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CAPÍTULO 24

PRAGMÁTICA y
DESCRIPCIÓN GRAMA nCAL

por GRACIELAREYES
University of Illinois at Chicago

1 La pragmática de ho:r

En estosúltimos años del siglo xx nos encontramos con dos tendenciasdiver-


gentes en lingüística, que podrían caracterizarse,grosso modo, como sigue. De un
lado, la lingüística que estudia el lenguaje como un sistemade conocimiento trans-
mitido genéticamente,exclusivo de la especiehumana;este sistemade conocimien-
to, instalado en el cerebro, se describe independientementede sus funciones comu-
nicativas y cognoscitivas, d,~la variedad de sus manifestacionesy de las convencio-
nessociales y matrices cultLLralesdentro de las cualessedesarrollanlas prácticas lin-
güísticas.El lenguajeobjeto de estateoría esuna estructuraautónoma,autocontenida,
claramente distinguible de otros conocinnentos y de otras actividades humanas.
La segundalingüística es la que se interesa por los principios segúnlos cuales
los hablantes usamos el lenguaje en los diferentes tipos de interacción social; esta
lingüística estudia la relaciéinentre lengua, cultura y pensamiento,y en especial las
relaciones entre la forma liJllgüística,nuestros patrones de conceptualización de la
experiencia y nuestroshábiltoscomunicativos. El objeto de esta teoría se encuentra
profundamente ligado a otros fenómenos sociales y culturales: el lenguaje no se es-
tudia en aislamiento, sino que se lo ve como parte de un conglomerado de conoci-
mientos y prácticas, de un I~ntomosocial y cultural. Se suele llamar contexto a la
parte pertinente de esteentoJmo,es decir, al conjunto de información pertinente exte-
rior al texto, tal como se prt:senta en cada situación de uso del lenguaje.
La lingüística del priml~rtipo, que podríamos llamar «autonomista»y cuyo má-
ximo exponentees la teoría ;~enerativachomskiana,estudia el conocimiento dellen-
guaje o «gramática», produl::tode una facultad innata, la facultad del lenguaje, ins-
crita en un módulo o subparte especializada de la mente. La construcción teórica
más importante de la lingüí:,tica autonomistaes la «gramática menta!», compuesta
por un conjunto de palabras y significados y un conjunto de reglas y patrones (y pa-
trones de patrones)para fonlIlar con esaspalabrasoraciones que tengan sentido.
434 INTRODUCCIÓNA LA LINGÜíSTICA ESPAÑOLA

La lingüística del segundotipo, que podría llamarse «contex~ualista»,analiza


prácticas lingüísticas, especialmentela estructura de la conversaciónespontánea,y
estudia principios y convencionesde uso, correlaciones entre el lenguaje y otras ins-
tituciones sociales,todo ello desdeuna perspectivaque puede ser cognoscitiva, so-
ciológica, antropológica, estilística, etnográfica, o gramatical.
La pragmática se encuentraen la segundatendencia o segundl 1ingüística, y en
esta et~pa..~e .su constituci.ón como disciplina se presenta ya como .n co.mplemen~o
de la lInguIStIca autonomIsta,ya como una nueva manera de estu lar cIertos feno-
menos, ya como una teoría más cercana a las ciencias sociales qu~ a la lingüística
descriptiva.
La pragmáticaestudia el lenguaje en suscontextos de uso, es 4ecir, estudia qué
significan las expresiones(:uando los hablantes las emplean en diferentes circuns-
tancias y con diferentes propósitos, estudia también qué acci ~ nes se realizan

mediante el lenguaje, y qué efectos produce el lenguaje en los hab antes y en la es-

tructura de la vida social. Sigue vigente, en la pragmática de fines e los noventa, la


