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Japon su religión y sus fantasmas

Mazu wa o-kane o nagete, ni kai o-jiki o shite,ni kai te o tataite, (Primero lanzas una
moneda, haces dos reverencias, das dos palmadas).
saigo ni moo ichi do fukaku o-jiki o shite, owari. (al final haces otra reverencia
profunda, y se acabó).
Espíritus de la purificación creado por orden de la madre que habitan en el Cielo,
exactamente como cuando el dios Izan agino Mikoto bañado por el haría estrecha
de un río cubierto de árboles permanentemente frondosos, en la región Sur. Con
todo el respeto que desde el fondo de nuestros corazones. Le pedimos que nos
escuches, como el espíritu que oye nuestra intención, con los oídos, junto con el
espíritus del Cielo y la Tierra, toma las maldades, los desastres y los pecados y
purificarnos de todo. Miroku Omikami Tú nos bendigas y nos protejas Meishu
Sama Tú nos bendigas y nos protejas. Para la expansión de nuestra alma y el
pulimento de nuestra voluntad.
Shoten (hombres) y Nai-Shoten(mujeres)
"Kami-sama, Hotoke-sama, dōka otasuke kudasai." ('Dioses y Buda, ayúdame de
alguna forma, por favor'),
El Sintoísmo es la antigua religión japonesa que rinde culto a los antepasados
convirtiéndolos en Kamis, pequeños dioses de la naturaleza a los que los
sintoístas adoran. Un ejemplo de Kami es Amaterasu, diosa del Sol. El sintoísmo,
que combina el animismo con el culto a los antepasados, es considerado por
muchos estudiosos como la religión originaria de Japón.
Además de los santuarios, (cada santuario se dedica a un Kami divino y a él se
accede a través de un Torii, una puerta especial para los dioses), en cada hogar
existe un Mitayama (casa augusta de las almas). El Mitayama consiste en un
pequeño cofre de madera blanca donde, una vez abierto, se coloca el Tamashiro
(marca de almas). El Tamashiro es una tabla de madera también blanca donde,
según la tradición sintoísta, ha de entrar el alma. En el Tamashiro están escritos
los nombres de cada antepasado, precedidos por la palabra Mikoto (personaje
ilustre) con su fecha de defunción y la edad que tenía al morir.
La muerte en el Sintoísmo Como muchas religiones antiguas, el Sintoísmo busca
la máxima proximidad entre los difuntos y los vivos. Prueba de ello son sus
cementerios: siempre ajardinados, son cercanos a las zonas habitadas. Los vivos,
en busca de protección, visitan a sus difuntos regularmente para rendirles tributo
con rezos y ofrendas, especialmente ante un viaje o cualquier gran acontecimiento.
Los ritos funerarios tienen una gran importancia para los sintoístas. Una vez
colocado el cadáver en el ataúd, que ha de ser preferentemente de madera
blanca, los allegados colocan en él los objetos que el difunto usaba en vida: un
abanico, un sable, un espejo… Y frente a la caja una copa con ofrendas, agua, arroz
y sal. Para conducir el alma del difunto, o Mitama, al Tamashiro, un sacerdote
sintoísta recita una plegaria frente al Mitayama. Sus puertas deben abrirse para
que el alma del difunto pueda entrar y ocupar su puesto en el templo en
miniatura y así comunicar parte de su presencia al Tamashiro. Llegado este punto,
el alma es agasajada con ofrendas de arroz, flores, licor de arroz, ramas de pino
atadas con cintas blancas, frutos y lamparillas de aceite. Así el Mitama se une en el
Mitayama a la tablilla o Tamashiro de los antepasados y ya puede ser adorado por
sus descendientes: se ha convertido en un Kami.
@ Surgido en los albores de la historia japonesa, el shintoísmo es una religión
arcaica que venera a los kami, divinidades de la naturaleza, de los antepasados y
de niveles superiores de existencia. Si bien no tiene fundador, ni escrituras ni un
dogma fijo, ha impregnado la vida de los japoneses influyendo en su cosmovisión,
valores, ritos, estética y comportamiento. No solo carece de fundador: tampoco tiene
textos sagrados que dicten su dogma o código moral. Su origen está perdido en el
pasado remoto de los aborígenes de las islas japonesas, y su comprensión es difícil
para el occidental porque tiene una mezcla de elementos religiosos y otros de
diversa índole. Shinto significa "Vía de los Kami". La característica más distintiva de
la religión es la convicción de que los dioses (kami), el hombre y la totalidad de la
naturaleza tienen el mismo origen divino, por lo tanto pertenecen a la misma familia.
Esta convicción ha moldeado la experiencia y cosmovisión japonesa, que se
distingue por sentir respeto y parentesco con todo lo que existe, tener una
conciencia de continuidad ininterrumpida, un alto sentido del deber además de
seguridad y confianza, cualidades que posteriormente fueron acentuadas por la
influencia budista y confucianista. Actualmente constituye el segundo credo con
mayor número de fieles de Japón (con cerca de 67 millones) después del budismo
japonés. Como no pretende convertir, criticar ni entrar en conflicto con otras
religiones, su expansión fuera de las islas de Japón ha quedado limitada
generalmente a las comunidades niponas de la emigración.
