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En el capítulo anterior, dijimos que el modelo pastoral provisto por Jesús debía
estar presente, sin importar la forma que tomare nuestra acción pastoral. Este
modelo de pastoral nos enseña la lucha por el prójimo e ir hasta la muerte por él.
Ahora viene la lucha política y se nos dice que hay que tomar decisiones en el
plano político, porque es la única forma inteligente de afectar las condiciones de
vida de nuestro prójimo. El miembro de la iglesia penetra y es penetrado por una
serie de situaciones, de etapas de confortamientos para los cuales no está
preparado. Hay nuevos problemas globales, los que nosotros llamamos
estructurales, y exigen repuesta dentro de la fe y viene a la iglesia preguntándose
qué luz habrá aquí. Las huelgas, la represión, el desempleo, las reformas
legislativas, los procesos electorales y todos problemas de la sociedad. Todo esto
demanda una explicación. El hombre que se sienta en el banco de la iglesia no es
el hombre que tiene problemas solo con su fe, con su familia, es un hombre que
viene perturbado con todo lo que sucede en la sociedad a la cual muchas veces
no entiende pero ya no puede escapar.
La nueva tarea pastoral asume una doble importancia. Tiene que capacitar al laico
cristiano para participar en la construcción de la ciudad terrenal en medio una
sociedad pluralista donde se encontrara con marxista, liberales, conservadores o
con católicos de la más diversa estirpe, y deberá saber cuál será su aporte en
esas circunstancias. Y tiene que capacitar a toda la comunidad eclesial para que
vea a la iglesia al servicio de esa visión liberadora de Dios que tratamos de
describir el día de ayer, y como puede adecuarse para acompañar la dimensión de
libertad que Dios quiere traer.
Pero también hay una segunda reflexión teológica: entrar en dialogo con las
afirmaciones circundante en procura de contribuir a crear un “ethos”, una
atmosfera cultural nacional de la cual salgan las vías, las visiones que guiaran el
proceso hacia el cambio social en nuestros respectivos países. La teología se
afirmara en su vocación liberadora en la medida en que no vacile en hacer razonar
todas sus convicciones cristianas en el contexto de las otras afirmaciones
humanistas a las cuales se ofrece y a las cuales se expone. De ahí que decimos
que nuestra reflexión teológica se va tras juntar lógicamente en la predicación, en
el estudio, y en la reflexión hecha en comunidad.
El pastor es alguien que tiene una mente teológica, la mente de Cristo, una mente
impregnada de auténtico conocimiento de la biblia.
CENTRO INTERECLESIAL DE ESTUDIOS TEOLOGICOS Y SOCIALES
(CIEETS)
Facultad Evangélica de Estudios Teológicos
(FEET)
Managua, Nicaragua
Licenciatura en Teología
Trabajo; Cap.2 Un estilo pastoral latinoamericano
Nombre: Álvaro José Blandino
Hay una misión de Dios a lo largo de la historia, y como creemos en un Dios vivo,
reconocemos esa misión con faceta, estilos y énfasis cambiantes. Hay una tarea
que le corresponde a la iglesia de Jesucristo en aras de esa misión de Dios al
reconocerla, proclamarla, acompañarla y servirla. Y hay una tarea pastoral que
tiene como responsabilidad fundamental la habilitación de todo el pueblo de Dios
para el cumplimiento de su tarea. Por eso importante plantearnos la pregunta:
¿Cuál es el tiempo y la acción de Dios que se realizan hoy en nuestra A.L?
descubriendo ese actuar divino en la historia de nuestro pueblo, podamos
descubrir la misión de la iglesia que debe acompañar ese actuar. Y poder describir
las características de la labor pastoral que mejor habilitaran a la comunidad
eclesial para cumplir su responsabilidad. Por eso llamamos a esta conversación
“lectura profética”.
