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El derecho a la consulta

y a la participación
frente a proyectos de desarrollo
a la luz de cuatro
experiencias comunitarias

JOAQUÍN A. MEJÍA RIVERA


ELVIN HERNÁNDEZ
GUSTAVO CARDOZA
El derecho a la consulta
y a la participación
frente a proyectos de desarrollo
a la luz de cuatro
experiencias comunitarias
El derecho a la consulta
y a la participación
frente a proyectos de desarrollo
a la luz de cuatro
experiencias comunitarias

JOAQUÍN A. MEJÍA RIVERA


ELVIN HERNÁNDEZ
GUSTAVO CARDOZA
© Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación
de la Compañía de Jesús en Honduras (ERIC-SJ).
Apartado postal No. 10, El Progreso, Yoro.
Teléfonos: (504) 2647-4227 / 2648-1412
Fax: (504) 2647-0907
www.eric-rp.org

Primera edición: diciembre de 2017

Edición y diseño:
Editorial Guaymuras

Diseño de portada:
Marianela González

Agradecemos el importante apoyo de Diakonia y la Unión Europea


para la publicación de este libro. Las ideas que aquí se presentan son
responsabilidad exclusiva de los autores y autoras, y del ERIC-Radio
Progreso, y no reflejan necesariamente la opinión de Diakonia y la Unión
Europea.

Impreso y hecho en Honduras.


Reservados todos los derechos.
ÍNDICE

Prólogo.......................................................................................11
Mario Peña Chacón

Introducción...............................................................................15

I
La consulta y la participación política
de las comunidades frente a los proyectos de desarrollo

1. Los proyectos de desarrollo en contexto...............................21


2. La garantía de la participación ciudadana
y la consulta previa de los pueblos
indígenas y Garífuna............................................................27
3. La garantía de la participación ciudadana
y la consulta de las comunidades no indígenas....................42

II
La experiencia de la comunidad de Nueva
Esperanza y del Patronato Regional del Sector Florida

1. Cronología de un conflicto....................................................51
2. El papel del Estado frente al conflicto
y la resistencia comunitaria..................................................53
3. La resistencia continúa.........................................................58

7
III
La experiencia del pueblo indígena Tolupán
de la Tribu San Francisco de Locomapa

1. La riqueza del territorio y la ambición


pública y privada..................................................................61
2. Resistencia indígena frente al Estado
y las empresas......................................................................65
3. Dos importantes pellizcos a la impunidad............................68

IV
La experiencia del pueblo Garífuna
de la comunidad Triunfo de la Cruz

1. De la negación a la reivindicación
y afirmación de la identidad.................................................72
2. El irrespeto estatal a la propiedad
colectiva del territorio ancestral...........................................74
3. La lucha comunitaria desde una visión integral....................79

V
La experiencia de la comunidad de Santa Elena
en el departamento de La Paz

1. La autoconsulta y el fortalecimiento
del Movimiento Indígena Lenca de La Paz............................84
2. El contexto de la autoconsulta y sus resultados...................89
3. Estrategias de organización y lecciones aprendidas..............98

Conclusiones............................................................................103
Bibliografía...............................................................................107
Reseñas curriculares................................................................115

8
[…] los intereses de los pueblos indígenas
de mantener sus tierras, culturas y formas
de autogobierno y de subsistencia económica
y cultural deben ser reconocidos como parte
del interés nacional de una sociedad democrática
y multicultural, y no solo los proyectos de inversión
y desarrollo promovidos por el Estado y la empresa privada*.

*
Comentarios de la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre
los derechos de los pueblos indígenas en relación con el Anteproyecto de
Ley Marco de consulta libre, previa e informada a los pueblos indígenas y
afrohondureños (Honduras). 22 de diciembre de 2016.
PRÓLOGO

L os derechos humanos son universales, indivisibles e inter-


dependientes. El goce completo de los derechos civiles y
políticos se torna imposible sin la plena satisfacción de los derechos
económicos, sociales y culturales.
Los derechos humanos ambientales, considerados actualmen-
te como parte de los derechos económicos, sociales y culturales,
complementan y refuerzan los derechos civiles y políticos, corres-
pondiendo a los Estados, individuos y otras entidades públicas y
privadas, su efectiva protección y promoción.
Es claro que las decisiones y actividades que afectan el ambiente
pueden vulnerar no solo los derechos estrictamente ambientales,
sino también otros derechos humanos vinculados; entre ellos, los
derechos a la vida, salud, alimentación, agua potable y saneamiento.
De igual modo, algunas afectaciones a los derechos humanos suelen
ir acompañadas de destrucciones del ambiente1.
Los efectos económicos, sociales y culturales de los perjuicios al
ambiente afectan especialmente a las personas y a las comunidades
vulnerables. Los pueblos indígenas y las comunidades locales son
las más fuertemente afectados en razón de sus relaciones de depen-
dencia estrecha con la naturaleza2; de igual forma, las poblaciones
migrantes, las mujeres y niños, las personas con discapacidad y

1. Véase opinión del Centro Internacional de Derecho Ambiental


Comparado (CIDCE) sobre la Solicitud de Opinión Consultiva presentada
por Colombia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos el 14
de marzo de 2017.
2. Véase la exposición de motivos del Proyecto de Pacto Internacional
relativo al derecho de los seres humanos al ambiente del Centro Interna-
cional de Derecho Ambiental Comparado (CIDCE).

11
demás personas en situaciones de vulnerabilidad, incluyendo a las
generaciones futuras3.
Las múltiples degradaciones del ambiente como resultado
de contaminaciones de todo origen, del cambio climático y de
pérdida de biodiversidad, imponen una mayor resiliencia de
la humanidad. Esta resiliencia se funda en particular sobre el
derecho internacional de los derechos humanos y el derecho in-
ternacional humanitario, que son indisociables de los derechos
humanos ambientales4.
Los derechos humanos ambientales engloban una serie de de-
rechos y obligaciones consustanciales e inherentes al disfrute de
un medio ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible, el
acceso a la información ambiental, participación pública, y acceso a
la justicia ambiental y a la educación; así como obligaciones sustan-
tivas de prevención, precaución, evaluación de impacto ambiental,
responsabilidad y restauración de daños ambientales.
De igual forma, los derechos humanos ambientales atraen una
serie de derechos humanos reconocidos como autónomos e inde-
pendientes, pero íntimamente vinculados al derecho a un ambiente
sano y equilibrado, entre ellos: derecho a la salud, derecho al agua
potable y al saneamiento, derecho a la alimentación, derechos de
los pueblos indígenas y comunidades, derechos de las personas
en casos de catástrofes, derechos de los desplazados ambientales
y derechos de los defensores de derechos humanos.
La presente obra desarrolla de forma clara, precisa y exhaustiva,
tanto a nivel doctrinal como a través de análisis de casos, situaciones
relacionadas con violaciones a los derechos humanos ambientales.
El capítulo I logra sistematizar, de magistral forma, los más
importantes instrumentos internacionales de derechos humanos,
los estándares de los organismos internacionales multilaterales,
la jurisprudencia y doctrina interamericana relacionada con los
derechos procedimentales y sustantivos de participación pública

3. Preámbulo del Acuerdo de París de la Convención Marco de Naciones


Unidas sobre Cambio Climático (2015).
4. Proyecto de Pacto Internacional del CIDCE, op. cit.

12
y consulta, frente a los proyectos de desarrollo hidroeléctricos,
forestales, mineros y de hidrocarburos, que pueden conllevar inelu-
diblemente afectaciones ambientales y trasgresiones a los derechos
humanos ambientales. Vale la pena resaltar que el análisis realizado
tiene la inmensa virtud de tratar de forma integral los estándares
y mecanismos de participación y consulta aplicables, tanto de co-
munidades indígenas como no indígenas.
En los capítulos II, III, IV y V los autores exponen y analizan
casos de conflictos de índole socioambiental acontecidos en tie-
rras hondureñas, sobre poblaciones a todas luces vulnerables
por su naturaleza de pueblos indígenas y tribales, así como co-
munidades rurales y campesinas en extrema pobreza, como las
de Nueva Esperanza del Patronato Regional del Sector Florida,
el pueblo indígena Tolupán de la Tribu San Francisco de Loco-
mapa, el pueblo Garífuna de la comunidad Triunfo de la Cruz, y
la comunidad Santa Elena en el departamento de La Paz.
De los cuatro casos objeto de análisis en esta obra es posible
deducir flagrantes y groseras violaciones a los derechos humanos
ambientales de estas poblaciones en situación de vulnerabilidad;
entre otros, derecho a un ambiente sano y equilibrado; derecho a
la participación en la toma de decisiones ambientales; derecho de
acceso a la información ambiental; derecho de acceso a la justicia
ambiental efectiva; derecho a la consulta y consentimiento libre,
previo e informado; derecho a la propiedad colectiva; derecho a
la evaluación de impactos ambientales y sociales y, por supuesto,
derechos a la autodeterminación y soberanía.
A la vez, los proyectos de desarrollo que suscitaron los cua-
tro conflictos socioambientales analizados pusieron en riesgo los
derechos humanos al agua potable y al saneamiento, la seguridad
alimentaria y los derechos de los defensores de los derechos hu-
manos de las comunidades vulnerables afectadas.
Coincidimos plenamente con las conclusiones finales a las que
llegan los autores de esta magnífica obra, en cuanto a la necesidad
de posicionar y potenciar la idea de soberanía popular en estricta
relación con el principio constitucional de dignidad humana, con la

13
finalidad de obligar al Estado a asegurar a sus ciudadanos el goce
de la justicia, libertad, cultura y el bienestar económico y social,
exigiéndole la mayor democratización de la vida pública a través
de la efectivización de la participación en la toma de decisiones
fundamentales.
Nuestra posición es que los Estados en general, incluyendo por
supuesto al Estado hondureño, deben dar el gran salto para mu-
tar de un Estado de Derecho a un Estado Social y Ambiental de
Derecho, entendiendo este último como el marco jurídico de de-
rechos y obligaciones sustantivos y procesales que incorpora los
principios del desarrollo ecológicamente sostenible en el Estado
de Derecho. El fortalecimiento del Estado de Derecho en materia
socioambiental constituye la clave para la protección, conservación
y restauración de la integridad ambiental. Sin él, la gobernanza
ambiental y el cumplimiento de los derechos y obligaciones podrían
tornarse arbitrarios, subjetivos e impredecibles.
A todas luces, el camino hacia la consolidación del Estado
socioambiental de Derecho es largo y tortuoso. Sin embargo, se
vislumbra como la única ruta posible para asegurar el fin superior
de conservación, uso racional, sostenible, equitativo y solidario de
los bienes y servicios ambientales, asegurando a la vez la protección
y tutela del resto de los derechos humanos.
Agradecemos sobremanera la distinción en brindarnos la
oportunidad y el honor de prologar esta excelente obra académica
y la satisfacción de su presentación a la comunidad académica
hispanoamericana.

Mario Peña Chacón*


San José, Costa Rica, octubre de 2017

Profesor del Posgrado en Derecho del Sistema de Estudios de Posgra-


*

do de la Universidad de Costa Rica y de su Facultad de Derecho. Miembro


de la Comisión de Derecho Ambiental de la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (UICN) y corresponsal nacional del Centre
International de Droit Comparé de l´Environnement (CIDCE).

14
INTRODUCCIÓN

E l agresivo proceso de entrega de los territorios y los bi-


enes naturales a empresas extractivas está generando
nuevos conflictos que se suman a los conflictos históricos irre-
sueltos en el ámbito agrario que, como en el caso del Bajo Aguán,
han provocado un importante número de muertes, amenazas,
hostigamientos e intimidaciones contra campesinos y campe-
sinas, inclusive desapariciones de personas. Pese a que se han
denunciado más de cien asesinatos, «el índice de impunidad es
alarmante»5. El más reciente fue el del campesino José Alfredo
Rodríguez de 39 años de edad, miembro de la Empresa Campe-
sina Gregorio Chávez6.
En 2014 el Ministerio Público creó la Unidad para la Inves-
tigación de Muertes Violentas en el Bajo Aguán; sin embargo, en
la mayoría de los casos los autores no han sido identificados ni
enjuiciados y, en consecuencia, «la impunidad sigue siendo alar-
mantemente elevada y persisten problemas de transparencia»7.
Esta situación es plenamente conocida por varios órganos
internacionales de Naciones Unidas y del Sistema Interamericano
de Derechos Humanos que, a través de sus respectivos procedi-

5. CIDH, Observaciones preliminares sobre la situación de los dere-


chos humanos en Honduras, No. 146A/14, 5 de diciembre de 2014. Ac-
cesible en http://www.oas.org/es/cidh/prensa/comunicados/2014/146A.asp
6. «Asesinan campesino en Finca Paso Aguán - Dinant», Defensores
en Línea, 20 de septiembre, 2017. Accesible en http://defensoresenlinea.
com/asesinan-campesino-en-finca-paso-aguan-dinant/
7. Informe del Relator Especial sobre las ejecuciones extrajudiciales,
sumarias o arbitrarias acerca de su misión a Honduras, A/HRC/35/23/
Add.1, 11 de abril de 2017, pp. 12-13, párrs. 58-59.

15
mientos, han manifestado su preocupación por este tipo de hechos.
Así, el Grupo de Trabajo sobre la utilización de mercenarios como
medio de violar los derechos humanos y de obstaculizar el ejercicio
del derecho de los pueblos a la libre determinación, expresó su
preocupación sobre el «involucramiento en violaciones de derechos
humanos de las compañías de seguridad privadas contratadas por
los terratenientes, incluidos asesinatos, desapariciones, desalojos
forzados y violencia sexual contra los representantes de las aso-
ciaciones campesinas en la región del Bajo Aguán»8.
La Relatoría Especial sobre la situación de los defensores de
los derechos humanos expresó su preocupación por «el grado de
violencia con que se actúa contra quienes reivindican por medios
pacíficos sus derechos económicos, sociales y culturales, incluidos
los derechos sobre la tierra», y por el otorgamiento de «concesiones
hechas por el Gobierno para establecer “ciudades modelo” y la falta
de consulta previa sobre la Ley de promoción de las asociaciones
público-privadas, habida cuenta de que estas iniciativas repercuten
en los medios de vida de la población rural»9.
La Relatoría Especial sobre los derechos de los pueblos indí-
genas también observó con alarma la aprobación de proyectos de
desarrollo sin la adecuada consulta previa a los pueblos indígenas
quienes, al oponerse legítimamente a estos, son víctimas de graves
violaciones a derechos humanos, «incluidos asesinatos, amenazas

8. Grupo de Trabajo sobre la utilización de mercenarios como medio


de violar los derechos humanos y de obstaculizar el ejercicio del derecho
de los pueblos a la libre determinación, «Honduras requiere supervisión
robusta y eficaz de empresas militares y de seguridad, dice grupo de ex-
pertos de la ONU», Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos. Tegucigalpa / Ginebra, 25 de febrero de 2013.
Accesible en http://www.ohchr.org/SP/NewsEvents/Pages/DisplayNews.
aspx?NewsID=13032&LangID=S
9. Informe de la Relatora Especial sobre la situación de los defensores
de los derechos humanos, Margaret Sekaggya, «Misión a Honduras», Adi-
ción, Consejo de Derechos Humanos, A/HRC/22/47/Add.1, 13 de diciembre
de 2012. Accesible en http://www.ohchr.org/Documents/HRBodies/HRCou-
ncil/RegularSession/Session22/AHRC2247Add.1_Spanish.PDF

16
e intimidación», lo cual, lamentablemente, «no es una situación
aislada»10.
Por su parte, la Relatoría Especial sobre las ejecuciones extra-
judiciales, sumarias o arbitrarias señaló que entre las personas que
sufren la violencia y la intimidación de agentes estatales y grupos
delictivos en represalia por su labor, están quienes defienden los
derechos humanos, los dirigentes indígenas, campesinos y afrodes-
cendientes, y los ambientalistas involucrados en conflictos de tierras
y socioambientales, quienes se ven afectados de manera despropor-
cionada por los ataques, los asesinatos, los actos de intimidación y
las amenazas debido a su trabajo por la defensa de sus territorios
y bienes naturales en el contexto de proyectos de desarrollo. Los
responsables de estos graves abusos son guardias de seguridad
privada contratados por empresas que alegan la propiedad de las
tierras, la policía y el ejército11.
En nuestro sistema regional, la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (en adelante la CIDH) ha ordenado al Estado
hondureño la adopción de las medidas necesarias para garantizar
la vida e integridad personal a favor de personas campesinas, in-
dígenas y afrohondureñas, cuyos derechos se han encontrado en
riesgo debido a su ejercicio legítimo de defensa de sus territorios12.

10. Declaración final misión Honduras de la Relatora Especial de Na-


ciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, Tegucigalpa,
10 de noviembre 2015. Accesible en http://unsr.vtaulicorpuz.org/site/index.
php/es/declaraciones-comunicados/102-declaration-honduras
11. Informe del Relator Especial sobre las ejecuciones extrajudiciales,
sumarias o arbitrarias acerca de su misión a Honduras,… op. cit., pp. 8
y 11, párrs. 33 y 52. «Entre 2010 y 2015 se registraron 22 asesinatos, 2
desapariciones y 15 secuestros de defensores de los derechos humanos. En
total, 14 defensores de los derechos humanos que se beneficiaban de las
medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
fueron asesinados», p. 9, párr. 36.
12. Algunos ejemplos: Resolución 4/17. MC 507/16 – Víctor Vásquez,
Honduras; MC 50/14 – Líderes del Bajo Aguán, Honduras (Ampliación);
MC 112/16 – Miembros de COPINH, familiares de Berta Cáceres, Honduras
(Ampliación); MC 112/16 – Miembros de COPINH, familiares de Berta Cá-

17
Por su parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en
adelante la Corte IDH) ha dictado cuatro sentencias condenatorias
contra el Estado de Honduras por violaciones a derechos humanos
relacionadas con la defensa del medio ambiente. En dos de ellas,
las víctimas fueron asesinadas por su labor de defensoras ambien-
talistas13, y en las otras dos las comunidades fueron violentadas en
sus derechos a la consulta y a la propiedad colectiva14.
A la luz de todo lo anterior, no es de extrañar que recientemen-
te Honduras haya sido incluida por la Organización de Naciones
Unidas en una lista de 29 países que castigan a las personas por su
trabajo de defensa de derechos humanos y cuyos ataques en su con-
tra son perpetrados o consentidos por funcionarios y funcionarias
públicas15; a su vez, que sea el país per cápita más peligroso del

ceres, Honduras; MC 589/15 – Ana Miran Romero y otros, Honduras; MC


460/15 – Kevin Donaldo Ramírez y familia, Honduras; MC 65/15 – Martha
Ligia Arnold Dubond y sus cinco hijos, Honduras; MC 50/14 – Líderes y
lideresas campesinas del Bajo Aguán, Honduras; MC 195/13 – Líderes
y Defensores de Derechos Humanos de la Comunidad Nueva Esperanza
y del Patronato Regional del Sector Florida, Honduras; MC 416/13 – 18
miembros del Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia (MADJ)
y sus Familias, Honduras; MC 342/12 – César Adán Alvarenga Amador y
Roberto García Fúnez, Honduras; MC 322/11 – Miriam Miranda, Honduras.
13. Corte IDH, Caso Kawas Fernández Vs. Honduras, Fondo, Repa-
raciones y Costas, Sentencia de 3 de abril de 2009 y Caso Luna López
Vs. Honduras, Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia de 10 de octubre
de 2013.
14. Corte IDH, Caso Comunidad Garífuna Triunfo de la Cruz y sus
miembros Vs. Honduras, Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia de 8
de octubre de 2015 y Caso Comunidad Garífuna de Punta Piedra y sus
miembros Vs. Honduras, Excepciones, Fondo, Reparaciones y Costas,
Sentencia de 8 de octubre de 2015.
15. Cooperation with the United Nations, its representatives and
mechanisms in the field of human rights, Report of the Secretary-General,
Human Rights Council, A/HRC/36/31, Advance unedited version, 15 Sep-
tember 2017. En esta lista Honduras es acompañada por Argelia, Baréin,
Burundi, China, Cuba, Egipto, Eritrea, India, Irán, Israel, Mauritania,
México, Marruecos, Birmania (Myanmar), Omán, Pakistán, Ruanda, Arabia

18
mundo para quienes defienden los bienes naturales y los territorios.
Las estadísticas son contundentes; solo en 2016 fueron asesinadas
14 personas defensoras y, desde 2007, han sido asesinadas 127.
De acuerdo con Global Witness, las represas hidroeléctricas y los
agronegocios son las industrias más vinculadas a dichos asesinatos
y la «corrupción generalizada, la falta de consulta a las comunidades
y el fracaso total del gobierno en proteger a las y los activistas son
los detonantes de los ataques»16.
Con este trabajo queremos visibilizar cuatro experiencias co-
munitarias que evidencian esta grave situación, la cual se resume
en dos cuestiones concretas. En primer lugar, la falta de voluntad
política de las autoridades hondureñas para garantizar el derecho
político de las comunidades a ser consultadas y a participar en
las decisiones que tienen un impacto significativo en su salud, el
medioambiente, su forma de vida y su relación con la tierra y el
territorio; y en segundo lugar, la generación de graves conflictos
sociales y de abusos a los derechos humanos derivados de la in-
consulta concesión de bienes naturales dentro de los territorios
de los pueblos y las comunidades. En los cuatro casos analizados
el irrespeto al derecho a la consulta y la falta de participación
comunitaria en el contexto de los proyectos de desarrollo son el
problema de fondo, el cual constituye una de las principales fuentes
de tensión entre las comunidades, las autoridades estatales y las
empresas privadas17.
Como ERIC-SJ y Radio Progreso también consideramos
trascendental mostrar las experiencias de lucha de estas cuatro
comunidades —Nueva Esperanza (Atlántida), San Francisco de
Locomapa (Yoro), Triunfo de la Cruz (Atlántida) y Santa Elena (La

Saudí, Sudán del Sur, Sri Lanka, Sudán, Tayikistán, Tailandia, Turquía,
Turkmenistán, los Emiratos Árabes Unidos, Uzbekistán y Venezuela.
16. Global Witness, Defender la tierra. Asesinatos globales de defenso-
res/as de la tierra y el medio ambiente en 2016, Londres, 2017, pp. 6 y 28.
17. Informe Anual del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para
los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en
Honduras, A/HRC/34/3/ADD.2, 9 de febrero de 2017, párrs. 11 y 14.

19
Paz)— y sus exigencias de un proceso adecuado y participativo
que asegure su derecho a la consulta y a la participación política
en relación con cualquier plan de desarrollo, inversión, explora-
ción o extracción que se pretenda realizar en sus territorios. De
garantizarse seriamente, constituiría un mecanismo efectivo para
prevenir la conflictividad y la impunidad que tanta muerte y dolor
están provocando en las comunidades.

20
I

LA CONSULTA Y LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA


DE LAS COMUNIDADES FRENTE
A LOS PROYECTOS DE DESARROLLO

1. Los proyectos de desarrollo en contexto

El Estado de Honduras ratificó la Convención Americana sobre


Derechos Humanos (en adelante la Convención Americana) el 5 de
septiembre de 1977, y reconoció la competencia de la Corte IDH el
9 de septiembre de 1981. De esta manera se obligó a cumplir de
forma soberana las disposiciones establecidas en el texto conven-
cional, y le cedió al tribunal interamericano la potestad de vigilar
dicho cumplimiento, cuyas interpretaciones y resoluciones deben
ser asumidas y consideradas por las autoridades nacionales en el
ámbito de sus facultades y atribuciones18.
Del mismo modo, el 28 de marzo de 1995 el Estado ratificó el
Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre
Pueblos Indígenas y Tribales (en adelante el Convenio 169), el cual
proporciona una serie de criterios para identificar qué pueblos
pueden ser considerados indígenas, tales como: (a) continuidad
histórica, es decir, ser descendientes de un pueblo anterior a la
colonización; (b) conexión territorial, que implica que sus antepa-
sados debían habitar el territorio que ahora es nacional; (c) tener
instituciones políticas, culturales y sociales diferentes al resto de

18. Al respecto véase la Sentencia de la Sala de lo Constitucional de


la Corte Suprema de Justicia del Recurso de Amparo Administrativo AA-
0406-2013, del 28 de junio de 2013, considerando 28.

