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1 Este artículo se inspira en el siguiente texto modificado: “Les métamorphoses d’un quartier de
promotion
des
années
1960
à
nos
jours”,
publicado
en
Cadres,
classes
moyennes:
vers
l’éclatement?,
P.
Bouffartigue,
C.
Gadéa
&
S.
Pochic
(dir.),
Armand
Colin/Recherches,
París,
pp.
213-‐223.
Agradecemos
al
editor
por
habernos
permitido
retomar
este
capítulo.
Agradecemos
también
a
las
editoras
de
este
número
y
a
los
dos
evaluadores
por
sus
comentarios
y
sugerencias
que
nos
han
permitido
presentar
este
artículo,
sustancialmente
desarrollado
y
problematizado
en
relación
a
la
versión
francesa.
El
conjunto
de
la
investigación
ha
sido
publicado
por
La
découverte
en
2008
bajo
el
título
La
France
des
“petits-‐moyens”.
Cartier,
et.
all,
Quid
16
N°2
(20-‐45)
Las
metamorfosis
de
un
barrio
de
ascenso
social
solidaridades
institucionales
sedimentadas
a
lo
largo
del
siglo
XX
en
torno
al
contrato
laboral
y
a
los
derechos
sociales
correspondientes.
En
una
época
más
reciente,
la
puesta
en
evidencia
del
aumento
de
las
desigualdades
económicas
y,
en
particular,
del
patrimonio
favoreció
un
retorno
de
la
noción
de
clase
social
con
el
fin
de
dar
cuenta
de
las
transformaciones
de
la
estructura
social,
fenómeno
que
lejos
está
de
ser
específico
de
Francia
(Devine,
Savage,
Scott,
Crompton,
2005).
Si
bien
allí
las
clases
medias
se
vieron
menos
afectadas
por
la
depresión
económica
que
en
Argentina
(Kessler,
1999),
ellas
suscitan,
sin
embargo,
una
atención
particular.
Al
tiempo
que
son
el
objeto
de
numerosos
discursos
políticos
y
mediáticos
que
proponen
una
definición
más
amplia
con
fines
electorales,
varios
estudios
estadísticos
han
indagado
sobre
su
modo
de
vida
y
su
reciente
devenir.
La
hipótesis
del
desclasamiento
de
las
clases
medias
desarrollada
por
el
sociólogo
Louis
Chauvel
(2006)
fue
cuestionada
por
otros
trabajos
que
señalan,
por
el
contrario,
la
expansión
numérica
de
categorías
intermedias
y
la
consolidación
de
sus
ventajas
tanto
en
el
escenario
residencial
y
escolar
como
en
el
mercado
de
trabajo
(Goux
y
Maurin,
2012).
La
aproximación
situada
que
proponemos
aquí,
paralelamente
a
los
trabajos
contemporáneos
en
Inglaterra
de
Mike
Savage
y
de
su
equipo
y
de
Fiona
Devine
en
Estados
Unidos
(2005),
ha
sido
aún
poco
aplicada
a
las
clases
medias.2
Parece
entonces
valioso
explorar
las
distinciones
internas
de
las
categorías
intermedias
e
identificar
con
precisión
qué
poblaciones
se
ven
afectadas
concretamente
por
el
“desclasamiento”
y
en
qué
consiste
este
fenómeno.
Una
entrada
a
través
de
la
escena
doméstica
y
local
al
estudio
de
la
estratificación
social
resulta
interesante
por
varias
razones.
El
cruce
entre
la
sociología
urbana
y
la
sociología
de
la
estratificación
alienta
a
que
se
enriquezcan
mutuamente
(Hermann,
Keller,
Neef,
Ruhne,
2011),
especialmente
en
un
contexto
de
espacialización
de
la
cuestión
social
(Backouche,
Ripoll,
Tissot,
Veschambre,
2011).
