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Reseñas y ensayos historiográficos

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Frédérique Langue
El laberinto de las Constituciones.
Sobre Rafael Arráiz Lucca, Las
constituciones de Venezuela
(1811-1999), Caracas, Editorial Alfa,
2012, 157 p.
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Frédérique Langue, « El laberinto de las Constituciones. Sobre Rafael Arráiz Lucca, Las constituciones de Venezuela
(1811-1999), Caracas, Editorial Alfa, 2012, 157 p. », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], Reseñas y
ensayos historiográficos, Puesto en línea el 28 noviembre 2012, consultado el 18 diciembre 2012. URL : http://
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El laberinto de las Constituciones. Sobre Rafael Arráiz Lucca, Las constituciones de Vene (...) 2

Frédérique Langue

El laberinto de las Constituciones. Sobre


Rafael Arráiz Lucca, Las constituciones de
Venezuela (1811-1999), Caracas, Editorial
Alfa, 2012, 157 p.
1 Alabadas o vilipendiadas, “bolivarianas” o “bichas”, las constituciones venezolanas recogen
momentos de tensión histórica entre dos tradiciones expresadas comúnmente por medio de dos
conceptos antagónicos: federalismo y centralismo. Estos nos remiten en efecto a dos formas
de ejercitar el poder, involucrando al mundo civil y respetando el principio de alternabilidad
en el poder en el primer caso, abogando por el culto a la personalidad y un “personalismo
político” asentado en le principio de reelección y el poder vitalicio en el segundo, avatar
de una gesta bolivariana de cuño militarista. En este apretado análisis de las 26 cartas
magnas sancionadas desde la fundación de la República de Venezuela, Rafael Arráiz Lucca
le propone al lector no sólo un compendio de lo más completo y accesible — a diferencia
de la profusa literatura jurídico-institucional orientada más bien hacia especialistas del tema
constitucional — sino una interpretación matizada de las mismas, de manera que pueda
entender tanto las prácticas constitucionales más difundidas y aceptadas como las derivaciones
extremadas a que dieron lugar. Se adentra en el “laberinto de las constituciones”, expresión
sin embargo de la “vocación democrática venezolana”. No deja de recordar, con un propósito
divulgativo obvio, el contexto tanto de su elaboración (Asamblea Constituyente, Congreso
electo) como de su aplicación. Incorpora al efecto variables tan diversas como el “espíritu
del texto constitucional” (federalista/centralista), el sistema electoral, la duración del mandato
presidencial y las oportunidades de reelección brindadas por el texto constitucional, y la
organización político-territorial.
2 Destaca en este sentido el papel de la Constitución de 1811 y sus antecedentes (los sucesos de
Bayona, el 19 de abril de 1810 y las primeras elecciones, el primer acta de Independencia de
América española del 5 de julio de 1811, acta redactada por Juan Germán Roscio y Francisco
Isnardi, aunque acto fundacional más que carta magna en el sentido estricto de la palabra)
por su espíritu federal y, por el contrario, la de 1819 (de Angostura), decididamente adversa
al federalismo. En adelante, los vaivenes entre los dos principios rectores de la vida política
nacional aparecerán como una constante de la vida republicana del siglo XIX. La constitución
paecista de 1830 se caracteriza en cambio por la búsqueda de consenso, antes de que el texto
de 1858, adoptado también en Valencia, consagre el voto directo. Con la Carta Magna de 1867
firmada en Caracas se afirma de nuevo el Estado federal, mientras la de 1893 tiende a restaurar
el espíritu democrático apagado durante el gobierno del “Ilustre Americano” y especialmente
a raíz de la promulgación de las constituciones guzmancistas (1874 y 1881).
3 Insiste en el hecho de que la impronta personalista de los gobiernos de Castro y Gómez
— siete fueron las reformas a la Constitución nacional de 1904 aprobadas durante el régimen
del Benemérito, fundamentalmente a favor del Poder Ejecutivo —  postergó hasta 1947 y
sobre todo 1961 (Punto Fijo) la incorporación de cambios sustanciales: elecciones universales,
directas y secretas —en 1947 se eliminaron las elecciones indirectas para el acceso a cargos
de elección popular—, voto de las mujeres quienes, por primera vez, se incorporan en la vida
política nacional, y mandato de cinco años sin reelección (1947). La constitución intermedia de
1953, promulgada durante la dictadura de Pérez Jiménez, mantuvo en ese aspecto la limitación
del mandato presidencial y el principio de no reelección inmediata, inspirándose en parte de la
Constitución de 1936 en lo que respecta a los derechos de los ciudadanos. Asimismo cambió
la denominación de Estados Unidos de Venezuela por la de República de Venezuela (herencia
de 1864 y del federalismo triunfante). La Constitución de 1961 — la de mayor duración en
la historia del país —  proclamó asimismo la democracia representativa, retomando varios

