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Manantial
en el espejo
pas ac al l e
POESÍA
Grover González Gallardo
(Cajamarca, 1971)
Ajedrecista, abogado y poeta.
Egresado de la PUCP en la
especialidad de Derecho, es
miembro del Liceo Poético de
Benidorm, España. Ha publicado
su primer poemario “Manantial
en el espejo” en el 2013 por la
editorial Pasacalle. Se dedica a la
poesía y la difusión cultural a
través de la Peña Poética El
Rincón Guapo.
Grover González Gallardo
www.pasacalle.pe
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Grover González Gallardo
www.pasacalle.pe
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Grover González Gallardo
MANANTIAL
EN EL ESPEJO
pasacalle
poesía
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Manantial en el espejo
Grover González Gallardo
ISBN: 978-612-46302-4-8
Portada e interiores:
Alberto Cueva Vásquez
albertocuevavasquez@gmail.com
—4—
A la memoria incesante de mi padre,
Luis Bernardo González Vásquez.
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PIEL
DISEMINADA
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Epitafio
Rainer Rilke
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— 10 —
ONTOLOGÍA
Dormidos florecemos
flameando en crepitante nieve
Celebración inagotable
dispersión de pliegues
Somos dichosos
inmortales
feraces sierpes
Primavera imperceptible
saciedad sin dientes
— 11 —
LA DESNUDEZ DEL FUEGO
Reposas tu cuerpo,
arco iris perpetuado en espejos;
yacente pedregal que se difumina
en la fugaz longitud de los senderos.
— 12 —
ABREVADERO
Pigmentada penumbra,
esférico resplandor,
diseminado follaje.
Había música,
armonía de corceles;
ígneos archipiélagos,
diáfanos oleajes.
De tu piel
brotaron frondosas alas,
oníricos tatuajes;
tu vientre crepitaba
en celestial vorágine:
tu mente vislumbró
el fulgurar perpetuo
de un crepuscular oasis.
— 13 —
GERMINACIÓN DEL CANTO
Tus murmullos
perpetúan palabras
sueños
que en mis sueños naufragan
Bullen en bandadas
luciérnagas
que agujeran la penumbra
donde nuestros cuerpos extasiados encallan
— 14 —
DILECCIÓN
Pulsas estrellas,
pigmentos de trémulas sombras.
— 15 —
VÉRTIGO
— 16 —
DESHIELO
maraña incesante
bajo cielos concéntricos;
pálida tierra
poblada de feraces avernos:
esferas azules
combaten desde el inicio del tiempo,
media lunas,
hemisferios y corazones
desgarrados del fuego:
no hay más dios
que el que habita la carne
y se regocija en mi cuerpo,
no hay más luz
que la que ya se cierne
sobre laberínticos huesos:
el mundo gira
excavando cauces
la tormenta no ha de cesar
si no despiertan todos sus vientos.
— 17 —
CREACIÓN
Omnipotente
es la vigilia que presiento:
evoco las esferas, las sirenas ígneas del desierto;
pero tu mágica aparición
Gemidos abismales
liberarán lluvias y oleajes perpetuos;
En la incandescencia de la atmósfera
renacerán estelares archipiélagos
cuando cabalguemos desde la mañana
hasta el crepúsculo del tiempo.
— 18 —
ORÁCULO
Incineración lunar,
rescoldo de glaciar,
destello de granítico fuego:
tu desnudez eclipsa
una fragua de crisantemos;
tu desnudez conjura
el inaudible rumor
de las escolopendras
que resquebrajan
las amarras del averno.
Páramo constelado,
cegador paraje:
espejeas delirante;
embelesando la soledad,
los perpetuos relámpagos de sangre.
Violín llameante,
trémulo ardor, cieno salvaje:
— 19 —
LONTANANZA
— 20 —
SIRENAS
DEL DESIERTO
— 21 —
Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.