Permite,
en
primer
lugar,
profundizar
el
conocimiento
de
ciertas
poblaciones
cuya
movilidad
hasta
ahora
se
ha
comprendido
principalmente
desde
la
esfera
profesional.
Luc
Boltanski,
en
una
obra
publicada
en
Francia
a
inicios
de
la
década
de
1980,
señaló
la
heterogeneidad
social
dentro
del
grupo
de
los
ejecutivos,
divididos
entre
los
“pequeños
ejecutivos”
promovidos
por
la
realización
de
carreras
internas,
autodidactas
y/o
de
origen
popular
y
los
“herederos”,
ejecutivos
que
se
han
formado
en
prestigiosas
casas
de
estudio,
hijos
de
ejecutivos
y/o
descendientes
de
la
burguesía
(Boltanski,
1982).3
Este
artículo
trata
sobre
el
primer
grupo,
el
de
los
ejecutivos
por
ascenso.
La
aproximación
a
través
de
la
residencia
permite,
asimismo,
considerar
los
grupos
intermedios
en
las
relaciones
concretas
que
establecen
con
otros
grupos
espacialmente
próximos,
contribuyendo
de
este
modo
a
medir
si
existe
ruptura
o
continuidad
entre
las
sociabilidades
y
los
estilos
de
vida.
Por
último,
esta
aproximación
permite
estudiar
la
estratificación
y
las
clases
sociales
tomando
2 Este enfoque, aplicado en los años 1980 (Bidou, 1984; Chalvon-‐Demersay, 1984), es menos
4 Christian Baudelot y Roger Establet (2004) plantean a la familia como la unidad de base para los
análisis
de
clases
sociales,
teniendo
en
cuenta
la
doble
actividad
de
la
pareja.
Las
reflexiones
de
Florence
Weber
(2006)
sobre
la
economía
doméstica
y
las
culturas
populares
esbozan
el
mismo
enfoque,
en
este
caso,
a
partir
de
investigaciones
etnográficas.
5
En
Francia,
la
palabra
“pavillon”
designa
una
casa
de
vivienda
individual,
característica
de
determinados
barrios
periféricos
o
de
zonas
rurales.
N.
del
T.:
En
la
Argentina,
podríamos
asociar
el
término
a
los
barrios
llamados
FONAVI
(con
construcciones
semejantes,
financiadas
por
el
Fondo
Nacional
de
la
Vivienda
y
sus
homólogos,
financiados
por
recursos
provinciales,
en
distintas
regiones
del
país).
Como
se
trata
de
construcciones
idénticas,
que
forman
parte
de
un
conjunto
mayor,
hemos
optado
por
utilizar
el
término
“pabellón”.
6
N.
del
T.:
la
palabra
“cité”
remite
a
las
Cités
HLM
(“Habitation
à
Loyer
Modéré”)
y
se
utiliza
en
el
siglo
XX
en
Francia
para
designar
a
los
barrios
con
altos
edificios
de
viviendas
sociales
generalmente
ubicados
en
los
suburbios.
El
término
suele
estar
cargado
de
una
fuerte
connotación
peyorativa.
En
la
literatura
local,
el
término
cité
puede
considerarse
sinónimo
de
los
edificios
en
bloque
de
hormigón
armado
construidos
para
vivienda
social,
aquellos
que
en
la
Argentina
suelen
denominarse
“monoblocks”.
7
La
investigación,
realizada
inicialmente
en
el
marco
pedagógico
de
la
Escuela
Normal
Superior
de
París,
movilizó
en
grados
diversos
a
distintos
participantes:
cuatro
investigadores
y
profesores,
dos
Las
metamorfosis
de
un
barrio
de
ascenso
social
22
conjuntos
habitacionales
y
barrios
de
pabellones
atractivos
para
los
hogares
con
ingresos
suficientes
para
acceder
a
la
propiedad.
Tal
es
el
caso
del
barrio
Peupliers,
nuestro
campo
de
investigación.