tradición filosófica de Austin y Searle,' en la que se estudia elleng aje como acción ~
o forma de comportamiento. Pero el núcleo de la pragmática, en1 s últimos diez o
quince años,ha sido el establecimientode los principios segúnlos ualeslos signifi-
cados intentados por los hablantes son recuperadospor los oyente~,aunque dichos
significados no esténen las palabrasmismas, en lo dicho, sino en Ir callado o en lo
meramenteinsinuado.2 ,
Los hablantes, en efecto, no sólo descodifican los significadds literales de las
palabras,sino que infieren otros significados, e infieren abundantemente.Uno de los
presupuestosbásicos de la pragmática es que el lenguaje, fuera del uso, es poco es-
pecífico, sólo tiene significados vagose indeterminados,sobrelos cualeslos hablan-
tes construyen proposiciones de acuerdo con sus intenciones y con las circunstan-
cias. A estasproposicionessellega, con sorprendenterapidez y certidumbre, gracias
a una serie de movimientos inferenciales.
Una expresióncomo va a llove1; segúnen qué circunstanciasise utilice, y con
qué intenciones, podrá ser interpretada como una información sobre el mundo,
como un consejo para llevar paraguas,como una recomendaciónpara no ir al cam-
po, como una queja sobre el tiempo, como una excusapara no lavar el coche, etc. Al
interpretar los enunciados,los hablantes haceninferencias orientándose por su co-
nocimiento del contexto. Este contexto incluye muchos datos, tanto de índole gene-
ral como específica, sobre el mundo, sobre la situación, sobre la historia pasadade
los interlocutores, sobre las rutinas del uso del lenguaje, etc. A la pragmática le co-
rresponde describir el proceso por el cual los hablantes construyenproposiciones y
la~ inter~ambian en la conversación,l~grando (no siempre) com~fenderse,y, ade-
mas, hacIendo cosas con palabras, segunla famosa frase de AustIri.
La indeterminación de los signos lingüísticos se manifiesta en varios niveles.
Es más evidente en el nivel del léxico, no sólo porque cada palabra puede significar
muchas cosas,sino porque siempre es posible que, dados ciertos factores discursi-
vos, signifique otra cosa. El adjetivo frío puedeindicar temperaturasbastantedistin-

l. Véansel. R. Austin, Palabras y acciones, Paidós, Buenos Aires, 1971 (versión original de 1962) y lobn
R. Sear1e,Actos de habla, Cátedra, Madrid, 1980 (versión original de 1969).
2. Para una presentación breve de las teorías inferenciales puede verse Graciela Reyes,El abecéde la prag-
mática, Arco Libros, Madrid, 2." ed., 1996; se encontrará allí, también, la bibliografía correspondiente.
SINTAXIS 435
tas, o no indicar literalmente ninguna temperatura,como se ve en los ejemplos si-
guientes: la cerveza estáfría (acabo de sacarla del refrigerador); el café estáfrío
(se me ha enfriado mientras charlaba); cuando lo vi me quedéfría.
Los adjetivos inteligente, guapo, alto, temprano,azul... no significan lo mismo
para todo el mundo ni en todas las situaciones. Los diccionarios puedenregistrar,
hastacierto punto, los distintos significados de una palabra, o, más exactamente,sus
sentidosmás primitivos. P(~ronunca podránregistrar todos los significados. La posi-
bilidad que tiene cualquier palabra o expresiónde significar algo no previsto revela
la ambigüedadbásica del vocabulario. La expresión ah qué bien, emitida con exas-
peración o con ironía, indi.::auna gama de significados que poco tienen que ver con
el significado literal de dicha expresión. Incluso discursosenteros admiten interpre-
tacionescontradictorias: algo intentado (quizá) como un cumplido puederesultar un
insulto; una invitación a cenares y no es,o en todo casoes susceptiblede ser,una de-
claración de amistad o amor; cualquier comentario admite serinterpretado como un
reproche, cualquier pregunta como una impertinencia, y asíinfinitamente. Una bue-
na parte de nuestrasaflicci,onesdiarias se origina en cómo interpretamoslo que nos
dicen los demás, y las dificiultades se agudizan si hay diferencias culturales entre los
hablantes,es decir, si varían las manerasde realizar los actos de habla, si varían las
manerasde percibir el entorno y de evaluar las situaciones, y si varían los procedi-
mientos por los cuales los hablantesse presentana sí mismos como seressociales.
Como sabenbien los que tienen que usar lenguasextranjeras,para comunicarse con
éxito no basta con compartilruna gramática, hay que orientarsede manera similar en
las complejidades del mundo social.
La ambigüedad del lenguaje no impide la comunicación ni necesariamentela
hace más complicada; como explica Grice en un artículo clásico,3hay una lógica
propia de la conversación,principios que todos seguimosy que nos permitencomuni-
camos aun con silencios. La ambigüedades, también, uno de los factoresque hacen
posibles desdelos chistes y juegos lingüísticos hastalas obrasde arte dellenguaje.4
Si aceptamosque todos los significados lingüísticos son más o menosindeter-
minados, podemos preguntamos si es correcto, entonces, atribuir a las expresiones
lingüísticas significados constantesy específicos.De esto ya dudabaBloomfield en
1935,sy es un problema que se sigue discutiendo. En los análisis gramaticales de
orientación pragmática se asignaa las expresioneslingüísticas un valor básico o mí-
nimo, el que se considera codificado por los signos. Al ponerse en contacto con un
contexto que rebosa de informaciones, el valor codificado se amplía y precisa y se
parecemás a lo que podríarrlosllamar el «valor intentado»,es decir, lo que el hablante
quiere decir con determinadaexpresión,que es lo que interesaa la pragmática.
En las nuevascorrientes de análisis gramatical surgidas en estos últimos años
como continuación del trab;ajohecho por las gramáticasfuncionales, por la teoría de
la conversacióny por los análisis de orientación antropológica, seha sobrepasadola