Octavio Paz
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— 23 —
— 24 —
FULGOR PERFECTO / FULGOR DE SOMBRA
Paroxismo
tinieblas colmadas de gemas
Cegador éxtasis
Delirio
bajo
milenarias tormentas
Vertiginoso naufragio
en horizontes
de perennes hogueras
El viento desfallece
la tierra crepita incinerando árboles
fértiles osamentas
El fuego florece
en nuestra carne etérea
— 25 —
ALEGORÍA CENITAL
Atraparé tu clítoris:
diminuto rubí arrojado a lo profundo de las aguas;
apresaré tus nalgas bajo este cielo opresor de nubes petrificadas.
Tus piernas se enlazarán febrilmente a mis espaldas:
tímida resonancia de orgasmos,
lúcidos oboes de melodías cristalizadas.
— 26 —
GLIMPSE OF HEAVEN
No hubo flor,
solamente fuego;
no emergió el Sol,
pero la noche iluminaba
inconclusos avernos.
La cópula engendra
el espacio y el tiempo:
sonoridad corpórea,
orbitar errante,
cenizas que florecen
en los sueños,
libélulas atraídas
a oceánicas sombras.
La cópula ignora
los límites del entendimiento:
fecundidad
sin pausa
en la sangre,
en los fósiles;
en la luz parpadeante
de cualquier desolado paraje.
— 27 —
NIRVANA
Nuestros huesos,
lienzos sinuosos,
se yerguen
como praderas en calma:
compartimos un mismo ser,
una llamarada violácea;
lucidez que florece al soñar
marfiles oscuros,
plumajes desprendidos del agua.
Nada se extingue,
salvo la fugacidad de toda distancia;
nada nos rige
bajo constelaciones extrañas.
— 28 —
PINÁCULO
¿Hasta dónde
se extiende tu cuerpo?
¿Fluctúan los árboles
cuando modulan el silencio?
— 29 —
MOLECULAR ENCUENTRO
Molecular encuentro,
rumor de espermáticos murciélagos
que distorsionan la faz del firmamento:
escaparemos de las fauces del orgasmo,
pero racimos de otros cuerpos brotarán
lentamente de la noche como la hierba
durante la ausencia de sus famélicos habitantes.
— 30 —
CRUZANDO EL HELESPONTO
— 31 —
PRESAGIO
Ven a mi encuentro,
criatura escapada de un cuento de hadas:
ofrenda tu sexo enceguecido a las llamaradas
que forjan espadas de rubíes y soles de obsidiana.
— 32 —
POLÍPTICO
Sueño
con remontar prados,
cascadas rojas.
Avernos,
iridiscentes máculas;
¿Qué yace más allá del párpado,
de la caverna ósea?
No estoy ciego,
pero un velo amarillo
cercena lirios surgidos
entre nubosidades boscosas.
Si vago solo,
si deambulo en pos
de ciudades caóticas,
olvido el rumor,
el latido de la noche anclada en rosas.
— 33 —
CUANDO LA LUZ YACÍA EN EL ESPLENDOR
DE LAS SOMBRAS
— 34 —
CADÁVERES
DE FUEGO
— 35 —
Sepan que estoy viviendo, nubes, sepan que canto,
bajo la gloria confusa de la tarde, solitario.
Javier Sologuren
— 36 —
— 37 —
— 38 —
SEÑORA DE CAO
Impenetrable
es la armadura de cinabrio que ciñe
Al ser desenterrada,
mi hueca mirada se ahonda aún más
debajo del fulgor de las gemas que me envuelven
absorbiendo la luz de luciérnagas y pájaros.
la muchedumbre demandó
que mi corazón fuera extirpado,
y luego de ser expuesto al Sol
causó el regocijo de siderales impostores,
mas el torrente turquesa de mi sangre
fertilizó la tierra humeante y las ardientes sombras;
inundando la sangrienta respiración de mis captores
y sus insensatos dioses.
— 39 —
sin que se obtuviera algo más
que algunas lagartijas secas;
hasta que la gente abandonó las desoladas aldeas,
desdeñando las fauces de los antiguos dioses.