Este
barrio
reagrupa
en
la
actualidad
1.400
pabellones
y
es
el
producto
de
una
sucesión
de
operaciones
de
promoción
inmobiliaria
que
comenzaron
en
los
años
‘20,
con
la
construcción
de
dos
ciudades
jardín
próximas
a
la
estación.
Décadas
después,
el
distrito
cambió
su
fisonomía
y
tamaño
con
la
construcción,
en
varios
tramos
entre
1958
y
1966,
de
644
“casas
agrupadas”
de
dos
pisos
con
medianeras
a
ambos
lados.
Estas
casas
de
cuatro
o
cinco
ambientes,
que
forman
“hileras”
de
casas
lindantes
a
lo
largo
de
una
calle
o
en
forma
de
herradura
alrededor
de
plazoletas,
tienen
una
superficie
de
85-‐95
m2.
Están
acompañadas
por
pequeños
jardines
y
las
calles
y
la
infraestructura
comunitaria
(agua,
alcantarillado)
se
gestionan
en
copropiedad.
Este
hábitat
fue
la
respuesta
a
la
crisis
habitacional,
al
igual
que
los
grandes
conjuntos
habitacionales
de
hábitat
social
construidos
durante
el
mismo
período,
caracterizados
por
el
mismo
tipo
de
población
(Chamboredon
y
Lemaire,
1970):
en
ellos,
las
clases
populares
y
medias
se
mezclan.
Los
suburbios
de
París
no
estaban
en
aquella
época
tan
segregados
como
en
la
actualidad.
Para
las
familias
jóvenes,
el
reto
era
encontrar
vivienda
antes
que
destacarse.
La
tercera
fase
de
construcción,
desde
mediados
de
los
años
‘70
hasta
mediados
de
los
‘80,
se
organizó
en
torno
a
loteos
cerca
del
campo.
Se
trató
de
250
viviendas,
de
entre
90
y
110
m2
en
una
sola
planta,
con
amplios
jardines.
Estas
casas
están
acopladas
y
aisladas
a
la
vez.
La
última
fase
en
la
década
de
1990
reposó,
finalmente,
sobre
un
proyecto
desarrollado
en
torno
a
la
construcción
de
un
campo
de
golf
en
1991:
200
viviendas
de
nivel
superior
se
erigieron
gracias
a
la
empresa
constructora
Kaufman
&
Broad.
Los
habitantes
distinguieron
esta
zona
de
la
parte
antigua
del
barrio,
llamándola
“los
nuevos
Peupliers”.
Especialmente
porque
la
zona
de
mayor
densidad
del
barrio,
aquella
de
los
pabellones
“en
hileras”,
experimentó
gradualmente
a
partir
de
los
años
70,
y
luego
más
rápidamente
durante
los
años
80,
una
transformación
de
su
población.
Esta
zona
alberga
un
número
significativo
de
familias
de
refugiados
de
Turquía,
familias
obreras,
en
su
mayoría
pobres.
Esto
también
se
correspondió
con
un
punto
de
inflexión
en
las
políticas
habitacionales:
los
poderes
públicos
abandonaron
la
“ayuda
a
la
propiedad”
que
había
predominado
durante
la
construcción
masiva
de
grandes
conjuntos
habitacionales,
hoy
en
día
cuestionados,
para
privilegiar
la
“asistencia
personal”
(es
decir,
el
otorgamiento
de
asignaciones
individuales)
y
alentar
a
las
clases
populares
a
acceder
a
la
propiedad
(Groux
y
Lévy,
1993).
doctorandos
y
una
treintena
de
estudiantes
del
segundo
ciclo
universitario.
Estos
últimos
se
iniciaron
en
el
estudio
de
campo
y
fueron
especialmente
acompañados
durante
las
entrevistas.
