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COMPOSICIÓN Y PROPIEDADES
Los frutos secos o de cáscara son aquellos cuya parte comestible posee en su
composición menos del 50% de agua 4. Por tanto, se consideran frutos secos,
las almendras, avellanas, nueces del Brasil, anacardos, nueces de macadamia,
pecanas, piñones, pistachos y nueces.
En relación al valor nutricional los frutos secos son una excelente fuente de
proteínas y otros nutrientes11. Poseen un elevado contenido en lípidos o grasa.
Sin embargo, presentan un escaso contenido de grasa saturada (en la mayoría
< 6%) y una gran proporción de grasa insaturada (más del 75 % de la grasa)
considerada como grasa “buena”. El contenido en hidratos de carbono es escaso
(excepto la castaña). Debido a su escasa humedad y su gran concentración en
grasas, presentan un contenido calórico considerable (570-720 kcal/100 g).
Además, destacan por su gran potencial antioxidante, contenido importante de
fibra, vitaminas (vitamina E, folatos, tiamina, niacina, riboflavina), minerales y
fitoquímicos con efectos positivos12. En la Figura 3, se muestra el contenido de
diversos fitoquímicos con actividad antioxidante (incluyendo la vitamina E) de
varios frutos secos.
Figura 3: Contenido de fitoquímicos (mg/100 g) con efecto antioxidante de
diversos frutos secos.
Encurtidos
Son productos conservados mediante acidificación, la cual se puede realizar por
acidificación natural fermentativa y/o por la inmersión en un líquido acidificante
externo, como el vinagre. Este puede estar acompañado de hierbas aromáticas
y especias. La acidez, con niveles de pH de 4,0 o menores, tiene el efecto de
eliminar todos los microorganismos dañinos a la salud y la gran mayoría de los
microorganismos alterantes. La pasteurización puede resultar de utilidad para
estabilizar el producto26,.
Los encurtidos más conocidos son los pepinillos, las aceitunas y el repollo
fermentado (chucrut)27.
Este método se aplica fundamentalmente a la conservación de hortalizas, con
destino al consumo como aperitivos, entremeses y guarniciones28.
En la Figura 5, se aprecia el proceso de elaboración de los encurtidos.
2.2.1. Frutas Las frutas son el fruto, la infrutescencia, la semilla o las partes carnosas de órganos
florales que hayan alcanzado un grado adecuado de madurez y sean aptas para el consumo
humano. Las frutas frescas se presentarán para el consumo enteras, sanas y limpias, exentas de
toda humedad externa anormal y carecerán de olor o sabor extraños. Deberán presentar
aspecto y desarrollo normales, según la variedad, estación y zona de producción. También en el
CAE se concretan estos conceptos:
Sana: que no ha sido atacada por hongos, bacterias, virus, insectos, ácaros, roedores o
aves, ni presenta lesión que afecte a su integridad.
Limpia: sin la presencia de cuerpos extraños adheridos a su superficie.
Madurez comercial: es el momento que precede a la madurez fisiológica que permite
que las frutas puedan soportar el transporte, la manipulación y el almacenamiento en
buenas condiciones hasta el momento de su consumo.
Hortalizas Las hortalizas son las plantas herbáceas hortícolas que se pueden utilizar como
alimentos, ya sean crudos o cocinados. No debe usarse el término verdura para referirse a las
hortalizas, pues las verduras son un grupo de hortalizas en las que la parte comestible está
constituida por sus órganos verdes (hojas, tallos, inflorescencias), mientras que las legumbres
frescas son los frutos o semillas no maduros de las leguminosas.
Clasificación
2.3.1. Frutas Las frutas se pueden clasificar atendiendo a varios criterios, como son su
naturaleza o el método de presentación al consumidor.
Frutas carnosas: aquellas cuya parte comestible posee como mínimo el 50% de agua.
Son especies carnosas el melocotón, la mandarina, el melón, la uva.
Frutas secas o de cáscara: son aquellas cuya parte comestible posee en su composición
menos del 50% de agua. Se distinguen las siguientes variedades de consumo:
almendras, avellanas, castañas, nueces, nueces de Málaga y piñones.
Frutas oleaginosas: empleadas para consumo humano y obtención de grasas. Se
distinguen entre otras las aceitunas, cacahuetes, coco, girasol y sésamo.