Una religión particular El shintoísmo es la expresión, decantada a través de siglos,
de una religiosidad natural, con las lógicas evoluciones y añadiduras en su
formulación, ritos, etc. Ha tenido un papel importante no solo en lo referente a las
actividades religiosas, sino también en cuanto a la postura frente a los problemas de
la vida, tanto de tipo privado o público. Al surgir junto a Japón ha teñido todos los
aspectos de la experiencia del país, condicionando sus respuestas ante la
existencia, la muerte, la vida comunitaria, la organización social, la ideología política,
las festividades y la estética. Es una forma de practicar valores y actitudes hacia los
ritos, los antepasados y hacia la naturaleza, a los que consideran sagrados.
BREVE HISTORIA El shintoísmo es considerado una religión primitiva, propia de las
culturas de la más remota antigüedad, con la peculiaridad de que ha permanecido,
incluso con carácter oficial y legal, en un pueblo moderno como el japonés. Sus
orígenes se remontan a la Edad Antigua, cuando todavía era un culto a los
fenómenos naturales -las tormentas, las montañas, el Sol, la Luna o los ríos-, que
los japoneses identificaban con unas deidades llamadas kami. En un principio, el
shintoísmo no tenía nombre. Cuando el confucianismo y sobre todo el budismo
(llamado buppó, «ley de Buda», o butsudó, «la vía de Buda») se introdujeron en el
siglo VI y comenzaron a difundirse en Japón, se llamó shintó a la religiosidad
tradicional, para diferenciarla de aquellas. Literalmente significa «camino (tó) de los
dioses (shin)». Los japoneses eligieron un nombre chino para su religión porque en
ese tiempo (hace más de un milenio), era la única lengua que tenía escritura en
Japón, que no había desarrollado aún la escritura en su propio idioma. La frase que
significa Shinto en japonés es Kami no michi. La primera vez que aparece la palabra
shintó para designar la religión original de los japoneses es en el Nihongi o
Nihonshoki (anales japoneses terminados en el 720 d.C.). Por ejemplo, en la crónica
del emperador Yó-mei (519-687) no se la designaba con un nombre especial.
Desde finales de siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial, el shintoísmo fue
considerado la religión nacional de Japón, y el emperador como un kami. Esta
tendencia comenzó a principios de los siglos XVIII, cuando el shintoísmo se convirtió
en el eje de un movimiento nacionalista, el Movimiento del Aprendizaje Nacional,
que pretendía definir las características distintivas de la cultura japonesa frente a las
de China y Occidente a través de las virtudes sintoístas de la sencillez y la pureza
de espíritu. Así, fue utilizado como ideología legitimadora de la fase militar de la
historia japonesa reciente y designada religión del Estado hasta 1945. Durante la
ocupación de posguerra fue despojado de sus contenidos políticos, y a partir de
entonces los templos han recuperado su papel como centros de festividades
comunitarias y ritos familiares.
LOS TEXTOS SHINTOÍSTAS Como vimos antes, el shintoísmo surgió como una
religión más dirigida hacia la práctica que hacia la formación de un conjunto de
credos. No tiene un libro sagrado propiamente dicho, pero existe un cuerpo
importante de literatura sobre su dogma que se llama Shinten. Aun así, estos textos
no se consideran sagrados en el sentido de revelación o de sobrenatural. Entre esos
textos se puede citar el Kojíki (La narración de las cosas antiguas) fechado en el
712 d.C., que describe la historia de la Tierra hasta el año 628 según las tradiciones
japonesas. Otro texto venerado es el Nihongi (Crónicas o anales del Japón) del año
720 d.C., escrito en chino y dos veces más voluminoso que el Kojiki. También hay
otros textos de leyes, comentarios, leyendas, historias, literatura, oráculos y
enseñanzas. Uno de los más interesantes se llama Norito, que son las palabras
mágicas, las salmodias sagradas y oraciones a los dioses del shintoísmo. Estas
fórmulas rituales son todavía en gran parte secretas y muy antiguas. Ciertos autores
las fechan en el siglo I a.C. y están contenidas en una sección del Engishiki,
compilación de las reglas del siglo X d.C.
LOS KAMI Para comprender el shintoísmo es esencial abordar el concepto del
kami, o shinmei, que está en su base. La veneración a los kami, divinidades o
espíritus poderosos, está en la esencia misma de la religión. Según algunos
escritores japoneses, los kami simbolizan e individualizan las fuerzas vitales que
animan el universo. Son, a la vez, fuentes de la vida humana y de la vida de toda la
naturaleza, de todo el cosmos. Kami tiene un significado polivalente: se traduce por
dioses, pero tiene también se refiere a algo superior, a una potencia sobrehumana,
a una entidad sagrada. Por otra parte, el concepto de kami es a veces impreciso; el
mismo kami tiene nombres distintos y, al contrario, un solo nombre puede designar
a varios kami. Los kami no son ni omnipotentes ni omniscientes; cada uno dispone
de ciertos poderes sobrehumanos llamados shintoku. Si bien son invisibles, ejercen
su influencia sobre el universo y se les debe ofrecer culto. La principal práctica del
shintoísmo consiste en adorarlos, aplacar su ira o simplemente establecer una cierta
relación con ellos. Residen en objetos naturales o en otros hechos por el hombre:
montaña, árbol, animal, roca, relámpago, espada, espejo. Este último es soporte
material del kami, potencia invisible, oculta, sagrada que reside en él. El número de
los kami es infinito. Todo lo que tiene un carácter extraño, eminente, peligroso o
mágico es kami: los emperadores, los hombres potentes, ilustres, los genios
humanos excepcionales, los grandes guerreros, todos llegan a ser kami después de
su muerte.
