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EL SER Y I, A NADA

BIBLIOTECA FILOSÓFICA
FUNDADA POR

FRANCISCO ROMERO
JEAN-PAUL SARTRE

EL SER Y LA NADA
ENSAYO DE ONTOLOGÍA FENOMENOLÓGICA

TRADUCCIÓN DE
JUAN VALMAR

NOVENA EDICIÓN

Editorial Losada, S. A.
Buenos Aires
Título del original francés:
L'étre et le néant
Essai d'ontologie phénoménologique

© Librairie Gallimard 1943


© Editorial Losada, S.A.
Moreno 3362
Buenos Aires, 1966

Novena edición: marzo 1993

Tapa: Alberto Diez

ISBN: 950-03-8045-5

Q u e d a hecho el depósito que previene la ley 11.723

Marca y características gráficas registradas


en la Oficina de P a t e n t e s y Marcas de la Nación

Impreso en la A r g e n t i n a - Printed in Argentina


AI. CASTOR
NOTA DEL TRADUCTOR

Del presente libro existe u n a p r i m e r a versión española, con pró-


logo exegético y crítico del t r a d u c t o r , profesor M . A. Virasoro (J.-
P. Sartre, El ser y la nada, 3 vols., I b e r o a m e r i c a n a , Buenos Aires,
1946 ; 2* ed., 1954). Como, a p a r t e de que n o p u e d e h a b e r traducción
inmejorable, siempre h a y diversos criterios con q u e hacerla, expondre-
mos los q u e h a n g u i a d o a la presente. L o p r i m e r o h a sido p r o c u r a r
un riguroso equivalente expresivo del original; este libro, al cual se
lia calificado de "difícil y m u y técnico", tiene u n estilo abstruso y
premioso a f u e r z a d e precisión; n o cabe esperar, pues, q u e la tra-
ducción le dé u n a elegancia y fluidez q u e n o posee; en cambio, el
(raductor se h a esforzado p o r q u e el lector de habla española n o tenga
menos dificultades "que el lector francés, p e r o t a m p o c o más, y por
ello se h a c u i d a d o de evitar esa serie de p e q u e ñ a s ambigüedades q u e
la sintaxis del idioma a q u e se t r a d u c e i n t r o d u c e en u n texto origi-
n a r i a m e n t e unívoco; es decir que, en la m e d i d a en q u e el t r a d u c t o r
ha logrado su propósito, si u n a expresión es a m b i g u a en la t r a d u c -
ción lo es t a m b i é n en el original. P a r a ello, y p a r a g u a r d a r el rigor
terminológico, se h a n u s a d o ciertas libertades con el idioma (ga-
licismos, p o r e j e m p l o ) , prefiriéndose la precisión al purismo. E n los
casos en q u e n o h a sido posible lograr u n equivalente expresivo
exacto, ,se indica al pie de p á g i n a el matiz de la expresión francesa.
Los términos técnicos h a n sido vertidos con el m a y o r rigor, calcán-
doselos en lo posible, inclusive formaciones lingüísticas aberrantes,
(orno lo de négatité o aspatial.
N o tratándose de u n libro escolar, se h a creído preferible d e j a r
las citas bibliográficas del a u t o r tal c o m o las d a en francés. Además,
se lia r e s p e t a d o el uso — a veces b a s t a n t e singular— del original en
c u a n t o a comillas, bastardillas y mayúsculas.
F i n a l m e n t e , el t r a d u c t o r h a considerado preferible a u n a intro-
d u c c i ó n explicativa ( q u e p u e d e hallarse en tantos libros accesibles
sobre el existencialismo y sobre el p r o p i o S a r t r e ) u n índice termi-
nológico y t e m á t i c o cuyas características y uso p u e d e n verse al fin
del libro
INTRODUCCIÓN

EN BUSCA DEL SER

LA IDEA DE FENÓMENO

El pensamiento moderno ha realizado un progreso considerable


al reducir el existente a la serie de las apariciones que lo manifies-
tan. Se apuntaba con ello a suprimir cierto número de dualismos
que causaban embarazo a la filosofía, y a reemplazarlos con el mo-
nismo del fenómeno. ¿Se ha logrado hacerlo?
Cierto es que se ha eliminado en primer lugar esc dualismo que
opone en el existente lo interior a lo exterior. Ya no hay un exterior
del existente, si se entiende por ello una piel superficial que disimule
a la mirada la verdadera naturaleza del objeto. Y esta verdadera
naturaleza, a su vez, si ha de ser la realidad secreta de la cosa, que
puede ser presentida o supuesta pero jamás alcanzada porque es "in-
terior" al objeto considerado, tampoco existe. Las apariciones que
manifiestan al existente no son ni interiores ni exteriores: son equi-
valentes entre sí, y remiten todas a otras apariciones, sin que ninguna
de ellas sea privilegiada. La fuerza, por ejemplo, no es un conato
metafísico y de especie desconocida que se enmascare tras sus efectos
(aceleraciones, desviaciones, etc.); no es sino el conjunto de estos
efectos. Análogamente, la corriente eléctrica no tiene un secreto re-
verso: no es sino el conjunto de las acciones físico-químicas (elec-
trólisis, incandescencia de un filamento de carbono, desplazamiento
de la aguja del galvanómetro, etc.) que la manifiestan. Ninguna de
estas acciones basta para revelarla. Pero tampoco apunta hacia algo
que esté detrás de ella, sino que apunta hacia sí misma y hacia la
serie total. Se sigúe de ello, evidentemente, que el dualismo del ser
y el parecer tampoco puede encontrar derecho de ciudadanía en el
campo filosófico. La apariencia remite a la serie total de las apa-
riencias y no a una realidad oculta que haya drenado hacia sí todo
el ser del existente. Y la apariencia, por su parte, no es una manifes-
tación inconsistente de ese ser. M i e n t r a s h a p o d i d o creerse en las
realidades numénicas, la apariencia se h a p r e s e n t a d o c o m o u n p u r o
negativo. E r a "lo q u e n o es el ser"; n o tenía otro ser q u e el de
la ilusión y el del error. P e r o este m i s m o ser e r a u n ser p r e s t a d o ;
consistía en u n a falsa apariencia, y la m á x i m a dificultad q u e po-
día encontrarse era la d e m a n t e n e r suficiente cohesión y existencia
a la a p a r i e n c i a p a r a q u e n o se reabsorbiera p o r sí m i s m a en el
seno del ser no-fenoménico. Pero, si nos hemos desprendido u n a
vez d e lo q u e Nietzsche l l a m a b a " l a ilusión d e los t r a s m u n d o s " ,
y si ya n o creemos en el ser-de-tras-la-aparición, ésta se torna, al
contrario, p l e n a d e positividad, y su esencia es u n " p a r e c e r " q u e n o
se o p o n e ya al ser, sino que, al contrario, es su m e d i d a . Pues el ser
d e u n existente es, precisamente, lo q u e el existente parece. Así lle-
gamos a la idea d e fenómeno, tal c o m o p u e d e encontrarse, p o r e j e m -
plo, en la " f e n o m e n o l o g í a " d e Husserl o d e H e i d e g g e r : el f e n ó m e n o
o lo relativo-absoluto. R e l a t i v o sigue siendo el f e n ó m e n o , pues el
" p a r e c e r " supone p o r esencia alguien a quien parecer. Pero n o tiene
la doble relatividad d e la Erscheinung k a n t i a n a . El f e n ó m e n o n o
indica, c o m o a p u n t a n d o p o r sobre su h o m b r o , u n ser v e r d a d e r o q u e
tenga, él sí, c a r á c t e r d e absoluto. L o q u e el f e n ó m e n o es, lo es ab-
s o l u t a m e n t e , pues se devela como es. El f e n ó m e n o p u e d e ser estu-
d i a d o y descrito en t a n t o q u e tal, pues es absolutamente indicativo
de sí mismo.
Al m i s m o t i e m p o cae la d u a l i d a d de la potencia y el acto. T o d o
es en acto. T r a s el a c t o n o h a y ni potencia, ni "éxis", ni virtud.
Nos negaremos, p o r ejemplo, a e n t e n d e r p o r " g e n i o " •—en el senti-
d o en q u e se dice d e Próust q u e " t e n í a genio" o q u e " e r a " u n
genio— u n a potencia singular d e p r o d u c i r ciertas obras, potencia
q u e n o se agotaría precisamente e n la p r o d u c c i ó n d e las mismas.
El genio d e Proust n o es ni la o b r a considerada a i s l a d a m e n t e ni el
poder subjetivo d e p r o d u c i r l a : es la o b r a considerada c o m o el con-
j u n t o d e las manifestaciones d e la persona. P o r eso, en fin, p o d e m o s
rechazar i g u a l m e n t e el dualismo d e la apariencia y la esencia. L a
apariencia n o oculta la esencia, sino q u e la revela: es la esencia.
L a esencia d e u n existente n o es ya u n a virtud e n r a i z a d a en lo
h u e c o de ese existente: es la ley manifiesta q u e preside a la sucesión
d e sus apariciones, es la razón d e la serie. Al nominalismo d e Poin-
caré, q u e definía u n a realidad física (la corriente eléctrica, p o r
e j e m p l o ) c o m o la suma d e sus diversas manifestaciones, D u h e m
oponía con razón su p r o p i a teoría, según la cual el concepto es la
unidad sintética d e esas manifestaciones. Y, por cierto, la denomeno-
logía no es n a d a menos q u e nominalismo. Pero, en definitiva, la esen-
< i a c o m o razón de la serie n o es sino el n e x o d e las apariciones, es
decir, es ella misma u n a aparición. Esto explica q u e p u e d a h a b e r
una intuición de las esencias (la Wesenschau de Husserl, por ejem-
p l o ) . Así, el ser f e n o m é n i c o se manifiesta, manifiesta su esencia
t a n t o c o m o su existencia, y n o es sino la serie bien conexa de sus
manifestaciones.
¿ Q u i e r e decir que, al reducir el existente a sus manifestaciones,
liemos logrado suprimir todos los dualismos? Parece, m á s bien, q u e
los hayamos convertido todos en u n dualismo n u e v o : el de lo finito
y lo infinito. El existente, en efecto, n o p u e d e reducirse a u n a serie
jinita de manifestaciones, puesto q u e cada u n a de ellas es u n a rela-
ción a u n sujeto en p e r p e t u o cambio. A u n si u n objeto se revelara
a través de u n a sola " a b s c h a t t u n g " , el solo h e c h o d e ser sujeto im-
plica la posibilidad de multiplicar los p u n t o s d e vista sobre esa
" a b s c h a t t u n g " . Esto basta p a r a multiplicar al infinito la "abschat-
t u n g " considerada. Además, si la serie d e apariciones fuese finita,
ello significaría que las primeras q u e aparecieron n o tienen posibi-
lidad d e reaparecer, lo q u e es absurdo, o bien q u e p u e d e n darse todas
a la vez, lo que es m á s a b s u r d o todavía. Bien comprendemos, en
efecto, q u e nuestra teoría del f e n ó m e n o h a r e e m p l a z a d o la realidad
«le la cosa por la objetividad del fenómeno, y q u e h a f u n d a d o esta
objetividad sobre u n recurso al infinito. L a realidad d e esta taza
consiste en q u e está ahí y en q u e ella no es yo. T r a d u c i r e m o s esto
diciendo q u e la serie d e sus apariciones está vinculada p o r u n a razón
que n o d e p e n d e de m i gusto y gana. Pero la aparición, reducida
a sí misma y sin recurrir a la serie d e q u e f o r m a p a r t e , n o sería
tnás q u e u n a plenitud intuitiva y subjetiva: la m a n e r a en q u e el
sujeto es afectado. Si el f e n ó m e n o h a d e revelarse trascendente,
es necesario que el sujeto mismo trascienda la aparición hacia la
serie total de la cual ella es miembro. Es necesario q u e c a p t e el
rojo a través de su impresión de rojo. El rojo, es decir, la razón
;le la serie; la corriente eléctrica a través de la electrólisis, etc. Pero,
si la trascendencia del objeto se f u n d a sobre la necesidad q u e tiene
la aparición de hacerse trascender siempre, resulta q u e u n objeto
pune, por principio, como infinita la serie d e sus apariciones. Así,
la aparición, que es finita, se indica a sí misma en su finitud, p e r o
exige a la vez, p a r a ser c a p t a d a c o m o aparición-de-lo-que-aparece,
ser trascendida hacia el infinito. Esta oposición nueva, la d e "lo
finito y lo infinito", o, m e j o r , d e "lo infinito en lo finito", reemplaza
el dualismo del ser y el p a r e c e r : lo q u e parece, en efecto, es sólo u n
aspecto del objeto, y el objeto está í n t e g r a m e n t e en ese aspecto c
í n t e g r a m e n t e f u e r a de él. i n t e g r a m e n t e dentro en c u a n t o se m a n i -
fiesta en ese aspecto: se indica a sí m i s m o c o m o la estructura de la
aparición, q u e es a la vez la razón d e la serie. I n t e g r a m e n t e f u e r a ,
pues la serie m i s m a n o a p a r e c e r á j a m á s ni p u e d e aparecer. Así, el
" a f u t v a " se opone n u e v a m e n t e al " a d e n t r o " , y el ser-que-no-aparece,
a la aparición. Análogamente, cierta " p o t e n c i a " torna a h a b i t a r el
f e n ó m e n o y le confiere su trascendencia m i s m a : la potencia de
ser desarrollado en u n a serie d e apariciones reales o posibles. El ge-
nio d e Proust, a u n reducido a las obras producidas, no p o r eso d e j a
d e equivaler a la infinitud de los puntos de vista posibles q u e pudie-
r a n adoptarse sobre esa obra, y esto se llamará la "inagotabilidad"
d e la obra proustiana. Pero tal inagotabilidad, que implica u n a
trascendencia y u n recurso al infinito, ¿ n o es u n a éxis", en el
m o m e n t o m i s m o en q u e se la c a p t a en el objeto? Por último, la
esencia está radicalmente escindida de la apariencia individual que
la manifiesta, ya que, p o r principio, la esencia es lo q u e debe poder
ser m a n i f e s t a d o p o r u n a serie infinita de manifestaciones individuales.
Al reemplazar así u n a diversidad de oposiciones con u n d u a -
lismo único q u e las f u n d e , ¿hemos g a n a d o o perdido? P r o n t o lo
veremos. Por el m o m e n t o , la p r i m e r a consecuencia de la "teoría
del f e n ó m e n o " es q u e la aparición n o remite al ser c o m o el fenó-
m e n o k a n t i a n o al númeno. Puesto q u e ella n o tiene n a d a detrás y
n o es indicativa sino de sí misma (y de la serie total de las apari-
ciones), n o p u e d e estar soportada por otro ser que el suyo p r o p i o ;
n o p u e d e consistir en la tenue película de n a d a que separa al ser-
sujeto del ser-absoluto. Si la esencia de la aparición es u n parecer
q u e n o se opone a n i n g ú n ser, hay ahí u n legítimo p r o b l e m a : el del
ser de ese parecer. Este problema nos o c u p a r á aquí y será el p u n t o
de p a r t i d a de nuestras investigaciones sobré el ser y la nada.
EL FENÓMENO DE SER Y EL SER DEL FENÓMENO

L a a p a r i c i ó n n o está sostenida p o r n i n g ú n existente d i f e r e n t e


d e ella: tiene su ser p r o p i o . El ser p r i m e r o q u e e n c o n t r a m o s e n
n u e s t r a s investigaciones ontológicas es, pues, el ser d e la a p a r i c i ó n .
¿ E s él m i s m o u n a a p a r i c i ó n ? D e p r i m e r i n t e n t o , así lo p a r e c e . El
f e n ó m e n o es lo q u e se m a n i f i e s t a y el ser se m a n i f i e s t a a t o d o de
a l g u n a m a n e r a , p u e s t o q u e p o d e m o s h a b l a r d e él y d e él t e n e m o s
cierta c o m p r e n s i ó n . Así, d e b e h a b e r u n fenómeno de ser, u n a a p a -
rición d e ser, descriptible c o m o tal. E l ser nos será d e v e l a d o p o r
a l g u n o s m e d i o s d e acceso i n m e d i a t o ; el hastío, la n á u s e a , e t c . ; y
la ontología será la descripción del f e n ó m e n o d e ser tal c o m o se
m a n i f i e s t a , es decir, sin i n t e r m e d i a r i o . E m p e r o , c o n v i e n e p l a n t e a r
a t o d a ontología u n a cuestión p r e v i a : el f e n ó m e n o d e ser, así al-
c a n z a d o , ¿es i d é n t i c o al ser d e los f e n ó m e n o s ? Es d e c i r : el ser
q u e se m e revela y m e aparece, ¿es d e la m i s m a n a t u r a l e z a q u e el
ser de los existentes q u e m e a p a r e c e n ? P a r e c e r í a n o h a b e r d i f i c u l t a d :
Husserl h a m o s t r a d o c ó m o siempre es posible u n a r e d u c c i ó n eidética,
es decir, c ó m o p u e d e s i e m p r e el f e n ó m e n o c o n c r e t o ser s o b r e p a s a d o
h a c i a su esencia; y p a r a H e i d e g g e r la " r e a l i d a d h u m a n a " es óntico-
ontológica, es decir, p u e d e s i e m p r e s o b r e p a s a r el f e n ó m e n o h a c i a
su ser. P e r o el t r á n s i t o del o b j e t o s i n g u l a r a la esencia es t r á n s i t o de
lo h o m o g é n e o a lo h o m o g é n e o . ¿ O c u r r e lo m i s m o con el t r á n s i t o
del existente al f e n ó m e n o de ser? T r a s c e n d e r el existente h a c i a el
f e n ó m e n o d e ser ¿es, v e r d a d e r a m e n t e , s o b r e p a s a r l o h a c i a su ser,
c o m o se sobrepasa el r o j o p a r t i c u l a r h a c i a su esencia? O b s e r v e m o s
mejor.
E n u n o b j e t o singular p u e d e n siempre distinguirse cualidades,
c o m o el color, el olor, etc. Y, a p a r t i r d e ellas, siempre p u e d e e n -
c a r a r s e u n a esencia i m p l i c a d a p o r ellas, c o m o el signo i m p l i c a la
significación. E l c o n j u n t o " o b j e t o - e s e n c i a " constituye u n t o d o orga-
n i z a d o : la esencia n o está en el o b j e t o , sino q u e es el sentido del
objeto, la r a z ó n de la serie d e apariciones q u e lo d e v e l a n . P e r o el
ser n o es ni u n a c u a l i d a d d e l o b j e t o c a p t a b l e e n t r e otras, ni u n
sentido del objeto. El o b j e t o n o r e m i t e al ser c o m o a u n a signifi-
c a c i ó n : sería imposible, p o r e j e m p l o , d e f i n i r el ser c o m o u n a pre-
sencia; puesto q u e la ausencia devela t a m b i é n al ser, ya que no
estar ahí es todavía serj? El objeto n o posee al ser, y su existencia
n o es u n a participación en el ser, n i n i n g ú n otro género de relación.
Decir es es la ú n i c a m a n e r a d e definir su m a n e r a d e ser; pues el
objeto n o enmascara al ser, p e r o t a m p o c o lo devela. N o lo enmas-
cara, p u e s sería vano, t r a t a r de a p a r t a r ciertas cualidades del exis-
tente p a r a e n c o n t r a r al ser detrás d e ellas: el ser es el ser de todas
por igual." N o lo dpvela, pues sería v a n o dirigirse al objeto p a r a
a p r e h e n d e r su ser. VE1 existente es fenómeno, es decir que se de-
signa a sí m i s m o c o m o c o n j u n t o organizado d e cualidades. Designa
a sí mismo, y n o a su ser. El ser es simplemente la condición de
toda develación: es ser-para-develar, y n o ser develado. ¿ Q u é sig-
nifica, entonces, ese sobrepasamiento h a c i a lo ontológico, de que
habla Heidegger? C o n toda seguridad, p u e d o sobrepasar esta mesa
o esta silla hacia su ser y f o r m u l a r la p r e g u n t a p o r el ser-mesa o el
ser-silla. Pero, en este instante, desvío los ojos de la mesa-fenóme-
n o p a r a e n c a r a r el ser-fenómeno, q u e n o es ya la condición de
toda develación, sino q u e es él m i s m o u n develado, u n a aparición;
y que, c o m o tal, tiene a su vez necesidad d e u n ser f u n d á n d o s e en
el cual p u e d a develarse.
Si el ser d e los fenómenos n o se resuelve en u n f e n ó m e n o de ser,
y si, con todo, n o p o d e m o s decir n a d a sobre el ser sino consultando
a ese f e n ó m e n o de ser, debe establecerse a n t e todo la relación exacta
q u e u n e el f e n ó m e n o de ser con el ser del f e n ó m e n o . Podremos
hacerlo m á s fácilmente si consideramos q u e el c o n j u n t o de las pre-
cedentes observaciones h a sido d i r e c t a m e n t e inspirado p o r la intui-
ción revelante del f e n ó m e n o d e ser. C o n s i d e r a n d o no el ser como
condición d e la develación, sino el ser c o m o aparición que p u e d e
ser f i j a d a en conceptos, hemos c o m p r e n d i d o a n t e todo q u e el cono-
cimiento n o podía p o r sí solo d a r razón del ser; es decir, que el
ser del f e n ó m e n o n o podía reducirse al f e n ó m e n o de ser. E n u n a
p a l a b r a , el f e n ó m e n o de ser es "ontológico", en el sentido en q u e
se llama ontológica a la p r u e b a d e S a n Anselmo y de Descartes; es
u n l l a m a d o al ser; exige, en t a n t o q u e fenómeno, u n f u n d a m e n t o
transíenoménico. E l f e n ó m e n o d e ser exige la transfenomenalidad
del ser. Esto n o significa q u e el ser se e n c u e n t r e escondido tras los
fenómenos (hemos visto q u e el f e n ó m e n o n o p u e d e e n m a s c a r a r el
ser), ni q u e el f e n ó m e n o sea u n a apariencia q u e remite a u n ser
distinto (pues el f e n ó m e n o es en tanto que apariencia, es decir,
se indica a sí mismo sobre el f u n d a m e n t o del s e r ) . L o q u e las pre-
cedentes consideraciones i m p l i c a n es q u e el ser del f e n ó m e n o , a u n -
q u e coextensivo al f e n ó m e n o , d e b e e s c a p a r a la c o n d i c i ó n f e n o m é -
nica -—que consiste e n n o existir algo sino e n c u a n t o se revela—
y q u e , e n consecuencia, d e s b o r d a y f u n d a el c o n o c i m i e n t o q u e d e
el se tiene.

III

EL COGITO PRERREFLEXIVO Y EL SER DEL PERCIPERE

Q u i z á se i n c u r r a en la t e n t a c i ó n d e r e s p o n d e r q u e las dificul-
tades a n t e s m e n c i o n a d a s d e p e n d e n todas d e cierta concepción del ser,
d e u n a m a n e r a d e realismo ontológico e n t e r a m e n t e i n c o m p a t i b l e c o n
la noción m i s m a de aparición. L o q u e m i d e al ser d e la a p a r i c i ó n
es, e n efecto, el h e c h o d e q u e ella aparece. Y, p u e s t o q u e h e m o s
l i m i t a d o la r e a l i d a d al f e n ó m e n o , p o d e m o s decir del f e n ó m e n o q u e
es tal c o m o aparece. ¿ P o r q u é n o llevar la i d e a h a s t a su límite,
d i c i e n d o q u e el ser d e la a p a r i c i ó n es su a p a r e c e r ? E s t o es, simple-
m e n t e , u n a m a n e r a de elegir p a l a b r a s n u e v a s p a r a revestir el viejo
esse est percipi de Berkeley. Y, en efecto, es lo q u e h a c e u n H u s -
serl c u a n d o , t r a s h a b e r e f e c t u a d o la r e d u c c i ó n f e n o m e n o l ó g i c a , con-
sidera al n o e m a c o m o irreal y d e c l a r a q u e su esse es u n percipi.
N o p a r e c e q u e la célebre f ó r m u l a de Berkeley p u e d a satisfacer-
nos. Y ello p o r dos razones esenciales, la u n a r e f e r e n t e a la n a t u -
raleza del percipi y la o t r a a la del percipere.
Naturaleza del percipere. — Si t o d a metafísica, e n efecto, su-
p o n e u n a teoría del c o n o c i m i e n t o , e n c a m b i o t o d a teoría del cono-
c i m i e n t o s u p o n e u n a metafísica. E s t o significa, e n t r e otras cosas,
q u e u n idealismo e m p e ñ a d o e n r e d u c i r el ser al c o n o c i m i e n t o q u e
d e él se tiene d e b i e r a a s e g u r a r p r e v i a m e n t e , d e a l g u n a m a n e r a , el
ser del c o n o c i m i e n t o . Si se comienza, al contrario, p o r p o n e r al co-
n o c i m i e n t o c o m o a l g o d a d o , sin p r e o c u p a r s e de f u n d a r su ser, y si
se a f i r m a en seguida q u e esse est percipi, 'a t o t a l i d a d " p e r c e p c i ó n -
p e r c i b i d o " , al n o estar sostenida p o r u n sólido ser, se d e r r u m b a e n
la n a d a . Así, el ser del c o n o c i m i e n t o n o p u e d e ser m e d i d o p o r el
c o n o c i m i e n t o : e s c a p a al percipi1. Y así, el s e r - f u n d a m e n t o del

1
Va de suyo que toda tentativa de reemplazar el "percipere" con otra
actitud de la realidad humana resultaría igualmente infructuosa. Si se ad-
percipere y del percipi d e b e e s c a p a r al percipi: d e b e ser t r a n s f e n o -
ménico. Volvemos a nuestro p u n t o de partida. Empero, puede con-
cedérsenos q u e el percipi r e m i t a a u n ser q u e e s c a p a a las leyes d e
la a p a r i c i ó n , p e r o sosteniendo a la vez q u e ese ser t r a n s f e n o m c n i c o
es el ser del s u j e t o . Así, el percipi r e m i t i r í a al percipiens: lo c o n o -
cido al c o n o c i m i e n t o , y éste al ser cognosc.ente e n t a n t o q u e es, 110
en t a n t o q u e es c o n o c i d o ; es decir, a la conciencia. Es lo q u e
h a c o m p r e n d i d o H u s s e r l ; pues si el n o e m a es p a r a él u n c o r r e l a t o
irreal d e la noesis, q u e tiene p o r ley ontológica el percipi, la nocsis,
al c o n t r a r i o , le a p a r e c e c o m o la realidad, c u y a p r i n c i p a l caracterís-
tica es darse, a la reflexión q u e la conoce, c o m o " h a b i e n d o e s t a d o
ya a h í a n t e s " . P u e s la ley d é ser del s u j e t o cognoscente es ser-cons-
ciente. L a conciencia n o es u n m o d o p a r t i c u l a r de c o n o c i m i e n t o ,
l l a m a d o sentido i n t e r n o o c o n o c i m i e n t o d e sí: es la dimensión d e
ser t r a n s f e n o m é n i c a del sujeto.
T r a t e m o s d e c o m p r e n d e r m e j o r esta d i m e n s i ó n d e ser. D e c í a -
m o s q u e la conciencia es el ser cognoscente e n t a n t o q u e es y n o
e n t a n t o q u e es conocido. E s t o significa q u e c o n v i e n e a b a n d o n a r l a
p r i m a c í a del c o n o c i m i e n t o si q u e r e m o s f u n d a r el c o n o c i m i e n t o mis-
m o . Sin d u d a , la conciencia p u e d e c o n o c e r y conocerse. Pero, e n
sí m i s m a , es o t r a cosa q u e u n c o n o c i m i e n t o v u e l t o sobre sí.
T o d a conciencia, c o m o lo h a m o s t r a d o Husserl, es c o n c i e n c i a
de algo. E s t o significa q u e n o h a y conciencia q u e n o sea posición
d e u n o b j e t o t r a s c e n d e n t e , o, si se prefiere, q u e la conciencia n o
tiene " c o n t e n i d o " . Es preciso r e n u n c i a r a esos " d a t o s " n e u t r o s q u e ,
según el sistema d e r e f e r e n c i a escogido, p o d r í a n constituirse en-
" m u n d o " o e n " l o psíquico". U n a mesa n o está en la conciencia,
ni a u n a t í t u l o d e r e p r e s e n t a c i ó n . U n a m e s a está en el espacio, j u n t o
a la v e n t a n a , etc. L a existencia d e la mesa, e n efecto, es u n c e n t r o
d e o p a c i d a d p a r a la c o n c i e n c i a ; sería m e n e s t e r u n proceso i n f i n i t o
p a r a i n v e n t a r i a r el c o n t e n i d o total d e u n a cosa. I n t r o d u c i r esta o p a -
c i d a d e n la conciencia sería llevar al i n f i n i t o el i n v e n t a r i o q u e la
conciencia p u e d e h a c e r d e sí m i s m a , c o n v e r t i r l a e n u n a cosa y r e -
c h a z a r el cogito. E l p r i m e r p a s o d e u n a filosofía h a de ser, pues,
e x p u l s a r las cosas d e la conciencia y restablecer la v e r d a d e r a r e l a c i ó n
e n t r e ésta y el m u n d o , a saber,"" la conciencia c o m o conciencia p o -
sicional del m u n d o . T o d a conciencia es posicional en c u a n t o q u e

mitiera que el ser se revela al hombre en el "hacer", sería también necesario


asegurar el ser del hacer fuera de la acción.
se trasciende p a r a alcanzar u n objeto, y se a g o t a e n esa posición
m i s m a : todo c u a n t o hay de intención en m i conciencia a c t u a l está
dirigido h a c i a el exterior, h a c i a la m e s a ; todas mis actividades j u d i -
cativas o prácticas, t o d a mi afectividad del m o m e n t o , se trascienden,
a p u n t a n a la mesa y en ella se absorben. N o t o d a conciencia es
conocimiento (hay conciencias afectivas, p o r e j e m p l o ) ; p e r o t o d a
conciencia cognoscente n o p u e d e ser conocimiento sino de su objet'o.
E m p e r o , la condición necesaria y suficiente p a r a q u e u n a con-
ciencia cognoscente sea conocimiento de su o b j e t o es q u e sea con-
ciencia d e sí misma c o m o siendo ese conocimiento. Es u n a condición
necesaria: si m i conciencia n o f u e r a conciencia d e ser conciencia
de mesa, sería conciencia de esa mesa sin tener conciencia d e serlo,
o, si se prefiere, u n a conciencia i g n o r a n t e d e sí misma, u n a con-
ciencia inconsciente; lo q u e es absurdo. Es u n a condición suficiente:
basta t e n e r yo conciencia de tener conciencia d e esta mesa p a r a q u e
tenga efectivamente conciencia d e ella. Esto n o basta, p o r cierto,
p a r a p e r m i t i r m e a f i r m a r q u e esta mesa existe en sí", p e r o sí q u e existe
para mí.
¿ Q u é será esta conciencia de conciencia? Padecemos a tal p u n -
to la ilusión d e la p r i m a c í a del conocimiento, q u e estamos prontos a
h a c e r de la conciencia de conciencia u n a idea ideae a la m a n e r a de
Spinoza, es decir, u n conocimiento d e conocimiento. Alain, p a r a
expresar la evidencia de q u e "saber es tener conciencia de saber",
la t r a d u j o en estos términos: "saber es saber q u e se sabe". Así, h a -
bremos definido la reflexión o sea la conciencia posicional d e la
conciencia o, m e j o r a ú n , el conocimiento d e la conciencia. Sería
u n a conciencia completa y dirigida h a c i a algo q u e n o es ella, es decir,
hacia la conciencia refleja. Se trascendería, pues; y, c o m o la con-
ciencia posicional del m u n d o , se agotaría en el a p u n t a r a su objeto.
Sólo q u e este objeto sería a su vez u n a conciencia.
N o parece q u e p o d a m o s a c e p t a r esta interpretación d e la con-
ciencia de conciencia. L a reducción de la conciencia al conoci-
miento, en efecto, implica introducir en la conciencia la d u a l i d a d
sujeto-objeto, típica del conocimiento. Pero, si a c e p t a m o s la ley del
p a r cognoscente-conocido, será necesario u n tercer t é r m i n o p a r a q u e
el cognoscente se torne conocido a su vez, y nos e n c o n t r a r e m o s f r e n t e
a u n d i l e m a : o detenernos en u n t é r m i n o cualquiera d e la serie co-
nocido - cognoscente conocido - cognoscente conocido p o r el cog-
noscente, etc., y entonces la totalidad del f e n ó m e n o cae en lo des-
conocido, es decir, nos d a m o s siempre, c o m o t é r m i n o último, c o n t r a
u n a reflexión n o consciente d e sí; o bien a f i r m a r la necesidad de
u n a regresión al infinito (idea ideae ideae.. ., e t c . ) , lo q u e es ab-
surdo. Así, la necesidad de f u n d a r o t o l ó g i c a m e n t e el conocimiento
t r a e r í a consigo u n a n u e v a necesidad: la de f u n d a r l o epistemológi-
c a m e n t e . ¿ N o será q u e n o h a y q u e introducir la ley del p a r en la
conciencia? L a conciencia d e sí n o es d u a l i d a d . T i e n e q u e ser, si
hemos d e evitar la regresión al infinito, relación i n m e d i a t a y no
cogitiva d e sí a sí.
P o r o t r a p a r t e , la conciencia reflexiva pone como su objeto
p r o p i o la conciencia r e f l e j a : en el acto de reflexión, einito juicios
sobre la conciencia r e f l e j a : m e avergüenzo o me enorgullezco de
ella, la a c e p t o o la rechazo, etc. Pero mi concienc ia inmediata de
percibir n o m e p e r m i t e ni juzgar, ni querer, ni avergonzarme. Ella
n o conoce m i percepción; n o la pone: todo c u a n t o hay de intención
e n m i conciencia actual está dirigido hacia el exterior, hacia el
m u n d o . E n cambio, esa conciencia espontánea de mi percepción es
constitutiva d e m i conciencia perceptiva. E n otros términos, toda
conciencia posicional de objeto es a la vez conciencia no posicional
d e sí misma. Si c u e n t o los cigarrillos q u e hay en esta cigarrera, tengo
la impresión de la develación de u n a propiedad objetiva del grupo
d e cigarrillos: son doce. Esta propiedad aparece a mi conciencia
c o m o u n a propiedad existente en el m u n d o . Puedo muy bien no
t e n e r e n absoluto conciencia posicional de contarlos. N o m e "conozco
en c u a n t o c o n t a n t e " . L a p r u e b a está en que los niños capaces d e
h a c e r e s p o n t á n e a m e n t e u n a s u m a n o p u e d e n rxfilirar luego c ó m o se
las h a n a r r e g l a d o : los tests con que Piaget lo lia d e m o s t r a d o consti-
tuyen u n a excelente refutación d e la f ó r m u l a de Alain: "saber es
saber q u e se sabe". Y, sin embargo, en el m o m e n t o en q u e estos
cigarrillos se m e develan c o m o doce, tengo u n a conciencia 110 tética
d e m i actividad aditiva. Si se m e interroga, en efecto, si se m e p r e -
g u n t a : " ¿ Q u é está usted haciendo?", responderé al instante: "Es-
toy c o n t a n d o " ; y esta respuesta n o a p u n t a solamente a la conciencia
i n s t a n t á n e a q u e p u e d o alcanzar p o r reflexión, sino a las q u e h a n
t r a n s c u r r i d o sin h a b e r sido objeto de reflexión, a las que son p a r a
siempre irreflexivas en m i p a s a d o inmediato. Así, la reflexión no
tiene p r i m a c í a d e n i n g u n a especie sobre la conciencia refleja: ésta
n o es revelada a sí m i s m a p o r aquélla. Al contrario, la conciencia
no-reflexiva hace posible la reflexión: hay u n cogito prerreflrxivo
q u e es la condición del cogito cartesiano. A la vez, la conciencia
no-tética de c o n t a r es la condición m i s m a de mi actividad aditiva.
Si f u e r a de otro m o d o , ¿ c ó m o sería la adición el t e m a u n i f i c a d o r
de mis conciencias? P a r a q u e este t e m a presida a t o d a u n a serie
ele síntesis de unificaciones y recogniciones, es necesario q u e esté
presente a sí mismo, n o c o m o u n a cosa, sino c o m o u n a intención
operatoria q u e n o p u e d e existir m á s q u e c o m o "revelante-revelada",
p a r a emplear u n a expresión d e Heidegger. Así, p a r a contar, es m e -
nester tener conciencia d e contar.
Sin d u d a , se d i r á ; p e r o h a y círculo. P u e s ¿ n o es necesario q u e
contemos de hecho p a r a q u e p o d a m o s tener conciencia de c o n t a r ?
V e r d a d es. E m p e r o , n o h a y círculo; o, si se quiere, la naturaleza
misma d e la conciencia es existir " e n círculo". L o cual p u e d e expre-
sarse en estos términos: T o d a existencia consciente existe c o m o con-
ciencia de existir. C o m p r e n d e m o s a h o r a p o r q u é la conciencia pri-
m e r a de conciencia n o es posicional: se identifica con la conciencia
de la q u e es conciencia. Se d e t e r m i n a a la vez c o m o conciencia d e
percepción y c o m o percepción. L a s necesidades d e la sintaxis nos
h a n obligado h a s t a a h o r a a h a b l a r d e "conciencia n o posicional de
sí". Pero n o podemos seguir u s a n d o esta expresión, en q u e el de sí
suscita a ú n la idea de conocimiento. ( E n adelante, colocaremos en-
tre paréntesis el " d e " , p a r a indicar q u e responde sólo a u n a cons-
tricción gramatical.)
Esta conciencia (de) sí n o d e b e ser considerada c o m o u n a
n u e v a conciencia, sino c o m o el único modo de existencia posible para
una conciencia de algo. Así c o m o u n o b j e t o extenso está obligado a
existir según las tres dimensiones, así t a m b i é n u n a intención, u n
placer, u n dolor n o p o d r í a n existir sino c o m o conciencia i n m e d i a t a
(de) sí mismos. El ser d e la intención n o p u e d e ser sino conciencia;
de lo contrario, la intención sería cosa en la conciencia. Así, pues,
n o h a d e entenderse esto c o m o si a l g u n a causa exterior ( u n a p e r -
turbación orgánica, u n a impulsión inconsciente, o t r a erlebnis) pu-
diera d e t e r m i n a r la producción de u n acontecimiento psíquico — u n
placer, por e j e m p l o — , ni q u e este acontecimiento así d e t e r m i n a d o
en su estructura m a t e r i a l se vea obligado, p o r otra parte, a producirse
c o m o conciencia ( d e ) si. Ello sería h a c e r de la conciencia no-tética
u n a cualidad de la conciencia posicional (en el sentido en q u e la
percepción, conciencia posicional de esta mesa, t e n d r í a p o r a ñ a d i -
d u r a la cualidad d e conciencia ( d e ) sí), y recaer así en la ilusión
de la p r i m a c í a teórica del conocimiento. Sería, además, h a c e r del
acontecimiento psíquico una cosa y calificarlo d e consciente, coi no,
por ejemplo, p u d i e r a calificarse de rosado este p a p e l secante. El
placer n o p u e d e distinguirse — n i a u n lógicamente— de la concien-
cia de placer. L a conciencia (de) placer es constitutiva del placer,
c o m o el m o d o mismo de su existencia, c o m o la m a t e r i a de q u e está
h e c h o y n o c o m o u n a f o r m a q u e se impusiera con posterioridad a
u n a m a t e r i a hedonista. El placer n o p u e d e existir " a n t e s " de la con-
ciencia d e placer, ni a u n en la f o r m a d e virtualidad o d e potencia.
U n placer en potencia n o p o d r í a existir sino c o m o conciencia ( d e )
ser en p o t e n c i a ; n o hay virtualidades de conciencia sino como con-
ciencia d e virtualidades.
R e c í p r o c a m e n t e , c o m o lo señalábamos poco antes, h a de evitarse
definir el placer p o r la conciencia q u e d e el tengo. Sería caer e n
u n idealismo d e la conciencia q u e nos devolvería, p o r rodeos, a
la p r i m a c í a del conocimiento. El placer n o debe desvanecerse tras
la conciencia q u e tiene (de) sí m i s m o ; n o es u n a representación,
sino u n acontecimiento concreto, pleno y absoluto. N o es en modo
alguno u n a cualidad de la conciencia (de) sí, tal como la concien-
cia (de) sí n o es u n a cualidad del placer. N o hay antes u n a con-
ciencia q u e reciba después la afección " p l a c e r " a la m a n e r a en q u e
se colora u n agua, así c o m o no hay antes u n placer (inconsciente
o psicológico) q u e reciba después la cualidad de consciente, a m o d o
d e u n haz de luz. H a y u n ser indivisible, indisoluble; p e r o n o u n a
sustancia q u e soporta sus cualidades c o m o seres de m e n o r grado,
sino u n ser q u e es existencia de p a r t e a parte. El placer es el ser
de la conciencia (de) sí y la conciencia ( d e ) sí es la ley de ser del
placer. Es lo q u e m u y bien expresa Heidcgger c u a n d o escribe ( h a -
blando, a decir verdad, del Dasein y n o de la conciencia) : "El
'cómo' (essentia) de este ser debe, en la m e d i d a en q u e es posible
en general h a b l a r de él, ser concebido a p a r t i r de su ser ( e x i s t e n t i a ) " .
Esto significa q u e la conciencia n o se p r o d u c e c o m o e j e m p l a r sin-
g u l a r d e u n a posibilidad abstracta, sino que, surgiendo en el seno
del ser, crea y sostiene su esencia, es decir, la ordenación 1 sintética
d e sus posibilidades.
Ello quiere decir, además, q u e el tipo d e ser de la conciencia
es a la inversa del q u e la p r u e b a ontológica nos revela: c o m o la
conciencia n o es posible antes d e ser, sino q u e su ser es la f u e n t e y
condición d e t o d a posibilidad, su existencia implica su esencia. E s
lo q u e expresa felizmente Husserl h a b l a n d o d e su "necesidad d e
h e c h o " . P a r a q u e haya u n a esencia del placer, es preciso q u e h a y a

1
Agencement. (N. del T.)
a n t e s el hecha d e u n a conciencia ( d e ) ese p l a c e r . Y e n v a n o t r a -
t a r í a n de invocarse las p r e t e n d i d a s leyes d e la conciencia, cuyo
c o n j u n t o a r t i c u l a d o constituiría la esencia d e ésta: u n a ley es u n
o b j e t o t r a s c e n d e n t e d e c o n o c i m i e n t o ; p u e d e h a b e r conciencia d e
ley, p e r o n o ley d e la conciencia. P o r las m i s m a s razones, es i m p o -
sible asignar a u n a conciencia o t r a m o t i v a c i ó n q u e sí m i s m a . Si no,
sería preciso concebir q u e la conciencia, e n la m e d i d a e n q u e es u n
efecto, es n o consciente ( d e ) sí. Sería m e n e s t e r q u e , p o r a l g ú n l a d o ,
f u e r a sin ser consciente ( d e ) ser. C a e r í a m o s e n l a ilusión, h a r t o
f r e c u e n t e , q u e h a c e d e la conciencia u n semiinconsciente o u n a
pasividad. P e r o la conciencia es conciencia d e p a r t e a p a r t e . N o
p o d r í a , pues, ser l i m i t a d a sino p o r sí m i s m a .
E s t a d e t e r m i n a c i ó n d e la c o n c i e n c i a p o r sí m i s m a n o d e b e con-
cebirse c o m o u n a génesis, c o m o u n d e v e n i r , p u e s sería preciso s u p o -
n e r q u e la conciencia es a n t e r i o r a su p r o p i a existencia. T a m p o c o
d e b e concebirse esta c r e a c i ó n d e sí c o m o u n a c t o . Si n o , e n e f e c t c ,
l a conciencia sería c o n c i e n c i a ( d e ) sí c o m o acto, lo q u e n o es. L a
c o n c i e n c i a es u n a p l e n i t u d d e existencia, y esta d e t e r m i n a c i ó n d e sí
p o r sí es u n a característica esencial. H a s t a sería p r u d e n t e n o a b u s a r
d e la expresión " c a u s a de sí", q u e d e j a s u p o n e r u n a progresión, u n a
relación del sí-causa al sí-efecto. Seria m á s e x a c t o decir, simple-
m e n t e : la conciencia existe p o r sí. Y n o h a d e e n t e n d e r s e p o r ello
q u e la conciencia se " s a q u e d e la n a d a " . N o p o d r í a h a b e r u n " n a d a
d e c o n c i e n c i a " antes d e la conciencia. " A n t e s " d e la conciencia n o
p u e d e concebirse sino u n a p l e n i t u d de ser, n i n g u n o d e cuyos ele-
m e n t o s p u e d e r e m i t i r a u n a conciencia ausente. P a r a q u e h a y a n a d a
d e conciencia, es m e n e s t e r u n a conciencia q u e h a sjdo y q u e n c es
más, y u n a c o n c i e n c i a testigo q u e p o n g a la n a d a d o la p r i m e r a a s -
c i e n d a p a r a u n a síntesis d e recognición. L a conciencia es a n t e r i o r
a la n a d a y "se s a c a " del ser
Acaso se e x p e r i m e n t e a l g u n a d i f i c u l t a d p a r a a c e p t a r estas c o n -
clusiones. Pero, si se las c o n s i d e r a m e j o r , p a r e c e r á n p e r f e c t a m e n t e
claras: la p a r a d o j a n o es q u e h a y a existencias p o r sí, sino q u e n o
h a y a solo ellas. L o q u e es v e r d a d e r a m e n t e i m p e n s a b l e es la exis-
tencia pasiva, es decir, u n a existencia q u e se p e r p e t ú e sin t e n e r la
1
Esto no significa en modo alguno que la conciencia sea el fundamento
de su ser. Al contrario, como veremos luego, hay una contingencia plenaria
del ser de la conciencia. Sólo quereijios indicar: 1', que nada es causa de
la conciencia; 2', que ella es causa de su propia manera de ser.
f u e r z a d e p r o d u c i r s e ni de conservarse. D e s d e este p u n t o de vista,
n a d a h a y m á s ininteligible q u e el p r i n c i p i o de inercia. E n efecto,
¿ d e d ó n d e " v e n d r í a " la conciencia, si p u d i e r a " v e n i r " d e a l g u n a
cosa? D e los limbos del inconsciente o d e lo fisiológico. Peto, si
se p r e g u n t a c ó m o p u e d e n existir, a su vez, esos limbos, y de d ó n d e
t o m a n su existencia, nos v e m o s r e c o n d u c i d o s al c o n c e p t o d e exis-
tencia p a s i v a ; es decir, q u e n o p o d e m o s c o m p r e n d e r ya e n absoluto
c ó m o esos d a t o s n o conscientes, q u e n o t o m a n su existencia de sí
mismos, p u e d e n sin e m b a r g o p e r p e t u a r l a y h a l l a r ademán la fuerza
d e p r o d u c i r u n a conciencia. El g r a n f a v o r d e q u e ha g o z a u o la
p r u e b a a contingentia mundi destaca notablemente, esle a r g u m e n t o .
•Así, r e n u n c i a n d o a la p r i m a c í a del c o n o c i m i e n t o , liemos descu-
b i e r t o el ser del c o g n o s c e n t e y e n c o n t r a d o lo absoluto, ese m i s m o
a b s o l u t o q u e los racionalistas del siglo x v u h a b í a n d e f i n i d o y cons-
t i t u i d o l ó g i c a m e n t e c o m o u n o b j e t o de c o n o c i m i e n t o . Pero, preci-
s a m e n t e p o r q u e se t r a t a d e u n a b s o l u t o de existencia y n o d e
c o n o c i m i e n t o , escapa a la f a m o s a objeción según la cual u n absoluto
c o n o c i d o n o es m á s u n absoluto, ya q u e se t o r n a relativo al cono-
c i m i e n t o q u e d e el se tiene. De hecho, el absoluto es a q u í n o ya
el r e s u l t a d o d e u n a construcción lógica en el t e r r e n o del conoci-
m i e n t o , sino el s u j e t o de la m á s concreta d e las experiencias. Y n o
es relativo a esta experiencia, p o r q u e él rs esta experiencia m i s m a .
Así, es u n a b s o l u t o no-sustancial. El e r r o r ontológico del raciona-
lismo c a r t e s i a n o consiste en n o h a b e r visto q u e , si lo a b s o l u t o se
d e f i n e p o r la p r i m a c í a de la existencia sobre la esencia, n o p u e d e
concebírselo c o m o sustancia. L a conciencia n o tiene n a d a d e sus-
t a n c i a l , es u n a p u r a " a p a r i e n c i a " , e n el s e n t i d o d e q u e n o existe
sino e n la m e d i d a e n q u e a p a r e c e . P e r o p r e c i s a m e n t e p o r ser p u r a
a p a r i e n c i a , p o r ser u n v a c í o total (ya q u e el m u n d o e n t e r o está
f u e r a d e e l l a ) , p r e c i s a m e n t e p o r esa i d e n t i d a d e n ella d e la a p a -
riencia y la existencia, p u e d e ser c o n s i d e r a d a c o m o lo absoluto.

IV

EL SER DEL PERCIPI

P a r e c e r í a q u e h e m o s llegado al t é r m i n o d e n u e s t r a investiga-
ción. H a b í a m o s r e d u c i d o las cosas a la t o t a l i d a d c o n e x a de sus
a p a r i e n c i a s , l u e g o h e m o s c o m p r o b a d o que; estas a p a r i e n c i a s recia-
m a b a n u n ser q u e n o fuese ya apariencia. El percipi nos ha
remitido a u n percipiens cuyo ser se nos h a revelado c o m o con-
ciencia. Así, h a b r í a m o s alcanzado el f u n d a m e n t o ontológico del
conocimiento, el ser p r i m e r o a quien todas las demás apariciones
aparecen, el absoluto respecto del cual todo f e n ó m e n o es relativo.
N o es el sujeto, en el sentido k a n t i a n o del término, sino la subjeti-
vidad misma, la i n m a n e n c i a de sí a sí. Desde ese m o m e n t o , hemos
escapado al idealismo^ p a r a éste el ser se m i d e p o r el conocimiento,
lo q u e lo somete a la ley de d u a l i d a d ; n o hay otro ser q u e el ser
conocido, así se t r a t e del pensamiento m i s m o : el p e n s a m i e n t o n o
aparece a sí sino a través de sus propios productos; es decir, q u e
no lo captamos j a m á s sino c o m o la significación de los pensamientos
realizados; y el filósofo en busca del pensamiento h a de interrogar
á las ciencias constituidas .para sacarlo de ellas, a título de condi-
ción d e posibilidad d e las mismas. Nosotros, al contrario, hemos
c a p t a d o u n ser q u e escapa al conocimiento y q u e lo f u n d a ; u n pen-
samiento que n o se d a c o m o representación o c o m o significación de
los pensamientos expresados, sino q u e es c a p t a d o d i r e c t a m e n t e e n
t a n t o q u e es; y este m o d o de captación n o es u n f e n ó m e n o d e cono-
cimiento, sino la estructura del ser. Nos encontramos a h o r a en el
terreno de la fenomenología husserliana, bien q u e el propio Husserl
n o siempre haya p e r m a n e c i d o fiel a su intuición primera. ¿Estamos
satisfechos? H e m o s e n c o n t r a d o u n ser transfenoménico, pero, ¿es
éste el ser al cual remitía el f e n ó m e n o de ser? ¿ E s realmente el ser
del f e n ó m e n o ? E n otras palabras, ¿el ser de la conciencia basta p a r a
f u n d a r el ser de la apariencia en t a n t o q u e apariencia? H e m o s
a r r a n c a d o al f e n ó m e n o su ser p a r a d a r l o a la conciencia, y contá-
bamos con q u e ésta se lo restituiría después. Pero, ¿ p u e d e hacerlo?
Es lo q u e nos dirá u n e x a m e n de las exigencias ontológicas del
"percipi".
Notemos, en p r i m e r lugar, q u e hay u n ser de la cosa percibida
en t a n t o q u e percibida. A u n si quisiera reducir esta mesa a u n a
síntesis d e impresiones subjetivas, h a d e advertirse p o r lo menos q u e
la mesa se revela, en tanto que mesa, a través de esa síntesis, d e la
cual es el límite trascendente, la razón y el o b j e t i v o 1 . L a mesa
está a n t e el conocimiento, y n o podría asimilársela al conocimiento
q u e de ella se tiene, pues si n o sería conciencia, es decir, i n m a n e n c i a
p u r a , y desaparecería como mesa. Por el mismo motivo, a u n si u n a
1
But. (N. del T.)
p u r a distinción d e razón h a d e separarla d e la síntesis de impresiones
subjetivas a través de la q u e se la c a p t a , por lo menos la mesa n o
p u e d e ser esa síntesis: sería reducirla a u n a actividad sintética d e
conexión. Así, pues, en c u a n t o lo conocido n o puede reabsorberse
en el conocimiento, es preciso reconocerle u n ser. Este ser, se nos
dice, es el percipi. Reconozcamos, en p r i m e r lugar, q u e el ser del
pcrcipi n o p u e d e reducirse al del percipiens —es decir, a la con-
ciencia—, así c o m o la mesa n o se reduce a la conexión de las re-
presentaciones. C u a n d o más, p o d r í a decirse q u e es relativo a este
ser. P e r o tal relatividad n o dispensa de u n examen del ser del percipi.
A h o r a b i e n : el m o d o del percipi es el pasivo. Así, pues, si el
ser del f e n ó m e n o reside en su percipi, este ser es pasividad. Rela-
tividad y pasividad, tales serían las estructuras características del
csse en t a n t o q u e este se r e d u j e r a al percipi. ¿ Q u é es la pasividad?
Soy pasivo c u a n d o recibo u n a modificación n o originada en mí, es
decir, de la cual n o soy ni el f u n d a m e n t o ni el creador. Así, m i
ser soporta u n a m a n e r a de ser q u e n o tiene su f u e n t e en él mismo.
Solo que, p a r a soportar, es menester q u e yo exista; y, p o r eso, m i
existencia se sitúa siempre m á s allá de la pasividad. " S o p o r t a r pasi-
v a m e n t e " , por ejemplo, es u n a c o n d u c t a que yo tengo, y q u e com-
p r o m e t e mi libertad t a n t o como el "rechazar resueltamente". Si h e
d e ser p o r siempre "el-que-ha-sido-ofendido", es menester q u e yo
persevere en m i ser, es decir, q u e m e afecte a mí mismo de exis-
tencia. Pero, por eso mismo, r e t o m o en cierto m o d o por mi c u e n t a
y a s u m o mi ofensa, d e j a n d o de ser pasivo respecto d e ella. D e
d o n d e esta a l t e r n a t i v a : o bien n o soy pasivo en mi ser, y entonces
m e convierto en f u n d a m e n t o de mis afecciones, a u n c u a n d o n o hayan
tenido su origen en m í ; o bien soy a f e c t a d o de pasividad hasta en
m i existencia misma, m i ser es u n ser recibido, y entonces todo cae
en la n a d a . Así, la pasividad es u n f e n ó m e n o doblemente relativo:
relativo a la actividad del q u e a c t ú a y a la existencia del q u e p a -
dece. Esto implica q u e la pasividad n o p u e d e a t a ñ e r al ser mismo
del existente pasivo: es u n a relación de u n ser a otro ser y n o d e
u n ser a u n a n a d a . Es imposible q u e el percipere afecte d e ser al
perceptum, pues, p a r a ser afectado, el perceptum necesitaría ser ya
d a d o en cierta m a n e r a y, .por lo tanto, existir antes d e h a b e r reci-
bido el ser. P u e d e concebirse u n a creación, a condición d e q u e el
ser creado se retome, se a r r a n q u e al creador p a r a cerrarse inmedia-
t a m e n t e en sí y asumir su ser: en este sentido cabe decir q u e u n
libro existe contra su autor. Pero, si el acto de creación h a cíe con-
t i n u a r s e i n d e f i n i d a m e n t e , si el ser c r e a d o está sostenido h a s t a e n sus
m á s í n f i m a s partes, si c a r e c e d e t o d a i n d e p e n d e n c i a p r o p i a , si n o
es en sí-mismo sino p u r a n a d a , e n t o n c e s la c r i a t u r a n o se d i s t i n g u e
e n m o d o a l g u n o de su c r e a d o r y se reabsorbe e n é l : se t r a t a d e u n a
falsa t r a s c e n d e n c i a , y el c r e a d o r n o p u e d e t e n e r ni a u n la ilusión
d e salir d e su s u b j e t i v i d a d 1 .
*Tor o t r a p a r t e , la pasividad del p a c i e n t e exige u n a igual pasi-
v i d a d e n el a g e n t e ; es lo q u e expresa el p r i n c i p i o d e acción y reac-
c i ó n : j u s t a m e n t e p o r q u e se p u e d e destrozar, estrechar, c o r t a r n u e s t r a
m a n o , p u e d e n u e s t r a m a n o destrozar, c o r t a r , estrechar. ¿ Q u é pasi-
vidad p u e d e asignarse a la p e r c e p c i ó n , al c o n o c i m i e n t o ? A m b a s son
p u r a a c t i v i d a d , p u r a e s p o n t a n e i d a d . J u s t a m e n t e p o r q u e es e s p o n -
t a n e i d a d p u r a , p o r q u e n a d a p u e d e m o r d e r e n ella, la conciencia n o
p u e d e a c t u a r sobre n a d a . Así, el esse est percipi exigiría q u e la
conciencia, p u r a e s p o n t a n e i d a d q u e n o p u e d e actuar sobre n a d a ,
d i e r a el ser a u n a n a d a t r a s c e n d e n t e c o n s e r v á n d o l e su n a d a de ser:
total a b s u r d o . Husserl i n t e n t ó salvar estas objeciones i n t r o d u c i e n d o
la pasividad en la nocsis: es la hyle o f l u j o p u r o d e lo v i v i d o y m a -
teria d e las síntesis pasivas. P e r o n o hizo sino a g r e g a r u n a d i f i c u l t a d
s u p l e m e n t a r i a a las q u e h e m o s m e n c i o n a d o . E n efecto, se reintro-
d u c e n así esos d a t o s n e u t r o s cuya imposibilidad a c a b a m o s d e m o s t r a r .
Sin d u d a , n o son " c o n t e n i d o s " d e c o n c i e n c i a p e r o n o resultan p o r
ello m á s inteligibles. L a hyle, e f e c t i v a m e n t e , n o p o d r í a ser c o n c i e n -
c i a ; si no, se d e s v a n e c e r í a en translucidez y n o p o d r í a o f r e c e r esa
base i m p r e s i o n a l y resistente q u e d e b e ser s o b r e p a s a d a h a c i a el objeto.
Pero, si n o p e r t e n e c e a la conciencia, ¿ d e d ó n d e t o m a su ser y su
o p a c i d a d ? ¿ C ó m o p u e d e c o n s e r v a r a la vez la resistencia o p a c a d e
las cosas y la s u b j e t i v i d a d del p e n s a m i e n t o ? Su esse n o p u e d e ve-
nirle d e u n percipi, p u e s t o q u e ella m i s m a n o es p e r c i b i d a , p u e s t o
q u e la c o n c i e n c i a la trasciende h a c i a los objetos. Pero, si lo t o m a
d e sí m i s m a , estamos d e n u e v o a n t e el p r o b l e m a insoluble d e la
relación d e la conciencia con existentes i n d e p e n d i e n t e s d e ella. Y,
a u n c u a n d o se c o n c e d i e r a a Husserl q u e h a y e n la noesis u n e s t r a t o
hilético, n o sería concebible c ó m o la conciencia p u e d e t r a s c e n d e r
esta s u b j e t i v i d a d h a c i a la o b j e t i v i d a d . D a n d o a la hyle los c a r a c -
teres d e la cosa y los d e la conciencia, Husserl creyó facilitar el
p a s o d e la u n a a la o t r a , p e r o n o logró sino c r e a r u n ser h í b r i d o

1
Por esta razón, la doctrina cartesiana de la sustancia halla su culmi-
nación lógica en el espinosismo.
q u e la conciencia r e c h a z a y q u e t a m p o c o p u d r í a Iorinar p a r t e del
mundo.
Pero, a d e m á s , según h e m o s visto, el pirci/ii implica q u e la lev
d e ser del perccptum es la r e l a t i v i d a d . ¿ P u e d e concebirse q u e el
ser d e lo c o n o c i d o sea r e l a t i v o al conocimiento:' ,;<)ue p u e d e sig-
n i f i c a r la r e l a t i v i d a d de ser, p a r a u n existente, sino q u e este exis-
t e n t e tiene su ser en o t r o q u e sí mismo, es decir, en un (xr-tenU-
que él no es? P o r cierto, n o sería inconcebible q u e un ser l u c r a
exterior a sí, e n t e n d i e n d o p o r ello q u e este ser sea w¡ propia exte-
r i o r i d a d . P e r o n o es éste el caso a q u í . El ser p e r c i b i d o está a n t e la
c o n c i e n c i a ; ésta n o p u e d e a l c a n z a r l a ni él p u e d e p e u e l i a r l a y, c o m o
está s e p a r a d o d e ella, existe s e p a r a d o d e su p r o p i a existencia. D e
n a d a serviría h a c e r d e él u n irreal, a la m a n e r a de. Ilusscil: a u n a
t í t u l o d e irreal, es necesario q u e exista.
Así, las dos d e t e r m i n a c i o n e s d e relatividad y ¡uniriilml, q u e p u e -
d e n referirse a m a n e r a s d e ser, n o p u e d e n d e m o d o a l g u n o aplicarse
al ser m i s m o . El esse del f e n ó m e n o n o p u e d e ser .su percipi. El ser
t r a n s f e n o m é n i c o d e la conciencia n o p u e d e f u n d a r el ser t r a n s f e n o -
m é n i c o del f e n ó m e n o . Se ve el e r r o r de los f e n o m e n i s l a s : h a b i e n d o
r e d u c i d o — a j u s t o t í t u l o — el o b j e t o a la serie c o n e x a de sus a p a -
riciones, c r e y e r o n h a b e r r e d u c i d o su ser a la sucesión d e sus m a n e r a s
d e ser, y p o r ello lo e x p l i c a r o n p o r conceptos q u e n o p u e d e n aplicarse
sino a m a n e r a s d e ser, p u e s d e s i g n a n relaciones e n t r e u n a p l u r a l i d a d
d e seres ya existentes.

LA PRUEBA ONTOLÓGICA

N o se d a a l ser lo q u e le es d e b i d o : c r e í a m o s hallarnos dispen-


sados d e c o n c e d e r t r a n s f e n o m e n a l i d a d al ser del f e n ó m e n o p o r q u e
h a b í a m o s d e s c u b i e r t o la t r a n s f e n o m e n a l i d a d del ser d e la conciencia.
V e r e m o s , a l c o n t r a r i o , q u e esta t r a n s f e n o m e n a l i d a d m i s m a exige la
del ser del f e n ó m e n o . H a y u n a " p r u e b a o n t o l ó g i c a " derivable, n o
del cogito reflexivo, sino del ser prerr&jlexivo del percipiens. Es lo
q u e ahora trataremos de exponer.
T o d a conciencia es conciencia de algo. E s t a definición d e la
conciencia p u e d e t o m a r s e e n dos sentidos distintos: o bien e n t e n -
d e m o s p o r ella q u e la conciencia es constitutiva del ser d e su o b j e t o .
o bien q u e la conciencia, en su naturaleza m á s p r o f u n d a , es relación
a u n ser trascendente. Pero la p r i m e r a acepción de la f ó r m u l a
se destruye a sí m i s m a : ser consciente de algo es estar f r e n t e a u n a
presencia plena y concreta q u e no es la conciencia. Sin d u d a , se
p u e d e t e n e r conciencia d e u n a ausencia. P e r o esta ausencia a p a r e c e
necesariamente sobre u n f o n d o d e presencia. A h o r a b i e n : según he-
mos visto, la conciencia es u n a subjetividad real y la impresión es
u n a p l e n i t u d subjetiva. P e r o esta subjetividad n o p u e d e salir d e sí
p a r a p o n e r u n objeto trascendente confiriéndole la plenitud impre-
sional. Así, pues, si se quiere a t o d a costa q u e el ser del f e n ó m e n o
d e p e n d a de la conciencia, será menester q u e el objeto se distinga d e
la conciencia, n o p o r su presencia, sino p o r su ausencia; n o p o r su
plenitud, sino por su n a d a . Si el ser p e r t e n e c e a la conciencia, el
o b j e t o n o es la conciencia, n o en c u a n t o el o b j e t o es otro ser, sino
en c u a n t o es u n no-ser. Es el recurso al infinito d e q u e h a b l á b a m o s
en la p r i m e r a sección de esta obra. P a r a HusserI, p o r ejemplo, la
a n i m a c i ó n del núcleo hilético p o r las solas intenciones q u e p u e d e n
h a l l a r su c u m p l i m i e n t o ( E r f ü l l u n g ) en esa hyle, n o bastaría p a r a
hacernos salir de la subjetividad. Las intenciones v e r d a d e r a m e n t e
objetivantes son las intenciones vacías, las q u e a p u n t a n , p o r sobre
la aparición presente y subjetiva, a la totalidad infinita de la serie
de apariciones. E n t e n d a m o s , además, q u e a p u n t a n a la serie e n
c u a n t o las apariciones n o p u e d e n darse n u n c a todas a la vez. L a
imposibilidad de principio de q u e los términos, en n ú m e r o infinito*
d e la serie existan al m i s m o t i e m p o a n t e la conciencia, y a la vez la
ausencia real de todos estos términos excepto u n o , son el f u n d a m e n t o
d e la objetividad. Presentes, esas impresiones —así fuesen en n ú m e r o
infinito— se f u n d i r í a n en lo subjetivo: es su ausencia quien les d a
el ser objetivo. Así, el ser del o b j e t o es u n p u r o no-ser. Se d e f i n e
corno u n a falta. Es lo q u e se h u r t a , lo .que, p o r principio, j a m á s
será d a d o , lo q u e se entrega p o r perfiles fugaces y sucesivos. Pero,
¿ c ó m o el no-ser p u e d e ser f u n d a m e n t o del ser? ¿ C ó m o lo subjetivo
ausente y aguardado se torna, p o r eso mismo, objetivo? U n a g r a n
alegría q u e espero, u n dolor q u e temo, a d q u i e r e n p o r ese h e c h o
cierta trascendencia; concedido. Pero esta trascendencia en la in-
m a n e n c i a n o nos hace salir de lo subjetivo. Cierto es q u e las cosas
se d a n p o r perfiles; es decir, sencillamente, p o r apariciones. Y cierto
es q u e c a d a aparición r e m i t e a otras. P e r o c a d a u n a d e ellas es ya,
p o r sí misma, u n ser trascendente, n o u n a m a t e r i a impresional sub-
j e t i v a ; u n a plenitud de ser, n o u n a í a l t a ; u n a presencia, n o u n a
ausencia. V a n o sería i n t e n t a r u n juego de prestidigitación, f u n d a n d o
la realidad del o b j e t o sobre la plenitud subjetiva impresional, y su
objetividad sobre el no-ser: j a m á s lo objetivo saldrá de lo subjetivo,
ni lo trascendente de la i n m a n e n c i a , ni el ser del no-ser. Pero, se
dirá, Husserl define precisamente la conciencia c o m o u n a transcen-
dencia. E n efecto: tal es su tesis, y su descubrimiento esencia]. Pero,
desde el m o m e n t o q u e hace del n o e m a u n irreal, que es correlato
de la noesis y cuyo esse es u n percipi, se m u e s t r a totalmente infiel a
su principio.
L a conciencia es conciencia de algo: esto significa q u e la tras-
cendencia es estructura constitutiva de la conciencis; es decir, q u e
la conciencia nace conducida sobre u n ser q u e no es ella misma. Es
lo q u e llamamos la p r u e b a ontológica. Se responderá, sin d u d a , q u e
la exigencia d e la conciencia n o d e m u e s t r a q u e esta exigencia deba
satisfacerse. P e r o esta objeción n o p u e d e m a n t e n e r s e fi;ente a u n
análisis d e lo q u e Husserl llama intencionalidad,' y cuyo c a r á c t e r
esencial h a desconocido. Decir q u e la conciencia es conciencia d e
algo significa q u e p a r a la conciencia no hay ser, f u e r a de esa obli-
gación precisa de ser intuición revelante de algo; es decir, de u n
ser trascendente. N o sólo la subjetividad p u t a , si es d a d a previa-
mente, n o logra trascenderse p a r a poner lo objetivo, sino q u e t a m -
bién u n a subjetividad " p u r a " se desvanecería. L o q u e p u e d e lla-
marse p r o p i a m e n t e subjetividad es la conciencia (de) conciencia
P e r o es menester q u e esta conciencia (de ser) conciencia se cualifi-
q u e en cierta m a n e r a , y n o p u e d e ' cualificarse sino c o m o intuición
r e v e l a n t e ; si no, n o es n a d a . Pero u n a intuición revelante implica
algo revelado. L a subjetividad absoluta n o p u e d e constituirse sino
f r e n t e a u n r e v e l a d o ; la i n m a n e n c i a n o p u e d e definirse sino en la
captación d e u n trascendente. Se creerá e n c o n t r a r aquí c o m o u n
eco d e la r e f u t a c i ó n k a n t i a n a del idealismo problemático. Pero m á s
bien h a de .pensarse en Descartes. Estamos a q u í en el p l a n o del ser,
n o en el del conocimiento; no se t r a t a d e m o s t r a r q u e los f e n ó m e n o s
del Sentido interno implican la existencia de fenómenos objetivos y
espaciales, sino q u e la conciencia implica en su ser u n ser no-cons-
ciente y transfenoménico. E n particular, de n a d a serviría replicar
que, efectivamente, la subjetividad implica la objetividad y se cons-
tituye a sí m i s m a al constituir lo objetivo: hemos visto q u e la subje-
tividad es i m p o t e n t e p a r a constituirlo. D e c i r q u e la conciencia es
conciencia de algo, es decir q u e debe producirse c o m o revelación-
r e v e l a d a d e u n ser q u e n o es ella m i s m a y q u e se d a c o m o ya e x i s t e n t e
c u a n d o ello lo revela.
Así, h a b i e n d o p a r t i d o d e la p u r a a p a r i e n c i a , nos e n c o n t r a m o s
e n m e d i o del ser. L a c o n c i e n c i a es u n ser c u y a existencia p o n e la
esencia, e, i n v e r s a m e n t e , es conciencia d e u n ser c u y a esencia i m p l i c a
la existencia, es decir, c u y a a p a r i e n c i a exige ser. E l ser e$tá d o q u i e r a .
C i e r t a m e n t e , p o d r í a m o s a p l i c a r a la c o n c i e n c i a la d e f i n i c i ó n q u e
H e i d e g g e r reserva p a r a el Dasein, y d e c i r q u e es u n ser p a r a el c u a l
e n su ser es cuestión d e su s e r 1 , p e r o sería m e n e s t e r c o m p l e t a r l a
y f o r m u l a r l a m á s o m e n o s así: la conciencia es un ser para el cual
en su ser es cuestión de su ser en tanto que este ser implica un ser
otro que él mismo.
Q u e d a e n t e n d i d o q u e este ser n o es o t r o q u e el ser t r a n s f e n o -
m é n i c o d e los f e n ó m e n o s , y n o u n ser n u m é n i c o q u e t r a s ellos p e r -
m a n e c i e r a oculto. /EX ser i m p l i c a d o p o r la c o n c i e n c i a es el d e e s t a
mesa, el d e este p a q u e t e d e t a b a c o , el d e la l á m p a r a ; m á s e n g e n e r a l ,
el ser del m u n d o . L a c o n c i e n c i a exige s i m p l e m e n t e q u e el ser d e l o
q u e aparece n o exista solamente e n t a n t o q u e a p a r e c e . E l ser t r a n s -
f e n o m é n i c o d e lo q u e es para la conciencia es él m i s m o en si.

VI

EL SER EN Sí

P o d e m o s a h o r a d a r a l g u n a s precisiones a c e r c a del fenómeno de


ser, a l q u e h e m o s c o n s u l t a d o p a r a establecer n u e s t r a s p r e c e d e n t e s
observaciones. L a c o n c i e n c i a es r e v e l a c i ó n - r e v e l a d a d e los existentes,
y los existentes c o m p a r e c e n a n t e la c o n c i e n c i a sobre el f u n d a m e n t o
del ser q u e les es p r o p i o . E m p e r o , la c a r a c t e r í s t i c a d e l ser d e u n
existente es la d e n o develarse a sí mismo, e n p e r s o n a , a l a c o n c i e n -
c i a ; n o se p u e d e d e s p o j a r a u n existente d e su s e r ; el ser es el f u n -
d a m e n t o s i e m p r e p r e s e n t e del existente, está e n él d o q u i e r a y e n
n i n g u n a p a r t e ; n o h a y ser q u e n o sea ser e n u n a m a n e r a d e ser y
q u e n o sea c a p t a d o a través d e la m a n e r a d e ser q u e a la vez l o
m a n i f i e s t a y lo vela. E m p e r o , la conciencia p u e d e s i e m p r e s o b r e p a s a r
1
Pour lequel il est dans son étre question de son étre. "Ser cuestión
de" implica a la vez que para la conciencia "se trata" de su ser, que al ser
de la conciencia "le va" su propio sor, y que "cuestiona" o "pregunta por
su ser". Véase el Indice terminológico, s. v. Cuestión. (N. del T.)
a l existente, n o h a c i a su ser, sino h a c i a el sentido de este ser. P o r
eso se la p u e d e llamar óntico-ontológica, pues u n a característica f u n -
d a m e n t a l d e su trascendencia es la de trascender lo óntico h a c i a
lo ontológico. E l sentido del ser del existente, en t a n t o q u e se devela
a la conciencia, es el f e n ó m e n o de ser. Este sentido tiene a su vez
u n ser, q u e es el f u n d a m e n t o sobre el q u e se manifiesta. Desde este
p u n t o de vista p u e d e entenderse el famoso a r g u m e n t o de la esco-
lástica, según el cual h a b í a circuló vicioso en toda proposición con-
c e r n i e n t e al ser, p u e s t o q u e todo juicio sobre el ser implicaba ya el
ser. Pero, d e hecho, n o existe este círculo vicioso, pues n o es nece-
sario sobrepasar d e n u e v o el ser d e ese sentido hacia su sentido: el
sentido del ser vale p a r a el ser de todo fenómeno, c o m p r e n d i d o el
suyo propio. El f e n ó m e n o d e ser n o es el ser, c o m o ya lo hicimos
notar.; P e r o indica al ser y lo exige; a u n q u e , a decir verdad, la
p r u e b a ontológica a q u e antes nos referíamos n o sea válida ni especial
n i únicamente p a r a él: h a y una p r u e b a ontológica válida p a r a todo
el d o m i n i o de la conciencia. Pero esa p r u e b a basta p a r a justificar
todas las enseñanzas q u e p o d a m o s extraer del f e n ó m e n o de ser. El
f e n ó m e n o de ser, como todo f e n ó m e n o primero, se devela inmedia-
t a m e n t e a la conciencia. E n c a d a instante leñemos d e él lo q u e
H e i d e g g e r llama u n a comprensión preontológica, es decir, n o acom-
p a ñ a d a d e fijación en conceptos ni de elucidación. Se trata, pues,
a h o r a , d e q u e consultemos a ese f e n ó m e n o y procuremos f i j a r p o r
ese m e d i o el sentido del ser. H a de hacerse notar, sin e m b a r g o :
1° Q u e esta elucidación del sentido del ser sólo es válida p a r a
•el ser del f e n ó m e n o . Siendo el ser de la conciencia radicalmente
Otro, su sentido requerirá u n a elucidación p a r t i c u l a r a partir de la
fevelación-revelada d e o t r o tipo d e ser, el ser-para-sí, q u e definiremos
m á s a d e l a n t e y q u e se opone al ser-en-sí del f e n ó m e n o ;
2 ' Q u e la elucidación del sentido del ser en sí, q u e a q u í inten-
taremos, n o p u e d e ser sino provisional. Los aspectos que nos serán
revelados implican otras significaciones q u e nos será menester c a p t a r
y f i j a r ulteriormente. E n particular, las reflexiones precedentes nos
h a n p e r m i t i d o distinguir dos regiones d e ser absolutamente diversas
y separadas: el ser del cogito prerreflexivo y el ser del f e n ó m e n o .
Pero, a u n q u e el concepto de ser tenga así la p a r t i c u l a r i d a d de escin-
dirse en dos regiones incomunicables, es preciso, con todo, explicar
c ó m o p u e d e n a m b a s regiones ser colocadas b a j o la misma rúbrica.
Ello requerirá el e x a m e n de esos dos tipos d e seres, y es evidente
q u e n o p o d r e m o s c a p t a r v e r d a d e r a m e n t e el sentido del u n o o del
otro sino c u a n d o p o d a m o s establecer sus v e r d a d e r a s relaciones con
la noción d e ser en general, y las relaciones q u e los u n e n . E n efecto,
por el examen de la conciencia n o posicional (de) sí, hemos estable-
cido que el ser del f e n ó m e n o n o podía en n i n g ú n caso obrar sobre
la conciencia. C o n ello descartamos u n a concepción realista de las
relaciones del f e n ó m e n o con la conciencia. P e r o hemos m o s t r a d o
también, p o r el examen de la espontaneidad del cogito n o reflexivo,
q u e la conciencia n o podía salir d e su subjetividad si ésta le era
previamente d a d a , y q u e n o p o d í a a c t u a r sobre el ser trascendente
ni incluir, sin contradicción, los elementos d e pasividad necesarios
p a r a poder constituir p a r t i e n d o de ellos u n ser trascendente, y des-
cartamos así la solución idealista del problema. Pareceríamos h a b e r -
nos cerrado todas las puertas y estar condenados a m i r a r el ser tras-
cendente y la conciencia c o m o dos totalidades cerradas, sin comu-
nicación posible. Nos será preciso mostrar q u e el problema tiene
o t r a solución, allende el realismo y el idealismo.
Empero, hay cierto n ú m e r o de características que p u e d e n fijarse
inmediatamente, pues en su mayoría surgen por sí mismas d e lo q u e
acabamos d e decir.
L a clara visión del f e n ó m e n o de ser se h a visto a m e n u d o os-
curecida por u n prejuicio m u y generalizado, que denominaremos
"creacionismo". C o m o se suponía q u e Dios h a b í a d a d o el ser al
mundo, el ser parecía siempre a f e c t a d o de cierta pasividad. Pero
u n a creación ex nihilo n o p u e d e explicar el surgimiento del ser, pues,
si el ser es concebido en u n a subjetividad, así sea divina, q u e d a
c o m o u n m o d o de ser intrasubjetivo. Esa subjetividad n o p o d r í a
tener ni a u n la representación de u n a objetividad y, en consecuencia,
no podría ni a u n afectarse de la voluntad de crear lo objetivo. Por
otra parte, el ser, a u n c u a n d o f u e r a súbitamente puesto f u e r a d e lo
subjetivo por la fulguración de q u e habla Leibniz, n o p u e d e afir-
marse como ser sino hacia y contra su creador, pues, de lo contrario,
se f u n d e en él: la teoría de la creación continua, q u i t a n d o al ser
lo que los alemanes llaman la Selbststandigkeit, lo hace desvanecer
en la subjetividad divina. El sei, si existe f r e n t e a Dios, es su propio
soporte y n o conserva el m e n o r vestigio de la creación divina. E n
u n a palabra, a u n si hubiese sido creado, el ser-en-sí sería inexplicable
por la creación, pues r e t o m a su ser m á s allá de ésta. Esto equivale
a decir que el ser es increado. Pero n o h a de concluirse q u e el ser
.se crea a sí mismo, lo q u e supondría que es anterior a sí. El ser 110
p u e d e ser causa sui a la m a n e r a de la conciencia. El ser es sí1. Esto
significa q u e n o es n i p a s i v i d a d ni a c t i v i d a d . Estas dos nociones son
humanas y d e s i g n a n c o n d u c t a s h u m a n a s o i n s t r u m e n t o s d e ellas.
H a y a c t i v i d a d c u a n d o u n ser consciente dispone medios con vistas
a u n f i n . Y l l a m a m o s pasivos a los objetos sobre los cuales n u e s t r a
a c t i v i d a d se ejerce, y e n t a n t o q u e n o a p u n t a n e s p o n t á n e a m e n t e al
fin p a r a el q u e los h a c e m o s servir. E n u n a p a l a b r a , el h o m b r e es
a c t i v o y los medios q u e e m p l e a son l l a m a d o s pasivos. Estos concep-
tos, llevados a lo absoluto, p i e r d e n t o d a significación. E n p a r t i c u l a r ,
el ser n o es a c t i v o : p a r a q u e h a y a fin y medios, es preciso q u e h a y a
ser. C o n m a y o r razón, n o p o d r í a ser pasivo, pues p a r a ser pasivo
es n e c e s a r i o ser. L a consistencia-en-sí del ser está m á s allá d e lo
a c t i v o c o m o d e lo pasivo. Está, i g u a l m e n t e , m á s allá d e la negación
c o m o d e la a f i r m a c i ó n . L a a f i r m a c i ó n es siempre a f i r m a c i ó n de
algo, es decir, q u e el a c t o a f i r m a t i v o se distingue de la cosa a f i r m a d a .
Pero, si s u p o n e m o s u n a a f i r m a c i ó n en q u e el a f i r m a d o l l e n a - al
a f i r m a n t e y se c o n f u n d e con el, esta a f i r m a c i ó n n o p u e d e a f i r m a r s e ,
p o r exceso d e p l e n i t u d y p o r i n h e r e n c i a i n m e d i a t a del n o e m a a la
nocsis. Y p r e c i s a m e n t e esto es el ser, si, p a r a a c l a r a r ideas, lo defi-
nimos con relación a la c o n c i e n c i a : es el riooma en la noesis, es
decir, la i n h e r e n c i a a sí, sin la m e n o r distancia. D e s d e este p u n t o d e
vista, n o d e b i e r a llamárselo " i n m a n e n c i a " , pues la i n m a n e n c i a es,
pese a t o d o , relación a sí; es la distancia m í n i m a q u e p u e d a t o m a r s e
d e sí a sí. P e r o el ser n o es relación a si; 61 es ¡t. Es u n a i n m a n e n -
cia q u e n o p u e d e realizarse, u n a a f i r m a c i ó n q u e n o p u e d e a f i r m a r s e ,
u n a a c t i v i d a d q u e n o p u e d e o b r a r , p o r q u e el ser está e m p a s t a d o de
sí m i s m o . Es c o m o si, p a r a liberar la a f i r m a c i ó n de sí en el seno
del ser, f u e r a necesaria u n a descompresión de ser. N o e n t e n d a m o s
t a m p o c o , p o r o t r a p a r t e , q u e el ser sea una a f i r m a c i ó n de sí indi-
f e r e n c i a d a : la i n d i f e r e n c i a c i ó n del en-sí está m á s allá d e . u n a infi-
n i d a d d e a f i r m a c i o n e s d e sí, e n la m e d i d a *eri q u e h a y u n a infinidad
d e m a n e r a s d e a f i r m a r s e . R e s u m i r e m o s estos p r i m e r o s resultados di-
c i e n d o q u e el ser es en sí.

Pero, si el ser es e n sí, ello significa q u e n o remite a sí, c o m o


lo h a c e la c o n c i e n c i a ( d e ) sí: el ser m i s m o es ese sí. L o es h a s t a
tal p u n t o , q u e la reflexión p e r p e t u a q u e constituye al sí se f u n d e e n
1
Soi. "Sí" en el sentido de "sí-mismo", como a veces se traducirá en
adelante. (N. del T.)
2
Remplit -, en el sentido en que Husserl dice que se llena (erfüllt) una
significación. Véase Indice terminológico. (N. del T.)
u n a i d e n t i d a d . P o r eso el ser está, e n el f o n d o , m á s allá del sí, y
nuestra p r i m e r a f ó r m u l a n o p u e d e ser sino u n a a p r o x i m a c i ó n d e b i d a
.i las necesidades del l e n g u a j e . D e hecho, el ser es o p a c o a sí m i s m o
precisamente porqucV está lleno d e sí rpismo. Es lo q u e e x p r e s a r e m o s
•uejor d i c i e n d o q u e el ser es lo que es . E s t a f ó r m u l a , e n a p a r i e n c i a ,
'•s e s t r i c t a m e n t e analítica. D e h e c h o , está lejos d e reducirse al p r i n -
i ¡pió de i d e n t i d a d , en t a n t o q u e éste es el p r i n c i p i o i n c o n d i c i o n a d o
de todos los juicios analíticos. E n p r i m e r l u g a r , designa u n a región
singular del ser: la del ser en sí. ( V e r e m o s q u e el ser del para sí se
define, al c o n t r a r i o , c o m o el q u e es lo q u e n o es y el q u e n o es lo
q u e es.) Se t r a t a , entonces, de u n p r i n c i p i o regional y, c o m o tal,
sintético. A d e m á s , es preciso o p o n e r la f ó r m u l a : el ser e n sí es lo
q u e es, a la q u e designa al ser de la c o n c i e n c i a : ésta, e n efecto, c o m o
veremos, ha-de-ser lo q u e es E s t o nos i n f o r m a sobre la a c e p c i ó n
especial q u e h a de darse al " e s " de la f r a s e "el ser es lo q u e es".
Desde el m o m e n t o q u e existen seres q u e h a n d e ser lo q u e son, el
h e c h o d e ser lo q u e se es n o es en m o d o a l g u n o u n a característica
p u r a m e n t e a x i o m á t i c a : es u n p r i n c i p i o c o n t i n g e n t e del ser e n sí.
En este sentido, el p r i n c i p i o d e i d e n t i d a d , p r i n c i p i o d e los juicios
analíticos, es t a m b i é n u n p r i n c i p i o regional sintético del ser. D e s i g n a
la o p a c i d a d del ser-en-sí. Esta o p a c i d a d n o d e p e n d e d e n u e s t r a po-
sición con respecto al en-sí, en el sentido d e q u e nos v e r í a m o s obli-
gados a aprehenderlo y observarlo p o r h a l l a r n o s " f u e r a " . El ser-en-sí
n o tiene u n dentro q u e se o p o n g a a u n fuera y q u e sea a n á l o g o a
un juicio, a u n a ley, a u n a conciencia d e sí. El en-sí n o tiene secreto:
es macizo. E n cierto sentido, se lo p u e d e designar c o m o u n a síntesis.
Pero la m á s indisoluble de t o d a s : la síntesis de sí consigo m i s m o .
Resulta, e v i d e n t e m e n t e , q u e el ser está aislado en su ser y n o m a n -
tiene relación a l g u n a con lo q u e n o es él. Los tránsitos, los devenires,
todo c u a n t o p e r m i t e decir q u e el ser n o es a ú n lo q u e será y q u e es
ya lo q u e n o es, t o d o eso le es n e g a d o p o r principio. P u e s el ser es
1
La sintaxis francesa permite diferenciar entre "l'étre est ce qu'il est"
(™~ "el ser es lo que él mismo es") y "l'étre est ce qui est" ( = "el ser es
lo que es o existe [en general]"). Fórmulas de este tipo, afirmativas o ne-
gativas ("el ser que es lo que es, que es lo que no es, que no es lo que es",
etc.), deberán entenderse siempre en el primer sentido, sin que, gracias a esta
advertencia, sea necesaria la enfadosa repetición del sujeto "él" o "él mismo",
"ella misma", etc., en la traducción española. ( N . del T.)
2
"Tener de" ( = avoir á), algo arcaico en castellano, en un sentido
próximo pero no igual a "haber de", ha sido adoptado por razones de •cla-
ridad y exactitud. Véase el Indice terminológico. ( N . del T.)
el ser del devenir y p o r eso está m á s allá del devenir. Es lo q u e es;
esto significa que, p a r sí mismo, n o p o d r í a ni a u n n o ser lo q u e n o
es; hemos visto, e n efecto, q u e n o implicaba n i n g u n a negación.
Es p l e n a positividad. N o conoce, pues, la alteridad: n o se p o n e ja-
m á s c o m o otro q u e otro ser; n o p u e d e m a n t e n e r relación n i n g u n a
con lo otro. Es i n d e f i n i d a m e n t e él mismo y se agota en siéndolo.
Desde este p u n t o d e vista, veremos m á s t a r d e q u e escapa a la tem-
poralidad. Es, y, c u a n d o se d e r r u m b a , ni siquiera p u e d e decirse q u e
ya n o es más. O , p o r lo menos, u n a conciencia p u e d e t o m a r con-
ciencia de él c o m o n o siendo ya, precisamente porque esa conciencia
es temporal. Pero él mismo n o existe c o m o algo que falta allí d o n d e
antes e r a : la p l e n a positividad de ser se h a rehecho sobre su de-
r r u m b e . Él era, y a h o r a otros seres son: eso es todo.
P o r último, y será nuestra tercera característica, el ser-en-sí es.
Esto significa q u e el ser n o p u e d e ni ser derivado de lo posible ni
r e d u c i d a a lo necesario. L a necesidad concierne a la conexión de
las proposiciones ideales, p e r o 110 a la de los existentes. U n exis-
t e n t e fenoménico, en t a n t o q u e existente, 110 p u e d e j a m á s ser derivado
d e otro existente.¿/Es lo q u e llamaremos la contingencia del ser-en-sí.
P e r o el ser-en-sí t a m p o c o p u e d e ser derivado d e u n posible. L o po-
sible es u n a estructura del para-sí, es decir, que pertenece a otra
región del ser. El ser-en-sí 110 es j a m á s ni posible ni imposible: sim-
plemente es. Esto es lo q u e — e n términos antropomórficos— ex-
presará la conciencia al decir que el ser-en-sí está de más; o sea q u e
ella n o p u e d e absolutamente derivarlo d e nada; ni de o t r o ser, ni d e
u n posible, ni de u n a ley necesaria. Increado, sin razón d e ser, sin
relación n i n g u n a con o t r o ser, el ser-en-sí está de más por toda
eternidad.
El ser es. El ser es en sí. El ser es lo q u e es. H e aquí las tres
características q u e el e x a m e n provisional del f e n ó m e n o de ser nos
permite asignar al ser de los fenómenos. P o r el m o m e n t o , nos es
imposible llevar m á s lejos nuestra investigación. N o es el examen
del en-sí — q u e n o es jamás sino lo q u e él es— lo q u e nos permitirá
establecer y explicar sus relaciones con el para-sí. D e m o d o q u e
hemos p a r t i d o d e las "apariciones" y nos hemos visto conducidos
progresivamente a p o n e r dos tipos de seres: el en^sí y el para-sí sobre
los cuales n o tenemos a ú n sino informes superficiales e incompletos.
U n a m u l t i t u d de p r e g u n t a s q u e d a todavía sin respuesta: ¿ C u á l es
el sentido p r o f u n d o de esos dos tipos de ser? ¿ P o r q u é razones per-
tenecen u n o y otro al ser en general? ¿ C u á l es el sentido del ser,
en t a n t o que c o m p r e n d e en sí esas dos regiones de ser radicalmente
escindidas? Si el idealismo y el realismo f r a c a s a n ambos c u a n d o in-
t e n t a n explicar las relaciones q u e u n e n de h e c h o esas regiones in-
comunicables de derecho, ¿ q u é otra solución p u e d e darse a este
problema? ¿ Y c ó m o p u e d e el ser del f e n ó m e n o ser transíenoménico?
P a r a intentar responder a tales p r e g u n t a s hemos escrito esta obra.
PRIMERA PARTE

EL PROBLEMA DE LA NADA
CAPÍTULO I

EL O R I G E N D E LA N E G A C I Ó N

LA INTERROGACIÓN

N u e s t r a s investigaciones nos h a n c o n d u c i d o al seno d e l ser. P e r o


t a m b i é n h a n p a r a d o e n u n atasco, ya q u e n o h e m o s p o d i d o estable-
cer v i n c u l a c i ó n e n t r e las dos regiones del ser q u e h e m o s d e s c u b i e r t o .
Ello se d e b e , sin d u d a , a q u e h e m o s escogido u n a m a l a p e r s p e c t i v a
p a r a c o n d u c i r n u e s t r a i n d a g a c i ó n . D e s c a r t e s se e n f r e n t ó con u n
p r o b l e m a a n á l o g o c u a n d o h u b o d e e s t u d i a r las relaciones e n t r e eí
a l m a y el c u e r p o . A c o n s e j a b a e n t o n c e s b u s c a r l a solución e n el t e -
r r e n o d e h e c h o e n q u e se o p e r a b a la u n i ó n d e l a sustancia p e n s a n t e
con la sustancia extensa, es decir, e n la i m a g i n a c i ó n . El c o n s e j o
es precioso: p o r ' c i e r t o , n u e s t r a p r e o c u p a c i ó n n o es la m i s m a d e D e s -
cartes, y n o c o n c e b i m o s la i m a g i n a c i ó n c o m o él. P e r o lo q u e se
p u e d e a p r o v e c h a r es el criterio d e q u e n o c o n v i e n e s e p a r a r p r e v i a -
m e n t e los dos t é r m i n o s d e u n a relación p a r a t r a t a r d e r e u n i r l o s l u e g o :
la relación es síntesis. E n consecuencia, los resultados'del análisis n o
p u e d e n coincidir con los momentos d e esa síntesis. M . L a p o r t e dice
q u e se a b s t r a e c u a n d o s e - p i e n s a c o m o a i s l a d o a q u e l l o q u e n o está
h e c h o p a r a existir a i s l a d a m e n t e . I^or oposición, lo c o n c r e t o es u n a
t o t a l i d a d c a p a z d e existir p o r sí sola. H u s s e r l es d e la m i s m a o p i n i ó n :
p a r a él, lo r o j o es u n a b s t r a c t o , p u e s n o p u e d e existir sin la f i g u r a .
Al c o n t r a r i o , la " c o s a " e s p a c i o t e m p o r a l , c o n t o d a s sus d e t e r m i n a c i o -
nes, es u n c o n c r e t o . D e s d e este p u n t o d e vista, la c o n c i e n c i a es u n
abstracto, y a q u e o c u l t a e n sí m i s m a u n origen o n t o l ó g i c o h a c i a el
en-sí, y, r e c í p r o c a m e n t e , el f e n ó m e n o es u n a b s t r a c t o t a m b i é n , y a
q u e d e b e " a p a r e c e r " a n t e la conciencia. L o c o n c r e t o n o p u e d e ser
sino la t o t a l i d a d sintética d e q u e t a n t o la conciencia c o m o el f e n ó -
m e n o constituyen sólo m o m e n t o s . L o c o n c r e t o es el h o m b r e e n el
m u n d o , con esa u n i ó n específica del h o m b r e con el m u n d o , q u e
Heidegger, p o r ejemplo, llama "ser-en-el-mundo". I n t e r r o g a r " a la
experiencia", c o m o K a n t , acerca de sus condiciones de posibilidad, o
e f e c t u a r u n a reducción fenomenológica, c o m o Husserl, q u e reducirá
al m u n d o al estado de correlato noemático de la conciencia, es
comenzar d e l i b e r a d a m e n t e p o r lo abstracto. P e r o t a m p o c o se logrará
restituir lo concreto p o r la adición o la organización de los elementos
q u e se h a n abstraído, así c o m o n o se puede, en el sistema d e Spinoza,
alcanzar la sustancia por la adición infinita de sus modos. L a rela-
ción entre las regiones de ser brota de u n a surgente primitiva, f o r m a
p a r t e de la estructura m i s m a de esos seres. Y nosotros la descubrimos
desde nuestra p r i m e r a inspección, l i a s t a abrir los ojos e interrogar
c o n t o d a i n g e n u i d a d a esa totalidad q u e es el hombre-en-el-mundo.
Por la descripción de dicha totalidad podremos responder a estas dos
p r e g u n t a s : l 9 ) ¿ C u á l es la relación sintética a la q u e llamamos el
ser-en-el-mundo? 2 ' ) ¿ Q u é deben ser el h o m b r e y el m u n d o p a r a
q u e la relación entre ambos sea posible? A decir verdad, ambas
cuestiones rebalsan la u n a sobre la otra y n o podemos esperar cota-
testarlas por separado. Pero c a d a u n a de las conductas h u m a n a s ,
siendo c o n d u c t a del h o m b r e en el m u n d o , puede entregarnos a la vez
el hombre, el m u n d o y la relación q u e los une, a condición de q u e
encaremos esas conductas c o m o realidades objetivamente captables
y n o c o m o afecciones subjetivas q u e sólo a la m i r a d a de la reflexión
p u d i e r a n descubrirse. ,
N o nos limitaremos al estudio d e u n a sola conducta. Al con-
trario, procuraremos describir varias y penetrar, de conducta en
conducta, hasta el sentido p r o f u n d o de la relación " h o m b r e - m u n d o " .
Conviene a n t e todo, sin embargo, escoger u n a conducta primera q u e
p u e d a servirnos de hilo c o n d u c t o r en nuestra investigación.
Pero esta investigación misma nos ofrece la c o n d u c t a d e s e a d a :
este h o m b r e q u e soy yo, si lo c a p t o tal cual es en este m o m e n t o en
el m u n d o , advierto q u e se m a n t i e n e a n t e el ser en u n a actitud inte-
rrogativa. E n el m o m e n t o m i s m o en q u e p r e g u n t o : " ¿ H a y u n a
c o n d u c t a capaz de revelarme la relación del h o m b r e con el m u n d o ? " ,
f o r m u l o u n a interrogación. U n a interrogación q u e p u e d o considerar
de m a n e r a objetiva, p u e s p o c o i m p o r t a q u e el interrogador sea yo
mismo o el lector q u e m e lee y q u e interroga conmigo. Pero, p o r
otra parte, esa interrogación n o es simplemente el c o n j u n t o objetivo
de las palabras trazadas sobre este p a p e l : es indiferente a los signos
q u e la expresa^. E n u n a p a l a b r a , es una* actitud h u m a n a d o t a d a
d e significación. ¿ Q u é nos revela esta actitud?
E n t o d a interrogación, nos m a n t e n e m o s f r e n t e a u n ser al cual
interrogamos. T o d a interrogación supone, pues, u n ser q u e inte-
rroga y u n ser al q u e se interroga; n o es la relación primitiva del
h o m b r e con el ser-en-sí, sino, al contrario, se m a n t i e n e en los límites
de esta relación, y la supone. Por otra parte, interrogamos al ser
interrogado sobre algo. Esto sobre lo cual interrogo al ser, participa
de la transcendencia del ser: interrogo al ser sobre sus m a n e r a s de
ser o sobre su ser. Desde este p u n t o d e vista, la interrogación es
u n a variedad de la espera: espero u n a respuesta del ser interrogado.
Es decir que, sobre el f o n d o de u n a f a m i l i a r i d a d preinterrogativa
con el ser, espero de este ser u n a develación de su ser o de su m a n e r a
efe ser. L a respuesta será u n sí o un no. L a • existencia d e estas
dos posibilidades igualmente objetivas y contradictorias distingue por
principio a la interrogación de la afirmación o la negación. Exis-
ten interrogaciones que, en apariencia, n o c o m p o r t a n respuesta ne-
gativa; como, p o r ejemplo, la q u e . f o r m u l á b a m o s antes: " ¿ Q u é nos
revela esta a c t i t u d ? " Pero, de hecho, se ve q u e es siempre posible
responder diciendo: " N a d a " o " N a d i e " o " N u n c a " a interrogaciones
de ese tipo. Así,, en el m o m e n t o en q u e p r e g u n t o : " ¿ H a y u n a
c o n d u c t a capaz de revelarme la relación del h o m b r e con el m u n d o ? " ,
a d m i t o por principio la posibilidad de u n a respuesta negativa, c o m o :
" N o ; semejante c o n d u c t a n o existe." Esto significa q u e aceptamos'
e n f r e n t a r n o s con el ser trascendente de la no-existencia de tal con-
ducta. Se caerá quizás en la tentación de n o creer en la existencia
objetiva de u n no-ser; se dirá, simplemente, q u e en ese caso el hecho
me remite a mi subjetividad: el ser trascendente m e enseñaría que
la c o n d u c t a buscada es u n a p u r a ficción. Pero, en p r i m e r lugar,
llamar a esa c o n d u c t a u n a p u r a ficción es e n m a s c a r a r la negación,
sin suprimirla. "Ser p u r a ficción" equivale a q u í a " n o ser sino u n a
ficción". Además, destruir la realidad de la negación es h a c e r des-
vanecer la realidad d e la respuesta. Esta respuesta, en efecto, m e
es d a d a por el ser mismo; éste es, pues, quien m e devela la negación.
Existe, pues, p a r a el interrogador, la posibilidad p e r m a n e n t e y obje-
tiva de u n a respuesta negativa. Con respecto a esta posibilidad, el
interrogádor, p o r el h e c h o mismo de interrogar, se p o n e c o m o en
estado de n o - d e t e r m i n a c i ó n : él no sabe si la respuesta seiá a f i r m a -
tiva o negativa. Así, la interrogación es u n p u e n t e lanzado entre
dos no-seres: no-ser del saber en el hombre, posibilidad de no-ser
r n el ser trascendente. P o r último, la interrogación implica la exis-
tencia d e u n a v e r d a d . Por la interrogación misma, el interrogador
a f i r m a q u e espera u n a respuesta objetiva, tal q u e p e r m i t a d e c i r :
" E s así y n o d e o t r a m a n e r a " . E n u n a p a l a b r a , la v e r d a d , a t í t u l o
d e d i f e r e n c i a c i ó n del ser, i n t r o d u c e u n t e r c e r no-ser c o m o d e t e r m i -
n a n t e d e la i n t e r r o g a c i ó n : el no-ser d e limitación. Este triple no-ser
c o n d i c i o n a t o d a i n t e r r o g a c i ó n y, e n p a r t i c u l a r , la i n t e r r o g a c i ó n m e -
tafísica, q u e es nuestra i n t e r r o g a c i ó n .
H a b í a m o s p a r t i d o "eñ b u s c a del ser y nos p a r e c í a h a b e r n o s visto
c o n d u c i d o s a l seno del ser p o r la serie d e n u e s t r a s interrogaciones.
Y h e a q u í q u e u n a o j e a d a a la i n t e r r o g a c i ó n m i s m a , e n el m o m e n t o
e n q u e c r e í a m o s a l c a n z a r la m e t a , nos revela d e p r o n t o q u e estamos
r o d e a d o s d e n a d a . L a posibilidad p e r m a n e n t e del no-ser, f u e r a d e
nosotros y e n nosotros, c o n d i c i o n a n u e s t r a s i n t e r r o g a c i o n e s sobre el
ser. Y el m i s m o no-ser circunscribirá la r e s p u e s t a : lo q u e el ser
será se r e c o r t a r á n e c e s a r i a m e n t e sobre el f o n d o d e lo q u e el ser no
es. C u a l q u i e r a q u e sea esta respuesta, p o d r á f o r m u l a r s e así: " E l ser
es eso y, f u e r a d e eso, nada".
Así, a c a b a d e a p a r e c é r s e n o s u n n u e v o c o m p o n e n t e d e lo r e a l :
el no-ser. C o n ello, n u e s t r o p r o b l e m a se c o m p l i c a , p u e s ya n o t e n e -
mos q u e t r a t a r s o l a m e n t e las relaciones del ser h u m a n o con .el ser
e n sí, sino t a m b i é n las relaciones del ser con el no-ser y las del
no-ser h u m a n o con el no-ser t r a s c e n d e n t e . P e r o v e á m o s l o m e j o r .

II

LAS NEGACIONES

Se n o s o b j e t a r á q u e el ser en sí n o p o d r í a d a r respuestas n e g a -
tivas. ¿ N o d e c í a m o s nosotros m i s m o s q u e el ser e n sí está m á s allá
t a n t o d e la a f i r m a c i ó n c o m o d e la n e g a c i ó n ? P o r o t r a p a r t e , la
e x p e r i e n c i a trivial r e d u c i d a a sí m i s m a n o p a r e c e d e v e l a r n o s n i n g ú n
no-ser. Pienso q u e h a y mil q u i n i e n t o s f r a n c o s e n m i billetera y n o
e n c u e n t r o m á s q u e m i l trescientos: esto n o significa e n absoluto, se
nos d i r á , q u e la e x p e r i e n c i a m e h a y a d e s c u b i e r t o el no-ser d e m i l
q u i n i e n t o s f r a n c o s , sino s i m p l e m e n t e q u e h e c o n t a d o trece billetes d e
cien f r a n c o s . L a n e g a c i ó n p r o p i a m e n t e d i c h a es i m p u t a b l e a m í :
a p a r e c e r í a sólo al nivel d e u n a c t o j u d i c a t i v o p o r el c u a l yo esta-
blecería u n a c o m p a r a c i ó n e n t r e el r e s u l t a d o e s p e r a d o y el r e s u l t a d o
o b t e n i d o . Así, la n e g a c i ó n sería s i m p l e m e n t e u n a c u a l i d a d del j u i c i o
y la e s p e r a del i n t e r r o g a d o r sería u n a e s p e r a del juicio-respuesta.
Ka c u a n t o a la N a d a , tendría su origen en los juicios negativos;
sería un concepto por el cual se establece la u n i d a d trascendente
de todos esos juicios, u n a f u n c i ó n preposicional del t i p o : "x no es".
Se ve a d o n d e conduce esta teoría: se nos hace n o t a r q u e el ser-en-si
es plena positividad y n o contiene en sí mismo n i n g u n a negación.
Ese juicio negativo, por otra parte, a título de acto subjetivo, es asi-
milado rigurosamente al juicio a f i r m a t i v o : n o se ve q u e K a n t , p o r
ejemplo, haya distinguido en su textura interna el acto judicativo
negativo del acto a f i r m a t i v o ; en ambos casos se o p e r a u n a síntesis
de conceptos; simplemente, esta síntesis, q u e es u n acaecimiento con-
creto y pleno de la vida psíquica,' se o p e r a en u n caso p o r m e d i o
de la cópula "es" y en el otro por medio de la cópula " n o es"; d e
la misma m a n e r a , la operación m a n u a l del cribaje (separación) y
la operación m a n u a l d e la recolección (unión) son dos conductas
objetivas q u e poseen la misma realidad d e hecho. Asi, la negación
estaría "al c a b o " del acto judicativo, sin estar p o r eso " e n " el ser.
Es como u n irreal e n c e r r a d o entre dos realidades plenas, n i n g u n a de
las cuales lo reivindica c o m o suyo: el ser-en-sí, interrogado sobre la
negación, remite al juicio, ya q u e él n o es sino lo q u e es; y el juicio,
cabal positividad psíquica, remite al ser, ya q u e f o r m u l a u n a ne-
gación concerniente al -ser y, por ende, trascendente. L a negación,
resultado de operaciones psíquicas concretas, sostenida en la exis-
tencia por estas operaciones mismas, incapaz de existir p o r sí, tiene
la existencia de u n correlato noemático: su esse reside exactamente
en su pcrcipi. Y la N a d a , u n i d a d conceptual d e los juicios negativos,
n o tiene la m e n o r realidad, si n o es la q u e los estoicos conferían a
su "lecton". ¿Podemos aceptar tal concepción?
L a cuestión p u e d e plantearse en estos términos: si la negación,
como estructura de la proposición judicativa, está en el origen d e la
nada, o si, al contrario, esta n a d a , coino estructura de lo real, es el
origen y f u n d a m e n t o de la negación. Así, el problema del ser nos
h a remitido al de la interrogación como actitud h u m a n a , y el pro-
blema de la interrogación nos remite al del ser de la negación.
Es evidente q u e el no-ser aparece siempre en los límites de u n a
espera h u m a n a . Precisamente p o r q u e yo esperaba encontrar mil
quinientos francos, no encuentro sino mil trescientos; y p o r q u e el
físico espera tal o cual verificación de su hipótesis, la naturaleza
puede decirle no. Sería vano, pues, negar q u e la negación aparece
sobre el f o n d o primitivo de u n a relación entre el h o m b r e y el m u n d o ;
el m u n d o no descubre sus no-seres a quien n o los h a puesto pre-
viarnente.como posibilidades. Pero, ¿significa esto que esos no-seres
lian de reducirse a la p u r a subjetividad? ¿Significa cjue h a de d á r -
meles la i m p o r t a n c i a y el tipo de existencia del "lecton" estoico, del
n c e m a husserliano? N o lo creemos así.
E n p r i m e r término, no es verdad que la negación sea solamente
u n a cualidad del juicio: la interrogación se f o r m u l a con u n juicio
interrogativo, pero n o es juicio: es u n a conducta p r e j u d i c a t i v a ; p u e -
do interrogar con la mirada, con el-geste?; por medio de la interro-
gación, me m a n t e n g o de cierta m a n e r a frente: al ser, y esta relación
con el ser es u n a relación de ser, de la cual el juicio no es sino
u n a expresión facultativa. D e igual m a n e r a , el q u e interroga p o r
el ser n o interroga necesariamente a un hombre•. esta co .cepción
de la interrogación, al hacer de ella u n f e n ó m e n o intersuV jtivo, la
despega del ser al cual ella se adhiere y la deja en el ñire, como purn
m o d a l i d a d de diálogo. H a d e comprenderse que, al contrario, la
interrogación dialogada es u n a especie particular del género "inte-
rrogación" y que el ser interrogado no es en primer término u n ser
pensante: si mi a u t o sufre u n a par.nc, interrogaré al carburador, a
las bujías, etcétera; si mi reloj se p a r a , p u e d o interrogar al relojero
sobre las causas de esa detención, pero el relojero, a su vez, f o r m u l a r á
interrogaciones a los diferentes mecanismos del aparato. L o q u e
espero del carburador, lo que el relojero espera de los engranajes
del reloj, n o es u n juicio, sino u n a develación de ser sobre el f u n -
d a m e n t o de la cual p u e d a emitirse u n juicio. Y si espero u n a deve-
lación de ser, quiere decir que estoy a la vez p r e p a r a d o p a r a la
eventualidad de la develación de un no-ser. Si interrogo al carbu-
rador, quiere decir que considero c o m o posible que en el c a r b u r a d o r
no haya nada. Así, mi interrogación involucra, p o r naturaleza,
cierta comprensión prejudicativa del no-ser; ella es, en sí misma,
u n a relación de ser con el no-ser, sobre el f o n d o de la trascenden-
cia original; es decir, u n a relación de ser con el ser.
Por otra parte, si la naturaleza propia de la interrogación se ve
oscurecida por el hecho de que las interrogaciones se f o r m u l a n con
frecuencia por u n h o m b r e a otros hombres, conviene e m p e r o hacer
n o t a r aquí q u e m u c h a s conductas n o judicativas presentan en pureza
original esa comprensión inmediata del no-ser sobre f o n d o de ser.
Si encaramos, por ejemplo, la destrucción, hemos de reconocer q u e
es u n a actividad la cual podrá, sin d u d a , utilizar el juicio c o m o
instrumento, p e r o q u e n o p u e d e definirse c o m o ú n i c a m e n t e ni a u n
principalmente judicativa. A h o r a bien: esa actividad presenta la
misma estructura q u e la interrogación. E n un sentido, por cierto,
< 1 h o m b r e es el único ser por el cual p u e d e ser cumplida u n a des-
imcción. U n pliegue geológico, u n a tempestad, n o destruyen; o,
por lo menos, 110 destruyen directamente-, modifican, simplemente,
la distribución de las masas de seres. Después de la tempestad, n o
>i 1 y menos q u e antes: hay otra cosa, Y a u n esta expresión es im-
propia, ya que, p a r a p o n e r la alteridad, hace falta u n testigo q u e
pueda retener de a l g u n a m a n e r a el pasado y c o m p a r a r l o con el pre-
sente en la f o r m a del ya na. E n ausencia de este testigo, hay ser,
antes c o m o después de la t e m p e s t a d : eso es todo': Y si el ciclón
puede traer consigo la m u e r t e de ciertos seres vivos, esta m u e r t e n o
será destrucción a menos que sea vivida como tal. P a r a q u e haya
destrucción, es menester p r i m e r a m e n t e u n a relación entre el h o m b r e
v el ser, es decir, una trascendencia; y, en los límites de esta rela-
ción, es menester que el h o m b r e capte un ser c o m o destructible. Esto
supone el recorte limitativo de un ser en el ser, lo cual -—como he-
mos visto a propósito de la v e r d a d — es ya nihilización. El ser con-
siderado es eso y, f u e r a de eso, nada. El artillero a quien se asigna
un objetivo cuida a p u n t a r su cañón según la dirección indicada,
ron exclusión de todas las demás. Pero esto n a d a sería a ú n , si el ser
no f u e r a descubierto c o m o frágil. ¿Y qué es la fragilidad, sino cierta
probabilidad de no-ser p a r a u n ser Hado en circunstancias determi-
nadas? U n ser es frágil si porta en su ser u n a posibilidad definida
de no-ser. Pero, u n a vez más, la fragilidad llega al ser por inter-
medio de! hombre, pues la limitación individualizadora q u e h a c e
poco mencionábamos es condición de la f r a g i l i d a d : es frágil un ser
y no todo el ser, que se e n c u e n t r a más aliá de toda destrucción po-
sible. Así, la relación de limitación individualizadora q u e el h o m b r e
mantiene con un ser sobre el f o n d o primero de su relación con el
ser, hace llegar a ese ser la fragilidad cerno aparición de u n a posi-
bilidad p e r m a n e n t e de no-ser. P e r o esto n o es t o d o : p a r a que haya
destructibilidad, es preciso que el hombre, f r e n t e a esa posibilidad d e
no-ser, se determine sea positiva, sea negativamente; es preciso q u e
tome las medidas necesarias p a r a realizarla (destrucción propiamente
dicha) o, por u n a negación del no-ser, p a r a mantenerla siempre al
nivel d e simple posibilidad (medidas de protección). Así, el h o m b r e
es quien hace destructibles las ciudades, precisamente p o r q u e las pone
c o m o frágiles y cómo preciosas, y porque toma respecto de ellas u n
c o n j u n t o de medidas de protección. Sólo a causa de este c o n j u n t o
de medidas u n sismo o u n a erupción volcánica puede destruir esas
•ciudades o esas construcciones h u m a n a s . Y el sentido p r i m e r o y la
razón final de la g u e r r a están contenidos a u n en la m e n o r de las
edificaciones del hombre. Es preciso, pues, reconocer que la destruc-
ción es cosa esencialmente h u m a n a , y q u e el hombre mismo destruye
sus ciudades por intermedio de los sismos o directamente, y destruye
sus barcos por intermedió d e los ciclones o directamente. Pero, a
la vez, h a de confesarse q u e la destrucción supone u n a comprensión
prejudicativa de la n a d a en t a n t o q u e tal y u n a conducta frente a
la n a d a . Además, la destrucción, a u n q u e llega al ser por medio
del hombre, es u n hecho objetivo y n o u n pensamiento. L a fragilidad
se h a impreso en el ser m i s m o d e este potiche, y su destrucción
sería u n acaecimiento irreversible y absoluto, q u e yo n o podría hacer
sino comprobar. H a y u n a transfenomenalidad del no-ser, como la
hay del ser. El examen de la c o n d u c t a "destrucción" nos lleva, pues,
a los mismos resultados q u e el examen de la c o n d u c t a interrogativa.
Pero, si queremos decidir con seguridad, n o hay más que con-
siderar en sí mismo un juicio negativo y p r e g u n t a r n o s si hace a p a -
recer al no-ser en el seno del ser o si se limita a f i j a r u n descubri-
m i e n t o anterior. T e n g o cita con P e d r o a las cuatro. Llego con u n
c u a r t o de hora de retraso; P e d r o es siempre p u n t u a l : ¿ m e h a b r á
esperado? M i r o el salón, a los parroquianos y digo: " N o está a q u í " .
¿ H a y u n a intuición de la ausencia de Pedro, o bien la negación no
interviene sino con ci juicio? A primera vista, parece a b s u r d o h a b l a r
en este caso de intuición, ya que, precisamente, n o p o d r í a h a b e r u n a
intuición de nada, y la ausencia de Pedro es ese " n a d a " . Empero,
la conciencia p o p u l a r da testimonio de esa intuición. ¿ N o se dice,
por e j e m p l o : " E n seguida vi q u e n o estaba"? ¿Se t r a t a de u n sim-
ple desplazamiento de la negación? Veámoslo más de cerca.
Es cierto que el café, por sí mismo, con sus parroquianos, sus
mesas, sus butacas, sus vasos, su luz, su atmósfera f u m o s a y los ruidos
de voces, de platillos entrechocándose, de pasos q u e lo colman, es
u n a plenitud de ser. Y todas las intuiciones de detalle que p u e d o
tener están plenas de esos olores, colores y sonidos, fenómenos todos
dotados de u n ser transfenoinénico. Análogamente, la presencia ac-
tual d e P e d r o en u n lugar q u e yo n o conozco es también plenitud
de ser. Parece como si encontráramos en todas partes la plenitud.
Pero es menester observar que, en la percepción, se d a siempre la
constitución de u n a f o r m a sobre u n fondo. N i n g ú n objeto, ningún
g r u p o de objetos está especialmente designado p a r a organizarse en
f o n d o o en f o r m a : todo depende de la dirección de mi atención.
C u a n d o e n t r o e n ese café p a r a buscar a Pedro, todos los objetos del
café a s u m e n u n a organización sintética d e f o n d o sobre el cual P e d r o
está d a d o c o m o debiendo aparecer. Y esta organización del c a f é en
f o n d o es u n a p r i m e r a nihilización. C a d a e l e m e n t o d e la pieza:
persona, mesa, silla, intenta aislarse, destacarse sobre el f o n d o cons-
tituido p o r la totalidad d e los demás objetos, y recae en la indife-
renciación de ese f o n d o , se diluye en ese fondo. Pues el f o n d o es
lo que n o se ve sino por a ñ a d i d u r a , lo q u e es objeto d e u n a atención
p u r a m e n t e marginal. Así, esa nihilización p r i m e r a de todas las for-
mas, que a p a r e c e n y se sumergen en la total equivalencia d e u n
fondo, es la condición necesaria p a r a la aparición de la f o r m a prin-
cipal, q u e en este caso es la persona d e Pedro. Y esa nihilización
se d a a m i intuición; soy testigo del sucesivo desvanecimiento d e
todos los objetos q u e miro, y en p a r t i c u l a r d e los rostros q u e p o r
u n instante m e retienen ( " ¿ n o es P e d r o ése?") y q u e se descompo-
nen al m o m e n t o , precisamente p o r q u e " n o son" el rostro de Pedro.
Empero, si f i n a l m e n t e descubriera a Pedro, m i intuición se llenaría
con u n elemento sólido; m e q u e d a r í a de p r o n t o f a s c i n a d o p o r su
rostro, y todo el café en t o r n o de él se organizaría c o m o presencia
discreta. Pero, precisamente, P e d r o n o está. Esto no significa q u e
yo descubra su ausencia en a l g ú n lugar preciso del establecimiento.
E n realidad, P e d r o está ausente de todo el c a f é ; su ausencia f i j a al
café en su evanescencia; el c a f é p e r m a n e c e c o m o fondo, persiste en
ofrecerse como totalidad indiferenciada a m i atención m a r g i n a l ú n i -
c a m e n t e ; se desliza h a c i a atrás, c o n t i n ú a su nihilización. Sólo se
hace f o n d o p a r a u n a f o r m a d e t e r m i n a d a : la lleva p o r doquier de-
lante de sí, m e la presenta doquiera, y esa f o r m a q u e se desliza
constantemente entre m i m i r a d a y los objetos sólidos y reales del
café es precisamente u n p e r p e t u o desvanecerse, es P e d r o que se des-
t a c a c o m o n a d a sobre el f o n d o d e nihilización del café. D e m o d o
q u e lo ofrecido a la intuición es u n a c o m o brillazón de n a d a , es la
n a d a del f o n d o , cuya nihilización llama, evoca la aparición de la
f o r m a , y es la f o r m a " n a d a " , q u e c o m o u n n a d a se desliza a la
superficie del fondo. Así, pues, lo q u e sirve de f u n d a m e n t o al juicio:
" P e d r o n o está" es la captación intuitiva de u n a doble nihilización.
Y, en v e r d a d , la ausencia de P e d r o supone u n a relación p r i m e r a
entre este café y yo; hay u n a infinidad de personas que carecen de
toda relación con el café, p o r f a l t a d e u n a espera real q u e las veri-
fique c o m o ausentes. Pero, precisamente, yo esperaba ver a Pedro,
y m i espera h a h e c h o llegar la ausencia de P e d r o c o m o u n acaeci-
m i e n t o real c o n c e r n i e n t e a este c a f é ; a h o r a , es u n h e c h o o b j e t i v o
q u e h e descubierto esta a u s e n c i a y q u e ella se p r e s e n t a c o m o u n a
r e l a c i ó n sintética e n t r e P e d r o y el salón e n q u e lo b u s c o ; P e d r o
a u s e n t e infesta este c a f é y él es la c o n d i c i ó n d e su o r g a n i z a c i ó n n i h i -
l i z a d o r a c o m o fondo. E n c a m b i o , los juicios q u e p u e d o f o r m u l a r
l u e g o p o r e n t r e t e n i m i e n t o , c o m o " W e l l i n g t o n n o está e n este c a f é ;
P a u l V a l é r y t a m p o c o está", etcétera, son p u r a s significaciones abs-
tractas, p u r a s aplicaciones del p r i n c i p i o d e n e g a c i ó n , sin f u n d a m e n t o
real n i eficacia, y n o l o g r a n establecer u n a relación real e n t r e el
c a f é y W e l l i n g t o n o V a l é r y ; e n estos casos, la relación " n o e s t á " : es
s i m p l e m e n t e pensada. E s t o b a s t a p a r a m o s t r a r q u e el no-ser n o v i e n e
a las cosas p o r el j u i c i o d e n e g a c i ó n : al c o n t r a r i o , el juicio d e
n e g a c i ó n está c o n d i c i o n a d o y sostenido p o r el no-ser.
¿ Y c ó m o p o d r í a ser d e o t r o m o d o ? ¿ C ó m o p o d r í a m o s ni a u n
c o n c e b i r la f o r m a n e g a t i v a del juicio, si t o d o f u e r a p l e n i t u d d e ser
y p o s i t i v i d a d ? P o r u n i n s t a n t e , h a b í a m o s c r e í d o q u e la n e g a c i ó n
p o d í a surgir d e la c o m p a r a c i ó n establecida e n t r e el r e s u l t a d o c o n
q u e c o n t á b a m o s y el r e s u l t a d o que. obtenernos. P e r o v e a m o s esta
c o m p a r a c i ó n : h e a q u í u n p r i m e r juicio, a c t o psíquico c o n c r e t o y
positivo, q u e c o m p r u e b a u n h e c h o : " H a y mil trescientos f r a n c o s e n
m i b i l l e t e r a " ; y h é a q u í otro, q u e t a m p o c o es o t r a cosa sino u n a
c o m p r o b a c i ó n d e h e c h o y u n a a f i r m a c i ó n : " E s p e r a b a e n c o n t r a r mil
q u i n i e n t o s f r a n c o s " . H e a q u í , pues, h e c h o s reales y objetivos, a c a e -
c i m i e n t o s psíquicos positivos, juicios a f i r m a t i v o s . ¿ D ó n d e p o d r í a e n -
c o n t r a r sitio la n e g a c i ó n ? ¿ S e la cree la a p l i c a c i ó n p u r a y s i m p l e
d e u n a c a t e g o r í a ? ¿ Y se p r e t e n d e q u e la m e n t e posea en sí m i s m a
el no c o m o f o r m a d e d i s c r i m i n a c i ó n y d e s e p a r a c i ó n ? Pero, e n tal
caso, se q u i t a a la n e g a c i ó n h a s t a el m e n o r a s o m o d e n e g a t i v i d a d .
Si se a d m i t e q u e la c a t e g o r í a del no, c a t e g o r í a existenté de hecho
e n la m e n t e , p r o c e d i m i e n t o positivo y c o n c r e t o p a r a m a n i p u l a r 1 y
sistematizar nuestros conocimientos, es d e s e n c a d e n a d a d e s ú b i t o p o r
la p r e s e n c i a e n nosotros d e ciertos juicios a f i r m a t i v o s y viene d e
súbito a m a r c a r c o n su sello ciertos p e n s a m i e n t o s resultantes d e esos
juicios, se h a b r á d e s p o j a d o c u i d a d o s a m e n t e a la n e g a c i ó n d e t o d a
f u n c i ó n n e g a t i v a . P u e s la n e g a c i ó n es d e n e g a c i ó n d e existencia. P o r
ella, u n ser ( o u n m o d o d e ser) es p r i m e r o p u e s t o y luego r e c h a z a d o
a la n a d a . Si la n e g a c i ó n es c a t e g o r í a , si n o es m á s q u e u n matasellos
i n d i f e r e n t e m e n t e a p l i c a d o a ciertos juicios, ¿ d e d ó n d e se s a c a r á su
1
Brasser: idea de manipular mezclando, como en cervecería (brasserie).
(N. del T.)
posibilidad de n i h i l a r u n ser, d e h a c e r l o surgir d e p r o n t o y n o m -
brarlo, p a r a r e c h a z a r l o al no-ser? Si los juicios anteriores son c o m -
probaciones de h e c h o , c o m o las q u e h a b í a m o s t o m a d o p o r e j e m p l o ,
es necesario q u e la n e g a c i ó n sea c o m o u n a i n v e n c i ó n l i b r e ; es nece-
sario q u e nos a r r a n q u e a ese m u r o d e positividad q u e nos e n c i e r r a :
es u n a b r u s c a solución d e c o n t i n u i d a d q u e n o p u e d e en n i n g ú n caso
resultar d e las a f i r m a c i o n e s a n t e r i o r e s : u n a c a e c i m i e n t o original e
irreductible. P e r o estamos a q u í e n la esfera d e la conciencia. Y la
conciencia n o p u e d e p r o d u c i r u n a n e g a c i ó n sino e n la f o r m a d e
conciencia d e n e g a c i ó n . N i n g u n a c a t e g o r í a p u e d e " h a b i t a r " l a con-
ciencia y residir en ella a la m a n e r a d e u n a cosa. El no, c o m o b r u s c o
d e s c u b r i m i e n t o intuitivo, a p a r e c e c o m o c o n c i e n c i a ( d e ser) c o n c i e n -
cia del n o . E n u n a p a l a b r a , si el ser está d o q u i e r a , e n t o n c e s y a n o
sólo es inconcebible la N a d a , c o m o lo q u i e r e B e r g s o n : del ser n o
se d e r i v a r á j a m á s la n e g a c i ó n . L a c o n d i c i ó n n e c e s a r i a p a r a q u e
sea posible decir no es q u e el no-ser sea u n a p r e s e n c i a p e r p e t u a ,
e n nosotros y f u e r a d e nosotros; es q u e la n a d a infeste el ser.
Pero, ¿ d e d ó n d e v i e n e la n a d a ? Y, si ella es la c o n d i c i ó n p r i -
m e r a de la c o n d u c t a i n t e r r o g a t i v a y, en g e n e r a l , d e t o d a i n d a g a c i ó n
filosófica o científica, ¿ c u á l es la relación p r i m e r a e n t r e el ser h u -
m a n o y la n a d a , c u á l es la p r i m e r a c o n d u c t a n i h i l i z a d o r a ?

III

LA CONCEPCIÓN DIALÉCTICA DE LA NADA

Es d e m a s i a d o p r o n t o p a r a q u e p r e t e n d a m o s p o d e r e x t r a e r ya
el sentido d e esa n a d a f r e n t e a la cual nos h a a r r o j a d o d e p r o n t o
la i n t e r r o g a c i ó n . P e r o h a y ciertas precisiones q u e p o d e m o s d a r d e s d e
a h o r a m i s m o . N o estaría m a l , p a r t i c u l a r m e n t e , f i j a r las relaciones
del ser con el no-ser q u e lo infesta. H e m o s c o m p r o b a d o , e n efecto,
cierto p a r a l e l i s m o e n t r e las c o n d u c t a s h u m a n a s f r e n t e al ser y las
q u e el h o m b r e a d o p t a f r e n t e a la N a d a ; y c a e m o s e n s e g u i d a e n la
t e n t a c i ó n d e c o n s i d e r a r al ser y al no-ser c o m o dos c o m p o n e n t e s
c o m p l e m e n t a r i o s d e lo real, a l m o d o d e la s o m b r a y la l u z : se t r a -
taría, e n s u m a , d e dos n o c i o n e s r i g u r o s a m e n t e c o n t e m p o r á n e a s , q u e
se u n i r í a n d e tal m a n e r a e n la p r o d u c c i ó n d e los existentes, q u e sería
v a n o considerarlas aisladas. E l ser p u r o y el no-ser p u r o serían dos
abstracciones, sólo c u y a r e u n i ó n estaría e n la base d e realidades
concretas.
T a l es, c i e r t a m e n t e , el p u n t o d e vista d e H c g e l . E n e f e c t o ; él
e s t u d i a e n la L ó g i c a las relaciones e n t r e el Ser y el No-ser, y l l a m a
a esa L ó g i c a "el sistema d e las d e t e r m i n a c i o n e s p u r a s del p e n s a -
m i e n t o " . ' Y, p r e c i s a n d o su d e f i n i c i ó n , dice 1 : " L o s p e n s a m i e n t o s ,
tales c o m o o r d i n a r i a m e n t e se los r e p r e s e n t a , n o son p e n s a m i e n t o s
p u r o s , p u e s se e n t i e n d e p o r ser p e n s a d o u n ser c u y o c o n t e n i d o es u n
c o n t e n i d o e m p í r i c o . E n la lógica, los p e n s a m i e n t o s se c a p t a n d e tal
m a n e r a q u e n o tienen o t r o c o n t e n i d o sino el del p e n s a m i e n t o p u r o ,
c o n t e n i d o e n g e n d r a d o p o r éste". P o r cierto, esas d e t e r m i n a c i o n e s
son " l o q u e h a y d e m á s í n t i m o e n las cosas", p e r o , a la vez, c u a n d o
se las c o n s i d e r a " e n sí y p o r sí m i s m a s " , se las d e d u c e del p r o p i o
p e n s a m i e n t o y se d e s c u b r e en ellas- m i s m a s su p r o p i a v e r d a d . Sin
e m b a r g o , el e s f u e r z o d e la lógica h e g e l i a n a a s p i r a r á a " p o n e r e n
e v i d e n c i a el c a r á c t e r i n c o m p l e t o d e las nociones ( q u e ella) c o n s i d e r a
vez p o r vez, y la obligación d e elevarse, p a r a e n t e n d e r l a s , a u n a
n o c i ó n m á s c o m p l e t a , q u e las trasciende i n t e g r á n d o l a s " z . C a b e apli-
c a r a H e g e l lo q u e dice L e S e n n e d e la filosofía d e H a m e l i n : " C a d a
u n o d e los t é r m i n o s inferiores d e p e n d e del t é r m i n o superior, c o m o
lo a b s t r a c t o d e lo c o n c r e t o q u e le es necesario p a r a realizarlo." L o
v e r d a d e r a m e n t e c o n c r e t o , p a r a H e g e l , es el Existente, con su e s e n c i a ;
es la T o t a l i d a d p r o d u c i d a p o r la i n t e g r a c i ó n sintética d e todos los
m o m e n t o s a b s t r a c t o s q u e q u e d a n trascendidos en ella, al exigir c o m -
p l e m e n t o . E n este sentido, el Ser será la a b s t r a c c i ó n m á s a b s t r a c t a
y m á s p o b r e , si lo c o n s i d e r a m o s e n si m i s m o , es decir, escindiéndolo
d e su t r a s c e n d e r h a c i a la Esencia. E n e f e c t o : " E l Ser se refiere a
la E s e n c i a c o m o lo i n m e d i a t o a lo m e d i a t o . L a s cosas, e n general,
'son', p e r o su ser consiste e n m a n i f e s t a r su esencia. El Ser p a s a a
la E s e n c i a ; esto p o d r í a expresarse d i c i e n d o : 'El ser p r e s u p o n e la
E s e n c i a . ' A u n q u e la Esencia a p a r e z c a , en relación con el Ser, c o m o
m e d i a d a , la esencia es e m p e r o el v e r d a d e r o origen. El Ser r e t o r n a
a su f u n d a m e n t o ; el Ser se trasciende e n la esencia 3 . "
.Así, el Ser, e s c i n d i d o d e l a Esencia q u e es su f u n d a m e n t o , se

1
Introducción, v. P. c. 2 ed. E. § X X I V , citado por LEFEBVKF., Morceaux
choisis.
2
LAPORTE, Le probléme de l'Abstraction, Presses Universitaires, París,
1940, pág. 25.
3
Esquema de la lógica, escrito por Hegel entre 1808 y 181 í, para ser-
vir de base a sus cursos en el gimnasio de Nüremberg.
convierte e n " l a simple i n m e d i a t e z v a c í a " . Y, en efecto, así lo d e f i n e
la (Fenomenología del Espíritu, q u e p r e s e n t a al Ser p u r o , " d e s d e el
p u n t o d e vista d e la v e r d a d " , c o m o lo i n m e d i a t o . Si el c o m i e n z o
dé l a lógica h a de ser i n m e d i a t o , e n c o n t r a r e m o s , entonces, el c o m i e n -
zo e n el Ser, q u e es " l a i n d e t e r m i n a c i ó n q u e p r e c e d e a t o d a d e t e r -
m i n a c i ó n , lo i n d e t e r m i n a d o c o m o p u n t o d e p a r t i d a a b s o l u t o " .
Pero, en seguida, el Ser así i n d e t e r m i n a d o " p a s a a " su c o n t r a r i o .
"Ese Ser p u r o —escribe H e g e l e n la Lógica Menor— es la a b s t r a c -
ción p u r a y, p o r consiguiente, la n e g a c i ó n absoluta, la cual, t o m a d a
t a m b i é n en su m o m e n t o i n m e d i a t o , es el no-ser." L a n a d a ¿ n o es,
en efecto, simple i d e n t i d a d consigo m i s m a , vacío completo, a u s e n c i a
d e d e t e r m i n a c i o n e s y de c o n t e n i d o ? El ser p u r o y la n a d a p u r a son,
pues, la m i s m a cosa. O , m á s bien, es v e r d a d q u e d i f i e r e n . P e r o
" c o m o a q u í la d i f e r e n c i a n o es a ú n u n a d i f e r e n c i a d e t e r m i n a d a ,
pues el ser y el no-ser constituyen el m o m e n t o i n m e d i a t o , esa dife-
rencia, tal cual está e n ellos, n o p u e d e n o m b r a r s e : n o es sino p u r a
o p i n i ó n " 1 . Eso significa c o n c r e t a m e n t e q u e " n a d a hay en el ciclo
y en la tierra que no contenga en sí el ser y la nada" 2.
Es d e m a s i a d o p r o n t o a ú n p a r a discutir en sí m i s m a la c o n c e p -
ción h e g e l i a n a : sólo el c o n j u n t o de los resultados d e n u e s t r a inves-
tigación nos p e r m i t i r á t o m a r posición respecto de ella. C o n v i e n e
ú n i c a m e n t e h a c e r n o t a r q u e el ser se r e d u c e , p a r a Hegel, a u n a sig-
nificación del existente. El ser está i n v o l u c r a d o p o r la esencia, q u e
es su f u n d a m e n t o y origen. T o d a la teoría d e H e g e l se f u n d a en la
idea d e q u e es necesario u n t r á m i t e filosófico p a r a r e c o b r a r , al co-
m i e n z o d e la lógica, lo i n m e d i a t o a p a r t i r d e lo m e d i a t i z a d o , lo
a b s t r a c t o a p a r t i r de lo c o n c r e t o q u e lo f u n d a . P e r o ya h e m o s h e c h o
n o t a r q u e el ser n o está con respecto al f e n ó m e n o c o m o lo a b s t r a c t o
con respecto a lo concreto. El ser n o es u n a " e s t r u c t u r a e n t r e o t r a s " ,
u n m o m e n t o del o b j e t o : es la condición m i s m a de t o d a s las estruc-
t u r a s y de todos los m o m e n t o s , el f u n d a m e n t o sobre el c u a l se m a n i -
f e s t a r á n los c a r a c t e r e s del f e n ó m e n o . Y, a n á l o g a m e n t e , n o es a d m i -
sible q u e el ser d e las cosas "consista e n m a n i f e s t a r la esencia d e
ellas". Pues, entonces, sería m e n e s t e r u n ser de ese ser. P o r o t r a
p a r t e , si el ser de las cosas "consistiera" en m a n i f e s t a r , n o se ve c ó m o
podría f i j a r H e g e l u n m o m e n t o p u r o del 'Ser e n q u e n o h a l l á r a m o s
ni rastro d e esa e s t r u c t u r a p r i m e r a . C i e r t o es q u e el ser p u r o está

1
H E G E L , P . C. - E . 988.,
2
HEGEL, Lógica mayor, cap. I.
f i j a d o p o r el e n t e n d i m i e n t o ; aislado y f i j a d o en sus determinaciones
mismas. Pero, si el trascender hacia la esencia constituye el carácter
p r i m e r o del ser, y si el e n t e n d i m i e n t o se limita a " d e t e r m i n a r y
perseverar en las determinaciones", n o se ve cómo, precisamente, no
d e t e r m i n a al ser c o m o "consistente en manifestar". Se dirá que, p a r a
Hegel, toda determinación es negación. Pero el entendimiento, en
este sentido, se limita a n e g a r a su objeto el ser otro q u e lo q u e es.
Esto basta, sin d u d a , p a r a impedir todo trámite dialéctico, p e r o n o
debiera bastar p a r a h a c e r desaparecer hasta los gérmenes del tras-
cender. E n t a n t o q u e el ser se trasciende en otra cosa, escapa a las
determinaciones del entendimiento; pero, en t a n t o q u e él mismo se
trasciende — o sea que, en lo más p r o f u n d o d e sí, es el origen de
su propio trascender—, n o p u e d e sino aparecer tal cual es a n t e el
e n t e n d i m i e n t o que lo f i j a en sus determinaciones propias. A f i r m a r
q u e el ser n o es sino lo q u e es, sería p o r lo menos d e j a r el ser intacto
en t a n t o que él es su trascender. E n esto radica la a m b i g ü e d a d de
la noción del "trascender" hegeliano, q u e ora parece consistir en
u n surgimiento de lo m á s p r o f u n d o del ser considerado, ora en u n
m o v i m i e n t o externo por el cual aquel ser se ve arrastrado. N o basta
a f i r m a r q u e el e n t e n d i m i e n t o n o e n c u e n t r a en el ser sino lo q u e el
ser es; hace falta a d e m á s explicar c ó m o el ser, q u e es lo q u e es, p u e d e
n o ser sino eso. Esa explicación se legitimaría p o r la consideración
del f e n ó m e n o de ser en t a n t o q u e tal y n o d e los procedimientos
negadores del entendimiento.
Pero lo q u e conviene e x a m i n a r aquí es sobre todo la afirmación
d e Hegel según la cual el ser y la n a d a constituyen dos contrarios
cuya diferencia, al nivel de abstracción considerado, n o es m á s que
u n a simple "opinión".
O p o n e r el ser a la n a d a c o m o la tesis a la antítesis, al m o d o
del e n t e n d i m i e n t o hegeliano, es suponer entre ambos u n a contempo-
r a n e i d a d lógica. Así, dos contrarios surgen al mismo tiempo c o m o
los dos términos-límite de u n a serie lógica. Pero aquí h a .de hacerse
la prevención de q u e sólo los contrarios p u e d e n gozar de esa simul-
taneidad p o r q u e son igualmente positivos (o igualmente negativos).
E m p e r o , el no-ser n o es el contrario del ser: es su contradictorio.
Esto implica u n a posterioridad lógica d e la n a d a respecto del ser,
ya q u e el ser es p r i m e r o puesto y n e g a d o luego. N o es posible, pues,
q u e el ser y el no-ser sean conceptos de igual contenido, ya que, al
contrario, el no-ser supone u n trámite irreductible del espíritu: cual-
q u i e r a q u e sea la indiferenciación primitiva del ser, el no-ser es esa
m i s m a i n d i f e r e n c i a c i ó n negada. L o q u e p e r m i t e a Hegel " h a c e r p a s a r "
el ser a la n a d a es el h a b e r i n t r o d u c i d o i m p l í c i t a m e n t e la n e g a c i ó n en
su p r o p i a definición del ser. E s t o va d e suyo, ya q u e u n a d e f i n i c i ó n
es n e g a t i v a , y ya q u e H e g e l nos h a dicho, r e c o g i e n d o u n a f ó r m u l a
d e Spinoza, q u e omnis determinatio est negatio. ¿ Y n o escribe él
m i s m o : " N i n g u n a d e t e r m i n a c i ó n ni c o n t e n i d o a l g u n o q u e distinguie-
ra al ser d e o t r a cosa, q u e pusiera en él u n c o n t e n i d o , p e r m i t i r í a
m a n t e n e r l o e n su p u r e z a . E l ser es la p u r a i n d e t e r m i n a c i ó n y el
vacío. N o se p u e d e a p r e h e n d e r nada en él. . . " ? Así, es el p r o p i o
H e g e l q u i e n i n t r o d u c e en el ser esa n e g a c i ó n q u e e n c o n t r a r á luego,
c u a n d o lo h a g a p a s a r al no-ser. Sólo q u e h a y e n ello u n j u e g o d e
p a l a b r a s sobre la n o c i ó n m i s m a de n e g a c i ó n . P u e s si niego al ser
t o d a d e t e r m i n a c i ó n y n o t o d o c o n t e n i d o , n o p u e d o h a c e r l o sino a f i r -
m a n d o q u e el ser, p o r lo m e n o s , es. Así, niéguese del ser t o d o lo
q u e se q u i e r a , n o se p u e d e h a c e r q u e no sea p o r el h e c h o d e q u e
se n i e g u e q u e sea esto o aquello. L a n e g a c i ó n n o p u e d e a l c a n z a r
al n ú c l e o d e ser del ser, q u e es p l e n i t u d absoluta y e n t e r a positividad.
Al contrario, el no-ser es u n a negación q u e toca a ese n ú c l e o m i s m o
d e d e n s i d a d p l e n a r i a . El no-ser se niega en su p r o p i o meollo. C u a n -
d o H e g e l e s c r i b e 1 : " ( E l ser y la n a d a ) son abstracciones vacías y
la u n a es t a n v a c í a c o m o la o t r a " , olvida q u e el vacío es v a c í o de
a l g o 2 . Y el ser es vacío de t o d a d e t e r m i n a c i ó n o t r a q u e la i d e n t i d a d
consigo m i s m o ; p e r o el no-ser es vacío de ser. E n u n a p a l a b r a , lo
q u e a q u í h a de recordarse, c o n t r a Hegel, es q u e el ser es y la n a d a
no es.
Así, a u n c u a n d o el ser n o f u e r a el soporte d e n i n g u n a c u a l i d a d
d i f e r e n c i a d a , la n a d a sería l ó g i c a m e n t e posterior, ya q u e s u p o n e al
ser p a r a n e g a r l o ; ya q u e la c u a l i d a d i r r e d u c t i b l e del no viene a so-
breagregarse a esa m a s a i n d i f e r e n c i a d a de ser p a r a liberarla. E s t o
significa n o sólo q u e h e m o s d e n e g a r n o s a p o n e r ser y no-ser e n el
m i s m o p l a n o , sino t a m b i é n q u e h e m o s de c u i d a r n o s m u c h o de p o n e r
a la n a d a c o m o u n a b i s m o originario p a r a h a c e r surgir d e él al ser.
El e m p l e o q u e d a m o s a la noción de n a d a en su f o r m a f a m i l i a r su-
p o n e siempre u n a p r e v i a especificación del ser. Es notable, a este
respecto, q u e el i d i o m a nos ofrezca u n a n a d a d e cosas ("nada") y
u n a n a d a d e seres h u m a n o s ("nadie"). P e r o la especificación se
1
P. c. 2 ed. E. § LXXXVII.
2
Cosa tanto más extraña, cuanto que Hegel fue el primero en advertir
que "toda negación es negación determinada", es decir, recae sobre un
contenido.
lleva todavía m á s lejos en la mayoría d e los casos: se dice, desig-
n a n d o u n a colección p a r t i c u l a r de objetos: " N o toques nada", o
sea, m u y precisamente, n a d a d e esta colección. Análogamente, el
q u e es interrogado sobre acaecimientos bien determinados de la vida
pública o privada, responde: " N o sé nada"; y este n a d a c o m p o r t a
el c o n j u n t o d e los hechos sobre los cuales se lo h a interrogado. El
propio Sócrates, con su frase f a m o s a : " Y o sólo sé que n a d a sé",
designa precisamente, con ese nada, la totalidad del ser considerada
e n t a n t o q u e V e r d a d . Si, a d o p t a n d o por u n instante el p u n t o de
vista de las cosmogonías ingenuas, t r a t á r a m o s de preguntarnos q u é
" h a b í a " antes que hubiera u n m u n d o , y respondiéramos "'nada", nos
veríamos ciertamente obligados a reconocer que ese "antes", lo mis-
m o q u e ese " n a d a " , tendrían efecto retroactivo. L o q u e negamos
hoy, nosotros q u e estamos instalados en el ser, es q u e h u b i e r a ser
antes de este ser. L a negación e m a n a aquí de u n a conciencia q u e
se vuelve hacia los orígenes. Si q u i t á r a m o s a ese vacío original su
carácter de ser vacío de este mundo y de todo c o n j u n t o q u e h u b i e r a
t o m a d o f o r m a de m u n d o , así c o m o t a m b i é n su carácter de antes,
q u e presupone u n después respecto al cual lo constituyo c o m o " a n -
tes", entonces la negación misma se desvanecería d e j a n d o lugar a
u n a indeterminación total q u e sería imposible concebir, a u n — y sobre
t o d o — a título de n a d a . Así, invirtiendo la f ó r m u l a d e Spinoza,
podríamos decir q u e toda negación es determinación. L o cual sig-
nifica que el ser es anterior a la n a d a , y la f u n d a . Esto h a de en-
tenderse n o sólo en el sentido de q u e el ser tiene sobre la n a d a u n a
precedencia lógica, sino también de q u e la n a d a toma su eficacia,
concretamente, del ser. Es lo q u e expresábamos al decir q u e la nada
infesta al ser. Esto significa q u e el ser n o tiene necesidad a l g u n a d e
la n a d a p a r a concebirse, y q u e se p u e d e e x a m i n a r exhaustivamente
su noción sin hallar en ella el m e n o r rastro de la n a d a . Pero, en
cambio, la n a d a , q u e no es, n o p u e d e tener sino u n a existencia pres-
t a d a : t o m a su ser del ser; su n a d a de ser n o se encuentra sino d e n t r o
de los límites del ser, y la desaparición total del ser n o constituiría
el advenimiento del reino del no-ser, sino, al contrario, el concomi-
t a n t e desvanecimiento de la n a d a : no hay no-ser sino en la super-
ficie del ser.
LA CONCEPCION FENOMENOLÓGICA DE LA NADA

Es v e r d a d q u e se p u e d e c o n c e b i r d e o t r a m a n e r a la c o m p l e -
m e n t a r i d a d del ser y la n a d a . Se p u e d e v e r e n u n o y e n o t r a dos
c o m p o n e n t e s i g u a l m e n t e necesarios d e lo real, p e r o sin " h a c e r p a s a r "
el ser a la n a d a , c o m o Hegel, ni insistir, c o m o nosotros i n t e n t á b a m o s ,
sobre la p o s t e r i o r i d a d de la n a d a : al c o n t r a r i o , se p o n d r á el a c e n t o
sobre las f u e r z a s recíprocas d e expulsión q u e el ser y el no-ser ejer-
cerían m u t u a m e n t e , y lo real sería, en cierto m o d o , la tensión re-
s u l t a n t e d e esas f u e r z a s a n t a g ó n i c a s . H a c i a esta n u e v a c o n c e p c i ó n
se o r i e n t a H e i d e g g e r \
N o lleva m u c h o t i e m p o a d v e r t i r el progreso q u e su teoría de
la N a d a r e p r e s e n t a con respecto a la de Hegel. E n p r i m e r lugar,
el ser y el no-ser n o son ya abstracciones vacías. H e i d e g g e r , e n su
o b r a p r i n c i p a l , h a m o s t r a d o la legitimidad d e la i n t e r r o g a c i ó n sobre
el ser: éste n o tiene ya ese c a r á c t e r de universal escolástico q u e
c o n s e r v a b a a ú n e n H e g e l ; h a y u n sentido del ser q u e es necesario
e l u c i d a r ; h a y u n a " c o m p r e n s i ó n p r e o n t o l ó g i c a " del ser, q u e está
i n v o l u c r a d a en c a d a u n a de las c o n d u c t a s d e la " r e a l i d a d h u m a n a " ,
es decir, en c a d a u n o d e sus proyectos. D e la m i s m a m a n e r a , las
a p o r í a s q u e es c o s t u m b r e p l a n t e a r desde q u e u n filósofo toca al p r o -
b l e m a de la N a d a , se r e v e l a n carentes de t o d o a l c a n c e : n o tienen
valor sino e n c u a n t o q u e l i m i t a n el uso del e n t e n d i m i e n t o y m u e s -
t r a n s i m p l e m e n t e q u e ese p r o b l e m a n o p e r t e n e c e al orden del en-
t e n d i m i e n t o . Existen, al c o n t r a r i o , n u m e r o s a s a c t i t u d e s d e la "reali-
d a d h u m a n a " q u e i m p l i c a n u n a " c o m p r e n s i ó n " d e la n a d a : el odio,
la prohibición, el pesar, etcétera. H a s t a h a y p a r a el Dascin una
posibilidad p e r m a n e n t e de e n c o n t r a r s e " f r e n t e a " la n a d a y descu-
brirla c o m o f e n ó m e n o : es la angustia. E m p e r o , H e i d e g g e r , a u n
estableciendo las posibilidades de u n a c a p t a c i ó n c o n c r e t a d e la N a d a ,
n o c a e en el e r r o r d e H e g e l y n o conserva al N o - s e r u n ser, así
f u e r a a b s t r a c t o : la N a d a n o es: se nihiliza. Está sostenida y con-
d i c i o n a d a p o r la t r a n s c e n d e n c i a . S a b i d o es que, p a r a H e i d e g g e r , el
ser d e la r e a l i d a d h u m a n a se d e f i n e c o m o " s e r - e n - e l - m u n d o " . Y el

1
HEIDEGGER, ¿Qué es metafísica? (trad. francesa de Corbin, N. R. F.,
1938).
m u n d o es el complejo sintético de las realidades a m a n u a l e s en t a n t o
q u e m u t u a m e n t e indicativas según círculos de más en más amplios,
y en t a n t o q u e el hombre, a p a r t i r de este complejo, se hace a n u n c i a r
lo q u e él mismo es. Esto significa a la vez q u e la "realidad h u m a -
n a " surge en t a n t o q u e -está investida por el ser, en t a n t o que. "se
e n c u e n t r a " (sich befinden) en el ser; y, a la vez, que ella hace dis-
ponerse en t o r n o suyo, en f o r m a de m u n d o , a ese ser q u e la asedia.
P e r o la realidad h u m a n a no p u e d e h a c e r aparecer al ser como to-
talidad organizada en m u n d o sino trascendiéndolo. T o d a determi-
nación, p a r a Heidegger, es u n trascender, ya q u e supone retroceso,
t o m a de perspectiva. Este trascender el m u n d o , condición de la
surrección misma del m u n d o c o m o tal, es o p e r a d o por el Dasein
hacia sí mismo. L a característica de la ipseidad (Selbstheit), en efec-
to, es q u e el h o m b r e está siempre separado d e lo q u e él es p o r toda
la a m p l i t u d del ser q u e él n o es. El h o m b r e se a n u n c i a a sí mismo
del otro l a d o del m u n d o , y retorna a interiorizarse hacia sí mismo,
a p a r t i r del horizonte: el h o m b r e es " u n ser de alejamientos". E l
ser surge y se organiza c o m o m u n d o en el m o v i m i e n t o de interiori-
zación que atraviesa todo el ser, sin que haya prioridad del movi-
m i e n t o sobre el m u n d o ni del m u n d o sobre el movimiento. Pero
esta aparición del sí-mismo allende el m u n d o , es decir, allende la
totalidad de lo real, es u n a emergencia de la "realidad h u m a n a "
e n la n a d a . Sólo en la n a d a p u e d e ser trascendido el ser. A la vez,
el ser se organiza en m u n d o desde el p u n t o de vista d e lo trans-
m u n d a n o , lo q u e significa, p o r u n a parte, que la realidad h u m a n a
surge como emergencia del ser en el no-ser; y, por otra, q u e el
m u n d o está "suspendido" en la n a d a . L a angustia es el descubri-
m i e n t o de esta doble y p e r p e t u a nihilización. Y a p a r t i r d e esta
trascendencia del m u n d o , el Dasein c a p t a r á la contingencia del
m u n d o , es decir, f o r m u l a r á la p r e g u n t a : " ¿ P o r q u é hay ente, y n o
m á s bien n a d a ? " L a contingencia del m u n d o se aparece, pues, a
la realidad h u m a n a en t a n t o q u e ésta se h a instalado en la n a d a p a r a
captarla.

H e aquí, pues, q u e la n a d a se cierne en torno al ser p o r todas


partes, y, a la vez, es expulsada del ser; he a q u í que la n a d a se d a
c o m o aquello por lo cual el m u n d o recibe sus contornos d e m u n d o .
¿ P u e d e satisfacernos esta solución?
Por cierto, no p u e d e negarse q u e la aprehensión del m u n d o
c o m o m u n d o es nihilizadora. Desde q u e el m u n d o aparece c o m o
m u n d o , se d a c o m o no siendo sino eso. L a c o n t r a p a r t e necesaria d e
<-:,ta a p r e h e n s i ó n es, pues, e n efecto, la e m e r g e n c i a d e la " r e a l i d a d
I m m a n a " en la n a d a . Pero, ¿ d e d ó n d e v i e n e el p o d e r q u e tiene la
" r e a l i d a d h u m a n a " de e m e r g e r así e n el no-ser? Sin d u d a a l g u n a ,
I leidegger tiene r a z ó n al insistir e n el h e c h o d e q u e la n e g a c i ó n se
I a n d a e n la n a d a . Pero, si l a n a d a f u n d a la n e g a c i ó n , ello se d e b e
• i q u e i n v o l u c r a e n sí, c o m o su e s t r u c t u r a esencial, el no. E n o t r a s
palabras, la n a d a n o f u n d a la n e g a c i ó n c o m o s i e n d o u n v a c í o i n d i -
íerenciado, o u n a a l t e r i d a d q u e n o se p o n e c o m o a l t e r i d a d 1 . L a
n a d a está e n el o r i g e n del j u i c i o n e g a t i v o p o r q u e ella m i s m a es
negación. F u n d a la n e g a c i ó n c o m o acto p o r q u e ella es la n e g a c i ó n
c o m o ser. L a n a d a n o p u e d e ser n a d a a m e n o s q u e se nihilice ex-
p r e s a m e n t e c o m o n a d a del m u n d o ; es decir, a m e n o s q u e , e n su
nihilización, se d i r i j a e x p r e s a m e n t e h a c i a este m u n d o p a r a consti-
tuirse c o m o d e n e g a c i ó n del m u n d o . L a n a d a lleva el ser e n su
p r o p i o meollo. P e r o la e m e r g e n c i a , ¿ e n q u é d a r a z ó n d e esta d e n e -
gación n i h i l i z a d o r a ? L a t r a s c e n d e n c i a , q u e es " p r o y e c t o de sí allen-
d e . . . " , está lejos de p o d e r f u n d a r la n a d a ; al c o n t r a r i o , ésta se
h a l l a e n el seno m i s m o d e la t r a s c e n d e n c i a y la c o n d i c i o n a . P e r o
la característica d e la filosofía h e i d e g g e r i a n a es utilizar, p a r a des-
cribir el Dasein, t é r m i n o s positivos todos los cuales e n m a s c a r a n
negaciones implícitas. El Dasein está " f u e r a d e sí, e n el m u n d o " ;
es " u n ser d e a l e j a m i e n t o s " ; es " c u r a " ; es "sus p r o p i a s posibilida-
d e s " ; e t c é t e r a . T o d o lo c u a l viene a decir q u e el D a s e i n " n o es" e n
sí; q u e " n o está" a u n a p r o x i m i d a d i n m e d i a t a d e si m i s m o ; y q u e
" t r a s c i e n d e " el m u n d o e n c u a n t o se p o n e a sí m i s m o c o m o no siendo
en si y c o m o no siendo el mundo. E n este sentido, H e g e l t i e n e r a z ó n ,
c o n t r a H e i d e g g e r , c u a n d o d e c l a r a q u e el E s p í r i t u es lo n e g a t i v o .
Sólo q u e p u e d e p l a n t e a r s e a u n o y a o t r o la m i s m a cuestión e n
f o r m a a p e n a s d i f e r e n t e ; h a d e decirse a H e g e l : " N o b a s t a p o n e r el
espíritu c o m o la m e d i a c i ó n y lo n e g a t i v o ; d e b e m o s t r a r s e la n e g a t i -
v i d a d c o m o e s t r u c t u r a del ser del espíritu. ¿ Q u é d e b e ser el espíritu
p a r a p o d e r constituirse c o m o n e g a t i v o ? " Y p u e d e p r e g u n t a r s e a
H e i d e g g e r : "Si la n e g a c i ó n es la e s t r u c t u r a p r i m e r a d e la trascen-
d e n c i a ; ¿ q u é d e b e ser la e s t r u c t u r a p r i m e r a d e la ' r e a l i d a d h u m a -
n a ' p a r a q u e ésta p u e d a t r a s c e n d e r el m u n d o ? " E n a m b o s casos
se nos m u e s t r a u n a a c t i v i d a d n e g a d o r a sin p r e o c u p a r s e p o r f u n d a r
esta a c t i v i d a d e n u n ser negativo. Y H e i d e g g e r , a d e m á s , h a c e d e
la N a d a u n a especie d e c o r r e l a t o i n t e n c i o n a l d e la t r a s c e n d e n c i a ,

1
Lo que Hegel llamarla "alteridad inmediata".
sin ver q u e la h a insertado ya en la trascendencia misma como su
estructura original.
Pero, además, ¿ d e q u é sirve a f i r m a r q u e la N a d a f u n d a la.
negación si con ello se hace después u n a teoría del no-ser que, por
hipótesis, escinde a la N a d a de toda negación concreta? Si e m e r j o
en la n a d a allende el m u n d o , ¿ c ó m o p u e d e esa n a d a e x t r a m u n d a n a
f u n d a r estos pequeños lagos d e no-ser q u e a c a d a instante e n c o n t r a -
mos en el seno del ser? D i g o q u e " P e d r o n o está a h í " , q u e " N o
tengo m á s dinero", etc. R e a l m e n t e , ¿es necesario trascender el m u n -
d o hacia la n a d a y r e t o r n a r luego hasta el ser, p a r a f u n d a r esos
juicios cotidianos? ¿ Y c ó m o p u e d e efectuarse la operación? N o se
t r a t a en m o d o a l g u n o de h a c e r que el m u n d o se deslice a la n a d a ,
sino, simplemente, de negar, manteniéndose en los límites del ser,
u n a t r i b u t o a u n sujeto. ¿Se dirá que c a d a a t r i b u t o denegado, c a d a
ser q u e se niega, son a t r a p a d o s por u n a misma y única n a d a extra-
m u n d a n a ; q u e el no-ser es c o m o la plenitud de lo q u e n o es; q u e
el m u n d o está en suspenso en el no-ser c o m o lo real en el seno d e
los posibles? E n tal caso, sería menester q u e c a d a negación tuviera
por origen u n trascender p a r t i c u l a r : el trascender del ser hacia lo
otro. Pero, ¿ q u é es este trascender, sino p u r a y simplemente la
mediación hegeliana? ¿ Y n o hemos ya preguntado, en vano, a Hegel
el f u n d a m e n t o nihilizador de la mediación? Por otra p a r t e , a u n si
la explicación f u e r a válida p a r a las negaciones radicales y simples
q u e deniegan a u n objeto d e t e r m i n a d o toda especie de presencia
en el seno del ser ( " E l c e n t a u r o no existe"; "No hay razón p a r a q u e
se r e t r a s e " ; " L o s antiguos griegos no practicaban la p o l i g a m i a " ) ,
las cuales, en rigor, p u e d e n contribuir a constituir la N a d a c o m o u n a
suerte de lugar geométrico de todos los proyectos fallidos, de t o d a s
las representaciones inexactas, de todos los seres desaparecidos o cuya
idea sólo es f o r j a d a , tal interpretación del no-ser n o sería válida ya
p a r a cierto tipo de realidades — e n verdad, las m á s frecuentes— q u e
incluyen en su propio ser al no-ser. E n efecto: ¿ c ó m o a d m i t i r q u e
u n a p a r t e de ellas esté en el universo y otra p a r t e esté e n t e r a m e n t e
fuera, en la n a d a e x t r a m u n d a n a ?

Tomemos, p o r ejemplo, la noción de distancia, q u e condiciona


la determinación de u n sitio, la localización de u n p u n t o . Es fácil
ver q u e esa noción posee u n m o m e n t o negativo: dos puntos distan
entre sí c u a n d o se hallan separados por cierta longitud. Es decir
q u e la longitud, a t r i b u t o positivo de u n segmento de recta, inter-
viene aquí a título de negación de u n a proximidad absoluta e indi-
¡erenciada. Se q u e r r á acaso reducir la distancia a no ser sino, la
longitud del segmento cuyos limites son los dos puntos, A y B, con-
siderados. P e r o ¿ n o se ve q u e en tal caso se h a m u d a d o la dirección
de la atención y que, encubriéndose b a j o u n a m i s m a p a l a b r a , se h a
d a d o a la intuición u n o b j e t o diferente? El c o m p l e j o organizado
constituido por el segmento de recta con sus dos términos límites
puede ofrecer, en efecto, dos objetos diversos al conocimiento. E n
efecto, p u e d e darse el segmento c o m o o b j e t o i n m e d i a t o de la intui-
ción; en tal caso, ese segmento representa u n a tensión p l e n a y con-
creta, cuya longitud es u n a t r i b u t o positivo y en q u e los dos p u n t o s
A y B n o aparecen sino c o m o u n m o m e n t o del c o n j u n t o , es decir,
en t a n t o q u e están implicados p o r el segmento mismo c o m o tales
límites: entonces la negación, expulsada del segmento y d e su lon-
gitud, se r e f u g i a en los dos límites: decir q u e el p u n t o B es límite
del segmento es decir q u e el segmento no se extiende m á s allá d e
ese p u n t o . L a negación es aquí la estructura secundaria del objeto.
Al contrario, si la atención se dirige a los dos p u n t o s A y B, éstos se
destacan c o m o objetos inmediatos d e la intuición sobre f o n d o d e
espacio. El segmento se desvanece c o m o o b j e t o p l e n o y c o n c r e t o :
se lo c a p t a , a p a r t i r de los dos puntos, c o m o el vacío, lo negativo
que los separa: la negación escapa de los puntos, q u e d e j a n de ser
límites, p a r a i m p r e g n a r la longitud misma del segmento, a título de
distancia. Así, la f o r m a total constituida por el segmento y sus dos
términos con la negación intraestructural es susceptible d e dejarse
c a p t a r de dos maneras. O , m á s bien, hay dos formas, y la condición
de la aparición de la u n a es la desagregación de la otra, exacta-
m e n t e como, en la percepción, se constituye tal o b j e t o c o m o forma
rechazando tal otro objeto hasta reducirlo a fondo, y recíprocamente.
E n ambos casos encontramos la misma c a n t i d a d de negación, q u e
se traslada ora a la noción de límites, o r a a la noción d e distancia,
pero que en n i n g ú n caso p u e d e suprimirse. ¿Se dirá q u e la idea
de distancia es psicológica y q u e designa simplemente la extensión
q u e es necesario franquear p a r a ir del p u n t o A al p u n t o B? R e s p o n -
deremos que la m i s m a negación está incluida en ese " f r a n q u e a r " ,
ya que esta noción expresa j u s t a m e n t e la resistencia pasiva del ale-
jamiento. Admitiremos, con Heidegger, q u e la "realidad h u m a n a "
es "des-alejadora", es decir, q u e surge en el m u n d o c o m o lo q u e a
la vez ci ca y hace desvanecer las distancias ( e n t - f e r n e n d ) . Pero
tal des-alejamiento, a u n siendo la condición necesaria p a r a " q u e
h a y a " en general alejamiento, involucra en sí mismo al alejamiento
c o m o la estructura negativa q u e h a d e superarse. V a n o será i n t e n t a r
reducir la distancia al simple resultado de u n a medida: en el curso
de la precedente descripción h a a p a r e c i d o el hecho d e que los dos
puntos y el segmento c o m p r e n d i d o entre ambos tienen la u n i d a d
indisoluble d e lo q u e l l a m a n los alemanes u n a "Gestalt". L a nega-
ción es el cimiento q u e realiza esa u n i d a d : define, precisamente, la
relación i n m e d i a t a q u e p o n e en conexión esos dos p u n t o s y que los
presenta a la intuición c o m o la u n i d a d indisoluble de la distancia.
Q u e r e r reducir la distancia a la m e d i d a d e u n a longitud es sola-
m e n t e encubrir la negación, pues ésta es la razón de ser de esa
medida.
L o q u e acabarnos de mostrar por el e x a m e n de la distancia
habríamos p o d i d o hacerlo ver igualmente describiendo realidades
c o m o la ausencia, la alteración, la alteridad, la repulsión, el pesar,
la distracción, etc. Existe u n a c a n t i d a d infinita de realidades q u e
n o son sólo objetos d e juicio sino experimentadas, combatidas, te-
midas, etc. p o r el ser h u m a n o y q u e en su infraestructura están
h a b i t a d a s p o r la negación c o m o p o r u n a condición necesaria d e
existencia. L a s llamaremos negatidades. K a n t h a b í a entrevisto su
alcance c u a n d o h a b l a b a de conceptos limitativos (inmortalidad del
a l m a ) , especies d e síntesis entre lo negativo y lo positivo, en que la
negación es condición de positividad. L a f u n c i ó n de la negación
varía según la naturaleza del objeto considerado: entre las realidades
p l e n a m e n t e positivas (que, empero, retienen la negación como con-
dición de la nitidez de sus contornos, c o m o lo que las m a n t i e n e en
lo q u e son) y las realidades cuya positividad n o es sino u n a apariencia
la cual disimula u n a g u j e r o de n a d a , todos los intermediarios son
posibles. Se hace imposible, en todo caso, relegar esas negaciones
a u n a n a d a e x t r a m u n d a n a , ya q u e están dispersas en el ser, soste-
nidas por el ser, y son condiciones de la realidad. L a n a d a ultra-
m u n d a n a d a razón de la negación absoluta; p e r o acabamos d e
descubrir u n a pululación de seres u l t r a m u n d a n o s q u e poseen t a n t a
realidad y eficiencia c o m o los demás seres, p e r o q u e encierran en
sí u n no-ser. R e q u i e r e n u n a explicación q u e permanezca en los
límites de lo real. L a n a d a , si n o está sostenida por el ser, se disipa
en tanto que nada, y recaemos en el ser. L a n a d a n o p u e d e nihili-
zarse sino sobre f o n d o de ser; si p u e d e darse u n a n a d a , ello n o es
ni antes ni después del ser ni, d e m o d o general, f u e r a del ser, sino
en el seno mismo del ser, en su meollo, c o m o u n gusano.
EL ORIGEN DE LA NADA

C o n v i e n e a h o r a e c h a r u n a o j e a d a retrospectiva y m e d i r el c a -
m i n o recorrido. H e m o s p l a n t e a d o p r i m e r a m e n t e la cuestión del ser.
Luego, volviéndonos sobre esta cuestión m i s m a c o n c e b i d a c o m o u n
t i p o de conducta h u m a n a , la h e m o s i n t e r r o g a d o a su vez. D e b i m o s
entonces r e c o n o c e r q u e , si la n e g a c i ó n n o existiera, n o p o d r í a f o r -
mularse p r e g u n t a a l g u n a , ni, e n p a r t i c u l a r , la del ser. P e r o esa ne-
gación m i s m a , vista m á s d e cerca, nos h a r e m i t i d o a la N a d a c o m o
a su origen y f u n d a m e n t o : p a r a q u e h a y a n e g a c i ó n en el m u n d o
y, p o r consiguiente, p a r a q u e p o d a m o s i n t e r r o g a r n o s sobre el Ser,
es preciso q u e la N a d a se dé de a l g u n a m a n e r a . H e m o s a d v e r t i d o
entonces q u e n o se p o d í a concebir la N a d a fuera del ser, ni c o m o
noción c o m p l e m e n t a r i a y a b s t r a c t a , ni c o m o m e d i o i n f i n i t o e n q u e
el ser estuviera en suspenso. E s m e n e s t e r q u e la N a d a se d é en el
m e o l l o m i s m o del Ser p a r a q u e p o d a m o s c a p t a r ese t i p o p a r t i c u l a r
d e realidades q u e h e m o s l l a m a d o N e g a t i d a d e s . P e r o esa N a d a in-
t r a m u n d a n a n o p u e d e ser p r o d u c i d a p o r el Ser-en-sí: la noción de
Ser c o m o p l e n a positividad n o c o n t i e n e la N a d a c o m o u n a d e sus
estructuras. N i siquiera p u e d e decirse q u e la N a d a sea e x c l u y e n t e
del S e r : carece d e t o d a relación con él. D e a h í la cuestión q u e se
nos p l a n t e a a h o r a con p a r t i c u l a r u r g e n c i a : si la N a d a n o p u e d e
concebirse n i f u e r a del Ser ni a p a r t i r del Ser y si, p o r o t r a p a r t e ,
siendo no-ser, n o p u e d e sacar d e sí m i s m a la f u e r z a necesaria p a r a
"nihilizarse", la Nada ¿de dónde viene?
Si se q u i e r e c e ñ i r el p r o b l e m a , es preciso r e c o n o c e r p r i m e r a -
m e n t e q u e n o p o d e m o s c o n c e d e r a la n a d a la p r o p i e d a d d e "nihili-
zarse". Pues, a u n q u e el v e r b o "nihilizarse" h a y a sido a c u ñ a d o p a r a
q u i t a r a la N a d a h a s t a la m í n i m a a p a r i e n c i a d e ser, h a d e recono-
nocerse q u e sólo el Ser p u e d e nihilizarse, ya q u e , c o m o q u i e r a q u e
f u e r e , p a r a nihilizarse es necesario ser. P e r o la N a d a no es. P o d e m o s
h a b l a r d e ella sólo p o r q u e posee u n a a p a r i e n c i a d e ser, u n ser pres-
t a d o , c o m o h e m o s a d v e r t i d o a n t e r i o r m e n t e . L a N a d a n o es; la N a d a
"es sida"; la N a d a n o se nihiliza, la N a d a "es nihilizada". Resulta,
pues, q u e debe existir u n Ser — q u e n o p o d r í a ser el Ser-en-sí—, el
cual t e n g a p o r p r o p i e d a d nihilizar la N a d a , s o p o r t a r l a con su p r o p i o
ser, desplegarla p e r p e t u a m e n t e d e s d e su p r o p i a existencia: un ser
por el cual la Nada advenga a las cosas. P e r o ¿ c ó m o h a d e ser este
Ser c o n respecto a la N a d a p a r a q u e , p o r m e d i o d e él, la N a d a
a d v e n g a a las cosas? D e b e observarse, en p r i m e r lugar, q u e d i c h o
ser n o p u e d e ser pasivo c o n respecto a la N a d a : n o p u e d e recibirla;
la N a d a n a p o d r í a advenir a ese ser sino p o r m e d i o de o t r o Ser, lo
q u e n o s obligaría a u n a regresión al infinito. Pero, p o r o t r a p a r t e ,
el Ser p o r el c u a l la N a d a llega al m u n d o n o p u e d e producir la
N a d a p e r m a n e c i e n d o i n d i f e r e n t e a esta p r o d u c c i ó n , c o m o la c a u s a
estoica p r o d u c e su e f e c t o sin alterarse. Sería inconcebible q u e u n
Ser q u e f u e s e p l e n a positividad m a n t u v i e r a y c r e a r a f u e r a de sí u n a
N a d a d e ser t r a n s c e n d e n t e , pues n o h a b r í a n a d a e n el Ser p o r m e -
d i o d e lo cual el Ser p u d i e r a trascenderse h a c i a ei No-Ser. El Ser
p o r el c u a l la N a d a a d v i e n e al m u n d o d e b e nihilizar la N a d a e n su
Ser y, a u n así, c o r r e r í a el riesgo d e establecer la N a d a c o m o u n
t r a s c e n d e n t e e n el meollo m i s m o d e la i n m a n e n c i a , si n o nihilizara
la N a d a en su ser a raíz de su ser. El Ser p o r el cual la N a d a a d -
viene al m u n d o es u n ser p a r a el cual, e n su Ser, es cuestión d e la
N a d a d e su S e r : el ser por el cual la Nada adviene al mundo debe
ser su propia Nada. Y h a d e e n t e n d e r s e p o r esto n o u n a c t o nihili-
zador, q u e r e q u e r i r í a a su vez u n f u n d a m e n t o e n el Ser, sino u n a
característica ontológica del Ser r e q u e r i d o . F a l t a a v e r i g u a r en q u e
d e l i c a d a y exquisita región del Ser e n c o n t r a r e m o s ese Ser q u e es
su p r o p i a N a d a .
N o s a y u d a r á e n n u e s t r a investigación u n e x a m e n m á s c o m p l e t o
d e la c o n d u c t a q u e nos h a servido de p u n t o d e p a r t i d a . Es preciso,
pues, volver a la i n t e r r o g a c i ó n . Hemos- visto — s e r e c o r d a r á — q u e
t o d a i n t e r r o g a c i ó n p o n e , p o r esencia, la posibilidad d e u n a respuesta
n e g a t i v a . E n la p r e g u n t a se i n t e r r o g a a su ser sobre su ser o sobre
su m o d o de ser. Y este m o d o d e ser o ese ser está v e l a d o : q u e d a
s i e m p r e a b i e r t a u n a posibilidad de q u e se devele c o m o u n a N a d a .
Pero, p o r lo m i s m o q u e se e n c a r a el h e c h o de q u e u n Existente
p u e d a s i e m p r e develarse c o m o u n nada, t o d a i n t e r r o g a c i ó n s u p o n e
q u e se realiza u n retroceso 1 nihilizador con respecto a lo d a d o , y
éste se convierte en u n a simple presentación, q u e oscila e n t r e el ser
y la N a d a . I m p o r t a , pues, q u e el i n t e r r o g a d o r t e n g a la posibilidad
p e r m a n e n t e d e d e s p r e n d e r s e d e las series causales q u e constituyen el
ser y q u e n o p u e d e n p r o d u c i r sino u n ser. E n e f e c t o : si a d m i t i é r a -
m o s q u e la interrogación está d e t e r m i n a d a en el i n t e r r o g a d o r p o r
1
Recul: retroceso como para "tomar distancia". (N. del T.)
<•1 dcterminismo universal, ella cesaría d e ser n o solamente inteligible
.sino a u n concebible. E n efecto, u n a causa real p r o d u c e u n efecto
real, y el ser causado está í n t e g r a m e n t e c o m p r o m e t i d o p o r la causa
en la positividad: en la m e d i d a en q u e d e p e n d e en su ser de la
c ausa, n o podría h a b e r en él el m e n o r germen de n a d a ; en t a n t o
que el interrogador debe p o d e r operar, con relación al interrogado,
u n a especie de retroceso nihilizador, escapa al orden causal del m u n -
do. se despega del Ser. Esto significa que, por u n doble movimiento
de nihilización, nihiliza respecto de sí al interrogado, colocándolo
en un estado neutro, entre el ser y el-no ser; y q u e él mismo se
nihiliza respecto del interrogado a r r a n c á n d o s e al ser p a r a p o d e r
extraer de sí la posibilidad de u n no-ser. Así, con la interrogación,
se introduce en el m u n d o cierta dosis de n e g a t i d a d : vemos a la N a d a
irisar el m u n d o , tornasolar sobre las cosas. Pero, a la vez, la inte-
rrogación e m a n a d e u n interrogador q u e se m u e v e en su p r o p i o ser
c o m o p r e g u n t a n t e , despegándose del ser. L a interrogación es, pues,
por definición, u n proceso h u m a n o . El h o m b r e se presenta, por ende,
al menos en este caso, c o m o u n ser q u e hace surgir y desplegarse
la N a d a en el m u n d o , en t a n t o que, con ese fin, se afecta a sí m i s m o
d e no-ser.
Estas observaciones p u e d e n servirnos d e hilo c o n d u c t o r p a r a
e x a m i n a r las negatidades de que antes hablábamos. Sin d u d a alguna,
son realidades tiascendentes: la distancia, p o r ejemplo, se nos im-
pone como algo q u e h a y q u e tener en cuenta, que hay q u e f r a n q u e a r
con esfuerzo. E m p e r o , esas realidades son de naturaleza m u y p a r -
ticular: todas ellas señalan i n m e d i a t a m e n t e u n a relación esencial
de la realidad h u m a n a con el m u n d o . T i e n e n origen en u n acto
del ser h u m a n o , sea en u n a espera, sea en u n proyecto; todas ellas
señalan u n aspecto del ser en t a n t o q u e éste aparece al ser h u m a n o
q u e se c o m p r o m e t e en el m u n d o . Y las relaciones entre el h o m b r e
y el m u n d o indicadas por las negatidades n o tienen n a d a en c o m ú n
con las relaciones a posteriori que se desprenden de nuestra actividad
empírica. N o se t r a t a t a m p o c o de esas relaciones d e utensilidad por
las cuales los objetos del m u n d o se descubren, según Heidegger, a
la "realidad h u m a n a " . T o d a negatidad aparece m á s bien c o m o u n a
d e las condiciones esenciales de esa relación d e utensilidad. P a r a
q u e la totalidad del ser se o r d e n e en torno nuestro en f o r m a d e
utensilios, despedazándose en complejos diferenciados que remiten
los unos a los otros y q u e p u e d e n servir, es menester q u e la negación
surja, n o c o m o u n a cosa entre otras cosas, sino c o m o u n a rúbrica
categorial q u e presida a la o r d e n a c i ó n y a la r e p a r t i c i ó n d e las
g r a n d e s m a s a s d e ser e n f o r m a d e cosas. Así, la surrección del h o m -
b r e e n m e d i o del ser q u e " l o inviste" h a c e q u e se d e s c u b r a u n
m u n d o . P e r o el m o m e n t o esencial y p r i m o r d i a l d e esa surrección es
la negación. Así, h e m o s a l c a n z a d o el t é r m i n o p r i m e r o d e este estu-
d i o : el h o m b r e es el ser p o r el cual la n a d a a d v i e n e al m u n d o .
P e r o esta i n t e r r o g a c i ó n p r o v o c a en seguida o t r a : ¿ q u é d e b e ser el
h o m b r e e n su ser p a r a q u e p o r él la n a d a a d v e n g a al ser?
El ser n o p u e d e e n g e n d r a r sino al ser y, si el h o m b r e está e n -
g l o b a d o e n ese proceso d e g e n e r a c i ó n , d e él n o saldrá sino ser. Si
h a de p o d e r i n t e r r o g a r sobre este proceso, es decir, cuestionarlo, es
m e n e s t e r q u e p u e d a t e n e r l o b a j o sus ojos c o m o u n c o n j u n t o , o sea
ponerse él m i s m o fuera del ser y, en el m i s m o acto, debilitar la
e s t r u c t u r a de ser del ser. E m p e r o n o es d a d o a la " r e a l i d a d h u m a n a "
a n i q u i l a r , ni a u n p r o v i s i o n a l m e n t e , la m a s a d e ser q u e está p u e s t a
f r e n t e a ella. L o q u e p u e d e m o d i f i c a r es su relación con ese ser.
P a r a ella, p o n e r f u e r a d e c i r c u i t o a u n existente p a r t i c u l a r es p o -
nerse a sí m i s m a f u e r a d e c i r c u i t o con relación a ese existente. E n
tal caso, ella le escapa, está f u e r a d e su alcance, n o p u e d e recibir
su acción, se h a r e t i r a d o allende una nada. A esta posibilidad q u e
tiene la r e a l i d a d h u m a n a d e segregar u n a n a d a q u e la aisla, D e s c a r -
tes, siguiendo a los estoicos, le d i o u n n o m b r e : es la libertad. Pero
la libertad n o es a q u í m á s q u e u n a p a l a b r a . Si q u e r e m o s p e n e t r a r
m á s en la cuestión, n o d e b e m o s c o n t e n t a r n o s c o n esa respuesta, y
h e m o s de p r e g u n t a r n o s a h o r a : ¿ Q u é d e b e ser la l i b e r t a d h u m a n a
si la n a d a d e b e a d v e n i r al m u n d o p o r ella?
N o nos es posible t o d a v í a t r a t a r e n t o d a su a m p l i t u d el p r o -
b l e m a d e la libertad E n efecto, los pasos q u e h a s t a a h o r a h e m o s
d a d o m u e s t r a n a las claras q u e la libertad n o es u n a f a c u l t a d del
a l m a h u m a n a q u e p u e d a e n c a r a r s e y describirse a i s l a d a m e n t e . L o
q u e t r a t a m o s de d e f i n i r es el ser del h o m b r e e n t a n t o q u e condi-
c i o n a la a p a r i c i ó n d e la n a d a , y ese ser sé nos h a a p a r e c i d o c o m o
libertad. Así, la libertad, c o m o condición r e q u e r i d a p a r a la nihili-
zación de la n a d a , n o es u n a propiedad q u e p e r t e n e z c a e n t r e otras
a la esencia del ser h u m a n o . Y a h e m o s h e c h o n o t a r , p o r o t r a p a r t e ,
q u e la relación e n t r e existencia y esencia n o es s e m e j a n t e e n el h o m -
b r e y en las cosas del m u n d o . L a libertad h u m a n a p r e c e d e a la
esencia del h o m b r e y la h a c e posible; la esencia del ser h u m a n o está

1
Cf. cuarta parte, cap. I.
i n suspenso en su libertad. L o que llamamos libertad es, pues, in-
distinguible del ser de la "realidad h u m a n a " . El h o m b r e no es pri-
meramente p a r a ser libre después: no hay diferencia entre el ser
del hombre y su "ser-libre". N o se trata, pues, de a b o r d a r aquí de
líente u n a cuestión q u e n o p o d r á ser t r a t a d a exhaustivamente sino
.1 la luz de u n a elucidación rigurosa del ser h u m a n o ; p e r o hemos
de tratar la libertad en conexión con el problema de la n a d a y en
la estricta m e d i d a en que condiciona la aparición de ésta.
Aparece con evidencia, en primer lugar, que la realidad h u m a n a
no puede sustraerse al m u n d o —en la interrogación, ¡a d u d a me-
tódica, la d u d a escéptica, la ¿ j t o ^ ' etc.— a menos de ser, p e r
naturaleza, a r r a n c a m i e n t o a sí m.sma. Es lo que h a b í a n visto Des-
cartes, quien f u n d a la d u d a sobre la libertad, r e c l a m a n d o p a r a nos-
otros la posibilidad de suspender nuestros juicios, y, siguiendo a
Descartes, Alain. T a m b i é n en este sentido a f i r m a Hegel la libertad
del espíritu, en la m e d i d a en que el espíritu es la mediación, es
decir, lo Negativo. Y, por otra parte, u n a de las direcciones de ia
filosofía c o n t e m p o r á n e a es la de ver en la conciencia h u m a n a u n a
especie de escaparse de sí: tal es el sentido de la trascendencia
heideggeriana; la intencionalidad de Husserl y de Brentano tiene
también, en m á s de u n respecto, el carácter de a r r a n c a m i e n t o a sí
mismo. P e r o todavía n o encararemos la libertad c o m o intraestructura
de la conciencia: por el m o m e n t o nos faltan los instrumentos y la
técnica. . . que nos permitirán llevar a bien esa empresa. L o q u e por
a h o r a nos interesa es u n a operación temporal, ya q u e la interrogación
es, al igual q u e la d u d a , u n a c o n d u c t a : supone que el ser h u m a n o
reposa p r i m e r o en el seno del ser y se a r r a n c a luego a él por u n
retroceso nihilizador. Así, pues, encaramos aquí, c o m o condición d e
la nihilización, u n a relación consigo mismo en el curso de u n proceso
temporal. Q u e r e m o s mostrar simplemente que, asimilando l¿i con-
ciencia a u n a secuencia causal indefinidamente continuada, se la
t r a n s m u t a en u n a plenitud d e ser y de este m o d o se la reincorpora
a la totalidad ilimitada del ser, como bien lo señala la inanidad de
los esfuerzos realizados por el determinismo psicológico p a r a diso-
ciarse del determinismo universal y constituirse c o m o u n a serie a p a r -
te. El c u a r t o del ausente, los libros q u e hojeaba, los objetos q u e
tocaba n o son, por sí mismos, otra cosa que unos libros, unos objetos,
es decir, actualidades plenas: las mismas huellas q u e el ausente h a
d e j a d o no p u e d e n descifrarse c o m o huellas suyas sino d e n t r o de u n a
situación en q u e está ya puesto c o m o ausente; el libro m a r c a d o con
o r e j a s y d e h o j a s gastadas, n o es p o r sí m i s m o u n libro q u e P e d r o
h a h o j e a d o y q u e ya n o h o j e a m á s : es u n v o l u m e n d e p á g i n a s d o -
b l a d a s , f a t i g a d a s , y n o p u e d e r e m i t i r sino a sí m i s m o o a o b j e t o s
presentes — a l a luz q u e lo a l u m b r a , a la m e s a q u e lo s o p o r t a — si
se lo considera c o m o la m o t i v a c i ó n p r e s e n t e y t r a s c e n d e n t e d e m i
p e r c e p c i ó n o inclusive c o m o el f l u j o sintético y r e g u l a d o d e mis i m -
presiones sensibles. D e n a d a serviría i n v o c a r u n a asociación p o r con-
t i g ü i d a d , c o m o e n el Fedón p l a t ó n i c o , q u e h a g a a p a r e c e r u n a i m a g e n
del a u s e n t e al m a r g e n d e la p e r c e p c i ó n de la lira o la c í t a r a q u e él
t o c a b a . Esta i m a g e n , si se la considera e n sí m i s m a y e n el espíritu
d e las teorías clásicas, es u n a d e t e r m i n a d a p l e n i t u d , es u n h e c h o psí-
q u i c o c o n c r e t o y positivo. P o r consiguiente, será m e n e s t e r f o r m u l a r
sobre ella u n j u i c i o n e g a t i v o d e doble f a z : s u b j e t i v a m e n t e , p a r a
significar q u e la i m a g e n no es u n a p e r c e p c i ó n ; y o b j e t i v a m e n t e , p a r a
n e g a r d e ese Pedro, cuya i m a g e n m e f o r m o , q u e esté ahí presente.
E s el f a m o s o p r o b l e m a d e las características d e la i m a g e n v e r d a d e r a ,
q u e a t a n t o s psicólogos h a p r e o c u p a d o , desde T a i n e h a s t a S p a i c r .
L a asociación, c o m o se ve, n o s u p r i m e el p r o b l e m a : lo desplaza al
nivel reflexivo. Pero, d e t o d o s m o d o s , r e c l a m a u n a n e g a c i ó n , es
d e c i r , c u a n d o m e n o s u n retroceso nihilizador d e la conciencia c o n
r e s p e c t o a la i m a g e n c a p t a d a c o m o f e n ó m e n o subjetivo, p a r a p o n e r l a ,
p r e c i s a m e n t e , c o m o n o m á s q u e u n f e n ó m e n o subjetivo. A h o r a b i e n :
h e i n t e n t a d o m o s t r a r e n o t r o l u g a r 1 q u e , si p o n e m o s primero la
i m a g e n c o m o u n a p e r c e p c i ó n renaciente, es r a d i c a l m e n t e imposible
distinguirla después d e las percepciones actuales. L a i m a g e n d e b e
e n c e r r a r en su p r o p i a e s t r u c t u r a u n a tesis nihilizadora. Se constituye
c o m o i m a g e n p o n i e n d o su o b j e t o c o m o existente en otra parte o
c o m o no existente. L l e v a e n sí u n a doble n e g a c i ó n : es p r i m e r a m e n t e ,
nihilización del m u n d o ( e n t a n t o q u e n o es el m u n d o q u i e n pre-
s e n t a a t í t u l o d e o b j e t o a c t u a l d e p e r c e p c i ó n el o b j e t o c a p t a d o c o m o
i m a g e n ) ; luego, nihilización del o b j e t o d e la i m a g e n ( e n t a n t o q u e
p u e s t o c o m o n o a c t u a l ) y, a l a vez, nihilización d e sí m i s m a ( e n
t a n t o q u e ella n o es u n proceso psíquico c o n c r e t o y p l e n o ) . E n v a n o
se i n v o c a r á n , p a r a explicar el h e c h o d e q u e y o c a p t e la a u s e n c i a d e
P e d r o e n la c á m a r a , esas f a m o s a s " i n t e n c i o n e s v a c í a s " d e Husserl,
q u e son, en g r a n p a r t e , constitutivas d e la p e r c e p c i ó n . H a y , e n efecto,
e n t r e las d i f e r e n t e s intenciones perceptivas, relaciones d e motivación
( p e r o m o t i v a c i ó n n o es c a u s a c i ó n ) y, e n t r e esas intenciones, las u n a s

1
L'ima¿ination, París, Alean, 1936.
son plenas, es decir, llenadas p o r aquello a que a p u n t a n , y l a s otras,
vacías. Pero, c o m o precisamente la m a t e r i a q u e d e b i e r a l l e n a r las
intenciones vacías no es, n o p u e d e ser ella quien las m o t i v e e n sus
respectivas estructuras. Y, c o m o las demás intenciones s o n plenas,
ellas t a m p o c o p u e d e n m o t i v a r las intenciones vacías e n t a n t o q u e
vacías. Por o t r a p a r t e , esas intenciones son r a t u r a l e z a s p s í q u i c a s , y
sería erróneo encararlas a la m a n e r a de cosas, es decir, d e recipien-
tes dados de a n t e m a n o , q u e p u d i e r a n ser, según los c a s o s , llenos
o vacíos y q u e sean p o r naturaleza indiferentes a su e s t a d o d e ple-
nitud o d e vaciedad. Parece .que Husserl n o escapó s i e m p r e a esta
ilusión cosista. P a r a q u e u n a intención sea vacía, es m e n e s t e r q u e
sea consciente de sí misma c o m o vacía, y precisamente c o m o vacía
de la m a t e r i a precisa a q u e a p u n t a . U n a intención v a c í a se cons-
tituye a sí m i s m a c o m o vacía en la m e d i d a exacta en q u e p o n e su
m a t e r i a c o m o inexistente o ausente. E n u n a p a l a b r a : u n a i n t e n c i ó n
vacía es u n a conciencia de negación que se trasciende e l l a m i s m a
hacia u n o b j e t o al cual p o n e c o m o ausente o n o existente. Así, cual-
q u i e r a q u e sea la explicación q u e demos d e ello, la a u s e n c i a d e P e d r o
requiere, p a r a ser verificada o sentida, u n m o m e n t o n e g a t i v o p o r el
cual la conciencia, en ausencia d e toda determinación a n t e r i o r , se
constituye a sí m i s m a c o m o negación. Al concebir, a p a r t i r d e mis
percepciones del c u a r t o q u e habitó, al q u e ya n o está e n el c u a r t o ,
m e veo inducido, d e t o d a necesidad, a realizar u n a c t o d e pensa-
m i e n t o q u e n i n g ú n estado anterior p u e d e d e t e r m i n a r ni m o t i v a r ; en
suma, a o p e r a r en m í m i s m o u n a r u p t u r a con el ser. Y , e n t a n t o
q u e uso c o n t i n u a m e n t e negatidades p a r a aislar y d e t e r m i n a r a los
existentes, es decir, p a r a pensarlos, la sucesión d e mis " c o n c i e n c i a s "
es u n p e r p e t u o desenganche del efecto con respecto a la causa, ya
q u e t o d o proceso nihilizador exige tener en sí m i s m o su p r o p i a f u e n t e .
E n t a n t o q u e m i estado presente f u e r a u n a p r o l o n g a c i ó n d e m i
estado anterior, q u e d a r í a e n t e r a m e n t e t a p a d a t o d a fisura p o r la cual
la negación p u d i e r a deslizarse. T o d o proceso psíquico d e nihilización
implica, pues, u n a escisión e n t r e el p a s a d o psíquico i n m e d i a t o y el
presente. Esa escisión es precisamente la n a d a . Al menos —se dirá—•
q u e d a la posibilidad d e implicación sucesiva e n t r e d ó s procesos nihi-
lizadores. M i verificación d e la ausencia d e P e d r o p o d r í a a ú n ser
d e t e r m i n a n t e d e m i pesar p o r n o verlo; n o se h a excluido la posi-
bilidad d e u n determinismo d e nihilizaciones. Pero, a p a r t e de q u e
la primera nihilización d e la serie d e b e ser d e s e n g a n c h a d a necesa-
riamente de los procesos positivos anteriores, ¿ q u é significado tiene
u n a m o t i v a c i ó n d e la n a d a p o r la n a d a m i s m a ? U n ser bien p u e d e
nihilizarse p e r p e t u a m e n t e , p e r o , e n la m e d i d a e n q u e se nihiliza,
r e n u n c i a a ser el origen d e o t r o f e n ó m e n o , así f u e r a d e u n a s e g u n d a
nihilización.
F a l t a e x p l i c a r c u á l es esa s e p a r a c i ó n , ese d e s p e g u e d e las con-
ciencias, q u e c o n d i c i o n a a t o d a n e g a c i ó n . Si c o n s i d e r a m o s la con-
ciencia a n t e r i o r e n c a r a d a c o m o m o t i v a c i ó n , vemos en seguida con
e v i d e n c i a q u e nada h a v e n i d o a deslizarse e n t r e ese e s t a d o y el es-
t a d o presente. N o h a h a b i d o solución d e c o n t i n u i d a d en el f l u j o
del despliegue t e m p o r a l : si no, volveríamos a la inadmisible con-
c e p c i ó n d e la divisibilidad i n f i n i t a del t i e m p o , y del p u n t o t e m p o r a l
o i n s t a n t e c o m o límite d e la división. T a m p o c o h a h a b i d o interca-
lación b r u s c a de u n e l e m e n t o o p a c o q u e h a y a s e p a r a d o lo a n t e r i o r
d e lo posterior, c o m o la h o j a d e u n cuchillo p a r t e e n dos u n a fruta..
N i t a m p o c o debilitamiento d e la f u e r z a m o t i v a d o r a d e la conciencia
a n t e r i o r : ella sigue s i e n d o lo q u e es, n o p i e r d e n a d a d e su u r g e n c i a .
L o q u e s e p a r a lo a n t e r i o r d e lo posterior es p r e c i s a m e n t e nada. Y
este n a d a es a b s o l u t a m e n t e i n f r a n q u e a b l e , j u s t a m e n t e p o r q u e n o es
n a d a ; p u e s e n t o d o o b s t á c u l o q u e h a d e f r a n q u e a r s e h a y algo posi-
t i v o q u e se d a c o m o lo q u e d e b e ser f r a n q u e a d o . Pero, e n el caso
q u e nos o c u p a , en v a n o buscaríase u n a resistencia q u e q u e b r a n t a r ,
u n o b s t á c u l o q u e f r a n q u e a r . L a c o n c i e n c i a a n t e r i o r s i e m p r e está ahí
( b i e n q u e c o n la m o d i f i c a c i ó n d e " p r e t e r i d a d " ) y m a n t i e n e s i e m p r e
u n a relación d e i n t e r p r e t a c i ó n con la conciencia p r e s e n t e ; pero, sobre
el f o n d o d e esa relación existencial, está p u e s t a f u e r a d e juego, f u e r a
d e circuito, e n t r e paréntesis, e x a c t a m e n t e c o m o lo está, a los ojos
del q u e p r a c t i c a la " é j i o / r i " f e n o m e n o l ó g i c a , el m u n d o en él y
f u e r a de él. Así, la c o n d i c i ó n p a r a q u e la r e a l i d a d h u m a n a p u e d a
n e g a r el m u n d o e n t o d o o en p a r t e , es q u e ella lleve e n sí la n a d a
c o m o ese nada q u e s e p a r a su p r e s e n t e d e t o d o su p a s a d o . P e r o n o
es eso t o d o ; p u e s este nada así e n c a r a d o n o t e n d r í a t o d a v í a el sentido
d e la n a d a : u n a suspensión del ser q u e p e r m a n e c e r í a i n n o m i n a d a ,
q u e n o sería conciencia d e s u s p e n d e r el ser, v e n d r í a desde f u e r a d e
la c o n c i e n c i a y t e n d r í a p o r e f e c t o escindirla en dos, r e i n t r o d u c i e n d o
la o p a c i d a d e n el seno d e esa lucidez a b s o l u t a A d e m á s , ese n a d a
n o sería n e g a t i v o e n m o d o a l g u n o . L a n a d a , c o m o a n t e s h e m o s visto,
es f u n d a m e n t o d e la n e g a c i ó n p o r q u e la lleva o c u l t a e n sí m i s m a ;
p o r q u e es la n e g a c i ó n c o m o ser. Es necesario, pues, q u e el ser cons-

1
Véase Introducción, III.
< lente se constituya a sí m i s m o c o n respecto a su p a s a d o c o m o sepa-
r a d o de ese p a s a d o p o r u n a n a d a ; es necesario q u e sea c o n c i e n c i a
d e esta escisión d e ser, p e r o n o c o m o u n f e n ó m e n o p o r él p a d e c i d o ,
sino c o m o u n a e s t r u c t u r a conciencial q u e él es. L a l i b e r t a d es el
ser h u m a n o e n c u a n t o p o n e su p a s a d o f u e r a d e juego, s e g r e g a n d o
su p r o p i a n a d a . E n t e n d a m o s bien q u e esta n e c e s i d a d p r i m e r a d e
ser su p r o p i a n a d a n o a p a r e c e a la c o n c i e n c i a d e m o d o i n t e r m i t e n t e
y con ocasión d e negaciones singulares: n o h a y m o m e n t o d e la v i d a
psíquica e n q u e n o a p a r e z c a n , a t í t u l o p o r lo m e n o s d e e s t r u c t u r a s
secundarias, c o n d u c t a s n e g a t i v a s o i n t e r r o g a t i v a s ; y la c o n c i e n c i a
se vive a sí m i s m a d e m o d o c o n t i n u o c o m o nihilización d e su ser
j jasado.
Pero, sin d u d a , se c r e e r á p o d e r d e v o l v e r n o s a q u í u n a o b j e c i ó n
d e q u e nos h e m o s servido f r e c u e n t e m e n t e : si la c o n c i e n c i a nihiliza-
d o r a n o existe sino c o m o c o n c i e n c i a d e nihilización, se d e b e r í a p o d e r
d e f i n i r y describir u n m o d o p e r p e t u o d e conciencia, p r e s e n t e como
conciencia, el c u a l sería c o n c i e n c i a d e nihilización. ¿ E x i s t e esta c o n -
c i e n c i a ? H e a q u í , pues, la n u e v a cuestión q u e se p l a n t e a : si la
libertad es el ser d e la conciencia, la c o n c i e n c i a d e b e ser c o m o c o n -
ciencia de libertad. ¿ C u á l es la f o r m a q u e t o m a esta c o n c i e n c i a d e
l i b e r t a d ? E n la libertad, el ser h u m a n o es su p r o p i o p a s a d o (así
c o m o t a m b i é n su p r o p i o p o r v e n i r ) e n f o r m a d e nihilización. Si
nuestros análisis n o nos h a n e x t r a v i a d o , d e b e existir p a r a el ser hu->
m a n o , e n t a n t o q u e es consciente d e ser, c i e r t a m a n e r a d e situarse
f r e n t e a su p a s a d o y su p o r v e n i r c o m o s i e n d o a la vez ese p a s a d o y
ese p o r v e n i r y c o m o n o siéndolos. P o d r e m o s d a r a esta cuestión u n a
respuesta i n m e d i a t a : el h o m b r e t o m a c o n c i e n c i a d e su l i b e r t a d e n
la a n g u s t i a , o, si se p r e f i e r e , la a n g u s t i a es el m o d o d e ser d e la
libertad c o m o c o n c i e n c i a d e ser, y e n l a a n g u s t i a la l i b e r t a d está e n
su ser cuestionándose a sí m i s m a .
K i e r k e g a a r d , al describir la a n g u s t i a a n t e s d e la c u l p a , la c a -
racteriza c o m o a n g u s t i a a n t e la l i b e r t a d . P e r o H e i d e g g e r , q u e , c o m o
es sabido, h a s u f r i d o p r o f u n d a m e n t e la i n f l u e n c i a d e K i e r k e g a a r d 1 ,
considera al c o n t r a r i o a la a n g u s t i a c o m o la c a p t a c i ó n d e la n a d a .
Estas dos descripciones de la a n g u s t i a n o nos p a r e c e n c o n t r a d i c t o -
rias: al c o n t r a r i o , se i m p l i c a n m u t u a m e n t e .
E n p r i m e r lugar, h a de darse la r a z ó n a K i e r k e g a a r d : la a n g u s t i a
se distingue del m i e d o e n q u e el m i e d o es m i e d o d e los seres del

1
J. W a h l , "Kierkegaard et Heidegger", en Études kierkegaardiennes.
m u n d o m i e n t r a s q u e la angustia es angustia a n t e m í mismo. E l
vértigo es angustia en la m e d i d a en q u e temo, n o c a e r en el preci-
picio, sino a r r o j a r m e a él. U n a situación q u e provoca el m i e d o e n
t a n t o q u e a m e n a z a m o d i f i c a r desde f u e r a m i vida y m i ser, provoca
la angustia en la m e d i d a e n q u e desconfío d e mis reacciones a p r o -
p i a d a s p a r a la situación. El z a f a r r a n c h o d e artillería q u e precede al
a t a q u e p u e d e p r o v o c a r m i e d o en el soldado q u e sufre el b o m b a r d e o ,
p e r o c o m e n z a r á la angustia e n él c u a n d o intente prever las c o n d u c t a s
q u e h a d e o p o n e r al bombardeo, c u a n d o se p r e g u n t e si p o d r á
" a g u a n t a r " . A n á l o g a m e n t e , el movilizado q u e se incorpora a su c a m -
p a m e n t o al comienzo d e la g u e r r a p u e d e , en ciertos casos, tener
m i e d o d e la m u e r t e ; pero, m u c h o m á s a m e n u d o , tiene " m i e d o de
t e n e r m i e d o " , es decir, se angustia a n t e sí mismo. Casi siempre las
situaciones peligrosas o a m e n a z a n t e s tienen facetas: se las a p r e h e n -
d e r á a través de u n sentimiento d e m i e d o o d e u n sentimiento d e
angustia según se e n c a r e la situación c o m o a c t u a n t e sobre el h o m b r e
o al h o m b r e c o m o a c t u a n t e sobre la situación. El individuo q u e
a c a b a de recibir " u n r u d o golpe", q u e h a p e r d i d o en u n a quiebra
g r a n p a r t e d e sus recursos, p u e d e t e n e r m i e d o de la pobreza q u e lo
a m e n a z a . Se angustiará u n instante después, c u a n d o , retorciéndose
nerviosamente las m a n o s (reacción simbólica a n t e la acción q u e se
i m p o n e p e r o q u e p e r m a n e c e a ú n e n t e r a m e n t e i n d e t e r m i n a d a ) , ex-
c l a m a : " ¿ Q u é voy a h a c e r ? P e r o ¿ q u é voy a h a c e r ? " E n este
sentido, el m i e d o y la angustia son m u t u a m e n t e excluyentes, ya q u e
el m i e d o es aprehensión irreflexiva d e lo trascendente y la angustia
es aprehensión reflexiva del sí-mismo; la u n a nace d e la destrucción
d e la otra, y el proceso normal, en el caso q u e a c a b o de citar, es u n
tránsito constante d e la u n a a la otra. Pero existen t a m b i é n situa-
ciones en q u e la angustia aparece p u r a , es decir, sin estar j a m á s pre-
cedida ni seguida del miedo. Si, p o r ejemplo, se m e h a elevado a
u n a n u e v a d i g n i d a d y se m e h a e n c a r g a d o u n a misión delicada y
h a l a g a d o r a , p u e d o a n g u s t i a r m e a n t e la idea d e q u e acaso n o seré
c a p a z d e cumplirla, sin t e n e r pizca d e m i e d o p o r las consecuencias
de m i posible fracaso.
¿ Q u é significa la angustia, en los diversos ejemplos q u e a c a b o
d e d a r ? R e t o m e m o s el e j e m p l o del vértigo. El vértigo se a n u n c i a
p o r el m i e d o : a n d o p o r u n sendero angosto y sin p a r a p e t o q u e v a
b o r d e a n d o u n precipicio. El precipicio se m e d a c o m o vitando, re-
presenta u n peligro de m u e r t e . A la vez, concibo cierto n ú m e r o d e
causas dependientes del d e t e r m i n i s m o universal, q u e p u e d e n trans-
Iorinar esa a m e n a z a d e m u e r t e e n r e a l i d a d : p u e d o r e s b a l a r sobre
u n a p i e d r a y c a e r e n el a b i s m o ; la t i e r r a d e s u n i d a del s e n d e r o p u e d e
h u n d i r s e b a j o mis pasos. A través d e estas d i f e r e n t e s previsiones,
estoy d a d o a m í m i s m o c o m o u n a cosa, soy pasivo c o n respecto a
esas posibilidades: éstas a c u d e n a m í desde f u e r a ; en t a n t o q u e yo
soy también u n o b j e t o del m u n d o , s o m e t i d o a la a t r a c c i ó n universal,
no son mis posibilidades. E n ese m o m e n t o a p a r e c e el miedo, q u e es
c a p t a c i ó n d e m í mismo, a p a r t i r de la situación, c o m o t r a s c e n d e n t e
destructible en m e d i o de los trascendentes, c o m o o b j e t o q u e n o
tiene en sí el origen d e su f u t u r a d e s a p a r i c i ó n . L a reacción será d e
o r d e n reflexivo: " p r e s t a r é a t e n c i ó n " a las p i e d r a s del c a m i n o , m e
m a n t e n d r é lo m á s lejos posible del b o r d e del sendero. M e realizo
c o m o a p a r t a n d o con todas mis f u e r z a s la situación a m e n a z a d o r a y
proyecto a n t e m í cierto n ú m e r o d e c o n d u c t a s f u t u r a s destinadas a
a l e j a r d e m í las a m e n a z a s del m u n d o . Estas c o n d u c t a s son mis
posibilidades. E s c a p o al m i e d o p o r el h e c h o m i s m o d e s i t u a r m e e n
un p l a n o d o n d e mis posibilidades p r o p i a s sustituyen a p r o b a b i l i d a -
des trascendentes en q u e la a c t i v i d a d h u m a n a n o t e n í a n i n g ú n lu-
gar. P e r o esas c o n d u c t a s , p r e c i s a m e n t e p o r ser mis posibilidades, n o
se m e a p a r e c e n c o m o d e t e r m i n a d a s p o r causas a j e n a s a mí. N o sólo
n o es r i g u r o s a m e n t e cierto q u e h a y a n de ser eficaces, sino q u e , sobre
todo, n o es r i g u r o s a m e n t e cierto q u e h a y a n de ser m a n t e n i d a s , p u e s
n o tienen existencia suficiente p o r sí; se p o d r í a decir, a b u s a n d o d e
la expresión de Berkeley, q u e su "ser es u n s e r - m a n t e n i d o " y q u e
su "posibilidad de ser n o es sino u n d e b e r - s e r - m a n t e n i d o " 1 . P o r
esta razón, su posibilidad tiene p o r condición necesaria la posibilidad
de c o n d u c t a s c o n t r a d i c t o r i a s (no p r e s t a r a t e n c i ó n a las p i e d r a s del
c a m i n o , correr, p r e s t a r a t e n c i ó n a o t r a cosa) y la posibilidad de las
c o n d u c t a s c o n t r a r i a s (ir a a r r o j a r m e al p r e c i p i c i o ) . El posible a l
q u e c o n v i e r t o e n mi posible c o n c r e t o n o p u e d e a p a r e c e r c o m o m i
posible sino destacándose sobre el f o n d o del c o n j u n t o d e los posibles
lógicos q u e la situación c o m p o r t a . P e r o estos posibles d e n e g a d o s n o
tienen, a su vez, o t r o ser q u e su " s e r - m a n t e n i d o s " ; yo soy q u i e n los
m a n t i e n e e n el ser e, i n v e r s a m e n t e , su no-ser p r e s e n t e es u n " n o -
d e b e r - s e r - m a n t e n i d o s " . N i n g u n a causa exterior los a p a r t a r á . Sólo
yo soy la f u e n t e p e r m a n e n t e d e su no-ser, m e c o m p r o m e t o e n ellos:
p a r a h a c e r a p a r e c e r mi posible, p o n g o los d e m á s posibles con el f i n
d e nihilizarlos. Esto n o p r o d u c i r í a a n g u s t i a si p u d i e r a c a p t a r m e a mí

1
Volveremos sobre los posibles en la segunda parte de la obra.
mismo en mis relaciones con esos posibles c o m o u n a causa q u e pro-
d u c e sus efectos. E n este caso, el efecto d e f i n i d o c o m o m i posible
estaría rigurosamente determinado. Pero cesaría entonces d e ser
posible: se convertiría simplemente en por-venir. Así, pues, si qui-
siera evitar la angustia y el vértigo, bastaría q u e pudiera considerar
los motivos (instinto de conservación, m i e d o anterior, etc.) q u e m e
hacen denegar la situación e n c a r a d a c o m o determinante de m i con-
d u c t a anterior, a la m a n e r a en q u e la presencia de u n a masa deter-
m i n a d a en u n p u n t o d a d o es d e t e r m i n a n t e con respecto a los tra-
yectos efectuados p o r otras masas: bastaría q u e captase en mí u n
riguroso determinismo psicológico. Pero precisamente m e angustio
p o r q u e mis conductas n o son sino posibles, y esto significa justa-
m e n t e q u e dichos motivos, a u n q u e constituyendo u n c o n j u n t o de
motivos para a p a r t a r esa situación, son captados p o r mí al mismo
t i e m p o c o m o insuficientemente eficaces. E n el mismo m o m e n t o en
q u e m e c a p t o c o m o siendo horror del precipicio, tengo conciencia
de este horror c o m o no determinante con respecto a mi c o n d u c t a
posible. E n u n sentido, ese horror reclama u n a c o n d u c t a de p r u -
dencia y es en sí mismo esbozo d e esta c o n d u c t a ; en otro sentido,
n o pone sino c o m o posibles los desarrollos ulteriores de esa conducta,
precisamente p o r q u e yo n o lo c a p t o c o m o causa de tales desarrollos
ulteriores, sino c o m o exigencia, reclamo, etc., etc. Pero hemos visto
q u e la conciencia d e ser es el ser d e la conciencia. N o se t r a t a aquí,
pues, de u n a contemplación del horror ya constituido, q u e pudiera
yo efectuar con posterioridad: el ser mismo del horror es aparecerse
a sí mismo c o m o no siendo causa de la c o n d u c t a q u e él mismo re-
clama. En u n a p a l a b r a : p a r a evitar el miedo, que m e presenta u n
porvenir trascendente rigurosamente determinado, m e refugio en la
reflexión, pero ésta n o tiene otra cosa q u e ofrecerme sino u n inde-
t e r m i n a d o porvenir. Esto significa que, al constituir cierta conducta
c o m o posible, m e doy cuenta, precisamente p o r q u e ella es mi posible,
de q u e nada p u e d e obligarme a m a n t e n e r esa conducta. Empero,
yo estoy, p o r cierto, allí en el porvenir; p o r cierto, tiendo con todas
mis fuerzas hacia aquel q u e seré d e n t r o de u n momento, al doblar
ese recodo; y, e n este sentido, hay ya u n a relación entre m i ser
f u t u r o y m i ser presente. Pero, en el seno de esta relación, se h a
deslizado u n a n a d a : yo n o soy aquel q u e seré. E n primer lugar, n o
lo soy p o r q u e el t i e m p o m e separa de ello. Después, p o r q u e lo q u e
yo soy no es el f u n d a m e n t o de lo que seré. Por último, p o r q u e
n i n g ú n existente actual puede d e t e r m i n a r rigurosamente lo que voy
a ser. C o m o , sin e m b a r g o , soy ya lo q u e seré (si no, n o estaría i n t e -
r e s a d o e n ser tal o c u a l ) , yo soy el que seré, en el modo del no serlo.
Soy l l e v a d o h a c i a el p o r v e n i r a través d e m i h o r r o r , y éste se nihiliza
e n c u a n t o q u e constituye al p o r v e n i r c o m o posible. L l a m a r e m o s
angustia, p r e c i s a m e n t e , a la conciencia d e ser u n o su p r o p i o p o r v e n i r
e n el m o d o del n o serlo. Y p r e c i s a m e n t e la nihilización del h o r r o r
c o m o motivo, q u e tiene p o r e f e c t o r e f o r z a r el h o r r o r c o m o estado,
tiene p o r c o n t r a p a r t i d a positiva la a p a r i c i ó n d e las d e m á s c o n d u c t a s
( e n p a r t i c u l a r la d e la consistente e n a r r o j a r m e al precipicio) c o m o
mis posibles posibles. Si nada m e constriñe a salvar m i v i d a , nada
m e i m p i d e p r e c i p i t a r m e al abismo. L a c o n d u c t a decisi"a e m a n a r á
d e u n yo q u e t o d a v í a n o soy. Así, el yo q u e soy d e p e n d e e n sí
m i s m o del y o q u e n o soy todavía, e n la m e d i d a e x a c t a e n q u e el
yo q u e n o soy t o d a v í a n o d e p e n d e del yo q u e soy. Y el v é r t i g o
a p a r e c e c o m o la c a p t a c i ó n d e esa d e p e n d e n c i a . M e a c e r c o al a b i s m o
y mis m i r a d a s m e b u s c a n e n su fon^"> a m í . D e s d e este m o m e n t o ,
j u e g o c o n mis posibles. M i s ojos, ai i*ecorrer el precipicio d e a r r i b a
a b a j o , p e r s o n i f i c a n 1 m í c a í d a posible y la realizan s i m b ó l i c a m e n t e ;
al m i s m o t i e m p o , la c o n d u c t a d e suicida, p o r el h e c h o d e convertirse
e n " m i posible" posible h a c e a p a r e c e r a su vez motivos posibles p a r a
a d o p t a r l a (el suicidio h a r á cesar la a n g u s t i a ) . Felizmente, estos m o -
tivos, a su vez, p o r el solo h e c h o d e ser motivos d e u n posible, se
d a n c o m o ineficientes, c o m o n o - d e t e r m i n a n t e s : n o p u e d e n producir
el suicidio, así c o m o t a m p o c o m i h o r r o r a la c a í d a p u e d e determinar-
me a evitarla. E n general, esta c o n t r a - a n g u s t i a h a c e cesar la a n -
gustia t r a n s m u t á n d o l a e n indecisión. L a indecisión, a su vez, l l a m a
a la decisión: u n o se a l e j a b r u s c a m e n t e del b o r d e del precipicio y
r e t o m a el c a m i n o .
El e j e m p l o q u e a c a b a m o s d e a n a l i z a r nos h a m o s t r a d o lo q u e
p o d r í a m o s l l a m a r " a n g u s t i a a n t e el p o r v e n i r " . Existe o t r a : l a a n -
gustia a n t e el p a s a d o . Es la del j u g a d o r q u e h a d e c i d i d o libre y
s i n c e r a m e n t e n o j u g a r m á s y q u e , c u a n d o se a p r o x i m a al " t a p e t e
v e r d e " , ve d e p r o n t o " n a u f r a g a r " t o d a s sus resoluciones. A m e n u d o
se h a descrito este f e n ó m e n o c o m o si la visión d e l a m e s a d e j u e g o
d e s p e r t a r a e n nosotros u n a t e n d e n c i a q u e e n t r a e n c o n f l i c t o con
n u e s t r a resolución a n t e r i o r y a c a b a p o r a r r a s t r a r n o s pese a ésta.
A p a r t e d e q u e s e m e j a n t e descripción está h e c h a e n t é r m i n o s cosistas
y p u e b l a la m e n t e d e f u e r z a s a n t a g ó n i c a s —es, p o r e j e m p l o , la h a r t o

1
Mimer: personificar, representar como un actor o mimo. (M del T.)
famosa '"lucha de la razón contra las pasiones", de los moralistas—,.
n o da razón de los hechos. E n realidad — y ahí están las cartas d e
Dostoievsky p a r a atestiguarlo— n a d a hay en nosotros q u e se parezca
a u n debate interior, c o m o si h u b i é r a m o s d e pesar motivos y móviles,
antes de decidirnos. L a resolución anterior de "110 j u g a r m á s " está
siempre ahí, y, en la mayoría de los casos, el j u g a d o r puesto en
presencia de la mesa de j u e g o se vuelve hacia ella p a r a pedirle
auxilio: pues no quiere j u g a r m á s o, más bien, h a b i e n d o t o m a d o
la víspera su resolución, se piensa a ú n c o m o no q u e r i e n d o j u g a r
m á s ; cree en u n a eficacia de esa resolución. Pero lo q u e c a p t a en-
tonces con angustia es precisamente la total ineficacia de la resolu-
ción pasada. Ésta está ahí, sin d u d a , pero congelada, ineficaz, tras-
cendida por el hecho mismo de q u e tengo conciencia de ella. Yo
soy todavía esa resolución, en la m e d i d a en q u e realizo perpetua-
m e n t e m i identidad conmigo mismo a través del f l u j o t e m p o r a l ; p e r o
yo n o la soy ya por el h e c h o de q u e ella es para m i conciencia. M e
le escapo; ella fracasa en la misión q u e yo le había confiado. T a m -
bién aquí, yo la soy en el m o d o del no-serla. L o q u e el j u g a d o r c a p t a
en este instante es, u n a vez más, la r u p t u r a p e r m a n e n t e del deter-
minismo, la n a d a q u e lo separa de sí: ¡ H u b i e r a q u e r i d o ' t a n t o n o
j u g a r ! ; ayer mismo tuve u n a aprehensión sintética de la situación
( r u i n a q u e m e a m e n a z a , desesperación de mis allegados) c o m o ve-
dándome jugar. M e parecía así h a b e r constituido c o m o u n a barrera
real entre el juego y yo, y h e aquí q u e — l o percibo de súbito-—
esa aprehensión sintética n o es m á s q u e el recuerdo d e u n a idea, el
recuerdo de u n sentimiento: p a r a q u e a c u d a a a y u d a r m e n u e v a m e n t e
es necesario que la rehaga ex nihilo y libremente-, ya n o es más q u e
u n o de mis posibles, ni m á s ni menos q u e c o m o el h e c h o de j u g a r
es otro. Ese t e m o r d e desolar a m i familia, m e es necesario reco-
brarlo, recrearlo c o m o t e m o r vivido; se m a n t i e n e tras de m í c o m o
un f a n t a s m a sin huesos; de mí solo d e p e n d e q u e le preste m i c a r n e
o no. Estoy solo y d e s n u d o c o m o la víspera a n t e la tentación y,
tras h a b e r edificado pacientemente barreras y muros, tras h a b e r m e
e n c e r r a d o en el círculo m á g i c o d e u n a resolución, percibo con a n -
gustia q u e nada m e impide jugar. Y l a angustia soy yo, puesto que,
por el solo h e c h o de q u e m e transporto a la existencia c o m o concien-
cia de ser, m e h a g o dejar de ser ese p a s a d o d e buenas resoluciones
que soy.

Sería v a n o o b j e t a r q u e esa angustia tiene por única condición


la ignorancia del determinismo psicológico subyacente.: m e sentiría
.msioso a causa de q u e desconozco los móviles reales y eficaces que,
r a la sombra del inconsciente, d e t e r m i n a n mi acción. Respondere-
mos, en p r i m e r lugar, que la angustia n o se nos h a a p a r e c i d o c o m o
una prueba de la libertad h u m a n a : ésta se nos h a d a d o c o m o la
condición necesaria de la interrogación. Q u e r í a m o s solamente mos-
trar q u e existe u n a conciencia específica de libertad y que esta con-
ciencia e r a la angustia. Esto significa q u e hemos querido establecer
la angustia en su estructura esencial c o m o conciencia de libertad.
Y, desde este p u n t o de vista, la existencia de u n determinismo psico-
lógico n o podría invalidar los resultados de nuestra descripción. E n
efecto: o bien la angustia es ignorancia ignorada de ese determinis-
mo, y entonces se capta, efectivamente, c o m o libertad; o bien se
pretende q u e la angustia es conciencia de ignorar las causas reales
de nuestros actos: la angustia provendría, entonces, d e q u e presen-
timos, agazapados en el f o n d o d e nosotros mismos, motivos mons-
truosos que desencadenan d e p r o n t o actos culpables; pero, en este
caso, nos apareceríamos de p r o n t o a nosotros mismos c o m o cosas del
mundo, seríamos nuestra propia situación trascendente, y la angus-
tia se desvanecería p a r a d e j a r su lugar al temor, pues el temor es
aprehensión sintética d e lo transcendente c o m o temible.
Esa libertad q u e se nos descubre en la angustia p u e d e caracte-
rizarse p o r la existencia de aquel nada q u e se insinúa e n t r e los m o -
tivos y el acto. M i acto n o escapa a la determinación de los motivos
porque yo sea libre, sino que, al contrario, la estructura de los m o -
tivos c o m o ineficientes es condición de m i libertad. Y si se pre-
g u n t a cuál es ese nada que f u n d a la libertad, responderemos q u e n o
se lo p u e d e describir, puesto q u e no es; p e r o q u e se p u e d e al menos
d a r su sentido, en c u a n t o ese n a d a es sido p o r el ser h u m a n o en sus
relaciones consigo mismo. Corresponde a la necesidad q u e el motivo
tiene de n o aparecer c o m o motivo sino en c u a n t o correlación de u n a
conciencia de motivo. E n u n a p a l a b r a : desde el m o m e n t o q u e re-
nunciamos a la hipótesis de los contenidos d e conciencia, hemos de
reconocer que n o hay jamás motivo en la conciencia: n o lo h a y sino
para la conciencia. Y, p o r el h e c h o mismo d e q u e el motivo sólo
puede surgir c o m o aparición, se constituye a sí mismo c o m o ineficaz.
Sin d u d a , n o tiene la exterioridad de la cosa espaciotemporal: per-
tenece siempre a la subjetividad y es c a p t a d o c o m o mío; p e r o es,
por naturaleza, trascendencia en la inmanencia, y la conciencia
escapa a él p o r el h e c h o m i s m o de ponerlo, ya q u e a ella i n c u m b e
•entonces conferirle su significación y su importancia. Así, el nada
que separa al motivo de la conciencia se caracteriza como trans-
cendencia en la inmanencia; al producirse a sí misma como inma-
nencia, la conciencia nihiliza el nada que la hace existir p a r a sí
misma como trascendencia. Pero se ve que esa n a d a que es con-
dición de toda negación transcendente n o puede elucidarse sino
partiendo de otras dos nihilizaciones primordiales: l 9 , la conciencia
no es su propio motivo en t a n t o que es vacía de todo contenido, y
esto n: remite a u n a estructura nihilizadora del cogito prerreflexivo;
2 9 , la conciencia está frente a u n sí-mismo que ella es en el m o d o
del no serlo, y esto nos remite a una estructura nihilizadora de la
temporalidad.
N o pedemos tratar aún de elucidar estos dos tipos de nihiliza-
ción: no disponemos, por el momento, de las técnicas necesarias.
Basta hacer notar que la explicación definitiva de la negación n o
p o d r á darse sino en el m a r c o de u n a descripción de la conciencia
(de) sí y de la temporalidad.
L o que conviene advertir aquí es que la libertad que se m a n i -
fiesta por la angustia se caracteriza por u n a obligación perpetua-
mente renovada de rehacer el Yo que designa al ser libre. En efecto:
c u a n d o mostrábamos, hace poco, que mis posibles eran angustiosos
porque mantenerlos en su existencia dependía sólo de mí, ello n o
quería decir que derivaran de u n yo que —él sí, al menos— estuviera
d a d o previamente y pasara, en el flujo temporal, de u n a conciencia
a otra. El jugador que debe realizar de nuevo la apercepción sin-
tética de una situación que le veda jugar, debe reinventar al mismo
tiempo el yo que puede apreciar esa situación, que "está en situa-
ción". Ese yo, con su contenido a priori e histórico, es la esencia del
hombre. Y la angustia como manifestación de la libertad frente a
sí mismo significa que el hombre está siempre separado de su esencia
por una nada. H a de retomarse aquí la frase de Hegel: "Wesen
ist was gewesen ist", " L a esencia es lo que ha sido". La esencia es
todo cuanto puede indicarse del ser h u m a n o por medio de las pala-
bras: eso es. Por ello, es la totalidad de los caracteres que explican
el acto. Pero el acto está siempre allende esa esencia; no es acto
h.>mano sino en cuanto trasciende toda explicación que se le dé,
precisamente porque todo cuanto puede designarse en el hombre
por la f ó r m u l a : eso es, por ese mismo hecho ya ha sido. El h o m b r e
lleva consigo continuamente una comprehensión prejudicativa de su
esencia, pero por eso mismo está separado de ella por u n a nada. L a
esencia es todo cuanto la realidad h u m a n a capta de sí misma como
habiendo sido. Y aquí a p a r e c e la angustia c o m o captación del sí-
mismo en c u a n t o éste existe c o m o m o d o p e r p e t u o de a r r a n c a m i e n t o
a aquello-que-es; o, m e j o r a ú n , en c u a n t o se hace existir como tal.
Pues j a m á s podemos c a p t a r u n a vivencia c o m o u n a consecuencia
viviente de esa naturaleza q u e es la nuestra. El f l u j o de nuestra
conciencia constituye, en su transcurso, esa n a t u r a l e z a ; pero ésta
p e r m a n e c e siempre a nuestra zaga y nos infesta c o m o el objeto per-
m a n e n t e d e nuestra comprensión retrospectiva. Esta naturaleza, en
t a n t o q u e es exigencia sin ser recurso, es c a p t a d a c o m o angustiosa.
E n la angustia, la libertad se angustia a n t e sí misma en t a n t o
q u e nada la solicita ni la t r a b a jamás. Pero q u e d a en pie, se dirá,
el hecho de q u e la libertad acaba de ser definida c o m o u n a estruc-
tura p e r m a n e n t e del ser h u m a n o : si la angustia la manifiesta, ésta
debería ser u n estado p e r m a n e n t e de m i a f e c t i v i d a d ; pero, al con-
trario, es c o m p l e t a m e n t e excepcional. ¿ C ó m o explicar la rareza del
f e n ó m e n o de la angustia?
H a de notarse, en p r i m e r lugar, q u e las situaciones más corrien-
tes d e nuestra vida, aquellas en q u e c a p t a m o s nuestros posibles como
tales en y por la realización activa de estos posibles, no se nos m a -
nifiestan por la angustia p o r q u e por su estructura misma excluyen la
aprehensión angustiada. L a angustia, en efecto, es el reconocimiento
de u n a posibilidad como mi posibilidad, es decir, q u e se constituye
c u a n d o la conciencia se ve escindida de su esencia por la n a d a o
separada del f u t u r o por su libertad misma. Esto significa q u e u n
n a d a nihilizador m e quita toda excusa y que, a la vez, lo que p r o -
yecto c o m o mi ser f u t u r o está siempre nihilizado y reducido a la
categoría de simple posibilidad p o r q u e el f u t u r o q u e yo soy q u e d a
f u e r a de mi alcance. Pero conviene n o t a r que, en estos diferentes
casos, se t r a t a de u n a f o r m a temporal p o r la cual m e espero en el
f u t u r o , p o r la cual " m e doy cita del otro lado de esta hora, de este
día o de este mes". L a angustia es el temor de n o e n c o n t r a r m e en
esa cita, de ni siquiera querer acudir a ella. Pero p u e d o también
e n c o n t r a r m e c o m p r o m e t i d o en actos a u e m e revelan mis posibili-
dades en el instante mismo en q u e las realizan. E n el acto de en-
cender este cigarrillo reconozco m i posibilidad concreta o, si se quiere,
mi deseo de f u m a r ; por el a c t o mismo de acercar a mí este papel
y esta p l u m a m e doy c o m o mi posibilidad más i n m e d i a t a la acción
d e t r a b a j a r en esta o b r a : h e m e aquí c o m p r o m e t i d o en ella, y la
descubro en el m o m e n t o mismo en q u e ya a ella m e lanzo. En ese
instante, ciertamente, sigue siendo mi posibilidad, ya q u e p u e d o a
c a d a instante a p a r t a r m e d e m i t r a b a j o , rechazar el c u a d e r n o , cerrar
con el c a p u c h ó n m i estilográfica. P e r o esta posibilidad d e i n t e r r u m -
pir la acción es r e c h a z a d a a segundo p l a n o p o r el h e c h o d e q u e la
acción q u e se m e descubre a través d e mi acto tiende a cristalizarse
c o m o f o r m a transcendente y relativamente independiente. L a con-
ciencia del h o m b r e en acción es conciencia irreflexiva. Es conciencia
de algo, y lo transcendente q u e a ella se descubre es de u n a n a t u -
raleza p a r t i c u l a r : es u n a estructura de exigencia del m u n d o , q u e
d e s c u b r e correlativamente en ella relaciones complejas de utensilidad.
E n el acto de trazar las letras q u e trazo, la frase total, inconclusa
a ú n , se revela c o m o exigencia pasiva de ser trazada. L a frase es el
sentido mismo d e las letras q u e f o r m o y su r e c l a m o n o está cues-
tionado, ya que, justamente, n o p u e d o trazar las palabras sin tras-
c e n d e r l a s h a c i a ella, y la descubro c o m o condición necesaria del
sentido d e las p a l a b r a s q u e trazo. A la vez, y e n el c u a d r o mismo
del acto, u n c o m p l e j o indicativo de utensilios se revela y se organiza
(pluma-tinta-papel-líneas-margen, e t c . ) , c o m p l e j o q u e n o p u e d e ser
c a p t a d o p o r sí mismo sino q u e surge en el seno de la trascendencia
q u e m e es descubierta p o r la frase q u e h e de escribir, c o m o exigencia
pasiva. Así, en la cuasi-generalidad de los actos cotidianos, estoy
c o m p r o m e t i d o , h e a p o s t a d o ya y descubro mis posibles realizándolas,
y en el a c t o mismo de realizarlas c o m o exigencias, apremios, utensi-
lidades. Y, sin d u d a , en todo acto de esta especie p e r m a n e c e la
posibilidad d e cuestionar tal acto, en t a n t o q u e éste remite a fines
más lejanos y m á s esenciales c o m o a sus significaciones últimas y a
mis posibilidades esenciales. P o r ejemplo, la frase que escribo es la
significación d e las letras q u e trazo, p e r o la obra íntegra q u e quiero
p r o d u c i r es la significación de la frase. Y esta obra es u n a posibili-
d a d acerca d e la cual p u e d o sentir angustia: es v e r d a d e r a m e n t e mi
posible, y n o sé si m a ñ a n a la proseguiré; m a ñ a n a , con relación a
ella, m i libertad p u e d e ejercer su p o d e r nihilizador. Sólo q u e esta
a n g u s t i a implica la captación d e la obra en t a n t o q u e tal c o m o mi
posibilidad; es menester q u e m e coloque directamente f r e n t e a la
o b r a y q u e c a p t e vivencialmente m i relación con ella. Esto significa
q u e n o sólo d e b o p l a n t e a r a su respecto p r e g u n t a s objetivas del t i p o :
" ¿ H a c e f a l t a escribir esta o b r a ? " , pues estas p r e g u n t a s m e remiten
simpiemente a significaciones objetivas más amplias, c o m o : " ¿ E s
o p o r t u n o escribirla en este momento?" " ¿ N o está todo ya dicho en
o t r o libro?" " ¿ E s su m a t e r i a de.suficiente interés?" " ¿ H a sido su-
f i c i e n t e m e n t e m e d i t a d a ? " , etc.; significaciones todas q u e p e r m a n e c e n
transcendentes y se d a n c o m o u n a m u l t i t u d de exigencias del m u n d o .
P a r a q u e m i libertad se angustie acerca del libro q u e escribo, es
menester que este libro aparezca en su relación conmigo; es decir,
es menester q u e yo descubra, p o r u n a parte, m i esencia en t a n t o q u e
lo que he sido (yo h e sido u n " q u e r e r escribir este libro", lo he con-
cebido, he creído q u e p o d í a ser interesante escribirlo y m e h e cons-
tituido d e tal suerte q u e ya n o se p u e d e comprenderme sin t o m a r
en c u e n t a q u e este libro ha sido m i posible esencial) ; por otra parte,
la n a d a q u e separa a m i libertad de esta esencia (yo he sido u n
" q u e r e r escribirlo", p e r o nada, ni a u n lo q u e yo h e sido, p u e d e cons-
treñirme a escribirlo) ; p o r último, la n a d a q u e m e separa de lo
q u e seré (descubro la posibilidad p e r m a n e n t e de a b a n d o n a r l o , c o m o
la condición misma de la posibilidad de escribirlo y c o m o el p r o p i o
sentido de m i l i b e r t a d ) . Es menester que, en la constitución m i s m a
del libro c o m o m i posible, capte m i libertad, en t a n t o q u e posible
destructora, en el presente y en el porvenir, d e aquello q u e soy. Es
decir, q u e m e es preciso colocarme en el p l a n o de la reflexión. Mien-
tras p e r m a n e z c o en el p l a n o del acto, el libro q u e h e de escribir n o
es sino la significación r e m o t a y presupuesta del acto q u e m e revela
mis posibles: el libro n o es sino la implicación de ese acto, n o está
tematizado y puesto p a r a sí, n o " p l a n t e a cuestión": n o es concebido
ni c o m o necesario ni c o m o contingente, no es sino el sentido p e r m a -
nente y lejano a p a r t i r del cual p u e d o c o m p r e n d e r lo q u e escribo
en este m o m e n t o y, por esto mismo, es concebido c o m o ser: es de-
cir, q u e sólo al ponerlo c o m o el fondo existente sobre el cual emer-
ge m i frase presente y existente p u e d o conferir a m i frase u n sentido
determinado. A h o r a bien: a c a d a instante estamos a r r o j a d o s en el
m u n d o y comprometidos. Esto significa q u e a c t u a m o s antes d e po-
ner nuestros posibles, y q u e estos posibles q u e se descubren c o m o
realizados o en vías de realizarse remiten a sentidos q u e h a r í a n ne-
cesarios actos especiales p a r a ser puestos en cuestión. E l despertador
q u e suena p o r la m a ñ a n a remite a la posibilidad de ir a m i t r a b a j o ,
q u e es mi posibilidad. P e r o c a p t a r el l l a m a d o del despertador c o m o
llamado, es levantarse. E l acto mismo d e levantarse es, pues, t r a n -
quilizador, pues elude la p r e g u n t a : " ¿ E s el t r a b a j o mi posibilidad?"
y, en consecuencia, n o m e p o n e en condiciones de c a p t a r la posibili-
d a d del quietismo, d e la denegación del t r a b a j o y, en ú l t i m a instancia,
d e la denegación del m u n d o , y de la m u e r t e . E n u n a p a l a b r a , en
la m e d i d a en q u e c a p t a r el sentido d e la c a m p a n i l l a es estar ya d e
pie a su llamado, esa captación m e garantiza c o n t r a la intuición
angustiosa d e ser yo quien confiere su exigencia al despertador: yo
y sólo yo. D e la m i s m a m a n e r a , lo q u e p o d r í a llamarse la moralidad
cotidiana excluye la angustia ética. H a y angustia ética c u a n d o m e
considero en m i relación original con los valores. Éstos, en efecto,
son exigencias q u e r e c l a m a n u n f u n d a m e n t o . Pero este f u n d a m e n t o
n o p o d r í a ser en n i n g ú n caso el ser, pues t o d o valor q u e f u n d a r a
sobre su p r o p i o ser su naturaleza ideal d e j a r í a p o r eso mismo de ser
valor y realizaría la h e t e r o n o m í a de m i v o l u n t a d . El valor t o m a su
ser de su exigencia, y n o su exigencia d e su ser. Así, pues, ef valor
n o se entrega a u n a intuición contemplativa q u e lo c a p t e c o m o siendo
valor y que, por eso mismo, le quite sus derechos sobre mi libertad.
Al contrario, el valor n o p u e d e develarse sino a u n a libertad activa
q u e lo hace existir c o m o valor por el solo h e c h o d e reconocerlo p o r
tal. Se sigue d e ello q u e m i libertad es el único f u n d a m e n t o d e los
valores y q u e nada, absolutamente n a d a me justifica en m i adopción
d e tal o cual valor, de tal o cual escala de valores. E n t a n t o q u e ser
p o r el cual los valores existen, soy injustificable. Y mi libertad se
angustia de ser el f u n d a m e n t o sin f u n d a m e n t o de los valores. Se
angustia, además, p o r q u e los valores, p o r revelarse por esencia a
u n a libertad, n o p u e d e n revelarse sin ser al mismo t i e m p o "cuestio-
nados", ya q u e la posibilidad de invertir la escala de valores a p a r e c e
c o m p l e m e n t a r i a m e n t e c o m o mi posibilidad. Precisamente la angus-
tia a n t e los valores es reconocimiento de la idealidad de los mismos.
Pero, d e ordinario, mi actitud respecto de los valores es emi-
n e n t e m e n t e tranquilizadora. Pues, en efecto, estoy c o m p r o m e t i d o en
u n m u n d o d e valores. L a apercepción angustiada d e los valores
c o m o sostenidos en el ser p o r m i libertad es u n f e n ó m e n o posterior
y mediatizado. L o i n m e d i a t o es el m u n d o con su a p r e m i o y, en este
m u n d o en q u e m e c o m p r o m e t o , mis actos h a c e n levantarse valores
c o m o perdices: p o r m i indignación m e es d a d o el antivalor " r u i n -
d a d " ; p o r m i a d m i r a c i ó n m e es d a d o el valor " g r a n d e z a " . Y, sobre
todo, m i obediencia a u n a m u l t i t u d de tabúes, q u e es real, m e
descubre esos tabúes c o m o existentes de hecho. Los burgueses q u e
se llaman a sí mismos " l a gente h o n e s t a " n o son honestos después
d e u n a contemplación d e los valores morales; sino que, desde q u e
surgen al m u n d o , están a r r o j a d o s a u n a c o n d u c t a cuyo sentido es la
honestidad. Así, la honestidad adquiere u n ser, y n o es cuestionada;
los valores están sembrados en m i c a m i n o en la f o r m a d e mil m e -
n u d a s exigencias reales semejantes a los cartelitos que prohiben pisar
el césped.
Así, en lo q u e llamaremos el m u n d o de lo inmediato, q u e se
entrega a nuestra conciencia irreflexiva, n o nos aparecemos primero
p a r a ser arrojados después a tales o cuales empresas; sino q u e nuestro
ser está i n m e d i a t a m e n t e "en situación", es decir, q u e surge en m e d i o
de esas empresas y se conoce p r i m e r a m e n t e en t a n t o q u e en ellas se
refleja. Nos descubrimos, pues, en un m u n d o p o b l a d o d e exigencias,
en el seno de proyectos "en curso de realización": escribo, voy a
f u m a r , tengo cita esta noche con Pedro, n o d e b o olvidarme de res-
ponder a Simón, n o tengo d e r e c h o de ocultar por m á s tiempo la
verdad a Claudio. T o d a s estas m e n u d a s expectaciones pasivas de
lo real, todos esos valores triviales y cotidianos cobran su sentido, a
decir verdad, de u n primer provecto m í o q u e es como mi elección
d e m í m i s m o en el m u n d o . Pero, precisamente, ese proyecto m í o
hacia u n a posibilidad primera, q u e hace q u e haya valores, llamados,
expectaciones y, en general, u n m u n d o , n o se m e aparece sino más
allá del m u n d o , c o m o el sentido y la significación abstractos y lógicos
de mis empresas. Por lo demás, hay, concretamente, despertadores,
cartelitos, formularios d e impuestos, agentes de policía; otras tantas
barandillas c o n t r a la angustia. Pero, en c u a n t o la empresa se a l e j a
de mí, en c u a n t o soy remitido a mí mismo porque d e b o a g u a r d a r m e
en el porvenir, m e descubro de p r o n t o c o m o aquel q u e d a al des-
p e r t a d o r su sentido, c o m o aquel q u e se prohibe a sí mismo, con
motivo de su cartel, a n d a r p o r un c a n t e r o o por el césped, c o m o
aquel q u e confiere a p r e m i o a la orden del jefe, c o m o aquel q u e
decide sobre el interés del libro q u e está escribiendo; c o m o aquel,
en fin, q u e h a c e existir valores cuyas exigencias le determinen su
acción. E m e r j o solo y, en la angustia f r e n t e al proyecto único y
primero q u e constituye m i ser, todas las barreras, todas las b a r a n -
dillas se d e r r u m b a n , nihilizadas por la conciencia d e m i libertad:
n o tengo ni p u e d o tener valor a q u e recurrir c o n t r a el hecho de
ser yo quien m a n t i e n e a los valores en el ser; n a d a p u e d e tranqui-
lizarme con respecto a m í m i s m o ; escindido del m u n d o y de m i esen-
cia p o r esa n a d a q u e soy, tengo q u e realizar el sentido del m u n d o y
d e mi esencia: yo decido sobre ello, yo, solo, injustificable y sin excusa.
L a angustia es, pues, la captación reflexiva de la libertad por
ella m i s m a ; en este sentido es mediación, pues, a u n q u e conciencia
inmediata d e sí, surge de la negación de los llamados del m u n d o ;
aparece desde q u e m e desprendo del m u n d o en q u e m e había com-
prometido, p a r a a p r e h e n d e r m e a m í mismo c o m o conciencia d o t a d a
de u n a comprensión preontológica de su esencia y un sentido p r e j u -
dicativo d e sus posibles; se o p o n e a la seriedad, q u e c a p t a los valo-
res a p a r t i r del m u n d o y q u e reside en la sustantificación tranqui-
lizadora y cosista d e los valores. E n la seriedad, m e defino a partir
del objeto, d e j a n d o a u n lado a priori c o m o imposibles todas las
empresas que no voy a e m p r e n d e r y c a p t a n d o c o m o proveniente del
m u n d o y constitutivo de mis obligaciones y de m i ser el sentido q u e
mi libertad h a d a d o al m u n d o . E n la angustia, m e c a p t o a la vez
c o m o totalmente libre y c o m o incapaz de n o h a c e r que el sentido
del m u n d o le p r o v e n g a d e mí.
E m p e r o , n o h a de creerse q u e baste trasladarse al p l a n o refle-
xivo y e n c a r a r los posibles lejanos o inmediatos de u n o , p a r a cap-
tarse en u n a pura angustia. E n c a d a caso de reflexión, la angustia
nace c o m o estructura d e la conciencia reflexiva e n t a n t o q u e ésta
considera a la conciencia refleja; pero sigue en pie el h e c h o de q u e
p u e d o a d o p t a r conductas respecto d e m i p r o p i a angustia; e n parti-
cular, conductas de huida. T o d o ocurre, en efecto, c o m o si nuestra
c o n d u c t a esencial e i n m e d i a t a c o n respecto a la angustia f u e r a la
huida. El determinismo psicológico, antes d e ser concepción teórica,
es p r i m e r a m e n t e u n a c o n d u c t a d e excusa o, si se quiere, el f u n d a -
m e n t o de todas las conductas de excusa. Es u n a c o n d u c t a reflexiva
respecto d e la angustia; a f i r m a q u e existen en nosotros fuerzas a n -
tagonistas cuyo tipo de existencia es c o m p a r a b l e al d e las cosas;
i n t e n t a llenar los vacíos q u e nos rodean, restablecer los vínculos e n t r e
p a s a d o y presente, entre presente y f u t u r o ; nos provee de u n a natu-
raleza p r o d u c t o r a d e nuestros actos y d e estos actos mismos hace
entidades trascendentes, los d o t a de u n a inercia y de u n a exterio-
r i d a d q u e les asignan su f u n d a m e n t o en o t r a cosa q u e ellos mismos
y q u e son e m i n e n t e m e n t e tranquilizadoras p o r q u e constituyen u n
juego p e r m a n e n t e de excusas; niega esa trascendencia de la realidad
h u m a n a que la hace emerger en la angustia allende su propia esen-
cia; al mismo tiempo, al reducirnos a no ser jamás sino lo que somos,
reintroduce en nosotros la positividad absoluta del ser en sí y, de
este m o d o , nos reintegra al seno del ser.
Pero ese determinismo, defensa reflexiva contra la angustia, n o
se d a c o m o u n a intuición reflexiva. N o p u e d e n a d a c o n t r a la evi-
dencia de la libertad, y por eso se d a c o m o creencia d e refugio, contó
el t é r m i n o ideal hacia el cual podemos huir de la angustia. Esto
se manifiesta, en el terreno filosófico, p o r el h e c h o d e q u e los psi-
cólogos deterministas n o p r e t e n d e n f u n d a r su tesis sobre los puros
datos d e la observación interna. L a presentan c o m o u n a hipótesia
satisfactoria, cuyo valor proviene d e que d a razón d e los hechos, o
c o m o u n postulado necesario p a r a el establecimiento de t o d a psico-
logía. A d m i t e n la existencia d e u n a conciencia i n m e d i a t a de libertad,
q u e sus adversarios les oponen con el n o m b r e de " p r u e b a p o r la
intuición del sentido í n t i m o " . Simplemente, hacen recaer el d e b a t e
sobre el valor d e esta revelación interna. Así, la intuición q u e nos
hace c a p t a r n o s como causa p r i m e r a de nuestros estados y actos n o
es discutida p o r nadie. Q u e d a en pie el h e c h o de q u e está al alcance
d e c a d a u n o d e nosotros i n t e n t a r mediatizar la angustia elevándose
sobre ella y juzgándola c o m o u n a ilusión procedente de la igno-
rancia en q u e estamos acerca de las causas reales d e nuestros actos.
El problema q u e se p l a n t e a r á entonces será el del g r a d o de creencia
en esa mediación. U n a angustia juzgada, ¿es u n a angustia desar-
m a d a ? Evidentemente, n o ; empero, nace aquí u n f e n ó m e n o nuevo,
u n proceso d e distracción con respecto a la angustia, que, u n a vez
más, supone en él u n p o d e r nihilizador.
Por sí solo, el determinismo, ya q u e n o es sino u n postulado o
u n a hipótesis, n o bastaría p a r a f u n d a r esa distracción. Es u n es-
fuerzo de h u i d a m á s concreto, q u e se opera en el terreno mismo d e
la reflexión. E n p r i m e r lugar, es u n a tentativa de distracción con
respecto a los posibles contrarios d e mi posible. C u a n d o m e consti-
tuyo c o m o comprensión de u n posible en c u a n t o mío, es menester
q u e reconozca su existencia al c a b o de m i proyecto y q u e lo c a p t e
c o m o siendo yo mismo, allá, a g u a r d á n d o m e en el porvenir, separado
d e m í p o r u n a n a d a . E n este sentido, m e c a p t o c o m o origen p r i m e r o
d e m i posible, y esto es lo q u e se llama o r d i n a r i a m e n t e la conciencia
d e libertad; esta estructura de la conciencia y sólo ella es lo q u e
tienen en vista los partidarios del libre albedrío c u a n d o h a b l a n d e
la intuición del sentido íntimo. Pero o c u r r e que, al mismo tiempo,
m e esfuerzo p o r distraerme d e la constitución d e los otros posibles
q u e contradicen a! mío. N o puedo, a decir verdad, d e j a r de p o n e r
la existencia de ellos p o r el mismo m o v i m i e n t o q u e e n g e n d r a c o m o
m í o al posible elegido; n o p u e d o i m p e d i r m e constituirlos c o m o po-
sibles vivientes, es decir, c o m o dotados de la posibilidad de llegar a
ser mis posibles. P e r o m e esfuerzo p o r verlos como dotados d e u n
ser trascendente y p u r a m e n t e lógico; en suma, c o m o cosas. Si en-
c a r o en el p l a n o reflexivo la posibilidad d e escribir este libro c o m o
posibilidad mía, h a g o surgir entre esta posibilidad y m i conciencia
u n a n a d a de ser q u e la constituye c o m o posibilidad y q u e yo c a p t o
precisamente en la posibilidad p e r m a n e n t e d e q u e la posibilidad d e
n o escribirlo sea mi posibilidad. Pero intento c o m p o r t a r m e con res-
p e c t o a esa posibilidad de n o escribirlo c o m o respecto d e u n objeto
observable, y m e c o m p e n e t r o d e aquello q u e quiero ver en él: t r a t o
d e c a p t a r l a c o m o algo q u e debe mencionarse sólo p o r n o omitirla,
c o m o algo q u e n o m e concierne. Es preciso q u e ella sea posibilidad
externa con respecto a mí, c o m o el movimiento con respecto a esta
bola inmóvil. Si p u d i e r a lograrlo, los posibles antagonistas del posible
mío, constituidos c o m o entidades lógicas, perderían su eficacia; n o
serían ya amenazadores, ya que serían exterioridades, ya q u e rodearían
mi posible c o m o eventualidades p u r a m e n t e concebibles, es decir, en
el fondo, concebibles por otro, o c o m o posibles de otro que se en-
contrara en igual caso. Pertenecerían a la situación objetiva c o m o
u n a estructura trascendente; o, si se prefiere, y p a r a utilizar la
terminología de Heidegger: yo escribiré este libro, p e r o también se
p o d r í a n o escribirlo. Así m e disimularía q u e esos posibles Son yo
mismo y condiciones i n m a n e n t e s de la posibilidad d e m i posible.
Conservarían apenas el ser suficiente p a r a conservar a m i posible
su carácter de gratuidad, d e libre posibilidad de u n ser libre, p e r o
q u e d a r í a n desarmados de su c a r á c t e r a m e n a z a d o r : n o m e interesa-
rían; el posible elegido aparecería, p o r el h e c h o de la elección, como
m i único posible concreto y, en consecuencia, la n a d a q u e m e separa
d e él y q u e le confiere j u s t a m e n t e su posibilidad q u e d a r í a colmada.
Pero la h u i d a a n t e la angustia n o es solamente esfuerzo d e dis-
tracción a n t e el porvenir; intenta, además, d e s a r m a r la a m e n a z a del
pasado. L o q u e intento rehuir, en este caso, es mi trascendencia
misma, en t a n t o q u e ella sostiene y trasciende mi esencia. A f i r m o
q u e soy m i esencia en el m o d o d e ser del en-sí. Al mismo tiempo,
empero, m e niego a considerar esa esencia c o m o históricamente cons-
tituida y c o m o i m p l i c a n d o entonces el acto al m o d o en q u e el círculo
implica sus propiedades. L a c a p t o o, p o r lo menos, t r a t o d e captarla,
c o m o el comienzo p r i m e r o de m i posible y n o a d m i t o q u e ella misma
tenga en sí u n comienzo; a f i r m o entonces q u e u n acto es libre c u a n d o
refleja exactamente m i esencia. Pero, además, esa libertad, q u e m e
inquietaría si f u e r a libertad frente al Yo, t r a t o de reconducirla al
seno d e m i esencia, es decir, de m i Yo. Se t r a t a de e n c a r a r el Y o
c o m o u n p e q u e ñ o Dios q u e m e habite y q u e posea m i libertad c o m o
u n a virtud metafísica. Y a n o sería q u e m i ser es libre en t a n t o q u e
ser, sino q u e m i Y o sería libre en el seno d e m i conciencia. Ficción
e m i n e n t e m e n t e tranquilizadora, ya q u e la libertad h a sido enclavada
e n el seno d e u n ser o p a c o : en la m e d i d a en q u e m i esencia n o es
translucidez, e n q u e es t r a s c e n d e n t e e n la i n m a n e n c i a , e n esa m e -
d i d a la libertad se t o r n a r í a u n a d e sus p r o p i e d a d e s . E n u n a p a l a b r a :
se t r a t a d e c a p t a r m i libertad e n m i Y o c o m o la libertad de un
prójimo 1. v e n los t e m a s p r i n c i p a l e s d e esta f i c c i ó n : m i Y o se
convierte e n origen d e sus actos c o m o el p r ó j i m o d e los suyos, a
título d e p e r s o n a ya constituida. P o r cierto, vive y se t r a n s f o r m a ;
h a s t a se c o n c e d e r á q u e c a d a u n o d e sus actos p u e d a c o n t r i b u i r a
t r a n s f o r m a r l o . P e r o estas t r a n s f o r m a c i o n e s a r m o n i o s a s y c o n t i n u a s
se conciben según ese t i p o biológico. Se p a r e c e n a Jas q u e p u e d o
c o m p r o b a r e n m i a m i g o P e d r o c u a n d o v u e l v o a v e r l o después de
u n a separación. A estas exigencias t r a n q u i l i z a d o r a s h a satisfecho ex-
p r e s a m e n t e Bergson c u a n d o concibió su teoría del Y o p r o f u n d o , q u e
d u r a y se organiza, q u e es c o n s t a n t e m e n t e c o n t e m p o r á n e o d e la
conciencia q u e d e él a d q u i e r o y q u e n o p u e d e ser t r a s c e n d i d o p o r
e l l a ; q u e se e n c u e n t r a e n el origen d e nuestros actos, n o c o m o u n
p o d e r cataclísmico sino c o m o u n p a d r e e n g e n d r a sus hijos, d e m o d o
q u e el acto, sin f l u i r d e la esencia c o m o u n a consecuencia rigurosa,
sin siquiera ser previsible, m a n t i e n e c o n ella u n a relación t r a n q u i l i -
zadora, u n a s e m e j a n z a de f a m i l i a : v a m á s lejos q u e ella, p e r o e n la
m i s m a v í a ; conserva, c i e r t a m e n t e , u n a i n d u d a b l e irreductibilidad,
p e r o nos reconocemos y nos c o n o c e m o s e n él c o m o u n p a d r e p u e d e
reconocerse y conocerse e n el h i j o c o n t i n u a d o r d e su o b r a . Así, p o r
u n a proyección d e la libertad — q u e c a p t a m o s e n nosotros— e n u n
o b j e t o psíquico q u e es el Y o , Bergson h a c o n t r i b u i d o a e n m a s c a r a r
n u e s t r a angustia, p e r o sólo a expensas d e la conciencia m i s m a . L o
q u e h a constituido y descrito de esa suerte n o es n u e s t r a libertad tal
c o m o se a p a r e c e a sí m i s m a : es la libertad del prójimo.

T a l , pues, el c o n j u n t o d e procesos p o r los cuales t r a t a m o s d e


e n m a s c a r a r n o s la a n g u s t i a : c a p t a m o s n u e s t r o posible e v i t a n d o con-
siderar los otros posibles, d e los q u e h a c e m o s los posibles d e u n p r ó -
j i m o i n d i f e r e n c i a d o : n o q u e r e m o s ver ese posible c o m o sostenido en
el ser p o r u n a p u r a libertad nihilizadora, sino q u e i n t e n t a m o s c a p -
t a r l o c o m o e n g e n d r a d o p o r u n o b j e t o ya constituido, q u e n o es o t r o
q u e n u e s t r o Yo, e n c a r a d o y descrito c o m o la persona d e u n p r ó j i -
m o . Q u i s i é r a m o s conservar d e la intuición p r i m e r a lo q u e ella n o s
e n t r e g a c o m o n u e s t r a i n d e p e n d e n c i a y n u e s t r a responsabilidad, p e r o
p r o c u r a m o s d e j a r e n la s o m b r a t o d o c u a n t o h a y e n ella d e nihiliza-
ción original; siempre listos, p o r lo d e m á s , p a r a r e f u g i a r n o s e n la

1
Cf. tercera parte, cap. I.
creencia en el determinismo si esa libertad nos pesa o si necesitamos
d e u n a excusa. Así, rehuimos la angustia i n t e n t a n d o c a p t a r n o s desde
fuera como un prójimo o c o m o una cosa. L o q u e es costumbre
l l a m a r revelación del sentido í n t i m o o intuición p r i m e r a de nuestra
libertad n o tiene n a d a de originario: es u n proceso ya construido,
expresamente destinado a enmascararnos la angustia, v e r d a d e r o " d a t o
i n m e d i a t o " de nuestra libertad.
¿Logramos, p o r esas diferentes construcciones, sofocar o disi-
m u l a r nuestra angustia? Cierto es q u e n o podríamos suprimirla, ya
q u e somos angustia. E n lo q u e se refiere a velarla, a p a r t e de q u e
la naturaleza m i s m a de la conciencia y su translucidez nos vedan
t o m a r la expresión al pie de la letra, h a de advertirse el tipo p a r -
ticular de c o n d u c t a q u e significamos con ello: podemos enmascarar
u n objeto externo p o r q u e existe independientemente d e nosotros;
p o r la misma razón, podemos a p a r t a r nuestra m i r a d a o nuestra aten-
ción de ese objeto, es decir, simplemente, f i j a r los ojos en- otro; desde
ese m o m e n t o , c a d a realidad — l a m í a y la del o b j e t o — recobra su
vida propia, y la relación accidental q u e unía la conciencia a la
cosa desaparece sin alterar por ello u n a ni otra existencia. Pero, si
lo q u e quiero velar soy yo, la cosa t o m a m u y distinto cariz: en efecto,
n o p u e d o querer " n o v e r " cierto aspecto de mi ser a menos d e estar
precisamente al corriente d e ese a s p e c t o ' q u e n o quiero ver. L o q u e
significa q u e m e es necesario indicarlo en m i ser p a r a p o d e r a p a r -
t a r m e de él; m á s a ú n , es necesario q u e piense en él constantemente
p a r a g u a r d a r m e de pensar en él. P o r ello n o h a de entenderse sólo
q u e debo necesariamente llevar a p e r p e t u i d a d conmigo aquello mis-
m o q u e quiero rehuir, sino t a m b i é n q u e d e b o e n c a r a r el objeto d e
m i h u i d a p a r a rehuirlo, lo q u e significa q u e la angustia, u n e n f o q u e
intencional d e la angustia, y u n a h u i d a desde la angustia hacia los
mitos tranquilizadores, deben ser dados en la u n i d a d d e u n a misma
conciencia. E n u n a p a l a b r a , h u y o p a r a ignorar, pero n o p u e d o ig-
n o r a r q u e huyo, y la h u i d a de la angustia n o es sino u n m o d o d e
t o m a r conciencia de la angustia. Así, ésta n o p u e d e ser, p r o p i a m e n t e
hablando, ni e n m a s c a r a d a ni evitada. E m p e r o , h u i r la angustia y
ser la angustia n o p u e d e n ser exactamente la misma cosa: si soy m i
angustia p a r a huirla, esto supone q u e p u e d o descentrarme con res-
pecto a lo q u e soy, q u e p u e d o ser la angustia en la f o r m a del " n o
serla", q u e p u e d o disponer de u n p o d e r nihilizador en el seno d e
la angustia misma. Este poder nihilizador nihíla la angustia en t a n t o
que yo la r e h u y o y se aniquila a sí mismo en t a n t o que yo la soy
para huirla. Es lo q u e se llama la mala je. N o se trata, pues, d e
expulsar la angustia d e la conciencia ni de constituirla en f e n ó m e n o
psíquico inconsciente; sino, p u r a y simplemente, p u e d o volverme d e
mala fe en la aprehensión de la angustia q u e soy, y esta m a l a fe,
destinada a colmar la n a d a q u e soy en m i relación conmigo mismo,
implica precisamente esa n a d a q u e ella suprime.
H e n o s al t é r m i n o d e nuestra p r i m e r a descripción. E l e x a m e n
de la negación n o p u e d e conducirnos m á s lejos. Nos h a revelado la
existencia de u n tipo p a r t i c u l a r d e c o n d u c t a : la c o n d u c t a f r e n t e al
no-ser, la cual supone u n a trascendencia especial que conviene es-
t u d i a r aparte. Nos encontramos, pues, en presencia de dos ék-stasis
h u m a n o s : el ék-stasis q u e nos a r r o j a al ser-en-sí y el ék-stasis q u e
nos c o m p r o m e t e en el no-ser. Parece q u e nuestro p r i m e r problema,
q u e concernía sólo a las relaciones entre el h o m b r e y el ser, se h a
complicado considerablemente; p e r o n o es imposible t a m p o c o que,
llevando hasta el fin nuestro análisis de la trascendencia hacia el
no-ser, obtengamos informaciones preciosas p a r a la comprensión d e
toda transcendencia. Y, p o r otra parte, el p r o b l e m a de la n a d a n o
p u e d e excluirse de nuestra i n d a g a c i ó n : si el h o m b r e se comporta
f r e n t e al ser-en-sí •—y nuestra interrogación filosófica es u n tipo de
ese c o m p o r t a m i e n t o — , ello implica q u e él no es ese ser. D e n u e v o
encontramos, pues, el no-ser c o m o condición de la trascendencia
hacia el ser. Nos es, pues, necesario a f e r r a m o s al p r o b l e m a d e la
n a d a y n o soltarlo antes de su elucidación completa.
Sólo q u e el e x a m e n d e la interrogación y d e la negación h a
d a d o todo lo q u e podía. Nos vimos remitidos de allí a la libertad
empírica c o m o nihilización del h o m b r e en el seno de la t e m p o r a l i d a d
y c o m o condición necesaria de la aprehensión trascendente de las
negatidades. F a l t a f u n d a r esa libertad empírica misma. Ella n o
p u e d e ser la nihilización p r i m e r a y el f u n d a m e n t o d e t o d a nihiliza-
ción. E n efecto, contribuye a constituir trascendencias en la inma-
nencia, que condicionan todas las trascendencias negativas. Pero
el h e c h o mismo de q u e las trascendencias de la libertad empírica
se constituyen en la i n m a n e n c i a como trascendencias nos m u e s t r a
q u e se t r a t a d e nihilizaciones secundarias q u e suponen la existencia
d e u n a n a d a original: n o son sino u n estadio en la regresión analí-
tica q u e nos lleva desde las trascendencias llamadas " n e g a t i d a d e s "
hasta el ser q u e es él mismo su p r o p i a n a d a . Es menester, eviden-
temente, e n c o n t r a r el f u n d a m e n t o de toda negación en u n a nihili-
zación q u e se ejerza en el seno mismo de la inmanencia; en la i n m a -
nencia absoluta, en la subjetividad p u r a del cogito instantáneo de-
bemos descubrir el a c t o original p o r el cual el h o m b r e es p a r a sí
m i s m o su p r o p i a n a d a . ¿ Q u é h a d e ser la conciencia en su ser p a r a
q u e el h o m b r e en ella y a p a r t i r de ella s u r j a en el m u n d o c o m o el
ser q u e es su propia n a d a y p o r quien la n a d a viene al m u n d o ?
Parece a q u í faltarnos el i n s t r u m e n t o q u e nos h a y a de permitir
resolver este n u e v o p r o b l e m a : la negación n o c o m p r o m e t e directa-
m e n t e sino a la libertad. Conviene e n c o n t r a r en la libertad misma
la c o n d u c t a q u e nos p e r m i t a a v a n z a r m á s lejos. Y esta c o n d u c t a
q u e haya d e conducirnos hasta el u m b r a l d e la i n m a n e n c i a y q u e
permanezca, sin embargo, suficientemente objetiva p a r a q u e p o d a m o s
d e s p r e n d e r objetivamente sus condiciones de posibilidad, ya la hemos
encontrado. ¿ N o señalábamos poco h a q u e en la m a l a fe nosotros
éramos-la.-angustia-para-huirla, en la u n i d a d de u n a misma conciencia ?
Si la m a l a fe h a d e ser posible, es menester, pues, q u e p o d a m o s
e n c o n t r a r en u n a m i s m a conciencia la u n i d a d del ser y del no-ser,
el ser-para-no-ser. Así, la m a l a fe será a h o r a el objeto de nuestra
interrogación. P a r a q u e el h o m b r e p u e d a interrogar, es preciso q u e
p u e d a ser su p r o p i a n a d a ; es decir: el h o m b r e n o p u e d e estar en el
origen del no-ser en el ser a menos q u e su ser se haya transido en
sí mismo, p o r sí mismo, d e n a d a : así aparecen las trascendencias
del p a s a d o y del f u t u r o en el ser t e m p o r a l de la realidad h u m a n a .
P e r o la m a l a fe es instantánea. ¿ Q u é h a de ser, pues, la conciencia
en la instantaneidad del cogito prerreflexivo, si el h o m b r e h a de po-
d e r ser d e m a l a fe?
CAPÍTULO II

LA MALA FE

MALA FE Y MENTIRA

El ser h u m a n o n o es s o l a m e n t e el ser p o r el c u a l se d e v e l a n
n e g a t i d a d e s e n el m u n d o ; es t a m b i é n a q u e l q u e p u e d e t o m a r acti-
tudes n e g a t i v a s respecto d e sí. E n n u e s t r a i n t r o d u c c i ó n , d e f i n i m o s
la - conciencia c o m o " u n ser p a r a el c u a l en su ser es cuestión d e su
ser en t a n t o q u e este ser i m p l i c a u n ser o t r o q u e él m i s m o " . Pero,
después d e la e l u c i d a c i ó n d e la c o n d u c t a i n t e r r o g a t i v a , s a b e m o s
a h o r a q u e esa f ó r m u l a p u e d e escribirse t a m b i é n : " L a conciencia es
u n ser p a r a el c u a l está e n su ser ser c o n c i e n c i a de la n a d a d e su
ser." E n la p r o h i b i c i ó n o veto, p o r e j e m p l o , el ser h u m a n o n i e g a
u n a t r a s c e n d e n c i a f u t u r a . P e r o esta n e g a c i ó n n o es v e r i f i c a t i v a 1 .
M i conciencia n o se l i m i t a a encarar u n a n e g a t i d a d ; se c o n s t i t u y e
ella m i s m a , e n su c a r n e , c o m o nihilización d e u n a posibilidad q u e
o t r a r e a l i d a d h u m a n a p r o y e c t a c o m o su posibilidad. P a r a ello, ella
d e b e surgir e n el m u n d o c o m o u n No, y, en efecto, c o m o u n N o
c a p t a p r i m e r a m e n t e el esclavo a su a m o , o el p r i s i o n e r o q u e i n t e n t a
evadirse al centinela q u e lo vigila. H a s t a h a y h o m b r e s ( g u a r d i a n e s ,
vigilantes, carceleros, etc.) c u y a r e a l i d a d social es ú n i c a m e n t e la del
N o , q u e vivirán y m o r i r á n sin h a b e r sido j a m á s o t r a cosa q u e u n
N o sobre la tierra. O t r o s , p o r llevar el N o en su s u b j e t i v i d a d m i s m a ,
se constituyen i g u a l m e n t e , en t a n t o q u e p e r s o n a h u m a n a , e n n e g a -
ción p e r p e t u a : el s e n t i d o y la f u n c i ó n d e lo q u e S c h e l e r l l a m a "el
h o m b r e de r e s e n t i m i e n t o s " es el N o . P e r o existen c o n d u c t a s m á s
sutiles, c u y a descripción nos i n t r o d u c i r í a m á s h o n d o e n la i n t i m i d a d
d e la c o n c i e n c i a : la ironía está e n t r e ellas. E n la ironía, el h o m b r e

1
Constatative. (N. de¡ T.)
aniquila, e n la u n i d a d de u n m i s m o acto, aquello m i s m o que p o n e ;
a f i r m a p a r a n e g a r y niega p a r a a f i r m a r ; crea u n o b j e t o positivo,
p e r o q u e n o tiene o t r o ser q u e su n a d a . Así, las actitudes d e nega-
ción respecto d e sí p e r m i t e n f o r m u l a r u n a n u e v a p r e g u n t a . ¿ Q u é
h a d e ser el h o m b r e en su ser, p a r a q u e le sea posible negarse?
P e r o . n o se t r a t a d e t o m a r en su universalidad la actitud d e " n e g a -
ción de sí". Las conductas q u e p u e d e n incluirse en este rótulo son
d e m a s i a d o diversas, "y correríamos el riesgo de n o retener de ellas
sino la f o r m a abstracta. Conviene escoger y e x a m i n a r u n a actitud
d e t e r m i n a d a que, a la vez, sea esencial a la realidad h u m a n a y tal
q u e la conciencia, en l u g a r d e dirigir su negación hacia a f u e r a , la
vuelva hacia sí misma. Esta actitud nos h a p a r e c i d o q u e debía
ser la mala je.
A m e n u d o se la asimila a la m e n t i r a . Se dice i n d i f e r e n t e m e n t e
d e u n a persona q u e d a p r u e b a s d e m a l a fe o q u e se m i e n t e a sí
misma. Aceptaremos q u e la m a l a fe sea mentirse a sí mismo, a con-
dición de distinguir i n m e d i a t a m e n t e el mentirse a sí mismo de la
m e n t i r a a secas. Se a d m i t i r á q u e la m e n t i r a es u n a actitud negativa.
P e r o esta negación n o recae sobre la conciencia misma, n o a p u n t a
sino a lo trascendente. L a esencia de la m e n t i r a implica, en efecto,
q u e el mentiroso esté c o m p l e t a m e n t e al corriente d e la v e r d a d q u e
oculta. N o se m i e n t e sobre lo q u e se i g n o r a ; n o se m i e n t e c u a n d o
se d i f u n d e u n error d e q u e u n o m i s m o es víctima; n o miente el
q u e se equivoca. El ideal del mentiroso sería, pues, u n a conciencia
cínica, q u e a f i r m a r a en sí la v e r d a d negándola en sus palabras y
n e g a n d o p a r a sí m i s m a esta negación. Pero esta doble actitud nega-
tiva recae sobre u n trascendente: el hecho e n u n c i a d o es trascen-
dente, ya q u e n o existe, y la p r i m e r a negación recae sobre u n a
verdad, es decir, sobre u n tipo p a r t i c u l a r de trascendencia. E n
c u a n t o a la negación í n t i m a q u e opero correlativamente a la afir-
m a c i ó n p a r a m i d e la v e r d a d , recae sobre palabras, es decir, sobre
u n acaecimiento del m u n d o . Además, la disposición íntima del m e n -
tiroso es positiva: p o d r í a ser o b j e t o d e u n juicio a f i r m a t i v o : el
mentiroso tiene la intención de e n g a ñ a r y n o t r a t a d e disimularse
esta intención ni de e n m a s c a r a r la translucidez d e la conciencia; al
contrario, a ella se refiere c u a n d o se t r a t a d e decidir c o n d u c t a s
secundarias; ella ejerce explícitamente u n control regulador sobre
todas las actitudes. E n c u a n t o a la intención fingida d e decir la
v e r d a d ( " N o quisiera e n g a ñ a r a usted, es verdad, lo j u r o " , e t c . ) ,
6ln d u d a es o b j e t o de u n a negación íntima, pero t a m p o c o es reco-
nocida por el mentiroso c o m o su intención. Es fingida, imitado es
la intención del personaje q u e él representa a los ojos de su inter-
locutor; pero ese personaje, precisamente p o r q u e no es, es u n tras-
cendente. Así, la m e n t i r a n o pone en juego la i n t r a e s t r u c t u r a d e
la conciencia presente; todas las negaciones q u e la constituyen re-
caen sobre objetos que, por ese hecho, son expulsados de la con-
ciencia; n o requiere, pues, f u n d a m e n t o ontológico especial, y las
explicaciones que requiere la existencia de la negación en general
son válidas sin cambio en el caso del e n g a ñ o a otro. Sin d u d a , he-
mos definido la m e n t i r a ideal; sin d u d a , ocurre h a r t o a m e n u d o q u e
el mentiroso sea m á s o menos víctima d e su mentira, que se per-
suada de ella a medias: p e r o estas formas corrientes y vulgares de
la m e n t i r a son también aspectos bastardeados de ella, representan
intermedios entre la m e n t i r a y la m a l a fe. L a m e n t i r a es u n a con-
d u c t a de trascendencia.
P o r q u e la m e n t i r a es u n f e n ó m e n o n o r m a l de lo q u e Heidegger
llama el mit-sein. Supone mi existencia, la existencia del otro, mi
existencia para el otro y la existencia del otro para mí. Así, no
hay dificultad alguna en concebir q u e el mentiroso deba h a c e r con
toda lucidez el proyecto de la m e n t i r a y que deba poseer u n a entera
comprensión de la m e n t i r a y de la v e r d a d q u e altera. Basta q u e
u n a opacidad de principio enmascare sus intenciones al otro, basta
que el otro p u e d a t o m a r la m e n t i r a p o r v e r d a d . Por la m e n t i r a ,
la conciencia a f i r m a que existe por naturaleza c o m o oculta al pró-
jimo-, utiliza en provecho propio la d u a l i d a d ontológica del yo y
del yo del prójimo.
N o p u e d e ser lo mismo en el caso d e la m a l a /e, si ésta, c o m o
hemos dicho, es en efecto mentirse c sí mismo. Por cierto, p a r a
quien practica la m a l a fe, se trata de e n m a s c a r a r u n a verdad, des-
agradable o d e presentar c o m o v e r d a d u n error agradable. L a m a l a
fe tiene, pues, en apariencia, Ja estructura de la mentira. Sólo q u e
— y esto lo c a m b i a t o d o — en la m a l a fe yo mismo m e enmascaro
la verdad. Así, la dualidad del e n g a ñ a d o r y del e n g a ñ a d o n o existe
en este caso. L a m a l a fe implica por esencia la u n i d a d de una con-
ciencia. Esto n o significa q u e n o p u e d a estar condicionada p o r el
mit-sein, como, por lo demás, todos los fenómenos de la realidad
h u m a n a ; pero el mit-sein n o p u e d e sino solicitar la m a l a fe pre-
sentándose c o m o u n a situación q u e la m a l a fe permite trascender;
la m a l a fe n o viene de a f u e r a a la realidad h u m a n a . U n o n o p a -
dece su m a l a fe, n o está u n o i n f e c t a d o por ella-, n o es u n estado',
sino, q u e la conciencia se a f e c t a a sí misma de m a l a fe. Es necesaria
u n a intención p r i m e r a y u n proyecto d e m a l a f e ; este proyecto im-
plica u n a comprensión de la m a l a fe c o m o tal y u n a captación pre-
rreflexiva ( d e ) la conciencia c o m o efectuándose de m a l a fe. Se
sigue, p r i m e r a m e n t e , q u e aquel a quien se miente y aquel que miente
son u n a sola y misma persona, lo q u e significa que yo, en t a n t o
q u e e n g a ñ a d o r , d e b o saber la v e r d a d que m e es e n m a s c a r a d a en
t a n t o q u e enganado. M e j o r a ú n : d e b o saber muy precisamente esta
verdad para ocultármela m á s cuidadosamente; y esto n o en dos mo-
mentos diferentes de la temporalidad — l o q u e permitiría, en rigor,
restablecer u n a apariencia de d u a l i d a d — , sino en la estructura uni-
taria de u n m i s m o proyecto. ¿ C ó m o , pues, p u e d e subsistir la m e n -
tira si está suprimida la d u a l i d a d que la condiciona? A esta difi-
cultad se agrega otra q u e deriva d e la total translucidez de la con-
ciencia. Aquel q u e se a f e c t a de m a l a fe debe tener conciencia (de)
su m a l a fe, ya q u e el ser de la conciencia es conciencia de ser.
Parece, pues, q u e d e b o ser de buena fe, por lo menos en el hecho
de q u e soy consciente d e m i m a l a fe. Pero entonces todo el sistema
psíquico se aniquila. Se admitirá, en efecto, que, si t r a t o deliberada
y cínicamente d e mentirme, fracaso c o m p l e t a m e n t e en tal e m p r e s a :
la m e n t i r a retrocede y se desmorona a n t e la m i r a d a ; q u e d a arrui-
n a d a , por detrás, p o r la conciencia misma de m e n t i r m e q u e se cons-
tituye implacablemente más acá de mi proyecto, c o m o su condición
misma. Se t r a t a d e u n f e n ó m e n o evanescente, q u e n o existe sino en
su p r o p i a distinción y por ella. Por cierto, estos fenómenos son fre-
cuentes y veremos q u e hay, en efecto, u n a "evanescencia" de la m a l a
fe; es evidente q u e ésta oscila p e r p e t u a m e n t e entre la b u e n a fe y el
cinismo. E m p e r o , si la existencia de la m a l a fe es h a r t o precaria,
si pertenece a ese género de estructuras psíquicas q u e podrían lla-
marse "metaestables", n o por ello presenta menos u n a f o r m a autó-
n o m a y d u r a d e r a ; hasta p u e d e ser el aspecto normal de la vida p a r a
gran n ú m e r o de personas. Se p u e d e vivir en la m a l a fe, lo cual n o
quiere decir q u e n o se t e n g a n bruscos despertares de cinismo o de
b u e n a fe, p e r o sí implica u n estilo de vida constante y particular.
Nuestra perplejidad parece, pues, extrema, ya q u e n o podemos ni
rechazar ni c o m p r e n d e r la m a l a fe.

P a r a escapar a estas dificultades, suele recurrirse al inconscien-


te. E n la interpretación psicoanalítica, p o r ejemplo, se utilizará la
hipótesis de u n a censura, concebida c o m o u n a línea de demarcación
con a d u a n a , servicio de pasaportes, control de divisas, etc., p a r a es-
tablecer la d u a l i d a d del e n g a ñ a d o r y el engañado. El instinto —o,
si se prefiere, las tendencias primeras y los complejos de tendencias
constituidos p o r nuestra historia individua!— figura aquí la realidad.
El instinto n o es ni verdadero ni falso, ya que no existe para sí.
Simplemente es, exactamente c o m o esta mesa, q u e n o es ni verda-
dera ni falsa en sí, sino simplemente real. E n c u a n t o a las simboli-
zaciones conscientes del instinto, n o deben ser t o m a d a s por aparien-
cias sino por hechos psíquicos reales. L a fobia, el lapsus, el sueño
existen realmente a título de hechos de conciencia concretos, de la
misma m a n e r a q u e las palabras y las actitudes del mentiroso son
conductas concretas y realmente existentes. Simplemente, el sujeto
está ante estos fenómenos como el e n g a ñ a d o a n t e las conductas del
engañador. Las verifica en su realidad y debe interpretarlas. Hay-
u n a verdad de las conductas del e n g a ñ a d o r : si el e n g a ñ a d o pudiera
vincularlas a la situación en q u e se e n c u e n t r a el e n g a ñ a d o r y a su
proyecto de mentira, se tornarían partes integrantes de la verdad, a
título de conductas mentirosas. Análogamente, hay u n a verdad de
los actos simbólicos: es la q u e descubre el psicoanalista c u a n d o los
vincula a la situación histórica del enfermo, a los complejos incons-
cientes q u e expresan, al obstáculo q u e pone la censura. Así, el sujeto
se e n g a ñ a sobre el sentido de sus conductas, las c a p t a en su existencia
concreta pero n o en su verdad, por n o poder derivarlas de u n a situa-
ción primera y d e u n a constitución psíquica q u e p e r m a n e c e n extrañas
p a r a él. Pues, en efecto, por la distinción del "ello" y del "yo", F r e u d
escindió en dos la masa psíquica. Y o soy yo, pero n o soy ello. N o
tengo posición privilegiada con respecto a mi psiquismo n o consciente.
Yo soy mis propios fenómenos psíquicos en t a n t o q u e los verifico en
su realidad consciente: por ejemplo, soy este impulso de robar tal
o cual libro d e ese anaquel, f o r m o c u e r p o con ese impulso, lo ilu-
m i n o y m e d e t e r m i n o en función de él a cometer el robo. Pero n o
soy esos hechos psíquicos, en t a n t o que los recibo pasivamente y q u e
estoy obligado a construir hipótesis sobre su origen y su significación
verdadera, exactamente como el científico c o n j e t u r a sobre la n a t u -
raleza y la esencia de u n f e n ó m e n o exterior: ese robo, por ejemplo,
q u e yo interpreto c o m o u n impulso inmediato d e t e r m i n a d o p o r la
rareza, el interés o el precio del volumen q u e voy a h u r t a r , es en
verdad u n proceso derivado de autocastigo, m á s o menos directamen-
te vinculado a u n complejo de Edipo. Hay, pues, u n a v e r d a d del
impulso al robo, q u e n o puede alcanzarse sino por hipótesis m á s o
menos probables. El criterio de esta v e r d a d será la extensión de los.
hechos psíquicos conscientes q u e logre explicar; será también, desde
un p u n t o de vista m á s pragmático, el éxito de la c u r a psiquiátrica
q u e p e r m i t a . Finalmente, el descubrimiento de esa v e r d a d necesitará
del concurso del psicoanalista, quien aparece c o m o el mediador e n t r e
mis tendencias inconscientes y m i vida consciente. Sólo un prójimo
aparece como capaz de efectuar la síntesis entre la tesis inconsciente
y la antítesis consciente. Y o n o p u e d o conocerme sino por inter-
medio de u n prójimo, lo q u e quiere decir q u e estoy, con respecto
a mi "ello", en la posición de un prójimo. Si tengo algunas nociones
de psicoanálisis, p u e d o ensayar, en circunstancias p a r t i c u l a r m e n t e
favorables, psicoanalizarme a mí mismo. Pero esta tentativa n o p o d r á
tener buen éxito a menos que desconfíe de toda especie de intuición;
a menos q u e aplique a mi caso, desde juera, esquemas abstractos
y reglas aprendidas. En c u a n t o a los resultados, ya se obtengan p o r
m i solo esfuerzo o con el concurso de u n técnico, j a m á s t e n d r á n la
c e r t i d u m b r e q u e la intuición confiere; poseerán sirríplemente la pro-
babilidad siempre creciente de las hipótesis científicas. L a hipótesis
del c o m p l e j o de Edipo, c o m o la hipótesis atómica, n o es sino u n a
"idea e x p e r i m e n t a l " ; no se distingue, c o m o dice Pierce, del c o n j u n t o
d e las experiencias q u e permite realizar y de los efectos q u e permite
prever. Así, el psicoanálisis sustituye la noción de m a l a f e con la
idea de u n a m e n t i r a sin mentiroso; permite c o m p r e n d e r c ó m o p u e d o
no m e n t i r m e sino ser mentido, ya q u e m e coloca con respecto a
mí m i s m o en la situación del p r ó j i m o f r e n t e a mí, reemplaza la
d u a l i d a d de e n g a ñ a d o r y engañado, condición esencial de la mentira,
por la del "ello" y el "yo", e introduce en m i subjetividad más
p r o f u n d a la estructura intersubjetiva del mit-sein. ¿Podernos con-
tentarnos con estas explicaciones?
Considerada m á s de cerca, la teoría psicoanalítica n o es t a n
simple c o m o lo parece a p r i m e r a vista. N o es exacto q u e el "ello"
se presente c o m o u n a cosa con respecto a la hipótesis del psicoana-
lista, pues la cosa es indiferente a las conjeturas que se h a g a n sobre
ella, y el "ello", al contrario, es tocado por aquéllas c u a n d o se apro-
x i m a n a la verdad. F r e u d , en efecto, señala resistencias cuando, al
término del p r i m e r período, el médico se acerca a la v e r d a d . Tales
resistencias son conductas objetivas y captadas desde f u e r a : el en-
f e r m o d a muestras de desconfianza, se niega a hablar, d a informes
fantasiosos d e sus sueños, a veces hasta se h u r t a e n t e r a m e n t e a la
c u r a psicoanalítica. Cabe, empero, preguntarse q u é p a r t e de él mis-
m o p u e d e resistir así. N o p u e d e ser el " Y o " e n c a r a d o c o m o c o n j u n t o
psíquico de los hechos de conciencia: éste n o p o d r í a sospechar, en
efecto, q u e el psiquiatra se acerca a la meta, ya que está situado
ante el sentido de sus propias reacciones exactamente c o m o el psi-
quiatra mismo. C u a n d o más, le es posible apreciar objetivamente,
como podría hacerlo u n testigo de ese psicoanálisis, el g r a d o de pro-
babilidad de las hipótesis emitidas, según la extensión de los hechos
subjetivos explicables por ellas. Por otra parte, c u a n d o esa proba-
bilidad le pareciera confinar en la certeza, n o podría afligirse p o r
eso, ya que, casi siempre, él mismo es quien, p o r u n a decisión cons-
ciente, se h a c o m p r o m e t i d o en la vía de la terapéutica psicoanalítica.
¿Se dirá que el e n f e r m o se inquieta por las revelaciones cotidianas
que le hace el analista y q u e t r a t a de hurtarse a ellas a la vez q u e
finge ante sus propios ojos querer proseguir la cura? E n tal caso,
ya n o es posible recurrir al inconsciente p a r a explicar la m a l a f e :
ésta está ahí, en plena conciencia, con todas sus contradicciones.
Pero n o es así, por otra parte, como el psicoanalista entiende ex-
plicar esas resistencias: p a r a él, son sordas y p r o f u n d a s , vienen de
lejos, tienen sus raíces en la cosa misma q u e se quiere elucidar.
Empero, n o p o d r í a n e m a n a r t a m p o c o del complejo q u e es pre-
ciso sacar a luz. En t a n t o que tal, este complejo sería más bien el
colaborador del psicoanalista, ya q u e tiende a expresarse en la con-
ciencia clara, ya que usa astucias p a r a con la censura y t r a t a de
eludirla. El único p l a n o en q u e podemos situar el rechazo del sujeto
es el de la censura. Sólo ella p u e d e c a p t a r las preguntas o las reve-
laciones del psicoanalista como más o menos próximas a las tenden-
cias reales q u e ella se" aplica a reprimir; sólo ella, p o r q u e ella sola
sabe lo que reprime.
E n efecto; si rechazamos el lenguaje y la mitología cosista del
psicoanálisis, advertimos que la censura, p a r a aplicar su actividad
con discernimiento, debe conocer lo que ella reprime. Si, en efecto,
renunciamos a todas las metáforas que representan la represión como
u n choque de fuerzas ciegas, forzoso es admitir q u e la censura ha
de elegir y, p a r a elegir, h a de representarse. ¿ D e d ó n d e provendría,
si no, el que deje pasar los impulsos sexuales lícitos, que tolere a las
necesidades (hambre, sed, sueño) expresarse en la conciencia clara?
¿ Y cómo explicar que p u e d a relajar su vigilancia, q u e hasta puede
ser engañada por los disfraces del instinto? Pero n o basta que dis-
cierna las tendencia malditas; es menester, además, que las capte
c o m o algo que debe reprimirse, lo q u e implica en ella, p o r lo menos,
u n a representación de su propia actividad. En u n a palabra, ¿ c ó m o
p o d r í a discernir la censura los impulsos reprimibles sin tener con-
ciencia de discernirlos? ¿ C a b e concebir u n saber que sea ignorancia
de sí? Saber es saber q u e se sabe, decía Alain. Digamos más b i e n :
iodo saber es conciencia de saber. Así, las resistencias del e n f e r m o
implican, al nivel de la censura, u n a representación de lo reprimido
en t a n t o q u e tal, u n a comprensión de la m e t a hacia la cual tienden
las preguntas del analista y u n acto de conexión sintética por el
cual c o m p a r e la verdad del complejo reprimido a la hipótesis psi-
coanalítica q u e lo encara. Y estas diversas operaciones, a su vez, im-
plican q u e la censura es consciente (de) sí. Pero, ¿ d e q u é tipo p u e d e
ser la conciencia (de) sí de la censura? Es preciso q u e sea con-
ciencia (de) ser conciencia de la tendencia a reprimir, pero precisa-
mente para no ser conciencia de eso. ¿ Q u é significa esto, sino q u e
la censura debe ser de m a l a fe? El psicoanálisis n o nos h a hecho
g a n a r n a d a , pues, p a r a suprimir la m a l a fe, h a establecido entre el
inconsciente y la conciencia u n a conciencia a u t ó n o m a y de m a l a fe.
Sus esfuerzos por establecer u n a verdadera dualidad — y hasta u n a
trinidad (Es, Ich, Ueberich que se expresa por la c e n s u r a ) — n o
h a n concluido sino en u n a terminología verbal. L a esencia misma
de la idea reflexiva de " d i s i m u l a n ^ " a l g u n a cosa implica la u n i d a d
de un mismo psiquismo y, p o r consiguiente, u n a doble actividad en
el seno de la u n i d a d , tendiente, por u n a parte, a m a n t e n e r y señalar
lo que h a de ocultarse y, por otra parte, a rechazarlo y velarlo; c a d a
u n o de los dos aspectos d e esa actividad es complementario del otro,
es decir, que lo implica en su ser. S e p a r a n d o p o r la censura lo cons-
ciente de lo inconsciente, el psicoanálisis n o h a logrado disociar las
dos fases del acto, ya q u e la libido es u n c o n a t o ciego hacia la ex-
presión consciente y el f e n ó m e n o consciente es u n resultado pasivo
y falaz: simplemente, h a localizado esa doble actividad de repulsión
y de atracción al nivel de la censura. Falta, por otra parte, p a r a
d a r cuenta de lá u n i d a d del f e n ó m e n o total (represión d e la tenden-
cia que se disfraza y " p a s a " b a j o f o r m a simbólica), establecer cone-
xiones comprensibles entre sus diversos momentos. ¿ C ó m o p u e d e
"disfrazarse" la tendencia reprimida, si n o implica: l 9 la con-
ciencia de ser r e p r i m i d a ; 2 ' la conciencia d e h a b e r sido rechazada
por ser lo que es; 3 9 u n proyecto de disfraz? N i n g u n a teoría me-
cánica de la condensación o de la transferencia p u e d e explicar esas
modificaciones cuya tendencia es a f e c t a d a por sí misma, pues la des-
cripción del proceso de disfraz implica recurrir veladamente a la
finalidad. Y, análogamente, ¿ c ó m o d a r - c u p n t a del placer o de la
a n g u s t i a q u e a c o m p a ñ a n a la g r a t i f i c a c i ó n simbólica y consciente'
de la t e n d e n c i a , si la conciencia n o incluye, m á s allá d e l a censura,
u n a oscura c o m p r e n s i ó n d e la m e t a e n c u a n t o s i m u l t á n e a m e n t e d e -
seada y p r o h i b i d a ? P o r h a b e r r e c h a z a d o la u n i d a d consciente d e
lo psíquico, F r e u d se v e o b l i g a d o a s o b r e n t e n d e r p o r d o q u i e r a u n a
u n i d a d m á g i c a q u e v i n c u l a los f e n ó m e n o s a d i s t a n c i a y p o r e n c i n t a
de los obstáculos, c o m o la p a r t i c i p a c i ó n p r i m i t i v a u n e a la p e r s o n a
e m b r u j a d a c o n l a f i g u r i l l a d e c e r a c o n f o r m a d a a su i m a g e n . E l
" T r i e b " 1 inconsciente está a f e c t a d o , p o r p a r t i c i p a c i ó n , del c a r á c t e r
de " r e p r i m i d o " o " m a l d i t o " q u e se e x t i e n d e a través d e él, lo colora
y p r o v o c a m á g i c a m e n t e sus simbolizaciones. A n á l o g a m e n t e , el f e n ó -
m e n o consciente está í n t e g r a m e n t e c o l o r e a d o p o r su s e n t i d o simbó-
lico, bien q u e n o p u e d a a p r e h e n d e r este s e n t i d o p o r sí m i s m o y e n
la c o n c i e n c i a clara. P e r o , a p a r t e su i n f e r i o r i d a d d e p r i n c i p i o , la
explicación p o r l a m a g i a n o s u p r i m e la coexistencia — a l nivel in-
consciente, al nivel d e la c e n s u r a y a l d e la c o n c i e n c i a — d e dos
e s t r u c t u r a s c o n t r a d i c t o r i a s y c o m p l e m e n t a r i a s , q u e se i m p l i c a n y se
destruyen r e c í p r o c a m e n t e . Se h a h i p o s t a s i a d o y " c o s i f i c a d o " , p e r o
n o evitado, la m a l a f e . E s t o h a i n c l i n a d o a u n p s i q u i a t r í a vienés,
Steckel, a separarse d e la o b e d i e n c i a psicoanalítica y a escribir, en.
La mujer frígida 2 : " C a d a vez q u e h e p o d i d o llevar s u f i c i e n t e m e n t e
lejos mis investigaciones, h e c o m p r o b a d o q u e el n ú c l e o d e la psicosis
e r a c o n s c i e n t e . " P o r lo d e m á s , los casos q u e r e f i e r e e n esta o b r a
a t e s t i g u a n u n a m a l a f e p a t o l ó g i c a d e q u e el f r e u d i s m o sería i n c a p a z
d e d a r razón. Se t r a t a r á , p o r e j e m p l o , d e m u j e r e s a q u i e n e s u n a
d e c e p c i ó n c o n y u g a l h a v u e l t o frígidas, es decir, q u e l o g r a n e n m a s -
c a r a r s e el goce q u e el a c t o sexual les p r o c u r a . Se a d v e r t i r á , e n p r i -
m e r t é r m i n o , q u e n o se t r a t a d e d i s i m u l a r s e a n t e ellas m i s m a s c o m -
plejos p r o f u n d a m e n t e h u n d i d o s e n tinieblas semifisiológicas, sino
c o n d u c t a s o b j e t i v a m e n t e verificables q u e ellas n o p u e d e n n o registrar
e n el m o m e n t o m i s m o e n q u e las e j e r c e n : a m e n u d o , e n efecto, el
m a r i d o revela a Steckel q u e su m u j e r h a d a d o señales o b j e t i v a s d e
placer, y la m u j e r , i n t e r r o g a d a , se e m p e ñ a c o n t o d a v e h e m e n c i a e n
n e g a r p r e c i s a m e n t e esas señales. Se t r a t a d e u n a a c t i v i d a d d e dis-
tracción. D e l m i s m o m o d o , las confesiones q u e Steckel sabe p r o v o c a r
nos e n s e ñ a n q u e esas m u j e r e s p a t o l ó g i c a m e n t e f r í g i d a s se a p l i c a n a
distraerse d e a n t e m a n o d e ese p l a c e r q u e t e m e n : m u c h a s , p o r e j e m -
plo, e n el m o m e n t o del a c t o sexual, desvían sus p e n s a m i e n t o s h a c i a
1
Pulsión instintiva. En el original: "La Triebe" ( ? ) . (N. del T.)
- [Trad. fr.j Nouveile Revue Fran5ai.se.
sus o c u p a c i o n s cotidianas, h a c e n las c u e n t a s domésticas. ¿ Q u i é n va
a h a b l a r a q u í d e inconsciente? E m p e r o , si la m u j e r f r í g i d a distrae
así su c o n c i e n c i a del p l a c e r q u e e x p e r i m e n t a , n o es d e m o d o cínico
jy en p l e n o a c u e r d o consigo m i s m a , sino para demostrarse q u e es
f r í g i d a . Estamos, e f e c t i v a m e n t e , a n t e u n f e n ó m e n o de m a l a fe, pues-
t o q u e los esfuerzos i n t e n t a d o s p a r a n o a d h e r i r s e al p l a c e r experi-
m e n t a d o i m p l i c a n el r e c o n o c i m i e n t o d e q u e se h a e x p e r i m e n t a d o el
p l a c e r y, p r e c i s a m e n t e , lo i m p l i c a n para negarlo. P e r o n o estamos
ya e n el c a m p o del psicoanálisis. Así, p o r u n a p a r t e , la explicación
p o r lo inconsciente, p o r el h e c h o d e q u e r o m p e la u n i d a d psíquica,
n o p u e d e d a r r a z ó n d e los f e n ó m e n o s que, a p r i m e r a vista, p a r e c e n
p e r t e n e c e r l e . Y , p o r o t r a p a r t e , existe u n a i n f i n i d a d d e c o n d u c t a s
d e m a l a f e q u e r e c h a z a n e x p l í c i t a m e n t e ese t i p o d e explicación,
p o r q u e p o r esencia i m p l i c a n q u e n o p u e d e n a p a r e c e r sino e n la
t r a n s l u c i d e z d e la conciencia. E n c o n t r a m o s n u e v a m e n t e , intacto, el
p r o b l e m a q u e h a b í a m o s i n t e n t a d o eludir.

II

LAS CONDUCTAS DE MALA FE

Si q u e r e m o s salir d e n u e s t r a p e r p l e j i d a d , c o n v i e n e e x a m i n a r m á s
d e cerca las c o n d u c t a s d e m a l a f e e i n t e n t a r u n a descripción, q u e
nos p e r m i t i r á quizá f i j a r con m a y o r nitidez las condiciones d e posi-
b i l i d a d de esa m a l a fe, es decir, r e s p o n d e r a n u e s t r a p r e g u n t a del
c o m i e n z o : " ¿ Q u é h a d e ser el h o m b r e e n su ser, si h a de p o d e r
ser d e m a l a f e ? "
H e aquí, por ejemplo, u n a m u j e r que h a acudido a u n a pri-
m e r a cita. S a b e m u y bien las intenciones q u e el h o m b r e q u e le h a b l a
a b r i g a respecto d e ella. S a b e t a m b i é n q u e , t a r d e o t e m p r a n o , d e b e r á
t o m a r u n a decisión. P e r o n o q u i e r e sentir la u r g e n c i a de ello: se
a t i e n e sólo a lo q u e o f r e c e d e respetuoso y de discreto la a c t i t u d de
su p a r e j a . N o c a p t a esta c o n d u c t a c o m o u n a t e n t a t i v a d e estable-
c e r lo q u e se l l a m a "los p r i m e r o s c o n t a c t o s " , es decir, n o q u i e r e v e r
las posibilidades d e desarrollo t e m p o r a l q u e esa c o n d u c t a p r e s e n t a :
limita ese c o m p o r t a m i e n t o a lo q u e es e n el p r e s e n t e ; n o q u i e r e leer
en las frases q u e se le dirigen o t r a cosa q u e su sentido explícito, y si
se le d i c e : " T e n g o t a n t a a d m i r a c i ó n p o r u s t e d . . . " , ella d e s a r m a
esta f r a s e d e su t r a s f o n d o s e x u a l ; a d j u d i c a a los discursos y a la
conducta de su interlocutor significaciones inmediatas, q u e e n c a r a
como cualidades objetivas. El h o m b r e q u e le h a b l a le p a r e c e sincero
y respetuoso c o m o la mesa es r e d o n d a o c u a d r a d a , c o m o el t a p i z a d o
de la p a r e d es gris o azul. Y las cualidades así a d j u d i c a d a s a la
persona a quien escucha se h a n f i j a d o entonces en u n a p e r m a n e n c i a
cosista q u e n o es sino la proyección del estricto presente e n el f l u j o
temporal. Pues ella n ó se d a e n t e r a a lo q u e desea: es p r o f u n d a -
m e n t e sensible al deseo q u e inspira, p e r o el deseo liso y llano la
humillaría y le causaría horror. E m p e r o , n o hallaría e n c a n t o a l g u n o
en u n respeto q u e f u e r a respeto únicamente. P a r a satisfacerla, es
menester u n sentimiento q u e se dirija p o r e n t e r o a su persona, es
decir, a su libertad plenaria, y q u e sea u n reconocimiento de su li-
bertad. Pero es preciso, a la vez, q u e ese sentimiento sea. íntegra-
m e n t e deseo, es decir, q u e se d i r i j a a su c u e r p o en t a n t o q u e objeto.
Esta vez, pues, se niega a c a p t a r el deseo c o m o lo q u e es, n o le d a
ni siquiera nombre, n o lo reconoce sino en la m e d i d a en q u e el
deseo se transciende hacia la admiración, la estima, el respeto, y en
q u e se absorbe e n t e r a m e n t e en las f o r m a s m á s elevadas p r o d u c i d a s
por él, hasta el p u n t o de n o f i g u r a r en ellas ya sino c o m o u n a especie
de calidez y densidad. P e r o h e aquí q u e le cogen la m a n o . Este acto
d e su interlocutor arriesga m u d a r la situación, p r o v o c a n d o u n a de-
cisión i n m e d i a t a : a b a n d o n a r la m a n o es consentir p o r sí m i s m a al
flirt, es comprometerse; retirarla es r o m p e r la a r m o n í a tórbida e
inestable q u e constituye el e n c a n t o de esa hora. Se t r a t a de retrasar
lo m á s posible el instante d e la decisión. Sabido es lo q u e se p r o -
duce entonces: la joven a b a n d o n a su m a n o , p e r o no percibe q u e la
a b a n d o n a . N o lo percibe porque, casualmente, ella es en ese ins-
t a n t e p u r o espíritu: a r r a s t r a a su interlocutor hasta las regiones m á s
elevadas d e la especulación sentimental; h a b l a d e la vida, d e su
vida, se m u e s t r a en su aspecto esencial: u n a persona, u n a concien-
cia. Y, entre tanto, se h a c u m p l i d o el divorcio del c u e r p o y del
a l m a : la m a n o reposa inerte entre las m a n o s cálidas de su p a r e j a :
ni consentidora ni resistente: u n a cosa.
Diremos q u e esa m u j e r es d e m a l a fe. P e r o vemos en seguida
q u e p a r a m a n t e n e r s e en esa m a l a f e usa diferentes procedimientos.
H a d e s a r m a d o las conductas d e su p a r e j a reduciéndolas a n o ser
sino lo que son, es decir, a existir en el m o d o del en-sí. P e r o se
permite d i s f r u t a r del deseo de él, en la m e d i d a en q u e lo c a p t e c o m o
n o siendo lo que es, es decir, en q u e le reconocerá su trascendencia.
Por último, sin d e j a r d e sentir p r o f u n d a m e n t e la presencia de su
p r o p i o c u e r p o — q u i z á s h a s t a el p u n t o d e t u r b a r s e — , se realiza c o m o
no siendo su p r o p i o c u e r p o , y lo c o n t e m p l a desde a r r i b a , c o m o u n
o b j e t o p a s i v o al cual p u e d e n acaecer sucesos p e r o q u e es i n c a p a z d e
p r o v o c a r l o s n i evitarlos p o r q u e todos sus posibles están f u e r a d e él.
r Q u é u n i d a d e n c o n t r a m o s e n esos d i f e r e n t e s aspectos de la m a l a f e ?
Es c i e r t o a r t e d e f o r m a r c o n c e p t o s contradictorios, es decir, q u e u n e n
e n sí u n a i d e a y la n e g a c i ó n d e esta idea. El c o n c e p t o de base así
e n g e n d r a d o utiliza la d o b l e p r o p i e d a d de! ser h u m a n o , d e ser u n a
facticidad y una trascendencia. Estos dos aspectos d e la realidad
h u m a n a , e n v e r d a d , son y d e b e n ser susceptibles d e u n a c o o r d i n a c i ó n
válida. P e r o la m a l a f e n o q u i e r e ni coordinarlos ni superarlos en
u n a síntesis. P a r a ella se t r a t a d e a f i r m a r la i d e n t i d a d de a m b o s
conservándoles sus diferencias. E s preciso a f i r m a r la f a c t i c i d a d c o m o
siendo la t r a n s c e n d e n c i a y la t r a n s c e n d e n c i a c o m o siendo la factici-
d a d , d e m a n e r a q u e se p u e d a , e n el i n s t a n t e en q u e se c a p t a la
u n a , e n c o n t r a r s e b r u s c a m e n t e f r e n t e a la otra. El p r o t o t i p o de las
f ó r m u l a s d e m a l a f e nos será d a d o p o r ciertas frases célebres q u e
h a n sido c o n c e b i d a s j u s t a m e n t e , p a r a p r o d u c i r t o d o su efecto, con
u n espíritu d e m a l a f e . E s conocido, p o r e j e m p l o , este título d e u n a
o b r a d e Tacques C h a r d o n n e : L'amour, c'est beacoup plus aue
l'amour. [El amor es mucho más qve amor]. Se a d v i e r t e a q u í c ó m o
se realiza la u n i d a d e n t r e el a m o r presente en su f a c t i c i d a d , " c o n -
t a c t o d e dos e p i d e r m i s " , sensualidad, egoísmo, m e c a n i s m o p r o u s t i a n o
d e los celos, l u c h a a d l e r i a n a d e los sexos, etc., v el a m o r c o m o
trascendencia, el " r í o de f u e g o " d e M a u r i a c . el l l a m a d o del infi-
nito. el eros platónico, la s o r d a intuición cósmica de L a w r e n c e etc.
A q u í se p a r t e d e la f a c t i c i d a d p a r a e n c o n t r a r s e de súbito, a l l e n d e
el p r e s e n t e y la c o n d i c i ó n d e h e c h o del h o m b r e , a l l e n d e lo psicoló-
gico, en p l e n a metafísica. Al c o n t r a r i o , este t í t u l o d e u n a pieza d e
S a r m e n t : Je suis trop grand pour moi [ í o y demasiado grande
para mí|. q u e p r e s e n t a t a m b i é n los c a r a c t e r e s d e la m a l a fe. nos
a r r o j a p r i m e r o en p l e n a t r a s c e n d e n c i a p a r a a p r i s i o n a r n o s d e súbito
en los estrechos límites d e n u e s t r a esencia d e h e c h o . Se e n c u e n t r a n
las m i s m a s e s t r u c t u r a s en la frase c é l e b r e : " S e h a c o n v e r t i d o en lo
q u e e r a " , o en su anverso, n o m e n o s f a m o s o : " T e l q u ' e n luí m e m e
e n f i n l ' é t e r n i t é le c h a n g e " [ C o m o la e t e r n i d a d lo convierte en él
mismo] P o r supuesto, esas diversas f ó r m u l a s n o tienen sino la apa-
riencia d e la m a l a f e : h a n sido concebidas e x p l í c i t a m e n t e con esa

1
Verso de Mallarmé. (N. del T.)
forma p a r a d ó j i c a p a r a sorprender el á n i m o y desconcertarlo con u n
enigma. Pero precisamente esa apariencia es lo q u é nos importa. L o
que cuenta aquí es q u e esas fórmulas n o constituyen nociones nue-
vas y sólidamente estructuradas; al contrario, están construidas de
m a n e r a de permanecer en desagregación p e r p e t u a , p a r a hacer posible
un p e r p e t u o deslizamiento del presente naturalista a la trascenden-
cia, y viceversa. Se ve, en efecto, el uso q u e la m a l a fe p u e d e hacer
de todos esos juicios tendientes a establecer q u e yo n o soy lo q u e soy.
Si yo n o f u e r a sino lo que soy, podría, por ejemplo, encarar seria-
mente ese reproche q u e se m e formula, interrogarme con escrúpulo,
y acaso m e vería obligado de reconocer su verdad. Pero, precisa-
mente, por la trascendencia m e h u r t o a todo lo q u e soy. Ni si-
quiera tengo que discutir si el reproche está bien o m a l f u n d a d o ,
en el sentido en que Susana dice a F í g a r o : " D e m o s t r a r q u e tengo
razón sería reconocer q u e p u e d o estar equivocada." Estoy en u n
plano en q u e ningún reproche p u e d e alcanzarme, puesto q u e lo
que yo verdaderamente soy es m i trascendencia; huyo, m e escapo,
d e j o mi h a r a p o entre las manos del sermoneador. Sólo q u e la a m -
bigüedad necesaria p a r a la m a l a fe procede de a f i r m a r q u e soy m i
transcendencia en el m o d o d e ser d e la cosa. Y sólo así, e n efecto,
puedo sentirme evadido d e todos esos reproches. E n este sentido,
nuestra joven purifica al deseo d e t o d o c u a n t o tiene de humillante,
al n o querer considerar sinp su p u r a trascendencia, q u e hasta le
evita el tener que nombrarlo. Pero, inversamente, el "je suis trop
grand p o u r moi", al mostrarnos la trascendencia m u d a d a en fac-
ticidad, es la f u e n t e d e u n a infinidad de excusas p a r a nuestros f r a -
casos o debilidades. Análogamente, la joven coqueta m a n t i e n e la
trascendencia en la m e d i d a en que el respeto y la estima manifes-
tados por las conductas d e su pretendiente están ya e n el p l a n o de
lo trascendente. Pero ella detiene esa trascendencia ahí, la empasta
con t o d a la facticidad del presente: el respeto n o es otra cosa q u e
respeto, es u n trascender fijado, q u e n o se trasciende ya hacia n a d a .