21
la población, y (d) autoidentificación como pueblo. Y también qué
pueblos pueden ser considerados tribales, para lo cual deben tener:
(a) tradiciones y costumbres, y/o reconocimiento legal, y (b) condi-
ciones económicas, culturales, organización social y forma de vida
que los distingan de otros grupos sociales.
Particularmente importante es que el Convenio 169 reconoce
dos derechos fundamentales: el derecho a la consulta y el derecho
a decidir las prioridades de desarrollo. En virtud del primero,
este instrumento internacional exige que los pueblos indígenas y
tribales sean consultados y puedan participar de forma infor-
mada, previa y libre en relación con todo plan de desarrollo, in-
versión, exploración o extracción que se lleve a cabo dentro de sus
territorios, y en la formulación de políticas públicas que les afec-
tan. Respecto al derecho a decidir sus prioridades de desarrollo,
el artículo 7 establece que tienen ese derecho «en la medida en
que éste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar
espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera,
y de controlar su propio desarrollo económico, social y cultural».
Un aspecto esencial de estas dos normas internacionales —la
Convención Americana y el Convenio 169— es que no impiden ni
desalientan el desarrollo, pero exigen que se realice respetando
y garantizando los derechos de las personas y comunidades que
pudieran ser afectadas, ya que el progreso social y la prosperidad
económica solo pueden sustentarse si las poblaciones viven en un
medio saludable y los bienes naturales son gestionados con cuidado
y responsabilidad. Por tanto, el Estado y las comunidades tienen
derecho al desarrollo, lo cual implica que tienen la libertad de gestio-
nar sus bienes naturales, incluyendo el otorgamiento de concesiones
y la apertura a inversiones internacionales, pero de una manera
categóricamente compatible con los derechos humanos, ya que no
hay propiamente desarrollo sin respeto pleno por tales derechos19.

19. CIDH, Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en


Ecuador, Doc. OEA/Ser.L/V/II.96. Doc. 10 rev. 1, 24 de abril de 1997. Con
esta lógica, el artículo 340 de la Constitución de la República declara de

22
Para garantizar la compatibilidad de los proyectos de desarrollo
con los derechos humanos, la Convención Americana y el Convenio
169 imponen a las autoridades estatales ciertas limitaciones y de-
beres de obligatorio cumplimiento para que se gestionen en forma
sostenible y aseguren la protección del medio ambiente. Uno de
los principales aspectos es la obligación estatal de establecer pro-
cedimientos destinados a consultar a las comunidades con el fin
de determinar si sus intereses pueden resultar perjudicados con la
ejecución de cualquier proyecto de exploración o aprovechamiento
de los bienes naturales existentes en sus territorios. En este sentido,
la consulta constituye un pilar fundamental para la participación
ciudadana y puede ser una barrera que impida una serie de abusos
a los derechos humanos que los proyectos de desarrollo puedan
contribuir a provocar en las comunidades donde se vayan a ejecutar.
Cuando las comunidades consideran que no han sido debi-
damente consultadas e informadas sobre la aprobación de un
proyecto en su territorio y de su posible impacto en la salud, el
medio ambiente y otros derechos, las relaciones con las autorida-
des nacionales y las empresas concesionarias pueden deteriorarse
rápidamente y transformarse en conflictos que tienen un alto costo
para los derechos humanos en términos de abusos, que van desde
la propia falta de consulta hasta la intimidación, desplazamientos,
asesinatos y criminalización de los actos de resistencia y oposición
comunitaria20.

utilidad y necesidad pública la gestión técnica y racional de los bienes natu-


rales, cuyo aprovechamiento debe realizarse de acuerdo con el interés social.
20. SLACK, Keith, «Derechos humanos e industrias extractivas en
América Latina», en Aportes DPLF. Revista de la Fundación para el De-
bido Proceso, N° 15, Año 4, Empresa y derechos humanos: una relación
compleja, Washington, D.C., septiembre de 2011, pp. 4-5. Véase también
VV. AA., Impacto socioambiental de la minería en la región noroccidental
de Honduras a la luz de tres estudios de casos: Montaña de Botaderos
(Aguán), Nueva Esperanza (Atlántida) y Locomapa (Yoro), ERIC-SJ/Co-
legio para la Salud Pública y la Justicia Social de la Universidad de Saint
Louis Missouri, Tegucigalpa, junio de 2016.

23
En los últimos años, particularmente a partir del golpe de Esta-
do, se ha venido promoviendo un proceso agresivo de concesiones
masivas de bosque, subsuelo y ríos en proporciones percibidas
como intolerables por las comunidades afectadas y sin que previa-
mente fueran consultadas acerca de la viabilidad de los proyectos
y de su impacto en la vida y la salud de sus miembros21. Así, por
ejemplo, se han derogado normas que prohibían la ejecución de
proyectos hidroeléctricos en áreas protegidas del país22 y que
ponen en riesgo la vida y la salud de las comunidades ubicadas
en los territorios cuyos ríos están siendo concesionados, como
sucede con la gestación de 24 proyectos hidroeléctricos solo en el
departamento de Atlántida, la mayoría sin contar con suficientes
estudios técnicos y sin ningún tipo de consulta a las comunida-
des23. También se ha aprobado centenares de proyectos mineros

21. MEJÍA R., Joaquín A., «Cuestiones básicas sobre el derecho a la


consulta y el consentimiento previo», en revista Envío-Honduras, Año 12,
Nº 41, ERIC-SJ, Tegucigalpa, marzo 2014, pp. 17-23. Consúltese también
el número especial de la revista Envío-Honduras, Año 4, N° 12, septiembre
2006, particularmente los artículos siguientes: BARAHONA, Marvin, «La
hora de los recursos naturales, los movimientos sociales alternativos y el
pensamiento nacionalista», pp. 1-6; MORENO, Ismael, «El agua potable:
la gran lucha política de nuestro tiempo», pp. 7-10; SANDOVAL COREA,
Rigoberto, «El aprovechamiento forestal y la vulnerabilidad ambiental»,
pp. 16-21; CAFOD, «Extrayendo justicia. El verdadero precio del oro»,
pp. 29-43.
22. El régimen de facto de Roberto Micheletti aprobó el Decreto 233-
2010 que derogó los decretos ministeriales 001-96 y 158-2009 que prohi-
bían los proyectos hidroeléctricos en áreas protegidas.
23. MEJÍA GUERRA, Juan y FERNÁNDEZ, Martín, Situación jurídica
y técnica de los recursos hídricos del departamento de Atlántida, Movi-
miento Amplio por la Dignidad y la Justicia, La Masica, Atlántida, 2010,
p. 3. De acuerdo con información recibida por la CIDH, «hay 76 proyectos
hidroeléctricos con estudio de factibilidad finalizado y/o contrato de ope-
ración aprobado en 14 de los 18 departamentos del país (Atlántida, Colón,
Comayagua, Copán, Cortés Francisco Morazán, Intibucá, La Paz, Lempira,
Ocotepeque, Olancho, Patuca, Santa Bárbara, y Yoro)», en Comisión Inte-
ramericana de Derechos Humanos, Observaciones preliminares sobre la
situación de los derechos humanos en Honduras… op. cit.

24
sin cumplir con los requisitos ambientales, lo que en términos
geográficos significaría casi el 35% del territorio nacional24. Mu-
chos de estos proyectos se están desarrollando en las tierras de
pueblos indígenas y utilizando sus bienes naturales, sin procesos
de consulta previa, libre e informada, y acompañados de acciones
ilícitas en contra de los miembros de las comunidades25.
Por otra parte, en enero de 2013 se aprobó una nueva Ley
General de Minería que, de acuerdo con varias organizaciones de
sociedad civil, fue elaborada sobre la base de garantizar la seguridad
jurídica para las inversiones, aunque entren en conflicto directo con
varios derechos humanos que el Estado hondureño está obligado
a proteger, respetar y garantizar, como el derecho a la autodeter-
minación de los pueblos indígenas y tribales, ya que permite la
expropiación forzosa de sus territorios ancestrales en nombre de
la «utilidad pública»; el derecho humano al agua, pues considera
su uso y aprovechamiento como un beneficio para las empresas
mineras y permite las actividades extractivas en áreas protegidas y
zonas productoras de agua, y el derecho al acceso a la información,
en tanto que se puede declarar como confidencial la información
técnica y financiera de los proyectos mineros26. 

24. NAJARRO, Tania, GUEVARA, René, et al., ¿Cuál es el impacto de


las concesiones de recursos naturales (agua, bosque, minería) en terri-
torios indígenas de Honduras? Oxfam, OCDIH, Tegucigalpa, 2011, p. 25.
25. CIDH, Observaciones preliminares sobre la situación de los dere-
chos humanos en Honduras... op. cit. A partir de 1995, con el asesinato de
Blanca Jeannette Kawas Fernández en el municipio de Tela, departamento
de Atlántida, se inicia una ola de asesinatos contra defensores ambienta-
listas en el país, a los que se suman varias amenazas de muerte, agresio-
nes y actos de hostigamiento, en Corte IDH, Caso Kawas Fernández Vs.
Honduras… op. cit., párrs. 69-70.
26. Informe presentado a la Ilustre Comisión Interamericana de
Derechos Humanos en el marco de la audiencia temática sobre consulta
previa y megaproyectos en Honduras, MADJ, CEHPRODEC, CIPRODEH,
COPINH, ERIC-SJ, Convergencia por los Derechos Humanos, Washington,
D.C., 28 de octubre de 2013.

25
Frente a este escenario, las comunidades se han organizado
para oponerse y denunciar los impactos sociales, culturales, econó-
micos y ambientales de este tipo de proyectos, por lo que muchos
de sus líderes han sido catalogados como terroristas, delincuentes
y guerrilleros, o víctimas de una escalada de amenazas, ataques
violentos, intimidaciones, detenciones ilegales, asesinatos y crimi-
nalización por parte de políticos, militares, guardias de empresas
de seguridad privada, empresarios agrícolas, hoteleros e incluso
personas vinculadas con el crimen organizado «que andan en pos
de las tierras de las comunidades»27. Sin duda, muchos de estos
ataques «tienen la intencionalidad de reducir las actividades de
defensa y protección de territorios y recursos naturales, así como
la defensa del derecho a la autonomía e identidad cultural»28.

27. Informe sobre Misión a Honduras, Relator Especial sobre las


formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y
formas conexas de intolerancia, Doudou Diène, E/CN.4/2005/18/Add.5, 22
de marzo de 2005, párr. 19.
28. CIDH, Observaciones preliminares sobre la situación de los de-
rechos humanos en Honduras... op. cit. La Relatora Especial sobre Ejecu-
ciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias destacó que existen «casos
de activistas indígenas asesinados a instancias de poderosos terratenientes
y empresarios […] que en la mayoría de los casos […] disfrutaban de una
inmunidad prácticamente de hecho debido a su condición social y sus
contactos políticos», en Informe de la Relatora Especial sobre Ejecuciones
extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, Sra. Asma Jahangir, Adición,
Misión a Honduras, Documento E/CN.4/2003/3/Add.2, 14 de junio de 2002,
párrs. 63 y 67, 73. Para la Relatora Especial sobre la situación de los de-
fensores de los derechos humanos, Margaret Sekaggya, (a) es preocupante
la violencia dirigida hacia quienes realizan actividades contra proyectos de
empresas públicas o privadas relacionadas con presas, minería y turismo;
(b) muchos de ellos viven en un estado de constante temor y son calificados
de miembros de la resistencia, guerrilleros, terroristas, opositores políti-
cos o delincuentes; y (c) numerosas veces quienes ejercen esa violencia
son agentes de policía y guardias de seguridad contratados por empresas
privadas, en Informe de la Relatora Especial sobre la situación de los
defensores de los derechos humanos… op. cit., pp. 14-15, párrs. 73 y 82.

26
Uno de los detonantes de esta situación es la falta de voluntad
del Estado hondureño de respetar y garantizar los derechos a la
participación ciudadana y a la consulta previa e informada de las
comunidades donde se pretenden realizar los proyectos de desa-
rrollo, a pesar de que la normativa internacional descrita anterior-
mente —Convención Americana y Convenio 169—, la normativa
interna —Ley de Municipalidades, Ley de la Propiedad, Ley General
del Ambiente y Ley General de Minería— y las decisiones de la Sala
de lo Constitucional garantizan estos derechos.

2. La garantía de la participación ciudadana y la


consulta previa de los pueblos indígenas y Garífuna

La ausencia de participación ciudadana efectiva y el incumpli-


miento del derecho a la consulta previa e informada, son condiciones
generadoras de violaciones a los derechos humanos que podrían
evitarse si las autoridades hondureñas tomaran en cuenta que

[…] la cultura de los miembros de las comunidades indígenas


corresponde a una forma de vida particular de ser, ver y actuar
en el mundo, constituido a partir de su estrecha relación con sus
territorios tradicionales y los recursos que allí se encuentran, no
sólo por ser éstos su principal medio de subsistencia, sino además
porque constituyen un elemento integrante de su cosmovisión,
religiosidad y, por ende, de su identidad cultural29.

En este sentido, el derecho de los pueblos indígenas a su


territorio y a los bienes naturales existentes en él no puede ser
jurídicamente extinguido o alterado por las autoridades sin que
medie la consulta y el consentimiento pleno e informado de la co-
munidad afectada, lo cual no puede condicionarse a la existencia
de un título formal de propiedad o a la realización de procesos de

29. Corte IDH, Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay,
Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia de 17 de junio de 2005, párr. 135.

27
delimitación o demarcación correspondientes, ya que los pueblos
indígenas tienen «derechos comunales de propiedad sobre tierras
y recursos naturales con base en patrones tradicionales de uso y
ocupación ancestral»30.
Aunque es cierto que ningún derecho es absoluto y, en conse-
cuencia, el derecho a la propiedad colectiva de los pueblos indígenas
«puede ser restringido por el Estado bajo circunstancias específicas
y excepcionales»31, se debe encontrar un equilibrio entre el dere-
cho de las personas indígenas a la propiedad colectiva y el interés
legítimo estatal en la gestión sostenible de los bienes naturales, lo
cual solo puede lograrse mediante el establecimiento de garantías y
limitaciones respecto del derecho del Estado de emitir concesiones
o aprobar proyectos de desarrollo que restrinjan el uso y goce de los
bienes naturales de los pueblos indígenas o afecten su territorio32.
Con el fin de proteger efectivamente los bienes naturales
presentes en los territorios indígenas, el Estado debe garantizar
a las comunidades los derechos al acceso a la información, la
participación en la toma de decisiones y el acceso a la justicia33.
En este sentido, antes de aprobar un plan de desarrollo u otorgar
una concesión extractiva que afecte sus territorios, el Estado tiene
la obligación de cumplir con tres condiciones. En primer lugar,
observar los estándares establecidos en el derecho internacional
en materia de expropiación; en segundo lugar, no aprobar pro-
yecto o concesión alguna que pueda amenazar la supervivencia
física o cultural de una comunidad; y en tercer lugar, aprobar un
proyecto o concesión solo después de la realización de la consulta

30. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus


tierras ancestrales y recursos naturales, Normas y jurisprudencia del
Sistema Interamericano de Derechos Humanos, OEA/Ser.L/V/II. Doc. 56/0,
30 diciembre 2009, pp. 80-81, párrs. 186-187.
31. Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka Vs. Surinam, Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia del 28 de noviembre
de 2007, párr. 127.
32. Ibíd., párr. 141.
33. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus
tierras ancestrales… op. cit., p. 84, párr. 197.

28
respectiva, del establecimiento de la participación razonable en
los beneficios y de la realización de un estudio previo de impacto
ambiental y social realizado con participación indígena34.
En relación con los estándares del derecho internacional en
materia de expropiación, el Estado puede limitar el uso y goce
del derecho a la propiedad colectiva siempre que las restricciones
hayan sido previamente establecidas por ley, sean necesarias, pro-
porcionales y que tengan el fin de lograr un objetivo legítimo en una
sociedad democrática35. La palabra «necesarias», sin ser sinónimo
de «indispensables», «implica la existencia de una “necesidad social
imperiosa” y que para que una restricción sea “necesaria” no es
suficiente demostrar que sea “útil”, “razonable” u “oportuna”». De
esta manera, la «necesidad» y, por ende, la legalidad de las restric-
ciones al derecho colectivo a la propiedad de los pueblos indígenas
dependerá de que estén orientadas a satisfacer un interés público
imperativo, lo que significa que la restricción debe ser proporcional
al interés que la justifica y ajustarse estrechamente al logro de ese
objetivo que se presume legítimo36.
Respecto a la no aprobación de proyectos o concesiones que
amenacen la supervivencia física o cultural del pueblo, el Estado
debe valorar seriamente si la realización de un proyecto o la apro-
bación de una concesión pueden afectar la supervivencia de un
pueblo indígena de conformidad con sus modos ancestrales de
vida. El Estado tiene la obligación de no aprobar un proyecto o
concesión de este tipo que implique una restricción o denegación
de las tradiciones y costumbres ancestrales, y la imposibilidad de
que la comunidad pueda preservar, proteger y garantizar la relación
especial que tiene con su territorio, y continuar viviendo su modo de

34. Ibíd., párr. 225.


35. Corte IDH, Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay…
op. cit., párrs. 144-145.
36. Corte IDH, La colegiación obligatoria de periodistas (Arts. 13 y
29 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos), Opinión Con-
sultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985, párr. 46. Las citas textuales
corresponden al mismo párrafo.

29
vida tradicional y su identidad cultural, estructura social, sistema
económico, costumbres, creencias y tradiciones distintivas37
Y en relación con la realización de la consulta respectiva, del
establecimiento de la participación razonable en los beneficios y
la realización de un estudio previo de impacto ambiental y social
realizado con participación indígena, el Estado debe establecer
normas y prácticas que garanticen la participación real de las
comunidades mediante consultas efectivas y absolutamente infor-
madas que permitan que sus miembros den su consentimiento
pleno e informado a la realización de cualquier proyecto en sus
territorios, lo cual requiere «como mínimo, que todos los integran-
tes de la comunidad estén plenamente enterados de la naturaleza y
consecuencias del proceso»38, y de los posibles riesgos ambientales
y de salubridad que podrían correr, si es que los hubiera, en caso
de aceptar la realización de un proyecto, plan de desarrollo o de
inversión39. A la vez, es fundamental dejar establecido que el sujeto
obligado para realizar la consulta es el Estado y sus instituciones
correspondientes, por lo que su planificación y realización «no es
un deber que pueda eludirse delegándolo en una empresa privada
o en terceros, mucho menos en la misma empresa interesada en
la explotación de los recursos en el territorio de la comunidad
sujeto de la consulta»40.

37. Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka Vs. Surinam… op. cit.,
párrs. 121 y 128;
38. CIDH, Informe N° 40/04, Fondo, Caso 12.053. Comunidades In-
dígenas Maya en el Distrito de Toledo Vs. Belice, 12 de octubre de 2004,
párr. 142.
39. Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka Vs. Surinam… op. cit.,
párr. 133.
40. Corte IDH, Caso del Pueblo indígena Kichwa de Sarayaku vs.
Ecuador, Fondo y Reparaciones, Sentencia de 27 de junio de 2012, párr.
187. «En muchos de los países que forman parte del sistema interamerica-
no, se ha transferido la responsabilidad estatal de desarrollar la consulta
previa a empresas privadas, generando una privatización de facto de la
responsabilidad del Estado. Los procesos de negociación resultantes con
las comunidades locales, así, con frecuencia no toman en consideración

30
Para asegurar que la consulta se constituya en un mecanismo
efectivo de prevención de conflictos y violaciones a derechos huma-
nos, esta debe regirse por una serie de principios rectores ineludi-
bles. En primer lugar, el principio de buena fe, que implica que el
Estado realice la consulta en un clima de confianza, con la intención
de tomar en cuenta la opinión que expresen los pueblos consultados
sin que se les trate de engañar, traicionar o brindar información
sesgada o parcial. Así, los procesos de consulta y la decisión de las
comunidades no deben considerarse una mera formalidad para
legitimar los proyectos41. En este sentido, «la mera socialización
con la comunidad o brindar información no necesariamente cum-
ple con los elementos mínimos de una consulta previa adecuada,
en la medida que no constituye un diálogo genuino como parte de
un proceso de participación con miras a alcanzar un acuerdo»42.
Es importante resaltar que el principio de buena fe en los proce-
sos de consulta es clave para que los mismos y los resultados que
se obtengan sean considerados válidos y legítimos para los pueblos
indígenas, el Estado y las empresas, y compatibles con los están-
dares internacionales de derechos humanos sobre la materia43.

un marco de derechos humanos, porque los actores corporativos son, por


definición, entidades no imparciales que buscan generar ganancias. La
consulta con los pueblos indígenas es un deber de los Estados, que debe
ser cumplido por las autoridades públicas competentes», en CIDH, Pueblos
indígenas, comunidades afrodescendientes y recursos naturales: Protec-
ción de derechos humanos en el contexto de actividades de extracción,
explotación y desarrollo, OEA/Ser.L/V/II. Doc. 47/15, 31 diciembre 2015,
p. 114, párr. 291.
41. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus
tierras ancestrales… op. cit., pp. 122-124, párrs. 315-322; JULIÁ SAN-
TIAGO, José Juan, El derecho a la consulta de los pueblos indígenas:
La importancia de su implementación en el contexto de los proyectos de
desarrollo a gran escala, Oficina en México del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Derechos, México, 2011, pp. 33-34.
42. Corte IDH, Comunidad Garífuna Triunfo de la Cruz y sus miem-
bros… op. cit., p. 173.
43. CIDH, Pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y
recursos naturales… op. cit., p. 108, párr. 204.

31
Consecuentemente, este principio es incompatible con algunas
prácticas de las autoridades hondureñas, como la destrucción
de la cohesión social de las comunidades mediante la corrupción
de algunos de sus liderazgos, el establecimiento de liderazgos
paralelos o la realización de negociaciones con personas que,
individualmente, son contrarias a los estándares internacionales
y constitucionales sobre consulta y participación comunitaria44.
En segundo lugar, el principio de previa consulta, ya que el
momento en que esta se realice es clave para un verdadero ejercicio
de decisión por parte de las comunidades posiblemente afectadas.
La consulta debe realizarse en las primeras etapas del plan de de-
sarrollo o inversión, y no solamente cuando surja la necesidad de
obtener la aprobación de la comunidad. El aviso anticipado pro-
porciona un tiempo para la discusión interna en las comunidades
y para ofrecer una respuesta apropiada al Estado.
En tercer lugar, el principio de libertad, en tanto que un verda-
dero ejercicio de consulta exige que se realice libre de injerencias
externas, de coerción, intimidación y manipulación. Por tanto, con-
dicionar servicios sociales básicos como la educación o la salud,
reflejados en la construcción de escuelas o centros de salud, supone
una coerción respecto a la libre decisión de las comunidades consul-
tadas, además de una violación a sus derechos económicos, sociales
y culturales, que jamás deben ser condicionados a la realización de
un proyecto. De esta manera, pretender plantear a las comunidades
el dilema entre desarrollarse o continuar en la pobreza puede ser
considerado como una forma de coerción45.
En cuarto lugar, el principio de información, en el sentido que
las comunidades deben contar con la suficiente información que les
permita tomar una decisión respecto al proyecto consultado. Esta

44. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus


tierras ancestrales… op. cit., p. 123, párr. 319.
45. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus
tierras ancestrales… op. cit., pp. 118, párrs. 302-304; JULIÁ SANTIAGO,
José Juan, El derecho a la consulta de los pueblos indígenas… op. cit.,
pp. 34-35.

32
información debe incluir (a) la naturaleza, envergadura, impacto
y alcances del proyecto; (b) la razón u objetivo del proyecto; (c) su
justificación; (d) duración y tiempos del proyecto; (e) lugares y zonas
que serán afectadas; (d.6) evaluación del probable impacto econó-
mico, social, cultural y ambiental; (f) posibles riesgos y beneficios
y, (g) elementos de un posible desplazamiento46.
Y en quinto lugar, la consulta debe ser culturalmente adecuada,
es decir, debe realizarse a través de procedimientos culturalmente
apropiados y conformes con las costumbres y métodos tradicionales
para la toma de decisiones de los pueblos indígenas47. Todos los
asuntos relacionados con el proceso de consulta, ya sea para obtener
el consentimiento del pueblo, determinar los beneficios razonables y
las personas beneficiarias, la indemnización adecuada y contar con
su cooperación para la realización de estudios de impacto social y
ambiental, deben ser determinados y resueltos por dicho pueblo «de
conformidad con sus costumbres y normas tradicionales»48, y tomar
en consideración «la voluntad de la totalidad del pueblo canalizada
a través de los mecanismos consuetudinarios correspondientes»49.
En este punto es de destacar el principio de participación plena
de toda la comunidad que requiere que sus miembros tengan «la
oportunidad de jugar un rol pleno o efectivo en la selección, autori-
zación o instrucción de quienes actúan a nombre del pueblo frente
a las autoridades»50.

46. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus


tierras ancestrales… op. cit., pp. 120-121, párrs. 308-314; JULIÁ SAN-
TIAGO, José Juan, op. cit., p. 36.
47. Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka Vs. Surinam… op. cit.,
párr. 131.
48. Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka Vs. Surinam, Interpreta-
ción de la Sentencia de Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones
y Costas, Sentencia de 12 de agosto de 2008, párr. 27.
49. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus
tierras ancestrales… op. cit., p. 113, párr. 287.
50. CIDH, Informe N° 75/02, Caso 11.140, Mary y Carrie Dann (Es-
tados Unidos), 27 de diciembre de 2002, párr. 140.

