Professional Documents
Culture Documents
•
'•;\fo9\
;
••
••
•• El hombre griego
•• .¡ "
•••
revisión técnica · - ' » · .;~ ,.· · ~-:~ ,.- f.-~·>·' ·.... ·
Antonio BI'avo García: capítulos VI, VII y Vill . .,·\;f., · " .'",:
l
José Anto.nio Ochoa An!.'dón: capítulos I.V. \(y. IX i
1-
••
.•
••
.,,,
••
••
,,
'
1
•
• . •
Alianza Editorial
~ • l
••
••
••
Título original:
L'uomo greco
••
INDICE
••
••
Primera edición: 1993 ••
••
Primera reirnpresión: 1995
Introducción
El hombre griego, lean-Pierre Ven1ant ............... . 9
••
Capítulo I
El hombre y la economía, Claude Mossé .......... . 33 ••
Capítulo 11
El militar, Yvon Garlan ................. .
·Capí.tulo IJI
65
••
Hacerst! hombre, Giuseppe Cambiano
Capítulo i\I
..... _ ... ,,,, ... 101
••
El ciudadano, Lucimw Canfora ..................... .
Apéndice documental ........... .
Capítulo V '
139
165
••
••
Reservados todos los derechos. De conforrnidad con lo dispuesto en el art. 534-bis del
Código Penal vigente, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad El hombre y la vida doméstica, James Redfield ....... . 177
quienes reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o
científit:!l fijada en cualquier tipo de soporte, sin la preceptiva autorización. Capítulo Vj
El espectador y el oyente, Charles Sega/ ............. .
Capítulo '
VJI
El hon1bre y las formas de sociabilidad, Os\vyn Murray
211
••
••
247
© 1991, Gius. Laterza & Figli Spa, Roma-Bnri Capítulo VIII
© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Mt1<lri<l, 1993, 1995 El hombre y los dioses, Mario Veget.ti ................ . 289
••
Calle Juan Ignacio Luc::i de Tcnn, 15; 28027 Mndrid; teléf. 393 88 88
ISBN: 84-206-9657-9 Capítulo IX
Depósito legal: M. 23.352-1995
ln1preso en Lavel. Gran Canaria, 12. Humanes (M<'ldrid) El rustico, Philippe Borgeaud 323
••
Printed in Spain
Los autores ' ........ ' ' ..... ' ................ '. ' ....... . 339
7
••.
1e
,
••
••
••
••
•• Introducción
•• EL HOMBRE GRIEGO
lean-Pierre Vernant
••
••
••
••
••
••
••
••
••
•• 1
1
••
·••
••
••
••
••
••
.i
••
¿Qué se quiere decir exactamente cuando habla111os del ho1n-
brc griego y en qué sentido estamos auto1-izados para realizar su re-
trato? La 111era alusión en singular al concepto de hornbre griego ••
constituye ya un proble111a. ¿Nos encontran1os acaso, siernpre y en
todo lugar, ante un mismo rr1odelo de ho111b1·e, pese a la diversidad
de situaciones, de sistemas de vida, de reghnencs políticos co1no ••
los que se dan de Atenas a Esparta, de Arcadia, Tesalia o el Epiro a
las ciudades de Asia Menor o a las colonias del n1ar Negro, de Italia
n1eridional o de Sicilia? Y este griego cuya irnagen trata1nos de fijar ••
¿será el dq'.·época arcaica, el héroe guerrero que canta 1-lornero, o
ese otro, distinto en tantos aspectos, que Aristóteles definió en el si-
glo IV como un «anin1al político»? Aunque los documentos de que
••
se dispone1 han llevado a centrar la investigación en el periodo cl:i-
sico y a enfocar nuestra atención en Atenas la n1ayoría de las veces .
el personaje que se nos perfila al final del estudio presenta, 111ás que
••
una image,n unívoca, una figura que brilla con una rnultiplicidad
de facetas 'donde se reflejan los diversos puntos de vista que los au-
tores de esla obra han preferido primar. Veren1os as( desfilar succ-
••
sivarnente, según la óptica elegida, al griego en tanto que ciudada-
no, hon1bre religioso, militar, factor econó111ico, don1éstico, oyen- ••
••
El efebo n.1bió, cabeza de mánnol ·~e la Acrópolis. Prin1er cuarto del siglo v te y espectador, partícipe de difer:entes forrnas de carácter' social,
veren1os a un hon1bre que, de la infancia a la edad adulta, recorre
un ca111ino in1puesto de pruebas y de etapas para convertirse en un
••
ho1nbre en el pleno sentido de la palabra, conforn1e con el ·ideal
griego de realización del ser hurr1ano.
Aunque cada uno de los retratos trazados en esta galería por es-
11
•
••
•·• 12/Jean-Picrre Vernant
El hon1bre griego/ 13
••
sible, cuyo resplandor hubiera venido a visitar la oscu1·idad de la
colectiva. No se trata de un esquerna arbitrario, al contrario. para noche. Es Selene, rne dije, nocturna, rnisteriosa y brillante, l_o que
su estructuración se ha buscado el apoyo en una do~un1entación lo estoy viendo es Selene. Muchos años después, cuando estaba vien-
más completa y precisa posible. Támpoco es un es'qucn1a «banal»
••
do en la pantalla de n1i televi_sor las imágenes del prin1er explora-
en la n1edida en que, dejando ~I n1argcn las generalizaciones sobre dor ltinar saltando torpemente -metido en sil escafandra de cos-
la naturaleza humana, se dedica a señalar lo qu~. los co1npo11a- n1onauta- en el espacio' difuso de un lugar desolado, t~ve la in1-
111icntos de los griegos implican de original: la f~rrna propia de --<
••
presión de fstar ante un sacrilegio al que se unía la dolorosa scnsa·
aplicar prácticas tan u1~iversalmente extendidas co;n10 las relacio- ción de que algo se rompía sin remedio: n1i nieto, que Con10 todos
nadas con la guerra, la religión, la economía, la política o la vida conten1pló aquellas iinágenes, nunca podría mirar la luna con10 ~'º
••
don1éstica. lo habia hecho antes, con los ojos de un griego. La palabra Selene
Singularidad griega JJor tanto. Sacarla a la luz significa adoptar se convirtió en una referencia puramente erudita: la luna tal con10
desde el princip_io un punto de vista comparativo y, en esta con- aparece en el cielo no responde ya a ese non1bre .
•• fTontación con otras cuhuras, poner el acento, 1nás allá de los ras-
gos con1uncs, en las divergencias, las desviaciones, las distancias.
Distancias, en pritncr fugar, reSpecto de nosotros en lo que se refie-
No obstante, COJTIO el hon1bre es sien1pre un hon1bre, la ilusión
es tenaz; si los historiadores· consigüieran reconstruir perfecta-
n1ente el decorado en el que vivían los antiguos habrían cun1plido
•• re a n1odos de actuar, pe~1sar o sentir, que hasta tal punto nos resul-
tan fa1niliares que nos parecen algo natural. Sin en1bargo hay que
intentar desprenderse de estas sensaciones cuando nos rcfcrin1os a
su misión, de n1ane1-a que, cuando se los leyera, cada uno podria
sentirse en la piel de un griego. Saint-.Just no fue el.único, entre los
revolucionarios, en in1aginarsc que le bastaba practicar «a la anti-
•• griega.
Pero quizá el lector, aunque esté dispuesto a reconocer Con no-
sotros la originalidad del ca~o griego, se vea tentado de hacer otra
sitio:
••
ho111bre que no puede ser el ho111bre de la con1unidad antigua, porque tan1-
bios; el hornbrc adapta s~s con1portarnicntos a dichas varia· poco las condiciones de existencia cconónüc"as e induslriales son las de la
ciones pero en sí continúa siendo el misn10. ¿En qué se diferencia- anligüedad .
ría el ojo del ciudadano de la Atenas del siglo v a.C. del de nuestros
••
n1enos aún puede serlo el ciudadano de los estados modernos, el
su respectiva consideración. Para que se 1ne cornprcnda n1ejor seguidor de una religión n1onoteísta, el trabajador, el indusoial o el
pondré u'n eje1nplo y pido disculpas por lo que tenga de personal: financiero, el soldado de las guerras rnundiales entre nacio~es, el
¿cómo pod1ia1nos mirar hoy la luna con los ojos de un griego? Yo
tiinidad de su vida personal, el joven, que continúa hoy teniendo, supuesto, como ocurre en todo estudio histórico- de la investiga-
••
tras la e?ad adult.~ ...l_lna adol_escencia,in<lefinidan1e.rite.prolongada. ción que -he realizado sobre los_ ca1nbios que afectan al ho111b1·e
. Una vez dicho es.to,__¿cuál ~ebe ser la t~rea.del presentador en la griego entre los siglos VIII y lV a.C., todo el panoran1a de actividades
introducción de u~a obra sobre el hombre griego? Desde luego no y funciones psicológicas: representaciones del espacio, forn1as de
la de rcsun1ir o comentar los textos que, en los terrenos de su res-
pectiva c_on1petencia, los helenistas más cualificados han tenido a
bien confiarnos y por lo cual, en el un1bral de este libro, les n1ues-
la ten1poralidad, n1en101ia, in1aginación, voluntad, pe.i·sona, prácti-
cas simbólicas y utili1.ación de los signos, n1odos de razonamiento,
instrumentos intelectuales. Dcsearía~sit_U_<!r~eJ:Pct'fil-;::c_Qy_os:.rasgos.~ ••
tro tni más sincero agradeci1niento. Antes que repetir o glosar lo
que los autores han sabid.o decir 1nejor que nadie, prefiero -en ese
n1isn10 espíritu con1parativo- adoptar una perspectiva algo dife-
l_I!.~~nto~esbozar,-bajo·el-signopno:-del~griego,•_Sihó.CJel.gfiCgO-)r.:ilOsó~
¿!_ros.INo del griego tal como fue en sí 111isn10, tarea irnposible por-
que la idea misma carece de sentido, sino del griego tal con10 se
••
r·ente, una visión colateral con relación a la suya; cada uno se ha ce-
ñido efectiva1nente a limitar su análisis a un aspecto del tipo de
con1portamiento, pat;a destacar así, en la vida del griego antiguo,
nos presenta hoy al final de un recorrido que, a falta de un diálogo
directo, procede mediante un incesante ir y venir, de nosotros ha-
cia él, de él hacia nosotros. conjugando análisis objetivo y esfuerzo
••
una serie de planos distintos. Al abordar desde otro ángulo el mis-
1110 problerna y volver a centrar esta vez en torno al individuo todo
el entramado de hilos que han ido siendo dcscnn1arañados, yo 111e
de sin1patía: jugando con la distancia y la proxin1idad; alcjándose-
nos para hacerse más cercano sin caer en la confusión y aproxi-
mándosenos para captar mejor las distancias a la vez que las afini·
••
pre~u~taría cuáles son -en las relaciones del ho1nbre griego con
lo d1v1no, con la naturaleza, con los demás, consigo 1nis1110- los
dades.
Empecemos por los dioses. t¿_O.né:r.e:p:r_esent:a:l_p_:_div_iJJ_p.,:p-ª.@~.!:!
ig!::i~g~X_~mo·se·~!_!_üa·el~h-cJ"111b_t:_e_e_ti_rclaciCYn-:_~q_n-ese·E_?!1CCR_\~? E.!
••
••
Puntos inlJ?Oiiantes que conviene. tener en cuenta para definir con
exactitud ,la «diferencia~ que lo caracte1;za en sus forrnas de ac- problen1a, fortnu1ado en estos términos, corre el 1·iesgo de estar
tuar, de pensar, de sentir ~y me atrevería a decir- en su manera mal planteado desde el pr;ncipio. Las palabras no son inocentes; el
••
de estar en el mundo,' en -Ja sociedad, en su propio yo. término «dios.» no evoca sólo en nuestro espíritu un ser único, eter-
La ambición de un proyecto así podría hacer sonreír si no tuvie- no, absoluto, perfecto, transcendente, creador de todo lo que exis·
se dos justificaciones para arriesgarn1e a ello. En primer lugar no te, asociado con una serie de otras nociones afines, con10 lo sagra-
••
ha llegado todavía el momento, tras cuarenta años de investigacio- do, lo sobrenatural, la fe, la iglesia y su clero; de 1nanera solidaria
nes llevadas a cabo, incluso en co1npañía de otros estudiosos, sobre con estos conceptos, nuestra idea de (<dios» lirnita con un pcculi<.:ir
lo que he dado en llamar historia interior del hombre griego y de · t.crreno de:: la experiencia -el hecho religioso-:- cuyo lugar, fun-
av~nturarme a realizar su correspondiente balance arriesgando
conclusi,oncs generales. Yo,. a principios de los año~ sesenta, es-
cribía:
ción, situa~ión son clara1nente distintos de los de1nás componen-
tes de la vida social. Lo sagrado se opone a lo profano, lo sobrenatu·
ral al mundo de la naturaleza, la fe a la incredulidad, el clero a los ••
Au'nque.se trate: Cle hec~os religiosos (n1itos, rituales,_representacioncs figu·
radas). de ciencia, de arte,- de instituciones sociales, de hechos tCcnicos y
laicos, y <l<; la 1nisn1a manera dios se separa de un universo que en
cada n1omento depende por con1pleto de él, porque es él quien lo
ha creado, y lo ha creado de la nada. iL:as:n_un1etos_ª1i~diyiaj:9ades·cl~.!
••
••
econótnicos, nosotros siempre los con.c;idc_ranlos con10 obras creadas por p:o:Iiteísmo.Lgr'iego¡ en can1bio, no ..posecn .. los ... rasgos_,_que__:_Qefinen
los ho111brcs, expresión de una actividad n1ental org~nizada. A través de es·
tas obras se investiga qué fue el ho1nbre en sí, este hon1brc griego, insepara- pue~ir.o_ cO:ncepto:-dC::JQ"{:liVino~~N~-sqg.:~-~-!:.nas;-nimRer&:s.tilS-:-=ñi7iiT!
ble del 1na1:co social y cultural del que es a un tie 1npo creador v pro- n_is:<;_icnt_cs::.n.i'omnJp9_!~!!~.e-~;~f1P~h~n:cr~~-d_cr:::_e_l~n1t1trdQ;_pgro~ha·n·_flf_~
ducto.
••
1'odo esto significa que entre este rnundo y lo divino no existe g9J\o~p_ue1lD'_s.p~rarcde·lQDJil'iSJ!~S-n_i:támpoc].l}>edí.t~elo~q9e
un corte radical que separe para nosotros el orden de la naturaleza
1.e
conceclan~una~_fo-rrt1a-cual-guiera-de._ta-in-n101taiida·d·deqúe=el·los:ciiS·
del sobrenatura l. La con1preilsió n del mundo en que vivin1os, tal y L@.ta_n·~La esp~ranza d~ una~~~iv~~-~i~ d-el Índiv-iduo d~~~ de'
•• sol, la luz del día, la noche o bien una rr1ontaña~. una gruta, una
fuente, un río o un bosque pueden percibirse y sen'.tirse con la n1is-
n1a actitud que se acoge a cualquiera de los grandeS dioses del pan-
su fundamento ni es un elen1ento in1portante. La ide~ de una in-
111ortalidad individual debía de resultarles muy extraña e incon-
gruente a los atenienses del siglo 1v a juzgar p_or la.S precaucion es
• ••
ÍTontera entre los hu1nanos y los dioses? Por un lado, somos seres
inseguros, cfúneros, sometidos a las enfer1nedad es, el envejeci-
n1iento y la 1nuerte; nada de cuanto confiere valor·Y brillo a la exis-
tencia uuventud, fuerza, belleza, gracia, valor, honor, gloria) deja
ra, se la concibe como una especie de divinidad, un dainzón, lejos
de confundirse con el individuo humano, en lo que hace de él un
ser singular, el altna se entronca con lo <liv.ino del cual·aquélla es
con10 una partícula mo1nentáne a1nente extraviada en eSte n1undo .
•
manifiestan en el orden y belleza del mundo, la ar;,10nia feliz de
•••
tQ~es-un~.difercnc:,i!!::_ent~am~bª$~r_azas:;-:J~hutn::fna::y:Ja}:li~tD-~~g_l~ una ciudad- regulada según la justicia, la elegancia de una vida lle-
hcim"br~~griego:de-::-éPoca.clá:Sica.es.pr=ofünela1nente~conscienle:-de--:~ vada con mesura y Control de uno mismo, laTeligio·stdaLlciel~hon1-
esta!°"dispariClad.· SlI\:¡~que-Jmy;una:ffontera.iñfranqueaole::.entre '' 1b.IT:g!ic:go ·nsrn·e_c;:esi ~-?'"to~ar'.el-c_ªJ)Ji nb~~la re n un c·¡a_. Gel ·_n1 un tl b,
lc?Shombr~~-y~lo·s~QiQ~~"§. a pesar de que los recursos del espíritu hu-
sino _éle--:-sl!:Q~sa.r1~1Jo-:-_~sté_ܺ'º·
mano y de todo lo que ha conseguido descubrir o inventar a lo lar- l:Q_~_:_hom__Q_r_e_s.::.e_~tán~sujeto-s~a~i·o·s~dioses-_ como_-~_l-~iervo~a~l~al1Yo:de_l
go del tiempo; el porvenir le sigue siendo indescifrabl e, la muerte
• ••
irremediabl e, los dioses fuera de su alcance, más allá <le su inteli-
gencia, al igual que resulta insostenible para su n1irada el resplan-
dor del rostro de los inrnortales. Por eso tuna.Oelas.:- reglas-fund3 -
fffentalesrdg:la~~abJ_rl_u:na_griega:r_elativa~a~la_s_Lelªcib-héS"J:()n-·los-d_L9~
que:::depende. Y es que la existencia de Í~sO;:;ta·1~s-~¿-se basta a~¡
111 is n1a. El~h~~chp.:_9 e~nacer-est~bJ e_c~~ya:para;c:a:dajn·ói Vitluo_u na· re-
·f~r~n_~ia _respec t o_de _un·_ñfá;~;.11a~~sí_:__n_i_~~n1_0; los padres, los ante-
pasados, los fundadores de un linaje, surgidos directa1nen te de la
tien'a o engendrado s por un dios. El:h].l-mbr!'_~desde·que·ve·la-luz,-se
•• ~--;;:~~C[~e:eJ:tr:o~mbre·nopueCle.prerencle1~en:mm:lo~a:lguncng!Jalarse •.
acellos .
¿I:a:--attp_ta~!_9-n -como algo consustanci al con la naturaleza hu-
encuentra_y a.en_un:l sitrra·ció:n-::-de-:-deuda::D.euda-qüé3:C_:-~~--fd~:c~a1~
.f:lg:c-l~ho_mbte::-meclia-nte~la~obsel-vañ-cia-::-_de~:t9s:_ritó'S~ttáii~iri;1ai~s.
rintle_escru-pcrlo-san:r_e_J!te·~:rla~:9ivinitlad~elJ1on1_eIÍaje~q).Ie-.esta~está-e1t
•
sesivas de la persona super!:iticiosa, la devoción griega hnplica otro
.
,.••
~~~~~~~~~~
~~~~~~~~~~
18/Jean-Pier re Vcrnant
El ho111bre gdego/ 19
aspecto n1uy distinto. Cuando se establece contacto con los dioses
coronado s por el éxito, tanto en la paz con10 en la guerr·a, para con-
••
y se les hace, en cierto modo, presentes en 1ncdio de los mo11ales,
el culto introduce en la vida hun1;)11a una nueva dirnensión , hecha quistar riqueza, honor, excelenci a, para que la concordia reine en
de belleza, generosid ad y comunión dichosa. A los dioses se los ce- la ciudad, la vi1iud en los corazones , la inteligenc ia en los esphitus,
el individuo tiene que poner de su parte, a él le correspon de to1nar
••
lebra por 1ncdio de procesion es, cánticos, danzas, coros, juegos,
ce11á1ncn es, banquete s donde se participa en co111ún de la carne de la iniciativa y ponerse a la tarea sin escati111ar esfuerzos. En toda la
los ani1nales ofrecidos en los sacrificios . Ehci_t_ua:I:rfestiVo,.aJ3=VCz esfera de los asuntos hun1anos cada uno debe i.niciar la tarea y per-
severar para triunfar.. Clumpliemlo~el::Ucocr, cbmp:es-d<;_bic:llDe:Jie-
que.:Q_torga._aJOS:iITmonal:es:::la:v_e-neraCiOTfITflle:::1ni;E_~_c_~_D_!"ªPªrece
lR_~(_a_aquellQEque e_stlifi]iV:ócalJosaJa.i11uef.fC_-c-01no.u.na n1a_r1e@_-.~e
enriq'UCCéí'--1~.Q_@S_~~~~~.~r-•·C_?<iStC:Dfj~. una suerte de ornato que, al
Iien:Jas.:.n1ayores:.posil5ilidatles:C1eigaran_t_irarse~l:f!:prO.tc-_c!=ión~:<it
~ii'iál ••
••
conferirle s un tipo de gracia, alegría, concordia niutua.~l~j_IQ.!]_~itl_a Distancia y proxirnida <l, ansiedad y gloria, dependen cia y auto·
nomía, resigriació n e iniciativa, entre estos polos opuestos pueden
GQn-l!n-byi 1lq:e n--el_q Lle_ r_e_fü:> la_ndec e·u n a:ri' 11 e de_!Jql goL1:lc~lüsdio-
aparecer todas las actitudes intermedi as en función de los n101ne11-
l~~].'.:-Co m o dice Platón, para llegaÍ a ser verdadero s ho1nbres los ni-
ños deben, desde sus primeros año's, aprender a «vivir jugando y
con juegos tales cornos los sacrificios , los cánticos y las danzasi>
(Leves, 803c). l~n cuanto a nosotros, el resto dC los hun1bres, «los
tos, de las circunstan cias, de los individuos . Pero por n1uy diversos .
por rnuy opuestos que sean estos elementos contingen tes, no impli-
can ninguna incornpat ibilidad, todos se inscriben en un rnismo ••
••
0
campo de posibilida des, el abanico de éstas establece los limites en
dio scs nos íueron dados no sólo con10 con1pañe ros de fie"sta sino
cuyo interior puede actuar, según la forrna que le es propia, la reli-
para procurarn os el sentin1ien to del ritmo y la arn1onía unido al
placer, con lo cual nos ponen en rnovirnien to y dirigen nuestros giosidad de los griegos, indica las vías n1Ultiplcs, pero no indefini-
grupos enlazándo nos unos a otros con las canciones y las danzas))
(Leyes, 653d-654a ). En estos lazos que instituye el ritual entre los
celebrant es se hallan también los djoses en acuerdo y siníonía cun
das, que permiten este tipo ~e relación con lo divino tan caracterí~
tica del culto griego.
Y.digo culto, no religión o fe. Como justan1ent .e hace observar ••
los hon1bres mediante él placenter o juego de la fiesta.
~o':s_:_h_-pm_bs~~r::_d~-P~ !1~9-~n-:-de-:::la~d ivi ntdad :::s_i_ rr:sµ--'colise n 1i111 i e nTO
n-~rd ~RU ed e-...-real i zars_e_-..aqu _í_::::a1?~.i9. .~,r1_;__c:ua 1q u j~::J!l.9JDS Dl_Q::_haY.
Mario Vegetti, el primero de estos términos no tiene su equivalen te
1 enGr~ci_a, dondc'.no existe~un-ámbito-,1:eligioso·que·agrupc-institl\~
1cion~s--;.,:~~-uctas~¿~:¡-~~d~~Y~L~Jüñ~iJ!!Q@aS-:;-n~UJ1_._S:~!l- ••
p;r:1ant·O,'qú~-::CSta~:¿rt ~~1~,con~aquélla_para~araNt.íZa1;;urnJ:ilii
s~~i~'iO~...p-~;O]iJ~icio_r1o_significa_scr:vTdllñl6r"é'1-Para se1ialar su
d1te;:c;;cfa con- ~f bárbaro, el griego procla1na con orgullo que es
jt_!_i\tO .o_i_:g~Di?.a_do__!le_!i\~1jfente~dif~~_!_~!1-~..i.~.~l_g-_~t~s-~g93i~~las·r_!:_á~i_cas
ls.o_ci3I~_s.-~go ~~_::{!J~?:!~~ligip_s_o __~t_ii__ pr~§_Qnt~--~n __t.00o~=:.~i!.~9_s;
l_Qs-'}Cto-s __cOtiaiant>_s=-in1pJic:rn;~jrrn1o_a;.-otro-s:asp-:ectOs ..y_mezclaé los
••
un hon1bre libre, eleútheros , y la expresión «esclavo del dios)), que
tan an1pliame ilte docun1en tada encontrai1 1os en otros pueblos, es
con-ellos;-una:dimen:sic?n:rel~giosa;=y.:~§to'se-da-e11~LQ:n1ás_~p_1~qsa:i@.
~Q~ffi__O=e:Q:Yo·..nJáS"?SO-lcm~'e:-:_t.añtO :en la .-E:sfeta .privada ~co·nYo::_e_rr:l_a~p-~! ·
,151ica.
••
inusitada no sólo en la práctica cultural corriente, sino incluso
para designar las funciones religiosas o sacerdota les de una divini-
dad, ya que se.trata de ciudadano s libres que ejercen a título oficial
M. Vege'tti recuerda una anécdota muy significati va: unos foras·
teros que h3.n venido a visitar a Heráclito se detienen ante la pucria
de su casa cuando le ven calentánd ose al fuego del hogar. Según
••
sus ÍL1nciones sacerdota les. Libertad-e sclavitud: para aquellos que
han conferido a ·estos dos térn1inos, en el án1bito de la polis, su ple-
no y estricto significad o, estas nociones aparecen recíprocan 1cntc
Aristótele s; que intenta probar que tanto la observaci ón de las es·
ti-ellas y loS 1novin1ien tos celestes como el estudio de las cosas 1nás
hun1ildcs s~n igualmen te dignos, Heráclito habría invitado a pasar
••
den1asiad 6 exclusiva s para poderse aplicar anibas al 111isrno indivi-
duo. El que es libre no puede ser esclavo o, 111cjor dicho, no podría
ser esclavo sin dejar inmcdiata1 11cnte de ser libre. A esto se unen
a sus huéspede s diciéndol es: (';también ahí (en el hogar de la coci-
na) están los dioses» (De partibus a11i111aliu1n 1, 5, 645a). Sin en1bar· ••
••
go, ¡lg_=r~-Jjgi_o_s_o_, _a~fuetza-@.=__estar;·:p r-~~~_!lt~-~ e nJo:da ocaS'ió~n ~y_J µgªr,
otras razones. EJ~mund!,?__:__de·l_q_s~dioses-Eta--:lo sufic icrttC'~-rne~a.1 eja·
,i;_o·rrc_clA:icsgo .Cle_no_tener:ni .u n~J~geLJJ_i'. ufHLfCir"rria de- ma_11 if~§i:t~ ·
<!o__como .para_q;_;-~_-¡;¡=de:lósl'ioml5res;guarde;-_po_r~i:clación_:aaqugl,
c_.l_O_n._rcalrttente-_propióSi Por esta razón no debería hablarse de (';re-
.~l:!_p-~·Qpi~(ª-tltQ!!_q J!l j_a_;-y_-s_i n .:e t'il ha tg6 .su _d ¡-stan e ia~no_cs ttfri t 3"-~o-nl o
paF<rqüLJLJiOñíbJ:C-:-Se:siCñiá .irüpo_te(lte;:]!p}_ª_s~_~_do;·-red!-J_!=j_do _a -la
q!__Qa_:---añte:ia-rnfinitt.J,Q··q~_-l_9_~d_iyi_~9· Para que sus esfuer·zos se vean
ligión• a propósilo del hombre g1iego si no es adoptando las vre·
cauciones y reservas que parecen in1poners e respecto de la noción
de divinidad. ••
•
••
. ,
•• 20/Jcari-Pierre Vemant
••
·mo, co1110 Protágoras, que considera in1posible saber- si los dioses divirzatione per so1n1.1úu11 2, 463b 12-15); y cq111o_en el corazón de
existen o no y que, tocante a ellos, no se puede conocer nada, o cada hon1bre el alma es un daúnón, un demonio o_«dém~n», entre
bien n1antener una con1pleta in.credulidad, como Critias, que sos- lo divino, físico y hu111ano existe algo_ más gue con_tinuidad_: un pa-
•• tiene que los dioses han sido inventados para tener sometidos a los rentesco, una connaturalidad.
hon1bres. Pero -la incredulidad tan1poco es descreimiento, en el El mundb es tan bello como un dios. A pa11ir de finales del siglo
sentido que un cristiano puede dar a este térn1ino. Poner en tela de VI el término empleado para designar al universo en su conjunto es
sas tuviera que pasar por la conciencia. que teneinos <le ellas. El p_erde_r,:]_a,vis_i<r_yja~_'V-ifil~~c!_~_9~I~mj_~TJ!_Q~Jlemp_b7"_ª-.b~a_n-Qon'!1:;:!_~-:-<;-la¡·i
inundo al que apunta nuestro saber no se recoge «en nucStro espí-
••
dad-de l:::d Í a :para~p:ene_trar~en col ro_;füüncl ó ;;_e_i:c[c-1ª=-N oc h e-d_o!1,i_e,
ritu». Nada más alejado de la cultura giiega que el cogito can.esia- perdido en la Tiniebla, l!!1()_:gueda:despujatlcr:a:la_vez.cte.su.ptopia
no, el «YO pienso» puesto como condición y fundan1ento de todo im~ª-gen::y:de_su~n1ifü"da7.
