jordyn olfateó las emociones. Ahora se sentían inútiles. Supongo que no


entiendo la mentalidad.

Creo que es probable que él fue a la siguiente mejor cosa para hacerle daño.
Lo más parecido a lo que podía soportar lanzando su crueldad y, por desgracia, fue
a ti.

¿Es eso lo que harías tú también, si no pudieras tener lo que amaras?


preguntó.

Lucian soltó una respiración áspera. No. Me comería mi arma antes de que
pudiera herir a alguien que amara, especialmente a ti.

Parece demasiado fácil, y no sé a dónde ir desde aquí. ¿Qué hago ahora?

¿Conmigo?

¿Con quién más podría hacerlo? preguntó Jordyn, dándole una mirada.
Si contigo.

Vivimos.

Los labios de Jordyn se agrietaron con una sonrisa que igualaba a la de Lucian,
pero se desvaneció demasiado rápido. Excepto que alguien disparo encima de tu
Lexus esta mañana que espera que estarías adentro.

Sin decir nada, Lucian la empujó hasta sentarse en el sofá. Arrodillándose entre
las rodillas, trazó los contornos de sus mejillas y labios con los pulgares
suavemente. Cuando su dedo paso sobre su suave labio inferior, Jordyn lo besó.

Esperaba que no hubieras puesto eso junto, todavía dijo Lucian.

Por supuesto lo hice.

Tú eres cualquier cosa menos estúpida, lo sé. Supongo que pedirte que
confíes en nosotros y nos dejes manejarlo sin que tú te preocupes es inútil, ¿cierto?

Jordyn se encogió de hombros débilmente. Te amo, Lucian. No puedo


ignorarlo.

Siendo quien soy, siempre estoy en una especie de bloqueo, Jordyn. Todos lo
estamos.
¿Pero siempre es tan evidente?

No admitió despacio. Nada va a suceder.

Jordyn quería creérselo más que nada. Si hubieras estado en el coche...

No lo estaba.

Odio cómo esto funciona a veces entre tú y yo le dijo Jordyn mientras su
mano le acariciaba la mandíbula. Recibo una llamada telefónica, un coche
aparece, me dijeron que tengo que irme, y eso es todo. Me queda preguntarme y
preocuparme hasta que vea tu rostro, e incluso eso realmente no ayuda al final.

Mejor que te lleve a un lugar seguro que perder tiempo con información.

Jordyn lo miró fijamente, la frustración aumentando. ¡No es para mí!

Lo siento, pero así es como funciona.

¿Qué hacemos ahora? preguntó Jordyn, sin señalar nada.

Sobre la amenaza en mí, esperamos hasta la próxima vez.

Algo horrible se alojó en su garganta. ¿Esperar la próxima vez?

Lucian no se molestó en apartar su mirada de la de ella mientras le


respondía: Esperar y espero que la próxima vez, no sea tan sutil, y alguien lo
arruine. Habrá la próxima vez y limita a la gente cada vez.

No me gusta eso murmuró Jordyn. Solo hazte el tonto y espera a ser
asesinado.

Nadie me está matando. Déjalo.

Jordyn suspiró, sabiendo que no iba a llegar a ninguna parte con él en esto.
Gracias.

Lucian levantó la ceja. ¿Por qué?

Mantener tu promesa y darme seguridad. Sacarme de donde no podía


escaparme. Siendo tú, supongo.

Solo por ti, bella mia. Entonces, Lucian sonrió, su manera burlona de
nuevo en un instante. Además, algo bueno vino de esto.
¿Oh? resopló Jordyn y puso los ojos en blanco. Dudo eso.

Por supuesto. Tengo que ir de compras de autos la próxima semana. ¿Qué


hombre no quiere una razón para comprar un coche nuevo? Puedes ayudarme a
elegir.

Jesucristo.

Eso es horrible le dijo seriamente. Ni siquiera es gracioso. Francamente,


está muy cerca de ser digno de que duermas en otra parte además de conmigo esta
noche.

Las compras de coches son un asunto serio, Jordyn. Nunca bromearía al


respecto. Lucian se levantó, inclinándose para besar su frente. Hablando de
esta noche, no te importa quedarte aquí, ¿verdad? Es tarde, y no estoy de humor
para que un coche nos lleve de vuelta a Manhattan. Antony ya llamó por el
Mercedes en el almacenamiento para que lo use hasta que consiga otro vehículo,
pero no estará aquí hasta mañana.

¿Su Mercedes? ¿Cuántos coches tiene?

Lucian se encogió de hombros, sintiéndose incómodo. Colecciono armas,


colecciona automóviles. Además, es el único vehículo de su flota con vidrio a
prueba de balas.

Genial, pensó Jordyn. Porque él necesita eso, ahora.

Quiero ir a dormir dijo en lugar de expresar sus pensamientos. Este día


tiene que terminar ya.

Lucian se rio entre dientes. De acuerdo, podemos hacer eso. Mañana será un
gran día, después de todo.

Maldición. Jordyn apenas ocultó su gemido. En la emoción del día, había


olvidado por completo la fiesta de mañana por la noche. Dante y Lucian ambos
tuvieron cumpleaños en cuestión de días. Lucian estaría cumpliendo veintiocho en
una semana, y Dante cumpliría veintisiete el próximo miércoles. Al parecer, los
hombres a menudo comparten una fiesta juntos, ya que tenían solo un año de
diferencia y tenían el mismo interés cuando se trataba de una celebración adecuada.

Hasta antes, había estado esperando la fiesta. Sería la primera vez que todos
salían juntos y entretenerse solo para divertirse. Jordyn no estaba segura de que este
era el momento adecuado para una fiesta después de lo que pasó.
¿Estás seguro de que es el mejor momento para esto?

El regalo de Gio para nosotros fue la sección VIP de su club para el sábado.
Lo cual tiene reservado para los próximos seis meses. Aparte de eso, Los Marcellos
no se esconde, Jordyn. No somos hombres temerosos.

Tal vez ese sea el problema, Lucian. No tienes miedo.

No discutió.

Algún tiempo después, de que Jordyn hubiese dormido durante mucho tiempo
y la gran casa estuviera en silencio, la silenciosa voz de Lucian murmuraba en su
oído, un beso en la mejilla y su mano que le acariciaba su costado despertándola.

Jordyn gimió en la oscuridad, volviéndose hacia su otro lado. Para. No


vamos a tener sexo en la casa de tus padres. Tú me has advertido las reglas.

Ese no era exactamente el plan, pero gracias por un rechazo antes de llegar
tan lejos gruñó Lucian.

¿Qué es?

Quería decirte que el día ha terminado, ahora.

Jordyn sonrió, viendo el tiempo parpadeando más allá de la medianoche en el


despertador de la mesita de noche. Bueno. ¿Podemos volver a dormir?

No, levántate.

Lucian.

Si esta era una de sus acrobacias, iba a desenterrarlo mañana.

En serio, Jordyn, levántate. Quiero mostrarte algo.

Gruñendo y murmurando todo el tiempo, Jordyn hizo lo que le exigía. Lucian


ni siquiera la dejó colocarse un par de pantalones de dormir de su ropa vieja, solo le
dijo que no los necesitaría que la camiseta y las bragas que usó estaban bien. Claro
que sí. La llevó a través de la silenciosa y oscura casa hasta que estaban en la planta
baja y en la parte trasera donde conducía al edificio de conexión para la piscina
cubierta. En silencio, Lucian tecleó números en la almohadilla de seguridad de las
puertas francesas y la abrió.

Las luces submarinas brillaban bajo el agua de la piscina, los colores cambiaban
rápidamente de uno a otro. Jordyn estaba casi demasiado ocupada admirando la
vista para notar que Lucian estaba tirando de su camiseta y quitándose los
pantalones de dormir. No tenía nada debajo.

Lucian, ¿qué estás...

Las palabras de Jordyn fueron cortadas cuando se zambulló en la piscina sin


previo aviso.

No dos segundos más tarde, se levantó de nuevo, los ojos avellana mirándola
como un depredador que quería su presa. Metete en el agua, Jordyn.

¿Qué? No. Estás loco.

No lo estoy. Quítate la ropa y entra al agua conmigo. Esta caliente, lo


prometo.

¡No me importa! Te lo dije, no en esta casa.

Lucian sonrió. No estamos técnicamente en la casa, cariño. Metete en el


agua y no me hagas volver a decírtelo o iré a buscarte.

Sabiendo que no hacía amenazas ociosas, Jordyn echó una mirada atrás a la
oscura casa. Todo el mundo estaba durmiendo. Nadie lo sabría.

Decidió que ni siquiera le importaba.

La ropa de Jordyn siguió el mismo camino que Lucian tenía antes de caer en el
agua mucho más tranquilo que lo que hacía. La piscina estaba caliente, pero
todavía estaba lo suficientemente frío para ser un shock. Ni siquiera tuvo la
oportunidad de respirar cuando volvió a tomar aire antes de que Lucian estuviera
delante de ella, volviendo a tomarla bajo el agua.

Allí, la besó, haciéndole sonreír como una tonta y desvanecerse las


preocupaciones.

Con el agua chapoteando en sus cuerpos, la silenciosa oscuridad que los


rodeaba y las luces arrojando arcoíris de colores a través de su piel, la amaba.
Gentil y suave, con los dedos enredados en su pelo mojado, y luego rápido y duro
con sus dientes mordisqueando su labio inferior para mantenerla tranquila. Tal vez
es donde se hicieron su cuerpo más consciente del suyo y los golpes se unieron una
y otra vez, pero fue glorioso.

Jordyn no tuvo que oírlo decirlo de nuevo para saberlo.

Eran hermosos.
●●●

Lucian sabía desde hace mucho tiempo que Cecelia y Antony Marcello podían
derribar barreras y participar tan duro y tan bien como cualquiera de sus hijos. No
había duda de que los dos podían beber como una esponja y no eran peores para el
desgaste. No les importaba la música de baile, ni las olas aplastantes de gente que
inundaba el club, y fueron los primeros en comenzar a ordenar bandejas de bebidas
en el momento en que todos entraron en el lugar.

Celebrar cumpleaños fue una gran cosa en la familia Marcello. Celebraban


juntos, todos ellos. Siempre había sido así. Ninguno de los hermanos se cuida de
sus padres en torno a ellos golpeando de nuevo las bebidas en su sección VIP, del
club. Aunque con sus padres alrededor, era menos probable que Gio o Dante
desaparecieran en alguna parte con una mujer en su brazo.

La invitación para la celebración estaba abierta a cualquiera de su familia,


viejos amigos, y la Cosa Nostra. Jordyn estaba aprendiendo más nombres de los
que podía seguir el rastro, Lucian lo sabía, pero ella estaba disfrutando, sin
embargo. La única regla que realmente se aplicaba a los cumpleaños cuando se
trataba de los hermanos era que no pedían regalos. Ya tenían más que suficiente, su
riqueza podría ser asombrosa. En cambio, solo querían que la gente se divirtiera.

Lucian le encantaba ver a Jordyn rodeada de gente tan curiosa y cuestionada.


Ella estaba haciéndolo muy bien y sosteniéndose a su lado. Jordyn no parecía ni un
poco abrumada por la atención. Francamente, su presencia le estaba dando un
descanso de parte de su familia que no le gustaba mucho, incluso si necesitaba ser
respetuoso. Otros, como Kate, que desgraciadamente se presentó, mantuvo su voz
que podía doblar el acero en un rugido sordo en la multitud. Al menos se había
mantenido alejada de Lucian y de Jordyn hasta ahora.

Lucian simplemente no podía apartar los ojos de Jordyn por demasiado tiempo
porque se veía increíble. Un estrecho vestido rojo abrazó sus curvas, mostrando
largas y suaves piernas y carne cremosa. El vestido se hundía lo suficiente en la
parte delantera para mantener la mirada de alguien en los diamantes alrededor de
su cuello, pero la V profunda que terminaba justo por encima de la hinchazón
redondeada de su culo donde tiene las flores de cerezo y la piel expuesta. Lucian
estaba un poco más que satisfecho con el hecho de que su chica no tenía maquillaje
excepto un poco de rímel para abanicarse esas pestañas gruesas y un lápiz labial de
rubí que llamaba la atención sobre el rosa natural de su boca. No necesitaba más.
La mujer era sexy como el infierno sin ello. La combinación de sus tacones rojos
solo añadió a su figura bien formada y acentuó el dominio en su balanceo.

Cada vez que se volvía, alguien miraba.


Lucian sonreía como un idiota. Disfrutaba muchísimo mostrando a Jordyn
porque algo tan hermoso no debía ocultarse.

Mientras nadie la tocara.

Esa era su regla. Hasta ahora, se había cumplido.

No dudaría en cortar a alguien si la rompiera, sin embargo.

Lucian se recostó en una pared, habiendo logrado finalmente escapar de


algunos de los invitados y de la familia celebrando. En las sombras donde podía
estar solo y sin molestia, vio a Jordyn mezclarse con la gente de Marcello como si
fuera una segunda naturaleza.

Fue solo cuando una forma se acercó que se tensó.

Feliz cumpleaños dijo Kate antes de dar vuelta a una copa roja para tomar
un sorbo.

Lucian no sabía cuántas veces iba a tener que lidiar con soportar esta vil mujer
antes de que finalmente se trasladara a otra persona para torturarla. Por supuesto,
la mayoría de las veces se lo devolvió a Kate tan fuertemente como se lo regaló. No
era como si él tomara su mierda sentada.

Yo diría que gracias, pero viniendo de ti, sé que no es genuino.

Ah, tendrías razón respondió Kate con una sonrisa sardónica. Sin
embargo, Cecelia estaría terriblemente enojada si te ignoraba toda la noche. Se da
cuenta de estas cosas.

Lucian resistió el impulso de apretar los dientes. Eso habría sido un gran
regalo de cumpleaños para mí si lo hubieras hecho. Para que conste, ella también
nota cuando me molestas. Ella no estará contenta si me molestas esta noche.

Estoy segura suspiró Kate, poniendo una mano en su cadera mientras


seguía la mirada de Lucian hacia la multitud donde Jordyn se reía del lado de
Antony.

Jordyn se ve preciosa en rojo.

Lucian casi se tragó la lengua en estado de shock. Sinceramente, Kate y Jordyn


solo habían interactuado un puñado de veces. Por lo general, durante la cena del
domingo en la casa Marcello después de la iglesia, y ambas eran mutuamente
respetuosos, aunque el desdén era claro. No estaba seguro de si debía agradecerle
por el cumplido o no. El siguiente comentario de Kate trajo de vuelta su actitud
habitual a la vanguardia, recordando a Lucian que todo lo que hacía era solo por su
imagen.

Supongo que solo va a demostrarlo.

Oh, Lucian ni siquiera quería saberlo.

Porque estaba claramente de humor para estar molestando, preguntó de todos


modos. ¿Qué es eso, Kate?

La basura puede brillar utilizando algo bonito dijo, suspirando. Pero no
me sorprendería. Mira lo que mi hermana y su marido hicieron de ti.

Durante un breve instante, Lucian estaba demasiado atónito para hablar. Sus
manos se cerraron en puños a los costados. Nunca había querido herir a una mujer
como lo hizo con ella. La labia de ella era increíble. Si alguna vez hubo un ejemplo
perfecto de alguien que necesitaba patear a la mierda de su pedestal, Kate lo era.
Entonces, el enojo se apoderó de la conmoción.

¿Acabas de llamar a Jordyn, basura? preguntó Lucian, su tono tomando


una cualidad amenazante.

Kate no parecía afectada por lo menos. Hice mi investigación sobre ella. Solo
por curiosidad, ya que Cecelia y Antony me dijeron que cuidara mis modales y me
mantuviera al margen.

Como deberías haberlo hecho le espetó Lucian. Mi vida privada no es,
ni ha sido nunca, tu negocio.

Entiendo por qué no querrían hablar de ella ahora, por supuesto. Es casi
vergonzoso cual es el tipo de mujer que eliges. Es una locura lo mucho que ustedes
dos tienen en común, así que no estoy sorprendida de que se llevan tan bien.
Pequeños huérfanos, prácticamente. Juegan con personas que están más allá de su
liga. Padres que no los querían a ninguno de los dos. Putas como madres. Dos
guisantes en una vaina, tú y ella. Estaría dispuesta a apostar a que tus hijos serán
pequeños y encantadores mocosos... un estropicio desechable por padre y una
basura por madre.

Lucian empujó la pared con tanta rapidez que todo lo que le rodeaba era un
borrón. Antes de que Kate pudiera apartarse, la había enjaulado a la pared,
fulminándola como la perra que era. La furia en su cuerpo tensó su pecho hasta un
punto en el que no podía respirar. Nunca Kate había sido tan cruel en sus palabras
como lo fue esta noche.
Tu coño gruñó Lucian humildemente.

Ay, eso es una mala palabra, Lucian.

Lucian se burló. Si grazna como un pato y camina como un pato,


probablemente sea un jodido coño de pato.

Sinceramente, Lucian sabía que Kate solo estaba buscando una reacción de él y
lo había conseguido. Ni siquiera podía encontrarlo en sí mismo para preocuparse
en ese momento.

Tú no eres más que una perra desgastada, desagradable y amargada le
dijo, disfrutando del destello de sus ojos. Todo el mundo te tiene compasión y tu
apenas no puedes manejarlo, ¿o lo puedes manejar? La pobre Kate, su esposo tiene
una aventura; ahora es viuda. No ha tenido un hijo suyo, ni otro hombre para
llevarla a través de la vida con su riqueza. Puedes llorar todo lo que quieras. Hiciste
esto contigo, no yo ni nadie más. ¿Qué te he hecho?

Tú naciste siseó.

La mandíbula de Lucian hizo tictac ante aquella admisión. Tírame tus


piedras a mí todo lo que quieras, Kate. Soy un hombre más que suficientemente
grande para tomar los golpes. Tengo años y no estoy peor para el desgaste por eso.
Pero déjame hacer esta cosa tan clara entre nosotros es como mirar a través de
cristal. No voltees nunca tu vil ego a Jordyn así de nuevo, ciertamente no delante
de mí. Si quieres una manera rápida de molestarme lo suficiente como para acabar
con tu vida inútil, es una gran manera de empezar.

Kate se echó a reír. No tienes las pelotas.

¿Quieres probar esa teoría? preguntó Lucian. ¿Quién te protege ahora?


Nadie.

¿No crees que lo sabrían, Lucian?

Francamente, no dan una buena mierda en este momento. No has tenido la


oportunidad de herir a alguien a quien amo desde que era un niño, pero ya no soy
un niño pequeño. Si crees que te haría fácil el morir, no lo haría. Para mi madre y
mi padre, te vería sangrar y disfrutar. ¿Pero para Jordyn? Por ella, te cortaría las
cuerdas vocales para que pudiera verte gritar durante días y no escuchar una puta
cosa. No tienes ni idea de lo que soy capaz de hacer por esa mujer. Y realmente no
quieres averiguarlo.
Tal violencia dijo Kate con un tsk. ¿La besas con esa boca? ¿Su sabor es
tan sucio como el tuyo?

No me presiones, Kate. Ya he terminado con tus tonterías.

Lucian mostró sus dientes en señal de advertencia, pero la tierna colocación de


una mano acostada en el lugar entre sus omóplatos le impidió decir más. El tacto
de Jordyn lo calmó instantáneamente. Conocería su olor, su aura y su presencia en
cualquier parte sin necesidad de decir nada.

¿Lucian? preguntó Jordyn en voz baja. ¿Todo bien?

No, quería decirlo. Estaba lejos de estar bien.

El hecho era que estaba demasiado cerca de Kate y por su seguridad,


necesitaba alejarse.

El brazo de Jordyn se curvó alrededor de su costado y lo empujó hacia atrás


para poder moverse casi de forma protectora delante de él, salvándole el tiempo. En
realidad, solo le molestó más, porque ahora estaba demasiado cerca de la perra
contra la pared.

Buenas noches, Kate dijo Jordyn, con la mano clavada en la camisa de


Lucian para mantenerlo enraizado en su lugar detrás de ella. No hemos tenido la
oportunidad de hablar esta noche, así que hagámoslo ahora.

Prefiero no hacerlo dijo Kate. Creo que iré a buscar a mi hermana.

Oh, no, creo que no lo harás respondió severamente Jordyn.

Cariño... Lucian empezó a decir.

Shhh. Una palabra de Jordyn calmó eficazmente a Lucian de abrir su boca


otra vez. ¿Sabes cuánto le adoran sus hermanos, Kate?

Cuando Kate no dijo nada, Jordyn dirigió a Lucian una mirada por encima del
hombro que mostraba una suave sonrisa.

Basta que entraran a su habitación a las siete de la mañana para mojarlo con
agua fría porque no se había levantado primero para hacérselo a Dante. No lo
sabía, pero es una tradición entre los tres. Lástima que estaba en la cama y no
pensaron en mí. Lo curioso es que Lucian no se ha mojado en su cumpleaños por la
mañana en años porque nunca ha podido dormir tan bien como él a mi lado.
Y Cecelia continuó Jordyn en su mismo tenor suave. Ella sabe que es un
hombre adulto que ciertamente no necesita ser mimado ni apapachado, pero ella
todavía le besa en su mejilla, le da los buenos días y le cantó feliz cumpleaños, al
igual que lo hizo con su hermano. ¿Qué hay de Antony? Lucian no quería regalos
de su familia, pero su padre no escuchó. El reloj personalizado que lleva en la cima
Marcello grabada en el dorso... solo otro recordatorio de dónde pertenece.

