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Emisión e inflación, la irrelevancia de una

verdad
Juan Carlos de PabloLA NACION

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Domingo 23 de abril de 2017


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Para que entre diciembre de 2016 y de 2017 la tasa de inflación se ubique entre 12% y
17%, el Banco Central le quita liquidez a la economía y aumenta las tasas de interés que
maneja. Milton Friedman, autor de la frase "la inflación es siempre un fenómeno
monetario", ¿aplaudiría esta decisión? ¿Qué consecuencias tiene que el Banco Central actúe
como lo hace, independientemente de si el resto de la política económica está alineada con
la referida meta de inflación?

Al respecto consulté al norteamericano Clark Warburton (1896 - 1979), quien según


Michael David Bordo y Anna Schwartz merece ser calificado como un pionero monetarista.
Al decir de Thomas F. Cargill, su obra fue ignorada por múltiples razones, principalmente
porque la escribió en una época en la que no resultaba atractivo examinar el rol del dinero
según la teoría cuantitativa.

-¿Qué significa que la inflación es un fenómeno monetario?

-La ecuación que describe la teoría cuantitativa del dinero dice que el stock de moneda,
multiplicado por su velocidad de circulación, es igual al PBI multiplicado por el nivel
general de los precios. Al respecto, es importante diferenciar entre correlación y causalidad.

-Explíquese.

-La correlación entre emisión monetaria y tasa de inflación es clarísima, tanto desde el
punto de vista geográfico como desde el temporal. Quien afirma que no existe tal
correlación simplemente no les presta atención a los datos. La causalidad es una cuestión
que se viene discutiendo desde hace por lo menos dos siglos: los partidarios de las teorías
del dinero activo afirman que la emisión genera inflación; los modelos de dinero pasivo,
planteados por Julio Hipólito Guillermo Olivera, sostienen la hipótesis contraria: que para
evitar una recesión, la oferta monetaria se tiene que ajustar a los precios. Si la economía de
un país, en determinado momento, funciona según el enfoque de dinero activo o pasivo, es
una cuestión empírica.

-¿Cómo razonan quienes sostienen que la inflación es un fenómeno monetario?

-Volvamos a la ecuación planteada antes. Si la oferta monetaria deja de crecer, para que los
precios sigan aumentando de manera sistemática se necesita un aumento sin límites de la
velocidad de circulación, o una recesión creciente del nivel de actividad económica. Lo
primero es imposible; lo segundo debería llevar a los oferentes de bienes a revisar sus
políticas de precios.

-Impecable. ¿Cuál es el problema?

-Ninguna política económica se da en el vacío, sino que se inserta en un escenario


internacional y en un contexto político específicos. Quien en un país que sufre inflación
frena la oferta monetaria tiene que analizar si la medida es creíble. Es decir, si perdurará en
el tiempo, cualesquiera fueran las consecuencias.

-¿De qué está hablando?

-De que las autoridades monetarias dejan de emitir, pero si quienes adoptan decisiones
creen que, por la recesión creada por la restricción monetaria, la política eventualmente será
abandonada, entonces no tendrán incentivos para modificar la política de precios que
venían aplicando hasta ahora. En un trabajo publicado en 1983, Robert Joseph Barro y
David B. Gordon plantearon la política monetaria en términos de la teoría de los juegos. El
Plan Austral, implementado a mediados de 1985, y el Plan de Convertibilidad, puesto en
práctica desde abril de 1991, les hicieron recuperar la credibilidad a las gestiones de los
presidentes Raúl Ricardo Alfonsín y Carlos Saúl Menem, respectivamente.

-¿Qué tiene que ver todo esto con la Argentina 2017?


-En su país, hoy existe una clara tensión entre las metas de inflación planteadas por el
Banco Central y el resto de la política económica: salarios, política fiscal y de
endeudamiento, y tasa de inflación verificada en el primer trimestre, entre otras variables.
Interpretar la inflación como un fenómeno monetario, en el sentido de que la restricción
monetaria y el aumento de las tasas de interés lograrán disciplinar el resto de la política
económica y las decisiones empresariales y sindicales, es una mala lectura de algo que en sí
mismo es verdad.

-Don Clark, muchas gracias.

 LA NACION
 Economía

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