No rehuyas
esta mortífera sustancia que aparta
despiadadas bacterias,
al mundo entero de mis restos fastuosos;
rehenes de un ignoto manantial,
oasis tan fugaz
como el inesperado recodo de tu lengua
serpenteando sobre mis resecos labios.
— 40 —
FINITUD
Sobre mi tumba
las flores fluctúan
ráfagas de nieve
gotas de cielo
tus lágrimas
tu mente
conjugan colores
esferas puras
la mañana
sin embargo actúa
páramos
pagodas
prolongan
sus formas turbias
se ciernen nubes
caracoles de espuma
te ciegan cascadas
pétalos de lunas
olvidas mis palabras
mis ojos
flores que fluctúan
sólo he de morar la noche
resplandor que se desdibuja
— 41 —
LIENZO
Corceles azules
avanzan formas fugaces:
amarillo es el cielo
como el óleo que alimenta
su trotar fantasmal
en frondas salvajes:
se podría habitar
oasis cromáticos,
oscuros parajes;
estelas de légamo,
mariposas de fuego
emergen de huellas tan claras
como lagos que colman
la ensoñación de la tarde;
pero hay trazos tan turbios,
pinceles obtusos
que nos apartan la vista
del lúcido llamear
apresado en luenga vorágine:
nada detiene la tromba alada,
las zancadas gráciles:
sus crines nos rozan
súbitamente la espalda;
cada giro de cuello,
cada salto al vacío posterga
el extravío de nuestra mirada:
quimeras pictóricas,
bestias fantásticas:
galopen la pálida senda
que los reduce a errantes carcasas.
— 42 —
CLARIDAD
Lanceado
por tu luz,
estertor
que inunda
el sosiego
anidado
en súbita
distancia.
Eco de luz,
luz de eco:
dos cuerpos
se eclipsan
mutuamente;
dos ciénagas
eclosionan
como alas
que alcanzan
el poniente:
nuestra carne
se hace crisantemos,
cenizas doradas;
un palpitar
fulmíneo
nos impulsa
de repente:
nuevos astros
habrán de oscilar
fugazmente
en lontananza.
— 43 —
LA OPACIDAD DE LOS ESPEJOS
— 44 —
DISECCIÓN DE UN SUEÑO
— 45 —
LA VIRTUD DE PROMETEO
Fuego,
voluptuosidad enigmática;
páramo anhelante,
vórtice donde crepitan huellas
que modulaban montañas:
no rehúses mis palabras,
el cielo que acaricia mis espaldas;
sabes que mi piel pertenece
a tu atmósfera,
a la eclosión de tus entrañas:
el viento desnudo
rehúsa la fricción de tus alas,
pero la noche te proclama;
el agua bulle en tu faz sin calma;
la luz de los metales enardece
tu cabellera sin mácula:
sé que engendras luengos horizontes,
diamantinas lascas;
sé que brotas de la vida,
estampida pletórica
de imágenes arcanas:
sin ti la tierra se hundiría
en el yugo una infertilidad tirana:
gracias por fecundar mis sueños
al horadar brumas lejanas;
gracias por dilatar el día
cuando el esplendor de tu dicha
eclipsa mi sangre
y enfrenta su ígneo caudal
a este fluir de laberínticas metáforas.
— 46 —
MARINA
Los petreles
abandonan sus nidos
sus cálidas espumas
regresando a la calma tenue
al orificio fantasmal de la Luna
El ave es astuta
más sabia que cualquier
pez o medusa
jamás emprendería
el vuelo sin perder
algunas plumas
sin calcinar
el viento que modela acantilados
fósiles siniestros
extraviados en brumas
No pierdas de vista
las olas nacientes
ojos sumergidos en dunas
picotazos azules
aleteos letales
bandadas que deslizan
litorales fugaces
bajo lluvias glaciales
— 47 —
ELEGÍA A UN CAMINANTE
EXTRAVIADO EN LAS ESFERAS
Here lies One
Whose Name was writ in Water
John Keats
— 48 —
en una estoica contemplación de árboles de hielo
cuyas raíces se expanden
a través de abismos y galaxias;
y que si yo hubiera partido antes que tú,
hubieras preservado mi trémulo corazón,
sumergiéndolo en un lago de ámbar
formado por cenitales lágrimas.
