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CARTA A QUIEN ME LASTIMO….

Me hiciste daño, mucho daño. En la naturaleza no existe la justicia para el sufrimiento. Pero
hoy me he dado cuenta que de alguna forma tengo que sacar de dentro de mí el profundo
pesar que siento y eso es lo que voy a hacer.

Desconfío del rencor porque no es un buen amigo, por eso no lo quiero conmigo. Además el
rencor nos lleva a sentir miedo y es precisamente lo que necesito que desaparezca. No es que
te tema, es que tengo miedo a revivir mi sufrimiento y a volver a caer en el mismo error.

Por eso he decidido que tengo que afrontarlo, ponerme frente a frente a tu persona y a todo lo
que tú significas; sea en mi mente o no, y hacerme valer. Si reduzco este miedo conseguiré
reducir todos los demás.

La realidad es que hoy me pregunté si podía hacer algo valioso, entonces decidí escribir esto.

Esta carta no es por ti, es por mí, porque necesito liberar de mi espalda tu carga. Me he
parado a pensar que no quiero nada más negativo en mi vida y me he dado cuenta de que ahí
estás tú y todo lo que significaste para mí.

Hay cosas de nuestro pasado que cargamos para toda la vida si no nos deshacemos de ellas
y por esa razón hoy TE DEJO IR… Hoy elijo ser mi prioridad: hoy elijo ser feliz

Hoy elijo atenderme un poco más, cuidar de ese jardín interior que crece en mí para ser feliz,
para no caer en egoísmos ajenos, para que mis días no tengan más momentos oscuros. y la
vida, me traiga la alegría de vivir, de sentirme ¡VIVO!

Nadie debe llamarte egoísta por decir “no” cuando lo necesita, por buscar oxígeno y libertad
en instantes de presión, por cortar vínculos cuando las personas te hacen daño. Nadie tiene
poder sobre ti salvo uno mismo, porque todos venimos solos a este mundo y nos vamos de la
misma manera… Así que… ¿Por qué no empezar ya a ser feliz y a ofrecer mi felicidad a
quien verdaderamente desea compartirla conmigo? ….

Elegir ser feliz es el primer salto que me acercará sin duda a mi objetivo: porque quien elige
decide, porque quien da el primer paso a través de sus pensamientos acabará
materializándolo en su realidad, en su vida diaria.

Hay personas que nos hacen perder ese equilibrio interior: nos alejan de nuestros valores,
vulneran nuestra integridad, nos quitan las energías, nos manipulan con sus ironías, con sus
exigencias o nos someten a un cariño habitado solo por espinas y tu… tu fuiste una de esas
personas. Pero… ya no más!

A partir de este momento rodeare mi vida con personas auténticas, que me permitan ser yo
mismo. Limitare el trato y desactivare cualquier influencia que perturbe mi tranquilidad, o dañe
mi autoestima. ¡Seré mi mayor prioridad!

Me he percatado de que reflexionar sobre ti es el mayor acto de amor y de valentía que


puedo llevar a cabo en estos momentos. Hoy puedo decir que me estás haciendo un favor
porque ahora más que nunca me quiero y sé que no quiero hacer de mi cuerpo la tumba de mi
alma, que puedo afrontar todo lo que hay en mi interior. HOY no tengo miedo a vivir porque
todo consiste en reaprender a hacerlo. Cuándo se toca fondo no hay mas alternativas que
arañar las paredes del pozo y subir, secarse las alas y volar, pero no como mariposa de flor
en flor. Volar como un águila, volar BIEN ALTO.
Me he convencido que para ser feliz hay que hacer un viaje interior para sanar muchas
heridas y carencias del ayer. Una vez cubiertas, satisfechas y liberados los miedos es
momento de abrir los ojos y el corazón y creer en ello, creer en que de verdad merecemos
ser felices. No importa cuánto dolor haya pasado, pero ahora se que cada cosa que nos
sucede tiene su tiempo y su ritmo, y que al final todo pasa, todo llega y todo cambia.
Todos hemos anhelado en algún momento que las agujas del reloj corriesen más o que
las hojas del calendario se desplegasen con premura. Sin embargo, con el paso del
tiempo nos obligamos a reflexionar sobre la trascendencia de lo que nos ocurre y de lo
que queremos hacer que suceda.

Lo cierto es que aunque todo pasa, siempre habrá algo que permanecerá sobre aquello que
ha sucedido. Casi siempre los aprendizajes de las circunstancias que nos toca vivir impregnan
parte de lo que podemos llamar esencia.

“Nunca es tarde para decir yo me equivoqué.” Yo te quería y confiaba en ti, ¿sabes? En


realidad no pedía nada extraordinario … PERO … no debí permitir que me dañaras. No voy a
olvidar nunca lo insoportable de ese dolor, ni lo mucho que me ha enseñado. Al fin y al cabo
te tengo que dar las gracias por algo: He aprendido que no puedes darle a alguien algo
que no quiere recibir. Te permitiste el lujo de dejármelo demasiado claro; tanto como lo
importante que es saber lo que es malo en tu vida y te está consumiendo.

