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I. INTRODUCCIÓN
Nuestra línea política consiste en nuestra tesis de la revolución en Chile bajo un trazado
táctico-estratégico. Esta tesis política se desprende de nuestro proyecto político
específico: el comunista libertario. La línea política tiene el adjetivo de “general” debido a
que busca ser la guía transversal de la implementación política. Es desde la LPG de
donde deben emanar con coherencia las líneas políticas específicas para cada área de
trabajo político.
Nuestra línea política general se organiza en torno a un formato coherente integrado por:
la contradicción fundamental; objetivo central; estrategia general; la contradicción principal
del período; la estrategia del período; y las líneas estratégicas operacionales.
La apropiación privada del trabajo no es una situación natural -es histórica- y por tanto
transitoria. Esta apropiación es expresión de las relaciones sociales de producción entre
los seres humanos basadas en la explotación y en la mercantilización de la fuerza de
trabajo. Aquí es donde el trabajo se vuelve objeto y el objeto en sujeto, siendo esta
inversión conceptualizada por Marx como “fetiche de la mercancía” y que expresa el halo
místico y fantasmagórico que encubre las relaciones de producción capitalistas en que el
trabajo, verdadero productor de valor, se “objetiviza” en mercancía y la mercancía
adquiere características humanas.
Para poder transformar esta sociedad de forma revolucionaria se hace necesaria una
vanguardia política capacitada para conducir estratégicamente el movimiento de masas.
Esta vanguardia no se constituye como la consciencia del pueblo, sino más bien posibilita
su generación en un ejercicio dialéctico de interpretación de las masas y de los distintos
escenarios de la lucha de clases.
NIVELES DE LUCHA.
LUCHA DE MASAS:
Se constituye como una forma de acción colectiva que desborda las pulsiones,
sentimientos o intereses individuales, e involucra el desarrollo cuantitativo, cualitativo,
orgánico y programático del pueblo en sus distintas expresiones, ya sean estas
reivindicativas o políticas. Es acá donde se debe aportar a conducir las distintas
expresiones orgánicas en su desenvolvimiento en el conflicto de clases. La herramienta
por excelencia de este nivel consiste en la acción directa de masas, en tanto es el
resultado a la vez que expresa todos los niveles de la lucha de masas, pero que a su vez
les permite avanzar y desarrollarse hacia niveles superiores de organización o claridad
programática.
LUCHA IDEOLÓGICA:
Este nivel se desenvuelve en función del movimiento popular y la izquierda, como también
a nivel de la sociedad. Tanto este nivel como el nivel de lucha de masas se consideran en
coherencia con las líneas estratégicas generales como los niveles prioritarios de nuestra
estrategia general. En otras palabras, construir una hegemonía valórica socialista y
libertaria, apropiada para el proyecto de liberación. Por ende no deben desfasarse ni
independizarse de estos en su desarrollo práctico ni en sus concepciones gruesas.
LUCHA INSTITUCIONAL:
Este nivel involucra el cómo se articula un trabajo hacia las instituciones burguesas, en
función de ir generando fisuras en el bloque en el poder y el Estado, y de esta manera
aportar al rebalse de lo institucional desde el movimiento popular. Este nivel de lucha, en
función del desmantelamiento del Estado burgués, opera en dos dimensiones: la disputa
institucional (la tensión política en el conflicto social y político que se tiende hacia y desde
ella); y la inserción institucional (la participación activa de las fuerzas populares en cargos
dentro de la maquinaria estatal). Todo lo anterior enmarcado en la necesidad de la
expropiación del poder político desde el movimiento de masas.
FASES DE ENFRENTAMIENTO:
Las fases de enfrentamiento consisten en las etapas por donde proyectamos nuestra vía
para la revolución en Chile. Ellas dicen relación con una estructura de pensamiento
estratégico, es decir, que no están directamente relacionadas con el momento político,
sino que se piensan en función de las características históricas y del período. En este
sentido, pueden o no calzar con un cambio de ciclo político o de período. Desde las fases
estratégicas comprendemos las etapas de la lucha de clases que enmarca las estrategias
de período.
Esta fase, enmarcada en el rearme del movimiento popular, busca generar las
condiciones políticas para abrir un nuevo escenario que cambie la correlación de fuerzas
en función de mejorar las posibilidades de la clase trabajadora en su disputa histórica. Es
en esta fase donde se debe construir una fuerza político-social que logre romper el cerrojo
institucional del modelo neoliberal, y permita la consolidación de reformas que abran el
nuevo escenario que se busca.
Esta fase está enmarcada por un escenario de amplitud democrática de posibles -aunque
no aseguradas- características post-neoliberales. Dada la apertura del nuevo escenario
creada por la ruptura democrática, esta fase está sujeta a dos objetivos macro:
Hay que tener en cuenta que este proceso de equilibrio es parcial y no absoluto, es decir,
es una fase transicional. El equilibrio no requiere en sí la posesión del gobierno, pero este
es un instrumento que, en la medida de la generación de un programa de transición,
permite cumplir los objetivos estratégicos para esta fase. Por último, es importante señalar
que es factible una situación de fascistización de las capas medias que, previo a una
correlación de fuerzas suficiente, podría agudizar las contradicciones de forma
apresurada y contrarias al campo popular.
DIMENSIÓN INTERNACIONAL:
La contradicción fundamental se expresa en el periodo como: Dominación imperialista
contra lucha soberana y popular de liberación. La contradicción fundamental capital /
trabajo, como expresión de una totalidad en movimiento, posee una dimensión histórica,
de manera que el modo de producción capitalista a nivel mundial debe ser situado desde
la perspectiva de la Formación Económica y Social (FES).
