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Edad Media
FLICHE, Agustín
Durante la primera mitad del siglo X, los estados surgidos del desmembramiento del
imperio carolingio han vivido su propia vida. El papado, influenciado por la nobleza
romana, no ha tratado de renovar la institución imperial. Sin embargo, el recuerdo de ésta
no ha desaparecido y permanece viva en la literatura que exalta a Carlomagno y al
régimen que estableció. Desde la segunda mitad del siglo IX, la leyenda del emperador
se encauza a través de los poemas y los cantos en la lengua vulgar y se lamentan su
desaparición. Ese sentimiento persiste y se acrecienta en el siglo X por los problemas que
acarrean las invasiones.
Otón en 936 sucede a su padre Enrique I como rey de Germania; tiene solo 24 años.
Posee todo lo que hace falta para conquistar las simpatías de su pueblo. Su presencia se
impone por su talla y su poderosa contextura, por su fisonomía enérgica; jamás retrocede
delante de las más rudas fatigas y no teme en los combates los puestos más peligrosos.
Es, además, extraordinario guerrero con una inteligencia de primer orden. Su educación
totalmente militar, no ha hecho de él un letrado; desconoce el latín y fuera de su lengua
materna, habla mal el eslavo y el francés ya que aprendió a leer tardíamente. Sin embargo,
esas lagunas de su instrucción no le impedirán distinguirse como hombre de estado o
general.
Otón llega al trono de Alemania en el año 936, haciéndose consagrar y coronar en una
gran asamblea reunida en Aquisgrán, durante la cual, los duques renuevan a elección y
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recibe el juramento feudal. El arzobispo de Maguncia lo conduce al centro de la iglesia y
es aclamado por el pueblo como el elegido de Dios y de los príncipes. Se le colocan las
insignias de la realeza, mientras se canta el Tedeum.
Era fácil de prever que los duques no se inclinarían sin resistencia a la adaptación que
les había sido impuesta sorpresivamente y quizás para triunfar frente a una eventual
oposición y también para preparar en un futuro más lejano la restauración del imperio en
su beneficio, es que Otón se había acercado a la iglesia solicitando la bendición desdeñada
por su padre.
2.1.1. La relación de Otón y los duques
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Más tarde, el duque Eberhardo participa en una conjuración organizada por el
duque de Lorena y por Enrique, hermano del rey, quien pretende la corona alemana.
Los duques de Lorena y Franconia cruzan el Rin para obligar a Otón a levantar el
sitio a Brisach. Sin embargo, son sorprendidos por un pequeño ejército sajón y mueren.
Brisach capitula; los arzobispos de Maguncia y Estrasburgo piden perdón; Enrique
depone las armas; los señores loreneses se someten; la viuda del duque Gilberto se casa
con el rey de Francia. Otón concede el ducado de Lorena a un conde de la región, quien,
además, debe velar por el hijo de Gilberto hasta la mayoría de edad. El ducado de
Franconia vuelve a la corona.
Otón puede disponer de sus estados sin levantar la menor resistencia. No existen
más duques independientes; a mediados del siglo X el rey es quien nombra a los duques.
La autoridad monárquica alcanza así una gran fuerza y prestigio en Alemania.
2.1.2. Otón y la Iglesia
Estos obispos son caracterizados por Otón como vasallos que dependen directamente
de la corona. Son además verdaderos señores temporales que gozan de numerosas
prerrogativas: acrecentamiento de los poderes judiciales del tribunal episcopal sobre el
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territorio que goza la inmunidad; derechos importantes de regalía como la acuñación de
moneda y percepción de impuestos en los mercados; además de conferir al obispo los
poderes del conde en el recinto de la ciudad. De este modo, durante la segunda mitad del
siglo X el episcopado alemán adquiere una gran autoridad territorial.
Otón desciende en 950 a la península itálica para tomar allí la corona imperial. Desde
hace largo tiempo que ha puesto su atención en este reino gobernado desde el 926 por
Hugo de Arlés.
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su muerte (947). Su hijo Lotario, Casado con Adelaida, Hija de Rodolfo de Borgoña, le
sucede hasta el 950, año en que muere.
3.1.2. Berengario II rey de Italia
Sin embargo, Berengario teme por la presencia de Adelaida, quien agrega a los
derechos que tenia de su marido Lotario, los que venían por su padre Rodolfo II de
Borgoña, además de la popularidad que la princesa había logrado en la península por su
amabilidad y dignidad de vida.
Por ello Berengario cree conveniente encerrarla, pero su hermano Conrado de
Borgoña protesta de inmediato ante el rey de Germania. Otón entonces encuentra en esta
circunstancia la ocasión para intervenir en Italia.
3.1.3. Otón en Italia
En esta ocasión, las condiciones están dadas para partir a Italia, donde debe liberar a
Adelaida y conquistar su corona. Lo acompañan sus hermanos Brunon y Enrique, el
duque Conrado de Lorena, los arzobispos de Maguncia y Tréveris, varios obispos y
numerosos señores laicos. Al entrar en Lombardía, la reina cautiva logra evadir de la
prisión. Otón llega a Pavía y toma el título de rey de Italia sin hacerse elegir ni coronar.