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principios plasmados en la del 1947, con períodos presidenciales quinquenales, por elección
directa y autorizando la reelección a los diez años después de haber dejado el cargo. El autor
señala que esta “disposición nefasta para la democracia venezolana” tuvo como consecuencia
un ambiente de campaña electoral permanente, impidiendo además la renovación del liderazgo
político, tanto a nivel de los partidos como a nivel del Ejecutivo nacional.
4 Adoptada después de convocarse una Asamblea nacional constituyente (por votación nominal
y con base a la representación proporcional de las ”minorías” entre otras disposiciones que
no poco favorecieron a los diputados oficialistas) y luego un referéndum, la Constitución
Bolivariana de 1999 consagra sin embargo una voluntad descentralizadora a favor de las
regiones a la par que acabó con la bicameralidad del Parlamento —se creó una Asamblea
Nacional única — y abogó por una democracia participativa que respaldaron dos nuevos
poderes: el Ciudadano y el Electoral. El período presidencial se fijó en seis años con la
posibilidad de reelección inmediata, mientras el mandato de los diputados, también con
posibilidad de doble reelección, se fijó en cinco. Hay que notar que Venezuela es el único país
de América Latina en contemplar la reelección indefinida y con períodos de seis años (otros
ejemplos similares fuera del continente latinoamericano serían Francia y Chipre).
5 En las consideraciones finales, no deja de plantear la relación que se da, dentro de las distintas
oleadas que se distinguen en la vida republicana del continente — entre el número de Cartas
Magnas de un país — el “furor constitucional” — y su estabilidad política, estableciendo una
relación directa entre las revueltas políticas y el número de constituciones (casos de Venezuela
y Ecuador), en todo caso con la voluntad de renovación de los sistemas políticos. Ahora
bien, y a la inversa, recuerda que una aparente estabilidad constitucional puede resultar del
establecimiento de una dictadura militar (caso de Paraguay), en todo caso de un régimen
autoritario disfrazado de “democracia electoral”. Un listado de las Cartas Magnas y de los
períodos presidenciales cumplidos, de los cambios de denominaciones de las provincias
y Estados, junto a anexos documentales y a una serie de acuciosas observaciones acerca
del debate sobre reelección o mejor dicho no-reelección tal como lo sentenció el “padre
de la democracia venezolana” Rómulo Betancourt, defensor de la alternabilidad política y
rotundamente opuesto a la personalización del poder, completan esta síntesis magistral y
comparada a la vez (de acuerdo con las reflexiones finales que se ubican a escala continental)
del espíritu de las Cartas Magnas criollas, de la actuación de sus promotores, de sus fases y
logros en términos de gobernabilidad democrática o de sus derivas personalistas a través del
tiempo.
6 Dentro del análisis de la coyuntura actual y como complementos a esta obra de referencia, no
podemos sino mencionar dos libros recientes publicados por la misma y dinámica editorial,
con un enfoque algo distinto ya que versan sobre problemáticas relacionadas con ciencias
políticas o comunicación, siendo el primero ¿Por qué vota la gente?, de Luis Salamanca,
acercamiento a la cultura política venezolana a través de su “democracia electoral”, y
el segundo Hugo Chávez: la presidencia mediática, de Andrés Cañizález, análisis de la
personalización experimentada por la comunicación política y de la exacerbación mediática
del “culto” a la personalidad de un líder único en perjuicio de la pluralidad democrática,
ambos de 2012, año que quedará en los anales de la historia política del país con la reelección
precisamente del Presidente Chávez.

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Frédérique Langue, « El laberinto de las Constituciones. Sobre Rafael Arráiz Lucca, Las
constituciones de Venezuela (1811-1999), Caracas, Editorial Alfa, 2012, 157 p. », Nuevo Mundo
Mundos Nuevos [En línea], Reseñas y ensayos historiográficos, Puesto en línea el 28 noviembre 2012,
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Mots clés : Venezuela, histoire politique, constitutions, système politique, élections,


fédéralisme, centralisme, militarisme, personnalisme
Keywords :  Venezuela, political history, constitution, political system, elections,
federalism, centralism, militarism, personalism
Palabras claves :  Venezuela, historia política, constituciones, sistema político,
elecciones, federalismo, centralismo, militarismo, personalismo

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