You are on page 1of 9

Periodismo y crítica de cine en la era digital

Módulo 2

Texto principal:
“Cómo nos adaptamos los críticos y periodistas de
cine a los nuevos tiempos”

Por Diego Batlle

En el módulo anterior analizamos los principales cambios


que están afectando al sector del cine y, por lo tanto,
también a nuestra profesión. Ante este nuevo contexto…

Los periodistas… ¿Cómo nos posicionamos? ¿Qué


debemos tener en cuenta?

Como no vivimos en una burbuja, los tiempos también han


cambiado para nosotros, los periodistas y críticos. Como
contaba en uno de los textos introductorios, comencé en “la
era del papel” (a esta altura, casi como la de Cromagnon),
una época en la que teníamos el “monopolio” del saber,
una influencia y un poder que nadie podía (o se atrevía) a
cuestionar ¿Quién publicaba antes que el crítico de un
diario la reseña de una película? Un cronista de radio no
era competencia y en la TV los espacios siempre
estuvieron limitados a unos segundos en los noticieros.
Eramos, por lo tanto, verdaderas “eminencias”, teníamos la
“palabra santa”. Los distribuidores nos temían. Hoy, todo
eso murió. Y creo que está bien que haya sido así.

Sigo trabajando en un medio masivo como La Nación,


pero hay decenas, cientos, miles de sitios y blogs que
“cuestionan” nuestro lugar, que publican antes y mejor sus
reseñas, que son más dinámicos, descontracturados y
versátiles, que tienen una visión multimediática del
periodismo, que son tan o más influyentes que nosotros
entre, por ejemplo, los adolescentes que hoy están durante
horas en Twitter o en Facebook, pero que jamás leen los
diarios.

También se ha modificado por completo la “agenda”. Antes,


estaba dictaminada por los premios de un gran festival, por
el Oscar o por los estrenos comerciales de los jueves. Hoy,
cada medio puede armar su propio esquema. Por
supuesto, no se puede soslayar desde lo periodístico el
lanzamiento de Avatar, la llegada de un film de Woody
Allen como Medianoche en París o los premios de la
francesa El artista, pero ¿tiene sentido esperar el
lanzamiento en DVD de un título cuando el mismo está
disponible en la red desde hace 6 meses o más? Ejemplos
como éste hay miles (vean si no el tema de las series, que
se ven en Cuevana mucho antes que en HBO, si es que
alguien está suscripto a HBO).

Entonces, lo que tenemos que plantearnos como


periodistas, como editores de un medio (o, por qué no,
como simples cinéfilos) es cómo preparar, diseñar y
presentar nuestra oferta, qué cubrir, en qué tiempo, en qué
formato, cómo presentarlo, cómo diferenciarnos de tantos
otros bloggers o twitteros que pululan por el ciberespacio.

Segmentación y sinergia

El objetivo de todo periodista / comunicador es generar su


propia noticia, pero los contactos y la capacidad de trabajo
o hasta de creatividad de cada uno de nosotros es limitada.
No soy de esos periodistas que llaman todo el tiempo a sus
“fuentes” (léase productores, artistas, agentes de prensa)
para buscar información. No es mi estilo, aunque muchos
colegas lo hacen y eso les da material “propio”. De todas
maneras, cuando hablo de manera informal (o sea, sin
estar entrevistándolo) con alguien del negocio “huelo” una
posible noticia. Lo mismo cuando leo algo en otro medio
que no está lo suficientemente desarrollado. A veces, con
enviar un simple mail a un conocido alcanza para conseguir
en pocos minutos los datos necesarios para desarrollar una
buena nota. Ya ampliaremos este tema en su debido
momento.

Decía que los tiempos han cambiado también para


nosotros, sobre todo por el desarrollo que han alcanzado
las redes sociales. Si uno lee los diarios encontrará
informaciones que fueron “lanzadas” en Twitter uno o dos
días antes. No es cuestión de entrar en una carrera “loca”.
No pasa nada si uno twittea algo una hora después que la
“competencia” o publica a la tarde en su sitio una
información que “ocurrió” a la mañana.

Pero conviene preguntarnos: ¿Tiene sentido publicar todo?


¿Hay que hacerlo rápido aun a costa de que el material no
tenga vuelo o contenga errores? ¿Podemos agregarle
datos propios, darle un marco, proponer un mínimo análisis
como para no repetir como loros lo mismo que ya han
dicho/escrito decenas de otros medios? Yo creo que hay
que definir el perfil de lo que uno quiere y busca, darle a
cada noticia la dimensión exacta, no dejarse llevar por el
vértigo, no sumar un caos mayor a la confusión general
que se crea en las redes sociales (sigo con Twitter, porque
me parece el ejemplo perfecto de esta inmediatez casi
esquizofrénica).