Luego envía una embajada con presentes para solicitar la mano de Adelaida, la cual
obtiene sin dificultades. De inmediato se celebra el matrimonio.
Era necesario organizar la región tan rápidamente conquistada. Sin embargo, Otón
regresa a Alemania y deja en Pavía al duque de Lorena, quien debe representarlo. Ante
éste, Berengario presta sumisión y ofrece gobernar Italia como virrey en nombre del rey
de Germania. Conrado acompaña a Berengario a Alemania y allí, en una asamblea, luego
de presentar juramento de fidelidad recibe el gobierno de Italia como vasallo, con
excepción del marquesado de Friul e Istria que queda en manos de Enrique de Baviera.
4. La restauración del Imperio de Occidente
4.1. Situación de Alemania entre 952-956
Entre 952-956 Otón debe interrumpir sus grandes proyectos por la situación que se
desencadena en el reino alemán. Su hijo Liudolfo, duque de Suabia, no acepta fácilmente
los privilegios alcanzados por su tío Enrique durante la campaña a Italia. A ello se suma
el nacimiento del hijo de Adelaida y Otón. Liudolfo convencido que luego de la muerte
de su padre seria desposeído de la corona, agrupa a su alrededor a todos los que están
descontentos. Junto al duque de Lorena Conrado el Rojo, organiza el complot. Le
manifiesta al rey que no tiene intención hostil contra él, sino que es Enrique de Baviera
el objeto de su resentimiento. Otón convoca una asamblea. No Conrado ni Liudolfo
concurren. Conrado es privado de su ducado; luego de batirse con el sobrino del duque
Gilberto, se refugia en Maguncia. El rey con una armada de sajones, franconianos y
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loreneses sitia Maguncia y decide negociar. Liudolfo y Conrado consienten en someterse,
pero luego los propósitos injuriosos tenidos por Enrique de Baviera sobre ellos
desencadenan nuevamente el desorden y el acuerdo alcanzado queda comprometido.
Es probable que los húngaros hayan aprovechado las dificultades de la realeza para
renovar sus correrías. En 954 se lanzan sobre Baviera. Otón acude para rechazarlos, pero
al llegar se entera que Liudolfo ha negociado su partida hacia la región renana, donde
Conrado se apresura a tratar con ellos y él mismo los conduce para asolar las diócesis de
Colonia y Metz. Los húngaros alcanzan la región del Meuse y el Escalda; Cambrai logra
resistir, pero sus suburbios son reducidos a cenizas. Los invasores ganan la región de
Reims y Chalons y luego se retiran hacia Borgoña e Italia. Alemania ha sido relativamente
preservada.
En el 955 los húngaros, animados por el éxito del año anterior, dispersan sobre
Alemania hordas más numerosas y ponen sitio a Augsburgo. El obispo de la ciudad,
advertido del peligro, asegura la defensa de la ciudad episcopal. Por su parte, Otón reúne
en Sajonia una importante y numerosa armada; todos los duques acuden a este llamado.
Sin duda Otón ha brindado a Occidente cristiano un importante servicio, del cual se
ha guardado justamente un infinito reconocimiento. Si la batalla de Poitiers ha sido el
primer eslabón hacia la restauración del Imperio en provecho de Carlomagno, la de Lech
es seguramente el preludio de la coronación imperial de Otón.
4.3. Los eslavos
Los Eslavos comienzan a moverse sobre la frontera del Elba desde el 954. Hacia el
955 el movimiento es mayor y es necesario detenerlo. Cuando Otón termina con los
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húngaros, avanza sin encontrar resistencia hasta Recknitz. En ese mismo lugar se libra la
batalla el 16 de octubre de 955. La victoria es duramente lograda; la posición de la armada
alemana aparece un momento comprometida, pero el conde Gerón inicia un vigoroso
ataque que conduce a excelentes resultados. Los eslavos inician la huida, dejando a su
jefe, que Otón manda a matar brutalmente. Este acto de ferocidad produjo una impresión
de terror entre las tribus eslavas que renuevan en su mayoría la sumisión.
El año 955 ha visto el retroceso de todos los invasores y Otón aparece como el
glorioso defensor del cristianismo.
4.4. Extensión del Cristianismo en el país del norte
Al mismo tiempo que se hace retroceder a los pueblos paganos, Otón contribuye a
extender el Evangelio en el país del Norte. Desde los primeros años de su reinado, Otón
ayudado por el arzobispo de Hamburgo, Adalgag, ha multiplicado las funciones religiosas
en las regiones escandinavas. En el 948 el papa Agapito II instituye la iglesia de
Hamburgo como metrópoli de daneses, noruegos y suecos.
Estas nuevas diócesis tienen por fronteras al este el Oder, al oeste y al sur el Elba, lo
cual constituye un importante avance no solo para Alemania, sino para el catolicismo
también.
