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LÍNEA POLÍTICA GENERAL

I. INTRODUCCIÓN

Nuestra línea política consiste en nuestra tesis de la revolución en Chile bajo un trazado
táctico-estratégico. Esta tesis política se desprende de nuestro proyecto político
específico: el comunista libertario. La línea política tiene el adjetivo de “general” debido a
que busca ser la guía transversal de la implementación política. Es desde la LPG de
donde deben emanar con coherencia las líneas políticas específicas para cada área de
trabajo político.

Nuestro proyecto político, el comunismo libertario, de donde se desprende la LPG


proviene de una práctica y maduración política de más de una década de trabajo. Es así
como el proyecto consolida un conjunto de horizontes y características que, desde la
heterogeneidad ideológica, apunta a consolidarse como alternativa socialista para Chile y
nuestra América morena. Definimos a grandes rasgos nuestro proyecto político como:

a) SOCIALISTA AUTOGESTIONARIO: Esto significa que entendemos la construcción del


socialismo a través de la planificación y organización de la economía en base a los
organismos de los trabajadores (autogestión) en el marco de la democracia de masas.

b) REVOLUCIONARIO CON VOCACIÓN DE MASAS, PODER, UNIDAD Y MAYORÍAS:


Consideramos que es necesario cambiar estructuralmente el sistema político, económico
y cultural, y que para esto es necesario construir organizaciones de masas con
orientación socialista, siendo estas capacitadas para liderar el proceso, donde el rol de la
organización política es orientar y dinamizar dicho camino. La vocación de poder involucra
una concepción de disputa con las clases explotadoras en todos los niveles y ámbitos de
la lucha de clases.

La vocación de unidad constituye un valor fundamental que involucra supeditar los


intereses particulares a los generales de la clase trabajadora y el pueblo, en la
construcción del proceso político de lucha por el socialismo. Vocación de mayorías implica
desarrollar los más amplios esfuerzos materiales e intelectuales por compenetrarse e
incidir en las más variadas formas de organización y lucha del pueblo trabajador para
construir las mayorías sociales y políticas necesarias para el triunfo revolucionario hacia el
socialismo.

c) FEMINISTA: Esto producto que la liberación del régimen capitalista va directamente de


la mano con la superación de las formas de dominación impuestas por el patriarcado. En
especial trabajamos por la construcción de una sociedad feminista con plena igualdad de
derechos, trascendiendo las identidades de género. Entendiendo, por ahora, que el
género” corresponde a la “construcción social del sexo biológico”, siendo una definición
específica y un tema en general abierto, que es necesario y urgente trabajar.
Comprendemos que la mujer dueña de casa –que se desarrolla en el trabajo doméstico
no remunerado- es parte fundamental del engranaje capitalista, sostenedora del modelo
de producción y reproducción capitalista.

d) ECOLOGISTA: Nuestro proyecto radica en una concepción basada en la preservación


de nuestros medios de producción y reproducción de la vida, la naturaleza y los bienes
comunes, considerando que solo un modelo socialista permitiría construir una matriz
productiva ecológica, sustentable y soberana, asegurando el cuidado del entorno natural y
la preservación de la especie humana y de la Madre Tierra.

e) CON MORAL SOCIALISTA Y LIBERTARIA: Aspiramos a generar y constituirnos en


sujetos y sujetas críticas, democráticas, éticas y solidarias con vocación socialista y
comunitaria. Esto en la perspectiva de la constitución del hombre nuevo.

f) PATRIÓTICO Y ANTIIMPERIALISTA: Defendemos la autodeterminación de los


pueblos y naciones, bajo un sincero espíritu internacionalista. Comprendemos los
elementos constitutivos de la patria y nación, así como la existencia de pueblos y
sociedades como una dimensión social constituida en términos históricos y por tanto
atravesada por el desarrollo de los diferentes modos de producción. Es, en ese sentido,
que el internacionalismo lo comprendemos como una centralidad tanto en la lucha misma
de los trabajadores como e n la construcción de alternativas políticas socializantes. La
experiencia de los procesos de transición al socialismo, el acoso económico, ideológico,
diplomático y militar del imperialismo así como la distorsión económica interna derivada
del intercambio desigual con países capitalistas en el ámbito del comercio exterior, nos
refleja la imposibilidad de construir el socialismo en un solo país y por tanto coloca en el
centro la necesidad de la internacionalización de la lucha revolucionaria.

Nuestra línea política general se organiza en torno a un formato coherente integrado por:
la contradicción fundamental; objetivo central; estrategia general; la contradicción principal
del período; la estrategia del período; y las líneas estratégicas operacionales.

II. CONTRADICCIÓN FUNDAMENTAL:

CAPITAL / TRABAJO; PODER POLÍTICO / SOCIAL.

La contradicción fundamental que identificamos en el actual sistema capitalista se


encuentra cruzada por un enfrentamiento: entre el capital y el trabajo y entre el poder
político y lo social. Esto implica que consideramos que tanto la contradicción capital /
trabajo como entre el poder político y la esfera social forman parte inherente del sistema
capitalista, y la superación de una de estas contradicciones implica, necesariamente, la
superación de la otra.

CONTRADICCION CAPITAL / TRABAJO.

El capitalismo es un modo de producción consistente en un conjunto articulado de fuerzas


productivas (instrumentos de trabajo, tecnología, los medios técnicos y la propia destreza
de la clase trabajadora) y relaciones de producción (relaciones que los seres humanos
entablan entre sí para reproducir sus vidas trabajando sobre la naturaleza), en que el
capital y el trabajo no pueden existir independientemente uno del otro y se niegan
recíprocamente. Esto implica que la esencia misma del modo de producción capitalista
está constituida por la contradicción entre capital y trabajo.