Como alguien dijo alguna vez el verdadero odio es el desinterés, y el asesinato perfecto
es el olvido. No pienso arrojar una piedra hacia arriba, pues lo más probable es que caiga en
mi cabeza. El error no es tuyo, fue mío por no darme cuenta. Equivocarse, es totalmente
humano , comprendí que el mundo en el que vivimos nos exige estar a la altura de relaciones
que están continuamente pidiendo nuestra atención, por lo que es mucho más complicado
mantenerlas y conservarlas.

Dicen que sangrar no duele, que es placentero, que es como si te disolvieras en aceite y
respiraras muy hondo. Lo mismo pasa con el dolor en el alma, de alguna forma te anestesia y
no eres consciente de lo que está suponiendo para ti hasta que UN DÍA, te das cuenta que no
debes seguir provocándote tan descabellado dolor.

AHORA estoy cogiendo el mando y haciéndome con el timón porque he llegado a tiempo de ir
más allá y superar lo que tú provocaste en mí.

NO He de negar que detrás de mi coraje existe una gran tristeza, una infinita humillación y una
delicada decepción. Me hiciste sentir que caminaba por encima de un volcán mientras mi vida
pendía de un hilo… por lo que decido a soltar el lastre que supone cargar con lo que tú
ocasionaste en mi interior.

Necesito muy poco para estar bien, es por eso que tuve que sacar de dentro de mí todo
este dolor. A partir de hoy no te guardo rencor ni ira ni rabia, no quiero cosas
innecesarias en mi corazón. Toda experiencia dolorosa encierra dentro una gran semilla
de crecimiento y liberación. Gracias a ti aprendí que Cuando mantienes tu resentimiento
hacia otra persona, estás amarrado a esa persona o a esa situación, por un vínculo emocional
que es más fuerte que el acero. …..Perdonar es la única forma de disolver ese vínculo y
lograr la libertad

POR ESO Y MÁS… ¡YO TE PERDONO!…


A decir verdad es como dijo Sabina; “Para decir con Dios, a los dos nos sobran los
motivos”

Quizás nunca te envíe esta carta. ¡YA NI VALE LA PENA!…..Pero ME BASTA con saber
que la leí YO….

Nota:

Querido yo, sé que mereces que te trate mejor y es algo que voy a hacer a partir de
ahora, dejaré de auto-compadecerte, de decirte que no puedes o que no lo mereces…
Querido yo, hoy te voy a retar a

¡Ser feliz!

¡QUE ASÍ SEA!

30 Cosas que debemos dejar de hacer


Hay momentos en la vida en que sabemos que queremos cambiar, ir a algún lado, hacer algo
importante. Olvidar el pasado. Pero no sabemos cómo. Pues traigo buenas noticias: las 30
cosas que debes dejar de hacerte a ti mismo para poder lograr esas grandes cosas para las
que estás destinado.
No es una lista de cosas por hacer, son cosas que todos debemos dejar de hacer.
Necesitamos dejar espacio a las nuevas y mejores cosas de la vida.

1. Deja de pasar tiempo con las personas equivocadas.


La vida es muy corta como para gastarla junto a personas que succionan tu energía y
felicidad. Si alguien te quiere en su vida, harán espacio para ti, no deberías pelear por un
lugar. Nunca jamás insistas con alguien que te pasa por alto. Recuerda que los verdaderos
amigos no son necesariamente aquellos que se quedan contigo en los buenos tiempos, sino
los que permanecen en las peores situaciones.

2. Deja de huir de tus problemas.


¡Enfréntalos! No será fácil, nadie es capaz de salir ileso de todos los problemas. No siempre
se puede salir instantáneamente de un problema cuando se presenta, no estamos hechos
para eso. De hecho, lo normal es que sintamos tristeza, enojo, dolor, incertidumbre, derrota.
Este es el propósito de la vida: Enfrentar los problemas, aprender de ellos, adaptarse y,
finalmente, resolverlos con el paso del tiempo. Es lo que nos convierte y moldea a lo largo de
la vida.

3. Deja de mentirte.
Puedes mentirle a cualquiera en el mundo, pero no puedes mentirte a ti mismo. Nuestra vida
mejorará sólo cuando aprovechemos las oportunidades y la primera y más difícil es ser
realmente honestos con nosotros mismos.

4. No dejes tus propias necesidades para lo último.


La cosa más terrible es perderse a sí mismo mientras amas a alguien más, olvidándose de lo
especial que es uno mismo. Esto no significa que dejes de ayudar a otros, sino que debes
ayudarte a ti mismo también. Si existe un momento para seguir tu pasión y hacer algo que te
importa, ¡Ese momento es justo ahora!
5. Deja de intentar ser alguien que no eres.
Uno de los grandes retos de la vida es ser uno mismo en un mundo que quiere que todos
sean iguales. Siempre habrá alguien más listo, más guapo, más joven o más viejo, pero
NUNCA serán TÚ. Jamás cambies para agradar a las personas; sé tú mismo y las personas
correctas te amarán por ello.