Pero este concepto metaestable de "trascendencia-facticidad",


si bien es u n o de los instrumentos • de base de la m a l a £e, n o es
único en su género. Se utilizará igualmente otra duplicidad de la
realidad h u m a n a , q u e expresaremos en grueso diciendo que su ser-
para-sí implica complementariamente u n ser-para-otro. E n u n a cual-
quiera de mis conductas siempre m e es posible h a c e r convergir dos
miradas, la m í a y la del prójimo. Y, precisamente, la conducta n o
presentará la misma estructura en un caso y en el otro. Pero, como
veremos m á s tarde, y c o m o c a d a cual lo siente, n o h a y entre eso»
dos aspectos d e m i ser u n a diferencia de apariencia a ser, c o m o si
yo f u e r a p a r a m í mismo la v e r d a d d e m í m i s m o y c o m o si el pró-
j i m o n o poseyera d e mí sino u n a imagen d e f o r m a d a . L a igual dig-
n i d a d de ser d e mi ser p a r a el p r ó j i m o y de mi ser p a r a m í mismo
permite u n a síntesis p e r p e t u a m e n t e desagregativa y u n juego de eva-
sión p e r p e t u a del para-sí al p a r a - o t r o y del para-otro al para-sí. Se
h a visto t a m b i é n el e m p l e o q u e hacía aquella joven de nuestro ser-
en-medio-del-mundo, es decir, de nuestra presencia inerte d e objeto
pasivo entre otros objetos, p a r a descargarse d e p r o n t o d e las f u n -
ciones de su ser-en-el-mundo, es decir, del ser que, proyectándose
allende el m u n d o hacia sus propias posibilidades, hace q u e haya u n
m u n d o . Señalemos, p o r último, las síntesis confusionales q u e j u e g a n
con la a m b i g ü e d a d nihilizadora de los tres ék-stasis temporales, afir-
m a n d o a la vez q u e soy lo q u e he sido (el h o m b r e q u e se detiene
d e l i b e r a d a m e n t e en u n período de su vida y se niega a t o m a r en
consideración los cambios ulteriores) y que n o soy lo q u e he sido
(el h o m b r e que, f r e n t e a los reproches o al rencor, se desolidariza
totalmente d e su p a s a d o insistiendo en su libertad y en su re-creación
p e r p e t u a ) . E n todos estos conceptos, q u e n o tienen sino u n p a p e l
transitivo en los razonamientos y q u e son eliminados de la conclusión,
c o m o los imaginarios en el cálculo de los físicos, encontramos siempre
la misma e s t r u c t u r a : se t r a t a de constituir la realidad h u m a n a como
u n ser q u e es lo q u e n o es y q u e n o es lo q u e es.
Pero ¿ q u é es menester precisamente p a r a q u e estos conceptos
d e desagregación p u e d a n recibir hasta u n a falsa apariencia de exis-
tencia, p a r a q u e p u e d a n aparecer a la conciencia u n instante, así
sea en u n proceso de evanescencia? U n rápido e x a m e n de la idea
d e sinceridad, la antítesis d e la m a l a fe, será m u y instructivo a ese
respecto. E n efecto, la sinceridad se presenta como u n a exigencia
y, p o r lo tanto, n o es u n estado. Pero ¿cuál es el ideal q u e se pro-
c u r a alcanzar en ese caso? Es menester q u e el h o m b r e n o sea para
él mismo sino .lo q u e es; en u n a palabra, que sea plena y única-
m e n t e lo q u e es. Pero, ¿ n o es ésta, precisamente, la definición del
en-sí, o, si se prefiere, el principio d e identidad? Poner como ideal
el ser d e las cosas, ¿ n o es confesar a la vez q u e ese ser n o pertenece
a la realidad h u m a n a y q u e el principio de identidad, lejos de ser
u n a x i o m a universalmente universal, n o es sino u n principio sintético
q u e goza d e u n a universalidad simplemente regional? Así, p a r a q u e
los conceptos de m a l a fe p u e d a n , siquiera u n instante, crearnos u n a
ilusión; p a r a que la f r a n q u e z a de los "corazones p u r o s " (Gide, Kes-
sel) p u e d a valer p a r a la realidad h u m a n a c o m o ideal, es menester
que el principio de identidad n o represente u n principio constitu-
tivo de la realidad h u m a n a ; es menester que la realidad h u m a n a
no sea necesariamente lo q u e es, y p u e d a ser lo q u e n o es. ¿ Q u é
significa esto?
Si el h o m b r e es lo q u e es, la mala fe es p a r a siempre j a m á s im-
posible y la f r a n q u e z a d e j a de ser su ideal p a r a convertirse en su
ser; pero, ¿el h o m b r e es lo que es?; y, de m a n e r a general: ¿ c ó m o
se p u e d e ser lo q u e se es, c u a n d o se es como conciencia de ser? Si
la f r a n q u e z a o sinceridad es u n valor universal, cae de su peso q u e
su m á x i m a : "es preciso ser lo que se es", n o sirve ú n i c a m e n t e de
principio regulador p a r a los juicios y los conceptos p o r los cuales
expreso lo que soy. Esa m á x i m a n o f o r m u l a simplemente u n ideal
del conocer sino u n ideal de ser-, nos p r o p o n e u n a adecuación abso-
luta del ser consigo mismo c o m o p r o t o t i p o de ser. E n este sentido,
es preciso q u e nos hagamos ser lo que somos. Pero, ¿ q u é somos,
pues, si tenemos la obligación constante d e hacernos ser lo q u e so-
mos, si somos en el m o d o de ser del deber ser lo q u e somos? Consi-
deremos a ese mozo d e café. T i e n e el gesto vivo y m a r c a d o , algo
demasiado exacto, algo demasiado r á p i d o ; a c u d e hacia los p a r r o q u i a -
nos con paso u n p o c o demasiado vivo, se inclina con presteza algo
excesiva; su voz, sus ojos expresan u n interés quizá excesivamente
lleno de solicitud por el encargo del cliente; en fin, h e aquí q u e
vuelve, queriendo imitar en su actitud el rigor inflexible de quién
sabe q u é a u t ó m a t a , n o sin sostener su b a n d e j a con u n a suerte de
temeridad de f u n á m b u l o , poniéndola en u n equilibrio p e r p e t u a m e n t e
inestable, p e r p e t u a m e n t e roto y p e r p e t u a m e n t e restablecido con u n
leve movimiento del brazo y de la m a n o . T o d a su c o n d u c t a nos
parece u n juego. Se aplica a e n g r a n a r sus movimientos c o m o si f u e -
sen mecanismos regidos los unos p o r los otros, su mímica y su voz
mismas parecen mecanismos; se i m p a r t e la presteza y la rapidez ine-
xorable d e las cosas. J u e g a , se divierte. Pero, ¿ a q u é juega? N o
hay q u e observarlo m u c h o p a r a darse c u e n t a : juega a ser m o z o de
café. N o hay en ello de q u é sorprenderse: el juego es u n a especie
d e d e m a r c a m i e n t o e investigación. El niño juega con su c u e r p o p a r a
explorarlo, p a r a inventariarlo; el mozo d e café juega con su condi-
ción p a r a realizarla. Esta obligación n o difiere de la que se i m p o n e
a todos los comerciantes: su condición está h e c h a de p u r a ceremonia,
el público reclama d e ellos q u e la realicen c o m o ceremonia; existe
la d a n z a del a l m a c e n e r o , del sastre, del tasador, p o r la cual se es-
f u e r z a n p o r p e r s u a d i r a sus clientelas d e q u e n o son n a d a m á s q u e
u n a l m a c e n e r o , u n t a s a d o r , u n sastre. U n a l m a c e n e r o p e r d i d o en
sueños es ofensivo p a r a el c o m p r a d o r , p u e s n o es ya c o m p l e t a m e n -
te a l m a c e n e r o . L a cortesía exige q u e se circunscriba a su f u n c i ó n de
a l m a c e n e r o , c o m o el s o l d a d o q u e p r e s e n t a a r m a s y se h a c e cosa-
s o l d a d o con u n a m i r a d a d i r e c t a p e r o q u e n o ve, q u e n o está h e c h a
ya p a r a ver, p u e s el r e g l a m e n t o y n o el interés m o m e n t á n e o deter-
m i n a el p u n t o e n q u e d e b e f i j a r l a (la m i r a d a " f i j a a diez pasos di-
d i s t a n c i a " ) . ¡ C u á n t a s p r e c a u c i o n e s p a r a a p r i s i o n a r al h o m b r e en
lo q u e es! C o m o si viviéramos con el p e r p e t u o t e m o r de q u e se
escape, d e q u e d e s b o r d e y e l u d a d e r e p e n t e su condición. P e r o lo
q u e o c u r r e es q u e , p a r a l e l a m e n t e , el m o z o d e c a f é n o p u e d e ser m o z o
de c a f é desde d e n t r o e i n m e d i a t a m e n t e , e n el sentido d e q u e este
t i n t e r o es tintero, o el vidrio es vidrio. N o es q u e n o p u e d a f o r m a r
juicios reflexivos o c o n c e p t o s sobre su condición. Él sabe bien lo
q u e ésta " s i g n i f i c a " : la obligación d e levantarse a las cinco, d e b a r r e r
el piso del d e s p a c h o antes d e abrir, d e p o n e r e n m a r c h a la c a f e t e r a ,
etc. C o n o c e los derechos q u e ella i m p o r t a : el d e r e c h o a la p r o p i n a ,
los d e r e c h o s sindicales, etc. P e r o todos estos conceptos, todos estes
juicios, r e m i t e n a lo t r a n s c e n d e n t e . Se t r a t a d e posibilidades abstrac-
tas, d e d e r e c h o s y deberes c o n f e r i d o s a u n " s u j e t o de d e r e c h o " . Y
p r e c i s a m e n t e es éste el s u j e t o q u e yo debo-de-ser y q u e n o soy. N o
q u e yo n o q u i e r a serlo ni q u e sea otro. M á s bien, n o h a y m e d i d a
c o m ú n e n t r e su ser y el mío. Él es u n a " r e p r e s e n t a c i ó n " p a r a los
otros y p a r a m í mismo, lo q u e significa q u e n o p u e d o serlo sino en
representación. Pero, p r e c i s a m e n t e , si m e lo represento, n o lo soy;
estoy s e p a r a d o de él c o m o el o b j e t o del sujeto, s e p a r a d o por nada,
p e r o este nada m e aisla de. él, y o n o p u e d o serlo, n o p u e d o sino jugar
a serlo, es decir, i m a g i n a r m e q u e lo soy. Y, p o r eso mismo, lo a f e c t o
de ñ a d í . Por m u c h o que c u m p l a mis funciones de mozo de café,
n o p u e d o serlo sino en el m o d o n e u t r a l i z a d o , c o m o el a c t o r es H a m -
let, h a c i e n d o m e c á n i c a m e n t e los gestos típicos d e m i ' e s t a d o y e n c a -
r á n d o m e c o m o m o z o d e c a f é i m a g i n a r i o a través de esos gestos to-
m a d o s c o m o " a n á l o g o n " 1 . L o q u e i n t e n t o realizar es u n ser-en-sí
del m o z o d e café, c o m o si n o estuviera j u s t a m e n t e en m i p o d e r
c o n f e r i r a mis deberes y derechos d e e s t a d o su v a l o r y su vigencia,
c o m o si *no f u e r a de mi libre elección el l e v a n t a r m e todas las m a -

1
Cf. L'imaginaire, 1939; Conclusión.
ñ a ñ a s a las cinco o q u e d a r m e e n la c a m a , a riesgo d e h a c e r m e des-
pedir, C o m o si, p o r el h e c h o m i s m o de q u e m a n t e n g o en existencia
ese p a p e l , n o lo t r a n s c e n d i e r a d e p a r t e a p a r t e , n o m e constituyera
c o m o u n más allá d e m i condición. E m p e r o , n o c a b e d u d a d e q u e
soy en cierto s e n t i d o u n m o z o d e c a f é ; si no, ¿ n o p o d r í a l l a m a r m e
i g u a l m e n t e d i p l o m á t i c o o periodista? Pero, si lo soy, n o p u e d e ser
en el m o d o del ser-en-sí. L o soy e n el m o d o d e ser lo que no soy.
N o se t r a t a solamente, p o r o t r a p a r t e , d e las condiciones sociales;
n o soy j a m á s n i n g u n a de mis actitudes, n i n g u n a de mis c o n d u c t a s .
El locuaz es el q u e juega a la l o c u a c i d a d p o r q u e n o p u e d e ser elo-
cuente; el a l u m n o a t e n t o q u e q u i e r e ser a t e n t o , los ojos clavados
en el m a e s t r o y t o d o orejas, se a g o t a h a s t a tal p u n t o en j u g a r a la
atención q u e a c a b a p o r n o e s c u c h a r n a d a . P e r p e t u a m e n t e ausen-
te d e m i c u e r p o , d e mis actos, soy, a d e s p e c h o d e m í mismo,
esa " d i v i n a a u s e n c i a " de q u e h a b l a V a l é r y . N o p u e d o decir ni q u e
soy el q u e está a q u í ni q u e n o lo soy, e n el s e n t i d o e n q u e se d i c e :
"lo q u e está sobre esa m e s a es u n a c a j a d e f ó s f o r o s " ; ni q u e soy el
q u e está d e pie ni el q u e está s e n t a d o ; sería c o n f u n d i r m i c u e r p o
con la t o t a l i d a d idiosincrática d e la cual m i c u e r p o n o es sino u n a
d e las estructuras. P o r t o d a s p a r t e s escapo al ser y, sin e m b a r g o , soy.
P e r o h e a q u í u n m o d o d e ser q u e n o c o n c i e r n e m á s q u e a m í :
en este m o m e n t o soy u n h o m b r e triste. E s t a tristeza q u e soy, ¿ n o la
soy e n el m o d o d e ser lo q u e soy? E m p e r o , ¿ q u é es ella, sino la
u n i d a d i n t e n c i o n a l q u e viene a r e u n i r y a n i m a r al c o n j u n t o d e mis
c o n d u c t a s ? E s el sentido d e este m i r a r e m p a ñ a d o q u e lanzo sobre
el m u n d o , d e estos h o m b r o s agobiados, d e esta cabeza q u e a g a c h o ,
d e esta f l o j e d a d de m i c u e r p o todo. Pero, ¿ a c a s o n o sé, e n el m o -
m e n t o m i s m o e n q u e ejerzo c a d a u n a d e estas c o n d u c t a s , q u e p o d r í a
n o e j e r c e r l a ? Si d e p r o n t o a p a r e c i e r a u n e x t r a ñ o , yo erguiría la
cabeza, r e t o m a r í a m i aire activo y vivaz; ¿ q u é q u e d a r í a d e m i tris-
teza, sino el h a b e r l e d a d o c o m p l a c i e n t e m e n t e cita p a r a d e n t r o de
u n rato, después q u e se h a y a i d o el visitante? E s a tristeza m i s m a ,
¿ n o es, p o r o t r a p a r t e , u n a conducta? ¿ N o es la conciencia q u e se
a f e c t a a sí m i s m a d e tristeza c o m o recurso m á g i c o c o n t r a u n a situa-
ción d e m a s i a d o u r g e n t e ? 1 . Y, a u n e n este caso, sentirse triste, ¿ n o
es, a n t e todo, hacerse triste? Bien, se d i r á ; pero, darse el ser d e la
tristeza, ¿ n o es, a pesar d e t o d o , recibir ese ser? P o c o i m p o r t a , al
fin y al cabo, d e d ó n d e lo reciba. El h e c h o es q u e u n a conciencia
q u e se a f e c t a d e tristeza es triste, p r e c i s a m e n t e a c a u s a d e ello. P e r o
1
Esquisse d'une théorie des émotions, Hermán Paul, París.
es c o m p r e n d e r mal la naturaleza de la conciencia: el ser-triste n o
es u n ser ya h e c h o q u e m e doy, c o m o p u e d o d a r este libro a mi
amigo. N o tengo cualificación p a r a afectarme de ser. Si m e h a g o
triste, d e b o h a c e r m e triste de u n extremo a otro de mi tristeza; n o
p u e d o aprovechar el impulso adquirido y d e j a r seguir a n d a n d o a m i
tristeza sin recrearla ni sostenerla, a m o d o de u n cuerpo inerte que
prosigue su movimiento después del choque inicial: n o hay inercia
alguna en la conciencia. Si m e h a g o triste, eso significa que n o lo
soy: el ser de la tristeza m e escapa p o r el acto y en el acto mismo
por el cual m e afecto de él. El ser-en-sí de la tristeza infesta per-
p e t u a m e n t e mi conciencia (de) ser triste, pero como u n valor q u e
n o p u e d o realizar, como un sentido regulador de m i tristeza, n o como
su m o d a l i d a d constitutiva.
¿Se dirá que m i conciencia, por lo menos, es, cualquiera que sea
el objeto o el estado de que se haga conciencia? Pero, ¿ c ó m o distin-
guir de la tristeza m i conciencia (de) ser triste? ¿ N o es todo u n o ?
Cierto que, en cierta m a n e r a , m i conciencia es, si se entiende por
ello q u e m i , conciencia f o r m a p a r t e p a r a el p r ó j i m o de la totalidad
de ser sobre la cual p u e d e n formularse juicios. Pero h a de hacerse
notar, c o m o bien lo h a visto Husserl, que m i conciencia aparece
originariamente al p r ó j i m o c o m o u n a ausencia. Es el objeto siempre
presente c o m o sentido de todas mis actividades y conductas, y siem-
p r e ausente, pues se d a a la intuición a j e n a c o m o u n a p e r p e t u a cues-
tión o, m e j o r a ú n , c o m o u n a p e r p e t u a libertad. C u a n d o P e d r o m e
mira, sé, sin d u d a , q u e m e m i r a ; sus ijos —cosas del m u n d o — están
fijos en m i c u e r p o —cosa del m u n d o — ; h e aquí el hecho objetivo,
del cual p u e d o decir q u e es. Pero es también u n h e c h o del mundo.
El sentido de esta m i r a d a n o lo es: y eso es lo que m e desasosiega:
por m u c h o q u e h a g a —sonrisas, promesas, amenazas—, n a d a p u e d e
disparar la aprobación, el libre juicio q u e estoy buscando; sé q u e
está siempre más allá, lo siento en mis propias conductas, las cuales
n o tienen ya el carácter operario q u e m a n t i e n e n respecto de las
cosas; las cuales n o son ya p a r a m í mismo, en la m e d i d a en que las
refiero a u n prójimo, sino simples presentaciones, y a g u a r d a n ser
constituidas en agraciadas o desgraciadas, sinceras o insinceras, etc.,
por u n a aprehensión q u e está siempre más allá de todos mis esfuerzos
por provocarla, q u e n o será jamás provocada p o r esos esfuerzos a
menos que ella, por sí misma, les preste su f u e r z a ; que n o es sino en
t a n t o que ella misma se haga provocar por el exterior; que es como
su propia mediadora con lo trascendente. Así, el h e c h o objetivo
del ser-en-sí de la conciencia a j e n a se p o n e p a r a desvanecerse en
negatividad y libertad: la conciencia a j e n a es corno no siendo; su
ser-en-sí de " a q u í " y de " a h o r a " consiste en n o ser.
La conciencia del prójimo es lo que no es.
Y, p o r otra parte, mi p r o p i a conciencia n o se m e aparece en
su ser c o m o la conciencia a j e n a . . M i conciencia es p o r q u e se hace,
ya q u e su ser es conciencia de ser. Pero esto significa q u e el hacer
sostiene al ser; la conciencia debe-de-ser su p r o p i o ser; no está n u n c a
sostenida p o r el ser, pues ella sostiene al ser en el seno de la subje-
tividad; lo q u e significa, u n a vez más, q u e está h a b i t a d a por el ser
pero q u e n o es el ser: ella no es lo que es.
E n estas condiciones, ¿ q u é significa el ideal de sinceridad sino
u n a tarea irrealizable, cuyo sentido mismo está en contradicción con
la estructura de mi conciencia? Ser sincero, decíamos, es ser lo q u e
se es. Esto supone q u e n o soy originariamente lo que soy. Pero
aquí, n a t u r a l m e n t e , está sobrentendido el "debes, por lo tanto, pue-
des" de K a n t . P u e d o llegar a ser sincero: he aquí lo q u e implican
m i deber y m i esfuerzo de sinceridad. Pero, precisamente, compro-
bamos q u e la estructura original del " n o ser lo q u e se es" hace im-
posible de a n t e m a n o t o d o devenir hacia el ser en sí o "ser lo q u e
se es". Y esta imposibilidad n o q u e d a e n m a s c a r a d a a la conciencia;
al contrario, esa imposibilidad es el m a t e r i a l mismo de la concien-
cia; es el desasosiego constante q u e experimentamos, es nuestra inca-
pacidad misma de reconocernos, de constituirnos c o m o siendo lo
que somos; es esa necesidad p o r la cual, desde q u e nos ponemos
c o m o u n cierto ser p o r u n juicio legítimo f u n d a d o sobre la expe-
riencia interna o correctamente d e d u c i d o de premisas a priori o em-
píricas, p o r esa posición misma trascendemos ese ser; y lo trascen-
demos n o hacia otro ser, sino hacia el vacío, hacia el nada. ¿ C ó m o ,
entonces, podemos r e p r o c h a r al p r ó j i m o n o ser sincero, o compla-
cernos en nuestra sinceridad, puesto que esta sinceridad nos a p a r e c e
a la vez c o m o imposible? ¿ C ó m o podemos ni a u n esbozar, en el
discurso, en la confesión, en el e x a m e n de conciencia, u n esfuerzo
de sinceridad, ya que este esfuerzo estará destinado p o r esencia al
fracaso y, al mismo t i e m p o q u e lo anunciamos, tenemos u n a com-
prensión p r e j u d i c a t i v a de su i n a n i d a d ? E n efecto, c u a n d o m e exa-
m i n o se t r a t a de que determine e x a c t a m e n t e lo q u e soy, p a r a resol-
verme a serlo sin rodeos; tal vez p a r a ponerme, después, en busca
de los medios aptos p a r a c a m b i a r m e . P e r o ¿ q u é significa esto, sino
q u e se t r a t a de q u e m e constituya como u n a cosa?- ¿ D e t e r m i n a r é
el c o n j u n t o de motivos y móviles q u e m e h a n llevado a realizar tal
o cual acción? Pero es ya postular u n determinismo causal q u e cons-
tituye al f l u j o de mis conciencias c o m o u n a serie d e estados físicos.
¿Descubriré en m í "tendencias", así sea p a r a confesármelas avergon-
zado? Pero ¿ n o es olvidar deliberadamente q u e esas tendencias se rea-
lizan con m i concurso, q u e n o son fuerzas d e la naturaleza sino q u e
yo les presto su eficacia p o r u n a p e r p e t u a decisión sobre su valor?
¿ F o r m u l a r é u n juicio sobre m i carácter, sobre m i naturaleza? ¿ N o
es ello o c u l t a r m e e n el m i s m o instante lo que, p o r lo demás, ya sé:
q u e juzgo así u n p a s a d o al cual m i presente escapa p o r definición?
L a p r u e b a está en q u e el m i s m o individuo que, en la sinceridad,
p o n e q u e él es lo q u e de h e c h o era, se indigna c o n t r a el rencor
a j e n o y t r a t a d e d e s a r m a r l o a f i r m a n d o q u e n o será m á s e n adelante
lo q u e h a sido. A d m i r a y aflige q u e las sanciones del tribunal caigan
sobre u n h o m b r e que, en su n u e v a libertad, no es más el culpable
q u e e r a ; pero, a la vez, se exige d e ese h o m b r e q u e se reconozca
c o m o siendo ese culpable. ¿ Q u é es, entonces, la sinceridad, sino
precisamente u n f e n ó m e n o d e m a l a fe? ¿ N o hemos mostrado, e n
efecto, q u e e n la m a l a f e se t r a t a d e constituir la realidad h u m a n a
c o m o u n ser q u e es lo q u e n o es y n o es lo q u e es?
U n homosexual tiene a m e n u d o u n intolerable sentimiento d e
culpabilidad, y su existencia e n t e r a se d e t e r m i n a con relación a ese
sentimiento. U n o tenderá a a u g u r a r q u e es d e m a l a fe. Y, e n efecto,
con f r e c u e n c i a ocurre q u e ese h o m b r e , sin d e j a r de reconocer su
inclinación homosexual, sin d e j a r d e confesar u n a a u n a c a d a f a l t a
singular q u e h a cometido, se niega con todas sus fuerzas a conside-
rarse c o m o un pederasta. Su caso es siempre " a p a r t e " , singular;
intervienen elementos d e juego, d e azar, d e m a l a suerte; son erro-
res pasados; se explican p o r cierta concepción d e la belleza q u e n o
p u e d e n satisfacer las m u j e r e s ; h a d e verse en ello m á s bien los efectos
d e u n a inquieta búsqueda q u e las manifestaciones de u n a tendencia
p r o f u n d a m e n t e a r r a i g a d a , etc., etc. H e ahí, ciertamente, u n h o m b r e
cuya m a l a f e frisa e n lo cómico, y a que, reconociendo todos los he-
chos q u e se le i m p u t a n , se* niega a sacar la consecuencia q u e se
impone. Así, su amigo, q u e es su m á s severo censor, se irrita por
s e m e j a n t e d u p l i c i d a d : el censor n o p i d e sino u n a cosa, y acaso en-
tonces se m o s t r a r á i n d u l g e n t e : q u e el culpable se reconozca culpable,
q u e el homosexual declare sin rodeos — n o i m p o r t a si humilde o
reivindicativo—: Soy un pederasta. Ahora preguntamos: ¿Quién
es d e m a l a f e : el homosexual o el c a m p e ó n d e la sinceridad? El
homosexual reconoce sus faltas, p e r o l u c h a con todas sus fuerzas con-
tra la aplastante perspectiva d e q u e sus errores le constituyan u n
destino. No> quiere dejarse considerar c o m o u n a cosa; tiene la os-
c u r a y f u e r t e comprensión de q u e u n homosexual n o es homosexual
como esta mesa es mesa o c o m o este pelirrojo es pelirrojo. L e p a r e c e
escapar a todo error u n a vez que p o n e el error y lo reconoce; más
a ú n : q u e la duración psíquica, por sí misma, lo lava d e c a d a falta,
le constituye u n porvenir i n d e t e r m i n a d o , lo h a c e renacer c o m o nuevo.
¿ Y e r r a ? ¿ N o reconoce, p o r sí mismo, el c a r á c t e r singular e irreduc-
tible d e la realidad h u m a n a ? Su actitud encierra, pyes, u n a inne-
gable comprensión de la v e r d a d . Pero, a la vez, tiene necesidad de
ese p e r p e t u o renacer, d e esa constante evasión, p a r a vivir: le es
preciso ponerse constantemente f u e r a , de alcance p a r a evitar el te-
rrible juicio d e la colectividad. Así, juega con la p a l a b r a ser. E n
efecto, tendría razón si esta f r a s e : " Y o n o soy pederasta", la enten-
diera en el sentido d e " Y o n o soy lo q u e soy"; es decir, si d e c l a r a r a :
" E n la me.dida en q u e u n a serie de conductas se definen c o m o con-
ductas de pederasta, y en q u e yo h e a s u m i d o esas conductas, soy u n
pederasta. E n la m e d i d a en q u e la realidad escapa a t o d a definición
por conductas, n o lo soy." P e r o se desliza s o l a p a d a m e n t e hacia otra
acepción de la p a l a b r a "ser", en el sentido d e " n o ser en sí". D e -
clara " n o ser p e d e r a s t a " en el sentido en q u e esta mesa no es un
tintero. Y, así, es de m a l a fe.
Pero el c a m p e ó n d e la sinceridad n o ignora la transcendencia
de la realidad h u m a n a y sabe, si es preciso, reivindicarla en provecho
propio. H a s t a usa de ella y la pone en su exigencia presente; ¿ n o
quiere, acaso, en n o m b r e de la sinceridad — p o r lo tanto, de la
libertad—, q u e el homosexual se vuelva sobre si m i s m o y se reco-
nozca homosexual? ¿ N o d a a e n t e n d e r q u e tal confesión le a t r a e r á
ia indulgencia? ¿ Y q u é significa esto, sino que el h o m b r e q u e se
reconozca homosexual n o será m á s el mismo q u e el homosexual q u e
reconoce ser y se evadirá a la región de la libertad y de la b u e n a
voluntad? L e exige, pues, ser lo q u e es p a r a no ser m á s lo q u e es.
T a l el sentido p r o f u n d o de la f r a s e : " P e c a d o confesado, m e d i o per-
d o n a d o . " R e c l a m a del culpable q u e se constituya c o m o u n a cosa,
precisamente p a r a n o t r a t a r l o m á s c o m o cosa. Y esta contradicción
es constitutiva de la exigencia d e sinceridad. E n efecto: ¿ q u i é n no
ve lo que hay de ofensivo p a r a el p r ó j i m o y de tranquilizador p a r a
mí, en u n a frase c o m o : " ¡ B a h ! Es u n p e d e r a s t a " , q u e cancela d e
un p l u m a z o u n a inquietante libertad y, desde ese m o m e n t o , tiende
a constituir todos los actos del p r ó j i m o c o m o consecuencias que flu-
yen rigurosamente d e su esencia? H e ahí, empero, lo q u e el censar
exige d e su v í c t i m a : q u e se constituya a sí misma c o m o cosa, q u e
le entregue en f e u d o su libertad, p a r a q u e él se la devuelva en seguida
c o m o u n soberano a su vasallo. El c a m p e ó n de la sinceridad, en la
m e d i d a en q u e quiere en v e r d a d tranquilizarse c u a n d o p r e t e n d e juz-
gar, en la m e d i d a en q u e exige a u n a libertad constituirse, en t a n t o
q u e libertad, c o m o cosa, es d e m a l a fe. Se t r a t a a q u í sólo de u n
episodio d e esa lucha a m u e r t e de las conciencias q u e Hegel deno-
m i n a "la relación de a m o a esclavo". U n o se dirige a u n a conciencia
p a r a exigirle, en n o m b r e de su naturaleza de conciencia, destruirse
r a d i c a l m e n t e c o m o conciencia, haciéndole esperar, más allá de esta
destrucción, u n renacer.
Sea, se dirá. Pero nuestro h o m b r e abusa d e la sinceridad p a r a
h a c e r de ella u n a r m a c o n t r a el prójimo. N o h a y q u e ir en busca
de la sinceridad en las relaciones del mit-sein, sino allí donde se
da p u r a , en las relaciones d e u n o consigo mismo. Pero, ¿quién n o
ve q u e la sinceridad objetiva se constituye de la misma m a n e r a ?
¿ Q u i é n n o ve q u e el h o m b r e sincero se constituye c o m o u n a cosa,
precisamente, p a r a escapar a esta condición d e cosa p o r el acto mis-
m o de sinceridad? El h o m b r e q u e se confiesa ser m a l v a d o h a tro-
cado su i n q u i e t a n t e "libertad-para-el-mal" por u n carácter i n a n i m a d o
d e m a l v a d o : él es malvado, se adhiere a sí, es lo q u e es. Pero, al
mismo tiempo, se evade d e esta cosa, ya q u e es él quien la contempla,
ya q u e d e él d e p e n d e m a n t e n e r l a b a j o su m i r a d a o d e j a r l a desmoro-
narse en u n a infinidad de actos particulares. Se hace u n mérito de
su sinceridad, y el h o m b r e meritorio no es el m a l v a d o en t a n t o q u e
malvado, sino en t a n t o q u e está m á s allá de su m a l d a d . A la vez,
la m a l d a d q u e d a desarmada, ya que n o es n a d a excepto en el plano
del determinismo y ya que, al confesarla, p o n g o mi libertad f r e n t e
a ella; m i porvenir es virgen, t o d o m e está permitido. Así, la es-
t r u c t u r a esencial de la sinceridad n o difiere de la d e la m a l a fe, ya
q u e el h o m b r e sincero se constituye c o m o lo q u e es parü no serlo.
Esto explica la verdad, reconocida por todos, d e q u e se p u e d e llegar
a ser d e m a l a fe a f u e r z a d e ser sincero. Sería, dice Valéry, el caso
de Stendhal. L a sinceridad total y constante c o m o constante esfuerzo
por adherirse a sí m i s m o es, por naturaleza, u n constante esfuerzo por
desolidarizarse de consigo m i s m o ; u n o se libera de sí por el acto
mismo por el cual se hace objeto p a r a sí. I n v e n t a r i a r p e r p e t u a m e n t e
lo que se es es renegar constantemente de sí y refugiarse en u n a
esfera en que n o se es ya n a d a más que u n a p u r a y libre m i r a d a .
L a m a l a fe, decíamos, tiene por objetivo ponerse f u e r a de alcance;
es u n a h u i d a . Verificarnos a h o r a que es menester utilizar los mismos
términos p a r a definir la sinceridad. ¿ Y entonces?
L o q u e ocurre es que, en ú l t i m a instancia, el objetivo de la
sinceridad y el de la m a l a fe 110 son tan diferentes. Por cierto, hay
u n a sinceridad que se refiere al p a s a d o y q u e aquí n o nos interesa:
soy sincero si confieso haber tenido tal o cual placer o tal o cual
intención. Veremos que, si esta sinceridad es posible, ello se debe a
que, en su caída al pasado, el ser del h o m b r e se constituye como u n
ser en sí. Pero sólo nos interesa a h o r a la sinceridad que se encara
a sí misma en la i n m a n e n c i a presente. ¿ Cuál es su objetivo? H a c e r
que m e confiese lo que soy p a r a coincidir f i n a l m e n t e con mi ser; en
u n a palabra, h a c e r m e ser en el m o d o del en-sí lo q u e soy en el
m o d o del " n o ser lo que soy". Y su postulado es que soy ya, en el
fondo, en el m o d o del en-sí, lo que h e de ser. Así, encontramos en
el f o n d o de la sinceridad u n incesante juego de espejo y de reflejo,
u n p e r p e t u o tránsito del ser que es lo que es al ser q u e n o es lo q u e
es e, inversamente, del ser que no es lo que es al ser que es lo que
es. ¿ Y cuál es el objetivo de la m a l a fe? H a c e r m e ser lo q u e soy
en el m o d o del " n o ser lo que se es" o n o ser lo q u e soy en el m o d o
del "ser lo que se es". E n c o n t r a m o s aquí el mismo juego de espejos.
Pues, en efecto, p a r a que haya intención de sinceridad, es menester
que en el origen, a la vez, yo sea y no sea lo q u e soy. L a sinceridad
n o m e asigna u n a m a n e r a de ser o cualidad particular, sino que, con
motivo de esta cualidad, tiende a h a c e r m e pasar de u n m o d o de ser
a otro m o d o de ser. Este segundo m o d o de ser, ideal d e la since-
ridad, m e está vedado, por naturaleza, alcanzarlo; y, en el m o m e n t o
mismo en que m e esfuerzo por alcanzarlo, tengo la comprensión
oscura y prejudicativa de q u e n o lo alcanzaré. Pero, igualmente,
p a r a poder siquiera concebir u n a intención de m a l a fe, es preciso
que, por naturaleza, m e escape de m i ser en mi ser. Si yo f u e r a u n
h o m b r e triste o cobarde a la m a n e r a en que este tintero es tintero,
la posibilidad d e la m a l a f e n o p o d r í a siquiera concebirse. N o sólo
n o podría escapar de m i ser, sino que ni a u n podría imaginar poder
escaparle. Pero, si la m a l a f e es posible, a título de simple proyecto,
ello se debe a que, justamente, n o hay u n a diferencia t a n t a j a n t e
entre ser y n o ser, c u a n d o se t r a t a de mi ser. L a m a l a fe n o es
posible sino p o r q u e la sinceridad es consciente de m a r r a r su objetivo
por naturaleza. N o p u e d o estar t e n t a d o de c a p t a r m e como no siendo
cobarde siéndolo, a menos q u e este "ser c o b a r d e " esté él mismo
" p u e s t o en cuestión" en el mismo m o m e n t o en que es; a menos q u e
sea él mismo una cuestión; a menos que, en el m o m e n t o mismo en
q u e quiero captarlo, se m e escape p o r todas partes y se aniquile. L a
condición p a r a p o d e r i n t e n t a r u n esfuerzo de mala fe es que, en
cierto sentido, yo no sea ese cobarde q u e n o quiero ser. Pero, si yo
no fuera cobarde en el m o d o simple del no-ser-lo-que-no-se-es, sería
" d e buena f e " al declarar q u e n o soy cobarde. Así, es preciso, ade-
más, q u e yo sea de a l g u n a m a n e r a ese cobarde incaptable y evanes-
cente q u e n o soy. Y n o se entienda con esto que yo deba ser " u n
p o c o " cobarde, en el sentido en q u e " u n poco" significa "en cierta
m e d i d a cobarde y no-cobarde en cierta m e d i d a " . N o : debo ser y
n o ser a la vez totalmente cobarde y en todos los aspectos. Así, en
este caso, la m a l a fe exige q u e yo n o sea lo q u e soy, es decir, q u e
haya u n a diferencia imponderable q u e separe al ser del no-ser en
el m o d o d e ser d e la realidad h u m a n a . Pero la m a l a fe no se limita
a d e n e g a r las cualidades q u e poseo, a n o ver el ser que soy: intenta
también constituirme c o m o siendo lo q u e n o soy. M e capta positi-
v a m e n t e c o m o valeroso, n o siéndolo. Y esto n o es posible, u n a vez
más, a menos q u e yo sea lo q u e n o soy, es decir, a menos q u e el
no-ser, en mí, n o tenga el ser ni siquiera a título de no-ser. Sin d u d a ,
es necesario q u e yo no sea valeroso; si no, la mala fe n o sería ya fe
mala. Pero es menester, además, que mi esfuerzo de m a l a fe in-
cluya la comprensión ontológica de que, a u n en el m o d o ordinario
d e m i ser, lo q u e soy n o lo soy verdaderamente, y de que n o hay
tal diferencia entre el ser de "ser-triste", por ejemplo — l o q u e yo
soy en el m o d o del n o ser lo q u e soy-—, y el "no-ser" del no-ser-
valeroso q u e quiero disimularme. Es preciso, además y sobre todo,
q u e la propia negación d e ser sea ella misma objeto de u n a p e r p e t u a
nihilización; q u e el p r o p i o sentido del "no-ser" esté p e r p e t u a m e n t e
cuestionado en la realidad h u m a n a . Si yo no fuera valeroso, a la
m a n e r a en q u e este tintero n o es mesa, es decir, si estuviera aislado
en m i cobardía, clavado en ella, incapaz d e ponerla en relación com
su contrario; si yo n o f u e r a capaz d e determinarme c o m o cobarde,
es decir, de negar de mí la valentía y así escapar a mi cobardía en
el m o m e n t o mismo en q u e la pongo,; si no m e f u e r a , por principio,
imposible coincidir con m i no-ser valeroso t a n t o como con mi ser-
cobarde, todo proyecto d e mala fe m e estaría vedado. Así, p a r a q u e
la m a l a fe sea posible, es menester q u e la sinceridad misma sea d e
m a l a fe. La condición de posibilidad de la mala fe es q u e la realidad
h u m a n a , en su ser m á s i n m e d i a t o , e n la i n f r a e s t r u c t u r a del cogito
prerreflexivo, sea lo q u e n o es y n o sea lo q u e es.

II

LA "FE" DE LA MALA FE

Pero, p o r el m o m e n t o , n o h e m o s i n d i c a d o sino las condiciones


q u e h a c e n concebible la m a l a fe, las e s t r u c t u r a s d e ser q u e p e r m i t e n
f o r m a r conceptos d e m a l a fe. N o p o d r í a m o s limitarnos a esas con-
sideraciones: n o h e m o s d i s t i n g u i d o a ú n la m a l a f e de la m e n t i r a ;
los conceptos anfibológicos q u e h e m o s descrito p o d r í a n , sin d u d a ,
ser utilizados p o r u n m e n t i r o s o p a r a d e s c o n c e r t a r a su interlocutor,
bien q u e la anfibología d e los mismos, e s t a n d o f u n d a d a sobre el ser
del h o m b r e y n o sobre a l g u n a c i r c u n s t a n c i a e m p í r i c a , p u e d a y d e b a
p a t e n t i z a r s e a todos. El v e r d a d e r o p r o b l e m a de la m a l a f e p r o c e d e ,
e v i d e n t e m e n t e , d e q u e la m a l a f e es fe. N o p u e d e ser n i m e n t i r a cínica
ni evidencia, si evidencia es posesión i n t u i t i v a del objeto. Pero, si
l l a m a m o s creencia a la a d h e s i ó n del ser a su o b j e t o c u a n d o el o b j e t o
n o está d a d o o lo está i n d i s t i n t a m e n t e , e n t o n c e s la m a l a f e es c r e e n -
cia, y el p r o b l e m a esencial d e la m a l a fe es u n p r o b l e m a d e creencia.
¿ C ó m o creer d e m a l a f e e n los conceptos q u e u n o f o r j a expresa-
m e n t e p a r a persuadirse? H a d e advertirse, e n efecto, q u e el p r o -
yecto d e m a l a f e d e b e ser él m i s m o d e m a l a f e ; n o soy d e m a l a f e
s o l a m e n t e al t é r m i n o d e m i esfuerzo, u n a vez q u e h e c o n s t r u i d o mis
conceptos anfibológicos y m e h e p e r s u a d i d o d e ellos. A d e c i r ver-
d a d , n o m e h e p e r s u a d i d o : e n la m e d i d a e n q u e p o d í a estarlo, lo
h e e s t a d o siempre. Y h a sido m e n e s t e r q u e , e n el m o m e n t o m i s m o
e n q u e m e disponía a h a c e r m e de m a l a fe, f u e r a d e m a l a fe c o n
respecto a esas disposiciones mismas. R e p r e s e n t á r m e l a s c o m o d e m a l a
fe, h u b i e r a sido cinismo; creerlas s i n c e r a m e n t e inocentes, h u b i e r a
sido b u e n a fe. L a decisión d e ser d e m a l a f e n o se a t r e v e a decir
su n o m b r e ; se cree y n o se cree d e m a l a f e ; se cree y n o se cree
d e b u e n a fe. Y ella m i s m a , desde el s u r g i m i e n t o d e la m a l a fe,
d e c i d e sobre t o d a la a c t i t u d u l t e r i o r y, en cierto m o d o , sobre la
Weltanschauung d e la m a l a fe. Pues la m a l a f e n o conserva las
n o r m a s y criterios d e la v e r d a d tal c o m o los a c e p t a el p e n s a m i e n t o
crítico d e b u e n a fe. E n e f e c t o : lo q u e ella d e c i d e p r i m e r a m e n t e es
la n a t u r a l e z a d e la v e r d a d . C o n la m a l a f e a p a r e c e n u n a v e r d a d ,
un m é t o d o de pensar, u n tipo de ser de los objetos; y este m u n d o
de m a l a fe de que el sujeto se rodea de pronto tiene por caracterís-
tica ontológica que en él el ser es lo q u e n o es y n o es lo que es.
E n consecuencia, aparece un tipo singidar de evidencia: la evidencia
no persuasiva. L a m a l a fe c a p t a evidencias, pero está resignada de
a n t e m a n o a n o ser llenada por esas evidencias, a n o ser persuadida
y t r a n s f o r m a d a en b u e n a f e : se h a c e h u m i l d e y modesta, n o ignora
— d i c e — q u e la fe es decisión y que, después de cada intuición, es
preciso decidir y querer aquello que es. Así, la m a l a fe, en su pro-
yecto primitivo y desde su surgimiento, decide. Sobre la naturaleza
exacta de sus exigencias, se d i b u j a toda entera en la resolución q u e
toma d e no pedir demasiado, de darse por satisfecha c u a n d o esté m a l
persuadida, de forzar p o r decisión sus adhesiones a verdades inciertas.
Este proyecto primero d e m a l a f e es u n a decisión d e m a l a f e sobre
la naturaleza de la fe. C o m p r e n d a m o s bien q u e n o se t r a t a de u n a
decisión reflexiva y voluntaria, sino de u n a espontánea determinación
d e nuestro ser. U n o se pone d e m a l a fe c o m o quien se duerme, y
se es d e m a l a f e c o m o quien sueña. U n a vez realizado este m o d o
d e ser, es t a n difícil salir d e él c o m o despertarse: pues la m a l a f e
es u n tipo d e ser en el m u n d o , al igual q u e la vigilia o el sueño,
q u e tiende p o r sí mismo a perpetuarse, bien q u e su estructura sea
del tipo metaestable. Pero la m a l a f e es consciente d e su estructura
y h a t o m a d o sus precauciones, decidiendo q u e la estructura metaes-
table era la estructura del ser y q u e la no-persuasión era la estruc-
t u r a de todas las convicciones. Resulta, pues, q u e si la m a l a fe es f e
e implica en su proyecto primero su propia negación (se determina
a estar m a l convencida p a r a convencerse de q u e soy lo q u e n o soy),
es preciso que, en el origen, sea posible u n a fe q u e quiere estar m a l
convencida. ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad de tal fe?
C r e o q u e m i amigo P e d r o siente amistad por mí. L o creo de
buena fe. L o creo y n o tengo d e ello intuición a c o m p a ñ a d a de
evidencia, pues el objeto mismo, p o r naturaleza, n o se presta a la
intuición. Y o lo creo, es decir, que m e dejo llevar por impulsiones
d e confianza; q u e decido creer en ellas y atenerme a esta decisión;
q u e m e conduzco, por último, c o m o si estuviera cierto de ello; y
t o d o esto en la u n i d a d sintética d e u n a misma actitud. L o q u e
d e f i n o así c o m o b u e n a fe es lo q u e Hegel d e n o m i n a r í a lo inmediato,
la f e del carbonero. Hegel' mostraría en seguida q u e lo inmediato
llama la mediación y que la creencia, al hacerse creencia para sí,
pasa al estado de no-creencia. Si creo q u e mi amigo Pedro m e quiere
Ilion, esto significa q u e su amistad se m e aparece c o m o el sentido
«le todos sus actos. L a creencia es u n a conciencia p a r t i c u l a r del
sentido de los actos d e Pedro. Pero si yo sé q u e creo, la creencia se
me aparece c o m o p u r a determinación subjetiva, sin correlato exte-
rior. Es lo q u e hace de la propia p a l a b r a "creer" u n termino indi-
ferentemente utilizado p a r a indicar la inquebrantable firmeza de la
creencia ( " M i Dios, yo creo en ti") y su carácter inerme y estricta-
m e n t e subjetivo ( " P e d r o , ¿es m i amigo? N o sé: creo q u e sí"). Pero
la naturaleza de la conciencia es tal q u e en ella lo m e d i a t o y lo
inmediato son u n solo y mismo ser. C r e e r es saber q u e se cree y
saber q u e se cree es n o creer ya. Así, creer es no creer ya, p o r q u e
no es sino creer esto en la u n i d a d d e u n a misma conciencia n o tética
(de) sí. Por cierto, hemos f o r z a d o aquí la descripción del f e n ó m e n o
ni designarlo con la p a l a b r a saber; la conciencia n o tética n o es
saber; pero, por su misma translucidez, está en el origen de todo
saber. Así, la conciencia n o tética (de) creer es destructora de la
creencia. Pero, a la vez, la ley misma del cogito prerreflexivo implica
q u e el ser del creer debe ser la conciencia d e creer. Asi, la creencia
es u n ser que se pone en cuestión en su propio ser ; que n o puede reali-
zarse sino en su destrucción; q u e n o p u e d e manifestarse a sí sino
negándose: es u n ser p a r a el cual ser es parecer, y parecer es ne-
garse. Creer es n o creer. L a razón de ello es clara: el ser de la
conciencia consiste en existir por sí, y, por ende, hacerse ser y, con
ello, superarse. E n este sentido, la conciencia es p e r p e t u a m e n t e h u i d a
de sí; la creencia se convierte en no-creencia, lo inmediato en me-
diación, lo absoluto en relativo y lo relativo en absoluto. El ideal
d e la b u e n a fe (creer lo q u e se cree) es, c o m o el de la sinceridad
(ser lo que es), u n ideal d e ser-en-sí. T o d a creencia es creencia
insuficiente; no se cree j a m á s en aquello q u e se cree. Y. por con-
siguiente, el proyecto primitivo de la m a l a fe n o es sino la utilización
de esta autodestrucción del h e c h o d e conciencia. Si toda creencia
de b u e n a fe es u n a imposible creencia, hay lugar a h o r a p a r a toda
creencia imposible. M i incapacidad de creer que soy valeroso no
m e r e p u g n a r á ya, puesto que, justamente, n i n g u n a creencia p u e d e
creer jamás lo bastante. Definiré entonces c o m o mi creencia esa
creencia imposible. E n verdad, n o podría disimularme q u e creo p a r a
no creer y q u e n o creo para creer. Pero la sutil y total aniquilación
de la m a l a fe p o r ella misma n o podría sorprenderme: es algo q u e
existe en el f o n d o de toda fe. ¿ Y entonces? ¿ E n el m o m e n t o en
que quiero creerme valeroso, yo sé que soy cobarde? ¿ Y esta certi-
d u m b r e v e n d r í a a d e s t r u i r m i c r e e n c i a ? Pero, primeramente, no
soy m á s valeroso q u e c o b a r d e , si h a d e e n t e n d é r s e l o e n el m o d o d e
ser del en-sí. E n s e g u n d o lugar, n o sé q u e soy valeroso; s e m e j a n t e
c a p t a c i ó n d e m í n o p u e d e a c o m p a ñ a r s e sino d e creencia, pues so-
b r e p a s a la p u r a c e r t i d u m b r e reflexiva. E n t e r c e r l u g a r , es m u y cierto
q u e la m a l a f e n o llega a c r e e r lo q u e q u i e r e creer. Pero, precisa-
m e n t e e n t a n t o q u e a c e p t a c i ó n d e n o creer lo q u e cree, es m a l a fe.
L a b u e n a f e q u i e r e r e h u i r el "no-creer-lo-que-se-cree" r e f u g i á n d o s e
en el ser; la m a l a f e r e h u y e el ser r e f u g i á n d o s e e n el "no-creer-lo-
que-se-cree". L a m a l a f e h a . d e s a r m a d o d e a n t e m a n o t o d a c r e e n c i a :
las q u e quisiera a d q u i r i r y, al m i s m o tiempo, las d e m á s , las q u e q u i e r e
r e h u i r . Al querer esta a u t o d e s t r u c c i ó n d e la creencia, destrucción
d e q u e la ciencia se e v a d e h a c i a la evidencia, la m a l a f e a r r u i n a
las creencias q u e se le o p o n e n , q u e se revelan t a m b i é n c o m o no
siendo sino creencia. Así p o d e m o s c o m p r e n d e r m e j o r el f e n ó m e n o
p r i m e r o d e la m a l a fe.
E n la m a l a fe, n o h a y m e n t i r a cínica ni sabia p r e p a r a c i ó n de
conceptos engañosos. E l a c t o p r i m e r o d e m a l a f e es p a r a r e h u i r lo
q u e n o se p u e d e r e h u i r , p a r a r e h u i r lo q u e se es. El proyecto m i s m o
de h u i d a revela a l a m a l a f e u n a í n t i m a desagregación en el seno
del ser; y esta desagregación es lo q u e ella q u i e r e ser. Pues, a decir
v e r d a d , las dos a c t i t u d e s i n m e d i a t a s q u e p o d e m o s a d o p t a r f r e n t e a
n u e s t r o ser están c o n d i c i o n a d a s p o r la n a t u r a l e z a m i s m a de este ser
y p o r su relación i n m e d i a t a con el en-si. L a b u e n a f e p r o c u r a r e h u i r
la desagregación í n t i m a d e m i ser y e n d o h a c i a el en-sí q u e ella de-
biera ser y n o es. L a m a l a fe p r o c u r a r e h u i r el en-sí r e f u g i á n d o s e
en la desagregación i n t i m a d e m i ser. P e r o esta m i s m a desagregación
es n e g a d a p o r ella, tal c o m o niega d e sí m i s m a ser m a l a fe. Al
r e h u i r p o r el "no-ser-lo-que-se-es" el en-sí q u e n o soy e n el m o d o
d e ser lo q u e n o se es, la m a l a fe, q u e r e n i e g a d e sí e n c u a n t o m a l a
fe, a p u n t a al en-sí q u e n o soy e n el m o d o del "no-ser-lo-que-no-se-
es" 1 . Si la m a l a f e es posible, ello se d e b e a q u e constituye la a m e -
n a z a i n m e d i a t a y p e r m a n e n t e de t o d o proyecto del ser h u m a n o ; a
q u e l a conciencia esconde e n su ser u n riesgo p e r m a n e n t e de m a l a

1
Si bien es indiferente ser de buena o de mala fe, porque la mala fe
alcanza a la buena fe y se desliza en el origen mismo de su proyecto, ello
no significa que no se pueda escapar radicalmente a la mala fe. Pero esto
supone una reasunción del ser podrido por sí mismo, reasunción a la qu«
llamaremos autenticidad y cuya descripción no cabe aquí.
fe. Y el origen de este riesgo es q u e la conciencia, a la vez y en
su ser, es lo q u e n o es y n o es lo q u e es. A la luz d e estas observa-
ciones, podemos a b o r d a r a h o r a el estudio ontológico de la conciencia,
en t a n t o q u e es n o la totalidad del ser h u m a n o , sino el núcleo ins-
t a n t á n e o d e este ser.
S E G U N D A P A R T E

EL SER-PARA-SÍ
CAPÍTULO I

LAS E S T R U C T U R A S I N M E D I A T A S D E L PARA-Sl

LA PRESENCIA A Si

L a n e g a c i ó n nos h a r e m i t i d o a la l i b e r t a d , ésta a l a m a l a fe,


y la m a l a f e al ser d e la c o n c i e n c i a c o m o su c o n d i c i ó n d e posibilidad.
C o n v i e n e , pues, r e t o m a r , a la luz d e las exigencias q u e h e m o s esta-
blecido e n los p r e c e d e n t e s capítulos, l a d e s c r i p c i ó n q u e h a b í a m o s
i n t e n t a d o e n la i n t r o d u c c i ó n d e esta o b r a ; es decir, q u e es necesario
volver al t e r r e n o del cogito prerreflexivo. P e r o el c o g i t o n o e n t r e g a
j a m á s s i n o l o q u e se le p i d e q u e e n t r e g u e . D e s c a r t e s l o h a b í a i n t e -
r r o g a d o sobre su a s p e c t o f u n c i o n a l : "Dudo, piensoy, por haber
q u e r i d o p a s a r sin hilo c o n d u c t o r d e este a s p e c t o f u n c i o n a l a l a d i a -
léctica existencial, cayó e n el t e r r o r sustancialista. Husserl, i n s t r u i d o
p o r este e r r o r , p e r m a n e c i ó t e m e r o s a m e n t e e n el p l a n o d e l a descrip-
c i ó n f u n c i o n a l . P o r eso n o sobrepasó n u n c a l a p u r a descripción d e
la a p a r i e n c i a e n t a n t o q u e tal, se e n c e r r ó e n el cogito, y m e r e c e ser
l l a m a d o , pese a sus protestas, f e n o m e n i s t a m á s b i e n q u e f e n o m e n ó -
logo; a d e m á s , su f e n o m e n i s m o f r i s a a c a d a i n s t a n t e e n el i d e a l i s m o
k a n t i a n o . H e i d e g g e r , q u e r i e n d o e v i t a r este f e n o m e n i s m o d e l a des-
c r i p c i ó n , q u e c o n d u c e al a i s l a m i e n t o m e g á r i c o y a n t i d i a l é c t i c o d e
las esencias, a b o r d a d i r e c t a m e n t e l a a n a l í t i c a existencial sin p a s a r
p o r el cogito. P e r o el Dasein, p o r h a b e r sido p r i v a d o desde el
origen de la d i m e n s i ó n d e la conciencia, n o p o d r á r e c o n q u i s t a r j a -
m á s esa d i m e n s i ó n . H e i d e g g e r d o t a a la r e a l i d a d h u m a n a d e u n a
c o m p r e n s i ó n d e si a la q u e d e f i n e c o m o u n " p r o - y e c t o ek-stático"
d e sus p r o p i a s posibilidades. Y n o e n t r a e n n u e s t r a s i n t e n c i o n e s ne-
g a r l a existencia d e este proyecto. Pero, ¿ q u é sería u n a c o m p r e n s i ó n
q u e , e n sí m i s m a , n o f u e r a c o n c i e n c i a ( d e ) ser c o m p r e n s i ó n ? Este
c a r á c t e r ek-stático d e la r e a l i d a d h u m a n a r e c a e e n u n en-sí cosista
y ciego si n o surge de la conciencia de ék-stasis. A decir v e r d a d ,
es menester p a r t i r del cogito, p e r o de éste cabe decir, p a r o d i a n d o
u n a f ó r m u l a célebre, q u e c o n d u c e a todo con tal q u e se salga de
él. N u e s t r a s indagaciones precedentes, q u e recaían sobre las condi-
ciones d e posibilidad d e ciertas conductas, n o tenían otro objeto q u e
p o n e r n o s en condiciones de interrogar al cogito sobre su ser y pro-
veernos del i n s t r u m e n t a l dialéctico q u e nos permitiera e n c o n t r a r en
el p r o p i o cogito el m e d i o d e evadirnos d e la i n s t a n t a n e i d a d h a c i a la
totalidad de ser q u e la realidad h u m a n a constituye. Volvamos, pues,
a la descripción d e la conciencia no-tética ( d e ) sí, examinemos sus
resultados y p r e g u n t é m o n o s q u é significa, p a r a la conciencia, la ne-
cesidad d e ser lo q u e n o es y d e n o ser lo q u e es.
" E l ser d e la conciencia, escribíamos en la I n t r o d u c c i ó n , es
u n ser p a r a el cual en su ser es cuestión de su ser." Esto significa
q u e el ser d e la conciencia n o coincide consigo m i s m o en u n a ade-
cuación plena. Esta adecuación, q u e es la del en-sí, se expresa por
esta simple f ó r m u l a : el ser es lo q u e es. N o h a y en el en-sí u n a
parcela d e ser q u e n o sea sin distancia con respecto a sí misma. N o
h a y e n el ser así concebido el m e n o r esbozo d e d u a l i d a d ; es lo q u e
expresaremos diciendo q u e la densidad de ser del en-sí es infinita. Es
lo pleno. El principio d e identidad p u e d e llamarse sintético, n o sólo
p o r q u e limita su alcance a u n a región d e ser definida, sino, sobre
tódo, p o r q u e r e ú n e en sí el infinito de la densidad. A es A significa:
A existe b a j o u n a compresión infinita, a u n a densidad infinita. L a
i d e n t i d a d es el c o n c e p t o límite d e la u n i f i c a c i ó n ; n o es v e r d a d q u e
el en-sí necesite d e u n a unificación sintética d e su ser: en el límite
e x t r e m o d e sí misma, la u n i d a d se e s f u m a y pasa a identidad. L o
idéntico es el ideal del u n o , y el u n o llega al m u n d o por la realidad
h u m a n a . El en-sí está p l e n o de sí mismo, y n o cabe i m a g i n a r pleni-
t u d m á s total, adecuación m á s p e r f e c t a del c o n t e n i d o al c o n t i n e n t e :
n o h a y el m e n o r vacío en el ser, la m e n o r fisura p o r la q u e p u d i e r a
deslizarse la n a d a .
L a característica d e la conciencia, al contrario, está en q u e es
u n a descompresión d e ser. Es imposible, en efecto, definirla c o m o
coincidencia consigo misma. D e esta mesa, p u e d o decir q u e es p u r a
y simplemente esta mesa. Pero d e m i creencia, n o p u e d o limitarme
a decir q u e es creencia: m i creencia es conciencia (de) creencia. A
m e n u d o se h a d i c h o q u e la m i r a d a reflexiva altera el hecho de con-
ciencia sobre el cual se dirige. Husserl m i s m o confiesa q u e el h e c h o
d e "ser vista" t r a e a p a r e j a d a p a r a c a d a vivencia u n a modificación
total. Pero creemos h a b e r m o s t r a d o q u e la condición p r i m e r a de
toda reflexividad es u n cogito prerreflexivo. Este cogito, ciertamente,
n o p o n e objeto alguno; p e r m a n e c e intraconsciencial. Pero n o p o r
eso d e j a de ser homólogo al cogito reflexivo, en c u a n t o a p a r e c e c o m o
la necesidad p r i m e r a , p a r a la conciencia irreflexiva, de ser vista p o r
ella m i s m a ; comporta, pues, originariamente, ese carácter dirimente
d e existir p a r a u n testigo, bien q u e este testigo p a r a el cual la
conciencia; existe sea ella misma. Así, p o r el synple hecho d e q u e
m i creencia es c a p t a d a c o m o creencia, ya no es sólo creencia; es
decir, ya n o es m á s creencia: es creencia p e r t u r b a d a . Así, el juicio
ontológico: "la creencia es conciencia (de) creencia" n o p u e d e to-
marse en n i n g ú n caso c o m o u n juicio d e i d e n t i d a d : el sujeto y el
a t r i b u t o son radicalmente diferentes, y esto, sin embargo, en la u n i d a d
indisoluble d e u n m i s m o ser.
M u y bieñ', se d i r á ; pero, p o r lo menos, h a d e decirse q u e la
conciencia (de) creencia es conciencia ( d e ) creencia. Volvemos a
e n c o n t r a r a este nivel la identidad del en-sí. Se t r a t a b a sólo de
elegir de m o d o conveniente el p l a n o en q u e captaríamos nuestro ob-
jeto. Pero n o es v e r d a d : a f i r m a r q u e la conciencia (de) creencia
es conciencia ( d e ) creencia es desolidarizar conciencia y creencia,
suprimir el paréntesis y h a c e r de la creencia u n o b j e t o p a r a la con-
ciencia; es d a r u n brusco salto al p l a n o de la reflexividad. E n efecto,
u n a conciencia (de) creencia q u e n o f u e r a sino conciencia (de)
creencia debería t o m a r conciencia (de) sí misma c o m o conciencia
(de) creencia. L a creencia se convertiría en p u r a cualificación tras-
cendente y noemática d e la conciencia; la conciencia t e n d r í a libertad
d e determinarse c o m o le pluguiera con respecto a esa creencia; se
parecería a esa m i r a d a impasible q u e la conciencia d e Víctor Gousin
lanza sobre los fenómenos psíquicos p a r a irlos i l u m i n a n d o u n o por
uno. Pero el análisis de la d u d a m e t ó d i c a i n t e n t a d o por Husserl h a
puesto claramente d e relieve el h e c h o d e q u e sólo la conciencia re-
flexiva p u e d e desolidarizarse d e lo q u e p o n e la conciencia refleja.
Sólo e n el nivel reflexivo se p u e d e intentar u n a érto/i]. u n poner
entre paréntesis, y se p u e d e rehusar lo q u e Husserl llama el mit-
machen. L a conciencia (de) creencia, a la vez q u e altera irrepara-
blemente la creencia, es, sin embargo, indistinguible d e ella; está para
hacer el acto de fe. Así, nos vemos obligados a confesar q u e la con-
ciencia (de) creencia es creencia. Y así c a p t a m o s en su origen ese
doble juego d e remisión: la conciencia (de) creencia es creencia y
la creencia es conciencia (de) creencia. E n n i n g ú n caso podemos
decir q u e la conciencia es conciencia y q u e la creencia es creencia.
C a d a u n o d e estos términos remite al otro y pasa al otro, y, sin
embargo, es diferente d e él. C o m o hemos visto, ni la creencia ni el
placer ni la alegría p u e d e n existir antes d e ser conscientes; la con-
ciencia les d a la m e d i d a d e su ser; pero n o es menos v e r d a d q u e la
creencia, p o r el h e c h o m i s m o d e n o poder existir sino c o m o pertur-
bada, existe desde el origen c o m o h u r t á n d o s e -a sí misma, como
q u e b r a n d o la u n i d a d d e todos los conceptos en q u e p u e d a querer
encerrársela.
Así, conciencia (de) creencia y creencia son u n solo y mismo
ser, cuya característica es la i n m a n e n c i a absoluta. P e r o desde q u e
se quiere c a p t a r ese ser, se desliza p o r entre los dedos y nos encon-
tramos a n t e u n esbozo de dualidad, a n t e u n j u e g o de reflejos, pues
la conciencia es r e f l e j o , pero justamente, en t a n t o q u e reflejo, ella
es el r e f l e j a n t e ; y, si intentamos c a p t a r l a c o m o reflejante, se desva-
nece y recaemos en el reflejo. Esta estructura del reflejo-reflejante
h a desconcertado a los filósofos, q u e h a n querido explicarla por u n
recurso al infinito, sea, c o m o Spinoza, p o s t u l a n d o u n a idea-ideae q u e
reclama u n a idea-ideae-ideae, etc., sea definiendo, a la m a n e r a de
Hegel, la reversión sobre sí mismo c o m o el v e r d a d e r o infinito. Pero
la introducción del infinito en la conciencia, a p a r t e d e q u e d e j a al
f e n ó m e n o f i j a d o y oscurecido, n o es sino u n a teoría explicativa expre-
samente destinada a reducir el ser d e la conciencia al ser del en-sí.
L a existencia objetiva del reflejo-reflejante, si la aceptamos tal como
se da, nos obliga, al contrario, a concebir u n m o d o d e ser diferente
del en-sí: n o u n a u n i d a d q u e contenga u n a dualidad, n o u n a síntesis
q u e trascienda y recoja los m o m e n t o s abstractos d e la tesis y la a n -
títesis, sino u n a d u a l i d a d q u e es u n i d a d , u n reflejo que es su propia
reflexión. Si, en efecto, p r o c u r a m o s alcanzar el f e n ó m e n o total, es
decir, la u n i d a d d e esa d u a l i d a d o conciencia (de) creencia, aquél
nos remite en seguida a u n o de los términos, y este término a su vez
nos remite a la organización unitaria d e la inmanencia. Pero si, al
contrario, queremos p a r t i r de la dualidad c o m o tal y postular la
conciencia y la creencia c o m o u n par, encontramos d e nuevo la idea-
ideae d e Spinoza y n o d a m o s con el f e n ó m e n o prerreflexivo q u e
queríamos estudiar. Pues la conciencia prerreflexiva es conciencia
(de) sí. Y esta noción misma de sí es lo que debe estudiarse, pues
d e f i n e el ser m i s m o de la conciencia.
Observamos, a n t e todo, que el término de en-sí, q u e hemos to-
m a d o de la tradición p a r a designar al ser trascendente, es impropio.
En el límite d e la conciencia consigo mismo, en efecto, el sí se des-
vanece p a r a d e j a r su lugar al ser idéntico. El sí n o p u e d e ser u n a
propiedad del ser-en-sí. P o r naturaleza, es u n reflexivo, c o m o lo in-
dica suficientemente la sintaxis y, en p a r t i c u l a r , el rigor lógico d e
la sintaxis latina y las distinciones estrictas q u e la g r a m á t i c a establece
entre el uso del eius y el del sui. El sí remite, p e r o remite pre-
cisamente al sujeto. I n d i c a u n a relación del sujeto consigo m i s m o y
esta relación es precisamente u n a d u a l i d a d , p e r o u n a d u a l i d a d p a r -
ticular, ya q u e exige símbolos verbales particulares. Por otra parte,
el sí n o designa al ser ni en t a n t o q u e sujeto ni en t a n t o q u e com-
plemento. E n efecto: si considero el "se" d e "él se a b u r r e " , p o r
ejemplo, c o m p r u e b o q u e se e n t r e a b r e p a r a d e j a r a p a r e c e r detrás al
sujeto mismo. El "se" n o es el sujeto, ya q u e el sujeto sin relación
a sí se condensaría en la identidad del en-sí; t a m p o c o es u n a articu-
lación consistente d e la realidad, ya q u e d e j a a p a r e c e r detrás el su-
jeto!. D e hecho, el sí n o p u e d e ser c a p t a d o c o m o u n existente r e a l :
el s u j e t o n o p u e d e ser sí, pues la coincidencia consigo mismo hace,
según hemos visto, q u e el sí desaparezca. Pero t a m p o c o p u e d e no
ser sí,'ya q u e el sí es indicación del sujeto mismo. El sí representa,
pues, u n a distancia ideal en la i n m a n e n c i a del sujeto con relación
a él m i s m o ; u n a m a n e r a d e no ser su propia coincidencia, de hurtarse
a la identidad al mismo t i e m p o q u e la pone c o m o u n i d a d ; en suma,
u n a m a n e r a d e ser en equilibrio p e r p e t u a m e n t e inestable e n t r e la
identidad c o m o cohesión absoluta sin traza d e diversidad, y la u n i d a d
c o m o síntesis d e u n a multiplicidad. Es lo q u e llamamos la presencia
a sí. L a ley d e ser del para-sí, c o m o f u n d a m e n t o ontológico de la
conciencia, consiste en ser él m i s m o en la f o r m a d e presencia a sí.
Esta presencia a sí h a sido t o m a d a a m e n u d o por u n a plenitud
de existencia, y u n prejuicio m u y d i f u n d i d o entre los filósofos hace
atribuir a la conciencia la m á s alta dignidad de ser. P e r o este pos-
t u l a d o n o p u e d e m a n t e n e r s e después d e u n a descripción m á s avan-
zada de la noción de presencia. E n efecto, toda presencia a im-
plica. dualidad, y p o r lo tanto, separación, p o r lo menos virtual. L a
presencia del ser a sí mismo implica u n despegue del ser con res-
pecto a sí. L a coincidencia de lo idéntico es la v e r d a d e r a plenitud
de ser, precisamente p o r q u e en esa coincidencia n o se d e j a lugar a
negatividad alguna. Sin d u d a , el principio d e identidad p u e d e lla-
m a r al principio d e no-contradicción, c o m o lo h a visto Hegel. E l ser
q u e es lo q u e es debe p o d e r ser el ser q u e n o es lo q u e n o es. Pero,
a n t e todo, esta negación, c o m o todas las demás, llega a la superficie
del ser p o r m e d i o de la realidad h u m a n a , c o m o lo hemos mostrado,
y n o p o r u n a dialéctica p r o p i a del ser mismo. Además, ese principio
n o p u e d e d e n o t a r sino las relaciones del ser con el exterior, ya que,
justamente, rige las relaciones del ser con lo q u e él n o es. Se trata,
pues, d e u n principio constitutivo de las relaciones externas, tales
c o m o p u e d e n a p a r e c e r a u n a realidad h u m a n a presente al ser-en-sí
y c o m p r o m e t i d a en el m u n d o ; n o concierne a las relaciones internas
del ser; estas relaciones, e n t a n t o q u e p o n d r í a n u n a alteridad, n o
existen. El principio de i d e n t i d a d es la negación de t o d a especie d e
relación en el seno del ser-en-sí. Al contrario, la presencia a sí supone
q u e en el ser se h a deslizado u n a fisura impalpable. Si es presente
a si, significa q u e n o es e n t e r a m e n t e sí. L a presencia es u n a degra-
d a c i ó n i n m e d i a t a d e la coincidencia, ya q u e supone la separación.
Pero, si nos p r e g u n t a m o s a h o r a : ¿qué es lo q u e separa al sujeto de
sí mismo?, nos vemos obligados a confesar q u e n o es nada. L o q u e
separa, d e ordinario, es u n a distancia en el espacio, u n lapso tem-
poral, u n d i f e r e n d o psicológico o simplemente la individualidad de
dos co-presentes; e n s u m a , u n a realidad cualificada. Pero, en el
caso q u e nos ocupa, nada p u e d e separar la conciencia ( d e ) creencia
d e la creencia, ya q u e la creencia n o es nada más q u e la conciencia
(dé) creencia. I n t r o d u c i r en la u n i d a d de u n cogito prerreflexivo
u n elemento cualificado exterior a ese cogito sería q u e b r a r su u n i d a d ,
destruir su translucidez; h a b r í a entonces en la conciencia algo d e
lo cual ella n o sería conciencia y q u e n o existiría en sí-mismo c o m o
conciencia. L a separación q u e separa la creencia de sí misma n o
se d e j a ni c a p t a r ni a u n concebir a p a r t e . Si se p r o c u r a descubrirla,
se e s f u m a : nos encontramos con la creencia c o m o p u r a inmanencia.
Pero, al contrario, si se quiere c a p t a r la creencia c o m o tal, entonces
ahí está la fisura, q u e a p a r e c e c u a n d o n o se la quiera ver y desapa-
rece en c u a n t o se p r o c u r a contemplarla. Esa fisura es, pues, lo nega-
tivo puro. L a distancia, el lapso temporal, el d i f e r e n d o psicológico
p u e d e n ser captados en sí mismos y encierran, c o m o tales, elementos
d e positividad; tienen u n a simple función negativa. Pero la fisura
intraconsciencial es, f u e r a d e lo q u e ella niega, u n n a d a , y n o p u e d e
tener ser sino en t a n t o q u e n o se la ve. Eso negativo q u e es n a d a
d e ser y p o d e r nihilizador c o n j u n t a m e n t e , es la nada. E n n i n g u n a
p a r t e podríamos c a p t a r l a con semejante pureza. E n cualquier otra
p a r t e es preciso, de u n a u otra m a n e r a , conferirle el ser-en-sí e n t a n t o
q u e n a d a . Pero la n a d a que surge en el meollo de la conciencia no
es: es sida. L a creencia, p o r ejemplo, n o es contigüidad de u n ser
r o n otro ser; es su propia presencia a sí, su' propia descompresión de
ser. Si no, la u n i d a d del para-sí se desmoronaría e n d u a l i d a d de dos
en-sí. D e este modo, el para-sí debe ser su p r o p i a n a d a . El ser de
la conciencia en t a n t o q u e conciencia consiste en existir a distancia
de si c o m o presencia a sí, y esa distancia n u l a q u e el ser lleva en
su ser es la N a d a . Luego, p a r a q u e exista u n si, es menester q u e la
unidad d e este ser c o m p o r t e su p r o p i a n a d a c o m o nihilización d e lo
idéntico. Pues la n a d a q u e se desliza en la creencia es su n a d a , la
nada de la creencia c o m o creencia en sí, c o m o creencia ciega y plena,
como "fe del carbonero". El para-sí es el ser q u e se d e t e r m i n a a
sí m i s m o a existir en t a n t o q u e n o p u e d e coincidir consigo mismo.
Es comprensible, entonces, que, al interrogar sin hilo conductor
a ese cogito prerreflexivo, n o h a y a m o s encontrado en n i n g u n a p a r t e
la n a d a . N o se encuentra, n o se devela la n a d a a la m a n e r a en q u e
se p u e d e e n c o n t r a r , develar u n ser. L a n a d a es siempre u n en-otra-
parte, Es obligación p a r a el para-sí n o existir j a m á s sino en la f o r m a
de u n en-otra-parte con respecto a sí mismo, existir c o m o u n ser q u e
se a f e c t a p e r p e t u a m e n t e d e u n a inconsistencia d e ser. Esta incon-
sistencia n o remite, p o r otra p a r t e , a otro ser; n o es sino u n a per-
p e t u a remisión d e sí a sí, del reflejo al reflejante, del r e f l e j a n t e al
reflejo. E m p e r o , esta remisión n o provoca en el seno del para-sí u n
movimiénto infinito; está d a d a en la u n i d a d d e u n m i s m o a c t o : el
movimiento infinito n o pertenece sino a la m i r a d a reflexiva q u e
quiere c a p t a r el f e n ó m e n o c o m o t o t a l i d a d . y q u e se v e remitida del
reflejo al r e f l e j a n t e y del r e f l e j a n t e al reflejo sin p o d e r detenerse
nunca. Así, la n a d a es ese a g u j e r o d e ser, esa caída del en-sí hacia
el sí p o r la cual se constituye el para-sí. Pero esa n a d a n a p u e d e
"ser sida" a menos q u e su existencia p r e s t a d a sea correlativa a u n
acto nihilizador del ser. Este acto p e r p e t u o p o r el cual el en-sí se
d e g r a d a en presencia a sí es lo q u e llamaremos acto ontológico. L a
n a d a es el acto p o r el cual el ser pone en cuestión al ser, es decir,
justamente, la conciencia o para-sí. Es u n acaecimiento absoluto
q u e viene al ser p o r el ser y que, sin tener el ser, está p e r p e t u a m e n t e
sostenido p o r el ser. E s t a n d o el ser en sí aislado de su ser por su total
positividad, n i n g ú n ser p u e d e p r o d u c i r ser y n a d a p u e d e llegar al
ser p o r el ser, salvo la n a d a . L a n a d a es la posibilidad p r o p i a del
ser y su única posibilidad. Y a u n esta posibilidad original n o a p a -
rece sino an el a c t a absoluto q u e la realiza. L a n a d a , siendo n a d a de
ser, n o p u e d e venir al ser sino por el ser mismo. Sin d u d a , viene
al ser por u n ser singular, q u e es la realidad h u m a n a . Pero este ser
se constituye como realidad h u m a n a en t a n t o qué n o es n a d a más
que el proyecto original de su p r o p i a nada. L a realidad h u m a n a es
el ser en t a n t o que, en su ser y p o r su ser, es f u n d a m e n t o único de
la n a d a en el sena del ser.

II

LA FACTICIDAD DEL PARA-SL

E m p e r o , el para-sí es. Es, se dirá, a u n q u e más n o sea a título


d e ser q u e no es lo q u e es y que es lo q u e n o es. Es, ya que, cuales-
quiera q u e f u e r e n los obstáculos q u e vengan a hacerla n a u f r a g a r , el
proyecto de la sinceridad es al menos concebible. Es, a título de acae-
cimiento, en el sentido en que p u e d o decir q u e Felipe I I ha sido,
q u e m i amigo P e d r o es, existe; es, en t a n t o q u e aparece en u n a con-
dición q u e n o h a elegido él, en t a n t o q u e P e d r o es burgués francés
de 1942 y q u e Schmitt era obrero berlinés de 1870; es, en t a n t o que
está a r r o j a d o a u n m u n d o , en u n a "situación"; es, en t a n t o que es
p u r a contingencia, en t a n t o q u e p a r a él, c o m o p a r a las cosas del
m u n d o , c o m o p a r a esta pared, este árbol, esta taza, puede plantearse
la p r e g u n t a original: "¿ Por qué este ser es tal y n o de otra m a n e r a ? "
Es, en t a n t o q u e h a y en él algo de q u e él n o es f u n d a m e n t o : su
presencia al mundo.
Esta captación del ser p o r sí mismo c o m o n o siendo su propio
f u n d a m e n t o está en el f o n d o de t o d o cogito. Es notable, a este res-
pecto, que ella se descubra i n m e d i a t a m e n t e en el cogito reflexivo
d e Descartes. E n efecto: c u a n d o Descartes quiere sacar provecho
d e su descubrimiento, se c a p t a a sí mismo c o m o u n ser imperfecto,
"ya q u e d u d a " . Pero, en este ser imperfecto, c o m p r u e b a la presencia
de la idea de perfección. Aprehende, pues, u n desnivel entre el tipo
de ser al que p u e d e concebir y el ser q u e él es. Este desnivel o falta
d e ser está en el origen de la segunda p r u e b a de la existencia de
Dios. Si se descarta, en efecto, la terminología escolástica, ¿ q u é
q u e d a de esta p r u e b a ? El sentido m u y neto de q u e el ser que posee
en sí la idea d e perfección n o p u e d e ser su propio f u n d a m e n t o , pues,
si no, se h a b r í a p r o d u c i d o a sí mismo c o n f o r m e con esa idea. E n
otros términos: u n ser que f u e r a su p r o p i o f u n d a m e n t o , n o podría
consentir el m e n o r desnivel entre lo que él es y lo que concibe, pues
se produciría a sí mismo conforme a su comprensión del ser y n o
p o d r í a concebir sino lo q u e él es. P e r o esta a p r e h e n s i ó n del ser c o m o
(alta de ser f r e n t e al ser es a n t e t o d o u n a c a p t a c i ó n p o r el cogito
ile su p r o p i a contingencia. Pienso, luego soy. ¿ Q u é soy? U n ser
cjue n o es su p r o p i o f u n d a m e n t o ; q u e , e n t a n t o q u e ser, p o d r í a ser
o t r o q u e el q u e es, e n la m e d i d a e n q u e n o explica su ser. E s t a
intuición p r i m e r a de n u e s t r a p r o p i a c o n t i n g e n c i a es lo q u e d a r á
Heidegger c o m o la m o t i v a c i ó n p r i m e r a del p a s o de lo a u t é n t i c o a
lo a u t é n t i c o . Ella es i n q u i e t u d , l l a m a d o de la conciencia ( R u f des
Gewissens), s e n t i m i e n t o de c u l p a b i l i d a d . A decir v e r d a d , la des-
cripción d e H e i d e g g e r d e j a a p a r e c e r d e m a s i a d o c l a r a m e n t e el cui-
d a d o d e f u n d a r o n t o l ó g i c a m e n t e u n a É t i c a d e la q u e p r e t e n d e n o
p r e o c u p a r s e , así c o m o d e conciliar su h u m a n i s m o con el sentido
religioso de lo t r a s c e n d e n t e . L a intuición de n u e s t r a c o n t i n g e n c i a
n o es asimilable a u n s e n t i m i e n t o de c u l p a b i l i d a d . N o p o r eso es
m e n o s v e r d a d q u e en n u e s t r a a p r e h e n s i ó n de nosotros m i s m o s nos
a p a r e c e m o s c o n los c a r a c t e r e s d e u n h e c h o injustificable.
Pero, ¿ n o a c a b á b a m o s d e c a p t a r n o s 1 c o m o conciencia, es decir,
c o m o u n "ser q u e existe p o r sí"? ¿ C ó m o p o d e m o s ser, e n la u n i d a d
d e u n m i s m o s u r g i m i e n t o al ser, ese ser q u e existe p o r sí c o m o n o
siendo el f u n d a m e n t o d e su ser? O , en otros términos, ¿ c ó m o el
para-sí, q u e , en t a n t o q u e es, n o es su p r o p i o ser e n el sentido en
"ser su p r o p i o f u n d a m e n t o " , p o d r í a ser, e n t a n t o q u e es para-sí,
f u n d a m e n t o de su p r o p i a n a d a ? L a respuesta está en la p r e g u n t a
misma.
E n e f e c t o ; si el ser es el f u n d a m e n t o d e la n a d a e n t a n t o q u e
nihilización d e su p r o p i o ser, ello n o significa q u e sea el f u n d a m e n t o
d e su ser. P a r a f u n d a r su p r o p i o ser, le sería necesario existir a dis-
t a n c i a d e sí, y ello i m p l i c a r í a cierta nihilización del ser f u n d a d o
c o m o del ser f u n d a n t e , u n a d u a l i d a d q u e f u e r a u n i d a d : r e c a e r í a m o s
e n el caso del para-sí. E n u n a p a l a b r a , t o d o esfuerzo p a r a c o n c e b i r
la i d e a d e u n ser q u e f u e r a f u n d a m e n t o d e su ser concluye, a su
pesar, f o r m a n d o la i d e a d e u n ser q u e , c o n t i n g e n t e e n t a n t o q u e
ser-en-sí, f u e r a f u n d a m e n t o d e su p r o p i a n a d a . El a c t o de c a u s a c i ó n
p o r el cual Dios es causa sui es u n a c t o nihilizador, c o m o t o d a rea-
s u n c i ó n d e sí p o r sí m i s m o , e n la e x a c t a m e d i d a e n q u e la relación
p r i m e r a d e n e c e s i d a d es u n a reversión sobre sí, u n a reflexividad Y
esta n e c e s i d a d original, a su vez, a p a r e c e sobre el f u n d a m e n t o d e
u n ser c o n t i n g e n t e ; a q u e l , j u s t a m e n t e , q u e es para ser c a u s a de sí.

1
Cf. poco antes, Introducción, parágrafo III.
E n c u a n t o al esfuerzo de Leibniz p o r definir lo necesario a partir-
d e lo posible •—definición retornada por K a n t — , se concibe desde
el p u n t o de vista del conocimiento y n o desde el p u n t o de vista del
ser. El paso de lo posible al ser tal c o m o Leibniz lo concibe (lo ne-
cesario es u n ser cuya posibilidad implica existencia) señala el trán-
sito d e nuestra ignorancia al conocimiento. E n efecto: aquí la posi-
bilidad n o p u e d e ser posibilidad sino a los ojos de nuestro pensa-
miento, ya q u e ella precede a la existencia. Es posibilidad externa
con respecto al ser d e q u e es posibilidad, ya q u e el ser deriva de
ella c o m o u n a consecuencia de u n principio. Pero hemos señalado
antes q u e la noción de 'posibilidad podía ser considerada en dos as-
pectos. Se p u e d e h a c e r d e ella, en efecto, u n a indicación subjetiva
(es posible q u e P e d r o esté m u e r t o significa la ignorancia en que m e
e n c u e n t r o acerca de la suerte de Pedro) y en este caso es el testigo
quien decide de lo posible en presencia del m u n d o ; el ser tiene su
posibilidad f u e r a d e sí, en la p u r a m i r a d a q u e c o n j e t u r a sus opor-
t u n i d a d e s d e ser; la posibilidad bien p u e d e sernos d a d a antes del ser,
p e r o es d a d a a nosotros y n o es posibilidad de ese ser; n o pertenece
a la posibilidad de la bola de billar q u e r u e d a por el tapiz ser des-
viada p o r u n piiegue del p a ñ o ; la posibilidad d e desviación n o per-
tenece t a m p o c o al t a p i z ; n o p u e d e ser sino establecida sintéticamente
por el testigo c o m o u n a relación externa. Pero la posibilidad p u e d e
aparecérsenos t a m b i é n c o m o estructura ontológica d e la realidad:
entonces pertenece a ciertos seres como posibilidad suya; es la posi-
bilidad q u e ellos son, q u e ellos tienen-de-ser. E n este caso, el ser
m a n t i e n e en el ser sus propias posibilidades, es el f u n d a m e n t o de
ellas y n o cabe, pues, derivar de la posibilidad del ser su necesidad.
E n u n a p a l a b r a : Dios, si existe, es contingente.
Así, el ser de la conciencia, en t a n t o q u e este ser es en sí para
nihilizarse en para-sí, p e r m a n e c e contingente, es decir, n o pertenece
a la conciencia el dárselo a sí misma, ni t a m p o c o el recibirlo de los
otros. E n efecto, a p a r t e de q u e la p r u e b a ontológica, como la p r u e b a
cosmológica, fracasa en el intento d e constituir u n ser necesario, la
explicación y el f u n d a m e n t o de m i ser en t a n t o q u e soy tal ser n o
p o d r í a n buscarse en el ser necesario. Las premisas: " T o d o lo q u e
es contingente debe h a l l a r u n f u n d a m e n t o en u n ser necesario; y yo
soy contingente", señalan u n deseo de f u n d a r y n o la vinculación
explicativa con u n f u n d a m e n t o real. Ella n o p o d r í a d a r razón en m o d o
alguno, en efecto, d e esta contingencia, sino sólo de la idea abstracta
de contingencia en general. Además, se t r a t a de valor y n o de he-
( l i o 1 . Pero, si el ser e n sí es c o n t i n g e n t e , se r e a s u m e a sí m i s m o
d e g r a d á n d o s e en para-sí. E s t á p a r a p e r d e r s e e n para-sí. E n u n a
p a l a b r a , el ser es y n o p u e d e sino ser. P e r o la posibilidad p r o p i a
del ser — l a q u e se revela e n el a c t o n i h i l i z a d o r — es ser f u n d a m e n t o
de sí c o m o c o n c i e n c i a p o r el a c t o sacrificial q u e lo n i h í l a ; el p a r a - s í
es el en-sí q u e se p i e r d e c o m o en-sí p a r a f u n d a r s e c o m o conciencia.
Así, la conciencia obtiene d e sí m i s m a su ser-consciente y n o p u e d e
remitir sino a sí m i s m a en t a n t o q u e es su p r o p i a n i h i l i z a c i ó n ; p e r o
lo que se a n i q u i l a e n conciencia, sin p o d e r l l a m á r s e l o f u n d a m e n t o
de la conciencia, es el en-sí c o n t i n g e n t e . E l en-sí n o p u e d e f u n d a r
n a d a ; se f u n d a a sí m i s m o al d a r s e la m o d i f i c a c i ó n del para-sí. E s
f u n d a m e n t o d e sí m i s m o en t a n t o q u e no es ya en-sí: y e n c o n t r a m o s
a q u í el origen d e t o d o f u n d a m e n t o . Si t i ser en-sí n o p u e d e ser ni
su p r o p i o f u n d a m e n t o ni el d e los d e m á s seres, e.l f u n d a m e n t o e n
general viene al m u n d o p o r m e d i o del para-sí. N o sólo el para-sí,
c o m o en-sí nihilizado, se f u n d a a sí m i s m o , sino q u e c o n él a p a r e c e
el f u n d a m e n t o p o r p r i m e r a vez.
Q u e d a e n f i r m e q u e este en-sí, d e v o r a d o y nihilizado e n el a c a e -
c i m i e n t o a b s o l u t o q u e es la a p a r i c i ó n del f u n d a m e n t o o s u r g i m i e n t o
del para-sí, p e r m a n e c e e n el seno del para-sí corno su c o n t i n g e n c i a
original. L a conciencia es su p r o p i o f u n d a m e n t o , p e r o sigue siendo
c o n t i n g e n t e el que haya u n a conciencia m á s b i e n q u e u n p u r o y
simple en-sí al infinito. E l a c a e c i m i e n t o a b s o l u t o o p a r a - s í es con-
t i n g e n t e e n su ser m i s m o . Si descifro los d a t o s del cogito p r e r r e f l e -
xivo, c o m p r u e b o , c i e r t a m e n t e , q u e el para-sí r e m i t e a sí. S e a éste
lo q u e f u e r e , lo es e n el m o d o d e conciencia d e ser. L a sed r e m i t e
a la conciencia d e ser q u e ella es c o m o a su f u n d a m e n t o , e inversa-
m e n t e . P e r o la t o t a l i d a d " r e f l e j o - r e f l e j a n t e " , si p u d i e r a ser d a d a ,
sería c o n t i n g e n c i a y en-sí. Sólo q u e esta t o t a l i d a d es i n a l c a n z a b l e ,
p u e s t o q u e n o p u e d o decir ni q u e la c o n c i e n c i a d e sed es c o n c i e n c i a
d e sed, ni q u e la sed es sed. E s t á ahí, c o m o t o t a l i d a d nihilizada,
c o m o u n i d a d evanescente del f e n ó m e n o . Si c a p t o el f e n ó m e n o c o m o
p l u r a l i d a d , esta p l u r a l i d a d se i n d i c a a sí m i s m a c o m o u n i d a d t o t a -
litaria y, p o r ende, su sentido es la c o n t i n g e n c i a ; es decir, q u e p u e d o
p r e g u n t a r m e : ¿ p o r q u é soy sed, p o r q u é soy c o n c i e n c i a d e este
vaso, de este Y o ? Pero, desde q u e c o n s i d e r o esta t o t a l i d a d e n sí
m i s m a , se nihíla a m i m i r a d a , ella no es; ella es p a r a n o ser, y yo

1
Ese razonamiento se basa explícitamente, en efecto, en las exigencias
de la razón.
r e t o r n o al para-sí c a p t a d o e n su esbozo de d u a l i d a d c o m o f u n d a -
m e n t o d e sí: t e n g o esta cólera p o r q u e yo m e p r o d u z c o c o m o con-
ciencia d e c ó l e r a : s u p r i m i d esta causación d e sí q u e constituye el ser
del p a r a - s í y n o e n c o n t r a r é i s ya n a d a , ni siquiera la "cólera-en-sí",
p u e s la cólera existe p o r n a t u r a l e z a c o r n o para-sí. Así, pues, el p a r a -
sí está sostenido p o r u n a p e r p e t u a c o n t i n g e n c i a , q u e él r e t o m a p o r
su c u e n t a y se asimila sin p o d e r s u p r i m i r l a j a m á s . E s t a c o n t i n g e n c i a
p e r p e t u a m e n t e e v a n e s c e n t e del en-sí, q u e infesta al para-sí y lo" liga
al ser-en-sí sin d e j a r s e c a p t a r n u n c a , es lo q u e l l a m a r e m o s la facti-
cidad del para-sí. E s t a f a c t i c i d a d es lo q u e p e r m i t e decir q u e él es,
existe, a u n q u e n o p o d a m o s n u n c a realizarla y la c a p t e m o s siempre
a través del para-sí. S e ñ a l á b a m o s a n t e r i o r m e n t e q u e n o p o d e m o s
ser n a d a sin j u g a r a serlo "Si soy m o z o d e café, escribíamos, n o
p u e d e ser sino e n el m o d o del no serlo." Y es v e r d a d : Si yo p u d i e r a
ser m o z o de café, m e constituiría de súbito c o m o u n b l o q u e c o n t i n -
g e n t e d e i d e n t i d a d . Y n o h a y t a l : este ser c o n t i n g e n t e y en sí se
m e h u r t a siempre. Pero, p a r a q u e yo p u e d a d a r l i b r e m e n t e u n
sentido a las obligaciones q u e c o m p o r t a m i estado, es preciso q u e ,
e n cierto sentido, e n el seno del para-sí c o m o t o t a l i d a d p e r p e t u a -
m e n t e evanescente, sea d a d o el ser-en-sí c o m o c o n t i n g e n c i a evanes-
c e n t e d e m i situación. Esto surge c l a r a m e n t e del h e c h o d e q u e , si
h e d e jugar a ser m o z o d e c a f é p a r a serlo, e n t o d o caso sería inútil
q u e j u g a r a al d i p l o m á t i c o o al m a r i n o : n o lo sería. Este i n c a p t a b l e
hecho d e m i condición, esta i m p a l p a b l e d i f e r e n c i a q u e s e p a r a la
c o m e d i a r e a l i z a d o r a d e la c o m e d i a p u r a y simple, es lo q u e h a c e
q u e el para-sí, a la vez q u e elige el sentido de su situación constitu-
yéndose c o m o f u n d a m e n t o d e sí m i s m o e n situación, no elija su
posición. A esto se debe q u e m e c a p t e a la vez c o m o t o t a l m e n t e res-
p o n s a b l e d e m i ser, e n t a n t o q u e y o soy su f u n d a m e n t o , y, a la vez,
corno t o t a l m e n t e injustificable. Sin la f a c t i d a d , la conciencia po-
d r í a elegir sus vinculaciones con el m u n d o , a la m a n e r a e n q u e las
almas, en la " R e p ú b l i c a " , eligen su c o n d i c i ó n : p o d r í a d e t e r m i n a r m e
a " n a c e r o b r e r o " o a " n a c e r b u r g u é s " . Pero, p o r o t r a p a r t e , la f a c -
ticidad n o p u e d e constituirse c o m o siendo burgués o siendo obrero.
E l l a ni siquiera es, p r o p i a m e n t e h a b l a n d o , u n a resistencia del hecho,
p u e s yo le c o n f e r i r í a su sentido y su resistencia al r e a s u m i r l a en la
i n f r a e s t r u c t u r a del cogito pierreflexivo. Ella n o es sino u n a indi-
c a c i ó n q u e m e doy a m í m i s m o del ser q u e d e b o a l c a n z a r p a r a ser

1
Parte I, cap. I I , sección 2 ? : las conductas de mala fe.
lo que soy. Es imposible captarla en su b m t a desnudez, pues todo
Jo que de ella encontraremos está ya reasumido y libremente cons-
truido. El simple hecho d e "ser ahí", j u n t o a esta mesa, en esta
habitación, es ya el p u r o o b j e t o de u n concepto-límite y n o se lo
puede alcanzar en t a n t o q u e tal. Y, sin embargo, está contenido
en m i "conciencia de ser ahí", como su contingencia plenaria, como
el en-sí nihilizado sobre f o n d o del cual el para-sí se p r o d u c e a sí
mismo como conciencia de ser ahí. El para-sí, al a h o n d a r en sí
mismo como conciencia de ser ahí, no descubrirá j a m á s en sí sino
motivaciones, es decir, que será p e r p e t u a m e n t e remitido a sí mismo
y a su libertad constante (Estoy ahí p a r a . . . e t c . ) . Pero la contin-
gencia de q u e están transidas estas motivaciones, en la m e d i d a misma
en q u e se f u n d a n totalmente a sí mismas, es la facticidad del para-sí.
L a relación entre el para-sí, q u e es su p r o p i o f u n d a m e n t o en t a n t o
que para-sí, y la facticidad, puede ser correctamente d e n o m i n a d a :
necesidad de hecho. Y, en efecto, esta necesidad de h e c h o es lo q u e
Descartes y Husserl c a p t a n como constituyendo la evidencia del
cogito. El para-sí es necesario en tanto q u e se f u n d a a sí mismo.
Y por eso es el objeto reflexo de u n a intuición apodíctica: n o p u e d o
d u d a r de q u e soy. Pero, en t a n t o q u e este para-sí, tal cual es, p o d r í a
n o ser, tiene toda la contingencia del hecho. Así c o m o mi libertad
nihilizadora se c a p t a a sí misma por la angustia, el para-sí es cons-
ciente de su facticidad: tiene el sentimiento de su g r a t u i d a d total,
se capta como siendo ahí para nada, como estando de más.
N o h a de confundirse la facticidad con esa sustancia cartesiana
cuyo atributo es el pensamiento. Por cierto, la sustancia pensante
n o existe sino en t a n t o que piensa y, siendo cosa creada, participa
de la contingencia del ens creatum. Pero ella es. Conserva el carác-
ter d e en-sí en su integridad, a u n q u e el para-sí sea su atributo. Es
lo q u e se llama la ilusión sustancialista de Descartes. P a r a nosotros,
al contrario, la aparición del para-sí o acaecimiento absoluto remite
ciertamente al esfuerzo de u n en-sí p a r a f u n d a r s e ; corresponde a
u n a tentativa del ser p a r a eliminar la contingencia d e su ser. Pero
esta tentativa termina en la nihilización del en-sí, p o r q u e el en-sí 110
puede f u n d a r a sin introducir el sí o remisión reflexiva y nihilizadora
en la identidad absoluta de su ser y, por consiguiente, sin degra-
darse en para-sí. El para-sí corresponde, pues, a u n a desestructura-
ción descompresora del en-sí y el en-sí se anihíla y se absorbe en su
tentativa de fundarse. N o es, pues, u n a sustancia q u e tenga c o m o
atributo el para-sí y que produzca el pensamiento sin agotarse en
esta producción misma. R u e d a simplemente en el para-sí c o m o u n
r e c u e r d o de ser, c o m o su injustificable presencia al mundo. El ser-
en-sí p u e d e f u n d a r su n a d a pero n o su ser; en su descompresión, se
anihíla en un para-sí que se hace, en t a n t o q u e para-sí, su propio
f u n d a m e n t o ; pero su contingencia de en-sí p e r m a n e c e inasible. Es
lo q u e resta del en-sí en el para-sí c o m o facticidad, y es lo que hace
que el para-sí n o tenga sino u n a necesidad de hecho; es decir, que
es el f u n d a m e n t o de su ser-conciencia o existencia, p e r o n o puede en
ningún caso f u n d a r su presencia. Así, la conciencia n o puede en
ningún caso impedirse a sí misma ser, y e m p e r o es totalmente res-
ponsable de su ser.

III

EL PARA-SI Y EL SER D E L VALOR

U n estudio de la realidad h u m a n a debe comenzar por el cogito.


Pero el "Yo pienso" cartesiano está concebido en u n a perspectiva
instantaneísta de la temporalidad. ¿ P u e d e encontrarse en el seno
del cogito un m e d i o de trascender esa instantaneidad? Si la realidad
h u m a n a se limitara al ser del Y o pienso, no tendría sino u n a verdad
de instante. Y m u y cierto es que, en Descartes, se t r a t a de u n a tota-
lidad instantánea, ya que por sí misma n o erige n i n g u n a pretensión
acerca del porvenir: ya que es necesario u n acto de "creación" con-
tinua p a r a hacerla pasar de u n instante al otro. Pero ¿ p u e d e con-
cebirse siquiera u n a verdad del instante? Y el cogito, ¿ n o compro-
m e t e a su m a n e r a el pasado v el porvenir? Heidegger está a tal
p u n t o persuadido de que el " Y o pienso" de Husserl es u n a viscosa
y fascinante t r a m p a p a r a alondras, que h a evitado totalmente recu-
rrir a la conciencia en su descripción del Dasein. Su propósito es
mostrarlo inmediatamente c o m o cuidado o cura, es decir, como es-
c a p a n d o de sí mismo en el proyecto de sí hacia las posibilidades que
él es. Y llama "comprensión" ( V e rstand) a este proyecto de sí f u e r a
de sí, lo que le permite establecer la r e a l i d a d - h u m a n a como "reve-
lante-revelada". Pero esta tentativa de mostrar primeramente el es-
c a p a r a sí del Dasein hallará a su vez dificultades insuperables; n o
se p u e d e suprimir primeramente la dimensión "conciencia", así sea
p a r a restituirla en seguida. L a comprensión n o tiene sentido a menos
q u e sea conciencia de comprensión. M i posibilidad n o p u e d e existir
t omo mi posibilidad a menos q u e m i conciencia sea la que escape
de sí misma hacia aquélla. Si no, todo el sistema del ser y de sus
posibilidades caería en lo inconsciente, es decir, en el en-sí. H e m o s
sido lanzados de vuelta hacia el cogito. Es necesario partir de él. ¿Se
lo p u e d e a m p l i a r sin p e r d e r los beneficios d e la evidencia reflexiva?
¿ Q u é nos h a revelado la descripción del para-sí?
H e m o s e n c o n t r a d o p r i m e r o u n a nihilización con que el ser del
para-sí se afecta en su ser. Y esta revelación de la n a d a n o nos h a
parecido sobrepasar los límites del cogito. Pero veámoslo mejor.
El para-sí n o p u e d e sostener la nihilización sin determinarse a
sí mismo c o m o u n defecto de ser. Esto significa q u e la nihilización
no coincide con u n a simple introducción del vacío en la conciencia.
El en-sí n o h a sido expulsado de la conciencia por u n ser exterior,
sino q u e el p r o p i o para-sí se d e t e r m i n a p e r p e t u a m e n t e a sí mismo
a no ser el en-sí. Esto significa q u e rio p u e d e f u n d a r s e a sí mismo
sino a p a r t i r del en-sí y contra el en-sí. D e este modo, la nihiliza-
ción, siendo nihilización del ser, representa la vinculación original
entre el ser del para-sí y el ser del en-sí. El en-sí concreto y real
está e n t e r a m e n t e presente en el meollo de la conciencia como lo q u e
ella misma se determina a n o ser. El cogito h a de llevarnos necesa-
riamente a descubrir esta presencia total e inalcanzable del en-sí. Y,
sin d u d a , el h e c h o de esta presencia será la trascendencia misma
del para-sí. Pero, precisamente, la nihilización es el origen de la
trascendencia concebida c o m o vínculo original del para-sí con el
en-sí. D e este modo, entrevemos u n medio de salir del cogito. Y
veremos más adelante, en efecto, que el sentido p r o f u n d o del cogito
es, por esencia, rechazar f u e r a de sí. Pero n o es tiempo a ú n d e
describir esta característica del para-si. L o q u e la descripción onto-
lógica h a h e c h o aparecer i n m e d i a t a m e n t e es que ese ser es f u n d a -
m e n t o de sí como defecto de ser; es decir, que se hace determinar
en su ser p o r u n ser que n o es él.

Empero, hay m u c h a s m a n e r a s de n o ser y algunas de ellas n o


tocan a la naturaleza íntima del ser q u e n o es lo q u e n o es. Si,
por ejemplo, digo de un tintero que n o es u n p á j a r o , el tintero y
el p á j a r o q u e d a n inafectados por la negación. Ésta es u n a relación
externa que n o p u e d e ser establecida sino por u n a r e a l i d a d - h u m a n a
testigo. Al contrario, hay u n tipo de negación q u e establece u n a
relación interna entre lo que se niega y aquello de lo cual se lo
niega D e todas las negaciones internas, la q u e p e n e t r a más pro-
f u n d a m e n t e e n el ser, la q u e constituye en su ser al ser del cual
niega con el ser al cual niega, es la falta de. E s t a f a l t a n o p e r t e n e c e
a la n a t u r a l e z a del en-sí, q u e es t o d o positividad. N o a p a r e c e en el
m u n d o sino con el s u r g i m i e n t o d e la r e a l i d a d h u m a n a . Sólo en el
m u n d o h u m a n o p u e d e h a b e r faltas. U n a f a l t a s u p o n e u n a t r i n i d a d :
a q u e l l o q u e f a l t a , o lo fallante; a q u e l q u e está f a l t o d e aquello q u e
f a l t a , o el existente; y u n a t o t a l i d a d q u e h a sido d e s a g r e g a d a por
la f a l t a y q u e sería r e s t a u r a d a p o r la síntesis d e lo f a l t a n t e y el exis-
t e n t e : es lo fallido.. E l ser q u e se d a a la intuición d e la r e a l i d a d
h u m a n a es s i e m p r e aquel a quien le falta, o existente. P o r e j e m p l o ,
si d i g o q u e la l u n a n o está llena y q u e le f a l t a u n c u a r t o , f o r m u l o
este juicio sobre u n a intuición p l e n a d e u n c u a r t o creciente o m e n -
g u a n t e . Así, lo q u e se d a a la intuición es u n en-sí, q u e , en sí mismo,
n o es ni c o m p l e t o ni i n c o m p l e t o , sino q u e es s i m p l e m e n t e lo q u e es,
sin relación con otros seres. P a r a q u e este en-sí sea c a p t a d o c o m o
c u a r t o d e l u n a , es m e n e s t e r q u e u n a r e a l i d a d h u m a n a t r a s c i e n d a lo
d a d o h a c i a el p r o y e c t o d e la t o t a l i d a d realizada -—en este caso, el
disco de la l u n a l l e n a — y v u e l v a l u e g o h a c i a lo d a d o p a r a consti-
t u i r l o c o m o c u a r t o d e l u n a ; es decir, p a r a realizarlo en su ser a
p a r t i r d e la t o t a l i d a d , q u e se c o n v i e r t e e n f u n d a m e n t o d e él. Y en
ese m i s m o trascender, lo faltante será p u e s t o c o m o a q u e l l o cuya adi-
ción sintética al existente reconstituirá la t o t a l i d a d sintética de lo
fallido. E n este sentido, lo faltante es d e l a m i s m a n a t u r a l e z a q u e
el existente; b a s t a r í a i n v e r t i r la situación p a r a q u e se convirtiera en
u n existente a l c u a l le f a l t a lo f a l t a n t e , m i e n t r a s q u e el existente se
c o n v e r t i r í a e n lo f a l t a n t e , a su vez. L o f a l t a n t e , c o m o c o m p l e m e n -
t a r i o del existente, está d e t e r m i n a d o e n su ser p o r la t o t a l i d a d sinté-
tica d e lo fallido. Así, en el mundo humano, el ser i n c o m p l e t o q u e
se d a a la intuición c o m o lo f a l t a n t e es c o n s t i t u i d o en su ser ñ o r lo
fallido, es decir, p o r a q u e l l o q u e él n o es; la l u n a llena confiere al
c u a r t o d e l u n a su ser d e t a l ; lo q u e n o es d e t e r m i n a a lo q u e es;
está e n el ser del existente, c o m o c o r r e l a t o de u n a trascendencia
h u m a n a , el c o n d u c i r f u e r a d e sí h a c i a el ser q u e él n o es, c o m o
h a c i a su sentido. L a r e a l i d a d h u m a n a , p o r la c u a l la f a l t a a p a r e c e
e n el m u n d o , d e b e ser a su vez u n a f a l t a . Pues la f a l t a n o p u e d e

1
A este tipo de negación pertenece la oposición hegeliana. Pero esta
oposición misma debe fundarse sobre la negación interna primitiva, es decir,
sobre la falta. Por ejemplo, si lo inesencial se hace a su vez lo esencial, ello
se debe a que se lo siente como una falta en el seno de lo esencial.
venir del ser sino por la f a l t a ; el en-sí no puede ser ocasión de falta
p a r a el en-sí. En otros términos, p a r a q u e el ser sea lo faltante o
!o fallido, es menester q u e u n ser se constituya en su propia f a l t a ;
sólo u n ser f a l t o p u e d e trascender el ser hacia lo fallido.
Q u e la realidad h u m a n a sea falta, bastaría p a r a probarlo la
existencia del deseo c o m o hecho h u m a n o . E n efecto: ¿ c ó m o explicar
el deseo si quiere verse en él u n estado psíquico, es decir, u n ser cuya
naturaleza es ser lo que es? U n ser que es lo que es, en la m e d i d a
en q u e se lo considera c o m o siendo lo q u e es, n o solicita n a d a para
completarse. U n círculo inconcluso n o solicita cierre sino en c u a n t o
es trascendido por la trascendencia h u m a n a . E n sí, es completo y
p e r f e c t a m e n t e positivo c o m o c u r v a abierta. U n estado psíquico que
existiera con la suficiencia de esta curva, n o podría poseer por aña-
d i d u r a n i n g u n a "solicitud" d e otra cosa; sería él mismo, sin relación
alguna con lo q u e n o es él; p a r a constituirlo como h a m b r e o sed,
sería menester u n a trascendencia exterior que lo trascendiera hacia
la totalidad " h a m b r e saciada", como trasciende el c u a r t o de luna
hacia la luna llena. N o se resolverá la cuestión haciendo del deseo
u n conatus concebido a imagen de u n a fuerza física. Pues t a m p o c o
el conatus, a u n si se le concede la eficiencia d e u n a causa, podría
poseer en si mismo los caracteres d e u n apetito hacia otro estado.
El conatus como productor d e estados n o p o d r í a identificarse con
el deseo c o m o solicitud d e estado. R e c u r r i r al paralelismo psicofi-
siológico t a m p o c o permitiría eliminar esas dificultades: la sed como
f e n ó m e n o orgánico, como necesidad "fisiológica" de agua, n o existe.
El organismo privado de agua presenta ciertos fenómenos positivos,
por ejemplo, cierto espesamiento coagulescente del líquido sanguíneo,
lo cual provoca a su vez otros fenómenos. El c o n j u n t o es un estado
positivo del organismo, q u e n o remite sino a sí propio, exactamente
c o m o el espesamiento d e u n a solución cuya a g u a se evapora n o
p u e d e ser considerado en sí mismo como u n deseo d e a g u a por p a r t e
d e la solución. Si se supone u n a exacta correspondencia entre lo
mental y lo fisiológico, esta correspondencia sólo p u e d e establecerse
sobre f o n d o d e identidad ontológica, c o m o lo vio Spinoza. E n con-
secuencia, el ser de la sed psíquica será el ser en sí d e u n estado, y
nos vemos reconducidos a u n a trascendencia testigo. Pero entonces
la sed será deseo para esta trascendencia, n o p a r a sí m i s m a : será
deseo a los ojos de otro. Si el deseo h a d e p o d e r ser deseo p a r a sí
mismo, es menester que él mismo sea la trascendencia, es decir,
q u e sea por naturaleza u n escapar d e sí hacia el objeto deseado. En
otros términos, es menester q u e sea u n a f a l t a ; pero n o u n a falta-
objeto, u n a falta padecida, c r e a d a por u n trascender distinto de
ella: es menester q u e sea su p r o p i a falta d e . . . El deseo es falta
de ser; está infestado en su ser más íntimo p o r el ser del cual es
deseo. Así, testimonia la existencia de la falta en el ser de la reali-
d a d h u m a n a . Pero, si la realidad h u m a n a es falta, p o r ella surge
en el ser la trinidad del existente, lo faltante y lo fallido. ¿Cuáles
son, exactamente, los tres términos de esta trinidad?
L o q u e en ella desempeña el papel de existente es lo que se da
al cogito como lo inmediato del deseo: por ejemplo, es ese para-sí
q u e hemos c a n t a d o c o m o n o siendo lo q u e es y siendo lo que n o es.
Pero, ¿ q u é p u e d e ser lo fallido?
P a r a responder a esta pregunta, hemos de volver a la idea de
falta y d e t e r m i n a r m e j o r el vínculo q u e u n e al existente con lo
faltante. Este vínculo n o p u e d e ser d e simple contigüidad. Si aque-
llo q u e falta está tan p r o f u n d a m e n t e presente, en su ausencia mis-
ma, en el meollo del existente, ello se debe a q u e el existente v lo
faltante son a u n t i e m p o mismo captados y trascendidos en la u n i -
d a d d e u n a misma totalidad. Y lo q u e se constituye a sí mismo
como falta n o puede hacerlo sino trascendiéndose hacia u n a f o r m a
mayor desagregada. Así, la falta es aparición sobre el f o n d o de u n a
totalidad. Poco importa, por lo demás, que esta totalidad haya sido
originariamente d a d a y esté desagregada actualmente ( " a la Venus
de M i l o le faltan los brazos. . . " ) c q u e n o haya sido jamás realizada
a ú n ("le falta c o r a j e " ) . L o q u e importa es sólo q u e lo faltante v
el existente se d a n o son captados como debiendo aniquilarse en la
u n i d a d de u n a totalidad fallida.
L o faltante falta siempre a. . . para... Y lo que se d a en la
u n i d a d de u n surgimiento primitivo es el para, concebido c o m o n o
siendo a ú n o n o siendo ya, ausencia hacia la cual se trasciende o
es trascendido el existente trunco, q u e se constituye p o r eso mismo
como trunco. ¿ C u á l es el para de la realidad h u m a n a ?
El para-sí, como f u n d a m e n t o de sí, es el surgimiento de la ne-
gación. Se f u n d a en t a n t o que niega de si cierto ser o m a n e r a de
ser. L o q u e él niega o nihiliza es, como lo sabemos, el ser-en-sí.
Pero n o cualquier ser-en-sí: la realidad h u m a n a es, ante todo, su
p r o p i a n a d a . L o q u e ella niega o nihiliza de sí como para-sí n o
puede ser sino el sí. Y, como está constituida en su sentido p o r ésta
nihilización y esta presencia en sí misma de lo q u e ella nihiliza, a
título d e nihilizado, resulta q u e el sentido de la realidad h u m a n a
está constituido por el sí como ser-en-sí fallido. En t a n t o que, en
su relación primitiva consigo, la realidad h u m a n a n o es lo q u e ella
es, su relación consigo n o es primitiva y n o p u e d e t o m a r su sentido
sino de u n a relación p r i m e r a q u e es la relación nula o identidad. L o
que permite c a p t a r el para-si c o m o n o siendo lo q u e es, es el sí con-
cebido c o m o siendo lo q u e es; la relación n e g a d a en la definición
del para-sí — l a que, como tal, h a de ser puesta p r i m e r o — es u n a
relación d a d a c o m o p e r p e t u a m e n t e ausente del para-sí a sí mismo
en el m o d o d e la identidad. El sentido d e esa sutil perturbación
por la cual la sed se escapa y n o es ya sed, en t a n t o q u e es conciencia
de sed, es u n a sed q u e pudiera ser sed y que la infesta. L o q u e falta
al para-sí es el sí, o el sí-mismo como en-sí.
N o debería confundirse, sin embargo, este en-sí fallido con el
de la facticidad. E l en-sí d e la facticidad, al f r a c a s a r en su tentativa
de fundarse, se h a reabsorbido en p u r a presencia del para-sí al m u n -
do. El en-sí fallido, al contrario, es p u r a ausencia. El fracaso del
acto f u n d a n t e , además, h a h e c h o surgir del qn-sí el para-sí c o m o
f u n d a m e n t o d e su p r o p i a n a d a . Pero el sentido del a c t o f u n d a n t e
fallido q u e d a c o m o trascendente. El para-sí en su ser es fracaso,»
p o r q u e n o es f u n d a m e n t o sino de sí-mismo en t a n t o q u e n a d a . A
decir verdad, este f r a c a s o es su ser m i s m o ; p e r o el para-sí n o tiene
sentido a menos q u e se c a p t e a sí mismo c o m o f r a c a s o en presencia
del ser que es objeto del f r a c a s o : es decir, del ser q u e sería f u n -
d a m e n t o de su ser y n o ya sólo f u n d a m e n t o d e su n a d a ; esto es,
q u e sería su p r o p i o f u n d a m e n t o en tanto que coincidencia consigo
mismo. Por naturaleza, el cogito remite a aquello que le f a l t a y a
lo p o r él fallido, ya q u e es cogito infestado p o r el ser, c o m o bien lo
vio Descartes; y tal es el origen d e la transcendencia: la realidad
h u m a n a es su p r o p i o trascender h a c i a aquello de q u e es f a l t a ; se
trasciende hacia el ser p a r t i c u l a r q u e ella sería si f u e r a lo q u e es.
L a realidad h u m a n a n o es algo q u e existiera p r i m e r o p a r a estar falta
posteriormente de esto o de aquello: existe p r i m e r a m e n t e como falta,
y en vinculación sintética i n m e d i a t a con lo p o r ella fallido. Así, el
acontecimiento p u r o p o r el cual la realidad h u m a n a surge c o m o
presencia al m u n d o es captación d e ella p o r sí m i s m a c o m o su propia
falta. L a realidad h u m a n a se c a p t a en su v e n i d a a la existencia
c o m o ser incompleto. Se c a p t a c o m o siendo en t a n t o q u e n o es, en
presencia d e la totalidad singular d e la q u e es falta, q u e ella es en
la f o r m a de n o serlo y q u e es lo q u e es. L a realidad h u m a n a es
p e r p e t u o trascender h a c i a u n a coincidencia consigo m i s m a q u e n o
se d a jamás. Si el cogito tiende hacia el ser, ello se debe a que por
su p r o p i a resurrección se trasciende hacia el ser cualificándose en su
ser c o m o el ser al cual falta la coincidencia consigo mismo p a r a ser
lo q u e es. El cogito está indisolublemente ligado al ser-en-sí, n o co-
m o u n pensamiento a su o b j e t o — l o cual relativizaría al en-sí—, sino
c o m o u n a falta a aquello q u e define su falta. E n este sentido, la
segunda p r u e b a cartesiana es rigurosa: el ser imperfecto se trasciende
hacia el ser p e r f e c t o ; el ser q u e n o es f u n d a m e n t o sino de su n a d a
se trasciende h a c i a el ser q u e es f u n d a m e n t o d e su ser. Pero el ser
h a c i a el cual la realidad h u m a n a se trasciende no es u n Dios tras-
c e n d e n t e : está en su p r o p i o meollo y n o es sino ella misma c o m o
totalidad.
Pues, e n efecto, esta totalidad n o es el p u r o y simple en-sí con-
tingente d e lo trascendente. L o que la conciencia c a p t a c o m o el
ser h a c i a el cual ella se trasciende coincidiría, si f u e r a p u r o en-sí,
con la aniquilación de la conciencia. Pero la conciencia n o se tras-
ciende en m o d o a l g u n o hacia su aniquilación; n o quiere perderse
en el en-sí d e identidad en el límite d e su trascender. El para-sí
reinvindica el ser-en-sí p a r a el para-sí en t a n t o q u e tal.
Así, este ser p e r p e t u a m e n t e ausente q u e infesta al para-sí es él
mismo f i j a d o en en-sí. Es la imposible síntesis del para-sí y del
en-sí: él sería su p r o p i o f u n d a m e n t o n o en t a n t o q u e n a d a sino en
t a n t o q u e ser y m a n t e n d r í a en sí m i s m o la translucidez necesaria de
la conciencia a la vez q u e la coincidencia consigo mismo del ser-
en-sí. Conservaría esa reversión sobre sí q u e condiciona toda nece-
sidad y todo f u n d a m e n t o . Pero esta reversión sobre sí se cumpliría
sin distancia; n o sería presencia a sí, sino identidad consigo mismo.
E n suma, ese ser sería j u s t a m e n t e el sí, del cual hemos m o s t r a d o que
n o p u e d e existir sino c o m o relación p e r p e t u a m e n t e evanescente; pero
lo sería en t a n t o q u e ser sustancial. Así, la realidad h u m a n a surge
c o m o tal en presencia d e su p r o p i a totalidad o sí c o m o falta de esta
totalidad. Y esta totalidad n o p u e d e ser d a d a p o r naturaleza, ya
q u e r e ú n e en sí los caracteres incompatibles del en-sí y del para-sí.
Y n o se nos t a c h e d e inventar a capricho u n ser d e tal especie:
c u a n d o esta totalidad cuyo ser es la ausencia absoluta es hipostasiada
c o m o trascendencia allende el m u n d o por u n movimiento ulterior
de la meditación, t o m a el n o m b r e de Dios. Dios, ¿ n o es a la vez un
ser q u e es lo q u e es, en t a n t o q u e es todo positividad y el f u n d a -
m e n t o del m u n d o , y u n ser quo n o es lo que es y que es lo q u e n o es,
en t a n t o q u e conciencia de si y f u n d a m e n t o necesario de sí mismo?
L a realidad h u m a n a es padeciente en su ser, p o r q u e surge al ser
como p e r p e t u a m e n t e infestada por u n a totalidad q u e ella es sin
poder serla, ya que justamente n o p o d r í a alcanzar el en-sí sin per-
derse c o m o para-sí. Es, pues, p o r naturaleza, conciencia infeliz, sin
trascender posible de ese estado d e infelicidad.
Pero, ¿ q u é es exactamente en su ser este ser h a c i a el cual se
trasciende la conciencia infeliz? ¿Diremos q u e n o existe? Estas con-
tradicciones q u e advertimos en él p r u e b a n sólo q u e ese ser n o p u e d e
ser realizado. Y n a d a p u e d e valer contra esta v e r d a d de evidencia:
la conciencia n o p u e d e existir sino comprometida en ese ser q u e la
cierne p o r todas partes y d e cuya presencia f a n t a s m a l está t r a n s i d a ;
ese ser q u e ella es y que, sin embargo, no es ella. ¿Diremos q u e es
u n ser relativo a la conciencia? Sería c o n f u n d i r l o con el o b j e t o de
u n a tesis. Ese ser n o está puesto p o r la conciencia y a n t e ella; n o
hay conciencia de ese ser, ya q u e él infesta la conciencia n o tética
(de) sí, la m a r c a como su sentido de ser, y ella n o es conciencia de
él, tal c o m o n o es t a m p o c o conciencia de sí. Sin embargo, ese ser
t a m p o c o p o d r í a escaparse a la conciencia: en t a n t o q u e ella se
dirige al ser c o m o conciencia (de) ser, él está ahí. Y precisamente
n o es la conciencia quien confiere su ser a ese ser, c o m o lo confiere
a este tintero o a ese lápiz; pero, sin ese ser q u e ella es en la f o r m a
del n o serlo, la conciencia n o sería conciencia, es decir, f a l t a : al
contrario, la conciencia t o m a d e él p a r a ella misma su significación
de conciencia. Surge, al mismo t i e m p o q u e ella, a la vez en su meollo
y f u e r a de ella; él es la absoluta trascendencia en la inmanencia
absoluta; n o hay prioridad ni de él sobre la conciencia ni de la con-
ciencia sobre él: foiman pareja. Sin d u d a , ese ser n o p o d r í a existir
sin el para-sí, p e r o éste t a m p o c o p o d r í a existir sin aquél. C o n rela-
ción a ese ser, la conciencia se m a n t i e n e en el m o d o d e ser ese ser,
pues él es ella misma, p e r o c o m o u n ser q u e ella n o p u e d e ser. Él
es ella, en el meollo de ella misma y f u e r a de su alcance, c o m o u n a
ausencia y u n irrealizable, y su naturaleza consiste en encerrar en sí
su propia contradicción; su relación con el para-sí es u n a i n m a n e n c i a
total que culmina en total trascendencia.
Por otra parte, n o h a d e concebirse este ser c o m o presente a la
conciencia con sólo los caracteres abstractos q u e nuestras investiga-
ciones h a n establecido. L a conciencia concreta surge en situación,
y es conciencia singular e individualizada de esa situación y (de) sí
misma en situación. A esta conciencia concreta está presente el sí,
y todos los caracteres concretos de la conciencia tienen sus corre-
latos en la totalidad del sí. El sí es individual, e infesta al para-sí
c o m o su p l e n o c u m p l i m i e n t o individual. U n sentimiento, por ejem-
plo, es sentimiento en presencia de u n a n o r m a , es decir, de u n sen-
timiento del m i s m o t i p o p e r o q u e f u e r a lo que es. Esta n o r m a o
totalidad del sí afectivo está d i r e c t a m e n t e presente c o m o falta pa-
decida en el meollo m i s m o del sufrimiento padecido. Se sufre, y se
s u f r e p o r n o sufrir bastante. El sufrimiento d e q u e hablamos n o es
j a m á s e n t e r a m e n t e el q u e sentimos. L o q u e llamamos el sufrimiento
"bello" o " b u e n o " o " v e r d a d e r o " , q u e nos conmueve, es el sufri-
m i e n t o q u e leemos en el rostro de los demás o, m e j o r aún, en los
retratos, en la faz de u n a estatua, en u n a m á s c a r a trágica. Es u n
sufrimiento q u e tiene ser. Se nos ofrece c o m o u n todo c o m p a c t o y
objetivo, q u e n o esperaba nuestra llegada p a r a ser, y q u e rebalsa
la conciencia q u e de él t o m a m o s ; está ahí, en medio del m u n d o ,
i m p e n e t r a b l e y denso, c o m o este árbol o esa piedra, d u r a n d o ; p o r
último, es lo q u e es; d e él p o d e m o s decir: ese sufrimiento, q u e se
expresa en ese rictus, en ese ceño. Está sostenido y ofrecido por la
fisonomía, p e r o n o creado. Se h a posado eñ ella, está m á s allá t a n t o
d e la pasividad c o m o d e la actividad, de la negación c o m o de la
a f i r m a c i ó n : simplemente es. Y, empero, n o p u e d e ser sino c o m o
conciencia d e sí. Bien sabemos q u e esa m á s c a r a n o expresa la m u e c a
inconsciente d e alguien q u e duerme, ni el rictus d e u n m u e r t o : re-
m i t e a posibilidades, a u n a situación en el m u n d o . El sufrimiento
es la relación consciente con esas posibilidades, con esa situación;
p e r o solidificada, m o l d e a d a en el bronce del ser; y en t a n t o que tal
nos fascina: es c o m o u n a aproximación d e g r a d a d a a ese sufrimien-
to-en-sí q u e infesta a nuestro p r o p i o sufrimiento. El sufrimiento
q u e siento yo, al contrario, n o es n u n c a sufrimiento bastante, por el
h e c h o de q u e se nihiliza como en-sí con el acto mismo p o r el cual
se f u n d a . C o m o sufrimiento, escapa hacia la conciencia d e sufrir.
N o p u e d o j a m á s ser sorprendido por él, pues sólo es en la exacta
m e d i d a en q u e yo lo siento. Su translucidez le quita t o d a p r o f u n d i -
d a d . N o p u e d o observarlo, como observo el de la estatua, puesto
q u e yo lo h a g o y sé de él. Si es preciso sufrir, quisiera yo q u e m i
sufrimiento m e c a p t a r a y desbordara como u n a t e m p e s t a d ; pero es
menester, al contrario, que yo lo eleve a la existencia en mi libre
espontaneidad. Quisiera a la vez serlo y padecerlo, pero ese sufri-
m i e n t o enorme y opaco que m e transportaría f u e r a de mí m e roza
c o n s t a n t e m e n t e con su ala y n o p u e d o captarlo, n o m e e n c u e n t r o
sino conmigo m i s m o ; conmigo, q u e m e l a m e n t o y gimo; conmigo,
que debo, p a r a realizar ese sufrimiento que soy. representar sin tregua
la comedia de sufrir. M e retuerzo los brazos, grito, p a r a que seres
en sí —sonidos, gestos— recorran el m u n d o , cabalgados por el su-
frimiento en sí que yo no p u e d o ser. C a d a lamento, cada fisonomía
del q u e sufre aspira a esculpir u n a estatua en sí del sufrimiento.
Pero esta estatua n o existirá j a m á s sino por los ctros y p a r a los
otros. M i sufrimiento sufre p o r ser lo que n o es, por n o ser lo q u e
es; a p u n t o de reunirse consigo, se h u r t a , separado de sí mismo p o r
nada, por esa n a d a de que él mismo es f u n d a m e n t o . Por n o ser
bastante, se hace verboso; pero su ideal es el silencio. El silencio de
la estatua, del h o m b r e agobiado q u e b a j a la f r e n t e y se cubre el
rostro sin decir n a d a . Pero este h o m b r e silencioso sólo calla para
mí; en sí mismo parlotea inagotablemente, pues las palabras del
lenguaje interior son como esbozos del "sí" del sufrimiento. Sólo
a mis ojos ese h o m b r e está "aplastado" por el sufrimiento: en sí
mismo, se siente responsable de ese dolor q u e quiere sin quererlo y
que n o quiere queriéndolo, y está infestado por u n a p e r p e t u a ausen-
ciá, la del sufrimiento inmóvil y m u d o que es el sí, la totalidad con-
creta e inalcanzable del para-sí que sufre, el para de la Realidad-
h u m a n a sufriente. C o m o se ve, este sufrimiento-sí que visita a m i
sufrimiento n o es j a m á s puesto p o r éste. Y m i sufrimiento real n o
es u n esfuerzo por alcanzar el sí: n o p u e d e ser sufrimiento sino co-
m o conciencia (de) no ser suficientemente sufrimiento en presencia
de ese sufrimiento pleno y ausente.
Podemos a h o r a determinar con más nitidez lo que es el ser del
sí: es el valor. El valor, en efecto, está afectado por el doble carác-
ter, m u y incompletamente explicado por los moralistas, de ser in-
condicionalmente y de n o ser. E n t a n t o que valor, en efecto, el valor
tiene ser; pero este existente n o r m a t i v o n o tiene ser, precisamente,
en tanto q u e realidad. Su ser es ser valor, es decir, no ser ser. Así,
el ser del valor en tanto que valor es el ser de lo q u e n o tiene ser.
El valor, pues, parece incaptable: de tomárselo como ser, se corre el
riesgo de desconocer totalmente su irrealidad y hacer de él, c o m o
los sociólogos, u n a exigencia de hecho entre otros hechos. E n este
caso, la contingencia del ser m a t a al valor. Pero, a la inversa^ si
no se tienen ojos sino p a r a la idealidad de los valores, se les q u i t a r á
el ser; y, faltos de ser, se desmoronan. Sin d u d a , puedo, c o m o lo
ha mostrado Scheler, alcanzar la intuición de los valores a p a r t i r de
ejemplificaciones concretas: p u e d o c a p t a r la nobleza a p a r t i r de
un acto noble. Pero el valor así a p r e h e n d i d o n o se d a como situado
en el ser al mismo nivel q u e el a c t o al cual valoriza; al modo, por
ejemplo, de la esencia " r o j o " con relación al r o j o singular. Se da
c o m o u n m á s allá de los actos considerados; como, por ejemplo, el
límite de la progresión infinita de los actos nobles. El valor está
allende el ser. Empero, si no queremos quedarnos en palabras, he-
mos d e reconocer q u e ese ser q u e está allende el ser posee el ser
por lo menos d e a l g u n a m a n e r a . Estas consideraciones bastan p a r a
hacernos a d m i t i r que la realidad h u m a n a es aquello por lo cual el
valor llega al m u n d o . P e r o el valor tiene p o r sentido ser aquello
hacia lo cual u n ser trasciende su ser: todo acto valorizado es a r r a n -
camiento del propio ser h a c i a . . . El valor, siendo siempre y do-
quiera el allende de todos los trascenderes, p u e d e ser considerado
como la u n i d a d incondicionada de todos los trascendentes de ser. Y
d e este m o d o f o r m a p a r e j a con la realidad que originariamente tras-
ciende su ser y p o r la cual el trascender viene al ser, es decir, con
la realidad h u m a n a . Se ve también q u e el valor, siendo el más allá
incondicionado d e todos los trascenderes, debe ser originariamente
el m á s allá del ser mismo q u e opera el trascender, pues es la única
m a n e r a en q u e p u e d e ser el m á s allá original d e todos los trascen-
deres posibles. Si todo trascender h a de poder trascenderse, en efecto,
es menester q u e el ser q u e opera el trascender sea a priori trascendido
en tanto que es la f u e n t e misma d e los trascenderes; así, el valor
t o m a d o en su origen, o valor supremo, es el más allá y el para de
la trascendencia. Es el m á s allá que trasciende y f u n d a todos mis
trascenderes, pero hacia el cual n o p u e d o yo trascenderme jamás,
ya que precisamente mis trascenderes lo suponen. Es lo fallido de
todas las faltas, n o lo faltante. El valor es el sí en tanto que infesta
el meollo del para-sí c o m o aquello p a r a lo cual es. El valor supremo
hacia el cual la conciencia se trasciende a cada instante por su ser
mismo es el ser absoluto del sí, con sus caracteres de identidad, pu-
reza, permanencia, etc., y en t a n t o que es f u n d a m e n t o d e sí. Es lo
q u e nos permite concebir p o r qué el valor p u e d e a la- vez ser y no
ser. Es c o m o el sentido y el m á s allá de todo trascender, es como el
en-sí ausente q u e infesta al ser p a r a si. Pero, desde q u e se lo consi-
dera, se ve q u e es él mismo un trascender ese ser-en-sí, ya q u e se
lo da él mismo a sí mismo. Está m á s allá d e su propio ser porque,
siendo su ser del tipo d e la coincidencia consigo mismo, trasciende
i n m e d i a t a m e n t e este ser, su permanencia, su pureza, su consistencia,
su identidad, su silencio, r e c l a m a n d o estas cualidades a título de
presencia a sí. Y, recíprocamente, si se comienza por considerarlo
c o m o presencia a sí, esta presencia q u e d a en seguida solidificada,
f i j a d a e n en-sí. A d e m á s , el valor es en su ser la t o t a l i d a d fallida
h a c i a la cual u n ser se h a c e ser. S u r g e p a r a u n ser n o en t a n t o
q u e este ser es lo q u e es, e n p l e n a contingencia, sino e n t a n t o q u e
este ser es f u n d a m e n t o d e su p r o p i a nihilización. E n .este sentido,
el v a l o r infesta al ser en t a n t o q u e éste se f u n d a , n o en t a n t o q u e
es: i n f e s t a a la libertad. Esto significa q u e la relación e n t r e el valor
y el para-sí es m u y p a r t i c u l a r : es el ser q u e éste h a d e ser en t a n t o
q u e es f u n d a m e n t o d e su p r o p i a n a d a d e ser. Y, si el para-sí h a d e
ser este ser, ello n o o c u r r e p o r u n a coerción e x t e r n a , ni p o r q u e el
valor, c o m o el p r i m e r m o t o r d e Aristóteles, e j e r z a sobre él u n a a t r a c -
ción d e hecho, ni e n v i r t u d d e u n c a r á c t e r recibido d e su ser; sino
p o r q u e se h a c e ser e n su ser c o m o h a b i e n d o d e ser ese ser. E n u n a
p a l a b r a , el sí, el para-sí y su m u t u a relación se m a n t i e n e n e n los
límites d e u n a libertad i n c o n d i c i o n a d a — e n el sentido d e q u e nada
h a c e existir al valor, sino esa libertad q u e al m i s m o t i e m p o m e h a c e
existir a m í — y a la vez e n los límites d e la f a c t i c i d a d c o n c r e t a , en
t a n t o q u e , f u n d a m e n t o d e su n a d a , el para-sí n o p u e d e ser f u n d a -
m e n t o d e su ser. H a y , pues, u n a total c o n t i n g e n c i a del ser-para-
el-valor, q u e r e c a e r á i n m e d i a t a m e n t e sobre t o d a la m o r a l p a r a
transiría y relativizarla; y, al m i s m o t i e m p o , u n a libre y absoluta
necesidad 1 .
E l valor e n su s u r g i m i e n t o original n o es puesto p o r el p a r a - s í :
es consustancial a éste, h a s t a tal p u n t o q u e n o h a y conciencia q u e
n o esté i n f e s t a d a p o r su v a l o r y q u e l a r e a l i d a d h u m a n a , e n sentido
a m p l i o , incluye al para-sí y al valor. Si el valor infesta al para-sí
sin ser p u e s t o p o r él, ello se d e b e a q u e el valor n o es o b j e t o d e u n a
tesis: en efecto, p a r a ello sería m e n e s t e r q u e el para-sí fuese p a r a

1
Se incurrirá tal vez en la tentación de traducir en términos hegelianos
la trinidad aquí encarada, haciendo del en-sí la tesis, del para-sí la antítesis
y del en-sí-para-sí o Valor la síntesis. Pero ha de observarse que-, si al
Para-sí le falta el En-sí, al En-sí no le falta el Para-sí. No hay, pues, reci-
procidad en la oposición. En una palabra, el Para-sí permanece inesencial y
contingente con respecto al En-sí, y esta inesencialidad es lo que llamábamos
antes su facticidad. Además, la síntesis o Valor sería ciertamente urj retorno
a la tesis y, por ende, un retorno a sí, pero como aquél es totalidad irreali-
zable, el Para-sí no es un momento que pueda ser trascendido. Como tal,
su naturaleza lo aproxima mucho más a las realidades "ambiguas" de Kier-
kegaard. Además, encontramos aquí un doble juego de oposiciones unila-
terales: al Para-sí, en un sentido, le falta el En-sí, al cual en cambio no
le falta aquél; pero, en otro sentido, le falta su posible (el Para-sí faltante),
el cual tampoco está falto de él.
sí mismo objeto d e posición, ya q u e valor y para-sí n o pueden surgir
sino en la u n i d a d consustancial de u n a pareja. Así, el para-sí como
conciencia no-tética (de) sí n o existe frente al valor, en el sentido
en que, p a r a Leibniz, la m ó n a d a existe "sola f r e n t e a Dios". El valor
n o es, jiues, conocido en este estadio, ya que el conocimiento pone
al o b j e t o f r e n t e a la conciencia. El valor es sólo d a d o con la trans-
lucidez no-tética del para-sí, q u e se hace ser como conciencia de ser;
está doquiera y en n i n g u n a p a r t e , en el meollo de la relación nihi-
lizadora "reflejo-reflejante", presente e inalcanzable, vivida simple-
m e n t e c o m o el sentido concreto de esa falta que constituye mi ser
presente. P a r a que el valor se convierta en objeto de u n a tesis, es
menester q u e el para-sí al cual infesta comparezca ante la m i r a d a
de la reflexión. L a conciencia reflexiva, en efecto, p o n e la vivencia
refleja en su naturaleza de falta y desentraña al mismo tiempo el
valor c o m o el sentido inalcanzable de lo fallido. Así; la conciencia
reflexiva p u e d e ser llamada, p r o p i a m e n t e hablando, conciencia mo-
ral, ya que n o p u e d e surgir sin develar al mismo tiempo los valores.
V a d e suyo q u e q u e d o libre, en m i conciencia reflexiva, p a r a dirigir
mi atención a los valores o p a r a pasarlos por alto, exactamente c o m o
d e m í d e p e n d e m i r a r más particularmente, en la superficie de esta
mesa, m i estilográfica o m i p a q u e t e de tabaco. Pero, sean o n o ob-
jeto d e u n a atención circunstanciada, los valores son.
N o h a de concluirse de ello, empero, q u e la m i r a d a reflexiva
sea la única capaz de h a c e r a p a r e c e r el valor, ni que proyectemos
por analogía los valore de nuestro para-sí al m u n d o de la trascen-
dencia. Si el objeto de la intuición es u n f e n ó m e n o de la realidad
h u m a n a , pero trascendente, se entrega i n m e d i a t a m e n t e con su va-
lor, pues el para-sí del p r ó j i m o n o es u n f e n ó m e n o escondido q u e
se dé sólo c o m o la conclusión de u n razonamiento p o r analogía. Se
manifiesta originariamente a m i para-sí y, c o m o lo veremos, su pre-
sencia c o m o p a r a - o t r o es hasta la condición necesaria p a r a la cons-
titución del para-sí como tal. Y en este surgimiento del p a r a - o t r o
el valor es d a d o como en el surgimiento del para-sí, a u n q u e en u n
m o d o de ser diferente. Pero n o podemos t r a t a r sobre el e n c u e n t r o
objetivo de los valores en el m u n d o mientras n o hayamos elucidado
la naturaleza del para-otro. Postergamos, pues, el examen de esta
cuestión hasta la tercera p a r t e del presente libro.
EL PARA-SÍ Y EL SER DE LOS POSIBLES

H e m o s visto q u e la r e a l i d a d h u m a n a e r a u n a f a l t a y q u e , en
t a n t o q u e para-sí, le f a l t a b a cierta coincidencia consigo m i s m a .
C o n c r e t a m e n t e , c a d a para-sí (vivencia) p a r t i c u l a r está f a l t o d e cierta
r e a l i d a d p a r t i c u l a r y c o n c r e t a c u y a asimilación sintética lo t r a n s -
f o r m a r í a e n sí. E s t á f a l t o de.. . para.. ., c o m o el disco r e c o r t a d o
de la l u n a está f a l t o de lo q u e necesitaría para c o m p l e t a r s e y trans-
f o r m a r s e e n l u n a llena. Así, lo f a l t a n t e surge en el proceso d e tras-
c e n d e n c i a y se d e t e r m i n a p o r u n r e t o r n o h a c i a el existente a p a r t i r
de lo fallido. L o f a l t a n t e así d e f i n i d o es t r a s c e n d e n t e y c o m p l e -
m e n t a r i o c o n respecto al existente. Es, pues, d e la m i s m a n a t u r a l e z a :
lo q u e f a l t a al c u a r t o d e l u n a p a r a ser l u n a es, p r e c i s a m e n t e , u n
f r a g m e n t o d e l u n a ; lo q u e f a l t a al á n g u l o o b t u s o A B C p a r a f o r m a r
dos rectos es el á n g u l o a g u d o C B D . L o q u e f a l t a , pues, al para-sí
p a r a integrarse al sí, es para-sí. P e r o n o p u e d e t r a t a r s e e n m o d o
a l g u n o d e u n para-sí a j e n o , es decir, d e u n para-sí q u e yo n o soy.
E n e f e c t o : p u e s t o q u e el ideal surgido es la coincidencia del sí, el
para-sí f a l t a n t e es u n para-sí q u e y o soy. Pero, p o r o t r a p a r t e , si
yo lo f u e r a e n el m o d o d e la i d e n t i d a d , el c o n j u n t o se h a r í a en-sí.
Y o soy el para-sí f a l t a n t e e n el m o d o d e tener-de-ser el para-sí q u e
n o soy, p a r a i d e n t i f i c a r m e a él e n la u n i d a d del sí. D e este m o d o ,
la relación t r a s c e n d e n t e original del para-sí con el sí esboza per-
p e t u a m e n t e u n c o m o proyecto d e identificación del para-sí c o n u n
para-sí a u s e n t e q u e él es y q u e le falta. L o q u e se d a c o m o lo fal-
tante propio d e c a d a para-sí y se d e f i n e r i g u r o s a m e n t e c o m o lo fal-
t a n t e a ese para-sí preciso y a n i n g ú n otro, es el posible del para-sí.
E l posible surge sobre el f o n d o d e nihilización del para-sí. N o es
c o n c e b i d o t e m á t i c a m e n t e con posterioridad c o m o m e d i o d e recons-
tituir el sí; sino q u e el s u r g i m i e n t o del para-sí c o m o nihilización del
en-sí y descompresión d e ser h a c e surgir al posible c o m o u n o d e los
aspectos d e esa descompresión de ser; es decir, c o m o u n a m a n e r a
de ser a distancia d e sí lo q u e se es. D e este m o d o , el para-sí n o
p u e d e a p a r e c e r sin estar i n f e s t a d o p o r el v a l o r y p r o y e c t a d o h a c i a
sus posibles propios. Sin e m b a r g o , desde q u e nos remite a sus posi-
bles, el cogito nos expulsa del i n s t a n t e h a c i a lo q u e él es e n el m o d o
d e n o serlo.
Pero, p a r a comprender m e j o r cómo la realidad h u m a n a es y
no es a la vez sus propias posibilidades, hemos de volver sobre la
noción d e posible y t r a t a r d e elucidarla.
O c u r r e con el posible c o m o con el valor: hay la mayor dificul-
tad en comprender su ser, pues se d a c o m o anterior al ser del cual
es posibilidad p u r a , y, empero, en t a n t o q u e posible al menos, es
necesario que tenga ser. ¿ N o se dice: "Es posible q u e v e n g a " ?
Desde Leibniz, suele llamarse "posible" a u n suceso que n o se halla
incluido en u n a serie causal existente tal q u e se lo p u e d a d e t e r m i n a r
con seguridad, y q u e n o implica contradicción alguna ni consigo
m i s m o ni con el sistema considerado. Así definido, el posible n o es
posible sino a los ojos del conocimiento, ya q u e n o estamos en con-
diciones ni de a f i r m a r ni d e negar el posible considerado. D e ahí
dos actitudes f r e n t e al posible: se p u e d e considerar, c o m o Spinoza,
q u e no existe sino con respecto a nuestra ignorancia y que se des-
vanece c u a n d o ella se desvanece. E n este caso, el posible no es sino
u n estadio subjetivo en el c a m i n o del conocimiento p e r f e c t o : n o
tiene otra realidad que la de un m o d o psíquico; tiene u n ser con-
creto, en t a n t o que pensamiento confuso o trunco, p e r o n o en t a n t o
que p r o p i e d a d del m u n d o , Pero cabe también h a c e r de la infinidad
de los posibles el objeto de los pensamientos del entendimiento divino,
a la m a n e r a de Leibniz, lo que les confiere u n a m a n e r a de realidad
absoluta, reservándose a la voluntad divina el p o d e r de realizar el
m e j o r sistema d e entre ellos. E n este caso, a u n q u e el encadenamiento
de percepciones de la m ó n a d a esté rigurosamente d e t e r m i n a d o y u n
ser omnisciente p u e d a establecer con certeza la decisión de A d á n a
p a r t i r de la f ó r m u l a misma d e su sustancia, n o es absurdo decir:
"Es posible q u e A d á n n o coja la m a n z a n a " . Esto significa sola-
m e n t e que existe, a título de pensamiento en el entendimiento divino,
otro sistema de composibles, tal q u e A d á n f i g u r a en él como n o
habiendo comido el f r u t o del árbol de la Ciencia. Pero ¿esta concep-
ción difiere tanto de la de Spinoza? L o hecho, la realidad del p o -
sible es ú n i c a m e n t e la del pensamiento divino. Esto significa que el
posible tiene el ser como pensamiento q u e n o h a sido realizado. Sin
d u d a , la idea d e subjetividad h a sido aquí llevada al limite, pues se
trata de la conciencia divina, no de la m í a ; y si de e n t r a d a se h a
t o m a d o la precaución d e c o n f u n d i r subjetividad y finitud, la sub-
jetividad se desvanece c u a n d o el entendimiento se torna infinito. N o
por ello es menos cierto q u e el posible es u n pensamiento q u e no es
sino pensamiento. El propio Leibniz parece h a b e r querido conferir
una a u t o n o m í a y u n a especie de pesantez propia a los posibles, ya
q u e varios de los f r a g m e n t o s metafísicos publicados por C o u t u r a t
nos m u e s t r a n a los posibles organizándose en sistemas de composi-
bles, y al m á s pleno y más rico tendiendo por sí mismo a realizarse.
Pero n o hay en ello sino u n esbozo de doctrina, y Lebiniz n o lo
desarrolló, sin d u d a p o r q u e n o podía ser desarrollado: d a r a los po-
sibles u n a tendencia hacia el ser significa o bien q u e el posible es
ya ser pleno y tiene el mismo tipo d e ser q u e el ser — e n el sentido
en q u e se p u e d e d a r al pimpollo u n a tendencia a hacerse flor—, o
bien q u e el posible, en el seno del e n t e n d i m i e n t o divino, es ya u n a
idea-fuerza, y el m á x i m o de ideas-fuerzas organizado en sistema des-
e n c a d e n a a u t o m á t i c a m e n t e la v o l u n t a d divina. Pero, en este último
caso, n o salimos de lo subjetivo. Así, pues, si se define el posible
c o m o n o contradictorio, n o p u e d e tener ser sino c o m o pensamiento
d e u n ser anterior al m u n d o real o anterior al conocimiento p u r o del
m u n d o tal cual es. E n ambos casos, el posible pierde su naturaleza
de posible y se reabsorbe en el ser subjetivo de la representación.
Pero este ser-representado del posible n o p o d r í a d a r razón de
su naturaleza, ya que, al contrario, la destruye. N o captamos en
m o d o a l g u n o el posible, en el uso corriente que de él hacemos,
como u n aspecto de nuestra ignorancia, ni t a m p o c o como u n a es-
t r u c t u r a n o contradictoria perteneciente a u n m u n d o n o realizado y
al m a r g e n d e este m u n d o . El posible se nos aparece como u n a
p r o p i e d a d de los seres. Sólo después de echar u n a o j e a d a al cielo
decretaré: "Es posible q u e llueva", y no entiendo aquí "posible"
como "sin contradicción con el presente estado del cielo". Esta po-
sibilidad pertenece al cielo c o m o u n a a m e n a z a ; representa u n tras-
cender las nubes q u e percibo hacia la lluvia, y este trascender es
p o r t a d o por las nubes en sí mismas, lo q u e n o significa que será
realizado, sino sólo que la estructura de ser de la nube es trascen-
dencia hacia la lluvia. L a posibilidad se d a aquí c o m o pertenencia
a un ser particular, del cual es u n poder, c o m o suficientemente lo
señala el h e c h o de que digamos indiferentemente de u n amigo al q u e
esperamos: "Es posible que v e n g a " o "Puede venir" Así, el posible
n o p u e d e reducirse a u n a realidad subjetiva. T a m p o c o es anterior
a lo real o a lo verdadero, sino que es u n a propiedad concreta de
realidades ya existentes. P a r a que la lluvia sea posible, es menester
que haya nubes en el cielo. Suprimir el ser p a r a establecer al posible
en su pureza es u n a tentativa a b s u r d a ; la procesión, a m e n u d o ci-
tada, que va del no-ser al ser p a s a n d o por el posible, n o corresponde
a lo real. Ciertamente, el estado posible todavía no es; p e r o es el
estado posible d e cierto existente, q u e sostiene con su ser la posibili-
d a d y el no-ser d e su estado f u t u r o .
E n v e r d a d , estas observaciones arriesgan conducirnos a la "po-
t e n c i a " aristotélica. Y sería caer de Caribdis en Escila evitar la con-
cepción p u r a m e n t e lógica del posible p a r a caer en u n a concepción
mágica. E l ser-en-sí n o p u e d e "ser en p o t e n c i a " ni " t e n e r poten-
cias". E n sí, es lo q u e es en la p l e n i t u d absoluta d e su identidad.
L a n u b e n o es "lluvia en p o t e n c i a " ; es, en sí, cierta cantidad de
valor de a g u a que, p a r a u n a t e m p e r a t u r a y u n a presión dadas, es rigu-
r o s a m e n t e lo q u e es. E l en-sí es en acto. P e r o se p u e d e concebir
c o n suficiente claridad c ó m o la, m i r a d a científica, en su tentativa
d e d e s h u m a n i z a r el m u n d o , h a r e e n c o n t r a d o los posibles c o m o po-
tencias y se desembarazó d e ellos convirtiéndolos e n los puros resul-
tados subjetivos d e nuestro cálculo lógico y de nuestra ignorancia.
El p r i m e r paso científico es correcto: el posible viene al m u n d o por
m e d i o d e la realidad h u m a n a . Esas nubes n o p u e d e n m u d a r s e en
lluvia si yo n o las trasciendo h a c i a la lluvia, así c o m o al disco que-
b r a d o d e la l u n a n o le f a l t a u n a p a r t e a menos q u e yo lo trascienda
h a c i a la l u n a llena. P e r o ¿ e r a menester después h a c e r del posible
un simple d a t o d e nuestra subjetividad psíquica? Así c o m o en el
m u n d o n o p o d r í a h a b e r f a l t a sí ésta n o viniera al m u n d o por u n
ser q u e es su p r o p i a falta, así t a m p o c o p o d r í a h a b e r en el m u n d o
posibilidad si n o viniera p o r u n ser q u e es p a r a sí m i s m o su p r o p i a
posibilidad. Pero, precisamente, la posibilidad n o puede, p o r esencia,
coincidir con el p u r o pensamiento de las posibilidades. E n efecto:
si la posibilidad n o se d a p r i m e r a m e n t e c o m o estructura objetiva de
los seres o d e u n ser particular, el pensamiento, c o m o quiera a u e se
lo encare, n o p o d r í a encerrar en sí al posible c o m o su contenido de
pensamiento. E n efecto: si consideramos los posibles en el seno del
e n t e n d i m i e n t o divino, c o m o contenido del pensamiento divino, se
convierten p u r a y simplemente en representaciones concretas. Admi-
tamos p o r p u r a hipótesis — a u n q u e n o se p u e d a c o m p r e n d e r d e
d ó n d e vendría a u n ser e n t e r a m e n t e positivo este p o d e r negativo»—
q u e Dios tenga el p o d e r d e negar, es decir, d e f o r m u l a r juicios ne-
gativos sobre sus representaciones: n o se c o m p r e n d e r í a p o r eso c ó m o
t r a n s f o r m a r í a esas representaciones en posibles. C u a n d o m u c h o , la
negación t e n d r í a p o r efecto constituirlos c o m o "sin correspondencia
real". P e r o decir q u e el C e n t a u r o n o existe n o es en m o d o alguno
decir q u e es posible. N i la afirmación ni la negación p u e d e n con-
ferir a u n a representación el carácter de posibilidad. Y si se p r e t e n d e
q u e 'este carácter p u e d e ser d a d o por u n a síntesis de negación y
afirmación, h a de hacerse n o t a r todavía q u e u n a síntesis n o es u n a
suma, y q u e sería menester d a r razón de esa síntesis a título de tota-
lidad orgánica d o t a d a d e u n a significación propia, y n o a p a r t i r de
los elementos de los q u e es síntesis. Análogamente, la p u r a compro-
bación subjetiva y negativa de nuestra ignorancia respecto de la
relación de u n a de nuestras ideas con la realidad n o p o d r í a d a r
razón del carácter de posibilidad de esa representación: sólo p o d r í a
ponernos en estado d e indiferencia con respecto a ella, pero n o con-
ferirle ese derecho sobre la realidad, q u e es la estructura f u n d a m e n -
tal del posible. Si se agrega q u e ciertas tendencias m e llevan a
a g u a r d a r con preferencia esto o aquello, diremos q u e estas tendencias,
lejos de explicar la trascendencia, al contrario, la s u p o n e n : es me-
nester, c o m o hemos visto, q u e ellas existan c o m o falta. Además,
si el posible n o es d a d o en cierta m a n e r a , esas tendencias podrían
incitarnos a desear q u e m i representación corresponda a d e c u a d a m e n -
te a la realidad, pero n o c o n f e r i r m e u n d e r e c h o sobre ésta. E n u n a
palabra, la captación del posible c o m o tal supone u n trascender
original. T o d o esfuerzo p o r establecer el posible a p a r t i r de u n a sub-
jetividad q u e f u e r a lo q u e ella es, es decir, q u e estuviera c e r r a d a
en sí misma, está p o r principio destinado al fracaso.
Pero, si es v e r d a d q u e el posible es u n a opción sobre el ser, y
si es v e r d a d q u e el posible n o p u e d e venir al m u n d o sino p o r u n
ser q u e es su p r o p i a posibilidad, ello implica p a r a la realidad h u m a n a
la ñecesidad de ser su ser en f o r m a de opción sobre su ser. H a y
posibilidad cuando, en l u g a r d e ser p u r a y simplemente lo q u e soy,
soy c o m o el D e r e c h o de ser lo q u e soy. Pero este mismo derecho
m e separa de lo que tengo el derecho de ser. El derecho de p r o p i e d a d
n o a p a r e c e si no c u a n d o se m e disputa mi p r o p i e d a d ; c u a n d o ya, de
hecho, en algún sentido d e j ó d e ser mía. El goce t r a n q u i l o d e lo
q u e poseo es u n h e c h o p u r o y simple, n o u n derecho. Así, p a r a q u e
haya posible, es menester que la realidad h u m a n a , en t a n t o q u e es
ella misma, sea otra cosa q u e ella misma. Este posible es ese ele-
m e n t o del Para-sí q u e le escapa p o r naturaleza e n t a n t o - q u e es P a r a -
sí. El posible es u n n u e v o aspecto d e la nihilización del En-sí en
Para-sí.
E n efecto: si el posible n o p u e d e venir al m u n d o sino p o r u n
ser q u e es su p r o p i a posibilidad, ello resulta d e q u e el en-sí, siendo
por naturaleza lo q u e es, n o p u e d e " t e n e r " posibles. Su relación con
u n a posibilidad n o p u e d e establecerse sino desde el exterior, por un
ser q u e esté f r e n t e a las posibilidades mismas. L a posibilidad de ser
d e t e n i d a p o r u n pliegue del tapizado n o pertenece ni al tapizado ni
a la bola q u e r u e d a : n o p u e d e surgir s i n o . e n la organización en
sistema de la bola y del tapiz, p o r u n ser q u e tiene u n a comprensión
de los posibles. Pero esta comprensión n o p u e d e venirle ni de afuera,
es decir, del en-sí, ni limitarse a n o ser sino un pensamiento como
m o d o subjetivo d e la conciencia; debe, pues, coincidir con la es-
t r u c t u r a objetiva del ser q u e c o m p r e n d e los- posibles. C o m p r e n d e r
la posibilidad en t a n t o que posibilidad o ser sus propias posibilidades
es u n a sola y misma necesidad p a r a el ser en quien, en su ser, es
cuestión de su ser. P e r o precisamente ser su propia posibilidad, es
decir, definirse por ella, es definirse p o r esa p a r t e de sí mismo q u e
n o se es; es definirse c o m o u n escaparse a sí m i s m o h a c i a . . . E n
u n a p a l a b r a , desde el m o m e n t o en q u e quiero d a r razón de mi ser
i n m e d i a t o en t a n t o q u e simplemente es lo q u e n o es y n o es lo q u e
es, m e veo a r r o j a d o f u e r a de él hacia u n sentido q u e se halla f u e r a
d e alcance y q u e n o p o d r í a c o n f u n d i r s e en m o d o a l g u n o con u n a
representación subjetiva i n m a n e n t e . Descartes, al captarse por el
cogito c o m o duda, n o p u e d e esperar definir esta d u d a como d u d a
metódica o c o m o d u d a simplemente, si se limita a lo que capta la
p u r a m i r a d a instantánea. L a d u d a n o p u e d e entenderse sino a partir
fie la posibilidad siempre abierta p a r a él q u e u n a evidencia le "sus-
c i t a " ; n o p u e d e captarse c o m o d u d a sino en c u a n t o remite a posi-
bilidades de £jroyr| a ú n n o realizadas pero siempre abiertas. Nin-
gún h e c h o d e conciencia es, p r o p i a m e n t e h a b l a n d o , esta conciencia;
a u n si, c o m o Husserl, h a y a de dotarse a esta conciencia, de m o d o
bastante artificial, con protensiones intraestructurales que, n o tenien-
d o en su ser m e d i o a l g u n o d e trascender la conciencia de que son
u n a estructura, se agostan l a m e n t a b l e m e n t e sobre sí mismas, aseme-
jándose a moscas q u e se d a n d e nariz en la v e n t a n a sin p o d e r f r a n -
q u e a r el vidrio; a u n en tal caso, u n a conciencia, desde q u e se la
quiere definir c o m o d u d a , percepción, ser, etc., nos remite a la n a d a
de lo q u e a ú n n o es. L a conciencia (de) leer n o es conciencia (de)
leer esta letra, ni esta p a l a b r a , ni esta frase, ni siquiera este p á r r a f o ,
sino conciencia (de) leer este libro, lo q u e m e remite a todas las
p á g i n a a ú n n o leídas, a todas las páginas leídas y a : lo que, p o r
definición, a r r a n c a la conciencia a sí misma. U n a conciencia q u e
n o f u e r a sino conciencia de lo q u e es, se vería obligada a deletrear.
Concretamente, cada para-sí es falta de cierta coincidencia con-
sigo mismo. Esto significa que está infestado por la presencia de
aquello con lo cual debiera coincidir p a r a ser sí mismo. Pero, c o m o
esta coincidencia en Sí es también conciencia con el Sí, lo q u e al
Para-sí le falta c o m o el ser cuya asimilación lo haría ser Sí es igual-
m e n t e el Para-sí. H e m o s visto q u e el Para-sí era "presencia a sí";
lo que falta a la presencia a sí n o p u e d e faltarle sino como presencia
a sí. L a relación d e t e r m i n a n t e del para-sí con su posible es u n rela-
j a m i e n t o nihilizador del nexo de presencia a sí; ese r e l a j a m i e n t o llega
hasta la trascendencia, ya que la presencia a sí que le falta al Para-sí
es presencia a sí que no es. D e este m o d o , el Para-sí en t a n t o q u e
n o es sí mismo, es u n a presencia a sí a la que falta cierta presencia
a sí, y justamente el Para-sí es presencia a sí en t a n t o que falta de
esta presencia. T o d a conciencia está falta de. . . para. Pero h a de
comprenderse bien q u e la f a l t a n o se viene de a f u e r a , como la del
f r a g m e n t o de l u n a a la luna. L a falta del para-sí es u n a falta q u e
es él. L o que constituye el ser del para-sí c o m o f u n d a m e n t o de su
propia n a d a es el esbozo d e u n a presencia a sí c o m o lo q u e falta al
para-sí. El posible es u n a ausencia constitutiva de la conciencia en
t a n t o que ésta se hace a sí misma. U n a sed, p o r ejemplo, n o es
n u n c a suficientemente sed en t a n t o que se hace sed; está infestada
por la presencia del Sí o Sed-sí. Pero, en t a n t o que infestada por
este valor concreto, se pone en cuestión en su ser como faltándole
cierto Para-sí que la realizaría como ser colmada y q u e le conferiría
el ser-en-sí. Este Para-sí f a l t a n t e es el Posible. N o es exacto, en
efecto, q u e u n a Sed tienda hacia su aniquilación en c u a n t o sed: n o
hay n i n g u n a conciencia q u e tienda a su supresión en c u a n t o tal.
Empero, la sed es u n a falta, c o m o lo hemos advertido antes. En
t a n t o que sed, quiere colmarse, p e r o esta sed colmada, q u e se reali-
zaría por la asimilación sintética, en u n acto de coincidencia, del
Para-sí-deseo o Sed con el Para-sí-reflexión o acto de beber, n o se
encara como supresión de sed; al contrario: es la sed llegada a la
plenitud d e ser, la sed que c a p t a y se incorpora la repleción, como
ia f o r m a aristotélica capta y t r a n s f o r m a la m a t e r i a ; se convierte en
la sed eterna. Es u n p u n t o de vista m u y posterior y reflexivo el del
hombre q u e bebe p a r a librarse de su sed, c o m o el del h o m b r e que
va a las casas públicas p a r a librarse de su deseo sexual. L a sed, el
deseo sexual, en el estado iíreflexivo e ingenuo, quieren gozar de sí
mismos, buscan esa coincidencia consigo mismos que es la saciedad,
en que la sed se conoce c o m o sed al tiempo mismo en que el beber
la colma; en que, por el hecho mismo de saciarse, pierde su carác-
ter de f a l t a a la vez q u e se h a c e ser sed en y por la satisfacción.
Así, E p i c u r o éstá a la vez en lo cierto y equivocado: p o r sí mismo,
en efecto, el deseo es u n vacío. Pero n i n g ú n proyecto irreflexivo
tiende simplemente a suprimir ese vacío. El deseo p o r sí mismo
tiende a . p e r p e t u a r s e ; el h o m b r e se apega e n c a r n i z a d a m e n t e a sus
deseos. L o que el deseo quiere ser, es u n vacío colmado, pero que
informe a su repleción como el m o l d e i n f o r m a al bronce que se le
h a vertido dentro. El posible de la conciencia de sed es la conciencia
de beber. Sabido es, p o r lo demás, q u e la coincidencia del sí es
imposible, pues el para-sí alcanzado p o r la realización del Posible
se h a r á ser c o m o para-sí, es decir, con otro horizonte de posibles.
D e ahí la decepción constante q u e a c o m p a ñ a a la repleción, el fa-
moso: " ¿ N o era m á s q u e eso?", q u e n o a p u n t a al placer concreto
d a d o p o r la satisfacción, sino la evanescencia de la coincidencia
consigo mismo. Por a a u í entrevemos el origen de la temporalidad,
ya q u e 1a sed es su posible al mismo tiempo q u e n o lo es. Esta nada
q u e separa a la realidad h u m a n a d e si m i s m a está en la f u e n t e del
tiempo. Pero ya volveremos sobre esto. L o q u e h a d e notarse es
q u e el Para-sí está separado de la Presencia a sí q u e le falta y que
es su posible propio, en un sentido, por Nada, y en otro sentido por
la totalidad del existente en el m u n d o , en t a n t o q u e el Para-sí fal-
t a n t e o posible es Para-sí c o m o presencia a cierto estado del m u n d o .
E n este sentido, el ser allende el cual el Para-sí proyecta la coinci-
dencia consigo mismo es el m u n d o o distancia d e ser infinita allende
la cual el h o m b r e debe reunirse con su posible. Llamaremos cir-
cuito de la ipseidad a la relación entre el para-sí y el posible que
él es; y mundo a la totalidad del ser en t a n t o que atravesada por
el circuito de la ipseidad.
Podemos a h o r a esclarecer el m o d o d e ser del posible. El posible
es aquello de que está falto el Para-sí para ser sí mismo. N o con-
viene decir, en consecuencia, q u e el posible es en t a n t o q u e posible.
A menos que se entienda por ser el de u n existente que es sido en
t a n t o q u e n o es sido, o, si se quiere, la aparición a distancia de lo
a u e soy. N o existe c o m o u n a p u r a representación, así sea neerada,
sino c o m o u n a real falta d e ser, la que, a título d e falta, está allende
el ser. T i e n e el ser de u n a falta, y, c o m o falta, le falta el ser. El
Posible n o es: el posible se posibilita-; en la exacta m e d i d a en que
el Para-sí se hace ser, el Posible d e t e r m i n a por esbozo esquemático
u n a ubicación d e n a d a q u e el Para-sí es m á s allá d e sí mismo. N a -
turalmente, n o está temáticamente puesto de m o d o previo: se esboza
allende el m u n d o y d a su sentido a m i p e r c e p c i ó n presente, e n t a n t o
q u e ésta es c a p t a c i ó n del m u n d o e n el circuito d e ipseidad. P e r o
t a m p o c o es i g n o r a d o o i n c o n s c i e n t e : esboza los límites de la c o n -
ciencia n o tética ( d e ) sí e n t a n t o q u e conciencia n o tética. L a
conciencia irreflexiva ( d e ) ser es c a p t a c i ó n del vaso d e a g u a c o m o
deseable, sin posición c e n t r í p e t a del Sí c o m o o b j e t o f i n a l del deseo.
P e r o la repleción posible a p a r e c e c o m o c o r r e l a t o n o posicional d e
la conciencia n o tética (de) sí, e n el h o r i z o n t e del vaso-en-medio-
del-mundo.

EL YO Y EL C I R C U I T O DE LA IPSEIDAD

H e m o s t r a t a d o d e m o s t r a r , e n u n a r t í c u l o d e las " R e c h e r c h e s
philosophiques", q u e el E g o n o p e r t e n e c í a al d o m i n i o del para-sí.
N o volveremos sobre la cuestión. N o t e m o s sólo la razón de la tras-
c e n d e n c i a del E g o : c o m o p o l o u n i f i c a d o r d e las vivencias, el E g o es
en-sí, n o para-sí. Si f u e r a " d e la conciencia", e n efecto, sería a sí
m i s m o su p r o p i o f u n d a m e n t o e n la translucidez de lo i n m e d i a t o .
P e r o entonces sería lo q u e n o sería y n o sería lo q u e sería, lo q u e
n o es en absoluto el m o d o de ser del Yo. E n efecto, m i conciencia
del Y o n o lo a g o t a j a m á s y t a m p o c o es ella q u i e n lo h a c e v e n i r a
la existencia: el Y o se d a siempre c o m o habiendo sido a h í a n t e s q u e
ella, y a la vez c o m o poseedor d e p r o f u n d i d a d e s q u e h a n de deve-
larse p o c o a poco. Asi, el E g o a p a r e c e a la conciencia c o m o u n en-sí
trascendente, c o m o u n existente del m u n d o h u m a n o , n o c o m o de la
conciencia. P e r o n o h a d e concluirse q u e el para-sí sea u n a p u r a y
simple c o n t e m p l a c i ó n " i m p e r s o n a l " . S i m p l e m e n t e , lejos d e ser el
E g o el p o l o personalizante d e u n a conciencia que, sin él, p e r m a n e -
cería en el estadio impersonal, es, al contrario, la conciencia e n su
ipseidad f u n d a m e n t a l q u i e n p e r m i t e la a p a r i c i ó n del Ego, en ciertas
condiciones, c o m o el f e n ó m e n o t r a s c e n d e n t e de esa ipseidad. E n
e f e c t o : h e m o s visto q u e es imposible decir del en-sí q u e sea sí: sim-
p l e m e n t e es. Y, e n este sentido, del Y o , del c u a l se h a h e c h o , m u y
e r r ó n e a m e n t e , el h a b i t a n t e d e la conciencia, se d i r á q u e es el " y o "
d e la conciencia, p e r o n o q u e sea su p r o p i o sí. D e este m o d o , p o r
h a b e r hipostasiado el ser-reflexo del para-sí en u n en-sí, se f i j a y des-
truye el m o v i m i e n t o d e reflexión sobre sí: la conciencia sería p u r a
remisión al E g o c o m o a su p r o p i o sí, p e r o el E g o n o r e m i t e ya a
n a d a ; se h a t r a n s f o r m a d o la relación d e reflexividad e n u n a simple
relación c e n t r í p e t a , siendo el centro, p o r o t r a p a r t e , u n n u d o d e
o p a c i d a d . H e m o s m o s t r a d o , al c o n t r a r i o , q u e el sí, p o r principio,
n o p o d í a h a b i t a r la conciencia. E l sí es, si se quiere, la razón del
m o v i m i e n t o i n f i n i t o p o r el c u a l el r e f l e j o r e m i t e al r e f l e j a n t e y éste
al r e f l e j o ; p o r d e f i n i c i ó n , es u n ideal, u n límite. Y lo q u e lo h a c e
surgir c o m o límite es la r e a l i d a d nihilizadora d e la presencia del ser
al ser e n la u n i d a d del ser c o m o t i p o d e ser. Así, la conciencia,
desde q u e surge, p o r el p u r o m o v i m i e n t o nihilizador de la reflexión,
se h a c e personal: pues lo q u e confiere a u n ser la existencia perso-
n a l n o es la posición d e u n E g o — q u e n o es sino el signo de la p e r -
s o n a l i d a d — , sino el h e c h o d e existir p a r a sí c o m o presencia a sí.
Pero, a d e m á s , este p r i m e r m o v i m i e n t o reflexivo t r a e a p a r e j a d o u n
s e g u n d o m o v i m i e n t o o ipseidad. E n la ipseidad, m i posible se r e f l e j a
sobre m i c o n c i e n c i a y la d e t e r m i n a c o m o lo q u e ella es. L a ipseidad
r e p r e s e n t a u n g r a d o de nihilización m á s a v a n z a d o q u e la p u r a p r e -
sencia a sí del cogito prerreflexivo, e n el sentido de q u e el posible
q u e soy n o es p u r a presencia al para-sí c o m o el r e f l e j o a l r e f l e j a n t e ,
sino q u e es presencia-ausente. Pero, p o r esto m i s m o , la existencia
d e la remisión c o m o e s t r u c t u r a d e ser del para-sí q u e d a m á s n e t a -
m e n t e s e ñ a l a d a t o d a v í a . E l para-sí es sí m i s m o allá, f u e r a d e al-
cance, e n las lejanías d e sus posibilidades. Y esta libre necesidad de
ser a l l á lo q u e se es e n la f o r m a d e f a l t a constituye la ipseidad o
s e g u n d o a s p e c t o esencial d e la p e r s o n a . ¿ C ó m o definir, e n efecto,
la persona, sino c o m o libre relación consigo? E n c u a n t o al m u n d o ,
es decir, la t o t a l i d a d d e los seres e n t a n t o q u e existen en el interior
del circuito d e ipseidad, n o p o d r í a ser sino a q u e l l o q u e la realidad
h u m a n a t r a s c i e n d e h a c i a sí; o, p a r a t o m a r su definición a H e i d e g -
g e r : " A q u e l l o a p a r t i r d e lo cual la r e a l i d a d h u m a n a se h a c e a n u n -
ciar lo q u e ella e s " 1 . E n e f e c t o ; el posible q u e es mi posible es
para-sí posible y, c o m o tal, presencia a l en-sí c o m o conciencia del
en-sí. L o q u e busco f r e n t e al m u n d o es la coincidencia con u n p a r a -
sí q u e soy y q u e es conciencia del m u n d o . P e r o este posible q u e está
p r e s e n t e - a u s e n t e no téticamente a la conciencia presente, n o está
p r e s e n t e a t í t u l o d e o b j e t o d e u n a conciencia posicional; si no, sería
reflexo. L a sed c o l m a d a q u e infesta m i sed a c t u a l n o es conciencia
( d e ) sí c o m o sed c o l m a d a ; es conciencia tética del vaso-que-es-bebido

1
Veremos en el capítulo I I I de esta misma parte lo que esta definición,
que adoptamos provisionalmente, tiene de insuficiente y de erróneo.
y conciencia no posicional (de) sí. Se hace, pues, trascender hacia
el vaso del cual es conciencia; y, c o m o correlato de esta conciencia
posible no tética, el vaso-bebido infesta al vaso pleno como su po-
sible y lo constituye como vaso de-beber. Así el m u n d o , por n a t u -
raleza, es mío en t a n t o q u e es correlato en-sí d e la n a d a , es decir,
del obstáculo necesario allende el cual m e reencuentro como lo que
soy en la f o r m a de "tener-de-serlo". Sin m u n d o n o hay ipseidad ni
persona; sin la ipseidad, sin la persona, n o hay m u n d o . Pero esta
pertenencia del m u n d o a la persona n o es jamás puesta en el plano
del cogito prerreflexivo. Será absurdo decir que el m u n d o , en t a n t o
q u e es conocido, es conocido corno mío. Empero, esta " m i i d a d " del
m u n d o es u n a estructura fugitiva y siempre presente vivida por mí.
El m u n d o (es) m í o p o r q u e está infestado por posibles de los cuales
son conciencias las conciencias posibles ( d e j sí q u e yo soy, y esos po-
sibles, en t a n t o q u e tales, le d a n su u n i d a d y su sentido de m u n d o .
El examen de las conductas negativas y de la m a l a fe ROS h a
permitido a b o r d a r el estudio ontológico del cogito, y el ser del cogito
se nos apareció c o m o siendo el ser-para-sí. Este ser se h a trascen-
d i d o a nuestros ojos hacia el valor y los posibles; n o hemos p o d i d o
contenerlo en los límites sustancialistas de la instantaneidad del cogito
cartesiano. Pero, precisamente p o r eso, n o podemos contentarnos
con los resultados q u e acabamos de obtener: si el cogito rehusa la
instantaneidad y se trasciende hacia sus posibles, esto no puede seí-
smo en el trascender temporal. Es "en el tiempo" d o n d e el para-sí
es sus propios posibles en el m o d o del " n o ser"; y en el t i e m p o apa-
recen mis posibles en el horizonte del m u n d o al que hacen mío. Así,
pues, si la realidad h u m a n a se c a p t a a sí misma como temporal y si
el sentido de su trascendencia es su temporalidad, n o podemos
esperar q u e el ser del para-sí sea elucidado antes q u e hayamos des-
crito y f i j a d o la significación de lo T e m p o r a l . Sólo entonces podre-
mos a b o r d a r el estudio del problema que nos o c u p a : el de la relación
originaría entre la conciencia y el ser.
CAPÍTULO II

LA TEMPORALIDAD

FENOMENOLOGIA DE LAS TRES DIMENSIONES TEMPORALES

L a t e m p o r a l i d a d es, e v i d e n t e m e n t e , u n a e s t r u c t u r a o r g a n i z a d a
y esos tres p r e t e n d i d o s " e l e m e n t o s " del t i e m p o : p a s a d o , presente,
f u t u r o , n o d e b e n e n c a r a r s e c o m o u n a colección de " d a t a " cuya s u m a
h a y a de efectuarse — p o r e j e m p l o , c o m o u n a serie i n f i n i t a de "alio-
r a s " d e los cuales u n o s n o son a ú n y otros n o son y a — , sino c o m o
m o m e n t o s e s t r u c t u r a d o s d e u n a síntesis original. Si no, e n c o n t r a r í a -
mos a n t e t o d o esta p a r a d o j a ; el p a s a d o n o es ya, el f u t u r o n o es
a ú n ; e n c u a n t o al p r e s e n t e i n s t a n t á n e o , n a d i e i g n o r a q u e n o es e n
a b s o l u t o : es el límite d e u n a división infinita, c o m o el p u n t o sin
dimensión. Así, t o d a la serie se aniquila, y ello d o b l e m e n t e , ya q u e
el " a h o r a " f u t u r o , p o r e j e m p l o , es u n a n a d a en t a n t o q u e f u t u r o y
se realizará e n n a d a c u a n d o pase al e s t a d o de " a h o r a " presente. El
ú n i c o m é t o d o posible p a r a e s t u d i a r la t e m p o r a l i d a d es a b o r d a r l a
c o m o u n a totalidad q u e d o m i n a sus estructuras secundarias y les con-
fiere significación. N u n c a p e r d e r e m o s esto d e vista. E m p e r o , n o
p o d e m o s lanzarnos a u n e x a m e n del ser del t i e m p o sin e l u c i d a r pre-
v i a m e n t e p o r u n a descripción p r e o n t o l ó g i c a y f e n o m e n o l ó g i c a el sen-
tido, h a r t o a m e n u d o oscuro, d e sus tres dimensiones. Sólo q u e será
preciso considerar esta descripción f e n o m e n o l ó g i c a c o m o u n a labor
provisional, cuya f i n a l i d a d es ú n i c a m e n t e d a r n o s acceso a u n a intui-
ción de la t e m p o r a l i d a d global. Y, sobre todo, debe hacerse a p a r e c e r
c a d a dimensión sobre el jondo d e la t o t a l i d a d t e m p o r a l , t e n i e n d o
siempre presente e n la m e m o r i a la unselbstándigkeit d e c a d a di-
mensión.
A) El Pasado

T o d a t e o r í a sobre la m e m o r i a i m p l i c a u n a presuposición sobre


el ser del p a s a d o . Estas presuposiciones, a u n q u e n u n c a elucidadas,
h a n oscurecido el p r o b l e m a del r e c u e r d o y el d e la t e m p o r a l i d a d e n
general. Es preciso, entonces, p l a n t e a r d e u n a b u e n a vez la p r e -
g u n t a : ¿ c u á l es el ser d e u n ser p a s a d o ? E l sentido c o m ú n oscila
e n t r e d o s concepciones i g u a l m e n t e v a g a s : el p a s a d o , se dice, n o es
más. D e s d e este p u n t o d e vista, p a r e c e q u e q u i e r e atribuirse el ser
sólo al presente. E s t a presuposición ontológica h a e n g e n d r a d o la f a -
m o s a teoría d e las trazas cerebrales: ya q u e el p a s a d o n o es m á s ,
ya q u e se h a d e s m o r o n a d o e n la n a d a , si el r e c u e r d o sigue existiendo
es m e n e s t e r q u e sea a t í t u l o d e m o d i f i c a c i ó n presente d e n u e s t r o ser:
p o r e j e m p l o , será u n a h u e l l a m a r c a d a a h o r a e n u n g r u p o d e células
cerebrales. Así, t o d o es p r e s e n t e : el c u e r p o , la p e r c e p c i ó n p r e s e n t e
y el p a s a d o c o m o traza p r e s e n t e e n el c u e r p o ; t o d o es en acto: p u e s
la t r a z a m n é m i c a n o t i e n e u n a existencia v i r t u a l en tanto que re-
c u e r d o : es í n t e g r a m e n t e t r a z a actual. Si el r e c u e r d o resurge, lo h a c e
e n el presente, a c o n s e c u e n c i a d e u n proceso presente, es decir, c o m o
r u p t u r a d e u n equilibrio p r o t o p l a s m á t i c o e n la a g r u p a c i ó n celular»
c o n s i d e r a d a . A h í está el p a r a l e l i s m o psicofisiológico, q u e es i n s t a n -
t á n e o y e x t r a t e m p o r a l , p a r a explicar c ó m o ese proceso fisiológico es
c o r r e l a t i v o d e u n f e n ó m e n o e s t r i c t a m e n t e psíquico p e r o i g u a l m e n t e
presente • la a p a r i c i ó n e n la conciencia d e la i m a g e n - r e c u e r d o . L a
noción, m á s reciente, d e engrama n o h a c e o t r a cosa q u e a d o r n a r esa
teoría con u n a t e r m i n o l o g í a seudocientífica. Pero, si t o d o es p r e -
sente, ¿ c ó m o e x p l i c a r la pasividad del r e c u e r d o , es decir, el h e c h o
d e que, e n su intención, u n a conciencia q u e se r e m e m o r a trasciende
el p r e s e n t e p a r a a p u n t a r al a c o n t e c i m i e n t o allí d o n d e fue? Hemos
s e ñ a l a d o en o t r o l u g a r q u e n o h a y m e d i o a l g u n o d e distinguir e n t r e
p e r c e p c i ó n e i m a g e n , si se h a e m p e z a d o p o r h a c e r de ésta u n a p e r c e p -
ción r e n a c i e n t e 1 . E n c o n t r a m o s a q u í las m i s m a s imposibilidades. Pero,
a d e m á s , nos privarnos del m e d i o d e distinguir i m a g e n y r e c u e r d o ;
ni la " d e b i l i d a d " del r e c u e r d o , ni su palidez, ni su c a r á c t e r i n c o m -
pleto, ni las c o n t r a d i c c i o n e s q u e o f r e c e con los d a t o s d e la p e r c e p -
ción p u e d e n distinguirlo de la imagen-ficción, ya q u e ésta o f r e c e
los mismos c a r a c t e r e s ; y, p o r o t r a p a r t e , estos caracteres, siendo c u a -
lidades presentes del r e c u e r d o , n o p o d r í a n h a c e r n o s salir del p r e -
sente p a r a dirigirnos al p a s a d o . E n v a n o se i n v o c a r á la p e r t e n e n -
1
L'imaginaiion, Alean, París, 1936.
cía al yo, o " m i i d a d " , del recuerdo, c o m o C l a p a r é d e ; o su "intimi-
d a d " , c o m o James. Pues, o bien estos caracteres manifiestan sólo
u n a a t m ó s f e r a presente q u e envuelve al recuerdo, y entonces per-
m a n e c e n presentes y remiten al pre&ente; o bien son ya u n a relación
con el p a s a d o en t a n t o q u e tal, y entonces presuponen lo q u e se
quiere explicar. Se h a creído p o d e r desembarazarse fácilmente del
p r o b l e m a r e d u c i e n d o el reconocimiento a u n esbozo de localización
y ésta a u n c o n j u n t o de operaciones intelectuales facilitadas por la
existencia d e " m a r c o s sociales d e la memoria"-. Estas operaciones
existen, sin d u d a alguna, y deben ser objeto d e u n estudio psicológico.
Pero, si la relación con el p a s a d o n o es d a d a de alguna m a n e r a ,
aquéllas t a m p o c o podrían crearla. E n u n a p a l a b r a : si se h a e m -
p e z a d o p o r h a c e r del h o m b r e u n insular e n c e r r a d o en el islote ins-
t a n t á n e o de su presente, y si todos sus modos de ser, en c u a n t o
aparecen, están destinados por esencia a u n p e r p e t u o presente, se
h a n suprimido radicalmente todos los medios de c o m p r e n d e r su rela-
ción originaria con el pasado. Así c o m o los "genetistas" no h a n lo-
g r a d o constituir la extensión con elementos inextensos, así t a m p o c o
lograremos constituir la dimensión " p a s a d o " con elementos tomados
exclusivamente al presente.
L a conciencia popular, por otra parte, e n c u e n t r a t a n t a dificul-
tad p a r a n e g a r existencia real al pasado q u e admite, a la vez que
esa p r i m e r a tesis, otra concepción igualmente imprecisa, según la
cual el p a s a d o tendría u n a especie de existencia honoraria. P a r a
u n suceso, ser p a s a d o sería simplemente estar en retirada, p e r d e r la
eficiencia sin p e r d e r el ser. L a filosofía bergsoniana h a r e t o m a d o
esta i d e a : al e n t r a r en el pasado, u n suceso n o d e j a de ser; d e j a d e
a c t u a r , simplemente, pero p e r m a n e c e "en su lugar", en su fecha,
p a r a la eternidad. Así, hemos restituido el ser al pasado, y está m u y
bien; hasta a f i r m a m o s q u e la duración es multiplicidad de interpe-
netración y q u e el p a s a d o se organiza c o n t i n u a m e n t e con el presente.
Pero con ello n o hemos d a d o razón de esta organización ni de esa
i n t e r p e n e t r a c i ó n : n o hemos explicado q u e el pasado p u e d a " r e n a -
cer", infestarnos; en s u m a : existir para nosotros. Si es inconsciente,
c o m o lo quiere Bergson, y si el inconsciente es lo n o actuante, ¿ c ó m o
p u e d e insertarse en la t r a m a de nuestra conciencia presente? ¿ T e n -
d r á u n a fuerza p r o p i a ? Pero esta fuerza, entonces, es presente, ya
q u e a c t ú a sobre el presente, ¿y c ó m o e m a n a del p a s a d o en t a n t o
q u e tal? ¿ I n v e r t i r e m o s entonces la cuestión, c o m o Husserl, y mos-
traremos en la conciencia presente u n j u e g o de "retenciones" q u e
e n g a n c h a n a las conciencias de a n t a ñ o , las m a n t i e n e n en su f e c h a y
les impiden aniquilarse? Pero, si el cogito husserliano se d a previa-
m e n t e c o m o instantáneo, n o hay m e d i o a l g u n o d e salir d e él. E n el
capítulo anterior, hemos visto a las protensiones darse en v a n o d e
nariz contra los vidrios del presente, sin p o d e r romperlos. L o m i s m o
ocurre con las retenciones. Husserl, a lo largo d e toda su c a r r e r a
filosófica, estuvo obsesionado por la idea de la trascendencia. Pero
los instrumentos filosóficos d e q u e disponía, en p a r t i c u l a r su concep-
ción idealista d e la existencia, le p r i v a b a n de los medios de d a r razón
de esa trascendencia; su intencionalidad n o es sino la c a r i c a t u r a d e
ella. L a conciencia husserliana n o puede, en realidad, trascenderse
ni hacia el m u n d o , ni hacia el f u t u r o , ni hacia el pasado.
Así, n o hemos g a n a d o n a d a con otorgar al p a s a d o el ser, pues,
en los términos de esa concesión, debiera ser p a r a nosotros c o m o n o
siendo. Q u e el p a s a d o sea, como lo quieren Bergson y Husserl, o
q u e no sea ya, c o m o lo quiere Descartes, carece d e i m p o r t a n c i a si
se h a e m p e z a d o p o r c o r t a r los puentes e n t r e él y nuestro presente.
E n efecto, si conferimos al presente u n privilegio c o m o "presen-
cia al m u n d o " , nos colocamos, p a r a a b o r d a r el p r o b l e m a del pasado,
en la perspectiva del ser i n t r a m u n d a n o . Nos consideramos existir
p r i m e r a m e n t e c o m o contemporáneos de esta silla o d e esta mesa,
nos hacemos indicar p o r el m u n d o la significación d e lo t e m p o r a l .
Pero, si nos colocamos en m e d i o del m u n d o , perdemos t o d a posibili-
d a d de distinguir lo q u e no es ya de lo que no es. Sin embargo, se
dirá, lo q u e n o es ya p o r lo menos h a sido, m i e n t r a s q u e lo q u e
no es n o tiene nexo de n i n g u n a especie con el ser. Es v e r d a d . P e r o
la ley d e ser del instante i n t r a m u n d a n o , c o m o lo hemos visto, p u e d e
expresarse en estas sencillas p a l a b r a s : " E l ser es", q u e indican u n a
plenitud maciza de positividades, en q u e n a d a de lo q u e no es p u e d e
ser representado d e n i n g u n a m a n e r a , ni siquiera p o r u n a traza, u n
vacío, u n a señal, u n a "histéresis". El ser q u e es se agota íntegra-
m e n t e en el acto de ser; con lo q u e es, con lo q u e no es ya, n o tiene
n a d a q u e hacer. N i n g u n a negación, sea radical, sea suavizada en
" n o . . . y a " p u e d e hallar lugar en esa densidad absoluta. S e n t a d o
esto, el p a s a d o bien p u e d e existir a su m a n e r a : los puentes están cor-
tados. El ser ni siquiera h a "olvidado" su p a s a d o : sería a ú n u n a
m a n e r a de conexión. El p a s a d o se le h a deslizado c o m o u n sueño.
Si la concepción de Descartes y la de Bergson p u e d e n ser des-
p a c h a d a s espalda c o n t r a espalda, ello se debe a q u e a m b a s caen b a j o
un mismo reproche. T r á t e s e d e aniquilar el pasado o de conservarle
la existencia d e u n dios lar, esos autores h a n e n c a r a d o su suerte
aparte, aislándolo del presente; y, cualquiera q u e f u e r a su concepción
d e la conciencia, confirieron a ésta la existencia del en-sí; la considera-
r o n c o m o siendo lo q u e era. N o cabe admirarse, después, d e q u e
h a y a n f r a c a s a d o en su tentativa d e revincular el pasado y el presente,
ya q u e el presente así concebido n e g a r á con todas sus fuerzas al p a -
sado. Si hubiesen considerado el f e n ó m e n o t e m p o r a l en su totalidad,
h a b r í a n visto q u e " m i " p a s a d o es a n t e todo mío, es decir, q u e existe
e n f u n c i ó n d e cierto ser q u e soy yo. El p a s a d o n o es nada, t a m p o c o
es el presente; sino q u e pertenece a su f u e n t e m i s m a c o m o vinculado
con cierto presente y cierto f u t u r o . Esta " m i i d a d " d e q u e h a b l a b a
C l a p a r é d e n o es u n matiz subjetivo q u e viene a q u e b r a r al recuerdo:
es u n a relación ontológica q u e u n e el p a s a d o al presente. M i p a s a d o
n o a p a r e c e j a m á s en el aislamiento de su " p r e t e r i d a d " ; sería hasta
a b s u r d o considerar q u e p u d i e r a existir c o m o tal: es originariamente
p a s a d o de este presente. Y esto es lo q u e p r e v i a m e n t e h a de elu-
cidarse.
Escribo q u e Pablo, en 1920, era a l u m n o de la Escuela Politécnica.
¿Quién es el q u e " e r a " ? Pablo, evidentemente; pero, ¿ q u é Pablo?
¿ E l joven d e 1920? Pero el ú n i c o t i e m p o del verbo ser q u e con-
viene a P a b l o considerado en 1920 es el presente. E n t a n t o q u e f u e ,
e r a menester decir d e él: "es". Si el q u e h a sido a l u m n o de la
Politécnica es u n Pablo vuelto pasado, t o d a relación con el presente
q u e d a r o t a : el h o m b r e q u e sustentaba esa cualificación, el sujeto,
h a q u e d a d o allá, con su atributo, e n 1920. Si queremos m a n t e n e r
la posibilidad d e u n a rememoración, será menester, en esa hipótesis,
a d m i t i r u n a síntesis recognitiva q u e venga del presente p a r a ir a
m a n t e n e r el contacto con el pasado. Síntesis imposible de concebir
si n o es u n m o d o d e ser originario. A f a l t a d e semejante síntesis,
nos será menester a b a n d o n a r el p a s a d o a su altivo aislamiento. ¿ Q u é
significaría, p o r o t r a parte, semejante escisión d e la personalidad?
Proust admite, sin d u d a , la pluralidad sucesiva de los Yoes, p e r o
esta concepción, t o m a d a a la letra, nos hace recaer en las dificultades
insuperables q u e encontraron, en su tiempo, los asociacionistas. Se
sugerirá quizás la hipótesis de u n a p e r m a n e n c i a en el c a m b i o : aquel
q u e f u e a l u m n o de la Politécnica es este mismo Pablo q u e existía e n
1920 y q u e existe en la actualidad. Es aquel d e quien, tras h a b e r
d i c h o : "es a l u m n o d e la Politécnica", se dice a h o r a : "es ex a l u m n o
d e la Politécnica". P e r o este recurso a la p e r m a n e n c i a n o nos saca
d e a p u r o s : si n o hay n a d a q u e t o m e a contrapelo el fluir d e los
" a h o r a s " p a r a constituir la serie t e m p o r a l v. en esta serie, c a r a c t e r e s
p e r m a n e n t e s , la p e r m a n e n c i a n o es n a d a m á s q u e cierto c o n t e n i d o
i n s t a n t á n e o y sin espesor d e c a d a " a h o r a " individual. E s m e n e s t e r
q u e h a y a u n p a s a d o y, p o r consiguiente, a l g o o alguien q u e era ese
p a s a d o , p a r a q u e h a y a u n a p e r m a n e n c i a ; lejos d e q u e ésta p u e d a
a y u d a r a constituir el t i e m p o , lo s u p o n e p a r a develarse e n él y d e v e l a r
consigo el c a m b i o . Volvemos, pues, a lo q u e e n t r e v e í a m o s a n t e s : si
la r e m a n e n c i a existencial del ser e n f o r m a d e p a s a d o n o surge ori-
g i n a r i a m e n t e d e m i p r e s e n t e a c t u a l ; si m i p a s a d o d e ayer n o es c o m o
u n a t r a s c e n d e n c i a a la zaga de m i p r e s e n t e de hoy, h e m o s p e r d i d o
t o d a e s p e r a n z a d e r e v i n c u l a r el p a s a d o c o n el presente. Así, pues,
si digo de P a b l o q u e fue o q u e era a l u m n o d e la Politécnica, lo d i g o
d e este m i s m o P a b l o q u e a c t u a l m e n t e es y del cual d i g o t a m b i é n q u e
es c u a d r a g e n a r i o . N o es el adolescente el q u e era a l u m n o ; d e éste,
en t a n t o q u e f u e , se d e b í a d e c i r : es. El c u a d r a g e n a r i o lo era. A
decir v e r d a d , el h o m b r e d e t r e i n t a años lo era t a m b i é n . P e r o ¿ q u é
sería el h o m b r e d e t r e i n t a años, a su vez, sin el c u a d r a g e n a r i o q u e
lo f u e ? Y el p r o p i o c u a d r a g e n a r i o era a l u m n o de la Politécnica
e n el e x t r e m o á p i c e de su presente. Y , f i n a l m e n t e , es el ser m i s m o
d e la vivencia el q u e tiene la misión d e ser c u a d r a g e n a r i o , hombre-
d e t r e i n t a años, adolescente, e n el m o d o del haber-sido. D e esta vi-
vencia decimos hoy q u e es; del c u a d r a g e n a r i o 1 y del adolescente
t a m b i é n se h a dicho, a su t i e m p o , q u e son; hoy f o r m a n p a r t e del
p a s a d o y el p a s a d o m i s m o es en el s e n t i d o de q u e , a c t u a l m e n t e , es
el p a s a d o d e P a b l o o d e esta vivencia. Así, los tiempos p a r t i c u l a r e s
del p e r f e c t o designan seres q u e existen todos r e a l m e n t e , a u n q u e e n
m o d o s d e ser diversos, p e r o d e los cuales u n o es y a la vez era el
otro; el p a s a d o se caracteriza c o m o p a s a d o de algo o de a l g u i e n ; se
tiene u n p a s a d o . Este utensilio, esta sociedad, este h o m b r e son los
q u e tienen su p a s a d o . N o h a y p r i m e r o u n p a s a d o universal q u e se
p a r t i c u l a r i c e después e n pasados concretos. Al c o n t r a r i o , lo q u e pri-
m e r o e n c o n t r a m o s son pasados. Y el v e r d a d e r o p r o b l e m a — q u e a b o r -
d a r e m o s e n el c a p í t u l o siguiente— será c a p t a r p o r q u é proceso p u e -
d e n unirse esos p a s a d o s individuales p a r a f o r m a r el p a s a d o .

Se o b j e t a r á acaso q u e nos h e m o s f a c i l i t a d o las cosas al escoger


u n e j e m p l o e n q u e el s u j e t o q u e " e r a " sigue existiendo a c t u a l m e n t e .
Se nos c i t a r á n otros casos. P o r e j e m p l o , d e Pedro, q u e h a m u e r t o ,
p u e d o d e c i r : " a m a b a la m ú s i c a " . E n este caso, t a n t o el s u j e t o c o m o
1
Sic. Se esperaría más bien: "del hombre de treinta a ñ o s . . . " (Ar.
del T.)
el a t r i b u t o son pasados. Y n o hay P e d r o actual a p a r t i r del cual
p u e d a surgir ese ser-pasado. Convenimos en ello. Convenimos incluso
hasta el p u n t o d e reconocer q u e el gusto de la música j a m á s h a sido
pasado p a r a Pedro. P e d r o h a sido siempre c o n t e m p o r á n e o de ese
gusto q u e era gusto suyo; su personalidad viva n o le h a sobrevivido,
ni él a ella. E n consecuencia, aquí lo p a s a d o es Pedro-amante-de-
la-música. Y p u e d o f o r m u l a r la p r e g u n t a que f o r m u l a b a poco h a :
¿de quién es P a s a d o este Pedro-pasado? N o podría serlo con rela-
ción a u n presente universal q u e es p u r a afirmación de ser; es, pues,
el p a s a d o de m i actualidad. Y, p o r este hecho, P e d r o h a sido para-
mi y yo he sido para-él. C o m o veremos, la existencia de P e d r o m e
h a alcanzado hasta la m é d u l a ; h a f o r m a d o p a r t e de un presente "en-
el-mundo, p a r a - m í y p a r a - o t r o " q u e e r a mi presente en vida de Pe-
d r o ; u n presente q u e yo he sido. Así, los objetos concretos desapa-
recidos son pasados en t a n t o que f o r m a n p a r t e del p a s a d o concreto
de u n superviviente. " L o q u e hay d e terrible en la M u e r t e -—dice
M a l r a u x — es q u e trueca la vida en Destino." H a d e entenderse
con ello q u e la m u e r t e reduce el para-sí-para-otro al estado de sim-
ple para-otro. Del ser de P e d r o m u e r t o , yo soy hoy el solo respon-
sable, en m i libertad. Y los muertos q u e n o h a n p o d i d o ser salvados
y transportados a b o r d o del p a s a d o concreto de u n superviviente n o
son pasados, sino q u e sus pasados y ellos están aniquilados.
Hay, pues, seres q u e " t i e n e n " pasados. H a c e poco citábamos
indiferentemente u n instrumento, u n a sociedad, u n hombre. ¿Está-
bamos en lo cierto? ¿ P u e d e atribuirse originariamente u n p a s a d o a
todos los existentes finitos, o sólo a ciertas categorías de ellos? Po-
dremos d e t e r m i n a r l o más fácilmente si examinamos más d e cerca
esa noción t a n p a r t i c u l a r de " t e n e r " u n pasado. N o se p u e d e " t e n e r "
u n p a s a d o c o m o se "tiene" u n automóvil o u n a caballeriza. Es decir,
q u e el p a s a d o n o p u e d e ser poseído p o r u n ser presente q u e le per-
manezca estrictamente exterior, c o m o yo permanezco, por ejemplo,
exterior a mi estilográfica. E n u n a p a l a b r a , en el sentido en q u e la
posesión expresa o r d i n a r i a m e n t e u n a relación externa del poseedor
a lo poseído, la expresión de posesión es insuficiente: las relaciones
externas disimularían u n abismo i n f r a n q u e a b l e entre p a s a d o y pre-
sente, q u e serían dos datos d e h e c h o sin comunicación real. T a m -
p o c o la interpenetración absoluta del presente por el pasado, tal
c o m o Bergson la concibe, resuelve la dificultad, pues esa interpene-
tración, q u e es organización del pasado con el presente, viene, en el
fondo, del p a s a d o mismo y n o es sino u n a relación de habitación.
El pasado bien p u e d e concebirse, entonces, c o m o siendo en el pre-
sente; pero nos hemos privado de los medios de presentar esta
i n m a n e n c i a de otro m o d o que c o m o la de u n a p i e d r a en el f o n d o
del lío. El p a s a d o bien p u e d e infestar al presente, pero n o p u e d o
serlo; es el presente el q u e es su pasado. Así, pues, si se estudian las
relaciones entre el p a s a d o y el presente a partir del pasado, n o se
p o d r á n establecer n u n c a e n t r e ambos relaciones internas. U n en-sí,
p o r consiguiente, cuyo presente es lo q u e es, n o podría " t e n e r "
pasado. Los ejemplos citados por Chevallier en apoyo d e su tesis,
¡ n p a r t i c u l a r los hechos de histéresis, n o p e r m i t e n establecer u n a
acción del p a s a d o de la m a t e r i a sobre su estado presente. N o hay,
en efecto, n i n g u n o de ellos q u e n o p u e d a interpretarse p o r los me-
dios ordinarios del determinismo mccanicista. D e estos dos clavos,
nos dice Chevallier, u n o acaba de ser f a b r i c a d o y n o ha servido
jamás; el otro h a sido torcido y luego enderezado a martillazos:
ofrecen u n aspecto rigurosamente semejante. E m p e r o , al primer
golpe el primero se clavará derecho en la pared, mientras el segundo
volverá a torcerse: acción del pasado. A nuestro m o d o de ver, es
preciso ser u n poco de m a l a fe p a r a ver en ello la acción del p a s a d o ;
esta explicación ininteligible del ser que es densidad es fácil de sus-
tituir por la única explicación posible: las apariencias exteriores
d e ambos clavos son semejantes, pero sus estructuras moleculares
presentes difieren d e m o d o sensible. Y el estado molecular presente
es a cada instante el efecto riguroso del estado molecular anterior,
lo q u e n o significa en m o d o alguno, p a r a el científico, q u e haya
"tránsito" de un instante al otro con permanencia del pasado, sino
sólo conexión irreversible entre los contenidos de dos instantes del
t i e m p o físico. D a r como p r u e b a de esa p e r m a n e n c i a del p a s a d o la
remanencia d e la imantación en u n trozo de hierro dulce n o es
demostrar m u c h a m a y o r seriedad: se trata, en efecto, de u n f e n ó m e n o
q u e supervive a su causa, n o de u n a subsistencia de la causa en t a n t o
q u e causa en estado pasado. H a c e rato q u e la p i e d r a q u e atravesó
el a g u a h a e n c o n t r a d o el f o n d o d e la laguna, y todavía recorren la
superficie ondas concéntricas; n o se recurre a quién sabe q u é acción
del p a s a d o p a r a explicar este f e n ó m e n o : el mecanismo es casi visi-
ble. N o parece que los hechos de histéresis o de remanencia necesiten
u n a explicación d e tipo diferente. D e hecho, está bien claro q u e la
expresión " t e n e r u n pasado", q u e d e j a suponer u n m o d o de posesión
en q u e el poseedor p u d i e r a ser pasivo, y que, c o m o tal, n o choca,
a p l i c a d a a la materia debe ser reemplazada con la de ser su propio
pasado. N o hay p a s a d o sino p a r a u n presente q u e n o p u e d e existir
sin ser allá, detrás de sí, su p a s a d o ; es decir, sólo tienen u n pasado
los seres tales q u e en su ser es cuestión d e su ser pasado, q u e tienen-
de-ser su pasado. Estas observaciones nos permiten negar a prior i
el pasado al en-sí (lo q u e n o significa t a m p o c o que hemos de arrin-
conarlo en el p r e s e n t e ) . N o zanjaremos la cuestión del p a s a d o d e
los seres vivos. H a r e m o s n o t a r sólo q u e si f u e r a menester — l o q u e
n o es de n i n g ú n m o d o seguro— conceder u n pasado a la vida, no
p o d r í a ser sino después de demostrar q u e el ser d e la vida es tal q u e
c o m p o r t e u n pasado. E n u n a palabra, sería necesario demostrar
p r e v i a m e n t e q u e la m a t e r i a viva es otra cosa q u e u n sistema físico-
químico. El esfuerzo inverso — q u e es el de Chevallier—, consistente
en d a r u n a p r e m i o m á s f u e r t e del p a s a d o c o m o lo constitutivo d e
la originalidad de la vida, es u n ÍÍOTTJQOV JTGÓTRICOV totalmente des-
provisto de significación. Sólo p a r a la Realidad H u m a n a es m a -
nifiesta la existencia d e u n pasado, p o r q u e se h a establecido q u e ella
tiene-de-ser lo que es. El p a s a d o llega al m u n d o por el para-sí, por-
q u e su " Y o soy" es en la f o r m a de u n " Y o me soy".
¿ Q u é significa, pues, " e r a " ? Vemos, primeramente, q u e es un
transitivo. Si digo: " P a b l o está cansado", se p u e d e discutir acaso
q u e la cópula tenga valor ontológico; quizá se quiera n o ver en ella
sino u n a indicación d e inherencia. Pero, c u a n d o decimos " P a b l o
estaba cansado", la significación esencial del pretérito salta a la vis-
t a : Pablo presente es a c t u a l m e n t e responsable d e h a b e r tenido ese
cansancio en el pasado. Si él n o sostuviera ese cansancio con su ser,
n o h a b r í a ni siquiera olvido d e aquel estado, sino q u e h a b r í a u n
"no-ser-ya" rigurosamente idéntico a u n "no-ser". El cansancio que-
d a r í a perdida. El ser presente es, pues, el f u n d a m e n t o de su propio
p a s a d o : y es este carácter de f u n d a m e n t o lo q u e el " e r a " o " e s t a b a "
manifiesta. Pero n o h a d e entenderse q u e lo f u n d e en el m o d o d e
la indiferencia y sin ser p r o f u n d a m e n t e m o d i f i c a d o p o r ello: " e r a "
significa q u e el ser presente tiene-de-ser en su ser el f u n d a m e n t o
de su p a s a d o siendo él mismo ese pasado. ¿ Q u é significa esto? ¿ C ó -
m o el presente p u e d e ser el pasado?
E l n u d o de la cuestión reside, evidentemente, en el t é r m i n o
" e r a " , que, sirviendo de intermediario e n t r e el presente y el pasado,
n o es él mismo ni e n t e r a m e n t e p a s a d o ni enteramente presente. E n
efecto, n o p u e d e ser ni u n o ni otro, ya que, en tal caso, estaría
contenido en el interior del tiempo q u e denotaría su ser. E x t e r m i n o
" e r a " designa, pues, el saldo ontológico del presente al p a s a d o y re-
presenta u n a síntesis original d e esos dos modos de temporalidad.
¿ C ó m o h a d e entenderse esta síntesis?
A n t e todo, veo q u e el término " e r a " es un m o d o de ser. En
este sentido, yo soy m i pasado. N o lo tengo, lo soy: lo q u e se m e
dice aaerca de u n acto q u e h e realizado ayer, d e u n talante que he
tenido, n o m e d e j a indiferente: m e siento h e r i d o o halagado, me
encrespo o d e j o q u e digan, la cosa m e toca hasta la médula. N o
m e desolidarizo de mi pasado. Sin d u d a , a la larga, p u e d o intentar
esa desolidarización, puedo declarar que " n o soy m á s el q u e era",
argüir u n cambio, u n progreso. Pero se t r a t a de u n a reacción secun-
daria, q u e se d a como tal. N e g a r m i solidaridad de ser con m i pa-
sado sobre tal o cual p u n t o particular es a f i r m a r l a p a r a el c o n j u n t o
de m i vida. E n el límite, en el instante infinitesimal de mi muerte,
n o seré ya m á s q u e m i pasado. Él solo me definirá. Es lo q u e
Sófocles entendía expresar cuando, en Las Traquinias, pone en boca
d e D e y a n i r a : " A n t i g u o es el r e f r á n que a n d a en boga entre los h o m -
bres: 'hasta que u n o se haya muerto, n a d i e sabe si su vida h a resul-
t a d o b u e n a o h a resultado m a l a ' . " Es también el sentido de la irase
d e M a l r a u x antes c i t a d a : " L a m u e r t e t r u e c a la vida en destino."
Y es, p o r último, lo q u e a t e r r a al creyente c u a n d o c o m p r e n d e que,
e n el m o m e n t o de morir, la suerte está e c h a d a y ya n o q u e d a c a r t a
q u e jugar. L a m u e r t e nos r e ú n e con nosotros mismos, tales como
en nosotros mismos la eternidad nos h a cambiado. E n el momento-
d e la muerte, somos, es decir, somos sin defensa a n t e los juicios del
p r ó j i m o ; se p u e d e decidir en verdad acerca d e lo q u e somos; n o te-
nemos ya o p o r t u n i d a d a l g u n a de escapar a la cuenta q u e u n a inte-
ligencia omnisciente p o d r í a cerrar. Y el arrepentimiento de la última
h o r a es u n esfuerzo total p a r a r e s q u e b r a j a r todo ese ser q u e se h a
i d o lentamente p r e n d i e n d o y solidificando sobre nosotros; un sobre-
salto último p a r a desolidarizarnos d e lo q u e somos. E n v a n o : la
m u e r t e f i j a con todo lo demás ese sobresalto, q u e n o hace sino en-
t r a r en composición con lo que lo ha precedido, como u n factor
e n t r e otros, como u n a determinación singular q u e sólo se entiende a
partir de la totalidad. Por la muerte, el para-sí se trueca p a r a siem-
p r e en en-sí en la m e d i d a en q u e se h a deslizado íntegramente al
pasado. Así, el p a s a d o es la totalidad siempre creciente del en-sí q u e
somos. Empero, en t a n t o q u e n o hemos muerto, n o somos a ú n ese
en-sí en el m o d o de la identidad. Tenemos-de-serlo. El rencor cesa,
d e ordinario, con la m u e r t e : p o r q u e el h o m b r e se h a reunido con
su pasado, es su pasado, sin por ello ser responsable de él. Mientras
vive, es objeto de mi rencor; es decir, q u e le reprocho su pasado n o
sólo en t a n t o q u e él lo es sino t a m b i é n en t a n t o que lo reasume a
cada instante y lo sostiene en el ser; en t a n t o q u e es responsable d e
él. N o es verdad que el rencor fije al h o m b r e en lo q u e e r a ; si no,
sobreviviría a la m u e r t e : se dirige al h o m b r e vivo, q u e es libremente
en su ser aquello que era. Soy m i pasado, y, si yo n o f u e r a , m i
¡jasado n o existiría t a m p o c o ni para m í ni p a r a nadie: n o tendría
ya n i n g u n a relación con el presente. Esto n o significa en m o d o al-
g u n o q u e mi p a s a d o n o sería, sino sólo q u e su ser sería indescubrible.
Y o soy aquel por quien m i p a s a d o llega a este m u n d o . Pero h a d e
entenderse bien q u e n o le doy yo el ser. D i c h o de otro m o d o , m i
pasado n o existe a título de " m i " representación. M i p a s a d o n o
existe p o r q u e yo m e lo " r e p r e s e n t e " ; sino que, p o r q u e yo soy m i
pasado, éste e n t r a en el m u n d o , y a p a r t i r d e su ser-en-el-mundo
p u e d o yo, según cierto proceso psicológico, representármelo. M i p a -
sado es lo q u e tengo-de-ser; pero sin e m b a r g o difiere p o r naturaleza
de mis posibles. El posible, q u e t a m b i é n tengo-de-ser, permanece,
en c u a n t o posible concreto mío, c o m o aquello cuyo contrario es
igualmente posible, a u n q u e en g r a d o menor. Al contrario, el pasado
es aquello q u e es sin n i n g u n a posibilidad d e n i n g u n a clase, aquello
q u e h a consumido sus posibilidades. Tengo-de-ser lo q u e n o d e p e n d e
ya en m o d o a l g u n o de mi poder-ser, lo q u e es ya en sí todo lo q u e
puede ser. El p a s a d o q u e soy, tengo-de-serlo sin n i n g u n a posibilidad
d e n o serlo. A s u m o su total responsabilidad c o m o si p u d i e r a c a m -
biarlo, y, sin embargo, n o p u e d o ser otra cosa que él. Veremos más
adelante q u e conservamos c o n t i n u a m e n t e la posibilidad de c a m b i a r
la significación del pasado, en t a n t o q u e éste es u n ex presente que
ha tenido un futuro. P e r o al contenido del p a s a d o en t a n t o q u e tal
n a d a p u e d o quitarle ni agregarle. E n otros términos, el p a s a d o q u e
yo era es lo que es; es u n en-sí, c o m o las cosas del m u n d o . Y la
relación de ser que tengo de sostener con el pasado es u n a relación
del tipo del en-sí. Es decir, de la identificación consigo mismo.
Pero, por otra parte, no soy mi pasado. N o lo soy, ya q u e lo
era. El rencor a j e n o m e sorprende y m e indigna siempre: ¿ c ó m o
p u e d e odiarse, en aquel q u e soy, a aquel q u e era? L a sabiduría an-
tigua h a insistido m u c h o en este h e c h o : n a d a p u e d o enunciar sobre
mí q u e n o se haya vuelto falso ya c u a n d o lo enuncio. Hegel n o h a
desdeñado utilizar este argumento. Cualquier cosa q u e h a g a o q u e
diga, en el m o m e n t o en q u e quiero serlo, ya lo hacía o lo decía.
Pero examinemos m e j o r este aforismo: viene a decir q u e todo juicio
<|uc formule sobre mi mismo es falso ya c u a n d o lo formulo, es
decir, que m e h e convertido en otra cosa. Pero, ¿ q u é h a de enten-
derse por otra cosa? Si entendemos p o r ello u n m o d o de la realidad
h u m a n a que goce del mismo tipo existencial q u e aquel al cual se
niega la existencia presente, equivale a declarar q u e hemos cometido
u n error en la atribución del predicado al sujeto y q u e q u e d a b a
otro predicado atribuible: sólo h a b r í a sido menester a p u n t a r l o al
f u t u r o inmediato. D e l mismo modo, u n cazador q u e a p u n t a a u n
ave allí donde la ve le yerra, porque el ave ya n o está en ese l u g a r
c u a n d o llega el proyectil. L a alcanzará, al contrario, si a p u n t a u n
poco hacia adelante, a u n p u n t o al que el volátil n o h a llegado a ú n .
Si el ave ya n o está en ese lugar, es p o r q u e ya está en otro; de cual-
quier m a n e r a , está en algún lugar. P e r o veremos q u e esta concep-
ción eleática del movimiento es p r o f u n d a m e n t e e r r ó n e a : si verdade-
r a m e n t e p u e d e decirse q u e la flecha está en AB, entonces el movi-
miento es u n a sucesión de inmovilidades. Análogamente, si Se con-
cibe q u e h a h a b i d o u n instante infinitesimal, q u e ya n o es, en q u e
he sido lo que ya n o soy, se m e constituye con u n a serie de estados
fijos q u e se suceden c o m o las imágenes d e u n a linterna mágica. Si
n o lo soy, n o es a causa de u n ligero desnivel entre el pensamiento
judicativo y el ser, a causa d e u n retardo entre el juicio y el h e c h o ;
sino que, p o r principio, en m i ser inmediato, en presencia d e m i
presente, n o lo soy. E n u n a p a l a b r a : la causa p o r la cual n o soy
lo q u e era n o es u n cambio, u n devenir concebido c o m o paso a lo
heterogéneo en la homogeneidad del ser; sino que, al contrario, si
puede h a b e r u n devenir, se debe a que, p o r principio, mi ser es
heterogéneo a mis m a n e r a s de ser. L a explicación del m u n d o p o r el
devenir, concebido como síntesis de ser y de no-ser, es fácil darla.
Pero, ¿se h a reflexionado en q u e el ser en devenir n o p o d í a ser esa
síntesis a menos d e serla de sí mismo, en u n a c t o q u e f u n d a r a su
propia n a d a ? Si yo n o soy ya lo q u e era, es menester, con todo, q u e
tenga-de-serlo en la u n i d a d de u n a síntesis nihilizadora a la q u e yo
mismo sostengo en el ser; si no, yo n o t e n d r í a relación de n i n g u n a
clase con lo que ya n o soy, y mi plena positividad excluiría el no-ser,
esencial al devenir. El devenir n o p u e d e ser u n dato, u n m o d o de
ser inmediato del ser, pues si concebimos u n ser semejante, en su
meollo el ser y el no-ser n o p o d r í a n estar sino yuxtapuestos, y nin-
guna estructura impuesta o externa p u e d e fundirlos u n o en otro. L a
conexión entre el ser y el no-ser n o p u e d e ser sino i n t e r n a : el no-ser
debe surgir en el ser en t a n t o q u e ser; el ser debe d e s p u n t a r en el
no-ser. Y esto n o p o d r í a ser u n hecho, u n a ley n a t u r a l , sino u n
surgimiento del ser q u e es su p r o p i a n a d a d e ser. Así, pues, si n o
soy m i p r o p i o pasado, ello n o p u e d e ser en el m o d o originario del
devenir, sino en t a n t o q u e tengo-de-serlo para no serlo y q u e tengo-
de-no-serlo para serlo. Esto h a d e esclarecernos la naturaleza del
m o d o "era": si n o soy lo q u e era, ello no se debe a q u e he c a m b i a d o
ya; lo q u e s u p o n d r í a el t i e m p o c o m o ya d a d o ; sino a q u e soy, con
relación a m i ser, en el m o d o d e conexión i n t e r n a del no serlo.
Así, sólo e n t a n t o q u e soy m i p a s a d o p u e d o n o serlo; y esta
necesidad de ser m i p a s a d o es, incluso, el único f u n d a m e n t o posible
del h e c h o d e q u e n o lo soy. Si no, a c a d a instante, yo n i lo sería
ni n o lo sería, salvo a los ojos de u n testigo rigurosamente externo,
que, a su vez, p o r o t r a parte, tendría-de-ser él mismo su p a s a d o en
el m o d o del no serlo.
Estas observaciones p u e d e n hacernos c o m p r e n d e r lo que hay d e
inexacto e n el escepticismo d e origen heracliteo, q u e insiste ú n i c a -
m e n t e en q u e n o soy ya lo q u e digo ser. Sin d u d a , todo lo q u e p u e d e
decirse q u e soy, n o lo soy. Pero está m a l decir q u e n o lo soy ya,
pues n o lo h e sido n u n c a , si se entiende p o r ello "ser en sí"; y, p o r
otra parte, n o se sigue t a m p o c o q u e m e equivoque diciendo serlo,
ya q u e es menester q u e lo sea p a r a n o serlo: lo soy en el m o d o
del era.
Así, todo c u a n t o p u e d e decirse q u e soy en el sentido d e serlo e n
sí, con plena densidad c o m p a c t a (es colérico, funcionario, descon-
t é n t o ) , es siempre mi pasado. Sólo en el p a s a d o soy lo q u e soy.
Pero, p o r o t r o lado, aquella densa plenitud de ser está a m i zaga,
h a y u n a distancia absoluta q u e la separa d e mí y la d e j a caer f u e r a
d e m i alcance, sin contacto, sin adherencias. Si era o si h e sido
dichoso, es q u e n o lo soy. Pero esto n o quiere decir q u e sea desdi-
c h a d o : simplemente, n o p u e d o ser dichoso sino en el p a s a d o : llevo
así m i ser a m i zaga, n o porque t e n g o u n pasado, sino q u e el p a s a d o ,
precisamente, n o es más que esa estructura ontológica q u e m e obliga
a ser lo q u e soy a la zaga. Esto es. lo q u e significa el " e r a " . • P o r
definición, el para-sí existe con obligación d e asumir su ser y n o
p u e d e ser n a d a más q u e p a r a sí. Pero precisamente n o p u e d e asumir
su ser sino p o r u n a reasunción de este ser, que lo p o n e a distancia
d e este ser. Por la m i s m a afirmación de q u e soy en el m o d o del
en-sí escapo a esta afirmación, pues ella implica u n a negación en su
p r o p i a naturaleza. Así, el para-sí es siempre allende lo q u e es, por
el solo h e c h o d e q u e lo es para-sí y q u e tiene-de-serlo. Pero, a la
vez, es c i e r t a m e n t e su ser y n o o t r o ser el q u e p e r m a n e c e a su z a g a .
Asi c o m p r e n d e m o s el s e n t i d o del " e r a " , q u e c a r a c t e r i z a s i m p l e m e n t e
el t i p o d e ser del para-sí, es decir, la relación del para-sí c o n su
1
ser. El p a s a d o es el en-sí q u e soy e n t a n t o q u e preterido-trascendido .
F a l t a e s t u d i a r la m a n e r a e n q u e el p a r a - s í " e r a " su p r o p i o p a -
sado. S a b i d o es q u e el p a r a - s í a p a r e c e e n el a c t o o r i g i n a r i o p o r el
c u a l el en-sí se nihiliza p a r a f u n d a r s e . E l p a r a - s í es su p r o p i o
f u n d a m e n t o e n t a n t o q u e él se h a c e el f r a c a s o d e l en-sí p a r a ser
el suyo. P e r o n o p o r eso h a l l e g a d o a librarse del en-sí. E l en-sí
p r e t e r i d o - t r a s c e n d i d o p e r m a n e c e y lo i n f e s t a c o m o su c o n t i n g e n c i a
original. E l para-sí n o p u e d e a l c a n z a r l o j a m á s , n i c a p t a r s e n u n c a
c o m o siendo esto o a q u e l l o ; p e r o t a m p o c o p u e d e e v i t a r ser a d i s t a n -
cia d e sí lo q u e es. E s t a c o n t i n g e n c i a , esta p e s a n t e z a d i s t a n c i a d e l
para-sí, q u e él no es j a m á s p e r o q u e tiene-de-serla c o m o p e s a n t e z
p r e t e r i d a - t r a s c e n d i d a y a la vez c o n s e r v a d a e n l a p r e t e r i c i ó n m i s m a ,
es la facticidad, p e r o es t a m b i é n el p a s a d o . F a c t i c i d a d y p a s a d o son
dos p a l a b r a s p a r a d e s i g n a r u n a y la m i s m a cosa. E l P a s a d o , e n efecto,
c o m o la F a c t i c i d a d , es la c o n t i n g e n c i a i n v u l n e r a b l e del en-sí q u e
t e n g o d e ser sin n i n g u n a posibilidad d e n o serlo. E s l o i n e v i t a b l e d e
l a n e c e s i d a d d e h e c h o , n o a t í t u l o d e necesidad sino a t í t u l o d e h e c h o .
E s el ser d e h e c h o q u e n o p u e d e d e t e r m i n a r el c o n t e n i d o d e m i s
motivaciones, sino q u e las d e j a t r a n s i d a s d e su c o n t i n g e n c i a , p o r q u e
aquéllas n o p u e d e n s u p r i m i r l o ni c a m b i a r l o : al c o n t r a r i o , lo llevan
n e c e s a r i a m e n t e consigo p a r a m o d i f i c a r l o , lo c o n s e r v a n p a r a r e h u i r l o ,
lo tienen-de-ser e n su p r o p i o e s f u e r z o p o r n o serlo; es a q u e l l o a p a r -
tir d e lo c u a l ellas se h a c e n lo q u e son. A eso se d e b e q u e a c a d a
i n s t a n t e y o jio sea d i p l o m á t i c o y m a r i n o , q u e sea p r o f e s o r , a u n q u e
n o p u e d o sino j u g a r a ser este ser sin p o d e r n u n c a r e u n í r m e l e . Sí
n o p u e d o r e t o r n a r al p a s a d o , n o es p o r a l g u n a v i r t u d m á g i c a q u e
m e lo p o n g a f u e r a d e alcance, sino s i m p l e m e n t e p o r q u e m i p a s a d o
es en-sí y yo soy p a r a - s í ; el p a s a d o es lo q u e soy sin p o d e r vivirlo.
E l p a s a d o es la sustancia. E n este sentido, el c o g i t o c a r t e s i a n o d e -
b e r í a f o r m u l a r s e m á s b i e n : "Pienso, p o r lo t a n t o e r a . " L o q u e e n -
g a ñ a es la a p a r e n t e h o m o g e n e i d a d del p a s a d o y del presente. P u e s
esa v e r g ü e n z a q u e h e e x p e r i m e n t a d o a y e r e r a u n p a r a - s í m i e n t r a s
la e x p e r i m e n t a b a . S e cree, entonces, q u e h a p e r m a n e c i d o p a r a - s í
hoy, y se c o n c l u y e e r r ó n e a m e n t e q u e , si n o p u e d o r e t o r n a r a ella,
1
Aqui y en adelante, el término dépassé se traducirá por la expresión
"preterido-trascendido" cuando importe destacar su connotación de "pasado".
Véase Indice terminológico. (¿V. del T.)
se debe a q u e no es ya. Pero es menester invertir la relación p a r a
alcanzar la v e r d a d : entre el p a s a d a y el presente h a y u n a hetero-
geneidad absoluta; si n o p u e d o r e t o r n a r a él se debe a q u e el p a s a d o
es, y la única m a n e r a en q u e yo p o d r í a serlo es ser yo mismo en-sí
p a r a p e r d e r m e e n él en la f o r m a d e la identificación, lo q u e m e es
n e g a d o p o r esencia. E n efecto, esa vergüenza q u e h e e x p e r i m e n t a d o
ayer y q u e e r a vergüenza p a r a sí, es siempre vergüenza a c t u a l m e n t e
y, p o r su esencia, p u e d e describirse todavía c o m o para-sí. -Pero no es
ya p a r a sí en su ser, pues n o es ya c o m o reflejo-reflejante. Descrip-
tible corno para-sí, simplemente es. El p a s a d o se d a c o m o para-sí
devenido en-sí. Esa vergüenza, e n t a n t o q u e la vivo, n o es lo q u e
es. E n el m o m e n t o presente yo la era, y p u e d o decir entonces:
era u n a v e r g ü e n z a ; ella se h a h e c h o lo q u e era, detrás d e m í ; tiene
la p e r m a n e n c i a y la constancia del en-sí, es e t e m a en su fecha, tiene
la total p e r t e n e n c i a del en-sí a sí mismo. E n cierto sentido, pues, el
pasado, q u e es a la vez para-sí y en-sí, se asemeja al valor o sí-
mismo, q u e hemos descrito e n el capítulo p r e c e d e n t e ; c o m o éste,
representa cierta síntesis e n t r e el ser q u e es lo q u e n o es y n o es lo
q u e es, y el ser q u e es lo q u e es. E n este sentido p u e d e hablarse de
u n valor evanescente del pasado. D e ahí q u e el r e c u e r d o nos pre-
senta al ser q u e éramos con u n a plenitud d e ser q u e le confiere u n a
especie d e poesía. Ese dolor q u e tentamos, al fijarse en p a s a d o n o
d e j a d e presentar el sentido de u n para-sí, y sin e m b a r g o existe en
sí mismo, con la fijeza silenciosa de un dolor ajeno, de u n dolor de
estatua. Y a n o necesita c o m p a r e c e r a n t e sí p a r a hacerse existir.
A h o r a es; y, al contrario, su c a r á c t e r de para-sí, lejos d e ser el m o d o
d e ser d e su ser, se convierte simplemente en u n a m a n e r a d e ser,
e n u n a cualidad. Los psicólogos, p o r h a b e r c o n t e m p l a d o lo psíquico
en pasado, h a n p r e t e n d i d o q u e la conciencia era u n a c u a l i d a d q u e
p o d í a ó n o afectarlo, sin m o d i f i c a r l o en su ser. L o psíquico p a s a d o
primeramente es y es para-sí después, tal c o m o P e d r o es rubio o
c o m o e?te árbol es u n roble.
Pero, precisamente p o r eso, el pasado, q u e se asemeja al valor,
no es el valor. E n el valor, el para-sí deviene sí trascendiendo y
f u n d a n d o su ser; h a y u n a reasunción del en-sí p o r el sí; p o r este
hecho, la contingencia del ser d e j a su lugar a la necesidad. El p a -
sado, al contrario, es p r i m e r a m e n t e en-sí. E l para-sí está sostenido
en el ser p o r el en-sí; su razón d e ser n o es ya ser para-sí: se h a
convertido en en-sí y por ello nos a p a r e c e en su p u r a contingencia.
N o hay n i n g u n a razón p a r a q u e nuestro p a s a d o sea tal o c u a l : a p a -
rece, en la totalidad de su serie, c o m o el h e c h o p u r o q u e h a d e
tenerse en c u e n t a en t a n t o q u e h e c h o ; c o m o lo gratuito. Es, en su-
m a , el valor invertido, el para-sí reasumido y f i j a d o p o r el en-sí,
p e n e t r a d o y cegado por la densidad plenaria del en-sí, espesado pc*r
el en-sí hasta el p u n t o de n o p o d e r existir ya como reflejo p a r a el
reflejante ni c o m o reflejante p a r a el reflejo, sino simplemente c o m o
u n a indicación en-sí del p a r reflejo-reflejante. Por eso el p a s a d o
puede, en rigor, ser el objeto al que a p u n t e u n para-sí que quiere
realizar el valor y rehuir la angustia q u e le d a la p e r p e t u a ausencia
del sí. Pero es radicalmente distinto, por esencia, del valor: es pre-
cisamente el indicativo, de q u e ningún imperativo p u e d e deducirse;
es el hecho propio d e c a d a para-Vi, el hecho contingente e inalte-
rable q u e yo era.
Así, el Pasado es u n Para-sí r e c a p t u r a d o y a n e g a d o p o r el En-sí.
¿ C ó m o puede ocurrir esto? H e m o s descrito lo q u e significa ser
pasado p a r a u n suceso, y tener un pasado p a r a u n a realidad h u -
m a n a . H e m o s visto q u e el Pasado es u n a ley ontológica del Para-sí,
esto es, q u e todo lo que p u e d e ser u n Para-sí debe serlo allá, a
su propia zaga, f u e r a de alcance. En este sentido podemos a c e p t a r
la frase d e H e g e l : "Wesen ist was gewesen ist." M i esencia está e n
pasado, es la ley de su ser. Pero n o hemos explicado por q u é u n
suceso concreto del Para-sí deviene pasado. ¿ C ó m o u n Para-sí q u e
era su p a s a d o se convierte en el Pasado q u e u n nuevo-Para-sí tiene-
de-ser? El tránsito al pasado es modificación de ser. ¿ C u á l es esta
modificación? P a r a comprenderlo, es menester c a p t a r antes la re-
lación entre el Para-sí presente y el ser. Así, como podíamos a u g u -
rarlo, el estudio del Pasado nos remite al del Presente.

B) El Presente
A diferencia del Pasado, q u e es en-sí, el Presente es para-sí.
¿ C u á l es su ser? H a y u n a antinomia propia del Presente: por u n a
parte, suele definírselo por el ser; es presente lo que es, por oposición
al futuro, que no es a ú n , y al pasado, que no es ya. Pero, por otra
parte, u n análisis riguroso, que pretenda desembarazar al presente
d e todo lo q u e n o sea él, es decir, del pasado y del f u t u r o inmediato,
no encontraría de hecho sino u n instante infinitesimal, esto es,
c o m o lo hace n o t a r Husserl en sus Lecciones sobre la conciencia in-
terna del Tiempo, el término ideal de u n a división llevada al infi-
nito: la n a d a . Así, c o m o c a d a vez q u e abordamos el estudio de la
realidad h u m a n a desde u n p u n t o d e vista nuevo, encontramos esc
p a r indisoluble: el Ser y la N a d a .
¿ C u á l es la significación p r i m e r a del Presente? Está claro que
lo q u e existe en presente se distingue de t o d a o t r a existencia por su
carácter d e presencia. C u a n d o se pasa lista, el soldado o el a l u m n o
responde: " ¡ P r e s e n t e ! " , en el sentido de "adsum". Y presente se
o p o n e a ausente t a n t o c o m o a pasado. Así, el sentido del presente
es la presencia a . . . Conviene, pues, p r e g u n t a r n o s presencia a qué
es el presente, y quién es presente. Esto nos llevará sin d u d a a elu-
c i d a r luego el ser mismo del presente.
M i presente consiste en ser presente. ¿Presente a qué? A esta
mesa, a este cuarto, a París, al m u n d o ; en suma, al ser-en-sí. Pero,
a la inversa, ¿el ser-en-sí es presente a mí y al ser-en-sí q u e él no
es? Si así f u e r a , el presente sería u n a relación recíproca de pre-
sencias. Pero es fácil advertir q u e n o hay tal. L a presencia a . . .
es u n a relación i n t e r n a del ser q u e es presente con los seres a los
cuales es presente. E n n i n g ú n caso p u e d e tratarse d e la simple rela-
ción externa de contigüidad. Presencia a . . . significa existencia f u e r a
d e sí j u n t o a . . . L o q u e p u e d e ser presente a . . . debe ser tal en
su ser q u e haya en éste u n a relación de ser con los d e m á s seres. N o
p u e d o ser presente a esta silla a menos de estar u n i d o a ella en u n a
relación ontológica d e síntesis, a menos d e ser allá, en el ser de esa
silla, c o m o no siendo esa silla. El ser q u e es presente a . . . n o puede
ser, pues, en-sí en reposo; el en-sí n o puede ser prfesente, así como
n o p u e d e ser p a s a d o : p u r a y simplemente, es. N o p u e d e tratarse d e
simultaneidad alguna e n t r e u n en-sí y otro en-sí, excepto desde el
p u n t o d e vista d e u n ser q u e f u e r a copresente a ambos en-síes y
q u e tuviera en sí mismo el p o d e r de presencia. El Presente, pues,
n o p u e d e ser sino presencia del Para-sí al ser-en-sí. Y esta presencia
n o p o d r í a ser efecto d e u n accidente, d e u n a concomitancia; al con-
trario, está supuesta por toda concomitancia y debe ser u n a estruc-
t u r a ontológica del Para-sí. Esta mesa debe ser presente a esta silla
e n u n m u n d o que la realidad h u m a n a infesta c o m o u n a presencia.
Dicho de otro modo, n o p o d r í a concebirse u n tipo d e existente q u e
f u e r a primeramente Para-sí p a r a ser después presente al ser: el Pa-
ra-sí se hace presencia al ser haciéndose ser Para-sí, y d e j a de ser
presencia al d e j a r d e ser para-sí. Este Para-sí se define c o m o pre-
sencia al ser.
¿ A q u é ser se hace presencia el Para-sí? L a respuesta es clara:
el Para-sí es presencia a todo el ser-en-sí. O , m á s bien, la presencia
del Para-sí es lo q u e hace q u e haya u n a totalidad del ser-en-sí.
Pues, por este mismo m o d o de presencia al ser en t a n t o q u e ser,
q u e d a descartada toda posibilidad d e q u e el Para-sí sea más presente
a u n ser privilegiado q u e a los demás seres. A u n si la facticidad de
su existencia h a c e q u e sea ahí m á s bien q u e en otra parte, ser ahí
n o es ser presente. El ser-ahí d e t e r m i n a sólo la perspectiva según la
cual se realiza la presencia a la totalidad del en-sí. D e este m o d o ,
el Para-sí hace q u e los seres sean para u n a m i s m a presencia. Los
seres se develan como copresentes en u n m u n d o en q u e el Para-sí
los u n e con su p r o p i a sangre por ese total sacrificio ek-stático d e
sí q u e se d e n o m i n a la presencia. "Antes" del sacrificio del Para-sí
hubiera sido imposible decir que los seres existiesen ni juntos ni se-
parados. Pero el Para-sí es el ser por el cual el presente e n t r a en
el m u n d o ; los seres del m u n d o son copresentes, en efecto, en t a n t o
q u e u n m i s m o para-sí les es a la vez presente a todos. Así, lo q u e
se llama o r d i n a r i a m e n t e Presente, p a r a los en-sí, se distingue neta-
m e n t e del ser d e éstos, a u n q u e n o sea nada más: es sólo su copre-
sencia en t a n t o q u e u n Para-sí les es presente.
Sabemos a h o r a quién es presente y a qué es presente el presente.
Pero, ¿ q u é es la presencia?
H e m o s visto q u e n o p o d r í a ser la p u r a coexistencia de dos exis-
tentes, concebida como u n a simple relación d e exterioridad, pues
exigiría u n tercer término p a r a establecer dicha coexistencia. Este
tercer t é r m i n o existe en el caso d e la coexistencia d e las cosas en
m e d i o del m u n d o : es el Para-sí quien establece esa coexistencia ha-
ciéndose copresente a todas ellas. Pero, en el caso de la Presencia
del Para-sí al ser-en-sí, n o p o d r í a h a b e r tercer término. N i n g ú n
testigo, así f u e r a Dios, p o d r í a establecer esa presencia; el p r o p i o
Para-sí n o p u e d e conocerla si esa presencia n o es ya. E m p e r o , ella
n o podría ser en el m o d o del en-sí. Esto significa que originaria-
m e n t e el Para-sí es presencia al ser en t a n t o q u e es a sí mismo su
p r o p i o testigo de coexistencia. ¿ C ó m o hemos d e entenderlo? Sabido
es q u e el Para-sí es el ser q u e existe en f o r m a d e testigo de su ser.
Pero el Para-sí. es presente al ser si está intencionalmente dirigido
f u e r a de sí hacia ese ser. Y debe adherirse al ser lo más estrecha-
m e n t e q u e sea posible sin identificación. Esta adherencia, c o m o ve-
remos en el capítulo próximo, es realista, p o r el h e c h o d e q u e el
Para-sí na£e a sí en u n a conexión originaria con el ser: es a sí mismo
testigo d e sí c o m o no siendo ese ser. Y por ello es f u e r a d e sí, hacia
el ser y en ei ser, como n o siendo este ser. Es lo q u e podíamos de-
ducir, p o r o t r a p a r t e , d e la significación m i s m a d e la Presencia: la
.Presencia a u n ser implica q u e se está en conexión con este ser por
un nexo d e interioridad; si no, n i n g u n a conexión del Presente con
el ser sería posible; pero ese nexo de interioridad es u n nexo nega-
tivo: niega del ser presente q u e sea el ser al cual es presente. Si
no, el n e x o d e interioridad se desvanecería en p u r a y simple identi-
ficación. Así, la Presencia del Para-sí al ser implica q u e el Para-sí
es testigo de sí en presencia del ser c o m o n o siendo el ser; la pre-
sencia al ser es presencia del Para-sí en t a n t o q u e éste n o es. Pues
la negación n o recae sobre u n a diferencia de m a n e r a d e ser q u e dis-
tinga al Para-sí del ser, sino sobre u n a diferencia de ser. Es lo q u e
se expresa b r e v e m e n t e diciendo q u e el Presente no es.
¿ Q u é significa este no-ser del Presente y del Para-sí? P a r a
captarlo, es menester volver al Para-sí, a su m o d o d e existir, y es-
bozar b r e v e m e n t e u n a descripción de. su relación ontológica con el
ser. Del Para-sí en t a n t o q u e tal, j a m á s p o d r í a decirse: es, e n el
sentido en q u e se dice, p o r e j e m p l o : es la u n a de la t a r d e ; o sea
en el sentido de la total adecuación del ser consigo mismo, q u e p o n e
y suprime el sí y d a los exteriores d e la pasividad. Pues el Para-sí
tiene la existencia de u n a apariencia a c o p l a d a con el testigo de u n
reflejo q u e remite a u n reflejante, sin q u e h a y a objeto a l g u n o d e
q u e el reflejo sea reflejo. E l Para-sí n o tiene ser, p o r q u e su ser es
siempre a distancia: es allá en el reflejante, si u n o considera la
apariencia, q u e n o es apariencia o reflejo sino para el r e f l e j a n t e ; y
es allá en el reflejo, si u n o considera el reflejante, q u e en sí n o es
m á s q u e p u r a f u n c i ó n d e reflejar ese reflejo. Pero, además, en sí
mismo, el Para-sí n o es el ser, pues él se hace ser explícitamente
para-sí c o m o n o siendo el ser. El Para-sí es conciencia d e . . . c o m o
negación í n t i m a d e . . . L a estructura d e base d e la intencionalidad
y de la ipseidad es la negación, c o m o relación interna entre el P a r a -
sí y la cosa; el Para-sí se constituye f u e r a , a p a r t i r d e la cosa, c o m o
negación de esta cosa; así, su p r i m e r a relación con el ser en sí es
negación; él "es" en el m o d o del Para-sí, o sea c o m o existente dis-
perso en t a n t o q u e se revela a sí mismo c o m o n o siendo el ser.
E s c a p a d o b l e m e n t e al ser, p o r desagregación íntima y negación ex-
presa. Y el presente es precisamente esta negación del ser, esa eva-
sión del ser en t a n t o q u e el ser es ahí c o m o aquello q u e es evadido.
El Para-sí es presente al ser en f o r m a d e h u i d a ; el Presente es u n a
h u i d a p e r p e t u a f r e n t e al ser. Así, hemos d e t e r m i n a d o el sentido
p r i m e r o del Presente: el Presente no es; el instante presente e m a n a
d e u n a concepción realizante y cosista del Para-sí; esta concepción
es la q u e c o n d u c e a d e n o t a r al Para-sí por m e d i o d e lo q u e es y d e
aquello a que es presente, p o r ejemplo, p o r m e d i o de esta a g u j a
sobre el c u a d r a n t e . E n este sentido, sería absurdo decir q u e es la
u n a d e la t a r d e p a r a el Para-sí; p e r o el Para-sí p u e d e ser presente
a u n a a g u j a q u e señala la u n a . L o q u e falsamente se llama Pre-
sente es el ser al cual el presente es presencia. Es imposible c a p t a r
al Presente en f o r m a de instante, pues el instante sería el m o m e n t o
en q u e el Presente es; p e r o el presente n o es, sino q u e se prcsentifica
e n f o r m a de h u i d a .
Pero el presente n o es sólo no-ser presenjtificante del Para-sí;
en t a n t o q u e Para-sí, tiene su ser f u e r a de sí, delante y detrás. De-
trás,' era su pasado, y delante, será su f u t u r o . Es h u i d a f u e r a del
ser. co-presente y del ser q u e era, hacia el ser q u e será. E n t a n t o
q u e presente, n o es lo q u e es (pasado) y es lo q u e n o es ( f u t u r o ) .
Henos, pues, remitidos al F u t u r o :

C) El Futuro.
Advertimos, a n t e todo, q u e el en-sí n o puede ser f u t u r o ni con-
tener u n a p a r t e d e f u t u r o . L a l u n a llena n o es f u t u r a , c u a n d o m i r o
el c u a r t o creciente, sino "en el m u n d o " q u e se revela a la realidad
h u m a n a ; p o r la realidad h u m a n a llega al m u n d o el F u t u r o . E n sí,
el c u a r t o creciente, es lo q u e es. N a d a hay en él en potencia; es
acto. N o hay, pues, ni p a s a d o ni f u t u r o c o m o f e n ó m e n o d e tem-
poralidad originario del ser-en-sí. El f u t u r o de! en-sí, si existiera,
existiría en-sí, escindido del ser c o m o el pasado. A u n c u a n d o se
admitiera, c o m o Laplace, u n determinismo total q u e permitiera
prever u n estado f u t u r o , sería menester a ú n q u e esta circunstancia
f u t u r a se perfilara sobre u n develamiento previo del porvenir en
t a n t o q u e tal, sobre u n ser-por-venir del m u n d o ; o si no, el t i e m p o
es u n a ilusión y lo cronológico disimula u n orden estrictamente ló-
gico de deductibilidad. Si el porvenir se p e r f i l a ' e n el horizonte del
m u n d o , n o p u e d e sino por u n ser q u e es su p r o p i o porvenir, o sea
q u e es por-venir para sí m i s m o ; cuyo ser está constituido p o r u n
venir-a-sí de su ser. Encontramos aquí estructuras ek-státicas aná-
logas a las q u e hemos descrito p a r a el Pasado. Sólo u n ser q u e
ticne-de-ser su ser, en lugar de serlo simplemente, p u e d e tener u n
porvenir.
Pero, ¿ q u é es, exactamente, ser u n o su porvenir? ¿ Y q u é tipo
d e ser posee el porvenir? Es preciso renunciar p r i m e r a m e n t e a la
idea d e q u e el porvenir exista c o m o representación. E n p r i m e r lu-
gar, el porvenir es r a r a vez "representado". Y , c u a n d o lo es, c o m o
dice Heidegger, está tematizado y d e j a de ser mi porvenir, p a r a conver-
tirse en el objeto indiferente de m i representación. Además a u n q u e sea
representado, n o p u e d e ser el " c o n t e n i d o " de mi representación, pues
este contenido, si lo hubiera, debería ser presente. ¿Se dirá q u e este
contenido presente está a n i m a d o por u n a intención " f u t u r a n t e " ? Ello
carecería d e sentido. A u n si esta intención existiera, sería menester
q u e f u e r a ella m i s m a presente, y entonces el p r o b l e m a del porvenir
n o a d m i t e solución a l g u n a ; o bien q u e trascendiera el presente hacia
el porvenir y entonces el ser d e esa intención es por-venif, y h a b r á
d e reconocerse al porvenir u n ser diferente del simple "percipi". Por
otra parte, si el Para-sí estuviera limitado a su presente, ¿ c ó m o po-
dría representarse el porvenir? ¿ C ó m o p o d r í a tener conocimiento o
presentimiento de él? N i n g u n a idea f o r j a d a p o d r í a proveerlo d e u n
equivalente. Si se h a comenzado por confinar al Presente en el Pre-
sente, v a d e suyo q u e n o saldrá jamás. D e n a d a serviría d a r l o c o m o
" p r e ñ a d o d e f u t u r o " . Pues o bien esta expresión n a d a significa, o
bien designa u n a eficiencia actual del presente, o bien i n d i c a la ley
de ser del Para-sí c o m o lo q u e es a sí mismo f u t u r o ; y, en este último
caso, indica solamente lo q u e es menester describir y explicar. El
Para-sí n o p u e d e estar ""preñado d e f u t u r o " ni s e r ' " e s p e r a del por-
venir" ni "conocimiento del porvenir", smo sobre el f o n d o d e u n a
relación originaria y prejudicativa d e sí a sí: n o se p o d r á concebir
p a r a el Para-sí la m e n o r posibilidad de u n a previsión temática, así
f u e r a l a d e los estados determinados del universo científico, a menos
q u e él sea el ser q u e viene a sí mismo a p a r t i r del porvenir, el ser
q u e se hace existir a sí mismo como teniendo su ser f u e r a d e sí, en
el porvenir. T o m e m o s un e j e m p l o sencillo: esta posición q u e a d o p t o
vivazmente en el c a m p o d e juego n o tiene sentido sino p o r el gesto
que h a r é en seguida con m i r a q u e t a p a r a devolver la pelota por en-
cima de la red. Pero n o obedezco a la "clara representación" del gesto
f u t u r o ni a la " f i r m e v o l u n t a d " d e realizarlo: representaciones y vo-
liciones son ídolos inventados por los psicólogos. Es el gesto f u t u r o
el que, sin siquiera ser temáticamente puesto, se revierte sobre las
posiciones q u e a d o p t o p a r a iluminarlas, vincularlas y modificarlas.
E n el c a m p o d e juego, estoy devolviendo la pelota d e u n trazo con-
tinuo, allá, c o m o f a l t a n d o de m í ; las posiciones intermedias q u e
a d o p t o n o son sino medios de acercarme a ese estado f u t u r o p a r a
f u n d i r m e en él, y c a d a u n a de ellas sólo recibe u n sentido por ese
estado f u t u r o . N o hay m o m e n t o de mi conciencia q u e n o esté a n á -
logamente d e f i n i d o p o r u n a relación i n t e r n a c o n u n f u t u r o ; o r a
escriba, o r a f u m e , o r a beba o repose, el sentido d e mis conciencias
está siempre a distancia, allá a f u e r a . E n este sentido, Heidegger está
en lo cierto al decir q u e el Dasein es "siempre i n f i n i t a m e n t e m á s
q u e lo q u e sería si se lo limitara a su p u r o presente". M e j o r a ú n :
esta limitación sería imposible, pues se h a r í a entonces del Presente
u n En-sí. Por eso se h a dicho con razón q u e la f i n a l i d a d es la c a u -
salidad invertida, es decir, la eficiencia del estado f u t u r o . P e r o
h a r t o a m e n u d o se h a olvidado t o m a r esta f ó r m u l a al p i e d e la letra.
N o h a de entenderse p o r f u t u r o u n " a h o r a " q u e a ú n n o e s :
recaeríamos e n el en-sí y, sobre todo, deberíamos e n c a r a r el t i e m p o
c o m o u n continente d a d o y estático. El f u t u r o es lo que tengo-de-ser
en t a n t o que p u e d o n o serlo. Recordemos q u e el Para-sí se presen-
tifica a n t e el ser c o m o n o siendo ese ser y h a b i e n d o sido su ser e n
pasado. Esta presencia es h u i d a . N o se t r a t a de u n a presencia de-
m o r a d a y en reposo j u n t o al ser, sino de u n a evasión f u e r a del ser
h a c i a . . . Y esta h u i d a es doble; la Presencia, al h u i r del ser q u e ella
n o es, huye del ser q u e ella era. ¿ Y hacia qué huye? N o olvidemos
q u e el Para-sí, en t a n t o q u e se presentifica al ser p a r a huirle, es
falta. El Posible es aquello de que está f a l t o el Para-sí p a r a ser sí-
m i s m o ; o, si se prefiere, es la aparición a distancia d e aquello q u e
soy. Se c o m p r e n d e entonces el sentido d e la h u i d a q u e es Presencia:
es h u i d a h a c i a su ser, es decir, h a c i a el sí-mismo q u e ella será p o r
coincidencia con lo q u e le falta. El F u t u r o es la f a l t a q u e la a r r a n c a ,
en t a n t o q u e falta, al en-sí de la Presencia. Si ella n o estuviera
falta d e n a d a , recaería en el ser y p e r d e r í a h a s t a la presencia al ser
p a r a adquirir, en cambio, el aislamiento d e la c o m p l e t a i d e n t i d a d .
L o q u e le permite, ser presencia es la f a l t a en t a n t o q u e tal'; p o r q u e
está f u e r a d e sí misma, h a c i a u n f a l t a n t e q u e está m á s allá del
m u n d o , la Presencia p ú e d e ser f u e r a de sí misma c o m o presencia
a u n en-sí q u e ella n o es. El F u t u r o es el ser d e t e r m i n a n t e q u e el
Para-sí tiene d e ser allende el ser. H a y u n F u t u r o p o r q u e el Para-sí
tiene-de-ser su ser, en vez d e ser p u r a y simplemente. Este ser q u e
el Para-sí tiene-de-ser n o p u e d e ser a la m a n e r a d e los en-síes co-
presentes; si no, sería sin tener-de-ser sido; n o cabe, pues, imaginarlo
c o m o u n estado c o m p l e t a m e n t e d e f i n i d o al cual f a l t a r a sólo la pre-
sencia, a la m a n e r a e n q u e dice K a n t q u e la existencia n o agrega
n a d a al o b j e t o del concepto. P e r o t a m p o c o p u e d e n o existir; si no,
el Para-sí n o sería sino u n dato. Es aquello q u e el Para-sí se h a c e
ser a sí m i s m o c a p t á n d o s e p e r p e t u a m e n t e para-sí c o m o inconcluso
con relación a él. Es lo q u e infesta a distancia a la p a r e j a reflejo-
neflejante, y lo q u e h a c e q u e el reflejo sea c a p t a d o p o r el reflejante
(y recíprocamente) c o m o u n Aún-no, Pero precisamente es menes-
ter q u e ese f a l t a n t e se d é en la u n i d a d de u n solo surgimiento con
el Para-sí q u e f a l t a ; si no, n o h a b r í a n a d a con respecto a lo cual
el Para-sí se c a p t a r a c o m o a ú n - n o . El F u t u r o es revelado al Para-sí
c o m o lo q u e el Para-sí n o es a ú n , en t a n t o q u e el Para-sí se cons-
tituye n o téticamente p a r a sí c o m o u n a ú n - n o en la perspectiva de
esta revelación y se h a c e ser como u n proyecto d e sí mismo f u e r a
del Presente h a c i a lo q u e él n o es a ú n . Por cierto, el F u t u r o no
p u e d e ser sin esta revelación. Y esta revelación exige a su vez ser
revelada a sí, es decir, exige la revelación del Para-sí a sí-mismo;
si no, el c o n j u n t o Revelación-revelado caería en lo inconsciente, es
decir, en el En-sí. D e este m o d o , sólo u n ser q u e es a sí mismo su
revelado, es decir, cuyo ser está en cuestión p a r a sí, p u e d e tener u n
F u t u r o . Pero, recíprocamente, tal ser 110 p u e d e ser p a r a sí sino en
la perspectiva de u n A ú n - n o , pues se c a p t a a sí mismo c o m o u n a
n a d a , es decir, c o m o u n ser cuyo c o m p l e m e n t o d e ser está a dis-
t a n c i a de sí. A distancia, es decir, allende el ser. Así, todo lo que
el P a r a sí es allende el ser es el F u t u r o .
¿ Q u é significa este " a l l e n d e " ? P a r a captarlo, h a de advertirse
q u e el F u t u r o tiene u n a característica esencial del Para-sí: es presen-
c i a ( f u t u r a ) al ser; p e r o Presencia de este Para-sí y n o de o t r o :
del Para-sí del q u e es f u t u r o . C u a n d o d i g o : "yo seré feliz", es este
Para-sí presente quien será feliz; es la vivencia actual, C«n todo lo
q u e ella era y arrastra tras de sí. Y ella lo será c o m o presencia al
ser, es decir, c o m o Presencia f u t u r a del Para-sí a u n ser c o f u t u r o .
D e suerte q u e lo q u e m e es d a d o c o m o el sentido del Para-sí pre-
sente es de ordinario el ser c o f u t u r o en t a n t o q u e se develará al
Para-sí f u t u r o c o m o aqueilo a lo cual este Para-sí será presente.
Pues el Para-sí es conciencia tética del m u n d o en f o r m a de presencia,
y n o conciencia tética de sí. Entonces, lo q u e se devela de ordinario
a la conciencia es el mundo futuro, sin que ella advierta q u e es el
m u n d o en t a n t o q u e a p a r e c e r á a u n a conciencia, el m u n d o en t a n t o
q u e puesto c o m o f u t u r o por la presencia d e u n Para-sí por venir.
Este m u n d o n o tiene sentido como f u t u r o sino en t a n t o que scy pre-
sente a él c o m o otro q u e seré, en o t r a posición física, afectiva, social,
etc. E m p e r o , es él el q u e está al c a b o de mi Para-sí presente y allen-
d e el ser-en-sí, y p o r eso tenemos la tendencia de presentar p r i m e r a -
m e n t e el f u t u r o c o m a u n estado del m u n d o , y de hacernos luego
a p a r e c e r nosotros mismos sobre ese f o n d o de m u n d o . Si escribo, tengo
conciencia de las palabras c o m o escritas y c o m o d e b i e n d o ser escritas.
Sólo las palabras p a r e c e n el f u t u r o q u e m e espera. P e r o el solo h e c h o
d e q u e aparezcan c o m o de-escribir implica q u e escribir c o m o con-
ciencia n o tética (de) sí es la posibilidad q u e soy yo. Así el F u t u r o ,
c o m o presencia f u t u r a de u n Para-sí a u n ser, a r r a s t r a consigo al
ser-en-sí hacia el f u t u r o . Este ser al cual será presente es el sentido
del en-sí copresente al Para-sí presente, c o m o el f u t u r o es el sentido
del Para-sí. El F u t u r o es presencia a u n ser c o f u t u r o p o r q u e el
Para-sí no p u e d e existir sino f u e r a d e sí j u n t o al ser, y p o r q u e el
f u t u r o es u n Para-sí f u t u i o . Pero así, p o r el F u t u r o , u n porvenir
llega al m u n d o , es decir, q u e el Para-sí es su sentido c o m o Presencia
a u n ser q u e está allende el ser. Por el Para-sí, se devela u n allende
del ser j u n t o al cual a q u é l tiene-de-ser lo q u e es. Según la f ó r m u l a
célebre, d e b o c a m b i a r p a r a "llegar a ser el q u e e r a " ; p e r o d e b o
c a m b i a r en u n m u n d o cambiado t a m b i é n : en u n m u n d o c a m b i a d o
a partir de lo q u e a h o r a es. Esto significa q u e yo doy al m u n d o
posibilidades'propias a p a r t i r del estado q u e c a p t o en él; el deter-
minismo aparece sobre el f o n d o del proyecto f u t u r a n t e de m í mismo.
Así, el f u t u r o se distinguirá de lo imaginario, pues e n este ú l t i m o
también soy ló q u e n o soy, t a m b i é n e n c u e n t r o m i sentido en u n
ser q u e tengo-de-ser, p e r o este Para-sí_ q u e tengo-de-ser e m e r g e del
f o n d o de nihilización del m u n d o al lado del m u n d o del ser.
Pero el F u t u r o n o es ú n i c a m e n t e presencia del Para-sí a u n
ser situado allende el ser. Es algo q u e a g u a r d a al Para-sí q u e soy.
Ese algo soy yo m i s m o ; c u a n d o digo q u e yo seré feliz, se e n t i e n d e
q u e quien será feliz es m i yo presente, con su P a s a d o a rastras. Así,
el F u t u r o soy yo en t a n t o que m e a g u a r d o c o m o presencia a u n ser
allende el ser. M e proyecto h a c i a el F u t u r o p a r a f u n d i r m e en él
con aquello q u e m e falta, es decir, con aquello cuya a d j u n c i ó n sin-
tética a mi Presente m e haría ser lo q u e soy. Así, lo q u e el Para-sí
tiene de ser c o m o presencia al ser allende el ser, es su propia posi-
bilidad. El F u t u r o es el p u n t o ideal en q u e la comprensión súbita
e infinita d e la facticidad ( P a s a d o ) , del Para-sí (Presente) y d e su
posible (Porvenir) h a r í a surgir por fin el Sí c o m o existencia en sí
del Para-sí. Y el proyecto del Para-sí h a c i a el f u t u r o q u e él es es u n
proyecto h a c i a el En-sí. E n este sentido, el Para-sí tiene-de-ser su
f u t u r o , p o r q u e n o p u e d e ser el f u n d a m e n t o de lo q u e él es sino a n t e
sí y allende el ser: l a naturaleza m i s m a del Para-sí consiste en d e b e r
ser un creux toujours futur1. P o r eso, n u n c a h a b r á llegado a ser
( e n p r e s e n t e ) lo q u e tenía-de-ser ( e n f u t u r o ) . El f u t u r o í n t e g r o del
Para-sí p r e s e n t e c a e al P a s a d o c o m o f u t u r o con este m i s m o Para-sí.
S e r á f u t u r o p a s a d o d e c i e r t o Para-sí o f u t u r o a n t e r i o r . Este f u t u r o
n o se realiza. L o q u e se realiza es u n Para-sí designado p o r el F u -
turo, e n c o n e x i ó n con el c u a l se constituye. P o r e j e m p l o , m i posi-
ción f i n a l e n el c a m p o d e j u e g o h a d e t e r m i n a d o , desde el f o n d o del
p o r v e n i r , t o d a s m i s posiciones i n t e r m e d i a s y, f i n a l m e n t e , h a sido al-
c a n z a d a p o r u n a posición ú l t i m a i d é n t i c a a lo q u e era e n el p o r v e n i r
c o m o s e n t i d o d e mis m o v i m i e n t o s . Pero, p r e c i s a m e n t e , ese " a l c a n -
z a r " es p u r a m e n t e i d e a l ; n o se o p e r a r e a l m e n t e : el f u t u r o n o se d e j a
a l c a n z a r : se desliza al P a s a d o c o m o ex f u t u r o y el Para-sí p r e s e n t e
se d e v e l a e n t o d a su f a c t i c i d a d , c o m o f u n d a m e n t o d e su p r o p i a n a d a ,
y, u n a vez m á s , c o m o f a l t a d e u n n u e v o f u t u r o . D e ahí esa decep-
ción o n t o l ó g i c a q u e a g u a r d a al Para-sí c a d a vez q u e d e s e m b o c a e n
el f u t u r o : " ¡ Q u é bella e r a la R e p ú b l i c a b a j o el I m p e r i o ! " A u n
si m i p r e s e n t e es r i g u r o s a m e n t e i d é n t i c o e n su c o n t e n i d o al f u t u r o
h a c i a el c u a l m e p r o y e c t a b a a l l e n d e el ser, yo n o m e p r o y e c t a b a
h a c i a este presente, sino h a c i a el f u t u r o e n t a n t o q u e f u t u r o ; es
decir, e n tanto" q u e p u n t o d e r e u n i ó n c o n m i ser, e n t a n t o q u e l u g a r
d e s u r g i m i e n t o del Sí.
A h o r a estamos e n m e j o r e s condiciones p a r a i n t e r r o g a r al F u t u r o
sobre su ser, ya q u e este F u t u r o q u e t e n g o d e ser es s i m p l e m e n t e m i '
posibilidad de presencia al ser allende el ser. E n este sentido, el F u -
t u r o se o p o n e r i g u r o s a m e n t e al p a s a d o . El P a s a d o es, e n efecto, el
ser q u e soy f u e r a d e mí, p e r o es el ser q u e soy sin posibilidad d e n o
serlo. Es lo q u e h e m o s l l a m a d o : ser m i p a s a d o a la zaga de m í . E l
F u t u r o q u e t e n g o d e ser, el c o n t r a r i o , es tal e n su ser q u e s o l a m e n t e
puedo serlo: pues m i libertad lo roe p o r d e b a j o e n su ser. Esto sig-
n i f i c a q u e el F u t u r o constituye el s e n t i d o d e m i Para-sí presente,
c o m ó el p r o y e c t o d e su posibilidad, p e r o q u e n o p r e d e t e r m i n a e n
m o d o a l g u n o m i Para-sí p o r venir, ya q u e el Para-sí está s i e m p r e
a h í a r r o j a d o e n esa obligación nihilizadora d e ser el f u n d a m e n t o
d e su n a d a . El F u t u r o n o h a c e sino preesbozar el m a r c o en el c u a l
el Para-sí se h a r á ser a sí m i s m o c o m o h u i d a p r e s e n t i f i c a n t e d e s d e
el ser h a c i a o t r o f u t u r o . Es lo q u e y o sería si n o f u e r a libre, y lo
q u e n o p u e d o tener-de-ser sino p o r q u e soy libre. E l F u t u r o , al m i s m o
t i e m p o q u e a p a r e c e en el h o r i z o n t e p a r a a n u n c i a r m e l o q u e soy a

1
"Hueco siempre futuro"; hemistiquio de Valéry. ( N . del T.)
p a r t i r d e lo q u e seré ( " ¿ Q u é haces?" Estay c l a v a n d o este tapizado,
colgando este c u a d r o en la p a r e d " ) , por su naturaleza d e f u t u r o
presente-para-sí se desarma, ya q u e el Para-sí q u e será, será en el
m o d o d e determinarse a sí mismo a ser, y el F u t u r o , convertido e n
f u t u r o p a s a d o c o m o preesbozo d e este para-sí, n o p o d r á sino soli-
citarle, a título de pasado, q u e sea lo q u e él se h a c e ser. E n u n a
palabra, soy mi F u t u r o en la perspectiva constante d e la posibilidad
de n o serlo. D e ahí esa angustia q u e describíamos antes, y q u e pro-
viene d e n o ser yo suficientemente ese f u t u r o q u e tengo-de-ser y
q u e d a su sentido a mi presente: pues soy u n ser cuyo sentido es
siempre problemático. E n v a n o quisiera el Para-sí encadenarse a su
Posible, c o m o al ser q u e él es f u e r a de sí m i s m o p e r o que, p o r lo
menos, lo es con seguridad: el Para-sí n o p u e d e ser j a m á s sino pro-
blemáticamente su F u t u r o , pues está separado de éste por u n a N a d a
q u e él es; en u n a palabra, es libre, y su libertad es el propio límite
d e sí misma. Ser libre es estar c o n d e n a d o a ser libre. Así, el F u t u r o
n o tiene ser en t a n t o q u e F u t u r o . N o es en sí y t a m p o c o es en el
m o d o de ser del Para-sí, ya q u e es el sentido del Para-sí. El F u t u r o
n o es: se posibiliza. El F u t u r o es la posibilización c o n t i n u a d e los
Posibles c o m o el sentido del Para-sí presente, en t a n t o q u e este sen-
tido es problemático y escapa radicalmente, c o m o tal, al Para-sí
presente.
El F u t u r o asi descrito n o corresponde a u n a serie homogénea
y cronológicamente o r d e n a d a de instantes por venir. Por cierto, hay
u n a j e r a r q u í a de mis posibles. Pero esta j e r a r q u í a n o corresponde
al orden d e la T e m p o r a l i d a d universal tal cual se establecerá sobre
las bases de la T e m p o r a l i d a d originaria. Soy u n a infinidad de po-
sibilidades, pues el sentido del Para-sí es complejo y n o p u e d e con-
tenerse en u n a fórmula. Pero tal o cual posibilidad es más d e t e r -
minante, p a r a el sentido del Para-sí presente, q u e tal o cual otra
q u e se halla m á s próxima en el tiempo universal. Por ejemplo, esta
posibilidad de ir a las dos a ver a u n amigo a quien hace dos años
q u e n o veo, es v e r d a d e r a m e n t e u n Posible que yo soy, pero los po-
sibles m á s próximos —posibilidades de ir en taxi, e n ómnibus, e n
subterráneo, a pie— siguen a c t u a l m e n t e indeterminados: no soy nin-
g u n a de estas posibilidades. Se llenarán los huecos, en el orden del
conocimiento, por la constitución de u n tiempo homogéneo y sin
lagunas; y, en el orden de la acción, p o r la voluntad, vale decir p o r
la elección racional y tematizadora, en función de mis posibilidades,
d e posibilidades q u e n o son, q u e n o serán jamás mis posibilidades, y
q u e serán realizadas por m í en el m o d o d e la total indiferencia, para
alcanzar u n posible q u e soy.

II

ONTOLOG1A DE LA TEMPORALIDAD

A) La Temporalidad estática.
Nuestra descripción fenomenológica d e los tres ék-stasis tempo-
rales h a de permitirnos a b o r d a r a h o r a la temporalidad como estruc-
tura totalitaria q u e organiza en sí las estructuras ek-státicas secun-
darias. Pero este n u e v o estudio debe realizarse desde dos p u n t o s de
vista diferentes.
L a t e m p o r a l i d a d es considerada a m e n u d o c o m o u n indefinible.
T o d o s admiten, empero, q u e es ante todo sucesión. Y la sucesión, a
su vez, p u e d e definirse c o m o un orden cuyo principio o r d e n a d o r es
la relación antes-después. U n a multiplicidad o r d e n a d a según el antes
y el después; tal es la multiplicidad temporal. Conviene, entonces,
¡jara empezar, e n c a r a r la constitución y las exigencias de los términos
antes y después. L l a m a r e m o s a esto la estática temporal, ya que
estas nociones de antes y después p u e d e n encararse en su aspecto
estrictamente ordinal e i n d e p e n d i e n t e m e n t e del cambio p r o p i a m e n t e
dicho. Pero el tiempo n o es sólo u n orden fijo, p a r a u n a multipli-
cidad d e t e r m i n a d a : observando m e j o r la temporalidad, comproba-
mos el hecho de la sucesión, es decir, el hecho de q u e este después
se cambia en u n antes, q u e el Presente se cambia en pasado, y el
f u t u r o en futuro-anterior. C o n v e n d r á e x a m i n a r esto en segundo
término, con el n o m b r e de dinámica temporal. Sin d u d a alguna,
el secreto de la constitución estática del tiempo h a de buscarse en
la dinámica temporal, p e r o es preferible dividir las dificultades. E n
cierto sentido, en efecto, p u e d e decirse que la estática temporal p u e d e
encararse a p a r t e como cierta estructura formal de la temporalidad
— l o q u e llama K a n t el orden del tiempo—, y q u e la dinámica co-
rresponde al fluir temporal o, según la terminología kantiana, al
curso del tiempo. Interesa, pues, e n c a r a r el orden y el curso de m o d o
sucesivo.
El orden "antes-drspués" se define, ante todo, por la irreversibi-
lidad. Se llamará sucesiva u n a serie tal q u e n o p u e d a n considerarse
los términos sino u n o por u n o y en u n solo sentido. Pero se h a que-
rido ver en el antes y el después — p r e c i s a m e n t e p o r q u e los termine»
de la serie se develan uno por uno y c a d a u n o excluye a los d e m á s —
formas d e separación. Y, en efecto, es cierto q u e el t i e m p o m e se-
p a r a , p o r ejemplo, d e la realización d e mis deseos. Estoy obligado
a esperar su realización, p o r q u e ésta está situada después d e otros
sucesos. Sin la sucesión d e los "después", yo seria en seguida lo q u e
q u i e r o ser; n o h a b r í a ya distancia e n t r e mí y mí, ni separación e n t r e
la acción y el sueño. Los novelistas y poetas h a n insistido esencial-
m e n t e sobre esta virtud separadora del tiempo, así c o m o sobre u n a
idea vecina, q u e pertenece, p o r otra parte, a la d i n á m i c a t e m p o r a l :
la de que todo " a h o r a " está destinado a cambiarse en u n "otrora".
El t i e m p o roe y socava, separa, huye. E igualmente a título d e se-
p a r a d o r — s e p a r a n d o al h o m b r e d e su p e n a o del objeto d e su p e n a — ,
t a m b i é n cura.
Laisse faire le temps [Deja obrar al tiempo], dice el rey a d o n
Rodrigo. D e m o d o general, h a l l a m a d o la atención, sobre todo, la
necesidad de q u e todo ser se descuartice en u n a dispersión infinita
d e después sucesivos. A u n los permanentes, a u n esta mesa q u e per-
m a n e c e invariable mientras yo cambio, debe exponer y r e f r a c t a r su
ser en la dispersión temporal. El tiempo m e separa d e mí m i s m o ;
d e lo q u e h e sido, de lo q u e quiero ser, de lo q u e quiero hacer, d e
las cosas y del prójimo. Y se escoge el t i e m p o como m e d i d a práctica
d e la distancia: estamos a m e d i a hora d e tal ciudad, a u n a h o r a
d e tal o t r a ; hacen f a l t a tres días p a r a t e r m i n a r este t r a b a j o , etc.
Resulta d e estas premisas q u e u n a visión temporal del m u n d o y del
h o m b r e se desmigajará en u n a polvareda d e antes y después. L a
u n i d a d de esta pulverización, el átomo temporal será el instante, q u e
tiene su lugar antes d e ciertos instantes determinados y después d e
otros instantes, sin c o m p o r t a r ni antes ni después en el interior d e
su f o r m a propia. El instante es insecable e intemporal, ya q u e la
t e m p o r a l i d a d es sucesión; p e r o el m u n d o se disuelve en u n a polva-
r e d a i n f i n i t a . d e instantes, y es u n problema p a r a Descartes, p o r
ejemplo, el d e saber cómo p u e d e h a b e r tránsito d e u n instante a
o t r o : pues los instantes están yuxtapuestos, es decir, separados por
nada, y sin e m b a r g o sin comunicación. Análogamente, Proust se
p r e g u n t a c ó m o su Y o p u e d e pasar d e u n instante a o t r o ; c ó m o reen-
cuentra, p o r ejemplo, tras u n a noche de sueño, su Y o de la víspera
y n o otro cualquiera; y, m á s radicalmente, los empiristas, tras negar
la p e r m a n e n c i a del Yo, intentan e n v a n o establecer u n a apariencia
d e u n i d a d transversal a través d e los instantes d e la vida psíquica.
Así, c u a n d o se considera aisladamente el poder disolvente de la tem-
poralidad, es f u e r z a confesar q u e el h e c h o d e h a b e r existido en uu
instante d a d o n o constituye u n derecho p a r a existir al instante si-
guiente, ni siquiera u n a hipoteca o u n a cpción sobre el porvenir. Y
el problema radica entonces en explicar que haya u n m u n d o , es
decir, cambios conexos y permanencias en el tiempo.
E m p e r o , la T e m p o r a l i d a d n o es únicamente, ni siquiera prima-
riamente, separación. Basta p a r a advertirlo considerar con más rigor
la noción d e antes y después. Decimos q u e A está después d e B.
Acabamos de establecer u n a relación expresa d e orden e n t r e A y B,
lo q u e supone su unificación en el seno de ese orden. Si entre A y
B n o existiera otra relación que ésa, bastaría p o r lo menos p a r a
asegurar su conexión, pues permitiría al pensamiento ir de u n o al
otro y unirlos en u n juicio de sucesión. Así, pues, si el t i e m p o es
separación, por lo menos es u n a separación d e tipo especial: u n a
división q u e reúne. Sea, se d i r á ; p e r o esta relación unificad ora es
por excelencia u n a relación externa. C u a n d o los asociacionistas qui-
sieron establecer q u e las impresiones mentales n o estaban unidas las
u n a s a las otras sino por vínculos p u r a m e n t e externos, ¿ n o r e d u j e r o n
f i n a l m e n t e todos los nexos asociativos a la relación antes-después,
concebida c o m o simple " c o n t i g ü i d a d " ?
Sin d u d a . Pero, ¿ n o h a m o s t r a d o K a n t q u e era menester la
u n i d a d d e la experiencia y, por ende, la unificación de lo diverso
temporal, p a r a q u e el m í n i m o nexo d e asociación empírica f u e r a
concebible siquiera? Consideremos m e j o r la teoría asociacíonista. V a
a c o m p a ñ a d a de u n a concepción monista del ser c o m o siendo do-
quiera el ser-en-sí. C a d a impresión psíquica es en sí misma lo q u e
es; se aisla en su plenitud presente, n o comporta n i n g ú n rastro del
porvenir, n i n g u n a falta. H u m e , c u a n d o lanza su célebre desafío, se
p r e o c u p a de establecer esta ley, q u e p r e t e n d e t o m a d a d e la expe-
riencia: se puede e x a m i n a r como se quiera u n a impresión f u e r t e o
cléKil sin a u e en ella se encuentre nunca otra cosa que ella misma,
d e suerte q u e toda conexión entre u n antecedente y u n consecuente,
por constante que p u e d a ser, permanece ininteligible. Supongamos,
pues, u n contenido temporal A que existe c o m o u n ser en sí, y u n
contenido temporal B, posterior al primero y con el m i s m o m o d o d e
existencia, es decir, el d e la pertenencia a sí mismo d e la identidad.
H a de hacerse notar, a n t e todo, que esta identidad consigo mismo
obliga a existir a cada u n o d e ellos sin separación n i n g u n a de sí, ni
a u n t é m p o r a ^ y, por lo tanto, en la eternidad o en el instante, q u e
viene a ser lo mismo, ya q u e el instante, n o estando definido inte-
riormente p o r la conexión antes-después, es intemporal. E n estas
condiciones, u n o se p r e g u n t a c ó m o el estado A p u e d e ser anterior
al estado B. D e n a d a serviría responder q u e n o son los estados los
anteriores o posteriores, sino los instantes q u e los contienen: pues
los instantes son en sí p o r hipótesis, como los estados. Pero la ante-
rioridad de A respecto de B supone en la naturaleza m i s m a d e A
(instante o estado) u n a incompletez q u e a p u n t a hacia B. Si A es
a n t e r i o r a B, sólo en B p u e d e recibir esta determinación. Si no, ni
el surgimiento ni la aniquilación d e B aislado en su instante podría
conferir a A, aislado en el suyo, la m e n o r cualidad particular. E n
u n a p a l a b r a : si A h a d e ser anterior a B, es menester q u e sea en su
ser mismo en B c o m o f u t u r o respecto de sí. Y, recíprocamente, si
B h a de ser posterior a A, debe estar a la zaga de sí mismo en A,
q u e le conferirá su sentido d e posterioridad. Entonces, si concedemos
a priori el ser en sí a A y a B, es imposible establecer entre ellos el
m e n o r nexo d e sucesión. Este nexo sería, en efecto, u n a relación
p u r a m e n t e externa y, c o m o tal, h a b r í a de admitirse q u e q u e d a en el
aire, p r i v a d a de substrato, sin poder hincar diente en A ni en B, en
u n a especie d e n a d a intemporal.
Q u e d a la posibilidad de q u e esa relación antes-después n o p u e d a
existir sino p a r a u n testigo q u e la establezca.. Sólo que, si este testigo
p u e d e estar a la vez en A y en B, h a d e ser él mismo temporal, y el
problema se r e p l a n t e a r á a su respecto. O bien, al contrario, p u e d e
trascender el tiempo por u n don de ubicuidad temporal que equi-
vale a la intemporalidad. Es la solución con q u e se h a n q u e d a d o
igualmente Descartes y K a n t : p a r a ellos, la u n i d a d temporal en cuyo
seno se devela la relación sintética antes-después es conferida a la
multiplicidad de los instantes p o r u n ser que escapa a la temporalidad.
P a r t e n ambos de la presuposición de u n tiempo que sería f o r m a de
división y q u e se disuelve e n p u r a multiplicidad. C o m o la u n i d a d
del tiempo n o p u e d e ser d a d a por el tiempo mismo, la atribuyen a
u n ser e x t r a t e m p o r a l : Dios y su creación continúa en Descartes, el
Y o pienso y sus formas de u n i d a d sintética en K a n t . Sólo que, en
el primero, el tiempo es u n i f i c a d o por su contenido material, m a n t e -
n i d o en existencia p o r u n a p e r p e t u a creación ex nihilo, y en el se-
gundo, al contrario, los conceptos del e n t e n d i m i e n t o p u r o se apli-
c a r á n a la f o r m a misma del tiempo. E n todo caso, siempre u n
intemporal (Dios o el Y o pienso) está e n c a r g a d o de d o t a r a los
intemporales (los instantes) de su temporalidad. L a temporalidad
se convierte en u n a simple relación externa y abstracta entre sustan-
cias intemporales; se la quiere reconstruir í n t e g r a m e n t e con mate-
riales a-temporales. Es evidente q u e semejante reconstrucción hecha
d e e n t r a d a c o n t r a el t i e m p o n o p u e d e conducir luego a lo temporal.
Pues, en efecto: o bien temporalizaremos implícita y subrepticia-
m e n t e al intemporal, o bien, si le m a n t e n e m o s escrupulosamente su
intemporalidad, el tiempo se convertirá en p u r a ilusión h u m a n a , en
sueño. Si el t i e m p o es real, en efecto, Dios tiene q u e "esperar q u e
m a d u r e n las u v a s " ; es preciso q u e esté allá en el porvenir y ayer en
el p a s a d o p a r a operar la conexión de los momentos, pues es necesario
q u e vaya a tomarlos d o n d e están. Así, su scudo-intemporalidad di-
simula otros conceptos: el d e la infinidad temporal y el d e la ubicui-
d a d temporal. Pero éstos n o p u e d e n tener sentido sino p a r a u n a
f o r m a sintética de a r r a n c a m i e n t o a sí, q u e n o corresponde ya en
m o d o alguno al ser en si. Si, al contrario, se apoya, por ejemplo,
la omnisciencia d e Dios en su extratemporalidad, entonces n o tiene
necesidad alguna de esperar que las uvas m a d u r e n p a r a ver q u e
m a d u r a r á n . Pero entonces la necesidad de a g u a r d a r y, p o r consi-
guiente, la temporalidad, n o p u e d e n representar sino u n a ilusión re-
sultante d e la finitud h u m a n a ; y el orden cronológico n o es sino la
percepción confusa d e u n orden lógico y eterno. El mismo argu-
m e n t o p u e d e aplicarse sin modificación a l g u n a al " Y o pienso" k a n -
tiano. Y de n a d a serviría objetar que, en K a n t , el tiempo posee
u n a u n i d a d en t a n t o q u e tal, ya q u e surge, c o m o f o r m a a priori, cic-
lo i n t e m p o r a l ; pues se t r a t a d e d a r razón menos d e la u n i d a d total
d e su surgimiento que d e las conexiones intratemporales del antes y
el después. ¿ S e h a b l a r á de u n a temporalidad virtual q u e la unifi-
cación h a h e c h o pasar al acto? Pero esta sucesión virtual es menos
comprensible a ú n q u e la sucesión real a q u e nos referíamos. ¿ Q u é
es u n a sucesión q u e a g u a r d a la unificación p a r a llegar a ser suce-
sión? ¿ A quién o a q u é pertenecerá? Y sin embargo, si n o está ya
d a d a en a l g u n a parte, ¿ c ó m o p o d r í a lo intemporal segh'garla sin
perder en ello t o d a i n t e m p o r a l i d a d ? ; ¿ni c ó m o podría siquiera la
temporalidad e m a n a r d e lo intemporal sin q u e b r a n t a r l o ? Por o t r a
parte, la idea misma de unificación es en este caso p e r f e c t a m e n t e
incomprensible. H e m o s supuesto, en efecto, dos en-síes aislados en
su lugar, en su fecha. ¿ C ó m o se p o d r í a unificarlos? ¿ S e t r a t a d e
u n a unificación real? E n este caso, o bien nos q u e d a m o s en palabras,
y la unificación n o h a r á presa en dos en-síes aislados en su identidad
y su complete? respectivas, o bien será menester constituir u n a u n i d a d
d e tipo nuevo, precisamente la u n i d a d ek-stática: c a d a ser será f u e r a
d e sí, allá, p a r a ser antes o después del otro. Sólo q u e h a b r á sido
necesario quebrarles su ser, descomprimirlo; en u n a p a l a b r a , t e m p o -
ralizarlo, y n o solamente p o n e r en contacto al u n o con el otro. Pero,
¿ c ó m o la u n i d a d intemporal del Y o Pienso, c o m o simple f a c u l t a d
d e pensar, será susceptible d e o p e r a r esa descompresión del ser?
¿Diremos q u e la unificación es virtual, o sea q u e se h a proyectado,
allende Jas impresiones, u n tipo d e u n i d a d bastante s e m e j a n t e al
n o e m a husserliano? Pero u n intemporal q u e h a y a de u n i r i n t e m p o -
rales, ¿ c ó m o concebirá u n a unificación del tipo de la sucesión? Y
si, c o m o será necesario a d m i t i r entonces, el esse del t i e m p o es u n
percipi, ¿ c ó m o se constituye el percipitur?; en u n a palabra, ¿ c ó m o
u n ser de estructura a-temporal p o d r í a a p r e h e n d e r como tem-
porales (o intencionar c o m o tales) a en-síes aislados en su p r o p i a
i n t e m p o r a l i d a d ? Así, la t e m p o r a l i d a d , en t a n t o q u e es a la vez f o r -
m a d e separación y f o r m a de síntesis, n o se d e j a ni derivar d e u n
intemporal ni i m p o n e r desde fuera a otros intemporales.
Leibniz, en reacción c o n t r a Descartes, y Bergson, en reacción
c o n t r a K a n t , n o h a n q u e r i d o ver a su vez en la t e m p o r a l i d a d sino
u n a p u r a relación d e cohesión e i n m a n e n c i a . Leibniz considera el'
problema del tránsito d e u n instante a otro, y su solución, la creación
continua, c o m o u n falso problema con u n a solución inútil: Descar-
tes, según él, h a b r í a olvidado la continuidad del tiempo. Al a f i r m a r
la c o n t i n u i d a d del tiempo, nos está v e d a d o concebirlo c o m o f o r m a d o
d e instantes; y, si n o hay instantes, n o hay t a m p o c o relación d e antes
y después entre ellos. El t i e m p o es u n a vasta continuidad d e fluencia,
a la cual n o cabe asignar e n m o d o a l g u n o elementos primeros exis-
tentes en-sí.
Esto es olvidar q u e el antes-después es t a m b i é n u n a f o r m a q u e
separa. Si el t i e m p o es u n a c o n t i n u i d a d dada con u n a innegable
tendencia a la separación, la p r e g u n t a d e Descartes p u e d e plantearse
en otra f o r m a : ¿ d e d ó n d e viene la potencia cohesiva de la conti-
n u i d a d ? Sin d u d a , n o h a y elementos primeros yuxtapuestos en u n
c o n t i n u o ; pero, precisamente, p o r q u e es ante todo unificación. C o m o
dice K a n t , la línea recta es otra cosa q u e u n p u n t e a d o infinito, por-
q u e la trazo realizándola en la u n i d a d d e u n solo acto. Entonces,
¿ q u i é n traza el tiempo? Esta continuidad, en u n a p a l a b r a , es u n
hecho q u e h a d e tenerse en c u e n t a ; n o p o d r í a tomarse c o m o solu-
ción. Recuérdese, p o r o t r a parte, la f a m o s a definición d e P o i n c a r é :
u n a serie a, b, c — d i c e — , es c o n t i n u a c u a n d o p u e d e escribirse
a = b, b — c, a c. E s t a definición es excelente por c u a n t o nos
•hace presentir, precisamente, u n tipo d e ser q u e es lo q u e n o es y
q u e n o es lo q u e es: en virtud d e u n axioma, es a = c; en virtud
d e la c o n t i n u i d a d misma, es a c. Así a es y n o es equivalente a
c. Y b, igual a a e igual a c, es diferente d e sí m i s m o e n t a n t o que
a n o es igual a c. Pero esta ingeniosa definición n o pasa d e ser u n
p u r o juego d e ingenio en t a n t o q u e la e n c a r a m o s e n la perspectiva
del en-sí. Y, si nos ofrece u n tipo d e ser q u e a la vez es y n o es,
n o nos ofrece ni los principios ni el f u n d a m e n t o d e él. T o d o está
p o r hacerse. E n el estudio d e la temporalidad, e n particular, se
c o m p r e n d e q u é servicios p u e d e prestarnos la continuidad, interca-
l a n d o e n t r e el instante a y el instante c, por • próximos q u e estén,
u n intermediario b tal que, según la f ó r m u l a a = b, b — c, a -r- c,
sea a la vez indiscernible d e a e indiscernible d e c, q u e son perfec-
t a m e n t e discemibles u n o d e otro. Ese intermediario realizará la re-
lación d e antes y después; pues será antes d e sí mismo, en c u a n t o
indiscernible d e a y d e c. E n h o r a b u e n a . Pero, ¿ c ó m o p u e d e existir
u n ser así? ¿ D e d ó n d e le viene ^ u naturaleza ek-stática? ¿ C ó m o
q u e d a inconclusa esa escisión-c|ue en él se esboza? ¿ C ó m o n o es-
talla escindiéndose en dos términos, u n o q u e se f u n d a con a y o t r o
c o n c? ¿ C ó m o n o ver q u e su u n i d a d p l a n t e a u n p r o b l e m a ? Quizás
u n e x a m e n m á s p r o f u n d i z a d o de las condiciones d e posibilidad d e
ese ser nos h a b r í a enseñado q u e sólo el Para-sí podría existir de ese
m o d o en la u n i d a d ek-stática d e sí. P e r o precisamente n o se intentó
ese examen, y la cohesión temporal, en Leibniz, disimula en el f o n d o
la cohesión p o r i n m a n e n c i a absoluta del lógico, es decir, la identi-
d a d . Pero, precisamente, si el o r d e n cronológico es continuo, n o
p u e d e simbolizarse con el orden de identidad, pues lo continuo n o
es compatible c o n lo idéntico.
A n á l o g a m e n t e , Bergson, con su d u r a c i ó n q u e es organización
m e t ó d i c a y multiplicidad d e interpretación, n o p a r e c e ver q u e u n a
organización d e multiplicidad s u p o n e u n a c t o organizador. T i e n e
razón, contra Descartes, c u a n d o suprime el instante; pero K a n t tiene
razón, c o n t r a él, c u a n d o a f i r m a q u e n o hay síntesis dada. Ese p a s a d o
bergsoniano, q u e se adhiere al presente y hasta lo presenta, es poco
m á s q u e u n a f i g u r a d e retórica. Bien lo indican las dificultades q u e
e n c o n t r ó Bergson e n su teoría d e la m e m o r i a . Pues si el Pasado,
c o m o él a f i r m a , es lo n o actuante, n o p u e d e sino quedarse a t r á s ;
j a m á s volverá p a r a p e n e t r a r el presente en f o r m a d e recuerdo, a
m e n o s q u e u n ser presente h a y a a s u m i d o la tarea de existir a d e m á s
ek-státicamente en el Pasado. Sin d u d a , e n Bergson, el q u e d u r a
es u n solo y m i s m o ser; p e r o precisamente ello sólo h a c e sentir con
m á s urgencia la necesidad d e esclarecimientos ontológicos. Pues, p a r a
terminar, n o sabemos si el ser d u r a o si la d u r a c i ó n es el ser. Y, si
la d u r a c i ó n es el ser, entonces debería decírsenos cuál es la estruc-
t u r a ontológica d e la d u r a c i ó n ; p e r o si, al contrario, el ser d u r a ,
debería mostrársenos q u é es lo q u e e n su ser le p e r m i t e d u r a r .
¿ Q u é p o d e m o s concluir, al t é r m i n o d e esta exposición? A n t e
todo, esto: la t e m p o r a l i d a d es u n a f u e r z a disolvente, p e r o en el seno
de u n acto u n i f i c a d o r ; es menos u n a multiplicidad real — q u e n o
p o d r í a recibir luego n i n g u n a u n i d a d y, p o r ende, n o existiría n i si-
quiera c o m o m u l t i p l i c i d a d — q u e u n a cuasi-multiplicidad, u n esbozo
d e disociación en el seno d e la u n i d a d . N o h a d e tratarse d e consi-
d e r a r a p a r t e u n o u o t r o d e estos dos aspectos: de ponerse p r i m e r o
la u n i d a d temporal, corremos el riesgo d e n o c o m p r e n d e r ya la su-
cesión irreversible c o m o sentido d e esta u n i d a d ; pero, d e considerar
la sucesión desagregadora c o m o el carácter original del tiempo, arries-
gamos n o p o d e r n i siquiera c o m p r e n d e r q u e haya un tiempo. Así,
pues, si n o hay prioridad a l g u n a d e la u n i d a d sobre la multiplicidad
ni d e la multiplicidad sobre la u n i d a d , es menester concebir la t e m -
poralidad c o m o u n a u n i d a d q u e se multiplica, es decir, q u e la t e m p o -
ralidad n o p u e d e ser sino u n a relación de ser en el seno del ser
mismo. N o p o d e m o s considerarla c o m o u n c o n t i n e n t e cuyo ser sea
dado, pues sería r e n u n c i a r p a r a siempre a c o m p r e n d e r c ó m o ese ser
-en-sí p u e d a f r a g m e n t a r s e e n multiplicidad, o c ó m o el en-sí d e los
continentes mínimos o instantes p u e d a reunirse en la u n i d a d d e un
tiempo. L a t e m p o r a l i d a d no es. Sólo u n ser de cierta estructura d e
ser p u e d e ser t e m p o r a l en la u n i d a d d e su ser. El antes y el después
n o son inteligibles, según hemos advertido, sino c o m o relación interna.
El antes se h a c e d e t e r m i n a r c o m o antes allá, en el después; y recí-
p r o c a m e n t e . E n suma, el antes n o es inteligible a m e n o s q u e sea
el ser q u e es antes q u e sí mismo. Es decir, q u e la t e m p o r a l i d a d n o
p u e d e sino designar el m o d o de ser d e u n ser q u e es sí-mismo f u e r a
d e sí. L a t e m p o r a l i d a d d e b e tener la estructura d e la ipseidad. E n
efecto, sólo p o r q u e el sí es sí allá f u e r a d e sí, en su ser, p u e d e ser
antes o después d e sí, p u e d e tener, e n general, u n antes y u n des-
pués. N o hay t e m p o r a l i d a d sino c o m o i n t r a e s t r u c t u r a d e u n ser q u e
tiene-de-ser su ser; es decir, c o m o intraestructura del Para-sí. N o es
q u e el Para-sí tenga p r i o r i d a d ontológica sobre la T e m p o r a l i d a d ;
sino q u e la T e m p o r a l i d a d es el ser del Para-sí en t a n t o q u e éste
tiene-de-serlo ek-státicamente. L a t e m p o r a l i d a d n o es; p e r o el Para-
s.í se temporaliza existiendo.
R e c í p r o c a m e n t e , nuestro estudio fenomenológico del Pasado, el
Presente y el F u t u r o nos p e r m i t e m o s t r a r q u e el Para-sí n o p u e d e
ser sino en la f o r m a temporal.
El Para-sí, surgiendo en el ser c o m o nihilización del En-sí, se
constituye a la vez e n todas las dimensiones posibles d e nihilización.
C u a l q u i e r a q u e sea el l a d o p o r el q u e se lo considere, es el ser que se
tiene a sí m i s m o a p e n a s p o r u n hilo, o, m á s precisamente, es el ser
que, siendo, h a c e existir todas las dimensiones posibles d e su nihili-
zación. E n el m u n d o a n t i g u o se designaba la cohesión p r o f u n d a y
la dispersión del p u e b l o j u d í o con el n o m b r e d e "diáspora". Esta
p a l a b r a nos servirá p a r a designar el m o d o d e ser del Para-sí: es
diaspórico. !E1 ser-en-sí n o tiene sino u n a dimensión d e ser; p e r o la
a p a r i c i ó n d e la n a d a c o m o lo q u e es sido en el corazón del ser com-
plica la estructura existencial h a c i e n d o a p a r e c e r el espejismo onto-
lógico del Sí. V e r e m o s m á s t a r d e q u e la reflexión, la trascendencia
y el ser-en-el-mundo, el ser-para-otro, representan diversas dimen-
siones d e la nihilización, o, si se prefiere, diversas relaciones origi-
narias del ser consigo mismo. Así, la n a d a i n t r o d u c e la cuasi-multi-
plicidad en el seno del ser. Esta cuasi-multiplicidad es el f u n d a m e n t o
d e todas las multiplicidades i n t r a m u n d a n a s , pues u n a multiplicidad
supone u n a u n i d a d p r i m e r a e n cuyo seno se esboza la multiplicidad.
E n este sentido, n o es v e r d a d , c o m o sostiene Meyerson, que haya u n
escándalo d e lo diverso, y q u e la responsabilidad d e este escándalo
i n c u m b a a lo real. El en-sí n o es diverso, n o es multiplicidad; y
p a r a q u e reciba la multiplicidad c o m o característica de su ser-en-
medio-del-mundo, es menester el surgimiento de u n ser q u e sea pre-
sente a la vez a c a d a en-sí aislado en su identidad. Por la realidad
h u m a n a viene al m u n d o la multiplicidad; la cuasi-multiplicidad en
el seno del ser-para-sí hace q u e el n ú m e r o se devele en el m u n d o .
Pero, ¿ c u á l es el sentido d e esas dimensiones múltiples o cuasi-múl-
tiples del Para-sí? Son sus diferentes relaciones con su p r o p i o ser.
C u a n d o se es lo q u e se es, p u r a y simplemente, n o h a y sino u n a
m a n e r a d e ser el p r o p i o ser. Pero, desde el m o m e n t o en q u e n o es
ya el p r o p i o ser, surgen simultáneamente diferentes m a n e r a s de
serlo n o siéndolo. El Para-sí, p a r a atenernos a los primeros ék-stasis
—los que, a la vez, señalan el sentido originario d e la nihilización
y representan la nihilización mínima—, p u e d e y debe a la vez: 1*,
n o ser lo q u e es; 2 9 , ser lo q u e n o es; 3 9 , en la u n i d a d d e u n a
p e r p e t u a remisión, ser lo q u e n o es y n o ser lo q u e es. Se t r a t a
c i e r t a m e n t e d e tres dimensiones ek-státicas, s i e n d o el s e n t i d o del ek-
stasis la distancia de sí. Es imposible concebir u n a conciencia q u e
n o exista según estas tres dimensiones. Y si el C o g i t o descubre p r i -
m e r a m e n t e u n a d e ellas, eso n o significa q u e sea p r i m e r a , sino sólo
q u e se devela con m á s facilidad. Pero, p o r sí sola, es unselbstandig
y d e j a v e r e n seguida las d e m á s . El Para-sí es u n ser q u e d e b e
existir a la vez e n t o d a s sus dimensiones. A q u í , la distancia, conce-
b i d a c o m o distancia de sí, n o es n a d a real, n a d a q u e sea de m a n e r a
general c o m o en sí: es s i m p l e m e n t e u n a n a d a , la n a d a q u e es sida
c o m o separación. C a d a dimensión es u n a m a n e r a de proyectarse
e n v a n o h a c i a el Sí, d e ser lo q u e se es, m á s allá d e u n a n a d a ; u n a
m a n e r a d i f e r e n t e d e ser ese v e n c i m i e n t o 1 d e ser, esa f r u s t r a c i ó n d e
ser q u e el Para-sí tiene-de-ser. C o n s i d e r e m o s a i s l a d a m e n t e c a d a u n a .
E n la p r i m e r a , el Para-sí tiene-de-ser su ser a la zaga d e sí, c o m o
lo q u e es sin ser f u n d a m e n t o d e ello. Su ser está allá, c o n t r a él, p e r o
s e p a r a d o d e él p d r u n a n a d a , la n a d a d e la f a c t i c i d a d . El Para-sí
c o m o f u n d a m e n t o de su n a d a — y , c o m o tal, necesario— está sepa-
r a d o d e su c o n t i n g e n c i a originaria e n c u a n t o n o p u e d e ni s u p r i m i r l a
ni f u n d i r s e e n ella. E s p a r a sí m i s m o , p e r o e n el m o d o d e lo irre-
m e d i a b l e y lo g r a t u i t o . Su ser es p a r a él, p e r o él n o es p a r a ese
ser, pues p r e c i s a m e n t e esta reciprocidad del r e f l e j o - r e f l e j a n t e h a r í a
d e s a p a r e c e r la c o n t i n g e n c i a originaria de a q u e l l o q u e es. Precisa-
m e n t e p o r q u e el Para-sí se c a p t a e n la f o r m a del ser, está a distancia,
c o m o u n j u e g o de r e f l e j o - r e f l e j a n t e q u e se h a deslizado en el en-sí,
y en el cual ya ni el r e f l e j o h a c e existir al r e f l e j a n t e ni el r e f l e j a n t e
al reflejo. Este ser q u e el Para-sí tiene-de-ser se d a p o r eso comcl
algo sobre lo cual n o es posible volver más, p r e c i s a m e n t e p o r q u e el
Para-sí n o p u e d e f u n d a r l o e n el m o d o del r e f l e j o - r e f l e j a n t e sino e n
t a n t o q u e f u n d a sólo la c o n e x i ó n d e ese ser consigo mismo. E l
Para-sí n o f u n d a el ser de ese ser, sino sólo el h e c h o de q u e ese ser
p u e d a ser dado. Se t r a t a d e u n a necesidad i n c o n d i c i o n a l : c u a l q u i e r a
q u e f u e r e el Para-sí considerado, es e n cierto sentido; es, ya q u e p u e d e
ser n o m b r a d o , ya q u e p u e d e n a f i r m a r s e o negarse d e él ciertos ca-
racteres; pero, e n t a n t o q u e es Para-sí, n o es n u n c a lo q u e es. L o
q u e él es, está a su zaga, c o m o lo p e r p e t u a m e n t e preterido-trascen-
dido. P r e c i s a m e n t e esta f a c t i c i d a d p r e t e r i d a - t r a s c e n d i d a es lo q u e

1
Fléchissement: acción de plegarse, doblegarse, como algo que se vence.
(N. del T.)
llamamos el Pasado. El Pasado es, pues, u n a estructura necesaria del
Para-sí, pues el Para-sí n o p u e d e existir sino como u n trascender
nihilizador, y este trascender implica u n trascendido. E s imposible,
pues, c a p t a r u n Para-sí, cualquiera q u e sea el m o m e n t o en q u e lo con-
sideremos, c o m o aún-no-teniendo Pasado. N o h a d e creerse q u e el
Para-sí existe p r i m e r o y s u r j a al m u n d o en la absoluta novedad de
u n ser sin pasado, p a r a constituirse después y p o c o a p o c o u n Pasado.
Sino que, cualquiera q u e sea la surrexióri del Para-sí en el m u n d o ,
viene al m u n d o e n la u n i d a d ek-stática d e u n a relación con su Pa-
sado: n o h a y u n comienzo absoluto q u e se convierta en p a s a d o sin
tener p a s a d o ; sino que, c o m o el Para-sí, e n t a n t o q u e Para-sí, tiene-
de-ser su pasado, viene al m u n d o con u n Pasado. Estas observacio-
nes p e r m i t e n considerar a u n a luz algo nueva el problema del n a -
cimiento. E n efecto, p a r e c e escandaloso q u e la conciencia "aparez-
c a " e n a l g ú n m o m e n t o , q u e venga a " h a b i t a r " al e m b r i ó n " ; en
suma, q u e h a y a u n m o m e n t o e n q u e el viviente en formación sea
sin conciencia, y u n m o m e n t o e n q u e se aprisione en él u n a con-
ciencia sin pasado. P e r o el escándalo cesará si resulta q u e n o p u e d e
h a b e r conciencia sin pasado. Esto n o quiere decir, empero, q u e toda
conciencia s u p o n g a u n a conciencia anterior f i j a d a en el En-sí. Esa
relación e n t r e el Para-sí presente y el Para-sí vuelto En-sí nos en-
m a s c a r a la relación primitiva d e Preteridad, q u e es u n a relación entre
el Para-sí y el En-sí puro. E n efecto: el Para-sí surge en el m u n d o
e n t a n t o q u e nihilización del En-sí, y por este acontecimiento abso-
luto se constituye el P a s a d o en t a n t o q u e tal c o m o relación originaria
y nihilizadora e n t r e el Para-sí y el En-sí. L o q u e constituye origina-
r i a m e n t e el ser del Para-sí es esa relación con u n ser q u e no es con-
ciencia, q u e existe e n la noche total de la identidad, y tal que el
Para-sí está, empero, obligado a serlo, f u e r a de sí, a la zaga d e sí.
C o n ese ser, al c u a l en n i n g ú n caso p u e d e reducirse el Para-sí y con
respecto al cual el Para-sí representa u n a novedad absoluta, el P a r a -
sí siente u n a p r o f u n d a solidaridad d e ser, q u e se señala p o r la pa-
labra antes: el En-sí es lo q u e el Para-sí e r a antes. E n este sentido,
se c o m p r e n d e m u y bien q u e nuestro pasado n o se nos aparezca como
limitado p o r u n trazo n e t o y sin rebabas — l o q u e se produciría si
la conciencia p u d i e r a surgir e n el m u n d o antes d e tener u n pasado—,
sino que, al contrario, se pierda, en un oscurecimiento progresivo,
hasta u n a s tinieblas que, empero, son t a m b i é n nosotros mismos; se
c o m p r e n d e el sentido ontológico d e esa chocante solidaridad con el
feto, solidaridad q u e n o podemos ni n e g a r ni comprender. Pues, en
suma, ese f e t o era yo; representa el límite de h e c h o d e m i memoria,
pero n o el límite d e d e r e c h o d e m i pasado. H a y u n problema m e -
tafísico del nacimiento, en la m e d i d a en q u e p u e d o inquietarme por
saber c ó m o de tal embrión nací yo; y este p r o b l e m a es quizás inso-
luble. Pero n o h a y en ello p r o b l e m a ontológico: n o tenemos q u e
p r e g u n t a r n o s p o r q u é p u e d e h a b e r u n n a c i m i e n t o de las concien-
cias, pues la conciencia n o p u e d e aparecerse a sí misma sino c o m o
nihilización d e en-sí, es decir, c o m o siendo ya nacida. El nacimiento,
c o m o relación de ser ek-stática con el En-sí q u e ella n o es y como
constitución a priori de la preteridad, es u n a ley de ser del Para-sí.
Ser Para-sí es ser nacido. P e r o n o cabe p l a n t e a r después cuestiones
metafísicas sobre el En-sí d e d o n d e h a n a c i d o el Para-sí, tales c o m o
éstas: " ¿ C ó m o h a b í a u n En-sí antes del n a c i m i e n t o del Para-sí?
¿ C ó m o nació el Para-sí d e este En-sí rpás bien q u e d e tal otro?",
etc. T o d a s estas cuestiones n o tienen en c u e n t a q u e el Pasado en
general sólo p u e d e existir por el Para-sí. \ Si hay u n antes, se debe
a que el Para-sí h a surgido en el m u n d o , y sólo p u e d e establecérselo
a partir del Para-sí. E n la m e d i d a e n q u e el En-sí es h e c h o copre-
sente al Para-sí, a p a r e c e u n mundo e n l u g a r d e los aislamientos del
En-sí. Y e n este m u n d o es posible o p e r a r ' u n a designación y decir:
este objeto, ese objeto. E n tal sentido, el Para-sí, en t a n t o q u e su
surgimiento al ser hace q u e exista u n m u n d o de copresencias, hace
aparecer t a m b i é n su " a n t e s " c o m o copresente a unos en-síes en u n
m u n d o , o, si se prefiere, en u n estado del m u n d o q u e h a pasado.
D e suerte que, en cierto sentido, el Para-sí aparece c o m o n a c i d o del
m u n d o , pues el En-sí d e q u e h a n a c i d o está en m e d i o del m u n d o
como copresente p a s a d o entre copresentes pasados: hay surgimiento
en el m u n d o y a p a r t i r del m u n d o , d e u n Para-sí q u e n o era antes
y q u e es nacido. Pero, en otro sentido, es el Para-sí quien hace q u e
exista u n antes d e m a n e r a general, y, e n ese antes, copresentes uni-
dos e n la u n i d a d de u n m u n d o p a s a d o y tales q u e se p u e d a designar
a u n o u otro d e ellos diciendo: ese objeto. N o hay primeramente
u n t i e m p o universal e n q u e aparezca d e súbito u n Para-sí a ú n ca-
r e n t e d e Pasado. Sino que, a p a r t i r del nacimiento c o m o ley d e ser
originaria y a priori del Para-sí, se devela u n m u n d o con u n tiempo
universal e n el cual p u e d e n designarse u n m o m e n t o en q u e el Para-
sí n o e r a aún, y u n m o m e n t o en q u e el Para-sí a p a r e c e ; seres de los
cuales n o h a nacido, y u n ser del cual h a nacido. El nacimiento es
el surgimiento d e la relación absoluta d e Preteridad c o m o ser ek-stá-
tico del Para-sí en el En-sí. Por el n a c i m i e n t o aparece u n Pasado
del M u n d o . Volveremos sobre ello. Bástenos por a h o r a n o t a r q u e
la conciencia o para-si es u n ser q u e surge al ser por sobre u n irre-
p a r a b l e q u e es él, y q u e este irreparable, en t a n t o q u e está a la zaga
del Para-sí, en m e d i o del m u n d o , es el Pasado. El pasado, como ser
irreparable q u e tengo-de-ser sin n i n g u n a posibilidad de n o serlo, no
e n t r a e n la u n i d a d "reflejo-reflejante" de la vivencia: está f u e r a de
ella. E m p e r o , n o es t a m p o c o c o m o aquello de que hay conciencia,
e n el sentido d e que, p o r ejemplo, la silla percibida es aquello de
q u e hay conciencia perceptiva. E n el caso d e la percepción de la
silla, hay tesis, es decir, captación y afirmación d e la silla c o m o el
en-sí q u e la conciencia n o es. L o q u e la conciencia tiene-de-ser en
el m o d o d e ser del Para-sí es el no-ser-silla. Pues su "no-ser-silla",
c o m o veremos, es en la f o r m a de conciencia (de) n o ser, es decir,
apariencia d e no-ser p a r a u n testigo q u e está ahí sólo p a r a d a r tes-
timonio d e ese no-ser. L a negación, pues, es explícita y constituye
el nexo de ser entre el objeto percibido y el para-sí. El Para-sí no
es sino ese N a d a translúcido q u e es negación d e la cosa percibida.
Pero, a u n q u e el Pasado esté fuera, el nexo no es aquí del mismo
tipo, pues el Para-sí se d a c o m o siendo el Pasado. Por ello, n o
p u e d e h a b e r tesis del Pasado, pues u n o n o pone sino lo q u e u n o n o
es. Así, en la percepción del objeto, el Para-sí se asume p a r a sí
c o m o n o siendo el objeto, m i e n t r a s que, en la revelación del Pasado,
el Para-sí se a s u m e c o m o siendo el Pasado y sólo está separado de
él p o r su naturaleza de Para-sí, q u e n o p u e d e ser n a d a . Así, n o hay
tesis del Pasado, y sin e m b a r g o el Pasado n o es i n m a n e n t e al Para-sí:
infesta al Para-sí en el m o m e n t o mismo en q u e el Para-sí se asume
c o m o n o siendo tal o cual cosa particular. N o es objeto d e la mirada
del Para-sí. Esta m i r a d a , translúcida a sí misma, se dirige, allende
la cosa, h a c i a el porvenir. El P a s a d o e n t a n t o q u e cosa q u e u n o es
sin ponerla, en t a n t o q u e es aquello q u e infesta sin ser notado, está
detrás del Para-sí, f u e r a d e su c a m p o temático, q u e está a n t e él c o m o
aquello a lo cual ilumina. El Pasado es "puesto c o n t r a " el Para-sí,
a s u m i d o c o m o lo q u e éste tiene-de-ser, sin poder ser ni a f i r m a d o ,
ni n e g a d o ni tematizado ni absorbido por él. No, ciertamente, q u e
el Pasado n o p u e d a ser objeto de tesis p a r a mí, ni q u e n o sea a
m e n u d o tematizado; pero en tal caso es objeto d e u n a indagación
explícita, y entonces el Para-sí se a f i r m a c o m o no siendo ese Pasado
puesto p o r él. El Pasado n o está ya detrás: n o d e j a de ser pasado,
pero yo ceso d e serlo: en el m o d o primario, yo era mi Pasado sin
conocerlo (pero n o sin tener conciencia de él) ; en el m o d o secun-
dario, conozco m i p a s a d o p e r o y a n o lo era. ¿ C ó m o p u e d e ser, se
d i r á , q u e t e n g a conciencia d e m i P a s a d o sino e n el m o d o tético?
E m p e r o , el P a s a d o está allá, c o n s t a n t e m e n t e ; es el sentido m i s m o
del o b j e t o q u e m i r o y q u e y a h e visto, d e los rostros f a m i l i a r e s q u e
m e r o d e a n ; es el c o m i e n z o d e ese m o v i m i e n t o q u e en este m o m e n t o
c o n t i n ú a , y q u e yo n o p o d r í a l l a m a r c i r c u l a r d e n o h a b e r sido yo
m i s m o e n el P a s a d o el testigo d e su c o m i e n z o ; es el origen y t r a m -
polín de todas mis acciones; es ese espesor del m u n d o , constante-
m e n t e d a d o , q u e m e p e r m i t e o r i e n t a r m e y u b i c a r m e ; es yo m i s m o
e n t a n t o q u e m e vivo c o m o u n a p e r s o n a ( h a y t a m b i é n u n a estruc-
t u r a p o r - v e n i r del E g o ) ; en s u m a , es m i n e x o c o n t i n g e n t e y g r a t u i t o
con el m u n d o y c o n m i g o m i s m o en t a n t o q u e lo vivo c o n t i n u a m e n t e
c o m o derelicción total. L o s psicólogos lo l l a m a n saber. Pero, a p a r t e
d e q u e , p o r este m i s m o t é r m i n o , lo "psicologizan", se p r i v a n del
m e d i o d e d a r r a z ó n d e él. Pues el S a b e r está d o q u i e r a y c o n d i c i o n a
todo, h a s t a la memoria.; en u n a p a l a b r a , la m e m o r i a intelectual su-
p o n e el saber; y ese saber, si h a d e e n t e n d e r s e p o r él u n h e c h o p r e -
sente, ¿ q u é es sino u n a m e m o r i a intelectual? Ese saber flexible, in-
sinuante, c a m b i a n t e q u e t e j e la t r a m a d e todos nuestros p e n s a m i e n -
tos y q u e se c o m p o n e de mil indicaciones vacías, d e mil designaciones
q u e a p u n t a n h a c i a atrás, sin i m a g e n , sin p a l a b r a s , sin tesis, es m i
P a s a d o concreto en t a n t o q u e yo lo era, e n t a n t o q u e i r r e p a r a b l e
p r o f u n d i d a d - p o r - d e t r á s de todos mis p e n s a m i e n t o s y sentimientos.
E n su s e g u n d a dimensión d e nihilización, el Para-sí se c a p t a co-
m o cierta f a l t a d e . . . Es esta f a l t a y es t a m b i é n lo /altante, pues
tiene-de-ser lo q u e es. Beber o ser b e b i e n t e significa n o h a b e r ter-
m i n a d o n u n c a d e beber, tener-de-ser t o d a v í a bebiente a l l e n d e el be-
biente q u e soy. Y c u a n d o " h e t e r m i n a d o d e b e b e r " , he bebido: el
c o n j u n t o se desliza al pasado. B e b i e n d o a c t u a l m e n t e soy, pues, el
b e b i e n t e q u e tengo-de-ser y q u e n o soy; t o d a designación d e m í mis-
m o se m e e s c a p a h a c i a el P a s a d o si h a d e ser p o n d e r o s a y p l e n a , si
h a d e t e n e r la d e n s i d a d d e lo idéntico. Y si m e a l c a n z a e n el Pre-
sente, es p o r q u e se descuartiza a sí m i s m a en el A ú n - n o , p o r q u e
m e designa c o m o t o t a l i d a d inconclusa q u e n o p u e d e concluirse. Ese
A ú n - n o está r o í d o p o r la libertad nihilizadora del Para-sí. N o e c
solamente ser-a-distancia: es a t e n u a c i ó n 1 d e ser. A q u í el Para-sí,
q u e e r a d e l a n t e d e sí eri la p r i m e r a dimensión d e nihilización, es

1
Amenuisement: "atenuación" en sentido etimológico = "volverse te-
nue". (N. del T.)
d e t r á s d e sí. D e l a n t e o d e t r á s d e sí: j a m á s sí. E s el s e n t i d o m i s m o
d e los dos ék-stasis, P a s a d o y F u t u r o , y p o r eso el v a l o r e n sí es p o r
n a t u r a l e z a el r e p o s o e n sí, la i n t e m p o r a l i d a d . L a e t e r n i d a d q u e el
h o m b r e b u s c a n o .es la i n f i n i t u d d e la d u r a c i ó n , d e esta v a n a ca-
r r e r a e n pos d e sí d e q u e y o m i s m o soy el responsable: es el reposo
en si, la a t e m p o r a l i d a d d e l a c o i n c i d e n c i a a b s o l u t a consigo mismo.
P o r último, e n la t e r c e r a d i m e n s i ó n , el P a r a - s í disperso e n el
j u e g o p e r p e t u o del r e f l e j o - r e f l e j a n t e se h u r t a a sí m i s m o e n la u n i d a d
d e u n a m i s m a h u i d a . A q u í , el ser está d o q u i e r a y e n n i n g u n a p a r t e :
d o n d e q u i e r a se t r a t e d e c a p t a r l o , está e n f r e n t e , se h a e v a d i d o . Este
Chassé-croisé1 e n el seno d e l Para-sí es la Presencia al ser.
S i e n d o Presente, P a s a d o y F u t u r o a la vez, d i s p e r s a n d o su ser
e n tres dimensiones, el Para-sí, p o r el solo h e c h o d e nihilizarse, es
t e m p o r a l . N i n g u n a d e esas dimensiones tiene p r i o r i d a d ontológica
sobre las d e m á s ; n i n g u n a d e ellas p u e d e existir sin las otras dos.
E m p e r o , conviene p o n e r el a c e n t o e n el ék-stasis p r e s e n t e •—y no,
c o m o H e i d e g g e r , e n el ék-stasis f u t u r o — , p o r q u e el Para-sí es su
P a s a d o e n t a n t o q u e revelación a sí m i s m o , c o m o lo q u e tiene-de-
ser-para-sí e n u n t r a s c e n d e r n i h i l i z a d o r ; y c o m o revelación a sí mis-
m o es f a l t a y está i n f e s t a d o p o r su f u t u r o , es decir, p>or l o q u e él
es p a r a sí, allá, a distancia. E l P r e s e n t e n o es o n t o l ó g i c a m e n t e " a n -
t e r i o r " al P a s a d o y al F u t u r o : está c o n d i c i o n a d o p o r ellos e n la
m i s m a m e d i d a e n q u e los c o n d i c i o n a ; p e r o es el h u e c o d e no-ser
indispensable p a r a la f o r m a sintética total d e la T e m p o r a l i d a d .
Así, la T e m p o r a l i d a d n o es u n t i e m p o universal q u e c o n t e n g a
todos los seres y, e n p a r t i c u l a r , las realidades h u m a n a s . N o es t a m -
p o c o u n a ley d e desarrollo q u e se i m p o n g a al ser d e s d e f u e r a . T a m -
p o c o es el ser; sino q u e es la i n t r a e s t r u c t u r a del ser q u e es su p r o p i a
nihilización, es decir, el modo de ser p r o p i o del ser-para-sí. El P a r a -
sí es el ser' q u e tiene-de-ser su ser e n la f o r m a diaspórica d e la
Temporalidad.

1
Paso de ballet en que cada uno de los danzarines ocupa sucesivamente
ti lugar en que estaba el otro frente a él, como buscándose sin encontrarse.
{N. del T.)
B) Dinámica de la Temporalidad.