El capitalismo como totalidad, expresa esta contradicción fundamental en que el ser


humano, despojado de su condición humana esencial y potencia creadora, el trabajo; ha
devenido en mercancía, esto es un objeto cuyo valor de cambio se establece en relación
a otras mercancías. Así el trabajo, y por extensión el trabajador, es susceptible de
apropiación privada que toma forma de plusvalía.

El intercambio entre el capital y el trabajo parte de dos términos contradictorios: El capital,


que posee trabajo objetivado como dinero; y el trabajo, que empobrecido sólo tiene que
venderse a sí mismo. Si el capital y el trabajo pueden presentarse en un mismo “mundo” –
el de las mercancías- para vender y comprar, es porque han acontecido situaciones
históricas concretas, en donde el intercambio es desigual:

a) El trabajador intercambia su mercancía –el trabajo, el valor de uso que como


mercancía también tiene un precio, como todas las demás mercancías–, por determinada
suma de valores de cambio (dinero) que el capital cede bajo el concepto de salario.
b) El capitalista recibe a cambio el trabajo mismo, el trabajo como actividad valorizante, es
decir, recibe a cambio la fuerza productiva que mantiene y reproduce al capital. Con esto
la fuerza productora y reproductora del capital se transforma en una fuerza perteneciente
al propio capital.

La apropiación privada del trabajo no es una situación natural -es histórica- y por tanto
transitoria. Esta apropiación es expresión de las relaciones sociales de producción entre
los seres humanos basadas en la explotación y en la mercantilización de la fuerza de
trabajo. Aquí es donde el trabajo se vuelve objeto y el objeto en sujeto, siendo esta
inversión conceptualizada por Marx como “fetiche de la mercancía” y que expresa el halo
místico y fantasmagórico que encubre las relaciones de producción capitalistas en que el
trabajo, verdadero productor de valor, se “objetiviza” en mercancía y la mercancía
adquiere características humanas.

CONTRADICCIÓN PODER POLÍTICO / SOCIAL.

Entendemos que las sociedades capitalistas no se erigen únicamente bajo la


contradicción fundamental existente entre el capital y el trabajo, sino que a su vez es
posible encontrar una contradicción entre el poder político y lo social. Así como la primera
contradicción tiene como resultado el surgimiento histórico del capitalismo es posible
observar que la segunda tiene como resultado el surgimiento histórico del Estado
moderno.

Comprendemos al Estado como aquel ente, separado de lo social y que se divorcia


progresivamente de él, que reclama para sí la disposición de lo político, entendido como
la capacidad de deliberar y ejecutar decisiones que se hagan vinculantes sobre un
territorio determinado. Este reclamo de lo político va aparejado a un reclamo sobre el
monopolio de la violencia, el que garantiza la disposición exclusiva de lo político. Este
entramado que surge del monopolio del poder político y la violencia sobre un territorio
determinados es el que constituye al Estado, siendo a la vez el que da origen a su
soberanía.
Esta contradicción se manifiesta a través de todo el orden social, y permite caracterizar a
los trabajadores no sólo como aquellos que han sido despojados de los medios de
producción, sino también como aquellos que han sido despojados de los medios
deliberativos para tomar el control sobre su propia existencia.

La superación de la contradicción entre lo social y lo político, supone la apropiación de lo


político por parte de lo social, sustituyendo los organismos del Estado por los órganos
deliberativos del pueblo, constituidos bajo la forma del Poder Popular, comprendido
como el instrumento mediante el cual se devuelve lo político al ámbito de lo social, dando
origen a la soberanía popular. Esta forma de estructura política, basada en el
autogobierno de los órganos deliberativos del pueblo, es la que denominaremos
democracia de masas.

III. OBJETIVO CENTRAL: EL SOCIALISMO.

Nuestro objetivo central es la superación de la contradicción fundamental sobre la base de


la construcción del socialismo, caracterizado como el ejercicio de la Democracia de
Masas y la instauración planificada de la autogestión económica (la socialización de los
medios de producción y distribución). Se entiende la democracia de masas como la
socialización del poder político, actualmente monopolizado por las clases explotadoras a
través del Estado burgués. Por tanto, ambos aspectos son inseparables, en tanto sólo en
su conjunción estructuran el comunismo libertario.

NUESTRA CONCEPCIÓN DE ECONOMIA DE LA CONSTRUCCIÓN SOCIALISTA:


PLANIFICACION SOCIALISTA, CENTRAL Y AUTOGESTIONARIA DE LA ECONOMÍA.

Entendemos que el período de transición al socialismo constituye un proceso


contradictorio orientado a la superación de las categorías y relaciones de producción
mercantiles y su sustitución por unas nuevas de carácter socialistas, que tienen por objeto
la liberación del trabajo alienado, la socialización tanto de los medios de producción como
del poder político, la superación de la división social del trabajo y la realización social de la
producción. La duración de este proceso no puede determinarse de antemano, pero las
características del periodo de transición son las de una sociedad que liquida sus viejas
ataduras encaminadas hacia el fin de la sociedad de clases.

Conforme a lo señalado, nuestra concepción económica de transición se basa en la


planificación socialista, central y autogestionaria de la economía, modo de ser de la
sociedad socialista y libertaria en el plano económico. Esta concepción involucra la
aspiración de que la conciencia de las personas alcance, por fin, a sintetizar y dirigir la
economía hacia su meta, la plena liberación y realización del ser humano en el ámbito de
la sociedad comunista. Bajo el principio de la planificación de carácter colectivo y
democrático, que oriente la gestión a nivel de ramas productivas y centros de trabajo
basada en el ejercicio de la autogestión económica integrada (no competitiva) que
involucra la participación activa de las y los trabajadores.