33
En cuanto a la participación en los beneficios, el Estado debe
garantizar que los miembros de las comunidades se beneficien ra-
zonablemente del plan que se lleve a cabo dentro de su territorio,
así como de la aplicación comercial de su conocimiento tradicional
sobre el uso de dichos recursos, ya que uno de los objetivos que se
busca con ello es que las condiciones de vida de tales comunidades
mejoren51.
El Estado hondureño tiene la obligación de garantizar la parti-
cipación de las comunidades en la determinación de los beneficios
que producirán los planes o proyectos propuestos, a través de
procedimientos apropiados. Por ello, las autoridades deben garan-
tizar que, en el marco de los procedimientos de consulta previa, se
establezcan los beneficios que serán percibidos por las comunida-
des y las posibles indemnizaciones por cualquier daño ambiental,
teniendo en cuenta sus propias prioridades de desarrollo52.
Por otro lado, la determinación de los beneficios y de las perso-
nas beneficiarias debe ser hecha en consulta con las comunidades
y no unilateralmente por el Estado o por las empresas beneficiarias
de las concesiones. En caso de que surja un conflicto interno entre
los miembros del pueblo indígena acerca de quién tiene la calidad
de persona beneficiaria, este asunto debe ser resuelto por el pue-
blo mismo de conformidad con sus propias costumbres y normas
tradicionales, y no por el Estado53. También es importante insistir
en que no debe confundirse la participación en los beneficios de un
proyecto con la dotación de servicios sociales básicos que, de cual-

51. CIDH, Pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y


recursos naturales… op. cit., pp. 116, párr. 222.
52. CIDH, Democracia y Derechos Humanos en Venezuela, Doc. OEA/
Ser.L/V/II, Doc. 54, 30 de diciembre de 2009, párr. 1137, Recomendación
5; Íd., Acceso a la Justicia e Inclusión Social: El camino hacia el forta-
lecimiento de la democracia en Bolivia, Doc. OEA/Ser.L/V/II, Doc. 34, 28
de junio de 2007, párr. 248.
53. Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka Vs. Surinam, Interpre-
tación… op. cit., párr. 26; CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y
tribales sobre sus tierras ancestrales… op. cit., p. 118, párr. 302-304;
JULIÁ SANTIAGO, José Juan, op. cit., pp. 34-35.

34
quier modo, corresponde proporcionar al Estado en virtud de sus
obligaciones constitucionales en materia de derechos económicos,
sociales y culturales, tales como centros de salud, pavimentación de
calles, construcción o reparación de centros educativos, desarrollo
de proyectos de electrificación o de servicios de agua potable, entre
otros54.
Finalmente, en relación con los estudios de impacto, es impor-
tante reiterar que el Estado debe garantizar que no se emitirá ningu-
na concesión dentro de los territorios de las comunidades a menos y
hasta que entidades independientes y técnicamente capaces, bajo la
supervisión del Estado, realicen un estudio previo de impacto social
y ambiental que evalúe la incidencia social, espiritual y cultural y
sobre el medio ambiente que las actividades de desarrollo previstas
pueden tener sobre tales comunidades. El objetivo de estos estudios
no es solo tener alguna medida objetiva del posible impacto sobre
los bienes naturales y las personas, sino también asegurar que los
miembros de las comunidades tengan conocimiento de los posibles
riesgos ambientales, culturales, sociales, económicos y de salud, a
fin de que acepten el plan de desarrollo o inversión propuesto con
conocimiento y de forma voluntaria. Sin embargo, el Estado debe
tener claridad de que la finalidad última de este tipo de estudios
es «preservar, proteger y garantizar la relación especial» de los
pueblos indígenas con sus territorios y garantizar su subsistencia
como pueblos55.
Evidentemente, los estudios de impacto deben realizarse y
concluirse de manera previa a la aprobación y otorgamiento de las
concesiones respectivas, ya que uno de los objetivos de la exigencia
de dichos estudios es garantizar el derecho de las comunidades a ser
informadas acerca de todos los proyectos propuestos a ejecutar en
su territorio. En consecuencia, la obligación del Estado hondureño
de supervisar estos estudios coincide con su deber de garantizar
la efectiva participación de los pueblos indígenas en el proceso de

54. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus


tierras ancestrales… op. cit., pp. 98-100, párrs. 237-244.
55. Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka… op. cit., párr. 129.

35
otorgamiento de concesiones dentro de sus territorios. Además,
deben servir para evaluar dos factores importantes: por un lado, el
impacto acumulado que han generado proyectos existentes y los que
vayan a generar los proyectos propuestos sobre la supervivencia de
los pueblos indígenas; y por otro lado, el nivel de impacto aceptable
de un proyecto, cuyo criterio principal para su determinación es
si niega o no la capacidad de los miembros de una comunidad a
sobrevivir como un pueblo indígena56.
En este sentido, el Estado no debe aprobar un proyecto que
pueda amenazar la supervivencia física o cultural de una comu-
nidad y, cuando uno en ejecución esté causando daños ecológicos
significativos o de otro tipo a los territorios indígenas, se torna ilegal
y las autoridades tienen la obligación de suspenderlo, reparar los
daños ambientales, e investigar y sancionar a los responsables de
tales daños57. Teniendo en cuenta que de acuerdo con el artículo
59 constitucional el fin supremo de la sociedad y el Estado es la
persona humana, se debe dar prioridad a los derechos a la vida
e integridad de los pueblos indígenas y Garífuna en casos como
este, lo cual demanda de las autoridades estatales la suspensión
inmediata «de los planes o proyectos de desarrollo o inversión o de
los proyectos de exploración y explotación de recursos naturales
que afecten esos derechos»58.
Por su importancia para la supervivencia física y cultural de un
pueblo indígena en cuyo territorio se pretende aprobar un proyecto
o emitir una concesión, es importante dejar claro que el Estado es
el actor responsable de la realización de los estudios de impacto,
que puede llevarlos a cabo directamente o encomendar su realiza-
ción bajo su estricta supervisión, y garantizar de esta manera «un
análisis objetivo, imparcial y técnicamente verificable, destinado a

56. Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka Vs. Surinam, Interpreta-
ción… op. cit., párr. 148.
57. CIDH, Democracia y derechos humanos en Venezuela… op. cit.,
párr. 1137, recomendación 6.
58. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus
tierras ancestrales… op. cit., p. 90, párr. 217.

36
proporcionar datos fácticos de los que pueden desprenderse una
serie de consecuencias para la aprobación y, en su caso, para la
ejecución del plan del que se trate». Por tanto, no sería conforme a
los estándares interamericanos de derechos humanos si la realiza-
ción de los estudios de impacto social y ambiental fueran llevados
a cabo por personal o contratistas de las empresas concesionarias,
o si la selección de quienes los realicen no se base en las pericias
técnicas requeridas59.
Para garantizar la legitimidad de los estudios de impacto so-
cial y ambiental es fundamental la participación de los pueblos
indígenas en el proceso de realización pues, como lo señala el ar-
tículo 7.3 del Convenio 169, las autoridades deben velar por que
se efectúen «en cooperación con los pueblos interesados, a fin de
evaluar la incidencia social, espiritual y cultural y sobre el medio
ambiente que las actividades de desarrollo previstas puedan tener
sobre esos pueblos». En la medida que estos estudios buscan docu-
mentar los posibles impactos negativos de los planes de desarrollo
sobre la relación de los pueblos indígenas con sus territorios, se
requiere necesariamente del conocimiento de sus miembros para
identificar dichos impactos y las posibles alternativas y medidas
de mitigación60.
A la luz de todo lo anterior, los pueblos indígenas y Garífuna
tienen el derecho de participar en los procesos de diseño, licitación,
concesión, ejecución y evaluación de los proyectos de desarrollo que
se llevan a cabo en sus territorios, y el Estado de Honduras tiene
la obligación de garantizar que dichos pueblos sean consultados
sobre los asuntos que puedan afectarlos, con el fin de obtener su
consentimiento libre e informado61. En consecuencia, la explotación
de los bienes naturales en territorios ancestrales sin la consulta y
consentimiento de los pueblos indígenas y Garífuna afectados «viola
su derecho a la propiedad y su derecho a participar en el gobierno»62.

59. Ibíd., pp. 101-102, párrs. 247-252.


60. Ibíd., párr. 104.
61. CIDH, Acceso a la justicia e inclusión social… op. cit., párr. 157.
62. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus
tierras ancestrales… op. cit., pp. 114, párr. 289.

37
Se debe resaltar que el proceso de consulta tiene como obje-
tivo llegar a un acuerdo entre el Estado y los pueblos indígenas y
Garífuna, u obtener su consentimiento en los asuntos que impli-
quen la afectación de sus derechos y, por tanto, no debe «limitarse
únicamente a una notificación o a un trámite de cuantificación de
daños»63. En otras palabras, estos pueblos deben tener la capacidad
de influir de manera significativa en el proceso y en las decisiones
tomadas sobre un proyecto a ejecutarse en sus territorios64, lo que
implica «la evidencia de modificación de los planes o proyectos
basados en las opiniones, preocupaciones y aportaciones de los
pueblos indígenas y tribales». Esto requiere flexibilidad de todas
las partes involucradas

[…] para acomodar los distintos derechos e intereses en juego, dado


que los planes o proyectos de extracción, explotación o concesiones
extractivas afecten de manera sustancial al derecho de propiedad
indígena y otros derechos conexos. El deber de los Estados es el
de ajustar o incluso cancelar el plan o proyecto con base en los
resultados de la consulta con los pueblos indígenas, o, en defecto
de tal acomodo, el de proporcionar motivos objetivos y razonables
para no haberlo hecho65 .

En este sentido, el Estado hondureño no puede dejar de tomar


en consideración los resultados de la consulta en el diseño final
de los proyectos de desarrollo, pues hacerlo implica una vulne-
ración al principio de buena fe que debe regir la obligación de
consultar. Cuando la modificación o acomodo de un proyecto en
virtud de los resultados de la consulta no sea posible por motivos
objetivos, razonables y proporcionales a un interés legítimo, «la
decisión que lo apruebe debe argumentar, de forma razonada,
cuáles son dichos motivos. Esa decisión, y las razones que justi-

63. CIDH, Acceso a la justicia e inclusión social… op. cit., párr. 248.
64. CIDH, Pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y
recursos naturales… op. cit., pp. 96-97, párr. 179 y 181.
65. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus
tierras ancestrales… op. cit., párr. 124, párr. 324.

38
fican la no incorporación de los resultados de la consulta al plan
final, deben ser formalmente comunicadas al pueblo indígena
respectivo» para que este tenga la posibilidad de recurrirla ante
instancias superiores «a través de procedimientos adecuados y
efectivos, que evalúen la validez y pertinencia de dichas razones,
así como el equilibrio entre los derechos e intereses en juego»66.
Ahora bien, cuando se trate de proyectos de desarrollo a gran
escala, cuya magnitud o dimensión e impacto humano y social pue-
den tener un mayor impacto dentro del territorio de los pueblos
indígenas o Garífuna y afectar la integridad de sus tierras y bienes
naturales, el Estado no solamente tiene la obligación de consultar-
les, sino también de obtener su consentimiento67. La obtención del
consentimiento constituye una protección reforzada de derechos
esenciales como la vida y la identidad cultural, cuyos contenidos
básicos pueden resultar seriamente afectados frente a la ejecución
de proyectos que impliquen, por ejemplo, (a) el desplazamiento
de los pueblos o comunidades de sus territorios tradicionales y
su reubicación permanente, (b) la explotación de los bienes natu-
rales que los privaría de su capacidad de usarlos y gozarlos para
su subsistencia, o (c) el depósito o almacenamiento de materiales
peligrosos en sus tierras68.

66. Ibíd., párr. 124, párrs. 325 y 327. «La consulta y el consentimiento
no se limitan a asuntos que afecten los derechos de propiedad indígenas,
sino que también son aplicables a otras acciones administrativas o legisla-
tivas de los Estados que tienen un impacto sobre los derechos o intereses
de los pueblos indígenas», en CIDH, Pueblos indígenas, comunidades
afrodescendientes y recursos naturales… op. cit., p. 81, párr. 152.
67. Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka Vs. Surinam… op. cit.,
párr. 134.
68. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus
tierras ancestrales… op. cit., p. 126, párr. 334; CIDH, Pueblos indíge-
nas, comunidades afrodescendientes y recursos naturales… op. cit., p.
100, párrs. 188-190. «La intensidad ambiental del proyecto es también
un elemento clave a tener en cuenta pues hay actividades que si bien se
apropian de volúmenes que pueden resultar poco significativos, tienen un
grave efecto en el entorno. Tal intensidad puede ser definida en términos

39
Indudablemente, la mayoría de conflictos derivados de los
proyectos de desarrollo y actividades extractivas se puede prevenir
si el Estado cumple con su triple obligación de (a) garantizar el
derecho a la consulta previa e informada en los términos anterior-
mente señalados, (b) asegurar la participación de los que tradicio-
nalmente se han visto marginados o excluidos de los procesos de
toma de decisiones y, (c) establecer salvaguardias y mecanismos
adecuados para garantizar que tales actividades no causen daños
ambientales que afecten la vida, la salud, los medios tradicionales
de subsistencia y la cultura de las personas y sus comunidades.
Y esta triple obligación no solo se deriva de las normas inter-
nacionales en la materia, sino también de la Constitución de la
República que, por ejemplo, en su artículo 346, ordena al Estado
adoptar «medidas de protección de los derechos e intereses de las
comunidades indígenas existentes en el país, especialmente de las
tierras y bosques donde estuvieren asentadas». En este sentido, la
realización de proyectos de desarrollo y concesiones inconsultas de
bosque, subsuelo y agua dentro de sus territorios implica que las
autoridades hondureñas han incumplido con su obligación general
de respetar y garantizar los derechos humanos, y con su obligación
especial de adoptar las medidas que fueren necesarias para hacer
efectivos tales derechos.
Tales medidas pueden ser de carácter jurídico, político, admi-
nistrativo y de cualquier otro orden que promuevan la tutela de
tales derechos y que aseguren que las posibles transgresiones a
los mismos sean efectivamente consideradas y tratadas como un
hecho ilícito que, como tal, acarrea sanciones para quien las ordena
y ejecuta, así como la obligación de indemnizar a las víctimas por
sus consecuencias perjudiciales69. Entre tales medidas se encuentra
la de regular o imponer límites legales a la conducta de los agentes

de su ecotoxicidad, generación de contaminantes, uso de sustancias tó-


xicas, empleo de explosivos, efectos negativos sobre especies en riesgo o
endémicas, emisión de gases invernadero, entre otros».
69. Corte IDH, Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, Sentencia
del 29 de julio de 1988, párr. 175.

40
públicos y privados para evitar que puedan afectar el ejercicio de
los derechos humanos, y establecer las sanciones correspondientes
para quienes sobrepasen dichos límites.
En este sentido, con respecto a la consulta y participación real
de las comunidades, existe una laguna o insuficiencia en la estruc-
tura normativa e institucional y, por tanto, un incumplimiento de
la obligación estatal de adoptar disposiciones de derecho interno,
debido a la ausencia de normatividad o de una práctica adecuada
para hacer efectivo el procedimiento de consulta de conformidad
con los estándares internacionales en la materia, lo cual no ha
posibilitado la creación de canales de diálogo sostenidos, efectivos
y confiables70, y ha generado conflictos que se han traducido en
abusos a los derechos humanos
Si bien es cierto que actualmente el Estado está desarrollando
la iniciativa de elaborar y presentar un Anteproyecto de Ley Marco
de consulta libre, previa e informada a los pueblos indígenas y afro-
hondureños, con la asistencia técnica y financiera del Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo, como lo señala la propia
Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos de
los pueblos indígenas, dicho anteproyecto «presenta problemas en
relación no sólo con su contenido y adecuación a los estándares
internacionales respecto a la consulta previa, sino también con
respecto a su proceso de elaboración y socialización, y en especial,
a los tiempos previstos para la finalización del Anteproyecto y su
presentación para la aprobación por el legislativo»71. De la misma
manera, el Comité de Derechos Humanos expresó su preocupación
debido a que este anteproyecto de ley «no se adecue plenamente a los
estándares internacionales relativos a los derechos de los pueblos

70. Corte IDH, Caso del Pueblo indígena Kichwa de Sarayaku… op.
cit., párr. 166.
71. Al respecto consúltese, Comentarios de la Relatora Especial de las
Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas en relación
con el Anteproyecto de Ley Marco de consulta libre, previa e informada a
los pueblos indígenas y afrohondureños (Honduras), 22 de diciembre de
2016, p. 3 y ss.

41
indígenas, así como que en la preparación de dicho anteproyecto
no se asegurara la participación plenamente representativa de los
pueblos indígenas»72.
Frente a ello se requiere, en primer lugar, que el Estado examine
la compatibilidad de la actual legislación y políticas en las áreas
de propiedad, bienes naturales, minería, hidrocarburos, proyectos
energéticos, ciudades modelo, turismo, áreas protegidas, materia
forestal y agroindustria, con las obligaciones internacionales asu-
midas por Honduras en materia de pueblos indígenas, teniendo en
cuenta el rango constitucional de los instrumentos internacionales
de derechos humanos73. Y en segundo lugar, que acelere los proce-
dimientos destinados a asegurar que las normas nacionales garan-
ticen la realización de consultas previas con los pueblos indígenas
y afrohondureños con el fin de obtener su consentimiento libre,
previo e informado antes de adoptar y aplicar cualquier medida
que pueda incidir sustancialmente en su modo de vida y su cultura,
y asegurar que la misma sea plenamente conforme a las normas
internacionales relevantes en la materia74.

3. La garantía de la participación ciudadana


y la consulta de las comunidades no indígenas

Si bien las normas internacionales en materia de consulta previa


y protección de la propiedad colectiva están dirigidas especialmente
a los pueblos indígenas y garífuna mediante la obligación estatal
de garantizar procesos adecuados de participación ciudadana y de
obtención del consentimiento, las comunidades no indígenas es-

72. Comité de Derechos Humanos, Observaciones finales sobre el


segundo informe periódico de Honduras, CCPR/C/HND/CO/2, 22 de agosto
de 2017, p. 9, párr. 46.
73. Informe de la Relatora Especial sobre los derechos de los pueblos
indígenas sobre su visita a Honduras, A/HRC/33/42/Add.2, 21 de julio de
2016, p. 18, párr. 85.
74. Comité de Derechos Humanos, Observaciones finales sobre el
segundo informe… op. cit., p. 9, párr. 47.

42
tán protegidas por la Convención Americana a la luz del principio
de la dignidad humana en el que se fundamenta la protección del
derecho a la vida y todos los demás derechos relacionados con el
bienestar físico, psíquico y moral de las personas; en consecuencia,
«las condiciones de grave contaminación ambiental, que pueden
causar serias enfermedades físicas, discapacidades y sufrimientos
a la población local, son incompatibles con el derecho a ser respe-
tado como ser humano»75.
De ahí la importancia de los derechos a la participación, la
información y el acceso a la justicia como instrumentos necesarios
para lograr el fin supremo de preservar el medio ambiente como una
forma de proteger el bienestar de las personas76. El artículo 23 de
la Convención Americana reconoce el derecho de toda la ciudadanía
a «participar en la dirección de los asuntos públicos, directamente
o por medio de representantes libremente elegidos», y cuando se
trata de procesos de toma de decisiones vinculados a proyectos
de desarrollo, el derecho de acceso a la información constituye un
elemento central para «respaldar y acrecentar la capacidad de las
personas para salvaguardar y reivindicar» los derechos a la vida y
a la integridad personal en situaciones de riesgo ambiental grave, y
así contribuir a «lograr una protección eficaz contra las condiciones
ecológicas que constituyen una amenaza para la salud humana»77.
Por ello es fundamental que el Estado garantice sistemas ade-
cuados y efectivos de divulgación y acceso a información, sobre
todo lo relacionado con concesiones y proyectos de desarrollo que
puedan afectar la tierra y el territorio de una comunidad, así como
mecanismos que generen más transparencia y otorguen más opor-
tunidades de participación real de la población para que esta pueda

75. CIDH, Informe sobre la situación de los derechos humanos en


Ecuador… op. cit.
76. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus
tierras ancestrales… op. cit., párr. 84, párr. 197.
77. CIDH, Informe sobre la situación de los derechos humanos en
Ecuador… op. cit.

43
monitorear y responder a las acciones del sector público y privado
en materia de medio ambiente y gestión de los bienes naturales78.
Esto es así porque para las comunidades rurales y campesinas
la tierra constituye el espacio de producción de la vida y está ligada
a la identidad y a las raíces, permite la conexión con la naturaleza y
es una herramienta de trabajo esencial para la siembra de alimentos
y la cría de animales. Consecuentemente, sin la tierra «resulta difícil
pensar la posibilidad de la existencia», ya que sin ella no se es ni se
puede ser pues remite a una historia y a un espacio común en el que
«tienen lugar prácticas económicas, sociales y políticas que se han
desarrollado a lo largo del tiempo atendiendo a la sustentabilidad
social y ambiental»79.
La falta de participación ciudadana efectiva en la aprobación
y ejecución de concesiones y proyectos mineros, hidroeléctricos y
madereros en los territorios de estas comunidades impacta signi-
ficativamente en su modo de subsistencia basado en la economía
agrícola familiar, donde la tierra, el bosque y el agua de los ríos son
fundamentales para desarrollar sus proyectos de vida en territo-
rios indisolublemente ligados a estos; en consecuencia, cualquier
intervención externa sin participación comunitaria puede generar
violaciones a derechos humanos, particularmente a derechos eco-
nómicos, sociales y culturales como el trabajo, la alimentación, el
acceso a la tierra, la cultura, la salud, el medio ambiente, entre otros80.

78. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus


tierras ancestrales… op. cit., párr. 84, párr. 120-121.
79. VILLEGAS GUZMÁN, Sabrina María, «El derecho como instrumen-
to de lucha y espacio de conflicto: la experiencia del Movimiento Campe-
sino de Córdoba (Argentina)», Revista Direito e Práxis, Vol. 08, N° 1, Río
de Janeiro, 2017, pp. 424 y 429. «Se trata del derecho a ser reconocido
como integrante de una comunidad, que involucra una noción ampliada del
mundo político, así como el reconocimiento de nuevas y múltiples formas
de hacer política».
80. QUESADA TOVAR, Carlos Erin, Derecho a la consulta previa para
comunidades campesinas, Tesis de Maestría, Facultad de Derecho, Cien-
cias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá,
2013, p. 74.

44
Sin duda, cuando el Estado no garantiza la participación efec-
tiva de las comunidades en los procesos de aprobación y ejecución
de proyectos de desarrollo sobre sus tierras, ríos y bosques, estas
lo sienten y viven como una práctica de despojo y un ataque a su
identidad y modo de subsistencia, frente a lo cual no es de extrañar
que se opongan a pesar de las amenazas, los hostigamientos, la
criminalización y los riesgos para su vida e integridad. Estas lu-
chas de resistencia reflejan que las comunidades afectadas buscan
recuperar el poder discursivo de dos conceptos legales y políticos
para oponerse y tratar de impedir la implementación o ejecución de
proyectos de desarrollo aprobados de forma inconsulta: la soberanía
popular y la participación ciudadana comunitaria81.
En relación con el concepto de soberanía popular, el artículo
2 de la Constitución de la República establece que la soberanía
corresponde al pueblo del cual emanan todos los poderes del Es-
tado que se ejercen por representación. La soberanía popular debe
entenderse en dos sentidos: por un lado, es una garantía negativa,
lo que implica una prohibición para cualquiera de apropiarse de
ella y usurparla, ya que solo pertenece al pueblo y solo reside en el
pueblo; por tanto, nadie, aunque sea un representante elegido por
el pueblo, puede adueñarse de ella para ejercerla contra alguno de
sus miembros. Por otro lado, es una garantía positiva en tanto que
pertenece al conjunto de personas de las que el pueblo se compone
y equivale a la suma de los poderes y contrapoderes que son los
derechos humanos constitucionalmente reconocidos. En conse-
cuencia, estos derechos equivalen «a otros tantos fragmentos de
soberanía popular correspondientes a todos y a cada ciudadano.
Por eso cualquier violación de tales derechos es una lesión no sólo
a las personas que son sus titulares, sino también a la soberanía
popular»82.

81. MEJÍA RIVERA, Joaquín A., FERNÁNDEZ, Víctor, et al., El de-


recho a la consulta en Honduras, febrero de 2016, documento inédito en
manos de los autores.
82. FERRAJOLI, Luigi, Principia iuris. Teoría del derecho y de la
democracia. 2. Teoría de la democracia, Trotta, Madrid, 2011, pp. 13-14.