E l h e c h o cíe q u e el surgimiento del Para-si se opere necesaria-


m e n t e según las tres dimensiones d e ía t e m p o r a l i d a d n o nos enseña
n a d a sobre el p r o b l e m a d e la duración, q u e pertenece a la d i n á m i c a
del tiempo. A p r i m e r a vista, el p r o b l e m a p a r e c e doble: ¿ p o r q u é el
Para-sí padece esa modificación de su ser q u e lo hace volverse Pa-
sado? ¿ Y p o r q u é u n n u e v o Para-sí surge ex nihila p a r a volverse
el Presente d e ese Pasado?
Este p r o b l e m a h a sido e n m a s c a r a d o m u c h o t i e m p o p o r u n a con-
cepción del ser h u m a n o c o m o en-sí. El nervio d e la r e f u t a c i ó n k a n -
t i a n a del idealismo de Berkeley, y u n a r g u m e n t o favorito de Leibniz,
es q u e el c a m b i o implica d e p o r sí la p e r m a n e n c i a . Si suponemos
entonces cierta p e r m a n e n c i a i n t e m p o r a l q u e p e r m a n e z c a a través del
tiempo, la t e m p o r a l i d a d se r e d u c e a n o ser m á s q u e la m e d i d a y el
o r d e n del cambio. Sin c a m b i o n o hay temporalidad, ya q u e el t i e m p o
n o p u e d e h a c e r presa en lo p e r m a n e n t e y l o idéntico. Si, p o r otra
pa,rte, c o m o en Leibniz, el c a m b i o m i s m o es d a d o c o m o la expli-
cación lógica d e u n a relación d e consecuencia a premisas, es decir,»
c o m o el desarrollo d e los atributos d e u n sujeto p e r m a n e n t e , entonces
ya n o h a y t e m p o r a l i d a d real.
P e r o esta concepción reposa sobre bastantes errores. E n p r i m e r
lugar, la subsistencia d e u n e l e m e n t o p e r m a n e n t e junto a lo q u e
c a m b i a n o p u e d e p e r m i t i r al c a m b i o constituirse c o m o tal, salvo a
los ojos d e u n testigo q u e f u e r a él mismo u n i d a d d e lo q u e c a m b i a
V d e lo q u e permanece. E n u n a p a l a b r a , la unidad del c a m b i o y de
lo p e r m a n e n t e es necesaria p a r a la constitución del c a m b i o como tal.
Pero este t é r m i n o m i s m o d e u n i d a d , d e q u e Leibniz y K a n t h a n
abusado, n o significa a q u í g r a n cosa. ¿ Q u é quiere decirse con esa
u n i d a d d e elementos dispares? ¿ N o es sino u n a vinculación p a r a -
m e n t e exterior? Entonces, carece d e sentido. Es menester q u e sea
u n i d a d d e ser. P e r o esta u n i d a d d e ser i m p o r t a exigir q ü e lo p e r -
m a n e n t e sea lo q u e c a m b i a ; y, d e ahí, es a n t e t o d o ek-stática y
r e m i t e al Para-sí e n t a n t o q u e éste es el ser ek-stático p o r esencia;
además, es destructora del carácter d e en-sí de la p e r m a n e n c i a y
del cambio. Y n o se diga q u e p e r m a n e n c i a y c a m b i o se t o m a n allí
c o m o fenómenos y n o tienen m á s q u e u n ser relativo-, el En-sí n o se
opone a los fenómenos c o m o lo h a c e el n ú m e r o . U n f e n ó m e n o es
en si, en los t e m i m o s mismos d e nuestra definición, c u a n d o es lo q u e
es, así sea en relación con u n sujeto o con otro fenómeno. Y, por
o t r a parte, la aparición de la relación c o m o d e t e r m i n a n d o los fenó-
menos unos respecto d e otros, supone a n t e r i o r m e n t e el surgimiento
d e u n ser ek-stático q u e p u e d a ser lo q u e n o es p a r a f u n d a r el "en
otra p a r t e " y el "respecto de".
R e c u r r i r a la p e r m a n e n c i a p a r a f u n d a r el c a m b i o es, además,
p e r f e c t a m e n t e inútil. L o q u e quiere mostrarse es q u e u n cambio
absoluto n o es ya c a m b i o p r o p i a m e n t e hablando, puesto q u e n o que-
d a nada que cambie o con respecto a lo cual haya cambio. Pero,
d e hecho, basta q u e lo q u e c a m b i e sea en el m o d o p a s a d o su estado
a n t é r i o r p a r a q u e la p e r m a n e n c i a se torne s u p e r f l u a ; en este caso,
el c a m b i o p u e d e ser absoluto, p u e d e tratarse d e u n a metamorfosis
que afecte al ser íntegro: n o d e j a r á , por eso, de constituirse como
c a m b i o con respecto a u n estado anterior, siendo él este estado en
el P a s a d o en el m o d o del era. Este nexo con el p a s a d o reemplaza
a la seudo-necesidad d e la p e r m a n e n c i a , y el problema d e la duración
p u e d e y debe plantearse a propósito d e cambios absolutos. P o r otra
parte, n o h a y otros, ni a u n "en el m u n d o " : hasta cierto u m b r a l ,
sorí inexistentes; p a s a d o este u m b r a l , se extienden a la f o r m a total,
c o m o lo h a n m o s t r a d o las experiencias d e los gestaltistas.
Pero, a d e m á s , c u a n d o se t r a t a d e u n a realidad h u m a n a , ló ne-
cesario es el c a m b i o p u r o y absoluto, q u e m u y bien p u e d e ser, p o r
o t r a parte, c a m b i o sin nada q u e cambie, y q u e es la duración misma.
A u n si admitimos, p o r ejemplo, la presencia absolutamente vacía
d e u n Para-sí a u n En-sí p e r m a n e n t e , c o m o simple conciencia d e
este Para-sí, la sola existencia d e la conciencia implicaría la tempo-
ralidad, y a q u e ella tendría-de-ser, sin cambio, lo q u e es, en la f o r m a
del " h a b e r sido". N o habría, pues, eternidad, sino necesidad cons-
tante, p a r a el Para-sí presente, d e volverse Pasado de u n nuevo
Presente, y ello en virtud del ser mismo d e lá conciencia. Y si se
nos d i j e r a q u e este p e r p e t u o r e t o m a r del Presente al P a s a d o p o r
u n n u e v o Presente implica u n c a m b i o interno del Para-sí, responde-
ríamos q u e entonces la t e m p o r a l i d a d del Para-sí es el f u n d a m e n t o
del cambio, y n o el c a m b i o el f u n d a m e n t o de la temporalidad. N a d a
puede, pues, e n m a s c a r a r n o s estos problemas q u e parecen a p r i m e r á
vista insolubles: ¿ p o r q u é el Presente se vuelve Pasado? ¿ C u á l es
este n u e v o Presente q u e surge entonces? ¿ D e d ó n d e viene y p o r qué
sobreviene? Y notemos bien, c o m o lo m u e s t r a nuestra hipótesis de
u n a conciencia "vacía", q u e lo q u e está en cuestión aquí n o es la
necesidad de q u e u n a p e r m a n e n c i a salte de instante en instante m a n -
teniéndose c o m o p e r m a n e n c i a ; sino la necesidad d e q u e el ser, cual-
quiera q u e fuere, se metamorfosee íntegramente, a la vez, en f o r m a y
contenido, se abisme en el p a s a d o y a la vez se produzca, ex nihilo,
hacia el f u t u r o .
Pero, ¿ h a y dos problemas? Examinémoslo m e j o r : el Presente
no p o d r í a pasar sino convirtiéndose en el antes de u n Para-sí q u e se
constituya como el después. N o hay, pues, sino u n solo f e n ó m e n o :
surgimiento d e u n nuevo Presente q u e preterifica al Presente q u e él
era, y Preterificación d e u n Presente, q u e e n t r a ñ a la a p a r i c i ó n de
un Para-sí p a r a el cual ese Presente se convertirá en pasado. El
f e n ó m e n o del devenir t e m p o r a l es u n a modificación global, ya q u e
u n Pasado q u e n o f u e r a P a s a d o de n a d a n o sería ya u n Pasado,
puesto que u n Presente debe ser necsariamente Presente de ese Pa-
sado. Esta metamorfosis, p o r otra parte, n o alcanza sólo al Presente
p u r o : el P a s a d o anterior y el F u t u r o son alcanzados igualmente. E l
P a s a d o del Presente q u e h a sufrido la modificación de Preteridad
se vuelve Pasado d e u n Pasado, o Pluscuamperfecto. E n lo q u e le
concierne, q u e d a suprimida de u n a vez la heterogeneidad del Pre-
sente y del Pasado, ya q u e lo q u e se distinguía del P a s a d o c o m o
Presente se convirtió en Pasado. E n el curso d e la metamorfosis, el
Presente sigue siendo Presente d e este Pasado, p e r o se convierte en
Prsente p a s a d o d e ese Pasado. Ello significa, en p r i m e r término,
q u e es homogéneo a la serie del P a s a d o q u e se r e m o n t a d e él hasta
el nacimiento; y ademas, q u e ya n o es u n Pasado en la f o r m a del
tener-de-serlo, sino en el m o d o del haber-tenido-de-serlo. El nexo
entre P a s a d o y P l u s c u a m p e r f e c t o es un n e x o q u e es en el m o d o del
En-sí; y este nexo a p a r e c e sobre el f u n d a m e n t o del Para-sí presente.
Éste sostiene la serie del Pasado y d e los pluscuamperfectos, soldados
en u n solo bloque.
El F u t u r o , por otra parte, a u n q u e alcanzado a n á l o g a m e n t e por
la metamorfosis, n o d e j a de ser f u t u r o , es decir, d e p e r m a n e c e r f u e r a
del Para-sí, delante, allende el ser; p e r o se convierte en f u t u r o de
un pasado, o f u t u r o anterior. P u e d e m a n t e n e r dos clases d e rela-
ciones con el Presente nuevo, según se t r a t e del F u t u r o i n m e d i a t o
o del F u t u r o remoto. E n el primer caso, el Presente s e . d a c o m o
siendo ese F u t u r o con respecto al P a s a d o : "Es lo q u e yo esperaba:
helo a q u í . " Es el Presente d e su P a s a d o en el m o d o del F u t u r d
anterior d e ese Pasado. Pero, a la vez q u e es Para-sí c o m o el F u t u r o
de- ese Pasado, se realiza c o m o Para-si, y p o r lo t a n t o c o m o n o siendo
lo q u e el. F u t u r o p r o m e t í a ser. H a y desdoblamiento: el Presente se
convierte en F u t u r o anterior del Pasado, al tiempo q u e niega ser ése
F u t u r o . Y el F u t u r o primitivo n o es realizado p a r a n a d a : ya n o es
f u t u r o con respecto al Presente, sin d e j a r d e ser f u t u r o con respec-
to al Pasado. Se convierte en el Copresente irrealizable del Presente
y conserva u n a idealidad total: " ¿ Y es esto lo q u e yo esperaba?"
Sigue siendo f u t u r o idealmente copresente del Presente, como F u t u r o
irrealizado del P a s a d o de este Presente.
E n el caso en que el F u t u r o es remoto, sigue siendo f u t u r o con
respecto al nuevo Presente, pero, si el presente n o se constituye a sí
mismo como f a l t a d e ese F u t u r o , pierde su carácter d e posibilidad.
E n este caso, el F u t u r o anterior se convierte en posible indiferente
c o n respecto al nuevo Presente, y n o en su Posible. E n tal sentido,
n o se posibiliza más, p e r o recibe al ser-en-sí en t a n t o q u e posible.
Se convierte en Posible dado, es decir, en Posible en sí d e u n Para-sí
convertido en En-sí. Ayer, h a sido posible —Como m i Posible— que
m e m a r c h a r a al c a m p o el lunes próximo. Hoy, ese Posible ya n o
es m á s mi Posible; sigue siendo el objeto tematizado d e m i contem-
plación a título del Posible siempre f u t u r o q u e he sido. Pero su
único nexo con mi Presente consiste en q u e tengo d e ser en el m o d o
del " e r a " ese Presente convertido en u n Pasado del cual n o h a de-
j a d o d e ser, allende m i Presente, el Posible. Pero F u t u r o y Presente
pasado se h a n solidificado en En-sí sobre el f u n d a m e n t o de M i
Presente. Asi, el F u t u r o , en el curso del proceso temporal, pasa al
en-sí sin perder n u n c a su carácter d e F u t u r o . Mientras n o sea al-
c a n z a d o p o r el Presente, se convierte simplemente en F u t u r o dado.
C u a n d o es alcanzado, q u e d a a f e c t a d o p o r el carácter de idealidad:
pero esta idealidad es idealidad en sí, pues se presenta c o m o falta
dada de u n pasado dado y n o c o m o el f a l t a n t e q u e u n Para-sí pre-
sente tiene-de-ser en el m o d o del no ser. C u a n d o el F u t u r o es pre-
terido-trascendido, p e r m a n e c e p a r a siempre, al m a r g e n d e la serie
de los Pasados, como F u t u r o anterior: F u t u r o anterior de tal 0 cual
P a s a d o convertido en Pluscuamperfecto, F u t u r o ideal d a d o como
copresente a u n Presente convertido en Pasado.
Falta e x a m i n a r la metamorfosis del Para-sí presente en Pasado
con surgimiento conexo d e un nuevo Presente. El error estaría en
creer q u e haya abolición del Presente anterior con surgimiento de
u n Presente en-sí q u e retuviera u n a imagen del Presente desapare-
cido. E n cierto sentido, convendría casi invertir los términos para
hallar la verdad, pues la preterificación del ex presente es paso al
en-sí, mientras que la aparición de un nuevo presente es nihilización
de ese eii-sí. El Presente n o es u n nuevo En-sí; es lo q u e n o es, lo
q u e es allende el ser; es aquello de q u e n o p u d e decir "es" sino en
P a s a d o ; el! Pasado n o es en absoluto abolido, es lo q u e se h a convertido
en lo q u e era, es el Ser del Presente. Pór último, c o m o lo hemos
señalado suficientemente, la relación entre_> Presente y P a s a d o es u n a
relación de ser y n o de representación.
D e suerte q u e el p r i m e r carácter q u e nos llama la atención es
la recuperación del Para-sí p o r el Ser, como si aquél ya n o tuviera
fuerzas p a r a sostener su p r o p i a n a d a . L a fisura p r o f u n d a q u e el
Para-sí tiene d e ser q u e d a rellenada; l a N a d a q u e debe "ser sida"
d e j a de serlo, es expulsada, en la m e d i d a e n q u e el Ser-Para-sí pre-
terificado se convierte e n u n a cualidad del En-sí. Si h e experimen-
t a d o tal o cual tristeza e n el pasado, n o es ya en t a n t o q u e m e h e
hecho experimentarla; esa tristeza n o tiene ya la exacta m e d i d a de
ser q u e p u e d e tener u n a apariencia q u e se h a c e su p r o p i o testigo;
ella es p o r q u e h a sido, el ser le viene casi c o m o u n a necesidad ex-
t e m a . El Pasado es u n a f a t a l i d a d al revés: el Para-sí p u e d e hacerse
lo q u e quiera, p e r o n o p u e d e escapar a la necesidad d e ser irre-
mediablemente p a r a u n nuevo Para-sí lo q u e h a querido ser. Por
eso,.el Pasado es u n Para-sí q u e h a cesado de ser presencia tras-
cendente al En-sí. Siendo él mismo en sí, h a c a í d o en medio del
mundo. L a q u e tengo d e ser, lo soy c o m o presencia al m u n d o q u e
n o soy, p e r o lo q u e yo era, lo e r a en m e d i o del m u n d o , a la m a n e r a
d e las cosas, a título d e existente i n t r a m u n d a n o . E m p e r o , este m u n d o
en el cual el Para-sí tiene-de-ser lo q u e e r a n o p u e d e ser aquel
mismo al cual es a c t u a l m e n t e presente. Así se constituye el Pasado
del Para-sí c o m o presencia p a s a d a a u n estado p a s a d o del m u n d o .
A u n si el m u n d o n o h a sufrido n i n g u n a variación mientras el P a r a -
sí " p a s a b a " del Presente al Pasado, es c a p t a d o , p o r lo menos, c o m o
habiendo sufrido el mismo cambio f o r m a l q u e acabamos d e describir
en el seno del ser-para-sí. C a m b i o q u e n o es sino u n reflejo del ver-
d a d e r o cambio interno d e la conciencia. D i c h o d e otro m o d o , el
Para-sí q u e cae en el P a s a d o c o m o ex presencia al ser convertida
en en-sí, se convierte en u n ser "en-medio-del-mundo", y el m u n d o
es retenido en la dimensión pasada c o m o aquello e n m e d i o d e lo cual
el Para-sí pasado es en sí. C o m o la Sirena, cuyo c u e r p o h u m a n o
termina en cola d e pez, el Para-sí e x t r a m u n d a n o t e r m i n a tras d e sí
en cosa en el mundo. Estoy encolerizado, melancólico; tengo el com-
plejo de E d i p o o el complejo d e inferioridad, p a r a siempre; p e r o en
el pasado, e n la f o r m a del " e r a " , e n m e d i o del m u n d o , como soy
funcionario, o m a n c o , o proletario. E n el pasado, el m u n d o m e en-
claustra y m e pierdo en el determinismo universal; pero trasciendo
radicalmente m i pasado hacia el porvenir, en la m e d i d a misma en
q u e yo "lo e r a " .
U n Para-sí q u e h a exprimido toda su n a d a , q u e h a sido reco-
b r a d o por el En-sí y q u e se diluye en el m u n d o ; tal es el Pasado
q u e tengo de ser, tal es la vicisitud del Para-sí. Pero esta vicisitud
se p r o o u c e en u n i d a d con la aparición d e u n Para-sí q u e se nihiliza
c o m o Presencia al m u n d o y q u e tiene de ser el Pasado q u e él tras-
ciende. ¿ C u á l es el sentido de este surgimiento? Nos cuidaremos de
ver en él la aparición de u n ser nuevo. T o d o ocurre c o m o si el
Presente f u e r a u n p e r p e t u o a g u j e r o d e ser, rellenado en seguida y
p e r p e t u a m e n t e renaciente; (Jomo si el Presente f u e r a u n a p e r p e t u a
f u g a a n t e la a m e n a z a de ser enviscado en "en-sí", hasta la victoria
final del en-sí q u e lo arrastrará a u n P a s a d o q u e n o es ya pasado
d e n i n g ú n Para-sí. Esta victoria es la d e la m u e r t e , pues la m u e r t e
es la detención radical de la T e m p o r a l i d a d p o r preterificación de
todo el sistema, o, si se prefiere, recuperación d e la T o t a l i d a d hu-
m a n a p o r el En-sí.
¿ C ó m o podemos explicar este carácter dinámico d e la tempo-
ralidad? Si ésta n o es — c o m o esperamos haberlo mostrado— u n a
cualidad contingente q u e se agrega al ser del para-sí, será menester
poder mostrar q u e su- d i n á m i c a es u n a estructura esencial del para-sí
concebido c o m o el ser que- tiene-de-ser su propia n a d a . Volveremos
a encontrarnos, al parecer, en nuestro p u n t o de partida.
Pero, en verdad, h o hay problema. Si hemos creído encontrar
uno, se debe a que, pese a nuestros esfuerzos p o r pensar al Para-sí
como tal, n o hemos p o d i d o evitar fijarlo e n . e n - s í . , E n efecto: sólo
si partimos del én-sí p u e d e constituir u n problema la aparición del
cambio; si el en-sí es lo q u e es, ¿ c ó m o p u e d e no serlo más? Pero
si se parte, al contrario, d e u n a comprensión a d e c u a d a del para-sí,
lo q u e habría q u e explicar n o sería ya el cambio, sino m á s bien la
permanencia, si ésta pudiera existir. Si, en efecto, consideramos
nuestra' descripción del orden del tiempo, f u e r a d e todo lo q u e pu-
diera provenirle d e su curso, aparece claramente q u e u n a tempora-
lidad reducida a su orden se convertiría al p u n t o en temporalidad
en-sí. El carácter ék-stático del ser temporal n o cambiaría en n a d a ,
ya q u e este carácter se e n c u e n t r a también en el pasado, n o como
constitutivo del para-sí sino c o m o cualidad soportada por el en-sí.
E n efecto, si encaramos u n F u t u r o en t a n t o q u e es p u r a y simple-
mente F u t u r o d e u n para-sí, el cual es para-sí de cierto pasado, y
si consideramos q u e el cambio es u n problema n u e v o con respecto
a la descripción d e la temporalidad c o m o tal, entonces conferimos
al F u t u r o , concebido c o m o este F u t u r o , u n a inmovilidad instantá-
n e a ; hacemos del para-sí u n a cualidad f i j a d a , a la q u e p u e d e desig-
narse; el c o n j u n t o , finalmente, se convierte en totalidad hecha-, el
f u t u r o y el p a s a d o limitan al para-sí constituyéndole límites dados.
El c o n j u n t o , c o m o temporalidad q u e es, se e n c u e n t r a petrificado e n
t o r n o de u n núcleo sólido q u e es el instante presente del para-sí, y
el problema, entonces, consiste en explicar c ó m o de este instante puede
surgir otro instante con su cortejo de pasado y de f u t u r o . H e m o s
escapado al instantaneísmo, en la m e d i d a en que el instante sería
la única realidad en-sí limitada por u n a n a d a de porvenir y u n a
n a d a de pasado, pero hemos recaído en él al admitir implícitamente
u n a sucesión de totalidades temporales, c a d a u n a de las cuales estaría
c e n t r a d a en torno de u n instante. E n u n a p a l a b r a , hemos d o t a d o
al instante d e dimensiones ek-státicas, pero n o p o r eso lo hemos su-
primido, lo que significa que hacemos soportar la totalidad temporal
por lo i n t e m p o r a l ; el tiempo, si es, torna a convertirse en u n sueño.
Pero el c a m b i o pertenece n a t u r a l m e n t e al para-sí en t a n t o q u e
este para-sí es espontaneidad. U n a espontaneidad de la cual pudiera
decirse: es o, simplemente, esta espontaneidad, debería dejarse definir
por ella misma, esto es, que sería f u n d a m e n t o n o sólo de su n a d a
de ser sino también d e su ser, y que, simultáneamente, el ser la
recuperaría p a r a f i j a r l a en algo dado. U n a espontaneidad q u e se
pone en t a n t o que espontaneidad está obligada, por ese mismo he-
cho, a denegar lo que ella p o n e ; si no, su ser se convertiría en algo
adquirido, y en virtud d e lo a d q u i r i d o se p e r p e t u a r í a en el ser. Y
esa misma denegación es algo a d q u i r i d o q u e ella debe denegar so
p e n a de enviscarse en u n a prolongación inerte de su existencia. Se
dirá q u e estas nociones d e prolongación y adquisición suponen ya
la temporalidad, y es cierto. Pero la espontaneidad constituye ella
misma lo adquirido por medio del denegar, y el denegar p o r medio
de lo adquirido, pues ella n o p u e d e ser sin temporalizarse. Su natu-
raleza propia consiste en n o aprovechar lo a d q u i r i d o q u e ella cons-
tituye al realizarse c o m o espontaneidad. Es imposible concebir la es-
p o n t a n e i d a d de otro modo, a menos de contraerla a u n instante y,
así, f i j a r l a en en-sí, es decir, suponer u n tiempo trascendente. Sería
v a n o o b j e t a r q u e n o podemos pensar n a d a sino b a j o la f o r m a tem-
poral y q u e nuestra exposición contiene u n a petición d e principio,
ya q u e temporalizamos al ser p a r a luego h a c e r Surgir d e él el tiempo;
en v a n o se recordarían los pasajes de la Crítica en q u e K a n t muestra
q u e u n a espontaneidad i n t e m p o r a l es inconcebible p e r o n o contra-
dictoria. Nos parece, al contrario, q u e u n a espontaneidad q u e n o
se evadiera d e ella m i s m a y q u e n o se evadiera d e esta evasión mis-
m a ; u n a espontaneidad d e la q u e p u d i e r a decirse: es esto, y q u e se
d e j a r a encerrar e n u n a denominación inmutable, sería precisamente
u n a contradicción y equivaldría f i n a l m e n t e a u n a esencia particular
afirmativa, e t e r n o sujeto q u e n o es n u n c a predicado. Y precisamente
su carácter d e espontaneidad constituye la irreversibilidad misma d e
sus evasiones, p u e s t o que, precisamente, desde q u e aparece, aparece
p a r a denegar, y el o r d e n "posición-denegación" n o es reversible. L a
posición misma, en efecto, se realiza e n denegación sin alcanzar j a m á s
la plenitud a f i r m a t i v a ; si no, se agotaría en u n en-sí i n s t a n t á n e o ; y
sólo a título d e denegada pasa al ser en la totalidad de su realización.
L a serie u n i t a r i a d e lo " a d q u i r i d o - d e n e g a d o " tiene, por otra parte,
u n a prioridad ontólógica sobre el cambio, ya q u e éste es simplemente
la relación e n t r e los contenidos materiales d e la serie. Y hemos mos-
t r a d o la irreversibilidad misma de la temporalización c o m o necesaria
p a r a la f o r m a e n t e r a m e n t e vacía y a priori d e u n a espontaneidad.
H e m o s expuesto nuestra tesis utilizando el concepto d e espon-
taneidad, q u e nos h a parecido m á s familiar a nuestros lectores. Pero
p o d e m o s a h o r a r e t o m a r esas ideas e n la perspectiva del para-sí y
con nuestra terminología propia. U n para-sí q u e n o d u r a r a , p e r m a -
necería sin d u d a c o m o negación del en-sí trascendente y t o m o ni-
hilización d e su p r o p i o ser en la f o r m a del "reflejo-reflejan te". Pero
esta nihilización se convertiría e n algo dado, es decir, adquiriría la
contingencia del en-sí, y el para-sí d e j a r í a d e ser el f u n d a m e n t o de
su p r o p i a n a d a ; n o sería ya n a d a c o m o teniendo-de-serlo, sino que,
en la u n i d a d nihilizadora d e la p a r e j a reflejo-reflejante, sería. L a
h u i d a del para-sí es denegación d e la contingencia, p o r el acto mismo
q u e lo constituye c o m o siendo f u n d a m e n t o d e su n a d a . Pero esta
h u i d a constituye precisaínente c o m o contingencia a lo q u e es r e h u i d o :
el para-sí r e h u i d o es d e j a d o en el lugar. N o p o d r í a aniquilarse, ya
q u e yo l o soy; p e r o t a m p o c o p o d r í a ser c o m o f u n d a m e n t o d e su pro-
pia n a d a , ya q u e n o p u e d e serlo sino en la h u i d a : el para'-sí está
cumplido. L o q u e vale p a r a el para-sí como presencia a . . . . conviene
también, n a t u r a l m e n t e , a la totalidad d e la temporalización. Esta
totalidad n o es n u n c a a c a b a d a m e n t e ; es totalidad q u e se deniega y
q u e se h u y e ; es a r r a n c a m i e n t o a sí e n la u n i d a d d e u n mismo sur-
gimiento, totalidad inaferrable, que, en el m o m e n t o d e darse, está
ya m á s allá dé ese d o n de sí.
Así, el tiempo d e la conciencia es la realidad h u m a n a q u e se
temporaliza c o m o totalidad q u e es p a r a sí m i s m a su p r o p i a inconclu-
sión; es la n a d a que se desliza en u n a totalidad c o m o f e r m e n t o des-
totalizador. Esta totalidad q u e corre en pos d e sí y se deniega a
la vez, q u e n o p o d r í a encontrar en sí misma término a l g u n o a su
trascender, • p o r q u e ella es su propio trascender y se trasciende hacia
sí misma, n o p o d r í a existir en n i n g ú n caso en los límites de u n ins-
tante. J a m á s hay instante en q u e se p u e d a a f i r m a r q u e el para-sí
es, porque, precisamente, el para-sí n o es jamás. Y la temporalidad,
al contrario, se temporaliza e n t e r a m e n t e c o m o denegación del instante.

III

TEMPORALIDAD ORIGINAL Y TEMPORALIDAD PSIQUICA:


LA REFLEXIÓN

E l para-sí d u r a en f o r m a d e conciencia no-tética (de) d u r a r .


Pero p u e d o "sentir correr el t i e m p o " y c a p t a r m e a m í mismo como
u n i d a d de sucesión. E n este caso, tengo conciencia d e d u r a r . Esta
conciencia es tética y se parece m u c h o a u n conocimiento, exacta-
m e n t e c o m o la d u r a c i ó n q u e se temporaliza b a j o mis miradas está
m u y p r ó x i m a a u n objeto de conocimiento. ¿ Q u é relación p u e d e
existir e n t r e la t e m p o r a l i d a d original y esta temporalidad psíquica
q u e e n c u e n t r o desde q u e m e c a p t o a m í mismo " d u r a n d o " ? Este
p r o b l e m a nos c o n d u c e al p u n t o a otro, pues la conciencia de d u r a -
ción es conciencia de u n a conciencia q u e d u r a ; por consiguiente,
p l a n t e a r la cuestión d e la naturaleza y d e los derechos d e esta con-
ciencia tética d e d u r a c i ó n equivale a p l a n t e a r la d e la naturaleza
y los derechos de la reflexión. E n efecto: la temporalidad aparece
a la reflexión en f o r m a d e d u r a c i ó n psíquica, y todos los procesos
d e duración psíquica pertenecen a la conciencia refleja. Así, pues,
antes d e p r e g u n t a r n o s c ó m o u n a duración psíquica p u e d e consti-
tuirse en objeto i n m a n e n t e de reflexión, debemos t r a t a r de responder
a esta cuestión p r e v i a : ¿ c ó m o es posible la reflexión p a r a u n ser
q u e n o p u e d e ser sino en pasado? L a reflexión es d a d a por Des-
cartes y por Husserl cómo u n tipo de intuición privilegiada porque
c a p t a la conciencia en u n acto de i n m a n e n c i a presente e instantáneo.
M a n t e n d r á su certeza si el ser al cual h a d e conocer es pasado con
respecto a ella? Y, c o m o t o d a nuestra ontología tiene su f u n d a m e n t o
en u n a experiencia refleja, ¿ n o corre el riesgo de perder todos sus
derecho^? Pero, e n realidad, ¿ d e b e ser éfectivamente el ser pasado
el objeto d e las conciencias reflexivas? Y la p r o p i a reflexión, si es
para-sí, ¿ debe limitarse' a u n a existencia y a u n a certeza, instantá-
neas? N o podemos decidir sobre ello sin volver sobre el f e n ó m e n o
reflexivo p a r a d e t e r m i n a r su estructura.
L a reflexión es el para-sí consciente de sí-mismo. C o m o el para-
sí es ya conciencia n o tética (de) sí, se acostumbra representar la
reflexión c o m o u n a conciencia nueva, bruscamente aparecida, ases-
t a d a sobre la conciencia refleja y en simbiosis con ella. Se reconoce
ahí la vieja idea ideae de Spinoza.
Pero, a p a r t e de q u e es difícil explicar el surgimiento ex nihilo
de la conciencia reflexiva, resulta e n t e r a m e n t e imposible d a r cuenta
de su u n i d a d absoluta con la conciencia refleja, u n i d a d merced sólo
a la cual se t o r n a n concebibles los derechos y la certeza de la intui-
ción reflexiva. N o podríamos, en efecto, definir aquí el esse d e lo
reflexo c o m o u n percipi, puesto que, precisamente, su ser es tal que
n o necesita ser percibido p a r a -existir. Y su relación p r i m e r a con la
reflexión n o p u e d e ser la relación -unitaria d e u n a representación
con u n sujeto pensante. Si el existente conocido debe tener la misma
dignidad d e ser q u e el existente cognoscente, la relación entre ambos
existentes debe describirse, en suma, eñ la perspectiva del realismo
ingenuo. Pero, precisamente, encontraremos entonces la dificultad
m á x i m a del realismo: ¿ c ó m o dos todos aislados, independientes y
provistos de esa suficiencia d e ser q u e los alemanes llaman Selbst-
standigkeit, p u e d e n m a n t e n e r relaciones entre sí, y particularmente
ese tipo d e relaciones internas q u e se d e n o m i n a conocimiento? Si
concebimos primeramente la reflexión como u n a conciencia autó-
noma, jamás podremos reuniría después Con • la conciencia refleja.
Ambas serán siempre dos, y si, p o r u n imposible, la conciencia re-
flexiva pudiera ser conciencia de la conciencia refleja, n o p o d r í a
tratarse sino d e u n nexo exterior entre ambas coñciencias; c u a n d o
m u c h o , podríamos imaginar que la reflexión, aislada en sí, posee
como u n a imagen d e la conciencia refleja, y recaeríamos en el idea-
lismo: el conocimiento reflexivo y, en particular, el cogito perde-
rían su certeza y n o obtendrían en c a m b i o sino cierta probabilidad,
mal definible por otra parte. Conviene, pues, q u e la reflexión se u n a
a lo reflexo por u n nexo de ser; que la conciencia reflexiva sea la
conciencia refleja.
Pero, por otra parte, n o p o d r í a tratarse aquí de u n a identifica-
ción total entre lo reflexivo y lo reflexo, q u e suprimiría de u n trazo
el f e n ó m e n o de reflexión sin d e j a r subsistir otra cosa que la d u a l i d a d
f a n t a s m a "reflejo-reflejante". E n c o n t r a m o s aquí, u n a vez más, ese
tipo d e ser q u e define al para-sí: la reflexión exige, si h a d e ser
evidencia apodíctica, q u e lo reflexico sea lo reflexo. Pero, en la me-
d i d a en q u e la reflexión es conocimiento, es menester que lo reflexo
sea objeto p a r a lo reflexivo, lo q u e implica separación d e ser. Así,
es necesario a la vez q u e lo reflexivo sea y no sea lo reflexo. Esta
estructura ontológica la hemos descubierto ya en el meollo mismo
del p a r a sí. Pero entonces n o tenía e n t e r a m e n t e la misma significa-
ción. E n efecto, suponía en los dos términos, "reflejo y r e f l e j a n t e " ,
de la dualidad esbozada, u n a unselbststandigkeit radical, es decir,
u n a incapacidad tal de ponerse separadamente, q u e la d u a l i d a d per-
m a n e c í a p e r p e t u a m e n t e evanescente y q u e c a d a término, al ponerse
p a r a el otro, se convertía en el otro. Pero, en el caso de la reflexión,
ocurre de m o d o algo diferente, pues el "reflejo-reflejante" reflexo.
existe p a r a u n "reflejo-reflejante" reflexivo. D i c h o de otro m o d o ,
lo reflexo es apariencia p a r a lo reflexivo, sin d e j a r de ser p o r eso
testigo (de) sí, y lo reflexivo es testigo d e lo reflexo sin d e j a r p o r
eso d e ser p a r a sí mismo apariencia. Y hasta o c u r r e q u e lo reflexo
es apariencia p a r a lo reflexivo, en tanto que se refleja en sí; y q u e
lo reflexivo no p u e d e ser testigo sino en t a n t o q u e es conciencia (de)
serlo, es decir, en la exacta m e d i d a en que este testigo que él es es u n
reflejo p a r a u n reflejante q u e es él también. L o reflexo y lo refle-
xivo tienden, pues, cada u n o a la Selbststándigkeit, y . e l nada q u e
los separa los divide m á s p r o f u n d a m e n t e de lo q u e la n a d a "del
para-sí separa al reflejo del reflejante. Sólo q u e h a de notarse: l 9
que lo reflexivo c o m o testigo n o p u e d e tener su ser de testigo sino
en y por la apariencia; es decir, q u e está p r o f u n d a m e n t e tocado en
su ser por su reflexividad y que, en t a n t o q u e tal, n o p u e d e n u n c a
alcanzar la selbststándigkeit a que a p u n t a , ya q u e t o m a su ser de
su función, y su f d n c i ó n del para-sí reflexo; 2 9 q u e lo reflexo está
p r o f u n d a m e n t e alterado p o r la reflexión, en el sentido d e q u e es
conciencia (de) sí c o m o conciencia refleja de tal o cual f e n ó m e n o
trascendente. Se sabe m i r a d o ; n o p o d r í a comparárselo m e j o r , p a r a
utilizar u n a inlagen sensible, q u e a u n h o m b r e q u e escribe, inclinado
sobre u n á mesa, y que, mientras está escribiendo, se sabe observado
p o r alguien a su espalda. T i e n e ya, pues, en cierto m o d o , conciencia
( d e ) sí m i s m o c o m o u n afuera o, m á s bien, el esbozo d e u n afuera;
es decir, q u e se h a c e a sí m i s m o o b j e t o p a r a . . . , d e m o d o q u e su
sentido d e ser lo reflexo es inseparable d e lo reflexivo, y existe allá,
a distancia d e él, e n la conciencia q u e lo refleja. E n este sentido,
posee t a n p o c a selbststandigkeit c o m o lo reflexivo mismo. Husserl
nos dice q u e lo reflexo "se d a c o m o h a b i e n d o sido antes d e l a refle-
xión". P e r o h e debemos e n g a ñ a r n o s : la selbststandigkeit de lo
irreflexivo e n t a n t o q u e irreflexivo, con respecto a t o d a reflexión
posible, n o p a s a al f e n ó m e n o d e reflexión, puesto que, precisamente,
el f e n ó m e n o p i e r d e su c a r á c t e r d e irreflexivo. H a c e r s e refleja, p a r a
u n a conciencia, es sufrir u n a modificación p r o f u n d a e n su ser y
p e r d e r precisamente la selbststandigkeit q u e poseían en t a n t o que
cuasi-totalidad " r e f l e j a d a - r e f l e j a n t e " . P o r último, en la m e d i d a en
q u e u n a n a d a s e p a r a lo- reflexo d e lo reflexivo, esa n a d a , q u e n o
p u e d e s a c a r su ser d e sí misma, d e b e "ser sida". E n t e n d a m o s p o r
ello q u e sólo u n a e s t r u c t u r a d e ser u n i t a r i a p u e d e ser su p r o p i a n a d a ,
e n f o r m a d e tener-de-serlo. N i lo reflexivo n i lo reflexo, e n efecto,
p u e d e n d e c r e t a r esa n a d a separadora. P e r o la reflexión es un ser,
lo m i s m o q u e el para-sí irreflexivo; n o u n a adición d e ser; un ser
que tiene-de-ser su propia nada: n o es la a p a r i c i ó n d e u n a con-
ciencia n u e v a d i r i g i d a sobre el para-sí; es u n a modificación intraes-
t r u c t u r á l q u e el para-sí realiza e n sí; e n u n a p a l a b r a , es el m i s m o
para-sí q u e se h a c e existir e n el m o d o reflexivo-reflexo e n vez d e
ser simplemente en el m o d o reflejo-reflejante; y ese n u e v o m o d o
d e ser d e j a subsistir, p o r otra parte, el m o d o reflejo-reflejante, a
título d e e s t r u c t u r a i n t e r n a p r i m a r i a . Q u i e n reflexiona sobre m í n o
es n o sé q u é p u r a m i r a d a i n t e m p o r a l ; soy yo, yo q u e d u r o , compro-
m e t i d o e n el circuito d e m i ipseidad, e n peligro e n el m u n d o , con
*mi historicidad. Simplemente, esta historicidad y ese ser en el m u n d o
y a q u e l circuito d e ipseidad son vividos e n el m o d o del desdobla-
m i e n t o reflexivo p o r el para-sí q u e soy yo.
C o m o h e m o s visto, lo reflexivo está s e p a r a d o d e lo reflexo p o r
u n a n a d a . Asi, el f e n ó m e n o d e reflexión es u n a nihilización del
para-sí q u e n o le viene de a f u e r a , sino q u e él tiene-de-ser. ¿De
d ó n d e p u e d e venir esa n i h i l i z a c i ó n ' m á s a v a n z a d a ? ¿ C u á l p u e d e ser
su m o t i v a c i ó n ?
E n el surgimiento del para-sí c o m o presencia al ser, h a y u n a dis-
persión original: el para-sí se p i e r d e a f u e r a , j u n t o al en-sí y e n los
tres ék-stasis temporales. Está f u e r a d e sí m i s m o y, en lo m á s í n t i m o
de sí, ese ser-para-sí es ek-stático, ya q u e d e b e buscar su ser en o t r a
parte, e n el r e f l e j a n t e q u e se h a c e reflejo, en el. reflejo q u e se p o n e
c o m o reflejante. El surgimiento del para-sí ratifica el f r a c a s o del
en-sí q u e n o h a p o d i d o ser su p r o p i o f u n d a m e n t o . L a reflexión
q u e d a c o m o u n a posibilidad p e r m a n e n t e del para-sí, tentativa d e
recuperación d e ser. P o r la reflexión, el para-sí q u e se pierde f u e r a
d e sí i n t e n t a interiorizarse en su ser; es u n segundo esfuerzo p a r a
f u n d a r s e ; se trata, p a r a él, de ser para sí-mismo lo que él es. E n
efecto: si la cuasi-dualidad reflejo-reflejante f u e r a r e u n i d a en u n a
totalidad p o r u n testigo idéntico a ella misma, ella sería a sus propios
ojos lo q ü e es. Se trata, en suma, d e sobrepasar al ser q u e huye d e
sí siendo lo q u e es en el m o d o d e n o serlo, q u e t r a n s c u r r e siendo su
p r o p i o transcurrir y q u e huye d e e n t r e sus propios dedos, p a r a h a c e r
de él u n algo dado, algo d a d o que, p o r fin, sea lo que es; se t r a t a
de reunir en la u n i d a d de u n a m i r a d a esa totalidad inconclusa q u e
n o es inconclusa sino p o r q u e ella es p a r a sí m i s m a su p r o p i a incon-
clusión; de escapar de la esfera d e la p e r p e t u a remisión q u e tiene
d e ser p a r a sí misma remisión; y, precisamente p o r q u e se h a n re-
h u i d o así las mallas de esa remisión, hacerla ser c o m o remisión vista,
es decir, c o m o remisión q u e es lo q u e es. Pero, al m i s m o tiempo, es
preciso q u e ese ser q u e se r e c u p e r a y se f u n d a c o m o d a d o , es decir,
que se confiere la contingencia del ser p a r a salvarla f u n d á n d o l a ,
sea él mismo lo q u e r e c u p e r a y f u n d a , lo q u e él salva d e la disgre-
gación ek-stática. L a motivación d e la reflexión consiste en u n a do-
ble tentativa simultánea de objetivación y d e interiorización. Ser
p a r a sí m i s m o c o m o el objeto-en-sí en la u n i d a d absoluta d e la in-
teriorización, h e ahí lo q u e el ser-reflexión tiene d e ser.
Este esfuerzo p o r ser p a r a sí-mismo su p r o p i o f u n d a m e n t o , p o r
r e c o b r a r y d o m i n a r su p r o p i a h u i d a en interioridad, p o r ser final-
m e n t e esa huida, en vez d e temporalizarla c o m o h u i d a q u e h u y e de
sí misma, debe t e r m i n a r en u n f r a c a s o ; y este fracaso, precisamente,
es la reflexión. E n efecto; ese ser q u e se pierde, es él mismo quien
tiene-de-recuperarlo, y él debe ser esta recuperación en el m o d o d e
ser q u e es el suyo, es decir, en. el m o d o del para-sí, y, p o r ende, d e
la h u i d a . En tanto que para-sí, el para-sí i n t e n t a r á ser lo q u e es,
o, si se prefiere, será para sí lo q u e él es-para-sí. D e este m o d o , la
reflexión, o tentativa d e recobrar el para-sí p o r reversión sobre sí,
c u l m i n a e n la aparición del para-sí p a r a el para-sí. El ser q u e quiere
f u n d a r en el ser n o es él mismo f u n d a m e n t o sino de su p r o p i a n a d a .
El c o n j u n t o permanece, pues, c o m o en-sí nihilizado. Y, al mismo
t i e m p o , la reversión del ser sobre sí n o p u e d e sino h a c e r a p a r e c e r
u n a distancia e n t r e lo q u e se r e v i e r t e sobre sí y a q u e l l o sobre lo q u e
se o p e r a esa reversión. E s t a reversión sobre sí es a r r a n c a m i e n t o a
sí p a r a revertirse. Y la reversión sobre sí h a c e a p a r e c e r la n a d a re-
flexiva. P u e s l a n e c e s i d a d d e e s t r u c t u r a del para-sí exige q u e n d
p u e d a ser r e c u p e r a d o e n su ser sino p o r u n ser q u e exista e n f o r m a
d e p a r a s í D e este m o d o , el ser q u e o p e r a la r e c u p e r a c i ó n d e b e
constituirse e n el m o d o del para-sí y el ser q u e h a d e ser r e c u p e r a d o
d e b e existir c o m o para-sí. Y estos dos seres d e b e n ser el mismo ser]
p e r o p r e c i s a m e n t e , e n t a n t o q u e se r e c u p e r a , h a c e existir e n t r e sí
m i s m o y sí m i s m o , e n la u n i d a d del ser, u n a d i s t a n c i a absoluta.
Este f e n ó m e n o d e reflexión es u n a posibilidad p e r m a n e n t e del p a r a -
sí, p o r q u e la escisiparidad reflexiva está e n p o t e n c i a e n el para-sí
r e f l e x o : basta, e n efecto, q u e el para-sí r e f l e j a n t e se p o n g a para sí
c o m o testigo del reflejo, y q u e el para-sí r e f l e j o se p o n g a para sí
c o m o r e f l e j o d e ese r e f l e j a n t e . Así, l a reflexión, c o m o e s f u e r z o d e
r e c u p e r a c i ó n d e u n para-sí p o r u n para-sí q u e es él m i s m o e n el
m o d o del n o serlo, es u n estadio d e nihilización i n t e r m e d i a r i o e n t r e
la existencia del p a r a - s í p u r o y s i m p l e y la existencia para otro c o m o
a p t o d e r e c u p e r a c i ó n d e u n para-sí p o r u n p a r a - s í q u e él n o es e n
el m o d o del n o s e r l o 2 .
L a reflexión así descrita ¿ p u e d e ser l i m i t a d a e n su a l c a n c e y
sus d e r e c h o s p o r el h e c h o d e q u e el para-sí se t e m p o r a l i c e ? N o lo
creemos.
C o n v i e n e distinguir dos especies d e reflexión, si q u e r e m o s c a p -
t a r el f e n ó m e n o reflexivo e n sus relaciones con la t e m p o r a l i d a d : la
r e f l e x i ó n p u e d e ser p u r a o i m p u r a . L a reflexión p u r a , simple p r e -
sencia del para-sí reflexivo al para-sí reflejo, es a la vez la f o r m a
o r i g i n a r i a d e la reflexión, y su f o r m a i d e a l ; a q u e l l a sobre el f u n d a -
m e n t o de la c u a l a p a r e c e la r e f l e x i ó n i m p u r a , y t a m b i é n a q u e l l a
q u e j a m á s es p r e v i a m e n t e dada, a q u e l l a q u e es m e n e s t e r a l c a n z a r
p o r u n a especie d e catarsis. L a reflexión i m p u r a o cómplice, d e q u e

1
En el original, parece evidente que por errata, se lee: "sin forma de
para sí". (N. del T.)
2
Encontramos aquí esa "escisión del igual a sí mismo" que Hegel con-
sidera lo propio de la conciencia. Pero esta escisión, en lugar de conducir,
como en la Fenomenología del espíritu, a una integración más alta, no
hace sino cavar más profunda e irremediablemente la nada que separa I4
conciencia de sí. La conciencia es hegeliana, pero es su máxima ilusión.
hablaremos m á s adelante, implica la reflexión p u r a , pero la tras-
ciende p o r q u e extiende m á s lejos sus pretensiones.
¿Cuáles son los títulos y derechos d e la reflexión p u r a a la evi-
dencia? Evidentemente, consisten en q u e lo reflexivo es lo reflexo.
Si salimos d e esto, n o tendremos m e d i o a l g u n o d e legitimar la re-
flexión. Pero lo reflexivo es lo reflexo en p l e n a inmanencia, a u n q u e
en la f o r m a del "no-ser-en-sí". Esto lo m u e s t r a a las claras el hecho
d e q u e lo reflexo n o es e n t e r a m e n t e objeto, sino cuasi-objeto para
la reflexión. E n efecto, la conciencia refleja n o se entrega a ú n ¿orno
u n afuera a la reflexión, es decir, c o m o u n ser sobre el cual p u e d e
" a d o p t a r s e u n p u n t o d e vista", con respecto al cual p u e d a tomarse
distancia, p u e d a aumentarse o disminuirse la distancia q u e lo separa.
P a r a que la conciencia refleja sea "vista desde a f u e r a " y p a r a q u e
la reflexión p u e d a orientarse con respecto a ella, sería menester q u e
lo reflexivo no f u e r a lo reflexo, en el m o d o de r>o ser lo que n o es;
esta escisiparidad n o será realizada sino en la existencia para otro.
L a reflexión es u n conocimiento, n o cabe d u d a ; está provista de u n
carácter posicional; a f i r m a a la conciencia refleja. Pero toda afir-
mación, como p r o n t o veremos, está condicionada por u n a negación:
a f i r m a r este objeto es simultáneamente negar q u e yo sea este objeto.
Conocer es hacerse otro. Y precisamente lo reflexivo n o p u e d e h a -
cerse e n t e r a m e n t e otro q u e lo reflexo, ya q u e él es-para-ser lo reflexo.
Su afirmación q u e d a p a r a d a en el camino, p o r q u e su negación n o
se realiza enteramente. Así, pues, lo reflexivo n o se desprende ente-
r a m e n t e de lo reflexo y no p u e d e abarcarlo "desde u n p u n t o de
vista". Su conocimiento es totalitario, es u n a intuición f u l g u r a n t e y
sin relieve, sin p u n t o de p a r t i d a ni d e llegada. T o d o es d a d o a la
vez en u n a suerte de proximidad absoluta. L o q u e llamamos co-
m ú n m e n t e conocer supone relieves, planos, u n orden, u n a jerarquía.
A u n las esencias matemáticas se nos descubren con u n a orientación
con respecto a otras verdades, a ciertas consecuencias; no se develan
j a m á s con todas sus características a la vez. Pero la reflexión q u e
nos entrega lo reflexo n o como algo d a d o sino como el ser q u e
tenemos-de-ser, en u n a indistinción sin p u n t o d e vista, es un conoci-
miento rebalsado por sí mismo y sin explicación. A la vez, es - u n
conocimiento jamás sorprendido por sí mismo; n o nos enseña n a d a ;
simplemente, pone. En el conocimiento de u n objeto transcendente,
en efecto, hay develación del objeto, y el objeto develado p u e d e
decepcionarnos o asombrarnos. Pero en la develación reflexiva hay
posición ' d e u n ser que era ya develación en su ser. L a reflexión
se limita a h a c e r existir p a r a sí esa develación; el ser develado no
se revela c o m o algo d a d o , sino,con el c a r á c t e r d e u n " y a develado".
L a reflexión es reconocimiento m á s bien q u e conocimiento. Implica
u n a comprensión prerreflexiva d e lo q u e ella quiere recuperar, co-
m o motivación original d e la recuperación.
Pero, si lo reflexivo es lo reflexo, si esta u n i d a d d e ser f u n d a
y limita los derechos d e la reflexión, conviene agregar q u e lo re-
flexo m i s m o es su p a s a d o y su porvenir. N o cabe d u d a , pues, de
q u e lo reflexivo, a u n q u e p e r p e t u a m e n t e rebalsado p o r la totalidad de
lo reflexo q u e él es en el m o d o del n o serlo, extiende sus derechos
d e apodicticidad a esa totalidad m i s m a q u e él es. Así, la conquista
reflexiva de Descartes, el cogito, n o debe ser limitada al instante
infinitesimal. Esto m i s m o p o d r í a concluirse, p o r o t r a parte, partien-
d o del h e c h o d e q u e el pensamiento es u n acto q u e c o m p r o m e t e
al p a s a d o y se h a c e preesbozar p o r el porvenir. Dudo, p o r lo t a n t o
soy, dice Descartes. Pero ¿ q u é q u e d a r í a d e la d u d a metódica si se
la p u d i e r a limitar al instante? U n a suspensión d e juicio, quizá. P e r o
u n a suspensión d e juicio n o es u n a d u d a ; n o es sino u n a estructura
necesaria p a r a la d u d a . P a r a q u e h a y a d u d a , es menester q u e esa
suspensión sea m o t i v a d a p o r l a insuficiencia d e las razones p a r a afir-
m a r o n e g a r — l o q u e r e m i t e el pasado—, y q u e sea deliberadamente
m a n t e n i d a h a s t a la intervención d e elementos nuevos, lo q u e es ya
proyecto del porvenir. L a d u d a a p a r e c e sobre el f o n d o d e u n a com-
prensión preontológica del conocer y d e exigencias concernientes a
la v e r d a d . Esa comprensión y esas exigencias q u e confieren a la
d u d a t o d a su significación c o m p r o m e t e n la totalidad de la realidad
h u m a n a y su ser en el m u n d o ; suponen la existencia d e u n objeto
d e conocimiento y de d u d a , es decir, d e u n a p e r m a n e n c i a trascen-
d e n t e en el t i e m p o universal; así, pues, la d u d a es u n a conducta
ligada, u n a c o n d u c t a q u e representa u n o d e los modos d e ser-en-el-
m u n d o de la realidad h u m a n a . Descubrirse d u d a n d o es ya estar
p o r d e l a n t e d e sí m i s m o en el f u t u r o q u e oculta el objetivo: la
cesación y la significación de esa d u d a ; estar a la zaga de sí, en
el p a s a d o q u e oculta las motivaciones constituyentes d e la d u d a y
sus fases; y estar f u e r a d e sí, en el m u n d o , c o m o presencia al objeto
d e q u e se d u d a . L a s mismas observaciones se aplicarían a cualquier
comprobación reflexiva: leo, sueño, percibo, actúo. Esas observa-
ciones o bien d e b e r á n conducirnos a n e g a r evidencia apodíctica a
la reflexión, y entonces el conocimiento originario que de mí intento
se desmorona e n lo probable, y mi existencia misma n o es sino u n a
probabilidad, pues m i ser-en-el-instante n o es u n ser; o bien d e b e r á n
extenderse los derechos d e la reflexión a la totalidad h u m a n a , es
decir, al pasado, al porvenir, a la presencia, al objeto. Y, si hemos
visto con justeza, la reflexión es el para-sí q u e t r a t a d e recuperarse
a sí mismo c o m o totalidad en p e r p e t u a irrealización. Es la a f i r m a -
ción d e la develación del ser q u e es p a r a sí mismo su propia deve-
lación. C o m o el para-si se temporaliza, resulta d e ello: 1' q u e la
reflexión, c o m o m o d o de ser del para-sí, debe ser c o m o temporali-
zación, y q u e ella m i s m a es su p a s a d o y su p o r v e n i r ; 2 ' que, p o r
naturaleza, extiende sus derechos y su certeza h a s t a las posibilidades
q u e yo soy y h a s t a el p a s a d o q u e yo era. L o reflexivo n o es capta-
ción d e algo reflexo instantáneo, p e r o t a m p o c o es él mismo instan-
taneidad. Ello n o significa q u e lo reflexivo conozca con su f u t u r o
el f u t u r o d e lo reflexo, o con su p a s a d o el p a s a d o d e la conciencia
por conocer. Al contrario, lo reflexivo y lo reflexo se distinguen en
la u n i d a d d e su ser c o m ú n p o r el f u t u r o y el pasado. El f u t u r o d e
lo reflexivo, en efecto, es el c o n j u n t o de las posibilidades propias q u e
lo reflexivo tiene d e ser c o m o reflexivo. E n t a n t o q u e tal, n o p o d r í a
implicar u n a conciencia del f u t u r o reflexo. Las mismas observa-
ciones v a l d r í a n p a r a el p a s a d o reflexivo, a u n c u a n d o éste se f u n d e ,
finalmente, e n el p a s a d o del para-sí originario. Pero la reflexión,
si t o m a su significación d e su porvenir y d e su pasado, está ya, en
t a n t o q u e presencia q u e huye a u n a huida, ek-státicamente todo a
lo largo d e esta h u i d a . D i c h o de otro modo, el para-sí q u e se h a c e
existir en el m o d o del desdoblamiento reflexivo, en t a n t o q u e p a r a -
sí, t o m a su sentido d e sus posibilidades y d e su p o r v e n i r ; en este
sentido, la reflexión es u n f e n ó m e n o diaspórico; pero, e n t a n t o q u e
presencia a sí, es presencia presente a todas sus dimensiones ek-stá-
ticas. F a l t a explicar, se dirá, por q u é esa reflexión, q u e se p r e t e n d e
apodíctica, p u e d e cometer tantos errores acerca precisamente de ese
p a s a d o q u e usted le otorga derecho a conocer. R e s p o n d o q u e n o
comete error alguno, e n la m e d i d a exacta en q u e c a p t a el p a s a d o
c o m o aquello q u e infesta al presente en f o r m a n o temática. C u a n d o
digo: "Leo, dudo, espero, etc." — y a lo hemos mostrado—, rebalso
con m u c h o m i presente hacia el pasado. Y e n n i n g u n o d e estos
casos p u e d o e n g a ñ a r m e . L a apodicticidad d e la reflexión n o a d m i t e
dudas, en la m e d i d a en q u e c a p t a el p a s a d o e x a c t a m e n t e c o m o es
p a r a la conciencia refleja q u e tiene-de-serlo. Si, p o r o t r a parte, p u e d o
cometer muchos errores al recordar, en el m o d o reflexivo, mis sen-
timientos o ideas pasados, se debe ello a que estoy entonces en el
p l a n o de la m e m o r i a : en ese m o m e n t o , n o soy ya mi pasado, sino
q u e lo tematizo. N o estamos ya entonces en el acto reflexivo.
Así, la reflexión es conciencia de las tres dimensiones ek-státicas.
Es conciencia n o tética (de) fluir y conciencia tética de duración.
P a r a ella, el p a s a d o y el presente d e lo reflexo se p o n e n a existir
c o m o cuasi-afueras, e n el sentido d e q u e n o son retenidos solamente
en la u n i d a d d e u j i p a r a - s í q u e los agota en su ser teniendo-de-serlo,
sino t a m b i é n para u n para-sí q u e está s e p a r a d o d e ellos por u n a
n a d a ; p a r a u n para-sí que, a u n q u e existente con ellos en la u n i d a d
de u n ser, n o tiene-de-ser el ser de ellos. Por ella t a m b i é n , el fluir
tiende a ser c o m o u n a f u e r a esbozado en la inmanencia. P e r o la
reflexión p u r a n o descubre a ú n la temporalidad sino en su no-sus-
tancialidad originaria; en su denegación d e ser en-sí, descubre las
posibilidades en tanto que posibles, aligeradas p o r la libertad del
para-sí, devela el presente c o m o trascendente, y, si el p a s a d o le
a p a r e c e c o m o en-sí, es, empero, sobre el f u n d a m e n t o d e la presen-
cia. Por último, descubre el para-sí en su totalidad destotalizada en
t a n t o q u e esa individualidad i n c o m p a r a b l e q u e es ella misma en
el m o d o d e tener-de-serlo; lo descubre como lo "reflexo" p o r exce-
lencia, el ser q u e n o es n u n c a .sino c o m o sí-mismo, y q u e es siempre
ese "sí-mismo" a distancia de sí, en el porvenir, en el pasado, en el
m u n d o . L a reflexión, pues, c a p t a la temporalidad en t a n t o q u e ésta
se revela c o m o el m o d o d e ser único e incomparable de u n a ipseidad,
es decir, c o m o historicidad.
P e r o la duración psicológica q u e conocemos y d e q u e h a c e m o s
uso cotidiano, en t a n t o q u e sucesión d e formas temporales organiza-
das, está en los antípodas d e la historicidad. E n efecto, es el tejido
concreto d e unidades psíquicas d e fluencia. Esta alegría, p o r ejemplo,
es u n a f o r m a organizada que a p a r e c e después d e u n a tristeza, y an-
tes h a h a b i d o aquella humillación q u e he sufrido ayer. Las relacio-
nes de antes y después se establecen c o m ú n m e n t e entre estas unidades
de fluencia, cualidades, estados, actos; y estas unidades p u e d e n hasta
servir p a r a datar. Así, la conciencia reflexiva del hombre-en-el-mun-
d o se encuentra, en su existencia cotidiana, f r e n t e a objetos psíqui-
cos q u e son lo q u e son, q u e aparecen en la t r a m a continua d e nues-
tra t e m p o r a l i d a d c o m o diseños y motivos en su tapiz, y q u e se suce-
den a la m a n e r a d e las cosas del m u n d o en el tiempo universal, es
decir, reemplazándose m u t u a m e n t e sin m a n t e n e r e n t r e sí otras rela-
ciones q u e las p u r a m e n t e externas de sucesión. Se h a b l a d e u n a
alegría que tengo o q u e he tenido; se dice que es mi alegría, c o m o
si yo f u e r a su soporte y ella se destacara de mí, c o m o los modos
finitos d e Spinoza se destacan del f o n d o del atributo. H a s t a se dice
q u e experimento esta alegría, c o m o si viniera a imprimirse a m a n e r a
d e , u n sello sobre el tejido d e m i temporalización; o, m e j o r a ú n ,
como si la presencia en m í d e esos sentimientos, ideas o estados f u e r a
u n a suerte d e visitación. N o podríamos llamar ilusión a esta duración
psíquica constituida por el fluir concreto d e organizaciones autóno-
mas, es decir, en suma, p o r la sucesión de hechos psíquicos, de hechos
de conciencia: su realidad, en efecto, constituye el objeto de la psi-
cología; prácticamente, las relaciones concretas e n t r e los hombres
—reivindicaciones, celos, rencores, sugestiones, luchas, ardides— se
establecen al nivel del hecho psíquico. Empero, n o es concebible
q u e el para-sí irreflexivo q u e se historializa en su surgimiento sea él
mismo esas cualidades, esos estados y esos actos. Su u n i d a d de ser
se desmoronaría en multiplicidad d e existentes exteriores los unos a
los otros; el problema ontológico de la t e m p o r a l i d a d reaparecería,
y, esta vez, nos veríamos privados d e los medios p a r a resolverlo;
pues, si es posible p a r a el para-sí ser su propio pasado, sería absurdo
exigir a m i alegría q u e f u e r a la tristeza q u e la h a precedido, a u n
en el m o d o del " n o ser". Los psicólogos d a n u n a representación
d e g r a d a d a de esta existencia ek-stática c u a n d o a f i r m a n q u e los hechos
psíquicos son relativos unos a otros y q u e el t r u e n o oído después de
u n largo silencio es c a p t a d o como "trueno-después-de-un-largo-silen-
cio". Es fácil sentarlo así; pero d e este m o d o les. q u e d a v e d a d o
explicar esta relatividad en la sucesión, pues se le h a q u i t a d o todo
f u n d a m e n t o ontológico. D e hecho, si se c a p t a el para-sí en su his-
toricidad, la duración psíquica se desvanece; los estados, cualidades
y actos desaparecen p a r a d e j a r lugar al ser-para-sí en t a n t o q u e tal,
q u e no es sino como la individualidad única de la cual es indivisible
el proceso de historialización. Él es quien fluye, quien se invoca des-
de el f o n d o del porvenir, quien se carga del pasado q u e e r a ; él es
quien historializa su ipseidad, y sabemos q u e es, en el m o d o primario
o irreflexivo, conciencia del m u n d o y n o de sí. D e este modo, las
cualidades o los estados no p' ,den ser seres en su ser (en el sentido
en q u e la u n i d a d de fluencia alegría sei "contenido" o " h e c h o "
de conciencia) ; n o existen de él sino coloraciones internas n o posi-
cionales, q u e no son otras q u e él mismo en t a n t o q u e él es para-sí,
y q u e n o pueden ser c a p t a d a s f u e r a de él.

Henos, pues, en presencia de do ;mporalidades: la temporali-


d a d originaria, de que nosotros som temporalización, y la tempo-
ralidad psíquica que aparece a la vez c o m o incompatible con el
m o d o de ser d e nuestro ser y c o m o u n a realidad intersubjetiva, ob-
jeto d e ciencia, objetivo d e las acciones h u m a n a s (en el sentido, p o r
ejemplo, en q u e h a g o d e t o d o p a r a " h a c e r m e a m a r " d e Anny, p a r a
"inspirarle amor p o r m í " ) . E s t a temporalidad psíquica, evidente-
m e n t e derivada, n o p u e d e proceder d i r e c t a m e n t e d e la temporalidad
originaria; ésta n o constituye n a d a m á s q u e a sí misma. E n c u a n t o
a la t e m p o r a l i d a d psíquica, es incapaz d e constituirle, pues n o es
sino u n orden sucesivo d e hechos. Por otra p a r t e , la t e m p o r a l i d a d
psíquica n o p o d r í a a p a r e c e r al para-sí irreflexivo, q u e es p a r a pre-
sencia ek-stática al m u n d o : se devela a la reflexión, y la reflexión
debe constituirla. Pero, ¿ c ó m o p u e d e hacerlo la reflexión, si es p u r o
y simple descubrimiento d e la historicidad q u e ella es?
Aquí, es menester distinguir la reflexión p u r a d e la reflexión
i m p u r a o constituyente: pues la reflexión i m p u r a es quien constituye
la sucesión d e hechos psíquicos o psique. Y lo q u e se d a primera-
m e n t e e n la vida cotidiana es la reflexión i m p u r a o constituyente,
a u n q u e incluye en sí la reflexión p u r a c o m o su estructura original.
Pero ésta n o p u e d e ser alcanzada sino a raíz d e u n a modificación
q u e ella opera sobre sí misma, y q u e es en f o r m a d e catarsis. N o
es éste el lugar d e describir la motivación y la estructura d e esta
catarsis. L o q u e nos i m p o r t a es la descripción de la reflexión i m p u r a
e n t a n t o q u e es constitución y develación d e la t e m p o r a l i d a d psíquica.
L a reflexión, c o m o hemos visto, es u n tipo de ser en q u e el
para-sí es p a r a ser p a r a sí m i s m o lo q u e es. L a reflexión n o es, pues,
u n surgimiento caprichoso e n la p u r a indiferencia d e ser, sino que
se p r o d u c e en la perspectiva d e u n para. H e m o s visto, en efecto,
q u e el para-si es el ser que, en su ser, es f u n d a m e n t o • d e u n p a r a .
L a significación d e la reflexión es, pues, su ser-para. E n particular,
lo reflexivo es lo reflexo q u e se nihiliza a sí mismb para recuperarse.
E n este sentido, lo reflexivo, en t a n t o q u e tiene d e ser lo reflexo,
escapa al para-sí q u e él es c o m o reflexivo en f o r m a de "tener-de-
serlo". Pero, si f u e r a sólo p a r a ser lo reflexo q u e él tiene-de-ser,
escaparía al para-sí p a r a volver a encontrarlo; en todas partes, y de
cualquier m a n e r a q u e se afecte, el parar-sí- está c o n d e n a d o a ser-para-
sí. Esto es, e n efecto, lo q u e descubre la reflexión p u r a . Pero la
reflexión i m p u r a , q u e es el m o v i m i e n t o reflexivo p r i m e r o y espon-
t á n e o ( p e r o n o originario), es para-ser lo reflexo c o m o en-sí. Su
motivación está en ella misma, en u n doble movimiento q u e hemos
descrito: de interiorización y de objetivación: c a p t a r lo reflexo como
en-si p a r a hacerse ser este en-sí q u e es c a p t a d o . L a reflexión i m p u r a
n o es, pues, captación d e lo reflexo c o m o tal sino e n u n circuito d e
ipseidad d o n d e se m a n t i e n e e n relación i n m e d i a t a con u n en-sí q u e
ella tiene-de-ser. Pero, por o t r a parte, este en-sí q u e ella tieñe-de-
ser es lo reflexo en t a n t o q u e lo reflexivo i n t e n t a a p r e h e n d e r l o c o m o
siendo en-sí. Esto significa q u e existen tres f o r m a s e n la reflexión
i m p u r a : lo reflexivo, lo reflexo, y u n en-sí q u e lo reflexivo tiene-de-
ser e n t a n t o q u e este en-sí sería lo reflexo, y q u e n o es sino el Para
del f e n ó m e n o reflexivo. Este en-sí está preesbozado tras lo reflexo-
para-sí p o r u n a reflexión q u e atraviesa lo reflexo p a r a r e t o m a r l o y
f u n d a r l o ; es c o m o la proyección en el en-sí d e lo reflexo-para-sí, en
t a n t o q u e significación; su ser n o consiste en ser sino en ser-sido,
c o m o la n a d a . Es lo reflexo en t a n t o q u e o b j e t o p u r o p a r a lo refle-
xivo. Desde q u e la reflexión a d o p t a u n p u n t o d e vista sobre lo
reflexivo, desde q u e sale d e esa intuición f u l g u r a n t e y sin relieve en
q u e lo reflexo se d a a lo reflexivo sin p u n t o d e vista, desde q u e se
p o n e c o m o no siendo lo reflexo y d e t e r m i n a lo q u e éste es, la refle-
xión hace aparecer u n en-sí susceptible d e ser determinado, cualifica-
do, detrás de lo reflexo. Este en-sí trascendente o sombra proyectada
d e lo reflexo e n el ser es lo q u e lo reflexivo tiene-de-ser en tanto
q u e él es lo q u e l o reflexo es. N o se c o n f u n d e en m o d o a l g u n o con
el valor d e lo reflexo, q u e se d a a la reflexión en la intuición totali-
taria e indiferenciada, n i con el valor q u e infesta a lo reflexivo c o m o
ausencia n o tética y c o m o el P a r a d e la conciencia reflexiva, en t a n t o
q u e ésta es conciencia n o posicional (de) si. Es el o b j e t o necesario
d e toda reflexión; p a r a q u e surja, basta q u e la reflexión e n c a r e lo
reflexo c o m o o b j e t o : la decisión m i s m a p o r la cual la reflexión se
d e t e r m i n a a considerar lo reflexo c o m o objeto h a c e a p a r e c e r al en-sí
c o m o objetivación trascendente de lo reflexo. Y el acto p o r el cual
la reflexión se d e t e r m i n a a t o m a r lo reflexo c o m o o b j e t o es, en sí
mismo: 1' posición d e lo reflexivo c o m o no siendo lo reflexo; 2''
adopción d e u n p u n t o de vista con respecto a lo reflexo. E n realidad,
p o r o t r a parte, estos dos m o m e n t o s son u n o , puesto q u e la negación
concreta q u e lo reflexivo se h a c e ser con respecto a l o reflexo se
manifiesta precisamente en y por el h e c h o d e a d o p t a r u n p u n t o d e
vista. El acto o b j e t i v a m e n t e está, c o m o se ve, e n la estricta pro-
longación del desdoblamiento reflexivo, ya q u e este desdoblamiento
se realiza p o r p r o f u n d i z a c i ó n d e la n a d a q u e separa al reflexo del
reflejante. L a objetivación r e t o m a el m o v i m i e n t o reflexivo c o m o n o
siendo lo reflexo para q u e lo reflexo aparezca c o m o o b j e t o p a r a lo
reflexivo. Sólo q u e esta reflexión es d e m a l a fe, pues, si parece
c o r t a r el n e x o q u e u n e lo reflexo a lo reflexivo, si p a r e c e declarar
q u e lo reflexivo no es lo reflexo e n el m o d o d e n o ser lo q u e n o se
es, m i e n t r a s q u e e n el surgimiento reflexivo originario lo reflexivo
n o es lo reflexo en el m o d o d e n o ser lo q u e se es, lo h a c e para
r e t o m a r e n seguida la a f i r m a c i ó n d e identidad y a f i r m a r d e este
en-sí q u e "yo lo soy". E n u n a p a l a b r a , la reflexión es d e mala fe
e n t a n t o q u e se constituye c o m o revelación del objeto que yo me soy.
Pero, e n s e g u n d o lugar, esta nihilización m á s radical n o es u n acae-
cimiento real y metafísico: el acaecimiento real, el tercer proceso
d e nihilización, es el para-otro. L a reflexión i m p u r a es u n esfuezo
a b o r t a d o del para-sí p a r a ser otro permaneciendo sí mismo. E l ob-
jeto trascendente q u e h a a p a r e c i d o detrás del para-sí reflexo es el
único ser del cual lo reflexivo p u e d a , en este sentido, decir q u e él
no lo es. P e r o es u n a sombra d e ser: es sido, y lo reflexivo tiene
de serlo p a r a n o serlo. Esta sombra d e ser, correlato necesario y
constante de la reflexión i m p u r a , es lo q u e el psicólogo estudia con
el n o m b r e d e hecho psíquico. El h e c h o psíquico es, pues, la sombra
de lo reflexo en t a n t o q u e lo reflexivo tiene de serlo ek-státicamente
en el m o d o del n o serlo. Así, la reflexión es i m p u r a c u a n d o se d a
c o m o "intuición del para-sí en en-sí"; lo q u e se le devela n o es la
historicidad temporal y n o sustancial d e lo reflexo; es, allende este
reflexo, la sustancialidad m i s m a d e f o r m a s organizadas d e fluencia.
L a u n i d a d d e estos seres virtuales se l l a m a la vida psíquica o psique,
en-sí virtual y trascendente q u e sub-tiende a la temporalización del
para-sí. L a reflexión p u r a n o es n u n c a sino u n cuasi-conocimiento;
sólo d e la Psique p u e d e h a b e r conocimiento reflexivo. Se encon-
t r a r á n , n a t u r a l m e n t e , e n c a d a objeto psíquico, Jos caracteres de lo
reflexo real, p e r o degradados en En-sí. U n a breve descripción a
priori d e la Psique nos p e r m i t i r á darnos c u e n t a d e ello.
1* Por Psique entendemos el Ego, sus estados, sus cualidades y
sus actos. E l Ego, b a j o la doble f o r m a gramatical del Y o y del Mí>
representa a nuestra persona, en t a n t o q u e u n i d a d psíquica- tras-
cendente. L a hemos descrito en otra parte. E n t a n t o q u e Ego,
somos sujetos d e h e c h o y sujetos d e derecho, activos y pasivos,
agentes voluntarios, objetos posibles de u n juicio de valor o de
responsabilidad.
Las cualidades del Ego representan el c o n j u n t o d e las virtuali-
dades, latenciaS, potencias q u e constituyen nuestro carácter y nues-
tros hábitos (en el sentido griego de i | i ; ) . Ser irritable, traba-
jador, celoso, ambicioso, sensual, etc. son "cualidades". Pero h a n de
reconocerse también cualidades de otra especie, q u e tienen por origen
nuestra historia y a las q u e llamaremos hábitos: p u e d o estar enve-
jecido, cansado, agriado, disminuido, en progreso-, p u e d o aparecer
a n t e m í mismo como " h a b i e n d o a d q u i r i d o seguridad a raíz d e u n
éxito", o, al contrario, c o m o " h a b i e n d o contraído poco a poco
gastos y hábitos, u n a sexualidad de e n f e r m o " ( a raíz d e u n a larga
enfermedad).
Los estados se d a n , en oposición a las cualidades, q u e existen
" e n potencia", c o m o existiendo en acto. £ 1 odio, el amor, los celos,
son estados. U n a e n f e r m e d a d , en t a n t o q u e es c a p t a d a por el en-
f e r m o c o m o realidad psicofisiológica, es u n estado. Del mismo m o d o ,
m u c h a s características q u e se a d h i e r e n a m i persona desde el exterior
pueden, en t a n t o q u e las vivo, convertirse en estados: la ausencia
(con respecto a d e t e r m i n a d a p e r s o n a ) , el exilio, el deshonor, el triun-
fo, son estados. Se ve ya lo q u e distingue a la c u a l i d a d del estado:
después d e m i cólera d e ayer, m i "irascibilidad" sobrevive c o m o u n a
simple disposición latente a encolerizarme. Al contrario, después de
la acción d e P e d r o y del resentimiento q u e m e h a producido, m i
odio sobrevive c o m o u n a realidad actual, a u n q u e m i pensamiento
esté en este m o m e n t o o c u p a d o en otro objeto. L a cualidad, ade-
más, es u n a disposición de á n i m o i n n a t a o a d q u i r i d a q u e contribuye
a cualificar m i persona. El estado, al contrario, es m u c h o m á s acci-
dental y contingente: es algo que me ocurre. Existen, empero, in-
termediarios entre estados y cualidades: por ejemplo, el odio d e Pozzo
di Borgo hacia Napoleón, a u n q u e existe d e h e c h o y r e p r e s e n t a n d o
u n a relación afectiva contingente e n t r e Pozzo y N a p o l e ó n I, era
constitutivo de la persona Pozzo.
Por actos h a de entenderse toda actividad sintética de la per-
sona, es decir, t o d a disposición de medios en vista de fines, n o en
t a n t o q u e el para-sí es sus propias posibilidades, sino en t a n t o q u e
el acto representa u n a síntesis psíquica trascendente q u e él debe
vivir. Por ejemplo, el e n t r e n a m i e n t o del boxeador es u n acto, p o r -
q u e rebalsa y sostiene al Para-sí, que, p o r otra parte, se realiza en
y por ese entrenamiento. L o mismo ocurre con la indagación del
científico, con el t r a b a j o del artista, con la c a m p a ñ a electoral del
político. E n todos estos casos, el acto corno ser psíquico representa
u n a existencia trascendente, y la faz objetiva de la relación entre el
Para-sí y el m u n d o .
2 9 L o "Psíquico" se d a ú n i c a m e n t e a u n a categoría especial de
actos cognoscitivos: los actos del Para-sí reflexivo. E n el-plano irre-
flexivo, e n efecto, el Para-sí es sus propias posibilidades en el m o d o
n o tético, y c o m o sus posibilidades son presencias posibles al m u n d o
allende el estado d a d o del m u n d o , lo q u e se revela tética p e r o n o
t e m á t i c a m e n t e a través d e ellas es u n estado del m u n d o sintética-
m e n t e conexo con el estado dado. E n consecuencia, las modifica-
ciones q u e h a n "de a p o r t a r s e al m u n d o se d a n téticamente en las
cosas presentes c o m o potencialidades objetivas q u e tienen-de reali-
zarse t o m a n d o nuestro c u e r p o c o m o i n s t r u m e n t o d e su realización.
Así, el h o m b r e encolerizado ve en el rostro d e su interlocutor la
c u a l i d a d objetiva d e invitar al puñetazo. D e d o n d e expresiones como
" u n a c a r a q u e l l a m a las bofetadas", etc., etc. N u e s t r o c u e r p o aparece
a h í sólo c o m o u n m é d i u m e n trance. P o r m e d i o d e él tiene-de
realizarse cierta potencialidad d e las cosas (bebida-que-ha-de-beberse,
socorro-que-ha-de-aportarse, bestia-dañina-que-debe-aplastarse, e t c . ) ;
la reflexión q u e surge a raíz d e ello c a p t a la relación ontológica en-
t r e el Para-sí y sus posibles, pero en t a n t o q u e objeto. Así surge el
acto, c o m o o b j e t o virtual de l a conciencia reflexiva. M e es, pues,
imposible t e n e r al mismo t i e m p o y e n el m i s m o p l a n o conciencia de
P e d r o y de m i a m i s t a d h a c i a él: estas dos existencias están siempre
s e p a r a d a s p o r u n espesor d e Para-sí. Y este Para-sí es a d e m á s u n a
r e a l i d a d escondida: en el caso d e la conciencia n o reflexiva, es, pero
n o téticamente, y se b o r r a a n t e el o b j e t o del m u n d o y sus poten-
cialidades. E n el caso del surgimiento reflexivo, ese Para-sí es tras-
c e n d i d o h a c i a el o b j e t o virtual q u e lo reflexivo tiene-de-ser. Sólo
u n a conciencia reflexiva pura p u e d e descubrir el Para-sí reflexivo
en su realidad. L l a m a m o s Psique a la totalidad organizada de esos
existentes virtuales y trascendentes q u e constituyen u n cortejo per-
m a n e n t e d e la reflexión i m p u r a y q u e son el objeto n a t u r a l de las
investigaciones psicológicas.
3 ' Los objetos, a u n q u e virtuales, n o son abstractos; n o son en-
c a r a d o s e n el vacío p o r lo reflexivo, sino q u e se d a n c o m o el en-sí
concreto q u e lo reflexivo tiene d e ser allende lo reflejo. L l a m a r e m o s
evidencia la presencia i n m e d i a t a y " e n p e r s o n a " del odio, del exilio,
d e la d u d a metódica, al Para-sí reflexivo. Basta, p a r a convencerse
d e q u e esta presencia existe, r e c o r d a r los casos d e nuestra experiencia
personal en q u e hemos i n t e n t a d o r e m e m o r a r u n a m o r m u e r t o , u n a
cierta a t m ó s f e r a intelectual q u e hemos vivido otrora. E n estos dife-
rentes casos, teníamos n e t a conciencia d e a p u n t a r en vacío a esos
diversos objetos. Podíamos f o r m a r n o s d e ellos conceptos particulares,
intentar u n a descripción literaria, p e r o ' sabíamos q u e n o estaban
allí. Análogamente, hay períodos d e intermitencia p a r a u n a m o r
viviente, d u r a n t e lós cuales sabemos q u e a m a m o s p e r o n o lo sentimos.
Estas "intermitencias del corazón" h a n sido m u y bien descritas por
Proust. E n cambio, es posible c a p t a r en pleno u n a m o r y contem-
plarlo. Pero p a r a ello es menester u n m o d o de ser p a r t i c u l a r del
Para-sí reflejo: p u e d o c a p t a r m i amistad hacia P e d r o ' a través de m i
simpatía del m o m e n t o convertida e n lo reflexo de u n a conciencia
reflexiva. E n u n a p a l a b r a , n o hay otro m e d i o d e presentificar esas
cualidades, estados o actos q u e aprehenderlos a través d e u n a con-
ciencia refleja de la cual son la sombra proyectada y la objetivación
en el en-sí.
P e r o esta posibilidad d e presentificar u n a m o r p r u e b a , m e j o r q u e
n i n g ú n otro - argumento, la trascendencia de lo psíquico. C u a n d o
descubro bruscamente, c u a n d o veo,mi a m o r , c a p t o a la vez q u e está
ante la conciencia. P u e d o a d o p t a r sobre él p u n t o s de vista, p u e d o
juzgarlo; n o estoy c o m p r o m e t i d o en él c o m o lo reflexivo en lo re-
flexo. Por este mismo hecho, lo a p r e h e n d o como no siendo u n P a r a -
sí. Es i n f i n i t a m e n t e ráás denso, m á s opaco, m á s consistente q u e esa
transparencia absoluta. Por eso la evidencia con la cual lo psíquico
se d a a la intuición d e la reflexión i m p u r a n o es apodíctica. H a y ,
en efecto, u n desnivel entre el f u t u r o del Para-sí reflexo, constante-
m e n t e roído y lijado p o r m i libertad, y el f u t u r o denso y a m e n a z a n t e
d e m i a m o r , q u e le d a precisamente su sentido d e amor. E n efecto,
si yo n o c a p t a r a en el objeto psíquico su f u t u r o d e a m o r c o m o algo
detenido, ¿sería a ú n u n a m o r ? ¿ N o caería en el nivel del capricho?
Y el propio capricho, ¿ n o c o m p r o m e t e al porvenir en la m e d i d a en
q u e se d a c o m o h a b i e n d o d e p e r m a n e c e r c a p r i c h o y d e n o m u d a r s e
j a m á s e n a m o r ? Así, el f u t u r o siempre nihilizado del Para-sí i m p i d e
toda determinación en sí del Para-sí c o m o Para-sí q u e a m a o q u e
odia; y la sombra proyectada del Para-sí reflexo posee, naturalmente,
un f u t u r o d e g r a d a d o en en-sí, q u e f o r m a c u e r p o con ella determi-
n a n d o su sentido. Pero, en correlación con la nihilización continüa
de Futuros reflexivos, el c o n j u n t o psíquico organizado con su f u t u r o
p e r m a n e c e sólo probable. Y n o h a d e entenderse por ello u n a cuali-
d a d externa proveniente de u n a relación con m i conocimiento y
Capaz de transformarse e v e n t u a l m e n t e e n certeza, sino u n a carac-
terística ontológica.
4 9 El objeto psíquico, siendo la sombra proyectada del Para-sí
reflexo, posee en f o r m a d e g r a d a d a los caracteres de la conciencia.
E n particular, a p a r e c e c o m o u n a totalidad conclusa y probable allí
d o n d e el Para-sí se h a c e existir en la u n i d a d diaspórica d e u n a tota-
lidad destotalizada. Esto significa q u e lo Psíquico a p r e h e n d i d o a
través d e las tres dimensiones ek-státicas d e la t e m p o r a l i d a d aparece
c o m o constituido p o r la síntesis de u n Pasado, d e u n Presente y d e
u n Porvenir. U n a m o r , u n a empresa, es la u n i d a d organizada de
esas tres dimensiones. N o basta decir, e n efecto, q u e u n a m o r "tiene"
u n porvenir, c o m o si el f u t u r o fuese exterior al objeto al q u e carac-
teriza: sino q u e el porvenir es p a r t e i n t e g r a n t e de la f o r m a organizada
d e fluencia " a m o r " , p u e s lo q u e d a al a m o r su sentido d e a m o r es
su ser en el f u t u r o . Pero, p o r el hecho, d e q u e lo psíquico es en-sí,
su presente n o p o d r í a ser f u g a ni su porvenir posibilidad p u r a . H a y ,
en estas f o r m a s d e fluencia, u n a prioridad esencial del Pasado, q u e
es lo q u e el Para-sí era y q u e supone ya la transformación del Para-sí
e n En-sí. L o reflexivo proyecta lo psíquico d o t a d o d e las tres di-
mensiones temporales, p e r o constituye estas tres dimensiones única-
m e n t e con lo q u e lo reflexo era. E l F u t u r o es y a : si no, ¿ c ó m o sería
a m o r m i a m o r ? Sólo q u e n o es dado a ú n : es u n " a h o r a " que n o
está a ú n develado. Pierde, pues, su carácter d e posibilidad-que-tengo-
de ser: m i amor, m i alegría, no tienen-de-ser su f u t u r o ; lo son en la
t r a n q u i l a indiferencia d e la yuxtaposición, c o m o esta estilográfica es
a la vez p l u m a y allá atrás c a p u c h ó n . El Presente, d e m o d o análogo,
es c a p t a d o e n su c u a l i d a d real d e ser-ahí. Sólo q u e este ser-ahí está
constituido e n habiendo-sido-ahí. E l Presente está ya constituido ín-
tegramente y a r m a d o d e p u n t a en blanco; es u n " a h o r a " q u e el
instante t r a e y se lleva c o m o u n t r a j e d e confección; es u n n a i p e
q u e sale del j u e g o y vuelve a él. El tránsito d e u n " a h o r a " del f u t u r o
al presente y del presente al p a s a d o n o le h a c e sufrir modificación
alguna, pues, d e todos modos, f u t u r o o no, es p a s a d o ya. Esto lo
manifiesta a las claras el recurso i n g e n u o con q u e los psicólogos ape-
lan al inconsciente p a r a distinguir los tres " a h o r a s " d e lo psíquico:
se l l a m a r á presente, en efecto, el a h o r a q u e está presente a la con-
ciencia. Aquellos q u e h a n p a s a d o al f u t u r o tienen e x a c t a m e n t e los
mismos caracteres, pero esperan e n los limbos del inconsciente, y,
d e tomárselos en este m e d i o indiferenciado, nos sería imposible dis-
cernir e n ellos el p a s a d o del f u t u r o : u n recuerdo q u e sobrevive en
lo inconsciente es u n " a h o r a " f u t u r o . Así, la f o r m a psíquica n o es
de-ser, es ya hecha: está ya toda íntegra, pasada, presente y f u t u r a ,
en el m o d o del ha sido. N o se trata ya, p a r a los "ahoras" q u e la
componen, sino d e sufrir u n o a uno, antes de retornar al pasado, el
bautismo de la conciencia.

Resulta de todo esto q u e en la f o r m a psíquica coexisten dos


modalidades de ser contradictorias, ya q u e ella es ya hecha y aparece
en la u n i d a d cohesiva de u n organismo, y, a la vez, n o p u e d e existir
sino p o r u n a sucesión de " a h o r a s " q u e tienden cada u n o a aislarse
en en-sí. Esta alegría, p o r ejemplo, pasa de u n instante al otro por-
q u e su f u t u r o existe ya como objetivo terminal y sentido dado de
su desarrollo, n o como lo q u e ella tiene-de-ser, sino c o m o lo q u e ella
" h a sido" ya en el porvenir.
E n efecto, la cohesión íntima de lo psíquico n o es sino la u n i d a d
de ser del Para-sí hipostasiada en el en-sí. U n odio n o tiene p a r t e s :
n o es u n a suma de conductas y d e conciencias, sino q u e se d a a través
de las conductas y las conciencias como la u n i d a d temporal sin partes
de las apariciones de las mismas. Sólo q u e la u n i d a d de ser del
Para-sí se explica por el carácter ek-stático de su ser: tíene-de-ser
en plena espontaneidad lo q u e será. L o psíquico, al contrario, "es
sido". Esto significa q u e es incapaz de determinarse por sí a la exis-
tencia. Está sostenido, f r e n t e a lo reflexivo, p o r u n a suerte de inercia;
y los psicólogos h a n insistido con frecuencia en su carácter "patoló-
gico". E n este sentido, Descartes p u e d e h a b l a r de las "pasiones del
a l m a " ; esta inercia h a c e q u e lo psíquico, a u n q u e n o está en el mismo
p l a n o de ser q u e los existentes del m u n d o , p u e d a ser a p r e h e n d i d o
como en relación con esos existentes. U n a m o r es d a d o como "pro-
vocado" por el objeto q u e se a m a . Por consiguiente, la cohesión
total d e la f o r m a psíquica se hace ininteligible, ya q u e n o tiene-
de-ser esa cohesión, ya q u e ella no es su p r o p i a síntesis, ya q u e su
u n i d a d tiene el c a r á c t e r d e algo dado. E n la m e d i d a en q u e u n
odio es u n a sucesión d a d a de " a h o r a s " ya hechos e inertes, encon-
tramos en él el germen d e u n a divisibilidad al infinito. Empero, esta
divisibilidad está enmascarada, negada, en t a n t o que lo psíquico es
la objetivación d e la u n i d a d ontológica del Para-sí. D e ahí u n a es-
pecie de cohesión mágica entre los " a h o r a s " sucesivos del odio, q u e
n o se d a n como partes sino p a r a negar en seguida su m u t u a exte-
rioridad. L a teoría d e Bergson sobre la conciencia q u e d u r a y que
es "multiplicidad de interpenetración" pone a la luz esa ambigüedad.
L o q u e Bergson alcanza es lo psíquico, n o la conciencia concebida
c o m o Para-sí. E n efecto, ¿ q u é significa "interpenetración"? N o la
ausencia de d e r e c h o d e t o d a divisibilidad. E n efecto, p a r a q u e haya
interpenetración, es menester q u e h a y a partes q u e se interpenetran.
Sólo q u e estas partes, que, d e derecho, deberían recaer e n su aisla-
miento, se deslizan las u n a s e n las otras p o r u n a cohesión m á g i c a y
t o t a l m e n t e inexplicada; y esa fusión total desafía a h o r a t o d o análisis.
Bergson n o piensa e n absoluto en f u n d a r sobre u n a estructura abso-
luta del Para-sí esa p r o p i e d a d d e lo psíquico: la c o m p r u e b a c o m o
algo d a d o ; u n a simple " i n t u i c i ó n " le revela q u e lo psíquico es u n a
multiplicidad interiorizada. L o q u e a c e n t ú a a ú n m á s su c a r á c t e r d e
inercia, de datum pasivo, es el h e c h o d e q u e exista sin ser para u n a
conciencia, tética o no. Es sin ser conciencia ( d e ) ser, ya que, en
la actitud n a t u r a l , el h o m b r e l a desconoce e n t e r a m e n t e y le es pre-
ciso recurrir a la intuición p a r a captarla. Así, u n objeto del m u n d o
p u e d e existir sin ser visto y develarse después, c u a n d o hemos f o r j a d o
los instrumentos necesarios p a r a descubrirlo. Los caracteres d e la
d u r a c i ó n psíquica son, p a r a Bergson, u n p u r o h e c h o contingente d e
experiencia: son así p o r q u e así se los e n c u e n t r a , y esto es todo. Así,
la t e m p o r a l i d a d psíquica es u n datum inerte, h a r t o p r ó x i m o a la
d u r a c i ó n bergsoniana, q u e padece su cohesión í n t i m a sin hacerla,
q u e es p e r p e t u a m e n t e teiriporalizada sin temporalizaría; en q u e la
interpenetración d e hecho, irracional y mágica, d e elementos q u e n o
son unidos p o r u n a relación ek-stática d e ser, n o p u e d e compararse
sino a la acción m á g i c a d e h e c h i z a m i e n t o a distancia, y disimula
u n a multiplicidad d e " a h o r a s " ya hechos y derechos. Y estos carac-
teres n o provienen d e u n error d e psicólogos, d e u n d e f e c t o d e cono-
cimiento: son constitutivos de la t e m p o r a l i d a d psíquica, hipóstasis
d e la t e m p o r a l i d a d originaria. L a u n i d a d absoluta d e lo psíquico es,
en efecto, la proyección d e la u n i d a d ontológica y ek-stática del p a r a -
sí. Pero, c o m o esta proyección se h a c e en el en-sí, q u e es l o q u e
es en la p r o x i m i d a d sin distancia d e la identidad, la u n i d a d ek-stática
se f r a g m e n t a en u n a infinidad d e " a h o r a s " q u e son lo q u e son y
que, precisamente a causa d e ello, tienden a aislarse en sus identi-
dades-en-sí. D e este m o d o , p a r t i c i p a n d o a la vez del en-sí y del
para-sí, la t e m p o r a l i d a d psíquica oculta u n a contradicción q u e n o
se salva. Y esto n o d e b e a s o m b r a m o s : p r o d u c i d a p o r la reflexión
i m p u r a , es n a t u r a l q u e ella sea sida lo q u e ella n o es, y q u e n o
sea lo q u e "es sida".

L o h a r á a ú n m á s claro u n e x a m e n d e las relaciones q u e las for-


m a s psíquicas (sostienen entre sí en el seno del t i e m p o psíquico. N o -
temos a n t e todo q u e es efectivamente la interpenetración la q u e rige
la conexión de los sentimientos, por ejemplo, en el seno de u n a f o r m a
psíquica compleja. T o d o el m u n d o conoce esos sentimientos d e amis-
t a d "matizados" d e envidia, esos odios "penetrados", n o obstante, de
estima; esas camaraderías amorosas que los novelistas h a n descrito
con frecuencia. Es cierto también q u e c a p t a m o s u n a amistad mati-
zada d e envidia a la m a n e r a de u n a taza d e c a f é con u n a n u b e de
leche. Sin d u d a , esta aproximación es b u r d a ; empero, lo cierto es
q u e la amistad amorosa n o se d a c o m o u n a simple especificación del
género amistad, al m o d o en q u e el triángulo isósceles es u n a espe-
cificación del género triángulo. L a amistad se d a c o m o p e n e t r a d a
í n t e g r a m e n t e por el a m o r íntegro, y e m p e r o n o es amor, n o "se h a c e "
a m o r : si no, perdería su a u t o n o m í a d e amistad. E n cambio, se cons-
tituye u n o b j e t o inerte y en-sí q u e el l e n g u a j e e n c u e n t r a difícil nom-
brar, y en q u e el a m o r en-sí y a u t ó n o m o se extiende m á g i c a m e n t e
a través d e t o d a la amistad, c o m o la p i e r n a se extiende a través de
todo el m a r en la ot'YXDai? estoica.
Pero los procesos psíquicos implican t a m b i é n la acción a dis-
tancia de formas anteriores sobre formas posteriores. N o podríamos
concebir esta acción a distancia al m o d o de la causalidad simple q u e
se encuentra, por ejemplo, en la mecánica clásica, y que supone la
existencia totalmente inerte d e u n móvil encerrado en u n instante;
ni t a m p o c o al m o d o d e la causalidad física concebida a la m a n e r a
d e Stuart Mili, la q u e se define por la sucesión constante e incon-
dicionada d e dos estados c a d a u n o d e los cuales, en su ser propio,
excluye al otro. E n t a n t o q u e lo psíquico es objetivación del para-sí,
posee u n a espontaneidad degradada, c a p t a d a c o m o cualidad interna
y d a d a de su f o r m a y, por otra parte, inseparable de su fuerza cohe-
siva. N o podría darse, pues, rigurosamente, c o m o producido por la
f o r m a anterior. Pero, p o r otra parte, esa espontaneidad t a m p o c o
podría determinarse a sí misma a existir, ya q u e n o es c a p t a d a sino
c o m o u n a determinación entre otras de u n existente dado. Se sigue
de ello q u e la f o r m a anterior tiene-de hacer nacer a distancia una
f o r m a d e la misma naturaleza, q u e se organiza espontáneamente
c o m o f o r m a d e transcurso. N o h a y aquí ser que tenga-de-ser su fu-
t u r o y su pasado, sino sólo sucesiones de formas pasadas, presentes
y futuras, p e r o que existen todas en el m o d o del "habiéndolo sido"
y que se influyen m u t u a m e n t e a distancia. Esta influencia se mani-
festará, sea p o r penetración, sea por motivación. E n el p r i m e r caso,
lo reflexivo aprehende como u n solo objeto dos objetos psíquicos que
habían sido dados previamente de m o d o separado. Resulta de ello,
sea u n o b j e t o psíquico n u e v o c a d a u n a d e cuyas características será
la síntesis de otras dos, sea u n o b j e t o e n sí m i s m o ininteligible, q u e
se d a a la vez c o m o í n t e g r a m e n t e u n o e í n t e g r a m e n t e el otro, sin
q u e h a y a a l t e r a c i ó n d e u n o ni de otro. E n la m o t i v a c i ó n , al c o n t r a -
rio, a m b o s objetos p e r m a n e c e n e n sus respectivos lugares. P e r o u n
o b j e t o psíquico, siendo f o r m a o r g a n i z a d a y m u l t i p l i c i d a d d e inter-
p e n e t r a c i ó n , n o p u e d e a c t u a r sino í n t e g r a m e n t e y a la vez sobre o t r o
o b j e t o íntegro. Se sigue d e a q u í u n a acción total y a distancia p o r
i n f l u e n c i a m á g i c a del u n o sobre el otro. P o r e j e m p l o , m i h u m i l l a -
ción d e ayer m o t i v a í n t e g r a m e n t e m i h u m o r d e esta m a ñ a n a , etc.
Q u e esta a c c i ó n a distancia sea t o t a l m e n t e m á g i c a e irracional, lo
p r u e b a n , m e j o r q u e n i n g ú n análisis, los v a n o s esfuerzos d e los psicó-
logos intelectualistas p o r reducirla, p e r m a n e c i e n d o en el p l a n o psí-
quico, a u n a c a u s a l i d a d inteligible p o r m e d i o d e u n análisis intelec-
tual. Así, Proust busca p e r p e t u a m e n t e descubrir p o r descomposición
intelectualista, e n la sucesión t e m p o r a l d e los estados psíquicos, nexos
d e c a u s a l i d a d racional e n t r e esos estados. Pero, al t é r m i n o d e tales
análisis, n o p u e d e ofrecernos sino resultados s e m e j a n t e s a éste:
" T a n p r o n t o c o m o S w a n n p o d í a representarse (a O d e t t e ) sin
h o r r o r , t a n p r o n t o c o m o veía n u e v a m e n t e la b o n d a d e n su sonrisa
y los celos no agregaban ya a su amor el deseo de arrancarla a los
otros, ese a m o r tornaba a ser u n gusto p o r las sensaciones q u e le
d a b a la p e r s o n a d e O d e t t e , p o r el p l a c e r q u e le p r o d u c í a a d m i r a r
c o m o u n espectáculo o i n t e r r o g a r c o m o u n f e n ó m e n o el alzarse d e
u n a m i r a d a suya, la f o r m a c i ó n d e u n a d e sus sonrisas, la emisión d e
u n a e n t o n a c i ó n d e su voz. Y este placer, d i f e r e n t e d e todos los de-
más, había acabado por crear en él una necesidad de ella, q u e ella
sola p o d í a saciar p o r su presencia o sus c a r t a s . . . Así, por la propia
química de su mal, después d e h a b e r hecho celos con su amor, re-
c o m e n z a b a a fabricar ternura, p i e d a d h a c i a O d e t t e 1 . "
E s t e t e x t o concierne, e v i d e n t e m e n t e , a lo psíquico. E n efecto,,
se v e n sentimientos individualizados y separados p o r n a t u r a l e z a ac-
t u a r los u n o s sobre los otros. P e r o P r o u s t t r a t a d e esclarecer sus
acciones y clasificarlas, e s p e r a n d o h a c e r inteligibles así las a l t e r n a t i v a s
p o r las q u e h a d e p a s a r S w a n n . N o se limita a describir las c o m -
probaciones q u e él m i s m o p u d o h a c e r (el tránsito, p o r "oscilación",
d e los celos y el odio al a m o r y la t e r n u r a ) ; q u i e r e explicarlas.
¿ C u á l e s son los resultados d e este análisis? ¿ Q u e d a s u p r i m i d a

1
Du cót¿ de chez Swann, 37' edición, II, pág. 82. Subrayado nuestro.
la ininteligibilidad d e lo psíquico? Es fácil ver q u e esa reducción
algo arbitraria de las f o r m a s psíquicas mayores a elementos m á s
simples acentúa, al contrario, la irracionalidad mágica d e las rela-
ciones q u e los objetos psíquicos sostienen e n t r e si. ¿Cómo p u e d e n
los celos " a g r e g a r " al a m o r el "deseo de a r r a n c a r l a a los otros"? ¿Y
c ó m o este deseo, u n a vez adicionado al a m o r (siempre la imagen
de la n u b e de leche " a g r e g a d a " al c a f é ) , p u e d e impedirle tornar a
ser " u n gusto" por las sensaciones q u e le d a b a la persona de O d e t t e ?
¿ Y c ó m o el placer p u e d e crear u n a necesidad? Y el a m o r , ¿ c ó m o
p u e d e fabricar esos celos que, en cambio, le agregarán el deseo de
a r r a n c a r a O d e t t e de los otros? ¿ Y cómo, liberado d e este deseo,
p o d r á fabricar de n u e v o t e r n u r a ? Proust t r a t a d e constituir allí u n a
" q u í m i c a " simbólica, p e r o las imágenes químicas de q u e se sirve son
aptas, simplemente, p a r a e n m a s c a r a r motivaciones y acciones irracio-
nales. Se t r a t a d e arrastrarnos h a c i a u n a interpretación mecanicista
d e lo psíquico, la que. sin ser m á s inteligible, d e f o r m a r í a completa-
m e n t e su naturaleza. Empero, es inevitable m o s t r a r n o s e n t r e los es-
tados extrañas relaciones casi i n t e r h u m a n a s -(crear, fabricar, agre-
gar) , q u e d e j a r í a n casi suponer q u e esos objetos psíquicos son agentes
animados. E n las descripciones d e Proust, el análisis intelectualista
muestra 3 c a d a paso sus límites: n o p u e d e o p e r a r sus descomposicio-
nes v clasificaciones sino en la superficie, sobre u n f o n d o d e irracio-
nalidad total. Es preciso r e n u n c i a r a reducir lo irracional d e la c a u -
salidad psíquica: esta causalidad es la d e g r a d a c i ó n a lo mágico, d e
u n para-sí ek-stático q u e es su ser a distancia d e sí en u n en-sí q u e
es lo q u e es en su sitio. L a acción mágica a distancia y p o r influencia
es el resultado necesario d e esa relajación d e los nexos d e ser. E l
psicólogo debe describir esos nexos irracionales y tomarlos c o m o datos
primeros del m u n d o psíquico.
Asi, la conciencia reflexiva se constituye c o m o conciencia de
duración, y, de este m o d o , la d u r a c i ó n psíquica aga^ece a la con-
ciencia. Esta t e m p o r a l i d a d psíquica, c o m o proyección en el en-sí de
la temporalidad originaria, es u n ser virtual cuyo f l u j o f a n t a s m a n o
cesa de a c o m p a ñ a r a la temporalización ek-stática del para-sí, en
t a n t o q u e ésta es c a p t a d a p o r la reflexión. P e r o desaparece totalmente
si el para-sí p e r m a n e c e en el p l a n o irreflexivo, o si la reflexión im-
p u r a se purifica. L a t e m p o r a l i d a d psíquica es semejante a la t e m p o -
ralidad originaria en lo de a p a r e c e r c o m o u n m o d o d e ser d e objetos
concretos y no c o m o u n m a r c o o u n a regla preestablecida. El tiempo
psíquico no es sino la colección conexa d e los objetos temporales.
P e r o su diferencia esencial con la t e m p o r a l i d a d originaria reside en
q u e a q u é l es, m i e n t r a s q u e ésta se temporaliza. E n t a n t o q u e tal,
el t i e m p o psíquico n o p u e d e ser constituido sino con pasado, y el
f u t u r o n o p u e d e ser sino u n p a s a d o q u e v e n g a después del p a s a d o
presente; es decir, q u e la f o r m a v a c í a antes-después es hipostasiada y
o r d e n a las relaciones e n t r e objetos i g u a l m e n t e pasados. A la vez,
esta d u r a c i ó n psíquica q u e n o p u e d e ser p o r sí d e b e p e r p e t u a m e n t e
ser sida. P e r p e t u a m e n t e oscilante e n t r e la multiplicidad d e yuxtapo-
sición y la cohesión absoluta del para-sí ek-stático, esa t e m p o r a l i d a d
está c o m p u e s t a d e " a h o r a s " q u e h a n sido, q u e p e r m a n e c e n en el
sitio a ellos asignado, p e r o q u e se influyen a distancia en su t o t a l i d a d ;
y esto la a s e m e j a b a s t a n t e a la d u r a c i ó n m á g i c a del bergsonismo.
Desde q u e nos colocamos e n el p l a n o d e la reflexión i m p u r a , es
decir, d e la reflexión q u e busca d e t e r m i n a r el ser q u e soy, aparece
u n m u n d o e n t e r o q u e p u e b l a esa t e m p o r a l i d a d . Ese m u n d o , presencia
virtual, o b j e t o p r o b a b l e d e m i intención reflexiva, es el m u n d o psí-
quico o psique. E n cierto sentido, su existencia es p u r a m e n t e ideal;
e n Otro sentido, ese m u n d o es, ya q u e es-sido, ya q u e se descubre a
la conciencia; es " m i sombra", es lo q u e se m e descubre c u a n d o
q u i e r o verme; como, además, p u e d e ser aquello a p a r t i r de lo cual
el para-sí se d e t e r m i n a a ser lo q u e tiene-de-ser ( n o iré a ver a
f u l a n o o m e n g a h o " a c a u s a " d e l a a n t i p a t í a q u e le t e n g o ; m e decido
a tal o cual acción t e n i e n d o en cuenta m i a m o r o m i odio; m e niego
a discutir de política, p o r q u e conozco m i t e m p e r a m e n t e colérico y
n o q u i e r o correr el riesgo d e i r r i t a r m e ) , ese m u n d o f a n t a s m a existe
c o m o situación real del para-sí. C o n ese m u n d o trascendente q u e
se aloja en el p o r v e n i r infinito d e indiferencia antihistórica, se cons-
tituye precisamente c o m o u n i d a d virtual de ser la t e m p o r a l i d a d lla-
m a d a " i n t e r n a " o. "cualitativa", q u e -es la objetivación en en-sí de
la t e m p o r a l i d a d originaria. H a y en ello el p r i m e r esbozo de u n
" a f u e r a " ; el para-sí se ve casi conferir u n a f u e r a a sus propios ojos:
pero este a f u e r a es p u r a m e n t e virtual. V e r e m o s m á s adelante al
ser-para-otro realizar el esbozo d e ese " a f u e r a " .
CAPÍTULO III

LA TRASCENDENCIA

P a r a llegar a u n a descripción lo m á s c o m p l e t a posible del p a r a -


sí, h a b í a m o s escogido c o m o h i l o c o n d u c t o r el e x a m e n d e las c o n -
d u c t a s negativas. E n e f e c t o : según h a b í a m o s visto, la posibilidad
p e r m a n e n t e del no-ser, f u e r a d e nosotros y e n nosotros mismos, con-
d i c i o n a las p r e g u n t a s q u e p o d e m o s p l a n t e a r y las respuestas q u e
p o d e m o s darles. P e r o n u e s t r o p r i m e r o b j e t o n o era sólo d e v e l a r las
e s t r u c t u r a s n e g a t i v a s d e l para-sí. E n n u e s t r a I n t r o d u c c i ó n h a b í a m o s
e n c o n t r a d o u n p r o b l e m a , y este p r o b l e m a q u e r í a m o s resolver: c u á l
es la r e l a c i ó n original d e l a r e a l i d a d h u m a n a con el ser d e los f e -
n ó m e n o s o ser-en-sí. D e s d e n u e s t r a I n t r o d u c c i ó n , e n efecto, h e m o s
d e b i d o r e c h a z a r la solución realista y l a idealista. N o s p a r e c í a , a
la vez, q u e el ser t r a s c e n d e n t e n o p o d í a a c t u a r en m o d o a l g u n o
sobre la conciencia, y q u e la c o n c i e n c i a n o p o d í a " c o n s t r u i r " lo
t r a s c e n d e n t e o b j e t i v a n d o e l e m e n t o s t o m a d o s a su s u b j e t i v i d a d . M á s
t a r d e , c o m p r e n d i m o s q u e la r e l a c i ó n original c o n el ser n o p o d í a ser
la relación e x t e r n a q u e u n i e r a dos sustancias p r i m i t i v a m e n t e aisladas.
" L a r e l a c i ó n e n t r e las regiones d e ser es u n s u r g i m i e n t o p r i m i t i v o
•—escribíamos—• q u e f o r m a p a r t e d e la e s t r u c t u r a m i s m a d e esos
seres." L o c o n c r e t o se nos d e s c u b r i ó c o m o l a t o t a l i d a d sintética d e
la cual t a n t o la c o n c i e n c i a c o m o el f e n ó m e n o constituyen sólo a r -
ticulaciones. P e r o si, e n c i e r t o sentido, la c o n c i e n c i a c o n s i d e r a d a e n
su a i s l a m i e n t o es u n a a b s t r a c c i ó n ; si los f e n ó m e n o s — y a u n el f e n ó -
m e n o d e s e r — son i g u a l m e n t e abstractos, e n t a n t o q u e n o p u e d e n
existir c o m o f e n ó m e n o s sin aparecer a u n a conciencia, el ser d e loe
f e n ó m e n o s , c o m o en-sí q u e es lo q u e es, n o p o d r í a considerarse c o m o
u n a abstracción. P a r a existir, n o necesita sino d e sí m i s m o ; n o re-
m i t e sino a sí m i s m o s o l a m e n t e . P o r o t r a p a r t e , n u e s t r a descripción
del para-sí nos lo h a m o s t r a d o , al c o n t r a r i o , c o m o lo m á s a l e j a d o
posible d e u n a sustancia y del en-sí; h e m o s visto q u e él e r a su p r o p i a
nihilización y q u e n o p o d í a ser sino e n la u n i d a d o r t o l ó g i c a d e sus
ék-stasis. Así, pues, si la r e l a c i ó n e n t r e el p a r a - s í y el en-sí h a d e
ser o r i g i n a r i a m e n t e c o n s t i t u t i v a del ser m i s m o q u e so p o n e en rela-
ción, n o h a d e e n t e n d e r s e e m p e r o q u e esa relación p u e d a ser consti-
tutiva del en-sí, s i n o del para-sí. Sólo e n el para-sí h a d e buscarse
la clave d e esa relación r e s p e c t o del ser q u e se l l a m a , p o r e j e m p l o ,
c o n o c i m i e n t o . El para-sí es responsable e n su ser d e su relación con
el en-sí, o, si se prefiere, se p r o d u c e o r i g i n a r i a m e n t e sobre el f u n -
d a m e n t o d e u n a relación c o n el en-sí. Es lo q u e ya p r e s e n t í a m o s
c u a n d o d e f i n í a m o s la c o n c i e n c i a c o m o " u n ser p a r a el c u a l en su
ser es cuestión d e su ser, e n t a n t o q u e este ser i m p l i c a u n ser o t r o
q u e él". Pero, desde el m o m e n t o e n q u e f o r m u l a m o s esa definición
h a s t a a h o r a , h e m o s a d q u i r i d o conocimientos nuevos. E n p a r t i c u l a r ,
h e m o s c a p t a d o el s e n t i d o p r o f u n d o del para-sí c o m o f u n d a m e n t o d e
su p r o p i a n a d a . ¿ N o es t i e m p o , a h o r a , d e utilizar estos c o n o c i m i e n t o s
p a r a d e t e r m i n a r y e x p l i c a r a q u e l l a relación ek-stática e n t r e el para-sí
y el en-sí sobre el f u n d a m e n t o d e la cual p u e d e n a p a r e c e r e n general
el conocer y el actuar? ¿ N o e s t a m o s e n condiciones de r e s p o n d e r a
n u e s t r a p r e g u n t a p r i m e r a ? P a r a ser c o n c i e n c i a n o tética ( d e ) sí, la
c o n c i e n c i a h a d e ser c o n c i e n c i a t é t i c a de algo, según h e m o s s e ñ a l a d o .
P e r o lo q u e h e m o s e s t u d i a d o h a s t a a h o r a es el para-sí c o m o m o d o
d e ser original d e la c o n c i e n c i a n o t é t i c a ( d e ) s í . ¿ N o nos v e m o s
llevados d e a h í a describir el para-sí e n sus relaciones m i s m a s con
el en-sí, e n t a n t o q u e éstas son constitutivas d e su ser? ¿ N o p o d e m o s
d e s d e luego e n c o n t r a r u n a respuesta a p r e g u n t a s del t i p o d e éstas:
s i e n d o el en-sí lo q u e es, c ó m o y p o r q u é el para-sí tiene-de-ser en
su ser c o n o c i m i e n t o del en-sí; y : q u é es el c o n o c i m i e n t o e n g e n e r a l ?

EL CONOCIMIENTO COMO TIPO DE RELACIÓN


ENTRE EL PARA-SI Y EL EN-SI

N o h a y c o n o c i m i e n t o sino intuitivo. L a d e d u c c i ó n y el discurso,


i m p r o p i a m e n t e l l a m a d o s conocimientos, n o son sino i n s t r u m e n t o s q u e
c o n d u c e n a la i n t u i c i ó n . C u a n d o ésta se a l c a n z a , los m e d i o s utiliza-
dos p a r a a l c a n z a r l a se b o r r a n a n t e ella; e n el caso e n q u e n o p u e d e
alcanzársela, el r a z o n a m i e n t o y el discurso q u e d a n c o m o m a r c a s in-
d i c a d o r a s q u e a p u n t a n h a c i a u n a i n t u i c i ó n f u e r a d e a l c a n c e ; si, p o r
ú l t i m o , se la h a a l c a n z a d o p e r o n o es u n m o d o p r e s e n t e d e m i con-
ciencia, las m á x i m a s de q u e m e sirvo q u e d a n como resultados de
operaciones anteriormente efectuadas, lo que llamaba Descartes "re-
cuerdos de ideas". Y, si se p r e g u n t a q u é es la intuición, Husserl
responderá, d e a c u e r d o con la mayoría d e los filósofos, q u e es la
presencia de la "cosa" (Sache) en persona a la conciencia. El co-
nocimiento pertenece, pues, al tipo de ser q u e describíamos en el
capítulo anterior con el n o m b r e d e "presencia a . . . " Pero hemos
establecido, justamente, q u e el en-sí n o p o d í a jamás ser presencia
por sí mismo. El ser-presente, en efecto, es u n m o d o de ser ek-stático
del para-sí. Nos vemos, pues, obligados a invertir los términos de
nuestra definición: la intuición es la presencia de la conciencia a la
cosa. Debemos volver, pues, sobre 'la naturaleza y el sentido de esta
presencia del para-sí al ser.
H e m o s establecido en nuestra Introducción, sirviéndonos del
concepto n o elucidado d e "conciencia", la necesidad q u e tiene la
conciencia de ser conciencia de algo. E n efecto, sólo por aquello de
q u e es conciencia, ésta se distingue a sus propios ojos y puede ser
conciencia (de) sí; u n a conciencia que n o f u e r a conciencia de algo
n o sería conciencia (de) n a d a . Pero ahora tenemos elucidado el sen-
tido ontológico de la conciencia, o para-sí. Podemos, pues, p l a n t e a r
el problema en términos m á s precisos y p r e g u n t a r n o s : ¿ q u é p u e d e
significar esa necesidad q u e tiene la conciencia de ser conciencia de
algo, si se la e n c a r a en el p l a n o ontológico, es decir, en la perspectiva
del ser-para-sí? Sabido es q u e el para-sí es f u n d a m e n t o d e su propia
n a d a en f o r m a de la diada f a n t a s m a reflejo-reflejante. El reflejante
no es sino p a r a reflejar el reflejo, v el reflejo no es reflejo sino en
t a n t o q u e remite al reflejante. Así, los dos términos esbozados de
la diada a p u n t a n u n o al otro, y c a d a u n o c o m p r o m e t e su ser en el
ser del otro. Pero, 'si el reflejante n o es n a d a m á s q u e reflejante de
ese reflejo, y si el reflejo n o p u e d e caracterizarse sino por su "ser-para
reflejarse en ese reflejante", ambos términos d e la cuasi diada, re-
costando sus dos n a d a s la u n a c o n t r a la otra, se nihilizan c o n j u n t a -
mente. Es preciso que el reflejante refleje algo p a r a q u e el c o n j u n t o
n o se desmorone en n a d a . Pero si el reflejo, por otra parte, fuese
algo independientemente d e su ser-para-reflejarse, sería menester q u e
fuera cualificado, n o en t a n t o q u e reflejo, sino en-sí. Seria introducir
la opacidad en el sistema "reflejo-reflejante", y, sobre todo, com-
pletar la escisiparidad esbozada. Pues, en el para-sí, el reflejo es
también el reflejante. Pero si el reflejo es cualificado, se separa del
reflejante y su apariencia se separa de su realidad; el cogito se torna
imposible. El reflejo n o p u e d e ser a la vez "algo de-reflejar" y
nada, a menos q u e se h a g a cualificar por otro q u e él, o, si se prefiere,
a menos q u e se refleje en c u a n t o relación con u n a f u e r a q u e n o es
él. L o q u e define al reflejo p a r a el reflejante es siempre aquello
a lo cual el reflejo es presencia. A u n u n a alegría, c a p t a d a en el
p l a n o d e lo irreflexivo, n o es sino la presencia " r e f l e j a d a " a u n
m u n d o riente y abierto, p l e n o d e felices perspectivas. Pero las lineas
q u e preceden nos h a n h e c h o prever ya q u e el no ser. . . es estructura
esencial d e la presencia. L a presencia implica u n a negación radi-
cal c o m o presencia a aquello q u e n o se es. Es presente a m í lo que
yo n o soy. Se n o t a r á , p o r o t r a parte, q u e ese " n o ser. . . " está im-
plicado a pricri p o r t o d a teoría del conocimiento. Es imposible cons-
truir la noción de objeto si n o tenemos originariamente u n a relación
negativa q u e designe al o b j e t o c o m o aquello q u e no es la conciencia.
Esto estaba bien expresado p o r el t é r m i n o de "no-yo", u n tiempo
d e m o d a , sin q u e se p u d i e r a descubrir en aquellos q u e lo e m p l e a b a n
el m e n o r c u i d a d o del f u n d a m e n t a r ese no que cualificaba origina-
riamente al m u n d o exterior. D e hecho, ni el nexo de las represen-
taciones, ni la necesidad de ciertos c o n j u n t o s subjetivos, ni la irrever-
sibilidad temporal, ni el recurso al infinito, podrían servir p a r a cons-
tituir el objeto c o m o tal, es decir, p a r a servir d e f u n d a m e n t o a
u n a negación ulterior q u e r e c o r t a r a al no-yo y lo opusiera al yo
c o m o tal, si precisamente esa negación n o f u e r a d a d a previamente
y n o f u e r a el f u n d a m e r l t o a priori de t o d a experiencia. L a cosa es.
antes d e toda comparación, antes de toda construcción, lo que está
presente a la conciencia c o m o no siendo conciencia. L a relación
originaria d e presencia, c o m o f u n d a m e n t o del conocimiento, es ne-
gativa. Pero, c o m o la negación viene al m u n d o p o r m e d i o del para-sí
y la cosa es lo q u e es, en la indiferencia absoluta d e la identidad, la
cosa n o p u e d e ponerse c o m o n o siendo el para-sí. L a negación viene
del p r o p i o para-sí. N o h a de concebirse esta negación según el tipo
d e u n juicio q u e recayera sobre la cosa misma y n e g a r a de ella ser
el para-sí: este tipo d e negación sólo sería concebible si el para-sí
fuese u n a sustancia h e c h a y derecha, y, a u n en este caso, n o podría
e m a n a r sino d e u n tercer t é r m i n o q u e estableciera desde a f u e r a u n a
relación negativa e n t r e dos seres. Pero, p o r la negación original, es
el para-sí quien se constituye c o m o no siendo la cosa. D e suerte
q u e la definición q u e h a c e p o c o d á b a m o s de la conciencia p u e d e
enunciarse c o m o sigue, e n la perspectiva del para-sí: " E l para-sí es
u n ser p a r a el cual en su ser es cuestión de su ser, en t a n t o q u e este
ser es esencialmente u n a d e t e r m i n a d a m a n e r a d e no ser u n ser q u e
se p o n e a la vez c o m o otro q u e él." E l conocimiento aparece, pues,
como u n m o d o de ser. E l conocer n o es n i u n a relación establecida
posteriormente entre dos seres, ni u n a actividad d e u n o d e estos dos
seres, n i u n a cualidad, p r o p i e d a d o virtud. Es el ser mismo del
para-sí e n t a n t o q u e presencia a . . . ; es decir, en t a n t o q u e tiene-
de-ser su ser haciéndose n o ser cierto ser al cual es presente. Esto
significa q u e el para-sí n o p u e d e ser sino en el m o d o d e u n reflejo
q u e se h a c e reflejar c o m o n o siendo d e t e r m i n a d o ser. El "algo"
q u e debe cualificar al r e f l e j a d o p a r a q u e la p a r e j a "reflejo-reflejan-
t e " n o se desmorone en la n a d a , es negación p u r a . El r e f l e j a d o se
h a c e cualificar afuera, j u n t o a d e t e r m i n a d o ser, c o m o no siendo ese
ser; es precisamente lo q u e se llama ser conciencia de algo.
P e r o hemos d e precisar lo q u e entendemos p o r esa negación
originaria. Conviene, en efecto, distinguir dos tipos d e negación:
la externa y la interna. L a p r i m e r a aparece c o m o u n p u r o nexo de
exterioridad establecido e n t r e dos seres p o r u n testigo. C u a n d o digo,
p o r e j e m p l o : " L a mesa n o es el tintero", es h a r t o evidente q u e el
f u n d a m e n t o d e esta negación n o está n i e n el tintero n i e n la mesa.
Ambos objetos son lo q u e son, eso es todo. L a negación es c o m o u n
n e x o categorial e ideal q u e establezco entre ellos sin modificarlos en
absoluto, sin enriquecerlos n i empobrecerlos en c u a l i d a d : esa sínte-
sis negativa n i siquiera los roza, y, c o m o n o sirve ni p a r a enrique-
cerlos ni p a r a constituirlos, p e r m a n e c e estrictamente externa. P e r o
p u e d e ya adivinarse el sentido d e la otra negación, si se consideran
frases c o m o " N o soy rico" o " N o soy apuesto". P r o n u n c i a d a s con
cierta melancolía, n o significan solamente q u e se deniega cierta c u a -
lidad, sino q u e la p r o p i a denegación viene a influir en su estructura
interna al ser positivo a quien se la deniega. C u a n d o d i g o : " N o
soy apuesto", n o m e limito a n e g a r d e mí, t o m a d o c o m o u n todo
concreto, cierta v i r t u d q u e p o r ese h e c h o pasa a la n a d a d e j a n d o
intacta la totalidad positiva d e m i ser (como c u a n d o d i g o : " E l vaso
n o es blanco, es g r i s . . . " " E l tintero n o está en la mesa, sino sobre
la c h i m e n e a " ) : entiendo significar q u e " n o ser a p u e s t o " es cierta
virtud negativa d e m i ser, q u e m e caracteriza desde a d e n t r o y, en
t a n t o q u e negatividad, el n o ser apuesto es u n a cualidad real d e
mí mismo, cualidad negativa q u e explicará t a n t o m i melancolía,
por ejemplo, c o m o mis fracasos m u n d a n o s . Por negación i n t e r n a
entendemos u n a relación tal entre dos seres q u e aquel q u e es n e g a d o
del otro cualifica a éste, p o r su ausencia misma, en el meollo de su
esencia. L a negación se convierte entonces en u n nexo de ser esen-
cial, ya q u e u n o p o r lo menos d e los seres sobre los cuales recae es
tal que señala hacia el otro, q u e p o r t a al otro en su meollo c o m o
u n a ausencia. Es claro, empero, q u e este tipo d e negación n o es
aplicable al ser-en-sí. Pertenece por naturaleza al para-sí. Sólo el
para-sí p u e d e ser d e t e r m i n a d o en su ser por u n ser q u e n o es él. Y
si la negación i n t e r n a puede aparecer en el m u n d o — c o m o c u a n d o
se dice de u n a perla q u e es falsa, d e u n a f r u t a q u e n o está m a d u r a ,
d e u n h u e v o q u e n o es fresco, etc.— viene al m u n d o por el p a r a -
sí, c o m o toda negación en general. Entonces, si el conocer pertenece
sólo al para-sí, ello se debe a q u e sólo es p r o p i o del para-sí aparecerse
c o m o n o siendo aquello q u e él conoce. Y c o m o aquí apariencia y
ser son u n a sola y misma cosa —ya q u e el para-sí tiene el ser d e su
apariencia—, h a de concebirse que el para-sí incluye en su ser el
ser del objeto q u e él n o es, en t a n t o q u e e n su ser es cuestión d e su
ser c o m o n o siendo ese ser.
Es preciso desprenderse a q u í de u n a ilusión q u e p o d r í a f o r m u -
larse de este m o d o : p a r a constituirse a sí mismo c o m o no siendo tal
o cual ser, es menester p r e v i a m e n t e tener, d e cualquier m a n e r a q u e
sea, u n conocimiento de ese ser, pues n o p u e d o juzgar de mis dife-
rencias con respecto a u n ser del cual n o sé n a d a . Es cierto q u e en
nuestra existencia empírica n o podemos saber en q u é diferimos de
u n japonés o de u n inglés, de u n obrero o de u n soberano, antes de
poseer a l g u n a noción de esos diversos seres. Pero estas distinciones
empíricas n o podrían servirnos de base aquí, pues abordamos el es-
tudio de u n a relación ontológica q u e h a g a posible toda experiencia
y q u e tiende a establecer c ó m o u n objeto e n general p u e d e existir
p a r a la conciencia. N o m e es posible, pues, tener experiencia del
objeto como objeto distinto de mí antes d e constituirlo c o m o o b j e t o :
al contrario, lo q u e hace posible toda experiencia es u n surgimiento
a priori del objeto p a r a el sujeto, o, puesto q u e el surgimiento es el
h e c h o original del para-sí, u n surgimiento original del para-sí c o m o
presencia al objeto que él no es. Conviene, pues, invertir los tér-
minos d e la f ó r m u l a precedente: la relación f u n d a m e n t a l p o r la
cual el para-sí tiene-de-ser c o m o n o siendo tal ser particular al cual
es presente, es el f u n d a m e n t o de todo conocimiento de ese ser.
Pero es menester describir m e j o r esta p r i m e r a relación si queremos
hacerla comprensible.
L o q u e q u e d a c o m o v e r d a d e r o en el e n u n c i a d o d e la ilusión
intelectualista que d e n u n c i á b a m o s en el p a r á g r a f o anterior es el hecho
d e q u e n o p u e d o d e t e r m i n a r m e a no ser un objeto q u e esté origi-
n a r i a m e n t e escindido d e todo nexo conmigo. N o p u e d o n e g a r q u e
yo sea tal o cual ser, a distancia d e ese ser. Si concibo u n ser ente-
r a m e n t e cerrado en sí, este ser en sí mismo será unitivamente lo que
es, y, por ello, n o se e n c o n t r a r á en él lugar ni p a r a u n a negación ni
p a r a u n conocimiento. D e hecho, u n ser sólo puede hacerse anunciar
lo q u e él n o es a p a r t i r del ser q u e él n o es. L o q u e significa, en el
caso de la negación interna, q u e el para-sí se aparece c o m o no siendo
lo q u e él n o es, allá, en y sobre el ser q u e él n ó es. E n este sentido,
la negación interna es u n nexo ontológico concreto. N o se t r a t a de
u n a d e esas negaciones empíricas en q u e las cualidades negadas se
distinguen p r i m e r a m e n t e p o r su ausencia o a u n por su no-ser. E n
la negación interna, el para-sí se aplasta sobre aquello q u e niega.
Las cualidades negadas son precisamente lo que hay d e m á s pre-
sente al para-sí; de ellas t o m a él su f u e r z a negativa y la renueva
p e r p e t u a m e n t e . E n este sentido, es menester verlas c o m o u n factor
constitutivo del ser del para-sí, pues éste debe estar allá, f u e r a d e sí,
sobre ellas; debe ser ellas p a r a n e g a r q u e las sea. E n u n a palabra,
el término origen de la negación interna es el en-sí, ia cosa q u e
está ahí; y f u e r a d e ella n o hay n a d a , sino u n vacío, u n a n a d a q u e
n o se distingue d e la cosa sino por u n a p u r a negación cuyo conte-
nido está provisto por esa cosa misma. L a dificultad q u e e n c u e n t r a
el materialismo p a r a derivar del objeto el conocimiento proviene
de q u e quiere p r o d u c i r u n a sustancia a p a r t i r de otra sustancia.
Pero esta dificultad n o p u e d e detenernos, pues a f i r m a m o s q u e n o
hay, f u e r a del en-sí, nada, sino u n reflejo de este n a d a , q u e es a su
vez polarizado y definido por el en-sí, en t a n t o que es precisamente
la n a d a d e ese en-sí, el n a d a individualizado q u e no es n a d a sino
p o r q u e no es el en-sí. D e este modo, en esa relación ek-stática que
es constitutiva d e la negación interna y del conocimiento, el en-sí
en persona es polo concreto en su plenitud, y el para-sí n o es sino
el vacío en q u e resalta el en-sí. El para-sí está f u e r a d e sí mismo en
el en-sí, ya q u e se h a c e definir por lo q u e él n o es; el n e x o p r i m e r o
e n t r e el en-sí y el para-sí es, pues, u n n e x o de ser. Pero este nexo
n o es ni u n a falta ni u n a ausencia. E n el caso de la ausencia, en
efecto, m e h a g o d e t e r m i n a r por un ser q u e n o soy yo y q u e n o es,
o n o es a h í : es decir, que lo q u e m e d e t e r m i n a es como un hueco
en m e d i o d e lo que llamaré m i plenitud empírica. Al contrario, en
el conocimiento, t o m a d o c o m o n e x o de ser ontológico, el ser q u e yo
n o soy representa la plenitud absoluta del en-sí. Y yo soy, al con-
trario, la n a d a , ausencia que se d e t e r m i n a a existir a p a r t i r de esa
plenitud. L o q u e significa que. en ese tipo de ser q u e se llama cono-
cimiento, el único ser que p u e d a encontrarse y q u e está p e r p e t u a -
m e n t e ahí es lo conocido. El cognoscente n o es, n o es captable. N o
es sino aquello q u e hace q u e haya u n ser-ahí de lo conocido, u n a
presencia; pues, p o r sí mismo, lo conocido n o es ni presente ni a u -
sente, simplemente es. Pero esta -presencia d e lo conocido es pre-
sencia a nada, ya q u e el cognoscente es p u r o reflejo d e u n n o s e r . . . ;
ella parece, pues, a través de la translucidez total del cognoscente
conocido, presencia absoluta. L a ejemplificación psicológica y em-
pírica de esta relación originaria nos está d a d a p o r los casos d e
fascinación. E n estos casos, en efecto, q u e representan el h e c h o in-
m e d i a t o del conocer, el cognoscente n o es absolutamente n a d a m á s
q u e u n a p u r a negación, n o se e n c u e n t r a n i se r e c u p e r a e n n i n g u n a
parte, no es; la ú n i c a cualificación d e q u e p u e d a ser soporte es la
d e q u e él no es, precisamente, tal objeto fascinante. E n la fascina-
ción n o hay n a d a más que u n objeto gigante en u n m u n d o desierto.
Empero, la intuición fascinada n o es en m o d o alguno fusión con el
objeto. Pues la condición p a r a q u e haya fascinación es q u e el objeto
se destaque con relieve absoluto sobre u n f o n d o de vacío, es decir,
q u e yo sea precisamente negación i n m e d i a t a del o b j e t o y n a d a m á s
q u e eso. Es la m i s m a negación p u r a q u e encontramos e n la base
de las intuiciones panteísticas descritas a veces por Rousseau como
acaecimientos psíquicos concretos d e su historia. Nos declara enton-
ces q u e "se f u n d í a " con el universo, q u e sólo el m u n d o se e n c o n t r a b a
d e p r o n t o presente, c o m o presencia absoluta y totalidad incondi-
cionada. Ciertamente, podemos c o m p r e n d e r esta presencia total y
desierta del m u n d o , su p u r o "ser-ahí"; ciertamente, admitimos m u y
bien q u e en ese m o m e n t o privilegiado no haya h a b i d o n a d a m á s q u e
el m u n d o . Pero esto n o significa, c o m o Rousseau quiere admitirlo,
q u e h a y a fusión de la conciencia con el m u n d o . Esta fusión signifi-
caría la solidificación del para-sí en en-sí y, a la vez, la desaparición
del m u n d o y del en-sí c o m o presencia. V e r d a d q u e n o hay n a d a
m á s que el m u n d o , en la intención panteística, salvo aquello que
hace q u e el en-sí esté presente c o m o m u n d o ; es decir, u n a negación
p u r a q u e es conciencia n o tética (de) sí c o m o negación. Y, preci-
samente p o r q u e el conocimiento n o es ausencia sino presencia, no
hay nada q u e separe al cognoscente del conocido. A m e n u d o se h a
definido la intuición c o m o presencia i n m e d i a t a d e lo conocido al
cognoscente, p e r o r a r a vez se h a reflexionado sobre las exigencias d e
la noción d e inmediatez. L a inmediatez es la ausencia d e t o d o m e -
d i a d o r : y esto v a d e suyo, pues si no, sólo sería conocido el m e d i a d o r ,
y n o el mediatizado. Pero, si n o p o d e m o s d a r por puesto interme-
. diario alguno, es menester q u e rechacemos a la vez la c o n t i n u i d a d y
la discontinuidad c o m o tipo d e presencia del cognoscente a lo cono-
cido. N o admitiremos, e n efecto, q u e h a y a c o n t i n u i d a d e n t r e el cog-
noscente y lo conocido, pues ella s u p o n e u n t é r m i n o i n t e r m e d i o q u e
sea a la vez conocido y cognoscente, lo q u e suprime la a u t o n o m í a
del cognoscente respecto d e lo conocido, c o m p r o m e t i e n d o al ser del
cognoscente en el ser d e lo conocido. Entonces desaparece la estruc-
t u r a del objeto, ya q u e el o b j e t o exige ser n e g a d o absolutamente
p o r el para-sí en t a n t o q u e ser del para-sí. P e r o t a m p o c o podemos
considerar la relación originaria del para-sí c o n el en-sí c o m o u n a
relación d e discontinuidad. C i e r t a m e n t e , la separación e n t r e dos
elementos discontinuos es u n vacío, es decir, •nada, pero u n n a d a
realizado, es decir, en sí. Este n a d a sustancializado es c o m o tal u n
espesor n o c o n d u c t o r ; destruye la inmediatez d e la presencia, p u e s
se h a convertido e n algo en t a n t o q u e n a d a . L a presencia del para-sí
al en-sí, al n o p o d e r expresarse ni e n términos de" c o n t i n u i d a d ni
en términos d e discontinuidad, es p u r a identidad negada. Para ha-
cerla c a p t a r m e j o r , usemos d e u n a c o m p a r a c i ó n : c u a n d o dos curvas
son tangentes e n t r e sí, ofrecen u n tipo d e presencia sin intermediarios.
P e r o entonces el o j o n o c a p t a sino una sola línea t o d o a lo largo d e
la m u t u a tangencia. A u n si se e n m a s c a r a n a m b a s curvas y sólo f u e r a
d a d o ver la longitud AB en q u e son tangentes, resultaría imposible
distinguirlas. Pues, en efecto, lo q u e las separa es nada: n o hay con-
tinuidad ni discontinuidad, sino p u r a identidad. Desenmascaremos
de p r o n t o a m b a s figuras, y las c a p t a r e m o s n u e v a m e n t e c o m o siendo
dos en t o d a su longitud respectiva: y esto n o proviene de u n a brusca
separación d e h e c h o realizada s ú b i t a m e n t e e n t r e ellas, sino de q u e
los dos movimientos por los cuales trazamos las dos curvas p a r a per-
cibirlas implican c a d a u n o u n a negación c o m o a c t o constitutivo.
Así, lo q u e separa a m b a s curvas e n el l u g a r m i s m o d e su tangencia
n o es nada, ni siquiera u n a distancia: es u n a p u r a negatividad c o m o
c o n t r a p a r t e d e u n a síntesis constituyente. Esta imagen nos h a r á
c a p t a r m e j o r la relación de inmediatez q u e u n e originariamente al
cognoscente y lo conocido. O c u r r e d e ordinario, en efecto, q u e u n a
negación recae sobre u n "algo" q u e preexiste a la negación y cons-
tituye su m a t e r i a : si digo, por ejemplo, q u e el t i n t e r o n o es la mesa,
mesa y tintero son objetos ya constituidos cuyo ser en sí constituirá
el soporte del juicio negativo. Pero, en el caso d e la relación "cog-
noscente-conocido", n o hay n a d a de p a r t e del cognoscente q u e p u e d a
constituirse en soporte d e la n e g a c i ó n : " n o h a y " n i n g u n a diferencia,
n i n g ú n principio d e distinción, p a r a separar en-sí cognoscente y co-
nocido. Pero, en la indistinción total del ser, n o hay n a d a m á s q u e
u n a negación q u e ni siquiera es, q u e tiene de ser, q u e ni a u n se p o n e
c o m o negación. D e suerte que, finalmente, el conocimiento y el
p r o p i o cognoscente n o son n a d a sino el h e c h o d e q u e " h a y " ser, de
q u e el ser en sí se da y se destaca en relieve sobre el f o n d o d e ese
n a d a . E n tal sentido, podemos llamar al conocimiento la p u r a sole-
d a d de lo conocido. Es decir, con suficiente claridad, q u e el f e n ó m e n o
original de conocimiento no agrega n a d a al ser y n a d a crea. P<5r élj
el ser n o es enriquecido, p u e s el conocimiento es p u r a negatividad:
hace solamente que haya ser. P e r o este h e c h o d e " q u e h a y a " ser n o
es u n a determinación interna del ser — q u e es lo q u e es—-, sino d e
la negatividad. E n este sentido, t o d a develación d e u n carácter po-
sitivo del ser es la c o n t r a p a r t e de u n a determinación ontológica del
para-sí en su ser c o m o negatividad p u r a . Por ejemplo, c o m o luego
veremos, la develación de la espacialidad del ser constituye u n a sola
y misma cosa con la aprehensión n o posicional del para-sí por sí
mismo c o m o inextenso. Y el carácter inextenso del para-sí n o es
u n a misteriosa virtud- positiva d e espiritualidad q u e se enmascare
b a j o u n a d e n o m i n a c i ó n n e g a t i v a : es u n a relación ek-stática por na-
turaleza, pues en la extensión y p o r la extensión del en-sí tras-
c e n d e n t e el para-sí se h a c e a n u n c i a r y realiza su p r o p i a inextensión.
El para-sí n o p o d r í a ser inextenso p r i m e r o p a r a e n t r a r después en
relación con u n ser extenso, pues, c o m o q u i e r a q u e lo consideremos,
el concepto d e inextensión n o p u e d e tener sentido p o r sí m i s m o ; n o
es n a d a más q u e negación d e la extensión. Si, p o r u n imposible,
se p u d i e r a suprimir la extensión d e las determinaciones develadas
del en-sí, el para-sí n o q u e d a r í a espacial; n o sería ni extenso ni inex-
tenso y resultaría imposible caracterizarlo d e n i n g u n a m a n e r a con
respecto a la extensión. E n este sentido, la extensión es u n a deter-
minación trascendente q u e el para-sí tiene de a p r e h e n d e r en la
m e d i d a exacta en q u e se niega a sí mismo c o m o extenso. Por eso
el t é r m i n o q u e m e j o r nos p a r e c e significar esa relación i n t e r n a e n t r e
conocer y ser es la p a l a b r a realizar q u e utilizábamos poco ha, con
su doble sentido ontológico y gnóstico. Realizo u n proyecto e n t a n t o
q u e le doy el ser, pero realizo t a m b i é n m i situación en t a n t o q u e la
vivo, q u e la h a g o ser con mi ser; "realizo" la m a g n i t u d de u n a ca-
tástrofe, la dificuLtad de u n a e m p r e s a . C o n o c e r es realizar e n a m b o s
sentidos del t é r m i n o . Es h a c e r q u e h a y a ser teniendo-de-ser la ne-
gación r e f l e j a d a de este ser: lo real es realización. L l a m a r e m o s tras-
c e n d e n c i a a esta negación i n t e r n a y realizante q u e , d e t e r m i n a n d o al
para-sí en su ser, devela al en-sí.

II

DE LA DETERMINACIÓN C O M O NEGACIÓN

¿ A cuál ser es presencia el para-sí? N o t e m o s , a n t e todo, q u e la


cuestión está m a l p l a n t e a d a : el ser es lo q u e es, n o p u e d e poseer
e n sí m i s m o la d e t e r m i n a c i ó n " é s t e " q u e r e s p o n d e a la p r e g u n t a
" ¿ c u á l ? " . E n u n a p a l a b r a , la p r e g u n t a n o t i e n e s e n t i d o salvo si se
p l a n t e a en u n m u n d o . P o r consiguiente, el para-sí n o p u e d e ser
p r e s e n t e a esto m á s q u e a aquello, ya q u e su presencia es lo q u e h a c e
q u e haya u n " e s t o " m á s bien q u e u n " a q u e l l o " . N u e s t r o s e j e m p l o s
nos h a n m o s t r a d o , sin e m b a r g o , u n para-sí q u e n i e g a c o n c r e t a m e n t e
ser tal o cual ser singular. P e r o era p o r q u e describíamos la relación
d e c o n o c i m i e n t o c u i d a n d o , a n t e todo, sacar a luz su e s t r u c t u r a d e
n e g a t i v i d a d . E n este sentido, p o r el h e c h o m i s m o d e ser d e v e l a d a
con ejemplos, esa n e g a t i v i d a d e r a ya s e c u n d a r i a . L a n e g a t i v i d a d
c o m o trascendencia o r i g i n a r i a n o se d e t e r m i n a a p a r t i r d e u n esto,
sino q u e ella h a c e q u e u n esto exista. L a presencia o r i g i n a r i a del
para-sí es presencia al ser. ¿ D i r e m o s , pues, q u e es presencia a todo
el ser? R e c a e r í a m o s e n t o n c e s e n n u e s t r o e r r o r p r e c e d e n t e . P u e s la
t o t a l i d a d n o p u e d e v e n i r al ser sino p o r m e d i o del para-sí. U n a
t o t a l i d a d , en efecto, s u p o n e u n a relación i n t e r n a d e ser e n t r e los
t é r m i n o s d e u n a c u a s i - m u l t i p l i c i d a d , del m i s m o m o d o q u e u n a m u l -
tiplicidad s u p o n e , p a r a serlo, u n a relación i n t e r n a t o t a l i z a d o r a e n t r e
sus e l e m e n t o s ; e n este sentido, la a d i c i ó n m i s m a es u n a c t o sintético.
L a t o t a l i d a d n o p u e d e v e n i r a los seres sino p o r m e d i o d e u n ser q u e
tiene-de-ser e n presencia d e ellos su p r o p i a t o t a l i d a d . Es, precisa-
m e n t e , el caso del para-sí, t o t a l i d a d d e s t o t a l i z a d a q u e se t e m p o r a l i z a
en u n a inconclusión p e r p e t u a . El para-sí, en su presencia al ser,
h a c e q u e exista todo el ser. E n t e n d a m o s bien, e n efecto, q u e este
ser d e t e r m i n a d o n o p u e d e ser d e n o m i n a d o c o m o esto sino sobre f o n d o
d e presencia d e todo el ser. Ello n o significa q u e un ser t e n g a n e -
cesidad d e todo el ser p a r a existir, sino q u e el p a r a - s í se realiza c o m o
presencia realizante a ese ser, sobre f o n d o original d e u n a presencia
realizante a todo. Pero, recíprocamente, la totalidad, siendo rela-
ción ontológica i n t e r n a d e los "estos", n o p u e d e develarse sino en
y p o r los estos singulares. L o q u e significa q u e el para-sí se realiza
c o m o presencia realizante a t o d o el ser, en t a n t o q u e presencia rea-
lizante a los "estos"; y c o m o presencia realizante a los "estos" sin-
gulares e n t a n t o q u e presencia realizante a t o d o el ser. E n otros
términos, la presencia del para-sí al mundo n o p u e d e realizarse sino
p o r su presencia a u n a o varias cosas particulares; y, recíprocamente,
su presencia a u n a cosa p a r t i c u l a r n o p u e d e realizarse sino sobre el
f o n d o d e u n a presencia al m u n d o . L a percepción n o se articula sino
sobre f o n d o ontológico d e la presencia al m u n d o , y el m u n d o se de-
vela c o n c r e t a m e n t e c o m o f o n d o d e c a d a percepción singular. F a l t a
explicar sómo el surgimiento del para-sí al ser p u e d e h a c e r q u e haya
u n todo y h a y a los estos.
L a presencia del para-si al ser como totalidad proviene de q u e
el para-sí tiene-de-ser, e n el m o d o d e ser lo q u e n o es y d e n o ser
l o q u e es, su p r o p i a totalidad c o m o totalidad destotalizada. E n efec-
t o ; e n t a n t o q u e se h a c e ser e n la u n i d a d d e u n m i s m o surgimiento
c o m o todo aquello q u e n o es el ser, el ser se m a n t i e n e a n t e él c o m o
todo lo q u e el para-sí n o es. L a negación originaria, e n efecto, es
negación radical. E l para-sí, q u e se m a n t i e n e a n t e el ser c o m o su
p r o p i a totalidad, siendo él m i s m o el todo d e la negación, es nega-
ción del todo. Así, la t o t a l i d a d conclusa o m u n d o ' s e devela c o m o
constitutiva del ser d e la totalidad inconclusa p o r la cual el ser d e
l a t o t a l i d a d surge al ser. P o r m e d i o del mundo, el para-sí se h a c e
a n u n c i a r a si m i s m o c o m o totalidad destotalizada, lo q u e significa
q u e , p o r su p r o p i o surgimiento, el para-sí es develación del ser c o m o
totalidad, e n t a n t o q u e el para-sí tiene-de-ser su p r o p i a totalidad
e n el m o d o destotalizado. Así, el sentido m i s m o del para-sí está
a f u e r a , e n el ser; p e r o p o r m e d i o del para-sí a p a r e c e el sentido del
ser. Esta totalización del ser no agrega nada al ser; n o es n a d a m á s
q u e la m a n e r a e n q u e el ser se devela c o m o n o siendo el para-sí,
l a m a n e r a e n q u e hay ser; esa totalización a p a r e c e fuera del para-si,
h u r t á n d o s e a t o d o alcance, c o m o lo q u e d e t e r m i n a al para-sí e n su
ser. P e r o el h e c h o d e develar al ser c o m o totalidad n o es alcanzar
al ser, así c o m o el h e c h o d e c o n t a r dos tazas sobre la mesa n o alcanza
a n i n g u n a d e las tazas n i e n su existencia n i en su naturaleza. N o
se t r a t a j e m p e r o , d e u n a p u r a modificación subjetiva del para-sí, ya
que, al contrario, sólo p o r éste es posible t o d a subjetividad. Pero,
si el para-sí h a de ser la n a d a por la cual " h a y " ser, n o p u e d e h a b e r
ser originariamente sino c o m o totalidad. Así, pues, el conocimiento
es el mundo; p a r a h a b l a r c o m o Heidegger: el m u n d o y, f u e r a d e
eso, nada. Sólo q u e este " n a d a " n o es originariamente aquello en
q u e emerge la realidad h u m a n a . Este " n a d a " es la realidad h u m a n a
misma, c o m o la negación radical p o r la cual el m u n d o se devela.
Ciertamente, la sola aprehensión del m u n d o como totalidad hace
aparecer del lado del mundo u n a n a d a q u e sostiene y e n c u a d r a a
esa totalidad. Y esta n a d a es, inclusive, aquello que d e t e r m i n a a
la totalidad c o m o tal, en t a n t o que el n a d a absoluto d e j a d o f u e r a
d e la totalidad; por eso precisamente la totalización n o agrega n a d a
al ser, ya q u e es sólo el resultado de la aparición de la n a d a como
límite del ser. Pero esta n a d a no es n a d a , sino la realidad h u m a n a
captándose, a sí misma como excluida del ser y p e r p e t u a m e n t e allende
el ser, en comercio con el n a d a . T a n t o d a decir: la realidad h u m a n a
es aquello p o r lo cual el ser se devela c o m o totalidad, o : la realidad
h u m a n a es aquello que hace que no haya n a d a f u e r a del ser. Este
n a d a , como posibilidad de que haya u n allende el m u n d o , en tanto
q u e : 1' esta posibilidad devela al ser como m u n d o , y 2 9 la realidad
h u m a n a tiene-de-ser esa posibilidad, constituye, con la presencia
originaria al ser, el circuito de la ipseidad.
Pero la realidad h u m a n a n o se hace totalidad inconclusa de las
negaciones sino en c u a n t o rebalsa u n a negación concreta q u e ella
tiene-de-ser como presencia actual al ser. E n efecto: si la realidad
h u m a n a f u e r a p u r a conciencia (de) ser negación sincrética e indi-
ferenciada, n o podría determinarse a sí misma, y n o podría, p o r con-
siguiente, ser totalidad concreta a u n q u e destotalizada p o r sus deter-
minaciones. N o es totalidad sino en t a n t o que escapa, por todas sus
otras negaciones, a la negación concreta q u e ella es a c t u a l m e n t e :
su ser n o p u e d e ser su p r o p i a totalidad sino en la m e d i d a en que
es un trascender la estructura parcial q u e él es hacia el todo q u e
él tiene-de-ser. Si no, sería aquello q u e simplemente es, y n o podría
ser considerado en m o d o alguno como totalidad o como no-totalidad.
Así, pues, en el sentido en que u n a estructura negativa parcial debe
aparecer sobre el f o n d o de las negaciones indiferenciadas q u e yo soy
—y d e las cuales ella f o r m a p a r t e — , m e h a g o a n u n c i a r por el ser-
en-sí u n a cierta realidad concreta que yo tengo-de-no-ser. El ser
q u e no soy actualmente, en t a n t o q u e aparece sobre el f o n d o de la
totalidad del ser, es el esto. El esto es lo que yo n o soy actualmente,
en t a n t o q u e tcngo-de-no-ser n a d a del ser; es lo q u e se revela sobre
f o n d o indiferenciado d e ser, p a r a a n u n c i a r m e la negación concreta
q u e tengo-de-ser sobre el f o n d o totalizador d e mis negaciones. Esta
relación originaria del todo y del "esto" está en la f u e n t e de la
relación q u e la gestalttheorie h a puesto en claro , entre el f o n d o y
la forma. El "esto" aparece siempre sobre u n fondo, es decir, sobre
la totalidad indiferenciada del ser en t a n t o q u e el Para-sí es negación
radical y sincrética de ella. Pero siempre p u e d e diluirse en esta to-
talidad indiferenciada, c u a n d o s u r j a otro esto. Pero la aparición
del esto, o de la f o r m a sobre el fondo, siendo correlativa de la apa-
rición de m i propia negación concreta sobre el f o n d o sincrético de
u n a negación radical, implica q u e yo soy y n o soy a la vez esa ne-
gación totalitaria, o, si se prefiere, q u e yo la soy en el m o d o del
" n o ser. . . " , q u e yo n o la soy en el m o d o del ser. Sólo así, en efecto,
la negación presente aparecerá sobre el f o n d o de la negación radical
q u e ella es. Si no, en efecto, estaría e n t e r a m e n t e escindida de ella,
O bien se f u n d i r í a con ella. L a aparición del esto sobre el todo es
correlativa de cierta m a n e r a q u e tiene el Para-sí de ser negación de
sí mismo. H a y u n esto p o r q u e yo n o soy a ú n mis negaciones futuras
y n o soy ya mis negaciones pasadas. L a develación del esto supone
que "se p o n g a el a c e n t o " sobre cierta negación, con retroceso de
las otras en el desvanecimiento sincrético del f o n d o ; es decir, q u e el
para-sí n o p u e d a existir sino c o m o u n a negación que se constituya
sobre el retroceso en totalidad de la negatividad radical. El Para-sí
no es el m u n d o , la espacialidad, la permanencia, la m a t e r i a ; en
suma, el en-sí en general: sino que su m a n e r a d e no-serlos es el
tener-de-no-ser esta mesa, este vaso, esta pieza, sobre el f o n d o total
d e negatividad. El esto supone, pues, u n a negación de la negación;
pero u n a negación tal q u e tiene-de-ser la negación radical que ella
niega, que n o cesa de vincularse a ella p o r u n hilo ontológico y que
p e r m a n e c e presta a fundirse en ella p o r surgimiento de otro esto.
E n tal sentido, el "esto" se devela c o m o esto por "retroceso al fondo
del m u n d o " d e todos los demás "estos"; su determinación — q u e es
el origen d e todas las determinaciones— es u n a negación. E n t e n d a -
mos bien q u e esta negación —vista por el lado del esto— es entera-
m e n t e ideal. N o agrega n a d a al ser y n a d a le quita. El ser encara'do
c o m o "esto" es lo q u e es y n o d e j a de serlo; n o deviene. E n t a n t o
q u e tal, n o p u e d e ser f u e r a d e sí mismo en el todo como estructura
del todo, ni t a m p o c o estar f u e r a d e sí mismo en el todo p a r a negar
d e sí mismo su identidad con el todo. L a negación n o p u e d e venirle
al esto sino p o r u n ser q u e tiene-de-ser a la vez presencia al todo
del ser y al esto, es decir, por un ser ek-stático. L a negación cons-
titutiva del esto, c o m o d e j a al esto intacto en t a n t o q u e ser en sí,
c o m o n o opera u n a síntesis real de todos los estos en totalidad, es
u n a negación de tipo externo, y la relación entre el esto y el todo
es u n a relación de exterioridad. Así, vemos aparecer la determina-
ción c o m o negación externa correlativa de la negación interna, ra-
dica] y ek-stática que yo soy. Esto explica el carácter a m b i g u o del
mundo, q u e se devela a la vez como totalidad sintética y como co-
lección p u r a m e n t e aditiva d e todos los "estos". E n efecto: en t a n t o
q u e el m u n d o es totalidad que se devela como aquello sobre lo cual
el Para-sí tiene-de-ser radicalmente su propia n a d a , el m u n d o se
ofrece como sincretismo de indiferenciación. Pero, en t a n t o que esta
nihilización radical está siempre allende u n a nihilización concreta
y presente, el m u n d o parece siempre presto a abrirse c o m o u n a c a j a
p a r a d e j a r aparecer u n o o varios estos, que eran ya, en el seno
d e la indiferenciación del fondo, lo q u e son a h o r a c o m o f o r m a di-
ferenciada. Así, al acercarnos progresivamente a u n paisaje q u e se
nos d a b a en grandes masas, vemos aparecer objetos q u e se d a n como
h a b i e n d o sido ya ahí a título de elementos de u n a colección discon-
tinua de estos; así también, en las experiencias de la gestaltthcorie,
el f o n d o continuo, c u a n d o se lo a p r e h e n d e como f o r m a , se quiebra
en multiplicidad de elementos discontinuos. Así el m u n d o , como
correlato de u n a totalidad destotalizada, aperece c o m o totalidad eva-
nescente, en el sentido de q u e n o es n u n c a síntesis real, sino limi-
tación ideal de u n a coleoción de estos por el n a d a . Así, el continuo
como cualidad formal del f o n d o d e j a a p a r e c e r a lo discontinuo como
tipo d e la relación externa entre el esto y la totalidad. Precisamente
esta p e r p e t u a evanescencia de la totalidad en colección, de lo conti-
n u o en discontinuo, recibe el n o m b r e de espacio. El espacio, en efec-
to, n o p u e d e ser u n ser. Es u n a relación móvil e n t r e seres q u e no
tienen entre sí relación alguna. Es la total independencia de los
en-síes, en t a n t o q u e ésta se devela a u n ser q u e es presencia a " t o d o "
el en-sí como independencia de los unos respecto de los otros; es la
m a n e r a única en q u e p u e d e n revelarse seres c o m o carentes de toda
relación entre sí, al ser por el cual la relación viene al m u n d o ; es
decir, la exterioridad pura. Y como esta exterioridad n o p u e d e per-
tenecer ni a u n o ni a o t r o d e los estos considerados, y, por otra parte,
en tanto q u e negatividad p u r a m e n t e local es destructiva d e sí misma,
n o puede ni ser por si misma ni "ser sida". El ser espacializador es
el Para-sí en t a n t o que copresente al todo y al esto; el espacio no
es el m u n d o , sino la inestabilidad del m u n d o c a p t a d o c o m o totalidad,
en t a n t o q u e p u e d e siempre desagregarse en multiplicidad externa.
El, espacio n o es el f o n d o ni la f o r m a , sino la idealidad del f o n d o
en t a n t o que p u e d e siempre desagregarse en f o r m a s ; n o es ni lo con-
t i n u o ni lo discontinuo, sino el tránsito p e r m a n e n t e d e lo c o n t i n u o
a lo discontinuo. L a existencia del espacio es la p r u e b a d e q u e el
Para-sí, al h a c e r que haya ser, n o a ñ a d e nada al ser; es la idealidad
d e la síntesis. E n este sentido, es la vez totalidad, en la m e d i d a en
q u e t o m a del m u n d o su origen, y nada, en t a n t o q u e termina en u n a
pululación d e estos. N o se d e j a a p r e h e n d e r p o r la intuición concreta,
pues n o es, sino q u e es c o n t i n u a m e n t e espacializado. D e p e n d e de la
t e m p o r a l i d a d y aparece en la t e m p o r a l i d a d en t a n t o q u e n o p u e d e
venir al m u n d o sino por u n ser cuyo m o d o de ser es la temporali-
zación, p u e s es la m a n e r a en q u e este ser se pierde ek-státicamente
p a r a realizar el ser. L a característica espacial del esto n o se le agrega
sintéticamente, sino q u e es solamente su sitio, es decir, su rela-
ción d e exterioridad con el fondo, en t a n t o q u e esta relación p u e d e
desmoronarse en multiplicidad de relaciones externas con otros estos
c u a n d o el f o n d o m i s m o se desagrega en multiplicidad de formas.
E n este sentido, v a n o sería concebir el espacio c o m o u n a f o r m a im-
puesta a los fenómenos p o r la estructura a priori de nuestra sensibi-
l i d a d ; el espacio n o p o d r í a ser u n a f o r m a , pues n o es nada; es, al
contrario, la señal d e q u e n a d a sino la negación — y ello sólo como
tipo d e relación externa q u e d e j a i n t a c t o lo por ella u n i d o — p u e d e
venir al en-sí p o r m e d i o del Para-sí. E n c u a n t o al Para-sí, si n o es
el espacio, es lo q u e se a p r e h e n d e precisamente c o m o n o siendo el
ser-en-sí en t a n t o q u e el en-sí se le devela en el m o d o d e exteriori-
d a d l l a m a d o extensión. Precisamente en t a n t o que niega de sí mismo
la exterioridad al captarse c o m o ek-stático, espacializa al espacio.
Pues el Para-sí n o está con el en-sí e n - u n a relación de yuxtaposición
o d e exterioridad i n d i f e r e n t e : su relación con el en-sí c o m o f u n d a -
m e n t o d e todas las relaciones es la negación i n t e r n a ; y él es, al con-
trario, aquello p o r lo cual el ser- en-sí viene a la exterioridad indi-
ferente con respecto a otros seres existentes en u n m u n d o . C u a n d o
la exterioridad d e indiferencia es hipostasiada como sustancia exis-
tente en sí y p o r sí •—lo q u e n o p u e d e producirse sino en u n estadio
inferior del conocimiento—, es objeto de u n tipo p a r t i c u l a r de estu-
dios Con el n o m b r e d e geometría, y se convierte en u n a p u r a espe-
cificación d e la teoría abstracta d e las multiplicidades.
Q u e d a p o r d e t e r m i n a r q u é tipo d e ser es el d e la negación ex-
t e r n a en t a n t o q u e ésta viene al m u n d o p o r el Para-sí. Sabemos
q u e n o pertenece al esto: este diario n o niega por sí m i s m o ser la
mesa sobre la cual se destaca; si no, sería ek-státicamente f u e r a d e
sí en la mesa a la cual negara, y su relación con ella sería u n a ne-
gación i n t e r n a : cesaría p o r eso m i s m o d e ser en-sí p a r a convertirse
en para-sí. L a relación determinativa del esto n o p u e d e pertenecer,
pues, ni al esto ni al aquello; los cierne sin tocarlos, sin conferirles
el m e n o r carácter n u e v o ; los d e j a p o r lo q u e son. E n este sentido,
debemos modificar la célebre f ó r m u l a de Spinoza: "Omnis determi-
natio est negatio", cuya riqueza Hegel p r o c l a m a b a infinita, y decla-
r a r m á s bien q u e toda determinación q u e n o pertenezca al ser que
tiene-de-ser sus propias determinaciones es negación ideal. Por otra
parte, sería inconcebible q u e f u e r a de otro m o d o . A u n si conside-
r á r a m o s las cosas, a la m a n e r a d e u n psicologismo empiriocriticista,
c o m o contenidos p u r a m e n t e subjetivos, n o se p o d r í a concebir q u e el
sujeto realizara negaciones sintéticas internas entre esos contenidos,
a menos de serlos en u n a i n m a n e n c i a ek-stática radical q u e quitaría
toda esperanza d e u n tránsito a la objetividad. C o n m a y o r razón,
nos es imposible i m a g i n a r q u e él Para-sí o p e r e negaciones sintéticas
d e f o r m a n t e s entre trascendentes q u e él n o es. E n este sentido, la
negación e x t e r n a constitutiva del esto n o p u e d e parecer u n carácter
objetivo de la cosa, si entendemos por objetivo lo q u e pertenece por
naturaleza al en-sí, o lo que, de u n a m a n e r a o de otra, constituye
realmente al objeto c o m o es. Pero n o debemos concluir d e aquí que
la negación externa tenga u n a existencia subjetiva c o m o p u r o m o d o
de ser del Para-sí. Este tipo d e existencia del Para-sí es p u r a nega-
ción i n t e r n a ; la existencia d e u n a negación externa en él sería diri-
m e n t e con respecto a su existencia misma. L a negación e x t e m a no
p u e d e ser, p o r consiguiente, u n a m a n e r a d e disponer y clasificar
los fenómenos e n t a n t o q u e éstos f u e r a n sólo f a n t a s m a s subjetivos;
y t a m p o c o p u e d e "subjetivizar" al ser, en t a n t o q u e su develación es
constitutiva del Para-sí. Su exterioridad misma exige, pues, q u e p e r '
manezca "en el aire", exterior t a n t o al Para-sí como al En-sí. Pero,
por otra parte, precisamente p o r q u e es exterioridad, ella n o p u e d e
ser por sí; deniega todos los soportes; es unselbststándig por natu-
raleza y, p o r ende, n o p u e d e referirse a sustancia alguna. Es u n
nada. Precisamente p o r q u e el tintero n o es la mesa — n i t a m p o c o
la pipa, ni el vaso, etc.—, podemos c a p t a r l o c o m o tintero. Y, em-
pero, si digo: el tintero n o es la mesa, n o pienso nada. Así, la deter-
minación es u n nada q u e n o pertenece a título de estructura interna
ni a la cosa ni a la conciencia, sino q u e su ser es ser-citado p o r el
Para-sí a través d e u n sistema d e negaciones i n t e r n a s en las cuales
el en-sí se devela e n su i n d i f e r e n c i a a t o d a lo q u e es él mismo. E n
t a n t o q u e el P a r a - s í - s e h a c e a n u n c i a r p o r el En-sí a q u e l l o q u e n o
es él, e n el m o d o d e la n e g a c i ó n i n t e r n a , la i n d i f e r e n c i a del En-sí
en t a n t o q u e i n d i f e r e n c i a que% el Para-sí tiene-de-ser se revela en el
m u n d o como determinación.

III

CUALIDAD Y CANTIDAD, POTENCIALIDAD, UTENSILIDAD

L a c u a l i d a d n o es sino el ser del esto c u a n d o se lo considera


f u e r a de t o d a relación e x t e r n a con el m u n d o o con otros esto. Se
la h a c o n c e b i d o h a r t o a m e n u d o c o m o u n a simple d e t e r m i n a c i ó n
subjetiva, y su ser-cualidad h a sido c o n f u n d i d o e n t o n c e s con la sub-
j e t i v i d a d d e lo psíquico. El p r o b l e m a p a r e c i ó e s t a r entonces, sobre
todo, en explicar la constitución de u n polo-objeto, c o n c e b i d o c o m o
la u n i d a d t r a s c e n d e n t e d e las cualidades. H e m o s m o s t r a d o q u e
este p r o b l e m a es insoluble. U n a c u a l i d a d n o se o b j e t i v a si es subje-
tiva. D e s u p o n e r q u e h a y a m o s p r o y e c t a d o l a u n i d a d de u n polo-
o b j e t o a l l e n d e las cualidades, c a d a u n a d e éstas, c u a n d o m u c h o , se
d a r í a d i r e c t a m e n t e c o m o el e f e c t o subjetivo de la acción de las cosas
sobre nosotros. P e r o lo a m a r i l l o del l i m ó n n o es u n m o d o subjetivo
d e a p r e h e n s i ó n del l i m ó n : es el limón. N o es cierto t a m p o c o q u e el
x - o b j e t o a p a r e z c a c o m o la f o r m a vacía q u e r e t i e n e j u n t a s c u a l i d a d e s
dispares. D e hecho, el limón está í n t e g r a m e n t e e x t e n d i d o a través
d e sus cualidades, y c a d a u n a d e éstas está e x t e n d i d a a través de
todas las demás. L a acidez del l i m ó n es a m a r i l l a , lo a m a r i l l o del
limón es á c i d o ; se c o m e el color d e u n postre, y el gusto de este
postre es el i n s t r u m e n t o q u e devela su f o r m a y su color a lo q u e
l l a m a r e m o s la intuición a l i m e n t a r i a ; r e c í p r o c a m e n t e , si s u m e r j o el
d e d o e n u n f r a s c o d e m e r m e l a d a , el f r í o pringoso d e la m e r m e l a d a
es la revelación a mis d e d o s d e su gusto a z u c a r a d o . L a fluidez, la
tibieza, el color a z u l a d o , la movilidad o n d u l a n t e del a g u a d e u n a
piscina se d a n j u n t a s las u n a s a través d e las otras, y esta i n t e r p e -
netración total es lo q u e se l l a m a el esto. Así l o h a n m o s t r a d o cla-
r a m e n t e las experiencias d e los pintores, y d e C é z a n n e e n p a r t i c u l a r :
n o es cierto, c o m o cree Husserl, q u e u n a necesidad sintética u n a
incondicionalmente el color y la f o r m a , sino q u e la f o r m a es color
y luz; si el p i n t o r h a c e variar u n o cualquiera d e esos factores, los
otros varían también, n o p o r q u e estén ligados p o r quién sabe q u é
ley, sino p o r q u e en el f o n d o son u n solo y mismo ser. E n este sen-
tido, t o d a cualidad del ser es t o d o el ser; es la presencia d e su
absoluta contingencia, es su irreductibilidad d e indiferencia; la c a p -
tación d e la cualidad n o agrega n a d a al ser, sino el h e c h o d e que
haya ser c o m o esto. E n tal sentido, la cualidad n o es u n aspecto ex-
terior del ser; pues el ser, n o t e n i e n d o u n " a d e n t r o " , n o p u e d e tener
u n " a f u e r a " . Simplemente, p a r a q u e h a y a cualidad, es menester
q u e haya ser p a r a u n a n a d a q u e p o r n a t u r a l e z a no sea el ser. E m -
pero, el ser n o es en sí cualidad, a u n q u e n o sea n a d a m á s ni n a d a
menos. Sólo q u e la cualidad es el ser íntegro en c u a n t o se devela en
los límites del " h a y " . N o es el afuera del ser; es todo el ser en t a n t o
q u e n o p u e d e h a b e r ser para el ser sino solamente p a r a aquel q u e
se h a c e n o ser él. L a relación e n t r e el Para-sí y la c u a l i d a d es rela-
ción ontológica. L a intuición d e la c u a l i d a d n o es la contemplación
pasiva d e algo dado, y la m e n t e n o es u n En-sí q u e p e r m a n e z c a lo
q u e es en esa contemplación, es decir, q u e p e r m a n e z c a en el m o d o
d e la indiferencia con respecto al esto c o n t e m p l a d o . Sino q u e el
Para-sí se h a c e a n u n c i a r p o r la c u a l i d a d lo q u e él n o es. Percibir lo
r o j o c o m o color de este c u a d e r n o es reflejarse u n o m i s m o c o m o
negación interna de esta cualidad. Es decir, q u e la aprehensión de
la cualidad n o es "repleción" (Erfühlung), c o m o lo quiere Husserl,
sino información de u n vacío c o m o vacío d e t e r m i n a d o de esa c u a -
lidad. E n este sentido, la cualidad es presencia p e r p e t u a m e n t e f u e r a
d e alcance. Las descripciones del conocimiento son h a r t o f r e c u e n t e -
m e n t e alimentarias. Q u e d a a ú n m u c h o d e prelogismo en la filosofía
epistemológica, y no nos hemos desembarazado a ú n d e la ilusión
primitiva ( d e q u e d a r e m o s c u e n t a luego) según la cual conocer es
comer, es decir, ingerir el objeto conocido, llenarse d e él ( E r f ü h l u n g )
y digerirlo ( " a s i m i l a c i ó n " ) . Nos d a r e m o s c u e n t a m e j o r del fenóme-
n o driginario de la percepción insistiendo en el h e c h o d e q u e la cua-
lidad se m a n t i e n e , con respecto a nosotros, en u n a relación d e pro-
x i m i d a d absoluta —es ahí, nos infesta— sin darse ni denegarse;
pero hemos d e agregar q u e esta proximidad implica u n a distancia.
L a cualidad es lo i n m e d i a t a m e n t e f u e r a d e alcance; lo que, p o r de-
finición, nos indica a nosotros mismos c o m o vacío; aquello cuya
contemplación n o p u e d e sino a c r e c e n t a r nuestra sed d e ser, c o m o
la vista de los alimentos f u e r a d e alcance a u m e n t a b a el h a m b r e de
T á n t a l o . L a cualidad es la indicación de lo q u e nosotros n o somos
y del m o d o d e ser q u e nos es denegado. L a percepción d e lo blanco
es conciencia d e la imposibilidad d e principio de q u e el Para-sí exista
c o m o color, es decir, c o m o siendo lo q u e es. E n este sentido, n o sólo
el ser n o se distingue d e sus cualidades, sino también t o d a a p r e h e n -
sión d e c u a l i d a d es aprehensión d e u n esto-, la cualidad, cualquiera
q u e f u e r e , se nos devela c o m o u n ser. E l olor que aspiro de pronto,
con los ojos cerrados, a u n antes d e e n t r a r yo en relación con u n
o b j e t o oloroso, es ya u n ser-olor y n o u n a impresión subjetiva; la luz
q u e hiere mis ojos p o r la m a ñ a n a , a través d e mis párpados, es ya
u n ser-luz. Esto resultará evidente a p o c o que se reflexione en que
la c u a l i d a d es. E n t a n t o q u e ser q u e es lo q u e es, bien p u e d e aparecer
a u n a subjetividad, p e r o n o p u e d e insertarse en la t r a m a d e esta
subjetividad, q u e es lo q u e n o es y n o es lo q u e es. Decir q u e la
cualidad es u n ser-cualidad n o significa en m o d o a l g u n o dotarla de
u n soporte misterioso análogo a la sustancia; es simplemente hacer
n o t a r q u e su m o d o d e ser es r a d i c a l m e n t e diverso del m o d o de ser
"para-sí". El ser de la b l a n c u r a o d e la acidez, en efecto, n o podría
ser c a p t a d o en m o d o a l g u n o c o m o ek-stático. Si se p r e g u n t a a h o r a
c ó m o es posible q u e el "esto" tenga "tales" cualidades, respondere-
mos que, d e hecho, el esto se libera c o m o totalidad sobre f o n d o de
m u n d o y q u e se d a c o m o u n i d a d indiferenciada. Sólo el para-sí
p u e d e negarse desde diferentes p u n t o s d e vista f r e n t e al esto y devela
la cualidad c o m o u n n u e v o esto sobre f o n d o de cosa. A cada acto
negador p o r el cual la libertad del Para-sí constituye espontánea-
m e n t e su ser, corresponde u n a develación total del ser " p o r u n per-
fil". Este perfil n o es n a d a m á s que u n a relación entre la cosa y
el Para-sí realizada p o r el p r o p i o Para-sí. Es la determinación abso-
l u t a d e la n e g a t i v i d a d : pues n o basta q u e el para-sí, p o r u n a nega-
ción originaria, n o sea el ser, ni q u e n o sea este ser; es menester aún,
p a r a q u e su determinación c o m o n a d a d e ser sea plenaria, q u e se
realice c o m o cierta m a n e r a irremplazable d e n o ser este ser; y tal
d e t e r m i n a c i ó n absoluta, q u e es determinación d e la cualidad como
perfil del esto, pertenece a la libertad del Para-sí; ella no es; ella
es c o m o "de-ser"; c a d a cual p u e d e darse c u e n t a d e ello considerando
hasta q u é p u n t o la develación de una cualidad d e la cosa aparece
siempre c o m o u n a g r a t u i d a d d e h e c h o c a p t a d a a través de u n a li-
b e r t a d : n o p u e d o h a c e r q u e esta corteza n o sea verde, p e r o yo soy
quien m e h a g o c a p t a r l a c o m o verde-rugoso o c o m o rugosidad-verde.
Sólo q u e la relación f o r m a - f o n d o es a q u í b a s t a n t e diferente d e la
relación e n t r e esto y m u n d o . Pues la f o r m a , e n vez d e a p a r e c e r sobre
u n f o n d o indiferenciado, está e n t e r a m e n t e p e n e t r a d a por el fondo,
lo retiene e n sí c o m o su p r o p i a densidad indiferenciada. Si c a p t o la
corteza como verde, su "luminosidad-rugosidad" se devela c o m o f o n -
d o i n t e r n o indiferenciado y p l e n i t u d d e ser del verde. N o h a y a q u í
abstracción alguna, e n el sentido e n q u e la abstracción separa lo q u e
está unido, pues el ser aparece siempre íntegro e n su perfil. Pero la
realización d e este ser condiciona la abstracción, p u e s la abstracción
n o es la aprehensión d e u n a cualidad " e n el airé", sino d e u n a c u a -
lidad-esto e n q u e la indiferenciación del f o n d o i n t e r n o tiende al
equilibrio absoluto. E l v e r d e abstracto n o p i e r d e su densidad d e ser
—si no, n o sería ya n a d a m á s q u e u n m o d o subjetivo del para-sí—,
sino q u e la luminosidad, la f o r m a , la rugosidad, etc., q u e se d a n a
través d e él se f u n d e n e n el equilibrio nihilizador d e la p u r a y simple
masividad. L a abstracción es, empero, u n f e n ó m e n o d e presencia al
ser, ya q u e el ser abstracto conserva su trascendencia. P e r o n o po-
d r í a realizarse sino c o m o presencia al ser allende el ser: es u n tras-
cender. Esta presencia del ser n o p u e d e ser realizada sino al nivel
de la posibilidad y e n t a n t o q u e el Para-sí tiene d e ser sus propias
posibilidades. L o abstracto se devela c o m o el sentido q u e la cualidad
tiene d e ser en t a n t o q u e copresente a la presencia d e u n para-sí
por venir. Así, el verde abstracto es el sentido-por-venir del esto con-
creto en t a n t o q u e éste se m e revela p o r su perfil "verde-luminoso-
rugoso"; es la posibilidad p r o p i a d e este perfil e n t a n t o q u e ésta se
revela a través d e las posibilidades q u e soy, es decir, e n t a n t o q u e
es sida. Pero esto nos remite a la utensilidad y a la t e m p o r a l i d a d del
m u n d o : volveremos sobre ello. Bástenos decir p o r el m o m e n t o q u e lo
abstracto infesta a lo concreto c o m o u n a posibilidad f i j a d a en el en-sí
q u e lo concreto tiene-de-ser. C u a l q u i e r a q u e f u e r e nuestra percep-
ción, c o m o c o n t a c t o original con el ser, lo a b s t r a c t o está siempre ahí
p e r o pQr venir, y lo c a p t o e n el p o r v e n i r y c o n m i p o r v e n i r : es co-
rrelativo d e la posibilidad p r o p i a d e m i negación presente y concreta
e n t a n t o q u e posibilidad d e no ser más que esta negación. L o abs-
t r a c t o es el sentido d e esto e n t a n t o q u e se revela al p o r v e n i r a través
d e m i posibilidad d e f i j a r en en-sí l a negación q u e tengo-de-ser. Si
se nos r e c u e r d a n las aporías clásicas d e la abstracción, responderemos
q u e provienen d e h a b e r supuesto distintos la constitución del esto y
el a c t o d e abstracción. N o cabe d u d a d e q u e si el esto n o c o m p o r t a
sus propios abstractos, n o hay posibilidad n i n g u n a de extraerlos luego
d e él. Pero la abstracción, c o m o revelación del perfil a m i porvenir,
se o p e r a en la constitución m i s m a del esto c o m o esto. El Para-sí es
" a b s t r a c t o r " n o p o r q u e p u e d a realizar u n a operación psicológica de
abstracción, sino p o r q u e surge c o m o presencia al ser con u n porvenir,
es decir, con u n allende el ser. En-sí, el ser n o es ni concreto ni
abstracto, ni presente ni f u t u r o : es lo q u e es. E m p e r o , la abstracción
n o lo e n r i q u e c e : n o es sino la develación d e u n a n a d a d e ser allende
el ser. P e r o desafiamos a f o r m u l a r las objeciones clásicas c o n t r a la
abstracción sin derivarlas implícitamente d e la consideración del ser
c o m o u n esto.
L a relacjión originaria d e los estos e n t r e sí n o p o d r í a ser ni la
interacción, ni la causalidad ni a u n el surgimiento sobre el mismo
f o n d o d e m u n d o . Si, e n efecto, suponemos al Para-sí presente a
u n esto, los d e m á s estos existen al m i s m o t i e m p o " e n el m u n d o " ,
pero a título i n d i f e r e n c i a d o : constituyen el f o n d o sobre el cual el
esto considerado se destaca e n relieve. P a r a q u e u n a relación cual-
q u i e r a se establezca e n t r e u n esto y o t r o esto, es menester q u e el se-
g u n d o esto se devele surgiendo del f o n d o del m u n d o con ocasión de
u n a negación expresa q u e el Para-sí tiene-de-ser. P e r o conviene, al
mismo tiempo, q u e c a d a esto sea m a n t e n i d o a distancia del otro co-
m o no siendo^ el otro, p o r u n a negación d e tipo p u r a m e n t e externo.
Así, la relación originaria e n t r e esto y aquello es u n a negación ex-
terna. Aquello a p a r e c e c o m o n o siento esto. Y tal negación externa
se devela al Para-sí c o m o u n trascendente; está a f u e r a , es en-sí.
¿ C ó m o debemos c o m p r e n d e r l a ?
L a aparición del estó-aquello n o p u e d e producirse, a n t e todo,, sino
c o m o totalidad. L a relación p r i m e r a es a q u í la u n i d a d d e u n a . tota-
lidad desagregable; el Para-sí se d e t e r m i n a e n bloque a n o ser "esto-
aquello" sobre f o n d o d e m u n d o . E l "esto-aquello" es m i habitación
e n t e r a e n t a n t o q u e yo le estoy presente. Esta negación concreta no
desaparecerá con la desagregación del bloque concreto en esto y
aquello. A l contrario, ella es la condición m i s m a d e la desagrega-
ción. P e r o sobre ese f o n d o d e presencia y por ese f o n d o de presen-
cia, el ser h a c e a p a r e c e r su exterioridad d e indiferencia; ésta se m e
devela en c u a n t o q u e la negación q u e yo soy es u n a u n i d a d - m u l t i -
plicidad m á s bien q u e u n a totalidad indiferenciada. M i surgimiento
negativo al ser se f r a g m e n t a en negaciones independientes q u e no
tienen e n t r e sí o t r o n e x o q u e el d e ser negaciones q u e tengo-de-ser,
es decir, q u e t o m a n su u n i d a d interna de m í y n o del ser. Soy
presente a esta mesa, a estas sillas, y c o m o tal m e constituyo sintéti-
c a m e n t e c o m o negación polivalente; p e r o esta negación p u r a m e n t e
interna, en t a n t o q u e es negación del ser, está transida p o r zonas d e
n a d a ; ella se nihiliza a título d e negación, es la negación destotali-
zada. A través de estas estrías de n a d a q u e tengo-de-ser c o m o m i
p r o p i a n a d a de negación, aparece la indiferencia del ser. Pero esta
indiferencia tengo-de realizarla p o r esa n a d a d e negación q u e tengo-
de-ser, n o en t a n t o q u e soy originariamente presente al esto, sino en
t a n t o q u e soy presente t a m b i é n al aquello. E n m i presencia y por
m i presencia a la mesa realizo la indiferencia de la silla — l a cual,
precisamente, también tengo-de-no-ser— c o m o u n a ausencia de
trampolín, c o m o u n a detención d e m i impulso h a c i a n o s e r . . ., c o m o
u n a r u p t u r a d e circuito. Aquello a p a r e c e j u n t o a esto, en el seno
de u n a develación totalitaria, c o m o aquello de q u e n o p u e d o apro-
vecharme en absoluto p a r a d e t e r m i n a r m e a n o ser esto. Así, el cli-
v a j e proviene del ser, p e r o no hay clivaje y separación sino p o r la
presencia del Para-sí a todo el ser. L a negación d e la u n i d a d d e las
negaciones en t a n t o q u e es develación d e la indiferencia del ser y
c a p t a la indiferencia del esto sobre el aquello y la del aquello sobre
el esto, es develación d e la relación originaria de los estos c o m o ne-
gación externa. El esto n o es aquello. Esta negación externa e n la
u n i d a d de u n a totalidad desagregable se expresa por la p a l a b r a "y".
"Esto n o es aquello" se escribe "esto y aquello". L a negación externa
tiene el doble carácter d e ser-en-sí y de ser idealidad p u r a . Es en-sí,
en c u a n t o q u e n o pertenece en m o d o a l g u n o al Para-sí; y hasta ocu-
rre q u e el Para-sí descubre la indiferencia del ser como exterioridad
a través d e la interioridad absoluta de su negación propia (ya que,
en la intuición estética, a p r e h e n d o u n o b j e t o i m a g i n a r i o ) . N o se
t r a t a en m o d o alguno, p o r otra parte, de u n a negación q u e el ser
tenga-de-ser: ella n o pertenece a n i n g u n o d e los estos considerados,
sino q u e p u r a y simplemente es; es lo q u e es. Pero, a la vez, n o es
e n m o d o a l g u n o u n carácter del esto, n o es c o m o u n a de sus cuali-
dades. H a s t a es totalmente independiente d e los estos, precisamente
porque n o es ni del u n o ni del otro. Pues la indiferencia del ser n o
es nada; n o podemos ni pensarla ni siquiera percibirla. Significa
p u r a y simplemente q u e la aniquilación o las variaciones del aquello
no p u e d e n c o m p r o m e t e r en absoluto a los estos; en tal sentido, esa
negación es sólo u n a nada en-sí q u e separa los estos, y esta n a d a es
la única m a n e r a en q u e la conciencia p u e d e realizar la cohesión d e
identidad q u e caracteriza al ser. Esta n a d a ideal y en-sí es la can-
tidad. L a cantidad, en efecto, es exterioridad p u r a ; n o d e p e n d e en
m o d o alguno d e los términos adicionados, y n o es sino la afirmación
d e la i n d e p e n d e n c i a d e los mismos. C o n t a r es h a c e r u n a discrimina-
ción i d e a l e n el i n t e r i o r d e u n a t o t a l i d a d d e s a g r e g a b l e ya d a d a . El
n ú m e r o o b t e n i d o p o r la a d i c i ó n n o p e r t e n e c e a n i n g u n o d e los estos
c o n t a d o s , n i t a m p o c o a la t o t a l i d a d desagregable e n t a n t o q u e se
d e v e l a c o m o t o t a l i d a d . Si c u e n t o esos tres h o m b r e s q u e h a b l a n a h í
d e l a n t e , n o lo h a g o e n t a n t o q u e los c a p t o d e e n t r a d a c o m o " g r u p o
e n c o n v e r s a c i ó n " ; y el h e c h o d e c o n t a r l o s c o m o tres d e j a p e r f e c t a -
m e n t e i n t a c t a l a u n i d a d c o n c r e t a del g r u p o . Ser " g r u p o d e t r e s " n o
es u n a p r o p i e d a d c o n c r e t a del g r u p o . P e r o t a m p o c o es u n a p r o p i e d a d
d e süs m i e m b r o s . D,e n i n g u n o d e ellos p u e d e decirse q u e sea tres,
ni a u n q u e sea tercero, p u e s l a c u a l i d a d d e t e r c e r o n o es sino u n
r e f l e j o d e la l i b e r t a d del para-sí q u e c u e n t a : c a d a u n o d e ellos p u e d e
ser tercero, y n i n g u n o lo es. L a r e l a c i ó n d e c a n t i d a d es, pues, u n a
relación en-sí, p e r o p u r a m e n t e n e g a t i v a , d e e x t e r i o r i d a d . Y preci-
s a m e n t e p o r q u e n o p e r t e n e c e n i a las cosas n i a las totalidades, se
aisla y se d e s t a c a e n l a s u p e r f i c i e d e l m u n d o c o m o u n r e f l e j o d e
n a d a sobre el ser. S i e n d o p u r a relación d e e x t e r i o r i d a d e n t r e los es-
tos, es ella m i s m a exterior a los estos y, p a r a concluir, exterior a sí
m i s m a . E s la i n c a p t a b l e i n d i f e r e n c i a del ser, q u e n o p u e d e a p a r e c e r
e x c e p t o si hay ser, y q u e , a u n q u e p e r t e n e c i e n t e al ser, n o p u e d e ve-
nirle sino d e u n para-sí, e n t a n t o q u e esa i n d i f e r e n c i a n o p u e d e de-
velarse sino p o r la exteriorización a l i n f i n i t o d e u n a relación d e ex-
terioridad q u e d e b e ser exterior al ser y a sí m i s m a . Así, pues, espacio
y c a n t i d a d n o son sino u n solo y m i s m o tipo d e negación. P o r el
solo h e c h o d e q u e esto y aquello se d e v e l a n c o m o n o t e n i e n d o nin-
g u n a r e l a c i ó n c o n m i g o , q u e soy m i p r o p i a relación, el espacio y la
c a n t i d a d v i e n e n a l m u n d o , p u e s u n o y o t r a son la relación d e las
cosas q u e n o t i e n e n n i n g u n a relación, o, si se prefiere, la n a d a d e
relación c a p t a d a c o m o r e l a c i ó n p o r el ser q u e es su p r o p i a relación.
P o r eso m i s m o , p u e d e verse q u e lo q u e c o n Husserl se l l a m a n las
categorías ( u n i d a d - m u l t i p l i c i d a d - r e l a c i ó n d e t o d o a p a r t e ; m á s y m e :
n o s ; e n t o r n o d e ; j u n t o a ; l u e g o d e ; p r i m e r o , segundo, e t c . ; u n o ,
dos, tres, e t c . ; e n y f u e r a d e ; etc., etc.) n o son sino t e j e m a n e j e s 1
ideales d e las cosas, q u e las d e j a n e n t e r a m e n t e intactas, sin e n r i q u e -
cerlas o e m p o b r e c e r l a s ni j o t a , y q u e i n d i c a n s o l a m e n t e la i n f i n i t a
d i v e r s i d a d d e m a n e r a s e n q u e la l i b e r t a d d e l p a r a - s í p u e d e realizar
la i n d i f e r e n c i a del ser.

1
Brassages, literalmente, "acción de mezclar batiendo o meneando, como
para fabricar cerveza", y de ahí los sentidos metafóricos. ( N . del T.)
H e m o s t r a t a d o el problema de la relación original entre el p a r a -
sí y el ser c o m o si el para-sí fuese u n a simple conciencia instantánea,
tal como p u e d e revelarse al cogito cartesiano. A decir verdad, ya
hemos e n c o n t r a d o la h u i d a a sí del para-sí en t a n t o q u e condición
necesaria d e la aparición d e los estos y d e los abstractos. Pero el
carácter ek-stático del para-sí n o estaba a ú n sino implícito. Si hemos
debido proceder de ese m o d o p a r a claridad de exposición, n o h a de
concluirse por ello q u e el ser se revela a u n ser q u e sea p r i m e r a m e n t e
presencia p a r a constituirse después u n f u t u r o : el ser-en-sí se devela
a u n ser q u e surge c o m o porvenir p a r a sí mismo. Esto significa q u e
la negación q u e el para-sí se hace ser en presencia del ser tiene u n a
dimensión ek-stática de porvenir: en t a n t o q u e n o soy lo q u e soy
(relación ek-stática con mis propias posibilidades), tengo-de-no-ser
el ser-en-sí como realización develadora del esto. Ello significa q u e
soy presencia al esto en la inconclusión de u n a totalidad destotalizada.
¿ Q u é resulta de a q u í p a r a la develación del esto?
E n t a n t o q u e soy siempre allende lo q u e soy, por-venir d e m í
mismo, el esto al cual soy presente se m e aparece c o m o algo que
trasciendo hacia m í mismo. L o percibido es originariamente lo tras-
cendido; es c o m o u n conductor del circuito d e la ipseidad, y aparece
en los límites d é este circuito. E n la m e d i d a en q u e m e h a g o ser
negación del esto, h u y o d e esta negación hacia u n a negación com-
plementaria cuya fusión con la p r i m e r a deberá hacer aparecer al
en-sí q u e soy; y esta negación posible está en conexión de ser con
la p r i m e r a ; n o es u n a negación cualquiera, sino precisamente la ne-
gación complementaria d e m i presencia a la cosa. Pero, c o m o el
para-sí se constituye, en t a n t o q u e presencia, c o m o conciencia no-
posicional (de) sí, se hace a n u n c i a r f u e r a de sí, por el ser, lo q u e él
n o es; recupera su sér afuera, en el m o d o "reflejo-reflejan t e " ; la
negación complementaria q u e él es c o m o su posibilidad p r o p i a es,
pues, negación-presencia; es decir, que el para-sí tiene-de-ser la co-
m o conciencia no-tética (de) sí y como conciencia tética del ser-
allende-el-ser. Y el ser-allende-el-ser está vinculado al esto presente,
n o p o r u n a relación cualquiera de exterioridad, sino por u n nexo
preciso d e c o m p l e m e n t a r i d a d q u e se m a n t i e n e en exacta correlación
con la relación entre el para-sí y su porvenir. Y , ante todo, el esto
se devela en la negación d e u n ser q u e se h a c e n o ser esto, n o a
título d e simple presencia, sino c o m o negación por-venir a sí misma,
q u e es su p r o p i a posibilidad allende su presente. Y esta posibilidad
que infesta a la p u r a presencia c o m o su sentido f u e r a de alcance y
c o m o aquello q u e le falta p a r a ser en sí, es ante todo c o m o u n a
proyección de la negación presente a título d e comprometimiento.
E n efecto, toda negación q u e n o tuviera allende sí misma, en lo f u -
turo, c o m o posibilidad q u e viene a ella y hacia la cual ella se huye,
el sentido de u n comprometimiento, perdería toda significación de
negación. L o q u e el para-sí niega, lo niega "con dimensión d e por-
venir", ya se trate de u n a negación e x t e r n a : esto no es aquello,
esta silla n o es u n a mesa, ya d e u n a negación i n t e r n a referida a sí
mismo. Decir q u e "esto n o es aquello" es p o n e r la exterioridad del
esto con respecto al aquello, sea p a r a a h o r a y p a r a el porvenir, sea
en el estricto " a h o r a " ; p e r o entonces la negación tiene u n carácter
provisional q u e constituye al por venir c o m o p u r a exterioridad con
respecto a la determinación presente "esto y aquello". E n ambos
casos, el sentido viene a la negación a p a r t i r del f u t u r o ; t o d a nega-
ción es ek-stática. E n t a n t o que el para-sí se niega en el porvenir,
el esto de q u e se hace negación se devela c o m o viniendo a él mismo
del porvenir. L a posibilidad q u e la conciencia es n o téticamente
como conciencia (de) p o d e r n o ser esto se devela c o m o potencialidad
del esto de ser lo que es. L a primera potencialidad del objeto, como_
correlato del comprometimiento, estructura ontológica de la nega-
ción, es la permanencia, que viene p e r p e t u a m e n t e a él del f o n d o del
porvenir. L a develación de la mesa como mesa exige u n a perma-
nencia de la mesa que le viene del f u t u r o y que n o es u n dato p u r a -
m e n t e verificado, sino u n a potencialidad. Esa p e r m a n e n c i a , p o r otra
parte, n o le viene a la mesa desde u n f u t u r o situado en el infinito
t e m p o r a l : el tiempo infinito n o existe a ú n ; la mesa n o se devela
como teniendo la posibilidad de ser indefinidamente mesa. El tiempo
de q u e a q u í se t r a t a n o es ni finito ni infinito: simplemente, la po-
tencialidad hace aparecer la dimensión del f u t u r o .
Pero el sentido por-venir de la negación es ser lo q u e falta a la
negación del para-sí p a r a convertirse en negación en sí. E n tal sen-
tido, la negación es, en el f u t u r o , precisión d e la negación presente.
E n el f u t u r o se devela el sentido exacto de lo que tengo de-no-ser,
como correlato de la negación exacta q u e tengo-de-ser. L a negación
polimorfa del esto en q u e el verde está f o r m a d o p o r u n a totalidad
"rugosidad-luz" n o cobra su sentido a menos q u e ella tenga de ser
negación del verde, es decir, de u n ser-verde cuyo f o n d o tienda hacia
el equilibrio de indiferenciación: en u n a palabra, el sentido-ausente
d e m i n e g a c i ó n p o l i m o r f a es la p r i e t a 1 n e g a c i ó n de u n v e r d e m á s
p u r a m e n t e v e r d e sobre f o n d o i n d i f e r e n c i a d o . Así, el v e r d e p u r o viene
al " v e r d e - r u g o s i d a d - l u z " desde el f o n d o del p o r v e n i r c o m o su sen-
tido. C a p t a m o s a q u í el s e n t i d o d e lo q u e h e m o s l l a m a d o abstracción.
E l existente n o posee su esencia c o m o u n a c u a l i d a d presente. H a s t a
es n e g a c i ó n d e la esencia: el v e r d e na es jamás v e r d e . L a esencia
viene al existente desde el f o n d o del p o r v e n i r , c o m o u n s e n t i d o q u e
n u n c a es d a d o y q u e lo infesta siempre. Es el p u r o c o r r e l a t o d e la
i d e a l i d a d p u r a d e m i negación. E n este sentido, n u n c a h a y o p e r a -
ción a b s t r a c t i v a , e n t e n d i e n d o p o r tal u n a c t o psicológico y a f i r m a t i v o
d e selección o p e r a d o p o r u n a m e n t e constituida. Lejos d e q u e se
a b s t r a i g a n ciertas c u a l i d a d e s p a r t i e n d o d e las cosas, h a d e verse, al
contrario, q u e la a b s t r a c c i ó n c o m o m o d o d e ser originario del para-sí
es necesaria p a r a q u e h a y a e n g e n e r a l cosas y u n m u n d o . L o abs-
t r a c t o es u n a e s t r u c t u r a del m u n d o necesaria p a r a el s u r g i m i e n t o d e
lo concreto, y lo c o n c r e t o n o es c o n c r e t o sino e n t a n t o q u e v a hacia
su abstracto, e n t a n t o q u e se h a c e a n u n c i a r p o r lo a b s t r a c t o lo q u e
él es: el para-sí es d e v e l a n t e - a b s t r a y e n t e en su ser. Se ve que, desde
esfe p u n t o d e vista, la p e r m a n e n c i a y lo a b s t r a c t o son u n o y lo
mismo. L a m e s a , e n t a n t o q u e mesa, t i e n e u n a p o t e n c i a l i d a d d e
p e r m a n e n c i a e n la m e d i d a en q u e tiene-de-ser mesa. L a p e r m a n e n -
cia es p u r a posibilidad p a r a u n " e s t o " d e ser c o n f o r m e a su esencia
H e m o s visto, e n la s e g u n d a p a r t e d e esta obra, q u e el posible
q u e soy y el p r e s e n t e q u e h u y o están e n t r e sí e n la relación d e l o
f a l t a n t e c o n lo falto. L a f u s i ó n ideal d e lo f a l t a n t e con a q u e l l o a
q u i e n f a l t a lo f a l t a n t e , c o m o t o t a l i d a d irrealizable, i n f e s t a al p a r a - s í
y lo constituye en su ser m i s m o c o m o n a d a d e ser. Es, decíamos, el
en-sí-para-sí o el valor. P e r o este v a l o r n o es, e n el p l a n o irreflexivo,
c a p t a d o t é t i c a m e n t e p o r el p a r a - s í ; es sólo c o n d i c i ó n d e ser. Si n u e s -
tras d e d u c c i o n e s son exactas, esta indicación p e r p e t u a d e u n a fusión
irrealizable d e b e a p a r e c e r s e n o c o m o e s t r u c t u r a d e la conciencia irre-
flexiva, sino c o m o indicación t r a s c e n d e n t e de u n a e s t r u c t u r a ideaF
del objeto. E s t a e s t r u c t u r a p u e d e develarse f á c i l m e n t e ; correlativa-
m e n t e a la i n d i c a c i ó n d e u n a fusión d e la n e g a c i ó n p o l i m o r f a con
la n e g a c i ó n a b s t r a c t a q u e es su sentido, d e b e develarse u n a indi-
c a c i ó n t r a s c e n d e n t e e i d e a l : la de u n a f u s i ó n del esto existente con
su esencia por-venir. Y esta f u s i ó n d e b e ser tal q u e l o a b s t r a c t o sea
f u n d a m e n t o d e lo c o n c r e t o y, s i m u l t á n e a m e n t e , lo c o n c r e t o f u n d a -

1
Une négation resserrée. (N. del T.)
m e n t ó d e lo abstracto; en otros términos, la existencia concreta "en
carne y hueso" debe ser la esencia, la esencia debe producirse a sí
misma c o m o concreción total, es decir, con la plena riqueza d e lo
concreto, sin que, empero, p o d a m o s encontrar en ella otra cosa q u e
ella m i s m a en su total pureza. O , si se prefiere, la f o r m a debe ser
por sí m i s m a -—y t o t a l m e n t e — sú p r o p i a materia. R e c í p r o c a m e n t e ,
la m a t e r i a debe producirse c o m o f o r m a absoluta. Esta fusión impo-
sible y p e r p e t u a m e n t e i n d i c a d a d e la esencia y de la existencia n o
pertenece al presente ni al p o r v e n i r ; indica, m á s bien, la fusión del
¡casado, del presente y del porvenir, y se presenta como síntesis-áe-
operarse de la totalidad temporal. Es el valor en t a n t o q u e trans-
cendencia; es lo q u e se llama la belleza. L a belleza representa, pues,
un estado ideal del m u n d o , correlativo de u n a realización ideal del
para-sí, en q u e la esencia y la existencia de las cosas se develan?
c o m o identidad a u n ser que, en esta develación misma, se f u n d i r í a
consigo mismo en la u n i d a d absoluta del en-sí. Precisamente p o r q u e
lo bello n o es sólo u n a síntesis trascendente de-operar sino q u e no
puede realizarse excepto en y p o r "una totalización d e nosotros mis-
mos, precisamente por eso queremos lo bello y c a p t a m o s el universo
como falto de belleza, en la m e d i d a en que nosotros mismos nos cap-
tamos c o m o falta. Pero, así c o m o el en-sí-para-sí n o es u n a posibi-
lidad p r o p i a del para-sí, así t a m p o c o lo bello es u n a potencialidad
d e las cosas. L o bello infesta al m u n d o c o m o u n irrealizable. Y, en
la m e d i d a en q u e el h o m b r e realiza lo bello en el m u n d o , lo realiza
en el m o d o imaginario. Esto significa q u e en la intuición estética
a p r e h e n d o u n objeto imaginario a través de u n a realización imagina-
ria d e m í mismo c o m o totalidad en-sí y para-sí. D e ordinario, lo
bello, c o m o valor, n o es temáticamente explicitado c o m o valor-fuera-
de-alcance-del-mundo. Es implícitamente a p r e h e n d i d o en las cosas
como u n a ausencia; se devela implícitamente a través d e la imper-
fección del m u n d o .
Estas potencialidades originarias n o son las únicas q u e caracte-
rizan al esto. E n efecto: en la m e d i d a en q u e el para-sí tiene-de-ser
su ser allende su presente, es develación d e u n m á s allá del ser cuali-
ficado q u e viene al esto del f o n d o del ser. E n t a n t o q u e el para-sí
es allende el c u a r t o creciente, j u n t o a u n ser-allende-el-ser q u e es la
luna llena f u t u r a , la luna llena se convierte en potencialidad del cuar-
to creciente; en t a n t o q u e el para-sí es allende el capullo, j u n t o a la
flor, la flor es potencialidad del capullo. L a develación d e estas
nuevas potencialidades implica u n a relación originaria con el pasado.
E n el p a s a d o se h a descubierto poco a p o c o el n e x o entre c u a r t o
creciente y l u n a , e n t r e capullo y flor. Y el pasado del para-sí es
p a r a el para-sí c o m o saber. Pero este saber n o p e r m a n e c e c o m o algo
d a d o e inerte. Está detrás del para-sí, sin d u d a , incognoscible c o m o
tal y f u e r a de alcance. Pero, en la u n i d a d ek-stática d e su ser, a
p a r t i r d e ese p a s a d o el para-sí se h a c e a n u n c i a r lo q u e él es e n p o r -
venir. M i saber acerca d e la l u n a m e escapa en t a n t o q u e conoci-
m i e n t o temático. P e r o yo lo soy y mi m a n e r a de ser es — p o r lo
menos en ciertos casos— h a c e r venir a m í lo q u e yo n o soy ya en
la f o r m a d e lo q u e n o soy a ú n . Esta negación del esto •—que yo h e
sido—, la soy d o b l e m e n t e : en el m o d o del n o ser ya y del n o ser
a ú n . Soy allende el c u a r t o creciente c o m o posibilidad d e u n a nega-
ción radical d e la l u n a c o m o disco pleno, y, correlativamente al re-
t o r n o d e m i negación f u t u r a hacia m i presente, la l u n a llena se vuelve
hacia el c u a r t o creciente p a r a d e t e r m i n a r l o en esto c o m o negación:
ella es lo q u e le falta, y esto q u e le falta lo h a c e ser c o m o c u a r t o
creciente. Así, en la u n i d a d de u n a m i s m a negación ontológica,
atribuyo la dimensión d e f u t u r o al c u a r t o creciente en t a n t o q u e tal
—en f o r m a d e p e r m a n e n c i a y d e esencia— y lo constituyo c o m o
c u a r t o creciente p o r la d e t e r m i n a n t e reversión hacia él d e aquello
q u e le falta. Así se constituye la g a m a d e las potencialidades, q u e
va desde la p e r m a n e n c i a hasta las potencias. L a realidad-humana,
al trascenderse h a c i a su p r o p i a posibilidad d e negación, se h a c e ser
aquello p o r lo cual la negación p o r trascendencia viene al m u n d o ;
por la realidad h u m a n a viene la falta a las cosas en f o r m a d e "po-
tencia", "inconclusión", " a p l a z a m i e n t o " , " p o t e n c i a l i d a d " .
E m p e r o , el ser trascendente d e la f a l t a n o p u e d e tener la n a -
turaleza de la f a l t a ek-stática en la i n m a n e n c i a . Veámoslo m e j o r .
El en-sí n o tiene-de-ser su p r o p i a potencialidad en el m o d o del a ú n
no. L a develación del en-sí es originariamente develación d e la
identidad d e indiferencia. E l en-sí es lo q u e es sin n i n g u n a disper-
sión ek-stática d e su ser. N o tiene-de-ser, pues, su p e r m a n e n c i a o su
esencia o lo f a l t a n t e q u e le" falta, c o m o yo tengo-de-ser m i porvenir.
M i surgimiento en el m u n d o h a c e surgir correlativamente las p o t e n -
cialidades. P e r o estas potencialidades se f i j a n e n su surgimiento mis-
m o ; están roídas p o r la exterioridad. N u e v a m e n t e encontramos aquí
ese doble aspecto de lo trascendente, que, en su a m b i g ü e d a d misma,
h a d a d o n a c i m i e n t o al espacio: u n a totalidad q u e se desmenuza en
relaciones d e exterioridad. L a potencialidad se revierte desde el
f o n d o del porvenir sobre el esto p a r a determinarlo, p e r o la relación
del esto c o m o en-sí c o n su p o t e n c i a l i d a d es u n a relación d e exterio-
r i d a d . E l c u a r t o c r e c i e n t e está d e t e r m i n a d o c o m o falto 1 o privado
de, c o n r e s p e c t o a la l u n a llena. P e r o , al m i s m o t i e m p o , se devela
c o m o s i e n d o p l e n a m e n t e lo q u e es, ese signo c o n c r e t o e n el cielo,
q u e n o necesita d e n a d a p a r a ser lo q u e es. L o m i s m o o c u r r e con
a q u e l c a p u l l o , o c o n esta cerilla, q u e es lo q u e es, p a r a l a c u a l su
s e n t i d o d e ser-cerilla p e r m a n e c e exterior, q u e puede sin d u d a e n -
c e n d e r s e p e r o q u e , a c t u a l m e n t e , es este c a b o d e m a d e r a b l a n c a c o n
c a b e c i t a n e g r a . L a s p o t e n c i a l i d a d e s del esto, b i e n q u e e n conexión
rigurosa c o n él, se p r e s e n t a n c o m o en-sí y son e n e s t a d o d e indife-
r e n c i a c o n r e s p e c t o a él. E s t e t i n t e r o puede ser q u e b r a d o , a r r o j a d o
c o n t r a el m á r m o l d e la c h i m e n e a , d o n d e se h a r á trizas. P e r o esta
p o t e n c i a l i d a d está e n t e r a m e n t e e s c i n d i d a d e él, p u e s n o es sino el
c o r r e l a t o t r a s c e n d e n t e d e mi posibilidad d e l a n z a r l o c o n t r a el m á r -
m o l d e la c h i m e n e a . E n sí m i s m o , n o es n i q u e b r a b l e n i i n q u e b r a b l e :
es. E s t o n o q u i e r e d e c i r q u e y o p u e d a c o n s i d e r a r u n esto f u e r a d e
t o d a p o t e n c i a l i d a d : p o r el solo h e c h o d e ser y o m i p r o p i o f u t u r o , el
esto se d e v e l a c o m o d o t a d o d e p o t e n c i a l i d a d e s ; c a p t a r la cerilla c o m o
c a b o d e n i a d e r a b l a n c a c o n c a b e c i t a n e g r a n o es d e s p o j a r l a d e t o d a
p o t e n c i a l i d a d , sino s i m p l e m e n t e c o n f e r i r l e o t r a s n u e v a s ( u n a n u e v a
p e r m a n e n c i a ; u n a n u e v a e s e n c i a ) . P a r a q u e el esto estuviera' e n t e -
r a m e n t e desprovisto d e p o t e n c i a l i d a d e s , sería m e n e s t e r q u e yo f u e r a
u n p u r o p r e s e n t e , lo q u e es inconcebible. Sólo q u e el esto t i e n e di-
versas p o t e n c i a l i d a d e s q u e son equivalentes, es decir, están e n es-
t a d o d e e q u i v a l e n c i a c o n r e s p e c t o a él. Pues, e n efecto, el esto n o
t i e n e - d e - j e r / a í . A d e m á s , m i s posibles n o son, sino q u e se posibilizan,
p o r q u e e s t á n roídos desde d e n t r o p o r m i libertad. E s decir q u e , cual-
q u i e r a q u e sea m i posible, su c o n t r a r i o es i g u a l m e n t e posible. P u e d o
q u e b r a r este t i n t e r o , p e r o lo m i s m o p u e d o g u a r d a r l o e n u n a g a v e t a ;
p u e d o a p u n t a r , a l l e n d e el c u a r t o creciente, a la l u n a llena, p e r o p u e d o
i g u a l m e n t e r e c l a m a r la p r e s e n c i a del c u a r t o c o m o tal. E n conse-
c u e n c i a , el t i n t e r o se e n c u e n t r a d o t a d o d e posibles e q u i v a l e n t e s : ser
g u a r d a d o e n u n a g a v e t a , ser q u e b r a d o . E s t e c u a r t o creciente p u e d e
ser u n a c u r v a a b i e r t a e n el cielo, o u n disco e n a p l a z a m i e n t o . A
estas p o t e n c i a l i d a d e s , q u e se v u e l v e n h a c i a el esto sin ser sidas p o r

1
En el texto, manquant, que es lo traducido hasta ahora (cf. segunda
•parte, cap. I, § III) como "faltante". La palabra francesa, en efecto, puede-
significar "faltante a" (manquant á) o "falto de" (manquant de); además,
Be ha visto en el lugar citado la relatividad mutua de lo faltante y lo falto
(o "existente"). (N. del T.)
él y sin t e n e r d e serlo, las l l a m a r e m o s probabilidades, p a r a señalar
q u e existen e n el m o d o d e ser d e l en-sí. M i s posibles n o s o n : se
posibilizan. P e r o los probables, e n c a m b i o , n o se " p r o b a b i l i z a n " :
•son en si, e n t a n t o q u e probables. E n este sentido, el t i n t e r o es, p e r o
su ser-tintero es u n p r o b a b l e , p u e s el " t e n e r - d e - s e r - t i n t e r o " del tin-
t e r o es u n a p u r a a p a r i e n c i a q u e se f u n d e e n seguida e n r e l a c i ó n d e
e x t e r i o r i d a d . Estas p o t e n c i a l i d a d e s o p r o b a b i l i d a d e s q u e son el sen-
t i d o del ser a l l e n d e el ser, p r e c i s a m e n t e p o r q u e i o n en-sí allende el
ser, son nadas. L a esencia del t i n t e r o es sida c o m o c o r r e l a t o d e la
n e g a c i ó n posible del para-sí, p e r o ella n o es el t i n t e r o ni tiene-de-
serlo; e n t a n t o q u e es e n sí, es n e g a c i ó n h i p o s t a s i a d a , r e i f i c a d a , es
decir, p r e c i s a m e n t e , q u e es u n n a d a , q u e p e r t e n e c e a la f a j a 1 d e
n a d a q u e r o d e a y d e t e r m i n a al m u n d o . El p a r a - s í revela al t i n t e r o
c o m o t i n t e r o . P e r o esta revelación se h a c e a l l e n d e el ser del t i n t e r o ,
e n ese f u t u r o q u e n o es; t o d a s las p o t e n c i a l i d a d e s del ser, d e s d e l a
p e r m a n e n c i a h a s t a la p o t e n c i a l i d a d cualificadas, se d e f i n e n c o m o
lo q u e el ser no es aún sin q u e j a m á s t e n g a v e r d a d e r a m e n t e de-
serlas. T a m p o c o a q u í el c o n o c i m i e n t o a g r e g a ni q u i t a n a d a al ser;
n o lo a d o r n a d e n i n g u n a c u a l i d a d n u e v a . Sólo h a c e q u e h a y a ser
t r a s c e n d i é n d o l o h a c i a u n a n a d a q u e n o m a n t i e n e c o n él sino rela-
ciones n e g a t i v a s d e e x t e r i o r i d a d : este c a r á c t e r d e p u r a n a d a d e la
p o t e n c i a l i d a d se m a n i f i e s t a h a r t o c l a r a m e n t e e n el p r o c e s o d e las
ciencias, q u e , p r o p o n i é n d o s e establecer relaciones d e s i m p l e exterio-
r i d a d , s u p r i m e r a d i c a l m e n t e lo p o t e n c i a l , es decir, la esencia y las
potencias. Pero, p o r o t r a p a r t e , su necesidad c o m o e s t r u c t u r a signifi-
cativa d e la p e r c e p c i ó n a p a r e c e con s u f i c i e n t e nitidez p a r a q u e h u e l -
g u e insistir: el c o n o c i m i e n t o científico, e n efecto, n o p u e d e n i siiperar
ni s u p r i m i r la e s t r u c t u r a p o t e n c i a l i z a d o r a d e la p e r c e p c i ó n ; al c o n -
trario, la s u p o n e .
H e m o s t r a t a d o d e m o s t r a r c ó m o la p r e s e n c i a del p a r a - s í al ser
d e v e l a a éste c o m o cosa-, y, p a r a c l a r i d a d d e l a exposición, h e m o s
d e b i d o m o s t r a r . s u c e s i v a m e n t e las d i f e r e n t e s e s t r u c t u r a s d e la c o s a :
el esto y la espacialidad, la p e r m a n e n c i a , la esencia y las potenciali-
dades. V a d e suyo, e m p e r o , q u e esta exposición sucesiva n o corres-
p o n d e a u n a p r i o r i d a d real d e algunos de esos m o m e n t o s sobre los
otros: el s u r g i m i e n t o del p a r a - s í h a c e develarse la cosa con la tota-
lidad d e sus estructuras. N o h a y u n a d e ellas, p o r o t r a p a r t e , q u e

1
Manchón: literalmente, al "manguito'' con que se rodea al antebrazo.
(N. del T.)
n o implique a todas las d e m á s : el esto n o tiene ni siquiera anterio-
r i d a d lógica sobre la esencia: al contrario, la s u p o n e ; y, recíproca-
mente, la esencia es esencia de esto. A n á l o g a m e n t e , el esto c o m o
ser-cualidad n o p u e d e a p a r e c e r sino sobre f o n d o d e m u n d o ; p e r o el
m u n d o es la colección d e los estos; y la relación desagregativa entre
el m u n d o y los estos es la especialidad. N o h a y aquí, pues, n i n g u n a
f o r m a sustancial, n i n g ú n principio d e u n i d a d q u e se m a n t e n g a detrás
d e los modos d e aparición del f e n ó m e n o : todo se d a d e u n a vez sin
primacía. Por las mismas razones, sería erróneo concebir cualquier
p r i m a c í a d e lo representativo. Nuestras descripciones, en efecto, nos
h a n llevado a p o n e r d e relieve la cosa en el mundo, y, p o r este he-
cho, p o d r í a m o s caer e n t e n t a c i ó n d e creer q u e el m u n d o y la cosa
se develan al para-sí en u n a especie d e intuición c o n t e m p l a t i v a : sólo
con posterioridad los objetos serían dispuestos entonces los u n o s res-
p e c t o d e los otros en u n o r d e n p r á c t i c o d e utensilidad. T a l error se
evitará si se quiere considerar q u e el m u n d o a p a r e c e en el interior
del circuito d e la ipseidad. E l m u n d o es lo q u e separa al para-sí
d e sí mismo, o, p a r a utilizar u n a expresión heideggeriana: es aquello
a p a r t i r d e lo c u a l la r e a l i d a d - h u m a n a se h a c e a n u n c i a r lo q u e ella
es. Este proyecto h a c i a sí del para-sí, q u e constituye la ipseidad, no
es e n m o d o a l g u n o reposo contemplativo. Es u n a falta, c o m o hemos
dicho, p e r o n o u n a f a l t a dada: es u n a f a l t a q u e tiene-de-ser p o r sí
misma su p r o p i a falta. H a d e comprenderse bien, en efecto, q u e
u n a f a l t a constatada o f a l t a en-sí, se desvanece e n exterioridad; lo
hemos señalado en las páginas precedentes. P e r o u n ser q u e se cons-
tituye a sí m i s m o c o m o f a l t a no p u e d e determinarse sino ahí, en
aquello q u e le f a l t a y q u e él es; en suma, p o r u n a r r a n c a m i e n t o
p e r p e t u o a sí h a c i a el sí q u e él tiene-de-ser. Esto significa q u e la
f a l t a n o p u e d e ser p o r sí m i s m a su p r o p i a f a l t a sino c o m o falta
denegada: el único n e x o p r o p i a m e n t e interno d e lo q u e está f a l t o
d e . . . con lo q u e le f a l t a es la denegación. E n efecto: en la me-
dida en q u e el ser q u e está f a l t o d e . . . no es lo q u e le falta, c a p t a -
rnos en él u n a negación. Pero, si esta negación n o h a d e desvane-
cerse en p u r a exterioridad —y, con ella, t o d a posibilidad d e negación
en general—, su f u n d a m e n t o está .en la necesidad q u e tiene el ser
falto d e . . ., d e ser lo q u e le falta. Así, el f u n d a m e n t o d e la negación
es negación d e negación. P e r o esta n e g a c i ó n - f u n d a m e n t o n o es algo
dado, así c o m o n o lo es la f a l t a d e la cual ella es u n m o m e n t o esen-
cial; esa n e g a c i ó n - f u n d a m e n t o es c o m o teniendo-de-ser; el para-sí
se hace ser, en la u n i d a d f a n t a s m a "reflejo-reflejante", su p r o p i a fal-
t a ; es decir, se proyecta hacia ella denegándola. Sólo c o m o falta
de-suprimir p u e d e la f a l t a ser f a l t a interna p a r a el para-sí, y el p a r a -
sí n o p u e d e realizar su propia f a l t a sino teniendo-de-serla, es decir,
siendo proyecto hacia su supresión. Así, la relación entre el para-sí
y su porvenir n u n c a es estática ni d a d a ; sino q u e el porvenir viene
al presente del para-sí p a r a determinarlo en su meollo mismo, en
t a n t o q u e el para-sí está ya allá en el porvenir c o m o su supresión.
El para-sí n o p u e d e ser f a l t a aquí si n o es allá supresión de la f a l t a ;
pero u n a supresión q u e él tiene-de-ser e n el m o d o del n o serlo. Esta
relación originaria permite luego verificar empíricamente faltas p a r -
ticulares c o m o faltas padecidas o soportadas. Ella es f u n d a m e n t o , en
general, de la afectividad; y se i n t e n t a r á explicarla psicológicamente
instalando en el psiquismo esos ídolos y fantasmas q u e se d e n o m i n a n
tendencias o apetitos. Estas tendencias o estas fuerzas a las q u e se
inserta por violencia en la psique n o son comprensibles en sí mismas,
pues el psicólogo las d a c o m o existentes en sí, es decir, que su carác-
ter mismo d e fuerzas está contradicho por su íntimo reposo d e indi-
ferencia, y su u n i d a d se dispersa e n p u r a relación de exterioridad.
N o podemos captarlas sino a título de proyección en el en-sí de una
relación d e ser i n m a n e n t e del para-sí consigo, y esta relación onto-
lógica es, precisamente, la falta.
Pero esta falta n o p u e d e ser c a p t a d a téticamente y conocida
por la conciencia irreflexiva (así c o m o t a m p o c o a p a r e c e a la refle-
xión i m p u r a y cómplice q u e la a p r e h e n d e como objeto psíquico, es
decir, como tendencia o c o m o sentimiento). N o es accesible sino a
la reflexión purificadora, d e la q u e no hemos de o c u p a m o s aquí.
Asi, pues, en el p l a n o d e la conciencia del m u n d o , esa falta n o p u e d e
aparecerse sino en proyección, c o m o carácter trascendente e ideal.
E n efecto, si lo q u e f a l t a al para-sí es presencia ideal a u n ser-allende-
el-ser, el ser-allende-el-ser es originariamente c a p t a d o c o m o u n a fal-
ta-del-ser. Así, el m u n d o se devela c o m o infestado por ausencias
de-realizar, y c a d a esto aparece con u n cortejo de ausencias q u e lo
indican y determinan. Estas ausencias n o difieren, en el fondo, de
las potencialidades. Simplemente, les captamos m e j o r la significación.
Así, las ausencias indican el esto c o m o esto, e, inversamente, el esto
a p u n t a hacia las ausencias. Siendo cada ausencia ser-allende-el-ser.
es decir, en-sí ausente, c a d a esto a p u n t a hacia otro estado d e su ser
o hacia otros seres. Pero, claro está, esta organización en complejos
indicativos se fija y petrifica en en-sí, puesto que de en-sí se t r a t a ;
todas esas indicaciones m u d a s y petrificadas, q u e recaen en la indi-
fcrencia del aislamiento al m i s m o t i e m p o q u e surgen, se p a r e c e n a la
sonrisa d e piedra, a los ojos vacíos d e u n a estatua. D e m o d o q u e
las ausencias q u e aparecen tras las cosas n o aparecen c o m o ausencias
q u e tengan-de-ser-presentificadas por las cosas. N o se p u e d e decir
t a m p o c o q u e se develen c o m o teniend0-de-set-rea.liza.dsis por mí, pues-
to q u e el yo es u n a estructura trascendente d e la psique q u e aparece
sólo a la conciencia reflexiva. Son exigencias p u r a s q u e se yerguen
c o m o "vacíos de-llenar" en m e d i o del circuito d e ipseidad. Simple-
mente, su carácter d e "vacíos de-llenar p o r el para-sí" se manifiesta
a la conciencia irreflexiva p o r u n a urgencia directa y personal que
es vivida c o m o tal sin ser referida a alguno ni tematizada. E n el
hecho y por el h e c h o mismo d e vivirlas como pretensiones se revela
lo q u e hemos l l a m a d o en otro capítulo su ipseidad. Son las tareas ;
y este m u n d o es u n m u n d o d e tareas. C o n relación a las tareas, el
esto q u e ellas indican es a la vez "esto de esas tareas" —es decir, el
en-sí único q u e se d e t e r m i n a por ellas y q u e ellas indican como
capaz d e cumplirlas—, y aquello q u e en m o d o a l g u n o tiene-de-ícr
esas tareas, ya q u e es en la u n i d a d absoluta d e la identidad. Esta
conexión en el aislamiento, esta relación d e inercia e n lo dinámico,
es lo q u e llamaremos la relación d e m e d i o a fin. Es u n ser-para
d e g r a d a d o , l a m i n a d o por la exterioridad, y su idealidad trascen-
d e n t e n o p u e d e concebirse sino c o m o correlato del ser-para q u e el
para-sí tiene-de-ser. L a cosa, en t a n t o q u e reposa a la vez en la
q u i e t a beatitud de la indiferencia y, empero, indica allende sí misma
tareas de-cumplir q u e le a n u n c i a n lo q u e ella tiene-de-ser, es el ins-
t r u m e n t o o utensilio. L a relación originaria de las cosas e n t r e sí, la
q u e aparece sobre el f u n d a m e n t o de la relación cuantitativa de los
estos, es, pues, la relación d e utensilidad. Y esta utensilidad n o es
posterior ni está s u b o r d i n a d a a las estructuras antes indicadas: en
cierto sentido, las s u p o n e ; en otro, es supuesta por ellas. L a cosa
n o es p r i m e r a m e n t e cosa p a r a ser utensilio después; ni es primero
utensilio p a r a develarse luego c o m o cosa: es cosa-utensilio. Cierto
es, empero, q u e se descubrirá a la indagación ulterior del científico
c o m o p u r a m e n t e cosa, es decir, d e s p o j a d a d e toda utensilidad. Pero
ello se d e b e a q u e el científico n o se cuida d e establecer sino las
p u r a s relaciones d e exterioridad; el resultado d e esa indagación cien-
tífica, p o r o t r a parte, es q u e la cosa misma, despojada d e t o d a ins-
t r u m e n t a l i d a d , se e v a p o r a p a r a t e r m i n a r en exterioridad absoluta.
Se ve en q u é m e d i d a h a y q u e corregir la f ó r m u l a d e Heidegger:
ciertamente, el m u n d o aparece en el circuito d e ipseidad, pero siendo
este circuito no-tético, la anunciación de lo q u e soy n o p u e d e ser
tética tampoco. Ser en el m u n d o n o es escaparse del m u n d o hacia
sí mismo, sino escaparse del m u n d o hacia u n allende el m u n d o que
es el m u n d o f u t u r o . L o q u e el m u n d o m e a n u n c i a es ú n i c a m e n t e
" m u n d a n o " . Ello n o obsta p a r a que, si la remisión al infinito de
los utensilios n o remite jamás a u n para-sí q u e yo soy, la totalidad
d e los utensilios sea el correlato exacto de mis posibilidades. Y, como
soy mis posibilidades, el orden d e los utensilios en el m u n d o es la
imagen proyectada en el en-sí d e mis posibilidades, es decir, de
aquello q u e yo soy. Pero no p u e d o descifrar j a m á s esta imagen m u n -
d a n a : m e a d a p t o a ella en la acción y por la acción; es menester
la escisiparidad reflexiva p a r a q u e p u e d a ser yo objeto p a r a mí mis-
mo. Así, pues, la inautenticidad n o es la causa d e q u e la realidad
h u m a n a se p i e r d a en el m u n d o ; sino q u e el ser-en-el-mundo, p a r a
ella, es perderse radicalmente en el m u n d o por la develación misma
q u e h a c e q u e h a y a u n m u n d o ; es ser remitida sin tregua, sin si-
q u i e r a la posibilidad d e u n "y p a r a q u é " , de utensilio en utensilio,
sin otro recurso q u e la revolución reflexiva. D e n a d a serviría obje-
tarnos q u e la c a d e n a d e los " p a r a q u é " p e n d e d e los " p a r a q u i é n "
(Worumwillen). Ciertamente, el Worumwillen nos remite a u n a
estructura del ser q u e n o hemos elucidado a ú n : el para-otro. Y el
" p a r a q u i é n " aparece constantemente tras los instrumentos. Pero
ese para quién, cuya constitución es diferente del " p a r a q u é " , n o
i n t e r r u m p e la cadena. Es simplemente u n eslabón d e ella, y n o per-
mite, c u a n d o se lo e n c a r a en la perspectiva d e la instrumentalidad,
escapar al en-sí. Ciertamente, esta Topa de t r a b a j o es p a r a el obrero.
Pero es p a r a q u e el obrero p u e d a r e p a r a r el techo sin ensuciarse. ¿ Y
p o r q u é n o debe ensuciarse? P a r a n o gastar en adquisición de ropa
la m a y o r p a r t e d e su salario. Pues, en efecto, este salario le es a d j u -
d i c a d o c o m o la c a n t i d a d m í n i m a de d i n e r o q u e le p e r m i t a subvenir
a su m a n u t e n c i ó n ; y, precisamente, "se m a n t i e n e " p a r a p o d e r aplicar
su potencia d e t r a b a j o a la reparación d e techos. ¿ Y p o r q u é debe
r e p a r a r el techo? P a r a q u e n o llueva en la oficina d o n d e los
empleados realizan u n t r a b a j o d e contabilidad; etc. Esto n o signi-
fica q u e debamos c a p t a r siempre al p r ó j i m o c o m o u n instrumento
d e tipo particular, sino simplemente que, si consideramos al p r ó j i m o
p a r t i e n d o del m u n d o , n o p o r eso escaparemos a la remisión al infi-
n i t o d e los complejos d e utensilidad.

Así, en la m e d i d a en q u e el para-sí es su propia f a l t a como


denegación, correlativamente a su í m p e t u hacia sí mismo, el ser se le
devela sobre f o n d o de m u n d o c o m o cosa-utensilio, y el m u n d o surge
c o m o f o n d o indiferenciado d e complejos indicativos d e utensilidad.
E l c o n j u n t o d e esas remisiones carece de significación, p e r o e n el
sentido d e q u e n o hay siquiera posibilidad d e p l a n t e a r en ese p l a n o
el p r o b l e m a d e la significación. Se t r a b a j a p a r a vivir y se vive p a r a
t r a b a j a r . L a cuestión del sentido d e la totalidad " v i d a - t r a b a j o " :
" ¿ P o r q u é t r a b a j o yo, q u e vivo? ¿ P o r q u é vivir si es p a r a traba-
j a r ? " , n o p u e d e plantearse sino en el p l a n o reflexivo, ya q u e implica
un descubrimiento del para-sí p o r sí mismo.
Q u e d a p o r explicar p o r qué, c o m o correlato de la p u r a nega-
ción q u e soy, la utensilidad p u e d e surgir e n el m u n d o . ¿ C ó m o n o
soy negación estéril e i n d e f i n i d a m e n t e repetida del esto en t a n t o q u e
p u r o esto? ¿ C ó m o p u e d e develar esta negación u n a pluralidad de
tareas q u e son m i imagen, si n o soy n a d a m á s q u e la p u r a n a d a
q u e tengo-de-ser? P a r a responder a estas preguntas, h a d e recor-
darse q u e el para-sí n o es p u r a y simplemente u n porvenir q u e viene
al presente. Tiene-de-ser a d e m á s su p a s a d o en f o r m a del " e r a " . Y
la implicación ek-stática de las tres dimensiones temporales es tal,
que, si el para-sí es u n ser q u e se hace a n u n c i a r p o r su porvenir el
sentido d e lo q u e él era, es también, en el mismo surgimiento, u n
ser q u e tiene-de-ser su será e n la perspectiva d e cierto " e r a " q u e él
rehuye. E n este sentido, siempre h a dfe buscarse la significación d e
u n a dimensión t e m p o r a l en otra parte,-en o t r a dimensión; es lo q u e
hemos l l a m a d o la diáspora; pues la u n i d a d d e ser diaspórica n o es
u n a p u r a pertenencia dada: es la necesidad d e realizar la diáspora
haciéndose condicionar allá, a f u e r a , en la u n i d a d d e sí. Así, pues,
la negación q u e soy y q u e devela al "esto", tiene-de-ser en el m o d o
del " e r a " . Esta p u r a negación que, e n t a n t o q u e simple presencia,
n o es, tiene su ser a la zaga d e sí, c o m o p a s a d o o facticidad. E n
t a n t o q u e tal, h a d e reconocerse q u e n o es j a m á s negación sin raíces.
Es, al contrario, negación cualificada, si se a d m i t e e n t e n d e r p o r
ello q u e arrastra su cualificación e n pos d e sí c o m o el ser q u e ella
tiene-de-no-ser e n la f o r m a del " e r a " . L a negación surge como ne-
gación no-tética del pasado, en el m o d o d e la determinación interna,
en t a n t o q u e se h a c e negación tética del' esto. Y el surgimiento se
produce en la u n i d a d d e u n doble "ser p a r a " , puesto q u e la nega-
ción se p r o d u c e a la existencia, en el m o d o reflejo-reflejante, c o m o
negación del esto, para h u i r del pasado q u e ella es, y huye del p a s a d o
para desprenderse del esto huyéndole en su ser hacia el porvenir. Es
lo q u e llamaremos el punto de vista del para-sí sobre el m u n d o . Este
[junto d e vista, asimilable a la facticidad, es cualificación ek-stática
d e la negación c o m o relación originaria con el en-sí. Pero, p o r otra
parte, y como lo heme» visto, todo lo que el para-sí es, lo es. en el
m o d o del " e r a " c o m o pertenencia ek-stática al m u n d o . N o encuen-
t r o mi presencia en el f u t u r o , ya q u e el f u t u r o m e entrega el m u n d o
c o m o correlato de u n a conciencia por-venir; sino q u e m i ser se nie
a p a r e c e en el pasado, a u n q u e no-temáticamente, en el m a r c o del
ser-en-sí, es decir, en relieve en m e d i o del m u n d o . Sin d u d a , este
ser es todavía conciencia d e . . ., es decir, para-sí; p e r o es u n para-sí
f i j a d o en en-sí y, p o r consiguiente, es u n a conciencia del m u n d o des-
caecida en m e d i o del m u n d o . El sentido del realismo, del n a t u r a -
lismo y del materialismo está en el p a s a d o : estas tres filosofías son
descripciones del p a s a d o como si f u e r a presente. El para-sí es, pues,
doble h u i d a del m u n d o : escapa a su p r o p i o ser-en-medio-del-mundo
c o m o presencia a u n m u n d o del cual huye. L o posible es el libre
término de la huida. El para-sí n o p u e d e h u i r hacia u n trascen-
d e n t e q u e él n o es, sino sólo hacia u n trascendente q u e él es. Esto
q u i t a t o d a posibilidad d e detención a esa h u i d a p e r p e t u a ; si cabe
usar d e u n a imagen vulgar, p e r o q u e h a r á c a p t a r m e j o r m i pensa-
miento, recuérdese al asno q u e va a r r a s t r a n d o u n carricoche en pos
d e sí y q u e p r o c u r a a t r a p a r u n a zanahoria f i j a d a al extremo de u n
palo sujeto a las varas. T o d o esfuerzo del asno p a r a coger la zana-
horia tiene p o r efecto h a c e r a v a n z a r el coche entero y la zanahoria
misma, q u e p e r m a n e c e siempre a igual distancia del asno. Así co-
rremos tras u n posible q u e nuestra propia carrera h a c e aparecer,
q u e n a es sino nuestra carrera y q u e se define por eso mismo como
f u e r a de alcance. Corremos h a c i a nosotros mismos y somos, p o r eso
mismo, el ser q u e n o p u e d e alcanzarse. E n cierto sentido, la carrera
está desprovista d e significación, ya q u e el t é r m i n o n o es d a d o nunca,
sino inventado y proyectado a m e d i d a q u e corremos hacia él. Y, en
otro sentido, n o podemos denegarle esa significación q u e ella rechaza,
pues, pese a todo, el posible es el sentido del para-si: pero, m á s bien,
la h u i d a tiene y n o tiene sentido.

_ A h o r a bien: en esa misma h u i d a del pasado que soy hacia el


porvenir q u e soy, el porvenir se prefigura con respecto al pasado al
mismo tiempo q u e confiere a éste t o d o su sentido. El porvenir es
el p a s a d o preterido-trascendido, como u n en-sí dado, hacia u n en-sí
q u e sería su propio fundamento,- es decir, q u e sería en t a n t o q u e yo
tendría-de-serlo. M i posible es la libre recuperación de mi pasado
en t a n t o q u e esta recuperación p u e d e salvarlo f u n d á n d o l o . H u y o
del ser sin f u n d a m e n t o q u e yo e r a hacia el acto f u n d a d o r q u e n o
p u e d o ser sino en el m o d o del seré. Así, el posible es la f a l t a q u e el
para-sí .se h a c e ser, es decir, lo q u e f a l t a a la negación presente en
t a n t o q u e es negación cualificada (o sea, negación q u e tiene su cua-
lidad f u e r a d e sí, en el p a s a d o ) . E n t a n t o que tal, el posible mismo
está cualificado. N o a título d e algo dado, q u e sería su p r o p i a cua-
lidad en el m o d o del en-sí, sino c o m o indicación d e esa recuperación
q u e f u n d a r í a la cualificación ek-stática q u e el para-sí era. Así, la
sed es tridimensional: es h u i d a presente d e u n estado d e vacío que
el para-sí era. Y esa misma h u i d a confiere al estado dado su carác-
ter de vacío ó de f a l t a : en el pasado, la f a l t a n o podría ser falta,
pues lo dado n o p u e d e " f a l t a r " a menos q u e sea trascendido h a c i a . . .
por u n ser q u e sea su propia trascendencia. Pero esa h u i d a es
h u i d a h a c i a . . . , y este " h a c i a " le d a su sentido. E n t a n t o q u e tal,
la h u i d a es falta que se hace a sí misma, es decir, a la vez constitu-
ción, en el pasado, d e lo d a d o c o m o falta o potencialidad, y libre
recuperación de lo d a d o p o r u n para-sí que se hace ser falta b a j o
la f o r m a "reflejo^ reflejante", es decir, como conciencia de falta. Y
ese hacia qué la f a l t a huye de sí misma, en t a n t o q u e se hace con-
dicionar en su ser-falta por aquello q u e le falta, es la posibilidad
q u e ella es d e ser sed q u e n o h a d e ser ya falta, es decir, sed-re-
pleción. El posible es indicación de repleción, y el valor, c o m o ser-
f a n t a s m a q u e rodea y p e n e t r a d e p a r t e a p a r t e al para-sí, es la
indicación d e u n a sed q u e sería a la vez dada — c o m o lo "era"—• y
r e c u p e r a d a — c o m o el juego del "reflejo-reflejante" la constituye
ek-státicamente—. Se trata, c o m o se ve, d e u n a plenitud q u e se
determina a sí misma c o m o sed. Esa relación ek-stática pasado-pre-
sente provee al esbozo de esa plenitud con la estructura "sed" c o m o
su sentido, y el posible q u e soy debe proveerle la densidad misma,
su carne de plenitud, como reflexión. Así, m i presencia al ser, q u e
lo d e t e r m i n a en esto, es negación del esto en tanto que yo soy t a m -
bién falta cualificada allá-al-lado del esto. Y, en la m e d i d a en que
m i posible es presencia posible al ser allende el ser, la cualificación
d e m i posible devela u n ser-allende-el-ser c o m o el ser cuya copre-
st acia es copresencia rigurosamente conexa a u n a repleción por-venir.
Así se devela en el m u n d o la ausencia c o m o ser de-realizar, en t a n t o
q u e este ser es correlativo del ser-posible qué me falta. El vaso de
agua aparece como debiendo-ser-bebido, es decir, c o m o correlato d e
u n a sed c a p t a d a no-téticamente y en su ser mismo c o m o debiendo
ser colmada. Pero estas descripciones, todas las cuales implican u n a .
relación c o n el f u t u r o del m u n d o , serán m á s claras si m o s t r a m o s
a h o r a c ó m o , sobre el f u n d a m e n t o d e la n e g a c i ó n originaria, el t i e m p o
del m u n d o o t i e m p o universal se d e v e l a a la conciencia.

IV

EL T I E M P O DEL M U N D O

E l t i e m p o universal v i e n e al m u n d o p o r el Para-si. E l en-sí


n o d i s p o n e d e t e m p o r a l i d a d , p r e c i s a m e n t e p o r q u e es en-sí y la t e m -
p o r a l i d a d es el m o d o d e ser u n i t a r i o d e u n ser q u e está p e r p e t u a -
m e n t e a d i s t a n c i a d e sí p a r a sí. El Para-sí, al c o n t r a r i o , es t e m p o r a -
l i d a d , p e r o n o es conciencia de t e m p o r a l i d a d e x c e p t o c u a n d o se p r o -
d u c e a sí m i s m o e n l a relación " r e f l e x i v o - r e f l e x o " . E n el m o d o
irreflexivo, d e s c u b r e la t e m p o r a l i d a d en el ser, es decir, a f u e r a . L a
t e m p o r a l i d a d universal es objetiva.

A) El Pasado.

El "esto" n o aparece c o m o u n presente que tenga luego de-


h a c e r s e p a s a d o y q u e p r e v i a m e n t e e r a f u t u r o . Este tintero, d e s d e
q u e lo percibo, t i e n e y a e n su existencia sus tres d i m e n s i o n e s t e m -
porales E n t a n t o q u e lo c a p t o c o m o p e r m a n e n c i a , es decir, c o m o
esencia, es ya en f u t u r o , a u n q u e y o n o le esté p r e s e n t e e n m i p r e -
sencia a c t u a l sino c o m o p o r - v e n i r - a - m í - m i s m o . Y, al m i s m o t i e m p o ,
n o p u e d o c a p t a r l o sino c o m o h a b i e n d o ya sido ahí, e n el m u n d o , e n
t a n t o q u e y o m i s m o e s t a b a ya a h í c o m o presencia. E n este sentido,
n o existe "síntesis d e r e c o g n i c i ó n " , si se e n t i e n d e p o r ello u n a ope-
r a c i ó n p r o g r e s i v a d e i d e n t i f i c a c i ó n q u e , p o r o r g a n i z a c i ó n sucesiva
d e los " a h o r a s " , c o n f i e r a u n a duración a la cosa p e r c i b i d a . E l P a r a -
sí d i s p o n e el estallido d e su t e m p o r a l i d a d t o d o a lo l a r g o del en-sí
d e v e l a d o c o m o a lo l a r g o d e u n i n m e n s o m u r o m o n ó t o n o d e l c u a l
n o se v e fin. Soy esta n e g a c i ó n original q u e tengo-de-ser, e n el
m o d o del a ú n n o y del ya, a l l á - a l - l a d o del ser q u e es lo q u e es. Asi,
pues, si s u p o n e m o s u n a conciencia q u e s u r j a e n u n m u n d o inmóvil,
a l l á - a l - l a d o d e u n ser ú n i c o q u e sea i n m u t a b l e m e n t e lo q u e es, este
ser se d e v e l a r í a c o n u n p a s a d o y u n p o r v e n i r d e i n m u t a b i l i d a d q u e
n o necesitarían n i n g u n a " o p e r a c i ó n " d e síntesis y q u e se i d e n t i f i c a -
rían con sus develaciones respectivas. L a operación sólo sería n e c c -
saria si el Para-si tuviera, a la vez, q u e retener y constituir su propio
pasado. Pero, p o r el simple h e c h o d e q u e él es su p r o p i o p a s a d o
así c o m o su p r o p i o porvenir, la develación del en-sí n o p u e d e ser
sino temporalizada. El "esto" se devela t e m p o r a l m e n t e , n o p o r q u e
se r e f r a c t e a través d e u n a f o r m a a priori del sentido interno, sino
p o r q u e se devela a u n a develación cuyo p r o p i o ser es temporalización.
E m p e r o , la a - t e m p o r a l i d a d del ser está representada en su develación
m i s m a : en t a n t o q u e c a p t a d o p o r y en u n a t e m p o r a l i d a d q u e se
temporaliza, el esto a p a r e c e originariamente c o m o t e m p o r a l ; pero,
en t a n t o q u e es lo q u e es, deniega ser su p r o p i a t e m p o r a l i d a d , y
solamente refleja el t i e m p o ; además, devuelve la relación ek-stática
interna — q u e está en la f u e n t e d e la t e m p o r a l i d a d — c o m o u n a p u r a
relación objetiva de exterioridad. L a p e r m a n e n c i a , c o m o transac-
ción e n t r e la identidad i n t e m p o r a l y la u n i d a d ek-stática d e tem-
poralización, aparecerá, pues, c o m o el p u r o deslizamiento d e instan-
tes en-sí, p e q u e ñ a s n a d a s separadas u n a s d e otras y reunidas por u n a
relación d e simple exterioridad, e n la superficie d e u n ser q u e con-
serva u n a i n m u t a b i l i d a d a t e m p o r a l . N o es v e r d a d , pues, q u e la in-
t e m p o r a l i d a d del ser sé nos escape; al contrario, está dada en el
tiempo y f u n d a la m a n e r a d e ser del t i e m p o universal.
Así, pues, en t a n t o q u e el Para-sí " e r a " lo q u e es, el utensilio
o la cosa se le a p a r e c e c o m o h a b i e n d o ya sido ahí. El Para-sí n o
p u e d e ser presencia al esto sino c o m o presencia q u e era; toda per-
cepción es en sí misma, y sin n i n g u n a "operación", u n reconoci-
miento. Y lo q u e se revela a través de la u n i d a d ek-stática del
Pasado y del Presente es u n ser idéntico. N o se lo c a p t a c o m o siendo
H mismo en el p a s a d o y en el presente, sino c o m o siendo él.
L a t e m p o r a l i d a d n o es m á s q u e u n ó r g a n o de visión. E m p e r o ,
el esto ya era ese él q u e es. Así, aparece c o m o teniendo u n pasado.
Sólo q u e el esto deniega ser ese p a s a d o ; solamente lo tiene. L a tem-
poralidad, en t a n t o q u e c a p t a d a objetivamente, es, pues, u n p u r o
f a n t a s m a , pues n o se d a ni c o m o t e m p o r a l i d a d del Para-sí ni t a m -
p o c o c o m o t e m p o r a l i d a d q u e el en-sí tiene-de-ser. Al mismo tiempo,
el p a s a d o trascendente, siendo en-sí a título d e trascendencia, no
p o d r í a ser c o m o lo q u e el Presente tiene-de-ser, y se aisla en u n
f a n t a s m a de Selbststdndigkeit. Y como c a d a m o m e n t o del Pasado
es u n "haber-sido Presente", ese aislamiento prosigue en el interior
mismo del Pasado. D e suerte q u e el esto i n m u t a b l e se devela a tra-
vés de u n p a r p a d e o y u n f r a c c i o n a m i e n t o al infinito de en-síes fantas-
mas. Asi se m e revelan ese vaso o esta mesa: n o d u r a n ; son; y el
tiempo fluye sobre ellos. Sin d u d a , se dirá q u e n o veo sus cambios.
Pero esto es introducir i n o p o r t u n a m e n t e u n p u n t o d e vista científico.
Este p u n t o d e vista, n o justificado p o r n a d a , es contradicho por
nuestra propia percepción: la pipa, el lápiz, todos estos seres q u e se
entregan íntegramente en c a d a u n o de sus "perfiles" y cuya p e r m a -
nencia es totalmente indiferente a la multiplicidad de los perfiles,
son también, a u n q u e develándose en la temporalidad, trascendentes
a toda temporalidad. L a "cosa" existe d e u n trazo, c o m o " f o r m a " ,
es decir, como u n todo n o afectado por n i n g u n a de las variaciones
superficiales y parasitarias q u e podemos ver en ella. C a d a esto se
devela con u n a ley de ser, la cual d e t e r m i n a su umbral, es decir, el
nivel de cambio en q u e el esto d e j a r á de ser lo q u e es p a r a , simple-
mente, n o ser más. Y esa ley d e ser q u e expresa la " p e r m a n e n c i a "
es u n a estructura i n m e d i a t a m e n t e develada de su esencia; d e t e r m i n a
u n a potencialidad-límite del esto: la de desaparecer del m u n d o . Vol-
veremos sobre ello. Entonces, el Para-sí c a p t a la temporalidad sobre
el ser, como u n p u r o reflejo q u e juega en la superficie del ser sin
posibilidad alguna d e modificarlo. El científico f i j a en concepto esta
nihilidad absoluta y fantasmal del tiempo, con el n o m b r e de homo-
geneidad. Pero la captación trascendente y sobre el en-sí d e ' las
u n i d a d ek-stática del Para-sí temporalizante se opera c o m o apre-
hensión de u n a f o r m a vacía d e u n i d a d temporal, sin n i n g ú n ser q u e
f u n d e esta u n i d a d siéndola. Así, pues, aparece, en el p l a n o Pre-
sente-Pasado, esa curiosa u n i d a d d e la dispersión absoluta q u e es la
temporalidad externa, en q u e c a d a antes y cada después es u n " e n -
sí" aislado de los otros p o r su exterioridad de indiferencia y en que,
sin embargo, esos instantes son reunidos en la u n i d a d de ser d e u n
mismo ser, ser común o T i e m p o q u e n o es sino la dispersión m i s m a
concebida como necesidad y Sustancialidad. Esta naturaleza contra-
dictoria n o podría aparecer sino sobre el doble f u n d a m e n t o del P a r a -
si y el En-sí. A p a r t i r de aquí, p a r a la reflexión científica, en t a n t o
q u e ésta aspira a hipostasiar la relación d e exterioridad, el En-si
será concebido —es decir, pensado en vacío— n o c o m o u n a tras-
cendencia e n c a r a d a a través del tiempo, sino c o m o u n contenido
que pasa de instante en instante; o, m e j o r aún, como u n a multipli-
cidad de contenidos m u t u a m e n t e exteriores y rigurosamente seme-
jantes entre sí.
H a s t a ahora, hemos i n t e n t a d o la descripción d e la temporalidad
universal en la hipótesis d e q u e n a d a viene del ser, salvo su i n m u t a -
bilidad intemporal. Pero, precisamente, del ser viene algo-, lo que,
a falta de n o m b r e mejor, llamaremos aboliciones y apariciones. Estas
apariciones y aboliciones deben ser objeto de u n a elucidación p u r a -
m e n t e metafísica y n o ontológica, pues n o se p o d r í a concebir la ne-
cesidad d e ellas ni a p a r t i r de las estructuras d e ser del Para-sí ni
a p a r t i r d e las del En-sí: su existencia es la de u n hecho contingente
y metafísico. N o sabemos exactamente lo que viene del ser en el
f e n ó m e n o d e aparición, ya q u e tal f e n ó m e n o es ya p r o p i o d e u n
esto temporalizado. Empero, la experiencia nos enseña q u e hay sur-
gimientos y aniquilaciones de diversos estos y, c o m o a h o r a sabe-
mos q u e la percepción devela al En-sí y, f u e r a del En-sí, nada, po-
demos considerar al en-sí c o m o el f u n d a m e n t o d e esos surgimientos
y aniquilaciones. Vemos claramente, además, q u e el principio de
identidad, c o m o ley de ser del en-sí, exige que la abolición y la
aparición sean totalmente exteriores al en-sí a p a r e c i d o o abolido; si
no, el en-sí sería y n o sería a la vez. L a abolición n o p u e d e ser esc
descaecimiento d e ser q u e es u n fin. Sólo el Para-sí p u e d e conocer
esos descaecimientos, p o r q u e él es p a r a sí mismo su propio fin. El
ser, cuasi-afirmación en q u e el a f i r m a n t e está e m p a s t a d o p o r lo q u e
se a f i r m a , existe sin finitud interna, en la tensión p r o p i a d e su
" a f i r m a c i ó n - sí-mismo". S u " h a s t a entonces" le es totalmente ex-
terior. Así, la abolición n o significa la necesidad d e u n después, q u e
n o p u e d e manifestarse sino en u n m u n d o y p a r a u n en-sí, sino de
u n cuasi-después. Este cuasi-después p u e d e expresarse así: el ser-
en-sí n o p u e d e o p e r a r la mediación entre él mismo y su n a d a . A n á -
logamente, las apariciones n o son aventuras del ser apareciente. Esa
anterioridad a sí mismo q u e la a v e n t u r a supondría n o p u e d e encon-
trarse sino en el Para-sí, del cual t a n t o la aparición c o m o el fin son
aventuras internas. El ser es lo q u e es. Es, sin "ponerse a ser", sin
infancia ni j u v e n t u d : lo a p a r e c i d o n o es su propia n o v e d a d ; es d e
e n t r a d a ser, sin relación con u n antes q u e él tuviera-de-ser e n el
m o d o del no serlo y en q u e tendría-de-ser como p u r a ausencia. Aquí
t a m b i é n encontramos u n a cuasi-sucesión, es decir, u n a exterioridad
completa d e lo a p a r e c i d o con respecto a su n a d a .
P e r o p a r a q u e esta exterioridad absoluta sea d a d a en la f o r m a
del " h a y " , es necesario ya u n m u n d o ; es decir, el surgimiento d e
u n Para-si. L a exterioridad absoluta del En-sí con respecto al En-sí
h a c e q u e la n a d a misma q u e es el casi-antes d e la aparición o el
casi-después d e la abolición no p u e d a siquiera encontrar lugar en
la plenitud del ser. Sólo en la u n i d a d de u n m u n d o y sobre f o n d o
d e m u n d o p u e d e a p a r e c e r u n esto q u e no era, p u e d e develarse esa
relación-de-ausencia-de-relación q u e es la exterioridad; l a n a d a de.
ser que es la anterioridad con respecto a u n a p a r e c i d o q u e " n o e r a "
no p u e d e venir sino retrospectivamente, a u n m u n d o , p o r u n Para-sí
q u e es su p r o p i a n a d a y su p r o p i a anterioridad. Así, el surgimiento
y la aniquilación del esto son fenómenos ambiguos: lo q u e viene al
ser por el Para-sí es, t a m b i é n en este caso, u n a p u r a n a d a , el no-
ser-aún y el no-ser-ya. El ser considerado n o es el f u n d a m e n t o de
ello, ni t a m p o c o lo es el m u n d o c o m o totalidad c a p t a d a antes o des-
pués. Pero, p o r otra parte, en t a n t o q u e el surgimiento se devela
en un m u n d o por u n Para-sí q u e es su p r o p i o antes y su p r o p i o
después, la aparición se d a p r i m e r a m e n t e c o m o u n a a v e n t u r a ; c a p -
tamos el esto a p a r e c i d o c o m o siendo ya ahí en el m u n d o c o m o su
propia ausencia, en t a n t o q u e nosotros éramos ya presentes a u n
m u n d o en que él estaba ausente. Así, la cosa p u e d e surgir d e su
propia n a d a . N o se t r a t a d e u n a perspectiva conceptual d e la m e n t e ,
sino d e u n a estructura originaria d e la percepción. Las experiencias
de la Gestalttheorie muestran claramente que la p u r a aparición es
c a p t a d a siempre c o m o surgimiento d i n á m i c o ; lo a p a r e c i d o viene
corriendo al ser, desde el f o n d o de la n a d a . T e n e m o s aquí, al m i s m o
tiempo, el origen del "principio d e causalidad". El ideal d e la c a u -
salidad n o es la negación d e lo aparecido en t a n t o q u e tal, c o m o lo
quiere u n Meyerson, ni t a m p o c o la asignación d e u n n e x o p e r m a -
n e n t e d e exterioridad entre dos fenómenos. L a causalidad p r i m e r a
es la captación d e lo a p a r e c i d o antes q u e aparezca, c o m o siendo ya
ahí en su propia n a d a p a r a p r e p a r a r su aparición. L a causalidad
es simplemente la captación p r i m e r a de la t e m p o r a l i d a d d e lo a p a -
recido c o m o m o d o ek-stático d e ser. Pero el carácter aventuroso del
acaecimiento, c o m o la constitución ek-stática de la aparición, se des-
agregan en la percepción m i s m a ; q u e d a n fijados el antes y el después
en su nada-en-sí, y lo aparecido en su indiferente i d e n t i d a d ; el po-scr
de lo a p a r e c i d o en el instante anterior se devela c o m o p l e n i t u d in-
diferente del ser existente en este instante; la relación de causalidad
se desagrega en p u r a relación de exterioridad entre "estos" anteriores
a lo a p a r e c i d o y lo a p a r e c i d o mismo. Así, la a m b i g ü e d a d d e la
aparición y la desaparición proviene de q u e éstas se d a n , c o m o el
m u n d o , como el espacio, c o m o ia potencialidad y la utensilidad y
como el propio tiempo universal, con el aspecto d e totalidades en
perpetua desagregación.
T a l es, pues, el p a s a d o del m u n d o , h e c h o d e instantes h o m o -
géneos y unidos m u t u a m e n t e por u n a p u r a relación d e exterioridad.
Por su pasado, como ya lo hemos advertido, el Para-sí se f u n d e en
el En-sí. Al Pasado, el Para-sí convertido en En-sí se revela como
siendo en m e d i o del m u n d o : es, h a perdido su trascendencia. Y,
p o r este hecho, su ser se preterifica en el t i e m p o : n o hay n i n g u n a
diferencia e n t r e el P a s a d o del Para-sí y el p a s a d o del m u n d o que ie
f u e copresente, excepto q u e el Para-sí tiene-de-ser su propio pasado.
Así, n o hay sino un Pasado, q u e es p a s a d o del ser o Pasado objetivo
en el cual yo era. M i p a s a d o es p a s a d o en el m u n d o , pertenencia
q u e soy, q u e rehuyo hacia la totalidad del ser pasado. Esto significa
q u e h a y coincidencia, p a r a u n a de las dimensiones temporales, entre
la t e m p o r a l i d a d ek-stática q u e tengo-de-ser y el t i e m p o del m u n d o
c o m o p u r a n a d a d a d a . Por el Pasado pertenezco a la temporalidad
universa], y m e h u r t o a ella p o r el presente y el futuro.

B) El Presente.

El Presente del Para-sí es presencia al ser y, en t a n t o q u e tal,


n o es. Pero es develación del ser. El ser que aparece a la Presencia
se d a c o m o siendo en Presente. Por esta razón el Presente se d a
a n t i n ó m i c a m e n t e c o m o n o siendo c u a n d o es vivido, y c o m o siendo
la m e d i d a única del Ser en t a n t o q u e se devela como siendo lo que
es en Presente. N o q u e el ser n o rebalse al Presente: pero esta
sobreabundancia de ser n o p u e d e ser c a p t a d a sino a través del órga-
n o de aprehensión q u e es el Pasado, es decir, como lo q u e no es ya.
Así, ese libro sobre m i mesa es en presente y era (idéntico a si mismo)
en el Pasado. Así, el Presente se devela a través de la temporalidad
originaria c o m o el ser universal, y al mismo tiempo n o es n a d a
•—nada m á s q u e el ser—; es p u r o deslizamiento a lo largo del ser,
pura nada.
Las precedentes reflexiones parecerían indicar que n a d a viene
del ser al presente salvo su ser. Sería olvidar q u e el ser se devela al
Para-sí ora c o m o inmóvil, ora c o m o en movimiento, y que las no-
ciones d e movimiento y reposo están en relación dialéctica. Pero el
movimiento n o p u e d e derivarse ontológicamente d e la naturaleza
del Para-sí ni de su relación f u n d a m e n t a l con el En-sí, ni de lo q u e
podemos descubrir originariamente en el f e n ó m e n o del Ser. Sería
concebible u n m u n d o sin movimiento. Por cierto, n o podría con-
templarse la posibilidad d e u n m u n d o sin cambio, salvo a título de
posibilidad p u r a m e n t e formal, pero el cambio n o es el movimiento.
El c a m b i o es alteración d e la cualidad del esto-, se produce, c o m o
liemos visto, en bloque, por surgimiento o desagregación de u n a
forma. El movimiento supone, al contrario, la p e r m a n e n c i a de la
quiddidad. Si u n esto debiera a la vez ser trasladado de u n lugar a
otro y sufrir d u r a n t e esa traslación u n a alteración radical d e su ser,
esta alteración sería negadora del movimiento, pues n o h a b r í a ya
nada que estuviera en movimiento. El movimiento es p u r o cambio
de lugar de u n esto q u e permanece en los demás respectos inalterado,
como lo muestra suficientemente el postulado d e la homogeneidad
del espacio. El movimiento, q u e n o podría deducirse de n i n g u n a
característica de los existentes en presencia, que f u e n e g a d o p o r la
ontología eleática y que, en la ontología cartesiana, h a necesitado
el famoso recurso al "papirotazo", tiene, pues, el valor exacto de u n
hecho; participa enteramente d e la contingencia del ser y debe acep-
tarse como u n dato. Por cierto, veremos en seguida q u e es menester
un Para-sí p a r a q u e " h a y a " movimiento, lo q u e hace p a r t i c u l a r m e n t e
d'f'cil la asignación exacta de lo q u e en el movimiento p u r o viene
del ser; p e r o está f u e r a d e d u d a , en t o d o caso, q u e el Para-sí, a q u í
como en otros casos, no agrega nada al ser; en este, c o m o en otros
casos, es el p u r o N a d a sobre f o n d o del cual se destaca el movimiento.
Pero si, por la naturaleza misma del movimiento, nos está v e d a d o
intentar su deducción, p o r lo menos es posible, y a u n necesario, h a c e r
u n a descripción d e él. ¿ Q u é h a d e concebirse c o m o sentido del
movimiento?
Se cree que el movimiento es simple afección del ser p o r q u e el
móvil, después del movimiento, vuelve a encontrarse tal c o m o e r a
anteriormente. A m e n u d o se h a d a d o c o m o u n principio el q u e la
traslación no d e f o r m a la figura trasladada, a tal p u n t o parecía evi-
dente que el movimiento se sobreagregaba al ser sin modificarlo; y
es verdad, como hemos visto, que la q u i d d i d a d del esto p e r m a n e c e
inalterada. N a d a más típico de esa concepción que la resistencia
con que chocaron teorías c o m o la de Fitzgerald sobre la "contrac-
ción" o la de Einstein sobre las "variaciones de la m a s a " , p o r q u e
parecían a t a c a r m á s p a r t i c u l a r m e n t e lo q u e constituye el ser del
móvil. D e ahí procede, evidentemente, el principio de la relatividad
del movimiento, q u e se comprende a maravilla si éste es u n a carac-
terística exterior del ser y si n i n g u n a modificación intraestructural
lo determina. El movimiento se convierte entonces en u n a relación
a tal p u n t o externa del ser con su entorno, q u e resulta equivalente
decir que el ser está en movimiento y su entorno en reposo, o, recí-
procamente, q u e el e n t o r n o está en movimiento y el ser considerado
está en reposo. Desde este p u n t o de vista, el movimiento n o aparece
ni c o m o u n ser ni c o m o un m o d o de ser, sino c o m o u n a relación
e n t e r a m e n t e desustancializada.
Pero el hecho d e q u e el móvil sea idéntico a sí mismo al partir
y al llegar, es decir, en las dos estasis q u e e n c u a d r a n el movimiento,
n a d a prejuzga acerca d e lo q u e h a sido mientras era móvil. Tanto
valdría decir que el a g u a q u e hierve en u n autoclave n o sufre nin-
g u n a transformación d u r a n t e la ebullición, so pretexto de q u e pre-
senta las mismas características c u a n d o está fría y después de en-
friada. El q u e se p u e d a asignar diferentes posiciones sucesivas al
móvil d u r a n t e su movimiento y q u e en cada posición aparezca se-
m e j a n t e a sí mismo t a m p o c o debe detenernos, pues esas posiciones
definen el espacio recorrido y n o el movimiento mismo. Al contrario,
esta tendencia m a t e m á t i c a a t r a t a r el móvil como u n ser en reposo
al q u e se desplaza a lo largo de u n a línea sin sacarlo d e su reposo,
está en el origen de las aporías eleáticas.
Así, la afirmación d e q u e el ser permanece inmutable en su
ser, ya esté en reposo, ya en movimiento, debe aparecérsenos como
u n m e r o postulado, q u e n o podríamos a c e p t a r sin crítica. P a r a so-
meterlo a ella, volvamos sobre los argumentos eleáticos, y en especial
sobre el d e la flecha. L a flecha, se nos dice, c u a n d o pasa por la
posición AB "es" ahí exactamente c o m o lo sería u n a flecha en re-
poso, con el extremo p u n t i a g u d o en A y el e x t r e m o opuesto en B.
Esto parece evidente, si se a d m i t e q u e el movimiento se superpone
al ser y, en consecuencia, n a d a viene a discriminar, si el ser está en
movimiento o en reposo. E n u n a p a l a b r a : si el movimiento es u n
accidente del ser, el movimiento y el reposo son indiscernibles. Los
argumentos que se acostumbra oponer a la más célebre de las aporías
eleáticas, la d e Aquiles y la T o r t u g a , n o tienen peso aquí. E n efecto:
¿ p a r a q u é objetar q u e los eleatas h a n c o n t a d o con la división al
infinito del espacio sin tener igualmente en c u e n t a la del tiempo?
Aquí n o se t r a t a d e posición ni de instante, sino d e ser. Nos aproxi-
mamos a u n a concepción correcta del problema c u a n d o respondemos
a los eleatas que ellos consideran n o el movimiento sino el espacio
q u e lo subtiende. Pero nos limitamos entonces a indicar la cuestión
sin resolverla: ¿ q u é h a d e ser, en efecto, el ser del móvil, p a r a q u e
su q u i d d i d a d permanezca inalterada, y, sin embargo, sea distinto en
su ser de u n ser en reposo?
Si intentamos p o n e r en claro nuestras resistencias a los argu-
mentos d e Zenón, advertimos q u e éstos tienen p o r origen cierta con-
c c p c i ó n n a t u r a l del m o v i m i e n t o : a d m i t i m o s q u e la f l e c h a " p a s a "
p o r AB, p e r o nos p a r e c e q u e pasar p o r u n l u g a r n o p u e d e ser e q u i '
v a l e n t e a permanecer, es decir, a ser allí. Sólo q u e , e n general, co*
m e t e m o s u n a grave c o n f u s i ó n , pues estimamos q u e el móvil n o h a c e
s i n o pasar p o r A B ( o sea, -que n u n c a es allí) y, a la vez, seguimos
s u p o n i e n d o q u e , e n sí mismo, es. D e esta suerte, a la vez sería e n sí
y n o sería en AB. T a l el origen d e la A p o r í a eleática: ¿ c ó m o p o d r í a
l a f l e c h a n o ser en AB, si, e n AB, la f l e c h a es? D i c h o d e o t r o m o d o :
p a r a evitar la a p o r í a eleática, h a d e r e n u n c i a r s e al p o s t u l a d o gene-
r a l m e n t e a d m i t i d o según el c u a l el ser e n m o v i m i e n t o conserva su
ser-en-sí. E s t a r sólo p a s a n d o p o r AB, es Ser-de-paso. ¿ Q u é es p a s a r ?
Es a la vez ser e n u n l u g a r y n o serlo. E n n i n g ú n m o m e n t o p u e d e
decirse q u e el ser d e p a s o es allí, so p e n a d e d e t e n e r l o b r u s c a m e n t e ;
p e r o t a m p o c o p o d r í a decirse q u e n o es, n i q u e no es allí, ni q u e es
en otra parte. S u relación con el l u g a r n o es u n a relación d e ocu-
pación. P e r o h e m o s visto antes q u e el lugar d e u n "esto" e n reposo
e r a su relación d e e x t e r i o r i d a d ' c o n el f o n d o , en t a n t o q u e esa rela-
c i ó n p u e d e desmoronarse e n m u l t i p l i c i d a d d e relaciones externas c o n
otros "estos" c u a n d o el f o n d o m i s m o se desagrega en m u l t i p l i c i d a d
•de f o r m a s x . El f u n d a m e n t o del espacio es, pues, la e x t e r i o r i d a d
r e c í p r o c a q u e viene al ser p o r el Para-sí y cuyo origen es q u e el
s e r es lo q u e es. E n u n a p a l a b r a , el ser d e f i n e su l u g a r revelándose
a u n Para-sí c o m o i n d i f e r e n t e a los d e m á s seres. Y esta i n d i f e r e n c i a
n o es sino su i d e n t i d a d m i s m a , su ausencia d e r e a l i d a d ek-stática,
e n t a n t o q u e c a p t a d a p o r u n Para-sí q u e es ya presencia a otros
"estos". P o r el simple hecho, pues, d e q u e el esto es lo q u e es, ocupa
u n lugar, es e n u n lugar, es decir, es p u e s t o en relación p o r el
Para-sí con los d e m á s estos c o m o no teniendo relaciones con ellos.
El espacio es la n a d a d e relación c a p t a d a c o m o relación p o r el ser
q u e es su p r o p i a relación. El h e c h o de pasar p o r u n l u g a r e n vez
d e ser allí n o p u e d e interpretarse, pues, sino e n t é r m i n o s d e ser. Esto
significa q u e , e s t a n d o el l u g a r f u n d a d a p o r el ser, el ser n o es ya
b a s t a n t e p a r a f u n d a r su l u g a r : lo esboza s o l a m e n t e ; sus relaciones
d e exterioridad con los d e m á s "estos" n o p u e d e n ser establecidas p o r
e l Para-sí, p o r q u e es necesario q u e éste las establezca a p a r t i r d e
u n esto q u e es. P e r o sin e m b a r g o , esas relaciones n o p u e d e n a n i q u i -
larse, p o r q u e el ser a p a r t i r del cual se establecen n o es u n a p u r a
n a d a . S i m p l e m e n t e , e n el " a h o r a " m i s m o e n q u e se las establece,

1
Sección II, cap. III.
ese ser es ya exterior a ellas, es decir que, en simultaneidad con
la develación de esas relaciones, se develan ya nuevas relaciones de
exterioridad cuyo f u n d a m e n t o es el esto considerado y que están
con las primeras en relación de exterioridad. Pero esta exterioridad
continua de las relaciones espaciales q u e definen el lugar del ser no
p u e d e hallar su f u n d a m e n t o sino en el hecho de que el esto consi-
d e r a d o es exterior a sí mismo. E n efecto, decir q u e el esto pasa por
u n lugar significa que ya n o es allí c u a n d o es allí todavía, es decir,
q u e está, con respecto a sí mismo, n o en u n a relación ek-stática de
ser sino en u n a p u r a relación de exterioridad. Así, hay " l u g a r " en
la m e d i d a en que el "esto" se devela como exterior a los demás
"estos". Y hay paso por ese lugar en la m e d i d a en que el ser n o se
resume ya en esa exterioridad sino que, al contrarío, le es ya exte-
rior. Asi, el movimiento es el ser d e u n ser q u e es exterior a
sí mismo. L ^ única cuestión metafísica q u e se plantea con ocasión
del movimiento es la de la exterioridad a sí. ¿ Q u é hemos de en-
tender por ello?
E n el movimiento, el ser n o cambia en nada c u a n d o pasa de
A a B. Esto significa que su cualidad, en t a n t o q u e representa al
ser que se devela c o m o esto al Para-sí, n o se transforma en otra
cualidad. El movimiento n o es en m o d o alguno asimilable al de-
venir; n o altera la cualidad en su esencia, así como t a m p o c o la
actualiza. L a cualidad permanece exactamente lo que es: lo q u e
cambia es su m a n e r a de ser. Esta bola roja q u e rueda sobre la
mesa de billar no d e j a de ser roja, pero ese r o j o que ella es, n o lo
es de la misma m a n e r a que c u a n d o estaba en reposo: ese rojo per-
manece en suspenso entre la abolición y la permanencia. E n efecto:
en t a n t o q u e ya en B es exterior a lo que era en A, hay aniquilación
del rojo; pero, en t a n t o que vuelve a encontrarse en C, u n a vez
pasado B, es exterior a esa aniquilación misma. Así escapa al ser p o r
la abolición, y a la abolición por el ser. Se encuentra, pues, u n a
categoría de "estos" en el m u n d o , de los cuales es propio n o ser
jamás sin que por eso sean nadas. L a única relación que el Para-sí
p u e d a c a p t a r originariamente en esos estos es la relación de exterio-
ridad a sí. Pues, siendo la exterioridad el nada, es necesario q u e
haya u n ser q u e sea a sí mismo su propia relación p a r a que haya
"exterioridad a sí". E n u n a palabra, nos es imposible definir en
puros términos de En-sí lo que se revela a u n Para-sí como exterio-
ridad-a-sí. Esta exterioridad n o p u e d e descubrirse sino p a r a u n ser
que es ya p a r a sí mismo allí lo que es aquí, es decir, p a r a u n a
conciencia. Esta exterioridad-a-sí, q u e aparece c o m o u n a p u r a en-
f e r m e d a d del ser, es decir, c o m o la imposibilidad q u e existe p a r a
ciertos estos de ser a la vez ellos mismos y su propia n a d a , h a d e
señalarse por algo q u e sea c o m o u n nada en el mundo, es decir,
como u n n a d a sustantificado. E n efecto, n o siendo la exterioridad-
a-sí en m o d o alguno ek-stática, la relación del móvil consigo mismo
es p u r a relación de indiferencia y n o p u e d e descubrirse sino a u n
testigo. Es u n a abolición que no puede hacerse y u n a aparición q u s
t a m p o c o se p u e d e hacer. Ese n a d a q u e m i d e y significa la exterio-
ridad-a-sí es la trayectoria, como constitución de exterioridad en la
u n i d a d de u n mismo ser. L a trayectoria es la línea q u e se traza, es
decir, u n a brusca apariencia de u n i d a d sintética en el espacio, u n a
simulación q u e se desmorona en seguida en multiplicidad infinita
de exterioridad. C u a n d o el esto está en reposo, el espacio es; c u a n d o
está en movimiento, el espacio se engendra o deviene. L a trayectoria
no es nunca, ya q u e es nada-, se desvanece en seguida en p u r a s rela-
ciones d e exterioridad entre diversos lugares, es decir, en la simple
exterioridad d e indiferencia o espacialidad. El movimiento no es
t a m p o c o ; es el menor-ser de u n ser q u e n o p u e d e conseguir ni abo-
lirse ni ser completamente; es el surgimiento, en el seno mismo del
en-sí, de la exterioridad de indiferencia. Ese p u r o vacilamiento d e
ser es a v e n t u r a contingente del ser. El Para-sí n o puede captarlo
sino a través del ék-stasis temporal y en u n a identificación ek-stática
y p e r m a n e n t e del móvil consigo mismo. Esta identificación n o su-
pone operación alguna y, en particular, n i n g u n a "síntesis d e recog-
nición"; n o es n a d a más, p a r a el Para-sí, q u e la u n i d a d d e ser
ek-stática del Pasado con el Presente. Así, la identificación temporal
del móvil consigo mismo, a través de la posición constante d e su
propia exterioridad, hace que la trayectoria se devele, es decir, q u e
s u r j a el espacio en la f o r m a de u n devenir evanescente. Por el
movimiento, el espacio se engendra en el tiempo; el movimiento
traza la línea, como trazado de la exterioridad a sí. L a línea se
desvanece al mismo tiempo que el movimiento, y ese f a n t a s m a de
u n i d a d temporal del espacio se f u n d e continuamente en el espacio
intemporal, es decir, en la p u r a multiplicidad de dispersión q u e es
sin devenir.
El Para-sí es, en el presente, presencia al ser. Pero la identidad
eterna d e lo p e r m a n e n t e n o permite c a p t a r esa presencia como un
reflejo sobre las cosas, ya q u e n a d a viene a diferenciar lo q u e es
de lo q u e era en la permanencia, L a dimensión presente del t i e m p o
universal sería, pues, incaptable, si n o hubiera el movimiento. El
movimiento d e t e r m i n a en presente p u r o al tiempo universal. E n
primer lugar, p o r q u e se revela c o m o vacilamiento presente: ya, en
pasado, n o es n a d a m á s q u e u n a línea evanescente, u n a estela q u e
6e deshace; en el f u t u r o , no es e n absoluto, al n o p o d e r ser su propio
proyecto; es c o m o la progresión constante de u n a grieta en la pared.
Por otra parte, su ser tiene la a m b i g ü e d a d incaptable del instante,
pues n o p o d r í a decirse ni q u e es ni q u e n o es; además, apenas a p a -
rece c u a n d o ya está trascendido y es exterior a sí. Simboliza perfec-
tamente, pues, con el Presente del Para-sí: la exterioridad a sí del
ser q u e n o p u e d e ni ser ni n o ser remite al Para-sí la imagen
•—proyectada en el plano del En-sí— de u n ser q u e tiene-de-ser lo
q u e n o es y tiene-de-no-ser lo q u e es. T o d a la diferencia es la q u e
separa la exterioridad a sí — e n q u e el ser no es p a r a ser su propia
exterioridad, pero "es ser", al contrario, por la identificación d e u n
testigo ek-stático— del p u r o ék-stasis temporalizante, en q u e el ser
tiene d e ser lo q u e n o es. El Para-sí se h a c e a n u n c i a r su Presente
p o r el móvil; es su propio presente en simultaneidad con el movi-
miento a c t u a l ; y el movimiento estará e n c a r g a d o d e realizar el t i e m p o
universal, en t a n t o q u e el Para-sí se hace a n u n c i a r su propio p r e -
sente por el presente del móvil. Esta realización p o n d r á de relieve
la exterioridad recíproca de los instantes, puesto q u e el presente del
móvil se define — a causa de la naturaleza misma del movimiento—
c o m o exterioridad a su propio pasado y exterioridad a esta exterio-
ridad. L a división al infinito del tiempo está f u n d a d a en esta ex-
terioridad absoluta.

C) El Futuro.

El f u t u r o originario es posibilidad de esa presencia q u e tengo


d e ser, allende lo real, a u n en-sí q u e es allende el en-si real. M i
f u t u r o e n t r a ñ a como copresencia f u t u r a el esbozo de u n m u n d o
futuro, y, según hemos visto, lo q u e se devela al Para-sí q u e seré
es ese m u n d o f u t u r o y n o las posibilidades mismas del Para-sí, sólo
cognoscibles por la m i r a d a reflexiva. Siendo mis posibles el sentido
de lo que soy, que surge a la vez como un allende el en-sí al cual
soy presencia, el f u t u r o del en-sí q u e se revela a mi f u t u r o está en
conexión directa y estrecha con lo real a lo cual soy presencia. Es
el en-sí presente modificado, pues mi f u t u r o n o es sino mis posibili-
dades d e presencia a u n en-sí q u e h a b r é modificado. Así, el f u t u r o
del m u n d o se devela a m i f u t u r o . Está h e c h o d e la g a m a d e las
potencialidades, q u e v a desde la s i m p l e p e r m a n e n c i a y la esencia
p u r a d e la cosa, h a s t a las potencias. D e s d e q u e f i j o la esencia d e la
cosa, c a p t á n d o l a c o m o m e s a o c o m o tintero, estoy y a allá, e n el
f u t u r o , p r i m e r a m e n t e p o r q u e su esencia n o p u e d e ser sino u n a co-
presencia a m i posibilidad u l t e r i o r d e no-ser-ya-sino-esa-negación;
a d e m á s , p o r q u e su p e r m a n e n c i a y su u t e n s i l i d a d m i s m a s d e m e s a o
d e t i n t e r o nos r e m i t e n al f u t u r o . "Hemos d e s a r r o l l a d o lo suficiente
estas observaciones p a r a dispensarnos d e insistir. L o ú n i c o q u e
q u e r e m o s h a c e r n o t a r es q u e t o d a cosa, desde su a p a r i c i ó n c o m o
cosa-utensilio, a l o j a d e e n t r a d a en el f u t u r o a l g u n a s d e sus e s t r u c t u -
ras y p r o p i e d a d e s . D e s d e la a p a r i c i ó n del m u n d o y d e los "estos",
hay u n f u t u r o «universal. Sólo q u e , c o m o s e ñ a l á b a m o s antes, t o d o
" e s t a d o " f u t u r o del m u n d o p e r m a n e c e e x t r a ñ o a él, e n p l e n a exte-
r i o r i d a d recíproca d e i n d i f e r e n c i a . H a y futuros del m u n d o q u e se
d e f i n e n c o m o eventualidades1 y se c o n v i e r t e n e n p r o b a b l e s a u t ó n o -
mos, q u e n o se p r o b a b i l i z a n sino q u e son, e n t a n t o q u e probables,
c o m o "ahoras" hechos y derechos, con su c o n t e n i d o bien d e t e r m i -
n a d o , p e r o n o realizados a ú n . Estos f u t u r o s p e r t e n e c e n a c a d a " e s t o "
o colección d e "estos", p e r o e s t á n afuera. E n t o n c e s , ¿ q u é es el por-
venir universal? H a d e vérselo como marco a b s t r a c t o d e esa j e r a r q u í a
d e equivalencias q u e son los f u t u r o s , c o n t i n e n t e d e e x t e r i o r i d a d e s
recíprocas q u e es él m i s m o e x t e r i o r i d a d , s u m a d e en-síes q u e es
ella m i s m a en-sí. Es decir q u e , c u a l q u i e r a q u e sea el p r o b a b l e q u e
h a y a d e prevalecer, h a y y h a b r á u n p o r v e n i r , p e r o , p o r este h e c h o ,
ese p o r v e n i r i n d i f e r e n t e y exterior al presente, c o m p u e s t o d e " a h o r a s "
indiferentes los u n o s a los otros y r e u n i d o s p o r la relación sustan-
t i f i c a d a d e antes-después ( e n t a n t o q u e esta relación, v a c i a d a d e
su c a r á c t e r ek-stático, n o tiene ya sino el sentido d e u n a n e g a c i ó n
e x t e r n a ) , es u n a serie d e c o n t i n e n t e s vacíos r e u n i d o s u n o s c o n otros
p o r la u n i d a d d e la dispersión. E n este sentido, o r a a p a r e c e el p o r -
v e n i r c o m o u n a u r g e n c i a y a m e n a z a , e n t a n t o q u e p e g o estrecha-
m e n t e el f u t u r o d e u n esto c o n su p r e s e n t e p o r el p r o y e c t o d e m i s
propias posibilidades a l l e n d e lo c o p r e s e n t e ; o r a esa a m e n a z a se des-
a g r e g a en p u r a e x t e r i o r i d a d y n o c a p t o ya el p o r v e n i r sino b a j o el
a s p e c t o d e u n p u r o c o n t i n e n t e f o r m a l , i n d i f e r e n t e a lo q u e lo llena
y h o m o g é n e o con el espacio, e n t a n t o q u e simple ley d e e x t e r i o r i d a d ;

1
Chances en el original; en otros contextos hemos traducido por "opor-
tunidades", y más adelante por "eventualidades de azar". (N. del T.)
o r a el porvenir se descubre c o m o u n a n a d a en-sí, en t a n t o q u e es
dispersión p u r a allende el ser.
Así, las dimensiones temporales a través de las cuales nos es
d a d o el esta intemporal, con su a - t e m p o r a l i d a d misma, t o m a n c u a -
lidades nuevas c u a n d o aparecen sobre el o b j e t o : el ser-en-sí, ia ob-
jetividad, la exterioridad de indiferencia, la dispersión absoluta. El
T i e m p o , en t a n t o "que se descubre a u n a temporalidad ek-stática q u e
se temporaliza, es doquiera trascendencia a sí y remisión del antes
al después y del después al antes. Pero el T i e m p o , e n t a n t o q u e se
h a c e c a p t a r sobre el en-sí, n o tiene-de-ser esa trascendencia a sí,
sino q u e ella es sida en él. L a cohesión del T i e m p o es u n p u r o
f a n t a s m a , reflejo objetivo del proyecto ek-stático del Para-sí hacia
sí mismo y d e la cohesión en m o v i m i e n t o d e la R e a l i d a d h u m a n a .
P e r o esa cohesión n o tiene ninguna razón de ser si se considera el
T i e m p o por sí mismo; se desmorona en seguida en u n a multiplicidad
absoluta d e instantes que, considerados s e p a r a d a m e n t e , pierden t o d a
naturaleza temporal y se reducen p u r a y simplemente a la total a-tem-
poralidad del esto. Así, el T i e m p o es p u r a n a d a en-sí q u e n o p u e d e
a p a r e n t a r tener u n ser sino p o r el a c t o mismo en q u e el Para-sí lo
f r a n q u e a p a r a utilizarlo. Pero este ser es el de u n a f o r m a singular
q u e se destaca sobre f o n d o indiferenciado d e tiempo y q u e llamare-
mos el lapso. E n efecto, nuestra p r i m e r a aprehensión del t i e m p o
objetivo es práctica: al ser yo mis posibilidades allende el ser co-
presente, descubro el t i e m p o objetivo c o m o el correlato en el m u n d o ,
d e la n a d a q u e m e separa d e m i posible. Desde este p u n t o de vista,
el t i e m p o aparece c o m o f o r m a finita, organizada, en el seno de u n a
dispersión i n d e f i n i d a ; el lapso es u n c o m p r i m i d o de t i e m p o en el
seno d e u n a absoluta descompresión, y esa compresión es realizada
p o r el proyecto de nosotros mismos hacia nuestros posibles. Ese com-
primido d e t i e m p o es, ciertamente, u n a f o r m a de dispersión y d e
separación, pues expresa en el m u n d o la distancia q u e m e separa d e
mí mismo. Pero, p o r otra parte, como j a m á s m e proyecto hacia u n
posible sino a través d e u n a serie organizada de posibles dependientes
que son lo q u e tengo-de-ser p a r a ser. . . , y c o m o la develación no-
temática y n o posicional de éstos es d a d a en la develación no-posi-
cional del posible principal hacia el cual m e proyecto, el tiempo
se m e devela c o m o f o r m a temporal objetiva, c o m o escalonamiento
organizado d e los probables: esta f o r m a objetiva o lapso es como
la trayectoria de m í acto.
Así, el t i e m p o a p a r e c e p o r trayectorias. Pero, tal c o m o las tra-
victorias espaciales se d e s c o m p r i m e n y se d e s m o r o n a n e n p u r a espa-
cialidad estática, así t a m b i é n la trayectoria t e m p o r a l se d e s m o r o n a ,
desde q u e n o es s i m p l e m e n t e vivida, c o m o lo q u e s u b t i e n d e 1 o b j e -
t i v a m e n t e a mi p r o p i o e s p e r a r m e . En efecto, los probables q u e se
m e d e s c u b r e n tienden n a t u r a l m e n t e a aislarse en probables en sí y
a o c u p a r u n a f r a c c i ó n riguros;unente s e p a r a d a del t i e m p o objetivo,
el lapso se desvanece, y el t i e m p o se revela c o m o j u e g o iridiscente
d e n a d a en la superficie de u n «:er r i g u r o s a m e n t e a - t e m p o r a l .

EL C O N O C I M I E N T O

Este r á p i d o esbozo d e la dcvclación del m u n d o al Para-sí nos


p e r m i t e concluir. C o n c e d e r e m o s al idealismo q u e el ser del Para-sí
es c o n o c i m i e n t o del ser, p e r o a g r e g a n d o q u e h a y u n ser d e este co-
n o c i m i e n t o . L a i d e n t i d a d e n t r e el ser del Para-sí y el c o n o c i m i e n t o
n o proviene de q u e el c o n o c i m i e n t o sea la m e d i d a del ser, sino d e
q u e el Para-sí se h a c e a n u n c i a r lo q u e él es p o r el en-sí, es decir, d e
q u e él es, e n su ser, relación con el ser. El c o n o c i m i e n t o n o es n a d a
m á s q u e la presencia del ser al Para-sí, y el Para-sí n o es sino el
nada q u e realiza esa presencia. Así, el c o n o c i m i e n t o es, p o r n a t u r a -
leza, ser ek-stático, y se c o n f u n d e p o r ello c o n el ser ek-stático del
Para-sí. El Para-sí n o es p r i m e r o p a r a c o n o c e r después, y t a m p o c o
p u e d e decirse q u e n o es sino e n t a n t o q u e c o n o c e o q u e es conocido,
p u e s t o q u e ello h a r í a desvanecerse al ser en u n a i n f i n i t u d r e g l a d a
d e conocimientos particulares. C o n o c i m i e n t o es el a c a e c i m i e n t o ab-
soluto y p r i m e r o c o n s t i t u i d o p o r el s u r g i m i e n t o absoluto del Para-sí
en m e d i o del ser y a l l e n d e el ser, a p a r t i r del ser q u e él n o es, y
c o m o n e g a c i ó n d e este ser y nihilización d e sí. E n u n a p a l a b r a , p o r
u n a inversión radical d e la posición idealista, el c o n o c i m i e n t o se reab-
sorbe e n el ser: n o es ni u n a t r i b u t o ni u n a c c i d e n t e del ser, sino
q u e no hay sino el ser. D e s d e este p u n t o d e vista, a p a r e c e c o m o
necesario a b a n d o n a r e n t e r a m e n t e la posición del idealismo y se h a c e
posible e n c a r a r la relación e n t r e el Para-sí y el En-sí c o m o u n a rela-
ción ontológica f u n d a m e n t a l ; h a s t a p o d r e m o s , al f i n a l d e este libro,

1
En el original, seguramente por errata, se lee sous-entend ("sobreen-
tiende") en lugar de sous-tend ("subtiende"). (JV. del T.)
considerar esa articulación del Fara-sí con respecto al En-sí como
el esbozo p e r p e t u a m e n t e móvil d e u n a cuasi-totalidad q u e podremos
d e n o m i n a r el Ser. Desde el p u n t o d e vista d e esta totalidad, el sur-
gimiento del Para-sí n o es sólo el acaecimiento absoluto p.ara el
Para-sí, sino t a m b i é n es algo que ocurre al En-sí, la única aventura
posible del En-sí: todo ocurre, en efecto, c o m o si el Para-sí, por su
p r o p i a nihilización, se constituyera en "conciencia d e . . .", es decir,
p o r su propia trascendencia escapara a la ley del En-sí, en que la
a f i r m a c i ó n está e m p a s t a d a por lo a f i r m a d o . El Para-sí, por su ne-
gación d e sí, se convierte en afirmación del En-sí. L a afirmación
intencional es como el reverso de la negación i n t e r n a ; sólo p u e d e
h a b e r a f i r m a c i ó n por u n ser q u e es su propia n a d a , y de u n ser q u e
n o es el ser a f i r m a n t e . P e r o entonces, en la cuasi-totalidad del Ser,
la a f i r m a c i ó n le ocurre al En-sí: la a v e n t u r a del En-sí es ser afir-
mado. Esta afirmación, q u e n o podía operarse c o m o afirmación de
sí por el En-sí sin ser destructora d e su ser-en-sí, le ocurre al En-sí
realizada p o r el Para-sí: es como u n ék-stasis pasivo del En-sí, q u e
lo d e j a inalterado y que, empero, se efectúa en él y a partir d e él.
T o d o sucede c o m o si hubiera u n a Pasión del Para-sí, q u e se perdiera
a sí m i s m o p a r a q u e la afirmación " m u n d o " ocurriera al En-sí. Y,
p o r cierto, esta a f i r m a c i ó n n o existe sino para el Para-sí; ella es el
p r o p i o Para-sí y desaparece con él. Pero n o está en el Para-sí, p u e s
es el ék-stasis m i s m o ; y, si el Para-sí es u n o de sus términos (el
a f i r m a n t e ) , el otro término, el En-sí, le es realmente presente; sólo
a f u e r a , sobre el ser, hay u n m u n d o q u e se m e descubre.
Al realista, p o r o t r a parte, concederemos q u e el ser mismo es
presente a la conciencia en el conocimiento, y q u e el Para-sí n o
agrega nada al En-sí, excepto el h e c h o mismo d e q u e haya En-sí, es
decir, la negación afirmativa. H e m o s asumido la tarea, e n efecto,
de m o s t r a r q u e el m u n d o y la cosa-utensilio, el espacio y la cantidad,
así c o m o el t i e m p o universal, son p u r a s nadas sustancializadas q u e
n o m o d i f i c a n en n a d a al ser p u r o q u e a través de ellos se revela.
E n este sentido, t o d o es dado, todo m e es presente sin distancia y en
su e n t e r a realidad; nada de lo q u e veo viene de m í ; n o hay nada
f u e r a d e lo q u e veo o d e lo q u e yo podría ver. El ser está doquiera
en torno d e m í ; parece q u e p u e d o tocarlo, asirlo; la representación,
c o m o acaecimiento psíquico, es u n a p u r a invención de los filósofos.
Pero de este ser q u e " m e inviste" por todas partes y del q u e nada
m e separa, estoy separado precisamente por nada, y este nada, p o r
ser la n a d a , es infranqueable. " H a y " ser p o r q u e soy negación del
ser, y la m u n d a n i d a d , la espacialidad, la cantidad, la utensilidad,
la temporalidad, sólo vienen al ser p o r q u e soy negación del ser; n o
agregan n a d a al ser, son p u r a s condiciones nihilizadas del " h a y " ,
n o hacen sino realizar el hay. Pero estas condiciones q u e no so:i
nada, m e separan m á s radicalmente del ser q u e c o m o lo h a r í a n
deformaciones prismáticas, a través d e las cuales p o d r í a a ú n esperar
descubrirlo. Decir q u e hay ser n o es n a d a , y, empero, es operar u n a
total metamorfosis, puesto q u e no hay ser sino p a r a u n Para-sí. El
ser n o es relativo al Para-sí ni en su cualidad p r o p i a ni en su ser, y
con ello evitamos el relativismo k a n t i a n o ; p e r o lo es en su " h a y " ,
puesto que en su negación interna el Para-sí a f i r m a lo q u e n o p u e d e
afirmarse, y conoce al ser tal cual es, c u a n d o el "tal cual es" n o
podría pertenecer al ser. E n este sentido, el Para-sí es presencia
inmediata al ser y se desliza a la vez c o m o distancia infinita e n t r e
él mismo y el ser. Pues el conocer tiene por ideal el ser-lo-que-se-
conoce, y por estructura originaria el no-ser-lo-conocido. M u n d a n i -
dad, espacialidad, etc., n o hacen sino expresar este n o ser. . . Así,
m e encuentro yo por doquiera entre m í y el ser, c o m o u n n a d a q u e
no es el ser. El m u n d o es h u m a n o . Se advierte la particularísima
posición de la conciencia: el ser está doquiera, c o n t r a mí, en t o r n o
mío, pesa sobre mí, m e asedia, y soy p e r p e t u a m e n t e remitido de ser
en ser; esta mesa q u e está ahí es ser y nada m á s ; esa roca, ese árbol,
aquel paisaje; ser y si no, nada. Q u i e r o c a p t a r este ser y n o encuen-
t r o ya sino mi yo. Pues el conocimiento, intermediario entre el ser
y el no-ser, m e remite al ser absoluto, y, si p r e t e n d o el conocimiento
subjetivo, m e remite a mí mismo c u a n d o creo c a p t a r lo absoluto.
El sentido mismo del conocimiento es lo q u e n o es y n o es lo q u e
es, pues, p a r a conocer el ser tal cual es, sería preciso ser ese ser;
pero n o hay "tal cual es" sino p o r q u e n o soy el ser al cual conozco,
y, si m e convirtiera en él, el "tal cual es" se desvanecería y n o podría
ya ni siquiera ser pensado. N o se t r a t a aquí ni de u n escepticismo
•—que supone precisamente q u e el "tal cual es" pertenece al ser—,
ni de u n relativismo. El conocimiento nos pone en presencia de lo
absoluto, y hay u n a v e r d a d del conocimiento. Pero esta verdad,
a u n q u e nos entrega n a d a m á s y n a d a menos q u e lo absoluto, per-
manece estrictamente h u m a n a .
Quizás asombre que hayamos t r a t a d o el problema del conocer
sin p l a n t e a r la cuestión del cuerpo y los sentidos, ni referirnos u n a
sola vez a ella. N o entra en nuestro propósito desconocer o descuidar
el papel del cuerpo. Pero importa ante todo, en ontología como en
cualquier otro terreno, observar u n orden riguroso del discurso. Y
el cuerpo, cualquiera que f u e r e su función, aparece a n t e todo como
algo conocido. N o podría, pues, referir a él el conocimiento ni tra-
t a r l o antes de h a b e r definido el conocer, ni derivar de él de ningún
m o d o o m a n e r a el conocer en su estructura f u n d a m e n t a l . Además,
el c u e r p o — n u e s t r o c u e r p o — tiene como carácter particular ser
esencialmente lo conocido por el prójimo-, lo que conozco es el cuer-
p o de los otros, y lo esencial de lo que sé de mi cuerpo proviene de
la m a n e r a en q u e los otros lo ven. Así, la naturaleza de mi cuerpo
m e remite a la existencia del p r ó j i m o y a m i ser-para-otro. Descubro
con él, p a r a la realidad h u m a n a , otro m o d o de existencia t a n f u n -
d a m e n t a l como el ser-para-sí, y al cual d e n o m i n a r é el ser-para-otro.
Si quiero describir de m a n e r a exhaustiva la relación del h o m b r e con
el ser, es menester a h o r a q u e aborde el estudio de esta nueva estruc-
t u r a de m i ser: el Para-otro. Pues la realidad h u m a n a debe ser en
su ser, en u n solo y mismo surgimiento, para-sí-para-otro.
T E R C E R A P A R T E

EL PARA-OTRO
CAPÍTULO I

LA EXISTENCIA DEL PRÓJIMO

EL PROBLEMA

H e m o s descrito la realidad h u m a n a p a r t i e n d o d e las c o n d u c t a s


negativas y del Cogito. S i g u i e n d o este hilo c o n d u c t o r , h e m o s descu-
b i e r t o q u e la r e a l i d a d h u m a n a es-para-sí. ¿ E s esto todo lo q u e ella
es? Sin salir de n u e s t r a a c t i t u d d e descripción reflexiva, p o d e m o s
e n c o n t r a r n o s con m o d o s d e conciencia q u e p a r e c e n indicar, sin d e j a r
d e ser e n sí mismos e s t r i c t a m e n t e para-sí, u n t i p o d e e s t r u c t u r a on-
tológica r a d i c a l m e n t e diverso. Esta estructura, ontológica es mía; mis
c u i d a d o s versan sobre mí; y, sin e m b a r g o , esa c u r a o c u i d a d o " p a r a -
m i " m e descubre u n ser q u e es m i ser sin ser-para-mí.
Consideremos, p o r e j e m p l o , la vergüenza. Se t r a t a de u n m o d o
d e conciencia cuya e s t r u c t u r a es i d é n t i c a a todas las q u e h e m o s des-
crito p r e c e d e n t e m e n t e . Es conciencia n o posicional ( d e ) sí c o m o
vergüenza, y, e n c u a n t o tal, es u n e j e m p l o d e lo q u e los a l e m a n e s
l l a m a n erlebnis [vivencia]; es accesible a la reflexión. A d e m á s , su
e s t r u c t u r a es i n t e n c i o n a l ; es a p r e h e n s i ó n vergonzosa de a l g o y ese
algo soy yo. T e n g o v e r g ü e n z a d e lo q u e soy. L a v e r g ü e n z a realiza,
pues, u n a relación í n t i m a d e m í c o n m i g o m i s m o : h e descubierto
p o r la v e r g ü e n z a u n a s p e c t o d e mi ser. E m p e r o , a u n q u e ciertas for-
m a s c o m p l e j a s y d e r i v a d a s d e la v e r g ü e n z a p u e d a n a p a r e c e r e n el
p l a n o reflexivo, la v e r g ü e n z a n o es o r i g i n a r i a m e n t e u n f e n ó m e n o d e
reflexión. E n efecto, cualesquiera q u e f u e r e n los resultados q u e p u e d a n
obtenerse e n la soledad p o r la práctica religiosa d e la vergüenza, la
vergüenza, en su e s t r u c t u r a p r i m e r a , es v e r g ü e n z a ante alguien. Aca-
b o d e h a c e r u n gesto d e s m a ñ a d o o v u l g a r : este gesto se m e p e g a ,
yo n o lo juzgo ni lo censuro, s i m p l e m e n t e lo vivo, lo realizo e n el
m o d o del para-sí. P e r o he a q u í q u e d e p r o n t o l e v a n t o la c a b e z a :
alguien estaba allí y m e h a visto. Realizo d e p r o n t o t o d a la vulga-
ridad d e m i gesto, y tengo vergüenza. P o r cierto, m i vergüenza n o
es reflexiva, p u e s la presencia del p r ó j i m o a m i conciencia, así sea a
la m a n e r a de u n catalizador, es incompatible con la actitud reflexiva:
en el c a m p o d e m i reflexión n o p u e d o e n c o n t r a r j a m á s sino la con-
ciencia q u e es m í a . Y el p r ó j i m o es el m e d i a d o r indispensable entre
mí y m í m i s m o : tengo vergüenza d e m í tal como me aparezca al
prójimo. Y, p o r la aparición m i s m a d e u n prójimo, estoy e n con-
diciones d e f o r m u l a r u n juicio sobre m í mismo c o m o sobre u n objeto,
pues al p r ó j i m o m e aparezco c o m o objeto. Empero, este objeto
aparecido al p r ó j i m o n o es u n a v a n a imagen e n l a m e n t e d e otro.
Esta imagen, en efecto, sería e n t e r a m e n t e i m p u t a b l e a ese p r ó j i m o
y n o p o d r í a " t o c a r m e " . P o d r í a sentir irritación o cólera a n t e ella
c o m o a n t e u n m a l retrato mío, q u e m e prestara u n a f e a l d a d o u n a
r u i n d a d de expresión q u e n o tengo, p e r o n o p o d r í a alcanzarme hasta
los tuétanos: la vergüenza es, p o r naturaleza, reconocimiento. Re-
conozco q u e soy c o m o el p r ó j i m o m e ve. N o se trata, empero, d e
la comparación e n t r e lo q u e soy p a r a m í y lo q u e soy p a r a los demás,
c o m o si e n c o n t r a r a e n mí, e n el m o d o d e ser del Para-sí, u n equi-
valente d e lo q u e soy p a r a el prójimo. E n p r i m e r lugar, esta com-
paración n o se e n c u e n t r a e n nosotros a título d e operación psíquica
concreta: la vergüenza es u n estremecimiento i n m e d i a t o q u e m e
recorre de pies a cabeza sin n i n g u n a preparación discursiva. Ade-
más, tal comparación es imposible: n o p u e d o p o n e r en relación lo
q u e soy en la intimidad sin distancia, sin retroceso, sin perspectiva,
del Para-sí, con ese ser injustificable y en-sí q u e soy p a r a otro. N o
h a y a q u í ni p a t r ó n ni t a b l a d e correspondencias. L a noción misma
d e vulgaridad implica, p o r otra parte, u n a relación intermonádica.
U n o n o es vulgar a solas. Así, el p r ó j i m o n o solamente m e h a re-
velado lo q u e yo soy, sino q u e además m e h a constituido según u n
tipo d e ser nuevo q u e debe soportar cualificaciones nuevas. Ese ser
n o estaba en potencia en mí antes de la aparición del prójimo, pues
n o h a b r í a p o d i d o hallar lugar en el Para-sí; y, a u n si place d o t a r m e
d e u n c u e r p o e n t e r a m e n t e constituido antes q u e este c u e r p o sea p a r a
los otros, n o p o d r í a alojarse en él en potencia m i vulgaridad o m i
desmaño, pues éstas son significaciones y, c o m o tales, trascienden el
c u e r p o y remiten a la vez a u n testigo capaz d e comprenderlas y a
la totalidad d e m i realidad h u m a n a . Pero este n u e v o ser q u e a p a -
rece para otro n o reside en el o t r o : yo soy responsable d e él, c o m o
lo muestra a las claras el sistema educativo consistente en "avergon-
z a r " a los niños p o r lo q u e son. Así, la v e r g ü e n z a es v e r g ü e n z a rlr
sí ante otro; estas dos e s t r u c t u r a s son inseparables. Pero, a la vez,
necesito del p r ó j i m o p a r a c a p t a r e n p l e n o todas las e s t r u c t u r a s de
m i ser: el Para-sí r e m i t e al P a r a - o t r o . Así, pues, si q u e r e m o s c a p t a r
e n su t o t a l i d a d la relación de ser e n t r e el h o m b r e y el ser-en-sí, n o
p o d e m o s c o n t e n t a r n o s con las descripciones esbozadas en los prece-
d e n t e s capítulos d e esta o b r a : d e b e m o s r e s p o n d e r a dos p r e g u n t a s
m u c h o m á s temibles: en p r i m e r lugar, la de la existencia del p r ó j i m o ;
después, la d e m i relación d e ser con el ser del p r ó j i m o .