••
conocimien tÚ del mundo, de uno mismo y de dios, o que la concep- Pero este «ver», tanto más preciado cuanto que és conocin1ie11-
ción leibniziana según la cual cada individuo es una 1nónada aisla- to y vida, los griegos no lo interpretan como nosotros -después de
da, sin puertas ni ventanas, que contiene en sí misma, como la sala que Descartes, entre otros, interviniera en esto- cuando distingui-
cerrada.de un cinc, todo el desarrollo de la película que cuenta su
existencia. Para que el n1undo pueda ser aprehendid o por el hom-
bre aquél no puede estar sometido a esta trasrnutació n que haría de
n1os tres niVeles en el fenón1eno visual: primero la luz, luego la rea-
lidad física, sea una onda o un corpúsculo, y por últin10 el órgano
del ojo, un mecanismo óptico, especie de cá1nara oscura, cuya fun-
••
él un hecho. de consciencia . Representa rse el mundo no consiste
en hacerlo prcse'nte en nuestro pensan1ient o. Es nuestro pensa-
n1iento el que forn1a parle del mundo y el que está presente en el
ción es proyectar en la retin_a una imagen del objeto; con todo esto
tenen1os el acto propiament e físico de percibir a distancia el objeto
conternplad o. Entre el acto final de la percepción, que supone una
••
mundo. El•hon10-r_e:p_ettene_c_e·al:muntlo~con d:c¡;:reesta emparéiifa-
cl_o_y_.:_aJ~G:~ófi9~e::.pJ:fr:~_SQI1:~vrcia:o-=!;_Q!lnivens:iª;tl:a.~-scncia:-del
J:!9JJ:lbre,~ol:igina1~ia111~nte-,-es_un:..estar_en.el:-n1uiiCIO. Si este niundo
instancia espiritual, una consciencia , un «VO», y el fenó111e110 111at.e·
rial de la luz existe el niisn10 abisn10 que ~cpara al sujeto hun1ano'
del 111undo exterior.
••
le fuera extraño, con10 suponemos hoy, si fuera un Puro objeto he-
cho de extensión y rnovimiento , opuesto a un sujeto hecho de jui-
cio y pensan1ient o, el hombre sólo podría cfectivan1en te cornuni-
¡
'
Por el contrario, pa~l"Q~g1:.L~gQ$;''.Ja~y_isió:n:só-Jo~es_p:os1bJe_::en_::_el
c.~.2--:c;I.c-gµ_t::_:-~~j_s_ta~en.tl·ejo~gµc-es-visto-_y"ei-gue-~e-l:lna:~_~t~I~!~-!~~~: ••
c·ipr_ocitl1n:l-g1J_~~!1:ª®~_í.},~',s_Ln_o~unajdenritlaci:c:o:nJl':l~Ja~Rºrj_Q:JJ~"!S:
carse con él asin1ilándo lo a su propia consciencia . Sin en1barg:J,
para _e thO_l!l_b)_:_~grie gQ.~~l-m u nd 9~_110-es~e-ste_u ni verso .exter.i or~ CoSifi'~
cael~s~.parado·<lel-bon11)___r_~:PQ':".!~barrera-infranq~eªJ?J~,·gue~distih=:
~~Q~T1t!_ª_afi:niclacl.muy._p(ctxin_1_<!r El sol que ilumina todo es tan1bién,
en el cielo, un ojo que todo lo ve, y si nuestro ojo ve es porque éste ••
••
irradia una especie de luz cornparable a 1a del sol. El rayo lu111inoso
1gUe:lamaleriacd.,J·e~Riiliii_;-_IoJisi_cQ:de·lo:psíquico_::E;l,hombre:se:h-ª': que emana del objeto y lo hace visible es de la misrna naturaleza
Ha~en-una_re·Jación-ac~íntima_cornurliil3d-cbn-e1~iverso_anill1adü que el rayo óptico salido del ojo y que le da la vista. El:o_bjeto·e.rnisor
tror_qui;=:loaü."le.ata a _éste".' y~l-_süJfilp--:r:e~eptOVlo_s_r_a)'..O~$jumirio_s_g_s:y..:l_o_s-ra;yos_~p_!:i~g_Sc;p:e1:te
Un ejen1plo para hace1· entender 1ncjor lo que Gérard Sin1on de-
nornina «Un estilo de presencia en el mundo y de presencia en sí
[1ecci:i-a·una·misma·catcgor@.~d,~cla_:!}'.alidado;d_~--l'!-.!l~P-Ue_dc.:de_ci_r"
tse-q~!gr_r9):a~ltmp:9.s.i~_i-ón~físic:~/p_sJqUiC:ib:i:iu_e-~_s-a-1-ª"~·01-de11 ••
••
que no pode1nos comprende r sin un serio esfuerzo de distancia- fi~_i~o-y_:p5i__~trico. L~"!'luz-:_~_~1j;;ió.nr::la:visi_Qp_:Jes_":l!JmiQosél. --~~
ción rnetódica, que exige una verdadera restitución arqueológi- Corno observa Charles Mugler en un estudio titulado.La Ílt111ier1?
ca» 1. Voy a referir1nc a la vista y la visión. Fp-:}a~c~Jtur;'!:gr.:.t~gª;:_e_I et la vision dans la poésie grecquez,da_n1h~maJengua·testimoñlieSf¡1
h:e_c_ho:cl~ver~P.~-~.'-11!~1ug~!.J~riyjl_egi_~~o_. __ l-iasta tal punto se le
valora que ocupa una posición sin ijsual en la economía de las capa-
cidades hun1anas. En cierto sentido, el homb1·e es, en su nat.uralez.a
añjlJivalenq!_~L' Los verbos que designan la acción de ver de n1irar
(blépein, dérkesthai, leússein) se en1plcan con co111pl.e.n1J,::,l1tO direc-
to referido no sólo al ol:>,iclp ha~cj_,...QLq!!e se dirige la mirada, sino ••
••
n1isma, n1irada. Y esto por dos razones, an1bas decisivas. En primer ta1n b ié ~~:.~.1!_fil__an c iª-.fgn eo-1 u mi n q_sp._,_g ~~~d..2j2.._IJ..!.:QY.CC ~a c~1
lugar, v!;'._[')''s.a_h_t:_1'.',5_Q!!Jª~!DJ~1n_ª]:_Q_S_t!;'.si idein «ver)) y eidénai «saber» cuando se lanza un dardo ..Estos ravos de fuego, que nosotros lla-
son dos fornias de un niisn10 verbo, si eidos «apariencia », «as12ecto marían10S1 fsicos, transp;;;tan consÍgo los sentin1icnto s, pasiones,
visible» significa ta1iibién «carácter prop~ «forma inteligible» ,E
porquc~el_co·no~ci_r1:l_ki:!!Q~s_ejnt~:rpre_ta~y_cxprcsa .a.tráveS-OeJ IDUndo
rc:te:Ja31iSiOTi. Conocer__es·t_p_Ues;-_urta~fo-r•maJle_ve1-. En segundo lugar,
estados de ániino, que nosotros 1lá.n1aría1nos psíquicos, de la perso-
na que está n1irando. Efcctivan1e nte, esos n1isrnos verbos se cons-
truyen con complen1en to directo de lérminos que significan te-
••
ve_r:·y:y_i:v_ir·sor:i:_t-ª.!!1.Qié_n_~la~inisrrr::ccosa. Rara.esta·r:v ivo:hacc,falt a ver
la:luz-:-detsol-y-a-la-vcz sei':Visiblfi los-ojóSde·" fodos. Morir significa'
rror, ferocidad, furor rnortífcro. t.aJJ}i[OCcJ.tJ:.:.tuando-al_~_~nz.a·~J:CJ.l)j~
.1,tQ_;--le_Jt·an_smite~Jo~quC_tQn_siJ_miraaa.expé1in1enta~quien_ejerC.ila_.¡~
~!~~ª.-,;.
••
1(<L'ámc du monde,, en te Te111ps de la l~Cflexion X, París, 1989,
p. 123. 2 Revue des Et!4des Gl"ecq1-1es, t 960, pp. 40· 70. ••
•
. •• ,
••
El hombre griego/25
Por supuesto que el lenguaje poético tiéne sus propias reglas y Nuestra mirada opera en el _mundo donde encuentra su lugar
••
convenciones. Pero esta concepción de la tnirada hunde en la cul- como un fragn1entÜ de este mismo mundo.
tura griega unas raíces lo bastante profundas como para que.apa- Por eso no puede extrañar leer en_ Plotino (siglo in d.C.) que
rezca además traspuesta en ciertas observaciones, desconcertantes cuando percibimos un objeto por medio de la vista
••
hacen todos los objetos brillantes, porque regresa: a la clase de co- directa1nente en el Jugar en que se encuentra el objeto; el alma ve lo que
sas brillantes y dotadas de color. Y aduce con10 prueba el que si las está fuera de ella ... Porque no tendría necesidad de 1nirar fuera sl ella tuvie-
n1ujeres se n1iran a un espejo en el periodo de la n1enstruación, la ra dentro la forma del objeto que está viendo; miraríá sólo la i1npronta que.
desde fuera, ha entrado en ella. Además, el alma asigna una distancia al ob-
•• los ojos portadores de la luz (phósphóra ó111111a1a) ... de n1anera que el fuego
puro que reside dentro de nosotros y que es hermano (adelphós) del íuego
exterior discurriera a través de los ojos de una fonna suave y continua ... así
Se ha citado este texto tan largo porque pone de relieve la dis-
tancia que nos separa de los griegos en lo que a la vista se refiere.
•• pues cuarido hay luz del dia (1nethCn1eri110n phós) en torno a la corriente de
la visión, entonces lo scn1cjantc encontrándose con lo semejante y uniéndo-
se e!'itrechamentc con aquél constituye un único cuerpo apropiado en la di-
Hasta que el campo interpretativo en que los griegos situaron la vi-
sión ~-cedió su lugar a otro enteramente distinto no pudieron sus-
citarse problemas como lós relativos a la percepción visual tal y
•• rección de los ojos, donde la luz que surge del interior choca con la que vie-
ne de los objetos exteriores. Se forn1a así un cuerpo cnteran1ente sensible a
las 111ismas impresiones debido a la semejanza de sus partes (Ti111eo, 45b
como se discuten en época moderna, en particular el de la percep-
ción de la distancia, donde interviene la visión estereoscópica, o
-Así, cuando un ojo conte1npla otro ojo, cuando fija su mirada en cst.a
parte del ojo, que es la mejor porque es la que ve, se ve a sí 1nis1no. [ ... ] Ta111-
,.
••
••
de ex is ten c ia :r~tlion1 Ore._y..Tu-pen sam i ento~n o_constltUyel}-:_e_n~sí-:--un·· bién "el alma, si quic1·e conocerse a sí 1nis1na, tiene que nlirar a otra alina y
••
l~t!.ncl_9_c_o.mpJ~~-~:e·ntc ·separado-:-dcl~resto·. en este alma el lugar donde reside su facultad privativa, la inteligencia, o
cualquier otro que le sea semejante (Alcibíades, 133a-b).
· Bernard Groethl!Ysen.-1=efiriéndc;sear,__S~bio en la ~ntigüedad,
escribía que éste nunca se olvidaba del mundo, que pensaba y obra-
ba por relación al costnos, que formaba parte del mundo, en sun1a,
que era cósrnico. (Anthropologie Philosophique, París, Gallirnard,
1952, p. 80). ·..
¿Cuáles són estos objetos semejantes a la i~tcligencia? Forrnas
inteligibles, verdades matemáticas, o incluso, según el pasaje seg1.1-
ran1ente interpolado que Eusebio 1nenciona c.n su Preparación ••
Del:ineliVieliTu~g?iegúlpoden1os decir que, de for111a rr1enos reAe-
·xiva ·y ·teórica, tarnbi_é_n-:~rª_;~sp_o_ntáneam-ente_.có'Srtl°ic.o.
Cósrnico no significa perdido, inn1erso en el universo· sin em-
evangélica inmcdiatan1ente después del texto que se acaba de citar:
la divinidad, porque «al nlirar al dios nos servin1os del espejo n1ás
bello incluso de las cosas humanas que tienden a 1a virtud del ahna,
••
bargo, esta in1plicación del sujeto humano en el niund~ supone
para el individuo u_na particular forn1a de relación consigo mismo
Y de relación con otro. La máxin1a de Delfos «Conócete a ti mismo>)
y así podren1os vernos y conocernos mejor a nosotros mismos)) .
Pero sean cualesquiera estos objetos: el alma de otra persona, esen-
cias inteligibles, "dioS, sie1npre que fijemos la mirada, no en ella,
•• •
n~ preconiza, como tenderíamos a suponer, un repliegue sobre sí sino fuera, es decir en otro ser que sea afín, nuestra alma podrá co-
n1isn10 para alcanzar, n1ediante introspección y autoanálisis, un
«yo» escondid_o, invisible para cualquic1- otro, y que s.e plantearia
como un puro acto de pensamiento o con10 el ámbito secreto de la
)
1
nocerse a sí misn1a con10 el ojo puede ver en el extcr·ior un objeto
ilurninado en razón de la afinidad natural entre la 111irada y la luz,
de la similitud con1pleta entre lo que ve y lo que es visto. J)e igual ••
intirnidad personal. El cogito cartesiano, el «pienso luego. existo»,
no resulta n1enos ajeno al conocimiento que el hon1bre griego tie-
ne de sí 111ismo que a su propia experiencia del rnundo. Ninguna de
1 modo, lo que somos, nuestro rostro y nuestra ahna, lo ve1nos y co-
nocemos al n1irar el ojo y el alma de otro. 11:3:icJentJd_a:d:de~catla-=_4no
sc_man"ifi~_sta:_en_·_~l-~cp_ftl'C.r.QQ::~.<;n.r::el~O.tf.O~través·.ael.c1ucc·Cle.ñti-f~ ••
las_ dos se pla1itea en la interioridad de su conciencia subjetiva.
Páfa:elNáCUlo.~~G·o_nócetc-<:Di:mls.m·o,>r:_s.ign i 6.c_a:con-o-c:e:t u s:l í mi tc·s,
sá:bcte.:.que::-~s~.~:µn-hº-rnh.re-..mortal·Jno_jntentes::igualartc:conrh)s_~
dioses.'~ Incluso para el Sócrates de Plat.ón, que reinterpreta la fór-
1
1
¡.d.as_:y-:e'l"'.:'iñlC(C1\ITlbio:Oe..:pt!l_í!l¿[a~~
.En este punto, co1no en su teoría de la visión, Platón nos parece
que es un buen testin1onio. Incluso si, al situar el aln1a en el centro
de su concepción de la identidad de cada uno, n1arca un hito cuyas •••
1nuia tradicional y le da un alcance filosófico nuevo cuando le hace
decir: conoce lo que verdaderan1ente eres, lo que hay en ti de ti
misn10, es decir tu aln1a, tu psykhé; no se trata en abs·oluto de inci-
consccucn~ias serán con el tiempo deciSivas, Platón no se sale del
marco en Que se inscribe la representación griega del individuo.
En primer fllgar, porque este alma, que son1os nosotros, no expresa ••
tar a sus intcrlocutor~es para que vuelvan su rnira<la hacia el inte-
rior de sí rnisr:i:os para descubri_rse en el interior de su «yo». Si exis-
te una evidencia indiscutible es desde luego que el ojo no se puede
la singularidad de nuestro ser, su fundamental originalidad, sino
que, al contrario, en tanto que dahnUn, es in1personal o supraper-
sonal; . ~J:al!n_~i. incluso estando en nosotros, es_!_*-mas-::-allá~e_no.s9_
••
mirar a si n1isn10, nCcesita siemp1·e dirigir sus rayos l~acia un objeto
situado en e] exterior. Del misn10 n1odo el signo visible de nuestra
identidad, el rostro que ofrecemos a la mirada de todos para que
t:r.:os¡:p9_rquc-~~fun<::ión}.10-esja~e:asegurar;n~~s.~ra:.p_art"icul3fiüad
de~Scr~'hÜnlaflO, siOO.Ia:-deJi~~ªrnos-de"éLpara.integ.r:ar·nos:..e_n~~l.'01·
den_cóSiñi~o ·:Y-CliViíiO. En segundÜ-·lUgar, porque" te.l.:c~o-;ocin1iento
••
nos reconozcan, nunca nos lo poden1os contetnplar sino cuando
busca1nos en· los ojos de 9tro el espejo ·que nos envía desde 'fuera
nuestra p~opia'. imagen. Oigamos el diálogo de Sócrates con Alci-
de~unp __1i1iSpi.o~y~la-_r.éla!ciün_con_uno ..mism._o.:p_o·si.~JDPrc.-p.u-c~l~-i:,~~s
t~b"leceJ.1i_~Cl~=m·a:n·t:rra: .. Oir:eEt~in1rrcrliata·~:daQo_que_-_q\.!~.an:p_ris_i_o·
'1S~~s~ci:i.::_~sta:re1'iprociaacl:clel=ver;y~del ser~visto;_delJro_y __de_l·ptr:o,
••
bíades: que.=-cOflstituye_un-elerneñtO.cafüCtefíStico_dc::Ia·s·culturaS dC l3\rer-
güen1.a.y.et"Jionor-efi"OPosici6ñ -a.las~cultura_s_ \Ida -culpa·y~del _de-
Oe2 Vergüenza y honor, en vez de sent.in1icntos de culpabilidad y
••
••
-Cuando mirarnos el ojo de alguien que tCnen1os delante, nuestro ros-
tro se refleja como sí fuera un espejo, en lo que se dcnoniina pupila, el que de obligación que necesariamente hacen referencia, en el sujeto
n1ira aqul ve su· imageli. mora]. a su intima conciencia personal. rAquCl1ay.Lque ....tene1¡2J~rl
-Es cierto. · , c,µenta_o.tfO~tt;m.!ino_g1;ego_:· . rüJté.~Designa]~r-1dca::--dc:;.va1~q-Uc•sc
••
••
·•·• 28/Jean-Pierre Vernant
l_ü.ecollocc.a.un.inOiViaUO, IJ§(~.§~t~_f~_enc·¡a-urnto_a_l<:fs:-rasgo·s;-soc¡_ª'"
¡
••
Nos gobernamos con libertad no sólo en lo que se 'refiere a nuestra vida
lQs_Cle:sLI.iaentictad=. no111bre, filiación, origen·. posición en el gru- política, sino tan1bién en lo que concierne a la rcCíproca suspicacia de las
po con los honores que le corresponden, privilegios y considera- ·, relaciones de la vida cotidiana: no sentirnos envidia del vecino si se con1por-
ta corno ~1cjor le agrada, ni añadimos incomodidades que, aunque sean ino-
••
ción que 1ienc derecho a exigir- como-a-sti"":""SITperioriéli=i.CLpcr'sonal,
el~~onjuntoile:¡;¡:¡¡¡liaaoes_y _f11éñto_s-(belleza. vigor, valentía, noble- cuas, resultan penosas de ver. Y al. conducirnos de 1nanera tolerante en lo pri-
vado tampoco transgredimos, más que nada por n1iedo (Tucídidcs 2, 37. 2·3).
za en el con1portan1iento, dominio de sí) que.en.su_r_ostro~moOales .
••
,a~p~c;..t.o_,_..111ailifiestan ·_a~l0:s~-djó~ de: todbs-su ·peí1cinenc¡-a -a·· la ·élite Etirrd iy_idü_o_ _ocu pa_pues, _e:rr::la~ ~jurladantigua-;-:un Jü.gat7.p r_op:ip y
ae J OS:ka lOíka ga ihOi;'JOS: h~_trfi~~~§-~~bti;h~~ .-~¡ ~s_:á ri;¡~-i~ibs ~é~~é- ,e}~-=-~P~t;:to--pTivadcf_-0.e~Ia~existenci_a~halla ·su:__p·ro_lo_11gaciQ_n~ _en J;.i
le n tes .l~· V:id--ª'.intelectual--y artística' donde cada uno afirma su convicción
•• ~n-:tJna~svcicdad..:competiii.V3:-dOñQe·.p.i1~a~ser__:_ieconocfdO:-fíaY
qu~ R·rcv!!_lecer sobre-los-_rivales en_9.11.a--:c:o_mpetiC:iO_njn-c_e_sante_p_or
l;,r_glOfi a;· t~d_a-uD_o_:.:.s_e_-hal 1a~ex pUéStO _aJamira.Oa~d1e l~ol i:O7 Ciidil- ü no
para~ctuar de manera distinta y mejor que.sus predecesores y veci-
nos,feilel~~derccho.penal~donde cada uno tiene que responder de
sus propias faltas en función del grado 1nayor o 'rnenor de culpabil i-
•• I
iguales ¿qué le queda?. Rebajado a un piano inferior al del plebeyo,
¡ o sea el _del kakos, que incluso conserva su lugar en las filas del pue-
••
do estaba vivo, con su singularidad, bajo la fÓrma de un aln1a pro-
\ caso de Aquiles ofendido por Agamenón- errante, sin patria, ni pia que le pertenezca a él exclusivamente, ni tampoco puede poner
raíces, como un exiliado despreciable, como algo nulo, por usar sus esperanzas en la resurrección de su cuerpo. ¿De qué medio se
••
los mismos términos del héroe (!liada, l, 293 y 9, 648); como diría- puede entonces disponer para que unas criaturas efif!Ieras, conde-
1nos hoy, un hombre así no existe, no es nadie. nadas a la decadencia de los años y la muerte, puedan conservar en
Sobre este punto, sin embargo, parece necesario hacer referen- el más allá su nombre, su fan1a, la imagen de s.u belleza, de su ju-
cia a un probl~ma. ·t~s __va'l_Q_[~J~~ui_~tocr~fico_~=ÜC']a:cOrµ_retiC.iCiri_pOf
•
30/Jca11-Picrrc Vc!'nilnl
El hnmhre griego/31 ,
••
.
sÜ)upe1-vivencia-·con,el-estat1:1~-=.c!_~..:_f!!_t.!erto:glotiJ)So. Por tanto,(C:Q.~
t'-'.~~_:Q~::tTifii main~·OrtáCC~O n tramos .lá:gTOri·a-i n1pe re~·eder"ª_y_~l_a
añq.ranza aeroaos~p.ali~iei:tlp_re·, en lugar del paraíso reservado a
¿Retórica? Sólo en parte, sin duda, desde.luego.no es pura i:-etó-
rica. El discurso encuentra fuerza y apoyo en una co1ifiguración de
la identidad en Ia que 1CaCla:Jln'Q"}!parcce-cof!1-o:.:_ins:eRa@l?!_e:E_~los
••
los justos, la certeza,. para quien haya sabido merecerla, de una pe-
rennidad itnplantada en el n1ismo corazón de la existencia social
de los vivos.
v_~J.Qr~s~social~_s-que-le_·~stc.\ri:r_e.c.onOcitlb_s~pQL_la_c:~1!~.!!!!_Üiad_9_tl9s
Eluaadan-os.'ÉI lfüm_bre griego; e11:aquello:queJo-convier1e.en·i11_<li-
esta~do-. .·tanto·: en; lo_:_social: corno_;_en~ el
••
- - - - - insCrto
••
EQl~tradición.:~J!i!:_ª~el~guet:1~e.r:o:que,_como_/\~qµjle:s_-;:b.~-.re~C?_gl:,: viduo;=-ocontinúa··
------~ -- - - ._____ ----
fr_oSriiQS.
~o 1l na _vjC::labreve_:y;,~e__::__d-e:O i ca_e_nte~m el]_t_e_:_a_::las~liazáñas;-_:aj_·_~~-':. er
elTfilfij)O:QC:baial la:eñ:'Ja::flor~Cle_su_eaad ;'alcanza:-definitivam e_n te De la lib.c1tad de los antiguos a la de los modernos, de la demo-
~;~n1 uerte her-m osa)) :-·u-na-di 1nensión -lIBrüica _aJa _que _noj_~~·p~-~~
d~-afe"CfiíEel_oJvidO"'.:~como señaló Nicole Loraux, la, ciudad re~u-pe.
ra, <le n1anera especial, este tema en la oración fúnebre por aque-
cracia antigua a la de hoy, del ciudadano de la pólis al hon1bre
como sujeto de derechos, pasando de Benjan1in Constant a Moses
Finley y a Marx, hay todo un mundo que ha can1biado. Pero no se ••
Jlos ciudadanos que eligieron n101ir por su patria. En lugar de opo-
nerse, ,,mo11alitlaOrinn1p_rtali:cj_fill~s~~so~ian=-y_¿;e"i_nt-e1:p_en~tr:an-e.n
l~-R.~!:§.2!l<!.~L~es_tm;-hQm.D_~es __va1 erosos, .Oe--=est os,_~tg(J._t)1j)_i;ª.!!·ªr::ps. -y 3
trata sólo de una transformación de la vida política y social, de la
religión y la cultura; el hon1brc no ha seguido·~iendo lo que era ni
en su modo de ser él tnismo ni en sus relaciones con los detnás y
••
en el siglo v11, TiI1eo en sus poen1as celebraba con10 ((el bien co-
mún para la ciudad y para todo el pueblo» al con1batiente que su-
con el n1un<lo.
••
••
piera resistir firmemente en la prin1era fila de la falange. Si cae
Frente al enernigo, «jóvenes y viejos lo lloran por igual y toda la ciu·
dad se aflige con grave lamento ... nunca perecerán su noble gloria,.
••
ni su nombre y, aunque yazca bajo tierra, es inn1ortal» (fr. 9 D. 27
ss., C. Prato). A comienzos d'C:l siglo 1v, Gorgias encuentra a su vez
en esta asociación paradójica de lo 111ortal y lo inrnortal n1otivo
••
para satisfacer su gusto por las antítesis: «Aunque hayan mue110, su
recuerdo no murió con ellos sino que es inmortal. aunque residan
en cuerpos que no sean in~o11ales, este recuerdo de aquellos que
no están ya con vida no deja de vivir.» En su Epitafio en honor de
los soldados atenienses caídos durante la guerra llamada de Corin-
to (395-386), Lisias (2, 78-81) recupera este tema y lo desarrolla en ••
una forma mej<?r argumentada:
••
Si después de haber escapado de los peligros del con1bate pudiéra1no~ vol-
vernos in111ortalcs, se podría entender que los vivos lloraran a los 1nuertos.
Pero en realidad nuestro cuerpo resulta vencido por las cnfennedadcs, y la ••
vejez y el genio que le tocó en suerte nuestro destino no se deja doblegar.
Por eso tcne1nos que considerar dichosos entre todos los hombres a estos
héroes que· acabaron sus días luchando poi· la 1nás noble y ·grande de las ••
••
causas y que, sin aguardar una n1uerte natural. eligieron la n1uerte más her-
mosa. Su n~ernoria no puede envejecer y sus honores son objeto de envidia
para todos." La naturale7.a quiere que los lloren1os como a rnortalcs, pero su
••
vi11ud prefiere que se les cante como a inmortales ... Yo, por mi parte, consi-
dero dichosa su n1uerte y los envidio. Si merece la pena nacer, corresponde
sólo a aquellos de entre nosotros que, habiéndoles dado el destino un cuer-
po mortal, dejaron un recuerdo inmortal de su valor.
••
••
••
••
••
••
••
• •• f;apítulo prúnero
,;
EL HOMBRE Y LA ECONOMIA
•• Claude Mossé
••
••
••
••
••
••
••
•••
••
._A_ -
, .••
••
••
- -
••
••
••
••
~1JS@1~~-~!a-P..!!,!i!JE::_defi!}Jó:~J.:J1pTfiOrc-gt~ego-con_laJ:""QI"_!_<;J~l:
c¿l_~~fó·rmu·(a-d~,-zóo'!_":PJ?1it.ikPTI;til}_<!_aniffi31_p_QJí!.if9_~· L'l traducción, ••
sin embargo, lin1ita el sentido que el filósofo quería dar a esta fór-
n1ula; con elia Aristóteles daba a entender que lo que distinguía al
griego de los den1ás hombres era el hecho de vivir en el seno de ••
esta forma superior de organización hu111ana que era la ciudad .
Pero l~catac:te-ñstir;]'!-d~bc_i_~aOano-es-pxecisan1entc~e·Lposccf;_lil
t:lreté~12oi(tik-~j~es.:üé'Ci'f]a_ct.ialfaM__~l~_p_ern1iríaalte1:nafivam-enJe ••
É!_klrei;1 y_ <l_r~!~~!!!_q""j,f.gO:.l?""ITn<:!r_._y_ser...:.gobernacio·; a~_t_como:pa '1iti -
par-cp-::Ias-tbn1a!":-de_Cle_t;l_SJón_,g9e_co.mprometían .a:LcOOjunto_c;l_e:-Ja
~"'Oñ"l"urritiatlYcívica:-;·La:-o"ikono1niké~es-de_c·iEla:ciencia~dC:-la_oikon6· ••
1ni~,\~a~te-:to·a~~eLarte-éle_aitffi·iffi-St,~a·r¡bien-suoikos;·;su--proPie-
1.ciacl~lo que nosotros Han1a111os la econo1nía:-~~-d~~ir~i-~~~j~7it~ d~
1
feriómenos rclativos a la producción y ca1nbio de bienes n1atcria-
••
les, no había adquirido entre los antiguos griegos la autonomía que
la caracteriza en el inundo n1oderno a pa1iir del siglo XV!IL Con10
seiiala Karl)>oJanyi, L~(~e.c_o.nCHffía:estal5aJOClavJa:e1.nb.e.lillec/;:esto-::_es~
••
1iñtegr:aaa:cttI::"l_o"'.""sQ~Jal._y J.o_políti~tJ.
Es preciSamente esto lo que hace peligrosa la ta1·ea del histo-
riador que intenta situar al hornbre g1iego en un contexto econó-
••
..
111ico y descubrir, tras el ho1no politicus a los filósofos. y tras el
'101110 oeconon1icus al que producía, can1biaba, gestionaba o inclu- ••
••
.., ;;.;·'·<;. so especulaba con la inl.ención, para unos, de acu1nular bienes y
o:-':, fortuna, y para otros, de asegurarse el sustento cotidiano. Est~ in~
tento es arriesgado no sólo porque las fuentes disponibles son frag-
1nentarias y no nos permiten reconstruir con exactitud las difcren-
35 ••
••
. ,
••
36/Claudc Mossé
•• actividades de lo que constituía todo uii modo de vida del que ellos,
con su diversidad, eran parte integrante, nunca sintieron la necesi-
dad de describirlas. Antes bien, .se-:-aplic_ai:Qí1-_~~Jé!~c;lesi:;1:ipc¿ic)~-c!~-la
zar la fis9nomía del can1pesino griego?