6. Deja de aferrarte al pasado.


No puedes comenzar un nuevo capítulo en la vida si sigues leyendo y releyendo el anterior.

7. Deja de tenerle miedo a los errores.


Hacer algo y equivocarse es, al menos, diez veces más productivo que no hacer nada. Cada
éxito trae una historia de fracasos detrás y cada error es un paso más cerca de la victoria. Uno
termina arrepintiéndose de las cosas que no hizo más que de las cosas que hizo.

8. Deja de culparte por errores pasados.


Quizá amamos a la persona equivocada y lloramos por errores cometidos, pero no importa
cuántas cosas hemos hecho mal, algo es seguro: los errores nos ayudan a encontrar a la
persona y a las cosas correctas para nosotros. Todos cometemos errores, tenemos problemas
e incluso nos arrepentimos de cosas de nuestro pasado. Pero tú no eres tus errores, no eres
tus problemas y estás aquí y AHORA con el poder de moldear tus días y tu futuro. Cada cosa
que te ha pasado en la vida te está preparando para algo que aún está por venir.

9. Deja de intentar comprar la felicidad.


Muchas de las cosas que deseamos son caras. Pero la verdad es que las cosas que en
verdad nos satisfacen son totalmente gratis: el amor, las carcajadas y trabajar en nuestras
pasiones.

10. Deja de buscar la felicidad exclusivamente en otros.


Si no eres feliz con quien eres por dentro, no serás feliz en una relación de largo plazo con
cualquier otra persona. Primero tienes que crear estabilidad en tu propia vida, antes de que
puedas compartir la vida con alguien más.

11. Deja de ser pasivo.


No pienses demasiado las cosas o crearás un problema que ni siquiera estaba ahí en primer
lugar. Evalúa las situaciones y toma acciones decisivas. No puedes cambiar cuando te
rehúsas a confrontar las cosas, el progreso implica riesgo, ¡Punto! No puedes llegar a
segunda base si tienes un pie en la primera.
12. Deja de creer que no estás listo.
Nadie se siente 100% preparado cuando una oportunidad se presenta. Es porque las
oportunidades en la vida nos empujan fuera de nuestras zonas de confort, lo que significa que
nunca nos sentiremos completamente cómodos en un principio.

13. Deja de envolverte en relaciones por las razones equivocadas.


Las relaciones deben ser escogidas sabiamente. “Mejor sola que mal acompañada”, decía mi
abuelita. No hay necesidad de apresurarse, si algo debe ser lo será a su debido tiempo, con la
persona adecuada y el momento debido. Enamórate cuando estés listo, no cuando te sientas
solo.

14. Deja de evitar nuevas relaciones sólo porque las pasadas no funcionaron.
En tu vida te darás cuenta de que hay un propósito para cada persona que conozcas. Algunas
personas te pondrán a prueba, otras te enseñarán grandes lecciones, pero lo más importante
es que algunas sacarán lo mejor de ti.
15. Deja de competir contra todos.
No te preocupes si a otros les va mejor que a ti, concéntrate en romper tus propios récords
cada día. El éxito es una batalla entre tú y tú mismo, sólo eso.

16. Deja de lado los celos.


Los celos son el arte de contar las bendiciones ajenas en vez de las propias. Pregúntate esto:
“¿Qué es lo que tengo yo que todos los demás quieren?”

17. Deja de quejarte y de sentir pena de ti mismo.


La vida tiene sus altibajos por una razón: para moldear tu camino en la dirección correcta para
ti. Puede que no veas o entiendas todo en el momento en que sucede, eso puede ser muy
duro. Pero recuerda los momentos difíciles que ya has pasado: Casi siempre nos llevan a
mejores lugares, personas, estados mentales o situaciones, eventualmente. ¡Así que sonríe!
Deja que todos sepan que hoy eres mucho más fuerte que ayer, y así continuarás.

18. Deja de guardar resentimiento.


No vivas tu vida con odio en el corazón. Terminarás lastimándote a ti mismo más de lo que las
personas que odias podrían. El perdón no es sólo decir: “Está bien lo que me hiciste”, es
poder decir: “No voy a dejar que lo que me hiciste arruine mi felicidad para siempre”. El perdón
es la respuesta, déjalo ir, encuentra la paz, ¡Libérate! Y recuerda, el perdón no es sólo para
las demás personas, también es para ti mismo. Si debes, perdónate a ti mismo, supéralo e
intenta hacerlo mejor la siguiente ocasión.

19. Deja de permitir que otros te bajen a su nivel.


Niégate rotundamente a rebajar tus estándares para adaptarte a quienes se niegan a elevar
los suyos.

20. Deja de desperdiciar el tiempo explicando tus razones a los demás.


Tus amigos no lo necesitan y tus enemigos ni siquiera lo creerán. Sólo haz lo que tu corazón
te dice que es correcto.