4.5. Otón y la reforma de la Iglesia
El sucesor de Agapito II es Juan XII. El nuevo papa sueña con aumentar los ingresos
de su iglesia y no desea restaurar el imperio ni favorecer la influencia germánica en Italia.
4.6. Otón y la expedición a Italia
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las quejas y Otón decide enviar, a fines del 956, a Liudolfo quien, luego de entrar en Pavía
y recibir la sumisión de Berengario, muere.
En 960 las recriminaciones contra Berengario aumentan. Juan XII, en guerra contra
el virrey, se une al episcopado lombardo. Una embajada se organiza para invitar a Otón
a venir a liberar Italia.
El rey no se hace rogar, pues en este momento, las condiciones internas y externas del
reino le permiten hacerse cargo de esta empresa. Antes de emprender el viaje reúne una
corte en Worms en 961, en la cual asocia a su hijo mayor Otón y después es consagrado
por los tres arzobispos renanos. Brunon de Colonia y Guillermo de Maguncia son
encargados de velar por el joven príncipe.
En agosto de 961 Otón I cruza el paso de Brenner y llega sin dificultades a Pavía,
donde celebra la fiesta de navidad.
En enero de 962 continua su marcha hacia el sur. El 31 de enero está delante de Roma,
pero no puede franquear el umbral de la ciudad hasta después de prestar el juramento
tradicional que debe asegurar la pureza de sus intenciones al papa y a los romanos. Otón
no solo se compromete a trabajar por la exaltación de la iglesia romana, sino también a
no emprender nada contra la vida y el honor del papa; no tener ninguna asamblea en roma
sin el consentimiento del papa; no intervenir en la administración del estado pontificio;
proteger los bienes temporales de la santa Sede. Juan XII y los romanos prestaron
juramento sobre las reliquias de San Pedro de no sostener a los enemigos de Otón en
Italia. Se refiere a Berengario y su hijo.
El 2 de febrero del 962 Otón se dirige a San Pedro con la reina Adelaida y recibe de
manos del papa Juan XII la corona imperial, siguiendo el ceremonial bizantino y franco.
El pueblo aclama al emperador. El papa y el emperador se retiran luego de intercambiar
sus presentes.
El 12 de febrero se reúne un concilio en San Pedro. Juan XII ante el pedido de Otón
crea en Magdeburgo un arzobispado; el obispado de Merseburgo dependerá de esta sede.
Magdeburgo se convierte en metrópolis de los países eslavos, centro de evangelización y
centro de influencia germánica. Además, el papa también destituye al arzobispo de
Salzburgo que había manifestado tenaz oposición a la política religiosa de Otón.
Mediante estos decretos Juan XII consagra y ratifica la política religiosa de Otón I; le
otorga los medios para continuar la extensión de Alemania hacia el este y reconoce su
poder absoluto sobre la iglesia de su reino. Tiene cuidado de afirmar la preeminencia
pontificia en el sentido que pertenece a la iglesia romana el solucionar los asuntos de la
cristiandad y menciona que ha accedido a las “humildes suplicas de Otón”.
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Por su parte, Otón promulga el 13 de febrero el famoso privilegio por el cual confirma
los derechos del papa sobre las posesiones territoriales de la iglesia Romana. Establece
su control sobre la administración del estado pontifical dejando constancia de que sus
“missi” deben presentarle cada año una relación sobre las condiciones de administración
de justicia. Es afirmar que es el señor de los señores de Roma. También establece que en
el futuro el papa canónicamente elegido, no será consagrado sino después de haber
prestado juramento al emperador o a sus “missi”.
4.8. El papa y el Emperador
Los decretos conciliares del 12 de febrero y el privilegio imperial del 13, precisan la
significación del acontecimiento que acababa de cumplirse. Entre Juan XII y Otón I el
acuerdo es pura forma; un profundo malentendido subsiste sobre la situación reciproca
del papa y el emperador. Juan XII ha consentido en la llegada de Otón a Italia bajo la
presión de los enemigos de Berengario, con la esperanza que eso pondría fin a la anarquía
tiránica que desolaba la Italia del norte; no le ha concedido el imperio sino bajo la
condición de que la independencia del estado pontifical permaneciera integra y no lo ha
dejado entrar a roma sino después de haber obtenido todas las garantías sobre ese punto.
El rey de Germania, por el contrario, no está dispuesto, de ningún modo, a contentarse
con ese imperio honorifico; no es a Berengario o a Luis de Provenza a quien el entiende
parecerse; él quiere hacer revivir a Carlomagno; esto implica la soberanía sobre Roma e
Italia en lo temporal y en lo espiritual, la tutela de la iglesia romana, liberada del yugo de
la aristocracia.