Los
“pioneros”:
profesiones
variadas,
aspiraciones
cercanas
Entrevistados
en
los
años
2000,
los
habitantes
de
Peupliers
que
habían
llegado
en
la
década
de
1960
se
denominan
a
sí
mismos
“pioneros”
del
barrio
en
pleno
desarrollo.
Describen
los
inicios
del
barrio
como
un
período
de
vida
social
intensa
y
feliz.
Hay
en
el
relato
un
elemento
de
distorsión
y
de
nostalgia,
pero
también
algo
de
verdad,
que
tiende
a
la
homogeneidad
de
sus
disposiciones.
Los
“pioneros”
usan
a
menudo
el
término
“pequeños
ejecutivos”
para
caracterizar
a
la
población
que
se
instaló
en
este
nuevo
barrio
en
la
década
de
1950.
Era
recomendado
por
los
servicios
de
hábitat
de
las
grandes
empresas.
Es
por
eso
que
en
aquella
época,
se
trataba
de
una
población
que
era,
yo
diría,
“interesante”
en
algún
sentido.
Se
trataba
de
pequeños
y
medianos
ejecutivos.
No
los
peces
gordos,
por
nivel
de
estudio,
sino
personas
que
en
su
mayoría
se
encontraban
en
un
nivel
de
vida
medio.
(Michel
Lenormand,
diseñador
y
luego
ingeniero
en
“Electricidad
de
Francia”).
El
folleto
comercial
de
aquella
época
describe
a
las
viviendas
con
modernas
y
al
mismo
tiempo
escasas
instalaciones
en
la
Francia
de
la
posguerra,
muy
marcada
por
la
penuria
y
la
vetustez
de
las
viviendas.
Las
viviendas
son
de
hormigón
Cartier
et.
all,
Quid
16
N°
2
(20-‐45)
25
armado,
con
baño
con
bañera
y
ducha,
inodoro,
calefacción
central,
azulejos
de
cerámica,
pisos
de
madera.
Los
nombres
con
los
que
designan
a
los
distintos
modelos
de
pabellones
evocan
espacios
de
la
burguesía:
“Vendome”,
“Monceau”
o
“Chantilly”.
Sin
embargo,
la
configuración
del
hábitat
(90
m2
repartidos
en
cuatro
o
cinco
habitaciones
en
tres
plantas
con
cocina
y
comedor
en
el
primer
piso
y
acceso
al
jardín
de
130
m2
por
el
sótano)
no
tiene
nada
de
burgués.
Cuando
se
los
interroga
acerca
de
su
profesión,
los
primeros
habitantes
de
Peupliers
se
muestran
confundidos;
a
menudo
indican
el
nombre
de
una
empresa,
más
que
un
oficio
concreto.
La
mayoría
eran
asalariados
de
grandes
empresas
públicas
o
privadas
(EDF-‐GDF,
bancos,
Citroën,
PTT,
RATP,
SNCF).8
En
efecto,
las
fuentes
disponibles
indican
que
la
profesión
dominante
en
el
momento
de
la
instalación
en
el
barrio,
tanto
para
los
hombres
como
para
las
mujeres,
era
la
de
empleado
de
oficina.
Por
un
lado,
se
encuentran
los
obreros;
por
el
otro,
los
ejecutivos
y
otros
profesionales
de
nivel
medio
que
están
presentes
pero
son
minoritarios.
La
imagen
de
un
barrio
de
“pequeños
ejecutivos”
distorsiona
las
ocupaciones
reales,
pero
se
refiere
a
los
puestos
requeridos,
a
las
aspiraciones
de
ascenso.
De
hecho,
se
corresponde
bastante
bien
con
las
posiciones
de
final
de
carrera
de
estos
hombres,
que
a
menudo
encontraron
una
promoción
profesional
a
nivel
interno
(por
antigüedad,
concursos
internos
o
formación
profesional)
que
les
permitió
convertirse
en
“ejecutivos”.