Kate parecía como si hubiera tragado cianuro. ¿Cuál es tu punto?

Te molesta, ¿no? preguntó Jordyn dulcemente. Que lo aman y lo


mantienen mucho más cerca de ellos. Debe ser horrible saber que ha triunfado,
prosperado incluso, en este mundo que debería haber sido tuyo. Las pesadillas que
debes de haber tenido sabiendo que su padre se aseguró de que nunca pediría por
nada, pero el hombre ni siquiera podía molestarse en dejarte en la cama de
matrimonio en la que te folló.

Pequeña perra...

Oh, no empezaría a lanzar nombres, Kate advirtió Jordyn. Porque te


garantizo que los nombres que tienes para mí no se compararán con los ya
etiquetados y pegados a ti por el resto de tu vida. ¿No lo ves? Puedes llamarme
cualquier cosa y realmente no va a hacer una diferencia. Desafortunadamente para
ti, no importa cuánto silicón y plástico hay debajo de tu piel para hacerte bonita,
todos saben exactamente quién eres debajo de todo eso. Estás tan sucia. ¿Esa
sensación en las manos que no puedes sacar no importa cuántas veces se lava? Eso
se llama suciedad. Está arraigado en tus poros. Nunca saldrá.

Jordyn murmuró Lucian, apretando su cintura suavemente. Está bien,


bella.

No, no creo que lo sea contestó Jordyn, encogiéndose de hombros. Creo


que alguien tiene que decírselo.

No tengo que escuchar nada de ti dijo Kate, tratando de sonar despectiva,
pero fallando miserablemente. Ciertamente no vale la pena el esfuerzo.

¿No es cierto? Se burló Jordyn en voz baja. Mírame bien, Kate, y luego
míralo también. Dios, debe cortarte por dentro por pensar que es feliz. Eso te
convierte en una persona horrible y terrible.

Lucian decidió que Jordyn no necesitaba que él dijera algo después de eso. La
gente estaba lo suficientemente lejos para no oír la conversación, y no había
levantado la voz una vez. Ella era la clase de mujer que no necesitaba gritar para
hacer su punto de vista y eso lo hacía sentirse más orgulloso de ella.
Y lo que más te molesta, Kate, por encima de todo lo que tiene que tú no, y
todo lo que es a pesar de lo que has hecho para herirlo dijo Jordyn en un
murmullo, inclinándose un poco más. ... es que Lucian podría haber sido tu hijo
y no lo era. Niega que cuando lo miras, ves a su padre en sus ojos mirando hacia ti,
el mismo hombre con el que te casaste y no recibiste nada por hacerlo. Niega que
podría haber sido tu hijo pequeño, tu hijo a estropear, y tu bebé para amar. Sin
embargo, su padre no te lo daría, ¿verdad? Apuesto a que sabía exactamente la
clase de mujer que eres y no podía soportar siquiera el pensamiento de dejarte criar
a un hijo suyo.

Kate abrió la boca para hablar, pero Jordyn la golpeó. Lucian nació de una
mujer mucho mejor que tú, y criado por alguien que tiene más valor en su dedo
meñique que tú en todo tu cuerpo. Lo hizo exactamente quién él es, y es
maravilloso. Nada de ti es bueno, mientras que todo acerca de él lo es. Y
absolutamente te mata por dentro verlo, saberlo, ver a Cecelia amarlo a pesar de tu
odio, y saber que Antony está orgulloso de él, sin importar su apellido.

Eres veneno susurró Jordyn en voz oscura. Maldad en tu corazón y


enojo en tu alma. Todo lo que has tenido se ha convertido en ruinas y fue por tus
propias manos. Si quieres destruir las cosas que te rodean, está bien, pero no
destruirás lo que no era tuyo para empezar. Lucian nunca fue tuyo, y eso es lo que
más te duele. Espero que algún día te mate, también. No te ahogues con tus celos,
Kate. Es una gran píldora que tragar.

Con un ruido ahogado atrapado en la parte posterior de su garganta, los ojos de


Kate se ensancharon antes de que se apartara de la pared y corriera a esconderse en
algún lugar de la multitud detrás de ellos. El pecho de Lucian se hinchó de orgullo
por Jordyn mientras su amante tomaba un gran respiro para hacer que sus hombros
se elevaran. Luego se volvió hacia él con una sonrisa de disculpa.

Lo siento dijo ella.

Lucian se rio, fuerte y honesto. ¡Dio, bella26! ¿Por qué? Eso fue genial.

Todavía... Jordyn hizo una mueca, suspirando.

No hagas eso, cariño dijo Lucian con un movimiento de cabeza. No te


sientas mal por ella o por herirla con la verdad. Tenías razón, merecía escucharlo.
Me he mordido la lengua el tiempo suficiente cuando se trata de su abuso, porque
de alguna manera, me sentí como si fuera debido a su ira. Kate siempre ha tenido
que mirarme y saber de dónde vengo. No dudo de que fuera difícil, pero no lo ha
hecho más fácil, eso es seguro.

26
En italiano – Dios mío, hermosa.
¿Qué es lo que realmente consigues de ella? preguntó Jordyn.

Nada. Mi confusión y dolor, tal vez. Especialmente cuando era más joven.

No más de eso. No es lo suficientemente importante para merecerlo de ti.

Lucian asintió con la cabeza. Sí, lo sé.

Lamento que intentó arruinar tu fiesta.

Ella nono podría hacerlo. Estás aquí. Nada me hace más feliz que tú.

Jordyn honró a Lucian con una de sus brillantes sonrisas. El deseo de besarla se
elevó rápido y furioso en su tripa, así que Lucian hizo precisamente eso. El beso era
duro y apasionado, como suele ocurrir entre ellos. Podía probar los restos de una
bebida rusa blanca en la parte de atrás de su lengua mientras Jordyn caía en sus
labios y se abrazaban, suspirando suavemente.

Incluso los súbitos silbidos que salían de la multitud no los detuvieron.


Capítulo 20
Entonces, ¿qué piensas? preguntó Fraser, un lujoso distribuidor de Lexus
que los Marcellos utilizaban con frecuencia.

Lucian estaba indeciso, mirando de nuevo el oscuro Lexus LFA Supercar. Era un
cupé deportivo que ofrecía una potencia fantástica y un gran cuerpo. Sin embargo,
nada de eso era su problema.

Lo prefiero de color plata cromado.

Soy consciente. Si quieres ese color, tendré que pedirlo y tendrás que esperar.

Jordyn golpeó la cadera de Lucian con la suya para llamar su atención. No
me molesta este estilo mate.

Esa fue la primera vez que Jordyn abrió la boca sobre cualquier vehículo del
lote desde que llegaron hace una hora para comenzar a hacer compras. Aparte de
explicar muy claramente si él le comprara un automóvil sin su consentimiento,
dormiría en el dormitorio de invitados durante un mes, no había dicho mucho ni
dado una opinión.

Es oscuro. Siempre va a parecer sucio explicó Lucian, mirando el trabajo


de pintura negro. Sé que esta nueva pintura mate es popular, pero no sé. Tal
vez…

¿Qué es? preguntó Jordyn.

Si lo condujeras, tal vez lo compraría concluyó Lucian, escondiendo su


sonrisa mirando hacia otro lado.

Jordyn suspiró. Lucian.

Bueno, si te gusta y lo usaras, tendría otra razón para aguantar el color.

Es solo un coche.


Que lo tendré que estar viendo dijo Lucian, burlándose juguetonamente.
Los coches de color oscuro lucen mucho mejor con las mujeres conductoras.

Eso es cierto añadió Fraser, sonriendo alentadoramente a Jordyn. Por lo


general, encuentro que las mujeres eligen colores de pinturas oscuras con más
frecuencia de las que eligen las de color más claro.

Pero hoy no voy a recoger un coche respondió dulcemente Jordyn.


Lucian, deja de tratar de manipularme para comprarme un auto. Es ridículo creer
que soy lo suficientemente ingenua como para caer en ello. Pensé que habías
entendido lo firme que es la cama en la habitación, pero supongo que no. O tú
quieres este coche, o no. Haz una elección y atente ello.

Maldita sea.

No había nada como Jordyn y su sarcasmo cuando quería hacer un punto.

Bien, voy a comprar la puta cosa murmuró tristemente. Ya estoy


cansado del Mercedes de Antony.

Bien dijo Fraser, aplaudiendo las manos. Tú eres consciente del precio,
dado que te he enviado los detalles por correo electrónico. Todo lo que queda es tu
elección de cómo pagar, Lucian.

No era raro que Lucian, sus hermanos o su padre pagasen sus vehículos de una
manera poco ortodoxa, como el dinero en efectivo que el crupier podía esconder
bajo la mesa unos pocos miles.

Dinero en efectivo contestó. En su totalidad. Prepara el papeleo y


tendrás el dinero.

El Mercedes es más seguro, sin embargo. Jordyn señaló demasiado en


silencio para que Fraser pudiera escuchar cuando se alejó. Al menos por un poco
más de tiempo.

Lo sé, pero si alguien realmente quiere matarme, cariño, el cristal a prueba
de balas no va a salvarme.

Jordyn frunció el ceño. Gracias por la tranquilidad.

Bueno, la honestidad era la mejor política.

Lucian cruzó sus dedos con los de Jordyn, acercándola a su costado.


Olvídalo.
Bueno, como si eso fuera a suceder.

Vamos, vamos a dar un paseo de regreso al Mercedes para conseguir el


dinero. Apuesto a que sabía que iba a comprar el coche y ya tiene el papeleo
prácticamente hecho, pero faltaba la firma.

Jordyn no parecía completamente complacida con la poca atención de la


amenaza que todavía se avecina sobre la vida de Lucian, pero lo siguió a través del
estacionamiento sin empujarlo más lejos. Estaba agradecida, en realidad, porque si
él quería admitirlo o no, nadie estaba más cerca de averiguar quién, o por qué,
alguien estaba buscando terminar con su vida.

Honestamente, no había nada que ganar.

Claro, la posición de Lucian como un capo en el Marcello Cosa Nostra puso


una diana en su espalda, pero eso no era nada. Sería más probable que alguien
viniera detrás de él una vez que Dante fuera el jefe y Lucian trabajara como su
segundo. Por lo menos entonces su muerte ofrecería a alguien una oportunidad de
ascender en la familia. Nadie se quedaría para heredar la riqueza de Lucian, por lo
que estaba fuera de discusión.

Simplemente no tenía sentido.

Su muerte sería inútil.

Eso lo hizo aún peor.

Hey, ¿a dónde fuiste? preguntó Jordyn mientras Lucian abría la cajuela


para agarrar una bolsa negra.

Demasiado dentro de mi cabeza respondió Lucian.

Jordyn se inclinó hacia su lado, su suave boca presionando un beso en su


garganta sobre el lugar de pulso que le hizo temblar y su polla se hizo gruesa.
Bueno, detente. Cuanto más rápido regresemos al condominio, más rápido te
sacaré de tu cabeza y haré otra cosa.

Lucian sonrió maliciosamente. Dentro de ti, espero.

Tal vez, si eres bueno.

Si ese es tu estándar, no tengo ninguna posibilidad, Jordyn.

Jordyn se rio ligeramente, su mano bajó para rozar sugestivamente a lo largo


de su entrepierna. Qué bueno que me gustas cuando eres malo.
Cazzo27, Lucian amaba a esta mujer.

No perdamos tiempo, entonces.

En la caminata de vuelta hacia donde estaba el Lexus en el lote, Lucian notó


que Fraser interceptaba su llegada con papeleo y una pluma en la mano. Lucian no
dijo nada mientras escribía su nombre y fecha donde los papeles señalaban que
necesitaba y luego devolvió los papeles.

No necesito contarlo, ¿verdad? preguntó Fraser, echando un vistazo a la


bolsa negra antes de lanzar una mirada por encima del hombro de Lucian.

La sacudida en el tono del hombre atrajo el interés de Lucian. Nunca había


engañado al distribuidor antes, así que bromear con eso era ofensivo. Algo le palpó
la nuca de Lucian, haciendo que su cabello se sintiera como si estuviera de pie.

De nuevo, Fraser miró a algún lugar detrás de Lucian, como si estuviera


buscando algo, o alguien. Solo entonces Lucian notó que el crupier no le había
dado las llaves del Lexus. Lucian dejó caer la bolsa de dinero en el suelo, solo para
ver qué hacia Fraser.

Entonces, cuando Fraser hizo un movimiento para recuperar la bolsa, el


hombre dio un paso atrás de Lucian tan rápido como pudo. Cuando el crupier miró
por tercera vez por encima del hombro de Lucian, supo que algo estaba mal en la
situación. Tenía la sensación de que, si trataba de ver lo que buscaba Fraser, no
terminaría bien.

Algunas personas lo llamaban instinto, pero Lucian sabía que la sensación que
bullía en su pecho era más sobre la repentina extrañeza en su entorno que cualquier
otra cosa.

Los silenciadores solo amortiguaban el sonido de una pistola cuando disparaba.


No era suave, sino más bien como un pop silenciado. Lucian apenas registró el
sonido del arma que soplaba en algún lugar detrás de él en la calle silenciosa a
tiempo, pero lo oyó.

Lucian reaccionó en lo que parecían milisegundos. El pecho de Jordyn se


encontró con el brazo de Lucian, llevándola al suelo. Trató de recuperarse mientras
Lucian caía, su grito de dolor y sorpresa le golpeaba directamente en el corazón
mientras sus ojos azules se cruzaban con los suyos, aterrorizados.

¿Lucian?

27
En italiano – Mierda.
Shhh susurró, calmadamente. Estoy bien, cariño.

Fue entonces cuando notó que Fraser estaba empezando a alejarse de su lugar.

¡No te muevas! gruñó Lucian al hombre. Voy a poner una bala entre tus
ojos antes de que tengas la oportunidad de correr, bastardo.

Oh, alguien estaba en un montón de problemas. Lucian estaba enojado.

Sabiendo que mientras estaban en el suelo que quien había tomado el tiro no
tenía una segunda oportunidad de tomar otro, Lucian obligó a Jordyn a
permanecer allí hasta que el chirrido de los neumáticos chilló en la distancia
cercana. Rápidamente, salió del suelo solo para echar un vistazo a un sedán de
color oscuro que no habría llamado su atención antes de que desapareciera de la
vista.

Arriba ordenó Lucian a Jordyn, ofreciendo sus manos para que las tomara
y mantuviera su mirada aguda en Fraser. Ve al Mercedes.

Lucian.

¡Ve!

Ella estaba prácticamente vibrante, sus ojos atraídos hacia su brazo mientras las
lágrimas brotaban. Pero…

¡Jordyn, no es el momento de discutir!

¡Pero tu brazo! gritó.

Cuando Lucian intentó sacar su teléfono móvil de su bolsillo, una leve picadura
irradió su brazo superior derecho. Una cálida humedad se filtraba en la chaqueta de
su traje. Mirando hacia abajo, supo inmediatamente lo que había sucedido, pero su
adrenalina estaba demasiado alta para sentir el dolor o preocuparse.

La bala le había rozado el brazo antes de continuar hasta donde finalmente


aterrizó.

Merda. Había estado cerca.

Ellos estaban apuntando a su espalda.

●●●
Jordyn paseaba de un lado a otro en el dormitorio, escuchando a Lucian
maldiciendo a Paulie tan fuerte como podía mientras que el doctor cosía su brazo
en el cuarto de baño. Al parecer, su falta de paciencia y la constante preocupación
no eran necesarias en el baño, por lo que había sido enviada al dormitorio y le
dijeron que se quedara allí. No lo apreciaba.

Dante se deslizó fuera del cuarto de baño con un giro de sus ojos justo cuando
Lucian maldijo con enojo de nuevo.

Cazzo. Me pinchas con esa jodida aguja una vez más, Paulie y juro por
Dios…

Cállate. Aprieta los dientes. Te disparan, te dan puntadas. Tú lo sabes.

Jordyn se estremeció. Esta…

Bien interrumpió Dante, dándole una mirada. Simplemente actuando


como un niño porque necesita unos cuantos puntos de sutura.

Jordyn soltó un suspiro tembloroso, deseando que el deseo de llorar


desapareciera. ¿Dónde está Gio?

Por lo general, si un hermano se presentaba, el otro también lo hacía. Lucian se


negó a ir a un hospital, explicando vagamente que sería reportado y la policía se
involucraría. Terminaron en el condominio.

Interrogando a Fraser dijo Dante en tono sombrío.

Un escalofrío se arrastró hasta la espina dorsal de Jordyn en lo que implicaban


esas palabras.

¿Antony? preguntó.

Dónde estaban estas personas, Jordyn quería gritar.

Con Gio explicó Dante. Probablemente se divierten mucho para que el


hombre hable.

Oh.

Y antes de que preguntes continuó, arqueando una ceja. Mi madre


estaba histérica al punto de un colapso, por lo que Antony exigió a Paulie que le
pusiera un calmante. No estará feliz cuando se despierte, y puedes estar segura de
que vendrá aquí sin invitación, rompiendo las malditas puertas para ver a Lucian.
No me importa murmuró Jordyn. Es su madre. Tiene derecho a
preocuparse.

No todas las mujeres sentirían lo mismo. De todos modos, Paulie casi ha
terminado. Lucian está enojado con los altos cielos, por lo que puede que quieras
darle un tiempo para relajarse y dejar que los analgésicos se pongan en marcha.
Anda a dormir una siesta o algo así. Vamos a estar aquí por un tiempo.

Jordyn ni siquiera quería pensar en alejarse más de Lucian de lo que ya era.


No puedo, Dante.

Puedes o lo haré. Ve, Jordyn.

Pero…

Mi hermano puede disfrutar de ti siendo terca y combativa, pero yo no lo


hago. Y, para ser justos, no he caído en el amor como tú y él lo están. Lucian no
piensa claramente cuando estás involucrada. Solo te pediré una vez más que le des
un poco de espacio. En este momento, incluso si no lo cree, lo necesita.
Francamente, todos tenemos que tener una discusión que tu realmente no debes
tener acceso tampoco.

Derrotada, Jordyn asintió solemnemente. Dile que voy a dormir en su


oficina, o algo así. De todos modos, trataré de hacerlo.

Gracias dijo Dante mientras Jordyn se giraba para marcharse.

Se burló, fuerte y groseramente, negándose a sus gracias con una respuesta a su


comentario. ¿En qué diablos había que estar agradecido?

Bueno... Lucian estaba vivo. Eso es.

A pesar de la ansiedad que comía su corazón, una vez que Jordyn estaba sola
en la oficina de Lucian con la puerta cerrada, se sentía un poquito mejor. Sola para
respirar, para pensar y para llorar. Y, recostada en el sofá de cuero con las manos
puestas contra su boca, sollozó. Lloró hasta que le dolió el pecho y su cara estaba
empapada de lágrimas.

La bala no alcanzo a pasar por la espalda de Lucian para golpear su corazón


por un poco menos de un pie.

¿Cómo se suponía que iba a tratar con eso?


Ya no era Jordyn en peligro con Lucian siendo su protector. Al menos cuando
era así, era más fácil manejar el miedo. Ahora, se sentía inútil. No había nada que
pudiera hacer para ayudarlo.

¿Era así como iba a ser?

¿Cada vez que salían de la seguridad del condominio, tenían que mirar por
encima de sus hombros para que un pistolero este esperando para darle?

Eventualmente, las emociones que alcanzaban a Jordyn la abrumaron en el


agotamiento, y por un corto período de tiempo, se durmió.

Algún tiempo después, Jordyn fue despertado por gritos resonando a través del
condominio. La discusión sola fue lo suficientemente fuerte y chocante como para
mantener a Jordyn en silencio.

¡Dije que no! Ese es el final de todo gritó Lucian.

Hijo, escúchame dijo Antony, suplicante. Solo sería por un tiempo. El


tiempo suficiente para trabajar a través de lo que todo esto significa y tratar de
averiguarlo.

No tenemos nada de Fraser dijo Gio a la conversación. El idiota tomó


dinero de alguien que no sabe quién es y no puede identificar, además iba a obtener
un doble día de pago con el dinero que compraste el Lexus. El tipo que le pagó no
dio razones en cuanto al golpe, solo dijo que no volvería al concesionario. No
tenemos nada que seguir, Lucian. Ni siquiera una pista de quién es. Diablos, podría
ser uno de nosotros y ni siquiera lo sabrías. Papá tiene razón, escapar del estado por
un tiempo y cortar el mundo exterior podría ser la mejor opción por ahora.

Lucian soltó una carcajada. Vete al infierno. No me estoy escondiendo de


quien sea como si me hubieran asustado. Eso podría estar bien y muy bien para ti,
pero no funciona para mí.

Lucian le advirtió Antony con brusquedad. Solo estamos tratando de


ayudar.

Mi respuesta es no.

Y no tienes la última palabra replicó su padre con la misma rapidez. Los


hechos que conocemos son claros. Muy poca gente sabía que ibas a elegir tu coche
hoy. Eso reduce nuestra lista.
A ellos y a todas las personas que les contaron gruñó Lucian. No lo
reduce demasiado. Tengo trabajo que hacer aquí. No puedo permitirme el tiempo
para levantarme y dejarlo. Además de eso, también tengo que considerar a Jordyn.