21. Deja de hacer las mismas cosas una y otra vez sin tomarte un descanso.
El tiempo perfecto para tomarte una pausa es justo cuando no tienes tiempo para ello. Si
continúas haciendo lo mismo, seguirás obteniendo los mismos resultados. Hay veces que
necesitamos un descanso para ver las cosas más claramente.

22. Deja de pasar por alto la belleza de los pequeños momentos.


Disfruta de las cosas pequeñas porque un día mirarás atrás y descubrirás que eran, en
realidad, las cosas más grandes. La mejor parte de tu vida serán las cosas pequeñas,
momentos innumerables que invertiste sonriendo a quien te interesa de verdad.

23. Deja de intentar que las cosas sean perfectas.


El mundo real no recompensa a los perfeccionistas, recompensa a las personas que hacen las
cosas en tiempo y forma.

24. Deja de seguir el camino más fácil.


La vida no es fácil, especialmente cuando planeas realizarte en algo que vale la pena. No
tomes la alternativa más fácil siempre, haz cosas extraordinarias.
25. Deja de actuar como si todo estuviera bien cuando no lo está.
Está bien quebrarse de vez en cuando, no tienes que pretender ser fuerte, no hay necesidad
de probarle a nadie que todo está perfectamente todo el tiempo. No debería preocuparte lo
que los demás piensan. Llora si lo necesitas, es saludable dejar fluir esas lágrimas. Cuanto
más pronto lo hagas, más pronto serás capaz de sonreír de nuevo, sonreír de verdad.

26. Deja de culpar a los demás de tus problemas.


La capacidad de alcanzar tus sueños depende de tu capacidad de hacerte responsable de tu
vida. Cuando culpas a los demás de lo que te pasa, estás rechazando esta responsabilidad:
Le das poder a otros sobre una parte de tu vida.

27. Deja de hacerlo todo por todos.


Eso es imposible, y solamente terminarás exhausto. Pero hacer sonreír a una persona, a esa
persona especial sí puede cambiar el mundo. Quizá no el mundo entero, pero sí una parte de
él: enfocarse es el secreto.

28. Deja de preocuparte demasiado.


Preocuparse no le quita problemas al día de mañana, le quita felicidad al día de hoy. Una
manera de saber si vale la pena preocuparse es plantearse la siguiente pregunta: “¿Importará
esto dentro de un año? ¿Tres años? ¿Dentro de cinco años?” Si la respuesta es negativa,
entonces no vale la pena darle más vueltas al asunto.

29. Deja de enfocarte en lo que no quieres que suceda.


Mejor, enfócate en lo que sí quieres que pase. Pensar positivo es el preámbulo al éxito
rotundo. Si despiertas cada mañana con el pensamiento de que algo maravilloso sucederá
ese día y pones suficiente atención, descubrirás que estabas en lo correcto.

30. Deja de ser ingrato.


No importa lo bien o lo mal que te ha ido, levántate de la cama agradecido por tener vida. Hay
quienes, en algún lugar, luchan por ella desesperadamente. En lugar de pensar en lo que te
hace falta, intenta pensar en lo que tienes y que a muchos les hace falta.

No dejes que nadie te haga creer que no


mereces lo que deseas
-Frida Khalo- dijo:

¡Tú mereces lo mejor de lo mejor!, porque eres una de las pocas personas de este
mísero mundo que siguen siendo honestas consigo mismas”

En esta ocasión no te vamos a mostrar imágenes, ni vídeos. Solo quiero que te


concentres en todo lo que voy a decirte, relajate y solamente escucha mientras haces
cualquier otra cosa. Incluso puedes poner pausa o guardar este video-Audio para
escucharlo en otro momento.

Lo que sí puedo asegurarte que todo lo que te voy a decir aquí Yo Lo he hecho. Vivo sin
miedo y he perdido la vergüenza, ahora ya no temo decirle a alguien que en su metro
cuadrado puede hacer lo que quiera, pero en el mío No, en el mío exijo respeto. Digo
“no” sin tapujos a quien me trae tempestades en días despejados y digo “sí” a mi vida,
a mis antojos y por supuesto, a mi dignidad.

No dejes que nadie te haga creer que no mereces lo que deseas… debemos dejar a un
lado lo que sentimos para recordar lo que merecemos.

Haz oídos sordos al “tú no sabes”, “tú no mereces” o “tú no puedes”. El primer paso
del crecimiento personal es la liberación de todo aquello que vulnera y que cercena,
porque si tú sabes lo que eres y lo que vales, debes hacer lo posible por alcanzar
aquello que sí mereces: la felicidad.

En la millonaria industria del crecimiento personal se bordea siempre a través de los cursos de
coaching, de los libros y las conferencias, en ese complejo océano que supone el logro de la
felicidad. No obstante, a veces, acabamos desesperados. Nos preguntamos si esa búsqueda
por el equilibrio, la calma y el logro no será más que un Santo Grial, algo totalmente
inalcanzable.

Podríamos decir sin equivocarnos que no existe una teoría acertada sobre la felicidad. En
realidad, existen muchas. Lo único que hay que hacer es coger ingredientes de todas ellas
para crear nuestra propia fórmula en base a esas complejidades y necesidades que nos
definen, sin olvidarnos, eso sí, incluir un aditivo más: la valentía.