NUESTRA CONCEPCIÓN POLÍTICA DE LA CONSTRUCCIÓN SOCIALISTA:


SOCIALIZACION DEL PODER POLITICO, DEMOCRACIA DE MASAS Y NUEVA
INSTITUCIONALIDAD SOCIALISTA.
El capital logra reproducirse gracias al sistema de metabolismo social que se ha
constituido sobre la base de la tríada capital, trabajo y Estado, y mientras ésta no sea
destruida, el peligro de la reversión capitalista se mantendrá latente. El Estado es la forma
política de organización de la sociedad de clases, cuya esencia radica en el monopolio del
poder político de la burguesía y su ejercicio sobre la clase trabajadora.

En este sentido comprendemos la necesidad de la subsistencia del Estado en la etapa de


transición, pero transformado en una herramienta en donde las mayorías trabajadoras
imponen su voluntad a las antiguas clases explotadoras. Este Estado, sin embargo, se
encuentra en un proceso de disolución orientado hacia el fin de la sociedad de clases ya
que atraviesa una dinámica simultánea de socialización y federación del poder político,
que implica un ejercicio democrático del poder de los trabajadores y el pueblo –hombres,
mujeres, minorías y disidencias sexuales en igualdad de condiciones- para sí, al que
denominamos Democracia de Masas.

El ejercicio de la democracia de masas corresponde esencialmente a la inauguración de


relaciones sociales de nuevo tipo ligadas a los Órganos del Poder Popular –la nueva
institucionalidad socialista-, recayendo en éstos la elaboración y evaluación de las líneas
generales del programa de transformación socialista.

NUESTRA CONCEPCIÓN DE DEFENSA DEL PROCESO REVOLUCIONARIO:


ESTRATEGIA DE LUCHA DE TODO EL PUEBLO Y SOLIDARIDAD
INTERNACIONALISTA

La superación de la contradicción fundamental no constituye un hecho instantáneo. sino


que es un proceso histórico en virtud del cual los trabajadores se encuentran doblemente
enfrentados al capital. Esto se manifiesta desde un punto de vista interno, en el proceso
mismo de construcción del comunismo y que dice relación con la lucha político ideológica
que implica la destrucción de las relaciones sociales de producción capitalistas y en
términos externos, respecto a las tareas de defensa ante la reacción interna y agentes de
potencias extranjeras.

Históricamente cuando los trabajadores disputan el poder se han visto sometidos a la


constante agresión por parte de las potencias capitalistas. Nuestra respuesta ante esa
situación es que la defensa del proceso revolucionario se basa en una concepción integral
que incorpora la Estrategia de Lucha de Todo el Pueblo. Sin embargo, donde cobra
especial relevancia esta dimensión es en la lucha revolucionaria por la construcción del
comunismo internacional, en que tanto la defensa como el triunfo del proceso a escala
mundial están condicionadas a la victoria político-militar sobre las potencias capitalistas o
de la victoria de la revolución socialista en dichos países.

IV. ESTRATEGIA GENERAL: PODER POPULAR.

LINEA ESTRATÉGICA CENTRAL.

Construcción del poder popular en perspectiva de largo aliento a través de la superación


del régimen capitalista en proyección continental.

LÍNEAS ESTRATÉGICAS ESPECÍFICAS.


I. LÍNEA DE PODER POPULAR:

Apunta a la creación de un poder contra-hegemónico, entendiendo que el poder popular


no es algo mecánico sino que un proceso de avances y retrocesos que contiene el
germen del nuevo régimen de socialización del poder político al estar en disputa con el
Estado y sus atribuciones, generando en ese enfrentamiento las nuevas instituciones
socialistas y democráticas.

Es un proceso continuo de politización, construcción y acumulación de poder, siendo su


eje central la acumulación de las fuerzas populares. Junto con ello, es el medio
estratégico de cambio que debe ser asumido por el conjunto de la clase trabajadora,
catalizando su rearme de manera transversal en los diversos sectores sociales,
encarnando a medida que toma cuerpo como herramienta de lucha (fortaleciendo las
organizaciones de base y de masas), la nueva sociedad a la que se aspira.

III. LÍNEA DE VANGUARDIA COMPARTIDA:

Para poder transformar esta sociedad de forma revolucionaria se hace necesaria una
vanguardia política capacitada para conducir estratégicamente el movimiento de masas.
Esta vanguardia no se constituye como la consciencia del pueblo, sino más bien posibilita
su generación en un ejercicio dialéctico de interpretación de las masas y de los distintos
escenarios de la lucha de clases.

Consideramos que esta vanguardia de hecho (y no de derecho) debe aspirar a construirse


como una expresión política unificadora, entendiendo las múltiples orgánicas existentes.
Es por esto que tiene una importancia fundamental la unidad programática y estratégica
de la izquierda en función de poder dotarla de una conducción compartida y unitaria al
proceso revolucionario.

III. LÍNEA INTERNACIONAL:

El proceso revolucionario en Chile involucrará necesariamente una intervención (explícita


o encubierta) del imperialismo. Es por esto que se hace imprescindible generar una
correlación de fuerzas internacional favorable a un proceso revolucionario. En base a
esto, es esencial establecer puentes de contacto político y coordinación continental con
todas las fuerzas transformadoras, potenciando la interacción de los pueblos en todos los
niveles (políticos, sociales y gubernamentales). También, en un plano secundario, es
necesario abrir lazos con las fuerzas de liberación esparcidas en todo el tercer mundo.

NIVELES DE LUCHA.

Los niveles de lucha consisten en los planos transversales de enfrentamiento táctico


estratégico en contra del poder burgués. Estos niveles se hacen presentes en toda la
práctica política, ya sea general o particular. Nuestra Organización reconoce los
siguientes tres niveles de lucha para su práctica política:

LUCHA DE MASAS:

Se constituye como una forma de acción colectiva que desborda las pulsiones,
sentimientos o intereses individuales, e involucra el desarrollo cuantitativo, cualitativo,
orgánico y programático del pueblo en sus distintas expresiones, ya sean estas
reivindicativas o políticas. Es acá donde se debe aportar a conducir las distintas
expresiones orgánicas en su desenvolvimiento en el conflicto de clases. La herramienta
por excelencia de este nivel consiste en la acción directa de masas, en tanto es el
resultado a la vez que expresa todos los niveles de la lucha de masas, pero que a su vez
les permite avanzar y desarrollarse hacia niveles superiores de organización o claridad
programática.