Jordyn estará bien para quedarse con tu madre y conmigo, o incluso aquí, si
está más cómoda dijo Antony.

¡Cómo joder!

Lucian Johnathan…

No dijo Lucian, interrumpiendo a su padre. Y no me digas el nombre


completo. Soy demasiado viejo para ello. No me pidas que deje el estado y me
esconda, y luego en la misma frase, pedirme que la deje atrás. ¿Por qué, papá, así
que quien está tratando de eliminarme, pueden ir después a lo mejor que tengo para
atraerme? ¿Es eso lo que estás tratando de hacer aquí? No arriesgarías a Cecelia de
esa manera, así que no esperes que yo también ponga a Jordyn en esa posición.

No lo estoy. Estaría vigilada, y tendría un guardia en ella como tu madre lo


tiene.

Pero tú eres continuó Lucian. Eso es exactamente lo que me estás


pidiendo que haga y no lo haré. Fin de la discusión.

Oye, siempre podrías preguntarle a Jordyn comentó Gio.

No diré más. La respuesta es no. Deja de empujarme.

Antony suspiró pesadamente. Lucian... Eres mi hijo. Mi único trabajo es


mantenerte a salvo, pase lo que pase. No te estoy dando una opción aquí.

Por favor. La voz de Lucian salió de la puerta cerrada del despacho.
Suena doloroso, hará que a Jordyn le duela mucho más. No me hagas hacer esto.

Tienes hasta la mañana para decidir dónde quieres estar para las próximas
dos semanas respondió Antony en un tono que decía que su decisión era
definitiva. Si luchas conmigo por esto, forzaré tu mano y te enviaré fuera del
estado sin tu consentimiento. Lo siento.

Pero, Jordyn...

Hasta mañana repitió Antony. Traeré a tu madre antes de que te vayas.


De lo contrario, no me lo perdonaría.
Acaba de salir dijo Lucian casi con siseo. Ve.

Dentro, sabes que no estoy haciendo esto para hacerte daño, hijo, solo para
ayudar. Vamos a averiguar quién está haciendo esto.

Si quieres ayudar, deja de perder el tiempo con quien está tratando de
matarme, y averiguar porqué. Te garantizo el por qué te llevará directamente a
quien.

Jordyn esperó hasta que pareciera tranquilo fuera de la oficina antes de


levantarse del sofá y abrir la puerta. En lugar de encontrar a Lucian en el exterior,
lo encontró con la espalda apretada contra la pared opuesta y se agachó en el suelo
con la cabeza entre las manos. Ella estaba en sus rodillas en un instante, sacando
sus puños apretados de su cara.

El dolor en los ojos avellana de Lucian era insoportable mientras miraba a


Jordyn. No me iré.

Está bien. Estará bien. Quizás tengan razón.

Lucian rio amargamente, sacudiendo la cabeza. No, lo dudo seriamente.

Dante tenía razón, se dio cuenta Jordyn. Lucian no pensaba con claridad
cuando estaba involucrada.

Vamos, Lucian... trata de mirar esto objetivamente. Si no pueden


encontrarte, no pueden hacerte daño. Jesús, casi has muerto hoy. ¿No lo entiendes?

¿Y tú? ¿Qué hay de ti, Jordyn?

Esto no es sobre mí, ahora.

Pero podría ser. Si deja molesto quienquiera que esté lo suficientemente,


podrías ser a quien recurren para sacarme de la clandestinidad.

Dudo mucho que eso suceda. Pero, si estamos poniendo eso en la mesa
como una posibilidad, ¿y si estuviera dispuesta a tomar esa oportunidad?
preguntó Jordyn suavemente.

Detente murmuró Lucian. Este no es el momento para los heroicos.

Hola, olla. Conoce el hervidor.

Jordyn.
¡Bien!

La mirada silenciosa entre los dos duró más de lo que le gustaba a Jordyn. Al
alejarse de su mirada, pudo notar la nueva lesión que mostraba en su brazo superior
derecho. La cortada era por lo menos tres pulgadas de largo y otra cosa que limpio.
Era más como un pedazo dentado que fue arrancado de su brazo y solo la mirada
de los puntos le hizo estremecerse.

¿Duele?

No respondió Luciano bruscamente-.

Jordyn arrugó la nariz. ¿Estás seguro?

Sí. Me fumé un porro y me tomé un par de pastillas de morfina con whisky.


No siento nada. Es fantástico.

Genial, pensó Jordyn con un suspiro interno.

Estoy bien, lo prometo dijo Lucian cuando ella no habló.

Demasiado cerca para mi comodidad, Lucian.

A veces así es como funciona, cariño.

No está bien cuando ves esto como normal. Y no creo que se supone que
debes beber y fumar mientras tomas analgésicas, tampoco.

Lucian se encogió de hombros con indiferencia. Nunca me ha hecho daño


antes.

Eres demasiado despreocupado con todo esto señaló otra vez, molesta.

Deja de preocuparte por mí.

Jordyn resopló, rodando los ojos. De acuerdo, porque así es como funciona,
Lucian.

Sé que Antony tiene razón, cariño, pero eso no lo hace más fácil.

No espero que sea así contestó en un susurro. Pero todavía voy a estar
aquí.

¿Jordyn?
Inclinó su barbilla para encontrarse con los ojos de Lucian una vez más.

¿Sí?

Tú sabes que te amo, ¿verdad?

Por supuesto.

Bueno murmuró Lucian con fuerza. Porque esta noche, quiero follarte
como si no lo hiciera.

¿Qué?

¿Por qué suena tan malditamente bien cuando supo que estaba herido,
apedreado y medio destrozado por verse obligado a esconderse?

Si tengo que irme mañana, no podré tocarte quién sabe durante cuánto
tiempo. Quiero que me sientas por días, bella. En ti, sobre ti... mi puño en tu pelo,
dedos cavando en tus lados dejando marcas, mis dientes en tu piel... en todas partes.

El aire se atrapó en la garganta de Jordyn, manteniendo sus palabras a raya. El


calor se acumuló en su estómago, inundando directamente su sexo apretado.
Estaba segura de que la humedad ya estaba empezando a mojar los pantalones
cortos de pijama que se había puesto antes en su prisa por salir de la ropa que la
sangre de Lucian había manchado.

Necesito saber si eso está bien dijo Lucian en voz baja, ronca saturando
sus palabras.

Jordyn todavía no podía hablar por su sorpresa ante su declaración. Se


acomodó para asentir y apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando Lucian se apartó
de la pared y se lanzó hacia ella. Qué respuesta tuvo ella a su peso chocando contra
la suya, llevándola al suelo, y su boca aplastándose contra la suya, fue un gemido.

Eso fue todo. Un jodido gemido.

Siempre se besaban tan apasionadamente, con su exploración y él dominando.


Esto era diferente. Lucian reclamó su boca con ataque de su lengua y mordidas de
sus dientes. Empujándola de vuelta al piso dentro de la oficina, ni siquiera la dejó
tener un poco de tiempo para respirar.

Los ojos de Jordyn se abrieron de par en par, un jadeo severo chupándose en


sus pulmones cuando Lucian mordió su labio inferior lo suficientemente duro como
para sacar sangre. El más breve destello de dolor mezclado con la acumulación de
calor en su vientre envió choques de deseo y placer corriendo directamente a su
coño.

Impulsivamente, envolvió sus piernas alrededor de sus caderas, atrayéndolo


más cerca. La tensión de la cresta dura de su erección debajo de su cremallera
enterrada en su pelvis y estómago. Unos gruñidos guturales cayeron de los labios de
Lucian cada vez que su cuerpo se relacionaba con el de Jordyn. Sus dedos se
clavaron en sus caderas y la clavaron en el suelo, manteniéndola atrapada entre la
madera dura y su peso.

Un parpadeo de pensamientos pasó por su mente demasiado rápido para


mantenerse al día. ¿Estaba bien hacer esto? ¿Le dolería su lesión? ¿Incluso le
importaba? Jordyn no lo pensó, considerando que Lucian apenas reaccionó cuando
su brazo lesionado se deslizó bajo su espalda, su mano se clavó en los extremos de
su cabello para tirar hasta que su cuello estaba doblado hacia atrás y desnudo. Una
y otra vez su boca caliente aterrizó en su carne, mordiendo, succionando y
marcando. Cada vez, su cordura bajaba del radar a medida que las necesidades
carnales comenzaban a tomar el relevo.

Nunca antes, Jordyn quería sentir que era propiedad de un hombre. Que todo
lo que era, su cuerpo, corazón, alma y mente, era solo suyo. Lucian le hizo eso a
ella... por ella. Estaba consumiéndola. Debilitando todos los pensamientos
racionales.

Lucian tiró del escote de la frágil camiseta que Jordyn llevaba, estirando la tela
bajo su fuerza hasta que se rasgó y su pecho quedó expuesto. La fuerza del algodón
que tiraba contra su piel picaba, seguramente dejando marcas rojas a lo largo de sus
clavículas y garganta. No podía encontrarlo en sí misma para preocuparse una vez
que sus labios calmaban la persistente ternura.

Dime que quieres que te folle le pidió Lucian.

Jordyn quiso apartar el aire de su voz para poder hablar. Sí.

No, dime. Di las palabras.

Yo…

El proceso de pensamiento de Jordyn volvió a caer cuando los dientes de


Lucian cerraron su pezón, mordiendo el apretado capullo hasta que su grito escapó,
enviando chispas de dolor y deseó inundando sus venas. Reaccionando al ardor de
su mordedura, Jordyn deseo adquirir dondequiera que ella podría, por casualidad
fue su pelo.
La boca de Lucian se curvó con una sonrisa perversa cuando soltó su pezón.

Duele, ¿no? Te gusta un poco de dolor. Dime lo que quiero oír, hermosa
chica y realmente empezaremos.

Jordyn gimió, con los ojos cerrados cuando sintió que su mano se deslizaba
hacia abajo para cubrir su sexo a través de sus pantalones cortos. La acarició por
encima de la tela, cada golpe de sus dedos mojándola más. Necesitándolo como
ella lo hizo, Jordyn no pudo evitar rodar sus caderas en su mano, queriendo más.

Cariño, dilo.

Jordyn tiró su pelo, devolviéndole el dolor y haciéndole mirarla. Quiero que


me folles.

Christo, sì gimió Lucian en respuesta.


Capítulo 21
Lucian repitió el nombre de Jordyn como un mantra, el sonido de su voz
profunda empapando los sentidos de ella como seda líquida, mientras quitaba
apresuradamente la poca ropa que ella usaba. La rudeza de sus acciones la
obligaban a hacerle lo mismo a él, ayudarle a salir de su ropa interior hasta que
estuviese tirada a un lado y él estuviera desnudo contra ella.

El suelo de madera dura estaba frío presionándose en su espalda, pero Jordyn


apenas lo notaba. El ardor interno de la lujuria ya estaba atravesándola, espesando
su sangre y mente. No pudo evitar dejar que sus rodillas se abrieran más, su cuerpo
ampliándose e invitándolo a entrar mientras él besaba y mordía un ardiente camino
entre sus pechos, hacia abajo a través de su estómago y directo a su sexo.

Cuando su boca entró en contacto con su coño ya palpitante, empapado e


hinchado con necesidad, ella estaba aferrada a su cabello de nuevo, sus uñas
rascando su cuero cabelludo. Lucian respondió a sus altos lloriqueos de excitación
con un bajo zumbido de aprobación, su lengua hundiéndose entre sus carnosos
pliegues para extenderlos y probar la excitación reuniéndose.

Se tomó su tiempo al principio. Explorando sus partes más íntimas con su


boca, lengua y dientes. Barridas de su lengua y mordidas gentiles en la carne
sensible tenían a Jordyn sacudiéndose. Las manos de Lucian agarraron sus muslos,
empujándolos más abiertos hasta que los músculos protestaron y el dolor más dulce
hizo curvar su espalda del suelo.

Fue ahí cuando Lucian realmente comenzó. Rápidas lamidas de su lengua


aterrizaron en su entrada, moviéndose hacia arriba hasta que el tortuoso ritmo
estaba atacando su clítoris. Lucian fue entre chupar y mordisquear el nudo de
nervios a golpearlo una y otra vez con su lengua. Su cuerpo solo estaba cantando
con los temblores de un orgasmo que se aproximaba antes de que él bajara la
velocidad, mamando y masajeándola hasta que se volvió un tembloroso desastre
sin aliento. Era incesante.

Dos dedos se deslizaron dentro de su apretado canal justo cuando Lucian


comenzaba a arrastrarla hacia el precipicio de nuevo. Entonces, Lucian curvó sus
dedos bruscamente, hacia arriba y adentro, golpeando el carnoso punto dentro de
sus paredes que enviaba sus jugos chorreando alrededor de las manos de él y su
cuerpo volando. Al mismo tiempo, su boca se aferró a su clítoris más fuerte que
antes, sus dientes mordisqueando la capucha de su clítoris mientras chupaba más
duro.

No había forma de controlar el orgasmo o de evitar caer desde lo alto esa vez.
El movimiento fue tan obvio en su intensidad, que por un segundo la cegó y
silenció con el dolor mezclado con placer que la atravesó desde su útero hacia
afuera.

Cuando el aire finalmente se las arregló para llenar su pecho, Jordyn se ahogó
con un ruido tan fuerte que hizo eco a través del espacio. El asalto de Lucian en su
sexo no comenzó a liberarse hasta que ella estaba lloriqueando y toda sensible, casi
lista para alejarlo.

—Eso es, bella. Te quiero agradable y húmeda para mí. ¿Sabes cuán
jodidamente bueno sabes en mi boca? Es caramelo caliente, Jordyn.

—Jesús —jadeó Jordyn, levantando su sexo hacia su boca de nuevo mientras él


se tomaba su tiempo para lamer la excitación que su cuerpo le daba—. Eso se siente
tan malditamente bien.

—Se va a poner mejor —Prometió Lucian oscuramente—. Mucho mejor.

Jordyn no tuvo oportunidad de formar una respuesta entendible, porque


Lucian estaba agarrándola por los lados y moviéndola hacia atrás. La mirada
predadora dominando sus gestos le quitaron la respiración. Cuando el frío cuero del
sillón encontró su espalda, Jordyn se congeló.

—Voltéate —ordenó Lucian roncamente. Sus dientes a la vista mientras


hablaba, la humedad restante de su orgasmo brillando en sus sonrientes labios—.
Las rodillas en el suelo, las manos sobre el sillón. Quiero tu culo alto y tu rostro
hacia abajo. Apresúrate.

No era a menudo que Lucian se volvía más dominante cuando follaban.


Jordyn le daba lo mejor que podía, pero cuando comenzaba a ordenar así, hacía
algo totalmente travieso y pecaminoso a sus interiores.

No discutió, simplemente se movió a sus temblorosas rodillas y se volteó como


él quería. Lucian se alejó solo lo suficiente para encontrar los pantalones que se
había quitado más temprano, sacando un condón del bolsillo. Jordyn esperó,
escuchando mientras permanecía en silencio mientras cubría su polla con el látex.
Anticipación rodó a través de su estómago como un revoltijo de burbujas.

Lo sintió arrodillado detrás de ella de nuevo, su boca atormentando su hombro


desnudo, el cálido aliento haciendo cosquillas en su piel sobreexcitada. Un grito de
sorpresa se derritió a un gemido arrastrado cuando enterró sus dientes en la unión
de su cuello y jaló su culo hacia su entrepierna. La dureza de su barra deslizándose
entre sus muslos, buscando.

—Siénteme en todas partes —repitió él en su oído—. Por días.

Los rizos de Jordyn se enredaron en el puño de Lucian mientras su polla


entraba en ella desde atrás. En un suave empuje, él estaba enterrado hasta las bolas
y gimiendo en su cuello. La fuerza de su cuerpo encontrando el de ella empujó el
pecho de Jordyn contra el sillón, el cuero acallando su grito. No hubo pausa entre
el primer empuje y el segundo. Tampoco sintió que él dudara entre el segundo y el
tercero.

El más breve destello de dolor por su intrusión y la adaptación de su cuerpo a


su contorno mezclándose con éxtasis. Solo añadió gasolina a su ardiente lujuria
cuando los dedos de Lucian se aferraron a su hombro, las uñas marcándose en su
piel, y la jaló hacia atrás para encontrar su polla desde abajo. Eso provocaba que su
polla golpeara puntos más profundos que nunca antes.

Cada empuje envió una sacudida de inquietud enlazada con placer directo a su
estómago. Cada gemido detrás de ella tenía los gritos felinos escapando de su pecho
a un crescendo más alto.

Los nervios palpitaron. Su cuerpo se sacudía con temblores. Jordyn no podía


pensar, o respirar, o… nada. Sus cuerpos encajaban tan bien juntos. Su follada era
más que frenética, era desinhibida. No había control, no había restricciones.

Las manos de Jordyn se curvaron en el cuero, haciendo un puño del tenue


material para aferrarse en su sitio por el chasquido demandante de su entrepierna
encontrando su culo. Su resbaladiza excitación se había esparcido a sus muslos,
mientras gotas de sudor humedecían su cabello y piel. Los dedos entrelazados en su
cabello se apretaron, jalando su cabeza hacia atrás hasta que la boca de él estaba
sobre su mejilla, enviando un delicioso dolor irradiando sobre su cuero cabelludo.

De nuevo, sus dientes arañando su carne, la barba en su mejilla irritando su


suave mandíbula. Ahí también quedaría rojo mañana.

Era magnífico.

Doloroso.

Ella ardía.

Atormentada.
Ella quería más.

—Más fuerte —Exhaló Jordyn.

—¿Sí? —preguntó Lucian, sin aliento, como ella.

—Joder, más fuerte... por favor.

—En lugar de eso, qué tal un poco más.

Jordyn no sabía a lo que se refería con eso hasta que sintió su mano finalmente
soltando su hombro. Entonces, estaba entre sus piernas, acariciando a lo largo de su
hendidura y su polla antes de deslizarse arriba, a la grieta de su culo. Dos dedos
presionaron en el fruncido agujero de su parte trasera. Esa fue la única advertencia
que obtuvo antes de que se metieran hasta los nudillos, penetrando el apretado
anillo de músculos.

Maravillosa incredulidad destrozó lo último de la razón que le quedaba.

Lucian extendió sus dedos más amplios en la retirada de su culo, mientras su


polla golpeaba de regreso en su coño. Mientras su polla abría su sexo,
extendiéndola llena de él, sus dedos follaron su culo al ritmo opuesto.

El placer se elevó a través de sus venas como un fuego.

Jordyn podía sentir sus jugos empapándolos a ambos. Las bofetadas de piel
contra piel coincidían con sus gemidos. Él nunca antes la había tomado tan duro, o
usado su cuerpo hasta que ella estuviese temblando, un desastre desordenado
debajo de él. Lucian siempre se tomó su tiempo, adorando cada pulgada, alargando
el hermoso final.

Pero no esta vez. Él hacía lo que quería hacer, notó ella.

Joderla como si no la amara, pero era imposible no sentirlo, incluso entonces.

Mientras Jordyn estallaba con otro orgasmo, Lucian no se molestó en detenerse


o bajar el ritmo.

No lo sabía entonces, pero él no lo haría por horas. Era una de las pocas cosas
buenas que podía pensar acerca de que él mezclara calmantes con whisky.

●●●

Jordyn despertó en un tranquilo departamento, con excepción del sonido de la


alarma de su celular. La luz de la mañana solo estaba comenzando a filtrarse a
través de la ventana del dormitorio. El dolor en sus miembros y abajo, entre sus
muslos, fue un rápido recordatorio de la noche anterior.

Sin embargo, eso no importaba mucho. Tenía que levantarse, decir adiós
incluso si no quería hacerlo, y seguir con su día como si todo estuviera bien y
normal.

Ciertamente, no como su corazón y alma que estaban rompiéndose.

No quería que Lucian viera eso de ninguna forma.

Jordyn se tomó su tiempo saliendo de la cama, consciente de la sensibilidad


extendiéndose a través de sus músculos. En el baño, hizo un inventario de su
cuerpo y lo que él había dejado. Marcas de dientes sobre sus pechos y hombros que
casi rompieron su piel. Sus mejillas y mandíbula rojo por su barba raspando en su
piel. El beso que la envió volando hacia el suelo había hinchado sus labios y los
enrojeció más de lo que usualmente estaban. Marcas de sus uñas, impresiones de
sus dedos y manchas de su ropa siendo jalada fuera de su cuerpo. Sus rizos,
usualmente desastrosos y fuera de control, era una total causa perdida.

Esas eran solo las cosas que podía ver.

Lo que no podía ser encontrado visiblemente, podía sentirlo.

Profundo en sus huesos. Un ardor en sus muslos. Debilidad, fatiga y


melancolía.

No quería decir adiós. Desafortunadamente, no podía decirle eso a Lucian. Era


más seguro para él continuar. Incluso si solo era por un corto tiempo.

Poniéndose algo para estar lo suficientemente decente para la visita de los


padres de Lucian esa mañana, Jordyn siguió la esencia de café hasta la cocina. Las
personas quienes la esperaban allí no eran a quienes que esperaba tan temprano.