El panteón shinto Antes de la llegada del budismo en el siglo VI, el shintoísmo no
tenía representaciones artísticas o literarias de sus variados mitos y creencias, de
modo que no contaba con un panteón definido. Los kami eran innumerables y
universales, dado que cualquier persona -viva o muerta-, lugar y objeto de
cualidades luminosas o trascendentales podían llegar a ser considerados como
tales. Distintas influencias contribuyeron al desarrollo de un panteón shinto. Por
ejemplo, el budismo Mahayana ofrecía, con su ordenación del cosmos, un rico
modelo de representación literaria y artística. La ideología presente en los mitos de
los Kojiki y Nihon Shoki sugiere una clasificación de los kami Shinto que tiende a
establecer un nexo directo entre la diosa del Sol y los gobernantes Yamato.
Además, la edificación de santuarios contribuía al enriquecimiento del incipiente
panteón. En el shintoísmo hay una división clásica entre los kami celestes, Ama-tsu-
kami, y los kami terrestres, Kuni-tsu-kami. Las interpretaciones actuales afirman que
los kami terrestres conservan la Tierra en su estado actual y la protegen contra las
influencias hostiles, y los kami celestes traen a la tierra las influencias divinas.
Se han intentado varias clasificaciones de los kami. Una les divide en cuatro clases:
los kami de la Tierra - los dioses y los hombres ilustres- y los kami del universo. Su
lugar de residencia es Takama-no-hara, la alta llanura del Cielo; es el mundo
invisible (kakuri-yo), es el mundo de la paz. También existen kami malvados,
inferiores, demoniacos (ashiki-Kami) que son espíritus de apariencia terrorífica, con
cuerpo semi-humano y grandes poderes.
Mitología: el origen de los Kami Según el Kojiki, la jerarquía de los dioses y seres
superiores es la siguiente, de acuerdo con el orden de creación del universo:
En primer lugar está el kami dueño del centro del cielo, Ame-no-minaka-nushi-no-
kami. Es el Dios supremo, sin padre ni madre, mujer o hijos, y no tiene mitología ni
culto ritual organizado. Después aparece la dualidad primordial de la creación que
recuerda al yin y al yang del taoísmo o al Shiva-Shakti del hinduismo: los kami que
representan los aspectos masculino y femenino de la creación. A estos le siguen la
pareja de los kami creadores de la Tierra y de todo lo que contiene, incluyendo los
otros kami: el dios Izanagi-no-mikoto y la diosa Izanamino-mikoto. Entre sus
numerosos hijos podemos citar a los kami del viento, del mar, de las montañas y del
fuego, cuyo nacimiento provocó la muerte de su madre, Izanami. De su cadáver
nació el kami del agua. Izanagi intentó reunirse con su mujer en los infiernos, pero
no lo logró y, al quedar impuro por este viaje, tuvo que purificarse. De las
purificaciones nacieron muchos kami, entre los cuales hay dos muy especializados
que tienen un papel importante en el culto del shintoísmo: Amaterasu-ó-mikami, la
diosa del sol -que actualmente ocupa el primer puesto en el panteón del shintoísmo-
, y su hermano Susano-wo-no-mikoto. La lucha entre ellos abarca gran parte de la
mitología de la religión.
Hermandad de la Tierra y el Cielo Susano-wo fue encargado por su padre de
gobernar la Tierra, mientras que su hermana, la diosa del sol, dirigía el cielo.
Susano-wo buscó a su hermana, de quien estaba enamorado, y lo hizo con tanto
empeño que ella tuvo que esconderse en una caverna, de donde los otros Kami
tuvieron muchas dificultades para sacarla. Vuelto a la Tierra, Susano-wo tuvo
muchos hijos, algunos de los cuales tienen numerosos santuarios: p. ej., el kami de
la agricultura, de la alimentación, etc. Por fin, y después de la pacificación de la
Tierra, los Kami celestes pudieron bajar y tomar posesión de ella. A su cabeza
estuvo el príncipe Ninigi, nieto de Amaterasu, la diosa del sol; una de las dos
esposas del príncipe se llamaba Kono-hana-saku-ya-hime, que llegó a ser la diosa
del monte Fujiyama, el más sagrado del Japón. Uno de sus hijos se casó con una
hija del kami del mar. La hermana de esa hija, Tama-yorihime, tuvo un hijo, Jimmu-
tennó, que fue el primer emperador terrestre del Japón.
