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Se venden piernas
Eduardo Galeano Galeano, Eduardo (2010). Ser como ellos y otros artículos. México: Siglo
XXI. pp. 37-39.
Nada tiene de raro. Como todos los uruguayos, de niño quise ser jugador de fútbol. Por mi
absoluta falta de talento, no tuve más remedio que hacerme escritor. Y ojalá pudiera yo, en
algún imposible día de gloria, escribir con el coraje de Obdulio, la gracia de Garrincha, la
belleza de Pelé y la penetración de Maradona.
En mi país, el fútbol es la única religión sin ateos; y me consta que también la profesan, en
secreto, a escondidas, cuando nadie los ve, los raros uruguayos que desprecian al fútbol o lo
acusan de todo. La furia de los fiscales enmascara un amor inconfesable. El fútbol tiene la
culpa, toda la culpa, y si el fútbol no existiera, seguramente los pobres harían la revolución
social y todos los analfabetos serían doctores; pero en el fondo de su alma, todo uruguayo
que se respete termina sucumbiendo, tarde o temprano, a la irresistible tentación del opio de
los pueblos.
Y la verdad sea dicha: este hermoso espectáculo, esta fiesta de los ojos, es también un
cochino negocio. No hay droga que mueva fortunas tan inmensas en los cuatro puntos
cardinales del mundo. Un buen jugador es una muy valiosa mercancía, que se cotiza y se
compra y se vende y se presta, según la ley del mercado y la voluntad de los mercaderes.
Ley del mercado, ley del éxito. Hay cada vez menos espacio para la improvisación y la
espontaneidad creadora. Importa el resultado, cada vez más y cada vez menos el arte, y el
resultado es enemigo del riesgo y la aventura. Se juega para ganar, o para no perder y no para
gozar la alegría de dar alegría. Año tras año, el fútbol se va enfriando; y el agua de las venas
garantiza su eficacia. La pasión de jugar por jugar, la libertad de divertirse y divertir, la
diablura inútil y genial se van convirtiendo en temas de avocación nostalgiosa.
El fútbol sudamericano, el que más comete todavía estos pecados de esa eficiencia, perece
condenado por las reglas universales del cálculo económico. Ley del mercado, ley del más
fuerte. En la organización desigual del mundo, el fútbol sudamericano es una industria de
exportación: produce para otros. Nuestra región cumple funciones de sirvienta del mercado
internacional. En el fútbol, como en todo lo demás, nuestros países han perdido el derecho de
desarrollarse hacia adentro. No hay más que ver los seleccionados de Argentina, Brasil y
Uruguay en este mundial del 90. Los jugadores se conocen en el avión. Solamente un tercio
juega en el propio país; los dos tercios restantes han emigrado y pertenecen, casi todos, a los
equipos europeos. El sur no sólo vende brazos, sino también piernas, piernas de oro, a los
grandes centros extranjeros de la sociedad de consumo; y al fin y al cabo, los buenos
jugadores son los únicos inmigrantes que Europa acoge sin tormentos burocráticos ni fobias
racistas.
Parece que muy pronto cambiará la reglamentación internacional. Los clubes europeos
podrían, de aquí a poco, contratar a cuatro, o quizá cinco, jugadores extranjeros. En ese caso,
MÓDULO 3. EL LENGUAJE (HOMBRE-MUNDO) TIPOS DE TEXTOS
me pregunto que será del fútbol sudamericano. No nos van a quedar ni los masajistas.
En estos tiempos de tanta duda, uno sigue creyendo que la tierra es redonda por lo mucho
que se parece al balón que gira, mágicamente, sobre el césped de los estadios. Pero también
el fútbol demuestra que esta tierra no es muy redonda, que digamos.
4. ¿Cuál es la conclusión?
en la olla y cocina a fuego medio durante unos 12-15 minutos, o hasta que las
cáscaras de plátano comiencen a reventar y los plátanos se vean cocidos.
2. Retira los plátanos y deja drenar cualquier exceso de agua. Pélalos y colócalos en
un tazón grande.
3. Haz puré los plátanos usando un machacador de papas. Déjalos que se enfríen
durante al menos una hora, de esta manera el puré de plátano será más fácil de
manejar (generalmente los cocino temprano en la mañana o la noche antes de
preparar los molotes).
4. Calienta el aceite a temperatura media-baja. Este detalle es importante, porque si
el aceite está demasiado caliente, los molotes se quemarán rápidamente debido al
alto contenido de azúcar del plátano.
5. Para formar los molotes, coloca alrededor de 1/3 taza de la mezcla de plátano
sobre el plástico y extiéndalo como si estuvieras haciendo una tortilla. A
continuación, añada encima de la mezcla ½ cucharada de frijoles y cubre con una
barrita o pedazo de queso. Procede a doblar la mezcla por la mitad como cuando se
forma una empanada, sujetando los bordes del plástico. Ahora, usando tus manos,
moldea suavemente los molotes en una forma oblonga.
6. Coloca suavemente cada molote en el aceite caliente y fríelo, con cuidado para no
quemarlos. Voltéalos según sea necesario para obtener un color dorado claro. Una
vez hecho esto, retíralos y colócalos sobre servilletas de papel para absorber el
exceso de aceite.
7. Espera hasta que se enfríen para poder comerlos, ya que retienen mucho calor.
8. Si tu mezcla es demasiado húmeda debido a que los plátanos son demasiados
maduros o porque liberaron demasiada humedad durante de cocción, agrega un
poco de harina de trigo a la mezcla de plátano. La cantidad necesaria dependerá de
qué tan húmeda esté, y sabrás que la mezcla es buena para trabajar cuando es fácil
hacer los molotes de plátano macho.
Notas
Los plátanos deben verse amarillos pero no demasiado maduros, y aún así deben
sentirse firmes al tacto. Puedes usar plátanos que muestren algunas manchas color
café, pero solo si aún son firmes al tacto.
Si no puedes encontrar Queso Fresco, puedes usar feta u otro tipo de queso. (Esto
para la gente que como yo vivimos fuera de México y no encontramos los
ingredientes necesarios)
Una variación del proceso de este plato consiste en espolvorear los Molotes con
harina, pan molino e incluso con una mezcla de huevo antes de freír.
Responde:
A continuación, cuentas con una serie de oraciones o fragmentos que debes enlazar para
componer una historia. Relaciónalas de manera adecuada y recuerda que debes emplear
los signos de puntuación (comas, puntos etc.) cuando sea necesario. El resultado es una
anécdota muy curiosa. Para ordenar con éxito la historia, debes imaginarte la situación:
dónde estás al principio, a dónde vas, con quién has quedado, qué es lo que pasa, cómo
termina todo.
Después de haber puesto en orden los fragmentos anteriores, para formar un único texto,
haz volar tu imaginación y personaliza la anécdota añadiendo más detalles (al menos
cuatro).