Frutas frescas: son las destinadas al consumo inmediato sin sufrir tratamiento alguno
que afecte a su estado. El CAE señala que se deben recolectar cuando hayan alcanzado
la madurez comercial y aquellas frutas carnosas que no la hayan alcanzado destinadas
a la industrialización deberán expenderse y almacenarse, independiente y
aisladamente, de las frutas maduras para consumo directo, debiendo colocarse bien
visible un letrero que indique el estado y destino de las mismas.
Frutas desecadas: obtenidas a partir de frutas frescas a las que se les reduce parte de
la humedad por acción del sol y aire, exclusivamente. Algunas frutas desecadas de
consumo son las ciruelas e higos, pasas, dátiles, los melocotones, los albaricoques y las
castañas.
Frutas deshidratadas: similar a las anteriores, pero obtenidas por procedimientos
apropiados y autorizados, llegando a un contenido de humedad que impide
alteraciones posteriores.
Hortalizas
Las hortalizas están compuestas por un grupo muy diverso de especies, en el que se
encuentran representadas familias muy diferentes.
El CAE también señala que para que las hortalizas sean admitidas para su consumo en
fresco o empleadas en diferentes procesos tecnológicos deberán reunir las siguientes
características:
Estarán recién recolectadas o en perfectas condiciones de conservación,
desprovistas de humedad exterior anormal y sin olor ni sabores extraños.
Exentas de lesiones, artrópodos, gusanos, moluscos y de partes de ellos.
Exentas de enfermedades criptogámicas.
Libres de partes marchitas.
Libres de agentes microbianos patógenos.
No tener impurezas de pesticidas en proporción superior a los límites de
tolerancia que el código o la RTS establecen.
Composición nutricional
Existen unas pautas generales de composición química de las frutas carnosas, destacando las
principales características o excepciones de cada una de ellas, que se indican a continuación:
El agua es el principal componente, del 70% al 90% (excepto en los frutos secos). Por
ello, la mayoría presentan bajo aporte calórico, siendo este normalmente mayor en
frutas que en verduras, debido a su contenido en carbohidratos.
Alto contenido en hidratos de carbono (del 10% al 50%), mayoritariamente simples
(fructosa y glucosa). Constituyen la reserva energética de la planta y son responsables
del sabor dulce de las frutas. Suelen tener contenido en fibra en torno al 2%, localizada
fundamentalmente en la piel.
Presentan bajo contenido en proteínas, siendo ricas en aminoácidos esenciales y de
fácil digestión.
Normalmente poseen escaso contenido en lípidos, del 1% al 3%, siendo ricos en ácidos
grasos poliinsaturados, a excepción del coco y el aguacate.
Destacan por su beneficioso aporte en micronutrientes: vitaminas (especialmente
vitaminas C, E y K, la provitamina A y moderadamente del grupo B), minerales
(especialmente potasio, magnesio, calcio).
Además, contienen numerosos componentes bioactivos (fitoquímicos) que presentan
efectos beneficiosos para la salud.
Contenido bajo en agua, que no supone más del 5%. l Las primeras son una excelente
fuente de proteínas.
Poseen un elevado contenido en lípidos (del 40% al 60%), siendo la proporción
mayoritaria la grasa insaturada (más del 75% de la grasa) y escaso el contenido en
saturada (en la mayoría ≤6%). Debido a ello presentan un contenido calórico
considerable (de 570 a 720 kcal/100 g).
El contenido en hidratos de carbono es escaso, en torno al 15%, excepto en la castaña
que llega a ser del 40%.
Respecto a los micronutrientes, destacan por su gran potencial antioxidante: vitaminas
(vitamina E, folatos, tiamina, niacina, riboflavina), minerales y fitoquímicos con efectos
positivos (actividad antioxidante, incluyendo la vitamina E) de varios frutos secos.
La composición de las hortalizas también es muy variable, dependiendo del tipo de hortaliza, y
de las condiciones edafológicas (suelo) y climáticas de cultivo. En líneas generales destacan
por:
Alto contenido en agua (entre un 85% y un 95%) y, por tanto, bajo aporte energético.
Normalmente aportan entre 20 y 60 kcal/100 g, no superando la mayoría las 40
kcal/100 g.
Contenido en glúcidos entre el 1% y el 10%. Por lo común, a medida que avanza la
maduración va aumentando la síntesis de almidón a partir de azúcares simples.
Abundante presencia de fibra vegetal (1% o 5%).
Bajo contenido en grasas (inferior al 1%) y proteínas (en torno al 3%)
Alto contenido en micronutrientes, como las vitaminas (betacaroteno, vitamina C, y
grupo B), y las sales minerales (Mg, K, Na, Fe y Ca).