Los kami humanos Empieza entonces la larga lista de los kami «históricos»:
emperadores, hombres ilustres, de grandes virtudes y devoción a la patria. Son
también kami las familias importantes y las personas de valor extraordinario que
merecen este homenaje popular. Los grandes soldados muertos por la defensa del
Japón son kami, y son adorados en el templo shintó Yasukuni-jinja de Tokio, que
recuerda la memoria de todos los japoneses muertos durante las guerras.
La edificación de los emperadores La deificación imperial, una de las
características de la cultura japonesa, puede resumirse así: el emperador era una
especie de Ser Supremo, o su representante en el cosmos, del cual todo emana y
en quien todo queda. Descendía directamente de la diosa del sol por su nieto, el
príncipe Ninigi, encargado de reinar sobre «la rica llanura de las hermosas espigas
frescas de arroz», lo que justificaba su autoridad temporal y espiritual. Los
japoneses consideran que, desde hace 2.600 años, por las venas de los
emperadores corre la sangre de la diosa del sol, a través de una línea
ininterrumpida y exclusiva de emperadores que recibieron las tres insignias del
poder y ocuparon el trono. El emperador era hijo del cielo (Ten-shin). Simbolizaba la
divinidad en forma humana (Aki-tsu-mi-kami), la potencia sagrada que hace claro y
transparente lo que es oscuro y turbio. Era Tennó, el Soberano celestial y como tal
se le consideró como un kami viviente, venerado y amado por su pueblo. Eso
explica el complicado ritual religioso que se seguía en el acceso al trono de un
nuevo emperador, con ritos de purificación, entrega de las tres insignias del poder
(shinki), y comida del arroz con su antepasado (el daijó-sai). Una de las tareas
imperiales se llamaba iku-kuni - taru-kuni, es decir, desarrollar el país, su vitalidad,
sus riquezas materiales y espirituales.
El “último” emperador En 1945, los norteamericanos obligaron a Hirohita, el
emperador de Japón, a firmar una declaración en la cual declaraba que no era
divino. Es difícil saber si esta decisión política ha tenido efectos religiosos en el
pueblo. Si bien ocasionó un impacto muy fuerte en la nación, no cambió los
conceptos arraigados en la cultura japonesa desde hacía millares de años.
Tampoco parece haber afectado al shintoísmo como tal, aunque exteriormente se
suprimió todo culto al emperador. Desde el punto de vista histórico, la concentración
del poder del emperador se dio a partir del siglo VII. Hasta entonces, había estado
más repartido entre los jefes de cada sippe, conjunto de familias descendientes de
un mismo antepasado. Actualmente, el culto al emperador tiene mucho de
aceptación y reconocimiento de la autoridad, síntesis del culto y veneración también
dados a los jefes de las sippes y a los antepasados, a los que en ocasiones se los
consideró divinos, a veces en vida pero sobre todo después de su muerte.
LA DOCTRINA SHINTÓ
1. El ser humano. Los seres humanos, como hijos de kami, tienen ante todo una
naturaleza divina. Por consiguiente, de lo que se trata es de vivir en armonía con la
divinidad interior y así uno podrá disfrutar de su protección y aprobación de los kami.
En el hombre hay algo que sobrevive a la muerte del cuerpo y que es eterno; es el
tama o mitama, su parte esencial. En las guerras y en las relaciones humanas, el
tama tiene un papel tan importante como el cuerpo. Esto se manifiesta en el aspecto
extraño y misterioso que a veces tienen algunos elementos de las luchas japoneses,
como el judo y el sumó. Todas las entidades animales, vegetales y minerales tienen
su propio tama. Por tal razón, un árbol o una roca pueden considerarse como kami y
venerarse en consecuencia. Dentro del tama del hombre hay cuatro funciones:
• aramitama, poder destructor de lo que es malo;
• nigi-mitama, que es apacible, dulce, la paz armoniosa, la esencia de las cosas;
• salo-mitama es lo que le hace a uno feliz, lo que da el amor puro, lo que confiere
las bendiciones;
• kushi-mitama es lo mágico en el hombre, su poder de descubrimiento, de
transformación.
Estas partes o funciones del tama llegan a ser, a veces, kami, porque tienen un
poder especial.
2. La muerte. Para el shintoísmo no hay fin del mundo, sino una evolución
progresiva y sin fin. No hay una palabra que designe a la muerte: en lugar de
morirse, el hombre se retira (mi-makaru) o va al cielo al final de su vida, llamado
Yomi. Cuando llega la muerte, la parte inferior del alma humana (kuni-mitama)
vuelve a la tierra de donde viene; la otra (wake-mitama) va al reino de los cielos,
donde se transforma en kami. En ciertas corrientes místicas del shintoísmo se cree
que allí el alma se purifica, desarrolla sus posibilidades y trabaja para la mejoría del
mundo. Todos los antepasados son kami y hay que venerarlos como tal.