45
En virtud de lo anterior, varias comunidades indígenas y no
indígenas han rechazado iniciativas privadas y gubernamentales de
proyectos de desarrollo haciendo uso del argumento de su sobera-
nía popular desde una doble lógica. Primero, desde la lógica de la
soberanía como garantía negativa, las comunidades entienden que
la participación ciudadana no se limita a escoger a quienes ejerce-
rán el poder en su nombre y representación, sino que asumen que
participar significa que sus miembros son titulares directos de ese
poder y que pueden decidir sobre la forma en que será ejercido en
sus territorios, pues de lo que ahora se trata es que las comunidades
sean el poder y no que lo escojan83.
En segundo lugar, desde la lógica de la soberanía como garantía
positiva, las comunidades entienden que sus miembros son titulares
de unos derechos humanos que imponen límites y vínculos a las
autoridades estatales cuando se trata de adoptar decisiones que
puedan afectarlos, ya que a la luz del artículo 64 constitucional ni
siquiera una mayoría absoluta puede aplicar leyes y disposiciones
gubernativas o de cualquier otro orden que regulen el ejercicio de
tales derechos, si los disminuyen, restringen o tergiversan. En otras
palabras, la protección de los derechos humanos «constituye un
límite infranqueable a la regla de mayorías, es decir, a la esfera de
lo “susceptible de ser decidido”»84.
De acuerdo con la Sala de lo Constitucional, los derechos hu-
manos constituyen un elemento estructural del ordenamiento y
un valor esencial del Estado de derecho, por lo que deben quedar
fuera del alcance de la acción estatal, ya sea por medio de la ley,
de la actividad administrativa o de los tribunales de justicia. En
consecuencia, la esfera de libertad que los derechos humanos
garantizan «no puede ser tocada por ninguna autoridad, por-
que es [la persona], no la sociedad, quien tiene la dignidad y, en

83. QUESADA TOVAR, Carlos Erin, Derecho a la consulta previa para


comunidades campesinas… op. cit., p. 108.
84. Corte IDH, Caso Gelman Vs. Uruguay, Fondo y reparaciones,
Sentencia de 24 de febrero de 2011, párrs. 238-239.

46
consecuencia, corresponde a [ella] la titularidad de los derechos
fundamentales»85.
De esta manera, todas las leyes secundarias deben interpretar-
se y aplicarse conforme al principio constitucional de la soberanía
popular, y garantizar que sea real y efectiva la participación de
las comunidades en todo proceso relacionado con la aprobación
y ejecución de cualquier proyecto de desarrollo dentro sus terri-
torios. Así, la Ley General del Ambiente, en sus artículos 71, 102
y 103 establece, respectivamente, que (a) los pueblos indígenas y
tribales tienen especial apoyo estatal para establecer un modelo de
desarrollo en el uso adecuado de sus bienes naturales; (b) es de
interés público la opinión y participación ciudadana en las acciones
de defensa y preservación del medio ambiente y del uso racional
de los bienes naturales, así como el derecho de las comunidades
a ser consultadas para la elaboración de los planes y medidas que
se adopten en esta materia; y (c) el derecho de la población a ser
informada sobre el estado del medio ambiente y de todas las ope-
raciones y acciones que se tomen en este campo por parte de las
instituciones gubernamentales y municipales.
La Ley de Municipalidades en su artículo 25 numeral 10 plan-
tea el deber del gobierno local de convocar plebiscitos para tomar
decisiones sobre asuntos de suma importancia y cuyos resultados
son de obligatorio cumplimiento. En este sentido, en un asunto
tan importante como la conservación del agua, el artículo 30 de la
Ley General del Ambiente reconoce la soberanía de las municipa-
lidades en su jurisdicción para manejar, proteger y conservar las
cuencas y depósitos naturales de agua. Esta disposición permite
que el gobierno municipal tenga un papel decisivo para salvaguar-
dar los intereses de sus habitantes; incluso establece la posibilidad
de que las municipalidades creen empresas con apoyo del Estado

85. Sentencia de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema


de Justicia del Recurso de Inconstitucionalidad vía Acción RI-1343-2014
acumulada con el RI-0243-2015, 22 de abril de 2015, considerando 9.

47
para ejecutar directamente los proyectos energéticos en beneficio
de sus poblaciones.
Las corporaciones municipales tienen relación directa con los
concesionarios por la instalación y el funcionamiento del proyecto,
pero además por la cancelación de los tributos y por la responsabi-
lidad social que corresponde a los concesionarios. Según el artículo
7 del Reglamento del Sistema Nacional de Evaluación de Impacto
Ambiental, la municipalidad, a través de la Unidad Municipal Am-
biental, también participa en los estudios de impacto ambiental. En
conclusión, los gobiernos locales, a través de las figuras del cabildo
abierto y el plebiscito, tienen mayores y más claras posibilidades
de satisfacer el derecho a la consulta de la ciudadanía en temas
fundamentales como la gestión de los bienes naturales.
La Ley de Propiedad, en sus artículos 93 y 125 establece, respec-
tivamente, que (a) se reconoce y garantiza el derecho de los pueblos
indígenas y afrohondureños sobre las tierras que tradicionalmen-
te poseen, las cuales deben ser titulados a su favor por parte del
Estado; y, (b) en caso de pretender explotar bienes naturales com-
prendidos en sus territorios deberán ser consultados sobre dicha
pretensión, facultándolos incluso a poner fin a cualquier proceso
de explotación. La Ley General de Minería, en sus artículos 50, 67
y 78 señala, respectivamente, (a) que se debe respetar el Convenio
169; (b) que previo al otorgamiento de una concesión de explota-
ción minera se debe realizar una consulta ciudadana a través de la
municipalidad respectiva, cuyo resultado será vinculante para el
otorgamiento de dicha concesión; y, (c) que será causal de suspen-
sión o terminación de los derechos mineros la existencia de riesgo
o peligro inminente para la vida de las personas y/o sus bienes.
Finalmente, sobre la importancia de los principios de soberanía
popular y participación ciudadana, la Sala de lo Constitucional de
la Corte Suprema de Justicia ha señalado que

[…] el Gobierno de la República debe sustentarse en los principios


de la soberanía popular, la autodenominación de los pueblos y la
democracia participativa, esta última pilar fundamental para el

48
sustento de un Estado de derecho, la que se refuerza y se profun-
diza con la participación permanente, ética y responsable de la
ciudadanía en un marco de legalidad conforme al respectivo orden
constitucional. La participación ciudadana es un elemento necesa-
rio y pleno para el efectivo ejercicio de la democracia a efecto de
promover y fomentar diversas formas de participación y de esta
forma lograr el fortalecimiento de la democracia, que es máximo
anhelo de todo Estado de Derecho, en busca de satisfacer el goce
de la justicia, la libertad, la cultura y el bienestar económico y
social como lo declara nuestra Carta Magna86.

En conclusión, las autoridades hondureñas deben entender


que la mejor forma de tratar las cuestiones ambientales es con la
participación de todas las personas interesadas en los procesos de
toma de decisiones en el nivel que corresponda y, en consecuencia,
tienen la obligación de procurar la creación de mecanismos para
consultar y facilitar la participación en dichos procesos de las or-
ganizaciones, grupos y particulares interesados o potencialmente
afectados directamente con los proyectos de desarrollo que puedan
generar perjuicios en el medio ambiente y en la salud de los mismos.
Es importante subrayar que la consulta debe realizarse antes de
emprender o autorizar tales proyectos87.
Si el Estado hondureño quiere demostrar su voluntad política
para prevenir y reducir al mínimo los conflictos sociales vinculados
a la aprobación y ejecución de proyectos mineros, de bosque, de
hidrocarburos o hidroeléctricos, y a la defensa de los territorios,
debe asumir seriamente los principios de soberanía popular y de
participación ciudadana, de los cuales derivan el derecho a la con-
sulta como herramienta democrática «para garantizar que quienes
han sido invisibilizados, desoídos y sometidos por tener una for-

86. Recurso de Inconstitucionalidad EXP. SCO-1165-2014, 23 de junio


de 2017, considerando 20. Las notas a pie de página fueron omitidas por
los autores.
87. Ídem.

49
ma diversa de comprender, producir y reproducir la vida, tengan
oportunidad de decidir sobre todo aquello que les afecta antes de
que esto ocurra»88.
El principio fundamental de que la dignidad humana es el fin
supremo de la sociedad y el Estado, requiere que sus instituciones,
a la luz del artículo 1 de la Constitución, aseguren a sus habitantes
el goce de la justicia, la libertad, la cultura y el bienestar económico
y social. Este mandato constitucional plantea un modelo de organi-
zación social hacia el cual dirigirse y encaminarse, y exige una mayor
democratización del Estado y de sus instituciones, que implica una
mayor participación política de grupos e individuos89, particular-
mente de aquellos cuyos derechos han sido violentados a través del
despojo y la concentración de la tierra, a través del ingreso forzado
de megaproyectos en sus territorios y «a través de la militarización
de los cuerpos y de las vidas»90. Las instituciones públicas deben
tener siempre presente que la causa de su existencia y su razón de
ser es el respeto, defensa y promoción de los derechos humanos,
cuyos titulares son el «alfa y omega» de las normas y prácticas es-
tatales91, las cuales, en materia de proyectos de desarrollo, deben
ser conformes a los estándares constitucionales e internacionales
sobre consulta y participación ciudadana.

88. QUESADA TOVAR, Carlos Erin, Derecho a la consulta previa para


comunidades campesinas… op. cit., p. 108.
89. LÓPEZ CALERA, Nicolás María, Yo, el Estado. Bases para una
teoría sustancializadora (no sustancialista) del Estado, Editorial Trotta,
Madrid, 1992, pp. 111-112.
90. QUESADA TOVAR, Carlos Erin, Derecho a la consulta previa para
comunidades campesinas… op. cit., p. 109.
91. Sentencia de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de
Justicia del Recurso de Inconstitucional vía Acción RI-1343-2014… op.
cit., considerando 9.

50
II

LA EXPERIENCIA DE LA COMUNIDAD DE
NUEVA ESPERANZA Y DEL PATRONATO REGIONAL
DEL SECTOR FLORIDA

1. Cronología de un conflicto

Los pobladores y pobladoras de las 16 comunidades del Sector


Florida, en el municipio de Tela, durante casi 15 años se han orga-
nizado para defender los bienes naturales de sus territorios. Estas
acciones comunitarias han tenido como respuesta la militarización
y paramilitarización de sus territorios, persecución y amenazas,
y hostigamiento policial y judicial. Durante todo este tiempo han
tenido que resistir la presencia y asedio de extranjeros, chinos e
italianos, y de hondureños, todos ellos empresarios mineros que
han pretendido explotar la riqueza natural de la zona.
La situación de vulnerabilidad se profundizó a partir de 2011,
cuando la Corporación Minerales Victoria, propiedad del empre-
sario Lenir Pérez92, manifestó su pretensión de explotar minas a
cielo abierto en la zona, supuestamente para la extracción de óxido
de hierro. Esta empresa obtuvo una concesión de mil hectáreas
que cubre un área de 16 comunidades que basan su economía en

92. Es yerno del fallecido empresario y terrateniente Miguel Facussé, y


opera a través de su compañía ALUTECH, que forma parte de Inversiones
EMCO.

51
la ganadería y que, por tanto, perderían su fuente de sustento con
el agotamiento o la contaminación de las fuentes de agua93.
La comunidad solo fue informada pero no consultada sobre
esta concesión. El estudio de impacto ambiental fue aprobado por
la municipalidad de Tela y se afirma que «el alcalde de Tela recibió
unos 7 millones de lempiras (US$ 350,000) por su apoyo al proyec-
to»94. Frente a ello, las comunidades decidieron no permitir ningún
proyecto de explotación de la riqueza natural de su territorio sin
que previamente hayan sido consultadas y brindado su consen-
timiento, frente a lo cual esta empresa comenzó una escalada de
intimidaciones, amenazas y agresiones en contra de la comunidad,
con el apoyo de miembros de la Policía Nacional y el alcalde de Tela,
David Zaccaro95.
En este contexto, el 19 de julio de 2012, el señor Roberto Gar-
cía Fúnez recibió una llamada de un número desconocido; alguien
que decía ser su amigo, le dijo que tenía conocimiento de que él se
desplazaba por el sector Florida, y que habían pretendido contra-

93. Pese a que los artículos 102 y 103 de la Ley General del Ambiente
reconocen el derecho de las comunidades a ser informadas y a participar
en la decisión de aceptar o no cualquier proyecto que impacte el medio
ambiente de su región, y violando abiertamente el reglamento del Siste-
ma Nacional de Impacto Ambiental (SINEIA), se otorgó a esta empresa el
permiso para realizar trabajos de exploración sin que las comunidades
afectadas fueran consultadas, como lo exige la normativa vigente.
94. MIDDELDORP, Nick, «Minería, resistencia y represión en Honduras:
entre la ley y la impunidad», en Cuadernos de Antropología, Vol. 26, núm.
2, julio-diciembre 2016, p. 78.
95. La población y las organizaciones sociales representantes de las
comunidades Brisas de Leán, Nombre de Dios, Las Minas, Las Mercedes,
El Socorro, El Guayabo, Yusa, Buena Vista, El Carmen, Camagüey, El
Zapote, Nueva Unión, El Rodeo, Nueva Concepción y Nueva Esperanza,
organizadas en el Patronato Regional del Sector Florida, han hecho público
su rechazo y oposición al pretendido proyecto; existe constancia pública
de la realización de foros, asambleas, denuncias radiales y por la prensa
escrita, incluso a través de reuniones entre líderes comunitarios, la alcaldía
y la empresa minera.

52
tarlo para matarlo, pero que había rechazado la oferta porque él
no era sicario. El 19 de agosto de 2012, en reunión del Patronato
Regional del Sector Florida, al señor García Fúnez se le entregó una
nota firmada por «El Cartel» en la que se le amenazaba, junto a su
compañero César Adán Alvarenga Amador, quien ese mismo día
recibió una llamada telefónica del empresario minero Lenir Pérez,
reclamándole por su oposición a la minería y le exigió el número
telefónico del sacerdote César Espinoza.
Del mismo modo, el señor García Fúnez recibió varias llamadas
intimidantes en las que el señor Pérez insistía en que le facilitara el
número del párroco César Espinoza; también le dijo que él no era
responsable de las amenazas escritas, sino que posiblemente eran
de otras tres personas que están perdiendo ganancias de la explo-
tación minera. En esas llamadas, el empresario Pérez le pidió que
le ayudara a convencer a las comunidades para que aceptaran el
proyecto minero; a cambio, le garantizaba reducir el peligro al que
estaba expuesto y le ofreció seguridad privada a él y a su familia.

2. El papel del Estado frente al conflicto


y la resistencia comunitaria

Ante esta situación, los señores Roberto García Fúnez y César


Adán Alvarenga Amador denunciaron ante el Ministerio Público al
empresario Lenir Pérez y al alcalde de Tela, David Zaccaro, quien
presuntamente recibió 7 millones de lempiras del empresario
minero a cambio de apoyar desde la municipalidad su proyecto
extractivista96. Por estos hechos, el 3 de octubre de 2012 la Comi-
sión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó medidas
cautelares a favor de los señores Alvarenga Amador y García Fú-
nez para garantizar sus vida e integridad física y a pesar de haber
presentado las denuncias ante las autoridades competentes, el

96. Denuncia ante el Ministerio Público MP-266-12.

53
Estado no había adoptado las medidas adecuadas para protegerlos
e investigar los hechos97.
En enero de 2013 el alcalde David Zaccaro, en nombre de
las comunidades y sin consultarlas, pidió a la Policía Nacional la
presencia de agentes en la región en conflicto. Inmediatamente
enviaron a diez agentes policiales que se instalaron en la casa del
señor Federico Quintero, colaborador del empresario Lenir Pérez,
y de inmediato comenzaron a hostigar a las comunidades. El 21 de
enero Adonis Romero, José Lemus, José Ángel Fúnez, Cecilio Alfaro
y Merlin Pineda fueron criminalizados y obligados a comparecer ante
la Policía de Tela, acusados de oponerse a los proyectos mineros98.
El 28 de enero el sacerdote César Espinoza recibió amenazas de
muerte por supuestos trabajadores mineros, a través de mensaje
de texto enviado a su celular99.
El 13 de febrero, en horas de la noche, los policías instalados
de manera irregular en la región, reventaron a punta de bala una
cadena que la comunidad había instalado como mecanismo de
control comunitario sobre el acceso de vehículos a la zona, lo que
también fue denunciado ante el Ministerio Público100. El 18 de fe-
brero los mismos policías amenazaron a muerte al periodista Leo-
nardo Amaya Guevara, miembro fundador de la radio comunitaria
Exclusiva, corresponsal de Radio Católica Subirana, Radio Globo
y Radio Progreso101.

97. MC 342/12 – César Adán Alvarenga Amador y Roberto García Fúnez,


Honduras, 3 de octubre de 2012. En situaciones de gravedad y urgencia
la CIDH puede, a iniciativa propia o a solicitud de parte, solicitar que un
Estado adopte medidas cautelares para prevenir daños irreparables a las
personas, las cuales pueden ser de naturaleza colectiva, a fin de prevenir un
daño irreparable a las personas debido a su vínculo con una organización,
grupo o comunidad de personas determinadas o determinables.
98. Expediente MP-309-13.
99. Denuncia MP-032-2013.
100. Denuncia MP-309-13.
101. Oficio de la Secretaría de Justicia y Derechos Humanos Nº SJDH-
DM-N. 0083-2013.

54
Estas amenazas se produjeron mientras el comunicador le daba
cobertura a las acciones de la comunidad en defensa de su territorio.
Debido a esta situación, durante el año 2012 y principios de 2013
el Patronato Regional del Sector Florida realizó varias visitas al
director de la Dirección de Fomento a la Minería —ahora Instituto
Hondureño de Geología y Minas (INHGEOMIN)—, abogado Aldo
Santos, para informarle sobre todos los abusos de los empresa-
rios mineros y de la oposición comunitaria a cualquier proyecto
que implique efectos negativos en la salud y el medio ambiente de
las comunidades. El propio abogado Santos manifestó que, aun-
que la empresa minera obtuvo un permiso para realizar trabajos
de exploración, estos se asemejan más a trabajos de explotación,
ya que la empresa cercó terrenos, taló árboles, abrió carreteras y
sus operaciones comenzaron a provocar graves efectos «sobre las
fuentes de agua: una quebrada que antes corría clara se ha vuelto
lodosa, contaminada por la tierra excavada para abrir las carreteras
y para otras obras»102.
En marzo de 2013, los miembros del Patronato Regional del
Sector Florida pidieron la mediación de Monseñor Lenihan, obis-
po de la Diócesis de La Ceiba, y a la oficina regional de La Ceiba,
Atlántida, del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos
(Conadeh) para que intercedieran en el conflicto a raíz de las ac-
ciones violentas de la policía y del empresario.
El 10 de abril fueron convocados en Tela los empresarios mine-
ros Lenir Pérez, Gustavo Urrutia y Jorge Rosa, el alcalde de Tela,
el Ministerio Público, agentes de la Policía Nacional, representantes
de la Secretaría de Justicia y Derechos Humanos, de DEFOMIN
y patronatos del sector para entablar un diálogo encaminado a
resolver pacífica y legalmente los conflictos derivados del proceso
de concesión inconsulta. El 26 abril se realizó una segunda con-

102. «Comunidad Nueva Esperanza sufre hostigamientos y amenazas


de muerte», en Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina,
23 de agosto de 2013. Accesible en http://mapa.conflictosmineros.net/
ocmal_db/?page=conflicto&id=900

55
vocatoria pero, debido a la intransigencia de los empresarios y la
desidia de los funcionarios estatales, el diálogo no dio resultados.
El sábado 25 y el domingo 26 de mayo de 2013, el empresario
Lenir Pérez pretendió de forma desafiante ingresar materiales al
territorio de la comunidad de Nueva Esperanza para iniciar los
trabajos de exploración; para ello los trabajadores del empre-
sario se hicieron acompañar de miembros de la Policía Nacional
de Tela quienes, en abierta violación a sus funciones de brindar
seguridad pública, actuaron como agentes de seguridad privada
del señor Pérez para garantizar el ingreso del referido material.
No obstante, la población de Nueva Esperanza y de comunidades
vecinas se presentó en el lugar e impidió el ingreso de los vehículos
que transportaban el material de construcción.
Posteriormente, el lunes 3 de junio de 2013, los pobladores
volvieron a ser víctimas de agresiones, amenazas a muerte, intimi-
dación y atentados por parte de miembros de la Policía Nacional. En
esta ocasión, el agente Marcio Castillo Palma realizó dos disparos
contra el señor Enrique Castillo, de 79 años de edad, y otro agente de
nombre desconocido disparó en tres ocasiones contra los miembros
de la comunidad que se encontraban presentes. Estos hechos fueron
denunciados ante el Ministerio Público y el Conadeh, lográndose
que el 5 de junio fueran rotados los policías responsables.
No obstante, el mismo 5 de junio por la noche la comunidad
fue testigo de que miembros de la Policía Nacional custodiaron la
entrada a la zona con hombres fuertemente armados con armas de
grueso calibre y, a partir del siguiente día, los pobladores comenza-
ron a recibir nuevos mensajes de amenazas a muerte e intimidación
por parte de tales hombres; estos, incluso, ordenaron un toque de
queda de facto mediante el cual prohibieron a los pobladores salir
o reunirse después de las 7 de la noche. La gravedad del conflicto
alcanzó niveles tan alarmantes, que el profesor Henry Yanes Torres,
maestro de la escuela de la comunidad de Nueva Esperanza así como
otros maestros de la comunidad El Carmen, se vieron obligados a
suspender las clases.

56
Finalmente, el 25 de julio de 2013, una misión internacional
del Proyecto de Acompañamiento Internacional-Honduras (PROAH)
—integrada por el suizo Daniel Langmeier y la francesa Orlane Vi-
dal—, fue interceptada por siete hombres fuertemente armados y
acompañados de 25 trabajadores mineros provistos de machetes,
encabezados por Wilfredo Fúnez, encargado de la seguridad de la
Corporación Minerales Victoria y miembro de las pocas familias
que apoyan el proyecto minero. Transportaron a los dos obser-
vadores internacionales en vehículos sin placas y, durante todo el
trayecto, varios de los hombres les apuntaron con sus armas, los
insultaron, los amenazaron con desaparecerlos si volvían a la zona,
y los obligaron a borrar las fotos relacionadas con la empresa. Pos-
teriormente fueron liberados, previa amenaza de que no volvieran
y que no denunciaran el hecho pues, si lo hacían, la comunidad de
Nueva Esperanza sufriría represalias.
No obstante, la denuncia fue interpuesta y la Fiscalía del Minis-
terio Público acusó al señor Fúnez, por lo que el Juzgado Seccional
de Tela le dictó auto de prisión por los delitos de allanamiento,
coacción, amenazas y privación injusta de la libertad, en perjuicio
de los observadores internacionales. El 18 de noviembre de 2014 fue
condenado por el Tribunal de Sentencia de Tela por los delitos de
privación de libertad, allanamiento de morada y coacciones contra
los dos observadores internacionales y las comunidades del Sector
Florida. En el marco de un procedimiento abreviado, Fúnez aceptó
la responsabilidad ante el tribunal y recibió una pena de tres años
por el delito de privación de libertad, un año por allanamiento de
morada, y tres meses por coacciones103.

103. «Ex jefe seguridad de Empresa Minerales la Victoria condenado


a prisión por violación a Derechos Humanos», en MADJ-HN, martes 18 de
noviembre de 2014. Accesible en http://movimientoampliodignidadyjusticia.
blogspot.com/2014/11/ex-jefe-seguridad-de-empresa-minerales.html

57
3. La resistencia continúa

Es importante destacar que, además de las acciones jurídicas en


el ámbito interno, las comunidades, acompañadas del Movimiento
Amplio por la Dignidad y la Justicia (MADJ), el Movimiento Am-
bientalista de Atlántida y el ERIC-SJ, presentaron ante la CIDH una
solicitud de medidas cautelares el 14 de junio de 2013 para que
requiriera al Estado de Honduras a proteger la vida e integridad
personal de varios líderes, lideresas, defensores y defensoras de
derechos humanos de la comunidad Nueva Esperanza y del Patro-
nato Regional del Sector Florida. El 28 de agosto de 2013 la CIDH
requirió información al Estado para conocer sobre las medidas
adoptadas por este frente a la situación planteada; sin embargo,
las autoridades hondureñas ni siquiera respondieron a este órgano
internacional, por lo que tras analizar los hechos denunciados, el
24 de diciembre de 2013 la CIDH consideró que estas personas se
encontraban en una situación de gravedad y urgencia, puesto que
sus vida e integridad estaban amenazadas y en grave riesgo104.
Para la CIDH, los actos de agresión, amenazas a muerte, inti-
midación y actos de hostigamiento perpetrados por miembros de
la Policía Nacional al servicio de empresas mineras, contra lidere-
sas y líderes comunitarios que se oponen a la explotación de los
bienes naturales dentro de sus territorios, refleja la gravedad del
caso y confirma la «crítica situación que enfrentan los defensores y
defensoras de derechos humanos que se dedican a la protección de
recursos naturales en Honduras». En este sentido, la CIDH conside-
ró que la ausencia de medidas orientadas a atender esta situación
por parte del Estado, sugiere que estas personas «se encuentran
en una situación de desprotección»105.