Antony aclaró su garganta mientras Jordyn entraba en el espacio. Era muy


consciente de que lucía completamente follada y exhausta. No le importaba.
Lucian debió haberle advertido que ellos estaban allí y se habría puesto más
presentable.

—Buen día —dijo Antony tranquilamente.

Jordyn observó hacia una llorosa Cecelia sorbiendo café en la mesa.

—¿Dónde está Lucian? —preguntó Jordyn.


—Estábamos esperando que tú pudieras decirnos eso, Jordyn.

—¿Disculpa?

Antony suspiró, apoyándose contra la encimera. —La seguridad fue avisada de


dejarnos subir esta mañana y no se molestarán en llamar al departamento primero.

Jordyn no estaba entendiendo lo que él decía. —¿Entonces?

—Entonces, sospecho que Lucian no quería que te despertaran para darles la


aprobación porque, obviamente, él sabía que no iba a estar aquí. Llamé abajo hace
un rato, dijeron que se fue alrededor de las seis esta mañana.

Algo horrible apuñaló su corazón.

Él no estaba aquí.

Lucian ya se había ido, y ni siquiera la había despertado para decirle adiós.

—Pensé que tú supuestamente lo enviaste a algún sitio —Acusó Jordyn—.


¿Cómo sabremos dónde está, o si está seguro, si no sabemos dónde está?

Antony se encogió de hombros. —Tengo el claro presentimiento de que Lucian


hizo esto a propósito. Gio dijo lo mismo ayer por la anoche. Quien sea que esté
detrás de los ataques podría estar mucho más cerca de lo que pensamos. Incluso
que lo sepa uno de los miembros de su familia podría ser muy peligroso. Lucian no
es estúpido. Tiene la habilidad de mezclarse tan bien con las personas normales y
tiene más que suficiente dinero para permanecer fuera del radar de cualquiera.
Conociendo a mi hijo, él está cerca. Y apostaría que, dado a su vínculo, no estará
demasiado lejos de ti, aunque dudo de cualquiera que vaya a demostrarlo.

Jordyn mordió el interior de su mejilla hasta que el dolor saturó su boca para
evitar que gritara sus frustraciones. —¿Y ahora qué?

Finalmente, Cecelia habló. —Mi cumpleaños es en dos semanas. Él no se lo


perderá. Lo sé sin dudas. Nunca se perdió mi cumpleaños.

—¿Estás segura?

—Sí. Tenemos la noche de Cecelia planeada desde hace tiempo, así que Lucian
está consciente del sitio y la hora. Pero hasta entonces, está más seguro que nunca,
Jordyn —dijo Antony—. No me gusta cómo lo hizo, pero, sin embargo, hizo lo que
le pedí. Eso es lo que importa y es más de lo que pensé que haría, francamente.
Jordyn se obligó a calmarse, y luego decidió que realmente no importaba.
Voy a tomar un jodido día por enfermedad.

Antony tosió para alejar su sorpresa, murmurando—: Creo que eso está bien
hoy.

Sí, como si él tuviese opinión.

●●●

—¿Identificación para confirmar el registro, señor?

Lucian lanzó la licencia de conducir falsa sobre el mostrador.

—De acuerdo, John Antony. Tengo esa habitación lista —dijo la empleada—.
¿Necesita que alguien lleve sus maletas arriba?

—No —respondió Lucian—. Creo que puedo manejarlo.

—Dos semanas, ¿verdad?

—Ese es el plan.

La chica sonrió un poco demasiado amplio, pero Lucian no estaba prestándole


ni un poco de atención. —¿Le gustaría que ponga una tarjeta de crédito en la
cuenta para...?

—No —Interrumpió—. Pagaré en efectivo.

La sorpresa se registró en los ojos de la mujer. —Pero, usualmente, nuestros


huéspedes quienes se quedan por un periodo extendido prefieren pagar una cuenta
final el último día, no muchas pequeñas.

—No soy un huésped regular —murmuró Lucian—. ¿Puedo tener mi tarjeta


llave?

Le tomó un minuto a la mujer moverse torpemente para cargar la información


en la tarjeta antes de entregársela con otra gran sonrisa. Lucian estaba demasiado
exhausto y molesto como para importarle los cumplidos.

Ni siquiera se duchó antes de dejar el departamento más temprano. Después de


tomar un taxi hacia el centro, luego cambiar a otro para que lo llevara medio
camino de regreso por donde había venido, le pagó al conductor, salió y caminó
dentro de la multitud mañanera de personas que comenzaba a inundar las calles.
Usando una chaqueta de cuero, pantalones oscuros desgastados y una gorra, él
lucía como cualquier otro. Un neoyorquino en su camino a cualquier sitio,
constantemente apresurado de llegar a ningún sitio. Brevemente, se detuvo en una
cafetería para comer algo que valiera la pena llamar desayuno, pero incluso
alimentarse se sentía robótico. Solo otro movimiento que él tenía que hacer.

Sin Jordyn, él estaba sintiéndose particularmente agitado.

A Lucian no le gustaba estar tan lejos de ella. Tampoco podía soportar


despertarla y ver cuán triste y adolorida estaría cuando se despidiera. Con suerte,
no estaría demasiado enojada con él por eso. Si lo estaba, él pasaría el tiempo que
fuera necesario para compensárselo.

Después de establecerse en su suite, Lucian desempacó una maleta que había


llevado. Solo era la ropa suficiente para pasar algunos días, nada exagerado. El
hotel ofrecía servicio de lavandería y definitivamente lo usaría. Además de la ropa,
no había llevado mucho más. Veinte mil en efectivo para su seguridad. Su arma,
por supuesto, con un cargador lleno y un repuesto, solo por si acaso. Un libro de su
biblioteca, aunque dudaba que su mente se calmaría lo suficiente como para leerlo.

No había teléfono más que él de su habitación, el cual no usaría. No había


tableta para revisar sus correos y cosas. Nada para mantenerse al día con sus
negocios, aunque se había ocupado de eso más temprano, dejando mensajes a los
gerentes de sus lugares que estarían curiosos por sus vacaciones repentinas.

Vacaciones. Esa era una jodida broma.

Lucian no sabía cómo relajarse cuando no estaba trabajando o cerca de Jordyn.

Era extraño cómo funcionaba eso.

Lucian se metió en la ducha, limpiando el olor a sexo y sudor que aún


permanecía de la noche anterior. Mientras limpiaba las cicatrices alrededor de su
rozadura de la bala, mantuvo su mente en Jordyn y cuan absolutamente increíble
lucía debajo de él para evitar pensar mucho sobre el dolor irradiando a través de su
brazo.

El primer día después de cualquier cosa era siempre el peor.

Paulie le había dado una dosis de antibióticos para tomar por un par de
semanas, así que Lucian bebió las píldoras antes de decidir que no podía
permanecer quieto mucho más.

Media hora, dos taxis y una corta caminata después, Lucian se encontró
mirando fijamente una cabina telefónica.
Jesús, habían pasado años desde que usó una de estas.

Suspirando, metió una moneda y marcó un número familiar. Pasó por las
secretarias de su padre y la charla usual, y lo llevó directo a con quien necesitaba
hablar.

Antony recogió en el cuarto tono. —Antony Marcello habla.

—Papà —dijo Lucian tranquilamente—. Estoy bien. Establecido. Seguro.

Un suspiro de alivio sopló hacia el teléfono. —Gracias, hijo. Tu madre no está


feliz. Encuentra algo especialmente lindo para su cumpleaños para remendarlo.
Tendré una habitación registrada bajo el nombre usual y algo apropiado para que
uses en el hotel frente al Teatro Ópera. Se puntual, por favor.

—Ya lo hice. Estará en su cocina cuando despierte en su cumpleaños.

—Adiós, Lucian.

—Te veo luego, papá.

Lucian colgó el teléfono solo lo suficiente para insertar otra moneda y marcar
el número de teléfono que había conseguido para Jordyn un par de semanas antes.
Tenía el presentimiento de que no habría ido a trabajar hoy, así que no se molestó
en llamar al teléfono que Antony le había otorgado para trabajar. Atendió la
llamada más rápido que Antony.

—¿Hola?

—Jordyn... hola. Ya te extraño, hermosa.

El silencio le respondió a Lucian.

—No puedo hablar por mucho tiempo, pero quería llamar y disculparme por
no despertarte esta mañana.

Jordyn gimoteó un suave ruido. —¿Lucian?

—Sí, cariño. Esta será la única vez que llame, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —susurró ella.

—Deja que Cecelia te lleve a escoger algo hermoso para su cumpleaños. Si


necesitas algo, sabes el número para abrir mi caja fuerte. Todo está allí dentro.

—Tú no —dijo Jordyn, riendo ligeramente.


—No será por mucho. Nada grande. Te amo, ¿sí?

—También te amo.

Por primera vez esa mañana, Lucian sonrió. —Tengo que irme.

—Te veré pronto.

—Pronto —repitió él.


Capítulo 22
Jordyn trató de no tropezarse en el suelo por la longitud de su vestido de noche,
que era un par de pulgadas demasiado largo sin sus tacones, para responder el golpe
en la puerta del dormitorio. Durante las últimas dos semanas, mayormente
permaneció en el departamento porque se sentía más cerca de Lucian, pero en una
o dos ocasiones, se encontró en la casa Marcello, permaneciendo en su habitación
de allí.

Para el cumpleaños de Cecelia, se había quedado en la casa Marcello la noche


anterior, y el día de la celebración entero. Aparentemente, alistarse para este evento
de ópera era una gran cosa. Jordyn no le creía mucho a Cecelia sobre eso, hasta que
la mujer estuvo golpeando en su puerta a horas ridículamente tempranas de la
mañana porque necesitaban comenzar a alistarse.

Más de doce horas antes del espectáculo.

Jordyn asumió erróneamente que arreglar sus rizos en algo decente y ponerse
un poco de maquillaje era suficiente para el evento.

No lo era. Oh, no.

Cecelia, tan encantadora como lo era la mayoría de los días, podía ser una
completa tirana cuando se trataba de prepararse para una fiesta. No era solo un
simple viaje al estilista, el jodido spa completo podría haber venido con ellas
también. Según ella, la fiesta antes de la ópera era probablemente más importante
que ver el espectáculo mismo. Jordyn no estaba completamente segura de por qué,
pero varios nombres habían sido mencionados, los Marcellos incluidos. Se suponía
que cuantos fueran alguien en la política de Nueva York, las personas de la alta
sociedad y familias con dinero estarían allí.

Era desconcertante.

Lucian mencionó sutilmente una o dos veces que su familia no se intimidaba


con la atención pública. Caridades, carreras políticas y negocios incluidos. Era tan
importante para el lado legal del imperio Marcello como lo era para el lado ilegal.

Esta noche, Jordyn iba a ser oficialmente introducida a ese mundo... al lado de
un hijo Marcello.
Ella sabía que era importante. No solo para ella o Lucian, sino para su familia
en conjunto.

Jordyn no estaba completamente segura de cómo sentirse al respecto. Ser


significante solo por el hecho de ser importante nunca había sido uno de sus
objetivos. De hecho, había pasado la mayor parte de su vida tratando de
permanecer fuera del maldito radar.

Esto no sería nada como eso.

Jordyn jaló la puerta del dormitorio para abrirla, quedando cara a cara con un
sonriente Antony.

—Luces encantadora —le dijo.

Jordyn bufó, soplando un rizo suelto de sus ojos. —Gracias, pero tu esposa aun
así es horrible.

—Algunas veces —concordó Antony—. Por otro lado, ella está hecha para
esto. Trata de verlo desde su perspectiva. Eres la primera mujer que alguno de sus
hijos trajo a casa para que ella mime y ame. Esta solo es su forma de mostrarte
cuanto le importas.

Bien...

—Es ridículamente afortunada de que su cumpleaños sea hoy. No me gusta ser


picada, depilada y tocada como ganado en un mercado de carne. Ella puede llamar
a esos tratamientos de belleza como le guste, pero es más como tortura. Ninguna
mujer sana disfruta esa tontería.

—Cecelia es consciente de eso. Mañana volverá a ser la normal y maravillosa


ella.

Jordyn resopló. Antony ni siquiera se molestaba en negar la locura de su


esposa. Casi termino de vestirme, si es para eso que ella te envió aquí arriba.

—No. Subí por algo más. No le importa a ella, y está ocupada siendo mimada
por Dante y Gio, mientras extraña a Lucian. Así que ahora es tan buen momento
como cualquier otro para hacerlo.

La ansiedad de Jordyn se alzó. —¿Es sobre Lucian?

Dos semanas sin Lucian no fueron fáciles de atravesar para Jordyn. El silencio
era ensordecedor. La cama era fría. El trabajo no la mantenía lo suficientemente
ocupada como para no estar preocupada constantemente y pensar en él. No estaba
durmiendo bien y su apetito prácticamente se había ido.

Lo único que la ayudaba era que cada mañana estaba un día más cerca de ver a
Lucian de nuevo.

Sin embargo, extrañamente Jordyn tenía la clara sospecha de que Lucian


estaba más cerca de lo que cualquier pensaba. Especialmente de ella. Más de una
vez durante las últimas dos semanas, sintió los ojos de alguien sobre ella.
Demonios, era Nueva York. ¿Quién no estaba mirando? Esto no se sentía como eso
y no la hacía sentir incómoda, tampoco. En lugar de eso, era reconfortante. Ojos
avellana, cabello oscuro, un saludo de dos dedos y un guiño engreído se
desaparecían rápidamente en una multitud cada vez que volteaba a mirar.

Oh, sí. Lucian estaba observando.

Aun así, era difícil.

—Tanto como sé, debe estar bien —respondió Antony finalmente, ladeando
una ceja—. De cualquier forma, si llega tarde esta noche, no seré capaz de decir lo
mismo cuando su madre logre atraparlo.

La mano de Jordyn cayó a su pecho para calmar el acelerado órgano debajo.


¿Estás tratando de darme un maldito ataque cardíaco, Antony?

—No noté que cuando hablamos lo primero que tengo que decir es que Lucian
está bien. Mantendré eso en mente para referencias futuras. —La paciencia de
Jordyn estaba gastada y muy delgada, por lo que ella simplemente lo miró
fijamente y confió en que su molestia era clara. Aparentemente, lo era—. De
cualquier forma...

—Necesito terminar de alistarme —dijo Jordyn, esperando que captara la


indirecta.

—En un momento —respondió Antony, adentrándose al dormitorio. La puerta


estaba cerrada tras él, efectivamente, dejando fuera al resto de la casa—. Algo llegó
para ti ayer, enviado a mi consejero.

El ceño de Jordyn se frunció. —¿Te refieres a Paulie?

—Cuando lo llamo Paulie, solo es mi amigo. Cuando es mi consejero, está


haciendo negocios para la familia.

La familia sería el lado Cosa Nostra de las cosas. Jordyn entendió a lo que se
refería rápidamente.
—Oh. ¿Por qué alguien le daría algo para mí? —preguntó.

—Para demostrar un punto, creo —dijo Antony, encogiéndose de hombros—.


Además, creo que estarás feliz de recibir esto.

Antony abrió la chaqueta de su esmoquin para sacar un pequeño paquete del


bolsillo interior antes de entregárselo a Jordyn.

—Me disculpo por abrirlo, pero fue designado para mí primero y sentí que era
importante asegurarme de que no fuera algo amenazante. Puedo irme, si gustas ver
qué hay dentro sola. El significado es lo suficientemente claro que no me necesitas
para traducirlo.

Jordyn le agradeció a Antony, esperando hasta que estuvo sola de nuevo en el


dormitorio antes de sentarse al borde de la cama. Abriendo la tapa de paquete,
Jordyn volcó el contenido en el cobertor plateado.

Los tres objetos que cayeron no eran lo que esperaba.

Un cheque. Su último cheque, en realidad, de Legs and Leather. Raro, estaba


escrito a mano, no los impresos usuales que Ron solía tener hechos en el banco. La
firma del nombre de un hombre que no reconoció descansaba en el fondo.

Ese pedazo de papel probablemente había sido suficiente para que Jordyn
descubriera a lo que Antony se refería por el significado... si la pequeña banda de
bodas que ella no había visto en años no hubiese estado pegada al lado del cheque
también.

Era el anillo de bodas de su madre. Sandra no lo había usado en su dedo, sino


que, en lugar de eso, lo tenía en el collar que Jordyn había dejado atrás para
recuperar, junto con su caja de recuerdos. Cuando descubrió que su madre había
muerto de sobredosis, el collar se había roto y el anillo estaba perdido.

Jordyn pensó una vez que lo había visto sutilmente en su desastroso


departamento, cuando lo buscaba. También se preguntó por mucho tiempo si la
muerte de su madre no había sido exactamente lo que pareció. El anillo
apareciendo repentinamente de nuevo decía mucho.

¿Will lo había robado del cuerpo de su madre y guardado todo este tiempo?
¿Dónde lo había guardado? Jordyn no se preocupó en ese pensamiento por mucho.
Simplemente despegó la plana banda dorada y la deslizó en su dedo índice por
seguridad.

El último objeto fortaleció todos los pensamientos tortuosamente confusos de


Jordyn.
Era una nota, garabateada en la misma letra a mano que el cheque.

Nuestras disculpas, decía.

La libertad, nunca es gratis.

Jordyn no notó cuán cierto era eso hasta que miró las dos palabras que no
significaban nada en lo absoluto para ella, y absolutamente todo, al mismo tiempo.

●●●

Jordyn apenas se las arregló para suavizar su agitación mientras esperaba que el
elevador la llevara al piso más alto del hotel. No estaba segura de por qué fue
enviada aquí con una caja de terciopelo negra en su posesión, pero era el pedido de
Antony, así que hizo una carrera rápida por él antes de la fiesta.

Bien vestida, con tacones puestos, cabello hacia atrás en ondas rizadas y su
maquillaje perfecto.

Por qué esto no podía esperar hasta el lunes, no lo sabía.

Suspirando impaciente, al momento en que el elevador sonó y se abrió en el


piso superior, Jordyn estaba deslizándose entre las puertas abriéndose y
apresurándose por el corredor para encontrar el número de habitación. Ella estaba
mucho más interesada en ver a Lucian, cuando fuera el momento en que se suponía
que sucediera esta noche, que entregar este estúpido paquete.

Jordyn casi quería abrir la pequeña caja solo para saber qué había dentro y si
era realmente así de importante. Sin embargo, no lo hizo. De alguna manera,
Antony sabría que lo hizo y no estaría complacido. De cualquier forma, a Jordyn
no le agradaba invadir la privacidad de ellos y otras personas.

Finalmente, encontró la habitación correcta al final del corredor, un cartel de


"No molestar" colgando de la perilla.

Muy malo, pensó Jordyn.

Ella no tenía tiempo para esperar que, quien sea que estuviese dentro,
despertara de su siesta, su sesión de sexo... o lo que sea. Golpeando la puerta lo
suficientemente duro como para molestar, Jordyn sonrió cuando oyó pasos detrás
de ella.

Cuando la puerta se abrió, Jordyn casi tropezó hacia atrás en sus tacones de
tres pulgadas, sorprendida por el sonriente rostro devolviéndole la mirada. También
casi dejó caer la caja que estaba sosteniendo.
—Buenas noches, dulzura. ¿Me extrañaste?

Lucian lucía increíble en su esmoquin negro a medida, con el chaleco y la


corbata azul marino para coincidir con su vestido de noche. Ella se ahogó con las
palabras intentando salir de su pecho mientras lo revisaba una vez más. Nada era
diferente con respecto a él, excepto la ligera barba que él usualmente mantenía
afeitada. Destellantes ojos avellanas aún la contemplaban como si ella fuera lo más
importante para adornar su presencia.

—Sí, te extrañé. —Se las arregló para dejar salir finalmente—. He estado
esperándote todo el día.

Lucian rio. —Dios, cuanto te extrañé, bella mia.

Esas palabras eran todo el aliento que Jordyn necesitaba. Voló hacia su abrazo,
prácticamente golpeando a Lucian de regreso dentro de la habitación de hotel por
la fuerza. La fresca esencia de su jabón mezclada con la colonia que él estaba usado
empapó sus sentidos como si fuera droga. Solo ser sostenida por él era una altura
que ella no podía comprender.

Instantáneamente, las manos de él encontraron su mandíbula, acunándola


gentilmente para inclinar su rostro hacia arriba así sus labios podrían encontrarse.
Jordyn vagamente registró que la puerta se cerró de una patada mientras su lengua
se hundía en su boca y esas manos suyas vagaban por los lados de su vestido, sobre
el corsé enjoyado y la cintura de corte imperio.

Se perdió en el beso, su cuerpo reaccionando a su cercanía y toque,


calentándose desde su vientre y extendiéndose hacia afuera, rápido y veloz.
Cuando él se alejó sin ganas, ella rio silenciosamente mientras limpiaba el lápiz
labial rojo de su boca.

—Te ves tan hermosa, será una lástima cuando este vestido toque el suelo esta
noche —Suspiró Lucian contra su mejilla, sonriendo—. Cecelia hizo bien al
escoger el vestido. No te torturó mucho, ¿o sí?

—Sí —murmuró Jordyn, asintiendo—. Fue horrible.

—Pero lo disfrutaste...

Jordy frunció el ceño juguetonamente. —Un poco. No noté que esto iba a ser
un gran dilema. Ya me sentía fuera de lugar y aún ni siquiera te había enfrentado.