Algunas representaciones figuradas en los vasos y ;;¡lgunas terra-
cotas nos pern1iten entrever el trabajo de los can1pesinos: bien en1-
•• dades Corro~c_ier.o:n~en~Ate-rras-:_y_::_e-spe·c¡-a1mente_en~-ersi·g1cr1v~.~u11jrn~
lPP:!_i~nte-desarro_ll_q_<; que a la vez irnplicaba protestas entre ·los que,
por ejen1plo se dedicaban al co1nercio 111arítin10,_protestas que oca-
1Sfha'."'inTsp_iró:~,por:to _tllenos ,i;_a-tt:es_liiJb~s:n1ás-cé Í°ébre_s ~es:cri torés.de
l~GFcia..'.anfigu~, En prin1er lugar, te~~Os retrgra~1iP~~~~~~
Ile5íOdO·, 'TralJJTjos_!_y_',_G.íifS:,'í.G1llenelatib~r..-~li_gios:o1que-:a'.!"la-:Y_CZ:que
•• - ._ _ _ ----------'-" -- ~ ---
jde-la""vi_da urOarra-ocuRab~a::_Qn~lugar.res_encial ;--y sin ·embargo~l_a·agri-
~-~fLllr.i.-_c~nstituí3~l~ ~fi-n1_e-1~<:t~ti~Üi4~de..I~_1_~yoif";.]~~Ii)s 1TI-i~11]_
.
· - - .• - - - -'io.:- ~.
~~?ffiJJ~e-~iD9~; Q~9cio;:las '. relacj9nes' an1istosas --u. host.i·les_·:..Hue_:Jen ía
t;:ó_i'Y Süs .vecinos, y las -d-isti~tas actividades (¡U~ jiif0I13:b~~ el año. 'En
primer lugar, la época del l<iboreo, cuando el ca1npesino apareja la
••
bros-del3COm11YíiclaOc:rv_rca:
•·---- - . ------ -- . Incluso en ciudades como Atenas, Co-
- -
yunta de bueyes y el arado y prepara la tierra para la sen1entera.
n···1·1· to• ..uno
.cada l'vli.leto.
sus orned1os
Sit.·.acusa., .l·a.. tierra·.
de vida. es. la.. que.· ai.1te t..º.· d. o a.segu.r.·a_b. a.ªy
1ELm11n·do-gr1ego-<le-epoca-arca1ca Viene luego el tien1po en que 1da grulla, desde lo alto de lils nubes,
dF'"éRoca·~c lási G.ª~_:_plí 111 e tJ>~·y~_p_or..·e~·ci;-:na:_9e-todÜ . .:;-n--rm l,.l n_ clo -_d~.!:
••
lanza su recla1no de cada afio. l)a la señal para lá sien1bra y anuncia
1lc1i-n1p~.~.inos,,rlo que explica la importancia, en el ~·.:irSO de la histo- la llegada del lluvioso invierno». El invierno Constituye para el
ria, de l0Si}1:oblemas agrarios y de los conflictos provocados por el . can1pesino la ocasión para reparar sus aperos. Entonces,.~:hombres
y acé1nilas viven encerrados en la casa para protegerse del soi~lo de
•• g~~iV.ía ..en_:pri_n1et_.Jugar._ael:pri)dllclo_OJ:::s,µ_:Jj~-;:,y_¡_eJ~P.ug11
fiJ!:íCio nan1 ien t ~e •-la '--C-iu03d , ex-igía~que ...toClOS.:l os .q ue_,_forrtialY~_i:r
p=art_e-de~1a-cori:iunidad-cí'?:_i~_a_eStuv_ierañ-=aofadás_ae_ese_pr.o_d!!-~1()·
rano:
entonces las cabras están más go1·das, el vino es-mejor, las n1ujeres son n1ás
ardientes y los hon1bres n1ás ílojos. Sido les abrasa la cabeza y las rodillas, el
•• Con todo,~e_sta-tierf'a~noJ~1-a::preciSánref!~e-fé1'ti_l-y-,el:n1un:<;!_~gr_te
go-sien1pre_fueaepeildiente,"pa~ITffieñi3.ciÓi1- cOMereates~e
1ras·--i1nportaciones.Oe-gra-nb proceOent.es d;f.gipto,_C-irenri"ica,q_Q.~t
n1era can1ada. (Trabajos y <lías, 585-592.)
•
L.•
lv_o_ dabari lügar..a_una_produ·ccióti_iñá"s.iinj56r'tañte~. posibili_t_a_~~-9...:.~~~ to de revuelta contra «los reyes devoradores de presentcs>i, con10 la
38/Claude MossC ••
expresió n de la mise1;a campesi na en la Beocia de finales del siglo
El hon1bre y la econornía/ 39
••
v11~.' Y es Jnuy cierto que en el poema hay n1uchas ~lusio~ies a
la 1ni-
sc11a y al han1bre de aquel que, por no haber trabajad o bien y haber
b~e la extensió n geográfi ca de este tipo de can1pesin a<lo, a la vez.
que sobre la duración real de esta sociedad can1pcsi na en el curso ••
1
••
descuida do sus deberes para con los dioses, se ve obligado a pedir- de la histo1-ia griega. Afenas, por supuesto , nos ofrece una vez más
1 le prestado al vecino o bien a mendiga r. Pero la vida el modelo: emancip ada por las reformas de Solón, el campesi nado
ca111pcsina
i descrita en el poema es la de una hacienda relativam ente impor- ático constituy ó, en efecto, la base de esta de1nocra cia que se esta-
••
1 tante. Hay nun1ero sos servidor es, variedad de cosechas blece con Clístenc s y se refuerza con Efialtes y Pcricles. Por supues-
cuidados a-
n1cnte alrnacen adas. Además, el interlocu tor, real o in1agina rio, to, quedan n1uchos interrog antes en lo que se refiere al repa1i.o <le
del poeta, ese her111ano al que se dirige. dispone de exceden tes que, la tierra y el modo de vida de esta població n r1u·al. Las investiga cio-
••
cuando llega la época de la navegac ión, carga en una gran nave. nes n1ás reciente s confirm an la enorme parcelac ión del suelo en el
Por supuesto , la navegac ión es peligrosa , pero también resulta ser Atica, lo que no significa necesari amente la ausencia de grandes
una fuente de provech o y el que se dedica a ella puede acrecen tar propieda des que concent raban en n1anos de un 111is1no individu o
su fortuna. A-través del poen1a se va dibujand o pues la imagen de
un campesi nado relativar nente acon1od ado. que es difícil saber si
correspo nde a una realidad datad~ _y locaJiza~.ª con precisió n, o
bienes disperso s, en el seno de un 1nisn10 den10 o entre diferente s
demos. Los escasos sondeos realizado s en la campiña ática no per·
mil.en concluir la existenc ia de granjas aisladas. El ·asentan1 iento
••
bien respond e a un ideal que toma element os de la realidad para
~ons!ruir una repre~entación de la v_ida campesi na más adecuad a
para satisface r a los dioses.
reagtupa do en pueblos, que constitu ían por lo general el centro de
un cierno, parece haber sido la forma dominan te de establec imien·
to agrario, lo que correspo nde bien a deter111i nadas constant es del
••
Tras siglos después de Hesíodo , el poeta cón1ico AriStófan cS nos
presenta una imagen algo diferente . Ya no se trata de Beocia sino
de Atenas, y de{Atena s en la época de la Guerra del Pelopon eso,
paisaje mediterr áneo. Esta sociedad campesi na ática no es del todo
autosufi cicnte, contrari amente a lo que afirma Dicearco en Lus
aca111ie11ses. En otra con1cdia de Aristófan es, el héroe, tantbién
••
cuando los campos son periódic amente devastad os por las incur-
siones de los ejércitos pelopon esios. El campesi no de Aristófa nes,
~omo el de Hesí.odo,_ta1npoco es un 'desheredad().-/i1ókl1os.-·P~s~e
can1pesi no, nlanda _~-~~!.?~la:vo. a_ c9n1pr:a r .ha1:inª. Lo que hernos
dicho antes sobre'la· necesida d de in1porta r grano implica. en efec-
to, que 1!_1uch~:_c~~p<:_s_in_~_s__ i:o __ ~~c5?)~ctaban su_fic_i~nte trigo para
••
'~ 1'
también algunos esclavos , y, aunque la .guerra le haya obligado a
refugiaís e en la ciudad, intran1u ros, no deja por ello de añorar,
como el Diceópo lis de Los acarnien ses, su pueblo, donde, «nunca
~-~-~~~:~r .sus necesida des y las de su __ oíkos, nlujeres, hijos y esclavos .
Pe.rO el teatro de Aristófan es, así con10 las indicaci ones de Tucí-
dides, n1uest_ran que:la Guerra del Pclopon eso infligió un du1·0 gol·
••
se n1c ha dicho "compra carbón, vinagre, aceite", donde descono -
cía la palabra "con1pra ", sino que usaba sicrnpre de lo suyo», En
pe a esta pequeña sociedad carnpesi na ateniens e, ·obligán doles a
abandon ar cá.sas y campos. Las últin1as con1edia s de Aristófan es. la ••
••
cuanto a Est.repsi ades, que ha cometid o el error de casarse con una Asan1blea de los n1ujeres y el Pluto, resultan elocuent es a este 1·es-
rnujer de la ciudad, evoca con nostalgia , en /_,as nubes, su vida de pecto. Praxágo ra, la revoluci onaria que quiere poner el poder en
campesi no· de antaño, «tan agradabl e, bien enguarra do ... Tumbad o 111anos de las niujeres, justifica poner en cornún todos los bienes,
••
a la bartola, rebosan te de abejas, ovejas y de orujo)), y el tiempo en evocand o inCluso a los que ni siquiera tienen un puiiado de tierra
que podía ·oler «el vino nuevo, los cafiizos de quesos, la lana, la donde hace1-se enterrar . Y Crén1ilo , el can1pesi no del Pluto, repro-
abundan cia». Es una i.rnagcn idílica de una vida campesi na que de- cha a Pobre~a (Penía) Ja rniseria que ésta inflige a los ca111pesinos
bía ser n1enos fáci.I y próspera de lo que pretendí a el poeta cárnico,
pero que sin en1bargo traduce una realidad : Ja importa ncia en una_
ciudad como Atenas de los campesi nos, estos autourgo í, propieta ·
que sólo tienen harapos para vestirse y «hojas de nabo seco>) para
corncr. Sin e~1bargo, en Atenas, esta rniseria can1pesi na no condu-
cirá a ese tipo de reivindic aciones revoluci onarias, reparto de tie- ••
r.ios de la tierra que -trªb_aj~.Qan ...en condi.cion~s a _veces .dificiJe,s.
!::.~.9~-~ _qispusie ran.. po_r lo demás, de algunos. esc,lavos .q.ue.ten
~~~·.!.~~?S los.~rabajos_n1~s.du~os. Este pequeño y nledio campesi
ían
-
rras y abolició n de deudas, que se encuent ran en otras partes del
rnundo griego. 1-Joy no se sostiene ya casi la tesis segtín la cual la
Guerra del Pel opon eso habria provoca do en Atenas un fenórncn o ••
naao propieta rio era el que formaba la masa de la població n de la
ciudad, y eh sus filas era donde se reclutab an los hoplitas sobre los
que se apoyaba la segurida d de la ciudad. Queda pregunta rnos so-
de concent ración de tierras, aunque un pasaje del Econó1n ico reve-
le que hubiera sido posible, con10 hace el padre de Jscórnac o, el ·in-
terlocut or de Sócrates , especula r con tierr·as co1nprad as en baldío
••
y revendid as después de haberlas vuelto cultivahl es.
••
••
•·-•
40/Claude Mossé El hombre y la economía/41
Efectivan1ente, si:.para·_el.:_p_equ~fi_o_-camj)esiriO:del:Atica_ la agr'i- b-ía inic;iado_ a__ med_iad9~:9~-l_~!gl<?.YII_I, y que contiiluó durante dos si-
icultLiTa"~COñStit-uÍ~- un -medio. para~·áSegurarse,la_suhsistencia coti- glos, (o~d~j6° _<i la_,c~e?-ci_Ól) de _!!u_?Va~--~-i!:!:Qíl_1e~.~-l!Yª khQ_1-_a, o.-carn:. ·
••
,dad;en el Atica; estaba integrada-Ja mayoria-de las veces por parce-
I3s di_~P~r~a?,.-bi~l1 e~-~l interior de u~ ~isn10 derrio, bien en den1os lia y en Critnea, con la especial ayuda de la fotografía aérea, han in-
di;tintos y vecinos. Siri:embargo: existían .proPiedades .más exterr- tentado aclarar el modo de disuibución del suelo en algunas de es-
•• sas; coin6-.la_quc deS-c~-ilJef):Cl)._:2f9n_!~en el Eco1ió111ico, nuestra tcr- tas ciudades coloniales. Textos más tardíos, como el decreto de
C-era-fuente para conocer la vida rural en Grecia, o la de Fenipo, el fundación de la colonia de Brea, en el Adriático, o el relato de la
propietario que conocemos por un «.iiscurso del corpus de Demós- fundación de Turios, en el sur de Italia, relatado p.or Diodo ro Sículo,
•• tenes. Mientras el" prop_i_e_tario :de_par_c_elas __disp·yrsa:s _confiaba_lá_r_e_~ indican la in1portancia de esta distribución del_ suelo, confi~da a
1
. ValOriZaciOrt de'Jas ·n1ismas a escliiVos de confiarizafque, una vez
rriagistrados especiales,. geómetr3:S y_ geónomos. ~ero a ?artir de
.reali~ada la cos~ch~. reemb,;l~~ban a su dueño la apoforá, en dine- aquí se plantean sin etnbargO 1nucho~ probl.e1nas: ¿traha.1ahan los
· colcinÜs s_us propú)s kléroi, e.s dec;ir, su.s lotes, o bien los explo.t~b_an
••
de la finca. La cosecha de cereciles, de vino y aceituna se destinaba
a quedar aln1acenada en las reservas de la casa.de· Iscómaco. Sin ,ásif11iStno: que-a~y;rse ~er;-üñ-:Campesinad__y~-p_r_opietaT-iO. De otra
en1b"argo éste, como Critobulo, el primer interlocutor:-de Sócrates for-~a se ent~~-dc-;=-ía m"at la inlpÜ~1aficia de las reivindicaciones por
el reparto de tierras en las luchas que desgarraron las ciUdades e.n-
•• cosecha de la finca producía rentas en metálico. El alegato contra a las refor111as de So1ón, en otros sitios las cosas fueron de n1anera
Fenipo confirn1a que la agricultura podía ser, para un gran propie- d ist in ta. EI-::-rtroyi rn ~ento--.:q u e _con aU}Qaisurgiñi i~_r1 to~de-·l_as J_i ran ías
tario una confortable fuente de recursos. Fenipo vendía su made- en una gran parte del mundo griego entre_ mediados del siglo vn y1
ra, s~ trigo, su vino aprovechando incluso las dificultades de avi- , ÍiÍi-es- del ~iglo VI parece estar.muy vinculado al desigual reparto d_e
••
~
rras- ~f:gl!i.:-_an1~i:.it~·;_es~ba-~muy:e~~~n9_idJr.c:e_n-;una-:gi:c_in;-pa_!~_lc..-del
ffiurtdo .gi-iego. Et9.ila_ta·d_ó-=:n_io_y!_Q1i_~_nt9 ~~:colonizaci~!"!._q_~(!~:se h-~-~~1
dad ideal.
Pero IOS:-tFói~i~o-s ·: políqco~:_de_l ·siglo_ JY..:_m~!lcio~ab~~-: tamPi~_n
42/Claude Mossé
••
adelantado la cifra de cinco n1il ciudadanos p1ivados de ticr1·a a
p~san por belicosas, se llega hasta pr·ohibir a lodos los ciudadanos los ofi·
cios de artesanos. (6, 5-7.) principios del siglo 1v. Pero no todos eran neccsa1ian1cntc aricsa-
nos o c~111crciantes. Por otra pa11e, n1uchos de estos a1iesanos e1·an
•
••
•·• 44/Claude f\.-1ossé El hombre y la econoinia/45
•••
p]o-las constn1cc1one s publicas. Se nos han conservado nun1erosas wad~·lanre,· tqn el descu-briñtie-nt o de los ricos yacin1_iento_~ _de Ma1ü-
cuentas que per1niten seguir 1nuy de cerca la org~nización del tra- i1ea;~la:-in-dusti;ia mi neta conoce un in1pu-Iso que. sólo se cteteq_d1·a
"--"- ;..,.,__ -
bajo. La decisión de acometer la construcción de un edificio públi- en los últimos años_de Ia·Guerra del P-eloponeso?c uando la ocupa·
co, religioso o civico, dependía en efecto de un voto de la asan1blea ción de la fortaleza de Decelia por los espatianos favorezca la fuga
•• nietecos y esclavos entre los obreros que trabajan en las obras y de-
n1ás construccione s pU.blicas. Durante el año 409, en la obra del
Erecteón encontrarnos 20 ciudadanos sobre 7 l contratados, y en-
dos y cuyo valor total alcanza los tres talentos, pero la interpreta·
ción del texto es dudosa. En el opúsculo de las Rentas (De vectigali-
bus) Jenofonte evoca los ejen1plos de tres ricos atenienses: Nicias,
••
que:a:eHa-se:.dcdicaban:una-impof:tartte:::iñ'VCTSii5fie·r¡:m~!gi~?.s-p_ri~,
chado de su trierarquía para procurarse rnadera para entibar las
mas-y-en-mano,cl.e-olJi~a:?Ciudadanos y ni et.ecos trabajaban co<lo con
galerías de las n1inas de plata.
codo a juzgar por a1gunas indicaciones sun1inistradas por las fue~_
Sin e1n bargo, l~f.:i n'd ustr:ia ~mine r.a:n o:c_om p_1:en día-:só lp ..:1 a;_e-x t rac=--
{i~"fQu,,_ae ..m.iñeraI es. Las excavaciones efectuadas en el distrito n1ine-
les. Asi. el n1ctcco Céfalo, padre del orador Lisias, que se es1ablec10
en Atenas aconsejado por Pcricles, poseía un taller con ciento vein-
te esclavos. Cuando bajo la t.irania de los Treinta los agentes de los ••
••
ro, eSpccialn1ent.e en la región de Tórico, han pcrn1iticlo revelar, en
oligarcas fueron a detener a sus hijos, encontraron en la casa, ade-
la superficie, la presencia de talleres de transfor1nación. Dichos ta-
más de los ciento veinte esclavos, setecientos escudos, o.ro, plata,
lleres podían ser propiedad de un concesionario, pero tan1bién
cobre y joyas. A con1ienzos del siglo IV' padre de Den1óstencs ~c er
pe11enecer a otros. Un discurso del corpus de Dcn1óstenes, el Con-
ra Panténeto, alude a una dike 1netallike, una den1anda n1inera diri-
gida contra un tal Panténeto que se había presentado con10 con1-
prador de un taller mi~ero en Maronea y de 30 esclavos por la
nia un taller para la fabricaeión de cuchillos que empleaba a trem-
ta esclavos y que producía una renta anual de 3.000 dracn1as. De-
n1óstenes n~cnciona en la heredad de su padre la pi-esencia de n1ar- t/.....·
••
suma de 10.500 dracmas. No es seguro que Panléneto fuera tam-
b.ién concesionario: él. por medio de sus esclavos, hacía reducir el
111ineral que otros extraían. Se puede pensar que los propietarios
fil y hierro, materiales necesarios para esa ac.tividad indust.rial.
Otro fabricapte de arn1as rnuy conocido era el banquero de or1gen
servil, Pasión, que legó en herencia Un taller para la fabricación de
escudos. llá"2::~indµstria--::derarmas:rno-:-:-cstaba;qui?.áttan:.diyersifica~a •• •
de talleres eran también, por lo general, propietarios del suelo. Lo
cual explica poi- ·qué 1 la::j_n"dustr.ia-:-:·minera,,-fue~un::.terreno:.:exc:lnsiv0i
ddM.cim:ladanos:y;-:la-mayoríá:Oe:lasvcces,'J:le::cíull:n:Ja·m:rs:a·cotl}_o•
~00.§}"Un discurso de Hipéridcs, el Pro Euxenipo, menciona las
como pretende Aristófanes, cuando, en La paz.. saca a escena a fa-
b1;cantes de cascOs, penachos, espadas y lan?.as. EStcr:no-quita-quc~
crres1a~ru::riv'h:iarl~par:tic,ularn1ente:impoi1.3n1~1~1efensa.d·e·Ja· ••
fortunas h'echas. por algunos concesionarios de minas: 60 talentos
por un tal Eutícrates, 300 talent.os'por .Epícrates de Palenc y sus so-
ciu.OaG~fnraiera:-estar_.:b.~§tante-::avanzado:-.un-:cieito:grado:de:-.espe:f·
éialiracioD:lCéfalo y Pasión sólo fabricaban escudos, el padre de
Detnóstenes·; arn1as cortantes, un cierto Pistias, citado por Jenofon·
••
••
cios, que se contaban entre Jos más acaudalados (plousiótatoi) de la
te en las Me1~1orables, tenía fama por la calidad de sus corazas. 1Ciu-
ciudad. L.a c:-onfiscación de la forluna de J)ífilo, que se había enri-
dfüian·o-s:o.hiéff!Gósf-·los--qlle-se.cledic_aba.n:a-la::fabricaciOn-ae,a1:nfas
quecido explqtando en las n1inas de plata las pilas de n1ineraJ reser-
eran ~-pu és-;rh-crrrfbres:ricos·. Pero::estbs:adh1erad6S':rl'ó ~eran:.t ra l5aja-
••
vadas corno apoyo, supuso para Ja ciudad una su1na de J 60 taleÍl-
dores~1n:~-=--corrt.en·taban::_con~di rigie:.-el:-trab-ajo:dc~stíS:eSClavOs -o;- in áS'
los ..Estas considerables surnas confir1nan que .@sl1!1inas-~·de:plata
haDí.~_!!.I:éC_1=!J~~-~ª-9-~c:n~la::s_eguncla:ntitan~¿c·J::Siglo ·•v~u-~iviaia,
frccucntc.~'ttrcntcr como hacían los grandes propietarios terrate-
nientes, confia:l5an_,_csta=rclir:ecc·i6-n-:a:urr_aQn1in-isttador,¡ tamlJiCWé"I
@:1p_o1i.am e",1 YJ'll!.crlo s~ex¡¿I otaoores'Y· con ccsionaifos,sacaba n ! lle·
eSlo_ una!fg~n.an~Jas..::_s_ustan_cio·sas. Sin en1bargo, ccinvicnc recordar
una vez rnás que estas considerables fortunas no se encuentran
csclavo-o-:-libert-0. De este 111odo, Afobo, que había sido encargado
por el padre de Demóstenes de ditigir el taller de fabricación de cu- ••
••
chillos, reducido, tras su venta, a la n1itad de los esclavos que lo i.il-
111ás que en un n10111ent.o dado de la historia de Atenas, cuando la
••
•·• 48/Claude Mossé
vá·soS ::-no serUf1tI__uc.h9~ 1:1rá~ estirn_ado _que las otras activida9~_$ -~Ete-
•• luego, a un liberto, llamado Milias, y por fin a otro tutor, Tcrípid es.
Cabe supone r que Pistias, el fabrican te de corazas citado por Jeno-
fonte, dirigía persona ln1ente su taller y velaba por la calidad de los
r san-ales:Jasí Demóst enes echa en cara a su adversa rio Esquine
como indic.io de su origen plebeyo , el hecho de que su hern1an o ha-
s,
•
bía ejercido este oficio. Evideiitemente .no es posib_le en_t_nnerar. to~_-,.
product os que de él salían. Por otra parte, fS'tb·s «t.alI-eres"i)_ no eran'
dóS'l()Sj.,_(;'qüeños~óficios que-pu lulaban en una ciudad
~orno Ate,•
•• manual es (banaus ikoi), los obreros que los ejercíar i y por quienes
los dirigían . El pto_pieta1;0 ·de .un taller de esclavo s 1netalú rgicos,
~11_1_1que :fuese J..iñ_._t·entista""igual. que_, un_. p_ropietario_ terraten
iente,
genes. J?i§Ji_rtgy"ir üh_"l1orribre libre de un esclavo no era fácil "al ves':'
Jir-c:!_~ ilj~:-11era.-similar, co1no nota el autor anóniin b de
la Constitu -
ción de los atenien ses. Toman do la expresi ón de Jenofon te ¿'lóS_C¡ue •
•• entre los cinco n1il ciudada nos que habrían sido privado s de la ciu-
dadanía porque no poseían tierras, había nun1ero sos ricos. Sabe·
mosqu e muchos de estos ricos artesan os (hánaus oi) accedie ron a
den1oc racia, ni ta111poco la observa ción que hace Sócrate s al joven
Cármid es cuando dudaba si tomar la palabra ante la asambl ea:
«¿Quién es son los que te_intin 1idan? Bataner os, zapater os, carpin-
••
en otras n1ás existirí a un at1esan ado con1pa rable con el de Atenas,
pa1·aban la laca y el barniz, metían los vasos y vigilaba n la cocción .
Sin duda muchos talleres tendría n hornos comune s. El alfarero ye!~ pero nos faltan infom1 aciones de las fuentes literar;a s y epigráf icas
pfri"tQr=-eran-JiOiTIDres~nb-r'eS-q·Ue~fiin18.bañ su trabajo". segnrar n-ente que es, precisa mente, lo que sí abunda para Atenas. Unican1 ente
i
•• haorta· entreeH osefira ñ]'eros ;y..el :OfiCio de'alfar ero o d<q>intot:de
¡
'1
conoce mos un poco mejor las constru cciones pública s gracias a
las inscripc iones. Estas nos descub ren, en todas las grandes obras,
50/Claude Mussé
••
tan1bién sobre él nuestra inforrnación no ha dejado de crecer, a tra-
vés de los progresos de la investigación, arqueológica fundarnen- dura natural de ríos de la Galia por donde llegaría el estaño de las
taln1ente. Que desde nl.uy temprano hubo ihter-carttbio~ en el m~n miste1iosas islas Casitérides, es bastante significativo desde este
do~griego:1o de·muestra la difusión rnj_sma._Q_eJa cerá_n1ica._;Desde
••
punto de vista. Con10 ta1nbién es significativa la instalación, desde
~PTI~a~_rniCénica; vasos fab-riZ~dOs-e~ el Contine~-f~~iricgg_jkgªba_-n_? el siglo V11 de una factoría griega en Náucrat.is, en E.gipto, lugar en
~~!!-~Jia IDCi-id-i_ón--ª-l_y_a__ Orie~!~- El-hünairri-icnto. dc ·Ios .. palacios n1i- el que los con1erciantcs llegados de Grecia o de las ciudades grie-
••
Céúi~6~rpuso fir; a eSt~_tráfico-~y cuando se habla de los con1ercian- gas de Asia Mel)Or podían adquirir el trigo del val le del Nilo para re·
tes en los poemas homéricos, se trata sobre todo de fenicios o de venderlo en las ciudades del Egeo.
esos n1isteriosos tafias de los que se habla en la Odisea/E.~c"I mufl- Au n·que.:la:..e:Xj_s_t_e_n_c ia:~de~un-comerci o· n1ari timo .gt:i ego--en-épocta
qo,J;ie~lOS':hér_OCS, corno recordó Finley, lós:tñteFCañi-biOs reVelan7
soofi;:toaó ,¡5iácffcás de regalo f cónti·a,regalo,'.algc;qrjeno ¡¡I :co;
·iJtCfC"iO:.prOplameñte OíCho."JSin embargo Hesíodo en Trabajos y
arcai_ca~~es.1 un ;fe.nómenoünc uesti"onaDle;-·s_tiOSiSf e·n --dOS~proble-111as'
imn:o11·~11tes::quién·es~fueronJ9_~ R:ron1otores-v_qué lt1gar ocupaba 0
ihaa~ocupar-la-'.moneda-:.en·estc con1ercio?Lo-prirnero ha suscitado
.
••
días evoca las navegaciones de su padre, empujado por la necesi-
dad de surcar los n1ares en una «negra nave)) para ir a buscar un be-
neficio rnás o n1enos aleatorio para acabar instalándose en Ascra.
respuestas a rhenudo contradictorias. Para algunos, y el ejen1plo
que h_en1os visto del padre de Hesiodo puede ser una bucn::i ilustra-
ción, C:.~.:~o~~e_:F·io- cr~:un-:-asunto _de marginado~,:ca1npesinos agG:~
••
El co1nercio por n1a:r (e1npo1·íe) nos lo presenta el poeta como un
ren1edio para escapar de «las deudas y el ha111b1-e arnarga», con10
un recurso que aún puede procurar.un beneficio (kérdos), a condi-
.biados_-p.QrJ~s_-c\euda_s, hijos n1e_pores excluidos de la hcrenc·ia fanfi- ·)
!i_ar.qt.1e, al no 1~oder vivir del producto de u.na propiedad fan.1iliar,
se echaban al 111ar con la esperanza de obtener algunas ganancias
••
ción de tener la precaución de navegar sólo durante los cincuenta
días -en pleno verano- en que el n1ar no es den1asiado peligroso.
vendiendo caro lo que se habían procurado a un precio ventajoso.
Para-_oJros:f:!n··cam·bi~ y aquí otra vez puede traerse a colación a 1-ic-
síodo cuando invita a Perses a hacerse a la 111ar para dar salida a los
••
••
Es evidente, por lo tanto, que .desde··_el-sigl_o-v11110s ·gr; egos partici-
paro:n en· el d_espe-rtar ae 1os iiltei·ca111lYios e;c1
"MCdit.CITánCD;A-QtJ_lJ, excedentes de su cosecha, comcrciar.il'rtpliCaOa poi'. un~-part.e est.aP
éon\;·¡ene, evidenten1ente;recordar.lo que ttadiciotlalfncntc se_cn:.r en posesión_-de un.barco y, por-otra; de una carga que iritercan1biari
Por,_csa~r~zó~ !~ _ pri_I_!l_eros ~con1e1-ciantes». só·lo podían ser los que
••
tieilae.--¡;01~-co1onización .. el ~_sentamiento de g1;-egos_ en :la_s orillas
ostc.rtlaban·:-el-::.pcxtéJ--'.eJi-.:Jas CludadCs, personas -que_: vivieran. a f:ln
••
•• 52/Claude ~tosse
El hombre y la econon1ía/53
••
neda ateniense- estuvo-:-relativa:nlen te li'initada-a.ftre.ra de su_-espa-
costeras de Asia Menor, en Milcto, Halicarnaso, focea, en algunas ci_Q :Oe_.-erii-isi"ón1Sin negar que la n1oneda haya tenido un papel im-
islas del Egeo corno Sa1nos, Quíos o Egina debió-'existir.un·a_a-risto"':'l- portante en los intercambios, especialn1ente a partir de época clá-
c~~-~C:ié! ~r~rf:an q1•. surgida .de Ja-.ar.i~_tqt rae¡~ d~~,~~~-J?.~?i.i~_t:ª ri9i.:i~.-.
