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Amor Líquido

En la sociedad actual, el hombre quiere conectarse sin estar realmente conectado,

como quien quiere hacer vida con alguien, pero sin casarse, y si algo mejor

encuentra, poder marcharse. Como tener un compromiso flexible, un lazo social que

cuando convenga o se desee, pueda desatarse.

Las relaciones ya no son para siempre, se mantienen mientras no nos afecten,

mientras convengan, mientras se sientan interesantes, pero que se mantengan de

bolsillo, para en cualquier momento tener la opción de poderlas sacar.

Antes el amor significa encontrar el alma gemela, era para siempre, no importando

los obstáculos que esto implicara. Hoy día como sociedad hemos desarrollado la

característica de enamorarnos y desenamorarnos a voluntad, lo que genera la

pregunta de si realmente seguimos hablando de amor o solo se le quedó el nombre,

pero se trata de un sentimiento diferente, suponiendo que aún sea un sentimiento.

De pronto se presentan dilemas emocionales, que, al no encontrarse solución para

los mismos, lamentablemente la reacción de irracionalidad de las personas,

empeora la situación.

Además, con la sociedad líquida actual, las parejas sufren regularmente por

problemas de comunicación. Tienen mayor habilidad para interactuar en el mundo

virtual, que, en el real, lo que no es benéfico para afianzar las relaciones. Es la


posesividad del amor en acción, pero una clase de posesividad que se manifiesta

en la contención y el autodominio. La segunda perversión es la posesividad del amor

dejada en libertad sin ninguna restricción.

El amor estalla de energía creativa. Constantemente esa energía se libera a través

de una explosión o de un flujo constante de destrucción.

La relación de pareja no es más que una coalición de intereses confluentes. La

gente busca pareja y establece relaciones para evitar las tribulaciones de la

fragilidad, sólo para descubrir que esa fragilidad resulta aún más penosa que antes.

La guerra de desgaste que hierve a fuego lento y a veces se desborda, cuyas

primeras víctimas son aquellos que sueñan con una reconciliación, alcanza su

culminación en una tragedia.

En cuanto al parentesco, nos encantaría que estuviera precedido por la elección,

pero que, a su vez, posterior a ella, fuera lo que es: firmemente resistente, duradero,

confiable, persistente e indisoluble. La afinidad es un puerto que conduce al refugio

seguro del parentesco. La comunión de interioridades, basada en una revelación

mutuamente inducida, puede ser el núcleo de la relación amorosa.

En la comisión amorosa resulta totalmente natural considerar las fricciones y

desacuerdos como una irritación temporaria que pronto pasará, pero también como

un pedido de auxilio que la hará desaparecer.


No obstante, intentar ampliar las legítimas expectativas del amor para domesticar,

dominar y desintoxicar el alucinante tumulto de sonidos y visiones que colman al

mundo más allá de la isla del amor. La primera consecuencia de la falta de Fe en la

posibilidad de la unidad es la división del mapa del mundo de la vida, en dos

continentes incomunicados entre sí.

Por lo tanto, todo ese unirse y desunirse posibilita percibir la existencia simultánea

del impulso hacia la libertad y el anhelo de pertenencia, encubriendo así la reducción

y privación de esos anhelos.

Por otro lado, el encuentro entre los sexos es el terreno en el que naturaleza y

cultura se enfrentaron por primera vez. Es evidente que esta función del sexo no

fue accidental, incluso la cultura nació de ese encuentro entre los sexos.

Actualmente, la medicina compite con el sexo por el dominio de la reproducción.

Por esto y otras cosas, los hijos son actualmente, ante todo y fundamentalmente,

un objeto de consumo emocional, satisfaciendo una necesidad, deseo o ganas de

consumo, y como con cualquier otro objeto de consumo, la expectativa de

satisfacción tiende a ser medida en función del costo.

Las alegrías de la paternidad vienen en un solo y mismo paquete con los sinsabores

del autosacrificio y el temor a peligros desconocidos. No es extraño entonces que

los institutos y centros de investigación y desarrollo médico, así como las clínicas

de fertilidad, desborden de dinero como las empresas comerciales.


Todas las formas de relaciones íntimas en boga llevan la misma máscara de

falsedad que en otro tiempo llevó el amor marital y luego el amor libre. La moderna

racionalidad líquida recomienda los abrigos livianos y condena las corazas de acero.

Por ello a Purificación del sexo permite que la práctica sexual se adapte a esos

patrones tan avanzados de compra y alquiler. Incluso podría decirse que el

matrimonio es la aceptación de que los actos tienen consecuencias, hecho que

encuentra su negación en los encuentros casuales.

En nuestra moderna era líquida, los poderosos ya no parecen interesados en trazar

la línea que separa al sexo correcto del perverso. Por esto es que cuando la calidad

es decepcionante, se busca la salvación en la cantidad. Cuando la duración no

funciona, puede redimirnos la rapidez del cambio.

Respecto a la tecnología, uno siempre puede correr a refugiarse en esa red cuando

la multitud que lo rodea se vuelve intolerable. El advenimiento de la proximidad

virtual hace de las conexiones humanas algo a la vez más habitual y superficial,

más intenso y más breve.

Ninguna variedad de coexistencia humana está estructurada por completo, ninguna

diferenciación interna lo abarca todo, lo comprende todo ni está libre de

ambivalencias, ninguna jerarquía es total y estática.


Otro tipo de amor es aquel dirigido al prójimo, sin embargo, lo difícil hoy es dar una

razón para amar a alguien desconocido, y solo porque sí. La negación de la dignidad

humana desacredita el valor de cualquier causa que necesite de esa negación para

confirmarse. La victimización rara vez humaniza a sus víctimas. Ser una víctima no

garantiza autoridad moral.

Las personas tienden a tejer sus imágenes del mundo con el hilo de su experiencia.

El mundo actual parece conspirar contra la confianza.

Como los extraños están condenados a vivir sus vidas en compañía de otros iguales

a ellos a pesar de los futuros giros que pueda describir la historia urbana, el arte de

vivir pacífica y felizmente con la diferencia y de beneficiarse, sin perturbación, de la

variedad de estímulos y oportunidades adquiere la mayor importancia entre todas

las habilidades que un residente urbano debe aprender y practicar.

Sobre la unión desmantelada, un fantasma sobrevuela el planeta: el fantasma de la

xenofobia. Desde sus comienzos, la modernidad produjo y siguió produciendo

enormes cantidades de sobrantes humanos. La sanción definitiva del poder

soberano moderno resultó ser el derecho a eximirnos de la humanidad.

El poder de exención no sería una marca de soberanía si el poder soberano no

estuviese antes ligado al territorio. Como la soberanía es el poder que define los

límites de la humanidad, aquellos seres humanos que han caído o han sido

arrojados fuera de esos límites tienen una vida indigna de ser vivida.
Por último, la humillación es un arma poderosa y de doble filo. Puede recurrirse a

ella para demostrar o probar la desigualdad fundamental e irreconciliable entre el

humillador y el humillado. Sin embargo, contrariando su objetivo original, termina de

hecho autenticando y verificando la simetría entre ambos, su igualdad y paridad.

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