II

EL ESCOLLO DEL SOLIPSISMO

Es curioso q u e el p r o b l e m a de. los O t r o s n o h a y a i n q u i e t a d o


n u n c a d e veras a los realistas. E n la m e d i d a en q u e p a r a el realista
se " d a t o d o " , le parece, sin d u d a , q u e se da el p r ó j i m o t a m b i é n . E n
m e d i o d e lo real, en efecto, ¿ q u é h a y m á s rea! q u e el p r ó j i m o ? Es
u n a sustancia p e n s a n t e d e la m i s m a esencia q u e yo, la cual n o p o d r í a
desvanecerse e n c u a l i d a d e s s e c u n d a r i a s y c u a l i d a d e s p r i m a r i a s , y cu-
yas estructuras esenciales e n c u e n t r o e n m í . E m p e r o , en la m e d i d a
en q u e el realismo p r o c u r a d a r razón del c o n o c i m i e n t o p o r u n a ac-
ción del m u n d o sobre la sustancia pensante, n o se h a c u i d a d o de
establecer u n a acción i n m e d i a t a y recíproca d e las sustancias p e n -
santes e n t r e sí: ellas c o m u n i c a n p o r i n t e r m e d i o del m u n d o ; e n t r e
la conciencia a j e n a y la m í a , m i c u e r p o , c o m o cosa del m u n d o , y
el c u e r p o del o t r o son los intermediarios necesarios. E l a l m a a j e n a
está, pues, s e p a r a d a d e la m í a p o r t o d a la distancia q u e s e p a r a a n t e
t o d o m i a l m a d e m i c u e r p o , y luego m i c u e r p o del c u e r p o a j e n o , y,
p o r último, el c u e r p o del o t r o d e su p r o p i a a l m a . Y, si n o es verdad
q u e la relación e n t r e el Para-sí y el c u e r p o sea u n a relación d e exte-
r i o r i d a d ( p r o b l e m a q u e hemos d e t r a t a r m á s a d e l a n t e ) , p o r lo me-
nos es evidente q u e la relación d e m i c u e r p o con el c u e r p o del pró-
jimo es u n a relación d e p u r a e x t e r i o r i d a d indiferente. Si las almas
están s e p a r a d a s p o r sus respectivos cuerpos, son distintas, c o m o ese
tintero es distinto de este libro; es decir, n o se p u e d e concebir n i n g u n a
presencia i n m e d i a t a de la u n a a la o t r a . Y , a u n si se a d m i t e u n a
presencia i n m e d i a t a d e m i a l m a al c u e r p o a j e n o , q u e d a t o d a v í a todo
el espesor d e u n c u e r p o p a r a q u e su a l m a m e sea a l c a n z a d a . Así,
pues, si el realismo f u n d a su certeza sobre la presencia "en persona"
de la cosa espacio-temporal a mi conciencia, no podría postular la
misma evidencia p a r a la realidad del alma ajena, puesto que, como
el propio realismo lo confiesa, esta a l m a n o se d a en persona a la
m í a : es u n a ausencia, u n a significación; el cuerpo a p u n t a a ella sin
entregarla; en u n a p a l a b r a : en u n a filosofía f u n d a d a en la intuición,
no tengo intuición alguna del a l m a a j e n a . Ahora bien: si n o se juega
con las palabras, esto significa que el realismo n o d e j a lugar alguno
a la intuición del prójimo: de n a d a serviría decir que, por lo menos,
nos es d a o o el cuerpo del prójimo, y q u e este c u e r p o es cierta pre-
sencia del otro o de u n a p a r t e de él. Es verdad que el c u e r p o perte-
nece a la totalidad que llamamos "realidad h u m a n a " , como u n a de
sus estructuras. Pero, precisamente, n o es cuerpo del hombre sino
en t a n t o que existe en la u n i d a d indisoluble de esta totalidad, como
el ó r g a n o no es ó r g a n o viviente sino en la totalidad del organismo.
L a posición del realista, al entregarnos el cuerpo n o como implicado
en la totalidad h u m a n a , sino aparte, como u n a piedra o u n árbol
o u n trozo de cera, h a m a t a d o el c u e r p o t a n exactamente c o m o el
escalpelo del fisiólogo q u e separa u n trozo de carne de la totalidad
del ser vivo. L o que está presente a la intuición realista n o es el
cuerpo del prójimo, sino un cuerpo. U n cuerpo que, sin d u d a , tiene
aspectos y u n a " e £ t ; " particulares, pero q u e pertenece, empero, a
la gran familia de los cuerpos. Si es verdad q u e p a r a u n realismo
espiritualista el a l m a es más fácil de conocer que el cuerpo, el cuerpo
será m á s fácil de conocer q u e el alma a j e n a .
A decir verdad, el realista se cuida m u y poco de este problema,
pues tiene por segura la existencia del prójimo. Por eso, la psicología
realista y positivista del siglo xix, d a n d o por concedida la existencia
d e mi prójimo, se preocupa exclusivamente de establecer los medios
que tengo p a r a conocer esa existencia y descifrar sobre el cuerpo los
matices de u n a conciencia q u e me es extraña. El cuerpo, se dirá,
es u n objeto cuya ? | i g requiere u n a interpretación particular. La
hipótesis q u e m e j o r d a razón de sus comportamiento es la de u n a
conciencia análoga a la mía, cuyas diferentes emociones refleja su
cuerpo. Q u e d a por explicar cómo establecemos esa hipótesis: se nos
dirá ora q u e p q r analogía con lo que sé de mí mismo, ora que la
experiencia nos enseña a descifrar, p o r ejemplo, la coloración súbita
d e u n rostro como p r e a n u n c i o de golpes y gritos - furiosos. Se reco-
nocerá de grado q u e estos procedimientos sólo p u e d e n darnos del
p r ó j i m o u n conocimiento probable: siempre q u e d a como probable
q u e el p r ó j i m o n o sea sino u n c u e r p o . Si los a n i m a l e s son m á q u i n a s ,
p o r q u é n o lo sería t a m b i é n el h o m b r e q u e veo p a s a r p o r la calle?
¿ Por q u é n o seria v á l i d a la hipótesis radical de los behavioristas?
L o q u e c a p t o e n ese rostro n o es sino el e f e c t o d e ciertas c o n t r a c -
ciones musculares, y éstas a su vez n o son sino el e f e c t o d e u n i n f l u j o
nervioso cuyo t r a y e c t o m e es conocido. ¿ P o r q u é n o reducir el
c o n j u n t o d e esas reacciones a reflejos simples o condicionados? P e r o
la m a y o r í a d e los psicólogos p e r m a n e c e c o n v e n c i d a d e la existencia
del p r ó j i m o corno r e a l i d a d totalitaria d e la m i s m a e s t r u c t u r a q u e la
suya p r o p i a . P a r a ellos, la existencia del p r ó j i m o es segura y el
c o n o c i m i e n t o q u e d e ella t e n e m o s es probable. Se ve el sofisma del
realismo. E n r e a l i d a d , es m e n e s t e r invertir los términos d e esa afir-
m a c i ó n , y reconocer q u e , si el p r ó j i m o n o nos es accesible sino p o r
el c o n o c i m i e n t o q u e d e él t e n e m o s y si ese c o n o c i m i e n t o es sólo
c o n j e t u r a l , entonces la existencia del p r ó j i m o es sólo c o n j e t u r a l t a m -
bién, y el p a p e l d e la reflexión critica consiste e n d e t e r m i n a r su g r a d o
exacto d e p r o b a b i l i d a d . Así, p o r u n a curiosa inversión, p o r h a b e r
p u e s t o la r e a l i d a d del m u n d o exterior, el realista se ve f o r z a d o a
volcarse al idealismo c u a n d o e n c a r a la existencia del p r ó j i m o . Si el
c u e r p o es u n o b j e t o real q u e a c t ú a r e a l m e n t e sobre la sustancia p e n -
sante, el p r ó j i m o se convierte e n p u r a representación, cuyo esse es
u n simple percipi, es decir, cuya existencia es m e d i d a p o r el conoci-
m i e n t o q u e de ella tenemos. L a s teorías m á s m o d e r n a s de la ein-
fühlung, d e la simpatía y d e las formas n o h a c e n sino p e r f e c c i o n a r
la descripción de nuestros medios d e presentificar al p r ó j i m o , p e r o
n o colocan el d e b a t e e n su v e r d a d e r o t e r r e n o : q u e el p r ó j i m o sea
p r i m e r a m e n t e sentido o q u e a p a r e z c a en la experiencia c o m o u n a
f o r m a singular p r e v i a a todo h á b i t o y e n ausencia d e t o d a inferencia
analógica, sigue e n pie q u e el o b j e t o significante y sentido, la f o r m a
expresiva, r e m i t e n p u r a y s i m p l e m e n t e a u n a t o t a l i d a d h u m a n a cuya
existencia p e r m a n e c e p u r a y s i m p l e m e n t e c o n j e t u r a l .
Si el realismo nos r e m i t e así al idealismo, ¿ n o es m á s avisado
colocarnos i n m e d i a t a m e n t e en la perspectiva idealista y crítica? Y a
q u e el p r ó j i m o es " m i r e p r e s e n t a c i ó n " , ¿ n o vale m á s i n t e r r o g a r a
esta representación e n el interior de u n sistema q u e reduzca el con-
j u n t o de los objetos a u n a a g r u p a c i ó n conexa de representaciones y
q u e m i d a t o d a existencia p o r el c o n o c i m i e n t o q u e d e ella t o m o ?
E n c o n t r a r e m o s , sin e m b a r g o , p o c o auxilio e n u n K a n t : preo-
c u p a d o , en efecto, p o r establecer las leyes universales d e la subjeti-
vidad, q u e son las mismas p a r a todos, n o h a a b o r d a d o la cuestión
de las personas. E l sujeto es solamente la esencia c o m ú n de esas
personas, y no p o d r í a permitirnos d e t e r m i n a r su multiplicidad, así
c o m o la esencia de hombre, p a r a Spinoza, n o p e r m i t e d e t e r m i n a r la
de los hombres concretos. Parece, pues, q u e K a n t h u b i e r a situado
el problema del p r ó j i m o entre los problemas ajenos a su crítica. E m -
pero, observémoslo m e j o r : el prójimo, c o m o tal, es d a d o en nuestra
experiencia; es u n objeto, y u n objeto particular. K a n t se h a colo-
c a d o en el p u n t o d e vista del sujeto p u r o p a r a d e t e r m i n a r las con-
diciones d e posibilidad n o sólo de u n objeto en general, sino d e las
diversas categorías de objetos: el objeto físico, el objeto matemático,
el objeto bello o feo, y el q u e presenta caracteres teleológicos. Desde
este p u n t o de vista, se h a p o d i d o reprochar lagunas a su obra y
querer, p o r ejemplo, siguiendo a u n Dilthey, establecer las condi-
ciones d e posibilidad del objeto histórico; es decir, intentar u n a crí-
tica de la razón histórica. Análogamente, si v e r d a d es q u e el p r ó j i m o
representa u n tipo p a r t i c u l a r d e objeto q u e se descubre a nuestra
experiencia, es necesario, en la propia perspectiva d e u n kantismo
riguroso, preguntarse c ó m o es posible el conocimiento del prójimo,
es decir, establecer las condiciones de posibilidad d e la experiencia
d e los otros.
Sería, en efecto, totalmente erróneo asimilar el problema del
p r ó j i m o al de las realidades numénicas. Por cierto, si existen "próji-
m o s " y si son semejantes a mí, la cuestión de su existencia inteligible
p u e d e plantearse p a r a ellos c o m o la de m i existencia n u m é n i c a se
p l a n t e a p a r a m í ; p o r cierto, también, la misma respuesta valdrá
p a r a m í y p a r a ellos: esa existencia n u m é n i c a p u e d e ser sólo p e n -
sada, n o concebida. Pero, c u a n d o e n c a r o al p r ó j i m o en m i experien-
cia cotidiana, n o e n c a r o en m o d o alguno u n a realidad numénica, así
c o m o n o c a p t o ni e n c a r o m i realidad inteligible c u a n d o t o m o cono-
cimiento d e mis emociones o d e mis pensamientos empíricos. El
p r ó j i m o es u n f e n ó m e n o q u e remite a otros fenómenos: a u n a cólera-
f e n ó m e n o - q u e él siente contra mí, a u n a serie de pensamientos que
se le a p a r e c e n c o m o fenómenos de su sentido íntimo: lo q u e encaro
en el p r ó j i m o n o es n a d a más q u e lo q u e e n c u e n t r o en m í mismo.
Sólo q u e estos fenómenos son radicalmente distintos de todos los
demás.
E n p r i m e r lugar, la aparición del p r ó j i m o e n m i experiencia se
manifiesta por la presencia d e f o r m a s organizadas, tales c o m o la mí-
mica y la expresión, los actos y las conductas. Estas f o r m a s organi-
zadas remiten a u n a u n i d a d organizadora q u e se sitúa p o r principio
f u e r a de nuestra experiencia. L a cólera del prójimo, en t a n t o q u e
aparece a su sentido í n t i m o y se deniega por naturaleza a m i aper-
cepción, constituye la significación y es quizá la causa de la serie de
fenómenos que c a p t o en mi experiencia con el n o m b r e de expresión c>
de mímica. El prójimo, en c u a n t o u n i d a d sintética de sus experiencias
y en c u a n t o voluntad t a n t o c o m o en c u a n t o pasión, viene a organizar
mi experiencia. N o se trata de la p u r a y simple acción de u n n ú m e n o
incognoscible sobre m i sensibilidad, sino de la constitución, en el cam-
p o de mi experiencia, por u n ser q u e n o soy yo, de grupos conexos de
fenómenos. Y estos fenómenos, a diferencia de todos los demás, no
remiten a experiencias posibles sino a experiencias que, por principio,
están f u e r a de m i experiencia y pertenecen a u n sistema que m e es
inaccesible. Pero, por otra parte, la condición de posibilidad de toda
experiencia es q u e el sujeto organice sus impresiones en sistema co-
nexo. Así, no encontramos en las cosas "sino lo q u e ya hemos pues-
to". El p r ó jimo n o puede, pues, a p a r e c e m o s sin contradicción como
organizando nuestra experiencia: habría sobredeterminación del fe-
nómeno. ¿Podemos utilizar a ú n a q u í la causalidad? Esta cuestión
es m u y a p t a p a r a destacar el carácter a m b i g u o del O t r o en u n a
filosofía kantiana. E n efecto, la causalidad no podría vincular entre
sí si no fenómenos. Pero, precisamente, la cólera q u e el p r ó j i m o ex-
p e r i m e n t a es u n fenómeno, y la expresión furiosa q u e yo percibo es
otro fenómeno. ¿ P u e d e h a b e r entre ambos u n nexo causal? Sería
conforme a su naturaleza f e n o m é n i c a : y, en este sentido, n o m e vedo
considerar la rojez del rostro de Pablo c o m o el efecto de su cólera:
ello f o r m a p a r t e de mis afirmaciones corrientes. Pero, p o r otra parte,
la causalidad n o tiene sentido a menos que vincule fenómenos d e
una misma experiencia y contribuya a constituirla. ¿ P u e d e servir
de p u e n t e entre dos experiencias radicalmente separadas? H a de
notarse aquí que, al utilizarla a este título, le haríamos p e r d e r su
naturaleza de unificación ideal de las apariciones empíricas: la c a u -
salidad k a n t i a n a es unificación d e los m o m e n t o s de mi t i e m p o en
• a f o r m a de la irreversibilidad. ¿ C ó m o admitir q u e unifique m i
tiempo y el del otro? ¿ Q u é relación temporal establecer entre la
decisión de expresarse, f e n ó m e n o aparecido en la t r a m a de la expe-
riencia a j e n a , y lá expresión, f e n ó m e n o d e mi experiencia? ¿ L a
simultaneidad? ¿ L a sucesión? Pero, ¿ c ó m o p u e d e u n instante de
mi tiempo estar en relación d e sucesión o de simultaneidad con u n
instante del tiempo a j e n o ? A u n si u n a a r m o n í a preestablecida y, por
otra parte, incomprensible en la perspectiva kantiana, hiciera corres-
p o n d e r s e i n s t a n t e p o r i n s t a n t e a m b o s tiempos, n o p o r eso d e j a r í a d e
ser dos tiempos sin relación, ya q u e , p a r a c a d a u n o d e ellos, la sín-
tesis u n i f i c a t i v a d e los m o m e n t o s es u n a c t o d e l sujeto. L a univer-
salidad d e los tiempos, e n K a n t , n o es sino la u n i v e r s a l i d a d d e u n
c o n c e p t o ; significa sólo q u e c a d a t e m p o r a l i d a d d e b e poseer u n a es-
t r u c t u r a d e f i n i d a ; q u e las condiciones d e posibilidad d e u n a expe-
riencia t e m p o r a l son válidas p a r a t o d a s las t e m p o r a l i d a d e s . P e r o esta
i d e n t i d a d d e la esencia t e m p o r a l n o i m p i d e la diversidad i n c o m u -
n i c a b l e d e los tiempos, así c o m o la i d e n t i d a d d e la esencia h o m b r e
n o i m p i d e la diversidad i n c o m u n i c a b l e d e las conciencias h u m a n a s .
Así, s i e n d o la relación d e las conciencias i m p e n s a b l e p o r n a t u r a l e z a ,
el c o n c e p t o d e prójimo n o p o d r í a constituir nuestra experiencia:
será preciso a c o m o d a r l o , j u n t o con los conceptos teleológicos, e n t r e
los c o n c e p t o s reguladores. El p r ó j i m o pertenece, pues, a la categoría
d e los " c o m o s i " ; es u n a hipótesis a priori q u e n o tiene o t r a justifi-
cación sino la u n i d a d q u e ella p e r m i t e o p e r a r e n n u e s t r a experiencia,
y n o p o d r í a ser p e n s a d a sin c o n t r a d i c c i ó n . E n e f e c t o : si es posible
concebir, a t í t u l o d e p u r a ocasión del conocimiento, la acción de u n a
r e a l i d a d inteligible sobre n u e s t r a sensibilidad, n o es ni siquiera p e n -
sable, al c o n t r a r i o , q u e u n f e n ó m e n o , cuya Realidad es e s t r i c t a m e n t e
relativa a su a p a r i c i ó n e n la experiencia a j e n a , obre realmente sobre
u n f e n ó m e n o d e mi experiencia. Y a u n si a d m i t i é r a m o s q u e la ac-
ción d e u n inteligible se ejerza a la vez sobre m i experiencia y sobre
la a j e n a ( e n el s e n t i d o d e q u e la realidad inteligible a f e c t a r a el
p r ó j i m o e n la m i s m a m e d i d a e n q u e m e a f e c t a r a a m í ) , n o d e j a r í a
d e ser r a d i c a l m e n t e imposible establecer ni a u n p o s t u l a r u n p a r a -
lelismo y u n a t a b l a d e c o r r e s p o n d e n c i a e n t r e dos sistemas q u e se
constituyen e s p o n t á n e a m e n t e
Pero, p o r o t r a p a r t e , ¿ l a c u a l i d a d d e c o n c e p t o r e g u l a d o r con-
viene a l c o n c e p t o d e p r ó j i m o ? N o se t r a t a , e n efecto, d e establecer
u n a u n i d a d m á s f u e r t e e n t r e los f e n ó m e n o s d e mi experiencia p o r
m e d i o d e u n c o n c e p t o p u r a m e n t e f o r m a l q u e p e r m i t i r í a sólo descu-
b r i m i e n t o s d e detalle en los objetos q u e se m e a p a r e c e n . N o se t r a t a
d e u n a s u e r t e d e hipótesis a priori q u e n o trascienda el c a m p o de
m i e x p e r i e n c i a e incite a i n d a g a c i o n e s n u e v a s e n los límites mismos
d e ese c a m p o . L a p e r c e p c i ó n del o b j e t o - p r ó j i m o remite a u n sistema

1
Aun si admitimos la metafísica kantiana de la naturaleza y la tabla
de los principios estatuida por Kant, sería pasible concebir físicas radical-
mente diferentes partiendo de esos principios.
coherente de representaciones, y este sistema no es el mío. Ello sig-
nifica q u e el p r ó j i m o n o es, en m i experiencia, u n f e n ó m e n o q u e
remite a m i experiencia, sino q u e se refiere p o r principio a fenó-
menos situados f u e r a d e toda experiencia posible p a r a mí. Y, por
cierto, el concepto d e p r ó j i m o permite descubrimientos y previsio-
nes en el interior d e mi sistema d e representaciones, permite ceñir
m e j o r la t r a m a de los fenómenos: gracias a la hipótesis d e los otros
p u e d o prever tal gesto a partir d e tal expresión. Pero este concepto
n o se presenta c o m o esas nociones científicas (los imaginarios, por
ejemplo) q u e intervienen en el curso de u n cálculo d e física como
instrumentos, sin estar presentes en el e n u n c i a d o empírico del pro-
blema y p a r a ser eliminados de los resultados. El concepto de p r ó j i m o
no es p u r a m e n t e instrumental: lejos de existir para servir a la uni-
ficación de los fenómenos, h a de decirse, al contrario, q u e ciertas
categorías d e fenómenos parecen no existir sino para él. L a existen-
cia d e u n sistema de significaciones y experiencias radicalmente dis-
t i n t o del m í o es el m a r c o f i j o hacia el cual indican, en su f l u j o
mismo, series diversas d e fenómenos. Y ese marco, por principio
exterior a m i experiencia, se llena poco a poco. Ese prójimo cuya
relación conmigo n o podemos c a p t a r y q u e j a m á s es dado, nosotros
lo constituimos poco a poco c o m o objeto concreto: n o es el ins-
t r u m e n t o q u e sirve p a r a prever u n acaecimiento d e m i experiencia,
sino q u e los acaecimientos de m i experiencia sirven para- constituir
el p r ó j i m o en t a n t o q u e prójimo, es decir, en t a n t o q u e sistema de
representaciones f u e r a d e alcance, c o m o u n objeto concreto y cog-
noscible. L o q u e encaro constantemente a través de mis experiencias
son los sentimientos del prójimo, las ideas del prójimo, las voliciones
del prójimo, el carácter del prójimo. Pues, en efecto, el p r ó j i m o n o
es solamente aquel q u e veo, sino aquel que me ve. E n c a r o al pró-
jimo en t a n t o q u e éste es u n sistema conexo de experiencias f u e r a
d e alcance, en el cual yo f i g u r o c o m o u n objeto entre los otros. Pero,
en la m e d i d a en q u e m e esfuerzp por d e t e r m i n a r la naturaleza con-
creta d e ese sistema d e representaciones y el lugar q u e en él o c u p o
a título d e objeto, trasciendo radicalmente el c a m p o d e mi expe-
riencia: m e ocupo en u n a serie d e fenómenos que, p o r principio,
n o p o d r á n ser j a m á s accesibles a m i intuición, y, .por consiguiente,
sobrepaso los derechos de m i conocimiento; busco vincular e n t r e sí
experiencias q u e n o serán jamás mis experiencias y, p o r ende, esc
t r a b a j o d e construcción y unificación n o p u e d e servir d e n a d a para
la unificación d e m i propia experiencia: en la m e d i d a en q u e el
p r ó j i m o es u n a ausencia, escapa a la naturaleza. N o podría, pues,
calificarse lo de prójimo de concepto regulador. Por cierto, ideas
como la de M u n d o , p o r ejemplo, se h u r t a n también por principio
a mi experiencia; p e r o al menos se refieren a ella, y n o tienen sentido
sino p o r ella. El prójimo, al contrario, se presenta, en cierto sen-
tido, c o m o la-negación radical d e m i experiencia, ya q u e es aquel
p a r a quien soy n o sujeto sino objeto. M e esfuerzo, pues, como sujeto
de conocimiento, p o r d e t e r m i n a r como objeto al sujeto q u e niega
m i carácter d e sujeto y m e d e t e r m i n a él mismo como objeto.
Así, el otro n o p u e d e ser, en la perspectiva idealista, considerado
ni c o m o concepto constitutivo ni como concepto regulador d e m i
conocimiento. Es concebido c o m o real, y sin e m b a r g o n o p u e d e con-
cebir su relación real conmigo; lo construyo c o m o objeto, y sin em-
bargo n o m e es entregado p o r la intuición; lo p o n g o c o m o sujeto, y
sin e m b a r g o lo considero a título de objeto d e mis pensamientos. N o
quedan, pues, sino dos soluciones p a r a el idealista: o bien desem-
barazarse enteramente del concepto del otro y p r o b a r q u e es inútil
p a r a la constitución de m i experiencia; o bien a f i r m a r la existencia
real del prójimo, es decir, p o n e r u n a comunicación real y extraem-
pírica entre las conciencias.
L a p r i m e r a solución es conocida con el n o m b r e d e solipsismo:
empero, si se la formula, en conformidad con su denominación, como
afirmación de m i soledad ontológica, es p u r a hipótesis metafísica,
p e r f e c t a m e n t e injustificada y gratuita, pues equivale a decir q u e
f u e r a de m í nada existe; trasciende, pues, el c a m p o estricto d e m i
experiencia. Pero si se presenta, m á s modestamente, como denega-
ción de a b a n d o n a r el terreno sólido d e la experiencia, c o m o u n a
tentativa posible d e n o hacer uso del concepto de prójimo, es per-
f e c t a m e n t e lógica y p e r m a n e c e en el p l a n o del positivismo crítico;
y, a u n q u e se oponga a las tendencias más p r o f u n d a s d e nuestro ser,
toma su justificación de las contradicciones de la noción de los Otros
considerada en la perspectiva idealista. U n a psicología q u e se pre-
tende exacta y objetivamente, c o m o el behaviourism de Watson,
no hace, en suma, sino a d o p t a r el solipsismo c o m o hipótesis d e
t r a b a j o . N o se t r a t a r á d e n e g a r la presencia, en el c a m p o d e m i
experiencia, d e objetos que podremos d e n o m i n a r "seres psíquicos",
sino sólo d e practicar u n a suerte de énoyri acerca de la existencia
de sistemas de representación organizados p o r u n sujeto situado f u e r á
d e m i experiencia.
Frente a esta solución, K a n t y la mayoría de los postkantianos
siguen a f i r m a n d o la existencia del p r ó j i m o . Pero n o p u e d e n remi-
tirse sino al b u e n sentido o a nuestras tendencias p r o f u n d a s p a r a
justificar su a f i r m a c i ó n . S a b i d o es q u e S c h o p e n h a u e r t r a t a al solip-
sista de "loco e n c e r r a d o e n u n blockhaus i n e x p u g n a b l e " . H e ahí
u n a confesión d e impotencia. Pues, en efecto, por la posición de la
existencia a j e n a , se h a c e n saltar d e súbito los m a r c o s del idealismo
y se recae en u n realismo metafísico. E n p r i m e r lugar, al p o n e r u n a
p l u r a l i d a d d e sistemas cerrados q u e n o p u e d e n c o m u n i c a r sino desde
a f u e r a , restablecemos i m p l í c i t a m e n t e la noción d e sustancia. Sin
d u d a , esos sistemas son no-sustanciales, ya q u e son simples sistemas
d e representaciones. P e r o su exterioridad recíproca es exterioridad
en sí; es sin ser c o n o c i d a ; n o c a p t a m o s ni siquiera sus efectos d e
m a n e r a segura, ya q u e la hipótesis solipsista p e r m a n e c e siempre po-
sible. N o s limitamos a p o n e r esa n a d a en-sí c o m o un h e c h o absoluto:
n o es relativa, en efecto, a nuestro conocimiento del p r ó j i m o , sino
que, al contrario, condiciona ese conocimiento. Así, pues, a u n si las
conciencias n o son sino p u r a s conexiones conceptuales de f e n ó m e -
nos, a u n si la regla de su existencia es el percipere y el pcrcipi,
ello n o q u i t a q u e la multiplicidad d e esos sistemas relaciónales sea
m u l t i p l i c i d a d en-sí y los t r a n s f o r m e i n m e d i a t a m e n t e en sistemas en
sí. Pero, además, si p o n g o q u e m i experiencia de la cólera a j e n a
tiene p o r correlato e n o t r o sistema u n a experiencia subjetiva d e có-
lera, restituyo el sistema d e la i m a g e n v e r d a d e r a , d e q u e K a n t h a b í a
p u e s t o t a n t o c u i d a d o e n liberarse. Por cierto, se t r a t a d e u n a relación
d e conveniencia e n t r e dos f e n ó m e n o s : la cólera percibida en los ges-
tos y la m í m i c a y la cólera a p r e h e n d i d a c o m o realidad f e n o m é n i c a
del sentido í n t i m o ; y n o d e u n a relación entre u n f e n ó m e n o y u n a
cosa e n sí. P e r o ello n o q u i t a q u e el criterio d e la v e r d a d es allí
la c o n f o r m i d a d e n t r e el p e n s a m i e n t o y su objeto, y n o el a c u e r d o de
las representaciones e n t r e sí. E n efecto: precisamente p o r q u e allí se
descarta t o d o recurrir al n ú m e n o , el f e n ó m e n o de la cólera experi-
m e n t a d a es al d e la cólera verificada c o m o lo real objetivo es a su
imagen. El p r o b l e m a es, efectivamente, el d e la representación ade-
c u a d a , ya q u e h a y algo real y u n m o d o d e aprehensión de ese algo
real. Si se t r a t a r a d e m i p r o p i a cólera, podría, en efecto, considerar
sus manifestaciones subjetivas y sus manifestaciones fisiológicas y ob-
j e t i v a m e n t e verificables c o m o dos series de efectos d e u n a misma
causa, sin q u e u n a d e las series representara la verdad o la realidad
d e la cólera y la o t r a solamente su efecto o su imagen. Pero si u n a
d e las series d e fenómenos reside en el p r ó j i m o y la otra en mí, la
u n a f u n c i o n a como la realidad de la otra, y el esquema realista de
la verdad es el único aquí aplicable.
Así, hemos a b a n d o n a d o la posición realista del problema porque
ella concluía necesariamente en el idealismo; nos hemos situado de-
liberadamente en la perspectiva idealista y n a d a hemos ganado, pues
ésta, inversamente, en la m e d i d a en q u e rechaza la hipótesis solipsista.
concluye en un realismo dogmático y totalmente injustificado. Vea-
mos si podemos c o m p r e n d e r esta brusca inversión de las doctrinas
y extraer de esta p a r a d o j a alguna enseñanza que facilite el correcto
planteo de la cuestión.
E n el origen del problema de la existencia a j e n a hay u n a pre-
suposición f u n d a m e n t a l : el prójimo, en efecto, es el otro, es decir,
el yo que no soy yo; captamos aquí, pues, u n a negación como estruc-
tura constitutiva del ser-otro. L a presuposición c o m ú n al idealismo
y al realismo es que la negación constituyente es negación de exte-
rioridad. El p r ó j i m o es aquel q u e n o es yo y q u e y o n o soy. Este
no indica u n a n a d a c o m o elemento de separación dado entre el pró-
j i m o y yo mismo. E n t r e el p r ó j i m o y yo mismo hay u n a n a d a d e
separación. Esta n a d a n o tiene su origen en mí ni en el p r ó j i m o
ni en u n a relación recíproca entre el otro y yo, sino que, al contrario,
es originariamente el f u n d a m e n t o de toda relación entre el otro y
yo, como ausencia p r i m e r a de relación. Pues, en efecto, el otro se
m e a p a r e c e empíricamente con ocasión de la percepción de u n cuer-
p o y este cuerpo es un en-sí exterior a mi c u e r p o ; el tipo d e relación
que u n e y separa esos dos cuerpos es la relación especial como la
relación de las cosas q u e n o tienen relación entre sí, c o m o la exte-
rioridad p u r a en t a n t o q u e dada. El realista q u e cree c a p t a r al
prójimo a través de su c u e r p o estima, pues, hallarse separado de él
como un cuerpo de otro cuerpo, lo q u e significa q u e el sentido on-
tológico de la negación contenida en el juicio " N o soy Pablo" es
del mismo tipo q u e el de la negación contenida en el juicio " L a
mesa n o es la silla". Así, siendo la separación de las conciencias
i m p u t a b l e a los cuerpos, hay como u n espacio original entre las con-
ciencias diversas, es decir, precisamente, u n a n a d a dada, u n a distan-
cia absoluta, pasivamente padecida. El idealismo, por cierto, reduce
m i c u e r p q y el c u e r p o a j e n o a sistemas objetivos de representación.
M i cuerpo, p a r a Schopenhauer, n o es sino "el objeto inmediato".
P e r o no-por eso se suprime la distancia absoluta entre las conciencias.
U n sistema total d e representaciones —es decir, c a d a m ó n a d a — no
p u e d e ser limitado sino p o r sí mismo, y n o p o d r í a m a n t e n e r rela-
ción sino consigo mismo. El sujeto cognoscente n o p u e d e ni limitar
a o t r o sujeto ni hacerse limitar p o r él. Está aislado p o r su plenitud
positiva y, p o r consiguiente, entre él y otro sistema igualmente ais-
l a d o se m a n t i e n e u n a separación espacial como el t i p o m i s m o d e la
exterioridad. Así, es siempre el espacio lo q u e separa implícitamente
m i conciencia d e la del prójimo. Y h a d e agregarse q u e el idealista,
sin darse cuenta, recurre a u n "tercer h o m b r e " p a r a h a c e r aparecer
esa negación d e exterioridad. Pues, c o m o hemos visto, t o d a negación
externa, e n t a n t o q u e 110 está cqnstituida p o r sus propios términos,
requiere u n testigo q u e la ponga. Así, p a r a el idealista c o m o p a r a
el realista, se i m p o n e u n a conclusión: p o r pl h e c h o de q u e el p r ó j i m o
se nos revela en u n m u n d o espacial, u n espacio, real o ideal, nos
separa d e ¿1.
Esta presuposición e n t r a ñ a u n a grave consecuencia: en efecto,
si h e d e ser, con respecto! al prójimo, en el m o d o d e la exterioridad
d e indiferencia, el surgimiento o la abolición del p r ó j i m o n o m e
a f e c t a r á e n m i ser, así c o m o u n En-sí n o es a f e c t a d o p o r la apari-
ción o la desaparición d e otro En-sí. Por consiguiente, desde el
m o m e n t o q u e el p r ó j i m o n o p u e d e o b r a r sobre m i ser por medio de
su ser, la única m a n e r a en q u e p u e d a revelárseme es apareciendo a
mi conocimiento c o m o objeto. Pero h a d e entenderse p o r ello q u e
d e b o constituir al p r ó j i m o c o m o la unificación q u e m i espontaneidad
impdhe a u n a diversidad d e impresiones, es decir, q u e soy aquel q u e
constituye al p r ó j i m o en el c a m p o d e su experiencia. El p r ó j i m o n o
podría ser p a r a mí, entonces, sino u n a imagen, a u n cuando, p o r otra
parte, t o d a la teoría del conocimiento edificada p o r m í procure
rechazar esa noción de i m a g e n ; y sólo u n testigo exterior a la vez
a m í mismo y al p r ó j i m o p o d r í a c o m p a r a r la imagen con el modelo
y decidir si es v e r d a d e r a . Ese testigo, por otra parte, p a r a ser auto-
rizado, n o debería estar a su vez, con respecto a m í y al prójimo,
en u n a relación de exterioridad, pues si no, n o nos conocería sino por
imágenes. . Sería necesario que, en la u n i d a d ek-stática d e su ser,
estuviera a la vez aquí, sobre mí, como negación interna d e m í
mismo, y allá, sobre el otro, c o m o negación interna d e él. Así, este
recurso a Dios, q u e se encontraría en Leibniz, es p u r a y simplemente
recurso a la negación d e interioridad; esto es lo q u e la noción teoló-
gica d e creación disimula: Dios a la vez es y n o es yo mismo y el
prójimo, puesto q u e nos crea. Conviene, en efecto, q u e Dios sea
yo mismo p a r a c a p t a r m i realidad sin intermediario y en u n a evi-
d e n c i a apodíctica, y q u e n o sea yo, p a r a m a n t e n e r su imparcialidad
d e testigo y p a r a poder allá ser y n o ser el prójimo. L a imagen d e
la creación es aquí la m á s a d e c u a d a , pues e n el acto creador veo
hasta el f o n d o aquello q u e estoy c r e a n d o — p u e s lo q u e estoy creando
soy yo—. y, empero, lo que h e c r e a d o se opone a m í encerrándose en
sí mismo en u n a a f i r m a c i ó n d e objetividad. Así, la presuposición
espacializadora n o nos d e j a opción: h a d e recurrirse a Dios o caerse
en u n probabilismo, q u e d e j a la p u e r t a abierta al solipsismo. Pero
esa concepción de u n Dios q u e es sus criaturas nos hace caer en una
nueva dificultad: la q u e manifiesta el p r o b l e m a d e las sustancias
en el pensamiento postcartesiano. Si Dios es yo y es el prójimo, ¿ qué
garantiza, entonces, m i existencia propia? Si la creación h a d e ser
continua, permanezco siempre en suspenso e n t r e u n a existencia dis-
tinta y u n a fusión panteísta en el Ser Creador. Si la creación es
u n acto original y si m e h e encerrado c o n t r a Dios, n a d a garantiza
ya a Dios m i existencia, pues ya n o está u n i d o a m í sino p o r u n a
relación de exterioridad, c o m o el escultor a la estatua t e r m i n a d a y,
u n a vez más, n o p u e d e conocerme sino por imágenes. E n tales con-
diciones, la noción d e Dios, a la vez q u e nos revela la negación de
interioridad c o m o el único n e x o posible e n t r e conciencias, patentiza
toda su insuficiencia: Dios n o es ni necesario ni suficiente como
garante d e la existencia del o t r o ; además, la existencia d e Dios
como intermediario e n t r e yo y el p r ó j i m o supone ya la presencia,
en conexión de interioridad, d e u n p r ó j i m o a m í mismo, puesto q u e
Dios, estando d o t a d o de las cualidades esenciales d e u n Espíritu,
aparece como la quintaesencia del prójimo, y debe p o d e r estar ya
e n conexión d e interioridad conmigo mismo p a r a q u e u n f u n d a m e n t o
real d e la existencia del p r ó j i m o sea válido p a r a mí. Parece, pues,
q u e u n a teoría positiva de la existencia del p r ó j i m o debiera poder
a la vez evitar el solipsismo y prescindir del recurso a Dios, si enca-
r a r a m i relación originaria con el p r ó j i m o c o m o u n a negación de
interioridad, es decir, c o m o u n a negación q u e p o n e lá distinción
originaria entre el p r ó j i m o y yo en la exacta m e d i d a en q u e ella m e
d e t e r m i n a p o r m e d i o del p r ó j i m o y d e t e r m i n a al p r ó j i m o por medio
d e mí. ¿Es posible encarar la cuestión en este aspecto?
HUSSERL, HEGEL, HEIDEGGER

P a r e c e q u e la filosofía d e los siglos x i x y x x h a y a c o m p r e n d i d o


q u e n o se p o d í a e v i t a r el solipsismo si se e m p e z a b a p o r e n c a r a r el
yo y el p r ó j i m o al m o d o d e dos sustancias s e p a r a d a s : t o d a u n i ó n
d e esas sustancias, e n efecto, h a d e tenerse p o r imposible. P o r eso
el e x a m e n d e las teorías m o d e r n a s nos revela u n esfuerzo p o r c a p t a r
e n el seno m i s m o d e las conciencias u n n e x o f u n d a m e n t a l y tras-
c e n d e n t e c o n respecto a l p r ó j i m o , n e x o q u e sería constitutivo d e
c a d a conciencia e n su s u r g i m i e n t o m i s m o . P e r o , si p a r e c e a b a n d o -
n a r s e el p o s t u l a d o d e l a n e g a c i ó n e x t e r n a , se c o n s e r v a su conse-
c u e n c i a esencial, es decir, la a f i r m a c i ó n d e q u e m i conexión f u n -
d a m e n t a l c o n el p r ó j i m o es r e a l i z a d a p o r el conocimiento.
E n e f e c t o : c u a n d o Husserl, e n las Meditaciones cartesianas
y e n Fórmale und Transzendentale Logik, se p r e o c u p a d e r e f u t a r
el solipsismo, c r e e lograrlo m o s t r a n d o q u e el r e c u r s o al p r ó j i m o es
c o n d i c i ó n indispensable d e la constitución d e u n m u n d o . Sin e n t r a r '
e n el p o r m e n o r d e la d o c t r i n a , nos l i m i t a r e m o s a i n d i c a r su a r t i c u -
lación f u n d a m e n t a l : p a r a Husserl, el m u n d o t a l c u a l se revela a la
conciencia es i n t e r m o n á d i c o . E l p r ó j i m o n o está p r e s e n t e sólo c o m o
a p a r i c i ó n c o n c r e t a y e m p í r i c a , sino c o m o c o n d i c i ó n p e r m a n e n t e d e
la u n i d a d y r i q u e z a del m u n d o . C u a n d o considero, t a n t o e n soledad
c ó m o e n c o m p a ñ í a , esta m e s a o ese á r b o l o a q u e l p a ñ o d e m u r o ,
el p r ó j i m o está s i e m p r e a h í c o m o u n e s t r a t o d e significaciones cons-
titutivas q u e p e r t e n e c e n al o b j e t o m i s m o q u e estoy c o n s i d e r a n d o ;
e n s u m a , c o m o el v e r d a d e r o g a r a n t e d e su o b j e t i v i d a d . Y c o m o
n u e s t r o y o psicofísico es c o n t e m p o r á n e o d e l m u n d o , f o r m a p a r t e del
m u n d o y c a e c o n el m u n d o b a j o la r e d u c c i ó n f e n o m e n o l ó g i c a , el
p r ó j i m o a p a r e c e c o m o necesario p a r a la constitución m i s m a d e ese
yo. Si h e d e d u d a r d e l a existencia d e P e d r o , m i a m i g o — o d e los
otros e n g e n e r a l — , e n t a n t o q u e esa existencia e s t á p o r p r i n c i p i o
f u e r a d e m i experiencia, es m e n e s t e r q u e d u d e t a m b i é n d e m i ser
concreto, d e m i r e a l i d a d e m p í r i c a d e profesor d o t a d o d e tales o c u a -
les inclinaciones, h á b i t o s y c a r á c t e r . N o h a y privilegio p a r a m i y o :
m i E g o e m p í r i c o y el E g o e m p í r i c o del p r ó j i m o a p a r e c e n al m i s m o
t i e m p o en el m u n d o ; y la significación g e n e r a l d e " p r ó j i m o " es n e -
cesaría p a r a la constitución d e c a d a u n o d e esos "ego". Así, c a d a
objeto, lejos d e estar, c o m o e n K a n t , constituido p o r u n a simple
relación con el sujeto, a p a r e c e en m i experiencia concreta c o m o
polivalente; se d a originariamente c o m o d o t a d o d e los sistemas d e
referencia a u n a pluralidad indefinida d e conciencias; lo mismo q u e
con ocasión d e las apariciones concretas d e P e d r o o Pablo, también
en la mesa o en la p a r e d se m e descubre el p r ó j i m o c o m o aquello
a lo cual se refiere p e r p e t u a m e n t e el o b j e t o considerado.
Ciertamente, estas ideas señalan u n progreso sobre las doctrinas
clásicas. Es incontestable q u e la cosa-utensilio remite desde su des-
c u b r i m i e n t o a u n a pluralidad d e Para-síes. Volveremos sobre ello.
Es v e r d a d t a m b i é n q u e la significación de " p r ó j i m o " n o p u e d e p r o -
venir d e la experiencia ni d e u n razonamiento por analogía o p e r a d o
c o n ocasión d e la experiencia, sino que, m u y p o r el contrario, la
experiencia se interpreta a la luz del prójimo. ¿ Q u i e r e decir q u e el
concepto d e p r ó j i m o es a priori? M á s adelante procuraremos deter-
minarlo. Pero, pese a esas indisputables ventajas, la teoría d e H u s -
serl n o nos p a r e c e sensiblemente diferente d e la d e K a n t . Pues, en
efecto, si m i E g o empírico n o es m á s seguro q u e el del p r ó j i m o ,
Husserl h a conservado el sujeto trascendental, radicalmente distinto
d e .aquél y h a r t o parecido al sujeto kantiano. Y lo q u e debería de-
mostrarse n o es el paralelismo de los " E g o " empíricos, q u e n a d i e
p o n e en d u d a , sino el de los sujetos trascendentales. Pues, en efecto,
el p r ó j i m o n o es jamás ese p e r s o n a j e empírico q u e se e n c u e n t r a en
m i experiencia: es el sujeto trascendental al cual ese personaje re-
m i t e p o r naturaleza. Así, el v e r d a d e r o p r o b l e m a es el d e la conexión
e n t r e los sujetos trascendentales allende la experiencia. Si se res-
p o n d e q u e desde el origen el sujeto trascendental remite a otros
sujetos para la constitución del c o n j u n t o noemático, es fácil respon-
d e r q u e r e m i t e a ellos c o m o a significaciones. El p r ó j i m o sería allí
c o m o u n a categoría suplementaria q u e permitiría constituir u n m u n -
d o , n o c o m o u n ser real existente allende ese m u n d o . Sin d u d a , la
" c a t e g o r í a " d e p r ó j i m o implica, en su p r o p i a significación, u n a re-
misión del otro l a d o del m u n d o a u n sujeto, p e r o esa remisión n o
p o d r í a ser sino hipotética; tiene el p u r o valor d e u n contenido d e
concepto u n i f i c a d o r : v a l e en y por el m u n d o , sus derechos se limi-
t a n al m u n d o , y el p r ó j i m o está f u e r a del m u n d o p o r naturaleza.
Husserl, p o r otra parte, se v e d a la posibilidad d e c o m p r e n d e r lo q u e
p u e d e significar el ser e x t r a m u n d a n o del prójimo, ya q u e d e f i n e
el ser c o m o la simple indicación d e u n a serie infinita de operaciones
p o r e f e c t u a r . I m p o s i b l e h a c e r m á s c l a r a m e n t e d e l c o n o c i m i e n t o la
m e d i d a del ser. P e r o , a u n a d m i t i e n d o q u e el c o n o c i m i e n t o e n gene-
ral m i d a al ser, el ser del p r ó j i m o se m i d e e n su r e a l i d a d p o r el
c o n o c i m i e n t o q u e el p r ó j i m o t i e n e d e sí m i s m o , n o p o r el q u e y o
t e n g o d e él. L o q u e t e n g o q u e a l c a n z a r es el p r ó j i m o , n o e n t a n t o
q u e t e n g o c o n o c i m i e n t o d e él, sino e n t a n t o q u e t e n g o c o n o c i m i e n t o
d e su sí m i s m o , lo q u e es i m p o s i b l e ; p u e s s u p o n d r í a , e n efecto, la
identificación e n i n t e r i o r i d a d e n t r e m í m i s m o y el otro. V o l v e m o s
a e n c o n t r a r , pues, esa distinción d e p r i n c i p i o e n t r e el p r ó j i m o y yo,
distinción q u e n o p r o v i e n e d e la e x t e r i o r i d a d d e nuestros c u e r p o s
sino del simple h e c h o d e q u e c a d a u n o d e nosotros existe e n i n t e -
rioridad, y d e q u e u n c o n o c i m i e n t o v á l i d o d e la i n t e r i o r i d a d n o p u e d e
hacerse sino e n i n t e r i o r i d a d , lo q u e v e d a , p o r p r i n c i p i o , t o d o cono-
cimiento del p r ó j i m o tal c o m o él se conoce, es decir, t a l c o m o é l
es. Husserl, p o r o t r a p a r t e , lo h a c o m p r e n d i d o , y a q u e d e f i n e a l
" p r ó j i m o " , tal c o m o se d e s c u b r e a n u e s t r a e x p e r i e n c i a c o n c r e t a , co-
m o u n a ausencia. Pero, al m e n o s e n la filosofía d e Husserl, ¿ c ó m o
t e n e r intuición p l e n a d e u n a a u s e n c i a ? El p r ó j i m o es el o b j e t o d e
intenciones v a c í a s ; el p r ó j i m o , p o r principio, se d e n i e g a y h u y e : la
ú n i c a r e a l i d a d q u e q u e d a es, pues, la d e mi i n t e n c i ó n : el p r ó j i m o
es el n o e m a v a c í o q u e c o r r e s p o n d e a m i a p u n t a r h a c i a él, e n l a
m e d i d a en q u e a p a r e c e c o n c r e t a m e n t e e n m i e x p e r i e n c i a ; es u n
c o n j u n t o d e o p e r a c i o n e s d e u n i f i c a c i ó n y d e constitución d e m i e x -
periencia, e n la m e d i d a e n q u e a p a r e c e c o m o c o n c e p t o trascen-
d e n t a l . Husserl r e s p o n d e al solipsista q u e l a existencia d e l p r ó j i m o
es t a n s e g u r a c o m o la del m u n d o — c o m p r e n d i e n d o e n el m u n d o d e
m i existencia p s i c o l ó g i c a — ; p e r o el solipsista n o d i c e o t r a c o s a : es
n o m e n o s segura, r e s p o n d e r á , p e r o t a m p o c o m á s . L a existencia d e l
m u n d o se m i d e , a ñ a d i r á , p o r el c o n o c i m i e n t o q u e d e él t e n g o ; n o
p u e d e o c u r r i r de o t r o m o d o con la existencia del p r ó j i m o .
M e h a b í a p a r e c i d o a n t e s p o d e r e v i t a r el solipsismo n e g a n d o a
Husserl la existencia d e su " E g o " t r a s c e n d e n t a l S u p o n í a e n t o n -
ces q u e ya n o q u e d a b a n a d a e n m i conciencia q u e f u e r a p r i v i l e g i a d o
c o n respecto al p r ó j i m o , ya q u e la h a b í a v a c i a d o d e su s u j e t o . P e r o ,
e n r e a l i d a d , a u n q u e sigo p e r s u a d i d o d e q u e l a hipótesis d e u n s u j e t o
t r a s c e n d e n t a l es inútil y n e f a s t a , su a b a n d o n o n o h a c e a v a n z a r ni
u n p a s o l a cuestión d e la existencia d e l p r ó j i m o . P u e s a u n si, a p a r t e
del E g o empírico, n o h u b i e r a nada más q u e la c o n c i e n c i a de e s e

1
"La transcendance de l'Ego", en Recherches philosophiques, 1937.
Ego, es decir, u n c a m p o trascendental sin sujeto, ello no q u i t a r í a
q u e m i a f i r m a c i ó n del p r ó j i m o postulara y r e c l a m a r a la existencia
allende el m u n d o d e u n c a m p o trascendental así; y, por consi-
guiente, la única m a n e r a d e evitar el solipsismo sería, t a m b i é n esta
vez, p r o b a r q u e m i conciencia trascendental, en su ser mismo, es
a f e c t a d a p o r la existencia e x t r a m u n d a n a d e otras conciencias del
m i s m o tipo. Así, p o r h a b e r reducido el ser a u n a serie d e signifi-
caciones, el ú n i c o n e x o q u e Husserl h a p o d i d o establecer e n t r e m i
ser y el del p r ó j i m o es el del conocimiento; n o puede, pues, evitar
m e j o r q u e K a n t el solipsismo.
Si, sin observar las reglas d e la sucesión cronológica, nos con-
f o r m a m o s a las d e u n a suerte d e dialéctica intemporal, la solución
q u e Hegel d a al problema, e n el p r i m e r v o l u m e n d e la Fenomeno-
logía del Espíritu, nos p a r e c e r á realizar u n progreso i m p o r t a n t e sobre
la q u e p r o p o n e Husserl. L a aparición del p r ó j i m o n o es indispen-
sable ya, en efecto, p a r a la constitución del m u n d o y d e m i " e g o "
empírico, sino p a r a la existencia misma d e m i conciencia c o m o con-
ciencia d e sí. E n efecto: e n t a n t o q u e conciencia d e sí, el Y o se
c a p t a a sí mismo. L a igualdad "yo = yo" o " Y o soy yo" es la ex-
presión d e este hecho. E n p r i m e r término, esta conciencia de sí es
p u r a i d e n t i d a d consigo m i s m a ; p u r a existencia p a r a sí. T i e n e la
certeza d e sí misma, p e r o esta certeza está a ú n p r i v a d a d e v e r d a d .
E n e f e c t o , tal certeza sería v e r d a d e r a sólo e n la m e d i d a en q u e su
p r o p i a existencia p a r a sí le apareciera c o m o o b j e t o independiente.
Así, la conciencia d e sí es, a n t e todo, c o m o u n a relación sincrética y
sin v e r d a d e n t r e u n sujeto y u n objeto a ú n n o objetivado, q u e es
ese sujeto mismo. Siendo su impulsión realizar su concepto hacién-
dose consciente d e sí m i s m a e n todos los respectos, tiende a hacerse
válida exteriormente dándose objetividad y existencia m a n i f i e s t a :
se t r a t a d e explicitar el " Y o soy yo" y de producirse a sí mismo c o m o
o b j e t o a fin d e alcanzar el ú l t i m o estadio d e desarrollo; estadio que,
e n otro sentido, es, n a t u r a l m e n t e , el p r i m e r m o t o r del devenir d e la
conciencia, y q u e es la conciencia d e sí en general q u e se reconoce
e n otras conciencias d e sí y es idéntica a ellas y a sí misma. El
m e d i a d o r es el otro. E l otro a p a r e c e conmigo, ya q u e la conciencia
d e sí es idéntica a sí misma p o r la exclusión d e t o d o O t r o . Así, el
h e c h o p r i m e r o es la p l u r a l i d a d d e las conciencias, y esta pluralidad
se realiza e n la f o r m a d e u n a doble y reciproca relación d e exclu-
sión. H e n o s en presencia del nexo d e negación p o r interioridad q u e
reclamábamos p o c o antes. N i n g u n a n a d a externa y en sí separa m i
conciencia de la conciencia a j e n a , sino q u e yo excluyo al otro por
el hecho mismo de ser yo: el otro es lo q u e m e excluye siendo sí
mismo, y lo q u e siendo yo mismo excluyo yo. Las conciencias están
llevadas d i r e c t a m e n t e las unas sobre las otras, en u n a imbricación
recíproca d e su ser. Esto nos permite, a la vez, definir la m a n e r a
e n q u e se m e a p a r e c e el O t r o : él es lo q u e es otro q u e yo, y p o r lo
t a n t o se d a c o m o objeto inesencial, con u n carácter d e negatividad.
Pero ese O t r o es también u n a conciencia de sí. T a l cual, se m e
aparece c o m o u n objeto ordinario, inmerso e n el ser d e la vida. Y
así, igualmente, aparezco yo al o t r o : c o m o existencia concreta, sen-
sible e inmediata. Hegel se coloca a q u í n o en el terreno d e la rela-
ción unívoca q u e v a d e m í ( a p r e h e n d i d o por el cogito) al otro, sino
en el d e la relación recíproca a la q u e define c o m o "la captación
de sí del u n o en el otro". E n efecto, sólo en t a n t o q u e se opone al
otro c a d a cual es absolutamente p a r a sí; a f i r m a c o n t r a el otro y
f r e n t e al otro su derecho de ser individualidad. Así, el cogito mismo
n o p o d r í a ser u n p u n t o d e p a r t i d a p a r a la filosofía; n o podría nacer,
en efecto, sino a consecuencia d e m i propia aparición a m í mismo
c o m o individualidad, y esta aparición está condicionada p o r el reco-
nocimiento del otro. Lejos d e plantearse el problema del otro a
p a r t i r del cogito, la existencia del otro, al contrario, hace posible al
cogito como el m o m e n t o abstracto en q u e el yo se c a p t a c o m o objeto.
Así, el " m o m e n t o " q u e Hegel d e n o m i n a el ser para el otro es u n
estadio necesario del desarrollo d e la conciencia de sí; el c a m i n o
d e la interioridad pasa p o r el otro. Pero el otro n o tiene interés
p a r a m í sino en la m e d i d a en q u e es otro Yo, u n Yo-objeto p a r a
M í ; e, inversamente, en la m e d i d a en q u e él refleja m i Yo, es decir,
en t a n t o q u e yo soy objeto p a r a él. Por esta necesidad en q u e estoy
de n o ser objeto p a r a m í sino allá, en el O t r o , d e b o obtener del otro
el reconocimiento de m i ser. Pero si m i conciencia para sí debe ser
m e d i a d a consigo misma por otra conciencia, su ser-para-sí —y, por
consiguiente, su ser en general— depende del otro. T a l como a p a -
rezco al otro, tal soy yo. Además, puesto q u e el otro es tal q u e se
m e aparece y q u e m i ser d e p e n d e de él, la m a n e r a en q u e yo m e
aparezco a m í mismo —es decir, el m o m e n t o d e desarrollo d e m i
conciencia d e m í — d e p e n d e de la m a n e r a en q u e el otro se m e
aparece. El valor del reconocimiento d e m i por el otro d e p e n d e
del valor del reconocimiento del otro por mí. E n este sentido, en la
m e d i d a en q u e el otro m e c a p t a c o m o ligado a u n c u e r p o e inmerso
en la vida, yo mismo n o soy sino un otro. P a r a h a c e r m e reconocer
p o r el otro, d e b o arriesgar m i p r o p i a vida. Arriesgar la v i d a , en
efecto, es revelarse c o m o n o - l i g a d o a la f o r m a o b j e t i v a o a a l g u n a
existencia d e t e r m i n a d a ; c o m o n o - l i g a d o a la vida. Pero, a la vez,
persigo la muerte del otro. Q u i e r e d e c i r q u e q u i e r o h a c e r m e m e d i a r
p o r o t r o q u e sea s o l a m e n t e otro, esto es, p o r u n a conciencia de-
p e n d i e n t e c u y o c a r á c t e r esencial es el' d e n o existir sino p a r a otro.
E s t o se p r o d u c i r á e n el m o m e n t o m i s m o e n q u e arriesgue m i vida,
pues, e n la l u c h a c o n t r a el otro, h e h e c h o abstracción d e m i ser
sensible arriesgándolo-, el otro, al c o n t r a r i o , p r e f i e r e l a v i d a y la
libertad m o s t r a n d o así q u e n o h a p o d i d o p o n e r s e c o m o n o - l i g a d o a
la f o r m a o b j e t i v a . P e r m a n e c e , pues, l i g a d o a las cosas e x t e r n a s e n
g e n e r a l , se m e a p a r e c e y se a p a r e c e a sí m i s m o c o m o inesencial. Es
el Esclavo y y o soy el Amo; p a r a él, y o soy la esencia. Así a p a r e c e
la f a m o s a relación " A m o - e s c l a v o " q u e d e b í a i n f l u i r t a n p r o f u n d a -
m e n t e e n M a r x . N o h e m o s d e e n t r a r e n los detalles. Bástenos se-
ñ a l a r q u e el Esclavo es la V e r d a d del A m o ; p e r o este r e c o n o c i m i e n t o
u n i l a t e r a l y desigual es insuficiente, pues la v e r d a d d e su certeza d e
sí es p a r a el A m o conciencia inesencial; n o está, pues, cierto d e
serlo para sí e n t a n t o q u e verdad. P a r a q u e esta verdad se alcance,
será m e n e s t e r " u n m o m e n t o e n q u e el a m o h a g a respecto d e sí lo
q u e h a c e respecto del otro, y e n q u e el esclavo h a g a respecto del
o t r o lo q u e h a c e respecto d e sí" x . E n este m o m e n t o a p a r e c e r á la
conciencia d e sí e n general, q u e se reconoce e n o t r a s conciencias d e
sí y es i d é n t i c a a ellas y a sí m i s m a .
L a intuición genial d e H e g e l está e n h a c e r m e d e p e n d e r del o t r o
en mi ser. Y o soy —dice—• u n ser p a r a sí q u e n o es p a r a sí sino
p o r m e d i o d e otro. Así, pues, el o t r o m e p e n e t r a e n m i p r o p i o
meollo. É l n o p o d r í a ser p u e s t o e n d u d a sin d u d a r y o d e m í mismo,
p u e s t o q u e " l a conciencia d e sí es real s o l a m e n t e e n t a n t o q u e conoce
su eco (y su r e f l e j o ) e n o t r o " 2 . Y , c o m o la m i s m a d u d a implica
u n a conciencia q u e existe p a r a sí, la existencia del o t r o c o n d i c i o n a
m i t e n t a t i v a d e d u d a r d e ella, al m i s m o título q u e e n D e s c a r t e s m i
existencia c o n d i c i o n a la d u d a m e t ó d i c a . Así, el solipsismo p a r e c e
d e f i n i t i v a m e n t e f u e r a d e c o m b a t e . AI p a s a r d e Husserl a H e g e l ,
h e m o s c u m p l i d o u n progreso i n m e n s o : e n p r i m e r l u g a r , la n e g a c i ó n
q u e constituye al p r ó j i m o es directa, i n t e r n a y r e c í p r o c a ; después,
i n t e r p e l a y p e n e t r a a c a d a conciencia e n lo m á s p r o f u n d o d e su ser;

1
Fenomenología del espíritu, pág. 148, edición Cosson.
- Propedeutik, pág. 20, primera edición de las Obras Completa*.
el p r o b l e m a se p l a n t e a al nivel del ser íntimo, del Y o universal y
t r a s c e n d e n t a l ; d e p e n d o e n m i ser esencial del ser esencial del p r o -
jirno, y, lejos d e d e b e r oponerse m i ser p a r a m í a m i ser p a r a otro,
el s e r - p a r a - o t r o a p a r e c e c o m o u n a condición necesaria d e m i ser
p a r a mí mismo.
Sin e m b a r g o , esta solución, pese a su a m p l i t u d , pese a la riqueza
y p r o f u n d i d a d d e las visiones d e detalle e n q u e a b u n d a l a teoría
del A m o y el Esclavo, ¿ l o g r a r á satisfacernos?
C i e r t a m e n t e , H e g e l h a p l a n t e a d o la cuestión del ser d e las con-
ciencias. E s t u d i a el ser-para-sí y el ser-para-otro, y d a c a d a con-
ciencia c o m o e n c e r r a n d o la realidad d e la o t r a . P e r o n o es m e n o s
c i e r t o q u e ese p r o b l e m a ontológico q u e d a siempre f o r m u l a d o e n tér-
m i n o s d e conocimiento. E l g r a n m o t o r d e la l u c h a d e las c o n c i e n -
cias es el esfuerzo d e c a d a u n a p o r t r a n s f o r m a r su certeza d e sí en
verdad. Y sabemos q u e esta v e r d a d n o p u e d e alcanzarse sino e n
t a n t o q u e m i conciencia se h a c e objeto p a r a el otro, al m i s m o t i e m p o
q u e la del o t r o se h a c e objeto p a r a la m í a . Así, a la cuestión sus-
c i t a d a p o r el idealismo — ¿ c ó m o p u e d e el o t r o ser o b j e t o p a r a m í ? — ,
H e g e l r e s p o n d e p e r m a n e c i e n d o en el p r o p i o t e r r e n o del i d e a l i s m o :
si h a y u n Y o e n v e r d a d p a r a el c u a l el otro es objeto, ello se d e b e
a q u e h a y otro p a r a q u i e n el Y o es objeto. . T a m b i é n a q u í el conoci-
m i e n t o es m e d i d a del ser, y H e g e l ni siquiera concibe q u e p u e d a
haber u n ser-para-otro no reductible finalmente a u n "ser-objeto".
Así, la conciencia d e sí universal q u e b u s c a d e s p r e n d e r s e a través
de t o d a s esas fases dialécticas, es asimilable, c o m o él m i s m o lo con-
fiesa, a u n a p u r a f o r m a v a c í a : el " Y o soy yo". "Estfa proposición
sobre la conciencia d e sí — e s c r i b e — está vacía d e t o d o c o n t e n i d o " 1 .
Y e n o t r o l u g a r : " ( e s ) el proceso d e abstracción a b s o l u t a q u e con-
siste e n t r a s c e n d e r t o d a existencia i n m e d i a t a y q u e d e s e m b o c a e n
el ser p u r a m e n t e n e g a t i v o d e la conciencia i d é n t i c a a sí m i s m a " .
E l t é r m i n o m i s m o d e este c o n f l i c t o dialéctico, la conciencia d e sí
universal, n o se h a e n r i q u e c i d o a través d e sus vicisitudes; al con-
trario, se h a q u e d a d o e n t e r a m e n t e d e s p o j a d a , y n o es m á s q u e el
" Y o sé q u e o t r o m e sabe c o m o yo m i s m o " . Sin d u d a , p a r a el i d e a -
lismo a b s o l u t o «el ser y la conciencia son idénticos. Pero, ¿ a d o n d e
nos lleva esta asimilación?
E n p r i m e r l u g a r , ese " Y o soy y o " , p u r a f ó r m u l a universal d e
i d e n t i d a d , n a d a tiene e n c o m ú n con la conciencia c o n c r e t a q u e hc-

1
Ibídem.
mos t r a t a d o d e describir en nuestra Introducción, H a b í a m o s esta-
blecido allí q u e el ser de la conciencia (de) sí n o podía definirse
en términos d e conocimiento. El conocimiento comienza con la
reflexión, p e r o el juego del "reflejo-reflejante" n o es u n a p a r e j a su-
jeto-objeto ni siquiera en estado implícito; n o d e p e n d e en su ser de
n i n g u n a conciencia trascendente, sino q u e su m o d o de ser es pre-
cisamente estar en cuestión p a r a sí mismo. M o s t r á b a m o s después,
e n el p r i m e r capítulo de nuestra segunda parte, que la relación entre
reflejo y reflejante n o es en m o d o alguno u n a relación de identidad
y n o p u e d e reducirse al " Y o — Y o " o al " Y o soy yo" d e Hegel. El
reflejo se h a c e n o ser el r e f l e j a n t e ; se t r a t a d e u n ser q u e se nihiliza
en su ser y q u e p r o c u r a en v a n o fundirse consigo mismo c o m o sí.
Si es v e r d a d q u e esta descripción es la única q u e p e r m i t a compren-
der el h e c h o originario de conciencia, se juzgará q u e Hegel n o logra
d a r razón d e esa reduplicación abstracta del Y o q u e d a c o m o equi-
valente d e la conciencia d e sí. Por último, habíamos logrado eliminar
de la p u r a conciencia irreflexiva el Y o trascendental q u e la oscu-
rece y habíamos m o s t r a d o que la ipseidad, f u n d a m e n t o de la exis-
tencia personal, es por completo diferente de u n E g o o de u n a re-
misión del E g o a sí mismo. N o podría tratarse, pues, de definir la
conciencia en términos de egología trascendental. E n u n a palabra,
la conciencia es u n ser concreto y sui generis, n o u n a relación abs-
tracta e injustificable de i d e n t i d a d ; es ipseidad y n o sede d e u n E g o
opaco e inútil; su ser es susceptible d e alcanzarse por u n a reflexión
trascendental y hay u n a verdad d e la conciencia q u e n o d e p e n d e
del prójimo, sino q u e el ser mismo d e la conciencia, siendo indepen-
diente del conocimiento, preexiste a su verdad. E n este terreno, co-
m o p a r a el realismo ingenuo, el ser m i d e la verdad, pues la v e r d a d
d e u n a intuición reflexiva se mide según su conformidad con el ser:
la conciencia era ahí antes de ser conocida. Así, pues, si la concien-
cia se a f i r m a f r e n t e al prójimo, ello se debe a q u e reivindica el
reconocimiento de su ser y n o el d e u n a v e r d a d abstracta. M a l se
concibe, en efecto, q u e la lucha ardiente y peligrosa del a m o y el
esclavo t e n g a por ú n i c a p r e n d a el reconocimiento d e u n a f ó r m u l a
t a n p o b r e y abstracta c o m o el " Y o soy yo". H a b r í a , p o r otra parte,
u n e n g a ñ o en esa m i s m a lucha, puesto q u e el propósito finalmente
alcanzado sería la conciencia de sí universal, "intuición del sí exis-
tente p o r sí". Aquí, c o m o siempre, a Hegel debe oponerse Kierke-
gaard, q u e representa las reivindicaciones del individuo en t a n t o q u e
tal. El individuo reclama su cumplimiento como individuo, el reco-
n o c i m i e n t o de su ser concreto, y n o la explicación o b j e t i v a d e u n a
e s t r u c t u r a universal. Sin d u d a , los derechos q u e r e c l a m o a l p r ó j i m o
p o n e n la universalidad del sí mismo; la respetabilidad d e las perso-
nas exige el r e c o n o c i m i e n t o d e m i p e r s o n a c o m o universal. P e r o
lo q u e se v u e l c a e n este ser universal y lo llena es m i ser con-
c r e t o e i n d i v i d u a l ; y p a r a este ser-ahí r e c l a m o d e r e c h o s ; lo p a r -
t i c u l a r es a q u í soporte y f u n d a m e n t o d e lo u n i v e r s a l ; lo universal,
e n este caso, n o p o d r í a t e n e r significación si n o existiera a intención
d e lo i n d i v i d u a l .
D e d i c h a asimilación' e n t r e ser y c o n o c i m i e n t o r e s u l t a r á n t a m -
bién b u e n n ú m e r o d e errores o d e imposibilidades. L a s r e s u m i r e m o s
a q u í b a j o dos rúbricas, es decir, q u e f o r m u l a r e m o s c o n t r a H e g e l u n a
doble a c u s a c i ó n d e optimismo. -
E n p r i m e r lugar, H e g e l nos p a r e c e p e c a r d e u n o p t i m i s m o epis-
temológico. Cree, e n efecto, q u e p u e d a a p a r e c e r la verdad d e la
conciencia de sí, es decir, q u e p u e d a ser realizado u n a c u e r d o obje-
tivo e n t r e las conciencias con el n o m b r e d e r e c o n o c i m i e n t o d e m í
p o r el p r ó j i m o y del p r ó j i m o p o r m í . Este r e c o n o c i m i e n t o p u e d e ser
s i m u l t á n e o y r e c í p r o c o : " Y o sé q u e el p r ó j i m o m e sabe c o m o sí
m i s m o " , y p r o d u c e en verdad la u n i v e r s a l i d a d d e la conciencia d e
sí. P e r o el e n u n c i a d o correcto del p r o b l e m a del p r ó j i m o h a c e i m p o -
sible este t r á n s i t o al universal. E n e f e c t o : si el p r ó j i m o d e b e devol-
v e r m e m i "sí m i s m o " , es m e n e s t e r q u e p o r lo m e n o s al t é r m i n o d e
l a evolución dialéctica h a y a u n a m e d i d a c o m ú n e n t r e lo q u e ' yo
soy p a r a él, lo q u e él es p a r a mí, lo q u e y o soy p a r a m í y lo q u e
él es p a r a sí. C i e r t a m e n t e , esta h o m o g e n e i d a d n o existe e n el p u n t o
d e p a r t i d a , c o m o lo a d m i t e H e g e l : la relación " A m o - E s c l a v o " n o
es recíproca. P e r o a f i r m a q u e la r e c i p r o c i d a d h a d e p o d e r estable-
cerse. E n efecto, d e s d e el p u n t o d e p a r t i d a c o m e t e u n a c o n f u s i ó n
•—tan h á b i l q u e p a r e c e v o l u n t a r i a — e n t r e l a objetividad y l a vida.
E l otro, dice, se m e a p a r e c e c o m o objeto. P e r o el o b j e t o es Yo e n
el otro. Y c u a n d o q u i e r e d e f i n i r m e j o r esta o b j e t i v i d a d , discierne
e n ella tres e l e m e n t o s 1 : "esa c a p t a c i ó n d e sí del u n o e n el o t r o es:
l 9 E l m o m e n t o a b s t r a c t o d e la i d e n t i d a d consigo m i s m o . 2 9 C a d a
u n o , e m p e r o , tiene -también la p a r t i c u l a r i d a d d e m a n i f e s t a r s e al o t r o
e n t a n t o q u e o b j e t o externo, e n t a n t o q u e existencia c o n c r e t a y sen-
sible i n m e d i a t a . 3 9 C a d a u n o es a b s o l u t a m e n t e p a r a sí e individual
e n t a n t o q u e o p u e s t o al o t r o . . . " Se ve q u e el m o m e n t o a b s t r a c t o

1
Propedeutik, pág. 18.
d e la i d e n t i d a d consigo m i s m o está d a d o e n el c o n o c i m i e n t o del otro.
E s t á d a d o c o n otros dos m o m e n t o s d e la e s t r u c t u r a total. P e r o , cosa
c u r i o s a e n u n filósofo d e la Síntesis, H e g e l n o se h a p r e g u n t a d o si
esos tres elementos n o r e a c c i o n a b a n u n o sobre o t r o d e m a n e r a d e
c o n s t i t u i r u n a f o r m a n u e v a y r e f r a c t a r i a al análisis. H e g e l precisa
su p u n t o d e vista e n la Fenomenología del Espíritu, d e c l a r a n d o q u e
el o t r o a p a r e c e p r i m e r o c o m o inesencial (es el s e n t i d o del tercer
m o m e n t o a n t e s c i t a d o ) y c o m o " c o n c i e n c i a i n m e r s a e n el ser d e
la v i d a " . P e r o se t r a t a d e u n a p u r a coexistencia del m o m e n t o abs-
t r a c t o y d e la vida. Basta, pues, q u e y o o el o t r o arriesguemos nues-
t r a v i d a p a r a q u e , e n el a c t o m i s m o d e ofrecernos al peligro, reali-
c e m o s la s e p a r a c i ó n a n a l í t i c a d e l a v i d a y la c o n c i e n c i a : " L o q u e
el o t r o es p a r a c a d a conciencia lo es ésta m i s m a p a r a el o t r o : c a d a
u n a c u m p l e e n ella m i s m a y a su vez, p o r su a c t i v i d a d p r o p i a y p o r
l a a c t i v i d a d d e la o t r a , e s a p u r a abstracción del ser p a r a s í . . .
Presentarse c o m o p u r a a b s t r a c c i ó n d e la conciencia d e sí es revelarse
c o m o p u r a n e g a c i ó n d e su f o r m a objetiva, es revelarse c o m o no-
ligado a a l g u n a existencia d e t e r m i n a d a . . . , es revelarse c o m o n o
l i g a d o a la v i d a " 1 . Sin d u d a , H e g e l d i r á m á s a d e l a n t e q u e , p o r la
e x p e r i e n c i a d e l riesgo y del p e l i g r o d e m u e r t e , la conciencia d e sí
a p r e n d e q u e l a v i d a le es t a n esencial c o m o la conciencia p u r a d e
sí; p e r o ello es d e s d e u n p u n t o d e vista m u y distinto, y n o q u i t a
q u e p o d a m o s s e p a r a r s i e m p r e l a p u r a verdad d e la conciencia d e sí,
e n el otro, d e su vida. Así, el esclavo c a p t a la conciencia d e sí del
a m o , él es la verdad d e ella, a u n c u a n d o , c o m o lo h e m o s visto, esta
v e r d a d n o es a d e c u a d a a ú n .
P e r o ¿ e s lo m i s m o d e c i r q u e el p r ó j i m o se m e a p a r e c e p o r p r i n -
c i p i o c o m o o b j e t o y decir q u e se m e a p a r e c e c o m o l i g a d o a a l g u n a
existencia p a r t i c u l a r , c o m o i n m e r s o e n la vida? Si p e r m a n e c e m o s
a q u í e n el p l a n o d e las p u r a s hipótesis lógicas, observaremos e n pri-
m e r l u g a r q u e el p r ó j i m o p u e d e m u y bien ser d a d o a u n a conciencia
e n l a f o r m a d e o b j e t o sin q u e este o b j e t o esté p r e c i s a m e n t e l i g a d o
a ese o b j e t o c o n t i n g e n t e q u e se l l a m a u n c u e r p o vivo. De hecho,
n u e s t r a e x p e r i e n c i a n o nos p r e s e n t a sino individuos concretos y vi-
v i e n t e s ; p e r o , d e d e r e c h o , h a d e hacerse n o t a r q u e el p r ó j i m o es
o b j e t o p a r a m í p o r q u e es p r ó j i m o y n o p o r q u e a p a r e z c a c o n ocasión
d e u n c u e r p o - o b j e t o ; si no, r e c a e r í a m o s e n la ilusión espacializante
d e q u e a n t e s h a b l á b a m o s . Así, lo esencial p a r a el p r ó j i m o e n t a n t o

1
Fenomenología del espíritu, ibíd.
q u e p r ó j i m o es la o b j e t i v i d a d y n o l a v i d a . H e g e l , p o r o t r a p a r t e ,
h a b í a p a r t i d o d e esta c o m p r o b a c i ó n lógica. P e r o , si v e r d a d es q u e
la conexión d e u n a conciencia c o n l a v i d a n o d e f o r m a e n su n a t u -
raleza el " m o m e n t o a b s t r a c t o d e l a conciencia d e sí", q u e p e r m a n e c e
a h í , inmerso, s i e m p r e susceptible d e ser descubierto, ¿ o c u r r e lo mis-
m o c o n la o b j e t i v i d a d ? E n otros t é r m i n o s : p u e s t o q u e s a b e m o s q u e
u n a conciencia es a n t e s d e ser c o n o c i d a , ¿ u n a c o n c i e n c i a c o n o c i d a
n o es t o t a l m e n t e m o d i f i c a d a p o r el h e c h o m i s m o d e ser c o n o c i d a ?
A p a r e c e r c o m o o b j e t o p a r a u n a conciencia, ¿es ser c o n c i e n c i a to-
d a v í a ? A esta p r e g u n t a es fácil r e s p o n d e r : q u e el ser d e l a c o n c i e n -
cia d e sí es tal q u e e n su ser es cuestión d e su ser, significa q u e ella
es p u r a i n t e r i o r i d a d . E s p e r p e t u a m e n t e remisión a u n sí mismo q u e
ella tiene-de-ser. S u ser se d e f i n e p o r el h e c h o d e q u e ella es ese
ser e n el m o d o d e ser lo q u e n o es y d e n o ser lo q u e es. S u ser es,
pues, l a exclusión r a d i c a l d e t o d a o b j e t i v i d a d : y o soy a q u e l q u e n o
p u e d e ser o b j e t o p a r a m í m i s m o , a q u e l q u e n o p u e d e n i a u n con-
c e b i r p a r a sí l a existencia e n f o r m a d e o b j e t o (salvo e n el p l a n o del
d e s d o b l a m i e n t o reflexivo; p e r o h a b í a m o s visto q u e la reflexión es
e l d r a m a del ser q ú e n o p u e d e ser o b j e t o p a r a sí m i s m o ) . Y ello
n o a causa de u n a falta d e perspectiva o d e u n a prevención inte-
lectual o d e u n límite i m p u e s t o a m i c o n o c i m i e n t o ; sino p o r q u e la
o b j e t i v i d a d r e c l a m a u n a n e g a c i ó n e x p l í c i t a : el o b j e t o es lo q u e y o
m e h a g o n o ser, m i e n t r a s q u e y o soy a q u e l q u e m e h a g o ser. Y o
m e soy d o q u i e r a , n o p o d r í a h u r t a r m e a m í m i s m o , m e r e á t r a p o p o r
detrás, y a u n si p u d i e r a i n t e n t a r h a c e r m e o b j e t o , y o sería y o e n el
m e o l l o d e ese o b j e t o q u e soy, y desde el p r o p i o c e n t r o d e ese o b j e t o
tendría-de-ser el s u j e t o q u e lo m i r a . Esto es, p o r o t r a p a r t e , lo q u e
H e g e l p r e s e n t í a al d e c i r q u e la existencia d e l o t r o es necesaria p a r a
q u e y o sea o b j e t o p a r a m í . P e r o , al p o s t u l a r q u e la c o n c i e n c i a d e
sí se expresa p o r el " Y o soy y o " , es decir, al asimilarla a l conoci-
m i e n t o d e sí, n o a t i n a b a c o n la c o n s e c u e n c i a d e esas c o m p r o b a c i o n e s
primeras, ya q u e i n t r o d u c í a e n la p r o p i a c o n c i e n c i a a l g o c o m o u n
o b j e t o e n p a t e n c i a q u e él p r ó j i m o n o t e n í a sino q u e e x t r a e r sin
m o d i f i c a r l o . P e r o si, p r e c i s a m e n t e , ser o b j e t o es no-ser-yo, el h e c h o
d e ser o b j e t o p a r a u n a conciencia m o d i f i c a r a d i c a l m e n t e la c o n c i e n -
cia, 110 e n lo q u e ella es p a r a sí, sino e n su a p a r i c i ó n a l o t r o La

1
Se ha preferido mantener en la traducción la estructura de la frase
original; parece evidente que ha de entenderse así: "para una conciencia,
el hecho de ser objeto para otra la modifica radicalmente, no en lo que
ella es para sí, sino en su aparición al otro". (N. del T.)
conciencia del p r ó j i m o es lo que p u e d o simplemente contemplar y
lo que, p o r este hecho, se m e a p a r e c e c o m o p u r o dato, en vez d e
ser lo q u e tiene-de-ser yo. Es lo q u e se m e entrega en el tiempo
universal, vale decir, en la dispersión original d e los momentos, e n
vez d e aparecérseme en la u n i d a d d e su p r o p i a temporalización.
P u e s la ú n i c a conciencia q u e p u e d a aparecérseme en su p r o p i a tem-
poralización es la mía, y ella n o lo p u e d e sino r e n u n c i a n d o a toda
objetividad. E n u n a p a l a b r a , el para-sí es incognoscible p a r a el
p r ó j i m o c o m o pararsí. El o b j e t o q u e c a p t o con el n o m b r e de p r ó j i m o
se m e aparece en u n a f o r m a radicalmente otra: el p r ó j i m o n o es
para sí tal c o m o se m e aparece, y yo n o m e aparezco a m í mismo
c o m o soy para otro; soy t a n incapaz d e c a p t a r m e p a r a m í c o m o soy
p a r a otro, c o m o d e c a p t a r lo q u e otro es p a r a sí a p a r t i r del objeto-
p r ó j i m o q u e se m e aparece. ¿ C ó m o podría establecerse, pues, u n
concepto universal q u e subsuma con el n o m b r e de conciencia de
sí m i conciencia p a r a m í y (de) m í y mi conocimiento del p r ó j i m o ?
P e r o h a y m á s : según Hegel, el otro es objeto y yo m e c a p t o c o m o
o b j e t o e n el otro. Pero u n a d e estas afirmaciones destruye la o t r a :
p a r a q u e yo p u d i e r a a p a r e c e r m e a m í mismo c o m o objeto en el
otro, sería menester q u e c a p t a r a al otro en t a n t o q u e sujeto, es decir,
q u e lo a p r e h e n d i e r a en su interioridad. Pero, en t a n t o q u e el otro
se m e a p a r e c e c o m o objeto, n o p o d r í a aparecérseme m i objetividad
p a r a él: sin d u d a , c a p t o q u e el objeto-otro se refiere a mí p o r in-
tenciones y actos, pero, p o r el h e c h o mismo d e ser objeto, el espejo-
p r ó j i m o se oscurece y n o refleja ya n a d a , pues esas intenciones y
actos son cosas del m u n d o , aprehendidas en el T i e m p o del M u n d o ,
comprobadas, contempladas, cuya significación es objeto p a r a mí.
Así, sólo p u e d o a p a r e c e r m e a mí mismo c o m o cualidad trascen-
d e n t e a la cual se refieren los actos e intenciones del p r ó j i m o ; pero,
precisamente, al destruir la objetividad del p r ó j i m o m i objetividad
p a r a él, m e c a p t o en t a n t o que sujeto interno c o m o aquello a q u e
sus intenciones y actos se refieren. Y debe entenderse esta captación
d e m í p o r m í m i s m o en puros términos de conciencia, n o de cono-
c i m i e n t o ; teniendo-de-scr lo q u e soy en la f o r m a de conciencia ek-
stática (de) mí, c a p t o al p r ó j i m o c o m o u n objeto que indica hacia
mí. Así, el optimismo de Hegel termina en u n fracaso: entre, el
o b j e t o - p r ó j i m o y yo-sujeto n o hay n i n g u n a m e d i d a c o m ú n , así c o m o
n o la h a y entre la conciencia (de) sí y la conciencia del otro. N o
p u e d o conocerme en otro si el otro es p r i m e r a m e n t e objeto p a r a mí,
y n o p u e d o t a m p o c o c a p t a r al otro en su ser verdadero, es decir, en
su subjetividad. N i n g ú n conocimiento universal p u e d e extraerse de
la relación entre las conciencias. Es lo q u e llamaremos su separación
ontológica.
P e r o h a y en Hegel otra f o r m a de optimismo, m á s f u n d a m e n t a l .
Es lo q u e conviene llamar optimismo ontológico. P a r a él, en efecto,
la v e r d a d es v e r d a d del T o d o . Y se sitúa desde el p u n t o d e vista d e
la verdad, es decir, del T o d o , p a r a e n c a r a r el p r o b l e m a del otro.
Así, c u a n d o el m o n i s m o hegeliano considera la relación d e las con-
ciencias, n o se sitúa en n i n g u n a conciencia particular. A u n q u e el
T o d o esté p o r realizar, está ya ahí c o m o la v e r d a d d e t o d o lo q u e
es v e r d a d e r o ; así, c u a n d o Hegel escribe q u e t o d a conciencia, siendo
idéntica a sí misma, es otra q u e el otro, se h a establecido en el todo,
f u e r a d e las conciencias, y las considera desde el p u n t o d e vista del
Absoluto. Pues las conciencias son m o m e n t o s del t o d o ; m o m e n t o s
q u e son, p o r sí mismos, unselbststándig, y el todo es m e d i a d o r en-
tre las conciencias. D e ahí u n optimismo ontológico paralelo al op-
timismo epistemológico: la pluralidad p u e d e y debe ser trascendida
h a c i a la totalidad. Pero, si Hegel p u e d e a f i r m a r la realidad d e este
trascender, ello se debe a q u e lo h a puesto al comienzo. E n efecto,
h a olvidado su propia conciencia; él es el T o d o , y, e n este sentido, si
resuelve t a n fácilmente el problema de las conciencias, es p o r q u e
p a r a él n o h a h a b i d o n u n c a v e r d a d e r o p r o b l e m a a este respecto. N o
se plantea, e n efecto, la cuestión d e las relaciones d e su p r o p i a con-
ciencia con la d e otro, sino que, h a c i e n d o e n t e r a m e n t e abstracción
d e la suya propia, estudia p u r a y simplemente la relación d e las con-
ciencias d e los otros e n t r e sí, es decir, la relación e n t r e conciencias
q u e son p a r a él ya objetos, cuya naturaleza, según él, es precisamente
ser u n tipo p a r t i c u l a r d e objetos •—el sujeto-objeto—, y que, desde
el p u n t o de vista totalitario en q u e se coloca, son rigurosamente
equivalentes entre sí, a u n q u e c a d a u n a esté s e p a r a d a d e las otras
p o r u n privilegio particular. Pero, si Hegel se olvida d e sí, nosotros
n o podemos olvidar a Hegel. Esto significa q u e nos vemos remitidos
al cogito. E n efecto: si, c o m o lo hemos establecido, el ser de m i
conciencia es rigurosamente irreductible al conocimiento, entonces
n o p u e d o trascender m i ser h a c i a u n a relación recíproca y univer-
sal desde d o n d e p u d i e r a ver c o m o equivalentes a la vez m i ser y el
d e los otros; al contrario, d e b o establecerme en mi ser y p l a n t e a r el
p r o b l e m a del p r ó j i m o a p a r t i r de m i ser. E n u n a p a l a b r a , el único
p u n t o d e p a r t i d a seguro es la interioridad del cogito. C o n ello h a
d e entenderse que c a d a cual h a d e poder, p a r t i e n d o d e su propia
interioridad, e n c o n t r a r el ser del p r ó j i m o c o m o u n a trascendencia
q u e condiciona al ser mismo d e esa interioridad, lo q u e implica ne-
cesariamente q u e la multiplicidad de las conciencias es por principio
intrascendible, p u e s bien puedo, sin d u d a , trascenderme hacia u n
T o d o , perfo n o establecerme e n ese T o d o p a r a c o n t e m p l a r m e y con-
t e m p l a r al prójimo. N i n g ú n optimismo lógico o epistemológico po-
dría, pues, h a c e r cesar el escándalo d e la p l u r a l i d a d d e las con-
ciencias. Hegel h a creído p o d e r hacerlo p o r q u é n o c a p t ó j a m á s la
naturaleza d e esa dimensión p a r t i c u l a r d e ser q u e es la conciencia
( d e ) sí. L a t a r e a q u e p u e d e . proponerse u n a ontolegía es la d e
describir ese escándalo y f u n d a r l o en la naturaleza misma del ser:
p e r o es i m p o t e n t e p a r a trascenderlo y superarlo. Q u i z á sea posible
— c o m o lo veremos m e j o r d e n t r o de p o c o — r e f u t a r el solipsismo y
m o s t r a r q u e la existencia del p r ó j i m o es p a r a nosotros evidente y
cierta. Pero, a u n c u a n d o h u b i é r a m o s h e c h o participar la existencia
del p r ó j i m o de la certeza apodíctica del cogito —es decir, de m i
p r o p i a existencia—, n o p o r eso h a b r í a m o s "trascendido" al prójimo-
h a c í a a l g u n a totalidad intermonádica. L a dispersión y la l u c h a de
las conciencias q u e d a r á n tal cual son: simplemente habremos des-
cubierto su f u n d a m e n t o y su v e r d a d e r o terreno.
¿ Q u é nos h a a p o r t a d o esta larga crítica? Simplemente esto:
q u e m i relación con el p r ó j i m o es, a n t e t o d o y f u n d a m e n t a l m e n t e , u n a
'relación d e ser a ser, n o d e conocimiento a conocimiento, si h a d e
p o d e r refutarse el solipsismo. H e m o s visto, en efecto, el f r a c a s o d e
Husserl, quien, en este p l a n o particular, m i d e al ser por el conoci-
miento, y el d e Hegel, q u e identifica el conocimiento con el ser.
P e r o hemos reconocido igualmente q u e Hegel, a u n q u e su visión esté
oscurecida p o r el postulado del idealismo absoluto, supo colocar el
d e b a t e en su v e r d a d e r o nivel. Parece q u e Heidegger, en Sein und
Zeit, haya a p r o v e c h a d o las meditaciones de sus precursores y se haya
c o m p e n e t r a d o p r o f u n d a m e n t e de esta doble necesidad: l 9 la relación
d e las " r e a l i d a d e s - h u m a n a s " h a d e ser u n a relación d e ser; 2 ' esta
relación debe hacer d e p e n d e r las "realidades-humanas" las u n a s d e
las otras, en su ser esencial. Por lo menos, su teoría responde a a m -
bas exigencias. C o n su m a n e r a brusca y algo b á r b a r a d e cortar los
nudos gordianos antes q u e t r a t a r d e . desanudarlos, responde a la
cuestión p l a n t e a d a con u n a p u r a y simple definición. H a descubierto
diversos m o m e n t o s —inseparables, p o r otra parte, salvo p o r abstrac-
ción— e n el "ser-en-el-mundo" q u e caracteriza a la realidad h u -
m a n a . Esos m o m e n t o s son " m u n d o " , "ser-en"- y "ser". H a descrito
el mundo como "aquello p o r lo cual la realidad h u m a n a se h a c e
a n u n c i a r lo q u e es"; el "ser-en" lo h a definido c o m o Befindlich-
keit y Verstand; f a l t a h a b l a r del ser, es decir, del m o d o en q u e
la realidad h u m a n a es su ser-en-el-mundo. Es el Mit-Sein, nos
dice; es decir, el "ser-con". Así, la característica de ser de la reali-
d a d - h u m a n a es ser su ser con los otros. N o se t r a t a de u n a z a r ; n o
soy primeramente p a r a q u e u n a contingencia m e h a g a después en-
contrarme con el p r ó j i m o : se t r a t a de u n a estructura esencial de mi
ser. Pero esta estructura n o se establece desde a f u e r a y desde u n
p u n t o de vista totalitario, c o m o en H e g e l : ciertamente, Heidegger
n o p a r t e del cogito, en el sentido cartesiano del descubrimiento de
la conciencia por ella m i s m a ; p e r o la r e a l i d a d - h u m a n a q u e se le
devela y cuyas estructuras t r a t a de f i j a r con conceptos, es la suya
propia. "Dasein ist je meines", escribe. Explicitando la c o m p r e n -
sión preontológica q u e tengo de m í mismo c a p t o el ser-con-otro
como u n a característica esencial d e m i ser. E n u n a p a l a b r a , descu-
bro la relación trascendente con el p r ó j i m o c o m o constituyente de
mi propio ser, exactamente c o m o he descubierto q u e el ser-en-el-
m u n d o m e d í a m i r e a l i d a d - h u m a n a . Siendo así, el problema del
p r ó j i m o n o es ya más q u e u n falso p r o b l e m a : el p r ó j i m o n o es ya
p r i m e r a m e n t e tal o cual existencia particular con q u e m e encuentro
en el m u n d o , y q u e n o p o d r í a ser indispensable p a r a m i p r o p i a
existencia, ya q u e yo existía antes d e encontrármela, sino q u e es el
término ex-céntrico q u e contribuye a la constitución d e m i ser. El
e x a m e n d e m i ser en t a n t o que m e a r r o j a f u e r a de mí hacia estruc-
turas q u e a la vez m e escapan y m e definen, m e devela originaria-
m e n t e el ser del prójimo. Notemos, además, q u e el tipo de conexión
con el p r ó j i m o h a c a m b i a d o : con el realismo, el idealismo, Husserl
y Hegel, el tipo de relación d e las conciencias era el ser-para: el
p r ó j i m o se m e aparecía y hasta m e constituía en t a n t o q u e él era
para m í o q u e yo e r a para él; el problema era el reconocimiento
m u t u o de conciencias situadas las u n a s f r e n t e a las otras, q u e se
aparecían m u t u a m e n t e en el mundo y se enfrentaban. El ser-con
tiene u n a significación por completo diferente: con n o designa la
relación recíproca de reconocimiento y de lucha q u e resultaría d e
la aparición en medio del m u n d o de u n a r e a l i d a d - h u m a n a otra q u e
la m í a ; expresa, más bien, u n a especie de solidaridad ontológica p a r a
la explotación de este m u n d o . El otro no está ligado originariamente
a m í como u n a realidad óntica que aparece en medio del m u n d o ,
r n t r e los "utensilios", como u n tipo de objeto p a r t i c u l a r : en tal
caso, estaría ya d e g r a d a d o y la relación q u e lo uniría conmigo n o
podría a d q u i r i r j a m á s reciprocidad. El otro n o es objeto. Perma-
nece, en su conexión conmigo, r e a l i d a d - h u m a n a ; el ser p o r el cual
él m e d e t e r m i n a en su ser es su ser p u r o c a p t a d o c o m o "ser-en-el-
m u n d o " — s a b i d o es q u e " e n " debe entenderse en el sentido de
"colo", " h a b i t o " , y n o en el d e " i n s u m " ; ser-en-el-mundo es m o r a r
el m u n d o , n o estar enviscado en él—, y m e d e t e r m i n a en m i "ser-
en-el-mundo". Nuestra relación n o es u n a oposición de frente, sino
m á s bien u n a interdependencia de costado: en t a n t o q u e h a g o q u e
u n m u n d o exista c o m o complejo de utensilios d e q u e m e sirvo a
intención de m i realidad h u m a n a , m e h a g o d e t e r m i n a r e n m i ser
p o r u n ser q u e h a c e q u e el mismo m u n d o exista c o m o complejo de
utensilios a intención d e su p r o p i a realidad. N o debe entenderse
ese ser-con, p o r otra parte, c o m o u n a p u r a colateralidad pasiva-
m e n t e recibida d e m i ser. Ser, p a r a Heidegger, es ser las propias
posibilidades; es hacerse ser. Es, pues, u n m o d o d e ser q u e m e h a g o
ser. T a n t o es verdad, q u e soy responsable d e m i ser p a r a otro en
t a n t o q u e lo realizo libremente en la autenticidad o la inautenticidad.
E n plena libertad y p o r u n a elección originaria, realizo, p o r ejemplo,
m i ser-con en la f o r m a del "se" impersonal. Y si se p r e g u n t a cómo
p u e d e m i "ser-con" existir para-mí, h a d e responderse q u e m e h a g o
a n u n c i a r .por el m u n d o lo q u e soy. E n particular, c u a n d o soy en
el m o d o d e la inautenticidad, del "se", el m u n d o m e devuelve como
u n reflejo impersonal d e mis posibilidades inauténticas en el aspecto
d e utensilios y complejos d e utensilios q u e pertenecen a "todo el
m u n d o " y q u e m e pertenecen e n t a n t o q u e soy " t o d o el m u n d o " :
vestidos d e confección, transportes en c o m ú n , parques, jardines, lu-
gares públicos, albergues dispuestos p a r a q u e uno cualquiera p u e d a
refugiarse, etc. Así, m e h a g o a n u n c i a r c o m o uno cualquiera p o r el
c o m p l e j o indicativo de utensilios q u e m e indica como u n worum-
willen, y el estado inauténtico — q u e es m i ser ordinario en t a n t o
q u e n o h e realizado la conversión a la a u t e n t i c i d a d — m e revela m i
"ser-con" n o c o m o la relación de u n a personalidad ú n i c a con otras
personalidades igualmente únicas, n o c o m o la m u t u a conexión d e
"los m á s irreemplazables de los seres", sino c o m o u n a total intercam-
biabilidad d e los términos de la relación. L a determinación d e los
términos falta t o d a v í a ; n o soy opuesto al otro, pues n o soy yo: te-
nemos la u n i d a d social del se. P l a n t e a r el problema en el p l a n o de
la incomunicabilidad d e los sujetos individuales era cometer u n
w t e p o v jtoÓTEQQV , p o n e r el m u n d o cabeza a b a j o ; la autenticidad
v la individualidad h a n de ganarse: yo n o sería m i propia autenti-
<idad a menos que, p o r i n f l u j o d e la voz d e la conciencia (Ruf des
Cctvissens), m e lanzara hacia la muerte, con resuelta-decisión ( E n t -
\ehlossenheit), como hacia m i posibilidad m á s propia. E n este m o -
mento, m e develo a m í mismo en la autenticidad y t a m b i é n elevo
a los demás conmigo hacia lo auténtico.
L a imagen empírica q u e m e j o r simbolizaría la intuición heideg-
".criana n o es la de la lucha, sino la del equipo. L a relación origi-
naria entre el otro y m i conciencia n o es el tú y yo sino el nosotros,
y el ser-con heideggeriano n o es la posición clara y distinta d e u n
individuo f r e n t e a otro individuo, n o es el conocimiento, sino la
sorda existencia en c o m ú n de los integrantes d e u n equipo, esa exis-
tencia q u e el r i t m o d e los remos o los movimientos regulares del
timonel h a r á n sensibles a los remeros y q u e la m e t a c o m ú n ' por al-
canzar la b a r c a o el bote al q u e hay q u e pasar y el m u n d o entero
(espectadores, performance, etc.) q u e se perfila en el horizonte, les
manifestarán. Sobre el f o n d o c o m ú n de esta coexistencia, la brusca
develación d e m i ser-para-la-muerte m e recortará d e p r o n t o en u n a
absoluta "soledad en c o m ú n " , elevando al mismo t i e m p o a los otros
hasta esa soledad.
Esta vez se nos h a d a d o efectivamente lo q u e pedíamos: u n
ser q u e implica en su sei el ser del prójimo. Y, sin embargo, n o
podríamos considerarnos satisfechos. E n primer lugar, la teoría d e
Heidegger nos ofrece m á s bien la indicación de la solución p o r en-
c o n t r a r q u e esa solución misma. A u n c u a n d o admitiéramos sin
reservas esa sustitución del "ser-para" p o r el "ser-con", seguiría
siendo p a r a nosotros u n a simple afirmación sin f u n d a m e n t o . Sin
d u d a , encontramos en nuestro ser ciertos estados empíricos — e n p a r -
ticular lo q u e los alemanes l l a m a n con el término intraducibie d e
Stimmung— q u e parecen revelar u n a coexistencia d e conciencias
m á s bien q u e u n a relación de oposición. Pero h a b r í a q u e explicar,
precisamente, esa coexistencia. ¿ P o r q u é se convierte ella e n el f u n -
d a m e n t o único d e nuestro ser, p o r q u é es el tipo f u n d a m e n t a l de
nuestra relación con los otros, p o r qué Heidegger se cree autorizado
p a r a pasar d e esa comprobación empírica y óntica del ser-con a la
posición d e la coexistencia c o m o estructura ontológica de mi "ser-
en-el-mundo"? ¿ Y qué tipo de ser es poseedor d e esta coexistencia?
¿ E n q u é m e d i d a se h a m a n t e n i d o la negación q u e hace al p r ó j i m o
ser otro y q u e lo constituye c o m o inesencial? Si se la suprime p o r
entero, ¿ n o iremos a caer en u n monismo? Y, si h a d e conservársela
como estructura esencial de la relación con el prójimo, ¿ q u é modi-
ficación h a b r á q u e hacerle sufrir p a r a q u e pierda el carácter de
oposición que tenía en el ser-para-otro y adquiera ese carácter de
conexión solidarizadora que es la estructura misma del ser-con? ¿Y
c ó m o podremos pasar de ahí a la experiencia concreta del p r ó j i m o
en el m u n d o , como c u a n d o veo desde m i v e n t a n a a u n transeúnte
q u e pasa por la calle? Ciertamente, es t e n t a d o r concebirme como
r e c o r t á n d o m e por el impulso de m i libertad, por la elección d e mis"
posibilidades únicas, sobre el f o n d o indiferenciado de lo h u m a n o , y
acaso esta concepción encierre u n a p a r t e i m p o r t a n t e de verdad.
Pero, al menos con esa f o r m a , suscita considerables objeciones.
E n primer lugar, el p u n t o de vista ontológico coincide aqui
con el p u n t o de vista abstracto del sujeto kantiano. Decir q u e la
realidad h u m a n a — a u n si es mi realidad h u m a n a — "es-con" por
estructura ontológica, equivale a decir q u e es-con por naturaleza, o
sea con título esencial y universal. A u n si estuviera p r o b a d a esta
afirmación, no permitiría explicar n i n g ú n ser-con concreto; en otros
términos, la coexistencia ontológica q u e aparece como' estructura de
m i "ser-en-el-mundo" n.o p u e d e en m o d o alguno servir de f u n d a -
m e n t o a u n ser-con óntico, como, por ejemplo, la coexistencia q u e
aparece en mi amistad con Pedro o en la p a r e j a que f o r m o con
Annie. L o q u e cífeb'ería mostrarse, en efecto, es q u e el "ser-con-
P e d r o " o el "ser-con-Annie" es u n a estructura constitutiva de m i
ser-concreto. Pero esto es imposible desde el p u n t o de vista en q u e
se h a situado 'Heidegger. El otro, en la relación " c o n " t o m a d a en el
p l a n o ontológico, n o podría ser concretamente determinado, en efec-
to, así como n o p u e d e serlo la r e a l i d a d - h u m a n a directamente enca-
r a d a d e la cual es el alter-ego: es u n término abstracto y, por esto
mismo, unselbststándig, que n o tiene absolutamente en sí el poder
de convertirse en este otro, Pedro o Annie. Así, la relación del Mit-
sein n o nos sirve en m o d o alguno p a r a resolver el problema psico-
lógico concreto del reconocimiento del prójimo. H a y dos planos
incomunicables y dos problemas q u e exigen soluciones separadas. N o
es, se dirá, sino u n o de los aspectos de la dificultad q u e experimenta
Heidegger p a r a pasar, en general, del p l a n o ontológico al p l a n o ón-
tico, del "ser-en-el-mundo" en general a m i relación con este uten-
silio particular, de m i ser-para-la-muerte, q u e hace de m i m u e r t e m i
posibilidad m á s esencial, a esta m u e r t e "óntica" que tendré, por en-
cuentro con tal o cual existente externo. Pero esa dificultad puede,
en rigor, q u e d a r enmascarada en todos los demás casos, pues, por
ejemplo, la realidad h u m a n a hace q u e exista u n m u n d o d o n d e u n a
amenaza d e m u e r t e q u e le concierne se disimule; m e j o r a ú n : si el
i n u n d o es, se debe a que es " m o r t a l " , en el sentido en q u e se dice
q u e es m o r t a l u n a herida. Pero la imposibilidad d e pasar d e u n
p l a n o al otro se hace patente, al contrario, con motivo del problema
del prójimo. Pues, en efecto, si en el surgimiento ek-stático d e su
ser-en-el-mundo la realidad h u m a n a hace que exista u n m u n d o , no
podría decirse por eso q u e su ser-con h a g a surgir otra realidad h u -
m a n a . Ciertamente,, soy el ser por el cual " h a y " {es gibt) ser. ¿Se
dirá que soy el ser por el cual " h a y " otra r e a l i d a d - h u m a n a ? Si se
entiende p o r ello q u e soy el ser p a r a el cual hay para mí otra reali-
d a d - h u m a n a , es u n p u r o y simple truismo. Si quiere decirse q u e
soy el ser por el cual hay otros en general, recaemos en el solipsismo.
E n efecto, ésa realidad h u m a n a "con q u i e n " soy, es también "en-el-
mundo-conmigo"• es el f u n d a m e n t o libre de u n m u n d o (¿y cómo
es q u e este m u n d o es mío? Del ser-con n o p u e d e deducirse la iden-
tidad de los m u n d o s "en los cuales" las realidades h u m a n a s son) ;
es sus propias posibilidades. Es, pues, para sí, sin esperar q u e yo
haga existir su ser en la f o r m a del " h a y " . Así, p u e d o constituir u n
m u n d o c o m o " m o r t a l " , p e r o n o u n a r e a l i d a d - h u m a n a c o m o ser con -
creto q u e es sus propias posibilidades. M i ser-con c a p t a d o a partir
de " m i " ser n o p u e d e considerarle sino c o m o u n a p u r a exigencia
f u n d a d a en mi ser, la cual n o constituye n i n g u n a p r u e b a de la exis-
tencia del prójimo, n i n g ú n p u e n t e entre m í y el otro.
M á s a ú n : esta relación ontológica entre yo y un p r ó j i m o abs-
tracto, por el h e c h o mismo d e q u e define en general m i relación
con el prójimo, lejos de facilitar u n a relación particular y óntica
entre yo y Pedro, h a c e radicalmente imposible toda conexión con-
creta entre m i ser y u n p r ó j i m o singular d a d o en m i experiencia.
E n efecto: si m i relación con el p r ó j i m o es a priori, agota toda po-
sibilidad d e relación con él. Relaciones empíricas y contingentes no
podrían ser especificaciones ni casos particulares de ella; no hay
especificaciones d e u n a ley sino en dos circunstancias: o bien la ley
se extrae inductivamente de hechos empíricos y singulares, y aquí
n o se t r a t a d e eso; o bien es a priori y unifica la experiencia, como
los conceptos kantianos, pero en este caso, precisamente, n o tiene
alcance sino en los límites de la experiencia: n o encuentro en las
cosas m á s q u e lo que h e puesto en ellas. Y la puesta en relación
d e dos "seres-en-el-mundo" concretos n o p u e d e pertenecer a mi ex-
periencia: escapa, pues, al dominio del ser-con. Pero como précisa-
m e n t e la ley constituye su p r o p i o d o m i n i o , excluye a priori t o d o h e -
c h o real q u e n o sea c o n s t r u i d o p o r ella. L a existencia d e u n t i e m p o
c o m o f o r m a a priori d e m i sensibilidad m e excluiría a priori d e t o d a
conexión c o n u n t i e m p o n u m é r i c o q u e t u v i e r a los c a r a c t e r e s d e u n
ser. Así, la existencia d e u n " s e r - c o n " ontológico y, p o r e n d e , a
priori, h a c e imposible t o d a conexión ó n t i c a con u n a r e a l i d a d - h u m a n a
c o n c r e t a q u e surgiera para-sí c o m o u n t r a s c e n d e n t e absoluto. E l
" s e r - c o n " c o n c e b i d o c o m o e s t r u c t u r a de m i ser m e aisla t a n cierta-
m e n t e c o m o los a r g u m e n t o s del solipsismo. Pues la 'trascendencia
h e i d e g g e r i a n a es u n c o n c e p t o d e m a l a f e : a p u n t a , c i e r t a m e n t e , a
s u p e r a r el idealismo, y lo logra e n la m e d i d a en q u e éste nos p r e s e n t a
u n a s u b j e t i v i d a d e n reposo e n sí m i s m a q u e c o n t e m p l a sus p r o p i a s
imágenes. P e r o el idealismo así s u p e r a d o n o es sino u n a f o r m a bas-
t a r d a del idealismo, u n a especie d e psicologismo empiriocriticista.
Sin d u d a , la r e a l i d a d - h u m a n a h e i d e g g e r i a n a "existe f u e r a d e sí".
P e r o p r e c i s a m e n t e esta existencia f u e r a d e sí es la definición del sí-
mismo, e n la d o c t r i n a d e H e i d e g g e r . N o se p a r e c e ni a l ék-stasis
platónico, e n q u e la ex-sistencia es r e a l m e n t e alienación, existencia
e n otro, ni a la visión e n Dios d e M a l e b r a n c h e , n i a n u e s t r a p r o p i a
c o n c e p c i ó n del ék-stasis y d e la n e g a c i ó n i n t e r n a . H e i d e g g e r n o es-
c a p a al idealismo: su h u i d a f u e r a d e sí, c o m o e s t r u c t u r a a priori d e
su ser, lo aisla t a n c i e r t a m e n t e c o m o la reflexión k a n t i a n a sobre las
condiciones a priori d e n u e s t r a e x p e r i e n c i a ; e n e f e c t o : lo q u e la rea-
l i d a d - h u m a n a e n c u e n t r a al t é r m i n o inaccesible d e esa h u i d a f u e r a
d e sí es a ú n el sí: la h u i d a f u e r a d e sí es h u i d a h a c i a el sí, y el
m u n d o á p a r e c e c o m o p u r a distancia d e sí a sí. V a n o sería, p o r con-
siguiente, b u s c a r e n Sein und Zeit la superación s i m u l t á n e a *de t o d o -
idealismo y d e t o d o realismo. Y las dificultades q u e e n c u e n t r a el
idealismo e n general c u a n d o se t r a t a de f u n d a r la existencia d e seres
concretos s e m e j a n t e s a nosotros q u e e s c a p a n , e n t a n t o q u e tales, a
n u e s t r a experiencia, q u e n o d e p e n d e n , en su constitución m i s m a , de
n u e s t r o a priori, s u r g e n t a m b i é n a n t e la t e n t a t i v a 1 d e H e i d e g g e r d e
h a c e r salir a la " r e a l i d a d - h u m a n a " d e su soledad. P a r e c e e s c a p a r
a ellas p o r q u e t o m a el " f u e r a d e sí" o r a c o m o "fuera-de-sí-hacia-sí"
o r a c o m o "fuera-de-sí-hacia-el-otro". P e r o la s e g u n d a a c e p c i ó n del
" f u e r a - d e - s í " , q u e H e i d e g g e r desliza s o l a p a d a m e n t e a v u e l t a s d e sus
razonamientos, es estrictamente i n c o m p a t i b l e c o n la p r i m e r a : e n el
p r o p i o seno d e sus ék-stasis, la r e a l i d a d - h u m a n a p e r m a n e c e sola.

1
En el original, sin duda por errata, se ¡ee "tentación". {N. del T.)
I'ucs — y éste será el n u e v o p r o v e c h o q u e o b t e n g a m o s del e x a m e n
crítico d e la d o c t r i n a h e i d e g g e r i a n a — la existencia del p r ó j i m o t i e n e
la n a t u r a l e z a d e u n h e c h o c o n t i n g e n t e e irreductible. U n o se en-
cuentra c o n el p r ó j i m o , y n o lo constituye. Y si este h e c h o h a d e
a p a r e c e m o s , e m p e r o , según el á n g u l o d e la necesidad, n<J p o d r í a ser
con la necesidad p r o p i a d e las "condiciones d e posibilidad d e n u e s t r a
experiencia", o, si se prefiere, c o n la n e c e s i d a d o n t o l ó g i c a : la nece-
sidad d e la existencia del p r ó j i m o d e b e ser, si existe, u n a " n e c e s i d a d
c o n t i n g e n t e " , es decir, del m i s m o t i p o d e la necesidad de hecho con
q u e el cogito se i m p o n e . Si el p r ó j i m o h a d e p o d e r sernos d a d o , l o
será p o r u n a a p r e h e n s i ó n d i r e c t a q u e d e j e a l m u t u o e n c u e n t r o su
c a r á c t e r d e f a c t i c i d a d , c o m o el p r o p i o cogito d e j a t o d a su f a c t i c i d a d
a m i p r o p i o p e n s a m i e n t o , y que A e m p e r o , p a r t i c i p e d e la a p o d i c t i c i d a d
del cogito mismo, es decir, de su i n d u b i t a b i l i d a d .

E s t a l a r g a exposición d o c t r i n a l n o h a b r á sido inútil, pues, si nos


p e r m i t e precisar las condiciones necesarias y suficientes p a r a q u e sea
v á l i d a u n a teoría d e la existencia del p r ó j i m o .
1) T a l teoría n o d e b e a p o r t a r u n a n u e v a prueba d e la existen-
cia del p r ó j i m o , u n / a r g u m e n t o m e j o r q u e los otros c o n t r a el solip-
sismo. E n e f e c t o : si £1 solipsismo h a d e rechazarse, n o p u e d e ser
p o r q u e sea imposible o, si se prefiere, p o r q u e n a d i e es v e r d a d e r a -
m e n t e solipsista. L a existencia a j e n a será s i e m p r e d u b i t a b l e , a m e -
nos, p r e c i s a m e n t e , q u e d u d e m o s del p r ó j i m o sólo e n p a l a b r a s ' y abs-
t r a c t a m e n t e , c o m o p u e d o escribir sin siquiera p o d e r p e n s a r l o q u e
" d u d o de m i p r o p i a existencia". E n u n a p a l a b r a , la existencia a j e n a
n o d e b e ser u n a probabilidad. L a p r o b a b i l i d a d , e n efecto, n o p u e d e
c o n c e r n i r sino a los objetos q u e a p a r e c e n e n n u e s t r a e x p e r i e n c i a o
cuyos nuevos efectos p u e d e n a p a r e c e r e n n u e s t r a experiencia. N o
h a y p r o b a b i l i d a d a m e n o s q u e a c a d a i n s t a n t e p u e d a ser posible ú n a
convalidación o u n a i n v a l i d a c i ó n d e ella. Si el P r ó j i m o es, p o r p r i n -
cipio y e n su " P a r a - s í " , f u e r a d e m i experiencia, la p r o b a b i l i d a d d e
su experiencia c o m o Otro sí n o p o d r á ser n u n c a n i c o n v a l i d a d a n i
i n v a l i d a d a , n o p u e d e n i crecer n i decrecer, n i a u n m e d i r s e : p i e r d e ,
pues, su ser m i s m o d e p r o b a b i l i d a d p a r a convertirse e n p u r a conje-
t u r a d e novelista; del m i s m o m o d o , c o m o lo h a m o s t r a d o L a l a n d e 1 ,
q u e u n a hipótesis sobre l a existencia d e seres vivos e n el p l a n e t a

1
Les théories de l'induction et de l'expérimentation.
M a r t e p e r m a n e c e p u r a m e n t e conjetural y sin n i n g u n a "probabilidad"
d e ser v e r d a d e r a ni falsa en t a n t o n o dispongamos de instrumentos
o d e teorías científicas q u e nos p e r m i t a n h a c e r aparecer hechos q u e
convaliden o invaliden esa hipótesis. Pero la estructura del p r ó j i m o
es tal, p o r principio, q u e j a m á s n i n g u n a experiencia nueva p o d r á
concebirse, n i n g u n a teoría n u e v a v e n d r á a convalidar o invalidar la
hipótesis d e su existencia, n i n g ú n instrumento v e n d r á a revelar he-
chos nuevos q u e m e inciten a a f i r m a r o a rechazar esa hipótesis.
Así, pues, si el p r ó j i m o n o m e es i n m e d i a t a m e n t e presente y si su
existencia n o es t a n segura c o m o la mía, t o d a c o n j e t u r a sobre el
carece e n t e r a m e n t e de sentido. Pero, precisamente, n o c o n j e t u r o la
existencia del p r ó j i m o : la afirmo. U n a teoría de la existencia a j e n a
debe, pues, simplemente, i n t e r r o g a r m e en mi ser, esclarecer y pre-
cisar el sentido d e esa a f i r m a c i ó n y, sobre todo, lejos d e inventar
u n a p r u e b a , explicitar el f u n d a m e n t o mismo d e esa certidumbre.
D i c h o de otro modo, Descartes n o h a probado su p r o p i a existencia.
Pues, en efecto, yo siempre m e he sabido existente, no h e cesado
j a m á s de practicar el Cogito. Análogamente, mis resistencias al so-
lipsismo — t a n vivas c o m o las q u e p o d r í a suscitar u n a tentativa de
d u d a r del Cogito — p r u e b a n q u e siempre h e sabido que el p r ó j i m o
existía; q u e siempre h e t e n i d o u n a comprensión total, bien q u e im-
plícita, d e su existencia; q u e esta comprensión "preontológica" en-
cierra u n a inteligencia m á s segura y p r o f u n d a d e la naturaleza del
p r ó j i m o y de su relación de ser con m i ser q u e todas las teorías
q u e h a y a n p o d i d o construirse f u e r a de ella. Si la existencia del
p r ó j i m o n o es u n a v a n a conjetura, u n a p u r a novela, se debe a q u e
h a y algo c o m o u n cogito que le concierne. Este cogito debe ser
s a c a d o a luz, explicitando sus estructuras y d e t e r m i n a n d o su alcance
y sus derechos.
2) Pero, p o r . o t r a parte, el fracaso de Hegel nos h a mostrado
q u e el ú n i c o p u n t o de p a r t i d a era el Cogito cartesiano. Sólo éste,
p o r o t r a parte, nos establece en el terreno d e esa necesidad d e hecho
q u e es el d e la existencia a j e n a . Así, lo que, a falta de m e j o r n o m -
bre, llamaremos el Cogito de la existencia a j e n a , se c o n f u n d e con
m i p r o p i o Cogito. Es menester q u e el Cogito, e x a m i n a d o u n a vez
más, m e lance f u e r a d e él hacia los otros, tal como m e h a lanzado
f u e r a d e él hacia el En-sí; y esto, n o revelándome u n a estructura
a priori d e m í mismo q u e a p u n t e hacia u n p r ó j i m o igualmente a
priori, sino descubriéndome la presencia concreta e indudable de
tal o cual p r ó j i m o concreto, como m e h a revelado ya mi existencia
incomparable, contingente y e m p e r o necesaria, y concreta. Así, hemos
ile pedir al Para-sí que nos entregue el P a r a - o t r o ; a la i n m a n e n c i a
absoluta hemos de pedir que nos lance a la trascendencia absoluta:
en lo más p r o f u n d o de m í mismo, debo e n c o n t r a r n o razones de creer
en el prójimo, sino al p r ó j i m o mismo c o m o n o siendo yo.
3) Y lo que el Cogito debe revelarnos n o es u n objeto-prójimo.
Habría debido reflexionarse desde hace m u c h o en q u e quien dice
objeto dice probable. Si el p r ó j i m o es objeto p a r a mí, m e remite a
la probabilidad. Pero la probabilidad se f u n d a ú n i c a m e n t e en la
congruencia al infinito de nuestras representaciones. E l prójimo, n o
siendo n i u n a representación ni u n sistema de representación ni u n a
unidad necesaria de nuestras representaciones, n o p u e d e ser probable;
no puede, entonces, ser primeramente objeto. Así, pues, si es para
nosotros, n o p u e d e serlo ni c o m o factor constitutivo d e nuestro co-
nocimiento del m u n d o ni como factor constitutivo d e nuestro cono-
cimiento del yo, sino en t a n t o q u e "interesa" a nuestro ser, y ello
tío en t a n t o q u e contribuya a priori a constituirlo, sino en t a n t o q u e
lo interesa concreta y " ó n t i c a m e n t e " en las circunstancias empíricas
de nuestra facticidad.
4) Si se t r a t a de intentar respecto del prójimo, en cierto modo,
lo que Descartes h a i n t e n t a d o respecto de Dios, con esa extraordinaria
" p r u e b a por la idea de perfección" que está íntegramente a n i m a d a
por la intuición d e la trascendencia, ello nos obligará a rechazar
p a r a nuestra aprehensión del p r ó j i m o como p r ó j i m o cierto tipo d e
negación q u e hemos l l a m a d o negación externa. El p r ó j i m o debe
aparecer al Cogito c o m o no siendo yo. Esta negación p u e d e conce-
birse de dos m a n e r a s : o bien es p u r a negación externa, y separará al
p r ó j i m o d e m í como u n a sustancia de otra sustancia •—en este caso,
por definición, t o d a captación del p r ó j i m o es imposible—; o bien
será negación interna, lo que significa conexión sintética y activa d e
dos términos c a d a u n o de los cuales se constituye negándose del
otro. Esta relación negativa será, pues, recíproca y de doble interio-
ridad. Ello significa, en primer lugar, q u e la multiplicidad de " p r ó -
jimos" n o p u e d e ser u n a colección sino u n a totalidad — e n este sen-
tido damos la razón a Hegel—, ya q u e c a d a p r ó j i m o e n c u e n t r a su
ser en el otro; pero también q u e esa totalidad es tal que es por
principio imposible situarse "desde el p u n t o d e vista del todo". H e -
mos visto, en efecto, q u e ningún concepto abstracto de conciencia
puede surgir d e la comparación entre m i ser-para-mí-mismo y mi
objetividad p a r a el prójimo. Además, esa totalidad — c o m o la del
P a r a - s í — es t o t a l i d a d destotalizada, pues, siendo la existencia-para-
o t r o d e n e g a c i ó n r a d i c a l del p r ó j i m o , n o es posible n i n g u n a síntesis
t o t a l i t a r i a y u n i f i c a d o r a d e los " p r ó j i m o s " .

IV

LA MIRADA

E s a m u j e r q u e v e o v e n i r h a c i a m í , ese h o m b r e q u e p a s a p o r la
calle, ese m e n d i g o q u e oigo c a n t a r desde m í v e n t a n a , son p a r a m í
objetos, n o c a b e d u d a . Así, es v e r d a d q u e p o r lo m e n o s u n a d e las
m o d a l i d a d e s d e l a presencia a m í del p r ó j i m o es la objetividad. Pero
h e m o s visto q u e , si esta relación d e o b j e t i v i d a d es la relación f u n -
d a m e n t a l e n t r e el p r ó j i m o y yo, la existencia del p r ó j i m o p e r m a n e c e
p u r a m e n t e c o n j e t u r a l . P e r o es n o sólo c o n j e t u r a l sino probable que
esa voz q u e oigo sea la d e u n h o m b r e y n o el c a n t o d e u n f o n ó g r a f o ,
y es i n f i n i t a m e n t e probable q u e el t r a n s e ú n t e q u e p e r c i b o sea u n
h o m b r e y n o u n r o b o t p e r f e c c i o n a d o . E s t o significa q u e m i a p r e -
hensión del p r ó j i m o c o m o o b j e t o , sin salir d e los límites d e l a p r o -
b a b i l i d a d y a c a u s a d e esta p r o b a b i l i d a d m i s m a , remite p o r esencia
a u n a c a p t a c i ó n f u n d a m e n t a l del p r ó j i m o , e n q u e éste n o se m e des-
c u b r i r á y a c o m o o b j e t o sino c o m o " p r e s e n c i a e n p e r s o n a " . E n u n a
p a l a b r a : p a r a q u e el p r ó j i m o sea o b j e t o p r o b a b l e y n o u n s u e ñ o d e
o b j e t o , es m e n e s t e r q u e su o b j e t i v i d a d n o r e m i t a a u n a soledad ori-
g i n a r i a y f u e r a d e m i alcance, sino a u n a conexión f u n d a m e n t a l e n
q u e el p r ó j i m o se m a n i f i e s t e de o t r o m o d o q u e p o r el c o n o c i m i e n t o
q u e t e n g o d e él. L a s teorías clásicas tienen r a z ó n al considerar q u e
t o d o o r g a n i s m o h u m a n o p e r c i b i d o remite a algo y a q u e l l o a lo q u e
r e m i t e es el f u n d a m e n t o y la g a r a n t í a d e su p r o b a b i l i d a d . P e r o su
e r r o r es creer q u e esa remisión i n d i c a u n a existencia s e p a r a d a , u n a
c o n c i e n c i a q u e esté d e t r á s d e sus m a n i f e s t a c i o n e s perceptibles c o m o
el n ú m e n o está d e t r á s de la empfindung k a n t i a n a . Exista o n o esta
conciencia e n e s t a d o s e p a r a d o , el rostro q u e v e o n o r e m i t e a ella;
ella n o es la verdad del o b j e t o p r o b a b l e q u e percibo. L a remisión
d e h e c h o a u n s u r g i m i e n t o g e m i n a d o 1 e n q u e el o t r o es presencia
p a r a m í , se¿ d a f u e r a del c o n o c i m i e n t o p r o p i a m e n t e d i c h o — a s í se
lo c o n c i b a c o m o u n a f o r m a oscura e inefable, del t i p o d e la intui-

1 Gemellé. (N. del T.)


( ion ; en suma, a u n "ser-en-pareja-con-el-otro". E n otros térmi-
nas, so h a e n c a r a d o generalmente el problema del p r ó j i m o c o m o si
la relación p r i m e r a por la cual el p r ó j i m o se descubre f u e r a la obje-
tividad, es decir, c o m o si el p r ó j i m o se revelara p r i m e r o —directa
o indirectamente— a nuestra percepción. P e r o , c o m o esta percep-
ción, por su p r o p i a naturaleza, se refiere ja. otra cosa que ella misma
y no p u e d e remitir n i a u n a serie infinita de apariciones del mismo
tipo — c o m o lo hace, p a r a el idealismo, la percepción de la mesa o
de la silla—- n i a u n a entidad aislada situada p o r principio f u e r a d e
mi alcance, su esencia debe referirse a u n a relación primera d e m i
conciencia-con la del prójimo, en la cual éste debe serme d a d o di-
rectamente c o m o sujeto, a u n q u e en. conexión conmigo, y q u e es la
relación f u n d a m e n t a l , el tipo mismo de m i ser-para-otro.
Empero, n o p o d r í a tratarse de referirnos a a l g u n a experiencia
mística o a algo inefable. El p r ó j i m o se nos aparece en la realidad
cotidiana, y a la realidad' cotidiana sé refiere su probabilidad. El
problema, pues, se precisa: ¿hay) en la realidad cotidiana u n a relación
originaria con el prójimo, que p u e d a ser constantemente e n c a r a d a y,
por consiguiente, p u e d a descubrírseme f u e r a de t o d a referencia a u n
incognoscible religioso o místico? P á r a saberlo, h a de interrogarse
más n e t a m e n t e a esa aparición trivial del p r ó j i m o en el c a m p o de
mi percepción: puesto q u e ella se refiere a esa relación f u n d a m e n t a l ,
debe ser capaz de descubrirnos, por lo menos con carácter d e reali-
d a d a p u n t a d a , la relación a la cual se refiere.
Estoy en u n a plaza pública. N o lejos d e m í hay césped y, a lo
largo d e él, asientos. V e o a aquel hombre, lo c a p t o a la vez como
u n objeto y c o m o u n hombre. ¿ Q u é significa esto? ¿ Q u é quiero
decir c u a n d o a f i r m o de ese objeto q u e es un hombre?
Si debiera pensar q u e n o es sino u n muñeco, le aplicaría las ca-
tegorías q u e m e sirven de ordinario p a r a a g r u p a r las "cosas" espacio-
temporales. Es decir, lo captaría como situado " j u n t o a " los asientos,
a dos metros veinte del césped, ejerciendo cierfa presión sobre el
suelo, etc. Su relación con los demás objetos sería del tipo p u r a m e n t e
aditivo; esto significa q u e podría hacerlo desaparecer sin q u e las
relaciones de los otros objetos entre sí q u e d a r a n notablemente mo-
dificadas. E n u n a palabra, n i n g u n a relación n u e v a aparecería por
él entre esas cosas d e m i universo: agrupadas y sintetizadas por mi
parte en complejos instrumentales, se desagregarían de parte de él
en multiplicidades d e relaciones d e indiferencia. Percibirlo como
hombre, al contrario, es c a p t a r u n a relación n o aditiva entre el asiento
y él, es registrar u n a organización sin distancia de las cosas de mi
universo en torno de ese objeto privilegiado. Ciertamente, el césped
sigue estando a dos metros veinte d e él; pero está también vinculado
con él, como césped, en u n a relación q u e trasciende la distancia y
a la vez la contiene. E n vez de ser ambos términos de la distancia
indiferentes e intercambiables y estar en relación de reciprocidad, la
distancia se despliega desde el h o m b r e q u e veo hasta el césped, como
el surgimiento sintético de u n a relación unívoca. Se t r a t a de u n a
relación sin partes, d a d a de golpe y en cuyo interior se despliega u n a
espacialidad que n o es mi espacialidad, pues, en vez de ser u n a agru-
pación hacia mí d e los objetos, se t r a t a de u n a orientación que me
huye. Por cierto, esta relación sin distancia ni partes no es en m o d o
a l g u n o la relación originaria que busco entre el p r ó j i m o y yo; en
p r i m e r lugar, concierne sólo al h o m b r e y a las cosas del m u n d o ;
además, es a ú n objeto de conocimiento: la expresaría, por ejemplo,
diciendo q u e ese h o m b r e ve el césped, o que se p r e p a r a , pese al cartel
q u e lo prohibe, a a n d a r por él, etc. Por último, conserva u n p u r o
carácter de probabilidad: primero, es probable q u e ese objeto sea
u n h o m b r e ; además, así sea seguro q u e lo es, q u e d a como sólo pro-
bable q u e vea el césped en el m o m e n t o en q u e yo lo percibo: puede
estar p e n s a n d o en algún negocio sin t o m a r conciencia neta de lo
q u e lo rodea, p u e d e ser ciego, etc. Empero, esa relación nueva entre
el objeto-hombre y el objeto-césped tiene u n carácter p a r t i c u l a r : m e
es d a d a a la vez íntegra, ya q u e está ahí, en el m u n d o , como u n
objeto q u e p u e d o conocer (se trata, en efecto, d e u n a relación obje-
tiva q u e expreso diciendo: Pedro h a echado u n a ojeada a su reloj,
J u a n a h a m i r a d o por la ventana, etc., etc.), y a la vez m e escapa
íntegramente; en la m e d i d a en q u e el objeto-hombre es el término
f u n d a m e n t a l de esa relación, en la m e d i d a en q u e ella va hacia él,
m e escapa y n o p u e d o colocarme ya en el centro; la distancia que'
se despliega entre el césped y el hombre, a través del surgimiento
sintético de esa relación primera, es u n a negación d e la distancia
q u e yo establezco — c o m o p u r o tipo de negación externa— entre
esos dos objetos. Se m e aparece c o m o u n a p u r a desintegración de
las relaciones q u e a p r e h e n d o entre los objetos de m i universo. Y esta
desintegración n o es realizada por m í ; se m e aparece como u n a rela-
ción a la que a p u n t o en vacío a través d e las distancias que esta-
blezco originariamente entre las cosas. Es c o m o un trasfondo de las
cosas q u e m e escapa por principio y que les es conferido desde afuera.
Así, la aparición, entre los objetos d e mi universo, de u n elemento
ele desintegración de ese universo, es lo que llamo la aparición de
un h o m b r e en mi universo. El p r ó j i m o es, a n t e todo, la f u g a per-
m a n e n t e de las cosas hacia u n término q u e c a p t o a la vez como
objeto a cierta distancia de m í y q u e m e escapa en t a n t o q u e des-
pliega en torno suyo sus propias distancias. Pero esa desagregación
avanza y se extiende: si existe e n t r e el césped y el p r ó j i m o u n a rela-
ción sin distancia y creadora de distancia, existe necesariamente otra
entre el p r ó j i m o y la estatua q u e se halla sobre u n zócalo en medio'
del césped; entre el p r ó j i m o y los grandes castaños q u e bordean el
c a m i n o ; todo u n espacio íntegro se a g r u p a en torno del p r ó j i m o y
este espacio está hecho con mi espacio; es u n a reagrupación, a la
cual asisto y q u e m e escapa, de todos los objetos q u e p u e b l a n m i
universo. Esta reagrupación n o se detiene a h í ; el césped es cosa
cualificada; es ese césped verde q u e existe p a r a el otro; en este sen-
tido, la cualidad misma del objeto, su verde p r o f u n d o y crudo, se
e n c u e n t r a en relación directa con aquel h o m b r e ; ese verde vuelve
hacia el otro u n rostro q u e m e escapa. C a p t o la relación entre el
verde y el p r ó j i m o c o m o u n a relación objetiva, p e r o n o p u e d o c a p t a r
el verde como le aparece a él. Así, de pronto, h a aparecido u n ob-
jeto q u e m e h a r o b a d o el m u n d o . T o d o está en su lugar, i o d o existe
siempre p a r a mí, pero todo está recorrido por u n a h u i d a invisible y
fija hacia u n objeto nuevo. L a aparición del p r ó j i m o en el m u n d o
corresponde, pues, a u n deslizamiento f i j o de tftdo el universo, a u n a
descentración del m u n d o , q u e socava por d e b a j o la centralización
operada p o r m í al mismo tiempo.
Pero el prójimo es a ú n objeto para mi. Pertenece a mis distan-
cias: el h o m b r e está ahí, a veinte pasos de mí, me vuelve la espalda.
En t a n t o que tal, está de nuevo a dos metros veinte del césped, a
seis metros d e la estatua; con ello, la desintegración de m i universo
está contenida en los límites d e este universo mismo; n o se t r a t a
de u n a f u g a del m u n d o hacia la n a d a o f u e r a de sí mismo. M á s
bien, parecería c o m o h o r a d a d o en medio de su ser p o r la boca de
u n vaciadero, por donde p e r p e t u a m e n t e se m e escurre. El universo,
el escurrirse y el vaciadero, todo está r e c u p e r a d o nuevamente, jrea-
t r a p a d o y f i j a d o en objeto: todo eso está ahí para mí como u n a
estructura parcial del m u n d o , a u n q u e se trate, de hecho, d e la des-
integración total del universo. A m e n u d o , por otra parte, m e es per-
mitido contener esas desintegraciones en límites más estrechos: h e
ahí, por ejemplo, u n h o m b r e que lee paseándose. L a desintegración
del universo representada por él es p u r a m e n t e virtual: tiene oídos
q u e n o oyen, ojos q u e n o ven sino su libro. E n t r e su libro y él capto
u n a relación innegable y sin distancia, del tipo, de la q u e vinculaba
hace u n m o m e n t o al paseante con el césped. Pero esta vez la f o r m a
se h a encerrado en sí m i s m a ; tengo u n objeto pleno de c a p t a r . E n
m e d i o del m u n d o , p u e d o decir "hombre-leyente" c o m o diría "piedra
f r í a " , "lluvia f i n a " ; c a p t o u n a gestalt- cerrada cuya lectura f o r m a
su cualidad esencial y que, p o r lo demás, ciega y sorda, se d e j a co-
nocer y percibir como u n a p u r a y simple cosa espaciotemporal q u e
parece estar con el resto del m u n d o en la p u r a relación de exterio-
ridad indiferente. Simplemente, la cualidad m i s m a "hombr.e-leyente"
como relación entre el h o m b r e y el libro es u n a p e q u e ñ a grieta p a r -
ticular de mi universo; en el seno de esa f o r m a sólida y visible, se
produce u n vaciamiento p a r t i c u l a r : n o es maciza sino en apariencia,
su sentido propio es ser, en m e d i o d e m i universo, a diez pasos d e
mí, en el seno 4 e esa masividad, u n a f u g a rigurosamente rellenada
y localizada.
T o d o ello, pues, n o nos hace a b a n d o n a r en m o d o a l g u n o el
terreno en q u e el p r ó j i m o es objeto. C u a n d o m u c h o , tenemos q u e
vérnoslas con u n tipo de objetividad particular, bastante p r ó x i m a a
la q u e Husserl designa con el n o m b r e de ausencia, sin señalar e m p e r o
q u e el p r ó j i m o se define, n o como la ausencia d e u n a conciencia con
relación al c u e r p o q u e veo, sino por la ausencia del m u n d o q u e per-
cibo en el seno mismo de m i percepción d e ese m u n d o . El p r ó j i m o
es, en este plano, u n objeto del m u n d o q u e se d e j a definir p o r el
m u n d o . Pero esta relación d e f u g a y d e ausencia del m u n d o con
relación a m í n o es sino probable. Si ella define la objetividad del
prójimo, ¿ a qué presencia originaria del p r ó j i m o se refiere? Podemos
responder a h o r a : si el prójimo-objeto se define en conexión con el
m u n d o c o m o el objeto q u e ve lo que yo veo, m i conexión f u n d a -
mental con el prójimo-sujeto h a d e p o d e r reducirse a m i posibilidad
p e r m a n e n t e de ser visto p o r el prójimo. E n la revelación y p o r la
revelación d e m i ser-objeto p a r a otro d e b o poder c a p t a r la presencia
de su ser-sujeto. Pues, así c o m o el p r ó j i m o es p a r a mí-sujeto u n
objeto probable, así también p u e d o descubrirme c o m o convirtiéndome
en objeto probable sólo p a r a u n sujeto cierto. Esta revelación n o
p u e d e resultar del hecho d e q u e mi universo es objeto p a r a el objeto-
prójimo, como si la m i r a d a del prójimo, después d e h a b e r v a g a d o
por el césped y p o r los objetos d e en torno, viniera, siguiendo u n
c a m i n o definido, a posarse sobre mí. H e señalado q u e yo n o podría
ser objeto p a r a u n objeto: es menester u n a conversión radical del
prójimo, q u e lo h a g a escapar a la objetividad. N o p o d r í a yo, pues,
considerar la m i r a d a q u e otro m e lanza c o m o u n a d e las manifesta-
ciones posibles d e su ser objetivo: el p r ó j i m o n o p u e d e m i r a r m e
como m i r a al césped. Y, p o r otra parte, m i objetividad n o p u e d e
resultar para mí de la objetividad del m u n d o , ya que, precisamente,
yo soy aquel p o r quien hay u n m u n d o ; es decir, aquel que, por prin-
cipio, n o p u e d e ser objeto p a r a sí mismo. Así, esa relación q u e llamo
"ser-visto-por-otro", lejos d e ser u n a d e las relaciones significadas,
entre otras, por la p a l a b r a hombre, representa u n h e c h o irreductible
q u e n o podría deducirse ni d e la esencia del prójimo-objeto ni de
mi ser-sujeto. Al contrario: si el concepto d e prójimo-objeto h a d e
tener sentido, n o p u e d e recibirlo sino de la conversión y degradación
d e aquella relación originaria. En u n a palabra, aquello a q u e se re-
fiere m i aprehensión del p r ó j i m o en el m u n d o c o m o siendo proba-
blemente u n h o m b r e es m i posibilidad p e r m a n e n t e d e ser-visto-por-él,
es decir, la posibilidad permanente, p a r a u n a sujeto que m e ve, de
sustituirse al objeto visto p o r mí. E l "ser-visto-por-otro" es la verdad
del "ver-al-otro". Así, la noción d e p r ó j i m o n o podría, en m o d o
alguno, a p u n t a r a u n a conciencia solitaria y e x t r a m u n d a n a q u e n o
p u e d o ni siquiera p e n s a r : el h o m b r e se define con relación al m u n d o
y con relación a m í : es ese objeto del m u n d o q u e d e t e r m i n a u n
d e r r a m a r s e interno del universo, u n a h e m o r r a g i a i n t e r n a ; es el sujeto
q u e se m e descubre en esa h u i d a d e m í mismo hacia la objetivación.
P e r o la relación originaria entre m í y el p r ó j i m o n o es sólo u n a
v e r d a d ausente a p u n t a d a a través d e la presencia concreta d e u n
objeto en m i universo; es t a m b i é n u n a relación concreta y cotidiana
d e q u e h a g o experiencia a cada instante: a cada instante el p r ó j i m o
me mira: nos es fácil, pues, intentar, con ejemplos concretos, la
descripción d e esa conexión f u n d a m e n t a l q u e debe constituir la base
d e toda teoría del p r ó j i m o ; si el p r ó j i m o es, p o r principio, aquel que
me mira, debemos p o d e r explicitar el sentido d e la m i r a d a a j e n a .
T o d a m i r a d a dirigida hacia m í se manifiesta en conexión con
la aparición de u n a f o r m a sensible en nuestro c a m p o perceptivo, pero,
al contrario d e lo q u e p o d r í a creerse, n o está vinculada con n i n g u n a
f o r m a determinada. Sin d u d a , lo q u e manifiesta más a menudo a
u n a m i r a d a es la convergencia hacia m í de dos globos oculares. Pero
se d a r í a igualmente con motivo de u n roce d e ramas, d e u n ruido
d e pasos seguido d e silencio, d e u n a v e n t a n a q u e se entreabre, del
leve movimiento d e u n cortinado. D u r a n t e u n a operación d e asalto,
los hombres que se arrastran p o r el boscaje c a p t a n c o m o mirada de-
evitar n o dos ojos, sino t o d a u n a g r a n j a b l a n c a q u e se r e c o r t á c o n t r a
el cielo e n lo a l t o de u n a colina. V a de suyo q u e el o b j e t o asi cons-
t i t u i d o n o m a n i f i e s t a a ú n la m i r a d a sipo con c a r á c t e r de probable.
Es sólo p r o b a b l e q u e tras el m a t o r r a l q u e a c a b a de agitarse h a y a
a l g u i e n e m b o s c a d o q u e m e acecha.- P e r o esta p r o b a b i l i d a d n o h a de
r e t e n e r n o s p o r el m o m e n t o : volveremos sobre ello; lo q u e i m p o r t a
a n t e t o d o es d e f i n i r la m i r a d a en sí m i s m a . El m a t o r r a l , la g r a n j a ,
n o son la m i r a d a : r e p r e s e n t a n s o l a m e n t e al ojo, pues el o j o n o es
c a p t a d o p r i m e r a m e n t e c ó m o ó r g a n o sensible d e visión, sino c o m o
soporte de la m i r a d a ; n o r e m i t e n n u n c a , pues, a los ojos de c a r n e
del a c e c h a d o r e m b o s c a d o t r a s la c o í t i n a , tras u n a ' v e n t a n a d e la
g r a n j a : p o r sí solos son ya ojos. P o r o t r a p a r t e , la m i r a d a n o es ni
u n a c u a l i d a d e n t r e otras del o b j e t o q u e h a c e f u n c i ó n de ojo, ni la
f o r m a total de ese objeto, ni u n a relación " m u n d a n a " q u e se esta-
blezca e n t r e ese o b j e t o y yo. M u y p o r el contrario, lejos d e percibir
la m i r a d a en los objetos q u e la m a n i f i e s t a n , m i a p r e h e n s i ó n d e u n a
m i r a d a v u e l t a sobre m í a p a r e c e sobre f o n d o d e destrucción d e los
q u e " m e m i r a n " : si a p r e h e n d o la m i r a d a , d e j o de percibir los ojos:
éstos están ahí, p e r m a n e c e n e n el c a m p o d e m i percepción, c o m o
p u r a s presentaciones, p e r o rio h a g o uso de ellas: están neutralizados,
f u e r a d e juego, n o son ya o b j e t o d e u n a tesis; p e r m a n e c e n en el
e s t a d o de " f u e r a d e circuito" e n q u e se e n c u e n t r a el m u n d o p a r a u n a
conciencia q u e e f e c t ú a la reducción f e n o m e n o l ó g i c a prescrita por
Husserl. N u n c a se e n c u e n t r a n bellos o feos u n o s ojos ni se n o t a su
color m i e n t r a s nos m i r a n . L a m i r a d a del o t r o e n m a s c a r a sus ojos,
p a r e c e adelantárseles._ Esta ilusión proviene de q u e los ojos, c o m o
objetos de m i percepción, p e r m a n e c e n a u n a distancia precisa q u e
se despliegue desde m í h a s t a ellos — e n u n a p a l a b r a , soy presente a
los ojos sin distancia, p e r o ellos están distantes del lugar eYi q u e " m e
e n c u e n t r o " — m i e n t r a s q u e la m i r a d a está a la vez sobre m í sin dis-
tancia y m e tiene a distancia, es decir, q u e su presencia i n m e d i a t a a
m í despliega u n a distancia q u e m e a p a r t a dfe ella. N o p u e d o , pues,
dirigir m i a t e n c i ó n a la m i r a d a sin q u e al m i s m o t i e m p o m i p e r -
cepción se d e s c o m p o n g a y pase a s e g u n d o p l a n o . Se p r o d u c e a q u í
algo a n á l o g o a lo q u e h e t r a t a d o d e m o s t r a r eri o t r o l u g a r con m o -
tivo d e lo i m a g i n a r i o 1 ; n o podemos, decía entonces, percibir e ima-
g i n a r a la vez; h a d e ser u n a cosa o la otra. A h o r a d i r í a m o s : n o
p o d e m o s percibir el m u n d o y c a p t a r al m i s m o t i e m p o u n a m i r a d a

1
L'imaginaire, N. R. F., 1939.
lija sobre nosotros; h a de ser u n a cosa o la otra. Pues percibir es
mirar, y c a p t a r u n a m i r a d a n o es a p r e h e n d e r u n objeto-mirada en
el m u n d o (a menos q u e esa m i r a d a n o nos esté dirigida), sino t o m a r
i'onciencia de ser mirado. L a m i r a d a q u e manifiestan los ojos, de
cualquier naturaleza que sean, es p u r a remisic>n a m í mismo. L o
que capto i n m e d i a t a m e n t e c u a n d o oigo c r u j i r las ramas tras de m í
no es que hay alguien, sino q u e soy vulnerable, q u e tengo u n c u e r p o
capaz de ser herido, que ocupo u n lugar y q u e n o p u e d o en n i n g ú n
caso evadirme del espacio en q u e estoy sin defensa; en suma, que
soy visto. Así, la m i r a d a es a n t e todo u n intermediario q u e remite
de mí a m í mismo". ¿ D e q u é naturaleza es este intermediario? ¿ Q u é
significa p a r a m í : ser visto?
Imaginemos q u e haya llegado, por celos, por interés, p o r vicio,
a pegar la oreja c o n t r a u n a puerta, a m i r a r por el o j o d e u n a cerra-
dura. Estoy solo y en el p l a n o de la conciencia no-tética (de) mí.
Esto significa, primero, q u e n o hay yo p a r a h a b i t a r m i conciencia.
N a d a , pues, a que p u e d a referir mis actos p a r a calificarlos. N o son
en absoluto conocidos, sino que yo los soy, y p o r este solo h e c h o lle-
van en sí mismos su total justificación. Soy p u r a conciencia de las
cosas, y las cosas, t o m a d a s en el circuito d e m i ipseidad, m e ofrecen
sus potencialidades c o m o réplica de m i conciencia no-tética (de)
mis posibilidades propias. Esto significa que, tras esa puerta, se ofrece
u n espectáculo "de-ver", u n a conversación "de-oír". L a p u e r t a , la
cerradura, son a la vez instrumentos y obstáculos: se presentan c o m o
" d e - m a n e j a r con p r e c a u c i ó n " ; la c e r r a d u r a se d a c o m o " d e - m i r a r
de cerca y algo de costado", etc. Siendo así, " h a g o lo q u e tengo-de
h a c e r " : n i n g u n a vista trascendente viene a conferir a mis actos u n
carácter de cosa dada sobre la cual p u e d a ejercerse u n juicio: m i
conciencia se pega a mis actos, es mis actos; éstos están regidos sola-
mente por los fines de-alcanzar y por los instrumentos de-que hacer
uso. M i actitud, p o r ejemplo, n o tiene n i n g ú n " a f u e r a " , es p u r a
puesta en relación del instrumento (ojo d e la c e r r a d u r a ) con el fin
por alcanzar (espectáculo de-ver), p u r a m a n e r a de p e r d e r m e en el
m u n d o , d e h a c e r m e beber p o r las cosas c o m o la tinta p o r u n secante,
p a r a q u e u n complejo-utensilio orientado hacia u n fin se destaque
sintéticamente sobre f o n d o de m u n d o . El orden es inverso al orden
causal: el fin p o r alcanzar organiza todos los m o m e n t o s q u e lo pre-
ceden; el fin justifica los medios, los medios n o existen p a r a sí mis-
mos y f u e r a del fin. El c o n j u n t o , p o r otra parte, n o existe sino con
relación a u n libre proyecto de mis posibilidades: son precisamente
los celos, c o m o posibilidad q u e soy, los q u e organizan ese c o m p l e j o
d e utensilidad trascendiéndolo h a c i a sí mismos. P e r o esos celos, yo
n o los conozco sino q u e los soy. Sólo el c o m p l e j o m u n d a n o d e u t e n -
silidad p o d r í a enseñárselo, si yo c o n t e m p l a r a en vez de a c t u a r . Ese
c o n j u n t o e n el m u n d o , con su doble e inversa d e t e r m i n a c i ó n — n o
h a y espectáculo de-ver tras la p u e r t a sino p o r q u e estoy celoso, p e r o
mis celos n o son n a d a sino el simple h e c h o objetivo d e q u e hay u n
espectáculo de-ver tras la p u e r t a — , es lo q u e l l a m a r e m o s situación..
Esta situación m e r e f l e j a a l a vez m i f a c t i c i d a d y m i l i b e r t a d ; con
ocasión d e cierta estructura objetiva del m u n d o q u e m e rodea, m e
devuelve m i libertad en f o r m a d e t a r e a s de-cumplir l i b r e m e n t e ; n o
hay en ello constricción alguna, p u e s t o q u e m i libertad roe mis po-
sibles y, correlativamente, las potencialidades del m u n d o se indican
y se ofrecen solamente. Asi, n o p u e d o d e f i n i r m e v e r d a d e r a m e n t e
c o m o siendo en situación: en p r i m e r lugar, p o r q u e n o soy concien-
cia posicional d e m í m i s m o ; después, p o r q u e soy m i p r o p i a n a d a .
E n este sentido — y puesto q u e soy lo q u e n o soy y n o soy lo q u e
soy— n o p u e d o n i a u n d e f i n i r m e c o m o siendo v e r d a d e r a m e n t e en
a c t o d e escuchar tras las p u e r t a s ; escapo a esta definición provisional
d e m í m i s m o p o r t o d a m i trascendencia; ése es, c o m o hemos visto,
el origen d e la m a l a f e ; así, n o sólo n o p u e d o conocerme, sino q u e
hasta m i p r o p i o ser m e escapa — a u n q u e y o sea ese m i s m o e s c a p a r m e
a m i ser— y n o soy a b s o l u t a m e n t e n a d a ; n o h a y n a d a ahí sino u n a
p u r a n a d a q u e r o d e a y h a c e resaltar cierto c o n j u n t o objetivo q u e se
recorta e n el m u n d o , u n sistema real, u n a a c o m o d a c i ó n d e medios
con vistas a u n fin.
P e r o h e a q u í q u e h e oído pasos p o r el c o r r e d o r : m e m i r a n ,
¿ Q u é quiere decir esto? Q u e soy d e p r o n t o alcanzado en m i ser y
q u e a p a r e c e n e n mis estructuras modificaciones esenciales, q u e p u e d o
c a p t a r y f i j a r c o n c e p t u a l m e n t e p o r el cogito reflexivo.
E n p r i m e r lugar, h e a q u í q u e existo en t a n t o q u e yo p a r a m i
conciencia irreflexiva. Esta irrupción del yo es, inclusive, lo q u e m á s
a m e n u d o se h a descrito: me veo p o r q u e se m e ve, h a p o d i d o es-
cribirse. E n esta f o r m a , n o es del todo exacto. P e r o examinémoslo
m e j o r : en t a n t o hemos considerado al para-sí e n su soledad, hemos
p o d i d o sostener q u e la conciencia irreflexiva n o p o d í a ser h a b i t a d a
p o r u n yo: el yo n o se d a b a , a título d e objeto, sino p a r a la con-
ciencia reflexiva. P e r o h e a q u í q u e el yo viene a m o r a r la conciencia
irreflexiva. P e r o la conciencia irreflexiva es conciencia del m u n d o :
el p a p e l q u e n o i n c u m b í a sino a la conciencia reflexiva: la pre-
•,ciitiíi(ación del yo, pertenece a h o r a a la conciencia irreflexiva. Sólo
<|iic la conciencia reflexiva tiene el yo d i r e c t a m e n t e p o r objeto. L a
conciencia irreflexiva, en cambio, n o c a p t a la persona directamente
y como su objeto: la persona es presente a la conciencia en tanto que
es objeto para otro. Esto significa q u e tengo d e p r o n t o conciencia
d e m í en t a n t o q u e escapo a mí m i s m o ; n o en t a n t o q u e soy el
f u n d a m e n t o de m i propia n a d a sino en t a n t o q u e tengo m i f u n d a -
m e n t o f u e r a de mí. N o soy p a r a m í sino c o m o p u r a remisión al
otro. Empero, n o h a d e entenderse esto como q u e el objeto es el
prójimo y que el ego presente a m i conciencia es u n a estructura
secundaria o u n a significación del objeto-prójimo; el p r ó j i m o n o es
aquí objeto, ni p u e d e serlo, c o m o lo hemos mostrado, sin q u e a la
vez el yo d e j e de ser objeto-para-otro y se desvanezca. Así, n o a p u n t o
al p r ó j i m o como objeto, n i a m i ego c o m o objeto p a r a m í m i s m o ;
ni siquiera p u e d o dirigir u n a intención vacía hacia ese ego como
hacia u n objeto a c t u a l m e n t e f u e r a de m i a l e a n t e ; en efecto, está
separado d e m í por u n a n a d a q u e n o p u e d o colmar, puesto q u e lo
c a p t o en- tanto que no es para mí y q u e existe p o r principio p a r a el
otro; n o a p u n t o , pues, a él e n t a n t o q u e m e podría ser d a d o u n día,
sino, al contrario, en t a n t o q u e por principio m e huye y n o m e per-
tenecerá jamás. Y, empero, yo lo soy, n o lo rechazo c o m o u n a i m a -
gen extraña, sino q u e m e es presente c o m o u n yo q u e soy sin cono-
cerlo, pues lo descubro en la vergüenza (y, en otros casos, en el
orgullo). L a vergüenza o el orgullo m e revela la m i r a d a del prójimo,
y a mí mismo en el extremo d e esa m i r a d a ; m e h a c e vivir, n o cono-
cer, la situación de m i r a d o . Pero la vergüenza, c o m o lo advertíamos
al comienzo de este capítulo, es vergüenza d e sí, es reconocimiento
de q u e efectivamente soy ese objeto q u e otro m i r a y juzga. N o p u e d o
tener vergüenza sino d e m i libertad en t a n t o q u e ésta m e escapa
p a r a convertirse en objeto dado. Así, originariamente, el n e x o d e
m i conciencia irreflexiva con m i ego-mirado es u n nexo n o de cono-
cer sino d e ser. Soy, allende todo conocimiento q u e p u e d a tener,
ese yo q u e otro conoce. Y este yo que soy, lo soy en u n m u n d o q u e
otro m e h a alienado, pues la m i r a d a del otro abraza m i ser y, corre-
lativamente, las paredes, la p u e r t a , la cerradura, todas esas cosas-
utensilios en m e d i o de las cuales soy, vuelven h a c i a el otro u n rostro
q u e m e escapa p o r principio. Así, soy m i ego p a r a el otro en medio
d e u n m u n d o q u e se d e r r a m a hacia el otro. Pero n o hace m u c h o
habíamos p o d i d o llamar h e m o r r a g i a i n t e r n a al d e r r a m a m i e n t o de
mi m u n d o hacia el prójimo-objeto: pues, en efecto, la sangría que-
d a b a r e s t a ñ a d a y localizada p o r el h e c h o m i s m o de f i j a r y o c o m o
o b j e t o d e mi m u n d o ese p r ó j i m o h a c i a el cual este m u n d o se de-
s a n g r a b a ; así, n i u n a g o t a d e s a n g r e se p e r d í a , t o d o era r e c u p e r a d o ,
ceñido, localizado, a u n q u e e n u n ser q u e yo n o p o d í a p e n e t r a r . A h o -
r a , a l c o n t r a r i o , la h u i d a es sin t é r m i n o , se p i e r d e en el exterior, el
m u n d o se e s c u r r e f u e r a del m u n d o y yo m e d e r r a m o f u e r a d e m í ;
la m i r a d a del o t r o m e h a c e ser a l l e n d e m i ser e n este m u n d o , e n
m e d i o d e u n m u n d o q u e es a la vez éste y a l l e n d e este m u n d o . C o n
este ser q u e yo soy y q u e la v e r g ü e n z a m e descubre, ¿ q u é s u e r t e d e
relaciones p u e d o m a n t e n e r ?
E n p r i m e r l u g a r , u n a relación d e ser. Y o soy ese ser. N i u n
i n s t a n t e p i e n s o e n n e g a r l o ; m i v e r g ü e n z a lo confiesa. P o d r é m á s
t a r d e u s a r d e m a l a f e p a r a e n m a s c a r á r s e l o , p e r o la m a l a f e es t a m -
b i é n u n a concesión, ya q u e es u n e s f u e r z o p o r r e h u i r el ser q u e soy.
P e r o este ser q u e soy, n o lo soy e n el m o d o del " t e n e r - d e - s e r " ni e n
el del " e r a " ; n o lo f u n d o yo e n su s e r ; n o p u e d o p r o d u c i r l o d i r e c t a -
m e n t e , p e r o t a m p o c o es el e f e c t o i n d i r e c t o y riguroso d e mis actos,
c o m o c u a n d o m i s o m b r a , e n tierra, o m i reflejo, e n el espejo, se
a g i t a n en c o n e x i ó n c o n los gestos q u e h a g o . Este ser q u e yo soy con-
serva c i e r t a i n d e t e r m i n a c i ó n , c i e r t a imprevisibilidad. Y estas c a r a c -
terísticas n u e v a s n o p r o v i e n e n sólo d e q u e y o n o p u e d o conocer al
p r ó j i m o ; p r o v i e n e n t a m b i é n , y sobre t o d o , d e q u e el p r ó j i m o es
l i b r e ; o, p a r a ser exacto, e i n v i r t i e n d o los términos, la libertad del
p r ó j i m o : p r o v i e n e n t a m b i é n , y sobre todo, de q u e el p r ó j i m o es
del ser q u e soy p a r a él. Así, este ser n o es m i posible, n o está siempre
e n cuestión e n el seno d e m i l i b e r t a d : es, al c o n t r a r i o , el límite d e
m i l i b e r t a d , su " o t r a c a r a " 1 , e n el s e n t i d o e n q u e se h a b l a d e " l a
o t r a c a r a del n a i p e " ; m e es d a d o c o m o u n f a r d o q u e p o r t o sin p o d e r
v o l v e r m e n u n c a h a c i a él p a r a conocerlo, sin siquiera p o d e r sentir
su p e s o ; si es c o m p a r a b l e a m i s o m b r a , lo es a u n a s o m b r a q u e
se p r o y e c t a r a sobre u n a m a t e r i a m ó v i l e imprevisible y tal q u e n i n -
g u n a t a b l a d e r e f e r e n c i a m e p e r m i t i e r a c a l c u l a r las d e f o r m a c i o n e s
r e s u l t a n t e s d e esos m o v i m i e n t o s . Sin e m b a r g o , se t r a t a e f e c t i v a m e n t e
d e mi ser y n o d e m i i m a g e n d e m i ser. Se t r a t a d e m i ser tal cual
se escribe e n y p o r la l i b e r t a d a j e n a . T o d o o c u r r e c o m o si yo t u -
viese u n a d i m e n s i ó n d e ser d e la c u a l estuviera s e p a r a d o p o r u n a
n a d a r a d i c a l ; y e s t a n a d a es la l i b e r t a d a j e n a ; el p r ó j i m o tiene-de-
hacer-ser m i ser-para-él e n t a n t o q u e él tiene-de-ser su ser; así, c a d a

1
Literalmente "su debajo" (ion "dtssous"). (N. del T.)
lina de mis libres conductas m e compromete en u n nuevo medio,
donde la materia misma de m i ser es la imprevisible libertad de
otro. Sin embargo, p o r m i vergüenza misma, reivindico como mía
esa libertad a j e n a , a f i r m o u n a u n i d a d p r o f u n d a de las conciencias,
m> esa armonía de las m ó n a d a s q u e se h a t o m a d o a veces por garan-
tía de objetividad, sino u n a u n i d a d de ser, puesto que acepto y
(juiero q u e los otros m e confieren u n ser q u e yo reconozco.
Pero la vergüenza m e revela q u e yo .¡o}' este ser. N o en el m o d o
del era o del "tener-de-ser", sino en-sí. Sólo q u e n o p u e d o realizar
mi "ser-el-que-está-sentado"; c u a n d o más, p u e d e decirse q u e a la
vez lo soy y n o lo soy. Basta q u e otro m e mire p a r a q u e yo sea lo
que soy. N o p a r a mí mismo, ciertamente: n o lograré j a m á s realizar
ese "ser-el-que-está-sentado" q u e capto en la m i r a d a del otro, pues
siempre permaneceré conciencia; sino p a r a el otro. U n a vez m á s
la huida nihilizadora del para-sí se fija, u n a vez m á s el en-sí se re-
compone sobre el para-sí. Pero, u n a vez más, esa metamorfosis se
opera a distancia-, p a r a el otro, soy el que está sentado c o m o este
tintero está sobre la mesa; p a r a el otro, soy uno inclinado hacia el
ojo de la c e r r a d u r a c o m o este árbol es inclinado p o r el viento. Así,
quedo despejado, p a r a el otro, de mi trascendencia. Pues, en efecto,
p a r a quienquiera que se constituye en testigo de ella, es decir, se de-
termina como no siendo esa transcendencia, ésta se convierte en
trascendencia p u r a m e n t e constatada, transcendencia-dada, es de-
cir, adquiere u n a naturaleza por el solo hecho de q u e el otro, n o
por alguna deformación o refracción que le haya impuesto a través
de sus categorías, sino por su ser mismo, le confiere u n a f u e r a . Si
hay u n Otro, quienquiera q u e fuere, dondequiera q u e esté, cuales-
quiera que fueren sus relaciones conmigo, sin que actúe siquiera sobre
mí sino por el p u r o surgimiento de su ser, tengo u n afuera, t e n g o
u n a naturaleza; m i caída original es la existencia del otro; y la ver-
güenza es, como el orgullo, la aprehensión de mí mismo c o m o n a t u -
raleza, a u n c u a n d o esta naturaleza misma m e escape y sea incognos-
cible como tal. N o es, h a b l a n d o propiamente, que m e sienta p e r d e r
m i libertad p a r a convertirme en cosa, sino que aquélla está allá, f u e r a
de mi libertad vivida, como u n atributo d a d o de ese ser q u e soy p a r a
el otro. C a p t o la m i r a d a del otro en el propio seno de m i acto, co-
m o solidificación y alienación d e mis propias posibilidades. E n efecto,
estas posibilidades que soy y que son la condición de mi trascen-
dencia, las siento, por .el temor, por la espera ansiosa o p r u d e n t e ,
darse en otra p a r t e a otro como debiendo ser trascendidas a su
vez poi las propias posibilidades de él. Y ei otro, c o m o mirada, n o
es sino eso: m i trascendencia trascendida. Sin d u d a , soy siempre
mis posibilidades, en el m o d o d e la conciencia no-tética (de) esas
posibilidades; p e r o a la vez la m i r a d a m e las aliena; hasta entonces,
yo c a p t a b a téticamente esas posibilidades sobre el m u n d o y en el
m u n d o , a título d e potencialidad de los utensilios; el rincón oscuro,
e n el corredor, m e devolvía la posibilidad de esconderme como u n a
simple cualidad potencial de su p e n u m b r a , c o m o u n envite de su
oscuridad; esa c u a l i d a d o utensilidad del objeto le pertenecía sólo a
él y se d a b a c o m o u n a p r o p i e d a d objetiva e ideal, señalando su per-
tenencia real a ese c o m p l e j o q u e hemos l l a m a d o situación. Pero, con
la m i r a d a a j e n a , viene a sobreimponerse a la p r i m e r a u n a nueva or-
ganización de los complejos. C a p t a r m e como visto, en efecto, es
c a p t a r m e c o m o visto en el mundo y a p a r t i r del m u n d o . L a m i r a d a
n o m e recorta en el universo; viene a buscarme e n el seno de mi
situación y n o c a p t a de m í sino relaciones indescomponibles con los
utensilios; si soy visto c o m o sentado, d e b o ser visto c o m o "sentado-
en-una-silla"; si soy c a p t a d o c o m o inclinado, lo soy c o m o "incli-
nado-hacia-el-ojo-de-la-cerradura", etc. Pero, a la vez, esa alienación
d e m í q u e es el ser-mirado implica la alienación del m u n d o q u e yo
organizo. Soy visto c o m o sentado en esta silla en t a n t o q u e yo n o
la veo, en t a n t o q u e es imposible q u e la vea, en t a n t o que ella m e
escapa p a r a organizarse, con otras relaciones y otras distancias, en
m e d i o d e otros objetos que, análogamente, tienen p a r a m í u n a faz
secreta, en u n c o m p l e j o n u e v o y diversamente orientado. Así, yo,
que, e n t a n t o q u e soy mis posibles, soy lo q u e no soy y n o soy lo
q u e soy, h e aquí q u e soy alguno. Y eso q u e soy —y q u e por prin-
cipio m e escapa—, lo soy en medio del mundo, en t a n t o q u e m e
escapa. P o r este hecho, m i relación con el objeto, o potencialidad
del objeto, se descompone b a j o la m i r a d a a j e n a y se m e aparece
en el m u n d o c o m o m i posibilidad d e utilizar el objeto, en t a n t o q u e
esta posibilidad m e escapa por principio, es decir, en t a n t o que es
trascendida p o r el o t r o hacia sus propias posibilidades. Por ejemplo,
l a potencialidad del rincón oscuro se convierte en posibilidad d a d a
d e esconderme en el rincón, p o r el solo h e c h o d e q u e el otro p u e d e
trascenderla h a c i a su posibilidad d e i l u m i n a r el rincón con su lin-
t e r n a de bolsillo. Esta posibilidad está ahí, la capto, pero c o m o
ausente, c o m o en el otro, p o r m i angustia y p o r m i decisión d e re-
n u n c i a r a ese escondite q u e es poco seguro. Así, mis posibilidades
son presentes a m i conciencia irreflexiva en t a n t o q u e el otro me
<u t cha. Si veo su actitud dispuesta a todo, su m a n o en el bolsillo,
«londe tiene u n a r m a , su d e d o posado sobre la campanilla eléctrica
v presto a d a r el alerta, "al m e n o r gesto de m i p a r t e " , al centinela,
mi' entero de mis posibilidades desde a f u e r a y por él, al mismo tiem-
po q u e las soy; algo así como se entera u n o objetivamente de su
propio pensamiento por el lenguaje mismo, a la vez q u e lo piensa
¡tara moldearlo en el lenguaje. Esta tendencia a e m p r e n d e r la f u g a ,
que m e d o m i n a y m e arrastra y que yo sor, la leo en esa m i r a d a
.icechante y en esa otra m i r a d a : el a r m a q u e m e a p u n t a . El otro
me enseña esa tendencia mía, en t a n t o que la h a previsto y la h a
coartado. M e la enseña en t a n t o que la trasciende y la desarma.
IVro yo n o capto este mismo trascender, c a p t o simplemente la m u e r t e
<le mi posibilidad. M u e r t e sutil; pues m i posibilidad de esconderme
sigue siendo a ú n mi posibilidad; en t a n t o q u e la soy, ella vive siem-
pre; y el rincón oscuro n o d e j a d e h a c e r m e señas, d e devolverme su
potencialidad. Pero si el utensilio se define c o m o el h e c h o de " p o d e r
ser trascendido h a c i a . . . " , entonces m i posibilidad m i s m a se con-
vierte en utensilidad. M i posibilidad de esconderme en el rincón se
convierte en lo que el otro p u e d e trascender hacia su posibilidad d e
desenmascararme, de identificarme, de aprehenderme. Para el otro,
mi posibilidad es a la vez u n obstáculo y u n medio, c o m o todos los
utensilios. Obstáculo, pues lo obligaría a ciertos actos nuevos (avan-
zar hacia mí, encender su l i n t e r n a ) ; medio, pues, u n a vez descubierto
en el callejón sin salida, "estoy cogido". E n otros términos, todo
acto h e c h o contra el p r ó j i m o puede, por principio, ser p a r a él u n
instrumento q u e le servirá contra mí. Y capto precisamente al pró-
jimo n o en la clara visión d e lo q u e puede hacer con mi acto, sino
en u n miedo que vive todas mis posibilidades c o m o ambivalentes.
El p r ó j i m o es la m u e r t e oculta de mis posibilidades en t a n t o q u e
vivo esa m u e r t e c o m o oculta en medio del m u n d o . L a conexión
entre m i posibilidad y el utensilio n o es ya la de dos instrumentos
acomodados externamente u n o con otro con vistas a u n fin q u e m e
escapa. L a oscuridad del rincón oscuro y mi posibilidad de escon-
d e r m e en él son trascendidas a la vez por el otro, cuando, antes d e
h a b e r p o d i d o hacer yo u n gesto p a r a refugiarme, él a l u m b r a el rin-
cón con su linterna. Así, en la brusca sacudida q u e m e agita c u a n d o
c a p t o la m i r a d a a j e n a , ocurre que, de pronto, vivo u n a sutil aliena-
ción de todas mis posibilidades, q u e se o r d e n a n lejos de mí, en me-
d i o del m u n d o , con los objetos del m u n d o .
Pero de esto resultan dos importantes consecuencias. L a priine-
ra, q u e mi posibilidad se convierte, f u e r a de mí, en probabilidad. En
t a n t o q u e el p r ó j i m o la c a p t a c o m o roída p o r u n a libertad que él n o
es, d e la q u e él se hace testigo y cuyos efectos calcula, es p u r a inde-
terminación en el j u e g o d e los posibles, y así precisamente la adivino.
Es lo que, m á s tarde, c u a n d o estamos en conexión directa con el
p r ó j i m o p o r m e d i o del l e n g u a j e y nos enteramos p o c o a poco de lo
q u e piensa d e nosotros, p o d r á a la vez fascinarnos y horrorizarnos:
" ¡ T e j u r o q u e lo h a r é ! " — " P u e d e ser; si tú lo dices, quiero creerlo.
Sí, es posible q u e lo hagas." El sentido mismo de este diálogo im-
plica q u e el otro está originariamente situado a n t e m i libertad c o m o
a n t e u n a p r o p i e d a d d a d a d e indeterminación, y a n t e mis posibles
c o m o a n t e probables míos. Es lo q u e originariamente m e siento ser
allá, para otro, y este esbozo-fantasma de m i ser m e alcanza en el
meollo d e m í mismo, pues, p o r la vergüenza, la rabia y el miedo, n o
d e j o d e a s u m i r m e c o m o tal. D e asumirse a ciegas, puesto que no
conozco lo q u e a s u m o : simplemente, lo soy.
P o r otra parte, el c o n j u n t o utensilio-posibilidad de m í mismo
f r e n t e al utensilio se m e a p a r e c e c o m o trascendido y organizado en
m u n d o p o r el p r ó j i m o . C o n la m i r a d a a j e n a , la "situación" m e es-
capa, o, p a r a usar de u n a expresión trivial pero q u e t r a d u c e bien
nuestro p e n s a m i e n t o : ya no soy dueño de la situación. O, m á s exac-
t a m e n t e , sigo siendo el dueño, pero la situación tiene u n a dimensión
real por d o n d e m e escapa, p o r d o n d e giros imprevistos la hacen ser
d e otro m o d o q u e como aparece p a r a mí. Por cierto, p u e d e ocurrir
que, en la estricta soledad, e j e c u t e u n acto cuyas consecuencias sean
rigurosamente opuestas a mis previsiones y deseos: tiendo suavemente
u n a tablita p a r a acercar ese j a r r ó n frágil. Pero el gesto tiene poi
efecto h a c e r caer u n a estatuilla d e bronce q u e hace trizas el jarrón.
N o hay a q u í n a d a q u e n o h a b r í a p o d i d o prever d e h a b e r sido m á s
cuidadoso, d e h a b e r observado la disposición d e los objetos, etc., etc.;
nada que me escape por principio. Al contrario, la aparición del
otro h a c e a p a r e c e r en la situación u n aspecto n o q u e r i d o p o r mí,
del cual n o soy d u e ñ o y q u e m e escapa p o r principio, p u e s t o q u e
es para el otro. Es lo q u e Gide h a l l a m a d o felizmente " l a p a r t e del
diablo". Es el anverso imprevisible pero real. El arte de u n K a f k a
se dedicará a describir, e n El proceso y El castillo, esa imprevi-
sibilidad: en cierto sentido, todo lo q u e hacen K . y el agrimensor
les pertenece c o m o p r o p i o y, en t a n t o q u e a c t ú a n sobre el m u n d o ,
los resultados son rigurosamente conformes a sus previsiones: son
actos logrados. P e r o , , a la vez, la verdad d e esos actos les escapa
' • instantemente; tiene p o r principio u n sentido que es su verdadero
•.nítido y q u e ni K . ni el agrimensor conocerán jamás. Sin d u d a ,
k.ifka quiere a l t a n z a r aquí la trascendencia de lo divino; para lo
• ¡no el acto h u m a n o se constituye en verdad. Pero Dios n o es
,i1 [iií sino el concepto del otro llevado al límite. Volveremos sobre
• •lio. Esa atmósfera dolorosa y huidiza del Proceso, esa ignorancia
<|in\ sin embargo, se vive como ignorancia, esa opacidad total que
no puede sino presentirse a través de u n a translucidez total, n o es
• >tia cosa q u e la descripción de nuestro ser-en-medio-del-mundo-para-
• Mni. Así, pues, la situación, en y por su trascenderse p a r a otro, se
lija y organiza en torno d e m í en forma, en el sentido en q u e utili-
zan este término los gestaltistas: hay allí u n a síntesis d a d a d e la cual
• >y estructura esencial; y esa síntesis posee a la vez la cohesión ek-
stática y el carácter del en-sí. M i conexión con esa gente q u e habla
v .1 la que espío está d a d a de golpe f u e r a de mí, como u n substrato
incognoscible de la conexión q u e yo mismo establezco. E n particular,
mi propio mirar o conexión sin distancia con esa gente es despojado
• le su trascendencia por el h e c h o mismo de ser mirar-mirado. La
••ente q u e veo, en efecto, es f i j a d a por mí en objetos; soy, con res-
pecto a ella, como el p r ó j i m o con respecto a m í ; al mirarla, m i d o mi
potencia. Pero si otro la ve y m e ve, mi m i r a r pierde su p o d e r : no
podría transformar a esa gente en objetos para el otro, puesto q u e
son ya objetos d e su mirar. M i m i r a r manifiesta simplemente u n a
relación en m e d i o del m u n d o entre el objeto-yo y el objeto-mirado,
algo así c o m o la atracción m u t u a d e dos masas a distancia. E n
torno d e ese m i r a r se ordenan, por u n a parte, los objetos — l a dis-
tancia d e m í a los mirados existe ahora, pero está ceñida, circuns-
crita y c o m p r i m i d a p o r m i m i r a d a , el c o n j u n t o "distancia-objetos"
es como u n f o n d o sobre el cual la m i r a d a se destaca a la m a n e r a
de u n "esto" sobre f o n d o d e m u n d o — ; y p o r otra parte, mis actitu-
des, q u e se d a n c o m o u n a serie de medios utilizados p a r a "sostener"
la m i r a d a . E n este sentido, constituyo un todo organizado q u e es
m i r a d a ; soy u n objeto-mirada, es decir, u n complejo-utensilio d o t a d o
de finalidad interna, q u e p u e d e disponerse a sí mismo en u n a relación
de medio a fin p a r a realizar u n a presencia a tal o cual objeto allende
la distancia. Pero la distancia me es dada. E n t a n t o soy mirado, no
despliego la distancia: m e limito a franquearla. L a m i r a d a del otro
m e confiere la espacialidad. Captarse como m i r a d o es captarse como
espacializante-espacializado.
Pero la m i r a d a a j e n a n o se c a p t a sólo como espacializante: es
a d e m á s temporalizante. L a aparición de la m i r a d a a j e n a se m a n i -
fiesta p a r a m í p o r u n a vivencia que, p o r principio, m e era imposible
a d q u i r i r en la soledad: la d e la simultaneidad. U n m u n d o p a r a u n
solo para-sí n o p u e d e c o m p r e n d e r simultaneidad, sino sólo copre-
sencia, pues el para-sí se pierde f u e r a d e sí doquiera en el m u n d o y
vincula todos los seres p o r la u n i d a d d e su sola presencia. L a si-
m u l t a n e i d a d , e n cambio, supone la conexión temporal d e dos exis-
tentes q u e n o están vinculados p o r n i n g u n a otra relación. Dos exis-
tentes q u e ejercen u n o sobre otro u n a acción recíproca no son si-
multáneos, precisamente p o r q u e pertenecen al m i s m o sistema. L a
simultaneidad n o pertenece, pues, a los existentes del m u n d o ; supone
la copresencia-al m u n d o d e dos presentes encarados c o m o presencias
a. Es simultánea la presencia d e P e d r o al m u n d o con m i presencia.
E n este sentido, el f e n ó m e n o originario de simultaneidad es q u e
este vaso sea p a r a P a b l o al mismo tiempo q u e es p a r a mí. Ello su-
pone, pues, u n f u n d a m e n t o d e toda simultaneidad q u e debe ser nece-
sariamente la presencia a m i p r o p i a temporalización d e u n p r ó j i m o
q u e se temporaliza. Pero, precisamente, en t a n t o q u e el otro se tem-
poraliza, me temporaliza con él: en t a n t o q u e se lanza hacia su
t i e m p o propio, yo m e lo aparezco en el tiempo universal. La mirada
del otro, en t a n t o q u e la capto, viene a d a r a mi t i e m p o u n a di-
mensión nueva. E n t a n t o q u e presente c a p t a d o p o r el o t r o c o m o mi
presente, m i presencia tiene u n a f u e r a ; esta presencia q u e se pre-
sentifica para mí se aliena p a r a m í en presente al cual el otro se
h a c e presente; soy a r r o j a d o al presente universal, en t a n t o q u e el
otro se h a c e ser presencia a mí. P e r o el presente universal en q u e
a c a b o d e t o m a r lugar es p u r a alienación d e m i presente universal;
el t i e m p o físico fluye hacia u n a p u r a y libre temporalización q u e yo
n o soy; lo q u e se perfila en el horizonte d e esta simultaneidad q u e
vivo es u n a temporalización absoluta d e que m e separa u n a n a d a .
E n t a n t o q u e objeto espaciotemporal del m u n d o , en t a n t o q u e
estructura esencial d e u n a situación espaciotemporal en el m u n d o ,
m e ofrezco a las apreciaciones del prójimo. Esto t a m b i é n lo c a p t o
p o r el p u r o ejercicio del cogito: ser m i r a d o es captarse c o m o objeto
desconocido d e apreciaciones incognoscibles, en particular, de apre-
ciaciones de valor. Pero, precisamente, al mismo t i e m p o que, por la
vergüenza o el orgullo, reconozco lo bien f u n d a d o de esas aprecia-
ciones, n o ceso d e tomarlas por lo q u e son: u n libre trascender de lo
d a d o hacia posibilidades. U n juicio es el acto transcendental de u n
ser libre. Así, ser visto m e constituye c o m o u n ser sin defensa p a r a
una libertad q u e n o es la mía. E n este sentido podemos considerar-
nos c o m o "esclavos", -en t a n t o q u e nos aparecemos a otro. Pero esta
esclavitud n o es el resultado —histórico, y susceptible d e superación—
de u n a vida, d e f o r m a abstracta, d e la conciencia. Soy esclavo en
la medida en q u e soy dependiente en m i ser e n el seno de u n a libertad
que n o es la m í a y q u e es la condición misma d e m i ser. E n t a n t o
q u e soy objeto de valores q u e vienen a calificarme sin q u e yo p u e d a
obrar sobre esa calificación ni siquiera conocerla, estoy en esclavitud.
Al mismo tiempo, e n t a n t o q u e soy el i n s t r u m e n t o d e posibilidades
q u e n o son mis posibilidades, cuya p u r a presencia n o h a g o sino en-
trever allende m i ser y q u e niegan m i trascendencia p a r a consti-
tuirme en u n m e d i o hacia fines q u e ignoro, estoy en peligro. Y este
peligro n o es u n accidente, sino la estructura p e r m a n e n t e d e m l
ser-para-otro.
Henos al t é r m i n o d e esta descripción. H a d e advertirse p r i m e -
ramente, antes q u e p o d a m o s utilizarla p a r a descubrirnos el prójimo,
que ha sido hecha íntegramente en el plano del cogito. N o hemos
hecho sino explicitar el sentido de esas reacciones subjetivas a la
m i r a d a del prójimo, q u e son el m i e d o (sentimiento d e estar en peli-
gro a n t e la libertad a j e n a ) , el orgullo o la vergüenza (sentimiento
d e ser al fin lo q u e soy, p e r o e n otra parte, allá, p a r a o t r o ) , el re-
conocimiento de m i esclavitud (sentimiento d e la alienación d e todas
mis posibilidades). Además, esta explicitación n o es en m o d o a l g u n o
u n a fijación conceptual de conocimientos m á s o menos oscuros. Re-
mítase c a d a cual a su propia experiencia: n o hay n a d i e q u e n o haya
sido sorprendido a l g u n a vez en u n a actitud culpable o simplemente
ridicula. L a brusca modificación q u e experimentamos entonces n o
es provocada en m o d o alguno p o r la irrupción d e u n conocimiento.
Es m á s bien, con m u c h o , u n a solidificación y u n a estratificación
bruscas d e m í mismo, q u e d e j a intactas mis posibilidades y mis es-
tructuras " p a r a - m í " , p e r o q u e m e e m p u j a súbitamente a u n a n u e v a
dimensión de existencia: la dimensión d e lo no-revelado. Así, la
aparición d e la m i r a d a es c a p t a d a p o r m í c o m o surgimiento d e u n a
relación ek-stática d e ser, u n o de cuyos términos soy yo, e n t a n t o
q u e para-sí q u e es lo q u e n o es y n o es lo q u e es, y cuyo otro tér-
m i n o soy t a m b i é n yo, p e r o f u e r a d e m i alcance, f u e r a d e m i acción,
f u e r a d e m i conocimiento. Y este término, estando, precisamente, en
conexión con las infinitas posibilidades d e u n p r ó j i m o libre, es en
sí mismo síntesis infinita e inagotable d e propiedades no-reveladas.
P o r la m i r a d a a j e n a , m e vivo c o m o f i j a d o en m e d i o del m u n d o ,
c o m o u n peligro, c o m o irremediable. Pero n o sé ni cuál soy ni cuál
es mi sitio en el m u n d o , ni qué faz vuelve hacia el otro este m u n d o
en q u e yo soy.
Siendo así, podemos precisar el sentido de ese surgimiento del
p r ó j i m o en y por su m i r a d a . El p r ó j i m o n o nos es d a d o en m o d o
a l g u n o c o m o objeto. L a objetivación del p r ó j i m o sería el derrumbe
d e su ser-mirada. Por otra parte, c o m o hemos visto, la m i r a d a a j e n a
es la desaparición misma d e sus ojos como objetos q u e manifiestan
el m i r a r . El p r ó j i m o n o p o d r í a ser siquiera objeto a p u n t a d o en va-
cío en el horizonte de mi ser p a r a otro. L a objetivación del prójimo,
c o m o veremos, es u n a defensa de m i ser, q u e m e libera precisamente
d e m i ser p a r a otro confiriendo al otro u n ser p a r a mí. En el fe-
n ó m e n o d e la m i r a d a , el p r ó j i m o es, por principio, lo q u e n o p u e d e
ser objeto. Al mismo tiempo, vemos q u e n o p o d r í a ser un término
d e la relación entre m í y m í mismo q u e m e hace surgir p a r a mí
mismo c o m o el no-revelado. El p r ó j i m o t a m p o c o podría ser a p u n -
t a d o por m i atención: si, en el surgimiento de la m i r a d a a j e n a , yo
atendiera a la m i r a d a o al otro, n o podría ser sino encarándolos co-
mo objetos, pues la atención es dirección intencional hacia objetos.
Pero n o h a d e concluirse q u e el P r ó j i m o sea u n a condición abstracta,
u n a estructura conceptual d e la relación ek-stática: n o hay aquí,
en efecto, o b j e t o realmente p e n s a d o del que aquél p u e d a ser u n a
estructura universal y formal. El p r ó j i m o es, ciertamente, la condi-
ción d e m i ser-no-revelado. Pero es la condición concreta e indivi-
dual. N o está c o m p r o m e t i d o en m i ser en m e d i o del m u n d o como
u n a d e sus partes integrantes, pues precisamente es lo q u e tras-
ciende ese m u n d o en m e d i o del cual soy c o m o no-revelado; y como
tal n o p o d r í a ser, pues, ni objeto, ni elemento formal y constituyente
d e u n objeto. N o p u e d e aparecérseme —según hemos visto— como
u n a categoría unificadora o reguladora de mi experiencia, ya que
viene a m í p o r m u t u o encuentro. Entonces, ¿qué es?
E n p r i m e r lugar, es el ser hacia quien n o vuelvo mi atención.
Es aquel q u e m e m i r a y al q u e yo n o miro a ú n ; aquel que m e en-
trega a m í mismo c o m o no-revelado, pero sin revelarse él mismo;
aquel q u e m e es presente en t a n t o q u e m e a p u n t a y n o en t a n t o
q u e es a p u n t a d o ; es el polo concreto y f u e r a de alcance de m i huida,
d e la alienación d e mis posibles y del derramarse del m u n d o hacia
o t r o m u n d o q u e es el mismo y e m p e r o incomunicable con éste. Pero
no p u e d e ser distinto de esa alienación y de este d e r r a m e mismos;
él es el sentido y la dirección de éstos, él infesta el derrame, n o como
un elemento real o categorial, sino c o m o u n a presencia q u e se f i j a y
imindaniza si intento "presentificaria" y q u e n u n c a es tan presente
v a p r e m i a n t e c o m o c u a n d o m e descuido de él. Si estoy íntegramente
entregado a m i vergüenza, p o r ejemplo, el p r ó j i m o es la presencia
inmensa e invisible q u e sostiene esta vergüenza y la a b a r c a p o r todas
partes; es el m e d i o d e sostén d e m i ser-no-revelado. V e a m o s lo q u e
••(• manifiesta del p r ó j i m o como no-revelable a través de m i expe-
riencia vivida d e lo no-revelado.
E n p r i m e r lugar, la mirada del otro, c o m o condición necesaria
de mi objetividad, es destrucción d e t o d a objetividad p a r a mí. L a
mirada a j e n a m e alcanza a través del m u n d o y n o es solamente
transformación d e m í sino t a m b i é n metamorfosis total del mundo.
Soy m i r a d o en u n m u n d o m i r a d o . E n particular, la m i r a d a a j e n a
-que es m i r a r - m i r a n t e y n o m i r a r - m i r a d o — niega mis distancias de
los objetos y despliega sus distancias propias. Esa m i r a d a a j e n a se
d a i n m e d i a t a m e n t e c o m o aquello por lo cual la distancia viene al
m u n d o en el seno de u n a presencia sin distancia. Retrocedo, estoy
despojado d e m i presencia sin distancia a mi m u n d o , y provisto d e
u n a distancia a j e n a : h e m e a quince pasos de la p u e r t a , a seis metros
de la ventana. P e r o el p r ó j i m o viene a buscarme p a r a constituirme
a cierta distancia d e él. E n t a n t o q u e el otro m e constituye c o m o
a seis metros de él, es menester q u e él sea presente a m í sin distancia.
Así, e n la experiencia m i s m a d e m i distancia de las cosas y del p r ó -
jimo, experimento la presencia sin distancia del p r ó j i m o a mí. C a d a
cual reconocerá, en esta descripción abstracta, esa presencia inme-
diata y c a n d e n t e de la m i r a d a a j e n a q u e a m e n u d o lo h a llenado
de vergüenza. D i c h o d e otro m o d o : en t a n t o q u e m e experimento
como mirado, se realiza p a r a m í u n a presencia t r a n s m u n d a n a del
p r ó j i m o : el otro m e mira, n o en t a n t o q u e está " e n m e d i o " d e mi
m u n d o , sino en t a n t o q u e viene hacia el m u n d o y h a c i a m í con t o d a
su trascendencia, en t a n t o q u e n o está separado d e m í por n i n g u n a
distancia, por n i n g ú n objeto del m u n d o , ni real ni ideal, p o r n i n g ú n
cuerpo del m u n d o , sino por su sola naturaleza de p r ó j i m o . Así, la
aparición d e la m i r a d a a j e n a n o es aparición en el mundo-, ni en
el " m í o " ni en el " a j e n o " ; y la relación q u e m e u n e con el p r ó j i m o
no p u e d e ser u n a relación d e exterioridad en el interior del m u n d o ,
sino que, p o r la m i r a d a a j e n a , realizo la p r u e b a concreta d e q u e hay
u n m á s allá del m u n d o . El p r ó j i m o m e es presente sin n i n g ú n in-
termediario, como u n a trascendencia que no es la mía. Pero esa
presencia n o es recíproca: es menester todo el espesor del m u n d o
p a r a q u e yo sea presente al otro. Trascendencia omnipresente e
incaptable, posada sobre mí sin intermediario en t a n t o que soy m i
ser-no-revelado, y s e p a r a d a de m í por la infinitud del ser, en t a n t o
q u e soy sumergido p o r esa m i r a d a en el seno d e u n m u n d o com-
pleto, con sus distancias y utensilios: tal es la m i r a d a a j e n a c u a n d o
la experimento directamente c o m o m i r a d a .
Pero, además, el prójimo, al f i j a r mis posibilidades, m e revela
la imposibilidad en q u e estoy d e ser objeto excepto p a r a otra libertad.
N o p u e d o ser objeto p a r a mí mismo, pues soy lo q u e soy; a b a n d o -
n a d o a sus propios recursos, el esfuerzo reflexivo hacia el desdobla-
m i e n t o termina en fracaso: siempre soy r e a t r a p a d o p o r mí. Y c u a n d o
postulo i n g e n u a m e n t e q u e es posible q u e yo sea, sin d a r m e cuenta,
u n ser objetivo, supongo implícitamente p o r eso m i s m o la existencia
del p r ó j i m o ; pues, ¿ c ó m o p o d r í a ser yo objeto sino p a r a u n sujeto?
Así, el p r ó j i m o es a n t e t o d o p a r a m í el ser p a r a el cual soy objeto,
es decir, el ser por quien g a n o m i objetividad. Si he d e concebir
así sea u n a sola d e mis propiedades e n el m o d o objetivo, ya está-
d a d o el prójimo. Y está d a d o n o c o m o u n ser de mi universo, sino
c o m o sujeto puro. Así, este sujeto p u r o que, por definición, n o p u e d o
conocer, es decir, p o n e r c o m o objeto, está siempre ahí, f u e r a de
alcance y sin distancia, c u a n d o t r a t o de c a p t a r m e c o m o objeto. Y
>al e x p e r i m e n t a r la m i r a d a , al e x p e r i m e n t a r m e c o m o objetividad no-
revelada, experimento directamente y con mi ser la incaptable sub-
jetividad del prójimo.
Al mismo tiempo, experimento su infinita libertad. Pues mis
posibles p u e d e n ser limitados y fijados p a r a y por u n a libertad, y
sólo p a r a y por ella. U n obstáculo material n o podría f i j a r mis
posibilidades; es sólo la'ocasión, p a r a mí, d e proyectarme hacia otros
posibles, a los cuales ese obstáculo no p o d r í a conferir u n afuera. N o
es lo mismo quedarse en casa p o r q u e llueve y quedarse p o r q u e se
tiene prohibido sálir. E n el primer caso, m e determino a m í mismo
a q u e d a r m e , en consideración a las consecuencias de mis actos: tras-
ciendo el obstáculo- "lluvia" hacia mí mismo y h a g o de él u n instru-
m e n t o . E n el segundo caso, mis posibilidades mismas de salir o
q u e d a r m e m e son presentadas como trascendidas y fijadas, a la vez
previstas y prevenidas por u n a libertad. N o es capricho si, a m e n u d o ,
hacemos del m o d o m á s n a t u r a l y sin descontento lo q u e nos irritaría
si o t r o nos lo m a n d a r a . Pues la orden y la prohibición exigen q u e
experimentemos la libertad ajena a través de nuestra propia escla-
vitud. Así, en la m i r a d a , la m u e r t e de mis posibilidades m e hace
experimentar la libertad a j e n a ; aquélla n o se realiza sino en el seno
<le esta libertad y yo soy —yo, p a r a m í mismo inaccesible y e m p e r o
yo mismo— arrojado, d e j a d o ahí, en el seno d e la libertad d e otro.
Kn conexión con esta experiencia, m i pertenencia al tiempo univer-
sal n o puede aparecérseme sino como contenida y realizada p o r u n a
temporalización a u t ó n o m a ; sólo u n para-sí que se temporaliza p u e d e
a r r o j a r m e al tiempo.
Así, p o r la m i r a d a , experimento al p r ó j i m o concretamente c o m o
sujeto libre y consciente q u e hace q u e h a y a u n m u n d o al tempora-
lizarse hacia sus propias posibilidades. Y la presencia sin interme-
diario de ese sujeto es la condición necesaria d e todo pensamiento
q u e yo intente f o r m a r sobre m í mismo. El p r ó j i m o es ese yo mismo
de q u e n a d a m e separa, n a d a absolutamente excepto su p u r a y total
libertad, es decir, esa indeterminación de sí mismo q u e sólo él tiene-
de-ser p a r a y por sí.
Ahora, sabemos ya lo bastante p a r a intentar la explicación de
esas resistencias inquebrantables que el b u e n sentido h a opuesto siem-
pre a la argumentación solipsista. Esas resistencias se f u n d a n , en
efecto, sobre el h e c h o de q u e el p r ó j i m o se m e d a como u n a pre-
sencia concreta y evidente, q u e n o p u e d o en m o d o alguno sacar d e
mí mismo y q u e n o p u e d e en m o d o a l g u n o ser puesta en d u d a ni
constituirse en objeto d e u n a reducción fenomenológica ni de ninguna
, ti 9 r»
otra EJtoxil •
E n efecto: si se m e mira, tengo conciencia de ser objeto. Pero
esta conciencia n o p u e d e producirse sino en y por la existencia del
otro. E n esto Hegel tenía razón. Sólo q u e esta otra conciencia y
esta otra libertad n u n c a m e son dadas, ya que, si lo f u e r a n , serían
conocidas, y por lo t a n t o objetos, y dejaría de ser objeto yo. N o p u e d o
t a m p o c o extraer el concepto o la representación de ellas desde m i
propio fondo. E n p r i m e r lugar, p o r q u e n o las "concibo" ni m e las
"represento"; semejantes expresiones nos remitirían u n a vez m á s al
"conocer", q u e p o r principio se h a puesto f u e r a d e juego. Pero,
además, toda experiencia concreta d e libertad que p u e d o operar p o r
m í mismo es p r u e b a d e mi libertad; toda aprehensión concreta de
conciencia es conciencia (de) mi conciencia; la noción misma de
conciencia n o hace sino remitir a mis conciencias posibles: en efecto,
hemos establecido en nuestra Introducción q u e la existencia de la
libertad y d e la conciencia precede y Condiciona la esencia d e las
mismas; en consecuencia, estas esencias n o p u e d e n subsumir sino
tjemplificaciones concretas de mi conciencia o d e mi libertad. En
tercer lugar, libertad y conciencia ajenas no podrían tampoco ser
categorías que sirvieran p a r a la unificación de mis representaciones.
Por cierto, como lo h a m o s t r a d o Husserl, la estructura ontológica
de " m i " m u n d o reclama que sea t a m b i é n mundo para otro. Pero,
en la m e d i d a en que el p r ó j i m o confiere u n tipo de objetividad par-
ticular a los objetos de m i m u n d o , ya el p r ó j i m o está en esc m u n d o
con carácter de objeto. Si es exacto que Pedro, mientras lee f r e n t e
a mí, d a u n tipo de objetividad particular a la faz del libro vuelta
hacia él, se t r a t a de u n a faz que p u e d o por principio ver ( a u n q u e
me escapa, según hemos visto, en t a n t o precisamente que es leída),
q u e pertenece al m u n d o en que estoy y que, por consiguiente, se
vincula allende la distancia y por u n nexo mágico con el objeto-
Pedro. E n estas condiciones, el concepto de p r ó j i m o puede, en efec-
to, ser f i j a d o c o m o f o r m a vacía y utilizado constantemente como
refuerzo de objetividad p a r a el m u n d o que es mío. Pero la presencia
del p r ó j i m o en su m i r a r - m i r a n t e n o podría contribuir a reforzar el
m u n d o , sino que, al contrario, lo desmundaniza, pues hace justa-
m e n t e que el m u n d o m e escape. El escapárseme el m u n d o , c u a n d o
es relativo y es escaparse hacia el objeto-prójimo, refuerza la obje-
tividad; el escapárseme el m u n d o y yo mismo, c u a n d o es absoluto
y se opera hacia u n a libertad que n o es la mía, es u n a disolución
de m i conocimiento: el m u n d o se desintegra p a r a reintegrarse en
m u n d o allá, pero esta desintegración no m e es d a d a , n o p u e d o ni
conocerla ni siquiera pensarla. L a presencia a mí del prójimo-mirada
n o es, pues, ni u n conocimiento, ni u n a proyección de mi ser, ni
u n a f o r m a de unificación o categoría. Simplemente es, y n o p u e d o
derivarla de mí.
Al mismo tiempo, n o p u e d o hacerla caer b a j o la ETO/V] feno-
menológica. Ésta, en efecto, tiene por finalidad poner el m u n d o
entre paréntesis p a r a descubrir la conciencia transcendental en su
realidad absoluta. Q u e esta operación sea posible o n o en general
n o nos corresponde decirlo aquí. Pero, en el caso que nos ocupa,
no podría poner f u e r a de juego al prójimo, pues, en t a n t o que mi-
rar-mirante, éste no pertenece precisamente al m u n d o . T e n g o ver-
güenza de m í ante otro, decíamos. L a reducción fenomenológica
debe tener por efecto poner f u e r a de juego el objeto de la vergüenza,
p a r a destacar m e j o r la vergüenza misma en su absoluta subjetividad.
Pero el p r ó j i m o n o es el objeto de la vergüenza: los objetos de ella
son m i acto o mi situación en el m u n d o . Sólo éstos podrían, en rigor,
ser "reducidos". El p r ó j i m o no es siquiera u n a condición objetiva
de mi vergüenza. Y, empero, es como el ser mismo de ella. L a ver-
güenza es revelación del prójimo, n o a la m a n e r a en q u e u n a con-
ciencia revela u n objeto, sino a la m a n e r a en que u n m o m e n t o de la
conciencia implica lateralmente otro m o m e n t o , como su motivación.
Así hubiésemos alcanzado por medio del cogito la conciencia p u r a
y esta conciencia p u r a n o fuese sino conciencia (de ser) vergüenza,
la conciencia a j e n a seguiría infestándola como presencia inaferrable,
y se h u r t a r í a por eso a toda reducción. Esto nos muestra suficiente-
mente que el p r ó j i m o n o debe ser buscado p r i m e r a m e n t e en el m u n -
do, sino del lado de la conciencia, como u n a conciencia en la cual
y por la cual la conciencia se h a c e ser lo q u e ella es. Así como mi
conciencia c a p t a d a por el cogito d a testimonio indubitable de ella
misma y d e su propia existencia, ciertas conciencias particulares, por
ejemplo la "conciencia-vergüenza", d a n al cogito testimonio indubi-
table d e ellas mismas y de la existencia del prójimo.
Pero, se dirá, ¿ n o es, simplemente, q u e la m i r a d a a j e n a es el
sentido d e m i objetividad-para-mí? Con ello recaeríamos en el solip-
sismo: c u a n d o m e integrara yo como objeto al sistema concreto de
mis representaciones, el sentido de esta objetivación sería proyectado
f u e r a d e m í e hipostasiado como prójimo.
Pero h a de advertirse lo siguiente:
l 9 M i objectidad p a r a mí n o es en m o d o alguno la explicitación
del Ich bin Ich de Hegel. N o se t r a t a en m o d o a l g u n o de u n a
identidad formal, y m i ser-objeto o ser-para-otro es p r o f u n d a m e n t e
diferente de mi ser-para-mí. E n efecto, la noción d e objetividad,
como hacíamos n o t a r en la p r i m e r a parte, exige u n a negación ex-
plícita. El objeto es lo q u e n o es m i conciencia y, por consiguiente,
lo q u e n o tiene los caracteres d e la conciencia, puesto q u e sólo el
existente q u e tiene p a r a m í los caracteres de la conciencia es la con-
ciencia q u e es mía. Así, el yo-objeto-para-mí es u n yo q u e no es
para mí, es decir, q u e n o tiene los caracteres de la conciencia. Es
conciencia degradada; la objetivación es u n a metamorfosis radical
y, a u n si p u d i e r a verme clara y distintamente c o m o objeto, lo q u e
viera no sería la representación a d e c u a d a d e lo q u e soy en m í mismo
y p a r a mí, d e ese "monstruo incomparable y preferible a todo" d e
q u e habla M a l r a u x , sino la. captación d e m i ser-fuera-de-mí p o r el
otro, es decir, la captación objetiva d e mi otro-ser, q u e es radical-
m e n t e diferente de m i ser-para-mí y n o remite a éste. C a p t a r m e
como malvado, p o r ejemplo, n o podría ser referirme a lo q u e soy
p a r a m í mismo, pues n o soy ni p u e d o ser m a l v a d o p a r a mí. E n
primer lugar, p o i q u e n o soy m a l v a d o p a r a m í mismo así como 110
"soy" médico o funcionario. Soy, en efecto, en el m o d o de n o ser
lo q u e soy y de ser lo que n o soy. L a calificación de malvado, al
contrario, m e caracteriza c o m o u n en-sí. E n segundo lugar, porque,
sí yo debiera ser m a l v a d o p a r a mí, sería menester q u e lo f u e r a en
el m o d o del tencr-de-serlo, o sea q u e debería c a p t a r m e y quererme
malvado. Pero esto significaría q u e debo descubrirme como querien-
d o lo que m e aparece a m í mismo c o m o lo contrario d e m i Bien,
y precisamente p o r q u e es el M a l o lo contrario de mi Bien. Sería
menester, pues, expresamente q u e yo quisiera lo contrario de lo q u e
quiero en un mismo m o m e n t o y según la misma relación, es decir,
q u e m e odiara a n ú mismo en t a n t o precisamente q u e soy yo mismo.
Y, p a r a realizar plenamente, en el terreno del para-sí, esa esencia
d e m a l d a d , sería menester que yo m e ' ¡umiera como malvado, es
decir, q u e m e a p r o b a r a p o r el mismo ac*o que m e hace censurarme.
Se ve, pues, q u e esa noción de m a l d a d n o podría t o m a r en m o d o
alguno su origen de m í en t a n t o q u e yo soy yo. Y sería en v a n o
llevar a sus extremos límites el ék-stasis o a r r a n c a m i e n t o a mí mismo
q u e m e constituye p a r a - m i ; n o lograría n u n c a conferirme la m a l d a d
ni siquiera concebirla p a r a m í si estoy librado a mis propios recursos.
Pues soy m i a r r a n c a m i e n t o a m í mismo, soy m i propia n a d a ; basta
q u e e n t r e m í y m í mismo yo sea m i propio mediador, p a r a que toda
objetividad desaparezca. Esa n a d a q u e m e separa del objeto-yo, no
d e b o serla; pues es preciso q u e haya presentación a m í del objeto
q u e soy. Así, yo n o podría conferirme n i n g u n a cualidad sin la me-
diación de u n p o d e r objetivador q u e n o es m i propio poder y que
n o p u e d o fingir ni f o r j a r . Sin d u d a , esto n o es cosa n u e v a ; se ha
dicho hace r a t o q u e el p r ó j i m o m e enseña lo que soy. Pero los
mismos q u e sostenían esta tesis a f i r m a b a n , por otra parte, q u e ex-
traigo de m í mismo el concepto de prójimo, por reflexión sobre mis
propios poderes y por proyección o analogía. Permanecían, pues,
d e n t r o d e u n círculo vicioso del que no podían salir. D e hecho, el
prójimo n o p u e d e ser el sentido d e m í objetividad, sino que es la
condición concreta y trascendente de ella. Pues, en efecto, esas
cualidades d e "malvado", "celoso", "simpático" o "antipático", etc.,
etc., n o son vanos sueños: c u a n d o uso de ellas p a r a calificar a otro,
bien veo q u e quiero alcanzarlo en su ser. Empero, n o p u e d o vivirlas
c o m o realidades mías propias: n o se deniegan, si el p r ó j i m o m e las
confiere, a lo q u e yo soy p a r a mí, pero c u a n d o otro m e h a c e u n a
descripción de m i carácter, n o m e reconozco; y sin e m b a r g o sé q u e
"M>y yo". Asumo en seguida a ese extraño q u e m e presentan, sin
que d e j e de ser u n extraño. Pues n o es u n a simple unificación de mis
ivprescntaciones subjetivas, ni u n " Y o " q u e yo soy, en el sentido
<!el Ich bin Ich, ni u n a v a n a imagen q u e el p r ó j i m o se hace de
mí y de cuya responsabilidad es único p o r t a d o r : ese yo, incompara-
ble con el yo q u e tengo d e ser, soy también yo, pero metaformoseado
l«>r u n m e d i o nuevo y a d a p t a d o a este m e d i o ; es u n ser, mi ser, pero
con dimensiones d e ser y modalidades e n t e r a m e n t e nuevas; soy yo,
separado d e m í por u n a n a d a infranqueable, pues soy ese yo, pero
no soy esa n a d a q u e m e separa de mí. Es el yo q u e yo soy por un
ék-stasis último q u e trasciende todos mis ék-stasis, puesto q u e n o
es el ék-stasis q u e tengo-de-sef. M i ser p a r a otro es u n a caída a
iravés del vacío absoluto hacia la objetividad. Y, c o m o esta caída
es alienación, n o p u e d o h a c e r m e ser p a r a m í mismo c o m o objeto,
pues en n i n g ú n caso p u e d o alienarme a m í mismo.
2° El prójimo, por o t r a parte, n o m e constituye c o m o objeto
para mí, sino para él. E n otras palabras, n o sirve d e concepto regu-
lador o constitutivo p a r a conocimientos q u e yo tenga de m í mismo.
La presencia del p r ó j i m o n o hace, pues, " a p a r e c e r " el yo-objeto: n o
capto n a d a m á s q u e u n escapar a m í h a c i a . . . A u n c u a n d o el len-
g u a j e m e h a y a revelado q u e el p r ó j i m o m e tiene por m a l v a d o o por
celoso, n o t e n d r é j a m á s u n a intuición concreta d e m i m a l d a d o de
mis celos. N o serán n u n c a sino nociones fugaces, cuya naturaleza
misma será la d e escapárseme; n o captaré m i m a l d a d , sino que, a
propósito d e tal o cual acto, m e escaparé a m í mismo, sentiré mi
alienación y m i d e r r a m a r m e h a c i a . . . u n ser q u e sólo podré pensar
en vacío c o m o malvado, y q u e e m p e r o m e sentiré ser, que viviré a
distancia p o r m e d i o d e la vergüenza o el miedo.
Así, m i yo-objeto n o es ni conocimiento ni u n i d a d de conoci-
miento, sino malestar, a r r a n c a m i e n t o vivido a la u n i d a d ek-stática
del para-sí, límite q u e n o p u e d o alcanzar y q u e sin e m b a r g o soy. Y
el otro, p o r quien ese yo me adviene, n o es ni conocimiento ni cate-
goría sino el hecho d e la presencia d e u n a libertad e x t r a ñ a a mí. D e
hecho, m i a r r a n c a m i e n t o a m í mismo y el surgimiento d e la libertad
a j e n a son u n a sola y m i s m a cosa; n o p u e d o sentirlos y vivirlos sino
juntos; n o p u e d o ni a u n intentar concebirlos el u n o sin el otro. El
hecho del p r ó j i m o es incontestable y m e alcanza en m i pleno meollo.
L o realizo p o r el malestar; por él estoy p e r p e t u a m e n t e en peligro
en u n m u n d o q u e es este m u n d o y que, empero, n o p u e d o m á s q u e
presentir; y el p r ó j i m o n o se m e aparece c o m o u n ser q u e f u e r a
primero constituido p a r a encontrarse conmigo después, sino como
u n ser q u e surge en u n a relación originaria de ser conmigo y cuya
indubitabilidad y necesidad de hecho son las de m i propia conciencia.
Subsisten, empero, numerosas dificultades. E n particular, con-
ferimos al prójimo, por la vergüenza, u n a presencia indubitable.
Pero hemos visto q u e es sólo probable q u e el otro rae mire. Esa
g r a n j a que, en la c u m b r e d e la colina, parece m i r a r a los francoti-
radores, está ciertamente o c u p a d a p o r el enemigo; p e r o no es seguro
q u e los soldados enemigos acechen a c t u a l m e n t e tras sus ventanas.
Ese h o m b r e cuyos pasos oigo tras d e mí, n o es seguro que me mire :
su rostro p u e d e estar desviado, su m i r a d a clavada en tierra o fija
en u n libro; en fin, de m o d o general, los ojos q u e están fijados
sobre m í nO es seguro q u e sean ojos; p u e d e n ser solamente "hechos
a semejanza" d e ojos reales. ( E n u n a palabra, ¿ la m i r a d a n o se con-
vierte a su vez en probable, por el hecho de q u e p u e d o constante-
m e n t e creerme m i r a d o sin serlo? Y toda nuestra certeza d e la exis-
tencia a j e n a , ¿ n o recobra, por esto mismo, u n carácter p u r a m e n t e
hipotético?
L a dificultad p u e d e enunciarse en estos términos: con ocasión
d e ciertas apariciones en el m u n d o q u e m e parecen manifestar u n a
m i r a d a , c a p t o en m í mismo cierto "ser-mirado" con sus estructuras
propias, q u e m e remiten a la existencia real del prójimo. Pero p u e d e
q u e m e haya e n g a ñ a d o : p u e d e que los objetos del m u n d o q u e yo
t o m a b a p o r ojos n o f u e r a n ojos; p u e d e q u e sólo el viento agitara
el m a t o r r a l a mis espaldas; en u n a palabra, p u e d e ser q u e esos
objetos concretos n o manifestaran realmente u n a m i r a d a . ¿ Q u é se
hace, en tal caso, m i certeza de ser mirado? M i vergüenza era, en
efecto, vergüenza ante alguien: pero ahí n o hay nadie. ¿ N o se con-
vierte, entonces, en vergüenza ante nadie, es decir, ya que he puesto
a alguien allí d o n d e nadie había, en vergüenza falsa?
Esta dificultad n o h a de retenernos m u c h o tiempo, y ni a u n la
habríamos m e n c i o n a d o si n o tuviera la v e n t a j a d e hacer progresai
nuestra indagación y de señalar más p u r a m e n t e la naturaleza de
nuestro ser-para-otro. Ella confunde, en efecto, dos órdenes de co-
nocimientos distintos y dos tipos de ser incomparables entre sí.
H e m o s sabido siempre q u e el objeto-en-el-mundo n o podía ser sino
probable. Esto proviene d e su carácter mismo d e objeto. Es proba-
ble q u e el transeúnte sea u n h o m b r e ; y, si vuelve los ojos hacia mí.
a u n q u e en seguida experimento con certeza el ser-mirado, n o p u e d o
trasladar esta certeza a mi experiencia del prójimo-objeto. T a l cer-
tiv.i. en efecto, n o m e descubre sino el prójimo-sujeto, presencia
ii.isrendente al m u n d o y condición real de mi ser-objeto. E n todo
< aso, n o es posible, pues, transferir m i certeza del prójimo-sujeto al
prójimo-objeto q u e fue' la ocasión de esa certeza; ni, reciprocamente,
desvirtuar la evidencia d e la aparición del prójimo-sujeto a partir
de la probabilidad constitucional del prójimo-objeto. M á s a ú n : la
mirada, c o m o lo hemos mostrado, a p a r e c e sobre f o n d o de destruc-
ción del objeto que la manifiesta. Si ese transeúnte gordo y f e o q u e
avanza h a c i a mí con paso saltarín de p r o n t o m e mira, adiós su feal-
dad, su obesidad y sus sal ti tos: d u r a n t e el tiempo q u e m e siento
mirado, es p u r a libertad m e d i a d o r a entre m í y m í mismo. El ser-
mirado n o puede, pues, depender del objeto manifestador de la mi-
rada. Y, puesto q u e mi vergüenza, captable reflexivamente como
vivencia, d a testimonio del otro con el mismo título q u e d e ella
misma, n o h e d e volver a cuestionarla con motivo d e u n o b j e t o del
m u n d o que, por principio, p u e d e ser puesto en d u d a . T a n t o valdría
d u d a r de m i p r o p i a existencia p o r q u e l^s percepciones q u e tengo d e
mi propio c u e r p o ( c u a n d o veo mi m a n o , p o r e j e m p l o ) están sujetas
a error. Así, pues, el ser-mirado, destacado en t o d a su pureza, n o
está ligado al cuerpo ajeno, así c o m o m i conciencia de ser conciencia,
en la p u r a realización del cogito, n o está v i n c u l a d a a mi propio
cuerpo; h a d e considerarse la aparición d e ciertos objetos en el c a m p o
de m i experiencia, en particular la convergencia de los ojos ajenos
en m i dirección, c o m o u n a p u r a monición, c o m o la ocasión p u r a
de realizar m i ser-mirado, a la m a n e r a en que, p a r a u n Platón, las
contradicciones del m u n d o sensible son ocasión p a r a operar u n a con-
versión filosófica. E n u n a p a l a b r a , lo cierto es q u e soy mirado; lo
solamente probable es q u e la m i r a d a esté ligada a tal o cual presen-
cia i n t r a m u n d a n a . Esto n a d a tiene de sorprendente p a r a nosotros,
por otra parte, pues, c o m o hemos visto, lo q u e nos m i r a n u n c a son
ojos sino el p r ó j i m o c o m o sujeto. Ello n o quita, se dirá, q u e yo
p u e d o descubrir h a b e r m e e n g a ñ a d o : h e m e inclinado h a c i a el ojo
de la c e r r a d u r a ; d e p r o n t o oigo pasos. M e recorre u n estremeci-
miento d e vergüenza: alguien m e h a visto. M e yergo, recorro con
los ojos el corredor desierto: era u n a falsa a l a r m a . Respiro. ¿ N o
ha h a b i d o en este caso u n a experiencia q u e se ha destruido a sí
misma?
Observémoslo mejor. ¿ L o q u e se h a revelado como error ha
sido m i ser-objetivo p a r a otro? E n m o d o alguno. L a existencia del
prójimo está t a n lejos de ser puesta en d u d a , q u e esa falsa a l a r m a
p u e d e m u y bien tener por consecuencia h a c e r m e renunciar a mi
empresa. Si, al contrario, persevero, sentiré palpitar m i corazón y
estaré alerta al m e n o r ruido, al m e n o r c r u j i d o de los peldaños. El
prójimo, lejos d e h a b e r desaparecido con m i p r i m e r a alarma, está
a h o r a en todas partes, d e b a j o y e n c i m a d e mí, en las piezas conti-
guas, y sigo sintiendo p r o f u n d a m e n t e m i ser-para-otro; hasta p u e d e
q u e m i vergüenza n o desaparezca: a h o r a m e inclino hacia la cerra-
d u r a con rostro ruboroso, n o d e j o ya d e experimentar m i ser-para-
o t r o ; mis posibilidades n o cesan d e " m o r i r " , ni las distancias de des-
plegarse h a c i a m í a p a r t i r d e la escalera d o n d e " p o d r í a " h a b e r al-
guien, a p a r t i r d e ese rincón oscuro d o n d e " p o d r í a " esconderse u n a
presencia h u m a n a . M á s a ú n : si m e estremezco al m e n o r ruido, si
c a d a c r u j i d o m e a n u n c i a u n a m i r a d a , se debe a q u e soy ya en estado
d e ser-mirado. ¿ Q u é es, en suma, lo q u e h a aparecido engañosamente
y se h a destruido de por sí c u a n d o la falsa a l a r m a ? N o es el p r ó -
jimo-sujeto, ni su presencia a m í : sino la facticidad del prójimo, es
decir, la conexión contingente entre el p r ó j i m o y u n ser-objeto en
mi m u n d o . Así, lo dudoso n o es el p r ó j i m o mismo, sino el ser-ahí
del prójimo, es decir, ese acaecimiento histórico y concreto q u e po-
demos expresar con las p a l a b r a s : " H a y alguien en esa pieza."
Estas observaciones nos p e r m i t i r á n llegar m á s lejos. L a pre-
sencia del p r ó j i m o en el m u n d o n o p u e d e derivar analíticamente, en
efecto, de la presencia del prójimo-sujeto a mí, puesto que esta
presencia originaria es trascendente, es decir, es ser-allende-el-mundo.
H e creído q u e o t r o estaba presente en la pieza, pero m e h e e n g a ñ a d o :
no estaba ahí; estaba "ausente". ¿ Q u é es la ausencia, pues?
D e tomarse la expresión de ausencia en su uso empírico y coti-
diano, es claro q u e n o la emplearía p a r a designar cualquier especie
d e "no-ser-ahí". E n primer lugar, si n o e n c u e n t r o m i p a q u e t e de
t a b a c o en su sitio d e costumbre, n o diré q u e está ausente, a u n q u e
e m p e r o p u e d a declarar q u e "debería estar a h í " . Pues el sitio de
u n objeto material o de u n instrumento, a u n q u e a veces p u e d a
asignársele con precisión, n o deriva de su naturaleza. Esta p u e d e
c u a n d o m u c h o conferirle u n l u g a r ; pero el "sitio de u n instrumento
se realiza p o r mí. L a r e a l i d a d - h u m a n a es el ser p o r el cual viene a
los objetos u n sitio. Y sólo la r e a l i d a d - h u m a n a , en t a n t o q u e es sus
propias posibilidades, p u e d e originariamente o c u p a r u n sitio. Pero,
p o r otra parte, t a m p o c o diré q u e el A g a - K h a n o el Sultán de M a -
rruecos esté ausente d e este d e p a r t a m e n t o ; p e r o sí q u e Pedro, quien
p e r m a n e c e de ordinario en él, está ausente de allí p o r u n c u a r t o
de hora. E n u n a palabra, la ausencia se define c o m o u n m o d o d e
'•(•i de la r e a l i d a d - h u m a n a con relación a los lugares y sitios que ella
misma h a d e t e r m i n a d o p o r su presencia. L a ausencia n o es u n a
nada d e conexión con u n sitio, sino que, al contrario, d e t e r m i n o a
l'edro con respecto a u n sitio d e t e r m i n a d o d e c l a r a n d o q u e está
.1 úsente d e él. Por último, n o h a b l a r í a m o s d e la ausencia d e P e d r o
i o n relación a u n lugar de la naturaleza, a u n c u a n d o tenga costum-
bre de pasar p o r él. Pero, e n cambio, p o d r é d e p l o r a r su ausencia
«le u n picnic q u e "tiene l u g a r " en alguna zona d o n d e él n u n c a h a
estado. L a ausencia de P e d r o se define con relación a u n sitio d o n d e
debería determinarse él mismo a estar, p e r o ese sitio m i s m o está deli-
m i t a d o c o m o sitio, n o p o r el p u n t o ni a u n p o r relaciones solitarias
entre el lugar y P e d r o mismo, sino por la presencia d e otras realida-
des-humanas. P e d r o es ausente con relación a otros hombres. Lá
ausencia es u n m o d o d e ser concreto d e P e d r o con relación a T e -
resa; es u n nexo e n t r e realidades h u m a n a s , n o e n t r e la realidad-
h u m a n a y el m u n d o . Sólo con relación a T e r e s a está P e d r o ausente
de este lugar. L a ausencia es, pues, u n a conexión d e ser entre dos
o más realidades h u m a n a s , la cual requiere necesariamente u n a p r e -
sencia f u n d a m e n t a l d e esas realidades las u n a s a las otras, y n o es,
por otra parte, sino u n a de las concreciones particulares de esta
presencia. Estar ausente, p a r a P e d r o con respecto a Teresa, es u n a
m a n e r a particular d e serle presente. L a ausencia, en efecto, n o tiene
significación a menos q u e todas las relaciones e n t r e P e d r o y Teresa
queden salvaguardadas: él la a m a , es su marido, asegura su subsis-
tencia, etc. E n particular, la ausencia supone la conservación d e la
existencia concreta d e P e d r o : la m u e r t e n o es u n a ausencia. Por este
hecho, la distancia d e P e d r o a Teresa n a d a cambia al h e c h o f u n -
d a m e n t a l de su presencia recíproca. E n efecto, si consideramos esta
presencia desde el p u n t o d e vista de Pedro, vemos q u e significa o
bien q u e Teresa es existente en m e d i o del m u n d o c o m o objeto-pró-
jimo, o bien que él se siente existir p a r a T e r e s a c o m o p a r a u n sujeto-
prójimo. E n el primer caso, la distancia es hecho contingente y n o
significa n a d a con respecto al h e c h o f u n d a m e n t a l de q u e P e d r o es
aquel por quien " h a y " u n m u n d o c o m o T o t a l i d a d , y de q u e P e d r o
es presente sin distancia a ese m u n d o c o m o aquel p o r quien la dis-
tancia existe. E n el segundo caso, dondequiera q u e P e d r o se sienta
existir p a r a Teresa sin distancia, ella está a distancia de él en la
m e d i d a en q u e ella lo aleja y despliega u n a distancia e n t r e a m b o s ;
el m u n d o entero la separa de él. Pero él es sin distancia p a r a ella,
e n t a n t o q u e o b j e t o en el m u n d o q u e ella h a c e llegar al ser. E n
n i n g ú n caso, p o r consiguiente, el a l e j a m i e n t o p o d r í a m o d i f i c a r esas
relaciones esenciales. S e a la d i s t a n c i a g r a n d e o p e q u e ñ a , e n t r e P e d r o -
o b j e t o y T e r e s a - s u j e t o y e n t r e T e r e s a - o b j e t o y P e d r o - s u j e t o h a y el
espesor i n f i n i t o d e u n m u n d o ; e n t r e P e d r o - s u j e t o y T e r e s a - o b j e t o y
entre Teresa-sujeto y Pedro-objeto no hay absolutamente ninguna
distancia. Así, los conceptos empíricos de ausencia y presencia son
dos especificaciones de u n a presencia f u n d a m e n t a l de P e d r o a T e -
resa y d e T e r e s a a P e d r o ; n o h a c e n sino expresarla d e u n a u o t r a
m a n e r a , y n o t i e n e n s e n t i d o sino p o r ella. E n L o n d r e s , en las I n -
dias, e n A m e r i c a , e n u n a isla desierta, P e d r o es p r e s e n t e a T e r e s a
q u e se h a q u e d a d o e n P a r í s ; n o cesará de serle p r e s e n t e sino a su
m u e r t e . Pues u n ser n o está situado p o r su relación con los lugares,
p o r su g r a d o d e l o n g i t u d y l a t i t u d ; se sitúa e n u n espacio h u m a n o ,
e n t r e " d e l l a d o d e G u e r m a n t e s " y " d e l l a d o de S w a n n " ; y la pre-
sencia i n m e d i a t a d e S w a n n o d e la d u q u e s a de G u e r m a n t e s permito
d e s p l e g a r ese espacio " h o d o l ó g i c o " e n q u e él se sitúa. P e r o esta pre-
sencia tiene l u g a r e n la t r a s c e n d e n c i a ; la presencia a m í en la
t r a n s c e n d e n c i a d e m i p r i m o q u e está e n M a r r u e c o s m e p e r m i t e des-
p l e g a r e n t r e m í y él ese c a m i n o q u e m e s i t ú a - e n - e l - m u n d o y q u e
p o d r í a d e n o m i n a r s e la r u t a d e M a r r u e c o s . E s t a r u t a , en efecto, n o
es sino la d i s t a n c i a e n t r e el p r ó j i m o - o b j e t o q u e p o d r í a yo pcrcibir
e n conexión con m i " s e r - p a r a " y el p r ó j i m o - s u j e t o q u e m e es presente
sin distancia. Así, estoy situado p o r la i n f i n i t a diversidad d e las rutas
q u e m e c o n d u c e n a objetos d e mi m u n d o e n correlación con la pre-
sencia i n m e d i a t a de los sujetos trascendentes. Y c o m o el m u n d o
m e es d a d o d e u n a vez, con todos sus seres, esas r u t a s r e p r e s e n t a n
sólo el c o n j u n t o d e los c o m p l e j o s i n s t r u m e n t a l e s q u e p e r m i t e n h a c e r
a p a r e c e r a t í t u l o d é esto sobre f o n d o d e m u n d o u n o b j e t o - p r ó j i m o
q u e está ya c o n t e n i d o e n él i m p l í c i t a y r e a l m e n t e . Pero estas obser-
vaciones p u e d e n generalizarse: n o son sólo Pedro, R e n e , L u c i a n o ,
los ausentes o presentes respecto' d e m í sobre f o n d o de presencia
o r i g i n a r i a ; pues n o sólo ellos c o n t r i b u y e n a s i t u a r m e : m e sitúo t a m -
bién c o m o e u r o p e o c o n respecto a asiáticos o a negros, c o m o v i e j o
c o n respecto a jóvenes, c o m o m a g i s t r a d o con respecto a delincuentes,
c o m o b u r g u é s con respecto a obreros, etc., etc. E n u n a p a l a b r a , t o d a
r e a l i d a d h u m a n a es p r e s e n t e o a u s e n t e sobre f o n d o d e presencia
o r i g i n a r i a c o n respecto a t o d o h o m b r e viviente. Y esta presencia
o r i g i n a r i a n o p u e d e tener sentido sino c o m o s e r - m i r a d o o c o m o ser-
m i r a n t e , es decir, según q u e el p r ó j i m o sea p a r a mí o b j e t o o q u e
vi» sea objcto-para-otro. El ser-para-otro es u n hecho constante de
mi realidad h u m a n a y lo c a p t o con su necesidad de hecho en el
menor pensamiento que f o r m o sobre m í mismo. A d o n d e quiera que
v.iya, cualquier cosa que haga, n o h a g o sino cambiar mis distancias
i o n respecto al prójimo-objeto, t o m a r rutas hacia el prójimo. Ale-
l-inne, acercarme, descubrir tal o cual objeto-prójimo particular, no
es sino efectuar variaciones empíricas sobre el tema f u n d a m e n t a l de
mi ser-para-otro. El p r ó j i m o m e es presente doquiera como aquello
por lo cual m e convierto en objeto. Después de 'esto, bien p u e d o
e n g a ñ a r m e sobre la presencia empírica de u n objeto-prójimo con
que acabo de e n c o n t r a r m e en m i ruta. Bien p u e d o creer q u e es
Anny la q u e viene hacia m í p o r el c a m i n o y descubrir que es u n a
persona desconocida: la presencia f u n d a m e n t a l d e Anny a mí no
queda modificada. Bien p u e d o creer q u e hay un» h o m b r e acechán-
d o m e en la p e n u m b r a y descubrir q u e es u n tronco de árbol al que
lomaba por u n ser h u m a n o : m i presencia f u n d a m e n t a l a todos los
hombres, la presencia a mí mismo de todos los hombres, p e r m a n e c e
inalterada. Pues la aparición de u n h o m b r e c o m o objeto en el cam-
po de m i experiencia n o es lo q u e m e enseña q u e hay hombres. M i
certeza de la existenciá a j e n a es independiente de esas experiencias;
ella, al contrario, las hace posibles. L o que m e aparece entonces y
aquello acerca de lo cual p u e d o e n g a ñ a r m e n o es ni el P r ó j i m o ni
el nexo real y concreto del P r ó j i m o conmigo, sino esto q u e puede
representar u n hombre-objeto como también n o representarlo. L o
sólo probable es la distancia y la proximidad reales del p r ó j i m o ; es
decir, que su carácter de objeto y su pertenencia al m u n d o q u e hago
develarse n o son dudosos, en t a n t o simplemente q u e por m i propio
surgimiento h a g o q u e aparezca u n Prójimo. Sólo q u e esta objetivi-
d a d se f u n d a en el m u n d o a título de " p r ó j i m o en alguna parte en
el m u n d o " ; el prójimo-objeto es cierto como aparición, correlativa
a la reasunción de mi subjetividad, pero n o es n u n c a seguro que el
p r ó j i m o sea este objeto. Y, análogamente, el hecho f u n d a m e n t a l , m i
ser-objeto p a r a u n sujeto, es d e u n a evidencia del mismo tipo que
la evidencia reflexiva, pero n o lo es el hecho de que, en este preciso
m o m e n t o y p a r a u n p r ó j i m o singular, yo me destaque como esto
sobre f o n d o de m u n d o o permanezca a n e g a d o en la indistinción de
u n fondo. Q u e yo existo actualmente como objeto p a r a un alemán,
cualquiera que fuere, es indudable. Pero ¿acaso existo a título de
europeo, de francés, de parisiense, en la indiferenciación de esas co-
lectividades, o a título de este parisiense, en torno del cual la pobla-
ción parisiense y la colectividad f r a n c e s a se o r g a n i z a n de p r o n t o p a r a
servirle de f o n d o ? S o b r e este p u n t o , n o p o d r é o b t e n e r j a m á s sino
conocimientos probables, a u n q u e p u e d a n ser i n f i n i t a m e n t e probables.
P o d e m o s c a p t a r a h o r a la n a t u r a l e z a d e la m i r a d a : h a y e n t o d a
m i r a d a la a p a r i c i ó n de u n p r ó j i m o - o b j e t o c o m o presencia c o n c r e t a
y p r o b a b l e en m i c a m p o perceptivo, y, con ocasión d e ciertas acti-
t u d e s de ese p r ó j i m o , m e d e t e r m i n o a m í m i s m o a c a p t a r , p o r la
vergüenza, la angustia, etc., mi " s e r - m i r a d o " . Este " s e r - m i r a d o " se
p r e s e n t a c o m o la p u r a p r o b a b i l i d a d d e q u e yo sea a c t u a l m e n t e este
esto concreto, p r o b a b i l i d a d q u e n o p u e d e t o m a r su sentido y su n a -
t u r a l e z a p r o p i a d e p r o b a b l e sino d e u n a certeza f u n d a m e n t a l d e q u e
el p r ó j i m o m e es siempre p r e s e n t e en t a n t o q u e yo soy siempre para
otro. L a experiencia d e m i condición d e h o m b r e , o b j e t o p a r a todos
los otros h o m b r e s vivientes, a r r o j a d o e n la a r e n a b a j o millones d e
m i r a d a s y e s c a p á n d o m e a m í m i s m o millones d e veces, la realizo
c o n c r e t a m e n t e con ocasión del s u r g i m i e n t o d e u n o b j e t o e n mi u n i -
verso, si este o b j e t o m e indica q u e soy p r o b a b l e m e n t e o b j e t o a c t u a l -
m e n t e a t í t u l o d e esto diferenciado p a r a u n a conciencia. E s el con-
j u n t o del f e n ó m e n o q u e l l a m a m o s mirada. C a d a m i r a d a nos h a c e
e x p e r i m e n t a r c o n c r e t a m e n t e — y en la certeza i n d u b i t a b l e del co-
gito— q u e existimos p a r a todos los h o m b r e s vivientes, es decir, q u e
h a y c o n c i e n c i a ( s ) p a r a las cuales existo. P o n e m o s la " s " e n t r e p a -
réntesis 1 p a r a señalar c l a r a m e n t e q u e el p r ó j i m o - s u j e t o p r e s e n t e a
m í e n esa m i r a d a n o se d a e n f o r m a d e p l u r a l i d a d ; ni t a m p o c o , p o r
o t r a p a r t e , c o m o u n i d a d (salvo e n su relación c o n c r e t a c o n un p r ó -
j i m o - o b j e t o p a r t i c u l a r ) . L a p l u r a l i d a d , en efecto, n o p e r t e n e c e sino
a los objetos; viene al ser p o r la a p a r i c i ó n d e u n Para-sí m u n d i f i -
c a n t e . E l ser-mirado, h a c i e n d o surgir s u j e t o ( s ) p a r a nosotros, nos
p o n e en presencia d e u n a r e a l i d a d n o n u m e r a d a . D e s d e q u e miro,
al c o n t r a r i o , a aquellos q u e m e m i r a n , las conciencias otras se aislan
e n m u l t i p l i c i d a d . Si, p o r o t r a p a r t e , d e s v i á n d o m e d e la m i r a d a c o m o
ocasión de experiencia concreta, t r a t o de p e n s a r en vacio la indis-
tinción i n f i n i t a d e la presencia h u m a n a y d e unificarla b a j o el con-
c e p t o del s u j e t o i n f i n i t o q u e n o es j a m á s objeto, o b t e n g o u n a noción
p u r a m e n t e f o r m a l q u e se refiere a u n a serie i n f i n i t a d e experiencias
místicas d e la presencia del p r ó j i m o : la noción d e Dios c o m o s u j e t o
o m n i p r e s e n t e e i n f i n i t o para quien existo. P e r o esas dos objetivacio-

1
Aquí adaptamos al español la frase original: " . . .qu'il y a (des) cons-
ciences pour qui j'existe. Nous méttons "des" entre parenthéses.. .". Lo
mismo en otros casos análogos. ( N . dtl T.)
ni"-, I.i objetivación concreta y e n u m e r a d o r a como la objetivación
n ni ficante y abstracta, fallan ambas al querer alcanzar la realidad
experimentada, es decir, la presencia p r e n u m é r i c a del prójimo. L o
i |ue h a r á m á s concretas estas observaciones será u n a experiencia q u e
iodo el m u n d o p u e d e llevar a c a b o : si nos sucede que aparecemos
"en público" p a r a interpretar u n papel o p a r a p r o n u n c i a r u n a con-
lerencia, n o perdemos de vista q u e somos mirados, y ejecutamos el
i o n j u n t o d e los actos q u e hemos venido a ejecutar, en presencia
de la m i r a d a ; m e j o r a ú n , intentamos constituir u n ser y u n c o n j u n t o
de objetos para esa m i r a d a . Pero n o enumeramos la m i r a d a . E n
tanto que hablamos, atentos sólo a las ideas q u e queremos desarrollar,
la presencia del p r ó j i m o p e r m a n e c e indiferenciada. Sería falso uni-
ficarla b a j o las rúbricas la clase, el auditorio, etc.: n o tenemos
conciencia, en efecto, de u n ser concreto e individualizado, con u n a
conciencia colectiva; éstas son imágenes q u e p o d r á n servir después
para traducir nuestra experiencia y q u e la traicionarán m á s q u e
medianamente. Pero t a m p o c o captamos u n a m i r a d a plural. Se trata,
más bien, de u n a realidad impalpable, f u g a z y omnipresente, q u e
realiza f r e n t e a nosotros a nuestro Y o no-revelado y q u e colabora
con nosotros en la producción de ese Y o que nos escapa. Si, al
contrario, quiero verificar q u e m í pensamiento h a sido bien com-
prendido y m i r o a m i vez al auditorio, veré d e p r o n t o aparecer las
cabezas y los ojos. Al objetivarse, la realidad p r e n u m é r i c a del pró-
jimo se h a descompuesto y pluralizado. Pero t a m b i é n h a desapare-
cido la m i r a d a . P a r a esa realidad p r e n u m é r i c a y concreta, m u c h o
más q u e p a r a u n estado d e inautenticidad d e la realidad-humana,
conviene reservar el "se" impersonal. Perpetuamente, dondequiera
q u e esté, se m e mira. El se n o es c a p t a d o j a m á s c o m o o b j e t o : al
instante se desagrega.
Así, la m i r a d a nos h a puesto tras la huella de nuestro ser-para-
otro y nos h a revelado la existencia indubitable de este p r ó j i m o p a r a
el cual somos. Pero n o podría llevarnos m á s lejos: lo q u e debemos
examinar a h o r a es la relación f u n d a m e n t a l entre el Y o y el Otro,
tal c o m o se nos h a descubierto; o, si se prefiere, debemos explicitar
y f i j a r t e m á t i c a m e n t e a h o r a todo lo q u e se comprende en los límites
de esa relación original, y p r e g u n t a m o s cuál es el ser d e ese ser-
para-otro.
U n a consideración q u e h a de a y u d a m o s e n nuestra tarea y que;
se desprende d e las precedentes observaciones es q u e el ser-para-otro
n o es u n a estructura ontológica del Para-sí: n o podemos pensar,
oii electo, en derivar c o m o u n a consecuencia de u n principio el
ser-para-otro del ser-para-sí, ni, recíprocamente, el ser-para-sí del
ser-pará-otro. Sin d u d a , nuestra r e a l i d a d - h u m a n a exige ser simul-
t á n e a m e n t e para-sí y para-otro, p e r o nuestras actuales investigacio-
nes n o e n c a r a n la constitución de u n a antropología. N o sería acaso
imposible concebir u n Para-sí totalmente libre de todo Para-otro,
q u e existiera sin sospechar siquiera la posibilidad de ser u n objeto.
Sólo que este Para-sí n o sería " h o m b r e " . L o que el cogito nos revela
aquí es simplemente u n a necesidad de h e c h o : ocurre — y ello es
indubitable— q u e nuestro ser en conexión con su ser-para-sí es t a m -
bién p a r a - o t r o ; el ser q u e se revela a la conciencia reflexiva es
para-sí-para-otro; el cogito cartesiano, no hace sino a f i r m a r la verdad
absoluta de u n hecho: el de mi existencia; del mismo modo, el cogito
algo a m p l i a d o d e q u e a q u í usamos nos revela c o m o u n hecho la
existencia del p r ó j i m o y m i existencia p a r a otro. Es todo lo que
podemos decir. Así, mi ser-para-otro, como el surgimiento de mi
conciencia al ser, tiene el carácter d e u n acaecimiento absoluto. Co-
m o este acaecimiento es a la vez historialización — p u e s m e tempo-
ralizo como presencia a otro— y condición de toda historia, lo lla-
maremos historialización antehistórica. Y a este título, a título de
temporalización antehistórica d e la simultaneidad, lo encararemos
aquí. Por antehistórico no entenderemos que sea en un tiempo ante-
rior a la historia — l o que carecería de sentido—, sino que f o r m a
p a r t e de esa temporalización original q u e se historializa haciendo
posible la historia. Estudiaremos el ser-para-otro corno hecho, como
hecho primero y perpetuo, y no como necesidad de esencia.
H e m o s visto anteriormente la diferencia q u e separa la negación
de tipo interno de la negación externa. E n particular, habíamos
n o t a d o que el f u n d a m e n t o de todo conocimiento d e u n ser deter-
m i n a d o es la relación original por la cual, en su surgimiento mismo,
el Para-sí tiene-de-ser como n o siendo este ser. L a negación q u e el
Para-sí realiza así es negación i n t e r n a ; el Para-sí la realiza en su
plena libertad; m e j o r aún, él es esa negación en t a n t o que se acoge
a sí mismo como finitud. Pero la negación lo religa indisolublemente
al ser q u e él n o es, y hemos p o d i d o escribir q u e el Para-sí incluye
en su ser el ser del objeto q u e él n o es, en t a n t o que él está en cues-
tión en su ser como no siendo este ser. Estas observaciones son apli-
cables sin cambio esencial a la relación p r i m e r a entre el Para-sí y
el prójimo. Si hay u n P r ó j i m o en general, es menester, ante todo, que
yo sea aquel que no es el Otro, y en esta negación misma operada
por mí sobre m í yo m e h a g o ser y surge el P r ó j i m o como Prójimo,
l'.sta negación q u e constituye m i ser y que, c o m o dice Hegel, m e hace
.1 parecer como el Mismo f r e n t e al O t r o , m e constituye en el terreno
de la ipseidad no-tética en Mi-mismo. Con ello n o h a de enten-
derse que u n yo venga a h a b i t a r nuestra conciencia, sino q u e la ip-
seidad se refuerza surgiendo c o m o negación d e otra, ipseidad, y q u e
ese refuerzo es c a p t a d o positivamente c o m o la opción continua de la
ipseidad por ella misma, c o m o la misma ipseidad y como esa ipseidad
misma. Sería concebible u n Para-sí q u e tuviera-de-ser su sí sin ser
si-mismo. Pero, simplemente, el Para-sí q u e yo soy tiene de ser lo
que él es en f o r m a de denegación del Otro, es decir, c o m o sí-
mismo. Así, utilizando las fórmulas aplicadas al conocimiento del
No-yo en general, podemos decir que el Para-sí, como sí-mismo,
incluye al ser del P r ó j i m o en su ser en t a n t o q u e él mismo está
en cuestión en su ser como n o siendo Prójimo. En otros términos,
para que la conciencia p u e d a n o ser P r ó j i m o y, por ende, p a r a que
pueda " h a b e r " P r ó j i m o sin q u e este " n o ser. . .", condición del sí-
mismo, sea p u r a y simplemente objeto d e constatación de u n testigo
"tercer h o m b r e " , es menester q u e la conciencia tenga-de-ser espon-
táneamente ese no ser.. . ; es preciso q u e se desprenda libremente y
se a r r a n q u e del Prójimo, eligiéndose como u n a n a d a que simplemente
es O t r o q u e el Otro, y de este m o d o se r e ú n a consigo en el "sí-
mismo". Y ese mismo a r r a n c a m i e n t o q u e es el ser del Para-sí hace
que haya u n Prójimo. Esto n o quiere decir en m o d o alguno q u e dé
el ser al O t r o , sino, simplemente, q u e le d a el ser-otro, o condición
esencial del "hay". Y va de suyo que, p a r a el Para-sí, el m o d o de
ser-lo-que-no-es-prójimo está íntegramente transido p o r la N a d a ; el
Para-sí es lo q u e no es Prójimo en el m o d o nihilizador del "reflejo-
r e f l e j a n t e " ; el no-ser-prójimo n u n c a es dado, sino perpetuamente
escogido en u n a resurrección p e r p e t u a ; la conciencia no puede ser
P r ó j i m o sino en t a n t o q u e es conciencia (de) sí misma como no
siendo prójimo. Así, la negación interna, aquí c o m o en el caso de
la presencia al m u n d o , es u n nexo unitario de ser: e$ menester que
el p r ó j i m o sea presente p o r todas partes a la conciencia y hasta
q u e la atraviese íntegra, p a r a q u e la conciencia p u e d a escapar, pre-
cisamente no siendo nada, a ese p r ó j i m o q u e amenaza enviscarla. Si
bruscamente la conciencia fuera alguna cosa, la distinciqn entre sí-
mismo y el p r ó j i m o desaparecería en el seno de u n a indiferenciacióti
total.

Sólo que esta descripción pide una adición esencial que modifi-
c a r a r a d i c a l m e n t e su alcance. E n e f e c t o : c u a n d o la conciencia se
realizaba c o m o n o s i e n d o tal o cual esto e n el m u n d o , la relación
n e g a t i v a n o era r e c í p r o c a : el esto a p u n t a d o n o se h a c í a n o ser la
conciencia; ésta se d e t e r m i n a b a e n él y p o r él a n o serlo,, p e r o el
esto p e r m a n e c í a , con respecto a ella, e n u n a p u r a e x t e r i o r i d a d d e
i n d i f e r e n c i a ; pues, e n efecto, c o n s e r v a b a su n a t u r a l e z a d e en-sí, y
c o m o en-sí se r e v e l a b a a l a conciencia e n la n e g a c i ó n m i s m a p o r la
c u a l el Para-sí se h a c í a ser n e g a n d o de sí ser en-sí. Pero, c u a n d o
se t r a t a del P r ó j i m o , al c o n t r a r i o , la relación n e g a t i v a i n t e r n a es
u n a relación d e reciprocidad. El ser q u e la conciencia tiene-de-no-
scr se d e f i n e c o m o u n ser q u e tiene-de-no-ser esa conciencia. Pues,
en efecto, d u r a n t e la p e r c e p c i ó n del esto e n el m u n d o , la conciencia
n o difería del esto sólo p o r su i n d i v i d u a l i d a d p r o p i a , sino t a m b i é n
p o r su m o d o d e ser. E l l a era Para-sí f r e n t e al En-sí. E n cambio, en
el surgimiento del P r ó j i m o , la conciencia n o difiere e n m o d o a l g u n o
del O t r o e n c u a n t o a su m o d o d e ser: el O t r o es lo q u e ella es, es
Para-sí y conciencia, r e m i t e a posibles q u e son sus posibles, es sí-
m i s m o p o r exclusión del O t r o ; n o c a b e t r a t a r d e oponerse a l O t r o
p o r u n a p u r a d e t e r m i n a c i ó n n u m é r i c a . N o h a y a q u í dos o más con-
ciencias: la n u m e r a c i ó n s u p o n e u n testigo e x t e r n o , e n efecto, y es
p u r a y simple c o n s t a t a c i ó n d e exterioridad. N o p u e d e h a b e r O t r o
p a r a el Para-sí sino e n u n a n e g a c i ó n e s p o n t á n e a y p r e n u m é r i c a . E l
O t r o n o existe p a r a la conciencia sino c o m o sí-mismo denegado.
Pero, p r e c i s a m e n t e p o r q u e el O t r o es u n sí-mismo, n o p u e d e ser
p a r a m í y p o r m í sí-mismo d e n e g a d o sino e n t a n t o q u e es sí-mismo
que me deniega. N o p u e d o ni c a p t a r ni concebir u n a conciencia
q u e n o m e c a p t e . L a ú n i c a conciencia q u e es sin c a p t a r m e ni d e n e -
g a r m e en m o d o a l g u n o y q u e es concebible p a r a m í mismo, n o es
u n a conciencia aislada en a l g u n a p a r t e f u e r a del m u n d o , sino la m í a
p r o p i a . Así, el o t r o al q u e reconozco p a r a d e n e g a r serlo, es a n t e t o d o
aquel para quien mi Para-sí es. A q u e l q u e y o m e h a g o n o ser, e n
efecto, n o solamente n o es yo e n t a n t o q u e lo niego d e mí, sino q u e ,
precisamente, m e h a g o n o ser u n ser q u e se h a c e n e ser y o 1 . Sólo
q u e esta doble negación es en cierto sentido d e s t r u c t o r a d e sí m i s m a ;
e n e f e c t o : o bien m e h a g o n o ser cierto ser, y entonces éste es p a r a
mí o b j e t o y yo p i e r d o m i o b j e c t i d a d p a r a él, caso e n el c u a l el o t r o

1
Salvo el cuidado de fidelidad expresiva, esta oración hubiera podido
parafrasearse así: "Yo me hago no ser un ser (el otro) que no es yo no en
tanto que lo niego de mí meramente, sino que además es un ser que se hace
él mismo no ser yo". ( N . del T.)
<l<-j.i de ser el O t r o yo, es decir, el sujeto q u e m e h a c e ser objeto por
denegación de ser yo; o bien ese ser es efectivamente el O t r o y se
hace n o ser yo, pero en tal caso m e convierto en objeto p a r a él, y
él pierde su objectidad p r o p i a . . Así, originariamente, el O t r o es el
N<>-yo-no-objeto. Cualesquiera q u e fueren los procesos ulteriores de la
dialéctica del O t r o , si el O t r o h a d e ser a n t e todo el O t r o , es aquel
<|ne, p o r principio, n o p u e d e revelarse sino en el surgimiento m i s m o
por el cual niego yo ser él. E n este sentido, m i negación f u n d a m e n t a l
no puede ser directa, pues- n o h a y n a d a sobre lo q u e p u e d a recaer.
I.o q u e deniego ser, finalmente, n o p u e d e ser n a d a m á s q u e esa de-
negación d e ser Y o por la cual el otro m e h a c e o b j e t o ; o, si se
prefiere, deniego m i Yo d e n e g a d o ; m e d e t e r m i n o c o m o Yo-mismo
por denegación del Yo-denegado; p o n g o ese yo d e n e g a d o c o m o Yo-
.ilienado en el surgimiento mismo p o r el cual m e a r r a n c o al Prójimo.
IVro, en eso mismo, reconozco y a f i r m o n o solamente al P r ó j i m o
sino también la existencia de m i Y o - p a r a - o t r o ; pues, en efecto, n o
puedo no ser O t r o si n o a s u m o m i ser-objeto p a r a él. L a desapari-
ción del Y o alienado traería consigo la desaparición del P r ó j i m o por
< ¡esmoronamiento del Yo-mismo. Escapo al P r ó j i m o d e j á n d o l e m i
Yo alienado entre las manos. Pero, puesto que m e elijo c o m o a r r a n -
camiento al prójimo, asumo y reconozco p o r m í o ese Y o alienado.
M i a r r a n c a m i e n t o al Prójimo, es decir, m i Yo-mismo, es p o r estruc-
t u r a esencial asunción como mío d e ese Y o q u e el p r ó j i m o deniega;
inclusive, n o es sino eso. Así, ese Y o alienado y d e n e g a d o es a la vez
mi nexo con el p r ó j i m o y el símbolo d e nuestra separación absoluta.
En efecto, en la m e d i d a en q u e soy Aquel q u e h a g o q u e haya un
P r ó j i m o por la afirmación de m i ipseidad, el Yo-objeto es m í o y yo
lo reivindico, pues la separación entre el P r ó j i m o y yo mismo n u n c a
es d a d a , y soy p e r p e t u a m e n t e responsable d e ella en m i ser. Pero,
en t a n t o q u e el P r ó j i m o es corresponsable de nuestra separación ori-
ginal, ese Y o m e escapa, puesto q u e es lo q u e el p r ó j i m o se h a c e n o
ser. Así, reivindico c o m o mío y p a r a mí u n yo q u e m e escapa, y,
como m e h a g o n o ser Prójimo, en t a n t o q u e el p r ó j i m o es espon-
taneidad idéntica a la mía, reivindico ese Yo o b j e t o precisamente
c o m o Yo-que-me-escapa. Yo soy ese Yo-objeto en la m e d i d a exacta
en q u e m e escapa, y, al contrario, lo denegaría c o m o m í o si él p u -
diera coincidir conmigo mismo en p u r a ipseidad. Así, m i ser-para-
otro, es decir, m i Yo-objeto, n o es u n a imagen r e c o r t a d a d e m í q u e
vegeta en u n a conciencia a j e n a : es u n ser p e r f e c t a m e n t e real, mi
ser c o m o condición de m i ipseidad f r e n t e al prójimo, y de la ipseidad
a j e n a f r e n t e a mí. Es ñ u ser-afuera; n o u n ser padecido, q u e haya
venido d e f u e r a , sino u n a f u e r a asumido y reconocido como a f u e r a
mío. N o m e es posible, en efecto, n e g a r de m í al P r ó j i m o sino en
t a n t o q u e el P r ó j i m o m i s m o es sujeto. Si n e g a r a i n m e d i a t a m e n t e
al P r ó j i m o c o m o p u r o objeto —es decir, como existente en medio
del m u n d o — , n o denegaría al Prójimo, sino m á s bien a u n objeto
que, p o r principio, n o tendría n a d a en c o m ú n con la subjetividad ;
m e q u e d a r í a indefenso f r e n t e a u n a asimilación total de mí a otro,
por n o h a b e r m e g u a r d a d o con cautela en el v e r d a d e r o dominio del
prójimo, la subjetividad, q u e es también mi dominio. N o p u e d o
m a n t e n e r al p r ó j i m o a distancia sino a c e p t a n d o u n límite de m i sub-
jetividad. P e r o este límite n o p u e d e venir d e m í ni ser pensado por
mí, pues n o p u e d o limitarme a m í mismo: si no, sería yo u n a tota-
lidad finita. Por otra parte, según los términos de Spinoza, el pen-
samiento n o p u e d e ser limitado sino p o r el pensamiento. L a con-
ciencia n o p u e d e ser limitada sino por m i conciencia. El límite entre
dos conciencias, en t a n t o q u e tal, es p r o d u c i d o por la conciencia
limitante y a s u m i d o p o r la conciencia limitada: he aquí, pues, lo
q u e es m i Yo-objeto. Y debemos entenderlo en ambos sentidos del
vocablo "límite". D e p a r t e del limitante, en efecto, el límite es cap-
t a d o c o m o el contenido q u e m e contiene y m e ciñe: la f a j a d e vacío
q u e m e exceptúa c o m o totalidad, p o n i é n d o m e f u e r a d e j u e g o ; por
p a r t e del limitado, es a todo f e n ó m e n o de ipseidad como el límite
m a t e m á t i c o es a la serie q u e tiende hacia él sin alcanzarlo n u n c a :
t o d o el ser q u e tengo-de-ser es a su límite c o m o la asíntota a la recta.
Así, soy u n a totalidad destotalizada e indefinida, contenida en una
totalidad finita q u e la ciñe a distancia y que soy yo f u e r a d e m í sin
p o d e r j a m á s ni realizarla ni alcanzarla siquiera. U n a buena imagen
de mis esfuerzos p o r c a p t a r m e a mí mismo y de la inanidad de esos
esfuerzos estaría d a d a por esa esfera de q u e habla Poincaré, esfera
cuya t e m p e r a t u r a decrece del centro a la superficie: seres vivientes
p r o c u r a n llegar hasta la superficie de la esfera p a r t i e n d o del centro,
p e r o el descenso d e t e m p e r a t u r a p r o d u c e en ellos u n a contracción
c o n t i n u a m e n t e creciente; tienden a hacerse infinitamente planos a
m e d i d a q u e se acercan a la m e t a y, p o r este hecho, están separados
d e ella p o r u n a distancia infinita. Empero, ese límite f u e r a de al-
cance q u e es m i Yo-objeto n o es ideal: es u n ser real. Este ser no
es en-sí, pues n o se h a p r o d u c i d o e n la p u r a exterioridad de indife-
r e n c i a ; pero t a m p o c o es para-sí', pues n o es el ser q u e tengo de ser
nihilizándome. Es, precisamente, m i ser-para-otro, ese ser descuar-
tizado entre dos negaciones de origen opuesto y sentido inverso; pues
el p r ó j i m o no es ese Y o del cual tengo intuición, y yo no tengo la
intuición de aquel Y o q u e yo soy. E m p e r o , este Yo, p r o d u c i d o por
«1 u n o y asumido p o r el otro, t o m a su realidad absoluta del hecho
de ser él la única separación posible entre dos seres f u n d a m e n t a l -
mente idénticos en c u a n t o a su m o d o de ser y q u e son i n m e d i a t a -
mente presentes u n o al otro, puesto que, p u d i e n d o la conciencia ser
limitada sólo por la conciencia, ningún término medio es concebible
entre ambos.
A partir de esta presencia a m í del prójimo-sujeto en y por m i
objetividad asumida, podemos c o m p r e n d e r la objetivación del Pró-
jimo como segundo m o m e n t o de m i relación con el O t r o . E n efecto,
la presencia del Prójimo, allende mi límite n o revelado p u e d e servir
de motivación p a r a m i recuperación de m í mismo en t a n t o q u e libre
ipseidad. E n la m e d i d a en q u e m e niego como P r ó j i m o y en q u e
el P r ó j i m o se manifiesta primeramente, n o p u e d e manifestarse sino
como Prójimo, es decir, c o m o sujeto allende m i límite, o sea c o m o
aquello q u e m e limita. N a d a p u e d e limitarme, en efecto, sino el
Prójimo. Éste aparece, pues, c o m o aquello que, en su plena libertad
y en su libre proyección hacia sus posibles, m e p o n e f u e r a d e juego
y m e despeja de m i trascendencia, d e n e g a n d o " h a c e r c o n " (en el
sentido del alemán mit-machen). Así, debo c a p t a r p r i m e r a y úni-
camente, de las dos negaciones, aquella d e que n o soy responsable,
aquella q u e n o viene a m í por mí. Pero, en la captación misma de
esta negación, surge la conciencia (de) m í c o m o yo mismo, es decir,
puedo a d q u i r i r u n a conciencia explícita (de) m í en t a n t o q u e soy
también responsable d e u n a negación del p r ó j i m o q u e es m i propia
posibilidad. Es la explicitación de la segunda negación, la q u e va
de m í al otro. A decir verdad, ella ya estaba ahí, pero e n m a s c a r a d a
por la otra, puesto q u e se perdía p a r a hacer q u e la otra apareciera.
Pero precisamente la otra es motivo p a r a q u e la n u e v a negación
aparezca: pues, si hay u n P r ó j i m o q u e m e pone f u e r a de juego po-
niendo m i trascendencia como p u r a m e n t e contemplada, ello se debe
a q u e m e a r r a n c o al P r ó j i m o asumiendo m i límite. Y la conciencia
(de) este a r r a n c a m i e n t o o conciencia (de ser) el mismo con res-
pecto al O t r o es conciencia (de) m i libre espontaneidad. P o r ese
a r r a n c a m i e n t o mismo q u e p o n e al otro en posesión de mi límite, ya
a r r o j o al O t r o f u e r a de juego. Así, pues, en t a n t o que t o m o con-
ciencia (de) m í mismo c o m o d e u n a d e mis libres posibilidades, y
en que m e proyecto hacia m í mismo p a r a realizar esta ipseidad, he
a q u í q u e soy responsable d e la existencia del P r ó j i m o : y o soy q u i e n
h a c e , p o r la a f i r m a c i ó n m i s m a d e m i libre e s p o n t a n e i d a d , q u e haya
u n P r ó j i m o y n o s i m p l e m e n t e u n a remisión i n f i n i t a d e la conciencia
a sí m i s m a . E l p r ó j i m o se e n c u e n t r a , pues, p u e s t o f u e r a d e juego,
c o m o a q u e l l o q u e está en m i m a n o n o s e r 1 , y, p o r ello, su tras-
c e n d e n c i a n o es y a t r a s c e n d e n c i a q u e rae trasciende h a c i a él mis-
m o , sino t r a s c e n d e n c i a c o n t e m p l a d a , circuito d e ipseidad simple-
m e n t e dado. Y c o m o n o p u e d o realizar a la vez las dos negaciones,
la n e g a c i ó n n u e v a , a u n q u e t e n i e n d o p o r m o t i v a c i ó n a la otra, la
e n m a s c a r a a su vez: el P r ó j i m o se m e a p a r e c e c o m o presencia de-
g r a d a d a . E s t o h a c e q u e el O t r o y y o seamos corresponsables d e la
existencia del O t r o , p e r o ello p o r dos negaciones tales q u e n o p u e d o
e x p e r i m e n t a r t i n a sin q u e i n m e d i a t a m e n t e e n m a s c a r e a la otra. Así,
el P r ó j i m o se convierte a h o r a e n a q u e l l o q u e yo limito e n m i p r o -
yección m i s m a h a c i a el no-ser-Prójimo. N a t u r a l m e n t e , h a d e c o m -
p r e n d e r s e a q u í -que l a m o t i v a c i ó n d e ese t r á n s i t o es d e o r d e n afectivo.
N a d a i m p e d i r í a , p o r e j e m p l o , q u e yo p e r m a n e c i e r a f a s c i n a d o p o r
ese N o - r e v e l a d o c o n su m á s allá, si n o realizara p r e c i s a m e n t e ese
N o - r e v e l a d o e n el t e m o r , e n la v e r g ü e n z a o en el orgullo. Y, preci-
s a m e n t e , el c a r á c t e r a f e c t i v o d e estas motivaciones d a r a z ó n d e la
c o n t i n g e n c i a e m p í r i c a d e esos c a m b i o s d e p u n t o d e vista. P e r o esos
sentimientos mismos n o son n a d a m á s q u e n u e s t r a m a n e r a de expe-
r i m e n t a r a f e c t i v a m e n t e n u e s t r o ser-para-otro. El t e m o r , e n efecto,
i m p l i c a q u e m e a p a r e z c o a m í m i s m o c o m o a m e n a z a d o a título de
presencia e n m e d i o del m u n d o , n o a t í t u l o d e Para-sí q u e h a c e q u e
h a y a u n m u n d o . L o q u e está e n p e l i g r o e n el m u n d o es el o b j e t o
q u e soy yo y, c o m o tal, a causa d e su indisoluble u n i d a d d e ser con
el ser q u e tengo-de-ser, p u e d e t r a e r , c o n su p r o p i a r u i n a , la r u i n a
d e l Para-sí q u e tengo-de-ser. El t e m o r es, pues, d e s c u b r i m i e n t o d e
m i ser-objeto con ocasión d e l a a p a r i c i ó n d e o t r o o b j e t o e n m i c a m p o
p e r c e p t i v o . R e m i t e al origen d e t o d o t e m o r , q u e es el d e s c u b r i m i e n t o
t e m e r o s o d e m i o b j e c t i d a d p u r a y simple e n t a n t o q u e trascendida,
y t r a s c e n d i d a p o r posibles q u e n o son los míos. E s c a p a r é a l t e m o r
a r r o j á n d o m e h a c i a mis propios posibles, en la m e d i d a e n q u e consi-
d e r e m i o b j e c t i d a d c o m o inesencial. Ello n o es posible excepto si m e
c a p t o en t a n t o q u e soy responsable del ser a j e n o . E l p r ó j i m o se con-
vierte entonces e n aquello que me hago no ser, y sus posibilidades son

1
Aquí la sintaxis francesa permite dar a la frase mayor precisión que
en español; entiéndase: "como si estuviera en mi mano, de mí dependiera,
no ser el Prójimo". (A', del T.)
posibilidades q u e deniego y que p u e d o simplemente contemplar, 0
sen, mortiposibilidades. Así, trasciendo mis posibilidades presentes,
en tanto q u e las encaro como pudiendo siempre ser trascendidas por
las posibilidades ajenas, p e r o trasciendo también las posibilidades
ajenas, considerándolas desde el p u n t o d e vista de la única cualidad
del Prójimo q u e n o sea posibilidad suya propia -—su carácter mismo
de prójimo, en t a n t o q u e yo h a g o q u e haya Prójimo—, y conside-
rándolas como posibilidades de trascenderme a m í tales q u e yo p u e d o
siempre trascenderlas a m i vez hacia posibilidades nuevas. Así, al
mismo tiempo, h e reconquistado m i ser-para-sí por m i conciencia
(de) mí c o m o centro d e irradiación p e r p e t u a de infinitas posibilida-
des, y h e t r a n s f o r m a d o las posibilidades ajenas en mortiposibilidades
afectándolas todas del carácter d e no-vivido-por-mí, es decir, de
simplemente dado.
Análogamente, la vergüenza n o es sino el sentimiento original
de tener m i ser afuera, comprometido en otro ser y, como tal, sin
defensa alguna, iluminado por la luz absoluta que e m a n a de u n p u r o
sujeto; es la conciencia de ser irremediablemente lo q u e siempre he
sido: "en aplazamiento", es decir, en el m o d o del " n o - a ú n " o del
"no-ya". L a vergüenza p u r a n o es sentimiento de ser tal o cual objeto
reprensible; sino, en general, de ser un objeto, o sea d e reconocerme
en ese ser degradado, dependiente y fijado, q u e soy p a r a otro. L a
vergüenza es sentimiento d e caída original, n o del hecho de q u e haya
cometido tal o cual falta, sino simplemente del h e c h o de q u e estoy
"caído" en el m u n d o , en medio d e las cosas, y de q u e necesito de la
mediación a j e n a p a r a ser lo q u e soy. El p u d o r y, en particular, el
temor de ser sorprendido en estado de desnudez, n o son sino u n a
especificación simbólica d e la vergüenza original: el cuerpo simboliza
en este caso nuestra objectidad sin defensa. Vestirse es disimular la
propia objectidad, es reclamar el derecho de ver sin ser visto, es
decir, d e ser p u r o sujeto. Por eso el símbolo bíblico de la caída,
después del pecado original, es el h e c h o de que A d á n y Eva "cono-
cen estar desnudos". L a reacción a la vergüenza consistirá justa-
mente en c a p t a r como objeto al q u e c a p t a b a mi propia objectidad.
Entonces, en efecto, el Prójimo se m e aparece como objeto, su sub-
jetividad se convierte en u n a simple propiedad del objeto considera-
rado, y se degrada y define como " c o n j u n t o de propiedades objetivas
que por principio se h u r t a n a m í " . El prójimo-objeto "tiene" u n a
subjetividad como esta c a j a tiene " u n interior". Y, con ello, m e
recupero: pues no p u e d o ser objeto para un objeto. N o niego que
el P r ó j i m o permanezca en conexión conmigo por su "interior", pero
su conciencia de mí, siendo conciencia-objeto, se me aparece como
p u r a interioridad sin eficacia; es u n a propiedad, entre otras, de ese
"interior", algo comparable a u n a película impresionable en la cá-
m a r a oscura de u n a p a r a t o fotográfico. En t a n t o que h a g o q u e haya
un Prójimo, m e c a p t o como f u e n t e libre del conocimiento que el
Prójimo tiene de mi, y el P r ó j i m o se m e aparece afectado en su ser
por ese conocimiento q u e tiene de mi ser, en t a n t o que 1o he afectado
a él del carácter d e Prójimo. Este conocimiento t o m a entonces un
carácter subjetivo, en el nuevo sentido de relativo, es decir, que per-
m a n e c e en el sujeto-objeto como u n a cualidad relativa al ser-prójimo
de q u e yo lo he afectado. Es un conocimiento que ya no me toca:
es u n a imagen de mí en él. Así, la subjetividad se h a d e g r a d a d o en
interioridad, la libre conciencia en p u r a ausencia de principios, las
posibilidades en propiedades y el conocimiento por el cual el prójimo
m e alcanza en mi ser, en p u r a imagen de mí en la "conciencia"
a j e n a . L a vergüenza motiva la reacción que la trasciende y suprime,
en t a n t o q u e encierra en sí u n a comprensión implícita y n o temati-
zada del poder-ser-objeto del sujeto p a r a el que soy objeto. Y esa
comprensión implícita n o es otra q u e la conciencia (de) mi "ser-yo-
mismo", es decir, de m i ipseidad reforzada. E n efecto, en la estruc-
tura expresada por el " M e avergüenzo de m í mismo", la vergüenza
supone u n yo-objeto p a r a el otro, pero también u n a ipseidad que
tiene vergüenza y q u e está imperfectamente expresada por el " m e "
de la fórmula. Así, la vergüenza es aprehensión unitaria de tres
dimensiones: "Yo me avergüenzo de mí ante otro".
Si u n a de estas dimensiones desaparece, la vergüenza desaparece
también. Empero, si concibo el "se" impersonal, sujeto ante el cual
tengo vergüenza, en t a n t o q u e n o puede convertirse en objeto sin
dispersarse en u n a pluralidad de prójimos, si lo pongo como unidad
absoluta del sujeto q u e n o p u e d e en m o d o alguno hacerse objeto,
pongo con ello la eternidad d e mi ser-objeto y perpetúo mi ver-
güenza. Es la vergüenza a n t e Dios, es decir, el reconocimiento de mi
objetividad ante u n sujeto que no puede jamás convertirse en objeto;
al mismo tiempo, realizo en lo absoluto e hípostasio mi objectidad;
m e j o r aún, pongo m i ser-objeto-para-Dios como m á s real que mí
Para-sí; existo alienado y m e h a g o enseñar por mi defuera lo que
debo ser. Es el origen del temor ante Dios. Las misas negras, las
profanaciones de hostias, las asociaciones demoníacas, etc., son otros
tantos esfuerzos por conferir carácter de objeto al Sujeto absoluto.
< >u<-riendo el M a l p o r el M a l mismo, i n t e n t o c o n t e m p l a r la tranS-
i e n d e u d a divina — c u y a posibilidad p r o p i a es el B i e n — c o m o trans-
c e n d e u d a p u r a m e n t e d a d a , a la cual trasciendo hacia el M a l . E n -
tonces " h a g o s u f r i r " a Dios, " l o irrito", etc. Esas tentativas, q u e
implican el reconocimiento absoluto d e Dios c o m o s u j e t o q u e n o
puede ser objeto, llevan en sí m i s m a s su c o n t r a d i c c i ó n y están e n
p e r p e t u o fracaso.
L a a c t i t u d orgullosa n o excluye la v e r g ü e n z a original. H a s t a se
edifica sobre el t e r r e n o d e la v e r g ü e n z a f u n d a m e n t a l o v e r g ü e n z a
de ser objeto. Es u n s e n t i m i e n t o a m b i g u o : en la a c t i t u d orgullosa,
n i o n o z c o al p r ó j i m o c o m o s u j e t o p o r el cual la o b j e c t i d a d viene a
mi ser, p e r o m e reconozco a d e m á s c o m o responsable d e m i objecti-
d.ul: p o n g o el a c e n t o sobre m i responsabilidad y la a s u m o . E n cierto
M-ntido, la a c t i t u d orgullosa es a n t e t o d o resignación: p a r a estar or-
gulloso de ser eso es m e n e s t e r q u e m e h a y a p r i m e r a m e n t e resignado
.1 no ser sino eso. Se t r a t a , pues, d e u n a p r i m e r a reacción a la ver-
güenza, y es ya u n a reacción d e h u i d a y d e m a l a fe, pues, sin d e j a r
de m a n t e n e r al p r ó j i m o c o m o s u j e t a , t r a t o d e c a p t a r m e c o m o afec-
tando al P r ó j i m o p o r m i o b j e c t i d a d . E n u n a p a l a b r a , hay dos acti-
tudes a u t é n t i c a s : a q u e l l a p o r la c u a l reconozco al P r ó j i m o c o m o el
s u j e t o p o r el cual a d v e n g o a la o b j e c t i d a d , y es la v e r g ü e n z a ; y a q u e -
lla p o r la c u a l m e c a p t o c o m o el p r o y e c t o libre p o r el cual el P r ó -
jimo a d v i e n e al ser-prójimo, y es el orgullo, o a f i r m a c i ó n d e m i li-
bertad f r e n t e al P r ó j i m o - o b j e t o . P e r o la a c t i t u d orgullosa — o vani-
d a d — es u n s e n t i m i e n t o sin equilibrio y de m a l a f e : intento, e n la
v a n i d a d , o b r a r sobre el P r ó j i m o e n t a n t o q u e soy o b j e t o ; p r e t e n d o
usar d e esta belleza o esta f u e r z a o este ingenio q u e él m e confiere
en t a n t o q u e m e constituye c o m o objeto, p a r a a f e c t a r l o p a s i v a m e n t e ,
de rebote, con u n s e n t i m i e n t o d e a d m i r a c i ó n o d e a m o r . P e r o exijo
a d e m á s q u e el P r ó j i m o e x p e r i m e n t e ese sentimiento e n t a n t o q u e
sujeto, es decir, c o m o libertad. Es, e n efecto, la ú n i c a m a n e r a de
conferir objetividad a b s o l u t a a m i f u e r z a o m i belleza. Así, el sen-
t i m i e n t o q u e e x i j o al P r ó j i m o lleva en sí m i s m o su p r o p i a contradic-
ción, pues d e b o a f e c t a r c o n él al p r ó j i m o e n t a n t o q u e éste es libre.
T a l s e n t i m i e n t o se e x p e r i m e n t a e n el m o d o d e la m a l a f e y su des-
arrollo i n t e r n o lo c o n d u c e a la desagregación. E n e f e c t o : p a r a gozar
de m i ser-objeto, q u e h e a s u m i d o , i n t e n t o r e c u p e r a r l o como objeto;
y c o m o el P r ó j i m o es la clave d e él, t r a t o de a p b d e r a r m e del P r ó j i m o
p a r a q u e m e e n t r e g u e el secreto d e m i ser. Así, la v a n i d a d m e lleva
a a p o d e r a r m e del P r ó j i m o y a constituirlo c o m o u n objeto, p a r a
h u r g a r en el seno de este objeto a fin de descubrir en él mi objec-
tidad propia. Pero es m a t a r la gallina de los huevos de oro. Al
constituir al P r ó j i m o c o m o objeto, m e constituyo como imagen en
el meollo mismo del Prójimo-objeto; de ahí la desilusión d e la va-
n i d a d : en esa imagen q u e he querido c a p t a r p a r a recuperarla y
f u n d i r l a con m i ser, no me reconozco ya, y debo, quieras que no,
i m p u t a r l a al P r ó j i m o c o m o u n a de sus propiedades subjetivas; libe-
rado, pese a mí, d e mi objectidad, q u e d o solo f r e n t e al Prójimo-
objeto, en m i incalificable ipseidad, que tengo-de-ser sin p o d e r j a m á s
ser dispensado de m i función.
Vergüenza, temor y v a n i d a d son, pues, mis reacciones originarias;
no son sino las diversas m a n e r a s d e reconocer al P r ó j i m o c o m o sujeto
f u e r a de alcance, e implican u n a comprensión de m i ipseidad que
p u e d e y debe servirme d e motivación p a r a constituir al P r ó j i m o en
objeto.
Este Prójimo-objeto q u e se m e aparece d e p r o n t o n o q u e d a
como u n a p u r a abstracción objetiva. Surge a n t e m í con sus signifi-
caciones particulares. N o es solamente el objeto cuya libertad es u n a
propiedad como trascendencia trascendida; es también el "coléri-
co" o "alegre" o " a t e n t o " , "simpático" o "antipático", " a v a r o " , "im-
pulsivo", etc. Pues, en efecto, al c a p t a r m e a m í mismo c o m o tal m í
mismo, h a g o que el Prójimo-objeto exista en m e d i o del m u n d o . Re-
conozco su trascendencia, p e r o la reconozco n o como trascendencia
trascendente sino trascendencia trascendida. Aparece ésta, pues,
c o m o u n trascender los utensilios hacia ciertos fines, en la exacta
m e d i d a en q u e yo, en u n proyecto unitario de m í mismo, trasciendo
esos fines, esos utensilios y ese mismo trascender por otro, los utensi-
lios h a c i a los fines. Pues, en efecto, j a m á s m e c a p t o abstractamente
c o m o p u r a posibilidad de ser yo mismo, sino q u e vivo m i ipseidad
en su proyección concreta hacia tal o cual f i n : n o existo sino como
comprometido y n o t o m o conciencia.1 (de) ser sino c o m o tal. Al
mismo título, n o c a p t o al Prójimo-objeto sino en u n concreto y com-
prometido trascender su transcendencia. Pero, recíprocamente, el
comprometimiento del Prójimo, q u e es su m o d o d e ser, se m e aparece,
en t a n t o que trascendido por m i trascendencia, como comprome-
timiento real, c o m o enraizamiento. E n u n a p a l a b r a , en t a n t o q u e
existo parce-mi, m i " c o m p r o m e t i m i e n t o " en u n a situación debe com-
prenderse en el sentido en q u e se dice: "estoy c o m p r o m e t i d o p a r a
con fulano, m e h e comprometido a devolver ese dinero", etc. Y este
comprometimiento caracteriza t a m b i é n al Prójimo-sujeto, puesto q u e
i i(c es o t r o yo-mismo. P e r o este c o m p r o m e t i m i e n t o objetivado, c u a n -
do c a p t o al P r ó j i m o c o m o objeto, se d e g r a d a y se convierte e n u n
i 01 n p r o m e t i m i e n t o - o b j e t o , e n el sentido en q u e se d i c e : "el e j é r c i t o
e staba ( c o m p r o ) m e t i d o e n u n desfiladero", "el cuchillo está m e t i d o
p r o f u n d a m e n t e en la h e r i d a " . H a d e c o m p r e n d e r s e , e n efecto, q u e
el s e r - e n - m e d i o - d e l - m u n d o q u e viene al P r ó j i m o por mí es u n ser
n al. N o es u n a p u r a necesidad subjetiva la q u e m e lo h a c e conocer
c o m o existente e n m e d i o del m u n d o . P o r o t r a p a r t e , sin e m b a r g o ,
el P r ó j i m o n o se h a p e r d i d o p o r sí m i s m o en ese m u n d o . Sino q u e
yo lo h a g o p e r d e r s e e n m e d i o del m u n d o q u e es mío, p o r el solo
Iiccho d e q u e él es p a r a m í a q u e l q u e y o n o tengo-de-ser, o sea, p o r
el solo h e c h o d e q u e lo m a n t e n g o f u e r a de m í c o m o r e a l i d a d p u r a -
m e n t e c o n t e m p l a d a y t r a s c e n d i d a h a c i a mis propios fines. Así, la
objetividad n o es la p u r a r e f r a c c i ó n del P r ó j i m o a través d e mi con-
ciencia: ella a d v i e n e al P r ó j i m o p o r m í c o m o u n a calificación r e a l :
yo h a g o q u e el P r ó j i m o sea e n m e d i o del m u n d o . L o q u e c a p t o ,
pues, c o m o caracteres reales del P r ó j i m o es u n ser-en-situación: en
efecto, lo organizo en m e d i o del m u n d o e n t a n t o q u e él organiza el
m u n d o h a c i a sí m i s m o ; lo c a p t o c o m o la u n i d a d objetiva de u t e n -
silios y d e obstáculos. H e m o s e x p l i c a d o e n la s e g u n d a p a r t e d e esta
< >bra 1 q u e la t o t a l i d a d d e los utensilios es el c o r r e l a t o e x a c t o d e mis
posibilidades. C o m o soy mis posibilidades, el o r d e n d e los utensilios
en. el m u n d o es la i m a g e n d e mis posibilidades, es decir, de lo q u e
soy, p r o y e c t a d a e n el en-sí. Pero, c o m o i m a g e n m u n d a n a , n o p u e d o
descifrarla j a m á s , sino q u e m e a d a p t o a ella en y p o r la acción. El
prójimo, e n t a n t o q u e es sujeto, se e n c u e n t r a a n á l o g a m e n t e compro-
metido en su imagen. Pero, al contrario, en t a n t o q u e lo c a p t o c o m o
objeto, lo q u e m e salta a los ojos es esa i m a g e n m u n d a n a : el P r ó j i m o
6e convierte en i n s t r u m e n t o q u e se d e f i n e p o r su relación con todos
los d e m á s instrumentos, es u n o r d e n d e mis utensilios q u e se halla
e n c l a v a d o e n el o r d e n i m p u e s t o a esos utensilios p o r m í : c a p t a r al
P r ó j i m o es c a p t a r ese o r d e n - e n c l a v e y referirlo a u n a ausencia c e n t r a l
o " i n t e r i o r i d a d " ; es d e f i n i r esta ausencia c o m o u n escurrimiento con-
gelado de los objetos d e mi m u n d o h a c i a u n o b j e t o d e f i n i d o d e mi
universo. Y el sentido d e ese escurrirse m e está p r o p o r c i o n a d o por
esos objetos mismos: la disposición del m a r t i l l o y los clavos, del
cincel y el m á r m o l , en t a n t o q u e trasciendo esta disposición sin ser
f u n d a m e n t o d e ella, d e f i n e el sentido d e esa h e m o r r a g i a i n t r a m u n -

1
Segunda parte, cap. III, § III.
daña. Así, el m u n d o m e anuncia al Prójimo en su totalidad como
totalidad. Por cierto, el anuncio permanece a m b i g u o : pero p o r q u e
capto el orden del m u n d o hacia el Prójimo como, totalidad indife-
renciada sobre f o n d o de la cual aparecen algunas estructuras explí-
citas. Si me f u e r a posible explicitar todos los complejos-utensilios en
tanto que están vueltos hacia el Prójimo, es decir, si pudiera c a p t a r
no sólo el sitio que ocupan el martillo y los clavos en ese complejo
de utensilidad, sino también la calle, la ciudad, la nación, etc., ha-
bría definido explícita y totalmente el ser a j e n o como objeto. Si me
engaño sobre u n a intención del Prójimo, n o es en m o d o alguno
porque refiera su gesto a u n a subjetividad f u e r a de alcance:, esta
subjetividad en sí y por sí n o tiene ninguna medida común con el
gesto, pues es trascendencia p a r a si, trascendencia intrascendible;
sino porque yo organizo el m u n d o entero en torno de ese gesto de
otro m o d o q u e como de hecho se organiza. Así, el Prójimo, por el
solo hecho de que aparece como objeto, se me da por principio
como totalidad, se extiende íntegro a través del m u n d o como poten-
cia m u n d a n a de organización sintética de este m u n d o . Simplemente,
no p u e d o explicitar esa organización sintética, así como j i o - p u e d o
explicitar el m u n d o mismo en t a n t o que es mi m u n d o . Y la dife-
rencia entre el Prójimo-sujeto — o sea el Prójimo tal como es para-
sí— y el Prójimo-objeto n o es u n a diferencia de todo a p a r t e o de
oculto a revelado; pues el Prójimo-objeto es, por principio, u n todo
coextensivo a la totalidad subjetiva; n a d a está oculto, y, en t a n t o
que los objetos remiten a otros objetos, p u e d o acrecentar indefinida-
mente mi conocimiento del Prójimo explicitando indefinidamente sus
relaciones con los demás utensilios del m u n d o ; y el ideal del conoci-
miento del P r ó j i m o queda como la explicación exhaustiva del sentido
de d e r r a m e del m u n d o . L a diferencia d e principio entre el Prójimo-
objeto y el Prójimo-sujeto proviene únicamente del hecho de que el
Prójimo-sujeto no puede en m o d o alguno ser conocido ni siquiera
concebido como tal: n o hay problema del conocimiento del Prójimo-
sujeto, y los objetos del m u n d o n o remiten a su subjetividad: se
refieren sólo a su objectidad en el murido como sentido —trascen-
dido hacia mi ipseidad— del escurrirse i n t r a m u n d a n o . Así, la pre-
sencia del Prójimo a mí como lo q u e constituye m i objectidad es
experimentada c o m o u n a totalidad-sujeto; y, si m e vuelvo hacia esa
presencia para captarla, a p r e h e n d o d e nuevo al P r ó j i m o como tota-
lidad: u n a totalidad objeto coextensiva a la totalidad del m u n d o .
Esta aprehensión se hace d e golpe: vengo al Prójimo-objeto a partir
del m u n d o íntegro. Pero n u n c a sino relaciones singulares sobresal-
drán en relieve como formas sobre f o n d o de m u n d o . E n torno de
ese h o m b r e a quien no conozco y que está leyendo en el subterráneo,
i-I m u n d o entero es presente. Y n o es sólo su cuerpo — c o m o objeto
< n el m u n d o — lo que lo define en su ser: es también su t a r j e t a de
identidad, la dirección del t r a m o de subterráneo en que ha subido,
c) anillo que lleva en el dedo. N o a título de signos de lo que él es
esta noción de signo nos remitiría, en efecto, a u n a subjetividad que
no p u e d o ni siquiera concebir y en la cual, precisamente, él n o es,
propiamente hablando, n a d a , puesto q u e él es lo q u e n o es y n o es
lo q u e e s — s i n o a título de características reales de su ser. Si sola-
mente sé q u e es en m e d i o del m u n d o , en Francia, en París, leyendo,
no puedo, al n o ver su t a r j e t a de identidad, sino suponer que es u n
extranjero (lo q u e significa: suponer q u e está sometido a u n control,
que figura en tal o cual lista de la prefectura, que es menester ha-
blarle en holandés o en italiano p a r a obtener de él tal o cual gesto,
que el correo internacional se e n c a m i n a hacia él por tal o cual vía
postal con cartas q u e llevan tal o cual timbre, e t c . ) . Empero, esa
tarjeta de identidad m e es d a d a por principio en m e d i o del m u n d o .
No m e escapa: desde que h a sido creada, se ha puesto a existir para
mí. Simplemente, existe en estado implícito, al igual q u e c a d a p u n t ó
de un círculo q u e veo como f o r m a conclusa, y sería menester cam-
biar la totalidad presente de mis relaciones con el m u n d o p a r a ha-
cerla aparecer como u n esto explícito sobre f o n d o de universo. Del
mismo modo, la cólera del Prójimo-objeto, tal cual se manifiesta a
mí a través de sus gritos, sus pataleos y gestos amenazadores n o es
el signo de u n a cólera subjetiva y oculta: n o remite a n a d a sino a
otros gestos y otros gritos. Ella define al O t r o , ella es el O t r o . Cier-
tamente, p u e d o e n g a ñ a r m e y t o m a r por u n a v e r d a d e r a cólera lo que
n o es sino u n a irritación simulada. Pero sólo p u e d o e n g a ñ a r m e con
relación a otros gestos y a otros actos objetivamente captables: no me
engaño si c a p t o el movimiento de la m a n o c o m o intención real de
golpear. Es decir, que m e engaño si lo interpreto en función de un
gesto objetivamente advertible pero q u e n o se efectuará. E n u n a
palabra, la cólera objetivamente c a p t a d a es u n a disposición del m u n -
do en torno de u n a presencia-ausencia i n t r a m u n d a n a . ¿ Es decir que
haya de darse la razón a los behavioristas? C i e r t a m e n t e n o ; pues los
behavioristas, si bien interpretan al h o m b r e a p a r t i r de su'situación,
han perdido de vista su característica principal, q u e es-la trascen-
dencia-trascendida. El prójimo, en efecto, es el objeto que no puede
ser limitado p a r a sí mismo, es el objeto que n o se comprende sino
a p a r t i r de su fin. Sin d u d a , el martillo y la sierra n o se compren-
d e n t a m p o c o de otro m o d o : u n o y otra se c a p t a n por su respectiva
f u n c i ó n ; p e r o es, justamente, p o r q u e son ya humanos. N o p u e d o
comprenderlos sino en t a n t o q u e m e remiten a u n a organización-
utensilio d e que el P r ó j i m o es centro, en t a n t o q u e f o r m a n p a r t e
de u n complejo íntegramente trascendido hacia u n fin que yo tras-
ciendo a m i vez. Así, pues, si p u e d e compararse el P r ó j i m o con u n a
m á q u i n a , es en t a n t o q u e la m á q u i n a , c o m o h e c h o h u m a n o , presenta
ya el vestigio de u n a trascendencia-trascendida, en t a n t o que los
telares, en u n a tejeduría, n o se explican sino p o r los tejidos que
p r o d u c e n ; el p u n t o de vista del behaviorismo debe invertirse, y esta
inversión d e j a r á intacta, p o r lo demás, la objetividad del prójimo,
p o r q u e lo p r i m a r i a m e n t e objetivo —llamémoslo significación, al mo-
d o de los psicólogos franceses e ingleses; intención, a la m a n e r a de
los fenomenólogos; trascendencia, como Heidegger, o f o r m a , como
los Gestaltistas— es el h e c h o d e q u e el P r ó j i m o no p u e d e definirse
sino p o r u n a organización totalitaria del m u n d o y es la clave de esta
organización. Así, pues, si retorno del m u n d o al P r ó j i m o p a r a defi-
nirlo, esto n o proviene d e q u e el m u n d o m e h a g a c o m p r e n d e r al
prójimo, sino de q u e el o b j e t o - P r ó j i m o n o es n a d a más que u n centro
d e referencia a u t ó n o m o e i n t r a m u n d a n o de mi m u n d o . Así, el miedo
objetivo q u e podemos a p r e h e n d e r c u a n d o percibimos al Prójimo-
o b j e t o n o es el c o n j u n t o de las manifestaciones fisiológicas de des-
concierto q u e vemos o q u e medimos con el esfigmógrafo o el este-
toscopio: el m i e d o es la huida, el desmayo. Y estos fenómenos
mismos n o se nos entregan como p u r a serie de gestos sino como
trascendencia-trascendida: la huida o el desmayo no es solamente
esa carrera desenfrenada a través d e las zarzas, ni aquella pesada
caída sobre las piedras del c a m i n o : es u n trastornarse total de la
organización-utensilio q u e tenía por centro al prójimo. Ese soldado
q u e huye tenia a ú n hace u n m o m e n t o al prójimo-enemigo al extremo
d e su fusil. L a distancia del enemigo a él estaba m e d i d a p o r la tra-
yectoria de su bala y yo también podía c a p t a r y trascender esa
distancia c o m o distancia q u e se organizaba en torno del centro "sol-
d a d o " . Pero h e ahí que a r r o j a su fusil al foso y huye. E n seguida
la presencia del enemigo lo circunda y lo o p r i m e ; el enemigo, al que
tenía a distancia por la trayectoria de las balas, salta sobre él, en el
instante mismo en q u e la trayectoria se d e s m o r o n a ; a la vez, ese
país-de-fondo al q u e defendía y c o n t r a el cual se respaldaba como
11>nii,i un m u r o , g i r a d e p r o n t o , se a b r e e n a b a n i c o y se convierte
. i . el allá a d e l a n t e , e n el h o r i z o n t e a c o g e d o r h a c i a el cual c o r r e a
M Ilidiarse. T o d o esto es a l g o q u e yo c o m p r u e b o o b j e t i v a m e n t e , y
I MI precisamente es lo q u e c a p t o c o m o miedo. El m i e d o n o es o t r a
• o'., i q u e u n a c o n d u c t a m á g i c a t e n d i e n t e a s u p r i m i r p o r vía d e en-
i . m i a m i e n t o los objetos a t e r r a d o r e s q u e n o p o d e m o s m a n t e n e r a
i l i ' . i a u c i a Y j u s t a m e n t e a través d e sus resultados c a p t a m o s el
miedo, pues éste se nos d a c o m o u n n u e v o t i p o d e h e m o r r a g i a in-
i i . i i n u n d a n a del m u n d o : el t r á n s i t o del m u n d o a u n t i p o d e exis-
tencia m á g i c o .
H a d e repararse, sin e m b a r g o , e n q u e el P r ó j i m o n o es o b j e t o
i nulificado p a r a m í sino e n la m e d i d a e n q u e y o p u e d o serlo p a r a
11. El p r ó j i m o se o b j e t i v a r á , pues, c o m o u n a p a r c e l a n o i n d i v i d u a -
lizada del " s e " i m p e r s o n a l o c o m o u n " a u s e n t e " , p u r a m e n t e r e p r e -
sentado p o r sus c a r t a s y sus noticias o c o m o u n éste p r e s e n t e d e h e c h o ,
según q u e yo m i s m o h a y a sido p a r a él e l e m e n t o del " s e " o " q u e r i d o
ausente" o u n éste concreto. L o q u e d e c i d e e n c a d a caso a c e r c a del
tipo d e objetivación del p r ó j i m o y d e sus c u a l i d a d e s es a la vez m i
situación en el m u n d o y su situación, es decir, los complejos-utensilios
que c a d a u n o p o r su p a r t e h e m o s o r g a n i z a d o él y yo, y los diferentes
estos q u e a p a r e c e n a u n o y o t r o sobre f o n d o d e m u n d o . T o d o ello
nos devuelve, n a t u r a l m e n t e , a la f a c t i c i d a d . M i f a c t i c i d a d y la f a c -
ticidad del p r ó j i m o deciden si el P r ó j i m o p u e d e verme o si y o p u e d o
ver a tal o cual P r ó j i m o . P e r o este p r o b l e m a d e la f a c t i c i d a d sale
de los m a r c o s d e esta exposición g e n e r a l : lo e n c a r a r e m o s e n el curso
del c a p í t u l o siguiente.
Así, e x p e r i m e n t o la presencia del P r ó j i m o c o m o cuasi-totalidad
de los sujetos e n m i s e r - o b j e t o - p a r a - O t r o , y, sobre el f o n d o d e esa
totalidad, p u e d o e x p e r i m e n t a r m á s p a r t i c u l a r m e n t e la presencia de
u n s u j e t o concreto, sin p o d e r , e m p e r o , especificarla c o m o tal o cual
Prójimo. M i reacción d e defensa a m i o b j e c t i d a d h a r á c o m p a r e c e r
al P r ó j i m o a n t e m í a t í t u l o d e tal o cual objeto. A este título, se m e
a p a r e c e r á c o m o u n "éste", es decir, q u e su cuasi-totalidad s u b j e t i v a
se d e g r a d a convirtiéndose e n t o t a l i d a d - o b j e t o coextensiva a la t o t a -
lidad del m u n d o . E s t a t o t a l i d a d se m e revela sin r e f e r e n c i a a l a sub-
jetividad del P r ó j i m o : la relación e n t r e el P r ó j i m o - s u j e t o y el Pró-
j i m o - o b j e t o n o es e n m o d o a l g u n o c o m p a r a b l e con la q u e se acos-
t u m b r a establecer, p o r e j e m p l o , e n t r e el o b j e t o d e la física y el d e

1
Cf. nuestra Esquisse d'une théorie phénoménologique des émotions.
la percepción. El Prójimo-objeto se m e revela como 1o que él es, y
no remite sino a sí mismo. Simplemente, el Prójimo-objeto es tal
c o m o se m e aparece, en el p l a n o de la objectidad en general y en su
ser-objeto; ni siquiera es concebible que p u e d a yo referir un cono-
cimiento cualquiera q u e de él tenga a su subjetividad tal como la
experimento con ocasión d e la m i r a d a . El Prójimo-objeto no es más
que objeto, pero m i captación de él incluye la comprensión de que
podré siempre y por principio hacer de él otra experiencia colocán-
d o m e en otro p l a n o de ser; esa comprensión está constituida, por
u n a parte, por el saber de mi experiencia pasada, que, por lo demás
es, c o m o lo hemos visto, el p u r o pasado ( f u e r a de alcance, y que yo
tengo-de-ser) de esa experiencia; y, por otra parte, por u n a apre-
hensión implícita de la dialéctica del otro; el otro es actualmente
lo q u e m e h a g o n o ser. Pero, a u n q u e por el m o m e n t o m e libro de
él y le escapo, permanece en torno suyo la posibilidad p e r m a n e n t e de
que se haga otro. Empero, tal posibilidad, presentida en u n a especie
d e molestia y d e coerción q u e constituye la especificidad de mi ac-
titud f r e n t e al prójimo-objeto, es, p r o p i a m e n t e hablando, inconce-
bible : en p r i m e r lugar, p o r q u e n o p u e d o concebir posibilidad que no
sea mi posibilidad ni a p r e h e n d e r trascendencia sino trascendiéndo-
la, es decir, c a p t á n d o l a c o m o transcendencia transcendida; y además,
p o r q u e esa posibilidad presentida n o es la posibilidad del prójimo-
objeto; las posibilidades del prójimo-objeto son mortiposibilidades
q u e remiten a otros aspectos objetivos del p r ó j i m o ; la posibilidad
propia de c a p t a r m e c o m o objeto, siendo posibilidad del prójimo-su-
jeto, n o es a c t u a l m e n t e p a r a mí posibilidad de n a d i e : es posibilidad
absoluta — q u e tiene su f u e n t e en sí m i s m a — del surgimiento, sobre
f o n d o de aniquilación total del prójimo-objeto, de un prójimo-sujeto
al q u e experimentará a través de mi objetividad-para-él. Así, el
prójimo-objeto es u n instrumento explosivo q u e m a n e j o con apren-
sión, porque presiento en torno de él la posibilidad p e r m a n e n t e de
que se lo h a g a estallar y, con tal estallido, experimente yo de pronto
la f u g a f u e r a de m í del m u n d o y la alienación de mi ser. M i cuidado
constante es, pues, contener al p r ó j i m o en su objetividad, y mis re-
laciones con el prójimo-objeto están hechas esencialmente de ardides
destinados a hacerlo permanecer objeto. Pero" basta u n a m i r a d a del
otro p a r a q u e todos esos artificios se d e r r u m b e n y yo experimente
de nuevo la transfiguración del otro. Así, soy remitido de transfi-
guración en degradación y de degradación en' transfiguración, sin
poder nunca ni f o r m a r m e u n a visión de c o n j u n t o de esos dos modos
de ser del p r ó j i m o — p u e s c a d a u n o d e ellos se b a s t a a sí m i s m o y
no remite sino a sí m i s m o — , ni a t e n e r m e f i r m e m e n t e a u n o de ellos
pues c a d a u n o tiene u n a inestabilidad p r o p i a y se d e s m o r o n a p a r a
i j u e el o t r o s u r j a de e n t r e sus ruinas-—; n o h a y sino los m u e r t o s q u e
•.e,m p e r p e t u a m e n t e objetos sin convertirse en sujetos j a m á s ; p u e s
morir n o es p e r d e r la p r o p i a o b j e t i v i d a d e n m e d i o del m u n d o : todos
los muertos están ahí, e n el m u n d o , e n t o r n o n u e s t r o ; sino q u e es
perder t o d a posibilidad d e revelarse c o m o s u j e t o a u n p r ó j i m o .
E n este nivel d e n u e s t r a i n d a g a c i ó n , u n a vez elucidadas las es-
tructuras esenciales del ser-para-otro, nos t e n t a r á , e v i d e n t e m e n t e ,
p l a n t e a r la p r e g u n t a m e t a f í s i c a : " ¿ P o r q u é h a y otros?" L a exis-
tencia d e los otros, c o m o h e m o s visto, n o es, e n efecto, u n a conse-
cuencia q u e p u e d a d e r i v a r d e la e s t r u c t u r a ontológica del para-sí.
Es u n a c a e c i m i e n t o p r i m e r o , c i e r t a m e n t e , p e r o d e o r d e n metafísica,
es decir, q u e d e p e n d e de la contingencia del ser. A propósito de
tales existencias metafísicas se p l a n t e a , p o r esencia, la cuestión de!
par qué.
Sabemos, p o r lo d e m á s , q u e la respuesta al p o r q u é n o p u e d e
sino referirnos a u n a c o n t i n g e n c i a original, p e r o a u n así h a c e f a l t a
p r o b a r q u e el f e n ó m e n o metafísico q u e consideramos es d e u n a con-
tingencia irreductible. E n tal sentido, la ontología nos p a r e c e p o d e r
definirse c o m o la explicación d e las estructuras d e ser del existente
t o m a d o c o m o totalidad, y d e f i n i r e m o s m á s bien la metafísica c o m o
la inquisición 1 d e la existencia del existente. Por eso, e n v i r t u d de
la contingencia absoluta del existente, estamos ciertos d e q u e t o d a
metafísica d e b e c u l m i n a r e n u n "es esto", o sea en u n a intuición
directa d e esa contingencia.
¿ E s posible p l a n t e a r la cuestión d e la existencia d e los otros?
Esta existencia ¿es u n h e c h o irreductible, o d e b e ser d e r i v a d a de
u n a contingencia f u n d a m e n t a l ? T a l e s son las p r e g u n t a s previas q u e
podemos f o r m u l a r a n u e s t r a vez al metafísico q u e inquiere sobre la
existencia d e los otros.
E x a m i n e m o s m á s d e cerca la posibilidad d e la cuestión m e t a f í -
sica. L o q u e a n t e t o d o nos a p a r e c e es q u e el ser-para-otro repre-
senta el tercer ék-stasis del para-sí. El p r i m e r ék-stasis, en efecto,
es el proyecto tridimensional del para-sí h a c i a u n ser q u e él tiene-
de-ser e n el m o d o del n o serlo. R e p r e s e n t a la p r i m e r a fisura, la

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Mise en question: literalmente, "la puesta en cuestión o en ([orina
de) pregunta", significando a la vez "cuestionar" e "inquirir". (¿V. del I .)
nihilización q u e el propio para-sí tiene-de-ser, el a r r a n c a m i e n t o del
para-sí a t o d o lo q u e él es, e n t a n t o q u e este a r r a n c a m i e n t o es cons-
titutivo d e su ser. El segundo ék-stasis o ék-stasis reflexivo es a r r a n -
camiento a ese a r r a n c a m i e n t o primero. L a escisiparidad reflexiva
corresponde a u n v a n o esfuerzo p o r t o m a r u n p u n t o de vista sobre
la nihilización q u e el para-sí tiene-de-ser, a fin de q u e esa nihiliza-
ción, como f e n ó m e n o simplemente dado, sea nihilización-q'Uí'-ef.
Pero, al mismo tiempo, la reflexión quiere recuperar ese arranca-
miento, al que intenta c o n t e m p l a r c o m o d a t o puro, a f i r m a n d o de
sí q u e ella es esa nihilización-que-es. L a contradicción es f l a g r a n t e :
p a r a poder c a p t a r m i trascendencia, m e sería menester trascender-
la. Pero, precisamente, m i propia transcendencia n o p u e d e sino
transcender; yo la soy, y n o p u e d o servirme de ella p a r a constituirla
c o m o trascendencia trascendida: estoy condenado a ser perpetua-
m e n t e m i propia nihilización. E n u n a palabra, la reflexión es lo
reflexo. E m p e r o , la nihilización reflexiva es m á s avanzada q u e la
del p u r o para-sí como simple conciencia (de) sí. En efecto, en la
conciencia (de) sí los dos términos d e la d u a l i d a d "reflejado-refle-
j a n t e " tenían tal incapacidad p a r a presentarse separadamente, que
la dualidad permanecía p e r p e t u a m e n t e evanescente y c a d a término,
al ponerse p a r a el otro, se convertía en el otro. Pero en el caso de
la reflexión n o ocurre lo mismo, puesto que el "reflejo-reflejante"
reflexo existe p a r a u n "reflejo-reflejante" reflexivo. L o reflexo y lo
reflexivo tienden c a d a uno, pues, a la independencia, y el nada que
los separa tiende a dividirlos m á s p r o f u n d a m e n t e d e lo q u e la n a d a
q u e el para-sí tiene-de-ser separa al reflejo del reflejante. Empero,
ni lo reflexivo ni lo reflexo pueden segregar esa n a d a separadora; si
no, la reflexión sería u n para-sí a u t ó n o m o q u e vendría a asestarse
sobre lo reflexo, y ello sería suponer u n a negación d e exterioridad
c o m o condición previa d e u n a negación de interioridad. N o puede
haber reflexión si ésta n o es íntegramente un ser, u n ser q u e tiene-
de-ser su propia nada. Así, el ék-stasis reflexivo se encuentra en el
camino d e u n ék-stasis más radical: el ser-para-otro. El término úl-
timo d e la nihilización, el polo ideal, debiera ser, en efecto, la nega-
ción externa, es decir, u n a escisiparidad en-sí o exterioridad espacial
d e indiferencia. C o n respecto a esta negación de exterioridad, los
tres ék-stasis se disponen en el orden que acabamos de exponer; pero
n o p u e d e n alcanzarla en m o d o alguno, sino q u e esa negación per-
manece, por principio, ideal: en efecto, el para-sí n o p u e d e realizar
de sí, con respecto a u n ser cualquiera, u n a negación q u e sea en sí,
BO p e n a de d e j a r al mismo tiempo de ser-para-sí. L a negación cons-
titutiva del ser-para-otro es, pues, u n a negación interna, u n a nihili-
zación que el para-sí tiene-de-ser, lo mismo q u e la nihilización refle-
xiva. Pero a q u í la escisiparidad afecta a la negación m i s m a : n o es
ya sólo q u e la negación desdobla al ser en reflejado y reflejante y
por ella la p a r e j a reflejado-reflejante se desdobla a su vez en (refle-
jado-reflejante) reflejado y en (reflejo-reflejante) r e f l e j a n t e ; sino
que además la p r o p i a negación se desdobla en dos negaciones internas
e inversas, c a d a u n a de las cuales es negación d e interioridad y que,
sin embargo, están separadas u n a de la otra p o r u n a incaptable n a d a
de exterioridad. E n efecto, c a d a u n a de ellas, agotándose en el negar
que u n para-sí sea el otro, y c o m p r o m e t i d a íntegramente en ese ser
que ella tíene-de-ser, n o dispone ya d e sí misma p a r a n e g a r d e sí
ser la negación inversa. Aquí, de pronto, aparece lo dado', n o como
resultante d e u n a identidad d e ser-en-sí, sino como u n a suerte d e
f a n t a s m a de exterioridad q u e n i n g u n a d e las negaciones tiene-de-ser,
y que, sin embargo, las separaba. A decir verdad, ya encontrábamos
esbozada esta inversión negativa en el ser reflexivo. E n efecto, el
reflexivo c o m o testigo es p r o f u n d a m e n t e alcanzado en su ser p o r su
p r o p i a reflexividad, y por este hecho, en t a n t o q u e se hace reflexivo,
a p u n t a a n o ser lo reflexo. Pero, recíprocamente, lo reflexo es con-
ciencia (de) sí como conciencia refleja de tal o cual f e n ó m e n o tras-
cendente. Decíamos q u e lo reflexo se sabe m i r a d o . E n este sentido,
a p u n t a , por su parte, a n o ser lo reflexivo, puesto q u e toda con-
ciencia se define por su negatividad. Pero esta tendencia a u n doble
cisma era recogida y a h o g a d a por el hecho de que, pese a todo, lo
reflexivo tenía-de-ser lo reflexo y lo reflexo tenía-de-ser lo reflexivo.
L a doble negación p e r m a n e c í a evanescente. E n el caso del tercer
ék-stasis, asistimos a u n a como escisiparidad reflexiva más avanzada.
Las consecuencias p u e d e n sorprendernos: por u n a parte, puesto que
las negaciones se efectúan en interioridad, el p r ó j i m o y yo n o po-
demos venir u n o al otro desde afuera. Es menester q u e haya u n
ser "yo-prójimo" q u e tenga-de-ser la escisiparidad recíproca del para-
otro, exactamente como la totalidad "reflexivo-reflexo" es u n ser que
tiene-de-ser su propia n a d a ; es decir, que mi ipseidad y la del prójimo
son estructuras de u n a misma totalidad de ser. Asi, Hegel parece
tener razón: el p u n t o de vista del ser, el verdadero p u n t o de vista,
es el p u n t o de vista d e la totalidad. T o d o ocurre como si mi ipseidad
f r e n t e a la a j e n a f u e r a producida y m a n t e n i d a p o r u n a totalidad q u e
llevara al extremo su p r o p i a nihilización; el ser p a r a otro parece ser
la prolongación de ta p u r a escisiparidad reflexiva. E n este sentido,
todo ocurre c o m o si los otros y yo fuéramos señal del v a n o esfuerzo
de u n a totalidad de. para-sí por recuperarse y por implicar lo que
ella tiene-de-ser en el m o d o p u r o y simple del en-sí; ese esfuerzo por
recuperarse c o m o objeto, llevado aquí hasta el límite, es decir, m u -
cho más allá de la escisión reflexiva, produciría el resultado inverso
del fin hacia el cual se proyectaría esa totalidad: por su esfuerzo
por ser conciencia de sí, la totalidad-para-sí se constituiría f r e n t e al
sí como conciencia-sí que n o tiene-de-ser el sí de que es conciencia;
y, recíprocamente, el sí-objeto, p a r a ser, debería experimentarse a
sí mismo como sido por y p a r a u n a conciencia que él n o tiene-de-ser
si quiere ser. Así nacería el cisma del p a r a - o t r o ; y esta división di-
cotómica se repetiría al infinito p a r a constituir las conciencias como
migajas de un despedazamiento radical. " H a b r í a " otros a conse-
cuencia de un fracaso inverso del fracaso reflexivo. E n la reflexión,
en efecto, si no logro c a p t a r m e como objeto sino sólo como cuasi-
qbjeto, se debe a q u e soy el objeto que quiero c a p t a r ; tengo-de-ser
la n a d a que m e separa de m í : n o p u e d o escapar a m i ipseidad ni
a d o p t a r p u n t o de vista sobre m í mismo; así, no logro realizarme
como ser ni c a p t a r m e en la f o r m a del " h a y " ; la recuperación fracasa
p o r q u e el recuperante es p a r a sí mismo el recuperado. E n el caso
del ser-para-otro, al contrarío, la escisiparidad es llevada más allá: el
(reflejo-reflejante) reflejado se distingue radicalmente del (reflejo-
reflejante) reflejante, y por eso puede ser objeto p a r a sí mismo. Pero
esta vez la recuperación fracasa porque el recuperado no es el recu-
perante. Así, la totalidad que no es lo que es siendo lo q u e n o es,
por un esfuerzo radical de a r r a n c a m i e n t o a sí produciría doquiera su
ser como u n e n - o t i a - p a r t e : el espejeo de ser-en-sí de u n a totalidad
quebrada, siempre en otra parte, siempre a distancia, jamás en sí
mismo, y empero m a n t e n i d o siempre en el ser por el p e r p e t u o des-
pedazamiento de esa totalidad; tal sería el ser de los otros y el de
mí mismo como otro.
Pero, por otra parte, en simultaneidad con mi negación de mí
mismo, el p r ó j i m o niega de sí mismo ser yo. Ambas negaciones son
igualmente indispensables p a r a el ser-para-otro y no pueden ser re-
unidas por ninguna síntesis. N o porque u n a n a d a de exterioridad
las haya separado en el origen, sino más bien porque el en-sí reco-
braría cada u n a respecto de la otra, por el solo hecho de que cada
u n a no es la otra sin tener-de-no-serla. H a y aquí como u n límite
del para-sí que viene del propio para-sí pero que, en tanto que límite,
i s independiente del para-si: encontramos algo así como la facticida,
v no podemos concebir c ó m o la totalidad de que hace poco hablá-
li,linos habrá podido, en el propio seno del arrancamiento m á s ra-
dical, producir en su ser u n a n a d a que ella n o tiene-de-ser en m o d o
alguno. Parece, en efecto, q u e esa n a d a se haya deslizado en dicha
totalidad p a r a quebrarla, c o m o en el atomismo de Leucipo el no-ser
desliza en la totalidad de ser p a r m e n í d e a p a r a hacerla estallar en
. i tomos. Esa n a d a representa, pues, la negación de toda totalidad
sintética a partir de la cual se pretendiera comprender la pluralidad
«le conciencias. Sin d u d a , es incaplable, puesto que no es producida
ni por el otro ni por mí ni por un intermediario, pues hemos esta-
blecido que las conciencias se experimentan m u t u a m e n t e sin inter-
mediario. Sin d u d a , adondequiera dirijamos la vista, n o encontramos
como objeto de la descripción sino u n a p u r a y simple negación de
interioridad. Y empero, esa n a d a está ahí, en el hecho irreductible
de que hay dualidad de negaciones. N o es, ciertamente, el funda-
mento de la multiplicidad de conciencias, pues, si preexistiera a. esta
multiplicidad, haría imposible todo ser-para-otro; ha de concebírsela,
al contrario, como expresión de esa multiplicidad: aparece con ella.
Pero, como no hay nada q u e p u e d a f u n d a r l a , ni conciencia particular
ni totalidad despedazada en conciencias, aparece como contingencia
pura e irreductible, como el hecho de que no basta que yo niegue de
mí al prójimo para que el prójimo exisla, sino que es necesario ade-
más que el prójimo me niegue de sí mismo en simultaneidad con mi
propia negación. Es, pues, la facticidad del ser-para-otro.
Así, llegamos a esta conclusión contradictoria: el ser-para-otro
no puede ser excepto si es sido por u n a totalidad que se pierde para
que él surja, lo q u e nos conduciría a postular la existencia y la pa-
sión del espíritu: pero, por otra parte, ese ser-para-otro no puede
existir excepto si comporta u n incaptable no-ser de exterioridad que
ninguna totalidad, así f u e r a el espíritu, puede producir ni f u n d a r .
En cierto sentido, la existencia de u n a pluralidad de conciencias no
puede ser u n hecho primero y nos remite a un hecho originario de
a r r a n c a m i e n t o a sí que sería propio del espíritu; así, la pregunta
metafísica: " ¿ P o r qué hay las conciencias?" recibiría u n a respuesta.
Pero, en otro sentido, la facticidad de esa pluralidad parece ser irre-
ductible, y el espíritu, si se lo considera a partir del hecho de la
pluralidad, se desvanece; la p r e g u n t a metafísica carece entonces de
sentido: hemos encontrado la contingencia f u n d a m e n t a l y no pode-
mos responder sino por u n "es así". !)e este modo, el ék-stasis original
se p r o f u n d i z a : parece q u e n o p u e d a hacer su p a r t e a la nada. El
para-sí nos apareció como u n ser q u e existe en t a n t o q u e n o es lo
que es y que es lo que n o es. L a totalidad ek-stática del espíritu n o
es simplemente totalidad destotalizada, sino q u e se nos aparece como
u n ser q u e b r a d o del cual n o p u e d e decirse q u e exista ni q u e no
exista. Así, nuestra descripción nos h a permitido satisfacer las con-
diciones previas que habíamos p l a n t e a d o a toda teoría sobre la exis-
tencia del p r ó j i m o : la multiplicidad de las conciencias nos aparece
como u n a síntesis y no como u n a colección; pero es u n a síntesis cuya
totalidad es inconcebible.
¿ Q u i e r e decir que este carácter antinómico de la totalidad es irre-
ductible? O , desde u n p u n t o de vista superior, ¿podemos hacerlo
desaparecer? ¿Debemos a f i r m a r que el espíritu es el ser que es y
no es, tal como habíamos a f i r m a d o que el para-sí es lo q u e n o es
y n o es lo q u e es? L a p r e g u n t a carece de sentido. Supondría, en
efecto, q u e tengamos la posibilidad d e adoptar un punto de vista
sobre la^totalidad, es decir, considerarla desde a f u e r a . Pero es im-
posible, pues precisamente existo c o m o yo mismo sobre el f u n d a -
m e n t o de esa totalidad y en la m e d i d a en que estoy comprometido
en ella. N i n g u n a conciencia, así f u e r a la de Dios, podría "ver el
reverso", es decir, c a p t a r la totalidad en t a n t o que tal. Pues, si Dios
es conciencia, se integra en la totalidad. Y si, por su naturaleza, es
u n ser allende la conciencia, es decir, un en-sí que sea f u n d a m e n t o
de sí mismo, la totalidad n o p u e d e aparecérsele sino como objeto, y
entonces n o p u e d e c a p t a r la desagregación interna de ésta como es-
fuerzo subjetivo de recuperación de sí; o como sujeto, y entonces,
como él no es este sujeto, no p u e d e sino experimentarlo sin cono-
cerlo. Así, n o es concebible n i n g ú n p u n t o de vista sobre la totalidad:
la totalidad n o tiene u n " a f u e r a " , y la cuestión misma del sentido
de su reverso carece de significación. N o podemos ir más lejos.
H e m o s llegado al término de esta exposición. Hemos averigua-
do q u e la existencia del p r ó j i m o es experimentada con evidencia en
y p o r el hecho de m i objetividad. Y hemos visto también q u e m i
reacción a m i propia alienación p a r a otro se traduce por la apre-
hensión del p r ó j i m o como objeto. E n suma, el p r ó j i m o p u e d e existir
p a r a nosotros en dos f o r m a s : si lo experimento con evidencia, n o
p u e d o conocerlo; y si lo conozco, si actúo sobre él, n o alcanzo sino
su ser-objeto y su existencia probable en medio del m u n d o ; n o es
posible n i n g u n a síntesis de estas dos fonrias. Pero n o podemos dete-
nernos a q u í : ese objeto q u e el p r ó j i m o es p a r a m í y ese objeto que
yo soy p a r a el p r ó j i m o se manifiestan como cuerpos. ¿ Q u é es m i
( nerpo, pues? ¿ Q u é es el cuerpo a j e n o ?
CAPÍTULO II

EL C U E R P O

El problema del c u e r p o y de sus relaciones con la conciencia


se ve a m e n u d o oscurecido por el hecho de empezarse por considerar
el c u e r p o c o m o u n a cosa d o t a d a de sus leyes propias y capaz de ser
definida desde afuera, mientras q u e la conciencia se alcanza por el
tipo d e intuición í n t i m a q u e le es propia. E n efecto: si, después de
h a b e r c a p t a d o mi conciencia en su interioridad absoluta, trato, por
u n a serie de actos reflexivos, de unirla a cierto objeto viviente cons-
tituido por u n sistema nervioso, u n cerebro, glándulas, órganos diges-
tivos, respiratorios y circulatorios, cuya m a t e r i a es analizable quími-
c a m e n t e en átomos de hidrógeno, carbono, ázoe, fósforo, etc., encon-
traré insuperables dificultades: pero estas dificultades provienen de
q u e intento u n i r m i conciencia no a mi c u e r p o sino al cuerpo de los
otros. E n efecto: el cuerpo cuya descripción acabo de esbozar n o
es mi c u e r p o tal cual es para mí. N o he visto ni veré jamás m i
cerebro ni mis glándulas endocrinas. Sino que, simplemente, de lo
q u e h e observado yo, hombre, al ver disecar cadáveres de hombres,
de lo q u e h e leído en tratados de fisiología, concluyo q u e mi cuerpo
está constituido exactamente como todos los q u e se m e h a n mostrado
en u n a mesa d e disección o cuya representación en colores he con-
t e m p l a d o en los libros. Sin d u d a , se m e dirá q u e los médicos que
m e h a n curado, los cirujanos que m e h a n operado, h a n podido hacer
la experiencia directa de este cuerpo q u e n o conocía por m í mismo.
N o lo niego, y n o p r e t e n d o estar desprovisto de cerebro, corazón o
estómago. Pero importa ante todo escoger el orden de nuestros co-
nocimientos: p a r t i r d e las experiencias que los médicos h a n podido
h a c e r sobre mi cuerpo es partir de mi cuerpo en medio del mundo
y tal como es p a r a otro. M i cuerpo, tal cual es para mí, n o se m e
aparece en medio del m u n d o . Sin d u d a , he podido ver yo mismo
en u n a pantalla, d u r a n t e u n a radioscopia, la imagen de mis vérte-
bras; p e r o yo estaba, precisamente, afuera, en medio del m u n d o ;
c a p t a b a u n objeto e n t e r a m e n t e constituido, como u n esto entre otros
estos, y sólo por u n razonamiento lo reducía a ser el mío: era m u c h o
más mi propiedad que mi ser.
V e r d a d es q u e veo y toco mis piernas o mis manos. Y n a d a
impide concebir un dispositivo sensible tal q u e un ser viviente p u e d a
ver u n o de sus ojos mientras el ojo visto dirige su m i r a d a sobre el
inundo. Pero h a de notarse que, también en este caso, soy el otro
con respecto a m i o j o : lo c a p t o como órgano sensible constituido
en el m u n d o de tal y cual m a n e r a , pero n o p u e d o "verlo vidente",
es decir, captarlo en t a n t o q u e m e revela u n aspecto del m u n d o .
O bien es cosa entre las cosas, o bien es aquello por lo cual las cosas
se m e descubren. Pero n o caben las dos posibilidades a la vez. Aná-
logamente, veo m i m a n o tocar los objetos, pero no la conozco en su
acto de tocarlos. Es la razón de principio por la cual la famosa
"sensación de esfuerzo" de M a i n e de Biran n o tiene existencia real.
Pues mi m a n o m e revela la resistencia de los objetos, su dureza o
blandura, y n o se m e revela ella misma. Así, n o veo mi m a n o de
otro m o d o q u e como veo este tintero. Despliego u n a distancia de
mí a ella y esa distancia viene a integrarse en las distancias que
establezco entre todos los objetos del m u n d o . C u a n d o u n médico
coge mi pierna e n f e r m a y la examina, mientras, semiincorporado
en mi lecho, lo m i r o hacer, no hay n i n g u n a diferencia de naturaleza
entre la percepción visual q u e tengo del ouerpo del médico y la
que tengo de m i p r o p i a pierna. M á s a ú n : ambas n o se distinguen
sino a título de estructuras diferentes d e u n a misma percepción glo-
bal; y n o hay diferencia de naturaleza entre la percepción que de
mi pierna tiene el médico y la q u e tengo yo mismo en ese m o m e n t o .
Sin d u d a , c u a n d o m e toco la pierna con el dedo, siento q u e m i pierna
es tocada. Pero este f e n ó m e n o de doble sensación n o es esencial: el
frío, u n a inyección de m o r f i n a p u e d e n hacerlo desaparecer; esto basta
para mostrar que se t r a t a d e dos órdenes de realidad esencialmente
diversos. T o c a r y ser tocado, sentir q u e se toca y sentirse tocado,
he aquí dos especies de fenómenos q u e se intenta en v a n o reunir con
el n o m b r e d e "doble sensación". D e hecho son radicalmente distri-
tos, y existen en dos planos incomunicables. C u a n d o m e toco la
pierna, por otra parte, o c u a n d o la veo, la trasciendo hacia mis pro-
pias posibilidades; por ejemplo, p a r a p o n e r m e los pantalones, o p a r a
renovar u n a compresa sobre m i llaga. Sin d u d a , p u e d o al mismo
tiempo disponer mi pierna de m o d o de poder " t r a b a j a r " m á s cómo-
d a m e n t e en ella. Pero esto no quita el hecho de que la trasciendo
hacia la p u r a posibilidad de " c u r a r m e " y de que, por consiguiente,
le soy presente sin que ella sea yo ni yo sea ella. L o q u e así h a g o »cr
es la cosa " p i e r n a " y n o la pierna como posibilidad que soy de ca-
minar, correr o j u g a r al fútbol. Así, en la m e d i d a en que mi cuerpo
indica mis posibilidades en el m u n d o , verlo, tocarlo es transfornmr
esas posibilidades que son mías en mortiposibilidades. T a l metamor-
fosis h a de traer consigo necesariamente u n a ceguera total en cuanto
a lo q u e es el cuerpo c o m o posibilidad viviente de correr, bailar, etc.
Ciertamente, el descubrimiento de mi cuerpo c o m o objeto es «in
d u d a u n a revelación d e su ser. Pero el ser que así se m e revela <•«
su ser-para-otro. Q u e esta confusión conduce a absurdos puede venir
claramente con motivo del famoso problema de la "visión invertida".
Conocida es la cuestión q u e p l a n t e a n los fisiologistas: " ¿ C ó m o po-
demos enderezar los objetos q u e se p i n t a n invertidos sobre nuestra
retina?" Conocida es también la respuesta de los filósofos: " N o hay
problema. U n objeto está derecho o invertido con relación al resto
del universo. Percibir todo el universo invertido n o significa nadu,
pues sería menester q u e estuviera invertido con relación a algo."
Pero lo q u e nos interesa en particular es el origen de ese falso pro-
b l e m a : el h a b e r querido vincular mi conciencia de los objetos con
el c u e r p o del otro. H e ahí la b u j í a , el cristalino que sirve de lente,
la imagen invertida sobre la pantalla de la retina. Pero, precisamen-
te, la retina entra aquí en u n sistema físico: es pantalla y sólo eso;
él cristalino es lente y n a d a más q u e lente; ambos son homogéneo»
en su ser a la b u j í a q u e completa el sistema. H e m o s escogido, pue.«,
deliberadamente el p u n t o de vista físico, es decir, el p u n t o de vistu
desde a f u e r a , de la exterioridad, p a r a estudiar el problema d e la
visión; hemos considerado u n ojo m u e r t o en m e d i o del m u n d o visi-
ble p a r a d a r razón de la visibilidad de ese m u n d o . ¿ C ó m o asom-
brarse, después, de q u e la conciencia, que es interioridad absoluta,
se niegue a dejarse vincular con ese objeto? Las relaciones que esta-
blezco entre u n cuerpo a j e n o y el objeto exterior son relacions real-
mente existentes, pero tienen por ser el ser del para-otro; suponen
un centro de d e r r a m a m i e n t o i n t r a m u n d a n o cuyo conocimiento es
u n a propiedad mágica de la especie "acción a distancia". Desde el
origen, se colocan en la perspectiva del otro-objeto. Así, pues, si
queremos reflexionar sobre la naturaleza del cuerpo, h a de estable-
cerse en nuestras reflexiones u n orden que sea conforme al orden
del ser: n o podemos seguir c o n f u n d i e n d o los planos ontológicos y
debemos examinar sucesivamente el cuerpc en t a n t o que ser-para-sí
y i n l a u t o q u e s e r - p a r a - o t r o ; y, p a r a evitar a b s u r d o s del género de
l.t "visión i n v e r t i d a " , nos c o m p e n e t r a r e m o s de la i d e a de q u e esos
ilm aspectos del c u e r p o , hallándose e n dos p l a n o s d e ser diferentes
i. incomunicables, son m u t u a m e n t e irreductibles. El ser-para-sí debe
m i i n t e g r a m e n t e c u e r p o e í n t e g r a m e n t e c o n c i e n c i a : n o p u e d e estar
iiniilti a u n c u e r p o . A n á l o g a m e n t e , el ser-para-otro es í n t e g r a m e n t e
iiii i p o ; n o hay " f e n ó m e n o s psíquicos" q u e h a y a n de unirse a u n
i\n i|i<>; n o hay n a d a detrás del c u e r p o ; sino q u e el c u e r p o es ínte-
in.imente "psíquico". A h o r a estudiaremos esos dos m o d o s de ser del
I Mi i po.

EL CUERPO C O M O SER-PARA-Sl: LA FACTICIDAD

Parece, a p r i m e r a vista, q u e nuestras p r e c e d e n t e s observaciones


ni o p o n e n a los datos del cogito cartesiano. " E l a l m a es m á s fácil
i Ir conocer q u e el c u e r p o " , decía Descartes. Y p o r ello e n t e n d í a
l i . u r r u n a distinción radical e n t r e los hechos de p e n s a m i e n t o , acce-
mliles a la reflexión, y los h e c h o s del c u e r p o , cuyo c o n o c i m i e n t o debe
11 t g a r a n t i d o p o r la b o n d a d divina. Y, de hecho, p a r e c e p r i m e r a -
m e n t e q u e la reflexión n o nos descubre sino p u r o s hechos de con-
i irnria. Sin d u d a , se e n c u e n t r a n en ese p l a n o f e n ó m e n o s q u e p a r e -
i n i c o m p r e n d e r e n sí a l g u n a conexión con el c u e r p o : el dolor "fí-
«M o", el d e s a g r a d o , el placer, etc. P e r o estos f e n ó m e n o s n o p o r eso
.lejan de ser puros hechos de conciencia: se t e n d e r á , pues, a consi-
g n a r l o s c o m o signos, c o m o afecciones d e la conciencia con ocasión
i leí c u e r p o , sin darse c u e n t a d e q u e con ello se h a e x p u l s a d o irreme-
d i a b l e m e n t e al c u e r p o de la conciencia y de q u e n i n g ú n n e x o p o d r á
\.i r e u n i r ese c u e r p o q u e es ya c u e r p o - p a r a - o t r o con la conciencia
• pie, se p r e t e n d e , lo m a n i f i e s t a .
D e m o d o q u e n o h a y q u e p a r t i r de allí, sino d e n u e s t r a relación
p r i m e r a c o n el en-sí: d e n u e s t r o ser-en-el-mundo. S a b i d o es q u e n o
liay, p o r u n a p a r t e , u n para-sí y, p o r otra, u n m u n d o , c o m o dos
todos cerrados cuyo m o d o d e c o m u n i c a c i ó n h a b r á q u e i n d a g a r des-
pués. S i n o q u e el para-sí es p o r sí m i s m o relación con el m u n d o ;
.ti n e g a r d e sí m i s m o ser el ser, h a c e q u e h a y a u n m u n d o , y, tras-
. e n d i e n d o esta negación h a c i a sus p r o p i a s posibilidades, descubre
los "estos" c o m o cosas-utensilios.
Pero c u a n d o decimos que el para-sí es-en-el-mundo, q u e la con-
ciencia es conciencia del m u n d o , hay que guardarse de comprender
q u e el m u n d o exista f r e n t e a la conciencia como u n a multiplicidad
indefinida d e relaciones recíprocas sobre las cuales aquélla sobrevuele
sin perspectiva y q u e contemple sin p u n t o de vista. Para mí, este
vaso está a la izquierda d e la jarra, un poco hacia a t r á s ; para Pedro.
está a la derecha, u n p o c o hacia adelante. N i siquiera es concebible
q u e u n a conciencia p u e d a sobrevolar el m u n d o de tal suerte que el
vaso le sea d a d o c o m o a la vez a derecha e izquierda y hacia ade-
lante y hacia atrás de la jarra. Ello n o a consecuencia d e u n a es-
tricta aplicación del principio de identidad, sino p o r q u e tal fusión
de la derecha y la izquierda, del adelante y el atrás, motivaría el
desvanecimiento total de los estos en el seno de u n a indistinción pri-
mitiva. Igualmente, si la p a t a de la mesa disimula a mis ojos los
arabescos del tapiz, n o es a consecuencia de alguna finitud e imper-
fección de mis órganos visuales, sino p o r q u e u n tapiz q u e n o estu-
viera ni disimulado por la mesa ni b a j o ella n i encima ni a u n cos-
t a d o n o tendría ya con ella relación de n i n g u n a clase y n o pertene-
cería ya al " m u n d o " en q u e hay u n a m e s a : el en-sí q u e se manifiesta
con el aspecto del esto retornaría a su identidad de indiferencia; el
espacio mismo, como p u r a relación de exterioridad, se desvanecería.
L a constitución del espacio c o m o multiplicidad de relaciones recí-
procas n o p u e d e operarse, en efecto, sino desde el p u n t o d e vista
abstracto d e la ciencia; tal constitución n o p u e d e ser vivida, ni si-
quiera es representable; el triángulo q u e trazo en el pizarrón p a r a
a y u d a r m e en mis razonamientos abstractos está necesariamente a la
derecha del círculo t a n g e n t e a u n o d e sus lados, en la m e d i d a en
que está en el pizarrón. Y mi esfuerzo consiste en trascender las ca-
racterísticas concretas de la figura trazada con tiza sin tener en
c u e n t a ya su orientación con respecto a mí, así como n o la tengo
del espesor de las líneas o d e la imperfección del dibujo.
Así, por el solo hecho d e q u e hay u n m u n d o , este m u n d o n o
podría existir sin u n a orientación unívoca con relación a mí. El idea-
lismo h a insistido justamente sobre el hecho de q u e la relación cons-
tituye al m u n d o . Pero, como se colocaba en el terreno de la ciencia
r.ewtoniana, concebía esa relación como relación de reciprocidad. N o
alcanzaba así sino los conceptos abstractos de exterioridad p u r a , d e
acción y reacción, etc., y por eso mismo n o d a b a con el m u n d o y
no hacía sino explicitar el concepto-límite d e objetividad absoluta.
Este concepto se reducía, en suma, al d e mundo desierto o de " m u n -
. lo sin los hombres", es decir, a u n a contradicción, puesto que si hay
un m u n d o es por la realidad h u m a n a . Asi, el concepto de objetivi-
dad, que a p u n t a b a a reemplazar el en-sí de la verdad dogmática por
u n a p u r a relación de conveniencia recíproca entre representaciones,
se destruye a sí mismo si se lo lleva hasta sus ultimas consecuencias.
1 .OÍ progresos de la ciencia, por otra parte, h a n conducido a rechazar
esa noción de objetividad absoluta. L o que u n Broglie se h a visto
llevado a llamar "experiencia" es u n sistema d e relaciones unívocas
de donde el observador n o está excluido. Y si la microfísica h a de
reintegrar el observador al seno del sistema científico, n o es a título
de p u r a subjetividad —noción q u e n o tendría m á s sentido q u e la
de objetividad p u r a — , sino como u n a relación original con el m u n d o ,
como u n sitio, como aquello hacia lo cual se orientan todas las rela-
ciones consideradas. Así, por ejemplo, el principio de indetermina-
ción de Heisenberg n o p u e d e ser considerado ni c o m o u n a invalida-
ción ni como u n a convalidación del postulado determinista. Simple-
mente, en lugar de ser p u r a conexión entre las cosas, incluye en
sí la relación original entre el h o m b r e y las cosas y su sitio en el
mundo. Esto lo muestra bien, p o r ejemplo, el hecho d e que no
pueden hacerse crecer en cantidades proporcionales las dimensiones
de cuerpos en movimiento sin cambiar sus relaciones de velocidad.
•Si examino primero* a simple vista y después al microscopio el mo-
vimiento de u n cuerpo hacia otro, m e parecerá cien veces más r á p i d o
en el segundo caso, pues, a u n q u e el cuerpo en movimiento n o se
haya acercado en mayor proporción al cuerpo hacia el que se des-
plaza, h a recorrido en el mismo tiempo u n espacio cien veces mayor.
As!, la noción de velocidad n a d a significa si n o es velocidad con res-
pecto a dimensiones dadas de cuerpos en movimiento. Pero somos
nosotros quienes decidimos de esas dimensiones por nuestro propio
surgimiento en el m u n d o , y es menester, en efecto, q u e decidamos
de ellas, pues si no, n o serían en m o d o alguno. Así, son relativas no
al conocimiento q u e de ellas tenemos sino a nuestro comprometi-
miento primero en el seno del m u n d o . Esto lo expresa perfecta-
mente la teoría de la relatividad: un observador situado en el in-
terior de u n sistema n o p u e d e determinar por ninguna experiencia
si el sistema está en movimiento o en reposo. Pero esta relatividad
no es u n "relativismo": n o concierne al conocimiento; mejor aún,
implica el postulado dogmático según el cual el conocimiento nos
entrega lo que es. L a relatividad de la ciencia m o d e r n a a p u n t a al
ser. El h o m b r e y el m u n d o son seres relativos y el principio de su
ser es la relación. Se sigue d e ello q u e la relación p r i m e r a v a d e la
r e a l i d a d - h u m a n a al m u n d o . Surgir, p a r a mí, es desplegar m i s dis-
tancias a las cosas y p o r ese h e c h o h a c e r q u e h a y a cosas. Pero, p o r
consiguiente, las cosas son p r e c i s a m e n t e "cosas-que-existen-a-distan-
c i a - d e - m í " . Así, el m u n d o m e devuelve esa relación u n í v o c a q u e es
mi ser y p o r l a cual h a g o q u e él se revele. E l p u n t o d e vista del
c o n o c i m i e n t o p u r o es c o n t r a d i c t o r i o : n o h a y sino el p u n t o d e vista
del c o n o c i m i e n t o comprometido. L o q u e equivale a decir q u e el
c o n o c i m i e n t o y la acción n o son sino dos faces abstractas d e u n a
relación original y c o n c r e t a . E l espacio real del m u n d o es el espacio
q u e L e w i n d e n o m i n a " h o d o l ó g i c o " . U n c o n o c i m i e n t o p u r o , e n efec-
to, sería c o n o c i m i e n t o sin p u n t o d e vista y, p o r ende, c o n o c i m i e n t o
de u n m u n d o s i t u a d o p o r p r i n c i p i o f u e r a del m u n d o . P e r o esto n o
tiene s e n t i d o : el ser cognoscente n o sería sino conocimiento, p u e s t o
q u e se d e f i n i r í a p o r su o b j e t o y su o b j e t o se desvanecería e n la in-
distinción total d e relaciones recíprocas. Así, el c o n o c i m i e n t o n o
p u e d e ser sino s u r g i m i e n t o c o m p r o m e t i d o en u n p u n t o de vista de-
t e r m i n a d o q u e se es1. Ser, p a r a l a r e a l i d a d h u m a n a , es ser-ahí-, es
decir, " a h í e n esa silla", " a h í , j u n t o a a q u e l l a m e s a " , " a h í , en la
c u m b r e d e esa m o n t a ñ a , con tales dimensiones, t a l orientación, e t c . "
Es u n a necesidad ontológica.
P e r o es preciso entenderse. P u e s esa necesidad a p a r e c e e n t r e
dos c o n t i n g e n c i a s : p o r u n a p a r t e , e n efecto, si bien es necesario q u e
yo sea en f o r m a d e ser-ahí, es e n t e r a m e n t e c o n t i n g e n t e q u e yo sea,
p u e s t o q u e n o soy el f u n d a m e n t o d e m í ser; p o r o t r a p a r t e , si bien
es necesario q u e m i ser esté c o m p r o m e t i d o en t a l o cual p u n t o d e
vista, es c o n t i n g e n t e q u e sea p r e c i s a m e n t e e n este o a q u e l p u n t o d e
vista, con exclusión d e c u a l q u i e r otro. E s t a doble contingencia, q u e
encierra u n a necesidad, es lo q u e h e m o s l l a m a d o la facticidad del
para-sí. L a h e m o s descrito en n u e s t r a s e g u n d a p a r t e . H e m o s mos-
t r a d o allí q u e el en-sí nihilizado y s u m i d o e n el a c a e c i m i e n t o abso-
l u t o q u e es la a p a r i c i ó n del f u n d a m e n t o o s u r g i m i e n t o del para-sí,
p e r m a n e c e en el seno del para-sí c o m o su c o n t i n g e n c i a original. Así,
el para-sí está sostenido p o r u n a p e r p e t u a c o n t i n g e n c i a q u e él r e t o m a
p o r c u e n t a p r o p i a y se asimila sin p o d e r s u p r i m i r l a jamás. E n nin-
g u n a p a r t e el para-sí la e n c u e n t r a e n sí mismo, en n i n g u n a p a r t e
p u e d e c a p t a r l a y conocerla, ni siquiera p o r el cogito reflexivo, pues

1
Que l'on est, o sea "que se es" en el sentido de que "uno lo es". (N.
del T.)
él la trasciende siempre hacia sus propias posibilidades y n o encuen-
tra en sí mismo la n a d a q u e él tiene-de-ser. Empero, esa contin-
gencia n o d e j a d e infestarlo y h a c e que m e capte a la vez como
totalmente responsable d e m i ser y c o m o totalmente injustificable.
I'ero el m u n d o m e devuelve la imagen de esta injustificabilidad en
l.i forma d e la u n i d a d sintética d e sus relaciones unívocas conmigo.
Ks absolutamente necesario q u e el m u n d o m e aparezca en orden.
I',n este sentido, este orden soy yo, es esa imagen de m í q u e descri-
bíamos en el último capítulo d e nuestra segunda parte. Pero es por
completo contingente q u e sea este orden. Así, el orden aparece co-
m o acomodación necesaria e injustificable d e la totalidad de los se-
res. Ese orden absolutamente necesario y totalmente injustificable
de las cosas del m u n d o , ese orden q u e soy yo en t a n t o q u e mi sur-
gimiento lo hace necesariamente existir, y q u e m e escapa en t a n t o
(|ue n o soy ni el f u n d a m e n t o d e m i ser ni el f u n d a m e n t e de tal ser,
es el c u e r p o tal cual es en el p l a n o del para-sí. E n este sentido,
podría definirse el c u e r p o como la forma contingente que la nece-
sidad de mi contingencia toma. N o es otra cosa q u e el para-sí; no
es un en-sí en el para-sí, pues entonces fijaría todo. Sino q u e es el
hecho de q u e el para-sí n o es su propio f u n d a m e n t o , en t a n t o q u e
ese hecho se t r a d u c e p o r la necesidad d e existir c o m o ser contingente
comprometido en medio de los seres contingentes. E n t a n t o que tal,
el cuerpo n o se distingue d e la situación del para-sí, puesto que,
para el para-sí, existir o situarse son u n a sola y misma cosa; y se
identifica, p o r otra parte, con el m u n d o íntegro, en t a n t o que el
m u n d o es la situación total del para-sí y la m e d i d a de su existencia.
Pero u n a situación n o es u n p u r o d a t o contingente: m u y p o r el
contrario, n o se revela sino en la m e d i d a en q u e el para-sí la tras-
ciende hacia sí mismo. Por consiguiente, el cuerpo-para-sí n o es
n u n c a u n d a t o q u e yo p u e d a conocer: es ahí, doquiera, como lo
trascendido; n o existe sino en t a n t o q u e le escapo nihilizándome;
es lo q u e nihilizo. Es el en-sí trascendido p o r el para-sí que nihiliza
y r e c a p t u r a al para-sí en ese mismo trascender. Es el hecho de que
soy m i p r o p i a motivación sin ser m i propio f u n d a m e n t o ; el hecho
de que n o soy n a d a sin tener-de-ser lo q u e soy y, empero, en t a n t o
que tengo-de-ser lo q u e soy, soy sin tener-de-serlo. E n cierto sen-
tido, pues, el cuerpo es u n a característica necesaria del para-sí: no
es verdad q u e sea el p r o d u c t o d e u n a decisión arbitraria de un de-
miurgo, ni q u e la unión del alma y del cuerpo sea el acercamiento
contingente de dos sustancias radicalmente distintas; sino, al con-
t ra rio, de la naturaleza misma del para-sí deriva necesariamente que
el para-sí sea cuerpo, es decir, q u e su escaparse nihilizador al ser
se h a g a en la f o r m a de u n comprometimiento en el m u n d o . Em-
pero, en otro sentido, el c u e r p o manifiesta mi contingencia, e inclu-
sive n o es sino esta contingencia: los racionalistas cartesianos tenían
razón c u a n d o se asombraban a n t e esta característica; en efecto, el
cuerpo representa la individuación de mi comprometimiento en el
m u n d o . Y t a m p o c o e r r a b a Platón c u a n d o d a b a el c u e r p o como lo
que individualiza al alma. Sólo q u e sería v a n o suponer que el alma
pueda arrancarse a esta individuación separándose del cuerpo por
la m u e r t e o por el pensamiento puro, pues el alma es el cuerpo en
t a n t o que el para-sí es su propia individuación.
C a p t a r e m o s m e j o r el alcance de estas observaciones si intenta-
mos aplitarlas al problema del conocimiento sensible.
El problema del conocimiento sensible se ha p l a n t e a d o con
ocasión de la aparición en medio del m u n d o de ciertos objetos a los
que llamamos sentidos. H e m o s c o m p r o b a d o p r i m e r a m e n t e que e!
P r ó j i m o tenía ojos y, por consiguiente, los técnicos disecadores de
cadáveres aprendieron la estructura de esos objetos; distinguieron la
córnea del cristalino y el cristalino de la retina. Establecieron que
el objeto cristalino se clasificaba en u n a familia de objetos particu-
lares: las lentes, y que podían aplicarse al objeto de su estudio las
leyes de óptica geométrica concernientes a las lentes. Disecciones
precisas, operadas a m e d i d a q u e los instrumentos quirúrgicos se per-
feccionaban, nos h a n enseñado que u n fascículo d e nervios p a r t e de
la retina p a r a desembocar en el cerebro. H e m o s e x a m i n a d o al mi-
croscopio los nervios de los cadáveres y hemos d e t e r m i n a d o exac-
tamente el trayecto de esos haces, su p u n t o d e p a r t i d a y su p u n t o
de llegada. El c o n j u n t o d e tales conocimientos concernía, pues, a
cierto objeto espacial l l a m a d o o j o ; implicaba la existencia del es-
pacio y del m u n d o ; implicaba, además, q u e podemos ver ese ojo,
tocarlo, es decir, q u e estamos provistos nosotros mismos d e u n p u n t o
de vista sensible sobre las cosas. Por último, entre nuestro conoci-
miento del ojo y el ojo mismo, se interponían todos nuestros cono-
cimientos técnicos (el a r t e d e construir escalpelos y bisturíes) y
científicos (por ejemplo, la óptica geométrica, que permite construir
y utilizar microscopios). E n suma, entre yo y el ojo que diseco, se
interpone el m u n d o íntegro tal cual lo hago aparecer p o r mi propio
surgimiento. Posteriormente, un examen más a f o n d o nos h a per-
mitido establecer la existencia de terminaciones nerviosas diversas
i n !a periferia de nuestro cuerpo. H a s t a hemos llegado a obrar se-
p a r a d a m e n t e sobre algunas de esas terminaciones y a realizar expe-
riencias sobre sujetos vivientes. Nos hemos e n c o n t r a d o entonces en
presencia de dos objetos del m u n d o : por u n a parte, el excitante;
por otra parte, el corpúsculo sensible o la terminación nerviosa libre
que excitábamos. El excitante era u n objeto físico-químico, corriente
eléctrica, agente mecánico o químico, cuyas propiedades conocíamos
eon precisión y al q u e podíamos h a c e r variar d e duración o intensi-
dad de m a n e r a definida. Se trataba, pues, de dos objetos m u n d a n o s
y su relación i n t r a m u n d a n a podía ser c o m p r o b a d a por nuestros pro-
pios sentidos o p o r m e d i o de instrumentos. El conocimiento de esta
relación suponía, u n a vez más, todo u n sistema d e conocimientos
científicos y técnicos; en suma, la existencia d e u n m u n d o y nuestro
surgimiento original en el m u n d o . Nuestras informaciones empíricas
nos h a n permitido, además, concebir u n a relación entre "el interior"
del otro-objeto y el c o n j u n t o de aquellas comprobaciones objetivas.
Hemos aprendido, en efecto, q u e a c t u a n d o sobre ciertos sentidos
"provocábamos u n a modificación" en la conciencia del otro. L a
liemos a p r e n d i d o por medio del lenguaje, es decir, p o r reacciones
significativas y objetivas del otro. U n objeto físico: el excitante»;
un objeto fisiológico: el sentido; u n objeto psíquico: el O t r o ; m a -
nifestaciones objetivas de significación: el l e n g u a j e ; tales son los
términos de la relación objetiva q u e hemos querido establecer. N i n -
guno de ellos podía permitirnos salir del m u n d o d e los objetos.
Ocurrió también que sirviéramos de sujeto p a r a las investigaciones
del fisiólogo o del psicólogo. Si nos prestábamos a alguna experien-
cia de ese tipo, nos encontrábamos de p r o n t o en u n laboratorio y
percibíamos u n a pantalla más o menos iluminada, o bien experimen-
tábamos pequeñas sacudidas eléctricas, o bien nos rozaba u n objeto
que n o podíamos d e t e r m i n a r m u y exactamente, p e r o cuya presencia
global c a p t á b a m o s en m e d i o del m u n d o y c o n t r a nosotros. N i u n
instante estábamos aislados del m u n d o : todos esos acaecimientos
sucedían p a r a nosotros en u n laboratorio, en medio d e París, en el
cuerpo sur del edificio de la S o r b o n a ; p e r m a n e c í a m o s en presencia
del Prójimo, y el sentido mismo d e la experiencia exigía q u e pudié-
ramos comunicar con él p o r m e d i o del lenguaje. D e t i e m p o en
tiempo, el e x p e r i m e n t a d o r nos p r e g u n t a b a si la p a n t a l l a nos parecía
más o menos iluminada, si la presión q u e se ejercía sobre nuestra
m a n o nos parecían m á s o menos fuerte, y respondíamos, es decir,
dábamos informaciones objetivas sobre cosas q u e aparecían en me-
dio de nuestro m u n d o . Quizás u n e x p e r i m e n t a d o r inhábil nos h a
p r e g u n t a d o si " n u e s t r a sensación de luminosidad era m á s o menos
fuerte, m á s o menos intensa". Esta expresión n o h a b r í a tenido sen-
tido a l g u n o p a r a nosotros, puesto q u e estábamos en m e d i o d e obje-
tos, observándolos, d e n o habérsenos enseñado d e larga d a t a a llamar
"sensación d e luminosidad" a la luz objetiva tal c o m o se nos a p a -
rece en el m u n d o e n u n instante dado. Respondíamos, pues, q u e la
sensación d e luminosidad era, p o r ejemplo, menos intensa; pero en-
tendíamos con ello q u e la p a n t a l l a estaba, en nuestra opinión, menos
i l u m i n a d a . Y ese " e n nuestra o p i n i ó n " n o correspondía a n a d a real,
pues c a p t á b a m o s de hecho la p a n t a l l a c o m o m e n o s iluminada, salvo
a u n esfuerzo p o r n o c o n f u n d i r la objetividad del m u n d o para nos-
otros con u n a objetividad m á s rigurosa, resultado d e m e d i d a s expe-
rimentales y del m u t u o a c u e r d o d e las mentes. L o que, en t o d o caso,
n o podíamos conocer era cierto objeto q u e el experimentador obser-
v a b a e n t r e t a n t o y q u e e r a nuestro ó r g a n o visual o ciertas termi-
naciones táctiles. E l resultado obtenido n o p o d í a ser, pues, al fin de
la experiencia, o t r a cosa q u e u n a relación establecida e n t r e dos series
de objetos: los q u e se nos revelaban d u r a n t e la experiencia y los q u e
se revelaban al m i s m o t i e m p o al experimentador. L a iluminación
d e la p a n t a l l a pertenecía a mi m u n d o ; mis ojos c o m o órganos obje-
tivos pertenecían al m u n d o el experimentador. El nexo entre a m -
bas series p r e t e n d í a ser, pues, c o m o u n p u e n t e e n t r e dos m u n d o s ;
en n i n g ú n caso p o d í a ser u n a t a b l a d e correspondencia e n t r e lo
subjetivo y lo objetivo.
¿ P o r qué, en efecto, se llamaría subjetividad al c o n j u n t o d e los
objetos luminosos o ponderosos u odoríferos tales c o m o se m e a p a -
recían en ese laboratorio, en París, un día de febrero, etc.? Y si,
pese a todo, debíamos considerar ese c o n j u n t o c o m o subjetivo, ¿ p o r
q u é reconocer la objetividad al sistema d e objetos q u e se revelaban
s i m u l t á n e a m e n t e al e x p e r i m e n t a d o r en ese m i s m o laboratorio, ese
mismo d í a d e febrero? N o h a y a q u í dos raseros, dos m e d i d a s : en
n i n g u n a p a r t e encontramos algo q u e se d é c o m o p u r a m e n t e sentido,
c o m o vivido p a r a m í sin objetivación. Aquí, c o m o siempre, soy cons-
ciente del m u n d o y, sobre f o n d o d e m u n d o , de ciertos objetos tras-
cendentes; c o m o siempre, trasciendo lo q u e m e es revelado hacia la
posibilidad q u e yo tengo-de-ser; p o r ejemplo, hacia la de responder
correctamente al e x p e r i m e n t a d o r y permitir el éxito de la experien-
cia. Sin d u d a , esas comparaciones p u e d e n d a r ciertos resultados
objetivos: p o r ejemplo, p u e d o c o m p r o b a r q u e el agua tibia m e p a -
i ere fría c u a n d o sumerjo en ella la m a n o después de haberla su-
mergido en agua caliente. Pero tal comprobación, que se designa
pomposamente como "ley de relatividad de las sensaciones", n o con-
cierne en m o d o alguno a las sensaciones. Se trata de u n a cualidad
del objeto que m e es revelada: el agua tibia es f r í a c u a n d o sumerjo
en ella m i m a n o caliente. Simplemente, u n a comparación entre esa
cualidad objetiva del agua y u n a información igualmente objetiva
-la que m e d a el termómetro— m e revela u n a contradicción. Esta
contradicción motiva de m i p a r t e u n a libre elección de la objeti-
vidad verdadera. L l a m a r é subjetividad a la objetividad que n o h e
elegido. E n cuanto a las razones de la "relatividad de las sensacio-
nes", u n examen más a fondo m e las revelará en ciertas estructuras
objetivas y sintéticas a las que llamaré formas (Gestalt). L a ilusión
de Müller-Lyer, la relatividad de los sentidos, etc., son otros tantos
nombres dados a leyes objetivas concernientes a las estructuras de
esas formas. Tales leyes n o nos informan sobre apariencias, sino que
se refieren a estructuras sintéticas. Yo no intervengo allí sino en la
medida en que m i surgimiento en el m u n d o hace nacer el estable-
cimiento de relaciones entre los objetos. C o m o tales, éstos se m e
revelan en t a n t o que formas. L a objetividad científica consiste en
considerar las estructuras aparte, aislándolas del todo que integran:
entonces aparecen con otras características. Pero en ningún caso
salimos del m u n d o existente. Igualmente, se mostrará que el llamado
"umbral de sensación" o la llamada especificidad de los sentidos se
reduce a puras determinaciones de los objetos en t a n t o que tales.
Sin embargo, se ha querido que esa relación objetiva entre ex-
citante y órgano sensible se trascendiera a sí misma hacia u n a rela-
ción entre lo objetivo (excitante-órgano sensible) y lo subjetivo (sen-
sación p u r a ) , estando lo subjetivo definido por la acción que ejer-
cería sobre nosotros el excitante por intermedio del órgano sensible.
El órgano sensible se nos aparece afectado por el excitante: las m o -
dificaciones protoplasmáticas y físico-químicas que aparecen en el
órgano sensible, en efecto, no son producidas por ese órgano mismo:
le vienen de afuera. Por lo menos, así lo afirmamos p a r a permane-
cer fieles al principio de inercia, q u e constituye a la naturaleza
íntegra en exterioridad. Así, pues, c u a n d o establecemos u n a corre-
lación entre el sistema objetivo excitante-órgano sensorial que perci-
bimos actualmente y el sistema subjetivo que es p a r a nosotros el
c o n j u n t o de las propiedades internas del otro-objeto, nos es forzoso
admitir que la nueva modalidad que acaba de aparecerse en esa
subjetividad, en conexión con la excitación del sentido, está también
p r o d u c i d a p o r otra cosa q u e ella misma. E n fecto: si se p r o d u j e r a
espontáneamente, estaría escindida de t o d o n e x o con el órgano exci-
tado, o, si se prefiere, la relación q u e p u d i e r a establecer entré u n a
y otra sería cualquiera. Concebiremos, pues, u n a u n i d a d objetiva
correspondiente a la m í n i m a y m á s breve d e las excitaciones per-
ceptibles y la denominaremos sensación. Dotaremos a esta u n i d a d
de la " r o p i e d a d d e inercia, es decir, q u e será p u r a exterioridad, ya
que, concebida a p a r t i r del esto, p a r t i c i p a r á de la exterioridad
del en-sí. Esta exterioridad proyectada al meollo de la sensación,
la alpanza casi en su existencia m i s m a : la razón de su ser y la oca-
sión de su existencia están f u e r a de ella. Es, pues, exterioridad a
sí-misma. Al m i s m o - tiempo, su razón de ser n o reside en algún
h e c h o "interior" d e naturaleza igual a la suya, sino en u n objeto
real, el excitante, y en el c a m b i o q u e afecta a otro objeto real, el
órgano sensible. E m p e r o , c o m o resulta inconcebible q u e cierto ser,
existente en cierto p l a n o d e ser e incapaz de sostenerse en el ser por
sí solo, p u e d a ser d e t e r m i n a d o a existir por u n existente q u e se
m a n t i e n e e n u n p l a n o d e ser radicalmente distinto, concibo, para
sostener la sensación y p a r a proveerla de ser, u n medio homogéneo
a ella y constituido t a m b i é n en exterioridad. Es el medio al que
llamo mente y a veces hasta conciencia. Pero concibo a esta con-
ciencia como conciencia del Otro, es decir, como objeto. Sin em-
bargo, c o m o las relaciones q u e quiero establecer entre el órgano
sensible y la sensación deben ser universales, postulo que la concien-
cia así concebida debe ser también mi conciencia, n o para el otro.
sino en sí. D e este m o d o h e d e t e r m i n a d o u n a suerte de espacio in-
terno en el cual ciertas figuras llamadas sensaciones se f o r m a n con
ocasión de excitaciones exteriores. Siendo ese espacio pasividad pura,
declaro q u e padece sensaciones. Pero con ello n o entiendo solamente
que ese espacio es el m e d i o interno que sirve a las sensaciones de
matriz. M e inspiro entonces en u n a visión biológica del m u n d o , que
t o m o de m i concepción objetiva del órgano sensorial considerado, y
p r e t e n d o q u e ese espacio interno vive su sensación. Así, la "vida"
e u n a conexión mágica q u e establezco entre u n m e d i o pasivo y uti
m o d o pasivo de ese medio. L a m e n t e n o produce sus propias sen-
saciones y, por este hecho, ellas le permanecen exteriores; pero, por
otra parte, él se las apropia viviéndolas. L a u n i d a d de lo "vivido"
y lo "viviente" n o es ya, en efecto, yuxtaposición espacial ni relación
de contenido a continente: es u n a inherencia mágica. L a mente
y sus propias sensaciones a u n permaneciendo distinta de ellas. Así,
u sensación se convierte en u n tipo particular de objeto-: inerte,
pasivo y simplemente vivido. Henos, pues, obligados a darle la sub-
jetividad absoluta. Pero hay q u e entenderse en c u a n t o a la palabra
subjetividad. Aquí no significa pertenencia a u n sujeto, es decir,
a una ipseidad que se motiva espontáneamente. L a subjetividad del
psicólogo es de especie m u y diferente: al contrario, manifiesta la
inercia y la ausencia de toda trascendencia. Es subjetivo lo que n o
puede salir de sí mismo. Y, precisamente, en la m e d i d a en q u e la
sensación, siendo p u r a exterioridad, n o p u e d e ser sino u n a impresión
en la mente, en la m e d i d a en q u e ella n o es sino sí-misma, sino esa
figura que u n remolino h a f o r m a d o en el espacio psíquico, n o es
trascendencia: es lo p u r a y simplemente padecido, la simple de-
terminación d e nuestra receptividad; es subjetividad p o r q u e n o es
en m o d o alguno presentativa ni representativa. L o subjetivo del
Prójimo-objeto es p u r a y simplemente u n a cajita cerrada. L a sen-
sación está d e n t r o de la cajita.
T a l la noción de sensación. Es patente su absurdo. E n primer
lugar, es p u r a m e n t e inventada. N o corresponde a n a d a de lo que
experimento en m í mismo o en el prójimo. J a m á s hemos c a p t a d o
sino el universo objetivo; todas nuestras determinaciones personales
suponen el m u n d o y surgen como relaciones con el m u n d o . L a sen-
sación supone, por su parte, que el h o m b r e sea ya en el m u n d o , ya
que está dotado de órganos sensibles, pero aparece en él c o m o p u r a
cesación de sus relaciones con el m u n d o . Al mismo tiempo, esa p u r a
"subjetividad" se d a como la base necesaria sobre la cual será preciso
reconstruir todas esas relaciones trascendentes que su aparición
acaba de hacer desaparecer. Así, encontramos estos tres momentos
de pensamiento: 1' P a r a establecer la sensación, h a de partirse de
cierto realismo: se t o m a como válida nuestra percepción del Prójimo,
de los sentidos del Prójimo y de los instrumentos inductores; 2 ' Pero,
al nivel de la sensacijn, todo ese realismo desaparece: la sensación,
p u r a modificación padecida, n o nos da información sino sobre nos-
otros mismos: es algo "vivido"; 3 ' Y, sin embargo, pongo a la sen-
sación c o m o base de mi conocimiento del m u n d o externo. Esta base
n o podría ser el f u n d a m e n t o de u n contacto real con las cosas: no
nos permite concebir u n a estructura intencional de la mente. De-
beremos llamar objetividad n o a u n a conexión inmediata con el ser,
sino a ciertos grupos de sensaciones pegadas que presenten mayor per-
manencia o mayor regularidad o que estén m á s acordes con el con-
j u n t o de nuestras representaciones. E n particular, así es como
deberemos definir nuestra percepción del Prójimo, d e los órganos
sensibles del P r ó j i m o y d e los instrumentos inductores: se t r a t a de
formaciones subjetivas d e particular coherencia, y eso es todo. En
este nivel, n o podría tratarse d e explicar m i sensación p o r el órgano
sensible tal cual lo percibo en el p r ó j i m o o en m í mismo, sino, al
contrario, explico al órgano sensible c o m o cierta asociación de mis
sensaciones. Se advierte el inevitable círculo. M i percepción de los
sentidos del p r ó j i m o m e sirve d e f u n d a m e n t o p a r a u n a explicación
de las sensaciones, y en particular d e las mías; pero, recíprocamente,
mis sensaciones así concebidas constituyen la única realidad de m i
percepción d e los sentidos del Prójimo. Y en este círculo, el mismo
objeto: el ó r g a n o sensible del Prójimo, n o tiene ni la misma n a t u -
raleza ni la misma v e r d a d en c a d a u n a de sus apariciones. Primero
es realidad, y, precisamente p o r serlo, f u n d a m e n t a u n a doctrina que
lo contradice. E n apariencia, la estructura d e la teoría clásica de la
sensación es exactamente la del a r g u m e n t o cínico del Mentiroso, en
q u e justamente p o r q u e el cretense dice la v e r d a d resulta q u e miente.
Pero, además, c o m o acabamos d e verlo, u n a sensación es subjetivi-
d a d p u r a . ¿ C ó m o se p r e t e n d e q u e construyamos u n objeto con la
subjetividad? N i n g ú n a g r u p a m i e n t o sintético p u e d e conferir cuali-
d a d objetiva a lo q u e es, por principio, algo vivido. Si h a de h a b e r
percepción d e objetos en el m u n d o , es menester q u e estemos, desde
nuestro surgimiento mismo, en presencia del m u n d o y d e los objetos.
L a sensación, noción híbrida entre lo subjetivo y lo objetivo, con-
cebida a p a r t i r del objeto y aplicada en seguida al sujeto, existencia
bastarda d e la cual sería imposible decir si existe d e h e c h o o d e
derecho, es u n p u r o ensueño de psicólogos y debe ser deliberada-
m e n t e rechazada d e toda teoría seria sobre las relaciones entre el
m u n d o y la conciencia.