3. La moral. J. Herbert afirma que una característica muy particular del shintoísmo
es que no ofrece ningún código moral reconocido, argumento que se ha esgrimido
para afirmar que el shintoísmo no tiene carácter de religión, pero ninguna de estas
apreciaciones es exacta. Es cierto que cuando el budismo penetró en el Japón llevó
su código ético muy minucioso, y se impuso fácilmente en el país. Pero no falta la
moral en el shintoísmo, aunque esté menos codificada que en el budismo. Según el
shintoísmo, los hombres son los descendientes de los dioses, por lo tanto tienen
que alinearse con el modo de vivir legado por estos divinos antepasados. Los
hombres poseen el conocimiento innato, intuitivo, de lo que deben hacer. Además,
son numerosas y rigurosas las prescripciones rituales del culto y las actitudes
obligatorias que tiene todo japonés, y forman, de hecho, un código sagrado-ético-
social valedero. La vía (michi) de los dioses es recta y justa y el japonés no debe
apartarse de ella.
3.1 Las virtudes fundamentales. Lo esencial de la enseñanza del shintoísmo,
según la tradición, consiste en las tres virtudes de la honestidad, la benevolencia y
la pureza. Estas tres palabras se encontraban grabadas en las armas de los
samurai. Hay también otras virtudes fundamentales en el shintoísmo, que son:
La pureza del corazón, estado natural del hombre;
• la sinceridad (makoto), que es una toma de conciencia de lo divino,
• una actitud de vivir tan limpia como la superficie de un espejo sagrado, símbolo
material muy utilizado en los templos que sirve de soporte para los Kami;
• la paz interior (wa);
• el gozo del corazón (se¡me¡);
• la gratitud para con los Kami, la familia, la sociedad, la patria (kansha);
• la sumisión a la patria divina (kenshin);
• la piedad filial (kókó) para con el emperador y los antepasados. Además, el código
ético de los japoneses condena el adulterio, el robo, la mentira, la cobardía, etc.
• 3.2 La pureza ritual. Existe además en el shintoísmo un agudo sentido de pureza
ritual que aún se conserva. Las principales causas de manchas rituales son el
alumbramiento, la menstruación y la muerte. Esto explica por qué en el shintoísmo
la mujer está excluida de algunas ceremonias. Los kami se irritan cuando se infringe
la moral o la pureza ritual, y pueden entonces castigar a los hombres. Éstos tienen
que purificarse interiormente mediante ejercicios de meditación y oraciones (misogi),
y corporalmente con baños de agua fría, utilización de la sal (shio), baños de mar y
ejercicios de respiración rítmica que practican ciertas sectas místicas japonesas con
influencias budistas. El norito de la gran ceremonia purificatoria ofrece un resumen
de las ideas morales de los japoneses de la antigüedad, y también una lista de
pecados (muchos contra la agricultura, por ej. romper los diques o rellenar las
zanjas de inundación de los campos de arroz; tratar cruelmente a animales
domésticos, y otros más generales como el incesto, la bestialidad, etc.).
4. CULTO
4. 1. Lugares. El culto del shintoísmo se practica en templos (honsha) que pueden
ser muy grandes o pequeños como una colmena (hokora). Hay más de cien mil
templos en las islas de Japón. Los más antiguos y venerados están en sitios a los
que se atribuyen acontecimientos mitológicos, o fueron señalados por una visión o
un sueño, o porque era necesario adorar allí a un kami de la naturaleza.
4.1.1. Al aire libre. La forma antigua del culto del shintoísmo tenía lugar cerca de un
árbol sagrado y el ritual se hacía al aire libre. El recinto sagrado se delimitaba por
muros con los tres pórticos característicos japoneses (los torii), pero de origen
hindú, y por arroyos que se atraviesan con puentes. Los torii pertenecen al paisaje
japonés, y tenían un sentido mágico primitivo y un valor religioso, pues señalaban el
paso a un recinto sagrado. Las entradas están decoradas con linternas y esculturas
de animales guardianes, habitualmente dos leones de piedra (koma-inu), caballos
(shin-ba), pájaros y zorros. Los templos están hecho de madera de ciprés japonés
(hinoki) y, a menudo sobre el techo hay vigas cruzadas sin pintar (chigi).
4.1.2. Los templos. Los templos o honsha tienen tres secciones, una detrás de
otra, a veces juntas, a veces separadas: la sala de oración para los fieles, la sala de
ofrendas para el clero y el lugar reservado donde reside el kami, llamado honden.
También existen otras salas para las representaciones de danzas sacras (el
kagesra-den), para la purificación de los fieles (harae-do) y de los sacerdotes
(saikan). Las tiras de papel de color (gohei) son ofrendas al kami y significan que el
dios está en su templo. El kami reside en el honden, cuyas puertas habitualmente
están cerradas, y donde sólo puede entrar el jefe de los sacerdotes. Desde febrero
de 1946 existe la Asociación nacional de los templos shintó, el Jinja-honchó, que
tiene su sede en Tokio y una sección en cada prefectura del país. En las
estadísticas de 1947, esta asociación tenía bajo su control alrededor de 80.000
templos. Cada templo tiene un grado (shin-kai) dentro de una jerarquía general, que
corresponde también a la del kami. La asociación trabaja en colaboración con la
universidad del shintoísmo, Kokugakuim.
