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Una de las maneras de indagar cómo se siente una persona en determinado momento y
obtener información sobre sus reacciones es prestando atención a las señales no
verbales del comportamiento: expresiones faciales, contacto visual, posturas, gestos y
movimientos corporales.
Las señales no verbales son difícilmente controlables a diferencia del lenguaje hablado,
por lo que ofrecen una buena fuente de información. La información transmitida por
dichas señales y el esfuerzo para interpretarlas constituyen lo que se conoce como
comunicación no verbal.
Uno de los canales principales de la comunicación no verbal son las expresiones faciales.
Mediante el rostro, se pueden expresar, claramente y desde temprana edad, al menos
seis emociones básicas distintas: rabia, miedo, alegría, tristeza, sorpresa y disgusto, y
en menor medida el desprecio (Baron y Byrne, 2005).
Rulicki y Cherny (2007), definen las emociones de miedo, alegría, tristeza y enojo, así
como su expresión corporal de la manera siguiente:
1) Miedo: Es un estado emocional negativo, aversivo, con una activación elevada que
incita a la evitación y el escape de las situaciones amenazantes. También implica una
inseguridad respecto a la propia capacidad para soportar o mantener una situación de
amenaza. Respecto a su expresión, las cejas se levantan y se aproximan, las arrugas de
la frente se forman en el centro, no en toda la frente, el párpado superior se eleva dejando
ver la esclerótica por arriba del iris, el párpado inferior se tensa y se eleva; la boca se abre
con los labios tensos hacia atrás.
Las expresiones faciales no sirven tan sólo para comunicar las emociones, también
aumentan la emoción sentida y mandan señales al cuerpo para que emita una respuesta
consecuente.
Por su parte, James (1884) y Lange (1885), plantean que la emoción tiene lugar cuando el
individuo interpreta sus respuestas fisiológicas o secreciones físicas a los estímulos que
provocan la emoción, tales como el aumento del ritmo cardiaco y los espasmos
musculares. Esto conlleva que cada emoción diferente debe tener su propio patrón
psicológico (Díaz 2010).
Sin embargo, debe tomarse en cuenta que las emociones se presentan a menudo
combinadas y en distinta intensidad, por lo que aunque pueda haber un número limitado
de expresiones faciales básicas, el número de variaciones es enorme. A diferencia de lo
que antes se creía, hoy se sabe que las expresiones no son del todo universales, pues
existen diferencias culturales y contextuales en relación con su significado concreto, sin
embargo, las expresiones necesitan poca “traducción” en comparación con el lenguaje
verbal (Baron y Byrne, 2005).
Por otra parte, Castilla, (2000) menciona que la expresión de los sentimientos es una
exigencia del proceso emocional, la cual, para su función vinculante, posee un segmento
público. La vinculación es siempre bidireccional: va del sujeto al objeto con la pretensión
de que el objeto vaya al sujeto. El conflicto de la relación sujeto/objeto se soluciona si la
doble vinculación se logra.
Todas las actividades del sistema nervioso central tienden a convertirse en actuaciones o
a exteriorizarse, en el caso de los sentimientos. El problema con esto es que las
expresiones pueden entenderse de una u otra manera, ya que no basta la simple
observación, sino que hace falta la interpretación.
La expresión corresponde a la parte pública de la emoción y para el interlocutor no hay
garantía de que se corresponda con la parte interior. Pues la expresión de una emoción
no constituye la propia emoción, sino una imagen de ella. Los sentimientos básicos como
el miedo, la alegría o la furia, dan una imagen más esteriotipada y por ello más fácil de
interpretar. Un sentimiento complejo no tiene una expresión perfilada y muestra muchas
veces un diseño original de interpretación difícil.
El proceso comunicativo es un convenio, y como las demandas son reciprocas, por una
parte te expresa lo que sentimos y por otra la disponibilidad que tenemos ante las
demandas del otro. Así la solución del conflicto de la relación sujeto/objeto no depende de
sólo uno, sino de los dos. La expresión del sentimiento está entonces en función de lo que
podemos esperar del otro.
Por otro lado, Martín de Diego, Serrano, Conde y Cabello (2006), mencionan las
principales técnicas para el reconocimiento de emociones. Consideran los dos principales
canales para su estudio: las expresiones faciales obtenidas a partir de un video y las
expresiones léxico-fonéticas obtenidas de un discurso de audio.
En segundo lugar, como se ha visto anteriormente, los gestos faciales también tienen un
claro significado emocional. Sin embargo, el uso de imágenes estáticas limita la
capacidad de transmisión de emociones. Por el contrario, las aproximaciones dinámicas
han producido buenos resultados en la práctica.