Pero, si la sensación n o es m á s que u n a palabra, ¿ q u é se hacen


los sentidos? Se reconocerá sin d u d a q u e n o encontramos j a m á s en
nosotros mismos esa impresión f a n t a s m a y rigurosamente subjetiva
q u e es la sensación; se confesará q u e n o captamos n u n c a sino el
verde de este cuaderno, de ese follaje, y j a m á s la sensación d e verde
ni a u n el "cuasi-verde" puesto por Husserl como la materia
hilética que la intención a n i m a en verde-objeto; y se admitirá sin
dificultad la convicción d e que, suponiendo posible la reducción fe-
nomenológica — l o q u e está por demostrarse—, ésta nos pondría
f r e n t e a objetos puestos entre paréntesis como puros correlatos d e
actos posicionales, pero n o f r e n t e a residuos impresiónales. Pero ello
tío q u i t a q u e los sentidos permanecen. Veo el verde, toco este m á r -
mol p u l i m e n t a d o y frío. U n accidente p u e d e p r i v a r m e de u n sentido
íntegro: p u e d o p e r d e r la vista, volverme sordo, etc. ¿ Q u é es, pues,
un sentido que n o nos d a sensación?
L a respuesta es fácil. Comprobemos, a n t e todo, que el sentido
está doquiera y es doquiera inaferrable. Este tintero, ahí sobre la
mesa, m e es d a d o i n m e d i a t a m e n t e en f o r m a de u n a cosa y sin em-
bargo m e es d a d o por la vista. Esto significa q u e su presencia es
presencia visible y q u e tengo conciencia de q u e m e es presente como
visible, es decir, conciencia (de) verlo. Pero la vista, al tiempo que
es conocimiento del tintero, se h u r t a a todo conocimiento: n o hay
conocimiento de la vista. N i a u n la reflexión nos d a r á conocimiento
tal. M i conciencia reflexiva, en efecto, m e d a r á u n conocimiento
de m i conciencia refleja del tintero, p e r o n o la de u n a actividad
sensorial. E n este sentido debe tomarse la célebre f ó r m u l a de A u -
guste C o m t e : " E l ojo n o p u e d e verse a sí mismo." Sería admisible,
en efecto, q u e otra estructura orgánica, u n a disposición contingente
de nuestro a p a r a t o visual permitiera a u n tercer ojo ver nuestros dos
ojos mientras ven. ¿ N o p u e d o ver y tocar m i m a n o mientras ella
toca? Pero tomaría entonces el p u n t o d e vista del otro sobre mis
sentidos: vería yo ojos-objetos; n o p u e d o ver el o j o vidente, n o
p u e d o tocar la m a n o en t a n t o q u e toca. Así, el sentido, en t a n t o
q u e es p a r a mí, es algo incaptable: n o es la colección infinita de
mis sensaciones, puesto q u e n o e n c u e n t r o j a m á s sino objetos del
m u n d o ; p o r otra parte, si a d o p t o sobre m i conciencia u n p u n t o de
vista reflexivo, encontraré m i conciencia de tal o cual cosa-en-el-
m u n d o , n o de u n a actividad develadora o constructora. Y, sin em-
bargo, el sentido está a h í : hay vista, tacto, oído.
Pero si, por otra parte, considero el sistema d e objetos vistos
q u e se m e aparecen, c o m p r u e b o q u e n o se m e presentan en u n
orden cualquiera: están orientados. Así, pues, n o p u d i e n d o definirse
los sentidos ni p o r u n acto captable ni p o r u n a sucesión de estados
vividos, réstanos intentar definirlos p o r sus objetos. Si la vista n o es
la suma d e las sensaciones visuales, ¿ n o p u e d e ser el sistema de los
objetos vistos? E n tal caso, h a de volverse sobre esa idea de orienta-
ción q u e acabamos d e señalar e intentar c a p t a r l a en su significado.
Notemos, en primer lugar, q u e la orientación es u n a estructura
constitutiva d e la cosa. El objeto aparece sobre f o n d o de m u n d o
y se manifiesta en relación d e exterioridad con los otros "estos"
que acaban de aparecer. Así, su develación implica la constitución
complementaria de un fondo indiferenciado que es el c a m p o per-
ceptivo total o mundo. L a estructura formal de esta relación entre
forma y fondo es, pues, necesaria; en u n a palabra, la existencia de
un c a m p o visual o táctil o auditivo es u n a necesidad: el silencio,
por ejemplo, es el campo sonoro de ruidos indiferenciados sobre el
cual se destaca el sonido particular en que nos fijamos. Pero el
nexo material entre tal o cual esto y el f o n d o es a la vez elegido y
dado. Es elegido, en tanto que el surgimiento del para-sí es negación
explícita e interna de tal o cual esto sobre fondo de m u n d o : miro
la taza o el tintero. Es dado, en el sentido de que m i elección se
opera a partir de u n a distribución original de los estos, que mani-
fiesta la facticidad misma propia de mi surgimiento. Es necesario
q u e el libro m e aparezca a la derecha o a la izquierda d e la mesa.
Pero es contingente que m e aparezca precisamente a la izquierda;
y, finalmente, soy libre de mirar el libro sobre la mesa o la mesa
que soporta al libro. Esta contingencia entre la necesidad y la li-
bertad de mi elección es lo que llamamos el sentido. Implica que el
objeto se me aparezca siempre íntegro a la vez —veo el cubo, el
tintero, la taza—, pero que esta aparición tenga lugar siempre en
una perspectiva particular la cual traduce las relaciones del objeto
con el fondo de m u n d o y con los demás estos. Oigo siempre la
nota del violín. Pero es necesario que la oiga a través de una puerta
o por la ventana abierta o en la sala de concierto; si no, el objeto
no sería ya en medio del m u n d o y n o se manifestaría ya a un exis-
tente-que-surge-en-el-mundo. Pero, por otra parte, si bien es verdad
que todos los estos no pueden aparecer a la vez sobre fondo de
m u n d o y la aparición de algunos de ellos provoca la fusión de otros
con el fondo, si bien es verdad que cada esto n o puede manifestarse
sino de u n a sola m a n e r a a la vez, bien que existan p a r a él u n a in-
finidad de maneras de aparecer, esas reglas de aparición no deben
considerarse como subjetivas y psicológicas: son rigurosamente ob-
jetivas y emanan de la naturaleza de las cosas. Si el tintero m e
oculta una porción de mesa, ello no proviene de la naturaleza de
mis sentidos, sino de la naturaleza del tintero y de la luz. Si el objeto
se empequeñece al alejarse, no h a de explicarse este hecho por
quién sabe qué ilusión del observador, sino por las leyes rigurosa-
mente externas de la perspectiva. Así, por tales leyes objetivas, se
define un centro de referencia rigurosamente objetivo: el ojo, por
ejemplo, en tanto que, en un esquema de perspectiva, es el p u n t o
Iiacia el cual vienen a convergir todas Las lineas objetivas. Así, el
c a m p o perceptivo se refiere a u n centro objetivamente definido pnr
esa referencia y situado en el campo mismo que se orienta en torno
<!e él. Sólo q u e ese centro, c o m o estructura del c a m p o perceptivo
considerado, nosotros n o lo vemos: lo somos. Así, el orden de los
objetos del m u n d o nos devuelve p e r p e t u a m e n t e la imagen de u n
objeto que, por principio, n o p u e d e ser objeto para nosotros puesto
que es lo q u e tenemos de ser. Así, la estructura del m u n d o implica
que n o podemos ver sin ser visibles. Las referencias i n t r a m u n d a n a s
110 p u e d e n efectuarse sino a objetos del m u n d o y el m u n d o visto
define p e r p e t u a m e n t e u n objeto visible, al cual remiten sus perspec-
tivas y disposiciones. Este objeto aparece en medio del m u n d o y al
mismo tiempo que el m u n d o ; es siempre d a d o por a ñ a d i d u r a con
cualquier agrupación de objetos, ya q u e se define p o r la orientación
de los mismos: sin él, no habría orientación alguna, pues todas las
orientaciones serían equivalentes; dicho objeto es el surgimiento
contingente de u n a orientación en medio de la infinita posibilidad
de orientar el m u n d o ; es esta orientación elevada al absoluto. Pero,
en este plano, ese objeto no existe p a r a nosotros sino a título de
indicación abstracta: es lo q u e todas las cosas m e indican y lo que
por principio n o p u e d o captar, ya q u e es lo q u e yo soy. L o que
soy, en efecto, n o p u e d e por principio ser objeto para m í en tanto
que lo soy. El objeto que las cosas del m u n d o indican y ciñen en
su ronda es p a r a sí mismo y por principio un no-objeto. Pero el
surgimiento de m i ser, al desplegar las distancias a partir de un
centro, por el acto mismo d e este desplegar, determina u n objeto
que es él mismo en t a n t o q u e se hace indicar por el m u n d o y del
cual, empero, n o podría tener yo intuición como objeto, pues yo lo
soy, yo, q u e soy presencia a m i mismo como el ser q u e es su propia
nada. Así, m i ser-en-el-mundo, por el solo hecho d e q u e realiza u n
m u n d o , se hace indicar a sí mismo como un ser-en-medio-del-mundo
por el m u n d o q u e él realiza, y n o podría ser d e otro modo, pues no
hay otra m a n e r a d e e n t r a r en contacto con el m u n d o sino siendo
del mundo. M e sería imposible realizar u n m u n d o en q u e yo no
f u e r a y q u e f u e r a p u r o objeto d e u n a contemplación q u e lo sobre-
volara, sino que, al contrario, es menester q u e m e pierda en el
m u n d o p a r a que el m u n d o exista y yo p u e d a trascenderlo. Así,
decir q u e he e n t r a d o en el m u n d o , que he "venido al m u n d o " o
que hay u n m u n d o o q u e tengo u n cuerpo es u n a sola y misma
cosa. E n tal sentido, m i cuerpo está doquiera en el m u n d o : está
t a n t o allá, en el hecho de q u e el pico de gas disimula al arbusto
que crece sobre la acera, c o m o en el hecho de q u e la buhardilla,
allá arriba, está sobre las ventanas del sexto piso, o en el hecho
de que el a u t o que pasa se mueve de derecha a izquierda, detrás del
camión, o de q u e la m u j e r que cruza la calle parece m á s p e q u e ñ a
que el h o m b r e sentado en la terraza del café. M i c u e r p o es la vez
coextensivo al m u n d o , está e x p a n d i d o íntegramente a través d e las
cosas, y al mismo tiempo c o n c e n t r a d o en este p u n t o único q u e ellas
todas indican y q u e yo soy sin p o d e r conocerlo. Esto h a d e permi-
tirnos comprender lo q u e son los sentidos.
U n sentido n o es d a d o antes de los objetos sensibles: ¿ n o es
susceptible, en efecto, d e aparecerse c o m o o b j e t o a u n p r ó j i m o ?
T a m p o c o es d a d o después de ellos: sería menester entonces suponer
un m u n d o de imágenes incomunicables, simples copias d e la reali-
dad, sin q u e f u e r a concebible el mecanismo de su aparición. Los
sentidos son contemporáneos de los objetos; hasta son las cosas en
persona, tales como se nos develan en perspectiva. Representan sim-
plemente u n a regla objetiva d e esa develación. Así, la vista n o
produce sensaciones visuales; n o es afectada t a m p o c o p o r rayos lu-
minosos; sino q u e es la colección d e todos los objetos visibles en
t a n t o que las recíprocas relaciones objetivas d e éstos se refieren todas
a ciertas magnitudes elegidas — y padecidas a la vez— c o m o medidas
y a cierto centro de perspectiva. Desde este p u n t o de vista, el sen-
tido n o es en m o d o alguno asimilable a la subjetividad. T o d a s las
variaciones q u e p u e d e n registrarse en u n c a m p o perceptivo son, en
efecto, variaciones objetivas. E n particular, el h e c h o d e q u e p u e d a
suprimirse la visión " c e r r a n d o los p á r p a d o s " es u n h e c h o exterior
que n o remite a la subjetividad d e la apercepción. El p a r p a d o , en
efecto, es un objeto que es percibido entre los demás objetos, y q u e
me disimula los demás objetos a consecuencia de su relación objetiva
con ellos: no ver ya los objetos de mi c u a r t o p o r q u e he cerrado los
ojos es ver la cortina de m i p á r p a d o ; de la m i s m a m a n e r a que, si
pongo mis guantes sobre la carpeta d e la mesa, no ver ya tal o cual
diseño de la carpeta es precisamente ver los guantes. Análogamente,
los accidentes q u e a f e c t a n a u n sentido pertenecen siempre a la re-
gión de los objetos: "veo amarillo" p o r q u e tengo ictericia o p o r q u e
llevo anteojos amarillos. E n ambos casos, la razón del f e n ó m e n o n o
está en u n a modificación subjetiva del sentido, ni a u n en u n a alte-
ración orgánica, sino en u n a relación objetiva entre dos objetos
m u n d a n o s : en ambos casos vemos " a través" de algo y la verdad
(le nuestra visión es objetiva. P o r último, si d e u n a m a n e r a o do
otra el centro d e referencia visual se destruye (destrucción q u e n o
puede provenir sino del desarrollo del m u n d o según sus leyes propias,
es decir, q u e expresa d e cierta m a n e r a m i f a c t i c i d a d ) , los objetos
visibles n o p o r eso se a n i q u i l a n : c o n t i n ú a n existiendo para mí, p e r o
existen sin n i n g ú n c e n t r o d e referencia c o m o totalidad visible, sin
aparición de n i n g ú n esto particular, es decir, e n la reciprocidad
absoluta d e sus relaciones. Así, el surgimiento del para-sí e n el
m u n d o h a c e existir a la vez el m u n d o c o m o totalidad d e las cosas
y los sentidos c o m o la m a n e r a objetiva e n q u e se presentan las c u a -
lidades d e las cosas. L o f u n d a m e n t a l es m i relación con el m u n d o ,
y esta relación define a la vez el m u n d o y los sentidos, según el
p u n t o d e vista en q u e u n o se coloque. L a ceguera, el daltonismo,
la miopía, representan originariamente la manera en que hay u n
m u n d o p a r a mí, es decir, q u e definen m i sentido visual en t a n t o q u e
éste es la facticidad d e m i surgimiento. P o r eso m i sentido p u e d e
ser conocido y definido o b j e t i v a m e n t e por" mí, pero en vacío, p a r -
tiendo del m u n d o : basta q u e m i pensamiento racional y universali-
zador prolongue en lo abstracto las indicaciones q u e las cosas m e
d a n a m í mismo acerca d e mi sentido y q u e reconstituya el sentido
a p a r t i r d e esas señales, c o m o el historiador reconstruye u n a perso-
nalidad histórica según los vestigios q u e la indican. P e r o en tal caso
he reconstruido el m u n d o e n el terreno d e la p u r a racionalidad,
abstrayéndome del m u n d o p o r m e d i o del pensamiento: sobrevuelo
el m u n d o sin ligarme a él, m e p o n g o en la actitud d e objetividad
absoluta, y el sentido se convierte en u n objeto e n t r e los objetos,
en u n centro d e referencia relativo q u e supone él mismo coordena-
das. Pero, p o r eso mismo, establezco en pensamiento la relatividad
absoluta del m u n d o , es decir, q u e p o n g o la equivalencia absoluta de
todos los centros d e referencia. Destruyo, sin siquiera d a r m e cuenta,
la m u n d a n i d a d del m u n d o . Así, el m u n d o , al indicar p e r p e t u a m e n t e
el sentido q u e yo soy e invitándome a reconstituirlo, m e incita a
eliminar la ecuación personal q u e soy, restituyendo al m u n d o el
centro d e referencia m u n d a n o con respecto al c u a l el m u n d o se dis-
pone. Pero, a la vez, m e escapo — p o r el pensamiento abstracto—
del sentido q u e soy, es decir, corto mis vínculos con el m u n d o , m e
coloco en estado d e simple sobrevuelo y el m u n d o se desvanece en
la equivalencia absoluta d e sus infinitas relaciones posibles. E l sen-
tido, en efecto, es nuestro ser-en-el-mundo en t a n t o q u e tenemos
d e serlo en f o r m a d e ser-en-medio-del-mundo.
Estas observaciones p u e d e n generalizarse; p u e d e n aplicarse a
mi cuerpo íntegro, en t a n t o q u e centro de referencia total indicado
p o r las cosas. E n particular, nuestro c u e r p o n o es solamente lo que
por largo t i e m p o se h a l l a m a d o "la sede d e los cinco sentidos"; es
t a m b i é n el i n s t r u m e n t o y la m e t a d e nuestras acciones. H a s t a es
imposible distinguir la "sensación" de la "acción", según los propios
términos de la psicología clásica: es lo q u e indicábamos c u a n d o "ha-
cíamos n o t a r q u e la realidad n o se nos presenta ni c o m o cosa ni
c o m o utensilio, sino c o m o cosa-utensilio. P o r eso podemos t o m a r
c o m o hilo conductor, p a r a nuestro estudio del c u e r p o en t a n t o q u e
c e n t r o d e acción, los razonamientos q u e nos h a n servido p a r a deve-
lar la v e r d a d e r a naturaleza d e los sentidos.
E n efecto: desde q u e se f o r m u l a el problema d e la acción, se
arriesga caer e n u n a confusión de grave consecuencia. C u a n d o cojo
esta lapicera y la m o j o en el tintero, actúo. P e r o si m i r o a Pedro
q u e en el m i s m o instante acerca u n a silla a la mesa, c o m p r u e b o que
a c t ú a también. H a y aquí, pues, u n riesgo m u y neto de cometer el
error q u e d e n u n c i á b a m o s a propósito d e los sentidos, es decir, de
i n t e r p r e t a r mi acción tal cual es para-sí a p a r t i r d e la acción del
O t r o . Pues, en efecto, la ú n i c a acción q u e p u e d o conocer en el
t i e m p o m i s m o en q u e o c u r r e es la acción d e Pedro. V e o su gesto
y d e t e r m i n o al mismo t i e m p o su f i n : acerca u n a silla a la mesa
para p o d e r sentarse cerca d e esta mesa y escribir la carta q u e según
me h a dicho q u e r í a escribir. Así, p u e d o c a p t a r todas las posiciones
intermediarias d e la silla y del c u e r p o q u e la m u e v e c o m o organiza-
ciones instrumentales: son medios p a r a llegar a u n fin perseguido.
El c u e r p o del O t r o se m e aparece aquí, pues, c o m o u n instrumento
en m e d i o de otros instrumentos. Y n o sólo c o m o u n utensilio p a r a
h a c e r utensilios, sino también c o m o u n utensilio para manejar uten-
silios, en u n a palabra, c o m o u n a máquina-utensilio. Si interpreto
el p a p e l d e mi c u e r p o con respecto a mi acción a la luz de mis co-
nocimientos del c u e r p o del otro, m e consideraré, pues, c o m o d o t a d o
d e cierto i n s t r u m e n t o d e q u e p u e d o disponer a gusto y que, a su vez,
dispondrá a Tos otros instrumentos en f u n c i ó n de cierto fin que per-
sigo. Así, nos vemos d e regreso a la distinción clásica entre alma y
c u e r p o : el a l m a utiliza el utensilio q u e es el cuerpo. El paralelismo
con la teoría d e la sensación es completo: en efecto, hemos visto
q u e esta teoría partía del conocimiento del sentido del otro y m e
d o t a b a luego de sentidos e x a c t a m e n t e semejantes a los órganos sen-
sibles q u e percibía en el prójimo. H e m o s visto también la dificultad
ron q u e se e n c u e n t r a i n m e d i a t a m e n t e tal t e o r í a : la de q u e entonces
percibo el m u n d o y, singularmente, el órgano sensible ajeno, a través
de mi p r o p i o sentido, ó r g a n o d e f o r m a n t e , m e d i o refringente q u e no
puede informarse sino sobre sus propias afecciones. Así, las conse-
cuencias d e la teoría destruyen la objetividad del principio mismo
que h a servido p a r a establecerla. L a teoría de la acción, teniendo
estructura análoga, e n c u e n t r a análogas dificultades; si, en efecto,
parto del c u e r p o ajeno, lo c a p t o c o m o u n instrumento y en t a n t o
q u e m e sirvo yo m i s m o de él c o m o d e u n i n s t r u m e n t o : puedo, en
efecto, utilizarlo p a r a lograr fines q u e n o p o d r í a alcanzar p o r mí
solo; comando sus actos p o r ruegos o p o r órdenes; p u e d o también
provocarlos p o r m e d i o de mis propios actos, y a la vez debo t o m a r
precauciones respecto d e u n utensilio de m a n e j o p a r t i c u l a r m e n t e pe-
ligroso y delicado. Estoy, con respecto a él, en la actitud compleja
del obrero respecto d e su m á q u i n a - h e r r a m i e n t a cuando, simultánea-
mente, dirige los movimientos y evita ser a t r a p a d o . Y, de nuevo,
para utilizar del m e j o r m o d o en m i interés el c u e r p o ajeno, tengo
necesidad d e u n instrumento q u e es m i p r o p i o cuerpo, así como,
p a r a percibir los órganos sensibles ajenos, tengo necesidad d e otros
órganos sensibles, los míos propios. Así, pues, si concibo m i cuerpo
a imagen del c u e r p o del p r ó j i m o , es u n i n s t r u m e n t o en el m u n d o
q u e debo m a n e j a r delicadamente y q u e es c o m o la clave p a r a el
m a n e j o d e los demás utensilios. Pero mis relaciones con ese instru-
m e n t o privilegiado n o p u e d e n ser t a m p o c o sino técnicas y necesito
de u n instrumento p a r a m a n e j a r este instrumento, lo q u e nos remite
al infinito. Así, pues, si concibo mis órganos sensibles c o m o los del
Otro, requieren u n ó r g a n o sensible p a r a percibirlos; y si c a p t o mi
cuerpo como u n instrumento semejante al c u e r p o del otro, exige un
instrumento q u e lo m a n e j e ; y si nos negamos a concebir este recurso
al infinito, entonces nos es preciso a d m i t i r la p a r a d o j a d e u n instru-
m e n t o físico manejado p o r u n alma, lo que, c o m o es sabido, hace
caer en inextricables aporías. V e a m o s m á s bien si podemos intentar,
en este caso c o m o en el anterior, restituir al c u e r p o su naturaleza
para-nosotros. Los objetos se nos develan en el seno d e u n complejo
d e utensilidad en q u e o c u p a n u n sitio determinado. Este sitio no
está definido p o r p u r a s coordenadas espaciales, sino con respecto a
ejes de referencia prácticos. El vaso está sobre la mesita quiere
decir q u e h a y q u e tener cuidado d e n o h a c e r caer el vaso si se m u e v e
la mesita. El p a q u e t e de t a b a c o está sobre la c h i m e n e a ; esto quiere
decir q u e hay q u e f r a n q u e a r u n a distancia de tres metros si se quiere
ir d e la p i p a a l t a b a c o , e v i t a n d o ciertos obstáculos, c o m o mesas r a -
tonas, sillones, etc., dispuestos e n t r e l a m e s a y la c h i m e n e a . E n este
sentido, la p e r c e p c i ó n n o se distingue e n m o d o a l g u n o d e la orga-
nización p r á c t i c a d e los existentes en mundo. C a d a utensilio remite
a otros utensilios: a aquellos q u e son sus claves y a aquellos d e los
cuales es clave. P e r o estas remisiones n o serían c a p t a d a s p o r u n a
c o n c i e n c i a p u r a m e n t e c o n t e m p l a t i v a : p a r a u n a conciencia tal, el
m a r t i l l o n o r e m i t i r í a a los clavos:" estaría junto a ellos; y a u n la
expresión junto a p i e r d e t o d o su s e n t i d o si n o esboza u n c a m i n o
q u e v a del m a r t i l l o al clavo y q u e debe ser f r a n q u e a d o . El espacio
original q u e se m e d e s c u b r e es el espacio h o d o l ó g i c o ; está s u r c a d o
d e c a m i n o s y r u t a s , es i n s t r u m e n t a l y es la sede d e los u t e n s i l i o s Asi,
el m u n d o , desde el s u r g i m i e n t o d e m i Para-sí, se d e v e l a c o m o indi-
c a c i ó n d e actos q u e h a c e r , estos actos r e m i t e n a otros actos, éstos a
otros, y así sucesivamente. E s d e n o t a r , e m p e r o , q u e si desde este p u n t o
d e vista, p e r c e p c i ó n y a c c i ó n son indiscernibles, la a c c i ó n se p r e s e n t a
n o o b s t a n t e c o m o c i e r t a e f i c a c i a del f u t u r o la c u a l s u p e r a y trans-
c i e n d e lo p u r a y s i m p l e m e n t e p e r c i b i d o . L o percibido, siendo a q u e l l o
a lo c u a l m i Para-sí es presencia, se m e revela c o m o copresencia;
es c o n t a c t o i n m e d i a t o , a d h e r e n c i a p r e s e n t e ; m e roza. Pero, c o m o tal,
se o f r e c e sin q u e y o p u e d a c a p t a r l o en presente. L a cosa percibida
es t o d o p r o m e s a s y f u r t i v o s roces c a d a u n a d e las p r o p i e d a d e s q u e
p r o m e t e d e v e l a r m e , c a d a a b a n d o n o t á c i t a m e n t e consentido, c a d a
'remisión significativa a los d e m á s objetos, c o m p r o m e t e el p o r v e n i r .
Así, soy en presencia d e cosas q u e n o son sino promesas, a l l e n d e
u n a presencia i n e f a b l e q u e n o p u e d o poseer y q u e es el p u r ó ' "ser-
a h í " d e las cosas, es decir, el m í o , m í f a c t i c i d a d , m i c u e r p o . L a taza
es ahí, sobre el platillo; m e es d a d a e n p r e s e n t e c o n su f o n d o q u e
es ahí, i n d i c a d o p o r t o d o p e r o p a r a m í invisible. Y si q u i e r o verlo,
es decir, explicitarlo, h a c e r l o " a p a r e c e r - s o b r e - f o n d o - d e - t a z a " , es m e -
nester q u e c o j a la t a z a p o r el a s a y la d é v u e l t a : el f o n d o - d e la
t a z a e s t á al c a b o d e mis proyectos y es e q u i v a l e n t e d e c i r q u e las
o t r a s e s t r u c t u r a s d e la t a z a lo i n d i c a n c o m o u n e l e m e n t o indispen-
sable d e ésta, o q u e ellas m e lo i n d i c a n c o m o la acción q u e me hará
apropiar m e j o r d e la taza e n su significación. Así, el m u n d o , c o m o
c o r r e l a t o d e las posibilidades q u e soy, a p a r e c e , desde m i surgimiento,
c o m o el esbozo e n o r m e d e todas mis acciones posibles. L a percepción

1
El giro literario original, que no permite calco, es: "La chose perqué
est prometteuse et fróleuse". (N. del T.)
s<- trasciende n a t u r a l m e n t e h a c i a la a c c i ó n ; m e j o r a ú n , n o p u e d e
dovelarse sino e n y p o r proyectos d e acción. El m u n d o se revela
c orno u n "creux toujours futur" p o r q u e somos siempre f u t u r o s p a r a
nosotros mismos.
E m p e r o , h a d e advertirse q u e ese f u t u r o del m u n d o así deve-
lado a nosotros es e s t r i c t a m e n t e objetivo. L a s cosas-instrumentos
indican otros i n s t r u m e n t o s o bien m a n e r a s objetivas d e usarlas: el
< lavo es " d e - c l a v a r " d e t a l o c u a l m a n e r a ; el martillo, "de-asir p o r
<•1 m a n g o " ; la taza, " d e - c o g e r p o r el a s a " ; etc. T o d a s estas p r o p i e -
dades d e las cosas se d e v e l a n i n m e d i a t a m e n t e , y los gerundivos lati-
nos las t r a d u c e n a m a r a v i l l a . Sin d u d a , son correlatos d e proyectos
no-téticos q u e somos, p e r o se r e v e l a n s o l a m e n t e c o m o e s t r u c t u r a s
del m u n d o : potencialidades, ausencias, utensilidades. Así, el m u n d o
se m e a p a r e c e c o m o o b j e t i v a m e n t e a r t i c u l a d o ; n o r e m i t e j a m á s a
u n a subjetividad c r e a d o r a sino al i n f i n i t o d e los complejos-utensilios.
Sin e m b a r g o , al remitir c a d a i n s t r u m e n t o a o t r o y éste a otro,
lodos a c a b a n p o r i n d i c a r u n i n s t r u m e n t o q u e es c o m o su clave co-
m ú n . Este c e n t r o d e r e f e r e n c i a es necesario, p u e s si no, al hacerse
equivalentes todas las i n s t r u m e n t a l i d a d e s , el m u n d o se desvanecería
por total indiferenciación d e los gerundivos. C a r t a g o es delenda
p a r a los r o m a n o s p e r o servando p a r a los cartagineses. Sin rela-
ción con estos centros, C a r t a g o n o es ya n a d a , r e c o b r a la i n d i f e r e n c i a
del en-sí, p u e s los dos g e r u n d i v o s se a n i h í l a n . E m p e r o , h a d e verse
bien q u e la clave n o es n u n c a dada a m í , sino s o l a m e n t e " i n d i c a d a
en h u e c o " . L o q u e c a p t o o b j e t i v a m e n t e e n l a acción es u n m u n d o
de i n s t r u m e n t o s q u e e n g r a n a n los u n o s e n los otros, y c a d a u n o d e
ellos, en c u a n t o c a p t a d o e n el a c t o m i s m o p o r el cual m e a d a p t o
a él y lo trasciendo, r e m i t e a o t r o i n s t r u m e n t o q u e h a de p e r m i t i r m e
utilizarlo. E n este sentido, el clavo r e m i t e al m a r t i l l o y el m a r t i l l o
remite a la m a n o o al b r a z o q u e lo utiliza. P e r o sólo en la m e d i d a
en q u e h a g o a u n p r ó j i m o c l a v a r clavos l a m a n o y el brazo se con-
vierten a su vez e n i n s t r u m e n t o s q u e utilizo y t r a s c i e n d o h a c i a su
potencialidad. E n tal caso, la m a n o a j e n a m e r e m i t e al i n s t r u m e n t o
q u e m e p e r m i t i r á utilizarla (amenazas-promesas-salario, e t c . ) . E l
t é r m i n o p r i m e r o está d o q u i e r a p r e s e n t e p e r o solamente indicado: no
c a p t o mi m a n o e n el a c t o d e escribir, sino s o l a m e n t e la lapicera q u e
escribe; esto significa q u e utilizo la lapicera p a r a t r a z a r letras, p e r o
n o mi mano p a r a sostener la lapicera. C o n respecto a m i m a n o , n o
1
"Hueco siempre futuro"; hemistiquio de Valéry. ( N . del T.)
estoy en la misma actitud utilizadora que con respecto a la lapicera;
yo soy mi mano. Es decir, que mi m a n o es el cese y el p u n t o de
llegada de las remisiones. L a m a n o es sólo la utilización de la lapi-
cera. E n tal sentido, es a la vez el término incognoscible e inutili-
zable que indica al instrumento último de la serie "libro de-escribir
- caracteres de-trazar sobre el papel - lapicera", y, a la vez, la orien-
tación de la serie íntegra: el libro impreso mismo se refiere a ella.
Pero no p u e d o captarla — e n tanto, al menos, q u e actúa—. sino como
la perpetua remisión evanescente de toda la serie. Así, en u n duelo
a espada o con garrote, es el garrote lo que vigilo con los ojos y lo
que m a n e j o ; en el acto d e escribir, es la p u n t a .de la p l u m a lo que
miro, en conexión sintética con la línea o el cuadriculado trazado
sobre la h o j a de papel. Pero mi m a n o se h a desvanecido; está per-
dida en el sistema complejo de utensilidad, p a r a que este sistema
exista. Es simplemente el sentido y la orientación del sistema.
Así nos encontramos, al parecer, ante u n a doble necesidad con-
tradictoria: siendo todo instrumento sólo utilizable —y a u n capta -
ble— por medio de otro instrumento, el universo es u n a remisión
objetiva indefinida de utensilio en utensilio. E n este sentido, la es-
tructura del m u n d o implica que n o podamos insertarnos en el campo
de utensilidad sino siendo nosotros mismos utensilio; que n o podamos
actuar sin ser actuados. Sólo que, por otra parte, u n complejo de
utensilidad n o p u e d e develarse sino por la determinación de u n sen-
tido cardinal de ese complejo, y tal determinación es por cierto
práctica y activa: clavar un clavo, sembrar grano. E n tal caso, la
propia existencia del complejo remite inmediatamente a u n centro.
Así, este centro es a la vez u n utensilio objetivamente definido por
el c a m p o instrumental a él referido y a la vez el utensilio que n o
podemos utilizar puesto que nos veríamos remitidos al infinito. Este
instrumento q u e n o empleamos, lo somos. N o nos es d a d o de otro
modo que p o r el orden utensilio del mundo, por el espacio hodoló-
gico, por las relaciones unívocas o recíprocas de las máquinas; pero
no podría ser dado a mi acción: no tengo-de a d a p t a r m e a él ni de
adaptarle otro utensilio, sino que él es mi propia adaptación a los
utensilios, la adaptación que yo soy. Por eso, si dejamos a un lado
la reconstrucción analógica d e m i cuerpo según el cuerpo del Pro-
jimo, quedan dos maneras de captar el cuerpo. O bien es conocido
y definido objetivamente a partir del mundo, pero en vacio: basta
p a r a ello que el pensamiento racionalista reconstituya el instrumento
que soy a partir de las indicaciones dadas por los utensilios que uti-
lizo, p e r o e n tal caso el utensilio f u n d a m e n t a l se convierte e n u n
c e n t r o d e r e f e r e n c i a relativo q u e s u p o n e a su vez otros utensilios
p a r a ser utilizado, y entonces la i n s t r u m e n t a l i d a d del m u n d o des-
aparece, pues p a r a develarse necesita d e u n a r e f e r e n c i a a u n c e n t r o
absoluto de i n s t r u m e n t a l i d a d ; el m u n d o d e la acción se convierte
en el m u n d o actuado d e la ciencia clásica, la conciencia sobrevuela
u n universo d e exterioridad y n o p u e d e ya entrar en el mundo de
n i n g u n a m a n e r a . O bien el c u e r p o es dado concretamente y en p l e n o
c o m o la disposición m i s m a d e las cosas, e n t a n t o q u e el Para-sí la
trasciende h a c i a u n a n u e v a disposición; e n t a l caso, está presente
en t o d a acción, a u n c u a n d o invisible — p u e s la acción revela el
martillo y los clavos, el f r e n o y el c a m b i o d e velocidad, n o el pie
q u e f r e n a o la m a n o q u e m a r t i l l a — ; es vivido y n o conocido. Esto
explica q u e la f a m o s a "sensación d e esfuerzo" p o r la c u a l ' M a i n e de
Biran i n t e n t a b a r e s p o n d e r al desafío d e H u m e sea u n m i t o psicoló-
gico. J a m á s tenemos la sensación de n u e s t r o esfuerzo, p e r o n o tene-
mos t a m p o c o las sensaciones periféricas, musculares, óseas, tendino-
sas, c u t á n e a s con las cuales se la h a q u e r i d o r e e m p l a z a r : percibimos
la resistencia d e las cosas. L o q u e p e r c i b o c u a n d o q u i e r o llevarme
este vaso a la boca n o es m i esfuerzo, sino su pesantez —es decir, su
resistencia a e n t r a r e n u n c o m p l e j o utensilio— q u e h e h e c h o , yo
a p a r e c e r en el m u n d o . B a c h e l a r d 1 r e p r o c h a con razón a la f e n o -
menología el n o t e n e r s u f i c i e n t e m e n t e e n c u e n t a lo q u e él llama
"coeficiente de a d v e r s i d a d " d e los objetos. E s exacto, y vale t a n t o
p a r a la trascendencia de H e i d e g g e r c o m o p a r a la intencionalidad
husserliana. P e r o h a d e c o m p r e n d e r s e bien q u e la utensilidad es
p r i m e r a : las cosas revelan su resistencia y su adversidad con relación
a u n c o m p l e j o d e utensilidad original. El tornillo se revela d e m a s i a d o
grueso p a r a atornillarse e n la t u e r c a ; el soporte, d e m a s i a d o frágil
p a r a soportar el peso q u e q u i e r o sostener; la piedra, d e m a s i a d o pe-
sada p a r a ser l e v a n t a d a h a s t a el c o r t e del m u r o , etc. O t r o s objetos
a p a r e c e r á n c o m o a m e n a z a n t e s p a r a u n complejo-utensilio ya esta-
blecido: la t o r m e n t a y el granizo p a r a la mies, la filoxera p a r a la
viña, el f u e g o p a r a la casa. Así, p a s o a paso y a través de los com-
plejos d e utensilidad ya establecidos, su a m e n a z a se e x t e n d e r á hasta
el c e n t r o d e referencia q u e todos esos utensilios indican, y esa a m e -
n a z a lo i n d i c a r á a su vez a través d e ellos. E n este sentido, t o d o
medio es a la vez f a v o r a b l e y adverso, p e r o e n los límites del proyecto

1 Bachelard, L'Eau (t les Reces, ediciones José Corti, 1942.


f u n d a m e n t a l realizado por el surgimiento del Para-sí en el m u n d o .
Así, m í c u e r p o es indicado originariamente p o r los complejos-utensi-
lios y secundariamente por los aparatos destructores. Vivo m i cuerpo
en peligro t a n t o en los a p a r a t o s amenazantes c o m o en los instrumen-
tos dóciles. Está d o q u i e r a : la bomba que destruye mi casa abarca
también mi cuerpo, en t a n t o q u e la casa era ya u n a indicación de
mi cuerpo. Pues m i c u e r p o se extiende siempre a través del utensilio
q u e utiliza: está en el extremo del bastón en q u e m e apoyo, contra
el suelo; al cabo del telescopio que m e muestra los astros; en la
silla, en la casa íntegra; pues es m i a d a p t a c i ó n a esos utensilios.
Así, al término d e estas exposiciones, la sensación y la acción se
h a n reunido y constituyen u n a u n i d a d . H e m o s r e n u n c i a d o a dotar-
nos primero d e u n c u e r p o p a r a estudiar después la m a n e r a en que
captamos o modificamos el m u n d o a través de él. Al contrarío,
hemos d a d o p o r f u n d a m e n t o de la develación del c u e r p o como tal
nuestra relación originaria con el m u n d o , es decir, nuestro propio
surgimiento en m e d i o del ser. Lejos de ser el c u e r p o para nosotros
primero y develador de las cosas, son las cosas-utensilios las que, en
su aparición originaria, nos indican nuestro cuerpo. E l c u e r p o n o es
u n a pantalla entre nosotros y las cosas: manifiesta solamente la in-
dividualidad y la contingencia de nuestra relación originaria con las
cosas-utensilios. E n este sentido, habíamos definido el sentido y el
ó r g a n o sensible en general como nuestro ser en el m u n d o en t a n t o
q u e tenemos-de-serlo en f o r m a de ser-en-medio-del-mundo. Pero, si
soy en m e d i o del m u n d o , es p o r q u e h e hecho q u e haya u n m u n d o
trascendiendo el ser h a c i a mí mismo; y si soy instrumento del m u n -
do, es p o r q u e he h e c h o q u e haya instrumentos en general por el
proyecto de m í mismo hacia mis posibles. Sólo en un mundo p u e d e
h a b e r u n cuerpo, y u n a relación primera es indispensable p a r a que
ese m u n d o exista. E n cierto sentido, el cuerpo es lo q u e soy inme-
d i a t a m e n t e ; en otro sentido, estoy separado de él p o r el espesor infi-
nito del m u n d o ; m e es d a d o p o r u n r e f l u j o del m u n d o hacia m i
facticidad, y la condición d e ese r e f l u j o p e r p e t u o es u n p e r p e t u o
trascender.
Podemos a h o r a precisar la naturaleza-para-nosotros de nuestro
cuerpo. Las precedentes observaciones nos h a n permitido concluir,
en efecto, que el c u e r p o es p e r p e t u a m e n t e el trascendido. El cuerpo,
en efecto, como centro d e referencia sensible, es eso más allá de lo
cual soy en t a n t o q u e soy inmediatamente presente al vaso o a la
mesa o al árbol l e j a n o q u e percibo. L a percepción, en efecto, no
p u e d e efectuarse sino e n el l u g a r m i s m o e n q u e el o b j e t o es p e r c i b i d o
sin distancia. Pero, a la vez, despliega las distancias, y a q u e l l o con
relación a lo c u a l el o b j e t o p e r c i b i d o indica su distancia c o m o u n a
p r o p i e d a d absoluta d e su ser es el c u e r p o . A n á l o g a m e n t e , c o m o
c e n t r o i n s t r u m e n t a l d e los complejos-utensilios, el c u e r p o n o p u e d e
ser sino el trascendido: es lo q u e yo t r a s c i e n d o h a c i a u n a c o m b i n a -
ción n u e v a d e los c o m p l e j o s y lo q u e t e n d r é - d e t r a s c e n d e r p e r p e t u a -
mente, c u a l q u i e r a q u e sea la c o m b i n a c i ó n i n s t r u m e n t a l a q u e yo h a y a
llegado, pues t o d a c o m b i n a c i ó n , desde q u e m i t r a s c e n d e r la f i j a en
su ser, i n d i c a al c u e r p o c o m o el c e n t r o d e r e f e r e n c i a d e su inmovi-
lidad f i j a d a . Así, el c u e r p o , siendo el trascendido, es el preter-ido,
es el P a s a d o 1 . Es la presencia i n m e d i a t a d e las cosas "sensibles"
al Para-sí, e n t a n t o q u e esa presencia indica u n c e n t r o d e r e f e r e n c i a
y está ya trascendida, sea h a c i a la a p a r i c i ó n d e u n n u e v o esto, sea
h a c i a u n a c o m b i n a c i ó n n u e v a d e cosas-utensilios. E n c a d a p r o y e c t o
del Para-sí, e n c a d a p e r c e p c i ó n , el c u e r p o es ahí, es el P a s a d o i n m e -
d i a t o e n t a n t o q u e a f l o r a a ú n al Presente q u e le huye. Esto significa
q u e es a la vez punto de vista y punto de partida: p u n t o d e vista,
p u n t o d e p a r t i d a q u e y o soy y q u e t r a s c i e n d o a la vez h a c i a lo q u e
t e n g o d e ser. P e r o este p u n t o d e vista p e r p e t u a m e n t e t r a s c e n d i d o y
q u e p e r p e t u a m e n t e r e n a c e e n el meollo del trascender, ese p u n t o
d e p a r t i d a q u e n o ceso d e f r a n q u e a r y q u e es yo-mismo siempre a
la zaga d e mí, es la necesidad d e m i contingencia. Necesario, lo es
d o b l e m e n t e . P r i m e r o , p o r q u e es la r e c u p e r a c i ó n c o n t i n u a del P a r a -
si p o r el En-sí y el h e c h o ontológico d e q u e el Para-sí n o p u e d e ser
sino c o m o el ser q u e n o es su p r o p i o f u n d a m e n t o : t e n e r y o u n
c u e r p o es ser el f u n d a m e n t o d e m i p r o p i a n a d a y n o ser el f u n d a -
m e n t o de m i ser; y o soy m i c u e r p o e n la m e d i d a e n q u e soy; no lo soy
e n la m e d i d a en q u e n o soy lo q u e soy; le escapo p o r m i nihilización.
P e r o n o p o r eso h a g o d e éi u n objeto, pues m i p e r p e t u o e s c a p a r es esca-
p a r d e lo q u e soy. Y el c u e r p o es necesario, a d e m á s , c o m o el obstáculo
q u e h a y q u e t r a s c e n d e r p a r a ser e n el m u n d o , es decir, el obstáculo
q u e soy p a r a m í m i s m o . E n tal sentido, n o difiere del o r d e n abso-
l u t o del m u n d o , ese o r d e n q u e h a g o a d v e n i r al ser trascendiéndolo
h a c i a u n ser-por-venir, h a c i a el ser-allende-el-ser. P o d e m o s c a p t a r
c l a r a m e n t e la u n i d a d d e a m b a s necesidades: ser-para-sí es trascender

1
La frase "es el preter-ido" ha sido agregada por el traductor, para
patentizar en español el tránsito de una idea a la otra, neto en el original
francés: "Ainsi le corps, étant le dépassé, est le Passé". (N. del T.)
el m u n d o y hacer q u e haya u n m u n d o trascendiéndolo. Pero tras-
cender el m u n d o es precisamente n o sobrevolarlo, sino comprome-
terse en él p a r a emerger de él; es hacerse necesariamente u n o
mismo esta perspectiva del trascender. E n tal sentido, la finitud es
condición necesaria del proyecto original del Para-sí. L a condición
necesaria p a r a q u e yo sea, allende u n m u n d o al q u e h a g o advenir
al ser, es que yo n o sea, y q u e n o sea lo q u e soy; es qüe, en el meollo
de la persecución infinita q u e soy, haya p e r p e t u a m e n t e algo d a d o
e incaptable. Este algo d a d o q u e soy sin tener-de-serlo —sino en
el m o d o del n o serlo— n o p u e d o ni captarlo ni conocerlo, pues es
doquiera r e t o m a d o y trascendido, utilizado p a r a mis proyectos, asu-
mido. Pero, por otra parte, todo m e lo indica, todo lo transcendente
lo esboza en hueco por su trascendencia misma, sin que pueda vol-
verme jamás hacia aquello q u e se m e indica, pues el ser indicado
soy yo. E n particular, n o h a de entenderse lo d a d o así indicado
como p u r o centro de referencia de u n orden estático de las cosas-
utensilios: al contrario, su orden dinámico, d e p e n d a de mi acción
o no, se refiere a eso dado, según reglas, y, por eso mismo, el centro
de referencia está definido e n su cambio como en su identidad. N o
podría ser de otro modo, puesto q u e h a g o advenir el m u n d o al ser
n e g a n d o de m í mismo ser el ser, y ya que sólo a partir de m i pasado,
es decir, proyectándome allende m i ser propio, p u e d o negar de fní
mismo ser tal o cual ser. Desde este p u n t o de vista, el cuerpo, es
decir, eso d a d o incaptable, es u n a condición necesaria de mi acción;
en efecto: si los fines q u e persigo p u d i e r a n alcanzarse por un puro
deseo arbitrario, si bastara desear p a r a obtener y si reglas definidas
n o d e t e r m i n a r a n el uso d e los utensilios, n o p o d r í a distinguir n u n c a
en mí mismo el deseo de la voluntad, ni el sueño del acto, ni lo
posible de lo real. N i n g ú n pro-yecto de m í mismo seria posible,
puesto que bastaría concebir p a r a realizar; por consiguiente, m i ser-
para-sí se aniquilaría en la indistinción de presente y futuro. U n a
fenomenología de la acción mostraría, en efecto, q u e el acto supone
u n a solución de continuidad e n t r e la simple concepción y la reali-
zación, es decir, entre u n pensamiento universal y abstracto ("es
menester que el carburador del a u t o no esté sucio") y u n pensa-
miento técnico y concreto dirigido sobre este c a r b u r a d o r tal cual se
m e aparece con sus dimensiones absolutas y su posición absoluta. L a
condición de este pensamiento técnico, que n o se distingue del acto
que dirige, es mi finitud, mi contingencia, en s u m a : m i facticidad.
Y precisamente soy de hecho en t a n t o q u e tengo u n p a s a d o y este
pasado i n m e d i a t o m e remite al en-sí p r i m e r o sobre Cuya nihilización
s u r j o p o r el nacimiento. Así, el c u e r p o c o m o facticidad es el p a s a d o
en t a n t o q u e remite originariamente a u n nacimiento, es decir, a u n a
nihilización p r i m e r a q u e m e hace surgir del En-sí q u e soy de h e c h o
sin tener-de-serlo. Nacimiento, pasado, contingencia, necesidad d e
un p u n t o de vista, condición d e h e c h o d e toda acción posible sobre
el m u n d o : tal es el cuerpo, tal lo es para mí. N o es, pues, en m o d o
alguno u n a adición contingente a m i a l m a , sino, al contrario, u n a
estructura p e r m a n e n t e d e m i ser y la c o n d i c i ó n - p e r m a n e n t e d e po-
sibilidad de mi conciencia c o m o conciencia del m u n d o y c o m o pro-
yecto trascendente hacia m i f u t u r o . Desde este p u n t o de vista,
debemos reconocer a la vez q u e es e n t e r a m e n t e contingente y ab-
surdo q u e yo sea enclenque, h i j o de f u n c i o n a r i o o d e obrero, irascible
o perezoso, y q u e sin e m b a r g o es necesario q u e sea eso u otra cosa:
francés o a l e m á n o inglés, burgués o proletario o aristócrata, etc.,
enclenque y enfermizo o vigoroso, irascible o d e carácter conciliador;
precisamente p o r q u e n o p u e d o sobrevolar el m u n d o sin q u e éste se
desvanezca. M i nacimiento, en t a n t o q u e condiciona la m a n e r a en
q u e se m e develan los objetos (los objetos d e l u j o o d e p r i m e r a
necesidad son m á s o menos accesibles, ciertas realidades sociales se
m e aparecen como vedadas, hay barreras y obstáculos en m i espacio
hodológico); m i raza en t a n t o q u e indicada p o r la actitud del Pró-
jimo hacia m í (se revelan c o m o despreciativos o admirativos, como
en "confianza o en d e s c o n f i a n z a ) ; m i clase en t a n t o se revela por la
develación d e la c o m u n i d a d social a q u e pertenezco, en t a n t o que
a ella se refieren los lugares q u e f r e c u e n t o ; m i nacionalidad; mi
estructuro fisiológica, e n t a n t o q u e los instrumentos la implican por
el m o d o mismo en q u e se revelan resistentes o dóciles y p o r su
propio coeficiente d e adversidad; m i carácter; m i pasado en t a n t o
qüe todo c u a n t o h e vivido es i n d i c a d o c o m o m i p u n t o d e vista sobre
el m u n d o p o r el m u n d o m i s m o : t o d o ello, en t a n t o q u e lo trasciendo
hacia la u n i d a d sintética d e m i ser-en-el-mundo, es mi cuerpo, c o m o
condición necesaria d e la existencia d e u n m u n d o y c o m o realización
contingente d e esa condición. C a p t a m o s a h o r a con toda claridad la
definición q u e antes d á b a m o s del c u e r p o en su ser-para-nosotros:
el cuerpo es la f o r m a contingente q u e la necesidad d e m i contingen-
cia toma. N u n c a podemos c a p t a r esta contingencia c o m o tal, en
t a n t o q u e nuestro c u e r p o es para nosotros; pues somos elección, y
el ser es, p a r a nosotros, elegirnos. A u n esta invalidez q u e padezco,
por el h e c h o mismo d e vivirla la he asumido, la trasciendo hacia
mis propios- proyectos, h a g o d e ella el obstáculo necesario p a r a mi
ser y n o p u e d o ser inválido sin elegirme inválido, es decir, elegir la
m a n e r a en q u e constituyo m i invalidez (como "intolerable", " h u m i -
llante", "de-disimular" "de-revelar a todos", " o b j e t o d e orgullo",
"justificación d e mis fracasos", etc., etc.). Pero este cuerpo incap-
table es precisamente la necesidad d e q u e haya una elección, es de-
cir, q u e n o soy todo a la vez. E n este sentido, m i finitud es condición
d e m i libertad, pues n o hay libertad sin elección y, así c o m o el cuerpo
condiciona la conciencia en c u a n t o p u r a conciencia del m u n d o , la
h a c e posible hasta en su libertad misma.
F a l t a c o m p r e n d e r q u é es el c u e r p o para mí, pues, precisamente
por ser incaptable, n o pertenece a los objetos del m u n d o , o sea a
esos objetos q u e conozco y utilizo; empero, p o r o t r a parte, puesto
q u e n o p u e d o ser n a d a sin ser conciencia d e lo q u e soy, es menester
q u e el c u e r p o se dé de algún m o d o a m i conciencia. E n cierto sen-
tido, es verdad, es lo q u e indican todos los utensilios q u e c a p t o y
lo a p r e h e n d o sin conocerlo e n las indicaciones mismas q u e sobre los
utensilios percibo. Pero, si nos limitáramos a esta observación, n o
p o d r í a m o s distinguir el c u e r p o del telescopio, p o r ejemplo, a través
del cual el astrónomo mira-los planetas. E n efecto: si definimos el
c u e r p o c o m o p u n t o d e vista contingente sobre el m u n d o , h a d e re-
conocerse q u e la noción d e p u n t o d e vista supone u n a doble rela-
ción: u n a relación con las cosas sobre las cuales es p u n t o de vista,
y u n a relación c o n el observador para el cual es p u n t o d e vista.
Esta segunda relación es radicalmente diversa de la p r i m e r a c u a n d o
se t r a t a del cuerpo-punto-de-vista; p e r o n o se distingue v e r d a d e r a -
m e n t e d e la p r i m e r a c u a n d o se t r a t a d e u n p u n t o de vista en el
m u n d o (catalejo, m i r a d o r , lupa, etc.) q u e sea u n instrumento obje-
tivo distinto del cuerpo. U n paseante q u e contempla u n p a n o r a m a
desde u n m i r a d o r ve t a n t o el m i r a d o r como el p a n o r a m a : ve los
árboles entre las columnas del m i r a d o r , el techo del m i r a d o r le
oculta el cielo, etc. E m p e r o , la "distancia" e n t r e el m i r a d o r y él
es, p o r definición, m e n o r q u e entre sus ojos y el p a n o r a m a . Y el
punto de vista p u e d e avecinarse al c u e r p o hasta casi fundirse con
éste, c o m o se ve, por ejemplo, en el caso del catalejo, los binoculares,
el monóculo, etc., q u e se convierten, p o r así decirlo, en u n órgano
sensible suplementario. E n el límite — y si concebimos u n p u n t o de
vista absoluto— la distancia e n t r e éste y aquel p a r a quien es p u n t o
d e vista se aniquila. Esto significa q u e sería imposible retroceder
p a r a " t o m a r distancia" y constituir sobre el p u n t o d e vista u n p u n t o
de vista nuevo. Esto es, precisamente, según hemos observado, lo
que caracteriza al cuerpo, instrumento q u e n o p u e d o utilizar por
medio d e otro instrumento, p u n t o d e vista sobre el cual n o p u e d o
ya a d o p t a r p u n t o de vista. Pues, en efecto, sobre la c u m b r e de esa
colina, q u e llamo precisamente u n "hermoso p u n t o d e vista", t o m o
un p u n t o de vista en el instante mismo en q u e m i r o el valle, y ese
punto de vista sobre el punto de vista es m i cuerpo. P e r o n o podría
tomar p u n t o d e vista sobre m i c u e r p o sin u n a remisión al infinito.
Sólo que, p o r este hecho, el c u e r p o n o p u e d e ser para mí trascen-
dente y conocido; la conciencia espontánea e irreflexiva n o es ya
conciencia del cuerpo. Sería preciso decir, m á s bien, sirviéndose del
verbo existir c o m o d e u n transitivo, q u e la conciencia existe su cuer-
po. Así, la relación entre el cuerpo-punto-de-vista y las cosas es u n a
relación objetiva, y la relación entre conciencia y c u e r p o es u n a re-
lación existencial. ¿ C ó m o hemos de e n t e n d e r esta ú l t i m a relación?
E n p r i m e r lugar, es evidente q u e la conciencia n o p u e d e existir
su c u e r p o sino c o m o conciencia. Así, pues, mi c u e r p o es u n a estruc-
tura consciente d e m i conciencia. Pero, precisamente p o r q u e es el
p u n t o d e vista sobre el cual n o p o d r í a h a b e r p u n t o d e vista, n o hay,
en el p l a n o d e la conciencia irreflexiva, u n a conciencia del cuerpo.
El c u e r p o pertenece, pues, a las estructuras de la conciencia no-tética
(de) sí. ¿Podemos, sin embargo, identificarlo p u r a y simplemente
con esa conciencia no-tética? T a m p o c o es posible, p u e s la concien-
cia no-tética es conciencia ( d e ) sí en t a n t o q u e proyecto libre hacia
u n a posibilidad que es suya, es decir, en t a n t o que ella es el f u n -
d a m e n t o d e su p r o p i a n a d a . L a conciencia no-posicional es con-
ciencia (del) c u e r p o c o m o d e aquello q u e ella sobrepasa y nihiliza
haciéndose conciencia, es decir, c o m o algo q u e ella es sin tener-de-
serlo y por sobre lo cual pasa p a r a ser lo q u e ella tiene-de-ser. E n
u n a palabra, la conciencia (del) c u e r p o es lateral y retrospectiva;
el c u e r p o es aquello de que se hace caso omiso, lo que se calla, y
es, sin embargo, aquello q u e ella es; la conciencia, inclusive, n o es
n a d a m á s q u e el c u e r p o ; el resto es n a d a y silencio. L a conciencia
del c u e r p o es c o m p a r a b l e a la conciencia del signo. El signo, por
otra parte, es, del lado del cuerpo, u n a d e las estructuras esenciales
de éste. Y la conciencia del signo existe, si no, n o podríamos com-
prender la significación. Pero el signo es lo trascendido hacia la
significación, aquello d e q u e se h a c e caso omiso en aras del sentido,
lo q u e n u n c a es c a p t a d o p o r sí mismo, aquello más allá de lo cual
se dirige p e r p e t u a m e n t e la m i r a d a . L a conciencia (del) cuerpo,
siendo conciencia lateral y retrospectiva de lo q u e ella es sin tenei-
de-serlo, es decir, de su incaptable contingencia, de aquello a partir
de lo c u a l ella se hace elección, es conciencia no-tética d e la m a n e r a
en q u e es afectada. L a conciencia del c u e r p o se c o n f u n d e con la
afectividad original. P e r o h a de captarse correctamente el sentido
de esta afectividad; y, p a r a ello, es necesaria u n a distinción. La
afectividad, en efecto, tal cual la introspección nos la revela, es ya
afectividad constituida: es conciencia del m u n d o . T o d o odio es odio
a alguien; t o d a cólera es aprehensión de alguno c o m o odioso o in-
justo o culpable; tener simpatía p o r alguien es "encontrarlo simpá-
tico", etc. E n estos diversos ejemplos, u n a "intención" trascendente
se dirige h a c i a el m u n d o y lo a p r e h e n d e c o m o tal. H a y ya, pues,
u n trascender, u n a negación i n t e r n a ; estamos en el p i a n o de la
trascendencia y la elección. Pero Scheler h a señalado q u e esa "in-
tención" debe diferenciarse d e las cualidades afectivas puras. Por
ejemplo, si m e "duele la cabeza", p u e d o descubrir en m í u n a afec-
tividad ihtencional dirigida hacia m i dolor p a r a "sufrirlo", p a r a
aceptarlo con resignación o p a r a rechazarlo, p a r a valorarlo (como
injusto o merecido o purificador o humillante, etc.), p a r a huirle.
Aquí, la intención misma es afección; es acto p u r o y ya proyecto,
p u r a conciencia de algo. Y n o es esta conciencia la que podría con-
siderarse c ó m o conciencia (del) cuerpo.
Pero precisamente, tal intención n o p u e d e ser tampoco toda la
afectividad. Siendo u n trascender, supone algo trascendido. Así lo
demuestra, p o r otra parte, la existencia d e lo q u e Baldwin llama
i m p r o p i a m e n t e los "abstractos emocionales". Este autor, en efecto,
h a establecido q u e podíamos realizar afectivamente en nosotros mis-
mos ciertas emociones sin experimentarlas concretamente. Si, por
ejemplo, se m e n a r r a algún suceso doloroso q u e acaba de ensom-
brecer la vida d e Pedro, exclamaré: " ¡ C ó m o h a debido sufrir!" Yo
n o conozco este sufrimiento, y sin e m b a r g o t a m p o c o lo experimento
de hecho. Estos intermediarios entre el conocimiento p u r o y la ver-
d a d e r a afección son designados p o r Baldwin con el n o m b r e de "abs-
tractos". Pero el mecanismo de semejante abstracción permanece
h a r t o oscuro. ¿Quién abstrae? Si, según la definición de Laporte,
abstraer es pensar aparte estructuras q u e n o p u e d e n existir separadas,
es preciso o bien asimilar los abstractos emocionales a puros con-
ceptos abstractos de emociones, o bien reconocer q u e tales abstractos
no p u e d e n existir en t a n t o que tales c o m o modalidades reales de la
conciencia. E n verdad, los pretendidos "abstractos emocionales" son
intenciones yacías, puros proyectos de emoción. Es decir, q u e nos
dirigimos h a c i a el dolor y la vergüenza, nos tendemos hacia ellos; la
conciencia se transciende, pero en vacio. El dolor está ahí, objetivo
y trascendente, pero le falta la existencia concreta. Valdría más
llamar a esas significaciones sin materia imágenes afectivas; su im-
portancia p a r a la creación artística y la comprensión psicológica
resulta innegable. Pero aquí sólo interesa q u e lo q u e las separa de
u n a vergüenza r¿al es la ausencia de lo vivido. Existen, pues, cua-
lidades afectivas puras q u e son superadas y trascendidas por pro-
yectos afectivos. N o haremos de ellas, como Scheler, quién sabe q u é
"hyle" a c a r r e a d a por el f l u j o d e la conciencia: se t r a t a simplemente,
para nosotros, de la m a n e r a en que la conciencia existe su contin-
gencia; es la textura misma de la conciencia en t a n t o que ésta
trasciende esa textura hacia sus posibilidades propias; es la m a n e r a
en que la conciencia existe espontáneamente y en el m o d o no-tético;
es lo que ella constituye tética pero implícitamente c o m o p u n t o de
vista sobre el m u n d o . P u e d e ser el dolor puro, pero también p u e d e
ser el h u m o r como tonalidad afectiva n o tética; lo agradable p u r o
o lo desagradable p u r o ; de jmodo general, todo aquello q u e se deno-
mina cenestesia. Esta "cenestesia" r a r a vez aparece sin ser trascen-
dida hacia el m u n d o por u n proyecto trascendente del Para-sí;
como tal, es m u y difícil de estudiar aparte. Empero, existen algunas
experiencias privilegiadas en q u e p u e d e captársela en pureza, p a r -
ticularmente la del dolor llamado "físico". A este experiencia, pues,
vamos a dirigirnos p a r a f i j a r conceptualmente las estructuras de la
conciencia (del) cuerpo.
M e duelen los ojos, pero d e b o t e r m i n a r esta noche la lectura
de u n a obra filosófica. Leo. El objeto de mi conciencia es el libro
y, a través de él, las verdades p o r él significadas. El cuerpo n o es
en absoluto c a p t a d o por sí m i s m o ; es p u n t o de vista y p u n t o de
p a r t i d a : las palabras se deslizan unas tras otras a n t e mí, yo las
hago deslizar; las del pie de la página, q u e n o he visto todavía,
pertenecen a ú n a u n f o n d o relativo o " f o n d o - p á g i n a " q u e se organiza
sobre el "fondo-libro" y sobre el f o n d o absoluto o f o n d o de m u n d o ;
pero, desde el f o n d o de su indistinción, m e llaman, poseen ya el
carácter de totalidad desmenuzable, se d a n como "de-hacer-deslizar
b a j o m i vista". E n todo ello, el cuerpo n o es d a d o sino implícita-
mente: el movimiento de mis ojos n o aparece sino a la m i r a d a de
un observador. P a r a mí, n o c a p t o téticamente sino ese surgimiento
fijo de las palabras unas tras otras. Empero, la sucesión de las
palabras en el tiempo objetivo es d a d a y conocida a través de mi
temporalización propia. Su movimiento inmóvil m e es d a d o a través
de u n " m o v i m i e n t o " de m i conciencia; y este "movimiento" de con-
ciencia, p u r a m e t á f o r a q u e designa u n a progresión temporal, es
exactamente p a r a m í el movimiento de mis ojos: m e es imposible
distinguir el movimiento de mis ojos con la progresión simétrica
de mis conciencias, sin recurrir al p u n t o de vista ajeno. Empero,
en el m o m e n t o mismo en q u e leo m e duelen los ojos. Notemos .ante
todo q u e este dolor mismo p u e d e ser indicado por los objetos del
m u n d o , es decir, por el libro q u e leo: las palabras p u e d e n a r r a n -
carse con m a y o r dificultad al f o n d o indiferenciado q u e constituyen;
p u e d e n temblar, bailotear, su sentido p u e d e darse t r a b a j o s a m e n t e ;
la frase q u e a c a b o d e leer p u e d e darse dos, tres veces como " n o
c o m p r e n d i d a " , c o m o "de-releer". Pero estas indicaciones mismas
p u e d e n f a l t a r ; por ejemplo, en el caso en q u e m i lectura " m e ab-
sorba" y " m e olvide" del dolor (lo q u e n o significa en m o d o alguno
q u e éste haya desaparecido, puesto que, si llego a t o m a r conciencia
d e él en u n acto reflexivo ulterior, se d a r á c o m o habiendo sido siem-
pre a h í ) ; y, de todos modos, n o es eso lo q u e nos interesa: tratá-
bamos d e c a p t a r la m a n e r a en q u e la conciencia existe su dolor.
Pero a n t e todo, se dirá, ¿ c ó m o se d a el dolor como dolor de ojos?
¿ N o hay en ello u n a remisión intencional a u n objeto trascendente,
a m i c u e r p o precisamente en t a n t o que existe f u e r a , en el m u n d o ?
Es incontestable q u e el dolor contiene u n a información acerca de
sí', mismo: es imposible c o n f u n d i r u n dolor d e ojos con u n dolor
del d e d o o del estómago. E m p e r o , el dolor está totalmente despro-
visto de intencionalidad. Hemos d e entendernos: si el dolor se d a
c o m o dolor " d e ojos", n o hay en ello ningún misterioso "signo local"
ni t a m p o c o conocimiento. Solamente, el dolor es precisamente los
ojos en t a n t o q u e la conciencia "los existe". Y, como tal, se distin-
g u e p o r su esencia misma, n o p o r u n criterio ni por n a d a sobre-
agregado, d e cualquier otro dolor. Por cierto, la denominación dolor
de ojos supone todo u n t r a b a j o constitutivo q u e hemos de describir.
Pero, en el m o m e n t o e n q u é nos colocamos, n o cabe a ú n conside-
rarlo, pues n o está h e c h o : el dolor n o está e n c a r a d o desde u n p u n t o
de vista reflexivo, n o está referido a u n cuerpo-para-otro. Es dolor-
ojos o dolor-visión; n o se distingue d e m i m a n e r a de c a p t a r las
palabras trascendentes. Nosotros lo hemos llamado dolor de ojos,
p a r a claridad d e la exposición; pero él mismo n o está n o m b r a d o en
la conciencia, pues n o es conocido. Simplemente, se distingue inefa-
blemente y por su ser mismo de los demás dolores posibles.
Ese dolor, empero, n o existe en n i n g u n a p a r t e entre los objetos
actuales del uíiiverso. N o está a derecha ni a izquierda del libro, ni
entre las verdades q u e a través del libro se revelan, ni en m i cuerpo-
objeto (el q u e el p r ó j i m o ve, el q u e p u e d o siempre tocar parcial-
m e n t e y parcialmente ver)", ni en m i cuerpo-punto-de-vista en t a n t o
que implícitamente indicado p o r el m u n d o . N o h a de decirse t a m -
poco q u e está en "sobreimpresión" o, c o m o u n armónico, "super-
puesto" a las cosas q u e veo. Son éstas imágenes carentes de sen-
tido. Así, pues, n o está en el espacio. Pero t a m p o c o pertenece al
tiempo objetivo: se temporaliza, y p o r esta temporalización p u e d e
aparecer el t i e m p o del m u n d o . Entonces, ¿ q u é es? Simplemente, la
materia translúcida de la conciencia, su ser-ahí, su vinculación con
el m u n d o ; en u n a palabra, la contingencia propia del acto de lectura.
Existe allende toda atención y todo conocimiento, puesto q u e se des-
liza en c a d a acto de conocimiento y de atención, puesto que es este
acto mismo, en t a n t o q u e es sin ser f u n d a m e n t o d e su ser.
Y sin embargo, a u n en ese p l a n o de ser puro, el dolor c o m o
vinculación contingente con el m u n d o n o p u e d e ser existido no-te-
m á t i c a m e n t e por la conciencia a menos q u e sea trascendido. L a
conciencia dolorosa es negación interna del m u n d o ; p e r o a la vez
ella existe su dolor —es decir, se existe a sí m i s m a — c o m o a r r a n c a -
miento a sí. El dolor puro, c o m o simplemente vivido, n o es alcan-
zable: pertenecería a la especie de los indefinibles e indescriptibles,
q u e son lo q u e son. Pero la- conciencia dolorosa es proyecto hacia
u n a conciencia ulterior, q u e sería vacía d e t o d o dolor, es decir, cuya
contextura, cuyo ser-ahí, sería n o doloroso. Este escaparse lateral,
este a r r a n c a m i e n t o a sí q u e caracteriza a la conciencia dolorosa, no
constituye con todo el dolor c o m o objeto psíquico: es u n proyecto
no-tético del Para-sí; n o nos informamos d e él sino por el m u n d o ;
por ejemplo, es d a d o en la m a n e r a en q u e el libro aparece como
"debiendo ser leído con ritmo precipitado", en la m a n e r a en q u e las
palabras se e m p u j a n u n a s a otras, en u n a r o n d a infernal y f i j a ; en
la m a n e r a en q u e el universo íntegro está a f e c t a d o d e inquietud.
Por otra p a r t e — y es lo propio de la existencia corporal— lo inefa-
ble que se quiere rehuir se reencuentra en el seno de ese mismo
arrancamiento, y constituirá las conciencias q u e lo trascienden: es la
contingencia misma y el ser d e la h u i d a q u e quiere huirle. E n nin-
g u n a otra p a r t e tocaremos m á s d e cerca esa nihilización del En-sí
por el Para-sí y la recuperación del Para-sí p o r el En-sí de que se
nutre esa nihilización misma.
Sea, se dirá. Pero usted se facilita las cosas escogiendo u n caso
en que el dolor es precisamente dolor del ó r g a n o en función, dolor
del ojo mientras mira, o de la m a n o mientras coge. Pues, al fin y
al cabo, p u e d e sufrir de u n a h e r i d a en el d e d o mientras estoy le-
yendo. E n tal caso, sería difícil sostener q u e mi dolor es la contin-
gencia misma de mi " a c t o de leer".
Notemos a n t e todo que, por absorto q u e esté en mi lectura, no
por eso dejo de hacer advenir el m u n d o al ser; más a ú n : mi lectura
es u n acto q u e implica en su naturaleza misma la existencia del
m u n d o como f o n d o necesario. Esto n o significa en m o d o alguno que
tenga m e n o r conciencia del m u n d o , sino q u e tengo conciencia de él
como fondo. N o pierdo de vista los colores, los movimientos que m e
rodean, n o ceso de oír los sonidos; simplemente, se pierden en la
totalidad indiferenciada que sirve d e f o n d o a m i lectura. Correla-
tivamente, mi cuerpo n o d e j a de ser indicado por el m u n d o como
el p u n t o de vista total sobre la totalidad m u n d a n a ; pero es indicado
por el m u n d o como fondo. Así, mi c u e r p o n o d e j a de ser existido en
totalidad en la m e d i d a en q u e es la contingencia total de m i con-
ciencia. Es a la vez lo q u e la totalidad del m u n d o como f o n d o
indica y la totalidad q u e yo existo afectivamente en conexión con la
aprehensión objetiva del m u n d o . Pero, en la m e d i d a en que u n esto
particular se destaca como f o r m a sobre f o n d o d e m u n d o , indica co-
rrelativamente hacia u n a especificación funcional de la totalidad cor-
poral y, al mismo tiempo, m i conciencia existe u n a f o r m a corporal
q u e se destaca sobre la totalidad-cuerpo existida por ella. El libro
es leído, y en la m e d i d a en que existo y en q u e trasciendo la contin-
gencia de la visión, o, si se quiere, de la lectura, los ojos aparecen
c o m o f o r m a sobre f o n d o de totalidad corporal. Entiéndase bien que,
en este plano de existencia, los ojos n o son el órgano sensorial visto
por otro, sino sólo la contextura misma de m i conciencia de ver, en
t a n t o que esta conciencia es u n a estructura d e m i conciencia más
amplia del m u n d o . T e n e r conciencia, en efecto, es siempre tener
conciencia del m u n d o , y así el m u n d o y el cuerpo son siempre pre-
sentes, a u n q u e de m o d o diverso, a mi conciencia. Pero esta con-
ciencia total del m u n d o es conciencia del m u n d o como f o n d o para
tal o cual esto particular, y asi, tal como la conciencia se especifica
en su acto mismo de nihilización, hay presencia de u n a estructura
singular del cuerpo sobre f o n d o total de corporeidad. En el m o m e n t o
mismo en que estoy leyendo, no ceso, pues, de ser u n cuerpo, sentado
en tal o cual sillón, a tres metros de la ventana, en condiciones de
presión y t e m p e r a t u r a dadas. Y en c u a n t o a ese dolor en m i índice
derecho, n o d e j o de existirlo c o m o m i c u e r p o en general. Sólo que
lo existo en t a n t o q u e el dolor se desvanece en el f o n d o de corpo-
reidad c o m o u n a estructura subordinada a la totalidad corporal.
N o es ni ausente ni inconsciente: simplemente, f o r m a p a r t e de esa
existencia sin distancia d e la conciencia posicíonal p a r a sí misma. Si
en u n m o m e n t o vuelvo las páginas del libro, el dolor de m i índice,
sin p o r eso convertirse en objeto de conocimiento, pasará a la cate-
goría de contingencia existida c o m o f o r m a sobre u n a nueva organi-
zación de mi cuerpo c o m o f o n d o total de contingencia. Estas obser-
vaciones corresponden, por otra parte, a la siguiente observación
empírica: mientras se lee, es m á s fácil "distraerse" de u n dolor del
índice o de los ríñones q u e de u n dolor d e ojos. Pues el dolor de
ojos es precisamente mi lectura, y las palabras q u e leo m e remiten
a cada instante a él, mientras q u e m í dolor del d e d o o d e los ríñones,
siendo la aprehensión del m u n d o como fondo, q u e d a perdido, como
estructura parcial, en el c u e r p o como aprehensión f u n d a m e n t a l del
fondo de mundo.
Pero he aquí q u e ceso d e p r o n t o de leer y m e absorbo ahora
en la captación d e m i dolor. Esto significa q u e dirijo sobre mi con-
ciencia presente o conciencia-visión u n a conciencia reflexiva. Así, la
textura actual d e m i conciencia refleja — e n particular, m i d o l o r -
es a p r e h e n d i d a y puesta por m i conciencia reflexiva. H a de recor-
darse aquí lo q u e decíamos de la reflexión: es u n a captación totali-
taria y sin p u n t o d e vista, u n conocimiento rebalsado por sí mismo,
que tiende a objetivarse, a proyectar a distancia el contenido p a r a
poder contemplarlo y pensarlo. El movimiento primero de la refle-
xión es, pues, p a r a trascender la cualidad conciencial p u r a de dolor
hacia u n objeto-dolor. Así, ateniéndonos a lo q u e hemos llamado la
reflexión cómplice, la reflexión tiende a hacer del dolor algo psí-
quico. Este objeto psíquico aprehendido a través del dolor es el
mal. Es u n objeto q u e tiene todas las características del dolor, pero
es trascendente y pasivo. Es u n a realidad que posee su tiempo
propio: n o el tiempo del universo exterior ni el de la conciencia,
sino el tiempo psíquico; y p u e d e entonces ser soporte de aprecia-
ciones y determinaciones diversas. C o m o tal, es distinta de la con-
ciencia misma y aparece a través de ella; permanece mientras la
conciencia evoluciona, y esta permanencia misma es condición de la
o p a c i d a d y pasividad del M a l . Pero, p o r o t r a p a r t e , este m a l , e n
t a n t o q u e c a p t a d o a través d e la conciencia, tiene todos los c a r a c -
teres de u n i d a d , i n t e r i o r i d a d y. e s p o n t a n e i d a d d e la conciencia, p e r o
d e g r a d a d o s . T a l d e g r a d a c i ó n le confiere i n d i v i d u a l i d a d psíquica. Es
decir, en p r i m e r lugar, q u e tiene u n a cohesión absoluta y sin partes.
A d e m á s , tiene su d u r a c i ó n p r o p i a , p u e s t o q u e está f u e r a d e la con-
ciencia y posee u n p a s a d o y u n p o r v e n i r . P e r o esta d u r a c i ó n , q u e
n o es sino la proyección d e la t e m p o r a l i z a c i ó n original, es multipli-
c i d a d d e i n t e r p e n e t r a c i ó n . Ese m a l es " p e n e t r a n t e " , " a c a r i c i a d o r " ,
etc. Y tales características n o t i e n d e n sino a t r a d u c i r la m a n e r a en
q u e ese m a l se p e r f i l a e n la d u r a c i ó n : son c u a l i d a d e s melódicas. U n
dolor q u e se d a p o r accesos seguidos d e cesaciones n o es c a p t a d o
p o r la reflexión c o m o p u r a a l t e r n a n c i a d e conciencias dolorosas y
conciencias n o dolorosas: p a r a la reflexión o r g a n i z a d o r a , las breves
t r e g u a s forman parte del m a l , tal c o m o los silencios f o r m a n p a r t e
de u n a m e l o d í a . E l c o n j u n t o constituye el ritmo y el tempo 1 del
m a l . Pero, a la vez q u e es o b j e t o , pasivo, el m a l , e n t a n t o q u e visto
a través de u n a e s p o n t a n e i d a d a b s o l u t a q u e es la conciencia, es
proyección de- esta e s p o n t a n e i d a d e n el En-sí. E n t a n t o q u e espon-
t a n e i d a d pasiva, es m á g i c o : se d a c o m o p r o l o n g á n d o s e a sí mismo,
c o m o e n t e r a m e n t e d u e ñ o d e su f o r m a t e m p o r a l . A p a r e c e y desapa-
rece d e o t r o m o d o q u e los objetos espaciotemporales: si n o v e o ya
la mesa, se d e b e a q u e h e v u e l t o la c a b e z a ; pero, si n o siento ya m i
m a l , se debe a q u e "se h a i d o " . D e h e c h o , se p r o d u c e a q u í u n fe-
n ó m e n o a n á l o g o a lo q u e los psicólogos d e la f o r m a l l a m a n ilusión
estroboscópica. L a desaparición del m a l , b u r l a n d o los proyectos del
para-sí reflexivo, se d a c o m o m o v i m i e n t o d e retroceso, casi c o m o
v o l u n t a d . H a y u n a n i m i s m o del m a l : se d a c o m o u n ser vivo do-
t a d o d e su f o r m a , su p r o p i a d u r a c i ó n , sus hábitos. L o s e n f e r m o s
tienen con él u n a suerte de i n t i m i d a d : c u a n d o a p a r e c e , n o es c o m o
u n f e n ó m e n o nuevo, sino que, d i r á el e n f e r m o , es " m i crisis d e la
t a r d e " . Así, la reflexión n o v i n c u l a e n t r e sí los m o m e n t o s d e u n a
m i s m a crisis, sino, allende u n a j o r n a d a e n t e r a , v i n c u l a las crisis e n -
tre sí. E m p e r o , esta síntesis d e recognición t i e n e u n c a r á c t e r espe-
cial: n® t i e n d e a constituir u n o b j e t o q u e p e r m a n e z c a existente a u n
c u a n d o n o se d é a la conciencia (al m o d o d e u n odio, q u e p e r m a n e c e

1
Allure; se utiliza aquí el italianismo "tempo" para evitar los equiva-
lentes españoles, eventualmente equívocos, de "aire" o "movimiento". (N.
del T.)
"adormecido" o p e r m a n e c e "en lo inconsciente"). E n verdad, cuan-
d o el m a l se va, desaparece definitivamente, "ya n o h a y " mal. Pero
se sigue esta curiosa consecuencia: c u a n d o reaparece, suige, en su
pasividad misma, c o m o u n a especie de generación espontánea. Por
ejemplo, se lo siente suavemente "acercarse", helo ahí q u e "resurge":
"ahí está". Así, ni los primeros dolores n i los sucesivos son aprehen-
didos p o r sí mismos c o m o textura simple y desnuda d e la conciencia
reflexiva: son los "anuncios" del m a l o, mejor, el propio m a l , que
nace lentamente, c o m o u n a locomotora q u e se p o n e lentamente en
m a r c h a . Pero, p o r otra parte, h a de advertirse q u e constituyo el
mal con u n dolor. Esto n o significa en m o d o a l g u n o q u e capte el
mal c o m o causa del dolor, sino, más bien, ocurre con c a d a dolor
concreto como con u n a n o t a e n u n a m e l o d í a : es a la vez la melodía
entera y u n " t i e m p o " d e la melodía. A través d e c a d a dolor, capto
el mal, entero y, sin embargo, éste las trasciende todas, pues es la
totalidad sintética d e todos los dolores, el t e m a q u e se desarrolla
por ellas y a través de ellas. Pero la m a t e r i a del m a l n o se parece
a la dfe u n a m e l o d í a : en p r i m e r lugar, es algo p u r a m e n t e vivido; no
hay distancia a l g u n a entre la conciencia refleja y el dolor, ni entre
la conciencia reflexiva y la conciencia refleja. Resulta d e ello que
el mal es trascendente pero sin distancia. Está f u e r a de mi con-
ciencia, c o m o totalidad sintética y ya a p u n t o d e estar en otra parte;
pero, p o r otro lado, está en ella, p e n e t r a en ella p o r todas sus in-
dentaciones, p o r todas sus notas, q u e son mi conciencia.
E n este nivel, ¿ q u é se h a h e c h o el cuerpo? H a habido, noté-
moslo bien, u n a especie d e escisión con motivo d e la proyección
reflexiva: p a r a la conciencia irreflexiva, el dolor era el c u e r p o ; p a r a
la conciencia reflexiva, el m a l es distinto del cuerpo, tiene su f o r m a
propia, viene y se va. Al nivel reflexivo en q u e nos hemos colocado,
es decir, antes d e la intervención del para-otro, el c u e r p o n o es
explícita y t e m á t i c a m e n t e d a d o a la conciencia. L a conciencia re-
flexiva es conciencia del mal. Sólo que, si el m a l tiene u n a f o r m a
que le es p r o p i a y u n ritmo melódico q u e le confiere individualidad
transcendente, adhiere al para-sí p o r su m a t e r i a , p u e s t o q u e es de-
velado a través del dolor y c o m o la u n i d a d d e todos mis dolores del
mismo tipo. Es mío en el sentido d e q u e yo le doy su materia. L o
c a p t o c o m o sostenido y n u t r i d o p o r cierto m e d i o pasivo, cuya pasi-
vidad es la exacta proyección en el en-sí d e la facticidad contingente
de los dolores y es mi pasividad. N o se c a p t a ese m e d i o p o r sí mismo,
sino c o m o se c a p t a la m a t e r i a d e la estatua c u a n d o le percibo la
lorma, y, sin embargo, es a h í : es la pasividad roída por el mal, al
cual d a m á g i c a m e n t e nuevas fuerzas, c o m o la tierra a Anteo. Es
m i c u e r p o en u n n u e v o p l a n o d e existencia, es decir, como p u r o
correlato noemático d e u n a conciencia reflexiva. L o llamaremos
cuerpo psíquico. N o es t a m p o c o en m o d o a l g u n o conocido, pues la
reflexión q u e p r o c u r a c a p t a r a la conciencia dolorosa n o es cognos-
citiva a ú n . Es afectividad en su surgimiento originario. C a p t a
efectivamente al m a l c o m o u n objeto, p e r o c o m o u n objeto afectivo.
U n o se dirige p r i m e r o sobre el p r o p i o dolor p a r a odiarlo, p a r a so-
p o r t a r l o con paciencia, p a r a a p r e h e n d e r l o c o m o intolerable, a veces
p a r a amarlo, p a r a regocijarse (si a n u n c i a la liberación, la c u r a ) ,
p a r a valorarlo d e a l g u n a m a n e r a . Y, p o r supuesto, lo q u e se valora
er el mal, o, m e j o r , el m a l es lo q u e surge c o m o correlato necesario
d e la valoración. El m a l n o es, pues, conocido, sino padecido, y el
cuerpo, d e m o d o análogo, se devela p o r el M a l , y la conciencia lo
p a d e c e igualmente. P a r a enriquecer el cuerpo, tal cual se d a a la
reflexión, con estructuras cognoscitivas, será menester recurrir al
Otro: n o podemos h a b l a r d e ello p o r ahora, pues es preciso habei
s a c a d o antes a luz las estructuras del cuerpo-para-otro. Empero,
desde luego podemos advertir q u e ese c u e r p o psíquico, siendo la
proyección, en el p l a n o del en-sí, d e la i n t r a c o n t e x t u r a d e la con-
ciencia, constituye la m a t e r i a implícita d e todos los fenómenos de la
psique. Del m i s m o m o d o q u e el c u e r p o originario era existido por
c a d a conciencia c o m o su contingencia propia, así el c u e r p o psíquico
es padecido c o m o la contingencia del odio o del a m o r , d e Jos actos
y de las cualidades, p e r o esta contingencia posee u n carácter n u e v o :
en t a n t o q u e existida p o r la conciencia, e r a la recuperación de la
conciencia p o r el en-sí; en t a n t o q u e padecida, en el dolor o el odio
o lá empresa, es proyectada en el en-sí p o r la reflexión. Representa
p o r ello la tendencia d e c a d a objeto psíquico, allende su cohesión
mágica, a desmenuzarse en exterioridad; representa, allende las rela-
ciones mágicas q u e u n e n los objetos psíquicos entre sí, la tendencia
d e c a d a u n o d e ellos a aislarse en u n a insularidad de indiferencia:
es, pues, c o m o u n espacio implícito q u e subtiende a la duración me-
lódica de lo psíquico. El cuerpo, en t a n t o q u e es la m a t e r i a contin-
gente e indiferentesde todos nuestros acaecimientos psíquicos, deter-
m i n a u n espacio psíquico. Este espacio n o tiene alto ni bajo, derecha
ni izquierda, es a ú n sin partes en t a n t o q u e la cohesión m á g i c a de
lo psíquico viene a combatir su tendencia al desmenuzamiento d e
indiferencia. N o por eso es menos *una característica real de la
psique: n o q u e la psique esté unida a u n c u e r p o , sino q u e , b a j o su
organización m e l ó d i c a , el c u e r p o es su sustancia y su p e r p e t u a c o n -
dición d e posibilidad. É l es el q u e a p a r e c e desde q u e nombramos
lo psíquico; él está e n la base del m e c a n i s m o y del q u i m i s m o m e t a -
fórico d e q u e u s a m o s p a r a clasificar y explicar los acaecimientos d e
la p s i q u e ; a él a p u n t a m o s e i n f o r m a m o s e n las i m á g e n e s (conciencias
i m a g i n a n t e s ) q u e p r o d u c i m o s p a r a a p u n t a r y p r e s e n t i f i c a r sentimien-
tos ausentes; él es, p o r último, el q u e m o t i v a y, e n cierta m e d i d a ,
justifica teorías psicológicas c o m o la d e la inconciencia y p r o b l e m a s
c o m o el d e la conservación d e los recuerdos.
V a d e suyo q u e h e m o s escogido el dolor psíquico a título d e
e j e m p l o y q u e h a y otras mil m a n e r a s , c o n t i n g e n t e s t a m b i é n , d e
existir n u e s t r a c o n t i n g e n c i a . E n p a r t i c u l a r , c u a n d o n i n g ú n dolor,
placer ni desplacer preciso es "existido" p o r la conciencia, el para-sí
n o d e j a d e proyectarse a l l e n d e u n a c o n t i n g e n c i a p u r a y, p o r así
decirlo, n o c u a l i f i c a d a . L a conciencia n o cesa d e " t e n e r " u n c u e r p o .
L a a f e c t i v i d a d cenestésica es e n t o n c e s p u r a c a p t a c i ó n no-posicional
de u n a c o n t i n g e n c i a sin color, p u r a a p r e h e n s i ó n d e sí c o m o existen-
cia de h e c h o . E s t a c a p t a c i ó n p e r p e t u a p o r m i para-sí d e u n gusto
insulso y sin distancia q u e m e a c o m p a ñ a h a s t a e n mis esfuerzos p o r
l i b r a r m e d e él, y q u e es mi gusto, es lo q u e h e m o s descrito e n o t r o
lugar con el n o m b r e d e Náusea. U n a n á u s e a discreta e incoercible
revela p e r p e t u a m e n t e m i c u e r p o a m i c o n c i e n c i a : p u e d e o c u r r i r q u e
b u s q u e m o s lo a g r a d a b l e o el dolor físico p a r a librarnos d e ella, p e r o ,
desde q u e el d o l o r o el a g r a d o son existidos p o r la conciencia, m a n i -
fiestan a su vez su f a c t i c i d a d y contingencia, y se d e v e l a n sobre f o n d o
de náusea. Lejos de t e n e r q u e c o m p r e n d e r este t é r m i n o de náusea
c o m o u n a m e t á f o r a t o m a d a d e nuestros m a l e s t a r e s fisiológicos, es,
m u y al contrario, el f u n d a m e n t o sobre el cual se p r o d u c e n todas las
náuseas concretas y e m p í r i c a s (náuseas a n t e la c a r n e p ú t r i d a , la
sangre fresca, los excrementos, etc.) q u e nos c o n d u c e n al vómito.

II

EL CUERPO-PARA-OTRO

A c a b a m o s d e describir el ser d e m i c u e r p o para-mí. E n este


p l a n o ontológico, m i c u e r p o es tal c o m o lo h e m o s descrito y nada
más que eso. V a n o sería b u s c a r en él vestigios d e u n ó r g a n o fisio-
lógico, d e u n a constitución a n a t ó m i c a y espacial. O bien es el centro
d e referencia indicado e n vacío p o r los objetos-utensilios del m u n d o ,
o bien es la contingencia de que exista el para-sí; m á s exactamente,
ambos modos de ser son complementarios. P e r o el c u e r p o conoce las
mismas vicisitudes q u e el p r o p i o para-sí: tiene otros planos de exis-
tencia. Existe t a m b i é n para otro. E n esta nueva perspectiva onto-
lógica debemos estudiarlo a h o r a . T a n t o d a estudiar la m a n e r a en
q u e mi c u e r p o a p a r e c e al p r ó j i m o c o m o la m a n e r a en q u e el cuerpo
a j e n o se m e aparece. H e m o s establecido, e n efecto, q u e las estruc-
turas de m i ser-para-otro son idénticas a las del ser del otro p a r a mí.
Así, pues, p a r t i e n d o d e estas últimas p o r razones de comodidad, es-
tableceremos la naturaleza del cuerpo-para-otro (es decir, del cuerpo
ajeno).
H e m o s m o s t r a d o en el capítulo anterior q u e el c u e r p o n o es lo
q u e manifiesta p r i m e r a m e n t e al p r ó j i m o p a r a mí. E n efecto: si la
relación f u n d a m e n t a l entre m i ser y el a j e n o se r e d u j e r a a la rela-
ción e n t r e m i c u e r p o y el del otro, sería p u r a relación d e exteriori-
d a d . Pero m i conexión con el p r ó j i m o es inconcebible si n o es u n a
negación interna. D e b o c a p t a r a r p r ó j i m o p r i m e r a m e n t e c o m o aque-
llo p a r a lo cual existo c o m o o b j e t o ; la recuperación d e m i ipseidad
hace aparecer al p r ó j i m o c o m o objeto en u n segundo m o m e n t o de
la historialización antehistórica; la aparición del c u e r p o a j e n o n o es,
<pues, el e n c u e n t r o primero, sino, al contrario, u n m e r o episodio d e
mis relaciones con el p r ó j i m o y, m á s especialmente, de lo q u e hemos
d e n o m i n a d o la objetivación del o t r o ; o, si se quiere, el p r ó j i m o existe
p a r a m í p r i m e r a m e n t e y lo c a p t o en su c u e r p o después; el cuerpo
a j e n o es p a r a m í u n a estructura- secundaria.
E l prójimo, en el f e n ó m e n o f u n d a m e n t a l d e la objetivación del
otro, se m e a p a r e c e c o m o transcendencia transcendida. Es decir que,
p o r el solo h e c h o d e proyectarme hacia mis posibilidades, supero y
transciendo su transcendencia, q u e q u e d a f u e r a d e j u e g o : es u n a
trascendencia-objeto. C a p t o esta trascendencia en el m u n d o y,
originariamente, c o m o cierta disposición d e las cosas-utensilios d e
mi m u n d o , en t a n t o q u e indican por añadidura u n centro d e refe-
rencia secundario q u e es en m e d i o del m u n d o y q u e n o soy yo. Estas
indicaciones n o son, a diferencia de las indicaciones q u e me indican,
constitutivas d e la cosa i n d i c a d o r a : son propiedades laterales del
objeto. El prójimo, c o m o hemos visto, n o p u e d e ser u n concepto
constitutivo del m u n d o . T o d a s esas indicaciones tienen, pues, u n a
contingencia originaria y el carácter d e u n acaecimiento. Pero el
centro de referencia que ellas indican es ciertamente el otro como
trascendencia simplemente c o n t e m p l a d a o trascendida. L a dispo-
sición secundaria d e los objetos m e remite ciertamente al p r ó j i m o
c o m o al organizador o al beneficiario de esa disposición, en suma, a
un instrumento que dispone los utensilios con vistas a u n fin q u e
él mismo produce. Pero este fin, a su vez, es trascendido y utilizado
por m í ; está en m e d i o del m u n d o y p u e d o servirme d e él p a r a mis
propios fines. Así, el p r ó j i m o es indicado p r i m e r a m e n t e p o r las co-
sas como u n instrumento. A m í también m e indican las cosas como
un instrumento, y soy cuerpo, precisamente, en t a n t o q u e m e h a g o
indicar por las cosas. Así, pues, las cosas, por sus disposiciones late-
rales y secundarias, indican al p r ó j i m o c o m o cuerpo. El h e c h o es,
incluso, q u e n o conozco utensilios q u e n o se refieran secundaria-
m e n t e al c u e r p o del otro. Pero, p o c o ha, n o m e e r a posible a d o p t a r
ningún p u n t o d e vista sobre m i c u e r p o en t a n t o q u e éste es designado
por las cosas. El c u e r p o es, en efecto, el p u n t o d e vista sobre el cual
n o p u e d o a d o p t a r n i n g ú n p u n t o d e vista, el instrumento q u e n o
p u e d o utilizar p o r m e d i o de n i n g ú n instrumento. C u a n d o , p o r el
pensamiento universalizador, i n t e n t a b a pensarlo en vacío c o m o p u r o
instrumento en m e d i o del m u n d o , resultaba en seguida el desmoro-
n a m i e n t o del m u n d o en t a n t o q u e tal. Al contrario, p o r el solo
hecho d e q u e yo no soy el otro, su cuerpo se m e aparece originaria-
m e n t e como u n p u n t o d e vista sobre el cual p u e d o a d o p t a r u n p u n t o
d e vista, c o m o u n instrumento q u e p u e d o utilizar con otros instru-
mentos. Está indicado p o r la r o n d a d e las cosas-utensilios, pero in-
dica a su vez otros objetos y, finalmente, se integra en mi m u n d o e
indica mi cuerpo. Así, el cuerpo a j e n o es radicalmente diferente d e
mi c u e r p o - p a r a - m í : es el utensilio q u e yo n o soy y q u e utilizo ( o
q u e m e resiste, lo q u e viene a ser lo mismo) . Se presenta a m í ori-
ginariamente con cierto coeficiente objetivo d e utilidad y adversidad.
El cuerpo a j e n o es, pues, el p r ó j i m o mismo como trascendencia-
instrumento. L a s mismas observaciones se aplican al c u e r p o a j e n o
como c o n j u n t o sintético de órgános sensibles. N o descubrimos en y
por el cuerpo a j e n o la posibilidad q u e tiene el p r ó j i m o d e conocer-
nos: esta posibilidad se revela f u n d a m e n t a l m e n t e en y p o r m i ser-
objeto para el Prójimo, es decir, q u e es la estructura esencial de
nuestra relación originaria con el prójimo. Y en esta relación ori-
ginaria, la h u i d a de mi m u n d o hacia el p r ó j i m o es igualmente d a d a .
Por la recuperación d e m i ipseidad, trasciendo la trascendencia
a j e n a en t a n t o que ésta es p e r m a n e n t e posibilidad de c a p t a r m e como
objeto. Por este hecho, se convierte en transcendencia puramente
d a d a y trascendida hacia mis propios fines, trascendencia que sim-
plemente "es-ahí", y el conocimiento que el prójimo tiene de mí y
del m u n d o se convierte en conocimiento-objeto. Es decir, que es
una propiedad dada del prójimo, propiedad que p u e d o a mi vez
conocer. A decir'verdad, este conocimiento que adquiero permanece
vacío, en el sentido de que jamás conoceré el acto de conocer: este
acto, siendo p u r a trascendencia, n o puede ser captado sino por sí
mismo en forma de conciencia no-tética, o por la reflexión nacida
de él. L o que conozco es sólo el conocimiento como ser-ahí, o, si se
quiere, el ser-ahí del conocimiento. Así, esa relatividad del órgano
sensorial que se revelaba a mi razón universalizadora pero que no
podía ser pensada — c u a n d o se trataba de mi propio sentido— sin
determinar el desmoronamiento del mundo, es captada por mí pri-
meramente cuando capto al prójimo-objeto y la capto sin peligro,
puesto que, f o r m a n d o p a r t e el prójimo de mi universo, su relatividad
no podría determinar el desmoronarse de este universo mío. Este
sentido del prójimo es sentido conocido como cognoscente. Se ve
cómo a la vez se explica el error de los psicólogos, que definen mi
sentido por el sentido del prójimo y que dan al órgano sensible tal
cual es para-mí u n a relatividad que pertenece a su ser-para-otro; y
a la vez cómo este error se convierte en verdad si lo restituimos a
su nivel de ser después de haber determinado el orden verdadero del
ser y el conocer. Así, los objetos de mi m u n d o indican lateralmente
un centro-de-referencia-objeto que es el prójimo. Pero este centro,
a su vez, se m e aparece desde u n p u n t o d e vista sin p u n t o de vista
que es el mío, que es mi cuerpo o mi contingencia. E n u n a palabra,
para utilizar u n a expresión impropia pero corriente, conozco al pró-
jimo por los sentidos. Así como el prójimo es el instrumento que uti-
lizo por medio del instrumento que soy y al que ningún otro instru-
mento puede utilizar, así también es el conjunto de órganos sensibles
que se revelan a mi conocimiento sensible, es decir, es una factici-
dad que se aparece a otra facticidad. D e este modo, cabe, en su
verdadero lugar dentro del orden del conocer y del ser, un estudio
de los órganos sensibles del prójimo tal como son sensorialmente co-
nocidos por mí. Y este estudio tendrá muy en cuenta la función
de esos órganos sensibles, que es conocer. Pero este conocimiento,
a su vez, será puro objeto para mí: de ahí, por ejemplo, el falso
problema de la "visión invertida". D e hecho, originariamente, el
órgano sensorial ajeno no es en modo alguno un instrumento de
conocimiento para el p r ó j i m o ; es, simplemente, el conocer del otro,
su p u r o acto de conocimiento en t a n t o q y e este conocimiento existe
en el m o d o del objeto en mi universo.
Sin embargo, n o hemos definido a ú n el c u e r p o a j e n o sino en
t a n t o q u e lateralmente indicado por las cosas-utensilios de m i uni-
verso. Esto no nos da, a decir verdad, su ser-ahí " d e carne y hueso".
Por cierto, el c u e r p o a j e n o está presente doquiera en la indicación
misma q u e de él d a n las cosas-utensilios en t a n t o q u e se revelan
como utilizadas por él y como por él conocidas. Este salón en que
espero al d u e ñ o de casa m e revela, en su totalidad, el cuerpo d e su
propietario: este sillón es sillón-donde-él-se-sienta, este escritorio es
escritorio-en-el-cual-escribe, aquella ventana es ventana por donde
entra la luz-que-alumbra-los-objetos-que-él-ve. Así, está esbozado en
todas partes, y ese esbozo es esbozo-objeto; u n objeto p u e d e venir
en cualquier m o m e n t o a llenarlo con su materia. Pero ello n o quita
que el d u e ñ o de casa " n o esté a h í " . Está en otra parte, está ausente.
Pero, justamente, hemos visto q u e la ausencia es u n a estructura
del ser-ahí. Estar ausente es ser-en-otra-parte-en-mi-mundo; es ser
ya d a d o p a r a mí. Desde q u e recibo u n a carta de m i p r i m o que está
en África, su ser-en-otra-parte m e es d a d o concretamente por las
indicaciones mismas d e la carta, y ese ser-en-otra-parte es ser-en-
alguna-parte; es ya su cuerpo. N o se explicaría de otro m o d o que
la carta misma de la m u j e r a m a d a conmueva sensualmente a su
a m a n t e : todo el c u e r p o de la a m a d a está presente como ausencia
en las líneas, en el papel. Pero el ser-en-otra-parte, siendo u n ser-ahí
con respecto a u n c o n j u n t o concreto de cosas-utensilios en u n a situa-
ción concreta, es ya facticidad y contingencia. L o que define la
contingencia de Pedro y la m í a n o es solamente nuestro encuentro
de hoy, sino q u e su ausencia d e ayer definía igualmente nuestras
contingencias y facticidades. Esta facticidad del ausente está implí-
citamente d a d a en esas cosas-utensilios q u e lo indican: la brusca
aparición de aquél n o agrega n a d a a ella. Así, el cuerpo del prójimo
es su facticidad c o m o utensilio y c o m o síntesis de órganos sensibles
en t a n t o q u e ella se revela a m i propia facticidad. M e es d a d a desde
que el p r ó j i m o existe p a r a mí en el m u n d o ; la presencia o ausencia
del otro n o cambia n a d a en ella.
Pero h e a q u í q u e P e d r o aparece, e n t r a en m i cuarto. Esta
aparición n o cambia en n a d a la estructura f u n d a m e n t a l de m i rela-
ción con él: es contingencia, p e r o tal como también lo era su ausen-
cia. Los objetos lo indican a m í : la p u e r t a q u e abre indica u n a
presencia h u m a n a al desplazarse ante él, lo mismo q u e el sillón
d o n d e se sienta, etc.; p e r o los objetos n o d e j a b a n d e indicarlo du-
r a n t e su ausencia. Ciertamente, yo existo p a r a él, él m e h a b l a ; pero
yo existía igualmente ayer, c u a n d o m e enviaba ese telegrama, q u e
a h o r a está sobre m i escritorio, p a r a a n u n c i a r m e su venida. Empero,
hay algo d e n u e v o : el hecho de q u e se aparece a h o r a sobre f o n d o
de m u n d o c o m o u n esto q u e p u e d o mirar, captar, utilizar directa-
mente. ¿ Q u é significa ello? E n p r i m e r lugar, q u e la facticidad del
otro, es decir, la contingencia d e su ser, es a h o r a explícita en vez de
estar implícitamente contenida en las indicaciones laterales de las
cosas-utensilios. Esta facticidad es precisamente la q u e él existe en
y p o r su para-sí; la q u e él vive p e r p e t u a m e n t e p o r la náusea c o m o
captación no-posicional d e u n a contingencia q u e él es, c o m o p u r a
aprehensión d e sí en t a n t o q u e existencia d e hecho. E n u n a palabra,
es su cenestesia.- L a aparición del p r ó j i m o es develación del gusto
de su ser c o m o existencia inmediata. Sólo q u e n o c a p t o yo ese gusto
como él lo capta. L a náusea, p a r a él, n o es conocimiento; es apre-
hensión n o tética de la contingencia q u e él es; es u n trascender esta
contingencia hacia posibilidades propias del para-sí; es contingencia
existida, contingencia padecida y denegada. Esa misma contingencia
—y n a d a m á s — es lo q u e c a p t o a h o r a . Sólo q u e yo no soy esa con-
tingencia. L a trasciendo hacia mis propias posibilidades, p e r o este
trascender es transcendencia de otro. M e es e n t e r a m e n t e d a d a y sin
apelación; es irremediable. El para-sí a j e n o se a r r a n c a a esta con-
tingencia y la trasciende p e r p e t u a m e n t e . Pero, en t a n t o q u e yo
trasciendo la trascendencia a j e n a , la f i j o ; ella n o es ya u n recurso
contra la facticidad; m u y p o r el contrario, participa d e la facticidad
a su vez, y e m a n a de ella. Así, n a d a viene a interponerse entre la
contingencia p u r a del p r ó j i m o c o m o gusto para sí y m i conciencia.
L o q u e c a p t o es precisamente ese gusto tal c o m o es existido. Sólo
que, p o r el solo h e c h o d e m i .alteridad, ese gusto aparece c o m o u n
esto conocido y d a d o en m e d i b del m u n d o . Ese c u e r p o a j e n o m e es
d a d o c o m o el en-sí p u r o del ser del o t r o : u n en-sí e n t r e otros en-síes,
al q u e trasciendo hacia mis posibilidades. Ese c u e r p o a j e n o se revela,
pues, p o r dos características igualmente contingentes: es aquí y po-
dría ser en otra parte, es decir, las cosas-utensilios podrían disponerse
de otro m o d o con respecto a él; indicándolo de otra m a n e r a , las
distancias entre la silla y él podrían ser otras; es c o m o esto y podría
ser de otro modo, es decir, c a p t o su contingencia original en la f o r m a
d e u n a configuración objetiva y contingente. Pero, en realidad, a m -
bos caracteres constituyen u n o solo. El segundo n o hace sino presen-
tificar, explicitar p a r a m í el primero. Ese c u e r p o a i e n o es el hecho
p u r o de la presencia del otro en mi m u n d o c o m o u n ser-ahí q u e se
t r a d u c e por u n ser-como-esto. Así, la existencia m i s m a del p r ó j i m o
c o m o p r ó j i m o - p a r a - m í implica q u e se revela c o m o utensilio d o t a d o
de la propiedad d e conocer, y q u e esta propiedad d e conocer está
ligada a u n a existencia objetiva cualquiera. Es lo q u e llamaremos
la necesidad a j e n a de ser contingente p a r a mí. Desde q u e hay u n
prójimo, debe concluirse, pues, q u e es u n i n s t r u m e n t o d o t a d o de
órganos sensibles cualesquiera. Pero estas consideraciones n o hacen
sino señalar la necesidad abstracta del p r ó j i m o d e tener u n cuerpo.
Ese c u e r p o ajeno, en t a n t o q u e yo m e lo encuentro, es la develación,
c o m o objeto-para-mí, de la f o r m a contingente q u e la necesidad de
esa contingencia asume. T o d o p r ó j i m o debe tener órganos sensibles,
p e r o n o necesariamente estos órganos sensibles, n o un rostro, y, por
último, n o este rostro. Pero rostro, órganos sensibles, presencia, todo
ello n o es otra cosa q u e la f o r m a contingente d e la necesidad del
p r ó j i m o d e existirse c o m o perteneciente a u n a raza, u n a clase, u n
medio, etc., en t a n t o q u e esta f o r m a contingente es trascendida por
u n a trascendencia q u e no tiene-de existiría. L o q u e es gusto de sí
p a r a el p r ó j i m o se convierte p a r a m í en carne del otro. L a carne es
contingencia p u r a de la presencia. Está de ordinario enmascarada
p o r la ropa, los afeites, el corte del cabello o de la barba, la expre-
sión, etc. Pero, en el curso d e u n largo comercio con u n a persona,
llega siempre u n instante en que todas esas máscaras se deshacen y
en que m e encuentro en presencia de la contingencia pura de su
presencia; en este caso, en u n rostro o en los demás miembros de
u n c u e r p o tengo la intuición p u r a de la carne. Esta intuición n o es
sólo conocimiento; es aprehensión afectiva de u n a contingencia abso-
luta, y esa aprehensión es u n tipo particular de náusea.
El c u e r p o a j e n o es, pues, la facticidad de la trascendencia-
transcendida en t a n t o q u e se refiere a m i facticidad. N o c a p t o jamás
al p r ó j i m o c o m o c u e r p o sin c a p t a r a la vez, de m o d o n o explícito,
m i c u e r p o c o m o el centro de referencia indicado por el otro. Pero,
igualmente, sería imposible percibir el c u e r p o a j e n o como carne a
título d e objeto aislado q u e m a n t e n g a con los otros estos puras rela-
ciones de exterioridad. Ello n o es cierto sino p a r a el cadáver. El
cuerpo a j e n o como carne m e es inmediatamente d a d o como centro
d e referencia de u n a situación q u e se organiza sintéticamente en
t o r n o del prójimo, y es inseparable de esta situación; n o h a d e pre-
guntarsc, pues, cómo p u e d e el c u e r p o a j e n o ser p r i m e r a m e n t e c u e r p o
p a r a m í y después e n t r a r e n situación: el p r ó j i m o m e es originaria-
m e n t e d a d o c o m o cuerpo en situación. N o hay, pues, p o r ejemplo,
p r i m e r o c u e r p o y acción después, sino q u e el c u e r p o es la contingen-
cia objetiva d e la acción a j e n a . Así encontramos nuevamente, e n
otro plano, u n a necesidad ontológica q u e habíamos señalado con
motivo d e la existencia d e m i c u e r p o p a r a m í : la contingencia del
para-sí, decíamos, es la recuperación p e r p e t u a m e n t e trascendida y
p e r p e t u a m e n t e renaciente del para-sí p o r el en-sí sobre f o n d o d e
nihilización primera. Aquí, análogamente, u n c u e r p o a j e n o c o m o
carne n o p o d r í a insertarse en Una situación previamente definida,
sino q u e ese c u e r p o es precisamente aquello a p a r t i r d e lo cual h a y
situación. T a m p o c o a q u í el cuerpo p o d r í a existir sino en y por u n a
trascendencia; sólo q u e esta trascendencia es, desde luego, tras-
c e n d i d a : ella misma es objeto. Así, el c u e r p o d e P e d r o n o es pri-
m e r o u n a m a n o q u e p u d i e r a coger luego este vaso: semejante con-
cepción tendería a p o n e r el cadáver en el origen del c u e r p o vivo;
sino q u e es el complejo mano-vaso en t a n t o q u e la carne d e la m a n o
señala la contingencia original d e ese complejo. Lejos de ser u n
p r o b l e m a la relación e n t r e el c u e r p o y los objetos, n o c a p t a m o s n u n c a
el c u e r p o f u e r a d e esa relación. Así, el c u e r p o a j e n o es significante.
L a significación n o es sino u n movimiento de trascendencia fijado.
U n c u e r p o es cuerpo en t a n t o q u e esa m a s a d e c a r n e q u e él es se
define p o r la mesa a la q u e mira, p o r la silla q u e coge, p o r la acera
p o r d o n d e a n d a , etc. Pero, si llevamos las cosas m á s lejos, n o podría
tratarse de agotar las significaciones q u e constituyen el c u e r p o por
la referencia a las acciones concertadas, a la utilización racional de
los complejos-utensilios. El cuerpo es totalidad de relaciones signifi-
cativas con el m u n d o : en este sentido, se define también p o r refe-
rencia al aire q u e respira, al a g u a q u e bebe, a 'la carne q u e come.
E l cuerpo, e n efecto, n o podría aparecer sin'sostener relaciones sig-
nificantes con la totalidad d e lo q u e es. C o m o la acción, la vida es
trascendencia trascendida y significación. N o hay diferencia de
naturaleza entre la acción y la vida concebida c o m o totalidad. L a
vida representa el c o n j u n t o de las significaciones q u e se trascienden
hacia objetos q u e n o son puestos c o m o estos sobre f o n d o de m u n d o .
L a vida es el cuerpo-fondo del prójimo, p o r oposición al cuerpo-
f o r m a , en t a n t o que ese cuerpo-fondo p u e d e ser captado, n o ya p o r
el para-sí del otro a título implícito y no-posicional, sino precisa-
m e n t e de m o d o explícito y objetivo p o r mí: aparece entonces c o m o
f o r m a significante sobre f o n d o de universo, pero sin d e j a r d e ser
f o n d o p a r a el p r ó j i m o y precisamente en tanto que fondo. Pero
conviene, h a c e r aquí u n a distinción i m p o r t a n t e : el c u e r p o ajeno, en
efecto, se aparece " a mi cuerpo". Esto significa q u e h a y u n a facti-
cidad de m í p u n t o d e vista sobre el prójimo. E n tal sentido, n o h a
d e confundirse m i posibilidad de c a p t a r u n ó r g a n o (brazo, m a n o )
sobre f o n d o d e totalidad corporal, con m i aprehensión explícita del
c u e r p o a j e n o o d e ciertas estructuras d e ese c u e r p o e n t a n t o q u e
vividas p o r el otro c o m o cuerpo-fondo. Sólo en el segundo caso
captamos al p r ó j i m o cono vida. E n el p r i m e r caso, en efecto, p u e d e
ocurrir q u e captemos c o m o f o n d o lo q u e p a r a él es f o r m a . C u a n d o
m i r o su m a n o , el resto del c u e r p o se unifica en fondo. Pero quizá
precisamente es su f r e n t e o su tórax lo q u e existe no-téticamente
c o m o f o r m a sobre u n f o n d o en q u e sus brazos y m a n o s se h a n diluido.
Resulta d e ello, claro está, q u e el c u e r p o a j e n o es u n a totalidad
sintética p a r a mí. Esto significa: 1 9 q u e n u n c a p o d r é c a p t a r el c u e r p o
a j e n o sino a p a r t i r de u n a situación total q u e lo i n d i q u e ; 2 9 q u e n o
podré percibir aisladamente u n órgano cualquiera del c u e r p o a j e n o
y q u e m e h a g o siempre indicar c a d a ó r g a n o singular a p a r t i r d e la
totalidad d e la carne o d e la vida. Así, m i percepción del cuerpo
a j e n o es radicalmente diversa de m i percepción d e las cosas.
I 9 El p r ó j i m o se m u e v e entre límites q u e aparecen en conexión
inmediata con sus movimientos y q u e son los términos a p a r t i r d e
los cuales m e h a g o indicar la significación de esos movimientos. Esos
límites son a la vez espaciales y temporales. Espacialmente, la sig-
nificación del 'gesto actual de P e d r o es el vaso situado a distancia
d e él. Así, en m i p r o p i a percepción voy del c o n j u n t o "mesa-vaso-
botella, t t c . " al movimiento del brazo, p a r a h a c e r m e a n u n c i a r lo
q u e es tal movimiento. Si el brazo está visible y el vaso oculto,
percibo el movimiento de P e d r o a p a r t i r de la idea p u r a d e situación
y a partir d e términos a p u n t a d o s en vacío allende los objetos q u e m e
ocultan el vaso, c o m o significación del gesto. T e m p o r a l m e n t e , c a p t o
siempre el gesto d e P e d r o en t a n t o q u e m e es a c t u a l m e n t e revelado
a partir d e términos f u t u r o s hacia los cuales tiende. Así, m e h a g o
a n u n c i a r el presente del c u e r p o p o r su f u t u r o y, m á s en general a ú n ,
p o r el f u t u r o del m u n d o . N o se p o d r á c o m p r e n d e r n u n c a el problema
psicológico de la percepción del c u e r p o a j e n o si n o se c a p t a a n t e
todo esta v e r d a d de esencia: el c u e r p o a j e n o es percibido d e m o d o
m u y diverso q u e los d e m á s cuerpos; pues, p a r a percibirlo, se va
siempre de lo q u e está f u e r a de él, en el espacio y el tiempo, a él
m i s m o ; se c a p t a su gesto " a contrapelo", por u n a suerte d e inversión
del tiempo y del espacio. Percibir al p r ó j i m o es hacerse a n u n c i a r
p o r el m u n d o lo q u e el p r ó j i m o es.
29 N o percibo j a m á s u n brazo q u e se eleva a lo largo d e u n
c u e r p o inmóvil; percibo a Pedro-que-levanta-la-mano. Y n o h a
d e entenderse con ello q u e yo refiera p o r juicio el movimiento de
la m a n o a u n a "conciencia" q u e lo provoque, sino q u e n o p u e d o
c a p t a r el m o v i m i e n t o d e la m a n o o del brazo sino c o m o u n a estruc-
t u r a temporal del c u e r p o íntegro. Aquí, el todo d e t e r m i n a el orden
V los movimientos d e las partes. P a r a convencerse d e q u e se t r a t a
efectivamente d e u n a percepción originaria del c u e r p o ajeno, basta
r e c o r d a r el h o r r o r q u e p u e d e suscitar la visión d e u n brazo roto, q u e
" n o p a r e c e pertenecer al cuerpo", o a l g u n a d e esas percepciones rá-
pidas en q u e vemos, p o r ejemplo, u n a m a n o (cuyo brazo está oculto)
t r e p a r c o m o u n a a r a ñ a a lo largo d e u n a p u e r t a . E n estos diversos
casos h a y desintegración del c u e r p o ; y esta desintegración es c a p t a d a
c o m o extraordinaria. Conocidas son, p o r otra parte, las p r u e b a s po-
sitivas q u e con f r e c u e n c i a h a n argüido los gestaltistas. Es notable,
en efecto, q u e la f o t o g r a f í a registre u n enorme engrosamiento d e las
manos de P e d r o c u a n d o las tiende h a c i a adelante (porque son c a p -
tadas p o r el a p a r a t o e n sus dimensiones propias y sin conexión sin-
tética con la totalidad c o r p o r a l ) , mientras q u e nosotros percibimos
esas mismas m a n o s sin engrosamiento a p a r e n t e si las miramos a sim-
ple vista. E n tal sentido, el c u e r p o aparece a p a r t i r de la situación
c o m o totalidad sintética de la vida y de la acción.
V a de suyo, después de estas observaciones, q u e el c u e r p o d e
P e d r o n o se distingue en m o d o a l g u n o d e Pedro-para-mí. Sólo existe
p a r a mí el c u e r p o del otro, con sus diversas significaciones; ser-obje-
to-para-otro y ser-cuerpo son dos modalidades ontológicas q u e cons-
tituyen traducciones rigurosamente equivalentes del ser-para-otro del
para-sí. D e este modo, las significaciones n o remiten a u n misterioso
psiquismo: son este psiquismo en t a n t o q u e éste es trascendencia-
trascendida. Sin d u d a , hay u n a criptología d e lo psíquico: cierto
fenómenos son "ocultos". P e r o esto n o significa en m o d o a l g u n o q u e
las significaciones se refieran a u n " m á s allá del cuerpo". Se refieren
al m u n d o y a sí mismas. E n particular, esas manifestaciones emocio-
nales o, de u n a m a n e r a m á s general, esos fenómenos llamados d e
expresión, n o nos indican d e n i n g u n a m a n e r a u n a afección oculta
y vivida p o r algún psiquismo q u e sería el objeto inmaterial d e las
investigaciones del psicólogo: esos fruncimientos d e ceño, ese rubor,
ese t a r t a m u d e o , ese leve temblor d e manos, esas m i r a d a s hacia a b a j o
<|ue p a r e c e n a la vez tímidas y amenazantes, n o expresan la cólera,
sino q u e son la cólera. Pero h a d e entenderse b i e n : en sí mismo, u n
p u ñ o cerrado n o es n a d a y n a d a significa. P e r o t a m p o c o percibimos
nunca un puño cerrado: percibimos u n h o m b r e que, en cierta situa-
ción, cierra el puño. Este a c t o significante considerado en conexión
con el pasado y los posibles, c o m p r e n d i d o p a r t i e n d o d e l a totalidad
sintética " c u e r p o en situación", es- la cólera. Ésta n o remite a n a d a
más q u e a acciones en el m u n d o ' ( g o l p e a r , insultar, e t c . ) , es decir,
a nuevas actitudes significantes del cuerpo. N o podemos salir d e
ello: el " o b j e t o psíquico" está e n t e r a m e n t e e n t r e g a d o a la percep-
ción, y es inconcebible f u e r a d e estructuras corporales. Si esto n o
se h a advertido hasta el d í a de hoy, o si quienes lo h a n sostenido,
como los behavioristas, n o h a n c o m p r e n d i d o m u y bien ellos mismos
lo q u e querían decir y h a n suscitado el escándalo e n torno, ello se
debe a q u e suele creerse q u e todas las percepciones son del m i s m o
tipo. D e hecho, la percepción debe entregarnos i n m e d i a t a m e n t e el
objeto espaciotemporal. Su estructura f u n d a m e n t a l es l a - n e g a c i ó n
i n t e r n a ; y m e entrega el objeto tal cual es, n o c o m o u n a v a n a imagen
de alguna realidad f u e r a d e alcance. Pero, precisamente p o r eso, a
c a d a tipo de realidad corresponde u n a n u e v a estructura d e percep-
ción. El c u e r p o es el objeto psíquico p o r excelencia, el único objeto
psíquico. Pero, si se considera q u e es trascendencia-trascendida,
su percepción n o podría, por naturaleza, ser del m i s m o tipo q u e la
de los objetos inanimados. Y n o h a d e entenderse con ello q u e se
haya enriquecido progresivamente, sino q u e es originariamente d e
diversa estructura. Así, n o es necesario recurrir al h á b i t o o al razo-
n a m i e n t o por analogía p a r a explicar q u e comprendamos las c o n d u c -
tas^ expresivas: éstas se entregan originariamente a la percepción
c o m o comprensibles; su sentido f o r m a p a r t e de su ser, c o m o el color
del papel f o r m a p a r t e del ser del papel. N o es, pues, necesario re-
ferirse a otras conductas p a r a comprenderlas, así c o m o t a m p o c o es
necesario referirse al color de la mesa, del follaje o d e otros papeles
p a r a percibir el color de la h o j a colocada a n t e m í .

E m p e r o , el c u e r p o a j e n o nos es d a d o i n m e d i a t a m e n t e c o m o lo
q u e el otro es. E n tal sentido, lo captamos c o m o lo q u e es per-
p e t u a m e n t e trascendido h a c i a u n objetivo p o r c a d a significación
particular. T o m e m o s u n h o m b r e q u e c a m i n a . Desde el origen,
c o m p r e n d o su a n d a r a p a r t i r de u n c o n j u n t o espaciotemporal (calle-
calzada-acera-negocios-autos, e t c . ) , algunas de cuyas estructuras re-
p r e s e n t a n el s e n t i d o - p o r - v e n i r d e la m a r c h a . P e r c i b o esta m a r c h a
y e n d o del f u t u r o al p r e s e n t e — a u n q u e el f u t u r o e n cuestión perte-
n e z c a al t i e m p o universal y sea u n p u r o " a h o r a " q u e a ú n n o es
a h í — . L a m a r c h a m i s m a , p u r o d e v e n i r i n c a p t a b l e y nihilizador, es
el presente. P e r o este p r e s e n t e es u n t r a s c e n d e r h a c i a u n t é r m i n o
f u t u r o , algo q u e m a r c h a ; a l l e n d e el presente p u r o e i n c a p t a b l e del
m o v i m i e n t o del brazo, i n t e n t a m o s c a p t a r el substrato del m o v i m i e n t o
Este substrato, q u e n o c a p t a m o s j a m á s tal c u a l es, salvo e n el c a d á v e r ,
está, e m p e r o , s i e m p r e a h í c o m o lo t r a s c e n d i d o , lo p r e t e r - i d o 1 , el
pasado. C u a n d o h a b l o d e u n b r a z o - e n - m o v i m i e n t o , considero ese
b r a z o q u e estaba en reposo c o m o sustancia del m o v i m i e n t o . H e m o s
s e ñ a l a d o e n n u e s t r a s e g u n d a p a r t e q u e s e m e j a n t e c o n c e p c i ó n n o es
scstenible: lo q u e se m u e v e n o p u e d e ser el b r a z o i n m ó v i l ; el movi-
m i e n t o es u n a e n f e r m e d a d d e l ser. N o p o r eso es m e n o s v e r d a d q u e
el m o v i m i e n t o psíquico se refiere a dos términos, el t é r m i n o f u t u r o
d e su terminación y el t é r m i n o p a s a d o : el ó r g a n o inmóvil al c u a l
a l t e r a y trasciende. Y p e r c i b o , p r e c i s a m e n t e , el m o v i m i e n t o - d e l - b r a z o
c o m o u n a p e r p e t u a e i n c a p t a b l e remisión h a c i a u n ' s e r - p a s a d o . E s t e
s e r - p a s a d o (el brazo, la p i e r n a , el c u e r p o í n t e g r o e n r e p o s o ) , n o es
visto p o r m í ; n o p u e d o j a m á s sino e n t r e v e r l o a través del m o v i m i e n t o
q u e lo trasciende y al cual soy presencia, tal c o m o se e n t r e v é u n
g u i j a r r o -en el f o n d o del río, a través del m o v i m i e n t o d e las aguas.
E m p e r o , esa i n m o v i l i d a d d e ser s i e m p r e trascendida jamás realizada,
a la c u a l m e r e f i e r o p e r p e t u a m e n t e p a r a n o m b r a r lo que es e n m o v i -
m i e n t o , es la f a c t i c i d a d p u r a , la p u r a carne, el p u r o en-sí c o m o p a -
sado p e r p e t u a m e n t e p r e t e r i f i c a d o d e la t r a s c e n d e n c i a - t r a s c e n d i d a .
Ese p u r o en-sí q u e n o existe sino a título d e trascendido, en y
p o r ese trascender, c a e e n la categoría d e cadáver si cesa d e ser re-
v e l a d o y e n m a s c a r a d o a la vez p o r la t r a s c e n d e n c i a - t r a s c e n d i d a .
A título d e cadáver, es decir, d e puro pasado de una vida, d é simple
vestigio, n o es t a m p o c o v e r d a d e r a m e n t e comprensible sino a p a r t i r
d e l t r a s c e n d e r q u e ya n o lo t r a s c i e n d e : es lo que ha sido trascendido
hacia situaciones perpetuamente renovadas. Pero, en tanto que, por
o t r a p a r t e , a p a r e c e e n el p r e s e n t e c o m o p u r o en-sí, existe c o n res-
p e c t o a los d e m á s "estos" e n la simple relación d e e x t e r i o r i d a d indi-
f e r e n t e : el c a d á v e r ya no es más en situación. A l m i s m o t i e m p o se
d e s m o r o n a , e n sí m i s m o , e n u n a m u l t i p l i c i d a d d e seres q u e m a n t i c -

1
Como en casos anteriores, "lo preter-ido" es agregado de la traducción.
(N. del T.)
n e n m u t u a m e n t e relaciones de p u r a exterioridad. El estudio de la
exterioridad q u e subtiende siempre a la facticidad, en t a n t o q u e esta
exterioridad n o es n u n c a perceptible sino sobre el cadáver, es la
anatomía. L a reconstitución sintética del viviente partiendQ d e los
cadáveres es la fisiología. Ésta se h a c o n d e n a d o desde el comienzo a
n o c o m p r e n d e r n a d a d e la vida, puesto q u e la concibe simplemente
c o m o u n a m o d a l i d a d particular d e la m u e r t e ; puesto q u e ve la divi-
sibilidad al infinito del cadáver como h e c h o p r i m e r o y n o conoce la
u n i d a d sintética del "trascender h a c i a " p o r el cual la divisibilidad al
infinito es p u r a y simplemente pasado. A u n el estudio d e la vida en
el ser viviente, a u n las vivisecciones, a u n el estudio de la vida del
protoplasma, a u n la embriología o el estudio del huevo, serían inca-
paces d e encontrar la v i d a : el ó r g a n o q u e se observa está vivo, pero
n o está f u n d i d o en la u n i d a d sintética de una vida, sino compren-
d i d o p a r t i e n d o de la anatomía, es decir, p a r t i e n d o d e la muerte.
Sería, pues, u n error e n o r m e creer q u e el c u e r p o a j e n o q u e se nos
devela originariamente es el c u e r p o d e la anátomo-fisiología. E r r o r
n o menos grave que el d e c o n f u n d i r nuestros sentidos " p a r a nosotros"
con nuestros órganos sensoriales para-otro. El cuerpo a j e n o es la fac-
ticidad de la trascendencia-trascendida en t a n t o q u e esta facticidad
es p e r p e t u a m e n t e nacimiento, es decir, q u e se refiere a la exterio-
ridad de indiferencia de u n en-sí p e r p e t u a m e n t e trascendido.
Estas consideraciones permiten explicar lo q u e llamamos el ca-
rácter. H a d e notarse, én efecto, q u e el carácter n o tiene existencia
distinta sino a título de Objeto de conocimiento p a r a el prójimo. L a
conciencia n o conoce su propio carácter — a menos d e determinarse
reflexivamente desde el p u n t o d e vista del p r ó j i m o — ; ella lo existe
en p u r a indistinción, n o temáticamente y no téticamente, en el ex-
p e r i m e n t a r su propia contingencia y en la nihilización por el cual
reconoce y trasciende su propia facticidad. P o r eso la p u r a descrip-
ción introspectiva d e sí n o descubre n i n g ú n carácter: el héroe d e
Proust " n o tiene" c a r á c t e r directamente c a p t a b l e ; se entrega prime-
ramente, en c u a n t o consciente d e sí mismo, c o m o u n c o n j u n t o d e
reacciones generales y comunes a todos los hombres ("mecanismos"
d e la pasión, las emociones, orden d e aparición d e los recuerdos,
e t c . ) , e n q u e c a d a cual p u e d e reconocerse: pues esas reacciones per-
tenecen a la "naturaleza" general d e lo psíquico. Si llegamos (como
lo h a i n t e n t a d o A b r a h a m en su libro sobre Proust) a d e t e r m i n a r el
carácter del héroe proustiano (por ejemplo, a propósito d e su debi-
lidad, de su pasividad, de la conexión singular del a m o i y el dinero
en é l ) , lo hacemos i n t e r p r e t a n d o los datos brutos: adoptamos sobre
éstos u n p u n t o de vista, los c o m p a r a m o s e intentamos extraer rela-
ciones p e r m a n e n t e s y objetivas. Pero ello necesita perspectiva: en
t a n t o q u e el lector, siguiendo la óptica general d e la lectura, se iden-
tifica .con .el héroe de la novela, el carácter d e " M a r c e l " le escapa;
m e j o r a ú n : n o existe e n ese nivel; sólo aparece si r o m p o con la
complicidad q u e m e u n e al escritor, si considero el libro n o ya como
u n contidentp sino como u n a confidencia, o, m e j o r a ú n : como u n
documento. Ese carácter, pues, n o existe sino en el p l a n o del p a r a -
otro, y p o r esa razón las m á x i m a s y descripciones d e los "moralistas",
es decir, de los autores franceses q u e h a n e m p r e n d i d o la t a r e a de
construir u n a psicología objetiva y social, n o coinciden j a m á s con
l a experiencia vivida del sujeto. Pero, si el carácter es esencialmente
para otro, n o p u e d e distinguirse del c u e r p o tal como lo hemos des-
crito. Suponer, por ejemplo, q u e el t e m p e r a m e n t o es causa del
carácter, q u e el " T e m p e r a m e n t o sanguíneo" es causa de la irascibi-
lidad, es p o n e r el carácter c o m o entidad psíquica d o t a d a d e todos
los aspectos d e la objetividad, y sin e m b a r g o subjetiva y padecida
p o r el sujeto. D e hecho, la irascibilidad del p r ó j i m o es conocida
desde a f u e r a y desde el origen es trascendida por mi trascendencia.
E n este sentido, n o se distingue, p o r ejemplo, del " t e m p e r a m e n t o
sanguíneo". E n ambos casos captamos la misma rojez apoplética, los
mismos aspectos corporales, p e r o trascendemos diversamente esos
datos según nuestros proyectos: se t r a t a r á del temperamento si en-
caramos esa rojez como manifestación del cuerpo-fondo, es decir,
escindiéndola d e sus nexos con la situación; a u n si intentamos com-
p r e n d e r l a a partir del cadáverpodremos delinear su estudio fisioló-
gico y m é d i c o ; al contrario, si la encaramos yendo a ella a partir
d e la situación global, será la cólera misma, o bien u n a promesa d e
cólera, o, m e j o r a ú n , u n a cólera en promesa, es decir, u n a relación
p e r m a n e n t e con las cosas-utensilios, u n a potencialidad. E n t r e el tem-
p e r a m e n t o y el carácter n o hay, pues, sino u n a diferencia d e razón,
y el carácter se identifica con el cuerpo. Es lo q u e justifica las ten-
tativas de m u c h o s autores p a r a instituir u n a fisiognómica c o m o base
d e los estudios caracterológicos y, en particular, los bellos estudios
d e Kretschmer sobre el carácter y la estructura corpórea. E l carác-
ter del prójimo, en efecto, se da- i n m e d i a t a m e n t e a la intuición como
c o n j u n t o sintético. Esto n o significa q u e podamos en seguida des-
cribirlo. R e q u e r i r á t i e m p o hacer aparecer estructuras diferenciadas,
explicitar ciertos datos q u e hemos c a p t a d o inmediatamente de m o d o
afectivo, transformar esa indistinción global que es el cuerpo a j e n o
en forma organizada. Podremos equivocarnos, y será lícito también
recurrir a conocimientos generales y discursivos (leyes empírica o
estadísticamente establecidas acerca de otros sujetos) p a r a interpretar
lo que vemos. Pero, de todos modos, no se t r a t a sino de explicitar
y organizar con vistas a la previsión y a la acción del contenido de
nuestra intuición primera. Es, sin d u d a alguna, lo que quieren decir
quienes repiten que "la primera impresión n o engaña". Desde el
primer encuentro, en efecto, el prójimo se d a íntegra e inmediata-
mente, sin velo ni misterio. Llegar a conocer es, en este caso, com-
prender, desarrollar y apreciar.
Empero, el prójimo es d a d o así en lo que él es. El carácter n o
difiere de la facticidad, es decir, de la contingencia originaria. Cap-
tamos al prójimo como libre; hemos señalado antes qué la libertad
es u n a cualidad objetiva del prójimo como poder incondicionado de
modificar situaciones. Ese poder no se distingue del que constituye
originariamente al prójimo, que es el poder de hacer que u n a situa-
ción exista en general: poder modificar u n a situación, en efecto,
es hacer precisamente q u e una situación exista. L a libertad objetiva
del prójimo no es sino trascendencia-trascendida; es libertad-ob-
jeto, como lo hemos establecido. E n este sentido, el p r ó j i m o aparece
como aquel que debe comprenderse a partir de u n a situación per-
petuamente modificada. A esto se debe que el cuerpo sea siempre
el Pasado. E n este sentido, el carácter del prójimo se nos entrega
como lo preter-ido, lo trascendido. A u n la irascibilidad como pro-
mesa de cólera es siempre promesa trascendida. Así, el carácter se
da como la facticidad del prójimo en tanto que accesible a m i in-
tuición, pero también en tanto que no es sino p a r a ser trascendida.
E n este sentido, " m o n t a r en cólera" es ya trascender la irascibilidad
por el hecho mismo de consentirse a ella, es darle u n sentido; la
cólera aparecerá, pues, como la recuperación de Ja irascibilidad por
la libertad-objeto. Ello n o quiere decir que con eso seamos remitidos
a u n a subjetividad, sino sólo que lo que aquí trascendemos es no
sólo la facticidad del prójimo sino también su trascendencia; n o
sólo su ser, es decir, su pasado, sino también su presente y su por-
venir. Aunque la cólera a j e n a se m e aparezca siempre como libre-
cólera (lo que es evidente, por el hecho mismo de que la juzgo),
puedo siempre trascenderla, es decir, atizarla o apaciguarla; mejor
a ú n : sólo la capto trascendiéndola. Así, el cuerpo, siendo la fac-
ticidad de la trascendencia-trascendida, es siempre cuerpo-que-
¿ndica-más-allá-de-sí-mismo: a la vez e n el espacio — e s la situación—
y e n el t i e m p o — e s la l i b e r t a d - o b j e t o — . E l c u e r p o p a r a o t r o es el
o b j e t o m á g i c o p o r excelencia. Así, el c u e r p o a j e n o es s i e m p r e " c u e r -
p o - m á s - q u e - c u e r p o " , p o r q u e el p r ó j i m o m e es d a d o sin i n t e r m e d i a -
rio y t o t a l m e n t e e n el p e r p e t u o t r a s c e n d e r su f a c t i c i d a d . P e r o este
t r a s c e n d e r n o m e r e m i t e a u n a s u b j e t i v i d a d : es el h e c h o objetivo
d e q u e el c u e r p o — s e a c o m o o r g a n i s m o , c o m o c a r á c t e r o c o m o u t e n -
silio—, n o se m e a p a r e c e j a m á s sin entornos, y d e b e ser d e t e r m i n a d o
a p a r t i r d e estos entornos. El c u e r p o del p r ó j i m o n o d e b e ser con-
f u n d i d o con su o b j e t i v i d a d . L a o b j e t i v i d a d del p r ó j i m o es su tras-
c e n d e n c i a c o m o trascendida. El c u e r p o es la f a c t i c i d a d de - esta
trascendencia. P e r o c o r p o r e i d a d y o b j e t i v i d a d del p r ó j i m o son
r i g u r o s a m e n t e inseparables.

III

LA TERCERA DIMENSIÓN ONTOLÓGICA DEL CUERPO

Existo m i c u e r p o : tal es su p r i m e r a dimensión d e ser. M i cuer-


p o es u t i l i z a d o y c o n o c i d o p o r el p r ó j i m o : t a l es su s e g u n d a d i m e n -
sión. Pero, e n t a n t o q u e soy para otro, el o t r o se m e devela c o m o
el s u j e t o p a r a el c u a l soy objeto. H e m o s visto q u e ésta es, inclusive,
mi- relación f u n d a m e n t a l c o n el p r ó j i m o . Existo, pues, p a r a m í c o m o
conocido por otro; en particular, como conocido en m i facticidad
m i s m a . Existo p a r a m í c o m o c o n o c i d o p o r o t r o a t í t u l o d e c u e r p o .
T a l es la t e r c e r a d i m e n s i ó n ontológica d e m i c u e r p o . E s la q u e
h e m o s d e e s t u d i a r a h o r a ; c o n ella h a b r e m o s a g o t a d o la cuestión d e
los m o d o s d e ser del c u e r p o .
C o n la a p a r i c i ó n d e la m i r a d a a j e n a t e n g o la revelación d e m i
ser-objeto, es decir, d e m i trascendencia c o m o trascendida. U n
yo-objeto se revela a m í c o m o el ser incognoscible, c o m o l a h u i d a -
hacia-el-otro, q u e soy en p l e n a responsabilidad. Pero, si n o p u e d o
c o n o c e r n i siquiera concebir ese yo e n su r e a l i d a d , p o r lo m e n o s n o
d e j o d e c a p t a r a l g u n a s d e sus e s t r u c t u r a s formales. E n p a r t i c u l a r ,
m e siento a l c a n z a d o p o r el o t r o e n m i existencia de h e c h o ; soy
responsable d e m i ser-ahí-para-otro. Ese ser-ahí es p r e c i s a m e n t e el
c u e r p o . Así, el e n c u e n t r o con el p r ó j i m o n o m e a l c a n z a sólo e n m i
t r a s c e n d e n c i a : en y p o r la t r a s c e n d e n c i a q u e el p r ó j i m o trasciende,
la f a c t i c i d a d q u e m i trascendencia nihiliza y trasciende existe p a r a
el prójimo, y, en la m e d i d a en q u e soy consciente de existir p a r a otro,
c a p t o m i propia facticidad n o ya sólo en su nihilización no-tética,
n o ya sólo cxistiéndola, sino en su h u i d a hacia u n ser-en-medio-del-
m u n d o . El choque del "encuentro con el p r ó j i m o es u n a revelación
en vacío, p a r a mí, de la existencia de m i cuerpo, a f u e r a , c o m o u n
en-sí p a r a el otro. Así, m i c u e r p o n o se d a sencillamente c o m o lo
p u r a y simplemente vivido: sino q u e esto vivido, en el hecho y p o r
el hecho contingente y absoluto d e la existencia a j e n a , se prolonga
a f u e r a , en u n a dimensión de h u i d a q u e m e escapa. L a p r o f u n d i d a d
d e ser d e m i c u e r p o p a r a mí es ese p e r p e t u o " a f u e r a " de m i " d e n -
t r o " m á s íntimo. E n la m e d i d a en q u e la omnipresencia del p r ó j i m o
es el hecho f u n d a m e n t a l , la objetividad de. m i ser-ahí es u n a dimen-
sión constante d e m i facticidad; existo m i contingencia en t a n t o q u e
la trasciendo hacia mis posibles y en t a n t o q u e ella m e huye solapa-
d a m e n t e hacia u n irremediable. M i c u e r p o es ahí n o sólo c o m o el
p u n t o d a vista q u e soy, sino t a m b i é n c o m o u n p u n t o d e vista sobre
el cual se a d o p t a n a c t u a l m e n t e puntos d e vista q u e yo n o p o d r é
alcanzar j a m á s ; m e escapa por todas partes. Esto significa, en primer
lugar, que este c o n j u n t o d e sentidos q u e n o p u e d e n captarse a sí
mismos se d a c o m o c a p t a d o en otra p a r t e y por otros. Esta c a p t a -
ción q u e así se manifiesta" e n vacío n o tiene el c a r á c t e r d e u n a nece-
sidad ontológica; n o p u e d e derivársela d e la existencia misma .de m i
facticidad, sino q u e es u n h e c h o evidente y absoluto; tiene el carác-
ter d e u n a necesidad de hecho. C o m o ipi facticidad es p u r a con-
tingencia y se m e revela no-téticamente' c o m o necesidad d e hecho,
el ser-para-otro d e esta facticidad viene a multiplicar la contingencia
d e esta f a c t i c i d a d : ella se pierde y m e huye hacia u n infinito d e
contingencia q u e m e escapa. Así, en el m o m e n t o mismo en que vivo
mis sentidos como ese p u n t o de vista íntimo sobre el cual n o p u e d o
a d o p t a r n i n g ú n p u n t o de vista, el ser-para-otro m e infesta: mis sen-
tidos son. P a r a el otro, son como esta mesa o aquel árbol son p a r a
m í ; son en medio de algún mundo-, son en y por el d e r r a m e absoluto
d e mi m u n d o hacia el prójimo» Así, la relatividad d e mis sentidos,
q u e n o p u e d o pensar abstractamente sin destruir mi m u n d o , es a la
vez p e r p e t u a m e n t e presentificada a mí por la existencia del otro;
pero es u n a p u r a e incaptable aprcsentación Del mismo modo, m i
c u e r p o es p a r a m í el instrumento que soy y q u e n o p u e d e ser utilizado
por ningún instrumento; pero, en la m e d i d a en q u e el prójimo, en
el encuentro original, trasciende hacia sus propias posibilidades mi
ser-ahí, ese instrumento que soy m e es presentificado como instru-
mentó sumido en una serie instrumental infinita, a u n q u e no p u e d a
yo en modo alguno adoptar un p u n t o de vista que sobrevuele la
serie. M i cuerpo, en tanto que alienado, m e escapa hacia u n ser-
utensilio-entre-utensilios, hacia un ser-órgano-sensible-captado-por-
órganos-sensibles, y ello con una destrucción alienadora y un desmo-
ronamiento concreto de mi mundo, que se d e r r a m a hacia el otro y
que el otro recaptará en su m u n d o . Por ejemplo, cuando u n médico
m e ausculta, percibo su oreja, y, en la medida en que los objetos
del m u n d o m e indican como centro de referencia absoluto, esa oreja
percibida indica ciertas estructuras como formas que yo existo sobre
m i cuerpo-fondo. Esas estructuras son precisamente —y en el surgi-
miento mismo de mi ser—- algo p u r a m e n t e vivido, que yo existo y
nihilizo. Asi, tenemos en primer lugar la conexión original entre
la designación y lo vivido: las cosas percibidas designan aquello que
"yo existo" subjetivamente. Pero, desde q u e capto, sobre el desmo-
ronarse del objeto sensible "oreja", al médico en cuanto que oye los
ruidos de mi cuerpo y siente mi cuerpo con el suyo, lo vivido de-
signado se convierte en designado como cosa fuera de mi subjetividad,
en medio de un m u n d o que n o es el mío. M i cuerpo es designado
como alienado. L a experiencia de mi alienación se efectúa en y p o r
estructuras afectivas, como la timidez. "Sentirse enrojecer", "sentir-
se transpirar", etc., son expresiones impropias que el tímido usa
p a r a explicar su estado: lo que quiere decir con eso es que tiene u n a
conciencia viva y constante de su cuerpo tal como éste es no p a r a él
sino para el otro. El constante malestar que es captación de la alie-
nación de mi cuerpo como irremediable puede determinar psicosis
como la ereutofobia; éstas no son n a d a más que la captación meta-
física y horrorizada de la existencia de mi cuerpo p a r a el otro. Se
dice a m e n u d o que el tímido se siente "embarazado por su propio
cuerpo". A decir verdad, esta expresión es impropia: n o podría sen-
tirme embarazado por mi cuerpo tal como lo existo. L o que debería
embarazarme sería mi cuerpo tal cual es para el otro. Y t a m p o c o
esta expresión es feliz, pues no puedo sentirme embarazado sino por
u n a cosa concreta que, presente en el interior de mi universo, m e
moleste c u a n d o me dispongo a emplear otros utensilios. Aquí, el
embarazo es más sutil, pues lo que m e molesta está ausente; no en-
cuentro nunca mi cuerpo p a r a otro como un obstáculo; sino que, al
contrario, el cuerpo puede ser molesto porque no es n u n c a ahí, por-
que permanece incaptable. T r a t o de alcanzarlo, de dominarlo, d e
servirme de él como de u n instrumento —puesto que se da también
c o m o instrumenta en un mundo— p a r a darle el m o d e l a d o y la ac-
t i t u d convenientes; pero precisamente está p o r principio f u e r a d e
alcance, y todos los actos q u e c u m p l o p a r a a p r o p i a r m e d e él m e
e s c a p a n a su vez y se fijan, a distancia de mí, c o m o cuerpo-para-el-
otro. Así, d e b o a c t u a r p e r p e t u a m e n t e " a ciegas", tirar al tanteo,
sin conocer j a m á s los resultados de m i tiro. Por eso el esfuerzo del
tímido, u n a vez q u e haya reconocido lo v a n o de esas tentativas, con-
sistirá en suprimir su cuerpo-para-el-otro. C u a n d o desea " d e j a r d e
tener c u e r p o " , "ser invisible", etc., lo q u e quiere aniquilar n o es su
cuerpo-para-sí sino esa incaptable dimensión del cuerpo-alienado.
E n efecto, atribuimos t a n t a realidad al cuerpo-para-el-otro c o m o
al cuerpo-para-nosotros. M á s a ú n : el cuerpo-para-el-otro es el
cuerpo-para-nosotros, p e r o incaptable y alienado. Nos parecef enton-
ces q u e el o t r o c u m p l e p o r nosotros u n a f u n c i ó n d e q u e somos inca-
paces y que, sin embargo, nos i n c u m p l e : vernos como somos. El len-
g u a j e , al revelarnos — e n vacío— las principales estructuras d e nues-
t r o cuerpo-para-otro (mientras q u e el c u e r p o existido es i n e f a b l e ) ,
nos incita a descargarnos e n t e r a m e n t e sobre el p r ó j i m o d e nuestra
p r e t e n d i d a misión. Nos resignamos a vernos p o r los ojos a j e n o s ; esto
significa q u e intentamos saber d e nuestro ser p o r las revelaciones del
lenguaje. Así, aparece todo u n sistema d e correspondencias verbales,
p o r el cual nos hacemos designar nuestro c u e r p o tal cual es p a r a el
otro, utilizando estas designaciones p a r a n o m b r a r nuestro c u e r p o tal
c u a l es p a r a nosotros. E n este nivel se produce la asimilación a n a -
lógica entre el c u e r p o a j e n o y el mío. Es necesario, en efecto, p a r a
p o d e r pensar q u e " m i c u e r p o es p a r a el p r ó j i m o c o m o el c u e r p o
d e l p r ó j i m o es p a r a m í " , h a b e r e n c o n t r a d o al p r ó j i m o en su subje-
tividad objetivante y después c o m o objeto; es menester, p a r a juzgar
el c u e r p o a j e n o c o m o objeto semejante al mío, q u e aquél m e h a y a
sido d a d o c o m o objeto y q u e m i c u e r p o m e haya develado p o r su
p a r t e u n a dimensión-objeto. J a m á s la analogía o la semejanza p u e d e
constituir primeramente el objeto-cuerpo del p r ó j i m o y la objetividad
d e m i cuerpo, sino que, al contrario, ambas objectidades deben existir
previamente p a r a q u e p u e d a intervenir u n principio analógico. Aquí,
pues, el lenguaje m e enseña las estructuras p a r a otro d e m i cuerpo.
E s menester comprender, empero, q u e e n t r e m i c u e r p o y m i con-
ciencia q u e lo existe, el lenguaje con sus significaciones n o p u e d e
deslizarse en el p l a n o irreflexivo. E n este plano, l a alienación del
c u e r p o hacia el p r ó j i m o y su tercera dimensión de ser n o p u e d e n
ser sino experimentadas e n vacío; n o son sino u n a prolongación d e
la facticidad vivida. N i n g ú n concepto, n i n g u n a intuición cognosci-
tiva p u e d e vincularse a ello. L a objectidad d e m i c u e r p o p a r a otro
n o es objeto p a r a m í y n o p o d r í a constituir m i c u e r p o c o m o objeto:
es e x p e r i m e n t a d a c o m o h u i d a del c u e r p o q u e existo. P a r a q u e los
conocimientos q u e el p r ó j i m o posee sobre m i c u e r p o y q u e m e co-
m u n i c a p o r el l e n g u a j e p u e d a n d a r a m i c u e r p o - p a r a - m í u n a estruc-
t u r a de tipo particular, es menester q u e se a p l i q u e n a u n o b j e t o y
q u e m i c u e r p o sea ya o b j e t o p a r a mí. Así, pues, esos conocimientos
sólo p u e d e n e n t r a r en j u e g o a nivel d e la conciencia reflexiva; n o
cualificarán a la facticidad en t a n t o q u e p u r a m e n t e existida p o r la
conciencia no-tética, sino a la facticidad c o m o cuasi-objeto a p r e -
h e n d i d o p o r la reflexión. Este estrato conceptual, al insertarse e n t r e
el cuasi-objeto y la conciencia reflexiva, llevará a c a b o l a objetiva-
ción del cuasi-cuerpo psíquico. L a reflexión, c o m o hemos visto, a p r e -
h e n d e la facticidad y la trasciende h a c i a u n -irreal cuyo esse es u n
p u r o percipi y al q u e h e m o s l l a m a d o lo psíquico. L o psíquico está
constituido. Los conocimientos conceptuales q u e a d q u i r i m o s en nues-
t r a historia y q u e nos vienen í n t e g r a m e n t e d e nuestro comercio con
el P r ó j i m o p r o d u c i r á n u n estrato constitutivo del c u e r p o psíquico.
E n u n a p a l a b r a , en t a n t o q u e p a d e c e m o s reflexivamente n u e s t r o
cuerpo, lo constituimos e n cuasi-objeto p o r la reflexión c ó m p l i c e ;
así, la observación proviene d e nosotros mismos. Pero, desde q u e lo
conocemos, es decir, desde q u e lo c a p t a m o s en u n a intuición p u r a -
m e n t e cognoscitiva, lo constituimos p o r esta intuición m i s m a con los
conocimientos del p r ó j i m o , es decir, tal c o m o n o p o d r í a ser n u n c a
por sí mismo p a r a nosotros. L a s estructuras cognoscibles d e nuestro
c u e r p o psíquico indican, pues, simplemente y en vacío, la alienación,
p e r p e t u a d e éste. E n l u g a r de vivir esta alienación, la constituimos
en vacío trascendiendo la f a c t i c i d a d vivida h a c i a el cuasi-objeto q u e
es el cuerpo-psíquico y trascendiendo a su vez este cuasi-objeto pade-
cido hacia caracteres d e ser que, p o r principio, n o p o d r í a n serme
dados, sino q u e son simplemente significados.
Volvamos, por ejemplo, a n u e s t r a descripción del dolor "físico".
H e m o s visto c ó m o la reflexión, al "padecerlo", lo constituía en M a l .
H a b í a m o s d e b i d o entonces detener allí n u e s t r a descripción, pues n o s
f a l t a b a n los medios p a r a ir m á s lejos. A h o r a podemos proseguir:
el M a l q u e p a d e z c o p u e d o e n c a r a r l o en su En-sí, es decir, precisa-
mente, en su ser-para-otro. E n ese m o m e n t o lo conozco, es decir, l o
e n c a r o en su dimensión de ser q u e m e escapa, en la faz q u e vuelve
h a c i a los Otros, y m i visión se i m p r e g n a con el saber q u e m e h a
a p o r t a d o el lenguaje, es decir, utilizo conceptos instrumentales q u e
m e vienen del P r ó j i m o y q u e yo n o h u b i e r a p o d i d o en n i n g ú n caso
p o r m í mismo f o r m a r y dirigir sobre mi cuerpo. Conozco m i c u e r p o
p o r medio d e los conceptos del Prójimo. P e r o se sigue d e ello q u e
en la propia reflexión a d o p t o el p u n t o d e vista del P r ó j i m o sobre m i
c u e r p o ; intento c a p t a r l o como si yo f u e r a P r ó j i m o con respecto a
él. Es evidente q u e las categorías q u e entonces aplico al M a l lo
constituyen en vacío, es decir, en u n a dimensión q u e m e escapa. ¿ Por
q u é hablar entonces d e intuición? Pues porque, pese a todo, el
cuerpo padecido sirve d e núcleo, d e materia, a las significaciones
alienadoras que lo trascienden: es ese Mal q u e m e escapa hacia ca-
racterísticas nuevas, a las cuales establezco c o m o limites y esquemas
d e organización vacíos. Así, p o r ejemplo, m i M a l , padecido c o m o
psíquico, se m e a p a r e c e r á reflexivamente c o m o m a l del estómago.
C o m p r e n d a m o s bien q u e el dolor " d e estómago" es el estómago
mismo en t a n t o q u e vivido dolorosamente. E n t a n t o q u e tal, ese
dolor n o es, antes d e la intervención del estrato alienador cognos-
citivo, ni signo local ni localización. L a gastralgia es el estómago
presente a la conciencia como cualidad p u r a de dolor. E n t a n t o q u e
tal, según hemos visto, el m a l se distingue p o r sí mismo — y sin ope-
ración intelectual d e identificación o d e discriminación— de cual-
quier otro dolor, d e cualquier otro M a l . Sólo q u e en este nivel "el
estómago" es algo inefable, q u e n o podría ser n o m b r a d o ni p'ensado:
es sólo esa f o r m a p a d e c i d a q u e se destaca sobre f o n d o de cuerpo-
existido. El saber objetivante q u e trasciende a h o r a al M a l padecido
hacia el estómago n o m b r a d o es saber de cierta naturaleza objetiva
del estómago: sé q u e éste tiene f o r m a de gaita, cfue es u n saco, q u e
produce jugos, diastasas, q u e está envuelto en u n a túnica m u s c u l a r
de fibras lisas, etc. P u e d o saber t a m b i é n — p o r q u e u n médico m e
lo haya dicho— q u e está a f e c t a d o d e úlcera. Y también p u e d o re-
presentarme esta úlcera con m a y o r o m e n o r nitidez. P u e d o encararla
como algo q u e roe, c o m o Una ligera p o d r e d u m b r e i n t e r n a ; p u e d o
concebirla p o r analogía con los abscesos, las erupciones d e la fiebre,
el pus o los chancros, etc. T o d o ello, p o r principio, proviene d e co-
nocimientos adquiridos por m í d e los Otros, o de conocimientos q u e
los Otros tienen d e mí. E n t o d o caso, eso n o podría constituir m i
M a l en t a n t o q u e gozo de él sino en t a n t o q u e m e escapa. El estó-
m a g o y la úlcera se convierten en direcciones d e f u g a , en perspecti-
vas de alienación del objeto de q u e goza. Entonces aparece u n n u e -
vo estrato de existencia: habíamos trascendido el dolor vivido hacia
el m a l p a d e c i d o ; a h o r a trascendemos el m a l h a c i a la Enfermedad.
L a E n f e r m e d a d , en c u a n t o psíquica, es p o r cierto m u y d i f e r e n t e d e
la e n f e r m e d a d conocida y descrita p o r el m é d i c o : es u n estado.
N o se t r a t a d e microbios ni d e lesiones tisulares, sino d e u n a f o r m a
sintética d e destrucción. E s t a f o r m a me escapa por principio: se
revela d e t i e m p o e n t i e m p o p o r "accesos" d e dolor, p o r "crisis" d e
m i M a l , p e r o el resto del t i e m p o p e r m a n e c e f u e r a d e alcance, sin
desaparecer. Es entonces o b j e t i v a m e n t e discernible para los Otros-,
los O t r o s m e la h a n enseñado, los O t r o s p u e d e n diagnosticarla; es
presente p a r a los Otros, a u n m i e n t r a s n o t e n g o conciencia de ella.
Es, pues, en su n a t u r a l e z a p r o f u n d a u n p u r o y simple ser para otro.
Y c u a n d o n o padezco, h a b l o y m e conduzco respecto d e ella c o m o
respecto d e u n o b j e t o q u e p o r principio está f u e r a d e alcance y del
c u a l son depositarios los otros. N o b e b o vino, si t e n g o cólicos h e p á -
ticos, p a r a n o despertar mis dolores d e hígado. P e r o m i objetivo
preciso: n o d e s p e r t a r mis dolores d e hígado, n o se distingue en m o d o
a l g u n o d e este otro objetivo: obedecer a las prohibiciones del médico,
q u e m e los h a revelado. Así, el responsable d e mi enfermedad es
otro. Y sin embargo, ese o b j e t o q u e m e viene p o r los otros conserva
caracteres d e e s p o n t a n e i d a d d e g r a d a d a q u e provienen d e q u e lo
c a p t o a través d e m i M a l . N u e s t r a intención n o es describir este
n u e v o o b j e t o n i insistir sobre sus caracteres d e espontaneidad mágica,
d e f i n a l i d a d destructora, d e p o t e n c i a m a l i g n a , sobre su familiaridad
c o n m i g o y sobre sus relaciones concretas con m i ser (pues es, a n t e
todo, mi enfermedad). Sólo queremos h a c e r n o t a r que, en la en-
f e r m e d a d misma, el c u e r p o es d a d o ; así c o m o éste era el soporte
del m a l , es a h o r a la sustancia d e la e n f e r m e d a d , lo destruido por
ella, aquello a través d e lo cual se extiende esa f o r m a destructora.
Así, el estómago lesionado está presente a través de la gastralgia
c o m o la m a t e r i a misma d e q u e esta gastralgia está hecha. Es a h í ;
es presente a la intuición y lo a p r e h e n d o a través del dolor padecido,
c o n sus caracteres. L o c a p t o c o m o lo roído, c o m o " u n saco en f o r m a
d e gaita", etc. N o lo veo, ciertamente, pero sé q u e él es mi doloi.
D e a h í esos fenómenos falsamente llamados "endoscopia". E n reali-
d a d , el p r o p i o dolor n o m e enseña n a d a sobre m i estómago, c o n t r a
lo q u e p r e t e n d e Sollier; sino que, por y en el dolor, m i saber consti-
tuye u n estómago-para-otro q u e se a p a r e c e c o m o u n a ausencia con-
c r e t a y d e f i n i d a con tantos caracteres objetivos cuantos h e p o d i d o
llegar a conocer, ni m á s ni menos. Pero, p o r principio, el objeto asi
d e f i n i d o es c o m o el polo de alienación d e m i dolor; es, p o r principio,
lo q u e soy sin tener-de-serlo y sin poder trascenderlo hacia otra cosa.
Así, tal como u n ser-para-otro infesta m i facticidad no-téticamente
vivida, igualmente u n ser-objeto-para-otro infesta, c o m o u n a dimen-
sión d e escape d e m i c u e r p o psíquico, la facticidad constituida e n
cuasi-objeto p o r la reflexión cómplice. Dél mismo modo, la p u r a
náusea p u e d e ser trascendida hacia u n a dimensión d e alienación:
m e entregará entonces m i c u e r p o p a r a o t r o en su "traza", su "aire",
su " f i s o n o m í a " ; se d a r á entonces c o m o asqueado •disgusto d e m i ros-
tro, d e m i c a r n e demasiado blanca, d e m i expresión demasiado f i j a ,
etc. P e r o hay q u e invertir los términos: n o tengo u n asqueado dis-
gusto de t o d o eso, sino q u e la náusea es todo eso c o m o existido n o
téticamente, y m i conocimiento la prolonga hacia lo q u e ella es p a r a
otro. M i náusea c a p t a al p r ó j i m o c o m o carne, precisamente, y en
el carácter nauseoso d e toda carne.
N o hemos agotado, con las precedentes observaciones, la des-
cripción d e las apariciones d e m i cuerpo. Falta describir lo q u e
llamaremos u n tipo aberrante d e aparición. E n efecto, p u e d o verme
las manos, tocarme la espalda, oler m i sudor. E n ese caso, m i m a n o ,
por ejemplo, se m e aparece c o m o u n objetó, e n t r e otros objetos. Y a
n o es indicada p o r los entornos c o m o centro d e referencia: se orga-
niza con los entornos en el m u n d o y, c o m o ellos, indica m i c u e r p o
c o m o c e n t r o d e referencia. F o r m a p a r t e del m u n d o . Del mismo
modo, n o es ya el instrumento q u e n o p u e d o m a n e j a r con instru-
mentos; al contrario, f o r m a p a r t e d e los utensilios q u e descubro en
m e d i o del m u n d o ; p u e d o utilizarla p o r m e d i o d e m i otra m a n o , p o r
ejemplo, c o m o c u a n d o golpeo con la diestra sobre >mi p u ñ o izquierdo
q u e encierra u n a almendra" o u n a nuez. M i m a n ó se integra enton-
ces en el sistema infinito d e los' utensilios-utilizados. N a d a hay en
este n u e v o tipo d e aparición q u e p u e d a inquietarnos o hacernos vol-
ver sobre las consideraciones precedentes. Sin embargo, era necesario
mencionarlo. Debe explicarse fácilmente, a condición d e situarlo en
su lugar en el orden d e las apariciones del cuerpo, es decir, a con-
dición d e q u e se lo examine en ú l t i m o lugar c o m o u n a "curiosidad"
d e nuestra constitución. Esa aparición de m i m a n o significa sim*
plemente, en efecto, que, en ciertos casos bien definidos, podemos
a d o p t a r sobre nuestro c u e r p o el p u n t o d e vista del p r ó j i m o ; o, si se
quiere, q u e nuestro p r o p i o c u e r p o p u e d e aparecérsenos como el cuer-
p o a j e n o . Los pensadores q u e h a n partidcf de esta aparición p a r a
constituir u n a teoría general del c u e r p o h a n invertido los términos
del problema y se h a n expuesto a n o c o m p r e n d e r en absoluto la
cuestión. H a de observarse, en efecto, que esa posibilidad de ver
nuestro c u e r p o es u n p u r o d a t o de hecho, absolutamente contingente.
N o p o d r í a deducirse ni d e la necesidad p a r a el para-sí d e " t e n e r "
u n c u e r p o ni de las estructuras de h e c h o del cuerpo-para-otro. Se
p o d r í a n concebir fácilmente cuerpos q u e n o p u d i e r a n a d o p t a r nin-
g ú n p u n t o de vista sobre sí mismos; p a r e c e q u e tal sea el caso d e
ciertos insectos que, a u n q u e provistos de u n sistema nervioso dife-
renciado y d e órganos sensibles, n o p u e d e n utilizar ese sistema y
esos órganos p a r a conocerse. Se trata, pues, de u n a particularidad
de estructura q u e debemos m e n c i o n a r sin i n t e n t a r deducirla. T e n e r
manos, tener m a n o s que p u e d e n tocarse m u t u a m e n t e ; he ahí dos
hechos q u e se e n c u e n t r a n en el mismo p l a n o de contingencia y que,
en c u a n t o tales, pertenecen o a la p u r a descripción a n a t ó m i c a o a
la metafísica. N o podríamos tomarlos c o m o f u n d a m e n t o de un es-
tudio de la corporeidad.
H a de observarse, además, q u e esa aparición del cuerpo no no^
entrega el c u e r p o en t a n t o q u e a c t ú a y percibe, sino en tanto q u e
es a c t u a d o y percibido. E n u n a palabra, c o m o lo habíamos hecho
n o t a r al comienzo d e este capítulo, podría concebirse u n sistema de
órganos visuales q u e permitiera a u n o j o ver el otro. Pero el ojo
visto lo sería en t a n t o q u e cosa, n o en t a n t o q u e ser de referencia.
Análogamente, la m a n o q u é cojo n o es c a p t a d a en t a n t o que m a n o
cogida, sino en t a n t o q u e objeto captable. Así, la naturaleza de
nuestro cuerpo para nosotros nos escapa e n t e r a m e n t e en la medida
en q u e podemos a d o p t a r sobre él el p u n t o de vista del prójimo. H a
de observarse, por lo demás, que, a u n si la disposición de los órganos
sensibles p e r m i t e ver el c u e r p o tal c o m o aparece al prójimo, esa
aparición del c u e r p o c o m o cosa-utensilio es m u y tardía en el n i ñ o :
es, en todo caso, posterior a la conciencia (del) c u e r p o p r o p i a m e n t e
dicho y del m u n d o c o m o c o m p l e j o d e utensilidad; es posterior a la
percepción del c u e r p o ajeno. El n i ñ o sabía desde hacía m u c h o coger,
tirar hacia sí, rechazar, sostener, c u a n d o h a a p r e n d i d o a coger y ver
su m a n o . Observaciones frecuentes h a n m o s t r a d o q u e el n i ñ o de dos
meses n o ve su m a n o c o m o su m a n o . L a m i r a y, si la a l e j a d e su
c a m p o visual, vuelve la cabeza y la busca con la m i r a d a c o m o si no
dependiera de él volver a colocarla al alcance d e su vista. Por una
serie de operaciones psicológicas y de síntesis d e identificación y re-
cognición logrará establecer tablas d e referencias entre el cuerpo-
existido y el cuerpo-visto. Y es menester q u e haya comenzado antes
su a p r e n d i z a j e del c u e r p o ajeno. Así, la percepción de mi cuerpo
se sitúa, cronológicamente, después de la percepción del cuerpo del
prójimo.
Considerada en su lugar y data, en su contingencia original,
n o se ve q u e la percepción de m i cuerpo p u e d a ser ocasión de pro-
blemas nuevos. El c u e r p o es el instrumento q u e soy. Es m i facti-
cidad de ser " e n - m e d i o - d e l - m u n d o " en t a n t o que la trasciendo hacia
m i ser-en-el-mundo. M e es radicalmente imposible, por cierto, adop-
t a r u n p u n t o de vista global sobre esa facticidad, pues, si no, cesaría
de serla. Pero ¿ q u é hay de asombroso en el h e c h o de q u e ciertas
estructuras d e mi cuerpo, sin d e j a r de ser centro de referencias p a r a
les objetos del m u n d o , se ordenen, desde u n p u n t o de vista radi-
calmente diverso, a los demás objetos p a r a indicar con ellos tal o
cual de mis órganos sensibles c o m o centro d e referencia parcial que
se destaque c o m o f o r m a sobre el cuerpo-fondo? Q u e mi ojo se vea
a sí mismo es imposible p o r n a t u r a l e z a ; pero ¿ q u é hay de asombroso
en el h e c h o d e que m i m a n o toque mis ojos? Si ello se viera con
sorpresa, sería porque la necesidad p a r a el para-sí de surgir como
p u n t o d e vista concreto sobre el m u n d o habría sido c a p t a d a a m o d o
d e obligación ideal estrictamente reductible a relaciones cognoscibles
entre los objetos y a simples reglas p a r a el desarrollo d e mis conoci-
mientos, en lugar de ver en ella la necesidad de u n a existencia con-
creta y contingente en medio del m u n d o .
CAPÍTULO III

LAS R E L A C I O N E S C O N C R E T A S C O N EL PRÓJIMO

N o hemos hecho hasta a h o r a sino describir nuestra relación f u n -


d a m e n t a l con el otro. Esta relación nos h a p e r m i t i d o explicitar las
tres dimensiones de ser de nuestro cuerpo. Y, a u n q u e la relación
originaria con el p r ó j i m o sea p r i m e r a c o n respecto a la relación de
mi c u e r p o con el a j e n o , nos h a a p a r e c i d o c l a r a m e n t e q u e el conoci-
m i e n t o de la naturaleza del c u e r p o es indispensable p a r a t o d o es-
tudio de las relaciones particulares d e m i ser con el del p r ó j i m o .
Éstas suponen, en efecto, d e u n a y otra p a r t e , la facticidad, es decir,
nuestra existencia como cuerpos en m e d i o del m u n d o . N o es q u e el
c u e r p o sea el i n s t r u m e n t o y la causa d e mis relaciones con el p r ó -
j i m o ; p e r o constituye la significación d e ellas y señala sus límites:
c o m o cuerpo-en-situación c a p t o la trascendencia-trascendida del
otro, y c o m o cuerpo-en-situación m e experimento e n m i alienación
a f a v o r del otro. Podemos e x a m i n a r a h o r a estas relaciones concretas,
puesto q u e estamos al c a b o de lo q u e es nuestro cuerpo. N o son
simples especificaciones de la relación f u n d a m e n t a l : a u n q u e c a d a
u n a incluya en sí la relación originaria con el p r ó j i m o c o m o su
estructura esencial y f u n d a m e n t o , son modos d e ser e n t e r a m e n t e
nuevos del para-sí. Representan, en efecto, las diferentes actitudes
del para-sí e n u n m u n d o en q u e h a y otros. C a d a u n a d e ellas
presenta, pues, a su m a n e r a la relación bilateral: para-si-para-otro,
en-sí. Si llegamos a explicitar, pues, las estructuras d e nuestras re-
laciones más primitivas con el-otro-en-el-mundo, h a b r e m o s concluido
nuestra t a r e a ; nos interrogábamos, en efecto, al comienzo d e este
t r a b a j o , sobre las relaciones e n t r e el para-sí y el en-sí; p e r o a h o r a
sabemos q u e nuestra t a r e a era m á s c o m p l e j a : hay relación entre el
para-sí y el en-sí en presencia del otro. C u a n d o h a y a m o s descrito
este h e c h o concreto, estaremos en condiciones d e concluir sobre las
relaciones f u n d a m e n t a l e s d e esos tres modos d e ser y p o d r e m o s quizás
esbozar u n a teoría metafísica del ser en general.
El para-sí c o m o nihilización del en-sí se temporaliza c o m o
huida hacia. E n efecto, trasciende su facticidad — o ser dado o p a -
sado o c u e r p o — hacia el en-sí q u e él sería si p u d i e r a ser su p r o p i o
f u n d a m e n t o . Esto se t r a d u c i r á en términos y a psicológicos —y, p o r
eso mismo, impropios, a u n q u e acaso m á s claros— diciendo q u e el
para-sí intenta escapar a su existencia de hecho, es decir, a su ser-ahí,
c o m o en-sí del cual n o es e n m o d o a l g u n o f u n d a m e n t o , y q u e esa
h u i d a ocurre hacia u n porvenir imposible y siempre perseguido en
q u e el para-sí f u e r a en-sí-para-sí, es decir, u n en-sí q u e f u e r a a sí
mismo su p r o p i o f u n d a m e n t o . Así, el para-sí es h u i d a y persecución
a la vez; a la vez huye al en-sí y lo persigue; el para-sí es persegui-
dor-perseguido. Pero recordaremos, p a r a a m i n o r a r el peligro de u n a
interpretación psicológica d e las precedentes observaciones, q u e el
para-sí n o es primero p a r a i n t e n t a r después alcanzar el ser; e n u n a
palabra, n o debemos concebirlo c o m o u n existente d o t a d o d e ten-
dencias, a la m a n e r a en q u e este vaso está d o t a d o d e ciertas cuali-
dades particulares. Esa h u i d a perseguidora n o es u n d a t o q u e se
agrega p o r a ñ a d i d u r a al ser del para-sí, sino q u e el para-sí es esa
h u i d a m i s m a ; ésta n o se distingue d e la nihilización originaria: decir
que el para-sí es perseguidor-perseguido es lo "mismo q u e decir q u e
n o es lo q u e es y es lo q u e n o es. El para-sí n o es el en-sí ni p o d r í a
serlo, p e r o es relación con el en-sí; hasta es la ú n i c a relación posible
con el en-sí; ceñido por el en-sí d e todos lados, n o le escapa sino
p o r q u e n o es nada y está separado de a q u é l p o r nada. El para-sí
es f u n d a m e n t o d e t o d a negatividad y d e toda relación; él es la
relación.
Siendo así, el surgimiento del p r ó j i m o alcanza al para-sí en
pleno meollo. Por y p a r a otro, la h u i d a perseguidora q u e d a f i j a d a
en en-sí. El p r o p i o en-sí la r e a t r a p a b a ya a m e d i d a q u e se p r o d u c í a ;
ya esa fuga, a la vez, era negación radical del hecho, posición abso^
l u t a del valor, y estaba transida de facticidad d e p a r t e a p a r t e : p e r o
al menos, se escapaba por m e d i o d e la temporalización; al menos,
su carácter d e totalidad destotalizada le confería u n p e r p e t u o "en
otra p a r t e " . H e aquí q u e a h o r a el p r ó j i m o h a c e comparecer a n t e
sí esa totalidad misma y la trasciende hacia su p r o p i o en-otra-parte.
JEsta totalidad es la q u e se totaliza: p a r a el prójimo, soy irremedia-
blemente lo q u e soy y m i p r o p i a libertad es u n carácter d a d o d e m i
ser. Así, el en-sí m e r e a t r a p a h a s t a en el f u t u r o y m e f i j a íntegra-
m e n t e en m i propia huida, q u e se convierte en h u i d a prevista y con-
templada, h u i d a dada. Pero esta h u i d a f i j a d a n o es j a m á s la huida
ÍIVUÍ soy p a r a m í : es f i j a d a afuera. E x p e r i m e n t o esta objetividad de
m i h u i d a c o m o u n a alienación q u e n o p u e d o ni trascender ni co-
nocer. Y, sin embargo, p o r el solo h e c h o de q u e la experimento y
de q u e confiere a m i h u i d a ese en-sí del cual ésta huye, d e b o vol-
verme h a c i á ella y t o m a r actitudes a su respecto. T a l es el origen de
mis relaciones concretas con el p r ó j i m o : están d e t e r m i n a d a s ínte-
g r a m e n t e p o r mis actitudes respecto del objeto q u e soy p a r a otro.
Y, c o m o la existencia a j e n a m e revela el ser q u e soy, sin q u e yo
p u e d a ni a p r o p i a r m e d e este ser ni siquiera concebirlo, esa existencia
motivará dos actitudes opuestas: el p r ó j i m o m e mira y, c o m o tal,
retiene el secreto de mi ser, sabe lo q u e soy; así, el sentido p r o f u n d o
de m i ser está f u e r a de mí, aprisionado en u n a ausencia; el p r ó j i m o
m e lleva v e n t a j a . P u e d o intentar, pues, en t a n t o q u e h u y o del en-sí
q u e soy sin f u n d a r l o , n e g a r ese ser que m e es conferido desde a f u e r a ;
es decir, p u e d o volverme sobre el p r ó j i m o p a r a conferirle a mi vez
la objectidad, ya q u e la objectidad del p r ó j i m o es destructora de m i
objectidad p a r a él. Pero, p o r otra parte, en t a n t o que el p r ó j i m o
c o m o libertad es f u n d a m e n t o de mi ser-en-sí, p u e d o t r a t a r de recu-
p e r a r esa libertad y a p o d e r a r m e de ella, sin quitarle su c a r á c t e r de
libertad: si, en efecto, pudiera asimilarme esa libertad q u e es f u n -
d a m e n t o d e mi ser-en-sí, sería p a r a m í mismo m i p r o p i o f u n d a m e n t o .
T r a s c e n d e r la trascendencia a j e n a o, al contrario, s u m a r en m í
esa transcendencia sin quitarle su c a r á c t e r de tal, son las dos actitudes
primitivas q u e a d o p t o con respecto al prójimo. Y t a m b i é n en esto
conviene e n t e n d e r con p r u d e n c i a las p a l a b r a s : n o es v e r d a d q u e yo
p r i m e r o sea y después " t r a t e " de objetivar o de asimilar al otro, sino
que, en la m e d i d a en q u e el surgimiento de m i ser es surgimiento
en presencia del prójimo, en la m e d i d a en q u e soy h u i d a persegui-
dora y perseguidor perseguido, soy, en la raíz m i s m a d e m i ser, pro-
yecto de objetivación o de asimilación del prójimo. Soy m i expe-
riencia del p r ó j i m o : he ahí el hecho originario. P e r o esta experiencia
del p r ó j i m o es ya actitud hacia el prójimo, es decir, que n o p u e d o
ser en presencia de otro sin ser ese "en-presencia" en la f o r m a del
tener-de-serlo. Así, describimos todavía estructuras de ser del para-sí,
a u n c u a n d o la presencia del p r ó j i m o en el m u n d o sea u n h e c h o
absoluto y evidente p o r sí, p e r o contingente, es decir, imposible d e
deducir de las estructuras ontológicas del para-sí.
Esas dos tentativas q u e soy son opuestas. C a d a u n a d e ellas
es la m u e r t e de la otra, es decir, q u e el fracaso d e la u n a motiva
la adopción de la otra. Asi, n o hay dialéctica de mis relaciones con
ci p r ó j i m o , sino círculo, a u n q u e c a d a t e n t a t i v a se e n r i q u e z c a con
el f r a c a s o d e la o t r a . E s t u d i a r e m o s s u c e s i v a m e n t e a m b a s . P e r o con-
viene a d v e r t i r q u e , en el seno m i s m o d e c a d a u n a , la o t r a p e r m a n e c e
s i e m p r e presente, p r e c i s a m e n t e p o r q u e n i n g u n a d e las dos p u e d e sor
sostenida sin c o n t r a d i c c i ó n . M á s a ú n : c a d a u n a d e ellas está en la
o t r a y e n g e n d r a la m u e r t e d e é s t a ; así, n o p o d e m o s salir j a m á s del
c írculo. C o n v i e n e n o p e r d e r d e vista estas observaciones al a b o r d a r
el e s t u d i o d e esas a c t i t u d e s f u n d a m e n t a l e s p a r a c o n el p r ó j i m o . C o -
m o tales a c t i t u d e s se p r o d u c e n y d e s t r u y e n e n círculo, es t a n arbi-
trario comenzar por u n a como por otra. Empero, puesto que hay
q u e elegir, e n c a r a r e m o s p r i m e r o las c o n d u c t a s p o r las cuales el p a r a -
sí i n t e n t a asimilarse la libertad a j e n a .

LA PRIMERA A C T I T U D HACIA EL P R Ó J I M O :
EL AMOR, EL LENGUAJE, EL MASOQUISMO

T o d o lo q u e vale p a r a m í vale p a r a el p r ó j i m o . M i e n t r a s yo
i n t e n t o l i b e r a r m e del d o m i n i o del p r ó j i m o , el p r ó j i m o i n t e n t a libe-
rarse del m í o ; m i e n t r a s p r o c u r o s o m e t e r al p r ó j i m o , el p r ó j i m o p r o -
c u r a s o m e t e r m e . N o se t r a t a e n m o d o a l g u n o d e relaciones u n i l a t e -
rales con u n objeto-en-sí, sino d e relaciones recíprocas y m u t a b l e s .
L a s descripciones q u e siguen h a n d e ser e n c a r a d a s , pues, según la
perspectiva del conflicto. El c o n f l i c t o es el s e n t i d o o r i g i n a r i o del
ser-para-otro.
Si p a r t i m o s d e la revelación p r i m e r a del p r ó j i m o c o m o mirada,
h e m o s d e r e c o n o c e r q u e e x p e r i m e n t a m o s n u e s t r o i n c a p t a b l e ser-para-
o t r o e n la f o r m a d e u n a posesión. Soy poseído p o r el p r ó j i m o ; la
m i r a d a a j e n a m o d e l a m i c u e r p o e n su desnudez, lo h a c e n a c e r , lo
esculpe, lo p r o d u c e c o m o es, lo ve c o m o n u n c a j a m á s lo veré yo. El
p r ó j i m o g u a r d a u n secreto: el secreto d e lo q u e soy. M e h a c e ser
y, p o r eso m i s m o , m e posee, y esta posesión n o es n a d a m á s q u e la
conciencia d e poseerme. Y yo, e n el r e c o n o c i m i e n t o d e m i objecti-
d a d , e x p e r i m e n t o q u e él tiene esa conciencia. A título d e conciencia,
el p r ó j i m o es p a r a m í a la vez lo q u e m e h a r o b a d o m i ser y lo
q u e h a c e q u e " h a y a " u n ser q u e es el mío. Así, t e n g o la c o m p r e n -
sión de esta e s t r u c t u r a o n t o l ó g i c a : soy responsable d e m i ser-para-
otro, p e r o n o su f u n d a m e n t o ; m i s e r - p a r a - o t r o se m e a p a r e c e , pues.
en f o r m a de algo d a d o y contingente d e que, sin embargo, soy res-
ponsable, y el p r ó j i m o f u n d a m i ser en t a n t o q u e este ser es en la
f o r m a d e l " h a y " ; p e r o n o es él el respohsable, a u n q u e lo f u n d e en
p l e n a libertad, en y por su libre trascendencia. Así, en la m e d i d a
en que m e develo a mí mismo c o m o responsable de m i ser, reivin-
dico este ser q u e soy; es decir, quiero recuperarlo, o, en términos
m á s exactos, soy proyecto d e recuperación d e m i ser. Este ser m e es
apresentado c o m o mi ser, p e r o a distancia, como la c o m i d a a T á n -
talo, y quiero extender la m a n o p a r a a p o d e r a r m e d e él y f u n d a r l o
p o r m i libertad misma. Pues, si en cierto sentido m i ser-objeto es
insoportable contingencia y p u r a "posesión" d e m í p o r otro, en otro
sentido es c o m o la indicación d e q u e m e sería menester recuperarlo
y f u n d a r l o p a r a ser yo f u n d a m e n t o de m í mismo. P e r o esto n o es
concebible a menos q u e m e asimile la libertad del otro. Así, m i p r o -
yecto d e recuperación d e m í es f u n d a m e n t a l m e n t e proyecto d e reab-
sorción del otro. E m p e r o , tal proyecto debe d e j a r intacta la n a t u -
raleza del otro. Es decir q u e : 1 ' N o d e j o p o r eso d e a f i r m a r al p r ó -
jimo, es decir, d e n e g a r q u e yo sea el o t r o : el otro, siendo f u n d a -
m e n t o d e m i ser, n o p o d r í a diluirse en m í sin q u e m i ser-para-otro
se desvaneciera. Así, pues, si proyecto realizar la u n i d a d con el p r ó -
jimo, esto significa q u e proyecto asimilarme la alteridad del otro e n
t a n t o que tal, c o m o m i posibilidad propia. E n efecto, se trata, p a r a
mí, d e h a c e r m e ser adquiriendo la posibilidad d e a d o p t a r sobre m í
el p u n t o de vista del otro. N o se trata, empero, d e arquirir u n a p u r a
facultad abstracta d e conocimiento. L o q u e proyecto a p r o p i a r m e n o
es la p u r a categoría del o t r o : esta categoría n o es ni concebida ni
siquiera concebible. Sino que, con ocasión de m i concreto, padecido
y sentido experimentar al otro, quiero incorporar en m í a ese otro
concreto c o m o realidad absoluta en su alteridad. 2 ' E l otro, al q u e
quiero asimilar, n o es en m o d o a l g u n o el otro-objeto. O , si se pre-
fiere, m i proyecto de incorporación del otro n o corresponde en m o d o
alguno a u n a recuperación d e m i para-sí c o m o yo mismo ni a u n
trascender la trascendencia del otro hacia mis propias posibilidades.
N o se t r a t a de b o r r a r mi objetividad objetivando al otro, lo q u e co-
rrespondería a librarme d e m i ser-para-otro; sino, m u y p o r el con-
trario, quiero asimilar al otro en t a n t o q u e otro-mirante, y este
proyecto d e asimilación c o m p o r t a u n acrecentado reconocimiento de
mi ser-mirado. E n u n a palabra, m e identifico •totalmente con m i
ser-mirado p a r a m a n t e n e r frente a m í la libertad m i r a n t e del otro
y, c o m o m i ser-objeto es la única relación posible entre el otro y yo,
sólo ese ser-objeto p u e d e servirme d e instrumento p a r a operar la
asimilación a m í d e la otra libertad. Así, c o m o reacción al fracaso
del tercer ék-stasis, el para-sí quiere identificarse con la libertad a j e n a
c o m o f u n d a m e n t o de su ser-en-sí. Ser p r ó j i m o p a r a sí mismo —ideal
siempre concretamente a p u n t a d o e n f o r m a d e ser p a r a sí m i s m o
este o aquel prójimo— es el valor p r i m e r o d e las relaciones con el
p r ó j i m o ; esto significa q u e m i ser-para-otro es infestado por la indi-
cación d e u n ser-absoluto q u e sería sí-mismo en t a n t o q u e otro y
otro en t a n t o q u e sí-mismo, y que, dándose libremente c o m o o t r o
su ser-sí-mismo y c o m o sí-mismo su ser-otro, sería el p r o p i o ser de
la p r u e b a ontológica, es decir, Dios. Este ideal n o p o d r í a realizarse
sin superar la contingencia originaria d e mis relaciones con el p r ó -
jimo, es decir, el h e c h o d e q u e n o hay n i n g u n a relación d e nega-
tividad interna entre la negación p o r la cual el p r ó j i m o se hace otro
q u e yo y la negación p o r la cual yo m e h a g o otro q u e el otro.
H e m o s visto q u e esta contingencia es insuperable: es el hecho d e
mis relaciones con el prójimo, c o m o m i c u e r p o es el hecho d e m i
ser-en-el-mundo. L a u n i d a d con el p r ó j i m o es, pues, irrealizable de
hecho. L o es t a m b i é n de derecho, pues la asimilación del para-sí y
del p r ó j i m o en u n a misma trascendencia traería consigo necesaria-
m e n t e la desaparición del carácter d e alteridad del prójimo. Así, la
condición p a r a q u e yo proyecte la identificación del p r ó j i m o con-
m i g o es q u e persista m i negación de ser el otro. Por último, ese
proyecto d e unificación es f u e n t e d e conflicto, puesto que, mientras
m e experimento c o m o objeto p a r a el p r ó j i m o y proyecto asimilarlo
en y por ese experimentar, el p r ó j i m o m e c a p t a c o m o objeto en
m e d i o del m u n d o y n o proyecta en m o d o a l g u n o asimilarme a sí
mismo. Sería necesario, entonces — y a q u e el ser p a r a otro compor-
t a u n a doble negación interna—, a c t u a r sobre la negación interna
p o r la cual el p r ó j i m o trasciende m i trascendencia y m e hace exis-
tir p a r a el o t r o ; es decir, actuar sobre la libertad del prójimo.
Este ideal irrealizable, en t a n t o que infesta mi proyecto de m í
mismo en presencia del prójimo, n o es asimilable al a m o r en c u a n t o
el a m o r es u n a empresa, es decir, u n c o n j u n t o orgánico d e proyectos
hacia mis posibilidades propias. Pero es el ideal del amor, su motivo
y su fin, su valor propio. El a m o r como relación primitiva con el
p r ó j i m o es el c o n j u n t o d e los proyectos p o r los cuales a p u n t o a reali-
zar ese valor.
Tales proyectos m e p o n e n e n conexión directa con la libertad del
prójimo. E n este sentido, el a m o r es conflicto. H e m o s señalado, en
efecto, q u e la libertad a j e n a es f u n d a m e n t o d e m i ser. Pero, preci-
samente p o r q u e existo p o r la libertad a j e n a , -no tengo seguridad nin-
g u n a , estoy en peligro e n esa libertad; ella a m a s a m i ser y m e hace,
ser, m e confiere y m e q u i t a valores, y m i ser recibe de ella u n per-
p e t u o escaparse pasivo a sí mismo. Irresponsable y f u e r a d e alcance,
esa libertad proteiforme en la cual m e h e c o m p r o m e t i d o p u e d e com-
p r o m e t e r m e a su vez en mil diferentes m a n e r a s d e ser. M i proyecto
de recuperar m i ser n o puede realizarse a menos q u e me apodere de
esa libertad y la reduzca a ser libertad sometida a la mía. Simul-
t á n e a m e n t e , es la única m a n e r a en q u e p u e d o o b r a r sobre la libre
negación d e interioridad p o r la cual el O t r o m e constituye en O t r o ,
es decir, p o r la cual p u e d o p r e p a r a r los caminos d e u n a identifica-
ción f u t u r a e n t r e el O t r o y yo. Eso se h a r á m á s claro, quizá, si se
m e d i t a sobre este p r o b l e m a de aspecto p u r a m e n t e psicológico: ¿ p o r
q u é el a m a n t e quiere ser amado? Si el Amor, en efecto, f u e r a p u r o
deseo d e posesión física, p o d r í a ser en muchos casos fácilmente satis-
fecho. E l héroe d e Proust, p o r ejemplo, q u e instala a su a m a n t e
en su casa, p u e d e verla y poseerla a cualquier h o r a del día, y h a
sabido ponerla en total dependencia material, debería verse libre de
inquietud. Sin embargo, sabemos q u e está, al contrario, roído de
cuidados. Albertina escapa a Marcelo, a u n c u a n d o la t e n g a al lado,
por m e d i o d e su conciencia, y p o r eso él n o conoce tregua sino c u a n d o
la contempla dormida. Es lo cierto, pues, q u e el a m o r quiere cau-
tivar la "conciencia". P e r o ¿ p o r q u é lo quiere? ¿ Y cómo?
L a noción de " p r o p i e d a d " , p o r la cual t a n a m e n u d o se explica
el amor, n o p u e d e ser primera, en efecto. ¿ P o r q u é querría apro-
p i a r m e del p r ó j i m o sino, justamente, en t a n t o q u e el P r ó j i m o m e
hace ser? Pero esto implica, precisamente, cierto m o d o de apropia-
ción: queremos apoderarnos d e la libertad del otro en t a n t o q u e
tal. "Y n o p o r voluntad de poderío: el t i r a n o se ríe del a m o r ; se
contenta con el miedo. Si busca el a m o r d e sus súbditos, es por
política; y, si encuentra u n m e d i o más económico de someterlos, lo
a d o p t a en seguida. Al contrario, el q u e quiere q u e lo a m e n n o desea
el sometimiento del ser a m a d o . N o quiere convertirse en objeto de
u n a pasión desbordante y mecánica. N o quiere poseer u n a u t o m a -
tismo y, si se procura humillarlo, basta representarle la pasión del
ser a m a d o c o m o el resultado d e u n determinismo psicológico: el
a m a n t e se sentirá desvalorizado en su a m o r y en su ser. Si Tristán
e Iseo están enloquecidos por u n filtro, interesan menos; y llega a
suceder q u e un sometimiento total del ser a m a d o m a t e el a m o r del
a m a n t e . Se h a sobrepasado la m e t a : el a m a n t e vuelve a la soledad
si el a m a d o se t r a n s f o r m a en a u t ó m a t a . Así, el a m a n t e no desea
poseer al a m a d o como se posee u n a cosa; reclama u n tipo especial
d e apropiación: quiere poseer u n a libertad c o m o libertad.
Pero, p o r otra parte, n o podría satisfacerse con esa f o r m a emi-
nente de la libertad q u e es el compromiso libre y voluntario. ¿ Quién
se contentaría con u n a m o r que se diera c o m o p u r a fidelidad a la
f e j u r a d a ? ¿ Q u i é n aceptaría oír q u e le dicen: " T e a m o p o r q u e
m e h e c o m p r o m e t i d o libremente a a m a r t e y n o quiero desdecirme;
te a m o por fidelidad a mí mismo"? Así, el a m a n t e pide el j u r a m e n t o
y el j u r a m e n t o lo irrita. Q u i e r e ser a m a d o por u n a libertad y re-
c l a m a q u e esta libertad, como libertad, n o se^t ya libre. Q u i e r e a
la vez q u e la libertad del O t r o se determine a sí misma a convertirse
en a m o r —y ello n o sólo al comienzo de la aventura, sino a cada
instante—, y, a la vez, q u e esa libertad sea cautivada por ella misma,
se revierta sobre ella misma, c o m o en la locura, c o m o en los sueños,
p a r a querer su propio cautiverio. Y este cautiverio h a d e ser en-
trega libre y e n c a d e n a d a a la vez entre nuestras manos. E n el amor,
n o deseamos en el p r ó j i m o ni el determinismo pasional ni u n a liber-
tad f u e r a de alcance, sino u n a libertad q u e juegue al determinismo
pasional y q u e d e presa de su juego. P a r a sí mismo, el a m a n t e n o
pide ser causa sino ocasión única y privilegiada de esa modificación
d e la libertad. En efecto, n o podría querer ser causa de ella sin
sumir i n m e d i a t a m e n t e al ser a m a d o en medio del m u n d o como u n
utensilio trascendible. N o es ésta la esencia del amor. E n el Amcr,
al contrario, el a m a n t e quiere ser "el m u n d o e n t e r o " p a r a el ser
a m a d o : esto significa q u e se coloca del lado del m u n d o : él es el q u e
resume y simboliza el m u n d o , es un esto que incluye todos ios de-
m á s "estos"; es objeto y a c e p t a serlo. Pero, p o r otra parte, quiere
ser el objeto en el cual la libertad a j e n a acepte perderse, el objeto
en el cual el otro acepte encontrar, c o m o su facticidad segunda, su
ser y su razón d e ser; el objeto límite de la transcendencia, aquel
hacia el cual la transcendencia del O t r o transciende todos los demás
objetos, pero al cual no puede en m o d o alguno trascender. Y,
doquiera, desea el círculo de la libertad d e l . O t r o ; es decir, que a
c a d a instante, en el acto p o r el cual la libertad del O t r o acepta esc
límite a su propia trascendencia, esta aceptación esté ya presente
c o m o móvil de la aceptación considerada. Quiere ser elegido como
fin a título de fin ya elegido. Esto nos permite c a p t a r a f o n d o lo
que el a m a n t e exige del a m a d o : n o quiere actuar sobre la libertad
del O t r o , sino existir a priori c o m o el límite objetivo d e esa libertad;
es decir, ser d a d o a la vez con ella y en su surgimiento m i s m o c o m o
el límite q u e aquélla debe a c e p t a r p a r a ser libre. P o r este hecho, lo
q u e exige es q u e la libertad a j e n a q u e d e enviscada, e m p a s t a d a p o r
sí m i s m a : ese límite d e estructura es, en efecto, algo dado, y la única
aparición d e lo d a d o c o m o límite d e la libertad significa q u e la
libertad se hace existir a sí misma en el interior d e lo d a d o siendo
su p r o p i a interdicción d e trascenderlo. Y esta interdicción es enca-
r a d a p o r el a m a n t e a la vez c o m o vivida, o sea c o m o padecida — e n
u n a palabra, como f a c t i c i d a d — y c o m o libremente consentida. H a
d e p o d e r ser libremente consentida, puesto q u e debe identificarse
con el surgimiento de u n a libertad q u e se elige a sí misma con liber-
tad. Pero h a d e ser sólo vivida, puesto q u e debe ser u n a imposibi-
lidad siempre presente, u n a facticidad q u e refluye sobre la libertad
del O t r o hasta su meollo; y esto se expresa psicológicamente p o r la
existencia d e q u e la libre decisión d e a m a r m e t o m a d a anteriormente
por el ser a m a d o se deslice c o m o móvil hechizante en el interior d e
su libre compromiso presente.
C a p t a m o s a h o r a el sentido d e tal exigencia: esa facticidad q u e
debe ser límite d e h e c h o p a r a el Prójimo, en m i exigencia d e ser
a m a d o , y q u e debe t e r m i n a r por ser su propia facticidad, es mi fac-
ticidad. E n t a n t o q u e soy el objeto q u e el O t r o h a c e venir al ser,
debo ser el límite inherente a su transcendencia m i s m a ; d e m a n e r a
q u e el O t r o , al surgir al ser, m e h a g a ser c o m o lo intrascendible y
absoluto, n o en t a n t o q u e Para-sí nihilizador, sirio c o m o ser-para-
otro-en-medio-del-mundo. Así, querer ser a m a d o es infectar al O t r o
con nuestra p r o p i a facticidad, es querer constreñirlo a r e - c r e a m o s
p e r p e t u a m e n t e como la condición d e u n a libertad q u e se somete y
se c o m p r o m e t e ; es querer a la vez q u e la libertad f u n d e al h e c h o y
q u e el hecho tenga preeminencia sobre la libertad. Si este resultado
pudiera alcanzarse, resultaría, en p r i m e r lugar, q u e yo estaría en se-
guridad en la conciencia del O t r o . Sobre todo, p o r q u e el motivo d e
mi inquietud y vergüenza es c a p t a r m e y experimentarme en m i ser-
p a r a - o t r o c o m o aquello q u e siempre p u e d e ser trascendido hacia o t r a
cosa, q u e es p u r o objeto d e juicios d e valor, p u r o medio, p u r o uten-
silio. M i inquietud proviene d e q u e asumo necesaria y libremente
ese ser q u e otro m e hace ser en u n a absoluta libertad: "¡ Sabe Dios
q u é soy p a r a él! ¡ S a b e Dios c ó m o m e piensa!" Esto significa:
" S a b e Dios c ó m o el otro m e h a c e ser", y estoy infestado p o r ese ser
q u e t e m o e n c o n t r a r m e u n día a la vuelta d e u n camino, q u e m e es
t a n e x t r a ñ o , q u e es sin e m b a r g o mi ser, s a b i e n d o t a m b i é n q u e , pese
a m i s esfuerzos, n o m e e n c o n t r a r é c o n él j a m á s . P e r o , si el O t r o m e
a m a , m e c o n v i e r t o e n el intrascendible, l o q u e significa q u e d e b o ser
el f i n a b s o l u t o ; e n este sentido, estoy a salvo d e la utensilidad; mi
existencia e n m e d i o del m u n d o se convierte e n el e x a c t o c o r r e l a t o d o
m i t r a s c e n d e n c i a - p a r a - m í , puesto q u e m i i n d e p e n d e n c i a q u e d a a b -
s o l u t a m e n t e s a l v a g u a r d a d a . E l o b j e t o q u e el o t r o d e b e h a c e r m e ser
es u n o b j e t o - t r a s c e n d e n c i a , u n c e n t r o d e r e f e r e n c i a a b s o l u t o e n t o r n o
d e l c u a l se o r d e n e n c o m o p u r o s medios t o d a s las cosas-utensilios del
m u n d o . A l m i s m o t i e m p o , c o m o límite a b s o l u t o d e l a libertad, es
d e c i r , d e l a f u e n t e a b s o l u t a d e todos los valores, estoy p r o t e g i d o
c o n t r a t o d a e v e n t u a l desvalorización;- soy el v a l o r absoluto. Y, e n la
m e d i d a e n q u e a s u m o m i s e r - p a r a - O t r o , m e a s u m o c o m o valor. Así,
q u e r e r ser a m a d o es q u e r e r situarse m á s allá d e t o d o el sistema d e
valores p u e s t o p o r el p r ó j i m o c o m o la c o n d i c i ó n d e t o d a v a l o r a c i ó n
y c o m o el f u n d a m e n t o o b j e t i v o d e todos los valores. E s t a exigencia
c o n s t i t u y e el t e m a o r d i n a r i o d e las conversaciones e n t r e a m a n t e s , sea
q u e , c o m o e n La porte étroite1, la q u e q u i e r e ser a m a d a se iden-
t i f i q u e c o n u n a m o r a l ascética q u e aspira al t r a s c e n d e r d e sí m i s m o
y q u i e r a e n c a r a r el límite i d e a l d e ese t r a s c e n d e r , sea q u e , m á s co-
m ú n m e n t e , el a m a n t e e x i j a q u e el ser a m a d o le sacrifique en sus actos
la m o r a l t r a d i c i o n a l , p r e o c u p á n d o s e d e saber si el ser a m a d o traicio-
n a r í a a sus. a m i g o s p o r él, " r o b a r í a , m a t a r í a p o r él", etc. D e s d e este
p u n t o d e vista, m i ser d e b e e s c a p a r a la mirada del ser a m a d o ; o,
m á s bien, d e b e ser o b j e t o d e u n a m i r a d a d e o t r a e s t r u c t u r a : n o d e b o
ser visto ya sobre f o n d o d e m u n d o c o m o u n " e s t o " e n t r e otros estos,
sino q u e el m u n d o d e b e revelarse a p a r t i r d e m í . E n e f e c t o : e n la
m e d i d a e n q u e el s u r g i m i e n t o d e la l i b e r t a d h a c e q u e exista u n
m u n d o , d e b o ser, c o m o condición-límite d e este surgimiento, la c o n -
d i c i ó n m i s m a del s u r g i m i e n t o d e u n m u n d o . D e b o ser a q u e l cuya
f u n c i ó n es h a c e r existir los árboles y el a g u a , las c i u d a d e s y c a m p o s ,
los d e m á s h o m b r e , p a r a dárselos e n s e g u i d a al o t r o a q u e los d i s p o n g a
e n m u n d o , así c o m o la m a d r e , e n las sociedades m a t r o n í m i c a s , recibe
los títulos y el n o m b r e , n o p a r a g u a r d a r l o s , sino p a r a transmitirlos
i n m e d i a t a m e n t e a sus hijos. E n c i e r t o sentido, si h e d e ser a m a d o ,
soy el o b j e t o p o r i n t e r m e d i o del c u a l el m u n d o existirá p a r a el o t r o ;
y, e n o t r o sentido, soy el m u n d o . E n vez d e ser u n esto q u e se des-
t a c a sobre f o n d o d e m u n d o , soy el o b j e t o - f o n d o sobre el cual el

i Novela de Gide. ( N . del T.)


m u n d o se destaca. Así q u e d o en seguro: n o estoy ya transido de
finitud por la m i r a d a del o t r o ; el otro n o f i j a ya m i ser simplemente
en lo que soy, ya n o podré ser mirado c o m o feo, pequeño, cobarde,
puesto que tales caracteres representan necesariamente u n a limitación
d e hecho de m i ser y u n a aprehensión de m i finitud c o m o finitud.
Ciertamente, mis posibles q u e d a n como posibilidades trascendidas,
c o m o mortiposibilidades; p e r o tengo todos los posibles; soy todas las
mortiposibilidades del m u n d o ; con ello, d e j o de ser el ser q u e se
c o m p r e n d e a p a r t i r de otros seres o a p a r t i r de sus propios actos;
sólo que, en la intuición amorosa q u e exijo, d e b o ser d a d o como
u n a totalidad absoluta a partir de la cual deben ser comprendidos
todos sus actos propios y todos los seres. Podría decirse, d e f o r m a n d o
u n t a n t o la célebre f ó r m u l a estoica, q u e "el a m a d o p u e d e d a r tres
veces la voltereta". El ideal del sabio y el ideal del q u e quiere ser
a m a d o coinciden, en efecto, en que u n o y o t r o quieren ser totalidad-
objeto accesible a u n a intuición global q u e capte las acciones en el
m u n d o del a m a d o y del sabio c o m o estructuras parciales interpre-
tadas a p a r t i r de la totalidad. Y, del mismo m o d o que la sabiduría
se presenta c o m o u n estado q u e h a de alcanzarse p o r u n a m e t a m o r -
fosis absoluta, así también la libertad a j e n a debe metamorfosearse
absolutamente p a r a d a r m e acceso al estado d e a m a d o .
Esta descripción se e n c u a d r a r í a bastante bien,-hasta ahora, en
la famosa descripción hegeliana d e las relaciones entre el a m o y el
esclavo. L o q u e el a m o hegeliano es p a r a el esclavo, el a m a n t e quie-
re serlo p a r a el a m a d o . P e r o aquí t e r m i n a la analogía, pues el a m o ,
en Hegel, n o exige sino lateralmente y, p o r así decirlo, de m o d o
implícito, la libertad del esclavo, mientras q u e el a m a n t e exige ante
todo la libertad del ser a m a d o . E n este sentido, si he de ser a m a d o
por el otro, d e b o ser libremente elegido c o m o a m a d o . Sabido es
que, en la terminología corriente del a m o r , el a m a d o se designa con
el término de el elegido. Pero esta elección n o debe ser relativa y
contingente: el a m a n t e se irrita y se siente desvalorizado c u a n d o pien-
sa q u e el a m a d o lo h a elegido entre otros: "Entonces, si yo n o h u -
biera venido a ésta ciudad, si n o h u b i e r a f r e c u e n t a d o la casa d e
fulano, ¿ t ú n o m e habrías conocido, no tne habrías a m a d o ? " Esta
idea aflige al a m a n t e : su a m o r se convierte en a m o r e n t r e otros
amores, limitado p o r la facticidad del a m a d o y por su propia fac-
ticidad, a la vez q u e p o r la contingencia d e los encuentros: se Con-
vierte en amor en el mundo, objeto q u e supone el m u n d o y q u e
p u e d e a su vez existir p a r a otros. L o q u e él exige, lo t r a d u c e con
estas palabras desmañadas e impregnadas de "cosismo": "Estábamos
hechos el u n o p a r a el o t r o " ; o bien utiliza la expresión: "almas
gemelas". P e r o h a d e interpretarse así: él sabe bien q u e lo d e "estar
hechos el u n o p a r a el otro" se refiere a u n a elección originaria.
Esta elección p u e d e ser la d e Dios, c o m o el ser que es elección ab-
soluta; p e r o Dios n o representa a q u í sino el paso al límite en la
exigencia d e absoluto. E n realidad, lo q u e el a m a n t e exige es q u e
el a m a d o haya h e c h o de él u n a elección absoluta. Esto significa
q u e el ser-en-el-mundo del a m a d o debe ser u n ser-amante. Este
surgimiento del a m a d o debe ser libre elección del a m a n t e . Y, como
el otro es f u n d a m e n t o de m i ser-objeto, exijo d e él q u e el libre sur-
gimiento d e su ser tenga por fin único y absoluto su elección de mí,
es decir, q u e h a y a elegido ser p a r a f u n d a r m i objectidad y m i facti-
cidad. D e este m o d o m i facticidad q u e d a salvada. Ya n o es ese
objeto d a d o impensable e insuperable del cual h u y o : es aquello p a r a
lo cual el otro s.e hace existir libremente; es c o m o u n fin q u e él se
da. Yo lo he infectado con m i facticidad, pero, ya q u e ha sido in-
f e c t a d o en c u a n t o libertad, m e la devuelve c o m o facticidad recupe-
r a d a y consentida: el otro es f u n d a m e n t o d e esa facticidad p a r a q u e
ésta sea su fin. A p a r t i r de ese amor, pues, c a p t o de otro m o d o mi
alienación y mi facticidad propia. Ésta es — e n t a n t o q u e p a r a - o t r o -
no ya u n hecho, sino u n derecho. M i existencia es p o r q u e es llamada.
Esta existencia, en t a n t o q u e la asumo, se convierte en p u r a gene-
rosidad. Soy p o r q u e m e prodigo. Estas a m a d a s venas de mis m a n o s
existen por b o n d a d p u r a . ¡ Q u é b u e n o soy p o r tener ojos, cabellos,
cejas, y prodigarlos incansablemente, en u n desborde de generosidad,
a ese deseo infatigable q u e el otro se hace libremente ser! E n vez
de sentirnos, como antes de ser amados, inquietos por esa p r o t u -
berancia injustificada e injustificable que era nuestra existencia, en
vez de sentirnos " d e m á s " , sentimos a h o r a que esa existencia es reco-
b r a d a y querida en sus menores detalles por u n a libertad absoluta a
la cual al mismo tiempo condiciona y que nosotros mismos queremos
con nuestra p r o p i a libertad. T a l es el f o n d o de la alegría del amor,
c u a n d o esa alegría existe: sentirnos justificados de existir.

A la vez, si el a m a d o p u e d e amarnos, está presto p a r a ser asi-


milado por nuestra libertad: pues ese ser-amados q u e anhelamos es
ya la p r u e b a ontológica aplicada a nuestro ser-para-otro. Nuestra
esencia objetiva implica la existencia del otro y, recíprocamente, la
libertad del otro f u n d a nuestra esencia. Si pudiéramos interiorizar
todo el sistema, seríamos nuestro propio f u n d a m e n t o .
T a l es, pues, el objetivo real del a m a n t e , en t a n t o q u e su a m o r
es u n a empresa, es decir, u n proyecto d e sí-mismo. Este proyecto
d e b e provocar u n conflicto. E l amado,, en efecto, c a p t a al a m a n t e
c o m o u n otro-objeto e n t r e los otros, es decir, lo percibe sobre f o n d o
d e m u n d o , lo transciende y lo utiliza. E l a m a d o es mirada. N o po-
dría, pues, utilizar su trascendencia p a r a f i j a r u n límite ú l t i m o a
sus trascenderes, ni utilizar su libertad p a r a q u e ésta se cautive a
sí misma. El a m a d o n o p o d r í a querer a m a r . E l a m a n t e , pues, debe
seducir al a m a d o ; y su a m o r n o se distingue d e esta empresa d e
seducción. E n la seducción, n o intento en m o d o a l g u n o descubrir al
o t r o m i s u b j e t i v i d a d ^ n o p o d r í a hacerlo, p o r otra parte, sino mirán-
dolo; pero, c o n este mirar, h a r í a desaparecer la subjetividad del otro,
esa m i s m a subjetividad q u e p r e t e n d o asimilar. Seducir es asumir
e n t e r a m e n t e y c o m o u n riesgo de-correr m i objectidad p a r a otro;
es p o n e r m e b a j o su m i r a d a y h a c e r m e m i r a r p o r él; es correr el
peligro d e ser-visto, p a r a t o m a r u n n u e v o p u n t o d e p a r t i d a y apro-
p i a r m e del otro e n y p o r m i objectidad. M e niego a a b a n d o n a r el
t e r r e n o e n q u e e x p e r i m e n t o m i o b j e c t i d a d ; quiero t r a b a r la lucha
e n ese t e r r e n o m i s m o h a c i é n d o m e objeto fascinante. H e m o s definido
la fascinación c o m o estado en nuestra segunda p a r t e : es, decíamos,
la conciencia no-tética d e ser el nada en presencia del ser. L a se-
d u c c i ó n a p u n t a a ocasionar en el otro la conciencia de su nihilidad
f r e n t e al o b j e t o seductor. P o r la seducción, a p u n t o a constituirme
c o m o u n a plenitud d e ser y a h a c e r m e reconocer como tal. P a r a ello,
m e constituyo en o b j e t o significante. Mis actos deben indicar en dos
direcciones. Por u n a parte, h a c i a lo q ü e e r r ó n e a m e n t e se llama sub-
jetividad, q u e es m á s bien p r o f u n d i d a d d e ser objetivo y oculto; el
a c t o n o es c u m p l i d o sólo p o r sí, sino q u e indica u n a serie indefinida
e indiferenciada d e otros actos reales y posibles q u e doy c o m o cons-
titutivos d e m i ser objetivo n o percibido. Así, intento guiar la trans-
cendencia q u e m e trasciende y remitirla al infinito d e mis mortipo-
sibilidades, precisamente p a r a ser el intrascendible, justamente en la
m e d i d a en q u e lo único intrascendible es lo infinito. Por otra parte,
c a d a u n o d e mis actos intenta indicar el m á x i m o espesor d e m u n d o
posible y debe p r e s e n t a r m e c o m o ligado a las más vastas regiones
del m u n d o , ya sea q u e yo presente el m u n d o al ser a m a d o e intente
constituirme c o m o el intermediario necesario e n t r e él y el m u n d o ,
ya sea, simplemente, q u e manifieste p o r mis actos potencias variadas
al infinito sobre el m u n d o (dinero, poder, relaciones, e t c . ) . E n el
p r i m e r caso, i n t e n t o constituirme c o m o u n infinito de p r o f u n d i d a d ;
e n el segundo, i d e n t i f i c a r m e c o n el m u n d o . Por estos diversos p r o -
cedimientos, m e propongo c o m o intrascendible. Esa pro-posición n o
p o d r í a bastarse a sí m i s m a ; n o es sino u n asedio del o t r o ; n o p u e d e
a d q u i r i r valor d e h e c h o sin el c o n s e n t i m i e n t o y la libertad del otro,
q u e debe cautivarse reconociéndose c o m o n a d a f r e n t e a m i p l e n i t u d
absoluta d e ser.
Se d i r á q u e estas diversas tentativas d e expresión suponen el
l e n g u a j e . N o lo n e g a r e m o s ; diremos m á s : son el l e n g u a j e , o, si se
quiere, u n o de sus m o d o s f u n d a m e n t a l e s . Pues, si existen p r o b l e m a s
psicológicos e históricos acerca d e la existencia, el a p r e n d i z a j e y la
utilización de tal o cual l e n g u a p a r t i c u l a r , n o h a y n i n g ú n p r o b l e m a
p a r t i c u l a r a c e r c a de lo q u e se l l a m a la invención del l e n g u a j e . E l
l e n g u a j e n o es u n f e n ó m e n o s o b r e a g r e g a d o al s e r - p a r a - o t r o : es ori-
g i n a r i a m e n t e el ser-para-otro, es decir, el h e c h o de q u e u n a sub-
jetividad se e x p e r i m e n t e a sí m i s m a c o m o o b j e t o p a r a el otro. E n
u n universo d e p u r o s objetos, el l e n g u a j e n o p o d r í a ser " i n v e n t a d o "
e n n i n g ú n caso, ya q u e s u p o n e o r i g i n a r i a m e n t e u n a relación c o n
o t r o s u j e t o ; y en la intersubjetividad d e los p a r a - o t r o , n o es necesario
inventarlo, pues es ya d a d o e n el r e c o n o c i m i e n t o del p r ó j i m o . Por
el solo h e c h o de que, p o r m u c h o q u e yo h a g a , mis actos l i b r e m e n t e
concebidos y ejecutados, mis pro-yectos h a c i a mis posibilidades, tienen
a f u e r a u n sentido q u e m e escapa y q u e experimento, soy l e n g u a j e .
E n este sentido — y solamente e n éste— H e i d e g g e r tiene r a z ó n al
d e c l a r a r q u e soy lo que digo Este l e n g u a j e n o es, e n efecto, u n
instinto d e la c r i a t u r a h u m a n a c o n s t i t u i d a ; n o es t a m p o c o u n a in-
vención d e nuestra s u b j e t i v i d a d ; p e r o t a m p o c o h a d e reducírselo al
p u r o "ser-fuera-de-sí" del " D a s e i n " . F o r m a p a r t e d e la condición
humana-, es o r i g i n a r i a m e n t e la posibilidad de q u e u n para-sí experi-
m e n t e su ser-para-otro, y, u l t e r i o r m e n t e , el trascender y la utiliza-
ción d e ese e x p e r i m e n t a r h a c i a posibilidades q u e son mis posibilida-
des, es decir, h a c i a mis posibilidades d e ser p a r a o t r o esto o aquello.
N o se distingue, pues, del r e c o n o c i m i e n t o de la existencia del p r ó j i m o .
El surgimiento del o t r o f r e n t e a m í c o m o m i r a d a h a c e surgir el len-
g u a j e c o m o condición d e m i ser. Ese l e n g u a j e p r i m i t i v o n o es for-
zosamente la s e d u c c i ó n ; veremos otras f o r m a s , y, p o r o t r a p a r t e ,

1
La fórmula es de A. de Waelhens: La philosophie de Martin Heideg-
ger, Lovaina, 1942, pág. 99. Cf. también el texto de Heidegger allí citado:
"Diese Bezeugung meint nicht hier einen nachtraglichen und bei her laufenden
Ausdruck des Menschseins, sondern sie macht das Dasein des Menschen rnit,
usw". (Hotdertin und das Wesen der Dichtung, pág. 6.)
fiemos s e ñ a l a d o q u e n o h a y n i n g u n a a c t i t u d primitiva f r e n t s al pró-
j i m o sino q u e las a c t i t u d e s f u n d a m e n t a l e s se suceden e n círculo,
c a d a u n a i m p l i c a d a p o r la otra. Pero, inversamente, la seducción n c
s u p o n e n i n g u n a f o r m a a n t e r i o r de l e n g u a j e : es í n t e g r a m e n t e reali-
zación del l e n g u a j e . Esto significa q u e el l e n g u a j e p u e d e r e v e l a r s e ,
e n t e r a m e n t e y d e golpe p o r la seducción c o m o m o d o d e ser primi-
tivo d e la expresión. V a d e suyo q u e p o r l e n g u a j e e n t e n d e m o s todos
los f e n ó m e n o s d e expresión y n o la p a l a b r a a r t i c u l a d a , q u e es u n
m o d o d e r i v a d o y secundario, cuya a p a r i c i ó n p y e d e ser o b j e t o d e u n
estudio histórico. E n p a r t i c u l a r , en la s e d u c c i ó n ' el- l e n g u a j e n o
a p u n t a a dar a conocer sino a* h a c e r e x p e r i m e n t a r .
Pero, en esa t e n t a t i v a p r i m e r a p o r e n c o n t r a r u n l e n g u a j e fasci-
n a n t e , m a r c h o a ciegas, p u e s t o q u e m e g u í o sólo p o r la f o r m a abs-
t r a c t a y vacía de m i o b j e t i v i d a d p a r a el otro. N o p u e d o ni siquiera
concebir q u é efecto t e n d r á n mis gestos y actitudes, ya q u e siempre
serán r e t o m a d o s y f u n d a d o s p o r u n a libertad q u e los trascenderá, y
n o p u e d e n ' t e n e r significación a m e n o s q u e esta libertad se la con-
fiera. Así, el " s e n t i d o " d e m i s expresiones m e escapa s i e m p r e ; n o
sé n u n c a e x a c t a m e n t e si significo lo q u e q u i e r o significar ni a u n si
soy significante; en este i n s t a n t e preciso, m e sería menester leer en
el o t r o ; lo que, p o r principio, es inconcebible. Y, al n o saber qué
es lo q u e d e h e c h o expreso p a r a otro, constituyo m i l e n g u a j e c o m o
u n f e n ó m e n o i n c o m p l e t o d e f u g a f u e r a d e m í mismo. D e s d e q u e
m e expreso, n o p u e d o m á s q u e c o n j e t u r a r el sentido d e lo q u e ex-
preso, es decir, el sentido d e lo q u e soy, en suma, puesto que, en
esta perspectiva, expresar y ser se identifican. E l p r ó j i m o es siempre
ahí, p r e s e n t e y e x p e r i m e n t a d o p o r m í c o m o aquello q u e d a al len-
g u a j e su sentido. C a d a expresión, c a d a gesto, c a d a p a l a b r a es, d e
mi p a r t e , u n e x p e r i m e n t a r c o n c r e t o d e la realidad a l i e n a d o r a del
otro. N o solamente el psicópata p u e d e decir, c o m o en el caso, p o r
e j e m p l o , de las psicosis de i n f l u e n c i a 1 , " M e r o b a n el p e n s a m i e n t o "
sino q u e el h e c h o m i s m o d e la expresión es u n r o b o d e p e n s a m i e n t o ,
p u e s t o q u e el p e n s a m i e n t o necesita el c o n c u r s o d e u n a libertad alie-
n a d o r a p a r a constituirse c o m o objeto. P o r ello, ese p r i m e r aspecto
del l e n g u a j e — e n t a n t o q u e yo lo utilizo p a r a o t r o — es sagrado. El
o b j e t o sagrado, en efecto, es u n o b j e t o del m u n d o q u e indica u n a

1
Por otra parte, la psicosis de influencia, como la generalidad de tas
psicosis, es experiencia exclusiva y traducida por mitos de un gran hecho
metafísico: aquí, el caso de la alienación. Un loco no hace jamás sino reali-
zar a su manera la condición humana.
trascendencia allende el m u n d o . El lenguaje m e revela la libertad
del q u e me escucha en silencio, es decir, su transcendencia.
Pero, en el mismo momento, p a r a el otro, permanezco como
objeto significante; lo q u e siempre he sido. N o hay ningún camino
que, a partir de mi subjetividad, p u e d a indicar al otro mi trascen-
dencia. Las actitudes, las expresiones y las palabras n o p u e d e n in-
dicarle jamás sino otras actitudes, otras expresiones y otras palabras.
Así, el lenguaje q u e d a p a r a el p r ó j i m o como simple propiedad de
un objeto mágico, y como objeto mágico él mismo: es u n a acción a
distancia cuyo efecto el p r ó j i m o conoce exactamente. Así, la pala-
b r a es sagrada c u a n d o la utilizo yo, y mágica c u a n d o el otro la oye.
De este modo, n o conozco m e j o r m i lenguaje q u e mi cuerpo p a r a
el otro. N o p u e d o oírme h a b l a r ni verme sonreír. El problema del
lenguaje es exactamente paralelo al problema del cuerpo, y las des-
cripciones q u e h a n sido válidas p a r a u n caso lo son p a r a el otro.
Empero, la fascinación, a u n si debiera ocasionar en el p r ó j i m o
u n ser-fascinado, no lograría de suyo ocasionar el amor. U n o puede
estar fascinado por u n orador, por u n actor, por u n equilibrista; ello
n o significa q u e lo ame. N o puede u n o quitarle, los ojos de encima,
es v e r d a d ; pero el otro sigue destacándose sobre f o n d o de m u n d o ,
y la fascinación n o pone el objeto fascinante como término último
de la trascendencia; muy al contrario, ella es trascendencia. ¿Cuán-
do, pues, el ser a m a d o se convertirá en a m a n t e a su vez?
L a respuesta es sencilla: c u a n d o proyecte ser a m a d o . E n sí, ei
Prójimo-objeto n o tiene n u n c a fuerza suficiente p a r a ocasionar el
amor. Si el a m o r tiene por ideal la apropiación del p r ó j i m o en tanto
que prójimo, es decir, en t a n t o q u e subjetividad mirante, este ideal
no puede ser proyectado sino a partir de m i encuentro con el pró-
jimo-sujeto, no con el prójimo-objeto. L a seducción n o p u e d e ornar
al prójimo-objeto que intenta seducirme sino con el carácter de objeto
precioso "de-poseer"; m e determinará, quizás, a arriesgar m u c h o
para conquistarlo; pero este deseo de apropiación de u n objeto en
medio del m u n d o n o p u e d e ser c o n f u n d i d o con el amor. El amor
no puede nacer en el ser amado, pues, sino en c u a n t o éste experi-
m e n t a su propia alienación y f u g a hacia el otro. Pero, siendo así,
u n a vez más el ser a m a d o sólo se t r a n s f o r m a r á en a m a n t e si pro-
yecta ser a m a d o , es decir, si lo q u e quiere conquistar n o es u n cuerpo
sino la subjetividad del otro en tanto que tal. El único medio que,
en efecto, p u e d a concebir p a r a realizar tal apropiación es hacerse
amar. Así, se nos aparece que a m a r es, en su esencia, el proyecto
d e hacerse a m a r . D e ahí u n a n u e v a c o n t r a d i c c i ó n y u n conflicto
n u e v o : c a d a u n o d e los a m a n t e s está e n t e r a m e n t e c a u t i v o del otro
e n t a n t o q u e quiere hacerse a m a r p o r él c o n exclusión d e o t r o
c u a l q u i e r a ; pero, al mismo tiempo, c a d a u n o exige del o t r o u n a m o r
q u e n o se r e d u z c a e n m o d o a l g u n o al " p r o y e c t o de s e r - a m a d o " . L o
q u e exige, en efecto, es q u e el otro, sin buscar o r i g i n a r i a m e n t e h a -
cerse a m a r , t e n g a u n a intuición a la vez c o n t e m p l a t i v a y afectiva
d e su a m a d o c o m o el límite objetivo d e su p r o p i a libertad, c o m o el
f u n d a m e n t o ineluctable y elegido d e su trascendencia, c o m o la to-
t a l i d a d d e ser y el valor supremo. E l a m o r así exigido a l o t r o n o
p u e d e pedir n a d a : es p u r o c o m p r o m i s o sin reciprocidad. Pero, p r e -
cisamente, ese a m o r n o p o d r í a existir sino a t í t u l o d e exigencia del
a m a n t e ; y la m a n e r a en q u e éste es c a u t i v a d o es m u y d i s t i n t a : es
c a u t i v o d e su exigencia misma, e n la m e d i d a e n q u e el a m o r es, en
efecto, exigencia d e ser a m a d o ; es u n a libertad q u e q u i e r e ser c u e r p o
y q u e exige u n a f u e r a ; p o r lo t a n t o , u n a libertad q u e r e m e d a u n a
h u i d a h a c i a el o t r o u n a libertad que, e n t a n t o q u e libertad, r e c l a m a
su alienación. L a libertad del a m a n t e e n su p r o p i o esfuerzo p o r
hacerse a m a r c o m o o b j e t o p o r el o t r o se aliena vertiéndose e n el
cuerpo-para-el-otro, es decir, se p r o d u c e surgiendo a la existencia
con u n a dimensión d e f u g a h a c i a el o t r o ; es p e r p e t u a d e n e g a c i ó n a
po/ierse c o m o p u r a ipseidad, pues esta a f i r m a c i ó n d e sí c o m o sí-
m i s m o t r a e r í a a p a r e a d o el d e s m o r o n a m i e n t o del o t r o c o m o m i r a d a
y.el surgimiento del otro-objeto, es decir, u n e s t a d o d e cosas e n q u e
la jJbsibilidad m i s m a d e ser a m a d o desaparece, p u e s t o q u e él o t r o
se r e d u c e a su dimensión d e objetividad. Esa d e n e g a c i ó n constituye,
pues, a la libertad c o m o d e p e n d i e n t e del otro, y el o t r o c o m o sub-
jetividad se convierte e n límite insuperable d e la libertad del para-sí,
m e t a y f i n s u p r e m o e n t a n t o q u e él r e t i e n e ' l a clave d e su ser. N u e -
v a m e n t e e n c o n t r a m o s a q u í el ideal de la e m p r e s a a m o r o s a : la liber-
t a d a l i e n a d a . P e r o el q u e aliena su libertad es el q u e q u i e r e ser
a m a d o e n t a n t o q u e quiere q u e se lo a m e . M i libertad se aliena e n
presencia de la p u r a subjetividad del otro, q u e f u n d a m i o b j e t i v i d a d ;
n o p o d r í a alienarse en m o d o a l g u n o f r e n t e al otro-objeto. E n esta
f o r m a , en efecto, esa alienación del ser a m a d o , con q u e el a m a n t e
sueña, sería contradictoria, pues el a m a d o n o p u e d e f u n d a r el ser
del a m a n t e sino trascendiéndolo p o r p r i n c i p i o h a c i a otros objetos

1
"Remedar" traduce imperfectamente el francés mimer, que da la idea
de un actor encarnando un papel. ( N . del T.)
del m u n d o ; así, pues, esta t r a s c e n d e n c i a n o p u e d e constituir a la
vez el o b j e t o t r a s c e n d i d o p o r ella c o m o o b j e t o t r a s c e n d i d o y c o m o
o b j e t o límite de t o d a trascendencia. Así, e n la p a r e j a amorosa,
c a d a u n o quiere ser el o b j e t o p a r a el c u a l la libertad del o t r o se
aliene e n u n a intuición o r i g i n a l ; p e r o esta intuición q u e seria el a m o r
p r o p i a m e n t e d i c h o n o es sino u n ideal c o n t r a d i c t o r i o del p a r a - s í ;
d e m o d o q u e c a d a u n o es a l i e n a d o sólo e n la m e d i d a e x a c t a en q u e
exige la alienación del otro. C a d a u n o q u i e r e q u e el o t r o lo a m e ,
sin d a r s e c u e n t a d e q u e a m a r es q u e r e r ser a m a d o y q u e así, q u e -
r i e n d o q u e el o t r o lo a m e , quiere s o l a m e n t e q u e el o t r o q u i e r a q u e
él lo a m e . Así, las relaciones amorosas son u n sistema d e remisiones
indefinidas a n á l o g o al p u r o " r e f l e j o - r e f l e j a d o " d e la conciencia, b a j o
el signo ideal del valor " a m o r " , es decir, d e u n a f u s i ó n d e las con-
ciencias en q u e c a d a u n a d e ellas conservaría su a l t e r i d a d p a r a f u n -
d a r a la otra. Pues, e n efecto, las conciencias están s e p a r a d a s p o r
u n a n a d a q u e es insuperable p o r ser a la vez u n a negación i n t e r n a
d e la u n a p o r la o t r a y u n a n a d a d e h e c h o e n t r e las dos negaciones
internas. El a m o r es u n esfuerzo c o n t r a d i c t o r i o p o r sobrepasar la
n e g a c i ó n d e h e c h o c o n s e r v a n d o al m i s m o t i e m p o la negación i n t e r n a .
E x i j o q u e el o t r o m e a m e y p o n g o p o r o b r a t o d o p a r a realizar m i
p r o y e c t o : pero, si el o t r o m e a m a , m e d e c e p c i o n a r a d i c a l m e n t e - p o r
su a m o r m i s m o ; yo exigía d e él q u e f u n d a r a m i ser c o m o o b j e t o
privilegiado m a n t e n i é n d o s e c o m o p u r a subjetividad f r e n t e a m í ; y,
desde q u e m e a m a , m e e x p e r i m e n t a c o m o s u j e t o y se abisma e n su
o b j e t i v i d a d f r e n t e a m i subjetividad. El p r o b l e m a d e m i ser-para-
o t r o q u e d a , pues, sin solución; los a m a n t e s p e r m a n e c e n c a d a u n o
p a r a sí en u n a subjetividad t o t a l ; n a d a viene a relevarlos de su deber
d e hacerse existir c a d a u n o p a r a sí; n a d a viene a s u p r i m i r su con-
tingencia ni a salvarlos de la f a c t i c i d a d . P o r lo menos, c a d a u n o d e
ellos lleva g a n a d o el n o estar ya e n peligro e n la libertad del o t r o ;
p e r o ello d e m o d o m u y distinto d e c o m o él lo c r e e : n o p o r q u e el
o t r o lo h a g a ser c o m o objeto-límite d e su trascendencia, sino p o r q u e
el o t r o lo e x p e r i m e n t a c o m o subjetividad y n o quiere e x p e r i m e n t a r l o
sino c o m o tal. Y, a u n así, la g a n a n c i a es p e r p e t u a m e n t e u n a c o m -
p o n e n d a i n e s t a b l e 1 : en p r i m e r lugar, a c a d a i n s t a n t e c a d a u n a d e
las conciencias p u e d e liberarse d e sus c a d e n a s y c o n t e m p l a r d e súbito
al o t r o c o m o objeto. E n t o n c e s el hechizo cesa, el o t r o se convierte

1
La perífrasis "componenda inestable" traduce el francés compromis.
(N. del T.)
en un medio entre los medios, y es entonces objeto p a r a el otro, como
él lo desea, pero objeto-utensilio, objeto p e r p e t u a m e n t e trascendido;
la ilusión, el juego de espejos q u e constituye la realidad concreta
del amor, cesa de pronto. Además, en el a m o r , cada conciencia
procura tener su ser-para-otro puesto a salvo en la libertad del otro.
Esto supone q u e el otro es allende el m u n d o como p u r a subjetividad,
como lo absoluto por el cual el m u n d o llega a ser. Pero basta que
los amantes sean mirados juntos p o r u n tercero p a r a q u e cada u n o
de ellos experimente la objetivación n o sólo de sí mismo sino también
del otro. A la vez, el otro ya n o es p a r a m í la transcendencia abso-
luta que m e f u n d a en mi ser, sino que es trascendencia-trascen-
dida, n o p o r mí, sino p o r otro; y m i relación originaria con él, es
decir, m i relación d e ser a m a d o con respecto al amante, se f i j a en
mortiposibilidad. N o es ya la relación experimentada entre u n ob-
jeto límite de toda trascendencia y la libertad q u e lo f u n d a , sino
un amor-obieto q u e se aliena íntegramente hacia aquel tercero. T a l
es la v e r d a d e r a razón por la cual los amantes buscan la soledad; la
aparición de u n tercero, cualquiera q u e fuere, es destrucción de ese
amor. Pero la soledad de hecho (estamos solos en m i c u a r t o ) n o es
en m o d o alguno soledad de derecho. E n realidad, a u n si nadie nos
ve, existimos p a r a todas las conciencias y tenemos conciencia de exis-
tir p a r a todas: resulta de ello q u e el a m o r como m o d o f u n d a m e n t a l
del ser-para-otro tiene en su ser-para-otro la raíz de su destrucción.
Acabamos de definir la triple destructibilidad del a m o r : en primer
lugar es, p o r esencia, u n e m b a u c a m i e n t o y u n a remisión al infinito,
puesto que a m a r es querer q u e se m e a m e y, p o r ende, querer que
el otro quiera q u e yo lo ame. U n a comprensión preontológica de
ese e m b a u c a m i e n t o está d a d a en el p r o p i o impulso amoroso: d e ahí
la p e r p e t u a insatisfacción del a m a n t e . Ésta n o procede, c o m o a
m e n u d o se h a dicho, de la indignidad del ser a m a d o , sino de u n a
comprensión implícita de que la intuición amorosa es, como intui-
ción-fundamento, u n ideal inalcanzable. C u a n t o más se m e a m a ,
más pierdo mi ser, pues soy devuelto a mis propias responsabilidades,
a mi propio p o d e r ser. E n segundo lugar, siempre es posible el des-
pertar del otro; en cualquier m o m e n t o p u e d e h a c e r m e comparecer
como objeto: de ahí la p e r p e t u a inseguridad del amante. E n tercer
lugar, el a m o r es u n absoluto p e r p e t u a m e n t e relativizado por los
otros. Sería menester estar solo en el m u n d o con el ser a m a d o p a r a
que el a m o r conservara su carácter de eje de referencia absoluto.
D e ahí la p e r p e t u a v e r g ü e n z a ( o la a c t i t u d orgullosa, lo q u e e n este
caso d a lo m i s m o ) del a m a n t e .
Así, e n v a n o h a b r é i n t e n t a d o p e r d e r m e e n lo o b j e t i v o : mi p a -
sión n o h a b r á servido d e n a d a ; el o t r o m e h a d e v u e l t o •—sea p o r sí
m i s m o , sea p o r m e d i o d e los otros— a m i injustificable subjetividad.
E s t a c o m p r o b a c i ó n p u e d e p r o v o c a r u n a desesperación total y u n a
n u e v a t e n t a t i v a d e realizar la asimilación e n t r e o t r o y yo.. S u ideal
será inverso del q u e a c a b a m o s d e describir: e n vez d e p r o y e c t a r ab-
sorber al o t r o conservándole su a l t e r i d a d , p r o y e c t a r é h a c e r m e absor-
b e r p o r el o t r o y p e r d e r m e en su s u b j e t i v i d a d p a r a d e s e m b a r a z a r m e
d e J a m í a . L a e m p r e s a se t r a d u c i r á e n el p l a n o c o n c r e t o p o r la
a c t i t u d masoquista: p u e s t o q u e el o t r o es el f u n d a m e n t o de m i ser-
p a r a - o t r o , si d e s c a r g a r a e n el o t r o el c u i d a d o d e h a c e r m e existir, n o
sería yo m á s q u e u n ser-en-sí f u n d a d o e n su ser p o r u n a libertad.
A q u í , m i p r o p i a s u b j e t i v i d a d es c o n s i d e r a d a c o m o obstáculo p a r a el
a c t o p r i m o r d i a l p o r el c u a l el o t r o m e f u n d a r í a e n m i ser; se t r a t a ,
pues, a n t e t o d o d e n e g a r l a con mi propia libertad. T r a t o entonces
d e c o m p r o m e t e r m e í n t e g r a m e n t e e n m i ser-objeto; d e n i e g o ser nacía
sino objeto, descanso e n el o t r o ; c o m o e x p e r i m e n t o ese ser-objeto en
la v e r g ü e n z a , q u i e r o y a m o m i v e r g ü e n z a c o m o signo p r o f u n d o d e
m i o b j e t i v i d a d ; y, c o m o el o t r o m e c a p t a c o m o o b j e t o p o r el deseo
actual1, q u i e r o ser deseado, m e h a g o o b j e t o d e deseo e n la vergüenza.
E s t a a c t i t u d sería b a s t a n t e similar a la del a m o r , si, e n vez de t r a t a r
d e existir p a r a el o t r o c o m o objeto-límite d e su trascendencia, no
m e e m p e ñ a r a , al c o n t r a r i o , e n h a c e r m e t r a t a r c o m o u n o b j e t o e n t r e
otros, c o m o u n i n s t r u m e n t o de-utilizar: e n efecto, se t r a t a d e n e g a r
mi trascendencia, n o la del otro. Esta vez n o t e n g o q u e proyectar
cautivarle su libertad, sino, al c o n t r a r i o , deseo q u e esta libertad sea
y se q u i e r a r a d i c a l m e n t e libre. Así, c u a n t o m á s t r a s c e n d i d o m e sienta
h a c i a otros fines, m á s gozaré de la a b d i c a c i ó n de m i trascendencia.
E n el límite, p r o y e c t o n o ser n a d a m á s q u e u n objeto, es decir, ra-
d i c a l m e n t e u n en-jt. Pero, e n t a n t o q u e u n a libertad q u e h u b i e r a
absorbido la m í a sería el f u n d a m e n t o d e ese en-sí, m i ser volvería
a ser f u n d a m e n t o d e sí m i s m o . E l masoquismo, c o m o el sadismo
es asunción d e c u l p a b i l i d a d . Soy culpable, e f e c t i v a m e n t e , p o r el solo
h e c h o de ser objeto. C u l p a b l e h a c i a m í mismo, p u e s t o q u e consiento
en m i alienación a b s o l u t a ; c u l p a b l e h a c i a el p r ó j i m o , pues le doy

1
Cf. parágrafo II.
- Cf. parágrafo II
ocasión d e ser culpable, es decir, d e fallir3 r a d i c a l m e n t e m i libertad
c o m o tal. El m a s o q u i s m o es u n a t e n t a t i v a n o d e f a s c i n a r al o t r o p o r
m i o b j e t i v i d a d , sino d e h a c e r m e f a s c i n a r yo m i s m o p o r m i objeti-
v i d a d - p a r a - o t r o , es decir, h a c e r m e constituir p o r o t r o e n objeto,
d e tal suerte q u e y o c a p t e n o - t é t i c a m e n t e m i s u b j e t i v i d a d c o m o u n
nada, e n presencia del en-sí q u e r e p r e s e n t o a los ojos del otro. Se
c a r a c t e r i z a c o m o u n a especie d e v é r t i g o : n o el v é r t i g o a n t e el p r e -
cipicio d e roca y tierra, sino a n t e el a b i s m o d e la s u b j e t i v i d a d a j e n a .
P e r o el m a s o q u i s m o es y d e b e ser e n sí m i s m o u n f r a c a s o : p a r a
h a c e r m e f a s c i n a r p o r m i yo-objeto, sería menester, e f e c t i v a m e n t e , q u e
p u d i e r a realizar la, a p r e h e n s i ó n i n t u i t i v a d e este o b j e t o tal c u a l es
para el otro, lo c u a l p o r p r i n c i p i o es imposible. Así, el y o a l i e n a d o ,
lejos d e p o d e r yo n i siquiera e m p e z a r a f a s c i n a r m e c o n él, p e r m a n e c e
p o r p r i n c i p i o i n c a p t a b l e . E n v a n o el m a s o q u i s t a se a r r a s t r a d e rodi-
llas, se m u e s t r a en p o s t u r a s ridiculas, se h a c e utilizar c o m o simple
i n s t r u m e n t o i n a n i m a d o ; sólo para el otro será obsceno o s i m p l e m e n t e
pasivo; p a r a el o t r o padecerá esas p o s t u r a s ; p a r a sí, está p o r siempre
c o n d e n a d o a dárselas él mismo. Sólo e n y p o r p r o p i a trascen-
d e n c i a se dispone c o m o u n ser p a r a ser t r a s c e n d i d o ; y c u a n t o m á s
i n t e n t e gustar, s a b o r e a r su o b j e t i v i d a d , m á s se v e r á s u m e r g i d o p o r
la c o n c i e n c i a d e su s u b j e t i v i d a d , h a s t a la angustia. E n p a r t i c u l a r ,
el m a s o q u i s t a q u e p a g a a u n a m u j e r p a r a q u e lo azote, la t r a t a c o m o
i n s t r u m e n t o , y p o r eso m i s m o se p o n e e n t r a s c e n d e n c i a con res-
p e c t o a ella. Así, el m a s o q u i s t a t e r m i n a p o r t r a t a r al o t r o c o m o
o b j e t o y p o r trascenderlo h a c i a su p r o p i a o b j e t i v i d a d . R e c u é r d e n s e ,
p o r e j e m p l o , las tribulaciones d e S a c h e r - M a s o c h , q u e , p a r a hacerse
despreciar, insultar, r e d u c i r a u n a posición h u m i l l a n t e , se veía obli-
g a d o a utilizar el g r a n a m o r q u e le p r o f e s a b a n las m u j e r e s , es decir,
a a c t u a r sobre ellas e n t a n t o q u e éstas se e x p e r i m e n t a b a n a sí m i s m a s
c o m o u n o b j e t o p a r a él. Así, de todas m a n e r a s , la o b j e t i v i d a d del
m a s o q u i s t a le escapa, y h a s t a p u e d e ocurrir, y lo m á s a m e n u d o
ocurre, que, t r a t a n d o d e c a p t a r su p r o p i a o b j e t i v i d a d , e n c u e n t r e la
o b j e t i v i d a d del otro, lo que, pese a él, libera su s u b j e t i v i d a d . El m a -
soquismo es, pues, p o r principio, u n fracaso. L o c u a l n o p u e d e sor-
p r e n d e r n o s , si r e f l e x i o n a m o s e n q u e el m a s o q u i s m o es u n "vicio" y
q u e el vicio es, p o r principio, el a m o r del fracaso. P e r o n o h e m o s
d e describir a q u í las e s t r u c t u r a s p r o p i a s del vicio. Bástenos señalar
q u e el m a s o q u i s m o es u n p e r p e t u o e s f u e r z o p o r a n i q u i l a r la subje-

&
Manquer: doble sentido de "marrar" y "frustrar". (N. del T.)
tividad del s u j e t o h a c i é n d o l a ' r e a s i m i l a r p o r el otro, y q u e ese esfuerzo
va a c o m p a ñ a d o de la a g o t a d o r a y deliciosa conciencia del f r a c a s o ,
h a s t a tal p u n t o q u e el s u j e t o t e r m i n a p o r b u s c a r el f r a c a s o m i s m o
c o m o su o b j e t i v o p r i n c i p a l 1 .

II
SEGUNDA A C T I T U D HACIA EL P R Ó J I M O :
LA INDIFERENCIA, EL DESEO, EL ODIO, EL SADISMO

El f r a c a s o d e la p r i m e r a a c t i t u d h a c i a el o t r o p u e d e ser ocasión
d e a d o p t a r la segunda. Pero, a decir v e r d a d , n i n g u n a d e ellas es
r e a l m e n t e p r i m e r a ; c a d a u n a d e ellas es u n a reacción f u n d a m e n t a l
al s e r - p a r a - o t r o c o m o situación originaria. P u e d e ocurrir, pues, q u e
p o r la imposibilidad m i s m a e n q u e estoy d e a s i m i l a r m e la c o n c i e n -
cia del otro, p o r m e d i o d e m i o b j e c t i d a d p a r a él, m e vea c o n d u c i d o
a v o l v e r m e d e l i b e r a d a m e n t e h a c i a el o t r o p a r a mirarlo. E n este caso,
m i r a r la m i r a d a a j e n a es p o n e r s e u n o m i s m o e n la p r o p i a libertad
e i n t e n t a r , desde el f o n d o d e ésta, a f r o n t a r la libertad del otro. Así,
el sentido del c o n f l i c t o b u s c a d o consistirá e n p o n e r e n p l e n a luz la
l u c h a de dos libertades e n f r e n t a d a s e n t a n t o q u e libertades. P e r o
esa intención d e b e ser i n m e d i a t a m e n t e d e f r a u d a d a , pues, p o r el solo
h e c h o d e a f i r m a r m e e n m i libertad f r e n t e al otro, h a g o d e él u n a
t r a s c e n d e n c i a - t r a s c e n d i d a , es decir, u n objeto. I n t e n t a r e m o s deli-
n e a r a h o r a la historia d e este fracaso. E s t á c l a r o el e s q u e m a d i r e c t o r :
sobre el p r ó j i m o q u e m e m i r a , asesto a m i vez m i m i r a d a . P e r o n o
se p u e d e m i r a r u n a m i r a d a : desde q u e m i r o h a c i a la m i r a d a , ésta
se desvanece y n o v e o m á s q u e u n o s ojos. E n este instante, el o t r o
se convierte e n u n ser q u e yo poseo y q u e r e c o n o c e m i libertad.
P a r e c e r í a q u e h e a l c a n z a d o m i propósito, p u e s t o q u e p o s e o al ser
q u e tiene la clave d e m i o b j e c t i d a d y p u e d o h a c e r l e e x p e r i m e n t a r
m i libertad de mil m a n e r a s . Pero, e n r e a l i d a d , t o d o se h a desmoro-
n a d o , pues el ser q u e m e q u e d a e n t r e las m a n o s es u n p r ó j i m o -
objeto. E n t a n t o q u e tal, h a p e r d i d o la c l a v e d e m i ser o b j e t o y
posee d e m í u n a p u r a y simple i m a g e n q u e n o es n a d a m á s q u e u n a

1
En los términos de esta descripción, hay por lo menos una forma de
exhibicionismo que debe clasificarse entre las actitudes masoquistas. Por ejem-
plo, cuando Rousseau exhibe a las lavanderas "no el objeto obsceno, sino el
objeto ridículo"; cf. Confessions, cap. I I I .
de sus afecciones objetivas y q u e n o me toca; y, si experimenta los
efectos de mi libertad, si p u e d o a c t u a r sobre su ser de mil m a n e r a s
y trascender sus posibilidades con todas las mías, ello ocurre en
t a n t o q u e él es objeto en el m u n d o y, c o m o tal, n o está en condi-
ciones de reconocer mi libertad. M i decepción es completa, puesto
q u e t r a t o d e a p r o p i a r m e d e la libertad del otro y percibo de p r o n t o
q u e n o p u e d o a c t u a r sobre él sino en tar\to q u e esa libertad se h a
desmoronado b a j o m i m i r a d a . Esta decepción será el móvil de mis
tentativas ulteriores d e buscar la libertad del otro a través del objeto
q u e él es p a r a mí, y de e n c o n t r a r conductas privilegiadas que p u -
dieran h a c e r m e d u e ñ o de esa libertad a través de u n a apropiación
total del c u e r p o a j e n o . Estas tentativas, c o m o p u e d e suponerse, es-
t á n p o r principio destinadas al fracaso.
Pero también p u e d e ocurrir q u e el " m i r a r la m i r a d a " sea mi
reacción originaria a m i ser-para-otro. Ello significa que puedo, en
m i surgimiento al m u n d o , elegirme c o m o el q u e m i r a la m i r a d a
a j e n a y construir m i subjetividad sobre el d e r r u m b e de la a j e n a . Lla-
m a r e m o s a esta actitud indiferencia hacia el prójimo. Se trata, en-
tonces, de u n a ceguera respecto de los otros. Pero el término "ce-
g u e r a " n o debe inducirnos a error: n o padezco esa ceguera como u n
estado; soy mi propia ceguera p a r a con los otros, y esa ceguera
incluye u n a comprensión implícita del ser-para-otro, es decir, de
la trascendencia del otro c o m o m i r a d a . Esta comprensión es, sim-
plemente, lo q u e yo m e d e t e r m i n o a enmascarar. Practico entonces
u n a especie d e solipsismo d e h e c h o ; los otros son esas formas que
p a s a n p o r la calle, esos objetos mágicos capaces de a c t u a r a distan-
cia, sobre los cuales p u e d o o b r a r p o r m e d i o de determinadas conduc-
tas. Poco y n a d a m e cuido de ellos; a c t ú o como si estuviera solo
en el m u n d o ; rozo " a la g e n t e " c o m o rozo paredes, los evito como
evito obstáculos, su libertad-objeto n o es p a r a mí sino su "coeficiente
de a d v e r s i d a d " ; ni imagino siquiera q u e p u e d a n mirarme. Sin d u d a ,
tienen algún conocimiento acerca de m í ; pero este conocimiento no
m e t o c a : se t r a t a de puras modificaciones operadas en su ser, que
n o pasan d e ellos a m í y q u e están infisionadas p o r lo que llamamos
"subjetividad-padecida" o "subjetividad-objeto", es decir, traducen
lo q u e ellos son, n o lo q u e soy yo, y son efecto de m i acción sobre
ellos. Esa "gente" son funciones: el inspector que pica boletos n o
es n a d a m á s q u e la f u n c i ó n de picarlos; el mozo de café n o es n a d a
más q u e f u n c i ó n d e servir a los parroquianos. Partiendo d e esto,
será posible utilizarlos lo m e j o r posible p a r a mis intereses si conozco
sus claves, esas "palabras-clave" q u e p u e d e n desencadenar sus me-
canismos. D e ahí esa psicología "moralista" que nos h a transmitido
el siglo Jivii francés; de ahí esos tratados del siglo xvui, c o m o el
Moyen de parvenir, de Béroalde de Verville; Les liaisons dangereuses,
de Lacios; el Traité de l'ambition, de H é r a u l t de Séchelles, que nos
ofrecen u n conocimiento práctico del otro y el arte de a c t u a r sobre
él. E n tal estado de ceguera, ignoro, concurrentemente, la subjeti-
vidad absoluta del otro como f u n d a m e n t o d e m i ser-en-sí y de mi
ser-para-el-otro, y en particular de m i " c u e r p o p a r a el otro". E n
cierto sentido, estoy tranquilizado: tengo "descaro", es decir, n o ten-
go conciencia alguna de que la m i r a d a del otro puede f i j a r mis po-
sibilidades y mi cuerpo; estoy en el estado opuesto al que recibe el
nombre de timidez. Poseo soltura, n o m e siento e m b a r a z a d o por mí
mismo, pues n o estoy afuera, n o m e siento alienado. Ese estado de
ceguera puede proseguir largo tiempo, a favor de mi m a l a fe f u n d a -
m e n t a l ; p u e d e extenderse, con interrupciones, d u r a n t e varios años,
d u r a n t e toda u n a v i d a : hay hombres que m u e r e n sin h a b e r sospe-
c h a d o siquiera —salvo d u r a n t e breves y aterradoras iluminaciones-—
lo que es el Otro. Pero, a u n c u a n d o u n o esté enteramente sumido
en él, n o d e j a de éxperimentar su insuficiencia. Y, como toda m a l a
fe, ese mismo estado nos d a motivos p a r a salir de él: pues la ceguera
respecto del otro hace desaparecer, concurrentemente, t o d a apre-
hensión vivida de m i objetividad. Empero, el O t r o c o m o libertad y
mi objetividad como yo-alienado son ahí, inadvertidos, n o tematiza-
dos, pero dados en m i comprensión misma del m u n d o y de m i ser
en el m u n d o . El inspector q u e - p i c a boletos, a u n considerado como
mera función, m e remite, por su función misma, a u n .ser-afuera,
bien q u e este ser-afuera n o sea ni c a p t a d o ni captable. D e ahí un
sentimiento p e r p e t u o d e falta y de malestar. Pues m i proyecto f u n -
damental hacia el Prójimo —cualquiera q u e fuere la actitud que yo
adopte— es doble: por u n a parte, se t r a t a de protegerme contra el
peligro que m e hace correr mi ser-afuera-en-la-libertad-del-Prójimo,
y por otra parte, "de utilizar al P r ó j i m o p a r a totalizar por fin la to-
talidad destotalizada q u e soy, p a r a cerrar el círculo abierto y h a c e r m e
ser finalmente el f u n d a m e n t o de m í mismo. Pero, por u n a parte,
la desaparición del P r ó j i m o como m i r a d a m e a r r o j a n u e v a m e n t e a
mi injustificable subjetividad y reduce m i ser a esa p e r p e t u a perse-
cución-perseguida hacia u n En-sí-para-sí incapt^ble; sin el otro,
capto en plenitud y desnudez la terrible necesidad de ser libre que
es m i destino, es decir, el h e c h o de que no p u e d o entregar a nadie
sino a m í mismo el cuidado d e h a c e r m e ser, p o r m á s q u e n o haya
escogido ser y haya nacido. Pero, p o r otra parte, a u n q u e la ceguera
hacia el O t r o m e libre en apariencia del t e m o r d e estar en peligro
en la libertad del O t r o , incluye, pese a todo, u n a comprensión im-
plícita de esa libertad. M e coloca, pues, en el último g r a d o de obje-
tividad en el m o m e n t o mismo en q u e p u e d o creerme subjetividad
absoluta y única, puesto q u e soy visto sin siquiera poder experimen-
t a r q u e soy visto y defenderme, p o r m e d i o d e este experimentar,
contra m i "ser-visto". Soy poseído sin p o d e r volverme hacia el que
m e posee. E n el directo experimentar al P r ó j i m o como m i r a d a , m e
defiendo experimentando al O t r o , y m e q u e d a la posibilidad de trans-
f o r m a r al O t r o en objeto. Pero, si el O t r o es objeto p a r a m í mien-
tras me mira, entonces estoy en peligro sin saberlo. Así, m i ceguera
es inquietud, p o r q u e v a a c o m p a ñ a d a d e la conciencia de u n a "mi-
r a d a e r r a n t e " e incaptable q u e a m e n a z a alienarme sin yo saberlo.
Este malestar h a d e ocasionar u n a nueva tentativa de a p o d e r a r m e
de la libertad del Prójimo. Pero esto significa q u e m e volveré hacia
el O b j e t o - P r ó j i m o q u e m e roza y t r a t a r é d e utilizarlo c o m o instru-
m e n t o p a r a alcanzar su libertad. Sólo que, precisamente p o r dirigir-
m e al objeto " P r ó j i m o " , n o p u e d o pedirle cuentas de su trascenden-
cia y, estando yo mismo e n el p l a n o d e la objetivación del Prójimo,
ni siquiera p u e d o concebir aquello d e q u e quiero apoderarme. Así,
estoy en u n a actitud irritante y contradictoria respecto d e ese objeto
q u e considero: n o sólo n o p u e d o obtener de él lo q u e quiero, sino,
además, esa búsqueda provoca u n a evanescencia del saber mismo
concerniente a lo q u e quiero: m e c o m p r o m e t o en u n a búsqueda
desesperada de la libertad del O t r o y, de camino, m e encuentro
comprometido e n u n a búsqueda q u e h a p e r d i d o su sentido: todos
mis esfuerzos por devolver su sentido a la búsqueda n o tienen otro
efecto q u e hacérselo p e r d e r más a ú n y provocarme estupefacción y
malestar, exactamente c o m o c u a n d o procuro recobrar el recuerdo
d e u n sueño y este recuerdo se m e f u n d e entre los dedos d e j á n d o m e
u n a vaga e irritante impresión d e conocimiento total y sin objeto;
exactamente c o m o c u a n d o procuro explicitar el contenido de u n a
falsa reminiscencia, y la explicación misma la hace fundirse en trans-
lucidez.
M i tentativa original d e a p o d e r a r m e d e la libre subjetividad del
O t r o a través d e su objetividad-para-mí es el deseo sexual. Asom-
brará quizá ver m e n c i o n a r al nivel de actitudes primeras q u e mani-
fiestan simplemente nuestra m a n e r a originaria d e realizar el Ser-para-
O t r o u n f e n ó m e n o que se clasifica de ordinario entre las "reaccio-
nes psicofisiológicas". P a r a la m a y o r p a r t e d e los psicólogos, en efec-
to, el deseo, c o m o h e c h o de conciencia, se halla en estricta correla-
ción con la naturaleza de nuestros órganos sexuales y sólo podría
comprendérselo en conexión con u n estudio p r o f u n d o de esos órga-
nos. Pero, c o m o la estructura diferenciada del cuerpo (mamífero,
vivíparo, etc.) y, p o r ende, la estructura particular del sexo (útero,
trompas, ovarios, etc.) pertenecen al dominio de la contingencia
absoluta y n o pertenecen en m o d o alguno a la ontología de la "con-
ciencia" o del Dasein, parecería q u e con el deseo sexual ocurriese lo
mismo. Así como los órganos sexuales constituyen u n a información
contingente y particular de nuestro cuerpo, así también el deseo co-
rrespondiente seria u n a m o d a l i d a d contingente de nuestra vida psí-
quica, es decir, q u e n o podría describirse sino al nivel de u n a
psicología empírica apoyada en la biología. Esto se ve con h a r t a
claridad en el n o m b r e d e instinto sexual reservado p a r a el deseo y
todas las estructuras psíquicas a él referidas. El término de instinto,
en efecto, califica siempre a formaciones contingentes de la vida
psíquica que tienen el doble carácter de ser coextensivas a toda la
duración d e esa vida —o, en todo caso, d e n o provenir de nuestra
"historia"— y d e n o p o d e r ser deducidas, sin embargo, de la esencia
de lo psíquico. Por eso las filosofías existenciales n o h a n creído deber
preocuparse de la sexualidad. Heidegger, en particular, n o alude
p a r a n a d a a ella en su analítica existencial, d e suerte que su Da-
sein se nos aparece como asexuado. Sin d u d a , puede considerarse
que, en efecto, p a r a la "realidad h u m a n a " es u n a contingencia es-
pecificarse como "masculina" o "femenina", - sin d u d a , p u e d e decirse
q u e el problema de la diferenciación sexual n a d a tiene q u e ver con
el d e la Existencia (Existenz), ya que el h o m b r e o la m u j e r "existe",
ni m á s ni menos.
Tales razones no son en absoluto convincentes. Q u e la diferen-
cia sexual pertenezca al dominio de la facticidad, en rigor lo acep-
tamos. Pero, ¿ h a de significar eso q u e el "Para-sí" sea sexual "por
accidente", por la p u r a contingencia d e tener tal o cual cuerpo?
¿Podemos admitir q u e ese inmenso asunto q u e es la vida sexual
venga a la condición h u m a n a por a ñ a d i d u r a ? A p r i m e r a vista a p a -
rece q u e el deseo y su inverso, el horror sexual, son estructuras f u n -
damentales del ser-para-otro. Evidentemente, si la sexualidad tiene
?u origen en el sexo como determinación fisiológica y contingente
del hombre, n o p o d r á ser indispensable p a r a el ser del P a r a - O t r o .
Pero ¿110 hay derecho de preguntarse si el problema n o es, quizá,
del mismo orden q u e el q u e hemos e n c o n t r a d o con motivo de las
sensaciones y de los órganos sensibles? El hombre, se dice, es un
ser sexual p o r q u e posee u n sexo. ¿ Y si f u e r a a la inversa? ¿Si el
6exo n o f u e r a sino el instrumento y como la imagen de u n a sexua-
lidad f u n d a m e n t a l ? ¿Si el h o m b r e n o poseyera u n sexo sino porque
es originaria y f u n d a m e n t a l m e n t e u n ser sexual, en tanto q u e ser que
existe en el m u n d o en conexión con otros hombres? L a sexualidad
infantil precede a la m a d u r a c i ó n fisiológica de los órganos sexuales;
los eunucos n o por serlo d e j a n d e desear. N i muchos ancianos. El
hecho de poder disponer d e u n órgano sexual a p t o p a r a f e c u n d a r y
p r o c u r a r goce n o representa sino u n a fase y u n aspecto de Muestra
vida sexual. H a y u n m o d o de sexualidad "con posibilidad de satis-
facción", y el sexo f o r m a d o representa y concreta esa posibilidad.
Pero hay otros modos de la sexualidad en el tipo de la insatisfacción,
y, si se tienen en c u e n t a estas modalidades, h a de reconocerse que la
sexualidad, q u e aparece con el nacimiento, n o desaparece sino con
la muerte. Por otra parte, j a m á s la turgencia del pene ni ningún
otro f e n ó m e n o fisiológico p u e d e explicar ni provocar el deseo sexual,
así c o m o t a m p o c o la vasoconstricción o la dilatación pupilar (ni la
simple conciencia d e estas modificaciones fisiológicas) p o d r á n expli-
car ni provocar el miedo. E n u n o como en otro caso, a u n q u e el
cuerpo tenga u n i m p o r t a n t e papel q u e desempeñar, es preciso, para
comprender bien, remitirnos al sen-en-el-mundo y al ser-para-otro:
deseo a u n ser h u m a n o , n o a u n insecto o a un molusco, y lo deseo
en tanto q u e él está y yo estoy en situación en el m u n d o , y en tanto
q u e él es O t r o p a r a mí y yo soy Otro p a r a él. El problema f u n d a -
mental de la sexualidad puede, entonces, formularse así: ¿la sexua-
lidad es u n accidente contingente vinculado con nuestra naturaleza
fisiológica o es u n a estructura necesaria del ser-para-sí-para-otro ?
Por el solo h e c h o de poderse plantear la cuestión en tales términos,
a la ontología corresponde decidirla. Y la ontología no podría hacerlo,
precisamente, a menos que se preocupe por determinar y f i j a r la signi-
ficación de la existencia sexual p a r a el Otro. Ser sexuado, en efecto,
significa, e n términos d e la descripción del cuerpo que hemos intentado
en el capítulo anterior, existir sexualmente p a r a u n P r ó j i m o que existe
sexualmente p a r a mí, d e j a n d o bien aclarado que ese P r ó j i m o n o es
forzosa ni p r i m e r a m e n t e para mí — n i yo p a r a él— un existente hetero
sexual sino sólo u n ser sexuado en general. Considerada desde el p u n t o
de vista del Para-sí, esa captación de la sexualidad a j e n a n o puede
ser la p u r a contemplación desinteresada de sus caracteres sexuales
primarios o secundarios. El p r ó j i m o n o es sexuado p a r a m í prime-
ramente p o r q u e yo saque la conclusión, observando la repartición de
su sistema piloso, la rudeza d e sus manos, el sonido de su voz, su
fuerza, de q u e pertenece al sexo masculino. Estas son conclusiones
derivadas q u e se refieren a u n estado primero. L a aprehensión pri-
m e r a de la sexualidad del Prójimo, en t a n t o q u e vivida y padecida,
n o puede ser sino el deseo: deseando al O t r o ( o descubriéndome
c o m o incapaz de desearlo) o c a p t a n d o su deseo d e mí, descubro su
ser-sexuado; y el deseo m e descubre a la vez mi ser-sexuado y su
ser-sexuado, mi c u e r p o y su c u e r p o corno sexo. Henos, pues, remi-
tidos, p a r a c a p t a r la naturaleza y la jerarquía ontológica del sexo,
al estudio del deseo. ¿ Q u é es el deseo, pues?
Y, a n t e todo, ¿ h a y deseo de qué?
H e m o s de renunciar d e e n t r a d a a la idea de q u e el deseo sea
deseo de voluptuosidad o de hacer cesar u n dolor. D e este estado
d e inmanencia, n o se ve cómo el sujeto podría salir p a r a " f i j a r " su
deseo en u n objeto. T o d a teoría subjetivista e inmanentista fraca-
sará al q u e r e r explicar nuestro deseo de u n a m u j e r y n o simplemente
nuestra satisfacción. Conviene, pues, definir el deseo por su objeto
trascendente. E m p e r o , sería enteramente inexacto decir que el deseo
es deseo d e "posesión física" del objeto deseado, si p o r poseer se en-
tiende aquí tener contacto carnal. Sin d u d a , el acto sexual libra
por u n m o m e n t o del deseo, y p u e d e q u e en ciertos casos sea explí-
citamente puesto c o m o el objetivo del deseo, p o r ejemplo c u a n d o éste
es doloroso y fatigante. Pero entonces es menester que el deseo mismo
sea el objeto q u e se pone como "de-suprimir", y ello n o podría
hacerse sino p o r m e d i o de u n a conciencia reflexiva. Pero el deseo
es, por sí mismo, irreflexivo; n o podría, pues, ponerse a sí mismo
como objeto de-suprimir. Sólo un libertino se representa su deseo,
lo t r a t a c o m o objeto, lo excita, lo m a n t i e n e despierto, difiere la
satisfacción, etc. Pero entonces, h a de notarse, lo deseable es el deseo
mismo. El error proviene aquí de q u e se h a a p r e n d i d o que el acto
sexual suprime el deseo. Se h a unido, pues, al deseo u n conocimien-
to; y, por razones exteriores a su esencia (procreación, carácter sa-
g r a d o de la maternidad, fuerza excepcional del placer provocado
por la eyaculación, valor simbólico del acto sexual), se le h a agre-
gado desde a f u e r a la voluptuosidad como su satisfacción normal.
Así, el hombre medio n o puede, p o r pereza de espíritu o por con-
formismo, concebir p a r a su deseo otro fin q u e la eyaculación. Esto
ha permitido concebir el deseo c o m o u n instinto cuyo origen y fin
son estrictamente fisiológicos, ya que, en el h o m b r e por ejemplo,
tendría p o r causa la erección, y la eyaculación por término final.
Pero el deseo n o implica e n sí, en m o d o alguno, el acto sexual; no
lo pone temáticamente, ni siquiera lo esboza, c o m o se ve c u a n d o
se trata del deseo de niños d e corta edad o d e adultos q u e ignoran
la "técnica" del amor. Análogamente, el deseo n o es deseo d e nin-
guna práctica amorosa especial; lo p r u e b a suficientemente la diver-
sidad de estas prácticas, variables con los grupos sociales. D e m o d o
general, el deseo n o es deseo de hacer. El " h a c e r " interviene des-
pués, se agrega desde a f u e r a ál deseo y requiere u n aprendizaje:
hay u n a técnica amorosa q u e tiene sus propios fines y medios. El
deseo, al n o poder ni p o n e r su supresión como su fin supremo ni
elegir c o m o objetivo último u n acto particular, es p u r a y simple-
mente deseo de u n objeto trascendente. N u e v a m e n t e encontramos
aquí esa intencionalidad afectiva de q u e hablábamos en los capítulos
precedentes y que h a sido descrita por Scheler y Husserl. Pero, ¿de
q u é objeto hay deseo? ¿ Se dirá q u e el deseo es deseo d e u n cuerpo?
E n cierto sentido, es innegablemente así. Pero hemos de entendernos.
E n verdad, lo q u e nos p e r t u r b a es el c u e r p o : u n brazo o u n seno
entrevisto, o acaso u n pie. P e r o h a de notarse, ante todo, q u e n o
deseamos j a m á s el brazo o el seno descubierto sino sobre el f o n d o
de presencia del cuerpo entero como totalidad orgánica. El cuerpo
mismo, c o m o totalidad, p u e d e estar enmascarado: p u e d o n o ver sino
u n brazo desnudo. Pero el cuerpo está a h í : es aquello a partir de
lo cual c a p t o el brazo en c u a n t o brazo; es t a n presente, t a n adhe-
rente al brazo que veo, como los arabescos del tapiz ocultados por la
p a t a de la mesa son adherentes y presentes a los arabescos q u e m e
son visibles. Y m i deseo n o se e n g a ñ a : n o se dirige a u n a suma de
elementos fisiológicos sino a u n a f o r m a total; m e j o r a ú n : a u n a
f o r m a en situación. L a actitud, como luego veremos, hace m u c h o
p a r a provocar el deseo. Pero, con la actitud, se d a n los entornos y,
en última instancia, el m u n d o . Y de p r o n t o henos aquí en los an-
típodas del simple p r u r i t o fisiológico: el deseo p o n e el m u n d o y
desea al c u e r p o a p a r t i r del m u n d o , y a la bella m a n o a partir del
cuerpo. Sigue exactamente el proceso, descrito en el capítulo ante-
rior, por el cual captamos el cuerpo del P r ó j i m o a partir de su
situación e n el m u n d o . Esto, por otra parte, n o p u e d e sorprendernos,
pues el deseo n o es sino u n a de las grandes formas que p u e d e adoptar
la develación del c u e r p o ajeno. Pero, precisamente p o r eso, n o de-
seamos el c u e r p o c o m o p u r o objeto m a t e r i a l : el p u r o objeto m a t e -
rial, en efecto, n o está en situación. Así, esa totalidad orgánica q u e
es i n m e d i a t a m e n t e presente al deseo n o es deseable sino en c u a n t o
revela n o sólo la vida sino también la conciencia a d a p t a d a . Empero,
c o m o veremos, ese ser-en-situación del P r ó j i m o revelado por el de-
seo es u n tipo e n t e r a m e n t e original. L a conciencia a q u í considerada,
además, n o es a ú n sino u n a propiedad del objeto deseado, es decir,
q u e n o es n a d a más q u e el sentido del escurrimiento de los objetos
del m u n d o , precisamente en t a n t o q u e este escurrirse está ceñido,
localizado y f o r m a p a r t e de mi m u n d o . Ciertamente, se p u e d e de-
sear a u n a m u j e r d o r m i d a ; p e r o sólo en la m e d i d a en q u e el sueño
aparece sobre f o n d o de conciencia. L a conciencia p e r m a n e c e siem-
pre, pues, en el horizonte del c u e r p o deseado: constituye su sentido
y su u n i d a d . U n c u e r p o viviente c o m o totalidad orgánica en situa-
ción ¿con la conciencia en su horizonte: tal es el objeto al cual se di-
rige el deseo. ¿ Y q u é quiere de ese objeto el deseo? N o podemos
determinarlo sin h a b e r respondido a u n a p r e g u n t a previa: ¿quién
desea?
Sin d u d a alguna, quien desea soy yo, y el deseo es u n m o d o sin-
gular d e m i subjetividad. El deseo es conciencia, puesto q u e n o
p u e d e ser sino como conciencia no-posicional de sí mismo. Empero,
n o h a de creerse q u e la conciencia deseante difiera de la conciencia
cognoscitiva, p o r ejemplo, sólo por la naturaleza de su objeto. Ele-
girse c o m o deseo, p a r a el Para-sí, n o es producir u n deseo p e r m a -
neciendo indiferente e inalterado, c o m o la causa estoica produce su
efecto: es trasladarse a cierto p l a n o de existencia que n o es el mismo,
p o r ejemplo, q u e el de u n Pala-sí q u e se elige t o m o ser metafísico.
T o d a conciencia, c o m o se h a visto, m a n t i e n e cierta relación con su
propia facticidad. Pero tal relación p u e d e variar d e u n m o d o de
conciencia a otro. L a facticidad de la conciencia dolorosa, p o r ejem-
plo, es facticidad descubierta en u n a h u i d a perpetua. N o ocurre lo
mismo con la facticidad del deseo. El h o m b r e q u e desea existe su
cuerpo d e u n a m a n e r a particular, y con ello se sitúa en u n nivel
particular de existencia. E n efecto, nadie negará que el deseo es
algo m á s q u e gana, clara y translúcida gana que a p u n t a a través de
nuestro c u e r p o a cierto objeto. El deseo se define como turbación.
Y esta expresión p u e d e servirnos p a r a m e j o r determinar su n a t u r a -
leza: se opone u n a g u a t ú r b i d a a u n agua transparente; u n a m i r a d a
t ú r b i d a a u n a clara m i r a d a . El agua t ú r b i d a sigue siendo a g u a ; h a
m a n t e n i d o su fluidez y los demás caracteres esenciales; p e r o su trans-
lucidez está " t u r b a d a " p o r u n a presencia incaptable q u e f o r m a
c u e r p o con ella, q u e está en todas partes y en n i n g u n a y se d a como
u n e m p a s t a m i e n t o del a g u a por ella misma. Ciertamente, se la po-
d r á explicar por la presencia de finas partículas sólidas suspensas
en el líquido: p e r o esta explicación es la del científico. Nuestra cap-
tación originaria del a g u a túrbida nos la entrega como alterada por
la presencia de u n algo invisible, q u e n o se distingue del a g u a misma
y se manifiesta c o m o p u r a resistencia de hecho. Si la conciencia
deseante está turbada, se debe a q u e presenta a l g u n a analogía con el
agua túrbida. P a r a precisar esta analogía, conviene c o m p a r a r el de-
seo sexual con otra f o r m a d e deseo, por ejemplo, con el h a m b r e . El
h a m b r e , c o m o el deseo sexual, supone cierto estado del cuerpo, defi-
nido como empobrecimiento d e la sangre, secreción salivar a b u n d a n t e ,
contracciones d e las túnicas, etc. Estos diversos fenómenos se clasi-
fican y describen desde el p u n t o de vista del Prójimo. Se manifies-
tan, p a r a el Para-sí, c o m o p u r a facticidad. Pero esta facticidad no
compromete la naturaleza misma del Para-sí, pues el Para-sí huye
i n m e d i a t a m e n t e de ella hacia sus posibles, es decir, hacia cierto esta-
d o de hambre-saciada, que, c o m o hemos señalado en nuestra segunda
parte, es el En-sí-para-sí del h a m b r e . Así, el h a m b r e es p u r o tras-
cender la facticidad corporal y, en la m e d i d a en q u e el Para-sí t o m a
conciencia de esta facticidad en f o r m a no-tética, t o m a conciencia
de ella como de u n a facticidad trascendida y preter-ida. El cuerpo
es, en este caso, el pasado, el preter-ido y trascendido. E n el deseo
sexual p u e d e encontrarse también, ciertamente, esa estructura co-
m ú n a todos los apetitos: u n estado del cuerpo. El O t r o p u e d e n o t a r
diversas modificaciones fisiológicas (erección del pene, turgencia de
los pezones, modificaciones del régimen circulatorio, elevación d e la
t e m p e r a t u r a , etc.). Y la conciencia deseante existe esta f a c t i c i d a d :
a partir de ella — h a s t a diríamos: a través de ella— el c u e r p o de-
seado aparece c o m o deseable. E m p e r o , si nos limitáramos a descri-
birlo así, el deseo sexual aparecería c o m o u n deseo seco y claro, com-
parable al deseo de comer o beber. Sería h u i d a p u r a de la facticidad
hacia otros posibles. Pero nadie ignora q u e u n abismo separa el deseo
sexual de los demás apetitos. Conocida es la h a r t o célebre f ó r m u l a :
" H a c e r el, a m o r con u n a linda m u j e r c u a n d o se tiene gána, cómo
se bebe u n vaso de agua h e l a d a c u a n d o se tiene sed", y sabido es
también todo lo q u e tiene d e insatisfactorio y hasta de escandaloso.
Pues n o se desea a u n a m u j e r manteniéndose u n o íntegramente f u e r a
del deseo; el deseo m e pone en compromiso: soy cómplice d e m i
deseo. O , m á s bien, el deseo es íntegramente caída en ía complici-
d a d con el cuerpo. N o tiene c a d a cual m á s que consultar con su
propia experiencia: sabido es q u e en el deseo sexual la conciencia
está como e m p a s t a d a ; parece q u e u n o se d e j a invadir por la facti-
cidad, d e j a d e rehuirla y se desliza hacia u n consentimiento pasivo
al deseo. E n otros momentos, parece q u e la facticidad i n v a d e la con-
ciencia en su propia h u i d a y la h a c e opaca a sí misma. Es c o m o u n
levantamiento pastoso del hecho. Las expresiones q u e se e m p l e a n
p a r a designar este deseo señalan suficientemente su especificidad. Se
dice q u e a u n o lo avasalla, lo sumerge, q u e u n o está transido d e él.
¿ C a b e i m a g i n a r las mismas palabras p a r a designar el h a m b r e ? ¿ H a y
¡dea de u n h a m b r e q u e " s u m e r j a " a u n o ? Ello n o tendría sentido,
en rigor, sino p a r a d a r c u e n t a de las impresiones d e inanición; pero,
al contrario, el más débil deseo sexual ya sumerge. N o se lo p u e d e
tener a raya, como al h a m b r e , " p e n s a n d o en otra cosa" y conserván-
dolo apenas, como u n signo del cuerpo-fondo, en f o r m a d e u n a
tonalidad indiferenciada de la conciencia no-tética. El deseo es,con-
sentimiento al deseo. L a conciencia, entorpecida y p a s m a d a , se des-
liza hacia u n a languidez c o m p a r a b l e al sueño. C a d a cual h a podido
observar, por otra parte, esa aparición del deseo en o t r o : de pronto,
el h o m b r e q u e desea adquiere u n a tranquilidad pesada q u e a t e r r a ;
sus ojos q u e d a n fijos y como entrecerrados; sus gestos están impreg-
nados de u n a dulzura densa y pastosa; m u c h o s parecen dormirse. Y,
c u a n d o se "lucha contra el deseo", se resiste, precisamente, a esa lan-
guidez. Si se logra resistirlo, el deseo, antes de desaparecer, se h a r á
seco y claro, semejante al h a m b r e ; y después h a b r á u n " d e s p e r t a r " :
u n o se sentirá lúcido, pero con la cabeza pesada y el corazón.
palpitante. N a t u r a l m e n t e , todas estas descripciones son impropias:
señalan m á s bien la m a n e r a en q u e interpretamos el deseo. Pero
indican, sin embargo, el hecho p r i m e r o del deseo: en el deseo, la
conciencia elige existir su facticidad en otro plano. N o la rehúye
más, sino q u e intenta subordinarse a su propia contingencia en c u a n t o
c a p t a otro c u e r p o —es decir, otra contingencia— c o m o deseable.
E n tal sentido, el deseo n o es sólo la develación del c u e r p o a j e n o sino
la revelación de m i propio cuerpo. Y ello n o en t a n t o q u e este c u e r p o
es instrumento o punto de vista, sino en t a n t o q u e es p u r a facticidad,
es decir, simple f o r m a contingente de la necesidad d e m i contingen-
cia. Siento mi piel y mis músculos y m i aliento, y los siento n o p a r a
trascenderlos hacia algo, c o m o en la emoción o el apetito, sino como
u n datum vivo e inerte; n o simplemente c o m o el instrumento dócil
y discreto d e m i acción sobre el m u n d o , sino c o m o u n a pasión por
la cual estoy c o m p r o m e t i d o en el m u n d o y en peligro en el m u n d o .
El Para-sí no es esta contingencia: continúa existiéndola, pero pa-
dece el vértigo de su p r o p i o cuerpo, o, si se prefiere, este vértigo es
precisamente la m a n e r a en q u e el Para-sí existe su cuerpo. L a con-
ciencia no-tética se d e j a ir al cuerpo, quiere ser c u e r p o y n a d a m á s
que cuerpo. E n el deseo, el cuerpo, en vez de ser sólo la contingencia
d e la cual huye el Para-sí hacia posibles que le son propios, se con-
vierte a la vez en el posible m á s inmediato del Para-sí; el deseo n o
es sólo deseo del c u e r p o a j e n o : es, en la u n i d a d de u n mismo acto,
el pro-yecto n o téticamente vivido de encenagarse en el c u e r p o ; así,
el g r a d o último del deseo p o d r á ser el desvanecimiento c o m o último
g r a d o d e consentimiento al cuerpo. E n este sentido p u e d e decirse
q u e el deseo es deseo de u n c u e r p o p o r otro cuerpo. E n realidad,
es u n apetito hacia el c u e r p o ajeno, apetito vivido como vértigo del
Para-sí ante su p r o p i o c u e r p o ; y el ser deseante es la conciencia
que se hace cuerpo.
Pero, si v e r d a d es q u e el deseo es u n a conciencia q u e se nace
c u e r p o p a r a apropiarse del c u e r p o a j e n o c a p t a d o c o m o totalidad
orgánica en situación con la conciencia en horizonte, ¿cuál es la
significación del deseo?; es d e c i r : ¿ p o r q u é la conciencia se hace
—o i n t e n t a en v a n o hacerse— cuerpo, y q u é espera del objeto de
su deseo? Será fácil responder si se piensa que, en el deseo, m e h a g o
c a r n e en presencia del otro para apropiarme de su carne. Esto sig-
nifica q u e n o se t r a t a sólo de asir hombros o flancos o d e atraer u n
c u e r p o contra m í : es menester a d e m á s asirlos con ese instrumento
particular que es el c u e r p o en t a n t o q u e empasta a la conciencia.
E n tal sentido, c u a n d o asgo esos hombros, podría decirse n o sólo que
mi c u e r p o es u n m e d i o p a r a tocar los hombros, sino q u e los hombros
del otro son u n m e d i o p a r a m í d e descubrir m i c u e r p o c o m o reve-
lación fascinante d e mi facticidad, es decir, c o m o carne. Aáí, el deseo
es deseo de apropiación d e u n cuerpo en t a n t o que esta apropiación m e
revela m i cuerpo c o m o carne. Pero t a m b i é n el cuerpo de que q u i e r a
a p r o p i a r m e q u i e f o apropiármelo como carne. Y esto es lo q u e ese cuer-
p o n o es p r i m e r a m e n t e p a r a m í : el c u e r p o del P r ó j i m o aparece como
f o r m a sintética en acto; según hemos visto, es imposible percibir el
c u e r p o del P r ó j i m o como carne p u r a , es decir, a título de objeto
aislado q u e m a n t i e n e con los demás estos relaciones de exterioridad.
El c u e r p o del P r ó j i m o es originariamente c u e r p o en situación; la
carne, al contrario, aparece c o m o contingencia pura de la presencia.
Está ordinariamente enmascarada por los afeites, la ropa, etc.; y,
sobre todo, por los movimientos-, n a d a menos " c a r n a l " que u n a d a n -
zarina, así esté desnuda. El deseo es u n a tentativa p a r a desvestir el
cuerpo de sus movimientos' como d e sus ropas y hacerlo existir como
p u r a c a r n e ; es u n a tentativa de encarnación del cuerpo a j e n o . E n
este sentido, las caricias son apropiación del cuerpo del O t r o : es
evidente que, si las caricias n o hubieran de ser-sino roces, n o podría
h a b e r relación entre ellas y el. poderoso deseo q u e pretenden satis-
f a c e r ; permanecerían en superficie, como miradas, y n o podrían ha-
cerme apropiar del Otro. Sabido es c u á n decepcionante parece la
célebre frase: "contacto de dos epidermis". L a caricia no quiere ser
simple contacto-, parece que sólo el h o m b r e p u e d e reducirla a con-
tacto, y entonces n o alcanza su sentido propio. Pues la caricia n o
es simple roce: es modelación. Al acariciar a otro, hago na!cer su
carne por mi caricia, b a j o mis dedos. L a caricia es el c o n j u n t o de
las ceremonias que encarnan al O t r o . Pero, se dirá, ¿ n o estaba .en-
c a r n a d o ya? Justamente, no. L a carne a j e n a n o existía explícita-
mente p a r a mí, puesto q u e yo c a p t a b a el cuerpo del O t r o en situa-
ción; tampoco existía p a r a él, que la trascendía hacia sus posibili-
dades y hacia el objeto. L a caricia hace nacer al O t r o como carne
p a r a mí y p a r a él. Y por carne n o entendemos u n a parte del cuerpo,
como la dermis, el tejido conjuntivo o, precisamente, la epidermis;
no se trata t a m p o c o forzosamente del cuerpo "en reposo" o ador-
mecido, a u n q u e a m e n u d o así se revele m e j o r su carne. L a caricia
revela la carne desvistiendo al cuerpo de su acción, escindiéndolo
de las posibilidades que lo r o d e a n : está h e c h a p a r a descubrir b a j o
el acto la t r a m a de inercia —es decir, el p u r o "ser-ahí"— que lo
sostiene: por ejemplo, asiendo y acariciando la m a n o del Otro, des-
cubro b a j o la prehensión que esa m a n o es primeramente u n a exten-
sión de carne y hueso q u e puede ser asida; y, análogamente, mi
mirada acaricia c u a n d o descubre, b a j o el salto que de primer intento
son las piernas de la danzarina, la extensión l u n a r de los muslos. Así,
la caricia n o es en m o d o alguno distinta del deseo: acariciar con los
ojos y desear son u n a y la misma cosa; el deseo se expresa por la
caricia como el pensamiento por el lenguaje. Precisamente, la cari-
cia revela la carne del O t r o c o m o carne a mí mismo y al otro. Pero
revela esta carne de m o d o m u y particular: e m p u ñ a r al O t r o le re-
vela ciertamente su inercia y su pasividad de trascendencia-tras-
cendida, pero n o es acariciarlo. E n la caricia n o acaricia al O t r o mi
cuerpo como forma sintética en acción, sino que m i cuerpo de carne
hace nacer la carne del otro. L a caricia está hecha p a r a hacer nacer
por m e d i o del placer el cuerpo del O t r o p a r a él y p a r a mí como
pasividad tocada en la m e d i d a en q u e m i cuerpo se hace carne para
tocarlo con su p r o p i a pasividad, es decir, acariciándose en él más
bien q u e acariciándolo. Por eso los gestos amorosos tienen u n a Jan-
guidez q u e podría casi decirse estudiada; n o se trata t a n t o de tomar
u n a p a r t e del cuerpo del otro como de llevar el cuerpo propio con-
tra el c u e r p o del otro; n o t a n t o de e m p u j a r o tocar, en sentido activo,
como de poner contra. Parece q u e llevo m i propio brazo como un
objeto i n a n i m a d o y lo pongo contra el flanco de la m u j e r deseada;
q u e mis dedos, a los que paseo por su brazo, sean inertes en el ex-
t r e m o de la m a n o . Así, la revelación de la carne a j e n a se hace por
mi propia c a r n e ; en el deseo y en la caricia que lo expresa m e en-
carno p a r a realizar la encarnación a j e n a ; y la caricia, al realizar la
encarnación del Otro, m e descubre m i propia encarnación; es' decir,
que m e h a g o carne p a r a inducir al O t r o a realizar para-sí y para mí
su propia carne, y mis caricias hacen nacer p a r a m í mi carne en
t a n t o q u e es p a r a otro carne que lo hace nacer a la carne: le hago
gustar m i carne p o r la suya p a r a obligarlo a sentirse carne. D e esta
suerte aparece v e r d a d e r a m e n t e la posesión como doble encarnación
recíproca. Así, en el deseo hay tentativa de encarnación de la con-
ciencia (es lo q u e hace poco llamábamos empastamiento de la con-
ciencia, conciencia t u r b a d a , etc.) p a r a realizar la encarnación del
Otro.
Q u e d a por d e t e r m i n a r cuál es el motivo del deseo o, si se pre-
fiere, su sentido. Pues, si se h a n seguido las descripciones que aquí
hemos intentado, se h a b r á c o m p r e n d i d o hace rato que, p a r a el Para-
sí, ser es elegir su m a n e r a d e ser sobre f o n d o d e u n a contingencia
absoluta de su ser-ahí. El deseo n o llega, pues, a la conciencia como
el calor llega al trozo de hierro que aproximo a la llama. L a con-
ciencia se elige deseo. P a r a ello, ciertamente, conviene q u e tenga
u n motivo: n o deseo a cualquiera en cualquier momento. Pero he--
mos señalado en la p r i m e r a p a r t e de este libro q u e el motivo era
suscitado a partir del pasado y q u e la conciencia, al volverse sobre
él, le confería su peso y su valor. N o hay, pues, diferencia ninguna
entre la elección del motivo del deseo y el sentido del surgimiento
—en las tres dimensiones ek-státicas de la duración— de u n a con-
ciencia que se hace deseante. Ese deseo, como las emociones o la
actitud imaginante o, en general, todas las actitudes del Para-sí, tiene
una significación que lo constituye y lo trasciende. L a descripción
recién i n t e n t a d a n o t e n d r í a n i n g ú n interés si n o h u b i e r a de c o n d u -
cirnos al p l a n t e o de esta p r e g u n t a : ¿por qué la conciencia se nihi-
liza e n f o r m a de deseo?
U n a o dos observaciones preliminares nos a y u d a r á n a responder-
la. E n p r i m e r lugar, h a d e notarse q u e la conciencia d e s e a n t e n o
desea su objeto sobre f o n d o de m u n d o i n a l t e r a d o . D i c h o de otro
m o d o , n o se t r a t a de h a c e r a p a r e c e r lo deseable c o m o cierto "esto"
^obre el f o n d o d e u n m u n d o q u e m a n t e n g a sus relaciones i n s t r u m e n -
tales con nosotros y su organización en c o m p l e j o s de utensilios. O c u -
rre con el deseo c o m o con la e m o c i ó n : hemos s e ñ a l a d o e n o t r o l u g a r 1
q u e la emoción n o es la c a p t a c i ó n d e u n o b j e t o e m o c i o n a n t e en u n
m u n d o i n a l t e r a d o : sino que, c o m o c o r r e s p o n d e a u n a m o d i f i c a c i ó n
global de la conciencia y d e sus relaciones con el m u n d o , se t r a d u c e
p o r u n a alteración radical del m u n d o . El deseo es, a n á l o g a m e n t e ,
u n a modificación radical del Para-sí, p u e s t o q u e éste se hace ser
en o t r o p l a n o de ser, se d e t e r m i n a a existir su c u e r p o de m o d o di-
ferente, a hacerse e m p a s t a r p o r su f a c t i c i d a d . C o r r e l a t i v a m e n t e , el
m u n d o d e b e a d v e n i r al ser p a r a él d e u n a m a n e r a n u e v a : hay u n
m u n d o del deseo. Si m i cuerpo, en efecto, n o es sentido ya c o m o el
i n s t r u m e n t o q u e n o p u e d e ser utilizado p o r n i n g ú n i n s t r u m e n t o , es
decir, c o m o la organización sintética d e m i s actos e n el m u n d o , y
si es vivido c o m o carne, c a p t o los objetos del m u n d o c o m o remisiones
a mi carne. Esto significa q u e m e h a g o pasivo con respecto a ellos
y q u e se m e revelan desde el p u n t o d e vista de esta pasividad (pues
la pasividad es el c u e r p o y el c u e r p o n o d e j a d e ser p u n t o de v i s t a ) .
LOs objetos son entonces el c o n j u n t o trascendente p o r el cual m e
es revelada m i e n c a r n a c i ó n . U n c o n t a c t o es caricia, es decir, q u e
mi percepción n o es u n a utilización del o b j e t o y u n t r a s c e n d e r el
presente con vistas a u n f i n ; sino q u e , en la a c t i t u d deseante, p e r -
cibir u n o b j e t o es a c a r i c i a r m e en él. Así, soy sensible, m á s q u e a la
f o r m a del o b j e t o y a su i n s t r u m e n t a l i d a d , a su m a t e r i a (grumosa,
lisa, tibia, grasa, áspera, etc.) y d e s c u b r o en m i percepción deseante
algo c o m o u n a carne d e los objetos. M i camisa f r o t a c o n t r a m i piel
y yo la siento: ella, q u e de o r d i n a r i o es p a r a m í el o b j e t o m á s lejano,
se convierte en el sensible i n m e d i a t o : el calor del aire, el soplo del
viento, los rayos del sol, etc., t o d o m e es presente d e cierta m a n e r a ,
c o m o p u e s t o sin distancia sobre m í y r e v e l a n d o m i c a r n e p o r su
carne. D e s d e este p u n t o de vista, el deseo n o es sólo el e m p a s t a -

• 1 Cf. nuestra Esguisse d'une théorie phénoménologique des ¿motions.


m i e n t o d e u n a conciencia p o r su f a c t i c i d a d , sino q u e es, correlativa-
m e n t e , el enviscarse de u n c u e r p o p o r el m u n d o ; y el m u n d o se h a c e
viscoso: la conciencia se e n c e n a g a e n u n c u e r p o q u e se e n c e n a g a e n
el m u n d o Así, el ideal q u e a q u í se p r o p o n e es el ser-en-medio-del-
m u n d o ; el Para-sí i n t e n t a realizar u n s e r - e n - m e d i o - d e l - m u n d o c o m o
pro-yecto ú l t i m o d e su s e r - e n - e l - m u n d o ; p o r eso la v o l u p t u o s i d a d
está t a n a m e n u d o ligada a la m u e r t e — q u e es t a m b i é n u n a m e t a -
morfosis o " s e r - e n - m e d i o - d e l - m u n d o " — ; conocido es, p o r e j e m p l o ,
el t e m a d e la " f a l s a m u e r t e " , t a n a b u n d a n t e m e n t e desarrollado e n
todas las literatuías.
P e r o el deseo n o es p r i m e r a ni p r i n c i p a l m e n t e u n a relación con
el m u n d o . El m u n d o n o a p a r e c e allí sino c o m o f o n d o p a r a relacio-
nes explícitas con el Otro. D e ordinario, el m u n d o se descubre c o m o
m u n d o del deseo con ocasión d e la presencia del O t r o . Accesoria-
m e n t e , p u e d e descubrirse c o m o tal con ocasión d e la ausencia de tal
o cual otro, o a u n con ocasión de la ausencia d e todo otro. P e r o ya
hemos n o t a d o q u e la ausencia es u n a relación existencial c o n c r e t a
e n t r e el O t r o y yo, q u e a p a r e c e sobre el f o n d o originario del Ser-
p a r a - O t r o . P u e d o , c i e r t a m e n t e , al descubrir m i c u e r p o en soledad,
sentirme b r u s c a m e n t e c o m o carne, " s o f o c a r m e " d e deseo y c a p t a r
el m u n d o c o m o " s o f o c a n t e " . P e r o este deseo solitario es u n a l l a m a d a
h a c i a algún O t r o o h a c i a la presencia del O t r o indiferenciado. Deseo
r e v e l a r m e c o m o c a r n e p o r y p a r a o t r a c a r n e . T r a t o de hechizar al
O t r o y d e h a c e r l o a p a r e c e r ; y el m u n d o del deseo indica e n h u e c o
al otro a q u i e n llamo. Así, el deseo n o es en m o d o a l g u n o u n acci-
d e n t e fisiológico, u n p r u r i t o d e n u e s t r a c a r n e q u e p o d r í a h a c e r n o s
f i j a r f o r t u i t a m e n t e sobre la c a r n e del otro. Sino, m u y p o r el c o n t r a -
rio, p a r a q u e haya c a r n e m í a y del o t r o es m e n e s t e r q u e la conciencia
se v u e l q u e p r e v i a m e n t e en el m o l d e del deseo. Este deseo es u n
m o d o p r i m i t i v o d e las relaciones con el p r ó j i m o , q u e constituye al
O t r o c o m o c a r n e deseable sobre el f o n d o d e u n m u n d o de deseo.
A h o r a p o d e m o s explicitar el sentido p r o f u n d o del deseo. E n la
reacción p r i m o r d i a l c o n respecto ál P r ó j i m o , e n efecto, m e consti-
t u y o c o m o m i r a d a . Pero, si m i r o lá' m i r a d a p a r a d e f e n d e r m e c o n t r a

1
Por supuesto, ha de tenerse en cuenta, aquí como siempre, el coeficiente
de adversidad de las cosas. Esos objetos no son sólo "acariciantes"; sino que,
en la perspectiva general de la caricia, pueden aparecerse también como
"anticaricias", es decir, con una rudeza, una cacofonía, una dureza que, pre-
cisamente porque estamos en estado de deseo, nos hieren de manera inso-
portable.
la libertad del P r ó j i m o y trascenderla c o m o libertad, la libertad y
la m i r a d a del O t r o se d e s m o r o n a n : v e o unos ojos, v e o u n ser-en-
m e d i o - d e l - m u n d o . D e s d e ese m o m e n t o , el O t r o se m e e s c a p a : qui-
siera a c t u a r sobre s u ' l i b e r t a d , a p r o p i a r m e d e ella o, p o r lo menos,
h a c e r m e reconocer c o m o libertad p o r ello; p e r o esa libertad está
m u e r t a , ya n o está p a r a n a d a en el mundo e n q u e e n c u e n t r o a í O t r o -
objeto, pues su característica es ser trascendente al m u n d o , P o r
cierto, p u e d o asir al O t r o , e m p u ñ a r l o , sacudirlo; p u e d o , si dispongo
d e p o d e r , obligarlo a tales o cuales actos, a tales o cuales p a l a b r a s :
p e r o t o d o o c u r r e c o m o si quisiera a p o d e r a r m e d e u n h o m b r e q u e
h u y e r a d e j á n d o m e su c a p a e n t r e las m a n o s . Poseo su c a p a , su des-
p o j o ; n o m e a p o d e r a r é j a m á s sino d e u n c u e r p o , o b j e t o psíquico en
m e d i o del m u n d o ; y, a u n q u e todos los actos de este c u e r p o p u e d a n
i n t e r p r e t a r s e e n términos d e libertad, h e p e r d i d o e n t e r a m e n t e la
clave d e tal i n t e r p r e t a c i ó n : n o p u e d o a c t u a r sino sobre u n a factici-
d a d . Si he c o n s e r v a d o el saber d e u n a libertad t r a s c e n d e n t e del
P r ó j i m o , es u n saber q u e m e irrita e n v a n o i n d i c á n d o m e u n a reali-
d a d q u e está p o r principio f u e r a d e m i alcance y r e v e l á n d o m e a c a d a
instante q u e la marro, q u e t o d o c u a n t o h a g o lo h a g o "a? ciegas", y
t o m a su sentido e n o t r a p a r t e , en u n a esfera de existencia de que
estoy excluido p o r principio. P u e d o h a c e r p e d i r p i e d a d o p e r d e d ,
p e r o i g n o r a r é siempre lo q u e esa sumisión significa p a r a y en la li-
b e r t a d del otro. Al m i s m o tiempo, p o r o t r a p a r t e , m i saber se a l t e r a :
p i e r d o la e x a c t a comprensión del ser-mirado, q u e es, c o m o sabemos,
la única m a n e r a en q u e p u e d o e x p e r i m e n t a r la libertad a j e n a . Así,
estoy c o m p r o m e t i d o en u n a e m p r e s a de la cual h e olvidado hasta el
sentido. Estoy e x t r a v i a d o f r e n t e a ese O t r o al q u e v e o y t o c o y con
el q u e ya n o sé q u é h a c e r . A p e n a s si h e c o n s e r v a d o el v a g o r e c u e r d o
de cierto Más-allá d e lo q u e v e o y toco, u n M á s - a l l á del cual sé
q u e es precisamente a q u e l l o d e q u e q u i e r o a p r o p i a r m e . Y entonces
me hago deseo. El deseo es u n a c o n d u c t a d e hechizo. Se t r a t a , ya
q u e n o p u e d o c a p t a r al O t r o sino en su facticidad objetiva, de h a c e r
enviscar su libertad e n esa f a c t i c i d a d : es preciso h a c e r q u e su liber-
t a d esté " c u a j a d a " 1 en ella, c o m o se dice d e u n a leche q u e h a " c u a -
jado";- de m o d o q u e el Para-sí del P r ó j i m o a c u d a a a f l o r a r a la
•superficie de su c u e r p o y se e x t i e n d a p o r t o d o él, p a r a q u e yo, al
t o c a r ese cuerpo, t o q u é p o r f i n la libre subjetividad del otro. T a l

1
El texto francés usa la expresión prise ("prendida"), refiriéndola a
créme prise ("crema a punto"). (¿V. del T.)
es el verdadero sentido de la p a l a b r a posesión. Es cierto q u e quiero
poseer el c u e r p o del O t r o ; p e r o quiero poseerlo en t a n t o que es él
mismo u n "poseido", o sea en t a n t o q u e la conciencia del O t r o se
ha identificado con él. T a l es el imposible ideal del deseo: poseer
la trascendencia del otro como p u r a trascendencia y a la vez como
cuerpo; reducir al otro a su simple facticidad, p o r q u e entonces él
está en medio del m u n d o , pero a la vez hacer q u e esa facticidad sea
u n a ^presentación p e r p e t u a de su trascendencia nihilizadora.
Pero, a decir verdad, la facticidad del O t r o (su p u r o ser-ahi)
no puede darse a m i intuición sin u n a modificación p r o f u n d a de
mi propio ser. E n t a n t o q u e trasciendo hacia mis posibilidades pro-
pias m i facticidad personal, en t a n t o q u e existo m i facticidad en
un impulso de huida, trasciendo también la facticidad del O t r o como,
por otra parte, la p u r a existencia de las cosas. E n mi propio surgi-
miento, las h a g o emerger a la existencia, instrumental; su ser puro
y simple queda enmascarado por la complejidad de remisiones indi-
cativas q u e constituyen su manejabilidad y su utensilidad. Coger u n a
lapicera es ya trascender m i ser-ahí hacia la posibilidad de escribir,
pero es también trascender la lapicera como simple existente hacia su
potencialidad, y a ésta, a su vez, hacia ciertos existentes futuros que
son las "palabras-de-ser-trazadas" y, finalmente, el "libro-de-ser-es-
crito". Por eso el ser de los existentes está ordinariamente velado
por su función. L o mismo ocurre con el ser del O t r o : si el O t r o se
me aparece como sirviente, como empleado, como funcionario o sim-
plemente como el transeúnte al q u e debo evitar o como esa voz que
habla en la pieza contigua y que t r a t o d e comprender (o, al con-
trario, q u e quiero olvidar, pues " m e impide d o r m i r " ) , n o me escapa
solamente su trascendencia e x t r a m u n d a n a , sino también su "ser-ahí"
como p u r a existencia contingente en medio del m u n d o . Pues, justa-
mente, en tanto q u e lo trato como sirviente o c o m o empleado de
oficina, lo trasciendo hacia sus potencialidades (trascendencia-tras-
cendida, mortiposibilidadcs) por el proyecto mismo por el cual tras-
ciendo y nihilizo mi propia facticidad. Si quiero retornar a su simple
presencia y gustarla como presencia, es menester que intente redu-
cirme yo a la m í a propia. T o d o trascender m i ser-ahí es, en efecto,
un trascender el ser-ahí del Otro. Y si el m u n d o está en torno mío
como la situación que trasciendo hacia m í mismo, entonces capto
al O t f o a partir de su situación, es decir, va como centro de referen-
cia. Por cierto, el O t r o deseado debe ser c a p t a d o también en situa-
ción; deseo a u n a m u j e r en el mundo, de pie junto a una mesa,
d e s n u d a en un lecho o s e n t a d a al lado mío. P e r o si el deseo refluye
desde la situación sobre el ser q u e está e n situación, lo h a c e p a r a
disolver la situación y corroer las relaciones del O t r o en el m u n d o :
el m o v i m i e n t o d e s e a n t e q u e v a d e los " e n t o r n o s " a la p e r s o n a deseada
es u n m o v i m i e n t o aislador, q u e destruye los e n t o r n o s y ciñe a la
persona c o n s i d e r a d a p a r a d e s t a c a r su p u r a f a c t i c i d a d . Pero, justa-
m e n t e , ello n o es posible a m e n o s q u e c a d a o b j e t o q u e m e remite
a la p e r s o n a q u e d e f i j a d o en su p u r a c o n t i n g e n c i a al m i s m o t i e m p o
q u e m e la i n d i c a ; y, p o r consiguiente, ese m o v i m i e n t o d e reversión
al ser del P r ó j i m o es m o v i m i e n t o d e reversión a m í c o m o p u r o ser-
a h í . D e s t r u y o mis posibilidades p a r a destruir las del m u n d o y cons-
tituir al m u n d o e n " m u n d o del deseo", es decir, en m u n d o deses-
t r u c t u r a d o , q u e h a p e r d i d o su sentido y e n el c u a l las cosas resaltan
c o m o f r a g m e n t o s d e m a t e r i a p u r a , c o m o c u a l i d a d e s brutas. Y, c o m o
el Para-sí es elección, ello n o es posible a m e n o s q u e yo m e pro-yecte
h a c i a u n a posibilidad n u e v a : la de ser " b e b i d o p o r m i c u e r p o c o m o
la t i n t a p o r u n secante", la de r e s u m i r m e en m i p u r o ser-ahí. Este
proyecto, e n t a n t o q u e n o es s i m p l e m e n t e c o n c e b i d o y p u e s t o t e m á -
t i c a m e n t e , sino vivido, es decir, e n t a n t o q u e su realización n o se
distingue d e su concepción, es la t u r b a c i ó n . E n efecto, las prece-
d e n t e s descripciones n o h a n d e c o m p r e n d e r s e c o m o si m e pusiera
d e l i b e r a d a m e n t e en e s t a d o d e t u r b a c i ó n con el propósito d e r e c o b r a r
el p u r o " s e r - a h í " del O t r o . El deseo es u n pro-yecto vivido q u e n o
s u p o n e n i n g u n a deliberación previa, sino q u e c o m p o r t a en si m i s m o
su sentido y su i n t e r p r e t a c i ó n . D e s d e q u e m e h e p r o - y e c t a d o 1 h a c i a
la f a c t i c i d a d del O t r o , desde q u e q u i e r o a p a r t a r sus actos y f u n c i o n e s
p a r a a l c a n z a r l o e n su c a r n e , m e e n c a r n o y o mismo, p u e s n o p u e d o
ni q u e r e r ni a u n concebir la e n c a r n a c i ó n del o t r o ?i n o es e n y por
m i p r o p i a e n c a r n a c i ó n ; y h a s t a el esbozo e n vacío de u n deseo ( c o m o
c u a n d o u n o " d e s n u d a d i s t r a í d a m e n t e a u n a m u j e r con la m i r a d a " )
es u n esbozo e n vacío d e la t u r b a c i ó n , pues n o deseo sino con mi
t u r b a c i ó n , y n o d e s n u d o al o t r o sino d e s n u d á n d o m e yo m i s m o ; n o
esbozo la c a r n e del O t r o sino esbozando l a m í a p r o p i a .
P e r o m i encarnación n o es ú n i c a m e n t e la condición previa de la
a p a r i c i ó n del O t r o a mis ojos c o m o c a r n e . M i o b j e t i v o es h a c e r l o

1
En el original, se jeter (del latín lacere); es el verbo que expresa el
"proyecto" como operación, mientras que se pro-jeter (del latín pro-iicere)
expresa el "proyecto" como estructura; aquí hemos tratado de expresar la
diferencia usando para el primer sentido un pasado que incluye el participio
perfecto ("pro-yectado"). ( N . del T.)
encarnarse a sus propios ojos como c a r n e ; es preciso que lo arrastre
al terreno de la facticidad p u r a , es preciso que el otro se resuma p a r a
sí mismo en p u r a carne. Así q u e d a r é tranquilizado sobre las posibi-
lidades permanentes de u n a trascendencia q u e puede a c a d a ins-
tante trascenderme por todas partes: su trascendencia no será sino
eso; p e r m a n e c e r á incluida en los límites de u n objeto; y además,
por este mismo hecho, podré tocarla, palparla, poseerla. Entonces,
el otro sentido d e m i encarnación —es decir, de m i t u r b a c i ó n — es
ser u n lenguaje hechizante. M e h a g o carne p a r a fascinar al O t r o
por mi desnudez y p a r a provocar en él el deseo de mi carne, justa-
m e n t e p o r q u e este deseo n o será, en el O t r o , n a d a más q u e u n a en-
carnación semejante a la mía. Así, el deseo es u n envite al deseo.
Sólo mi carne sabe encontrar el c a m i n o hacia la carne del otro, y
llevo mi carne contra la suya p a r a despertar en él el sentido de la
carne. E n la caricia, en efecto, c u a n d o deslizo lentamente m i m a n o
inerte contra el flanco del Otro, le h a g o p a l p a r m i carne, cosa que
él n o p u e d e h a c e r sin hacerse inerte él mismo; el estremecimiento
de placer que entonces lo recorre es precisamente el despertar de su
conciencia de carne. E x t e n d e r mi m a n o , a p a r t a r l a o apretarla, es
convertirse en cuerpo en acto; pero, a la vez, es hacer desvanecerse
mi m a n o c o m o carne. D e j a r l a deslizarse insensiblemente a lo largo
de su cuerpo, reducirla a u n suave roce casi desprovisto de sentido,
a u n a p u r a existencia, a u n a p u r a materia algo sedosa, algo satinada,
algo áspera, es renunciar p a r a sí mismo a ser aquel que establece
los puntos d e referencia y despliega las distancias, es hacerse p u r a
mucosa. E n ese m o m e n t o , se realiza la comunión del deseo: cada
conciencia, al encarnarse, h a realizado la encarnación de la o t r a ;
cada turbación h a h e c h o nacer la turbación del otro y se h a incre-
m e n t a d o en la misma medida. E n c a d a caricia, siento m i propia
carne y la del otro a través de la mía, y tengo conciencia de que esa
carne q u e siento y de que me apropio por m i carne es carne-sentida-
por-el-otro. Y n o es azar q u e el deseo, a u n a p u n t a n d o al cuerpo
íntegro, lo alcance sobre todo a través de las masas de carne menos
diferenciadas, m á s groseramente inervadas, menos capaces d e movi-
miento espontáneo: a través de los senos, las nalgas, los muslos, el
vientre, que son como la imagen de la facticidad p u r a . Por eso,
también, la v e r d a d e r a caricia es el contacto d e dos cuerpos en sus
partes más carnales, el contacto de los vientres y los pechos: la m a n o
q u e acaricia está, pese a todo, demasiado desligada, demasiado pró-
xima a u n utensilio perfeccionado. Pero la expansión d e las carnes
u n a contra la u n a y la u n a p o r la otra es el v e r d a d e r o objetivo del
deseo.
Empero, el propio deseo está c o n d e n a d o al fracaso. H e m o s visto,
en efecto, q u e el coito, que ordinariamente lo termina, n o es su obje-
tivo propio. Ciertamente, muchos elementos de nuestra estructura
sexual son la traducción necesaria d e la naturaleza del deseo; en
particular, la erección del pene y del clítoris n o es, en efecto, sino
la afirmación de la carne por la carne. Es, pues, absolutamente ne-
cesario q u e n o se produzca voluntariamente, o sea, q u e n o podamos
usar de ella c o m o de u n instrumento, sino que se trata, al contrario,
de u n f e n ó m e n o biológico y a u t ó n o m o cuya expansión a u t ó n o m a e
involuntaria a c o m p a ñ a y significa el encenagarse de la conciencia en
el cuerpo. L o q u e h a de comprenderse bien es que ningún órgano
desligado, prensil y u n i d o a músculos estriados p u e d e ser u n órgano
sexual, u n sexo: el sexo, si había de aparecer c o m o órgano, n o podía
ser sino u n a manifestación de la vida vegetativa. Pero la contin-
gencia reaparece si consideramos que, justamente, hay sexos y tales
sexos. E n particular, la penetración del varón en la hembra, a u n q u e
conforme a esa encarnación radical que el deseo quiere ser (nótese,
e n efecto, la pasividad orgánica del sexo en el coito: el cuerpo inte-
gro avanza y retrocede, lleva al sexo hacia adelante o lo retira; las
manos a y u d a n a la introducción del p e n e ; el pene mismo aparece
c o m o u n instrumento q u e se m a n e j a , q u e se introduce, q u e se retira,
q u e se utiliza y, análogamente, la a p e r t u r a y la lubricación de la
vagina no p u e d e n obtenerse de m o d o voluntario), queda* c o m o u n a
modalidad p e r f e c t a m e n t e contingente de nuestra vida sexual. T a m -
bién es u n a contingencia p u r a la voluptuosidad sexual propiamente
dicha. A decir verdad, es normal q u e el enviscamiento de la con-
ciencia en el c u e r p o tenga su p u n t o de llegada, es decir, u n a suerte
de éxtasis particular en que la conciencia n o sea ya sino conciencia
(del) cuerpo, y, por consiguiente, conciencia reflexiva de la corpo-
reidad. El placer, en efecto — c o m o un dolor demasiado vivo—,
motiva la aparición de la conciencia reflexiva que es atención al
placer. Sólo que el placer es la m u e r t e y el fracaso del deseo. Es
la m u e r t e del deseo, p o r q u e n o es sólo su culminación sino también
su término y fin. Esto, por otra parte, n o es sino u n a contingencia
orgánica: ocurre que la encarnación se manifiesta por la erección
y q u e la erección cesa con la eyaculación. Pero, además, el placer
es la esclusa del deseo, p o r q u e motiva la aparición de u n a conciencia
reflexiva de placer, de la cual el goce se convierte en objeto, es decir,
q u e es atención a la encarnación del Para-sí reflexivo y, p o r lo mis-
m o , olvido de la e n c a r n a c i ó n del otro. Esto n o p e r t e n e c e ya al do-
m i n i o d e la contingencia. Sin d u d a , es c o n t i n g e n t e q u e el t r á n s i t o
a la reflexión f a s c i n a d a se o p e r e con ocasión d e ese m o d o p a r t i c u l a r
d e e n c a r n a c i ó n q u e es el p l a c e r — e n efecto, h a y m u c h o s casos d e
t r á n s i t o a lo reflexivo sin intervención del p l a c e r — , p e r o lo q u e cons-
tituye u n peligro p e r m a n e n t e del deseo e n t a n t o q u e t e n t a t i v a d e
e n c a r n a c i ó n es q u e la conciencia, al e n c a r n a r s e , p i e r d a d e vista la
e n c a m a c i ó n del O t r o y q u e su p r o p i a e n c a r n a c i ó n la a b s o r b a hasta
convertirse e n su objetivo ú l t i m o . E n tal caso, el p l a c e r d e acariciar
se t r a n s f o r m a e n p l a c e r d e ser a c a r i c i a d o ; lo q u e el Para-sí p i d e es
sentir su c u e r p o e x p a n d i r s e en él h a s t a la náusea. Al instante, h a y
r u p t u r a d e c o n t a c t o y el deseo m a r r a su objetivo. H a s t a o c u r r e a
m e n u d o q u e este f r a c a s o del deseo m o t i v e u n t r á n s i t o al masoquismo,
es decir, q u e la conciencia, c a p t á n d o s e en su f a c t i c i d a d , exija ser
c a p t a d a y t r a s c e n d i d a corno c u e r p o - p a r a - o t r o p o r la conciencia del
O t r o : en tal caso, el O t r o - o b j e t o se d e s m o r o n a , a p a r e c e el O t r o -
m i r a d a , y m i conciencia es conciencia p a s m a d a en su c a r n e b a j o la
m i r a d a del O t r o .
Pero, i n v e r s a m e n t e , el deseo está e n el origen d e su p r o p i o f r a -
caso en t a n t o q u e es deseo de tomar y d e apropiarse. N o basta, e n
efecto, q u e la t u r b a c i ó n h a g a n a c e r la e n c a r n a c i ó n del O t r o : el deseo
es deseo de a p r o p i a r s e d e esa conciencia e n c a r n a d a . Se p r o l o n g a ,
pues, n a t u r a l m e n t e , n o ya en caricias, sino en actos de p r e h e n s i ó n y
p e n e t r a c i ó n . L a caricia n o tenía p o r objetivo sino i m p r e g n a r d e con-
ciencia y libertad el c u e r p o del otro. A h o r a , es preciso t o m a r ese
c u e r p o s a t u r a d o , e m p u ñ a r l o , e n t r a r en él. Pero, p o r el solo h e c h o
de q u e en este m o m e n t o p r o c u r o asirlo, arrastrarlo, e m p u ñ a r l o , m o r -
derlo, mi c u e r p o d e j a de ser c a r n e y vuelve a ser el i n s t r u m e n t o
sintético q u e soy yo: y, a la vez, el Otro d e j a d e ser e n c a r n a c i ó n :
vuelve a convertirse en u n i n s t r u m e n t o en m e d i o del m u n d o , instru-
m e n t o q u e c a p t o a p a r t i r de su situación. S u conciencia, q u e aflo-
r a b a a la superficie d e su piel y q u e yo i n t e n t a b a gustar con m i
c a r n e 1 , se desvanece a mis ojos: n o q u e d a sino c o m o u n objeto
e n t r e imágenes-objetos en su interior. A l m i s m o tiempo, m i t u r b a -
ción d e s a p a r e c e : esto n o significa q u e d e j e d e desear, sino q u e el
deseo h a p e r d i d o su m a t e r i a , se h a h e c h o abstracto-, es deseo de

1
"Doña Prouhéze: «II ne connaitra pas le goüt que j'ai»" (Claudel,
Le soulier de satín, jornada segunda).
m a n e j a r y de asir; m e encarnizo en asir, pero m i propio encarniza-
miento hace desaparecer m i encarnación: a h o r a trasciendo de nuevo
m i cuerpo hacia mis propias posibilidades (en este caso, posibilidad
d e asir) y análogamente el cuerpo del Prójimo, trascendido hacia
sus potencialidades, cae del nivel de carne al nivel de p u r o objeto.
Esta, situación implica la r u p t u r a de la reciprocidad de encarnación,
q u e era precisamente el objetivo propio del deseo: el O t r o p u e d e
q u e d a r t u r b a d o ; p u e d e seguir siendo carne para él mismo; y p u e d e
comprenderlo: p e r o es u n a carne q u e ya n o c a p t o con la mía, u n a
carne que n o es ya sino la propiedad de u n Prójimo-objeto y n o la
encarnación d e u n Prójimo-conciencia. Así, soy cuerpo (totalidad
sintética en situación) f r e n t e a u n a carne. N u e v a m e n t e m e encuen-
tro, o poco menos, en la situación de que justamente intentaba salir
por el deseo; es decir, t r a t o de utilizar el objeto-Prójimo p a r a pedirle
cuentas de su trascendencia y, precisamente p o r q u e es íntegramente
objeto, m e escapa con su transcendencia íntegra. H a s t a he perdido
nuevamente la comprensión neta de lo que busco, y, sin embargo,
estoy comprometido «en la búsqueda. Asgo y m e descubro asiendo,
pero lo q u e asgo en mis m a n o s es otra cosa q u e lo q u e quería asir;
lo siento, y sufro por ello, p e r o sin ser capaz d e decir q u é quería
asir, pues, j u n t o con m i turbación, m e escapa la p r o p i a comprensión
d e m i deseo; soy c o m o u n d u r m i e n t e que, al despertar, se encuentra
con las manos crispadas sobre el borde del lecho sin recordar la pesa-
dilla q u e h a provocado su gesto. Esta situación está en el origen
del sadismo.
El sadismo es pasión, sequedad y encarnizamiento,. Es encarniza-
miento p o r q u e es el estado de u n Para-sí q u e se c a p t a como com-
prometido sin comprender a qué se compromete, y que persiste en
su comprometimiento sin tener clara conciencia del objetivo q u e se
había propuesto ni u n recuerdo preciso del valor que a ese com-
prometimiento h a atribuido. Es sequedad, p o r q u e aparece c u a n d o
el deseo se h a vaciado d e su turbación. El sádico h a recuperado su
cuerpo como totalidad sintética y centro d e acción; se h a resituado
en la h u i d a perpetua de su propia facticidad; se experimenta frente
al otro como p u r a trascendencia; tiene horror de la turbación para
él, la considera como u n estado humillante; hasta p u e d e que, sim-
plemente, n o p u e d a realizarla en él mismo. E n la m e d i d a en que
se encarniza en frío, en que es a la vez encarnizamiento y sequedad,
el sádico es un apasionado. Su objetivo es, como el del deseo, captar
y someter al Otro, n o sólo en t a n t o q u e Otro-objeto, sino en tanto
'JUI pura trascendencia encarnada. Pero, en el sadismo, se pone el
acento sobre la apropiación instrumental del Otro-encarnado. El
" m o m e n t o " del sadismo en la sexualidad es, en efecto, aquel en que
si Para-si e n c a r n a d o trasciende su propia encarnación p a r a apro-
piarse de la encarnación del Otro. Entonces, el sadismo es denega-
ción de encarnarse y h u i d a de toda facticidad, y a la vez esfuerzo por
apoderarse de la facticidad a j e n a . Pero, como n o p u e d e ni quiere
realizar la encarnación del otro por su p r o p i a encarnación, y como,
pior eso mismo, n o tiene otro recurso que el d e t r a t a r al O t r o como
objeto-utensilio, t r a t a de utilizar el c u e r p o del O t r o c o m o u n uten-
silio p a r a h a c e r realizar al O t r o la existencia encarnada. El sadismo
es u n esfuerzo por e n c a r n a r al P r ó j i m o por la violencia y esa encar-
nación "a la f u e r z a " debe ser ya apropiación y utilización del otro.
El sádico trata de desnudar al O t r o — c o m o el deseo— de sus actos,
q u e lo enmascaran. T r a t a de descubrir la carne b a j o la acción. Pero,
m i e n t r a s el Para-si del deseo se pierde en su propia carne p a r a re-
velar al P r ó j i m o el ser carne, el sádico deniega su propia carne a la
vez que dispone instrumentos p a r a revelar a la fuerza su carne al
Prójimo. El objeto del sadismo es la apropiación inmediata. Pero
el sadismo n o e n c u e n t r a sostén, pues n o goza solamente de la carne
a j e n a sino, en conexión directa con esta carne, goza de su propia
no-encarnación. Quiere la no-reciprocidad de las relaciones sexuales;
goza d e ser potencia apropiadora y libre f r e n t e a u n a libertad cau-
tivada jpor la carne. Por eso el sadismo quiere presentificar la carne
a la conciencia del P r ó j i m o de otro modo: quiere presentificarla
t r a t a n d o al O t r o como instrumento: la presentifica por el dolor.
En el dolor, en efecto, la facticidad invade la conciencia y, final-
mente, la conciencia reflexiva es fascinada por la facticidad de la
conciencia irreflexiva. H a y , pues, ciertamente u n a encarnación por
medio del dolor. Pero, al mismo tiempo, el dolor es p r o c u r a d o por
medio de instrumentos: el cuerpo del Para-sí torturador n o es ya
sino u n instrumento p a r a producir dolor. Así, el Para-sí, desde el
origen, p u e d e darse la ilusión de apoderarse instrumentalmente de la
libertad del Otro, es decir, de verter esa libertad en u n a carne, sin
d e j a r de ser el que provoca, el que empuña, ase, etcétera.
E n ' c u a n t o al tipo de encarnación que el sadismo quisiera reali-
zar, es precisamente lo que se denomina lo Obsceno. L o obsceno es
u n a especie del Ser-para-Otro, que pertenece al género de lo des-
agraciado. P e r o n o todo lo desagraciado es obsceno. En la gracia,
el c u e r p o a p a r e c e como lo psíquico en situación. Revela a n t e todo
su trascendencia, c o m o trascendencia-trascendida; es en acto y se
c o m p r e n d e a partir d e la situación y del fin perseguido. C a d a mo-
vimiento se capta, pues, en u n proceso perceptivo q u e va del f u t u r o
al presente. Por ello, el acto gracioso tiene, por u n a parte, la pre-
cisión de u n a m á q u i n a bien a d a p t a d a y, p o r otra, la perfecta impre-
visibilidad d e lo psíquico, puesto que, c o m o hemos visto, lo psíquico
es, p a r a el prójimo, el objeto imprevisible. El acto gracioso es, pues,
a c a d a instante, p e r f e c t a m e n t e comprensible en t a n t o q u e se consi-
dera en él lo tianseurrido. M e j o r a ú n : esa p a r t e transcurrida del
a c t o está subtendida por u n a suerte de necesidad estética, que pro-
viene de su perfecta adaptación. Al mismo tiempo, el objetivo por-
venir ilumina el acto en su totalidad; pero t o d a la p a r t e f u t u r a del
acto p e r m a n e c e imprevisible, a u n q u e se sienta, en el mismo cuerpo
en acto, q u e a p a r e c e r á c o m o necesaria y a d a p t a d a u n a vez que
transcurra. Esta imagen móvil de la necesidad y d e la libertad (como
propiedad del Otro-objeto) constituye la gracia p r o p i a m e n t e h a -
blando. Bergson h a d a d o u n a b u e n a descripción. E n la gracia, el
cuerpo es el instrumento q u e manifiesta la libertad. El acto gra-
cioso, en t a n t o que revela al cuerpo c o m o i n s t r u m e n t o d e precisión,
le d a a cada instante su justificación de existir: la m a n o es para
asir y manifiesta ante todo su ser-para-asir. E n t a n t o que es c a p t a d a
a partir de u n a situación que exige la prehensión, aparece como ella
misma exigida en su ser, c o m o llamada. Y, en t a n t o q u e manifiesta
su libertad por la imprevisibilidad de su gesto, a p a r e c e en el origen
d e su ser: parece producirse a sí misma al l l a m a d o justificador de
la situación. L a gracia figura, pues, la imagen objetiva d e un ser
que f u e r a fundamento de sí mismo para.. . L a facticidad queda,
pues, vestida y enmascarada por la gracia: la desnudez de la carne
está íntegramente presente, pero n o p u e d e ser vista. D e m o d o que la
suprema coquetería y supremo desafío de la gracia consiste en exhibir
el c u e r p o develado, sin otra vestimenta, sin otro velo, q u e la gracia
misma. El cuerpo más gracioso es el cuerpo desnudo cuyos actos
lo rodean de u n a vestimenta invisible h u r t a n d o enteramente la carne,
a u n q u e la carne esté totalmente presente a los ojos d e los especta-
dores. L o desagraciado, al contrario, aparece c u a n d o u n o d e los
elementos d e la gracia se ve contrariado en su realización. El movi-
m i e n t o p u e d e hacerse mecánico. E n tal caso, el cuerpo f o r m a siem-
pre parte d e u n c o n j u n t o que lo justifica, pero a título d e m e r o
instrumento; su trascendencia-trascendida desaparece y, con ella,
desaparece la situación como sobredeterminación lateral de los ob-
jetos-utensilios de mi universo. Puede también que los actos sean
bruscos y violentos; en este caso, se desmorona la a d a p t a c i ó n a la
situación; la situación queda, pero entre ella y el Otro en situación
se desliza u n c o m o vacío o hiato. E n este caso, el O t r o p e r m a n e c e
libre, pero su libertad n o es c a p t a d a sino como p u r a imprevisibili-
dad y se parece al clinamen de los átomos epicúreos, en suma, a
un indeterminismo. Al p r o p i o tiempo, siempre queda puesto el fin,
y siempre percibimos el gesto del O t r o p a r t i e n d o del porvenir; pero
la desadaptación e n t r a ñ a la consecuencia de que la interpretación
perceptiva p o r el porvenir peca siempre por exceso o por defecto:
es u n a interpretación por más o menos. Por consiguiente, la justifi-
cación del gesto y del ser del O t r o es imperfectamente realizada:
en el límite, el d e s m a ñ a d o es u n injustificable: toda su facticidad,
que estaba c o m p r o m e t i d a e n la situación, es absorbida por ella y
refluye sobre él. El desmañado libera i n o p o r t u n a m e n t e su facticidad
y la coloca de p r o n t o a nuestra vista: allí d o n d e esperábamos captar
u n a clave de la situación q u e e m a n a r a espontáneamente de la situa-
ción misma, nos encontramos d e p r o n t o con la contingencia injustifi-
cable de u n a presencia i n a d a p t a d a ; nos vemos f r e n t e a la existencia
de u n existente. Empero, si el c u e r p o está íntegro en el acto, la fac-
ticidad n o es carne a ú n . L o obsceno aparece c u a n d o el cuerpo
a d o p t a posturas q u e lo desvisten e n t e r a m e n t e d e sus actos y que
revelan la inercia de su carne. La vista d e u n cuerpo desnudo, de
espaldas, n o es obscena. Pero ciertos contoneos involuntarios de la
g r u p a son obscenos. Pues entonces sólo las piernas están en acto en
el cuerpo q u e a n d a , y la g r u p a parece u n cojín aislado, transportado
por ellas, cuyo balanceo es p u r a obediencia a las leyes de la gravedad.
Esa g r u p a es incapaz de justificarse por la situación; al contrario, es
enteramente destructora d e t o d a situación, puesto que tiene la pasi-
vidad de la cosa y se hace llevar coipo u n a cosa por las piernas. Ue
p r o n t o se descubre como facticidad injustificable; está de más,
como todo ser contingente. Se aisla en ese cuerpo cuyo sentido pre-
sente es la m a r c h a ; está desnuda, a u n c u a n d o la vele a l g u n a tela,
pues no participa ya de la trascendencia-trascendida del cuerpo
en acto; su movimiento de oscilación, en vez de interpretarse par-
tiendo del por-venir, se interpreta y conoce a p a r t i r del pasado, como
un hecho físico. Estas observaciones pueden aplicarse, naturalmente,
a los casos en q u e todo el cuerpo se h a c e carne, sea por quién sabe
qué morbidez d e sus gestos que n o p u e d e interpretarse por la situa-
ción, sea por u n a deformación d e su estructura (proliferación de
las células adiposas, p o r ejemplo) q u e nos exhibe u n a facticidad
sobreabundante con relación a la presencia efectiva que la situación
exige. Y esa carne revelada es específicamente obscena c u a n d o se
descubre a alguno que no está en estado de deseo, sin excitar su
deseo. U n a desadaptación particular q u e destruye la situación al
tiempo mismo que la c a p t o y q u e m e entrega la expansión inerte de
la carne como u n a brusca aparición b a j o el tenue r o p a j e d e los gestos
que la visten, c u a n d o n o estoy, con respecto a esa carne, en estado
de deseo: he ahí lo q u e llamaré lo obsceno.
Se ve desde luego el sentido de la exigencia sádica: la gracia
revela la libertad c o m o propiedad del O t r o - o b j e t o y remite oscura-
mente, como lo hacen las contradicciones del m u n d o sensible en el
caso de la reminiscencia platónica, a u n M á s allá trascendente del
que n o g u a r d a m o s sino un nebuloso recuerdo y q u e no podemos
alcanzar sino por u n a radical modificación d e nuestro ser, es decir,
asumiendo resueltamente nuestro ser-para-Otro. Al mismo tiempo
devela y vela la carne del Otro, o, si se prefiere, la devela p a r a
velarla en seguida: la carne es, en la gracia, el O t r o inaccesible. El
sádico a p u n t a a destruir la gracia p a r a constituir realmente otra sín-
tesis del O t r o : quiere hacer aparecer la carne a j e n a ; en su aparición
misma, la carne será destructora de la gracia, y la facticidad reab-
sorberá la libertad-objeto del Otro. Esta reabsorción n o es aniquila-
miento: p a r a el sádico, quien se manifiesta c o m o carne es el Otro-
libre; la identidad del Otro-objeto n o es destruida a través de estas
vicisitudes, pero las relaciones entre carne y libertad se invierten.
En la gracia, la libertad contenía y velaba la facticidad; en la nueva
síntesis q u e se quiere operar, la facticidad contiene y enmascara a
la libertad. El sádico a p u n t a , pues, a hacer aparecer la carne brus-
camente y por violencia, es decir, por el concurso, n o de su propia
carne, sino de su propio cuerpo como instrumento. A p u n t a a hacer
a d o p t a r al O t r o actitudes y posiciones tales que su cuerpo aparezca
con el aspecto de lo obsceno: así, permanece en el plano de la apro-
piación instrumental, ya que hace nacer la carne a c t u a n d o por la
fuerza sobre el O t r o — y el O t r o se convierte en u n instrumento
entre sus m a n o s — ; el sádico maneja el cuerpo del O t r o , pesa sobre
sus hombros p a r a inclinarlo hacia tierra y hacer resaltar la cintura,
etc.; y, p o r otra parte, el objetivo de esta utilización instrumental es
i n m a n e n t e a la utilización m i s m a : el sádico t r a t a al otro como ins-
t r u m e n t o p a r a hacer aparecer la carne del O t r o ; el sádico es el ser
que a p r e h e n d a al O t r o como el instrumento cuya función es su propia
encarnación. El ideal del sádico consistirá, pues, en alcanzar el mo-
m e n t o en q u e el O t r o sea ya carne sin d e j a r de ser instrumento,
carne q u e h a de hacerse nacer de la c a r n e ; el m o m e n t o en q u e los
muslos, por ejemplo, se ofrecen ya en u n a pasividad obscena y ex-
pansiva, y son a ú n instrumentos a los que se m a n e j a , a los que se
separa o incurva, p a r a hacer resaltar más los glúteos y p a r a encar-
narlos a su vez. Pero n o nos engañemos: lo q u e el sádico busca con
t a n t o encarnizamiento, lo que quiere a m a s a r entre sus manos y do-
blar b a j o su p u ñ o es la libertad del O t r o : ella está ahí, en esa c a r n e ;
ella es esa carne, puesto que hay u n a facticidad del O t r o ; d e ella,
pues, intenta el sádico apropiarse. Así, el esfuerzo del sádico aspira
a enviscar al Prójimo en su carne por la violencia y el dolor, apro-
piándose del cuerpo del O t r o por el hecho d e q u e lo trata como
carne que haya de hacerse nacer de la c a r n e ; p e r o esa apropiación
trasciende el cuerpo de q u e se apropia, pues n o quiere poseerlo sino
en t a n t o q u e h a enviscado en él la libertad del O t r o . Por eso el
sádico q u e r r á pruebas manifiestas de ese sometimiento de la libertad
del O t r o por la c a r n e ; aspirará a hacer pedir perdón, obligará al
O t r o , por la tortura y la amenaza, a humillarse, a renegar de lo q u e
le es m á s caro. Se h a dicho -que era por gusto d e dominación, por
voluntad de poderío. Pero es u n a explicación vaga o absurda. Sería
necesario explicar p r i m e r o el gusto d e la dominación. Y ese gusto,
precisamente, n o podría ser anterior al sadismo c o m o f u n d a m e n t o
de éste, pues nace, igual q u e él y en el mismo plano, d e la inquietud
f r e n t e al Otro. E n realidad, si el sádico se complace en a r r a n c a r u n
acto de renegación por la tortura, se debe a u n a razón análoga a la
que permite interpretar el sentido del Amor. H e m o s visto, en efecto,
que el A m o r n o exige la abolición de la libertad del Otro, sino su
sometimiento en t a n t o que libertad, es decir, su sometimiento p o r
ella misma. Análogamente, el sadismo n o p r o c u r a suprimir la liber-
tad d e aquel a quien tortura, sino a obligarla a identificarse libre-
m e n t e con la carne torturada. Por eso el m o m e n t o del placer es,
p a r a el verdugo, aquel en q u e la víctima reniega o se humilla. E n
efecto, cualquiera que sea la presión ejercida sobre la víctima, el acto
de renegación es siempre libre, es u n a producción espontánea, u n a
respuesta a la situación; manifiesta la r e a l i d a d - h u m a n a ; cualquiera
que haya sida la resistencia de la víctima y por m u c h o tiempo que haya
esperado antes de pedir gracia, h a b r í a podido, pese a todo, esperar
diez minutos, u n minuto, u n segundo más. Ella h a decidido acerca
de en qué m o m e n t o el dolor se tornaba insoportable. Y la prueba
está en q u e vivirá su acto de renegación, en lo sucesivo, con remor-
d i m i e n t o y vergüenza. Así, le es imputable. Pero, p o r otra parte,
el sádico se considera al mismo t i e m p o c o m o la causa de ese acto.
Si la víctima resiste y se niega a pedir gracia, el juego ya n o es
g r a t o : u n a vuelta d e tuerca más, u n a torsión suplementaria, y las
resistencias a c a b a r á n p o r ceder. El sádico se p o n e c o m o " d u e ñ o de
su tiempo". Es calmo, n o se a p r e s u r a ; dispone sus instrumentos co-
m o u n técnico, los p r u e b a unos tras otros, como el c e r r a j e r o p r u é b a
diversas llaves en u n a c e r r a d u r a ; goza de esa situación a m b i g u a y
contradictoria: p o r u n a parte, en efecto, hace el papel de quien dis-
p o n e pacientemente, en el seno del determinismo universal, de los
medios con vistas a u n fin que será alcanzado automáticamente
•—como la c e r r a d u r a se abrirá a u t o m á t i c a m e n t e c u a n d o el cerrajero
h a y a d a d o con la llave " b u e n a " — ; p o r otra parte, ese fin predeter-
m i n a d o n o p u e d e realizarse sino por u n a libre y entera adhesión del
O t r o . El fin permanece, pues, hasta el c a b o y al mismo tiempo, pre-
visible e imprevisible. Así, el objeto realizado es, p a r a el sádico,
ambiguo, contradictorio y sin equilibrio, puesto que es a la vez el
efecto riguroso d e u n a utilización técnica del determinismo y la m a -
nifestación d e u n a libertad incondicionada. El espectáculo q u e se
ofrece al sádico es el d e u n a libertad q u e lucha contra la expansión
d e la carne y que, finalmente, elige libremente hacerse sumergir p o r
,1a carne. E n el m o m e n t o de renegar, se h a alcanzado el resultado
q u e se b u s c a b a : el c u e r p o es íntegramente carne acezante y obscena,
m a n t i e n e la posición que los verdugos le h a n dado, n o la q u e h a b r í a
a d o p t a d o p o r sí mismo; las cuerdas q u e lo a t a n lo sostienen como
u n a cosa inerte y, p o r eso mismo, h a d e j a d o d e ser el objeto que se
mueve espontáneamente. Y justamente, u n a libertad, p o r el acto
de renegación, elige identificarse con ese c u e r p o ; ese c u e r p o desfi-
g u r a d o y j a d e a n t e es la imagen misma de la libertad q u e b r a n t a d a
y sometida.
Estas pocas indicaciones n o intentan agotar el problema del
sadismo. Q u e r í a m o s mostrar simplemente que está en germen en el
deseo mismo c o m o el fracaso del deseo: en efecto, desde que busco
tomar el c u e r p o de O t r o al q u e h e llevado a encarnarse por medio
de m i encarnación, r o m p o la reciprocidad de encarnaciones, trascien-
d o mi c u e r p o hacia sus propias posibilidades y m e oriento hacia el
sadismo. Así, el sadismo y el masoquismo son los dos escollos del
deseo, sea q u e trascendamos la turbación hacia u n a apropiación de
la carne del O t r o , o que, e m b r i a g a d o s p o r nuestra p r o p i a turbación,
no prestemos ya atención sino a nuestra propia carne y n o pidamos
al otro n a d a m á s sino ser la m i r a d a q u e nos a y u d a a realizar nuestra
carne. A causa de tal inconsistencia del deseo y de su p e r p e t u a osci
lación entre ambos escollos suele darse a la sexualidad " n o r m a l " el
n o m b r e de "sádico-masoquista".
Sin embargo, el propio sadismo, c o m o la indiferencia ciega y
como el deseo, encierra en sí el principio de su fracaso. E n primer
lugar, hay incompatibilidad p r o f u n d a entre la aprehensión del cuerpo
como carne y su utilización instrumental. Si d e la c a r n e h a g o u n
instrumento, ella m e remite a otros instrumentos y a potencialidades;
en suma, a u n f u t u r o ; está p a r c i a l m e n t e justificado su ser-alí pol-
la situación que he creado en torno mío, c o m o la presencia de los
clavos y de la estera q u e he de clavar contra la p a r e d justifica la
existencia del martillo. Por eso mismo, su naturaleza de carne, es
decir, de facticidad inutilizable, d e j a lugar a la de cosa-utensilio. El
complejo "carne-utensilio" q u e el sádico h a intentado crear se des-
agrega. Esta desagregación p r o f u n d a p u e d e estar e n m a s c a r a d a mien-
tras la carne es instrumento p a r a revelar la carne, pues así he
constituido u n utensilio de fin inmanente. Pero c u a n d o la encarna-
ción está conclusa, c u a n d o tengo efectivamente f r e n t e a mí u n cuerpo
acezante, ya n o sé cómo utilizar esa c a r n e : ningún objetivo podría
serle asignado ya, pues precisamente he hecho aparecer su abso-
luta contingencia. Ella es ahí, y es ahí para nada. E n este sentido,
p u e d o a p o d e r a r m e de ella en t a n t o q u e es c a r n e ; n o p u e d o inte-
grarla en u n sistema complejo de instrumentalidad sin que su mate-
rialidad de carne, su "carnación", m e escape al m o m e n t o . N o puedo
sino permanecer suspenso ante ella, en estado de asombro contem-
plativo, o bien e n c a r n a r m e a mi vez, d e j a r m e coger por la turbación,
para resituarme por lo menos en el terreno en q u e la carne se des-
cubre a la carne en su entera carnación. Así, el sadismo, en el mo-
m e n t o en q u e su objetivo está por ser logrado, cede lugar al deseo.
El sadismo es el fracaso del deseo y el deseo es el fracaso del sadismo.
N o se p u e d e salir del círculo sino por la satisfacción y la p r e t e n d i d a
"posesión física". E n ésta, en efecto, se d a u n a nueva síntesis del
sadismo y del deseo: la turgencia del sexo manifiesta la e n c a r n a c i ó n ;
el hecho de " e n t r a r e n . . . " o de ser " p e n e t r a d a " realiza simbólica-
mente la tentativa de apropiación sádica y masoquista. Pero, si el
placer permite salir del círculo, lo h a c e p o r q u e a la vez m a t a el
deseo y la pasión sádica sin satisfacerlos.
Al mismo tiempo y en otro plano, el sadismo oculta u n nuevo
motivo d e fracaso. En efecto, trata d e apropiarse de la libertad
trascendente de la victima. Pero precisamente esta libertad per-
m a n e c e por principio f u e r a d e alcance. Y c u a n t o m á s se encarniza
el sádico en t r a t a r al O t r o c o m o instrumento, t a n t o m á s le escapa
esa libertad. N o p u e d e a c t u a r sino sobre la libertad c o m o p r o p i e d a d
objetiva del O t r o - o b j e t o ; es decir, sobre la libertad en m e d i o del
m u n d o , con sus mortiposibilidades. Pero, justamente, siendo su obje-
tivo recuperar su ser-para-otro, lo m a r r a por principio, pues el único
Prójimo con el q u e t r a t a es el O t r o en el m u n d o que, del sádico q u e
se encarniza sobre él, n o tiene sino "imágenes en su cabeza".
El sádico descubre su error c u a n d o la víctima lo mira, es decir,
c u a n d o él experimenta la alienación absoluta de su ser en la libertad
del O t r o : realiza entonces n o sólo q u e n o h a r e c u p e r a d o su "ser-
a f u e r a " , sino t a m b i é n q u e la actividad p o r la cual t r a t a d e recupe-
rarlo es a su vez trascendida y f i j a d a c o m o "sadismo" en c u a n t o
habitus y propiedad, con su cortejo de mortiposibilidades; y q u e esta
transformación acaece p o r y p a r a el O t r o al q u e quiere someter.
Descubre entonces q u e n o p u e d e a c t u a r sobre la libertad del O t r o ,
ni a u n obligándolo a humillarse y a p e d i r gracia, pues precisamente
en y p o r la libertad absoluta del O t r o viene a existir u n m u n d o en
q u e hay u n sádico e instrumentos de t o r t u r a y cien pretextos p a r a
humillarse y renegar. N a d i e h a t r a d u c i d o m e j o r el p o d e r de la mi-
r a d a de la víctima sobre sus verdugos q u e F a u l k n e r en las últimas
páginas de Luz de agosto. "Gentes de bien" a c a b a n d e encarnizarse
en el negro Christmas y lo h a n emasculado. Christmas agoniza:
" P e r o el hombre, ahí en el suelo, n o se h a b í a movido. Yacía
allí, con los ojos abiertos, vacíos de todo menos de conocimiento.
Algo, u n a sombra, r o d e a b a su boca. D u r a n t e u n largo m o m e n t o
los miró con ojos tranquilos, insondables, intolerables. Después su
rostro, su cuerpo, parecieron desmoronarse, encogerse, y, de las ropas
desgarradas en torno a las caderas y los costados, la ola c o m p r i m i d a
de negra sangre b r o t ó como u n suspiro bruscamente e x h a l a d o . . . y,
en esa negra explosión, el hombre pareció elevarse y flotar p a r a siem-
pre en la m e m o r i a de ellos. Cualesquiera que sean los lugares d o n d e
hayan de contemplar los desastres antiguos y las nuevas esperanzas
(apacibles valles, arroyos apacibles y tranquilizadores de la vejez,
rostros d o n d e niños se r e f l e j e n ) , j a m á s olvidarán aquello. Estará
siempre ahí, soñador, tranquilo, constante, sin palidecer nunca, sin
ofrecer jamás nada amenazador, pero sereno por sí mismo, por sí
mismo triunfante 1. D e nuevo, e n la c i u d a d , l e v e m e n t e ensordecido
p o r los m u r o s , el a u l l i d o d e la sirena sube h a c i a su inverosímil cres-
cendo, se p i e r d e m á s allá d e los límites audibles" 2 .
Así, esa explosión d e la m i r a d a del P r ó j i m o en el m u n d o del
s á d i c o h a c e d e s m o r o n a r s e el s e n t i d o y el o b j e t i v o del sadismo, Al
m i s m o t i e m p o , el sadismo descubre q u e él q u e r í a someter esa libertad
y q u e sus esfuerzos h a n sido v a n o s H e n o s remitidos u n a vez m á s
del ser-mirante al ser-mirado-, n o salimos d e este círculo.