LUCHA IDEOLÓGICA:

Consiste en la disputa con el “sentido común” del capitalismo, lo que involucra la


construcción ideológica de un sujeto nuevo, esto involucra tres ejes:

a) Formación de valores socialistas, libertarios y feministas, los que se expresan en


valoraciones concretas a través de prácticas que se viven y promueven;
b) Disposición a la lucha, lo que implica hacer converger las diferentes luchas individuales
y atomizadas en una noción colectiva de lucha que posibilita la transformación social;
c) Construcción de una identidad plurinacional de liberación, en disputa con la identidad
nacional burguesa.

Este nivel se desenvuelve en función del movimiento popular y la izquierda, como también
a nivel de la sociedad. Tanto este nivel como el nivel de lucha de masas se consideran en
coherencia con las líneas estratégicas generales como los niveles prioritarios de nuestra
estrategia general. En otras palabras, construir una hegemonía valórica socialista y
libertaria, apropiada para el proyecto de liberación. Por ende no deben desfasarse ni
independizarse de estos en su desarrollo práctico ni en sus concepciones gruesas.

LUCHA INSTITUCIONAL:

Este nivel involucra el cómo se articula un trabajo hacia las instituciones burguesas, en
función de ir generando fisuras en el bloque en el poder y el Estado, y de esta manera
aportar al rebalse de lo institucional desde el movimiento popular. Este nivel de lucha, en
función del desmantelamiento del Estado burgués, opera en dos dimensiones: la disputa
institucional (la tensión política en el conflicto social y político que se tiende hacia y desde
ella); y la inserción institucional (la participación activa de las fuerzas populares en cargos
dentro de la maquinaria estatal). Todo lo anterior enmarcado en la necesidad de la
expropiación del poder político desde el movimiento de masas.

Se expresa entonces, tanto en la proyección del movimiento de masas hacia la


institucionalidad –por ejemplo mediante una bancada que respalde el programa y las
transformaciones en la estructura del Estado contenidas en la estrategia de Ruptura
Democrática o en la incorporación de las organizaciones territoriales en los debates
políticos que corresponden a los municipios- como en la presión desde las organizaciones
sociales por influir en la decisiones políticas cotidianas a través de sus procesos de
movilización.

SUJETO REVOLUCIONARIO: PUEBLO TRABAJADOR DE CHILE

Planteamos que el sujeto revolucionario para la construcción del socialismo y la libertad,


tiene una naturaleza plural que comprende al pueblo trabajador de Chile y los pueblos
indígenas, entendido como el conjunto de explotados y oprimidos –hombres, mujeres y
minorías y disidencias sexuales- que habita en el territorio del Estado de Chile. Lo
comprendemos como vanguardia del proceso de liberación que entendiéndose como
clase social y desde cosmovisiones distintas, puede articular y articularse en torno a una
vocación conjunta de autodeterminación.

FASES DE ENFRENTAMIENTO:

Las fases de enfrentamiento consisten en las etapas por donde proyectamos nuestra vía
para la revolución en Chile. Ellas dicen relación con una estructura de pensamiento
estratégico, es decir, que no están directamente relacionadas con el momento político,
sino que se piensan en función de las características históricas y del período. En este
sentido, pueden o no calzar con un cambio de ciclo político o de período. Desde las fases
estratégicas comprendemos las etapas de la lucha de clases que enmarca las estrategias
de período.

FASE DE DEFENSA ESTRATÉGICA: RUPTURA DEMOCRÁTICA.

Esta fase, enmarcada en el rearme del movimiento popular, busca generar las
condiciones políticas para abrir un nuevo escenario que cambie la correlación de fuerzas
en función de mejorar las posibilidades de la clase trabajadora en su disputa histórica. Es
en esta fase donde se debe construir una fuerza político-social que logre romper el cerrojo
institucional del modelo neoliberal, y permita la consolidación de reformas que abran el
nuevo escenario que se busca.

Los ejes esenciales de esta fase se compondrían de:

a) Desarrollar el trabajo de masas para la preparación constitutiva del poder popular en


base al control territorial (construcción de poder).
b) Desarrollo de un proceso de diálogo político programático y estratégico hacia la unidad
política y social de la izquierda (Movimiento Político Social Amplio).
c) Preparar el desarrollo de la línea institucional (Disputa del gobierno y proyección hacia
la institucionalidad).
d) Desarrollar una política programática hacia las FFAA que permitan democratizarlas,
quebrando su identificación mayoritaria con la oligarquía (Disputa del poder).
e) Disputar la hegemonía a través de una política comunicacional que dispute el sentido
común neoliberal, abriendo una serie de debates político-estratégicos en la sociedad
(Disputa de la hegemonía).

FASE DE EQUILIBRIO ESTRATÉGICO: CONFRONTACIÓN DEMOCRÁTICA.