Al respecto Aguilar y Ramírez (1997) mencionan que en los últimos años el uso de cintas
magnéticas grabadas con imágenes y sonido para el estudio de las emociones ha sido
ampliamente aceptado, debido a la utilidad que presentan para reproducir estados
emocionales, tanto positivos como negativos. Las escenas de telecomedias, al igual que
los segmentos de películas, presentan una gran ventaja en comparación con las
fotografías o las diapositivas en lo que respecta a la información que proporcionan al
observador. Específicamente, las escenas son dinámicas y las fotos o dibujos gráficos
son estáticos, Por lo tanto, con las escenas podríamos determinar con más realismo los
estados emocionales de los personajes y evocarlos mejor, por empatía o simpatía, en los
sujetos experimentales. Las escenas grabadas son análogas a la realidad ya que se
pueden escuchar conversaciones o monólogos, ver a los sujetos realizando actividades, y
el entorno cambiante que los rodea. En cambio, las fotografías o los dibujos sólo captan
una imagen congelada en el tiempo que nos informa parcialmente acerca de las
emociones que se experimentaban en un momento único.
Las escenas presentadas estuvieron constituidas por audio y video, de tal manera, que la
inducción emocional estuvo dada por dos fuentes de información, por medio de dos
modalidades sensoriales: visual y auditiva. No se trató de analizar los efectos separados
de estos dos estímulos.
A pesar de que las emociones recogidas en uno u otro medio (auditivo o visual) pueden
ser diferentes, actualmente se emplean en la investigación técnicas combinadas de
ambas fuentes de información (Martín de Diego, Serrano, Conde y Cabello, 2006).
Por otra parte, se han realizado diversos estudios para identificar las emociones en
distintos contextos. Lara y Moral (2008), realizaron un estudio, en el que uno de los
objetivos era observar la capacidad de comunicación y expresión a través del cuerpo de
las jugadoras de voleibol. Participaron 12 jugadoras de voleibol, con una edad promedio
de 20.92 años. El método de observación que se utilizó para realizar el trabajo fue la
observación en vídeo. Los resultados obtenidos de la investigación indicaron que sin ser
conscientes de ello, las jugadoras de voleibol se comunicaron y expresaron sus
sentimientos y emociones a través de su cuerpo y movimiento. Ganar una jugada y por
consiguiente un punto, conlleva un sentimiento de alegría que se manifestó mediante el
cuerpo abierto, formas simétricas, desplazamientos y movimientos rápidos, efusivos,
intensos, de mayor duración y con una sensación de ligereza. Por el contrario, perder la
jugada conlleva un sentimiento, más que de tristeza, de rabia y furia, manifestado en una
sensación de pesadez y hundimiento, en la que el sujeto prefiere la soledad y el
aislamiento y lo demuestra mediante el cuerpo cerrado, formas asimétricas, movimientos
y desplazamientos lentos, cortos y pesados.
Por su parte, Sierra y Mejía (2007), mencionan que la cara es el lugar privilegiado para
expresar o leer la emoción. Asimismo, algunas emociones se asocian con llanto
emocional, diferenciable del basal y del reflejo. Por lo tanto, se puede clasificar el llanto
emocional en de demanda y de ofrecimiento de ayuda.
Basados en estos principios, estos autores realizaron un estudio para evaluar la validez
de dicha tipología. Para ello, se construyeron materiales videográficos con mujeres y
hombres llorando por causas diferentes y que fueran representativos de los dos tipos de
llanto. Se compuso un primer grupo de cuatro videos a partir de archivos de programas de
noticias de televisión que incluyeron los rostros de dos mujeres y dos hombres filmados
en situaciones de la vida real mientras lloraban a causa de una situación personal
adversa. Este llanto se operacionalizó como llanto de demanda de ayuda.
Los resultados no apoyan la idea de una habilidad para distinguir dos tipos de llanto y son
explicados desde un punto de vista cultural. Si bien parece cierto que el llanto puede ser
causado por dos grandes causas (sufrimiento propio y ajeno), según lo indica el diseño
mismo de este estudio y la alta tasa de congruencia entre las emociones reportadas por
los sujetos de la expresión de la emoción y los sujetos del juicio de la emoción, aún no
resulta claro, a partir de los resultados obtenidos, si los seres humanos al llorar pueden
generar dos patrones de expresión facial diferentes que, a su vez, resulten discriminables
por un observador.
Una objeción al diseño de este estudio es que toda la información adicional a los rostros,
tal como la provista por la postura, la proxemia, las vocalizaciones y los quejidos, son
parte del lenguaje de la emoción, que, por tanto, debe ser leído como una unidad.
Baron, R. & Byrne, D. (2005). Psicología Social, España: Pearson Prentice Hall, pp. 40-
79.
Castilla, C. D. (2000). Teoría de los Sentimientos. España: Tusquest Editores, Cap. 4.,
pp. 61-75.
Lara, A.J.; Moral, J.E. (2008). La expresión de las emociones de los deportistas
mediante el lenguaje corporal. The International Journal of Medicine and Science in
Physical Education and Sport. 4(4), 1-9.
Martín de Diego, I., Serrano, A., Conde, C. & Cabello, E. (2006). Técnicas de
reconocimiento automático de emociones. Revista Electrónica Teoría de la Educación.
Vol. 7: (2), 107-127.
Sierra, F. O. & Mejía, C. B. (2007). Función social de las lágrimas: una indagación
empírica sobre los tipos de llanto emocional. Universitas Psychologica. Vol. 6: (2), 295-
308.