— 49 —
entre el tenue recuerdo
y los vendavales de irisadas moléculas.
Nada detendrá el galope del tiempo
que se yergue sobre la faz de las quimeras.
No volverán tus brazos a estrechar
al que se sirvió de tu piel en una lejana primavera.
No volverás a dilatar aquellos ojos
que otra mano abrió por ti en las tinieblas;
pero ahora soy yo el que esculpe sus propios ojos
extraviados en la búsqueda interminable de tus huellas.
— 50 —
TORMENTAS
EN EL RELOJ DE ARENA
— 51 —
Entre la niebla
viaja una ola
que nadie ve
— 52 —
— 53 —
— 54 —
CUADERNO DE BITÁCORA
— 55 —
ESTANDARTE
Sólo la noche
llamea más que las sirenas
Sólo en tu cuerpo
se enlazan
la verdad y la belleza
La eternidad sucede a la certeza
El navío
jamás elude el destino reservado
a las tormentas
— 56 —
MULTIVERSO
— 57 —
DESVELO
esfera esparcida
en esplendentes lunas rojas
— 58 —
REMEMBRANZA
Cielo
plumas nevadas
orquídeas cristalinas
amalgama sin mácula
aves submarinas
en fraguas exhaustas
piernas erigidas
como torres exactas
nalgas reunidas
mariposas lejanas
lirios distendidos
humedad rosácea
— 59 —
DÍPTICO
Caos, Cosmos,
cadáver indescifrable; nirvana inexorable;
enigma que tatúa nubes, partitura que recrea
ráfagas de nuestra carne. paraísos infernales.
— 60 —
PRELUDIO
Silencio insondable
oleaje hermético
distante realidad
laberinto idéntico
aguas soñadas
por lágrimas y piélagos
cielos surcados
por soles concéntricos
tierras sangrantes
fuegos durmientes
abismos etéreos
— 61 —
NAVEGACIÓN DEL SUEÑO
Cae la carne
sílaba ciega
luz trémula
replegándose
en límpidas
praderas
río relampagueante
que abre arborescentes
arterias
rondar de lunas
o gráciles caderas
abrevadero ignoto
reposo
del ave postrera
abeja que eleva
sus cenizas
a piras repletas
rescoldos húmedos
fuego de flores
pretéritas
cánticos escritos
entre noches blancas
y nieves negras
alarido insomne
desatado
por estrellas pétreas
— 62 —
METAMORFOSIS
Pubis
purpúrea sombra
orquídea intempestiva
ensenada arbórea
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EL COLIBRÍ
EN LA MONTAÑA
— 65 —
Tú estás aquí como la brisa o como un pájaro
En tus sueños pastan elefantes con ojos de flor
— 66 —
— 67 —
— 68 —
PARAJE ANDINO / CAMINO A MANTA
¿Remontamos
este pétreo manantial
que nos ahoga en sus brazos
al despuntar el alba?
— 69 —
un frío genital
eriza árboles aferrados
a ríspidos anclajes:
oleadas fantasmales,
límpidos tatuajes:
al pie de las laderas
se yergue la progenie
de graníticos insectos:
nieblas encendidas
como escalinatas de avernos:
la tierra yace desnuda
bajo la vastedad del firmamento;
la tierra y el agua copulan
en lodazales ubérrimos:
cordillera primordial,
aeda ancestral que delira
sumergido en océanos
de petrificadas sombras:
los caminantes soñamos
tardes inconclusas,
torres de luz
ante la vorágine del viento;
vislumbramos vórtices,
sendas difusas,
la opacidad centelleante
de nuestro pensamiento:
nada se podría agregar
a esta visión de Orfeo:
la noche desplaza
espesuras y se disuelve
en lagos de obsidiana y fuego.
