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"Año del Diálogo y la Reconciliación Nacional"

III BIMESTRE –I UNIDAD-SESIÓN DE APRENDIZAJE N° 4


“Reacciones internacionales, incluidas las iniciativas estadounidenses y el aumento de las
tensiones entre Estados Unidos y Japón.”

FUENTE A. Caricatura: “Bajo la idea de Roosevelt sobre la quinta columna [término del general
español Emilio Mola] para justificar el traslado de japoneses americanos a campos de reeducación,
creados por la orden ejecutiva 9066”.

FUENTE B: Humberto Toro Santa María, capitán de fragata, analista político internacional y magister en
Ciencia Política. Escribe el artículo académico titulado “Japón y Estados Unidos en el Nuevo Orden
Mundial”. Publicada en la Revista de Marina. Para los historiadores que estudien la expansión
japonesa.

[…] Pero su dependencia en materias primas aumentaba, al igual que la tendencia a la expansión imperial, lo
cual lo condujo a entrar en guerra con China en 1937. Con ello desarrolló un gran poderío bélico que endeudó
al Gobierno, creciendo en el PNB la participación de los gastos de defensa desde un 31 a un 47 por ciento
entre los años 1931 y 1937. Pese a la efectividad militar, Japón tenía serios problemas internos debido a
diversas facciones existentes, disputas entre el poder civil y militar, que entre asesinatos y otras acciones de
desorden civil hacían tomar decisiones incoherentes al Gobierno. A su vez, la evidencia de una carencia del
concepto de unidad de la guerra, que se demostraba mediante el desempeño de sus fuerzas militares, que
privilegiaban acciones acordes a sus estrategias particulares sin considerar los objetivos estratégicos finales,
no contribuían mucho al éxito. El cómo afectaba seriamente la obtención de los objetivos estratégicos que
satisficieran el objetivo político propuesto. Finalmente, fue adoptada la decisión de atacar hacia el sur de China
para lograr su aislamiento. El "embargo moral" sobre las exportaciones de materiales aeronáuticos — por parte
de la administración estadounidense— en julio del año 1938, la denuncia del tratado comercial estadounidense-
japonés por parte de Estados Unidos, la prohibición de las exportaciones de petróleo y minerales hacia el Japón
por los ingleses, holandeses y estadounidenses, después que los japoneses se apoderaron de Indochina, en
julio de 1941, demostraron a la potencia del Sol Naciente que su seguridad económica sólo podía ser lograda
mediante el gran costo de entablar una guerra contra Estados Unidos.
"Año del Diálogo y la Reconciliación Nacional"

FUENTE C : Sergio Hernández Galindo es egresado de El Colegio de México donde se especializó en


estudios japoneses. Escribe el artículo titulado “Migración, comercio y guerra: las relaciones entre
Japón, México y Estados Unidos antes de Pearl Harbor” (2014).

Aunque el enfrentamiento militar entre Estados Unidos y Japón comenzó a finales de 1941, años atrás se
enfrascaron en una gran batalla con el propósito de obtener recursos y materias primas para sus economías
sin haber disparado un solo tiro.

El petróleo mexicano de manera especial fue la materia prima que adquirió una gran relevancia y que fue parte
sustancial de los diferendos entre Japón y Estados Unidos. Los inmigrantes en muchas ocasiones, sin quererlo
o saberlo, fueron parte sustancial de la serie de enfrentamientos entre Estados Unidos y Japón. Las
comunidades de japoneses en todo el continente se convirtieron en un principio en la mano de obra que
requirieron muchos países del continente para apoyar su crecimiento económico, pero al acercarse la guerra
se les consideró como parte de los activos del Ejército Imperial japonés, por lo que se les persiguió y concentró
en campos de concentración, aun a pesar de que sus hijos ya no eran ciudadanos japoneses. Las comunidades
de inmigrantes, al estar arraigados fuertemente en diversos países, fueron involucrados en la disputa de los
intereses económicos y estratégicos que se pusieron en juego.

Los primeros planes estadounidenses para vigilar a la comunidad japonesa y para limitar su número e influencia
se empezaron a diseñar en el momento en que el país oriental se fue conformando como gran potencia en
Asia, hecho que quedó de manifiesto cuando derrotó militarmente a la Rusia zarista en 1905 y con ello su
influencia en China y en el noreste de Asia aumentó de manera paulatina. A partir de entonces, Estados Unidos
consideró a Japón como un rival militar y a la migración en todo el continente como un serio “problema”; un
nuevo “peligro amarillo” a partir de dos elementos que se fueron entrelazando: uno, por la propia penetración
migratoria en Estados Unidos y Latinoamérica y su creciente poder económico y social; otro por el carácter
expansionista de la política japonesa en Asia y su interés creciente en el continente americano.

FUENTE D: José Ángel Martos, periodista español, escribe el artículo titulado” Campos de reubicación
para japoneses”, en la Revista Muy Historia Nº45 (2013), p.29.

Vivían 280.000 japoneses en Estados Unidos justo antes de la entrada en la Segunda Guerra Mundial. De
todos ellos 150.000 residían en las Islas Hawai y 130.000 en el resto del país. La mayoría con un porcentaje
del 70% eran ciudadanos nacidos en América, el otro 30% eran los padres que habían emigrado desde Japón.