—No seas ridícula —dijo Lucian oscuramente—. Encajas perfectamente a mi


lado. ¿Por qué estarías preocupada por eso?
Encogiéndose de hombros débilmente, Jordyn respondió—: No soy un bebé de
fondo fiduciario o un niño que se codea con los ricos, Lucian. Estamos hablando de
las personas más importantes, de la alta sociedad y de estilo de vida de ricos y
famosos. Nunca he usado siquiera un vestido de noche antes, y eso incluye la
graduación, considerando que no fui. Me pone nerviosa. ¿Qué tal si lo arruino o
digo algo estúpido?

—¿Qué, como "hola"? —preguntó Lucian sarcásticamente. Entonces, sacudió


su cabeza, mirándola directo a los ojos con una de esas perforadoras miradas que la
plantó en su sitio, y la mantuvo de moverse o decir una palabra—. No me importan
mucho las personas que conocerás esta noche. A nadie le importa, en realidad. Les
gusta pensar que todos se interesan en ellos, pero ese es un problema que ellos
tendrán que manejar algún día, por su cuenta. Además, por una vez les daremos
algo de chisme sobre alguien más que ellos mismos. Quién sabe, quizás eso les
bajará los humos.

—Eres horrible. —Se burló Jordyn.

—Estoy consciente de eso. —Lucian presionó otro beso ligero como una pluma
en su boca—. En serio, no intentes agradarles a esas personas. Sonríe y disfruta la
noche. Eso es todo lo que realmente importa.

Jordyn tuvo otro pensamiento, uno que envió la tristeza girando en su corazón.
¿Vas a venir conmigo esta noche, o tienes que estar lejos otra vez?

—¿Me has oído decir que será una vergüenza cuando tu vestido se desprenda,
verdad?

El calor endureció las mejillas de Jordyn. —¿Entonces tú vendrás?

—He perdido mi cama, y a ti en ella —respondió Luciano bruscamente.

—¿Eso significa que saben quién está tratando de hacerte daño? —preguntó.

Lucian resopló. —Matar, no hacer daño. Y no estoy seguro, pero le di a


Antony las dos semanas que quería. Si todavía no lo ha descubierto, lo haré. Dudo
que sea tan amable como lo ha sido.

Un escalofrío se arrastró hasta la columna vertebral de Jordyn. —No me gusta


el sonido de eso.

—Difícil. Todavía estoy regresando a casa. No voy a seguir escondido. Tengo


una vida. —Lucian sonrió y agregó—, Tenemos una vida que solo estamos
empezando juntos. Me gustaría volver a ella.
—No irá a ninguna parte, Lucian.

—Oh, lo sé, cariño.

—Mmm, me has estado mirando, ¿verdad?

Lucian se encogió de hombros. —No podría estar lejos de ti por mucho tiempo.

Jordyn recordó la caja que todavía tenía e intentó entregarla. —De tu padre.

—En realidad —dijo Lucian con aquella manera arrogante—, es de mí para ti.
Lo hice recogerlo cuando llegó hace unos días. Quería que tuvieras algo de mí esta
noche para usar con tu vestido. Vamos, ábrela.

No estaba totalmente segura de qué esperar, teniendo en cuenta el último


regalo que revivió de un Marcello que vino en una caja como esta fue de miles de
dólares de diamantes, Jordyn respiró hondo y abrió la caja. Por un momento, no
miró hacia abajo, no queriendo ser abrumada de nuevo por las joyas que nunca
podría pagar por su cuenta.

—Míralo, cariño. Te prometo que no es pretencioso y te encantará.

Confiando en él, finalmente, miró el regalo. Una sola hebra de perlas blancas
con pendientes que coincidían descansaba dentro de la caja. Entre cada globo había
un diminuto diamante que separaba las perlas. La pieza no era ostentosa en
absoluto. De hecho, era delicado y simple en diseño y mucho a su gusto si ella
hubiera sido el que lo escogiera. Ni siquiera había pensado en sus joyas por la
noche, y Cecelia no se molestó en mencionarlo.

Ahora Jordyn entendía por qué.

—Es hermoso —susurró, todavía asombrada—. Gracias.

—Eres más que bienvenida. Se sentía como tú. Me pregunté cómo te mirarían.
¿Puedo? —preguntó Lucian, agitando las perlas.

—Sí por favor.

Cuidadosamente, Lucian sacó las perlas de su caja y bajo su deseo, Jordyn se


volvió para poder colocar el hilo alrededor de su garganta. Unos cálidos dedos se
deslizaron a lo largo de la extensión de su cuello mientras cerraba la parte de atrás
del collar antes de soltar la joyería y besarle el costado de su cuello. Él la dejó poner
los pendientes en sí misma, negándose a quitar los labios de su garganta todo el
tiempo.
Jordyn suspiró en el beso. —Sí, definitivamente te extrañé.

—¿Me amas también?

—Por supuesto.

—Bueno —murmuró Lucian mientras sus brazos envolvían sus brazos una vez
más—. Y sé que estás preocupada por esta noche, pero realmente no deberías
estarlo, Jordyn. El dinero puede dar a la gente todo el control y el poder en el
mundo que pueden comprar, pero no les da lo que es más importante. Vestidos de
diseñador no le dan a una mujer de belleza si ella no es increíble en su corazón. Los
diamantes no le darán dignidad si no es buena en su alma. La educación no hace
un hombre digno. Un apellido no garantiza respeto alguno a menos que pueda
trabajar para él. Esas son las cosas que ganamos siendo quienes somos. Eres
maravillosa. No quiero que nadie más esté conmigo esta noche mientras celebro a
mi madre.

Curiosamente, esas palabras eran todo lo que Jordyn necesitaba oír para hacer
desaparecer los nervios.

●●●

Buon compleanno, Mamma28 murmuró Lucian en el oído de su madre


cuando él se acercó detrás de ella, deseándole un feliz cumpleaños.

Antony se encontró con la mirada de su hijo y sonrió, el orgullo brillando


fuertemente. Me alegro de verte, hijo.

Igualmente.

Los labios de Cecelia se separaron con una amplia sonrisa mientras se volvía
hacia Lucian. ¡Estás aquí!

Por supuesto que lo estoy, y a tiempo, como tú lo pediste. Te ves preciosa


evaluó Lucian, tomando el vestido de seda blanca y gasa que Cecelia llevaba
puesto. Angelical. Adecuado para uno de los ángeles en mi vida cuidando de mí.

Cecelia tal vez no le haya dado la vida como su madre, pero le había dado lo
mejor de sí mismo: el amor. Ella fue la segunda mujer en la tierra para mostrarle
que era posible amar algo con una ferocidad incondicional. Mientras su madre
biológica había abandonado su vida para salvar la suya, Cecelia le devolvió esa
vida de una manera totalmente nueva. Cecelia le había enseñado a amar a los

28
Feliz cumpleaños, mamá.
demás... como Jordyn. Lucian no perdería el día especial de su madre para el
mundo.

Su madre le guiñó el ojo, mirando por encima de su hombro a Jordyn que ya


estaba en conversación con Gio. ¿Lo hice bien?

Perfecto aseguró Lucian. Ella se ve hermosa. Gracias.

Cecelia alargó la mano y golpeó la comisura de su boca, suprimiendo su


sonrisa. Bueno, incluso si no hubieras dicho nada, habría adivinado que te
gustaba por las manchas rojas en tu boca. Trata de mantener el MPA29 a un
mínimo, Lucian. No hay necesidad de ir marcando tu territorio por todo el lugar
esta noche, dulce muchacho.

Lo tengo.

Estoy muy feliz por ti.

Lo se dijo en voz baja. Pero es tu noche, no la mía. ¿Seguimos bebiendo


estúpidos cócteles hasta que nos permitan entrar en el salón de baile de nuevo?

Cecelia asintió, mirando las puertas cerradas sobre su hombro. Me estoy
aburriendo.

No pasará mucho tiempo dijo Antony detrás de ella. Paciencia, Tesoro.

¿Te gustó mi regalo esta mañana? preguntó Lucian a su madre.

Las flores eran preciosas. Llenaron la mesa de la cocina. No tuve tiempo de


encontrar lugar para todos.

Había un punto en eso. Te compré un bushel por cada habitación de la casa,


así no te moverías de habitación en habitación como hiciste la última vez que te
compré flores.

Pensé que eso dijo Cecelia con voz sonriente. Todavía tengo que decidir
dónde tienen que ir en las habitaciones, sin embargo. Es un proceso, Lucian. Algún
día lo entenderás.

¿Has mirado dentro de las flores? preguntó a propósito.

Cecelia lo miró con curiosidad, sonriendo aún más. ¿Qué hiciste?

29
MPA – Muestra pública de afecto.
Hay algo especial en cada uno de los ramos. Asegúrate de revisarlos todos,
¿sí?

Lucian... las flores eran suficientes.

No, ciertamente no lo eran. No por su madre.

Te quiero, mamá dijo Lucian. Siempre.

Cecelia suspiró suavemente. Yo también te quiero, muchacho. Ahora, ve a


tus hermanos antes de que roben a Jordyn.

No tuvo que decírselo a Lucian de nuevo. Claro, quería hablar con su padre
sobre lo que había perdido en el último par de semanas, y Cecelia definitivamente
merecía más de su tiempo, considerando que se perdió la mayor parte de su
cumpleaños. Sin embargo, Lucian se sentía fuera de lugar cuando Jordyn no estaba
a su lado.

Eres un tipo especial de mujer le dijo Lucian a su madre. Hay un


hermoso lugar en el cielo para las madres de todos los niños, especialmente de
nuestra especie.

Así que alguien me sigue diciendo convino Cecelia con una mirada hacia
Antony. Ve, Lucian.

No pasó mucho tiempo antes de que Lucian volviera a su sitio, y su mano


estaba firmemente plantada en la curva de la cintura de Jordyn. Debido a que
algunos de los invitados en el salón eran amigos de los padres de Lucian, esas
personas hicieron su camino a través de la multitud sorbiendo en bebidas servidas
para dar Cecelia deseos de cumpleaños. Eso, por supuesto, los llevó a los hermanos
a saludar, también.

Jordyn no se quedó escondida detrás de Lucian, y por eso, estaba orgulloso.


Introducirla a solo unas pocas personas era lo suficientemente bueno, como una
vez que lo sabían, comenzaría a propagarse entre los otros que eran curiosos y
preguntados sin llegar a conocer a ella. Eso también era como los chismes
comenzaban a extenderse, pero no le importaba.

No era como si planeara dejarla sola ante los lobos.

Después de que las puertas se abrieron al salón de baile para los invitados
importantes que fueron invitados temprano al acontecimiento de la ópera, las cosas
movieron más fluido. Mientras que toda la noche era esencialmente sobre el
espectáculo que sucede más tarde, la fiesta temprana tenía un punto, también.
Había una subasta silenciosa en el vestíbulo de donde acababan de llegar, y todos
los ingresos eran donados a una organización de caridad que a Cecelia y a Antony
le gustaban.

La banda en vivo en el fondo del salón de baile era de un tipo más clásico.
Ciertamente no a los gustos de Lucian, aunque su madre lo sacó a bailar un vals
con ella al menos una vez. Le llevó a exigir que hiciera lo mismo con Jordyn.

¿Cómo iba a negarle a su madre cuando era su cumpleaños?

Déjame llevarte, cariño le dijo Lucian a Jordyn después de que murmurara
por cuarta vez que no podía bailar con música así. Después de los primeros pasos,
Jordyn se dio cuenta de que el vals era un simple pocos movimientos que siguieron
el mismo patrón una y otra vez. Se trataba del hombre que llevaba a mostrar la
belleza de su pareja. Ve, fácil.

Jordyn guiñó un ojo, luego miró a su alrededor. La gente nos mira de nuevo.

Bueno. Las cosas hermosas deben ser observadas. Ellas brillan.

●●●

No pareces impresionado dijo Jordyn en voz baja.

Lucian se encogió de hombros, echando un vistazo por encima del hombro


ante la cortina que mantenía cerrada su cabina privada. La ópera y el teatro no
son mis cosas favoritas. A Cecelia le encanta, así que Dante no pudo resistirse a
conseguir los balcones para su cumpleaños.

Creo que es fascinante. La elegancia y el poder mezclados juntos es algo


asombroso.

Lo haces, ¿eh? Lucian estaba feliz de que estaba disfrutando. Eso es
todo lo que importa.

Sin embargo, puede llegar a ser agotador después de un tiempo.

Jordyn le lanzó una sonrisa desde su silla de cuero de felpa empujada cerca de
la suya. Entre ellos, sus dedos atados, su pulgar rodando suavemente sobre el lado
de su mano. Era lo único que impedía a Lucian asomar la cabeza en el balcón
débilmente iluminado, incluso con el canto llenando el teatro. Su toque inocente
estaba asegurando que el cuerpo de Lucian estaba completamente despierto e
hiperactivo de lo cerca que estaba.

Oh, había extrañado a esta mujer terriblemente.


Otra hora dijo Jordyn, leyendo el itinerario del evento en su mano. Y
entonces volverás a ser libre.

Lucian tarareó humildemente. O podríamos saltarnos ahora. Tengo la


habitación del hotel reservado para la noche. Sería una vergüenza desperdiciarla y
la bañera caliente en el balcón, ni siquiera lo probé.

Los labios de Jordyn se arrastraron hacia arriba con una sonrisa. ¿Cecelia
estará terriblemente enojada?

Ni siquiera lo sabrá.

Su amante estaba de pie antes de que Lucian pudiera decir otra palabra.
Capítulo 23
En el momento en que las puertas del ascensor se abrieron, Lucian empujaba a
Jordyn dentro del pequeño espacio.

Jordyn había bromeado y lo había tocado con sus manos suaves y su dulce
boca hasta el hotel. Palabras susurradas en su oído enviaron un pico de deseo.
Lucian estaba tan duro como una vara de acero debajo de sus pantalones de
esmoquin y se estaba convirtiendo en francamente jodidamente doloroso.

Iba a encontrar el mejor alivio entre los cielos de sus muslos.

Lucian apoyó a Jordyn en la esquina del ascensor vacío, sus labios se


encontraron con los suyos castigando. Una vez más, quería dejar sus marcas en su
cuerpo y sentirla en la suya durante días después. Estar separados, aunque solo
fuera por un par de semanas, lo había llevado a una locura lánguida de necesidad.
Su lengua se deslizó en el calor de su boca, explotando sus papilas gustativas con su
sabor y haciendo que su polla se hiciera aún más dura.

Las sesiones de ducha y palma simplemente no lo estaban haciendo. Lucian


necesitaba esto.

—He querido follarte tanto —murmuró Lucian contra la boca de Jordyn. Te


gusta venirte por toda mi lengua. Mio Dio30, he perdido esto.

Jordyn soltó una carcajada, mientras sus dientes y sus labios le atacaban el
cuello. —No aquí, Lucian.

—¿Por qué no? Vamos a dar a las cámaras un espectáculo, cariño.

Lucian tomó el silencioso destello de deseo en sus ojos como su


consentimiento. Conduciendo la falda satinada de su vestido hacia arriba, se deleitó
de la suavidad de sus muslos en las palmas de sus manos. Con el vestido encima de
las rodillas, Jordyn soltó un ruido avergonzado que detuvo sus movimientos.

Fue entonces cuando Lucian se dio cuenta de que las puertas del ascensor
estaban empezando a cerrarse.

30
En italiano – Dios Mío.
Una mirada por encima de su hombro decía que alguien se había metido en el
último minuto y estaba a solo unos metros de distancia, la atención se desvió
completamente hacia las puertas cerradas del ascensor. Lucian soltó un suspiro
irritado y apoyó su frente en la barbilla de Jordyn, sintiendo su sonrisa mientras
dejaba caer su vestido en su lugar.

—Maldita sea —murmuró.

Jordyn soltó una risita. —La paciencia es una virtud.

—No soy un hombre virtuoso —respondió Lucian en voz muy baja. No


cuando se trata de ti.

Sin embargo, no podía evitar pensar que la presencia de la persona detrás de él


era extraña. Era un hotel, bastante ocupado y bien conocido, para el caso. Pero, ese
no era realmente su problema. Francamente, era tarde, lo que significaba que la
mayoría de los huéspedes estaban en sus habitaciones, o disfrutando de la vida
nocturna de Nueva York.

La mayoría de la gente tendía a tomar nota de una pareja comprometida en un


ascensor y se esforzaba por cerrar las puertas y esperar al siguiente, no queriendo
ser grosero o interrumpir.

Al menos, eso es lo que Lucian haría.

Este hotel tenía cuatro ascensores. ¿Por qué demonios era tan importante?

Lanzando otra mirada mordaz sobre su hombro, algo más acerca de su


huésped del ascensor hizo que Lucian tomara pausa mientras la máquina
comenzaba a levantarse. Al igual que Lucian y Jordyn, el hombre parecía bien
vestido con un esmoquin, pero el gorro de pelota que también llevaba era
desaliñado para el resto del traje. El tipo estaba manteniendo su espalda vuelta y la
cabeza hacia abajo, asegurando que su rostro estuviera oculto de la vista.

Justo como el casquillo de la bola habría hecho para las cámaras arriba.

Nadie necesitaba mantener su rostro oculto a menos que no quisieran ser


vistos.

Una vez más, como el día en que le dispararon, Lucian estaba empezando a
sentir esa espeluznante sensación. Algo no estaba bien. Tal vez tenía un infierno de
instinto que nunca había notado antes; Estaba seguro de actuar de nuevo.
Jordyn no parecía darse cuenta de la repentina incomodidad de Lucian,
apoyándose en la pared con las manos apoyadas en la barra de la parte trasera de la
pared del ascensor. O tal vez solo asumió que estaba tenso de ser bloqueado.

—¿Jordyn?

Sus ojos azules se volvieron hacia Lucian con un calor ardiendo detrás de los
lirios

—¿Hmm?

—Bésame.

¿Qué? susurró Jordyn, sonriendo de nuevo.

Lucian tenía la clara sensación de que estaban atrapados en un espacio


confinado de seis por seis en una mala situación, y mientras esperaba que estuviera
equivocado, probablemente no lo estaba. El ascensor solo subía y bajaba. No se
detuvieron a abrir en los pisos superiores para recoger a otros a menos que aquellos
huéspedes empujaran el botón de arriba, también. Nadie en un hotel quería subir a
menos que iban a su habitación. Lo más probable era que su ascensor no se
detuviera hasta llegar al último piso. Como siempre, su siempre fiel Águila estaba a
su espalda, pero no haría mucho.

Así que sí, Lucian quería besarla.

Lucian no se molestó en volver a preguntarle a Jordyn, simplemente se inclinó


hacia adelante y tomó lo que quería, sujetándola a la pared del ascensor bajó sus
manos mientras sus labios reclamaban los suyos. Jordyn no se alejó del beso, en
lugar de suspirar un gemido tranquilo y concederle el acceso a su boca. Intenso no
podía describir adecuadamente la forma en que su cuerpo entero parecía sintonizar
con ella, la persona detrás de él y todo lo demás a su alrededor.

—Cierra los ojos —murmuró Lucian humildemente. Y no importa qué, no te


muevas. No ayudará.

El zing distintivo de un alambre desenrollado se registrado detrás de él. Lucian


conocía ese sonido. No era la primera vez que lo oía, o lo usaba él mismo, para el
caso.

Jordyn frunció el ceño mientras lo miraba. —¿De qué estás hablando?

—Cierra los ojos y no te muevas, cariño. Créeme.

No necesitaba ver esto. Lo que sea que era.


Los ojos de Jordyn se agitaron y Lucian le presionó un beso de pluma en su
mejilla antes de decirle que se quedara así, no importaba qué. Luego, empezó a
alejarse.

Mientras Lucian mantenía sus palabras en un silencioso murmullo, demasiado


bajo para que el hombre lo oyera, esperaba que el chico pensara que toda su
atención estaba en Jordyn. Por lo general lo era, pero también había estado
siguiendo los movimientos que oía detrás de él.

El hombre había retrocedido al menos un pie de su posición anterior, y estaba


ligeramente girado, ahora. Fue solo un milisegundo antes de que el tipo giró por
completo y el cable se envolvió fuertemente alrededor de la garganta de Lucian,
tirando de él hacia atrás de la fuerza inesperada. El Eagle a su espalda cayó de su
sitio, golpeando el suelo con un ruido. Lucian le dio una patada al arma, no
queriendo que el atacante la recogiera.

Al instante, todo el aire de los pulmones de Lucian se fue. Fue una reacción
natural del cuerpo expulsar el aire en estado de shock. También fue por eso que
aquellos que sufrieron la muerte por estrangulación murieron rápidamente. La
lucha o instinto de vuelo golpeó a la víctima, todo el deseo de estar completamente
centrado en la única cosa: la necesidad de respirar.

Pero no importaba cuán duro o ferozmente luchara la víctima por esa


respiración, con un atacante detrás de ellos y un alambre en la garganta cortando
todo el oxígeno a su tráquea dañada, se convirtió en una lucha inútil. Demasiada
energía estaba centrada en la necesidad de respirar, y no en el hecho de que
necesitaban encontrar una forma de salir de la situación.