Pongamos un ejemplo: estamos cubriendo un festival. Uno


no puede seguir toda la programación ni tiene el tiempo
suficiente de escribir sobre todo lo que ha visto. En este
sentido, es interesante plantear diferentes niveles de
cobertura según los medios disponibles:

1- Compartir (casi) de inmediato en Twitter y/o en


Facebook cosas de color, informaciones “urgentes”
(un premio), curiosidades divertidas, quejas por
problemas organizativos, cambios de horarios en una
función (dar un “servicio” a nuestros seguidores), las
primeras impresiones personales sobre un film que
acabamos de ver, subir una foto tomada en un pasillo
a algún artista, una declaración interesante escuchada
en una conferencia de prensa, etc.

2- Más tarde, ya con un mayor grado de elaboración,


escribir una reseña de una película o un diario
personal de la jornada vivida o una crónica de una
charla para el blog o sitio que tengamos.

3- También podemos armar una galería de fotos en el


blog o en Facebook, o subir un video tomado por
nosotros en YouTube (que previamente podemos
editar usando los muy sencillos programas al alcance
de todos).

4- Luego de unos días, uno ya puede iniciar algún tipo de


análisis sobre determinada sección, sobre la calidad
de la selección.

5- Ya terminado el festival, se puede plantear un balance


general, pensar las tendencias más salientes, elaborar
algún ensayo sobre el estado del cine de acuerdo a
ciertos parámetros o cánones que se consolidaron
durante la muestra, etc.

Por supuesto, hay muchos más ejemplos, etapas,


perspectivas y encuadramientos posibles. La idea aquí es
que podamos pensar, sentir, discernir a la hora de toparnos
con semejante avalancha de información, de imágenes, de
estímulos que uno enfrenta cada día, durante 10 jornadas,
en un festival de cine.

La idea -planteada de forma casi brutal- sería no twittear


algo que se pretenda un análisis ni dejar para el análisis
algo que podría ser twitteado en 140 caracteres. Hay un
tiempo, un espacio, una dimensión, una extensión y un
estilo de escritura para cada hecho periodístico.

Es cuestión nuestra, por lo tanto, saber cómo lidiar con


semejante profusión de propuestas periodísticas, encontrar
las herramientas más convincentes para su análisis, y
luego para compartirlas (“venderlas”, como se dice en la
jerga) de la mejor y más atractiva manera posible.

Desafíos y oportunidades

Ante este nuevo panorama, ¿cómo lo aprovechamos los


periodistas?

En un principio, la creación de un sitio web aparecía como


una gran oportunidad para un periodista que quería iniciar
un negocio en Internet. Yo mismo, por ejemplo, concebí
OtrosCines.com hace cinco años con la idea de ir
apartándome progresivamente de mi lugar de empleado de
los grandes medios.

Hoy, si bien OtrosCines.com está instalado como un


ámbito de referencia, lo concreto es que también es un
“dinosaurio” en medio de este cambiante panorama.
Incluso los blogs, que hasta hace no mucho eran los
principales ámbitos de expresión de miles de colegas, hoy
están bastante en decadencia (como siempre, los que
están bien escritos, los que tienen información u opinión de
primera mano, alcanzan una influencia notable).
Para bien o para mal, el interés de la gente se va
orientando hacia las redes sociales y nosotros, como
periodistas, bloggers, geeks o simples cinéfilos, no
podemos ni debemos soslayar esa tendencia.

Uno puede crear cosas por fuera de Facebook, de Twitter,


de Linkedin o de YouTube, pero no debería olvidarse de
que mucha gente se pasa el día dentro de las redes
sociales y, por lo tanto, hay que “buscarla” allí. Si uno no
piensa en productos directamente para esas redes, al
menos hay que informar allí que lo que nosotros creamos
en otro ámbito existe. Un link a tiempo en Twitter o
Facebook puede orientar un buen caudal de público hacia
nuestro blog.

En concreto: la gente cada vez navega menos por 10, 15 o


20 sitios como lo hacía antes. Está mucho tiempo en
Twitter y/o Facebook, y en el mejor de los casos, está
dispuesta a cliquear en el link que nosotros le ofrezcamos
si la propuesta le resulta tentadora.

Por lo tanto, debemos lograr que la mayor cantidad posible


de usuarios de redes sociales nos siga, nos considere una
fuente confiable de información o de opinión, que se
habitúe a “dialogar” con nosotros, que cliquee en nuestros
links, que recomiendo nuestros posteos o tweets.