— 70 —
CUERPO DESQUICIADO
En purpúrea oscuridad
reverberan danzantes e insectiles goces:
la penetrante aurora dispersará
las sirenas que se arremolinan
alrededor de tus múltiples ombligos y demás dones.
No reniego de mi cuerpo,
enigmática progresión de inertes soles.
Cuerpo forjado por siderales sucesos
y oníricos constructores.
No rehuyo su letal fecundidad:
en el estiércol brotan las más robustas flores.
No naufrago en su falaz profundidad:
no somos más que ancestrales impostores;
aventureros extasiados en la caza frenética
de criaturas de submarinos y espectrales fulgores.
— 71 —
Para multiplicar tus imperfectas cenizas,
desanidas de la noche aquel cuerpo, entonces;
cuerpo que enmaraña la vida, los cálidos muñones;
tumulto de resquicios, pistilos,
estertóreas heridas y respiraciones.
— 72 —
EL VERDOR DEL FUEGO
— 73 —
MILENARIO ENCUMBRAMIENTO
Desciframos
lacónicos epitafios resonando
bajo este cielo llameante y desconocido:
lucidez que desnuda
la sombra de los cuerpos ágiles
en tempestades sin escombros o sonidos.
— 74 —
Cuerpos
carentes de recuerdos o equilibrio;
sin los sentidos atrofiados
por el sedimento primitivo:
nadie puede limitarse a descolgar los racimos
de estos tercos caracoles de tus nalgas;
nada puede hacernos olvidar
la inesperada fricción
debajo del ombligo:
un oleaje estático reanuda
su marcha ineluctable
hacia un territorio baldío:
sé que al rozar el orgasmo
nuestro karma se habrá extinguido:
mi mente se desgarra,
tímida lágrima
cayendo de lo alto de los lirios;
y tú floreces
al vaivén de lacerantes latidos,
soslayando estériles plegarias y espejismos:
vislumbramos una imperiosa razón:
nada en este reino celestial está escindido.
— 75 —
FEBRIL RELATO
— 76 —
DELIRIO INCESANTE
Un ciempiés fosforece
en la maraña umbría,
un hombre cualquiera
sueña una ciudad vacía:
¿Cómo distinguir el alba
de una vida que se difumina?
¿Confluyen piélagos
de pureza pétrea,
briznas de soles
que aniquilan fraguas,
arcaicas pesadillas?
No persistiré en desiertos,
interminables ordalías;
no perseguiré
vaivenes inasibles,
vértebras repentinas:
pálido es el reflejo
devorado por designios,
aterradas pupilas;
estériles son las batallas
libradas sin pausa
bajo estrellas mortíferas:
otro fuego me abrasa,
otra senda me extasía;
en un mundo sereno
he de sembrar la espada
que se escindió
en incansables semillas.
— 77 —
OCASO
Sirenas
encresparán ensueños
astros
que se esfuman
como ríos famélicos
difuminados
en hórridos desiertos
gritos
que habrán de horadar
tambores distantes y fieros
libélulas
surgidas del húmedo
encantamiento
corpúsculos de sombras
atraídos a la incandescente
magnitud de mi aturdimiento
— 78 —
CONTEMPLACIÓN DE LAS ROSAS
Ya despierta
de su largo sueño
la tormenta;
ya extiende hacia mí
su ciego abrazo:
como una celebración
entre afiebradas osamentas,
como una vulva efímera
hallada
en la contemplación
madura de las rosas,
germinan racimos de celestiales cópulas
reverberándose en el fondo de un estanque
anegado por flores fantasmales
y abismales mariposas
que irrumpen
en las circunvoluciones de mi deseo.
— 79 —
ESPEJISMO
Tenues pupilas
se posan de noche
como libélulas líticas
Hierbas umbrías
tus vellos
tus pezones
de pronto se erizan
sombras volátiles
que mis manos irisan
— 80 —
HERIDAS
EN LA HIERBA
— 81 —
Nunca lo olvides:
caminamos en el infierno
contemplando las flores.
