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Escuela Nacional de Antropología e Historia

Lic. : Antropología física

Manzano Chavarría José Luis / 120170056

Introducción a la historia: Trabajo final

¿Qué es la “Nueva historia “ ?

Lo primordial en el oficio del historiador es la necesidad cada vez más


acuciante, de ayudar a construir la memoria, frente a las aceleradas
transformaciones que sufre la humanidad. Todos somos conscientes de que ya
no basta con ir a los archivos oficiales en busca de datos para escribir lo
acontecido; allí se resguarda sólo una ínfima parte de lo sucedido.

El universo del historiador se ha expandido vertiginosamente, los historiadores


ya no están interesados solamente en los centros de gobierno, sino que les
preocupa también la política de los hombres y las mujeres de la calle. La Nueva
Historia rompe lo tradicional, trayendo consigo toda una revolución en el campo
de la historia por interesarse en temas que anteriormente no tenían importancia
y ahora despiertan la curiosidad del historiador.

La expresión ¨nueva historia¨ surgió en Francia por el nombre de una colección


de ensayos dirigida por Jacques Le Goff, emparentada con la escuela de los
Annales. En la definición de la Nueva Historia el afán es evaluar sus fuerzas y
debilidades por el extenso sentimiento de lo inadecuado del paradigma
tradicional, ya que el mundo se transforma constantemente. Entones, la nueva
historia es una historia escrita como reacción al paradigma tradicional.

Según el paradigma tradicional el objeto de la historia es la política, en


particular el Estado nacional e internacional. Los historiadores piensan la
historia como una narración de acontecimientos, con una mirada desde arriba,
centrada en las grandes hazañas de los grandes hombres. Para este
paradigma la historia debe basarse en documentos, especialmente en los
oficiales procedentes de los gobiernos y conservados en archivos. Para
interpretar los principales hechos hay que centrarse en acciones individuales.

En contrapartida a estos postulados, la nueva historia se interesa por cualquier


actividad humana, ¨todo tiene una historia. Como consecuencia, a la escuela
de los Annales. los historiadores han comenzado a preocuparse por temas
como la niñez, la muerte, la locura, el clima, los gustos, la suciedad y la
limpieza, la feminidad, el habla y hasta el silencio. Aquello que se consideraba
inmutable, se ve ahora como una ¨construcción cultural¨ sometida a variaciones
en el tiempo y en el espacio. El fundamento filosófico de la nueva historia es la
idea de que la realidad está social o culturalmente construida.

La nueva historia se desinteresa por la historia de los acontecimientos, se


dedica más al análisis de estructuras. También interesa la ¨historia desde
abajo¨, es decir, construida por las opiniones de la gente corriente y su
experiencia en el cambio social. Así cobra cada vez más importancia la historia
de la cultura popular, de las mentalidades colectivas, etc.

Con respecto a las fuentes, a la nueva Historia le resultan insuficientes los


registros oficiales, de allí que recurra a otro tipo de fuentes como las orales o
las estadísticas, a la par que se interesa tanto por las acciones individuales
como por los movimientos colectivos. Finalmente respecto a la objetividad de la
historiografía positivista, se enfrenta el relativismo cultural que se aplica,
obviamente, tanto a la historiografía misma como a los que se denominan sus
objetos (su objeto de estudio). Percibimos el mundo sólo a través de una red de
convenciones, esquemas y estereotipos que varían de una cultura a otra. Todo
esto nos obliga a los historiadores a trabajar interdisciplinariamente, en el
sentido de aprender de la antropología social, de la economía, de la crítica
literaria, de la psicología social, de la sociología, etc. y a colaborar con quienes
trabajan en estas disciplinas.

El movimiento a favor del cambio ha nacido de la convicción de lo inadecuado


del paradigma tradicional, por ejemplo la descolonización y los otros
movimientos, han tenido un fuerte impacto en la historiografía, que plantean un
nuevo enfoque de la historia. De allí que no es desatinado hablar de la crisis
del paradigma historiográfico tradicional.