104. CIDH, Resolución 13/2013. Asunto líderes y defensores de la co-


munidad Nueva Esperanza y del Patronato Regional del Sector Florida res-
pecto de la República de Honduras. MC 195-13, 24 de diciembre de 2013.
105. Ibíd., párrs. 9-14. Las citas textuales corresponden, en su orden,
a los párrs. 11 y 13.

58
Finalmente, a través de un cabildo abierto, el 30 de agosto de
2014 el sector Florida se declaró libre de minería y ordenó a la
Corporación Municipal de Tela emitir la siguiente disposición:

Artículo 1. La Corporación Municipal de Tela Declara a las 16


comunidades del sector de Florida: Nueva Esperanza, La Yusa, El
Socorro, Buena Vista, El Carmen, Camagüey, El Zapote, Alaho, El
Coco, Las Mercedes, Las Minas, Nombre de Dios Tela, Brisas de
Leán, Nueva Unión, Concepción y El Guayabo. Comunidades Pro-
ductoras de Agua y Libre de Exploraciones y Explotaciones Mineras
y de cualquier forma de explotación riesgosa para la subsistencia
y convivencia saludable de sus habitantes. Esta determinación es
de carácter vinculante106.

Con base en lo anterior, se puede llegar a dos conclusiones:


en primer lugar, los hechos evidencian claramente que «la falta de
respuesta o complicidad de las autoridades da mucho espacio a una
compañía para manipular el proceso de consulta (o negarla)»107, lo
cual se traduce en abuso e impunidad; y en segundo lugar, aunque
aún está presente la amenaza sobre los bienes naturales que existen

106. «Honduras: El sector Florida se declara libre de minería», en


Movimiento Mesoamericano contra el Modelo Extractivo Minero, 8 de
septiembre de 2014. Accesible en http:q//moxvxximientom4.org/2014/09/
honduras-el-sector-florida-se-declara-libre-de-mineria/. Esta decisión
coincide con la percepción que tiene la comunidad de Nueva Esperanza en
relación con la minería; así, el 96.2% de la población no está de acuerdo
con la instalación de proyectos mineros; el 92.9% no cree que la minería
podría generar beneficios para la comunidad; el 100% considera que los
proyectos mineros generan problemas ambientales, y el 81.5% cree que
estos proyectos no generarían desarrollo para la comunidad, en Equipo de
Reflexión, Investigación y Comunicación, y Colegio para la Salud Pública
y la Justicia Social de la Saint Louis University, Encuesta de Indicadores
Socioeconómicos, agua y salud ambiental, minería, desarrollo y justicia
en Honduras: Una iniciativa de comunidad para la educación y la inci-
dencia, Honduras, 2015.
107. MIDDELDORP, Nick, … op. cit., p. 82.

59
en los territorios de estas comunidades, la organización comuni-
taria, las acciones de incidencia y concientización, las denuncias
públicas, el acompañamiento y la solidaridad internacional, el
uso de los mecanismos nacionales para activar a las autoridades
administrativas y judiciales, y la utilización de las herramientas
que brinda el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, en
conjunto, permiten fortalecer la lucha de las comunidades por la
defensa de sus territorios.

60
III

LA EXPERIENCIA DEL PUEBLO INDÍGENA TOLUPÁN


DE LA TRIBU SAN FRANCISCO DE LOCOMAPA

1. La riqueza del territorio


y la ambición pública y privada

Pese a que los territorios de los pueblos indígenas y afrodes-


cendientes son ricos en bienes naturales, en comparación con el
resto de la población, estos sufren los mayores niveles de pobreza,
presentan índices de alfabetización más bajos, altos niveles de
desnutrición y una elevada tasa de enfermedades contagiosas e
infecciones. Además, «la tasa de mortalidad materna de mujeres
indígenas es considerablemente mayor que respecto de mujeres
no indígenas»108.
Esta situación se manifiesta en una encuesta realizada en la
tribu Tolupán San Francisco de Locomapa, la cual revela que en los
últimos doce meses el 73.3% de la población, en muchas ocasio-
nes, compró alimentos que no le alcanzaron y no tuvo dinero para
adquirir más; el 73.4% no tuvo recursos suficientes para consumir
alimentos variados y nutritivos; el 100% no tenía seguro médico, y
el 96.7% no contaba con electricidad109.

108. CIDH, Observaciones preliminares sobre la situación de los


derechos humanos en Honduras... op. cit.
109. Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, y Colegio para
la Salud Pública y la Justicia Social de la Saint Louis University, Encuesta
de Indicadores Socioeconómicos, agua y salud ambiental, minería, de-
sarrollo y justicia en Honduras… op. cit.

61
La riqueza del territorio del pueblo Tolupán ha despertado la
ambición de actores públicos y privados que han provocado una
situación de despojo de sus recursos forestales, mineros y acuíferos,
y que los ha convertido en la etnia más martirizada del país, con más
de cien indígenas asesinados por defender su territorio. El propio
Estado hondureño ha admitido esta realidad, y ha reconocido el
asesinato de al menos 58 tolupanes antes de 2013110.
La raíz de esta problemática la podemos encontrar en (a) el
irrespeto de las autoridades al derecho del pueblo Tolupán a ser
consultado sobre cualquier plan o proyecto que se pretenda reali-
zar en su territorio, (b) la debilidad institucional para supervisar y
fiscalizar de manera permanente y eficiente las actividades extrac-
tivas y, (c) la impunidad en torno a las violaciones de los derechos
humanos de este pueblo.
El territorio Tolupán se encuentra en una zona montañosa, con
poca o ninguna presencia del Estado, y las compañías mineras y
madereras contratan guardias privados de seguridad para proteger
sus instalaciones y operaciones de extracción, las cuales no son
supervisadas por las autoridades por incapacidad o falta de volun-
tad política; esto provoca que, frecuentemente, las empresas y las
comunidades interactúen sin ningún tipo de mediación estatal, y se
generen conflictos que resultan en violaciones a derechos humanos
que no son investigadas ni sancionadas efectivamente111.
A pesar de que el Estado ha reconocido jurídicamente los de-
rechos colectivos de propiedad del pueblo Tolupán112, el Instituto
de Conservación Forestal y la municipalidad de Yoro, a través de

110. Coalición contra la Impunidad, Informe conjunto presentado para


la segunda ronda del Examen Periódico Universal a Honduras, septiembre
de 2014, p. 5. El pueblo Tolupán está constituido por 31 tribus asentadas
en los departamentos de Yoro y Francisco Morazán.
111. SLACK, Keith, «Derechos humanos e industrias extractivas en
América Latina»… op. cit., pp. 4-5.
112. Consúltese la resolución 366/98 del Instituto Nacional Agrario
emitida el 28 de diciembre de 1998, en la que se reconocen los derechos
de propiedad de la tribu indígena de San Francisco de Locomapa.

62
la Unidad Municipal del Ambiente (UMA), han aprobado planes
de manejo forestal y extracción de minerales dentro del territorio,
que autorizan a empresarios madereros y mineros a explotar los
bosques, a extraer y transportar piedras de antimonio, a lo que se
suma la intención de concesionar las aguas de los ríos para generar
energía.
Las comunidades se han organizado en el Consejo Preventivo
y en el Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia (MADJ),
con el fin de oponerse a estas pretensiones inconsultas, lo que ha
traído como consecuencia la criminalización mediante el uso del
derecho penal por las autoridades nacionales, los hostigamientos,
las amenazas, los desplazamientos forzados y el asesinato de varios
líderes y lideresas de la tribu113.
Evidentemente, el origen de esta grave situación es el incumpli-
miento de la obligación estatal de respetar y asegurar la posesión
pacífica y efectiva de las tierras de los tolupanes, y de adoptar las
medidas necesarias para garantizar una consulta previa, libre e
informada sobre los proyectos desarrollados en su territorio, to-
mando en consideración la especial relación entre las comunidades,
la tierra y los bienes naturales114.
A pesar de que en la Constitución de la República de 1982 el
Estado asumió la obligación interna de asegurar el derecho al uso
y goce efectivo de la propiedad de los pueblos indígenas y tribales,
y con la entrada en vigencia del Convenio 169 de la OIT en 1996
asumió la obligación internacional de garantizar el derecho a la
consulta previa, hasta el momento no existe una normatividad o
práctica adecuada para hacer efectivo el procedimiento de la con-

113. MEJÍA GUERRA, Juan Antonio, FERNÁNDEZ GUZMÁN, Víctor


A., et al., Violación de derechos humanos de los pueblos indígenas en
Honduras: El caso del pueblo Tolupán, MADJ, FUNDAMBIENTE, CUTH,
San Pedro Sula, 2015, p. 9.
114. CIDH, Observaciones preliminares sobre la situación de los
derechos humanos en Honduras... op. cit.

63
sulta, lo cual se traduce en violaciones a derechos humanos, como
las descritas en este libro115.
Para subsanar esta laguna normativa, el Estado ha elaborado
un anteproyecto de ley; sin embargo, este tiene una serie de incon-
sistencias de forma y contenido, como:

(a) los talleres y la metodología para presentar el anteproyecto


presenta problemas respecto a su adecuación a los estánda-
res internacionales aplicables, pues, entre otras cosas, los
participantes no tuvieron un papel protagónico respecto a la
definición de los contenidos y la metodología de los talleres,
y la participación indígena en estos estuvo limitada a ciertas
organizaciones;
(b) el anteproyecto requiere mayor claridad en cuanto al ámbito
de aplicación de la consulta previa y debe reflejar la obliga-
ción de consultar a los pueblos indígenas incluso respecto a
medidas administrativas o legislativas de aplicación general,
cuando de algún modo afecten de manera diferenciada a ta-
les pueblos, dadas sus condiciones y derechos específicos116;
(c) este anteproyecto debe proveer un procedimiento de consul-
ta que proporcione el tiempo y espacio necesarios para que
los pueblos indígenas tengan conocimiento sobre el alcance
y posibles impactos de la medida propuesta de manera
previa a su aprobación por el Estado. En este sentido, se
debe garantizar que puedan verdaderamente incidir e influir

115. Corte IDH, Comunidad Garífuna Triunfo de la Cruz y sus


miembros… op. cit., párrs. 161 y 199. Como ya lo hemos señalado, en
este caso el Estado fue condenado por incumplir su obligación de adoptar
disposiciones de derecho interno, contenidas en el artículo 2 de la Con-
vención Americana, en relación con la violación declarada de los derechos
a la consulta y a la propiedad.
116. Al respecto, consúltese los citados Comentarios de la Relatora
Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indí-
genas… op. cit.

64
en la toma de decisiones que repercuten sobre sus vidas,
derechos e intereses, y plantear sus propias propuestas;
(d) no contempla la realización de estudios de impacto social,
cultural y ambiental dentro de las distintas etapas del pro-
cedimiento de consulta que establece y,
(e) no plantea que si un proyecto pudiera afectar de manera
significativa los derechos de los pueblos indígenas, no se
debe proceder sin su consentimiento117.

2. Resistencia indígena frente al Estado


y las empresas

La penetración de empresas madereras en territorio Tolupán


ha facilitado la extracción ilegal de minerales con la complicidad
de la UMA de la municipalidad de Yoro que, a partir de 2012, ha
autorizado en reiteradas ocasiones el transporte de piedra de anti-
monio extraída de este territorio118, sin cumplir con las salvaguar-
dias requeridas para llevar a cabo cualquier plan de desarrollo,
inversión, exploración o extracción en territorios indígenas, a saber:
(a) efectuar un proceso adecuado y participativo que garantice su
derecho a la consulta; (b) realizar un estudio previo de impacto
ambiental y social y, (c) compartir razonablemente los beneficios
que se produzcan de la explotación de los recursos naturales119.
Frente al irrespeto a su derecho a ser consultado, el pueblo To-
lupán ha realizado diversas acciones de oposición y resistencia a las
actividades extractivas, de exploración o factibilidad de proyectos
dentro de sus territorios, lo que ha provocado la inmediata inter-

117. Ibídem.
118. El 23 de agosto de 2012 se autorizó el transporte de 10 toneladas
de piedra de antimonio; el 6 de diciembre de 9 toneladas; el 16 de noviembre
de 2013 de 22 toneladas; el 6 de diciembre de 2013 de 19 toneladas y, el
13 de marzo de 2014, de 6 toneladas, en MEJÍA GUERRA, Juan Antonio,
FERNÁNDEZ GUZMÁN, Víctor A., et al, Violación de derechos humanos
de los pueblos indígenas en Honduras… op. cit., pp. 16-17.
119. Corte IDH, Comunidad Garífuna de Punta Piedra y sus miem-
bros… op. cit., párr. 215.

65
vención del sistema de justicia y seguridad del Estado120. Así, el 15
de marzo de 2010 fueron capturados y encarcelados los indígenas
Melvin Mercedes Castro Matute, Armando Fúnez Medina, Carlos
Roberto Martínez Matute, Bernardo Martínez, Santos Matute, José
María Pineda Cardona, Celso Alberto Cabrera Matute y Juan Matute,
a quienes se les acusó y dictó auto de prisión por el supuesto delito
de obstaculizar un plan de manejo y un plan operativo forestal. La
presunta víctima en este caso es la Industria Maderera Velomato, a
través de su gerente propietario Kenton Gerardo Landa121.
Después de tres años de un proceso judicial lleno de irregu-
laridades que favorecieron a la empresa, el 9 de septiembre de
2011 la Corte de Apelaciones de San Pedro Sula decretó de oficio
la nulidad de algunas de las actuaciones del Juzgado de Letras
Seccional de Yoro por violación del debido proceso, y ordenó que se
realizara nuevamente la audiencia inicial. De manera inexplicable,
esta audiencia se realizó más de un año después y, nuevamente, el
Juzgado de Letras Seccional de Yoro decretó auto de prisión contra
los tolupanes, razón por la cual la defensa interpuso un recurso
de apelación que casi dos años después fue resuelto por la Corte
de Apelaciones de San Pedro Sula, que decretó sobreseimiento
definitivo a favor de los ocho indígenas122.
Además de ser criminalizados, los tolupanes también han sido
víctimas de asesinatos, amenazas y hostigamientos. Por ejemplo, el
18 de agosto de 2013, Ramón Matute, José María Pineda y Dilma
Consuelo Soto fueron amenazados a muerte mediante mensajes
de texto enviados a sus celulares; el 25 de agosto, María Enrique-

120. Para un análisis histórico del conflicto permanente entre Estado y


pueblos indígenas, véase BARAHONA, Marvin, Pueblos indígenas, Estado
y memoria colectiva en Honduras, Editorial Guaymuras, Editorial Casa
San Ignacio, Tegucigalpa, 2009. Sobre el pueblo Tolupán en específico,
véase pp. 49-60.
121. Expediente N° 36-2010 del Juzgado de Letras Seccional de Yoro.
122. Para un análisis detallado sobre este y otros casos. véase MEJÍA
GUERRA, Juan Antonio, FERNÁNDEZ GUZMÁN, Víctor A., et al, Violación
de derechos humanos de los pueblos indígenas en Honduras… op. cit.,
pp. 9-11.

66
ta Matute, Armando Fúnez Medina y Ricardo Soto Fúnez fueron
asesinados con armas de fuego tras doce días de la toma pacífica
de una carretera para evitar la extracción de piedras de antimonio
y madera de sus tierras comunales. Presuntamente, los crímenes
fueron cometidos por dos hombres que trabajan para poderosos
empresarios mineros y madereros de la zona123. El 28 de agosto de
2013, Dilma Consuelo Soto denunció públicamente que los sicarios
que habían asesinado a sus compañeros estaban buscando a Olvin
Javier Enamorado Castellanos y a Celso Alberto Matute; y el 2 de
septiembre de 2013, José María Pineda y su familia recibieron
amenazas a muerte.
Por esta situación grave y urgente, el 19 de diciembre de 2013
la CIDH otorgó medidas cautelares a favor de 18 miembros del
MADJ y sus familiares, un total de 38 personas. Para este órgano
interamericano, constituye una situación de gravedad la existencia
de amenazas e intimidaciones, y la comisión de asesinatos, actos
de violencia y hostigamiento, los cuales se presentan «de manera
continua en el tiempo, como una retaliación y una forma de ame-
drentamiento debido a las actividades que realiza la organización
en la defensa de los recursos naturales del territorio del sector de
Locomapa, departamento de Yoro»124.
Pese a estas medidas de protección ordenadas por la CIDH,
el 4 de abril de 2015 un nuevo miembro del pueblo Tolupán fue
asesinado. Se trata de Luis de Reyes Marcía, esposo de Vilma Con-
suelo Soto, una de las beneficiarias de las medidas cautelares. Es
importante resaltar que ambos y su familia habían regresado a su

123. Del expediente 90-13 del Juzgado de Letras Seccional de Yoro,


se deriva que los autores materiales de estos crímenes son Selvin Matute
y Carlos Matute, quienes pese a estar plenamente identificados aún no han
sido capturados ni sancionados.
124. CIDH, Resolución 12/2013. Medida cautelar N° 416-13. Asunto
18 miembros del Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia y sus
familias, Honduras, 19 de diciembre de 2013, párrs. 6-12. Las amenazas
se han extendido al abogado Víctor Fernández del MADJ, quien ha jugado
un papel fundamental como defensor y apoderado legal del pueblo Tolupán.

67
territorio el 22 de febrero de 2014, después de permanecer seis
meses desplazados debido a las amenazas a muerte que habían
recibido. Seis semanas después del asesinato de su esposo, el 22
de mayo de 2015, Vilma Consuelo Soto fue víctima de un atentado
del que salió ilesa, pero que la obligó a abandonar de nuevo su
comunidad125.
Todos estos hechos han sido denunciados a través de los me-
dios de comunicación y ante las autoridades respectivas, atribuyén-
dolos a personas vinculadas con empresas mineras y madereras.
No obstante, ni estas denuncias ni las medidas otorgadas por la
CIDH han hecho que el Estado investigue eficientemente y sancione
a los responsables materiales e intelectuales de los hechos, y adop-
te medidas adecuadas y efectivas para proteger a los tolupanes.
Sin duda, esta situación refleja las condiciones asimétricas entre
las empresas mineras y madereras y las comunidades, ya que las
primeras tienen muchos recursos, acceso a las decisiones del poder
político126, o algunos de sus dueños o accionistas forman parte de
las fuerzas de seguridad del Estado.

3. Dos importantes pellizcos a la impunidad

La hipótesis de que muchos de los dueños o accionistas de las


empresas mineras o madereras son agentes de las fuerzas de segu-
ridad pública se comprobó en el caso del general del ejército Oscar
Finlánder Armijo Uclés, un terrateniente de la zona que reclama
como suyo un predio que es parte del territorio comprendido en el
título ancestral de la tribu Tolupán, que data de 1864.
Armijo Uclés, quien además es señalado como uno de los res-
ponsables de graves violaciones a los derechos humanos cuando

125. «Continúan amenazas a líderes de tribu San Francisco en Locoma-


pa, Yoro», 29 de mayo 2015. Accesible en http://radioprogresohn.net/index.
php/comunicaciones/noticias/item/2098-contin%C3%BAan-amenazas-a-
l%C3%ADderes-de-tribu-francisco-en-locomapa-yoro
126. PINO, Hugo Noé y BUSTAMANTE, Benjamín, Diagnóstico de la
situación minera en Honduras 2007-2012, Instituto Centroamericano de
Estudios Fiscales, Tegucigalpa, junio de 2013, p. 70.

68
se aplicó en Honduras la doctrina de seguridad nacional127, en dis-
tintas ocasiones llegó en compañía de varios hombres fuertemente
armados al terreno en mención, irrumpió violentamente en el hogar
de una las familias tolupanes; destruyó la vivienda y los cultivos,
apuntó con sus armas a las personas adultas y tres niños, y ame-
nazó con asesinarlos si no abandonaban la zona.
Por ello fue denunciado ante el Ministerio Público que, el 5 de
septiembre de 2014, presentó un requerimiento fiscal en su contra
por el delito de amenazas a muerte y daños; sin embargo, fue hasta
un año después, el 20 de octubre de 2015, que el general Armijo
Uclés compareció ante el Juzgado de Letras Seccional de Yoro a la
audiencia de declaración de imputado, en la que se le impusieron
cuatro medidas cautelares: (a) Presentarse cada 15 días ante la
secretaría del Juzgado; (b) prohibición de salir del país; (c) pro-
hibición de concurrir al lugar de los hechos; y (d) prohibición de
comunicarse con las víctimas128.
El 4 de noviembre del mismo año se realizó la audiencia inicial,
en la que el juez de instrucción dictó auto de formal procesamiento
y mantuvo las medidas cautelares dictadas en la audiencia de de-
claración de imputado. El 25 de noviembre el MADJ presentó un
recurso de apelación para que en el auto de formal procesamiento
se incluyera el delito de allanamiento de morada129. Así, a pesar
de los obstáculos encontrados en el sistema judicial, no cabe duda
que constituye una victoria jurídica y moral el haber sentado en el
banquillo de los acusados a un general con una prolongada trayec-
toria de impunidad.

127. Consúltese, Comisionado Nacional de los Derechos Humanos,


Los hechos hablan por sí mismos. Informe preliminar sobre los desapa-
recidos en Honduras 1980-1993, 2ª ed., Guaymuras, Tegucigalpa, 2002.
128. MEJÍA GUERRA, Juan Antonio, FERNÁNDEZ GUZMÁN, Víctor
A., et al., Violación de derechos humanos de los pueblos indígenas en
Honduras… op. cit., p. 16.
129. «Exmilitar enfrenta juicio por violar derechos humanos de familia
Tolupán», en Dignidad y Justicia, MADJ, San Pedro Sula, Año 3, N° 10,
diciembre 2015, p. 8.

69
Otra victoria significativa es el ya citado sobreseimiento defi-
nitivo que dictó la Corte de Apelaciones de San Pedro Sula a favor
de ocho indígenas, a quienes se les había impuesto auto de prisión
por el supuesto delito de obstaculizar un plan de manejo y un plan
operativo forestal, en perjuicio de la Industria Maderera Velomato,
a través de su gerente propietario Kenton Gerardo Landa. Además,
esta resolución es importante porque reconoció que:

[…] la protesta indígena no puede ser considerada una acción «ile-


gal», ya que los mismos estaban legitimados, por el […] Convenio
169 de la OIT, el cual les ampara para reclamar su derecho de
ser consultados «antes» de emprenderse o autorizarse cualquier
programa de prospección o explotación de los recursos existentes
en sus tierras. [Por tanto, los indígenas acusados] no realizaron
de manera ilegal la obstaculización de la ejecución del plan de
manejo del derecho de explotación aprobado por el [Instituto de
Conservación Forestal], al no haber sido consultado con la mayoría
de la comunidad indígena, derecho que tiene legitimidad en virtud
del Convenio 169 de la OIT130.

Sin duda, el argumento de la Corte de Apelaciones de San Pe-


dro Sula constituye una herramienta fundamental para las luchas
comunitarias de defensa de los territorios, pues quedó claro que
los tolupanes no están contra los proyectos de desarrollo, sino que
solo exigen que se cumpla la ley, en el sentido de que se haga efec-
tivo su derecho a la consulta previa, libre, informada y de buena

130. Expediente N° 38-2013 de la Corte de Apelaciones de lo Penal de


San Pedro Sula, Cortés. En un caso similar, el 3 de enero de 2012 fueron
capturados, encarcelados y acusados los indígenas José María Pineda Car-
dona, Celso Alberto Cabrera Matute y Oscar Amado Cabrera Matute, por
suponerlos responsables del delito de obstrucción de ejecución de planes
de manejo o plan operativo forestal en perjuicio del gerente propietario de
la Industria Maderera Velomato, Kenton Gerardo Landa. El 2 de marzo
de 2015, la Corte de Apelaciones de San Pedro Sula dictó sobreseimiento
definitivo a favor de los tres tolupanes. En MEJÍA GUERRA, Juan Antonio,
FERNÁNDEZ GUZMÁN, Víctor A., op. cit., pp. 11-14.

70
fe; que se garantice que puedan beneficiarse razonablemente de
tales proyectos, y que no se emita ninguna concesión dentro de
sus territorios, sin que previamente se haya realizado un estudio
de impacto social y ambiental131.
También en este caso, la organización de las comunidades, las
acciones de formación y concientización, las denuncias a través
de los medios de comunicación, el acompañamiento decidido del
MADJ y la integración de los tolupanes en el mismo, el uso de los
recursos judiciales nacionales que provocó que una Corte de Apela-
ciones reconociera el derecho a la consulta previa, la utilización de
las medidas cautelares de la CIDH y el manejo de la jurisprudencia
de la Corte IDH, que incluye las más recientes sentencias sobre el
derecho a la consulta del pueblo Garífuna, fueon herramientas im-
prescindibles para la defensa de los territorios frente a proyectos
extractivistas que se hacen a sus espaldas, sin garantizarles bene-
ficios razonables y violentando sus derechos132.