Los japoneses que habían marchado a Estados Unidos antes de 1925 no tenían derecho a la nacionalización
estadounidense, tampoco en algunos estados del país se les permitía poseer tierras de cultivo, elegir residencia
o casarse mixtamente con americanos. No obstante, a pesar de esos abusos, muchos hijos de aquellos
japoneses inmigrantes que habían nacido en América se sentían profundamente patriotas, como por ejemplo
los adscritos a la Liga de Ciudadanos Japoneses-Americanos.

A raíz de ser destruida la flota americana en Pearl Harbor y las victorias relámpago del Imperio de Japón en
Asia Oriental y el Océano Pacífico en Diciembre de 1941, la histeria cundió entre la población norteamericana
que demostró su odio a todos los ciudadanos de origen japonés, alemán o italiano, a los que consideró
“enemigos peligrosos”. Se habló incluso de un falso levantamiento armado de estas minorías en San Francisco.

FUENTE E: “La orden ejecutiva 9066 y las instrucciones para los descendientes de japoneses” en
Benítez, C. en su trabajo: La Orden Ejecutiva 9066 (El objetivo principal es dar cuenta de
las implicancias políticas, sociales y económicas que tuvieron en la comunidad
japonesa-norteamericana.): Estados Unidos y los campos de internamiento estadounidenses
durante la Segunda Guerra Mundial. Pp. 48-50. Disponible en: www.huellasdeeua.com.ar
Orden ejecutiva 9066

Para comprender el marco en el que se promulga el Decreto 9066 es preciso tener en cuenta el contexto en el
cual se inscribe. El 7 de diciembre de 1941, la Marina Imperial Japonesa bombardeó la base naval
estadounidense de Pearl Harbor en la isla de Oahu (Hawaii). Tras el ataque, Estados Unidos declaró la guerra
a Japón, ingresando así a la Segunda Guerra Mundial. La opinión pública norteamericana vio el ataque como
una traición del gobierno japonés, ya que Estados Unidos se había mantenido hasta ese entonces “aislado” del
conflicto, a raíz de lo cual se volcó masivamente a favor de la intervención en la guerra.(…)Como consecuencia
del bombardeo a Pearl Harbor, resurgió en la sociedad estadounidense un sentimiento de odio y xenofobia
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contra los ciudadanos de origen nipón. La prensa llevó adelante feroces campañas de desprestigio y
acusaciones contra los inmigrantes japoneses y los ciudadanos residentes de ascendencia japonesa. El éxito
comercial de los japoneses norteamericanos en la costa oeste despertaba el recelo de muchos norteamericanos
por lo que cuando se produjo el bombardeo a Pearl Harbor los ataques contra estos ciudadanos nipones fueron
inmediatos. Los asesores políticos y militares presionaron a presidente Roosevelt para que tomara medidas
directas contra Japón. La opinión pública, influida por la prensa nacionalista, también presionaba para que el
gobierno actuara en represalia por los ataques sufridos.

(…) La Orden Ejecutiva 9066 fue firmada por el presidente Roosevelt el 19 febrero de 1942. Tuvo como principal
objetivo la protección nacional ante la amenaza de espionaje y sabotaje por parte de enemigos extranjeros.
Amparándose en las leyes de defensa nacional y los servicios públicos promulgadas el 20 de abril de 1918 y el
21 de agosto de 1941, y en calidad de Presidente de la nación y comandante en jefe del Ejército y la Armada,
Roosevelt autorizó al Secretario de Guerra y los comandantes militares a establecer “zonas militares” donde
consideraran necesarias y convenientes. Las zonas militares designadas sustituyeron las “zonas restringidas”
y prohibidas establecidas y controladas por la Procuraduría General. Dichas zonas quedaron bajo el mando
de la Secretaria de Guerra. La Orden Ejecutiva autorizó al Secretario de Guerra a proporcionar alojamiento,
comida, transporte y otros víveres necesarios a los habitantes de las zonas restringidas. Al mismo tiempo se
autorizó al Secretario de Guerra y a los comandantes militares a disponer del apoyo de agencias estatales y
locales para movilizar tropas y agentes federales para aplicar el cumplimiento de las restricciones en las zonas
militares. Las instrucciones de la orden ejecutiva 9066 tuvieron como fin orientar y reglamentar la evacuación
de todas las personas de ascendencia japonesa. En estas instrucciones se indica el horario y las zonas que
han de ser evacuadas. Se prohíbe el cambio de domicilio una vez iniciadas las operaciones de traslado, a
excepción de aquellos casos autorizados por el representante del Comandante General, Sector Sur de
California. La Estación de Control Civil contaba con todos los recursos necesarios para atender a los japoneses
y así orientarlos en una serie de cuestiones vinculadas a la evacuación. La Estación de Control Civil se
comprometió a asesorar a los japoneses en torno a la gestión, venta, almacenamiento o arrendamiento de sus
propiedades (bienes raíces, negocios, automóviles, artículos personales, entre otros). El Banco de Reserva
Federal de San Francisco fue designado para encargarse de los bienes de los japoneses norteamericanos,
mientras que la Dirección de Seguridad Agrícola asumió el control de las granjas y equipamiento de los
evacuados. Si bien en lo discursivo se prometió a los Nisei que aquellas pertenencias que no pudieran acarrear
a los centros de evacuación podrían ser almacenadas, en la práctica muchos debieron venderlas a precios muy
bajos. En consecuencia la mayoría de los evacuados perdió todas sus posesiones, casas y granjas sin que el
Banco de Reserva Federal o la Dirección de Seguridad Agrícola los compensasen.

Campo de reubicación situado en Parker, Arizona. La imagen


fue publicada el 8 de Junio de 1943 en el diario Los Ángeles
Times.

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