Esas dos concepciones irreconciliables explican por qué Otón, después de haber
restaurado el imperio se librará de toda clase de dificultades que lo obligarán a realizar
frecuentes estadías en Italia. Juan XII ha soportado el privilegio del 13 de febrero; está
bien decidido a no tenerlo en cuenta. Ahora bien, él tiene preciados golpes entre sus
manos. Berengario no se ha sometido delante de Otón y refugiado en el fondo del
Apenino, bien puede crearle dificultades; él es un posible aliado para la Santa Sede. La
opinión pública italiana es poco favorable a los alemanes, guerreros temibles sobre los
cuales corren toda clase de ruidos siniestros. El emperador ha sido aclamado siguiendo el
uso, pero, cuando el 14 de febrero deja la capital cristiana, no está seguro del mañana y
puede prever fácilmente un cambio completo que se producirá en efecto, en un futuro
realmente próximo.
4.9. Características de la restauración imperial del 2 de febrero de 962
Será necesaria toda la energía de Otón I para hacer durable la restauración del imperio
de Occidente. A despecho de apariencias contrarias, es su concepción y no la de Juan XII
la que triunfara, al menos durante cerca de un siglo; hasta la reforma gregoriana los
emperadores germánicos dominarán Roma y ejercerán una fuerte influencia sobre el
gobierno pontifical a pesar a pesar de una áspera oposición en algunos momentos.
5. La política imperial desde 962 a 1056
5.1. Alemania entre Italia y el mundo eslavo (962-996)
5.1.1. Consecuencias de la restauración imperial
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A mediados del siglo X la dinastía sajona ha podido alcanzar un notable prestigio,
porque tuvo conciencia de la misión que le había sido asignada y porque logro hacer
desaparecer los peligros que amenazaban occidente. Luego de las victorias de Lech y
Recknitz, Otón I aparece como un salvador que supo detener la invasión húngara y
quebrar el empuje de los eslavos. Sin embargo, no están totalmente aniquilados y es
necesario defender la cristiandad contra los invasores del este mediante la conversión de
los eslavos, transformados entonces en vasallos de la corona alemana.
Otón I se da cuenta del poder precario que tiene en Italia. El rey Berengario, a
pesar de su ancianidad, no está vencido y cuenta aún con solidos apoyos. El papa Juan
XII no ha renunciado a sus ambiciones temporales, aspira a la soberanía de Italia y está
decidido a oponerse a Otón a pesar de sus promesas. Los griegos del sur de la península
están insatisfechos frente a lo ocurrido y esperan la ocasión para intervenir.
Otón decide resolver la situación con Berengario. Se traslada al lago Mayor donde
está la esposa de Berengario y le obliga a rendirse. El rey alemán trata de obtener la
sumisión del rey de Italia, pero éste aconsejado por su esposa, declara la guerra a Otón.
Otón se prepara entonces para dirigirse hacia San-Leo donde está Berengario. Sin
embargo, enterado de lo que sucede en Roma con el Papa, envía tropas a San-Leo y él
personalmente se ocupa de Juan XII. Efectivamente el Papa, para hacer fracasar al rey de
Alemania, se ha unido a Adalberto, el hijo de Berengario, haciendo posible entrada del
joven príncipe a la ciudad.
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En enero de 964 se suscitan nuevos problemas con el Papa. Otón acude a Roma,
reprime la sublevación, pero se aleja prematuramente y mediante una nueva insurrección
Juan XII entra en la capital, mientras León huye en busca de su protector. Un concilio,
reunido en San Pedro, anula las actas de la reunión del año anterior. León VIII es
depuesto. Al poco tiempo Juan XII muere. Los romanos nombran como sucesor al
cardenal Benito. La ciudad de Roma debe capitular y Benito se rinde al emperador. Un
tercer concilio reunido en Letrán despoja a Benito de la capa pontifical que es colocada
nuevamente a León. Benito es confiado al arzobispado de Hamburgo.
Ante la muerte de León VIII (965), Otón impuso a los romanos un papa de su
elección: Juan XIII. Otón vuelve a Roma (966), donde es recibido por Juan XIII. Para
asegurar el futuro, el emperador hace venir a Roma a su hijo Otón II, quien recibe la
corona imperial el día de Navidad del año 967.
5.1.3. Proyecto de Otón I en Italia meridional
Bizancio ha visto con agrado que el rey de Alemania librase a la Iglesia de Juan
XII; sin embargo, los repetidos intentos de Otón para poner bajo su control la capital de
la cristiandad son mal vistos. Por eso comienza una especie de enfriamiento en las
relaciones entre Constantinopla y Aquisgrán. El emperador ve esta dificultad y trata de
aplacarla mediante la diplomacia. Otón piensa que el matrimonio de su hijo con Teófanes
(es hija de Romano II e hijastra del basileus Nicéforo Focas) puede distender las
relaciones. Sin embargo, Nicéforo no está dispuesto a dejar el campo libre a la penetración
alemana y se encarga de hacerle comprender a Otón, a través de una embajada que envía
a Rávena, que como emperador de Oriente mantiene todos sus derechos sobre Italia
meridional.
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vanidoso y optimista y está convencido que la manera más fuerte haría terminar
rápidamente con las evasiones bizantinas; pero todo queda frustrado.