3. Paul Grice, «Lógica y coD"ersación», en L. M. Valdés Villanueva, ed.,La búsquedadel significado, Tec-
nos, Madrid, 1991 (versión original de 1975).
4. Sobre esto puede verse Graciela Reyes, «Pragmática y literatura» (partes1 y 11),Textos,12, abril de 1997 y
13,juniode 1997.
5. L. Bloomfield, Language, )~ondres,Allen and Unwin, 1935,p. 145. Véase el análisis de este problema en
Peter Mattbeus, «Syntax, Semantics, Pragmatics», en F. R. Palmer, ed., Grammar and Meaning. Essaysin Honour o/
Sir John Lyons, Cambridge, Cambrid~e University Press, 1995,p. 58.
436 INTRODUCCIÓNA LA LINGÜíSTICA ESPAÑOLA

oposición entre decir y querer decir. Segúnestosnuevos análisis, el significado lin- lógica y s
güístico, y el de las c~structuras
gramaticalesque contribuyen a expresarlo, no es so- lenguaje.
lamente el resultado de la intención del hablante, sino que estárepartido entre ha- Ena
blante, oyente y situación, y es el resultado de un trabajo en el que colaboran todos plina son
los que participan en el coloquio. La gramática «interactiva», cuyas estructuras son llamado 1
consideradas sociales y provenientes de prácticas y métodos de comunicación y ido a para
cognición, no es autónoma y estásiempreconstituyéndoseen actosconcretos de uso acude al
del lenguaje: sus estructuras han sido parcialmente consolidadas por la práctica y mostrand
por las necesidadesde la comunicación, pero estánsiempre abiertas a reinterpreta- ral, si no
ciones y cambios exigidos por nuevosactosde comunicación.6De estemodo, la gra- como
mática consta de co.mportamientoslingüísticos consolidados y de otros comporta-
mientos más o menosnuevos,tramitados por los hablantesen cadaacto de palabra y
segúnlas necesidadesy característicasde la interacción. En el futuro, ningún análi-
sis gramatical que s.econsidere pragmático podrá ignorar estasnuevas tendencias, contiene
que ponen en primer plano la relación entre los actosde habla, la conversación y las te situad<
estructurasgramatil;ales} objeto (e
la expres
quier chi
Pragmática y gramática ticipante
pragmáti
Pesea las ideologías divergentesde la lingüística actual, el trabajo de los gra- Los
máticos, y especialmenteel de los sintactistas,es, básicamente,el mismo: analizar que suce
los datos lingüísticIJSpara reconstruir el sistema subyacentede regularidades que ne,por SI
llamamos gramática -más allá de cuál sea el origen de esasregularidades, y de la Pero es i
teoría que lo explique-. Los gr~áticos trabajan acumulando datos, como en los güístico!
tratadosdescriptivo'sclásicos, o partiendo de susintuiciones teóricas para desmenu- gunda p.
zar datos construidos por ellos mismos para los fines del análisis. En cualquier caso, verbales
los juegos combinatorios que analizan los sintactistasincluyen, necesariamente,da- Ningunc
tos semánticosy datos pragmáticos. Hoy en día, nadie discute que la gramática deba contextc
incluir en sus descripcionesdatos pragmáticos.
Pero estaconfluencia es relativamente nueva. En la teoría clásica de los actos
I Ad
como la
de habla enunciadapor Searle(op. cit. en n. 1) sepostula una correlación entre el va- «simpli1
lor ilocutivo y la estructura morfosintáctica del segmentolingüístico utilizado en el pletan, 5
acto de habla correspondiente:ciertos morfemas y construcciones sirven de indica- o much¡
dores de fuerza ilocutiva. En estemodelo, las reglas semánticasde los actos de habla posibili(
y las reglas gramaticalesse mantienenindependientes,constituyen dos dimensiones claros d,
de análisis bien diferenciadas. ficar adi
Los primeros .:ontactosentre descripción gramatical y pragmática surgieron de «y luegt
la necesidadde tral:aradecuadamentelos fenómenosgramaticalescuyo significado echaro1i
y funcionamiento clependendirectamentede la situación de habla. Estos fenómenos cactos, t
quedabanal margelflde lo que la lingüística considerabala organizaciónprimaria del biJidad
lenguaje, compuesta por los niveles fonológico, sintáctico y semántico. Entre los ellosiw
«residuos»figuran los aspectosesencialesde la deixis, la anáfora,la variación fono- bién m~
arriba)'
6. Véase Elinor (>cbs,Emanuel A. Scbegloff y SandraA. Tbompson, eds.,lnteraction and grammal; Cam-
bridge University Press, Studies in lnteractional Sociolinguistics, Cambridge, 1996. .
7. Sobre la relaci,Snentre actos de babla y conversación véaseJobn R. Searle y otros, (On) Searle on Conver-
sation, Jobn Benjamins, Pragmatics and Beyond New Series, Amsterdam, 1992. 8.