Un cable era rápido, silencioso y efectivo. Era más eficiente en una situación de
mano a mano que la mayoría de las otras armas cuando un trabajo necesitaba
hacerse en silencio. No había alboroto, y no había lío para limpiar, sino para un
cuerpo con una marca alrededor del cuello. Podría esencialmente bajar un hombre
de doscientas libras con poco o nada de lucha en cuestión de minutos, si no
segundos, cuando se hace correctamente. Podría haber una multitud de gente a
pocos pies de distancia y nunca sabrían una cosa hasta que el cuerpo fue
encontrado.

Lucian no era un hombre estúpido. Había usado este ataque silencioso antes.
Francamente, era una buena idea.

A pesar de saber que lo último que tenía que hacer era luchar por su aliento y
en su lugar, luchar para sacar el cable de su cuello, Lucian no pudo evitar la
inundación inmediata de miedo y adrenalina estallando una guerra en su cuerpo.
Tiró hacia atrás contra el pecho fuerte de su atacante, las manos de Lucian
lucharon por cualquier cosa en esos primeros segundos. Quería apoyo, algo de
palanca para mantenerlo firme. En cambio, se encontró agarrando el aire porque
estaba en pánico.

El grito ahogado que lanzó salió por su propia cuenta. Otra reacción natural de
un cuerpo en modo de supervivencia.

Los ojos de Jordyn se abrieron, entonces, mirando directamente a Lucian.

Le tomó un destello para tomar en su entorno y darse cuenta de lo que estaba


ocurriendo. El miedo allí era inmediato, rompiendo su corazón ya que no podía
decirle que los volviera a cerrar si no podía hablar. Lucian no quería que viera que
esto le estaba sucediendo. Cuando se sacudió hacia delante de la pared para tratar
de ayudarlo, él logró un apretado movimiento de su cabeza que la envió volando de
vuelta a la esquina. Podría haber recogido su arma y haberla puesto en el hombre,
claro, pero no estaba muy familiarizada con las armas o cómo usarlas. No había
nada más peligroso que alguien con poco o ningún conocimiento de cómo usar una
pistola.

Quién sabía lo que esta persona detrás de él le haría a Jordyn, pero la intención
de Lucian era lo suficientemente clara como para que mantuviera su atención en él
todo el tiempo que pudiera. Lucian tampoco estaba seguro si el alambre era la
única arma que el atacante tenía.

Sus amplios ojos azules, con lágrimas derramándose sobre sus mejillas y un
puño apretado contra su boca, hicieron algo bueno para Lucian. Por un breve
instante, lo calmó. El jadeo, el espeso pánico saturando sus sentidos se embotó lo
suficiente como para dejarlo pensar y considerar más que solo los actos.

El hombre detrás de él era fuerte, incluso con las uñas de Lucian cavando
profundamente en los antebrazos cerrados detrás de su cuello, manteniendo el
alambre más tenso. El atacante no habló, ni una palabra. De hecho, apenas parecía
respirar mientras le apretaba más fuerte. La falta de olor también llamó la atención
de Lucian. La gente usaba cosas... desodorantes, perfumes o colonias, champús y
jabones. Si no, una persona olía a sudor y mala higiene. Esta persona no tenía olor.

Porque querían ser invisibles, Lucia se dio cuenta.

El hombre había querido ser pasado por alto. Solo otro huésped en la esquina
del hotel, charlando en un teléfono o leyendo un papel. Nadie importante o motivo
de preocupación.

Un profesional.
Tal vez el hombre había estado en el hotel antes, esperando su oportunidad de
hacer un movimiento que había perdido por cualquier razón.

Lucian rápidamente decidió que este también lo sería.

Tanto como su cuerpo y mente gritó en protesta por la elección, Lucian se


obligó a soltar los brazos del hombre y dejar de agarrar el alambre alrededor de su
garganta. No le haría ningún bien en este punto. Trató de pensar cuántos segundos
habían pasado con él en el estado de pánico, treinta tal vez.

Dentro de su pecho, sus pulmones ardían con la necesidad de aire. La saliva lo


ahogaba. Sus ojos se sentían secos. Su corazón latía demasiado rápido y fuera de
control y su mente estaba confusa, pero se despejaba lentamente. El dolor por el
corte de alambre en su cuello se embotó en comparación con todo lo demás. El
deseo de toser, aunque no saliera sonido, se burbujeaba repetidamente.

Treinta y cinco segundos.

Treinta y seis…

Treinta y siete…

A los cuarenta, Lucian forzó su cuerpo a relajarse.

El hombre no soltó el cable por un segundo.

Un profesional no lo haría, Lucian lo sabía. No se suponía que se detuvieran


hasta que se hiciera el trabajo.

Lucian odiaba que eso fuera lo que su vida era ahora, un trabajo.

Una vez más, Lucian se encontró con la mirada llorosa de Jordyn. Era
consciente de lo que estaba viendo, y lo congelada que estaba porque no había nada
que pudiera hacer. Era probable que su rostro se tornara rojo, los vasos sanguíneos
en sus ojos se expandieran, preparándose para estallar por la falta de oxígeno. Tal
vez un matiz azulado comenzaba a deslizarse por sus labios que hacían muecas.

Cuarenta y cinco, contó en silencio.

Lucian quería casarse con Jordyn. No sabía exactamente cuándo, pero tenía la
sensación de que no importaba tanto ya que era suya. Cada mañana y cada noche,
quería amarla. No podía, nunca se cansaría de ella. Extrañamente, apostó a que
Jordyn sería una madre asombrosa para sus niños, algo que él nunca había
considerado, pero lo deseaba con ella tan desesperadamente. Ni siquiera le importó
que solo estuviera en su vida durante un par de breves meses, ya que algo dentro de
él le susurró que no iba a irse nunca.

A veces era así como funcionaba el amor.

Fue el peor momento para tener las realizaciones, pero la mente tiene una
manera divertida de hacer frente.

Cincuenta segundos...

Una oscuridad empezaba a filtrarse en los bordes de su visión. Si no actuaba


pronto, la privación de oxígeno lo empujaría hacia un apagón.

Cuando el ascensor cayó ligeramente de llegar al último piso, la puerta se abrió


y empezó a abrirse. Era el momento que Lucian había estado esperando. Solo
necesitaba sobrevivir al viaje, ya que su atacante sin duda supuso que su trabajo
terminaría dentro de ese plazo. Brevemente, el alambre se aflojó lo suficiente para
decirle a Lucian que el hombre se había girado para revisar las puertas que se
abrían. Lucian tomó la oportunidad de respirar, tan profundo y con el poco aire que
podía, aunque le dolía hacerlo.

En ese momento, atacó hacia atrás.

Uno de sus codos aterrizó con fuerza de castigo en el medio del estómago del
hombre, sacudiendo el aire de sus pulmones con un chasquido escalofriante. Al
mismo tiempo, a pesar de la protesta y el dolor del alambre en su garganta, Lucian
utilizó la fuerza que le quedaba para tirar lo suficiente su otro codo para que
pudiera golpear en la cara de su atacante.

El crujido repugnante de una fractura de nariz le dijo que golpeó su marca justo
ahí.

Mierda oyó un siseó detrás de él.

Tal vez el hombre no había esperado que Lucian tuviera el poder que le
quedaba después de ser ahogado hasta casi inconsciencia, pero los golpes de
sorpresa funcionaron. El alambre se deslizó de una mano enguantada, soltando el
agarre hermético a la garganta de Lucian.

Después de eso, el tiempo se movió mucho más rápido.

Lucian no podía considerar a Jordyn todavía presionada en la esquina, o cómo


luchó para recuperar la respiración cuando se giró para enfrentar al hombre. Pateó
el alambre que cayó al suelo a un lado, fuera del alcance. Sorprendentemente
rápido, sus puños aterrizaron uno tras otro en una sangrante cara rota que no
reconoció. Lucian no registró sus nudillos abriéndose en los dientes del hombre
mientras continuaba su asalto hasta que el tipo retrocedió al otro lado del ascensor.

La rabia se hinchó con cada golpe. Lucian se estremeció por todas partes. El
hombre movió las manos ciegamente, tal vez en un esfuerzo por responder los
golpes, pero la sangre estaba indudablemente cegándolo y la fuerza de los
movimientos defensivos era débil en el mejor de los casos.

Con toda la fuerza que pudo reunir, la rodilla de Lucian aterrizó en el


estómago del hombre, otra vez quitándole el aire. Gimiendo, el hombre se dobló,
cayendo de rodillas en el suelo. Después, se estiró y golpeó el teclado del ascensor
para cerrar las puertas antes de golpear el botón de la planta baja para llevarlos
hacia abajo. Lucian lanzó una temblorosa exhalación, sus puños apretados a sus
lados.

—Tengo sesenta segundos antes de que esta cosa se detenga de nuevo —le dijo
Lucian al hombre—. Esos son sesenta segundos con solo tú y yo, imbécil. Sesenta
segundos en una caja metálica de seis por seis en la que planeaste matarme, pero de
la que no puedes salir de aquí. Solo imagina el daño que puedo hacerte en un
minuto. Empieza a contar.

—Lucian...

El doloroso susurro de Jordyn detrás de él hizo que Lucian se tensara. —Estoy


bien.

—Bien —respondió con tristeza.

—Cincuenta y cinco —le dijo Lucian al hombre debajo de él—. Dime quién te
contrató y lo haré fácil.

El hombre se rio, aunque sonaba doloroso. —Lo dudo.

Lucian lo golpeó con una patada que envió la cabeza del hombre volando hacia
atrás en la pared. Gorjeos de risa amarga fueron la respuesta al golpe. —¿Quién?

—De todas las personas, tú deberías saber que no funciona de esa manera. —Se
forzó a decir, escupiendo sangre de entre dientes rotos—. No tengo los nombres de
los empleadores, solo el contrato y la paga.

La mandíbula de Lucian se apretó. —¿Cuánto?

—250.000 primero, lo mismo después de que estuviera hecho, pero eso no


vendría por lo menos treinta días después del entierro.
Jordyn jadeó en silencio. Lucian ni siquiera reaccionó.

—Cometiste un gran error —dijo Lucian.

—No. —El hombre tosió—. Simplemente te subestimé.

—Misma diferencia.

Por última vez, Lucian pateó al hombre. El poder detrás de la patada lo envió a
escupir más sangre, y el hombre quedó inconsciente. Veinte segundos después, las
puertas del ascensor se abrieron. Fue entonces cuando Lucian se giró hacia Jordyn.

Estaba temblando.

—Ven aquí, cariño —le indicó Lucian, su garganta áspera y cruda. Estoy
bien, lo prometo.

Jordyn no lo dudó antes de volar desde la pared directo a su abrazo. —Yo


quería…

Lucian la calla, sosteniéndola más apretada. —Lo sé. Lo siento. Te amo. Lo


siento mucho.

Las palabras se convirtieron en un mantra mientras alguien fuera del ascensor


comenzaba a pedir ayuda. Jordyn no era la única que lloraba esta vez.

●●●

Jordyn paseaba por la longitud del pasillo sin darse cuenta del tiempo que
pasaba. Ya atravesó lo de dar su declaración, y pasó por una breve entrevista con
los detectives. Ellos estaban más interesados en lo que podía decir sobre Lucian
Marcello y su familia, en lugar del hombre que trató de matar a su amante en un
ascensor dos horas antes. No les dijo nada, porque no tenía ni una maldita cosa que
contar. Nunca lo haría.

Pero la entrevista no duró mucho, sin embargo. Un abogado, uno que Jordyn
no conocía y no había pedido porque no creía que necesitara uno, se apresuró a
entrar en la entrevista y terminarla. Contratado por Antony Marcello, explicó el
hombre. Si los detectives no tenían nada más que preguntarle a Jordyn sobre el
incidente del hotel, ella se iría con él y ellos se podrían en contacto con él si tenían
más preguntas o peticiones de allí en adelante. Contactar con Jordyn directamente
sin él presente solo conduciría a una demanda de acoso que la policía no
necesitaba, les advirtió.
Jordyn rápidamente se dio cuenta de que Antony Marcello no jugaba cuando
se trataba de su familia y negocios.

Después de eso, fue arrastrada a un auto y llevada a la casa Marcello.

Otra vez...

Ella realmente solo quería ir a casa con Lucian.

En donde sea que estuviera.

Jordyn sospechaba que él todavía estaba bajo el ojo de los detectives queriendo
entrevistas. O diciendo que necesitaban más información. Tal vez asumieron que
Lucian sabía más del hombre en cuidados intensivos de lo que decía. Era difícil de
decir, dado que ella no lo había visto en horas.

No ayudó que Antony se escondiera en su oficina sin decir una palabra, pero
estando afuera en el pasillo le dio a Jordyn todo el acceso que necesitaba para
escuchar sus crecientes frustraciones y enojo. Todo lo que entendía era que él
estaba al teléfono, con los abogados, con la seguridad del hotel, y a cualquier otro.
Antony quería a Lucian fuera de la custodia policial inmediatamente. Su hijo no
era el perpetrador, sino la víctima. Estaba en el video. ¿Por qué no estaba fuera?

Obviamente, los funcionarios estaban tratando de sacarle provecho a la


oportunidad de profundizar en los secretos de la familia, y Antony no se los
permitiría.

Jordyn también aprendió que el padre de Lucian no estaba más cerca de


averiguar quién estaba detrás de estos ataques, o siquiera el porqué, para el caso. El
hombre que intentó matar a Lucian esta noche, sin embargo, había sido
identificado. Christophe era simplemente un hombre contratado, uno bueno,
aparentemente, por lo que entendía Jordyn. Cualquiera que tuviera contactos en el
mundo de los Mafiosi podría contratarlo fácilmente para un trabajo específico, y el
tipo era conocido por hacerlo rápido, correctamente y sin problemas.

Lucian era la única víctima del hombre que nadie sabía que había sobrevivido.

Dante, cuando Jordyn ganó el coraje de preguntar, le explicó que Christophe


probablemente no se habría vuelto hacia ella a menos que fuera absolutamente
necesario. Como, por ejemplo, si hubiera intentado atacarlo. Los hechos eran
simples, su trabajo era Lucian, no Jordyn. Ella pudo haber visto su rostro, lo cual
hizo y no habría importado.

El hombre era esencialmente un fantasma. No tenía una verdadera afiliación a


ninguna familia criminal. Su vida se desarrolló fuera de la red de cualquier cosa
digna de ser oficial o documentada. Tan rápido como aparecía en algún lugar, él
podría desaparecer con la misma facilidad.

Si Christophe sobrevivía la noche, sería un hombre afortunado. Los doctores le


dieron pocas oportunidades. El último de los golpes que tomó causó sangrado
profuso en el cerebro, así como hinchazón. Supuestamente estaba en cirugía y
estaría allí por horas. Parte de su cráneo necesitaba ser removido para la hinchazón.
La hemorragia tenía ser detenida. En la posibilidad de que sobreviviera, el hombre
estaría seriamente discapacitado con expectativa de vida como un inválido, tanto
mental como físicamente.

Bueno, no vendría tras Lucian otra vez. Jordyn se consoló con ese
conocimiento al menos.

—¿Jordyn... cariño?

La cabeza de Jordyn se levantó ante el dulce y calmante tono de la madre de


Lucian. —¿Sí?

Cecelia le ofreció una sonrisa, pero no alcanzó los ojos de la mujer como
normalmente lo hacía. —¿Cómo te sientes?

—Preocupada —admitió Jordyn.

—No lo estés. Ellos no tienen ningún derecho razonable para retenerlo.


Ciertamente no pueden acusarlo de nada. Esto es solo las habituales payasadas de
la policía. Tenemos que esperar.

Jordyn asintió, todavía sintiéndose desolada. —¿Y qué pasa con la próxima
vez?

Cecelia se aclaró la garganta, un color rosa elevándose en sus mejillas. Jordyn


no estaba completamente segura si su actitud ofendió a la madre de Lucian o la
avergonzó con la reacción que dio. Tal vez no era tanto por su actitud sino por la
pregunta. La verdad era que Jordyn sabía que las mujeres no se suponían que
estuvieran involucradas en los negocios cuando se trataba de la Cosa Nostra.

Los oídos no escuchaban. Los ojos no veían. Las bocas no hablaban.

Sin importa qué, esas eran las reglas.

—Lo siento —murmuró Jordyn, alejando la mirada de Cecelia—. No debería


haber dicho eso.

—Debes pensar que vivo una vida felizmente ignorante, cariño.


—Yo no he dicho eso.

Cecelia sonrió tristemente. —Hubo un tiempo en el que mi esposo pensaba que


las cosas bonitas y brillantes podían ser disculpa suficiente para sus llegadas tardes
en la noche, puertas cerradas, y distancia. Las pieles nuevas, un auto rápido, o
incluso una casa de vacaciones era el compromiso para mí de girar la cabeza ante
los cajones en el sótano, la pistola escondida en mi cajón de cubiertos, o los rollos
de efectivo que sacaba de los bolsillos de sus pantalones sucios.

—No lo fueron —continuó Cecelia en silencio—. Por un tiempo, Antony


olvidó que podía haber conocido mi lugar y lo que se esperaba de mí, pero estaba
lejos de ser ingenua a su negocio. Sabía exactamente quién era él en el momento en
que lo conocí, y supe exactamente lo que era cuando me casé con él. El tonto
hombre olvidó que yo estaba más que bien con esas cosas también. Con el tiempo,
ha aprendido que sus palabras y la honestidad le conseguirán mucho más de mí de
lo que un anillo de diamantes lo hará.

Jordyn reflexionó sobre la admisión de Cecelia. —No todos son así, sin
embargo.

—No. Pero ciertamente no somos un caso especial tampoco.

—Entonces, ¿qué hago la próxima vez? —preguntó Jordyn.

Cecelia se encogió de hombros. —No sabes si habrá una próxima vez.

—Sí, lo sé.

Jordyn estaba segura de ello. A menos que la persona estableciendo estas


situaciones fuera capturada, continuarían hasta que ocurriera una de dos cosas.
Que Lucian muriera, o que el perpetrador lo hiciera. ¿Cuán afortunado podría ser
Lucian cada vez? Eventualmente, la casa ganaría.

Además de eso, Jordyn tenía la sensación de que este tipo de cosas siempre
estaban en el fondo de la mente de un Mafioso.

Era su vida, después de todo.

Cecelia suspiró pesadamente. —Supongo que aprendes a confiar en el hombre


que eliges. Yo lo hice.

—Ellos no han terminado —dijo Jordyn después de un momento de silencio—.


Quienquiera que sean... no han terminado. Si están dispuestos a pagar 250 de los
grandes y luego otros 250 después de su entierro para garantizar la muerte de
Lucian, entonces ¿quién dice que no pagarían más para asegurarse de que muera la
próxima vez?

La boca de Cecelia se abrió para hablar, pero igual de rápido, se calmó y su


frente frunció. —¿Cuánto?

Jordyn repitió lo que el atacante había dicho en el ascensor antes de que Lucian
lo pateara hasta medio matarlo. —¿Por qué?

La mujer por lo general radiante y feliz que era Cecelia Marcello se tornó a una
apariencia enfermiza. Una temblorosa mano revoloteó hasta su boca mientras sus
ojos se lanzaban de atrás y hacia adelante entre Jordyn y un lugar en la pared.

—¿Estás segura? —preguntó Cecelia.

—Sí —respondió Jordyn, sorprendida por su tono.

—Yo... yo tengo que hablar con Antony —logró susurrar Cecelia—. Ahora.

Jordyn no pensó en decirle a Cecelia que su esposo dejó en claro antes de que
no fuera interrumpido hasta que pidiera la presencia de alguien. De hecho, Jordyn
siguió a la temblorosa mujer por el pasillo y directamente dentro de las puertas de la
oficina que Cecelia abrió sin molestarse para golpear.

Tanto Dante como Gio miraron la repentina aparición de su madre desde sus
respectivos asientos en las sillas frente al escritorio de Antony. La perforante y
furiosa mirada de Antony voló a través de la habitación a su esposa
inmediatamente.

—Estoy ocupado —dijo bruscamente.

—Antony... —Cecelia luchó con sus palabras, aparentemente incapaz de


encontrar las correctas—. No lo sabía. Ella es mi... Sé que es horrible, pero no
pensé que podría hacer esto. ¿Por qué siquiera pensaría por un momento que me
usaría para hacerle daño?

Antony no se molestó en decir algo en el teléfono presionado a su oreja antes


de colgar la llamada y dejar caer el dispositivo en el escritorio. —¿Tesoro?

—Creo que hice algo malo —dijo Cecelia.

—Cuéntame —exigió con dureza Antony—. Usa palabras que pueda entender.

Jordyn sintió que toda la sangre drenarse de su rostro mientras Cecelia soltaba
la información que nadie había sido capaz de encontrar antes.
—Hace un par de meses, Kate quería dinero. Se suponía que era para algunas
inversiones que su gerente financiero se ofreció a conseguirle, pero no tenía las
cuentas apropiadas o el dinero para empezar. Yo no lo comprobé o pensé.

—Pero le diste el dinero —dijo Antony, sus dedos se curvaron alrededor del
borde de su escritorio hasta que sus nudillos se volvieron blancos—. ¿Sin
preguntarme en absoluto?

—¡Nunca he necesitado discutir mis cuentas contigo antes!

—¡Por qué nunca tuve una razón para no confiar en ti! —gritó Antony de
nuevo. ¿Cuánto dinero le has dado a mis espaldas?