131. La percepción que tiene la tribu San Francisco de Locomapa acerca


de la minería es la siguiente: el 100% de la población no está de acuerdo
con la instalación de proyectos mineros; un 81.5% no cree que la minería
podría generar beneficios para la comunidad; un 96.4% considera que los
proyectos mineros generan problemas ambientales, y el 75% cree que estos
proyectos no generarían desarrollo para la comunidad, en ERIC y Colegio
para la Salud Pública y la Justicia Social de la Saint Louis University, En-
cuesta de Indicadores Socioeconómicos,… op. cit.
132. PINO, Hugo Noé y BUSTAMANTE, Benjamín, Diagnóstico de la
situación minera en Honduras… op. cit., pp. 38 y 69. «Es evidente que
en el país la actividad minera no ha sido un polo de desarrollo para las
comunidades; la pobreza de la mayoría de comunidades ubicadas en los
alrededores de las minas es evidente: comunidades donde históricamente
se desarrolló la actividad minera son ahora pueblos sumergidos en ella […].
Honduras es uno de los países de la región que menos beneficios obtiene de
la explotación minera. Adicionalmente, el desarrollo minero de los últimos
años ha ocasionado una serie de conflictos entre el Estado, las compañías
mineras y las comunidades donde se asientan los proyectos mineros, así
como con agrupaciones ambientalistas y de derechos humanos a nivel
nacional e internacional. Estos conflictos están determinados por los im-
pactos ambientales de la minería, por la violación de derechos humanos y
por la baja contribución de la minería a los ingresos locales y nacionales».

71
IV

LA EXPERIENCIA DEL PUEBLO GARÍFUNA


DE LA COMUNIDAD
TRIUNFO DE LA CRUZ

1. De la negación a la reivindicación
y afirmación de la identidad

El pueblo Garífuna surge de la unión de africanos transporta-


dos en barcos españoles e ingleses que naufragaron en la isla San
Vicente en 1635, y los amerindios que habitaban la isla desde antes
de la colonización. Se encuentra asentado en aproximadamente 40
comunidades ubicadas a lo largo de la costa caribe de Honduras, en
los departamentos de Cortés, Atlántida, Colón y Gracias a Dios133.
Durante mucho tiempo el caribe hondureño estuvo lejos de la vora-
cidad del turismo masificado, hasta el punto de conocérsele como
«El secreto mejor guardado del Caribe». Sin embargo, desde inicios
del presente siglo, los sucesivos gobiernos y empresarios han visto
en la región un nicho para la explotación.
No obstante, se encontraron con las comunidades garífunas,
que sostienen una relación religiosa, cultural, económica y social
con los bienes naturales de su territorio, lo cual constituye un
valor esencial para su subsistencia física y cultural. El pueblo Ga-

133. The Inspection Panel, Informe de Investigación, Honduras: Pro-


grama de Administración de Tierras de Honduras, Banco Mundial, Informe
N° 39933- HN, 12 de junio de 2007, pp. 17-20.

72
rífuna es caracterizado como un pueblo originario134; no obstante,
las autoridades hondureñas adoptaron y continúan adoptando
una serie de medidas que violentan los estándares establecidos
en la Convención Americana y en el Convenio 169 en relación con
el derecho a la propiedad colectiva de este pueblo. Esta relación
especial con su territorio motivó sus luchas históricas para lograr
el reconocimiento, la demarcación y la titulación de sus tierras, y
para evitar que se ejecuten proyectos de desarrollo sin ser consul-
tados y sin respetar su derecho a la propiedad colectiva.
Si bien desde la década de 1950 el Estado hondureño comen-
zó un proceso de delimitación y titulación del territorio de la
comunidad Garífuna Triunfo de la Cruz, en los últimos años ha
intentado descalificar su condición de pueblo originario y, en
consecuencia, a negarle sus derechos como pueblo indígena o
tribal a la luz de las normas de la Convención Americana y del
Convenio 169. De esta manera, el Estado ha sostenido que la co-
munidad Triunfo de la Cruz no es «un pueblo indígena originario»
y, por tanto, no puede «exigir un derecho ancestral, sobre tierra
que no ha ocupado tradicionalmente (sic)», pues ha arribado
recientemente a tierras hondureñas135.
Negar la condición de pueblo originario a los Garífunas es des-
conocer su historia, su cultura, su modelo organizativo, su forma
de vida, cosmovisión, usos, costumbres, prácticas ceremoniales,
idioma, vestimenta y su relación especial con la tierra. También
es omitir deliberadamente los elementos que definen a un pueblo
indígena con base en el Convenio 169. En primer lugar, el elemento
objetivo que incluye (a) la continuidad histórica, en el sentido de
tratarse de sociedades que descienden de los grupos anteriores

134. RIVAS, Ramón D., Pueblos indígenas y Garífuna de Honduras


(Una caracterización), Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 2000, pp. 255-
318.
135. Alegatos finales escritos presentados por el Estado de Honduras
en el caso Comunidad Garífuna Triunfo de la Cruz y sus miembros ante
la Corte IDH, Oficio SPA-079-2014, Tegucigalpa, 20 de junio del año 2014,
pp. 3, 6 y 15.

73
a la colonización; (b) la conexión territorial, en el sentido de que
sus antepasados habitaban el país o la región; y (c) instituciones
sociales, económicas, culturales y políticas distintivas y específicas.
Y en segundo lugar, el elemento subjetivo que corresponde a la
autoidentificación colectiva como pueblo indígena y cuyas caracte-
rísticas compartidas en términos sociales, culturales y económicas
lo diferencian del resto de la sociedad136.
Evidentemente, el interés del Estado en negar la condición
indígena al pueblo Garífuna es sustraer su responsabilidad por el
incumplimiento de sus obligaciones constitucionales e internacio-
nales en materia de respeto a la propiedad colectiva y a la consulta
previa, ya que a lo largo de los años las autoridades hondureñas (a)
han ampliado el casco urbano, afectando parte del territorio de la
comunidad Triunfo de la Cruz; (b) han omitido reconocer y otorgar
un título adecuado y culturalmente apropiado a dicha comunidad;
(c) han otorgado títulos a terceras personas no indígenas sobre
territorios reconocidos o reivindicados por los Garífunas y, (d) han
creado zonas protegidas y concedido territorios de la comunidad
para proyectos turísticos, sin haber realizado la correspondiente
consulta previa, de buena fe, libre, informada y culturalmente ade-
cuada con miras a obtener el consentimiento de sus miembros137.

2. El irrespeto estatal a la propiedad colectiva


del territorio ancestral

La ampliación del casco urbano que afecta parte del territorio


de la comunidad se ha desarrollado en varios momentos. Primero,
el 26 de septiembre de 1979 el Instituto Nacional Agrario (INA)

136. Organización Internacional del Trabajo, Los derechos de los


pueblos indígenas y tribales en la práctica. Una guía sobre el Convenio
Núm. 189 de la OIT, Programa para promover el Convenio Núm. 169 de
la OIT (PRO 169), Perú, 2009, pp. 9-10.
137. Observaciones finales escritas presentadas por la CIDH sobre el
caso Comunidad Indígena Triunfo de la Cruz y sus miembros ante la Corte
IDH, Washington D.C., 20 de junio de 2014, p. 1.

74
destinó para la ampliación del municipio de Tela un área aproxi-
mada de 1380.4 hectáreas; segundo, el 24 de abril de 1989 el INA
autorizó una nueva ampliación en 3,219.80 hectáreas; y tercero, el
17 de enero de 1992 el Instituto Hondureño de Turismo aprobó la
ampliación anterior, excluyendo 40 hectáreas. Toda esta ampliación
no solo abarcó parte del territorio ocupado tradicionalmente por la
comunidad Triunfo de la Cruz, sino también aquellas áreas sobre
las cuales tenía títulos de propiedad138.
Respecto a la omisión estatal de reconocer y otorgar un título
adecuado y culturalmente apropiado a la comunidad, desde el año
1946, esta presentó diversas solicitudes para la adjudicación de
tierras, que suman unas 980 hectáreas, de las cuales el Estado les
confirió alrededor de 614 en dominio pleno, y 126 hectáreas en ga-
rantía de ocupación. Sin embargo, en el marco de la Ley de Reforma
Agraria, al tiempo que el INA adjudicaba tierras a los Garífunas,
también reconocía a una empresa denominada MACERICA S. de
R.L. la posesión legítima de 50 hectáreas ubicadas en territorio
de la comunidad. En este sentido, el INA recomendó deslindar el
terreno en cuestión y «proteger en el excedente a los vecinos de la
Comunidad de El Triunfo de La Cruz, para que éstos realicen activi-
dades agrícolas en forma tranquila y la Empresa pueda desarrollar
el complejo turístico que tiene planificado»139.
Al amparo de la nueva Ley de Reforma Agraria, el 28 de sep-
tiembre de 1979 la comunidad presentó una solicitud al INA para
que extendiera un título de «garantía en ocupación» sobre 126.40
hectáreas, ubicadas al extremo este de las tierras, las cuales habían
sido dadas previamente en calidad de ejido. Posteriormente, entre
1997 y 2001, la comunidad presentó al menos tres solicitudes ante

138. Corte IDH, Comunidad Garífuna Triunfo de la Cruz y sus miem-


bros… op. cit., párrs. 58-72.
139. Ibíd., párrs. 61-64. «El 25 de mayo de 1984 el INA emitió un
nuevo dictamen en el que indicó que “el documento presentado [por la
empresa Macerica] para acreditar el dominio privado del terreno Barra de
Río Plátano no constituye título de validez suficiente […] por lo que cabe
que se presuma que es de dominio del Estado» (párr. 65).

75
el INA con el fin de obtener un título de domino pleno sobre el resto
de las tierras ocupadas históricamente; sin embargo, dos de esas
solicitudes no obtuvieron respuesta efectiva y la tercera y última
dio lugar al otorgamiento de un título definitivo de dominio pleno
sobre 234 hectáreas, 48 áreas y 76.03 centiáreas140.
A la luz de lo anterior se evidencian dos cuestiones importantes:
en primer lugar, que si bien es cierto que desde 1950 el Estado otor-
gó títulos en dominio pleno y en garantía de ocupación a favor del
pueblo Garífuna, como reconocimiento de la posesión ancestral de
sus territorios, en la práctica la comunidad Triunfo de la Cruz «se
ha visto imposibilitada de poseerlo pacíficamente debido a la falta
de demarcación, delimitación, saneamiento y protección efectiva
por parte del Estado» y «al otorgamiento por parte de autoridades
públicas a grupos empresariales de turismo y a particulares de
títulos de propiedad sobre áreas poseídas por la Comunidad»141.
En segundo lugar, que la comunidad Triunfo de la Cruz no ha
contado con un título de propiedad sobre su territorio ancestral
que sea idóneo y culturalmente adecuado; que el reconocimiento del
Estado a la comunidad como propietaria histórica de dicho territo-
rio ha sido tardío; que al pueblo Garífuna se le continúa negando
un título único sobre la totalidad del territorio que ha ocupado y
usado histórica y consuetudinariamente, y que esta situación ha
generado obstáculos en el mantenimiento de su modo tradicional
de vida. Todo ello queda demostrado al observar que el territorio
ocupado históricamente por esta comunidad alcanza una superficie
aproximada de 2.840 hectáreas, de las cuales solamente «un total
de 615 hectáreas y 28.71 centiáreas han sido otorgadas a la fecha
en dominio pleno»142.

140. CIDH, Informe N°76/12, Caso 12,548, Informe de fondo, Comu-


nidad Garífuna Triunfo de la Cruz y sus miembros. Honduras, aprobado
por la Comisión en su sesión N° 1917 celebrada el 7 de noviembre de 2012,
párrs. 79-86.
141. Ibíd., las citas textuales corresponden, en su orden, a los párrs.
98 y 99.
142. Ibíd., p. 1 y párr. 96.

76
En relación con el otorgamiento de títulos a personas terceras
no indígenas sobre territorios reconocidos o reivindicados por la
comunidad, hay dos hechos que evidencian esta cuestión. Primero,
entre 1993 y 1995 la municipalidad de Tela vendió a la empresa
Inversiones y Desarrollos El Triunfo S.A. de C.V. (IDETRISA), y a
otras personas interesadas en la ejecución del proyecto turístico
«Club Marbella», 44 hectáreas pertenecientes al territorio ocupado
históricamente por la comunidad Triunfo de la Cruz. Segundo, el
15 de enero de 1997 la municipalidad de Tela traspasó al Sindicato
de Empleados y Trabajadores de la Municipalidad de Tela 22.81
manzanas ubicadas en el territorio reivindicado por la comunidad
Triunfo de la Cruz; a la vez, el sindicato lotificó dicho terreno y
transfirió a sus afiliados el dominio pleno de los lotes. Ante la
oposición de la comunidad mediante la presentación de diversos
recursos judiciales y administrativos ante el Ministerio Público, el
INA y la municipalidad de Tela, varios de sus miembros y dirigentes
fueron víctimas de amenazas a muerte, hostigamientos, órdenes de
desalojo y destrucción de cultivos143.
Finalmente, respecto a la creación de zonas protegidas y a la
concesión de territorios de la comunidad para proyectos turísticos
sin haber realizado la correspondiente consulta, el 28 de diciem-
bre del año 2000 el Congreso Nacional decretó la creación del
Área Natural Protegida «Punta Izopo», bajo la categoría de Parque
Nacional, cuya área se superpone con el territorio históricamente
ocupado por la comunidad Garífuna de Triunfo de la Cruz. A la
vez, se construyó el complejo de condominios «Playa Escondida» al

143. Corte IDH, Comunidad Garífuna Triunfo de la Cruz y sus


miembros… op. cit., párrs. 74-75 y 78-83. Pese a que el Ministerio Público
interpuso ante el Juzgado de Letras Seccional, acusación por los delitos
continuados de abuso de autoridad, estafa simple y estafa calificada contra
diversas autoridades y exautoridades del municipio de Tela, dicho juzgado
solo les dictó auto de prisión por el delito de abuso de autoridad, el cual
fue revocado por la Corte de Apelaciones y, finalmente, a los encausados
se les dictó sobreseimiento definitivo.

77
costado del territorio titulado en dominio pleno en 1993 a la comu-
nidad Triunfo de la Cruz, y esta reclama como territorio ancestral144.
Se debe dejar claro que la declaración de áreas naturales prote-
gidas es una obligación fundamental del Estado como un medio para
la conservación ambiental; sin embargo, no puede cumplirse a costa
de la negación de los derechos del pueblo Garífuna, ya que puede
suponer una restricción arbitraria a su derecho al uso y goce de
los bienes naturales que se encuentran en sus territorios y que han
utilizado tradicionalmente145. De lo que se trata es que la creación de
tales áreas no sea una imposición unilateral del Estado146, sino que
derive de un proceso participativo de las comunidades Garífunas
de conformidad con sus costumbres y tradiciones, para garantizar
que no se niegue su supervivencia como pueblo diferenciado147.
En definitiva, la falta de reconocimiento efectivo de su condi-
ción de titular de derechos como pueblo indígena, ha provocado
una serie de violaciones al derecho colectivo sobre sus tierras
ancestrales y, consecuentemente, se ha generado un conflicto en
el que la comunidad Garífuna ha sido la principal víctima, ya que
se ha puesto en riesgo su integridad territorial y cultural, su vida,
su integridad física, psíquica y moral, y su libertad; además, se ha
evidenciado que los recursos administrativos, judiciales y penales
que ha presentado ante las autoridades no han sido efectivos para
lograr el cese de las violaciones a sus derechos humanos. El ase-
sinato de cuatro miembros de la comunidad, Oscar Brega, Jesús
Álvarez Roche, Jorge Castillo Jiménez y Julio Alberto Morales, son
una muestra inaceptable de los alcances que tienen las acciones y

144. Ibíd., párrs. 86-89.


145. CIDH, Pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y
recursos naturales… op. cit., p. 139, párr. 257.
146. CIDH, Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus
tierras ancestrales… op. cit., párr. 92, párr. 222.
147. Corte IDH, Caso Comunidad Indígena Xákmok Kásek. Vs.
Paraguay, Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia de 24 de agosto de
2010, párr. 157.

78
omisiones de las autoridades hondureñas frente al reconocimiento
de los derechos de la comunidad Garífuna Triunfo de la Cruz148.

3. La lucha comunitaria desde una visión integral

Es de destacar el abordaje integral con que la comunidad —a


través de sus estructuras organizativas y con el acompañamiento de
la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH)—, asumió
la lucha por la defensa de sus territorios. Además del posicionamien-
to de su lucha en los medios de comunicación, el aprovechamiento
de alianzas permanentes y coyunturales, el llamado a la solidaridad
nacional e internacional, y el uso de los recursos legales en el ámbito
interno, también avanzó en la utilización de las herramientas del
Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Así, presentó una
petición ante la CIDH el 29 de octubre de 2003, la cual aprobó el
Informe de Admisibilidad N° 29/06 el 14 de marzo de 2006149; el
8 de octubre de 2005 solicitó el otorgamiento de medidas cautela-
res para resguardar los derechos de la comunidad y estas fueron
adoptadas por la CIDH el 28 de abril de 2006, y ordenó al Estado
adoptar las medidas necesarias para proteger y respetar el derecho
de propiedad sobre las tierras tradicionales pertenecientes a la
comunidad de Triunfo de la Cruz150.
El 7 de noviembre de 2012, la CIDH emitió el Informe de Fondo
N° 76/12, en el que concluyó que el Estado era responsable de la
violación del derecho a la propiedad consagrado en el artículo 21 de
la Convención Americana (a) por no haber provisto a la comunidad
acceso efectivo a un título de propiedad colectiva sobre su territorio
ancestral; (b) por haberse abstenido de delimitarlo, demarcarlo

148. Corte IDH, Comunidad Garífuna Triunfo de la Cruz y sus miem-


bros… op. cit., párr. 77.
149. CIDH, Informe N° 29/06, Petición 906-03, Admisibilidad, Co-
munidad Garífuna Triunfo de la Cruz y sus miembros, Honduras, 14 de
marzo de 2006.
150. CIDH, Comunidad Garífuna Triunfo de la Cruz (Honduras). MC
12.548, 28 de abril de 2006.

79
y protegerlo efectivamente y, (c) por haberse tomado decisiones
relativas a medidas que afectaron sus territorios, sin satisfacer
los estándares internacionales en la materia, como llevar a cabo
consultas previas, libres e informadas, garantizar la participación
de la comunidad en los beneficios razonables y realizar estudios
de impacto social y ambiental151.
A la vez, concluyó que el Estado era responsable de la viola-
ción del derecho a las garantías judiciales y protección judiciales
establecidos en los artículo 8 y 25 del mismo instrumento, por (a)
la falta de provisión de un procedimiento adecuado y efectivo para
el reconocimiento, titulación, demarcación y delimitación de los
territorios reivindicados por la comunidad Triunfo de la Cruz, y
que permita garantizar la posesión pacífica y recuperación de su
territorio ancestral; y (b) la falta de realización de una investiga-
ción seria, efectiva y sin dilaciones dirigida a la averiguación de la
verdad y la determinación de responsabilidades, en relación con
las denuncias interpuestas por miembros, líderes y lideresas de la
comunidad152.
En tal sentido, el 21 de noviembre de 2012 la CIDH otorgó al
Estado de Honduras un plazo de dos meses, más una prórroga que
le fue concedida hasta el 14 de febrero de 2013, para que cumpliera
con las recomendaciones siguientes: (a) adoptar las medidas ne-
cesarias para hacer efectivo el derecho de propiedad comunal y la
posesión de la comunidad con respecto a su territorio ancestral, y
para delimitar, demarcar y titular adecuadamente sus tierras; (b)
establecer, con la participación de la comunidad, las medidas legis-
lativas o de otra índole, necesarias para hacer efectivo el derecho a
la consulta previa, libre, informada y de buena fe, conforme a los
estándares de derechos humanos internacionales; (c) investigar
y sancionar a los responsables de las amenazas, hostigamientos,
actos de violencia e intimidación y daños realizados a la propiedad

151. CIDH, Informe N°76/12, Caso 12,548, Informe de fondo… op.


cit., párr. 294, numerales 1-2.
152. Ibíd., párr. 294, numerales 3-4.

80
de los miembros de la comunidad; (d) reparar en el ámbito indivi-
dual y colectivo las consecuencias de la violación de sus derechos
y, (e) adoptar las medidas necesarias para evitar que en el futuro
se produzcan hechos similares153.
Ante la falta de cumplimiento de tales medidas por parte del
Estado, la CIDH sometió el caso ante la Corte IDH el 21 de febrero
de 2013 que, el 8 de octubre de 2015, dictó una sentencia en la que
encontró al Estado hondureño responsable por la violación de los
derechos a la propiedad colectiva, las garantías judiciales y protec-
ción judicial en perjuicio de la comunidad Garífuna Triunfo de la
Cruz y sus miembros, y por la violación de la obligación estatal de
adoptar disposiciones de derecho interno, debido a la ausencia de
normatividad o de práctica adecuada para hacer efectivo el proce-
dimiento de la consulta previa.
En relación con el territorio, la Corte IDH ordenó al Estado (a)
proceder a demarcar las tierras sobre las cuales ha sido otorgada
la propiedad colectiva en dominio pleno y en garantía de ocupación,
con plena participación de la comunidad, y tomando en conside-
ración el derecho consuetudinario, sus usos y costumbres; (b)
otorgar un título de propiedad colectiva debidamente delimitado y
demarcado sobre el área denominada «Lote A1» y, (c) garantizar el
libre acceso, uso y goce de la propiedad colectiva a la comunidad
en la parte de su territorio que se sobrepone con el área del Parque
Nacional Punta Izopo154.
La Corte IDH también ordenó: (a) iniciar, en un plazo razonable,
las investigaciones relacionadas con la muerte de Jesús Álvarez,
Óscar Brega, Jorge Castillo Jiménez y Julio Alberto Morales; (b)
realizar las publicaciones y transmisión radial sobre la sentencia en
el plazo de 6 meses; (c) realizar un acto público de reconocimiento
de responsabilidad internacional; (d) crear en un plazo razona-
ble mecanismos adecuados para regular su sistema de Registro

153. Ibíd., párr. 295, numerales 1-6.


154. Corte IDH, Comunidad Garífuna Triunfo de la Cruz y sus miem-
bros… op. cit., párrs. 275-285 y puntos resolutivos 6, 7 y 11.

81
de Propiedad; (e) crear un fondo de desarrollo comunitario por
la cantidad de US$ 1,500,000 destinado a desarrollar proyectos
orientados a aumentar la productividad agrícola o de otra índole
en la comunidad, mejorar su infraestructura de acuerdo con sus
necesidades presentes y futuras, restaurar las áreas deforestadas
y otros que consideren pertinentes en beneficio de la comunidad;
(f) pagar las cantidades fijadas por concepto de reintegro de costas
y gastos; (g) reintegrar al Fondo de Asistencia Legal de Víctimas de
la Corte IDH la cantidad erogada durante la tramitación del caso
y, (h) rendir ante el Tribunal interamericano un informe sobre las
medidas adoptadas para cumplir con la sentencia155.
Hay tres aspectos de esta experiencia comunitaria de litigio
estratégico que son importantes por su impacto en otras luchas
de los pueblos indígenas y tribales del país. Primero, se reafirmó
la obligación estatal de reconocer (a) que la posesión tradicional
de dichos pueblos sobre sus territorios tiene efectos equivalentes
al título de dominio pleno, (b) que tal posesión otorga el derecho
a exigir el reconocimiento oficial de propiedad y su registro, (c)
que se mantiene el derecho de propiedad sobre las tierras que por
causas ajenas a la voluntad de los miembros de la comunidad han
perdido su posesión, aun a falta de título legal, salvo cuando las
tierras hayan sido legítimamente trasladadas a terceros de buena fe,
(d) que en estos casos se tiene el derecho de recuperar tales tierras
u obtener otras de igual extensión y calidad, y (e) que se tiene el
derecho de que las tierras sean delimitadas, demarcadas y tituladas
colectivamente por el Estado.
Segundo, que frente a la libertad del Estado de otorgar conce-
siones para explotar los recursos y abrirse a las inversiones públicas
y privadas, los pueblos indígenas y tribales tienen el derecho (a) a
ser consultados de manera previa, libre, informada y de buena fe,
y a través de sus propias instituciones y órganos de representación,
sobre todo plan de desarrollo, inversión, exploración o extracción
que se lleve a cabo dentro de sus territorios; (b) a que el Estado

155. Ibíd., párrs. 286-313 y puntos resolutivos 8-16.

82
garantice que se beneficien razonablemente de los proyectos de desa-
rrollo respectivos y, (c) a que no se emita ninguna concesión dentro
de sus territorios, a menos y hasta que entidades independientes
y técnicamente capaces, bajo la supervisión estatal, realicen un
estudio previo de impacto social, ambiental, económico y cultural.
Y tercero, que la defensa de los territorios requiere del es-
fuerzo colectivo y coordinado de pueblos y comunidades, y de la
utilización de todas las herramientas políticas, comunicacionales,
de incidencia y jurídicas disponibles para exigir que el Estado de
Honduras cumpla con sus obligaciones relativas al debido proceso,
la transparencia, el monitoreo de los programas de desarrollo, los
estudios de impacto ambiental, la consulta y la participación de
las comunidades en los proyectos de desarrollo y la gestión de los
bienes comunes.
Las dos sentencias logradas por el pueblo Garífuna en los casos
Triunfo de la Cruz y Punta Piedra, deben asumirse como poderosas
herramientas jurídicas y políticas para promover cambios estructu-
rales que favorezcan el respeto de los derechos del pueblo Garífuna
y demás pueblos indígenas del país en relación con sus territorios,
lo cual pasa por su reconocimiento como sujetos titulares de de-
rechos frente a los que el Estado debe garantizar las condiciones
necesarias para que puedan desarrollar su cosmovisión desde su
autonomía y autoidentificación como grupo diferenciado del resto
de la sociedad.