2.
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438 INTRODUCCIÓNA LA LINGÜíSTICA ESPAÑOLA

mos, es decir, no intenta presentar el lenguaje como un código autosuficiente, con


unos significados fijos y más o menos estables,que se puedenlistar. critos. La
tensfficar
blecer COl
3. Principios pragmáticos en la gramática: casosde coincidenciatemporal gramática
nes que tr~
ficticia y de grad,osde pertinencia informativa
un poco-
Las gramáticasdt~criptivas del español (y las semejantesen otras lenguas) co- nicativos (
nocidas como «gramá1:icastradicionales» registran e intentan describir los valores Tenie
de uso de las formas y construccioneslingüísticas. En estostratados,muchos de los cientes, vo
fenómenos que hoy consideramospragmáticos se tratan como usos expresivos (por plOS pragn
oposición a valores objetivos) de las formas gramaticales;la observaciónminuciosa Volvé
de todos los usos, también los más reacios a las clasificaciones, se considera una remasde ti
tica entre e
prioridad del análisis gramatical. Así lo indica muy claramenteuno de nuestros me-jores
tro deÍctic(
gramáticos, Salvador FemándezRamírez:
femade prl
Como en 01:rostenitorios de la sintaxis nos interesa en éste [en el estudio del blante dice
modo subjuntivo], de una manera especial,observarlas zonas límites, los usos vaci- ra que sólo
lantes entre el subjuntivo y el indicativo [...] Concedemosen general atención prece- semántica
dente a los valores expresivos,s~gnificativosy apelativos del lenguaje, y en interés de latín desde
la exposición y d.~lasuntonos desentenderemos[...] del criterio formalista de clasifi- ño latín el
cación que destnlye las conexiones.9 En en.
aunque a n
Los valores «expresivos,significativos y apelativos» son pragmáticos; uno de jueves el p
los méritos de la obra de FemándezRamírezesque registra minuciosamentelos ma- los jueves,'
tices de significado del castellano en uso (aunquese limite, como es habitual en este caso hay c(
tipo de gramática descriptiva, al análisis de la lengua escrita), y al hacerlo incluye lo coinciden<.:j
que en otra parte llama «supuestossituacionales e intencionales», que considera Hago café.,
«correlatos»de las fonnas lingüísticas (ibídem, p. 464). Es un
En la gramática actual que incorpora perspectivas pragmáticas se trata más crear un aql
bien de determinar objc~tivamentecuál es el nivel pragmático del fenómeno estudia- enunciaciór
do, y de aplicar los principios de la pragmática generalque resultenmás adecuados previsibles.
para la descripción completa del fenómeno. Los hispanistastenemosbuenospuntos
de partida enFemánde;~Ramírez y también, por supuesto,enBello, en Gili Gaya, en
Amado Alonso. Algunas de las explicaciones que nos dan estos autores, vistas con
ojos de hoy, sonimpres:ionistasy más bien dispersas,como piezasde un reloj desar- Veono
mado, pero en gramátil;a lo que importa es observar bien y hacersebuenaspregun- al momento
tas, y sin duda hay una línea de continuidad, muy fructífera, entre los análisis tradi- procedimier
cionales y los que al me:nosalgunosde nosotrosqueremoshacerhoy endía. Recono- relatos, tantt
cer estacontinuidad esjusto y tambiénreconfortante. A los pragmatistasinteresados tóricos. Veo,
en la gramática se los llama a veces (no por elogiarlos) «filólogos», y sería bueno ta de su valo
reivindicar la palabra: mutatis mutandis,la atenciónmenuda,agotadora,a los textos el cambio dt
hablados, tan frecuente, sobre todo, entre los nuevosgramáticos «interactivos»men- presentesin
cionados arriba separe.;emucho al cuidado con que los filólogo s tratan los textos es-