Sin embargo los investigadores han demostrado que el problema va más allá.
Por ejemplo, si la cultura popular es la cultura del pueblo, quién es el pueblo.
¿Lo son todos, los pobres, las clases inferiores?¿son los analfabetos, las
personas sin educación?; ¿la gente corriente carece de educación, o tiene una
educación diferente, una cultura distinta a las de las elites? La expresión
¨historia desde abajo¨ va más allá. Por ejemplo: ¿la historia política desde
abajo debe tener en cuenta las opiniones de la gente corriente, la política
local?; ¿la historia de la iglesia desde abajo, es la vista desde la perspectiva de
los laicos sin interesar su rango social?; ¿la historia de la educación desde
abajo tendría que olvidarse de los ministros y teóricos de la educación y
centrarse desde el punto de vista de los estudiantes? La dificultad para definir
la historia de la cultura popular, es que la noción de cultura es más difícil
definir, igual pasa con la historia de la vida cotidiana, la consideran la única
historia autentica por ser el centro de las relaciones humanas.

También la historia de la vida cotidiana, rechazada hasta no hace mucho por


insignificante, ha tomado importancia. Surge el interés por abordar el mundo de
la vida diaria, en el sentido de mostrar que el comportamiento o valores dados
por supuesto en una sociedad se descartan en otra como evidentemente
absurdos. Sin dudas el concepto de vida cotidiana varía y tiene muchas
acepciones que van desde la vida privada hasta el mundo de la gente común.
Por ejemplo los visitantes forasteros advierten en la vida de toda sociedad ritos
cotidianos (formas de comer, de saludarse, etc.), que los habitantes locales no
logran percibir en absoluto como rituales. El reto planteado al historiador social
es mostrar cómo el relacionar la vida cotidiana con los grandes sucesos (como
la revolución francesa, o las guerras de la independencia en Latinoamérica), o
con tendencias a largo plazo (como el nacimiento del capitalismo, la
conformación del populismo latinoamericano), forma parte de la historia.). De
allí, que uno de los focos de atención de los historiadores sociales podría ser el
proceso de interacción entre acontecimientos y tendencias de gran importancia
por un lado, y estructuras de la vida cotidiana por otro.

Los mayores problemas de los nuevos historiadores son las fuentes y los
métodos. Para complementar los documentos oficiales se debe releerlos de
una manera nueva, recurrir a otras fuentes como la historia oral, apelar a los
registros judiciales por ejemplo para rescatar aspectos de la cultura popular en
los interrogatorios de sospechosos. Sin embargo, estos nuevos métodos
también tienen sus dificultades ya que se trata de reconstruir las ideas
ordinarias partiendo de sucesos que fueron extraordinarios para sus
protagonistas (como un crimen, por ejemplo), es por lo tanto necesario leer los
documentos entre líneas.

La fuente oral resulta una excelente vía de acceso a las nociones de memoria
histórica colectiva y cultura popular en la historia del tiempo presente. Su
importancia se acrecienta en la medida en que el pasado reciente no haya
cristalizado todavía como memoria autobiográfica. La debilidad de la literatura
autobiográfica para el tiempo más inmediato solamente puede suplirse con la
fuente oral. Acceder a la experiencia vivida autobiográfica y colectiva de un
miembro de un grupo social o asociación humana en el tiempo presente
depende, en buena medida, del recurso a la fuente oral. El estudio de la política
de la memoria, de las conmemoraciones, puede darnos pistas sobre la
existencia de una determinada memoria dominante pero puede que no nos
desvele cómo los diversos colectivos generacionales han vivido ese injerto de
memoria histórica. Hay que tener en cuenta, además, que las generaciones
resultan más permeables a los injertos de memoria histórica en el momento de
su configuración, es decir, de su formación como colectivo generacional.

Es justo admitir que investigar a los socialmente invisibles como las mujeres
trabajadoras, los ancianos, los indigentes, o escuchar a quienes no se
expresan (la mayoría silenciosa, los muertos), es algo que implica riesgos, pero
que son necesarios correrlos en pro de la historia . Además de la historia oral
se puede recurrir a registros audiovisuales (fotografías, videos, cine, etc.), que
también ponen en el tape el tema de la objetivación o no de la realidad a través
de estos medios. Los fotógrafos, como los historiadores, no ofrecen un reflejo
de la realidad sino representaciones de la misma.

El territorio tradicional de los arqueólogos es la cultura material de épocas


carentes de documentos escritos. Sin embargo en la actualidad han dejado el
campo de la prehistoria y han comenzado a estudiar la Edad Media, la primera
revolución industrial, y hasta la sociedad de consumo. Los historiadores
comenzamos también a prestar más atención en los objetos físicos. Algo
similar sucede con las fuentes literarias.