Esta fase está enmarcada por un escenario de amplitud democrática de posibles -aunque
no aseguradas- características post-neoliberales. Dada la apertura del nuevo escenario
creada por la ruptura democrática, esta fase está sujeta a dos objetivos macro:

1. Consolidación y blindaje del poder popular (protección de la nueva correlación de


fuerzas).
2. Preparar las condiciones para la situación revolucionaria en base a un crecimiento del
poder popular.
Esta fase puede alargarse en el tiempo, pero principalmente se caracteriza por comenzar
un proceso de transición al socialismo sustentado en la disputa de profundas reformas
redistributivas y democráticas que vayan desmantelando el Estado burgués en un proceso
creciente de socialización del poder político y económico. Todo esto en la búsqueda de
preparar las condiciones materiales para construir un nuevo modelo, por lo que los ejes
esenciales se compondrían de:

a) Constitución del poder popular en base al control y gestión territorial (construcción de


poder).
b) Consolidar la unidad política y social de la izquierda (Movimiento Político Social
Amplio).
c) Disputar el control popular del Estado burgués (disputar el gobierno).
d) Implementación de reformas democráticas en las FF.AA. que permita incorporarlas al
proceso de defensa de la soberanía popular y nacional, quebrando el monopolio
ideológico de la oligarquía subordinada al imperialismo extranjero (Disputar el poder).
e) Profundización de la disputa ideológica a través de una política de medios y
comunicaciones (disputa de la hegemonía).

Hay que tener en cuenta que este proceso de equilibrio es parcial y no absoluto, es decir,
es una fase transicional. El equilibrio no requiere en sí la posesión del gobierno, pero este
es un instrumento que, en la medida de la generación de un programa de transición,
permite cumplir los objetivos estratégicos para esta fase. Por último, es importante señalar
que es factible una situación de fascistización de las capas medias que, previo a una
correlación de fuerzas suficiente, podría agudizar las contradicciones de forma
apresurada y contrarias al campo popular.

FASE DE OFENSIVA ESTRATÉGICA: CONFRONTACIÓN REVOLUCIONARIA.

Se resuelve el conflicto por medio de la disputa abierta por el poder, presentándose


abiertamente los intereses contradictorios entre las clases sociales en pugna. Esta fase es
producida por el quiebre definitivo de la burguesía con su propia institucionalidad en
decadencia (golpismo). El objeto esencial de esta fase es consolidar las nuevas
instituciones en base a una lucha de liberación nacional en contra de la intervención
imperialista en todas sus formas. Básicamente es la apertura total de la lucha por el
socialismo trabajada desde la fase anterior.

FASE CERO: RESISTENCIA.

Esta fase implica la respuesta a un proceso de derrota de cualquiera de las fases


anteriores, por lo que se comprende la posibilidad de reversión del proceso político
planteando la necesidad de resguardar lo acumulado frente a una ofensiva represiva
explícita o implícita de parte del enemigo en un contexto en el que la correlación de
fuerzas no es favorable para los trabajadores. En esta situación lo esencial es el repliegue
hacia la retaguardia política en pos de la sobrevivencia del Partido y el acumulado del
campo popular en general. En esta fase la estrategia del período debe apuntar a generar
las condiciones para el fin de la represión y abrir una nueva fase.

V. CONTRADICCIÓN PRINCIPAL DEL PERÍODO

DIMENSIÓN INTERNACIONAL:
La contradicción fundamental se expresa en el periodo como: Dominación imperialista
contra lucha soberana y popular de liberación. La contradicción fundamental capital /
trabajo, como expresión de una totalidad en movimiento, posee una dimensión histórica,
de manera que el modo de producción capitalista a nivel mundial debe ser situado desde
la perspectiva de la Formación Económica y Social (FES).

En el plano internacional el modo de producción capitalista es predominante en las


formaciones económicas y sociales, logrando desarrollar características específicas y que
lo sitúan en su fase superior de desarrollo que denominamos imperialismo, fase
caracterizada por relaciones de dominación política e ideológica y explotación económica,
que tienen su origen en el alto grado de concentración de capital.

Dicha concentración es posible dada la ley del máximo beneficio, propia del modo de
producción capitalista (MPC), lo que ha tendido a la eliminación de la libre competencia,
generándose la subordinación del capital industrial al capital financiero. En ese proceso el
capital monopólico centra su atención en la conquistas de nuevos mercados y en la
eliminación de sus medidas de protección en función de su máximo desarrollo. De esta
forma, integra a su paso a importantes fracciones de la burguesía por la vía de la
transformación, en su propio beneficio, de las modalidades específicas de acumulación de
capital (formación de bloque en el poder). Ello le atribuye un rol dirigente en el plano
estructural, lo que se expresa políticamente en el ámbito de las representaciones políticas
en el Estado, transformando las características específicas de éste.

Por otra parte, la lucha de la liberación del trabajo toma forma en el plano internacional en
una lucha de los trabajadores y trabajadoras por contrarrestar los efectos no distributivos
derivados de los ajustes o cambios del (o en el) patrón de acumulación en sus propias
naciones, lo que se hace extensivo a la resistencia de los trabajadores frente a los efectos
de la ley de baja tendencial de la tasa de ganancia.

Lo anterior es expresión de la lucha de clases y que toma forma en un primer nivel en


reivindicaciones de carácter económico, las que potencialmente se expresa en un nivel
superior tomando forma de lucha política y de masas en la medida que se desarrolla la
conciencia de clase trabajadora y por tanto la comprensión del carácter histórico y
transitorio del capitalismo. Es así que el desarrollo de la conciencia de los trabajadores y
trabajadoras se expresa en mayores niveles de organización y de asimilación del debate
en torno el poder, orientándose estas lucha a la consecución de la soberanía plena y
autodeterminación que no es otra cosa que la liberación del trabajo.

DIMENSIÓN NACIONAL:

La contradicción fundamental se expresa nacionalmente en el período como: Blindaje


institucional del neoliberalismo como condición de su reproducción e irreformabilidad
versus la radicalidad democrática de la lucha soberana y popular.

El modo de producción predominante en la formación económica y social en Chile es el


MPC, y en particular el patrón o modalidad específica de acumulación capitalista en
nuestro país es de carácter neoliberal; esto es, una modalidad específica de acumulación
y reproducción de capital que se expresa básicamente en la sobreexplotación de la fuerza
de trabajo y por tanto el aumento de la tasa de plusvalía, dependencia expresada en flujos
enormes de capital al mercado financiero mundial derivados de la explotación del trabajo
y la renta de los recursos naturales.