IO. Eneu1-'
doslosj E
9. Salvador FemándezRamírez, Gramática española.4. El verbo y la oración, volumen ordenado y comple-
tado por Ignacio Bosque, Arco Libros, Madrid, 1986,p. 313. ciopara hacerla.
pragmático al Ira!

~
SINTAXIS 439
critos. La evolución de la lingüística en los últimos cuarentaañosha servido para in-
tensificar el deseo(siempre presenteen los gramáticos: ~nsemos en Bello) de esta-
blecer con mayor preci:~iónese sistema de preferencias y rechazos que llamamos
gramática de una lengua: buscamosregularidades,generalizacionesy formalizacio-
nes que trasciendancadó1uso bien estudiado y revelen -o, mejor, dejen vislumbrar
un poco--la relojería o(;ulta en el reloj, y en ella los resortescognoscitivos y comu-
nicativosque la hacencomo es y la mantienen en actividad.
Teniendo presente!;tanto las descripcionestradicionales como los análisis re-
cientes, voy a presentarmuy brevementeun par de ejemplos de aplicación de princi-
pios pragmáticos básicos a las descripcionesgramaticales.
Volvamos al territorio de la deixis y consideremosprimero el caso de los mor-
temas de tiempo. Vamo~,a limitamos al morfema de presente.La diferencia semán-
tica entre enseñola.ríny enseñabalatín sólo puedecomprendersea partir de un cen-
tro deíctico, es decir, un punto de origen: yo, aquí y ahorade la enunciación, El mor-
fema de presenteubica 1¡1acción dentro de esecentro deíctico, de modo que si el ha-
blante dice enseñoel procesode enseñarquedasituado en el ahora del hablante, aho-
ra que sólo puede identificarse en el contexto de la enunciación. Tal determinación
semánticaseleccionaciertas construcciones y no otras: ahora enseño latín, enseño
latín desdehace veinte años,pero no *enseñolatín cuando iba a lafacultad, *ense-
ño latín el año pasado.
En enseñolatín desdehace veinte añosestáclaro que lo enseñoen el presente,
aunque a mi presente se añadan veinte años del pasado. En enseñolatín todos los
jueves el proceso se extiende a un ~ríodo de tiempo, en el cual se reitera todos
los jueves,lo y ese período de tiempo incluye el presente del hablante. En ningún
caso hay coincidencia total con el momento de la enunciación. Para encontrar tal
coincidencia tenemos qlle recurrir a casos del tipo de «¿Qué haces?» «¿No ves?
Hago café.»
Es un hecho habitual en la práctica lingüística desplazar el centro deíctico:
crear un aquí-ahora (y a ,recesun yo-aquí-ahora)discrepantecon el aquí-ahorade la
enunciación. En esoscasos,los complementosseleccionadospor el verbo no sonlos
previsibles. El ejemplo siguiente pertenecea una conversación:

Llegué y abrí la puerta, distraída, y qué veo.

Veono serefiere al presente en el cual la autora estánarrandouna historia, sino


al momento del pasado en que sucedelo que estácontando. Es bien conocido este
procedimiento de dramatización por el cual creamospresentesen el pasadode los
relatos, tanto en la conversacióncomo en textos escritos, por ejemplo en textos his-
tóricos. Veo,en el ejemplo anterior, equivale a vi, por lo menosdesdeel punto de vis-
ta de su valor veritativo, ya que el enunciadoseguiríasiendoverdadero si hiciéramos
el cambio de una forma :1otra. Lo que varía es el significado textual o retórico: el
presentesirve para producir ciertos efectos, y el pasadopara producir otros.