•• Qu izá no sea necesario tener que elegir entre estas dos i111áge-
nes del comerciante griego de época arcaica. El con1ercio, cuyo ca-
rácter aventu1·ero no se puede por menos de señ2lar, pudo_haberse
rnoneda es_un signo de independencia y emblen1~ de la ciudad. Sin
embargo, aurrq~e~_-la~-f!_l_oneda·no se ii1VCfft;:tra_¡'.>al°á responder a·las::i-
¿~~C:-éSid3de5:'."d.eI -lñtei.:-cambiO,-Sí ·que _con_ el pas_p dcl_tiernp9 ~~ con··
• ••
cuando iba a Egipto, seguran1ente para procurarse trigo, y que fue
a parar, después de un increíble periplo, a las costas de Andalucía,
puede que sea in1aginaria, pero refleja n1uy bien los peligros de este
con1ercio a la ventura y sus incertidun1bres, así como la condición
A partir.del siglo vi se desarrolla el con1ercio ateniense. La tradi-
ción atribuía a Salón una réforffia de loS peSos y n1edidas y la adop-
ción de un nuevo patrón monetario. Hoy sabemos que las-primeras-.
mo-n-eUas:atenieli·s esl acuñadas con el emblen1a de la lechuza de
•• en~e_l~s,eno~de_la_c_om_unidad_cívica.1DesGe:IUégo-;:-~e~J:mta_toda:vía_:_.de
i_l)tercarnbios,<:porque Aristóteles cita con10 ejen1plo la relación es·
tablecida entre un arquitecto y un zapatero, pero se aprecia bien
gárquico conocido co_n/el título de Constitución de los atenienses
repite COl110....Ufl-CC~
•
_.•
que esle tipo de intercan1bio tiene bastante poco que ver con el de-
sarrollo del con1ercio 1naritin10. Si nos atenernos a los hechos,
Sólo los atenienses pueden reunir en sus n1anos las riquezas de los grie-
gos y de los bárbaros, Si un Estado es rico en 111adera adecuada para la cons-
••
54/Claudc r-.1ossé
••
vendan consiguen niucho 1nás que la suma de origen. (3, 1-3.) de;-algunos textos y que tan1bién se ve confirmada poi· la existen-
cia de n1agistra<los especiales para la vigilancia de este co1T1crcio,
los sitoíílaces (sytophílakes). Sin en1bargo, .'esta~reglan1entación,
Con10 se puede apreciar, Jenofbnte_;_no.-sól·o .. subr<!ya:e.1.:papel-,.
••
cuya finalidad era asegurar el avituallamiento de la ciudad y evitar
cc.ntra·I •d·e ~Atenas~-Y su ·plÍerto en: el· c;:9n1ercio_.n1~_9i~erráneo y las:-
la especulación que podían ejercer detern1inados con1crciantes en
.v_entajas ci'e ..su situación_geografic<P(«disponc de todos los vientos,
épocas de dificultad, sólo fue verdaderamente eficaz a pa1-1ir del si-
bien para irr1portar lo que necesita, bien para expo1iar lo que quie-
••
glo 1v, cuando Atenas había perdido una parte de su poder en el
ra>' ),.·sin·o que· adeiliáS~"lo relaciona.con .la preemin.eiiCia_G.Q_I}l~tc;ia_l7
Egco.
deJAi~nas.:por~el:valpr_-Q~~su.:~9neda1-
Pode1nos hacernos una idea de los productos in1plicados en
Si se intenta delimitar lo que era el n1undo ele los con1erciantes,
este con1ercio. "Eritre:las impor1acioncs.figuraban, con10 ya se ha
indicado, los cereales indispensables para alimentar a la pobla-
el rnundo de(en·zpórion, conviene desen1barazarse de 111uchas ideas
preconcebidas. El comerciante ateniense no es ni un rico in1po11a-
dor ni un hurnílde meteco. Ciú.dadanos y extranjeros se codeaban ••
••
ción, a lo qüCla prÜducción local de cereales sólo contribuía par-
en los muelles del Pirco y en la gran sala donde se exponían las
cialmente. El:-ttigo veniacde Egipto, de Sicilial'¡Jero sobre tocio de
1ncrcancías . .En·lo álto de .. la escala social cncontr·an1os a estos ciu-
las 1·egioncs septentrionales delrMa:r .. Ncgro..,.De creer en una afir-
dadanos ricos que prestaban al por rnayor, pero que con mucha
••
n1ación de Den1óstenes, .m"ás-de:ia· m.itad del trigo.importado·proce=·
,dfa.de·1 Ponto Euxh1opy los decretos honoríficos en honor de los re- frecuencia quedaban al margen de la transacción en sí; sólo intc1·-
yezuelos locales indican que los cornerciantes llegados de Atenas venían cuando el negocio les venia mal y si se encontraban priva-
dos de los clÓvados intereses que irnplicaba el préstarno nlarítimo.
••
se beneficiaban en el Ponto de condiciones pa1i.icularn1ente favo-
rables. J\s.itnisn10, ,Atenas im·portaba 111adera.para..la constr~u_c.._ión cl_e Algunos eran' igualmente propietarios de rninas o talleres, con10 el
sus barco~. .:!r!.!1..Q~_ryl~qu_~~y_e_nía ·es~nciahnen.te:del :nQrte _c;l_e_ Grecia y~ padre de Demóstenes, o políticos con10 el propio l)en1óstenes, o
antiguos co1nerciantes retirados de sus negocios con10 el encausa-
de.Macedonia. Á'ndócides, durante sus años de exilio con10 conse-
cuencia <les.u condena por haber partici(,ado en el asi.'into de la 111u-
tilación de los 1-fcrmes, se dedicó al comercio de madera para la
do en el discurso Contra Diogitón de Lisias. A n1enudo el negocio se
trataba por intermediación de un banquc1·0 ante el que se deposita-
ba el contrario, la syngraph~é, que vinculaba al ac1·ee<lo1- y su o sus
••
conslrucción,·y De1nós1encs acusaba a Midias de haberse aprove-
chado de su pbsición de tricrarca para Íinporiar n1adcra para enti-
bar las nlinas de plata del Lau1-ión. El t.Cr"cer:-·prodllcto de irnporta--
deudores, y que eventualn1entc podía presentarse ante los tt;buna-
les en caso de litigio. Los con1erciantes propia1nente dichos, los· ••
•
••
•• . 56/Claude l\tossé
El hoFnhre y la economia/57
•• l
é111poroi, son o bien ciudadanos , o bien extranjeros de paso o resi-
mercancías . De igual modo ·es imposible evaluar, aunque sea de
d_e~1.tes. Por: 1~ ~ge-neTal ..son;pers·on as ·-de~-condición-:.rcla.-rivamente
forma aproxin1ada , el volumen de productos intercambia dos ~
~modesta. obligados a endeudarse para poder cornprar un carga-
que, por fuerza, tenía que variar de un año a otro. No hay que ol.v1-
••
de luego la mayoría de estos én1poroi navegaban P?r su cuen_ta. So-
para intercambio s a grandes distancias .
la111ente los n1ás ricos pueden confiar el cargarneryto a un ernplca-
No se ha hablado todavía de la función de los banqueros en el
do, por lo general de condición servil, y quedarse en tierra. Algu-
seno del mundo del efnpórion. Antes vin1os que el banquero sen1 ía
•
préstamo. El término «banco)), con el que traducimos el griego trá-
.-p~~~-=de a:cu~~Q_O-cof!~~~!"i~s·_con~e-~~-iantCs para un vi~je, por ~jen1-
peza, no debe llamarnos a engaño.:Lo s banqueros no desempeña -
••
cios a uno u otro. La--s-difi.cultades·:de:Ja_navegación;Jos~peligros de_.
quera era ante todo una mesa de can1bista en la que el comerciant e
.naufTagi 9-q-de~:<!.t~_que~-pi-~ata~-:l:l_acían :muy .arriesgadas . estas empre!.
extranjero que estaba de paso podía procurarse unas n1onedas lo-
~S.as-:_n1clritilnas:1Poco a poco se fue elabora_ndo un derecho que ase·
cales y hacer que le valoraran las monedas extranjeras que traía .
••
mediarios y de carnbistas permitía sin duda realizar sustancioso s
procedimie nto acelerado ante el tribunal presidido por los tesmo-
beneficios, pero sin hacer de ellos «gente influyente)), por utilizar
tetes y, rasgo característi co de la in1po11ancia del comercio n1a1-íti-
una expresión reciente aplicada a un banquero del siglo pasado. Y
n10, los extranjeros y hasta los esclavos, utilizados a menudo con10
••
de hecho, los banqueros, cuyos nombres nos transn1itcn las fuentes
agentes con1erciales , podían pron1over una acción sin recurrir a la
eran en su mayoría antiguos esclavos. Pasión, el más conocido de
n1ediación de un «patrón» que fuera ciudadano. Sin embargo, a los
estos banqueros de origen servil, era seguramen te un hornbre rico .
extranjeros, por parte de sus socios, sierr1pre se les trataba con cier·
••
adversario el 01igen co1no un insulto. Hay que señalar también que
gentleman far1ner, dejando al ex-esclavo Formión la gestión del
f éstasas'otiac ion·es-e·ntre prestado·res ;· ét1l{JDroi y_11aúkléroi; eranJTe·
banco y preferir los onerosos gastos de quien quería hacer carrc·
, tuent.em·ente:efín1eras~ se establecían sólo por la duración de un
ra política a Jos beneficios que per1nitían las operacione s de
{ viaje de ida y vuelta hacia el Ponto o Sicilia, Egipto o Marsclla.tPo r:-
••
ces? l'enen1os que confesar nuestra casi con1pleta ignorancia. Pero
lo iiltfinca.do. de su-relieve, los intercan1bio s por v.ía terrestre eran
podernos.su1'onei~q-ue:en IaS'grandes ciudades maritimas había for-
.ref;liv~mente limitados. Siempre era n1_µs fácil etnbarcar las rner-
mas análogas de actividades. mercantiles de las que la ciudad,
cancías, incluso para un trayecto corto, y tomar.la vía.n1arítin1 a .
••
con10 tal, pennanecía al n1argen, aunque en general, en todas par-
Los intercan1bio s, escasos de una ciudad a otra, eran por el contra-
tes, se recaudaran impuestos sobre la entrada y salida de naves y
rio frecuentes en el interior del territorio de una misma ciudad, es
58/Claude Mossé
El ho111bre y In ccononiia/59
••
decir entre la ciudad y el .campo. Los campesinos de la khó.,:a .acu~
n1a de un diálogo socrático, es priTnordialrnente un n1anual de c?,n-
sejos para uso del perfecto hon1bre honrado. Pero _la preo_cupa~101J
••
••
dían a la Ciüdad Para.vende1'. Iós excedentes de que podían dispone.r
púf"._organiz~,r. <Je :n1an_era rac;.ional la ad111inistrac1ón. del_. p_a~rnn(}~
pa1·a adquirir- lo que solamente e-1 a11.esanado Urb3n0 POdia orre·cer-
n·io,_con una especialización de los esclavos para lare_ClS conc_retªs,
·les. Así, Aristófanes se burla de la madre de Euripides porque iba al
refleja ··una ..mentalidad ,frue:va, el:deseo_ d<;: ,prod~cir_n1~~ . y, n~cjo1~.
1nercado a vender pet·ejil de su huerto. Pero, junto a los pequeños
can1pesinos que se desplazaban para acudir al n1ercado, o que en-
viaban a su 111ujer o a un esclavo, había tan1bién en el ágora vcnde-
Iguahnente, aunque el tratado Sobre las ren~as tiene c_~n10 f1nal~
dad el sueño utópico de asegurar a cada ateniense su tr1obolo coti-
diano con el alquiler, mediante un óbolo diario, por hombre, de un
••
dores•profesionales, ··los .káfjeloi• ridiculizados en las con1cdias de
Aristófanes y que procedían evidentemente de las capas 1nás po-
bres de la población. Tan1bién en este caso concurrían ciudadanos
nún1ero de esclavos triple del de ciudadanos, no obstan le se propo-
ne una revalorización de la minería a cargo de la propia ciu<lad.
••
•
destinada a aumentar la producción de plata; la cual Jcnofontc ob-
y extranjeros, estos últirnos con frecuencia eran metecos instala-
serva que puede aurnentarse el volumen de forrn~ iHn1i1ada. En
\ dos de 111odo pc_r~a~cnte ~1~ Aten~s. De_ seguir creyendo a Ari~tófa
¡ ncs, entr·e los kapelot tan1b1en hab1a nluJeres, vendedoras ele etnias,
1 pe1fun1es, Rores, cte. A veces estas n1ujeres, como la n1adre de un
este sentido nos suministra una indicación que scnc1llamente reve-
la sentido común, pero que al misn10 tien1po expresa una percep-
ción realista y nueva de los fenón1enos econón1icos._ Propone au-
••
••
personaje del corpus de Dernóstencs, se veían obligadas, bien por
i rniseria, bien por la ausencia de un 111arido retenido lejos por la
n1entar el núrnero de esclavos para trabajar en las n11nas Y, consc·
cucntemcntc, la cantidad de niineral extraído e indica:
1 guerra, a actividades consideradas poco dignas para una 111ujer Ji-
\ bre.
Este cuadro de las actividades econó1nicas del hon1bre griego,
lirnitado csencialn1entc al ejcn1plo que nos suministra Atenas, que-
Con los tnineros no pasa como con los trabajadores del cobre. Si el nú-
niero de éstos au1nenta, los trabajos del cobre se devalúan y los obreros de-
jan su oficio. Lo rnis1no ocurre con los obreros del hierro. Y hasta sucede: lo ••
daría incompleto si no nos refi1·ié1·an1os, para tcrn1inar, a una acti-
vidad como la pesca, que no entra ni en el arlesanado ni en el co-
111ercio. De.S~g1.:aiI~iff.i111ente es n1uy poco lo que saben1os de los pes·
01 ¡51110 cuando el trigo y el vino abundan, el precio de estos productos_ baJa Y
el cultivo no rinde nada; por eso rnuchos abandonan el trabajo de la tierra Y
se dedican ¡-¡J comercio al por rnayor y al por n1enor o a la usur·a. Por el con- ••
••
trario, cuanto mas mineral se descubre y 111<is abundante es la plata, a 111as
cadores! que debieron ser rnuchos en una tierra tan volcada al 1nar.
trabajadores atrae la rnina. (4, 6.)
Sólo saben1os que había-pcsq1Jerias ith¡iórtantes en-algunas zonas
de-Jmundo-griego;ocomo la región del Ponto Euxino, de donde pro-
••
Este texto es interesante porque revela a la vez nuevas preocu-
cedían ingentes cantidades de salazón. Sin cn1bargo ignorarnos
paciones por Parte de los teóricos y también los lín1ites de su pensa·
todo respecto de la organización de la actividad pesquera, de la que
miento econéfn1ico. Jenofonte conoce la ley de la oferta y la den1an·
sólo cabe suponer que ,tendría en·:.generaf:_un-Carácter ar1esar:1alre
••
da y las cspeCulacioncs que implica. Pero no se pregunta p_or qué
individual:•
esta ley no es válida para la plata. Asi1nisn10, el célebre paS~Je de la
Este apresu_rado repaso de las actividades econón1icas del hon1-
Ciropedia sobre la división de los oficios en las grandes c1~dades
bre griego confirma la validez del modelo elaborado por el gran
histo1iador inglés Moscs Fin ley en su libro sobre la cconon1ia anti-
gua. Sin cn1bargo conviene preguntarse ahora sobre la pern1anen-
demuestra más una concepción cualitativa de la producc1on que
una apreciación de las leyes del mercado. Y sin embargo estas le-
yes nos son ignoradas del todo, ya que esta división se pone en rela- ••
••
cia en el tien1po de este modelo. Efectivamente, en muchas ocasio-
ción con la de1nanda. En cuanto al J~co1zó111ico, un tratado de es·
nes parece que el sigló iv_¡ presentado f~Ccuentemenle con10 un ~i
cuc]a aristotÓlica transmitido de nianera con1puesta, el n1ayor inte-
glo-de_ crisis y declive,-:-Jo cual es cierto a nivel político en ciudades
rés reside en el segundo libro, no sólo porque nos sun1inistra una
como Esparta o Atcnac;;, p:resentá~si no transforn1acioncs reales en
las manifestaciones de la vida económica, por lo menos .iJna valori~-,.
:ta·ción· más efectiva de los problemas planteados por la producción
seiie de anécdotas sobre las mil y una maneras de procurarse ren-
tas, sino porque la noción de oikono1nía se an11~lía de la ciudad al
reino y porque las estratagemas fiscales que la 1lust1·an no corres- ••
y el intercan1bio de ·bienes~ Ya hen1os aludido a diferentes tratados
de Jenofonte c.on10 el Econónlico o Sobre las rentas, a los que ha·
bria que ail.adir el segundo libro del Econón1ico allibuido a Aristó-
ponden ya a la gestión de un oikos. . ·
¿Acaso esta presencia 111ás realista <le los hechos relativos a cc~
nomía, los escritos teó1icos -los análisis a1istotélicos sobre el 01,-
••
••
teles. Desde luego el prin1e1·0 de estos tratados, presentado en for·
••
•• 60/Claude Mossé
• ••
ción-, indica un carnbio de rnentalidades en lo que se refiere a los
protagonistas econó111icos? ¿l)e qué an1plitud? Hay que ser pruden-
tes en la respuesta porque, con10 parece, se sitúa a diversos niveles.
habl~1 visto-pri-vadQ_s de las nun1e"rosas ventajas que antes re_c_ibían
en .fdrn1a_d~.p~_g-;.s; de botín-o=de·asignacíones de tierras; esta gente
en lo sucesivo tenía que esfor1.arse por vivir con su escaso peculio y
En priJncr lugar - y naturaln1ente esto concic1·ne una vez más a con algunas de las dist1ibuciones del teórico (tó theórikón), o sea el
••
media nueva, discípulo de la escuela pe1;patética, cuya acn1é se si-
-trollarsc. en Atenas un principio de organización.ifisc31 y se incr~ túa en los dós últin1os decenios del siglo 1v, cuando Atenas, vencida
menta la exacción sobre los más ricos. Gomo_:n·o_~abe_ pensar que y controlada por una guarnición n1acedonia, había dejado de ocu-
éstos· redujeran su niodo de~vida tradicional ~muY al contrario, el
••
par el prin1er plano en el Egeo. En las con1edias de Mc::nan~ro nun-
lujo privado, si hacc1nos caso a las fuentes literarias y ta111biéil a los ca aparece la n1enor alusión a los acontecin1ientos POiítiéOs'. Los
testi1nonios arqueológicos, no deja de afianzarse- hay_que_pensar héroes que saca a escena son jóvenes 1;cos, enfTentados con sus pa-
••
neceSa1:i"amen-te·eñ -enconti·ar-nuevas fuentes de ingresos. !)na_ de dres que se indignan por su vida disoluta y las intrigas sentin1enta-
eHas_.__es :·eL_pr:éstan10 .1narílin10- con. intereses ·_usurarios~ 'Pero "esto"" les en las que se involucran. Estos «burgueses» obligados a viajar;
i111pl_i_c;:ª -la~ ~-i_sp_91)ibjli_Qad de_dinero .líquido,.es decir de·excedentes._. con frecuencia por sus negocios y con cuyo regreso, a 1nenudo, se :
••
puesto, el·mundo gr:iego, parcialmente_ ~01netido, es·-todavía esen,..-:-
tído _p-01~Jos-_oradores_ de_ la segunda mitad de _ese_s_iglo: el creciente_... c-ialmente_un_rnun·do.constituido por ciud_a_des;donde la vida políti~
desii'itei·és de los dudadalloscpor los asuntos de la ciudad que va pa' i_C~:subsiste sólo_d-e_marteraJonnal:::Mas las conquistas de Alejandro
,rejo. con·.::una ~.rnayor~preocupación ..-por...Jos t-asuntos, privados ,(cQ,
TODD LowRY, S., The An:haeology of eco110111ic Ideas. The classical Greek Tra-
••
no quila que se creara entonces un auténtico n1crcado mediterrá-
neo que supuso un aumenlo de la producción y un d~sarrollo de las
técnicas si no de producción, por lo menos sí adn1inistrativas y fi-
. dition, Durha111, 1987.
Londres, 1983.
. . . d
Trade in the Ancienl Eco110111y (P. Garnscy, K. H.opk1ns, C. R. Wl11ttake1 e .),
••
•
Vl!RNANT, J. P., A1_vthe et société en Grf:ce ancienne, París, 1974. [Hay ed.
nancieras. Pero los gt;egos que adntinistran las finanzas de los re-
cast.: 1\1ito v sociedad en la G1·ecia antigua, Ma<ll'id, 1987.J
yes .lágidas o seléucidas nada tienen en común, salvo la lengua con
que se expresan así como algunas prácticas religiosas, con los ate-
nienses o espartanos de las Termópilas. El hon1bré griego deja así
· - Mvthe et p~nsée chez les Crees, Paris, 1985.
VioAi~-NAOUET, P., «Écononlie et société dans la GrCce ancicnne: l'ocu\'re de
Moscs Finley», Archives européennes de sociologi1~. VI (1965), PP· 111- ••
paso al hombre helenístico.
148.
••
F1NLEY,
ed. cast.: La Grecia antig11a: eco11u1nía y sociedad, Barcelona, 1984.]
- The A11cie11t Econon1y, 1985.
FRONTIS!, F., Dédale. Mythologie de /'artisan en Crece a11cien11e, París, 1975.
GARLAN, Y., Les ese/aves en GrCce ancienne, París, 1982.
HEALY, J. F .. Mines and Metalha·gy in the Greek and Ro1nan World, Londres,
1978.
••
HuMPHREYS, S .. H., «A1-chacology and the social and cconomic history of clas-
sical Grecce», f.,a Parola del Passato, CXVI (1967), pp. 374-400.
- «Econo1ny·and Society in classical Athcns», An11ali della Sc11ola Norntale ••
-
Supen·ore di Pisa, XXXIX ( 1970), pp. 1-26.
«1-101110 politicus and horno oeconofnicus: \\'ar and trade in the econoniy
of archaic and classical Greece". Anthropology and the Greeks, Londres, ••
••
1978, pp. 159-174.
LAUFJIER, S .. Die Berg\verkslaven vo11 La1.1reion, Wiesbaden, 1979.
Lr:.roR.E, s:. «Economía antica e sto1iografia n1odcrna» Ricerche storiche ed
econo1niche in 111e111oria di C orrado Barbagal/o, Nápoles, 1970, pp. 3-33.
Tvh::LE, A.,.Societil e /avaro nei poe111i 0111erici, Nápoles, 1968.
MossÉ, e:, La colonisatión dans l'A11tiquité, París, 1970.
- Le tr·avail en GrCce et <i Ro1ne, París, 1980. [Hay cd. cast: El trahaio en
Grecia y Ron1a, Madrid, 1980.] •• •
••
Os110RNE, R., IJe111os. Tf1e discovery of Classical Attika. Can1biidge, 1985.
Probli!111es de la ferre en Grtce ancie1111e (M. l. Finley ed.), París, 1973.
•
••
••
••
••
••
••
•• Capítulo segundo
EL MILITAR
Yvon Garlan
••
••
••
•• . '
••
••
••
••
••
••
•
••
••
••
••
••
••
••
••
El:ho·mb-te~griego··CStuvo-següramerite:habituado:a:da::guerra~y
ftiC1:iñCltrSQ;.bClicoso~Esto puede ·den1ostrarsé sin dificultad y de di-
••
versas nianeras. En. la _111edida en que nuc.stra docun1entación lo
permita, se podrá contabilizar la frecuencia de las guerras para per-
catarse, por ejemplo, que l_a:At~·nas:-clásica~serclec.lic~ó~a"'la~gucr.ra:dos
••
~ñ-0s::-de~cacla:tr:eS(;sin.J:c;!_i~fQJ..t.<![::QYJ.IJ:~ª!"detla~Rª7.~c!µ¿:-.a,nt.e-:--diezrañ~~.
seg~IDCIOS; a:lonque:hav..:que:aña-dir,:la:in·seguridad~crónica:provo-cada~ ••
••
Por-cliferentes,,fo<más-m-á'S.o-menoS:legales-clecviOlencia:en:lierra:y>
rrtllcho--:rrrás:al1n:por.:ma1o:l.(actos de rcp1-~salia, derecho de nauí,-a-
gio, pirate1ia privada, semipllblica o de carácter ÍTancamcnte esta-
tal). Ar.queolé¡gicamenteTh-aolanaü,"habráTque ;recordar~parnl e la-
rncent-e:las--:forlifiéaciones:costosan:ten t~~-l ev~n tadas'.alr_~dcdo_r..:.de~l 0s
P.ri.i:i~ipales':.centros~dc~rcsidetfcia::y_:de:,poder.ii(tra·tando de· in1aginar ••
10 que repres~ntaba antiguamente el hecho de vivir en una ciudad
«cerrada»), y btras de diversa índole que se encontraban en el ca1n-
po (torres. dei vigilancia y para habitar, puestos de control, reíu- ••
Hera<.:les disparando, fig~ra de 1nárn1ol de Egina (frontón oriental).
gios), sin:oLvi'dar.;;q ue:-1 a-:-gr:an-:n1ayon a~cle=-mon un1entos:.y.~ob r.as:de171
artecque:omabamlos:grande·s-santlianos:yclas:plazas:públicas:e.@!J-
ofrcnclas:Cl.e:-v.encedores"?- ~ocumentación:.epigráfic.-a--:dem_os_irªrá ••
••
· P1-irner cuarto del siglo v
~J:~l1Lª=é.te~tempJ~_i:ªl~y..::1?i.~<:.~~-¡.~I~p«::~!2.~:~l~~~-~-?~-po1~los.9ue1~~=l~!!ía
fin-:::aTlasthostilida<les-du-rante.1p_criodosilimltados:ra:rcinco--;"r'diez-ro'
tr_cinla~años;:~~~:si:Ja-:p-§z~se~sifftiera-OUt'ftftfrla·como~algo~débil:(j
se:concibiera--:como::.un·a:especie-=-de:jJrÓlongación-:--dc~una:.tr_eguª-.;·
Sóló a los historiadores griegos la guerra les parece vCrd3dera·-
••
67
•
••
•·• 68/Yvon Garlan El inilitar/69
••
- - - Por otra parte, in1aginar que la guerra inflarnó siempre la totali-
en, cualqüifJ;__ 5¡tlo-'-l3.-=-at-riOUCión ··n1-íiii-ma-·de las asambleas populh· dad del n1undo griego supond1ía ceder a un error de enfoque. No
·res: La_imposición rjel n1qdelo_.guerrero _se confo:rma_a todos _l_Qs ni~ hay que olvidar nunca que; por simples razones docun1entales, el
vel~~ y_e_n todos_los t~rrenos:~~n la-Vid:ifa1nilia-".'r, .en las pinturas de
••
hombre griego que nos es fan1iliar y del que ante todo vamos a ha-
Jos vasos áticos donde aparece Ja imagen del soldado, es Ja_figura blar. es el de Atenas y, en menor medida, el de la Espana clásicas. Y
centrál eri rorno_a la--c-ual se organizan las r_ela~i9n_e_s_ inte_r_~;::i.~- d_~l que se vio in1plicado en grandes enfrentan1ientos de carácter in1pe-
••
oikos;·enJayidareligiosarlas divinWades del Olimpo están dotada~, rialista, pero no el de la Grecia «profunda» repartida en rnás de un
'cada_una d"t:~ -Uña-función militar;específica; e_n -Iá-vida_m-oral, _el _va· n1illar de pequeñas ciudades que, en general, llevaron una existen-
lor.de·un hombre de_bien (agarhós), su_arere~_consiste antetgdo e_i:¡, cia inodesta al margen y fuera del alcance de las grandes potencias.
•
1cadó :soci-al.> voca1- débiles desgarros, pronto reparados, en un tejido fin'amcnte
A pesar de su activismo guerrero, .ethombre_griego sin embargo urdido. Lo n1isn10 sucedería con los diversos actos de «piratería».
••
rar los efectos, en la medida en que, por regla general, se lin1itaban ,:;
sigan. sólo a contribuir con el envio de un contingente de socorro para la
1 La guerra civil (stásis) que opone entre sí a los n1ie111bros de una defensa del territorio <le los aliados y no i1nplicaban la apertura de
•• l
¡justicia, que los hon1bres debían de respetar tanto entre ellos corno
resp.ecto de .los. dioses. Por ~] contrario, "la·vei:dade~~ ·Jióléi1-1os no-.,,.
1 pod1a· presc1nd1r de. determinadas -reglas: declarac1on de __ guerr_a
A·: la v"isión n1Hitarista·de:la historia griega se opone, en_ ~~·:el-.
enl_inente lugar_rese1vado a la alabanza de la paz en la opinión pú-
bli_s:a·y el}_l_a-qQ1~a -de Jos teóricos. 1Se podría n1anejar un vasto Aorile-
guerra-:-la~consideran:~~ncialmen_t~~-I:~--rt~_Oe·aQqy_iftr_:eor~~I.~-~_s~;·
El niilitar/73
•• ,za:suplernentario~_:-para-vivir.-;:-b~jQ:fo_rma:de;subsiSteñeia'TciecOi'ne·ro
o:-de"agentes-Ge-proOucció·n~cb-mo:Ja:paz~es_:_e_l~arte-::-de~OiSft:úta"r..:-d.e•
de con1petición, con todos los iiesgos que pueden suscitar el azar y
el talento l-elativo de los protagonislas. Tal y corno lo reconocieron
los propios historiadores griegos, las2r_e_lacion~_s_::-internaciorralesl'
•
ttodo:-eso!f'
Los historiadores n1odernos se encuentran, por tanto, ante el si- con todas sus vicisitudes, .estár::p_ues~preña·das».de:economía;:aun~
•• haciendo del eclecticisn10 virtud, han optado poi' esta últin1a solu-
ción, aun a riesgo de ad1nitir la in1portancia de las condiciones y
consecuencias económicas de la guerra y, en ocasiones tambiCn, a
complejo político-militar, con los valores que le son propios, se in-
' se11a así lo n1ejor posible en las estructuras sociueconón1icas de las
ciudades griegas .
