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“No cabe duda de que los inversionista extranjeros y los que introdujeron técnicas
hasta entonces desconocidas, desempeñaron un papel importante en muchos de
los países latinoamericanos y de manera especial en Argentina, Brasil, Perú y
México. El capital británico y la tecnología inglesa rejuvenecieron la industria
minera de México, Perú y Bolivia. Una compañía británica tomo el control de la
industria de fertilizantes de guano en el Perú. Bancos, ferrocarriles y servicios
públicos ingleses dominaron la economía de Argentina, Brasil y México. En chile,
como en Perú, la figura legendaria del empresario de ferrocarriles, Henry Meiggs,
sobresale de manera especial” (Safford,1969)
El avance del país, en este sentido, estuvo siempre limitado a una serie de
empresas que no tenían el capital humano y mucho menos el capital monetario
para realizar a cabalidad todo lo que se proponían. La falta de vías, la tecnología
arcaica y para nada renovadora eran, entre tanto, los factores que más fácilmente
podían visualizarse al estudiar la agricultura e inclusive la minería colombiana.
Sobre esta última tenemos que su productividad, después de explotada la parte
más superficial (Ramírez, 2015) se limitó a ser explotado donde se pudiese. Y no
sería sino hasta la llegada de los extranjeros, con su tecnología un poco más
comprometida, que se empezaría a explotar de manera seria las ricas minas de
nuestro territorio. Minas que muchas veces, por falta de tecnología, habían
quedado sin explotar.
Por ello no puede quedar más que claro que los extranjeros inversionistas, fueron
precisamente los que cambiarían el panorama en tanto pudieron y dispusieron de
técnicas desconocidas hasta el momento, las cuales desempeñarían un papel
importante en el desarrollo en los países latinoamericanos. La entrada de estos,
por lo menos de forma legal y concienzuda, se posiciona en el siglo XIX, siglo de
independencias y de constantes búsquedas de inserción en el sistema capitalista,
el cuál era ya aceptado.
INDUSTRIA EXTRANJERA
Pese a que se incentivó este proceso, la inmigración extranjera no fue muy alta. A
mitad del siglo XIX había un promedio de 850 europeos y norteamericanos en el
país. La mayoría de los extranjeros tenían una alta influencia en el comercio, en la
política, entre otras. Además que residían cerca a los principales centros
comerciales. Sin embargo, aunque el número de extranjeros no fuera sumamente
alto, éstos tenían mucho dinero o muy buenas capacidades para invertir en las
empresas locales. Teniendo como propósito principal el beneficio personal.
En las guerras de la independencia, los patriotas tuvieron una ayuda de una gran
cantidad de soldados británicos. Muchos de éstos se alojaron en Colombia para
iniciar varias empresas. Sin embargo, mucho antes de que los ejércitos españoles
fueran arrojados del territorio colombiano, muchos comerciantes que vinieron de
Inglaterra, Jamaica y los Estados Unidos se establecieron en la mayoría de los
puertos colombianos. Después de asegurada la independencia, ingleses y otros
extranjeros hicieron importantes y significativas inversiones en la industria minera,
en las manufacturas y en las comunicaciones.
Por otra parte, a mediados del siglo XIX se puede ver cómo se articula uno de los
procesos de inversión extranjera en el ámbito del transporte más exitosos de
América Latina y en particular en Colombia: la construcción y puesta en
funcionamiento de la Panamá Railroad Co. Esta línea férrea se diseñó y ejecutó
como una ruta de paso entre los océanos Atlántico y Pacífico. Esta empresa fue
una de las más rentables de su momento y reflejó de manera clara los intereses
económicos y políticos de los Estados Unidos. La empresa se configuró en uno de
los monopolios de transporte más importantes de la época, y significó uno de los
recursos fiscales más apreciados por el gobierno colombiano, presentando
simultáneamente profundas asimetrías de poder entre Estados Unidos y
Colombia.
Más tarde, entre 1846 y 1852, las leyes colombianas prohibieron la navegación en
aguas colombianas a barcos de empresas extranjeras, Sin embargo, en los
cincuentas se produjo un cambio completo de política, y entre 1855 y 1864 una
gran proporción de los vapores fluviales eran operados y poseídos por empresas
extranjeras. En términos generales, tanto la política gubernamental como la
opinión pública eran altamente favorables hacia las empresas extranjeras, en
especial entre 1850 y 1880.
EMPRESAS NACIONALES.
Las evidencias arrojan que quienes tomaron la batuta en liderar las empresas
fueron los empresarios más acaudalados (Safford,1969). Estos se embarcaban en
los más arriesgados proyectos. Medellín particularmente, se destacó por un cierto
patriotismo que ocasionaba que los líderes colombianos en términos económicos
se decidieran a invertir y hacer que el país no se quedara atrás (Botero,1984).
Además, las políticas ayudaban para que todo se gestara.
Para todas estas empresas emprendedoras, se vio por primera vez una necesidad
por crear un banco nacional que ayudase a los nacionales. Por ello es que no
cabe duda alguna de que existió también un espíritu nacional que apoyaba,
aunque este quedara supeditado muchas veces al extranjero. Como fuese, todas
estas iniciativas, tanto nacionales como internacionales, no fueron efectivas hasta
en 1870 cuando en cuando el Banco de Bogotá se fundó.
Conclusión