Una vez más, Otón se hace ilusión, porque piensa que con esta alianza matrimonial
puede realmente distenderse la relación con Oriente. Pero ningún texto indica que el
emperador bizantino haya reconocido el título de emperador romano que Otón se había
apropiado; tampoco parece que el emperador de Oriente tenga intención de dar en dote a
Teófanes Apulia, Calabria, Nápoles y Salerno; Capúa y Benevento están bajo soberanía
alemana. Todo esto parece indicar que se trata solo de una tregua momentánea.
5.1.4. Alemania y los Eslavos
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tres obispados: Brandeburgo, Havelberg y Stargard (este último lleva el nombre de
Oldemburgo). Las primeras diócesis que se extienden sobre las regiones entre el Elba, el
Oder y el Báltico dependen de la metrópoli de Maguncia; mientras que el obispado de
Oldemburgo depende del arzobispado de Hamburgo.
Para Otón es importante el gran centro de Magdeburgo, que llega a ser sede
metropolitana luego de los concilios de Roma (962) y Rávena (967). De esta sede, según
el privilegio de Juan XII del 962, debían depender como sufragantes, los obispos de
Brandeburgo, Havelberg y Merseburgo.
Otón quiere también extender la influencia alemana hasta Polonia. Desde el 964
el marques Gerón obtuvo del polaco Mesko reconocimiento de la soberanía de Germania.
En este momento se habría fundado el obispado de Posen.
La fundación del obispado de Praga en 972, cuya autoridad debía extenderse sobre
Moravia, tiene como objetivo facilitar el establecimiento del cristianismo en Bohemia. El
arzobispo de Salzburgo ha logrado extender su influencia en Carintia y Panonia. El obispo
de Passau reorganiza su diócesis, reconstruye iglesias y monasterios, reformando el clero
y llevando la influencia alemana hasta los bordes del Leitha.
5.1.7. La conversión de los húngaros
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es favorable al cristianismo. Secundado por el suabo Wolfgang antes de ser obispo de
Ratisbona, predica la fe cristiana entre los húngaros.
Otón II
1. Su llegada al trono
Cuando muere su padre tiene 18 años; no posee la bella prestancia paternal. Sin
embargo, es más cultivado que Otón I y es en esta su única superioridad. Hereda todas
las ambiciones de su padre, pero no tiene ni la perspicacia, ni la energía, ni el método
necesario para su realización; su inteligencia, además, es mediocre y se dejará conducir
por los acontecimientos más que dirigirlos.
La transmisión del reino y del imperio se hicieron sin el menor problema, pues Otón
II había sido consagrado rey en el 961 y coronado emperador en el 967. Sin embargo,
pronto se ponen de manifiesto dificultades no solo internas, sino también externas:
oposición de Suabia, Lorena, Baviera; el duque de Bohemia, unido al de Baviera, rompe
el entendimiento que existió durante el gobierno de Otón I; el rey de Dinamarca invade
Alemania; las relaciones con Francia se ven también afectadas.
En el 980, luego de aplacar la situación interior, hace retroceder a los daneses, haber
intentado expediciones infructuosas en Bohemia y concluida la paz con Francia, es que
recién Otón II puede dirigirse a Italia. El objetivo de esta expedición es asegurar el orden
y exigir el cumplimiento de los deberes vasalláticos mal conocidos y olvidados.
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El emperador llega a Roma en el 981. La ciudad sigue siendo centro de sublevaciones,
y el papa Benito VII, con un alto sentido del deber, carece de autoridad; ha permanecido
fuera de la ciudad. Papa y emperador entran en Roma siendo bien recibidos. El 27 de
marzo de 1981 (día de Pascua) presiden una brillante asamblea, donde es condenada la
simonía, contra el cual había luchado ya el papa.
Otón permanece en Roma hasta comienzos del verano. La paz parece afirmada y
Crescencio se retira a un monasterio.
2. Otón II y la Italia meridional
Sin embargo, estos proyectos fracasan uno tras otro y por ello decide atacar a los
musulmanes solamente con sus fuerzas. Otón esta convencido del éxito, por eso despliega
su armada constituida por bávaros, suabos, franconianos, loreneses, lombardos y eslavos
y el 13 de julio del 982, en las cercanías de Cabo Colonna libra batalla. Luego de una
ventaja inicial, es rodeado desde todas partes; hombres importantes como el obispo de
Augsburgo y el abad de Fulda mueren; él mismo huye y con los restos de su armada se
bate en retirada hacia Rossano, Salerno y Capúa, la única ciudad que le permanece fiel.
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otro lado, la persistencia de un elemento pagano hostil a Alemania hace prever que el
ducado se encamina hacia una independencia completa.