Como se indicó en el apartado 2.2, una condición fundamental de las frutas y las hortalizas es
que deben alcanzar la madurez comercial (fruto maduro). Este momento es previo a la
madurez fisiológica y para identificarlo se necesita conocer una serie de fenómenos complejos,
controlados por hormonas vegetales, que ocurren durante el mismo y que influyen de manera
decisiva en la calidad final y la duración de conservación de las materias primas vegetales.
Una vez recolectados los frutos, y al contrario de lo que ocurre con la mayoría de las materias
primas, las frutas y hortalizas siguen respirando, transpirando y desprendiendo calor, porque
son órganos vivos.
Respiración
La respiración iniciada durante la germinación y el crecimiento del fruto continúa una vez
recolectada (en la denominada pos cosecha) y es entonces cuando el fruto absorbe oxígeno,
degrada azúcares y desprende dióxido de carbono y energía. Por tanto, durante la respiración
se produce pérdida de valor nutricional.
Aunque las tasas de respiración varían mucho dentro de las especies de frutas y hortalizas
(son muy altas en los espárragos y el maíz, y muy bajas en los frutos secos), según cómo se
produce esta respiración, se distinguen dos tipos de frutos:
Climatéricos: formados por la mayoría de las frutas y las hortalizas, donde se produce
un aumento de la intensidad respiratoria (IR), siendo el etileno el inductor y
responsable de los cambios madurativos. Tienen, por tanto, la propiedad de alcanzar
la madurez comercial después de la recolección. Esta intensidad respiratoria es el
indicador del estado de maduración del fruto.
No climatéricos: la respiración continúa descendiendo gradualmente una vez
recolectados y al no producir etileno no pueden madurar si no permanecen en la
planta.
Transpiración
Proceso natural consistente en la pérdida de agua por parte del fruto. Se dice que la fruta
pierde turgencia. La transpiración tiene su importancia económica en el ámbito industrial, ya
que supone una merma ponderal de entre el 3% y el 7%. Existen diversos factores que
favorecen la intensidad de este proceso: recolección temprana o tardía del fruto, exposición
excesiva a la luz, almacenaje en ambientes muy calurosos y secos y sometimiento a cambios
térmicos bruscos.
Cambios organolépticos
En los cambios que ocurren durante la maduración de la fruta intervienen numerosas enzimas.
Desde el punto de vista organoléptico, los cambios más reseñables son los siguientes:
Una vez recolectadas, las frutas y hortalizas se transportan a las industrias poscosecha, donde
se acondicionan y conservan hasta su expedición, para la venta directa o industrias de
transformación. Los factores que afectan, de manera aislada o combinada, a la velocidad de
senescencia son:
Temperatura
El frío es el factor clave para prolongar el tiempo de almacenamiento, ya que afecta tanto a la
actividad microbiana (detiene infecciones en tejidos dañados) como a la fisiología propia
(maduración) de los productos. Por ello, es habitual aplicar un preenfriamiento de la cosecha
(a temperaturas en torno a los 10 °C), mediante inmersión en agua fría (para productos como
el tomate, zanahoria, melón y espárragos) o en cámaras a bajas presiones (lechuga,
espinacas...). Debe tenerse en cuenta que no se puede sobrepasar la temperatura crítica,
porque pueden aparecer alteraciones importantes
Una vez pre enfriadas se llevan a cámaras de refrigeración (también denominadas de frío
controlado con rangos de temperatura de 0 °C a 5 °C) o a cámaras de atmósferas controladas.
Los frutos de clima subtropical y tropical se deben almacenar a temperaturas superiores, entre
8 °C y13 °C
Humedad
Para retrasar los procesos naturales de maduración y alargar la vida útil del producto se
controlan, además de la temperatura y la humedad, las concentraciones de oxígeno, dióxido
de carbono y etileno, mediante sistemas informáticos. Son las denominadas atmósferas de
conservación, que se estudiarán más detenidamente en el apartado 2.7.4. En este sentido, es
importante almacenar correctamente los productos y no mezclar diferentes especies
climatéricas que desprenden etileno, ya que se aceleraría la maduración de las demás. Existen
listas diseñadas por la FAO donde aparecen combinaciones factibles. (Nuria Fernández
Bengochea, 2016)
Bibliografía
Nuria Fernández Bengochea, I. M. (2016). Materias primas en la industria alimentaria. España:
EDITORIAL SÍNTESIS, S. A. Recuperado el 19 de agosto de 2018