—Esa fue la primera vez que me lo pidió. —Se apresuró a decir Cecelia—. Ese
es por qué no pensé en eso para nada. Acabo de transferir el dinero de mi cuenta a
una que me designó. Ni siquiera sé si era de ella, ahora.

Antony soltó una exhalar tembloroso. —¿Qué no me estás diciendo?

—Fueron 250 mil dólares. La misma cantidad pagada por el golpe a Lucian.
¿Qué probabilidades hay de que sea coincidencia, Antony?

—¿Cómo sabes…?

—El hombre contratado se los dijo, y la otra mitad del pago iba a venir por lo
menos treinta días después del entierro.

Ahora, era el turno de Antony para palidecer. —Los fideicomisos de John... las
cláusulas y las adiciones... Él no lo sabía, Cecelia. Lucian no sabía nada sobre ese
dinero porque no se suponía que lo hiciera.

—Pero ella sí —dijo Cecelia—. Kate lo sabía, Antony. Toda la Voluntad y


Testamento se le fue leída a su petición antes de que alguien hubiera encontrado a
Lucian.

Ni Dante ni Gio habían hablado durante todo el intercambio, pero lucían como
si lo quisieran. Antony no les dio la oportunidad.

—¡Todos fuera de mi oficina, ahora!

Los dos hermanos se levantaron y fueron antes de que Antony necesitara


repetirlo. Jordyn se dio la vuelta para irse también.

—Tú no, Jordyn —prácticamente gruñó Antony.


—Lo siento —murmuró Cecelia—. Antony, lo sien…

—Voy a matarla —gruñó—. ¡Justo como debí haberlo hecho hace veinte años!

—No pensé que le lastimaría —gritó Cecelia.

—¡Solo vete!
Capítulo 24
¿Dónde está Jordyn? preguntó Lucian en el momento en que puso un pie
en la oficina de su padre.

La mandé a la cama, sin embargo, estoy seguro de que sigue despierta y
esperando por ti. suspiró Antony, frotando su frente mientras miraba por encima
de los papeles regados sobre su escritorio. Ella es la única persona en esta casa
que no probó mi paciencia esta noche. Deberías estar orgulloso.

Oye, idiota ladró Paulie desde el sofá. Solo he estado aquí veinte
minutos. Dale crédito a un viejo amigo donde es debido.

Entonces, lo que tú quieras puede esperar hasta mañana dijo Lucian,


volviéndose para marcharse.

Quería a Jordyn. Desesperadamente. Las heridas en su cuello dolían, así como


su garganta. Sus músculos gritaban de cansancio y protesta. Todas las cortadas a lo
largo de sus nudillos picaron a los altos cielos. En cualquier caso, necesitaba una
ducha caliente, a Jordyn para que lo hiciera olvidar y una larga siesta.

No, no puede murmuró Antony nada feliz.

Los malditos abogados se encargaron de eso respondió Lucian con


impaciencia. Llámalos.

Antony masticó el interior de su mejilla, una acción a la que Lucian no estaba


acostumbrado ver en su padre. Normalmente, era signo de nerviosismo. He
estado al teléfono con más abogados de los que me importa hablar esta noche, hijo.
Eso no es lo que es. Soy consciente de que los detectives van a marcarlo como
autodefensa. No estoy preocupado. Por favor, siéntate y habla conmigo. Cuando
hayamos terminado, puedes hacer lo que quieras. Ir a casa, quedarte. Hay iglesia
mañana, pero ciertamente no esperamos que vayas si no te sientes bien. Tú decides.

La ansiedad se deslizó a través de las venas de Lucian. No me estoy


escondiendo de nuevo.
No tendrás que hacerlo dijo Paulie suavemente. Siéntate y habla con tu
padre, Lucian. Esto es importante.

Lucian ni siquiera estaba prestando atención para ver el significado detrás las
palabras del consejero de su padre.

Realmente solo quiero a Jordyn, ¿bien?

Tan pronto que me permitas decir lo que tengo que decir respondió
Antony con tono firme.

Lucian rápidamente se dio cuenta de que discutir con su padre iba a ser inútil.
Francamente, tampoco tenía energía para ello. Sin embargo, se negó a sentarse,
apoyándose en una pared con los brazos cruzados.

Antony tomó eso como señal para continuar. John consideró muchos
caminos que podrías tomar algún día, Lucian. Creo que había algunos de él tomó
que no quería que tú sin saberlo lo siguieras.

No estoy de humor para hablar sobre la muerte esta noche dijo Lucian de
una manera aburrida. He estado preparado para dejarlos donde están por años.

Sin considerar que se había convertido en uno de ellos.

Detente y escucha. La mirada fija de Antony fijó a Lucian en el lugar y lo


mantuvo callado. El matrimonio de John lo hizo abiertamente infeliz, a pesar de
que había sido arreglado años antes de que finalmente viera a través y estuviera de
acuerdo por el bien de su padre. Honestamente, me habría sorprendido descubrir
que no había tenido una amante y un niño al lado, en lugar de descubrir que
realmente lo hizo.

Lucian no entendía a donde iba. Lo escuchó todo antes. ¿Y?

Puede que hubieras nacido antes de que se casara con Kate, pero siempre te
consideró. A dónde iras, cómo te manejarás después de que su suegro se hubiese
ido y John se hiciera cargo de la familia. Hubo errores que cometió que no quiere
que cometas, pero no quiere decirte que no puedes hacerlos, tampoco. Quiere que
la decisión sea solamente tuya porque quieren lo que tú quieres, estuvieran bien o
no; sin importar si estaban de acuerdo o no.

Antony frunció el ceño, mirando fijamente a los papeles debajo de él.


¿Entiendes que te estoy diciendo, Lucian?
Entiendo el contexto, pero como se aplica a mí en este momento, no
realmente.

Está bien, entonces déjame te lo explico de forma diferente. Puede que tú


hayas sido el hijo ilegítimo de un hombre de la Cosa Nostra, pero todavía eres su
hijo. Eventualmente serás el hijo ilegitimo de un don de la Cosa Nostra. La mujer
de la que naciste no le importa a la famiglia, solo a tu padre. Cuando ciertas
personas se han ido, las amenazas para ti, por así decirlo, John podría haberte
presentado a su familia y tú habrías sido aceptado.

La opinión de su esposa no habría importado agregó Paulie por su lado.


No de su amante, ni de su hijo, ni de su segundo hogar. No sí ella quiere mantener
su lugar.

Lucian tragó por su garganta lo espeso construyéndose. Soy consciente.

Pero nunca pensaste que ese era el plan, ¿verdad? preguntó Antony.

Yo pregunte…

Sobre cuando eras joven intervino Antony suavemente. Cuando eras


solamente un niño. No me preguntaste que podría haber hecho cuando fueras
mayor.

¿Cómo lo sabes? preguntó Lucian. Ni siquiera sabías de mí hasta


después.

Lo sé porque tengo su Último Deseo y Testamento, Lucian, el cual está muy
bien estipulado que quiere y que no quiere para ti. Específicamente, cualquier hijo
suyo, pero fue claro en que no tiene planes para tener más hijos y ciertamente no
con Kate.

Las cejas de Lucian se fruncieron mientras inclinó la cabeza hacia un lado,


tomando la información. ¿Por qué?

John fue cuidadoso de designar que quería ir con su hijo sin nombrar nunca
un hijo. Nunca dio la indicación de lo que debía hacerse si tenía más de un hijo.
Todo lo que te dio, fue dado bajo el pretexto si él tuviera un hijo, esto es lo que ese
niño debería tener. Nunca más que ese hipotético niño, tú.

Nunca he tenido acceso a su Voluntad dijo Lucian confundido.

Lo sé, hijo. No quería que lo hicieras.


¿Por qué no?

Ya te he dado la respuesta dijo Antony.

Lucian buscó en su cerebro excesivamente cansado lo que se perdía. Él no


quería que yo hiciera lo que él hizo, pero no quería decirme qué hacer, tampoco.

Algo de esa naturaleza concordó Paulie. ¿Lo estás entendiendo todavía?

Lucian estaba demasiado cansado para esta mierda esta noche. Lo siento,
no. Estoy demasiado agotado para juegos mentales.

No es un juego dijo Antony con brusquedad. Esto es acerca de tu vida.

Una vida que es técnicamente irrelevante porque John está muerto y no tiene
nada que ver con lo que hago hoy. No tengo que considerar lo que pasa y estoy
bien con lo que soy ahora.

No exactamente, Lucian.

La mirada de Lucian se estrechó. ¿Disculpa?

Antony pasó un par de páginas de su escritorio a un lado, hasta que encontró lo


que aparentemente buscaba. Luego, comenzó a leer. La moneda protegida en un
fideicomiso selecto para el hijo o hijos procreados por el único número de Jonathan
Lucas Grovatti será continuamente mantenida en fideicomiso hasta que dicho niño
o niños alcancen la edad legal. A partir de ese período, el dinero será repartido
equitativamente entre los herederos.

¿Su padre les dejó dinero a los futuros hijos de Lucian?

Lucian no pudo envolver su cabeza alrededor de eso.

Para poder ser abierto el fideicomiso para los futuros hijos, la única cuestión
del señor Grovatti es requerido estar ligado a un matrimonio por decisión propia
para la edad de treinta, o haber procreado al menos un hijo propio continuó
leyendo Antony. En caso de que se fallara en casarse o no tuviera hijos, legítimos
o ilegítimos, para esta edad, el fideicomiso será transferido a la esposa legal del
difunto, Kate Tiffany Grovatti.

Antony levantó la vista de los papeles, con una pesada expresión que pesaba
sobre su mirada. También dice en la cláusula que tú no debías ser consciente del
fideicomiso porque no es para ti, específicamente, y John no quería que tomaras
decisiones sobre el amor y el matrimonio por la única razón de que había dinero
involucrado. Eso habría reflejado sus propios errores, aunque no lo hubieses
aprovechado.

¿Cuánto? preguntó Lucian.

¿Es importante que lo sepas?

Lucian se encogió de hombros, sintiéndose mareado. En realidad, no,


supongo. Solo… curiosidad.

En ese momento eran de dos punto tres millones. Desde entonces han
generado intereses y continuará así hasta que se abra el fideicomiso. Puedes asumir
con seguridad que será suficiente para poder pagar la educación de los niños más
adecuada, y encaminarlos en una vida con mejores perspectivas que la mayoría. La
herencia que John heredó a la muerte de su propio padre y abuelo ciertamente lo
dejó con fondos suficientes para salvaguardar su futuro y el de su familia.

Paulie tosió, estremeciéndose. Pero solo si se casaba con Kate.

Yo no estoy casado, ni tengo hijos dijo Lucian.

Todavía contestó Antony con brusquedad. Dime que no te ha pasado


por la mente desde que conociste a Jordyn.

Lucian sintió que su mandíbula se apretaba. Eso es para que yo lo considere.


Si sí o no me caso, tengo o no hijos, es mi decisión. No tengo que compartirlo con
la familia y discutirlo como si quisiera tomar unas vacaciones. Todavía tengo dos
años, ¿no?

Antony asintió, pero al mismo tiempo, se hundió en la silla. Aparentemente


alguien más no lo pensó. Estabas cerca de llegar a la edad designada, y de repente,
tienes una compañera por la cual obviamente te preocupas, siendo abiertamente
visto contigo y con quien eres cariñoso. Ciertamente no sería difícil considerar que
pudieras pensar en asentarte. ¿De verdad crees que te llevará dos años casarte con
esa chica, hijo?

No, pensó instantáneamente Lucian.

¿Qué me estoy perdiendo? preguntó Lucian.

Kate ordenó los ataques contra ti.

Lucian resopló, el sonido burlón. Ella es demasiado obtusa para resolver


como se hace eso.
Te puedo asegurar que no lo es contestó Antony. Y tengo las
transacciones para probarlo.

Todavía tenía dos años insistió Lucian.

En la primera cena… cuando Jordyn conoció a Kate por primera vez.

¿Qué sobre eso?

Antony se frotó la frente. ¿Qué te preguntó?

Lucian tuvo que morderse la lengua para no concentrarse en la rabia


derramándose de sus entrañas. Ella quería saber si Jordyn era mi principessa.

Dijiste que sí asumió Paulie.

No exactamente.

No lo negaste dijo Antony, suspirando.

No confesó Lucian. ¿Estás seguro?

Seguro. Antony golpeó con una pluma sobre el escritorio, la expresión


seria convirtiéndose en fatiga. Eso fue aproximadamente la misma vez que ella
pidió dinero a Cecelia por algo que afirmaba querer involucrarse en el extranjero.
Inversión, o algo sin sentido. Las cuantas a las que el dinero estaba conectado para
no tener nada que ver con Kate y casi puedo garantizar que volverá a Christopher.

Malestar atravesó las entrañas de Lucian como una bola de demolición. ¿Ella
usó a mi madre para llegar hasta mí?

Cecelia no lo sabía.

¡No lo dudo!

Cálmate murmuró Antony. Sé que estás enojado…

Estoy francamente enfurecido escupió Lucian. Esa maldita perra… ¿va


a salir con esto también? Toda mi vida no ha sido más que tomar sus golpes o sus
abusos para mantener la paz. Ya no estoy haciendo eso.

No, ella no respondió su padre. Recientemente hice una llamada. Por la


mañana, se hará. Parecerá un suicidio, me imagino, pero ellos nunca buscarán el
sitio de una inyección en el cuero cabelludo.
Desamparada y aterrorizada continuó Paulie por Antony, casi
sonriendo. Es una mezcla de terribles medicamentos. Usados por separado, los
medicamentos no harán mucho. Juntos, se vuelven mortales y queman la sangre
demasiado rápido para ser identificados. Pero lo que queda para ser detectado da la
impresión de suicidio. La víctima está congelada, incapaz de moverse, habla o
respirar. Pero puede ver y oír. Por lo tanto, mientras lentamente se sofoca hacia la
muerte porque sus pulmones no funcionan, llegan a estar muy conscientes de su
próximo fallecimiento. Es perfecto y horrible al mismo tiempo. Parece una
sobredosis. Una botella de píldoras vacía en la mesita de noche y todo va a parecer
como debería.

Lucian se quedó inmóvil. Debería ser él quien acabara con esa mujer después
de todo lo que le hizo. ¿Qué? Si… ¿Por qué no yo?

Antony agachó la barbilla. Es una mujer y aunque sé que te ha hecho


increíblemente mal, hijo, sigue siendo la hermana de tu madre. ¿Puedes mirar a
Cecelia a los ojos mañana después de que hayas matado a su sangre? Yo lo hice
una vez, pero no fue fácil. A pesar de que tu madre despreciaba a su padre, seguía
siendo su hija. Pasé años a su merced pidiéndome disculpas por eso y con razón,
así como la necesidad egoísta de que yo tuviera retribución solo la dejó con dolor.
¿Puedes hacer lo mismo?

Eso no importa.

Y tú eres un hombre mucho mejor que yo dijo Antony, sonriendo


tristemente. Así que contestaré lo que desviaste. No, no podrías. Ve a buscar a tu
amor, Lucian y recuerda dormir sin preocupaciones. Ya has esperado mucho por
ella. ¿Por qué esperar más?

●●●

¿Qué estás haciendo?

La rasposa, áspera voz viniendo a unos centímetros detrás de Jordyn la hizo


saltar. Ella casi cae del taburete en el que estaba usando para sacar la caja de
zapatos de la repisa superior del vestidor. Jordyn vio a Lucian de lado, intentando
decidirse si quería patearlo desde donde se encontraba por asustarla, o saltar del
taburete y besarlo. Las terribles marcas de rasguños alrededor de su cuello, la tenía
a punto de llorar, pero se rehusó.

Suenas terrible.

Me siento terrible murmuró Lucian, disparando una mirada al techo.


Cecelia se mantuvo siguiéndome e intentando hacerme tomar té. Odio el té.
Debería ayudar sugirió Jordyn.

Sí, así como las píldoras que tragué. No estoy bebiendo té.

Jordyn resopló, ya molesta por su terquedad. ¿Fuiste al hospital?

Rechacé el tratamiento médico. Estoy bien.

Suenas así contestó sarcásticamente. Suenas como un fumador que


bordea los treinta años y un hábito de dos cajetillas diarias. Deberías tomar té,
Lucian.

Lucian la miró fijamente, totalmente inafectado. ¿Es esta tu manera de


enojarte conmigo? ¿Atormentarme para sacar la mierda hasta arrastrarme?

Finalmente, Jordyn se bajó del taburete. ¿Por qué estaría enojada contigo?

Bueno, aparte de que casi me mataran, tenías que estar allí para verlo. No
me imagino que sea particularmente divertido, Jordyn.

No lo fue.

Hombre, eso era un eufemismo.

Pero estás aquí, así que eso es lo que me importa agregó Jordyn con una
pequeña sonrisa. ¿Cómo fue con los detectives?

Terriblemente. Casi puedo apostar mi vida que voy a tener un par de nuevos
mejores amigos que me seguirán en un coche sin marcar durante meses. Bastardos.
Lucian asintió ante las cajas de zapatos que Jordyn estaba sacando antes de
entrar al dormitorio. ¿Qué estás haciendo?

Buscando zapatos de vestir para que se adapten con tu traje.

¿Por qué?

Para la iglesia, mañana. No puedes usar los que usaste esta noche, y tus
zapatos tienen sangre por todos lados. Estaba buscando otro par.

No importa. Ellos se llevaron mis zapatos y esmoquin como evidencia de todos


modos. Lucian se rio, frotando su frente. Además, no tenemos que ir mañana a
la iglesia.
Sí, tenemos que hacerlo. Tengo ropa que traje mientras estaba aquí y fuera.
Tú tienes cosas aquí las cuales puedes usar. No veo por qué no.

Porque no tengo ningún interés de despertarme temprano e ir a ese lugar.

Las manos de Jordyn se encontraron en sus caderas. Yo sí y vamos a ir.

Lucian suspiró, el sonido casi doloroso. Si ella quería ir a la iglesia, irían.


Bien. No te molestes en buscar a través de mis cajas esta noche; uso la misma
talla de mi padre. ¿Podemos ir a la cama?

No contestó suavemente Jordyn.

¿Por qué? Estoy cansado, bella mia. Te quiero, y una cama. Eso es todo.

Jordyn entendió eso, pero podía ver una tensión apretando los hombros de él.
Era signo claro de que no dormiría para nada, sino que, en lugar de eso, se sentaría
y rumiaría todas las cosas en su mente.

Háblame Lucian.

Lucian frunció el ceño, sin encontrarse con su mirada. No tengo nada que
decir justo ahora.

¿No?

¿Sabes? preguntó Lucian.

Como que puse todo junto admitió Jordyn. La llamada telefónica de


Antony después de hacer que Cecelia dejara la oficina ayudó, también. Entonces,
me cuestionó de arriba abajo sobre cada conversación que alguna vez tuve con
Kate. Creo que es algo obvio.

¿Pero sabes por qué?

Jordyn sacudió su cabeza. No, pero me gustaría.

Preferiría que no lo hicieras dijo Lucian con voz ronca. No quiero que
pienses que mis decisiones acerca de nosotros están atadas a esa mujer o cualquier
cosa de mi pasado.

Era otra cosa que añadir a la pila de vaguedad de las que se estaba cansada
Jordyn.
Eso podría ayudar si tuviera sentido respondió Jordyn secamente.

Lucian aspiró un duro aliento, encontrándose con su mirada fija. ¿Sabes lo


que pasó por mi mente en ese ascensor?

Jordyn no pudo ocultar su escalofrío. Lucian…

Que mi vida no estaba terminada, y había cosas que aún no había hecho que
yo quería. Cosas que no había considerado antes. Yo estaba… no sé… a veinte
segundos de ahogarme inconsciente y todo lo que pude pensar esos pocos
momentos era en que quería casarme contigo.

Jordyn dio un paso atrás ante esta admisión, tropezando con el taburete.
¿Qué?

No esta noche. Esa no es mi propuesta. Cuando te lo pregunte, tendré un


anillo y no sonaré como si me estuviera tragando una jodida avispa. Pero
eventualmente, alguna vez, quiero eso contigo. Tal vez voy a preguntarte en una
semana, o tal vez será en un par de meses. Tal vez será en un año. No lo sé, solo
sabía que lo haría. Y niños declaró como si fuera una idea tardía. También los
quiero contigo.

Jordyn se sintió que su frente se alzaba sola. ¿Eso es lo que pensabas?

Matrimonio y bebés, Eh.

Soy bastante directo con las cosas que necesito y deseo. Tú eres una de ellas.
Parece que el siguiente mejor paso lógico para consolidar mis decisiones. De todos
modos, así es como se ve.

Matrimonio…

Y bebés.

Jordyn parpade hacia el hombre delante de ella. ¿Por qué yo?

¿Eso te asusta? preguntó Lucian. Porque pensé que deje en claro lo


completamente enamorado que estoy de ti. Si no lo hice, espero que esto lo aclare.

No, soy consciente.

Mucho más que consciente, realmente.

Bien, no quieres que te lo pida… sabes, ¿eventualmente?


Los pulmones de Jordyn se congelaron, dolorosamente. Creo que eso
debería suceder cuando suceda, y no necesitas mi opinión sobre ello hasta que estés
listo para pedirlo.

Lucian asintió con expresión pensativa. Estoy de acuerdo con eso.