Matsuo Basho
— 82 —
— 83 —
— 84 —
MANANTIAL EN EL ESPEJO
— 85 —
OFRENDA
Rosácea mariposa,
remanso entre ráfagas infinitas:
las nubes no intuyeron esta efímera agonía;
los años no mermaron tu belleza repentina.
El crepúsculo enferma;
la noche ya se irisa.
— 86 —
SINO
Acrisolar el cielo
al eclipsar tu cuerpo:
caricia insomne,
unánime sendero.
Purificar la noche,
el furor
que impulsa nuestros huesos:
una flama despierta,
un crepúsculo enmudece;
tu piel oscila
entre alboradas
y níveos destellos:
desnudez
cosechada como jardín
crecido en confines etéreos:
mi ceguera serpentea
sin límites ni consuelo:
oscuro es el ámbar
que nos fosiliza los sueños.
— 87 —
MOMENTÁNEO FIRMAMENTO
— 88 —
TORNAVIAJE
Húndete en mí:
trasciende mi piel y sus ventanas;
cambia mis ojos por tus ojos:
aves dulcísimas
que fluyen desde un cielo
poblado de esmeraldas.
Enlaza turgencias
con manantiales enigmáticos;
fosforesce en la pálida penumbra
que jamás destelló entre mis labios:
no soslayes más mi voz,
susurros que la brisa confinaba
en el halo que aún corona la mañana:
siente el florecer de mi sombra inclinada,
expande hacia los lienzos
la silente belleza de tu onírica mirada:
corpúsculos de estrellas
se han tornado
en espadas deslumbrantes
durante el retorno de estas palabras;
oropéndolas lejanas
han reanudado su vuelo
sin haber mutado
los frágiles colores de sus alas.
— 89 —
NOVÍSIMA ESPECIE
— 90 —
EVOCACIÓN
Se despuntaba
un nuevo día
devorado por el viento.
Nuestras pieles
se fundían
como racimos
de islas primordiales:
yacíamos absortos,
vislumbrando
pedrerías cenitales;
irreal era la ceguera,
la certeza inalterable.
Poblábamos penumbras
y oquedades feraces;
gravitábamos
como estrellas ateridas
que hibernan en gélidos parajes.
— 91 —
NUDO GORDIANO
Inefable es el designio
que sella tus pupilas:
destierro interminable,
exterminio de idiomas,
quebranto de costillas;
aún está sobre mi frente
tu mano omnímoda:
remanso de cadáveres,
vestigios que murmuran
detrás de los pinceles
si abandonamos el timón
o perdemos la osadía:
en vano se intentaría
descifrar el lenguaje
atrapado en la belleza
de una simple melodía:
Pachelbel se marchó sin
remontar esta desdicha:
en la piel surgen grietas que
conjuran lacerantes heridas:
insondable es el sino que nos
une sobre la arena penetrante
como escindidas ordalías:
esperando inminentes lejanías,
tanteo los extremos de tu luz
que se difuminan en destellos
de constelaciones repentinas.
— 92 —
HOMO SAPIENS
— 93 —
— 94 —
ÚLTIMOS ESTERTORES:
UN OLEAJE DE MARIPOSAS
— 95 —
“El corazón del poeta y del mar son fecundos, cada uno a su manera, pero
al fin y al cabo es fecundidad”
— 96 —
— 97 —
— 98 —
ÚLTIMO DESTELLO
Reanudemos la travesía
que nos enfrenta a signos famélicos;
ignoremos la urgencia subrepticia del trueno:
contemplo una encrucijada llamear
en un horizonte de heridos espejos,
presiento peldaños, gráciles senderos;
el deslumbramiento que podría incinerar mis huesos.