10. En este ejemplo el verbo enseñarequivale a «dar clase» y toma aspectoperfectivo: «doy clase de latín to-
dos losjueves». Es casi imposible hatar el tiempo verbal sin considerar a la vez el aspectoverbal, pero no tengo espa-
cio para hacerlo, y espero que no st:a imprescindible para lo que quiero mostrar, que es la aplicación de un principio
pragmático al tratamiento de un mc rfema deíctico.
440 INTRODUCCIÓNA LA LINGÜíSTICA ESPAÑOLA

La descripción inicial que hemos hecho del presenteno es adecuada,y menos resaltar ~apert
lo será si queremosque incluya otros usos de estaforma, por ejemplo el de mandato: po en el que la
te sientas aquí y me es,oerascinco minutos, porfavor: Bello hablaba de metáforas caso no ~e prc
temporales. Hoy suelehablarsedel «foco del hablante»: que sedesliza por el tiempo que se ptoduZI
real, creando efímeras ficciones, en ¡estecaso abriendo presentesimaginarios que, Ot$del,
una vez pasadasunecesidadestilística ocomunicativa, sedesvanecen.Estosdespla- es la quq se prl
zamientos, desde el momento en queno afectan el valor veritativo de las oraciones, toscaso$,laa(
sonhechospragmáticos, en loscuale$ seexplota el valor básicode la forma, que está dependi~nte dI
infraespecificado, y es a la vez una guía y, como proponenlos teóricos de laconver- Uniprinc:
sación, un «destilado» de prácticas domunicativas. sivos» d~ las f
Con un simple pri:ncipioinferencial, la pragmática resuelve el problema de la por una Worrnc:
., !

descripción.deltiempo 'verbalde presente.Dado el principio generalde que la conver- creaclonl de m


saciónsigue una lógica propia graciasa la cual se haceninferencias y por lo tanto se valerse 4e un '
atribuyensignificadosprecisosy completosa las formas lingüísticas,sepuede atribuir en ciertqs con
al presenteun significado básico,prototípico, e interpretar sususosa partir de la inte- ejemplo ide an
racción entre ese significado y los datos provistos por el contexto. Prototípicamente que es laialterr
(como «presentepuro», segúnla distinción de FemándezRamÍrez: op. cit., p. 213), el ca una s~rie dé
presentesignifica «la acción,procesoo estadoindicados por el verbo coinciden con el da en el ¡oyent
acto de su enunciación>}, pero sólo el ~ontextopodrá confirmar o extenderesteesbozo prendente, de!
semántico.Nóteseque de lo que llamamos «contexto»forman parte las presuposicio- vanciall ~tribu
nes y las expectativasdl~la conversación,y entre éstasfiguran las establecidaspor los pacidad ~e tra
génerostextuales.La pruebade fuego de un análisispragmáticoes dar cuentade toda context~ales.
la complejidad de ese (:ontexto,la capacidadde reconstruir los puentesque, a veces Pa$ fina
automáticamente,tiende el oyenteentre lo que se le dice y todos los conocimientos tiene qult ver,
(sobre el mundo, sobre la situación, sobre el uso del lenguaje)a los que recurre para ejemplo) en te
recuperar el significado intentado por el hablante,o, como preferirían decir los teóri- contribu~e a ,
cos de la conversación,paracolaborar enla interpretaciónde esesignificado, que es,a sentaría con e
la larga, una creaciónconjunta de hablante y oyente. de oblig~r al o
De estemodo, la descripción gI1amaticalse simplifica porque sedistingue lo li- i!it es posible cua
teral de lo inferido en la conversación,o implicatura. En el caso de las verdadesge- ría, o, eq gene
nerales, que se enuncian siempre en presente (la tierra gira alrededor del sol), la entre hablante
generalidad de la descripción, es decir, el hecho de que la consideremosválida no (por la r.zón ,
solamente en el presentede la enunciación sino en todo tiempo, es una implicatura miento) lusarÍ,
i

que procede de nuestro conocimiento del mundo. La pragmática nos permite expli- Pa~emos
car por qué es anómalo no usar el presentecuandola situación a la que nos referimos Veremo$ sola!
incluye el presente,aunquese extienda, antes y después,más allá del presente.Así, LO$ con(
.

