You are on page 1of 4

Carlos Scolari:

“Para aprender los jóvenes usan viejas estrategias en nuevos entornos”1


15 de marzo de 2018 | Escribe: ​Leticia Castro​ en ​En común
Carlos Scolari es sinónimo de investigación. El argentino, que desarrolla su actividad en España, es
especialista en medios digitales de comunicación y en ecología de los medios. Ha dado cursos y
liderado investigaciones alrededor del mundo sobre comunicación digital, semiótica y las narrativas
transmedia, que se definen como aquellas que involucran más de un formato. Entre sus múltiples
iniciativas, Scolari lidera el proyecto ​Alfabetismo Transmedia​, del programa Horizonte 2020 de la
Unión Europea, ​en el que participó Uruguay​ junto con otros ocho países del mundo. El martes estuvo
en Montevideo para presentar las conclusiones del proyecto después de dos años de trabajo de
campo; antes habló con ​la diaria​ sobre los resultados, el ​kit​ del profesor que crearon y cómo
entender a los adolescentes y sus estrategias de aprendizaje podría afectar la realidad cotidiana del
aula.
–La investigación tenía dos preguntas claves, una era qué están haciendo los adolescentes con los
medios. ¿Cuáles fueron los resultados?
–El famoso Henry Jenkins, en un informe que hizo en Estados Unidos, identificó nueve zonas en que
los jóvenes estaban haciendo cosas vinculadas, sobre todo, a videojuegos y la red. Nuestra idea era
partir de él y de otras investigaciones para ampliar y racionalizar la cuestión. Lo que sacamos en
limpio es un mapa con 44 competencias, y cada una de estas se despliega en varias, hasta llegar a
190 ​competencias específicas​ [ver recuadro]. La producción, evidentemente, es la mayor de ellas, es
el área donde se detecta más actividad de adolescentes, y por producción entendemos desde la cosa
más simple, como escribir un breve texto o producir video, hasta incluso algún joven que está
hackeando algo de programación. Hay otras competencias también relacionadas con la gestión: por
un lado, la individual, cómo gestionan ellos su imagen ​online​, cómo se presentan; después está la
gestión de contenidos, puede haber algún adolescente que tenga un blog, un canal de Youtube;
además, está la gestión social que es la parte de relaciones, como por ejemplo la interacción en los
grupos de Whatsapp.
En pocas palabras
El equipo de investigación de los ocho países participantes (España como coordinador junto a
Australia, Colombia, Finlandia, Italia, Portugal, Reino Unido y Uruguay) construyó “un mapa de
competencias relacionadas con la producción, el consumo y la postproducción de medios en el
contexto de la cultura transmedia juvenil”, según explican en el Libro Blanco del proyecto. Las
competencias que identificaron suman 234: 44 catalogadas de primer nivel y 190 de segundo. Están
organizadas en nueve dimensiones diferentes: producción –donde se concentra la mayor cantidad
de competencias secundarias–; narrativa y estética; gestión social; gestión individual; gestión de
contenidos; medios y tecnologías; ideología y ética; prevención de riesgos; y performance. Los
investigadores aclaran que “algunas competencias detectadas son muy marginales” y es importante,
desde la perspectiva de las futuras acciones para el desarrollo del alfabetismo transmedia, entender
que “dentro de un aula hay mayor probabilidad de tener adolescentes con un gran nivel de
competencias productivas que de jóvenes con competencias relacionadas con la ideología y la ética”.
El equipo también organizó las diferentes estrategias informales de aprendizaje en seis categorías. 1)
El aprendizaje mediante la práctica: por medio de actividades que implican el ensayo y error el