Porque aquello que mereces está más allá de las fronteras del miedo. Más allá de los
vetos de quienes ponen hilos a las fisuras de tus inseguridades. Quítales poder y empieza a
modificar tus estilos cognitivos para tomar las riendas de estos mares convulsos que nos
alejan de nuestras islas de calma. De nuestra auténticas identidades.

Te proponemos ahondar con nosotros en estas cuestiones.

Cuando olvidas aquello que mereces y te vuelves invisible

A veces ocurre. Ocurre que nos volvemos invisibles, que nuestra voz se convierte en el
eco de otras voces o que nuestras necesidades y deseos, desaparecen para mutar en otros
nuevos que encajan mejor en las expectativas ajenas. No sabemos muy bien cómo ha
empezado todo, pero lo que sí percibimos es el dolor al respirar y la corriente fría de esa
autoestima tan raída, tan maltratada.

Podríamos echarle la culpa a nuestra familia, tan tóxica y egoísta. Podríamos también
responsabilizar de nuestra infelicidad a esa relación afectiva tan caótica y dolorosa. Sin
embargo, y aunque suene duro, la responsabilidad es solo nuestra. No es el entorno quien
nos genera ansiedad es el modo en que nos vinculamos a dichos escenarios, a dichas
personas hasta el punto de volvernos invisibles, de volvernos cautivos del miedo.

Hay que tomar conciencia, debemos dejar a un lado lo que sentimos para recordar lo que
merecemos. Algo así solo se consigue siendo plenamente responsables de nosotros mismos.
Los pensamientos rumiantes y la indecisión nos hacen caer en los abismos del miedo hasta el
punto de permitir que sean otros quienes decidan por nosotros. Otros quienes nos dicten qué
mereces y qué no.

No lo permitas: viste armaduras que tengan tu talla, calza suelas más fuertes y camina por un
nuevo sendero vital habitado por la responsabilidad personal y la determinación. Mereces
aquello que deseas.

Quitar poder a quien te roba libertades

Nadie debe hacerte creer que no mereces lo que deseas. Esta idea es algo que debe
cuidarse sobre todo durante la infancia. Si ya desde niños nos habitúan a la cansina canción
de “eso no es para ti” o “tú no vas a poder con aquello”, las profecías autocumplidas
determinarán toda nuestra vida, porque claudicaremos, porque dejaremos de luchar por
nuestros sueños. Nos habrán robado las alas antes de tiempo.

Es necesario que quitemos poder a quienes osan vetar nuestras libertades. Nadie tiene
derecho a pisotearnos emocionalmente, a lanzar sus torpedos catastrofistas o a
etiquetarnos de débiles o perdedores. Pon el filtro de la sabiduría en tus oídos y la coraza
del “egoísmo sano” en tu corazón y empieza a recordar lo que de verdad mereces.

Te explicamos cómo.

Estrategias para alcanzar aquello que de verdad mereces

En primer lugar ten en cuenta que no solo tú mereces ser feliz. Los demás también tienen
derecho, pero ellos pueden hacerlo a su manera, como bien deseen y les plaza. Nosotros lo
haremos a nuestro modo pero sin hacer daño.

 Estamos seguros de que a lo largo de tu vida has hecho muchos, muchísimos sacrificios
por los demás. Ahora bien, recuérdate a partir de hoy algo esencial: para convivir no hay
que sacrificar siempre y cada día. Convivir implica construir, y si lo que has estado
haciendo hasta ahora es perder, es momento de empezar a ganar.

 Vamos a practicar ahora lo que se conoce como “egoísmo sano”. Este arte implica
dejar de llevar a cabo la abnegación para conciliar el respeto ajeno con los deseos y las
necesidades personales.

 Ser un “egoísta respetuoso” no es fácil, en especial, porque a muchos nos han educado
en la idea de que hay que complacer al prójimo, de que el buen hijo hace feliz a la
familia y a la buena pareja lo deja todo por el ser amado.

 Ahora bien, nada ni nadie puede ni debe estar por encima de tus derechos vitales.
Porque si los demás te arrastran hacia las corrientes del ninguneo, del cero a la izquierda
y del “tú no sabes”, “tú no mereces”, te estarán intentando hacer vulnerable y controlable.

No lo permitas, pon distancia si es necesario y simplemente, respira.

Lo que mereces, deseas y necesitas está más allá de esos entornos en que eres invisible y
donde tu voz no cuenta. Porque recuerda, toda tu persona cuenta, todo tu ser es hermoso,
valiente y capaz de lograr aquello que tenga en mente.

No lo olvides: El ingrediente más importante para ser feliz eres tú mismo. Aprende a decir “sí”
sin miedo y “no” sin culpa.