— 99 —
HALLAZGOS
Peces de luz
nos ciegan
en la noche
desnudada
por tus labios
nubes
párpados
mojados
sueñan
nuestros cuerpos
blandos
archipiélagos
errantes
que circundan
el orbe
sin descanso
bajo el yugo
provocado
por llamaradas
que fulminarían
astros
al atisbar
singulares presagios
colores
caracoles alados
corceles que moran
brumas
versos húmedos
sombras
pletóricas de pájaros
— 100 —
ALBORES DEL KARMA
— 101 —
ARJÉ
Persistes,
ubérrima espuma;
tu aliento emancipa
ramajes
en un perenne
rodar sin lunas:
si te yergues
sobre
ígneas dunas,
la noche izará
sus anclajes,
lejanías luminosas
y turbias;
si horadas
las aguas profundas,
el alba
se eternizará
en oleajes brumosos,
puñado de aves fecundas.
— 102 —
LOGOS
Lágrima de luz,
ceguera de estériles naufragios.
Contemplar las mareas,
el vaivén inasible del verano.
— 103 —
ESPASMO
Me desvanezco
como las nubes
como la piel
se hace racimos,
lumbres rosáceas:
delirar de lunas,
velámenes difusos
bajo opalinas aguas:
nenúfares tal vez
que alfombran acaso
lienzos desnudos,
tus exhaustas,
aún húmedas nalgas.
— 104 —
EPÍTOME
— 105 —
Refracción de hoguera, desdentado frenesí; gestación de
lirios salvajes mientras la Luna es una hondonada llameante.
— 106 —
COSMOGONÍA
La fantasmal estela
del veloz paso de un pez clavado en una espada.
Tu estremecida cabellera,
las montañas de palabras calcinadas en mi frente.
Las largas escaleras que conducen
a la cima de una atónita mirada;
el aterrador caos planetario
provocado por nuestra desenfrenada simiente:
todo lo que alguna vez se arrastró
o invadió la noche de repente,
relumbrando en la unanimidad de las formas
y los lomos de las criaturas sorprendentes,
fue fraguado en celestiales vientres;
en siderales hornos de feroces estrellas:
monstruos encarnizados
coronados por sulfurosos dientes:
mi propia simiente es la última sobreviviente
de una hecatombe de estrellas:
extinción de mariposas apresadas en estelares osamentas;
solitarias explosiones de moribundas centellas.
— 107 —
Ahora,
miles de millones de años
y unas cuantas estériles horas después,
mi esperma calcinará tu vientre
con el golpe de una espada de hielo
que convoca las primeras palabras
del río que empieza a brotar
desde las alturas de una nueva mente.
Mi esperma
fluye de un manantial de cadáveres de estrellas:
holocausto de jinetes inexpertos,
océanos de sangre vertidos por enceguecidas cópulas.
Exterminio.
Apogeo de seres diabólicos, irresistibles;
diseminación por doquier de mortíferas sustancias.
Extinción en masa de animales mercuriales
y esterilizadas plantas:
sólo subsiste el antiguo altar
donde se adora el sacrificio de una silenciosa criatura
que era en verdad maravillosa.
— 108 —
No hay más altar
que la insensata repetición de toda mendaz historia:
nómadas acechando
las extendidas alas de aquellas insectiles rosas:
su diminuta imaginación ignora el devenir del cosmos,
el titilante porvenir que amenaza con tragarles
sus desgarradas entrañas y hediondas bocas.
— 109 —
MANANTIAL DE MARIPOSAS
Circundo la tormenta
que nos fortalece los muñones
o restablece el filo de cualquier espada:
acechada por mi glande, tu vulva se agiganta;
expulsando oceánicas estrellas
que súbitamente estallan.
— 110 —
reino donde afloran
insondables manantiales de mariposas:
lágrimas encendidas de un ámbar tan arcano
como cenizas de enloquecidas auroras.
Ha concluido entonces
la milenaria evocación del reverdecido cielo.
Todo ha sido eclipsado
por constelaciones de cenitales mariposas
que sin prisa se reverberan en el ígneo lago
donde ardorosamente abrevo.
Si hemos sucumbido a la tentación
de aniquilar el abominable tedio,
contemplaremos serenamente
la desintegración de los antípodas de nuestros sueños.
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ÍNDICE
Piel diseminada / 7
Cadáveres de fuego / 35
Colibrí en la montaña / 65
Heridas en la hierba / 81
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