1
Entrevista publicada en
https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2018/3/carlos-scolari-para-aprender-los-jovenes-usan-viejas-estrat
egias-en-nuevos-entornos/#subscribe-footer
alumno perfecciona la habilidad. 2) Resolución de problemas. 3) Imitación: los jóvenes reproducen
acciones tomadas por alguien con más experiencia. 4) Juego. 5) Evaluación: el joven perfecciona la
competencia al examinar su propio trabajo o el de otros. 6) Enseñanza: el alumno adquiere la
competencia mediante la transmisión de conocimiento a otros.
–¿Cómo están distribuidas entre los chicos estas habilidades?
–Para entenderlo, nos alejamos del mito del nativo digital. No es que todos los chicos y chicas tienen
todas estas competencias, puede pasar que un joven sea muy bueno con el video pero en la parte de
gestión social en redes sea un desastre y no tenga idea de la privacidad. Además, no está distribuido
de forma equilibrada, entra en juego el tema de géneros: en las competencias vinculadas con el
sector lúdico-competitivo, los chicos están mucho más al tanto, mientras que en competencias más
del área social o de relación, las chicas están más actualizadas.
–La otra pregunta que buscaba responder la investigación es cómo aprendieron a hacer esas cosas.
¿Qué resultados obtuvieron?
–Hablamos de estrategias de aprendizaje informal. Los jóvenes llegan a su casa y se encierran en su
burbuja o se van a un cibercafé, por eso nos preguntamos cómo aprenden estas cosas que saben
hacer, ya que no se lo enseñan los padres y en la escuela tampoco. Lo que descubrimos es que las
estrategias de aprendizaje son las clásicas: aprender haciendo o resolver problemas [ver recuadro].
Una de las que destacamos es el aprendizaje por imitación o simulación, y ahí entra a jugar la gran
plataforma de Youtube con sus tutoriales. Esto va incluso más allá de los adolescentes; todos
aprendemos de verlos. Para aprender, los jóvenes usan viejas estrategias en nuevos entornos.
Aprender por imitación en la Edad Media significaba que el joven aprendiz fuera al taller del
artesano a ver cómo trabajaba para copiarlo; esto es similar, no hay estrategias nuevas, pero sí están
en nuevos entornos.
–¿Por qué hablar de alfabetismo transmedia?
–Si hablamos de alfabetismo transmedia es porque nos interesa ver a los jóvenes como productores.
La forma tradicional de alfabetización interpelaba a la persona como analfabeto: al joven que no
sabe leer ni escribir hay que enseñarle. Cuando llegó el alfabetismo mediático, la visión más
preponderante indicaba que los jóvenes eran unos pobres alineados a los medios masivos, había que
inyectarles anticuerpos para que resistieran a los medios. Eso está bien. La escuela tiene que
enseñar a hacer una interpretación crítica y desarrollar la prevención de riesgo; me parece
fundamental. Lo que decimos es que ese enfoque no cubre toda la realidad: al adolescente se lo
interpela como una víctima frente a las pantallas, nosotros los interpelamos como prosumidores
[productores y consumidores], y eso es un cambio respecto de la visión tradicional, es entender que
los jóvenes algo saben porque están haciendo cosas.
–Uno de los productos de la investigación es el ​kit​ del profesor. ¿Qué se buscaba con eso?
–Se buscaba devolverle la investigación a la sociedad, que de alguna forma la financió. El ​kit​ del
profesor es un portal en el que va a haber fichas didácticas, con un buscador para facilitar el trabajo.
Si un profesor detecta que en el aula hay un par de estudiantes que son buenos con videojuegos,
puede consultar qué fichas hay para generar una actividad y explotar eso que ellos ya saben,
inventar entre todos un videojuego para estudiar la colonización de América, por ejemplo.
–Si el contenido lo hacen los estudiantes, ¿qué rol tiene el docente?
–Aparece como un facilitador de conocimiento, un traductor cultural. Hoy por hoy, la distancia entre
lo que pasa fuera de la escuela con los medios y la realidad de la escuela es muy grande. Hay poco
contacto y lo que muchas veces prevalece es la estigmatización; muchos dicen: “Están todo el día
con la pantallita”. Si podemos romper esa idea, el rol del profesor tendería a ser un puente entre