Estas
parejas
utilizan
hoy
esta
expresión
pero
la
matizan:
un
“ejecutivo
sin
responsabilidad”,
“terminé
con
el
pomposo
título
de
ingeniero
cosa
que
no
soy”,
un
“ejecutivo
sin
diploma”.
Los
reducidos
recursos
educativos
de
los
hombres
(que,
en
el
mejor
de
los
casos,
poseen
un
CAP
o
un
BEP9,
pero
nunca
el
título
de
Bachiller10)
se
señalan
recurrentemente
en
las
entrevistas,
para
explicar
a
menudo
esta
autodesignación
de
“pequeños
ejecutivos”.
8 N. de T.: EDF: Electricidad de Francia; GDF: Gas de Francia; PTT: Correo y telecomunicaciones;
RATP:
Servicio
Autónomo
des
Transportes
Parisinos;
SNCF:
Sociedad
Nacional
del
Ferrocarril.
9
CAP:
Certificado
de
Aptitud
Profesional;
BEP:
Diploma
de
Estudios
Profesionales.
10 N. de T.: Los liceos (segundo ciclo de la secundaria) donde están escolarizados los adolescentes de
15
a
18
años
ofrecen
una
gran
variedad
de
formaciones.
Son
de
dos
tipos:
al
final
del
liceo
de
Enseñanza
General
y
Tecnológica
se
obtiene
el
título
de
bachillerato
general,
y
al
final
del
liceo
Profesional
se
obtiene
el
CAP,
el
BEP
(tres
años)
o
el
bachillerato
profesional
(cuatro
años).
El
CAP
da
acceso
a
oficios
de
operarios
o
de
empleos
capacitados,
mientras
que
el
BEP
certifica
capacidades
profesionales
en
diversas
especializaciones.
El
título
de
bachiller
acredita
la
culminación
de
los
estudios
secundarios
y
da
acceso
a
la
enseñanza
superior.
Pierre
Bourdieu
demostró
que
el
punto
de
inflexión
de
la
política
habitacional
en
Francia
en
la
década
de
1970
se
debió
principalmente
a
razones
políticas
o
electorales:
se
trataba
de
dirigir
las
preferencias
de
los
hogares
de
bajos
ingresos
hacia
la
casa
individual
con
el
objetivo
de
luchar
contra
el
colectivismo,
el
cual
se
11
Este
desajuste
entre
la
posición
profesional
objetiva
y
la
identificación
social
desarrollada
a
través
de
la
pertenencia
residencial
y
la
vida
cotidiana
fuera
del
trabajo
es
señalada
por
un
sociólogo
estadounidense
en
el
caso
de
los
trabajadores
de
la
industria
química
de
la
década
de
1970
(Halle,
1989).
Véase
también
Devine
(2005).
12 Véase Actes de la recherche en Sciences Sociales, n°81-‐82, 1990.
13 Véase sobre el banco Grafmeyer (1992) y sobre los PTT, Cartier (2002).
14 En el famoso estudio consagrado a la renovación de los barrios populares en los años 1950 en
Inglaterra,
Young
y
Willmott
comparan
las
relaciones
sociales
que
se
despliegan
en
Bethnal
Green
(antiguo
barrio
obrero
del
este
de
Londres)
y
en
Greenleigh
(nuevo
barrio
periférico
surgido
de
la
Las
metamorfosis
de
un
barrio
de
ascenso
social
30
comprometidos
de
manera
prudente
y
racional,
los
gastos
siguieron
siendo
discretos.
Mientras
que
en
un
antiguo
barrio
de
clase
obrera
la
posesión
de
un
bien
escaso
era
inmediatamente
interpretada
como
un
signo
de
“presunción”
o
de
“orgullo”15,
en
este
barrio
de
empleados
y
ejecutivos
de
mandos
medios
en
ascenso,
estas
desigualdades
de
posesión
se
aceptaban
ya
que
se
percibían
como
temporales;
cada
uno
tenía
confianza
en
su
capacidad
para
mejorar
su
confort.