Para mucho, conseguir una cantidad considerable de


seguidores es una cuestión de egos (tener 1.000, 10.000 o
100.000 followers sería algo así como una dimensión del
status, de la popularidad, de la credibilidad de nuestro lugar
en el mundo.

Lo concreto es que el 90% o más de la gente que está en


Facebook lo hace para interactuar con sus amigos y una
proporción bastante similar tiene muy pocos seguidores en
Twitter. Para ellos, no hay miedo al ridículo, no hay
cuestiones de poder o de influencia.

Nosotros debemos plantearnos el tema desde un ángulo,


desde una perspectiva diferente. Por supuesto, cada uno
es libre de tener una cuenta o una página personal para
contar intimidades o para establecer relaciones, pero es
difícil que eso le interese a miles de personas, salvo que
uno sea una estrella de televisión.

Por lo tanto, lo que tenemos que hacer es diferenciar


nuestra parte privada de nuestro costado público. O
potenciarlos de una manera que sea atractiva. Uno puede
posicionarse como un informador confiable (ese sería, por
ejemplo, mi caso), como un gran polemista, como un
ingenioso cultor de la ironía y esas facetas suelen atraer a
distintos segmentos de lectores.

¿Para qué sirve tener seguidores en términos


profesionales?, se preguntarán con razón usteds a esta
altura. Para dos cosas: para concretar negocios o para
potenciar productos que generan negocios fuera de las
redes sociales.

Cada vez más, las empresas están orientando sus recursos


e inversiones (sus campañas) hacia las redes sociales. Y
buscan “sintonizar” con gente que es referente en esos
ámbitos. Hoy, son muchos los periodistas (sobre todo, del
ámbito deportivo, pero también de otros rubros) que
facturan decenas de miles de pesos por mes por participar
de negocios en Twitter (la red más activa en este terreno).

Por supuesto, todo este movimiento conlleva un riesgo. Si


uno participa con su nombre de una campaña de Fibertel,
Nokia o Adidas y no lo hace de manera explícita, es muy
probable que una parte importante de sus followers se
sienta traicionada, indignada. Por eso, varios líderes de
opinión han decidido dividir claramente sus cuentas: una
para opinión personal y otra para negocios (volviendo al
caso de Varsky: @jpvarsky y @varskysports).

Uno no debería desentenderse de las redes sociales (allí


uno interactúa con otros colegas, consigue información de
primera mano, opina sobre los temas candentes), pero
tampoco debería limitarse a estar allí, al menos que quiera
convertirse en un periodista-de-140-caracteres.

En un mundo que tiende hacia la velocidad, hacia lo


efímero (¿cuánto dura un tweet? ¿unos segundos? ¿unos
minutos?), la opinión calificada, la capacidad de análisis, la
astucia para diferenciarse de la masa que hace “copy y
paste” en cientos de blogs, es algo importante y necesario.

¿Cómo me ubico?

Ante semejante oferta, ante tantos estímulos, ante tanta


“competencia”, ¿cómo me ubico? ¿Cómo me diferencio?
¿En qué me especializo?

En lo personal, siempre me consideré un periodista que


hace crítica (o un crítico con sentido periodístico). Siempre
intenté combinar ambas facetas. Con el tiempo, también
me convertí en pequeño empresario (una palabra que
genera rechazo, pero que es indispensable aceptar si uno
quiere armar su propio negocio). Además, me tuve que
interiorizar de cuestiones técnicas, tuve que adquirir
mínimos conocimientos para trabajar con imágenes, etc.

Invierto (para algunos “pierdo”) muchas horas de cada día


participando en las redes sociales, alimentando nuestro
canal en YouTube, pensando nuevas ideas para los sitios
y blogs o gestionando el aspecto comercial de mi pequeña
empresa.
Lo que en un principio era un camino previsible (ser un
crítico de un diario en papel) se convirtió en un trayecto
lleno de obstáculos, desafíos, complicaciones y
oportunidades. Uno tiene diez ideas que cree buenas, por
falta de tiempo, energía, dinero o convicción termina
motorizando tres, y sólo una llega a buen puerto. Así es la
dinámica de los medios hoy. Pero quizás ese único
proyecto exitoso sea lo suficientemente sólido como para
asegurarnos un digno ejercicio de nuestra profesión. No es
poca cosa.

De todo esto seguiremos hablando y profundizando en los


próximos dos módulos (el 3 estará dedicado a cómo
explotar y en lo posible comercializar las distintas
oportunidades que se nos presentan y el 4 tendrá un sesgo
más práctico, orientado a que ustedes también escriban un
texto que luego publicaremos en OtrosCines.com, si así lo
consideran). Mientras tanto, seguimos el ida y vuelta en el
foro de discusión y “en vivo” en el chat.

You might also like