Autoafirmarnos sin agredir es una actitud y un comportamiento que no todo el mundo sabe
llevar a cabo. En ocasiones, se llega a confundir el orgullo con el egoísmo o la reafirmación de
uno mismo con la imposición de los propios valores. Ahora bien, decir “sí” sin miedo y “no” sin
culpa es mucho más que un necesitado ejercicio de higiene mental y supervivencia.

Visto como quiero, voy y vengo cuando lo deseo, escucho, respeto y opino. Hace tiempo que
aprendí a vivir sin miedo, a decir “no” sin sentir culpa y a decir “sí” cuando así lo siento, porque
aunque mi corazón tenga una puerta para quien desee entrar, también hay otra para quien
quiera salir.

En nuestro día a día nos encontramos a menudo con el mismo tipo de personas. Por una
parte están las que desean quedar bien con todo el mundo y siempre tienen un “sí” abnegado
y devoto en los labios. En el lado opuesto, están los más enervados. Los de “nadie tiene
derecho a decirme qué debo hacer” o “yo no te debo nada así que apártate de mi camino”.

Los extremos nunca son buenos, porque la clave de la supervivencia respetuosa y sabia está
en ese centro donde autoafirmarnos sin agredir y sin llegar a ser tan permeables como para
diluirnos en dictados ajenos con tal de complacer. De encajar.

Decir “sí” sin miedo: la validación como persona

Cuando somos niños, nadie nos enseña qué es eso llamado autoestima. Dependiendo de
nuestra crianza y de las experiencias que tengamos a lo largo de nuestra infancia y
adolescencia, desarrollaremos un “sucedáneo” de la misma para ir sobreviviendo más o
menos.

Ahora bien, las auténticas pruebas de fuego van llegando con el tiempo. Son instantes
complejos para los cuales nadie nos ha preparado, momentos en que poner a prueba nuestros
miedos, nuestras indefensiones o valentías para adaptarnos a este mundo tremendamente
complejo. Ahí donde ni los egos inflados ni los egos raquíticos van a ser funcionales ni
aún menos felices..

Decir “sí” sin miedo pero con respeto a cada una de nuestras aspiraciones y necesidades es
una necesidad vital. A muchos, por ejemplo, nos educan sin saberlo en la “ley del desgaste
personal”: en esa complacencia externa donde buscar la aprobación frecuente de los
demás, para validarnos así como personas. Nuestra dignidad, en estos casos, queda
encerrada en los sótanos del temor y la más pura indecisión.

Asimismo, también es común callar y ahogar deseos y voluntades por temor a ser
sancionados o peor aún, ser rechazados por quienes nos rodean al ver la decepción en sus
rostros. Poco a poco y en caso de no reaccionar, acabamos invalidándonos a nosotros
mismos, quitándonos la legitimidad para tener voz, para respirar y sencillamente, ser
personas capaces de decir “sí” cuando la vida les invita a vivir.

Decir “no” sin culpa, vivir siendo congruentes

Aceptarse a uno mismo, lejos de lo que muchos digan, no debería llevarnos toda la
vida. La autoaceptación, como la autoestima debería ser un deporte obligatorio que practicar
desde la infancia. Debería ser esa religión sanadora a la vez que liberadora donde poder creer
en nosotros mismos, y a la vez, en nuestras capacidades para respetarnos y respetar a los
demás.

Porque vivir sin miedo a decir “si” y sin cargos de conciencia por decir “no” es vivir siendo
congruentes, es sobrevivir en cada ámbito de nuestra existencia confiriendo un respeto
auténtico y pleno para la propia autoestima y para quienes nos envuelven.
Te proponemos que tengas en cuenta las siguientes dimensiones para aprender a decir “no”
cada vez que lo necesites sin ningún cargo de conciencia.

Cómo ser asertivos sin tener cargos de conciencia

Autoafirmarnos sin agredir es un arte que debemos llevar a cabo con sucinta elegancia
pero con afinada precisión. Nada de lo que digamos debe llevar a equívocos, cada palabra
debe definirnos y dar forma a nuestras necesidades, nuestros derechos vitales y nuestros
límites infranqueables.

 Decir “no” cuando los demás esperaban un “sí” de ti no es un acto de traición. Es


autoafirmarte en tu postura para que los demás puedan actuar en consecuencia
conociéndote mejor como persona.

 Dar un “no” a tiempo salva vidas y en especial la tuya. Te salva de situaciones que te
hubieran colocado el yugo de la infelicidad, de los grilletes de las imposiciones egoístas y
de esos sufrimientos de los que todos debemos defendernos.

 El “no” debe darse a tiempo, sin miedo y sin vergüenza alguna. Quien te quiera lo
aceptará con respeto y de hecho, ni siquiera se sorprenderá, porque te conoce. Ahora
bien, quien oponga resistencia a tu negativa o se sienta traicionado, solo tiene dos
opciones, aceptarte o salir por la puerta trasera de tu corazón.

En conclusión, se trata solo de practicar la autenticidad y ese sentido de supervivencia donde


por fin, caen los velos y todas las vergüenzas. Porque la felicidad se encuentra más allá de
la línea del miedo, esa que debemos sobrepasar con valentía, con la cabeza bien alta, los
ojos abiertos y el corazón alegre.