Para
comprender
la
atmósfera
de
“igualdad”,
base
de
la
formación
del
grupo
de
“pioneros”,
debemos
insistir
por
último
en
los
marcos
materiales
del
hábitat.
A
lo
largo
de
la
década
de
1960,
los
copropietarios
impusieron
normas
estrictas
a
los
habitantes:
el
mismo
material
y
la
misma
pintura
para
las
puertas
del
jardín
delantero,
el
mismo
color
para
las
fachadas,
el
mismo
tipo
de
teja
para
los
techos,
etc.
Al
impedir
que
la
desigualdad
material
se
mostrara
en
el
paisaje
cotidiano,
las
normas
de
copropiedad
funcionaron
como
un
ingrediente
de
la
promoción
colectiva,
producto
de
un
sentimiento
de
igualdad
entre
los
“pequeños
ejecutivos”
y
de
confianza
en
el
porvenir.
Una
moral
familiar
específica,
combinación
de
“tradición”
y
“modernidad”,
también
contribuyó
a
consolidar
al
grupo
de
los
pioneros.
Estas
familias,
algunas
educadas
en
el
catolicismo,
otorgaban
una
gran
importancia
a
los
niños:
eran
frecuentes
las
parejas
de
tres
o
más
hijos.
El
proyecto
de
ascender
socialmente
no
se
tradujo
automáticamente
en
una
fertilidad
restringida.
Los
niños
eran
colectivamente
apreciados
y,
a
través
de
ellos,
lo
era
también
la
vida
familiar.
Por
otra
parte,
el
argumento
del
bienestar
de
los
niños
(la
posibilidad
de
tener
una
habitación
individual
en
la
adolescencia,
los
juegos
y
la
libertad
de
movimiento
al
aire
libre)
se
invoca
a
menudo
para
justificar
el
acceso
a
la
propiedad
de
una
casa
unifamiliar
con
jardín.
En
concordancia
con
el
comportamiento
de
su
generación,
las
esposas,
empleadas
de
oficina
al
momento
de
casarse,
interrumpieron
su
actividad
asalariada
para
dedicarse
por
completo
a
su
rol
de
madres.
De
este
modo,
se
favoreció
la
persistencia
de
la
división
sexual
de
los
roles
tradicionales
en
los
usos
de
la
casa
y
en
las
actividades
domésticas:
el
tallercito
situado
en
el
garaje
para
los
hombres
(evocado
con
satisfacción
tanto
por
los
ejecutivos
medios
como
por
los
obreros)16
y
la
cocina
luminosa
con
vista
al
jardín
para
las
mujeres.17
Esta
división
nada
con
el
fin
de
reubicar
a
los
pobres).
Los
autores
señalan
el
desarrollo
de
este
nuevo
barrio
en
un
ambiente
de
competencia
entre
los
residentes
enfrentados
a
nuevas
posesiones
y
nuevos
gastos
mientras
que
señalan,
por
el
contrario,
la
solidaridad
y
la
igualdad
que
reinaban
en
el
antiguo
barrio
(Young
y
Willmott,
1957).
En
su
trabajo
sobre
un
gran
conjunto
habitacional
en
Francia
a
fines
de
1960,
Jean-‐Claude
Chamboredon
y
Madeleine
Lemaire
observan
también
un
ambiente
de
conflictos
y
de
celos
sociales
entre
vecinos
(Chamboredon
y
Lemaire,
1970).
15
Esto
es
también
descripto
por
Henri
Coing
(1966,
p.
76)
a
propósito
de
un
barrio
obrero
parisino
predisposición
para
el
“bricolaje”
en
las
casas
de
los
ejecutivos
en
ascenso
de
origen
popular,
como
así
también
su
adhesión
a
un
modelo
de
división
tradicional
del
trabajo
familiar
y
doméstico.