Una de las más importantes innovaciones metodológicas es la aplicación de los


métodos cuantitativos a la historia, denominados a veces satíricamente
Cliometría, es decir las medidas de la diosa de la historia. Este enfoque es muy
aceptado por los historiadores de la economía y los demógrafos históricos.
También se puede aplicar en la historia política, por ejemplo teniendo en
cuenta la cantidad de votos en las elecciones. La estadística, ayudada por
ordenadores, permite realizar infinidad de estudios desde otra óptica, como la
historia de la Inquisición explorada desde métodos cuantitativos con ¨bancos de
datos¨, etc.

Todo lo expuesto lleva a repensar la explicación de la historia, ya que las


tendencias culturales y sociales no pueden analizarse de la misma forma que
los acontecimientos políticos. Hasta no hace muchos los historiadores de la
economía y de la sociedad se sentían atraídos por modelos de explicación
histórica más o menos deterministas. Los historiadores de esta nueva corriente
buscaron analizar la manera en que una misma sociedad está compuesta por
diferentes grupos culturales, producto no solo de la estratificación social sino de
condicionantes tales como el mundo social, las fluctuaciones económicas y
políticas, los conflictos religiosos, en un intento de pasar de una Historia Social
de la Cultura a una Historia Cultural de la Sociedad , que analiza la familia, la
mitología, la niñez, la muerte, las prácticas de lectura, etc.

Otra perspectiva de análisis es la psicología histórica, o psicología colectiva,


que es de importancia para vincular las explicaciones sobre lo individual y lo
colectivo, o lo consciente y lo inconsciente. Al intentar evitar la hipótesis de que
las personas del pasado pensaban y sentían lo mismo que nosotros. Una
posible forma de eludir esta dificultad es utilizar la noción de ¨hábito¨ de un
determinado grupo social expuesta por el sociólogo, la ventaja de permitir a
quien lo utiliza reconocer el ámbito de la libertad individual dentro de ciertos
límites impuestos por la cultura.

Esta propuesta historiográfica intenta mostrar no solo que la gente pensaba,


sino cómo pensaba, cómo construyó su mundo, cómo le dio significado y le
infundió emociones". De este modo descarta el camino de la historia de los
intelectuales para tomar el que lo sitúa en el análisis de la manera en que la
gente común entiende el mundo, organiza la realidad en su interior y lo expresa
en su conducta, considerando a estos estudios como historia con espíritu
etnográfico o antropologizada. Y se manifiesta que cada individuo tiene una
representación de sí mismo delimitada por los gestos particulares, por el estilo
de vida. Esta identidad social o forma de exhibir una manera propia de ser en el
mundo se encuentra ligada a las representaciones que cada individuo, grupo o
comunidad tiene de sí mismo, y de ella depende su reconocimiento o no por
parte de otros grupos y comunidades que integran la realidad social, elemento
importante al momento de construir lazos sociales.

La nueva historia, lo que ha hecho de singular es rescatar como objetos válidos


del trabajo investigador, aspectos, temas y niveles antes no considerados como
importantes por la historia e incluso rechazados porque se suponían asuntos
secundarios. Para esta última, adquiría valor todo aquello que estuviera en
función de su visión determinista de la historia, lo demás es materia
desdeñable en cuanto se trata de cuestiones que poco o nada aportan a la
comprensión y al conocimiento de una historia según la cual, los
acontecimientos políticos ,los hechos y estructuras económicas, determinan las
otras esferas de la vida.

Quizás lo más importante sea la eliminación final de la vieja oposición entre


historiadores políticos y no políticos, o historiadores del pasado o historiadores
del tiempo presente. De pronto descubrimos un interés por el componente
social en la política y por los elementos de la sociedad, ambos con implicancia
hasta el presente. También sociedad y cultura se consideran ahora terreno de
juego de las tomas de decisión, y los historiadores debaten temas como la
familia, el lenguaje, etc.

El historiador y la historiadora han de combatir, desde la verdad que


conocemos, aquellos mitos que manipulan la historia. Cooperando, y
rivalizando, con otros científicos sociales y humanistas, en la construcción de
mundos históricamente mejores, como profesionales de la historia, pero
también como ciudadanos. La relación de todo científico social con la realidad
que nos rodea pasa por su análisis en un contexto temporal continuo. Si se
acepta que la objetividad de la ciencias de la historia, antropología, sociología
etc. es inseparable de la subjetividad del humanista, debemos concluir que no
existen grandes diferencias cualitativas entre una historia inmediata y una
historia mediata, entre una historia más contemporánea y una historia más
antigua y que la búsqueda de “ la verdad “ en las ciencias sociales debería ya
ser un objetivo olvidado .

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