Otras características son la consolidación de monopolios en los sectores estratégicos de


la economía y sector servicios, la supresión de la actividad económica del estado, la
redistribución del ingreso que opera en contra de los trabajadores asalariados, de la
mediana y pequeña burguesía a favor del capital monopólico transnacional, la integración
de amplias capas sociales al consumo de bienes y servicios por la vía del endeudamiento
con el capital financiero, y la política de Estado de subsidio a la demanda que opera en
beneficio del capital monopólico y fracciones de la gran burguesía controladoras de la
oferta privada.

Este modelo es fuertemente apuntalado por un blindaje institucional proporcional a la


magnitud de las transformaciones económicas y políticas generadas a raíz de la
implementación del modelo durante la dictadura militar y su perfeccionamiento durante la
transición civil pactada. Este blindaje se manifiesta desde el punto de vista político en
mecanismos e instituciones jurídicas pétreas e impermeables a la voluntad de las
mayorías nacionales y que expresa, en el ámbito representaciones políticas en el Estado,
una alta compenetración ideológico – económica que denominamos Consenso Neoliberal.
Esta situación estructural en que el MPC se presenta en una situación histórico-concreta,
se expresa desde el punto de vista de la radicalidad democrática en un malestar larvado o
encubierto, que ha emergido episódicamente en pequeñas detonaciones de carácter
económicas y sociales, y que han ido evidenciando la existencia de pilares esenciales del
modelo para la reproducción intensa de capital, y blindajes institucionales que impiden
estas transformaciones estructurales.

Lo anterior manifiesta un fuerte “movimiento de partículas” coincidentes con ciclos


expansivos de la actividad económica, que emergen en procesos de organización y
respuesta social cuya característica transversal consiste en una profunda radicalidad en el
ejercicio democrático que expresa una crítica implícita al modo de representación política
vigente. Este ejercicio toma forma en el establecimiento de marcos democrático en las
tomas de decisiones y mecanismos de revocabilidad y estructura vocería que se basa en
el mandato directo y no delegado. Desde el punto de vista de los contenidos las
demandas toman forma de programa de reformas que comienzan a expresar una
voluntad de transformación estructural en términos económicos y políticos.

En síntesis, comprendemos este enfrentamiento como expresión concreta en este período


de la lucha de clases en Chile. De esta manera, da cuenta de una pugna que subyace a
esta tensión y que está protagonizada por fuerzas sociales que poseen expresiones
políticas concretas e intereses económicos más o menos determinados. Entonces, el
“blindaje institucional del neoliberalismo como condición de su reproducción e
irreformabilidad” expresa la búsqueda por parte del bloque en el poder 1, y en última
instancia del gran empresariado nacional subordinado a los intereses político-económicos

1
En Chile la fracción de la burguesía que ejerce la hegemonía a nivel político es la dominante a
nivel económico e ideológico. Al interior de la “Nueva Mayoría” los sectores conservadores de la
Democracia Cristiana y aquellos comprometidos con la mantención del modelo neoliberal al interior
del PS, el PPD y el PR, más la derecha y sus fuerzas satélites correspondientes junto a los
gremios empresariales y a los centros de pensamiento y diseño de políticas públicas de estos
sectores constituyen el “Bloque en el Poder”, y representan los intereses de los monopolios
imperialistas tanto extranjeros como nacionales.
imperialistas, de reacomodar sus fuerzas y relegitimar el consenso neoliberal imperante
desde el final de la dictadura, mientras que la “radicalidad democrática de la lucha
soberana y popular” es expresión de un movimiento popular que está en proceso de
rearticulación política, orgánica y social, que lucha por la recuperación de la soberanía
popular, o sea, de su capacidad concreta de ejercer poder y control sobre su vida en las
diferentes aristas que le competen.

VI. ESTRATEGIA DEL PERÍODO: RUPTURA DEMOCRÁTICA

Se entiende como la estrategia en la que a través de la organización creciente de la clase


trabajadora y el desarrollo de sus procesos de lucha económica y política se logre superar
la contradicción del actual período, consolidando una nueva correlación entre las fuerzas
sociales del país. Esta superación se logra a través de la reorganización del Estado en
base a importantes reformas políticas y redistributivas, a las que el bloque en el poder se
ve obligado a acceder, y que son impulsadas por el movimiento popular para hacer
estallar el cerrojo institucional pinochetista, instaurar reformas que hagan retroceder al
mercado sentando las bases de un modelo productivo sustentable y con proyección
socialista, y haciendo retroceder las bases del “sentido común” neoliberal (disputa de
hegemonía cultural) con especial énfasis en el desmantelamiento de los mecanismos que
reproducen la estructura social patriarcal capitalista.

La Ruptura Democrática como estrategia parcial involucra comprender el sentido de la


contradicción en el periodo. Desde nuestra perspectiva asumimos que la realidad no es
estática, al contrario, es dialéctica por lo que está en constante movimiento y
transformación. Es por esto que la superación de la contradicción se desarrolla partir de la
lucha o conflicto entre los contrarios que la componen, de esta forma “lo nuevo” emerge
como fruto de la actividad transformadora y por tanto de la práctica revolucionaria. Es por
ello que la superación de esta lucha de contrarios, tiene carácter de ruptura.

Una contradicción no puede resolverse automáticamente o sin dificultades. Exige llegar a


entender su lógica específica, y de ahí surge la elaboración de una estrategia para
superarla en la práctica.