17
Esta
característica
aleja
netamente
a
los
ejecutivos
en
ascenso
de
esas
“clases
medias
asalariadas”,
que
han
llamado
la
atención
de
los
sociólogos
en
los
años
1980.
Descriptos
como
“aventureros
de
la
vida
cotidiana”
defendían
(sin
aplicarlo
siempre)
los
principios
de
distribución
de
las
tareas
domésticas
y
la
simetría
de
los
roles
masculinos
y
femeninos.
Véase
Bidou
(1984),
p.
106
y
subsiguientes.
18 Para un análisis detallado de los resultados electorales, ver, en el libro que sintetiza esta
19 Esta característica los distingue de los pequeño burgueses, cuyo estilo de vida fue descripto por
Pierre
Bourdieu
a
finales
de
los
años
‘70
en
La
Distinción:
tironeados
por
la
buena
voluntad
cultural,
los
pequeño
burgueses
quienes
a
menudo
carecen
de
los
recursos
culturales
y
materiales
conformes
a
sus
ambiciones
sociales,
tienen
una
relación
con
el
mundo
marcada
por
la
frustración
(Bourdieu,
1979).
20
Para
información
detallada
sobre
las
características
educativas
y
ocupacionales
de
los
hijos
de
los
entrevistados,
ver
el
Cuadro
1.
Y
sobre
la
difusión
de
los
estándares
de
estudios
de
larga
duración
en
las
clases
populares
en
Francia,
ver
Beaud
(2002)
y
Poullaouec
(2010).
21 Con respecto a este voto, hay otros factores a considerar, especialmente los desafíos políticos
locales
y
la
legitimación
de
temas
de
la
extrema
derecha
por
parte
de
la
derecha
local,
pero
no
es
nuestra
intención
desarrollarlos
aquí.
A
este
punto
y
a
la
ambivalencia
de
las
relaciones
entre
los
antiguos
y
los
nuevos,
nos
referimos
en
los
dos
últimos
capítulos
de
nuestro
libro.
22
La
vivienda
social
en
Francia
designa
viviendas
accesibles
para
las
personas
con
bajos
ingresos
a
Son
las
personas
encargadas
de
organizar
las
actividades
lúdicas
o
de
aprendizaje
de
los
niños,
mientras
se
encuentran
en
estas
instituciones.
24
N.
del
editor:
Hemos
decidido
conservar
el
término
en
francés
puesto
que
es
un
concepto
de
la
autora.
En
La
France
des
“petits
moyens”,
Marie
Cartier
analiza
este
importante
segmento
de
la
población,
menos
visible
y
estudiado
que
otros.
Si
bien
sus
recursos
los
alejan
de
las
clases
populares,
su
pertenencia
a
las
clases
medias
no
es
definitiva.
25 Encontramos así lógicas similares a las identificadas por Elias y Scotson (1997) sobre un barrio
popular
inglés
en
los
años
1950,
la
estigmatización
de
los
nuevos
permite
a
los
antiguos
“establecidos”
preservar
la
cohesión
de
su
grupo
en
un
momento
en
que
su
poder
parece
amenazado.
26
Sobre
los
comportamientos
para
evitar
la
mezcla
social
y
racial
en
los
establecimientos
escolares
de clase media de la región de París, ver Van Zanten (2009).
27 El BEPC marca el fin de la escuela secundaria. El BEP es un certificado de estudios profesionales
28 Es conocido, por ejemplo, que en épocas de alto desempleo, el acceso al empleo público se torna
más
selectivo
debido
a
la
mayor
afluencia
de
candidatos
(Fougère
y
Pouget,
2004).
29
Véase,
en
particular
“Ecole
ségrégative,
école
reproductive”,
Actes
de
la
recherche
en
sciences
30 En Francia, la práctica de un empleo asalariado no calificado es característica de los estudiantes