83
V

LA EXPERIENCIA DE LA COMUNIDAD DE SANTA ELENA


EN EL DEPARTAMENTO DE LA PAZ

1. La autoconsulta y el fortalecimiento
del Movimiento Indígena Lenca de la Paz

Santa Elena es uno de los municipios con menor densidad


poblacional. Según el censo levantado por el Movimiento Indígena
Lenca de la Paz (MILPAH), este municipio tiene una población de
9608 habitantes instalados en 2219 casas y el 94 por ciento vive
en el área rural156. Su topografía es montañosa, con una belleza
natural que brota a primera vista con sus paisajes decorados por el
liquidámbar y el San Juan, irrigados por riachuelos que fertilizan
sus tierras.
De acuerdo con el anuario estadístico de Vallejo de 1889, Santa
Elena fue fundada en 1701 y elevada a la categoría de municipio
en 1870 en la gestión de José María Medina. Con la creación del
departamento de La Paz quedó adscrito a este en 1869157. Está si-
tuado en el paraje llamado Malguara, a 16 kilómetros de Marcala,
en la frontera con El Salvador. Al norte colinda con el municipio
San Marcos de la Sierra, al sur con la República de El Salvador,
al este con el municipio de Yarula y al oeste con el municipio de

156. Este censo fue parte de las estrategias del MILPAH para impulsar
la primera autoconsulta indígena realizada en Honduras, que analizaremos
más adelante.
157. VALLEJO, Antonio R., Primer Anuario Estadístico, Tipografía
Nacional, Tegucigalpa, 1889.

84
San Marcos de la Sierra y Colomoncagua. Está situado al norte del
río Negro, y su cabecera municipal en la margen izquierda del río
Santa Elena158.
Un estudio socioeconómico de Santa Elena describe que la fau-
na predominante en el municipio está constituida por conejos,
venados, coyotes, ardillas, guazalos (tacuazines), cusucos, garro-
bos, gatos de monte, guatusas, tepezcuintes, taltuzas y zorrillos.
Las aves existentes son los gavilanes, lechuzas, zanates, zopilotes,
palomas, oropéndolas, pericos, gorriones, pájaros carpintero, che-
queques, correcaminos (tanunas), chorchas, jilgueros, codornices
y taltuzas. Las culebras más comunes son la zumbadora, el coral,
el coral falso, el cascabel, la vejuquilla, la mica y el mazacuate.
En cuanto a vegetación, predomina el pinabete, pino, pino macho,
cedro, caoba, laurel, roble, tataskán, guachipilín, ciprés y liqui-
dámbar, y entre las plantas ornamentales sobresalen los helechos,
orquídeas, helechos de lirios y chinas. También se encuentran
plantas medicinales como la zucunan, guarumo, cola de caballo,
falso pimiento, sauco y apasote159.
Su belleza y riqueza en bienes naturales contrasta con la realidad
social de su gente. La pobreza se puede observar en las viviendas
de las cuales, como lo afirma el citado estudio socioeconómico, el
86.7 por ciento está en condiciones regulares o malas, y el 64.3
por ciento tiene una sola pieza como dormitorio, lo que evidencia
hacinamiento, pues el promedio por familia es de 4.6 miembros. El
81.5 por ciento de la población tiene ingresos menores a un dólar
diario, y el 45.6 por ciento de la niñez menor de 5 años padece de

158. Instituto Nacional de Conservación y Desarrollo, Áreas Protegidas y


Vida Silvestre, Atlas municipal, forestal y cobertura de la tierra. Municipio
de Santa Elena, La Paz, ICF, Tegucigalpa, abril 2015, p. 18.
159. Para más información sobre el municipio se puede consultar, Mu-
nicipalidad de Santa Elena, La Paz, Estudio Socioeconómico e indicadores
de Línea Base del municipio de Santa Elena, La Paz (En el marco de los
ODM y la ERP), levantados y preparados con el apoyo técnico y financiero
de la Agencia de cooperación Internacional del Japón, JICA, febrero de
2013, p. 13. Accesible en Santa Elena Mamlesip - Proyecto Focal II

85
desnutrición160. Una de las causas de la pobreza en estas comuni-
dades es la falta de políticas públicas en materia agraria para los
indígenas.
En este contexto de riqueza natural y pobreza humana comen-
zaron las amenazas de instalación de proyectos hidroeléctricos,
ante lo cual la comunidad comenzó un proceso de autoconsulta,
cuyo desarrollo y resultados pueden servir de ejemplo para que
otras comunidades hagan valer su derecho a ser consultadas y al
respeto a su autodeterminación161. De esta manera, la población
se autoconvocó para votar sobre dos temas formulados en dos
preguntas concretas:

1. ¿Usted está de acuerdo con la implementación de un catastro


en el municipio de Santa Elena?
2. ¿Usted está de acuerdo con la instalación de una hidroeléc-
trica en el río Chinacla en el municipio de Santa Elena?

La consulta tuvo dos propósitos: por un lado, posicionar al


pueblo de Santa Elena ante la amenaza de que en su territorio
se instale un proyecto hidroeléctrico que alteraría la vida de las
comunidades indígenas, la cual está estrechamente vinculada con
los ríos y las montañas; y por otro, alzar la voz de protesta contra
el catastro municipal, que individualizaría los títulos colectivos
y obligaría a los indígenas a pagar por sus tierras, al tiempo que
amenaza el sistema de patrimonios comunitarios colectivos por el
cual se rigen las comunidades indígenas.
La autoconsulta de Santa Elena es la primera que se realiza
en los pueblos indígenas de Honduras, y es una respuesta del
pueblo Lenca a las nuevas amenazas de acaparamiento del agua
para proyectos hidroeléctricos y a la destrucción del sistema de

160. Ibíd., pp. 8 y 10.


161. Los miembros del MILPAH explican que hablan de autoconsulta
porque la consulta no fue apoyada ni validada por la municipalidad ni por
el Tribunal Supremo Electoral.

86
propiedad colectiva comunitaria. Pero la autoconsulta también está
estrechamente ligada al surgimiento del MILPAH. La consulta y sus
lecciones no se entienden si no se estudia el proceso del movimiento
indígena que la hizo posible, y cuyos resultados le dieron un perfil
nacional al MILPAH.
El MILPAH es una organización que, junto con el Consejo de
Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) y otras
organizaciones indígenas, trabajan en la defensa de los derechos y
de los territorios del pueblo Lenca establecido en los departamen-
tos de La Paz e Intibucá. Felipe Benítez, uno de los fundadores del
movimiento, nos cuenta la estrategia:

Utilizamos la estrategia de convocar a todas las comunidades que


tienen títulos colectivos para participar en una peregrinación al río
Chinacla y allá les dimos a conocer la concesión del río Chinacla y
los propietarios de la empresa. En el municipio de Santa Elena hay
15 comunidades con títulos comunitarios, hay tres comunidades
en solicitud, pero hay otras comunidades que son indígenas que
no tienen título comunitario, pero todas son parte del MILPAH162.

Todo comenzó el 30 de abril de 2012 con una ceremonia re-


ligiosa en el río Chinacla, una vigilia con rituales a la tierra y al
agua. Ahí participaron representantes de San José, San Marcos de
la Sierra, Colomoncagua, Concepción y de varias comunidades de
Santa Elena. El encuentro fue dinamizado con música, una cere-
monia religiosa, y reflexiones sobre la situación de las concesiones
y violaciones a los derechos de los pueblos indígenas, como el
derecho a la consulta previa reconocido en el Convenio 169 de la
OIT. Así inició el proceso indígena de Santa Elena, que desembocó
en el fortalecimiento del MILPAH163.

162. Entrevista a Felipe Benítez realizada el 26 de abril de 2017.


163. Así hace constar en el libro de actas del MILPAH. Acta de 1 de
mayo de 2012.

87
Los acuerdos de esa asamblea se convirtieron en la primera de-
claratoria del pueblo Lenca del departamento de La Paz, y también
en un mandato para que las comunidades y municipios comenzaran
la organización de los consejos indígenas. De acuerdo con la citada
acta de fecha 1 de mayo de 2012, la declaratoria refleja la visión del
proyecto político y organizativo que emergió del encuentro, como
se evidencia en los puntos siguientes:

1. Los municipios de Concepción, Colomoncagua y San Marcos


de la Sierra del departamento de Intibucá, y Santa Elena
del departamento de La Paz, por unanimidad acordamos
declararnos en contra de la represa en el río Chinacla.
2. Acordamos declararnos en contra de la explotación de cual-
quier mineral.
3. Declararnos en contra de la privatización de los servicios
públicos: salud, educación, agua y saneamiento básico.
4. Declaramos las semillas criollas como patrimonio indígena
del municipio de Santa Elena.
5. Que el Movimiento Indígena Lenca de Santa Elena dé segui-
miento a procesos de defensa de los bienes naturales y de
los derechos indígenas en el municipio de Santa Elena y el
resto de municipios lo hacen en sus territorios.
6. Que se publique por todos los medios posibles esta decla-
ratoria.
7. Que cada Consejo indígena se empodere del Convenio 169
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de la
Declaración de los pueblos indígenas.
8. Estar alerta ante cualquier comisión extraña que pueda
observarse en el lugar.
9. Seguir procesos de consulta a las comunidades sobre los
problemas que nos vienen.
10. En lo artístico recuperar lo perdido, promover lo nuestro,
lo que es de nuestras comunidades, y ya no habiendo que
tratar se da por cerrada y firmada por todos los compañeros
representantes.

88
Puede observarse que es una declaratoria muy integral, ya que
se posicionan en resistencia contra el proyecto hidroeléctrico en el
río Chinacla y contra todo proyecto minero, declaran las semillas
criollas patrimonio indígena, promueven la cultura y los consejos
indígenas como organización comunitaria, y las consultas para
decidir sobre sus territorios. La declaratoria fue firmada por más
de 400 personas.
Con mucho orgullo Felipe Benítez recuerda esa asamblea afir-
mando que

toda la gente que fue al río estaban con su comidita al lomo, andaba
su agua, su burrita, no hubo institución que nos apoyara, sino que
lo hicimos a puro honor y eso nos hizo muy fuertes para seguir
esta lucha. De ahí viene nuestra declaratoria y nació la visión de
MILPAH164.

En la actualidad, la organización cuenta con una oficina en el


municipio de Marcala y tiene trabajo en los municipios de Santa
Elena, Santa María, San José, Nahuaterique, Yarula, Cabañas, Opa-
toro, Marcala, Chinacla, Santa María, La Paz Centro, Aunqueterique
y San Sebastián.

2. El contexto de la autoconsulta y sus resultados

La autoconsulta es la implementación de unos de los acuerdos


de la asamblea de 2012 y es parte de la estrategia del pueblo Lenca
para ejercer soberanía comunitaria sobre su territorio. Pero tam-
bién surge como respuesta a un cabildo abierto convocado por el
alcalde Alexis Ventura, en el cual se aprobó el permiso para hacer
el estudio de factibilidad con el fin de concesionar el río Chinacla
para la construcción de una represa hidroeléctrica por la empresa
Inversiones Encinos S.A. de C.V., propiedad de Árnold Castro, es-
poso de la diputada del Partido Nacional Gladis Aurora López. Así
lo señala Felipe Benítez:

164. Entrevista a Felipe Benítez realizada el 26 de abril de 2017.

89
Mire, cuando el alcalde dio el permiso de hacer los estudios de
factibilidad, hicimos un control territorial, más de veinte comu-
nidades de Santa Elena nos organizamos en consejos indígenas.
El consejo indígena y toda la comunidad recibían a las seis de la
mañana y entregaba el otro día a las seis, toda la comunidad se iba
a allá a ejercer control. No dejamos pasar carros por dos meses165.

El cabildo y el permiso huelen a corrupción. El alcalde Alexis


Ventura, del Partido Nacional, fue quién convocó el cabildo y aprobó
el permiso para realizar el estudio de factibilidad para la represa
en el río Chinacla. A este lo sustituyó Víctor Ventura, pero el cam-
bio fue apenas de color de la bandera. El nuevo alcalde participó
en la asamblea de 2012 y firmó el acta donde las comunidades se
posicionan contra el proyecto hidroeléctrico. Sin embargo, una vez
que ganó las elecciones el 26 de noviembre de 2013, a la velocidad
de un camaleón cambió de color y el 6 de octubre de 2014 convocó
a un nuevo cabildo, también bañado de ilegalidad.
Según miembros del MILPAH y otras denuncias que circularon
en Radio Progreso y en las radios comunitarias del COPINH, en ese
cabildo participaron y votaron personas de El Salvador, miembros
del Partido Alianza Republicana (ARENA), quienes viajaron en seis
camiones pagados por Árnold Castro. El resultado fue el espe-
rado. La Corporación Municipal otorgó el permiso a Inversiones
Encinos S.A de C.V. para construir el proyecto hidroeléctrico en el
río Chinacla, y decidió implementar el catastro municipal con su
consecuente impacto sobre la forma colectiva de propiedad de la
tierra del pueblo Lenca.
El COPINH le dio seguimiento y estuvo presente en este cabildo
y, en un comunicado fechado el 6 de octubre de 2014, confirmó
de primera mano la ilegalidad y el ambiente autoritario en que se
desarrolló. En tal sentido, afirmó lo siguiente:

165. Ídem.

90
Denunciamos y condenamos, la agresión de la que fueron objeto
diferentes líderes comunitarios de Santa Elena y Cabañas y miem-
bros de la Coordinación General del COPINH y nuestros reporteros
de las radios indígenas «La Voz Lenca» y «Radio Guarajambala» de
nuestra organización, quienes cubrían estas actividades desde la
movilización firme de las comunidades que expresaron su recha-
zo; estas agresiones consistieron en ataques físicos, emocionales,
discriminación, impedimento del derecho a expresarse, a disentir
y opinar en oposición a estos proyectos, se negó la palabra, y, como
que si fuera poco, se militarizó el área, los policías arrebataron
los micrófonos a las y los compañeros; la Iglesia de Santa Elena,
con la complicidad del sacerdote parroquial, fue prestada para
realizar la patarata de «socialización» y «aprobación» del proyecto
hidroeléctrico con grupos sectarios, intolerantes al debate. En la
misma, participaron grupos de personas del Partido Arena de
la República de El Salvador. Estas fueron transportadas en seis
camiones por representantes del Partido Nacional y Liberal166.

La ilegalidad y violencia de este cabildo aceleró el proceso de


autoconsulta, tanto por la violación a los derechos del pueblo Len-
ca, como por la amenaza a su territorio. Para darle fuerza a la
autoconsulta realizaron un censo municipal que, además de apor-
tar datos demográficos, sirvió para sondear el conocimiento y la
percepción de los indígenas sobre los proyectos hidroeléctricos,
el catastro municipal y sobre la identidad indígena.
Los resultados del censo establecen que el 57 por ciento de la
población no sabe qué es una hidroeléctrica; el 26 por ciento ma-
nifestó saber poco, y apenas el 10 por ciento manifestó que sabía
mucho sobre las hidroeléctricas.

166. COPINH, «Alcaldes de Santa Elena y Cabañas, en La Paz, mario-


netas de Gladys Aurora López y las empresas, manipulan reunión y cabildo
«abierto» y agreden al Pueblo Lenca que rechaza el proyectos extractivistas,
de privatización y catastro municipal», Santa Elena, La Paz a los 06 días
del mes de octubre del 2014.

91
Al consultarles si estaban de acuerdo o no en la instalación de
una hidroeléctrica en su territorio, el 83 por ciento se pronunció
en desacuerdo; el 6 por ciento de acuerdo, y el 12 por ciento no
respondió. Al cruzar las variables respecto a su conocimiento sobre
las hidroeléctricas y su acuerdo o desacuerdo con la instalación de
una en su territorio, se observa que el 50 por ciento de la pobla-
ción no sabe y no está de acuerdo con estas. Es decir, no saben y
no están interesados en tener este tipo de proyectos cerca de sus
comunidades.
También se les consultó cuánto saben sobre el catastro munici-
pal y se observa que el 45 por ciento no sabe nada, el 32 por ciento
conoce poco, el 15 por ciento conoce mucho y el 7 por ciento no
contestó la pregunta. Cuando se les preguntó si están de acuerdo
o no con la iniciativa del catastro, el 88 por ciento se manifestó en
contra, el 6 por ciento a favor y el otro 6 por ciento no contestó la
pregunta.
Con los resultados del censo en mano, el pueblo de Santa Elena,
organizado en el MILPAH y haciendo uso del derecho a la auto-
determinación, lanzó la convocatoria e informó a las autoridades
municipales que el domingo 10 de julio de 2016 desarrollaría una
«Consulta Popular Libre e Informada» para decidir el futuro del río
Chinacla y del catastro impulsado por la municipalidad. Al mismo
tiempo, instaló carteles convocando, promoviendo y animando a
participar en la consulta, solicitó los permisos correspondientes
ante la Dirección Distrital de Educación para instalar las urnas en
las escuelas, y preparó el equipo logístico y humano para llevar a
cabo la consulta.
A medida que se acercaba el día de la consulta, el ambiente se
fue crispando. El alcalde y los empresarios hidroeléctricos no se
quedaron de brazos cruzados e hicieron campaña en contra de la
misma. Así lo recuerda Felipe Benítez:

El alcalde de Santa Elena, ese sí hizo una campaña, porque empezó


a regalar comida, un montón de tonteras y le decía a la gente: «No
vayan a votar en esa consulta»; a los patronatos les mandó notas

92
específicas, que no vayan, que le dijeran a la gente que no vayan
a esa elección que era nula167.

Los días previos estuvieron dinamizados por los sectores opo-


sitores, que movieron sus influencias para levantar cuanto obstá-
culo fuera posible contra la consulta. Ese ambiente de hostilidad
y violencia lo recoge el comunicado del MILPAH del 8 de julio de
2016, dos días antes de la consulta. Por el valor de la información
ahí contenida, lo compartimos en su totalidad:

COMUNICADO URGENTE MILPAH

Por este medio el Movimiento Indígena Lenca de la Paz, Honduras


(MILPAH) comunica lo siguiente: en el marco de derechos tipificado
en el Convenio 169 de la OIT, ratificado por el Estado de Honduras,
el día de 10 de Julio de este año estaremos realizando un proceso
de Consulta a toda la población indígena del municipio de Santa
Elena, quienes serán consultados si están de acuerdo o no con:
a) la realización del Catastro de tierras y, b) la construcción de un
proyecto hidroeléctrico; ambos gestionados en forma inconsulta
y ejecutados al margen del Convenio antes citado.
MILPAH oportunamente realizó un proceso de socialización con
las autoridades municipales para contar con su participación lo
que fue rechazado, a partir de estas gestiones han sucedido he-
chos que llevan la finalidad de «disuadirnos» a fin de que dicha
consulta no se realice.
En primer lugar, ha sido lo acontecido en el sector de Marcala con
la compañera líder indígena Lesbia Janeth Urquía, miembro de la
organización hermana COPINH y defensora de los bienes naturales,
quién el miércoles recién pasado fue salvajemente asesinada, como
un claro mensaje intimidatorio a nuestra justa aspiración del ma-
nejo de nuestro territorio. Es importante aclarar que este no es el
primer hecho criminal, debemos recordar que sólo en el año 2015

167. Entrevista a Felipe Benítez realizada el 26 de abril de 2017.

93
ocurrieron 9 muertes de indígenas lencas en Santa Elena, todos
miembros de MILPAH, por el sólo hecho de defender su territorio,
ninguno de ellos ha sido investigado mucho menos judicializado.
Previo al asesinato antes citado y para reforzar su intención de
abortar nuestra consulta el día de hoy hemos sido notificados de la
revocatoria del permiso que habíamos oportunamente solicitado y
que de igual manera había sido aprobado por la Dirección Distrital
de Educación para la utilización de 15 centros educativos que se
pensaban habilitar para el evento antes citado, el día 5 se realizó
una reunión secreta y de emergencia con todos los directores de
las escuelas donde se tomó tal decisión.
Denunciamos al Señor Alcalde Municipal Víctor Ventura, al cura
párroco de Santa Elena Ángel Galeano y al Director Distrital de
Educación Rene Cárcamo como los artífices de este boicot que
pretende acallar nuestras voces, también denunciamos al señor
Tomas López coordinador de los Delegados de la Palabra quien se
ha dedicado a arrancar la publicidad sobre la consulta de postes
y paredes quien instiga a la estigmatización y discriminación de
nuestro pueblo lenca.
Estos hechos intimidatorios no pararan nuestra consulta y desde
ya denunciamos a la comunidad nacional e internacional que
podrían darse hechos que lamentar provocados artificialmente
por los señores antes citados, uno de ellos ha sido la sospechosa
negativa de las autoridades a prohibir la venta de bebidas alco-
hólicas ese día, lo que puede ser una antesala propicia para los
agentes provocadores que ya en el pasado reciente han realizado
labores de intimidación y violencia.
Pedimos el apoyo y presencia de todas las personas y organiza-
ciones que deseen acompañarnos este 10 de Julio; para que sean
partícipes del Primer ejercicio de soberanía territorial indígena
en 492 años de resistencia, iniciados por nuestro líder eterno
Lempira. ¡Lempira ayer, hoy y siempre!

Dado en Santa Elena, la Paz 8 de Julio 2016


Coordinación General de MILPAH

94
Pero ni las amenazas ni el cierre de escuelas, ni los regalos del
alcalde, detuvieron el ejercicio de soberanía Lenca. Para asegurar
que la autoconsulta se desarrollara en los tiempos y criterios es-
tablecidos,

Se creó un equipo de consulta, o sea un grupo de personas que


facilitaron el día del evento en las mesas de consulta. Este equipo
se dividió en dos, una parte estaría en mesas y la otra parte se
encargaría de monitorear la situación, formaron parte de estos
equipos gente de MILPAH, miembros de organizaciones locales
como patronatos, juntas de agua, etc. y distintas organizaciones
nacionales e internacionales de apoyo a la consulta168.

Observaron la consulta el Alto Comisionado de las Naciones


Unidas para los Derechos Humanos, las Brigadas Internacionales
de Paz, la organización irlandesa TROCAIRE y varias organizaciones
nacionales. La Cruz Roja de Marcala estuvo presente, y la Secretaría
de Seguridad dio instrucciones a la policía del sector para que ga-
rantizara el orden durante su desarrollo. Además, el evento fue cu-
bierto por medios de comunicación nacionales e internacionales169.
Como señalamos al inicio, la gente se autoconvocó para votar
por dos preguntas: ¿Usted está de acuerdo con la implementación de
un catastro en el municipio de Santa Elena, La Paz? ¿Usted está de
acuerdo con la instalación de una hidroeléctrica en el río Chinacla,
en el municipio de Santa Elena, La Paz? Sin duda, hubo un ambiente
hostil que se manifestó en la negativa a prestar las escuelas para
que sirvieran como centros de votación; en las amenazas del alcalde
a los patronatos de que si votaban no les entregaría proyectos, y en
la campaña de la parroquia contra la consulta. Pese a todo, 1001
personas fueron a votar.

168. CEHPRODEC y MILPAH, Proceso de consulta indígena realiza-


da en Santa Elena, La Paz, ¡Santa Elena ejerció su derecho a decidir!,
Honduras, 2016, p. 7.
169. Ibíd., p. 8.