4.2 Objetos sagrados. Además de residir en la naturaleza, los kami muchas veces
habitan en un objeto (mitama-shiro): espadas, espejos, estatuas, cuadros, piedras,
que se conservan cuidadosamente. Los sacerdotes tienen que cubrirse la boca con
una tela blanca para no manchar el objeto sagrado cuando están frente a él.
Durante la Segunda Guerra mundial y cuando los norteamericanos intentaban
destruir sistemáticamente los santuarios del shintoísmo por ser símbolos de la
resistencia nacional, los mitama-shiro fueron escondidos en grutas, a menudo
detrás del honden del templo. Antiguamente, cuando el enemigo amenazaba con
arrebatarlos, se los quemaba y las cenizas se echaban al mar.
4.3 Clero. Los servidores del culto shintó son numerosos y tienen distintos grados.
El censo de 1964 dio una cifra de 21.000 «sacerdotes». Ellos no actúan como guías
espirituales o consejeros ni tampoco predican, sino que solamente celebran los
servicios divinos. Su papel es adorar a los kami para que protejan y guíen a los
hombres y al emperador del Japón, y también pueden celebrar los matrimonios.
Se los llama kannushi, que significa medium a través del cual hablaba el kami,
aunque actualmente es más bien un término de cortesía. También se los llama
shinshoku, el que sirve al kami. El jefe de un templo es el gúji, cuyo cargo se
transmite hereditariamente. En los templos importantes, bajo su autoridad hay
subjefes y sacerdotes administradores, los negi. Después vienen los shuten, los
jóvenes shusshi, y las jóvenes miko. Hay además otros servidores y músicos.
La formación de los sacerdotes se hace en la universidad sintoísta central,
Kokugakuim, o en un centro regional. Los futuros sacerdotes deben seguir una serie
de estudios y exámenes y después de su nombramiento conservan sus funciones
toda su vida. Viven en el recinto de los templos, pero pueden renunciar y volver al
mundo.
El papel de las mujeres. Las mujeres también pueden ejercer funciones de culto, y
hay muchas que sirven de medium del kami (takusen), quien dicta su voluntad a
través de su boca. También están las miko, vírgenes que llevan una vida monacal
bastante severa durante cinco o diez años. Ayudan a los sacerdotes, ejecutan
danzas sagradas y sirven de secretarias en el templo. El grado más elevado de todo
el clero shintó es el de itsuki-no-miya, princesa virgen de la familia imperial, que está
consagrada al kami y sirve de médium. Ella reside en el templo de Isejingú.
4.4 Ritos. El culto shintó es individual o colectivo, y en ambos casos se compone
esencialmente de oraciones, ofrendas y purificaciones. Cada etapa importante de la
vida del japonés va señalada por una ceremonia shintó, que acude al kami tutelar o
protector. Uno de los principales ritos es el matrimonio, que el shintoísmo considera
hermoso y lo festeja con música, bebida ritual del sake -licor de arroz- y comida
sagrada. El culto individual (kairei) utiliza a menudo la adivinación. El culto colectivo
consiste en las festividades religiosas, llamadas matsuri. El matsuri se compone de
una serie de ceremonias en el orden siguiente: purificación, llamada del kami,
presentación de ofrendas, danzas, cantos mágicos y oraciones de norito,
adivinación, salida del kami y comida de comunión. Los objetos utilizados en las
ceremonias tienen un simbolismo complejo. Los más sagrados son los tres tesoros
imperiales (sanslzu-no-shinki): el espejo, la espada y unas joyas. No se conoce la
descripción exacta de estos antiguos tesoros nacionales, que hoy en día
permanecen escondidos. La creencia en fuerzas divinas o kami que pueblan el
universo ha dado al japonés un sentido muy agudo de comunión de todos los seres,
que se refleja en su estética. Las manifestaciones artísticas forman parte de toda
ceremonia del shintoísmo, en las que no faltan los arreglos florales,
representaciones teatrales, cantos y poesías.
EL SHINTOÍSMO HOY Como vimos antes, el shintoísmo es más una actitud
sagrada que una religión, y las diversidades de pensamiento y las múltiples
variaciones del ritual confirman este carácter. Hoy en día, se presenta bajo cuatro
aspectos:
• El Jinja-shintó es el shintoísmo de todos los japoneses, el de los templos y del
culto a los kami;
• El Kóshitu-shintó es el shintoísmo celebrado en la casa del emperador;
• El Kyóha-shintó es el shintoísmo de movimientos religiosos creados por ciertos
individuos después de una experiencia personal, social o mística; a veces, en estas
sectas sintoístas hay huellas de confucianismo y de budismo;
• Y por fin el Minkan-shintó o shintoísmo. del pueblo, que no tiene organización y
estructura dogmática, admitido por el Jinja-shintó, pero no muy grato al shintó oficial.
Actualmente la constitución japonesa garantiza la libertad religiosa, que es
estrictamente cumplida. De hecho, cualquier forma de enseñanza religiosa está
prohibida en los colegios públicos dado que Japón se considera un estado laico.
Sin embargo, la relación de los japoneses con los templos sintoístas es muy
estrecha. Cada templo organiza diversos eventos a lo largo del año con comida,
bebida etc. para mantener este vínculo. Las familias suelen concurrir a principio del
año para pedir por un buen año, y a nivel individual es común visitar templos para
pedir deseos como pasar un examen, salud, amor, etc.