Podríamos tomar varias categorías. Una de ellas, sin duda la más importante, la
categoría del pobre o de los pobres. A lo largo de toda la biblia Dios tiene una
particular inclinación por el pobre, el desheredado, el sometido. En la biblia la
justicia es redención, es elevación, es liberación; es al pobre a quien se le promete
justicia, no porque el pobre sea más bueno que el rico, sino porque el pobre sufre
opresión que el Dios padre, el Dios redentor, no puede tolerar. Y busca por medio
de su justicia levantar al huérfano, a la viuda, al extranjero, al pobre, al
menesteroso, como objetos particulares de su atención. ”Bienaventurados los
pobres”, nos dirá la versión de Lucas de las bienaventuranzas. Y los profetas una
y otra vez nos describen a Dios como aquel que es la verdadera fortaleza del
pobre. Así Isaías en su cap. 25 nos dice: “porque fuiste fortaleza al pobre,
fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el
calor”. Si queremos comprender algo del actuar de Dios en nuestra A.L.
comencemos a mirar que está aconteciendo entre los pobres del continente.
Pero en lugar de conceptos (los pobres, los niños, la justicia), y para comprender
la situación de latinoamericanos, también podríamos tomar episodios bíblicos
como paradigmas de aproximación. Así, por ejemplo ¿Qué es la salida de
Abraham con los suyos, atreviéndose a cruzar el desierto en busca de una tierra
que se le promete? ¿es simplemente un movimiento de las tantas tribus semitas
que iban nómadas por el desierto en busca de mejores posibilidades para sus
rebaños y para ellos? ¿Cuál es la diferencia? y, ¿Por qué Abraham le pone un
nombre a esa búsqueda humana normal de mejores perspectivas de vida? Y le
llama invitación, convocatoria divina, llamado de Dios a una nueva posibilidad de
vida para su pueblo que a su vez sería una nueva posibilidad para la humanidad.”
Hare de ti una nación grande; te bendeciré, engrandeceré tu nombre y serás
bendición”. “La salida de Abraham con los suyos es un hecho puramente secular,
“o estas tribus están en buscas de mejores horizonte, o se deba a una epidemia
del ganado, o hay sequía, o hay presión de otros pueblos, o llegaron noticias de
mejores pastos, las razones y argumentos socioeconómicos del sociólogo podrían
ser las mencionadas, pero lo que no conocen los sociólogos, ni los historiadores,
lo conoce el hombre de fe.
La Biblia es un libro muy realista, donde hay que tener todo el panorama completo
antes de entusiasmarse. El paradigma del cautiverio babilónico y la carta de
Jeremías escrita a los cautivos, pareciera contradecir lo que venimos insinuando.
El cap. 29 de Jeremías tenemos esa carta que el profeta escribe a los cautivos, en
la que le da una serie de consejos que no son nada revolucionarios. En estos días
se le llamaría traidor, colaboracionista, etc. Les manda edificar casas, a plantar
huertos, a casarse y engendrar hijos e hijas y a multiplicarse, y a procurar la paz
de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová, porque en su
paz tendréis vosotros paz. Porque así a dicho Jehová de los ejércitos. Cuando en
babilonia se cumplan los setenta años yo os visitare y despertare sobre vosotros
mi buena palabra para haceros volver a este lugar. Porque yo se los pensamientos
que tengo acerca de vosotros, pensamientos de paz y no de mal para daros el fin
que esperáis.
Hay momentos en los cuales la paciencia es prueba de fidelidad. Y hay momentos
en los cuales la marcha, la salida, la búsqueda de la libertad es la acción que
corresponde. En la lectura de los tiempos latinoamericanos a nosotros nos parece
que nos encontramos ya en el cap. 40 de Isaías donde se nos dice “habla al
corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo ya se ha cumplido, que los
setenta años ya han pasados, que su pecado ha sido perdonado, que doble ha
recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados. y ahora preparad el camino
a Jehová, enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Porque se
manifestara la gloria de Jehová y toda carne juntamente le vera. Isaías está
diciendo: Dios se mueve, que el pueblo no se atreva a quedarse quieto. Hay
enemigos, pero ¿quiénes son si Dios es el que convoca? ¿Habrá sufrimiento?
claro que sí, pero Dios está presente con vara de juicio, con mano paterna para
cuidar de los que sufren, para los que esperan familia, de los que son débiles para
la marcha.