El emperador decide reunir una asamblea en Verona para examinar la situación. Una
vez mas se pone en manifiesto su inconciencia, porque en ese momento en que la
existencia del reino germánico está amenazada, él sueña restaurar la pujanza imperial en
Italia, despreocupándose de la defensa del Elba. El emperador no atiende los consejos que
le dan: él quiere llegar a Roma y de allí a Italia del sur. Su plan es más audaz: cruzar el
estrecho de Messina e ir a destruir la pujanza musulmana en Sicilia; por ello se acerca a
Venecia, garantizándole libertades comerciales, a cambio de su apoyo total.
Otón II se dirige entonces hacia el sur, pero al enterarse de la muerte del papa Benito
VII, se dirige a Roma para nombrar el sucesor: Juan XIV. El 7 de diciembre del 983
muere dejando a su hijo, Otón III, de tres años.
Otón muere sin haber concretado su proyecto contra los musulmanes, pero alcanza a
ver lo que sucede en su reino como consecuencias de su política. El ataque eslavo a los
obispados de Havelberg y Brandeburgo en el 983 tiene graves consecuencias: huida del
obispo Folcmar, masacre de los clérigos capturados, incendio de iglesias, destrucción
total de la obra misionera más allá del Elba. Luego del incendio de Hamburgo la
influencia alemana es destruida. El duque de Bohemia, Boleslao, acentúa su
independencia. Por su parte, el obispo de Praga, Adalberto, que tiene un programa
cristiano -la reforma de su clero, la lucha contra la poligamia y el mejoramiento de la
condición de los esclavos-, mal apoyado por Boleslao, abandona Bohemia en 988 o 989
que queda librada a fuerzas anticristianas y antialemenas. Así la gran obra realizada por
Otón hacia el este poco es lo que resta.
Otón III
1. Oposición alemana e italiana
Cuando muere Otón II, su hijo Otón III es solo un niño de tres años. Tanto en
Alemania como en Italia surgen interrogantes acerca del futuro de la corona. En Alemania
el duque de Baviera, Enrique el Querellador, aspira a iluminar la dinastía sajona y logra
por un momento quitar a su madre al joven Otón. El duque cuenta con el apoyo del rey
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de Francia que tiene ambiciones sobre Lorena y del duque de Bohemia, Boleslao, que
continua con su política de independencia.
Otón III es salvado por la hábil política de su madre Teófanes, a quien se confía la
regencia. Teófanes es una bella princesa griega, que, aunque parece poco preparada para
las circunstancias en que debe actuar, da prueba de una gran inteligencia y de un gran
sentido político, superior al de su esposo. Teófanes sabe de su impopularidad en
Alemania, por eso encarga al arzobispo de Maguncia, Willigis, terminar con la oposición
bávara y se reserva y se reserva para si los italianos. En los asuntos italianos actúa con
prudencia y trata de reparar los errores cometidos por su esposo; inmediatamente deja de
lado el proyecto de cruzada contra los musulmanes. Logra mantener Italia del Norte y del
Centro bajo su obediencia, gracias al apoyo que le brindan Adelaida (viuda de Otón I), el
episcopado y Hugo de Toscana.
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Es importante la lucha contra los eslavos. En 991 el joven Otón retoma la villa de
Brandemburgo, pero debe abandonarla inmediatamente, para retomarla definitivamente
en el 993. No obstante este hecho, la situación es bastante frágil, porque los wendas atacan
continuamente a los misioneros.
4. Mayoría de edad de Otón III
Aunque la política eslava de Teófanes y Willigis haya logrado sus frutos, es necesaria
mucha perseverancia. Si se quiere un resultado duradero, se necesita renunciar
definitivamente a las solicitudes italianas para concentrar mas allá del Elba todas las
fuerzas materiales y morales del Imperio. En el momento en que Otón III toma la
dirección de los asuntos, se encuentra ante un dilema: ¿Alemania, colocada entre Italia y
el mundo eslavo, debe llevar su esfuerzo principal hacia el norte o hacia el sur, hacer
retroceder los límites de la cristiandad hasta el Oder y el Vístula o hacer brillar la
dominación germánica hasta Sicilia?
Otón II se dejó seducir por el espejismo mediterráneo; Teófanes, en cambio, retomo
la lucha contra los eslavos. Entre estas dos políticas Otón III debe hacer su elección; él se
unirá a los errores paternales exagerándolos e idealizándolos.
5. El sueño imperial de Otón III (996/1002)
5.1. Formación de Otón III
Durante su infancia Otón III fue abandonado a sus instintos y a sus gustos; nada se
intento para disciplinar esta alma ricamente dotada, pero mal equilibrada, dirigido hacia
esferas sobrenaturales y esclavizado de tanto en tanto por ambiciones inmoderadas.
Otón III es un ser excepcionalmente cultivado, que se deja cautivar por la civilización
helénica y es adverso a la severidad germánica. Educado por hombres de iglesia, Otón
está convencido de su fe, alimentada en las fuentes de un agudo misticismo. Toda su vida
está caracterizada por sus aspiraciones hacia un ascetismo riguroso y por sus instintos de
dominación que lo llevan a imaginar un imperio más vasto que el de Carlomagno.