si enlugar de decir el museodel Prado estáen Madrid dijéramos el museodel Prado ción pragmáu

estabaen Madrid implicaríamos muy fuertemente que el museo ya no está en Ma- ñol.13 Eri esto!
drid, Yesto se debe, otI'a vez, a la lógica de la conversación:el presente,origen de la valor «nb aser
..,
enunciación, es siempre pertinente, y, si se lo excluye de la referencia, se crea una su propqslClOJ
implicatura del tipo de la indicada. De ahí las vacilacionesde los hablantesenlos es- tricción ~e di,
tilos indirectos: el profi?sordijo que el museodel Prado estaba/estáen Madrid, vaci-
lación que surge del deseode evitar la implicatura «ahora no está».
El hablante pued(~,sin embargo, desplazar el foco temporal del presente al pa- 11. , Véase
gunda edicipn, 199
sado: despuésde buscarmucho rato las llaves, alguien puededecir, al encontrarlas, 12. i Penélc
mira dónde estaban,porque, si bien las llaves están ahí en el presentede la enuncia- 13. ! Véansc
UniversitarIa, Madi
ción, y el descubrimiento es importante y afecta el presente,el hablantequiere hacer
j

SI/fTAXIS 441
resaltar la pertinencia del tiempo perdido buscandolas llaves, y serefiere a esetiem-
po en..el que las llavesestab~nahí, muertas de risa, mientras él desesperaba.En este
ca~ono se produce la implicatura «ahoI1ano están»porque el contexto no permité
que se produzca.
Otra de las ficciones de coincidencia temporal entre la acción y su enunciación
es la que se produce cuando se usa el presentepara hacerreferencia al futuro; en..es~
tos casos,la acción..suelest~r inmediata, programada,previsible, o sepresentacomo
dependientede la VO.Iuntaddel hablante: el avión sale a mediodía,mañana te llamo.
Un principio pragmático idóneo para explicar estosusosmetafóricos o «expre~
sivos» de las formas gramaticales es el de la economía informativa. La preferencia
por una forma gramatical o por otra, cu~ndohay alternancia, tiene que ver con la
creación de más «efectQscontextuales».En el caso de los verbos, el hablante puede I
valerse de un desplazamiento temporal para dar más información que la que daría,
en ciertos contextos, si se atuviera a los significados básicos de las formas. En el
ejemplo de arriba, abrí la puerta, distraída, y qué veo, el uso de veo en lugar de vi,
que esla alternativa disponible, produce mayoresefectoscontextuales,es decir, evo-
ca una serie de informaciones sobre la situación y despiertauna reaccióndetermina-
da en el oyente; este presente anuncia, por ejemplo, que lo que sigue va a ser sor-
prendente,desagradable,o, en general, inesperadoo chocante.La teoría de la rele-
vanciall atribuye a las figuras (los desplazamientospuedenconsiderarsetales) la ca-
pacidad de transmitir económicamentemayor información sobre el mundo o efectos
contextuales.
Parafinalizar, notemos que un aspectointeresantedel cambio de foco es el que
tiene que ver con la distancia entre los hablantes.El cambio abrupto al presente,por
ejemplo, en textos narrativ(ls de experienciaspersonales,es el producto y, a la vez,
contribuye a crear una situación de comunicación más informal que la que se pre-
sentaría con el uso del pasado. El presentede veo, en nuestro ejemplo, es una forma
de obligar al oyente a participar en lo que se le cuenta, y tal acercamientosolamente
es posible cuando hay o se pretende que haya una corriente de simpatía, camarade-
ría, o, en general, de lo que en la teoría de la cortesía se llama «imagenpositiva»,12
entre hablante y oyente. Si el hablante intentara mantenerla distancia con su oyente
(por la razón que fuese, incluso que no le estuvierapermitido socialmente el acerca-
miento) usaría el pasadosimple en el ejemplo que comentamos.
Pasemosal segundocaso, el de la distribución de la información en el discurso.
Veremossolamentela relación entre este fenómeno y los modos verbales.
Los conceptos pragmáticos de significado intencional, aserción y presuposi-
ción pragmática han dado lugar a una serie de trabajos sobre el modo verbal en espa-
ñol.13En estosestudios se asigna al indicfitivo el valor «asertivo» y al subjuntivo el
valor «no asertivo». La aserciónimplica compromiso del hablante con la verdad de
su proposición, de modo que el subjuntivo indicaría, en todos sus usos, falta o res-
tricción de dicho compromiso. Estos nuevosanálisis replanteanla noción misma de