NO NECESITO DEMOSTRAR NADA A NADIE…

Soy esa persona que ya no necesita demostrar nada a nadie. Hace tiempo que me cansé de
complacer, de dar explicaciones a oídos sordos, de mover montañas por quien ni tan solo me
cedía su respeto. Soy todo lo que ves: franqueza, entereza, valentía y dignidad.

Estas ideas resumirían muy bien aquello que conocemos como realización personal. Son
pequeños desafíos cotidianos que sortear para, finalmente, deshacernos de todas esas “capas
de cebolla” que nos han ido alejando no solo de nuestra felicidad, sino también de las
oportunidades por alcanzar un logro determinado. Una meta.

Estoy en esa etapa de la vida en que para ofenderme, debes importarme, en que ya no doy
explicaciones a quien tiene tapados los oídos y el corazón. Soy una persona sin máscaras y
de alma humilde que ya no necesita demostrar nada a nadie.

Son muchas las personas que cada día luchan por esa realización personal, en ocasiones, tan
compleja de conseguir. Hechos como la brecha salarial, la discriminación laboral o incluso el
tener que hacer frente a frases como “tú no puedes, tú no sabes, tú no debes” de familiares o
parejas hace que tengan que librar una doble batalla. La exterior y esa más íntima, más
profunda y necesaria: la emocional, la psicológica…
El amor debe “validarse” a diario, no hay duda, pero en ocasiones, caemos en situaciones
donde el cariño se convierte casi en una extorsión. Obviamente, puede ocurrir para ambos
géneros por igual, pero es más común que sea la mujer la que está obligada a demostrar que
es capaz de hacerlo todo por el cónyuge, de dejar a un lado sus necesidades y deseos por
cumplir las expectativas ajenas.

Hemos de ser buenos hijos con nuestros padres, con nuestra familia, aunque ésta nos haya
fallado un día sí y otro también cada vez que dábamos un paso o proyectábamos un sueño. Al
poco, ellos le daban un punto final con el “eso no es para ti”. Hemos complacido durante
mucho tiempo y hasta dibujado sonrisas cuando lo que sentíamos era,
sencillamente, desesperación.

A pesar de todo, siempre llega un día en que más que abrir los ojos, encendemos por fin esa
luz interna que conecta directamente con nuestras emociones para decir “basta”. Es entonces
cuando nos damos cuenta de que la única persona a la que hemos de demostrar algo, no es a
los demás, sino a nosotros mismos.

Porque cuando somos capaces de conectar con nuestras necesidades, el mundo empieza a
girar al son de otra música más relajante, más hermosa.

Cuando nos reencontremos con nosotros mismos tras estas épocas de complejidad personal,
ya no seremos la misma persona. Ya no serás esa niña con la mirada cuajada de sueños que
dibujaba sus iniciales en el firmamento. Ni serás tampoco ese adolescente que ansiaba un
amor romántico donde darlo todo a cambio de nada. Tampoco serás esa joven que confunde
ser feliz con hacer felices a los demás.

Yo soy todo lo que ves, sin magia ni artificios. Si no te gusto, es lo que hay. No vivo para
complacer a los demás.

Cuando te hayas encontrado a ti mismo, te darás cuenta de todas las cosas que te sobraban,
de los artificios, del ruido mental, y de todas esas relaciones caducas que arrancaban plumas
a tus alas. Ahora bien, para ser esa persona que ya no necesita demostrar a nadie de todo lo
que es capaz, es necesario que pongamos en práctica estas dimensiones.

Claves para la realización personal

Algo que todos tenemos claro es que no podemos ser “personas completas” manteniéndonos
al margen de los demás. Cada uno de nosotros tememos compromisos de carácter social y
emocional muy importantes: trabajos, parejas, familia. ¿Es posible aspirar a esa realización
personal con todas estas esferas?
La realización personal se inscribe precisamente en la necesidad de que todas nuestras
esferas, la laboral, la afectiva y personal nos ofrezcan la máxima plenitud y
equilibrio. Necesitamos armonía.

Si nos vemos cada día en la obligación de demostrar ciertas cosas, para ser “validados” como
personas en cada uno de nuestros contextos, es que algo no va bien.

El que se pongan siempre en duda nuestras capacidades en el trabajo o que nuestra pareja
nos pida, por ejemplo, que nos quedemos en casa para demostrarle “cuánto le queremos”,
son aspectos que acabarán vulnerando por completo nuestra autoestima.

Hemos de entender además, que antes de demostrar cualquier cosa a nadie, hemos de
demostrárnoslo a nosotros mismos. No busques la complacencia o la aprobación en los
demás o de lo contrario, serán otros quienes se alcen como jueces y verdugos, como
artesanos de un camino que tú mismo debes construirte.

La eterna necesidad demostrar algo que no somos o de buscar la complacencia ajena, es


poco más que una forma de lenta tortura que puede no terminar nunca. No lo permitas, sé
siempre tú y no negocies tu integridad a costa de la pérdida de felicidad.