••
profunda, con10 el espíritu agonal de los griegos, o sea la cornbati-
vidad natural de la especie humana. Pero ¿acaso:i'es un buen- n1éto-
do zanjar así, abruptarnente, la documentación ~ntigua, rechazan- Cualesquiera que fuesen las causas proclamadas de un conflic-
•• do con ello un punto de vista en beneficio del otr·Ó? ¿no sería 1nejor to, lo que parece en todo_ caso haber contado sobre todo a los ojos
intentar co1nprender su coexistencia distinguiendo los niveles de los interesados eran sus previsibles repercusiones, concretas e
en que se sitúan uno y otro en el conjunto de las estructuras so- in1nediatas, sobre sus condiciones de vida.
En-:-la~mejo__r:_de:las~hipótesis-;-:Ia-de.tfri"a·:guerra-=-ofensiva-:_y__:_v_ictori0=
•• ciales?
Por esa razón conviene que re¿ordemos p1;mero, en té1·1ninos
n1uy generales, el cornetido fundam·ental que tuvo en el n1undo
sa;-:se:"éa'lcalab·an:los:b.en"e-fi-cios-:-que~podían~sacarse:no_:,_tanto:en~for~
ma:de~O-inero-ctiánto:tl~l5ot'ín~Cle:Io-:n1á:c;:diverstr: prisioneros, a los
•• griego la presión física y jurídica, calificada general111ente con10 que se prefería liberar mediante pago de rescate o venderlos a trafi-
extraeconórnica: por una parte, en el interior de las ciudades, la cantes de esclavos antes que· servirse de ellos para engrosar la pro-
presión derivada de la extorsión provocada por un exceso de pro- pia reserva de población servil; ganado capturado en los campos;
•• 1~~.do:cp__:__a1:_i¿f}:!]toJ:lcra-rse:ctela.persona-y-IOS-Dienes:ae1.·venciCIO:COñ?'
titl[yecelcmejorXítTilo ..aepmpi@ad?
ticipadan1ente, la disu;bución a prorrateo entre los .aliados de sus
contingentes o en función de la naturaleza, 1nueble o inmueble, de
.., En este contexto, algo característico de las sociedades precapi- los bienes capturados. Desgraciadamente no se conoce demasiado
• 'i'' '
,.
talistas (y que se halla, por ejemplo, en siglos pasados en las de la
zona sahelonigcriana), Jas·--nociones"-Oniqueza-y~pocler-no·po<:lían=
,por;m-en~os:-de_~star.:í~ti;\a=::y~C»rg~·nT~:arn~·nt~·~,un·id3:S~:Su~ama"lgari18'..
SéiQStftu:Ye:JóS:c·imie11"itiS~de-:1a·~pb-Iitica:,en:el:s~~·t·i·éf~-:griego:del:téf;":
cómo se realizaba en detalle el repa110, una vez deducidas las par·
tes de honor eventualmente concedidas a los combatientes n1ás va-.
lerosos así con10 las armas, riquezas y, en ocasiones, tierras consa-
gradas a tal o cual divinidad en fornta de p1in1icias y diczn1os. Pare-
•••
trninb-:('C'l_atte-Oe::vi:Vif:e·n:l_a_::p_ó_lis);rcada:un·o----::""de:-cstos--:conceptcfs.se•
,pr:ese·nta.con-fi:eGucricia:con:Ja::for:má-del~Ütro-_y..:se:materializa:p_o_r.
12teO.ia-ción".'sUyru De este n1odo se van tejiendo una serie-de intrigas
01iginales que proliferan en la esfeia Política (en el 'sentidO 1noder-
ce que ,alTEstado.:-le_:-,cp1:r_esp_ondían-::especial-n1{!__n_t_e (además de los
tributos y los territorios conquistados) ,los:emeta-le:s-:pret:iosos~-frute"
del:.pillaje:o:de'1aoventa·de:pr.isionerosc-<A~lososoldados,]es,tocaban'
lo·s:bienes:de:consumo:y~c:equipo;-a_,.s_ll~_-jeo:_fes,,,()pjetos,de:caI.idad,
aunque no fuera 1nás que por co1npensar del dinero desen1bolsado
••
no, limitado, del térmii10) y que se alimentan con todas las·Formas
de sublimación que engendran el sentido del honor y la voluntad para mejo·rar Ja soldada de sus tropas o para asegurar su arn1an1en-
to y n1antenin1iento. Es muy dificil saber con precisión cuánto in-
El militai·/75
••
74/Yvon Garlan
l
.todasiestas-perspect1.vas.cle-en.r1quec1m1ento_:indixjd_~al:y:..colectiv.o..
cuando parecían razonablemente concebibles, empu¡ao;;vc;LJ~ parta, y con gran irritación de los atenienses que a duras penas se
gu'e1~raTeJ!inAuíant.pocierosa111ente1'eni:(aimoralrde"Ilas:t;'.opas. Este
! es el caso de Atenas en 414 ·a.C. cuando parte la expedición a Si-
dejaron persuadir para replegarse rnasivamentc tras los Muros Lar-
gos, que unían la ciudad con El Pi reo, se les hizo ver que era la úni-
ca forn1a, aunque dolorosa, de salvar lo esencial, es decir el in1pe-
••
••
cilia:
rio 111atítimo de Atenas. Podrían señalarse otros ejen1plos de la es-
Todos por igual -cuenta Tucidides (VI. 24. 3)- fueron presa del deseo trategia «al estilo de la de Pericles» por parte de ciudades plena-
de parlir: los mayores porque pensaban que un ejército ·tan nurncroso, una
de dos, o bien so1netería el territorio contra el que zarpaban. o. por lo nic-
nos, no podría ser derrotado; Ja juvc"ntud, por afán de ir lejos, ver y con·occr
Y porque confiaban volver sanos y salvos; y la gran 111asa de soldados porque
111ente interesadas o que se veían obligadas por un tercero a sac1·iíi-
car la defensa del ter1itorio por la de las fotiificacioncs urbanas,
igual que, después del siglo v, se continuó recurriendo de vez en ••
esperaban t.~aer de momcnt~ dinero y conseguir además (para el Estado)
una potencia que les garantizara una soldada indefinida
cuando a batallas planificadas. Sin,embargo~n-conjunto:c:l_<eJ1dió,a
pr.ev.alecer..::una:est.rategia-1nás--=sutH-y-có'iT1plcja:que'.pretendía-_c_onc.i.:,
tiar.:ambos-::irt1pcr:ati.vos~de-:-la-::-defensa~la-:del::.tcr.:ritorio~se.:garantiz-ª~ ••
o sea, salarios n1ilitarcs y tan1bién salarios civiles que se pagaban a
los ciudadanos por ejercer n1agistraturas diversas.
Sin en1hargo, es::en1situaciones·.opoestas:-d0nde:rlas;:motivae:io~
ba¡;en la nledida de lo posible,lcon-::la-::construcción~de:fortific:a&io;ii
nes.:;-r:.urales:y..:h.:t:_reaHzac"iCHl!de::-escar.amuzas-::-que::no-:"cOmpro·m·etie-..
ran":fa-::s-eguriO.ac.1:-deI-n-úCleo-ürbano,. Esta era una estrategia difícil ••
jtJ.es~d_eJos:G"o.mbatientcs:-n·os~han~sido-descritas:--c()O:mas~fr.ecuencia;:'
cua:rrdo:::se]:t.:r~taba-para:ello.s::de_I!r__ey_b_azar..-::una::invasión::encn1iga-:-y_,.
garantizar:su1pro_p.ia-:::salvación:r.. -
de acometer, con10 se puede ver por la lectura del Poliorcética, pe-
queño 111anual con1puesto por Eneas 1'áctico a 111ediados del siglo
1v, donde vemos ciudadanos desesperados antes de irse individual-
••
ko~pr·iJPC::!:..<?2 .::-Y~~v.ecc:_sJo~únj.<::0;:-que-estaba-cn~ucgo.::.en~las:opera~
·~~~nes:rnilitares:e·ra':"e.l::terr·itorip_:_en:q.ue1los:ag·1_:esores--s~gueaban_.y.
de_vas.t.a_b_~rr:t~o:do:lo:que~té.~nica·1ne·ntc:p.o.dían:_y.:qu.e.;:a,d~.!lJ_~~'l.~_s:p_a
n1ente a sus respectivas propiedades en el ca111po para salvar lo sal-
vable, impaci~nlcs luego por pelearse con el enemigo, aun a 1iesgo
de caer en e1,-lboscadas, antes de que sus jefes consiguieran reagru-
••
(e:cia'::p:Otíticamente.:.aOecuadü:' Cualquier ciudad reaccionaría en-
tonces vivan1ente, a no ser que no pudiera por razones puran1ente
parlos en fortl1acioncs de co1nbate e i1Ttpartirlcs las precauciones
1nás elementales.
En última instante, no quedaba otra posibilidad que la de asegu-
••
••
rnater-iales, poi·quc la tnayoría de los ciudadanos era nlás o rncnos
propietar;a de tierras. incluso en una ciudad tan «mercantil» con10 rar a toda costa la protección de la aglomeración urbana, cuyas for-
Atenas a Finales del siglo v a.C. ;ro·do~at.aq·ue~al:ter.i:itorio~provocab"a~ tificaciones, Cada vez 1nás necesarias por las n1utaciones n1ilita1·es
•
p¿¿,~.~--~una:ruptura:.::.más:o:menos-:--gr:av:-c-:Qe.l:equHibrio:econórni.cg..=:.y·, del siglo 1v, no dejaron desde entonces de crecer en potencia y
.,de rechazo, del:equililFio-Soc-ia'l-:CIC:la.con1uni(lacl:""que:co.rría~el:rie_s_-~ complejidad para poder adaptarse al grado de pe1feccionan1iento
go.:de~cu·nvernrs·e-en~víCfima-Oer:fiaml5re~ o por· lo n1enos de disen-
siones internas entre los que sufrían tal situación y los que no. Era
tanta la in1portancia de este problerna que los legisladores, para
de las nláquitlas de asedio y al desarrollo de la práctica del asalto.
Si'ilOIESparta-~e_preciará;::hasta·elccomienzo-d!':~Rºca·h~lenjgi¡:a,
de poder prescindir de tales ingenios y de_¡deber..:-su~seguridad-:::a~
••
n1ejor asegurar la concordia entre los ciudadanos, podían procurar
que sus propiedades fueran equitativamente repartiqas en relación
~!!!lª:!"~@_r_ona"!'dS:J:gye 1~1:er:os ..,..yrno 1 <lcrladri 1los!.C(PI u ta reo, h1.ora lia,
228e). Extremo en el que coincidía tan1bién Platón al consentir
con10 n1~cho en la adaptación con fines defensivos' de la pared ex-
••
••
con las fronteras para que así todos se sintieran igualmente irnpli-
cados en su defensa. 1·ambién iníluía·en este sentido el conjunto de terior de las casas de la pe1ife1ia, pero no por Aristóteles, que debía
los valores sociales, especialmente los religiosos, vinculados a Ja exprcsa1·.1nejor la opinión general: «porque pensar que las ciuda-
des no deben rodearse de n1urallas equivale a buscar un tcr1·ito1-io
••
posesión de la tierra.
1E.resc,in·dien,d9~d~-;;larrelación~puntuaI-denfuerza.s;-.::L~:;:r:~i'lP_UC.sJ_as
••
•• 76/Yvon Garlan
fácil de invadir y a allanar los lugares montañosos; e.S con10 si no se cir los nacidos de los dientes del dragón que sembró Cadmo, ~nces
El militar/77
•• es una prueba crucial que n1oviliza todas las energías de los comba-
tientes y del conjunto de los habitantes; porque una ton1a por asalto
lación a la función de soberanía, según se despliegue por Sl n11sn1a
0 que acepte colaborar en posición subordinada al 111antcnimient?
del todo, o que se ejerza de manera ordenada o desordenada, serv~
••
suponía las n1atanzas ciegas y saqueos inherentes a este género de
operación, y a 111enudo tan1bién la aniquilación d:e
la con1unidad rá para explicar la antítesis de A1·es y Atenea, de 1-Ieracles Yde Aqu~
por quedar reducida a la esclavitud. Una vez 1nás, g'racias al tratado les, o la oposición hesiódica entre la raza de bronce Y la de los h~
••
de Eneas Táctico, poden1os 1ncdir la angustia y grado de exaltación roes. Fosilizada en un rito de Cpoca clásica, se pensará en descubrir
de los sitiados, así co1no lo ingenioso de las n1cdida.s tomadas en ta- tal o cual tripa1iición significativa: con10 en la ofrenda al joven c1·e-
les circunstancias·: no única111ente contra el enemigo exterior, sus tense por su arnante de una copa, de una armadura y de un
••
n1áquinas y tretas, sino ta1nbiCn contra el enemigo interior, es de-
buey. . bl'll
cir los opositores al régimen dispuestos a traicionar para ganar. En Pero lo _que- p~·edon1i~a en la historia_ grieg~: ~csde las t.a 1 as
un cliina de extrema tensión, el sentin1iento patriótico se identifi- n1icénicas del siglo xJii a.C. y los poen1as homericos del siglo .v111
••
-mi_ILtaf_es_deJos-n1ierilbros de la-comunidad_erª_n, -en principio, pro-:1 La formación de las ciudades, iniciada en el siglo vnt, conduce
~P<'!CCiP_na1es~a_su
_situación social."f'c progresivamente a la fijación de nuevas relaciones comunita~~.as,
Podemos encontrar en Grecia algunas- huellas y restos de la trb Pero·esta mutación, que se sigue muy nial en detalle, no n1o<l1hco
el principio de diStribución de las funciones militare~ entre los
••
.ple funcionalidad indoeuropeactan bien analizada por G. Dumézil,
q~e_ <;:on·cibe el orden cósnliC.o y el' orden -social c61110 el resultado miembros de un cuerpo civil que se irá ensanchando mas o n1enos ·
de J·a_Süperpósición-de tres funciones de soberanta, de.fuerza ·y_ de a lo largo de los siglos según el régimen que se adopte. .
••
fe1iiI-¡-dad. En el universo n1ítico, en particular, pode1nos así di~tin En lo sucesivo_ se es soldado en la medida en que se es c1udada~
guir divinidades con10 Ares y Atenea, cuyos ati;butos pdn1itivos en· no y no a la inversa. El ejercicio de la fuerza arm~da constituía, no
lazan con la segunda función, numerosos héroes con10 1-lcraclcs, el origen, sino la expresión privilegiada de lo.s_ d1fcre~tes aspe~tos
_.•
78/Yvon Gadan
••
••
El nlilitar/79
El modelo hoplita
da como jabalina, elementos que a veces figu1·an en las representa-
ciones arcaicas. La coraza rnodelada de bronce se sustituye por una
/
••
1:-3 rnanifcstaci ón más evidente del proceso de forrnación de
la _ciudad es la aparición de un nuevo tipo de combatient e: el ho-
casaca de lino o cuero reforzada con piezas 1netálicas.1El_tO.njunto;'
siri embargo; s~~~fa r.e.qUifie.ndO ·u_nª .inversión ·i.n1portante,_.:de al
rnenos ~.~~i::t dracmas ática.s, lo que representab a ~P~O~i~;da111ente
rel_ salª-_riO trinl.es.t.tal dé 'Un Óbrero-rneQ.ia_n_ªIJlente cualifi~ad@. En la
••
plita.
La protección del hoplita está asegurada por las grebas, un cas-
co Y una coraza de bronce,. así con10 por un escudo circular de 80 a
AteñaS.CICI siglo v, un esl~conómico así sólo podía exigirse a
ciudadanos qlle pertenecier an a una de las tres prin1eras clases ••
90 cm de diámetro, hecho también de bronce o de un armazón de
mader:' o mimb.re y recubierto de piel. La principal originalidad de
este ~10~/01.1, que constituirá el arma emblcn1átic a de los hoplitas,
censatarias, e,-itre las que la tercera, la de los zeugitaS, constituía el
grueso de los-efectivo s. Criterios de selección así, en el interior del
cuerpo civil, debían de existir un poco en todas partes, por lo n1e-
••
c.ons1st.1a sin einbargo en no colgarse del cuello por una correa,
sino por llevarse en el antebrazo izquierdo, e1nb1·a7..ado por una
abrazadera central de bronce y una correa pe1;férica como aside-
nos allí donde esto no se limitaba, como en Esparta, a los que preci-
samente estaban en condicione s de ar1narse con10 hoplitas.
111._phieba dec_i_siv_a,qt_tc··tos·agU.ardaba,era una batalla· con urlP
••
ro. De esto se derivaban dos consecuenc ias esenciales. Por un lado
el hoplita ~ólo disponía de su brazo derecho para n1anejar sus ar~
pl_a_n~preconc.~_Q_iq.o, que solía denon1inars e agór:t·, igual que el certa-
men atlético y que globálri1~nte éstába organizada de la misma ma-
nci-a, con sa¿rificios prelirninarc s (con diferentes niveles de pro-
••
mas ofensivas: una lanza de madera, de una longitud aproxin1ada
de 2,50 m, provista de una punta y de un contrapeso de hien·o 0 de
bronce, así como una espada corta para la lucha cuerpo a cuerpo.
gresión). enfrentan1i ento en un campo delin1ita<lo, y acciones de
gracias acon1pañad as de ofTendas con frecuencia análogas (coro·
nas, t1ipodes). ·El coni'b""'tc se desarrolláb a ·lealmente, conforme a"""J
••
Por otro, la protección de su flanco derecho, relat.ivan1en te descu-
bierto, tenía que asegurarse por. un compañero de fila dentro de
· una falange suficientem ente con1pacta (habida cuenta ashnismo
. pr:-áctíC?S ·m~y~ tj_tuali_?-adas, s·in buscar ningún ·efecto sorpresa.~
Una vez que, 1nás o menos tácitamente , se había convenido con
el enen1igo un punto de encuentro, n1uy igualado, con10 por ejei:n-
••
de la limitación de visibilidad y agilidad de los combatient es im-
puesta por el casco y la coraza). 1-Iay que adrnitir qu·e esta dohle in-
plo una llanura labrantia, se fo1·n1aba la falange con va1·ias filas
(ocho por regla general) para poder ejercer una presión colectiva y ••
•
••
•·• 80/Yvun Garla11
E.l 1nilitar/8 l
•••
hon1bres , se extendía unos 2,5 k1n. En las alas tomaban posición al- mula>,o·lleva.dos:.pCJr~uh-:esctav:o?-JJ\JJJP.tUra:c:o.n~~~.:-Yi4~i~l-.er_a_-v.c.f7
gunos c.ontingc ntes de .tropas ligeras y de caballer ía que se encar- J;a:e;~~~te1·1nín·in1a~
gaban de oponers e a cualquie r intento de desbord amiento y de J T:.a..arn1ósfe-;;"'que:t"éin·abt1-:--e·n~e"J:-ejércilO:tan1poco:distaba-::n1utho
contribu ir, al principio y al final de la batalla, a crea~ confusió n en de':'fa.v.itl~haOi"tual~El'.:"arte:deda:p.ersuaSiñn-·Se-ejercía -como~en*=la
las lineas enen1iga s. Después de asegurar se con u'n últirno sacrifi-
•••
a-saml5I ea;en:for ma aeexlrorta'cionesomuyxlaras:dirigidas:al:fr<;JlJ_e,
cio el favor divino, se iniciaba, en direcció n al enen1igo , dista~te dF.Ias~tFopas-inmeaiatamente"antes_Oel:a-taque·.,.E~ mando supren10
unos centenar es de nietros, una marcha ordenad a que solía tern1i- recaía sobre magistra dos elegidos por todo el pueblo, con10 los
nar a paso ligero: los espa11an os la realizaba n en n1~dio de un silen-
cio in1presio nante, sólo al son de la flauta, n1icntras que otros la
! diez estratego s ateniens es, que a menudo actuaban colegiad amen-
••
te, y sus principa les ayudante s, los taxiarco s, puestos a la cabeza de
acompaf iaban .con fanfarria s a base tro1npcta s, grilos y peanes de
ataque en honor de Ares Enialio .. El choque se groducía frontal-
1 los continge ntes de las diferente s tribus, salvo en Esparta donde el
mando recaía en los reyes o en algunos de sus pai;ente s, rodeado s
mente y sólo daba lugar a unas pocas maniobr as laterales , aden1ás
•• 1: por los «con1pa ñeros de tienda)) que compren dían, entre otros, a
de qu<; la falange tenía una tendenci a natural a á.vanzar oblicua- los polen1ar cos elegidos y puestos a la cabeza de los diferente s rcgi-
mente hacia la derecha, por la sencilla razón de que cada uno de 1nientos . Una vez n1ás la excepció n es Esparta cuyo ejército, según
sus con1pon entcs tendía a desviars e in1percep tible111e ntc por el
••
dia el resultadc_:> de la batalla: la prin1era ala derecha que consegu ía unidades , llevaban sólo unas pocas insignias distintiv as (penach os
n1antene rse provoca ba poco a poco la dislocac ión de la falange o plun1as en el casco) y sus funcione s no se prorroga ban aulon1át i-
contraria . Los jefes no podían n1odifica r. realn1en te el curso de los 'i camcntc de una campañ a a otr~, no forrnaba n por tanto ninguna
•• sus n1uertos y, de regreso a casa, con las preces acon1pa ñadas de sa-
crificios y banquet es .
¿~:.~~taj:lª;<;l~fü:>¡llifa';, destinad a a producir rápidam ente un jui-
ti~;··~~-~orai",-estaban cundicio~ados a un juicio en la debida for-
n1a ante un u;bunal del ejército o, a ser posible, ante los tribunal es
ordina1; os de la ciudad.
•
"'· . - . ·-·· ..... . . ....
tribu). Podían así actuar plename nte en el seno de la falange rela-
. . ' . . .
El milit<ir/83 ••
·••
82/Yvon Garl<in
••
ligeras, pero privada de estribus y de sillas rígida".> y con la desventa-
·.-ta en las·~iudades helenísticas, un.amia noble por.cxcelénCia ;.y dti~
ja añadida por la ausencia de herraduras en las cahalgaduras,rla·c~,,
.rant~. un_~tj~_n1pó _continuará desen1pefi.ancl o. un papel CSCnC:i"ril en·
•
••
•·• 84/Yvon Garlan
••
El arco no es la prueba de bravura para un guerrero, sino que consiste en
ci§f!.~Y._hnstig;:t_miento; con unos efectivos equivalentes a lo sumo, quedar fi~e en su puesto y en ver, sin bajar ni desviar la mirada, n1overse
en la n1ayo1ia de las ciudades, a la décin1a parte de una falange. Los ante él un car;npo de lanzas enhiestas (1-/eracles, 159-164).
•••
espa11anos fueron especialmente ren1isos en esta materia porque
esperaron al año 424 para dotarse de una caballería de 400 ji- A partir de la guerra del Peloponeso, y sobre todo con la multi-
netes . plicación de los Reltastas armad()~_j_e_jab_'ilifl-ª-~U'_d_~~~e~~-d_(l Vi:
J..:os ateri~_t1~~~}E~-ricQ_~, pertenecientes en su fnayo1ia a la pri- queñ_o_ipélta), se hizo cada vez más evidente que, en ocasiones, las
111era categoría censataria de los pentacosion1~dimnos, ,_fCnían ~iiÜpas ligeras podían aventajar a los hoplitas y que en numerosas
•• ¿como··wi~~-~p...:_esp~f!_c_a co!1tri~yjr_aL..aaname_nt'o_naY.tiL; En un
principio, quizá proCUfa:ran-eJios miSinas-los-b-arCOSen eT marco
111uy 1nal conocido, de las naucrarias y, después de la instauració~
cirCunstancias se hnponía su utilización (p1·otección de límites te-
rritoriales, guerra de asedio). Los prejuicios que rodeaban a este
tipo de tropa se fueron así disipando con la evidencia de los hechos
••
hubiera conseguido llenar doscientas o trescientas naves, se vio re-
asignándosela a los grupos llamados simorías. Las demás- exaccio- forLada por la presencia de numerosos extranjeros. De su capaci-
nes con finalidad ~lfítar·-¡:e·cáfan -SObrc ~~n1erosos zeugitas: en dad de maniobra dependía el éxito del abordaje-con el espolón, que
principio se trataba de contribuciones (ei~phqr~D-~K.~-~~R_¡;_i_~_~aleS,
•• 1
ncs voluntarias (epidóseis) procedentes de las mismas categorías
sociales, recompensadas con hermosos decretos honoríficos. Estas
eran las principales posibilidades internas de financiación n1ilitar
nión de los aristócratas, co1no se ve por la expresada en vísperas de
la guerra del ·Peloponeso en la Constitución de los atenienses del
«viejo oligarca» o, 1nás tarde, en la obra de Platón. Otras ciudades,
•• de este dra1naturgo estign1atiza a Heracles en estos términos: menores porque eran ciudadanos en potencia, educados y tratados
como tales. Situados como estaban entre la infancia y la edad adul-
ta, en Grecia con10 en otras partes, asimilados tanto a la naturaleza
••
Nunca en1brazó un escudo con su izquierda ni hizo frent·c a una lanza,
sino que con el arco, el anua má.s cobarde, sien1pre estaba presto para huir. Como a la cultura, en una fase de transición n1arcada fue11en1ente
86/Y\•on Garlan
••
poi- antiguos ritos de iniciación, se los dedicaba a ejercicios que lo
r11isn10 los oponían que los preparaban para el co111bate de hopli·
El niilitar/87
••
rritorio, sin provisiones y armados con un simple puñal, con la por ejemplo, la figura de Hipólito. Otro buen representante de esta
consigna de no dejarse ver, aliJnentarsc a base de pequeños hu11os juventud, que lleva hasta el límite la afirmación de su especificidad
y de dedicarse por la noche a la caza de ilotas, a quienes los éforos antes de fundirse en la co111unidad, es el héroe ateniense Melanto,
••
habían declarado previan1ente la guerra. Durante esta fase de se· es decir el «Negro», que triunfa por en1plear la astucia (apáte) so-
gregación, previa a su integración definitiva en la sociedad de adul- bre el tebano Janto, el «Rubio1>, en un con1bate singular por la po·
tos, se co111po11aban, por así decir, con10 antihoplitas. sesión de una pequefia ÍTanja fronteriza: de aquí torna el nombre la
EnfAletlaS;!TóS:jóVcries P~-s~_Oan a 1riano-s cl~I Estado más tarde
que Cñ Esp?ita";" sólo al fiñal de·-Ja_adolescencia~ Quedaban entonces
SOn1etidos a la efebía, c~ya- existencia debe remontarse por lo tne-
fiesta de las Apaturias (derivado ctimológica111cntc de la palabra
apáte), durante la cual los adolescentes de dieciséis ailos, al alean·
zar la rnadurez fisiológica, eran presentados a las h·at1;as de sus pa· ••
nos a principios de época clásica, bajo Ja forrna de un único año de
for1nación reservada a las tres pritneras clases censatarias. La efe·
bía nos es mejor conocida en fecha muy posterior, tras su reorgani·
dres y ofrecían como sacrificio sus cabelleras.
El resto de la población tenía corno característica con1ún la de
estar privado de todo derecho político y de no fo1'mar parte de la ••
zación y reforzan1iento por Epícrates hacia 335-334, en un n1on1en·
to en que L..icurgo se esfuerza por restaurar una potencia n1ilitar
muy comprometida después de la derrota de Queronea ante los
ciudad en el estricto sentido del té1·mino. Pero estos no-ciudadanos
constituían sin e1nbargo un elemento indispensable para la super·
vivencia de la Ciudad, lo rnis1110 que compartían indi1·ccta1ncnte en
••
1nacedonios (338). Un capítulo de la Constitución de .los atenienses
de Aristóteles (cap. XLII) y algunas inscripciones nos permiten
descub1;r los p1;ncipales aspectos de su funcionamiento. Aquí la
tie1npo de gue'i"ra los éxitos y sobre todo los fracasos. Por tanto, no
podían vivir completamente al niargen de las actividades n1ilitares.
De hecho si no de derecho, pasiva o activamente, de for111a 1nás o
••
efebía concierne al conjunto de los hijos de ciudadanos con inde-
pendencia de su cond.ición ccnsata1;a, entre los 19 y los 20 años de
~dad. Du1·ante el pri111er año, los efebos, despues de haber 1·eco1·ri·
rnenos regular y siempre en una posición subordinada, este tipo de
población est3ba implicado según las n1odalidades concretas que
dependían, para cada categoría, de su distancia variable, o mejor
••
do los santuarios, permanecían de guarnición en El Pi reo donde re·
cibían una cornpleta instTIJcción militar: 1nancjo de arn1as de ho·
pi ita, tiro.con-arco, lanza1nicnto de jabalina, n1anejo de la catapul-
de su posición or;ginal con relación al cuerpo social.