LAS INFLUENCIAS INTERRELIGIOSAS Desde el siglo V d.C., el taoísmo, el
confucianismo y sobre todo el budismo han dejado huellas en el shintoísmo, pero
sin llegar a fundirse con él. «Pero lo que sí hemos de reconocer -escribe un autor
japonés- es que gracias a la influencia ejercida por las ideas chinas e indias, las
sintoístas experimentaron un desarrollo cultural bastante elevado. Los antiguos
ideales morales japoneses fueron adquiriendo una nobleza cada vez mayor, la
noción sintoísta de Dios se racionalizó cada vez más, ganó en profundidad
metafísica y se hizo más estable. Algunos dioses que antiguamente habían sido
objeto de intensa veneración (por ej., dioses animales y otros de la naturaleza)
perdieron paulatinamente su influencia. La concepción politeísta fue haciéndose
progresivamente más vaga y, en cambio, la idea monoteísta de Dios, más evidente
y clara. Con el tiempo fue imponiéndose la idea de que la omnipotencia, la
omnisciencia, la verdad y la bondad eran propiedades esenciales de la divinidad. El
henoteísmo es un síntoma de la natural tendencia monoteísta de las ideas
religiosas. Desde la introducción del cristianismo en el siglo XVI, la influencia que en
este punto ha ejercido sobre el shintó ha sido muy grande».
El último cliente Una noche oscura que un taxista vuelve por una solitaria carretera
de montaña tras haber llevado a un pasajero a su destino, pero mientras conduce,
encuentra un nuevo cliente en el arcén de la carretera. Después de montarlo en el
taxi, el cliente le da una dirección desconocida para el taxista pero el pasajero le
comenta que él será quien le guía hacia el destino. Tras conducir un buen rato
cruzando pequeñas aldeas y campos, el taxista comienza a inquitarse. Siguiendo
con la conducción y viendo que estaban en medio de ninguna parte, el taxista se
gira hacia atrás y le pregunta a su cliente donde se encuentran. Al volver la cara
para hablarle ve sorprendido que el cliente ya no está allí pero al volver su mirada
hacia la carretera se da cuenta de que está al borde de un precipicio donde esta vez
será la gravedad la que marque velocidad y destino.
Toire no Hanako-san Las chicas en la escuela suelen ir en grupo al aseo para
evitar encontrarse con Hanako-san. Cuenta la historia que las chicas nunca entran
en el aseo número 4 pues alli habita Hanako-san, una chica que parece ser murió
debido al acoso escolar que sufría y desde antes su fantasma habita en los baños
de las chicas del cole. No parece un fantasma muy agresivo pues sólo ha dado unos
buenos sustos y poco más, sobre todo por la noche y aparece si se le llama, aunque
a veces llama a la puerta del excusado ella misma. Existe una película llamada
SHINSEI TOILET NO HANAKO-SAN.
Kuchisake onna La famosa chica de la curva tiene una versión oriental pero con
ciertas diferencias. Un conductor se encuentra con una chica hermosa parada a un
lado de la carretera. El conductor se para y ella se monta en el asiento trasero. El
cuerpo de la chica se ve bonito y su cara parece bella aunque una máscara cubre la
mitad de su cara. Una vez que el conductor vuelve a poner en marcha su vehículo la
chica le pregunta: ¿Soy hermosa? “Sí, lo eres”, le contesta el hombre y se gira para
observar a la chica que se ha quitado la máscara dejando a la vista una boca
desfigurada con cortes a los lados que le llegan hasta las orejas y al fondo culebrea
su lengua… Otras versiones de este mismo fantasma aparece en una calle
cualquiera sorprendiendo a los viandantes (hombres en su caso) con la misma
pregunta o también caza y desfigura a los niños aunque éstos pueden librarse de
ella lanzándole una fruta para que los deje escapar…. Lo mejor es no responderle a
la pregunta.
Botan Doro En la primera noche de Obon, una mujer hermosa y una chica joven
que sostienen una linterna dan un paseo por la casa del samurái viudo Ogiwara
Shinnojo. Ogiwara se golpea violentamente con la mujer, nombrada Otsuyu, y hace
voto de relación eterna. De esa noche hacia adelante, la mujer lo visita por las
noches , yéndose siempre antes de amanecer. Un vecino mayor, sospechó de la
muchacha, mirando a escondidas por la rendijas de la casa y ve a Ogiwara en cama
con un esqueleto. Consultando a un sacerdote budista, Ogiwara encuentra que l
está en peligro a menos que pueda oponerse a la mujer, y él pone un hechizo de
protección en su casa. La mujer no puede entonces entrar en su casa, pero lo llama
de exterior. Finalmente, incapaz de resistir, Ogiwara sale saludarla, y se lo lleva de
nuevo a su casa, en un sepulcro en un templo. A la mañana siguiente encuentran el
cadáver de Ogiwara entrelazado con el esqueleto de una mujer.