5.2. Influencias de Gerberto, San Adalberto y San Nilo
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Cuando su temperamento ascético lo invade, la influencia de Gerberto es eclipsada por
San Adalberto o la de San Nilo.
En 996, cuando está en Roma se reencuentra a San Adalberto, obispo de Praga, que
ha huido de su diócesis por la persecución. Adalberto pretende realizar el gran viaje de
oriente, pero renunciara a él a instancias de los monjes de Monte Cassino. Otón se
convierte en su más ferviente discípulo y cuando Adalberto muere, el emperador va a su
tumba a buscar las energías necesarias para cumplir su función.
También en Roma conoce a San Nilo, quien después de haberse ocupado de propagar
la fe cristiana en Italia meridional, se propone ganar las almas de los latinos a su ideal
monástico. Así fue llevado a desarrollar su programa de vida eremítica ante Otón III.
5.3. Carácter y programa de Otón III
Éstas variadas influencias explican la complejidad del carácter de Otón III. Domina
en él la voluntad de ser “emperador augusto del mundo romano”; se proclama “Romano,
Sajón e Italiano”, pero con certeza es mas romano que sajón. Sueña con establecer su
residencia en Roma y en convencer a los romanos que él, hijo de alemán y griega, es
digno de obtener el derecho a la ciudadanía romana. Teniendo a Roma como capital puede
edificar un imperio universal del cual no percibe sin duda los contornos y los límites sino
en una bruma lejana.
Es por eso que inicia su viaje a Italia. Al llegar a Verona la población se subleva contra
los soldados alemanes, pero Otón, a instancias del obispo otorga un generoso perdón.
Llega a Pavía donde se entera de la muerte del papa Juan XV y le solicitan la designación
de un sucesor.
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Para Otón es la ocasión de manifestar cómo entiende regular las relaciones entre el
sacerdocio y el Imperio. Para dominar Roma y la iglesia, Otón otorga la tiara a un alemán,
quien toma el nombre de Gregorio V.
Otón mientras tanto continúa su viaje a Roma, donde el 21 de mayo del 996 es
coronado por Gregorio V de acuerdo con el ceremonial de costumbre. Para asegurar su
poder envía al exilio a Crescencio, pero ante el pedido del papa que no quiere
desencadenar el rencor de la aristocracia, lo perdona. De esta manera, al menos en
apariencia, reina la concordia entre el emperador, el papa y los romanos.
5.5. Regreso de Otón a Alemania
Otón deja Roma en junio del 996. No se conoce la causa de su partida; parece que
Willigis de Maguncia es el instigador de la misma, porque no olvida lo sucedido durante
la estadía de Otón II en Italia. Adalberto acompaña al emperador de Alemania, permanece
con él en Maguncia y luego va a evangelizar Prusia, donde fue masacrado (997).
Como habían recomenzado las incursiones eslavas, Otón en 997 hace retroceder a los
liuticios y obtiene cierto éxito; quiere la paz y su ambición es unir su nombre a una política
de entendimiento gracias a la cual, respetando la independencia de los eslavos, los tenga
bajo su soberanía. La idea de conversión y de evangelización cristiana se encuentra con
la idea romana. La influencia de Adalberto se une a la de Gerberto.
5.6. Sublevación de Roma
Gregorio V espera en Pavía pacientemente la llegada de Otón III, que por entonces
combatía a los eslavos. Por eso recién a fines del 997 el emperador pudo encontrar al papa
y juntos emprenden el camino a Roma. Los romanos, hostiles al emperador durante su
ausencia, pero jamás ante su presencia, piden perdón. El antipapa trata de huir, pero es
alcanzado por los soldados de Otón y luego es depuesto por un concilio. Otón pone sitio
al castillo de Sant-Angelo, donde está Crescencio, a quien finalmente se da muerte.
5.7. Viaje de Otón a Italia meridional
Otón en Roma vuelve a encontrarse con San Nilo, quien está en la ciudad para
implorar gracia para Philagathos. Esta entrevista con San Nilo provoca en Otón una nueva
crisis de ascetismo. A fines del 998 el emperador inicia una peregrinación a pie a San
Miguel del Monte Gargano, pasando por la eremita de San Nilo con quien comparte su
austeridad.
Otón regresa a Roma y retoma el ejercicio de su función. Envía a Capúa al marques
Adémar con la orden de deponer a Laidulfo y enviarlo a Alemania bajo custodia e
instalarse en su lugar. No obstante, vuelven a producirse levantamientos en Capúa y en
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otros lugares. Así la soberanía germánica se halla en retroceso. Otón III tiene el merito de
no insistir porque tiene otras preocupaciones y proyectos más vastos que le evitarán en el
sur de Italia los dolorosos errores del reinado paterno.
5.8. Muerte de Gregorio V
La muerte del papa Gregorio V en 999 hace volver a Otón sus ideas de imperio
cristiano. El papa se ha destacado en su gobierno por su clarividencia y firmeza; jamás
perdió la ocasión de ser agradable con Otón, pero sin sacrificar jamás los intereses de la
Iglesia; en más de una ocasión supo tomar posición contra él y hacer prevalecer sus puntos
de vista personales. La muerte de Gregorio detuvo la reforma eclesiástica que había
iniciado.