Todavía no entiendo que tiene que ver eso con Kate.

Recuerda que yo quería esto contigo antes, ¿de acuerdo?

De acuerdo dijo Jordyn.

Yo tenía que estar casado o haber procreado un hijo antes de cumplir treinta
para que mis hijos pudieran recibir el dinero que mi padre biológico dejó para sus
posibles futuros nietos en un fideicomiso. Si no lo hacía, Kate recibiría el dinero.

Bueno, Jordyn ya entendió porque quería que supiera sus pensamientos en el


ascensor antes de esto.

¿Lo has sabido por cuánto tiempo?

Lucian miró su reloj. Unos veinte minutos. Todavía está asentándose, creo.
Normalmente, no soy tan lento.

¿No lo sabías antes?

No. Eso fue… um, una de sus peticiones, supongo. Que haga mis propias
decisiones por amor y casarme porque era lo que yo quería, no lo que otros
quisieran para mí. Extraño, ¿no?

Jordyn resopló bajo. ¿Es extraño cómo te sientes respecto a eso?

No dijo Lucian de nuevo. Estoy increíblemente triste de que no puedo


agradecerle por preocuparse por unos niños que todavía ni siquiera existen, y que
yo no haya pensado en ello hasta que me enamoré de ti. Así es como me siento. Y
enojado con Kate, pero ella siempre ha sido así… sin importancia. Para esto, de
todos modos.

Jordyn miró a su lado de la cama. Estaba empezando a pensar como Lucian.


Realmente, la conversación era más adecuada para otro día cuando las cosas no
fueran tan… crudas. Dormir suena bien justo ahora.

Lo hace concordó Lucian débilmente. Ha sido un largo día.


Jordyn esperó mientras Lucian salía del santuario del dormitorio para
ducharse. En el momento en que estaba de vuelta, tenía de su madre el té de hierbas
endulzado con miel esperando y él no discutió antes de beber el líquido caliente, el
disgusto torciendo su boca en una mueca.

Lucian se sentó en el extremo de su cama, la parte inferior envuelta en una


toalla mientras Jordyn se quitaba la ropa y buscaba una de sus viejas camisetas para
usarla en la cama. No pudo evitar notar cuan silencioso y sombrío parecía él estar
mirando hacia la pared, como si estuviera completamente en otro lugar. No era
como si lo culpara. La información que supo esta noche debe haber sido mucho por
digerir, por no mencionar las opciones que vinieron junto con todo.

Más allá de eso, también estaba Kate y lo que le había hecho a él. Claro, la
mujer era vil. Causó a Lucian más que suficiente dolor y angustia a lo largo de sus
años, pero era fácil entender cómo la gente podía marcar eso hasta los celos y la ira.
¿Quién realmente habría pensado que podría haber ido tan lejos?

Fue devastador.

Jordyn tenía una súbita sospecha de que ya no tendría que preocuparse por
Kate después de esta noche. Había oído la llamada de Antony, que había hecho
sobre eso también. A ella ni siquiera le importaba. La mujer había herido a una
persona a la que Jordyn amaba en todo el mundo una y otra vez. Hizo todo lo
posible por derrotar a Lucian con palabras y vergüenza durante años simplemente
porque era un recordatorio físico de un hombre que nunca la amó. Cuando eso no
funcionó, se volvió hacia algo con un poco más de perversidad, aunque hubiera
ganado con ello. Lo que Kate obtendría por sus elecciones era exactamente lo que
merecía en lo concerniente a Jordyn.

Poniéndose una camiseta gris sobre su cabeza, Jordyn se volvió hacia Lucian.
¿Estás bien?

No sé dónde estoy ahora dijo Lucian en voz baja, su voz comenzando a
dejar algo de su ronquera.

Pegado en su cabeza, probablemente.

¿Dónde quieres estar? preguntó Jordyn, moviéndose para colocarse entre


sus piernas.

Lucian se echó a reír estremeciéndose. Aquí contigo.

Jordyn sonrió ante su respuesta. ¿Quieres que te traiga de vuelta?

Más que nada.


Eso era todo lo que Jordyn necesitaba. No perdió el tiempo, quitando la toalla
de Lucian antes de subir a su regazo, a horcajadas sobre él. Le dio unos besos
tiernos sobre la frente, mejillas y mandíbula mientras las manos de él se clavaban en
la camiseta que llevaba, atrayéndola más cerca. Su cuerpo reaccionó a su
proximidad y toques como siempre, rápido y seguro. Entre sus muslos, su polla
presionó entre sus pliegues, manchándose de su excitación a lo largo de su eje.

No pasó mucho antes de que Jordyn estuviera hundiéndose en la longitud de


Lucian, un suave suspiro cayendo en la silenciosa habitación. Lucian pudiera estar
cansado, pero las manos en sus caderas tiraron de ella en un amable ritmo que él
quería mientras su rostro descendía al cuello de ella.

Una y otra vez se amaron con lindas palabras y suaves toques. Hasta que sudor
se deslizaba sobre su piel y la felicidad hormigueaba por su mente. Finalmente,
regresó con el nombre de ella en su boca, ojos abiertos y su corazón en las manos
de ella.

Justo donde pertenecía.


Epílogo
Dos meses después…

El arreglo de cómo sentarnos en la iglesia había cambiado, ahora. Lucian


estaba un poco más delante de su madre y su padre. Jordyn siempre se sentaba a su
izquierda en el banco, con la mano apoyada en el muslo para mantenerlo despierto
y consciente.

Maldita sea, era peor que su madre cuando le llamaba la atención los domingos
por la mañana.

No es que se quejara…

Jordyn entró en la vida de Lucian en este mismo lugar, y nunca dejó de


asombrarle lo fácil y rápido que su mundo había cambiado desde ese momento.
Ella era un tornado, y él voluntariamente la dejó recogerlo y tirar de él
directamente en su camino.

No lo llamaría destructivo, sin embargo.

Desde la muerte de Kate, no había habido más atentados en la vida de Lucian.


Parecía que las cosas estaban finalmente arreglándose. Jordyn no tenía que
preguntar los sis. Lucian no sintió la necesidad de recordarle que siempre iban a
estar allí, solo de diferente manera.

La mayoría de las veces, las cosas eran fáciles entre ellos. Natural, como
respirar y vivir. Otras veces, fue un poco más difícil.

Después de todo, no se podía tocar algo tan brillante y hermosos como el sol y
esperar no quemarse.

Hoy era uno de esos días. Lucian lo sabía.

Mientras Jordyn se sentaba a su lado, con la mano apoyada en su muslo como


siempre, había tensión e ira entre la pareja. Jordyn le había dicho poco o nada
durante los últimos tres días. Lucian descubrió que tanto el sofá como la habitación
de invitados era particularmente incómodo. Ni siquiera habían ido a la casa de sus
padres la noche anterior como lo hacían normalmente porque el descontento entre
ellos era tan claro, que nadie más necesitaba ser involucrado.
Era el silencio tipo pelea, que francamente, solo empeoraba la situación.

Lucian sabía que estaba equivocado. Simplemente no le gustaba admitir que lo


era.

Sin embargo, el silencio de Jordyn probablemente le molestó y le dolió más.

Suspirando, Lucian se pone de pie para hacer la bendición y la oración final del
Padre Peter. La iglesia pareció ser especialmente larga hoy, incluso si ayudó tener a
Jordyn allí con él. Estaba contento de ver que terminaba.

Cuando los feligreses comenzaron a despejarse, Lucian oyó a su madre


preguntarle a Jordyn. —¿Van a cenar?

La pregunta estaba cargada con el infierno de mucho más que solamente lo que
se escondió debajo de la superficie. Era más como Cecelia estaba recogiendo en la
tensión mientras la espalda de Lucian se volteó, al igual de la de Jordyn. Al
parecer, fue demasiado frustrante incluso uno frente al otro.

—Deberíamos hacerlo —respondió Jordyn—. ¿Cierto, Lucian?

La espalda de Lucian se enderezó ante su descarada consideración. Fueron las


primeras palabras que había hablado directamente con él toda la mañana. —
Seguro, como sea.

La mirada culpable de Gio se encontró con la de su hermano mayor, y el


hombre más joven se encogió de hombros, casi de manera de disculpa. Lucian rodó
los ojos y sacudió la cabeza en una aceptación silenciosa. No era culpa de Gio que
estuvieran peleando, en realidad no.

Lucian tenía veintiocho años y era un adulto. Sabía que no debía preocupar a
Jordyn casi a muerte por no volver a casa, y cuando lo hizo, probablemente no
debería haber llegado con una resaca de mierda y aun arrastrando sus palabras. Gio
podría haber sido una mala influencia con un gusto por Molly y buen licor, pero
Lucian tenía la capacidad de decir que no.

No había mujeres involucradas, al menos no por Lucian. Gio no podía decir lo


mismo, que era el momento en que Lucian dejó a su hermano en su fiesta privada y
de alguna forma hizo su camino a casa.

Jordyn dejó en claro que no le importó una mierda. Fue su comportamiento y


sus acciones las que fueron horribles.

Sí, se equivocó.
Felicitaciones a él. Cada hombre llega a ser un idiota al menos una vez.
¿Cierto? Aparentemente no.

Una mano fuerte aterrizó en la espalda de Lucian y la reconoció como la de su


padre antes de que incluso necesitara darse la vuelta y ver. —¿Hijo?

—¿Hmm? —preguntó Lucian, recogiendo sus gafas de sol Ray Ban del banco.

—La confesión es un buen lugar donde comenzar. Es domingo, después de


todo.

Lucian quería reír, en realidad lo hizo. La última vez que intentó ir a


confesarse, terminó tropezando fuera de la iglesia como un idiota. Además, estaba
bastante seguro de que la confesión no iba a hacer que Jordyn dejara de darle el
tratamiento del silencio, o dejarlo salirse sin rastro.

No tuvo la oportunidad de decirle nada a su padre, porque Jordyn le estaba


dando esa maldita mirada de nuevo a Lucian. La que decía que su infierno no
había terminado.

—Creo que esa es una buena idea —dijo Jordyn, pasando más allá de Lucian
para acceder al pasillo. Estaré esperando en el coche.

Antony rio entre dientes. —Me gusta esa, Lucian. Has escogido tu mejor
mitad.

Genial.

●●●

—¿Ahora me vas a hablar? —preguntó Lucian, dejando caer su saco y las llaves
del coche sobre el sofá—. ¿O vamos a seguir caminando sobre cascaras de huevo
por quién sabe cuánto tiempo?

El viaje de vuelta al condominio no fue agradable. Justo como el viaje a la


iglesia.

Lucian no podía aguantar más esto. Estaba muriendo por dentro.

Jordyn le dio una mirada sobre su hombro mientras se quitó los zapatos de
tacón y los acomodó en la esquina.

—Lo siento, bella mía —dijo Lucian, prácticamente gimiendo—. Lo entiendo.


Lo jodí. ¿Cuántas veces más quieres que lo diga? ¿Es una cosa de orgullo o algo?
Solo dime que me estoy perdiendo aquí.
—¿Orgullo? No. Es una cosa de respeto —resopló Jordyn, cruzando sus brazos
y girándose para encontrarse con su mirada—. Me asustaste como el infierno. Si
querías ir de fiesta, vete de fiesta, Lucian. Si quieres beber hasta la estupidez,
siéntete libre. Sin embargo, no estaré limpiando tu vómito, o levantando tu cabeza
del inodoro. Ya lidié con esa mierda suficiente con mi madre. Eres lo
suficientemente mayor para saberlo bien, de cualquier forma, no soy tu cuidadora.

Lucian asintió concordando con ella. —Tienes razón. Lo siento.

—Bien, estoy contenta de que hayamos tenido eso en claro. Pero también
déjame aclararte otras cosas.

—¿Eh?

Jordyn hizo un movimiento con las manos hacia él, despectivamente. —Mi
trabajo con tu padre no depende de esta relación. Mi amistad con tu familia no
depende de que estemos juntos. No necesitaba un hombre antes de ti para
cuidarme, así que no te necesitaré después. ¿Lo entiendes?

¿Después de él?

¿Qué demonios?

—Puede que te ame, Lucian, pero no seré tu muñeca. No es algo bonito que
me saques y juegues conmigo cuando es adecuado que lo haga. No me sentaré en
casa mientras andas por ahí haciendo lo que sea que quieras hacer, llamándome
cuando te parezca conveniente llamar y decirme, bueno, no estaré en casa esta
noche.

¿Después de él?

Lucian no estaba siguiendo más allá de esas palabras.

—Jordyn…

No, no he terminado. —Jordyn inclinó su barbilla hacia un lado, la


decepción arrastrando sus labios hacia abajo con el ceño fruncido—. Somos
buenos, tú y yo. Pero no seré buena solo en ocasiones, Lucian. Eso significa que, si
haces cosas como la que hiciste la otra noche y vuelve a suceder, y no un día de la
semana no menos, voy a irme de este condominio independientemente de cuánto te
amo y no volveré. Quieres una relación amorosa y comprometida, bien aquí está.
Es dar y recibir. No es incondicional, hay límites. Tienes que respetarlos, igual que
yo respeto los tuyos.
—Y estar enamorado no te da un pase libre para equivocarte cuando lo sabes
bien. Sinceramente, ese no es el tipo de amor que quiero, de todos modos. Quiero
el tipo de amor de un hombre que sabe y nota todo de mí. De las pequeñas cosas
tontas, a las grandes, y todo lo que hay en medio. Ese hombre sabría que actuar
como si no me hubieras lastimado y no lo habría hecho en absoluto. —Jordyn
terminó bruscamente.

Otros podrían haber pensado que Jordyn estaba haciendo una gran cosa de la
nada. No Lucian. El pasado de ella con su madre la hizo particularmente sensible a
temas como estos. A ella no le importaba que ocasionalmente fumara, o su cerveza
con la cena. No le importaba que saliera y pasara un buen momento, siempre y
cuando no tropezara en casa como un cafone31 dejándola lidiar con las secuelas.

Lo que pedía no era irrazonable.

—Lo siento —dijo Lucian, esperando que fuera la última vez—. Lo soy. No
volverá a pasar.

—Bien. Solo necesito que actúes al respecto, no solo lo digas. —Jordyn se frotó
la frente, suspirando—. Voy a cambiarme a algo más cómodo y luego podemos ir
con tus padres para cenar si quieres ¿Está bien?

Silenciosamente, Lucian solo pudo asentir y marcharse.

Con Jordyn fuera de la vista, la pequeña caja en el bolsillo del pantalón hacía
notar su presencia. La maldita cosa podría haber estado ardiendo en su muslo por
el amor de Cristo. Había esto llevándola durante un par de semanas, esperando el
momento adecuado para hincarse uno de estos días.

Gracioso como era que Lucian estaba pensando en ello ahora.

Ahora, cuando pelearon y se enojó con él. Ahora, cuando Jordyn se mostró
como la mujer fuerte que podía ser. Sin miedo de decirle que no importaba cuan
ferozmente lo amaba, si no la apoyaba, amando la otra mitad de su relación que
necesitaba que él hiciera, se iría.

Sí, averiguó que significaba el después de él.

No habría un después de él, decidió Lucian.

Infiernos, lo había decidido hace mucho tiempo.

31
En italiano – Maleducado.
Sentándose en el sofá, Lucian sacó la caja negra de su bolsillo y abrió la tapa de
terciopelo. El anillo de oro blanco con pequeñas incrustaciones de diamantes
blancos todo alrededor. La gema de dos quilates ovalada en la parte superior le
quedaría perfectamente en su mano. En el interior del anillo, estaban inscritas las
palabras Ti Amo, Bella Mia. Había sido diseñado por él para ella, no simplemente lo
escogió de una repisa porque brilló y se veía bonito debajo del cristal.

No, quería que lo amara. Como la amaba a ella.

Sacando el anillo de la caja, lo miró fijamente por mucho rato, esperando a que
Jordyn terminara de cambiarse. Algunas veces en la vida todo era sobre la espera.

—¿Lucian?

Jordyn estaba de pie enfrente de él, y Lucian no tenía idea como llegó ahí. Esos
ojos azules estaban mirando el anillo que colgaba sobre sus dedos con una mezcla
de curiosidad y quizá miedo.

Lucian no la culpaba.

Es una gran cosa.

—¿Lucian? —preguntó nuevamente Jordyn.

Lucian sonrió, encogiéndose de hombros. No se arrodilló, no lo haría. Ella


probablemente no lo querría. No era la forma en como había pensado en
proponerse, de cualquier forma. Honestamente, asumió que el tiempo vendría
cuando estuvieran en la cama, riendo entre las sábanas que olieran como ellos y
amarse.

Eso estaba bien, también.

—Sé que estás enojada —comenzó a decir él.

Jordyn parpadeó, la humedad deslizándose a lo largo de sus pestañas


inferiores. Lo estaba.

Lucian se humedeció los labios debajo de su lengua, la serenidad


acomodándose entre sus nervios. —Te lo voy a pedir ahora.

—Bien —murmuró.

—No quiera que haya nadie más después de mí, Jordyn, nunca. Cásate
conmigo.
●●●

Cinco meses después…

Lucian observó a su esposa de solo tres meses caminar a través de la tranquila


calle hacia la pequeña casa estilo búngalo amarillo, el nerviosismo mostrándose en
las manos de ella retorciéndoselas juntas. Esta era la primera vez que estaría cara a
cara con su padre biológico desde que tenía dos años de edad.

Era una de las cosas que Lucian podía darle a ella por todo lo que le dio a él.

Este pequeño trozo de su pasado, algo bueno y sanador para que lo


mantuviera, era todo lo que Jordyn Reese-Marcello merecía.

—Tengo que irme —le dijo Lucian a su padre en el celular presionado sobre su
oído—. No quiero que haga sola esto.

Antony suspiró. —Llámame después, ¿sí?

—Por supuesto. Debería estar ahí, lo sé.

Antony estaba negociando con la reunión de la Comisión de los jefes más


influyentes mayores de las familias de la Cosa Nostra, los subjefes y sus hombres
importantes. Lucian debería asistir, como sus otros hermanos, pero no quería que
Jordyn conociera sola a su padre.

—Algunas cosas siempre serán más importantes, hijo. Esa es una realidad del
amor y el matrimonio. Además, solo tengo que mantener a Gio y su impulsividad
revisada. Eso no debe ser difícil.

—No hables antes, como dicen —murmuró Lucian—. Buena suerte.

—La necesitaré.

Cuando colgó el teléfono, Lucian metió el dispositivo en el bolsillo de su


pantalón. Por el momento, simplemente miró a Jordyn a través de la calle,
esperándolo.

Ella siempre iba a ser tan hermosa para él. La vida y el amor justo ahí en carne
y hueso. Algo que nunca supo que quería hasta que conoció una linda de ojos
azules en un confesionario. ¿Cuán loco fue eso?

Sus vidas, infancias, habían sido nada perfectas. Para Jordyn, había roto el
ciclo de negligencia y adicciones. Con su ayuda, escapó de la vida que no había
querido o elegido. Para Lucian, había crecido por encima de la tragedia, algo que lo
había acechado por años a pesar de que se negaba a mostrarlo. Lo había afectado
por tanto tiempo. Con la ayuda de ella, aprendió que era feliz con su vida,
decisiones, y las expectativas que supo que las personas seguían esperando por ver
si él podría llenarlas, incluso si su vida lo marcaba como criminal.

Jordyn una vez le dijo que quería el tipo de amor de un hombre que notara
cada pequeño detalle en ella. Cosas tontas, cosas grandes y todo en medio.

Ella no quería un buen hombre. Ella quería su tipo de hombre.

Tres veces esta semana no había llegado ni a medio día para que ella se sintiera
mal. Esa piel color crema estaba más ruborizada de lo habitual. En la cama cuando
la amaba, se veía más sensible en cada forma buena. En su viaje a Maine, le exigió
que la dejara usar el baño más veces de lo que podría ser normal. El mes pasado, no
había tocado sus productos femeninos en la parte inferior del lavabo.

Hacia dos meses se le había pasado tomarse sus pastillas rosas por los muchos
cambios por los que ellos estaban atravesando como mudarse a su nuevo hogar y
comenzar una vida en general.

Cosas tontas, cosas grandes y todo en medio.

Oh, Lucian lo notó.

Estaba esperando que ella lo hiciera, sin embargo.

Tal vez cuando ellos llegaran a casa al final de la semana, encontraría una caja
blanca y azul en el mostrador del baño, esperando con los signos de más o menos.

Tal vez…

Además, sabía lo que diría porque conocía a esta mujer,

Lucian solo esperaba que este cambio en particular no fuera demasiado pronto
para ella.

Estaban un poco sucios, la familia de Lucian.

Violadores de la Ley. Problemáticos.

A los hermanos les gustaba causar problemas más seguido que no. Sus padres
siempre estaban interfiriendo en la vida de sus hijos y asuntos personales, lo
quisieran o no. Siempre iba a haber indicaciones que debían seguir, tanto en lo
privado como en lo público. Vivir en un mundo del crimen regalado por sus
creencias y reglas, no era tan sencillo como parecía.
Sus vidas no encajaban en las normas de la sociedad. No tenían jodidamente
que hacerlo.

Lucian no era un hombre honorable con sus raíces en la Cosa Nostra y el arma
siempre escondida en su espalda, pero él era de Jordyn.

Y con ella, era bueno estar sucio.


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