11. Véase Dan Sperber y Deirdre Wilson, Revelance. Commullication and Cogllitioll, Blackwell, Oxford, se-
gunda edición, 1995. Hay traducción e1:pañolade la primera edición de 1986.
12. Penélope Brown y Stephen Levinson,Politeness, Cambridge, Cambridge University Press, 1987.
13. Véanse, entre otros, los trabajos reunidos por Ignacio Bosque, Indicativo y Subjuntivo, Taurus, Taurus
Universitaria, Madrid, 1990,cap. V.
442 INTRODUCCIÓNA LA LINGüíSTICA ESPAÑOLA

asertabilidad, el problema de la pertinencia de ciertas informaciones sobre otras en can q desfi


ciertos momentos del discurso, y, en general, reconsideranla relación entre estruc- rand~ la gr
turasgramaticales y distribución de la información en un discurso. y sin ¡corta!
No es nuevo el tratamiento del subjuntivo en relación con la estructurainforma- ento$o,cc
tiva del discurso, o al menos de la otración.FemándezRamírez ya había notado que néricils y SI
el subjuntivo no tiene valor afirmativo (como sítiene el indicativo) y que endetermi- trant(f pero
nadoscasosse emplea para mencionar información ya conocida por los interlocuto- po e~quisit
res. Analizando la alternancia de indicativo y subjuntivo con la fórmula el hecho de
que, Femández Ramírez observa que es más frecuente el indicativo cuando dicha
fórmula es postverbal, ya que tal posición favorece la afirmación (op. cit., p. 338).
Sabemos,en efecto, que lo que se afirma es la información que los hablantes, por
una presuposiciónpragmática, considerannueva, y que en la distribución «normal»
de la oración españolalo nuevo apareceal final de la oración. Lo conocido o pres-
puesto semánticamente, en cambio, suelen estar al comienzo de la oración:

El hecho de que estés aquÍ es muy importante


Nos interesa señalar el hecho de que nadie se quejó

Como bien señala FernándezRamírez, no es solamentela posición la que de-


termina el uso del indicativo o del subjuntivo, sino que intervienen otros datos del
contexto, que refuerzan el valor afirmativo del indicativo (en mi segundoejemplo, el
verbo señalar) y el valor no afirmativo del subjuntivo, que lo hace idóneo para men-
cionar información conocida (en mi ejemplo, el hecho de que estésaquí implica que
el interlocutor estáenfrente del hab~ante,de modo que la información no puede ser
sino conocida). El subjuntivo sirve para distinguir entre información conocida e in-
formación nueva, y también para asignar menor importancia o pertinencia a una in-
formación en el discurso, al dejarla apenasmencionada, sin asertar.El hablante va
administrando las unidadesinformativas segúnsuspropias intenciones y las necesi-
dades del coloquio, y usa el subjuntivo para dar por consabido, por ejemplo, lo que
quiere dejar en segundo lugar por razones argumentativas,o bien para presentar
como incierto lo que no le conviene admitir. En esteúltimo casoexplota el valor des-
realizador del subjuntivo.
Para concluir, podemos decir que el subjuntivo tiene unos valores semánti-
cos: apunta a información conocida, dudosa, irreal, deseada,etc.; al observar su
comportamiento en la conversación, donde sucedeque las mismas informaciones
afirmadas en un punto del discurso quedanmencionadas pero sin afirmar en otro
punto (en subjuntivo), o bien sucedeque algunasinformaciones se presentancomo
dudosas o como presupuestas,es necesario añadir que el subjuntivo se usa para
evitar afirmar un estadode cosas, y esto por razonesrelacionadas con factores «si-
tuacionales e intencionales». La restricción o suspensiónde la afirmación es el va-
lor pragmático general de este modo, aplicable, incluso, a los casosnumerosos en
los que el subjuntivo es obligatorio, ya que es el hablante el que elige las construc-
ciones, y, además,la interpretaciól1ldepende,finalmente, de los conjuntos de datos
que forman el contex.to.
Como usuarios del sistema liI)güístico, los hablantes y los oyentes aprovechan
las regularidadesque tanto interesan al gramático para expresarsey hacerseenten-
der, y en cada expresión reinterpretanesasconstantesy a veceslas recrean,modifi-

~
SINTAXIS 443
can o desfiguran (y allí 1¡eensañanlos preceptistasde la «verdad»gramatical). Mi-
rando la gramática pragmáticamente,es decir, mirando al hablante en la gramática,
y sin cortar ninguna de las ligazones de la lengua con la vida (con el cuerpo, con el
entorno, con las expectativas y rutinas de la comunicación, con las convencionesge-
néricas y sociales...)vemos el lenguaje en su esplendor y en sus paradojas:recalci-
trante pero incitante al análisis, social y a la vez personal, poco específico y al tiem-
po exquisitamente sutil, abundante y económico, milagrosamente eficaz.

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