Otón dispone de la silla pontificia sin inquietarse por la opinión de los romanos y elige
a su consejero Gerberto, arzobispo de Rávena, que es consagrado con el nombre de
Silvestre II.
En ese comienzo del siglo XI, el papa y el emperador son verdaderamente, según la
clásica expresión, las dos antorchas del mundo.
5.9. El gobierno de la cristiandad bajo Otón III y Silvestre II
Esta acción conjunta se traduce a través de una orientación completamente nueva del
gobierno de la cristiandad. En las fronteras del Imperio Otón y Silvestre se esfuerzan para
agrupar a los pueblos recientemente convertidos dejándolos en la más amplia autonomía.
En Hungría el duque Waik, convertido al cristianismo en 955, luego de su casamiento
con una hija de Enrique de Baviera, le será concedida la corona real con el nombre de
Esteban y se proyecta crear una Iglesia nacional, dependiendo directamente de Roma, por
intermedio de una metrópolis húngara.
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no se parece en nada a sus predecesores. Estos fueron alemanes, ante todo, se sirvieron
del cristianismo para extender la influencia de su etnicidad. Otón III, griego por su madre
y romano por adopción- sueña con un imperio cristiano y universal con centro en Roma
antes que en Aquisgrán, reuniendo libremente a todos los pueblos convertidos a la ley de
Cristo, sin anexarlo a tal o cual estado preexistente.
Se puede preguntar que es lo que hubiese resultado de este plan grandioso y un poco
idealista, si Otón hubiera vivido lo suficiente para desarrollarlo. Aunque pueda parecer
prematuro en ciertos aspectos, no es menos cierto que es la expresión de aspiraciones
generosas, alejadas a menudo de un temperamento absolutista.
5.10. Otón III, emperador romano
Roma debía ser la capital de ese imperio universal. Otón se preocupó de afirmar allí
su poder, haciendo de la ciudad su residencia habitual a partir del 999. A comienzos del
año 1000 debe trasladarse a Alemania porque han muerto su abuela Adelaida y su tía, la
abadesa Matilde. Tiene la ocasión de ir en peregrinación a la tumba de San Adalberto en
Gnessen. Aunque su prisa es volver a Roma, el 19 de mayo del año 1000, día de
Pentecostés, está en Aquisgrán donde se exhuma el cuerpo de Carlomagno. De inmediato
parte para Roma.
En la corte introdujo algunas prácticas del ceremonial bizantino: come solo, en una
mesa separada y no rodeado de los grandes; viste con manto dorado; los altos funcionarios
toman los títulos utilizados en Constantinopla. El joven emperador aspira a desposar a
una princesa griega y dos veces realiza negociaciones con este fin. Aunque manifiesta un
fuerte lazo maternal, la idea romana prevalece. El emperador quería, según Thietmar,
renovar los antiguos usos del tiempo de los romanos que en gran parte habían
desaparecido. Los dos primeros Otones habían sido a la vez reyes de Alemania y de Italia,
existiendo entre ambos reinos una unión personal que permitía conservar sus
administraciones distintas. Otón quiere fundirlos uno y otro en la cúspide de la unidad
imperial. La organización administrativa también es transformada. Las cancillerías
distintas -de la época de Otón I y II- son unidas por Otón III que concentra todos los
asuntos en manos de Heriberto.
Este imperio es también cristiano. Otón se proclama “el esclavo del apóstol” y
considera a la iglesia romana como la madre de todas las iglesias, pero ella misma
permanece subordinada al emperador reinante, al cual debe todo. Mediante una
liberalidad insigne, Otón ha testimoniado su reconocimiento al papa por medio de la
concesión de ocho condados en las marcas y en el exarcado, haciendo sonar bien alto que
a él le pertenecían.
5.11. La oposición italiana
A los ojos de los romanos Otón, a pesar de las mejoras, lleva lo negativo de su origen
alemán y a causa de los malos recuerdos dejados por los acontecimientos del 998, jamás
pudo hacerse popular. En Lombardía y en otras partes, su política eclesiástica ha
provocado descontento.
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En roma, la oposición toma forma amenazante. El conde Tusculum encontró el medio
de sublevar a los nobles. En febrero del 1001 se levantaron barricadas en las calles del
Aventino y los soldados alemanes fueron degollados. La situación se vuelve difícil
incluso para el mismo emperador. Otón pudo dejar clandestinamente la ciudad de Roma
y a través de Umbría llegó a Rávena donde encontró a Odilon, abad de Cluny y a San
Romualdo.
Otón III no deja heredero. ¿La unidad del Imperio, objetivo supremo de Otón iba a
resistir esta nueva prueba? ¿no peligraba la obra misma de Otón I ante la desaparición del
último vástago de la dinastía sajona?
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