En el contexto nacional, para que fuera posible la existencia y reproducción de un aspecto


de la contradicción (modelo neoliberal) necesariamente se requería definir de antemano
las condiciones que garantizaran absolutamente dicha reproducción; lo que refiere
fundamentalmente al marco institucional por una parte, y la consolidación de la
hegemonía ideológica neoliberal por otra. De esta forma el campo de batalla ya no radica
esencialmente en el Estado (cascarón vacío) como lo fue en el patrón de acumulación
anterior; sino que es mucho más extenso, y su centro se encuentra a extramuros del
marco institucional predefinido por uno de los aspectos de la contradicción.

Es así como la ruptura democrática coloca el centro de este conflicto fuera de los marcos
de reproducción del modelo, implicando necesariamente ampliar el terreno de disputa y
atraer el eje hacia donde existen condiciones favorables para la superación de la
contradicción por parte del pueblo trabajador. Esto a su vez tendrá el efecto de constituir
una contraparte “real” a la que arrebatar transformaciones, el antagónico al pueblo
trabajador, que expresaría en términos concretos ese aspecto de la realidad que hoy se
muestra diluida o difusa (bloque en el poder).
Ahora, el medio de la estrategia por tanto será la disputa político-económica junto al
vector político-volitivo de la misma, es decir, a la articulación de una voluntad colectiva
que es capaz de desarrollarla. Esto genera en el proceso relaciones sociales nuevas
constituidas en “radicalidad democrática de las masas” y en un programa de reformas
estructurales (programa de ruptura enfocado en una nueva institucionalidad y el
aseguramiento de los derechos sociales) que se haga cargo de proyectar esas nuevas
relaciones de orientación socialista, libertaria y antipatriarcal.

Es por esto que la estrategia de ruptura democrática así concebida no constituye un


hecho, un evento o momento; es un proceso en despliegue histórico, que abarca la
totalidad del actual campo de batalla y basado en un diseño táctico dúctil con centralidad
funcional y operativa en la estrategia general. Los aspectos o tareas específicas del
diseño merecen una aplicación sistemática con énfasis diferenciado, esto último
determinado por la perspectiva de la carga de tiempo histórico necesaria para la
consecución de dichos objetivos táctico-estratégicos.

ESLABÓN DECISIVO:

Para llevar a cabo nuestra estrategia del período consideramos que son centrales los
trabajadores de los sectores estratégicos, en tanto son indispensables para la
consecución de la ingobernabilidad económica y política. Importante es entender eso sí,
que si bien el proletariado estratégico es central para la estrategia del período, bajo
ningún concepto son suficientes para definir el cambio de fase, por lo que es fundamental
concebir el papel que juega en el proceso los sectores más dinámicos del campo popular,
como son el mundo estudiantil y los conflictos territoriales y medioambientales, las luchas
de la mujer y las minorías y disidencia sexuales, y los pueblos originarios.

ELEMENTOS CENTRALES DE LA RUPTURA DEMOCRÁTICA:

ACCIÓN DIRECTA DE MASAS:

Entendemos por “acción directa” en un primer ámbito referido a la deliberación política,


que no es sino el ejercicio soberano de las comunidades, sin intermediarios entre las
demandas y luchas en proyección, con solución autónoma de sus problemas. Dicho de
otra forma es la expresión soberana de los grupos humanos en cuanto para alcanzar sus
objetivos lo hacen de modos directos.

DESARROLLO PROGRAMÁTICO:

Entendemos que para la construcción de programas transversales de unidad, debemos


ampliar la cobertura política de nuestro proyecto, es decir, profundizar en la incidencia,
conducción y dirección de los procesos sociales que son cauce de un movimiento político
social amplio, y que más aún orienten la unidad de la izquierda de intención
revolucionaria. Por lo tanto, la construcción de plataformas de lucha y programas de
unidad por medio de la vía sectorial e intersectorial siguen siendo la columna vertebral de
cualquier intento serio de unidad.

El carácter del programa de ruptura apunta a identificar elementos que permitan tensionar
el modelo neoliberal en sus diferentes niveles más allá de los niveles que el Bloque en el
Poder esté dispuesto a aguantar.
MOVIMIENTO POLÍTICO SOCIAL AMPLIO:

El MPSA es un espacio de articulación de partidos políticos y organizaciones de masas,


cuyo eje central de unidad es programático, con un relato nacional sustentado en las
temáticas transversales de los diferentes sectores del campo popular. De todas formas,
sabemos que no existe una receta predeterminada del MPSA ni podemos pensar su
desarrollo a partir de experiencias de otros países (de los cuales si extraemos elementos
que nos orientan en su construcción).

El MPSA es el espacio que le otorga al programa de ruptura base social movilizada,


agrupa a los sectores sociales más dinámicos del campo popular, entrega un espacio en
el que los cuadros intermedios de las organizaciones de masas se politizan y se acercan
a las posiciones y los debates que se desarrollan en la “vanguardia compartida”. Junto
con ello, las organizaciones sociales permiten anclar los ejes del programa de ruptura
generado en el partido en los combates más concretos de la clase trabajadora.

Es, en síntesis, el trampolín para avanzar en las reformas que tensen el conflicto de clase,
fortaleciendo la unión de clase y de los pueblos: la maduración política del campo popular.

IMPLEMENTACION DE LA LUCHA INSTITUCIONAL:

La lucha institucional, y en particular el componente electoral toma sentido siempre y


cuando haya un programa, una real alternativa como proyecto que nos permita utilizar la
elección para profundizar nuestro proyecto. Consideramos necesario copar espacios
institucionales en razón de la vocación de mayorías y el fortalecimiento del proyecto,
entregándole cobertura a las demandas y las luchas populares, asegurando mayores
niveles de participación de las masas en las instancias de decisión en los territorios.