C o n las p r e c e d e n t e s observaciones n o h e m o s q u e r i d o a c o t a r la
cuestión sexual ni, sobre todo, la d e las actitudes h a c i a el P r ó i i m o .
H e m o s q u e r i d o , s i m p l e m e n t e , señalar q u e la a c t i t u d sexual es u n
c o m p o r t a m i e n t o p r i m i t i v o p a r a c o n el P r ó j i m o . V a d e suyo q u e este
c o m p o r t a m i e n t o i m p l i c a n e c e s a r i a m e n t e la c o n t i n g e n c i a originaria
del s e r - p a r a - o t r o y la de n u e s t r a p r o p i a f a c t i c i d a d . P e r o n o p o d r í a -
mos a d m i t i r q u e esté sometido desde el origen a u n a constitución
fisiológica y e m p í r i c a . D e s d e q u e " h a y " el c u e r p o v " h a v " Otro,
r e a c c i o n a m o s con el deseo, con el Amor y con las actitudes d e r i v a d a s
q u e h e m o s m e n c i o n a d o . N u e s t r a e s t r u c t u r a fisiológica n o h a c e sino
e x p r e s a r s i m b ó l i c a m e n t e y en el t e r r e n o d e la c o n t i n g e n c i a absoluta
la posibilidad p e r m a n e n t e q u e somos d e a d o p t a r u n a u o t r a de esas
actitudes. Así, p o d r í a m o s decir q u e el Para-sí es sexual en su p r o p i o
s u r g i m i e n t o f r e n t e a l P r ó j i m o y q u e p o r él viene al m u n d o la
sexualidad.
N o p r e t e n d e m o s , e v i d e n t e m e n t e , q u e las actitudes p a r a con el
P r ó j i m o se r e d u z c a n a esas actitudes sexuales q u e a c a b a m o s de des-
cribir. Si nos h e m o s e x t e n d i d o l a r g a m e n t e sobre ellas, h a sido con
dos f i n e s : en p r i m e r lugar, p o r q u e son f u n d a m e n t a l e s y, f i n a l m e n t e ,
todas las c o n d u c t a s c o m p l e j a s de los h o m b r e s e n t r e sí n o son sino
e n r i q u e c i m i e n t o s de esas dos actitudes originarias (y de u n a tercera,
el odio, q u e describiremos e n b r e v e ) . Sin d u d a , las c o n d u c t a s con-
cretas ( c o l a b o r a c i ó n , l u c h a , rivalidad, e m u l a c i ó n , c o m p r o m i s o , obe-
diencia 3 etc.) son i n f i n i t a m e n t e m á s delicadas de describir, pues
d e p e n d e n d e la situación histórica y d e las p a r t i c u l a r i d a d e s c o n c r e t a s
de c a d a relación e n t r e el Para-sí y el O t r o : p e r o e n c i e r r a n t o d a s

1
Subrayado nuestro.
2
Lumiére d'aoút, N. R. F., 1935, pág. 385.
3
Confróntese también el amor maternal, la piedad, la bondad, etcétera.
en sí, c o m o su esqueleto, las relaciones sexuales. Y ello n o a causa
d e la existencia de cierta libido q u e se deslice p o r doquiera, sino
simplemente p o r q u e las actitudes q u e hemos descrito son los proyec-
tos f u n d a m e n t a l e s por los cuales el Para-sí realiza su ser-para-otro e
i n t e n t a transcender esa situación d e hecho. N o es éste el lugar d e
m o s t r a r lo q u e la piedad, la admiración, el asco, la envidia, la gra-
titud, etc., p u e d a n contener de a m o r y de deseo. P e r o c a d a cual
p o d r á d e t e r m i n a r l o remitiéndose a su p r o p i a experiencia, así como
a la intuición eidética de esas diversas esencias. Ello n o significa,
n a t u r a l m e n t e , q u e esas diversas actitudes sean simples disfraces a d o p -
tados p o r la sexualidad; sino que h a de entenderse q u e la sexualidad
se integra en ellas c o m o su f u n d a m e n t o y que la incluyen y tras-
cienden c o m o la noción de círculo incluye y trasciende la de seg-
m e n t o en rotación en torno de u n e x t r e m o fijo. Tales actitudes-
f u n d a m e n t o p u e d e n p e r m a n e c e r veladas, c o m o u n esqueleto lo está
p o r la c a r n e q u e lo r o d e a ; inclusive, es lo q u e de ordinario se p r o -
d u c e ; la contingencia de los cuerpos, la estructura del proyecto ori-
ginal q u e soy, la historia q u e historializo p u e d e n d e t e r m i n a r q u e la
actitud sexual p e r m a n e z c a o r d i n a r i a m e n t e implícita, en el interior
de conductas más complejas: en particular, n o es f r e c u e n t e q u e u n o
desee explícitamente a los Otros "del mismo sexo". Pero, tras las
interdicciones de la m o r a l y los tabúes de la sociedad, p e r m a n e c e la
estructura originaria del deseo, p o r lo menos en esa f o r m a p a r t i c u l a r
de turbación que se d e n o m i n a repulsión sexual. Y n o h a de enten-
derse tal p e r m a n e n c i a del proyecto sexual c o m o si debiera q u e d a r
"en nosotros" en estado inconsciente. U n proyecto del Para-sí n o
p u e d e existir sino en f o r m a consciente. Simplemente, existe como
i n t e g r a d o a u n a estructura p a r t i c u l a r en la cual se f u n d e . Es lo q u e
los psicoanalistas h a n sentido c u a n d o h a n h e c h o de la afectividad
sexual u n a " t a b u l a rasa" q u e t o m a b a todas sus determinaciones d e
la historia individual. Sólo que n o debe creerse q u e la sexualidad sea
originariamente indeterminada: en realidad, c o m p o r t a todas sus de-
terminaciones desde el surgimiento del Para-sí en u n m u n d o d o n d e
" h a y " Otros. L o indeterminado, y lo q u e debe ser f i j a d o p o r la
historia de c a d a cual, es el tipo de relación con el O t r o , con ocasión
del cual la actitud sexual (deseo-amor, masoquismo-sadismo) se m a -
nifestará en su pureza explícita.
Precisamente p o r q u e esas actitudes son originarias las hemos
escogido p a r a mostrar el círculo d e las relaciones con el Prójimo. E n
efecto, c o m o están integradas en todas las actitudes hacia los Otros
e n t r a ñ a n en su circularidad la integralidad d e las conductas p a r a
con el Prójimo. Así c o m o el A m o r e n c u e n t r a su f r a c a s o en sí mismo
y el Deseo surge de la m u e r t e del A m o r p a r a desmoronarse a su vez
y d e j a r sitio al A m o r , así t a m b i é n todas las conductas p a r a con el
G t r o - o b j e t o c o m p r e n d e n en sí u n a referencia implícita y v e l a d a a
un Otro-sujeto, y esa referencia es la m u e r t e de las mismas; sobre
la m u e r t e de la c o n d u c t a hacia el O t r o - o b j e t o surge u n a actitud
n u e v a q u e a p u n t a a apoderarse del Otro-sujeto, y ésta revela, a su
vez, su inconsistencia, y se desmorona p a r a d e j a r lugar a la c o n d u c t a
inversa. Así, somos i n d e f i n i d a m e n t e remitidos del O t r o - o b j e t o al
O t r o - s u j e t o y r e c i p r o c a m e n t e ; la carrera n o se detiene n u n c a , y esta
carrera, con sus bruscas inversiones de dirección, constituye nuestra
relación con el Prójimo. En cualquier m o m e n t o en q u e se nos con-
sidere, estamos en u n a u otra d e esas actitudes, insatisfechos de la
vina c o m o de la o t r a ; p o d e m o s m a n t e n e r n o s más o menos tiempo
en la actitud a d o p t a d a , según nuestra m a l a fe o según las circuns-
tancias particulares de nuestra historia; p e r o j a m á s ella se basta a
sí m i s m a : indica siempre oscuramente h a c i a la otra. Pues, en efecto,
n o podríamos a d o p t a r u n a actitud consistente hacia el P r ó j i m o a
menos q u e éste nos f u e r a a la vez revelado c o m o sujeto y c o m o objeto,
c o m o trascendencia-trascendente y como trascendencia-trascendida,
lo q u e es p o r principio imposible. Así, sin cesar arrojados del
ser-mirada al ser-mirado, cayendo de u n o en otro p o r revoluciones
alternas, estamos siempre, cualquiera q u e sea la actitud a d o p t a d a , en
estado d e inestabilidad con respecto al P r ó j i m o ; perseguimos el ideal
imposible d e la aprehensión simultánea d e su libertad y de su obje-
tividad; p a r a usar expresiones d e J e a n W a h l , estamos con respecto
al O t r o tan p r o n t o en estado de trascendencia ( c u a n d o lo aprehen-
demos c o m o objeto y lo integramos en el m u n d o ) c o m o en estado
d e tras-ascendencia ( c u a n d o lo experimentamos como u n a tras-
cendencia que nos trasciende) ; pero n i n g u n o de esos dos estados
se basta a sí mismo; y n o podemos situarnos n u n c a c o n c r e t a m e n t e
en u n p l a n o d e igualdad, es decir, en el p l a n o en q u e el reconoci-
m i e n t o de la libertad a j e n a e n t r a ñ e el reconocimiento de nuestra
libertad p o r p a r t e del Prójimo. El p r ó j i m o es, por principio, lo in-
c a p t a b l e : m e h u y e c u a n d o lo busco y m e posee c u a n d o le huyo.
Aun si quisiera yo a c t u a r , según los preceptos de la m o r a l kantiana,
t o m a n d o por finalidad incondicionada la libertad del O t r o , esta li-
bertad se convertiría en trascendencia-trascendida por el solo he-
c h o de hacer yo de ella m i objetivo; y, por otra parte, no p o d r í a
a c t u a r en provecho de ella sino utilizando al O t r o - o b j e t o c o m o ins-
t r u m e n t o p a r a realizar esa libertad. Será preciso, en efecto, q u e capte
al O t r o en situación c o m o u n objeto-instrumento; y m i único poder
será entonces m o d i f i c a r la situación con respecto al O t r o y al O t r o
con respecto a la situación. Así, m e veo llevado a esta p a r a d o j a ,
escollo de t o d a política liberal, q u e Rousseau h a d e f i n i d o con u n a
p a l a b r a : d e b o "obligar" al O t r o a ser libre. Esta coerción n o por
n o ejercerse siempre ni con la m a y o r f r e c u e n c i a en f o r m a de vio-
lencia d e j a de regular las relaciones m u t u a s entre los hombres. Si
consuelo o tranquilizo, lo h a g o p a r a desprender la libertad del Pró-
jimo de los temores o dolores q u e la oscurecen; p e r o el consuelo o
el a r g u m e n t o tranquilizador es la organización d e u n sistema de
medios a fin destinado a actuar sobre el O t r o y, p o r consecuencia, a
integrarlo a su vez c o m o cosa-utensilio en el sistema. M á s a ú n : el
consolador opera u n a distinción arbitraria entre la libertad, a la que
asimila al uso de la Razón y a la búsqueda del Bien, y la aflicción,
que le parece el resultado de u n determinismo psíquico. Actúa, pues,
p a r a separar la libertad de la aflicción, c o m o se separan los dos
componentes d e un p r o d u c t o químico. P o r el solo h e c h o d e consi-
d e r a r la libertad como capaz de tamización, la trasciende y le hace
violencia, y n o puede, en el terreno en q u e se coloca, c a p t a r esta
v e r d a d : la libertad misma se hace aflicción, y, p o r consiguiente, ac-
t u a r p a r a liberar d e la aflicción la libertad es a c t u a r contra la
libertad.
N o h a de creerse, empero, que u n a m o r a l del laisser-faire y
de la tolerancia respetaría m e j o r la libertad a j e n a : desde q u e existo,
establezco u n límite de h e e h o a la libertad del Prójimo, soy ese límite,
y c a d a u n o de mis proyectos traza ese límite en t o r n o del O t r o : la
caridad, el laisser-faire, la tolerancia — o t o d a actitud abstencionis-
t a — es u n proyecto d e mí m i s m o q u e m e c o m p r o m e t e y c o m p r o m e t e
al p r ó j i m o en su asentimiento. Realizar la tolerancia en t o r n o del
P r ó j i m o es hace q u e éste sea proyectado p o r la fuerza a u n m u n d o
tolerante. Es quitarle, p o r principio, esas libres posibilidades de re-
sistencia valerosa, de perseverancia, de a f i r m a c i ó n d e sí, q u e hubiera
tenido ocasión de desarrollar en u n m u n d o d e intolerancia. L o cual
es a ú n más manifiesto si se considera el p r o b l e m a de la e d u c a c i ó n :
u n a educación severa t r a t a al n i ñ o c o m o instrumento, puesto q u e
intenta plegarlo p o r la f u e r z a a valores q u e él n o h a a d m i t i d o ; p e r o
u n a educación liberal n o p o r usar de otros procedimientos d e j a de
hacer u n a elección a priori de los principios y valores en n o m b r e de
los cuales será t r a t a d o el niño. T r a t a r al niño p o r persuasión y
dulzura n o es constreñirlo menos. Asi, el respeto de la libertad a j e n a
n o es m á s q u e u n a p a l a b r a v a n a : a u n si p u d i é r a m o s proyectar res-
p e t a r esa libertad, c a d a actitud q u e t o m á r a m o s respecto del otro sería
u n a violación de esa libertad q u e pretendíamos respetar. L a actitud
extrema, q u e se d a r í a c o m o total indiferencia f r e n t e al otro, n o es
t a m p o c o solución: estamos ya arrojados al m u n d o f r e n t e al o t r o ;
nuestro surgimiento es libre limitación de su libertad, y n a d a , ni
siquiera el suicidio, p u e d e m o d i f i c a r esa situación originaria: cua-
lesquiera q u e sean nuestros actos, en efecto, los cumplimos en u n
m u n d o en q u e hay ya otros y en que estoy de más con respecto
a los otros.
E n esta situación singular parece tener origen la nosión de cul-
pabilidad y pecado. Soy culpable f r e n t e al otro. Culpable, en pri-
mer lugar, c u a n d o , b a j o su m i r a d a , e x p e r i m e n t o mi alienación y des-
nudez c o m o u n a caída q u e d e b o asumir; es el sentido del f a m o s o :
"Conocieron q u e estaban desnudos", de la Escritura. Culpable, ade-
más, c u a n d o a m i vez m i r o al prójimo, porque, por el solo h e c h o
de m i a f i r m a c i ó n de mí, lo constituyo c o m o objeto e instrumento,
h a g o advenir a él esa alienación q u e él deberá asumir. Así, el pe-
c a d o original es m i surgimiento en u n m u n d o d o n d e hay otro y,
cualesquiera q u e f u e r e n mis relaciones ulteriores con el otro, n o serán
sino variaciones sobre el t e m a original de mi culpabilidad.
P e r o esta culpabilidad v a a c o m p a ñ a d a de impotencia, sin q u e
esta impotencia logre lavarme d e m i culpabilidad. Hiciere lo q u e
hiciere en pro de la libertad del otro, mis esfuerzos, c o m o hemos
visto, se r e d u c e n a t r a t a r l o c o m o instrumento y a p o n e r su libertad
c o m o trascendencia trascendida; pero, por otra parte, cualquiera que
fuere el p o d e r coercitivo de q u e dispongo, n o alcanzaré j a m á s al
p r ó j i m o sino en su ser-objeto. N o p o d r é d a r n u n c a a su libertad
sino ocasiones de manifestarse, sin lograr n u n c a incrementarla ni
disminuirla, dirigirla ni a p o d e r a r m e de ella. Así, soy culpable p a r a
con el p r ó j i m o en m i ser mismo, p o r q u e el surgimiento d e m i ser
lo dota, pese a él, d e u n a nueva dimensión de ser; e impotente, por
otra parte, p a r a a p r o v e c h a r m i culpa o p a r a repararla.
U n para-sí que, al historializarse, h a h e c h o la experiencia d e
estas diferentes vicisitudes, p u e d e determinarse, con pleno cono-
cimiento de la i n a n i d a d de sus esfuerzos anteriores, a perseguir la
m u e r t e del otro. Esta libre determinación se llama odio. Implica
u n a resignación f u n d a m e n t a l : el para-sí a b a n d o n a su pretensión d e
realizar la u n i ó n con el o t r o ; renuncia a utilizarlo c o m o instrumento
p a r a r e c u p e r a r su ser-en-sí. Quiere, simplemente,. recobrar u n a li-
b e r t a d sin límites de hecho, es decir, desembarazarse d e su incaptable
ser-objeto-para-el-otro y abolir su dimensión d e alienación. Esto equi-
vale a proyectar realizar u n m u n d o en q u e el otro n o exista. E l
para-sí q u e odia a c e p t a n o ser m á s q u e para-sí; instruido p o r sus
diversas experiencias sobre la imposibilidad en q u e se halla d e uti-
lizar su ser-para-otro, prefiere n o ser sino u n a libre nihilización de
su ser, u n a totalidad destotalizada, u n a persecución q u e se asigna
sus propios fines. E l q u e odia proyecta n o ser ya o b j e t o e n m o d o
a l g u n o ; y el odio se presenta c o m o u n a posición absoluta d e la li-
b e r t a d del para-sí f r e n t e al otro. P o r eso, en p r i m e r lugar, el odio
n o r e b a j a al o b j e t o odiado. Pues coloca el d e b a t e en su v e r d a d e r o
t e r r e n o : lo q u e odio en el o t r o n o es tal o cual fisonomía, tal o
c u a l extravagancia, tal o cual acción particular, sino su existencia
en general, c o m o trascendencia-trascendida. P o r eso el odio im-
plica u n reconocimiento de la libertad del otro. Sólo q u e es u n re-
conocimiento abstracto y negativo: el odio n o conoce sino al otro-
o b j e t o y sobre este o b j e t o se concentra. Q u i e r e destruir este objeto,
p a r a suprimir al mismo t i e m p o la trascendencia q u e lo infesta. Esta
trascendencia n o es sino presentida, c o m o u n más-allá inaccesible,
c o m o p e r p e t u a posibilidad de alienación del para-sí odiante. Así,
pues, n u n c a es captada por sí misma, ni t a m p o c o p o d r í a serlo sin
convertirse en o b j e t o ; al contrario, la e x p e r i m e n t o c o m o u n carácter
p e r p e t u a m e n t e fugitivo del objeto-prójimo, c o m o u n aspecto "no-
d a d o " , "no-hecho", d e sus cualidades empíricas m á s accesibles, c o m o
u n a suerte de monición p e r p e t u a , la cual m e advierte q u e " n o es ésa
la cuestión". Por eso se odia a través d e lo psíquico revelado, n o se
odia lo psíquico m i s m o ; y p o r eso t a m b i é n resulta indiferente q u e
se odie la trascendencia del otro a través d e lo q u e llamamos em-
píricamente sus vicios o sus virtudes. L o q u e odio es la totalidad-
psíquica íntegra en t a n t o q u e m e remite a la trascendencia del o t r o :
n o m e r e b a j o a odiar tal o cual detalle objetivo particular. Esto es
lo q u e distingue al odiar del detestar. Y el odio n o aparece necesa-
r i a m e n t e a raíz d e u n m a l q u e a c a b o d e sufrir. P u e d e nacer, al
contrario, allí d o n d e h a b r í a d e r e c h o d e esperar reconocimiento, es
decir, con ocasión d e u n beneficio: la ocasión q u e solicita al odio
es simplemente el acto del p r ó j i m o p o r el cual h e sido puesto en
estado d e padecer su libertad. Este acto en sí mismo es h u m i l l a n t e ;
es h u m i l l a n t e en t a n t o q u e revelación concreta de m i objectidad ins-
t r u m e n t a l frente a la libertad del otro. Esa revelación se oscurece
en seguida, se h u n d e en el p a s a d o y se opaca. Pero, precisamente,
m e d e j a el sentimiento de q u e hay "algo" q u e destruir p a r a libe-
rarme. A eso se debe, p o r otra parte, q u e el reconocimiento esté
t a n p r ó x i m o al odio: estar reconocido p o r u n beneficio es reconocer
q u e el o t r o era e n t e r a m e n t e libre al a c t u a r c o m o lo h a hecho. N i n -
g u n a obligación, así f u e r a la del deber, lo h a d e t e r m i n a d o . Es el
total responsable de su acto y de los valores q u e h a n presidido el
c u m p l i m i e n t o del mismo. Y o n o h e sido sino el pretexto, la m a t e r i a
sobre la cual su acto se h a ejercido. P a r t i e n d o de este reconocimien-
to, el para-sí p u e d e proyectar el a m o r o el odio, a su elección: no
p u e d e ya ignorar al otro.
L a segunda consecuencia d e estas observaciones es q u e el odio
es odio de todos los otros en u n o solo. L o q u e quiero alcanzar sim-
bólicamente al perseguir la m u e r t e d e otro es el principio general
de la existencia a j e n a . El otro al q u e odio representa, de hecho, a
ios otros. Y m i proyecto de suprimirlo es proyecto d e suprimir al
p r ó j i m o en general, es decir, de reconquistar mi libertad no-sus-
tancial d e para-sí. E n el odio, se d a u n a comprensión de q u e mi
dimensión d e ser-alienado es u n sometimiento real q u e m e viene por
los otros. L o proyectado es la supresión d e ese sometimiento. Por
eso el odio es u n sentimiento negro, es decir, u n sentimiento q u e
a p u n t a a la supresión d e otro y que, en t a n t o q u e proyecto, se pro-
yecta conscientemente c o n t r a la desaprobación de los otros. El odio
que el otro profesa a a l g ú n otro es d e s a p r o b a d o p o r m í ; m e inquieta
y t r a t o de suprimirlo porque, a u n q u e ese odio n o se dirige explíci-
tamente contra mí, sé q u e m e concierne y q u e c o n t r a m í se realiza.
Y, en efecto, a p u n t a a destruirme, no en c u a n t o q u e p r o c u r e supri-
mirme, sino en t a n t o q u e reclama p r i n c i p a l m e n t e mi desaprobación
p a r a p o d e r seguir adelante. El odio reclama ser odiado, en la m e d i d a
en q u e odiar el odio equivale a u n inquieto reconocer la libertad
del q u e odia.
Pero el odio, a su vez, es u n fracaso. Su proyecto inicial, en
efecto, es suprimir las otras conciencias. Pero, a u n si lo lograra, es
decir, a u n si p u d i e r a abolir al otro en el m o m e n t o presente, no
podría h a c e r q u e el otro n o h u b i e r a sido. M á s a ú n : la abolición
del otro, p o r ser vivida c o m o el t r i u n f o del odio, implica el reco-
nocimiento explícito de q u e el p r ó j i m o ha existido. Siendo así, m i
ser-para-otro, al deslizarse al pasado, se convierte en u n a dimensión
irremediable de mí mismo. Es lo que tengo-de-ser c o m o habiéndolo-
sido. N o p o d r í a , pues, l i b e r a r m e d e ello. P o r lo m e n o s , se dirá,
e s c a p o p o r el p r e s e n t e y e s c a p a r é p o r lo f u t u r o ; p e r o no. A q u e l q u e
u n a vez h a sido p a r a - o t r o está c o n t a m i n a d o e n su ser p o r el resto
d e sus días, así h a y a sido e n t e r a m e n t e s u p r i m i d o el o t r o : n o cesará
d e c a p t a r su d i m e n s i ó n d e s e r - p a r a - o t r o c o m o u n a posibilidad per-
m a n e n t e d e su ser. N o p o d r á r e c o n q u i s t a r lo q u e h a a l i e n a d o ; h a s t a
h a p e r d i d o t o d a e s p e r a n z a d e a c t u a r sobre esa a l i e n a c i ó n y volverla
en p r o v e c h o p r o p i o , p u e s t o q u e el otro, d e s t r u i d o , se h a l l e v a d o a
la t u m b a la c l a v e d e esa a l i e n a c i ó n . L o q u e h e sido p a r a el o t r o
q u e d a f i j a d o p o r la m u e r t e del otro, y lo seré i r r e m e d i a b l e m e n t e en
el p a s a d o ; lo seré t a m b i é n , y d e la m i s m a m a n e r a , e n el p r e s e n t e , si
p e r s e v e r o e n la a c t i t u d , los proyectos y el m o d o d e v i d a q u e h a n
sido j u z g a d o s p o r el otro. L a m u e r t e del o t r o m e constituye c o m o
o b j e t o i r r e m e d i a b l e , e x a c t a m e n t e lo m i s m o q u e m i p r o p i a m u e r t e .
Así, el t r i u n f o del o d i o se t r a n s f o r m a , e n su p r o p i o s u r g i m i e n t o , e n
f r a c a s o . El o d i o n o p e r m i t e salir del círculo. R e p r e s e n t a , simple-
m e n t e , la ú l t i m a t e n t a t i v a , la t e n t a t i v a d e la desesperación. D e s p u é s
del f r a c a s o d e esta t e n t a t i v a , n o q u e d a al para-sí sino r e g r e s a r al
círculo y dejarse pelotear indefinidamente entre ambas actitudes f u n -
d a m e n t a l e s , de la u n a a la o t r a

III

EL "SER-CON" ( M I T S E I N ) Y EL " N O S O T R O S "

Sin d u d a , se q u e r r á h a c e r n o s observar q u e n u e s t r a descripción


es i n c o m p l e t a , p u e s n o d e j a l u g a r a ciertas e x p e r i e n c i a s c o n c r e t a s e n
q u e nos d e s c u b r i m o s n o e n c o n f l i c t o c o n el p r ó j i m o sino e n c o m u -
n i d a d con él. E s v e r d a d q u e decirnos c o n f r e c u e n c i a nosotros.
L a existencia m i s m a y el u s o d e esta f o r m a g r a m a t i c a l r e m i t e nece-
s a r i a m e n t e a u n a e x p e r i e n c i a real del .Mitsein. "Nosotros" puede
ser sujeto, y, c o n esta f o r m a , es asimilable a u n p l u r a l del " y o " .
P o r cierto, el p a r a l e l i s m o e n t r e g r a m á t i c a y p e n s a m i e n t o es e n m u -
chos casos m á s q u e d u d o s o ; h a s t a quizá sería preciso r e v e r p o r e n t e r o
la cuestión y e s t u d i a r l a relación e n t r e l e n g u a j e y p e n s a m i e n t o d e

1
Estas consideraciones no excluyen la posibilidad de una moral de libe-
ración y salvación, Pero ésta debe alcanzarse al término de una conversión
radical, de que no podemos tratar aquí.
u n a m a n e r a c o m p l e t a m e n t e nueva. N o p o r eso d e j a d e ser cierto
q u e el "nosotros" s u j e t o n o parece concebible a m e n o s que se refiera,
por lo menos, al p e n s a m i e n t o d e u n a p l u r a l i d a d d e sujetos q u e se
c a p t e n simultánea y m u t u a m e n t e c o m o subjetividades, es decir,
c o m o trascendencias-trascendentes y n o c o m o trascendencias-tras-
cendidas. Si la p a l a b r a "nosotros" h a de ser algo m á s q u e u n
simple flatus vocis, d e n o t a u n concepto q u e subsume u n a i n f i n i d a d
d e experiencias posibles. Estas experiencias p a r e c e n a priori en c o n -
tradicción con el e x p e r i m e n t a r m i ser-objeto p o r p a r t e del prójimo,
o c o n la experiencia del ser-objeto del p r ó j i m o p a r a mí. E n el "nos-
otros" sujeto n a d i e es objeto. El nosotros implica u n a p l u r a l i d a d
d e subjetividades q u e se reconocen m u t u a m e n t e c o m o tales. E m p e r o ,
este reconocimiento n o constituye ei o b j e t o de u n a tesis explícita:
lo explícitamente p u e s t o es u n a acción c o m ú n o el o b j e t o de u n a
percepción c o m ú n . "Nosotros" resistimos, subimos al asalto, con-
d e n a m o s al culpable, m i r a m o s tal o cual espectáculo. Así, el reco-
n o c i m i e n t o d e las subjetividades es análogo al d e la conciencia no-
tética p o r ella m i s m a ; m á s a ú n : debe ser o p e r a d o lateralmente por
u n a conciencia no-tética cuyo o b j e t o tético es tal o cual espectáculo
del m u n d o . L a m e j o r ejemplificación del nosotros p u e d e sernos d a d a
p o r el espectador d e u n a representación teatral, cuya conciencia se
a g o t a e n la c a p t a c i ó n del espectáculo imaginario, en el prever los
sucesos p o r m e d i o d e esquemas anticipativos, p o n e r seres imaginarios,
c o m o el héroe, el traidor, la cautiva, etc., y que, sin embargo, en el
surgimiento m i s m o q u e lá h a c e conciencia del espectáculo, se cons-
tituye n o - t é t i c a m e n t e c o m o conciencia ( d e ) ser co-espectador. Cada
cual conoce, en efecto, la inconfesada molestia q u e nos o p r i m e en
u n a sala semivacía, o, al .contrario, el entusiasmo q u e se desenca-
d e n a y robustece en u n a sala p l e n a y entusiasta. Cierto es, p o r otra
parte, q u e la experiencia del nosotros-sujeto p u e d e manifestarse en
cualquier circunstancia. Estoy en la terraza d e u n c a f é : observo a
los otros p a r r o q u i a n o s y m e sé observado. P e r m a n e c e m o s aquí en el
caso m á s trivial del conflicto con el p r ó j i m o (el ser-objeto del otro
p a r a mí, m i ser-objeto p a r a el o t r o ) . P e r o h e a q u í que, de p r o n t o ,
se p r o d u c e cualquier incidente callejero: p o r ejemplo, u n a leve co-
lisión e n t r e u n taxi, y u n triciclo d e reparto. E n seguida, en el ins-
t a n t e m i s m o en q u e m e convierto e n espectador del incidente, m e
e x p e r i m e n t o n o - t é t i c a m e n t e c o m o c o m p r o m e t i d o en u n nosotros. Las
rivalidades, los leves conflictos anteriores h a n desaparecido, y las
conciencias q u e proveen la m a t e r i a del nosotros son precisamente las
d e todos los p a r r o q u i a n o s : nosotros m i r a m o s el suceso, t o m a m o s p a r -
tido. E s t e u n a n i m i s m o es lo q u e u n R o m a i n s h a q u e r i d o describir
e n La vie unánime o e n Le vin blanc de la Villette. H e n o s , pues,
d e r e t o r n o a l Mitsein h e i d e g g e r i a n o . ¿ V a l í a , entonces, la p e n a h a -
b e r l o c r i t i c a d o a n t e s *?
Sólo h a r e m o s n o t a r a q u í q u e n u n c a se nos h a o c u r r i d o p o n e r
e n d u d a la experiencia d e l nosotros. N o s h e m o s l i m i t a d o a m o s t r a r
q u e e s t a e x p e r i e n c i a n o p o d í a ser el f u n d a m e n t o d e n u e s t r a c o n -
c i e n c i a d e l p r ó j i m o . E s t á claro, e n efecto, q u e n o p u e d e constituir
u n a estructura ontológica de la r e a l i d a d - h u m a n a : hemos probado
q u e la existencia del p a r a - s í e n m e d i o d e los otros e r a e n el origen
u n h e c h o m e t a f í s i c o y c o n t i n g e n t e . A d e m á s , está c l a r o t a m b i é n q u e
el nosotros n o es u n a c o n c i e n c i a i n t e r s u b j e t i v a , ni u n n u e v o ser q u e
t r a s c i e n d a y e n g l o b e sus p a r t e s c o m o u n t o d o sintético, a l a m a n e r a
d e l a c o n c i e n c i a colectiva d e los sociólogos. E l nosotros es e x p e r i -
m e n t a d o p o r u n a c o n c i e n c i a p a r t i c u l a r ; n o es n e c e s a r i o q u e todos
los p a r r o q u i a n o s del c a f é sean conscientes d e ser nosotros p a r a q u e
y o m e e x p e r i m e n t e c o m o c o m p r o m e t i d o e n u n nosotros c o n ellos.
C o n o c i d o es este trivial e s q u e m a d e d i á l o g o : " N o s o t r o s estamos su-
m a m e n t e d e s c o n t e n t o s . " " P e r o no, h o m b r e ; ¡ h a b l e p o r u s t e d ! " Esto
i m p l i c a q u e h a y a conciencias a b e r r a n t e s del nosotros, q u e n o p o r
eso d e j e n d e ser, c o m o tales, conciencias p e r f e c t a m e n t e n o r m a l e s .
S i e n d o así, es necesario, p a r a q u e u n a c o n c i e n c i a t o m e c o n c i e n c i a
d e e s t a r c o m p r o m e t i d a e n u n nosotros, q u e las d e m á s conciencias
q u e e n t r a n c o n ella e n c o m u n i d a d le h a y a n sido d a d a s p r e v i a m e n t e
d e a l g u n a o t r a m a n e r a , es decir, a t í t u l o d e t r a s c e n d e n c i a - t r a s -
c e n d e n t e o d e t r a n s c e n d e n c i a - t r a n s c e n d i d a . E l nosotros es u n a ex-
p e r i e n c i a p a r t i c u l a r q u e se p r o d u c e , e n casos especiales, sobre el f u n -
d a m e n t o del s e r - p a r a - e l - o t r o e n g e n e r a l . E l ser-para-e 1-otro p r e c e d e
y f u n d a al ser-con-el-otio.
A d e m á s , la filosofía q u e a s p i r a a e s t u d i a r el N o s o t r o s d e b e t o m a r
sus p r e c a u c i o n e s y s a b e r d e q u é está h a b l a n d o . E n efecto, n o h a y
s o l a m e n t e u n N o s o t r o s - s u j e t o ; la g r a m á t i c a nos e n s e ñ a q u e h a y u n
N o s - c o m p l e m e n t o , es decir, u n N o s - o b j e t o . S e g ú n t o d o lo d i c h o has-
t a a q u í , es fácil c o m p r e n d e r q u e el N o s o t r o s del " N o s o t r o s los m i -
r a m o s " n o p u e d e h a l l a r s e e n el m i s m o p l a n o o n t o l ó g i c o q u e el N o s
d e "ellos nos m i r a n " . N o p u e d e t r a t a r s e , e n este caso, d e subjetivi-
d a d e s qua s u b j e t i v i d a d e s . E n la f r a s e : "Me m i r a n " , q u i e r o i n d i c a r

1
Tercera parte, cap. X.
que me e x p e r i m e n t o c o m o objeto p a r a el p r ó j i m o , como Y o aliena-
do, c o m o trascendencia-trascendida. Si la frase "Ellos nos m i r a n "
ha de indicar u n a experiencia real, es menester q u e en esta experien-
cia yo m e experimente c o m o c o m p r o m e t i d o con otros en u n a co-
m u n i d a d de trascendencias-trascendidas de "Yoes" alienados. El
Nosotros, en este caso, remite a u n a experiencia d e ser-objetos en
común. Así, pues, h a y dos f o r m a s r a d i c a l m e n t e diferentes d e la ex-
periencia del Nosotros, y a m b a s f o r m a s corresponden e x a c t a m e n t e al
ser-mirante y al ser-mirado q u e constituyen las relaciones f u n d a m e n -
tales e n t r e el Para-sí y el Otro. Conviene estudiar a h o r a esas dos
f o r m a s del Nosotros.

A) El "Nos"-objeto.

C o m e n z a r e m o s p o r e x a m i n a r la segunda de esas experiencias:


en efecto, su significación es m á s fácil de captar, y nos servirá quizá
de vía de acceso p a r a el estudio del O t r o . H a de observarse, a n t e
todo, q u e el Nos-objeto nos precipita al m u n d o ; lo e x p e r i m e n t a m o s
p o r la vergüenza c o m o u n a alienación c o m u n i t a r i a . Así lo m u e s t r a
el episodio significativo de u n o s galeotes q u e se sofocan d e cólera y
vergüenza p o r q u e u n a bella d a m a m u y bien p u e s t a a c u d e a visitar
el navio y v e sus harapos, su p e n u r i a y su miseria. Se t r a t a d e u n a
vergüenza y de u n a alienación comunes. ¿ C ó m o es posible, pues,
experimentarse e n c o m u n i d a d con otros c o m o objetos? Es preciso,
p a r a saberlo, volver sobre los caracteres f u n d a m e n t a l e s d e nuestro
ser-para-el-Otro.
H a s t a a h o r a hemos e n c a r a d o el caso simple en q u e soy solo
f r e n t e a O t r o t a m b i é n solo. E n tal caso, lo m i r o o m e m i r a , t r a t o
d e trascender su trascendencia o e x p e r i m e n t o la m í a c o m o tras-
cendida y siento mis posibilidades c o m o mortiposibilidades. F o r m a -
mos u n a pareja y estamos en situación el u n o respecto del O t r o . P e r o
esta situación n o tiene existencia objetiva sino p a r a el u n o o p a r a
el otro. E n efecto, nuestra recíproca relación n o tiene reverso. Sólo
que, en nuestra descripción, n o hemos tenido en c u e n t a el h e c h o de
q u e m i relación con el O t r o a p a r e c e sobre el f o n d o infinito d e mi
relación y d e su relación con todos los Otros; es decir, con la cuasi-
totalidad d e las conciencias. Por este solo hecho, m i relación con
ese O t r o , q u e e x p e r i m e n t a b a yo c o m o f u n d a m e n t o d e m i ser-para-
otro, y la relación del O t r o conmigo, p u e d e n a c a d a instante, según
los motivos q u e intervengan, ser e x p e r i m e n t a d a s c o m o objetos para
los Otros. E l l o se m a n i f e s t a r á c l a r a m e n t e e n el caso d e la a p a r i c i ó n
de u n tercero. S u p o n g a m o s , p o r e j e m p l o , q u e el O t r o m e m i r a . E n
este instante, m e e x p e r i m e n t o c o m o e n t e r a m e n t e alienado y m e asu-
m o c o m o tal. A p a r e c e el T e r c e r o . Si m e m i r a , yo Los e x p e r i m e n t o
c o m u n i t a r i a m e n t e c o m o "Ellos" (ellos-sujeto) a través d e m i alie-
nación. Ese "ellos" tiende, según sabemos, h a c i a el se i m p e r s o n a l .
Esto n o c a m b i a e n n a d a el h e c h o d e q u e soy m i r a d o ; n o r e f u e r z a
n a d a o casi n a d a m i . a l i e n a c i ó n original. P e r o , si el T e r c e r o m i r a
al O t r o q u e m e m i r a , el p r o b l e m a es m á s c o m p l e j o . E n efecto,
p u e d o c a p t a r al T e r c e r o no directamente sino e n el O t r o , q u e se con-
vierte en O t r o - m i r a d o ( p o r el T e r c e r o ) . Así, la t r a s c e n d e n c i a ter-
c e r a trasciende la t r a s c e n d e n c i a q u e m e t r a s c i e n d e y c o n ello
c o n t r i b u y e a d e s a r m a r l a . Se constituye a q u í u n e s t a d o m e t a e s t a b l e ,
q u e n o t a r d a r á e n descomponerse, sea p o r q u e m e .alio c o n el T e r c e r o
p a r a m i r a r al O t r o , q u e se t r a n s f o r m a e n t o n c e s e n nuestro o b j e t o
— y e n t o n c e s h a g o u n a e x p e r i e n c i a del N o s o t r o s - s u j e t o d e q u e h a -
blaremos después—, sea p o r q u e m i r o al T e r c e r o y t r a s c i e n d o así
esa tercera t r a s c e n d e n c i a q u e trasciende al O t r o . E n tal caso, el
T e r c e r o se convierte e n o b j e t o e n m i universo, sus posibilidades son
mortiposibilidades, y n o p o d r í a c o n ello l i b e r a r m e del O t r o . E m p e r o ,
él m i r a al O t r o q u e m e m i r a . Se sigue d e ello u n a situación q u e
l l a m a r e m o s i n d e t e r m i n a d a y n o conclusiva, p u e s soy o b j e t o p a r a el
O t r o , q u e es o b j e t o p a r a el T e r c e r o , q u e es o b j e t o p a r a m í . Sólo
la libertad, al a c e n t u a r u n a u o t r a d e esas relaciones, p u e d e d a r u n a
e s t r u c t u r a a la situación.
P e r o p u e d e ser, t a m b i é n , q u e el T e r c e r o m i r e al O t r o al que yo
miro. E n este caso, p u e d o m i r a r a a m b o s y, así, d e s a r m a r la m i r a d a
del tercero. E l T e r c e r o y el O t r o se m e a p a r e c e r á n e n t o n c e s c o m o
Ellos-objetos. P u e d o t a m b i é n c a p t a r e n el O t r o la m i r a d a del T e r -
cero, e n la m e d i d a e n q u e , sin v e r al T e r c e r o , c a p t o e n las c o n d u c t a s
del O t r o q u e éste se sabe m i r a d o . E n este caso, experimento en el
Otro y con motivo del Otro la t r a s c e n d e n c i a - t r a s c e n d e n t e del
T e r c e r o . L a e x p e r i m e n t o 1 c o m o u n a a l i e n a c i ó n r a d i c a l y absoluta
del O t r o . Éste se f u g a d e m i m u n d o ; n o m e p e r t e n e c e m á s ; es o b j e t o
p a r a o t r a t r a s c e n d e n c i a . N o pierde, pues, su c a r á c t e r d e o b j e t o ,
p e r o se h a c e a m b i g u o : m e escapa, n o p o r su t r a s c e n d e n c i a p r o p i a ,
sino p o r la t r a s c e n d e n c i a del T e r c e r o . P o r m u c h o q u e p u e d a yo
c a p t a r e n él y d e él, a h o r a es s i e m p r e Otro; t a n t a s veces O t r o c u a n -
1
En el original dice: "Él la experimenta..." etc., lo que no parece
tentr sentido; ha de suponerse una errata (il en lugar de je). (N. del T.)
tos O t r o s hay p a r a percibirlo y pensarlo. P a r a r e a p r o p i a r m e del
O t r o , es menester q u e yo m i r e al T e r c e r o y le confiera objectidad.
Esto, p o r u n a parte, n o siempre es posible; p o r otra, el T e r c e r o
mismo p u e d e ser m i r a d o p o r otros Terceros, es decir, ser indefini-
d a m e n t e O t r o q u e el q u e yo veo. R e s u l t a d e a q u i u n a inconsistencia
originaria del O t r o - o b j e t o y u n a c a r r e r a al infinito del Para-sí q u e
p r o c u r a reapropiarse d e esa objectidad. Ésta es, c o m o hemos visto,
la razón d e q u e los a m a n t e s se aislen. P u e d o e x p e r i m e n t a r m e c o m o
m i r a d o p o r el T e r c e r o m i e n t r a s m i r o al O t r o . E n tal caso, expe-
r i m e n t o m i alienación no-posicionalmente al mismo t i e m p o q u e pongo
la alienación del O t r o . Mis posibilidades d e utilizar al O t r o como
i n s t r u m e n t o son e x p e r i m e n t a d a s p o r m í c o m o mortiposibilidades, y
m i trascendencia, q u e se apresta a trascender al O t r o hacia mis
fines propios, recae e n trascendencia-trascendida. Se m e va d e la
m a n o . N o p o r eso el O t r o se convierte en sujeto, p e r o yo n o m e
siento ya cualificado p a r a la objectidad. El O t r o se convierte en u n
neutro; algo q u e p u r a y simplemente es ahí y con lo q u e n o p u e d o
h a c e r n a d a . T a l será el caso, p o r ejemplo, si se m e sorprende mien-
tras golpeo a u n débil. L a aparición del T e r c e r o m e " d e s e n g a n c h a " ;
el débil ya n o es " d e - g o l p e a r " ni " d e - h u m i l l a r " ; n o es sino existen-
cia p u r a , n a d a m á s ; ni siquiera ya " u n d é b i l " ; o, si vuelve a ser
tal, lo será p o r i n t e r m e d i o del T e r c e r o : sabré por el Tercero que
era u n débil ( " ¿ N o t e d a vergüenza, encarnizarte con u n débil?",
e t c . ) ; la c u a l i d a d d e débil le será c o n f e r i d a a mis ojos p o r el T e r -
cero, y ella n o f o r m a r á ya p a r t e d e mi m u n d o , sino d e u n universo
en q u e estoy p a r a el T e r c e r o j u n t o con el débil.
Esto nos trae, finalmente, al caso q u e nos o c u p a : estoy com-
p r o m e t i d o en u n conflicto con el O t r o . A p a r e c e el T e r c e r o y nos
a b a r c a a a m b o s con su m i r a d a . E x p e r i m e n t o correlativamente mi
alienación y m i objectidad. Estoy a f u e r a , p a r a el O t r o , c o m o objeto
en m e d i o d e u n m u n d o q u e n o es "el m í o " . P e r o el O t r o , al cual
yo m i r a b a y q u e m e m i r a b a a su vez, sufre la m i s m a modificación,
y descubro esta modificación del O t r o en simultaneidad con la q u e
yo experimento. El O t r o es o b j e t o en m e d i o del m u n d o del T e r c e r a
Esta objectidad n o es, p o r o t r a parte, u n a simple modificación d e
su ser paralela a la q u e yo padezco, sino q u e las dos objectidades
vienen a m í y al O t r o en u n a modificación global d e la situación
e n q u e yo estoy y en q u e se e n c u e n t r a el O t r o . Antes d e la m i r a d a
del Tercero, h a b í a u n a situación circunscrita p o r las posibilidades
del O t r o , en la q u e yo estaba a título de instrumento, y u n a situa-
ción inversa, circunscrita p o r mis propias posibilidades, q u e com-
prendía al O t r o . C a d a u n a de esas situaciones e r a la m u e r t e del
O t r o y n o p o d í a m o s c a p t a r u n a sino o b j e t i v a n d o la otra. C o n la
aparición del Tercero, a la vez e x p e r i m e n t o q u e mis posibilidades
están alienadas y descubro q u e las posibilidades del O t r o son morti-
posibilidades. L a situación n o desaparece p o r ello, p e r o huye d e mi
m u n d o y del m u n d o del O t r o , p a r a constituirse en m e d i o d e u n
tercer m u n d o en f o r m a objetiva: en ese tercer m u n d o es vista, juz-
gada, trascendida, utilizada, p e r o al mismo tiempo se p r o d u c e u n a
nivelación d e las dos situaciones inversas: ya n o h a y estructura de
prioridad q u e vaya de m í al otro o, inversamente, del O t r o a mi,
puesto q u e nuestras posibilidades son igualmente, para el tercero,
mortiposibilidades. Esto significa q u e experimento de p r o n t o la exis-
tencia, en el m u n d o del Tercero, d e u n a situación-forma objetiva
en q u e el O t r o y yo figuramos a título d e estructuras equivalentes y
solidarias. El conflicto, en esta situación objetiva, n o surge del libre
surgimiento d e nuestras transcendencias, sino q u e es c o m p r o b a d o y
trascendido p o r el T e r c e r o c o m o u n h e c h o d a d o q u e nos define y
nos retiene juntos a m í y al O t r o . L a posibilidad q u e tiene el otro
d e g o l p e a r m e y la q u e tengo yo de d e f e n d e r m e , lejos de ser m u t u a -
m e n t e excluyentes, se completan y e n t r a ñ a n , se implican u n a a otra
p a r a el T e r c e r o a título de mortiposibilidades, y es precisamente lo
que experimento a título no-tético; lo experimento, n o lo conozco.
Así, lo q u e experimento es u n ser-afuera, en q u e estoy organizado
con el O t r o en u n todo indisoluble y objetivo, u n t o d o en q u e no
me distingo ya originariamente del O t r o , sino que, solidariamente
con éste, c o n c u r r o a constituir. Y en la m e d i d a en q u e p o r principio
a s u m o m i ser-afuera p a r a el Tercero, d e b o asumir a n á l o g a m e n t e el
ser-afuera del O t r o ; lo q u e a s u m o es la c o m u n i d a d de equivalencia
p o r la cual existo c o m p r o m e t i d o en u n a f o r m a que, c o m o el O t r o ,
concurro a constituir. E n u n a p a l a b r a , m e a s u m o c o m o comprome-
tido afuera en el O t r o y a s u m o al O t r o c o m o c o m p r o m e t i d o afuera
en mí. Esta asunción f u n d a m e n t a l del c o m p r o m e t i m i e n t o q u e llevo
d e l a n t e sin captarlo, ese libre reconocimiento de m i responsabilidad
en t a n t o q u e incluye la responsabilidad del O t r o , es la experiencia
del Nosotroí-objeto. Así, pues, el Nosotros-objeto n o es n u n c a cono-
cido, a la m a n e r a en q u e u n a reflexión nos proporciona el conoci-
miento, p o r ejemplo, de nuestro Y o ; n o es n u n c a sentido, tampoco,
a la m a n e r a en q u e u n sentimiento nos revela u n objeto concreto tal
c o m o lo antipático, lo odioso, lo t u r b a d o r , etc.; ni es simplemente
experimentado, pues lo experimentado es la p u r a situación de soli-
daridad con el otro. El Nosotros-objeto n o se descubre sino por la
asunción que d e la situación he hecho, es decir, por la necesidad
en que estoy, en el seno de m i libertad asumente, de asumir también
al Otro, a causa d e la reciprocidad interna de la situación. Así,
p u e d o decir: " M e doy de golpes con el O t r o " , en ausencia del T e r -
cero. Pero, desde q u e éste aparece, las posibilidades del O t r o y las
mías se h a n nivelado en mortiposibilidades, la relación se hace recí-
proca, y m e veo obligado a experimentar que "nos damos de golpes"'.
En efecto, la f ó r m u l a : "yo le doy d e golpes y él m e da de golpes"
seria n e t a m e n t e insuficiente: de hecho, le doy d e golpes p o r q u e él
me los da, y recíprocamente; el proyecto del combate h e germinado
en su m e n t e como en la mía, y, p a r a el tercero, se unifica en un solo
proyecto, común a ese Ellos-objeto que él abarca con su m i r a d a y
oue hasta constituye la síntesis unificadora de ese "Ellos". Así, pues,
debo asumirme en t a n t o que aprehendido p o r el Tercero c o m o parte
integrante del "Ellos". Y este "Ellos" asumido por u n a subjetividad
c o m o su sentido-para-otro se convierte en el Nos. L a conciencia
reflexiva n o podría c a p t a r este Nos: su aparición coincide, al con-
trario, con el desmoronamiento del Nos: el Para-sí se desprende y
pone su ipseidad contra los Otros. H a de comprenderse, en efecto,
que originariamente la pertenencia al Nosotros-objeto es sentida co-
m o u n a alienación más radical aún del Para-sí, puesto que éste se
ve ya obligado a asumir n o solamente lo que él es p a r a el Prójimo
sino también u n a totalidad que él n o es, a u n q u e f o r m e p a r t e inte-
grante d e ella; E n este sentido, el Nos es u n brusco experimentar
la condición h u m a n a como comprometida entre los Otros en tanto
que hecho objetivamente constatado. El Nosotros-objeto, a u n q u e
experimentado :.on ocasión de u n a solidaridad concreta y centrada
en esta solidaridad (estaré avergonzado, m u y precisamente, porque
nosotros hemos sido sorprendidos mientras nos golpeábamos), tiene
u n a significación que trasciende la particular circunstancia en que
es experimentado, y que a p u n t a a englobar m i pertenencia como
objeto a la totalidad h u m a n a (menos la conciencia p u r a del Tercero)
captada igualmente como objeto. Corresponde, pues, a u n a expe-
riencia de humillación y de impotencia: el que se experimenta como
constituyendo u n Nos con los otros hombres se siente enviscado entre
u n a infinidad de existencias extrañas; está alienado radicalmente y
sin apelación.

Ciertas situaciones parecen más propias que otras para suscitar


la experiencia del nos. E n particular, el t r a b a j o en c o m ú n ; c u a n d o
varias personas se e x p e r i m e n t a n c o m o a p r e h e n d i d a s p o r el tercero
mientras laboran solidariamente en u n m i s m o objeto, el sentido mis-
m o del objeto m a n u f a c t u r a d o remite a la colectividad l a b o r a n t e
c o m o a u n nos. El gesto q u e hago, gesto r e c l a m a d o p o r el m o n t a j e
q u e se h a de efectuar, n o tiene sentido si n o lo precede tal o cual
gesto de m i vecino y lo sigue tal o cual otro gesto d e o t r o t r a b a j a d o r .
Resulta de ello una- f o r m a de "nos" más f á c i l m e n t e accesible, puesto
q u e la exigencia del p r o p i o o b j e t o y sus potencialidades, c o m o su
coeficiente d e adversidad, remiten al nosotros-objeto d e los t r a b a j a -
dores. Nos experimentamos, pues, como aprehendidos a título d e
nos a través d e u n objeto m a t e r i a l "de-crear". L a m a t e r i a l i d a d p o n e
su sello sobre nuestra c o m u n i d a d solidaria y nos a p a r e c e m o s c o m o
u n a disposición instrumental y técnica d e medios c a d a u n o d e los
cuales tiene su sitio asignado p a r a u n fin. Pero, si algunas situaciones
p a r e c e n así e m p í r i c a m e n t e m á s favorables p a r a el surgimiento del
nos, n o h a d e perderse de vista q u e toda situación h u m a n a , siendo
c o m p r o m e t i m i e n t o en m e d i o de los otros, es e x p e r i m e n t a d a c o m o nos
desde q u e a p a r e c e el tercero. Si a n d o por la calle, detrás d e ese
h o m b r e del cual sólo veo la espalda, tengo con él el m í n i m o d e rela-
ciones técnicas y prácticas q u e p u e d a concebirse. E m p e r o , basta
q u e u n tercero me mire, m i r e la acera, lo mire, p a r a q u e yo esté li-
g a d o a él por la solidaridad del nos: nos paseamos el u n o tras del
otro por la calle Blomet u n a m a ñ a n a de julio. Siempre h a y u n
p u n t o de vista desde el cual diversos para-síes p u e d e n ser unidos en
el nos p o r u n a m i r a d a . R e c í p r o c a m e n t e , así c o m o la m i r a d a n o es
sino la manifestación concreta del h e c h o originario d e m i existencia
p a r a el otro; así, pues, c o m o m e experimento existiendo p a r a el otro
a u n f u e r a d e toda aparición singular d e u n a m i r a d a , así t a m p o c o
es necesario q u e u n a m i r a d a concreta nos fije y atraviese p a r a q u e
podamos experimentarnos c o m o integrados a f u e r a e n u n nos. Basta
q u e la totalidad-destotalizada " h u m a n i d a d " exista, p a r a q u e u n a
pluralidad cualquiera d e individuos se experimente c o m o u n nos con.
respecto a la totalidad o a u n a p a r t e del resto de los hombres, sean
éstos presentes " e n c a r n e y hueso" o sean reales p e r o ausentes. Así,
siempre p u e d o c a p t a r m e , en presencia o e n ausencia d e terceros,
c o m o p u r a ipseidad o c o m o integrado en u n nos. Esto nos lleva a
ciertos "nos" especiales, e n particular al q u e se d e n o m i n a "concien-
cia d e clase". L a conciencia d e clase es, evidentemente, la asunción
d e u n nos particular, con ocasión d e u n a situación colectiva m á s
n e t a m e n t e estructurada q u e de ordinario. Poco nos i m p o r t a definir
aquí esa situación; lo ú n i c o q u e nos interesará es la naturaleza del
nos de la asunción. Si u n a sociedad, p o r su estructura económica o
política, se divide en clases oprimidas y clases opresoras, la situación
de las clases opresoras ofrece a las clases oprimidas la imagen d e u n
tercero p e r p e t u o q u e las considera y trasciende p o r su libertad. N o
es en m o d o a l g u n o la dureza del t r a b a j o , lo b a j o del nivel d e vida
o los sufrimientos padecidos lo q u e constituirá en clase a la colectivi-
d a d o p r i m i d a ; la solidaridad del t r a b a j o , en efecto, p o d r í a — c o m o
lo veremos en el p a r á g r a f o siguiente— constituir a la colectividad
laboriosa en u n "nosotros-sujeto", en t a n t o q u e ésta — c u a l q u i e r a que
fuere, p o r lo demás, el coeficiente d e adversidad d e las cosas— se
experimente como trascendiendo los objetos i n t r a m u n d a n o s hacia
sus propios fines; el nivel de vida es cosa relativa, diversamente apre-
ciada según las circunstancias ( p o d r á ser padecido o cceptado o rei-
vindicado en n o m b r e d e u n ideal c o m ú n ) ; los sufrimientos padecidos,
si se los considera en sí mismos, tienen p o r efecto antes aislar q u e
reunir a las personas q u e sufren, y son, en general, f u e n t e s d e con-
flicto. Por último, la p u r a y simple c o m p a r a c i ó n q u e los miembros
d e la colectividad oprimida p u e d e n h a c e r entre la d u r e z a d e su con-
dición y los privilegios d e q u e gozan las clases opresoras n o podría
bastar en n i n g ú n caso p a r a constituir u n a conciencia de clase; c u a n d o
m u c h o , provocará celos individuales o desesperaciones particulares;
n o tiene la posibilidad d e u n i f i c a r y d e h a c e r asumir a c a d a u n o la
unificación. Pero el c o n j u n t o d e esos caracteres, en t a n t o q u e cons-
tituye la condición de la clase oprimida, n o es simplemente p a d e c i d o
o aceptado. Sería igualmente erróneo, sin embargo, decir que, en
el origen, es c a p t a d o p o r la clase o p r i m i d a c o m o impuesto p o r la
clase opresora; al contrario, m u c h o t i e m p o hace falta p a r a constituir
o p a r a d i f u n d i r u n a teoría d e la opresión. Y esta teoría n o t e n d r á
sino u n valor explicativo. El h e c h o p r i m e r o es q u e el m i e m b r o de
la colectividad oprimida, que, en c u a n t o simple persona, está com-
p r o m e t i d o en conflictos f u n d a m e n t a l e s con otros miembros d e esa
misma colectividad (amor, odio, rivalidad d e intereses, e t c . ) , c a p t a
su condición y la de los d e m á s m i e m b r o s de esa colectividad c o m o
m i r a d a y pensada p o r conciencias q u e se le escapan. El " a m o " , el
"señor f e u d a l " , el " b u r g u é s " o el "capitalista" aparecen n o sólo
c o m o potentes q u e c o m a n d a n , sino también, y a n t e todo, c o m o ter-
ceros, es decir, c o m o aquellos q u e están f u e r a d e la c o m u n i d a d opri-
m i d a y para quienes esta c o m u n i d a d existe. Así, pues, para ellos y
en su libertad existirá la realidad de la clase oprimida. Ellos la h a -
cen n a c e r p o r su m i r a d a . A ellos y p o r ellos se descubre la identidad
d e m i condición y la d e los otros oprimidos; p a r a ellos existo en
situación organizada con otros y nys posibles c o m o mortiposibilida-
des son rigurosamente equivalentes a los posibles d e los otros; p a r a
ellos soy un obrero, y p o r y en la revelación de ellos c o m o p r ó j i m o -
m i r a d a m e e x p e r i m e n t o c o m o u n o e n t r e otros. Esto significa q u e
descubro el nos en q u e estoy i n t e g r a d o o " l a clase", afuera, en la
m i r a d a del tercero, y al decir " n o s " a s u m o esta alienación colectiva.
Desde este p u n t o d e vista, los privilegios del tercero y "nuestras"
cargas, " n u e s t r a s " miserias, n o tienen e n p r i m e r t é r m i n o sino u n
valor d e significación; significan la i n d e p e n d e n c i a del tercero con
respecto a nosotros; nos presentan m á s n e t a m e n t e nuestra alienación.
C o m o n o p o r eso son m e n o s soportados; como, en particular, nues-
t r a p e n u r i a , nuestra fatiga, n o son p o r eso m e n o s sufridas, a través
de ese s u f r i m i e n t o p a d e c i d o e x p e r i m e n t o m i ser-mirado-como-cosa-
comprometida-en-una-totalidad-de-las-cosas. A p a r t i r d e m i sufri-
m i e n t o y m i miseria soy colectivamente c a p t a d o con los otros p o r el
tercero, es decir, a p a r t i r d e la adversidad del m u n d o , a p a r t i r de
la adversidad de m i condición. Sin el tercero, cualquiera q u e f u e r e la
adversidad del m u n d o , yo m e c a p t a r í a c o m o trascendencia triun-
f a n t e ; con la aparición del tercero, yo nos e x p e r i m e n t o c o m o cap-
tados a p a r t i r d e las cosas y c o m o cosas vencidas p o r el m u n d o . Así,
la clase o p r i m i d a halla su u n i d a d de clase en el conocimiento q u e
dfe ella tiene la clase opresora, y la aparición d e la conciencia de
clase en el o p r i m i d o corresponde a la asunción de la vergüenza en
u n nos-objeto. Veremos, en el p a r á g r a f o siguiente, lo q u e p u e d e ser
la "conciencia de clase" p a r a u n m i e m b r o de la clase opresora. L o
q u e a q u í nos interesa, en t o d o caso, c o m o lo m u e s t r a el e j e m p l o q u e
a c a b a m o s d e escoger, es q u e el experimentarnos c o m o nos-objeto
supone e x p e r i m e n t a r el ser-para-otro, del q u e aquel e x p e r i m e n t a r
n o es sino u n a m o d a l i d a d m á s compleja. E n t r a , pues, con carácter
de caso particular, en el c u a d r o d e nuestras precedentes descripciones.
Ese e x p e r i m e n t a r encierra en sí, p o r otra parte, u n a potencia de
desagregación, ya q u e es e x p e r i m e n t a d o p o r la vergüenza, y el nos
se desmorona desde q u e el para-sí reivindica su ipseidad f r e n t e al
tercero y lo m i r a a su vez. Esta reivindicación individual de la ip-
seidad n o es, p o r lo demás, sino u n a de las m a n e r a s posibles de
suprimir el nos-objeto. L a asunción del nos, en ciertos casos fuerte-
m e n t e estructurados, c o m o p o r e j e m p l o la conciencia de clase, im-
plica el p r o y e c t o n o ya d e liberarse del nos p o r u n r e c o b r o indivi-
d u a l d e ipseidad, sino d e l i b e r a r al nos í n t e g r o p o r la o b j e c t i d a d ,
t r a n s f o r m á n d o l o e n nosotros-sujeto. Se t r a t a , e n el f o n d o , d e u n a
v a r i e d a d del ya descrito p r o y e c t o d e t r a s f o r m a r al m i r a n t e e n
m i r a d o ; es el t r á n s i t o o r d i n a r i o d e u n a d e las dos g r a n d e s a c t i t u d e s
f u n d a m e n t a l e s del para-sí r e s p e c t o d e l otro. L a clase o p r i m i d a , e n
efecto, n o p u e d e a f i r m a r s e c o m o nosotros-sujeto sino c o n relación
a la clase o p r e s o r a y a expensas d e ésta, es decir, t r a n s f o r m á n d o l a
a su vez e n "ellos-objetos" S i m p l e m e n t e , la persona, objetivamente
c o m p r o m e t i d a e n la clase, a p u n t a a a r r a s t r a r la clase e n t e r a e n y p o r
su p r o y e c t o d e reversión. E n tal sentido, el e x p e r i m e n t a r del nos-
o b j e t o r e m i t e al e x p e r i m e n t a r del nosotros-sujeto, así c o m o el e x p e -
rimentar m i s e r - o b j e t o - p a r a - e l - o t r o m e r e m i t e a l a e x p e r i e n c i a del
s e r - o b j e t o - d e l - p r ó j i m o - p a r a - m í . A n á l o g a m e n t e , e n c o n t r a r e m o s e n lo
q u e se l l a m a l a "psicología d e las m a s a s " a r r e b a t o s colectivos ( b o u -
fangismv, etc.) q u e c o n s t i t u y e n u n a f o r m a p a r t i c u l a r d e a m o r : la
p e r s o n a q u e d i c e " n o s o t r o s " r e t o m a e n t o n c e s , e n el s e n o d e la m a s a ,
el p r o y e c t o original d e a m o r , p e r o n o ya p o r su p r o p i a c u e n t a : p i d e
al t e r c e r o q u e salve a la colectividad i n t e g r a e n su o b j e c t i d a d m i s m a ,
s a c r i f i c a n d o l a l i b e r t a d d e a q u é l l a . A q u í , c o m o a n t e s veíamos, el
a m o r d e f r a u d a d o c o n d u c e al m a s o q u i s m o . E s l o q u e se o b s e r v a e n
el c a s o e n q u e la c o l e c t i v i d a d se p r e c i p i t a a l a s e r v i d u m b r e y exige
ser t r a t a d a c o m o o b j e t o . Se t r a t a , t a m b i é n e n este caso, d e los m ú l -
tiples p r o y e c t o s i n d i v i d u a l e s dfe los h o m b r e s e n la m a s a : l a m a s a
h a sido c o n s t i t u i d a como masa p o r la m i r a d a del j e f e o del o r a d o r ;
su u n i d a d es u n a u n i d a d - o b j e t o q u e c a d a u n o d e sus m i e m b r o s lee
e n la m i r a d a del t e r c e r o q u e la d o m i n a , y c a d a u n o h a c e e n t o n c e s
el p r o y e c t o d e p e r d e r s e e n esa o b j e c t i d a d , d e r e n u n c i a r p o r e n t e r o
a su p r o p i a i p s e i d a d p a r a n o ser m á s q u e u n i n s t r u m e n t o e n las
m a n o s del j e f e . P e r o este i n s t r u m e n t o e n q u e q u i e r e f u n d i r s e n o
es y a su p u r o y s i m p l e p a r á - o t r o p e r s o n a l , sino la t o t a l i d a d - o b j e t i v a -
m a s a . L a m a t e r i a l i d a d m o n s t r u o s a d e la m a s a y su r e a l i d a d p r o -
f u n d a ( a u n q u e sólo e x p e r i m e n t a d a s ) son f a s c i n a n t e s p a r a c a d a u n o
d e sus m i e m b r o s ; c a d a u n o d e ellos exige ser a n e g a d o e n l a m a s a -
i n s t r u m e n t o p o r la m i r a d a del j e f e
E n esos d i f e r e n t e s casos h e m o s visto s i e m p r e constituirse el nos-
o b j e t o a p a r t i r d e u n a situación c o n c r e t a e n q u e se e n c o n t r a b a su-

1
Cf. los múltiples cosos de denegación de ipseidad. El para-sí se rthúsa
a emerger en la angustia fuera del Nos.
mergida u n a p a r t e de la totalidad-destotalizada " h u m a n i d a d " , con
exclusión de otra. N o somos nos sino a los ojos d e los otros,. y a
p a r t i r d e la m i r a d a a j e n a nos asumimos c o m o nos. P e r o esto implica
q u e p u e d a existir u n proyecto abstracto e irrealizable del para-si
hacia u n a totalización absoluta de sí m i s m o y de todos los otros.
Este esfuerzo de recuperación de la totalidad h u m a n a n o p u e d e ocu-
rrir sin p o n e r la existencia de u n tercero, distinto p o r principio de
la h u m a n i d a d y a los ojos del cual ella es í n t e g r a m e n t e objeto. Ese
tercero, irrealizable, es simplemente el o b j e t o del concepto-limite d e
alteridad. Es aquello q u e es tercero con relación a todos los agru-
pamientos posibles, aquello q u e en n i n g ú n caso p u e d e e n t r a r e n co-
m u n i d a d con n i n g u n a a g r u p a c i ó n h u m a n a ; el tercero con respecto
al cual n i n g ú n ser p u e d e constituirse c o m o tercero; este concepto
se identifica con el del ser-mirante q u e n o p u e d e j a m á s ser m i r a d o ,
es decir, con la idea de Dios. Pero, caracterizándose Dios c o m o
ausencia radical, el esfuerzo p o r realizar la h u m a n i d a d c o m o nuestra
es sin cesar r e n o v a d o y t e r m i n a sin cesar en u n fracaso. Así, el " n o s "
h u m a n i s t a — e n t a n t o q u e nos-objeto—- se p r o p o n e a c a d a concien-
cia individual c o m o u n ideal inalcanzable, a u n q u e c a d a u n o g u a r d e
la ilusión d e p o d e r llegar a m p l i a n d o progresivamente el círculo d e
las c o m u n i d a d e s a las cuales p e r t e n e c e : ese " n o s " h u m a n i s t a q u e d a
c o m o u n concepto vacio, c o m o p u r a indicación d e u n a extensión
posible del uso o r d i n a r i o del nosotros. C a d a vez q u e utilizamos el
"nosotros" en este sentido ( p a r a designar la h u m a n i d a d sufriente, la
h u m a n i d a d pecadora, p a r a d e t e r m i n a r u n sentido objetivo d e la his-
toria considerando al h o m b r e c o m o u n o b j e t o q u e desarrolla sus po-
tencialidades) nos limitamos a indicar cierto e x p e r i m e n t a r concreto
q u e h a de padecerse en presencia del tercero absoluto, es decir, de
Dios. Así, el concepto-límite d e h u m a n i d a d ( c o m o la totalidad del
nosotros-objeto) y el concepto-límite de Dios se implican m u t u a -
m e n t e y son correlativos.

B) El nosotros-sujeto.

El m u n d o nos a n u n c i a nuestra pertenencia a u n a c o m u n i d a d -


s u j e t o ; en particular, nos lo a n u n c i a la existencia, en el m u n d o , de
objetos m a n u f a c t u r a d o s . Estos objetos h a n sido elaborados p o r h o m -
bres p a r a ellos-sujetos, es decir, p a r a u n a trascendencia n o indivi-
dualizada y n o e n u m e r a d a , q u e coincide con la m i r a d a indiferen-
ciada a la cual llamábamos a n t e r i o r m e n t e el "se" impersonal, pues
el t r a b a j a d o r —servil o n o — t r a b a j a en presencia de u n a trascen-
dencia i n d i f e r e n c i a d a y ausente, cuyas libres posibilidades se limita
a esbozar en h u e c o sobre el o b j e t o t r a b a j a d o . E n este sentido, el
t r a b a j a d o r , c u a l q u i e r a q u e f u e r e , e x p e r i m e n t a en el t r a b a j o su ser-
i n s t r u m e n t o p a r a el o t r o ; el t r a b a j o , c u a n d o n o está destinado
estrictamente a los fines propios del t r a b a j a d o r , es u n m o d o d e
alienación. L a trascendencia a l i e n a d o r a es aquí el consumidor, es
decir, el "se" cuyos proyectos el t r a b a j a d o r se limita a prever. Así,
pues, c u a n d o e m p l e o u n o b j e t o m a n u f a c t u r a d o , e n c u e n t r o en él el
esbozo de m i p r o p i a t r a s c e n d e n c i a : m e indica el gesto d e - h a c e r :
d e b o h a c e r girar, e m p u j a r , tirar o e m p u j a r . Se t r a t a , p o r otra parte,
d e u n i m p e r a t i v o hipotético: m e remite a u n fin q u e es igualmente
del m u n d o : si q u i e r o sentarme, si q u i e r o a b r i r la c a j a , etc. Y este
fin m i s m o h a sido previsto, e n la constitución del objeto, c o m o fin
puesto p o r u n a trascendencia cualquiera. Pertenece a h o r a al objeto
c o m o su potencialidad m á s propia. Así, es v e r d a d q u e el o b j e t o m a -
n u f a c t u r a d o m e a n u n c i a a m í m i s m o c o m o u n ."se" impersonal, es
decir, m e devuelve la imagen d e m i trascendencia c o m o la de u n a
trascendencia cualquiera. Y si d e j o canalizar mis posibilidades p o r
el utensilio así constituido, m e e x p e r i m e n t o a m í mismo c o m o tras-
cendencia c u a l q u i e r a : p a r a ir de la estación d e subte " T r o c á d e r o "
a "Sévres-Babylone", "se" t r a n s b o r d a en " L a M o t t e - P i c q u e t " . Este
t r a n s b o r d o está previsto, i n d i c a d o en los planos, etc.; si transbordo
en L a M o t t e - P i c q u e t , soy el "se" q u e transborda. Por cierto, m e
diferencio d e c a d a u s u a r i o del s u b t e r r á n e o t a n t o p o r el surgimiento
individual d e m i ser c o m o p o r los fines remotos q u e persigo.
P e r o estos fines últimos están sólo en el horizonte d e m i acto. Mis
fines próximos son los fines del "se", y m e c a p t o c o m o intercambia-
ble con c u a l q u i e r a de mis vecinos. E n este sentido, p e r d e m o s nuestra
individualidad real, p u e s el proyecto q u e somos es precisamente el
proyecto q u e son los otros. E n este a n d é n del s u b t e r r á n e o n o hay
sino u n solo y m i s m o proyecto, inscrito desde h a c e m u c h o en la
m a t e r i a , a d o n d e viene a verterse u n a trascendencia viviente e in-
diferenciada. E n la m e d i d a en q u e m e realizo en la soledad c o m o
trascendencia cualquiera, n o tengo sino la experiencia del ser-indi-
f e r e n c i a d o (si, solo e n m i pieza, a b r o u n a c a j a d e conservas con el
abrelatas a d e c u a d o ) ; p e r o si esa trascendencia indiferenciada pro-
yecta sus proyectos cualesquiera en conexión con otras transcenden-
cias e x p e r i m e n t a d a s c o m o presencias reales e i g u a l m e n t e absorbidas
e n sus proyectos cualesquiera idénticos a los míos, entonces réalizc
m i proyecto c o m o u ñ o entre mil proyectos idénticos proyectados por
u n a misma trascendencia i n d i f e r e n c i a d a ; entonces tengo la expe-
riencia d e u n a transcendencia c o m ú n y dirigida h a c i a u n objetivo
único, del cual n o soy sino u n a particularización e f í m e r a : m e inserto
en la g r a n corrieilte h u m a n a que, infatigablemente, desde q u e existe
u n subterráneo, chorrea p o r los andenes d e la estación " L a M o t t e -
Piquet-GreneHe". P e r o h a de notarse q u e : 1' Esta experiencia es de
orden psicológico y n o ontológico. N o corresponde en m o d o a l g u n o
a u n a unificación real de los para-sí considerados. N o p r o c e d e t a m -
p o c o de u n e x p e r i m e n t a r i n m e d i a t a m e n t e la trascendencia de esos
para-síes en c u a n t o tal (como en el s e r - m i r a d o ) , sino que, m á s bien,
está m o t i v a d a p o r la doble aprehensión objetivadora del o b j e t o tras-
cendido en c o m ú n y d e los cuerpos q u e r o d e a n al mío. E n particular,
el h e c h o de q u e esté c o m p r o m e t i d o con los otros en u n r i t m o c o m ú n
q u e contribuyo a h a c e r nacer, es u n m o t i v o p a r t i c u l a r m e n t e solicita-
dor para que m e capte a mí mismo como comprometido en un
nosotros-sujeto. Es el sentido d e la m a r c h a cadenciosa d e los sol-
dados, y t a m b i é n el sentido del t r a b a j o r i t m a d o de los equipos. H a
de notarse, en efecto, q u e en este caso el ritmo e m a n a libremente
de m í : es u n proyecto q u e realizo por m i trascendencia; sintetiza
u n f u t u r o con u n presente y u n pasado, en u n a perspectiva d e repe-
tición regular; yo m i s m o p r o d u z c o el ritmo, pero, a la vez, éste se
f u n d e con el r i t m o general d e t r a b a j o o d e m a r c h a d e la comuni-
d a d concreta q u e m e r o d e a ; n o cobra su sentido sino p o r ella; es
lo q u e experimento, p o r ejemplo, c u a n d o el r i t m o q u e a d o p t o es
" a c o n t r a t i e m p o " . E m p e r o , el ser envuelto m i r i t m o p o r el r i t m o de
los otros es a p r e h e n d i d o " l a t e r a l m e n t e " : n o utilizo c o m o instrumento
el r i t m o colectivo, n i t a m p o c o lo c o n t e m p l o — e n el sentido en q u e
contemplaría, p o r ejemplo, danzarines en u n escenario—, sino q u e
m e c i r c u n d a y a r r a s t r a sin ser objeto p a r a m í ; n o lo trasciendo
hacia mis posibilidades propias, sino que vierto m i trascendencia
en su trascendencia, y m i f i n p r o p i o — e j e c u t a r d e t e r m i n a d o tra-
bajo, llegar a d e t e r m i n a d o l u g a r — es u n f i n del "se", q u e n o se
distingue del f i n p r o p i o d e la colectividad. Así, el r i t m o q u e h a g o
nacer, nace en conexión conmigo y lateralmente c o m o ritmo colec-
tivo: es mi ritmo e n la m e d i d a e n q u e es el r i t m o d e los otros, y
recíprocamente. T a l precisamente el m o t i v o d e la experiencia de
nosotros-sujeto: es, finalmente, nuestro ritmo. P e r o ello n o p u e d e
ser, c o m o se ve, a menos q u e previamente, p o r la aceptación d e u n
fin c o m ú n y de instrumentos comunes, yo m e constituya c o m o tras-
t e n d e n c i a indíferenciada r e c h a z a n d o mis fines personales m á s allá
de los fines colectivos a c t u a l m e n t e perseguidos. Así, mientras q u e en
la experiencia del ser-para-otro el surgimiento d e u n a dimensión de
ser. concreta y real es la condición del e x p e r i m e n t a r mismo, la expe-
riencia del nosotros-sujeto es u n p u r o acaecimiento psicológico y
subjetivo en u n a conciencia singular, q u e corresponde a u n a modifi-
cación intima d e la estructura d e esa conciencia, p e r o q u e n o a p a -
rece sobre el f u n d a m e n t o de u n a relación ontológica concreta con
los otros y n o realiza n i n g ú n mit-sein. Se t r a t a solamente de u n a
m a n e r a d e sentirme en m e d i o de los otros. Sin d u d a , esta experien-
cia p o d r á ser buscada c o m o símbolo de u n a u n i d a d absoluta y me-
tafísica d e todas las trascendencias; parece, en efecto, q u e suprime
el conflicto originario d e las transcendencias haciéndolas converger
hacia el m u n d o ; e n tal sentido, el nosotros-sujeto ideal sería el nos-
otros d e u n a h u m a n i d a d q u e se hiciera señora de la tierra. Pero la
experiencia del nosotros p e r m a n e c e en el terreno d e la psicología
individua] y q u e d a c o m o u n simple símbolo d e la u n i d a d deseable
de las trascendencias; n o es, en efecto, e n m o d o alguno, aprehensión
lateral y real de las subjetividades en t a n t o q u e tales por u n a subje-
tividad singular; las subjetividades p e r m a n e c e n f u e r a de alcance y
r a d i c a l m e n t e separadas. Pero las cosas y los cuerpos, las canaliza-
ciones materiales d e m i trascendencia, m e disponen p a r a captarla
c o m o p r o l o n g a d a y a p o y a d a p o r las d e m á s transcendencias, sin que
yo salga d e m í ni los otros salgan d e sí; p o r el m u n d o a p r e n d o q u e
f o r m o p a r t e d e u n nosotros. Por eso m i experiencia del nosotros-
sujeto n o implica en m o d o a l g u n o u n a experiencia semejante y co-
rrelativa en los otros; p o r eso, también, es t a n inestable, pues supone
organizaciones particulares e n m e d i o del m u n d o , y desaparece con
ellas. A decir verdad, h a y en el m u n d o u n a m u l t i t u d d e formacio-
nes q u e m e indican c o m o u n cualquiera: en p r i m e r lugar, todos los
utensilios, desde las h e r r a m i e n t a s p r o p i a m e n t e dichas hasta los in-
muebles, con sus ascensores, sus cañerías de a g u a o d e gas, su elec-
tricidad, p a s a n d o p o r los medios d e transporte, las tiendas, etc. C a d a
escaparate, c a d a vitrina m e devuelven m i i m a g e n c o m o trascen-
dencia indiíerenciada. Además, las relaciones profesionales y técni-
cas e n t r e los otros y yo m e a n u n c i a n t a m b i é n c o m o u n cualquiera:
p a r a el mozo d e café soy el p a r r o q u i a n o ; p a r a el inspector del
subterráneo soy el usuario. H a s t a el incidente callejero q u e sobre-
viene d e p r o n t o a n t e la terraza del c a f é d o n d e estoy sentado m e
indica t a m b i é n c o m o espectador a n ó n i m o y c o m o p u r a " m i r a d a q u e
hace existir al incidente c o m o u n a f u e r a " . I g u a l m e n t e , la pieza de
t e a t r o a q u e asisto o la exposición d e cuadros q u e visito indica el
a n o n i m a t o del espectador. Ciertamente, m e h a g o cualquiera c u a n d o
m e p r u e b o zapatos o descorcho u n a botella o e n t r o en u n ascensor
o río en el teatro. Pero el e x p e r i m e n t a r esa trascendencia indife-
renciada es u n acaecimiento í n t i m o y contingente q u e n o concierne
sino a mí. Ciertas circunstancias particulares q u e proceden del m u n -
d o p u e d e n agregar la impresión d e ser nosotros. Pero n o p u e d e tra-
tarse, en t o d o caso, sino d e u n a impresión p u r a m e n t e subjetiva que
sólo a m í m e c o m p r o m e t e .
2 9 L a experiencia del nosotros-sujeto n o p u e d e ser p r i m e r a , n o
p u e d e constituir u n a a c t i t u d originaria p a r a con los otros, puesto
que, al contrario, supone p a r a realizarse u n doble reconocimiento
previo de la existencia del p r ó j i m o . E n efecto: p r i m e r a m e n t e , el
o b j e t o m a n u f a c t u r a d o n o es tal a menos q u e r e m i t a a. productores
q u e lo h a n h e c h o y a reglas d e uso q u e h a n sido d e t e r m i n a d a s por
otros. F r e n t e a u n a cosa i n a n i m a d a y n o laborada, cuyo m o d o de
e m p l e o d e t e r m i n o yo mismo, y a la cual yo asigno u n uso nuevo
( p o r ejemplo, c u a n d o utilizo u n a p i e d r a c o m o m a r t i l l o ) , tengo con-
ciencia no-tética d e m i persona, es decir, d e m i ipseidad, de mis fines
propios y d e m i libre inventiva. L a s reglas d e uso, los "modos de
e m p l e o " d e los objetos m a n u f a c t u r a d o s , a la vez rígidos e ideales
c o m o tabúes, m e ponen, p o r estructura esencial, en presencia del
o t r o ; y p o r q u e el otro m e t r a t a c o m o u n a trascendencia indiferen-
ciada p u e d o realizarme a m í mismo c o m o tal. Bástennos c o m o ejem-
plo esos grandes carteles colocados sobre las puertas d e u n a estación,
d e u n a sala d e espera, d o n d e se h a n escrito las palabras "salida" y
" e n t r a d a " , o esos dedos indicadores q u e en los avisos designan u n
inmueble o u n a dirección. Se t r a t a siempre de imperativos hipoté-
ticos. P e r o a q u í la f o r m u l a c i ó n del imperativo d e j a t r a n s p a r e n t a r
c l a r a m e n t e al otro q u e h a b l a y q u e se dirige d i r e c t a m e n t e a mí. A
mí está destinada la frase impresa, q u e representa, efectivamente,
u n a comunicación i n m e d i a t a del otro a m í : soy apuntado p o r ella.
Pero el otro m e a p u n t a en t a n t o que soy trascendencia indiferen-
ciada. Entonces, si p a r a salir t o m o la p u e r t a designada c o m o "sa-
lida", n o uso de ella en la absoluta libertad d e mis proyectos per-
sonales: n o constituyo u n utensilio p o r invención, n o trasciendo la
p u r a materialidad d e la cosa h a c i a mis posibles, sino q u e entre el
objeto y yo se h a deslizado ya u n a trascendencia h u m a n a q u e guía
a m i p r o p i a trascendencia; el objeto está ya humanizado, significa
ya el " r e i n o h u m a n o " . L a "salida" —si la consideramos c o m o p u r a
a b e r t u r a q u e d a a la calle-— es rigurosamente equivalente a la en-
t r a d a ; lo q u e la designa c o m o salida n o es su coeficiente d e adver-
sidad o su utilidad visible. N o m e pliego al objeto m i s m o c u a n d o
lo utilizo c o m o " s a l i d a " : m e a c o m o d o al o r d e n h u m a n o ; reconozco
por m i a c t o m i s m o la existencia del otro, establezco u n diálogo con
él. T o d o ello h a sido m u y bien d i c h o p o r Heidegger. P e r o la con-
clusión q u e olvida extraer es que, p a r a q u e el o b j e t o aparezca como
m a n u f a c t u r a d o , es menester q u e el o t r o sea d a d o p r e v i a m e n t e d e
a l g u n a otra m a n e r a . Q u i e n n o tuviera ya la experiencia del otro
n o p o d r í a en m o d o a l g u n o distinguir al o b j e t o m a n u f a c t u r a d o de
la p u r a m a t e r i a l i d a d d e u n a cosa n o elaborada. A u n si debiera uti-
lizarla c o n f o r m e al m o d o de empleo previsto p o r el fabricante, rein-
v e n t a r í a ese m o d o d e e m p l e o y realizaría así la libre apropiación
d e u n a cosa n a t u r a l . Salir p o r la p u e r t a d e n o m i n a d a "salida" sin
h a b e r leído el cartel o sin conocer el i d i o m a es ser c o m o el loco d e
los estoicos, q u e dice " h a y l u z " en p l e n o día, n o a consecuencia d e
u n a comprobación objetiva sino en virtud d e los mecanismos internos
de su locura. Así, pues, si el objeto m a n u f a c t u r a d o remite a los
otros y, con ello, a m i trascendencia indiferenciada, se debe a q u e
yo conozco a los otros ya. Así, la experiencia del nosotros-sujeto se
construye sobre el originario e x p e r i m e n t a r al otro, y n o p u e d e ser
sino u n a experiencia secundaria y subordinada.
Pero, además, según hemos visto, captarse c o m o trascendencia
indiferenciada, o sea, en el f o n d o , c o m o p u r a ejemplificación d e lá
"especie h u m a n a " , n o es todavía aprehenderse c o m o estructura p a r -
cial d e u n nosotros-sujeto. P a r a ello es menester, en efecto, descu-
brirse c o m o u n cualquiera en el seno d e cualquier corriente h u m a n a .
Es preciso, pues, estar r o d e a d o p o r los otros. H e m o s visto t a m b i é n
q u e los otros n o son experimentados en m o d o a l g u n o c o m o sujptos
en esa experiencia, n i c a p t a d o s t a m p o c o c o m o objetos. N o son pues-
tos en modo alguno: ciertamente, p a r t o d e su existencia d e h e c h o
en el m u n d o y d e la percepción d e sus actos. Pero n o c a p t o posicio-
nalmente su facticidad o sus gestos: t e n g o u n a conciencia lateral y
n o posicional d e sus cuerpos c o m o correlatos del mío, de sus actos
c o m o expandiéndose en conexión con mis actos, d e suerte q u e n o
p u e d o d e t e r m i n a r si mis actos h a c e n n a c e r los de-ellos, o Jos "de ellos
los míos. Bastan estas breves observaciones p a r a h a c e r c o m p r e n -
d e r q u e la experiencia del nosotros n o p u e d e darme, a conocer ori-
g i n a r i a m e n t e c o m o otros a los otros q u e f o r m a n p a r t e del nosotros.
M u y al contrario, es menester q u e h a y a antes algún saber d e lo
q u e es el p r ó j i m o p a r a q u e u n a experiencia d e mis relaciones con
él p u e d a ser realizada en f o r m a d e " M i t s e i n " . El Mitsein p o r sí solo
sería imposible sin previo reconocimiento de lo q u e es el o t r o : "soy
c o n . . . " , d e a c u e r d o ; pero, ¿con quién? Además, a u n si esa expe-
riencia fuese ontológicamente p r i m e r a , n o se ve c ó m o p o d r í a pasarse,
en u n a modificación radical d e ella, d e u n a trascendencia total-
m e n t e indiferenciada a la experiencia d e las personas singulares. Si
el o t r o n o f u e r a d a d o d e o t r o m o d o , la experiencia del nosotros, al
quebrarse, n o d a r í a n a c i m i e n t o sino a la aprehensión d e puros ob-
jetos-instrumentos en el m u n d o circunscrito p o r mi trascendencia.
Estas breves observaciones n o p r e t e n d e n a g o t a r la cuestión del
nosotros. A p u n t a n sólo a indicar q u e la experiencia del nosotros-
s u j e t o n o tiene n i n g ú n valor d e revelación metafísica; d e p e n d e
estrechamente de las diversas f o r m a s del p a r a - o t r o y n o es sino u n
enriquecimiento empírico de algunas de ellas. A esto, evidentemente,
h a d e atribuirse la e x t r e m a inestabilidad d e tal experiencia. A p a r e c e
y desaparece d e m o d o caprichoso, d e j á n d o n o s f r e n t e a otros-objetos
o bien a n t e u n "se" impersonal q u e nos m i r a . A p a r e c e c o m o u n a
tregua provisional constituida en el seno del conflicto mismo, n o
c o m o u n a solución definitiva del conflicto. E n v a n o se deseará u n
nosotros h u m a n o en el cual la totalidad intersubjetiva t o m e con-
ciencia d e sí m i s m a c o m o subjetividad unificada. S e m e j a n t e ideal
n o p o d r í a ser m á s q u e u n ensueño p r o d u c i d o p o r u n paso al límite
y al absoluto a p a r t i r d e experiencias f r a g m e n t a r i a s y estrictamente
psicológicas. Ese mismo ideal, p o r otra parte, implica el reconoci-
m i e n t o del conflicto de las trascendencias c o m o estado original del
ser-para-otro. Esto explica u n a a p a r e n t e p a r a d o j a : proviniendo la
u n i d a d de la clase o p r i m i d a d e su p r o p i o experimentarse c o m o u n
nos-objeto f r e n t e a u n se indiferenciado q u e es el tercero o clase
opresora, sería t e n t a d o r creer que, simétricamente, la clase opresora
se c a p t a a sí misma c o m o u n nosotros-sujeto f r e n t e a la clase opri-
mida. P e r o la debilidad d e la clase opresora radica en que, a u n
disponiendo de aparatos de coerción precisos y rigurosos, es en sí
misma p r o f u n d a m e n t e a n á r q u i c a . El " b u r g u é s " n o se define sola-
m e n t e c o m o cierto " h o m o ceconomicus" d u e ñ o del .poder y de pri-
vilegios precisos en el seno de u n a sociedad de cierto t i p o : se
describe desde lo interior c o m o u n a conciencia q u e n o reconoce su
pertenencia a u n a clase. Su situación, en efecto, no le permite cap-
tarse c o m o c o m p r o m e t i d o en u n nosotros-objeto en c o m u n i d a d con
los d e m á s miembros de la clase burguesa. Pero, p o r otra parte, ¡a
naturaleza misma del nosotros-sujeto implica q u e el burgués n o lo
e x p e r i m e n t a sino en experiencias fugaces y sin alcance metafísico. El
" b u r g u é s " niega p o r lo c o m ú n q u e haya clases, atribuye la existencia
d e u n p r o l e t a r i a d o a la acción d e agitadores, a incidentes l a m e n t a -
bles, a injustioias reparables p o r m e d i d a s de detalle; a f i r m a la exis-
tencia d e u n a solidaridad d e intereses e n t r e el capital y el t r a b a j o ;
opone a la solidaridad d e clase u n a solidaridad más vasta, la solida-
ridad nacional, en q u e obrero y p a t r o n o se integran en u n Mitsein
q u e suprime el conflicto. N o se trata, c o m o h a r t o a m e n u d o se h a
dicho, d e u n a denegación imbécil de ver la situación tal cual es: sino
q u e el m i e m b r o d e la clase opresora ve f r e n t e a él, c o m o u n c o n j u n t o
objetivo "ellos-sujetos", a la totalidad de la clase oprimida, sin reali-
zar correlativamente su p r o p i a c o m u n i d a d d e ser con los d e m á s
miembros de la clase opresora: las dos experiencias n o son en m o d o
a l g u n o c o m p l e m e n t a r i a s ; basta, en efecto, estar solo f r e n t e a u n a
colectividad oprimida p a r a c a p t a r l a c o m o objeto-instrumento y p a r a
captarse u n o m i s m o c o m o negación-interna d e esa colectividad, es
decir, simplemente, c o m o el tercero imparcial. Sólo c u a n d o la clase
oprimida, p o r la rebelión o p o r u n brusco a u m e n t o de sus poderes,
se p o n e f r e n t e a m i e m b r o s d e la clase opresora c o m o u n "se-mirada",
los opresores se e x p e r i m e n t a n c o m o u n nosotros; p e r o será en el t e m o r
y en la vergüenza, y c o m o u n nos-objeto.
Así, pues, n o hay n i n g u n a simetría e n t r e la experiencia del nos-
objeto y la del nosotros-sujeto. L a p r i m e r a es la revelación d e u n a
dimensión de existencia real y corresponde a u n simple enriqueci-
m i e n t o del originario e x p e r i m e n t a r el para-otro. L a segunda es u n a
experiencia psicológica realizada p o r u n h o m b r e histórico, s u m i d o en
u n universo t r a b a j a d o y en u n a sociedad de tipo económico d e f i n i d o ;
no revela n a d a de particular, es u n a vivencia p u r a m e n t e subjetiva.
Resulta, pues, que la experiencia del nosotros, a u n q u e real, n o
es de tal naturaleza q u e modifique los resultados d e nuestras inda-
gaciones anteriores. ¿Se t r a t a del nosotros-objeto? Es d i r e c t a m e n t e
dependiente del tercero, o sea, de mi ser-para-el-otro, y se constituye
sobre el f o n d o de mi ser-afuera-para-el-otro. ¿Se t r a t a del nosotros-
sujeto? Es u n a experiencia psicológica q u e supone, de u n a u otra
m á n e r a , que la existencia del otro en t a n t o q u e tal nos haya sido
previamente revelada. Sería vano, pues, que la r e a l i d a d - h u m a n a
t r a t a r a de salir de este dilema: trascender al otro o dejarse tras-
c e n d e r p o r él. L a esencia d e las relaciones e n t r e conciencias n o es
el Mitsein, sino el conflicto.
Al t é r m i n o de esta larga descripción de las relaciones entre el
para-sí y el otro, hemos adquirido, pues, esta certeza: el para-sí n o
es sólo u n ser q u e surge c o m o nihilización del en-sí q u e él es y
negación i n t e r n a del en-sí q u e él n o es, sino q u e esa h u i d a nihili-
zadora es í n t e g r a m e n t e r e c a p t a d a por el en-sí y f i j a d a en en-sí desde
q u e aparece el otro. Sólo el para-sí es trascendente al m u n d o ;
es el n a d a p o r el cual hay cosas. El otro, al surgir, confiere al
para-sí u n ser-en-sí-en-medio-del-mundo c o m o cosa e n t r e las cosas.
Esta petrificación del en-sí por la m i r a d a del otro es el sentido p r o -
f u n d o del m i t o de M e d u s a . H e m o s avanzado, pues, en nuestra in-
vestigación: queríamos d e t e r m i n a r , en efecto, la relación originaria
entre el para-si y el en-sí. H e m o s a p r e n d i d o , en p r i m e r lugar, q u e
el para-sí es nihilización y negación radical del en-sí; a h o r a com-
probamos q u e es también, por el solo h e c h o del concurso del o t r o y
sin contradicción n i n g u n a , totalmente en-sí, presente en m e d i o del
en-sí. Pero este segundo aspecto del para-sí representa su afuera: el
para-sí, p o r naturaleza, es el ser q u e n o p u e d e coincidir con su
ser-en-sí.
Estas observaciones p o d r í a n servir de base p a r a u n a teoría ge-
neral del ser, q u e es precisamente el objetivo q u e perseguimos. E m -
pero, es a ú n d e m a s i a d o p r o n t o p a r a esbozarla; n o basta, en efecto,
describir al para-sí c o m o simplemente p r o y e c t a n d o sus posibilidades
allende el ser-en-sí.
Este proyecto de estas posibilidades n o d e t e r m i n a estáticamente
la configuración del m u n d o , sino q u e c a m b i a al m u n d o a c a d a ins-
tante. Si leemos a Heidegger, por ejemplo, nos l l a m a la atención,
desde este p u n t o d e vista, la insuficiencia de sus descripciones her-
menéuticas. A d o p t a n d o su terminología, diremos q u e h a descrito
al Dasein c o m o el existente q u e trasciende a los existentes h a c i a el
ser de éstos. Y el ser, aquí, significa el sentido o la m a n e r a de ser
del existente. V e r d a d es q u e el para-sí es el ser p o r el cual los exis-
tentes revelan sus m a n e r a s d e ser. Pero H e i d e g g e r calla el h e c h o d e
que el para-sí n o es solamente el ser q u e constituye u n a ontología
de los existentes, sino también el ser p o r el cual sobrevienen modifi»
caciones ónticas al existente en t a n t o q u e existente. Esta posibilidad
p e r p e t u a de actuar, es decir, de m o d i f i c a r el en-sí en su materia-
lidad óntica, en su " c a r n e " , debe ser considerada, evidentemente,
c o m o u n a característica esencial del para-sí; c o m o tal, ha de encon-
t r a r su f u n d a m e n t o en u n a relación originaria e n t r e el para-si y el
en-sí, relación q u e n o h e m o s s a c a d o a luz todavía. ¿ Q u é es actuar?
¿ P o r q u é a c t ú a el para-sí? ¿ C ó m o puede a c t u a r ? Tales son las
p r e g u n t a s a las cuales d e b e m o s responder a h o r a . T e n e m o s todos los
elementos p a r a u n a respuesta: la nihilización, la facticidad y el cuer-
po, el ser-para-otro, la n a t u r a l e z a p r o p i a del en-sí. Conviene inte-
rrogarlos n u e v a m e n t e .
C U A R T A P A R T E

TENER, HACER Y SER


T e n e r , h a c e r y ser son las categorías cardinales de la realidad h u -
m a n a . S u b s u m e n en sí todas .las c o n d u c t a s del h o m b r e . El conocer,
por ejemplo, es u n a m o d a l i d a d del tener. Esas categorías n o carecen
de conexiones m u t u a s , y diversos autores h a n insistido en tales rela-
ciones. U n a relación de esta especie h a sido p u e s t a en claro por
Denis d e R o u g e m o n t c u a n d o escribía, en su artículo sobre D o n J u a n :
"II n ' é t a i t p a s assez p o u r a v o i r " [Su ser n o e r a bastante p a r a
tener]. Y t a m b i é n se indica u n a conexión s e m e j a n t e c u a n d o se mues-
t r a a u n a g e n t e m o r a l q u e h a c e p a r a hacerse y se h a c e p a r a ser.
E m p e r o , h a b i e n d o t r i u n f a d o e n la filosofía m o d e r n a la t e n d e n c i a
antisustancialista, la m a y o r í a de los pensadores h a i n t e n t a d o imitar
en el c a m p o d e las conductas h u m a n a s a aquellos predecesores q u e
h a b í a n r e e m p l a z a d o en física la sustancia con el simple movimiento.
El objetivo d e la m o r a l h a sido largo t i e m p o el d e proveer al h o m -
bre con el m e d i a de ser. T a l e r a la significación d e la m o r a l estoica
o d e la Ética d e Spinoza. Pero, si el ser del h o m b r e h a d e reabsor-
berse en la sucesión d e sus actos, el objetivo de la m o r a l n o será ya
el de elevar al h o m b r e a u n a d i g n i d a d ontológica superior. E n este
sentido, la m o r a l k a n t i a n a es el p r i m e r g r a n sistema ético q u e susti-
tuye al ser don el hacer, c o m o valor s u p r e m o d e la acción. Los
héroes d e L'Espoir están m a y o r m e n t e en el terreno del hacer; allí
M a l r a u x nos m u e s t r a el conflicto e n t r e viejos d e m ó c r a t a s españoles,
q u e t o d a v í a i n t e n t a n ser, y los comunistas, cuya m o r a l se resuelve
e n u n a serie d e obligaciones precisas y circunstanciadas,, c a d a u n a
a p u n t a d a a u n hacer particular. ¿ Q u i é n tiene razón? El valor su-
p r e m o d e la actividad h u m a n a , ¿es u n hacer o u n ser? Y, cualquiera
q u e f u e r e la solución a d o p t a d a , ¿ q u é se hace del tener? L a ontología
d e b e p o d e r i n f o r m a r n o s sobre este p r o b l e m a ; es, p o r otra p a r t e , u n a
d e sus tareas esenciales, si el para-sí es el ser q u e se d e f i n e por la
acción. N o debemos, pues, t e r m i n a r esta o b r a sin esbozar en sus
g r a n d e s rasgos el estudio de la acción en general y de las relaciones
esenciales entre el hacer, el ser y el tener.
CAPÍTULO I

SER Y HACER: LA LIBERTAD

LA CONDICIÓN PRIMERA DE LA ACCIÓN ES LA LIBERTAD

E s e x t r a ñ o q u e se h a y a p o d i d o r a z o n a r i n t e r m i n a b l e m e n t e sobre
el d e t e r m i n i s m o y el libre arbitrio, c i t a r e j e m p l o s e n f a v o r d e u n a
u o t r a tésis, sin i n t e n t a r p r e v i a m e n t e e x p l i c i t a r las e s t r u c t u r a s con-
t e n i d a s e n la i d e a m i s m a d e acción. El concepto de acto contiene,
e n efecto, m u c h a s nociones s u b o r d i n a d a s q u e h e m o s d e o r g a n i z a r y
j e r a r q u i z a r : a c t u a r es m o d i f i c a r la figura del m u n d o , d i s p o n e r m e -
dios c o n vistas a u n fin, p r o d u c i r u n c o m p l e j o i n s t r u m e n t a l y o r -
g a n i z a d o tal q u e , p o r u n a serie d e e n c a d e n a m i e n t o s y conexiones,
la m o d i f i c a c i ó n a p o r t a d a a u n o d e los eslabones t r a i g a a p a r e a d a s
modificaciones e n t o d a la serie y, p a r a t e r m i n a r , p r o d u z c a u n
r e s u l t a d o previsto. P e r o n o es esto a ú n lo q u e nos i m p o r t a . C o n -
viene o b s e r v a r a n t e todo, e n efecto, q u e u n a a c c i ó n es, p o r p r i n c i -
pio, intencional. E l f u m a d o r t o r p e q u e p o r d e s c u i d o h a h e c h o esta-
llar u n a s a n t a b á r b a r a , n o h a actuado. E n c a m b i o , el o b r e r o q u e ,
e n c a r g a d o d e d i n a m i t a r u n a c a n t e r a , h a o b e d e c i d o a las ó r d e n e s
d a d a s , h a a c t u a d o c u a n d o h a p r o v o c a d o l a explosión p r e v i s t a : sa-
bía, e n efecto, lo q u e h a c í a ; o, si se p r e f i e r e , realizaba i n t e n c i o n a l -
m e n t e u n p r o y e c t o consciente. E s t o n o significa, p o r cierto, q u e
d e b a n preverse t o d a s las consecuencias d e u n a c t o : el e m p e r a d o r
C o n s t a n t i n o n o p r e v e í a , a l establecerse e n Bizancio, q u e c r e a r í a u n a
c i u d a d d e c u l t u r a y l e n g u a griegas c u y a a p a r i c i ó n p r o v o c a r í a u l t e -
r i o r m e n t e u n c i s m a e n la Iglesia cristiana y c o n t r i b u i r í a a debilitar
al i m p e r i o r o m a n o ; e m p e r o , h a e j e c u t a d o u n a c t o e n l a m e d i d a e n
q u e h a realizado su p r o y e c t o d e c r e a r u n a n u e v a residencia e n O r i e n -
te p a r a los e m p e r a d o r e s . L a a d e c u a c i ó n del r e s u l t a d o a la i n t e n c i ó n
es e n este caso suficiente p a r a q u e p o d a m o s h a b l a r d e acción. Pero,
si h a d e ser asi, c o m p r o b a m o s q u e la acción implica necesariamente
c o m o su condición el reconocimiento de u n " d e s i d e r á t u m " , es decir,
d e u n a falta objetiva o bien de u n a negatividad. L a intención de
suscitar a R o m a u n a rival n o p u e d e venir a C o n s t a n t i n o sino por la
captación de u n a falta o b j e t i v a : a R o m a le f a l t a un contrapeso; a
esa c i u d a d todavía p r o f u n d a m e n t e p a g a n a era preciso oponer u n a
c i u d a d cristiana' que, p o r el m o m e n t o , faltaba. C r e a r Constanti-
nopla n o p u e d e comprenderse c o m o a c t o a menos q u e la concepción
d e u n a n u e v a c i u d a d h a y a precedido a- la acción misma, o que, por
lo menos, esa concepción h a y a servido d e t e m a organizador a todos
los trámites ulteriores. Pero esa concepción n o p u e d e ser la p u r a
representación de la ciudad c o m o posible, sino la captación de la
c i u d a d en su característica esencial, q u e es la de ser u n posible
deseable y n o realizado. Esto significa que, desde la concepción del
acto, la conciencia h a p o d i d o retirarse «del" m u n d o pleno en q u e es
conciencia y a b a n d o n a r al terreno del ser p a r a a b o r d a r f r a n c a m e n t e
el del no-ser. M i e n t r a s lo q u e es considerado exclusivamente en su
ser, la conciencia es remitida p e r p e t u a m e n t e del ser al ser, y no
p u e d e e n c o n t r a r e n el ser u n motivo p a r a descubrir el no-ser. El
sistema imperial, en t a n t o q u e su capital es R o m a , f u n c i o n a positi-
v a m e n t e y de cierta m a n e r a real q u e se d e j a develar fácilmente.
¿Se dirá q u e los impuestos llegan irregularmente, q u e R o m a n o está
al abrigo d e invasiones, q u e n o tiene la situación geográfica conve-
niente p a r a capital de u n imperio m e d i t e r r á n e o a m e n a z a d o p o r los
bárbaros, q u e la corrupción d e costumbres hace difícil la difusión
de la religión cristiana? ¿ C ó m o n o ver q u e todas estas considera-
ciones son negativas, es decir, q u e a p u n t a n a lo que n o es, n o a lo
q u e es? D e c i r q u e u n 60 % de los impuestos previstos h a n sido
r e c a u d a d o s p u e d e pasar, en rigor, p o r u n a apreciación positiva de
la situación tal cual es. Decir q u e ingresan d e m o d o irregular, es
considerar la situación a través de u n a situación puesta c o m o fin
absoluto, que, precisamente, no es. Decir q u e la corrupción de cos-
tumbres t r a b a la difusión del cristianismo n o es considerar esta di-
fusión p o r lo q u e es, o sea p o r u n a propagación a u n r i t m o q u e los
informes de los eclesiásticos p u e d e n ponernos en condiciones de deter-
m i n a r ; sino q u e es ponerla en sí m i s m a c o m o insuficiente, esto es
c o m o padeciente de u n a secreta n a d a . P e r o n o aparece tal, justa -
mente, a menos q u e se la trascienda hacia u n a situación-límite puesta
a priori c o m o valor; p o r ejemplo, hacia cierto r i t m o de las conver-
siones religiosas, hacia cierta m o r a l i d a d de la m a s a ; y esa situación
límite n o p u e d e concebirse p a r t i e n d o d e la simple c o n s i d e r a c i ó n del
e s t a d o real d e .cosas, pues, así c o m o la n i ñ k m á s bella del m u n d o
n o p u e d e d a r m á s d e lo q u e tiene \ así t a m p o c o la situación m á s
m i s e r a b l e p u e d e designarse p o r sí m i s m a sino c o m o es, sin referencia
a l g u n a a u n a n a d a ideal. E n t a n t o q u e el h o m b r e está s u m i d o e n
la situación histórica, o c u r r e q u e n o llega ni siquiera a c o n c e b i r
las deficiencias y f a l t a s d e u n a o r g a n i z a c i ó n política o e c o n ó m i c a
d e t e r m i n a d a ; no, c o m o n e c i a m e n t e se dice, p o r q u e " e s t á h a b i t u a d o " ,
sino p o r q u e la c a p t a e n su p l e n i t u d d e ser y n o p u e d e ni siquiera
i m a g i n a r q u e p u e d a ser d e o t r o m o d o . P u e s a q u í es m e n e s t e r in-
v e r t i r l a o p i n i ó n g e n e r a l y c o n v e n i r e n q u e los m o t i v o s p a r a q u e
se c o n c i b a o t r o e s t a d o d e cosas e n q u e a t o d o el m u n d o le v a y a
m e j o r n o es la d u r e z a de u n a situación o los s u f r i m i e n t o s q u e ella
i m p o n e ; al contrario,' sólo desde el d í a e n q u e p u e d e concebirse o t r o
e s t a d o d e cosas u n a n u e v a luz i l u m i n a n u e s t r a s p e n u r i a s y s u f r i m i e n -
tos y decidimos q u e son insoportables. E l o b r e r o d e 1830 es c a p a z
d e rebelarse si se b a j a n los salarios, p u e s concibe f á c i l m e n t e u n a si-
t u a c i ó n e n q u e su m í s e r o nivel d e v i d a sea m e n o s b a j o q u e el q u e
se le q u i e r e i m p o n e r ; p e r o n o se r e p r e s e n t a sus s u f r i m i e n t o s c o m o
i n t o l e r a b l e s : se a c o m o d a a ellos, n o p o r resignación, sino p o r q u e le
f a l t a n la c u l t u r a y la reflexión necesarias p a r a h a c e r l e c o n c e b i r u n
e s t a d o social e n q u e esos s u f r i m i e n t o s n o e x i s t a n ; entonces, no actúa.
D u e ñ o s d e L y o n a raíz d e u n m o t í n , los obreros d e la C r o i x - R o u s s c
n o s a b e n q u é h a c e r con su v i c t o r i a ; v u e l v e n a sus casas, desorien-
tados, y al e j é r c i t o r e g u l a r n o le cuesta t r a b a j o sorprenderlos. Sus
d e s d i c h a s n o les p a r e c e n " h a b i t u a l e s " sino, m á s b i e n , naturales; son,
eso es t o d o ; constituyen la c o n d i c i ó n del o b r e r o ; n o las d e s p r e n d e ,
n o las v e a c l a r a luz y, p o r consiguiente, se las i n t e g r a e n su s e r ;
s u f r e , sin c o n s i d e r a r su s u f r i m i e n t o ni c o n f e r i r l e v a l o r : s u f r i r y ser
son p a r a él la m i s m a cosa; su s u f r i m i e n t o es el p u r o t e n o r a f e c t i v o
d e su c o n c i e n c i a no-posicional, p e r o él n o lo contempla. E l sufri-
m i e n t o n o p o d r í a ser p o r sí m i s m o , pues, u n móvil p a r a sus actos.
E x a c t a m e n t e a l c o n t r a r i o : c u a n d o h a y a h e c h o el p r o y e c t o d e c a m -
b i a r l o le p a r e c e r á intolerable. E s t o significa q u e d e b e r á h a b e r to-
m a d o distancia con respecto al sufrimiento y o p e r a d o una doble
n i h i l i z a c i ó n : p o r u n a p a r t e , e n efecto, será m e n e s t e r q u e p o n g a u n
e s t a d o d e cosas ideal c o m o p u r a n a d a presente; y, p o r o t r a , q u e
p o n g a la situación a c t u a l c o m o n a d a con respecto a ese e s t a d o de

1
Proverbio francés. (iV. del T.)
cosas ideal. Le será preciso concebir u n a felicidad vinculada a su
clase c o m o p u r o posible — e s decir, a c t u a l m e n t e c o m o cierta n a d a — ;
p o r o t r a parte, se volverá sobre la situación presente p a r a iluminarla
a la luz d e esa n a d a y p a r a nihilizarla a su vez, d e c l a r a n d o : "Yo
no soy feliz". Se siguen d e ello dos i m p o r t a n t e s consecuencias: 1"
N i n g ú n estado d e hecho, c u a l q u i e r a q u e f u e r e (estructura política o
económica d e la sociedad, " e s t a d o " psicológico, e t c . ) , es susceptible
d e m o t i v a r p o r sí mismo n i n g ú n acto. Pues u n a c t o es u n a proyec-
ción del para-sí h a c i a algo q u e n o es, y lo q u e es n o p u e d e p o r sí
mismo d e t e r m i n a r lo q u e n o es. 2" N i n g ú n estado de h e c h o p u e d e
d e t e r m i n a r a la conciencia a c a p t a r l o c o m o n e g a t i d a d o c o m o falta.
M á s a ú n : n i n g ú n estado de h e c h o p u e d e d e t e r m i n a r a la concien-
cia a definirlo y circunscribirlo, pues, c o m o hemos visto, l a ' f ó r m u l a
d e Spinoza: " O m n i s d e t e r m i n a d o est negatio", sigue siendo p r o f u n -
d a m e n t e v e r d a d e r a . P e r o t o d a acción tiene p o r condición expresa
n o sólo el descubrimiento de u n estado d e cosas c o m o " f a l t a d e . . . " ,
es decir, c o m o negatidad, sino también, y previamente, la constitu-
ción en sistema aislado del estado de cosas de q u e se trata. No hay
estado d e h e c h o —satisfactorio o n o — sino por la potencia nihili-
zadora del para-sí. P e r o esta potencia de nihilización n o p u e d e limi-
tarse a realizar u n simple retroceso p a r a t o m a r distancia respecto
del m u n d o . E n efecto: en t a n t o q u e la conciencia está "investida"
por el ser, en t a n t o q u e simplemente p a d e c e a lo q u e es, d e b e ser
englobada en el ser: p a r a q u e la f o r m a organizada obrero-que-en-
cuentra-natural-su-sufrimiento p u e d a hacerse o b j e t o d e u n a contem-
plación revelante, debe ser s u p e r a d a y n e g a d a . Esto significa, evi-
d e n t e m e n t e , q u e sólo p o r u n p u r o a r r a n c a m i e n t o a sí mismo y al
m u n d o p u e d e el obrero p o n e r su sufrimiento c o m o s u f r i m i e n t o in-
soportable y, p o r consiguiente, hacer de él el móvil de su acción
revolucionaria. Esto implica, pues, p a r a la conciencia, la posibilidad
p e r m a n e n t e d e e f e c t u a r u n a r u p t u r a con su p r o p i o pasádo, de a r r a n -
carse a él p a r a p o d e r considerarlo a la luz d e u n no-ser y p a r a
p o d e r conferirle "la significación q u e tiene a p a r t i r del proyecto d e
Un sentido q u e no tiene. E n n i n g ú n caso y d e n i n g u n a m a n e r a el
p a s a d o p u e d e p o r sí m i s m o p r o d u c i r u n acto, es decir, la posición de
u n fin q u e se vuelva sobre él p a r a iluminarlo. Es lo q u e entreveía
Hegel c u a n d o escribía q u e "el espíritu es lo negativo", a u n q u e no
p a r e c e h a b e r l o r e c o r d a d o al exponer su propia teoría d e la acción
y la libertad. E n efecto: desde q u e se atribuye a la conciencia ese
p o d e r negativo respecto del m u n d o y de sí misma, desde q u e la nihi-
lización f o r m a p a r t e i n t e g r a n t e d e la posición d e u n fin, h a d e re-
conocerse q u e l a c o n d i c i ó n indispensable y f u n d a m e n t a l d e t o d a
a c c i ó n es la l i b e r t a d del ser a c t u a n t e .
Así, p o d e m o s c a p t a r d e s d e el c o m i e n z o el d e f e c t o d e esas dis-
cusiones fastidiosas e n t r e d e t e r m i n i s t a s y p a r t i d a r i o s d e la l i b e r t a d
d e i n d i f e r e n c i a . Estos ú l t i m o s se p r e o c u p a n p o r e n c o n t r a r casos d e
decisión p a r a los c u a l e s n o existe n i n g ú n m o t i v o a n t e r i o r , o delibe-
raciones c o n c e r n i e n t e s a d o s actos opuestos, i g u a l m e n t e posibles,
cuyos m o t i v o s (y móviles) sean r i g u r o s a m e n t e del m i s m o peso. A
lo cual, p a r a los d e t e r m i n i s t a s resulta fácil r e s p o n d e r q u e n o h a y
a c c i ó n sin m o t i v o , y q u e el gesto m á s i n s i g n i f i c a n t e ( l e v a n t a r la
m a n o d e r e c h a m á s b i e n q u e la izquierda, etc.) r e m i t e a motivos y
móviles q u e le c o n f i e r e n su significación. N o p o d r í a ser d e o t r o m o d o ,
ya q u e t o d a a c c i ó n h a d e ser intencional; en efecto: debe tener u n
fin, y el f i n , a su vez, se refiere a u n m o t i v o . T a l es, e n efecto, la
u n i d a d d e los tres ék-stasis t e m p o r a l e s : el f i n o t e m p o r a l i z a c i ó n ' d e
m i f u t u r o i m p l i c a u n m o t i v o ( o m ó v i l ) , es decir, i n d i c a h a c i a m i
p a s a d o , y el p r e s e n t e es s u r g i m i e n t o del acto. H a b l a r d e u n a c t o
sin m o t i v o es h a b l a r d e u n a c t o al c u a l f a l t a r a la e s t r u c t u r a i n t e n -
cional d e t o d o acto, y los p a r t i d a r i o s d e la libertad, a l b u s c a r l a e n
el nivel del a c t o e n vías d e e j e c u c i ó n , n o p o d r í a n sino t e r m i n a r p o r
volverla a b s u r d a . P e r o los deterministas, a su vez, se f a c i l i t a n d e -
m a s i a d o las cosas al d e t e n e r su investigación e n la p u r a designación
del m o t i v o y del móvil. L a cuestión esencial, en efecto, está a l l e n d e
la o r g a n i z a c i ó n c o m p l e j a " m o t i v o - i n t e n c i ó n - a c t o - f i n " ; d e b e m o s , e n
efecto, p r e g u n t a r n o s c ó m o p u e d e ser c o n s t i t u i d o u n m o t i v o ( o u n
m ó v i l ) c o m o tal. A c a b a m o s d e ver q u e , si n o h a y a c t o sin m o t i v o ,
ello n o es d e n i n g u n a m a n e r a e n el s e n t i d o e n q u e p u e d e decirse
q u e n o h a y f e n ó m e n o sin c a u s a . P a r a ser m o t i v o , e n efecto, el m o -
t i v o d e b e ser experimentado c o m o tal. P o r cierto, esto n o significa
q u e d e b a ser t e m á t i c a m e n t e c o n c e b i d o y explicítado, c o m o e n el caso
d e la deliberación. P e r o , p o r lo m e n o s , q u i e r e d e c i r q u e el p a r a - s í
d e b e c o n f e r i r l e su v a l o r d e móvil o d e motivo. C o m o a c a b a m o s d e
ver, esta constitución del m o t i v o c o m o tal n o p u e d e r e m i t i r a o t r o
existente real y positivo, es decir, a u n m o t i v o a n t e r i o r . Si no, la
n a t u r a l e z a m i s m a del acto, c o m o c o m p r o m e t i d o i n t e n c i o n a l m e n t e en
el no-ser, se desvanecería. El m ó v i l n o se c o m p r e n d e sino p o r el
f i n , es decir, p o r lo n o - e x i s t e n t e ; el móvil es, pues, e n sí m i s m o
u n a n e g a t i d a d . Si a c e p t o u n salario de miseria, es sin d u d a p o r
m i e d o , y el m i e d o es u n móvil. P e r o es miedo de morir de hambre;
es decir, q u e ese m i e d o n o tiene s e n t i d o sino f u e r a de sí, en u n f i n
p u e s t o i d e a l m e n t e , q u e es la c o n s e r v a c i ó n d e u n a v i d a a la q u e
c a p t o c o m o " e n p e l i g r o " . Y ese m i e d o n o se c o m p r e n d e , a su vez,
sino p o r relación c o n el valor q u e i m p l í c i t a m e n t e doy a la v i d a ,
es decir, se refiere a ese sistema j e r a r q u i z a d o d e o b j e t o s ideales q u e
son los valores. Así, el m ó v i l se h a c e e n s e ñ a r lo q u e él m i s m o es
p o r el c o n j u n t o d e los seres q u e ' ' n o s o n " , p o r las existencias ideales
y p o r el p o r v e n i r . Así c o m o el f u t u r o se v u e l v e sobre el p r e s e n t e y
el p a s a d o p a r a iluminarlos, así t a m b i é n el c o n j u n t o d e m i s proyectos
se vuelve h a c i a a t r á s p a r a c o n f e r i r al m ó v i l s u e s t r u c t u r a d e móvil.
Sólo p o r q u e escapo al en-sí n i h i l i z á n d o m e h a c i a m i s posibilidades
p u e d e ese en-sí t o m a r v a l o r d e m o t i v o o de móvil. M o t i v o s y m ó -
viles n o tienen s e n t i d o sino en el interior d e u n c o n j u n t o p r o - y e c t a d o ,
q u e es j u s t a m e n t e u n c o n j u n t o d e no-existentes. Y este c o n j u n t o
es, f i n a l m e n t e , i d é n t i c o a m í m i s m o c o m o t r a s c e n d e n c i a , soy e n
t a n t o q u e tengo-de-ser yo m i s m o f u e r a d e mí. Si r e c o r d a m o s el
p r i n c i p i o q u e p o c o h a h e m o s establecido, según el qual lo q u e d a
al s u f r i m i e n t o del o b r e r o su v a l o r de móvil es la c a p t a c i ó n d e u n a
revolución c o m o posible, d e b e m o s c o n c l u i r q u e sólo h u y e n d o u n a
situación h a c i a n u e s t r a posibilidad d e m o d i f i c a r l a o r g a n i z a m o s esa
situación en c o m p l e j o s d e motivos y de móviles. L a nihilización p o r
la cual t o m a m o s distancia con respecto a la situación se i d e n t i f i c a
con el é k - s t a s i s 1 p o r el cual nos p r o - y e c t a m o s h a c i a u n a m o d i f i c a -
ción d e esa situación m i s m a . R e s u l t a d e a q u í q u e es imposible, e n
efecto, e n c o n t r a r u n a c t o sin móvil, p e r o n o p o r ello h a d e inferirse
q u e el móvil sea causa del a c t o : al c o n t r a r i o , es p a r t e i n t e g r a n t e de
él. Pues, c o m o el p r o y e c t o resuelto h a c i a u n c a m b i o n o se distingue,
del acto, el móvil, el a c t o y el fin se constituyen en u n solo surgi-
m i e n t o . C a d a u n a de estas tres e s t r u c t u r a s r e c l a m a c o m o significa-
ción p r o p i a a las otras dos. P e r o la t o t a l i d a d o r g a n i z a d a d e las tres
n o se explica ya p o r n i n g u n a e s t r u c t u r a singular, y su s u r g i m i e n t o
c o m o p u r a nihilización t e m p o r a l i z a d o r a del en-sí se identifica c o n
la libertad. El a c t o d e c i d e d e sus fines y sus móviles, y el a c t o es
expresión de la libertad.
Sin e m b a r g o , n o p o d e m o s q u e d a r n o s e n estas consideraciones
superficiales: si la condición f u n d a m e n t a l del a c t o es la l i b e r t a d ,
nos es preciso i n t e n t a r describir la libertad con m a y o r precisión. P e r o
e n c o n t r a m o s desde luego u n a seria d i f i c u l t a d : describir es, de o r d i -

1
En el original, seguramente por errata, se lee "éxtasis". (N. del T.}
nario, u n a a c t i v i d a d d e explicitación q u e a p u n t a a las e s t r u c t u r a ;
de u n a esencia singular. P e r o la l i b e r t a d n o t i e n e esencia. N o e s t á
s o m e t i d a a n i n g u n a n e c e s i d a d l ó g i c a ; d e ella d e b e r í a decirse lo q u e
ti ice H e i d e g g e r del Dasein e n general:- " E n ella la existencia p r e -
cede y d e t e r m i n a a la e s e n c i a " . L a l i b e r t a d se h a c e a c t o y p o r l o
c o m ú n la a l c a n z a m o s a t r a v é s del a c t o q u e ella o r g a n i z a c o n los
motivos, móviles y fines q u e ese a c t o implica. P e r o , p r e c i s a m e n t e
p o r q u e el a c t o tiene u n a esencia, se nos a p a r e c e c o m o constituido;
si q u e r e m o s r e m o n t a r n o s a la p o t e n c i a c o n s t i t u t i v a , es m e n e s t e r
a b a n d o n a r t o d a e s p e r a n z a d e e n c o n t r a r l e u n a esencia. Ésta, e n efec-
to, exigiría u n a n u e v a p o t e n c i a constitutiva, y así siguiendo, h a s t a
el infinito. ¿ C ó m o describir, p u e s , u n a existencia q u e se h a c e p e r -
p e t u a m e n t e y q u e d e n i e g a ser e n c e r r a d a e n u n a d e f i n i c i ó n ? L a
p r o p i a d e n o m i n a c i ó n d e " l i b e r t a d " es peligrosa si h a d e s o b r e n t e n -
derse q u e la p a l a b r a r e m i t e a u n c o n c e p t o , c o m o lo h a c e n o r d i n a -
r i a m e n t e las p a l a b r a s . I n d e f i n i b l e e i n n o m b r a b l e , ¿ n o será t a m b i é n
indescriptible la l i b e r t a d ?
H e m o s encontrado dificultades análogas c u a n d o queríamos des-
c r i b i r el ser del f e n ó m e n o y la n a d a . P e r o n o n o s h a n d e t e n i d o .
Pues, e n efecto, p u e d e h a b e r descripciones q u e n o a p u n t a n a la
esencia sino al existente m i s m o , e n su s i n g u l a r i d a d . C i e r t a m e n t e , n o
p o d r í a describir u n a l i b e r t a d c o m ú n a l o t r o y a m í ; n o p u e d o , pues,
c o n s i d e r a r u n a esencia d e l a l i b e r t a d . A l c o n t r a r i o , la l i b e r t a d es
f u n d a m e n t o d e t o d a s las esencias, p u e s t o q u e el h o m b r e d e v e l a las
esencias i n t r a m u n d a n a s t r a s c e n d i e n d o el m u n d o h a c i a sus posibili-
d a d e s propias. P e r o se t r a t a , d e h e c h o , d e mi l i b e r t a d . A n á l o g a -
m e n t e , p o r lo d e m á s , c u a n d o h e descrito la c o n c i e n c i a , n o p o d í a
t r a t a r s e d e u n a n a t u r a l e z a c o m ú n a ciertos individuos, sino sólo d e
mi c o n c i e n c i a singular, q u e , c o m o m i l i b e r t a d , está a l l e n d e la esen-
cia, o — c o m o lo h e m o s m o s t r a d o v a r i a s veces— p a r a la c u a l ser
es h a b e r sido. P a r a a l c a n z a r esa c o n c i e n c i a e n su existencia m i s m a ,
d i s p o n í a m o s p r e c i s a m e n t e d e u n a e x p e r i e n c i a p a r t i c u l a r : el cogito.
Husserl y Descartes, según lo h a m o s t r a d o G a s t ó n B e r g e r 1 , p i d e n
al cogito q u e les e n t r e g u e u n a verdad de esencia: e n el u n o , a l c a n -
z a r e m o s la c o n e x i ó n d e dos n a t u r a l e z a s simples; e n el otro, c a p t a r e -
mos la e s t r u c t u r a e i d é t i c a d e la conciencia. Pero, si la c o n c i e n c i a
d e b e p r e c e d e r a su esencia p o r su existencia, a m b o s h a n c o m e t i d o
u n error. L o q u e p u e d e p e d i r s e a l cogito es sólo q u e nos descubra.

1
GASTÓN BERGER, Le Cogito chez Husserl et chez Descartes, 1940.
u n a necesidad de hecho. T a m b i é n al cogito nos dirigiremos p a r a
(Jeterminar la libertad c o m o libertad, q u e es la nuestra, como p u r a
necesidad de hecho, es decir, c o m o u n existente q u e es contingente
p e r o q u e no puedo n o e x p e r i m e n t a r . Soy, en efecto, u n existente
q u e se entera d e su libertad p o r sus actos; p e r o soy también u n
existente c u y a existencia individual y ú n i c a se temporaliza c o m o li-
b e r t a d . C o m o tal, soy necesariamente conciencia ( d e ) libertad,
puesto q u e n a d a existe en la conciencia sino c o m o conciencia n c -
tética d e existir. Así, es p e r p e t u a m e n t e cuestión d e m i libertad en
m i ser; m i libertad n o es u n a c u a l i d a d sobreagregada o u n a pro-
piedad d e m i n a t u r a l e z a : es, exactísimamente, la t e x t u r a de m i ser:
y, c o m o e n m i ser es cuestión d e m i ser, d e b o necesariamente poseer
cierta comprensión d e la libertad. Esta comprensión es lo q u e a h o r a
nos p r o p o n e m o s explicitar.
L o q u e p o d r á ayudarnos a a l c a n z a r el meollo de la libertad son
las observaciones q u e hemos h e c h o a este respecto en el curso d e
la obra, y q u e a h o r a debemos resumir. E n efecto, hemos establecido
desde n u e s t r o p r i m e r capítulo que, si la negación viene al m u n d o
p o r l a r e a l i d a d - h u m a n a , ésta debe ser u n ser q u e p u e d e realizar
u n a r u p t u r a nihilizadora con el m u n d o y consigo m i s m o ; y habíamos
establecido q u e la posibilidad p e r m a n e n t e d e esa r u p t u r a se iden-
tifica con la libertad. Pero, p o r otra parte, h a b í a m o s c o m p r o b a d o
q u e tal posibilidad p e r m a n e n t e d e nihilizar lo q u e soy en f o r m a del
" h a b e r sido" implica p a r a el h o m b r e u n tipo p a r t i c u l a r d e existen-
cia. H e m o s p o d i d o d e t e r m i n a r entonces, a p a r t i r de análisis como
el d e la m a l a fe, q u e la realidad h u m a n a es su p r o p i a n a d a . Ser,
p a r a el para-sí, es nihilizar el en-sí q u e él es. E n tales condiciones,
la libertad n o p u e d e ser sino esa nihilización misma. Por ella el
para-sí escapa a su ser c o m o a su esencia; por ella es siempre otro
q u e lo q u e p u e d e decirse de él, pues p o r lo menos el para-sí es aquel
q u e escapa a esa d e n o m i n a c i ó n misma, a q u e l q u e ya está allende
el n o m b r e q u e se le d a o la p r o p i e d a d q u e se le reconoce. Decir
q u e el para-sí tiene d e ser lo q u e es, decir q u e es lo q u e n o es n o
siendo lo q u e es, decir q u e en él la existencia precede y condi-
ciona la esencia, o inversamente, según la f ó r m u l a d e Hegel, q u e
p a r a él "Wesen ist was gewesen ist", es decir u n a sola y misma cosa,
a saber: el h o m b r e es libre. E n e f e c t o : por el solo h e c h o de tener
conciencia d e los motivos q u e solicitan m i acción, esos motivos son
ya objetos trascendentes p a r a m i conciencia, están a f u e r a ; en v a n o
t r a t a r í a de asirme a ellos: les escapo por m i existencia misma. Estoy
l o n i l c n a d o a existir p a r a siempre allende m i esencia, allende los
móviles y motivos d e m i a c t o : estoy c o n d e n a d o a ser libre. Esto
significa q u e n o p o d r í a n encontrarse a m i libertad otros limites q u e
«•lia misma, o, si se prefiere, q u e n o somos libres d e cesar d e ser
libres. E n la m e d i d a en q u e el para-sí quiere enmascararse su p r o -
pia n a d a e incorporarse el en-sí c o m o su v e r d a d e r o m o d o d e ser,
intenta también enmascararse su libertad. E l sentido p r o f u n d o del
determinismo consiste en establecer en nosotros u n a c o n t i n u i d a d sin
lalla d e existencia en sí. E l móvil concebido c o m o h e c h o psíquico,
es decir, c o m o realidad plena y d a d a , en la visión determinista se
articula sin solución d e continuidad con la decisión y el acto, q u e
se conciben igualmente c o m o datos psíquicos. E l en-sí se h a a p o -
d e r a d o de todos esos "datos", el móvil provoca el a c t o c o m o la causa
su efecto; todo es real, t o d o es pleno. Así, la denegación d e la liber-
tad n o p u e d e concebirse sino c o m o tentativa d e captarse c o m o ser-
en-sí; lo u n o va de la m a n o con lo o t r o ; la r e a l i d a d - h u m a n a es u n
ser al cual e n su ser le va su libertad, pues i n t e n t a p e r p e t u a m e n t e
denegarse a reconocerla. Psicológicamente, esto equivale e n c a d a
u n o d e nosotros a u n i n t e n t o d e t o m a r los móviles y motivos como
cosas. Se i n t e n t a conferirles p e r m a n e n c i a ; se t r a t a d e disimularse q u e
su naturaleza y su peso d e p e n d e n a c a d a instante del sentido q u e les
d a m o s ; se los toma p o r constantes: esto equivale a considerar el
sentido q u e les d á b a m o s hace u n m o m e n t o o ayer — y que, siendo
pasado, es irremediable— y extrapolarlo, c o m o c a r á c t e r f i j a d o , en
el presente. T r a t o de p e r s u a d i r m e de q u e el m o v i m i e n t o es tal como
era. Así, lo h a r é pasar d e pies a cabeza desde m i conciencia p a s a d a
a m i conciencia presente, a la cual h a b i t a r á . Esto equivale a intentar
d a r u n a esencia al para-sí. D e la misma m a n e r a , se p o n d r á n los fines
como trascendencias, lo q u e n o es u n e r r o r ; pero, en lugar d e ver
en ellos transcendencias puestas y m a n t e n i d a s en su ser p o r m i p r o -
pia transcendencia, sé s u p o n d r á q u e m e las e n c u e n t r o al surgir en
el m u n d o : vienen d e Dios, d e la naturaleza, d e " m i " naturaleza,
de la sociedad. Estos fines p r e f o r m a d o s y p r e h u m a n o s definirán,
pues, el sentido de m i acto a u n antes q u e yo lo conciba, así como
los motivos, en c u a n t o puros datos psíquicos, los p r o v o c a r á n sin q u e
yo siquiera m e d é cuenta. Motivo, acto, fin, constituyen u n "con-
tinuo", u n pleno. Estas tentativas a b o r t a d a s d e sofocar la libertad
b a j o el peso del ser —tentativas q u e se d e s m o r o n a n c u a n d o surge
de p r o n t o la angustia a n t e la libertad— m u e s t r a n suficientemente
que la libertad coincide en su f o n d o con la n a d a q u e está en el
meollo del hombre. L a r e a l i d a d - h u m a n a es libre p o r q u e no es su-
ficientemente; p o r q u e está p e r p e t u a m e n t e a r r a n c a d a a sí misma, y
lo q u e ella h a sido está s e p a r a d o p o r u n a n a d a de lo q u e es y será;
y, p o r último, p o r q u e su mismo ser presente es nihilización en la
f o r m a del " r e f l e j o - r e f l e j a n t e " . El h o m b r e es libre p o r q u e n o es sí-
mismo, sino presencia a sí. El ser q u e es lo "que-es n o p u e d e ser libre.
L a libertad es precisamente la n a d a q u e es sida en el meollo del
h o m b r e y q u e obliga a la r e a l i d a d - h u m a n a a hacerse en vez d e ser.
C o m o hemos visto, p a r a la r e a l i d a d - h u m a n a ser es elegirse; n a d a
le viene d e a f u e r a , ni t a m p o c o de adentro, q u e ella p u e d a recibir
o aceptar. Está e n t e r a m e n t e a b a n d o n a d a , sin a y u d a n i n g u n a d e nin-
g u n a especie, a la insostenible necesidad de hacerse ser hasta el mí-
n i m o detalle. Así, la libertad n o es un ser: es el ser del hombre, es
decir, su n a d a d e ser. Si se e m p e z a r a p o r concebir al h o m b r e c o m o
algo pleno, sería a b s u r d o buscar después en él m o m e n t o s o regiones
psíquicas en q u e f u e r a libre: t a n t o valdría buscar vacío en u n re-
cipiente p r e v i a m e n t e colmado. El h o m b r e n o p u e d e ser ora libre,
ora esclavo: es e n t e r a m e n t e y siempre libre, o n o lo es.
Estas observaciones p u e d e n conducirnos, si sabemos utilizarlas,
a nuevos descubrimientos. Nos p e r m i t i r á n , en p r i m e r lugar, p o n e r
en claro las relaciones entre la libertad y lo q u e se llama la "volun-
t a d " . U n a tendencia bastante d i f u n d i d a , en efecto, tiende a asimilar
los actos libres a los actos voluntarios, y a reservar J a explicación
determinista p a r a el m u n d o d e las pasiones. Es, en suma, el p u n t o
d e vista d e Descartes. L a v o l u n t a d cartesiana es libre, p e r o hay
"pasiones del a l m a " . T o d a v í a Descartes i n t e n t a r á d a r u n a inter-
pretación fisiológica d e las pasiones. M á s tarde, se p r o c u r a r á ins-
t a u r a r u n d e t e r m i n i s m o v p u r a m e n t e psicológico. Los análisis intelec-
tualistas q u e u n Proust, p o r ejemplo, h a i n t e n t a d o realizar d e los
celo? o del esnobismo p u e d e n servir d e ilustración p a r a esta con-
cepción del " m e c a n i s m o " pasional. Sería menester entonces conce-
bir al h o m b r e c o m o libre y . d e t e r m i n a d o a la vez; y, el problema
esencial sería el de las relaciones e n t r e esa libertad incondicionada
y los procesos determinados de la vida psíquica: ¿ c ó m o d o m i n a r á
aquélla las pasiones, c ó m o las utilizará en provecho propio? U n a
sabiduría q u e viene d e a n t i g u o — l a sabiduría estoica— enseñará a
transigir con las propias pasiones p a r a p o d e r dominarlas, en suma,
se a c o n s e j a r á conducirse respecto d e la afectividad c o m o lo h a c e el
h o m b r e ' r e s p e c t o d e la naturaleza en general, c u a n d o le obedece p a r a
m e j o r gobernarla. L a r e a l i d a d - h u m a n a aparece entonces c o m o u n
Iilirr poder asediado por u n c o n j u n t o de procesos determinados. Se
distinguirán actos e n t e r a m e n t e libres, procesos d e t e r m i n a d o s sobre
los cuales tiene p o d e r la libre voluntad, y procesos q u e p o r principio
M- h u r t a n a la v o l u n t a d - h u m a n a .
Es claro q u e n o p o d r í a m o s a c e p t a r en m o d o a l g u n o s e m e j a n t e
concepción. P e r o intentamos c o m p r e n d e r m e j o r las razones de nues-
tro rechazo. H a y u n a objeción q u e va de suyo y q u e n o perderemos
tiempo en desarrollar: la de q u e tal t a j a n t e d u a l i d a d es inconcebible
en el seno de la u n i d a d psíquica. ¿ C ó m o concebir, en efecto, u n
ser que sea uno y que, sin embargo, por u n a p a r t e se constituya c o m o
una serie de hechos m u t u a m e n t e determinados, y, p o r otra parte",
como u n a espontaneidad q u e se d e t e r m i n a p o r sí m i s m a a ser y sólo
depende de sí m i s m a ? A priori, esta espontaneidad n o sería capaz
de ninguna acción sobre u n determinismo ya constituido: ¿sobre q u e
podría a c t u a r ? , ¿sobre el objeto m i s m o (el h e c h o psíquico presente) ?
Pero, ¿ c ó m o podría m o d i f i c a r u n en-sí que, p o r definición, n o es y
no p u e d e ser sino lo q u e es? ¿ A c t u a r á sobre la ley m i s m a del pro-
ceso? Es contradictorio. ¿ S o b r e los antecedentes del proceso? Pero
esto equivale a a c t u a r sobre el h e c h o psíquico presente p a r a modi-
I icario en sí mismo, o a a c t u a r sobre él p a r a m o d i f i c a r sus conse-
cuencias. Y, en ambos casos, e n c o n t r a m o s la m i s m a imposibilidad
antes señalada. Por otra parte, ¿ d e q u é i n s t r u m e n t o dispondría esa
espontaneidad? Si la m a n o p u e d e asir, es p o r q u e p u e d e ser asida.
La espontaneidad, estando por definición juera de alcance, n o p u e d e
a su vez alcanzar: sólo p u e d e producirse a sí misma. Y, si debiera
disponer d e u n i n s t r u m e n t o especial, sería menester concebirlo c o m o
u n a naturaleza intermediaria entre la v o l u n t a d libre y las pasiones
determinadas, lo q u e n o es admisible. Inversamente, claro está, las
pasiones n o podrían tener n i n g ú n d o m i n i o sobre la voluntad. E n
efecto, es imposible q u e u n proceso d e t e r m i n a d o a c t ú e sobre u n a
espontaneidad, e x a c t a m e n t e c o m o es imposible a los objetos a c t u a r
sobre la conciencia. Así, toda síntesis e n t r e ambos tipos d e existen-
tes es imposible: n o son homogéneos, p e r m a n e c e r á c a d a u n o en su
incomunicable soledad. El único n e x o q u e u n a espontaneidad nihi-
lizadora p u e d a tener con los procesos mecánicos es el d e producirse
a sí m i s m a por negación interna a partir de esos existentes. Pero
entonces, precisamente, ella n o será sino en c u a n t o niegue de sí mis-
m a ser esas pasiones. Siendo así, el c o n j u n t o del wá-fto? d e t e r m i n a d o
será c a p t a d o necesariamente p o r la espontaneidad c o m o u n p u r o
trascendente, es decir, como lo q u e está necesariamente afuera,
c o m o lo q u e no es ella. Esta negación i n t e r n a n o t e n d r á p o r efecto,
pues, sino f u n d a r el nóOo? en el mundo; aquél existiría, entonces,
p a r a u n a libre e s p o n t a n e i d a d q u e sería a la vez v o l u n t a d y concien-
cia, c o m o u n o b j e t o cualquiera en m e d i o del m u n d o . Esta discusión
m u e s t r a q u e son posibles dos y sólo dos soluciones: o bien el h o m b r e
está í n t e g r a m e n t e d e t e r m i n a d o (lo q u e es inadmisible, en p a r t i c u l a r
p o r q u e u n a conciencia d e t e r m i n a d a , es decir, m o t i v a d a en exterio-
ridad, se convierte en p u r a exterioridad ella m i s m a y d e j a de ser
c o n c i e n c i a ) ; o bien el h o m b r e es í n t e g r a m e n t e libre.
P e r o estas observaciones n o son todavía lo q u e p a r t i c u l a r m e n t e
nos i m p o r t a . N o tienen sino u n alcance negativo. E l estudio d e la
v o l u n t a d h a d e permitirnos, al contrario, a d e l a n t a r n o s m á s en la
comprensión d e la libertad. Por eso lo q u e a n t e t o d o reclama nues-
t r a atención es que, si la v o l u n t a d h a d e ser a u t ó n o m a , es imposible
considerarla c o m o u n h e c h o psíquico dado, es decir, en-sí. N o po-
d r í a pertenecer a la categoría d e los "estados d e conciencia" defini-
dos p o r el psicólogo. E n éste c o m o en todos los demás casos, com-
p r o b a m o s q u e el estado d e conciencia es u n m e r o ídolo d e la psico-
logía positiva. L a v o l u n t a d es necesariamente negatividad y potencia
d e nihilización, si h a d e ser libertad. P e r o entonces n o vemos ya
p o r q u é reservarle la a u t o n o m í a . M a l se conciben, en efecto, esos
a g u j e r o s de nihilización q u e serían las voliciones y surgirían en la
t r a m a , p o r lo demás densa y plena, d e las pasiones y del nado? en
general. Si la v o l u n t a d es nihilización, es preciso q u e el c o n j u n t o de
lo psíquico lo sea t a m b i é n . P o r otra p a r t e — y volveremos p r o n t o
sobre ello—, ¿ d e d ó n d e se saca q u e el " h e c h o " d e pasión o el p u r o
y simple deseo n o sean nihilizadores? ¿ L a pasión n o es, a n t e todo,
proyecto y empresa, n o pone, j u s t a m e n t e , u n estado de cosas c o m o
intolerable, y n o está obligada p o r eso m i s m o a t o m a r distancia con
respecto a ese estado y a nihilizarlo aislándolo y considerándolo a la
luz d e u n fin, es decir, d e u n no-ser? ¿ Y la pasión n o tiene sus
fines propios, q u e son reconocidos precisamente e n el m o m e n t o mis-
m o e n q u e ella los p o n e c o m o no-existentes? Y, si la nihilización
es precisamente el ser d e la libertad, ¿ c ó m o n e g a r la a u t o n o m í a a
las pasiones p a r a otorgársela a l a v o l u n t a d ?
P e r o h a y m á s : lejos d e ser la v o l u n t a d la manifestación ú n i c a
o, p o r lo menos, privilegiada, d e la libertad, supone, al contrario,
c o m o t o d o acaecimiento del para-sí, el f u n d a m e n t o d e u n a libertad
originaria p a r a p o d e r constituirse c o m o voluntad. L a v o l u n t a d , en
efecto, se pone c o m o decisión reflexiva con relación a ciertos fines.
IVio estos fines n o son creados p o r ella. L a v o l u n t a d es m á s bien
un í m a n e r a d e ser con respecto a ella: decreta q u e la prosecución
< le esos fines será reflexiva y deliberada. L a pasión p u e d e p o n e r los
m i s i n o s fines. Puedo, p o r ejemplo, a n t e u n a a m e n a z a , h u i r a t o d o
<<irr<T, p o r m i e d o d e morir. Este h e c h o pasional n o d e j a d e p o n e r
implícitamente c o m o f i n s u p r e m o el valor d e la vida. O t r o c o m -
prenderá, al contrario, q u e es preciso p e r m a n e c e r en el sitio, a u n
• u a n d o la resistencia parezca al comienzo m á s peligrosa q u e la h u i d a :
"se h a r á f u e r t e " . P e r o su objetivo, aiünque m e j o r c o m p r e n d i d o y
explícitamente puesto, es el m i s m o quq e n el caso d e la reacción
emocional; simplemente, los medios p a r a alcanzarlo están m á s cla-
i.unente concebidos; u n o s d e ellos se rechazan c o m o dudosos o ine-
ficaces, los otros son organizados con m á s solidez. L a diferencia
recae a q u í sobre la elección d e los medios y sobre el g r a d o d e refle-
xión y explicación, n o sobre el fin. E m p e r o , al f u g i t i v o se le dice
"pasional", y reservamos el calificativo d e " v o l u n t a r i o " p a r a el h o m -
bre q u e resiste. Se trata, pues, d e u n a diferencia d e a c t i t u d subje-
tiva con relación a u n fin transcendente. Pero, si n o q u e r e m o s caer
en el error q u e d e n u n c i á b a m o s antes, considerando esos fines tras-
cendentes c o m o p r e h u m a n o s y c o m o u n límite a priori d e nuestra
trascendencia, nos vemos obligados a reconocer q u e son la proyec-
ción temporalizadora d e nuestra libertad. L a r e a l i d a d - h u m a n a no
puede recibir sus fines, c o m o hemos visto, n i d e a f u e r a n i d e u n a
pretendida " n a t u r a l e z a " interior. Ella los elige, y, p o r esta elección
misma, les confiere u n a existencia trascendente c o m o límite exter-
no d e sus proyectos. D e s d e este p u n t o d e vista — y si se c o m p r e n d e
claramente q u e la existencia del Dasein precede y condiciona su esen-
cia—, la realidad h u m a n a , en y p o r su p r o p i o surgimiento, decide de-
finir su ser p r o p i o p o r sus fines. Así, pues, la posición d e mis fines últi-
mos caracteriza a m i ser y se identifica con el originario b r o t a r de la
libertad q u e es mía. Y ese brotar es u n a existencia; n a d a tiene d e esen-
cia o de p r o p i e d a d de u n ser-que f u e r a e n g e n d r a d o c o n j u n t a m e n t e con
u n a idea. Así, la libertad, siendo asimilable a m i existencia, es f u n d a -
m e n t o de los fines q u e intentaré alcanzar, sea p o r la voluntad, sea por
esfuerzos pasionales. N o podría, pues, limitarse a los actos voluntarios.
Al contrario, las voliciones son, t o m o las pasiones, ciertas actitudes
subjetivas p o r las cuales i n t e n t a m o s alcanzar los fines puestos p o r
la libertad original. P o r libertad original, claro está, n o h a de en-
tenderse u n a libertad anterior al a c t o voluntario o apasionado, sino
u n f u n d a m e n t o rigurosamente c o n t e m p o r á n e o de la v o l u n t a d o de
la pasión, q u e éstas, c a d a u n a a su m a n e r a , manifiestan. Tampoco
h a b r á d e o p o n e r s e la l i b e r t a d a la v o l u n t a d o a la p a s i ó n c o m o el
" y o p r o f u n d o " de Bergson al yo s u p e r f i c i a l : el p a r a - s í es í n t e g r a -
m e n t e ipseidad y n o p o d r í a h a b e r " y o - p r o f u n d o " , a m e n o s d e e n -
tenderse p o r ello ciertas e s t r u c t u r a s t r a s c e n d e n t e s d e la psique. L a
l i b e r t a d n o es sino la existencia de nuestra voluntad o d e nuestras
pasiones, e n c u a n t o esta existencia es nihilización d e la f a c t i c i d a d ,
es decir, la existencia d e u n ser q u e es su ser e n el m o d o d e t e n e r
d e serlo. V o l v e r e m o s sobre ello. R e t e n g a m o s , e n t o d o caso, q u e la
v o l u n t a d se d e t e r m i n a e n el m a r c o d e los móviles y fines ya puestos
p o r el para-sí e n u n p r o y e c t o t r a s c e n d e n t e d e sí m i s m o h a c i a sus
posibles. Si no, ¿ c ó m o p o d r í a c o m p r e n d e r s e la deliberación, q u e es
a p r e c i a c i ó n d e los medios con relación a fines ya existentes?
Si estos fines están ya puestos, lo q u e q u e d a p o r decidir e n c a d a
i n s t a n t e es la m a n e r a e n q u e m e c o n d u c i r é r e s p e c t o d e ellos, o, d i c h o
d e o t r o m o d o , la a c t i t u d q u e t o m a r é . ¿ S e r é v o l u n t a r i o o apasio-
n a d o ? ¿ Q u i é n p u e d e decidirlo, sino yo? Si a d m i t i é r a m o s , e n efecto,
q u e las c i r c u n s t a n c i a s d e c i d e n p o r m í ( p o r e j e m p l o , p o d r í a mos-
t r a r m e v o l u n t a r i o f r e n t e a u n p e l i g r o m e n o r , p e r o , si el p e l i g r o crece,
c a e r í a e n lo p a s i o n a l ) , s u p r i m i r í a m o s con ello t o d a l i b e r t a d : sería
a b s u r d o , e n efecto, d e c l a r a r q u e l a v o l u n t a d es a u t ó n o m a c u a n d o
a p a r e c e , p e r o q u e las c i r c u n s t a n c i a s exteriores d e t e r m i n a n rigurosa-
m e n t e el m o m e n t o d e su a p a r i c i ó n . P e r o , ¿ c ó m o sostener, p o r o t r a
p a r t e , q u e u n a v o l u n t a d a ú n inexistente p u e d a decidir d e p r o n t o
q u e b r a r el e n c a d e n a m i e n t o d e las pasiones y surgir d e p r o n t o sobre
los desechos d e ese e n c a d e n a m i e n t o ? S e m e j a n t e c o n c e p c i ó n llevaría
a considerar la v o l u n t a d c o m o u n poder q u e o r a se m a n i f e s t a r í a a
la conciencia, o r a p e r m a n e c e r í a oculto, p e r o q u e poseería e n t o d o
caso la p e r m a n e n c i a y la existencia "en-sí" d e u n a p r o p i e d a d . E s t o
es. p r e c i s a m e n t e , lo i n a d m i s i b l e ; cierto -es, sin e m b a r g o , q u e la opi-
n i ó n c o m ú n considera la v i d a m o r a l c o m o u n a l u c h a e n t r e u n a vo-
l u n t a d - c o s a y pasiones-sustancias. H a y e n ello u n a suerte d e m a -
n i q u e í s m o psicológico a b s o l u t a m e n t e insostenible. D e h e c h o , n o b a s t a
q u e r e r : h a y q u e q u e r e r q u e r e r . Sea, p o r e j e m p l o , u n a situación
d a d a : p u e d o r e a c c i o n a r e m o c i o n a l m e n t e a ella. H e m o s m o s t r a d o
e n o t r o l u g a r 1 q u e la e m o c i ó n n o es u n a t e m p e s t a d fisiológica, sino
u n a respuesta a d a p t a d a a la s i t u a c i ó n ; es u n a c o n d u c t a c u y o sen-

1
J. P. SARTRE, Esquisse d'une théorie phénomínologique des ¿motions,
Hermán, 1939.
lulo y f o r m a son o b j e t o d e u n a intención de la conciencia q u e
•quinta a alcanzar u n fin p a r t i c u l a r p o r medios particulares. El des-
vanecimiento, la cataplexia, en el miedo, a p u n t a n a s u p r i m i r el pe-
liy.ro s u p r i m i e n d o la conciencia del peligro. H a y intención de perder
el conocimiento p a r a abolir el m u n d o temible en q u e está compro-
metida la conciencia y q u e viene al ser p o r m e d i o de ésta. Se trata,
pues, de c o n d u c t a s mágicas q u e p r o v o c a n satisfacciones simbólicas
de nuestros deseos y q u e revelan a la vez u n estrato m á g i c o del
m u n d o . E n oposición a tales conductas, la c o n d u c t a v o l u n t a r i a y
i.icional e n c a r a r á t é c n i c a m e n t e la situación, rechazará lo m á g i c o y
»e aplicará a c a p t a r las series d e t e r m i n a d a s y los complejos instru-
mentales q u e p e r m i t e n resolver los problemas. O r g a n i z a r á u n sistema
de medios basándose en el d e t e r m i n i s m o instrumental. A la vez,
descubrirá u n m u n d o técnico, es decir, u n m u n d o en q u e c a d a com-
plejo-utensilio r e m i t a a otro c o m p l e j o m á s a m p l i o y así sucesivamente.
I'ero ¿ q u i é n m e decidirá a elegir el aspecto m á g i c o o el aspecto téc-
nico del m u n d o ? N o será el m u n d o mismo, que, p a r a manifestarse,
espera a ser descubierto. Es preciso, pues, q u e el para-sí, en su pro-
yecto, elija ser a q u e l p o r q u i e n el m u n d o se revela c o m o m á g i c o o
c o m o racional, es decir, q u e debe, c o m o libre proyecto de sí, darse
la existencia m á g i c a o la existencia racional. D e la u n a c o m o de
la o t r a es responsable; p u e s él n o p u e d e ser sino si es elegido. A p a -
rece, pues, c o m o el libre f u n d a m e n t o d e sus emociones t a n t o como
d e . sus voliciones. M i m i e d o es libre y manifiesta m i libertad; h e
puesto t o d a m i libertad en m i m i e d o y m e he elegido miedoso en
tal o cual circunstancia; en tal o cual otra, existiré c o m o voluntario
y valeroso, y h a b r é puesto t o d a m i libertad en m i valentía. N o hay,
con respecto a la libertad, n i n g ú n f e n ó m e n o psíquico privilegiado.
Todas mis " m a n e r a s d e ser" la manifiestan igualmente, puesto q u e
todas ellas son m a n e r a s d e ser m i p r o p i a n a d a .
Q u e d a r á esto m e j o r señalado a ú n p o r la descripción de los
llamados "motivos y móviles" de la acción. H e m o s esbozado esta
descripción en páginas precedentes; conviene a h o r a volver sobre ella
y r e t o m a r l a m á s precisamente. ¿ N o se dice, en efecto, q u e la pasión
es móvil del acto, o bien q u e el a c t o pasional es aquel q u e tiene p o r
móvil la pasión? ¿ Y n o a p a r e c e la v o l u n t a d c o m o la decisión que
sucede a u n a deliberación con respecto a móviles y motivos? E n -
tonces, ¿ q u é es u n motivo? ¿ Q u é es u n móvil?
Se entiende c o m ú n m e n t e por motivo la razón de u n acto, es
decir, el c o n j u n t o de consideraciones racionales q u e lo justifican. Si
el gobierno decide u n a conversión d e las rentas, d a r á sus motivos:
disminución de la d e u d a pública, s a n e a m i e n t o d e la Tesorería. I g u a l -
m e n t e p o r motivos suelen los historiadores explicar los actos d e m i -
nistros o m o n a r c a s ; a n t e u n a declaración d e g u e r r a , se b u s c a r á n
motivos: la ocasión es propicia, el país a t a c a d o está descompuesto
p o r trastornos intestinos, es h o r a d e p o n e r f i n a u n conflicto econó-
m i c o q u e a m e n a z a eternizarse. Si Clodoveo se convierte al catoli-
cismo, m i e n t r a s q u e t a n t o s reyes b á r b a r o s son arríanos, lo h a c e p o r -
q u e v e u n a ocasión p a r a conciliarse los favores del episcopado, o m -
n i p o t e n t e en Galia, etc. Se a d v e r t i r á q u e el m o t i v o se caracteriza
así c o m o u n a apreciación objetiva d e la situación. E l m o t i v o d e l a
conversión d e Clodoveo es el estado político y religioso d e la Galia,
la relación d e f u e r z a s e n t r e el episcopado, los g r a n d e s propietarios
y el b a j o p u e b l o ; lo q u e m o t i v a la conversión d e r e n t a s es el estado
d e la d e u d a pública. E m p e r o , tal apreciación objetiva n o p u e d e
hacerse sino a la luz d e u n f i n presupuesto y e n los límites d e u n
proyecto tiel para-sí h a c i a ese fin. P a r a q u e la p o t e n c i a del episco-
p a d o se revele a Clodoveo c o m o m o t i v o d e u n a conversión, es decir,
p a r a q u e p u e d a e n c a r a r las consecuencias objetivas q u e su conver-
sión p o d r í a tener, es menester q u e h a y a p u e s t o p r e v i a m e n t e c o m o
fin la conquista d e la Galia. Si suponemos en Clodoveo otros fines,
p u e d e e n c o n t r a r e n la situación del Episcopado motivos p a r a hacerse
a r r i a n o o p e r m a n e c e r p a g a n o . H a s t a p u e d e n o e n c o n t r a r en la c o n -
sideración del estado d e la Iglesia m o t i v o a l g u n o p a r a a c t u a r d e tal
o cual m a n e r a : n o descubrirá entonces n a d a a ese respecto, d e j a r á
l a situación del episcopado e n estado d e " n o - d e v e l a d a " , e n u n a os-
c u r i d a d total. L l a m a r e m o s , pues, motivo a la c a p t a c i ó n objetiva d e
u n a situación d e t e r m i n a d a e n c u a n t o esta situación se revela, a la
luz d e cierto fin, c o m o a p t a p a r a servir d e m e d i o p a r a alcanzarlo.
E l móvil, al contrario, es considerado c o m ú n m e n t e c o m o u n
h e c h o subjetivo. Es el c o n j u n t o d e deseos, emociones y pasiones q u e
m e i m p u l s a n a c u m p l i r d e t e r m i n a d o acto. E l historiador n o busca
los móviles y n o se vale d e ellos sino c o m o e x t r e m o recurso, c u a n d o
los motivos n o bastan p a r a explicar el a c t o considerado. C u a n d o
F e r d i n a n d L o t , p o r ejemplo, después d e h a b e r m o s t r a d o q u e las
razones c o m ú n m e n t e invocadas p a r a la conversión d e C o n s t a n t i n o
son insuficientes o erróneas, escribe: " S i e n d o cosa a v e r i g u a d a q u e
C o n s t a n t i n o arriesgaba p e r d e r l o t o d o , y, e n apariencia, n a d a tenía
q u e g a n a r al a b r a z a r el cristianismo, n o c a b e sino u n a conclusión:
l a d e q u e cedió a u n impulso súbito, d e o r d e n patológico o divino,
i i'ún se q u i e r a " \ a b a n d o n a la e x p l i c a c i ó n p o r m o t i v o s , q u e le p a -
i r e e irrevelante, y p r e f i e r e la e x p l i c a c i ó n p o r los móviles. L a expli-
c a c i ó n d e b e buscarse e n t o n c e s e n el e s t a d o p s í q u i c o — y h a s t a e n
• I e s t a d o " m e n t a l " — d e l a g e n t e histórico. Se sigue d e ello, n a t u -
ralmente, q u e el suceso se c o n v i e r t e en c o n t i n g e n t e p o r e n t e r o , p u e s t o
q u e o t r o i n d i v i d u o , c o n o t r a s pasiones y otros deseos, h a b r í a a c t u a d o
«Ir m o d o d i f e r e n t e . E l psicólogo, a l c o n t r a r i o d e l h i s t o r i a d o r , b u s c a r á
de p r e f e r e n c i a los m ó v i l e s : e n e f e c t o , p o r l o " c o m ú n s u p o n e q u e
están " c o n t e n i d o s e n " el e s t a d o d e c o n c i e n c i a q u e h a p r o v o c a d o la
a r c i ó n . E l a c t o r a c i o n a l i d e a l sería, p u e s , a q u e l p a r a el c u a l l e s
móviles f u e r a n p r á c t i c a m e n t e n u l o s y q u e e s t u v i e r a i n s p i r a d o ú n i -
camente por u n a apreciación objetiva d e la situación. El acto irra-
cional o p a s i o n a l será c a r a c t e r i z a d o p o r la p r o p o r c i ó n inversa. Q u e d a
por e x p l i c a r la r e l a c i ó n e n t r e m o t i v o s y móviles e n el c a s o trivial e n
q u e existen u n o s y otros. P o r e j e m p l o , p u e d o a d h e r i r m e a l p a r t i d o
socialista p o r q u e e s t i m o q u e este p a r t i d o sirve a los intereses d e l a
Histicia y d e l a h u m a n i d a d , o p o r q u e c r e o q u e se c o n v e r t i r á e n l a
p r i n c i p a l f u e r z a histórica d e n t r o d e los a ñ o s i n m e d i a t a m e n t e p o s t e -
riores a m i a d h e s i ó n : éstos son m o t i v o s . A l a vez, p u e d o t e n e r m ó -
viles: s e n t i m i e n t o d e p i e d a d o d e c a r i d a d p a r a c o n ciertas c a t e g o r í a s
«le o p r i m i d o s , v e r g ü e n z a d e e s t a r " d u b o n c ó t é d e l a b a r r i c a d e " , c o m o
dice G i d e , o b i e n c o m p l e j o d e i n f e r i o r i d a d , d e s e o d e e s c a n d a l i z a r a
mis allegados, etc. ¿ Q u é p o d r á significarse c u a n d o se a f i r m e q u e
m e h e a d h e r i d o a l p a r t i d o socialista a c a u s a d e esos m o t i v o s y d e
esos móviles? Se t r a t a , e v i d e n t e m e n t e , d e dos estratos d e significa-
ciones r a d i c a l m e n t e diversos. ¿ C ó m o c o m p a r a r l o s , c ó m o d e t e r m i n a r
la p a r t e d e c a d a u n o d e ellos e n l a decisión c o n s i d e r a d a ? E s t a difi-
c u l t a d , c i e r t a m e n t e la m a y o r d e las q u e suscita la distinción co-
rriente e n t r e m o t i v o s y móviles, n o se h a r e s u e l t o n u n c a ; incluso,
poca g e n t e l a h a e n t r e v i s t o s i q u i e r a ; p u e s e q u i v a l e , e n o t r a f o r m a ,
a p l a n t e a r la existencia d e u n c o n f l i c t o e n t r e l a v o l u n t a d y las p a -
siones. P e r o la t e o r í a clásica, si b i e n se m u e s t r a i n c a p a z d e a s i g n a r
al m o t i v o y a l m ó v i l su respectiva i n f l u e n c i a p r o p i a e n el caso s e n -
cillo e n q u e a m b o s c o n c u r r e n a u n a m i s m a decisión, h a l l a r á p e r f e c -
i á m e n t e posible e x p l i c a r y h a s t a concebir u n c o n f l i c t o d e m o t i v o s y
móviles e n q u e c a d a g r u p o solicite u n a decisión p a r t i c u l a r . Así,
pues, t o d o h a d e r e t o m a r s e d e s d e el p r i n c i p i o .

1
FERDINAND LOT, La fin du monde antique et le début du moyen Age,
Renaissance du Livre, 1927, pág. 35.
P o r cierto, el m o t i v o es objetivo: es el estado de cosas contem-
p o r á n e o , tal c o m o se devela a u n a conciencia. Es objetivo q u e la
plebe y la aristocracia r o m a n a s estaban c o r r o m p i d a s en tiempos d e
C o n s t a n t i n o , o q u e la Iglesia católica estaba dispuesta a favorecer a
u n m o n a r c a que, e n tiempos d e Clodoveo, la a y u d a r a a t r i u n f a r del
arrianismo. E m p e r o , el estado d e cosas n o p u e d e revelarse sino a
u n para-sí, ya q u e , en general, el para-sí es el ser p o r el cual " h a y "
u n m u n d o . M á s a ú n : n o p u e d e revelarse sino a u n para-sí q u e se
e l i j a a sí m i s m o d e tal o cual m a n e r a p a r a descubrir las implicaciones
instrumentales d e las cosas-utensilios. O b j e t i v a m e n t e , el cuchillo es
un instrumento hecho de u n a hoja y un mango. Puedo captarlo
o b j e t i v a m e n t e c o m o i n s t r u m e n t o p a r a c o r t a r o t a j a r ; pero, a f a l t a
d e martillo, p u e d o captarlo, inversamente, c o m o i n s t r u m e n t o p a r a
m a r t i l l a r : p u e d o servirme de su m a n g o p a r a h i n c a r u n clavo, y esta
c a p t a c i ó n n o es m e n o s objetiva. C u a n d o Clodoveo aprecia la a y u d a
q u e p u e d e ofrecerle la Iglesia, n o es seguro q u e u n g r u p o d e prelados
ni a u n q u e u n obispo p a r t i c u l a r lo h a y a sondeado, ni siquiera q u e
u n m i e m b r o del clero haya p e n s a d o c l a r a m e n t e en u n a alianza con
u n m o n a r c a católico. Los únicos hechos estrictamente objetivos, los
q u e u n para-sí c u a l q u i e r a p u e d e c o m p r o b a r , son el g r a n p o d e r de
la Iglesia sobre las poblaciones de Galia y la inquietud de la Iglesia
a c e r c a d e la h e r e j í a a r r i a n a . P a r a q u e estas comprobaciones se orga-
nicen en m o t i v o d e conversión, es menester aislarlas del c o n j u n t o
—y, p a r a ello, nihilizarlas— y trascenderlas h a c i a la potencialidad
q u é les es p r o p i a : la potencialidad de la Iglesia o b j e t i v a m e n t e cap-
t a d a p o r C l o d o v e o será la d e a p o r t a r su apoyo a u n rey convertido.
P e r o tal potencialidad n o p u e d e revelarse a menos q u e se trascienda
la situación h a c i a u n estado d e cosas q u e a ú n n o es, en suma, h a c i a
u n a n a d a . E n u n a p a l a b r a , el m u n d o n o d a consejos a menos q u e
se lo interrogue, y n o se lo p u e d e interrogar sino p a r a u n fin bien
d e t e r m i n a d o . Así, pues, el motivo, lejos d e d e t e r m i n a r la acción,
a p a r e c e sólo en y p o r el proyecto de u n a acción. E n y p o r el pro-
yecto d e instalar su d o m i n a c i ó n sobre t o d a la Galia a p a r e c e objeti-
v a m e n t e a Clodoveo el estado d e la Iglesia de O c c i d e n t e c o m o u n
m o t i v o p a r a convertirse. E n otros términos, la conciencia q u e re-
c o r t a el m o t i v o d e e n t r e el c o n j u n t o del m u n d o tiene ya su estructura
p r o p i a , se h a d a d o fines, se h a p r o y e c t a d o hacia sus posibles y tiene
su m a n e r a p r o p i a de suspenderse a sus posibilidades: esta m a n e r a
p r o p i a d e atenerse a sus posibles es a q u í la afectividad. Y esa or-
ganización i n t e r n a q u e la conciencia se h a dado, en f o r m a d e con-
<-icncia no-posicional (de) sí, es rigurosamente correlativa al recorte
<le los motivos en el m u n d o . Si se reflexiona en ello, h a d e recono-
cerse que la estructura i n t e r n a del para-sí p o r la cual éste hace sur-
gir en el m u n d o motivos de a c t u a r es u n h e c h o "irracional" en el
sentido histórico del término. E n efecto, m u y bien podemos com-
prender racionalmente la utilidad técnica de la conversión de Clo-
doveo, en la hipótesis d e q u e h u b i e r a p r o y e c t a d o conquistar la Galia.
I'ero n o podemos h a c e r lo mismo en c u a n t o a su proyecto de con-
quista; éste n o p u e d e "explicarse". ¿ H a de interpretárselo c o m o u n
efecto de la ambición de Clodoveo? Pero, precisamente, ¿ q u é es la
ambición sino el propósito d e conquistar? ¿ C ó m o se distinguirá la
ambición de Clodoveo del proyecto definido de conquistas la Galia?
V a n o sería, pues, concebir ese proyecto original d e conquista como
"impulsado" p o r u n móvil preexistente, q u e sería la ambición. Es
muy cierto que la ambición es u n móvil, puesto q u e es e n t e r a m e n t e
subjetividad. Pero, c o m o n o se distingue del proyecto de conquistar,
diremos que ese proyecto p r i m e r o d e sus posibilidades, a la luz del
cual Clodoveo descubre u n m o t i v o p a r a convertirse, es precisamente
el móvil. Entonces todo se aclara, y podemos concebir las relaciones
e n t r e los tres términos: motivos, móviles y fines. Nos las vemos a q u í
con u n caso particular del ser-en-el-mundo: así c o m o el surgimiento
del para-sí hace q u e haya u n m u n d o , así t a m b i é n aquí su ser mismo,
en t a n t o q u e este ser es p u r o proyecto hacia u n fitv, hace q u e haya
cierta estructura objetiva del m u n d o m e r e c e d o r a del n o m b r e d e mo-
tivo a la luz de aquel fin. El para-sí es, pues, conciencia de ese
motivo. Pero esta conciencia posicional del motivo es, p o r principio,
conciencia no-tética d e sí c o m o proyecto hacia u n fin. E n este sen-
tido, es móvil, o sea que se experimenta a sí misma no-téticamente
c o m o proyecto m á s o menos áspero, m á s o menos apasionado, hacia
un fin, en el m o m e n t o mismo en q u e se constituye c o m o conciencia
revelante de la organización del m u n d o en motivos.
Así, motivo y móvil son correlativos, e x a c t a m e n t e c o m o la con-
ciencia no-tética (de) sí es el correlato ontológico de la conciencia
tética del objeto. Así c o m o la conciencia de algo es conciencia (de)
sí, así también el móvil no es sino la captación del motivo en t a n t o
q u e esta captación es conciencia (de) sí. P e r o se sigue d e ello, evi-
dentemente, q u e el motivo, el móvil y el fin son los tres términos
indisolubles del brotar de u n a conciencia viva y libre q u e se proyecta
hacia sus posibilidades y no se hace definir p o r ellas.
¿ D e d ó n d e procede, entonces, que el móvil aparezca al psicólogo
c o m o c o n t e n i d o afectivo d e u n h e c h o d e conciencia, en c u a n t o ese
c o n t e n i d o d e t e r m i n a o t r o h e c h o d e conciencia, o decisión? D e q u e
el móvil n o es n a d a m á s q u e la conciencia no-tética d e sí deslizada
al p a s a d o con esta conciencia misma, y d e j a d e ser vivo al mismo!
t i e m p o q u e ella. D e s d e q u e u n a conciencia se preterifica, es lo q u e
tengo-de-ser en la f o r m a del " e r a " . Así, c u a n d o m e revierto sobre
mi conciencia d e ayer, ésta m a n t i e n e su significación intencional y
su sentido d e subjetividad, pero, c o m o hemos visto, está f i j a d a , está
a f u e r a , c o m o u n a cosa, puesto q u e el p a s a d o es en sí. El móvil se
convierte entonces en aquello de que h a y conciencia. Y p u e d e a p a -
recérseme en f o r m a d e saber; hemos visto antes, en efecto, q u e el
p a s a d o m u e r t o infesta el presente c o n el aspecto d e u n saber; p u e d e
t a m b i é n q u e m e revierta h a c i a él p a r a explicarlo y f o r m u l a r l o guián-
d o m e p o r el saber q u e él es a c t u a l m e n t e p a r a mí. E n este caso, es
o b j e t o d e conciencia, es esta conciencia m i s m a de la cual tengo
conciencia. Aparece, pues — c o m o mis recuerdos en general—, a la
vez c o m o mío y c o m o trascendente. .Estamos p o r lo c o m ú n rodea-
dos d e esos móviles en q u e "ya n o e n t r a m o s " p o r q u e n o sólo tene-
mos q u e decidir c o n c r e t a m e n t e el c u m p l i m i e n t o d e tal o cual acto,
sino t a m b i é n el c u m p l i m i e n t o d e las acciones q u e hemos decidido
la víspera, o la prosecución d e las empresas en q u e estamos c o m p r o -
metidos ; d e m o d o general, la conciencia, en cualquier m o m e n t o q u e
se c a p t e a sí misma, se a p r e h e n d e c o m o comprometida, y esta a p r e -
hensión m i s m a implica u n saber d e los móviles del c o m p r o m e t i m i e n -
to, o a u n u n a explicación t e m á t i c a y posicional d e esos motivos. V a
d e suyo q u e la captación del móvil r e m i t e en seguida al m o t i v o
correlato suyo, p u e s t o q u e el móvil, a u n preterificado y f i j a d o e n
en-sí, m a n t i e n e al m e n o s c o m o significación el h a b e r sido conciencia
d e u n motivo, es decir, descubrimiento d e u n a estructura objetiva
del m u n d o . Pero, c o m o el móvil es en-sí y el motivo tiene c a r á c t e r
objetivo, ambos se p r e s e n t a n c o m o u n a p a r e j a sin diferencia onto-
lógica; hemos visto, en efecto, q u e nuestro p a s a d o se pierde en m e d i o
del m u n d o . H e a h í p o r q u é los t r a t a m o s e n p i e d e igualdad y p o r
q u é p o d e m o s h a b l a r d e los motivos y los móviles d e u n a acción,
c o m o si p u d i e r a n e n t r a r e n conflicto o concurrir ambos en u n a p r o -
porción d e t e r m i n a d a a la decisión.
Sólo que, si el móvil es trascendente, si es ú n i c a m e n t e el ser
irremediable q u e tenemos d e ser en el m o d o del " e r a " , si, c o m o t o d o
nuestro pasado, está s e p a r a d o d e nosotros p o r u n espesor d e n a d a ,
n o p u e d e a c t u a r a menos q u e sea retomado: por sí mismo, carece
tic fuerza. Así, pues, p o r el p r o p i o b r o t a r d e la conciencia c o m p r o -
m e t i d a se conferirá u n valor y u n peso a los móviles y motivos ante-
riores. N o d e p e n d e de la conciencia q u e los móviles y motivos h a y a n
sido, y ella tiene p o r misión mantenerlos en existencia e n el pasado.
Y o h e q u e r i d o esto o a q u e l l o : esto es lo q u e p e r m a n e c e irremediable
y lo que, incluso, constituye m i esencia, p u e s t o q u e m i esencia es lo
q u e h e sido. P e r o sobre el sentido q u e este deseo, ese temor, aque-
llas consideraciones objetivas sobre el m u n d o tienen p a r a m í c u a n d o
a c t u a l m e n t e m e proyecto h a c i a mis futuros, sólo yo p u e d o decidir. Y
decido, precisamente, p o r el a c t o m i s m o p o r el cual m e pro-yecto
hacia mis fines. L a r e t o m a d e los móviles anteriores •—o su rechazo
o su apreciación n u e v a — n o se distingue del proyecto p o r el cual
m e asigno nuevos fines y p o r el cual, a la luz d e estos fines, m e c a p t o
c o m o descubriendo u n m o t i v o d e apoyo en el m u n d o . • Móviles p a -
sados, motivos pasados, motivos y móviles presentes, fines futuros,
se. organizan en u n a indisoluble u n i d a d p o r el surgimiento mismo d e
u n a libertad q u e es allende los motivos, móviles y fines.
Resulta de ello q u e la deliberación v o l u n t a r i a es siempre u n ilu-
sionismo. E n efecto: ¿ c ó m o a p r e c i a r motivos y móviles a los cuales
precisamente yo confiero su valor antes d e toda deliberación y p o r
la elección q u e h a g o d e m í mismo? Aquí, la ilusión proviene de es-
forzarse u n o p o r t o m a r los motivos y los móviles p o r cosas e n t e r a -
m e n t e transcendentes, a las cuales u n o sopesara c o m o pesos y q u e
estuvieran d o t a d a s de u n peso c o m o p r o p i e d a d p e r m a n e n t e , mientras
que, p o r o t r a p a r t e , se quiere ver en ellos contenidos de conciencia;
lo q u e es contradictorio. D e hecho, móviles y motivos n o tienen sino
<1 peso q u e les confiere m i proyecto, es decir, la libre producción del
fin y del acto conocido p o r realizar. C u a n d o delibero, ya el d a d o
está echado. Y, si d e b o llegar a deliberar, es simplemente p o r q u e
e n t r a en m i proyecto originario d a r m e c u e n t a d e los móviles por
medio de la deliberación m á s bien q u e p o r tal o cual otra f o r m a
d e descubrimiento ( p o r la pasión, p o r ejemplo, o simplemente p o r
la acción, q u e revela el c o n j u n t o organizado d e los motivos y fines,
c o m o m i l e n g u a j e m e revela m i p e n s a m i e n t o ) . H a y , pues, u n a elec-
ción de la deliberación c o m o procedimiento q u e m e h a d e a n u n c i a r
lo q u e proyecto y, por consiguiente, lo q u e soy. Y la elección d e la
deliberación está organizada con el c o n j u n t o móviles-motivos y fin,
por la espontaneidad libre. C u a n d o la v o l u n t a d interviene, la deci-
sión ya está t o m a d a ; aquélla n o tiene otro valor q u e el de a n u n -
ciadora.
El a c t o v o l u n t a r i o se distingue d e la e s p o n t a n e i d a d n o v o l u n t a -
ria e n q u e esta ú l t i m a es c o n c i e n c i a p u r a m e n t e irreflexiva d e los
motivos a t r a v é s del p u r o y simple p r o y e c t o d e l acto. P a r a el móvil,
e n el a c t o irreflexivo, n o h a y o b j e t o d e p o r sí, sino simple conciencia
no-posicional ( d e ) sí m i s m o . E n c a m b i o , la e s t r u c t u r a del a c t o v o -
l u n t a r i o exige la a p a r i c i ó n d e u n a c o n c i e n c i a reflexiva q u e c a p t e al
móvil c o m o cuasi-objeto, o a u n q u e lo i n t e n c i o n e c o m o o b j e t o psí-
q u i c o a través d e la c o n c i e n c i a r e f l e j a . P a r a a q u é l l a , el m o t i v o ,
siendo c a p t a d o p o r i n t e r m e d i o d e la conciencia r e f l e j a , está c o m o
s e p a r a d o ; p a r a r e t o m a r la célebre f ó r m u l a d e Husserl, la simple
reflexión v o l u n t a r i a , p o r su e s t r u c t u r a d e reflexividad, p r a c t i c a la
3jtoxi| del m o t i v o , lo m a n t i e n e e n suspenso, lo p o n e e n t r e p a r é n -
tesis. P u e d e esbozarse así u n a a p a r i e n c i a d e d e l i b e r a c i ó n a p r e c i a t i v a ,
p o r el h e c h o d e q u e u n a nihilización m á s p r o f u n d a s e p a r a la c o n -
ciencia reflexiva d e la conciencia r e f l e j a , o móvil, y p o r el h e c h o
d e q u e el m o t i v o está en suspenso. E m p e r o , c o m o .es sabido, si el
resultado d e la reflexión consiste en a m p l i a r el h i a t o 1 q u e s e p a r a
al para-sí d e sí m i s m o , n o es éste, sin e m b a r g o , su objetivo. E l ob-
jetivo de la escisiparidad reflexiva es, c o m o h e m o s visto, recuperar
lo reflexo d e m a n e r a d e constituir la t o t a l i d a d irrealizable "En-sí-
p a r a - s í " , q u e es el v a l o r f u n d a m e n t a l p u e s t o p o r el para-sí, e n el
s u r g i m i e n t o m i s m o d e su ser. L u e g o , si la v o l u n t a d es p o r esencia
reflexiva, su o b j e t i v o n o consiste t a n t o en decidir q u é f i n h a d e al-
canzarse, pues, d e todos m o d o s , el d a d o está e c h a d o ; la i n t e n c i ó n
p r o f u n d a d e la v o l u n t a d recae m á s bien sobre la manera d e a l c a n z a r
ese fin p u e s t o ya. E l para-sí q u e existe e n el m o d o v o l u n t a r i o q u i e r e
r e c u p e r a r s e a sí m i s m o e n t a n t o q u e d e c i d e y a c t ú a . N o sólo q u i e r e
ser l l e v a d o h a c i a u n f i n y ser el q u e se elige a sí m i s m o c o m o llevado
h a c i a ese f i n : quiere, a d e m á s , r e c u p e r a r s e e n t a n t o q u e p r o y e c t o
e s p o n t á n e o h a c i a u n f i n d e t e r m i n a d o . El ideal d e la v o l u n t a d c o n -
siste e n ser u n " e n - s í - p a r a - s í " e n t a n t o q u e p r o y e c t o h a c i a c i e r t o
f i n : es, e v i d e n t e m e n t e , u n ideal reflexivo, y es el s e n t i d o d e la sa-
tisfacción q u e a c o m p a ñ a a u n juicio c o m o " H e h e c h o lo q u e h e
q u e r i d o " . P e r o es e v i d e n t e q u e la escisiparidad reflexiva e n g e n e r a l
t i e n e su f u n d a m e n t o e n u n p r o y e c t o m á s p r o f u n d o q u e ella m i s m a ,
al cual, a f a l t a d e m e j o r n o m b r e , l l a m á b a m o s " m o t i v a c i ó n " e n el
capítulo I I I de nuestra segunda parte. Ahora que hemos definido

1
Faille; literalmente: "falla" (geológica) que rompe la continuidad
de una masa, un filón, etc. ( N . del T.)
el motivo y e] móvil, es necesario d a r a ese proyecto por el cual la
reflexión está subtendida el n o m b r e d e intención. E n la m e d i d a ,
pues, en q u e la voluntad es u n caso d e reflexión, el h e c h o de situar-
se p a r a a c t u a r en el p l a n o voluntario reclama por f u n d a m e n t o u n a
intención m á s p r o f u n d a . N o basta al psicólogo describir tal o cual
sujeto c o m o realizando su proyecto en el m o d o de la reflexión vo-
l u n t a r i a ; es menester, además, q u e sea capaz d e señalarnos la inten-
ción profunda q u e hace al sujeto realizar su proyecto en ese m o d o
de la volición m á s bien q u e en cualquier otro m o d o , t e n i e n d o bien
presente, p o r o t r a parte, q u e c u a l q u i e r m o d o de conciencia hubiera
t raido la m i s m a realización, u n a vez puestos los fines p o r u n proyecto
originario. Así, hemos a l c a n z a d o u n a libertad m á s p r o f u n d a q u e
la v o l u n t a d , mostrándonos simplemente m á s exigentes q u e los psi-
cólogos, es decir, p l a n t e a n d o la cuestión del por qué allí d o n d e ellos
se limitan a c o m p r o b a r el m o d o d e conciencia c o m o volitivo.
Este breve estudio n o aspira a agotar la cuestión de la v o l u n t a d ;
al contrario, convendría i n t e n t a r u n a descripción fenomenológica d e
la voluntad en sí misma. N o es tal nuestro propósito: esperamos,
simplemente, h a b e r m o s t r a d o q u e la v o l u n t a d n o es u n a manifes-
tación privilegiada de la libertad, sino u n acaecimiento psíquico d o -
t a d o de u n a estructura propia, q u e se constituye en el mismo p l a n o
que los demás acaecimientos psíquicos y está sustentado, ni m á s ni
menos q u e los otros, por u n a libertad originaria y ontológica.
Al m i s m o tiempo, la libertad aparece c o m o u n a totalidad inana-
lizable: los motivos, móviles y fines, así c o m o t a m b i é n la m a n e r a
de c a p t a r motivos, móviles y fines, son u n i t a r i a m e n t e organizados en
los marcos de esa libertad y d e b e n comprenderse a p a r t i r de ella.
¿Significa esto q u e haya d e representarse la libertad c o m o u n a serie
d e impulsiones caprichosas, comparables al clinamen epicúreo? ¿ Soy
libre de q u e r e r cualquier cosa en cualquier m o m e n t o ? Y a c a d a
instante, c u a n d o quiero explicar tal o cual proyecto, ¿ h e de encon-
t r a r m e siempre con la irracionalidad de u n a elección libre y contin-
gente? M i e n t r a s pareció q u e el reconocimiento de la libertad tenía
por consecuencia estas concepciones peligrosas y en completa con-
tradicción con la experiencia, sanos ingenios se a p a r t a r o n de la creen-
cia en la libertad: hasta p u d o afirmarse q u e el determinismo —si
se cuidaba n o c o n f u n d i r l o con el fatalismo— e r a " m á s h u m a n o " q u e
la teoría del libre arbitrio; en efecto: si bien p o n e de relieve el rigu-
roso condicionamiento d e nuestros actos, p o r lo menos d a la razón
d e c a d a u n o d e ellos; y, si bien se limita rigurosamente a lo psíquico
y renuncia a buscar u n condicionamiento en cj, universo e n c o n j u n t o ,
m u e s t r a q u e la razón de nuestros actos está en nosotros mismos:
a c t u a m o s c o m o somos, y, a la vez, nuestros actos contribuyen a
hacernos.
Consideremos m á s d e cerca, empero, los resultados seguros q u e
nuestro análisis nos h a p e r m i t i d o adquirir. H e m o s m o s t r a d o q u e la
libertad se identifica con el ser del Para-sí; la realidad h u m a n a es
libre en la exacta m e d i d a en q u e tiene-de-ser su p r o p i a n a d a . Ella
tiene-de-ser esta n a d a , c o m o hemos visto, en múltiples dimensiones:
primero, temporizándose, es decir, siendo siempre a distancia d e
sí misma, lo q u e implica q u e n o p u e d e dejarse d e t e r m i n a r j a m á s
p o r su p a s a d o p a r a e j e c u t a r tal o cual a c t o ; segundo, surgiendo
c o m o conciencia d e algo y (de) sí misma, es decir, siendo presencia
a sí misma y nO sólo sí-misma, lo q u e implica q u e n a d a existe en
la conciencia q u e n o sea conciencia d e existir y que, en consecuencia,
n a d a exterior a la conciencia p u e d e m o t i v a r l a ; p o r último, siendo
trascendente, es decir, n o algo q u e primeramente sea p a r a po-
nerse después en relación con tal o cual fin, sino, al contrario, u n
ser q u e es originariamente pro-yecto, es decir, q u e se define por
su fin.
Así, n o e n t e n d e m o s referirnos en m o d o a l g u n o a algo arbitrario
o caprichoso: u n existente que, c o m o conciencia, está necesariamente
s e p a r a d o d e todos los otros, p u e s éstos sólo están e n conexión con él
en la m e d i d a en q u e son para él; q u e decide de su p a s a d o en f o r m a
d e tradición a la luz d e su f u t u r o , en vez d e dejarse p u r a y simple-
m e n t e d e t e r m i n a r su presente; y q u e se h a c e a n u n c i a r lo q u e él
mismo es p o r otra cosa que él mismo, es decir, por u n f i n q u e él n o
es, sino q u e es p r o y e c t a d o p o r él del otro l a d o del m u n d o ; h e ahí
lo q u e llamamos u n existente libre. Esto n o significa en m o d o alguno
q u e sea libre d e l e v a n t a r m e o de sentarme, d e e n t r a r o d e salir, de
h u i r o d e a f r o n t a r el peligro, si se entiende p o r libertad u n a p u r a
contingencia caprichosa, ilegal, g r a t u i t a e incomprensible. P o r cierto,
c a d a u n o d e mis actos, hasta el m e n o r d e ellos, es e n t e r a m e n t e libre,
en el sentido q u e a c a b a m o s d e precisar; p e r o eso n o significa q u e
p u e d a ser u n a c t o cualquiera, ni siquiera q u e sea imprevisible. E m -
pero, se dirá, si n o se lo p u e d e c o m p r e n d e r ni a p a r t i r del estado del
m u n d o ni a p a r t i r del c o n j u n t o de m i p a s a d o t o m a d o c o m o cosa
irremediable, ¿ c ó m o es posible q u e n o sea gratuito? Veámoslo m e j o r .
P a r a la opinión corriente, ser libre n o significa solamente elegir-
se. L a elección se llama libre si es tal q u e hubiera p o d i d o ser otra.
H e salido d e excursión con u n o s c a m a r a d a s . Al c a b o d e varias horas
fie m a r c h a , a u m e n t a m i f a t i g a y a c a b a p o r hacerse m u y penosa.
Al p r i n c i p i o resisto y después, d e pronto, m e d e j o ir, cedo, a r r o j o
mi saco al borde del c a m i n o y m e d e j o caer j u n t o a él. Se m e
r e p r o c h a r á m i a c t o y se e n t e n d e r á p o r ello q u e yo e r a libre, es decir,
n o sólo q u e n a d a ni n a d i e h a d e t e r m i n a d o m i acto, sino q u e h u b i e r a
p o d i d o resistir m á s a m i fatiga, h a c e r c o m o mis c o m p a ñ e r o s d e ca-
m i n o y a g u a r d a r el f i n d e la e t a p a p a r a descansar. M e d e f e n d e r é
diciendo q u e estaba demasiado cansado. ¿ Q u i é n tiene razón? O , m á s
bien, ¿ n o se h a establecido el d e b a t e sobre bases erróneas? N o cabe
d u d a de q u e h u b i e r a p o d i d o o b r a r de o t r o m o d o , p e r o el p r o b l e m a
rio reside en ello. D e b e r í a m á s bien formularse así: ¿ p o d í a yo o b r a r
de o t r o m o d o sin m o d i f i c a r sensiblemente la totalidad orgánica d e
los proyectos q u e soy, o bien el h e c h o de resistir a m i fatiga, en vez
d e q u e d a r c o m o u n a p u r a modificación local y accidental d e m i com-
portamiento, n o p u e d e producirse sino gracias a u n a t r a n s f o r m a c i ó n
radical d e m i ser-en-el-mundo, transformación, p o r otra parte, po-
sible? E n otros t é r m i n o s : h u b i e r a p o d i d o o b r a r d e o t r o m o d o , sea;
p e r o ¿a qué precio?
A esta p r e g u n t a vamos a responder p r i m e r o p o r u n a descrip-
ción teórica, q u e nos p e r m i t i r á c a p t a r el principio de nuestra tesis.
Veremos después si la realidad concreta n o se m u e s t r a m á s c o m -
p l e j a y si, sin c o n t r a d e c i r los resultados d e nuestra indagación teó-
rica, n o nos c o n d u c i r á a hacerla m á s flexible y rica.
Notemos, a n t e todo, q u e la fatiga p o r sí m i s m a n o p o d r í a p r o -
vocar m i decisión. L a fatiga n o es — c o m o hemos visto con m o t i v o
del dolor físico— sino la m a n e r a en q u e yo existo m i cuerpo. N o
es p r i m a r i a m e n t e o b j e t o de u n a conciencia posicional, sino q u e es
la facticidad m i s m a d e m i conciencia. Así, pues, si m a r c h o p o r el
c a m p o , lo q u e se m e revela es el m u n d o en torno, y éste es el objeto
d e m i conciencia, aquello q u e transciendo h a c i a posibilidades q u e
ine son propias, como, p o r ejemplo, las d e llegar al a t a r d e c e r al
p u n t o q u e m e h a b í a f i j a d o d e a n t e m a n o . Sólo que, en la m e d i d a
e n q u e c a p t o ese paisaje con mis ojos, q u e despliegan las distancias;
con mis piernas, q u e t r e p a n las cuestas h a c i e n d o a p a r e c e r y desapa-
recer así nuevos espectáculos y obstáculos nuevos; con m i espalda,
q u e lleva la mochila, tengo u n a conciencia no-posicional ( d e ) este
c u e r p o — q u e regula mis relaciones con el m u n d o y q u e significa m i
c o m p r o m e t i m i e n t o en el m u n d o — en f o r m a de fatiga. O b j e t i v a m e n -
te, y en correlación con esa conciencia no-tética, las rutas se revelan
corno interminables, las cuestas c o m o más duras, el sol c o m o m á s
ardiente, etc. P e r o no pienso todavía m i í a t i g a ; n o la c a p t o c o m o
cuasi-objeto de m i reflexión. Sin embargo, llega u n m o m e n t o en q u e
t r a t o de considerarla y r e c u p e r a r l a : de esta intención misma será
preciso d a r u n a interpretación. Tomémosla, entre tanto, por lo que
es. N o es aprehensión contemplativa de mi f a t i g a : c o m o hemos visto
con motivo del dolor, yo padezco m i fatiga. Es decir, q u e u n a con-
ciencia reflexiva se dirige sobre mi fatiga p a r a vivirla y conferirle
u n valor y u n a relación práctica c o n m i g o mismo. Sólo en este p l a n o
la fatiga se m e a p a r e c e r á c o m o soportable o intolerable. N o será
j a m á s n a d a de eso por sí misma, sino q u e el Para-sí reflexivo, al sur-
gir, p a d e c e la fatiga c o m o intolerable. A q u í se p l a n t e a la cuestión
esencial: mis c o m p a ñ e r o s d e c a m i n o están en t a n b u e n a salud c o m o
yo; están p r á c t i c a m e n t e t a n e n t r e n a d o s c o m o yo; d e suerte que, a u n -
q u e n o sea posible comparar acaecimientos psíquicos q u e se des-
arrollan en subjetividades diferentes, concluyo por lo c o m ú n — y los
testigos concluyen t a m b i é n , según lá consideración objetiva de nues-
tros c u e r p o s - p a r a - o t r o — q u e ellos están casi " t a n f a t i g a d o s c o m o
yo". ¿A q u é se debe, entonces, q u e padezcan su fatiga de otro m o d o ?
Se dirá q u e la diferencia proviene de q u e "soy u n f l o j o " y ellos n o
lo son. Pero, a u n q u e esta apreciación tenga un alcance p r á c t i c o in-
negable y p u e d a contarse con ella c u a n d o se t r a t e d e decidir si se
m e invitará o n o a otra excursión, n o p u e d e satisfacernos en n u e s t r o
caso. C o m o hemos visto, en efecto, ser ambicioso es proyectar c o n -
quistar u n t r o n o u honores, n o es algo dado q u e impulse a la c o n -
quista, sino q u e es la conquista m i s m a . A n á l o g a m e n t e , "ser f l o j o "
n o p u e d e ser algo d a d o de h e c h o ; n o es sino u n n o m b r e a p l i c a d o
al, m o d o en q u e padezco' m i fatiga. Luego, si q u i e r o c o m p r e n d e r
en q u é condiciones p u e d o p a d e c e r u n a fatiga c o m o intolerable, n o
conviene dirigirse a p r e t e n d i d o s datos d e hecho, q u e m u e s t r a n ser
n a d a m á s q u e u n a elección; es menester e x a m i n a r la elección m i s m a
y ver si n o se explica según la perspectiva d e u n a elección m á s a m -
plia, en q u e se integre c o m o estructura secundaria. E n efecto, si
interrogo a u n o de los compañeros, m e explicará q u e c i e r t a m e n t e
está fatigado, p e r o q u e él ama su f a t i g a : se a b a n d o n a a ella corno
a u n b a ñ o ; le p a r e c e en cierto m o d o el i n s t r u m e n t o privilegiado p a r a
descubrir el m u n d o q u e lo rodea, p a r a a d a p t a r s e a la rudeza r o c a -
llosa de los caminos, p a r a descubrir el valor " m o n t a ñ o s o " d e las
cuestas; así también, esa leve insolación d e su n u c a , ese leve z u m b i d o
en sus oídos, le p e r m i t i r á n realizar u n c o n t a c t o directo c o n el sol.
Y el sentimiento del esfuerzo es p a r a él el del cansancio vencido.
Pero, c o m o su fatiga n o es otra cosa q u e la pasión q u e él soporta
para q u e existan al m á x i m o el polvo de los caminos, las q u e m a d u r a s
del sol y la r u d e z a de las rutas, su esfuerzo, o sea esa suave f a m i l i a -
ridad con la fatiga q u e él a m a , a la cual se a b a n d o n a y a la que,
empero, dirige, se d a c o m o u n a m a n e r a d e apropiarse d e la m o n -
t a ñ a , de padecerla hasta el e x t r e m o y ser su vencedor. V e r e m o s e n
nuestro p r ó x i m o capítulo el sentido de la p a l a b r a " t e n e r " y en q u é
m e d i d a hacer es el m e d i o de apropiarse. Así, la f a t i g a d e m i c o m -
p a ñ e r o es vivida en u n proyecto m á s vasto d e c o n f i a d o a b a n d o n o
a la naturaleza, de consentida pasión p a r a q u e ella exista al m á x i m o
y, al m i s m o tiempo, d e d o m i n a c i ó n suave y d e apropiación. Sólo
en y p o r ese proyecto p o d r á comprenderse la f a t i g a y t e n d r á u n a
significación p a r a él. P e r o esta significación y ese proyecto m á s vasto
y p r o f u n d o son a ú n unselbststandig de por sí. N o se bastan a sí
mismos; p u e s suponen, precisamente, u n a relación p a r t i c u l a r de m i
c o m p a ñ e r o con su c u e r p o p o r u n a p a r t e y con las cosas p o r otra. Es
fácilmente comprensible, en efecto, .que hay t a n t a s m a n e r a s d e existir
el p r o p i o c u e r p o c o m o Para-síes hay, a u n q u e , n a t u r a l m e n t e , ciertas
estructuras originarias sean invariables y constituyan en c a d a cual la
r e a l i d a d - h u m a n a ; nos o c u p a r e m o s en otro lugar d e lo q u e se h a
l l a m a d o i m p r o p i a m e n t e la relación entre individuo y especie y d e las
condiciones d e u n a v e r d a d universal. P o r el m o m e n t o , p o d e m o s com-
prender, p o r mil acaecimientos insignificantes, q u e hay, por ejemplo,
cierto tipo d e h u i d a a n t e la facticidad, consistente p r e c i s a m e n t e en
a b a n d o n a r s e a ella, es decir, en suma, a r e t o m a r l a con c o n f i a n z a y
a m a r l a p a r a i n t e n t a r recuperarla. Este proyecto originario d e recu-
peración es, pues, cierta elección q u e el Para-sí hace d e sí m i s m o en,
presencia del p r o b l e m a del ser. Su proyecto sigue siendo u n a nihi-
lización, p e r o es u n a nihilización q u e se vuelve sobre el en-sí al q u e
nihiliza y q u e se t r a d u c e p o r u n a valoración singular de la f a c t i c i d a d .
Es lo q u e expresan especialmente las mil conductas llamadas de
abandono. A b a n d o n a r s e a la fatiga, al calor, al h a m b r e y a la sed,
dejarse caer con voluptuosidad en u n a silla o en u n lecho, relajarse,
tratar de hacerse u n o beber por el p r o p i o cuerpo, n o ya a los ojos
de otro, c o m o en el masoquismo, sino en la soledad original del
Para-sí: todos estos c o m p o r t a m i e n t o s .no consienten j a m á s limitarse
a sí mismos, y es algo q u e c i e r t a m e n t e sentimos, puesto que, en otro,
resultan irritantes o atrayentes: su condición es u n proyecto inicial
d e recuperación del cuerpo, es decir, u n a tentativa de solución del
p r o b l e m a del absoluto (del En-sí-para-sí). Esta f o r m a inicial p u e d e
limitarse a u n a tolerancia p r o f u n d a d e la f a c t i c i d a d : el proyecto d e
"hacerse c u e r p o " significará entonces u n a b a n d o n o feliz a mil pe-
q u e ñ a s gulas pasajeras, a mil m e n u d o s deseos, a mil debilidades. R e -
cuérdese, e& el U lises de Joyce, al señor Bloom, q u e huele con
fruición, m i e n t r a s satisface necesidades naturales, "el olor í n t i m o q u e
sube desde a b a j o de él". P e r o p u e d e t a m b i é n — y tal es el caso d e
m i c o m p a ñ e r o — que, p o r el c u e r p o y p o r la complacencia p a r a
con el cuerpo, el Para-sí b u s q u e r e c u p e r a r la totalidad d e lo no-cons-
ciente, es decir, t o d o el universo en t a n t o q u e c o n j u n t o de cosas
materiales. E n tal caso, la síntesis del en-sí con el para-sí d e ese
m o d o buscada será la síntesis cuasi-panteísta de la totalidad del en-sí
con el para-sí q u e lo recupera. E l c u e r p o es allí i n s t r u m e n t o d e l a 1
síntesis: se p i e r d e en la fatiga, p o r ejemplo, p a r a q u e ese en-sí exista
al m á x i m o . Y , c o m o es el c u e r p o existido p o r el para-sí c o m o suyo,
esa pasión del c u e r p o coincide, p a r a el para-sí, con el proyecto d e
" h a c e r existir" al en-sí. El c o n j u n t o de esta a c t i t u d — q u e es la d e
u n o d e mis c o m p a ñ e r o s d e camino—• p u e d e traducirse p o r el senti-
m i e n t o oscuro d e u n a especie d e misión: hace esa excursión p o r q u e
la m o n t a ñ a q u e va a escalar y los bosques q u e v a a atravesar existen;
él tiene la misión d e ser a q u e l p o r quien el sentido d e aquéllos será
m a n i f e s t a d o . C o n ello, i n t e n t a ser aquel q u e los f u n d a en existencia.
V o l v e r e m o s en nuestro p r ó x i m o capítulo sobre esta relación a p r o -
piativa del para-sí con el m u n d o , pues n o disponemos a ú n de los
élementos necesarios p a r a elucidarla p l e n a m e n t e . L o q u e p a r e c e evi-
dente, en t o d o caso, después d e nuestro análisis, es q u e la m a n e r a en
q u e m i c o m p a ñ e r o padece su fatiga exige necesariamente, p a r a ser
c o m p r e n d i d a , u n análisis regresivo q u e nos c o n d u c e h a s t a u n p r o -
yecto inicial. Este proyecto q u e hemos esbozado, ¿es esta vez selbsts-
tandig? Por cierto q u e sí, y es fácil convencerse: en efecto, hemos
alcanzado, de regresión en regresión, la relación original q u e el p a r a -
sí elige con su facticidad y con el m u n d o . P e r o esa relación original
n o es n a d a m á s q u e el ser-en-el-mundo m i s m o del para-sí en t a n t o
q u e ese ser-en-el-mundo es elección: es decir, q u e hemos a l c a n z a d o
él t i p o original d e nihilización p o r el cual el para-sí tiene-de-ser su
p r o p i a n a d a . P a r t i e n d o d e aquí, n i n g u n a interpretación p u e d e inten-
tarse, pues s u p o n d r í a implícitamente el ser-en-el-mundo del para-sí,
c o m o todas las demostraciones q u e del Postulado d e Euclides se h a n
i n t e n t a d o suponían implícitamente la adopción de ese postulado.
Siendo así, si aplico el mismo m é t o d o p a r a i n t e r p r e t a r la m a n e r a
en q u e yo p a d e z c o m i fatiga, c a p t a r é a n t e t o d o en m í u n a descon-
fianza p a r a con m i c u e r p o — p o r ejemplo—, u n a m a n e r a d e n o q u e -
rer " h a c e r con é l . . . " , de tenerlo en n a d a , q u e es simplemente u n o
de los m u c h o s modos posibles p a r a m í de existir mi cuerpo. Descu-
briré sin dificultad u n a desconfianza análoga con respecto al en-sí, y,
por ejemplo, u n proyecto original d e r e c u p e r a r por medio de lo;
otros el en-sí al cual nihilizo, lo q u e m e remite a u n o de los proyectos
iniciales q u e e n u m e r á b a m o s en la p a r t e precedente. Entonces, m i
fatiga, en vez d e ser p a d e c i d a "con soltura", será a p r e h e n d i d a " c o n
rigidez", c o m o u n f e n ó m e n o i m p o r t u n o d e q u e quiero librarme, y
ello, simplemente, p o r q u e e n c a r n a m i c u e r p o y m i contingencia b r u t a
en m e d i o del m u n d o , c u a n d o m i proyecto es hacer salvar m i c u e r p o
y m i presencia e n el m u n d o p o r las m i r a d a s del otro. Y o también
soy remitido a m i proyecto original, es decir, a m i ser-en-el-mundo
en t a n t o q u e este ser es elección.
N o se nos oculta hasta q u é p u n t o d e j a q u e desear el m é t o d o
de este análisis. Pero, en este dominio, t o d o está p o r h a c e r : se trata,
en efecto, de extraer las significaciones implicadas p o r u n acto — p o r
todo a c t o — y pasar de ahí a significaciones m á s ricas y p r o f u n d a s ,
hasta e n c o n t r a r la significación q u e n o implica ya otra a l g u n a y q u e
n o remite sino a sí misma. Esta dialéctica regresiva es p r a c t i c a d a
de m o d o espontáneo p o r la mayoría de la g e n t e ; hasta p u e d e veri-
ficarse que, en el conocimiento d e sí mismo o del prójimo, se d a
u n a comprensión espontánea de la j e r a r q u í a d e las interpretaciones.
U n gesto remite a u n a Weltanschauung, y sentimos que es así.
Pero nadie h a i n t e n t a d o extraer sistemáticamenW las significaciones
implicadas p o r u n acto. U n a sola escuela h a p a r t i d o de la misma
evidencia originaria q u e nosotros: la escuela f r e u d i a n a . P a r a F r e u d ,
c o m o p a r a nosotros, u n acto n o p u e d e limitarse a sí m i s m o : remite
i n m e d i a t a m e n t e a estructuras m á s p r o f u n d a s . Y el psicoanálisis es
el m é t o d o que permite explicitar esas estructuras. F r e u d se p r e g u n t a ,
c o m o nosotros, en q u é condiciones es posible q u e tal o cual persona
haya c u m p l i d o tal o cual acción particular. Y, c o m o nosotros, se
niega a i n t e r p r e t a r la acción p o r el m o m e n t o antecedente, es decir,
a concebir u n determinismo psíquico horizontal. E l acto le p a r e c e
simbólico, es decir, le parece t r a d u c i r u n deseo m á s p r o f u n d o , q u e
n o p o d r í a interpretarse a su vez sino p a r t i e n d o d e u n a determinación
inicitfl de la libido del sujeto. Sólo q u e F r e u d p r o c u r a constituir
así u n determinismo vertical. Además, p o r este sesgo, su concep-
ción remitirá necesariamente al p a s a d o del sujeto. L a afectividad,
p a r a él, está en la base del acto en f o r m a d e tendencias psicofisio-
lógicas. Pero esta afectividad es originariamente, en c a d a u n o d e
nosotros, u n a tabla rasa: las circunstancias exteriores y, p a r a decirlo
de u n a vez, la historia del sujeto, decidirán si tal o cual tendencia
se f i j a r á sobre tal o cual objeto. L a situación del n i ñ o en m e d i o de
su familia d e t e r m i n a r á en él el nacimiento del c o m p l e j o de E d i p o :
en otras sociedades, compuestas de familias de otro tipo — c o m o se
h a notado, p o r ejemplo, entre los primitivos de las islas de Coral
del Pacífico—, ese complejo n o p u e d e formarse. Además, también
circunstancias exteriores decidirán si, en la e d a d puberal, ese com-
p l e j o se " l i q u i d a r á " o p e r m a n e c e r á , al contrario, c o m o polo de la
vida sexual. D e tal m o d o , y p o r intermedio de la historia, el deter-
m i n i s m o vertical de F r e u d p e r m a n e c e c e n t r a d o en u n determinismo
horizontal. Por cierto, u n acto simbólico expresa u n deseo subya-
cente y coetáneo, así c o m o este deseo manifiesta u n c o m p l e j o más
p r o f u n d o , en la u n i d a d de u n m i s m o proceso psíquico; p e r o n o por
eso el c o m p l e j o d e j a de preexistir a su realización simbólica, y es
el p a s a d o quien lo h a constituido tal cual es, según conexiones clá-
sicas : transferencia, condensación, etc., q u e encontramos mencionadas
n o sólo en el psicoanálisis sino en todas las tentativas de reconstruc-
ción determinista de la vida psíquica. E n consecuencia, la dimensión
del f u t u r o n o existe p a r a el psicoanálisis. L a realidad h u m a n a pierde
u n o de sus ék-stasis y debe interpretarse ú n i c a m e n t e p o r u n a regresión
hacia el p a s a d o p a r t i e n d o del presente. Al m i s m o tiempo, las estruc-
turas f u n d a m e n t a l e s del sujeto, q u e son significadas p o r sus actos, n o
son significadas para él, sino p a r a u n testigo objetivo q u e usa m é t o -
dos discursivos p a r a explicitar esas significaciones. N o se otorga al
sujeto n i n g u n a comprensión preontológica de sus actos. Y esto se
c o m p r e n d e fácilmente, puesto que, pese a todo, esos actos n o son
sino u n efecto del p a s a d o — q u e , p o r principio está f u e r a de alcan-
ce—, en vez de t r a t a r de inscribir su objetivo en el f u t u r o .
Así, debemos limitarnos a inspirarnos en el método psicoanalí-
tico, es decir, debemos i n t e n t a r extraer las significaciones d e u n acto
p a r t i e n d o del principio d e q u e toda acción, p o r insignificante q u e
sea, n o es el simple efecto del estado psíquico anterior y n o d e p e n d e
d e u n determinismo lineal, sino que, al contrario, se integra c o m o
estructura secundaria en estructuras globales y, finalmente, en la
totalidad q u e soy. Si no, debería c o m p r e n d e r m e o c o m o u n f l u j o
horizontal de fenómenos c a d a u n o de los cuales está condicionado
en exterioridad p o r el precedente, o c o m o u n a sustancia q u e sustenta
<1 fluir, carente de sentido, de sus modos. A m b a s concepciones nos
llevarían a c o n f u n d i r el para-si con el en-sí. Pero, si a c e p t a m o s el
m é t o d o del psicoanálisis — y volveremos a m p l i a m e n t e sobre ello en
el capítulo siguiente—, debemos aplicarlo en sentido inverso. En
efecto, concebimos t o d o acto c o m o f e n ó m e n o comprensible y recha-
zamos, c o m o F r e u d , el " a z a r " determinista. Pero, en vez d e com-
p r e n d e r el f e n ó m e n o a p a r t i r del pasado, concebimos el acto com-
prensivo c o m o u n r e t o r n o del f u t u r o hacia el presente. L a m a n e r a
en q u e padezco m i f a t i g a n o d e p e n d e en m o d o a l g u n o del azar de
la cuesta q u e estoy escalando o de la n o c h e m á s o menos agitada
q u e he p a s a d o : estos factores p u e d e n contribuir a constituir m i fati-
ga, pero n o la m a n e r a en q u e la padezco. Pero nos negamos a ver
en ella, con u n discípulo de Adler, u n a expresión del complejo d e
inferioridad, p o r ejemplo, en el sentido de q u e este c o m p l e j o sea u n a
formación anterior. Q u e cierta m a n e r a rabiosa y rígida d e luchar
contra la fatiga p u e d a expresar lo que se llama u n c o m p l e j o de in-
ferioridad, n o lo negarnos. Pero el p r o p i o c o m p l e j o d e inferioridad
es u n proyecto de m i propio para-sí en el m u n d o en presencia
fiel O t r o . C o m o tal, es siempre t r a n s c e n d e n t e ; y, c o m o tal, m a n e r a
de elegirse. Esta inferioridad c o n t r a la cual l u c h o y que, empero,
reconozco, h a sido elegida p o r mí desde el origen; sin d u d a , está
significada por mis diversas " c o n d u c t a s de fracaso", pero precisa-
m e n t e n o es n a d a m á s q u e la totalidad organizada de mis conductas
de fracaso, c o m o plan proyectado, c o m o presupuesto general de m i
ser, y cada c o n d u c t a de fracaso es de por sí trascendente, ya q u e
yo trasciendo c a d a vez lo real hacia mis posibilidades: ceder a la
fatiga, por ejemplo, es trascender el c a m i n o q u e he de a n d a r , cons-
tituyéndole el sentido de " c a m i n o d e m a s i a d o difícil de recorrer". Es
imposible considerar seriamente el c o m p l e j o de inferioridad sin de-
terminarlo a p a r t i r del f u t u r o y de mis posibilidades. A u n c o m p r o -
baciones c o m o la d e q u e "soy feo", "soy tonto", etc., son, por
naturaleza, anticipaciones. N o se trata de la p u r a comprobación d e
m i fealdad, sino de la captación del coeficiente d e adversidad q u e
presentan las m u j e r e s o la sociedad a mis empresas. Y ello n o p o d r í a
descubrirse sino p o r y en la elección de esas empresas. Así, el com-
p l e j o de inferioridad es proyectó libre y global de m í mismo c o m o
inferior a n t e el otro; es la m a n e r a en q u e elijo asumir m i ser-para-
o t r o ; la solución libre q u e doy a la existencia del otro, ese escándalo
insuperable. Así, h a n de comprenderse mis reacciones d e inferioridad
y mis conductas de fracaso a p a r t i r del libre esbozo de m i "inferioridad
c o m o elección d e m í m i s m o en el m u n d o . Concedemos a los psico-
analistas q u e t o d a reacción h u m a n a es, a priori, comprensible. Pero
les r e p r o c h a m o s h a b e r desconocido precisamente esta "comprensi-
bilidad" inicial al i n t e n t a r explicar la reacción considerada p o r m e -
dio d e u n a reacción anterior, lo q u e r e i n t r o d u c e el m e c a n i s m o causal:
la comprensión debe definirse d e otro m o d o . Es comprensible t o d a
acción c o m o proyecto de sí mismo hacia u n posible. Es c o m p r e n -
sible, a n t e todo, en t a n t o q u e ofrece u n c o n t e n i d o racional inmedia-
t a m e n t e c a p t a b l e —deposito m i mochila en el suelo para descansar
u n instante—, es decir, e n t a n t o q u e c a p t a m o s i n m e d i a t a m e n t e el
posible p r o y e c t a d o y el fin a p u n t a d o p o r ella. Es comprensible, ade-
más, en c u a n t o el posible considerado remite a otros posibles, éstos
a otros, y así sucesivamente hasta la ú l t i m a posibilidad q u e soy. Y
la comprensión se opera en dos sentidos inversos: p o r u n psicoaná-
lisis regresivo se r e m o n t a del acto considerado hasta m i posible úl-
t i m o ; p o r u n a progresión sintética, desde este posible ú l t i m o vuelve
a descenderse h a s t a el a c t o e n c a r a d o y se c a p t a su integración en
la f o r m a total.
Esta f o r m a , a la q u e d e n o m i n a m o s nuestra posibilidad ú l t i m a ,
n o es un posible entre otros •—así f u e r e , c o m o lo quiere Heidegger, la
posibilidad de m o r i r o de " n o realizar ya u n a presencia en el m u n -
d o " — . T o d a posibilidad singular, en efecto, se articula en u n con-
j u n t o . Al contrario, la posibilidad ú l t i m a h a de ser concebida c o m o
la síntesis u n i t a r i a de todos nuestros posibles actuales: c a d a u n o d e
estos posibles reside en la posibilidad ú l t i m a en estado indiferenciado,
hasta q u e u n a circunstancia p a r t i c u l a r venga a ponerlo d e relieve
sin suprimir p o r eso su pertenencia a la totalidad. H e m o s señalado,
en efecto, en nuestra segunda p a r t e 1 , q u e la aprehensión perceptiva
de u n o b j e t o cualquiera se hace sobre fondo de mundo. C o n ello
entendíamos q u e lo q u e los psicólogos suelen l l a m a r " p e r c e p c i ó n "
n o p u e d e limitarse a los objetos p r o p i a m e n t e "vistos", "oídos", etc.,
en cierto instante, sino q u e los objetos considerados remiten p o r i m -
plicaciones y significaciones diversas a la totalidad del existente e n sí
a partir de la cual son aprehendidos. Así, n o es cierto q u e yo pase
sucesivamente d e esta mesa a la pieza en q u e estoy, y luego, saliendo,
d e ahí al vestíbulo, a la escalera, a la calle, p a r a concebir f i n a l m e n t e ,
c o m o resultado d e u n paso al límite, el m u n d o c o m o la s u m a d e
todos los existentes. M u y al contrario, n o p u e d o percibir u n a cosa-

1
Segunda parte, cap. III.
utensilio cualquiera si no es partiendo d e la totalidad absoluta d e
todos los existentes, pues m i ser primero es ser-en-el-mundo. Así,
encontramos en las cosas, en t a n t o que hay cosas p a r a el hombre,
un p e r p e t u o llamado hacia la integración, q u e nos h a c e descender,
para captarlas, desde la integración total, inmediatamente realizada,
liasta tal o cual estructura singular, q u e se interpreta sólo por rela-
ción con esa totalidad. P e r o si, por otra parte, hay u n m u n d o , se
debe a que surgimos al m u n d o de u n a vez y en totalidad. E n efecto,
hemos señalado, en el mismo capítulo dedicado a la transcendencia,
que el en-sí no es capaz por sí solo de n i n g u n a u n i d a d m u n d a n a .
Pero nuestro surgimiento es u n a pasión, en el sentido d e q u e nos
perdernos en la nihilización p a r a que el m u n d o exista. Así, el fenó-
m e n o primero del ser en el m u n d o es la relación originaria entre
la totalidad del en-sí o m u n d o y m i propia totalidad destotalizada:
me elijo íntegramente en el m u n d o íntegro. Y, así como vengo del
m u n d o a u n "esto" particular, vengo de mí mismo, como totalidad
destotalizada, al esbozo de u n a de mis posibilidades singulares, puesto
que n o p u e d o captar u n "esto" particular sobre f o n d o de m u n d o sino
con ocasión de u n proyecto particular de m í mismo. Pero, en este
caso, así como n o p u e d o c a p t a r tal o cual "esto" sino sobre f o n d o
de m u n d o , trascendiéndolo hacia tal o cual posibilidad, así t a m p o c o
p u e d o proyectarme allende el "esto" fiacia tal o cual posibilidad sino
sobre f o n d o de m i posibilidad última y total. Así, m i última y total
posibilidad como integración originaria de todos mis posibles singu-
lares, y el m u n d o como la totalidad que viene a los existentes p o r m i
surgimiento al ser, son dos nociones rigurosamente correlativas. N o
p u e d o percibir el martillo (es decir, esbozar el "martillar") sino sobre
f o n d o de m u n d o ; pero, recíprocamente, n o p u e d o esbozar el a c t o d e
"martillar" sino sobre f o n d o d e la totalidad d e mí mismo y a p a r t i r
de ella.
Así, hemos e n c o n t r a d o el acto f u n d a m e n t a l de libertad: y este
a c t o d a su sentido a la acción particular que p u e d o considerar en
u n m o m e n t o d a d o ; ese acto, constantemente renovado, n o se distin-
gue d e m i ser; es elección de mí mismo en el m u n d o y, al mismo
tiempo, descubrimiento del m u n d o . Esto nos permite evitar el escollo
del inconsciente que el psicoanálisis encontraba desde su p u n t o d e
partida. E n efecto: si n a d a hay en la conciencia que no sea con-
ciencia de ser, se nos podría objetar, es menester q u e esa elección
f u n d a m e n t a l sea elección consciente; ¿y puede usted a f i r m a r ser
consciente, c u a n d o cede a la fatiga, de todas las implicaciones q u e
tal aofó s u p o n e ? R e s p o n d e r e m o s q u e somos p e r f e c t a m e n t e conscien-
tes d e ellas. Sólo q u e esta c o n c i e n c i a m i s m a d e b e t e n e r p o r límite
la e s t r u c t u r a d e la Conciencia en general y d e la elección q u e hacemos..
E n lo q u e c o n c i e r n e a esta ú l t i m a , h a de insistirse en el h e c h o
d e q u e n o se t r a t a , e n m o d o a l g u n o , d e u n a elección d e l i b e r a d a . Y
ello n o p o r q u e sea menos consciente o menos explícita q u e u n a d e -
l i b e r a c i ó n ; sino, al c o n t r a r i o , p o r q u e es el f u n d a m e n t o d e t o d a deli-
b e r a c i ó n y, c o m o lo h e m o s visto, u n a d e l i b e r a c i ó n r e q u i e r e u n a
i n t e r p r e t a c i ó n a p a r t i r d e u n a elección o r i g i n a r i a . E s preciso, pues,
d e f e n d e r s e c o n t r a la ilusión q u e h a c e d e la l i b e r t a d original u n a
posición d e motivos y d e móviles c o m o objetos, y d e s p u é s u n a decisión
a p a r t i r de estos móviles y motivos. M u y p o r el c o n t r a r i o , desde q u e
h a y m o t i v o y móvil, es decir, a p r e c i a c i ó n d e las cosas y e s t r u c t u r a s
del m u n d o , h a y ya posición de los fines y, p o r consiguiente, elección.
P e r o esto n o significa q u e la elección p r o f u n d a sea i n c o n s c i e n t e ; se
i d e n t i f i c a con la conciencia q u e t e n e m o s d e nosotros mismos. E s t a
c o n c i e n c i a , c o m o es sabido, sólo p u e d e ser n o - p o s i c i o n a l : es c o n c i e n -
cia-nosotros, p u e s t o q u e n o se distingue d e n u e s t r o ser. Y, c o m o
n u e s t r o ser es p r e c i s a m e n t e n u e s t r a elección originaria, la conciencia
( d e ) elección es i d é n t i c a a la conciencia q u e t e n e m o s ( d e ) nosotros.
Es m e n e s t e r ser consciente p a r a elegir y es m e n e s t e r elegir p a r a set
consciente. Elección y conciencia son u n a y la m i s m a cosa. Es lo
q u e h a n s e n t i d o m u c h o s psicólogos c u a n d o d e c l a r a b a n q u e la c o n -
ciencia "es selección". Pero, p o r n o h a b e r r e d u c i d o esta selección
a su f u n d a m e n t o ontológico, p e r m a n e c i e r o n en u n t e r r e n o e n q u e
la selección a p a r e c í a c o m o u n a f u n c i ó n g r a t u i t a d e u n a conciencia,
p o r o t r a p a r t e , sustancial. Es, e n p a r t i c u l a r , lo q u e p o d r í a r e p r o -
c h a r s e a Bergson. Pero, si está b i e n establecido q u e la conciencia
es nihilización, se c o m p r e n d e r á q u e el t e n e r c o n c i e n c i a d e nosotros
m i s m o s ' y el e s c o g e m o s a nosotros mismos es u n a y la m i s m a cosa.
E s t o explica las d i f i c u l t a d e s q u e los moralistas c o m o G i d e h a n en-
c o n t r a d o c u a n d o q u e r í a n d e f i n i r la p u r e z a d e los sentimientos. ¿ Q u é
diferencia hay — p r e g u n t a b a Gide 1 — entre u n sentimiento querido
y u n s e n t i m i e n t o experimentado? A decir verdad, no hay n i n g u n a :
" q u e r e r a m a r " y a m a r se i d e n t i f i c a n , p u e s t o q u e a m a r es elegirse
u n o m i s m o c o m o a m a n t e t o m a n d o concienci i d e a m a r . Si el «ádo?
es libre, es elección. H e m o s s e ñ a l a d o lo b a s t a n t e — e n p a r t i c u l a r
e n el c a p í t u l o a c e r c a d e la T e m p o r a l i d a d — q u e el cogito c a r t e s i a n o

1
Journal des faux monnayeurs.
K quiere ser a m p l i a d o . D e h e c h o , c o m o h e m o s visto, t o m a r c o n c i e n c i a
( d e ) sí n o significa n u n c a t o m a r conciencia del i n s t a n t e , p u e s el
instante n o es sino u n a c o n c e p c i ó n m e n t a l 2 y, a u n si el i n s t a n t e
existiera, u n a c o n c i e n c i a q u e se c a p t a r a a sí m i s m a e n el i n s t a n t e n o
c a p t a r í a ya nada. N o p u e d o t o m a r c o n c i e n c i a d e m í sino c o m o tal
h o m b r e c o m p r o m e t i d o e n tal o c u a l e m p r e s a , c o n t a n d o c o n t a l o c u a l
éxito, t e m i e n d o tal o c u a l r e s u l t a d o , y, p o r el c o n j u n t o d e estas a n t i -
< ¡paciones, e s b o z a n d o su p r o p i a figura í n t e g r a . Y así m e c a p t o ,
e f e c t i v a m e n t e , e n este m o m e n t o e n q u e escribo; n o soy la s i m p l e
i onciencia p e r c e p t i v a d e m i m a n o q u e t r a z a signos sobre el p a p e l ;
esioy m u y p o r d e l a n t e de esta m a n o , h a s t a la t e r m i n a c i ó n del libro
v b a s t a la significación del libro — y d e la a c t i v i d a d filosófica en
e e n e r a l — e n m i v i d a ; y en el m a r c o d e este proyecto, es decir, e n
el m a r c o d e lo q u e soy, se i n s e r t a n ciertos proyectos h a c i a posibili-
d a d e s m á s restringidas, c o m o las d e e x p o n e r tal o c u a l idea d e tal
o c u a l m a n e r a , o cesar d e escribir u n m o m e n t o , u h o j e a r u n a o b r a
en q u e b u s c o tal o cual r e f e r e n c i a , etc. Sólo q u e sería e r r ó n e o creer
q u e a esa elección global c o r r e s p o n d a u n a c o n c i e n c i a a n a l í t i c a y
d i f e r e n c i a d a . M i p r o y e c t o ú l t i m o e inicial — p u e s es las dos cosas a
la v e z — es siempre, c o m o v e r e m o s , el esbozo d e u n a solución al p r o -
b l e m a del ser. P e r o esta solución n o es p r i m e r o c o n c e b i d a y d e s p u é s
r e a l i z a d a : somos esa solución, la h a c e m o s existir p o r n u e s t r o p r o p i o
c o m p r o m e t i m i e n t o y, p o r lo t a n t o , sólo p o d e m o s c a p t a r l a viviéndola.
Asi, somos s i e m p r e p r e s e n t e s en i n t e g r i d a d a nosotros mismos, p e r o ,
p r e c i s a m e n t e p o r q u e somos presentes e n i n t e g r i d a d , n o p o d e m o s es-
p e r a r t e n e r u n a c o n c i e n c i a a n a l í t i c a y d e t a l l a d a d e lo q u e somos.
Esta conciencia, p o r lo d e m á s , sólo p o d r í a ser no-tética.
Pero, p o r o t r a p a r t e , el m u n d o nos d e v u e l v e e x a c t a m e n t e , p o r
su p r o p i a a r t i c u l a c i ó n , la i m a g e n d e lo q u e somos. N o q u e p o d a m o s
—lo h e m o s visto y a — d e s c i f r a r esta i m a g e n , es decir, d e t a l l a r l a y so-
m e t e r l a a análisis; sino q u e el m u n d o se nos a p a r e c e n e c e s a r i a m e n t e
r o m o nosotros somos; e n efecto, t r a s c e n d i é n d o l o h a c i a nosotros mis-
mos lo h a c e m o s a p a r e c e r tal c u a l es. N o s o t r o s elegimos el m u n d o
— n o e n su c o n t e x t u r a en-sí, sino e n su s i g n i f i c a c i ó n — al elegirnos.
Pues la n e g a c i ó n i n t e r n a , p o r la c u a l n e g a n d o d e nosotros ser nos-
otros el m u n d o lo h a c e m o s a p a r e c e r c o m o m u n d o , n o p o d r í a existir
sin ser al m i s m o t i e m p o proyección h a c i a u n posible. L a p r o p i a
m a n e r a e n q u e m e c o n f i o a lo i n a n i m a d o , e n q u e m e a b a n d o n o a

2
En el original: une vue de l'esprit. (N. del T.)
mi c u e r p o —o, al contrario, e n q u e m e p o n g o rígido c o n t r a u n o y
o t r o — h a c e a p a r e c e r m i c u e r p o y el m u n d o i n a n i m a d o con valores
propios. E n consecuencia, t a m b i é n a q u í gozo d e u n a p l e n a concien-
cia de m í m i s m o y d e mis proyectos f u n d a m e n t a l e s , y, esta vez, esta
conciencia es posicional. Sólo que, precisamente p o r serlo, lo q u e
m e entrega es la i m a g e n trascendente de lo q u e soy. El valor de
las cosas, su f u n c i ó n instrumental, su p r o x i m i d a d o a l e j a m i e n t o real
( q u e son sin relación con su p r o x i m i d a d y a l e j a m i e n t o espaciales),
n o h a c e n n a d a m á s q u e esbozar m i imagen, es decir, m i elección. M i
r o p a ( u n i f o r m e o t r a j e , camisa a l m i d o n a d a o n o ) , c u i d a d a o d e s -
c u i d a d a , rebuscada o v u l g a r ; mis muebles; la calle en q u e h a b i t o ; la
c i u d a d d o n d e resido; los libros de q u e m e r o d e o ; las diversiones
q u e f r e c u e n t o ; t o d o c u a n t o es mío, es decir, en última instancia,
el m u n d o d e q u e t e n g o p e r p e t u a m e n t e conciencia — p o r lo m e n o s
a título d e significación i m p l i c a d a p o r el o b j e t o q u e m i r o o q u e
e m p l e o — : , todo m e enseña a m í m i s m o m i elección, es decir, m i ser.
P e r o la estructura d e la conciencia posicional es tal q u e n o p u e d o
reducir ese conocimiento a u n a c a p t a c i ó n subjetiva de m í mismo, sino
q u e ella m e r e m i t e a otros objetos q u e p r o d u z c o o d e q u e dispongo
en conexión con el orden de los precedentes, sin p o d e r a d v e r t i r y o
q u e así esculpo c a d a vez más m i f i g u r a en el m u n d o . Así, t e n e m o s
p l e n a m e n t e conciencia d e la elección q u e somos. Y , si se o b j e t a q u e ,
según tales observaciones, sería m e n e s t e r t e n e r conciencia n o d e ha-
bernos elegido sino d e elegirnos, responderemos q u e esta conciencia,
se t r a d u c e p o r el doble "sentimiento" de la angustia y la responsa-
bilidad. Angustia, a b a n d o n o , responsabilidad, o r a en sordina, ora en
plena fuerza, constituyen, e n efecto, la cualidad d e n u e s t r a concien-
cia en t a n t o q u e ésta es p u r a -y simple libertad.
N o h a c e m u c h o p l a n t e á b a m o s u n a cuestión: h e c e d i d o a la
fatiga, decíamos, y sin d u d a hubiera podido o b r a r d e o t r a m a n e r a ,
pero, ¿a qué precio? E s t a m o s a h o r a e n condiciones d e responder.
N u e s t r o análisis, e n efecto, a c a b a d e m o s t r a r n o s q u e ese a c t o n o e r a
gratuito. P o r cierto, n o se explicaba p o r u n móvil o u n m o t i v o
concebido c o m o el c o n t e n i d o de u n " e s t a d o " de conciencia a n t e r i o r ;
sino q u e debía interpretarse a p a r t i r de u n proyecto original del c u a l
era p a r t e integrante. S i e n d o así, resulta evidente q u e n o p u e d e supo-
nerse q u e el a c t o h a b r í a p o d i d o modificarse sin suponer al m i s m o
t i e m p o u n a modificación f u n d a m e n t a l d e m i elección original d e m í
mismo. Esa m a n e r a d e ceder a la f a t i g a y d e j a r m e c a e r al b o r d e
del c a m i n o expresa cierta rigidez inicial c o n t r a m i c u e r p o y el en-sí
inanimado. L a actitud se sitúa e n el c u a d r o d e cierta visión del
m u n d o , en q u e las dificultades p u e d e n p a r e c e r " n o valer la p e n a
.le ser soportadas", y en que, precisamente, el móvil, siendo p u r a
conciencia no-tética y, p o r consiguiente, proyecto inicial d e sí h a c i a
un fin absoluto (cierto aspecto del en-sí-para-sí) es c a p t a c i ó n del
m u n d o (calor, a l e j a m i e n t o d e la c i u d a d , i n a n i d a d d e los esfuerzos,
ele.) como motivo p a r a d e t e n e r m i m a r c h a . Así, la posibilidad de
d e t e n e r m e sólo cobra sentido, en teoría, en y p o r la j e r a r q u í a d e las
posibilidades q u e soy a p a r t i r d e la posibilidad ú l t i m a e inicial. Esto
no implica q u e yo deba necesariamente d e t e n e r m e , sino sólo q u e n o
p u e d o rehusar d e t e n e r m e sino p o r u n a conversión radical d e m i ser-
en-el-inundo, es decir, p o r u n a brusca metamorfosis d e m i p r o -
vecto inicial, vale decir, p o r o t r a elección d e m í m i s m o y d e mis
fines. Esta modificación, p o r lo demás, siempre es posible. L a a n -
gustia que, c u a n d o develada, manifiesta n u e s t r a libertad a n u e s t r a
conciencia, es testigo d e esa modificabilidad p e r p e t u a d e m i proyecto
inicial. E n la angustia n o c a p t a m o s simplemente el h e c h o d e q u e
los posibles q u e proyectamos están p e r p e t u a m e n t e roídos p o r n u e s t r a
libertad p o r venir, sino q u e a d e m á s a p r e h e n d e m o s nuestra elección,
o sea, nos a p r e h e n d e m o s nosotros mismos c o m o algo injustificable,
es decir, q u e c a p t a m o s nuestra elección c o m o no d e r i v a d a d e nin-
g u n a realidad a n t e r i o r y como, al contrario, d e b i e n d o servir d e f u n -
d a m e n t o al c o n j u n t o d e las significaciones q u e constituyen la reali-
dad. L a injustificabilidad n o es sólo el reconocimiento subjetivo d e
la contingencia absoluta d e nuestro ser, sino t a m b i é n la d e la inte-
riorización d e esa contingencia y d e su reasunción p o r c u e n t a nuestra.
Pues la elección — c o m o veremos—, procedente de la contingencia
del en-sí al cual nihiliza, t r a n s p o r t a esa contingencia al p l a n o d e la
determinación g r a t u i t a del para-sí p o r sí mismo. Así, estamos per-
p e t u a m e n t e comprometidos en nuestra elección, y somos p e r p e t u a -
m e n t e conscientes de q u e nosotros mismos podemos invertir brusca-
m e n t e esa elección y virar en redondo, pues proyectamos el porvenir
con nuestro propio ser, y lo roemos p e r p e t u a m e n t e con nuestra li-
bertad existencial, a n u n c i á n d o n o s a nosotros mismos lo q u e somos
p o r m e d i o del porvenir, y sin d o m i n i o a l g u n o sobre este porvenir,
q u e p e r m a n e c e siempre posible sin p a s a r j a m á s a la categoría d e real.
Así, estamos p e r p e t u a m e n t e sometidos a la amenaza d e la nihilización
d e n u e s t r a elección actual, a la a m e n a z a de elegirnos —y, p o r consi-
guiente, d e volvernos— otros q u e lo q u e somos. P o r el solo h e c h o
d e q u e nuestra elección es absoluta, es t a m b i é n frágil, es decir,
que, al p o n e r por m e d i o d e ella nuestra libertad, ponemos al m i s m o
t i e m p o su posibilidad p e r p e t u a de convertirse en u n aquende p r e t e -
rificado p o r u n allende q u e seré.
E m p e r o , c o m p r e n d a m o s bien q u e nuestra elección actual es tal
q u e n o nos ofrece n i n g ú n motivo p a r a preterificarla por m e d i o d e
u n a elección ulterior. E n efecto, ella crea originariamente todos Ies
motivos y móviles q u e p u e d e n conducirnos a acciones parciales; ella
dispone el m u n d o con sus significaciones, sus complejos-utensilios y
su coeficiente de adversidad. Ese c a m b i o absoluto q u e nos a m e n a z a
desde nuestro n a c i m i e n t o hasta n u e s t r a m u e r t e p e r m a n e c e p e r p e t u a -
m e n t e imprevisible e incomprensiWe. A u n si e n c a r a m o s otras acti-
tudes f u n d a m e n t a l e s c o m o posibles, n o las consideramos n u n c a sino
desde a f u e r a , c o m o c o m p o r t a m i e n t o s del O t r o . Y, si i n t e n t a m o s
referir a ellas nuestras conductas, n o p o r eso p e r d e r á n su c a r á c t e r
de exterioridad y de trascendencias-trascendidas; en efecto: " c o m -
p r e n d e r l a s " sería ya haberlas elegido. Volveremos sobre este p u n t o .
Además, t a m p o c o debemos representarnos la elección original
c o m o " p r o d u c i é n d o s e de u n instante a o t r o " : sería volver a la con-
cepción instantaneista de la conciencia, de q u e n o p u d o salir u n
Husserl. Puesto que, al contrario, la q u e se temporaliza es la c o n -
ciencia, h a d e c o m p r e n d e r s e q u e la elección original despliega el
t i e m p o y se identifica con la u n i d a d de los tres ék-stasis. Elegirnos
es nihilizarnos, es decir, hacer q u e u n f u t u r o venga a a n u n c i a r n o s lo
q u e somos confiriendo u n sentido a nuestro pasado. Así, n o hay u n a
sucesión d e instantes separados p o r nadas; c o m o en Descartes, y tale*
q u e m i elección en el instante t n o p u e d a a c t u a r sobre m i elección
del instante fi. Elegir es hacer q u e surja, con mi c o m p r o m e t i m i e n t o ,
cierta extensión, finita de d u r a c i ó n Concreta y continua, q u e es p r e -
cisamente la q u e m e separa de la realización de mis posibles origi-
nales. Así, libertad,-elección, nihilización, temporalización son u n a y
la misma cosa.
E m p e r o , el instante n o es u n a v a n a invención de los filósofos.
C i e r t a m e n t e , n o hay instante subjetivo c u a n d o m e h e c o m p r o m e t i d o
en m i t a r e a ; p o r ejemplo, en este m o m e n t o en q u e escribo, t r a t a n d o
de c a p t a r y de o r d e n a r mis ideas, p a r a mí n o hay instantes, sino sólo
u n a p e r p e t u a persecución-perseguida de m í mismo hacia fines q u e m e
d e f i n e n (la explicación d e las ideas q u e h a n d e constituir el f o n d o
de la o b r a ) , y sin e m b a r g o estamos p e r p e t u a m e n t e amenazados por
el instante. Es decir, que somos tales por la elección misma de" nues-
tra libertad q u e siempre podemos h a c t r a p a r e c e r el instante c o m o
• 1111111 i.i de nuestra u n i d a d ek-stática. ¿ Q u é es el instante, pues?
A<,iliainos de mostrar que n o es posible aislar el instante en el proceso
de (rmporalización de u n proyecto concreto. P e r o t a m p o c o p o d r í a
se i asimilado al t é r m i n o inicial o al t é r m i n o final (si h a de existir)
de ese proceso. Pues ambos términos son agregados desde el interior
.i la totalidad del proceso y son p a r t e integrante de él. N o tienen,
l>ucs, sino u n a de las características del instante: el t é r m i n o inicial,
en electo, se agrega al proceso del cual es término inicial, en c u a n t o
es \u comienzo; pero, por otra parte, está limitado p o r u n a n a d a
.interior en c u a n t o es un comienzo. El t é r m i n o final se agrega al
|noeeso al cual termina en c u a n t o es su f i n : la ú l t i m a n o t a perte-
nece a la melodía; pero está seguido por u n a n a d a q u e lo limita en
c u a n t o es un fin. El instante, si h a de p o d e r existir, debe estar limi-
tado p o r u n a doble n a d a . Esto n o es concebible en m o d o alguno,
según lo hemos mostrado, si debe ser d a d o c o m o anterioridad a todos
los procesos de temporalización. Pero, en el desarrollo m i s m o d e
nuestra temporalización, podemos p r o d u c i r instantes si ciertos pro-
cesos surgen sobre el desmoronamiento de procesos anteriores. E l
instante será entonces u n comienzo y u n fin. E n u n a p a l a b r a : si el
fin de u n proyecto coincide con el comienzo d e otro, surgirá u n a
realidad temporal a m b i g u a q u e estará limitada por u n a n a d a a n t e -
rior en c u a n t o es comienzo, y p o r u n a n a d a posterior en c u a n t o es
fin. Pero esta estructura temporal sólo sería concreta si el comienzo
se da c o m o fin del proceso al cual preterifica. U n comienzo q u e se
d a como f i n d e u n proyecto anterior: tal debe ser el instante. N o
existirá, pues, a menos q u e seamos p a r a nosotros mismos comienzo
y fin en la u n i d a d de u n mismo acto. Es, precisamente, lo q u e se
produce en el caso de u n a modificación radical de nuestro proyecte
f u n d a m e n t a l . Por la libre elección de esa modificación, en efecto,
temporalizamos u n proyecto que somos y nos hacemos a n u n c i a r p o r
un f u t u r o el ser q u e hemos elegido; así, el presente p u r o pertenece
a la nueva temporalización c o m o comienzo, y recibe del f u t u r o q u e
acaba d e surgir su naturaleza propia de comienzo. Pues sólo el f u -
turo, en efecto, p u e d e revertirse sobre el presente p a r a calificarlo
de comienzo; si no, este presente n o sería n a d a m á s q u e u n presente
cualquiera. Así, el presente de la elección pertenece ya c o m o estruc-
t u r a integrada a la nueva totalidad q u e se esboza. Pero, p o r otra
parte, es imposible que esa elección n o se determine en conexión con
el pasado q u e ella tiene-de-ser. H a s t a es, por principio, decisión de
c a p t a r c o m o p a s a d o la elección a la cual sustituye. U n a t e o con-
v e r t i d o n o es simplemente u n creyente: es u n creyente q u e h a n e g a d o
d e sí el ateísmo, q u e h a p r e t e r i f i c a d o en sí su proyecto de ser ateo.
Así, la n u e v a elección se d a c o m o comienzo en t a n t o q u e es u n fin,
y c o m o fin e n t a n t o q u e es comienzo; está limitada p o r u n a doble
i i a d a y, c o m o tal, realiza u n a r u p t u r a en la u n i d a d ek-stática de
nuestro ser. E m p e r o , el instante m i s m o n o es sino u n a n a d a , pues,
a d o n d e q u i e r a d i r i j a m o s la vista, n o c a p t a r e m o s sino u n a t e m p o r a -
lización continua, q u e será, según la dirección de nuestra m i r a d a , o
b i e n la serie conclusa q u e a c a b a de pasar, a r r a s t r a n d o su término
final consigo, o bien la temporalización viva q u e comienza, y cuyo
t é r m i n o final es a t r a p a d o y a r r a s t r a d o p o r la posibilidad f u t u r a .
Así, t o d a elección f u n d a m e n t a l define la dirección d e la perse-
cución-perseguida al m i s m o t i e m p o q u e se temporaliza. Esto n o sig-
nifica q u e dé un impulso inicial, ni q u e h a y a algo así c o m o u n a
g a r a n t í a de q u e p u e d o servirme mientras m e m a n t e n g a en los límites
d e esa elección. Al contrario, la nihilización prosigue de m o d o con-
t i n u o y, p o r consiguiente, es indispensable la reasunción libre y con-
t i n u a de la elección. Sólo q u e esta reasunción n o se efectúa de
instante en instante m i e n t r a s r e a s u m o libremente m i elección: pues
entonces n o h a y instante; la reasunción está t a n í n t i m a m e n t e agrega-
d a al c o n j u n t o del proceso q u e n o tiene ni p u e d e tener n i n g u n a
Significación instantánea. Pero, precisamente por ser libre y perpe-
t u a m e n t e r e a s u m i d a p o r la libertad, m i elección tiene p o r límite la
libertad m i s m a ; es decir, está infestada por el espectro del instante.
E n t a n t o q u e reasumiré m i proyecto, la preterificación del proceso
se h a r á en p e r f e c t a c o n t i n u i d a d ontológica con el presente. E l p r o -
ceso preterificado p e r m a n e c e organizado con la nihilización presente
en la f o r m a d e u n saber, es decir, de significación vivida e interio-
rizada, sin ser n u n c a objeto p a r a la conciencia q u e se proyecta hacia
sus fines propios. Pero, precisamente p o r q u e soy libre, tengo siempre
la posibilidad d e p o n e r c o m o objeto m i p a s a d o inmediato. Esto sig-
nifica que, m i e n t r a s q u e m i conciencia anterior era p u r a conciencia
no-posicional (del) pasado, en t a n t o q u e se constituía a sí misma
c o m o negación i n t e r n a del real copresente y se hacía a n u n c i a r su
sentido p o r fines puestos c o m o "re-asunciones", en cambio, con la
n u e v a elección, la conciencia p o n e su propio p a s a d o c o m o objeto,
és decir, lo aprecia y t o m a sus p u n t o s de referencia con respecto
a él. Este a c t o de objetivación del p a s a d o i n m e d i a t o se identifica
con la n u e v a elección d e otros fines: contribuye a hacer b r o t a r el
instante c o m o quiebra nihilizadora d e la temporalización.
La comprensión de los resultados obtenidos p o r este análisis será
m.is fácil p a r a el lector si los c o m p a r a m o s con otra teoría d e la
libertad, p o r ejemplo, con la de Leibniz. P a r a Leibniz, c o m o p a r a
nosotros, c u a n d o A d á n cogió la m a n z a n a h u b i e r a sido posible q u e
no la cogiera. P e r o p a r a él, c o m o p a r a nosotros, las implicaciones
de este gesto son tantas y t a n ramificadas, que, finalmente, declarar
que hubiera sido posible q u e A d á n n o cogiera la m a n z a n a equivale
.1 decir q u e hubiera sido posible otro A d á n . Así, la contingencia de
Adán se identifica con su libertad, puesto q u e esta contingencia sig-
nifica q u e ese A d á n real está r o d e a d o por u n a infinidad de A d a n e s
posibles, cada u n o d e los cuales, con respecto al A d á n real, se carac-
teriza por u n a alteración leve o p r o f u n d a d e todos sus atributos, es
decir, en definitiva, de su sustancia. P a r a Leibniz, pues, la libertad
exigida por la realidad h u m a n a es c o m o la organización de tres no-
ciones diferentes: es libre aquel q u e : l 9 se d e t e r m i n a racionalmente
i cumplir u n a c t o ; 2" es tal que ese acto se c o m p r e n d e p l e n a m e n t e
por la naturaleza misma del q u e lo h a c u m p K d o ; 3° es contingente,
< s decir, existe de tal suerte q u e h u b i e r a n sido posibles otros indi-
\ ¡dúos q u e c u m p l i e r a n otros actos con motivo d e la misma situación.
I'ero, a causa de la conexión necesaria d e los posibles, otro gesto d e
Adán sólo hubiese sido posible p a r a y p o r otro A d á n , y la existencia
«le otro A d á n implicaba la d e otro m u n d o . Reconocemos, con Leib-
niz, que el gesto de A d á n c o m p r o m e t e a la persona de A d á n íntegra,
y q u e otro gesto se h u b i e r a c o m p r e n d i d o a la luz y e n los m a r c o s
de otra personalidad de A d á n . Pero Leibniz recae en u n necesita-
i ismo e n t e r a m e n t e opuesto a la idea de libertad c u a n d o coloca en
el p u n t o de p a r t i d a la f ó r m u l a m i s m a d e la sustancia d e A d á n ,
< orno u n a premisa q u e t r a e r á a p a r e j a d o el acto de A d á n c o m o u n a
de sus conclusiones parciales; es decir, c u a n d o reduce el o r d e n cro-
nológico a u n a m e r a expresión simbólica del orden lógico. E n efecto,
de ello resulta, por u n a parte, q u e el acto es rigurosamente necesario
en virtud de la propia esencia de A d á n , y t a m b i é n la contingencia,
que hace posible la libertad, según Leibniz, se e n c u e n t r a íntegra-
mente contenida en la esencia de A d á n . Pero esta esencia n o es ele-
gida p o r A d á n mismo, sino p o r Dios. Así, es v e r d a d q u e el acto
cometido p o r A d á n e m a n a necesariamente d e la esencia d e A d á n ,
y que en esto d e p e n d e d e A d á n mismo y d e nadie más, lo q u e es,
ciertamente, u n a condición d e la libertad. Pero la esencia de A d á n
es, p a r a el p r o p i o A d á n , algo dado: A d á n n o la h a elegido, n o h a
podido elegir ser A d á n . E n consecuencia, n o c a r g a en m o d o a l g u n o
con la responsabilidad d e su ser. I m p o r t a poco, p o r consiguiente,
que se le p u e d a atribuir, u n a vez q u e su ser le es dado, la responsa-
bilidad relativa de su acto. P a r a nosotros, al contrario, A d á n n o se
define por u n a esencia, pues la esencia es, p a r a la realidad h u m a n a ,
posterior a la existencia: se define p o r la elección de sus fines, es
decir, p o r el surgimiento de u n a temporalización ek-stática q u e n a d a
tiene en c o m ú n con el o r d e n lógico. Así, la contingencia de A d á n
expresa la elección finita q u e él h a hecho de sí mismo. Pero enton-
ces,' aquello por lo cual le es a n u n c i a d a su persona es f u t u r o y no
p a s a d o : A d á n elige hacerse i n f o r m a r de lo q u e él es por los fines
hacia los cuales se proyecta; es decir, por la totalidad de sus gustos,
inclinaciones, odios, etc., en t a n t o que hay u n a organización t e m á -
tica y u n sentido inherente a esa totalidad. N o caemos, pues, en la
objeción q u e f o r m u l á b a m o s a I.oibniz c u a n d o le decíamos: "Cier-
t a m e n t e , A d á n h a elegido coger la m a n z a n a , pero n o h a elegido ser
A d á n . " Para nosotros, en efecto, el problema de la libertad se sitúa
al nivel de la elección de A d á n por él mismo, es decir, de la deter-
minación de la esencia por la existencia. Además, reconocemos con
Leibniz que otro gesto de A d á n , al implicar otro A d á n , implica otro
m u n d o ; p e r o n o entendemos por " o t r o m u n d o " u n a organización
tal de los composibles que el otro A d á n posible e n c u e n t r e su lugar
en él: simplemente, a otro ser-en-el-mundo de A d á n corresponderá
la revelación de otra faz del m u n d o . Por último, p a r a Leibniz, el
gesto posible del otro A d á n , estando organizado en otro m u n d o po-
sible, preexiste de toda eternidad, en t a n t o q u e posible, a la reali-
zación del A d á n contingente y real. T a m b i é n aquí, p a r a Leibniz, la
esencia precede a la existencia, y el orden cronológico d e p e n d e del
orden e t e r n o del lógico. P a r a nosotros, al contrario, el posible n o
es sino p u r a e i n f o r m e posibilidad de ser otro, en t a n t o q u e n o es
existido como posible por u n nuevo proyecto d e A d á n hacia posibi-
lidades nuevas. Así. el posible de Leibniz q u e d a e t e r n a m e n t e como
posible abstracto, mientras que, p a r a nosotros, el posible n o aparece
sino posibilizándose, es decir, viniendo a a n u n c i a r a A d á n lo q u e
éste es. Por consiguiente, el orden de la explicación psicológica va
en Leibniz del p a s a d o al presente, en la medida en q u e esta sucesión
expresa el orden eterno de las esencias: todo está f i n a l m e n t e f i j a d o
en la eternidad lógica, y la única contingencia es la del principio, lo
q u e significa q u e A d á n es u n postulado del e n t e n d i m i e n t o divino.
P a r a nosotros, al contrario, el orden de la interpretación es rigurosa-
m e n t e cronológico: no procura en m o d o alguno reducir el tiempo a
un e n c a d e n a m i e n t o p u r a m e n t e lógico [razón) o lógico-cronológico
1..111WI, (Ictepninismo) ; se interpreta, pues, a p a r t i r del f u t u r o .
IVio, sobre todo, conviene insistir en que todo nuestro análisis
I>i• i i ili-nlc es p u r a m e n t e teórico. Sólo en teoría otro gesto de A d á n
no es posible sino en los límites de u n trastorno total de los fines
Imi |i,s cuales A d á n se elige como A d á n . H e m o s presentado las
m í a s de tal m o d o —y por escf pudimos parecer leibnizianos— 1 sólo
I ni 1,1 empezar por exponer nuestros puntos de vista Con la m á x i m a
ipln idad. L a realidad es m u c h o más compleja. Pues, en efecto,
il "Hilen de interpretación es p u r a m e n t e cronológico y n o lógico: la
, mu prensión de u n acto a p a r t i r de los fines originales puestos por
l.i libertad del para-sí n o es u n a intelección. Y la j e r a r q u í a desceñ-
í a n t e de los posibles, desde el posible último e inicial hasta el posible
ileiivado que quiere comprenderse, n o tiene n a d a en c o m ú n con la
i ne deductiva que v a de u n principio a su consecuencia. E n p r i m e r
IIIIMI. la conexión entre el posible derivado (hacerse rígido contra
l.i laiitía o a b a n d o n a r s e a ella) y el posible f u n d a m e n t a l no es u n a
inii' \ i ó n de deductibilidad: es u n a conexión de totalidad a estruc-
(M i.i parcial. La visión del proyecto total permite " c o m p r e n d e r " la
i • ( m e t u r a singular considerada. P e r o los gestaltistas nos h a n mostra-
do que la pregnancia de las formas totales n o excluye la variabilidad
de ciertas estructuras secundarias. H a y ciertas líneas q u e p u e d o agre-
i'.u o quitar a d e t e r m i n a d a figura sin alterar su c a r á c t e r especifico;
li.iy otras, al contrario, cuyo agregado e n t r a ñ a la desaparición in-
mediata de la figura d a d a y la aparición de otra. L o m i s m o ocurre
en c u a n t o a la relación entre los posibles secundarios y el posible
Inndamental o totalidad f o r m a l de mis posibles. L a significación del
posible secundario considerado remite siempre, ciertamente, a la sig-
nificación total q u e soy; pero otros posibles h a b r í a n p o d i d o reem-
plazar a aquél sin que se alterara la significación total, es decir,
habrían p o d i d o igualmente indicar a esa totalidad c o m o la f o r m a
que permitiera comprenderlos; o, en el orden ontológico de la reali-
zación, hubieran podido igualmente ser pro-yectados c o m o medios
para alcanzar la totalidad y a la luz de esta totalidad. E n u n a pala-
bra, la comprensión es la interpretación de u n a conexión de hecho,
y no la captación de u n a necesidad. Así, la interpretación psicoló-
gica de nuestros actos debe volver con frecuencia a la noción estoica
de los "indiferentes". P a r a aliviar m i fatiga, es indiferente q u e m e
siente al b o r d e del c a m i n o o q u e d é cien pasos más p a r a reposar
en el albergue q u e diviso a la distancia. Esto significa q u e la cap-
tación d e la f o r m a c o m p l e j a y global q u e h e elegido c o m o m i posible
ú l t i m o n o basta p a r a d a r razón de la elección de u n a d e las posibi-
lidades m á s bien q u e d e la otra. H a y en ello n o u n acto carente
d e móviles o d e motivos, sino u n a invención espontánea d e móviles
y motivos, que, a u n q u e situada en el m a r c o d e m i elección f u n d a -
m e n t a l , la enriquece en su m e d i d a . Del m i s m o m o d o , c a d a "esto"
d e b e a p a r e c e r sobre f o n d o d e m u n d o y en la perspectiva de mi fac-
ticidad, p e r o n i m i facticidad ni el m u n d o m e p e r m i t e n c o m p r e n -
d e r p o r q u é c a p t o a h o r a este vaso m á s bien q u e ese tintero c o m o
f o r m a q u e se destaca sobre el fondo. C o n respecto a estos indife-
rentes, nuestra libertad es entera e incondicionada. El h e c h o d e ele-
gir u n posible indiferente y de a b a n d o n a r l o después por otro n o
h a r á , p o r otra parte, surgir n i n g ú n instante c o m o f r a g m e n t o d e la
d u r a c i ó n : al contrario, esas libres elecciones se integran — a u n si son
sucesivas y contradictorias— en la u n i d a d de m i proyecto f u n d a m e n t a l .
Esto n o significa en m o d o a l g u n o q u e se las deba c a p t a r c o m o gra-
tuitas: cualesquiera q u e f u e r e n , en efecto, se i n t e r p r e t a r á n siempre a
p a r t i r de la elección original, y, en la m e d i d a en q u e la enriquecen y
concretan, t r a e r á n siempre consigo su p r o p i o móvil, es decir, la con-
ciencia d e su motivo, o, si se prefiere, la aprehensión de la situación
c o m o articulada de tal o cual m a n e r a .
L o que, p o r lo demás, h a r á p a r t i c u l a r m e n t e delicada la apre-
ciación rigurosa d e la conexión entre el posible secundario y el po-
sible f u n d a m e n t a l es q u e n o existe n i n g ú n b a r e m o a priori al cual
referirse p a r a decidir sobre esa conexión. Al contrario, el mismo
para-si elige considerar al posible secundario c o m o significativo del
posible f u n d a m e n t a l . Allí donde tenemos la impresión d e q u e el
s u j e t o libre vuelve la espalda a su objetivo f u n d a m e n t a l , introduci-
mos a m e n u d o el coeficiente de error del observador, es decir, usa-
mos de nuestras balanzas propias p a r a apreciar la relación entre el
acto e n c a r a d o y los fines últimos. Pero el para-sí, en su libertad, n o
inventa sólo sus fines primarios y secundarios, sino también, a la vez,
t o d o el sistema de interpretación q u e permite p o n e r en conexión los
unos con los otros. E n n i n g ú n caso, pues, p o d r á tratarse de esta-
blecer u n sistema de comprensión universal de los posibles secun-
darios a p a r t i r d e los posibles primarios, sino que, en c a d a caso, el
s u j e t o debe proveer sus piedras d e toque y sus criterios personales.
Por último, el para-sí p u e d e t o m a r decisiones voluntarias en
oposición con los fines f u n d a m e n t a l e s q u e h a elegido. Estas deci-
siones n o p u e d e n ser sino voluntarias, es decir, reflexivas. E n efec-
tu, no p u e d e n p r o v e n i r sino d e u n error cometido d e b u e n a o Ge
ni.da fe a c e r c a d e los fines q u e persigo, y tal error n o p u e d e cóme-
le i se u m e n o s q u e el c o n j u n t o d e los móviles q u e soy sean descu-
Im-itos a título d e o b j e t o p o r la conciencia reflexiva. L a conciencia
• el Ir ja, siendo proyección espontánea de sí h a c i a sus posibilidades, n o
IHiedo n u n c a engañarse acerca d e sí m i s m a : en efecto, h a y q u e
IV••••darse d e l l a m a r error acerca d e u n o m i s m o a los errores d e a p r e -
< i.ir.óu acerca d e la situación objetiva, errores q u e p u e d e n t r a e r en
••I m u n d o consecuencias a b s o l u t a m e n t e opuestas a las q u e se q u e r í a
uli alizar, sin que, e m p e r o , h a y a h a b i d o desconocimiento d e los fines
|iiii|mestos. L a a c t i t u d reflexiva, al contrario, e n t r a ñ a mil posibili-
dades de error, n o en la m e d i d a en q u e c a p t a el p u r o móvil —-es de-
< ir, la conciencia refleja c o m o cuasi-objeto—, sino en t a n t o q u e a p u n t a
n constituir a través d e la conciencia refleja verdaderos objetos psí-
quicos que, éstos sí, son objetos solamente probables, c o m o h e m o s
visto en el c a p í t u l o I I I de la segunda p a r t e , y q u e hasta p u e d e n ser
iili jetos falsos. M e es posible, pues, e n f u n c i ó n d e errores acerca d e
mí mismo, i m p o n e r m e reflexivamente, o sea en el p l a n o voluntario,
proyectos q u e c o n t r a d i c e n m i proyecto inicial, sin e m p e r o m o d i f i c a r
l u n d a m e n t a l m e n t e a éste. Así, p o r ejemplo, si m i proyecto inicia]
a p u n t a a escogerme c o m o inferior en m e d i o d e los otros (lo q u e se
llama c o m p l e j o d e i n f e r i o r i d a d ) , y si la t a r t a m u d e z , p o r ejemplo,
rs u n c o m p o r t a m i e n t o q u e se c o m p r e n d e e i n t e r p r e t a a p a r t i r del
proyecto primero, puedo, p o r razones sociales y p o r u n desconoci-
miento d e m i propia elección, decidirme a corregir m i t a r t a m u d e o .
Incluso p u e d o lograrlo, sin p o r ello d e j a r d e sentirme y q u e r e r m e
inferior. M e bastará al efecto utilizar medios técnicos p a r a obtener
un resultado. Es lo q u e suele llamarse u n a r e f o r m a voluntaria d e
uno mismo. P e r o tales resultados n o h a r á n sino desplazar el d e f e c t o
d r q u e p a d e z c o : e n su l u g a r n a c e r á otro, q u e expresará a su m a n e r a
rl fin total q u e persigo. C o m o esta ineficacia p r o f u n d a del actc
voluntario dirigido sobre u n o m i s m o p u e d e sorprender, analizaremos
más de cerca el e j e m p l o escogido.
Conviene observar, a n t e todo, q u e la elección d e los fines totales,
a u n q u e totalmente libre, n o es necesaria ni a u n f r e c u e n t e m e n t e ope-
rada con alegría. N o h a d e confundirse la necesidad en q u e estamos
do elegirnos con la v o l u n t a d d e poderío. L a elección p u e d e ope-
rarse con resignación o con m a l e s t a r ; p u e d e ser u n a h u i d a , p u e d e
realizarse d e m a l a fe. P o d e m o s escogernos huidizos, inasibles, vaci-
lantes, etc.; hasta p o d e m o s elegir n o elegirnos: en estos diferentes
casos, h a y fines puestos allende u n a situación d e hecho, y la respon-
sabilidad de esos fines nos i n c u m b e : cualquiera que f u e r e nuestro ser,
es elección, y de nosotros d e p e n d e elegirnos c o m o " g r a n d e s " o "nobles"
o "viles" o "humillados". Pero si, precisamente, hemos escogido la
humillación c o m o textura de nuestro ser, nos realizaremos c o m o h u -
millado, agriado, inferior, etc. N o se t r a t a de datos desprovistos d e
significación: el que se realiza c o m o h u m i l l a d o se constituye a sí
mismo, con eso, c o m o u n medio p a r a alcanzar ciertos fines; la h u -
millación elegida p u e d e ser asimilada, p o r ejemplo, c o m o el maso-
quismo, a u n i n s t r u m e n t o d e s t i n a d o a liberarnos d e la existencia-
para-sí ; o p u e d e ser u n proyecto d e descargarnos a f a v o r de los otros
d e nuestra libertad angustiosa; nuestro proyecto p u e d e consistir e n
h a c e r absorber í n t e g r a m e n t e n u e s t r o ser-para-sí p o r n u e s t r o ser-para-
otro. D e todos modos, el " c o m p l e j o de inferioridad" n o p u e d e surgir
a m e n o s de estar f u n d a d o sobre u n a libre aprehensión d e nuestro
ser-para-otro. Este ser-para-otro c o m o situación a c t u a r á a título d e
motivo, p e r o p a r a eso es menester q u e sea descubierto p o r u n móvil,
q u e n o es sino nuestro libre proyecto. Así, la inferioridad sentida y
vivida es el i n s t r u m e n t o elegido p a r a hacernos semejantes a u n a
cosa, es decir, p a r a hacernos existir- c o m o p u r o a f u e r a en m e d i o
del m u n d o . Pero va de suyo q u e debe ser vivida c o n f o r m e a la
naturaleza q u e p o r esa elección le conferimos, es decir, con vergüen-
za, cólera y a m a r g u r a . Así, elegir la inferioridad n o quiere decir
c o n t e n t a r s e d u l c e m e n t e con u n a áurea mediocritas, sino p r o d u c i r y
asumir las rebeliones y la desesperación q u e constituyen ta revelación
d e esa inferioridad. Por ejemplo, p u e d o obstinarme en m a n i f e s t a r m e
en cierto orden de t r a b a j o s y obras porque soy inferior en él, m i e n -
tras q u e en o t r o d o m i n i o p o d r í a sin dificultad i g u a l a r m e al t é r m i n o
medio. H e elegido este esfuerzo i n f r u c t u o s o precisamente p o r q u e es
i n f r u c t u o s o : sea p o r q u e prefiero ser el ú l t i m o antes q u e p e r d e r m e en
la masa, sea p o r q u e he escogido el desaliento y la vergüenza c o m o
el m e j o r m e d i o d e alcanzar el ser. P e r o v a d e suyo q u e n o p u e d o
elegir c o m o c a m p o de acción el d o m i n i o en q u e soy inferior, a menos
q u e esa elección implique la voluntad refleja de ser superior en él.
Elegir ser u n artista inferior es elegir necesariamente querer ser u n
gran artista: si no, la inferioridad n o sería ni p a d e c i d a ni r e c o n o c i d a :
en efecto, elfegir ser u n m o d e s t o a r t e s a n o n o implica en m o d o a l g u n o
la b ú s q u e d a d e la i n f e r i o r i d a d ; es u n simple e j e m p l o de la elección
de la finitud. Al coritrarío, la elección de la inferioridad implica la
constante -realización d é u n desvío e n t r e el fin perseguido p o r la
\ n l u n i a d y el fin alcanzado. El artista q u e quiere ser g r a n d e y q u e
M• elige inferior m a n t i e n e intencionalmente ese desvío; es c o m o Pe-
ne lope, y destruye de noche lo q u e d e d í a h a hecho. E n este sentido^
en sus realizaciones artísticas se m a n t i e n e c o n s t a n t e m e n t e en el p l a n o
. •iluntario y despliega por eso u n a energía desesperada. P e r o su vo-
luntad misma es de mala fe, es decir, rehuye el reconocimiento d e
los verdaderos fines elegidos p o r la conciencia espontánea y constituye
ni)jetos psíquicos falsos c o m o móviles, p a r a p o d e r deliberar sobre
i stos móviles y decidirse a p a r t i r de ellos ( a m o r a la gloria, a m o r a
l.i belleza, e t c . ) . L a v o l u n t a d , aquí, n o está en m o d o alguno opuesta
.1 la elección f u n d a m e n t a l , sino, m u y al contrario, n o se c o m p r e n d e
i ii sus objetivos y en su m a l a fe d e principio sino en la perspectiva
de la elección f u n d a m e n t a l d e la inferioridad. M á s a ú n : si, a títuio
de conciencia reflexiva, constituye d e m a l a fe objetos psíquicos falsos
.i título d e móviles, en cambio, a titulo d e conciencia irreflexiva y
no-tética (de) sí, es conciencia ( d e ) ser d e m a l a f e y, p o r consi-
guiente, conciencia (del) proyecto f u n d a m e n t a l perseguido p o r el
para-sí. D e este m o d o , el divorcio entre conciencia espontánea y
voluntad n o es u n d a t o d e h e c h o p u r a m e n t e c o n s t a t a d o ; sino que,
al contrario, esta d u a l i d a d es p r o y e c t a d a y realizada inicialmente p o r
nuestra libertad f u n d a m e n t a l , y n o se concibe sino en y p o r la u n i d a d
p r o f u n d a de nuestro proyecto f u n d a m e n t a l , q u e es elegirnos c o m o
inferiores. Pero, precisamente, tal divorcio implica q u e la delibera-
ción voluntaria decide, con m a l a fe, c o m p e n s a r o e n m a s c a r a r nuestra
inferioridad con obras cuyo objetivo p r o f u n d o es permitirnos, al con-
trario, medir esa inferioridad. Así, c o m o se ve, nuestro análisis nos
permite a c e p t a r los dos planos en q u e Adler sitúa el c o m p l e j o de
inferioridad: c o m o c.1, admitimos u n reconocimiento f u n d a m e n t a l d e
esa inferioridad y u n desarrollo exuberante y m a l equilibrado d e
actos, obras y afirmaciones destinados a c o m p e n s a r o e n m a s c a r a r ese
sentimiento p r o f u n d o . P e r o : l 9 Nos negamos a concebir c o m o
inconsciente el reconocimiento f u n d a m e n t a l : éste está t a n lejos d e
ser inconsciente q u e h a s t a constituye la m a l a fe d e la v o l u n t a d . C o n
ello no establecemos entre los dos planos considerados la diferencia
entre lo consciente y lo inconsciente, sino la q u e separa la conciencia
irreflexiva y f u n d a m e n t a l d e la conciencia refleja, su tributaria. 2 '
El concepto de m a l a fe — q u e hemos establecido en nuestra p r i m e r a
liarte— nos parece q u e debe reemplazar a los de censura, represión
e inconsciente, que utiliza Adler. 3° L a u n i d a d d e la conciencia,
tal cual se revela al cogito, es d e m a s i a d o p r o f u n d a p a r a q u e adrnita-
mos esa escisión en dos planos, sin q u e sea r e a s u m i d a p o r u n a in-
tención sintética m á s p r o f u n d a , q u e r e d u c e u n p l a n o al otro y los
unifica. D e suerte q u e c a p t a m o s en el c o m p l e j o d e inferioridad u n a
significación m á s : n o sólo el c o m p l e j o d e inferioridad es reconocido,
sino q u e este reconocimiento es elección-, n o sólo la v o l u n t a d t r a t a
de e n m a s c a r a r la inferioridad con afirmaciones inestables y débiles,
sino q u e la v o l u n t a d está a t r a v e s a d a p o r u n a intención m á s p r o f u n d a ,
q u e elige precisamente la debilidad e inestabilidad d e esas a f i r m a -
ciones con la intención d e h a c e r m á s sensible esa inferioridad q u e
pretendemos r e h u i r y q u e experimentaremos con vergüenza y senti-
m i e n t o d e fracaso. Así, el q u e sufre d e Menderwertigkeit h a ele-
gido ser el v e r d u g o d e sí mismo. H a elegido la vergüenza y el
sufrimiento, lo q u e n o q u i e r e decir q u e h a y a d e e x p e r i m e n t a r alegría
— m u y al c o n t r a r i o — c u a n d o con m á s violencia se realizan.
P e r o n o p o r ser elegidos d e m a l a f e p o r u n a v o l u n t a d q u e se
p r o d u c e en los límites d e nuestro proyecto inicial, esos nuevos posi-
bles d e j a n d e realizarse en cierta m e d i d a contra el proyecto inicial.
E n la m e d i d a en q u e queremos e n m a s c a r a m o s nuestra inferioridad,
precisamente p a r a crearla, p o d e m o s q u e r e r suprimir nuestra timidez
y nuestro t a r t a m u d e o , q u e m a n i f i e s t a n en el p l a n o e s p o n t á n e o nues-
tro proyecto inicial d e inferioridad. E m p r e n d e r e m o s entonces u n
esfuerzo sistemático y reflexivo p a r a h a c e r desaparecer esas m a n i f e s -
taciones. H a c e m o s tal tentativa en el estado d e á n i m o en q u e se
halla el e n f e r m o q u e a c u d e al psicoanalista p a r a ser c u r a d o de ciertos
trastornos q u e ya n o p u e d e disimularse m á s ; y, p o r el solo h e c h o d e
entregarse a las m a n o s del médico, a f r o n t a el riesgo d e ser c u r a d o .
Pero, p o r o t r a p a r t e , corre este riesgo p a r a persuadirse a sí m i s m o
de q u e en v a n o h a h e c h o t o d o lo posible p o r curarse y de que, p o r
consiguiente, es incurable. A b o r d a , pues, el t r a t a m i e n t o psicoana-
lítico con m a l a f e y m a l a v o l u n t a d . T o d o s sus esfuerzos t e n d r á n p o r
objetivo hacerlo fracasar, al t i e m p o q u e c o n t i n ú a prestándose volun-
t a r i a m e n t e a él. A n á l o g a m e n t e , los psicasténicos estudiados p o r J a n e t
padecen de u n a obsesión q u e m a n t i e n e n intencionalmente y quieren
ser c u r a d o s d e ella. Pero, precisamente, su voluntad d e ser c u r a d o s
tiene p o r objetivo a f i r m a r esas obsesiones c o m o padecimientos y, p o r
consiguiente, realizarlas en t o d a su violencia. L o demás es bien cono-
cido: el e n f e r m o n o p u e d e confesar sus obsesiones, se revuelca p o r
el suelo, solloza, p e r o n o se decide a h a c e r la confesión r e q u e r i d a .
Seria v a n o h a b l a r a q u í d e u n a l u c h a d e la v o l u n t a d c o n t r a la en-
f e r m e d a d : esos procesos se desarrollan en la u n i d a d ek-stática d e l a
mala fe, en u n ser q u e es lo q u e n o es y n o es lo q u e es. A n á l o g a -
mente, c u a n d o el psicoanalista está a p u n t o d e c a p t a r el proyecto
inicial del enfermo, éste a b a n d o n a el t r a t a m i e n t o o comienza a m e n -
tir. E n v a n o se explicarán estas resistencias p o r u n a rebelión o
inquietud inconsciente: ¿ c ó m o podría estar i n f o r m a d o el inconscien-
te de los progresos de la investigación psicoanalítica, a menos d e
ser, precisamente, u n a conciencia? Pero, si el e n f e r m o j u e g a la p a r -
tida hasta el final, es menester q u e experimente u n a c u r a parcial,
es decir, que produzca en sí mismo la desaparición de los fenó-
menos mórbidos q u e lo h a n llevado a requerir a y u d a médica. Así,
h a b r á elegido el m a l m e n o r ; h a b i e n d o venido p a r a persuadirse d e
su incurabilidad, se ve obligado — p a r a evitar c a p t a r su proyecto e n
plena luz y, p o r consiguiente, nihilizarlo y convertirse libremente e n
otro—• a m a r c h a r s e r e m e d a n d o la curación. Análogamente, los m é -
todos q u e p u e d o e m p l e a r p a r a c u r a r m e del t a r t a m u d e o o d e la
timidez p u e d e n ser puestos en práctica de m a l a fe. Ello n o i m p i d e
que p u e d a v e r m e obligado a reconocer su eficacia: en tal caso, l a
timidez y el t a r t a m u d e o d e s a p a r e c e r á n ; es el mal m e n o r : v e n d r á a
reemplazarlos u n a seguridad ficticia y voluble. Pero pasa con estas
curaciones c o m o con la curación de la histeria p o r t r a t a m i e n t o eléc-
trico. Sabido es q u e esta medicación p u e d e p r o d u c i r la desaparición
de u n a c o n t r a c t u r a histérica de la pierna, pero q u e al p o c o tiempo
se verá reaparecer la c o n t r a c t u r a en el brazo. Pues la curación d e
la histeria sólo p u e d e producirse en totalidad, ya q u e la histeria es.
u n proyecto totalitario del para-sí. L a s medicaciones parciales n o
hacen sino desplazar sus manifestaciones. Así, la curación de la
timidez o del t a r t a m u d e o es consentida y elegida en u n proyecto q u e
se dirige a la realización de otros trastornos, p o r ejemplo, precisa-
mente, a la realización d e u n a seguridad vana: e igualmente des-
equilibrada. Como, en efecto, el surgimiento d e u n a decisión vo-
luntaria halla su móvil en la libre elección f u n d a m e n t a l de mis fines,
n o p u e d e o b r a r sobre estos fines mismos sino en a p a r i e n c i a : p o r lo-
tanto, sólo en el m a r c o de m i proyecto f u n d a m e n t a l p u e d e tener
eficacia la voluntad, y n o p u e d o "liberarme" de m i "complejo de
inferioridad" sino p o r u n a modificación radical d e m i proyecto, q u e
no p o d r í a en m o d o a l g u n o e n c o n t r a r sus motivos y móviles en eí
proyecto anterior, ni siquiera en los padecimientos" y vergüenzas q u e
experimento, pues éstos tienen p o r destino expreso realizar m i p r o -
yecto de inferioridad. Así, n o p u e d o ni siquiera concebir, mientras
estoy " e n " el c o m p l e j o d e inferioridad, la posibilidad d e salir d e él,.
pues, a u n si sueño con salir, este sueño tiene , la f u n c i ó n precisa d e
p o n e r m e en condiciones de e x p e r i m e n t a r a ú n m á s la abyección d e
m i estado, y n o p u e d e entonces interpretarse sino en y p o r la inten-
ción inferiorizadora. Sin embargo, en c a d a m o m e n t o , c a p t o esta
elección inicial c o m o contingente e injustificable; en c a d a m o m e n t o ,
pues, estoy a u n p u n t o de considerarla de p r o n t o objetivamente, y,
por ende, trascenderla y preterificarla h a c i e n d o surgir el instante
liberador. D e ahí m i angustia, el t e m o r q u e tengo d e ser d e p r o n t o
exorcizado, es decir, de volverme r a d i c a l m e n t e otro; p e r o de ahí
t a m b i é n el f r e c u e n t e surgimiento de "conversiones" q u e m e hacen
m e t a m o r f o s e a r totalmente mi proyecto original. Esas conversiones,
q u e n o h a n sido estudiadas por los filósofos, h a n inspirado a m e n u -
do, en cambio, a los literatos. Recuérdese el instante en q u e el Fi-
loctetes de Gide a b a n d o n a hasta su odio, q u e era su proyecto f u n -
d a m e n t a l , su razón de ser y su ser; o el instante en q u e Raskólnikov
decide denunciarse. Esos instantes extraordinarios y maravillosos, en
q u e el proyecto anterior se desmorona en el p a s a d o a la luz de u n
proyecto nuevo q u e surge-sobre las ruinas de aquél y que n o hace
a ú n sino esbozarse, instantes en q u e la humillación, la angustia, la
alegría, la desesperación se alian estrechamente, en q u e soltamos
p a r a asir y asimos p a r a soltar, h a n p o d i d o a m e n u d o d a r la imagen
más clara y conmovedora de nuestra libertad. Pero n o son sino u n a
de sus varias manifestaciones.
Así presentada, la " p a r a d o j a " de la ineficacia de las decisiones
voluntarias parecerá m á s inofensiva: equivale a decir que, p o r la
voluntad, podemos construirnos íntegramente, pero q u e la v o l u n t a d
q u e preside a esa construcción halla su sentido en el proyecto ori-
ginal q u e ella m i s m a p u e d e a p a r e n t e m e n t e n e g a r ; que, p o r consi-
guiente, esa construcción tiene u n a función m u y distinta de la q u e
exhibe; y, p o r último, q u e n o p u e d e alcanzar sino estructuras d e
detalle, sin p o d e r m o d i f i c a r jamás el proyecto original de d o n d e p r o -
cede, así 'como las consecuencias de u n teorema n o p u e d e n ' volverse
c o n t r a el teorema mismo p a r a cambiarlo.
Al t é r m i n o de esta larga discusión, parece q u e hemos logrado
precisar u n t a n t o nuestra comprensión ontológica de la libertad. ' C o n -
viene a h o r a r e t o m a r en u n a visión de c o n j u n t o los diversos resultados
obtenidos:
1'' U n a p r i m e r a m i r a d a a la realidad h u m a n a nos enseña que,
p a r a ella, ser se reduce a hacer. Los psicólogos del siglo xix, q u e
h a n m o s t r a d o las estructuras motrices d e las tendencias, la atención,
la percepción, etc., e s t a b a n en lo cierto. Sólo q u e el m o v i m i e n t o
m i s m o es acto. Así, n o e n c o n t r a m o s n a d a dado en la r e a l i d a d h u -
m a n a , e n el s e n t i d o e n q u e el t e m p e r a m e n t o , el c a r á c t e r , las pasio-
nes, los principios d e la razón, etc., serían e l e m e n t o s dados, a d q u i -
ridos o innatos, existentes a la m a n e r a d e las cosas. L a sola consi-
d e r a c i ó n e m p í r i c a del s e r - h u m a n o lo m u e s t r a c o m o u n a u n i d a d
o r g a n i z a d a de c o n d u c t a s o " c o m p o r t a m i e n t o s " . Ser ambicioso, co-
b a r d e o irascible es s i m p l e m e n t e conducirse de tal o cual m a n e r a
en tal o c u a l c i r c u n s t a n c i a . Los behavioristas t e n í a n razón al con-
siderar q u e el ú n i c o estudio psicológico positivo d e b í a ser el d e las
c o n d u c t a s e n situaciones r i g u r o s a m e n t e definidas. Así c o m o los t r a -
lla jos d e J a n e t y d e los gestaltistas nos h a n p u e s t o en condiciones
•de d e s c u b r i r las c o n d u c t a s emocionales, así t a m b i é n debe h a b l a r s e
de c o n d u c t a s perceptivas, p u e s t o q u e la p e r c e p c i ó n n o se concibe
jamás f u e r a d e u n a a c t i t u d respecto del m u n d o . A u n la a c t i t u d
desinteresada del estudioso, c o m o lo h a m o s t r a d o H e i d e g g e r , es u n a
t o m a de posición d e s i n t e r e s a d a respecto del o b j e t o y, p o r consi-
guiente, u n a c o n d u c t a e n t r e otras. Así, la r e a l i d a d - h u m a n a n o es
p r i m e r o p a r a a c t u a r después, sino q u e p a r a ella ser es a c t u a r , y
cesar de a c t u a r es cesar d e ser.
2" Pero, si la r e a l i d a d h u m a n a es acción, esto significa, eviden-
temente, q u e su d e t e r m i n a c i ó n a la acción es a su vez acción. Si
rechazamos este p r i n c i p i o y a d m i t i m o s q u e p u e d e ser d e t e r m i n a d a
a la acción p o r u n e s t a d o a n t e r i o r del m u n d o o de ella m i s m a , esto
e q u i v a l d r á a p o n e r a l g o dado e n el origen de la serie. Esos actos
e n t o n c e s d e s a p a r e c e n e n t a n t o q u e actos, p a r a d e j a r l u g a r 1 a u n a
serie de movimientos. Así, la noción de c o n d u c t a se destruye p o r sí
m i s m a e n J a n e t y e n los behavioristas. L a existencia del a c t o im-
plica su a u t o n o m í a .
3 ' P o r o t r a p a r t e , si el a c t o no es p u r o movimiento, debe de-
finirse p o r u n a intención. C o m o q u i e r a q u e se considere esta intención,
n o p u e d e ser sino u n t r a s c e n d e r lo d a d o h a c i a u n r e s u l t a d o d e -
obtener. L o d a d o , en efecto, siendo p u r a presencia, n o p o d r í a salir
de sí. P r e c i s a m e n t e p o r q u e es, es p l e n a y ú n i c a m e n t e lo q u e es.
N o p o d r í a , pues, d a r r a z ó n de u n f e n ó m e n o q u e t o m a t o d o su sen-
tido d e u n r e s u l t a d o p o r alcanzar, es decir, de algo inexistente.
C u a n d o los psicólogos, p o r e j e m p l o , h a c e n d e la t e n d e n c i a u n es-

1
En el original: faire face ("afrontar"), verosímilmente errata por faire
place ("dejar lugar"). (N. del T.)
t a d o de hecho, n o ven q u e le q u i t a n t o d o c a r á c t e r d e apetito (ad-
petitio). E n efecto: si la tendencia sexual p u e d e diferenciarse, por
ejemplo, del sueño, n o p u e d e ser sino p o r su fin, y, precisamente,
este f i n n o es. Los psicólogos h u b i e r a n d e b i d o preguntarse cuál
podía ser la estructura ontológica de u n f e n ó m e n o tal q u e se hace
a n u n c i a r lo q u e es p o r algo q u e a ú n n o es. L a intención, q u e es la
estructura f u n d a m e n t a l de la r e a l i d a d - h u m a n a , n o puede, pues, en
caso alguno, explicarse p o r algo d a d o , a u n si se p r e t e n d e q u e haya
e m a n a d o de ello. Pero, si se la quiere i n t e r p r e t a r por su fin, h a d e
tenerse c u i d a d o de n o conferir a este fin u n a existencia d e cosa
dada. E n efecto: si p u d i e r a admitirse q u e el f i n es d a d o a n t e r i o r -
m e n t e al efecto p a r a alcanzarlo, sería menester entonces conceder
a ese fin u n a especie d e ser-en-sí en el seno d e su n a d a y u h a virtud
atractiva de tipo p r o p i a m e n t e mágico. N i a u n así, p o r lo demás, lle-
garíamos a c o m p r e n d e r la conexión entre u n a realidad h u m a n a d a d a
y u n fin d a d o p o r otra parte, así c o m o n o se c o m p r e n d e la conexión
e n t r e la conciencia-sustancia y la realidad-sustancia en esas tesis rea-
listas. Si la tendencia o el acto h a d e interpretarse p o r su fin, ello
se debe a q u e la intención tiene c o m o estructura el poner su f i n
f u e r a de sí. D e este m o d o , la intención se h a c e ser eligiendo el f i n
q u e la a n u n c i a .
4 9 Siendo la intención elección del fin y revelándose el m u n d o
a través d e nuestras conductas, la elección intencional del f i n revela
el m u n d o , y el m u n d o se revela tal o cual (en tal o cual o r d e n )
según el f i n elegido. El fin, al i l u m i n a r el m u n d o , es u n e s t a d a
del m u n d o p o r obtenerse y a ú n n o existente. L a intención es con-
ciencia tética del fin. Pero n o p u e d e serlo sino haciéndose conciencia
no-tética de su posibilidad propia. Así, m i fin p u e d e ser u n a b u e n a
comida, si tengo h a m b r e . Pero esa comida proyectada allende la
r u t a polvorienta p o r d o n d e ando, c o m o sentido de esta r u t a (la cual
v a hacia u n hotel d o n d e la mesa está puesta, d o n d e los platos están
preparados, d o n d e m e esperan, e t c . ) , n o p u e d e ser c a p t a d a sino co-
rrelativamente con m i proyecto no-tético hacia m i p r o p i a posibili-
d a d de comerla. Así, p o r u n surgimiento doble p e r o unitario, la
intención ilumina el m u n d o a p a r t i r d e u n fin a ú n n o existente y
se d e f i n e por la elección de su posible. M i fin es cierto estado obje-
tivo del m u n d o , m i posible es cierta estructura d e m i subjetividad;
el u n o se revela a la conciencia tética, la otra refluye sobre la con-
ciencia no-tética p a r a caracterizarla.
5 ' Si lo d a d o n o p u e d e explicar la intención, es menester q u e
i ,i,i realice, p o r su p r o p i o surgimiento, u n a r u p t u r a con lo d a d o ,
< ual(|uiera q u e éste sea. N o p o d r í a ser d e o t r o m o d o ; si n o , t e n -
d r í a m o s u n a p l e n i t u d p r e s e n t e q u e sucedería, e n c o n t i n u i d a d , a o t r a
plenitud p r e s e n t e , y n o p o d r í a m o s p r e f i g u r a r el p o r v e n i r . E s t a r u p -
t u r a es, p o r lo d e m á s , n e c e s a r i a p a r a la apreciación d e lo d a d o . E n
efecto: j a m á s lo d a d o p o d r í a ser m o t i v o p a r a u n a acción, si n o f u e r a
.ipreciado. P e r o esta a p r e c i a c i ó n n o p u e d e ser r e a l i z a d a sino p o r
una toma de distancia con respecto a lo dado, por u n a puesta entre
paréntesis d e lo d a d o , lo q u e s u p o n e , j u s t a m e n t e , u n a r u p t u r a d e
c o n t i n u i d a d . A d e m á s , la a p r e c i a c i ó n , si n o h a d e ser g r a t u i t a , d e b e
hacerse a la luz d e algo. Y este a l g o q u e sirve p a r a a p r e c i a r lo d a d o
n o p u e d e ser o t r a cosa q u e el f i n . Así, la i n t e n c i ó n , e n u n m i s m o
s u r g i m i e n t o u n i t a r i o , p o n e el f i n , se elige y a p r e c i a lo d a d o a p a r t i r
<le ese f i n . E n tales condiciones, l o d a d o se a p r e c i a e n f u n c i ó n d e
algo q u e a ú n n o existe; el ser-en-sí es i l u m i n a d o a la luz del no-ser.
Resulta d e ello u n a d o b l e coloración n i h i l i z a d o r a d e lo d a d o : p o r
u n a p a r t e , éste es nihilizado e n c u a n t o l a r u p t u r a c o n él le h a c e
p e r d e r t o d a eficacia sobre la i n t e n c i ó n ; p o r o t r a p a r t e , s u f r e u n a
n u e v a nihilización p o r el h e c h o d e q u e se le d e v u e l v e esa eficacia a
p a r t i r d e u n a n a d a : la a p r e c i a c i ó n . L a r e a l i d a d h u m a n a , s i e n d o
acto, n o p u e d e concebirse sino c o m o r u p t u r a c o n l o d a d o , c o n su
ser. E l l a es el ser q u e h a c e q u e haya a l g o d a d o , r o m p i e n d o con
ello e i l u m i n á n d o l o a la luz d e lo a ú n - n o - e x i s t e n t e .
6 9 E s t a n e c e s i d a d d e q u e lo d a d o n o a p a r e z c a sino e n los m a r -
c o s d e u n a nihilización q u e lo revela se i d e n t i f i c a con, l a negación
interna q u e describíamos e n n u e s t r a s e g u n d a p a r t e . Sería v a n o i m a -
g i n a r q u e la c o n c i e n c i a p u d i e r a existir sin lo d a d o : sería e n t o n c e s
conciencia ( d e ) sí m i s m a c o m o conciencia d e n a d a , es decir, la n a d a
absoluta. P e r o , si la c o n c i e n c i a existe a p a r t i r d e lo d a d o , esto n o
significa e n m o d o a l g u n o q u e lo d a d o la c o n d i c i o n e : ella es p u r a
y simple n e g a c i ó n d e lo d a d o , existe c o m o d e s p r e n d i m i e n t o d e a l g o
existente d a d o y c o m o c o m p r o m e t i m i e n t o 1 h a c i a cierto f i n a ú n n o
existente. Pero, a d e m á s , esa n e g a c i ó n i n t e r n a n o p u e d e p e r t e n e c e r
sino a u n ser q u e está e n p e r p e t u o retroceso c o n respecto a sí m i s m o .
Si él n o f u e r a su p r o p i a n e g a c i ó n , sería lo q u e es, es decir, algo
p u r a y s i m p l e m e n t e d a d o ; p o r este hecho, n o t e n d r í a c o n e x i ó n n i n -

1
En el original, a la oposición lógica "desprendimiento/comprometi-
miento" corresponde también una oposición lingüística: dégagement/enga-
gement. (N. del T.)
g u n a con n i n g ú n o t r o datum, p u e s q u e lo d a d o , p o r n a t u r a l e z a , n o
es sino lo q u e es. Así. q u e d a r í a e x c l u i d a t o d a a p a r i c i ó n d e u n m u n -
do. P a r a n o ser algo d a d o , es m e n e s t e r q u e el para-sí se c o n s t i t u y a
p e r p e t u a m e n t e c o m o e n retroceso con respecto a sí, es decir, se d e j e
siempre a la zaga d e sí m i s m o c o m o u n datum q u e él n o es ya.
E s t a c a r a c t e r í s t i c a del para-sí i m p l i c a q u e es el ser q u e n o e n c u e n t r a
ningún auxilio, ningún punto de apoyo en lo q u e él era. Al c o n -
t r a r i o el p a r a - s í es libre y p u e d e h a c e r q u e h a y a u n m u n d o p o r q u e
es el ser que tiene-de-ser lo que era a la luz de. lo que será. La-
libertad d e l p a r a - s í a p a r e c e , pues, c o m o su ser. Pero, c o m o la libertad
n o es a l g o d a d o ni u n a p r o p i e d a d , n o p u e d e ser sino eligiéndose.
L a libertad del para-si es siempre comprometida: n o se t r a t a de u n a
libertad q u e sea p o d e r i n d e t e r m i n a d o y preexista a su elección. N o
nos c a p t a m o s j a m á s sino c o m o elección en vías de h a c e r s e Pero
la libertad es s i m p l e m e n t e el h e c h o d e q u e esa elección es s i e m p r e
incondicionada.
1° T a l elección, q u e se h a c e sin p u n t o d e a p o y o y se d i c t a a
sí m i s m a sus motivos, p u e d e p a r e c e r absurda y, e n efecto, lo es.
Pues la libertad es elección d e su ser, p e r o n o fundamento d e su ser.
V o l v e r e m o s sobre esta relación e n t r e libertad y f a c t i c i d a d , en el p r e -
sente capítulo. P o r el m o m e n t o , nos b a s t a r á con d e c i r q u e la reali-
d a d - h u m a n a p u e d e elegirse c o m o bien lo e n t i e n d a , p e r o n o p u e d e
n o elegirse; ni siquiera p u e d e negarse a ser: el suicidio, en efecto,
es elección y a f i r m a c i ó n de ser. Por este ser q u e le es dado, la liber-
t a d p a r t i c i p a de la c o n t i n g e n c i a universal del ser y, p o r eso m i s m o ,
d e lo q u e l l a m á b a m o s a b s u r d i d a d . L a elección es a b s u r d a n o p o r -
q u e carezca d e r a z ó n sino p o r q u e n o h a h a b i d o posibilidad d e n o
elegirse. C u a l q u i e r a q u e f u e r e , la elección es f u n d a d a y r e a s u m i d a
p o r el ser, p u e s es la elección q u e él es. P e r o h a de advertirse q u e
esa elección n o es a b s u r d a en el sentido en q u e , e n u n u n i v e r s o r a -
cional, surgiera u n f e n ó m e n o q u e n o estuviera en conexión de ra-
zones con los d e m á s ; sino q u e es a b s u r d a en el s e n t i d o d e q u e es
a q u e l l o p o r lo cual todos los f u n d a m e n t o s y razones v i e n e n al s e r ;
a q u e l l o p o r lo cual la m i s m a n o c i ó n de a b s u r d o recibe u n sentido.
Ss a b s u r d a e n c u a n t o está a l l e n d e todas las razones. Así, la libertad
110 es p u r a y s i m p l e m e n t e la c o n t i n g e n c i a e n t a n t o q u e se revierte
h a c i a su ser p a r a i l u m i n a r l o a la luz d e su f i n ; es p e r p e t u o esca-

2
En el original: en train de se faire; un latinismo traduciría exactamen-
te la idea: "elección in fieri". (N. del T.)
liarse a la contingencia, es interiorización, nihilización y subjetivación
•le la contingencia, que, así m o d i f i c a d a , se vierte í n t e g r a m e n t e en
la g r a t u i d a d de la elección.
8" El proyecto libre es f u n d a m e n t a l , pues es m i ser. N i la am-
bición ni la pasión de ser a m a d o ni el c o m p l e j o de inferioridad p u e -
den considerarse c o m o proyectos f u n d a m e n t a l e s . Es menester, al con-
trario, comprenderlos a p a r t i r de u n primer proyecto, q u e se reco-
noce p o r q u e ya n o p u e d e interpretarse a p a r t i r de n i n g ú n otro, y
es total. Sería necesario u n m é t o d o fenomenológico especial p a r a
explicitar ese proyecto inicial. Es lo q u e llamaremos psicoanálisis
rxistencial, y nos referiremos a él en nuestro próximo capítulo. Des-
de luego, podemos decir que el proyecto f u n d a m e n t a l q u e soy es u n
proyecto q u e n o concierne a mis relaciones con tal o cual objeto'
particular del i n u n d o sino a m i ser-en-el-mundo en totalidad, y q u e
—puesto q u e el p r o p i o m u n d o sólo se revela a la luz de u n f i n —
ese proyecto p o n e c o m o fin cierto tipo de relación con el ser, q u e
el para-sí quiere sostener. Ese proyecto no es instantáneo, pues n o
p u e d e estar " e n " el tiempo. T a m p o c o es intemporal, p a r a "darse
t i e m p o " después. P o r eso rechazamos la "elección del c a r á c t e r inte-
ligible" de K a n t . L a estructura de la elección implica necesaria-
m e n t e q u e sea elección en el m u n d o . U n a elección q u e se e f e c t u a r a
a partir de nada o contra nada n o sería elección de n a d a y se nihi-
lizaría c o m o elección. N o h a y elección sino fenoménica, siempre
q u e se entienda bien q u e el f e n ó m e n o en este caso es lo absoluto.
Pero, en su p r o p i o surgimiento, la elección se temporaliza, p u e s t o
que h a c e q u e u n f u t u r o venga a iluminar al presente y a constituirlo
c o m o presente d a n d o a los " d a t a " en-sí la significación de preteri-
dad. E m p e r o , n o h a de entenderse con ello q u e el proyecto f u n d a -
m e n t a l sea coextensivo a la " v i d a " entera del para-sí. Siendo la
libertad ser-sin-apoyo y sin-trampolín, el proyecto, p a r a ser, debe
ser c o n s t a n t e m e n t e renovado. M e elijo p e r p e t u a m e n t e y no p u e d e
ser j a m á s a título de habiendo-sido-elegido; si no., recaería en la
p u r a y simple existencia del en-sí. L a necesidad de elegirme p e r -
p e t u a m e n t e se identifica con la persecución-perseguida que soy. Pe-
ro, precisamente p o r q u e se t r a t a de u n a elección, esta elección, en
la m e d i d a en q u e se opera, designa en general c o m o posibles otras
elecciones. L a posibilidad de estas otras elecciones n o es ni explici-
t a d a ni puesta, sino vivida en el sentimiento de injustificabilidad, y
es lo q u e se expresa p o r el h e c h o de la absurdidad d é m i elección y,
p o r consiguiente, d e m i ser. Así, mi libertad roe m i libertad. Siendo
libre, en efecto, proyecto m i posible total, p e r o con ello p o n g o m i
ser libre y m i posibilidad de nihilizar siempre ese proyecto p r i m e r o
preterificándolo. Así, en el m o m e n t o en q u e el para-sí cree captarse,
y hacerse a n u n c i a r por u n a n a d a pro-yectada lo q u e él es, se esca-
pa a sí mismo, pues p o n e con ello su p r o p i a posibilidad de ser otro
q u e el q u e es. L e bastará explicitar su injuslificabilidad p a r a hacer
surgir el instante, es decir, la aparición de u n n u e v o proyecto sobre
el d e s m o r o n a m i e n t o del anterior. E m p e r o , c o m o este surgimiento
de u n n u e v o proyecto tiene por condición expresa la nihilización del
anterior, el para-sí n o p u e d e conferirse u n a existencia n u e v a : desde
q u e rechaza al p a s a d o el proyecto perimido, tiene de ser ese pro-
yecto en la f o r m a del " e r a " , y esto significa q u e el proyecto p e r i m i d o
pertenece en a d e l a n t e a su situación. N i n g u n a ley de ser p u e d e asig-
n a r u n n ú m e r o a priori a los diferentes proyectos q u e soy: la exis-
tencia del para-sí, en efecto, condiciona su esencia. Al contrario,
es preciso consultar la historia de c a d a cual p a r a hacerse u n a idea
singular acerca d e c a d a para-sí singular. Nuestros proyectos p a r -
ticulares concernientes a la realización en el m u n d o d e u n fin p a r t i c u -
lar se integran en el proyecto global q u e somos. Pero, precisamente
p o i q u e somos í n t e g r a m e n t e elección y acto, esos proyectos parciales
110 están d e t e r m i n a d o s por el proyecto global: deben ser p o r sí mis-
mos elecciones, y se d e j a a c a d a u n o de ellos cierto m a r g e n de con-
tingencia, imprevisibilidad y absurdo, a u n q u e c a d a proyecto, en t a n t o
q u e se proyecta, siendo especificación del proyecto global con ocasión
de elementos particulares de la situación, se c o m p r e n d e siempre con
respecto a la totalidad d e m i ser-en-el-mundo.