La princesa Takiyasha Esta es la historia de dos hermanos, también una de las
piezas más populares del teatro kabuki. Narra la leyenda de la princesa Takiyasha,
que trató de vencer a sus enemigos con la ayuda de fantasmas. Ella era hija de un
noble que murió en el año 940 en una rebelión abortada contra su señor feudal.
Tras la muerte de su padre, Takiyasha se hizo monja. Más tarde ella y su
hermanastro conocieron el espíritu de una rana bruja, y ésta usó sus poderes
mágicos para tramar una rebelión contra los enemigos de su difunto padre. Pero
Mitsukuni, un guerrero enemigo, descubrió la maquinación, fue al palacio y venció a
los humanos y a sus aliados sobrenaturales. Acá se muestra la lucha entre
Takiyasha y Mitsukuni. La princesa ha hecho un hechizo para llamar a un enorme
fantasma en forma de esqueleto. La aparición trata de atacar a Mitsukuni sobre una
cortina de bambú caída, mientras el guerrero arrincona con su espada al
hermanastro rebelde.
Yurei Unos fantasmas muy cotidianos en Japón son los Yurei, que son fantasmas
muy al estilo occidental que no han podido llegar a la luz por cuestiones pendientes,
la mayoría de ellos por venganza y muchas veces mujeres. Están hasta clasificados
y no tienen por qué ser necesariamente malos. Hay algunos como las Ubume, que
son madres que murieron en el parto y su fantasma vuelve para cuidar de sus hijos
y a veces les traen dulces. Los Yurei tienen la típica pinta de fantasma japonés con
ropajes blancos y el pelo negro y largo y a veces con un triángulo de papel sobre la
frente. Éste era el ritual típico de los funerales en la era Edo. Hay un par de historias
populares sobre Yurei. Una de ellas es la de Tokaido Yotsuya Kaidan que cuenta la
historia de cómo Oiwa y su bebé recién nacido fueron envenenados por su marido
Iyemon, un samurái pobre que acaba con la vida de su mujer para casarse con la
hija del vecino rico. A Iyemon se le apareció su mujer desfigurada por los efectos del
veneno cuando retozaba con su nueva esposa saliendo de una lámpara sobre ellos.
Oiwa dice también que se vengará de cualquier actriz que represente su historia en
el cine o el teatro. La otra historia, Bancho Sarayashiki habla de Okiku, una criada
del samurái Tessan Aoyama, que accidentalmente rompe unos platos muy valiosos
de porcelana que formaban parte de su herencia. Aoyama enfurecido la mata y tira
su cadáver a un pozo. Okiku saldrá todas las noches del pozo a contar los platos
rompiendo a llorar cuando va por el noveno. Se dice que Okiku vive en el Castillo de
Himeji., en el pozo del Crisantemo También tienen su propia hora de salida a eso de
las 2 o 3 de la mañana…Este es el pozo del que sale Okiku a contar los platos que
rompió.
Funay-rei Los funay-rei son fantasmas de la mitología japonesa. Concretamente
son los espíritus de los que han perecido en el mar. Se aproximan a la gente en
botes o barcos y les piden un cucharón. Si se les entrega, empezarán a verter agua
de mar en la embarcación hasta que se hunda.
Rokurokubi Es un fantasma que de día es una mujer normal pero a la media noche
su cuello crece desmesuradamente. Algunos dicen que es un monstruo que sale a
cazar por la noche pero otros piensan que sólo sale por la noche a beberse el aceite
de las farolas que alumbran la calle.
Yamamba La yamamba no es la kogal pintada en plan oso panda, además es el
nombre de la mujer de las montañas. Aunque tiene muchas apariencias,
generalmente se la representa como una anciana fea con el pelo blanco y revuelo.
Se dice que busca a excursionistas peridos para comérselos aunque también puede
que ayude a los perdidos a encontrar el camino de vuelta a casa. Todo depende del
humor con el que te la encuentres.
Nopperabo La historia cuenta que por la noche si te encuentras a alguien
caminando cabizbajo, no le saludes, podría ser un nopperabo. Si le saludas,
levantará la cabeza y verás que no tiene ni ojos, ni nariz ni boca…
Yukionna La mujer de las nieves busca a gente que se ha extraviado durante un
temporal. Es de piel blanca, pelo negro largo y muy hermosa. Cuando se encuentra
a un perdido exhausto por la tempestad de nieve, los duerme hasta que mueren. En
ocasiones se casa con un hombre normal al que finalmente mata.
Karakasa o Kasa Obake – El paraguas con un ojo Aunque por lo general no está
bien recoger las cosas del suelo, un día de lluvia sin paraguas sería muy tentador
encontrar uno en la calle ¿verdad? Pues si al abrirlo te encuentras con un ojo no
digas que no se te advirtió, el paraguas se cerrará para engullirte y no volverás a
salir de él… al menos no entero ^^U Puedes reconocerlo porque en vez de mango,
tiene un pie ^^ Este fantasma pertenece el tipo conocido como Tsukumogami que
son aquellos objetos que al cumplir 100 años cobran vida ^_^
Gaki Los gaki son fantasmas condenados a pasar hambre y sed eternamente ya
que por mucho que coman y beban nunca serán saciados. Se les representa con la
barriga hinchada por no poder comer.

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