Así es cón-io en Atenas los ciudadanos do111iciliados que, de al·
guna mancra,:se habían integrado y alcanzado la p1;vi\egiada situa·
••
ta. Al año siguiente, pasaban revista y recibían del Estado el escudo
y la lanza. de hoplita, antes de hacer marchas por el Alica y de per-
ción de metecos contribuían, en unidades separadas, sólo a la de·
íensa del tcrrito1;0 (como hoplitas o corno infantería ligera según ••
••
manecer en guarniciones fronterizas fortificadas. 1:-os jóvenes se sus rentas, pero no con10 caballería) y servían sobre rodo en la flota
encontraban así, de una 111anera 111enos marcada que los criptas la· con10 remeros o co1no 111arineros especializados, pero no con10 pi·
cedcmonios, especial111ente 1narginados, igual que lo estaban en el lotos. Asin1ismo estaban sujetos a las eisphorai, a las que cont.d·
••
plano políticó, aunque figuraran ya inscritos en los registros .de los huían en una sexta parte, pero no les afectaba la tr;erarquía, dado
demos, debido a su ausencia de la asamblea popular y a la prohibi- que in1plicaba el mando de una trirrerne. En el ejército laceden10-
nio entraban, por su parte, contingentes de hoplitas periecos así
•
••
•• 88/Yvon Gadnn
rida por un entrenamie nto específico y situarse únÍ.camcnte bajo el
El militar/89
••
1
t~é~dase desesperado , se podía armar a algunos de; ellos. Las di spo- mas cuanto en nuestra firmeza de ánimo a la hora de actuar» (1'ucí-
s1c1~)nes -~doptada~ en este sentido va1iaban, por Una parte, según dides, II, 39, 1) .
la s1tuac1on de los interesados , y sobre todo según que se tratase de De .todas las condicione s sociales que predispo.ne n para el ejer-
•• \
antes un pueblo libre explica a la vez su espíritu de revuelta así
corno su relativo grado de cualificació n 111ilitar.
.Incl~s~ ~~s -~~j~-~~~ d~ origen cit.~dadan_o, aunque el valor fuera
lugar porque «hace_vigor oso al cuellJO»c En este aspecto, ·la·a:gricul-•
tura .conjugaba:s us.-efe.ctos con los de.Ja caz~, considerada en la
Ciropedia (l, 2) como «el más .auténtico entrenamie nto .para l~.
-. ••
i nlas o n1enos 1·elac1on con la guerra, ya tuera como víctimas ejen1-
! plares que encarnaban las posibilidade s últimas de perpetuació n
/ de la con1unidad y que mejor sabian conjurar, con sus lamentos,
/ preces y estimulo a los soldados, la aniquilació n de aquélla; ya fue-
\ ra con10 con1~)aticntc.s improvisada s luchando, <le forn1a entera-
' rncnte excepcional , por la protección de sus hogares. En estas oca-
La caza efectivament e habitúa a lcvantat-se temprano. a soportar el frío y
el calor, adiestra en la ma1·chay la carrera, obliga a lanzar la jabalina o la fle·
cha contra los animales cada vez que aparece uno; forLosan1entc ade1nás
ten1pla el alma cuando, como suele suceder, un animal valiente hace frente
y hay que aceitarle si se acerca y esquivarlo si se echa cnci1na. Es, pues, difi·
cil encontrar en la guerra una situación que no se presente durante la
•• sión condicionad a bien por una parcial dcscxua1iza ción (por ejem-
plo, el hecho de la ablación del seno derecho para manejar el arco),
bien lin1itada a las vírgenes {parthénoi) que no han encontrado aún
cuerpos se debilitan y las almas también se vuelven rnás cobardes» .
hasta el punto de que estas personas «pasan por ser unos pobres de-
fensores de su patria» (Econó1nico , IV). Estas consideraci ones
•• en el matiimonio la realización normal de su propia naturaleza. ideológicas se reflejan en ocasiones en las institucione s: si es cier-
to, por ejemplo, que para ser elegido estratego en Atenas hacía falta
estar en posesión de tierra dentro de las fronteras.
•
_.•
en el cuerpo social, y que se encuentra además en todas partes aun
con forn1as variables, parece prescindir de toda calificación adqui-
pacion j:>brpresen iarla libertad de los hijos daba desde luego a un
90/Yvon Garlan ••
·Soldado una raz_ón más para pelear, como sostiene Platón (Repúbli-
cD:V,-40.7a) :;t-ÜdO ser \iivo cornbate mejor cuando están presentes
El militar/9 t
••
sociales de carácter cultural y religioso, caracte1isticas de aquellos
ciudadanos que no estaban aprerniados por la necesidad y podían
disfrutar de suficiente tiempo libre (sklwlé). En primer lugar figu-
E ambio rladie habría negado que las cosas eran n1uy distl~·
tas e: l~ relat-i~o a las armas para disparar y, sobre todo, e1¡1· l~ _n1ar1-
na que segun . 'T uct"dides (I • 142) «era una cuestión de o lCIO>l.
Por.otra parte, son muchos los indicios que llevan a pensar ~ue
••
raban las pruebas atléticas que se preparaban en las palestras y
ghnnasios, tra~icionaln1ente n1uy vinculados a la vida 1nilitar, y
que figuraban eh el programa de los concursos organizados en el
la vida real- el entrenamiento militar no estaba tan desatend1do
~:mo afirman los ideólogos de la a1;stocracia. Incluso en la _Ate~as ••
marco de los santuarios cívicos o panhelénicos: carreras (una de
ellas con a1-n1as de hoplita), saltos, lanzamientos y pancracio. Un
ca1npeón en esta especialidad era necesariamente un excelente
del siglo v los hoplitas debían recibir cierto grado de forn1ac101~ u-
te su efebi~ y eran ade1nas
~:~de
. peno· ·d.1can1en te llaniados a revistas
se verificaba el buen estado de los equipo~ personale~ de ••
soldado, con10 indica una anécdota de Diodoro de Sicilia relativa a
Milón de Crotona: «Este hon1bre, seis veces vencedor en Olin1pia,
tan valiente guerrero como buen atleta, Íl.1e al combate, se dice, ci·
com
bate y donde, scguran1ente, se rcalizatian man1ob1:as en o1 en
· . b . 1 l curso a instructores
~ rrado. Algu·.nos preconiza an inc uso e re ..
c~ofcsionales que iban de ciudad en ciudad a enseñar, med.1an~e sa-
••
ñendo las coronas olímpicas y llevando los atributos de Heracles,
la piel de león y la tnaza; a11ífice de la victoria, se ganó la admira·
jario, en palestra• privadas el manejo de las a1ma' de hopJ1ta~ ~s~~
311 e, la hoplonJakhia, se inventó en Arcadia hacia ~cd1a os . e
glo v1. Otros profesor:cs, de estrategia y táctica (entlendase I~ f~~:
1
••
••
ción de sus conciudadanos» (XII, 9, 6). En Esparta, tan:ibién los que
habían ganado una corona en los juegos cornbatían al ladO mismo de e·ercer la función de estratego y de alinear las tropas en a a :
del rey. A todo esto se afiadían danzas procesionales con armamen- lla) tiguraban en el círculo de Sócrates, según los Recuerdos de ~~:
••
to de hoplita y otros tipos diferentes de danzas con armas, entre las crates de Jenofontc. En cualquier caso, no hay duda que los esp:
que la más célebre era la pírrica. Según Platón: tanos, pese a su desconfianza hacia este g~nero de sofis~as cspecr:¡
lizados en el a11e militar, se ejercitaron rnas que los atenienses en
•
,
••
•·• 92/Yvon Garlan
El militar/93
•• º.f~cio ,de las armas, con gran despreci o de Pericles que, en su ora-
c~o.n .funebre, se burla de «éstos que, desde niños, practica n con un
d1fic1I entr~na1niento el valor pi-opio de adultos» (Tucídid es 11 39
la figura del mercena rio tuvo un gran auge a pa11ir de la guerra del
Pelopon eso, en benefici o p1imero de los sátrapas persas de Asia
Menor, y del conjunto del n1undo griego y su periferia después. t.a
•• las que figuraba una peculiar contran1 archa que 'se conoce ~on el
nombre de «laconia11.
Convic~.e sobre todo subrayar que .a lo-:largo~ de lél época clásica
esta actividad en calidad de hoplitas, peltastas e infanterí a ligera.
Junto con sus co1npañ eros procede ntes de los Balcanes , desempe -
ñaron un papel esencial en la conquist a del Imperio persa por Ale-
•• d , 'd d d
as; pr1or1 a e la ~X~Jeriencia en la elección de los estratego s,
corno _ve~1~s en la Pol1t1ca de Aristótel es y en un opúsculo anónin10
~el princ1p1 ? de époc~ helenísti ca (el tratado De eligendis 1nagisti·a-
arqueros cretense s, peltast.as tracios) y benefici arse así de la gene-
rosidad de un c1nplead o.r victorios o y afortuna do .
L.a 1nasiva utilizaci ón de mercena rios por parte de las ciudades
•• t1bus) que Cita con10 CJC1nplos «algunas pequeña s ciudades bien re-
g~amentada~ii en donde «se eligen tres de entre los que ya han cjer-
c~~o la rnag1stra tura de estratego y do,s más jóvenes)) ; cspcciaÚ za-
tuvo sus consecu encias para esas mis111as ciudades : acentuac ión
técnica de las operacio nes militares ; dificulta des financier as; p1'(')-
pensión de las ciudades a desen1b arazarse de Las tareas 1nenos
•• /{.o_~ 111ercenarios
• parte de la guardia de los tiranos. Después de un periodo de calma, produci r el n1odelo cívico bajo diferente s for1nas, haciéndo se con-
••
-·••
94/Yvon Gal'l~n
El rnilitar/95
••
casos, nada más urgente que el deseo de imponer su ley a sus co1n-
dadanos movilizados a los estrategos, los cuales tenían todo el inte-
patriotas. Pero sólo se trata de las manifestaciones más espectacu-
rés en conceder ptioridad a los voluntarios y a tener n1uy en cuenta
las aptitudes individuales. lares de la tendencia, digan1os estructural, de los representantes de
A:paftir~O~~fiñales-OeJ-=siglo_v:asistimos.~tan1bién-:=::n:la--constilU~
ciOn;1entCleter.minaaas.,ciudarles~de.tunipequeñO:CjefCitQIJJCrrtra
n~; te~·compuesto-a ·menuao~por~J00 7óTl~OOO'Ciuaadanos •escogi'
la fuerza arn1ada para inteIV'enir directarnente en la vida interior
de las ciudadeS, en ausencia de cualquier otra fuerza organizada
susceptible de l{acer tiiunfar los intereses propios de una categoría ••
d_Q~L>}_que-.eran";(por··a"st·ae<:ir:,.__«tne~cenarios-.OCl:jnterion". Los argi-
vos, por ejemplo, seleccionaron en 422 a «mil conciudadanos, IOs
o de asegurar el mantenimiento del orden público. ·-· ~,,..,
[fotla-disens.~testina___:._.q~:~e.¡CO~vir.!~eraTe1~lg~errti_':c;1"Jl _se
traducia .cspontá!l_C_ametn-e~en-tem11nos..:-m1ht_ªrG~7-POt n1ed10 de la
••
••
niás jóvenes, más robustos y tnás ricos, a los que se dispensó de
cualquier otro servicio y se rnantuvo a costa del Estado y~_~e les pi· división de los soldados en dos can1pos opuestos según una línea <le
dió entregarse a un entrenamiento continuo» (Diodoro(Q9)Sículo fractura que· pasaba, por regla general, por los diferenti:s ~uerpo.s
constituidos: caballeros contra hoplitas, hoplitas contra mlantes li-
XII, 75, 7). Más célebre es el «batallón sagrado» de Tebas que fue
reorganizado en 379 por Górgidas: «en el que hizo ent1·ar a tres-
cientos h6n1b1·es escogidos a los que el Eslado aseguraba la forma-
geros y marine~os. La habilidad de los gobernantes consiste preci-
san1ente en impedir a los facciosos organi1.arse en este plano, con-
siguiendo desarmarlos de 111anera preventiva o alejándolos p1·ov~
••
ción y el 1nantenitniento y que estaban acuartelados en Cadn1ea»
(Plutarco, Pelópidas, XVIII, 1). En esta mis in a época, la liga arca-
dia estaba iguahr1cnte dotada de a:guardianes públicos» denontina-
sionaln1ente bajo cualquier pretexto, dispersándolos dentro de uni-
dades leales, prohibiéndoles reclutar mercena1ios, etc. El enfren- ••
••
dos cpa1itas, 1nicntras se 111ultiplicab:an un poco por todas partes tamiento se desarrollaba norrnahnente en la ciudad a partir de los
los soldados d.e élite llan1ados epilektoi, cuyo estatus y régin1en de lugares naturales de reunión (ágora, acrópolis, t.eaú·o, giinnasi~) ~
rccluta111iento. <lesconocen1os. terminaba con la 1natanza o el destierro de los vencidos que pod1an
••
En este contexto histórico es donde tenemos que situar ·los pro- continuar la lucha instalándose en una ciudad extranjera en un
••
•• 96/Yvon Garlan
puesto frontc1izo desde donde po~ian controlar una parte del terri-
El inilitar/97
••
tieran entre todos los víveres que tenían)) (Tucídides, IJI, 27, 2-3) . el ser sólo subordinados( ... ]. Aquellos que son dueños de las armas
Pe1-o ta1nbién ocurría que los efectos se dejaran Sentir en un plazo tienen tan1bién en su poder el n1antener o no el régimen» (VII,
n1ás o 1nenos largo sin que se desencadenara la violencia. Vearnos l 329a).
•• [polir cía] fue suslituida por la deniocracia radical [de.1nokratía] ... en Atenas,
a consecuencia de las derrotas de la infantería, el nlirnero de ciudadanos
destacados disminuyó porque los soldados se reclutaban según un catálogo
guerra en la Grecia antigua. En la 111edida en que los principal_es
tnodus de explotación y desarrollo reposan esencialmente en. el
uso del condicionante extraeconórnico, la guerra no podía figurar
••
,de:lo_s-ciudadanos:-una oligarquía-debía de apoyarse encla-caballe-
estudios generales.
Íía y~u_Qa po·Jireia ·est_ar_compuesta de hóplitas (o reservar, como los
Entre los n1anualcs de inspiración factual y positivista, aparecidos prin-
~liÜs, el ejer<::icio de las magistratur?-s a quienes estaban en edad cipalmente en Alemania en el siglo XIX y principios del xx, los rnás adecua-
de con1batir),tmient1~~~-ql!e~una democracia.sólo p·otlía: contar;con
_.•
••
••
98/Yvon Gailan El n1ili1l1r/99
IV, 3, 1928; véase ·ta1nbien P. Coussin, Les institutions núlitaires et navales land warfare as symbolic cxpressionn, Past & Present, 110 (1988), pp. 3-8; P.
_:, ::·
••
des arrciens ·.Crees, 1932. Krentz, «The NatUre of Hoplite Battlen, Classical Antiq1üry, 4 (l 985), pp. 50-
Algunas síntesis mas recientes proponen una interpretación más «socio- 61; F. Lissarrague «Autour du guerriern en La cité des in1ages, 1984. pp. 35-
lógican de la guerra: F. E. Adcock, The Greek and Macedorrian Arto/ \Var, 47; D. Miculella «Ruolo dci militari e consenso politico nella polis a1-istotcli-
can, Studi Classici e Orientali, 34 (1984), pp. 83-101.
••
1957; J.-P. Vernant (ed.), Probli:.nies de la guerreen Crece ancienne, 1968; Y.
Garla~. La guerre da ns l'Antiqzúté, 1972 (trad. ingl. 1975; trad. ital. 1985); P. Tengo el placer de agradecer a P. Ducrcy, R. Lonis y P. Vidal-Naquet el
Ducrey, G1~en-e el guerrier.S da ns la Crece antique, 1985 (trad. ingl. 1986 con haber querido participar ch la critica de mi rnanuscrito.
••
abundantes ilu!>traciones). A lo que hay que añadir R. Lonis, «la guen·e en
GrCce. Quihze années de rcchcrchc: 1968-1983", Revue des Etudes Grec-
ques. 98 (1985) pp. 321-379.
Nu1nerosas obras más especializadas tienen, en 1nayor o 111enor n1edi<la,
esta nueva 01·ientación: AA.W. Années et fiscalité dans le ntonde antique,
l 977; J. K. Anderson, Military Theory and Practice in the Age of Xenophon,
1970; A. Ay111ard, Eludes d'histoire ancienne, 1967, pp. 418-512; A. Brelich,
••
Guen-e, agoni e cu/ti nella_Grecia arcaica, 1961; P. Brun, Eisphora, Syntaxis,
Stratiotika, 1983; P. Ducrey, Le traite111enl des prison11iers de guerre dans la
Gri!.ce antique, 1968; Y. Garlan, Recherches de poliorcétique grccque, 1974;
••
Guerre et écononúe en Crece ancienne, 1989; P. D. A. Garnscy y C. R. Whitta-
ker (ed.), bnperialis1n in the Ancient World, 1978; P. A. L. Greenhalgh, Early
Greek Warfare, 1973; V. D. Hanson, Warfare and Agriculture in Classical ••
Greece, 1983; The Western Way of War. lnfant1y Battle in Classical Greece,
1989; V. Ilari, Guerra e diritto ne/ 111011do antico J,. 1980; M. Launcy, Reche1·-
ches sur les années hellénistiques, 1949-50 (reim¡)r. 1987, con epílogo de Y. ••
Garlan. Ph. Gauthier y CI. Orrieux); J. F. Lazenby, The Spartan An11y, 1985;
P. Lcrichc y H. Tréziny (ed.). La fortification dans l'histoire du 111onde grec,
1986; E. Lissarraguc, L 'autre guerrier, Archers, /'eltastes, C at•aliers da ns l'i- ••
••
111agerie attique, 1990; R. Lonis, Les usages de la guerre enlre Crees el Barba-
res, 1969; Guerre et religion en Crece il l'époque classique, 1979; N. Loraux,
L 'inveution d'Athenes. Histoire de l'oraison funi!.bre da ns la cité classique,
1981 y numerosos a11ículos sobre la ideología bélica; L. P. MarinoviC, "Le
mcrcenariat grec au JVe siécle avant notre ere et la crise de la polis" (en
ruso), 1975 (tr·ad. fr. 1988); J. S. Morrison y R. T. Williarns, «Greek Oared
Ships 900-322 B.C.", 1968; W. K. Pritchett, ttThe Greek State at Warn, 1-lV,
!'
••
1971-85; A. St::happ, .. La duplicité du ·chasseurn, 1989; A.M. Snodgrass,
.. Arms and Armour of thc Grccksn, 1967; M. Sordi (cd.), .. Le pace ncl n1on<lo
anticon, 1985;· P. Vidal-Naquct, ..-Le chasscur noirn, 1981, pp. 123-207; «The
-~
!
••
black huntcr revisitedn Proc. Canrbr. Pi1ilol. Soc. 212 ( 1986) 126-144 (cfr.
Mélanges P. Lévéq11e, 11, 1988).
Para una mejor aproximación sobre el problema, véase E.· Ciccotti, La ••
guen-a e la pace nel ntondo antico, 1901; M. l. Finley, ..-E111pire in the Greco-
Ron1an ~orldn, Greece & Ro111e, 25 (1978) pp. 1-15; .. warand Empircn en
Ancient líistory. l 985 (trad. al. en llistorische Zeitschrift, 259 ( 1984) pp, 286- ••
••
308; trad. ital. en Pro1neteo, dicien1bre 1984, pp. 72-79; tra.d. ÍT. en SHr l'His-
toire Ancie11ne [.1987] pp. 125-153); fuera del mundo clásico: J. Bazin y E.
Terray, Guen-es de lignage et guerres d'État e,1 Afrique, 1982; CI. Meillas-
••
soux, A'1thropologie de l'esc[avage, 1986; W. V. Han-is (cd.), Tf·1e Jinperialis111
o/ Mid-Republican Ruine, 1984.
Entre los a11iculos recientes debo sefialar: W. R. Connor ... Eady Grcck
¡
l
•
••
•• ·,,
.
'
••
\~ :
••
••
• •• Capitulo tercero
•• HACERSE HOMBRE
Giuseppe C ambiano
••
••
••
••
••• •,
,.
••
'
••
••
••
_.•
. ••
••
••
••
••
•• •
••
({¿Cuál es el ser ·de voz ti ni ca que tiene dos, cuatro y tres· pies?»
Al responder «el ho111bre» Edipo había resuelto el enigma de la es- ••
finge. El can1bio en las forn1as de locomoción parecía la sefial evi-
dente de las tres etapas cruciales de la vida hun1ana: la infancia, la
n1adurez y la·vcjez.J;.a_posiCiO.n-et.~9J.fil"que n1uchos filósofos desde ••
Platón y Aristóteles en adelante Habrían considerado con10 un i;as·
go:<:!istintjvo,esenciah_entre'<Cl:l'íomllre:yJos clemás·ani~al"'!Tindis;j!•
,ba'tªmoiérda':prima~Ja,del-hombre-adultJ:>~;y-la~_d_istancia:que:el:re• ••
.:.cién-n.(!t:"i"db, tan cercano a la situación anin1al del cú~drúpedo.~de~
l;>_i;,=r~tecor.i:er.lpa:ra-:c.onvettirse.:.realme·nte:en~un::~ombre.1~atura.l'
~te~.-ª--Priffiera'conCliCiOn_et·a~sol5i'.eViV:ir,:.escapand~a~!_T(óft.~li~
••
¡E~:frecl_.1~nt.e:..enJa:...Gr:_e_cia..:.ªr(tigua=-.Y;causaOa-:.por:..,pa1:tos~prematlP'
!QS{'.>-an"ámal_p_s~yrctespu"Cs:por-=-enfermedades-:"d-efivaélas~ae-una-ah'"
m®J~~ión~inadccuada:o~de:una~mal<l:h~gi_~-n~·. a lo que se añadía la
••
impotencia terapéutica de buena patie de la.rriedicina antigua. En
Eretria entre fines del siglo v1n y con1ienzos del vn la distancia en-
tre el niño y el adulto estaba también subrayada por el hecho de
••
que hasta IÜs :t 6 años a los inuert.os se los ~epultaba por el tnét.odo
de inhun1ación en tumbas, rnientras que los adultos eran incinera-
dos y sometidos, por tanto, a un proceso que ratificaba su paso de la
••
naturaleza a la cultura.
Pero no era sólo la naturale1.a la que actuaba con10 siste1na se- ••
••
lector· de ·supervivencia. Na·c_er.:cQ.~Qu_cnas-:co·ndiciones~.físicas:pcr~
tr _r1Jitia_escapar a la--elimin~ciórr;;a-1a~quc~no:se-OD.cl~ba~ctLrecu1~1i1-_cn
A_o_§::~e:ctefüññiélad~1caso·s-illterpr:etados:por~los:padres:_y~p9r
~Kuroi, figura rnasculina de atleta. Periodo g1·iegci·arcaico. ca. 520 ::i.C.
·I
·1 ·•
Wda_la _comu n fclad,_co-iji_óJ.JJ1._a.sucrtC:-de. castfgo:-diVi no:Oc:1natauguT
103 ••
----------------------------------
••
--------
•• 104/Giuseppc Ca1nbiano
Hacerse hon1brc/IOS
•• n1anos de ella la decisión de exponerlo o criarlo ..A-nfiguarn~D!_e,_en· tal para decidir quién podia y quién no podía hacerse realn1ente un
Atenas eJ_t>adre· d~biQ._tener. el de~-~cho-d~ :vc_nc,ler.a~sus_propios- hi_;..· ho111 b1·e. NOSólO_~·Ia~ :_ªKt~_t_ocr~"cias_-sin·o ~m_bi_-é]l·:las ~dCrñOCi-aciáS
,~g-¡·i-e-gás·; propo:gna.Oañ '."'Uñ~1fITii iaéióil , n u n1é1;·caae1 =--cuer:po :cTVico-·
)~~-~aldar·sus de·udas~Esta.práctica -fue prohibida por Solón iY
para ~tque-----:el~Criteriú--dé:iné-1Usióñ-:er37e¡:-~:iffile·nto."En Atenas
.¡,
•• \ 'f·-.
1
.-l_":l_-:exposición..se convirtió en un inst-ru·mento alternativo., eSp.ecial-
1 _m·e_nte--:paraJo-s __ rnás pobres .. :En la Perikeiro1néne de Menandro, un
••
\ : gio de una carga en el Egeo.
No existen datos numéricos seguros, pero .es posible _que lama- rra del Peloponeso. Ya Adam Smith hizo depender las restricciones
yor~_parte de Jos ·niños· expuestos,:fuer an ilegítimos_ más qu~ legíti- atenienses a la hora de conceder el derecho de ciudadanía de la
exigencia de no reducir el número de ventajas econón1icas que de-
•glo tv a.C . .,,Ya en siglos ante1;ores nir"ios y muchachos' de herrnoso Her tnuestran a un buen nún1cro de niños trabajando y no se puede
aspecto proveniente s de las ciudades jó~icas conquistada s por los excluir que al n1enos en parte algunas se refieran a esclavos. Un ar-
persas tenían la posibilidad de convertirse en eunucos. 1-leródoto
C~)ntaba que Periandro, tirano de Corinto, por venganza había en-
tesano podía también comprar esclavos para adiestrarlos , sobre
todo si no tenía hijos a quieries transn1itir el.pi-opio oficio:' Así lCs
sucedió en el siglo 1v a Pasión y Formión, quienes se volvieron tan
••
viado a Sardes, a la corte de Alciatcs trescientos rnuchachos , hijos
de los principales ciudadanos de Corcira, para ser castrados; p~ro
en ~na etapa del viaje, en Sarnos, éstos habían sido salvados por los
hábiles en la profesión bancaria que f11eron redirnidos y se convir-
tieron a su vez en propietarios de banco. En el discurso de Demós-
tenes Cont,·a Neera se habla de la liberta Nicarete, quien habia
••
habitantes de la isla y habían sido devueltos a su patria. Una sue11e
rr1cnos feliz les tocaba a rnuchachos que iban a parar a manos del
corncrciant e de esclavos Panonio de Quíos, de quien tan1bién He-
comprado siete niñas pequeñas, valorando atentarr1ent e sus cuali-
dades físicas, las había criado y luego las había adiestrado en el ofi-
cio de la prostltución , haciéndolas aden1ás pasar por sus propias hi-
••
ródoto cuenta que procedía a castrarlos personalme nte para des-
pués llevarlos a Sardes o Eícso y venderlos a los bárbaros por un
precio elevado.
jas para sacarles tnás dinero a sus clientes, después de lo cual la.;;
había vendido a todas en bloque. ••
En _las ciu<lade~g_ri=g~s_se_~· esc~a-~o s_igniBcaba e~tar excluido de
la pa1_11cipaci<?n en )a_yiª~ políli~a_, de l)luchos derechos civiles y de·
buena parte de Jas festividades .religiosas dc.,la ciudad, así como
Pero las actividades artesanales no estaban exclusivan1 entc ci1
manos de los esclavos. Muchos extranjeros y tan1bién ciudadanos ,
sobre todo los n1enos pudientes, desernpe1ia ban personahne nte es- ••
lambién de las palestras y gin1nasios, en los que tenía l~·gar la edu-
cación de los futuros jóvenes ciudadanos . Hacerse adu·lto no supo-
nía para un esclavo un salto cualitativo ni u~3prePara~ión gradu~"i_.
tas actividades. Sus hijos podían recibir instri.1cción girr1nástica y
elementaJ, pues los salarios de los 111aestros no eran n1uy eleva<los.
pero, como decía Protágoras en el diálogo platónico ho1nóni1110, ••
corno sucedía en el caso de los hijos de lus ciudadanos libres. Si el
adjetivo andrápodon , «hon1bre pie", usado para designar al escla-
vo, tendía a asiinilarlo a la condición de los cuadrúpedo s o tetrápo-
los hijos de los ricos entraban antes en la escuela y salían n1ás tar-
de. Aristóteles afirn1ó claramente que los pobres, por estar despro-
vistos de esclavos, se veían forzados a servirse de las n1ujeres y los
••
da, el térn1ino pais, con el que era llan1ado con f1·ecuencia, subra-
yaba la perenne condición de inferioridad del esclavo. Como dice
¡ Aristófancs en Las avispas <ees justo llan1ar país a quien recibe gol-
nifios con10 esclavos que les ayudasen en Jos trabajos. l"ambién
para· Jos :hijos. de' estos ciudadanos más pobres :hacerse :hornbte
coincidía de hecho <;:on :-la realiz.ación de actividades artesanales o
••
\ pes, aunque sea un viejo>>, E.n ·_Atenas se podían .inlligir~lcgítima
: rnente penas coi-porales a esclavos y nifios, pero no a adultos-libres.~
de trabajo en el campo, aunque ello, sobre todo en ciudadesdc mo-;
~r~ticas,
tica. ,
-no l_es sustraía el derecho de ·participai". en~la ··vida_ polV
••
Sólo los esclavos pedagogos,, que acompañab an a los hijos del amo
a casa del 1naestro, j)odlan indirectam ente aprender a l~cr y a cscri_·r~
,bir asistiendo a las clases ..~Pero por-lo general la única instrucción
Esto valía.fa1nbi én para sectores con10 1.~_!lledicina. En un breve
escr-ito del Corpus Hippoc1·atic urn titulad~Le)-;-pO.st~;ior a la segun-
da mitad del siglo 1v, se afirma que para llegar a ser 1nédico hay que
••
qoe un esclavo. podía recibir estaba ligada al tipo de trabajo y servi-
~ gue desernpcña. ba ·para el amo-; en un abanico que iba de los ser-
vicios doméstic~s menos g1·avosos al más duro trabajo en las n1i-
aprender desUe joven (paidmnat/1 Ía), al contrario de lo que ocurria
en época in1¡}c1;al con un médico einpapado de conocimien tos fi-
losóficos y científicos corno Galeno, que inició su aprendizaje en la
••
nas, reservado exclusiva111 ente a los esclavos y al que tarnbién se
dedicaban niños, no sólo en las minas de Nubia, de las que habla
Dio<loro Sículo, sino también en las atenienses de Lau1-ión. J\dstó-
n1edicina hacia los 16 años. A 111enudo casa v taller del a11esano
coincidían y :p.llí tenía lugar la transrnisión ctdlos secretos del ofi- ••
••
cio, especialn1e nte de padre a hijo. Tenen1os noticia de au1énticas y
teles menciona a un 1naestro que bajo salario enseñó en Siracusa a El jura1ne11to hipo-
verdaderas dinastías de pintores y escultores.
los esclavos la ciencia <le los trabajos domésticos , incluido p1·oba- t.ransntitir ense-
crático incluye entre otras cosas el propósito de
blen1ente el arte culinario, dada la gran reputación de la cocina si-
••
ñanzas escritas y orales a los propios hijos, a los hijos del n1aestro y
ciliana. Un an10 podía enviar a sus jóvenes esclavos a·talleres at1ec Si no se tenían hijos o no
a los alumnos que siguieran el juramento.