Si vas a aferrarte a algo, que sea a tus sueños y no a personas. Di no a ese apego insano
que corta las alas y conjuga el amor con chantajes. Sé valiente y deja ir lo que es caduco, lo
que no funciona para atender las necesidades de tu corazón, ahí donde se inscriben nuestros
anhelos, esos para los cuales, siguen pasando nuevos trenes cada día.

Decía Honoré de Balzac que ante una crisis personal el corazón se rompe o se curte. Todos,
de algún modo, hemos vivido esos instantes de complejidad personal, en los cuales, al tener
que renunciar a algo o alguien y percibirnos casi al borde del abismo, tomamos de pronto
plena conciencia de nosotros mismos y de nuestras auténticas necesidades.

Aferrarse a algo, en ocasiones, hace más daño que soltarse. Porque a veces, lo que nos
aferra lo hace con tanta fuerza que deja marcas y heridas profundas, hasta el punto de
quitarnos el aire, la vida, los sueños…

Resulta curioso pensar como, de algún modo, todos estamos casi obligados a “morir” varias
veces para después renacer. Las crisis y los cambios siempre nos producen miedo, porque
nos predisponen a tener que desapegarnos de muchas cosas para cancelar así una etapa de
nuestras vidas y empezar otras con el corazón ya bien curtido.
En cada cambio y en cada uno de esos ciclos que iniciamos, siempre debe estar inscrito un
propósito, un sueño que alcanzar para auto-realizarnos un poco más. Te invitamos a
reflexionar sobre ello.

La necesidad de aferrarte a tus sueños y propósitos

Si existe un libro que defiende por encima de todo la necesidad de aferrarnos a nuestros
sueños y ser capaces de luchar por ellos, es “La última lección” de Randy Pausch. En
realidad, es una obra autobiográfica del propio autor, un célebre profesor de informático que
colaboraba con la factoría Disney, y quien escribió este libro una vez le diagnosticaron un
cáncer de páncreas terminal.

Con “La última lección” quiso dar un especie de testamento intelectual donde transmitir a los
lectores una necesidad esencial: la de alcanzar nuestro sueños de infancia. Esos que, de
algún modo, llegamos a enterrar con nuestras obligaciones de adulto y con esa necesidad por
aferrarnos a cosas o personas que en lugar de permitirnos crecer, nos “empequeñecen”.

Las páginas del libro del profesor Paush destilan una vitalidad inspiradora y casi mágica,
transmitida a su vez por alguien que, a pesar de asumir su propio final, es capaz de darnos
estrategias con las cuales, edificar esas escaleras personales que nos permitirán alcanzar
nuestros sueños. Serían las siguientes.

Cómo alcanzar tus sueños de infancia

Las grandes metas que pudimos tener de niños las vemos ahora como tremendas
ingenuidades. Ahora bien, es muy posible que tras este razonamiento, en realidad, esté el
miedo.

 No importa la envergadura de esos sueños de infancia, lo que importa tu actitud


ante ellos. De ahí, que Randy Pausch hablara de la necesidad de disponer de una
familia, de unos padres que actuaran siempre como facilitadores y no como vetadores de
sueños.

 Deja de aferrarte a lo que piensen otros sobre tus sueños o anhelos. Ellos no son tú,
no viven en tu mente ni sus cuerpos laten con tu corazón. Atiende tu voz interior y sigue
pensando como un niño al que nunca robaron su inocencia: confía, explora, sueña…

 El tercer consejo que nos dejó en su libro “La última lección”, es la necesidad de ser
pacientes y humildes. Alcanzar los sueños depende al fin y al cabo de un 10% de
inspiración y un 90% de transpiración. Es decir, hay que luchar por aquello que
deseamos.

Los cambios, traen la oportunidad de alcanzar los sueños, siempre que lleguen a tiempo.
Unos padres respetuosos e inspiradores, unos amigos excepcionales, un buen trabajo o una
pareja capaz de ofrecernos ese amor que nos permite crecer personal y emocionalmente, son
sin duda maravillosos mecanismos para dar forma a muchos de nuestros sueños.

Ahora bien, por curioso que parezca, son los instantes de crisis cuando surgen los cambios
más profundos, a la vez que las mejores oportunidades. Es por ello, que a menudo, se diga
aquello de que todo lo rígido, inalterable, previsible y hasta obsesivo, merma por completo
nuestra creatividad y nuestro sentido de oportunidad. Son zonas de control estables y
tremendamente especializadas donde jamás nos retamos a nosotros mismos.

Deja de aferrarte pues a lo monótono y a quien te quiere previsible, dócil, sumiso. Huye de
quien te obliga a postergar tus sueños mediante razonamientos como “no es el momento”,
“mejor otro día”, o “eso ahora no te conviene”. No lo permitas, recuerda tus sueños de infancia
y propicia el cambio. Porque a veces, en esa crisis personal aparece el milagro del
aprendizaje y la oportunidad de reinventarte para alcanzar tus sueños…

¡Que así sea! De Albertlennon para ti

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