CAPÍTULO 4
Venimos tal cual somos y comenzamos a adorar, pues también se adora a través
de la alabanza. Ah pero aquí empieza la primera tentación. ¿Dónde va a estar el
diablo más presente sino precisamente en el momento del culto? ¿a cuál Dios
vamos a alabar?, al Dios al cual tenemos algo que agradecer, del cual podemos
decir, que ha hecho algo digno de agradecer, y que está haciendo algo; al Dios
que actúa, al Dios que está vivo, al Dios que está presente en la historia.
Vamos alabar al Dios que renueva la iglesia, al Dios que mantiene viva la vida de
la familia, al Dios que despierta a los humildes de nuestra comunidad en la cual
vivimos. En suma nuestra alabanza tiene que ser al Dios de la historia, al Cristo
que se humilla, al decir de Filipense 2, en medio de una historia de acción, al
Cristo que es revelación de Dios en la historia.
Para una iglesia que lee la historia latinoamericana, y ve en ella la mano de Dios
convocando a los pueblos a una nueva etapa de humanización, de libertad; para
una iglesia que quiere colaborar con el amanecer de ese nuevo día en los pueblos
latinoamericanos, la adoración es el momento en el cual se trae toda esa
expectativa, toda esa esperanza y toda esa preocupación para colocarla delante
de Dios. Es entonces cuando se contempla al Dios que se preocupa por la vida
humana y vemos la preocupación servicial de Dios, caemos de rodillas
confesando nuestros pecados.
Es interesante aquel ejemplo de Isaías cuando, perturbado por la muerte del rey,
el profeta va al templo a buscar consejo del Señor y el Señor le habla. Isaías tiene
clara conciencia de que él es el pecador, pero que junto con sus pecados están
presentes los pecados de todo el pueblo. “¡ay de mí que soy muerto”.¡ porque
siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de pueblos que tienen
labios inmundos, han visto mis ojos al rey Jehová de los ejércitos.” La confesión
de pecados no solo es la presencia de nuestros pecados personales, ni solo la
conciencia de nuestros fracasos, sino la intercesión por los pecados de toda la
comunidad, donde por acción u omisión, somos igualmente culpables.
La tesis que pretendemos defender es; Una teología que nos invite a descubrir la
acción de Dios en el hoy de A.L. y que nos invite a colocar la iglesia al servicio de
esa acción liberadora no implica el fin de la evangelización; muy por el contrario,
implica si el fin del proselitismo, el fin de todo lo que sea el mero adjuntar gente en
términos o con propósitos egoístas, en términos de una huida de la
responsabilidad que Dios nos encomienda en el mundo. Este planteamiento
significa, una preocupación por sumarnos todos a la humanizadora tarea de
explicarle a la sociedad de A.L. cuál es la meta de sus afanes, cual es la
humanización ultima hacia la cual Dios nos invita. No termina el crecimiento de la
comunidad eclesial si comprendemos a esta comunidad como el cuerpo de los
servidores de Jesucristo que están a su servicio, que están entregando su vida, y
no como aquella comunidad que se aísla del mundo para gozar de una situación
privilegiada y de esta manera traiciona implícita y explícitamente el evangelio.
Las iglesias deben ofrecer otra imagen a la comunidad secular he incorporar los
problemas nacionales, las necesidades de la comunidad y no dar por sentada la
situación imperante sin aprovechar la oportunidad para cuestionarla desde el
evangelio.
Conclusión.
CAPITULO 6
Las reflexiones que hemos hecho en estos días sobre el enfoque del trabajo
pastoral latinoamericano al problema del individuo, de la persona concreta que se
sienta en los bancos de nuestras iglesias. Hemos hablado de liberación,
revolución, humanización.
Recordemos que quienes están en la iglesia son precisamente los que están
también en el mundo y que el hombre que hoy concurre a nuestra iglesia, lo sepa
o no, viene condicionado, por todo eso que llamamos proceso revolucionario de
nuestra situación latinoamericana, que vienen a nosotros con preguntas que
surgen en un contexto de ebullición, de fermento, de inseguridad.