sanales para aprender un oficio, del que luego obtenía ganancias:.
n1ostraban éstos un talento especial -como fue el caso. según Pla-
Pero qui1.á la práctica más difundida era el aprendizaje en cone-
xión con el trabajo en el taller del a1no. Tal aprendizaje se debla ini-
ciar enseguida: pintu1·as de ccrán1ica ateniense con escehas <le ta-
tón, de los hijos del escultor Policleto- e.xistía la posibilidad de
adoptar como herederos a los hijos de parientes o an1igos, o de re-
••
•
••
•• 108/Giuscpp c Cambiano
•• cuada para ellas. Pero, a su juicio, esto tenía n1uy poco que ver con
1 la paideía: no por casualida d en Las leyes
actividade s agrícolas y ar-
' lesanales eran dejadas por entero en manos de los esclavos y de los
n-g.·r pQ[¡t~~ ~sta\jan .ob_li~adas ·a s.al.ir de éas\l.
rior.¡Sólo-la:s-1í1ujere~
)2;!.n•.IDhi!@renetc:ªITll'º o cledicai·se a ~e.11éle_r5En casa, las jóvenes
aprend-ía_n _b-ien pronto las tai:eas..dOiTiésticas del hilado y la prepa·
•• ~ n_~!f1uj~x. e~sta ba in t~g~~ g~ _ e_i:i _~- C~!J_Q._~d- _no __como.ciud adana;· si n'O
_cofffóJlija··u_ n1ujef__ctexiuOadan0: Solan1ent e de época helenístic a
se tiene noticia de alguna muchacha que se ocupa personaln 1ente
Hera; quizá también en Esparta las n1uchacha s tejían el quitón con·
sagrado cada año a Apolo en las Jacintias. En los meses que prece-
dían a las Panatenea s las dos muchacha s seleccion adas llevaban un
•
1 1O/Giuscppe Cfl.1nbia110 Hacerse hon1bre/l \ l ••
rCgin1en de vida especial y al final se despojaban de sus vestiduras v
de sus collares _de 01-0. I~s··~!±eT011as pasaban ll.01:._Ser.uiia_etapa d~
lejos de la concepción difundida entre el inundo n1asculino la sen-
tencia expresada en algunos versos de Menandro: «¿enseñar a una
••
{paso·g~:i_niC_iac_i_ón_: .J3s 111uchachas aprendian el trabajo propio de la
rnujer, el hilado y el tejido, y se preparaban para ser esposas v tna-
<lres, asun1icndo la tarea de llevar sob1-e la cabeza por la noch~. des-
de la acrópolis hasta un ja1-dín dedicado a Afrodita, un cesto cuvo
mujer a leer y a escribir? ¡qué error 1nás grande! Es como ali111entar
con otro veneno a una horrible serpiente,>. "ró~JlYia·_ef[~e.~.:~..11.Sle-
..nistica ·el~ ~_nalfi!l?-~JiSn1-0'.Pª--~cc: más ~~i~ndido .-e_1~e~ _l~_--n~-~!ér~;s
qué _entr~j_o?j'iOO-lbJ·es, ateniéndonos al ro~~entaje Oe las·-lllUJCI"CS
•
••
••
co_nt.enido debían ignorar y que era depositado en un lugar suble- que recurrían a otros para escribir. En Teos existía una escuela fre-
rraneo del que salían llevando otros objetos sagrados en\'ueltos en cuentada por alumnos de an1bos sexos y en Pérgan10 tenían lugar
un paño. En el cesto estaban el simulacro del niño Erictonio v la competiciones de recitación poética y de lectura para muchachas,
serpiente, que simbolizaban la sexualidad y la generación. pfttre
m_iHares di: filUc!iach~stan sóJ9 dos-era:n escogidas;Jo que aniigu-a-
~~n_te_~co!~Slitllía_quizá eLpri.so ColecíiVQ_de __todo u11_gi\.ipó de e-dad
pero no eran fenómenos frecuentes e incluso la educación_ gimnás-
tica era prerrogativa esencialmente 1nasculina. l.1i~XcepciOfi·mas<.
notóni'i!Sta!Jil: constituida ¡;-of,&pana: dofideJas ·niñas,. tan .bien' ••
~_µn~ nue_vcl_COñdiCiófi-a_fr<iVéS de una fri"Sé_de s·eg-rCgª(:ión de la co•
ñ__YcrnfQfüf'"--Y .=_a~_ 1::!fl_ª""p1itC·ba,_-:cn "éPQ~_ª_ claSiCa- seJransfo_~;n-¿-- c·fi uña-,
1~.pre!?_~illaCi_ón--~imbQlicél!'fcnen1os noticia de casos de sa-cer~iocio
M ~lí~~ntadas co1no_rosrüñ-os; en lµgar
J ---··- ------ --
:f>repararJa~COfiiiOci;~que-sic-mpre
-
de ser adiestradas_para
--· . -- •. •
tejer~y.
queOaron co1no ocupaciones se1--
~yjlCSJ··no propias-ae~las-riiüjeres; crañ·y;-r-eparadasbieil:Prontó para·
- .
••
c.onfiat:~ a inuchachas en edad pren1atri1nonial en Arcadia y Calau-
r1a; las .1ovencs de Locris estaban incluso obligadas a un servicio de
l~~~~-".:._i~~ en el ten1p_lo de Atenea. _Pcro.'.p0-1~:1t>_::_gcnttr~J:J_ª-~pa)1_i_ci11a
ejercit_~se.~dCsnUdcis y a la ·vista incluso de los ·hombres~ enJª- c_~
rrerá;""l~_tw;_n~; elJ-ª-11z~111i--eftlO OC disc·ó y el de_jabalina.~·No saben1os
51-fUe ~ste ejemPio espartano el que indujo a instituir en los juegos
••
1
:~;:>~ ~-~l~1!f~~J1ª-chu!i__erl riloS Ytai-Cas_ieligió_sa:s_esta·baJig~_Q~_sim-
' ~qt1~a:ncnt_e_Jtl ·gin?~ d_ec-ísJy_q~O_c.su-:-vitj-ª~'ªft :re·l~_~fón ··con el ·mat1i-
111101110. -
de Olimpia carreras pedestres fen1eninas, si bien en días distintos
de aquellos de los grandes juegos. Según Pausanias en estas carre-
ras participaban tres grupos de edad distintos y no saben1os si en
••
Y.. ~stQ_~_s 19~9\ie Sucedí::lt5:ffi\5iéii"Cil:Ateñas eíi~1~el<iCf6ifCOñ-Jas
(f!~~!~~--J~J~U_f-o~íi~~; algunas niñas de edades comprendidas entre
los cinco Y los diez años se debían consagrar al servicio de Artcn1is
1
'
ellas tornaban parte también 1nuchachas atenienses.
.iTodaví_a rrráS.raro~y difíCil~era. pat""aJruLjóvcnes-adquilir una irls-
1truCCió1i:Sup_erioro yna-~XGcf?_Gióii ._ es~el~caso-_de, la· h_et~ra .Aspasi.~,
••
en el santuario de Braurón, en las afueras de Atenas, por un perio-
do desconocido para nosotros. En recuerdo de la osa predilecta de
próxima a·ecncl·es·y~significativamenre---u-na-extranje1=a. no-ana cici'-
dadana; es .ig\la 1mcn te una:excepción_~__c:i~'C_ll l~_c:\<:_ !';~_f() 0é _11. Lesb_qs
a~t;:ofiiiitiios'..deV:siglO-Vf..á.C.7del que no existen paralelos docu-
••
••
Arlen1is, que fue asesinada cuando iba a refugiarse en su leniplo,
estas n1uch~c_has eran llamadas «Osas>> y expiaban dicho sacrilegio mentados par~ la Grecia clásica entre los siglos v y IV. Se trataba de
con su serv1c10. Al propio lie1npo, ellas representaban el recorrido una asociaciófi cultural en la que n1uchachas de Lesbos y también
••
de la osa desd_e una condición salvaje, de la que se liberaban, par-a de ciudades de la costa jónica se ejercitaban en la danza y el canto,
prepararse a cohabitar con el esposo e integrar así la sexualidad en · aprendían a tocar la lira y a participar en festividades religiosas y
la cultura. · quiza en certámenes de bellew, adquiriendo las cualidades reque-
Procesiones, danzas y coros de n1uchachas eran elen1entos
esenciales de fnuchas festividades ciudadanas. l~n el siglo 1v a.C. en
la procesión de las Panalcneas cien 111uchachas escogidas entre las
ridas para ma.t1;1nonios con personajes nobles. f.StOpai:cce~confir:
mar.la~~l_i,!:>.,!!:"-d_d.,J!l 9~_:0de'?J!'~ºn•gozar._las_tnuchachas de•
·~ob~ faf!!:ilia :"en-1a:~p_oc~~--~.~-'.c.~~~e:.:t.!~!.f~_l~c;:.ic?_n. ~on L~ -~~"- _caractertsr
••
fa1nilias rn<is nobles llevaban los aparejos para el sacrificio. Pero
para un gran nún1ero de jóvenes atenienses la participación con-
sisl ía quizá rnás en ser espectadoras de las festividades que p1-ota-
tic3~~~giegaC\ón·~~d~,~~~ "J.\t.e.~?:~:~.lási.f~l~ En dicho círculo se desarr~
flá'biil-tálilbíén. vínCulos ho1noeróticos, que para la Esparta del si-
glo vu a.C. están <locu111entados en los parienios de Alcrnán, pero ••
go11 is tas. ·
~\ ··- _gf!J_ª~AfG.oas__ :C~1~~¡-c_a Y no-s·o1o·eI!_c·1_1a, no CXiStí.3-n .escuelas para'
;I ~·_!!ns o mu_c~a_ c,:_luis_Qdo_l_~s_cc_ntcs.¡De stIS iii:idres·;·_viejas-parientes .o
ello no implica que allí se efectuase también una educación sexual
prematrimonial.
Errla_Vida de Ias_muchachas_griegas de condición libre eLfilatFi-
·
••
eEdavas_:eJlas p_m:lfün 6!1',telarns dela tradición mítica, vinculada a
\os ritos relígfososJfo\iados a cabo por la ciudad, y de ellas podía-n •
qlf!!á'.·tª_!1_115iéil~ajjreñderi-lee1:._y~t!Scribir._~_.pero no debía estar 111uy
rtronio· era el_-decisivo _ritual de paso: Con el inal1i111onio·_Ia muj~r:;
~á.;~q~e el ho;bre:~ealizabaun carnbio radical de situación-~Con~
~verti~se_ enadulta y .nÜ ser:. ya pdiJhét_1__QS coincidía para elJa con eJ'.I
••
••
•• '""""lf"'"
¡
'T
•• 112/Giuseppe Cambiano
••
menuelo-antes de los--dieciséiS. arios, y con-hon1bres .aI- menos.diez
1
áñ?S_ ma~01;s que ell<iS.~L-a proiiiesa de n1atrini5nio tenía lugar. to- ruc-¡ón-ae ~n:raiO~entre dos-· familias:r
davía antes:·'para la her1nana de Den1óstenes, hacia los cinco años . i · ---;-J~.-1 ~Írimonio es, para la 1nuchacha, lo que la guerra es para el
••
.1
La ley de Gortina, en Creta, fijaba el inicio de la e;dad núbil en los joven» (Vernant). En una situación de guerras y amenazas conti-
doce años. La diferencia de edad no contribuía; a potenciar Jos nuas de guerra, factor también decisivo de prospe1;dad o decaden-
~ .
vínculos afectivos e intelectuales entre los esposo.S. Jenofonte atri- cia económica, la posesión de capacidades 1nilitares era esencial.
•• buyó la ausencia de educación en las mujeres a la edad precoz en la Par:a los~arones,rh"ijbS de ciudadaTlos';-hacerse·ha·mbr es-significaba
que se casaban. Paracompren:der las características del"inat-r-in1o- convetLirSe'-_Cfflm·ar.idos=y:-padres~Pei·o :_sóbre Ltodci convertirse, en
ni<?~atenie_!_1_3le-hay_-qu·e~r-ecürda-r que era Un coiiti-atO--entre-dbs hom- ciüaadanüs:eñ~é6ñdiciones de defender'su·~propia ·ciudad: y de
•• len_cia del mundo griego, eran, por el contrario, las mujeres las que
sahan de casa en busca de alimento, rnientras que los hombres se
quedaban tejiendo. La futura esposa se preparaba para el día de la
tia s~bre At.<"1i_as ·enJa-güecra· del l'elop6neso~~~pmia surgió a ojos_.
de--Va:rioS-iilt.ele"CliialeS 60n10ITiO~délo~de ciudad capaz de prcparari
.,:_m_ejQ~~--IÓ:S_jó-v~e-ncs-:para·1agUerra. Jcnofonte a11-ibuía esta supren1a-
• ••
Pl~~~gg~~St&:_derruua1· d~_p:asg· Y. cambio de estado-
te la.muJer.,EI co1nienzo consistía en un banquete en casa del pa-
dre, donde un muchacho pasaba entre los con1ensalcs llevando
pan y pronunciando la frase: «han ahuyentado el rnal, han encon-
Preci-samen_~" id·ealización caracteriza~los-cuadros-de.-Ia educacifan espartafl;~ di·
señada por J enofonte o Plutarco, pero::-era·_-in-du-dabl·e-·qHe-Su-finali'-
da_:_d-:-~ra1elrre-fo17.1ifil"ient01''él 1.aa1est1~a-Tniehtorfísico desde :_la .-más,
fie-rna~iiifanCia,.El ca1nbio decisivo tenía lugai- a partir de los siete
tr~do el bienn. El pan sirnbolizaba la transición de un régin1en sal- años, cuando los varones eran reagrupados en escuadrones o agé-
•
su integración en la casa. Sucesivamente los dos esposos entraban
en la cámara nupcial, en cuya puerta hacía guardia un a1nigo del ñOsera-;:; rasurados y acostun1brados a caminar descalzos; a los
__.•
114/Giuscppc Carnbiano
/'i·
; .
l1accrsc ho111hrc/ 1 1S
••
doce años se ponían una vcstin1enta idéntica para todas las estacio-
nes del año y dormían sobre jergones de cañas cortadas con sus
\~iQa_segteg~:da:yjg~go~de-r.eincorpora~ión_;:-Jenia:ll,!gª-_1~-~Q!l-la~ll_ª~
~::ÍSD'PJ!If:~;::_que_:te_n_i~~Ruc-vec:sÓlo_:_con:una:Clite:de:e_f~b_q_~y_:_qu~"
••
propias manos. En las Girnnope<li as, ficst~s celebradas en pleno ve-
rano, realizaban ejercicios en el ágora, desnudos bajo un sol abra-
sador. Recibían igualn1ente una <!limcntació n escasa, para adies-
cra-rpractic ada...por:indivicluos'"'aislaclos~n_o_:en-:;:gr}.!Jl_Q;:::enrdif{<;i_l~
~!}TI_iCiones_._Oe_.vi'da_cont.inuada--.:arlai:inte1np-cfi~des¡Jrov.istos:de-1
y_estido~y~yi_t_µa:Uas_y.ar-1naClos·tan~só\ó:con·un-tucfiillú. De día tenían
••
trarlos a procurársel a con astucia,. r9bando .sin ser. descubierto s,
pues en caso contrario eran fustigad~s. &-:o:bcaieñCia-se·aC:lquir.ía".9·
.i:i-or:n::e~io .Oe !:!_fl-s!_~t:!:tJ.ª-~ª .~-Pr,~.n1_i9s_y __c~~tiggs:-en;·cada_:u1:ia~deJas:ii
que ocultarSe y no dejarse sorprender y de nqche realizaban una
auténtica labor policial ·en los enÍTentami entos con los ilotas, a los
que. tendían en1boscadas . No hay que olvidar que los espartanos
••
~as·e~:Q~:s_u.:farma_c_iQn:e1-~io:v.en.-estaba.siemp.re_sometidó:al-::mand0
~g~i)_iJiay_o1:,_pero.sieffipi~e:cn'.:"cOilcliciOh--:-libr:~_:y.:n_o:d·e:esc_l~y-g~
adultos tenían la obligación de participar todos los días en las co-
1nidas co1nunitari as entre ho111bres y no residían habituahne nte en
las tierras <le su propiedad. 'f:a.!_t1p~o_co:e.1:art.fñf1:ecaente_s~las-:--rI~Vll}~l
1
••
f_o_rno_:cra_,eLpeCiagogo:en_Alertas-:rSéiñe}ahte-Capi-larida:a=en:e1-con'"'!
¡t_tQt ·so_dat:c!escmb.o.cal5a_en'un.máximo.de.confmmismo:v:tendia:a
~fü[?AEC]~~~-int~grasión~en~eJ-cue~9~§i_pciE-·l:-Pero.:todo"e_~tg
!ªs.tle.-ilu-~nlfciaimporlanc¡adeunsc-r:vici'o::-de:vigHancia_y_po
~~: d~-e~te~n19_Q~o_Lo---'c;_e_fe_l::>.os_comenzaDan-a-se1'.aelfüitiUos_en. u-na)
'ftin c_iOn_púfilica. -ª:RQ'PfFía_cra .un a-i nstituciün -inver53-y-s i n1éTfiCa
••
cstal5a acompanatlo~d"~!a exigencia propia:tlcJm ·gnip.os:mi !itares'
,de3_eJe_ccionar_:los-mejor:_es:para:el:rnando-y:de-c911_sJiJ_qi_r-cue~9-s,
tescogiOOS. Con dicha finalidad se producían las competicio nes en-
1résR'ec_t_o_al_com15ateJiopliiico:_se
ptoaucia de _noche. en el 1nonte.
atañía a individuos aislados, sin equipo de arn1as, y asun1ía la forn1a ••
tre miembros del mismo .grupo de edad, durante el desarrollo de
las festividades , y en particu.lar la institución tan típica de los con1-
batcs ficticios.
de una: caceria, fuera de los terrenos cultivados ...Este~e~-el ..mo"
m_ent__o dramanzaOo:Oel:-abanrloffü-Oe~1:rvraa:infa11til~y::de-1a-_p1:_~p2I.a~.
,~----:a::I~uerra:rtJna::v.ez:convcrtiOoslen liotnlJres,Raquel1m-:-que
1 ••
La música no estaba ausente en la instrucción de los n1ucha-
chos. En las Ghnnopedi as tenían lugar con1peticio ncs de darizas·
corales, a veces con máscaras, para ambos sexos, al igual que ocu-
cr-'-a~__ soryl.etitlO"S-aila-IC-rypte ia-er~n""pro15 al5lcmente:eTY cuadratlos---=-en
e I_, -~"1et:po_._.cscogiCIOIOerltfs'±t.1~escien tos, 0abaH eros·- q u e....:coú1 bat._Lcg:_h
¡ª1)iell ••
rría ya a partir del siglo vn en las Carneas en honor de Apelo. En las
Jacintias se ejecutaban coros de niños y adolescente s. Pero Ja:patle'-
GentralJ'lec!a_agogé::esfül5a,ocupaaa.·más.que.p:Or.ilacenseñan1.a"de:la•
. !;_[1~Espafta;--n0,obStañt~la::.transición"":"a--::la:vida-adultaTcuy6-:n10~
1nento~exa5Jp.:e_s_~cj_ifí~j_kp~-~-c_is_ar:µ_comportaba:unanGUn.ti-n.uj_da9_-111a
~Q!:_c:O:n~respe~to:a:la:viela-aíltefiorfprec"isaine1l-te-por::la.c~OITrponea
••
:l~tm:ay:l~lura:opor_los--EjcrciCiürgiinháStit:os,_quc"'prepara
JJ.an ~tan10ien..:paráJas.:con1p_efiCiOO·eg,. ·No_._es~casualictaTirqtre=-erP-13~
~ára"ñti~F.losJuegos-olímpiCQS_muc·hos_c::le:los~.ve-rrcedore·s~
~_:_1nilita1>exiStTnie-cn-.to035Ila?faseS. «Es difícil' decir si la edad
adult.a_cn Esparta es una infancia prolongada o 1nás bien si la infan-
cia no e~ más' que un adiestramie nto pretnaturo a la vida del adulto
••
ftierai1-espa11anos._iA la misma altura que !os aganes y la guerra es-
taban los combates ficticios, que ritualizaban la agresividad y se ex-
y de! soldado:: (Vidal-Naquet). El·mauoi111pnio:<;m:c.ol1siderado:obli-
gatorio, cóm.o condición esenci~I ¡)ara la reproduccTO rl de lOS"fütu-
-1-0S·s~·lda~os, y estaban Previstas sanciones para los célibes; pero:e:I
••
presaban denl_ro de una co1nple1ne ntariedad entre cooperació n y
enfrentami ento. En una isla fonnada por el rio Eurotas cercana al
letnplo de Artt;mis, divinidad particularrn ente ligada al n1undo de
nfat-r:inioni-O:-ho:cra~pa-ra:losjóvenes:un:rito~de:paso:que:se_iiª-las_e_:_el·_•
final:dc:la~adOI escencia-:yJa·adopción;~e -u n-lil1 evo-m odb-:-de :v_i da~t.a};
lceremonücnup-cial~tenía7J_µgar.;rnediante:::el:rapto.:de:la-:csposa!' 1....a
••
la adolescenc ia y a la tensión entre lo salvaje y lo doméstico, tenia
lugar un con1bate entre dos equipos de jóven~s. a cada uno de los
cuales se asignaba por sorteo uno de los dos puentes de acceso a la
n1uchacha etfa rasurad.a al cero, se vestía con rÓp<:t ;nasculina y se le
hacía recostci1:sc sobre un jergón sola en la osCuridad ..J~kaislamTen-
1.Q,"::_q i:xc..,pa i~a-:e I~e feOo- sup~nía .:.Un a~-ptcpa rae ió n :par:a:la:fu_n c i ó_n-.dc.~
••
isla. La no.che anterior, cada uno de los equipos sac1ificaba un pe-
1-r·o a Ares, dios de la guerra; a continuació n se hacía luchar entre sí
a dos jabalíes y se hacían pronósticos acerca de los futuros vence-
h,QR.llta:o::para~ta:-muchacha--::supo·nia".:una':.p1~eparación:.para:el:.1natfi~
r;t_l_Q!J}o.:::-que~er:arconsumad9~ápidanJ_enté_rtlf-ª-s~!P.1-C1lil:l::c.GL~po$_O
aE_~ndo·naba~-a-la:es¡yo·sa:y.:vol.vía~a::-do1TI1i1-Con-scrs---:-cotn¡lañer:os.~A'i:_.
••
dores. La con1petició n con1enzaba al alba y consistía en ocupar la
isla y en ca1Ar a los adversarios arrojándolo s al agua, en una mezcla
de combate hqplitico de escuadras y lucha salvaje, pues todo estaba 1
c.ólitrario.o elo,que ocu1oñlfencAtenas;elcoíkos·no:.tcnía:aquí-imp01"
,tahCia:~incluso después de la boda el esp6so, hasta 1nás o rneno's los ••
permitido, hasta mordiscos y golpes en los ojos.
~~lª-ªuléntica-1niCiiiCiOn, en-suS--1no1nentos.Oe~separac·iCn1~
1
treinta años, con10 ocurria también en Creta, llevaba una vida. en
co1;1~1n c9n .Jos mien1bros de su pro¡:iio grupo de edad y tenia con su
••
i •
••
•• 116/Giuscppc Ca1nbiano Hacerse hon1brc/117
••
·esposa encuentros sólo ocasionales de finalidad prócreadora, de
tal modo que incluso estaba permitido que otros la fecundaran.1Las .. dad el muchacho recuperaba la libertad después de haber recibido
<;.:9m~d1rS~comu·nitarias y::Clti~Coñviventia .. prolongada _entr_e .varÓnes::.- C()IDO regalo, un equipo militar, un buey y una copa~_) El sacrificaba
el b~ey a Z~us-Y r·ealizaba u-na fiesta con el grupo que lo había escol-
••
s_e s~:!_dah_t!_Q_en ·ta~soctedad espartana-con la función_pedagóg!~ª c:le~
se:~J!_e_ñ_rida~pcfr_las·_r_elaciori-es·:homoerólicas? En los convivios de tado a la vuelta, declarando su satisfacción o insatisfacción por el
los adultos, participaban también paídes que aprendían los con1- periodo de intirnidad pasado con el an1ante ..··No ericontrar un
•• portan1ientos y los discursos relativos al hombre adulto libre, in- amante era algo· poco conveniente para lbs n1uchachos de noble fu-
cluso a través del vehículo de estas relaciones. milía:Equivalia al reconoci~i~nt6 de la falta de cualidades qué ha-
La r>~áctica dé los cónvivios estaba muy difundida en el mundo biliiaba-n para entrar. en el grupo de los adultos guerreros, simboli-
••
:fol'n1ado el grupo:!.""éJ los conducía de caza, guiaba sus ejercicios e
irnpartía los castigos. En los diez años de permanencia en una agéle mitirlo en la familia así como el derecho, hasta la mayoría de edad,
y hasta aproxitnadan1ente los veintisiete, antes de entrar en el grt1- de tran~ferírlo-a-otra familia mediante el procedimiento de la adop-
ción, o d~..a-sig:~-arlo-a un- tuto~ ·en caso d-e que él 1nurier.a. Huérfano
••
po de los hombi:es n1aduros -llamado lzetairia- y de comer con
ellos en con1ún y dor1nir en el andreion, cela casad~ los hon1bres», era--considerado, en p1;n1er lugar, todo aquél al que se le había
.
los 111uchachos se adiestraban tan1bién en las danzas pírricas con muerto el padre .
• armas. ~ñ'_Ci'cta ·la ·re·Jaciún homosexual ·entre un:·muchacho ·y Un Entre el quinto y el décirr10 dia después del nacimiento de un
amantG mayor.era una Gtª'Pª ~t)encial para convertirse_ en hombre, varón tenían lugar, en presencia de los miembros de la familia, las
'
peto adoptaba.:la~JóF1na ·no del cortejo· sino del :rapto _ritual-: El Anfidron1ías, en las que el neo nato era llevado en brazos y cor1icn-
dO--~f1:~d-~d~r del hogar de la casa, con10 signo de su adn1isión en
•• porte típico de los héroes, n1odelo de los efebos- du1-ante dos me-
ses, transcur1;dos los cuales ya no estaba permitido retener al mu-
chacho. Era éste el momento de la segregación, aco1npañado de
al hijo a la vista del padre antes de los cinco años para evitar que
una posible muerte prematura del niño produjera dolor al padre .
Juegos y relatos de la tradición mítica llenaban la jornada de los
•
l 18/Giuscppc Can1biano Hacerse honibre/119
••
niii.os; éstos, en las Antcstc1;as o fiestas en honor de Dioniso, eran
involucrados directamente en un rito centrado en la apertura de
ncs comprendían pruebas en gran parte ya conocidas por l-Io111ero,
adeinás del peq.tµJJ.c2..P!,. que incluía la lucha, la carrera.' el s.alto de
••
las jarras y en la cata del vino nuevo. En estas fiestas tenían lugar
competiciones para niños por encima de los tres años. En el segun-
do día de las fiestas, el llamado día de los jarros, estos niños reci-
longitud, el la~zamierito de disco y el lanzan1iento de Jª?~hna._ No
se tiene, en can1bio, noticia de competiciones de natacton, n11en-
tras que están amplia1nente documentadas las carreras en a1·mas o
••
bían con10 regalo carritos o figu1;tas de animales en te1·racota asi
con10 tarnbién un pequeño jarro con el que participaban en la com-
a caballo aden1ás de las espectaculares la1n_padofo1ias o carreras
de relevo~ con antorchas en las fiestas en honor de l"eseo, institui- ••
••
petición coronados de flores. El acceso al vino representaba el p1;- das hacia el 475 a.C.
mer paso hacia la integración en el mundo de los adultos, que tenía Pero ·el·agón era un a realidad que sobrepasaba la propia ciudad:
en el simposio del que estaban excluidas las n1ujeres, una de sus a
abria·tamlJi"t~ii los jóVenes espa.Citis extraciudadanos y suscitab~ _el
••
rnanifestaciones principales. En la tun1ba de los niños muertos an- sentido de la competición con las otras ciudades griegas, espec1al-7
tes de los tres aiios se ponía un pequeño jarro, como para simboli- mente en los juegos Píticos, Istmicos, Nemeos y Olí1npicos, donde
zar una realización sin1bólica al n1enos en el más allá. se introdujeron las competiciones para jóvenes ya .en la segunda
Tarnbién la iniciación en los 1nisterios de Eleusis estaba abie11.a
a los niños y entre los cargos honoríficos estaba aquí previsto el lla-
n1ado pafs aph' fiestías, el hijo proveniente del hogar de la ciudad,
mitad del siglo vn a.C., con la exclusión del pancracio, una n1e1.cla
de lucha y boxeo, que sólo les estuvo permitido hacia el 200 a.c. En
Olimpia, la tarde del segundo día de los juegos __tenían. l~gar las ••
que pe11.enecía a una fan1ilia noble ateniense y era elegido anual-
111cnte para ser iniciado a expensas de la con1unidad y obtener así
para I~ ~iudad el favor de l)emétcr. Otros dos jóyenes, escogidos
coinpeticiones resei-vadas a los adolescentes, l11JOS lcg1tunos de
ciudadanos griegos libres, de edad con1prendida entre los doce Y
dieciocho años, si bien no siempre era fácil decidir sobre la edad
••
por su nacin1iento y riqueza llevaban en procesión en las Oscofo-
rias en honor de Dioniso ra1nas de vid repletas de uvas, vistiendo
ropa fernenina, según un procedimiento típico de los ritos de paso,
real. pues no existían los certificados de nacin1iento. ~atural~1en
te los aristócratas tenían n1ayores posibilidades de ad1estram1ento
p;eparatorio; las competiciones ecuestres, .dado lo cos~~so del
••
que 1nientras dra1natizaba el acceso a la vhilidad atenuaba al mis-
1110 tiempo la transición al nuevo estado n1ediante un vínculo con
la condición «fen1enina» de la infancia, vivida en la propia casa, en
equipo, permanecieron siempre como exclusivas de ellos. Solo~ al-
gunos jóvenes pro1netedores las ciudades o bien p.rotectc:res pt~~a
dos les proporcionaban dinero para su entrenan11ento. ~filos 3ue~
••
un mundo de mujeres que estaba a punto de ser abandonado. Una
función análoga t.enía el co11.e de pelo, consagrado a Ar1cmis en las
Apaturias, a la edad de dieciséis afios, cuando el padre juraba la le-
gos;·los participantes pertenecían a t(_>dós los estratos sociales, ~un
que.no- para tüdos los jóvenes el deporie era co1nponcnte habitual ••
••
de sus activid~des.
gitimidad de su hijo ante la fratria. :-....: El cbñYbatf{a¡;stocrático de la época arcaica e~a una ptueba de
l...,".lS f€StiVidadCs fcni<in Un irigredicnie- esencial en los aganes de valor. individual· mientras que el combate hoplítico habla introdu-
cido el trabajo, e'n equipo y la cooperac-ióii como ele1nentos dccisi-,.-,
••
gitnnasia y en los mµ_s-icales,_ qite teníart tañtb-ién :-la -función de de-
1119Sir1if. ~ahté '.los·: adultos :la~_: capacidades adquitidas._:Los agones_, vos; En cierta :medida, las competiciones venían a absorber aquel
'"eran un insttulii.ento 1nediante el cual la ciudad conlrolaba en los~ ·i.~I~ntc agonal individual ya ausente o secunda1io en las gue~·ras. El 1
••
diSti-ntos grupos de edad entre los que eran distribuidas las compe- oOjctivo·de:Ia~· competiciones- _no era el d~ estableccr-pnme~os
ticiones la ex~~tericiá ·de l.is ~ortdiciones para Ja ·propia reproduc- puestos; sino-él ·de vencer individualmente (rente a l_os adv~_!sanos
:ció-0 y-s~Per-vivencia.rAsí en Atenas en época clásica, durant"e las y compartir ¡_a';gloti~ de la vidoria con la propia familia y la propia
·oscÜfÜ1~ias se· diSPutaban competiciones de carreras en un recor1;-
do de siete kjlómctros, rcali1.adas por diez parejas de adolescentes
de Ias n1ejores familias. Cada pareja representaba a una de las diez
rcii..td3d'.:ldéntiCo carácter era propio también de la~ co~pctic_1?ne~
--que se desarrollaban en muchos lugares del mundo gnego. lene
1nos noticia de un naufragio ocurrido hacia fines del siglo v a.C. en ••
tribus en las que se dividía la ciudad, que, por lo tanto, resultaba la
verdadera protagonista de la competición; ésta terminaba con la
procesión de los diez vencedores. Pero las competiciones atléticas
el que perecieron treinta y cinco muchachos de Mesenia, c~n1po
nentes de un coro que se dirigía a Regio, a quienes los n1e.sen1os en
sefi.al de luto dedicaron en Olimpia estatuas de b1·once e l·tipias l~C ••
para los tres 'g1upos de edad, niños, adolescentes y adultos, fueron
introducidas en 566-565 a.C. en las Panateneas. Dichas con1petício-
Elide les dedicó una inscripción.