C o n estas breves observaciones creemos h a b e r descrito la liber-


t a d del para-sí en su existencia originaria. Pero se h a b r á a d v e r t i d o
q u e esa libertad requiere algo d a d o , n o c o m o su condición, p e r o sí
con m á s de u n titulo: en p r i m e r lugar, la libertad n o se concibe
sino c o m o nihilización de algo d a d o ( § 5 ) y, en la m e d i d a en q u e
es negación i n t e r n a y conciencia, participa ( § 6) d e la necesidad
q u e prescribe a la conciencia ser conciencia de algo. Además, la
libertad es libertad d e elegir, p e r o no libertad de n o elegir. N o ele-
gir, en efecto, es elegir n o elegir. Resulta d e ello q u e la elección
es f u n d a m e n t o del ser-elegido, p e r o n o f u n d a m e n t o del elegir. D e
d o n d e la a b s u r d i d a d ( § 7) de la libertad. T a m b i é n a q u í la libertad
nos remite a algo d a d o , q u e n o es sino la facticidad m i s m a del p a r a -
•.i I'or último, el p r o y e c t o global, a u n q u e esclarece el m u n d o e n
MI totalidad;, p u e d e especificarse c o n ocasión d e tal o c u a l e l e m e n t o
di- la situación y, p o r consiguiente, d e la c o n t i n g e n c i a d e l m u n d o .
T o d a s estas observaciones nos r e m i t e n , pues, a u n difícil p r o b l e m a :
i-l ile las relaciones e n t r e la l i b e r t a d y la f a c t i c i d a d , y, p o r o t r a p a r t e ,
•..den al p a s o d e las objeciones c o n c r e t a s q u e n o d e j a r á d e h a c é r s e -
nos: ¿ p u e d o elegir ser alto, si soy b a j o ? , ¿ t e n e r dos brazos, si soy
m a n c o ? , e t c . ; objeciones q u e se r e f i e r e n j u s t a m e n t e a los " l í m i t e s "
'|iie m i situación d e h e c h o a p o r t a r í a a m i libre elección d e m í m i s m o .
(1<inviene, pues, e x a m i n a r o t r o a s p e c t o d e la l i b e r t a d , su " r e v e r s o " :
su relación c o n la f a c t i c i d a d .

II

LIBERTAD Y FACTICIDAD: LA S I T U A C I Ó N

E l a r g u m e n t o decisivo u t i l i z a d o p o r el s e n t i d o c o m ú n c o n t r a l a
libertad consiste e n r e c o r d a r n o s n u e s t r a i m p o t e n c i a . L e j o s d e p o d e r
m o d i f i c a r a gusto n u e s t r a situación, p a r e c e q u e n o p o d e m o s c a m -
biarnos a nosotros mismos. N o soy " l i b r e " n i d e h u r t a r m e a la s u e r t e
de m i clase, n a c i ó n o f a m i l i a , n i a u n d e e d i f i c a r m i p o d e r í o o m i
f o r t u n a , n i d e v e n c e r m i s a p e t i t o s m á s insignificantes o mis hábitos.
N a z c o obrero, f r a n c é s , heredosifilítico o, t u b e r c u l o s o . L a historia d e
u n a v i d a , c u a l q u i e r a q u e f u e r e , es la historia d e u n f r a c a s o . El coe-
ficiente d e a d v e r s i d a d d e las cosas es tal q u e h a c e n f a l t a años d e
paciencia p a r a o b t e n e r el í n f i m o r e s u l t a d o . Y a u n así es preciso " o b e -
d e c e r a la n a t u r a l e z a p a r a m a n d a r e n e l l a " , es decir, i n s e r t a r m i
acción e n las m a l l a s del d e t e r m i n i s m o . M á s d e lo q u e p a r e c e " h a c e r -
se", el h o m b r e p a r e c e "ser h e c h o " p o r el c l i m a y la tierra, la r a z a
y la clase, la l e n g u a , la historia d e la colectividad d e q u e f o r m a p a r t e ,
la h e r e n c i a , las c i r c u n s t a n c i a s i n d i v i d u a l e s d e su i n f a n c i a , los h á b i t o s
adquiridos, los a c o n t e c i m i e n t o s p e q u e ñ o s o g r a n d e s d e su v i d a .
Este a r g u m e n t o n u n c a h a p e r t u r b a d o p r o f u n d a m e n t e a los p a r -
tidarios d e la libertad h u m a n a : D e s c a r t e s el p r i m e r o , r e c o n o c í a a
la vez q u e la v o l u n t a d es i n f i n i t a y q u e es preciso " t r a t a r d e v e n -
cernos a nosotros m i s m o s m á s bien q u e a la f o r t u n a " . P u e s c o n v i e n e
a q u í e f e c t u a r a l g u n a s distinciones: m u c h o s d e los h e c h o s e n u n c i a d o s
p o r los d e t e r m i n i s t a s n o p u e d e n t o m a r s e e n consideración. El coefi-
ciente d e a d v e r s i d a d d e las cosas, e n p a r t i c u l a r , n o p u e d e constituir
u n a r g u m e n t o contra nuestra libertad, pues por nosotros, es decir,
por la previa posición de u n fin, surge ese coeficiente de adversidad.
T a l peñasco, q u e manifiesta u n a resistencia p r o f u n d a si quiero des-
plazarlo, será, al contrario, u n a a y u d a preciosa si quiero escalarlo
p a r a c o n t e m p l a r el paisaje. E n sí mismo —si es siquiera posible
e n c a r a r lo q u e en sí mismo p u e d a ser— es neutro, es decir, espera
ser i l u m i n a d o p o r u n fin p a r a manifestarse c o m o adversario o c o m o
auxiliar. Y n o p u e d e manifestarse d e la u n a o d e la o t r a m a n e r a
sino en el interior d e u n complejo-utensilio ya establecido. Sin los
picos y las grapas, los senderos ya trazados y la técnica de la ascen-
sión, el peñasco n o sería ni fácil ni difícil de escalar: la cuestión
n o se p l a n t e a r í a siquiera, y aquél n o sostendría relación de n i n g u n a
especie con la técnica del alpinismo. Así, a u n q u e las cosas brutas
(lo q u e H e i d e g g e r llama "los existentes brutos") p u e d a n desde el
origen limitar n u e s t r a libertad de acción, n u e s t r a misma libertad
debe constituir p r e v i a m e n t e el marco, la técnica y los fines con rela-
ción a los cuales las cosas se m a n i f e s t a r á n c o m o límites. H a s t a si
el peñasco se revela c o m o " d e m a s i a d o difícil d e escalar" y si debe-
mos r e n u n c i a r a la ascensión, notemos q u e n o se h a revelado tal sino
por h a b e r sido originariamente c a p t a d o c o m o "escalable"; así, pues,
nuestra libertad m i s m a constituye los límites con q u e se e n c o n t r a r á
después. Por cierto, después de estas observaciones, q u e d a u n resi-
duurn i n n o m b r a b l e e impensable q u e pertenece al en-sí considerado
y h a c e que, en u n m u n d o i l u m i n a d o por nuestra libertad, tal peñasco
será m á s propicio p a r a el escalamiento y tal otro no. Pero, lejos de
ser originariamente ese residuo u n límite de la libertad, ésta surge
c o m o libertad gracias a él, es decir, gracias al en-sí b r u t o en t a n t o
que tal. El sentido c o m ú n c o n v e n d r á con nosotros, en efecto, en que
el ser l l a m a d o libre es el q u e puede realizar sus proyectos. Pero,
p a r a q u e el a c t o p u e d a c o m p o r t a r realización, conviene q u e la sim-
ple proyección de u n fin posible se distinga a priori d e la realización
de ese fin. Si basta concebir p a r a realizar, h e m e sumido en u n m u n -
d o semejante al del sueño, en q u e lo posible n o se distingue en m o d c
a l g u n o de lo real. Estoy c o n d e n a d o , entonces, a ver modificarse el
m u n d o al azar d e los cambios de m i conciencia-, y n o p u e d o prac-
ticar, con respecto a mi concepción, la " p u e s t a entre paréntesis" y
la suspensión del juicio q u e distinguirán u n a simple ficción de u n a
elección real. El objeto, al a p a r e c e r desde q u e es simplemente con-
cebido, n o será ya ni elegido ni simplemente deseado. Habiéndose
abolido la distinción entre el simple deseo, la representación q u e yo
pudiera elegir y la elección, con ella desaparece t a m b i é n la libertad.
Somos libres c u a n d o el término último p o r el cual nos hacemos a n u n -
ciar lo q u e somos es u n fin, es decir, n o u n existente real, c o m o el
que, en nuestra suposición anterior, vendría a satisfacer nuestro de-
seo, sino u n objeto q u e a ú n n o existe. Pero, entonces, este fin n o
puede ser trascendente a menos q u e esté separado de nosotros al
mismo t i e m p o q u e nos es accesible. Sólo u n c o n j u n t o d e existentes
reales p u e d e separarnos de ese fin, así c o m o ese fin n o p u e d e ser
concebido sino c o m o estado por-venir de los existentes reales q u e
de él m e separan. El fin n o es sino el esbozo de u n o r d e n d e los
existentes, es decir, de u n a serie de disposiciones d e - h a c e r - t o m a r a
los existentes sobre el f u n d a m e n t o d e sus relaciones actuales. E n
efecto, en virtud de la negación interna el para-sí ilumina a los exis-
tentes en sus m u t u a s relaciones p o r el fin q u e él pone, y proyecta
este fin a p a r t i r de las determinaciones q u e él c a p t a al existirlo.
N o hay círculo, como hemos visto, pues el surgimiento del para-sí
se efectúa de u n a vez. Pero, siendo así, el orden mismo de los exis-
tentes es indispensable p a r a la p r o p i a libertad. P o r ellos la libertad
es separada y reunida con respecto al f i n perseguido por ella, fin q u e
le a n u n c i a lo que ella es. D e suerte q u e las resistencias q u e la liber-
tad devela en el existente, lejos de constituir p a r a ella u n peligro, n o
hacen sino permitirle surgir c o m o libertad. N o p u e d e h a b e r para-sí
libre sino en c u a n t o c o m p r o m e t i d o en u n m u n d o resistente. F u e r a
de este comprometimiento, las nociones de libertad, determinismo y
necesidad pierden hasta su sentido.
Es necesario, además, precisar, contra el sentido c o m ú n , q u e
la f ó r m u l a "ser libre" n o significa "obtener lo q u e se h a q u e r i d o "
sino "determinarse a querer (en el sentido lato d e elegir) p o r sí
mismo". E n otros términos, el éxito n o importa en absoluto a la
libertad. L a discusión q u e el sentido c o m ú n opone a los filósofos
proviene en este caso de u n m a l e n t e n d i d o : el concepto empírico y
popular de "libertad", p r o d u c t o d e circunstancias históricas, políticas
y morales, equivale a " f a c u l t a d de obtener los fines elegidos". El
concepto técnico y filosófico de libertad, único q u e a q u í considera-
mos, significa sólo: a u t o n o m í a d e la elección. H a d e advertirse,
empero, q u e la elección, siendo idéntica al hacer, supone, p a r a dis-
tinguirse del sueño y del deseo, u n comienzo de realización. Asi, n o
diremos q u e u n cautivo es siempre libre de salir d e la prisión, lo q u e
sería absurdo, ni t a m p o c o q u e es siempre libre d e desear la libera-
ción, lo q u e sería u n a perogrullada sin alcance, sino q u e es siempre
libre d e t r a t a r de evadirse (o d e hacerse l i b e r a r ) , es decir que, cual-
quiera q u e f u e r e su condición, p u e d e pro-yectar su evasión y enseñarse
a sí m i s m o el valor de su proyecto p o r m e d i o de u n comienzo de
acción. N u e s t r a descripción de la libertad, al n o distinguir e n t r e el
elegir y el hacer, nos obliga a r e n u n c i a r a la distinción entre inten-
ción y acto. N b es posible separar la intención del acto, así c o m o
n o es posible separar el pensamiento del l e n g u a j e que lo expresa;
y, así c o m o ocurre q u e la p a l a b r a nos enseña nuestro pensamiento,
así t a m b i é n nuestros actos nos enseñan nuestras intenciones, es
decir, nos p e r m i t e n destacarlas, esquematizarlas, h a c e r de ellas obje-
tos en vez d e limitarnos a vivirlas, es decir, a t o m a r u n a conciencia
no-tética. Esta distinción esencial entre libertad de elección y liber-
tad de obtener h a sido vista, ciertamente, por Descartes, siguiendo
a los estoicos. P o n e u n t é r m i n o a todas las discusiones sobre el " q u e -
r e r " y el " p o d e r " , q u e e n f r e n t a n a ú n hoy a los partidarios y a los
adversarios de la libertad.
N o p o r ello d e j a d e ser v e r d a d q u e la libertad e n c u e n t r a o p a -
rece e n c o n t r a r límites, en virtud de lo dado trascendido o nihilizado
p o r ella. M o s t r a r q u e el coeficiente de adversidad d e la cosa y su
c a r á c t e r de obstáculo ( u n i d o a su c a r á c t e r d e utensilio) es indis-
pensable p a r a la existencia d e u n a libertad es servirse d e u n argu -
m e n t o d e doble filo, pues, si bien p e r m i t e establecer q u e la libertad
n o es d i r i m i d a por lo d a d o , indica p o r otra p a r t e algo así c o m o u n
condicionamiento ontológico d e la libertad. ¿ N o h a b r í a razón p a r a
decir, c o m o ciertos filósofos contemporáneos: sin obstáculo n o hay
libertad? Y, c o m o n o podemos a d m i t i r q u e la libertad se cree su
obstáculo a sí m i s m a — l o q u e es a b s u r d o p a r a quienquiera que haya
c o m p r e n d i d o lo q u e es u n a espontaneidad—, parece h a b e r aquí algo
c o m o u n a precedencia ontológica del en-sí sobre el para-sí. Es pre-
ciso, pues, considerar las observaciones anteriores c o m o simples ten-
tativas d e desbrozar el terreno, y retomar desde el comienzo la cues-
tión d e la facticidad.
H e m o s establecido q u e el para-sí es libre. P e r o esto no significa
q u e sea su p r o p i o f u n d a m e n t o . Si ser libre significara ser f u n d a -
m e n t o d e sí mismo, sería menester que la libertad decidiera acerca
de la existencia d e su p r o p i o ser. Y esta necesidad p u e d e entenderse
de dos modos. E n p r i m e r lugar, sería menester q u e la libertad deci-
diera acerca d e su ser-libre, es decir, n o solamente q u e f u e r a elección
de u n fin, sino q u e f u e r a elección de sí misma c o m o libertad. Ello
supondría, pues, q u e la posibilidad de ser-libre y la posibilidad d e
un serlo existieran igualmente antes de la libre elección d e u n a d e
rll.is, es decir, antes de la libre elección d e la libertad. Pero, c o m o
entonces sería necesaria u n a libertad previa q u e eligiese ser libre, es
il'-eir, en el fondo, q u e eligiese ser lo q u e ya es, nos veríamos remi-
tidos al infinito, pues ella tendría necesidad d e otra libertad anterior
que la eligiera, y así sucesivamente. D e hecho, somos u n a libertad q u e
clii;e p e r o n o elegimos ser libres: estamos condenados a la libertad,
(oino antes hemos d i c h o ; arrojados en la libertad, o, c o m o Heidegger
11 iee, " d e j a d o s a h í " . Y, c o m o se ve, esta derelicción n o tiene otro
origen q u e la existencia misma de la libertad. Así, pues, si la liber-
tad se define c o m o el escapar a lo d a d o , al hecho, hay el hecho de
escapar al hecho. Es la facticidad d e la libertad.
Pero el h e c h o d e q u e la libertad n o sea su propio, f u n d a m e n t o
puede ser e n t e n d i d o de otro modo, q u e conducirá a idénticas con-
clusiones. Si la libertad, en efecto, decidiera acerca de la existencia
de su ser, sería menester n o sólo q u e el ser f u e r a posible c o m o no-
libre, sino t a m b i é n q u e f u e r a posible m i inexistencia absoluta. En
otros términos, hemos visto que, en el proyecto inicial d e la libertad,
el fin se revierte sobre los motivos, p a r a constituirlos; pero, si la
libertad h a de ser su p r o p i o f u n d a m e n t o , el fin deberá, además, re-
vertirse sobre la existencia misma p a r a h a c e r l a surgir. Está claro lo
que resultaría d e ello: el para-sí se extraería a sí m i s m o de la n a d a
para alcanzar el fin q u e se propone. Esta existencia legitimada por
su fin sería existencia de derecho, n o de hecho. Y es cierto que,
entre las mil m a n e r a s q u e tiene el para-sí de t r a t a r d e arrancarse a
su contingencia original, h a y u n a consistente en i n t e n t a r hacerse re-
conocer por el p r ó j i m o c o m o existencia d e derecho. N o nos atene-
mos a nuestros derechos individuales sino en el m a r c o de u n vasto
proyecto q u e tendería a conferirnos la existencia a p a r t i r de la f u n -
ción q u e cumplimos. Es la razón p o r la cual el h o m b r e i n t e n t a t a n
a m e n u d o identificarse con su f u n c i ó n y procura n o ver en sí sino
"el presidente d e la C á m a r a de apelación", "el p a g a d o r general
del tesoro", etc. C a d a u n a de estas funciones tiene su existencia,
efectivamente, justificada p o r su fin. Ser identificado con u n a d e
ellas es t o m a r la existencia propia c o m o salvada de la contingencia.
Pero tales esfuerzos por escapar a la contingencia originaria n o h a c e n
sino establecer m e j o r la existencia de ésta. L a libertad n o p u e d e
decidir acerca d e su p r o p i a existencia p o r el f i n q u e h a puesto. Sin
d u d a , n o existe sino p o r la elección q u e h a c e d e u n fin, p e r o n o es
d u e ñ a del h e c h o d e q u e haya u n a libertad q u e se h a c e a n u n c i a r p o r
su fin lo q u e ella es. U n a libertad que se p r o d u j e r a por sí m i s m a a
la existencia p e r d e r í a su sentido mismo d e libertad. E n efecto, la
libertad n o es u n simple p o d e r indeterminado. Si f u e r a tal, sería
n a d a o en-sí ; y sólo p o r u n a síntesis a b e r r a n t e del en-sí y de la n a d a
se la h a p o d i d o concebir c o m o u n desnudo p o d e r preexistente a sus
fines. L a libertad se d e t e r m i n a por su surgimiento mismo en u n
" h a c e r " . Pero, c o m o hemos visto, el hacer supone la nihilización
d e algo dado. Se h a c e algo de algo. Así, la libertad es falta d e ser
con respecto a u n ser d a d o , y n o surgimiento de u n ser pleno. Y,
si la libertad es ese a g u j e r o de ser, esa n a d a de ser q u e a c a b a m o s de
decir, supone todo el ser p a r a surgir en el meollo del ser c o m o u n
agujero. N o podría, pues, determinarse a la existencia a p a r t i r d e
la n a d a , pues toda producción a p a r t i r de la n a d a sólo ppdría ser
ser-en-sí. P o r otra parte, hemos d e m o s t r a d o en la primera p a r t e
de esta obra q u e la n a d a n o p u e d e aparecer en n i n g u n a p a r t e sino
en el meollo del ser. Coincidimos a q u í con las exigencias del sentido
c o m ú n : empíricamente, n o podemos ser libres sino con respecto a
u n estado de cosas y pese a tal estado de cosas. Se dirá q u e soy
libre con relación al estado de cosas c u a n d o éste n o m e constriñe.
Así, la concepción empírica y práctica de la libertad es e n t e r a m e n t e
negativa; p a r t e de la consideración de u n a situación y c o m p r u e b a
que ésta m e deja libre p a r a perseguir tal o cual fin. H a s t a p o d r í a
decirse q u e la situación condiciona m i libertad, en el sentido de q u e
la situación es ahí para no constreñirme. Quitemos la prohibición
de circular por las calles después del toque de r e t r e t a : ¿ q u é p u e d e
significar entonces la libertad ( q u e m e h a sido conferida, p o r ejem-
plo, por m e d i o de u n salvoconducto) de pasearme d e noche?
Así, la libertad es u n menor-ser q u e supone al ser p a r a sustraerse
a él. N o es libre d e n o existir ni de n o ser libre. C a p t a r e m o s en
seguida la conexión e n t r e a m b a s estructuras. E n efecto: c o m o la
libertad es u n escapar al ser, n o p o d r í a producirse junto al ser, co-
m o lateralmente y en u n proyecto de sobrevuelo: u n o n o escapa d e
u n a cárcel en q u e n o h a sido encerrado. U n a proyección d e sí al
m a r g e n del ser n o p o d r í a en n i n g ú n caso constituirse c o m o nihili-
zación de este ser. L a libertad es u n escapar a u n c o m p r o m e t i m i e n t o
en el ser; es nihilización de u n ser q u e ella es. Esto n o significa q u e
la r e a l i d a d - h u m a n a exista primero p a r a después ser libre; simplemen-
te, el surgimiento d e la libertad se efectúa p o r la doble nihilización
del ser que ella es y del ser en m e d i o del cual es. N a t u r a l m e n t e , la
libertad n o es este ser e n el sentido d e ser-en-sí; sino q u e hace q u e
huya este ser q u e es suyo y q u e está a su zaga, iluminándolo en sus
insuficiencias a la luz del fin elegido p o r ella: la libertad tiene-
ilr-srr a la zaga de sí m i s m a ese ser q u e ella n o h a elegido, y, pre-
11 samen te en la m e d i d a en que se revierte sobre sí m i s m a p a r a ilu-
minarlo, hace q u e ese ser q u e es suyo aparezca en relación con el
ph-num del ser, es decir, exista en m e d i o del m u n d o . Decíamos
que la libertad n o es libre de n o ser libre, y q u e n o es libre de n o
<-\istir. Pues, en efecto, el hecho de n o p o d e r n o ser libre es la
¡adicidad de la libertad, y el h e c h o d e n o p o d e r n o existir es su
i ontingencia. Contingencia y facticidad se identifican: hay u n ser
que la libertad tiene-de-ser en f o r m a del no ser. .. (es decir, de la
nihilización). Existir c o m o el hecho de la libertad o tener-de-ser
n n ser en m e d i o del m u n d o es la misma cosa, y significa q u e la li-
bertad es originariamente relación con lo dado.
Pero, ¿ q u é relación? ¿ H a de entenderse con ello que lo d a d o
(el en-sí) condicione la libertad? Veámoslo m e j o r : lo d a d o n o es
ni causa de la libertad (puesto q u e lo d a d o n o p u e d e p r o d u c i r sino
lo dado) n i razón de ella (puesto q u e toda " r a z ó n " viene al m u n d o
por la l i b e r t a d ) . T a m p o c o es condición necesaria de la libertad,
puesto q u e estamos en el terreno d e la p u r a contingencia. T a m p o c o
es u n a materia indispensable sobre la cual haya de ejercerse la li-
bertad, pues ello equivaldría a suponer q u e la libertad existe como
una f o r m a aristotélica o c o m o u n P n e u m a estoico, ya hecha, y busca
una m a t e r i a en q u e obrar. L o d a d o n o e n t r a p a r a n a d a en la cons-
titución de la libertad, puesto q u e ésta se interioriza c o m o negación
interna de lo dado. Es, simplemente, la p u r a contingencia q u e la
libertad niega haciéndose elección; es la plenitud de ser que la li-
bertad colorea de insuficiencia y negatidad iluminándola a la luz
de un fin q u e n o existe; es la libertad misma en t a n t o que existe y
que, por m u c h o q u e h a g a , n o p u e d e escapar a su p r o p i a existencia.
El lector h a c o m p r e n d i d o q u e eso d a d o no es sino el en-sí nihilizado
por el para-sí q u e tiene-de-serlo; el cuerpo, c o m o p u n t o d e vista
sobre el m u n d o ; el pasado, c o m o esencia q u e el para-sí e r a : tres
designaciones p a r a u n a misma realidad. P o r su retroceso nihilizador,
la libertad hace q u e se establezca u n sistema de relaciones desde el
p u n t o de vista del fin e n t r e "los" en-síes, o sea entre el plenum de
ser q u e se revela entonces c o m o mundo, y el ser q u e ella tiene-de-ser
en m e d i o de ese plenum y q u e se revela c o m o un ser, c o m o un esto
q u e ella tiene-de-ser. Así, p o r su proyección hacia u n fin, la libertad
constituye c o m o ser en m e d i o del m u n d o u n datum particular que
ella tiene-de-ser. L a libertad n o lo elige, pues sería elegir su propia
existencia; sino que, por la elección de su fin, la libertad hace q u e
ese datum se revele de tal o cual m a n e r a , a tal o cual luz, en cone-
xión con el descubrimiento del m u n d o mismo. Así, la p r o p i a contin-
gencia d e la libertad y el m u n d o q u e con su p r o p i a contingencia
rodea a esa contingencia n o se le a p a r e c e r á n sino- á luz del fin que
ella ha elegido; es decir, n o c o m o existentes brutos, sino en la u n i d a d
d e iluminación de u n a misrtia nihilización. L a libertad no p u e d e
n u n c a r e t o m a r ese c o n j u n t o c o m o p u r o datum, pues sería menester
que lo hiciera f u e r a de toda elección, es decir, d e j a n d o d e ser liber-
tad. L l a m a r e m o s situación a la contingencia de la libertad en el
plenum de ser del m u n d o en t a n t o q u e este datum, q u e no está ahí
sino para no constreñir a la libertad, n o se revela a ella sino comc,
ya iluminado por el f i n elegido. Así, el datum 110 aparece jamás
como existente b r u t o y en-sí al para-sí; se descubre siempre como
motivo, puesto que n o se revela sino a la luz de u n fin q u e lo ilu-
mina. Situación y motivación se identifican. El para-sí se descubre
c o m o c o m p r o m e t i d o en el ser, investido por el ser, a m e n a z a d o por
el ser; descubre el estado de cosas q u e lo rodea c o m o motivo p a r a
u n a reacción de defensa o de a t a q u e . P e r o sólo p u e d e e f e c t u a r este
descubrimiento p o r q u e pone libremente el fin con respecto al cual
el estado de cosas es a m e n a z a d o r o favorable. Estas observaciones
h a n de enseñarnos q u e la situación, p r o d u c t o c o m ú n de la contin-
gencia del en-sí y d e la libertad, es u n f e n ó m e n o a m b i g u o en el
cual es imposible al para-sí discernir el aporte d e la libertad y el
del existente bruto. E n efecto: así c o m o la libertad es u n escapar
a la contingencia que ella tiene-de-ser p a r a escaparle, así también
la situación es libre coordinación y libre cualificación d e u n datum
b r u t o q u e n o se d e j a cualificar d e cualquier m a n e r a . H e m e aquí al
pie de este peñasco q u e se m e aparece como " n o escalable". Esto
significa q u e el peñasco se m e aparece a la luz de u n escalamiento
proyectado, proyecto secundario q u e cobra sentido a p a r t i r de u n
proyecto inicial q u e es m i ser-en-el-mundo. Así, el peñasco se recorta
sobre f o n d o de m u n d o p o r efecto d e la elección inicial d e mi liber-
tad. Pero, por otra parte, lo q u e m i libertad no p u e d e decidir es si
el peñasco "de-ser-escalado" se prestará o n o al escalamiento. Esto
forma p a r t e del ser b r u t o del peñasco. E m p e r o , el peñasco n o p u e d e
manifestar su resistencia al escalamiento a menos q u e sea integrado
por la libertad en u n a "situación" cuyo t e m a general es el escala-
miento. P a r a el simple paseante q u e cruza el c a m i n o y cuyo libre
(•inyecto es p u r a o r d e n a c i ó n estética del p a i s a j e , el p e ñ a s c o n o se
ili-scwbre ni c o m o escalable n i c o m o no-escalable: se m a n i f i e s t a sólo
i i x n o bello o c o m o feo. Así, es i m p o s i b l e d e t e r m i n a r en c a d a caso
| i . n i i c u l a r lo q u e p e r t e n e c e a la l i b e r t a d y lo q u e p e r t e n e c e al ser
Imito del en-sí. L o d a d o e n sí c o m o resistencia o c o m o ayuda n o se
ii-vela sino a la luz d e l a l i b e r t a d p r o - y e c t a n t e . P e r o la l i b e r t a d
l>io y e c t a n t e o r g a n i z a u n a i l u m i n a c i ó n t a l q u e el en-sí se d e s c u b r e
i orno es, es decir, resistente o p r o p i c i o ; t e n i e n d o bien e n c u e n t a
q u e la resistencia d e lo d a d o n o es d i r e c t a m e n t e asignable c o m o
• u a l i d a d en-sí d e lo d a d o , sino sólo c o m o i n d i c a c i ó n , a t r a v é s d e
una libre i l u m i n a c i ó n y u n a libre r e f r a c c i ó n , d e u n i n c a p t a b l e quid.
Así, pues, sólo e n y p o r el libre s u r g i m i e n t o d e u n a l i b e r t a d el m u n -
d o desarrolla y revela las resistencias q u e p u e d e n h a c e r irrealizable
< I fin p r o y e c t a d o . E l h o m b r e sólo e n c u e n t r a o b s t á c u l o e n el c a m p o
de su l i b e r t a d . O , m e j o r a ú n : es imposible d e c r e t a r a priori lo q u e
c o r r e s p o n d e a l existente b r u t o y a la l i b e r t a d e n el c a r á c t e r d e obs-
táculo d e u n existente p a r t i c u l a r . E n efecto, l o q u e es o b s t á c u l o
p a r a m í n o lo será p a r a o t r o . N o h a y o b s t á c u l o absoluto, sino q u e
el o b s t á c u l o revela su c o e f i c i e n t e d e a d v e r s i d a d a través d e las téc-
nicas l i b r e m e n t e i n v e n t a d a s , l i b r e m e n t e a d q u i r i d a s ; lo revela t a m -
bién e n f u n c i ó n d e l v a l o r del f i n p u e s t o p o r la l i b e r t a d . E s t e p e ñ a s c o
no será o b s t á c u l o si q u i e r o , a t o d a costa, llegar a lo a l t o d e la m o n -
t a ñ a ; e n c a m b i o , m e d e s a l e n t a r á si h e f i j a d o l i b r e m e n t e límites a
mis deseos d e c u m p l i r la accensión p r o y e c t a d a . Así, el m u n d o , p o r
coeficientes d e a d v e r s i d a d , m e revela la m a n e r a e n q u e m e a t e n g o
a los fines q u e m e a s i g n o ; d e s u e r t e q u e n u n c a p u e d o s a b e r si m e d a
i n f o r m a c i ó n sobre él o sobre m í . A d e m á s , el coeficiente d e adversi-
d a d d e lo d a d o n o es n u n c a simple relación c o n m i l i b e r t a d c o m o
p u r o b r o t a r n i h i l i z a d o r : es relación i l u m i n a d a p o r la l i b e r t a d e n t r e
el datura q u e es el p e ñ a s c o y el datum q u e m i l i b e r t a d tiene-de-ser,
es decir, e n t r e lo c o n t i n g e n t e q u e ella n o es y su p u r a f a c t i c i d a d . A
igual d e s e o d e escalar, el p e ñ a s c o será fácil d e t r e p a r p a r a u n ascen-
sionista atlético, o difícil p a r a otro, novicio, m a l e n t r e n a d o y de
c u e r p o e n d e b l e . P e r o el c u e r p o , a su vez, n o se revela c o m o bien
o m a l a d i e s t r a d o sino c o n respecto a u n a libre elección. E l p e ñ a s c o
desarrolla c o n relación a m i c u e r p o u n coeficiente d e a d v e r s i d a d
p o r q u e yo estoy a h í y h e h e c h o d e m í lo q u e soy. P a r a el a b o g a d o
q u e , e n la c i u d a d , d e f i e n d e u n a c a u s a , c o n el c u e r p o d i s i m u l a d o
b a j o su t ú n i c a d o c t o r a l , el p e ñ a s c o n o es ni difícil ni fácil d e e s c a l a r :
está f u n d i d o e n la t o t a l i d a d " m u n d o " sin e m e r g e r e n absoluto. E n
cierto sentido, yo soy quien elijo m i c u e r p o c o m o endeble, confron-
tándolo con dificultades q u e h a g o nacer yo (alpinismo, ciclismo, de-
p o r t e s ) . Si n o h e elegido h a c e r deporte, si p e r m a n e z c o en la ciudad
y m e o c u p o exclusivamente e n negocios o en t r a b a j o s intelectuales,
m i c u e r p o n o será calificado en m o d o alguno desde aquel p u n t o d e
vista. Así comenzamos a entrever la p a r a d o j a d e la l i b e r t a d : n o hay
libertad sino en situaéión y n o hay situación sino por la libertad.
L a r e a l i d a d - h u m a n a e n c u e n t r a d o q u i e r a resistencias y obstáculos q u e
n o h a c r e a d o ella; p e r o esos obstáculos y resistencias n o tienen sen-
tido sino en y p o r la libre elección q u e la r e a l i d a d - h u m a n a es. Pero,
p a r a m e j o r c a p t a r el sentido d e estas observaciones y sacar el pro-
vecho q u e ofrecen, conviene a h o r a analizar a su luz algunos ejem-
plos precisos. L o q u e hemos l l a m a d o facticidad de la libertad es 1c
d a d o q u e ella tiene-de-ser y q u e es i l u m i n a d o por su proyecto. Eso
d a d o se manifiesta de diversas maneras, a u n q u e en la u n i d a d abso-
luta de u n a m i s m a iluminación. Son mi sitio, mi cuerpo, mi pasado,
mi posición, en t a n t o q u e d e t e r m i n a d a p o r las indicaciones d e los
Otros, y mi relación fundamental con el Prójimo. Examinaremos
sucesivamente, con ejemplos precisos, estas diferentes estructuras d e
la situación. P e r o n o h a d e perderse d e vista q u e n i n g u n a d e ellas
se d a sola y que, c u a n d o se considera u n a d e ellas aisladamente, sólo
se la h a c e a p a r e c e r sobre el f o n d o sintético de las demás.

A) Mi sitio.

M i sitio se d e f i n e p o r el orden especial y la naturaleza singular


de los "estos" q u e se m e revelan sobre f o n d o de m u n d o . Es, n a t u -
ralmente, el l u g a r q u e " h a b i t o " (mi "país", con su suelo, su clima,
sus riquezas, su configuración hidrográfica y o r o g r á f i c a ) , p e r o t a m -
bién, m á s simplemente, la disposición y el orden de los objetos q u e
a c t u a l m e n t e se m e a p a r e c e n ( u n a mesa, del otro l a d o d e ella u n a
v e n t a n a , a la izquierda d e la v e n t a n a u n bahut, a la derecha u n a
silla y, tras la v e n t a n a , la calle y el m a r ) , y q u e m e indican a mí
c o m o la razón m i s m a d e su orden. Es imposible q u e yo n o tenga
u n sitio; d e lo contrario, estaría con respecto al m u n d o en estado
de sobrevuelo, y el m u n d o n o se manifestaría ya d e n i n g u n a m a n e r a ,
según a n t e r i o r m e n t e hemos visto. Por o t r a parte, a u n q u e este sitio
actual p u e d a h a b e r m e sido asignado p o r m i libertad ( h e " v e n i d o "
a é l ) , n o h e p o d i d o ocuparlo sino en f u n c i ó n del q u e o c u p a b a ante-
riormente, y según caminos trazados p o r los objetos mismos. Ese
Iii^.u anterior m e remite a su vez a otro, éste a o t r o y así sucesiva-
ini nic, hasta la contingencia pura de mi sitio, es decir, h a s t a aquel
niin mío q u e ya n o refiere a n a d a d e mí: el sitio q u e el n a c i m i e n t o
m<- asigna. D e n a d a serviría, en efecto, explicar este ú l t i m o sitio
l".i <•! sitio q u e o c u p a b a m i m a d r e c u a n d o m e echó al m u n d o : la
• iilrna está r o t a ; los sitios libremente elegidos p o r mis p a d r e s n o
nrdcn valer en m o d o á l g u n o c o m o explicación d e mis sitios; y, si
ni- considera u n o d e ellos en su conexión con m i sitio original — c o m o
• ciando se dice, p o r e j e m p l o : h e n a c i d o en Burdeos p o r q u e m i p a d r e
había sido n o m b r a d o f u n c i o n a r i o allí; o : h e n a c i d o en T o u r s p o r q u e
mis abuelos tenían propiedades allí y m i m a d r e buscó refugio j u n t o
a ellos cuando, d u r a n t e su gravidez, se le comunicó la m u e r t e d e
mi padre—, sólo se h a c e destacar m á s a ú n h a s t a q u é p u n t o para mi
rl nacimiento y el sitio q u e éste m e asigna son cosa contingente.
Asi, nacer es, e n t r e otras características, tomar su sitio o, m á s bien,
ile a c u e r d o con lo q u e a c a b a m o s d e decir, recibirlo. Y c o m o este
•aiio original será aquel a p a r t i r del cual o c u p a r é nuevos sitios según
ii-i'las determinadas, p a r e c e h a b e r en ello u n a f u e r t e restricción d e
mi libertad. L a cuestión se enreda, p o r otra parte, desde q u e se re-
I Irxiona sobre ella: los partidarios del libre arbitrio, en efecto, mues-
u a n q u e a p a r t i r de cualquier sitio a c t u a l m e n t e o c u p a d o se ofrece
a mi elección u n a i n f i n i d a d d e otros sitios; los adversarios de la
libertad insisten en el h e c h o d e q u e p o r eso m i s m o m e es d e n e g a d a
otra infinidad d e sitios y que, además, los objetos vuelven hacia mí
una faz q u e n o he elegido yo y q u e es excluyente d e todas las otras;
y agregan q u e mi sitio está d e m a s i a d o p r o f u n d a m e n t e v i n c u l a d o con
las demás condiciones de m i existencia (régimen alimentario, clima,
etc.) p a r a n o contribuir a h a c e r d e m í lo q u e soy. E n t r e partidarios
y adversarios d e la libertad, la decisión p a r e c e imposible. Pero ello
se debe a q u e el d e b a t e n o está llevado a su v e r d a d e r o terreno.
D e hecho, si queremos p l a n t e a r la cuestión c o m o es debido, con-
viene p a r t i r d e esta a n t i n o m i a : la realidad h u m a n a recibe origina-
riamente su lugar en m e d i o d e las cosas; la realidad h u m a n a es
aquello por lo cual algo c o m o u n sitio viene a las cosas. Sin realidad
h u m a n a , no habría espacio ni sitio; y, sin embargo, esta realidad
h u m a n a p o r la cual viene a las cosas su asiento, recibe su sitio e n t r e
esas mismas cosas sin ser en m o d o alguno d u e ñ a d e ello. A decir
verdad, n o hay en esto misterio a l g u n o ; p e r o la descripción debe
partir de la antinomia, y nos m o s t r a r á la exacta relación entre liber-
tad y facticidad.
El espacio geométrico, es decir, la p u r a reciprocidad de las re-
laciones espaciales, es u n a p u r a n a d a , según hemos visto. El único
asiento concreto q u e p u e d a descubrírseme es la extensión absoluta, o
sea, j u s t a m e n t e , a q u e l q u e se d e f i n e p o r m i sitio considerado c o m o
centro, y p a r a el cual las distancias se c u e n t a n absolutamente desde
el o b j e t o h a s t a mí, sin reciprocidad. Y la ú n i c a extensión absoluta
es la q u e se despliega a p a r t i r de u n l u g a r q u e soy absolutamente.
N i n g ú n otro p u n t o p o d r í a elegirse como c e n t r o absoluto d e referen-
cia, sin ser a r r a s t r a d o al m o m e n t o a la relatividad universal. Si hay
u n a extensión, en los límites d e la cual m e c a p t e c o m o libre o c o m o
no-libre y q u e se m e presente o c o m o auxiliar o c o m o adversa (se-
p a r a d o r a ) , n o p u e d e ser sino p o r q u e a n t e t o d o yo existo mi sitio, sin
elección, p e r o t a m b i é n sin necesidad, c o m o el p u r o h e c h o absoluto
d e m i ser-ahí. Soy ahí: n o aquí, sino ahí. Éste es el h e c h o absoluto
e incomprensible q u e está en el origen d e la extensión y, p o r consi-
guiente, d e mis relaciones originales con las cosas (con éstas y n o
con aquellas o t r a s ) . H e c h o d e p u r a contingencia; h e c h o absurdo.
Sólo que, p o r o t r a p a r t e , este sitio que soy es u n a relación. R e -
lación unívoca, sin d u d a , p e r o relación al fin. Si m e limito a existir
mi sitio, n o p u e d o estar al m i s m o t i e m p o en o t r a p a r t e p a r a esta-
blecer esa relación f u n d a m e n t a l ; n o p u e d o ni siquiera t e n e r u n a
comprensión oscura del o b j e t o con respecto al cual se define m i sitio.
N o p u e d o sino existir las determinaciones interiores q u e los objetos
incaptables e impensables q u e m e r o d e a n p u e d e n provocar en m í
sin ya saberlo. A la vez, la realidad m i s m a de la extensión absoluta
desaparece, y estoy liberado d e todo c u a n t o se p a r e c e a u n sitio. Por
lo demás, ni libre ni no-libre: p u r o existente, sin constricción, pero
t a m b i é n sin n i n g ú n m e d i o d e n e g a r la constricción. P a r a q u e algo
c o m o u n a extensión definida originariamente c o m o m i sitio venga
al m u n d o y a la vez m e d e f i n a rigurosamente, n o sólo es menester
q u e yo exista m i sitio, es decir, q u e tenga-de-ser-ahí; es menester
t a m b i é n q u e p u e d a n o ser ahí en absoluto p a r a p o d e r ser allá, j u n t o
al o b j e t o q u e se sitúa a diez metros d e m í y a p a r t i r del cual m e
h a g o a n u n c i a r m i sitio. L a relación unívoca q u e define a m i sitio
se e n u n c i a , en efecto, c o m o relación e n t r e algo q u e soy y algo q u e
n o soy. Esta relación, p a r a revelarse, debe ser establecida. Supone,
pues, q u e estoy en condiciones d e e f e c t u a r las operaciones siguientes:
l ' escapar a lo que soy y nihilizarlo, de tal m a n e r a q u e aquello q u e
soy p u e d a , sin d e j a r d e ser existido, revelarse, empero, c o m o t é r m i n o
de u n a relación. Esta relación, en efecto, es d a d a i n m e d i a t a m e n t e
no en la simple c o n t e m p l a c i ó n d e los o b j e t o s ( p o d r í a objetársenos,
m i n t e n t á r a m o s d e r i v a r el espacio d e la c o n t e m p l a c i ó n p u r a , q u e los
"li|etos son d a d o s c o n dimensiones absolutas, n o c o n distancias abso-
l u t a s ) , sino d e n u e s t r a a c c i ó n i n m e d i a t a ( " s e nos viene e n c i m a " ,
"evitémoslo", " c o r r o e n pos d e él", e t c . ) , e implica, c o m o tal, u n a
• oiuprensión d e lo q u e soy c o m o ser-ahí. P e r o , al m i s m o t i e m p o ,
es preciso d e f i n i r bien lo q u e soy a p a r t i r d e l ser-ahí d e otros "estos".
S< >y, c o m o ser-ahí, a q u e l c o n t r a el c u a l a l g u i e n v i e n e c o r r i e n d o ,
aquel q u e tiene t o d a v í a u n a h o r a q u e escalar a n t e s d e e s t a r en l a
r i m a d e la m o n t a ñ a , etc. Así, pues, c u a n d o m i r o la c i m a d e l m o n t e ,
por e j e m p l o , se t r a t a d e u n e s c a p a r a m í m i s m o a c o m p a ñ a d o d e u n
r e f l u j o q u e o p e r a d e s d e la c ú s p i d e d e la m o n t a ñ a h a c i a m i ser-ahí
p a r a situarme. Así, d e b o ser lo q u e " t e n g o - d e - s e r " p o r el h e c h o mis-
m o d e e s c a p a r a ello. P a r a d e f i n i r m e p o r m i sitio, i m p o r t a q u e p r i -
m e r a m e n t e m e escape a m í m i s m o , p a r a i r a p o n e r las c o o r d e n a d a s
a p a r t i r d e las cuales m e d e f i n i r é m á s e s t r i c t a m e n t e c o m o c e n t r o
del m u n d o . C o n v i e n e a d v e r t i r q u e m i ser-ahí n o p u e d e e n m o d o
a l g u n o d e t e r m i n a r el t r a s c e n d e r q u e h a d e f i j a r y s i t u a r las cosas,
puesto q u e es a l g o puramente dado, i n c a p a z d e p r o - y e c t a r , y, p o r
o t r a p a r t e , p a r a definirse e s t r i c t a m e n t e c o m o tal o c u a l ser-ahí, es
necesario q u e el t r a s c e n d e r seguido del r e f l u i r lo h a y a d e t e r m i n a d o
ya. 2* Escapar, por negación interna, a los "estos"-en-medio-del-
mundo que no soy y por los cuales me hago anunciar lo que soy.
Descubrirlos y escaparles es el efecto, según h e m o s visto, d e lina
m i s m a n e g a c i ó n . T a m b i é n a q u í la n e g a c i ó n i n t e r n a es p r i m e r a
y e s p o n t á n e a c o n respecto a l datum c o m o des-cubierto. N o c a b e
a d m i t i r q u e éste provoque n u e s t r a a p r e h e n s i ó n , sino, al c o n t r a r i o ,
p a r a q u e haya u n " e s t o " q u e a n u n c i e sus distancias al S e r - a h í q u e
soy, es m e n e s t e r , p r e c i s a m e n t e , q u e y o m e le escape p o r p u r a n e g a -
ción. Nihilización, n e g a c i ó n i n t e r n a , reversión d e t e r m i n a n t e sobre
el ser-ahí q u e soy: estas tres o p e r a c i o n e s se i d e n t i f i c a n . S o n sólo
m o m e n t o s d e u n a t r a s c e n d e n c i a original q u e se lanza h a c i a u n f i n ,
n i h i l i z á n d o m e , p a r a h a c e r q u e el f u t u r o m e a n u n c i e lo q u e soy. Así,
mi l i b e r t a d viene a c o n f e r i r m e mi sitio y a d e f i n i r l o c o m o tal, si-
t u á n d o m e ; sólo p o r q u e m i e s t r u c t u r a o n t o l ó g i c a consiste e n n o ser
lo q u e soy y ser l o q u e n o soy, p u e d o estar r i g u r o s a m e n t e limitado a
este ser-ahí q u e soy.
P o r o t r a p a r t e , esta determinación! d e l asiento, q u e s u p o n e la tras-
c e n d e n c i a í n t e g r a , n o p u e d e o p e r a r s e sino c o n relación a u n f i n . Sólo
a la luz del f i n c o b r a significación m i sitio. P u e s n o p u e d o n u n c a
ser simplemente ahí: m i sitio es c a p t a d o , p r e c i s a m e n t e , c o m o u n
exilio o, a l c o n t r a r i o , c o m o ese l u g a r n a t u r a l , t r a n q u i l i z a d o r y favo-
rito q u e M a u r i a c , p o r c o m p a r a c i ó n c o n el sitio a q u e el t o r o h e r i d o
v u e l v e s i e m p r e e n la a r e n a , l l a m a b a la querencia 1 : sólo con rela-
ción a lo q u e p r o y e c t o h a c e r — c o n relación al m u n d o e n t o t a l i d a d
y, p o r e n d e , c o n t o d o m i s e r - e n - e l - m u n d o — m i sitio se m e a p a r e c e
c o m o u n a u x i l i a r o c o m o u n i m p e d i m e n t o . E s t a r e n su sitio es estai
a n t e t o d o lejos d e . . . o c e r c a d e . . . : es decir, q u e el sitio está d o -
t a d o d e s e n t i d o c o n relación a cierto ser a ú n n o existente, al q u e
q u i e r e alcanzarse. L a accesibilidad o la inaccesibilidad de este f i n
d e f i n e el sitio. Así, p u e s , sólo a la luz d e l no-ser y del f u t u r o p u e d e
ser c o m p r e n d i d a a c t u a l m e n t e m i posición: ser-ahí es n o t e n e r m á s
q u e d a r u n paso p a r a a l c a n z a r la t e t e r a ; p o d e r m o j a r la p l u m a e n
el t i n t e r o c o n sólo e x t e n d e r el b r a z o ; d e b e r volver la espalda a la
v e n t a n a si q u i e r o leer sin f a t i g a r m e la v i s t a ; t e n e r q u e m o n t a r m i
bicicleta y s o p o r t a r d u r a n t e dos h o r a s las f a t i g a s d e u n a siesta t ó r r i d a
si q u i e r o v e r a m i a m i g o P e d r o ; t o m a r el t r e n y p a s a r m e u n a n o c h e
sin d o r m i r si q u i e r o v e r a A n n y . Ser-ahi, p a r a u n o de las colonias,
es estar a v e i n t e días d e F r a n c i a ; o, m e j o r a ú n , si es f u n c i o n a r i o y
e s p e r a su v i a j e p a g o , estar a seis meses y siete días d e B u r d e o s o d e
Étaples. Ser-ahí, p a r a u n soldado, es estar a c i e n t o diez o ciento
v e i n t e d í a s d e l a o r d e n d e b a j a : el f u t u r o — u n f u t u r o p r o - y e c t a d o —
i n t e r v i e n e d o q u i e r a : es m i v i d a f u t u r a e n B u r d e o s o e n É t a p l e s , la
l i b e r a c i ó n f u t u r a del soldado, la p a l a b r a f u t u r a q u e t r a z a r é c o n u n a
p l u m a m o j a d a e n t i n t a ; todos esos f u t u r o s m e significan m i sitio y
h a c e n q u e yo lo exista c o n desfallecimiento, i m p a c i e n c i a o nostalgia.
Al c o n t r a r i o , si h u y o d e u n g r u p o d e h o m b r e s o d e la o p i n i ó n p ú -
blica, m i sitio está d e f i n i d o p o r el t i e m p o q u e esa g e n t e necesitará
p a r a d e s c u b r i r m e e n el f o n d o del villorrio e n q u e m e h e r e f u g i a d o ,
p a r a llegar a este villorrio, etc. E n tal caso, el a i s l a m i e n t o es lo q u e
m e a n u n c i a el l u g a r c o m o f a v o r a b l e ; a q u í , estar en su sitio es e s t a r
al abrigo.
E s a elección d e m i f i n se desliza h a s t a e n las relaciones p u r a -
m e n t e espaciales (alto, b a j o ; i z q u i e r d a , d e r e c h a ; e t c . ) , p a r a darles
u n a significación existencial. L a m o n t a ñ a es " a p l a s t a n t e " si m e q u e -
d o al p i e d e e l l a ; al c o n t r a r i o , si estoy e n la c u m b r e , es r e a s u m i d a
p o r el p r o y e c t o m i s m o d e m i orgullo y simboliza la s u p e r i o r i d a d q u e
sobre los otros h o m b r e s m e atribuyo. El sitio de los ríos, la distancia

1
En español en el original. ( N . del T.)
al mar, etc., e n t r a n en juego y están dotados de significación sim-
bólica: constituido a la luz d e m i fin, m i sitio m e r e c u e r d a simbóli-
camente este fin en todos sus detalles t a n t o c o m o en sus conexiones
de c o n j u n t o . Volveremos sobre este p u n t o c u a n d o queramos definir
mejor el objeto y el m é t o d o del psicoanálisis existencial. L a relacióa
bruta de distancia a los objetos n o p u e d e n u n c a dejarse c a p t a r f u e r a
de las significaciones y los símbolos q u e son nuestra p r o p i a m a n e r a
de constituirla. T a n t o más, c u a n t o q u e esa relación b r u t a n o tiene
en sí misma sentido sino con respecto a la elección de las técnicas
q u e permiten m e d i r y recorrer las distancias. D e t e r m i n a d a ciudad
sita a veinte kilómetros de m i p u e b l o y en comunicación con él por
medio de u n tranvía está m u c h o más cercana a m í q u e u n a c u m b r e
peñascosa situada a c u a t r o kilómetros pero a dos mil ochocientos
metros de altura. Heidegger h a mostrado c ó m o los cuidados coti-
dianos asignan a los utensilios sitios que n a d a tienen q u e ver con la
p u r a distancia geométrica: mis anteojos, dice, u n a vez calzados so-
bré la nariz, están m u c h o m á s lejos d e m í q u e el o b j e t o q u e veo a
través d e ellos.
Así, pues, h a d e decirse q u e la facticidad de m i sitio n o se m e
revela sino en y por la libre elección q u e h a g o de m i fin. L a libertad
es indispensable p a r a el descubrimiento d e m i facticidad. M e ense-
ñ a n esta facticidad todos los p u n t o s del f u t u r o q u e pro-yecto; a
partir de este f u t u r o elegido aquélla se m e aparece con sus caracteres
de impotencia, contingencia, debilidad y absurdo. M e es a b s u r d o y
doloroso vivir en M o n t - d e - M a r s a n con relación a m i sueño de visi-
tar N u e v a York. Pero, recíprocamente, la facticidad es la única
realidad q u e la libertad p u e d a descubrir; la única q u e p u e d a nihi-
lizar por la posición d e u n f i n ; la única a p a r t i r d e la cual tenga
sentido p o n e r u n fin. Pues si el fin p u e d e iluminar la situación, se
debe a q u e el fin se constituye c o m o modificación proyectada de
esta situación. E l sitio aparece a p a r t i r d e los cambios q u e proyecto.
Pero cambiar implica, justamente, algo de-cambiar, q u e es justa-
m e n t e m i sitio. Así, la libertad es la aprehensión de mi facticidad.
Sería absolutamente inútil t r a t a r de definir o describir el " q u i d " de
esta facticidad antes q u e la libertad se revierta sobre ella p a r a
captarla c o m o u n a d e t e r m i n a d a deficiencia. M i sitio, antes q u e la
libertad h a y a circunscrito m i asiento c o m o u n a falta de determi-
n a d a especie, " n o es", p r o p i a m e n t e hablando, absolutamente n a d a ,
puesto q u e la propia extensión a p a r t i r de la cual todo sitio se com-
p r e n d e n o existe. Por otra parte, la cuestión misma resulta ininte-
ligible, pues c o m p o r t a u n " a n t e s " carente de sentido: en efecto, la
libertad misma eá la q u e se temporaliza según las direcciones del
antes y el después. N o p o r eso es menos v e r d a d q u e ese " q u i d " b r u t o
e impensable es aquello sin lo cual la libertad n o podría ser libertad.
Es la facticidad misma de mi libertad.
Sólo en el acto p o r el cual la libertad h a descubierto la factici-
d a d y la h a a p r e h e n d i d o c o m o sitio, este sitio así definido se m a n i -
fiesta c o m o traba a mis deseos, c o m o obstáculo, etc. ¿ C ó m o sería
posible, sí no, q u e f u e r a obstáculo? ¿ O b s t á c u l o para qué? ¿Cons-
tricción d e hacer qué? A u n emigrante q u e se disponía a salir d e
F r a n c i a con destino a la Argentina, a raíz del f r a c a s o de su p a r t i d o
político, se le atribuye la siguiente réplica. C o m o se le hiciera ob-
servar q u e la Argentina estaba " m u y lejos", p r e g u n t ó : " ¿ L e j o s de
q u é ? " Por cierto, si la Argentina aparece c o m o " l e j a n a " a los q u e
p e r m a n e c e n en F r a n c i a , ello es con relación a u n proyecto nacional
implícito q u e valora su sitio d e franceses. P a r a el revolucionario in-
temacionalista, la Argentina es u n centro del m u n d o , como cual-
quier otro país. Pero si, precisamente, hemos constituido previamente
la tierra francesa, p o r u n proyecto primero, c o m o nuestro sitio ab-
soluto — y si a l g u n a catástrofe nos obliga a exiliarnos de ella—, con
relación a ese proyecto inicial la Argentina aparecerá c o m o " m u y
lejos", c o m o "tierra d e exilio"; con relación a él nos sentiremos ex-
patriados. Así, la libertad misma crea los obstáculos de q u e pade-
cemos. Ella misma, al p o n e r su fin — y al elegirlo como inaccesible
o difícilmente accesible— h a c e aparecer nuestro asiento c o m o resis-
tencia insuperable o difícilmente superable a nuestros proyectos. Ella
misma, al establecer las conexiones espaciales e n t r e los objetos c o m o
primer tipo d e relación d e utensilidad, al decidir de las técnicas q u e
permiten m e d i r y f r a n q u e a r las distancias, constituye su p r o p i a res-
tricción. Pero, precisamente, n o p o d r í a h a b e r libertad sino restrin-
gida, puesto q u e la libertad es elección. T o d a elección, c o m o vere-
mos, supone eliminación y selección; toda elección es elección de
la finitud. Así, la libertad n o podría ser v e r d a d e r a m e n t e libre sino
constituyendo la facticidad c o m o su p r o p i a restricción. D e n a d a ser-
viría, pues, decir q u e no soy libre d e ir a N u e v a York p o r el hecho
de ser u n modesto f u n c i o n a r i o de M o n t - d e - M a r s a n . Al contrario,
m e situaré en M o n t - d e - M a r s a n con relación a m i proyecto de ir a
N u e v a York. M i asiento en el m u n d o , la relación entre M o n t - d e -
M a r s a n y N u e v a York o la C h i n a serían m u y distintos si, p o r ejem-
plo, m i proyecto f u e r a convertirme en u n cultivador enriquecido d e
Mi mi de-Vtarsan. E n el p r i m e r caso, M o n t - d e - M a r s a n a p a r e c e sobre
IMIHIII ilr m u n d o e n conexión o r g á n i c a con N u e v a Y o r k , M e l b o u r n e
\ Mi.inrliai; e n el segundo, e m e r g e sobre f o n d o d e m u n d o i n d i f e r e n -
i i.iilii. Kn c u a n t o a la i m p o r t a n c i a real d e m i p r o y e c t o d e ir a
NIH va York, yo soy el ú n i c o q u e d e c i d e : p u e d e ser s i m p l e m e n t e u n
iIHKlo de elegirme c o m o d e s c o n t e n t o d e M o n t - d e - M a r s a n ; e n tal
i .mi, lodo está c e n t r a d o e n t o r n o d e M o n t - d e - M a r s a n : s e n c i l l a m e n t e ,
i h I ir i i m e n t ó la necesidad d e nihilizar p e r p e t u a m e n t e m i sitio, d e
vivir en p e r p e t u o retroceso c o n respecto a la c i u d a d q u e h a b i t o ; o
liirn p u e d e ser u n p r o y e c t o e n q u e m e c o m p r o m e t o í n t e g r a m e n t e .
I'.u rl p r i m e r caso, c a p t a r é m i sitio c o m o o b s t á c u l o i n s u p e r a b l e y
li.ibré u s a d o s i m p l e m e n t e d e u n sesgo p a r a d e f i n i r l o i n d i r e c t a m e n t e
i n el m u n d o ; en el s e g u n d o caso, al c o n t r a r i o , los obstáculos n o exis-
in.'m y a : m i sitio n o será u n p u n t o d e a m a r r e , sino u n p u n t o d e
| u n i e l a : p u e s p a r a ir a N u e v a Y o r k h a c e f a l t a , e v i d e n t e m e n t e , u n
pinito d e p a r t i d a , c u a l q u i e r a q u e f u e r e . Así, e n c u a l q u i e r m o m e n t o
que se considere, m e c a p t a r é c o m o c o m p r o m e t i d o e n el m u n d o , e n
mi sitio c o n t i n g e n t e . P e r o p r e c i s a m e n t e este c o m p r o m e t i m i e n t o d a
•ni sentido a m i sitio c o n t i n g e n t e y es m i l i b e r t a d . C i e r t a m e n t e , a l
nacer torno sitio, p e r o soy responsable del sitio q u e t o m o . C o n esto
se ve m á s c l a r o la c o n e x i ó n inextricable d e la l i b e r t a d y la f a c t i c i d a d
r n la situación, p u e s t o q u e , sin la f a c t i c i d a d , la l i b e r t a d n o existiría
c o m o p o d e r d e nihilización y d e e l e c c i ó n — y, sin la l i b e r t a d , la
l.ictic.idad n o sería d e s c u b r i m i e n t o y h a s t a c a r e c e r í a d e sentido.

I?) Mi pasado.

T e n e m o s u n p a s a d o . Sin d u d a , h e m o s podido' establecer q u e


este p a s a d o n o d e t e r m i n a nuestros actos c o m o el f e n ó m e n o a n t e r i o r
d e t e r m i n a al f e n ó m e n o c o n s e c u e n t e ; y sin d u d a h e m o s m o s t r a d o q u e
el p a s a d o c a r e c e d e f u e r z a p a r a c o n s t i t u i r él p r e s e n t e y p r e f i g u r a r
el p o r v e n i r . P e r o ello n o q u i t a q u e la libertad, e s c a p a n d o de sí h a c i a
el f u t u r o , n o p o d r í a d a r s e u n p a s a d o a c a p r i c h o ni, con m a y o r r a z ó n ,
producirse a sí m i s m a sin p a s a d o . L a l i b e r t a d tiene-de-ser su p r o p i o
pasado, y este p a s a d o es i r r e m e d i a b l e ; h a s t a p a r e c e , d e p r i m e r a
intención, q u e n o p u l i e r a m o d i f i c a r l o e n m o d o a l g u n o : el p a s a d o
es lo q u e es f u e r a d e alcance, lo q u e a distancia nos i n f e s t a sin q u e
p o d a m o s siquiera volver la c a r a p a r a considerarlo. Si n o d e t e r m i n a
nuestras acciones, p o r lo m e n o s es t a l q u e n o p o d e m o s a d o p t a r u n a
n u e v a decisión sino a partir de él. Si h e seguido los cursos d e la
escuela naval y he llegado a oficial de m a r i n a , en cualquier m o m e n t o
en q u e m e r e a s u m o y considero, estoy c o m p r o m e t i d o : en el instante
mismo en q u e m e capto, estoy d e g u a r d i a en el p u e n t e del navio
sobre el cual m a n d o como segundo. P u e d o rebelarme d e súbito con-
tra este hecho, presentar m i dimisión, decidir suicidarme: estas me-
didas extremas se t o m a n con ocasión del p a s a d o que es m í o ; si apun-
t a n a destruirlo, es p o r q u e existe, y mis decisiones m á s radicales no
p u e d e n menos de llegar a la adopción de u n a posición negativa res-
pecto d e m i pasado. Pero, en el fondo, es reconocer su inmensa
i m p o r t a n c i a de p l a t a f o r m a y p u n t o de vista; t o d a acción destinada
a a r r a n c a r m e a m i p a s a d o debe ser concebida a n t e t o d o a p a r t i r de
ese mismo pasado, es decir, reconocer q u e nace a partir de ese pasado
singular que quiere destruir; nuestros actos nos siguen, dice el pro-
verbio. El pasado es presente y se f u n d e insensiblemente'con el pre-
sente; es la r o p a que h e elegido h a c e seis meses, la casa q u e h e hecho
construir, el libro cuya composición he e m p r e n d i d o el invierno últi-
mo, m i m u j e r , las promesas q u e le he hecho, mis hijos: todo lo
q u e soy, tengo-de-serlo en el m o d o del haber-sido. Así, n u n c a se
exagerará la importancia del pasado, puesto que, p a r a mí, "Wesen
ist was gewesen ist": ser es h a b e r sido. Pero encontramos nueva-
m e n t e aquí la p a r a d o j a antes señalada: sin pasado, n o p u e d o con-
cebirme; m á s a ú n , ni siquiera p o d r í a pensar n a d a acerca de mí mis-
mo, puesto q u e pienso acerca de lo q u é soy, y soy en pasado; pero,
p o r otra parte, soy el ser p o r el cual el p a s a d o viene a sí mismo y
al m u n d o .
Examinemos m á s de cerca esta p a r a d o j a : la libertad, siendo
elección, es cambio. Se define por el fin q u e pro-yecta, es decir, por
el f u t u r o q u e ella tiene-de-ser. Pero, precisamente p o r q u e el f u t u r o
es el-estado-que-no-es-aún d e aquello que es, n o p u e d e concebirse
sino en estrecha conexión con aquello q u e es. Es imposible que aque-
llo q u e es ilumine a aquello q u e n o es a ú n : pues aquello q u e es es
falta y, por consiguiente, n o p u e d e ser conocido c o m o tal sino a par-
tir de aquello q u e le falta. El fin es lo q u e ilumina a aquello que
es. Pero, p a r a ir en busca del fin por-venir p a r a hacerse a n u n c i a r
p o r él q u é es aquello q u e es, es menester estar ya allende de aquello
q u e es, en u n retroceso nihilizador q u e lo h a g a aparecer claramente,
en estado de sistema aislado. Aquello q u e es sólo cobra sentido, pues,
c u a n d o es trascendido hacia el porvenir. Aquello q u e es es, pues,
el pasado. Se ve c ó m o a la vez el p a s a d o es indispensable p a r a la
elección del porvenir, a titulo d e "aquello q u e debe ser c a m b i a d o " ,
t |" .1 consiguiente, n i n g ú n libre trascender p o d r í a efectuarse sino a
l elilí de un pasado; y cómo, p o r o t r a parte, esta naturaleza misma
• li I | u s a d o le viene al p a s a d o desde la elección original de u n f u t u r o .
I n |i.u ticular, el carácter irremediable proviene al p a s a d o de m i elcc-
i misma del f u t u r o : el pasado, si es aquello a p a r t i r d e lo cual
• mu il>o y proyecto u n estado d e cosas n u e v o en el f u t u r o , es aquello
• 111»- rs dejado y, p o r consiguiente, lo q u e está f u e r a de t o d a pers-
|n i i iva de c a m b i o : así, p a r a q u e sea realizable el f u t u r o , es menester
• lii»- i-I pasado sea irremediable.
Muy bien p u e d o n o existir; pero, si existo, n o p u e d o d e j a r de
• i I II-i un pasado. T a l es la f o r m a q u e t o m a aquí la "necesidad de
mi contingencia". Pero, p o r otra parte, según hemos visto, dos ca-
en ti-rísticas esenciales califican sobre todo al Para-sí:
1'' N a d a hay en la conciencia q u e no sea conciencia de ser;
2 9 E n m i ser es cuestión d e m i ser; lo q u e significa que n a d a
mi' viene q u e no sea elegido.
Hemos visto, en efecto, q u e el P a s a d o q u e n o f u e r a sino Pasado
•rdesmoronaría en u n a existencia honoraria, en q u e h a b r í a p e r d i d o
i o d o nexo con el presente. P a r a q u e "tengamos" u n p a s a d o es me-
nester que lo m a n t e n g a m o s en existencia p o r nuestro proyecto mismo
lucia el f u t u r o : n o recibimos nuestro p a s a d o ; p e r o la necesidad d e
nuestra contingencia implica q u e n o podemos no elegirlo. Esto es lo
i|ue significa el "tener-de-ser u n o su propio p a s a d o " ; se ve q u e esta
necesidad, aquí e n c a r a d a desde el p u n t o de vista p u r a m e n t e tempo-
ril, no se distingue, en el fondo, d e la estructura p r i m e r a de la liber-
tad, que debe ser nihilización del ser q u e ella es, y que, por esta
nihilización misma, hace q u e haya u n ser que ella es.
Pero, si la libertad es elección d e u n fin en función del pasado,
el pasado, recíprocamente, n o es lo que es sino con relación al fin
elegido. H a y en el pasado u n elemento i n m u t a b l e : h e tenido la
ios convulsa a los cinco años; y u n elemento variable p o r excelencia:
la significación del hecho b r u t o con relación a la totalidad d e m i
ser. Pero como, p o r otra parte, la significación del h e c h o p a s a d o lo
penetra de p a r t e a p a r t e ( n o p u e d o " r e c o r d a r " m i tos convulsa de
niño f u e r a d e u n proyecto preciso q u e le define su significación), m e
es imposible, en última instancia, distinguir la existencia b r u t a in-
mutable del sentido variable que ella comporta. Decir " H e tenido
la tos convulsa a los c u a t r o años'" supone mil pro-yectos, en particu-
lar, la adopción del calendario c o m o sistema de referencia de mi
existencia individual, y, por lo tanto, u n a toma de posición originaria
con respecto a lo social; la creencia decidida en los relatos q u e m e
hacen los terceros acerca de m i infancia, lo q u e se a c o m p a ñ a , cier-
tamente, de u n respeto o u n a f e c t o p a r a con mis padres, q u e da
sentido a esa creencia; etc. El h e c h o b r u t o m i s m o es; pero, f u e r a
de los testimonios del prójimo, d e la fecha, del n o m b r e técnico de
la e n f e r m e d a d — c o n j u n t o de significaciones q u e d e p e n d e n de mis
proyectos—, ¿ q u é p u e d e ser ese h e c h o b r u t o ? Así, esa existencia
bruta, aunque necesariamente existente e inmutable, representa co-
m o el objetivo ideal y f u e r a d e alcance d e u n a explicitación siste-
m á t i c a d e todas las significaciones incluidas en u n recuerdo. Hay,
sin d u d a , u n a m a t e r i a " p u r a " del recuerdo, en el sentido en que
habla Bergson del recuerdo p u r o : pero, c u a n d o se manifiesta, n u n c a
lo hace sino en y por u n proyecto q u e c o m p o r t a la aparición de esa
m a t e r i a en su pureza.
A h o r a b i e n : la significación del p a s a d o está en estrecha depen-
dencia d e m i proyecto presente. Esto n o significa en m o d o alguno
q u e p u e d a h a c e r v a r i a r a c a p r i c h o el sentido d e mis actos anterio-
res; sino, al contrario, q u e el proyecto f u n d a m e n t a l q u e soy decide
absolutamente acerca d e la significación q u e p u e d e tener p a r a m í
y p a r a los otros el p a s a d o q u e tengo-de-ser. Y o solo, e n efecto, p u e -
d o decidir en c a d a m o m e n t o sobre el alcance del p a s a d o : n o discu-
tiendo, deliberando y a p r e c i a n d o en c a d a caso la i m p o r t a n c i a de
tal o cual acaecimiento anterior, sino que, pro-yectándome hacia mis
objetivos, salvo el p a s a d o conmigo y decido d e su significación por
medio de la acción. D e aquella crisis mística d e mis quince años,
¿ q u i é n decidirá si " h a sido" p u r o accidente de p u b e r t a d o, al con-
trario, p r i m e r signo de u n a conversión f u t u r a ? Yo, según decida
— a los veinte, a los treinta años— convertirme. El proyecto de
conversión confiere de u n a vez a u n a crisis de adolescencia el valor
d e u n a premonición antes n o t o m a d a en serio. ¿ Q u i é n decidirá d e
si m i estada e n prisión con m o t i v o d e u n h u r t o h a sido fructuosa o
deplorable? Yo, según q u e renuncie al robo o m e vuelva empeder-
nido. ¿ Q u i é n p u e d e decidir sobre el valor d e enseñanza de u n viaje,
sobre la sinceridad de u n j u r a m e n t o d e amor, sobre la pureza d e
u n a intención pasada, etc.? Yo, siempre yo, según los fines p o r los
cuales los ilumino.
Así, t o d o m i p a s a d o está ahí, perentorio, urgente, imperioso;
p e r o elijo su sentido y las órdenes q u e él m e da, p o r el proyecto mis-
m o d e m i fin. Sin d u d a , esos compromisos tomados pesan sobre m í ;
sin d u d a , el vínculo conyugal Otrora asumido, la casa c o m p r a d a y
.(mueblada el a ñ o a n t e r i o r , l i m i t a n mis posibilidades y m e d i c t a n
un c o n d u c t a ; p e r o p r e c i s a m e n t e p o r ser tales m i s p r o y e c t o s r e - a s u m o
rl v í n c u l o c o n y u g a l ; es decir, p r e c i s a m e n t e p o r q u e n o p r o y e c t o el
rechazo d e ese vínculo, p o r q u e n o h a g o d e él u n " v í n c u l o c o n y u g a l
pasado, p r e t e r - i d o y t r a s c e n d i d o , m u e r t o " , sino q u e , al c o n t r a r i o ,
mis proyectos, al i m p l i c a r la f i d e l i d a d a los c o m p r o m i s o s c o n t r a í d o s
o la decisión d e llevar u n a " v i d a h o n o r a b l e " d e m a r i d o y d e p a d r e ,
ele.., v i e n e n n e c e s a r i a m e n t e a i l u m i n a r el j u r a m e n t o c o n y u g a l p a -
nado y a c o n f e r i r l e su v a l o r s i e m p r e a c t u a l . Así, lo a p r e m i a n t e del
p a s a d o p r o v i e n e del f u t u r o . Si d e p r o n t o , a la m a n e r a del h é r o e
de S c h l u m b e r g e r 1 , m o d i f i c o r a d i c a l m e n t e m i p r o y e c t o f u n d a m e n t a l
y-, p o r e j e m p l o , busco l i b e r a r m e d e la c o n t i n u i d a d d e la d i c h a , mis
compromisos anteriores p e r d e r á n t o d o su a p r e m i o . Y a n o e s t a r á n
ahí sino c o m o esas torres y m u r a l l a s del M e d i o e v o , q u e n o se p u e d e n
negar p e r o q u e n o t i e n e n o t r o s e n t i d o q u e r e c o r d a r , c o m o u n a e t a p a
a n t e r i o r m e n t e r e c o r r i d a , u n a civilización y u n e s t a d o d e existencia
política y e c o n ó m i c a h o y s u p e r a d o s y p e r f e c t a m e n t e m u e r t o s . El
f u t u r o d e c i d e si el p a s a d o está v i v o o está m u e r t o . E l p a s a d o , e n
efecto, es o r i g i n a r i a m e n t e proyecto, c o m o el s u r g i m i e n t o a c t u a l d e
ini ser. Y, e n l a m e d i d a m i s m a e n q u e es p r o y e c t o , es a n t i c i p a c i ó n :
su sentido le v i e n é del p o r v e n i r q u e p r e f i g u r a . C u a n d o el p a s a d o se
desliza í n t e g r a m e n t e a l p a s a d o , su v a l o r a b s o l u t o d e p e n d e d e l a c o n -
validación o i n v a l i d a c i ó n d e las a n t i c i p a c i o n e s q u e él e r a . P e r o , p r e -
cisamente, d e m i l i b e r t a d a c t u a l d e p e n d e c o n v a l i d a r el s e n t i d o d e
esas a n t i c i p a c i o n e s t o m á n d o l a s p o r su c u e n t a , es decir, c o n t i n u a r l a s
a n t i c i p a n d o el m i s m o p o r v e n i r q u e ellas a n t i c i p a b a n , o b i e n invali-
darlas, a n t i c i p a n d o s i m p l e m e n t e o t r o p o r v e n i r . E n este caso, el p a -
sado se d e s p l o m a c o m o u n a e s p e r a d e s a r m a d a y e m b a u c a d a : está
"sin f u e r z a s " . P u e s la ú n i c a f u e r z a del p a s a d o le v i e n e del f u t u r o :
c u a l q u i e r a q u e sea la m a n e r a e n q u e v i v o o a p r e c i o m i p a s a d o , n o
p u e d o h a c e r l o sino a la luz d e u n p r o - y e c t o d e m í sobre el f u t u r o . Así,
el o r d e n d e mis elecciones d e p o r v e n i r d e t e r m i n a r á u n o r d e n d e m i
p a s a d o , y este o r d e n n a d a t e n d r á d e cronológico. E s t a r á , e n p r i m e r
lugar, el p a s a d o siempre vivo y s i e m p r e c o n v a l i d a d o : m i c o m p r o -
miso d e a m o r , tales o cuales c o n t r a t o s d e negocios, tal o c u a l i m a g e n
de m í m i s m o a la q u e p e r m a n e z c o fiel. D e s p u é s , e s t a r á el p a s a d o
a m b i g u o , q u e h a c e s a d o de a g r a d a r m e y al q u e m a n t e n g o d e soslayo.
Por e j e m p l o , el t r a j e q u e llevo, c o m p r a d o e n u n a é p o c a e n q u e

1
S c h l u m b e r g e r , Un homme heureux, N. R. F.
tenía gusto en ir a la m o d a , m e disgusta e x t r e m a d a m e n t e a h o r a y,
por este hecho, el p a s a d o en q u e lo h e "elegido" está v e r d a d e r a m e n -
te m u e r t o ; pero, p o r otra p a r t e , m i proyecto actual de economía
exige q u e continúe llevando ese t r a j e en vez de a d q u i r i r otro: con
ello, pertenece a u n p a s a d o a la vez m u e r t o y vivo, c o m o esas insti-
tuciones sociales que, creadas p a r a u n fin determinado, h a n sobre-
vivido al régimen q u e las había establecido p o r q u e se las h a hecho
servir a fines totalmente diversos y a veces hasta opuestos. Pasado
vivo, p a s a d o semimuerto, supervivencias, ambigüedades, antinomias:
el c o n j u n t o de estos estratos d e p r e t e r i d a d está organizado por la
u n i d a d de m i proyecto. Por este proyecto se instala el sistema com-
plejo de remisiones q u e hace e n t r a r u n f r a g m e n t o cualquiera de mi
p a s a d o en u n a organización j e r a r q u i z a d a y plurivalente, en que,
c o m o en la obra d e arte, c a d a estructura parcial indica, de diversas
maneras, otras diversas estructuras parciales y la estructura total.
L a decisión acerca del valor, el orden y la naturaleza de nues-
tro p a s a d o es simplemente, p o r lo demás, la elección histórica en
general. Si las sociedades h u m a n a s son históricas, n o se debe sim-
p l e m e n t e a q u e tengan u n pasado, sino a q u e lo reasumen a título
de monumento. C u a n d o el capitalismo n o r t e a m e r i c a n o decide en-
t r a r en la g u e r r a e u r o p e a d e 1914-1918 p o r q u e ve en ella la ocasión
de fructuosas operaciones, n o es histórico: es sólo utilitario. Pero
cuando, a la luz de sus proyectos utilitarios, reasume las relacione^
anteriores entre los Estados U n i d o s y F r a n c i a y les d a el sentido de u n a
d e u d a d e h o n o r q u e los americanos h a n de p a g a r a los franceses,
se hace histórico y, en particular, se historializará p o r la frase f a m o -
sa: " ¡ L a Fayette, henos a q u í ! " V a d e suyo que, si u n a visión dife-
rente de sus intereses actuales hubiera llevado a los Estados Unidos
a ponerse del lado de Alemania, n o les h u b i e r a n f a l t a d o elementos
pasados q u e reasumir en el p l a n o m o n u m e n t a l : p o r ejemplo, se h u -
biese p o d i d o i m a g i n a r u n a p r o p a g a n d a b a s a d a en la " f r a t e r n i d a d de
sangre", q u e h u b i e r a tenido c u e n t a esencialmente d e la proporción
de alemanes en la inmigración a m e r i c a n a del siglo xix. V a n o sería
considerar esas referencias al p a s a d o c o m o puras empresas publici-
tarias: en efecto, el h e c h o esencial es q u e son necesarias p a r a lograr
la adhesión de las masas, y, p o r lo tanto, que éstas exigen u n pro-
yecto político q u e ilumine y justifique su p a s a d o ; además, va de suyo
q u e el p a s a d o es creado de ese m o d o : ha habido así constitución d e
un p a s a d o c o m ú n Francia-América, q u e significaba por u n a p a r t e
los grandes intereses económicos de los norteamericanos y por otra
las afinidades actuales de dos capitalismos democráticos. Análoga-
mente, se h a visto a las nuevas generaciones, hacia 1938, p r e o c u p a -
das por los acontecimientos internacionales q u e se p r e p a r a b a n , ilu-
m i n a r b r u s c a m e n t e con u n a n u e v a luz el período 1918-1938 y lla-
marlo, a u n antes d e q u e estallara la g u e r r a de 1939, el " p e r í o d o de
entre dos guerras". C o n eso, el período considerado q u e d a b a cons-
tituido en forma-límite, trascendido y renegado, m i e n t r a s q u e aque-
llos q u e lo h a b í a n vivido, pro-yectándose hacia u n porvenir en con-
tinuidad con su presente y su p a s a d o inmediato, lo h a b í a n experi-
m e n t a d o c o m o el comienzo de u n a progresión c o n t i n u a e ilimitada.
Kl proyecto actual decide, pues, acerca d e si u n d e t e r m i n a d o período
del pasado se halla en c o n t i n u i d a d con el presente o si es u n f r a g -
m e n t o discontinuo del cual u n o emerge y q u e se aleja. Así, sería
menester u n a historia h u m a n a terminada p a r a q u e cualquier acon-
tecimiento, p o r e j e m p l o la t o m a de la Bastilla, recibiera u n sentido
definitivo. E n efecto, n a d i e niega q u e la Bastilla f u e t o m a d a en
1789: h e a q u í el h e c h o inmutable. Pero ¿ h a de verse en ese acon-
tecimiento u n motín sin consecuencias, u n d e s e n c a d e n a m i e n t o po-
pular c o n t r a u n a fortaleza semidesmantelada, q u e la Convención,
p r e o c u p a d a d e crearse u n p a s a d o publicitario, supo t r a n s f o r m a r en
acción d e esplendor? ¿ O h a d e considerárselo c o m o la primera
manifestación de la f u e r z a p o p u l a r , p o r la cual ésta se afirmó, ganó
confianza, y se puso en condiciones d e operar la m a r c h a sobre V e r -
salles en las " J o r n a d a s d e O c t u b r e " ? Q u i e n quisiera decidir hoy
acerca d e ello olvidaría q u e el m i s m o historiador es histórico, es de-
cir, q u e se historializa al i l u m i n a r "la historia" a la luz de sus pro-
yectos y los de su sociedad. Así, h a de decirse q u e el sentido del pa-
sado social está a p e r p e t u i d a d "en aplazamiento".
E x a c t a m e n t e c o m o las sociedades, la persona h u m a n a tiene u n
pasado monumental y en aplazamiento. Este p e r p e t u o p o n e r en
cuestión el p a s a d o f u e sentido desde antiguo por los sabios; los trá-
gicos griegos lo expresaron con este proverbio q u e aparece constan-
temente en sus piezas: " N a d i e p u e d e ser l l a m a d o feliz antes d e svi
muerte." Y la historialización p e r p e t u a del Para-sí es afirmación
perpetua de su libertad.
Esto sentado, n o h a de creerse que el c a r á c t e r d e "en aplaza-
miento", p r o p i o del pasado, aparezca al Para-sí en f o r m a de aspecto
vago o inconcluso de su historia anterior. Al c o n t r a r i o : lo mismo
que la elección del Para-sí, expresada p o r éste a su m a n e r a , el Pa-
sado es c a p t a d o p o r el Para-sí a c a d a m o m e n t o c o m o rigurosamente
d e t e r m i n a d o . Análogamente, el a r c o d e T i t o y la c o l u m n a d e T r a -
jano, cualquiera q u e f u e r e , p o r otra parte, la evolución histórica d e su
sentido, a p a r e c e n al r o m a n o o al turista q u e los considera c o m o
realidades p e r f e c t a m e n t e individualizadas. Y, a la luz del proyecto
q u e lo ilumina, el P a s a d o se revela c o m o absolutamente coercitivo.
El carácter de a p l a z a m i e n t o del p a s a d o n o es, en efecto, n i n g ú n
milagro: no hace sino expresar, en el p l a n o de la preterificación y
del en-sí, el aspecto pro-yectivo y " e n espera" q u e tenía la realidad-
h u m a n a antes de vertirse al pasado. L a r e a l i d a d - h u m a n a , precisa-
m e n t e p o r q u e era u n libre pro-yecto roído p o r u n a imprevisible
libertad, se hace, "en p a s a d o " , t r i b u t a r i a de los proyectos ulteriores
del Para-sí. Al preterificarse, se c o n d e n a a esperar p e r p e t u a m e n t e
esa homologación q u e esperaba recibir d e u n a libertad f u t u r a . Así,
el p a s a d o está i n d e f i n i d a m e n t e en aplazamiento, p o r q u e la realidad-
h u m a n a " e r a " y "será" p e r p e t u a m e n t e en espera. Y la espera, c o m o
el aplazamiento, n o h a c e n sino a f i r m a r m á s n e t a m e n t e a ú n la liber-
tad como su constituyente originario. D e c i r q u e el p a s a d o del P a r a -
sí está en aplazamiento, decir q u e su presente es u n a espera, decir
q u e su f u t u r o es u n libre proyecto, o q u e n o p u e d e ser n a d a sin
tener-de-serlo, o q u e es u n a totalidad-destotalizada, es u n a y la mis-
m a cosa. Pero, precisamente, ello n o implica n i n g u n a i n d e t e r m i n a -
ción en mi p a s a d o tal como se m e revela a c t u a l m e n t e : quiere, simple-
mente, p o n e r en cuestión los derechos q u e tenga m i descubrimiento
a c t u a l de mi p a s a d o a ser definitivo. Pero, así c o m o m i presente
es espera de u n a convalidación o de u n a invalidación q u e n ^ d a
p e r m i t e prever, así t a m b i é n el pasado, a r r a s t r a d o en esa espera, es
preciso en la m i s m a m e d i d a en q u e ésa espera es precisa. Pero su
sentido, a u n q u e rigurosamente individualizado, d e p e n d e t o t a l m e n t e
de esa espera que, a su vez, se p o n e en d e p e n d e n c i a d e u n a n a d a
absoluta, o sea d e u n libre proyecto q u e a ú n n o es. M i p a s a d o es,
pues, u n a proposición concreta y precisa que, en tanto que tal, es-
p e r a ratificación. C i e r t a m e n t e , u n a d e las significaciones q u e intenta
sacar a luz El proceso de K a f k a es ese carácter p e r p e t u a m e n t e
procesivo de la realidad h u m a n a . Ser libre es estar p e r p e t u a m e n t e
en instancia de libertad. Q u e d a en pie el h e c h o de q u e el p a s a d o
— d e atenernos a nuestra libre elección a c t u a l — es, u n a vez q u e
esa elección lo h a determinado, p a r t e integrante y condición nece-
saria de mi proyecto. U n e j e m p l o lo h a r á c o m p r e n d e r m e j o r . El
p a s a d o de u n v e t e r a n o a m e d i a p a g a b a j o la Restauración es h a b e r
sido u n héroe de la retirada de Rusia. Y lo que hemos explicado
hasta a h o r a permite c o m p r e n d e r q u e ese p a s a d o m i s m o es u n a libre
elección de f u t u r o . Precisamente al elegir n o ponerse del l a d o del
ynbierno de Luis X V I I I y de las nuevas costumbres, al elegir desear
basta el fin el r e t o r n o triunfal del E m p e r a d o r , al elegir incluso cons-
pirar p a r a a p r e s u r a r este retorno, y p r e f e r i r u n a m e d i a p a g a a la
paga entera, el viejo soldado d e N a p o l e ó n se elige u n p a s a d o de
héroe del Beresiná. Q u i e n hubiera h e c h o el pro-yecto de adherirse
al nuevo gobierno, n o h a b r í a elegido, ciertamente, el mismo pasado.
I'ero, recíprocamente, si el v e t e r a n o n o recibe sino m e d i a p a g a , si
vive en u n a miseria apenas decente, si se agria y desea el r e t o r n o del
emperador, se debe a q u e f u e u n héroe d e la retirada d e Rusia.
E n t e n d á m o n o s : ese p a s a d o n o a c t ú a antes de su reasunción consti-
tutiva, y n o se t r a t a en m o d o a l g u n o de determinismo: pero, u n a
vez elegido el p a s a d o "soldado del I m p e r i o " , las conductas del p a r a -
sí realizan ese pasado. Inclusive, n o h a y n i n g u n a diferencia entre
elegir ese p a s a d o y realizarlo p o r m e d i o d e las conductas. Así, el
para-sí, al esforzarse p o r h a c e r de su p a s a d o de gloria u n a realidad
intersubjetiva, la constituye a los ojos de los otros a título de obje-
tividad-para-otro ( p o r ejemplo, i n f o r m e d e los prefectos sobre el peli-
gro q u e representan esos viejos soldados). T r a t a d o p o r los otros
como tal, el v e t e r a n o a c t ú a en a d e l a n t e d e m o d o de hacerse digno
de u n p a s a d o q u e h a elegido p a r a compensar su miseria y descae-
cimiento presentes. Se m u e s t r a intransigente, pierde toda oportuni-
dad de obtener u n a pensión: pues " n o p u e d e " desmerecer d e su
pasado. Así, elegimos nuestro p a s a d o a la luz de cierto fin, pero,
desde entonces, se i m p o n e y nos d e v o r a : n o q u e tenga u n a existen-
cia de suyo, diferente de la q u e tenemos-de-ser, sino simplemente
que: 1', es la materialización a c t u a l m e n t e revelada del fin q u e so-
mos; 2°, aparece en m e d i o del m u n d o , p a r a nosotros y p a r a el pró-
jimo; n u n c a está solo, sino q u e se sume en el p a s a d o universal y
con ello se ofrece a la apreciación del prójimo. Así como el geóme-
tra es libre d e generar tal o cual figura q u e le plazca, p e r o n o p u e d e
concebir n i n g u n a q u e n o m a n t e n g a al m o m e n t o infinidad d e rela-
ciones con la infinidad d e las demás figuras posibles, así también
nuestra libre elección de nosotros mismos, al hacer surgir cierto or-
den apreciativo de nuestro pasado, h a c e aparecer u n a infinidad de
relaciones de ese p a s a d o con el m u n d o y con el p r ó j i m o , y esa infi-
nidad de relaciones se nos presenta c o m o una infinidad de conductas
de-adoptar, ya que sólo en f u t u r o apreciamos nuestro propio pasado.
Y estamos constreñidos a a d o p t a r esas conductas en la m e d i d a en
que nuestro p a s a d o aparece en el m a r c o de nuestro proyecto esen-
cial. Q u e r e r este proyecto es, efectivamente, querer el pasado, y
querer este pasado es querer realizarlo por mil conductas secunda-
rias. Lógicamente, las exigencias del pasado son imperativos hipo-
téticos: "Si quieres tener tal pasado, a c t ú a de tal o cual m a n e r a . "
Pero, c o m o el p r i m e r término es elección concreta y categórica, el
imperativo también se t r a n s f o r m a en imperativo categórico.
Pero, c o m o la fuerza constrictiva de mi pasado es u n préstamo
t o m a d o a mi elección libre y reflexiva y a la potencia misma que se
ha d a d o esa elección, es imposible d e t e r m i n a r a priori el poder coer-
citivo de u n pasado. M i libre elección n o decide sólo del contenida
del p a s a d o y del orden de este contenido, sino también de la adhe-
rencia de m i p a s a d o a m i actualidad. Si, en u n a perspectiva f u n -
d a m e n t a l que n o hemos de d e t e r m i n a r a ú n , u n o de mis principales
proyectos es el de progresar, es decir, estar siempre y a toda costa
más avanzado p o r cierta vía de lo q u e estaba la víspera o u n a hora
antes, este proyecto progresivo e n t r a ñ a u n a serie de despegues con
respecto a mi pasado. El p a s a d o es entonces lo que m i r o desde lo
alto de mis progresos, con u n a suerte de piedad algo desdeñosa; lo
q u e es estrictamente objeto pasivo d e apreciación moral y de juicio
— " ¡ q u é estúpido era entonces!" o " ¡ q u é m a l v a d o he sido!"—; lo
que n o existe sino p o r q u e yo p u e d o desolidarizarme de ello. Y o no
e n t r o más en ello ni quiero e n t r a r ya más. No, ciertamente, q u e el
pasado deje de existir, sino que existe sólo como ese yo que ya no soy,
es decir, ese ser que tengo-de-ser como un yo que ya no soy. Su
función es ser lo que he elegido de mí p a r a oponérmele, lo q u e m e
permite medirme. U n para-sí de este tipo se elige, pues, sin solida-
ridad consigo mismo, lo q u e no significa q u e haya abolido su pasado
sino que lo pone p a r a n o ser solidario con él, p a r a afirmar, precisa-
mente, su total libertad (lo pretérito es cierto género de comprome-
timiento con respecto al p a s a d o y cierta especie de t r a d i c i ó n ) . En
cambio, hay para-síes cuyo pro-yecto implica la denegación del tiem-
po y la estrecha solidaridad con el pasado. E n su deseo de encontrar
terreno sólido, éstos h a n elegido el p a s a d o como lo q u e ellos son:
el resto n o es sino f u g a indefinida e indigna de tradición. H a n ele-
gido primeramente la denegación de la huida, es decir, la denegación
de denegar-, el pasado, p o r consiguiente, tiene por función exigirles
fidelidad. Así, se verá a los primeros confesar desdeñosamente y con
ligereza u n a falta cometida, mientras q u e la misma confesión sería
imposible a los otros a menos que c a m b i a r a n deliberadamente su
proyecto f u n d a m e n t a l , y utilizarán entonces toda la m a l a fe del m u n -
do y todas las escapatorias q u e p u e d a n i n v e n t a r p a r a evitar lesionar
esa fe en lo q u e es, q u e constituye u n a estructura esencial de su
proyecto.
Así, c o m o el asiento, el p a s a d o se integra en la situación c u a n d o
el para-sí, por su elección del f u t u r o , confiere a su facticidad p a s a d a
un valor, u n orden j e r á r q u i c o y u n a p r e m i o a p a r t i r de los cuales
ella motiva sus actos y sus conductas.

C) Mis entornos.

N o h a n de confundirse mis "entornos" con el sitio q u e ocupo,


y sobre el cual hemos h a b l a d o anteriormente. Los entornos son las
cosas-utensilios q u e m e rodean, con sus coeficientes propios de ad-
versidad y d e utensilidad. Por cierto, al o c u p a r m i sitio f u n d o el
descubrimiento de los entornos y, al c a m b i a r de sitio —operación
que, como hemos visto, realizo libremente—, f u n d o la aparición de
contornos nuevos. Pero, recíprocamente, los entornos p u e d e n cam-
biar o ser cambiados p o r los otros sin q u e yo tenga n a d a que ver
en su cambio. Ciertamente, Bergson h a señalado con acierto, en
Materia y memoria, q u e u n a modificación de m i sitio e n t r a ñ a el
cambio total de mis entornos, mientras q u e sería preciso considerar
u n a modificación total y simultánea de mis entornos p a r a q u e p u -
diera hablarse de u n a modificación de m i sitio; y este cambio glo-
bal de los entornos es inconcebible. Pero ello n o quita q u e m i cam-
po de acción está p e r p e t u a m e n t e atravesado p o r apariciones y des-
apariciones de objetos en q u e yo n o intervengo p a r a n a d a . D e m o d o
general, el coeficiente de adversidad o de utensilidad de los com-
plejos n o d e p e n d e ú n i c a m e n t e de m i sitio, sino de la potencialidad
propia de los utensilios. Así, desde q u e existo, estoy a r r o j a d o en m e -
dio d e existencias diferentes d e mí, q u e desarrollan en t o r n o d e mí,
en p r o y en contra de mí, sus potencialidades. Q u i e r o llegar lo m á s
pronto posible, en m i bicicleta, a la c i u d a d vecina. Este proyecto
implica mis fines personales, la apreciación de mi sitio y de la dis-
tancia d e éste a la ciudad, y la libre a d a p t a c i ó n d e los medios
(esfuerzos) al fin perseguido. P e r o revienta u n a llanta, el sol está
demasiado ardiente, el viento sopla de frente, etc., fenómenos todos
q u e n o tenía previstos: son los entornos. P o r cierto, se manifiestan
en y p o r m i proyecto principal; p o r éste el viento p u e d e aparecer
como viento en contra o c o m o " b u e n " viento; p o r éste el sol se revela
como calor propicio o incómodo. L a organización sintética de esos
perpetuos "accidentes" constituye la u n i d a d q u e los alemanes llaman
m i umivelt y esta umwelt n o p u e d e descubrirse sino en los lími-
tes de u n libre proyecto, es decir, de la elección de los fines q u e soy.
Sería, empero, d e m a s i a d o simple conformarnos con esta descripción.
Si es v e r d a d q u e c a d a objeto en t o r n o m í o se a n u n c i a en u n a situa-
ción ya revelada y q u e la suma de estos objetos n o p u e d e constituir
por sí sola u n a situación.; si es v e r d a d q u e c a d a utensilio se destaca
sobre f o n d o de situación en el m u n d o , n o p o r eso es menos cierto
q u e la transformación brusca o la brusca aparición de u n utensilio
p u e d e contribuir a u n c a m b i o radical de la situación: al reventar
la llanta, mi distancia al pueblo vecino c a m b i a de súbito; es u n a
distancia q u e a h o r a hay q u e c o n t a r p o r pasos y n o ya p o r giros de
rueda. P u e d o a d q u i r i r p o r este h e c h o la certeza de que la persona
a quien quiero ver ya h a b r á t o m a d o el tren c u a n d o yo llegue, y esa
certeza p u e d e traer a p a r e a d a s otras decisiones de p a r t e m í a (volver
a mi p u n t o de partida, enviar u n telegrama, e t c . ) . H a s t a puedo,
por ejemplo, si estoy seguro de n o p o d e r cerrar con esa persona el
t r a t o proyectado, dirigirme a otro y f i r m a r otro contrato. Puede
inclusive que a b a n d o n e e n t e r a m e n t e m i tentativa y haya de registrar
un fracaso total de mi proyecto; en este caso, diré que no he podido
prevenir a tiempo a Pedro, e n t e n d e r m e con él, etc. Este reconoci-
m i e n t o explícito de mi impotencia ¿ n o es la confesión más neta de
los límites de mi libertad? Sin d u d a , c o m o lo hemos visto, mi liber-
tad de elegir n o debe c o n f u n d i r m e con mi libertad de obtener. Pero
¿ n o está ahí en juego m i elección misma, puesto que la adversidad
de los entornos es precisamente, en m u c h o s casos, ocasión del c a m b i o
de mi proyecto?
Antes de a b o r d a r el f o n d o del debate, conviene precisarlo y li-
mitarlo. Si los cambios q u e sobrevienen a los entornos p u e d e n en-
t r a ñ a r modificaciones a mis proyectos, n o p u e d e ser sino con dos
reservas. L a primera es q u e n o p u e d e n t r a e r a p a r e a d o el a b a n d o n o
de m i proyecto principal, que, al contrario, sirve p a r a m e d i r la
importancia de esos cambios. E n efecto, si éstos son captados c o m o
motivos p a r a a b a n d o n a r tal o cual proyecto, n o p u e d e ser sino a la
luz d e u n proyecto m á s f u n d a m e n t a l ; si no, no podrían ser en ab-
soluto motivos, ya q u e el motivo es a p r e h e n d i d o p o r la conciencia-
móvil q u e es p o r sí misma libre-elección d e u n fin. Si las nubes q u e
cubren el cielo p u e d e n incitarme a renunciar a m i proyecto de ex-
cursión, se debe a q u e son c a p t a d a s en u n a libre proyección en q u e
«•I valor d e la excursión está vinculado a cierto estado del cielo, lo
• 1111- remite de paso en paso al valor de u n a excursión en general,
•i mi relación con la naturaleza y al sitio q u e esta relación o c u p a
n i el c o n j u n t o de las relaciones q u e sostengo con el m u n d o . E n se-
c u n d o lugar, en n i n g ú n caso el objeto a p a r e c i d o o desaparecido
puede provocar u n a renuncia a u n proyecto, así f u e r e u n proyecto
parcial. Es preciso q u e ese objeto, en efecto, sea a p r e h e n d i d o c o m o
una falta en la situación original; es preciso, pues, q u e el dato d e su
aparición o desaparición sea nihilizado, q u e yo tome distancia "con
respecto a él" y, por consiguiente, q u e decida de m í mismo en su
presencia. C o m o lo hemos mostrado, ni a u n las tenazas del v e r d u g o
nos dispensan d e ser libres. Esto n o significa q u e siempre sea. posible
soslayar la dificultad, r e p a r a r la avería, sino simplemente q u e la
imposibilidad misma d e persistir en cierta dirección d e b e ser libre-
mente constituida; la imposibilidad viene a las cosas p o r nuestra
libre renuncia, lejos d e estar nuestra renuncia provocada p o r la im-
posibilidad d e la c o n d u c t a q u e h a b í a de seguirse.
Esto sentado, h a d e reconocerse q u e la presencia d e lo d a d o ,
también en este caso, lejos de ser u n obstáculo a nuestra libertad,
es reclamada por la existencia misma de ésta. L a libertad es cierta
libertad q u e soy yo. P e r o ¿ q u é soy, sino cierta negación interna del
en-sí? Sin este en-sí q u e niego, m e esfumaría en n a d a . E n nuestra
introducción habíamos indicado q u e la conciencia p u e d e servir d e
" p r u e b a ontológica" de la existencia de u n en-sí. E n efecto, si hay
conciencia de algo, es preciso originariamente q u e este "algo" tenga
un ser real, es decir, no relativo a la conciencia. Pero a h o r a vemos
que esa p r u e b a tiene u n alcance m á s a m p l i o : si h e d e p o d e r hacer
algo en general, es preciso q u e ejerza m i acción sobre seres cuya
existencia es independiente de m i existencia en general y singular-
mente de m i acción. M i acción p u e d e revelarme aquella existencia,
pero n o la condiciona. Ser libre es ser-libre-para-cambiar. L a liber-
tad implica, pues, la existencia d e entornos q u e c a m b i a r : obstáculos
de-franquear, instrumentos de-utilizar. Por cierto, ella los revela co-
m o obstáculos, p e r o n o p u e d e sino i n t e r p r e t a r por su libre elección
el sentido del ser d e los entornos. Es preciso q u e éstos sean simple-
mente ahí, en bruto, p a r a q u e h a y a libertad. Ser libre es ser-libre-
para-hacer y ser-libre-en-el-mundo. Pero, si es así, la libertad, al
reconocerse c o m o libertad d e cambiar, reconoce y prevé implícita-
m e n t e en su proyecto original la existencia independiente de lo d a d o
sobre lo cual se ejerce. L a negación i n t e r n a revela al en-sí c o m o
independiente, y esta independencia constituye al en-sí su carácter
de cosa. Pero, entonces, lo q u e la libertad pone por el simple sur-
gimiento de su ser es su p r o p i o carácter de ser como u n quehacer
referente a otro que sí. H a c e r es, precisamente, c a m b i a r lo que p a r a
existir n o necesita de otro q u e sí, es a c t u a r sobre aquello que, por
principio, es indiferente a la acción y p u e d e proseguir sin ella su
existencia o su devenir. Sin esta diferencia de exterioridad del en-sí,
la noción misma de hacer p e r d e r í a su sentido (lo hemos mostrado
antes, con motivo del deseo y la decisión), y, por consiguiente, la
propia libertad se desmoronaría. Así, el proyecto mismo de u n a li-
bertad en general es u n a elección q u e implica la previsión y la acep-
tación de resistencias, de resistencias cualesquiera. N o sólo la liber-
tad constituye el m a r c o en que en-síes, por lo demás indiferentes, se
revelarán como resistencias, sino q u e t a m b i é n su propio proyecto, en
general, es proyecto d e hacer en u n m u n d o resistente, por victoria
sobre esas resistencias. T o d o proyecto libre prevé, al pro-yectarse,
el m a r g e n de imprevisibilidad debido a la independencia de las cosas,
precisamente p o r q u e esta independencia es aquello a p a r t i r de lo cual
se constituye u n a libertad. Desde q u e pro-yecto ir al pueblo vecino
p a r a verme con Pedro, las r u p t u r a s d e llantas, el "viento en c o n t r a " ,
mil accidentes previsibles e imprevisibles se d a n en mi proyecto mismo
y constituyen su sentido. Así, la inopinada r u p t u r a de u n a llanta q u e
trastorna mis proyectos viene a ocupar su sitio en u n m u n d o prefi-
g u r a d o por m i elección, pues n u n c a he cesado, p o r así decirlo, d e
esperarla como inopinada. Y a u n si mi c a m i n o ha q u e d a d o inte-
r r u m p i d o por algo en q u e estaba a mil leguas de pensar, c o m o u n a
inundación o u n alud, en cierto sentido este algo imprevisible estaba
previsto: en m i pro-yecto se d e j a b a cierto m a r g e n de indetermina-
ción " p a r a lo imprevisible", c o m o los romanos reservaban en sus
templos u n sitio a los dioses desconocidos; y ello n o p o r experiencia
de los "duros golpes" o por p r u d e n c i a empírica, sino por la n a t u r a -
leza misma de mi proyecto. Así, en cierta m a n e r a , p u e d e decirse
q u e la realidad h u m a n a n o es sorprendida p o r n a d a . Estas observa-
ciones nos permiten sacar a luz u n a nueva característica de la libre
elección:' todo proyecto de la libertad es proyecto abierto, y n o pro-
yecto cerrado. A u n q u e e n t e r a m e n t e individualizado, contiene en sí
la posibilidad de sus modificaciones ulteriores. T o d o proyecto implica
en su estructura la comprensión d e la selbststandigkeit de las cosas
del m u n d o . Esta p e r p e t u a previsión de lo imprevisible, c o m o m a r g e n
de indeterminación del proyecto q u e soy, permite c o m p r e n d e r q u e
11 a c c i d e n t e o la c a t á s t r o f e , e n vez d e s o r p r e n d e r m e p o r su c a r á c t e r
nuevo y e x t r a o r d i n a r i o , m e a g o b i a siempre con c i e r t o aspecto d e
"va visto-ya p r e v i s t o " , p o r su p r o p i a e v i d e n c i a y u n a suerte d e n e -
• csidad f a t a l i s t a q u e e x p r e s a m o s con u n " t e n í a q u e s u c e d e r " . E n el
mundo n a d a hay que asombre o que sorprenda, a menos que nos
d e t e r m i n e m o s nosotros m i s m o s al a s o m b r o . Y el t e m a original d e l
a s o m b r o n o es q u e t a l o c u a l cosa p a r t i c u l a r exista e n los límites
"M m u n d o , sino, m á s bien, q u e h a y a u n m u n d o en general, es decir,
que esté yc> a r r o j a d o e n m e d i o d e u n a t o t a l i d a d d e existentes r a d i c a l -
i irnte i n d i f e r e n t e s a m í . Pues, al elegir u n fin, elijo t e n e r relaciones
u n í esos existentes y q u e esos existentes t e n g a n relaciones e n t r e sí; elijo
que e n t r e n e n c o m b i n a c i ó n p a r a a n u n c i a r m e lo q u e soy. Así, la a d -
versidad q u e las cosas m e a t e s t i g u a n está p r e f i g u r a d a p o r m i l i b e r t a d
u n a d e sus p r o p i a s condiciones, y tal o c u a l c o m p l e j o sólo
p u e d e m a n i f e s t a r su c o e f i c i e n t e i n d i v i d u a l d e a d v e r s i d a d e n u n a
significación l i b r e m e n t e p r o y e c t a d a d e la a d v e r s i d a d e n g e n e r a l .
Pero, c o m o s i e m p r e q u e se t r a t a d e la situación, h a y q u e insis-
iir e n el h e c h o d e q u e el e s t a d o d e cosas descrito tiene u n reverso:
si la libertad p r e f i g u r a la a d v e r s i d a d e n general, es c o m o u n a m a n e r a
de s a n c i o n a r la e x t e r i o r i d a d d e i n d i f e r e n c i a del en-sí. Sin d u d a , la
adversidad v i e n e a las cosas p o r 1a libertad, p e r o sólo e n t a n t o q u e
la libertad i l u m i n a su p r o p i a f a c t i c i d a d c o m o " s e r - e n - m e d i o - d e - u n -
r u - s í - d e - i n d i f e r e n c i a " . L a l i b e r t a d se d a las cosas c o m o adversas,
es decir, les c o n f i e r e u n a significación q u e las h a c e cosas; p e r o
será significante sólo a s u m i e n d o lo d a d o m i s m o , es decir, a s u m i e n -
d o p a r a t r a n s c e n d e r l o su exilio e n m e d i o d e u n en-sí i n d i f e r e n t e .
R e c í p r o c a m e n t e , p o r lo d e m á s , lo d a d o c o n t i n g e n t e así a s u m i d o n o
p o d r í a sostener n i a u n esa significación p r i m e r a , sostén d e t o d a s
las demás, "exilio e n m e d i o d e la i n d i f e r e n c i a " , sino e n y p o r u n a
libre a s u n c i ó n del para-sí. T a l es, e n efecto, la e s t r u c t u r a p r i m i t i v a
de la situación, q u e a q u í a p a r e c e con t o d a c l a r i d a d : la l i b e r t a d ,
por su p r o p i o t r a s c e n d e r lo d a d o h a c i a sus fines, h a c e existir a lo
d a d o c o m o esto d a d o aquí — p r e v i a m e n t e n o existían ni esto, ni
aquello, n i a q u í — y lo d a d o así designado n o es f o r m a d o d e u n
m o d o c u a l q u i e r a : es existente b r u t o , a s u m i d o p a r a ser trascendido.
Pero la libertad, al t i e m p o q u e es u n t r a s c e n d e r esto dado aquí1, se
elige c o m o este t r a s c e n d e r aquí lo d a d o . L a l i b e r t a d n o es u n c u a l -

1
Ce donné-ct. El demostrativo francés ceci o ce...-ci incluye una ex-
presión de lugar (ci «= ici = "aquí"). (N. del T.)
quier trascender cualquier esto dado, sino que, a s u m i e n d o lo d a d o
b r u t o y confiriéndole su sentido, se h a elegido ipso f a c t o : su fin es,
precisamente, cambiar esto dado aquí, d e la misma m a n e r a q u e lo
d a d o a p a r e c e c o m o esto d a d o a q u í a la luz del fin elegido. Así, el
surgimiento d e la libertad es cristalización de u n fin a través de algo
dado, y descubrimiento d e algo d a d o a la luz de u n f i n ; a m b a s es-
t r u c t u r a s son simultáneas e inseparables. M á s adelante veremos, en
efecto, q u e los valores universales d e los fines elegidos sólo se extraen
p o r análisis: toda elección es elección d e u n cambio concreto de-
a p o r t a r a algo d a d o concreto. T o d a situación es concreta.
Así, la adversidad d e las cosas y sus potencialidades en general
son i l u m i n a d a s p o r el f i n elegido. P e r o n o hay fin sino p a r a u n
para-sí q u e se a s u m e c o m o d e j a d o ahí en m e d i o de la indiferencia.
C o n esta asunción, n o a p o r t a nada n u e v o a esa derelicción contin-
gente y b r u t a , salvo u n a significación: h a c e q u e haya en adelante
u n a derelicción, p o r el h e c h o d e q u e esta derelicción es descubierta
c o m o situación-
H e m o s visto, en el capítulo I V d e nuestra segunda parte, q u e
el para-sí, p o r su surgimiento, h a c e q u e el en-sí venga al m u n d o ;
d e m a n e r a m á s general a ú n , es la n a d a p o r la cual " h a y " en-sí, es
decir, cosas. H e m o s visto t a m b i é n q u e la realidad en-sí es ahí, a
la m a n o , con sus cualidades, sin n i n g u n a deformación ni a ñ a d i d o .
Simplemente, estamos separados d e ella por las diversas rúbricas de
nihilización q u e instauramos p o r nuestro propio surgimiento: m u n d o ,
espacio y tiempo, potencialidades. H e m o s visto, en particular, que,
a u n q u e e s t e m o s rodeados de presencias (este vaso, este tintero, a q u e -
lla mesa, e t c . ) , estas presencias son incaptables como tales, pues n a d a
e n t r e g a n d e sí sino al c a b o d e u n gesto o d e u n a c t o pro-yectado
p o r nosotros, es decir, en f u t u r o . A h o r a podemos c o m p r e n d e r el
sentido de este estado d e cosas: n o estamos separados de las cosas
p o r n a d a — p o r nada más que nuestra libertad-, ésta hace q u e haya
cosas, con t o d a la indiferencia, imprevisibilidad y adversidad q u e
tienen, y estamos ineluctablemente separados de ellas, p u e s a p a r e -
cen y se revelan c o m o vinculadas entre sí sobre f o n d o de nihiliza-
ción. Así, el proyecto d e m i libertad n o agrega nada a las cosas:
h a c e q u e haya cosas, es decir, precisamente, realidades d o t a d a s de
u n coeficiente de adversidad y de utilizabilidad; hace que estas cosas
se descubran en la experiencia, es decir, se destaquen sucesivamente
sobre f o n d o de m u n d o en el curso de u n proceso de temporalización;
hace, p o r último, q u e las cosas se manifiesten c o m o f u e r a de alcance,
independientes, separadas de m í p o r la n a d a misma q u e segrego y
que soy. P o r q u e la libertad está c o n d e n a d a a ser libre, es decir, n o
puede elegirse c o m o libertad, por eso h a y cosas, es decir, u n a ple-
niliid de contingencia en el seno d e la cual es ella m i s m a contingen-
i I.I ; por la asunción de esta contingencia y p o r el trascenderla p u e d e
haber a la vez u n a elección y u n a organización de las cosas en situa-
i u'm; la contingencia de la libertad y la contingencia del en-sí se
expresan en situación p o r la imprevisibilidad y la adversidad d e los
entornos. Así, soy absolutamente libre y responsable d e m i situación;
pero, además, n o soy n u n c a libre sino en situación.

1)) Mi prójimo.

Vivir en u n m u n d o infestado por mi p r ó j i m o n o es solamente


poder e n c o n t r a r m e con el O t r o a c a d a vuelta del camino, sino t a m -
bién hallarme c o m p r o m e t i d o en u n m u n d o cuyos complejos-utensi-
lios p u e d e n tener u n a significación q u e n o les h a sido p r i m e r a m e n t e
conferida p o r m i libre proyecto. Es, también, en m e d i o de este m u n -
d o d o t a d o ya de sentido, tener q u e ver con u n a significación q u e
es mía y q u e t a m p o c o m e h e d a d o yo, sino q u e m e descubro c o m o
"ya poseyéndola". Así, pues, c u a n d o nos p r e g u n t a m o s q u é p u e d e
significar p a r a nuestra "situación" el h e c h o original y contingente
de existir en u n m u n d o en q u e t a m b i é n " h a y " Otros, el p r o b l e m a
así f o r m u l a d o exige q u e estudiemos sucesivamente tres estratos de
realidad q u e e n t r a n en j u e g o p a r a constituir m i situación c o n c r e t a :
los utensilios ya significantes (la estación, el s e m á f o r o del ferrocarril^
la obra d e arte, el cartel d e movilización), la significación q u e des-
cubro c o m o ya mía (mi nacionalidad, m i raza, m i aspecto físico) y,
por último, el O t r o c o m o c e n t r o de referencia al q u e esas significa-
ciones remiten.
T o d o sería m u y simple, en efecto, si perteneciera "a u n m u n d o
cuyas significaciones se descubrieran simplemente a la luz d e mis
propios fines. Dispondría, en efecto, de las cosas c o m o utensilios o
complejos de utensilidad en los límites d e m i p r o p i a elección d e mí
mismo; esta elección h a r í a d e la m o n t a ñ a u n obstáculo difícil d e
superar o u n p u n t o d e vista sobre la c a m p i ñ a , etc.; n o se plantearía
el p r o b l e m a de q u é significación p u e d e tener esa m o n t a ñ a en sí, ya
que soy aquel p o r quien las significaciones vienen a la realidad en
sí. Este p r o b l e m a se vería t a m b i é n m u y simplificado si yo f u e r a u n a
m ó n a d a sin p u e r t a s ni v e n t a n a s y supiera solamente, d e cualquier
m o d o que fuere, que existen o son posibles otras mónadas, cada
u n a d e las cuales confiere a las cosas q u e veo significaciones nuevas.
E n tal caso, q u e es el q u e los filósofos demasiado a m e n u d o se h a n
limitado a examinar, m e bastaría tener por posibles otras significa-
ciones y, finalmente, la p l u r a l i d a d de las significaciones correspon-
diente a la pluralidad d e las conciencias coincidiría sencillamente
p a r a m í con la posibilidad siempre, abierta d e hacer d e m í otra elec-
ción. Pero hemos visto q u e esta concepción m o n á d i c a ocultaba u n
secreto solipsismo, precisamente p o r q u e c o n f u n d i r á la pluralidad d e
las significaciones q u e p u e d o a d j u d i c a r a lo real con la pluralidad
de los sistemas significantes cada u n o de los cuales remite a u n a con-
ciencia q u e yo n o soy. Por otra parte, en el terreno de la experien-
cia concreta, tal descripción m o n á d i c a se m u e s t r a insuficiente; en
efecto, existe en " m i " m u n d o otra cosa que u n a pluralidad de sig-
nificaciones posibles: existen significaciones objetivas que se m e d a n
c o m o n o teniendo-de-ser sacadas a luz por. mí. Yo, p o r quien las
significaciones vienen a las cosas, m e e n c u e n t r o c o m p r o m e t i d o en
u n m u n d o ya significante, q u e m e refleja significaciones n o puestas
p o r mí. Piénsese, por ejemplo, en la i n n u m e r a b l e c a n t i d a d de signi-
ficaciones, independientes de m i elección, q u e descubro si vivo en
u n a c i u d a d : calles, casas, tiendas, tranvías y autobuses, placas in-
dicadoras, ruidos de aviso, música de radio, etc. E n la soledad, cier-
t a m e n t e , descubría yo el existente b r u t o e imprevisible: ese peñasco,
p o r ejemplo, y m e limitaba, en suma, a h a c e r q u e hubiera u n pe-
ñasco, es decir, este existente aquí, y, f u e r a de él, n a d a . Pero le
confería, p o r lo menos, su significación de "de-escalar", "de-evitar",
" d e - c o n t e m p l a r " , etc. C u a n d o , al doblar u n a esquina, descubro u n a
casa, ya n o revelo m e r a m e n t e u n existente b r u t o en el m u n d o ; ya
n o h a g o sólo q u e haya u n "esto" cualificado de tal o cual m a n e r a ;
sino q u e la significación del objeto así revelado se m e resiste y p e r -
m a n e c e independiente de m í : descubro q u e el inmueble es u n inqui-
linato o la administración d e la C o m p a ñ í a del gas, o prisión, etc.; la
significación es a q u í contingente, independiente d e m i elección, se
presenta con la m i s m a indiferencia q u e la realidad m i s m a del en-sí:
se h a h e c h o cosa y n o se distingue de la cualidad del en-sí. Análo-
gamente, el coeficiente d e adversidad de las cosas se m e descubre
antes de ser e x p e r i m e n t a d o p o r m í ; m u l t i t u d de indicaciones m e po-
nen sobre aviso: "Disminuya la velocidad: curva peligrosa". " C u i -
dado, escuela", "Peligro de m u e r t e " , "Excavación a cien metros",
etc. Pero estas significaciones, a u n q u e p r o f u n d a m e n t e imprésas en
I.is cosas y partícipes d e la exterioridad de indiferencia de las mismas
por lo menos en apariencia—, son a la vez indicaciones de conduc-
ías que m e conciernen de m o d o directo. Pasaré por las casas de
empeño, entraré en tal o cual tienda p a r a c o m p r a r tal o cual uten-
silio cuyo m o d o de empleo está indicado con toda precisión en u n
volante q u e se entrega al a d q u i r e n t e ; usaré después ese utensilio, por
ejemplo, u n a estilográfica, p a r a llenar tal o cual f o r m u l a r i o en de-
terminadas condiciones. ¿ N o encontraré con ello estrechos límites
a mi libertad? Si n o sigo p u n t o p o r p u n t o las indicaciones d a d a s
por los otros, n o sabré m a n e j a r m e , m e equivocaré de calle, perderé
mi tren, etc. Por otra parte, tales indicaciones son casi siempre im-
perativas: " E n t r e p o r a q u í " , "Salga p o r a q u í " ; esto es lo q u e sig-
nifican las palabras E n t r a d a y Salida pintadas encima de las puertas.
Yo me someto: las indicaciones agregan, al coeficiente de adversi-
dad que h a g o nacer yo sobre las cosas, u n coeficiente de adversidad
propiamente h u m a n o . Además, si m e someto a esa organización, de-
pendo d e ella: los beneficios d e q u e m e provee p u e d e n agotarse;
un trastorno intestino, u n a guerra, y h e ahí q u e escasean los p r o d u c -
tos de p r i m e r a necesidad, sin q u e tenga yo n a d a q u e ver en ello.
.Soy desposeído, detenido en mis proyectos, p r i v a d o de lo necesario
para cumplir mis fines. Y, sobre todo, hemos n o t a d o ya q u e los
modos d e empleo, las designaciones, las órdenes o las prohibiciones,
los carteles indicadores, se dirigen a mi en t a n t o que soy cualquiera;
en la m e d i d a en q u e obedezco, m e inserto en la fila, m e someto a
los objetivos de u n a realidad h u m a n a cualquiera y los realizo por
medio de técnicas cualesquiera: soy modificado, pues, en m i propio
ser, puesto q u e soy los fines que he elegido y las técnicas q u e los
realizan; a fines cualesquiera, a técnicas cualesquiera, corresponde
una realidad h u m a n a cualquiera. Al mismo tiempo, ya que el m u n d o
no se m e aparece j a m á s sino a través de las técnicas que utilizo, el
m u n d o también es modificado. Ese m u n d o visto a través del uso
que h a g o de la bicicleta, del auto, del tren, p a r a recorrerlo, m e des-
cubre u n rostro rigurosamente correlativo d e los medios q u e utilizo
y, por ende, el rostro que ofrece a todo el mundo. D e ello se seguirá
evidentemente, se dirá, q u e m i libertad se m e escapa por todas p a r -
tes: n o hay ya situación como organización d e u n m u n d o signifi-
cante en torno de la libre elección de m i espontaneidad, sino u n
estado q u e m e es impuesto. Es lo q u e conviene e x a m i n a r ahora.
Está f u e r a de d u d a q u e m i pertenencia a u n m u n d o h a b i t a d o
tiene el valor de u n hecho: remite, en efecto, al hecho original de
la presencia del p r ó j i m o en el m u n d o , h e c h o que, c o m o hemos visto,
n o p u e d e deducirse d e la estructura ontológica del para-sí. Y, a u n -
q u e este h e c h o n o h a g a sino volver m á s p r o f u n d o el enraizamiento
de nuestra facticidad, t a m p o c o es deducible a p a r t i r de ésta, en tanto
q u e la facticidad expresa la necesidad d e la contingencia del para-sí;
m á s bien, h a d e decirse q u e el para-sí existe de hecho, o sea q u e su
existencia n o p u e d e ser asimilable ni a u n a realidad e n g e n d r a d a se-
g ú n ley, ni a u n a libre elección; y, e n t r e las características de hecho
de esa "facticidad", es decir, e n t r e las q u e n o p u e d e n ni deducirse
ni demostrarse, sino q u e se " d e j a n v e r " simplemente, hay u n a q u e
llamamos la existencia-en-el-mundo-en-presencia-de-otros. Si esta ca-
racterística de h e c h o debe ser o n o reasumida p o r m i libertad p a r a
ser eficaz de u n m o d o cualquiera, es lo q u e discutiremos u n poco
más adelante. L o cierto es q u e al nivel de las técnicas d e apropia-
ción del m u n d o , del hecho m i s m o de la existencia del otro resulta
el h e c h o de la p r o p i e d a d colectiva d e las técnicas. L a facticidad se
expresa, pues, en este nivel p o r el h e c h o de m i aparición en u n m u n -
d o q u e n o se m e revela sino p o r técnicas colectivas y ya constituidas,
q u e a p u n t a n a hacérmelo c a p t a r en u n aspecto cuyo sentido h a sido
definido con prescindencia d e mí.. Tales técnicas d e t e r m i n a r á n m i
pertenencia a las colectividades: a la especie humana, a la colectivi-
d a d nacional, al g r u p o profesional o familiar. Y hasta i m p o r t a sub-
rayarlo: f u e r a d e m i ser-para-otro — d e q u e h a b l a r e m o s luego—, la
única m a n e r a positiva q u e tengo de existir mi pertenencia de hecho
a esas colectividades es el uso q u e constantemente h a g o d e las téc-
nicas a ellas pertenecientes. L a pertenencia a la especie humana se
define, en efecto, p o r el uso de técnicas m u y elementales y genera-
les : saber c a m i n a r , saber asir, saber juzgar sobre el relieve y la mag-
nitud a p a r e n t e de los objetos percibidos, saber hablar, saber distin-
guir, en general, lo v e r d a d e r o d e lo falso, etcétera. Pero n o poseemos
estas técnicas de esta m a n e r a abstracta y universal: saber h a b l a r n o
es saber n o m b r a r y c o m p r e n d e r las palabras en general, sino saber
hablar cierta lengua y m a n i f e s t a r con ello la pertenencia a la h u m a -
nidad en el nivel d e la colectividad nacional. Por lo demás, saber
hablar u n a lengua n o es tener u n conocimiento abstracto y p u r o
de la lengua tal c o m o la definen los diccionarios y las gramáticas
académicas: es hacerla n u e s t r a a través d e las deformaciones y las
selecciones provinciales, profesionales, familiares. Así, p u e d e decirse
q u e la realidad d e nuestra pertenencia a lo h u m a n o es nuestra na-
cionalidad, y q u e la realidad de nuestra nacionalidad es nuestra per-
irnc iicia a la f a m i l i a , a la región, a la profesión, etc., e n el sentido
i ii q u e la realidad del l e n g u a j e es la l e n g u a y la r e a l i d a d d e la len-
HII.I es el dialecto, la j e r g a , el h a b l a local, etc. R e c í p r o c a m e n t e , la
verdad del d i a l e c t o es la lengua, la verdad d e la l e n g u a es el len-
i/iiaje; esto significa q u e las técnicas c o n c r e t a s p o r las c u a l e s se m a -
mliesta n u e s t r a p e r t e n e n c i a a la f a m i l i a , a la localidad, r e m i t e n a
rii n i c t u r a s m á s abstractas y generales, q u e constituyen c o m o su sig-
mf¡i-ación y su esencia; y estas e s t r u c t u r a s r e m i t e n a otras, m á s ge-
nerales a ú n , h a s t a llegar a la esencia universal y simplicisima d e
una técnica cualquiera p o r la c u a l u n ser cualquiera se a p r o p i a del
mundo.
Así, ser f r a n c é s , p o r e j e m p l o , n o es sino la verdad d e ser sabo-
yardo. P e r o ser s a b o y a r d o n o es s i m p l e m e n t e h a b i t a r los altos valles
de S a b o y a : es, e n t r e otras m i l cosas, esquiar e n invierno, iftilizar el
esquí c o m o m e d i o d e t r a n s p o r t e . Y , p r e c i s a m e n t e , es e s q u i a r según
el m é t o d o f r a n c é s , n o según el del A r l b e r g o el de los n o r u e g o s
I'ero, p u e s t o q u e la m o n t a ñ a y las cuestas n e v a d a s sólo se a p r e h e n -
den a través d e u n a técnica, es p r e c i s a m e n t e d e s c u b r i r el sentido
francés d e las cuestas p a r a e s q u í : e n efecto, según q u e se utilice el
m é t o d o n o r u e g o , m á s f a v o r a b l e p a r a cuestas suaves, o el m é t o d o
francés, m á s f a v o r a b l e p a r a cuestas e m p i n a d a s , u n a m i s m a cuesta
a p a r e c e r á c o m o m á s suave o m á s e m p i n a d a ; e x a c t a m e n t e c o m o u n a
subida a p a r e c e r á al ciclista m á s o m e n o s e m p i n a d a según " l a h a y a
t o m a d o a velocidad m e d i a o a p o c a v e l o c i d a d " . Así, el esquiador
francés dispone d e u n a " v e l o c i d a d " f r a n c e s a p a r a b a j a r p o r los c a m -
pos de esquí, y esa velocidad le d e s c u b r e u n t i p o p a r t i c u l a r d e p e n -
dientes, d o n d e q u i e r a q u e esté; es decir, q u e los Alpes suizos o
bávaros, el T e l e m a r k o el J u r a , le o f r e c e r á n s i e m p r e u n sentido, u n a s
dificultades, u n c o m p l e j o d e utensilidad o de a d v e r s i d a d p u r a m e n t e
franceses. Fácil sería m o s t r a r , d e m o d o a n á l o g o , q u e la m a y o r p a r t e
de las t e n t a t i v a s p a r a d e f i n i r la clase o b r e r a se r e d u c e n a t o m a r
c o m o criterio la p r o d u c c i ó n , el c o n s u m o o d e t e r m i n a d o t i p o d e
Weltanschauung, d e p e n d i e n t e del c o m p l e j o d e i n f e r i o r i d a d ( M a r x ,
H a l b w a c h s , d e M a n ) ; es decir, e n todos los casos, ciertas técnicas
de elaboración o d e a p r o p i a c i ó n del m u n d o , a través d e las cuales
éste o f r e c e lo q u e p o d r í a m o s l l a m a r su " f a z p r o l e t a r i a " , c o n sus
oposiciones violentas, sus g r a n d e s masas u n i f o r m e s y desérticas, sus
1
Simplificamos: hay influencias, interferencias de técnica; el método del
Arlberg ha prevalecido largo tiempo en Francia. El lector podrá restablecer
fácilmente los hechos en su complejidad.
zonas de tinieblas y sus playas de luz, los fines simples y urgentM
que lo iluminan.
Ahora bien: es evidente, a u n q u e mi pertenencia a tal o cutí
clase o nación no emane de m i facticidad como estructura ontoló-
gica de mi para-sí, que mi existencia de hecho, es deCir, mi naci-
miento y mi sitio, entraña mi aprehensión del m u n d o y de mí mismo
a través de ciertas técnicas. Y estas técnicas, que no he elegido yo,
confieren al m u n d o las significaciones que éste tiene. Al parecer,
no soy yo quien decide, a partir de mis fines, si el m u n d o se mo
aparece con las oposiciones simplistas y tajantes del universo "prole-
tario", o con los matices innumerables y alambicados del m u n d o
"burgués". N o solamente estoy a r r o j a d o frente al existente bruto:
estoy arrojado también en un m u n d o obrero, francés, lorenés o me-
ridional, que m e ofrece sus significaciones sin que yo haya hecho
n a d a p a r a descubrirlas.
Veámoslo mejor. Acabamos de mostrar que mi nacionalidad no
es sino la verdad de mi pertenencia a u n a provincia, a u n a familia,
a una agrupación profesional. Pero, ¿hemos de detenernos aquí?
Si la lengua no es sino la verdad del dialecto, ¿es el dialecto la
realidad absolutamente concreta? L a jerga profesional tal como "se"
la habla, el habla local alsaciana tal como u n estudio lingüístico
y estadístico permiten determinarla en sus leyes, ¿es el fenómeno
primero, el que halla su f u n d a m e n t o en el hecho puro, en la con-
tingencia original? Las investigaciones de los lingüistas pueden en-
gañar acerca d e esto: sus estadísticas sacan a luz constantes, defor-
maciones fonéticas o semánticas de u n tipo d a d o ; permiten recons-
tituir la evolución de un fonema o de u n m o r f e m a en un período
dado, de suerte que parece que la palabra o la regla sintética sea
una realidad individual, con su significación y su historia. Y, de
hecho, los individuos parecen tener poco influjo sobre la evolución
de la lengua. Hechos sociales como las invasiones, las grandes vías
de comunicación, las relaciones comerciales, parecen ser las causas
esenciales de los cambios lingüísticos. Pero ello se debe a que la
cuestión no se h a colocado en el verdadero terreno de lo concreto;
entonces, u n o n o recibe sino lo que h a pedido. Desde hace tiempo
los psicólogos h a n hecho notar que la palabra n o es el elemento
concreto del lenguaje — n i aun la palabra del dialecto, ni aun la
palabra familiar con sus deformaciones particulares—: la estructura
elemental del lenguaje es la oración. En efecto; sólo en el interior
de la oración puede la palabra recibir una real función designativa;
luri.i de ella, es a p e n a s u n a f u n c i ó n proposicional, c u a n d o n o u n a
I • > 11.t y simple rúbrica destinada a a g r u p a r significaciones absoluta-
iiiciiic dispares. D o n d e , en el discurso, la p a l a b r a aparece sola, t o m a
un c arácter "holofrástico", sobre el cual se h a insistido a m e n t i d o ;
rilo no significa q u e p u e d a limitarse p o r sí m i s m a a u n sentido pre-
i iio, sino q u e está i n t e g r a d a en u n contexto c o m o u n a f o r m a se-
c lindaría a u n a f o r m a principal. L a p a l a b r a n o tiene, pues, sino
una existencia p u r a m e n t e virtual f u e r a d e las organizaciones com-
I ilc jas y activas en q u e se integra. N o p o d r í a existir, pues, " e n " u n a
II mciencia o en u n inconsciente, antes del uso q u e d e ella se h a c e :
l.t oración n o está hecha de palabras. Y n o basta con esto. P a u l h a n
li.i mostrado, en Les fleurs de Tarbes, q u e ciertas frases enteras,
liw "lugares comunes", exactamente c o m o las palabras, n o preexisten
al empleo q u e de ellas se hace. L u g a r e s comunes si encaradas desde
afuera p o r el lector, q u e recompone el sentido del p á r r a f o p a s a n d o
de u n a oración a otra, esas frases pierden su carácter trivial y con-
vencional si se coloca u n o e n el p u n t o d e vista del autor, q u e veía
la cosa misma por expresar e iba hacia ella por la vía m á s corta,
produciendo u n acto d e designación o d e recreación sin demorarse
en considerar los elementos mismos d e ese acto. Si es así,,ni las p a -
labras, ni la sintaxis, ni las "frases h e c h a s " preexisten al uso q u e d e
ellas se hace. Siendo la oración significante la u n i d a d verbal, la
oración es u n acto constructivo q u e n o se concibe sino p o r u n a tras-
cendencia q u e trasciende y nihiliza lo d a d o hacia u n fin. C o m p r e n -
der la p a l a b r a a la luz d e la oración es exactisimamente comprender
cualquier objeto d a d o a p a r t i r de la situación y c o m p r e n d e r la situa-
ción a la luz d e los fines originales. C o m p r e n d e r u n a oración de m i
interlocutor es, en efecto, c o m p r e n d e r lo q u e éste quiere decir, o
sea a d h e r i r m e a su movimiento de trascendencia, a r r o j a r m e con él
hacia posibles, hacia fines, y volver en seguida sobre el c o n j u n t o d e
los medios organizados, p a r a comprenderlos p o r su f u n c i ó n y su obje-
tivo. El l e n g u a j e h a b l a d o , p o r lo demás, se descifra siempre a p a r t i r
de la situación. L a s referencias al tiempo, a la hora, al sitio, a los
entornos, a la situación d e la ciudad, d e la provincia o del país, están
d a d a s antes del habla. M e basta h a b e r leído los diarios y ver el
buen aspecto y el aire p r e o c u p a d o d e Pedro, p a r a c o m p r e n d e r el
"Esto a n d a m a l " con q u e m e recibe esta m a ñ a n a . N o es su salud
lo q u e " a n d a m a l " , puesto q u e tiene la tez rozagante; ni sus nego-
cios, ni su h o g a r : lo q u e a n d a m a l es la situación d e nuestra ciudad
o de nuestro país. Y o ya lo sabia; al p r e g u n t a r l e " ¿ C ó m o a n d a
eso?", esbozaba ya u n a i n t e r p r e t a c i ó n d e su r e s p u e s t a ; m e t r a s l a d a b a
ya a los c u a t r o p u n t o s del horizonte, p r e s t o a volver h a c i a P e d r o
p a r a c o m p r e n d e r l o . E s c u c h a r el discurso es " h a b l a r c o n " , n o sim-
p l e m e n t e p o r q u e u n o i m i t a p a r a descifrarlo, sino p o r q u e u n o se pro-
yecta o r i g i n a r i a m e n t e h a c i a los posibles, y la c o m p r e n s i ó n se establece
a partir del mundo.
Pero, si la o r a c i ó n preexiste a la p a l a b r a , nos v e m o s remitidos
al discurrente c o m o f u n d a m e n t o c o n c r e t o del discurso. T a l o cual
p a l a b r a bien p u e d e p a r e c e r " v i v i r " p o r sí m i s m a si se la e x t r a e d e
oraciones d e épocas diversas; p e r o esta v i d a p r e s t a d a se p a r e c e a la
del cuchillo d e los filmes fantásticos, q u e se h i n c a p o r sí m i s m o e n
la p e r a : está f o r m a d a p o r la y u x t a p o s i c i ó n d e i n s t a n t á n e a s , es cine-
m a t o g r á f i c a y se constituye e n el t i e m p o universal. Pero, si las p a l a -
bras p a r e c e n vivir c u a n d o se p r o y e c t a el f i l m e s e m á n t i c o o m o r f o l ó -
gico, n o llegan h a s t a constituir o r a c i o n e s ; n o son sino los vestigios
del p a s o d e las oraciones, así c o m o las r u t a s n o son sino los vestigios
del p a s o d e p e r e g r i n o s o d e c a r a v a n a s . L a oración es u n proyecto
q u e n o p u e d e i n t e r p r e t a r s e sino a p a r t i r de la nihilización d e algo
d a d o ( a q u e l l o m i s m o q u e se q u i e r e designar), a partir de un fin
p r o p u e s t o (su designación, q u e a su vez s u p o n e otros fines con res-
p e c t o a los cuales n o es sino u n m e d i o ) . Si ni lo d a d o , c o m o t a m -
p o c o la p a l a b r a , p u e d e n d e t e r m i n a r la oración, sino q u e , al c o n t r a r i o ,
la o r a c i ó n es necesaria p a r a i l u m i n a r lo d a d o y c o m p r e n d e r la p a -
l a b r a , entonces la o r a c i ó n es u n m o m e n t o d e la libre elección d e m í
mismo, y c o m o tal es c o m p r e n d i d a p o r m i i n t e r l o c u t o r . Si la l e n g u a
es la r e a l i d a d del l e n g u a j e , si el dialecto o la j e r g a son la r e a l i d a d
d e la lengua, la r e a l i d a d del d i a l e c t o es el acto libre d e designación
p o r el c u a l m e elijo designante. Y este a c t o libre n o p u e d e r e d u -
cirse a u n reunir p a l a b r a s . P o r cierto, si f u e r a u n a simple r e u n i ó n
d e p a l a b r a s c o n f o r m e a recetas técnicas (las leyes g r a m a t i c a l e s ) , p o -
d r í a m o s h a b l a r d e limites d e h e c h o impuestos a la libertad del h a -
b l a n t e ; estos límites estarían señalados p o r la n a t u r a l e z a m a t e r i a l y
f ó n i c a d e las p a l a b r a s , p o r el v o c a b u l a r i o d e la l e n g u a utilizada,
p o r el v o c a b u l a r i o p e r s o n a l del h a b l a n t e (las n p a l a b r a s de q u e dis-
p o n e ) , p o r el " g e n i o del i d i o m a " , etc., etc. P e r o a c a b a m o s d e mos-
t r a r q u e n o es así. R e c i e n t e m e n t e h a p o d i d o sostenerse 1 q u e h a y
u n c o m o o r d e n vivo d e las p a l a b r a s , u n a v i d a i m p e r s o n a l del logos;
e n s u m a , q u e el l e n g u a j e es u n a Naturaleza y q u e el h o m b r e d e b e

1
Brice-Parain, Essai sur le logos platonicien.
urrvirla p a r a p o d e r utilizarla sobre a l g u n o s p u n t o s , c o m o lo h a c e c o n
lu N a t u r a l e z a . P e r o e n t a l caso, se h a c o n s i d e r a d o al l e n g u a j e una
nrz muerta, o sea, u n a vez q u e ha sido hablado, insuflándosele u n a
vida i m p e r s o n a l y u n a f u e r z a y a f i n i d a d e s y repulsiones q u e , d e
hecho, h a n sido t o m a d a s en p r é s t a m o a la l i b e r t a d p e r s o n a l del
para-sí h a b l a n t e . Se h a h e c h o del l e n g u a j e una lengua que se habla
mía. Éste es el e r r o r q u e h a y q u e evitar, c o n respecto al l e n g u a j e
r u m o c o n r e s p e c t o a todas las demás técnicas. Si se h a c e surgir a)
h o m b r e e n m e d i o d e técnicas q u e se a p l i c a n solas, e n m e d i o d e u n a
lengua q u e se h a b l a sola, d e u n a ciencia q u e se h a c e p o r sí m i s m a ,
ile u n a c i u d a d q u e se c o n s t r u y e d e p o r sí según sus leyes p r o p i a s ; si
se f i j a n las significaciones e n en-sí conservándoles a la vez u n a tras-
c e n d e n c i a h u m a n a , e n t o n c e s se r e d u c i r á el p a p e l del h o m b r e al d e
un piloto q u e utiliza las f u e r z a s d e t e r m i n a d a s d e los vientos, las olas
y las m a r e a s p a r a d i r i g i r u n navio. P e r o , d e paso e n paso, c a d a
lécnica, p a r a ser d i r i g i d a h a c i a fines h u m a n o s , exigirá o t r a t é c n i c a :
por e j e m p l o , p a r a dirigir u n b a r c o es m e n e s t e r h a b l a r . Así llega-
remos q u i z á a la t é c n i c a d e las técnicas — q u e se a p l i c a r á p o r sí sola,
a su vez—, p e r o h a b r e m o s p e r d i d o p a r a s i e m p r e la posibilidad d e
e n c o n t r a r n o s con el técnico.
Si, al c o n t r a r i o , n u e s t r o h a b l a r h a c e q u e h a y a p a l a b r a s , n o p o r
eso s u p r i m i m o s las conexiones necesarias y técnicas o las conexiones
de hecho q u e se a r t i c u l a n e n el i n t e r i o r d e la f r a s e . M e j o r a ú n :
fundamos esa necesidad. P e r o , p a r a q u e ésta a p a r e z c a , p r e c i s a m e n t e ,
p a r a q u e las p a l a b r a s m a n t e n g a n relaciones e n t r e sí, p a r a q u e se
junten — o se r e c h a c e n — m u t u a m e n t e , es m e n e s t e r q u e estén u n i d a s
en u n a síntesis q u e n o p r o v i e n e d e ellas; s u p r i m a m o s esta u n i d a d
sintética, y el b l o q u e " l e n g u a j e " se d e s m i g a j a : c a d a p a l a b r a vuelve
a su soledad y p i e r d e al m i s m o t i e m p o su u n i d a d , d e s c u a r t i z á n d o s e
e n t r e diversas significaciones i n c o m u n i c a b l e s . Así, las leyes del len-
g u a j e se o r g a n i z a n e n el i n t e r i o r del libre p r o y e c t o d e la o r a c i ó n ;
h a b l a n d o , h a g o la g r a m á t i c a ; la l i b e r t a d es el ú n i c o f u n d a m e n t o
posible d e las leyes del i d i o m a . P o r o t r a p a r t e , ¿ p a r a quién h a y le-
yes del i d i o m a ? P a u l h a n h a d a d o los e l e m e n t o s p a r a u n a r e s p u e s t a :
n o p a r a el q u e h a b l a , sino p a r a el q u e escucha. El q u e h a b l a n o
es sino la elección d e u n a significación, y n o c a p t a el o r d e n d e las
p a l a b r a s sino e n t a n t o q u e lo hace 1 . L a s ú n i c a s relaciones q u e el

1
Simplifico, pues también uno puede informarse de su propio pensa-
miento por la oración que pronuncia; pero ello se debe a que es posible
h a b l a n t e c a p t a r á e n el i n t e r i o r d e ese c o m p l e j o o r g a n i z a d o serán
e s p e c í f i c a m e n t e las q u e él h a establecido. Si, p o s t e r i o r m e n t e , se des-
c u b r e q u e dos o m á s p a l a b r a s m a n t i e n e n e n t r e sí n o una sino varias
relaciones d e f i n i d a s y r e s u l t a d e ello u n a m u l t i p l i c i d a d d e significa-
ciones q u e se j e r a r q u i z a n o se o p o n e n en u n a m i s m a oración, en
s u m a , si se d e s c u b r e " l a p a r t e del d i a b l o " , sólo p u e d e ser c o n estas
dos c o n d i c i o n e s : l 9 , es m e n e s t e r q u e las p a l a b r a s h a y a n sido reunidas
y p r e s e n t a d a s p o r u n a libre c o n e x i ó n s i g n i f i c a n t e ; 2 ' , es m e n e s t e r
q u e esta síntesis sea vista desde afuera, o sea p o r Otro y e n el curso
d e u n d e s c i f r a m i e n t o h i p o t é t i c o d e los sentidos posibles d e esa cone-
xión. E n tal caso, e n efecto, c a d a p a l a b r a , c a p t a d a previamente
c o m o e n c r u c i j a d a d e significaciones, es v i n c u l a d a c o n o t r a p a l a b r a
c a p t a d a del m i s m o m o d o . Y la c o n e x i ó n será multivoca. L a capta-
ción del s e n t i d o verdadero, es decir, e x p r e s a m e n t e q u e r i d o p o r el
h a b l a n t e , p o d r á r e c h a z a r a las s o m b r a s o a s u m i r d e m o d o subordi-
n a d o los d e m á s sentidos, p e r o sin suprimirlos. Así, el l e n g u a j e , libre
p r o y e c t o para mí, tiene leyes específicas para el otro. Y estas leyes
m i s m a s sólo p u e d e n a c t u a r e n el i n t e r i o r d e u n a síntesis original. Se
a d v i e r t e , pues, la g r a n d i f e r e n c i a q u e s e p a r a el a c a e c i m i e n t o " o r a -
c i ó n " d e u n a c a e c i m i e n t o n a t u r a l . E l h e c h o n a t u r a l se p r o d u c e con-
f o r m e a u n a ley q u e él m a n i f i e s t a , p e r o q u e es p u r a regla exterior
d e p r o d u c c i ó n , de la cual el h e c h o c o n s i d e r a d o n o es sino u n e j e m -
plo. L a " o r a c i ó n " c o m o a c a e c i m i e n t o c o n t i e n e e n sí m i s m a la ley
d e su organización, y sólo e n el i n t e r i o r del libre p r o y e c t o d e designar
p u e d e n surgir relaciones legales e n t r e las p a l a b r a s . E n efecto, n o
p u e d e h a b e r leyes del h a b l a a n t e s d e q u e se h a b l e . T o d a h a b l a es
libre p r o y e c t o d é designación q u e d e p e n d e d e la elección d e u n p a r a -
sí p e r s o n a l y d e b e i n t e r p r e t a r s e a p a r t i r d e la situación global d e ese
para-sí. L o p r i m e r o es la situación, a p a r t i r d e la c u a l c o m p r e n d o
el sentido d e la o r a c i ó n , s e n t i d o q u e n o h a d e considerarse e n sí
m i s m o c o m o a l g o d a d o , sino c o m o u n f i n elegido e n u n libre tras-
c e n d e r ciertos medios. T a l es la ú n i c a realidad con q u e p u e d a n en-
c o n t r a r s e los t r a b a j o s del lingüista. A p a r t i r d e ella, u n t r a b a j o de
análisis regresivo p o d r á s a c a r a luz ciertas e s t r u c t u r a s m á s generales,
m á s simples, q u e son c o m o e s q u e m a s legales. P e r o estos esquemas,
q u e v a l d r á n , p o r e j e m p l o , c o m o leyes del dialecto, son e n sí m i s m o s
e n t e s abstractos. L e j o s d e p r e s i d i r a la constitución d e la o r a c i ó n y

adoptar acerca de ella, en cierta medida, el punto de vista del prójimo,


exactamente como acerca de nuestro propio cuerpo.
'Ir- ser el m o l d e en q u e ésta se vierte, n o existen sino e n y p o r esa
ni.ieión. E n tal sentido, la oración a p a r e c e c o m o libre invención d e
MIS leyes. E n c o n t r a m o s d e nuevo aquí, simplemente, la caracterís-
t i c a original d e toda situación: el libre proyecto d e la oración, por
vi propio trascender lo d a d o como tal (el a p a r a t o lingüístico), h a r á
.1 parecer lo d a d o c o m o esto d a d o (estas leyes de sintaxis y de pro-
nunciación dialectales). Pero el libre proyecto de la oración es, p r e -
cisamente, el propósito d e asumir esto dado aquí-, n o es u n a asunción
m a l q u i e r a , sino u n a p u n t a r hacia u n f i n a ú n n o existente, a través
ile medios existentes a los cuales confiere, precisamente, su sentido
<le medios. Así, la oración es ordenación de p a l a b r a s q u e llegan a
MT tales palabras en virtud d e su m i s m o ordenamiento. Es lo q u e
lingüistas y psicólogos h a n sentido, y su p e r p l e j i d a d p u e d e servirnos
de c o n t r a p r u e b a : h a n creído, en efecto, descubrir u n círculo en la
elaboración del habla, pues, p a r a hablar, es preciso conocer q u e el
i|ue habla conozca su propio pensamiento. Pero, ¿ c ó m o conocer este
pensamiento, a título de realidad explicitada y f i j a d a en conceptos,
ii no es, justamente, hablándolo? Así, el l e n g u a j e r e m i t e al pensa-
miento, y el pensamiento al lenguaje. P e r o a h o r a c o m p r e n d e m o s
i|ue n o hay círculo, o, m á s bien, q u e ese círculo — d e l cual se h a
creído salir i n v e n t a n d o puros ídolos psicológicos, c o m o la i m a g e n
verbal o el pensamiento sin imágenes ni p a l a b r a s — n o es especial
del l e n g u a j e : es la característica d e la situación en general. N o sig-
nifica otra cosa q u e la conexión ek-stática del presente, el f u t u r o y
i-l pasado, es decir, la libre determinación del existente p o r lo a ú n -
no-existente, y de lo aún-no-existente por el existente. Después de
e s t o , será p e r m i t i d o descubrir esquemas operatorios abstractos q u e
representarán c o m o la v e r d a d legal d e la o r a c i ó n : el esquema dialec-
tal, el esquema d e la lengua nacional, el esquema lingüístico en ge-
neral. Pero tales esquemas, lejos d e preexistir a la oración concreta,
están afectados d e ulselbststándigkeit y n u n c a existen sino encarna-
dos, y sostenidos en su p r o p i a e n c a m a c i ó n , p o r la libertad. P o r su-
puesto, el l e n g u a j e n o es aquí sino el e j e m p l o d e u n a técnica social
v universal. L o mismo ocurriría con cualquier otra técnica: el h a -
chazo revela el h a c h a , el martillar revela el martillo. Será d a d o des-
cubrir, en u n a carrera particular, el m é t o d o francés de esquiar, y,
en este método, el a r t e general del esquí c o m o posibilidad h u m a n a .
Pero este a r t e h u m a n o j a m á s es n a d a por sí solo; n o existe en po-
tencia, sino q u e se e n c a m a y manifiesta en el a r t e actual y concreto
del esquiador. Esto nos permite esbozar ¡solución acerca d e las
relaciones e n t r e el i n d i v i d u o y la especie. Sin especie h u m a n a n o
h a y v e r d a d , c i e r t o es; n o q u e d a r í a sino u n a p u l u l a c i ó n irracional y
c o n t i n g e n t e d e elecciones individuales, a las cuales n o p o d r í a asig-
narse ley a l g u n a . Si a l g o c o m o u n a v e r d a d existe, c a p a z d e u n i f i c a r
las elecciones individuales, sólo la especie h u m a n a p u e d e dárnosla.
Pero, si la especie es la v e r d a d del individuo, n o p u e d e ser algo dado
e n el i n d i v i d u o , sin i n c u r r i r s e en c o n t r a d i c c i ó n p r o f u n d a . C o m o las
leyes del l e n g u a j e están sostenidas y e n c a r n a d a s p o r el libre proyecto
c o n c r e t o d e la frase, así t a m b i é n la especie h u m a n a — c o m o c o n j u n t o
de técnicas p r o p i a s p a r a d e f i n i r la a c t i v i d a d d e los h o m b r e s — , lejos
de preexistir a u n i n d i v i d u o q u e la m a n i f i e s t e , c o m o t a l o cual c a í d a
p a r t i c u l a r e j e m p l i f i c a l a ley d e la c a í d a d e los cuerpos, es el con-
j u n t o d e relaciones a b s t r a c t a s sostenidas p o r la libre elección indivi-
d u a l . El para-sí, p a r a elegirse persona, h a c e q u e exista u n a orga-
nización i n t e r n a a la cual t r a s c i e n d e h a c i a sí mismo, y esta o r g a n i -
zación t é c n i c a i n t e r n a es e n él lo n a c i o n a l o lo h u m a n o .
M u y bien, se nos d i r á ; p e r o h a e l u d i d o usted el p r o b l e m a . Pues
esas o r g a n i z a c i o n e s lingüísticas o técnicas n o h a n sido c r e a d a s p o r
el para-sí p a r a a l c a n z a r s e a sí m i s m o : las h a t o m a d o del p r ó j i m o .
L a regla d e c o n c o r d a n c i a del a d j e t i v o 1 n o existe, lo a d m i t o , f u e r a
d e la libre c o n e x i ó n d e a d j e t i v o s concretos c o n vistas a u n f i n d e
designación p a r t i c u l a r . P e r o , c u a n d o utilizo esa regla, la h e a p r e n -
d i d o d e los otros y m e sirvo d e ella p o r q u e los otros la h a c e n ser
e n sus proyectos personales. M i l e n g u a j e está, pues, s u b o r d i n a d o al
l e n g u a j e del p r ó j i m o y, e n ú l t i m a instancia, al l e n g u a j e n a c i o n a l .
N o se n o s o c u r r e n e g a r l o . P o r lo d e m á s , n o p r e t e n d e m o s p r e -
s e n t a r al p a r a - s i c o m o libre f u n d a m e n t o d e su ser: el para-sí es libre
p e r o en condición, y esta relación e n t r e c o n d i c i ó n y libertad es lo
q u e t r a t a m o s d e p r e c i s a r con el n o m b r e d e situación. L o q u e aca-
b a m o s d e establecer, e n efecto, n o es sino u n a p a r t e d e la r e a l i d a d .
H e m o s m o s t r a d o q u e la existencia d e significaciones q u e n o e m a n a n
del p a r a - s í n o p o d r í a c o n s t i t u i r u n límite e x t e r n o d e su libertad. El
para-sí n o es p r i m e r o h o m b r e p a r a ser sí-mismo después, n i se cons-
tituye c o m o sí-mismo a p a r t i r d e u n a esencia h o m b r e d a d a a priori,
sino q u e , m u y p o r el c o n t r a r i o , el para-sí m a n t i e n e e n existencia
ciertas características sociales y a b s t r a c t a s q u e h a c e n d e él un hom-
bre, e n su e s f u e r z o p o r elegirse c o m o sí-mismo p e r s o n a l ; y las cone-

* E n el original: "regla de concordancia de los participios", caracterís-


tica del francés (y del italiano) pero no existente en español. (N. del T.)
x iones necesarias q u e siguen a los e l e m e n t o s d e la esencia h o m b r e
sólo a p a r e c e n sobre el f u n d a m e n t o d e u n a libre elección; e n este
sentido, c a d a para-si es responsable e n su ser d e la existencia d e u n a
especie h u m a n a . P e r o nos es necesario a ú n esclarecer el h e c h o inne-
gable d e q u e el para-sí n o p u e d e elegirse sino a l l e n d e ciertas signi-
ficaciones d e las q u e él n o es origen. C a d a para-sí, e n efecto, sólo
es para-sí eligiéndose allende la n a c i o n a l i d a d y la especie, así c o m o
no h a b l a sino eligiendo la designación a l l e n d e la sintaxis y los m o r -
femas. Este " a l l e n d e " b a s t a p a r a a s e g u r a r su total i n d e p e n d e n c i a
con respecto a las e s t r u c t u r a s trascendidas p o r él; p e r o ello n o q u i t a
q u e el para-sí se constituya e n allende c o n respecto a estas estructu-
ras d e t e r m i n a d a s . ¿ Q u é significa esto? Q u e el para-sí surge e n u n
m u n d o q u e es m u n d o p a r a otros para-síes. T a l es lo dado. Y, p o r
eso mismo, c o m o h e m o s visto, el s e n t i d o del m u n d o le está alienado.
Esto significa, j u s t a m e n t e , q u e el para-sí se e n c u e n t r a e n presencia
de sentidos q u e n o v i e n e n al m u n d o p o r él. S u r g e e n u n m u n d o q u e
se le d a c o m o ya mirado, s u r c a d o , e x p l o r a d o , l a b o r a d o e n todos los
sentidos, y cuya c o n t e x t u r a m i s m a está ya d e f i n i d a p o r estas inves-
tigaciones; y, e n el a c t o m i s m o p o r el c u a l despliega su t i e m p o , se
t e m p o r a l i z a e n u n m u n d o cuyo sentido t e m p o r a l está ya d e f i n i d o
p o r otras temporalizaciones: es el h e c h o de la s i m u l t a n e i d a d . N o se
t r a t a d e u n límite d e la libertad, sino q u e , m á s bien, el para-sí d e b e
ser libre en ese mundo mismo; d e b e elegirse, n o ad libitum, sino
t e n i e n d o en c u e n t a esas circunstancias. Pero, p o r o t r a p a r t e , el p a r a -
sí, al surgir, no padece la existencia del o t r o : está c o n s t r e ñ i d o a
manifestársela a sí m i s m o en f o r m a de u n a elección. P o r u n a elec-
ción, c a p t a r á al O t r o c o m o O t r o - s u j e t o o c o m o O t r o - o b j e t o 1 . M i e n -
tras el O t r o es p a r a él O t r o - m i r a d a , n o p u e d e t r a t a r s e d e técnicas
o d e significaciones e x t r a ñ a s ; el para-sí se e x p e r i m e n t a c o m o o b j e t o
e n el U n i v e r s o b a j o la m i r a d a del O t r o . Pero, desde q u e el para-sí,
t r a s c e n d i e n d o al O t r o h a c i a sus fines propios, h a c e d e él u n a tras-
c e n d e n c i a - t r a s c e n d i d a , lo q u e e r a libre t r a s c e n d e r lo d a d o h a c i a
fines se le a p a r e c e c o m o c o n d u c t a significante y d a d a e n el m u n d o
( f i j a d a e n en-sí). El O t r o - o b j e t o se convierte en u n indicador de
fines y, p o r su libre proyecto, el Para-sí se a r r o j a e n u n m u n d o e n
q u e c o n d u c t a s - o b j e t o s designan fines. Así, l a presencia del O t r o co-
m o t r a s c e n d e n c i a - t r a s c e n d i d a es r e v e l a d o r a d e c o m p l e j o s dados d e

1
Veremos más adelante que el problema es más complejo. Por el mo-
mento, estas observaciones bastan.
medios a fines. Y, c o m o el fin decide de los medios y los medios
deciden del fin, el Para-sí, p o r su surgimiento f r e n t e al Otro-objeto,
se hace indicar fines en el m u n d o ; viene a u n m u n d o poblado de
fines. Pero si de este m o d o las técnicas y sus fines surgen a la m i r a d a
del Para-sí, h a de observarse q u e sólo por la libre toma de posición
del Para-sí f r e n t e al otro aquéllas se convierten en técnicas. El O t r o ,
por sí solo, n o p u e d e h a c e r q u e sus proyectos se revelen c o m o téc-
nicas al Para-sí; y, p o r este hecho, para el Otro, en t a n t o que se
trasciende hacia sus propios posibles, no existe técnica sino u n hacer
concreto q u e se define a partir d e su fin individual. El zapatero q u e
echa la suela a u n calzado n o se siente "en vías d e aplicar u n a téc-
n i c a " : c a p t a la situación c o m o situación que exige tal o cual acción;
esa p u n t a de cuero, allí, c o m o cuero q u e reclama u n clavo, etc. El
Para-sí hace surgir las técnicas en el m u n d o c o m o conductas del Otro
en tanto que trascendencia-trascendida, desde que toma posición
respecto del Otro. E n este m o m e n t o , y sólo en él, aparecen en el
m u n d o burgueses y obreros; franceses y alemanes; hombres, en fin.
Entonces, el Para-sí es responsable de q u e las conductas del O t r o se
revelen en el m u n d o c o m o técnicas. N o p u e d e hacer q u e el m u n d o
en q u e él surge esté surcado por tal o cual técnica (no p u e d e hacerse
a p a r e c e r en u n m u n d o "capitalista" o "regido por la economía na-
t u r a l " o en u n a "civilización p a r a s i t a r i a " ) , sino que hace q u e lo
vivido p o r el O t r o c o m o proyecto libre exista afuera como técnica,
precisamente haciéndose aquel p o r el cual u n a f u e r a viene al Otro.
Así, eligiéndose e historializándose en el m u n d o , el Para-sí historia-
liza al m u n d o mismo y hace q u e éste esté datado p o r sus técnicas.
Partiendo de esto, precisamente p o r q u e las técnicas aparecen como
objetos, el Para-sí p u e d e elegir apropiarse d e ellas. Al surgir en u n
m u n d o en q u e P e d r o y Pablo h a b l a n de cierta m a n e r a , t o m a n su
derecha c u a n d o v a n en bicicleta o en auto, etc., y al constituirse en
objetos significantes esas libres conductas, el Para-sí hace q u e haya
un m u n d o en que se toma la derecha, en q u e se h a b l a francés, etc.;
hace q u e las leyes internas del acto del Prójimo, que estaban f u n -
d a d a s y sostenidas por u n a libertad c o m p r o m e t i d a en u n proyecto,
se conviertan en reglas objetivas d e la conducta-objeto, y estas re-
glas se h a c e n u m v e r s a l m e n t e válidas p a r a toda c o n d u c t a análoga,
mientras que el soporte de las conductas o agente-objeto se convierte,
por lo demás, en cualquiera. Esta historialización, q u e es efecto de
su libre elección, no restringe en m o d o alguno su libertad; antes al
contrario, su libertad está en juego en ese mundo mismo y no en
otro a l g u n o ; con motivo de su existencia en ese m u n d o el para-sí
se pone en cuestión. Pues ser libre n o es elegir el m u n d o histórico
en q u e se surge — l o cual n o t e n d r í a sentido—, sino elegirse en el
inundo, cualquiera q u e éste sea. E n tal sentido, sería absurdo su-
poner q u e d e t e r m i n a d o estado de las técnicas sea restrictivo de las
posibilidades h u m a n a s . Sin d u d a , u n c o n t e m p o r á n e o de D u n s Escoto
ignora el uso del automóvil o del avión, pero n o aparece como igno-
rante sino desde nuestro p u n t o de vista, y a nosotros, q u e lo captamos
privativamente a p a r t i r de u n m u n d o en q u e existen el avión y el
auto. P a r a él, q u e n o tiene relación d e n i n g u n a especie con esos
objetos y con las técnicas a ellos referidas, hay en ello c o m o u n a
n a d a absoluta, impensable e indescubrible. S e m e j a n t e n a d a n o pue-
de limitar en modo alguno al Para-sí q u e se escoge a sí m i s m o : no
podría ser c a p t a d a c o m o u n a falta, de cualquier m o d o q u e se la
considere. El Para-sí q u e se historializa en tiempos de D u n s Escoto
se nihiliza, pues, en el meollo de u n a plenitud de ser, es decir, de
u n m u n d o que, c o m o el nuestro, es todo lo que puede ser. Sería
absurdo declarar q u e a los albigenses les faltó la artillería pesada
p a r a resistir a Simón d e M o n t f o r t , pues el señor de Trencavel o el
conde d e Tolosa se eligieron a sí mismos tales c o m o f u e r o n , en u n
m u n d o en q u e la artillería n o tenía n i n g ú n l u g a r ; e n c a r a r o n su po-
lítica en ese m u n d o , en ese m u n d o hicieron planes d e resistencia
militar; se eligieron simpatizantes de los cátaros en .ese mundo-, y,
como n o f u e r o n sino lo q u e eligieron ser, han sido absolutamente en
u n m u n d o tan absolutamente pleno c o m o el de las Panzerdivisionen
o d e la R.A.F. L o q u e vale p a r a técnicas t a n materiales vale t a m -
bién p a r a técnicas más sutiles: el hecho de existir c o m o u n señor d e
segundo o r d e n del L a n g u e d o c en tiempos de R a i m u n d o V I n o es
determinante, si se coloca u n o en el mundo feudal en q u e ese señor
existe y se elige. Sólo aparece como privativo sí se comete el error
d e considerar esa división entre Francia y el M e d i o d í a desde el p u n -
to de vista actual d e la u n i d a d francesa. El m u n d o f e u d a l ofrecía
al señor vasallo d e R a i m u n d o V I posibilidades de elección t a n infi-
nitas como las nuestras. Cuestiones absurdas de este tipo se p l a n t e a n
a m e n u d o a la m a n e r a d e u n sueño utópico: ¿ q u é h a b r í a sido Des-
cartes si hubiese conocido la física c o n t e m p o r á n e a ? Es suponer que
Descartes posee u n a naturaleza a priori más o menos limitada y
alterada p o r el estado d e la ciencia de su tiempo, y que se podría
transportar esa naturaleza b r u t a a la época contemporánea, en que
reaccionaría a conocimientos más amplios y precisos. Pero es olvidar
q u e Descartes es lo q u e eligió ser, es u n a elección absoluta de sí a
p a r t i r de u n m u n d o de conocimientos y de técnicas a la vez asumidas
e iluminadas p o r esa elección. Descartes es u n absoluto q u e goza
de u n a d a t a absoluta, y c o m p l e t a m e n t e impensable en otra data,
pues h a h e c h o su d a t a al hacerse a sí mismo. Él y n o otro h a deter-
m i n a d o el estado exacto de los conocimientos matemáticos inme-
d i a t a m e n t e anteriores a él, n o p o r u n a v a n a recensión, q u e n o podría
haberse e f e c t u a d o desde n i n g ú n p u n t o de vista ni con relación a
n i n g ú n eje de coordenadas, sino estableciendo los principios de la
geometría analítica, es decir, i n v e n t a n d o precisamente el eje de coor-
d e n a d a s q u e permitiera definir el estado de esos conocimientos- T a m -
bién en este caso, la libre invención y el f u t u r o p e r m i t e n iluminar
el presente; el perfeccionamiento de la técnica con vistas a u n fin
permite apreciar el estado de la técnica.
Así, c u a n d o el Para-sí se a f i r m a f r e n t e al Otro-objeto, descubre
a la vez las técnicas. Desde entonces, p u e d e apropiárselas, es decir,
interiorizarlas. Pero, a la vez: l 9 , al utilizar u n a técnica, la trascien-
de h a c i a su fin, y está siempre allende la técnica q u e utiliza; 2 9 , p o r
el h e c h o de ser interiorizada, la técnica, q u e era p u r a c o n d u c t a sig-
nificante y f i j a d a de u n O t r o - o b j e t o cualquiera, pierde su carácter
de técnica y se integra p u r a y simplemente en un libre trascender
lo d a d o h a c i a los fines; es reasumida y sostenida p o r la libertad que
la f u n d a , exactamente como el dialecto o la lengua es sostenido por
el libre proyecto de la oración. El feudalismo, c o m o relación téc-
nica de h o m b r e a hombre, n o existe: n o es sino u n p u r o abstracto,
sostenido y trascendido p o r mil proyectos individuales de tal o cual
h o m b r e q u e es vasallo con respecto a su señor. C o n ello n o enten-
demos en m o d o alguno llegar a u n a especie de nominalismo histó-
rico. N o queremos decir que el feudalismo sea la suma d e las rela-
ciones entre vasallos y soberanos. Pensamos, al contrario, q u e es la
estructura abstracta d e esas relaciones; todo proyecto de u n h o m b r e
de esa época debe realizarse como u n trascender ese m o m e n t o abs-
t r a c t o hacia lo concreto. N o es necesario, pues, generalizar a p a r t i r
de m u c h a s experiencias de detalle p a r a establecer los principios de
la técnica f e u d a l : esta técnica existe necesaria y c o m p l e t a m e n t e en
c a d a c o n d u c t a individual y se la p u e d e sacar a luz en c a d a caso.
Pero n o existe en esa c o n d u c t a sino p a r a ser trascendida. Del mismo
modo, el Para-sí n o p o d r í a ser persona, es decir, elegir los fines q u e
él es, sin ser hombre, m i e m b r o de u n a colectividad nacional, de u n a
clase, de u n a familia, etc. Pero son éstas estructuras abstractas q u e
« I sostiene y trasciende p o r m e d i o d e su proyecto. Él se h a c e f r a n c é s ,
i Meridional, obrero, p a r a ser sí-mismo en el h o r i z o n t e d e esas d e t e r -
niiiiaciones. Y, a n á l o g a m e n t e , el m u n d o q u e se le revela a p a r e c e
r o m o d o t a d o d e ciertas significaciones correlativas a las técnicas a d o p -
tadas. A p a r e c e c o m o m u n d o - p a r a - e l - f r a n c é s , m u n d o - p a r a - e l - o b r e r o ,
ríe., con todas las características q u e p u e d e n adivinarse. P e r o estas
características n o tiene selbststandigkeit: es, a n t e todo, su m u n d o ,
es decir, el m u n d o i l u m i n a d o p o r sus fines, q u e se d e j a descubrir
< o r n o f r a n c é s , proletario, etcétera.
E m p e r o , la existencia d e l O t r o á p o r t a u n límite d e h e c h o a m i
libertad. Pues, en efecto, p o r el s u r g i m i e n t o del O t r o a p a r e c e n cier-
tas d e t e r m i n a c i o n e s q u e soy sin h a b e r l a s elegido. H e m e , e n efecto,
j u d í o o ario, a p u e s t o o feo, m a n c o , etc. T o d o esto, yo lo soy para el
otro, sin e s p e r a n z a d e a p r e h e n d e r ese s e n t i d o q u e t e n g o afuera, ni,
con m a y o r razón, d e m o d i f i c a r l o . Sólo el l e n g u a j e m e h a d e e n s e ñ a r
lo q u e soy; y, a u n así, ñ o será n u n c a sino c o m o o b j e t o d e intención
vacía: la intuición d e ello m e está d e n e g a d a p o r s i e m p r e j a m á s . Si
mi r a z a o m i a s p e c t o físico n o f u e r a sino u n a i m a g e n e n el P r ó j i m o
o la o p i n i ó n del P r ó j i m o sobre m í , p r o n t o d a r í a m o s c u e n t a d e ello;
pero h e m o s visto q u e se t r a t a d e c a r a c t e r e s objetivos, q u e m e d e f i -
nen e n m i ser p a r a o t r o ; desde q u e u n a l i b e r t a d o t r a q u e la m í a
surge f r e n t e a m í , c o m i e n z o a existir e n u n a n u e v a d i m e n s i ó n d e
ser y, esta vez, n o se t r a t a p a r a m í d e c o n f e r i r u n s e n t i d o a existentes
brutos n i de r e a s u m i r p o r m i c u e n t a el sentido q u e otros h a n con-
ferido a ciertos o b j e t o s : y o m i s m o m e v e o c o n f e r i r u n s e n t i d o y n c
tengo el recurso d e r e a s u m i r p o r m i c u e n t a ese s e n t i d o q u e tengo,
puesto q u e n o p o d r í a d á r s e m e sino a t í t u l o d e indicación vacía. Así,
c u a l q u i e r cosa d e m í — s e g ú n esta n u e v a d i m e n s i ó n — existe a la
m a n e r a d e lo dado, p o r lo m e n o s para mí, p u e s t o q u e este ser q u e
soy es padecido, es sin ser existido. L o a p r e n d o y lo p a d e z c o e n y
por las relaciones q u e m a n t e n g o con los otros; e n y p o r las c o n d u c t a s
de los otros p a r a c o n m i g o ; m e e n c u e n t r o con ese ser e n el origen d e
inil prohibiciones y resistencias c o n ' q u e a c a d a i n s t a n t e c h o c o : p o r
ser menor, n o t e n d r é tal o c u a l d e r e c h o ; p o r ser judío, e n ciertas
sociedades, estaré p r i v a d o d e ciertas posibilidades, etc. E m p e r o , n o
p u e d o de ninguna manera s e n t i r m e j u d í o , o m e n o r , o p a r i a ; a tal
p u n t o , q u e p u e d o r e a c c i o n a r c o n t r a esas interdicciones d e c l a r a n d o
q u e la raza, p o r e j e m p l o , es u n a p u r a y simple i m a g i n a c i ó n colec-
tiva: q u e sólo existen individuos. Así, m e e n c u e n t r o a q u í d e p r o n t o
con la alienación total de mi persona: soy algo que n o he elegido
ser: ¿ q u é resultará de ello p a r a la situación?
Acabamos de e n c o n t r a r — h e m o s de reconocerlo— u n límite real
de nuestra libertad, es decir, u n a m a n e r a de ser q u e se nos impone
sin que nuestra libertad sea f u n d a m e n t o de ella. Pero hay que en-
tenderse: el límite impuesto n o proviene de la acción de los otros.
H e m o s advertido, en u n capítulo precedente, que a u n la t o r t u r a es
incapaz de desposeernos de nuestra libertad: libremente cedemos a
ella. D e m a n e r a m á s general, el hecho de encontrarme en m i ca-
m i n o con u n a prohibición: " E n t r a d a prohibida a los judíos", "Res-
t a u r a n t e judío, e n t r a d a prohibida a los arios", etc., nos remite al
caso antes e n c a r a d o (las técnicas colectivas), y esa prohibición no
puede tener sentido sino sobre y p o r el f u n d a m e n t o de mi libre elec-
ción. En efecto, según las libres posibilidades elegidas, p u e d o infrin-
gir la prohibición, tenerla por nula, o bien, al contrario, conferirle
u n valor coercitivo que n o p u e d e tener sino por el peso que yo le
concedo. Sin d u d a , conserva íntegramente su carácter de "emana-
ción de u n a v o l u n t a d e x t r a ñ a " ; sin duda, tiene c o m o estructura es-
pecífica tomarme por objeto y manifestar con ello u n a trascenden-
cia q u e m e trasciende. Ello n o quita que se encarna en mi uni-
verso o pierde su fuerza p r o p i a de coerción sólo en los límites de m i
propia elección y según q u e yo prefiera en toda circunstancia la vida
a la m u e r t e o que, al contrario, estime en ciertos casos particulares
la m u e r t e c o m o preferible a ciertos tipos de vida, etc. El verdadero
límite de mi libertad está p u r a y simplemente en el h e c h o mismo
de que otro m e capte c o m o otro-objeto y en el hecho, corolario del
anterior, de que mi situación deje de ser situación p a r a el otro y se
convierta en f o r m a objetiva, en la que existo a título de estructura
objetiva. Esta objetivación alienadora de mi situación es el límite
constante y específico de mi situación, así como la objetivación de
mi ser-para-sí en ser-para-otro es el límite de mi ser. Y precisa-
mente estos dos límites característicos representan las fronteras de
mi libertad. E n u n a p a l a b r a , por el hecho de la existencia a j e n a ,
existo en u n a situación q u e tiene un afuera y que, p o r este mismo
hecho, tiene u n a dimensión de alienación que no p u e d o quitarle en
m o d o alguno, así como no. p u e d o actuar directamente sobre ella.
Este límite a m i libertad está puesto, como se ve, p o r la p u r a y
simple existencia del prójimo, es decir, por el hecho d e que mi
trascendencia existe p a r a u n a trascendencia. Así, captamos u n a
verdad de gran i m p o r t a n c i a : hemos visto hace poco, m a n t e n i é n d o -
nos en el m a r c o de la existencia-para-sí, que sólo mi libertad podía
limitar m i libertad; vemos a h o r a , h a c i e n d o e n t r a r en nuestras con-
sideraciones la existencia del otro, q u e m i libertad, en este nuevo
plano, e n c u e n t r a t a m b i é n sus límites en la existencia de la libertad
a j e n a . Asi, cualquiera q u e sea el p l a n o en q u e nos coloquemos, los
únicos límites q u e u n a libertad encuentra, los e n c u e n t r a en la libertad.
Así c o m o el pensamiento, según Spinoza, n o p u e d e ser limitado sino por
el pensamiento, así t a m p o c o la libertad p u e d e ser limitada sino por
la libertad, y su limitación proviene, c o m o finitud interna, del hecho
de q u e n o p u e d e n o ser libertad, es decir, de q u e se c o n d e n a a ser
libre; y, c o m o finitud externa, del hecho d e que, siendo libertad, es
p a r a otras libertades q u e la a p r e h e n d e n libremente a la luz d e sus
propios fines.
S e n t a d o esto, es menester notar, a n t e todo, q u e esa alteración de
la situación n o representa u n a falla interna ni la introducción de
lo d a d o c o m o resistencia b r u t a en la situación tal cual la vivo. M u y
al contrario, la alienación n o es u n a modificación interna ni u n
cambio parcial de la situación; n o aparece en el curso de la tempo-
ralización; n o m e la e n c u e n t r o j a m á s en la situación, y, p o r consi-
guiente, n o es d a d a n u n c a a m i intuición. Sirio que, p o r principio,
me escapa; es la exterioridad m i s m a de la situación, es decir, su
ser-afuera-para-el-otro. Se trata, pues, de u n c a r á c t e r esencial de
toda situación en g e n e r a l ; este carácter n o p o d r í a a c t u a r sobre su
contenido, sino q u e es a c e p t a d o y reasumido p o r aquel m i s m o q u e
se pone en situación. Así, el sentido mismo de nuestra libre elección
consiste en h a c e r surgir u n a situación q u e la expresa y u n a de cuyas
características esenciales es ser alienada, es decir, existir c o m o for-
ma en sí p a r a el otro. N o podemos escapar a esta alienación, pues
sería a b s u r d o siquiera pensar en existir de otro m o d o q u e en situa-
ción. Esta característica no se manifiesta p o r u n a resistencia interna,
sino, al contrario, se experimenta en y por su incaptabilidad misma.
Es, pues, finalmente, n o u n obstáculo f r o n t a l q u e nuestra libertad
encuentra, sino u n a especie de fuerza c e n t r í f u g a en su p r o p i a n a t u -
raleza, u n a debilidad en su p r o p i a pasta, q u e hace q u e todo c u a n t o
nuestra libertad e m p r e n d e tenga siempre u n a faz n o elegida p o r ella,
u n a faz q u e le escapa y que, p a r a el otro, será existencia p u r a . U n a
libertad q u e se quisiera libertad n o p o d r í a sino querer al mismo
tiempo ese carácter. E m p e r o , n o pertenece a la naturaleza de la
libertad, puesto q u e aquí n o hay n a t u r a l e z a ; por otra parte, a u n q u e
la hubiera, n o p o d r í a deducírsela, puesto q u e la existencia de los
otros es u n h e c h o p o r e n t e r o c o n t i n g e n t e ; p e r o v e n i r al m u n d o c o m o
l i b e r t a d f r e n t e a los otros, es v e n i r al m u n d o c o m o alienable. Si
q u e r e r s e libre es elegir ser en este m u n d o f r e n t e a los otros, el q u e
se q u i e r a t a l q u e r r á t a m b i é n la pasión d e su l i b e r t a d .
L a situación a l i e n a d a , p o r o t r a p a r t e , y m i p r o p i o ser-alienado,
n o son o b j e t i v a m e n t e c a p t a d o s y c o n s t a t a d o s p o r m í ; e n p r i m e r lu-
g a r , e n efecto, a c a b a m o s d e v e r q u e , p o r p r i n c i p i o , t o d o c u a n t o es
a l i e n a d o n o existe sino para el otro. Pero, a d e m á s , u n a p u r a cons-
t a t a c i ó n , a u n si f u e r a posible, r e s u l t a r í a insuficiente. E n efecto, n o
p u e d o experimentar esa a l i e n a c i ó n sin reconocer al m i s m o t i e m p o
al o t r o c o m o t r a n s c e n d e n c i a . Y este r e c o n o c i m i e n t o , según h e m o s
visto, c a r e c e r í a d e s e n t i d o si n o f u e r a libre r e c o n o c i m i e n t o d e la li-
b e r t a d del otro. P o r este libre r e c o n o c i m i e n t o del p r ó j i m o a través
d e la e x p e r i e n c i a d e m i alienación, asumo m i s e r - p a r a - o t r o , cual-
q u i e r a q u e f u e r e , y lo a s u m o p r e c i s a m e n t e p o r q u e es m i n e x o con-
c r e t o 1 c o n el p r ó j i m o . Así, n o p u e d o c a p t a r al p r ó j i m o c o m o liber-
t a d sino e n el libre p r o y e c t o d e c a p t a r l o c o m o t a l ( e n efecto, siempre
q u e d a la posibilidad d e q u e c a p t e l i b r e m e n t e al o t r o c o m o o b j e t o ) ,
y el libre p r o y e c t o d e reconocimiento del p r ó j i m o n o se distingue d e
la libre a s u n c i ó n d e m i s e r - p a r a - o t r o . H e a q u í , p u e s , q u e m i liber-
t a d , e n c i e r t o m o d o , r e c u p e r a sus propios límites, p u e s n o p u e d e
c a p t a r m e c o m o l i m i t a d o p o r el p r ó j i m o sino e n t a n t o q u e éste existe
p a r a mí, y n o p u e d o h a c e r q u e el p r ó j i m o exista p a r a m í c o m o
s u b j e t i v i d a d r e c o n o c i d a sino a s u m i e n d o m i s e r - p a r a - o t r o . N o h a y
a q u í c í r c u l o : p o r la libre a s u n c i ó n d e ese s e r - a l i e n a d o q u e experi-
m e n t o , h a g o d e s ú b i t o q u e la t r a s c e n d e n c i a del p r ó j i m o exista p a r a m í
e n t a n t o q u e tal. Sólo r e c o n o c i e n d o la libertad ( c u a l q u i e r a q u e f u e r e
el u s o q u e h a g a n d e ella) d e los a n t i s e m i t a s y a s u m i e n d o este ser-
judío q u e p a r a ellos soy, sólo así el ser-judío a p a r e c e r á c o m o límite
o b j e t i v o e x t e r n o d e la s i t u a c i ó n ; si, a l c o n t r a r i o , m e p l a c e conside-
rarlos c o m o p u r o s objetos, m i s e r - j u d í o d e s a p a r e c e r á a l m o m e n t o
p a r a d e j a r l u g a r a la simple conciencia ( d e ) ser libre t r a s c e n d e n -
cia i n c u a l i f i c a b l e . R e c o n o c e r a los otros y, si soy j u d í o , a s u m i r m i
s e r - j u d í o son l a m i s m a cosa. Así, la l i b e r t a d del o t r o c o n f i e r e límite*
a m i situación, p e r o n o p u e d o experimentar esos límites a m e n o s q u e
r e a s u m a ese s e r - p a r a - e l - o t r o q u e soy y le d é u n s e n t i d o a la luz
d e los fines q u e h e elegido. C i e r t a m e n t e , esta m i s m a a s u n c i ó n está

1
"Nexo concreto" traduce el francés trait-d'union, literalmente "guión"
que une palabras en una frase hecha). ( N . del T.)
alienada: tiene u n a f u e r a ; p e r o p o r ella p u e d o e x p e r i m e n t a r mi
ser-afuera c o m o u n a f u e r a .
Siendo así, ¿ c ó m o experimentaré los límites objetivos d e m i ser:
judío, ario, feo, apuesto, rey, funcionario, intocable, etc., c u a n d o el
lenguaje m e haya i n f o r m a d o sobre aquellos q u e son mis límites? N o
podría ser del mismo m o d o q u e capto intuitivamente la belleza, la
fealdad, la raza del otro, ni t a m p o c o del m o d o en q u e tengo con-
ciencia no-tética (de) proyectarme hacia tal o cual posibilidad. N o
q u e estos caracteres objetivos h a y a n d e ser necesariamente abstrac-
tos: unos lo son, otros no. M i a p o s t u r a o m i f e a l d a d o la insignifi-
cancia de mis rasgos son captables p o r el o t r o en su p l e n a concreción,
concreción que, precisamente, m e será indicada p o r su l e n g u a j e :
hacia ella m e t e n d e r é en vacío. N o se trata, pues, en m o d o alguno
de u n a abstracción, sino d e u n c o n j u n t o d e estructuras de las cuales
algunas son abstractas, p e r o cuya totalidad es u n concreto absoluto,
c o n j u n t o que, simplemente, m e es i n d i c a d o c o m o algo q u e p o r prin-
cipio m e escapa. Es, en efecto, lo q u e soy; y, c o m o lo hemos n o t a d o
el comienzo d e nuestra segunda parte, el para-sí n o p u e d e ser n a d a .
Para-mí, n o soy profesor o m o z o d e café, así c o m o t a m p o c o soy
apuesto o feo, j u d í o o ario, ingeniero, vulgar o distinguido. L l a m a -
remos a estas características los irrealizables. H a y q u e evitar c o n f u n -
dirlos con imaginarios. Se t r a t a d e existentes - p e r f e c t a m e n t e reales,
pero aquellos p a r a quienes esos caracteres son r e a l m e n t e dados TÍO
son esos caracteres; y yo, q u e los soy, n o p u e d o realizarlos: si se m e
dice q u e soy vulgar, p o r ejemplo, a m e n u d o h e c a p t a d o en otros,
por intuición, la n a t u r a l e z a de la v u l g a r i d a d ; así, p u e d o aplicar la
palabra " v u l g a r " a m i persona. P e r o n o p u e d o vincular con m i
persona la significación de esa p a l a b r a . H a y en ello sólo la indica-
ción de u n a conexión q u e o p e r a r ( p e r o q u e n o p o d r á hacerse sino
por interiorización y subjetivación d e la vulgaridad, o p o r objetiva-
ción de la persona, operaciones a m b a s q u e e n t r a ñ a n el desmorona-
m i e n t o i n m e d i a t o de la realidad de q u e se t r a t a ) . Así, estamos ro-
deados p o r u n a infinitud de irrealizables. Sentimos a algunos de ellos
vivamente, c o m o irritantes ausencias. ¿ Q u i é n n o h a sentido u n a
p r o f u n d a decepción al n o poder, después de u n largo exilio, realizar
a su retorno q u e "está en P a r í s " ? ' Los objetos están ahí y se ofrecen
familiares, p e r o yo n o soy m á s q u e u n a ausencia, la p u r a n a d a q u e
es necesaria p a r a q u e haya u n París. Mis amigos y allegados m e
ofrecen la imagen d e u n a tierra p r o m e t i d a c u a n d o m e d i c e n : " ¡ P o r
fin! ¡ H a s vuelto! ¡ Y a estás en P a r í s ! " ; p e r o el acceso a esta tierra
p r o m e t i d a m e está e n t e r a m e n t e denegado. Y si la mayoría d e la
gente merece el reproche d e " n o m e d i r p o r u n mismo rasero" según
se trate de los otros o d e ellos mismos; si la mayoría tienden a res-
p o n d e r , c u a n d o se sienten culpables d e algo q u e la víspera h a n re-
p r o c h a d o a otros: " P e r o n o es lo mismo", es que, efectivamente,
" n o es lo mismo". Pues u n a de las acciones es objeto dado de apre-
ciación moral, y la o t r a es p u r a trascendencia q u e lleva en su mis-
m a existencia su justificación, ya q u e su ser es elección. Podremos
convencer al autor, p o r u n a comparación d e los resultados, d e que
ambos actos tienen " a f u e r a s " rigurosamente idénticos, pero su m á s
r e n d i d a b u e n a v o l u n t a d n o le p e r m i t i r á realizar esa i d e n t i d a d ; de
ahí b u e n a p a r t e d e las turbaciones d e la conciencia moral, en p a r -
ticular la desesperación d e n o p o d e r despreciarse verdaderamente a
sí mismo, de n o p o d e r realizarse c o m o culpable, de sentir p e r p e t u a -
m e n t e u n desvío e n t r e las significaciones expresadas: "Soy culpa-
ble, h e pecado, etc." y la aprehensión real d e la situación. E n suma,
d e ahí todas las angustias d e la " m a l a conciencia", es decir, de la
conciencia d e m a l a fe q u e tiene p o r ideal juzgarse a sí misma, es
decir, a d o p t a r sobre sí el p u n t o d e vista del otro.
Pero, si algunas especies particulares de irrealizables h a n llama-
d o la atención m á s q u e otras, si h a n sido objeto d e descripciones
psicológicas, ello n o debe cegarnos p a r a ver q u e los irrealizables son
en n ú m e r o infinito, puesto q u e representan el rev-erso d e la situación.
Sin embargo, los irrealizables n o nos son apresentados simple-
m e n t e c o m o tales; p a r a q u e t e n g a n el carácter d e irrealizables es
menester q u e se develen a la luz de algún proyecto q u e a p u n t a a
realizarlos. E n efecto, es lo q u e advertíamos poco ha, c u a n d o mos-
t r á b a m o s al para-si asumiendo su ser-para-el-otro en y por el mismo
a c t o en q u e reconoce la existencia del otro. Correlativamente, pues,
a ese proyecto asuntivo, los irrealizables se revelan c o m o "de-reali-
zar". E n efecto, ante todo, la asunción se efectúa en la perspectiva
d e m i proyecto f u n d a m e n t a l : n o m e limito a recibir pasivamente la
significación " f e a l d a d " , "invalidez", " r a z a " , etc., sino, al contrario,
n o p u e d o c a p t a r estos caracteres — a simple título de s i g n i f i c a c i ó n -
sino a la luz de mis propios fines. Es lo q u e se expresa — p e r o in-
virtiendo c o m p l e t a m e n t e los términos— c u a n d o se dice q u e el h e c h a
d e ser de cierta raza p u e d e determinar u n a reacción de orgullo o
u n c o m p l e j o de inferioridad. E n realidad, la raza, la invalidez, la
fealdad, no p u e d e n aparecer sino d e n t r o de los límites d e m i pro-
pia elección d e i n f e r i o r i d a d o d e o r g u l l o 1 ; e n otros términos, sólo
p u e d e n a p a r e c e r c o n u n a significación q u e les es c o n f e r i d a p o r mi
l i b e r t a d ; esto significa, u n a vez m á s , q u e son p a r a el otro, p e r o q u e
p a r a m í n o p u e d e n ser a m e n o s q u e yo las elija. L a ley d e m i liber-
tad, q u e h a c e q u e y o n o p u e d a ser sin elegirme, se aplica t a m b i é n
a q u í : n o elijo ser p a r a el o t r o lo q u e soy, sino q u e n o p u e d o i n t e n t a r
ser p a r a m í lo q u e soy p a r a el o t r o a m e n o s d e elegirme tal c o m o
' al o t r o m e aparezco, es decir, p o r u n a a s u n c i ó n electiva. U n j u d í o
n o es primero j u d í o p a r a e s t a r después orgulloso o a v e r g o n z a d o ; sino
q u e su o r g u l l o d e ser judío, su v e r g ü e n z a o su i n d i f e r e n c i a le revelará
su s e r - j u d í o ; y este s e r - j u d í o n o es n a d a f u e r a d e la libre m a n e r a d e
asumirlo. S i m p l e m e n t e , a u n q u e d i s p o n g o d e u n a i n f i n i d a d d e m a -
neras d e a s u m i r m i ser-para-otro, no puedo no asumirlo: encon-
t r a m o s u n a vez m á s esa c o n d e n a a la libertad q u e d e f i n í a m o s a n t e -
r i o r m e n t e c o m o facticidad: n o p u e d o ni abstenerme totalmente con
relación a lo q u e s o y . ( p a r a el o t r o ) — p u e s denegar n o es abstenerse,
sino o t r o m o d o d e a s u m i r — , ni p a d e c e r l o p a s i v a m e n t e (lo q u e , e n
cierto sentido, v i e n e a ser lo m i s m o ) ; e n el f u r o r , el odio, el orgullo,
la v e r g ü e n z a , e n el r e c h a z o a s q u e a d o o la reivindicación jubilosa,
es m e n e s t e r q u e elija ser lo q u e soy.
Así, los irrealizables se d e s c u b r e n al para-sí c o m o "irrealizables-
de-realizar". N o p o r eso p i e r d e n su c a r á c t e r d e límites: m u y al
contrario, se p r e s e n t a n al p a r a - s í c o m o de-interiorizar, en f o r m a d e
límites objetivos y externos, t i e n e n , pues, u n c a r á c t e r n e t a m e n t e
obligatorio. N o se t r a t a , e n efecto, d e u n i n s t r u m e n t o q u e se descu-
bre c o m o " d e - u t i l i z a r " e n el m o v i m i e n t o del libre p r o y e c t o q u e soy;
sino q u e el irrealizable a p a r e c e c o m o límite d a d o a priori a m i situa-
ción ( p u e s t o q u e soy tal p a r a el o t r o ) y, p o r consiguiente, c o m o
existente, sin e s p e r a r a q u e le d é yo la existencia; y, a la vez, como
n o p u d i e n d o existir sino e n y p o r el libre p r o y e c t o p o r el cual lo
asumiré, a s u n c i ó n q u e es, e v i d e n t e m e n t e , i d é n t i c a a la organización
sintética d e todas las c o n d u c t a s q u e a p u n t a n a realizar para mí el
irrealizable. Al m i s m o t i e m p o , c o m o se d a a t í t u l o d e irrealizable,
se m a n i f i e s t a c o m o u n m á s allá d e todas las tentativas q u e p u e d o
h a c e r p o r realizarlo. U n a priori q u e p a r a ser r e q u i e r e m i c o m p r o -
m e t i m i e n t o , a l a vez q u e d e p e n d e de este c o m p r o m e t i m i e n t o ú n i c a -
m e n t e y se p o n e d e e n t r a d a a l l e n d e t o d a t e n t a t i v a d e realizarlo,

1
O de cualquier otra elección de mis fines.
¿ q u é es sino p r e c i s a m e n t e u n imperativo? E n efecto, el irrealizable
es de-interiorizar, es decir, q u e viene d e a f u e r a , c o m o ya consti-
tuido; pero, p r e c i s a m e n t e , .la orden, c u a l q u i e r a q u e f u e r e , se d e f i n e
siempre c o m o u n a e x t e r i o r i d a d r e a s u m i d a e n i n t e r i o r i d a d . P a r a q u e
u n a o r d e n sea o r d e n — y n o flatus vocis o p u r o d a t o d e h e c h o q u e
u n o t r a t a s i m p l e m e n t e d e c o n t o r n e a r — es m e n e s t e r q u e yo la reasu-
m a con m i libertad, h a c i e n d o d e ella u n a e s t r u c t u r a d e m i s libres
proyectos. Pero, p a r a q u e sea orden y n o libre m o v i m i e n t o h a c i a
mis propios fines, es m e n e s t e r q u e m a n t e n g a e n el seno m i s m o d e
mi libre elección el c a r á c t e r d e exterioridad. E s la e x t e r i o r i d a d q u e
p e r m a n e c e e x t e r i o r i d a d h a s t a e n y p o r la t e n t a t i v a del Para-sí p a r a
interiorizarla. T a l es, p r e c i s a m e n t e , la d e f i n i c i ó n del irrealizable de-
realizar, y p o r eso se d a c o m o u n i m p e r a t i v o . P e r o p o d e m o s ir m á s
lejos en la descripción del irrealizable. Éste es, e n efecto, mi límite.
Pero, p r e c i s a m e n t e p o r serlo, n o p u e d e existir c o m o límite d e u n ser
d a d o , sino c o m o límite d e mi l i b e r t a d . E s t o significa q u e m i liber-
t a d , al elegir l i b r e m e n t e , se elige sus propios límites; o, si se prefiere,
q u e la libre elección de mis fines, o sea de a q u e l l o q u e soy p a r a mí,
c o m p o r t a la a s u n c i ó n d e los límites de esa elección, cualesquiera q u e
f u e r e n . T a m b i é n a q u í vemos q u e la elección es elección de f i n i t u d ,
c o m o lo a d v e r t í a m o s a n t e r i o r m e n t e ; p e r o , e n vez d e ser f i n i t u d in-
t e r n a , es decir, d e t e r m i n a c i ó n d e la libertad p o r sí m i s m a , la f i n i t u d
a s u m i d a p o r la reasunción d e los irrealizables es f i n i t u d e x t e r n a :
elijo t e n e r u n ser a distancia, q u e limita todas mis elecciones y cons-
tituye sus respectivos reversos, es decir, elijo q u e m i elección sea
l i m i t a d a p o r o t r a cosa q u e ella m i s m a . Así d e b a i r r i t a r m e e i n t e n t a r
p o r todos los m e d i o s •—como lo h e m o s visto e n la p a r t e p r e c e d e n t e
de esta o b r a — r e c u p e r a r esos límites, la m á s e n é r g i c a d e las t e n t a -
tivas d e r e c u p e r a c i ó n necesita ser f u n d a d a e n la libre reasunción
c o m o límites d e los límites q u e se quiere interiorizar. Así, la liber-
t a d r e t o m a p o r su c u e n t a y r e s t a u r a a la situación los límites irreali-
zables, eligiendo ser libertad l i m i t a d a p o r la libertad del otro. E n
consecuencia, los límites externos d e la situación se c o n v i e r t e n en
situación-límite, es decir, q u e son i n c o r p o r a d o s a la situación desde
el interior, c o m o la característica "irrealizable", c o m o "irrealizables
de-realizar", c o m o el inverso elegido y h u i d i z o d e m i elección; se
convierten e n u n s e n t i d o de m i desesperado esfuerzo p o r ser, a u n
c u a n d o están situados a priori a l l e n d e este esfuerzo; e x a c t a m e n t e
c o m o la m u e r t e •—otro t i p o d e irrealizable q u e n o h e m o s d e consi-
d e r a r p o r el m o m e n t o — se convierte e n situación-límite a c o n d i c i ó n
d e ser t o m a d a c o m o Un acaecimiento de la vida, a u n q u e indica
hacia u n m u n d o en q u e m i presencia y m i vida n o se realizan más,
es decir, hacia u n m á s allá d e la vida. El h e c h o d e q u e haya u n
m á s allá de la vida, en t a n t o q u e sólo cobra sentido p o r y en m i
vida y, empero, p e r m a n e c e irrealizable p a r a m í ; el h e c h o d e q u e
haya u n a l i b e r t a d m á s allá de m i libertad, u n a situación allende
mi situación y p a r a la cual lo q u e vivo c o m o situación es d a d o
como f o r m a objetiva en m e d i o del m u n d o : h e ahí dos tipos de si-
tuación-límite q u e tienen el p a r a d ó j i c o carácter d e limitar p o r todas
partes mi libertad y de carecer de otro sentido q u e el q u e m i liber-
tad les confiere. P a r a la clase, p a r a la raza, p a r a el cuerpo, p a r a
el prójimo, p a r a la función, etc., hay u n "ser-libre-para. . . " . Por
éste, el Para-sí se proyecta hacia u n o de sus posibles, q u e es siempre
su posible último: p o r q u e la posibilidad e n c a r a d a es posibilidad de
verse, es decir, d e ser otro q u e sí p a r a verse desde a f u e r a . E n u n o
c o m o en otro caso, h a y proyección de sí hacia algo " ú l t i m o " , que,
interiorizado p o r eso mismo, se convierte en sentido temático y f u e r a
de alcance de posibles jerarquizados. Se p u e d e "ser-para-ser-francés",
"ser-para-ser-obrero", u n h i j o de rey p u e d e "ser-para-reinar". Se
trata-de límites y de estados negadores d e nuestro ser, q u e hemos de
asumir, p o r ejemplo, en el sentido en q u e el j u d í o sionista asume
resueltamente su raza, es decir, asume c o n c r e t a m e n t e y de u n a vez
por todas la alienación p e r m a n e n t e de su ser; asimismo el obrero
revolucionario, p o r su proyecto revolucionario mismo, asume u n "ser-
para-ser-obrero". Y podremos h a c e r notar, c o m o Heidegger — a u n -
que las expresiones " a u t é n t i c o " e "inauténtico" q u e éste emplea sean
dudosas y p o c o sinceras a causa de su contenido m o r a l implícito—,
q u e la actitud d e denegación y d e huida, siempre posible, es, pese a
ella misma, libre asunción de aquello mismo q u e rehúye. Así, el
burgués se hace burgués n e g a n d o que haya clases, c o m o el obrero
se hace obrero a f i r m a n d o q u e las clases existen y realizando su "ser-
en-la-clase" p o r su actividad revolucionaria. Pero estos límites ex-
ternos de la libertad, precisamente por ser externos y n o interiorizarse
sino c o m o irrealizables, n o serán n u n c a u n obstáculo real p a r a ella,
ni un límite padecido. L a libertad es total e infinita, lo q u e n o sig-
nifica que no tenga límites sino q u e n o los encuentra jamás. Los
únicos límites con q u e la libertad choca a c a d a instante son los que
ella se impone a sí misma y d e los cuales hemos hablado, a p r o p ó -
sito del pasado, los entornos y las técnicas.
E ) Mi muerte.

D e s p u é s d e h a b e r p a r e c i d o la m u e r t e lo i n h u m a n o p o r exce-
lencia, p u e s t o q u e e r a lo q u e h a y del o t r o l a d o del " m u r o " , se h a
visto d e p r o n t o la posibilidad de c o n s i d e r a r l a desde u n p u n t o d e
vista opuesto, es decir, c o m o u n a c a e c i m i e n t o d e la v i d a h u m a n a .
Este c a m b i o es p e r f e c t a m e n t e explicable: la m u e r t e es u n término,
y t o d o t é r m i n o (sea f i n a l o inicial) es u n Janus bifrons: o r a se lo
e n c a r e c o m o a d h e r e n t e a la n a d a d e ser q u e l i m i t a al proceso c o n -
siderado, o r a , a l c o n t r a r i o , se lo d e s c u b r a c o m o a g l u t i n a d o a la
serie a la q u e p o n e t é r m i n o , ser q u e p e r t e n e c e a u n proceso existente
y e n c i e r t o m o d o constituye su significación. Así, el a c o r d e f i n a l d e
u n a m e l o d í a m i r a p o r u n a faz h a c i a el silencio, es decir, h a c i a la
n a d a d e s o n i d o q u e seguirá a la m e l o d í a ; e n c i e r t o sentido está he-
c h o con silencio, p u e s t o q u e el silencio q u e seguirá está ya presente
e n el a c o r d e d e resolución c o m o significación d e éste; p e r o , p o r la
o t r a faz, se a d h i e r e a ese plenum d e ser q u e es la m e l o d í a conside-
r a d a : sin él, la m e l o d í a q u e d a r í a e n el aire, y esta indecisión f i n a l
r e m o n t a r í a c o n t r a la corriente, d e n o t a e n n o t a , p a r a c o n f e r i r a c a d a
u n a d e ellas u n c a r á c t e r inconcluso. L a m u e r t e h a sido siempre
— c o n r a z ó n o sin ella, p u e s n o p o d e m o s d e t e r m i n a r l o a ú n — consi-
d e r a d a c o m o el t é r m i n o f i n a l d e la v i d a h u m a n a . E n t a n t o q u e
tal, era n a t u r a l q u e u n a filosofía p r e o c u p a d a , sobre todo, p o r precisar
la posición h u m a n a c o n respecto a lo i n h u m a n o a b s o l u t o q u e la
r o d e a , c o n s i d e r a r a p r i m e r a m e n t e a la m u e r t e c o m o u n a p u e r t a abier-
t a sobre la n a d a d e r e a l i d a d - h u m a n a , ya f u e r a esta n a d a , p o r o t r a
p a r t e , la cesación absoluta d e ser o la existencia e n u n a f o r m a no-
h u m a n a . Así, p o d r í a m o s d e c i r q u e h a h a b i d o — e n correlación c o n
las g r a n d e s teorías realistas— u n a c o n c e p c i ó n realista d e la m u e r t e ,
e n la m e d i d a e n q u e ésta a p a r e c e r í a c o m o u n c o n t a c t o i n m e d i a t o
con lo n o - h u m a n o ; c o n ello, la m u e r t e e s c a p a b a al h o m b r e , a la
vez q u e lo m o l d e a b a c o n lo a b s o l ú t o n o - h u m a n o . E r a imposible,
p o r supuesto, q u e u n a c o n c e p c i ó n idealista y h u m a n i s t a d e lo real
t o l e r a r a q u e el h o m b r e se e n c o n t r a r a con lo i n h u m a n o , así f u e r a
c o m o su límite. H u b i e r a b a s t a d o entonces, e n efecto, situarse desde
el p u n t o d e vista d e este límite p a r a i l u m i n a r al h o m b r e con u n a
luz n o r h u m a n a L a t e n t a t i v a idealista d e recuperar l a m u e r t e no

1
Véase, por ejemplo, el platonismo realista de Morgan en Sparkenbrook.
f u e primitivamente obra de filósofos, sino de poetas c o m o Rilke o
de novelistas c o m o M a l r a u x . Bastaba considerar a la m u e r t e c o m o
término ú l t i m o perteneciente a la serie. Si la serie recupera así su
terminus ad quem, precisamente a causa de ese " a d " q u e señala
su interioridad, la m u e r t e c o m o fin de la vida se interioriza y h u -
m a n i z a ; el h o m b r e n o p u e d e ya encontrarse sino con lo h u m a n o ;
n o h a y ya otra lado de la vida, y la m u e r t e es u n f e n ó m e n o h u m a n o ,
es el f e n ó m e n o ú l t i m o de la vida, vida todavía. C o m o tal, influye
a contracorriente la vida e n t e r a ; la vida se limita con vida, se hace,
c o m o el m u n d o einsteniano, "finita p e r o i l i m i t a d a " ; la m u e r t e se
convierte en el sentido d e la vida, c o m o el acorde de resolución es
el sentido d e la m e l o d í a ; n o hay en ello n a d a milagroso: es un
t é r m i n o d e la serie considerada y, c o m o es sabido, c a d a t é r m i n o de
u n a serie está siempre presente a todos los términos de la misma.
P e r o la m u e r t e así r e c u p e r a d a n o q u e d a c o m o simplemente h u m a n a ,
sino q u e se h a c e mía: al interiorizarse, se individualiza; ya n o es
el m a g n o incognoscible q u e limita a lo h u m a n o , sino el f e n ó m e n o
d e mi vida personal, q u e h a c e d e esta vida u n a vida única, es
decir, u n a vida q u e n o recomienza, en q u e ya n o se recobra lo
j u g a d o . C o n ello, m e vuelvo responsable d e mi m u e r t e c o m o de
m i vida. N o del f e n ó m e n o empírico y contingente d e m i defunción,
sino d e ese carácter d e f i n i t u d q u e h a c e q u e m i vida, c o m o m i
muerte, sea mi vida. E n este sentido, Rilke se esfuerza por mostrar
q u e el fin de c a d a h o m b r e se asemeja a su vida, p o r q u e t o d a la
vida idividual h a sido preparación d e ese f i n ; en este sentido, M a l -
raux, en Les conquérants, muestra q u e la cultura europea, al d a r
a ciertos asiáticos el sentido de la m u e r t e propia, los c o m p e n e t r a
d e p r o n t o d e la v e r d a d desesperante y e m b r i a g a d o r a de q u e " l a vida
es ú n i c a " . A Heidegger estaba reservado d a r f o r m a filosófica a esta
humanización d e la m u e r t e : en efecto, si el Dasein n o padece nada,
precisamente p o r q u e es proyecto y anticipación, debe ser anticipación
y proyecto d e su p r o p i a m u e r t e c o m o posibilidad d e n o realizar m á s
la presencia en el m u n d o . Así, la m u e r t e se h a convertido en la
posibilidad p r o p i a del Dasein; el ser d e la r e a l i d a d - h u m a n a se define
c o m o Sein zum Tode. E n t a n t o q u e el Dasein decide de su pro-
yecto h a c i a la muerte, realiza la libertad-para-morir y se constituye
a sí mismo c o m o totalidad p o r la libre elección de la finitud.
T a l teoría, a p r i m e r a vista, n o p u e d e menos de s e d u c i m o s : al
interiorizar, la muerte, sirve a nuestros propios designios; ese límite
a p a r e n t e de nuestra libertad, al interiorizarse, es r e c u p e r a d o por la
libertad. Empero, ni la c o m o d i d a d de tales concepciones ni la in-
contestable p a r t e de v e r d a d q u e encierran deben extraviarnos. Es
necesario r e t o m a r desde el comienzo el e x a m e n d e la cuestión.
Cierto es q u e la r e a l i d a d - h u m a n a , p o r la cual viene la m u n -
d a n i d a d a lo real, n o p o d r í a encontrarse con lo i n h u m a n o ; el con-
cepto d e i n h u m a n o mismo es u n concepto d e h o m b r e . Es menester,
pues, a b a n d o n a r toda esperanza, a u n si en-sí la m u e r t e f u e r a un
tránsito a u n absoluto n o - h u m a n o , de considerarla c o m o u n tragaluz
abierto a ese absoluto. L a m u e r t e n a d a nos revela sino acerca d e
nosotros mismos y desde u n p u n t o de vista h u m a n o . ¿Significa esto
que pertenezca a priori a la realidad h u m a n a ?
Ante todo,- h a d e advertirse el carácter a b s u r d o d e la m u e r t e .
En este sentido, t o d a tentación d e considerarla c o m o u n acorde d e
resolución al t é r m i n o d e u n a melodía debe ser rigurosamente a p a r -
t a d a . A m e n u d o se h a dicho q u e estamos e n la situación de u n con-
d e n a d o entre condenados, q u e ignora el d í a d e su ejecución, p e r o
q u e ve ejecutar c a d a día a sus compañeros d e presidio. Esto n o
es e n t e r a m e n t e exacto: m e j o r se nos debiera c o m p a r a r a u n con-
d e n a d o a m u e r t e que se p r e p a r a valerosamente p a r a el ú l t i m o su-
plicio, q u e p o n e todos sus cuidados en h a c e r b u e n papel en el ca-
dalso y que, entre tanto, es a r r e b a t a d o p o r u n a epidemia d e gripe
española. Es lo q u e h a c o m p r e n d i d o la sabiduría cristiana, q u e re-
comienda p r e p a r a r s e a m o r i r c o m o si la m u e r t e p u d i e r a sobrevenir
a cualquier hora. Así, se espera recuperarla m e t a m o r f o s e á n d o l a en
muerte esperada. E n efecto: si el sentido d e nuestra v i d a se con-
vierte en espera de la muerte, ésta, al sobrevenir, n o p u e d e sino
p o n e r su sello sobre la vida. Es, en el fondo, lo q u e hay de m á s
positivo en la "resuelta decisión" (Entschlossenheit) d e Heidegger.
Desgraciadamente, son consejos más fáciles d e d a r q u e d e seguir, no
a causa de u n a debilidad n a t u r a l d e la r e a l i d a d - h u m a n a o d e u n
pro-yecto originario d e inautenticidad, sino a causa d e la m u e r t e
misma. E n efecto, u n o p u e d e esperar a n a m u e r t e particular, p e r o
n o la muerte. El juego de prestidigitación d e Heidegger es h a r t o
fácil de descubrir: comienza por individualizar la m u e r t e d e cada
u n o de nosotros, indicándonos q u e es la m u e r t e d e u n a persona, de
u n individuo; lo " ú n i c o q u e nadie p u e d a h a c e r p o r m í " ; luego de
lo cual utiliza esta individualidad i n c o m p a r a b l e q u e h a conferido
a la m u e r t e a partir del Dasein p a r a individualizar al Dasein
m i s m o : al proyectarse libremente hacia su posibilidad última, el
Dasein t e n d r á acceso a la existencia auténtica y se a r r a n c a r á a
i.i trivialidad cotidiana p a r a alcanzar la unicidad irreemplazable d e
la persona. P e r o en esto hay u n círculo: en efecto, ¿ c ó m o p r o b a r
<|iie la m ü e r t e posee esa individualidad y el p o d e r de conferirla?
I'or cierto, si la m u e r t e se describe c o m o mi m u e r t e , p u e d o a g u a r -
d a r l a : es u n a posibilidad caracterizada y distinta. Pero, la m u e r t e
que m e herirá, ¿será mi m u e r t e ? E n p r i m e r lugar, es p e r f e c t a m e n t e
gratuito decir q u e " m o r i r es lo único q u e nadie p u e d a h a c e r p o r m í " .
(), m á s bien, hay ahí u n a evidente m a l a fe en el r a z o n a m i e n t o : si
se considera a la m u e r t e , en efecto, c o m o posibilidad ú l t i m a y sub-
jetiva, acaecimiento q u e n o concierne sino al para-sí, es evidente q u e
nadie p u e d e m o r i r p o r mí. P e r o se sigue entonces q u e n i n g u n a d e
mis posibilidades, t o m a d a según este p u n t o d e vista — q u e es el del
cogito—, sea en u n a existencia a u t é n t i c a o en u n a existencia inau-
téntica, p u e d e ser proyectada p o r otro q u e p o r mí. N a d i e p u e d e
a m a r p o r mí, si se entiende p o r ello h a c e r esos j u r a m e n t o s q u e son
mis juramentos, e x p e r i m e n t a r las emociones ( p o r triviales q u e f u e -
ren) q u e son mis emociones. Y el "mis" n o concierne a q u í en m o d o
alguno a u n a personalidad conquistada sobre la trivialidad cotidiana
(lo q u e permitiría a Heidegger replicarnos que, precisamente, m e
es preciso ser "libre p a r a m o r i r " p a r a q u e u n a m o r q u e e x p e r i m e n t o
sea mi a m o r y n o el a m o r del "se" en m í ) , sino, simplemente, esa
ipseidad q u e Heidegger reconoce expresamente a todo Dasein
—exista en m o d o auténtico o inauténtico— c u a n d o declara q u e Da-
sein istie meines. Así, desde este p u n t o de vista, el a m o r m á s tri-
vial es, c o m o la m u e r t e , irreemplazable y ú n i c o : n a d i e p u e d e a m a r
por mí. Al contrario, si se consideran mis actos en el mundo- desde
el p u n t o de vista de su f u n c i ó n , su eficacia y su resultado, es cierto
que el O t r o siempre p u e d e h a c e r lo q u e yo h a g o : si se t r a t a d e hacer
feliz a esa m u j e r , de salvaguardar su vida o su libertad, d e p r o p o r -
cionarle los medios d e alcanzar su salvación o, simplemente, d e reali-
zar u n h o g a r con ella, d e " d a r l e hijos", si es eso lo q u e se llama
a m a r , entonces otro p o d r í a a m a r en lugar mío, hasta p o d r í a a m a r
por m í : es el sentido mismo d e esos sacrificios, mil veces relatados
en las novelas sentimentales, d o n d e se nos m u e s t r a al héroe amoroso,
que desea la felicidad d e la m u j e r a m a d a , sacrificándose a n t e su
rival p o r q u e éste "sabrá a m a r l a m e j o r q u e él". A q u í ; el rival está
explícitamente e n c a r g a d o de amar por, pues a m a r se define sim-
plemente c o m o " h a c e r feliz p o r el a m o r profesado". L o m i s m o ocu-
rriría con todas mis conductas. Y m i m u e r t e e n t r a r á también en
esta categoría: si m o r i r es m o r i r p a r a edificar, p a r a d a r testimonio,
p o r la p a t r i a , etc., c u a l q u i e r a p u e d e m o r i r e n m i l u g a r ; c o m o en la
c a n c i ó n , d o n d e se e c h a a suertes q u i é n d e b e ser comido. E n u n a
p a l a b r a , n o h a y n i n g u n a v i r t u d p e r s o n a l i z a d o r a q u e sea p a r t i c u l a r
a mi m u e r t e . Al c o n t r a r i o , ella n o se convierte en mía a m e n o s que
m e coloque ya e n la p e r s p e c t i v a d e la s u b j e t i v i d a d : m i subjetividad,
d e f i n i d a p o r el C o g i t o prerreflexivo, h a c e d e m i m u e r t e a l g o sub-
jetivo i r r e e m p l a z a b l e ; n o es la m u e r t e la q u e d a a m i para-sí la
i r r e e m p l a z a b l e ipseidad. E n ese caso, la m u e r t e n o p o d r í a c a r a c t e -
rizarse c o m o mi m u e r t e por el hecho de ser muerte, y, p o r consi-
guiente, su e s t r u c t u r a esencial d e m u e r t e n o basta p a r a h a c e r de
ella el a c a e c i m i e n t o p e r s o n a l i z a d o y c u a l i f i c a d o q u e p u e d e esperarse.
Pero, a d e m á s , la m u e r t e n o p o d r í a ser e s p e r a d a e n m o d o a l g u n o
si n o se la designa con t o d a precisión c o m o mi c o n d e n a a m u e r t e (la
e j e c u c i ó n q u e t e n d r á l u g a r d e n t r o d e o c h o d í a s ; el t é r m i n o d e m i
e n f e r m e d a d , q u e c o n o z c o c o m o p r ó x i m o y brusco, e t c . ) , p u e s n o
es sino la revelación d e la a b s u r d i d a d de t o d a espera, así sea jus-
t a m e n t e la de su espera. E n p r i m e r lugar, e n efecto, d e b e r í a n dis-
tinguirse c u i d a d o s a m e n t e dos sentidos del v e r b o " e s p e r a r " , q u e a q u í
n o h a n c e s a d o de c o n f u n d i r s e 1 : esperar la m u e r t e e n el sentido d e
esperársela u n o p a r a a l g u n a vez, n o es esperar la m u e r t e e n el sen-
t i d o d e a g u a r d a r l a . Sólo p o d e m o s e s p e r a r ( a g u a r d a r ) u n acaeci-
m i e n t o d e t e r m i n a d o , q u e procesos i g u a l m e n t e d e t e r m i n a d o s están en
vías de realizar. P u e d o esperar ( a g u a r d a r ) la l l e g a d a del t r e n de
C h a r t r e s , p o r q u e sé q u e h a salido d e la estación de C h a r t r e s y q u e
c a d a giro de las r u e d a s lo a c e r c a a la estación d e París. Ciertas-
m e n t e , p u e d e retrasarse, h a s t a p u e d e p r o d u c i r s e u n a c c i d e n t e ; p e r o
ello n o q u i t a q u e el proceso m i s m o p o r el cual se realizará la e n t r a d a
e n la estación se halle en curso, y los f e n ó m e n o s q u e p u e d e n re-
t a r d a r o s u p r i m i r esa e n t r a d a significan a q u í sólo q u e el proceso n o
es sino u n sistema r e l a t i v a m e n t e c e r r a d o , r e l a t i v a m e n t e aislado, y
está d e h e c h o s u m i d o e n u n universo d e " e s t r u c t u r a f i b r o s a " , c o m o
dice Meyerson. Así, p u e d o decir q u e espero ( a g u a r d o ) a P e d r o y
q u e " n o espero q u e su t r e n llegue a h o r a r i o " . P e r o , p r e c i s a m e n t e , la

1
El parágrafo siguiente ha tenido que ser adaptado, más que traducido:
a la triple significación de "esperar" en español: 1) aguardar; 2) estar en
expectativa ( = inglés to expect), como en "cada cual espera la muerte" o
"ya me lo esperaba yo" o "no espero que el tren llegue antes de las diez";
3) tener esperanza, el francés responde, respectivamente, por: 1) attendre;
2) s'attendre á; 3) espérer (que no interviene en el texto). ( N . del T.)
posibilidad de m i m u e r t e significa sólo* que n o soy biológicamente
sino u n sistema relativamente cerrado, relativamente aislado; sólo
señala la pertenencia de m i c u e r p o a la totalidad de los existentes.
Es del tipo del r e t a r d o probable de los trenes, n o del tipo d e la
llegada de Pedro. Está del lado del i m p e d i m e n t o imprevisto, ines-
perado, con q u e siempre hay q u e contar sin hacerle p e r d e r p o r ello
su específico carácter d e inesperabilidad, p e r o el q u e n o es posible
esperar ( a g u a r d a r ) , pues se pierde p o r sí m i s m o en lo indetermi-
nado. E n efecto: a d m i t i e n d o q u e los factores se condicionen rigu-
rosamente, lo q u e ni siquiera está d e m o s t r a d o y q u e requiere, por
lo tanto, u n a opción metafísica, su n ú m e r o es infinito y sus implica-
ciones son i n f i n i t a m e n t e infinitas; su c o n j u n t o n o constituye u n sis-
tema, por lo menos desde el p u n t o de vista considerado: el efecto
de q u e se t r a t a — m i m u e r t e — n o p u e d e preverse p a r a n i n g u n a fecha
ni, por consiguiente, esperárselo. Quizá, m i e n t r a s escribo tranquila-
m e n t e en esta habitación, el estado del universo es tal q u e m i m u e r t e
se h a acercado considerablemente; p e r o quizás, al contrario, se aleja
de m o d o considerable. Si, p o r ejemplo, espero (estoy a la expec-
tativa d e ) u n a orden de movilización, p u e d o considerar q u e m i
m u e r t e está cercana, es decir, q u e las eventualidades de u n a m u e r t e
próxima h a n a u m e n t a d o considerablemente; p e r o puede, justamente,
q u e en ese m i s m o m o m e n t o u n a conferencia internacional se h a y a
reunido en secreto y haya e n c o n t r a d o el medio de p r o l o n g a r la paz.
Así, n o p u e d o decir q u e el m i n u t o q u e pasa m e aproxime a la
muerte. Cierto es q u e m e a p r o x i m a a ella si considero, globalmente,
q u e m i vida e i limitada. Pero, en el interior de estos límites tan
elásticos ( p u e d o m o r i r centenario o m a ñ a n a , a los treinta y siete
a ñ o s ) , n o p u e d o saber, en efecto, si m e acerca o m e aleja de este
término. Pues hay u n a considerable diferencia de cualidad entre la
m u e r t e al límite de la vejez y la m u e r t e súbita q u e nos aniquila
en la m a d u r e z o en la j u v e n t u d . E s p e r a r la p r i m e r a es aceptar
que la vida sea u n a empresa limitada, u n a m a n e r a entre otras de
elegir la finitud y de elegir nuestros fines sobre el. f u n d a m e n t o d e
la finitud. Esperar la segunda sería esperar q u e m i vida sea u n a
empresa fallida. Si n o 'existieran sino muertes por vejez (o p o r con-
dena explícita), p o d r í a esperar ( a g u a r d a r ) m i m u e r t e . Pero, preci-
samente, lo p r o p i o d e la m u e r t e es q u e p u e d e siempre sorprender
antes del término a aquellos que la esperan p a r a tal o cual fecha.
Y si la m u e r t e p o r vejez p u e d e confundirse con la finitud de nues-
tra elección y, p o r consiguiente, ser vivida como el acorde de reso-
lución de nuestra vida (se nos d a u n a tarea y se nos da tiempo p a r a
c u m p l i r l a ) , la m u e r t e brusca, al contrario, es tal q u e n o se podría
en m o d o a l g u n o esperarla, p u e s es i n d e t e r m i n a d a y n o cabe aguar-
darla, p o r definición, p a r a n i n g u n a f e c h a : c o m p o r t a siempre, en
efecto, la posibilidad d e q u e m u r a m o s por sorpresa antes de la fecha
esperada y, p o r consiguiente, q u e nuestra espera sea, como espera,
u n e n g a ñ o ; o d e q u e sobrevivamos a esa f e c h a y, c o m o n o éramos
sino esa espera, nos sobrevivamos a nosotros mismos. Como, por
o t r a p a r t e , la m u e r t e súbita n o es cualitativamente diferente d e la
otra sino e n la m e d i d a en q u e vivimos la u n a o la o t r a ; y c o m o bio-
lógicamente, o sea desde el p u n t o d e vista del universo, no difieren
en m o d o a l g u n o en c u a n t o a sus causas y a los factores q u e las de-
t e r m i n a n , la i n d e t e r m i n a c i ó n de la u n a rebota, d e hecho, sobre la
o t r a ; esto significa q u e sólo p o r ceguera o m a l a fe se p u e d e esperar
u n a m u e r t e p o r vejez. T e n e m o s , en efecto, todas las eventualidades
del azar p a r a m o r i r antes d e h a b e r c u m p l i d o nuestra tarea o, al
contrario, p a r a sobreviviría. H a y , pues, u n n ú m e r o de eventualida-
des m u y débiles p a r a q u e nuestra m u e r t e se presente, c o m o la de
Sófocles, p o r ejemplo, a la m a n e r a d e u n acorde de resolución. Pero,
si es sólo el azar lo q u e decide sobre el c a r á c t e r d e nuestra m u e r t e y,
por ende, d e nuestra vida, ni a u n la m u e r t e q u e m á s se parezca a
un f i n d e melodía p u e d e ser esperada c o m o t a l : el azar, al decidir,
le quita todo carácter de fin armonioso. U n fin de melodía, en efec-
to, p a r a conferir a ésta su sentido, debe e m a n a r de la melodía mis-
ma. U n a m u e r t e c o m o la de Sófocles se parecerá, pues, a u n acorde
de resolución, p e r o n o lo será, así c o m o el c o n j u n t o de letras for-
m a d o por la caída d e unos cubos se parecerá quizás a u n a p a l a b r a
sin serlo. Así, esa p e r p e t u a aparición del azar en el seno de mis pro-
yectos n o p u e d e ser c a p t a d a c o m o mi posibilidad, sino, al contrario,
c o m o la nihilización de todas mis posibilidades, nihilización q u e no
forma parte ya de mis posibilidades. Así, la m u e r t e n o es mi posibi-
lidad d e n o realizar m á s presencia en el m u n d o , sino una nihilización
siempre posible de mis posibles, que está fuera de mis posibilidades.
Esto, p o r lo demás, p u e d e expresarse d e m o d o algo diferente p a r -
t i e n d o d e la consideración de las significaciones. C o m o sabemos, la
realidad h u m a n a es significante. Esto quiere decir q u e se h a c e a n u n -
ciar lo q u e es p o r aquello que n o es, o, si se prefiere, es por venir
d e sí misma. Así, pues, está p e r p e t u a m e n t e c o m p r o m e t i d a en su
p r o p i o f u t u r o , y esto nos lleva a decir q u e espera convalidación de
ese f u t u r o . E n t a n t o q u e futuro, en efecto, el porvenir es prefigura-
ción d e u n presente que. será: u n o se entrega a las m a n o s d e ese
presente, ú n i c o que, a título d e presente, debe p o d e r convalidar o
invalidar la significación p r e f i g u r a d a q u e soy. C o m o ese presente
será a su vez libre reasunción del p a s a d o a la luz de u n n u e v o f u -
turo, n o podríamos determinarlo, sino sólo pro-yectarlo y esperarlo.
El sentido d e m i c o n d u c t a actual es el severo apostrofe q u e quiero
dirigir a u n a persona q u e m e h a o f e n d i d o gravemente. Pero, ¿ q u é
sé yo si ese apostrofe no se t r a n s f o r m a r á en tímidos balbuceos irri-
tados, y si la significación de m i c o n d u c t a presente nO se t r a n s f o r m a r á
en el pasado? L a libertad limita a la libertad; el p a s a d o t o m a del
presente su sentido. Así, como lo hemos mostrado, se explica la p a -
r a d o j a d e q u e nuestra c o n d u c t a actual sea totalmente translúcida
(cogito prerreflexivo) y a la vez esté totalmente e n m a s c a r a d a por
u n a libre determinación q u e debemos esperar: el adolescente es p e r -
f e c t a m e n t e consciente del sentido místico de sus conductas y a la vez
debe remitirse a su f u t u r o íntegro p a r a decidir si está " p a s a n d o por
u n a crisis d e p u b e r t a d " o si está encaminándose definitivamente ha-
cia la devoción. Así, tiuestra libertad ulterior, e n t a n t o q u e tal, no
es nuestra posibilidad actual sino el f u n d a m e n t o de posibilidades q u e
a ú n n o somos; constituye algo así c o m o u n a opacidad e n plena trans-
lucidez, algo c o m o lo q u e Barres llamaba "el misterio a plena luz".
D e ahí nuestra necesidad d e esperarnos. N u e s t r a vida n o es sino
u n a larga espera: espera d e la realización d e nuestros fines, en pri-
m e r lugar (estar c o m p r o m e t i d o en u n a empresa es esperar su é x i t o ) ;
espera, sobre todo, de nosotros mismos ( a u n si esa empresa se realiza,
a u n si h e sabido h a c e r m e a m a r , obtener tal o cual distinción, tal o
cual favor, q u e d a por d e t e r m i n a r la situación, el sentido y el valor
d e esa empresa m i s m a en m i v i d a ) . Ello n o proviene d e u n defecto
contingente de la " n a t u r a l e z a " h u m a n a , de u n a nerviosidad q u e nos
imp"ide limitarnos al presente y sea capaz d e ser corregida p o r el ejer-
cicio, sino d e la naturaleza m i s m a del paía-sí, q u e "es" en la m e d i d a
en q u e se temporaliza. Así, hemos de considerar nuestra vida como
constituida n o sólo d e esperas, sino de esperas de esperas q u e esperan
esperas a su vez. T a l la estructura m i s m a de la ipseidad: ser sí-
mismo es venir a sí. T o d a s esas esperas c o m p o r t a n , evidentemente,
u n a referencia a u n término último q u e sea esperado sin q u e espere
n a d a a su vez. U n reposo q u e sea ser y n o ya espera d e ser. T o d a
la serie está suspendida d e ese t é r m i n o ú l t i m o q u e jamás es dado,
p o r principio, y q u e es el valor de nuestro ser, es decir, evidente-
mente, u n a plenitud del tipo "en-sí-Dara-sí". Por este último tér-
mino, se efectuaría d e u n a vez p o r todas la reasunción d e nuestro
p a s a d o ; sabríamos para siempre si tal o cual experiencia d e j u v e n t u d
h a sido f r u c t u o s a o nefasta, si tal o cual crisis d e p u b e r t a d era ca-
p r i c h o o real p r e f o r m a c i ó n d e mis comprometimientos ulteriores;
la c u r v a d e nuestra vida q u e d a r í a f i j a d a p a r a siempre. E n u n a
p a l a b r a , se cerraría la c u e n t a . Los cristianos h a n t r a t a d o de d a r a
la m u e r t e algo así c o m o ese t é r m i n o último. El R . P. Boisselot, e n
u n a conversación p r i v a d a q u e sostuvimos, m e d a b a a e n t e n d e r q u e
el " J u i c i o f i n a l " e r a precisamente ese cierre d e la cuenta, p o r el cual
ya n o p u e d e u n o recoger su apuesta y q u e d a p o r fin siendo irreme-
diablemente lo q u e ha sido.
Pero h a y a q u í u n error análogo al q u e señalábamos antes en
Leibniz, a u n q u e situado en el otro e x t r e m o de la existencia. P a r a
Leibniz, somos libres, puesto q u e todos nuestros actos e m a n a n d e
nuestra esencia. P e r o basta q u e nuestra esencia n o haya sido elegida
por nosotros p a r a q u e toda esa libertad d e detalle recubra u n a total
servidumbre: Dios h a elegido la esencia d e A d á n . Inversamente, si
el cierre d e la c u e n t a d a a nuestra vida su sentido y su valor, p o c o
i m p o r t a que todos las actos de q u e está h e c h a la t r a m a d e nuestra
vida h a y a n sido libres: su sentido m i s m o nos escapa si n o elegimos
uosotros mismos el m o m e n t o en q u e la c u e n t a h a de cerrarse. Es lo
q u e sentía el libertino a u t o r d e u n a a n é c d o t a de q u e se h a h e c h o
eco Diderot. D o s h e r m a n o s c o m p a r e c e n a n t e el tribunal divino, el
d í a del juicio. El p r i m e r o dice a Dios: " ¿ P o r q u é m e has h e c h o
m o r i r t a n j o v e n ? " ; y Dios responde: " P a r a salvarte. Si hubieras
vivido más, habrías cometido u n crimen, c o m o tu h e r m a n o . " E n -
tonces el h e r m a n o p r e g u n t a a su vez: " ¿ P o r q u é m e has h e c h o m o -
rir t a n viejo?" Si la m u e r t e n o es libre determinación d e nuestro
ser, n o p u e d e terminar nuestra v i d a : u n m i n u t o de m á s o d e menos,
y acaso t o d o p o d r í a c a m b i a r ; si este m i n u t o es agregado o q u i t a d o
a m i c u e n t a , a u n a d m i t i e n d o q u e yo use libremente d e él, el sentido
d e m i vida m e escapa. L a m u e r t e cristiana proviene d e Dios: él
elige nuestra h o r a ; y, d e m o d o general, sé c l a r a m e n t e que, a u n si
soy yo quien, temporalizándome, h a g o q u e h a y a en general m i n u t o s
y horas, el m i n u t o d e m i m u e r t e n o está f i j a d o por m í : las secuencias
del universo lo deciden.
S i e n d o así, n o podemos decir ya ni siquiera q u e la m u e r t e con-
fiere a la v i d a u n sentido desde a f u e r a : u n sentido n o p u e d e p r o v e -
n i r sino d e la subjetividad misma. Puesto q u e la m u e r t e n o a p a r e c e
sobre el f u n d a m e n t o d e nuestra libertad, n o p u e d e sino quitar a la
vida toda significación. Si soy espera d e esperas d e espera y si, d e
golpe, el o b j e t o d e m i espera ú l t i m a y el m i s m o q u e espera son su-
primidos, la espera recibe retrospectivamente c a r á c t e r d e absurdo.
T r e i n t a años h a vivido este joven en espera de ser u n gran escritor;
p e r o esta espera m i s m a n o se b a s t a b a : sería obstinación vanidosa e
insensata, o comprensión p r o f u n d a d e su valor, según los libros q u e
escribiera. Su p r i m e r libro h a aparecido, p e r o ¿ q u é significa p o r sí
solo? Es u n libro d e principiante. A d m i t a m o s q u e sea b u e n o : sólo
cobra sentido p o r el porvenir. Si es único, es a la vez inauguración
y testamento: el a u t o r n o h a b í a de escribir sino ese libro, está limi-
t a d o y ceñido p o r su o b r a : n o será " u n gran escritor". Si la novela
ocupa u n lugar d e n t r o d e u n a serie mediocre, es u n " a c c i d e n t e " ; si
es seguida p o r libros mejores, p u e d e u b i c a r a su a u t o r en p r i m e r a
categoría. Pero he a q u í j u s t a m e n t e q u e la m u e r t e sorprende al es-
critor en el m o m e n t o mismo en q u e se e x a m i n a ansiosamente p a r a
saber "si t e n d r á p a s t a " p a r a escribir otra obra, en el m o m e n t o en
q u e se está esperando. Ello basta p a r a q u e t o d o caiga en lo inde-
t e r m i n a d o : n o p u e d o decir q u e el escritor m u e r t o sea el a u t o r d e
un solo libro (en el sentido d e q u e n o tuviera sino u n libro q u e es-
cribir), ni t a m p o c o q u e h a escrito varios (puesto que, d e hecho, h a
a p a r e c i d o u n o solo). N o p u e d o decir n a d a : supongamos a Balzac
m u e r t o antes d e Les Chouans; q u e d a r í a c o m o el a u t o r de a l g u n a s
abominables novelas d e aventuras. Pero, p o r lo mismo, la p r o p i a
espera q u e ese joven fue, esa espera d e ser u n gran hombre, p i e r d e
toda especie d e significación; n o es n i e n c a n d i l a m i e n t o tozudo y
vanidoso, n i v e r d a d e r o sentido d e su p r o p i o valor, puesto q u e n a d a
j a m á s decidirá acerca d e ello. D e n a d a serviría, en efecto, t r a t a r d e
decirlo considerando los sacrificios q u e h a o f r e n d a d o a su arte, la
vida oscura y r u d a q u e h a consentido en llevar: m u c h o s mediocres
h a n t e n i d o la fuerza d e c u m p l i r sacrificios semejantes. El valor final
d e esas conductas q u e d a definitivamente e n suspenso; o, si se p r e -
fiere, el c o n j u n t o — c o n d u c t a s particulares, esperas, valores— cae d e
p r o n t o en lo absurdo. Así la m u e r t e n o es n u n c a lo q u e d a a la vida
su sentido: es, al contrario, lo q u e le q u i t a p o r principio t o d a sig-
nificación. Si hemos d e morir, nuestra vida carece d e sentido, p o r -
q u e sus problemas n o reciben n i n g u n a solución y p o r q u e la signi-
ficación misma d e los problemas p e r m a n e c e indeterminada.
V a n o sería recurrir al suicidio p a r a escapar a esta necesidad. E l
suicidio n o p u e d e considerarse c o m o u n fin d e vida del cual yo sea
el p r o p i o f u n d a m e n t o . Siendo a c t o de m i vida, en efecto, requiere
u n a significación q u e sólo el porvenir p u e d e conferirle; pero, c o m o
es el último a c t o d e m i vida, se deniega a- sí m i s m o ese porvenir, y
p e r m a n e c e así t o t a l m e n t e indeterminado. E n efecto, si salvo la vida
o "fallo", ¿ n o se juzgará m á s t a r d e m i suicidio c o m o u n a cobardía?
¿ N o p o d r á m o s t r a r m e el acontecimiento q u e e r a n posibles otras so-
luciones? Pero, c o m o estas soluciones n o p u e d e n ser sino mis propios
proyectos, sólo p u e d e n a p a r e c e r si sigo viviendo. El suicidio es u n a
a b s u r d i d a d q u e hace n a u f r a g a r m i vida en lo absurdo.
Estas observaciones, c o m o se n o t a r á , n o resultan de la conside-
ración d e la m u e r t e sino, al contrario, d e la consideración de la v i d a :
precisamente p o r q u e el para-sí es el ser p a r a el cual en su ser es
cuestión de su ser, p o r q u e es el ser q u e reclama siempre u n después,
n o hay lugar a l g u n o p a r a la m u e r t e en el ser q u e él es para-sí. ¿ Q u é
podría significar, entonces, u n a espera d e la m u e r t e , sino la espera
d e u n acaecimiento i n d e t e r m i n a d o q u e reducirá toda espera a lo ab-
surdo, incluida la d e la m u e r t e ? L a espera d e la m u e r t e se destrui-
ría a sí misma, p u e s sería negación d e toda espera. M i pro-yecto
h a c i a una m u e r t e es comprensible (suicidio, martirio, h e r o í s m o ) ,
p e r o n o el proyecto hacia mi m u e r t e c o m o posibilidad i n d e t e r m i n a -
d a de n o realizar m á s presencia en el m u n d o , p u e s tal proyecto sería
destrucción de todos los proyectos. Así, la m u e r t e n o p u e d e ser m i
posibilidad p r o p i a ; ni siquiera p u e d e ser u n a de mis posibilidades.
P o r otra parte, la m u e r t e , e n t a n t o q u e p u e d e revelárseme, n o
es sólo la nihilización siempre posible d e mis posibles —nihilización
f u e r a d e mis posibilidades—; n o es sólo el proyecto q u e destruye
todos los proyectos y q u e se destruye a sí mismo, la imposible des-
trucción d e mis esperas: es, además, el t r i u n f o del p u n t o d e vista del
p r ó j i m o sobre e l - p u n t o d e vista que soy sobre m í mismo. Es, sin
d u d a , lo q u e quiere decir M a l r a u x c u a n d o escribe, e n L'Espoir, q u e
la m u e r t e " t r a n s f o r m a la v i d a en destino". L a m u e r t e , e n efecto,
sólo p o r su faz negativa es nihilización d e mis posibilidades: en efec-
to, c o m o n o soy mis posibilidades sino p o r nihilización del ser-en-sí
q u e tengo-de-ser, la m u e r t e c o m o nihilización d e u n a nihilización
es posición d e m i ser c o m o en-sí, en el sentido en que, p a r a Hegel,
la negación d e u n a negación es afirmación. M i e n t r a s el para-sí está
" e n vida", trasciende su p a s a d o hacia su porvenir y el p a s a d o es
lo q u e el para-sí tiene-de-ser. C u a n d o el para-sí "cesa d e vivir", ese
pasado n o q u e d a abolido: la desaparición del ser nihilizador n o lo
toca en su ser, q u e es del tipo del en-sí: se abisma en el en-sí. M i
vida entera es; esto n o significa q u e sea u n a totalidad armoniosa,
u n o q u e h a c e s a d o d e ser su p r o p i o a p l a z a m i e n t o y q u e n o p u e d e
y.i c a m b i a r s e p o r l a simple c o n c i e n c i a q u e d e sí m i s m a tiene. Al c o n -
n.irio, el s e n t i d o d e u n f e n ó m e n o c u a l q u i e r a d e esa v i d a q u e d a f i -
lado e n a d e l a n t e , n o p o r él m i s m o , sino p o r esa t o t a l i d a d a b i e r t a
q u e es l a v i d a d e t e n i d a . E s t e sentido, c o m o h e m o s visto, es, a t í t u l o
I ii i m a r i o y f u n d a m e n t a l , ausencia de sentido. Pero, a título secun-
d a r i o y d e r i v a d o , m i l tornasoles, m i l irisaciones d e sentidos relativos
p u e d e n j u g a r sobre esa a b s u r d i d a d f u n d a m e n t a l d e u n a v i d a " i n u e r -
i.i". P o r e j e m p l o , c u a l q u i e r e q u e h a y a sido l a i n a n i d a d ú l t i m a , sigue
<-ii pie q u e Ja v i d a d e Sófocles h a sido feliz, o la d e B a l z a c p r o d i -
giosamente laboriosa, etc. N a t u r a l m e n t e , estas calificaciones gene-
tales p u e d e n ceñirse m e j o r ; p o d e m o s a r r i e s g a r u n a descripción, u n
análisis, a l m i s m o t i e m p o q u e u n a n a r r a c i ó n d e esa v i d a . O b t e n -
d r í a m o s así c a r a c t e r e s m á s distintos; p o r e j e m p l o , p o d r e m o s d e c i r
de tal o c u a l m u e r t o , c o m o M a u r i a c d e u n a d e sus h e r o í n a s , q u e
lia v i v i d o c o m o u n a " d e s e s p e r a d a p r u d e n t e " ; p o d r í a m o s c a p t a r el
sentido del " a l m a " d e Pascal (es decir, d e su " v i d a " i n t e r i o r ) c o m o
" s u n t u o s o y a m a r g o " , s e g ú n escribía Nietzsche. P o d e m o s llegar a
calificar u n episodio d e " c o b a r d í a " o d e " f a l t a d e d e l i c a d e z a " , sin
p e r d e r d e vista, e m p e r o , q u e sólo la d e t e n c i ó n c o n t i n g e n t e d e ese
" s e r - e n - p e r p e t u o - a p l a z a m i e n t o " q u e es el p a r a - s í vivo p e r m i t e , sobre
el f u n d a m e n t o d e u n a a b s u r d i d a d r a d i c a l c o n f e r i r el s e n t i d o relativo
al episodio c o n s i d e r a d o , y q u e este s e n t i d o es u n a significación esen-
cialmente provisional, c u y a p r o v i s í o n a l i d a d ha pasado accidentalmen-
te a lo definitivo. P e r o estas diversas explicaciones d e l s e n t i d o d e la
v i d a d e P e d r o t e n í a n p o r efecto, c u a n d o P e d r o m i s m o las o p e r a b a
sobre su p r o p i a v i d a , c a m b i a r la significación y l a o r i e n t a c i ó n d e
ésta, p u e s t o d a descripción d e l a p r o p i a v i d a , c u a n d o i n t e n t a d a p o r
el para-sí, es p r o y e c t o d e sí a l l e n d e esa v i d a y, c o m o el p r o y e c t o
a l t e r a d o r está al m i s m o tiempo a g l o m e r a d o a l a v i d a a la q u e a l t e r a ,
la p r o p i a v i d a d e P e d r o m e t a m o r f o s e a b a su s e n t i d o t e m p o r a l i z á n d o s e
c o n t i n u a m e n t e . P e r o , a h o r a q u e s u v i d a está m u e r t a , sólo la memo-
ria del Otro p u e d e i m p e d i r q u e se c o n t r a i g a 1 a su p l e n i t u d d e en-sí,
c o r t a n d o todas sus a m a r r a s c o n el presente. L a c a r a c t e r í s t i c a d e
u n a v i d a m u e r t a es ser u n a v i d a d e q u e se h a c e c u s t o d i o el O t r o .
E s t o n o significa s i m p l e m e n t e q u e el O t r o r e t e n g a l a v i d a d e l " d e s -
a p a r e c i d o " e f e c t u a n d o d e ella u n a reconstitución explíeita y cognos-

1
Se recroqueville: "se contraiga arrugándose hacia el centro (como un
papel que se quema)". (N. del T.)
citiva. Al contrario, tal reconstitución no es sino u n a d e las actitude»
posibles del otro con respecto a la vida m u e r t a , y, p o r ende, el ca-
rácter de "vida reconstituida" (en el m e d i o familiar, p o r el recuerdo
de los allegados, o en el m e d i o histórico) es u n destino particular
q u e señala ciertas vidas con exclusión d e otras. Resulta necesaria*
m e n t e d e ello q u e la cualidad opuesta, " v i d a caída en el olvido",
representa t a m b i é n u n destino específico y descriptible q u e adviene
a ciertas vidas a p a r t i r del otro. Ser olvidado es ser o b j e t o d e u n a
actitud del otro y de u n a decisión implícita del Prójimo. Ser olvi-
d a d o es, d e hecho, ser a p r e h e n d i d o resueltamente y p a r a siempre
c o m o elemento f u n d i d o en u n a m a s a (los "señores feudales del siglo
x m " , los "burgueses whigs" del x v m , los "funcionarios soviéticor"
e t c . ) ; n o es en m o d o a l g u n o aniquilarse, sino p e r d e r la existencia
personal p a r a ser constituido con otros en existencia colectiva. Esto
nos m u e s t r a a las claras lo q u e deseábamos p r o b a r : q u e el o t r o n o
p u e d e estar primero sin contacto con los m u e r t o s p a r a después de-
cidir (o p a r a q u e las circunstancias decidan) q u e t e n d r á tal o cual
relación con ciertos m u e r t o s particulares (los q u e h a conocido en
vida, los " g r a n d e s muertos", e t c . ) . E n realidad, la relación c o n los
m u e r t o s — c o n todos los m u e r t o s — es u n a estructura esencial d e la
relación f u n d a m e n t a l q u e hemos d e n o m i n a d o "ser-para-otro". E n
su surgimiento al ser, el para-sí d e b e t o m a r posición con respecto a
los m u e r t o s ; su proyecto inicial los organiza en vastas masas anóni-
mas o en individualidades distintas, y d e t e r m i n a el a l e j a m i e n t o o la
p r o x i m i d a d absoluta t a n t o d e esas individualidades c o m o d e aque-
llas masas colectivas; despliega, temporalizándose, distancias tempo-
rales e n t r e ellas y él, así c o m o despliega las distancias espaciales p a r -
t i e n d o de sus entornos; al hacerse a n u n c i a r p o r su p r o p i o f i n lo q u e
él es, decide sobre la importancia p r o p i a d e las colectividades o de
las individualidades desaparecidas: tal o cual grupo, q u e será estric-
t a m e n t e a n ó n i m o y a m o r f o p a r a Pedro, será específico y estructu-
r a d o p a r a m í ; tal otro, p u r a m e n t e u n i f o r m e p a r a mí, d e j a r á a p a r e -
cer p a r a J u a n algunos de sus componentes individuales. Bizancio,
R o m a , Atenas, la segunda C r u z a d a , la Convención, otras t a n t a s in-
mensas necrópolis q u e p u e d o ver de lejos o d e cerca, es u n a visión
negligente o detallada, según la posición q u e tomo, la posición q u e
"soy"; hasta tal p u n t o , q u e n o es imposible — p o r p o c o q u e se lo
e n t i e n d a c o m o es debido— definir a u n a " p e r s o n a " p o r sus muertos,
es decir, p o r los sectores d e individualización o d e colectivización q u e
h a d e t e r m i n a d o en la necrópolis, p o r las rutas y senderos q u e h a tra-
.ido, por las enseñanzas q u e h a decidido hacerse dar, p o r las " r a í -
.i s" q u e en ella h a h u n d i d o . C i e r t a m e n t e , los m u e r t o s nos eligen;
pero es menester antes q u e los h a y a m o s elegido. E n c o n t r a m o s n u e -
vamente aquí la relación originaria q u e u n e facticidad y l i b e r t a d ;
< legimos nuestra a c t i t u d hacia los muertos, p e r o es imposible q u e
no elijamos u n a . L a indiferencia p a r a con los m u e r t o s es u n a acti-
tud p e r f e c t a m e n t e posible (se e n c o n t r a r í a n ejemplos e n t r e los "hei-
matlos", e n t r e ciertos revolucionarios o e n t r e i n d i v i d u a l i s t a s ) ; p e r o
< sta indiferencia — q u e consiste e n h a c e r " r e - m o r i r " los m u e r t o s —
es u n a c o n d u c t a e n t r e otras con relación a ellos. Así, p o r su facti-
cidad misma, el para-sí está a r r o j a d o a u n a e n t e r a "responsabilidad"
para con los m u e r t o s : está obligado a decidir libremente la suerte
d e ellos. E n particular, cuando" se t r a t a d e los m u e r t o s q u e nos ro-
dean, n o es posible q u e n o decidamos —explícita o i m p l í c i t a m e n t e —
sobre la suerte d e sus empresas; esto es manifiesto c u a n d o se t r a t a
del h i j o q u e reasume la empresa d e su p a d r e o del discípulo q u e
reasume la escuela y las doctrinas d e su maestro. Pero, a u n q u e el
nexo sea menos c l a r a m e n t e visible e n b u e n n ú m e r o d e circunstan-
cias, existe igualmente e n todos los casos en q u e el m u e r t o y el vivo
considerados pertenecen a la m i s m a colectividad histórica y concreta.
Yo, los h o m b r e s en general, decidimos sobre el sentido d e los esfuer-
zos y las empresas d e la generación anterior, sea q u e r e a s u m a m o s y
continuemos sus tentativas sociales y políticas, sea q u e realicemos
d e c i d i d a m e n t e u n a escisión y releguemos a los m u e r t o s a la inefi-
ciencia. C o m o hemos visto, los Estados U n i d o s d e 1917 deciden
sobre el valor y el sentido d e las empresas d e L a Fayette. Así, desde
este p u n t o d e vista, a p a r e c e c l a r a m e n t e la diferencia e n t r e la vida
y la m u e r t e : la vida decide acerca d e su p r o p i o sentido, p o r q u e está
siempre en a p l a z a m i e n t o y posee, p o r esencia, u n p o d e r d e autocrítica
y autometamorfosis q u e la h a c e definirse c o m o u n " a ú n n o " , o ser,
si se prefiere, c o m o c a m b i o d e lo q u e ella m i s m a es. L a v i d a m u e r t a
t a m p o c o cesa d e c a m b i a r , p e r o n o se hace, sino q u e es hecha. Esto
significa que, p a r a ella, el d a d o está e c h a d o y p a d e c e r á e n a d e l a n t e
sus cambios sin ser en m o d o a l g u n o responsable. N o se t r a t a sólo
d e u n a totalización a r b i t r a r i a y definitiva; se t r a t a , además, d e u n a
transformación r a d i c a l : ya n a d a p u e d e advenirle desde el interior;
está e n t e r a m e n t e c e r r a d a , y n a d a p u e d e hacerse e n t r a r y a ; p e r o su
sentido n o d e j a d e ser m o d i f i c a d o desde a f u e r a . H a s t a la m u e r t e
d e aquel apóstol d e la paz, el sentido d e sus empresas (locura o
p r o f u n d o sentido d e lo real, éxito o fracaso) estaba entre sus m a n o s ;
" m i e n t r a s yo ésté ahí, n o h a b r á g u e r r a " . Pero, en la m e d i d a en que
ese sentido trasciende los límites d e u n a simple individualidad, en
la m e d i d a en q u e la persona se h a c e a n u n c i a r lo q u e ella es por
u n a situación objetiva de-realizar (la p a z en E u r o p a ) , la m u e r t e re-
presenta u n a total desposesión: el O t r o desposee al apóstol de la
paz del sentido m i s m o d e sus esfuerzos y, p o r lo tanto, d e su ser,
encargándose, pese a sí mismo y p o r su p r o p i o surgimiento, de trans-
f o r m a r en f r a c a s o o en éxito, en locura o en genial intuición, la
empresa m i s m a p o r la cual la persona se h a c í a a n u n c i a r y q u e ella
era e n su ser. Así, la sola existencia d e la muerte nos aliena íntegros,
en nuestra p r o p i a vida, en f a v o r del otro. Estar m u e r t o es ser presa
d e los vivos. Esto significa, pues* q u e el q u e i n t e n t a c a p t a r el sentido
d e su m u e r t e f u t u r a d e b e descubrirse c o m o f u t u r a presa d e los otros.
H a y , pues, u n caso de alienación q u e n o hemos consideardo en la
sección d e esta o b r a d e d i c a d a al P a r a - O t r o : las alienaciones q u e
h a b í a m o s estudiado, en efecto, e r a n las q u e podemos nihilizar trans-
f o r m a n d o al o t r o e n transcendencia-transcendida, así c o m o podemos
nihilizar nuestro afuera p o r la posición absoluta y subjetiva de nues-
tra l i b e r t a d ; en t a n t o q u e vivo, p u e d o escapar a lo q u e soy p a r a el
otro h a c i é n d o m e revelar, p o r mis fines libremente puestos, q u e n o
soy n a d a y q u e m e h a g o ser lo q u e soy; mientras vivo, p u e d o des-
m e n t i r lo q u e . el o t r o descubre d e mí, p r o y e c t á n d o m e ya hacia otros
fines; y, en t o d o caso, descubriendo q u e m i dimensión d e ser-para-mí
es i n c o n m e n s u r a b l e con m i dimensión d e ser-para-el-otro. Así, escapo
sin cesar a m i a f u e r a y soy sin cesar recobrado p o r él, sin que, " e n
tal d u d o s a l u c h a " , la victoria definitiva pertenezca a u n o u otro de
esos m o d o s d e ser. P e r o el hecho de la muerte, sin aliarse precisa-
m e n t e c o n n i n g u n o d e los dos adversarios en esa m i s m a lucha, d a
la victoria final al p u n t o d e vista del O t r o , t r a n s p o r t a n d o la lucha
y la p r e n d a d e ella a o t r o terreno, es decir, suprimiendo de súbito
a u n o d e los luchadores. E n este sentido, m o r i r es ser condenado,
cualquiera q u e f u e r e la victoria e f í m e r a q u e se h a y a a l c a n z a d o sobre
el O t r o , y a u n si u n o se h a servido del O t r o p a r a "esculpir la p r o p i a
estatua", a n o existir ya sino p o r el O t r o y a recibir de él su sen-
tido y el sentido mismo de su victoria. E n efecto, si se c o m p a r t e n
las concepciones realistas q u e hemos expuesto en nuestra tercera
p a r t e , h a d e reconocerse q u e m i existencia postuma n o es la simple
supervivencia espectral " e n l a conciencia del otro" d e simples re-
presentaciones (imágenes, recuerdos, etc.) q u e m e conciernan. M i
ser-para-otro es u n ser real y, si q u e d a e n t r e las m a n o s del p r ó j i m o
como u n m a n t o q u e le a b a n d o n o después d e m i d e s a p a r i c i ó n , q u e d a
.< título d e d i m e n s i ó n real d e m i ser — d i m e n s i ó n c o n v e r t i d a e n m i
d i m e n s i ó n única-— y n o d e e s p e c t r o inconsistente. R i c h e l i e u , L u i s
X V , m i a b u e l o , n o son e n m o d o a l g u n o l a s u m a d e m i s r e c u e r d o s ,
ni a u n la s u m a d e los r e c u e r d o s y c o n o c i m i e n t o s d e t o d o s c u a n t o s
lian o í d o h a b l a r d e ellos: son seres objetivos y opacos, r e d u c i d o s
s i m p l e m e n t e a la sola d i m e n s i ó n d e e x t e r i o r i d a d . C o n t a l c a r á c t e r ,
proseguirán su r e s p e c t i v a historia e n el m u n d o h u m a n o , p e r o n o se-
rán j a m á s sino t r a s c e n d e n c i a s - t r a s c e n d i d a s e n m e d i o d e l m u n d o ;
así, l a m u e r t e n o s o l a m e n t e d e s a r m a m i s esperas s u p r i m i e n d o d e f i n i -
t i v a m e n t e la espera y d e j a n d o e n lo i n d e t e r m i n a d o l a realización d e
los fines q u e m e a n u n c i a n lo q u e soy; sino q u e t a m b i é n c o n f i e r e u n
sentido desde a f u e r a a todo c u a n t o vivo en subjetividad; reasume
t o d a esa s u b j e t i v i d a d q u e , m i e n t r a s " v i v í a " , se d e f e n d í a c o n t r a la
exteriorización, y la p r i v a d e t o d o s e n t i d o s u b j e t i v o p a r a e n t r e g a r l a
a c u a l q u i e r significación objetiva q u e al o t r o le p l a z c a d a r l e . C o n -
viene, e m p e r o , a d v e r t i r q u e ese " d e s t i n o " así c o n f e r i d o a mi vida
q u e d a t a m b i é n e n suspenso, e n a p l a z a m i e n t o , p u e s l a r e s p u e s t a a la
p r e g u n t a : " ¿ C u á l será, e n d e f i n i t i v a , el d e s t i n o h i s t ó r i c o d e R o b e s -
p i e r r e ? " d e p e n d e d e l a respuesta a esta p r e g u n t a p r e v i a : " ¿ T i e n e
u n s e n t i d o l a h i s t o r i a ? " ; es d e c i r : " ¿ l a h i s t o r i a d e b e c o n c l u i r o so-
l a m e n t e terminarse?" E s t a cuestión n o está resuelta, y q u i z á sea
insoluble, p u e s t o d a s las respuestas q u e se d a n ( i n c l u i d a la r e s p u e s t a
del i d e a l i s m o : " l a historia d e E g i p t o es l a historia d e la e g i p t o l o g í a " )
son a su vez históricas.
Así, a d m i t i e n d o q u e m i m u e r t e p u e d a descubrirse e n m i v i d a ,
vemos q u e n o p o d r í a ser u n a p u r a d e t e n c i ó n d e m i s u b j e t i v i d a d , d e -
tención q u e , s i e n d o a c a e c i m i e n t o i n t e r i o r d e esa s u b j e t i v i d a d , c o n c e r -
niría f i n a l m e n t e sólo a ésta. Si es v e r d a d q u e el r e a l i s m o d o g m á t i c o
y e r r a al ver e n l a m u e r t e el estado de muerte, o sea a l g o t r a s c e n -
d e n t e a la v i d a , ello n o q u i t a q u e l a m u e r t e , t a l c u a l p u e d o d e s c u -
b r i r l a c o m o mía, c o m p r o m e t e n e c e s a r i a m e n t e a o t r o q u e yo. E n
efecto, e n t a n t o q u e es nihilización s i e m p r e posible d e m i s posibles,
está f u e r a d e m i s posibilidades, y yo n o p o d r í a , p o r consiguiente,
esperarla, o sea a r r o j a r m e h a c i a ella c o m o h a c i a u n a d e m i s posibi-
lidades. N o p u e d e , pues, p e r t e n e c e r a la e s t r u c t u r a o n t o l ó g i c a del
para-si. E n t a n t o q u e es el t r i u n f o del o t r o sobre m í , r e m i t e a u n
hecho, c i e r t a m e n t e f u n d a m e n t a l p e r o t o t a l m e n t e c o n t i n g e n t e , c o m o
h e m o s visto, q u e es l a existencia del otro. N o c o n o c e r í a m o s esta
m u e r t e si el o t r o n o existiera; n o p o d r í a n i descubrírsenos ni, sobre
todo, constituirse c o m o la metamorfosis d e nuestro ser en destino;
seria/ e n efecto, la desaparición simultánea del para-si y del m u n d o ,
d e l o subjetivo y d e lo objetivo, del significante y d e todas las signi-
ficaciones. Si la m u e r t e , en cierta m e d i d a , p u e d e revelársenos c o m o
la metamorfosis d e estas significaciones particulares q u e son mis sig-
nificaciones, ello o c u r r e a consecuencia del h e c h o d e la existencia
d e o t r o significante q u e asegura el relevo d e las significaciones y loj
signos. A causa del otro m i m u e r t e es m i caída f u e r a del m u n d o ,
a título d e subjetividad, e n vez d e ser la aniquilación d e la concien-
cia y del m u n d o . H a y , pues, u n innegable y f u n d a m e n t a l carácter
d e hecho, es decir, u n a contingencia radical, e n l a m u e r t e c o m o en
la existencia del p r ó j i m o . Esta contingencia la sustrae d e a n t e m a n o
a todas las c o n j e t u r a s ontológicas. Y m e d i t a r sobre m i vida consi-
d e r á n d o l a a p a r t i r d e la m u e r t e sería m e d i t a r sobre m i subjetividad
t o m a n d o sobre ella el p u n t o d e vista del otro, lo que, c o m o hemos
visto, n o es posible.
Así, debemos concluir, c o n t r a Heidegger, q u e la m u e r t e , lejos
d e ser m i posibilidad p r o p i a , es u n hecho contingente que, en t a n t o
q u e tal, m e escapa p o r p r i n c i p i o y p e r t e n e c e originariamente a m i
facticidad. N o p u e d o n i descubrir m i m u e r t e , ni esperarla, n i a d o p -
t a r u n a a c t i t u d h a c i a ella, pues m i m u e r t e es lo q u e se revela c o m c
lo indescubrible, lo q u e d e s a r m a todas las esperas, lo q u e se desliza
e n todas las actitudes, y p a r t i c u l a r m e n t e en las q u e se a d o p t a r a n
p a r a con ella, p a r a transformarlas e n conductas exteriorizadas y fi-
jadas, cuyo sentido está c o n f i a d o p a r a siempre a otros q u e nosotros.
L a m u e r t e es u n p u r o hecho, c o m o el n a c i m i e n t o ; nos viene desde
a f u e r a y nos t r a n s f o r m a e n a f u e r a . E n el f o n d o , n o se distingue en
m o d o a l g u n o del nacimiento, y a esta i d e n t i d a d del n a c i m i e n t o y la
m u e r t e d e n o m i n a m o s facticidad.
¿Significa ello q u e la m u e r t e traza los límites d e nuestra liber-
t a d ? Al r e n u n c i a r al ser-para-la.-muerte, d e Heidegger, ¿ h e m o s re-
n u n c i a d o p a r a siempre a la posibilidad d e d a r libremente a nuestro
ser u n a significación d e q u e seamos responsables?
M u y p o r el contrario, nos parece q u e la m u e r t e , al descubrírse-
nos t a l cual es, nos libera e n t e r a m e n t e d e su p r e t e n d i d a coerción.
Esto a p a r e c e r á m á s claro, a p o c o q u e reflexionemos.
P e r o a n t e t o d o conviene s e p a r a r r a d i c a l m e n t e las dos ideas, or-
d i n a r i a m e n t e unidas, d e m u e r t e y f i n i t u d . Parece creerse, p o r lo
c o m ú n , q u e la m u e r t e constituye y nos revela nuestra f i n i t u d . D e
esta c o n t a m i n a c i ó n resulta q u e la m u e r t e t o m a aspecto de necesidad
mitológica y q u e la finitud, al contrario, t o m a en p r é s t a m o a la
muerte su carácter d e contingencia. Heidegger, e n particular, parece
haber construido t o d a su teoría del Sein-zum-tode sobre la iden-
tificación rigurosa d e m u e r t e y f i n i t u d ; d e la m i s m a m a n e r a , M a l -
laux, c u a n d o nos dice q u e la m u e r t e nos revela la u n i c i d a d d e la
\ ida, p a r e c e considerar q u e precisamente p o r q u e m o r i m o s somos im-
potentes p a r a recoger nuestra apuesta y, p o r ende, finitos. Pero,
< onsiderando las cosas u n p o c o m á s de cerca, se advierte el e r r o r :
la m u e r t e es u n h e c h o contingente q u e pertenece a la f a c t i c i d a d ; la
finitud es u n a estructura ontológica del para-sí q u e d e t e r m i n a a
la libertad y n o existe sino en y p o r el libre proyecto del fin q u e
me a n u n c i a lo q u e soy. E n otros términos, la realidad h u m a n a
seguiría siendo finita a u n q u e f u e r a inmortal, p o r q u e se hace finita
al elegirse h u m a n a . Ser finito, en efecto, es elegirse, es decir, h a -
cerse a n u n c i a r lo q u e se es proyectándose h a c i a u n posible con ex-
clusión d e otros. El acto m i s m o de libertad es, pues, asunción y
creación d e la finitud. Si m e hago, m e h a g o finito y, p o r este hecho,
mi vida es única. Siendo así, a u n c u a n d o fuese inmortal, m e sería
igualmente v e d a d o "recoger m i a p u e s t a " : la irreversibilidad d e la
temporalidad m e lo prohibe, y esa irreversibilidad n o es sino el ca-
rácter p r o p i o d e u n a libertad q u e se temporaliza. Ciertamente, si
soy inmortal y h e d e b i d o descartar el posible B p a r a realizar el po-
sible A, volverá a presentárseme la ocasión d e realizar el posible
descartado. Pero, p o r el solo h e c h o de q u e esta ocasión se presentará
después d e la ocasión rehusada, n o será la m i s m a y, entonces, m e
habré hecho finito p a r a la eternidad al descartar irremediablemente
la p r i m e r a ocasión. Desde este p u n t o d e vista, t a n t o el inmortal
c o m o el m o r t a l n a c e múltiple y se h a c e u n o . N o p o r ser temporal-
mente indefinida, o sea sin límites, la " v i d a " del i n m o r t a l será menos
finita en su ser mismo, p o r q u e se h a c e única. L a m u e r t e n a d a tiene
q u e v e r ; sobreviene " e n t r e t a n t o " , y la realidad h u m a n a , al revelarse
su p r o p i a finitud, n o descubre con ella su m o r t a l i d a d .

Así, la m u e r t e n o es en m o d o a l g u n o u n a estructura ontológica


d e m i ser, p o r lo menos en t a n t o q u e éste es para-sí; sólo el otro es
m o r t a l e n su ser. N o h a y n i n g ú n sitio p a r a la m u e r t e en el ser-para-
sí; n o p u e d e ni esperarla, ni realizarla, n i proyectarse h a c i a ella; la
m u e r t e n o es en m o d o a l g u n o el f u n d a m e n t o d e su finitud y, de
m o d o general, n o p u e d e n i ser f u n d a d a desde a d e n t r o c o m o pro-
yecto d e la libertad original n i ser recibida d e a f u e r a c o m o u n a cua-
lidad p o r el para-sí. Entonces, ¿ q u é es? N a d a m á s q u e cierto as-
pecto de la faetícidad y del ser p a r a otro, es decir, n a d a m á s que
algo dado. Es a b s u r d o q u e h a y a m o s nacido, es a b s u r d o q u e m u r a -
mos; por o t r a parte, esta a b s u r d i d a d se presenta c o m o la alienación
p e r m a n e n t e d e m i ser-posibilidad q u e n o es m á s mi posibilidad, sino
la del otro. Es, pues, u n límite externo y d e h e c h o d e m i subjetivi-
d a d . Pero, ¿ n o reconocemos a q u í la descripción q u e hemos intentado
en el p a r á g r a f o precedente? Este límite de h e c h o q u e debemos ase-
verar, en cierto sentido, puesto q u e n a d a nos p e n e t r a desde a f u e r a
y es menester que, en cierto sentido, experimentemos la m u e r t e si
hemos d e p o d e r siquiera n o m b r a r l a , p e r o que, p o r otra parte, jamás
es encontrado por el para-sí, puesto q u e n o es n a d a p r o p i o de éste,
sino sólo la p e r m a n e n c i a indefinida de su ser-para-el-otro, ¿ q u e es
sino, precisamente, u n o de los irrealizables? ¿ Q u é es, sino u n aspecto
sintético de nuestros anversos? Mortal representa el ser presente q u e
soy p a r a - o t r o ; muerto representa el sentido f u t u r o de m i para-sí ac-
t u a l p a r a el otro. Se trata, pues, d e u n límite p e r m a n e n t e d e mis
proyectos y, c o m o tal, es u n límite de-asumir. Es, pues, u n a exte-
rioridad q u e p e r m a n e c e exterioridad hasta en y por la tentativa del
para-sí de realizarla: es lo q u e hemos d e f i n i d o antes c o m o el irreali-
zable de-realizar. N o h a y diferencia d e f o n d o entre la elección por
la cual la libertad asume su m u e r t e c o m o límite incaptable e incon-
cebible d e su subjetividad, y la-¿lección p o r la cual elige ser libertad
limitada p o r el h e c h o de la libertad del otro. Así, la m u e r t e n o es
mi posibilidad, en el sentido precedentemente definido; es situación-
límite, c o m o anverso elegido y huidizo de m i elección. T a m p o c o
es mi posible, en el sentido de q u e f u e r a m i fin propio, el cual m e
a n u n c i a r í a mi ser; sino que, p o r el h e c h o de ser ineluctable necesidad
d e existir en otra p a r t e c o m o u n a f u e r a y u n en-sí, es interiorizada
c o m o " ú l t i m a " , es decir, c o m o sentido t e m á t i c o y f u e r a de alcance
d e los posibles jerarquizados. Así, ella m e infesta en el meollo mismo
de c a d a u n o d e mis proyectos, c o m o reverso ineluctable de éstos.
Pero, precisamente c o m o ese "reverso" n o es de-asumir c o m o mi
posibilidad sino c o m o la posibilidad de q u e n o h a y a p a r a m í m á s
posibilidades, la m u e r t e n o me lesiona. L a libertad q u e es mi libertad
p e r m a n e c e total e infinita; n o q u e la m u e r t e no la limite, sino que
la libertad n o e n c u e n t r a j a m á s ese límite; la m u e r t e n o es en m o d o
a l g u n o obstáculo p a r a mis proyectos: es sólo u n destino de estos
proyectos en otra parte. N o soy "libre p a r a la m u e r t e " , sino q u e
soy u n libre mortal. Al escapar la m u e r t e a mis proyectos p o r ser
irrealizable, escapo yo mismo a la m u e r t e en mi propio proyecto.
Siendo lo q u e está siempre allende m i subjetividad, e n m i subjetivi-
d a d n o h a y sitio a l g u n o p a r a ella. Y esta subjetividad n o se a f i r m a
contra la m u e r t e , sino i n d e p e n d i e n t e m e n t e d e ella, a u n q u e esta afir-
m a c i ó n sea i n m e d i a t a m e n t e alienada. N o podríamos, pues, ni p e n -
sar la muerte, ni esperarla, ni a r m a r n o s c o n t r a ella; p e r o t a m b i é n
nuestros proyectos son, en t a n t o q u e proyectos — n o a causa de nues-
tra ceguera, c o m o dice el cristiano, sino p o r principio—, indepen-
dientes de ella. Y, a u n q u e haya innumerables actitudes posibles
f r e n t e a ese irrealizable "de-realizar por a ñ a d i d u r a " , n o cabe clasi-
ficarlas en auténticas e inauténticas, puesto que, justamente, siem-
pre morimos por añadidura.
L a s diferentes descripciones, q u e hemos efectuado, d e m i sitio,
mi pasado, mis entornos, m i m u e r t e y mi p r ó j i m o n o tienen la pre-
tensión de ser exhaustivas, ni a u n detalladas. Su objetivo es, simple-
mente, permitirnos u n a concepción más clara de lo que es u n a si-
tuación. Gracias a ellas nos será posible definir m á s precisamente
ese "ser-en-situación" que caracteriza al Para-sí en t a n t o q u e res-
ponsable de su m a n e r a de ser sin ser f u n d a m e n t o de su ser.
1" Soy u n existente en medio de otros existentes. Pero n o p u e d o
"realizar" esta existencia en m e d i o de otros, n o p u e d o c a p t a r como
objetos los existentes q u e m e rodean, ni c a p t a r m e a mí mismo c o m o
existente rodeado, ni siquiera d a r un sentido a esa noción de en
medio, excepto si m e elijo a m í mismo n o en m i ser sino en m i
m a n e r a d e ser. L a elección de este fin es elección d e u n aún-no-exis-
tente. M i posición en m e d i o del m u n d o , definida p o r la relación de
utensilidad o de adversidad entre las realidades q u e m e r o d e a n y
m i p r o p i a facticidad, es decir, el descubrimiento d e los peligros q u e
corro en el m u n d o , de los obstáculos q u e en él p u e d o encontrar, d e
las ayudas q u e p u e d e n ofrecérseme, a la luz de u n a nihilización ra-
dical d e m í mismo y de u n a negación radical e interna del en-sí,
operadas desde el p u n t o d e vista de u n fin libremente puesto: eso
es lo q u e llamamos la situación.
2 ' L a situación sólo existe en correlación con el trascender lo
d a d o hacia u n fin. Es la m a n e r a en q u e lo d a d o q u e soy y lo d a d o
q u e n o soy se descubren al Para-sí q u e soy en el m o d o de n o serlo.
Q u i e n dice situación dice, pues, "posición a p r e h e n d i d a por el P a r a -
sí q u e está en situación". Es imposible considerar u n a situación
desde a f u e r a : se fija en forma en-sí. E n consecuencia, la situación
n o p o d r í a llamarse ni objetiva ni subjetiva, a u n q u e las estructuras
parciales de ella (la taza d e q u e m e sirvo, la mesa en q u e m e apoyo,
etc.) p u e d a n y d e b a n ser rigurosamente objetivas.
L a situación n o p u e d e ser subjetiva, pues n o es ni la suma ni la
u n i d a d de las impresiones q u e nos causan las cosas: es las cosas mis-
mas y yo m i s m o e n t r e las cosas; pues m i surgimiento en el m u n d o
c o m o p u r a nihilización d e ser n o tiene otro efecto q u e h a c e r q u e
haya cosas, y n o agrega nada. E n este aspecto, la situación delata
mi facticidad, es decir, el h e c h o d e q u e las cosas simplemente son
ahí tal c o m o son, sin necesidad ni posibilidad d e ser de otro modo,
y de q u e yo soy ahí entre ellas.
P e r o t a m p o c o p o d r í a ser objetiva, en el sentido de algo p u r a -
m e n t e d a d o q u e el sujeto constatara sin estar c o m p r o m e t i d o en m o d o
a l g u n o en el sistema así constituido. D e hecho, la situación, por la
significación misma d e lo d a d o (significación sin la cual no habría
siquiera algo d a d o ) refleja al para-sí su libertad. Si la situación n o
es subjetiva ni objetiva, se debe a q u e n o constituye u n conocimiento
ni a u n u n a comprensión afectiva del estado del m u n d o p o r u n su-
jeto, sino q u e es u n a relación de ser entre u n para-sí y el en-sí p o r
él nihilizado. L a situación es el sujeto íntegro (él n o es nada m á s
q u e su situación) y es también la "cosa" íntegra ( n o hay n u n c a n a d a
m á s q u e las cosas). Es el sujeto e n c u a n t o ilumina las cosas por su
p r o p i o trascender, si así se q u i e r e ; o son las cosas en c u a n t o remiten
al sujeto la imagen suya. Es la total facticidad, la contingencia a b -
soluta del m u n d o , de m i nacimiento, d e m i sitio, d e m i pasado, d e
mis entornos, del h e c h o d e m i p r ó j i m o ; y es m i libertad sin límites
c o m o aquello q u e h a c e q u e haya p a r a m í u n a facticidad. Es esta
r u t a polvorienta y ascendente, esta ardiente sed q u e tengo, esta nega-
ción d e la gente a d a r m e de beber p o r q u e n o tengo d i n e r o o p o r q u e
n o soy d e su país o d e su r a z a ; es m i derelicción en m e d i o d e estas
poblaciones hostiles, con esta fatiga d e m i c u e r p o q u e acaso m e i m -
pedirá alcanzar la m e t a f i j a d a . P e r o es, precisamente, t a m b i é n esta
m e t a u objetivo, n o en t a n t o q u e lo f o r m u l o clara y explícitamente
sino en c u a n t o está ahí, doquiera, en t o r n o d e mí, c o m o lo q u e u n i -
fica y explica todos esos hechos, los organiza en u n a totalidad des-
criptible en vez de h a c e r d e ellos u n a pesadilla en desorden.
3 ' Si el para-sí n o es n a d a m á s q u e su situación, se sigue d e
ello q u e el ser-en-situación define la r e a l i d a d - h u m a n a , d a n d o razón
a la vez d e su ser-ahí y d e su ser-allende. L a realidad h u m a n a , en
efecto, es el ser que es siempre allende su ser-ahí. Y la situación es
la totalidad organizada del ser-ahí i n t e r p r e t a d a y vivida e n y p o r
•I ser-allende. N o hay, pues, situación privilegiada; e n t e n d e m o s c o n
•lio q u e n o h a y situación e n q u e el peso d e lo dado sofoque la liber-
tad que lo constituye c o m o t a l ; ni, recíprocamente, situación e n q u e
rl para-sí sea más libre q u e e n otras. Esto n o h a de e n t e n d e r s e e n
[-1 sentido d e esa "libertad i n t e r i o r " bergsoniana d e q u e se m o f a b a
Politzer en La fin d'une parade philosophique, y q u e concluía sim-
plemente reconociendo al esclavo la i n d e p e n d e n c i a de la v i d a í n t i m a
y del corazón e n m e d i o d e sus cadenas. C u a n d o d e c l a r a m o s q u e el
esclavo es t a n libre e n sus c a d e n a s c o m o su a m o , n o q u e r e m o s refe-
rirnos a u n a libertad q u e p e r m a n e z c a i n d e t e r m i n a d a . El esclavo e n
m e d i o d e cadenas es libre para romperlas; esto significa q u e el sen-
tido m i s m o d e sus c a d e n a s se le a p a r e c e r á a la luz del fin q u e h a y a
elegido: p e r m a n e c e r esclavo o arriesgar lo peor p a r a liberarse d e la
servidumbre. Sin d u d a , el esclavo n o p o d r á o b t e n e r las riquezas y
el nivel d e vida del a m o ; p e r o t a m p o c o son éstos los objetos d e sus
proyectos: n o p u e d e sino soñar c o n la posición d e esos tesoros; su
facticidad es t a l q u e el m u n d o se le a p a r e c e c o n o t r o rostro, y q u e
tiene-de p l a n t e a r y resolver otros p r o b l e m a s ; en p a r t i c u l a r , le es m e -
nester f u n d a m e n t a l m e n t e elegirse e n el t e r r e n o de la esclavitud, y,
con ello, d a r u n sentido a esta oscura coerción. Si elige, p o r e j e m p l o ,
la rebelión, la esclavitud, lejos d e ser previamente u n obstáculo p a r a
ese rebelión, sólo p o r ésta c o b r a su sentido y su coeficiente d e ad-r
versidad. Precisamente p o r q u e la vida del esclavo q u e se rebela y
m u e r e d u r a n t e la rebelión es u n a vida libre, precisamente p o r q u e
la situación i l u m i n a d a p o r u n libre proyecto es p l e n a y concreta,
precisamente p o r q u e el p r o b l e m a u r g e n t e y capital d e esa v i d a es:
" ¿ a l c a n z a r é m i objetivo?", p o r t o d o eso precisamente la situación
del esclavo es incomparable con la del a m o . C a d a u n a d e ellas,
en efecto, sólo cobra sentido p a r a el para-sí en situación y a p a r t i r
d e la libre elección d e sus fines. L a c o m p a r a c i ó n sólo p o d r í a ser
e f e c t u a d a p o r u n tercero, y, p o r consiguiente, n o ocurriría sino e n t r e
dos f o r m a s objetivas e n m e d i o del m u n d o ; sería establecida, p o r lo
demás, a la luz del pro-yecto libremente elegido p o r aquel t e r c e r o :
n o h a y n i n g ú n p u n t o d e vista absoluto e n q u e sea posible colocarse
p a r a c o m p a r a r situaciones diferentes; c a d a persona n o realiza sino,
u n a situación: la suya.

4® L a situación, estando i l u m i n a d a p o r fines pro-yectados sólo,


a p a r t i r del ser-ahí al q u e iluminan, se p r e s e n t a c o m o e m i n e n t e -
m e n t e concreta. C i e r t a m e n t e , contiene y sostiene estructuras abs-
tractas y universales, p e r o debe c o m p r e n d e r s e c o m o el rostro singular
q u e el m u n d o vuelve h a c i a nosotros, c o m o n u e s t r a o p o r t u n i d a d úni-
c a y personal. R e c o r d e m o s este a p ó l o g o d e K a f k a : u n m e r c a d e r
a c u d e a d e f e n d e r su c a u s a al castillo; u n g u a r d i á n terrible le i m p i d e
la e n t r a d a . Él n o osa a v a n z a r , espera, y m u e r e e s p e r a n d o . A la horu
d e m o r i r , p r e g u n t a al g u a r d i á n : " ¿ P o r q u é e r a yo el ú n i c o q u e es-
p e r a b a ? " Y el g u a r d i á n le r e s p o n d e : " P o r q u e esta p u e r t a estaba
h e c h a sólo p a r a ti." T a l es el caso del para-sí, con t a l d e a g r e g a r
q u e , a d e m á s , cada uno se hace su propia puerta. L o c o n c r e t o d e la
situación se t r a d u c e , e n p a r t i c u l a r , e n el h e c h o d e q u e el para-sí
jamás apunta a fines abstractos y universales. Sin d u d a , veremos en
el p r ó x i m o c a p í t u l o q u e el s e n t i d o p r o f u n d o d e la elección es uni-
versal y q u e , p o r ello, el para-sí h a c e q u e exista u n a r e a l i d a d - h u m a -
n a c o m o especie. P e r o es m e n e s t e r extraer el sentido, q u e está im-
plícito; y p a r a ello nos servirá el psicoanálisis existencial. U n a vez
e x t r a í d o , el s e n t i d o t e r m i n a l e inicial del para-sí a p a r e c e r á c o m o u n
unselbststandig q u e p a r a m a n i f e s t a r s e necesita d e u n a concreción
particular P e r o el f i n del para-sí, tal c u a l es v i v i d o y perseguido
e n el p r o y e c t o p o r el qual a q u é l trasciende y f u n d a lo real, se le
revela e n su c o n c r e c i ó n c o m o u n c a m b i o p a r t i c u l a r d e la situación
v i v i d a ( r o m p e r sus c a d e n a s , ser rey d e los f r a n c o s , l i b e r t a r a Polonia,
l u c h a r p o r el p r o l e t a r i a d o ) . Y n o se p r o - y e c t a r á p r i m e r a m e n t e lu-
c h a r p o r el p r o l e t a r i a d o e n general, sino q u e el p r o l e t a r i a d o será
e n c a r a d o a través d e tal o cual g r u p o o b r e r o concreto, al cual p e r -
t e n e c e la persona. Pues, e n efecto, el f i n sólo i l u m i n a lo d a d o
p o r q u e es elegido c o m o u n m o d o d e t r a s c e n d e r esto d a d o . E l p a r a -
sí n o surge c o n u n f i n dado ya; sino q u e , al " h a c e r " la situación, él
"se h a c e " , e i n v e r s a m e n t e .
5 9 L a situación, así c o m o n o es o b j e t i v a o subjetiva, t a m p o c o
p o d r í a considerarse c o m o el libre e f e c t o d e u n a libertad o c o m o el
c o n j u n t o d e las coerciones p a d e c i d a s : p r o v i e n e d e la i l u m i n a c i ó n
d e la coerción p o r l a l i b e r t a d q u e le d a su s e n t i d o d e coerción.
E n t r e los existentes b r u t o s n o p u e d e h a b e r conexiones; la libertad
f u n d a las conexiones a g r u p a n d o a los existentes e n c o m p l e j o s - u t e n -
silios, y ella p r o - y e c t a la razón d e las conexiones, es decir, su p r o p i o
f i n . Pero, p r e c i s a m e n t e p o r q u e e n t o n c e s m e p r o y e c t o h a c i a u n f i n
a través d e u n m u n d o d e conexiones, m e e n c u e n t r o a h o r a c o n se-
cuencias, c o n series conexas, c o n complejos, y d e b o d e t e r m i n a r m e a
a c t u a r según leyes. Éstas leyes y la m a n e r a en q u e las utilizo deciden

1
Cf. el capítulo siguiente.
• Ii-I fracaso o del éxito de mis tentativas. P e r o las relaciones legales
Mi nen al m u n d o p o r la libertad. Así, la libertad se e n c a d e n a en el
inundo c o m o libre proyecto hacia fines.
6" El Para-sí es temporalización; esto significa q u e n o es: "se
l í a t e " . L a situación debe d a r razón d e esa permanencia sustancial
que suele reconocerse a las personas ( " n o h a c a m b i a d o " , "es siempre
el m i s m o " ) , y q u e la persona experimenta e m p í r i c a m e n t e en m u c h o s
i asos. L a libre perseverancia en u n m i s m o proyecto, efectivamente,
n o implica p e r m a n e n c i a a l g u n a ; m u y al contrario, es u n a p e r p e t u a
renovación d e m i comprometimiento, c o m o hemos visto. L a s reali-
dades implicadas e i l u m i n a d a s p o r u n proyecto q u e se desarrolla
y c o n f i r m a presentan, al contrario, la p e r m a n e n c i a del en-sí, y, en la
medida en q u e nos devuelven nuestra imagen, nos a p u n t a l a n con la
perennidad q u e les es p r o p i a ; h a s t a es f r e c u e n t e q u e c o n f u n d a m o s
su p e r m a n e n c i a con la nuestra. E n particular, la p e r m a n e n c i a del
.sitio y los entornos, de los juicios ajenos sobre nosotros, de nuestro
pasado, figura u n a imagen d e g r a d a d a d e nuestra perseverancia.
Mientras m e temporalizo, soy siempre francés, f u n c i o n a r i o o prole-
tario para el prójimo. Este irrealizable tiene el carácter de u n límite
invariable d e m i situación. A n á l o g a m e n t e , lo q u e se l l a m a el t e m -
p e r a m e n t o o el carácter de u n a persona, y q u e n o es sino su libre
proyecto en t a n t o q u e es-para-Otro, a p a r e c e también, p a r a el P a r a -
sí, c o m o u n irrealizable invariante. Alain h a visto bien q u e el ca-
rácter es juramento. El q u e dice: " n o soy acomodaticio" c o n t r a e
u n libre c o m p r o m e t i m i e n t o a la ira y, a la vez, u n a libre interpre-
tación de ciertos detalles ambiguos d e su pasado. E n este sentido,
no h a y c a r á c t e r : n o hay sino u n pro-yecto d e sí mismo. P e r o n o h a
d e desconocerse, sin embargo, el aspecto dado del carácter. V e r -
d a d es q u e p a r a el O t r o , q u e m e c a p t a c o m o Otro-objeto, soy colé-
rico, hipócrita, o f r a n c o , cobarde o valeroso. Este aspecto m e es
devuelto p o r la m i r a d a del P r ó j i m o : p o r el h e c h o d e e x p e r i m e n t a r
esa m i r a d a , el carácter, q u e era libre proyecto vivido y consciente
(de) sí, se convierte en u n irrealizable ne varietur de-asumir. D e -
p e n d e entonces n o sólo del O t r o sino t a m b i é n d e la posición q u e
he a d o p t a d o respecto del O t r o , y d e m i perseverancia en mantener 1
tal posición: m i e n t r a s m e d e j e fascinar p o r la m i r a d a del P r ó j i m o ,
m i carácter f i g u r a r á a mis propios ojos, c o m o irrealizable ne va-
rietur, la p e r m a n e n c i a sustancial d e m i ser, c o m o lo d a n a e n t e n d e r
las frases triviales y cotidianas del tipo d e : " T e n g o c u a r e n t a y cinco
años y n o p u e d e n p r e t e n d e r q u e c a m b i e a h o r a . " El carácter h a s t a
es, a m e n u d o , lo q u e el Para-sí i n t e n t a recuperar p a r a convertirse
en el En-sí-para-sí q u e proyecta ser. I m p o r t a advertir, sin embargo,
q u e esa p e r m a n e n c i a del pasado, d e los entornos y del carácter no
son cualidades dadas: sólo se revelan en las cosas en correlación con
la c o n t i n u i d a d d e m i proyecto. Sería inútil q u e se esperara, por
ejemplo, e n c o n t r a r después d e u n a g u e r r a o d e u n largo destierro
tal o cual paisaje m o n t a ñ o s o c o m o inalterado, y f u n d a r sobre la
inercia y la p e r m a n e n c i a a p a r e n t e d e esas piedras la esperanza de
u n r e n a c i m i e n t o del pasado. Ese paisaje sólo descubre su p e r m a -
nencia a través d e u n proyecto perseverante: esas- m o n t a ñ a s tienen
u n sentido e n el interior d e m i situación; f i g u r a n , d e u n m o d o u
otro, m i pertenencia a u n a nación en paz, d u e ñ a de sí misma, situada
en cierto nivel en la j e r a r q u í a internacional. Si vuelvo a verlas des-
pués d e u n a d e r r o t a y d u r a n t e la ocupación d e u n a p a r t e del terri-
torio, ya n o p o d r í a n ofrecerme e n absoluto el mismo rostro: y ello,
p o r q u e yo m i s m o tengo otros pro-yectos, m e h e c o m p r o m e t i d o dife-
r e n t e m e n t e e n el m u n d o .
P o r último, hemos visto q u e siempre son d e prever trastornos
internos d e la situación p o r cambios a u t ó n o m o s d e los entornos. Es-
tos cambios j a m á s p u e d e n provocar u n cambio de m i proyecto, pero
p u e d e n traer a p a r e a d a , sobre el f u n d a m e n t o d e m i libertad, u n a
simplificación o u n a complicación d e la situación. Por ello mismo,
m i proyecto inicial se m e revelará con m a y o r o m e n o r simplicidad.
Pues u n a persona no es n u n c a ni simple ni c o m p l e j a : su situación
p u e d e ser u n o o lo otro. E n efecto, n o soy n a d a m á s q u e el pro-
yecto d e m í m i s m o allende u n a situación d e t e r m i n a d a , y ese pro-
yecto m e p r e f i g u r a a p a r t i r d e la situación concreta, así como, por
o t r a parte, ilumina la situación a p a r t i r d e m i elección. Luego, si
la situación en c o n j u n t o se h a simplificado, si u n alud, u n d e r r u m b e
o la erosión le h a n impreso u n aspecto t a j a n t e o rasgos burdos con
oposiciones violentas, yo mismo seré simple, pues m i elección — l a
elección q u e soy—, siendo aprehensión d e esa situación allí, n o po-
d r í a ser sino simple. E l resurgimiento d e nuevas complicaciones ten-
d r á por efecto p r e s e n t a r m e u n a situación complicada, allende la
cual m e e n c o n t r a r á c o m o complicado. Es lo q u e c a d a cual h a
p o d i d o comprobar, si h a advertido a q u é simplicidad casi animal
volvían los prisioneros de g u e r r a a causa de la e x t r e m a simplifi-
cación d e su situación: esta simplificación n o p o d í a m o d i f i c a r la
significación d e sus proyectos mismos; pero, sobre el f u n d a m e n t o
de la libertad de cada cual, traía a p a r e a d a s u n a condensación y
i i i n f o r m a c i ó n d e los entornos, q u e se c o n s t i t u í a e n y p o r u n a a p r e -
hensión m á s n e t a , m á s r u d a y m á s c o n d e n s a d a d e los fines f u n d a -
mentales d e la p e r s o n a c a u t i v a . Se t r a t a , e n s u m a , d e u n m e t a b o -
lismo i n t e r n o , n o d e u n a m e t a m o r f o s i s global q u e interese t a m b i é n
l.i forma d e la situación. E m p e r o , son c a m b i o s q u e d e s c u b r o c o m o
i ambios " e n m i v i d a " , es decir, e n los m a r c o s u n i t a r i o s de u n m i s m o
proyecto.

III

LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

A u n q u e las consideraciones q u e siguen i n t e r e s a n m á s bien al


moralista, h e m o s j u z g a d o q u e n o sería inútil, d e s p u é s d e n u e s t r a s
descripciones y a r g u m e n t a c i o n e s , volver sobre la l i b e r t a d del p a r a - s í
v t r a t a r d e c o m p r e n d e r lo q u e r e p r e s e n t a p a r a el d e s t i n o h u m a n o
el h e c h o d e esa l i b e r t a d .
L a c o n s e c u e n c i a esencial d e n u e s t r a s observaciones a n t e r i o r e s
es q u e el h o m b r e , al estar c o n d e n a d o a ser libre, lleva sobre sus h o m -
bros el peso í n t e g r o d e l m u n d o ; es responsable del m u n d o y d e sí
m i s m o e n t a n t o q u e m a n e r a d e ser. T o m a m o s la p a l a b r a " r e s p o n s a -
b i l i d a d " e n su s e n t i d o trivial d e " c o n c i e n c i a ( d e ) ser el a u t o r i n c o n -
testable d e u n a c a e c i m i e n t o o d e u n o b j e t o " . E n tal sentido, la res-
p o n s a b i l i d a d del para-sí es a g o b i a d o r a , p u e s es a q u e l p o r q u i e n se
h a c e q u e haya u n m u n d o ; y, p u e s t o q u e es t a m b i é n a q u e l q u e se hace
ser, el para-sí, c u a l q u i e r a q u e f u e r e la situación e n q u e se e n c u e n t r e
debe, pues, a s u m i r l a e n t e r a m e n t e c o n su coeficiente d e a d v e r s i d a d
propio, así sea insostenible; d e b e a s u m i r l a c o n l a orgullosa c o n c i e n c i a
d e ser a u t o r d e ella, p u e s los m a y o r e s i n c o n v e n i e n t e s o las p e o r e s
a m e n a z a s q u e p u e d e n t o c a r a m i p e r s o n a sólo tienen s e n t i d o e n vir-
t u d d e m i p r o y e c t o y a p a r e c e n sobre el f o n d o del c o m p r o m e t i m i e n t o
q u e soy. Es, pues, insensato p e n s a r e n q u e j a r s e , p u e s n a d a a j e n o o
e x t r a ñ o h a d e c i d i d o lo q u e sentimos, vivimos o somos. E s a r e s p o n s a -
bilidad a b s o l u t a n o es, p o r lo d e m á s , a c e p t a c i ó n ; es simple reivin-
dicación lógica de las consecuencias d e n u e s t r a l i b e r t a d . L o q u e m e
ocurre, m e o c u r r e p o r m í , y n o p o d r í a ni d e j a r m e á f e c t a r p o r ello,
ni r e b e l a r m e , n i r e s i g n a r m e . P o r o t r a p a r t e , t o d o lo q u e m e o c u r r e
es mío; con ello h a d e e n t e n d e r s e , e n p r i m e r l u g a r , q u e siempre estoy
a la a l t u r a d e lo q u e m e ocurre, e n t a n t o q u e h o m b r e , p u e s lo q u e
o c u r r e a u n h o m b r e p o r otros h o m b r e s o p o r él m i s m o n o p u e d e ser
sino h u m a n o . L a s m á s atroces situaciones d e la g u e r r a , las iná»
crueles t o r t u r a s , n o c r e a n u n e s t a d o d e cosas i n h u m a n o : n o h a y
situación i n h u m a n a ; sólo p o r el m i e d o , la h u i d a y el e x p e d i e n t e de
las c o n d u c t a s m á g i c a s decidiré d e lo i n h u m a n o ; p e r o esta decisión
es h u m a n a y m e i n c u m b e su e n t e r a responsabilidad. L a situación
es mía, a d e m á s , p o r q u e es la i m a g e n d e m i libre elección d e m í mis-
m o , y t o d o c u a n t o ella m e p r e s e n t a es mío p o r q u e m e r e p r e s e n t a y
simboliza. ¿ N o soy y o q u i e n d e c i d e sobre el coeficiente d e a d v e r s i d a d
d e las cosas, y h a s t a sobre su imprevisibilidad, al decidir d e m í mis-
m o ? Así, e n u n a v i d a n o h a y accidentes: u n a c a e c i m i e n t o social
q u e d e p r o n t o i r r u m p e y m e a r r a s t r a , n o p r o v i e n e d e a f u e r a ; si soy
m o v i l i z a d o e n u n a g u e r r a , esta g u e r r a es mía, está h e c h a a m i i m a g e n
y la merezco. L a merezco, e n p r i m e r l u g a r , p o r q u e s i e m p r e p o d í a
h a b e r m e s u s t r a í d o a ella, p o r la deserción o el suicidio; estos posibles
ú l t i m o s son los q u e s i e m p r e h e m o s d e t e n e r presentes c u a n d o se t r a t a
d e e n c a r a r u n a situación. Al n o h a b e r m e sustraído, la h e elegido:
p u d o ser p o r f l a q u e z a , p o r c o b a r d í a a n t e la o p i n i ó n p ú b l i c a , p o r q u e
p r e f i e r o ciertos valores a la n e g a c i ó n d e h a c e r l a g u e r r a (la estima
d e mis allegados, el h o n o r d e m i f a j n i l i a , e t c . ) . D e todos m o d o s , se
t r a t a d e u n a e l e c c i ó n ; elección r e i t e r a d a luego, d e m a n e r a c o n t i n u a ,
h a s t a el f i n d e la g u e r r a ; h e m o s d e suscribir, pues, la f r a s e d e J .
R o m a i n s 1 : " E n l a g u e r r a n o h a y víctimas inocentes." Así, pues, si
h e p r e f e r i d o la g u e r r a a la m u e r t e o a l d e s h o n o r , t o d o o c u r r e c o m o
si l l e v a r a e n t e r a m e n t e sobre mis h o m b r o s la r e s p o n s a b i l i d a d d e esa
g u e r r a . Sin d u d a , otros la h a n d e c l a r a d o , y p o d r í a i n c u r r i r s e e n
t e n t a c i ó n d e c o n s i d e r a r m e c o m o m e r o cómplice. P e r o esta noción
d e c o m p l i c i d a d n o t i e n e sino u n s e n t i d o j u r í d i c o ; e n n u e s t r o caso,
es insostenible, p u e s h a d e p e n d i d o de mí q u e p a r a m í y p o r m í esa
g u e r r a n o existiera, y y o h e d e c i d i d o q u e exista. N o h a h a b i d o c o e r -
ción a l g u n a , p u e s la coerción n o p u e d e e j e r c e r d o m i n i o a l g u n o sobre
u n a l i b e r t a d ; n o t e n g o n i n g u n a excusa, pues, c o m o lo h e m o s d i c h o
y r e p e t i d o e n este libro, lo p r o p i o d e la r e a l i d a d - h u m a n a es ser sin
excusa. N o m e q u e d a , pues, sino r e i v i n d i c a r esa g u e r r a c o m o m í a .
P e r o , a d e m á s , es mía p o r q u e , p o r el solo h e c h o d e surgir e n u n a
situación q u e y o h a g o ser y d e n o p o d e r d e s c u b r i r l a sino c o m p r o -
m e t i é n d o m e e n p r o o e n c o n t r a d e ella, n o p u e d o distinguir a h o r a
la elección q u e h a g o d e m í y la elección q u e h a g o d e l a g u e r r a :

1
J. ROMAINS, Les hommes de bonne volonté: "Prélude Á V e r d u n " .
vivir esta g u e r r a es escogerme p o r ella y escogerla p o r m i elección
«le m í mismo. N o cabría e n c a r a r l a c o m o " c u a t r o años d e vacacio-
nes" o d e " a p l a z a m i e n t o " o c o m o u n a "sesión suspendida", estimando
<|ue lo esencial d e mis responsabilidades está en otra p a r t e , en m i
vida conyugal, familiar o profesional: en esta g u e r r a q u e h e escogido,
m e elijo día p o r día y la h a g o m í a h a c i é n d o m e a m í mismo. Si h a n
d e ser c u a t r o años vacíos, m í a es la responsabilidad. P o r último,
c o m o hemos señalado en el p a r á g r a f o anterior, c a d a persona es u n a
("lección absoluta d e sí a p a r t i r d e u n m u n d o d e conocimiento y d e
técnicas q u e esa elección a la vez a s u m e e i l u m i n a ; c a d a personó,
es u n absoluto q u e goza d e u n a d a t a absoluta, y es e n t e r a m e n t e
impensable en otra d a t a . Es ocioso, pues, preguntarse q u é h a b r í a
sido yo si n o hubiera estallado esta guerra, pues m e h e elegido como
u n o d e los sentidos posibles d e la época q u e conducía a la g u e r r a
insensiblemente: n o m e distingo de la época m i s m a ; ni p o d r í a ser
t r a n s p o r t a d o a otra época, sin contradicción. Entonces, soy esta gue-
rra q u e delimita y h a c e comprensible el período q u e la h a precedido,
E n este sentido, a la f ó r m u l a recién c i t a d a : " n o h a y víctimas ino-
centes", es menester, p a r a definir más n e t a m e n t e la responsabilidad
del para-sí, a ñ a d i r esta o t r a : " C a d a c u a l tiene la g u e r r a q u e m e -
rece." Así, totalmente libre, indiscernible del período cuyo sentido
h e elegido ser, t a n p r o f u n d a m e n t e responsable d e la g u e r r a c o m o si
yo m i s m o la h u b i e r a declarado, puesto q u e n o p u e d o vivir n a d a sin
integrarlo a mi situación, c o m p r o m e t e r m e en ello í n t e g r a m e n t e y
m a r c a r l o con m i sello, d e b o ser sin r e m o r d i m i e n t o ni pesar así c o m o
soy sin excusa, pues, desde el instante de m i surgimiento al ser, llevo
exclusivamente sobre m í el peso del m u n d o , sin q u e n a d a ni n a d i e
p u e d a aligerármelo.