Aun las mismas preguntas religiosas, ético-personales, vienen teñidas con otro
contenido y contexto social. Anteriormente reflexionaba sobre el tema “relaciones
entre padre e hijos políticos” era uno de los grandes temas que llegaban a la
consulta pastoral. Hoy si tuviéramos que escribir los temas serian, “como vivir con
la permanente inseguridad de nuestra ciudad”, “como vivir con el miedo a la
muerte”, “como convivir con aquellos que discrepan ideológicamente con
nosotros”. “como entender el deber cristiano de obedecer la ley y al mismo tiempo
proclamar y reclamar la justicia”. Hay una problemática que nos envuelve, nos
atrapa y se nos hace difícil mantenernos neutrales. Helder Gamara, el arzobispo
de Olin y Recife de Brasil dice: “en mi trabajo de animar a gente subdesarrollada
que vive en condiciones infrahumanas. Estos seres tienen que encontrar en el
evangelio razones para vivir”
Es decir, el hombre común, el que pareciera, cuando le hablamos de liberación y
revolución, estar muy lejos del campo de lucha en el cual se toma decisiones
importantes, es, sin embargo, una persona teñida, marcada, influida por todo lo
que está aconteciendo en el continente. En nuestro cuidado pastoral lo primero
que se requiere de nosotros, sin duda alguna, es que comprendamos al hombre
en su contexto, que veamos como las circunstancias de la vida de la comunidad lo
condicionan y determinan. El hombre que viene a nosotros o el que vamos a
buscar para conversar está viviendo por presión o reacción a los miedos que
imperan en la comunidad, está viviendo por acción o reacción en relación con los
grandes temas que se discuten y se luchan en la comunidad. La dificultad para el
que cree venir con un problema de relación con su esposo, esposa o el hijo, es
descubrir cuáles son las verdaderas razones sociales que le están llevando a vivir
esa crisis que incluso puede asumir característica de crisis religiosa.
Es decir, hay una tarea de iluminación del entendimiento para poder ver los
acontecimientos de la vida personal, familiar y comunitaria a la luz del gran plan
liberador de Dios. Y hay una segunda tarea de ayudar a cada persona a ver la
gama de posibilidades que están a su disposición, para que luego pueda hacer
una opción inteligente y relacionada con sus posibilidades de edad, salud,
conocimiento, etc.
En cuarto lugar, llega el momento en que tenemos que guardar silencio para
respetar la decisión que asumen las personas que vienen a la consulta pastoral.
Es a ellos a quienes le corresponde hacer una opción y a nosotros respetarla. No
podríamos, en nombre de la eficacia en la acción liberadora, comenzar por
llevarnos por delante la conciencia de los miembros de la iglesia y esclavizarlos a
una acción aparentemente eficaz pero que en el camino no está preparando a
esas personas para que cuando les aparezca el caudillo, más o menos
carismático, puedan seguir actuando en función de una personalidad que se
ejercita en la toma de decisiones. Debemos recordar a nuestros miembros que a
la luz de nuestra fe contamos con los recursos de un Dios que teje aun los
fracasos humanos para alcanzar el cumplimiento de su voluntad.
En el refrán popular se dice que mientras hay esperanza hay vida. Mientras hay
una posibilidad de soñar y un mañana nuevo para construir, hay vida genuina
digna de ser vivida.
En resumen diríamos que no hay nadie que sea tan humilde o tan insignificante en
nuestra congregación que no esté influido por el caldo de cultivo de la convulsión
social en la cual nos encontramos en A.L. hasta “el ultimo” se encontrara influido
por determinadas acciones económicas, pues los precios suben y eso le afecta;
por las invitaciones de los diversos sectores ideológicos, o por alguna otra razón,
pero de una u otra manera el miembro que llega a la iglesia no viene con una
problemática estrictamente religiosa; viene una persona hija de su tiempo y como
tal debemos considerarla. No hay nadie que sea tan humilde o tan insignificante,
que no pueda influir en cambiar las coordenadas históricas de su propia vida y
contribuir también a cambiar en alguna medida, mayor o menor, la situación global
de su sociedad. “de la boca de los pequeños y de los que maman fundaste la
sabiduría”. “Te alabo padre porque escondiste estas cosas a los sabios y a los
entendidos y las revelaste a estos pequeños”.