Dicha concentración es posible dada la ley del máximo beneficio, propia del modo de
producción capitalista (MPC), lo que ha tendido a la eliminación de la libre competencia,
generándose la subordinación del capital industrial al capital financiero. En ese proceso el
capital monopólico centra su atención en la conquistas de nuevos mercados y en la
eliminación de sus medidas de protección en función de su máximo desarrollo. De esta
forma, integra a su paso a importantes fracciones de la burguesía por la vía de la
transformación, en su propio beneficio, de las modalidades específicas de acumulación de
capital (formación de bloque en el poder). Ello le atribuye un rol dirigente en el plano
estructural, lo que se expresa políticamente en el ámbito de las representaciones políticas
en el Estado, transformando las características específicas de éste.
Por otra parte, la lucha de la liberación del trabajo toma forma en el plano internacional en
una lucha de los trabajadores y trabajadoras por contrarrestar los efectos no distributivos
derivados de los ajustes o cambios del (o en el) patrón de acumulación en sus propias
naciones, lo que se hace extensivo a la resistencia de los trabajadores frente a los efectos
de la ley de baja tendencial de la tasa de ganancia.
DIMENSIÓN NACIONAL:
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En Chile la fracción de la burguesía que ejerce la hegemonía a nivel político es la dominante a
nivel económico e ideológico. Al interior de la “Nueva Mayoría” los sectores conservadores de la
Democracia Cristiana y aquellos comprometidos con la mantención del modelo neoliberal al interior
del PS, el PPD y el PR, más la derecha y sus fuerzas satélites correspondientes junto a los
gremios empresariales y a los centros de pensamiento y diseño de políticas públicas de estos
sectores constituyen el “Bloque en el Poder”, y representan los intereses de los monopolios
imperialistas tanto extranjeros como nacionales.
imperialistas, de reacomodar sus fuerzas y relegitimar el consenso neoliberal imperante
desde el final de la dictadura, mientras que la “radicalidad democrática de la lucha
soberana y popular” es expresión de un movimiento popular que está en proceso de
rearticulación política, orgánica y social, que lucha por la recuperación de la soberanía
popular, o sea, de su capacidad concreta de ejercer poder y control sobre su vida en las
diferentes aristas que le competen.
Es así como la ruptura democrática coloca el centro de este conflicto fuera de los marcos
de reproducción del modelo, implicando necesariamente ampliar el terreno de disputa y
atraer el eje hacia donde existen condiciones favorables para la superación de la
contradicción por parte del pueblo trabajador. Esto a su vez tendrá el efecto de constituir
una contraparte “real” a la que arrebatar transformaciones, el antagónico al pueblo
trabajador, que expresaría en términos concretos ese aspecto de la realidad que hoy se
muestra diluida o difusa (bloque en el poder).
Ahora, el medio de la estrategia por tanto será la disputa político-económica junto al
vector político-volitivo de la misma, es decir, a la articulación de una voluntad colectiva
que es capaz de desarrollarla. Esto genera en el proceso relaciones sociales nuevas
constituidas en “radicalidad democrática de las masas” y en un programa de reformas
estructurales (programa de ruptura enfocado en una nueva institucionalidad y el
aseguramiento de los derechos sociales) que se haga cargo de proyectar esas nuevas
relaciones de orientación socialista, libertaria y antipatriarcal.
ESLABÓN DECISIVO:
Para llevar a cabo nuestra estrategia del período consideramos que son centrales los
trabajadores de los sectores estratégicos, en tanto son indispensables para la
consecución de la ingobernabilidad económica y política. Importante es entender eso sí,
que si bien el proletariado estratégico es central para la estrategia del período, bajo
ningún concepto son suficientes para definir el cambio de fase, por lo que es fundamental
concebir el papel que juega en el proceso los sectores más dinámicos del campo popular,
como son el mundo estudiantil y los conflictos territoriales y medioambientales, las luchas
de la mujer y las minorías y disidencia sexuales, y los pueblos originarios.
DESARROLLO PROGRAMÁTICO:
El carácter del programa de ruptura apunta a identificar elementos que permitan tensionar
el modelo neoliberal en sus diferentes niveles más allá de los niveles que el Bloque en el
Poder esté dispuesto a aguantar.
MOVIMIENTO POLÍTICO SOCIAL AMPLIO:
Es, en síntesis, el trampolín para avanzar en las reformas que tensen el conflicto de clase,
fortaleciendo la unión de clase y de los pueblos: la maduración política del campo popular.
Con lo que respecta a esta área es necesario operar en torno a dos objetivos: la matriz
político cultural comunista libertaria (matriz cultural propia); y la construcción de una
matriz cultural de radicalidad democrática y popular.
En lo particular:
1- Ámbito electoral:
a) Presidenciales: en este período su apuesta deben ser en función de disputar el
espacio de la izquierda en base a la convergencia política y programática. Es un espacio
también de tribuna programática.
b) Parlamentarias: puede ser utilizado en función de ampliar espacios de maniobra, su
carácter de inserción o tribuna, son opciones relativas en términos tácticos, lo que está
circunscrito a la capacidad e incidencia del acumulado social, el desarrollo de
experiencias de democracia directa y el autogobierno territorial.
c) Municipales: se considera que en general se deberían concentrar fuerzas con el
objetivo directo de incentivar-potenciar los gobiernos locales y las organizaciones
territoriales en base a la democracia directa y el autogobierno popular, ganando para ello
espacios de representación local. Es decir en general se disputa para ganar.