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Crecen las ciudades donde se instalan las nuevas industrias, necesitadas de mano de
obra, y su configuración revela la nueva estructura social: barrios burgueses donde se
hacina el proletariado. Entre ambas clases sociales se colocan las clases medias,
surgidas del desarrollo del sector terciario.
En general, las artes del siglo XIX tuvieron una primera fase de búsqueda en el
pasado, gigantismo y sentimentalismo; y una segunda fase de crítica a la estética
anterior, vuelta a la racionalidad.
Otra alternativa al romanticismo fue el realismo, inspirado en los efectos sociales del
nuevo capitalismo. Es habitual el uso de la sátira, la denuncia, las temáticas de
enfermedad, suciedad, locura, pobreza, vicios y prostitución. El realismo se potenciaría
en el naturalismo, más influenciado por el materialismo, el positivismo o el
determinismo.
Literatura
En literatura, el realismo de Zola y Víctor Hugo representan en Germinal y Los
miserables, respectivamente, las difíciles condiciones de vida de las clases populares.
Tolstoi y Dostoievski, Stendhal, Dickens…son algunos ejemplos de la grandeza de este
movimiento.
Arquitectura
El historicismo marca a la nueva arquitectura, que se deja influir por la añoranza al
pasado, que encuentra su originalidad en el estudio del origen del pasado.
Concentraba todos sus esfuerzos en recuperar la arquitectura de tiempos pasados. Al
neoclasicismo del pasado siglo le continuo el neogótico, asociada a los ideales
románticos nacionalistas. La arquitectura ecléctica, hace evolucionar a la historicista,
combinando variedad de estilos arquitectónicos en una nueva estructura.
Pintura
La Pintura del Siglo XIX no estuvo exonerada del quiebre histórico con su historia.
Tampoco lo estuvo de la multitud de corrientes de filosofía del arte. También se dejó
influenciar por el fenómeno político francés, la ruptura con el tradicional artista que
muestra lo que la monarquía y su aristocracia pretenden. El mundo no está en orden, y
eso pretende mostrar el nuevo arte, al mismo tiempo que propone un nuevo orden: El
Romanticismo. Allí donde el neoclasicismo propone una belleza ideal, el racionalismo,
la virtud, la línea, el culto a la Antigüedad clásica y al Mediterráneo, el romanticismo se
opone y promueve el corazón, la pasión, lo irracional, lo imaginario, el desorden, la
exaltación, el color, la pincelada y el culto a la Edad Media y a las mitologías de la
Europa del Norte.
Hacia mediados de siglo hay una vuelta, en cierta forma, al racionalismo como fuente
de inspiración. El notorio desarrollo industrial provocado por la Revolución industrial,
sus “efectos secundarios” y la frustración con los estímulos revolucionarios de 1848
llevan al artista a olvidarse del tema político y a centrarse en el tema social. El
manifiesto realista comprende que la única fuente de inspiración en el arte es la
realidad, no existe ningún tipo de belleza preconcebida más allá de la que suministra la
realidad, y el artista lo que debe hacer es reproducir esta realidad sin embellecerla.
Los pintores paisajistas ingleses del romanticismo sentarían las bases sobre las que
más adelante trabajarían los impresionistas. De Turner los impresionistas tomarían su
gusto por la fugacidad, sus superficies borrosas y vaporosas, el difuminado y la mezcla
de colores intensos; pero desecharían el componente sublime, propio de la pintura
romántica.
Hacia finales de siglo y comienzo del siglo XX se podía ver una gran variedad de
vanguardias. El punto máximo del individualismo implicaba que cada artista debía
promover su propia vanguardia, que afirmaba, de carácter universal y verdadero. El
postimpresionismo, el puntillismo, el simbolismo pictórico, el expresionismo, el
cubismo, el fauvismo, el surrealismo, el futurismo darían cuenta de una sociedad que
vive en la revolución por la revolución, la vanguardia por la vanguardia, la
universalidad por la universalidad. Una sociedad donde los plazos son cada vez más
pequeños, el ritmo cada vez más rápido.
Música
El romanticismo y el nacionalismo se unen en figuras como Chopin y List, Schubert y
Schumann, Verdi y Wagner, por citar a algunos.
El siglo XIX supone, tras lo dicho, una transformación total de todos los aspectos de la
existencia humana.