La oración no debe ser; un escape, sino la forma importante inteligente de
sumarnos al movimiento del espíritu de Dios en pro de la liberación. De esta
manera nos sumamos a la fuerza espiritual que Dios libera sobre la humanidad
como bendición, colocando como meta, grande o pequeña, delante de nosotros,
diferentes posibilidades de acción que nos están esperando. Siendo protagonista
con Dios del mensaje y en una aventura de liberación para este mundo.
Incluyendo el mundo de doña Juana, de don Pepe y de Arturito sin olvidar el
mundo de nuestro prójimo.
CAPITULO 7
Puede ser una táctica, política, para poder tener acceso a las masas unidas de la
iglesia, acompañada de otra dimensión personal, una razón más profunda, en
medio de la incertidumbre de nuestro continente, en medio de la caída de tantos
valores que se creían fijos, se busca y se desea tener la compañía de una persona
que tenga convicciones profundas, que pueda trasmitir seguridad, la búsqueda no
será siempre para tratar temas religiosos, pero al relacionarse con los niveles
sindicales o políticos, descubre, para su sorpresa que hay un interés de escuchar
al pastor en función de las convicciones que se supone él tiene. Es decir, tácticas
estrategas políticos hay muchos, pero personas que estén pensando en
dimensiones más profundas, que puedan considerar al otro no como una
herramienta para la lucha política sino como un ser humano con problemas,
sueños fracasos y esperanza no hay tantas. Entonces se presenta una
oportunidad para la acción pastoral que no buscamos sino que esta provista por el
mundo.
Debemos recordar que todo lo que es servicio debe estar pensado y realizado a la
luz de la lectura histórica y el reconocimiento del Kairos liberador de Dios.
Digamos, primero, que en todos los campos de la vida humana hay siempre una
dimensión de profundidad, de humildad, de humanidad a descubrir, a mantener y
alentar. La presencia pastoral en el campo político debe mantenerse con el
reconocimiento de esta dimensión.es una dimensión personalizante, que toma al
otro como político, sino que integra lo político a un hombre que tiene sus propias
tentaciones, sus propias debilidades, sus propios sueños, sus propias ansias. Por
lo general el campo político es el campo de la pretensión, de la apariencia. El
pastor debe estar atento, a las preocupaciones que el político no se atreve a
formular en público, para no demostrar debilidad y se niegan el derecho afrentarla
con normalidad.
Sera nuestra exigencia que el hombre tenga plena libertad para buscar una
respuesta a los enigmas de su destino personal, lo que hará posible exigir de la
comunidad secular que sea pluralista, abierta a multiforme posiciones ideológicas
y filosóficas a partir de las cuales podamos unirnos en un proyecto de comunidad.
Pero es fundamental que haya una generación de teólogos capaces de
embarcarse en este proceso y decidido a usar las herramientas que puedan
proveer otras ciencias humanas y otras tendencias ideológicas sin perder de vista
contribución del evangelio y que la comunidad precisa si es que va crear un tipo
de sociedad más humana.
En cuarto lugar, hay una presencia simbólica, una presencia casi sacramental del
pastor en la acción sindical o en la acción política. Cuando el pastor o el sacerdote
son reconocidos como tales, y se les invita a una asamblea sindical o una
asamblea de vecinos de un barrio no invita a Juan Pérez, invitan a una imagen
que trasciende a una persona. Esto podría ser tema de investigación para los
sociólogos. Pero debemos reconocer que en el plano de la comunicación de
masas las imágenes juegan un papel importante. Entonces, la imagen de una
presencia pastoral trasmite en determinados momentos la convicción de que el
pastor está apoyando la línea general de alguna circunstancia. Este apoyo se
mide por todo un halo de fuerzas moral y espiritual que se cree encarnado en
nosotros, el cual significa un apoyo que levanta el ánimo, que sostiene y fortalece
a la gente.