esas dos culturas. Un profesor de secundaria puede decir que no sabe subir un video a Youtube,
porque ya lo decía Paulo Freire: “No es que yo sé y tú no sabes”, si se ayudan aprende el profesor y
aprenden otros alumnos; siempre hay que apuntar a los procesos. En Barcelona nos encontramos
con profesoras de lengua que no sabían qué era ​Wattpad​ [una plataforma en línea que permite
escribir y leer historias con otros usuarios], y tenía estudiantes que escribían allí su fanfiction; ahí
estaba su pasión, entre ellas se corregían, tenían un sistema casi profesional, y la profesora no lo
sabía; si pudiera funcionar como un puente que acerque lo que exige el currículo con los intereses de
los chicos, sería muy bueno. Aparece mucha pasión, muchas ganas de hacer estas actividades, si
podemos rescatar un poquito de esa pasión y meterla dentro del aula, yo creo que funcionaría todo
mucho mejor.
–¿Cómo influyen los medios en las habilidades cognitivas?
–Marshall McLuhan decía: “Yo no sé quién inventó el agua, pero seguro no fue un pez, porque para
el pez no existe el agua”, así como para nosotros no existe la atmósfera, la sentimos si empezamos a
asfixiarnos. Lo mismo pasa con los medios: crecemos en mediaesferas, en ecosistemas mediáticos
que nos modelan y no nos damos cuenta, los notamos cuando se cae la red, ahí nos damos cuenta
de que, como decía McLuhan, nos apuntaron, porque son como prótesis. Mi generación creció con la
televisión y libros; lo que se estigmatizaba era la televisión, todos los que estamos investigando
ahora somos hijos de la televisión, y creo que tan tontos no salimos. Ahora estamos todos
estigmatizando las redes sociales y los videojuegos, y yo estoy seguro de que dentro de 20 años
vamos a extrañar esta época porque ya habrá otra cosa peor, más maquiavélica, que nos va a
moldear la cabeza. Lo que pasa es que los cambios van muy rápido, y esto nunca se vio en la historia
de la humanidad. Las tecnologías anteriores duraron siglos y nosotros, en 25 años, hemos pasado
por grandes cambios pero, dentro de todo, el aparato cognitivo aguantó.
La escuela pública, la que conocemos y tiende a prevalecer, es una interfaz educativa diseñada para
la sociedad industrial y data de hace 200 años, cuando el objetivo era formar ciudadanos y
trabajadores. Ese modelo sigue estando; más allá de que ha habido actualizaciones, el ADN es ese.
Sin embargo, estamos en una sociedad posindustrial y es necesario incluir cambios.
En pocas palabras​ | El equipo de investigación de los ocho países participantes (España como
coordinador junto a Australia, Colombia, Finlandia, Italia, Portugal, Reino Unido y Uruguay)
construyó “un mapa de competencias relacionadas con la producción, el consumo y la
postproducción de medios en el contexto de la cultura transmedia juvenil”, según explican en el
Libro Blanco​ del proyecto. Las competencias que identificaron suman 234: 44 catalogadas de primer
nivel y 190 de segundo. Están organizadas en nueve dimensiones diferentes: producción –donde se
concentra la mayor cantidad de competencias secundarias–; narrativa y estética; gestión social;
gestión individual; gestión de contenidos; medios y tecnologías; ideología y ética; prevención de
riesgos; y performance. Los investigadores aclaran que “algunas competencias detectadas son muy
marginales” y es importante, desde la perspectiva de las futuras acciones para el desarrollo del
alfabetismo transmedia, entender que “dentro de un aula hay mayor probabilidad de tener
adolescentes con un gran nivel de competencias productivas que de jóvenes con competencias
relacionadas con la ideología y la ética”. El equipo también organizó las diferentes estrategias
informales de aprendizaje en seis categorías. 1) El aprendizaje mediante la práctica: por medio de
actividades que implican el ensayo y error el alumno perfecciona la habilidad. 2) Resolución de
problemas. 3) Imitación: los jóvenes reproducen acciones tomadas por alguien con más experiencia.
4) Juego. 5) Evaluación: el joven perfecciona la competencia al examinar su propio trabajo o el de
otros. 6) Enseñanza: el alumno adquiere la competencia mediante la transmisión de conocimiento a
otros.

You might also like