95
Los resultados establecen que el 92.9 por ciento de los par-
ticipantes votaron contra el catastro municipal, el 2.1 por ciento
votó a favor, el 2.0 por ciento fue votos nulos y el 2.7 por ciento
votó en blanco. El 82.4 se manifestó contra la instalación de una
hidroeléctrica en el río Chinacla, el 9.3 por ciento votó por el sí,
el 6 por ciento votó en blanco y el 2 por ciento fue votos nulos170.
Más allá de los resultados, la consulta expresa la decisión del
pueblo Lenca de Santa Elena de avanzar en ejercer soberanía so-
bre sus territorios. Si asumimos que soberanía se entiende como
la facultad de un pueblo para gestionar los recursos que hay en su
territorio y tomar decisiones a partir de los intereses y necesidades
de la mayoría, la consulta de MILPAH abrió la puerta para avanzar
en ese sentido.
Por otra parte, los resultados de la consulta son una evidencia
verificable del rechazo de las comunidades al modelo extractivo
expresado en los proyectos mineros, hidroeléctricos, fotovoltaicos,
etc., que se impulsa desde el gobierno sin participación ciudadana
ni consulta a los pueblos y comunidades. Además, este proceso
impulsado por el MILPAH acumuló una riqueza organizativa, cul-
tural y religiosa que puede ser una gran oportunidad para todos los
municipios indígenas que tienen la gran tarea de avanzar en ejercer
soberanía en sus territorios. La autoconsulta es una herramienta
que ayuda a fortalecer los procesos de lucha dentro de las comuni-
dades y organizaciones, y es un instrumento para resistir, incidir y
debatir con los empresarios y autoridades locales.
Un año después de la consulta, muchas cosas han pasado en
Santa Elena. Pero lo que no ha pasado es el proyecto hidroeléctrico
en el río Chinacla. Preguntamos a Felipe Benítez en qué momento
están los trámites de la hidroeléctrica, y afirmó que «cuentan con
el permiso de SERNA, IHNGEOMIN, tienen todos los permisos en
regla y la constancia-permiso de la municipalidad, tiene luz verde

170. Se puede acceder a los resultados de la autoconsulta del pueblo


indígena del municipio de Santa Elena, La Paz, en http://www.cehprodec.
org/index.php/publicaciones/send/7-autoconsulta-de-los-pueblos-indigenas-
del-municipio-de-santa-elena-la-paz/22-datos-finales-de-la-autoconsulta

96
para ir a meter la represa al río Chinacla. Ellos se metieron, pero
los fuimos a sacar»171.
Los resultados de la autoconsulta no fueron reconocidos por
la municipalidad, pero son válidos para las comunidades y es un
instrumento que legitima, cohesiona y moviliza la lucha comuni-
taria y municipal contra los proyectos extractivos. El catastro se
aprobó de manera ilegal, pero los técnicos no se atreven a entrar
a las comunidades que lo rechazaron, ya que «el día que se metan
a una comunidad que rechazó el catastro, el Consejo Indígena los
agarra, los detiene, les quita la cámara y llama a la policía para que
venga a traer unos intrusos que andan aquí; la gente ha agarrado
un poco de fuerza porque estamos en lo correcto»172.
Los miembros de las comunidades que sí aceptaron el catastro
de tierras no han ido a pagar los impuestos, por lo que les empe-
zaron a llegar las respectivas notas de cobro de la alcaldía. Una
estrategia del alcalde ha sido fortalecer a las comunidades que están
organizadas en patronatos y que fueron sus aliadas; sin embargo,
ahora que les están cobrando impuestos por sus tierras, están
analizando la posibilidad de organizarse en consejos indígenas e
integrarse al MILPAH.
Como el cobro y el catastro es ilegal, se denunció al alcalde en el
Ministerio Público por aprobar de forma abusiva el catastro muni-
cipal y la instalación de la represa hidroeléctrica en el río Chinacla
sin haber hecho la consulta libre, previa e informada al pueblo
Lenca. Con algo de resignación, Felipe Benítez afirma: «Pero como
usted sabe la justicia en Honduras es tan lenta. Si estuviéramos en
otro Estado ese alcalde ya estuvieran preso»173.

171. Entrevista a Felipe Benítez realizada el 26 de abril de 2017.


SERNA: Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente; IHNGEOMIN: Ins-
tituto Hondureño de Geología y Minas.
172. Ídem.
173. Se debe recordar que los lencas son considerados «el pueblo
originario históricamente más importante y numeroso de Honduras», en
BARAHONA, Marvin, Pueblos indígenas, Estado y memoria colectiva en
Honduras… op. cit., p. 81.

97
3. Estrategias de organización y lecciones aprendidas

Una de las estrategias fundamentales para desarrollar la au-


toconsulta fue promover la identidad indígena Lenca174. Desde la
primera asamblea en 2012, este aspecto se tuvo muy presente, y
se supo asumir y vincular la identidad Lenca con el nombre del
MILPAH, un concepto muy familiar en la vida de los indígenas. Para
ellos, la milpa es el espacio de cultivo donde hay de todo: maíz,
frijoles, calabazas, chiberro, pipianes, ayotes, chipilín, yerba mora,
guate, bledo, patastes. Los miembros del MILPAH comentan que
también le pusieron ese nombre porque los seres humanos somos
una milpa para Dios.

MILPAH nace de los aprendizajes y errores de otras comunidades


indígenas. En San José levantaron un movimiento social fuertísi-
mo, con el respaldo de la parroquia, […] ellos quisieron hacer una
consulta, y el Tribunal Supremo Electoral se las bloqueó, vimos
que ellos hacían marchas, grandísimas de más de mil personas
en contra de las represas, y aun así les metieron la represa. […]
entonces dijimos que la trinchera para pelear era montar un mo-
vimiento auténtico, originario, y no debería ser desde la trinchera
que el sistema nos pone, sino que algo propio, nuestro. Entonces
comenzamos a trabajar la idea del indigenismo, la palabra origi-
naria175.

En el Plan Estratégico del MILPAH se evidencia la apuesta por


los indígenas no solo en las acciones coyunturales, sino como la
gran apuesta política de la organización. La visión de este movi-
miento es «ser una organización, indígena, originaria y participativa
que defiende los derechos indígenas y los bienes comunes en el
territorio centro occidente de Honduras, haciendo uso de nuestra
autonomía que nos permite el convenio 169 de la OIT». Su misión
es «empoderar a los indígenas y sus organizaciones mediante pro-

174. Entrevista a Felipe Benítez realizada el 26 de abril de 2017.


175. Ídem.

98
cesos de formación y rescate de nuestra identidad de acuerdo a
nuestra cosmovisión, con el fin de contrarrestar las amenazas de
las políticas nacionales y tratados internacionales que violentan
nuestros derechos».
Para lograr la visión, se acordó desarrollar procesos de orga-
nización, formación, apropiación del derecho indígena establecido
en el Convenio 169 y fortalecimiento de las capacidades para hacer
las declaratorias de los pueblos indígenas y el empoderamiento or-
ganizativo. Los miembros del MILPAH tienen claro que el éxito de
la organización y formación pasa por el hecho de que los indígenas
desaprendan las cosas que han aprendido con el sistema y aprendan
en clave indígena176. Reconocen que son lencas,

[…] pero una cosa es que Martín, Felipe o Víctor seamos lencas
y otra cosa es que la gente diga que es Lenca. Eso es otro rollo.
Entonces, en el mismo trabajo del censo preguntamos: Y usted,
¿cómo se considera: Lenca, mestizo, ladino o no sabe? Y el 96
por ciento de la población de Santa Elena dijo que era Lenca.
Solo el 4 por ciento dijo que no sabía y otros que eran mestizos.
Estos datos pueden ser gran ayuda para fortalecer la cultura y la
idiosincrasia Lenca177.

La primera estrategia en el ámbito comunitario para construir


una organización que dé resultados, es hacer un mapeo. Por ejemplo,
si una comunidad tiene 110 familias, el consejo indígena primero
se reúne, hace un mapa con todas las casas y pinta de un color,
digamos verde, las que están a favor del consejo indígena; de color

176. Como lo señala Marvin Barahona, la memoria colectiva de los


pueblos indígenas ha asumido «un nuevo desempeño, superando el límite
de la reproducción cultural y la transmisión generacional de valores: co-
menzó a ser un instrumento político para desafiar la hegemonía del modelo
sociocultural que en los dos últimos siglos enfrentó a los pueblos origina-
rios con el Estado nacional republicano», en BARAHONA, Marvin, Pueblos
indígenas, Estado y memoria colectiva en Honduras… op. cit., p. 270.
177. Entrevista a Felipe Benítez realizada el 26 de abril de 2017.

99
rojo las que son «gallo gallina», y de color azul las que están en
contra. Se comienza el trabajo de organización con los que están a
favor de defender la madre tierra y los bienes comunes.
Una vez organizada la comunidad, la segunda estrategia es el
trabajo por la autonomía. La autonomía la trabajan haciendo decla-
ratorias comunitarias basadas en el Convenio 169, la Declaración
de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indíge-
nas, la Declaración Americana sobre los derechos de los pueblos
indígenas, los títulos comunitarios y la personalidad jurídica que
otorga el mismo Estado en aplicación del Convenio 169. En resu-
men, estas declaratorias se amparan en las herramientas jurídicas
que protegen los derechos de los pueblos originarios y que han sido
asumidas por el Estado hondureño.
A nivel organizativo la autonomía la trabajan a través de los
consejos indígenas, cada uno de los cuales hizo una declaratoria co-
munitaria y la entregó al alcalde, al gobernador político, al Ministerio
Público, a la policía y demás autoridades pertinentes. En el docu-
mento de declaratoria explican que decidieron ejercer la soberanía
comunitaria sobre sus territorios por el peligro que representan
los proyectos extractivos. Un pequeño ejemplo del ejercicio de esta
soberanía es que antes, para cortar un árbol y obtener madera, los
consejos indígenas iban a tramitar la autorización y a hacer el pago
respectivo a la UMA; pero, a partir de la declaratoria, es el consejo
indígena respectivo el que otorga la autorización. En caso de con-
flictos interpersonales, el consejo indígena da las soluciones perti-
nentes, sin necesidad de que intervengan los tribunales de justicia.
Sin duda, la lección aprendida más importante en este proceso
es haber puesto a prueba el poder que tienen las comunidades indí-
genas, ya que cuando los pueblos originarios se empoderan, cuando
inician la descolonización cultural, nunca vuelven a ser los mismo;
y la diversidad étnica y cultural que representan retorna como un
valor de la realidad social que paulatinamente va conquistando su
propio espacio en la identidad nacional178.

178. BARAHONA, Marvin, op. cit., p. 281.

100
Otra lección aprendida es que es un pueblo discriminado y
abandonado por el gobierno y la empresa privada, y que solo apa-
recen cuando hay que saquear sus territorios. El racismo también
se evidencia en el lenguaje peyorativo con el que los funcionarios
encargados de los proyectos hidroeléctricos se refieren a los in-
dígenas. Hoy es estigmatización y criminalización, luego son los
atentados y los asesinatos, como en el caso de Berta Cáceres y de
otros indígenas tolupanes y lencas, y garífunas a lo largo del país.
Con esta experiencia de lucha comunitaria también aprendieron
sobre su férrea voluntad de resistencia y sobrevivencia, que solo
puede sostenerse sobre la dignidad del pueblo Lenca y su capaci-
dad transformadora para convertir las amenazas de los proyectos
extractivos en una oportunidad para impulsar procesos de lucha
desde la cosmovisión indígena. También aprendieron que su forma
de comprender y vivir la religión es fundamental para promocio-
nar sus luchas comunitarias desde el discurso y la práctica de su
cosmovisión indígena Lenca. La dignidad y resistencia de Lempira
sigue viva que en el pueblo Lenca. Como lo afirma Felipe Benítez,

[…] el Lenca, una vez que se empodera, después nadie lo quita.


Y por eso a los indígenas de esta zona los prefieren para policías
y para militares, porque les vale riata dar el cuero, y a veces dan
el cuero por otro desgraciado, que no tiene por qué cuidarlo. Y
cuando este se da cuenta que va a dar el cuero por su pueblo y
por su gente, no hay marcha atrás179.

En conclusión, en el ámbito político, la riqueza de la primera


autoconsulta indígena del país no está tanto en sus resultados,
sino en el ejercicio de la ciudadanía de hacer valer el derecho a
ser consultada a partir de las herramientas jurídicas existentes. Al
promover la consulta desde las comunidades se hace un ejercicio
de promoción y defensa de la soberanía, entendiéndola como la ca-
pacidad de un pueblo o municipio de tomar decisiones autónomas
en función de sus necesidades e intereses.

179. Entrevista a Felipe Benítez realizada el 26 de abril de 2017.

101
Sin duda, esta autoconsulta es producto de un proceso de orga-
nización y resistencia de las comunidades para defender su territo-
rio frente a dos amenazas: los proyectos hidroeléctricos y mineros
promovidos por la diputada Gladis Aurora López, y el registro de
tierras a través de la implementación del catastro municipal, que
individualizaría las tierras con títulos colectivos con el propósito
de cobrar impuestos, lo cual atenta contra el sistema de propiedad
ancestral de los pueblos originarios.
Se debe destacar la importancia de la articulación para el forta-
lecimiento organizativo de las comunidades, ya que en los procesos
de creación del MILPAH y de la autoconsulta fue fundamental el
acompañamiento de organizaciones defensoras de derechos huma-
nos y del ambiente como el Centro Hondureño de Promoción para
el Desarrollo Comunitario (CEHPRODEC) y el Comité de Familiares
de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), que han
asesorado en temas de investigación y asuntos jurídicos.
A la luz de esta experiencia, podemos señalar tres desafíos: (a)
atender y superar la división al interior de algunas comunidades y
entre comunidades en el municipio de Santa Elena, debido a que
su situación de pobreza es utilizada por el alcalde y empresarios
para manipular su voluntad; (b) superar la división entre las orga-
nizaciones indígenas lencas de la región occidental, puesto que en
la medida que todas definan una agenda común y articulen fuer-
zas para defender sus territorios, más fuerte será el movimiento
indígena Lenca y, (c) mantener una posición crítica frente a la coo-
peración internacional si, en vez apoyar el empoderamiento de las
organizaciones y sus luchas, las debilitan y fortalecen a los caudillos
políticos locales y nacionales con sus programas asistencialistas.

102
CONCLUSIONES

L a imposición de un modelo económico que se centra en


la explotación de los bienes naturales está generando nu-
merosos conflictos con graves consecuencias para los derechos
humanos de las comunidades en cuyos territorios se ejecutan o se
pretenden ejecutar proyectos hidroeléctricos, forestales, mineros
y de hidrocarburos. En la base de tales conflictos se encuentra la
confrontación del mundo indígena-campesino, que representa un
modelo de integración en la naturaleza, con el mundo occidental-
productivista, que representa un modelo de saqueo. La resistencia
del primero descalifica radicalmente el discurso y la práctica del
segundo, y pone en riesgo su hegemonía; por ello reacciona violen-
tamente a través de los abusos que hemos descrito en este trabajo,
frente a los cuales el Estado y sus instituciones «se alinean siste-
mática e incondicionalmente con las empresas»180.
Ante esta confrontación desigual, las comunidades indígenas y
campesinas reivindican el poder discursivo del concepto de sobe-
ranía popular, entendido como una garantía negativa que implica
la prohibición para cualquiera de apropiarse de ella y usurparla,
ya que solo pertenece al pueblo y únicamente reside en él; y como
una garantía positiva, en tanto que corresponde a la suma de los
derechos humanos de cada miembro del pueblo y, por tanto, tales
derechos equivalen a fragmentos de soberanía popular correspon-
dientes a todos y a cada ciudadano y ciudadana. En consecuencia, la

180. COSTA MORATA, Pedro, «Destrucción e injusticia ecológica: El


caso de América Latina», en VICENTE GIMÉNEZ, Teresa (Ed.), Justicia
ecológica en la era del Antropoceno, Editorial Trotta, Madrid, 2016, pp.
194-197.La cita textual corresponde a la p. 197.

103
soberanía del pueblo se violenta no solo cuando se usurpa, sino tam-
bién cuando se vulneran los derechos humanos de sus miembros.
Así entendida, la soberanía popular se reviste del principio cons-
titucional de la dignidad humana que, al constituir el fin supremo
del Estado, demanda de forma imperativa que sus instituciones
aseguren a las personas el goce de la justicia, la libertad, la cultura
y el bienestar económico y social, y exige la máxima democrati-
zación de la vida pública, lo cual debe traducirse en una mayor
participación política de la ciudadanía, especialmente de aquella
cuyos derechos han sido violentados a través del despojo de sus
territorios, la concentración de la tierra y la entrega de los bienes
comunes a un reducido grupo de empresas.
Las luchas descritas en este trabajo, en rechazo a la ejecución de
supuestos proyectos de desarrollo en los territorios de las comuni-
dades indígenas y campesinas, reflejan varios aspectos importantes
en términos democráticos: en primer lugar, la reivindicación de la
soberanía comunitaria sobre las tierras y los bienes naturales; en
segundo lugar, la comprensión comunitaria de que la participación
ciudadana no se limita a escoger a quienes ejercerán el poder en
su nombre y representación, sino que participar significa que los
miembros de las comunidades son titulares directos de ese poder
y que pueden decidir sobre la forma en que será ejercido en sus
territorios. En otras palabras, de lo que ahora se trata es de que
las comunidades sean el poder y no que lo escojan.
En tercer lugar, la posición de las comunidades de que sus
miembros son titulares de unos derechos humanos que imponen
límites y vínculos a las autoridades públicas cuando se trata de
adoptar decisiones que puedan afectarlos, ya que son ellos y no el
Estado los portadores de la dignidad humana; en consecuencia,
su protección establece un límite infranqueable a la regla de las
mayorías. La dignidad humana y los derechos humanos constitu-
yen un elemento estructural del ordenamiento y un valor esencial
del Estado de derecho, por lo que deben quedar fuera del alcance
de la acción estatal si los afectan; en cuarto lugar, la reivindicación
comunitaria del derecho a ser respetado como ser humano, lo cual

104
es el fundamento de la protección y promoción de la vida, la salud,
la cultura y el bienestar físico y mental de las personas frente a
proyectos extractivos que puedan generar sufrimientos a la comu-
nidad y a la naturaleza.
En quinto lugar, la exigencia de las comunidades de que el
Estado cumpla con su obligación de promover el ejercicio de los
derechos a la participación, la información y el acceso a la justi-
cia como instrumentos necesarios para respaldar y acrecentar la
capacidad de las personas para salvaguardar y reivindicar todos
sus derechos, para preservar el medio ambiente y para lograr una
protección eficaz contra las condiciones ecológicas que constituyen
una amenaza para la vida y la salud humana. En este sentido, el
Estado y sus instituciones tiene la obligación de garantizar que los
miembros de las comunidades participen efectivamente en la toma
de decisiones que puedan afectar sus territorios y su modo de vida,
y que se beneficien razonablemente de los proyectos que se lleven
a cabo con su consentimiento y previa realización de un estudio de
impacto social y ambiental.
Con base en lo anterior, el derecho a la consulta de las comu-
nidades indígenas y no indígenas es una de las expresiones más
profundas de la dignidad humana, de la soberanía popular y del
derecho a la participación política que no se agota en la participa-
ción electoral, sino que reconoce a los miembros de dichas comu-
nidades como sujetos de derechos para decidir, según sus propias
demandas y necesidades, en la autorización o negación de proyectos
extractivistas en sus territorios. Correlativamente, el Estado tiene la
obligación de crear y garantizar los espacios efectivos para consultar
y facilitar la participación en los procesos de toma de decisiones de
comunidades, organizaciones, grupos y particulares interesados,
o potencialmente afectados, por los proyectos de desarrollo que
puedan generar perjuicios en el medio ambiente y en el bienestar
físico y emocional de las personas.
Las experiencias de lucha comunitaria aquí contadas evidencian
la falta de voluntad política del Estado para prevenir y reducir al mí-
nimo los conflictos sociales vinculados con la aprobación y ejecución

105
inconsulta de proyectos mineros, de bosque, de hidrocarburos o
hidroeléctricos, y para asumir seriamente los principios de dignidad
humana, soberanía popular y participación ciudadana que deben
irradiar las acciones de los poderes públicos, de conformidad con
los estándares constitucionales e internacionales de derechos hu-
manos, de los cuales derivan el derecho de las comunidades a ser
consultadas para garantizar que sus voces sean escuchadas, sus
intereses tomados en cuenta, sus formas de comprender, producir
y reproducir la vida sean respetadas, y su relación con la tierra y
el territorio sea reconocida como un elemento esencial para la vida
democrática.
Además, estas experiencias demuestran que, ante la amenaza
sobre los territorios y sus bienes naturales, la organización comu-
nitaria, las acciones de incidencia y concientización, el esfuerzo
colectivo y coordinado de los pueblos y comunidades, las denuncias
públicas, el acompañamiento y la solidaridad internacional, la arti-
culación con organizaciones de derechos humanos, la movilización
social, el uso de los recursos nacionales para impeler a las autorida-
des administrativas y judiciales, y la utilización de los mecanismos
que brinda el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, son
herramientas imprescindibles para la defensa de sus territorios
frente a proyectos extractivistas que se hacen a sus espaldas, sin
garantizarles beneficios razonables y violentando sus derechos.

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Sentencia de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de
Justicia del Recurso de Inconstitucionalidad vía Acción
RI-1343-2014 acumulada con el RI-0243-2015, 22 de abril
de 2015.
Recurso de Inconstitucionalidad EXP. SCO – 1165- 2014, 23 de
junio de 2017.

114
RESEÑAS CURRICULARES

Joaquín A. Mejía Rivera


(Coordinador)

H ispano-hondureño. Abogado por la Universidad Nacional


Autónoma de Honduras con experiencia de más de 15 años
litigando casos de impacto ante la Comisión y Corte Interamericanas
de Derechos Humanos; doctor y maestro en Estudios Avanzados
en Derechos Humanos por la Universidad Carlos III de Madrid,
maestro en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales
por la Universidad Complutense de Madrid. En calidad de autor
y coordinador ha publicado 18 libros sobre derechos humanos,
democracia y Estado de derecho. Investigador en el área de Investi-
gación y Derechos Humanos del Equipo de Reflexión, Investigación
y Comunicación (ERIC-SJ) de la Compañía de Jesús en Honduras.
Miembro del consejo directivo de la Fundación para la Investigación
del Derecho Público en Honduras.

Elvin Fernaly Hernández Rivera


Hondureño. Licenciatura en Sociología por la Universidad
Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Estudiante de maestría
en Educación y Aprendizaje en la Universidad Rafael Landívar de
Guatemala. Investigador en el área de Investigación y Derechos
Humanos del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación
de la Compañía de Jesús en Honduras (ERIC-SJ) desde donde ha
participado en estudios e investigaciones sobre el impacto de la
minería en los derechos humanos y sobre políticas públicas y vio-
lencia. Miembro del equipo de coordinación del Sondeo de Opinión

115
Pública del ERIC-SJ. Profesor de Sociología General en la UNAH
(Sistema a Distancia).

Gustavo Adolfo Cardoza Amaya


Hondureño. Licenciado en Artes con Orientación a las Artes
Plásticas por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Investigador y comunicador en el área de Investigación y Derechos
Humanos del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación
– Radio Progreso de la Compañía de Jesús en Honduras. Miembro
del equipo coordinador del Sondeo de Opinión Pública del ERIC-
SJ. Como investigador ha participado en estudios e investigaciones
sobre desplazamiento forzado, conflictos relacionados con los
territorios y los bienes naturales, extractivismo, independencia
judicial en Centroamérica y ha coordinado estudios de audiencia
y medición de medios de comunicación. En materia comunicativa
ha sido parte del equipo de coordinación de la programación de
Radio Progreso y coordinó la construcción del proceso de una red de
radios comunitarias en Honduras. Actualmente sigue conduciendo
programas radiales y ha escrito algunos artículos para la revista
Envío-Honduras.

116
E l agresivo proceso de entrega de los territorios y los
bienes naturales a empresas extractivas está gene-
rando nuevos conflictos que se suman a los conflictos
históricos irresueltos en el ámbito agrario.
Por ello, no es casual que la Relatoría Especial sobre la
situación de los defensores de los derechos humanos
expresara su preocupación por «el grado de violencia con
que se actúa contra quienes reivindican por medios pací-
ficos sus derechos económicos, sociales y culturales,
incluidos los derechos sobre la tierra».
El propósito de este trabajo es visibilizar cuatro expe-
riencias comunitarias que evidencian esta grave situa-
ción, y que se resume en el irrespeto al derecho a la con-
sulta y la falta de participación comunitaria en la aproba-
ción de proyectos de desarrollo que afectan sus vidas y
sus territorios; estas son las principales fuentes de tensión
entre las comunidades, las autoridades estatales y las
empresas privadas.
Así lo demuestran las experiencias de Nueva Espe-
ranza (Atlántida), San Francisco de Locomapa (Yoro),
Triunfo de la Cruz (Atlántida), y Santa Elena (La Paz)
que, desde diversos territorios y protagonizadas por
distintos actores, aportan lecciones trascendentales que el
ERIC-SJ y Radio Progreso consideran necesario compar-
tir.

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