E m p e r o , esta responsabilidad es de u n tipo m u y particular. Se


m e responderá, en efecto, q u e " n o h e p e d i d o nacer", lo q u e es u n a
m a n e r a ingenua de p o n e r el acento sobre nuestra facticidad. Soy
responsable d e todo, en efecto, salvo d e m i responsabilidad m i s m a ,
pues n o soy el f u n d a m e n t o d e m i ser. T o d o ocurre, pues, c o m o si
estuviera constreñido a ser responsable. Estoy arrojado en el m u n d o ,
n o en el sentido d e q u e p e r m a n e z c a a b a n d o n a d o y pasivo en u n
universo hostil, c o m o la tabla q u e flota sobre el a g u a , sino, al c o n -
trario, en el sentido d e q u e m e e n c u e n t r o de p r o n t o solo y sin ayuda,
comprometido en u n m u n d o d e q u e soy e n t e r a m e n t e responsable,
sin poder, p o r m u c h o q u e haga, a r r a n c a r m e a i u n instante a esa
responsabilidad, pues soy responsable hasta d e mi propio deseo d e
rehuir las responsabilidades; h a c e r m e pasivo en el m u n d o , n e g a r m e
a a c t u a r sobre las cosas y sobre los Otros, es t a m b i é n elegirme, y el
suicidio es u n m o d o entre otros d e ser-en-el-mundo. E m p e r o , m e
e n c u e n t r o con u n a responsabilidad absoluta, por el h e c h o de q u e mi
facticidad, es decir, en este caso, el h e c h o de m i nacimiento, es in-
captable d i r e c t a m e n t e y hasta inconcebible; pues el h e c h o de m i
n a c i m i e n t o n u n c a se m e a p a r e c e en bruto, sino siempre a través de
u n a reconstrucción pro-yectiva d e m i para-si: m e avergüenzo, m e
asombro o m e alegro de h a b e r nacido, o, al i n t e n t a r q u i t a r m e la
vida, a f i r m o q u e vivo y a s u m o esta vida c o m o m a l a . Así, en cierto
sentido, elijo h a b e r nacido. Esta m i s m a elección está í n t e g r a m e n t e
a f e c t a d a d e facticidad, puesto q u e n o p u e d o n o elegir; p e r o esa fac-
ticidad, a su vez, sólo aparecerá e n c u a n t o yo la trascienda hacia mis
fines. Así, la facticidad está doquiera, p e r o i n c a p t a b l e ; n o e n c u e n t r a
j a m á s sino m i responsabilidad, y p o r eso n o p u e d o p r e g u n t a r "¿Por
qué h e nacido?", ni maldecir el d í a d e m i n a c i m i e n t o ni declarar
q u e n o h e p e d i d o nacer, pues estas diferentes actitudes con respecto
al nacimiento, es decir, con respecto al hecho d e q u e realizo u n a
presencia en el m u n d o , n o son o t r a cosa, precisamente, q u e m a n e r a s
d e asumir con plena responsabilidad el n a c i m i e n t o y hacerlo mío;
t a m b i é n aquí, sólo m e e n c u e n t r o conmigo y mis proyectos, d e m o d o
que, e n ú l t i m a instancia, m i derelicción, es decir, m i facticidad,
consiste simplemente en q u e estoy c o n d e n a d o a ser í n t e g r a m e n t e
responsable d e m í mismo. Soy el ser q u e es c o m o ser en cuyo ser
es cuestión de su ser. Y este "es" de m i ser es c o m o presente e in-
captable.
E n tales condiciones, puesto q u e n i n g ú n acaecimiento del m u n d o
p u e d e descubrírseme sino c o m o ocasión (ocasión aprovechada, falli-
da, descuidada, e t c . ) , o, m e j o r a ú n , puesto q u e todo c u a n t o nos
ocurre p u e d e ser considerado como u n a oportunidad, es decir, sólo
p u e d e aparecérsenos c o m o m e d i o p a r a realizar ese ser d e q u e es
cuestión en nuestro ser, y puesto q u e los otros, c o m o trascendencias-
trascendidas, n o son t a m p o c o sino ocasiones y oportunidades, la
responsabilidad del para-si se extiende al m u n d o e n t e r o c o m o m u n -
do-poblado. Así, precisamente, el para-sí se c a p t a a sí mismo en la
angustia, es decir, c o m o u n ser q u e n o es f u n d a m e n t o ni de su ser
ni del ser del otro ni de los en-síes q u e f o r m a n el m u n d o , p e r o q u e
está obligado a decidir sobre el sentido del ser, en él y doquiera
f u e r a d e él. Q u i e n realiza en la angustia su condición d e ser arro-
j a d o a u n a responsabilidad q u e se revierte hasta sobre su misma
derelicción, n o tiene ya remordimiento, ni pesar, ni excusa; n o es
ya sino u n a libertad q u e se descubre p e r f e c t a m e n t e a sí m i s m a y
cuyo ser reside en ese mismo descubrimiento. Pero, c o m o se h a se-
ñ a l a d o al comienzo de esta obra, la mayor p a r t e de las veces rehui-
mos la angustia en la m a l a fe.
CAPÍTULO II

HACER Y TENER

EL PSICOANÁLISIS EXISTENCIAL

Si v e r d a d es q u e la r e a l i d a d h u m a n a , c o m o h e m o s f r a t a d o d e
establecerlo, se a n u n c i a y se d e f i n e p o r los fines q u e persigue, se
h a c e indispensable el e s t u d i o y la clasificación de esos fines. E n
efecto, e n el c a p í t u l o a n t e r i o r h e m o s c o n s i d e r a d o al Para-sí sólo se-
g ú n la p e r s p e c t i v a d e su libre proyecto, es decir, del i m p u l s o p o r el
c u a l se a r r o j a h a c i a su f i n . C o n v i e n e a h o r a i n t e r r o g a r a este f i n
m i s m o , p u e s forma parte d e la s u b j e t i v i d a d a b s o l u t a c o m o límite
t r a s c e n d e n t e y o b j e t i v o d e ésta. E s lo q u e h a p r e s e n t i d o la psico-
logía empírica, q u e a d m i t e q u e u n h o m b r e p a r t i c u l a r se d e f i n e p o r
sus deseos. P e r o d e b e m o s p r e c a v e r n o s c o n t r a dos errores: e n p r i m e r
l u g a r , el psicólogo empírico, al d e f i n i r al h o m b r e p o r sus deseos,
p e r m a n e c e v í c t i m a d e u n e r r o r sustancialista. V e el deseo c o m o
existente en el h o m b r e a t í t u l o d e " c o n t e n i d o " d e conciencia, y cree
q u e el s e n t i d o del deseo es i n h e r e n t e al deseo m i s m o . Así, evita t o d o
c u a n t o p u d i e r a e v o c a r la i d e a d e u n a trascendencia. Pero, si deseo
u n a casa, u n vaso d e a g u a , u n c u e r p o d e m u j e r , ¿ c ó m o p o d r í a este
c u e r p o , ese vaso, a q u e l i n m u e b l e residir e n m i deseo, y c ó m o p o d r í a
éste ser o t r a cosa q u e la conciencia d e tales objetos c o m o deseables?
G u a r d é m o n o s , pues, d e considerar los deseos c o m o p e q u e ñ a s e n t i d a -
des psíquicas q u e h a b i t e n la c o n c i e n c i a : son la c o n c i e n c i a m i s m a
en su e s t r u c t u r a original pro-yectiva y t r a s c e n d e n t e , e n t a n t o q u e
es p o r p r i n c i p i o conciencia de algo.
E l o t r o error, q u e m a n t i e n e p r o f u n d a s conexiones c o n el pri-
m e r o , consiste e n e s t i m a r t e r m i n a d a la investigación psicológica u n a
vez q u e se a l c a n z a el c o n j u n t o c o n c r e t o d e los deseos empíricos.
Así, u n h o m b r e se d e f i n i r á p o r el h a z d e t e n d e n c i a s q u e h a y a p o d i d o
establecer la observación e m p í r i c a . N a t u r a l m e n t e , el psicólogo n o
siempre se l i m i t a r á a e f e c t u a r la suma d e esas t e n d e n c i a s : se c o m -
p l a c e r á e n sacar a luz sus m u t u o s parentescos, c o n c o r d a n c i a s y a r -
monías, t r a t a r á d e p r e s e n t a r el c o n j u n t o d e los deseos c o m o u n a
organización sintética, e n q u e c a d a deseo a c t ú a sobre los otros e
influye sobre ellos. P o r e j e m p l o , u n crítico, q u e r i e n d o esbozar la
"psicología" d e F l a u b e r t , escribirá q u e " p a r e c e h a b e r c o n o c i d o c o m o
e s t a d o n o r m a l , e n su p r i m e r a j u v e n t u d , u n a e x a l t a c i ó n c o n t i n u a p r o -
d u c t o del doble s e n t i m i e n t o d e su g r a n d i o s a a m b i c i ó n y d e su f u e r z a
i n v e n c i b l e . . . L a efervescencia d e su s a n g r e j o v e n convirtióse, pues,
e n p a s i ó n literaria, c o m o a c o n t e c e h a c i a la e d a d d e d i e c i o c h o a ñ o s
a las a l m a s precoces q u e e n c u e n t r a n e n la e n e r g í a del estilo o e n las
intensidades d e u n a ficción el m o d o d e e n g a ñ a r esa necesidad, q u e
los a t o r m e n t a , d e m u c h o a c t u a r o d e sentir e n e x c e s o 1 . "
H a y e n este p a s a j e u n esfuerzo p a r a r e d u c i r la p e r s o n a l i d a d
c o m p l e j a d e u n adolescente a u n o s c u a n t o s deseos p r i m e r o s , c o m o
el q u í m i c o r e d u c e los c u e r p o s c o m p u e s t o s a u n a m e r a c o m b i n a c i ó n
d e c u e r p o s simples. Esos d a t o s p r i m e r o s serán la a m b i c i ó n g r a n d i o s a ,
la n e c e s i d a d d e a c t u a r m u c h o o d e sentir e n exceso; estos elementos,
c u a n d o entran en combinación, producen u n a exaltación p e r m a n e n t e .
Ésta, n u t r i é n d o s e — c o m o lo h a c e n o t a r B o u r g e t e n u n a s frases q u e
n o h e m o s c i t a d o — d e lecturas copiosas y bien escogidas, t r a t a r á d e
e n g a ñ a r s e expresándose e n ficciones q u e la s a t i s f a r á n s i m b ó l i c a m e n t e
y la c a n a l i z a r á n . Y h e a q u í esbozada la génesis d e u n " t e m p e r a -
m e n t o " literario.
Pero, e n p r i m e r lugar, s e m e j a n t e análisis psicológico p a r t e del
p o s t u l a d o d e q u e u n h e c h o i n d i v i d u a l es p r o d u c i d o p o r la intersec-
ción d e leyes abstractas y universales. E l h e c h o d e e x p l i c a r — e n
este caso, las disposiciones literarias del j o v e n Flaubert—• se resuelve
e n u n a c o m b i n a c i ó n d e deseos típicos y abstractos, tales c o m o se los
e n c u e n t r a e n "el adolescente e n g e n e r a l " . L o ú n i c o c o n c r e t o es su
c o m b i n a c i ó n ; e n sí mismos son sólo esquemas. L o a b s t r a c t o es, pues,
p o r hipótesis, a n t e r i o r a lo c o n c r e t o y lo c o n c r e t o n o es sino u n a
organización d e c u a l i d a d e s a b s t r a c t a s ; lo i n d i v i d u a l n o es sino la
intersección d e e s q u e m a s universales. P e r o e n el e j e m p l o elegido ve-
m o s c l a r a m e n t e q u e ese p o s t u l a d o — a p a r t e d e su a b s u r d i d a d lógi-
c a — n o logra explicar lo q u e constituye p r e c i s a m e n t e la individuali-
d a d del pro-yecto c o n s i d e r a d o . Q u e " l a necesidad d e sentir e n ex-
1
PAUL BOURGET, Essais de psychologie contemporaine: G. Flaubert.
ceso" — e s q u e m a u n i v e r s a l — sea e n g a ñ a d a y c a n a l i z a d a convirtién-
dose en necesidad de escribir, n o es la explicación de la "vocación"
d e F l a u b e r t : al c o n t r a r i o , es lo q u e sería m e n e s t e r explicar. Sin
d u d a , p o d r í a n i n v o c a r s e ' m i l circunstancias t e n u e s y desconocidas p o r
nosotros, q u e h a n m o l d e a d o esa n e c e s i d a d d e sentir e n f o r m a d e
necesidad d e a c t u a r . P e r o , e n p r i m e r lugar, es r e n u n c i a r a la ex-
plicación y remitirse, p r e c i s a m e n t e , a lo indescubrible l . A d e m á s , es
relegar lo i n d i v i d u a l p u r o , e x p u l s a d o d e la s u b j e t i v i d a d d e F l a u b e r t ,
a las c i r c u n s t a n c i a s exteriores d e su v i d a . P o r último, la correspon-
d e n c i a d e F l a u b e r t d e m u e s t r a q u e , m u c h o a n t e s d e la "crisis d e a d o -
lescencia", desde la m á s t e m p r a n a i n f a n c i a , e s t a b a a t o r m e n t a d o p o r
la n e c e s i d a d d e escribir.
E n c a d a e t a p a d e l a descripción c i t a d a e n c o n t r a m o s u n hiato.
¿ P o r q u é la a m b i c i ó n y el s e n t i m i e n t o d e su f u e r z a p r o d u c e n e n
F l a u b e r t exaltación m á s bien q u e u n a e s p e r a t r a n q u i l a o u n a som-
b r í a i m p a c i e n c i a ? ¿ P o i q u é esta e x a l t a c i ó n se especifica e n deseo
d e a c t u a r d e m a s i a d o y d e sentir e n exceso? O , m á s bien, ¿ a q u é
viene esa necesidad, a p a r e c i d a d e súbito, p o r g e n e r a c i ó n e s p o n t á n e a ,
a l f i n d e p a r á g r a f o ? ¿ Y p o r q u é , e n vez d e t r a t a r d e satisfacerse
con actos d e violencia, f u g a s , a v e n t u r a s a m o r o s a s o libertinaje, elige,
p r e c i s a m e n t e , satisfacerse s i m b ó l i c a m e n t e ? ¿ P o r q u é esta satisfac-
ción simbólica, q u e p o d r í a , p o r o t r a p a r t e , n o p e r t e n e c e r al o r d e n
artístico (está t a m b i é n , p o r e j e m p l o , el m i s t i c i s m o ) , se e n c u e n t r a
e n la escritura m á s bien q u e e n la p i n t u r a o la m ú s i c a ? " Y o h u b i e -
r a p o d i d o — e s c r i b e F l a u b e r t e n a l g ú n l u g a r — ser u n g r a n a c t o r . "
¿ P o r q u é n o h a i n t e n t a d o serlo? E n u n a p a l a b r a , n o h e m o s c o m -
p r e n d i d o n a d a ; h e m o s visto u n a sucesión d e azares, d e deseos q u e
salen a r m a d o s d e p u n t a e n b l a n c o u n o s d e otros, sin q u e sea posible
c a p t a r su génesis. Los tránsitos, los devenires, las transformaciones,
nos h a n sido c u i d a d o s a m e n t e velados, y t o d o se h a r e d u c i d o a p o n e r
o r d e n e n esa sucesión i n v o c a n d o secuencias e m p í r i c a m e n t e verifica-
d a s (necesidad d e o b r a r , q u e p r e c e d e e n el adolescente a la necesidad
d e escribir), p e r o , l i t e r a l m e n t e , ininteligibles. H e a h í , sin e m b a r g o ,
lo q u e se l l a m a h a c e r psicología. A b r a m o s u n a b i o g r a f í a a l a z a r :
es el g é n e r o d e descripción q u e e n c o n t r a r e m o s , m á s o m e n o s alter-
n a d a c o n relatos d e acaecimientos exteriores y- con alusiones a los

1
Como, en efecto, la adolescencia de Flaubert, hasta donde podemos
conocerla, no ofrece nada de particular a ese respecto, ha-de suponerse la
acción de hechos imponderables que escapan por principio al crítico.
grandes ídolos explicativos de nuestra é p o c a : herencia, educación,
medio, constitución fisiológica. O c u r r e , empero, en las m e j o r e s d e
estas obras, q u e la conexión establecida e n t r e el a n t e c e d e n t e y el
consecuente o e n t r e dos deseos concomitantes en acción recíproca
n o se conciba simplemente según el tipo d e las secuencias regulares;
a veces esa conexión es "comprensible", en el sentido en q u e Jaspers
lo entiende en su t r a t a d o general d e psicopatología. Pero esta com-
prensión sigue siendo u n a captación d e conexiones generales. Por
ejemplo, se c a p t a r á el n e x o e n t r e castidad y misticismo, e n t r e debi-
lidad e hipocresía. P e r o seguimos i g n o r a n d o la relación concreta
e n t r e esa castidad (esa abstinencia con respecto a tal o cual m u j e r ,
esa l u c h a c o n t r a tal o cual tentación precisa) y el c o n t e n i d o indi-
vidual del misticismo; e x a c t a m e n t e como, p o r o t r a parte, la psiquia-
tría se satisface u n a vez q u e h a sacado a luz las estructuras generales
d e los delirios y n o t r a t a d e c o m p r e n d e r el c o n t e n i d o individual y
concreto d e las psicosis ( p o r q u é ese h o m b r e se cree tal o cual p e r -
sonalidad histórica m á s bien q u e cualquier o t r a ; p o r q u é su delirio
d e compensación se satisface con estas ideas d e grandeza m á s bien
q u e con tales otras, e t c é t e r a ) .
Pero, sobre todo, esas explicaciones "psicológicas" nos remiten
f i n a l m e n t e a datos primeros inexplicables. Son los cuerpos simples
d e la psicología. Se nos dice, p o r ejemplo, q u e F l a u b e r t t e n í a u n a
"grandiosa a m b i c i ó n " , y t o d a la descripción p r e c i t a d a se a p o y a en
esa ambición original. Sea. P e r o tal ambición es u n h e c h o irreduc-
tible, q u e n o satisface en m o d o a l g u n o a la m e n t e . Pues la irredüc-
tibilidad, en este caso, n o tiene o t r a razón q u e u n a negativa a llevar
el análisis m á s lejos. Allí d o n d e el psicólogo se detiene, el h e c h o
e n c a r a d o se d a c o m o primero. Ello explica ese estado t ó r b i d o de
resignación e insatisfacción e n q u e nos d e j a la lectura d e tales ensa-
yos psicológicos: " B u e n o —se dice u n o — ; F l a u b e r t e r a ambicioso."
El " e r a así". Sería t a n v a n o p r e g u n t a r s e p o r q u é e r a tal c o m o t r a t a r
d e saber p o r q u é e r a alto y r u b i o : al fin y al cabo, e n a l g ú n m o -
m e n t o h a y q u e detenerse; es la contingencia m i s m a d e t o d a exis-
tencia real. Este peñasco está cubierto d e musgo, a q u e l otro n o lo
está; G u s t a v e F l a u b e r t tenía ambición literaria y su h e r m a n o Achi-
lle n o la tenía. Es así. Del m i s m o m o d o , deseamos conocer las
propiedades del fósforo y t r a t a m o s d e reducirlas a la estructura d e
las moléculas químicas q u e lo componen. P e r o ¿ p o r q u é h a y mo-
léculas d e ese tipo? Es así, y se acabó. L a psicología d e F l a u b e r t
consistirá en reducir, si es posible, la c o m p l e j i d a d d e sus conductas,
sentimientos y gustos a algunas propiedades, bastante análogas a las
d e los cuerpos químicos, m á s allá de las cuales sería u n a tontería
q u e r e r remontarse. Y, sin embargo, sentimos oscuramente q u e F l a u -
bert n o h a b í a "recibido" su ambición. Ésta es significante y, por
ende, libre. N i la herencia, ni la condición burguesa, ni la educa-
ción, p u e d e n d a r razón d e ella; m u c h o menos a ú n las consideracio-
nes psicológicas sobre el " t e m p e r a m e n t o nervioso" q u e h a n estado
d e m o d a algún t i e m p o : el nervio n o es significante; es u n a sustancia
coloidal q u e debe describirse en sí misma y q u e n o se trasciende
p a r a hacerse a n u n c i a r p o r otras realidades su p r o p i o ser: n o p o d r í a
en m o d o a l g u n o f u n d a r u n a significación. E n cierto sentido, la a m -
bición d e F l a u b e r t es u n h e c h o con t o d a su contingencia — y es
v e r d a d q u e resulta imposible remontarse m á s allá del h e c h o — ; pero,
además, esa ambición se hace y nuestra insatisfacción es g a r a n t í a d o
q u e allende la ambición podríamos c a p t a r algo más, algo así c o m o
u n a decisión radical que, sin d e j a r d e ser contingente, f u e r a lo ver-
d a d e r a m e n t e irreductible psíquico. L o q u e exigimos — y q u e j a m á s
se p r o c u r a d a r n o s — es, pues, algo verdaderamente irreductible, es
decir, algo irreductible cuya irreductibilidad nos sea evidente, y q u e
n o se ofrezca c o m o el p o s t u l a d o del psicólogo y su negativa o su
i n c a p a c i d a d d e ir m á s lejos, sino que, al ser verificado, p r o d u z c a en
nosotros u n sentimiento d e satisfacción. Esa exigencia n o nos viene
d e esa incesante persecución d e la causa, de esa regresión al infinito
q u e a m e n u d o se h a descrito c o m o constitutiva de la investigación
racional, y que, p o r consiguiente, lejos de ser específica d e la inda-
gación psicológica, se e n c o n t r a r í a e n todas las disciplinas y en,todos
los problemas. N o es la indagación pueril d e u n " p o r q u e " q u e n o
d é l u g a r a n i n g ú n otro " ¿ p o r q u é ? " , sino, al contrario, es u n a exi-
gencia f u n d a d a sobre u n a comprensión preontológica de la realidad
h u m a n a y sobre la negativa conexa a considerar al h o m b r e c o m o
analizable y c o m o reductible a datos primeros, a deseos ( o " t e n d e n -
cias") determinados, soportados p o r el sujeto c o m o las propiedades,
p o r u n objeto. E n efecto, si debemos considerarlo c o m o tal, debe-
remos elegir: Flaubert, el h o m b r e , al q u e podemos a m a r o detestar,
censurar o alabar, q u e es p a r a nosotros el otro, q u e a t a c a directa-
m e n t e a nuestro p r o p i o ser p o r el solo h e c h o d e h a b e r existido, sería
originariamente u n substrato n o cualificado de esos deseos, es decir,
u n a especie d e arcilla i n d e t e r m i n a d a q u e los recibiría p a s i v a m e n t e ;
o bien se reducirá al simple haz d e esas tendencias irreductibles. E n
ambos casos, el hombre desaparece: n o encontramos ya aquel at
cual h a ocurrido tal o cual a v e n t u r a ; o bien, b u s c a n d o la persona,
nos encontramos con u n a sustancia metafísica, inútil y contradictoria,
o bien el ser q u e buscamos se e s f u m a en u n a p o l v a r e d a d e f e n ó m e -
nos vinculados entre sí p o r m e r a s relaciones externas. Pero lo q u e
c a d a u n o de nosotros exige en su p r o p i o esfuerzo p o r c o m p r e n d e r
al p r ó j i m o es, a n t e todo, q u e n o h a y a de recurrirse j a m á s a esa idea
d e sustancia, i n h u m a n a p o r q u e está m á s a c á d e lo h u m a n o ; y des-
pués, q u e a pesar d e ello el ser considerado n o se disuelva e n polvo,
sino q u e p u e d a descubrirse e n él esa u n i d a d •—de q u e la sustancia
110 era más. q u e u n a c a r i c a t u r a — , la cual h a d e ser u n i d a d d e res-
ponsabilidad, u n i d a d a m a b l e u odiosa, execrable o loable, en s u m a :
personal. Esa u n i d a d q u e es el ser del h o m b r e considerado es libre
unificación. Y la unificación n o p u e d e llegar después de u n a diver-
sidad a la cual unifique. Ser, p a r a F l a u b e r t c o m o p a r a cualquier
s u j e t o de "biografía", es unificarse en el m u n d o . L a unificación
irreductible q u e debemos hallar, q u e es F l a u b e r t y q u e pedimos q u e
los biógrafos nos revelen, es, pues, la unificación d e u n proyecto
original, unificación q u e debe revelársenos c o m o u n absoluto no sus-
tancial. Así, pues, debemos r e n u n c i a r a los irreductibles d e detalle
y, t o m a n d o c o m o criterio la evidencia misma, n o detenernos en nuestra
investigación h a s t a q u e sea evidente q u e n o p o d e m o s n i debemos
ir m á s lejos. E n particular, n o debemos ya t r a t a r d e reconstituir u n a
persona p o r sus inclinaciones, así c o m o n o h a d e intentarse, según
Spinoza, reconstituir la sustancia o sus atributos p o r la s u m a d e sus
modos. T o d o deseo p r e s e n t a d o c o m o irreductible es u n a contingen-
cia a b s u r d a y a r r a s t r a a la a b s u r d i d a d a la realidad h u m a n a c o m e
u n todo. Si, p o r ejemplo, declaro q u e a u n o d e mis amigos "le gusta
r e m a r " , p r o p o n g o d e l i b e r a d a m e n t e detener la indagación ahí. Pepo,
por otra parte, constituye así u n hecho contingente inexplicable, que,
si tiene la g r a t u i d a d d e la decisión libre, n o tiene, e n cambio, la
correspondiente a u t o n o m í a . N o puedo, e n efecto, considerar esa
inclinación a r e m a r c o m o el proyecto f u n d a m e n t a l d e P e d r o ; tiene
en sí algo d e secundario y derivado. P o r poco, los q u e así describen
u n carácter p o r toques sucesivos d a r í a n a e n t e n d e r q u e c a d a u n o d e
esos toques — c a d a u n o d e los deseos considerados — e s t á v i n c u l a d o
a los. otros p o r relaciones de p u r a contingencia y d e simple exterio-
ridad. Los que, al contrario, t r a t e n d e explicar esa afección, e n t r a r á n
en la vía d e lo q u e C o m t e l l a m a b a el materialismo, es decir, la ex-
plicación d e lo superior p o r lo inferior. Se dirá, p o r ejemplo, q u e
el sujeto considerado es u n deportista, q u e gusta de los esfuerzos
violentos y, además, es un campesino q u e a m a p a r t i c u l a r m e n t e los
deportes ai aire libre. Así se colocarán, por d e b a j o del deseo q u e se
quiere explicar, tendencias m á s generales y m e n o s diferenciadas, q u e
son al deseo, sencillamente, lo q u e los géneros zoológicos a la especie.
D e este m o d o , la explicación psicológica, c u a n d o n o decide d e p r o n t o
detenerse, es ora la discriminación d e p u r a s relaciones d e conco-
m i t a n c i a o d e sucesión constante, o r a u n a simple clasificación. Ex-
plicar la inclinación d e P e d r o p o r el r e m o es h a c e r d e ella u n m i e m -
b r o d e la f a m i l i a d e las inclinaciones p o r el deporte al aire libre, y
subsumir esa familia en la d e las tendencias al deporte en general.
Podríamos, p o r lo demás, e n c o n t r a r rúbricas aiin m á s generales y
m á s pobres, si clasificáramos el gusto por el deporte como u n o de los
aspectos del a m o r al riesgo, q u e se d a r í a a su vez c o m o u n a especi-
ficación d e la t e n d e n c i a f u n d a m e n t a l al juego. Es evidente q u e
esta clasificación p r e t e n d i d a m e n t e explicativa n o tiene m á s valor ni
interés q u e las clasificaciones d e la vieja b o t á n i c a : equivale a supo-
ner, c o m o éstas, la anterioridad d e ser de lo abstracto respecto d e lo
concreto, c o m o si la tendencia al juego existiera p r i m e r o en gene-
ral p a r a especificarse luego, p o r obra d e las circunstancias, en a m o r
del deporte, éste en inclinación p o r el remo, y esta última, en fin,
en deseo d e r e m a r en tal río determinado, en tales condiciones y
en tal estación; y, c o m o ellas, n o logra explicar el enriquecimiento
concreto q u e e x p e r i m e n t a en c a d a nivel la tendencia abstracta con-
siderada. ¿ N i c ó m o crear en u n deseo d e r e m a r q u e n o sea sino
deseo d e r e m a r ? ¿ P u e d e admitirse, v e r d a d e r a m e n t e , q u e se reduzca
t a n simplemente a lo q u e es? Los moralistas m á s perspicaces h a n
m o s t r a d o u n c o m o autotrascenderse del deseo; Pascal, p o r ejemplo,
h a creído descubrir en la caza, el j u e g o d e pelota y otras ocupaciones
la necesidad d e diversión; es decir, sacaba a luz, en u n a actividad
q u e sería a b s u r d a si se la r e d u j e r a a sí misma, u n a significación q u e
la trasciende, es decir, u n a indicación q u e remite a la realidad del
h o m b r e e n general y a su condición. Análogamente, Stendhal, pese
a sus conexiones con los ideólogos, Proust, pese a sus tendencias in-
telectualistas y analíticas, h a n m o s t r a d o q u e el a m o r o los celos n o
p u e d e n reducirse al estricto deseo de poseer a una m u j e r , sino q u e
a p u n t a n a apoderarse, a través d e la m u j e r , del i n u n d o e n t e r o : es
el sentido de la cristalización stendhaliana, y precisamente a causa
d e eso el a m o r , tal c o m o S t e n d h a l lo describe, a p a r e c e como u n
m o d o del ser en el m u n d o , es decir, c o m o u n a relación f u n d a m e n -
tal del para-si con el m u n d o y consigo mismo (ipseidad) a través
de tal m u j e r p a r t i c u l a r : la m u j e r n o representa sino u n c u e r p o con-
d u c t o r situado en el circuito. Tales análisis p u e d e n ser inexactos o
i n c o m p l e t a m e n t e verdaderos: n o por eso d e j a n de hacernos sospechar
otro m é t o d o q u e la p u r a descripción analítica, y, análogamente, las
observaciones d e los novelistas católicos q u e en el a m o r carnal ven
en seguida su trascender hacia Dios; en D o n J u a n , al "eterno insa-
tisfecho"; en el pecado, "el sitio vacío d e Dios". N o se t r a t a a q u í
de ir en busca d e u n abstracto detrás de lo concreto: el impulso
hacia Dios n o es menos concreto q u e el impulso hacia tal m u j e r p a r -
ticular. Se t r a t a , al contrario, d e recobrar, b a j o aspectos parciales
e incompletos del sujeto, la v e r d a d e r a concreción, q u e n o p u e d e
ser sino la totalidad d e su impulso hacia el ser, su relación original
consigo, con el m u n d o y con el O t r o , en la u n i d a d d e relaciones
internas d e u n proyecto f u n d a m e n t a l . Ese impulso n o p u e d e ser
sino p u r a m e n t e individual y ú n i c o : lejos de alejarnos de la persona,
c o m o lo hace, p o r ejemplo, el análisis d e Bourget al constituir lo
individual por s u m a de m á x i m a s generales, no nos h a r á encontrar
b a j o la necesidad de escribir — y d e escribir estos libros— la necesi-
d a d de actividad en general; sino que, al contrario, rechazando
igualmente la teoría d e la arcilla dócil y la del haz d e tendencias,
descubriremos la p e r s o n a , en el proyecto inicial q u e la constituye.
Por tal razón, se develará con evidencia la irreductibilidad del re-
sultado q u e se alcance: n o p o r q u e sea el m á s pobre y abstracto, sino
p o r q u e es el m á s rico: la intuición será a q u í captación d e u n a
plenitud individual.
L a cuestión se plantea, pues, m á s o menos en estos términos:
si admitimos q u e la persona es u n a totalidad, n o podemos esperar
recomponerla p o r u n a adición o u n a organización d e las diversas
tendencias q u e hemos descubierto e m p í r i c a m e n t e en ella. Al con-
trario, en c a d a inclinación o tendencia se expresa la persona t o d a
entera, a u n q u e según u n a perspectiva diferente, algo así c o m o la
sustancia spinoziana se expresa íntegra en c a d a u n o de sus atributos.
Siendo así, hemos d e descubrir en c a d a tendencia, en cada conducta
del sujeto, u n a significación q u e la trasciende. Estos celos datados
y singulares en q u e el s u j e t o se historializa con respecto a determi-
n a d a m u j e r significan, p a r a quien sabe leerlos, la relación global
con el m u n d o p o r la cual el sujeto se constituye c o m o u n sí-mismo.
D i c h o de otro modo, esa actitud empírica es d e por sí la expresión
de la "elección de u n carácter inteligible". Y n o hay misterio en q u e
sea así, ni t a m p o c o hay u n p l a n o inteligible q u e podamos sólo p e n -
sar, m i e n t r a s q u e captaríamos y con c ep t u a 1 i /,a r larri os ú n i c a m e n t e e)
p l a n o de existencia empírica del s u j e t o : si la a c t i t u d empírica sig-
nifica la elección del c a r á c t e r inteligible, se debe a q u e ella misma
es esa elección. E n efecto, el c a r á c t e r singular de la elección inte-
ligible (sobre lo cual volveremos) consiste en q u e n o p o d r í a existir
sino c o m o la significación trascendente d e c a d a elección concreta
y empírica: n o se efectúa p r i m e r o en algún inconsciente o en el
p l a n o n u m é n i c o p a r a expresarse después en tal o cual actitud obser-
vable; ni siquiera tiene preeminencia ontológica sobre la elección
empírica, sino q u e es, por principio, aquello q u e debe siempre des-
prenderse de la elección empírica como su más allá y c o m o la infi-
n i d a d d e su trascendencia. Así, sí r e m o p o r el río, n o soy n a d a
m á s — n i aquí ni en otro m u n d o — q u e este pro-yecto concreto d e
remar. P e r o este proyecto mismo, en t a n t o q u e totalidad d e m i ser,
expresa m i elección original en condiciones particulares; n o es sino
la elección d e m í mismo c o m o totalidad en esas circunstancias. Por
eso h a c e f a l t a u n m é t o d o especial p a r a extraer esa significación f u n -
d a m e n t a l q u e el proyecto c o m p o r t a y q u e es el secreto individual d e
su ser-en-el-mundo. Así, pues, intentaremos descubrir y extraer el
proyecto f u n d a m e n t a l c o m ú n a las diversas tendencias empíricas d e
u n sujeto comparándolas entre si m á s bien q u e sumándolas o recom-
poniéndolas simplemente: en c a d a u n a d e ellas está la persona íntegra.
N a t u r a l m e n t e , hay u n a infinidad d e proyectos posibles, como
hay u n a infinidad de hombres posibles. E m p e r o , si debemos recono-
cer ciertos caracteres comunes y t r a t a r d e clasificarlos en categorías
m á s amplias, conviene a n t e todo instituir encuestas individuales sobre
los casos que podamos estudiar m á s fácilmente. E n ellas, nos guia-
remos p o r este principio: n o detenernos sino a n t e la irreductibilidad
evidente, es decir, n o creer j a m á s q u e se h a alcanzado el proyecto
inicial hasta q u e el fin proyectado aparezca c o m o el ser mismo del
sujeto q u e consideramos. Por eso n o podremos limitarnos a llegar a
clasificaciones en "proyecto a u t é n t i c o " y "proyecto inauténtico d e sí
mismo", c o m o la q u e quiere establecer Heidegger. A p a r t e d e que
tal clasificación está viciada p o r u n a preocupación ética, pese a su
a u t o r y en virtud d e su misma terminología, se basa, en suma, en
la actitud del sujeto hacia su p r o p i a muerte. P e r o si la m u e r t e es
angustiosa y, p o r consiguiente, podemos rehuir la angustia o arro-
jarnos resueltamente a ella, es u n truismo decir q u e lo hacemos poi
apego a la vida. Entonces, la angustia a n t e la m u e r t e y la resuelta
decisión o la h u i d a en la inautenticidad n o podrían ser consideradas
como proyectos f u n d a m e n t a l e s de nuestro ser: Al contrario, sólo será
posible comprenderlas sobre el f u n d a m e n t o de u n p r i m e r proyecto
de vivir, es decir, sobre u n a elección originaria d e nuestro ser. Con-
viene, pues, en c a d a caso, trascender los resultados de la hermenéu-
tica heideggeriana hacia u n proyecto a ú n m á s f u n d a m e n t a l . Este
proyecto f u n d a m e n t a l no debe remitir, en efecto, a n i n g ú n otro, y
debe ser concebido por sí. N o puede, pues, a t a ñ e r ni a la m u e r t e
ni a la vida, ni a n i n g ú n carácter particular de la condición h u m a n a :
el proyecto original de u n para-sí no puede apuntar sino a su propio
ser; el proyecto de ser o deseo de ser o tendencia a ser n o proviene,
en efecto, de u n a diferenciación fisiológica o de u n a contingencia
empírica; n o se distingue del ser del para-sí. El para-sí, en efecto,
es u n ser p a r a el cual en su ser es cuestión de su ser en f o r m a de
proyecto de ser. Ser para-sí es hacerse a n u n c i a r lo q u e se es por u n
posible, b a j o el signo de u n valor. L o posible y el valor pertenecen
al ser del para-sí. Pues el para-sí se describe ontológicamente como
falta de ser, y el posible pertenece al para-sí c o m o aquello que le
falta, así c o m o el valor infesta al para-sí c o m o la totalidad de ser
fallida. L o q u e en nuestra segunda p a r t e expresábamos en términos
de falta, p u e d e expresarse igualmente en términos de libertad. El
para-sí elige p o r q u e es f a l t a ; la libertad se identifica con esa falta,
pues es el m o d o de ser concreto de la f a l t a de ser. Ontológicamente,
pues, t a n t o d a decir q u e el valor y el posible existen c o m o límites
internos de u n a falta de ser que n o podría existir sino en t a n t o q u e
f a l t a de ser, o decir q u e la libertad, al surgir, d e t e r m i n a su posible
y con ello circunscribe su valor. Así, es imposible remontarse más
alto, y se e n c u e n t r a lo irreductible evidente c u a n d o se alcanza el
proyecto de ser, pues, evidentemente, n o es posible remontarse más
alto que el ser, y entre proyecto de ser, posible y valor por u n a parte
y el ser por la otra, n o hay n i n g u n a diferencia. El h o m b r e es f u n -
d a m e n t a l m e n t e deseo de ser, y la existencia de este deseo n o tiene
q u e ser establecida por inducción empírica: resulta de u n a descrip-
ción a priori del ser del para-sí, puesto q u e el deseo es f a l t a y el
para-sí es el se^ q u e es p a r a sí mismo su propia f a l t a de ser. El
proyecto original que se expresa en cada u n a de nuestras tendencias
empíricamente observables es, pues, el proyecto de ser; o, si se pre-
fiere, cada tendencia empírica está con el proyecto original de ser
en u n a relación de expresión y de satisfacción simbólicas, tal como,
en Freud, lo están las tendencias conscientes con relación a los com-
plejos y a la libido original. Por lo demás, n o se trata de que el
deseo de ser sea primero p a r a hacerse expresar después por los de-
seos a posteriori, sino q u e n a d a hay f u e r a de la expresión simbólica
q u e ese deseo e n c u e n t r a en los deseos concretos. N o hay primero un
deseo de ser y después mil sentimientos particulares, sino q u e el deseo
de ser sólo existe y se manifiesta en y p o r los celos, la avaricia, el
a m o r del arte, la cobardía, el coraje, las mil expresiones contingente»
y empíricas q u e h a c e n q u e la realidad h u m a n a n o se nos aparezca
n u n c a sino manifestada p o r este hombre, p o r u n a persona singular.
E n c u a n t o al ser q u e es objeto de ese deseo, sabemos a priori
lo q u e es. El para-sí es el ser q u e es p a r a sí mismo su propia falta
d e ser. Y el ser q u e al para-sí le f a l t a es el en-sí. El para-sí surge
c o m o nihilización del en-sí, y esta nihilización se define como pro-
yecto hacia el en-sí: e n t r e el en-sí nihilizado y el en-sí proyectado,
el para-sí es n a d a . Así, el objetivo y el fin d e la nihilización q u e soy
es el en-sí. Luego, la realidad h u m a n a es deseo de ser-en-sí. Pero
el en-sí q u e ella desea n o p u e d e ser p u r o en-sí contingente y absurdo,
c o m p a r a b l e d e todo p u n t o al que ella encuentra y nihiliza. L a nihi-
lización, c o m o hemos visto, es asimilable, en efecto, a u n a rebelión
del en-sí q u e se nihiliza contra su contingencia. Decir q u e el para-sí
existe su facticidad, como lo hemos visto en el capítulo acerca del
cuerpo, equivale a decir q u e la nihilización es v a n o esfuerzo d e u n
ser p o r f u n d a r su p r o p i o ser, y q u e es el retroceso o dístanciamiento
f u n d a d o r q u e p r o d u c e el í n f i m o desnivel p o r el cual la n a d a e n t r a
en el ser. El ser q u e es objeto del deseo del para-sí es, pues, u n en-sí
que f u e r a su p r o p i o f u n d a m e n t o , es decir, q u e f u e r a a su facticidad
lo q u e el para-sí es a sus motivaciones. Además, el para-sí, siendo
negación del en-sí, n o p o d r í a desear el p u r o y simple retorno al
en-sí. Aquí, c o m o en Hegel, la negación d e la negación n o p o d r í a
reconducirnos a nuestro p u n t o de partida. Al contrarío, aquello p a r a
lo cual el para-sí reclama el en-sí es la totalidad destotalizada "En-sí
nihilizado en para-sí"; en otros términos, el para-sí proyecta ser en
tanto que para-si u n ser q u e sea lo q u e es; el para-si, en t a n t o que
ser q u e es lo q u e n o es y q u e n o es lo q u e es, proyecta ser lo que
es; en t a n t o q u e conciencia, quiere tener la impermeabilidad y la
densidad infinita del en-sí; en t a n t o q u e nihilización del en-sí y per-
p e t u a evasión de la contingencia y d e la facticidad, quiere ser su
p r o p i o f u n d a m e n t o . Por eso el posible es pro-yectado e n general
c o m o aquello q u e f a l t a al para-sí p a r a convertirse en en-sí-para-sí;
y el valor f u n d a m e n t a l q u e preside a este proyecto es, precisamente,
el en-sí-para-sí, es decir, el ideal de u n a conciencia que sea f u n -
d a m e n t o de su p r o p i o ser-en-sí p o r la p u r a conciencia q u e de sí
misma toma. A este ideal p u e d e llamarse Dios. Así, p u e d e decirse
tjue lo que m e j o r hace comprensible el proyecto f u n d a m e n t a l de la
realidad h u m a n a es que el h o m b r e es el ser q u e proyecta ser Dios.
Cualesquiera que fueren después los mitos y los ritos d e la religión con-
siderada, Dios es ante todo "sensible al corazón" del h o m b r e como
lo q u e lo a n u n c i a y lo define en su proyecto último y f u n d a m e n t a l .
Y si el h o m b r e posee u n a comprensión preontológica del ser d e
Dios, ésta n o le es conferida ni p o r los grandes, espectáculos de la
naturaleza ni por la potencia d e la sociedad; sino q u e Dios, valor y
objetivo s u p r e m o d e la trascendencia, representa el límite p e r m a -
nente a partir del cual el h o m b r e se hace a n u n c i a r lo q u e él m i s m o
es. Ser h o m b r e es tender a ser Dios; o, si se prefiere, el h o m b r e es
f u n d a m e n t a l m e n t e deseo de ser Dios.
Pero, se dirá, si es así, si el h o m b r e en su surgimiento mismo es
conducido hacia Dios c o m o hacia su límite, si n o p u e d e elegir ser
sino Dios, ¿ q u é se hace de la libertad? P o r q u e la libertad n o es
n a d a m á s q u e u n a elección q u e se crea sus propias posibilidades,
mientras q u e aquí, al parecer, ese proyecto inicial de ser Dios q u e
" d e f i n e " al h o m b r e está estrechamente e m p a r e n t a d o con u n a " n a -
turaleza" o u n a "esencia" h u m a n a . Responderemos a ello, precisa-
mente, q u e si el sentido del deseo es, en última instancia, el proyecto
de ser Dios, el deseo n u n c a es constituido p o r ese sentido, sino que,
al contrario, representa siempre u n a invención particular de sus fines.
Estos fines, en efecto, se persiguen a p a r t i r de u n a situación empí-
rica particular; y hasta es esta persecución misma lo q u e constituye
en situación a los entornos. El deseo de ser se realiza siempre como
deseo de m a n e r a de ser. Y este deseo d e m a n e r a de ser se expresa
a su vez como el sentido de los miríadas de deseos concretos q u e
constituyen la t r a m a de nuestra vida consciente. Así, nos encontra-
mos ante arquitecturas simbólicas m u y 'complejas, q u e presentan,
por lo menos, tres grados. E n el deseo empírico, p u e d o discernir u n a
simbolización de u n deseo f u n d a m e n t a l y concreto q u e es la persona
y que representa la m a n e r a en q u e ésta h a decidido q u e en su ser
haya de ser cuestión de ser; y este deseo f u n d a m e n t a l , a su vez,
expresa, concretamente y en u n m u n d o , en la situación singular q u e
inviste a la persona, u n a estructura abstracta y significante q u e es
el deseo de ser en general, y q u e debe considerarse c o m o la realidad
humana en la persona, lo q u e constituye su c o m u n i d a d con el pró-
jimo, lo que permite a f i r m a r que hay u n a verdad del h o m b r e y n o
sólo i n d i v i d u a l i d a d e s i n c o m p a r a b l e s . L a concreción absoluta y la
c o m p l e t e z x , la existencia c o m o t o t a l i d a d , p e r t e n e c e n , pues, al deseo
libre y f u n d a m e n t a l o persona. El deseo e m p í r i c o n o es sino u n a
simbolización de él; a él remite y d e él t o m a su sentido, a u n p e r -
m a n e c i e n d o p a r c i a l y reductible, p u e s es el deseo q u e n o p u e d e ser
c o n c e b i d o p o r sí. P o r o t r a p a r t e , el deseo de ser, e n su p u r e z a abs-
t r a c t a , es la verdad del deseo c o n c r e t o f u n d a m e n t a l , p e r o n o existe
a t í t u l o d e r e a l i d a d . Así, el proyecto f u n d a m e n t a l o p e r s o n a o libre
realización d e la v e r d a d h u m a n a está d o q u i e r a , e n todos los deseos
(con las restricciones i n d i c a d a s en el c a p í t u l o a n t e r i o r a c e r c a d e los
" i n d i f e r e n t e s " , p o r e j e m p l o ) ; n o se c a p t a j a m á s sino a t r a v é s d e los
deseos — a s í c o m o n o p o d e m o s c a p t a r el espacio sino a través d e los
c u e r p o s q u e lo i n f o r m a n , a u n q u e el espacio sea u n a r e a l i d a d singular
y n o u n c o n c e p t o — ; o, si se quiere, es c o m o el objeto husserliano,
q u e n o se e n t r e g a sino p o r absehattungen y qüe, e m p e r o , n o se
d e j a absorber p o r n i n g u n a abschattung. Podemos comprender,
después d e las p r e c e d e n t e s observaciones, q u e la e s t r u c t u r a a b s t r a c t a
y ontológica " d e s e o d e ser", si bien r e p r e s e n t a la e s t r u c t u r a f u n d a -
m e n t a l y humana d e la p e r s o n a , n o p u e d e constituir u n a t r a b a p a r a
su l i b e r t a d . L a libertad, e n efecto, c o m o h e m o s d e m o s t r a d o e n el
c a p í t u l o a n t e r i o r , es rigurosamente asimilable a la nihilización: el
ú n i c o ser q u e p u e d a ser l l a m a d o libre es el ser q u e nihiliza su ser.
S a b e m o s , p o r lo d e m á s , q u e la nihilización es falta de ser, y n o p o -
d r í a ser d e o t r o m o d o . L a libertad es, p r e c i s a m e n t e , el ser q u e se
h a c e f a l t a d e ser. P e r o c o m o el deseo, según h e m o s establecido, es
i d é n t i c o a la f a l t a d e ser, la libertad sólo p o d r í a surgir c o m o ser q u e
se h a c e deseo d e ser, es decir, c o m o proyecto-para-sí d e ser en-si-
para-sí. H e m o s a l c a n z a d o a q u í u n a e s t r u c t u r a a b s t r a c t a q u e n o po-
d r í a considerarse e n m o d o a l g u n o c o m o la n a t u r a l e z a o esencia d e
la libertad, p u e s la libertad es existencia, y la existencia, e n ella,
p r e c e d e a la esencia; la libertad es s u r g i m i e n t o i n m e d i a t a m e n t e con-
c r e t o y n o se distingue d e su elección, es decir, d e la persona. Pero
la e s t r u c t u r a c o n s i d e r a d a p u e d e llamarsé la verdad d e la libertad,
es decir, q u e es la significación h u m a n a de la libertad.
L a v e r d a d h u m a n a d e la p e r s o n a d e b e p o d e r establecerse, c o m o
lo h e m o s i n t e n t a d o , p o r m e d i o d e u n a f e n o m e n o l o g í a o n t o l ó g i c a ;
la n o m e n c l a t u r a d e los deseos empíricos d e b e ser o b j e t o d e investi-
1
Complétude: no es neologismo sartreano, pero se vierte aquí por un
neologismo en español por Ser término necesario en filosofía y psicología.
(N. del T.) -
ilaciones p r o p i a m e n t e psicológicas; la observación y la inducción y,
si es preciso, la experimentación, p o d r á n servir p a r a p r e p a r a r esa
lista y p a r a indicar al filósofo las relaciones comprensibles q u e p u e -
den u n i r entre sí diferentes deseos o diferentes comportamientos, y
p a r a sacar a luz ciertas conexiones concretas entre "situaciones" ex-
p e r i m e n t a l m e n t e definidas (que, en el fondo, nacen de las restric-
ciones aportadas, en n o m b r e de la positividad, a la situación f u n d a -
m e n t a l del sujeto en el m u n d o ) y el sujeto d e la experiencia. Pero,
p a r a el establecimiento y la clasificación de los deseos f u n d a m e n t a l e s
o personas, n i n g u n o d e los dos métodos p u e d e convenir. E n efecto,
n o p u e d e tratarse d e d e t e r m i n a r a priori y ontológicamente lo q u e
aparece en t o d a la imprevisibilidad de u n a c t o libre. Por eso nos
limitaremos a q u í a indicar m u y someramente las posibilidades y pers-
pectivas d e tal i n d a g a c i ó n : el p o d e r u n h o m b r e cualquiera ser so-
m e t i d o a ella es lo q u e pertenece a la realidad h u m a n a en general,
o, si se prefiere, lo q u e p u e d e ser establecido p o r u n a ontología.
Pero la indagación m i s m a y sus resultados están, p o r principio, ente-
r a m e n t e f u e r a d e las posibilidades d e u n a ontología.
Por otra parte, la p u r a y simple descripción empírica sólo p u e d e
darnos n o m e n c l a t u r a s y ponernos en presencia de seudoirreductibles
(deseo de escribir o d e n a d a r , a m o r al riesgo, celos, e t c . ) . E n efecto,
n o sólo i m p o r t a catalogar conductas, tendencias e inclinaciones, sino
que, además, es preciso descifrarlas, es decir, saber interrogarlas.
Esta indagación sólo p u e d e llevarse a c a b o según las reglas de u n
m é t o d o específico, al cual llamamos psicoanálisis existencial.
El principio d e este psicoanálisis es q u e el h o m b r e es u n a tota-
lidad y n o u n a colección; que, en consecuencia, se expresa íntegro
en la m á s insignificante y superficial d e sus c o n d u c t a s ; en otras p a -
labras, n o hay gusto, tic, acto h u m a n o q u e n o sea revelador.
El objeto del psicoanálisis es descifrar los comportamientos em-
píricos del hombre, es decir, sacar a plena luz las revelaciones que
cada u n o d e ellos contiene y fijarlas conceptualmente.
Su punto de partida es la experiencia-, su punto de apoyo, la
comprensión preontológica y f u n d a m e n t a l q u e tiene el h o m b r e d e la
persona h u m a n a . A u n q u e la mayoría de la gente, en efecto, p u e d a
p a s a r p o r alto las indicaciones contenidas en u n gesto, u n a p a l a b r a
o u n a m í m i c a y equivocarse sobre la revelación q u e éstos a p o r t a n ,
c a d a persona h u m a n a posee a priori el sentido del valor revelador
de esas manifestaciones y es capaz de descifrarlas, por lo menos si
se la ayuda y conduce de la m a n o . E n este c o m o en otros casos,
la v e r d a d 110 se e n c u e n t r a p o r azar, n o p e r t e n e c e a u n d o m i n i o en
q u e h a y a de buscársela sin h a b e r t e n i d o n u n c a presciencia d e ella,
c o m o p u e d e n ir a buscarse las f u e n t e s del Nilo o del N í g e r . P e r t e n e c e
a priori a la c o m p r e n s i ó n h u m a n a y el t r a b a j o esencial es u n a h e r -
m e n é u t i c a , es decir, u n d e s c i f r a m i e n t o , f i j a c i ó n y c o n c e p t u a l i z a c i ó n .
Su método es c o m p a r a t i v o : p u e s t o q u e , e n efecto, c a d a con-
d u c t a h u m a n a simboliza a su m a n e r a la elección f u n d a m e n t a l que
h a d e sacarse a luz, y p u e s t o q u e , a la vez, c a d a u n a d e ellas en-
m a s c a r a esa elección b a j o sus c a r a c t e r e s ocasionales y su o p o r t u n i d a d
histórica, la c o m p a r a c i ó n e n t r e esas c o n d u c t a s nos p e r m i t i r á h a c e r
b r o t a r la revelación ú n i c a q u e t o d a s ellas e x p r e s a n d e m a n e r a dife-
rente. E l p r i m e r esbozo d e este m é t o d o nos lo o f r e c e el psicoanálisis
d e F r e u d y d e sus discípulos. P o r eso c o n v i e n e desde l u e g o s e ñ a l a r
con m á s precisión en q u é m e d i d a el psicoanálisis existencial se ins-
p i r a r á e n el psicoanálisis p r o p i a m e n t e dicho, y e n q u é m e d i d a dife-
rirá r a d i c a l m e n t e d e él.
A m b o s psicoanálisis c o n s i d e r a n q u e t o d a s las m a n i f e s t a c i o n e s
o b j e t i v a m e n t e observables d e la " v i d a p s í q u i c a " sostienen relaciones
d e simbolización a símbolo con e s t r u c t u r a s f u n d a m e n t a l e s y globales
q u e c o n s t i t u y e n p r o p i a m e n t e la persona. Ambos consideran que no
h a y d a t o s p r i m e r o s : inclinaciones h e r e d a d a s , c a r á c t e r , etc. E l psi-
coanálisis existencial n o c o n o c e n a d a antes del s u r g i m i e n t o originario
d e la l i b e r t a d h u m a n a ; el psicoanálisis e m p í r i c o p o s t u l a q u e l a efec-
t i v i d a d p r i m e r a del i n d i v i d u o es u n a c e r a v i r g e n antes d e su historia,
l i a libido n o es n a d a f u e r a d e sus f i j a c i o n e s concretas, sino u n a p o -
sibilidad p e r m a n e n t e d e f i j a r s e d e c u a l q u i e r m o d o sobre c u a l q u i e r
o b j e t o . A m b o s psicoanálisis c o n s i d e r a n al ser h u m a n o c o m o u n a his-
torialización p e r p e t u a y p r o c u r a n descubrir, m á s bien q u e d a t o s está-
ticos y constantes, el sentido, la o r i e n t a c i ó n y las vicisitudes d e psa
historia. P o r ello, a m b o s c o n s i d e r a n al h o m b r e e n el m u n d o y n o
c o n c i b e n q u e p u e d a i n t e r r o g a r s e a u n h o m b r e sobre lo q u e es sin
t e n e r en c u e n t a , a n t e todo, su situación. Las indagaciones psicoana-
líticas a p u n t a n a reconstituir la v i d a del s u j e t o desde el n a c i m i e n t o
h a s t a el i n s t a n t e d e la c u r a c i ó n ; utilizan todos los d o c u m e n t o s o b j e -
tivos q u e p u e d a n h a l l a r : cartas, testimonios, diarios íntimos, i n f o r -
m a c i o n e s "sociales" d e t o d a especie. Y lo q u e a p u n t a n a restituir
es m e n o s u n p u r o a c a e c i m i e n t o p s í q u i c o q u e u n sistema d u a l 1 d e
ellos: el a c a e c i m i e n t o crucial d e la i n f a n c i a y la cristalización psí-

1
Couple: "pareja, par". (N. del T.)
quica en t o r n o de él. T a m b i é n en esto se t r a t a de u n a situación.
C a d a h e c h o "histórico" será considerado, desde este p u n t o de vista,
a la vez q u e factor de la evolución psíquica y c o m o símbolo de la
misma. Pues en sí n o es n a d a , y n o actúa sino según el m o d o en
q u e se lo t o m a ; y la m a n e r a misma de tomárselo t r a d u c e simbólica-
m e n t e la disposición i n t e r n a del individuo.
Ambos, el psicoanálisis empírico y el psicoanálisis cxistencial,
buscan u n a actitud f u n d a m e n t a l en situación q u e no podría expre-
sarse por definiciones simples y lógicas, puesto q u e es a n t e r i o r a toda
lógica, y q u e exige ser reconstruida según leyes de síntesis específica.
El psicoanálisis empírico t r a t a de d e t e r m i n a r el complejo, designa-
ción q u e de p o r sí indica la polivalencia de todas las significaciones
conexas. El psicoanálisis existencial t r a t a de d e t e r m i n a r la elección
originaria. Esta, operándose f r e n t e al m u n d o y siendo elección de la
posición en el m u n d o , es totalitaria, c o m o lo es el c o m p l e j o ; c o m o
el complejo, es a n t e r i o r a la lógica; ella elige la actitud de la persona
respecto a la lógica y los principios; n o se t r a t a , pues, de interrogarla
con arreglo a la lógica. Esa elección recoge en u n a síntesis prelógica
la totalidad del existente y, c o m o tal, es el centro de referencia de
u n a infinidad de significaciones polivalentes.
Ambos psicoanálisis consideran que el sujeto n o está en posición
privilegiada p a r a proceder sobre sí mismo a esas indagaciones. A m -
bos se presentan c o m o u n m é t o d o estrictamente objetivo, que t r a t a
c o m o d o c u m e n t o s t a n t o los datos de la reflexión c o m o los testimo-
nios ajenos. Sin d u d a , el sujeto puede e f e c t u a r sobre sí u n a investi-
gación psicoanalítica. P e r o le será preciso r e n u n c i a r de u n a vez a
todo el beneficio de su posición particular, e interrogarse exacta-
m e n t e c o m o si f u e r a u n prójimo. El psicoanálisis empírico parte,
en efecto, del postulado de la existencia de u n psiquismo incons-
ciente q u e p o r principio se h u r t a a la intuición del sujeto. El psico-
análisis existencia 1 rechaza el postulado del inconsciente: el hecho
psíquico es, p a r a él, coextensivo ,, ía conciencia. Pero, si el proyecto
f u n d a m e n t a l es p l e n a m e n t e vivido por el sujeto y, c o m o tal, total-
m e n t e consciente, ello n o significa en m o d o a l g u n o q u e deba ser a
la vez conocido p o r él, sino al contrario; nuestros lectores r e c o r d a r á n
quizás el c u i d a d o q u e hemos puesto en nuestra introducción p a r a
distinguir conciencia y conocimiento. Por cierto, c o m o también he-
mos visto, la reflexión p u e d e ser considerada c o m o u n cuasi-conoci-
miento. Pero lo q u e en c a d a instante c a p t a n o es el p u r o proyecto
del para-sí tal c o m o se expresa simbólicamente —y, a m e n u d o , de
varias m a n e r a s a la vez — p o r el c o m p o r t a m i e n t o concreto q u e ellu
a p r e h e n d e : lo q u e c a p t a es el c o m p o r t a m i e n t o concreto mismo, ci
decir, el deseo singular y d a t a d o , con la e n m a r a ñ a d a frondosidad do
su característica. L a reflexión c a p t a a la vez símbolo y simboliza-
ción; está, cierto es, constituida í n t e g r a m e n t e por u n a comprensión
preontológica del proyecto f u n d a m e n t a l ; m e j o r a ú n : en t a n t o que
la reflexión es también conciencia n o tética d e sí c o m o reflexión, ei
ese mismo proyecto, lo mismo q u e la conciencia no-reflexiva. Pero
n o se sigue de ello q u e disponga de los instrumentos y técnicas nece-
sarios p a r a aislar la elección simbolizada, aislarla en conceptos y sa-
carla así aislada a plena luz. L a reflexión está p e n e t r a d a de u n a
gran luz, sin p o d e r expresar lo q u e esta luz ilumina. N o se t r a t a de
u n enigma n o adivinado, c o m o lo creen los f r e u d i a n o s : todo está
ahí, luminoso; la reflexión d e todo goza, t o d o lo c a p t a . P e r o ese
"misterio a p l e n a luz" proviene más bien de q u e ese goce está pri-
v a d o d e los medios q u e o r d i n a r i a m e n t e p e r m i t e n el análisis y la con-
ceptualización. Es u n goce q u e c a p t a todo, t o d o a la vez, sin sombra,
sin relieve, sin relación de m a g n i t u d ; no p o r q u e esas sombras, valores
y relieves existan en a l g u n a p a r t e y le estén ocultos, sino m á s bien
p o r q u e a otra actitud h u m a n a pertenece el establecerlos, y n o po-
drían existir sino por y para el conocimiento. L a reflexión, al n o
p o d e r servir de base p a r a el psicoanálisis existencial, le ofrecerá, pues,
simplemente, materiales brutos acerca de los cuales el psicoanalista
d e b e r á a d o p t a r la actitud objetiva. Sólo así p o d r á conocer lo q u e
ya comprende. Resulta de ello q u e los complejos extirpados de las
p r o f u n d i d a d e s inconscientes, c o m o los proyectos descubiertos por el
psicoanálisis existencial, serán aprehendidos desde el punto de vista
del prójimo. P o r consiguiente, el objeto así sacado a luz será articu-
lado según las estructuras de la trascendencia-trascendida, es de-
cir, q u e su ser será el ser-para-otro; a u n si, p o r o t r a parte, el psico-
analista y el psicoanalizado son la misma persona. Así, el proyecto
sacado a luz p o r ambos psicoanálisis n o p o d r á ser sino la totalidad
de la persona, lo irreductible de la trascendencia, tal c o m o son en
su ser-para-el-otro. L o q u e escapa p o r siempre a estos métodos d e
investigación es el proyecto tal cual es para-sí, el c o m p l e j o en su ser
propio. Este proyecto-para-sí n o p u e d e ser sino gozado: h a y incom-
patibilidad entre la existencia para-si y la existencia objetiva. Pero
el objeto de ambos psicoanálisis n o p o r eso d e j a de tener la realidad
de un ser; su conocimiento por el sujeto puede, además, contribuir
.i iluminar la reflexión y ésta p u e d e convertirse e n t o n c e s en u n goce
<|ue será cuasi-saber.
Con esto t e r m i n a n las s e m e j a n z a s e n t r e a m b o s psicoanálisis, q u e ,
cu efecto, difieren e n la m e d i d a en q u e el psicoanálisis e m p í r i c o h a
decidido p o r su c u e n t a a c e r c a de su instancia i r r e d u c t i b l e e n l u g a r
de d e j a r l a a n u n c i a r s e p o r sí m i s m a e n u n a intuición e v i d e n t e . L a
Jibido o la v o l u n t a d d e p o d e r í o , en efecto, constituyen u n residuo
psicobiológico q u e n o es c l a r o p o r sí m i s m o y q u e n o se nos a p a r e c e
c o m o debiendo ser el t é r m i n o i r r e d u c t i b l e d e la i n d a g a c i ó n . E n úl-
tima instancia, la experiencia establece q u e el f u n d a m e n t o d e los
complejos es esa libido o esa v o l u n t a d d e p o d e r í o , y tales resultados
de la i n d a g a c i ó n e m p í r i c a son e n t e r a m e n t e contingentes, y n o logran
c o n v e n c e r : n a d a i m p i d e concebir a priori u n a " r e a l i d a d h u m a n a "
q u e n o se exprese p o r la v o l u n t a d de p o d e r í o y cuya libido n o cons-
tituya el p r o y e c t o originario e i n d i f e r e n c i a d o . Al c o n t r a r i o , la elec-
ción a la cual se r e m o n t a r á el psicoanálisis existencia! p r e c i s a m e n t e
por ser elección d a r a z ó n d e su c o n t i n g e n c i a originaria, p u e s la con-
tingencia d e la elección es el reverso de su libertad. A d e m á s , e n
c u a n t o se f u n d a sobre la falta de ser c o n c e b i d a c o m o c a r á c t e r f u n -
d a m e n t a l del ser, recibe legitimación como elección, y sabemos q u e
ya n o t e n e m o s q u e ir m á s lejos. C a d a r e s u l t a d o será, pues, a la vez
p l e n a m e n t e c o n t i n g e n t e y l e g í t i m a m e n t e irreductible. P o r lo d e m á s ,
será siempre singular, es decir, q u e n o a l c a n z a r e m o s c o m o objetivo
ú l t i m o d e la investigación y f u n d a m e n t o de todos los c o m p o r t a m i e n -
tos u n t é r m i n o a b s t r a c t o y general, c o m o p o r e j e m p l o la libido, q u e
se d i f e r e n c i e y concrete en c o m p l e j o s y después e n c o n d u c t a s de
detalle p o r acción d e los hechos exteriores y d e la historia del sujeto,
sino, al contrario, u n a elección q u e p e r m a n e c e ú n i c a y q u e es desde
el origen la concreción a b s o l u t a ; las condiciones d e detalle p u e d e n
expresar o particularizar esa elección, p e r o n o p o d r í a n ya h a c e r l a
más c o n c r e t a d e lo q u e es. Pues esa elección n o es sino el ser de
c a d a r e a l i d a d h u m a n a , y es lo m i s m o decir q u e u n a c o n d u c t a p a r -
cial es y decir q u e expresa la elección original d e esa r e a l i d a d h u -
m a n a , p u e s t o q u e , p a r a la r e a l i d a d h u m a n a , n o h a y d i f e r e n c i a e n t r e
existir y elegirse. P o r este hecho, c o m p r e n d e m o s q u e el psicoanálisis
cxistencial n o tiene q u e r e m o n t a r s e desde el " c o m p l e j o " f u n d a m e n t a l ,
q u e es p r e c i s a m e n t e la elección de ser, h a s t a u n a a b s t r a c c i ó n , c o m o
la libido, q u e lo explique. El c o m p l e j o es elección ú l t i m a , es elec-
ción de ser y se hace tal. Al sacárselo a luz, se revela c a d a vez c o m o
e v i d e n t e m e n t e irreductible. Se sigue n e c e s a r i a m e n t e d e ello q u e la
libido y la v o l u n t a d d e poderío n o a p a r e c e r á n al psicoanálisis exis-
tencial ni c o m o caracteres generales y comunes a todos los hombres,
ni como irreductibles. C u a n d o m u c h o , p u e d e q u e se compruebe,
después de u n a indagación, q u e en ciertos sujetos expresan, a título
d e conjuntos particulares, u n a elección f u n d a m e n t a l q u e n o puede
reducirse ni a la u n a ni a la otra. H e m o s visto, en efecto, q u e el
deseo y la sexualidad en general expresan u n esfuerzo originario del
para-sí por recuperar su ser alienado por el prójimo. L a voluntad
d e poderío supone también, originariamente, el ser p a r a otro, la com-
prensión del otro y la elección d e lograr la propia salvación por
m e d i o del otro. E l f u n d a m e n t o d e esta actitud debe estar en u n a
elección p r i m e r a q u e p e r m i t a c o m p r e n d e r la asimilación radical del
ser-en-sí-para-sí al ser-para-el-otro.
El h e c h o de q u e el t é r m i n o último de esta investigación existen-
cial deba ser u n a elección diferencia m e j o r a ú n al psicoanálisis cuyo
m é t o d o y rasgos principales esbozamos: con ello, renuncia a suponer
u n a acción m e c á n i c a del m e d i o sobre el sujeto considerado. El m e -
d i o n o p o d r í a o b r a r sobre el sujeto sino en la m e d i d a exacta e n q u e
éste lo comprende, es decir, en q u e lo transforma en situación.
N i n g u n a descripción objetiva del m e d i o podría servirnos, pues. Des-
de. el origen, el m e d i o concebido c o m o situación remite al para-sí
elector, exactamente c o m o el para-sí p o r su ser en el m u n d o remite
al medio. Al r e n u n c i a r a todas las causaciones mecánicas, renuncia-
mos a todas las interpretaciones generales del simbolismo considera-
do. C o m o nuestro objetivo n o p u e d e ser establecer leyes empíricas
d e sucesión, n o podríamos constituir u n a simbólica universal. El
psicoanálisis d e b e r á c a d a vez reinventar u n a simbólica en función
de c a d a caso particular. Si el ser es u n a totalidad, n o es concebible,
en efecto, q u e p u e d a n existir relaciones elementales de simbolización
(heces — oro; acerico = seno, e t c . ) , q u e m a n t e n g a n u n a significa-
ción constante en c a d a caso, es decir, q u e p e r m a n e z c a n inalteradas
c u a n d o se pasa de u n sistema significante a otro. Además, el psico-
analista n o p e r d e r á de vista n u n c a que la elección es viviente y, por
lo tanto, p u e d e siempre ser revocada por el sujeto estudiado. H e m o s
mostrado en el capitulo precedente la importancia del instante, que
representa los bruscos cambios de orientación y la toma de u n a po-
sición n u e v a f r e n t e a u n p a s a d o inmutable. Siendo así, siempre h a
d e estarse dispuesto a considerar q u e los símbolos c a m b i a n d e sig-
nificación y a a b a n d o n a r la simbólica utilizada hasta entonces. Así,
el psicoanálisis existencial deberá ser enteramente dúctil y calcarse
sobre los menores cambios observables en el sujeto: se trata de com-
p r e n d e r lo individual y a veces hasta lo instantáneo. El m é t o d o q u e
haya servido p a r a u n sujeto no podrá, por eso, ser utilizado p a r a
otro sujeto, ni p a r a el mismo en u n a época ulterior.
Precisamente p o i q u e el objeto d e la indagación h a de ser des-
cubrir u n a elección y no u n estado, el investigador deberá tener siem-
pre presente q u e su objeto n o es algo h u n d i d o en las tinieblas del
inconsciente, sino u n a determinación consciente y libré, 1a cual n o
es t a m p o c o u n h a b i t a n t e de la conciencia, si no q u e se identifica con
la conciencia misma. El psicoanálisis empírico, e n la m e d i d a en que
su m é t o d o vale más q u e sus principios, se e n c u e n t r a a m e n u d o en
la vía de u n descubrimiento existencial, a u n q u e n u n c a la recorre
hasta el fin. C u a n d o , en ese modo, se a p r o x i m a a la elección f u n d a -
mental, las resistencias del sujeto se desmoronan de p r o n t o y éste
reconoce súbitamente la imagen q u e le es presentada c o m o suya,
igual q u e si se viera en u n espejo. Este involuntario testimonio es
precioso p a r a el psicoanalista, quien ve en él la señal de q u e h a
alcanzado su objetivo: p u e d e pasar de las investigaciones propia-
m e n t e dichas a la cura. Pero n a d a , en sus principios ni en sus pos-
tulados iniciales, le permite c o m p r e n d e r ni utilizar ese testimonio.
¿ D e d ó n d e le vendría el derecho de hacerlo? Si en v e r d a d el com-
plejo es inconsciente, es decir, si el signo está separado de lo signifi-
c a d o p o r u n a barrera, ¿ c ó m o p o d r í a el sujeto reconocerlo? ¿Será
q u e el c o m p l e j o inconsciente se reconoce a sí mismo? Pero ¿ n o está
privado de comprensión? Y, si f u e r a preciso reconocerle la facultad
de c o m p r e n d e r los signos, ¿ n o sería h a c e r de él entonces u n incons-
ciente consciente? E n efecto: ¿ q u é es comprender, sino tener con-
ciencia de que se h a comprendido? ¿Diremos, al contrario, q u e quien
reconoce la imagen presentada es el sujeto en t a n t o q u e consciente?
Pero, ¿ c ó m o c o m p a r a esa imagen con su v e r d a d e r a afección, si ésta
está f u e r a de su alcance y n u n c a h a estado en su conocimiento?
C u a n d o m u c h o , podría juzgar q u e la explicación psicoanalítica d e
su caso es u n a hipótesis probable, cuya probabilidad está d a d a p o r
el n ú m e r o de conductas que es capaz de explicar. El sujeto se en-
cuentra, pues, con respecto a la interpretación, en la posición de u n
tercero, del psicoanalista mismo, y n o tiene respecto de ella posición
privilegiada. Y si cree en la probabilidad de la hipótesis psicoana-
lítica, esta simple creencia, q u e p e r m a n e c e en los límites d e su con-
ciencia, ¿ p u e d e traer consigo la r u p t u r a de las barreras q u e bloquean
a las tendencias inconscientes? El psicoanalista tiene, sin d u d a , la
imagen oscura de u n a coincidencia súbita entre lo consciente y lo
inconsciente; p e r o se h a privado de los medios p a r a concebir tal
coincidencia d e m o d o positivo.
E m p e r o , la iluminación del sujeto es un hecho. H a y en ello
u n a intuición a c o m p a ñ a d a de evidencia. El sujeto, g u i a d o por el
psicoanalista, hace m u c h o m á s q u e prestar asentimiento a u n a hi-
pótesis: toca y ve lo q u e él mismo es. Esto no resulta verdadera-
m e n t e comprensible a menos q u e el sujeto n o haya d e j a d o n u n c a de
ser consciente d e sus tendencias p r o f u n d a s ; más a ú n : a menos que
esas tendencias n o se distingan realmente de su p r o p i a conciencia.
E n tal caso, c o m o antes hemos visto, la interpretación psicoanalítica
n o le hace tomar conciencia, sino tomar conocimiento de su ser. Así,
pues, corresponde al psicoanálisis existencial reivindicar c o m o deci-
siva la intuición final del sujeto.
Esta comparación nos permite c o m p r e n d e r m e j o r q u é debe ser
u n psicoanálisis existencial si h a de p o d e r existir. Es u n método
destinado a sacar a luz, con u n a f o r m a rigurosamente objetiva, la
elección subjetiva p o r la cual c a d a persona se hace persona, es decir,
se hace a n u n c i a r lo q u e ella misma es. C o m o lo q u e busca es u n a
elección de ser al mismo t i e m p o q u e u n ser, debe reducir los com-
portamientos singulares a las relaciones f u n d a m e n t a l e s , n o de sexua-
lidad o de voluntad de poderío, sino de ser, que se expresan en esos
comportamientos. V a , pues, g u i a d o desde el origen hacia u n a com-
prensión del ser y n o debe asignarse otro objetivo q u e e n c o n t r a r el
ser y la m a n e r a de ser del ser f r e n t e a ese ser. L e está v e d a d o dete-
nerse antes d e alcanzar ese objetivo. Utilizará la comprensión del
ser q u e caracteriza al i n d a g a d o r en t a n t o q u e él mismo es realidad
h u m a n a ; y, c o m o t r a t a de extraer al ser de entre sus expresiones sim-
bólicas, d e b e r á reinventar c a d a vez, sobre las bases de u n estudio
comparativo de tales conductas, u n a simbólica destinada a descifrar-
las. El criterio del éxito será el n ú m e r o de hechos q u e su hipótesis
p e r m i t a explicar y unificar, así c o m o la intuición evidente d e la irre-
ductibilidad del término alcanzado. A este criterio se agregará, en
todos los casos en q u e sea posible, el testimonio decisivo del sujeto.
Los resultados así alcanzados —es decir, los fines últimos del indi-
v i d u o — p o d r á n entonces ser objeto de u n a clasificación, y sobre la
comparación de estos resultados podremos establecer consideraciones
generales sobre la realidad h u m a n a en c u a n t o elección empírica d e
sus propios fines. Las conductas estudiadas por este psicoanálisis rio
serán solamente los sueños, los actos fallidos, las obsesiones y las neu-
rosis, sino t a m b i é n , y sobre todo, los p e n s a m i e n t o s d e la víspera, los
actos logrados y a d a p t a d o s , el estilo, etc. Este psicoanálisis a ú n n o
h a e n c o n t r a d o su F r e u d ; c u a n d o m u c h o , p u e d e e n c o n t r a r s e el presen-
t i m i e n t o d e él e n ciertas biografías p a r t i c u l a r m e n t e logradas. Espe-
r a m o s d a r e n o t r o l u g a r dos ejemplos, a c e r c a d e F l a u b e r t y d e Dos-
toievsky; p e r o a q u í p o c o nos i m p o r t a q u e ese psicoanálisis exista o
n o ; lo i m p o r t a n t e p a r a nosotros es q u e sea posible.

II

HACER Y T E N E R : LA POSESIÓN

L a s i n f o r m a c i o n e s q u e la ontología p u e d e a d q u i r i r a c e r c a d e
las c o n d u c t a s y el deseo d e b e n servir c o m o principios al p s i c o a n á -
lisis existencial. E s t o n o significa q u e existan a n t e s d e t o d a especifi-
cación deseos a b s t r a c t o s y c o m u n e s a todos los h o m b r e s , sino q u e los
deseos concretos tienen e s t r u c t u r a s c u y o estudio p e r t e n e c e a la onto-
logía, p o r q u e c a d a deseo, -tanto el d e c o m e r o d e d o r m i r c o m o el d e
c r e a r u n a o b r a de arte, e x p r e s a n la r e a l i d a d h u m a n a íntegra. C o m o
lo h e m o s m o s t r a d o e n o t r o l u g a r x , e n efecto, el c o n o c i m i e n t o del
h o m b r e d e b e ser t o t a l i t a r i o : los c o n o c i m i e n t o s empíricos y parciales
están, en este terreno, desprovistos d e significación. H a b r e m o s , pues,
d a d o c i m a a n u e s t r a t a r e a si utilizamos los conocimientos a d q u i r i d o s
h a s t a a h o r a p a r a e c h a r las bases del psicoanálisis existencial. C o n
ello, e n efecto, d e b e detenerse la o n t o l o g í a : sus últimos descubri-
mientos son los principios p r i m e r o s del psicoanálisis. A p a r t i r de ahí,
es necesario d i s p o n e r d e o t r o m é t o d o , p u e s t o q u e el o b j e t o es dife-
rente. ¿ Q u é es, pues, lo q u e la ontología nos e n s e ñ a a c e r c a del
deseo, e n t a n t o q u e el deseo es el ser d e la r e a l i d a d h u m a n a ?
El deseo, según h e m o s visto, es f a l t a d e ser. E n c u a n t o tal, está
d i r e c t a m e n t e llevado sobre el ser del c u a l es f a l t a . Este ser, c o m o
h e m o s visto, es el en-sí-para-sí, la conciencia h e c h a sustancia, la
sustancia h e c h a c a u s a d e sí, el H o m b r e - D i o s . Así, el ser d e la reali-
d a d h u m a n a n o es o r i g i n a r i a m e n t e u n a sustancia sino u n a relación
v i v i d a : los términos d e esta relación son el En-sí originario, f i j a d o
e n su c o n t i n g e n c i a y su f a c t i c i d a d , cuya característica esencial es el
ser, el existir; y el En-sí-para-sí o valor, q u e es c o m o el I d e a l del
1
Esquisse d'une théorie phénoménologique des émotions. Hermán Paul
En-sí contingente y se caracteriza como estando allende toda contin-
gencia y toda existencia. El h o m b r e n o es ni u n o ni otro d e estos
seres, pues no es: él es lo q u e n o es y n o es lo q u e es, es la nihili-
zación del En-sí contingente, en t a n t o q u e el sí-mismo de esta nihi-
lización es su h u i d a hacia adelante en dirección del En-sí causa de
sí. L a realidad h u m a n a es p u r o esfuerzo p o r hacerse Dios, sin q u e
este esfuerzo tenga n i n g ú n substrato d a d o , sin que haya nada que se
esfuerce así. El deseo expresa ese esfuerzo.
E m p e r o , el deseo n o está d e f i n i d o solamente con relación al
En-sí-causa-de-sí. Es también relativo a u n existente b r u t o y con-
creto, al que se llama c o m ú n m e n t e o b j e t o del deseo. Este objeto será
ora u n m e n d r u g o , ora u n automóvil, ora u n a m u j e r , ora u n o b j e t o
a ú n n o realizado y, sin embargo, definido: c o m o c u a n d o el artista
desea crear u n a obra de arte. Así, el deseo expresa, por su estruc-
t u r a misma, la relación del h o m b r e con u n o o más objetos en el
m u n d o ; y es u n o de los aspectos del Ser-en-el-mundo. Desde este
p u n t o de vista, parecería q u e la relación n o f u e r a de tipo único.
Sólo p o r abreviar hablamos d e "deseo de algo". D e hecho, mil
ejemplos empíricos m u e s t r a n q u e deseamos poseer tal objeto o hacer
tal cosa o ser alguien. Si deseo este cuadro, significa q u e deseo com-
p r a r l o p a r a a p r o p i a r m e d e él. Si deseo escribir u n libro o pasearme,
significa q u e deseo hacer aquel libro o ese paseo. Si m e acicalo,
deseo ser d e b u e n a a p a r i e n c i a ; m e cultivo para ser instruido, etc.
Así, d e p r i m e r a intención, las tres grandes categorías d e la existen-
cia h u m a n a concreta se nos aparecen en su relación original: hacer,
tener, ser.
Es fácil advertir, sin embargo, q u e el deseo de h a c e r n o es irre-
ductible. U n o h a c e el objeto p a r a m a n t e n e r cierta relación con él.
Esta nueva relación p u e d e ser i n m e d i a t a m e n t e reductible a tenerlo.
Por ejemplo, tallo u n a r a m a en f o r m a d e bastón ( " h a g o " u n bastón
d e u n a r a m a ) p a r a tener el bastón. El " h a c e r " se reduce a u n m e -
dio p a r a tener. Es el caso más frecuente. Pero p u e d e ocurrir t a m -
bién q u e m i actividad no aparezca i n m e d i a t a m e n t e c o m o reductible.
Puede parecer gratuita, c o m o en el caso de la investigación cientí-
fica, el deporte o la creación estética. Empero, en estos diversos
casos, el hacer t a m p o c o es irreductible. Si creo u n cuadro, u n d r a -
m a , u n a melodía, lo h a g o p a r a estar en el origen de u n a existencia
concreta. Y esta existencia sólo m e interesa en la m e d i d a en q u e el
nexo de creación que establezco entre ella y yo m e d a sobre ella u n
derecho de p r o p i e d a d particular. N o se trata sólo de q u e tal cuadro,.
del cual tengo la idea, exista: es menester a d e m á s q u e exista por mí.
El ideal sería, evidentemente, en cierto sentido, m a n t e n e r l o en el ser
por u n a especie de creación c o n t i n u a y de este m o d o hacerlo mío
r o m o u n a e m a n a c i ó n p e r p e t u a m e n t e renovada. Pero, en o t r o sentido,
es preciso q u e se distinga radicalmente de mí, p a r a ser mío y n o yo:
el peligro estaría, c o m o en la teoría cartesiana d e las sustancias, en
q u e su ser se reabsorbiera en m i ser p o r f a l t a d e i n d e p e n d e n c i a y
objetividad; y, por lo tanto, es menester q u e exista en sí, es decir,
q u e renueve p e r p e t u a m e n t e su existencia por sí mismo. Así, mi obra
se m e a p a r e c e c o m o u n a creación continua p e r o f i j a d a en el en-si;
lleva i n d e f i n i d a m e n t e m i " m a r c a " , es decir, es i n d e f i n i d a m e n t e " m i "
pensamiento. T o d a o b r a de arte es u n pensamiento, u n a " i d e a " ;
sus caracteres son n e t a m e n t e espirituales en la m e d i d a en q u e n o es
sino u n a significación. Pero, por otra parte, esta significación, ese
pensamiento, que, en cierto sentido, está, p e r p e t u a m e n t e en acto,
c o m o si yo la f o r m a r a p e r p e t u a m e n t e , c o m o si u n espíritu — q u e
f u e r a el mío— la concibiera sin descanso, es u n p e n s a m i e n t o q u e
se sostiene d e p o r sí en el ser, y n o d e j a d e ser en a c t o m i e n t r a s
a c t u a l m e n t e n o lo pienso. Estoy, pues, con él en la doble relación
d e la conciencia q u e lo concibe y d e la conciencia q u e lo encuentra.
Esta doble relación, precisamente, es lo q u e expreso c u a n d o lo llamo
mío. Veremos su sentido c u a n d o hayamos precisado la significación
de la categoría d e " t e n e r " . Creo m i obra p a r a m a n t e n e r esa doble
relación en la síntesis de apropiación. E n efecto, esta síntesis d e yo
y de no-yo (intimidad, translucidez del p e n s a m i e n t o ; opacidad, in-
diferencia del en-sí) es el objetivo al cual a p u n t o y q u e h a r á preci-
samente q u e la obra sea m i p r o p i e d a d . E n este sentido, n o sólo las
obras estrictamente artísticas serán objeto d e m i apropiación, sino
q u e t a m b i é n ese bastón q u e he tallado d e u n a r a m a m e pertenecerá
d o b l e m e n t e : en p r i m e r lugar, c o m o u n o b j e t o de uso q u e está a m i
disposición y q u e poseo c o m o poseo mis ropas o mis libros; en se-
g u n d o lugar, como mi obra. Así, los q u e prefieren rodearse d e ob-
jetos usuales fabricados p o r ellos mismos cultivan u n r e f i n a d o sén-
tido d e apropiación, pues r e ú n e n en u n solo objeto y en u n solo
sincretismo la apropiación por creación y la apropiación p o r goce.
E n c o n t r a m o s la u n i d a d del m i s m o proyecto, desde el caso d e la crea-
ción artística hasta el del cigarrillo q u e "es m e j o r c u a n d o u n o m i s m o
se lo a r m a " . E n c o n t r a r e m o s t a m b i é n este proyecto con m o t i v o d e
u n tipo de p r o p i e d a d especial q u e es c o m o su degradación y al q u e
se llama lujo, pues, c o m o veremos, el l u j o n o designa u n a cualidad
del o b j e t o poseído sino u n a cualidad de la posesión.
O t r o a c t o de apropiarse es — c o m o lo hemos mostrado en el
p r e á m b u l o de esta c u a r t a p a r t e — el conocer. P o r eso la investiga-
ción científica n o es sino u n esfuerzo d e apropiación. L a v e r d a d des-
cubierta, c o m o la obra d e arte, es mi conocimiento: es el n o e m a di;
u n pensamiento, q u e sólo se descubre c u a n d o f o r m o el pensamiento
y que, p o r este hecho, aparece en cierto m o d o c o m o m a n t e n i d o en
existencia p o r mí. Por m í se revela u n a faz del m u n d o , y a mí se
m e revela. E n este sentido, soy c r e a d o r y poseedor. N o q u e consi-
dere c o m o p u r a representación el aspecto del ser q u e h e descubierto,
sino p o r q u e , m u y al contrario, este aspecto q u e sólo se descubre por
mí es, real y p r o f u n d a m e n t e . P u e d o decir q u e lo manifiesto, en el
sentido en q u e Gide nos dice q u e "debemos siempre m a n i f e s t a r " ;
pero, en el carácter d e verdad de m i pensamiento, es decir, en su
objetividad, e n c u e n t r o u n a i n d e p e n d e n c i a análoga a la de la obra
de arte. Ese p e n s a m i e n t o q u e f o r m o y q u e recibe de m í la existencia
prosigue al m i s m o t i e m p o p o r sí solo esa existencia en la m e d i d a en
q u e es pensamiento de todos. Es doblemente yo, puesto q u e es el
m u n d o en c u a n t o se m e descubre y soy yo en los demás, yo f o r m a n d o
mi p e n s a m i e n t o con la m e n t e del o t r o ; y está doblemente cerrado
c o n t r a m í puesto q u e es el ser q u e yo n o soy (en c u a n t o q u e se m e
revela) y es p e n s a m i e n t o d e todos: desde su aparición, pensamiento
destinado al a n ó n i m o . Esta síntesis d e yo y no-yo p u e d e expresarse
t a m b i é n con el t é r m i n o d e mío. Pero, además, en la idea misma d e
descubrimiento o de revelación está incluida u n a idea de goce apro-
piativo. L a vista es goce; ver es desflorar. Si se e x a m i n a n las com-
paraciones h a b i t u a l m e n t e utilizadas p a r a expresar la relación entre
cognoscente y conocido, se advierte q u e m u c h a s de ellas se presentan
c o m o u n a especie de violación por la vista. El objeto n o conocido
se d a como inmaculado, c o m o virgen, comparable a u n a blancura:
a ú n n o h a " e n t r e g a d o " su secreto, el h o m b r e no se lo h a " a r r a n -
c a d o " todavía. T o d a s las imágenes insisten sobre la ignorancia en
q u e el objeto está respecto de las indagaciones y los instrumentos
q u e a p u n t a n a él: él es inconsciente de ser conocido, se o c u p a de
lo suyo sin percibir la m i r a d a q u e lo espía, c o m o u n a m u j e r sor-
p r e n d i d a en su b a ñ o p o r u n transeúnte. Imágenes más sordas y pre-
cisas, c o m o la de las "invioladas p r o f u n d i d a d e s " de la naturaleza
evocan más n e t a m e n t e el coito. A la naturaleza se le a r r a n c a n sus
velos, se la devela (cf. El velo de Tais, de Schiller) ; toda investiga-
I HUÍ c o m p r e n d e siempre la idea d e u n a desnudez q u e se p o n e al
aire a p a r t a n d o los obstáculos q u e la c u b r e n , c o m o A c t e ó n a p a r t a las
r a m a s p a r a ver m e j o r a D i a n a en el b a ñ o . Y, p o r o t r a p a r t e , el
c o n o c i m i e n t o es u n a caza. Bacon lo l l a m a caza d e P a n . El investi-
g a d o r es el c a z a d o r q u e s o r p r e n d e u n a d e s n u d e z b l a n c a y la viola
con su m i r a d a . Así, el c o n j u n t o d e tales i m á g e n e s nos revela a l g o
q u e l l a m a r e m o s el complejo de Acteón. A d e m á s , t o m a n d o c o m o hilo
c o n d u c t o r esta idea d e caza, d e s c u b r i m o s o t r o simbolo d e a p r o p i a -
ción, quizá m á s p r i m i t i v o t o d a v í a : pues se caza p a r a c o m e r . L a
curiosidad, en el a n i m a l , es siempre sexual o a l i m e n t a r i a . C o n o c e r
es c o m e r con los o j o s 1 . P o d e m o s a d v e r t i r a q u í , e n efecto, e n lo
q u e c o n c i e r n e al c o n o c i m i e n t o p o r los sentidos, u n proceso inverso
del q u e se r e v e l a b a a p r o p ó s i t o de la o b r a d e arte. A c e r c a d e esta,
s e ñ a l á b a m o s la relación d e e m a n a c i ó n f i j a d a q u e m a n t i e n e con el
espíritu. El e s p í r i t u ' l a p r o d u c e c o n t i n u a m e n t e y, sin e m b a r g o , ella
se m a n t i e n e d e p o r sí y c o m o i n d i f e r e n t e a esa p r o d u c c i ó n . L a mis-
m a relación existe tal c u a l e n el a c t o d e c o n o c i m i e n t o , p e r o sin ex-
cluir su i n v e r s a : e n el conocer, la conciencia a t r a e a sí su o b j e t o y se
lo i n c o r p o r a ; el c o n o c i m i e n t o es asimilación. L a s obras f r a n c e s a s de
epistemología p u l u l a n de m e t á f o r a s a l i m e n t a r i a s (absorción, diges-
tión, a s i m i l a c i ó n ) . Asi, h a y u n m o v i m i e n t o de disolución q u e v a del
o b j e t o al s u j e t o cognoscente. L o c o n o c i d o se t r a n s f o r m a en mí, se
convierte e n m i p e n s a m i e n t o y, con ello, a d m i t e recibir su existencia
d e m í solo. P e r o ese m o v i m i e n t o d e disolución q u e d a f i j a d o desde
el m o m e n t o q u e lo c o n o c i d o p e r m a n e c e e n el m i s m o sitio, i n d e f i n i -
d a m e n t e absorbido, c o m i d o , e i n d e f i n i d a m e n t e i n t a c t o ; í n t e g r a m e n t e
d i g e r i d o y, sin e m b a r g o , í n t e g r a m e n t e a f u e r a , indigesto c o m o u n gui-
j a r r o . Se o b s e r v a r á la i m p o r t a n c i a q u e tiene e n las i m a g i n a c i o n e s
i n g e n u a s el símbolo de lo " d i g e r i d o indigesto", corno el g u i j a r r o en
el e s t ó m a g o del avestruz o J o n á s en el v i e n t r e de la b a l l e n a . Ello
señala u n s u e ñ o d e asimilación n o destructiva. L o m a l o está — c o -
m o lo a d v e r t í a H e g e l — e n q u e el deseo destruye su o b j e t o . ( E n este
sentido, d e c í a aquél, el deseo es deseo de c o m e r . ) E n reacción c o n t r a
esta necesidad dialéctica, el Para-sí s u e ñ a c o n u n o b j e t o q u e sea en-
t e r a m e n t e a s i m i l a d o p o r m í , q u e sea yo sin disolverse e n mí, m a n t e -
n i e n d o su e s t r u c t u r a d e en-sí, p u e s j u s t a m e n t e lo q u e deseo es ese
objeto, y si lo c o m o n o lo t e n g o m á s : n o m e e n c u e n t r o ya sino con-
m i g o mismo. Esta imposible síntesis de la asimilación y la i n t e g r i d a d

1
Para el niño, conocer es comer efectivamente: quiere gustar lo que ve-
conservada del objeto asimilado converge, en sus raíces m á s pro-
f u n d a s . con las tendencias f u n d a m e n t a l e s de la sexualidad. L a
"posesión" carnal, en efecto, nos ofrece la imagen irritante y seduc-
tora d e u n c u e r p o p e r p e t u a m e n t e poseído y p e r p e t u a m e n t e nuevo,
sobre el cual la posesión n o d e j a n i n g ú n vestigio. Esto lo simboliza
p r o f u n d a m e n t e la cualidad de "liso" o de " p u l i d o " . L o q u e es liso
p u e d e tomarse y palparse sin q u e p o r eso deje d e ser impenetrable,
sin q u e d e j e de huir, c o m o el agua, b a j o la caricia apropiativa. Por
eso se insiste tanto, en las descripciones eróticas, sobre la b l a n c u r a
lisa del c u e r p o de la m u j e r . Lisa: q u e se reconstituye b a j o la caricia,
c o m o se reconstituye el a g u a al paso de la p i e d r a q u e la h a atrave-
sado. Y al m i s m o tiempo, según hemos visto, el sueño del a m a n t e
es identificarse con el objeto a m a d o m a n t e n i é n d o l e a la vez su indi-
v i d u a l i d a d : q u e el otro sea yo, sin d e j a r d e ser otro. Esto precisa-
m e n t e e n c o n t r a m o s en la investigación científica: el objeto conocido,
c o m o el g u i j a r r o en el estómago del avestruz, está í n t e g r a m e n t e en
mí, asimilado, t r a n s f o n n a d o en m í mismo, es í n t e g r a m e n t e yo; pero,
a la vez, es impenetrable, intransformable, í n t e g r a m e n t e liso, en
u n a desnudez indiferente de cuerpo a m a d o y v a n a m e n t e acariciado.
P e r m a n e c e a f u e r a : conocer es comer d e f u e r a , sin consumir. Se ven
las corrientes sexuales y alimentarias q u e se f u n d e n e i n t e r p e n e t r a n
p a r a constituir el c o m p l e j o d e Acteón y el complejo de Jonás. Se
ven las raices digestivas y sensuales q u e se r e ú n e n p a r a d a r naci-
m i e n t o al deseo d e conocer. El conocimiento es a la vez penetración
y caricia de superficie, digestión y contemplación a distancia d e u n
objeto indeformable, p r o d u c c i ó n de u n p e n s a m i e n t o p o r creación
c o n t i n u a y constatación de la total i n d e p e n d e n c i a objetiva d e ese
pensamiento. El objeto conocido es mi pensamiento como cosa. Y
es precisamente lo q u e deseo p r o f u n d a m e n t e c u a n d o m e p o n g o a
i n d a g a r : c a p t a r m i p e n s a m i e n t o c o m o cosa y la cosa c o m o pensa-
m i e n t o mío. L a relación sincrética q u e f u n d e j u n t a s tendencias t a n
diversas n o p o d r í a ser sino u n a relación de apropiación. P o r eso el
deseo de conocer, por desinteresado q u e p u e d a parecer, es u n a rela-
ción d e apropiación. El conocer es u n a d e las f o r m a s q u e p u e d e
a d o p t a r el tener.
F a l t a considerar u n tipo d e actividad q u e suele presentarse co-
m o e n t e r a m e n t e g r a t u i t o : la actividad d e juego y las "tendencias"
a ella referentes. ¿ P u e d e descubrirse e n el deporte u n a tendencia
a p r o p i a t i v a ? Por cierto, h a de observarse a n t e todo q u e el juego,
en oposición a la seriedad, parece la actitud menos posesiva, pues
quita a lo real su realidad. H a y seriedad c u a n d o se p a r t e del m u n d o
y se atribuye más realidad al m u n d o q u e a u n o mismo; por lo menos,
c u a n d o u n o se confiere a sí mismo u n a realidad en la m e d i d a en
que pertenece al m u n d o . N o por azar el materialismo es serio; ni
t a m p o c o p o r azar se lo e n c u e n t r a siempre y doquiera c o m o la doc-
trina de elección del revolucionario. Pues los revolucionarios son
serios. Se conocen p r i m e r o a p a r t i r del m u n d o q u e los aplasta, y
quieren c a m b i a r ese m u n d o aplastante. E n ello, se e n c u e n t r a n acor-
des con sus viejos adversarios, los poseyentes, q u e t a m b i é n se conocen
y aprecian a sí mismos a p a r t i r de su posición en el m u n d o . Así,
todo pensamiento serio está espeso d e m u n d o y se c o a g u l a : es u n a
dimisión d e la realidad h u m a n a en f a v o r del m u n d o . El h o m b r e
serio es "del m u n d o " n o tiene n i n g ú n recurso ya en sí m i s m o ; ni
siquiera e n c a r a ya la posibilidad de salir del m u n d o , pues se ha d a d o
a sí mismo el tipo de existencia del peñasco, la consistencia, la iner-
cia, la opacidad del ser-en-medio-del-mundo. V a de suyo q u e el
h o m b r e serio entierra en el f o n d o de sí mismo la conciencia de su
libertad; es de mala fe, y esta m a l a f e a p u n t a a presentarlo a sus
propios ojos c o m o u n a consecuencia: p a r a él, todo es consecuencia
y j a m á s hay principio; p o r eso está t a n a t e n t o a las consecuencias
de sus actos. M a r x h a puesto el d o g m a p r i m e r o de la seriedad al
a f i r m a r la prioridad del objeto sobre el sujeto; el h o m b r e es serio
c u a n d o se toma p o r u n objeto.
El juego, en efecto, c o m o la ironía kierkegaardiana, libera la
subjetividad. ¿ Q u é es el j u e g o sino u n a actividad cuyo origen pri-
m e r o es el hombre, cuyos principios p o n e el h o m b r e mismo, y q u e
no p u e d e t e n e r consecuencias sino según los principios previamente
puestos? Desde q u e u n h o m b r e se c a p t a c o m o libre y quiere usar de
su libertad, cualquiera q u e fuere, p o r lo demás, su angustia, su activi-
d a d es de j u e g o : él mismo es, en efecto, el p r i m e r principio; escapa
a la n a t u r a n a t u r a d a , p o n e él mismo el valor y las reglas d e sus actos
y n o consiente en p a g a r sino según las reglas q u e él mismo h a puesto
y definido. D e ahí, en cierto sentido, la " p o c a r e a l i d a d " del m u n d o .
Parece, pues, q u e el h o m b r e q u e juega, aplicado a descubrirse como
libre en su p r o p i a acción, n o p o d r í a cuidarse en m o d o a l g u n o d e
poseer u n ser del m u n d o . Su objetivo, al q u e a p u n t a a través d e los
deportes, el m i m o o el juego p r o p i a m e n t e dicho, es alcanzarse a sí
mismo c o m o cierto ser, precisamente el ser del cual es cuestión en
su sen E m p e r o , estas observaciones n o tienen p o r efecto mostrarnos
q u e el deseo d e hacer sea, en el juego, irreductible. Al contrario, nos
enseñan q u e el deseo de h a c e r se r e d u c e en él a cierto deseo de ser.
El a c t o n o es p o r sí m i s m o su p r o p i o o b j e t i v o ; t a m p o c o r e p r e s e n t a
su o b j e t i v o y sentido p r o f u n d o su f i n explícito: el a c t o tiene p o r f u n -
ción m a n i f e s t a r y p r e s e n t i f i c a r a sí misma la libertad a b s o l u t a q u e
es el p r o p i o ser d e la p e r s o n a . Este t i p o p a r t i c u l a r d e p r o y e c t o q u e
tiene c o m o f u n d a m e n t o y objetivo la libertad m e r e c e r í a u n estudio
especial. E n efecto, se d i f e r e n c i a r a d i c a l m e n t e d e todos los d e m á s
e n c u a n t o a p u n t a a u n t i p o d e ser r a d i c a l m e n t e diverso. Sería m e -
nester, e n efecto, explicar d i l a t a d a m e n t e sus relaciones con el p r o -
yecto d e ser-Dios, q u e nos h a p a r e c i d o ser 1a. e s t r u c t u r a p r o f u n d a de
la r e a l i d a d h u m a n a . P e r o es u n estudio q u e n o p o d e m o s e m p r e n d e r
a q u í , p u e s p e r t e n e c e a u n a Ética y s u p o n e p r e v i a m e n t e d e f i n i d o s lá
n a t u r a l e z a y el p a p e l d e la reflexión p u r i f i c a d e r a (nuestras descrip-
ciones sólo h a n a p u n t a d o h a s t a el m o m e n t o a la reflexión " c ó m -
p l i c e " ) , y s u p o n e a d e m á s u n a t o m a d e posición f o r z o s a m e n t e moral
con respecto a los valores q u e i n f e s t a n al Para-sí. D e c u a l q u i e r m o -
do, q u e d a establecido q u e el deseo d e j u e g o es f u n d a m e n t a l m e n t e
deseo de ser. Así, las tres c a t e g o r í a s : "ser", " h a c e r " , " t e n e r " , se re-
d u c e n , e n este c o m o e n los d e m á s casos, a dos: el " h a c e r " es p u r a -
m e n t e transitivo. U n deseo n o p u e d e ser, e n su f o n d o , sino deseo
de ser o deseo de tener. P o r o t r a p a r t e , es r a r o q u e el j u e g o esté
e x e n t o d e t o d a t e n d e n c i a a p r o p i a t i v a . D e j o a u n l a d o el deseo de
realizar u n a performance de b a t i r u n record, q u e p u e d e a c t u a r c o m o
e s t i m u l a n t e del d e p o r t i s t a ; n i siquiera h a b l o del deseo " d e t e n e r " u n
h e r m o s o c u e r p o , músculos armoniosos, deseo q u e d e p e n d e del de
a p r o p i a r s e u n o o b j e t i v a m e n t e d e su p r o p i o s e r - p a r a - o t r o . Estos de-
seos n o siempre i n t e r v i e n e n ni, p o r lo d e m á s , son f u n d a m e n t a l e s .
P e r o en el a c t o d e p o r t i v o m i s m o h a y u n a c o m p o n e n t e a p r o p i a t i v a .
El d e p o r t e , en efecto, es la libre t r a n s f o r m a c i ó n d e u n m e d i o del
m u n d o en e l e m e n t o s u s t e n t a d o r de Ja acción. E n . e l l o es, c o m o el
arte, c r e a d o r . S e a u n c a m p o de n i e v e : V e r l o es poseerlo ya. E n
sí mismo, ya es c a p t a d o p o r la vista c o m o símbolo del ser 1 . R e -
p r e s e n t a la e x t e r i o r i d a d p u r a , la espacialidad r a d i c a l ; su i n d i f e r e n -
ciación, m o n o t o n í a y b l a n c u r a m a n i f i e s t a n la a b s o l u t a d e s n u d e z de
la s u s t a n c i a ; es el en-sí q u e n o es sino en-sí, el ser del f e n ó m e n o q u e
se m a n i f i e s t a d e p r o n t o f u e r a d e t o d o f e n ó m e n o . Al m i s m o t i e m p o ,
su i n m o v i l i d a d sólida expresa la p e r m a n e n c i a y la resistencia obje-
tiva, la o p a c i d a d y la i m p e n e t r a b i l i d a d del En-sí. Este p r i m e r goce

1
Véase el parágrafo III.
intuitivo, empero, no p u e d e bastarme. Ese en-sí puro, semejante al
plenum absoluto e inteligible de la extensión cartesiana, m e fascina
c o m o la p u r a aparición del no-yo; lo que quiero entonces es preci-
samente que ese en-sí esté conmigo en u n a relación de emanación,
sin d e j a r de ser en sí. Es ya el sentido de los muñecos y las bolas
de nieve que hacen los chiquillos: el objetivo es " h a c e r algo con
esa nieve", es decir, imponerle u n a f o r m a que se adhiera t a n pro-
f u n d a m e n t e a la materia que ésta parezca existir con vistas a aqué-
lla. Pero si m e acerco, si quiero establecer u n contacto apropiativo
con el c a m p o de nieve, todo c a m b i a : su escala de ser se m o d i f i c a ;
existe pulgada por p u l g a d a en vez de existir por grandes espacios; y
manchas, briznas y grietas vienen a individualizar cada centímetro
cuadrado. A la vez, su solidez se f u n d e en a g u a : m e h u n d o en la
nieve hasta las rodillas; si la cojo en las manos, se m e licúa entre
los dedos, se d e r r a m a y n a d a q u e d a : el en-sí se t r a n s f o r m a en n a d a .
M i sueño de a p r o p i a r m e de la nieve se desvanece al mismo tiempo.
Por otra parte, no sé qué hacer con esa nieve q u e he venido a ver
de cerca: no p u e d o a p o d e r a r m e del campo, ni siquiera p u e d o re-
constituirlo como esa totalidad sustancial que se ofrecía a mis mira-
das y que se h a desmoronado brusca y doblemente. El sentido del
esquí n o es sólo p e r m i t i r m e desplazamientos rápidos y la adquisición
de u n a habilidad técnica, ni es sólo permitirme jugar a u m e n t a n d o
a m i sabor la velocidad o las dificultades de la c a r r e r a : es también
permitirme poseer ese c a m p o de nieve. Ahora, hago algo con él.
Esto significa que, por mi p r o p i a actividad de esquiador, modifico
su materia y su sentido. Por el h e c h o de q u e a h o r a se m e aparece,
en el curso de mi carrera, c o m o ladera de-descender, recobra u n a
continuidad y u n i d a d que h a b í a perdido. Ahora es tejido conjuntivo.
Está comprendido entre dos términos; u n e el p u n t o de p a r t i d a con
el p u n t o de llegada; y como, en el descenso, no lo considero en él
mismo, p u l g a d a por p u l g a d a , sino q u e m e f i j o siempre en u n p u n t o
de-alcanzar, allende la posición q u e ocupo, ya n o se desmorona en
u n a infinidad de detalles individuales; está recorrido hacia el p u n t o
que m e he asignado. El recorrido n o es sólo u n a actividad de des-
plazamiento, sino también, y sobre todo, u n a actividad sintética de
organización y conexión: extiendo a n t e mí el c a m p o de esquiaje, de
la misma m a n e r a que el geómetra, según K a n t , n o p u e d e a p r e h e n -
der u n a recta sino trazándola. Por otra parte, esa organización es
marginal y n o focal: el c a m p o de nieve no está unificado en sí mis-
m o y p a r a sí: el objetivo puesto y claramente c a p t a d o , el objeto, d e
mi atención, es el término de llegada; el espacio nivoso se condensa
p o r d e b a j o , i m p l í c i t a m e n t e ; su cohesión es la del espacio blanco
c o m p r e n d i d o en el interior de u n a circunferencia, por ejemplo, cuan-
d o m i r o la línea negra del círculo sin a t e n d e r explícitamente a su
superficie. Y, precisamente p o r q u e lo m a n t e n g o marginal, implícito
y sobrentendido, el c a m p o se a d a p t a a mí, lo tengo en la m a n o , lo
trasciendo h a c i a su fin, c o m o el tapicero trasciende el martillo uti-
lizado hacia su fin, q u e es clavar u n tapiz en la pared. N i n g u n a
apropiación p u e d e ser m á s completa q u e esta apropiación instru-
m e n t a l ; la actividad sintética de apropiación es aquí u n a actividad
técnica de utilización. L a nieve surge c o m o la m a t e r i a d e m i acto,
a la m a n e r a en q u e el surgimiento del martillo es p u r a compleción
del martillar. Al m i s m o tiempo, h e elegido cierto p u n t o d e vista
p a r a a p r e h e n d e r esta p e n d i e n t e n e v a d a : tal p u n t o de vista es u n a
d e t e r m i n a d a velocidad, q u e e m a n a d e mí, q u e p u e d o a u m e n t a r o
disminuir a m i gusto y gana, y constituye al c a m p o recorrido en un
objeto definido, e n t e r a m e n t e distinto de lo q u e sería a otra velocidad.
L a velocidad organiza los conjuntos a su sabor; tal objeto f o r m a o
n o f o r m a p a r t e d e u n g r u p o particular, según h a y a yo a d o p t a d o tal
o cual velocidad (piénsese, p o r ejemplo, en la Provenza vista "a
pie", "en a u t o " , "en tren", "en bicicleta"; ofrece tantos rostros di-
ferentes según q u e Béziers esté a u n a hora, a u n a m a ñ a n a , a dos
días d e N a r b o n a , es decir, según q u e N a r b o n a se aisle y ponga por
sí con sus aledaños o se constituya en g r u p o coherente con Béziers
y Séte, p o r ejemplo. E n este ú l t i m o caso, la relación de N a r b o n a
con el mar es d i r e c t a m e n t e accesible a la intuición; en el otro, esa
relación es negada y sólo p u e d e ser objeto de u n concepto p u r o ) .
Soy, pues, aquel q u e informa al c a m p o d e nieve p o r la libre veloci-
d a d q u e m e doy. Pero, a la vez, a c t ú o sobre m i materia. L a velo-
c i d a d n o se limita a i m p o n e r u n a f o r m a a u n a materia d a d a de
a n t e m a n o : ella m i s m a crea u n a materia. L a nieve, q u e se h u n d í a
b a j o m i peso mientras iba a n d a n d o , q u e se f u n d í a en agua c u a n d o
i n t e n t a b a asirla, se solidifica d e p r o n t o por acción d e m i velocidad,
a h o r a m e lleva. N o que se m e h a y a p e r d i d o d e vista su levedad,
su no-sustancialidad, su p e r p e t u a evanescencia; m u y al contrario,
precisamente esa levedad, esta evanescencia, aquella secreta liquidez
son las q u e m e llevan, es decir, se condensan y se f u n d e n p a r a lle-
varme. Pues m a n t e n g o con la nieve u n a relación de apropiación
especial: el deslizamiento. Esta relación será estudiada con detalle
después; pero desde a h o r a podemos c a p t a r su sentido. Al deslizar-
me, permanezco, se dice, superficial. Esto n o es exacto: por cierto,
sólo rozo la superficie y este roce mismo merece todo u n estudio.
Pero n o por ello realizo menos u n a síntesis en p r o f u n d i d a d : siento
la c a p a de nieve organizarse hasta lo más p r o f u n d o de ella m i s m a
p a r a sostenerme; el deslizamiento es acción a distancia, pues asegura
mi d o m i n i o sobre la m a t e r i a sin necesidad de h u n d i r m e y enviscar-
m e en ella p a r a domarla. Deslizarse es lo contrario d e enraizarse.
L a raíz está ya m e d i o asimilada a la tierra q u e la nutre, es u n a
concreción viviente de la tierra; n o p u e d e utilizar la tierra sino h a -
ciéndose tierra, es decir, en cierto sentido, sometiéndose a la m a -
teria q u e quiere utilizar. El deslizamiento, al contrario, realiza u n a
u n i d a d m a t e r i a l en p r o f u n d i d a d sin p e n e t r a r m á s allá d e la super-
ficie: es c o m o u n señor temido que n o necesita insistir ni levantar
la voz p a r a q u e le obedezcan. Admirable imagen del poder. D e
ahí el célebre consejo: "Glissez, mortels, n'appuyez p a s " ("Desli-
zaos, mortales, sin p r e s i o n a r " ) , lo que n o significa: " P e r m a n e c e d su-
perficiales, n o profundicéis", sino, al contrario: "Realizad síntesis en
p r o f u n d i d a d , pero sin comprometeros". Precisamente, el deslizamien-
to es apropiación, pues la síntesis de sostén realizada por la velocidad
sólo es válida p a r a el deslizador y en el tiempo m i s m o en q u e se v a
deslizando. L a solidez d e la nieve sólo es válida p a r a mí, sólo p a r a
mí es sensible: es u n secreto q u e m e entrega a mí solo y q u e ya
no es v e r d a d e r o detrás de mí. El deslizamiento realiza, pues, u n a
relación estrictamente individual con la materia, u n a relación histó-
rica; la m a t e r i a se recoge y solidifica p a r a llevarme y detrás de mí
vuelve a caer, p a s m a d a , en su dispersión. Así, por m i paso, he reali-
zado para mí lo único. El ideal del deslizamiento será, pues, u n
deslizamiento q u e n o d e j e vestigio: es el deslizamiento sobre agua
(barca, l a n c h a d e m o t o r y, sobre todo, esquí náutico, que, a u n q u e
llegado en último lugar, representa c o m o el límite hacia el cual ten-
dían, desde este p u n t o de vista, los deportes náuticos). El desliza-
m i e n t o sobre nieve es ya menos perfecto; tras d e m í q u e d a u n ves-
tigio; m e h e comprometido, así sea levemente. El deslizamiento so-
bre el hielo, que lo raya y e n c u e n t r a u n a m a t e r i a ya del todo orga-
nizada, es d e calidad m u y inferior; se salva, pese a todo, pero por
otras razones. D e ahí la leve decepción q u e experimentamos siem-
pre c u a n d o m i r a m o s los vestigios que nuestros esquíes h a n d e j a d o en
pos de nosotros sobre la nieve: ¡ c u á n t o m e j o r sería si ésta se refor-
m a r a a nuestro paso! Por otra parte, c u a n d o nos dejamos deslizar
por la pendiente, nos habita la ilusión de n o m a r c a r l a ; pedimos a
ia nieve c o m p o r t a r s e c o m o esa a g u a q u e s e c r e t a m e n t e es. Así, e!
deslizamiento a p a r e c e c o m o asimilable a u n a creación c o n t i n u a : la
velocidad, c o m p a r a b l e a la conciencia, y en este caso símbolo de la
conciencia h a c e n a c e r , m i e n t r a s d u r a , en la m a t e r i a , u n a cualidad
p r o f u n d a q u e sólo p e r m a n e c e m i e n t r a s la velocidad existe; u n a es-
pecie de recogimiento - e n sí q u e v e n c e su e x t e r i o r i d a d d e i n d i f e r e n -
cia, y q u e se deshace c o m o u n a gavilla tras el móvil deslizante. U n i -
ficación i n f o r m a d o r a y c o n d e n s a c i ó n sintética del c a m p o de nieve,
q u e se recoge en u n a organización i n s t r u m e n t a l , q u e es utilizado,
c o m o el m a r t i l l o o el y u n q u e , y se a d a p t a d ó c i l m e n t e a la acción
s u b t e n d i é n d o l a y c o l m á n d o l a ; acción c o n t i n u a y c r e a d o r a sobre la
materia m i s m a de la n i e v e ; solidificación de la masa nivosa p o r ac-
ción del deslizamiento; asimilación de la nieve al a g u a p o r t a d o r a ,
dócil y sin m e m o r i a , y al c u e r p o d e s n u d o de la m u j e r , q u e la caricia
d e j a i n t a c t o y t u r b a d o h a s t a su t r a s f o n d o ; tal es la acción del esquia-
d o r sobre lo real. Pero, al m i s m o t i e m p o , la nieve p e r m a n e c e i m p e -
n e t r a b l e y f u e r a de a l c a n c e ; en cierto sentido, la acción del esquiador
110 h a c e sino desarrollarle sus potencias; le hace dar de sí lo q u e ella
es c a p a z de d a r : la m a t e r i a h o m o g é n e a y sólida sólo le e n t r e g a soli-
dez y h o m o g e n e i d a d p o r el a c t o deportivo, p e r o esa solidez y h o m o -
g e n e i d a d p e r m a n e c e n c o m o p r o p i e d a d e s florecidas en la m a t e r i a . L a
síntesis e n t r e yo y no-yo q u e la acción d e p o r t i v a realiza se expresa,
c o m o en el caso del c o n o c i m i e n t o especulativo y el de la o b r a d e
arte, p o r la a f i r m a c i ó n del d e r e c h o del e s q u i a d o r sobre la nieve. Es
mi c a m p o dé nieve: lo he recorrido cien veces, cien veces h e h e c h o
n a c e r en él, p o r m i velocidad, esa f u e r z a de c o n d e n s a c i ó n y de sos-
t é n ; es mío.

A este aspecto de la a p r o p i a c i ó n d e p o r t i v a d e b e r á agregarse este


o t r o : la d i f i c u l t a d v e n c i d a . Es reconocido m á s g e n e r a l m e n t e , y a p e -
nas insistiremos en él. A n t e s de b a j a r la p e n d i e n t e n e v a d a m e h a
sido necesario escalarla. Y esta ascensión m e h a o f r e c i d o o t r a c a r a
de la nieve: la resistencia. H e sentido su resistencia con m i f a t i g a ,
y h e p o d i d o m e d i r a c a d a i n s t a n t e los progresos de m i victoria. A q u í ,
la nieve es asimilada al otro, y las expresiones corrientes d e " d o m a r " ,
" v e n c e r " , " d o m i n a r " , etc., señalan m u y bien q u e se t r a t a de estable-
cer e n t r e yo y la nieve la relación e n t r e a m o y esclavo. E n c o n t r a r e -
1
Hemos visto, en la tercera parte, la relación del movimiento con el
"para sí".
-Recogimiento en sí: rassemblement, acto de unificarse reuniendo y
organizando sus elementos. (N. del '1\)
ii ios este a s p e c t o d e la a p r o p i a c i ó n e n la ascensión, la natación, la
c a r r e r a d e obstáculos, etc. E l pico sobre el c u a l se h a h i n c a d o u n
b a n d e r í n es u n p i c o del c u a l u n o se h a apropiado. Así, u n a s p e c t o
c a p i t a l d e la a c t i v i d a d d e p o r t i v a — e n p a r t i c u l a r , d e los d e p o r t e s a l
aire l i b r e — es la c o n q u i s t a d e esas m a s a s e n o r m e s d e a g u a , t i e r r a y
aire q u e p a r e c e n a priori i n d o m a b l e s e inutilizables; e n c a d a caso,
se t r a t a d e poseer n o el e l e m e n t o p o r sí m i s m o , sino el t i p o d e exis-
tencia en-sí q u e se e x p r e s a p o r m e d i o d e é l : b a j o las especies d e la
nieve, q u i e r e u n o poseer la h o m o g e n e i d a d d e l a s u s t a n c i a ; b a j o las
especies d e la t i e r r a o d e la roca, u n o q u i e r e a p r o p i a r s e d e su p e r -
m a n e n c i a i n t e m p o r a l , etc., etc. E l a r t e , la ciencia, el j u e g o , son ac-
tividades d e a p r o p i a c i ó n , ya total, ya p a r c i a l m e n t e , y a q u e l l o d e q u e
q u i e r e n a p r o p i a r s e , a l l e n d e el o b j e t o c o n c r e t o sobre el c u a l se e j e r c e n ,
es el ser m i s m o , el ser a b s o l u t o del en-sí.
D e este m o d o , la ontología nos e n s e ñ a q u e el d e s e o es o r i g i n a -
r i a m e n t e deseo de ser y q u e se c a r a c t e r i z a c o m o libre f a l t a d e ser.
P e r o nos enseña a d e m á s q u e el deseo es solución con u n existente con-
c r e t o en m e d i o del m u n d o , y q u e este existente es c o n c e b i d o según
el t i p o del en-sí; nos e n s e ñ a q u e la relación del p a r a - s í c o n ese en-sí
d e s e a d o es la a p r o p i a c i ó n . Estamos, pues, e n p r e s e n c i a d e u n a doble
d e t e r m i n a c i ó n del d e s e o ; p o r u n a p a r t e , éste se d e t e r m i n a c o m o d e -
seo d e ser cierto ser q u e es el en-sí-para-sí y c u y a existencia es i d e a l ;
p o r o t r a p a r t e , se d e t e r m i n a , e n la i n m e n s a m a y o r í a d e los casos
c o m o relación con u n en-sí c o n t i n g e n t e y c o n c r e t o c u y a a p r o p i a c i ó n
proyecta. ¿ H a y e n ello s o b r e d e t e r m i n a c i ó n ? ¿ S o n c o m p a t i b l e s a m -
bas características? El psicoanálisis existencial sólo p o d r á t e n e r cer-
t i d u m b r e d e sus principios u n a vez q u e la o n t o l o g í a h a y a d e f i n i d o
la relación e n t r e esos dos seres: el eii-sí c o n c r e t o y c o n t i n g e n t e u
o b j e t o del deseo, y el en-sí-para-sí o ideal del deseo, y h a y a explici-
t a d o la relación q u e u n e la a p r o p i a c i ó n , c o m o t i p o d e relación con
el en-sí, y el ser m i s m o , c o m o t i p o d e relación con el en-sí-para-sí.
Es lo q u e h e m o s d e i n t e n t a r a h o r a .
¿ Q u é es apropiarse, o, si se p r e f i e r e , q u é se e n t i e n d e p o r poseer
u n o b j e t o e n g e n e r a l ? H e m o s visto la r e d u c t i b i l i d a d d e la c a t e g o r í a
del hacer, q u e d e j a traslucir o r a el ser, o r a el t e n e r ; ¿ o c u r r e lo Hus-
m o con la categoría del tener?
V e o q u e , e n u n g r a n n ú m e r o d e casos, poseer u n o b j e t o es p o -

1
Salvo en el caso preciso en que es simplemente deseo de ser: deseo
de ser feliz, de ser fuerte, etcétera.
der usar d e él. E m p e r o , n o m e satisfago con esta definición: en
este café, uso d e este vaso y este platillo, p e r o n o son míos; inversa-
mente, n o p u e d o " u s a r " d e ese c u a d r o q u e cuelga d e m i pared, y
sin e m b a r g o es mío. T a m p o c o i m p o r t a q u e en ciertos casos tenga
el d e r e c h o d e destruir lo q u e poseo; sería h a r t o abstracto definir la
p r o p i e d a d p o r semejante d e r e c h o ; y, p o r otra parte, en u n a sociedad
d e economía "dirigida", u n p a t r o n o p u e d e poseer su f á b r i c a sin tener
el d e r e c h o de c e r r a r l a ; en la R o m a imperial, el a m o poseía su es-
clavo y n o tenía el d e r e c h o d e darle m u e r t e . P o r o t r a parte, ¿ q u é
significa a q u í derecho d e destruir o d e usar? Observo q u e este de-
r e c h o m e r e m i t e a lo social, y q u e la p r o p i e d a d p a r e c e definirse den-
t r o d e los m a r c o s d e la vida en sociedad. P e r o observo también que
el d e r e c h o es p u r a m e n t e negativo y se limita a i m p e d i r al p r ó j i m o
destruir o usar lo q u e m e pertenece. Sin d u d a , se i n t e n t a r á definir
la p r o p i e d a d c o m o u n a f u n c i ó n social. Pero, en p r i m e r lugar, de
q u e la sociedad confiera el derecho d e poseer según ciertos princi-
pios, n o se sigue q u e ella cree la relación d e apropiación. C u a n d o
m u c h o , la legitima. M u y al contrario, p a r a q u e la p r o p i e d a d p u e d a
ser elevada a la j e r a r q u í a d e sagrada, es preciso q u e exista previa-
m e n t e c o m o relación e s p o n t á n e a m e n t e establecida e n t r e el para-sí
y el en-sí concreto. Y, si podemos e n c a r a r p a r a el porvenir u n a or-
ganización colectiva m á s justa, en q u e la posesión individual cese
— p o r lo menos d e n t r o d e ciertos límites— de ser protegida y santi-
ficada, ello n o significa q u e el n e x o apropiativo cese de existir; pue-
de, en efecto, q u e permanezca, p o r lo menos a título de relación
privada e n t r e el h o m b r e y la cosa. Así, en las sociedades primitivas
en q u e el vínculo conyugal n o está a ú n legitimado y en q u e la trans-
misión d e las cualidades es todavía m a t r o n í m i c a , ese vínculo sexual
existe, p o r lo menos, c o m o u n a especie de concubinato. Así. pues,
h a y q u e distinguir e n t r e posesión y d e r e c h o d e posesión. Por la mis-
m a razón, d e b o rechazar t o d a definición del t i p o d e la p r o u d h o n i a -
n a : " L a p r o p i e d a d es el robo", pues es tangencial a la cuestión.
Puede, en efecto, q u e la p r o p i e d a d p r i v a d a sea el producto de u n
robo, y q u e el m a n t e n i m i e n t o de esa p r o p i e d a d tenga por efecto la
expoliación del p r ó j i m o . Pero, cualesquiera que f u e r e n sus orígenes y
efectos, la p r o p i e d a d n o d e j a de ser descriptible y definible por sí
misma. El l a d r ó n se estima propietario del dinero q u e h a robado.
Se trata, pues, de describir la relación precisa entre el ladrón y el
bien robado, así c o m o la del propietario legítimo con la propiedad
"honestamente adquirida".
Si considero el objeto q u e poseo, veo q u e la cualidad de poseído
n o lo designa c o m o u n a p u r a d e n o m i n a c i ó n externa q u e señale su
relación d e exterioridad conmigo; al contrario, esa cualidad lo de-
fine p r o f u n d a m e n t e ; se m e a p a r e c e y a p a r e c e a los d e m á s como
p a r t e i n t e g r a n t e d e su ser. H a s t a tal p u n t o , q u e en las sociedades
primitivas ciertos hombres p u e d e n definirse diciendo q u e son poseí-
dos: p o r sí mismos, se d a n c o m o pertenecientes a. .. Es lo q u e se-
ñ a l a n t a m b i é n c l a r a m e n t e las ceremonias f ú n e b r e s primitivas, en q u e
se entierra a los m u e r t o s con los objetos q u e les pertenecen. L a ex-
plicación racional: " p a r a q u e p u e d a n servirse d e ellos" es, eviden-
temente, adventicia. P a r e c e m á s bien que, en la época en q u e ese
género de costumbres apareció espontáneamente, n o resultaba nece-
sario interrogarse a tal respecto. Los objetos tenían la cualidad sin-
g u l a r d e ser de los muertos. F o r m a b a n u n t o d o con él, y n o e r a el
caso de e n t e r r a r al d i f u n t o sin sus objetos usuales, c o m o t a m p o c o lo
e r a d e enterrarlo, p o r ejemplo, sin u n a de sus . piernas. El cadáver,
la copa en q u e bebía y el cuchillo q u e usaba constituyen un solo
muerto. L a costumbre de q u e m a r a las viudas del M a l á b a r se en-
tiende m u y bien en c u a n t o a su principio: la m u j e r h a sido poseída;
el m u e r t o la arrastra, pues, e n su m u e r t e , y ella está m u e r t a de
d e r e c h o ; n o hay sino a y u d a r l a a p a s a r d e esa m u e r t e de d e r e c h o a
la m u e r t e de hecho. Los objetos q u e n o a d m i t e n e n t e r r a m i e n t o que-
d a n e m b r u j a d o s . El espectro n o es sino la materialización concreta
del ser-poseído p r o p i o d e la casa y los muebles. Decir q u e u n a
casa está e m b r u j a d a es decir q u e ni el dinero ni el esfuerzo p o d r á n
b o r r a r el h e c h o metafísico y absoluto de su posesión p o r u n p r i m e r
ocupante. V e r d a d es q u e los espectros q u e infestan las mansiones son
dioses lares degradados. P e r o ¿ q u é son los dioses lares mismos sino
estratos d e posesión q u e se h a n ido depositando u n o a u n o sobre
los muros y los muebles d e la casa? L a expresión q u e designa la
relación entre el objeto y su propietario señala c l a r a m e n t e la pene-
tración p r o f u n d a d e la a p r o p i a c i ó n : ser poseído es ser de. .. Esto
significa q u e el objeto poseído está alcanzado en su ser. P o r otra
parte, hemos visto q u e la destrucción del poseyente e n t r a ñ a la des-
trucción de derecho del poseído e, inversamente, la supervivencia
del poseído e n t r a ñ a la supervivencia d e derecho del poseyente. El
nexo de posesión es u n nexo interno de ser. E n c u e n t r o al poseyente
en y p o r el objeto q u e posee. Es, evidentemente, la explicación de la
i m p o r t a n c i a de las reliquias; y n o entendemos con ello sólo las reli-
quias religiosas, sino también, y sobre todo, el c o n j u n t o de propieda-
des de un h o m b r e ilustre ( M u s e o Víctor H u g o , "objetos que h a n
pertenecido" a Balzac, a F l a u b e r t , e t c . ) , en las cuales tratamos de
volver a encontrarlos; los "recuerdos" de u n m u e r t o a m a d o q u e
parecen " p e r p e t u a r " su m e m o r i a .
Ese n e x o interno y ontológico e n t r e lo poseído y el poseyente
(que a m e n u d o h a n i n t e n t a d o materializar costumbres c o m o la d e
la m a r c a con h i e r r o c a n d e n t e ) n o p o d r í a explicarse por u n a teoría
"realista" d e la apropiación. Si es v e r d a d q u e el realismo se define
como u n a doctrina q u e h a c e del sujeto y del objeto dos sustancias
independientes d o t a d a s d e la existencia p a r a sí y p o r sí, resulta t a n
inconcebible la apropiación c o m o el conocimiento, q u e es u n a de
sus f o r m a s ; u n a y otro q u e d a r á n c o m o relaciones externas q u e u n e n
t e m p o r a r i a m e n t e el sujeto al objeto. Pero hemos visto q u e la exis-
tencia sustancial debe atribuirse al objeto conocido. L o m i s m o ocurre
con la p r o p i e d a d en general: sólo el o b j e t o poseído existe en sí, se
define por la p e r m a n e n c i a , la a t e m p o r a l i d a d en general, la suficien-
cia de ser; en u n a p a l a b r a , p o r la sustancialidad. Por ende, la un-
selbststándigkeit h a de ponerse del lado del sujeto poseyente. U n a
sustancia n o p o d r í a apropiarse de o t r a sustancia y, si c a p t a m o s en
las cosas cierta cualidad d e poseídas, ello se debe a que, origina-
riamente, la relación i n t e r n a entre el para-sí y el en-sí q u e es su
p r o p i e d a d tiene origen en la insuficiencia de ser del para-sí. V a de
suyo q u e el objeto •poseído n o es realmente a f e c t a d o p o r el acto d e
apropiación, así c o m o el objeto conocido n o es a f e c t a d o p o r el cono-
cimiento: p e r m a n e c e intacto (salvo el caso en q u e lo poseído es
u n ser h u m a n o : u n esclavo, u n a prostituta, e t c . ) . Pero la cualidad
d e poseído n o p o r ello d e j a de a f e c t a r idealmente su significación:
en u n a p a l a b r a , su sentido consiste e n reflejar esa posesión al'para-sí.
Si el poseyente y lo poseído están unidos p o r u n a relación i n t e r n a
b a s a d a en la insuficiencia de ser del para-sí, se p l a n t e a la cuestión
de d e t e r m i n a r la naturaleza y el sentido de la pareja q u e f o r m a n .
L a relación interna, siendo sintética, en efecto, opera la unificación
d e poseyente y poseído. Esto significa q u e ambos constituyen ideal-
m e n t e u n a realidad única. Poseer es unirse al objeto poseído b a j o
el signo de la a p r o p i a c i ó n ; querer poseer es querer unirse al o b j e t o
p o r m e d i o d e esa relación. Así, el deseo de u n objeto p a r t i c u l a r n o
es simple deseo de ese objeto, sino el deseo de unirse 'al o b j e t o p o r
u n a relación interna, de m o d o de constituir con él la u n i d a d " p o -
seyente-poseído". El deseo d e tener es, en el fondo, reductible al
deseo de estar, con respecto a cierto objeto, en cierta relación de ser.
P a r a d e t e r m i n a r esta relación, nos serán m u y últiles las prece-
dentes observaciones sobre las conductas del científico, el artista y
el deportista. H e m o s descubierto en c a d a u n a de esas conductas
cierta actitud apropiativa. Y la apropiación, en c a d a caso, se h a se-
ñ a l a d o por el hecho d e q u e el objeto se nos aparecía a la vez como
emoción subjetiva de nosotros mismos y crear en relación de ex-
terioridad indiferente con nosotros. L o mío se nos h a aparecido,
pues, c o m o u n a relación de ser intermedia entre la interioridad ab-
soluta del yo y la exterioridad absoluta del no-yo. Es, en u n mismo
sincretismo, el yo haciéndose no-yo y el no-yo haciéndose yo. Pero
es menester describir m e j o r esta relación. E n el proyecto posesivo,
encontramos u n para-sí "unselbststándig" separado p o r u n a n a d a de
la posibilidad q u e él es. Esta posibilidad es posibilidad de apro-
piarsese del objeto. Encontramos, además, u n valor q u e infesta al
para-sí y q u e es como la indicación ideal del ser total q u e se realiza
por la u n i ó n en identidad entre el posible y el para-sí q u e es su po-
sible, es decir, en este caso, el ser q u e se realizaría si yo f u e r a , en
la u n i d a d indisoluble d e lo idéntico, yo mismo y m i p r o p i e d a d . Así,
la apropiación sería u n a relación d e ser e n t r e u n para-sí y u n en-sí
concreto, y esta relación estaría infestada p o r la indicación ideal de
u n a identificación e n t r e ese para-sí y el en-sí poseído.
Poseer es tener para mí, es decir, ser el fin p r o p i o de la existen-
cia del objeto. Si la posesión es e n t e r a y c o n c r e t a m e n t e d a d a , el
poseyente es la razón de ser del objeto poseído. Poseo esta estilográ-
fica; ello quiere decir: esta estilográfica existe para mí, h a sido he-
c h a para mí. Originariamente, p o r lo demás, yo mismo h a g o p a r a
mí el objeto que quiero poseer. M i arco, mis flechas, significan ob-
jetos q u e he h e c h o p a r a mí. L a división del t r a b a j o hace palidecer
esta relación p r i m e r a sin eliminarla. El lujo es u n a degradación de
ella: poseo, en la f o r m a primitiva del lujo, u n objeto q u e he hecho
hacer p a r a mí, por gentes mías (esclavos, criados nacidos en la c a s a ) .
El l u j o es, pues, la f o r m a d e p r o p i e d a d más próxima a la p r o p i e d a d
primitiva; la que, después de ésta, m e j o r saca a luz la relación de
creación q u e la apropiación constituye originariamente. Esa rela-
ción, en u n a sociedad en q u e la división del t r a b a j o está llevada al
límite, se halla e n m a s c a r a d a p e r o n o s u p r i m i d a : el objeto q u e poseo
h a sido comprado por mí. El d i n e r o representa m i f u e r z a : es me-
nos u n a posesión por sí mismo q u e u n instrumento p a r a poseer. Por
eso, salvo en el caso particularísimo d e la avaricia, el dinero se borra
a n t e su posibilidad d e adquisición; es evanescente, está h e c h o p a r a
develar el objeto, la cosa c o n c r e t a ; no tiene sino un ser transitivo.
Pero, a mí, se m e aparece c o m o u n a fuerza c r e a d o r a : c o m p r a r u n
o b j e t o es u n acto simbólico q u e vale por crear el objeto. Por eso el
d i n e r o es sinónimo de p o d e r í o ; n o sólo porque, en efecto, es capaz
de p r o c u r a r n o s lo q u e deseamos, sino, sobre todo, p o r q u e representa
la eficacia d e m i deseo en t a n t o q u e tal. Precisamente p o r q u e es
trascendido hacia la cosa, trascendido y simplemente implicado,
representa m i nexo m á g i c o con el objeto. El dinero suprime la
conexión técnica entre s u j e t o y objeto y hace al deseo inmediata-
m e n t e operante, como los deseos de la leyenda. D e t e n g á m o n o s a n t e
u n a vitrina, con dinero en el bolsillo: los objetos expuestos son ya
m á s q u e m e d i a n a m e n t e nuestros. Así, se establece por m e d i o del
d i n e r o u n nexo de apropiación entre el para-sí y la colección total
d e los objetos del m u n d o . Por él, el deseo en c u a n t o tal es ya in-
f o r m a d o r y creador. Asi, a través de u n a degradación continua, el
n e x o de creación se m a n t i e n e entre el sujeto y el objeto. T e n e r es,
a n t e todo, crear. Y el nexo d e p r o p i e d a d q u e se establece entonces
es u n nexo d e creación c o n t i n u a : el objeto poseído es insertado por
mí en la f o r m a total d e mis entornos, su existencia está d e t e r m i n a d a
por m i situación y po; su integración en esta situación misma. Mi
l á m p a r a n o es solamente esta ampolla eléctrica, esta pantalla, este
soporte de hierro f o r j a d o : es cierta potencia de i l u m i n a r este escri-
torio, estos libros, esta m e s a ; es cierto matiz luminoso d e m i t r a b a j o
nocturno, en conexión con m i costumbre de leer o de escribir t a r d e ;
es a n i m a d a , coloreada, definida por el uso q u e de ella h a g o ; ella es
este uso, y n o existe sino p o r ello. Aislada d e m i escritorio y d e m i
trabajo, colocada en u n lote d e objetos en el piso de u n salón de
ventas, se h a "extinguido" r a d i c a l m e n t e ; ya n o es m á s mi l á m p a r a ;
ni siquiera es ya u n a l á m p a r a en general: h a vuelto a la materiali-
d a d originaria. Así, soy responsable d e la existencia d e mis posesiones
en el orden h u m a n o . P o r la propiedad, las elevo a cierto tipo d e ser
f u n c i o n a l ; y mi simple vida se m e aparece como creadora, justamen-
te porque, por su continuidad, p e r p e t ú a la cualidad de poseído en
c a d a u n o de los objetos de m i posesión: yo traigo al ser, conmigo, la
colección de mis entornos. Si se los a r r a n c a d e mí, m u e r e n , c o m o
moriría m i brazo si m e lo a r r a n c a r a n .

Pero la relación original y radical de creación es u n a relación


de emanación. L a s dificultades q u e e n c u e n t r a la teoría cartesiana
d e la sustancia sirven p a r a descubrirnos esa relación. L o q u e yo
creo —si entiendo p o r crear hacer venir materia y f o r n a a la exis-
tencia— soy yo. El d r a m a del creador absoluto, si existiera. s sería la
imposibilidad de salir de sí, pues su c r i a t u r a n o p o d r í a ser sino él
m i s m o : ¿ d e dónde, si no, sacaría su objetividad y su independencia,
puesto q u e su f o r m a y su m a t e r i a son de mí? Sólo u n a especie de
inercia p o d r í a cerrarla f r e n t e a m í ; pero, p a r a q u e esta inercia misma
pudiera obrar, sería preciso q u e yo la m a n t u v i e r a en existencia por
u n a creación continua. Así, en la m e d i d a en q u e m e aparezco c o m o
creando los objetos p o r la sola relación de apropiación, esos objetos
son yo mismo. L a estilográfica y la pipa, la ropa, el escritorio, la
casa, son yo. L a totalidad de mis posesiones refleja la totalidad de
mi ser. Soy lo q u e tengo. Yo soy lo t o c a d o c u a n d o toco esta taza,
este bibelot. Soy la m o n t a ñ a q u e escalo, en la m e d i d a en q u e la
venzo; y, c u a n d o h e llegado a la cumbre, c u a n d o h e " a d q u i r i d o " , al
precio de mis esfuerzos, ese d i l a t a d o p u n t o d e vista sobre el valle y
las cimas de en torno, yo soy el p u n t o d e vista; el p a n o r a m a soy yo
d i l a t a d o h a s t a el horizonte, pues n o existe sino p o r m í y p a r a mí.
Pero la creación es u n concepto evanescente q u e n o p u e d e exis-
tir sino p o r su movimiento. Si se lo detiene, desaparece. E n los
límites extremos de su acepción, se a n i q u i l a ; o bien n o e n c u e n t r o
sino m i p u r a subjetividad, o bien e n c u e n t r o u n a m a t e r i a l i d a d des-
n u d a e indiferente q u e ya n o g u a r d a n i n g u n a relación conmigo. L a
creación sólo p u e d e concebirse y m a n t e n e r s e c o m o tránsito c o n t i n u o
de u n t é r m i n o a otro. Es menester que, en el m i s m o surgimiento,
el objeto sea totalmente yo y totalmente independiente d e mí. Es
lo q u e creemos realizar en la posesión. El objeto poseído, en t a n t o
q u e poseído, es creación c o n t i n u a ; pero, a la vez, p e r m a n e c e ahí,
existe p o r sí, es en-sí; si le vuelvo la espalda, n o p o r eso d e j a de
existir; si m e voy, él m e representa en mi escritorio, en m i cuarto,
en este sitio del m u n d o . Desde el origen, es impenetrable. Esta esti-
lográfica es e n t e r a m e n t e yo, a tal p u n t o q u e n o la distingo ya del
acto d e escribir, q u e es mi a c t o ; y, sin embargo, p o r o t r a p a r t e es
i n t a c t a : m i propiedad n o la m o d i f i c a ; n o es sino u n a relación ideal
entre ella y yo. E n cierto sentido, gozo d e m i p r o p i e d a d si la tras-
ciendo hacia el uso, pero, si quiero contemplarla, el n e x o d e pro-
piedad se b o r r a y n o c o m p r e n d o ya q u é significa poseer. L a pipa
está ahí, sobre la mesa, independiente, indiferente. L a cojo en mis
manos, la palpo, la c o n t e m p l o para realizar la a p r o p i a c i ó n : pero
justamente p o r q u e esos gestos están destinados a d a r m e el goce de
esa apropiación, m a r r a n su objetivo y n o tengo e n t r e los dedos sino
u n trozo de m a d e r a inerte. Sólo c u a n d o trasciendo mis objetos hacia
u n objetivo, c u a n d o los utilizo, p u e d o gozar de su posesión. Así, la
relación de creación c o n t i n u a incluye, c o m o su contradicción im-
plícita, la independencia absoluta y en sí de los objetos creados. La
posesión es u n a relación m á g i c a : soy los objetos q u e poseo, pero
a f u e r a , f r e n t e a m í ; los creo c o m o independientes de m í ; lo q u e
poseo, soy yo f u e r a de mi, f u e r a de toda subjetividad, c o m o u n en-sí
q u e m e escapa a c a d a instante y cuya creación a c a d a instante per-
petúo. Pero, precisamente p o r q u e soy siempre f u e r a d e mí, en otra
parte, c o m o u n incompleto q u e se hace a n u n c i a r su ser p o r lo que
él no es, c u a n d o poseo m e alieno en f a v o r del objeto poseído. E n la
relación de posesión, el t é r m i n o f u e r t e es la cosa poseída; f u e r a de
ella, n a d a soy sino u n a n a d a poseyente, n a d a m á s q u e p u r a y simple
posesión, u n incompleto, u n insuficiente, cuya suficiencia y completez
están en ese o b j e t o ahí. E n la posesión, soy m i propio f u n d a m e n t o
en t a n t o q u e existo en sí: en efecto, en t a n t o q u e la posesión es crea-
ción continua, c a p t o al objeto poseído c o m o f u n d a d o por m í en su
ser; p e r o en t a n t o que, p o r u n a parte, la creación es emanación, ese
objeto se reabsorbe en mí, n o es sino yo, y, por otra parte, en t a n t o
que es originariamente en-sí, es no-yo, es yo f r e n t e a mí, objetivo, en
sí, p e r m a n e n t e , impenetrable, existente con respecto a m í en la rela-
ción de exterioridad de indiferencia. Así, soy el f u n d a m e n t o de m í
mismo en t a n t o q u e existo como indiferente y en-sí con relación a
mí. Y éste es, precisarnente, el proyecto del en-sí-para-sí. Pues este
ser ideal se define c o m o u n en-sí que, en t a n t o q u e para-sí, sea su
p r o p i o f u n d a m e n t o ; o c o m o u n para-sí cuyo proyecto original n o
sea u n a m a n e r a de ser sino un ser, precisamente el ser-en-sí q u e él
es. Se ve q u e la apropiación n o es sino el símbolo del ideal del p a r a -
sí, o valor. L a p a r e j a para-sí poseyente y en-sí poseída vale p a r a el
ser q u e es p a r a poseerse a sí mismo y cuya posesión es su propia
creación, es decir, Dios. Así, el poseyente a p u n t a a gozar de su
ser en-sí, de su ser L afuera. Por la posesión, recupero u n ser-Objeto
asimilable a m i ser-para-otro. Por eso mismo, el p r ó j i m o n o p o d r í a
ya s o r p r e n d e r m e : el ser q u e él quiere hacer surgir y q u e es yo-para-
el-otro, es ya posesión m í a y gozo d e él. Así, la posesión es, además,
u n a defensa contra el otro. L o m í o soy yo como no-subjetivo, en
c u a n t o soy su libre f u n d a m e n t ó .

E m p e r o , n u n c a se insistirá demasiado en el h e c h o de q u e esta


relación es simbólica e ideal. C o n la apropiación n o satisfago m i de-
seo originario de ser f u n d a m e n t o d e m í mismo, así como el e n f e r m o
de F r e u d no satisface su complejo de E d i p o por soñar q u e u n • sol-
d a d o m a t a al Z a r (su p a d r e ) . Por eso la propiedad a p a r e c e al p r o -
pietario a la vez c o m o d a d a de u n a vez, en lo eterno, y c o m o nece-
sitada de la infinitud del t i e m p o p a r a realizarse. N i n g ú n gesto d e
utilización realiza v e r d a d e r a m e n t e el goce apropiativo, sino q u e re-
mite a otros gestos apropiativos, c a d a u n o de los cuales n o tiene sino
un valor de e n c a n t a m i e n t o mágico. Poseer u n a bicicleta es p o d e r
primero m i r a r l a y tocarla luego. Pero el t o c a r se revela d e p o r sí
c o m o insuficiente; lo q u e h a c e f a l t a es p o d e r m o n t a r l a p a r a d a r un
paseo. Pero este paseo gratuito es d e p o r sí insuficiente; sería m e -
nester utilizar la bicicleta p a r a excursiones. Y esto nos remite a uti-
lizaciones m á s largas y completas: a largos viajes a través d e F r a n -
cia. Pero estos mismos viajes se descomponen en mil c o m p o r t a m i e n -
tos apropiativos, c a d a u n o de los cuales remite a los demás. Por úl-
timo, c o m o era d e prever, h a bastado t e n d e r u n billete de b a n c o
p a r a q u e la bicicleta m e perteneciera; p e r o m e h a r á falta la vida
entera p a r a realizar esa posesión; es, ciertamente, lo q u e siento al
adquirir el objeto: la*posesión es u n a empresa q u e la m u e r t e hace
siempre inconclusa. A h o r a captamos su sentido: el d e q u e es impo-
sible realizar la relación simbolizada p o r la apropiación. E n sí, la
apropiación n o tiene n a d a d e concreto. N o es u n a actividad real
(como comer, beber, dormir, etc.) q u e sirviera p o r a ñ a d i d u r a d e
símbolo p a r a su deseo particular. Al contrario, sólo existe a título
de símbolo; su simbolismo le d a su significación, cohesión y existen-
cia. Es imposible, pues, hallar en ella u n goce positivo a p a r t e de su
valor simbólico: n o es sino la indicación d e u n goce s u p r e m o (el del
ser que f u e r a f u n d a m e n t o de sí m i s m o ) , goce q u e siempre está allen-
de todos los comportamientos apropiativos destinados a realizarlo.
Precisamente el reconocimiento de la imposibilidad d e poseer u n
objeto trae a p a r e a d o p a r a el para-sí u n a s violentas ganas d e des-
truirlo. Destruir es reabsorber en mí, es m a n t e n e r con el ser-en-sí
del objeto destruido u n a relación tan p r o f u n d a como en la creación.
Las llamas q u e incendian la g r a n j a a la q u e h e puesto f u e g o realizan
p o c o a poco la fusión de la g r a n j a conmigo mismo: al aniquilarse,
la g r a n j a se convierte en mí. A la vez, e n c u e n t r o de nuevo la rela-
ción d e ser d e la creación, p e r o invertida: soy el f u n d a m e n t o de la
g r a n j a q u e a r d e ; soy esta g r a n j a , puesto q u e destruyo su ser. L a
destrucción realiza -—quizá más f i n a m e n t e q u e la creación— la apro-
piación, pues el objeto destruido ya n o está ahí p a r a mostrarse im-
penetrable. T i e n e la impenetrabilidad y la suficiencia d e ser del
en-sí q u e ha sido; pero, al mismo tiempo, tiene la invisibilidad y
translucidez d e la n a d a q u e soy, p u e s t o q u e ya no es. Este vaso q u e
h e q u e b r a d o y q u e " e s t a b a " sobre esa m e s a , está a ú n e n ellá, p e r o
c o m o t r a n s p a r e n c i a a b s o l u t a ; v e o todos los seres a t r a v é s d e él ( e s
lo q u e los cineastas h a n i n t e n t a d o r e p r e s e n t a r p o r m e d i o d e la so-
b r e i m p r e s i ó n ) ; se p a r e c e a u n a conciencia, a u n q u e t e n g a la i r r e p a -
r a b i l i d a d del en-sí. A l m i s m o t i e m p o , es p o s i t i v a m e n t e m í o , p o r q u e
sólo el h e c h o d e q u e y o tenga-de-ser lo q u e e r a i m p i d e a n i q u i l a r s e a l
o b j e t o d e s t r u i d o : lo r e c r e o al r e c r e a r m e ; y así, d e s t r u i r es r e c r e a r
a s u m i é n d o s e c o m o ú n i c o responsable del ser d e lo q u e existía para
todos. L a d e s t r u c c i ó n d e b e situarse, pues, e n t r e los c o m p o r t a m i e n -
tos a p r o p i a t i v o s . P o r o t r a p a r t e , m u c h a s c o n d u c t a s a p r o p i a t i v a s tie-
n e n u n a e s t r u c t u r a , e n t r e otras, d e d e s t r u c t i v i d a d : utilizar es u s a r y
g a s t a r 1 . M i bicicleta, c u a n d o la uso, es u n a bicicleta usada, es decir,
q u e la creación c o n t i n u a a p r o p i a t i v a se señala p o r u n a destrucción
p a r c i a l . Ese uso d e desgaste p u e d e a p e n a r p o r razones e s t r i c t a m e n t e
utilitarias, p e r o , e n la m a y o r í a d e los casos, p r o d u c e u n a secreta a l e -
gría, casi u n g o c e : p u e s proviene de nosotros, q u e consumimos. Se
a d v e r t i r á c ó m o esta expresión d e " c o n s u m o " designa a la vez u n a
d e s t r u c c i ó n a p r o p i a t i v a y u n goce a l i m e n t a r i o . C o n s u m i r es a n i q u i -
l a r y c o m e r ; es d e s t r u i r i n c o r p o r a n d o . Si a n d o e n m i bicicleta, p u e d e
f a s t i d i a r m e el g a s t a r las llantas, p u e s es difícil conseguir o t r a s ; p e r o
la i m a g e n del gozo, i m a g e n q u e r e p r e s e n t o con t o d o m i c u e r p o , es la
d e u n a a p r o p i a c i ó n destructiva, d e u n a " c r e a c i ó n - d e s t r u c c i ó n " . L a
bicicleta, a l deslizarse, a l llevarme, p o r su m o v i m i e n t o m i s m o es
c r e a d a y h e c h a m í a ; p e r o esta c r e a c i ó n se i m p r i m e p r o f u n d a m e n t e
e n el objeto" p o r él leve desgaste c o n t i n u o q u e le c o m u n i c a y q u e es
c o m o la m a r c a d e f u e g o del esclavo. El o b j e t o es m í o , está u s a d o
p o r m í ; el desgaste d e lo mío es el reverso d e m i v i d a 2 .

Estas observaciones p e r m i t i r á n c o m p r e n d e r m e j o r el s e n t i d o d e
ciertos sentimientos o c o m p o r t a m i e n t o s o r d i n a r i a m e n t e considerados.
^ c o m o irreductibles; p o r e j e m p l o , la generosidad. E n efecto, el don
es u n a f o r m a p r i m i t i v a d e destrucción. S a b i d o es q u e el potlatch,
p o r e j e m p l o , c o m p o r t a la d e s t r u c c i ó n d e c a n t i d a d e s e n o r m e s d e m e r -
cancías. Estas destrucciones son u n d e s a f í o al o t r o ; lo e n c a d e n a n .
E n este nivel, es i n d i f e r e n t e q u e el o b j e t o sea d e s t r u i d o o d a d o a

1
Eji frapcés, user tiene este doble significado más netamente que en
español lo que obliga a ciertas acomodaciones de traducción. (N. del T.)
2
Brummell b->r!a consistir su elegancia en no llevar jamás sino trajes
mi poco usados. Tenia honor de lo nuevo: lo que es nuevo "endominga",
porque no es- de oádje.
o t r o : de u n a u otra m a n e r a , el potlatch es destrucción y e n c a d e n a -
m i e n t o del otro. Destruyo el o b j e t o t a n t o al d a r l o c o m o al a n i q u i -
larlo; le s u p r i m o la cualidad d e mío q u e lo constituía p r o f u n d a m e n t e
en su ser, lo saco d e m i vista, lo constituyo — c o n relación a m i mesa,
a mi c u a r t o — en ausente-, sólo yo le conservaré el ser espectral y
transparente d e los objetos pasados, p o r q u e soy aquel p o r quien los
seres prosiguen u n a existencia h o n o r a r i a después de su aniquilación.
Así, la generosidad es, a n t e todo, f u n c i ó n destructiva. El f u r o r d e
d a r q u e en ciertos m o m e n t o s d o m i n a a cierta gente es, a n t e todo,
f u r o r destructivo: míe p o r u n a actitud d e frenesí, p o r u n amor
a c o m p a ñ a d o d e destrozo de objetos. P e r o ese f u r o r d e destruir q u e
está en el f o n d o de la generosidad n o es otra cosa q u e un f u r o r d e
poseer. D e todo c u a n t o a b a n d o n o o doy, gozo de u n a m a n e r a supe-
rior p o r el h e c h o d e d o n a r l o ; el d o n es u n gozo áspero y breve, casi
sexual: d a r es gozar posesivamente del o b j e t o d o n a d o , es u n c o n t a c t o
destructivo-apropiativo. Pero, al mismo tiempo, el d o n hechiza al
q u e lo recibe, lo obliga a recrear, a m a n t e n e r en el ser p o r u n a
creación c o n t i n u a aquello q u e yo n o q u i e r o más, aquello q u e a c a b o
d e poseer hasta la aniquilación y d e lo cual n o q u e d a f i n a l m e n t e
sino u n a imagen. D a r es someter. Este aspecto del d o n n o nos inte-
resa aquí, pues concierne, sobre todo, a las relaciones con el p r ó j i m o .
L o q u e queríamos señalar es q u e la generosidad n o es irreductible:
d a r es apropiarse p o r m e d i o d e la destrucción, utilizando esta des-
trucción p a r a someter al otro. L a generosidad es, pues, u n senti-
m i e n t o e s t r u c t u r a d o p o r la existencia del p r ó j i m o y señala u n a p r e -
ferencia por la dpropiación por destrucción. C o n ello nos guía hacia
la nada m u c h o m á s q u e hacia el en-sí (se t r a t a de u n a n a d a de en-sí
que, evidentemente, es ella misma en-sí, p e r o que, en c u a n t o n a d a ,
p u e d e simbolizar con el ser q u e es su p r o p i a n a d a ) . Así, pues, si el
psicoanálisis existencial e n c u e n t r a la p r u e b a de la generosidad d e u n
sujeto, debe b u s c a r m á s lejos su proyecto originario y preguntarse
p o r q u é el sujeto h a elegido apropiarse p o r destrucción m á s bien q u e
p o r creación. L a respuesta a esta p r e g u n t a descubrirá la relación
originaria con el ser, q u e constituye la persona estudiada.
Estas observaciones n o a p u n t a b a n sino a sacar a luz el carácter
ideal del n e x o apropiativo y la f u n c i ó n simbólica d e t o d a c o n d u c t a
apropiativa. H a de agregarse q u e el símbolo n o es • descifrado p o r
el sujeto mismo. Esto n o proviene d e q u e la simbolización se p r e p a r e
en u n inconsciente, sino d e la estructura misma del ser-en-el-mundo.
E n efecto hemos visto en el c a p í t u l o d e d i c a d o a la trascendencia
q u e el o r d e n d e los utensilios en el m u n d o es la i m a g e n proyectada
en el en-sí d e mis posibilidades, es decir, d e lo q u e soy, pero q u e n o
p u e d o j a m á s descifrar esa i m a g e n m u n d a n a , puesto q u e h a r í a f a l t a
n a d a menos q u e la escisiparidad reflexiva p a r a p o d e r ser yo p a r a m í
m i s m o c o m o u n esbozo d e objeto. Así, siendo el circuito de la ipsei-
d a d no-tético y, p o r consiguiente, p e r m a n e c i e n d o no-temática la
a n u n c i a c i ó n de lo q u e soy, ese "ser-en-sí" d e m í m i s m o q u e el m u n d o
m e devuelve n o p u e d e sino estar e n m a s c a r a d o p a r a m i conocimiento.
N o p u e d o sino a d a p t a r m e en y p o r la acción a p r o x i m a t i v a q u e la
h a c e nacer. D e suerte q u e poseer n o significa en m o d o a l g u n o saber
q u e se está con el o b j e t o poseído en u n a relación identificante d e
creación-destrucción, sino, precisamente, estar en esa relación, o, me-
j o r a ú n , ser esa relación. Y el o b j e t o poseído tiene p a r a nosotros u n a
c u a l i d a d i n m e d i a t a m e n t e c a p t a b l e q u e lo t r a n s f o r m a íntegro — l a
c u a l i d a d d e ser mío—; p e r o esta c u a l i d a d es en sí rigurosamente in-
descifrable: se revela en y p o r la acción, manifiesta tener u n a signi-
ficación particular, p e r o se e s f u m a sin revelar su estructura p r o -
f u n d a y su significación desde el m o m e n t o q u e queremos t o m a r
distancia con respecto al objeto y contemplarlo. Este retroceso p a r a
t o m a r distancia, en efecto, es p o r sí m i s m o destructor del nexo a p r o -
piativo: en el instante previo m e e n c o n t r a b a c o m p r o m e t i d o en u n a
totalidad ideal y, precisamente p o r estar c o m p r o m e t i d o en m i ser,
n o podía conocerlo; al instante siguiente, la totalidad se h a roto y
n o p u e d o descubrir su sentido sobre los trozos separados q u e la h a n
compuesto, c o m o se ve en la experiencia contemplativa q u e sufren
ciertos e n f e r m o s y a la q u e se llama despersonalización. Estamos,
pues, obligados a recurrir al psicoanálisis existencial p a r a q u e nos
revele en c a d a caso p a r t i c u l a r la significación de esa síntesis apro-
piativa cuyo sentido general y abstracto a c a b a m o s de d e t e r m i n a r p o r
m e d i o d e la ontología.
Q u e d a p o r d e t e r m i n a r en general la significación del objeto po-
seído. Esta indagación h a d e completar nuestros conocimientos so-
bre el proyecto apropiativo, ¿ Q u é es, pues, aquello d e q u e t r a t a m o s
de apropiarnos?
Fácil es ver, p o r u n a parte, y en abstracto, q u e a p u n t a m o s ori-
g i n a r i a m e n t e a poseer n o t a n t o la m a n e r a de ser del objeto c u a n t o
su ser mismo. E n efecto, deseamos apropiarnos del o b j e t o a título
d e representante concreto del ser-en-sí, es decir, captarnos c o m o f u n -
d a m e n t o de su ser en t a n t o q u e él es idealmente nosotros mismos; y
por otra parte, e m p í r i c a m e n t e , q u e el o b j e t o a p r o p i a d o n o vale n u n -
ca él solo y de por sí, ni p o r su uso individual. N i n g u n a apropiación
singular tiene sentido a p a r t e d e sus indefinidas prolongaciones; la
estilográfica q u e poseo vale p o r todas las estilográficas: en su p e r -
sona poseo la clase de las estilográficas íntegra. Pero, a d e m á s , poseo
en ella la posibilidad d e escribir, d e trazar rasgos d e d e t e r m i n a d a
f o r m a y color (pues c o n t a m i n o al i n s t r u m e n t o m i s m o y a la t i n t a
d e q u e h a g o u s o ) : esos rasgos, su color, su sentido, están condensados
en ella, así c o m o el papel, su resistencia especial, su olor, etc. C o n
motivo d e toda posesión se realiza la síntesis cristalizadora q u e Stend-
hal h a descrito p a r a el caso del a m o r ú n i c a m e n t e . C a d a objeto
poseído, q u e se destaca sobre f o n d o d e m u n d o , manifiesta al m u n d o
íntegro, así c o m o la m u j e r a m a d a manifiesta el cielo, la playa, el
m a r q u e la r o d e a b a n c u a n d o apareció. Apropiarse d e ese o b j e t o es,
pues, apropiarse simbólicamente del m u n d o . C a d a cual p u e d e re-
conocerlo refiriéndose a su p r o p i a experiencia: citaré u n e j e m p l o
personal, n o p a r a demostrar, sino p a r a g u i a r la indagación del lector.
H a c e algunos años, m e vi llevado a decidir q u e n o f u m a r í a más.
El conflicto f u e r u d o ; y, en v e r d a d , m e significaba menos p e r d e r el
gusto del t a b a c o q u e el sentido del acto de f u m a r . Se h a b í a p r o d u -
cido toda u n a cristalización: f u m a b a en el espectáculo, p o r la m a -
ñ a n a m i e n t r a s t r a b a j a b a , p o r la n o c h e después d e cenar, etc., y m e
parecía que, al d e j a r d e f u m a r , privaría al espectáculo de su interés,
a la cena d e su sabor, al t r a b a j o m a t i n a l d e su vivacidad y frescura.
Cualquiera q u e p u d i e r a ser el acaecimiento inesperado q u e a c u d i r í a a
mis ojos, m e parecía q u e q u e d a r í a f u n d a m e n t a l m e n t e e m p o b r e c i d o
t o d a vez q u e n o p u d i e r a ya recibirlo f u m a n d o . Ser-susceptible-de-
e n c o n t r á r m e l o - m i e n t r a s - f u m o : tal e r a la cualidad concreta q u e se
h a b í a d i f u n d i d o u m v e r s a l m e n t e sobre las cosas. M e parecía q u e iba
a arrancársela y que, e n m e d i o d e ese e m p o b r e c i m i e n t o universal,
valía u n p o c o menos la p e n a el vivir. A h o r a b i e n : f u m a r es u n a
reacción apropiativa destructora. El t a b a c o es u n símbolo del ser
" a p r o p i a d o " , ya q u e es destruido al r i t m o d e m i aliento en u n a m a -
n e r a d e "destrucción c o n t i n u a " , pasa a m i interior y su c a m b i o en
m í m i s m o se manifiesta simbólicamente p o r la transformación - en
h u m o del sólido consumido. L a conexión e n t r e el paisaje visto f u -
m a n d o y el p e q u e ñ o sacrificio crematorio e r a tal que, c o m o hemos
visto, éste e r a c o m o el símbolo d e aquél. Q u i e r e decir, pues, q u e
la reacción d e apropiación destructora del t a b a c o valía simbólica-
m e n t e p o r u n a destrucción apropiativa del m u n d o entero. A través
del t a b a c o q u e yo f u m a b a , el m u n d o ardía, se f u m a b a , se reabsorbía
e n v a p o r p a r a reincorporarse a mí. P a r a m a n t e n e r m i decisión, h u b e
d e realizar u n a especie de descristalización, o sea que, sin d a r m e
m u c h a cuenta, r e d u j e el t a b a c o a n o ser m á s q u e él m i s m o : u n a
h i e r b a q u e se q u e m a ; corté sus nexos simbólicos con el m u n d o , m e
persuadí de q u e n a d a q u i t a r í a a la pieza de teatro, al paisaje, al libro
q u e leía, si los consideraba sin m i p i p a ; es decir, m e volqué a otros
medios de posesión de los objetos q u e el de esa ceremonia sacrificial.
XJña vsz q u e estuve p e r s u a d i d o de ello, m i malestar se r e d u j o a poca
cosa: l a m e n t a b a n o sentir ya el olor del t a b a c o q u e m a d o , el calor
del hornillo entre mis dedos, etc. P e r o entonces, m i pesar, desarma-
do, se hizo soportable.
Así, aquello de q u e f u n d a m e n t a l m e n t e deseamos apropiarnos en
u n objeto es su ser y es el m u n d o . Estos dos fines d e la apropiación
constituyen, en realidad, u n o solo. P r o c u r o poseer, tras el fenómeno,
el ser del f e n ó m e n o . Pero este ser, m u y diferente, según hemos visto,
del f e n ó m e n o d e ser, es el ser-en-sí y n o sólo el ser d e tal o cual
cosa particular. N o q u e h a y a a q u í u n tránsito a lo universal, sino
q u e , m á s bien, el ser considerado en su desnudez concreta se con-
vierte de p r o n t o en el ser de la totalidad. Así, la relación de posesión
se nos aparece c l a r a m e n t e : poseer es querer poseer el m u n d o a través
d e u n objeto particular. Y c o m o la posesión se define c o m o esfuerzo
p o r captarse a título de f u n d a m e n t o de u n ser en t a n t o q u e éste es
idealmente nosotros mismos, t o d o proyecto posesivo a p u n t a a cons-
tituir al Para-sí c o m o f u n d a m e n t o del m u n d o o totalidad concreta
del en-sí e n t a n t o q u e esta totalidad es, c o m o totalidad, el propio
para-sí existente en el m o d o del en-sí. Ser-en-el-mundo es proyectar
poseer el m u n d o , es decir, c a p t a r el m u n d o total c o m o lo q u e f a l t a
al para-sí p a r a convertirse en en-sí-para-sí; es comprometerse en u n a
totalidad, q u e es precisamente el ideal, o valor, o totalidad totalizada,
q u e sería idealmente constituida por la fusión del para-sí, c o m o tota-
lidad destotalizada q u e tiene-de-ser lo q u e es, con el m u n d o c o m o
totalidad del en-sí, q u e es lo q u e es. E n efecto, h a de comprenderse
bien q u e el para-sí n o tiene c o m o proyecto f u n d a r u n ser de razón,
es decir, u n ser al cual p r i m e r o concibiera — f o r m a y m a t e r i a — p a r a
d a r l e luego l a existencia: este ser, en efecto, sería u n p u r o abstracto,
u n universal; su concepción n o p o d r í a ser anterior al ser-en-el-mundo,
sino que, al contrario, lo supondría, tal c o m o supondría la c o m p r e n -
sión preontológica d e u n ser e m i n e n t e m e n t e concreto y d e a n t e m a n o
presente, q u e es el " a h í " del ser-ahí p r i m e r o del para-sí, es decir, el
ser del m u n d o ; el para-si n o es p a r a pensar p r i m e r o lo universal y
determinarse luego e n f u n c i ó n de conceptos; él es su elección, y su
elección n o p u e d e ser abstracta, pues, si no, sería abstracto el ser
mismo del para-sí. El ser del para-sí es u n a a v e n t u r a individual y
la elección debe ser elección individual d e u n ser concreto. Esto
vale, c o m o hemos visto, p a r a la situación en general. L a elección
del para-sí es siempre elección de la situación concreta en su singu-
laridad incomparable. P e r o ello vale también p a r a el sentido onto-
lógico de esa elección. C u a n d o decimos q u e el para-sí es proyecto
d e ser, n o concibe al ser-en-sí q u e proyecta ser, c o m o u n a estructura
c o m ú n a todos los existentes d e cierto t i p o : su proyecto, c o m o he-
mos visto, n o es en m o d o alguno u n a concepción. L o q u e él pro-
yecta ser se le aparece c o m o u n a totalidad e m i n e n t e m e n t e c o n c r e t a :
es este ser. Sin d u d a , se p u e d e n prever en este proyecto las posibili-
dades d e un desarrollo univ'ersalizador; p e r o a la m a n e r a en q u e se
dirá de u n a m a n t e q u e a m a a todas las m u j e r e s o a la m u j e r íntegra
e n u n a m u j e r . Ese ser concreto cuyo f u n d a m e n t o el para-sí proyecta
ser n o p u e d e ser concebido, según hemos visto, puesto q u e es con-
creto; ni t a m p o c o p o d r í a ser imaginado, pues lo imaginario es n a d a ,
y aquel ser es ser eminentemente. Es menester q u e exista, es decir,
q u e se lo encuentre, p e r o q u e su e n c u e n t r o se identifique con la elec-
ción q u e hace el para-sí. El para-sí es un encuentro-elección, es
decir, se define c o m o elección d e f u n d a r al ser del cual es encuentro.
Esto significa q u e el para-sí, c o m o empresa individual, es elección
d e este mundo c o m o totalidad de ser individual; n o lo trasciende
hacia u n a universalidad lógica, sino hacia u n nuevo "estado" con-
creto del m i s m o m u n d o , en el cual el ser sería en-sí f u n d a d o p o r el
para-sí; es decir, lo trasciende hacia u n ser-concreto-allende-el-ser-
concreto-existente. Así, el sér-en-él-mundo és proyecto de posesión
d e este m u n d o , y el Valor q u e infesta al para-sí es la indicación con-
creta de u n ser individual constituido p o r la f u n c i ó n sintética de este
para-sí aquí y de este m u n d o aquí. El ser, en efecto, d o n d e q u i e r a
que sea, de d o n d e q u i e r a q u e venga y de cualquier m o d o q u e se lo
considere, ya sea en-sí o para-sí o el ideal imposible del en-sí-para-sí,
es, en su contingencia p r i m e r a , u n a a v e n t u r a individual.

Así, podemos d e f i n i r las relaciones q u e u n e n la categoría d e ser


Con la d e tener: H e m o s visto q u e el deseo p u e d e ser originariamente
deseo de ser o deseo d e tener. Pero el deseo d e tener n o es irreductible.
Mientras q u e el deseo d e ser recae d i r e c t a m e n t e sobre el para-sí y pro-
yecta conferirle sin intermediario la d i g n i d a d de en-sí-para-sí, el deseo
d e tener a p u n t a al para-sl sobre, en y a través del m u n d o . El proyecto
d e tener a p u n t a , p o r la apropiación del m u n d o , a realizar el m i s m o
valor q u e el deseo de ser. P o r eso ambos deseos, q u e p u e d e n distin-
guirse- p o r análisis, son inseparables en la r e a l i d a d : n o se e n c u e n t r a
deseo de ser sino d u p l i c a d o p o r u n deseo de tener, y r e c í p r o c a m e n t e ;
se t r a t a , en el fondo, d e dos direcciones d e la atención acerca d e
u n mismo objetivo, o, si se prefiere, d e dos interpretaciones d e u n a
misma situación f u n d a m e n t a l , la u n a tendiente a conferir el ser al
Para-sí sin rodeo, mientras q u e la otra establece el circuito de ipsei-
d a d , es decir, intercala el m u n d o entre el para-sí y su ser. E n c u a n t o
a la situación originaria, es la f a l t a d e ser q u e yo soy, es decir, q u e
m e h a g o ser. Pero, precisamente, el ser del cual m e h a g o falta a
mí m i s m o es rigurosamente individual y concreto: es el ser q u e existe
ya y en m e d i o del cual s u r j o yo c o m o su falta. Así, la propia n a d a
q u e soy es individual y concreta, ya q u e es esta nihilización y no otra.
T o d o para-sí es libre elección; c a d a u n o d e sus actos, el m á s
insignificante c o m o el m á s considerable, t r a d u c e esa elección y e m a n a
de ella: es lo q u e hemos l l a m a d o nuestra libertad. A h o r a hemos
c a p t a d o el sentido d e esa elección: es elección de ser, sea directa-
mente, sea p o r apropiación del m u n d o , o, m á s bien, a m b a s cosas a
la vez. Así, m i libertad es elección de ser Dios, y todos mis actos,
todos mis proyectos, t r a d u c e n esa elección y la r e f l e j a n d e mil y mil
maneras, pues h a y u n a infinidad d e m a n e r a s d e ser y d e tener. E l
psicoanálisis existencial tiene p o r objetivo encontrar, a través d e estos
proyectos empíricos y concretos, la m a n e r a original q u e c a d a u n o
tiene d e elegir su ser. Q u e d a p o r explicar, se dirá, p o r q u é elijo
poseer el m u n d o a través de tal o cual esto particular. Podríamos
responder q u e ello precisamente es lo p r o p i o d e la libertad. E m p e r o ,
el objeto mismo n o es irreductible. A p u n t a m o s a su ser a través d e
su m a n e r a de ser, o cualidad. Y la cualidad — e n p a r t i c u l a r la cuali-
d a d m a t e r i a l : fluidez del agua, densidad de la piedra, etc.—, siendo
m a n e r a de ser, n o hace sino presentificar al ser de d e t e r m i n a d o m o -
do. L o q u e elegimos es, pues, cierto m o d o en q u e el ser se descubre
y se hace poseer. El amarillo y el rojo, el gusto del t o m a t e o del p u r é
de arvejas, lo rugoso y lo tierno, n o son en m o d o alguno, p a r a nos-
otros, datos irreductibles: t r a d u c e n simbólicamente a nuestros ojos
cierto m o d o q u e tiene el ser de darse, y reaccionamos con disgusto o
con deseo, según veamos al ser aflorar d e u n m o d o o d e otro a la
superficie de esos objetos. El psicoanálisis existencial debe extraer el
sentido ontológico d e las cualidades. Sólo así — y n o p o r considera-
ciones acerca de la sexualidad— se explicarán, p o r ejemplo, ciertas
constantes d e las " i m a g i n a c i o n e s " poéticas (lo "geológico", e n R i m -
b a u d ; la fluidez del a g u a , e n P o e ) o, sencillamente, los gustos d e
c a d a u n o , esos f a m o s o s gustos sobre los q u e , se dice, n o h a y q u e
d i s p u t a r , sin a d v e r t i r q u e simbolizan a su m a n e r a t o d a u n a Wel-
tanschauung, t o d a u n a elección d e ser, y q u e d e a h í p r o v i e n e la
evidencia q u e t i e n e n a los ojos del q u e los h a h e c h o suyos. C o n v i e n e ,
pues, esbozar esa t a r e a p a r t i c u l a r del psicoanálisis existencial, a t í t u l o
d e sugerencia p a r a investigaciones ulteriores. P u e s la libre elección
n o es i r r e d u c t i b l e al nivel del gusto p o r lo d u l c e o lo a m a r g o , etc.,
sino al nivel d e la elección del aspecto d e l ser q u e revela a través
de y por lo dulce, lo a m a r g o , etcétera.

III

DE LA CUALIDAD C O M O REVELADORA DEL SER

Se t r a t a , s i m p l e m e n t e , d e i n t e n t a r u n psicoanálisis d e las cosas.


E s lo q u e G . B a c h e l a r d h a i n t e n t a d o con m u c h o t a l e n t o e n su ú l t i m o
libro, El agua y los sueños. H a y g r a n d e s p r o m e s a s e n esta o b r a ; e n
p a r t i c u l a r , lo d e la " i m a g i n a c i ó n m a t e r i a l " es u n v e r d a d e r o descu-
b r i m i e n t o . A d e c i r v e r d a d , este t é r m i n o d e imaginación n o nos c o n -
viene a q u í , ni t a m p o c o la t e n t a t i v a d e b u s c a r t r a s las cosas y su
m a t e r i a gelatinosa, sólida o f l u i d a las " i m á g e n e s " q u e e n ellas p r o -
yectaríamos. L a p e r c e p c i ó n , c o m o lo h e m o s m o s t r a d o e n o t r o l u g a r
n o tiene n a d a e n c o m ú n c o n la i m a g i n a c i ó n : al c o n t r a r i o , a m b a s
son m u t u a m e n t e excluyentes. P e r c i b i r n o es e n m o d o a l g u n o r e u n i r
i m á g e n e s c o n sensaciones: estas tesis, d e origen asociacionista, son d e
d e s t e r r a r e n t e r a m e n t e ; y, p o r consiguiente, el psicoanálisis n o t i e n e
q u e i n d a g a r i m á g e n e s , sino explicitar sentidos p e r t e n e c i e n t e s real-
m e n t e a las cosas. Sin d u d a a l g u n a , el s e n t i d o " h u m a n o " d e lo pe-
gajoso, lo viscoso, etc., n o p e r t e n e c e al en-sí. P e r o t a m p o c o , c o m o
h e m o s visto, le p e r t e n e c e n las potencialidades, y, sin e m b a r g o , éstas
son las q u e constituyen el m u n d o . L a s significaciones materiales, el
s e n t i d o h u m a n o d e las a g u j a s d e nieve, d e lo granuloso, lo a p r e t a d o ,
lo graso, etc., son t a n reales c o m o el m u n d o , n i m á s n i m e n o s , y
venir al m u n d o es surgir e n m e d i o d e esas significaciones. P e r o se
t r a t a , sin d u d a , d e u n a simple d i f e r e n c i a d e t e r m i n o l o g í a ; y B a c h e -
l a r d p a r e c e ser m á s o s a d o y m o s t r a r el f o n d o d e su p e n s a m i e n t o

i Cf. L'imaginaire, N. R. F., 1939.


c u a n d o e n sus cursos h a b l a d e psicoanalizar las p l a n t a s o c u a n d o
intitula u n a d e sus obras Psicoanálisis del fuego. Se t r a t a , en efecto,
d e a p l i c a r no al sujeto sino a las cosas u n m é t o d o d e d e s c i f r a m i e n t o
o b j e t i v o q u e n o s u p o n e n i n g u n a p r e v i a remisión al s u j e t o m i s m o .
P o r e j e m p l o , c u a n d o q u i e r o d e t e r m i n a r la significación o b j e t i v a de
la nieve, veo, p o r e j e m p l o , q u e f u n d e a ciertas t e m p e r a t u r a s , y q u e
esta fusión d e la nieve es su m u e r t e . Se t r a t a , s i m p l e m e n t e , d e u n a
verificación o b j e t i v a . Y c u a n d o q u i e r o d e t e r m i n a r la significación
d e tal fusión, m e es preciso c o m p a r a r l a con otros objetos situados e n
otras regiones d e existencia p e r o i g u a l m e n t e objetivos, i g u a l m e n t e
t r a s c e n d e n t e s : ideas, amistades, personas, de las cuales t a m b i é n
p u e d o decir q u e se funden (el d i n e r o se m e funde e n t r e las m a n o s
ciertas ideas — e n el s e n t i d o d e significaciones sociales objetivas—
c r e c e n c o m o u n a " b o l a d e n i e v e " y otras se funden2); sin d u d a ,
o b t e n d r í a m o s d e este m o d o cierta relación q u e v i n c u l a e n t r e sí cier-
tas f o r m a s d e ser. L a c o m p a r a c i ó n d e la nieve f u n d i d a con otras
f u n d i c i o n e s m á s misteriosas ( p o r e j e m p l o , con el c o n t e n i d o d e ciertos
a n t i g u o s m i t o s : el sastre d e los cuentos d e G r i m m coge u n queso
e n t r e sus m a n o s , h a c e c r e e r q u e es u n a p i e d r a , y lo a p r i e t a con t a n t a
f u e r z a q u e el s u e r o g o t e a ; los asistentes creen q u e h a h e c h o gotear
u n a p i e d r a , q u e le h a e x p r i m i d o el l í q u i d o ) p u e d e i n f o r m a r n o s sobre
u n a secreta liquidez de los sólidos, en el sentido en q u e A u d i b e r t i ,
bien inspirado, h a h a b l a d o d e la secreta n e g r u r a d e la leche. Esa
liquidez, q u e d e b e r á c o m p a r a r s e a su vez c o n el j u g o d e las f r u t a s y
c o n la s a n g r e h u m a n a — q u e es t a m b i é n algo c o m o n u e s t r a secreta
y vital l i q u i d e z — nos r e m i t e a cierta posibilidad p e r m a n e n t e d e lo
compacto granuloso (con q u e se designa cierta c u a l i d a d d e ser d e l
en-sí puro) d e m e t a m o r f o s e a r s e en fluidez homogénea e indiferen-
ciada ( o t r a c u a l i d a d d e ser del en-sí p u r o ) . C a p t a m o s a q u í , desde
su origen y c o n t o d a su significación ontológica, la a n t i n o m i a d e lo
c o n t i n u o y lo discontinuo, polos f e m e n i n o s y masculinos del m u n d o ,
c u y o desarrollo dialéctico v e r e m o s después h a s t a la teoría d e los c u a n -
tos y la m e c á n i c a o n d u l a t o r i a . Así, p o d r e m o s llegar a d e s c i f r a r el

1
De esta serie de ejemplos suprimimos dos; "Je suis en nage, je fonds
en eau" (estoy nadando y me hundo); y "Comme il a maigri, comme il a
fondu" (¡cómo ha adelgazado!). Hubiera sido inútil violentar la expresión
para meter por fuerza en el texto español éstos ejemplos franceses, pues ello
sólo disimularía el problema que la intraducibilidad implica para, la tesis
sartreana. (N. del T.)
-'Recuérdese también la "moneda fundente" de Daladier.
s e n t i d o secreto d e la nieve, q u e es u n s e n t i d o ontológico. Pero, e n
t o d o ello, ¿ d ó n d e está la relación con lo s u b j e t i v o o c o n la i m a g i -
n a c i ó n ? N o h e m o s h e c h o sino c o m p a r a r e s t r u c t u r a s r i g u r o s a m e n t e
objetivas y f o r m u l a r la hipótesis q u e p u e d e u n i f i c a r l a s y a g r u p a r l a s .
P o r eso el psicoanálisis recae e n este caso sobre las cosas m i s m a s y
n o sobre los h o m b r e s . P o r eso, t a m b i é n , en este nivel yo d e s c o n f i a r í a
m á s q u e B a c h e l a r d d e las imaginaciones m a t e r i a l e s d e los poetas,
así sean L a u t r é a m o n t , R i m b a u d o Poe. P o r cierto, es a p a s i o n a n t e
investigar el "bestiario d e L a u t r é a m o n t " . P e r o si, e n efecto, e n tal
investigación volvemos a lo subjetivo, n o a l c a n z a r e m o s r e s u l t a d o s
v e r d a d e r a m e n t e significativos a m e n o s d e c o n s i d e r a r a L a u t r é a m o n t
c o m o p r e f e r e n c i a originaria y p u r a d e la a n i m a l i d a d 1 y d e h a b e r
d e t e r m i n a d o previamente el s e n t i d o o b j e t i v o q u e la a n i m a l i d a d tiene.
E n e f e c t o : si L a u t r é a m o n t es lo que él mismo prefiere, es preciso
s a b e r p r e v i a m e n t e cuál es la n a t u r a l e z a d e lo p o r él p r e f e r i d o . P o r
cierto, bien sabemos q u e él " p o n d r á " e n la a n i m a l i d a d a l g o distinto
y m á s rico d e lo q u e yo p o n g o . P e r o tales e n r i q u e c i m i e n t o s subjeti-
vos q u e nos i n f o r m a n sobre L a u t r é a m o n t están polarizados p o r la
e s t r u c t u r a objetiva d e la a n i m a l i d a d . P o r eso el psicoanálisis exis-
t e n c i a l de L a u t r é a m o n t s u p o n e p r e v i a m e n t e u n d e s c i f r a m i e n t o del
s e n t i d o o b j e t i v o del animal. A n á l o g a m e n t e , s u e ñ o desde h a c e r a t o
c o n establecer u n lapidario d e R i m b a u d . Pero, ¿ q u é sentido t e n d r í a
e s t o si n o h e m o s establecido p r e v i a m e n t e la significación d e lo geo-
lógico en g e n e r a l ? Se d i r á , sin e m b a r g o , q u e u n a significación su-
p o n e al h o m b r e . N o decimos o t r a cosa. Sólo q u e el h o m b r e , siendo
t r a s c e n d e n c i a , establece lo significante p o r su s u r g i m i e n t o m i s m o ,
y lo significante, a causa d e la e s t r u c t u r a p r o p i a de la trascenden-
cia, es u n a remisión a otros t r a n s c e n d e n t e s q u e p u e d e descifrarse
sin r e c u r r i r a la s u b j e t i v i d a d q u e la h a establecido. L a e n e r g í a po-
tencial de u n c u e r p o es u n a c u a l i d a d o b j e t i v a d e éste, q u e d e b e ser
calculada objetivamente teniendo en cuenta únicamente circunstan-
cias o b j e t i v a s ; y, sin e m b a r g o , esa e n e r g í a n o p u e d e v e n i r a h a b i t a r
u n c u e r p o sino e n u n m u n d o cuya a p a r i c i ó n es correlativa a la a p a -
rición d e u n para-si. A n á l o g a m e n t e , se d e s c u b r i r á n p o r u n psicoaná-
lisis rigurosamente o b j e t i v o otras p o t e n c i a l i d a d e s m á s p r o f u n d a m e n t e
e n r a i z a d a s e n la m a t e r i a d e las cosas p e r o q u e p e r m a n e c e n p o r c o m -

1
De cierta animalidad; es exactamente lo que llama Scheler lo» valores
Hítales.
pleto trascendentes, a u n c u a n d o corresponden a u n a elección a ú n
más f u n d a m e n t a l de la realidad h u m a n a : u n a elección del ser.
Esto nos lleva a precisar el segundo p u n t o en q u e diferimos d e
G. Bachelard. Es verdad, en efecto, q u e t o d o psicoanálisis debe te-
ner sus principios a priori. E n particular, debe saber qué es lo que
busca, pues, si no, ¿ c ó m o p o d r í a encontrarlo? Pero, c o m o el objetivo
de su investigación n o p o d r í a ser establecido p o r el psicoanálisis mis-
mo, so p e n a d e círculo vicioso, es menester q u e sea o b j e t o de u n
postulado, o q u e se lo p i d a a la experiencia, o q u e se lo establezca
por m e d i o d e a l g u n a otra disciplina. L a libido f r e u d i a n a es, eviden-
temente, u n simple postulado; la v o l u n t a d de poderío adleriana p a -
rece u n a generalización sin m é t o d o de los datos empíricos, y cierta-
m e n t e es menester q u e sea sin método, puesto q u e es lo q u e permite
e c h a r las bases d e u n m é t o d o psicoanalítico. Bachelard parece ate-
nerse a sus predecesores; el postulado de la sexualidad p a r e c e d o -
m i n a r sus investigaciones; otras veces, se nos remite a la muerte, al
t r a u m a del nacimiento, a la v o l u n t a d d e poderío; en suma, su psi-
coanálisis p a r e c e m á s seguro de su m é t o d o q u e de sus principios, y
sin d u d a c u e n t a con los resultados p a r a iluminar el objetivo preciso
d e la indagación. P e r o es t o m a r el r á b a n o p o r las h o j a s : n u n c a las
consecuencias permitirán establecer el principio, así c o m o la s u m a
d e los modos finitos n o permitirían c a p t a r la sustancia. Nos parece,
pues, q u e hayan d e a b a n d o n a r s e a q u í esos principios empíricos o
esos postulados q u e k cen del h o m b r e , a priori, u n a sexualidad o
u n a v o l u n t a d de poderío, y q u e conviene establecer rigurosamente
el objetivo del psicoanálisis p a r t i e n d o d e la ontología. Es lo q u e
hemos i n t e n t a d o en el p a r á g r a f o anterior. H e m o s visto q u e la reali-
d a d h u m a n a , antes d e p o d e r describirse c o m o libido o c o m o v o l u n t a d
d e poderío, es elección de ser, sea directamente, sea por apropiación
del m u n d o . Y hemos visto t a m b i é n que, c u a n d o la elección recae
sobre la apropiación, c a d a cosa es elegida, en ú l t i m o análisis, n o p o r
su potencial sexual sino según la m a n e r a en q u e entrega al ser, la
m a n e r a en q u e el ser aflora a su superficie. U n psicoanálisis d e las
cosas y de su materia debe preocuparse a n t e todo, pues, p o r establecer
el m o d o en q u e c a d a cosa es el símbolo objetivo del ser y la relación
d e la realidad h u m a n a con él. N o negamos q u e sea preciso descu-
b r i r después todo u n simbolismo sexual en la naturaleza, p e r o éste
es u n estrato reductible q u e supone previamente u n psicoanálisis d e
las estructuras presexuales. Así, consideraríamos el estudio d e Ba-
chelard sobre el a g u a , rico de visiones ingeniosas y p r o f u n d a s , c o m o
u n c o n j u n t o d e sugerencias, c o m o u n a preciosa colección d e m a t e -
riales q u e d e b e r í a n ser utilizados a h o r a p o r u n psicoanálisis cons-
c i e n t e d e sus principios.
L o q u e la ontología p u e d e e n s e ñ a r al psicoanálisis, e n efecto,
es a n t e t o d o el origen verdadero d e las significaciones d e las cosas
y su relación verdadera c o n la r e a l i d a d - h u m a n a . Sólo ella, e n e f e c t o ,
p u e d e situarse e n el p l a n o d e la t r a s c e n d e n c i a y c a p t a r d e u n a
m i r a d a el s e r - e n - e l - m u n d o c o n sus dos t é r m i n o s , p o r q u e sólo ella
se sitúa o r i g i n a r i a m e n t e e n la p e r s p e c t i v a del cogito. T a m b i é n a q u í
las ideas d e f a c t i c i d a d y situación nos p e r m i t i r á n c o m p r e n d e r el
simbolismo existencial d e las cosas. H e m o s visto, e n efecto, q u e es
t e ó r i c a m e n t e posible e imposible p r á c t i c a m e n t e d i s t i n g u i r e n t r e la
f a c t i c i d a d y el p r o y e c t o q u e la constituye e n s i t u a c i ó n . E s t a c o m -
p r o b a c i ó n h a d e servirnos a q u í : e n efecto, n o h a d e creerse, s e g ú n
h e m o s visto, q u e el esto, e n la e x t e r i o r i d a d d e i n d i f e r e n c i a d e su ser
e i n d e p e n d i e n t e m e n t e del s u r g i m i e n t o d e u n para-sí, t e n g a significa-
c i ó n a l g u n a . P o r cierto, su cualidad, c o m o h e m o s visto, n o es o t r a
cosa q u e su ser. L o a m a r i l l o del l i m ó n , d e c í a m o s , n o es u n m o d o
s u b j e t i v o d e a p r e h e n s i ó n del l i m ó n : es el limón mismo. Mostrába-
m o s t a m b i é n 1 q u e el l i m ó n í n t e g r o está e x t e n d i d o a través d e sus
c u a l i d a d e s y q u e c a d a u n a d e éstas se e x t i e n d e a través d e las d e -
m á s ; es, j u s t a m e n t e , lo q u e h e m o s l l a m a d o u n esto. C a d a c u a l i d a d
del' ser es t o d o el s e r ; es la p r e s e n c i a d e su c o n t i n g e n c i a a b s o l u t a ,
es su i r r e d u c t i b i l i d a d d e i n d i f e r e n c i a . E m p e r o , desde n u e s t r a s e g u n -
d a p a r t e , insistíamos sobre la i n s e p a r a b i l i d a d , e n la c u a l i d a d m i s m a ,
d e l p r o y e c t o y la f a c t i c i d a d . E n efecto, escribíamos: " P a r a q u e h a y a
c u a l i d a d , es preciso que haya ser p a r a u n a n a d a q u e p o r n a t u r a l e z a
n o sea el s e r . , . ; la c u a l i d a d es el ser í n t e g r o q u e se d e v e l a e n los
límites del hay." Así, desde el origen, n o p o d e m o s p o n e r la signifi-
cación d e la c u a l i d a d e n la c u e n t a del ser en sí, p u e s es m e n e s t e r y a
el " h a y " , es decir, la m e d i a c i ó n n i h i l i z a d o r a del para-sí, p a r a q u e
h a y a c u a l i d a d e s . P e r o c o m p r e n d e m o s f á c i l m e n t e , a p a r t i r d e estas
observaciones, q u e la significación d e la c u a l i d a d señala a su vez
a l g o así c o m o u n r e f u e r z o del " h a y " , p u e s t o q u e , p r e c i s a m e n t e , nos
a p o y a m o s e n ella p a r a t r a s c e n d e r el " h a y " h a c i a el ser tal c u a l es
a b s o l u t a m e n t e y e n sí. E n c a d a a p r e h e n s i ó n d e c u a l i d a d h a y , e n
este sentido, u n e s f u e r z o m e t a f í s i c o p o r e s c a p a r a n u e s t r a c o n d i c i ó n ,
p o r p e r f o r a r la f a j a d e n a d a del " h a y " y p e n e t r a r . h a s t a el en-sí

1
Segunda parte, cap. I I I , § I I I .
p u r o . Pero, evidentemente, n o podemos c a p t a r sino la cualidad c o m o
símbolo de u n ser q u e nos escapa totalmente, a u n q u e esté totalmente
ahí, a n t e nosotros; en suma, h a c e r f u n c i o n a r el ser revelado c o m o
símbolo del ser en sí. Esto significa, justamente, q u e se constituye
u n a n u e v a estructura del " h a y " : el estrato significativo, a u n q u e este
estrato se revela en la u n i d a d absoluta d e u n m i s m o proyecto f u n -
d a m e n t a l . Es lo q u e llamaremos el tenor metafísico de toda revela-
ción intuitiva del ser; y es lo q u e precisamente debemos alcanzar y
develar poi- m e d i o del psicoanálisis. ¿ C u á l es el tenor metafísico
del amarillo, el rojo, lo liso, lo rugoso? ¿ C u á l es —cuestión q u e se
p l a n t e a r á después d e esas otras cuestiones elementales— el coeficien-
te metafísico del limón, del a g u a , del aceite, etc.? O t r o s tantos p r o -
blemas q u e el psicoanálisis debe resolver si quiere c o m p r e n d e r algún
d í a p o r q u é P e d r o gusta d e las n a r a n j a s y aborrece el agua, p o r q u é
c o m e con placer tomates y se niega a comer habas, p o r q u é v o m i t a
si se lo obliga a t r a g a r ostras o huevos crudos.
E m p e r o , hemos m o s t r a d o t a m b i é n el error q u e se cometería, p o r
ejemplo, si se creyera q u e "proyectamos" nuestras disposiciones afec-
tivas sobre la cosa, p a r a iluminarla o colorearla. E n p r i m e r lugar,
en efecto, hemos visto hace r a t o q u e u n sentimiento n o es en m o d o
a l g u n o u n a disposición interna, sino u n a relación objetiva y tras-
c e n d e n t e q u e se h a c e indicar p o r su o b j e t o lo q u e él mismo es. Pero
n o es esto t o d o : u n e j e m p l o nos m o s t r a r á q u e la explicación p o r la
proyección (sentido del d e m a s i a d o célebre " u n paisaje es u n estado
d e á n i m o " ) constituye u n a petición d e principio. Sea, por ejemplo,
esa c u a l i d a d p a r t i c u l a r l l a m a d a lo viscoso. Ciertamente, significa
p a r a el a d u l t o e u r o p e o u n a m u l t i t u d d e caracteres humanos y mo-
rales fácilmente reductibles a relaciones de ser. U n a p r e t ó n d e ma-
nos es viscoso; es viscosa u n a sonrisa; u n pensamiento, u n sentimiento
p u e d e n ser viscosos. L a opinión c o m ú n sostiene q u é he tenido p r e -
v i a m e n t e la experiencia d e ciertas conductas y de ciertas actitudes
morales q u e m e d e s a g r a d a n y a las q u e condeno, y que, p o r o t r a
parte, h e tenido la intuición sensible d e lo viscoso; posteriormente,
h a b r í a establecido u n a conexión e n t r e esos sentimientos y la visco-
sidad, y lo viscoso f u n c i o n a r í a c o m o símbolo de toda u n a clase d e
sentimientos y actitudes h u m a n o s . H a b r í a , pues, enriquecido lo vis-
coso proyectando sobre ello m i saber acerca de esa categoría h u m a n a ,
d e conductas. Pero, ¿ c ó m o a c e p t a r tal explicación p o r proyección?"
Si suponemos h a b e r c a p t a d o p r i m e r o los sentimientos c o m o cualida-
des psíquicas puras, ¿ c ó m o podríamos c a p t a r su relación con lo vis-
coso? El sentimiento c a p t a d o en su pureza cualitativa n o p o d r í a
revelarse sino c o m o cierta disposición p u r a m e n t e inextensa, censura-
ble p o r su relación con ciertos valores y consecuencias; e n n i n g ú n
caso " f o r m a r á i m a g e n " si la i m a g e n n o h a sido d a d a antes. Por
o t r a p a r t e , si lo viscoso n o está originariamente c a r g a d o d e u n sen-
tido afectivo, si n o se d a sino c o m o cierta c u a l i d a d material, n o se
ve c ó m o p o d r í a elegírselo j a m á s p a r a representante simbólico d e
ciertas unidades psíquicas. E n u n a p a l a b r a : p a r a establecer cons-
ciente y c l a r a m e n t e u n a relación simbólica entre la viscosidad y la
bajeza pegajosa d e ciertos individuos, sería menester c a p t a r yá la
bajeza en la viscosidad y la viscosidad en ciertas bajezas. Se sigue,
pues, q u e la explicación p o r proyección n o explica n a d a , ya q u e
presupone lo q u e quería explicar. Por otra parte, a u n si escapara a
esta objeción de principio, sería p a r a tropezar con otra, proveniente
d e la experiencia y n o menos g r a v e : la explicación p o r proyección
implica, en efecto, q u e el sujeto proyectante h a y a llegado p o r la
experiencia y el análisis a cierto conocimiento d e la estructura y los
efectos d e las actitudes a las q u e llamará viscosas. E n esta concep-
ción, en efecto, el recurso a la viscosidad n o enriquece en m o d o al-
guno, c o m o u n conocimiento, nuestra experiencia d e la bajeza h u -
m a n a ; c u a n d o m u c h o , sirve d e u n i d a d temática, d e rúbrica figura-
tiva p a r a conocimientos ya adquiridos. Por otra parte, la viscosidad
p r o p i a m e n t e dicha, y considerada aisladamente, p o d r í a p a r e c e m o s
p r á c t i c a m e n t e p e r j u d i c i a l ( p o r q u e las sustancias viscosas se p e g a n a
las m a n o s y a los vestidos, p o r q u e m a n c h a n ) , p e r o n o repugnante.
E n efecto, no podríamos explicar el asco q u e inspira sino p o r c o n t a -
minación de esa cualidad física con ciertas cualidades morales; h a -
bría, pues, c o m o u n a p r e n d i z a j e del valor simbólico de lo viscoso.
P e r o la observación nos enseña q u e los niños m á s pequeños d a n
muestras ya d e repulsión en presencia d e lo viscoso, c o m o si esto
se hallara ya c o n t a m i n a d o p o r lo psíquico; y nos enseña t a m b i é n
q u e los niños comprenden, desde q u e saben h a b l a r , el valor de las
p a l a b r a s " b l a n d o " , " b a j o " , etc., aplicadas a la descripción de senti-
mientos. T o d o ocurre c o m o si surgiéramos en u n universo en <jue
los sentimientos y los actos están cargados d e m a t e r i a l i d a d , tienen
u n a textura sustancial, son verdaderamente blandos, chatos, viscosos,
bajos, elevados, etc., y en q u e las sustancias materiales tienen origi-
n a r i a m e n t e u n a significación psíquica q u e las hace repugnantes, ho-
rribles, atrayentes, etc. N i n g u n a explicación por proyección o p o r
analogía es admisible p a r a ello. Y , p a r a resumir, es imposible ex-
t r a e r el valor del símbolo psíquico d e lo viscoso p a r t i e n d o d e la cua-
l i d a d b r u t a del "esto", así c o m o proyectar esa significación sobre el
esto p a r t i e n d o d e u n conocimiento d e las actitudes psíquicas de q u e
se t r a t a . ¿ C ó m o h a d e concebirse, pues, esa inmensa simbólica u n i -
versal q u e se t r a d u c e p o r nuestras repugnancias, odios, simpatías y
atracciones p a r a con objetos cuya m a t e r i a l i d a d debería, p o r princi-
pio, p e r m a n e c e r n o significante? P a r a a v a n z a r en este estudio, es
preciso a b a n d o n a r cierto n ú m e r o d e postulados. E n particular, n o
d e b e m o s postular ya a priori q u e la atribución d e la viscosidad a tal
o cual sentimiento sea u n a imagen y n o u n conocimiento; nos nega-
remos t a m b i é n a admitir, antes d e i n f o r m a c i ó n m á s amplia, q u e sea
lo psíquico lo q u e p e r m i t e i n f o r m a r simbólicamente la m a t e r i a y q u e
nuestra experiencia d e la b a j e z a h u m a n a tenga prioridad sobre
c a p t a c i ó n d e lo "viscoso" c o m o significante.
Volvamos al proyecto original. Es proyecto d e apropiación.
Constriñe, pues, a lo viscoso a revelar su ser; siendo apropiativo el
surgimiento del para-sí al ser, lo viscoso percibido es "viscoso de-
poseer", es decir, q u e el n e x o originario m í o con lo viscoso es el
proyectar yo ser f u n d a m e n t o d e su ser, en t a n t o q u e éste es ideal-
m e n t e yo mismo. Desde el origen, pues, lo viscoso aparece c o m o
u n posible yo-mismo d e - f u n d a r ; desde el origen aparece psiquici-
zado, Esto n o significa en m o d o a l g u n o q u e yo lo dote de u n alma,
a la m a n e r a del a n i m i s m o primitivo, ni de virtudes metafísicas, sino
sólo q u e su m a t e r i a l i d a d m i s m a se m e revela c o m o d o t a d a de u n a
significación psíquica, la cual, p o r lo demás, es idéntica al valor
simbólico q u e lo viscoso tiene con relación al ser-en-sí. Esta m a n e r a
a p r o p i a t i v a d e hacer entregar a lo viscoso todas sus significaciones
p u e d e considerarse c o m o u n a priori formal, a u n q u e sea libre pro-
yecto y se identifique con el p r o p i o ser del para-sí; pues, en efecto,
n o d e p e n d e originariamente d e la m a n e r a de ser de lo viscoso, sino
sólo de su b r u t o ser-ahí, de su p u r a existencia d a d a en el e n c u e n t r o ;
sería s e m e j a n t e p a r a cualquier o t r o encuentro, en t a n t o q u e es sim-
ple proyecto de apropiación, en t a n t o q u e n o se distingue en n a d a
del p u r o " h a y " y es, según se la encare d e u n m o d o o del otro, p u r a
libertad o p u r a n a d a . Pero precisamente en el m a r c o d e este p r o -
yecto apropiativo lo viscoso se revela y desarrolla su viscosidad. Esta
viscosidad es ya, pues -—desde la p r i m e r a aparición de lo viscoso—,
respuesta a u n a p r e g u n t a , es ya don de sí: lo viscoso aparece ya
c o m o el esbozo de u n a fusión del m u n d o conmigo; y lo q u e de él
m e enseña, su carácter de ventosa que me aspira, es ya réplica a u n a
i n t e r r o g a c i ó n c o n c r e t a : r e s p o n d e c o n su ser m i s m o , c o n su m a n e r a
d e ser, con t o d a su m a t e r i a . L a respuesta q u e d a es p l e n a m e n t e
a d a p t a d a a la p r e g u n t a y a la vez o p a c a e indescifrable, p u e s t o q u e
r i c a d e t o d a su indecible m a t e r i a l i d a d . E s c l a r a e n t a n t o q u e se
a d a p t a e x a c t a m e n t e a la p r e g u n t a 1 : lo viscoso se d e j a c a p t a r c o m o
a q u e l l o d e q u e estoy f a l t o , se d e j a p a l p a r p o r u n a inquisición a p r o -
p i a t i v a ; a este esbozo d e a p r o p i a c i ó n d e j a d e s c u b r i r su viscosidad.
P e r o es o p a c a p o r q u e , p r e c i s a m e n t e , si la f o r m a s i g n i f i c a n t e es des-
p e r t a d a e n lo viscoso p o r el para-sí, éste a c u d e a l l e n a r l a c o n t o d a
su viscosidad. N o s devuelve, pues, u n a significación p l e n a y densa,
y esta significación nos e n t r e g a el ser-en-sí, e n t a n t o q u e lo viscoso
es a c t u a l m e n t e a q u e l l o p o r lo c u a l se m a n i f i e s t a el m u n d o , y el es-
bozo de nosotros mismos, e n c u a n t o la a p r o p i a c i ó n b o s q u e j a a l g o así
c o m o u n a c t o f u n d a n t e d e lo viscoso. L o q u e entonces se v u e l v e
h a c i a nosotros c o m o u n a c u a l i d a d o b j e t i v a es u n a naturaleza nueva
q u e n o es n i m a t e r i a l (y física) ni psíquica, sino q u e trasciende la
oposición d e lo psíquico, y lo físico descubriéndosenos c o m o la e x p r e -
sión ontológica del m u n d o í n t e g r o ; es decir, se o f r e c e c o m o r ú b r i c a
p a r a clasificar todos los estos del m u n d o , trátese d e organizaciones
m a t e r i a l e s o d e t r a s c e n d e n c i a s trascendidas. Esto significa q u e la
a p r e h e n s i ó n d e l o viscoso c o m o tal h a c r e a d o a la vez u n a m a n e r a
p a r t i c u l a r d e d a r s e el m u n d o p a r a el en-sí; simboliza el ser a su
m a n e r a , es d e c i r q u e , m i e n t r a s d u r a el c o n t a c t o c o n lo viscoso, p a r a
nosotros t o d o o c u r r e c o m o si la viscosidad f u e r a el s e n t i d o del m u n d o
íntegro, es decir, el ú n i c o m o d o d e ser del ser-en-sí, a la m a n e r a
e n q u e , p a r a los primitivos del c l a n del l a g a r t o , todos los objetos
son lagartos. ¿ C u á l p u e d e ser, e n el e j e m p l o elegido, el m o d o d e ser
simbolizado p o r lo viscoso? Veo, e n p r i m e r lugar, q u e es la h o m o g e -
n e i d a d y la i m i t a c i ó n d e la liquidez. U n a sustancia viscosa, c o m o
la pez, es u n f l u i d o a b e r r a n t e . Nos p a r e c e p r i m e r o m a n i f e s t a r el ser
d o q u i e r a h u i d i z o y d o q u i e r a s e m e j a n t e a sí m i s m o , q u e se e s c a p a
p o r todas p a r t e s y sobre el c u a l , sin e m b a r g o , es posible f l o t a r ; el ser
sin peligro y sin m e m o r i a q u e se m u d a e t e r n a m e n t e e n sí m i s m o ,
sobre el cual n o se d e j a m a r c a y q u e n o p o d r í a d e j a r m a r c a e n
nosotros, q u e resbala y sobre el c u a l se resbala, q u e p u e d e ser poseído
p o r el deslizamiento (bote, l a n c h a , a u t o m ó v i l , esquí n á u t i c o , e t c . ) ;
y q u e n o posee j a m á s , ya q u e r u e d a sobre u n o , el ser q u e es eterni-
d a d y t e m p o r a l i d a d infinita, p o r q u e es c a m b i o p e r p e t ú o sin n a d a

1
En el original se lee "respuesta". (N. del T.)
q u e c a m b i e ; y el q u e m e j o r simboliza, p o r esa síntesis d e e t e r n i d a d
y t e m p o r a l i d a d , u n a f u s i ó n posible del para-sí c o m o p u r a t e m p o r a -
l i d a d y del en-sí c o m o e t e r n i d a d p u r a . P e r o e n seguida lo viscoso
se revela e s e n c i a l m e n t e c o m o a m b i g u o y t u r b i o 1 , p o r q u e e n el la
fluidez está c o m o r e t a r d a d a ; es c o m p o r t a m i e n t o d e la liquidez, es
decir, r e p r e s e n t a e n sí m i s m o u n t r i u n f o incipiente d e lo sólido sobre
lo líquido, o sea u n a t e n d e n c i a del en-sí d e i n d i f e r e n c i a , r e p r e s e n -
t a d o p o r lo sólido p u r o , a f i j a r la liquidez, es decir, a a b s o r b e r al
para-sí q u e d e b e r í a f u n d a r l o . L o viscoso es la a g o n í a del a g u a ; se
d a c o m o u n f e n ó m e n o e n d e v e n i r ; n o t i e n e la p e r m a n e n c i a e n el
c a m b i o p r o p i a del a g u a , sino, al c o n t r a r i o , r e p r e s e n t a c o m o u n c o r t e
q u e se p r a c t i c a e n el c u r s o d e u n c a m b i o d e estado. E s t a i n e s t a b i -
l i d a d f i j a d e lo viscoso d e s a n i m a al deseo d e posesión. E l a g u a es
m á s huidiza, p e r o se la p u e d e poseer e n su f u g a m i s m a , e n t a n t o q u e
h u i d i z a . L o viscoso h u y e con u n a h u i d a espesa q u e se p a r e c e a la
del a g u a c o m o el v u e l o p e s a d o y a ras del suelo d e la gallina se p a -
rece al v u e l o del h a l c ó n . Y esa h u i d a m i s m a n o p u e d e ser poseída,
p u e s se niega en t a n t o q u e h u i d a . E s ya casi u n a p e r m a n e n c i a
sólida. N a d a a t e s t i g u a m e j o r ese c a r á c t e r t u r b i o y a m b i g u o d e "sus-
t a n c i a e n t r e dos estados" q u e la l e n t i t u d c o n q u e lo viscoso se f u n d e
consigo m i s m o : u n a g o t a d e a g u a q u e t o c a la superficie d e u n a n a p a
es i n s t a n t á n e a m e n t e t r a n s m u t a d a e n n a p a d e a g u a ; n o c a p t a m o s la
o p e r a c i ó n c o m o u n a absorción casi b u c a l d e la g o t a p o r la n a p a ,
sino m á s bien c o m o la espiritualización y desindividualización d e u n
ser s i n g u l a r q u e se disuelve p o r sí m i s m o e n el g r a n t o d o d e d o n d e
h a salido. El símbolo d e la n a p a d e a g u a p a r e c e d e s e m p e ñ a r u n
p a p e l m u y i m p o r t a n t e e n la constitución d e los e s q u e m a s p a n t e í s t i -
cos; revela u n t i p o p a r t i c u l a r d e relación del ser c o n el ser. Pero,
si c o n s i d e r a m o s lo viscoso, a d v e r t i m o s ( a u n q u e h a y a c o n s e r v a d o mis-
t e r i o s a m e n t e t o d a la fluidez, e n r e t a r d o ; n o h a y q u e c o n f u n d i r l o c o n
las papillas, en q u e la fluidez, c a b e z a d a , s u f r e bruscas r u p t u r a s , bruscas
i n t e r r u p c i o n e s , y la sustancia, t r a s u n esbozo d e escurrimiento, se
a g l o m e r a d e p r o n t o e n u n a v o l t e r e t a ) q u e p r e s e n t a u n a histéresis
c o n s t a n t e e n el f e n ó m e n o d e la t r a n s m u t a c i ó n e n sí m i s m o : la miel
q u e fluye d e mi c u c h a r a sobre la miel c o n t e n i d a e n el r e c i p i e n t e
c o m i e n z a p o r esculpir la superficie, se d e s t a c a e n relieve sobre ella,

1
Louche; palabra que encierra las ideas de "bizco, avieso, ambiguo,
turbio"; la mejor traducción, si no fuera por el molesto equívoco, sería
"tuerto", en su sentido (menos usado) de "ojituerto" y de "torcido". (N.
del T.)
y su fusión con el todo se presenta c o m o u n aplastamiento, u n de-
r r u m b e , q u e a p a r e c e a la vez c o m o u n desinflarse (piénsese en la
importancia, p a r a la sensibilidad infantil, del hombrecillo d e t r i p a
q u e se "sopla" c o m o vidrio y se desinfla d e j a n d o escapar u n lamen-
table gemido) y c o m o la caída, el a c h a t a m i e n t o d e los senos algo
flaccidos d e u n a m u j e r q u e se tiende de espaldas. H a y , en efecto,
en lo viscoso q u e se f u n d e e n sí mismo, a la vez u n a resistencia
visible, c o m o la denegación del individuo q u e n o quiere a n o n a d a r s e
en la totalidad del ser, y, al mismo tiempo, u n a b l a n d u r a llevada
a su consecuencia e x t r e m a : pues lo blando n o es sino u n a a n o n a d a -
ción d e t e n i d a a m i t a d de c a m i n o ; lo b l a n d o es lo q u e m e j o r nos d e -
vuelve la imagen de nuestra p r o p i a potencia destructiva y d e sus lí-
mites. L a lentitud de la desaparición d e la gota viscosa en el seno
del todo se d a p r i m e r o c o m o blandura, ya q u e es c o m o u n a a n o n a -
dación r e t a r d a d a q u e p a r e c e q u e r e r g a n a r t i e m p o ; p e r o esta blan-
d u r a v a hasta el f i n : la gota se encenaga en la n a p a viscosa. D e
este f e n ó m e n o n a c e r á n diversos caracteres de lo viscoso: en primer
lugar, es lo blando al tacto. Si echamos a g u a al suelo, corre; si
echamos u n a sustancia viscosa, se estira, se aplasta, es blanda; si to-
camos lo viscoso, n o h u y e : cede. H a y en la inaferrabilidad m i s m a
del a g u a u n a dureza implacable q u e le d a u n secreto sentido d e
metal-, en ú l t i m a instancia, es t a n incompresible c o m o el acero.
L o viscoso es compresible. D a de e n t r a d a , pues, la impresión d e u n
ser al q u e se p u e d e poseer. D o b l e m e n t e : su viscosidad, su a d h e r e n c i a
a sí, le impide huir, y p u e d o p o r e n d e cogerlo e n t r e las m a n a s , se-
p a r a r u n a c a n t i d a d d e piel o d e pez del resto del t a r r o y con ello
crear u n o b j e t o individual p o r creación c o n t i n u a ; pero, a la vez, la
b l a n d u r a de esa sustancia, q u e se m e plasma e n t r e las manos, m e d a
la impresión de q u e destruyo p e r p e t u a m e n t e . Es u n a b u e n a imagen
d e la destrucción-creación. L o viscoso es dócil. Sólo que, en el m o -
m e n t o mismo en q u e creo poseerlo, h e ahí que, p o r u n curioso viraje,
es él quien m e posee. Aquí aparece su c a r á c t e r esencial: su blan-
d u r a h e c h a ventosa. Si el objeto q u e tengo en la m a n o es sólido,
p u e d o soltarlo c u a n d o m e plazca; su inercia Simboliza p a r a m í m i
p o d e r c a b a l ; yo lo f u n d o , p e r o él n o m e f u n d e : es el Para-sí q u e
recoge en su seno al En-sí y lo eleva a la dignidad d e En-sí, sin com-
promiso, p e r m a n e c i e n d o siempre c o m o p o d e r asimilador y c r e a d o r :
es el Para-sí q u e absorbe al En-sí. E n otros términos, la posesión
a f i r m a la p r i m a c í a del Para-sí en el ser sintético "En-sí-Para-sí".
Pero lo viscoso invierte los términos: el Para-sí q u e d a envuelto en
compromiso. A p a r t o las manos, quiero soltar lo viscoso, p e r o se m e
adhiere, m e b o m b e a , m e a s p i r a ; su m o d o de ser n o es ni la inercia
tranquilizadora de lo sólido, ni u n d i n a m i s m o c o m o el del agua, q u e
se agota en su h u i d a ; es u n a actividad b l a n d a , babosa y femenina
d e aspiración; vive oscuramente entre mis dedos y siento c o m o u n
vértigo: m e a t r a e a él c o m o p o d r í a a t r a e r m e el f o n d o de u n abismo.
H a y como u n a fascinación táctil d e lo viscoso. N o soy ya d u e ñ o de
detener el proceso d e a p r o p i a c i ó n : éste continúa. E n cierto sentido,
es como u n a docilidad s u p r e m a de lo poseído, u n a fidelidad p e r r u n a
q u e se da a u n c u a n d o n o se quiera m á s de ella; y, en otro sentido,
b a j o esa docilidad, hay u n a t a i m a d a apropiación del poseyente por
el poseído. V e m o s a q u í el símbolo q u e b r u s c a m e n t e se descubre:
hay posesiones venenosas; h a y posibilidad d e q u e el En-sí absorba
al P a r a - s í ; es decir, d e q u e u n ser se constituya a la inversa del
"En-sí-Para-sí", de m o d o q u e el En-sí atraiga al Para-sí a su con-
tingencia, a su exterioridad d e indiferencia, a su existencia sin f u n -
d a m e n t o . E n ese instante c a p t o de p r o n t o la t r a m p a de lo viscoso:
es u n a fluidez q u e m e retiene y m e p o n e en compromiso; n o p u e d o
deslizarme sobre lo viscoso, pues todas sus ventosas m e retienen; él
t a m p o c o p u e d e deslizarse sobre mí, p e r o se a g a r r a como u n a sangui-
juela. E m p e r o , el deslizamiento n o está simplemente negado, como
p o r lo sólido, sino degradado: lo viscoso parece prestarse e invitarme
a él, pues u n a n a p a viscosa en reposo n o es sensiblemente distinta
d e u n a c a p a d e líquido m u y denso; sólo q u e es u n a t r a m p a : el
deslizamiento es succionado p o r la sustancia resbaladiza y d e j a vesti-
gios sobre mí. L o viscoso aparece c o m o u n líquido visto en u n a pe-
sadilla y tal q u e todas sus propiedades, animándose con u n a especie
d e vida, se volvieran c o n t r a m í . L o viscoso es el desquite del En-sí.
Desquite dulzón y femenino, q u e se simbolizará en otro p l a n o por
la cualidad de lo azucarado. P o r eso lo azucarado, c o m o dulzor
•—dulzor indeleble, q u e p e r m a n e c e i n d e f i n i d a m e n t e en la boca y
sobrevive a la deglución— completa a la perfección la esencia de lo
viscoso. L o viscoso a z u c a r a d o es el ideal de lo viscoso: simboliza la
m u e r t e a z u c a r a d a del Para-sí (la avispa q u e se m e t e en el dulce y
se a h o g a en é l ) . Pero, a la vez, lo viscoso soy yo, p o r el solo hecho
d e q u e h e esbozado u n a apropiación d e la sustancia viscosa. Esta
succión de lo viscoso q u e siento sobre mis manos esboza u n a c o m o
continuidad entre la sustancia viscosa y yo. Estas largas y blandas
columnas de sustancia q u e caen d e m í hasta la n a p a viscosa ( c o m o
cuando, p o r ejemplo, tras h a b e r sumergido la m a n o en miel, la re-
tiro) simbolizan c o m o u n d e r r a m e de m í m i s m o h a c i a lo viscoso, Y
la histéresis q u e advierto en la fusión d e la base d e esas columnas
c o n la n a p a simboliza c o m o la resistencia d e m i ser a la absorción
del En-sí. Si m e m e t o en el a g u a , m e s u m e r j o y m e d e j o llevar, n o
e x p e r i m e n t o molestia alguna, pues n o tengo en n i n g ú n g r a d o t e m o r
d e diluirme: p e r m a n e z c o u n sólido en m e d i o d e su fluidez. Si m e
h u n d o en lo viscoso, siento q u e voy a perderme, es decir, a diluirme
h a c i é n d o m e viscoso, precisamente p o r q u e lo viscoso está en instancia
d e solidificación. L o pastoso presentaría, desde este p u n t o d e vista,
el m i s m o aspecto q u e lo viscoso, p e r o n o fascina, n o p o n e en c o m -
promiso, p o r q u e es inerte. H a y , en la aprehensión m i s m a d e lo vis-
coso, sustancia pegajosa, c o m p r o m e t e d o r a y sin equilibrio, algo c o m o
la aprensión d e u n a metamorfosis. T o c a r algo viscoso es arriesgarse
a diluirse en viscosidad.
Esta dilución es de por sí a t e r r a d o r a , p o r q u e es absorción del
Para-sí p o r el En-sí c o m o tinta por u n secante. Pero, además,, es
a t e r r a d o r que, sobre metamorfosearse u n o en cosa, sea precisamente
u n a metamorfosis en viscosidad. A u n si p u d i e r a concebir u n a licue-
facción de m í mismo, es decir, u n a transformación de m i ser en
a g u a , n o m e sentiría a f e c t a d o sobremanera, pues el a g u a es el sím-
bolo d e la conciencia: su movimiento, su fluidez, esa solidaridad n o
solidaria de su ser, su p e r p e t u a f u g a , etc., todo en ella m e r e c u e r d a
al Para-sí; hasta tal p u n t o q u e los primeros psicólogos q u e h a n se-
ñ a l a d o el carácter de duración d e la conciencia la h a n c o m p a r a d o
con gran frecuencia a u n río. El río es lo q u e m e j o r evoca la i m a g e n
de la interpenetración constante d e las partes d e u n todo y de su
p e r p e t u a disociabilidad y disponibilidad. Pero lo viscoso ofrece u n a
imagen horrible: es horrible de por sí, p a r a u n a conciencia, hacerse
viscosa. Pues el ser de lo viscoso es adherencia b l a n d a , con ventosas
p o r todas partes, solidaridad y complicidad t a i m a d a de cada u n a
con las otras, esfuerzo vago y b l a n d o de c a d a u n a p o r individuali-
zarse, seguido de u n a recaída en u n a c h a t a m i e n t o vaciado d e indi-
vidualidad, pues p o r todas partes la h a succionado la sustancia. U n a
conciencia q u e se hiciera viscosa quedaría, pues, t r a n s f o r m a d a p o r
e m p a s t a m i e n t o d e sus ideas. Desde nuestro surgimiento en el m u n d o
tenemos esa aprensión de u n a conciencia q u e quisiera lanzarse h a c i a
el f u t u r o , hacia u n proyecto de sí, y se sintiera, en el m o m e n t o mismo
e n q u e tuviera conciencia d e llegar, t a i m a d a m e n t e , invisiblemente
retenida p o r la succión del pasado, con lo q u e debería asistir a su
lenta dilución en ese p a s a d o del q u e huye, a la invasión de su pro-
yecto p o r mil parásitos, hasta perderse f i n a l m e n t e p o r completo a
sí misma. D e esta horrible condición, el " r o b o del p e n s a m i e n t o " en
ciertas psicosis d e influencia nos d a la m e j o r imagen. Pero, ¿ q u é es
lo- q u e t r a d u c e en el p l a n o ontológico ese temor, sino precisamente
la h u i d a del Para-sí a n t e el En-sí d e la facticidad, es decir, preci-
samente, la temporalización? El h o r r o r d e lo viscoso es el horror
d e q u e el t i e m p o p u d i e r a volverse viscoso, d e q u e la facticidad p u -
diera progresar c o n t i n u a e insensiblemente hasta absorber al Para-sí
q u e "la existe". Es el temor, n o de la m u e r t e , ni del En-sí p u r o ,
ni de la n a d a , sino d e u n tipo d e ser particular, q u e n o tiene m á s
existencia real q u e el En-sí-Para-sí y q u e está solamente representado
por lo viscoso: U n ser ideal al q u e r e p r u e b o con todas mis fuerzas
y q u e m e infesta c o m o el valor m e infesta en m i ser; u n ser ideal
en q u e el En-sí n o f u n d a d o tiene prioridad sobre el Eara-sí, y al
q u e llamaremos u n Antivalor.
Así, en el proyecto apropiativo de lo viscoso, la viscosidad se
revela de p r o n t o c o m o símbolo de u n antivalor, es decir, de u n tipo
d e ser n o realizado p e r o a m e n a z a n t e , q u e infesta p e r p e t u a m e n t e la
conciencia c o m o el peligro constante q u e ella rehuye y, p o r este
hecho, t r a n s f o r m a de p r o n t o el proyecto de apropiación en proyecto
d e h u i d a . H a a p a r e c i d o algo q u e no resulta de n i n g u n a experiencia
anterior, sino sólo d e la comprensión preontológica del En-sí y del
Para-sí, y q u e es p r o p i a m e n t e el sentido de lo viscoso. E n cierto
sentido, es u n a experiencia, pues la viscosidad es u n descubrimiento
intuitivo; en otro sentido, es c o m o la invención de u n a a v e n t u r a del
ser. A p a r t i r de allí aparece p a r a el Para-sí cierto peligro nuevo, u n
m o d o d e ser a m e n a z a n t e y de-evitar, u n a categoría concreta con q u e
se e n c o n t r a r á doquiera. L o viscoso n o simboliza n i n g u n a c o n d u c t a
psíquica, a priori-, manifiesta cierta relación del ser consigo mismo,
y esta relación está originariamente psiquicizada, p o r q u e la he des-
cubierto en u n esbozo d e apropiación y la viscosidad m e h a devuelto
m i imagen. Así, pues, estoy enriquecido, desde m i primer contacto
con lo viscoso, con u n esquema ontológico válido, allende la distin-
ción d e lo psíquico y de lo no-psíquico, p a r a i n t e r p r e t a r el sentido
d e ser de todos los existentes de cierta y d e t e r m i n a d a categoría, ca-
tegoría q u e surge, p o r lo demás, c o m o u n m a r c o vacío antes de la
experiencia d e las diferentes especies de viscosidad. Y o la he pro-
yectado al m u n d o p o r m i proyecto original f r e n t e a lo viscoso; es u n a
e s t r u c t u r a objetiva del m u n d o al mismo t i e m p o q u e u n antivalor;
es decir, d e t e r m i n a u n sector en q u e v e n d r á n a colocarse los objetos
viscosos. Desde ese m o m e n t o , c a d a vez q u e u n o b j e t o manifieste
p a r a m í esa relación d e ser, ya se trate d e u n a p r e t ó n d e manos,
d e u n a sonrisa o d e u n pensamiento, será c a p t a d o p o r definición co-
m o viscoso; es decir que, allende su c o n t e x t u r a f e n o m é n i c a , se m e
a p a r e c e r á c o m o constituyente, j u n t o con la pez, las gomas, las mie-
les, etc., del g r a n sector ontológico de la viscosidad. R e c í p r o c a m e n t e ,
en la m e d i d a en q u e el esto d e q u e quiero a p r o p i a r m e representa al
m u n d o entero, lo viscoso, desde m i p r i m e r c o n t a c t o intuitivo, se m e
a p a r e c e rico d e u n a m u l t i t u d de significaciones oscuras y d e remi-
siones q u e lo trascienden. L o viscoso se descubre d e p o r sí c o m o
" m u c h o m á s q u e lo viscoso"; desde su aparición, trasciende todas
las distinciones entre lo psíquico y lo físico, e n t r e el existente b r u t o
y las significaciones del m u n d o : es u n sentido posible del ser. L a
p r i m e r a experiencia q u e p u e d e el n i ñ o h a c e r de lo viscoso lo enri-
quece, pues, psicológica y m o r a l m e n t e : n o t e n d r á necesidad d e es-
p e r a r la adultez p a r a descubrir ese género d e b a j e z a a g l u t i n a n t e al
q u e se llama f i g u r a d a m e n t e "viscoso"; ésta se e n c u e n t r a ahí, j u n t o
a él, en la viscosidad m i s m a d e la miel o la g o m a . L o q u e decíamos
d e lo viscoso vale p a r a todos los objetos q u e r o d e a n al n i ñ o : la
simple revelación de sus materias le a m p l í a el horizonte h a s t a los
extremos límites del ser y lo d o t a a la vez d e u n c o n j u n t o d e claves
p a r a descifrar el ser d e todos los hechos h u m a n o s . Esto n o significa
q u e conozca en el origen las " f e a l d a d e s " de la vida, los "caracteres",
o, al contrario, las "bellezas" d e la existencia. Simplemente, está en
posesión de todos los sentidos de ser de los cuales fealdades y belle-
zas, conductas, rasgos psíquicos, relaciones sexuales, etc., n o serán j a -
más sino ejemplificaciones particulares. L o pegajoso, lo pastoso, lo
.vaporoso, etc., los agujeros en tierra o en a r e n a , las cavernas, la
luz, la noche, etc., le revelan modos de ser prepsíquicos y presexua-
les q u e se pasará después la vida explicitando. N o hay n i ñ o "ino-
c e n t e " . E n particular, reconocemos, con los freudianos, las i n n u m e -
rables relaciones q u e ciertas materias y f o r m a s q u e r o d e a n a los ni-
ños m a n t i e n e n con la sexualidad. Pero con ello n o e n t e n d e m o s q u e
u n instinto sexual ya constituido las haya c a r g a d o de significaciones
sexuales. Nos parece, al contrario, q u e esas materias y esas f o r m a s
son captadas de p o r sí, y descubren al n i ñ o modos de ser y relaciones
con el ser del Para-sí, q u e i l u m i n a r á n y m o d e l a r á n su sexualidad.
P a r a n o citar sino u n ejemplo, a m u c h o s psicoanalistas h a l l a m a d o
la atención el atractivo q u e ejercen sobre el n i ñ o t o d a clase d e agu-
jeros (agujeros en la arena, en la tierra, grutas, cavernas, a n f r a c t u o -
sidades), y h a n explicado ese a t r a c t i v o sea p o r el carácter a n a l d e
la sexualidad infantil, sea p o r el shock prenatal, sea, inclusive, p o r
u n presentimiento del a c t o sexual p r o p i a m e n t e dicho. N o p o d r í a m o s
a c e p t a r n i n g u n a d e estas explicaciones. L a del " t r a u m a del naci-
m i e n t o " es en e x t r e m o fantasiosa. L a q u e asimila el a g u j e r o al ór-
g a n o sexual f e m e n i n o supone en el n i ñ o u n a experiencia q u e n o
p u e d e t e n e r o u n presentimiento q u e n o p u e d e justificarse. E n c u a n -
t o a la sexualidad " a n a l " del niño, n o pensamos en negarla, p e r o
p a r a q u e p u d i e r a i l u m i n a r y c a r g a r de simbolismo los agujeros q u e
e n c u e n t r a en el c a m p o perceptivo, sería menester q u e el n i ñ o c a p -
tase su a n o c o m o a g u j e r o ; m á s a ú n : sería menester q u e la c a p t a c i ó n
de la esencia del agujero, del orificio, correspondiera a la sensación
q u e su a n o le p r o d u c e . P e r o hemos m o s t r a d o suficientemente el
c a r á c t e r subjetivo del " c u e r p o p a r a m í " p a r a q u e se c o m p r e n d a la
imposibilidad d e q u e el n i ñ o c a p t e u n a p a r t e cualquiera d e su cuer-
p o c o m o estructura objetiva del universo. Sólo p a r a el p r ó j i m o el
a n o a p a r e c e c o m o orificio; n o p o d r í a ser vivido c o m o tal, pues ni
a u n los cuidados íntimos q u e la m a d r e presta al n i ñ o p o d r í a n
descubrírselo en ese aspecto: el ano, zona erógena, zona d e dolor,
n o está provisto d e terminaciones nerviosas táctiles. Al contrario,
por m e d i o del p r ó j i m o — p o r las palabras q u e la m a d r e emplea p a r a
designar el c u e r p o del n i ñ o — a p r e n d e éste q u e su a n o es u n agujero.
Por lo tanto, la naturaleza objetiva del a g u j e r o percibido en el m u n -
d o i l u m i n a r á p a r a él la estructura objetiva y el sentido de la zona
anal, y d a r á u n sentido trascendente a las sensaciones erógenas q u e
el n i ñ o se limitaba hasta entonces a existir. D e p o r sí mismo, el
agujero es el símbolo d e u n m o d o de ser q u e el psicoanálisis exis-
tencial debe esclarecer. N o podemos insistir en ello ahora. Se ve al
punto, sin embargo, q u e el a g u j e r o se presenta originariamente c o m o
una' n a d a " d e - l l e n a r " con m i p r o p i a c a r n e : el niño n o p u e d e abste-
nerse de p o n e r su d e d o o todo el brazo en u n agujero. Éste m e p r e -
senta, pues, la imagen vacía de m í m i s m o ; n o tengo sino m e t e r m e
en él p a r a h a c e r m e existir en el m u n d o q u e m e espera. El ideal del
a g u j e r o es, pues, la excavación q u e se m o l d e a r á cuidadosamente
sobre m i carne, de m a n e r a que, a j u s t á n d o m e penosamente y a d a p -
t á n d o m e estrechamente a ella, contribuiré a hacer existir la plenitud
d e ser en el m u n d o . Así, t a p a r el a g u j e r o es originariamente h a c e r
el sacrificio de m i c u e r p o p a r a q u e exista la plenitud de ser, es
decir, sufrir la pasión del Para-sí p a r a moldear, hacer perfecta y
salvar la totalidad del E n - s í 1 . C a p t a m o s así, en su origen, u n a d e
las tendencias m á s f u n d a m e n t a l e s d e la realidad h u m a n a : la t e n -
d e n c i a a llenar. E n c o n t r a r e m o s t a m b i é n esta t e n d e n c i a e n el a d o -
lescente y en el a d u l t o : b u e n a p a r t e de nuestra vida se pasa t a p a n d o
agujeros, llenando vacíos, realizando y f u n d a n d o simbólicamente Jo
pleno. El n i ñ o reconoce, desde sus primeras experiencias, q u e él
m i s m o tiene orificios. C u a n d o se p o n e el d e d o e n la boca, t r a t a d e
t a p a r los a g u j e r o s d e su cara, espera q u e el d e d o se f u n d a con los
labios y el p a l a d a r y t a p e el orificio bucal, c o m o se t a p a con c e m e n t o
la grieta d e la p a r e d . Busca la densidad, la plenitud u n i f o r m e y es-
férica del ser p a r m e n í d e o ; y, si se c h u p a el dedo, lo hace precisa-
m e n t e p a r a diluirlo, p a r a t r a n s f o r m a r l o en u n a p a s t a gomosa q u e
o b t u r e el a g u j e r o de su boca. Esta tendencia es, ciertamente, u n a
d e las m á s f u n d a m e n t a l e s e n t r e las q u e sirven d e cimientos al a c t o
d e c o m e r : la comida es el " c e m e n t o " q u e o b t u r a r á la b o c a ; c o m e r
es, e n t r e otras cosas, taponarse. Sólo a p a r t i r d e a q u í podemos p a s a r
a la sexualidad: la obscenidad d e las partes sexuales f e m e n i n a s es
la d e t o d a abertura-, es u n llamado de ser, c o m o lo son, p o r o t r a
parte, todos los agujeros; en sí, la m u j e r l l a m a a u n a c a r n e e x t r a ñ a
q u e debe t r a n s f o r m a r l a en plenitud d e ser por penetración y dilución.
E, inversamente, la m u j e r siente su condición c o m o u n l l a m a d o ,
precisamente p o r q u e está " a g u j e r e a d a " . Es el v e r d a d e r o origen del
c o m p l e j o adleriano. Sin d u d a a l g u n a , el sexo es boca, b o c a v o r a z
q u e t r a g a el pene — l o q u e bien p u e d e t r a e r consigo la idea d e cas-
tración : el a c t o amoroso es castración del h o m b r e — ; pero el sexo
es, a n t e todo, agujero. Se trata, pues, a q u í d e u n a p o r t e presexual
q u e se convertirá e n u n o d e los componentes d e la sexualidad c o m o
actitud h u m a n a empírica y compleja, p e r o que, lejos d e e n c o n t r a r su
origen en el ser-sexuado, n a d a tiene en c o m ú n con la sexualidad
f u n d a m e n t a l cuya naturaleza hemos explicado en el libro I I I . E l l o
n o q u i t a q u e la experiencia del agujero, c u a n d o el n i ñ o ve la reali-
d a d , incluya el presentimiento ontológico d e la experiencia sexual
en general; el n i ñ o t a p a el a g u j e r o con su p r o p i a carne, y el a g u j e r o ,
antes de t o d a especificación sexual, es u n a espera obscena, u n lla-
m a d o d e carne.
Se c a p t a r á la i m p o r t a n c i a q u e h a de asumir, p a r a el psicoaná-
lisis existencial, la elucidación de esas categorías existenciales, i n m c -
1
Debería notarse también la importancia de la tendencia inversa, la
de cavar agujeros, que exigiría de por sí un análisis existencial.
diatas y concretas. C a p t a m o s a p a r t i r d e ahí proyectos generalísimos
d e la realidad h u m a n a . P e r o lo q u e p r i n c i p a l m e n t e interesa al psi-
coanalista es d e t e r m i n a r el proyecto libre d e la persona singular a
p a r t i r d e la relación individual q u e lo u n e a esos diferentes símbolos
del ser. P u e d o gustar de los contactos viscosos; e s p a n t a r m e d e los
agujeros; etc. Esto n o significa q u e lo viscoso, lo graso, el agujero,
etc., h a y a n p e r d i d o p a r a m í su significación ontológica general, sino
que, al contrario, a causa d e esa significación m e d e t e r m i n o d e tal
o cual m a n e r a c o n respecto a esas cosas. Si lo viscoso es el símbolo
d e u n ser en q u e el para-sí es absorbido por el en-sí, ¿ q u é soy en-
tonces yo, que, al c o n t r a r i o d e los demás, gusto de lo viscoso? ¿ A
q u é proyecto f u n d a m e n t a l d e m í m i s m o m e veo remitido si quiero
explicar ese gusto p o r u n en-sí e n c e n a g a n t e y turbio? Así, los gustos
n o q u e d a n c o m o datos irreductibles; si se los sabe interrogar, nos
revelan los proyectos f u n d a m e n t a l e s d e la persona. H a s t a las prefe-
rencias alimentarias tienen u n sentido. Se advertirá esto si se reflexio-
n a en q u e c a d a gusto se presenta, n o c o m o u n datum a b s u r d o q u e
se debiera disculpar, sino c o m o u n valor evidente. Si m e place el
gusto del ajo, m e parece irracional q u e a otros p u e d a n o placerle.
C o m e r , en efecto, es apropiarse p o r destrucción, es, al mismo tiempo,
taponarse con cierto ser. Y este ser es d a d o c o m o u n a síntesis de
t e m p e r a t u r a , densidad y sabor p r o p i a m e n t e dicho. E n u n a p a l a b r a ,
esta síntesis significa cierto ser; y c u a n d o comemos n o nos limitamos,
p o r el gusto, a conocer ciertas cualidades de ese ser: al gustarlas, nos
a p r o p i a m o s d e ellas. El gusto es asimilación; el diente revela, por el
a c t o m i s m o de mascar, la densidad del c u e r p o al q u e t r a n s f o r m a e n
bolo alimentario. Así, la intuición sintética del alimento es en sí
misma destrucción asimiladora; m e revela el ser con el q u e voy a
hacer m i carne. Siendo así, ora acepte, ora rechace con repulsión,
la totalidad del alimento m e p r o p o n e cierto m o d o de ser del ser q u e
a c e p t o o q u e rechazo. Esta totalidad está organizada c o m o u n a
f o r m a , en la cual las cualidades de densidad y t e m p e r a t u r a , m á s
sordas, se b o r r a n tras el sabor p r o p i a m e n t e dicho que las expresa.
L o " a z u c a r a d o " , por ejemplo, expresa lo viscoso, c u a n d o comemos
u n a c u c h a r a d a de miel o de melaza, c o m o u n a f u n c i ó n analítica
expresa u n a curva geométrica. Esto significa q u e todas las cualida-
des q u e n o son el sabor p r o p i a m e n t e dicho, reunidas, fundidas, en-
clavadas en el sabor, representan c o m o la materia de éste. ( E n este
bizcocho con chocolate q u e p r i m e r o resiste al diente y después cede
d e p r o n t o y se desmenuza, su resistencia p r i m e r o y su desmenuza-
m i e n t o después son chocolate.) Por o t r a parte, esas cualidades se
u n e n a ciertas características temporales del sabor, es decir, a su
m o d o de temporalización. Ciertos gustos se d a n de pronto, otros son
c o m o cohetes con retardo, otros se entregan por etapas, algunos se
a t e n ú a n l e n t a m e n t e hasta desaparecer, y otros se desvanecen en el
m o m e n t o mismo en q u e u n o cree apoderarse de ellos. Estas cualida-
ds se organizan con la densidad y la t e m p e r a t u r a ; expresan, además,
e n otro plano, el aspecto visual del alimento. Si c o m o u n postre ro-
sado, el gusto es rosado; el leve p e r f u m e a z u c a r a d o y la untuosidad
d e la crema d e m a n t e c a son lo rosado. Así, comemos rosado, vemos
azucarado. Se c o m p r e n d e que, con ello, el sabor recibe u n a arqui-
tectura c o m p l e j a y u n a m a t e r i a diferenciada: esta materia estruc-
t u r a d a — l a cual nos apresenta u n tipo d e ser singular— es lo q u e
podemos o asimilar o rechazar con náuseas, según nuestro proyecto
original. N o es, pues, en m o d o a l g u n o indiferente gústar de las os-
t r a s o d e diversos moluscos, de los caracoles o de las langostas, por
p o c o q u e sepamos d e s e n t r a ñ a r la significación existencial de tales
alimentos. D e m o d o general, n o hay gusto ni inclinación irreducti-
bles. Al psicoanálisis existencial corresponde compararlos y clasifi-
carlos. Aquí, la ontología nos a b a n d o n a : simplemente nos h a per-
mitido d e t e r m i n a r los fines últimos de la realidad h u m a n a , sus posi-
bilidades f u n d a m e n t a l e s y el valor q u e la infestan. C a d a realidad
h u m a n a es a la vez proyecto directo de m e t a m o r f o s e a r su propio
Para-sí en En-sí-Para-sí, y proyecto d e apropiación del m u n d o c o m o
t o t a l i d a d d e ser-en-sí, b a j o las especies de u n a cualidad f u n d a m e n -
tal. T o d a realidad h u m a n a es u n a pasión, p o r c u a n t o proyecta per-
derse p a r a f u n d a r el ser y p a r a constituir al mismo t i e m p o en En-sí
q u e escape a la contingencia siendo f u n d a m e n t o de sí mismo, el
Ens causa sui q u e las religiones llaman Dios. Así, la pasión del
h o m b r e es inversa de la de Cristo, pues el h o m b r e se pierde en t a n t o
q u e h o m b r e p a r a q u e Dios nazca. Pero la idea de Dios es contra-
dictoria, y nos perdemos en v a n o : el h o m b r e es u n a pasión inútil.
CONCLUSIÓN

EN-SÍ Y PARA-SI: LINEAMIENTOS METAFÍSICOS

A h o r a nos es d a d o concluir. D e s d e n u e s t r a i n t r o d u c c i ó n , h a -
b í a m o s d e s c u b i e r t o la conciencia c o m o u n l l a m a d o d e ser, y h a b í a m o s
m o s t r a d o q u e el cogito r e m i t í a i n m e d i a t a m e n t e a u n ser-en-sí objeto
d e la conciencia. Pero, después d e d e s c u b r i r el En-sí y el Para-sí,
nos h a b í a p a r e c i d o difícil establecer u n n e x o e n t r e a m b o s , y h a b í a -
mos temido caer en u n dualismo insuperable. Este dualismo nos
a m e n a z a , a d e m á s , d e o t r a m a n e r a : e n efecto, e n la m e d i d a e n q u e
p u e d e decirse q u e el Para-sí es, nos e n c o n t r á b a m o s f r e n t e a dos m o -
dos d e ser r a d i c a l m e n t e distintos: el del Para-sí q u e t i e n e d e ser l o
q u e es, es decir, q u e es lo q u e n o es y q u e n o es lo q u e es, y el del
En-sí, q u e es lo q u e es. N o s p r e g u n t á b a m o s e n t o n c e s si el descubri-
m i e n t o d e estos dos tipos d e ser n o t e r m i n a b a e n el e s t a b l e c i m i e n t o
d e u n h i a t o q u e escindiera al Ser, c o m o c a t e g o r í a general p e r t e n e -
ciente a todos los existentes, e n dos regiones i n c o m u n i c a b l e s , e n c a d a
u n a d e las cuales la n o c i ó n d e Ser d e b í a ser t o m a d a e n u n a a c e p c i ó n
originaria y singular.
N u e s t r a s investigaciones nos h a n p e r m i t i d o r e s p o n d e r a la p r i -
m e r a d e esas p r e g u n t a s : el Para-sí y el En-sí están r e u n i d o s p o r u n a
c o n e x i ó n sintética q u e n o es o t r a q u e el p r o p i o Para-sí. E l Para-sí,
e n efecto, n o es sino la p u r a nihilización del E n - s í ; es c o m o u n a g u -
j e r o d e ser en el seno del Ser. C o n o c i d a es la a m e n a ficción c o n q u e
ciertos d i v u l g a d o r e s a c o s t u m b r a n ilustrar el p r i n c i p i o d e conserva-
ción d e la e n e r g í a : si o c u r r i e r a , dicen, q u e u n o solo d e los á t o m o s
constituyentes del u n i v e r s o se a n i q u i l a r a , resultaría u n a c a t á s t r o f e
q u e se e x t e n d e r í a al u n i v e r s o entero, y sería, e n p a r t i c u l a r , el f i n d e
la T i e r r a y d e l sistema estelar. E s t a i m a g e n p u e d e servirnos: el
Para-sí a p a r e c e c o m o u n a leve nihilización q u e tiene origen e n e l
s e n o del S e r ; y b a s t a esta nihilización p a r a q u e u n a c a t á s t r o f e t o t a l
ocurra al En-sí. Esa catástrofe es el m u n d o . E l Para-sí n o tiene
o t r a realidad q u e la d e ser la nihilización del ser. Su ú n i c a cualifi-
cación le viene d e ser nihilización del En-sí individual y singular,
y n o d e u n ser en general. E l Para-sí n o es la n a d a e n general, sino
u n a privación singular; se constituye en^ privación d e este ser. N o
cabe, pues, q u e nos interroguemos sobre la m a n e r a e n q u e el para-sí
p u e d e unirse al en-sí, ya q u e el para-sí n o es e n m o d o a l g u n o u n a
sustancia a u t ó n o m a . E n t a n t o q u e nihilización, es sido p o r el en-sí;
en t a n t o q u e negación interna, se h a c e a n u n c i a r p o r el en-sí lo q u e
él n o es, y, por consiguiente, lo q u e tiene-de-ser. Si el cogito con-
d u c e necesariamente f u e r a de sí, si la conciencia es u n a cuesta res-
baladiza en q u e n o es posible instalarse sin encontrarse al p u n t o
precipitado a f u e r a , sobre el ser-en-sí, ello se debe a q u e la conciencia
n o tiene de p o r sí n i n g u n a suficiencia d e ser c o m o subjetividad
absoluta, y r e m i t e a n t e todo a la cosa. N o hay ser p a r a la concien-
cia f u e r a d e esa obligación precisa d e ser intuición revelante d e algo.
¿ Y esto q u é significa, sino q u e la conciencia es lo Otro d e P l a t ó n ?
Recuérdense las bellas descripciones q u e el E x t r a n j e r o del "Sofista"
d a de eso otro, q u e n o p u e d e ser c a p t a d o sino " c o m o en sueños":
q u e n o tiene otro ser q u e su ser-otro, es decir, n o goza s i n o d e un
ser prestado; que, considerado en sí mismo, se desvanece y sólo re-
cobra u n a existencia m a r g i n a l si se f i j a la m i r a d a en el ser; q u e se
agota e n su ser otro q u e sí mismo y otro q u e el ser. H a s t a p a r e c e
q u e Platón haya visto el carácter d i n á m i c o q u e presentaba la alte-
ridad de lo otro con respecto a sí mismo, pues en ciertos textos ve en
ello el origen del movimiento. Pero podía h a b e r llevado las cosas
a ú n m á s lejos; h u b i e r a visto entonces q u e lo otro o no-ser relativo
n o podía tener u n a apariencia d e existencia sino a título de con-
ciencia. Ser otro q u e el ser es ser conciencia ( d e ) sí en la u n i d a d
d e los ék-stasis temporalizadores. ¿ Y q u é p u e d e ser la alteridad, en
efecto, sino el chessé-croisé de reflejo y reflejante q u e hemos des-
crito en el seno del para-sí, ya q u e la única m a n e r a en que lo otro
p u e d e existir c o m o otro es la de ser conciencia ( d e ) ser otro? L a
alteridad, en efecto, es negación interna, y sólo u n a conciencia p u e d e
constituirse c o m o negación interna. C u a l q u i e r o t r a concepción de
la alteridad equivaldría a ponerla c o m o u n en-sí, es decir, a esta-
blecer entre ella y el ser u n a relación externa, q u e requeriría la
presencia d e u n testigo p a r a c o m p r o b a r q u e el o t r o es otro q u e el
en-sí. P o r lo demás, lo o t r o n o p u e d e ser otro sin e m a n a r del ser;
e n ello, es relativo al en-sí; p e r o t a m p o c o podría ser o t r o sin hacerse
otro: de lo contrario, su alteridad se convertiría en algo d a d o , o sea
en u n ser capaz de ser considerado en-sí. E n t a n t o q u e es r e l a t i v j
al en-sí, lo otro está a f e c t a d o de f a c t i c i d a d ; en t a n t o q u e se hace a
sí mismo, es u n absoluto. Es lo q u e señalábamos al decir q u e el
para-sí n o es f u n d a m e n t o d e su ser-como-nada-de-ser, sino q u e f u n -
d a p e r p e t u a m e n t e su nada-de-ser. Así, el para-sí es un absoluto
unsclbststandig, lo q u e hemos l l a m a d o u n absoluto no sustancial.
Su realidad es p u r a m e n t e interrogativa. Si p u e d e p r e g u n t a r y cues-
tionar, se debe a q u e él mismo está siempre en cuestión; su ser n u n -
ca es dado, sino interrogado, ya q u e está siempre separado de sí mis-
m o por la n a d a d e la a l t e r i d a d ; el para-sí está siempre en suspenso
p o r q u e su ser es u n p e r p e t u o aplazamiento. Si pudiera alcanzarlo
a l g u n a vez, la alteridad desaparecería al mismo tiempo, y, con ella,
desaparecerían los posibles, el conocimiento, el m u n d o . Así, el pro-
blema ontológico del conocimiento se resuelve por la afirmación de
la p r i m a c í a ontológica del en-sí sobre el para-sí. Pero ello p a r a
h a c e r n a c e r inmediataJnente u n a interrogación metafísica. El sur-
gimiento del para-sí a p a r t i r del en-sí n o es, en efecto, c o m p a r a b l e
en m o d o a l g u n o a la génesis dialéctica d e lo O t r o d e Platón a partir
del ser. Ser y otro, en efecto, p a r a P l a t ó n son géneros. Pero hemos
visto que, al contrario, el ser es u n a a v e n t u r a individual. Y, análo-
gamente, la aparición del para-sí es el acaecimiento absoluto q u e
viene al ser. C a b e aquí, pues, u n p r o b l e m a metafísico, q u e podría
formularse d e este m o d o : ¿ P o r q u é el para-sí surge a p a r t i r del ser?
L l a m a m o s metafísico, en efecto, el estudio d e los procesos individua-
les q u e h a n d a d o n a c i m i e n t o a este m u n d o c o m o totalidad concreta
y singular. E n este sentido, la metafísica es a la ontología lo q u e a
la sociología la historia. H e m o s visto q u e sería a b s u r d o preguntarse
p o r q u é el ser es o t r o ; q u e la p r e g u n t a sólo tendría sentido en los
límites de u n para-sí, y q u e inclusive supone la prioridad ontológica
de la n a d a sobre el ser, c u a n d o , al contrario, hemos demostrado la
prioridad del ser sobre la n a d a ; tal p r e g u n t a n o p o d r í a plantearse
sino a consecuencia de u n a contaminación con u n a p r e g u n t a exte-
riormente análoga y, sin embargo, m u y diversa: ¿ p o r qué hay ser?
P e r o sabemos a h o r a q u e h a de distinguirse cuidadosamente e n t r e
a m b a s preguntas. L a p r i m e r a carece d e sentido: todos los " p o r -
qués", en efecto, son posteriores al ser, y lo suponen. El ser es, sin
razón, sin causa y sin necesidad; la definición m i s m a del ser nos
presenta su contingencia originaria. A la segunda hemos respondido
ya, pues n o se p l a n t e a en el terreno metafísico sino en el ontológico:
" h a y " ser p o r q u e el para-sí es tal q u e haya ser. El c a r á c t e r d e fe-
nómeno viene al ser p o r m e d i o del para-si. Pero, si las preguntas»
sobre el origen del ser o sobre el origen del m u n d o carecen de sen-
tido o reciben u n a respuesta en el p r o p i o sector d e la ontología, n o
ocurre lo m i s m o con el origen del para-sí. El para-sí, en efecto, es
tal q u e tiene el derecho de revertirse sobre su p r o p i o origen. El
ser p o r el cual el p o r q u é llega al ser tiene d e r e c h o d e plantearse
su p r o p i o porqué, puesto q u e él mismo es u n a interrogación, u n
porqué. A esta p r e g u n t a , la ontología n o podría responder, pues
se t r a t a de explicar u n acaecimiento y n o d e describir las estructuras
de un ser. C u a n d o m u c h o , la ontología p u e d e h a c e r n o t a r q u e la
n a d a q u e es sida p o r el en-sí n o es u n simple vacío desprovisto de
significación. El sentido d e la n a d a de la nihilización consiste e n
ser sida p a r a f u n d a r el ser. L a ontología nos provee d e dos i n f o r m a -
ciones q u e p u e d e n servir de base p a r a la metafísica: la p r i m e r a es
q u e t o d o proceso d e f u n d a m e n t o d e sí es r u p t u r a del ser-idéntico
del en-sí, t o m a de distancia del ser con respecto a sí mismo y a p a r i -
ción de la p r e s e n c i a . a sí o conciencia. Sólo haciéndose para-sí el
ser p o d r í a aspirar a ser causa de sí. L a conciencia c o m o nihilización
del ser aparece, pues, c o m o u n estadio d e u n a progresión hacia la
i n m a n e n c i a de la causalidad, es decir, hacia el ser causa de sí. Sólo
q u e la progresión se p a r a ahí, a consecuencia d e la insuficiencia de
ser del para-sí. L a temporalización d e la conciencia n o es u n p r o -
greso ascendente hacia la dignidad de causa sui, sino u n f l u j o de
superficie cuyo origen es, al contrario, la imposibilidad de ser causa
d e sí. D e este modo, el ens causa sui q u e d a c o m o lo fallido, c o m o
la indicación de u n trascender imposible en altura, que condiciona
p o r su misma no-existencia el movimiento horizontal de la concien-
cia; así, la atracción vertical q u e la luna ejerce sobre el océano tiene
por efecto el desplazamiento horizontal q u e es la m a r e a . L a otra in-
dicación q u e la metafísica p u e d e extraer d e la ontología es q u e el
para-sí es efectivamente p e r p e t u o proyecto de f u n d a r s e a sí m i s m o
en t a n t o q u e ser y p e r p e t u o f r a c a s o d e ese proyecto. L a presencia
a sí con las diversas direcciones de su nihilización (nihilización ek-
stática de las tres dimensiones temporales, nihilización geminada d e
la p a r e j a reflejo-reflejante) representa el p r i m e r surgimiento d e ese
proyecto; la reflexión representa la reduplicación del proyecto, q u e
se revierte sobre sí m i s m o p a r a f u n d a r s e p o r lo menos en t a n t o q u e
proyecto, y la agravación del h i a t o nihilizador por el fracaso de ese
proyecto mismo; el " h a c e r " y el "tener", categorías cardinales d e
l a realidad h u m a n a , se r e d u c e n d e m o d o i n m e d i a t o o m e d i a t o al
proyecto d é ser; p o r último, la p l u r a l i d a d d e los unos y los otros
puede interpretarse c o m o u n a ú l t i m a tentativa d e f u n d a r s e , tenta-
tiva q u e t e r m i n a e n la separación radical e n t r e el ser y la concien-
cia d e ser.
Así, la ontologia nos e n s e ñ a : 1», q u e si el en-sí debiera fundarse,
n o p o d r í a ni siquiera i n t e n t a r l o salvo haciéndose conciencia; es de-
cir, q u e el concepto de causa sui lleva consigo el d e presencia a sí,
es decir, el d e la descompresión d e ser nihilizadora; 2 ' , q u e la con-
ciencia es de hecho proyecto d e f u n d a r s e a sí misma, es decir,
proyecto d e alcanzar la dignidad del en-sí-para-sí o en-sí-causa-de-sí.
P e r o n o p o d r í a m o s v a l e m o s d e ello. N a d a p e r m i t e a f i r m a r , en el
p l a n o ontológico, q u e la nihilización del en-sí en para-sí t e n g a p o r
significación, desde el origen y en el seno m i s m o del en-sí, el pro-
yecto de ser causa d e sí. M u y al contrario, la ontologia choca a q u í
c o n u n a contradicción p r o f u n d a , puesto q u e la posibilidad de u n
f u n d a m e n t o viene al m u n d o p o r el para-sí. P a r a ser proyecto de
f u n d a r s e a sí mismo, sería menester q u e el en-sí f u e r a originaria-
m e n t e presencia a sí, es decir, q u e f u e r a ya conciencia. L a ontolo-
gia se limitará, pues, a d e c l a r a r q u e todo ocurre como si el en-sí,
e n u n proyecto d e f u n d a r s e a sí mismo, se diera la modificación del
para-sí. A la metafísica corresponde f o r m a r las hipótesis q u e p e r -
m i t i r á n concebir ese proceso c o m o el acaecimiento absoluto q u e vie-
ne a c o r o n a r la a v e n t u r a individual q u e es la existencia del ser. V a
d e suyo q u e tales hipótesis q u e d a r á n c o m o hipótesis, pues n o p o d r í a -
mos alcanzar ni convalidación ni invalidación ulterior d e ellas. L o
q u e constituirá la validez d e las mismas será sólo la posibilidad q u e
nos d e n d e u n i f i c a r los datos d e la ontologia. Esta unificación n o
d e b e r á constituirse, n a t u r a l m e n t e , en la perspectiva d e u n devenir
histórico, puesto q u e la t e m p o r a l i d a d viene al ser p o r el para-sí. N o
tendría, pues, sentido a l g u n o p r e g u n t a r s e q u é era el ser antes d e la
aparición del para-sí. P e r o n o p o r eso la metafísica debe renunciar
a i n t e n t a r d e t e r m i n a r la n a t u r a l e z a y el sentido d e ese proceso a n -
tehistórico, f u e n t e d e t o d a historia, q u e es la articulación d e la aven-
t u r a individual ( o existencia del en-sí) c o n el acaecimiento absoluto
( o surgimiento del p a r a - s í ) . E n particular, al metafísico corresponde
la t a r e a d e decidir si el m o v i m i e n t o fes o n o u n a p r i m e r a " t e n t a t i v a "
del en-sí p a r a f u n d a r s e , y cuáles son las relaciones e n t r e el movi-
m i e n t o c o m o " e n f e r m e d a d del ser" y el para-sí c o m o e n f e r m e d a d
rtiás p r o f u n d a , llevada hasta la nihilización.
F a l t a e n c a r a r el segundo problema, q u e hemos f o r m u l a d o desde
nuestra i n t r o d u c c i ó n : Si el en-sí y el para-sí son dos modalidades
del ser, ¿ n o h a y u n h i a t o en el seno m i s m o d e la idea d e ser, y su
comprensión n o se escinde en dos partes incomunicables, p o r el he-
c h o d e q u e su extensión está constituida p o r dos clases r a d i c a l m e n t e
heterogéneas? ¿ Q u é h a y de c o m ú n , e n efecto, e n t r e el ser q u e es
lo q u e es y el ser q u e es lo q u e n o es y n o es lo q u e es? L o q u e
p u e d e ayudarnos aquí, sin embargo, es la conclusión d e nuestras pre-
cedentes indagaciones; en efecto, a c a b a m o s d e m o s t r a r q u e el en-sí
y el para-sí n o se y u x t a p o n e n . A l contrario, el para-sí sin el en-sí es
algo así c o m o u n abstracto: n o p o d r í a existir, tal c o m o n o p u e d e
existir u n color sin f o r m a o u n sonido sin a l t u r a y t i m b r e ; u n a con-
ciencia q u e n o f u e r a conciencia de n a d a sería u n n a d a absoluto.
Pero, si la conciencia está ligada al en-sí p o r u n a relación interna,
¿ n o quiere decir q u e se articula c o n aquél p a r á constituir u n a tota-
lidad, y n o pertenece a esta totalidad la d e n o m i n a c i ó n d e realidad
o ser? Sin d u d a , el para-sí es nihilización; pero, a título d e nihiliza-
ción, es-, y es en u n i d a d a priori con el en-sí. D e este modo, los grie-
gos solían distinguir la realidad cósmica, a la q u e d e n o m i n a b a n -tó
d e la totalidad constituida p o r ésta y p o r el vacío q u e la ro-
deaba, totalidad a la q u e l l a m a b a n TÓ OÁOV . P o r cierto, hemos po-
d i d o l l a m a r al para-sí u n n a d a y declarar q u e n o h a y " f u e r a del
en-sí nada, sino u n reflejo d e este n a d a , q u e es polarizado y definido
p o r el en-sí en t a n t o q u e es precisamente la n a d a d e este en-sí".
Pero, a q u í c o m o en la filosofía griega, se p l a n t e a u n a cuestión: ¿ a
q u é llamaremos real, a q u é atribuiremos el ser? ¿Al cosmos, o a lo
q u e antes d e n o m i n á b a m o s TÓ olov? ¿Al en-sí p u r o , o al en-sí ro-
d e a d o d e esa f a j a de n a d a q u e hemos designado con el n o m b r e
d e para-sí?
Pero, si hubiéramos de considerar al ser total c o m o constituido
p o r la organización sintética del en-sí y del para-sí, ¿ n o iremos a
d a r n o s n u e v a m e n t e contra la dificultad q u e queríamos evitar? Ese
h i a t o q u e descubríamos en el concepto de ser, ¿ n o hemos de encon-
trárnoslo a h o r a en el existente mismo? ¿ Q u é definición dar, en efec-
to, de un existente que, en t a n t o q u e en-sí, sería lo q u e es y, en
t a n t o q u e para-sí, sería lo q u e n o es?
Si queremos resolver estas dificultades, es menester d a r n o s cuen-
t a de lo q u e exigimos de u n existente p a r a considerarlo c o m o u n a
t o t a l i d a d : es preciso q u e la diversidad de sus estructuras sea m a n -
tenida en u n a síntesis unitaria, d e suerte q u e cada u n a d e ellas,
e n c a r a d a a p a r t e , n o sea sino u n a b s t r a c t o . P o r cierto, la c o n c i e n c i a
e n c a r a d a a p a r t e n o es sino u n a a b s t r a c c i ó n ; p e r o el en-sí m i s m o n o
necesita del p a r a - s í p a r a s e r ; la " p a s i ó n " del p a r a - s í h a c e sólo q u e
" h a y a " u n en-sí. S i n la conciencia, el fenómeno del en-sí es cierta-
m e n t e u n a b s t r a c t o , p e r o su ser n o lo es.
Si q u i s i é r a m o s c o n c e b i r u n a o r g a n i z a c i ó n sintética t a l q u e el
p a r a - s í f u e r a i n s e p a r a b l e del en-sí y, r e c í p r o c a m e n t e , el en-sí estu-
viera i n d i s o l u b l e m e n t e l i g a d o a l para-sí, sería m e n e s t e r c o n c e b i r l a
d e t a l s u e r t e q u e el en-sí recibiera su existencia d e la nihilización q u e
h a c e t o m a r c o n c i e n c i a d e él. ¿ Y esto q u é significa, sino q u e la t o -
t a l i d a d indisoluble d e en-sí y p a r a - s í n o es concebible sino e n l a f o r -
m a del ser " c a u s a d e sí"? E s t e ser y sólo éste p o d r í a v a l e r a b s o l u t a -
m e n t e c o m o ese oX0v d e q u e h a b l á b a m o s . Y , si p o d e m o s p l a n t e a r
la cuestión d e l ser del p a r a - s í a r t i c u l a d o c o n el en-sí, se d e b e a q u e
nos d e f i n i m o s a priori p o r u n a c o m p r e n s i ó n p r e o n t o l ó g i c a del ens
causa sui. Sin d u d a , este ens causa sui es imposible, y su c o n c e p t o ,
c o m o h e m o s visto, i m p l i c a u n a c o n t r a d i c c i ó n . N o p o r ello es m e n o s
cierto q u e , c o m o p l a n t e a m o s la cuestión d e ser del o?.ov s i t u á n d o n o s
desde el p u n t o d e vista del ens causa sui, h e m o s d e colocarnos e n
este p u n t o d e vista p a r a e x a m i n a r las credenciales d e ese o/.ov . E n
e f e c t o : ¿ n o h a a p a r e c i d o p o r el solo h e c h o del s u r g i m i e n t o del p a r a -
sí, y el para-sí n o es o r i g i n a r i a m e n t e p r o y e c t o d e ser c a u s a d e sí?
D e este m o d o c o m e n z a m o s a c a p t a r la n a t u r a l e z a d e la r e a l i d a d total.
E l ser total, a q u e l c u y o c o n c e p t o n o esté escindido p o r u n h i a t o y
q u e , e m p e r o , n o excluya a l ser nihilizante-nihilizado del para-sí, a q u e l
c u y a existencia sea síntesis u n i t a r i a del en-sí y d e la conciencia, ese
ser ideal sería el en-sí f u n d a d o p o r el p a r a - s í e i d é n t i c o al p a r a - s í
q u e lo f u n d a , es decir, el ens causa sui. Pero, p r e c i s a m e n t e p o r q u e
nos situamos e n el p u n t o d e vista d e este ser i d e a l p a r a j u z g a r a l
ser real q u e l l a m a m o s o).ov , c o m p r o b a m o s q u e lo real es u n es-
f u e r z o a b o r t a d o p o r a l c a n z a r la d i g n i d a d d e causa-de-sí. T o d o o c u -
rre c o m o si el m u n d o , el h o m b r e y el h o m b r e - e n - e l - r n u n d o n o llega-
r a n a realizar sino u n D i o s fallido. T o d o o c u r r e , pues, c o m o si el
en-sí y el para-sí se p r e s e n t a r a n e n e s t a d o d e desintegración con
respecto a u n a síntesis ideal. N o p o r q u e la i n t e g r a c i ó n h a y a teñido
lugar a l g u n a vez, sino p r e c i s a m e n t e a l c o n t r a r i o , p o r q u e es u n a
i n t e g r a c i ó n s i e m p r e i n d i c a d a y s i e m p r e imposible. Es el p e r p e t u o
f r a c a s o q u e explica a la vez la indisolubilidad del en-sí y el p a r a - s i
y su relativa i n d e p e n d e n c i a . A n á l o g a m e n t e , c u a n d o se q u i e b r a l a
u n i d a d d e las f u n c i o n e s cerebrales, se p r o d u c e n f e n ó m e n o s q u e p r e -
s c n t a n u n a a u t o n o m í a relativa y a l a vez n o p u e d e n m a n i f e s t a r s e
sino sobre f o n d o d e d e s a g r e g a c i ó n d e u n a t o t a l i d a d . Ese f r a c a s o ex-
plica el h i a t o q u e e n c o n t r a m o s a la vez e n el c o n c e p t o del ser y en
el existente. Si es imposible p a s a r d e la n o c i ó n d e ser-en-sí a la d e
ser-para-sí y r e u n i r í a s e n u n g é n e r o c o m ú n , se d e b e a q u e el tránsito
de hecho d e u n a a o t r a y su r e u n i ó n n o p u e d e n operarse. S a b i d o es
q u e , p a r a Spinoza y H e g e l , p o r e j e m p l o , u n a síntesis d e t e n i d a antes
d e la sintetización c o m p l e t a , al f i j a r los t é r m i n o s en u n a relativa
d e p e n d e n c i a a la vez q u e e n u n a i n d e p e n d e n c i a relativa, se consti-
t u y e i n m e d i a t a m e n t e e n error. P o r e j e m p l o , p a r a Spinoza, la r o t a -
ción d e u n semicírculo e n t o r n o d e su d i á m e t r o e n c u e n t r a su justi-
ficación y su sentido e n la n o c i ó n d e esfera. Pero, si i m a g i n a m o s q u e
la noción d e esfera esté p o r p r i n c i p i o f u e r a d e a l c a n c e , el f e n ó m e n o
d e r o t a c i ó n del semicírculo se h a c e falso: se lo h a d e c a p i t a d o ; - l a
idea- d e r o t a c i ó n y la d e c í r c u l o d e p e n d e n u n a d e la o t r a sin p o d e r
u n i r s e e n u n a síntesis q u e las t r a s c i e n d a y j u s t i f i q u e : la u n a p e r m a -
nece i r r e d u c t i b l e a la o t r a . Es p r e c i s a m e n t e lo q u e a q u í sucede.
Diremos, pues, q u e el "oXov" c o n s i d e r a d o está, c o m o u n a noción
d e c a p i t a d a , e n desintegración p e r p e t u a . Y a t i t u l o d e c o n j u n t o des-
i n t e g r a d o se nos p r e s e n t a e n su a m b i g ü e d a d , es decir, q u e se p u e d e
ad libitum insistir sobre la d e p e n d e n c i a o sobre la i n d e p e n d e n c i a d e
los seres considerados. H a y a q u í u n t r á n s i t o q u e n o se o p e r e ; u n
cortocircuito. E n c o n t r a m o s d e n u e v o en este p l a n o la noción d e to-
t a l i d a d destotalizada q u e h a b í a m o s visto ya a p r o p ó s i t o del para-sí
y d e las conciencias a j e n a s . P e r o es u n a t e r c e r a especie de destota-
lización. E n la t o t a l i d a d s i m p l e m e n t e destotalizada d e la reflexión,
lo reflexivo tenía-de-ser lo reflexo y lo reflexo t e n í a d e ser lo refle-
xivo. L a doble n e g a c i ó n p e r m a n e c í a evanescente. E n el caso del
p a r a - o t r o , el ( r e f l e j o - r e f l e j a n t e ) r e f l e j o se distinguía del ( r e f l e j o -
r e f l e j a n t e ) r e f l e j a n t e en q u e c a d a u n o tenía-de-no-ser el otro. Así,
el para-sí y el otro-para-sí constituyen u n ser e n q u e c a d a cual con-
fiere el ser-otro al o t r o h a c i é n d o s e otro. E n c u a n t o a la t o t a l i d a d
del para-sí y del en-sí, tiene p o r característica q u e el para-sí se h a c e
el otro con respecto al en-sí, y q u e e m p e r o el en-sí n o es o t r o q u e
el para-sí e n su ser: p u r a y s i m p l e m e n t e , es. Si la relación del en-sí
con el para-sí f u e r a la recíproca d e la del para-sí con el en-sí, re-
c a e r í a m o s e n el caso de ser-para-otro. Pero, p r e c i s a m e n t e , n o lo es,
y es'a ausencia d e r e c i p r o c i d a d c a r a c t e r i z a al " o ^ o v " a q u e nos es-
t a m o s refiriendo. E n esta m e d i d a , n o es a b s u r d o p l a n t e a r la cuestión
d e la t o t a l i d a d . E n e f e c t o : c u a n d o e s t u d i á b a m o s el para-sí, c o m p r o -
bábamos la necesidad de q u e h u b i e r a u n ser " y o - p r ó j i m o " q u e t u -
viera de ser la escisiparidad reflexiva del para-otro. Pero, al mismo
tiempo, ese ser "yo-prójimo" se nos a p a r e c í a c o m o incapaz d e existir
a menos q u e c o m p o r t a r a u n incaptable no-ser d e exterioridad. Nos
p r e g u n t á b a m o s entonces si el c a r á c t e r a n t i n ó m i c o d e la totalidad
era en sí mismo u n irreductible, y si debíamos p o n e r al espíritu c o m o
el ser q u e es y q u e n o es. P e r o se nos apareció q u e la cuestión d e
la u n i d a d sintética d e las conciencias carecía d e sentido, p u e s supo-
nía q u e tuviéramos la posibilidad de a d o p t a r u n p u n t o d e vista
sobre la totalidad, mientras que, en cambio, existimos sobre el f u n -
d a m e n t o d e esta totalidad y c o m o comprometidos en ella.
Pero si n o podemos " a d o p t a r p u n t o d e vista sobre la t o t a l i d a d " ,
se debe a q u e el otro, p o r principio, se niega d e m í c o m o yo m e
niego de él. L a reciprocidad d e la relación es lo q u e m e v e d a p a r a
siempre c a p t a r l o en su integridad. M u y al contrario, en el caso d e
la negación i n t e r n a para-sí-en-sí, la relación n o es recíproca, y soy
a la vez u n o d e los términos d e la relación y la relación misma.
C a p t o al ser, soy captación del ser, n o soy sino captación del ser;
y el ser q u e c a p t o n o se p o n e contra mí p a r a c a p t a r m e a su vez; él
es lo q u e es c a p t a d o . Simplemente, su ser n o coincide en m o d o al-
g u n o con su ser-captado. E n cierto sentido, pues, p u e d o p l a n t e a r
la cuestión d e la totalidad. Por cierto, existo aquí c o m o combro-
metido en esta totalidad, p e r o p u e d o ser conciencia exhaustiva de
ella, puesto q u e soy a la vez conciencia del ser y conciencia (de) mí.
Sólo q u e esa cuestión d e la totalidad n o pertenece al sector d e la
ontologia. P a r a la ontologia, las únicas regiones de ser q u e p u e d e n
elucidarse son la del en-sí, la del para-sí y la región ideal d e la
"causa de sí". Es indiferente p a r a ella considerar al para-sí articu-
lado con el en-sí c o m o u n a t a j a n t e dualidad o c o m o u n ser desin-
tegrado. A la metafísica t o c a decidir si será m á s útil p a r a el cono-
cimiento (en particular p a r a la psicología fenomenológica, la antro-
pología, etc.) t r a t a r de u n ser q u e llamaremos el fenómeno, y que
estará provisto de dos dimensiones d e ser: la dimensión del en-si
y la del para-sí (desde este p u n t o de vista, n o h a b r í a sino un f e n ó -
m e n o : el m u n d o ) , como, en la física einsteniana, resulta ventajoso
h a b l a r d e u n acontecimiento concebido c o m o d o t a d o de las d i m e n -
siones espaciales y de u n a dimensión t e m p o r a l y copio localizado en
u n espacio-tiempo; o si es preferible, pese a todo, m a n t e n e r la a n -
tigua d u a l i d a d "conciencia-ser". L a ú n i c a observación q u e p u e d a
a v e n t u r a r a q u í la ontologia es la de que, en el caso en q u e parezca
útil e m p l e a r la n u e v a noción d e f e n ó m e n o c o m o t o t a l i d a d desinte-
g r a d a , sería preciso h a b l a r d e ella a la vez e n t é r m i n o s d e i n m a n e n -
cia y de trascendencia. E l escollo, e n efecto, estaría e n c a e r e n el
p u r o i n m a n e n t i s m o (idealismo husserliano) o e n el p u r o trascen-
d e n t i s m o q u e e n c a r e al fenómeno c o m o u n a n u e v a especie d e objeto.
L a i n m a n e n c i a será s i e m p r e l i m i t a d a p o r la d i m e n s i ó n d e en-sí del
f e n ó m e n o , y la t r a s c e n d e n c i a p o r su d i m e n s i ó n d e para-sí.
D e s p u é s d e h a b e r d e c i d i d o a c e r c a d e la cuestión del origen del
para-sí y d e la n a t u r a l e z a del f e n ó m e n o del m u n d o , la m e t a f í s i c a
p o d r á e n c a r a r diversos p r o b l e m a s d e p r i m e r a i m p o r t a n c i a , y e n p a r -
t i c u l a r el d e la acción. L a acción, e n efecto, h a d e considerarse
a la vez e n el p l a n o del para-sí y e n el del en-sí, p u e s se t r a t a d e
u n p r o y e c t o d e origen i n m a n e n t e , q u e d e t e r m i n a u n a m o d i f i c a c i ó n
e n el ser d e lo t r a s c e n d e n t e . D e n a d a serviría, e n efecto, d e c l a r a r
q u e la acción m o d i f i c a sólo la a p a r i e n c i a f e n o m é n i c a d e la c o s a : si
la a p a r i e n c i a f e n o m é n i c a d e u n a taza p u e d e ser m o d i f i c a d a h a s t a
el a n i q u i l a m i e n t o d e la taza e n t a n t o q u e tal, y si el ser d e la t a z a
n o es o t r o q u e su cualidad, la acción c o n s i d e r a d a h a d e ser suscep-
tible d e m o d i f i c a r el ser m i s m o de la taza. El p r o b l e m a d e la acción
supone, pues, la elucidación d e la eficacia t r a s c e n d e n t e d e la con-
ciencia y nos p o n e e n c a m i n o h a c i a su v e r d a d e r a relación d e ser
c o n el ser. N o s revela t a m b i é n , a raíz d e las repercusiones del a c t o
e n el m u n d o , u n a relación del ser con el ser q u e , a u n q u e c a p t a d a
e n e x t e r i o r i d a d p o r el físico, n o es n i la e x t e r i o r i d a d p u r a ni la
i n m a n e n c i a , sino q u e nos r e m i t e a la n o c i ó n gestaltista d e forma. A
p a r t i r d e a q u í , pues, se p o d r á i n t e n t a r u n a m e t a f í s i c a d e la n a t u r a l e z a .

II

PERSPECTIVAS MORALES

L a ontología n o p u e d e f o r m u l a r d e p o r sí prescripciones m o r a -
les. Se o c u p a ú n i c a m e n t e e n lo q u e es, y n o es posible e x t r a e r im-
perativos d e sus indicativos. D e j a entrever, e m p e r o , lo q u e sería
u n a ética q u e t o m a r a sus responsabilidades f r e n t e a u n a realidad
humana en situación. Nos h a revelado, e n efecto, el origen y la n a -
t u r a l e z a del valor; h e m o s visto q u e el v a l o r es la falta con respecto
a la cual el para-sí se d e t e r m i n a e n su ser c o m o falta. P o r el h e c h o
d e q u e el para-sí existe, c o m o h e m o s visto, surge el v a l o r p a r a in-
fcstar su ser-para-sí. Se sigue d e ello q u e las diversas tareas del
para-sí p u e d e n ser objeto de u n psicoanálisis existencial, pues todas
ellas a p u n t a n a p r o d u c i r la síntesis fallida de la conciencia y el ser
b a j o el signo del valor o causa de sí. D e este modo, el psicoanálisis
existencial es u n a descripción moral, pues nos ofrece el sentido ético
d e los diversos proyectos h u m a n o s ; nos indica la necesidad d e re-
n u n c i a r a la psicología del interés, así c o m o t a m b i é n a t o d a inter-
pretación utilitaria de la conducta h u m a n a , revelándonos la signifi-
cación ideal de todas las actitudes del hombre. Esas significaciones
están allende el egoísmo y el altruismo, y también allende los com-
portamientos llamados desinteresados. El h o m b r e se hace h o m b r e
p a r a ser Dios, p u e d e decirse; y la ipseidad, considerada desde este
p u n t o d e vista, p u e d e parecer u n egoísmo; pero, precisamente por-
q u e n o hay n i n g u n a m e d i d a c o m ú n entre la realidad h u m a n a y la
causa d e sí q u e ella quiere ser, se p u e d e decir igualmente q u e el
h o m b r e se pierde p a r a q u e la causa de sí exista. Se e n c a r a r á en-
tonces toda existencia h u m a n a c o m o u n a pasión; el demasiado céle-
b r e " a m o r p r o p i o " n o es sino u n m e d i o libremente elegido entre
otros p a r a realizar esa pasión. P e r o el resultado principal del psi-
coanálisis existencial h a d e ser el hacernos r e n u n c i a r a la seriedad.
L a seriedad tiene c o m o doble característica, e n efecto, considerar
los valores c o m o datos trascendentes, independientes d e la subjeti-
v i d a d h u m a n a , y transferir el carácter de "deseable" d e la estructura
ontológica d e las cosas a su simple constitución material. P a r a la
seriedad, en efecto, el pan. p o r ejemplo, es deseable p o r q u e es nece-
sario vivir (valor escrito en el cielo inteligible) y p o r q u e es alimen-
ticio. El resultado de la seriedad, la cual, c o m o es sabido, reina so-
b r e el m u n d o , consiste en h a c e r q u e la idiosincrasia empírica d e las
cosas beba, c o m o u n p a p e l secante, sus valores simbólicos; destaca
la opacidad del objeto deseado y lo p o n e en sí mismo c o m o u n de-
seable irreductible. Así, estamos ya en el p l a n o d e la moral, pero,
concurrentemente, en el de la m a l a f e ; pues es u n a m o r a l q u e se
avergüenza d e sí misma y n o osa decir su n o m b r e ; h a oscurecido
todos sus objetivos p a r a librarse de la angustia. E l h o m b r e busca el
ser a ciegas, ocultándose el libre proyecto q u e es esa b ú s q u e d a ; se
h a c e tal q u e sea esperado p o r tareas situadas en su camino. Los
objetos son exigencias m u d a s , y él n o es en sí n a d a m á s q u e la obe-
diencia pasiva a esas exigencias.

E l psicoanálisis existencial v a a descubrirle el objetivo real de


su búsqueda, q u e es el ser como fusión sintética del en-sí y el para-si;
va a ponerlo al t a n t o de su pasión. A decir verdad, hay m u c h o s
hombres q u e h a n practicado sobre sí este psicoanálisis y n o h a n es-
p e r a d o a conocer sus principios p a r a servirse de él c o m o de u n m e -
dio de liberación y salvación. M u c h o s hombres saben, en efecto, q u e
el objetivo de su búsqueda es el ser; y, en la m e d i d a en q u e poseen
este conocimiento, desdeñan apropiarse de las cosas p o r ellas mismas
e i n t e n t a n realizar la apropiación simbólica del ser-en-sí d e las cosas.
Pero, en la m e d i d a en q u e esta tentativa participa a ú n de la seriedad,
están condenados a la desesperación, pues descubren al m i s m o t i e m p o
q u e todas las actividades h u m a n a s son equivalentes — p u e s tienden
todas a sacrificar al h o m b r e p a r a h a c e r surgir la causa d e sí— y q u e
todas están destinadas por principio al fracaso. Así, lo mismo da
embriagarse a solas q u e conducir pueblos. Si u n a d e estas activida-
des prevalece sobre la otra, n o será a causa de su objetivo* real, sino
a causa del grado d e conciencia q u e posea d e su objetivo i d e a l ; y,
en este caso, ocurrirá q u e el quietismo del borracho solitario preva-
lecerá sobre la v a n a agitación del conductor d e pueblos.
P e r o la ontología y el psicoanálisis existencial ( o la aplicación
espontánea y empírica que los hombres h a n h e c h o siempre de estas
disciplinas) deben descubrir al a g e n t e m o r a l que es el ser por el cual
existen los valores. Entonces su libertad t o m a r á conciencia d e sí
misma y se descubrirá en la angustia c o m o la única f u e n t e del valor,
y como la n a d a p o r la cual existe el mundo. Desde q u e la búsqueda
del ser y la apropiación del en-sí le sean descubiertas c o m o sus po-
sibles, la libertad c a p t a r á p o r y en la angustia q u e n o son posibles
sino sobre f o n d o de posibilidad de otros posibles. Pero hasta entonces,
a u n q u e los posibles p u d i e r a n ser escogidos y revocados ad libitum,
el t e m a q u e constituía la u n i d a d d e todas las elecciones d e posibles
era el valor, o presencia ideal del ens causa sui. ¿ Q u é se h a r á la
libertad, si se revierte sobre este valor? ¿ L o llevará consigo, d e cual-
quier m o d o que obre, y, en su revertirse mismo hacia el en-sí-para-sí,
será r e a t r a p a d a por detrás p o r ese mismo valor al q u e quiere con-
templar? O bien, por el solo hecho d e captarse c o m o libertad con
respecto a sí misma, ¿ p o d r á p o n e r u n término al reino del valor?
¿Es posible, en particular, q u e la libertad se tome a sí misma c o m o
valor en t a n t o q u e f u e n t e de todo valor, o deberá definirse necesa-
riamente con relación a u n valor trascendente que la infesta? Y,
en el caso de que p u e d a quererse a sí misma como su p r o p i o posible
y su valor determinante, ¿en qué sentido h a d e entenderse esto?
U n a libertad q u e quiere ser libertad es, en efecto, u n ser-que-no-
es-lo-que-es y que-es-lo-que-no-es q u e elige, c o m o ideal de ser, el
ser-lo-que-no-es y el no-ser-lo-que-es. Escoge, pues, n o recuperarse
sino huirse, n o coincidir consigo mismo, sino estar siempre a distan-
cia de si. ¿ C ó m o h a de entenderse este ser q u e quiere mantenerse
en respeto, q u e quiere ser a distancia de sí? ¿ S e t r a t a de la m a l a fe,
o de otra actitud f u n d a m e n t a l ? ¿ Y p u e d e vivirse este nuevo aspecto
del ser? E n particular, la libertad, al tomarse c o m o fin a sí misma,
¿escapará a toda situación? ¿ O , al contrario, p e r m a n e c e r á situada?
¿ O se situará t a n t o m á s precisa e individualmente c u a n t o m á s se
proyecte en la angustia c o m o libertad en condición, y c u a n t o m á s
reivindique su responsabilidad a título d e existente p o r el cual el
m u n d o adviene al ser? T o d a s estas preguntas, que nos remiten a la
reflexión p u r a y n o cómplice, sólo p u e d e n hallar respuesta en el
terreno moral. Les dedicaremos p r ó x i m a m e n t e otra obra.
ÍNDICE TERMINOLÓGICO Y TEMÁTICO

El traductor ha considerado útil, tanto para una previa aproximación


al libro como para ulterior referencia, la compilación del siguiente índice. En
él se registran, principalmente, los términos técnicos, o. usados con sentido
técnico, de la filosofía de Sartre, tal como se han vertido en esta traducción,
con su correspondencia francesa cuando es menester, y alemana, cuando per-
tenecen al léxico de Husserl o de Heidegger. Eventualmente, se indican las
razones que justifican el término elegido en español, se proponen otros equi-
valentes o se señalan los utilizados por otros traductores o por tratadistas.
Se incluyen, además de los propiamente técnicos, otros vocablos cuyo
uso en esta traducción era oportuno destacar y justificar ante el lector.
Por último, para que dentro de ciertos límites sirva como índice temá-
tico, se ha puesto, cuando oportuno, la referencia a la página en que el
término está definido o al menos caracterizado (a veces sólo de paso, pero.de
manera esclarecedora). No es, pues, un índice analítico completo, ni hay
referencia a todos los lugares en que el término aparece; y no dispensa del
uso del índice general. Se han omitido las referencias a los numerosos pasa-
jes que el autor dedica al examen crítico de otras filosofías; en cambio, se
han registrado cuidadosamente todos los análisis fenomenológicos (quizá lo
más importante de la obra sartreana) de que el autor se sirve por vía de
ilustración, como los de la angustia, el miedo, la nieve, la vergüenza, lo vis-
coso, etc.; tales entradas aparecen destacadas en cursiva.
Abreviaturas: s — siguiente; (s); n = nota de pie de página.

abandono, conductas de, 563 actitud ante el Prójimo-objeto, 377


abolición, 274 actitud orgulloso (fierté; así traduci-
absoluto, 287, 564, 685, 749-50 da en virtud de estas equivalen-
abstracción, abstracto, 253s, 259 cias: orgueil, "orgullo (legítimo) ";
absurdidad, absurdo, 590s, 659 fierté, "orgullo (legítimo)" u "or-
acción, 406, 587, 757 gullo jactancioso"; Sartre la toma
en esta última acepción, y la hace ha traducido la conocida novela
sinónima <le vanité, "vanidad"), de Sartre, sino porque "post-
371 ergación" da una idea de "dejar
actitudes fundamentales, 505 atrás" que no corresponde al sen-
acto, 223, 539-40 tido del original) 615s
acto ontológico, 129 apreciación, 589
actualmente: por no dar lugar a apresentación, apresentar (apprésen-
equívoco, se ha traducido así tanto tation, appresenter: neologismos
actuellement ("en acto") como pré- formados según la analogía de
sentement ("en el presente") percepción/apercepción, donde el
afectividad, 265, 417-18 sufijo a- del español corresponde al
afirmación, 286 ad- latino)
agua, 738, 741 apuntar (viser) : se ha preferido, co-
agujerear, agujeros, 743s mo en francés, un término del len-
ahoras psíquicos, 226-27 guaje corriente en vez del técnico
alejamiento (lointains; Heidegger: "intencionar"
Entjernungen), en la expresión
anihilar (annihiler); véase: nihilizar
"ser de alejamientos", 58
aniquilar, anonadar (ancantir), ani-
alineación, 353, 643
quilación, anonadación (anéutise-
allá-al-lado-de: ocasionalmente se ha
ment) ; véase: nihilizar
traducido así auprés de, "junto a",
antivalor (anti-valeur) 741-42
para acentuar el ser-afuera del
arrancamiento a (arrachetnent a),
para-sí (corresponde al bei de Hei-
arrancarse a (s'arracher á)
degger, que Gaos traduce con la
arrojado (jeté) ; véase: derelicción
preposición "cabe")
amor, 225, 457 arte (creación estética), 702s
análogamente, igualmente: en vista asiento (emplncement) : entiéndase
de que la "analogía" no intervie- como acto y resultado de situar,
ne en el léxico técnico de Sartre, establecer en un sitio (véase)
se han usado libremente estos tér- asombro, 623
minos para traducir pareillement, aspacial (aspatiat) : se ha respetado
analoguement, etc. el neologismo sarlreano, en vez de
anatomía y fisiología, 438 "incspacial"
angustia, 57, 71, 75s, 80, 83, 185, 572- atcmporal (a.temporel) : formación
573, 678 análoga a aspacial
aparecer: traduce paraítre y apparaí- ausencia 223, 264s, 332, 356s
tre, usados por el autor sin diferen- autenticidad 118n, 371
cia sensible aventura, aventuróse (aventure, aven-
aparición, 167 turrux) 274, 282, 286, 727, 752
aparición de un hombre en mi mun- azar (hasard), 655-56
do, 331. azucarado, 740
aplazamiento (sursis; se ha prefe-
rido "aplazamiento" y no "pos- belleza, 260
tergación", no sólo porque así se blando, 739
cadáver, 436 conflicto, 455
caída original, 339, conocimiento, 392, 429-30, 704s
cambio, 207, 276 conocimiento del prójimo, 374
carácter, 439, 673 constatar, constatación: galicismo ne-
caricia, 485 cesario para indicar la toma de co-
carne, 433 nocimiento espontánea e inmediata,
causalidad, 275 en contraposición a "verificación"
cenestesia, 428, 432 o "comprobación", que suponen un
ciencia (actitud y hacer científicos), trámite reflexivo
263, 273, 703s contingencia, 392, 599
coeficiente de adversidad (término continuo, 247
de Bachelard), 593 conversión, 586
coerción, constreñir (contrainte, con- cosa, 263, 286
traindre) cosificar (cosifier): sinónimo de reifi-
cólera, 437 car (réifier)
comida, 744-46 creación, 304, 318-20.
complejo de Acteón, 705 creencia, 117s
comp'.ejo de inferioridad (Adler), cristalización (término de Stendhil),
567, 581s 725
complejo de Jonás, 706 cualidad, 222, 729, 735
completez, incompletez, (complétude, cuerpo, 393, 403, 404, 415
incomplétude) : neologismos nece- cuerpo ajeno (del Prójimo), 433
sarios en español cuerpo psíquico, 426
comprometer, comprometimiento (en- cuerpo y alma (relación entre), 393,
gager, engagement) , en el sentido 427
técnico definido en 372»; en el cuidado, cura (souci): ambos térmi-
sentido derivado en que se dice que nos se han usado, separados o jun-
una situación ''es comprometida pa- tos, para esa única palabra francesa,
ra uno", se ha utilizado compro- correspondiente a Sorge en Heideg-
miso, poner en compromiso (corn- ger (Gaos traduce siempre por
promis, compromettre) "cura")
conciencia, 28-31, 417, 543, 749 cuestión: la expresión étre dans son
conciencia (mala) (mauvaise cons- étre question de son étre y otras
cience) , 646 análogas se han traducido por "ser-
conciencia de clase, 519s le en su ser cuestión de su ser";
conciencia irreflexiva, refleja, reflexi- corresponde en Heidegger a urnge-
va (conscíence irréflechie, réflechie, hen, que Gaos vierte por "irle a
réflexive) uno algo en algo"; aquí se ha pre.
concluso, conclusión (achevé, acheve- ferido respetar el sentido en que lo
mént): en el sentido de lo que ha entiende Sartre (véase 41 n)
llegado a su cumplimiento cabal; culpabilidad, 508
análogamente: inconcluso,' inconclu- cumplimiento (accomplissement); usa-
sión (inachevé, inachcvement) do a veces en lugar de repleción
concreto, 42, 233 (vcase)
dado (lo) (le donné: aunque a vecei desnudez, 369
la voz francesa puede traducirse despegue, despegarse (décollement, dé-
por "dato", otras veces señala muy coller), 618
precisamente lo fáctico, el "exis- destino, 665
tente bruto"; se ha mantenido el destotalización (détotalisation), 754-56
latín datum cuando el autor lo usa) destrucción, 46s
382, 599 destrucción, 722
de-: se ha usado esta preposición determinismo, 545
unida con guión a la palabra si- develar (dévoiler): galicismo necesa-
guiente en el sentido del gerundivo rio, por contraposición a "revelar"
latino, por ejemplo: "de-realizar" = (révcler) y ''descubrir" (découvrir)
"que debe ser realizado"; corres- devenir: se ha usado sólo cuando in-
ponde a la expresión usual fran- dispensable, y muy rara vez como
cesa a réaliser, etc.; véase: tener-de verbo, pues no se ha visto incon-
defecto se ser (défaut d'étre), 137; veniente en traducir el devenir
véase: falta francés por 'hacerse", "convertir-
dejado ahí: véase derelicción se en",
deliberación, 557 dialéctica regresiva, 565
denegación, denegar (réjus, réjuser): diáspora, diaspóríco, 194, 268
debe entenderse con matiz de "re- Dios, 142-43, 303, 360, 370, 384, 457,
chazo, rechazar" 463, 523, 691, 702, 720, 747, 754
densidad del en-sí, 124 dirimir, dirimente (dirimer, dirimant):
deporte, 702 debe entenderse en el sentido pri-
derelicción, estar arrojado, estar de- mero, más bien jurídico, de "des-
jado ahí (con estas tres expresiones hacer, disolver"
se han vertido los términos france- distancia, 347, 607
ses dclaissement, étre jeté, délaissé, dolor físico, 419s, 446, 496
correspondientes en Heidegger a dualidad conciencia-ser, 756
Geworfenheit, Geworfensein, gewor- duración psicológica, 218s
fen, que Gaos traduce por "estado
de yecto", "ser yccto", "yecto" res- ego (ego), 222
pectivamente) 597, 678 ck stasis (ek-stase; correspondiente al
desalejador (déséloignant, correspon- Éxtasis de Heidegger) , 195, 353,
diente al entferncnd de Heidegger) , 379
61-62 elección, elegir (choix, choisir), 569s,
descompresión (décompression) del ser, 590s
124 elección histórica, 614
deseo (désir), 689, 713 emoción, 551
deseo de ser, 688-89 empresa (entreprise), 457
deseo sexual, 476 encarnación (incarnation), 485
deslizamiento (glissement), 710s encenagarse (s'enliser; propiamente, es
desmundanizar (démondaniser), co- "hundirse en arenas movedizas")
rrespondiente al entuieltlichen de encuentro, encontrarse con (rencon-
Heidegger tre, recontrer), 688-9
enfermedad, 448 facticidad, 134-35, 356, 383, 392, 599
ens causa sui, 751, 754; véase además: 666
Dios; en-si-para-s! falta, faltante, fallido (manque, man-
en-sí (en-soi), 34, 752-53 quant, manqué; no debe entenderse
en-sí-para-sí (en-soi-pour-soi), 690 en sentido de "culpa" sino de "pri-
entornos (entours); distinto de Um- vación"; traducir por "'carencia" hu-
welt (véase). biera impedido mantener la corres-
escapar (se) traduce a échapper á, pondencia con el tercer término),
mientras que huir, hurtarse se ha 138s, 261, 264
reservado para fuir, se dérober, aun- fascinación, 240
que no hay entre estos términos fatiga, 561 s, 572
distinción técnica, fenómenos, 750, 756
escisiparidad reflexiva (scissiparité ré- fenómenos psíquicos, 389
flexive, concepto hegeliano), 214 y fenomenología ontológica, 692
fin y medios, 266, 549
n, 380
finitud, 413, 648, 666-67
escurrirse, escurrimiento (couler, ecou-
forma (usada por Sartre en sentido
lement; estos términos se han tra-
de Gestalt), 375-77
ducido así sólo cuando referidos a
fracaso (échec), 754
la aparición de un prójimo) fragilidad, 47
esencia, 259, 542-43 fumar, 725
esencia del hombre, 78 futurante (futurant), formado, aun-
espacio, 260 que no muy correctamente, del mis-
espacio psíquico, 426 mo modo que "futurible"
especie humana, 628, 635-6
espera, esperar (attente, attendre), generosidad, 722
700 geometría, 248
espíritu (esprit), 703; véase: mente gozar (jouir): utilizado por Sartre en
estados psíquicos, 222 el sentido de "tener el disfrute de
estasis (stase), 278 algo"
esto, estos (ceci, usado en francés siem- gracia, 684s
pre con forma singular), 245s, 250 gratuito, 175
evidencia, 224 gusto (goút), 427
existente, 753 gustos (goúts), 746
existente bruto, 594, 612
experiencia: traduce el francés expé- hábitos, 223
rience ("el tener o hacer experien- "hacer con" (faire avec), correspon-.
cias") y épreuve ("el experimentar diente al alemán mitmachen; una
uno algo", como a veces lo hemos solución alternativa en español sería
traducido también); el autor mis- "cohacer"
mo usa un término por otro, hacer y técnica. 638
expresión, 436, 466 hambre, 478
extensión, 604 hecho psíquico, 222
hodológico (espacio), término de K. ipseidad (circuito de), 156, 245
Lewin. ironía; 91, 707
homogeneidad, 273 irrealizables (trrialisables), 645
historia, 614s, 752
historialización (historialisation), 638 juego, 105, 706
historialización antehistórica, 362 juicio final, 658
historicidad, 218 justificación, 463; véase: injustifica-
bilidad
imagen afectiva, 419
imagen del para-sí, 267, 378 lengua, lingüística, 630s
imposibilidad, 621 lenguaje, 445
inconsciente, 570, 699-700; véase: no- liberación y salvación (libération et
consciente salut), 511 n, 759
indiferentes (noción de origen estoi- liberalismo, 506-7
co) , 579-80 libertad, 348, 441, 506-8, 542s, 593,
infestar, morar (hanter): el término 607, 642, 692, 728
francés indica la presencia activa libertad de elección y libertad de ob-
de algo (gente que frecuenta o re- tener, 596
corre atareada una casa, fantasma libertad original, 549
en una habitación, obsesión en la libertad y juego, 707
mente); como en Sartre se acerca lógica, 695
más a estas dos acepciones, se ha lujo, 717
traducido por "infestar" y, más ra-
ramente, por "morar"; alternativas llenar (remplir, correspondiente al
posibles: "rondar" (asi Virasoro, erfüllen de Husserl); véase: reple-
aunque esto no da idea de una pre- ción
sencia interna), "merodear", "estar", llenar, 745
inhumano, 676
injustificabilidad del hombre, 393, 573 mágico, 467, 551
instante (en sentido cronológico), 188s mal (el), 424s, 446
instante (en sentido existencial), 574 mala fe, 89
instinto, 477 malestar (malaise; se ha reservado
intención (en sentido husserliano), "molestia" para traducir gine), 353
375-76 máquina, 376
intención (en sentido sartreano), 559 marrar (manquer); en algún caso la
interioridad, 370 misma voz se traduce por fallir,
interrogación, 750 más allá (au-delá); se ha mantenido
intuición, 235 su distinción con allende (véase).
intuición amorosa, 46!> más allá del mundo, 347-348
intuición estética, 260 memoria, 162s, 192
ipseidad (ipsciti, correspondiente a la menor-ser (moindre-itre): entiéndase
Selbstheit de Heidegger, que Gaos en sentido de "ser disminuido", al
vierte por "ser st mismo"), 264, modo de una "minusvalía de ser"
365 mente: así se ha traducido esprit, que
es su sentido más usual en francés, no hace distinción de sentido entre
cuando el contexto no exigía "es- ambos), 57, 58, 70, 128-30, 245, 286,
píritu" (véase) 302-3, 363, 624, 690, 702, 727, 749-50
mentira, 92 naturaleza, 339, 737
meollo: traduce invariablemente el naturaleza (punto de partida para
original coeur ("corazón") una metafísica de la) , 757
metaestable (métastable), 94 náusea, 427
metafísica, 379, 750, 752 negación, 59s, 178
miidad (moiité), "carácter de mío" negación interna, 237s, 363, 381, 588
(término de Claparéde) negatidad (négatité), 62
mirada (regará), 360 neutro, 546
mirar-mirado (regard-regarde): entién. nieve, 708s
dase en el sentido de "un mirar nihilar (néantir): ver: nihilización
que a su vez es mirado" nihilidad (néantité)
monumento, 614 nihilización, nihilizar (néantisation,
moral, 51 In néantiser): con Virasoro, traducimos
mortiposibilidades (mortes-possibilités; estos neologismos franceses por esos
se ha traducido así por analogía neologismos españoles; mantenemos,
con mortinato mort-né; soluciones sin embargo, la diferenciación lé-
alternativas: "posibilidades muer- xica con otro neologismo: néantir,
tas", ''posibilidades abortadas", "ex que traducimos ipor "nihilar"; en
posibilidades") , 368-9 francés, el participio activo de am-
motivación, 558 bos verbos coincide: néantisant, y
motivo y móvil, 541», 551-2, 555-6 traducimos siempre por "nlhillza-
movimiento, 276, 438, 752 dor"; para el término francés usual
muerte, 169-70, 206, 379, 654, 656, 666 anéantir, empleamos generalmente
muertos, 662 "aniquilar" y, en algún contexto
mundificar (mondifier, correspondien- en que la idea es menos fuerte,
te al verweltlichen de Sartre); "anonadar"; los neologismos «ar-
"mundificación" (Verweltilichung) treanos han sido traducidos a me-
ha sido traducido por Gaos: "mun- nudo por algunos de los verbos in-
danación" dicados; el correspondiente alemán
mundo, 156, 246, 286, 748, 757 vernichten, de Heidegger, es "anu-
mundo del deseo, 491 lar" en Gaos, y "anonadar" en
mundo técnico, 551 Zubiri (versión de Qu¿ es Metafí-
sica), 58, 133, 605, 690
nacimiento, 415, 458-9, 603, 666, 677-8 no-consciente, 564; cf. inconsciente
nada (se ha traducido con "nada" noema, noesis: acentuamos así, a tra-
como sustantivo femenino el- sus- vés del latfn, y no con la acentua-
tantivo francés néant, y con "nada" ción griega "nóéma", "nóésis"
como adverbio o como sustantivo no-revelado, 346
masculino: "el nada", "un nada", no-ser (non itre), a diferencia de: no
el adverbio o el adverbio sustan- s e r . . . (ne-pas étre); el primer tér-
tivado francés rien; empero, Sartre mino es, en Sartre, sinónimo de
"nada"; el segundo, indica el he- para-otro (pour-autrui), para-el-otro
cho de que algo "no es" tal o cual (pour-l'autre), 756
cosa para-sí (pour-soi), 129, 135, 178-79, 200,
no-ser, 44, 56, 749 236, 267, 362, 413, 544,. 628, 726,
nosotros-sujeto, nos-objeto (nous-sn- 748-49, 752
jet, nous-objet) pasión (en sentido existencial), 28'',
númeno: escribimos así y no, como 569, 747, 754, 759
es usual, noúmeno. pasión del espíritu, 383
pasiones (en sentido psicológico) , 546s
objetidad (objectitc): "carácter de pastoso, 738
ser objeto", a diferencia de obje- pecado, 508
tividad pecado original, 508
objetividad, objetivo ; (el sustantivo peligro, 345
"obetivo", sinónimo de "meta" y percepción, 251s, 412, 438, 729
correspondiente al francés but, se percepto (perceptum)
diferencia ; netamente, por el con- perfil (profil; lo que en las traduccio-
texto, del adjetivo ''objetivo") , 249, nes de Husserl se han llamado "es-
315, 376 corzos": preferimos mantener la ter-
objeto psíquico, 225 minología de Sartre), 252
obsceno, 490, 499 permanencia, 258, 273
odio, 508-10 perseverancia, 673
ojos, 332s persona, 640, 692
ontología, 379, 535, 747, 750, 756 poner, posición (poser, position): clebe
oportunidades, eventualidades, even- entenderse en el sentido fuerte, de
tualidades de azar: las tres expre- "tesis" (véase), que tienen en Hus-
siones corresponden al término fran- serl.
cés chances, que no puede traducir- posesión, 455, 490, 725-26
se por "probabilidades" ni "posi- posibilidad, posible, posibilizarse, po-
bilidades", pues estas voces tienen sibilización (possibilité, possible, se
en Sartre sentido propio, possibiliser, possibilisation), 149-50,
orden del mundo. 393 153, 156, 269-70.
orgullo (orgueil; véase: actitud orgu- posibilidad última, 568
llosa) , 371 posible fundamental, 579
orientación, 401-2 posicional (positionnel): sinónimo de
original, originario (original): se ha tético (véase)
usado uno u otro término español potencialidad (potencialité), 258
por razones más bien estilísticas; el presencia a (présence á; por razones
sentido es siempre el del alemán de comodidad expresiva se ha man-
ursprünglich. tenido la preposición "a", algo la-
otro; véase: prójimo
tinizante) , 176s
otro (en sec.tido platónico) , 749
presencia a sí, 129
presentificar (presentifier)
padecer (souffrir) preteridad (passéité): se ha preferido
esta íorma neoíógica en vez de otra, mejor formada: psiquicizar, y no
más torpe: ''paseidad" '•psiqui/ai''
preterición (dcpassemenl'): véase: tras- pudor. 3<¡9
cender pimío de vista (point de vue), 268-69,
preterido-tiasccndido (depasse): véa- 416
se: trascender
preterificar (passeijier)
pretérito (ce qui est passv): se lia realidad, 628
usado esta forma en vez de "pa- realidad-humana, 129, 701
sado" como adjetivo; el francés, realizar (rcaliser; se la ha empleado
para el cual este recurso es menos en español con el doble sentido que
natural, recurre a una perífrasis le da Sartre, pero que en francés
("lo que es pasado") es usual: ''efectuar" y "comprender
probabilidad, 263s, 312 vivcncialmcnte") , 242
probabilidad (en sentido epistemoló- recuperación, recuperar (récupération,
gico) , 327 récupcrer), 369, 382
procesivo, 616 reflejo (réflet), reflexo (réfléchi): ha
prójimo (Sartre emplea como sinó- sido imprescindible diferenciar en-
nimos: l'autre, autrui y prochain, tre "reflejo", acción y efecto de re-
este último sólo en la tcrccra par- flejar, y "reflexo", adjetivo: lo que
te de la obra; aquí se ha traduci- es objeto de reflexión; sin embargo,
d o por lo general, el primer tér- se usa "reflejo" en este sentido,
mino por "el otro", y los dos res- cuando no hay equívoco, por ejem-
tantes por '"prójimo"; d'autrui se plo, en "conciencia refleja",
ha vertido por " a j e n o " o ''del próji- reflejo-reflejante, 126
mo") 299 reflexión, 220, 485, 695-90, 755
prójimo-objeto (autrui-objet), 372 reflexión pura e impura o cómplice,
prójimo (círculo de relaciones con 214s, 220-21
e l ) , 505-506 reificar (réifier); véase: cosificar
propiedad, 714s relación (rapport, relation), 390, 453
proyectar, proyccto (projetter, projet); relación existencial, 417s
correspondiente al riitworjcn y Ent- reliquias, 715
wurf de Heidegger remisión, remitir (renvoi, renvoyer),
proyecto abierto, (¡22 158
proyecto (deseo, tcmlcnc ia) de ser, repleción (répletion, correspondiente
688-89 en Husserl a la Erfüllung de una
proyecto fuiiilanirnlal, 591 intención o una intuición; cf. cum-
proyecto fundamental hacia el pró- plir, llenar) 251
jimo, 475 representación, 286
proyecto inicial, 5(i5 responsabilidad, 572
psicoanálisis cxisiiini.il. (i'H resuelta-decisión (résolte-décision): co-
psique, pslquÍMi, 22(1. lillas, l ili rresponde a la Entschlossenheit de
psiquicizar (psyt lii.sri) cniic dos for- Heidegger, que Gaos traduce por
mas inelcganlrs, ir lia piclciido la "resolución"
Sabor, 748 ier total, 754; véase: totalidad
saber, 576 ser (hacerse ser: se faire étre): debe
sabio finge; para savant se ha utiliza- entenderse siempre en sentido ac-
do sólo "científico"), 462 tivo: un ente que se hace a sí mis-
sacrificio, 177 mo ser tal o cual cosa
sagTado, 467 ser, sentidos de, 743
"se" impersonal (on; corresponde al seriedad (sprit de sérieux), 84, 706-
Man heideggeriano, que Gaos tra- 707, 758
duce por "uno"; aquí se ha prefe- sexo, 476, 504-5, 706, 743s
rido la traducción indicada, o sim- sí, sí-mismo (soi méme; este sentido
plemente "se" cuando no había impersonal o absoluto se diferencia
equívoco), 361, 523 netamente en francés del reflexivo
"Se" reflexivo (se réflecht), 127 personal lui-méme; en español, he-
sed, 270 mos hecho la diferencia distinguien-
seducción, 464s do, respectivamente, "sí-mismo" y
SelbststSndigkeit (como en si texto, "sí mismo"; por otra parte, el con-
se ha mantenido la palabra en ale- texto basta generalmente para pre-
mán; en el contexto heideggeriano, cisar la idea, como ocurre cuando
Gaos traduce por "estado de ser en se ha usado simplemente "sí") ,
sí mismo"), 210 142s, 126-27; véase: en-sí-para-sí
sensación, 393s significación, 375-76, 434, 466, 703
sensación de esfuerzo, 410-11 significante (signifiant): debe enten-
separación ontológica entre las con- derse, no en el sentido de "'que
ciencias, 317 tiene significación" sino de "que
•er (étre), 32, 254, 727, 748s, 750 confiere significación"
ser-afuera (¿tre-dehors; cf. el Aussein signo, 417
auf de Heidegger, que Gaos traduce
simbolismo, símbolos, 698-99, 734
por "ser saliendo de sí hacia"), 366
simbolizar con: se ha mantenido e¿ta
ser-ahí (itre-lá); corresponde al Da-
construcción peculiar de Sartre, que
sein de Heidegger.
da la idea de "formar símbolo
ser-con (itre-avec; corresponde al Mit-
c o n . . . " , con alusión a la etimología
sein de Heidegger) , 3 1 8 de la palabra
ser de la conciencia, 312 simultaneidad, 344
ser-en-el-mundo, 267 sinceridad, 104
ser-en-medio-del-mundo, 269, 372 sitio (place), 356; cf.: asiento
ser-en-sí, 34; véase: en-sí situación, 336, 600, 623, 669
ser-mirado, 339-41; véase: mirada situación-límite, 648-49
ser-para, 220 subjetividad, 36, 370, 399
ser-para-la-muerte (¿tre-pour-mcurir): sufrimiento, 144-45
es el Sein-zum-Tode de Heidegger, suicidio, 659
que aquí hemos traducido como lo surgimiento (surgissernent)
hace Gaos, superar y trascender (dépasser); ver:
ser-para-otro, 366; véase: para-otro trascender
surrección (surrexion): latinismo «e- entre este vocablo y el anterior
misinónimo de "surgimiento" (transcender alude más al término
sustancia, sustancialidad, <>85 u objeto que está allende, mien-
tras que dépasser insiste en la idea
—iea (táche, correspondiente al alo- de lo "dejado atrás"; cuando la re-
•mán Aujgabe), 266 ferencia es al acto mismo, ambos
técnicas, 627s matices coinciden); pero, como dé-
tematizar (thématiser): corresponde al passé es multivoco en francés, se lo
thematisieren de Heidegger ha traducido ocasionalmente por:
temor, 368 "preterido y trascendido", cuando
temporalidad, 193, 200 se insistía en la idea de pasado;
temporalizar, temporizarse (témpora- "superado y trascendido", cuando
liser, se'temporiser, en correspon- se insistía en la idea de vencer o
dencia con el heideggeiiano zeiti- dejar atrás; y el dépassement apa.
gen, sich zeitigen, que Gaos traduce rece como "preterición" cuando
por "temporaciar, temporaciarse"), tiene la idea pura de "pasado",
559-60 trayectoria, 281.
tendencias, 265 turbación (trouble), 482, 492.
tener (avoir), 727 Umw^lt, 620.
tener-de... (avoir á): se ha utilizado unificación, 685.
el guión para subrayar la acepción
utensilidad (ustensilité; corresponde a
en que se toma ese giro verbal;
la Zeughaftigkeit de Heidegger, que
cf. de-
Gaos traduce por "ser útil") 266s.
tenor metafísico (teneur métaphysi-
utensilio, instrumento (ustensile, ins-
que), 735
trument, outile), 266.
tercero, aparición del, 515»
utilización, 722.
tesis (thése; sinónimo de "posición";
véase: .poner), 198 vacilamiento (vacillement): se ha man-
tético (thétique): sinónimo de "posi- tenido el neologismo francés, con
cional" (véase) matiz diverso de "vacilación",
timidez, 444-45 valor, 82, 145s, 174, 720.
totalidad, 381, 756 verdad, 287, 312, 628, 635-36. 691-92,
totalidad del ser (pan y hólon), 753 704s.
totalidad desmenuzable (totalité fria- vergüenza, 291, 338s, 350, 369, 371.
ble) vértigo, 75-76.
trans - ascendencia (trans - ascendance, vicio, 472.
término de J. Wahl), 506 vida, 434.
trascendencia, transcendente, transcen- viscoso, 487-88, 734s.
der (transcendance, transcendant, vivencia (erlebnis): ha parecido inútil
trascender) 139, 243, 370, 375-76, mantener la palabra alemana, para
605. la cual no hay equivalente fran-
trascender, trascendido (défxtsser, dr- cés.
passément, depasse): por razones voluntad, 546s.
de rigor terminológico, hemos man- yo (je, moi); véase: ego.
tenido la distinción, un poco sutil. yo-objeto, 366.
Í N D I C E

PÁG.

NOTA DEL TRADUCTOR H

I N T R O D U C C I Ó N EN BUSCA D E L SER
I. 1.a idea de fenómeno '- • "
II. El fenómeno de ser y el ser del fenómeno 15
III. El cogito prerreflexivo y el ser del percipere . . . . . 17
IV. El ser del percipi 24
V. 1.a prueba ontológica . . . . . 28
VI. El ser en sí 31

PRIMERA PARTE

EL PROBLEMA DE LA NADA

CAPÍTULO I

EL ORIGEN DE LA NEGACIÓN
I. I j interrogación 41
|l. IJI» negaciones 44
III. concepción dialéctica de la Nada 51
IV. I.i «oiuepción fenomcnológica de la Nada 57
V. I'.l origen de la Nada 63
C a p í t u l o II

LA MALA FE pác.

I. Mala fe y mentira 91
II. Las conductas de mala fe 100
III. La "fe" de la mala fe 115

SEGUNDA PARTK

EL SER-PARA-SÍ

CAPÍTULO I

LAS E S T R U C T U R A S INMEDIATAS DEL PARA-SÍ

I. La presencia a si 123
II. La facticidad del Para-sí 130
III. (El Para-sí y el ser del valor 136
IV. El Para-sí y el ser de los posibles 149
V. El yo j el circuito de la ipseidad 157

C a p í t u l o II
LA TEMPORALIDAD

I. fenomenología de lai tres dimensiones temporales 160


A) El pasado 161
B) )El Presente 175
C) El Futuro 179
II. Ontología de la temporalidad 186
A) La Temporalidad estática 186
B) Dinámica de la Temporalidad 201
III. Temporalidad original y temporalidad psíquica: la reflexión . . 209

C a p í t u l o III
LA TRASCENDENCIA

I. El conocimiento como tipo de relación entre el Para-sf y el En-sí 234


II. De la determinación como negación 243
III. Cualidad y cantidad, potencialidad, utensilidad 250
IV. El tiempo del mundo 271
A) El Pasado 271
B) IE7 Presente . . . 276
C) El Futuro 282
V. El conocimiento 285
TKKOFRA PARTE

EL PARA O T R O

CAPÍTULO I
PAC-
LA E X I S T E N C I A DEL PRÓJIMO

I. El problema 291
II. iEl escollo del solipsismo 293
III. ' Hússerl, Hegel, Heidegger 305
IV. La mirada 328

CAPÍTULO I I

EL CUERPO-

I. El cuerpo como ser-para-sí; la facticidad 389


II. El cuerpo-para-otro 427
III. La tercera dimensión ontológica del cuerpo 442

CAPÍTULO I I I

LAS R E L A C I O N E S C O N C R E T A S CON EL PRÓJIMO

I. La primera actitud hacia el prójimo: el amor, el lenguaje, el


masoquismo 455
11. La segunda actitud hacia el prójimo: la indiferencia, el deseo, el
odio, el sadismo 473
III. El "ser-con" (Mitsein) y el "nosotros" 511
A) El "Nos"-objeto .514
B) El nosotros-sujeto 523

CUARTA PAUTE

T E N E R , H A C E R Y SER

CAPÍTULO I

SER Y HACER: LA LIBERTAD

I. La condición primera de la acción es la libertad . . . , . . 537


II. Libertad y facticidad: la situación 593
A) Mi sitio 602
B) Mi pasado 609
C) Mis entornos 619
I>) A _ 625
E) Mi muerte 650
III. Libertad y responsabilidad 675

CAPÍTULO I I

HACER Y TENER
I. El psicoanálisis existencial 680
II. Hacer y tener: la posesión 701
III. De la cualidad como reveladora del '.er . . . . . . . . . 729

CONCLUSIÓN

I. (En-sí y Para-sí: lincamientos metafisicos . . . . . . . 748


II. Perspectivas morales 757

INDICE TERMINOLÓGICO Y TEMÁTICO . . 761

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