En esa medida se entiende que el despliegue institucional está subordinado a la Acción


Directa de Masas, y se inscribe dentro de la estrategia de Ruptura Democrática en la
medida en que permite avanzar en la implementación del programa de ruptura. Solo es
necesario en cuanto nos permita un avance real en el proceso de acumulación de fuerzas
y poder local en los distintos territorios como sustento del programa de lucha transversal.

POLITICA DE DISPUTA DE HEGEMONIA

Se hace indispensable la aplicación de la línea de lucha ideológica a través de una


política de medios, comunicacional y de apertura de debates político-estratégicos en la
sociedad. Así, es necesario constituir un sistema comunicacional integrado y una política
de comunicaciones públicas que nos permita paliar el cerco mediático del duopolio
oligárquico para tratar de incidir en el “sentido público”, transmitir nuestra política y
confrontar el discurso oficial.

VII. LÍNEAS ESTRATÉGICO OPERACIONALES.

Hacen referencia a los lineamientos transversales que permiten a la táctica tener un


sentido operacional acorde a la EP. Estas líneas operacionales aterrizan los niveles de
lucha de la EG y permiten un marco operativo para la consecución de las líneas tácticas.
LÍNEA E/O DE MASAS:

Acrecentar el nivel de organización y articulación de las organizaciones de masas para


establecer niveles de ingobernabilidad política que apunten a los objetivos programáticos
del período. Para esto se debe implementar una “cadena de ensayos de
ingobernabilidad”, en el sentido de establecer puntos de inflexión a lo largo de cada año
que nos permitan presionar, tensionar y experimentar a través de la acción directa de
masas la ingobernabilidad política y económica. Por otro lado, es vital establecer pisos de
contención en ciclos de baja de la lucha de masas que nos permitan capitalizar social y
políticamente lo acumulado.

LÍNEA E/O IDEOLÓGICA:

Con lo que respecta a esta área es necesario operar en torno a dos objetivos: la matriz
político cultural comunista libertaria (matriz cultural propia); y la construcción de una
matriz cultural de radicalidad democrática y popular.

a) MPCCL: Como Partido es necesario construir y reforzar nuestra matriz cultural


partidaria (que engloba al conjunto del proyecto político) pero esta debe alimentarse
desde lo propio y real, es decir, desde nuestra experiencia viva como proyecto. En este
sentido los elementos deben construir un relato que haga sentido a la gente y logre
permear a la izquierda.
b) Matriz cultural de radicalidad democrática: una amplia matriz político cultural que sea
convocante en función de nuestra estrategia para el período, es decir, calibrar un conjunto
de elementos: radicalidad democrática; feminismo y antipatriarcal, sentido patriótico
(soberanía y dignidad); latinoamericanista; y socialista.

LÍNEA E/O INSTITUCIONAL:

En nuestro trabajo de disputa institucional – entendido como la tensión política en el


conflicto social y político que se tiende hacia y desde ella- es necesario la formación de
estructuras de cuadros técnicos y dirigentes sociales para abordar estos requerimientos.
Además contar con una política de alianzas a nivel central que permita operativizar ciertos
aspectos políticotécnicos en el debate y confrontación con los sectores neoliberales.

En términos de la inserción institucional –esto es la participación activa de las fuerzas


populares en cargos dentro de la maquinaria estatal- es necesario constituir bases
sociales territorializadas que permitan la viabilidad de las distintas apuestas tácticas. Esto
debe ir de la mano de construir la fuerza política propia y las alianzas (de clase y partido,
MPSA) para la concreción de fuerza, y enmarcadas en las orientaciones de
Implementación de la lucha institucional como elemento de la estrategia de Ruptura
democrática.

En lo particular:

1- Ámbito electoral:
a) Presidenciales: en este período su apuesta deben ser en función de disputar el
espacio de la izquierda en base a la convergencia política y programática. Es un espacio
también de tribuna programática.
b) Parlamentarias: puede ser utilizado en función de ampliar espacios de maniobra, su
carácter de inserción o tribuna, son opciones relativas en términos tácticos, lo que está
circunscrito a la capacidad e incidencia del acumulado social, el desarrollo de
experiencias de democracia directa y el autogobierno territorial.
c) Municipales: se considera que en general se deberían concentrar fuerzas con el
objetivo directo de incentivar-potenciar los gobiernos locales y las organizaciones
territoriales en base a la democracia directa y el autogobierno popular, ganando para ello
espacios de representación local. Es decir en general se disputa para ganar.

2- Ámbito administración pública y participación social.


a) Administración pública: refiere a la inserción militante en los aparatos administrativos
del Estado por razones laborales, con objeto de incentivar y potenciar las organizaciones
territoriales por medio de la fluidez de las informaciones elaboradas desde el estado
burgués, la posibilidad de tensar internamente en función los intereses del pueblo y la
disputa de poder desde y hacia las políticas públicas.
b) Participación social: refiere a la participación, orientación y representación en las
distintas organizaciones sociales vinculadas a la gestión, promoción e implementación de
políticas sociales con orientación de ruptura democrática.
En general ambas apuestas tácticas deben ir orientadas en la preparación de futuros
despliegues, agitación de nuestro programa y avanzar en la concreción de objetivos
programáticos.

LÍNEA E/O DE SOBERANÍA NACIONAL Y POPULAR:

En este momento es esencial poder establecer y posicionar lineamientos programáticos


de modernización de las instituciones armadas (escuelas matrices únicas entre oficiales y
suboficiales; depurar la oficialidad de personajes involucrados con la violación a los
DDHH; terminar con la corrupción y maltrato interno; abrir relaciones cívico-militares entre
las universidades públicas y las escuelas matrices; etc.). Por otro lado, es importante
comenzar a constituir las bases orgánicas para darle conducción a la autodefensa de
masas, y los cimientos para abordar las tareas de un componente revolucionario activo
implicado en el nuevo escenario que se desea abrir. En este marco se sitúa asimismo las
tareas de protección integral del proyecto político

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