--- --· ·--
En el rilOmenfo en que 19. fuiicióñ ilülitar dejó de ser pre1·rogatJ;
.. ~ - . - ·- ••
•
••
•• 120/Gíuseppe Can1biano Hacerse ho1nbre/ 121
• ••
!¡l-~:~~g-~i:-_es_de .9recia ~onlenz;iion~ a surgir günnas'ios y palestras.
Junt~ con el teatro, el gimnasio se convirtió en un edificio típico de
la~ ciudades griegas. Cuando con las conquistas ,de Alejandro los
griegos se asentaron en Egipto y Oriente, el giinrtasio se convirtió
la norn1a suponía un desnivel de edad entre el an1ant.e y el n1ucha-
cho amado. Esta sin1etria hacía posible, de una pa1ie, la distinción
entre papel activo y pasivo, no sólo en sentido fisico, y~ de oLra, la
din1ensión pedagógica de la relación. El gimnasio podia ser fre-
en signo de identidad respecto a las poblaciones indígenas. En Je- cuentado por los n1uchachos y aden1ás por los ciudadanos libres
•• nes un gin:inasio para n1uchachos hebreos. En el gin1nasio a partir conversar entre ellos para suscitar interés. El cortejo es a n1enudo
de lo~ doce años, y quizá anles, los ni u chachos se 'adiestraban bajo descrito por los antiguos con n1etáíoras de la caz"a: una presa se
la guia de un n1aestro, el pedotriba, en todos los ejercicios gin1nás- hace respetar y adn1irar cuando no se deja capturar.inn 1ediatan1en -
••
particulares a las ciudades de Teos y Mileto con el fin de pagar el sa-
la1io de los maestros para lodos los niños de condiciún libre y en el ción; en MagnCsia tenía lugar ta111bién una co111pct1c1on de calc~l~
siglo n a.C. los reyes de Pérgamo enviaron diriero y grano a ·Rodas Este tipo de competiciones solían coincidir a menud~ con fcst1v1-
dades religiosas celebradas en el gimna~io o en la c1Udad. Todo
para pagar est~s gastos. Pero son ejemplos casi excepcionales, pues
lálcostumbre-=-dejaOa1a:dos::;padres-:::la~irriciaTivaTde":"pr.ocurar.les-rins~
(ñ:iCCiOn:-a-:sus:propib·s~hijQS:"'.Y..'.Ja:instrucci'á-n:no~era-:per.'.se:un:factor
esto era válido "especialmente para el otro ingrediente f11nda1nen-
tal, junto con la gin1nasia, en la formación de los rnuchachos, la ••
dC-pron1oció-h---:SOtial•: tan1bién los hijos de los n1ctccos podían reci-
biI-la y ello no n1odificaba su eslatus jurídico.
Mandar a un hijo a la casa particular de un rnaestro - y no a un
n1úsica, que era con1ponente esencial para los coros y las danzas en
ocasión de Ja$ festividades, tanto en Atenas con10 en Espa1i.a. En
Arcadia, segú~ Po libio, la 111úsica acompañaba a la educaci~n hasta ••
edificio público construido a expensas de la ciudad, corno era el
gin1nasio- era algo ligado en cierto modo a la tradición nlítica,
que describía al héroe enviado fuer·a de su casa por un tutor, con10
los treinta años. La enseñanza de la música consistía en pr1111er lu- \
gar en tocar la cÍtara y en. el canto acon1pafla~io de la .cítara. ~unto a !
la cítara estaba el aulós, un instrurnento de v1cnto 111as sen1e_Jantc al { ••
es el caso de Aquiles por Fénix. Pero cl7liZía~~kG/líon-tenía=la-pre·rro~
gativa-Oe·aco·gCr
~
a-muchos alumnos:bajo-1a-dirección~de·un~111is1110
" - ·-=--~
1nacstfü.'-tEJ 111.uchacho era aco111pafiaJo por un esclavo del padre,
óboe que a la flauta; pero la citara dejaba libre la boca para cantar,)
rnicntras que el aulós dcfor1naba el rostro hasta hacer que a u~1 \
aristócrata con10 Alcibíadcs le pareciese indigno-de u1_1 hornb~«: 1_1-1 ••
el pedagogo, que debía vigilarlo y podía castigarlo si e1·a nec·esario.
l::'..n Atenas estaba prohibido que se ccr·raran después del ocaso.
bre, por cuanto que privaba de la palabra. Apelo venc1a a Ma1s1as.,
el virtuoso del aulós, no sólo en el 1nito: ya en el siglo 1v a.c. el uso
••
•
••
•• 124/Giuscppe Cambiano Hacerse hombre/125
•• gracion d_c_ los 1nás jóvenes en ella, era de oído, sin texto escrito.
Con ?cas1~n de las con1pcticiones, los coros de los muchachos
eran 1nstru.1dos por n1acstros bajo la supervisión de coregos, ciuda-
cosm_e~S y_de diez sofronistas, uno por tribu._La asamblea procedía
a l~ elección de dos pedotribas, un n1aestro de arinas, otro de tiro
con arco, otro de lanzamiento de jabalina y otr:o de catapulta para
•• danos_ e_Ieg1dos para tal fin, de edad superior a Io.S cuarenta años y
l~ _suf1c1entemente ricos para sobrellevar los gaslos de la instruc-
c~~n Y de los. preparativos; los coregos ponían tan1bié_n a disposi-
la instrucción de los efebos. Con ocasión de la festividad de Arte-
1nis Agrotera los efebos participaban en una procesión y en el san-
tuario de Aglauron prestaban el juramento de defender a la patria,
••
para el ad1estrnm1ento del ciudadano como modelo de hombre. EL·
· i:i_on1ento ~nn_1ed1atamente·anterior al·paso a'.Ja:'"cOndición adulta una revista de los efebos ante la asamblea en el teatro de Dioniso,
' ~ra l~.e_f~b.'ª· En Atenas a partir de 338 a.c. la in~titución de.la efe-.• donde demostraban lo que habían aprendido en el adiestramiento
t 1ª -que probable1nente era de origen anterior- ;Se -codificó,_ militar. Asignándoles el escudo y la lanza,.la ciudad expresaba su
•• 1 a de cond1c1on social, a quienes la ciudad proporcionaba el sus- ción en las fortalezas y a defender las sesiones de la asamblea, vis-
tento. Pero en relación con el periodo anterior, inscripciones data- tiendo la clámide negra. El:setvicio de patrulla en zonas fronteri-
bles entre el 261 y el 171 a.C. registran un fuerte descenso en el nú- zas, en los márgenes de· la ciuda_c:L incluso con extranjeros, coloca-
•e' para todos n1 s1qu1era a cargo de la ciudad, de forma que los más
~oh1::~.que~':lb.a~ ~~;tomá1.ica1nente excluidos./l~fl·To~_siglüs 11 •1 a.C.
ta_n1?1e,n_ l?s efe?os,, Junto con el ciuda_d~no .i:ico puesto al freri"te-de
según las distintas clases de eda<l a pesar de que ya había prestado
el juramento del hoplita.
Los·efebós estaban plenamente integrados en las festividades de
_.•
vendido como esclavo.
••
••
126/Giuscppc Cnmblano Hacerse hombrc/127
••
Hacerse hombre/129
versión estaba esbozado en Alcibíades, que aparecía también en para los hombres adultos. En un muchacho podía~ contribuir a su
1\1cídides corno can1peón de la igualdad entre jóvenes y viejos, paideía, pero a condición de que fueran luego abandonadas; en
••
En efectO, la escuela filosófica aparecía, incluso ante el Platón de la
·. 1nativas entre la figura del filósofo Sócrates y la de los sofistas -lal República, como un lugar donde ponerse a resguardo de la 111ala
1y con10 aparece sobre todo en Platón- consistía precisa1nente en educación impartida por la ciudad y los sofistas, que no hacía otra
••
·el hecho de que la enseñanza filosófica era extenpida también a la cosa n1ás que replantear los valores dominantes e11 ella y, por tan-
/edad adulta y prácticamente no tenía fin. La escuela filosófica que to, perpetuar su enfermedad. Tan1bién físicamente las escuelas fi-
·instituyó Platón en el siglo 1v a.C., no en el ágora sino cerca del gim- losóficas tuvieron por lo general sedes lejanas del centro de la
••
po podía procurar. Es interesante que los Ca rae te res de Teofrasto
escuela de democracia y de justicia Platón oponía la tesis radical de ridiculicen la figura del opsinzathes, es decir, aquel que se pone a
que los mismos ciudadanos atenienses, lejos de ser educadores de- aprender muy tarde, tan1bién se ridiculiza el «juvenilisn10» en los
••
bían ser educados. L.a trasposición del 1nodelo de la dietética 1nédi- adultos que quetian todavía hacer gimnasia, correr y danzar con
ca del cuerpo al aln1a permitía a Platón concebir la filosofía con10 los muchachos pero que callan por con1pleto en lo que se refiere a
una técnica educativa de prevención y terapia indispensable para la enseñanza superior y a la filosofía. En-:-gen-eraLJ9s {ilósofo~ ~-1!li~
••
todas las edades. guoS comp3.'rt-ieroil 'Sfeñlpre-Ja Col}v_ic_ción expresada_ por Epicu,r_9, !
En la República las ciudades histórican1ente existentes, Atenas s.e[@:!li_:Cii"<iliñinguna~e-dad· eS'iñ-adecuada para ·o-<:liparse ~e' lasa;
en particular, aparecían incluso como conLJptoras de las naturale- IÚ<i-i:leJ'a:lmafü 'dCccir,j¡fara' filósQfar., . .
~E.~-tre elSigJOIY"'iCi_li-Llrc:~1;n[tUra·.d¿1 filóSOfo-tfeñ·d;a·_pfesen-
••
zas dotadas de disposiciones filosóficas. Una verdadera ciudad, se-
gún Platón, debetia ocuparse de la filosofía, al contrario de lo que tarS~WJ:iO\in·,·nlleVci ffiOdeIO dC~hOnibie: a _VeC~s _en cot~R_.~tencia
ocurría <le hecho. Según una concepción difusa -que Platón hace éÓTI ~ \ti~aieñ"1-:-tr'á"di"Zi0IiáI 'de1 -éiudadanci. }Esta:_ope~ació_n_:se ~h_acía '
"'p·Oiible gracias ·a 'Ja~inclUSióri;jentro- ·de .es·te:nuevo. modelo y gra-
••
cpes Cl<fla"foT-tuna_ Incluso la función pro~~~adora podía se-r reab-
sorbida y traspuesta a otro nivel: en Platón se expresaba por medio
de la metáfora del alma grávida de saber e inducida a dar luz gra-
de las distintas corrientes filosóficas, la"fiJ_osofia se decantaba como •
~3: YJ-ª_~ITúiSá"deCuada par.a c-umf~lir el ·objetivo de ·hacerse ho_iñbi·e."
PCfO'Jiacerse ·hombre ·ya ·no signific_aba simpl~IT!enl~. c_q_n~ertitse ••
cias a las hábiles preguntas filosóficas. La esclicia filos(ifica_se con-
ve1<La ~!1- elJtigar<le re¡,,roduccion y peljJetliáéióri de l!ll nuevo mo-
,_delo~de h9n1bre. A Platón,--;;~to le pern1itía recuperar, por rnc-dio d~
reii ciudadanO-:--La-C-iUdad no pÜdía-~gu~este impulso que llevaba a
la filosofía a huir de ella, ni Ja dicotomia entre llegar a ser ciudada-
no y llegar a ser filósofo. El punto culn1inante de esta fuga llegó con
••
SUnÜción de érós entendido como vehículo de ascenso filosófico y
por tanto con10 instrun1ento esencial para convertirse en hombre,
aquella relación entre adulto y joven constitutiva en el mundo grie-
los cínicos, pero a través de un cambio radical en la iinagen de la
infancia. I....a mayor parte de los filósofos, excluyendo a los cínicos,
con1pa1Lió la concepción cor1iente del nifio corno ser privado de
••
go de la dimensión pedagógica de l~ 1-elación hon1osexual. Pero le
pern1itia tan1bién no tener que poseer rnás una rígida distinción ra-
dical de función entre los sexos. Tanto en la República co1no en las
razón y de habla, concepción an1plian1ente docu1ncntada desde
Hon1ero hasta los oradores del siglo 1v a.C. Precisan1ente estas ca-
racterísticas del nifio hat.:ían particularrnent.e delicada su situación
••
~Leyes varones y hernbras atraviesan un común itinerario educativo
para llegar, ya corno adultos, a las mismas funciones: esto era váli-
v hacían necesaria una intervención desde el principio, si se desea-
ba que llegara a la condición de hombre. Para Platón hacia falta, in- ••
••
do no sólo para la n1úsica y la gimnasia, sino también para el adics- cluso, una especie de gin1nasia intrauterina indirecta a través de
' tran1ient.o inilitar v el filosófico. En las Leves la diferencia destaca- los n1ovimientos ejecutados por la madre y seguidan1ente una vida
; ble entre los dos s~xos parecía consistir e~ el hecho de que las mu- transcurrida no sólo en el claustro de la casa y forrnas de juego que
••
jeres se casaban al menos diez afi.os antes que los hombres y acce- imitasen y prefigurasen actividades y dotes de la vida adulta. Sólo b>
dían a los cargos ptiblicos diez años después que los hombres, ha- ,paid~ía;' incluso para Platón,.-ppdja~!J~y~r~ a _-c_on_veriirse: e11 :-ho1~1_:,:..
cia los cuarenta años. ,bfc~: aquí inse11aba él la exigencia de una educación pública -co-
~n Esparta, pero sin el desarrollo unilateral de la gimnasia-
La presencia de rnujeres está documentada para la Academia
platónica y para la escuela de Epicuro, adernás de para los cínicos,
pero es difícil afirn1ar si elias tan1bién enseñaban o escribían; de
impartida pai-a todos y que indujese la lectura y la esc1itura y la in-
terpretación ·de la cítara y la danza. ••
cualquier modo, se trata de casos raros. Pese a las declaraciones
platónicas la filpsgHa sigUió-SiCñdó .siClnpiC·cn- U.Iia gran._pafte_una~
actividad·m~Sculi[la. Aristóteles desactivó los aspectos n1ás explosi-
Presupuestos n1uy si1nilares esperaban ta111bién en la discusión
sobre la paideia ciudadana inicida por Aristóteles en la Política.
Pero, en la lí~ea de las consideraciones de la literatura 1nédica, él
••
~OS-dCG P~lémica platónica contra la ciudad histórica para llegar a
ser hombre, es decir, buen ciudadano, y para poder estar habilitado
para gobernar la ciudad no es nccesa1;0 hacerse filósofo. Esto no
prestaba más atención a las condiciones fisiológicas de la naturale-
1.a infantil. Dentro de un cuadro de la naturaleza articulado según
una escala co:ntinua de complejidad c1·eciente, que culmina en la fi.
••
quita que tarnbién para Aristóteles la filosofía representase el n1e-
jor tipo de vida y que para acceder a ella no fuese necesa1;0 ser ciu-
dadano y, por tanto, titular de los derechos y deberes políticos de la
gura del honibrc adulto caracterizado por la plena racionalidad y
por la posicfón erecta, el nifio se le representaba a A1;stútelcs
como peligrosa1nente ce1·cano a Ja aniina1idad, con10 probaba su
••
ciudad en la que se desarrollaba la actividad filosófica.<Haprendi-
zaj~y_el ejer(:iCio de_lafílosof-IB eran plenamentecompaÚbles tam-
bién con-la c-crndición d·c meteco, C-01110 era evidente en el caso de
condición de «enano», con las partes superiores niás desarrolladas
que las inferiores y obligado por ello a una locon1oción a cuatro pa-
tas sctnejantc a la de los anin1ales. A esta desp1·oporción cno·c las
••
Al·iStOleles, 9rigin~~ÍÚ~de Est;g-ira, y de n1uchos filósofos de la edad
helenística, :venidos de distintas ciudades del n1undo griego para
estudiar y luego establecerse y enseñar en Atenas, volviendo a re-
partes se vinculaba tan1bién el hecho de que el calor producido por
los alin1entos inge1;dos era IJevado hacia la parte alta y ello provo-
caba que los niños pequeños dum1ieran la 1nayor parte del tie1npb
••
••
••
•• !32/~i11seppe Cambiano
Hac..:erse honibn:/l3 3
•• y que sólo h.acia los cuatro o cinco años con1enza ran a soñar. En los
p1in1ero s cuarenta días el neonato, según Ari.stótel es, cuando está
despierto no llora ni ríe ni siquiera percibe las cosquilla s, es decir,
las escudilla s y los recipien tes, rellcjan una inve'rsió n respecto a
este punto de vista asi como el rechazo de la ciudad y de las necesi-
dades artificial es generad as por el~a para volver_~ las solas funcio-
•• está privado de los rasgos típicos que diferenc ian al hombre adulto
de los otros aniinales . El ahna de los pequeño s hon1bres futuros
no difiere, en el prin1er periodo de su vida, de la d,e los ani111ales: el
nes esencial es determin adas por la naturale za ..No.casua l quC-en ~I ·
c'iñiSffio7junto al niño, séañJOSGiniITúiles lOS=güe Se . cons·títu}'ªQ. en,.
m-oaelq~R._~a C9nvert ifsf-en a'.Uléritico_hOm bfe:_-una figll1:a_bastantc
•• niño, co1110 el animal, no puede decirse propiam ehte que sea feliz y
capaz de actuar, cosa que requiere el uso del razdnan1 iento y de la
capacida d de delibera r. En can1bio, al contrario que los ani1nale s,
ra-ra: .. según Diógene s. Se:et~~óiªbi!~asf,_U:fta imagen ·positiva d_el
~iño bueno·, capaz·· de c~Señá'r_a·:vo1Ver-a· serlo otra' vez incluso 31 -~.
id.Ult'o corro1n·picfo Por la vida·de las ciudades . .,.
•••
e 1 niño es suscepti ble de un proceso de desarrol lo y de alejan1ie nto · &ESta.-concepCió"fi-:def.-:n·iño bu_eílO .Yd~~a . n.i.tur!c\l~~a: ·human.~
de esta condició n aniinal, tanto en la relación entre sus pa11es su- odgina; i;;mente in-.:'o~n:Jpt-... t~mbién .fue elabora- da .por los estoi-
cos,- aunque-~~~ncóntrab.a en enOs la constata cióri ·ae la.estupi dez y)
1
•• astros, las estacion es, la navegac ión, las letras del alfabeto, la n1edi-
cina y la adivinac ión y, en general, de todas las tékhnai - con el
apelativo ya hon1éric o de «infanteS>> (népioi), es decir, incapace s de
ración)) y por haberlos guiado «a las metas más ahas poniend o a to-
dos como ejemplo su propia vida». Pese al brevisin1 0 paréntes is del\
W7, cuando un decreto dispuso a expulsar a los filósofos , Atenas y .
•
_._•
. l~lo -el ejcrnplo de los niños que bebían en el cuenco de la 111ano o
que n1etían lentejas en el pan, se veía impulsad o a tirar y despreci ar '
j
1
vieran necesita dos de educació n. En las Leyes Platón había recono-
cido en la ciudad misn1a, con sus instituci ones, sus norn1as y sus
Hacerse hninbre/135
••
134/Giuscppc Cél1nhiélno
milos, contados prin1ero por las nodrizas y luego constan teniente cepción muscular» de las facultades psíquicas (Fin ley) y <le un pro-
gra1na gilnnástico de adiestramiento n1ental. Pero estas actividades
••
re1nc1norados por los ancianos mitólogos, el instrurnento con el
que toda la ciudad, en todas sus clases de c<la<l, realizaba el encan-
tan1iento ( epódé) a sí n1isma, inte1;01;zando y aceptando los valores
como tales estaban más bien dirigidas a los jóvenes y no a los adul-
tos. Para estos últimos conservaba, en cambio, pleno valor la filo-
sofía que él enseriaba, 1nucho 1nás viril que la aprendida por los
••
sobre Jos que se regía su existencia. Ta1nbién Aristóteles reconocía
que los más, cuya vida estaba fundada sobre los páthC, por lo gene-
ral no podían ser persuadidos por la fuerza del lúgos y de la ense-
paides en las escuelas. Según lsócrates, una ciencia capaz de deter-
n1inar con exactitud cómo se debe hablar y actuar es inalcan1.able
para la naturaleza hun1ana. El saber habl~r, deliberar y actua1- en
••
ñanza y reconocia en las leyes el inst1umento educador pern1anen-
te del 1nisrno inundo de los adultos, pues éstas estaban dotadas de
una fuerza n1ayo1-y suscitaban n1enor hostilidad en lo que respecta
interés de la cornunidad a la que él enseñaba consistía, en ca111bio,
en la capacidad de distinguir por medio de opiniones propias lo ••
a prescripciones irnpuestas por individuos particulares.
Atenas,ftde hec-ho,-po·dfa acoger a·-1a filOsOfia no tanto conJo 111o:
dClO-_SUpreJTIO d·e vfda lillmcina,y cuafid6 tiJ1nó actividad propedéllti-
que es preferible en relación con cada circunstancia particular.:I..a_,
l~t~ric:_a;• ~9fl~ro a_rtc-dctdcCir,~
despojada de los usos desaprensivos
con fines personales y plcna1nente integrada en el horizonte de va- ••
·C_~~en-~~'(ffiinada a-IaJoi·J!?aci?n de aqtiel .tipo de hó.f1tb1:e.que.conti:.~
óu~ba ~ri~arnándosC,-·aunque en.111edida cada ~ez·más sitnbólica,
:~·~!€.fi_glif~:de}:.c·iu~dádaiio=s-oldadó~ l..a linea vencedora era la ex-
lores de los sectores más pudientes, capaz de dirigirse al pasado
histórico para planificar el futuro, capaz de sun1inist.rar ejen1plos
morales y de justificar decisiones políticas, podia~v2iy-~r a pl_~rite_ar
••
presada por los Calicles y los Aditnanto, refo1·111ulada con pa11icu-
lar vigor por lsócrates en el siglo 1v a.C. En el Areopagitico, escrito
poco antes de rnediados de siglo, había contrapuesto Ja antigua
elmodehdc·homb rc en el buen ciudada:noypreseff tai:se así mis-
~~cc:_>~'<?~_l?affiiriO" piivilegiadó_-p_ara:~~_:___riVeíiirS·c _en -:honibre, .L'Os fi-
~~S_?_fós_,,:-por lo que a ellos respecta; sin renunciar a la prin1acía- ~le
1
••
educación preventiva a la nueva, que una vez más tenía su centi·o
en el ágora y en las casas de juego atestadas de tocadoras de flauta.
la vida filosófica, destinada a poco, desde el 111on1ento en que acep-
taban integrar su actividad en el tejido de la ciudad de Atenas ac-a-
:~a.ban por adherirse de hecho a la solución de lsócrates y pOr.·ate•~
••
La édi.!Cación antigua estaba basada_cn el recono_cin1iento de las di-
f~rerlci~s $O~Ci3.fés-y de -l~~~i~la_d·<le discipJin~r.l;s·pa.Srofies j~V':e
nilé~!jenta-;-1as haCi8. ci-c~·upaciÜi;-e·s n--Obies;dir~gicndo a_aquéllos
nuar aquella·inc9mpa_tibi l.ida-d _enti"C·1·_etói;ca;:y·filosofía que a veces·
s~~I~~bía~radié~Í"iiado e~ las Páginas platónicas y que ya Aristóteles
había alentado. Cuando[én.155.a. C'Ios atenienses enviaron una
••
Con-~a-sittra.-ci-On _fhe-TI0~fiv0i3b1C~hacia éi' trabajo _deLcan1po·:y· al
corñ~r_cio: pa,ra ·st1straei40S-:del-· oCio, cáusa pl"incipal: de·-l~i"s~:n1alas,
\ ª.~~io_fics y; en ta.111 l5io_a--16S-riiá5-fav·orecidos-;a-la-.h-ípica-,:-a ·1a-:girrina-·
embajada a Roma para hacerse perdonar una 111ulta, fueron envia-
dos para discutir-su causa ante el senado los representantes de tres
escuelas filosOficas: el académico Carnéades, el pei;patético Critó·
••
_.__ __··la--einegética
·.sia, ... .
.~ - -
.
yla '.filosofía.~
lsócrates pretendia hacer propia la linea educatiVa que él atri-
buí~ a la antigua p.aideia, dirigiéndose a una élite.'º suficientemen-
lao y el estoic.b Diógenes de Babilonia. LOS::1nejores.oradOi:es ei·ári'
ffifosofciS. ·El 'ilntagoiiisiñüeñtre filos6ffa y retórica yáhabia dejado
.•.lie~eXJlii~~ Podía_-sóliOar.iam eñ:IaeñSenam~ y. la- for-_~
••
••
eiítePinetrar
( te rica co1110 para poder pagar sus costosos cursos, que duraban un ·~ - !--··-- . . . . . . . .
~ ....... -....... -" . . . . ·------, -
',Tlació)J !]e losjóvcpes de las clases elevadas dda sociedad ·gi·iega y
pron1edio de tres o cuatro años. Hacia el final de su vida él 111isr110
romana~
constataba que en el arco de unos cuarenta y cinco años estos cur-
sos habían sido frecuentados por un centenar de alu1nnos, una bue-
na parte de los cuales se convirtió en personajes ilustres de la vida
politica n.o sólo ateniense. Pero lo que él llamaba filosofía no coin- REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
••
eidla con la de los socráticos. la de Platón v la Academia. Esta últi-
ma, que él identificaba con discusiones sobre el nún1ero de los en-
tes o cosas similares -un tipo de discusión presente, por cjctnplo,
ANDERSON,
1968.
W.D., Ethos and Education in Greek Music, Cambd<lge (Mass.), ••
en el Sofista de Platón y también en el libro primero· de la Metafísi-
ca y de la /;'ísica de A1;stótclcs, no era totalmente rechazada, pero
se le asignaba solo un valor propedéutico o auxiliar. lsócratcs la
ANGELI BERNARDINI, P.
ARRIGONI,
[ed.], Lo sport in Grecia, Ilo1na-Ba1-i, t 988.
G. (ed.], le donne in Grecia, Roma-Bati, .1985.
BBCK, F. A. G., Greek Education, 450-350 B.C., Londres, 1964. ••
ponia al lado· de la geometría y de la astronon1ía, todas ellas disci-
plinas inútiles para la praxis, pero utilizables dentro de una <~con-
BoER, W. <len, Priva/e Morality in Grcer::e and Ron1e, Lei<len, 1979..
BRELICH, A., Paides e Parthenoi, Ron1a, 1969.
••
•
••
•• 136/Giuseppe Cambiano Hacerse ho1nbre/l 37
•• BuFF1ERE, F., Eros adolescent. La péderaslie dans la Crece antiq11e, Pa;·is, VERNANT,J.-P.', A1ythe el pensé e chez les Crees, París, 1965. [Ha)' e<l. cast.: A,Jiro
1980. v pcnsa1nienro en la Grecia antigua, Ha1·celona, 1985.] .
BURKERT, W., lio1110 necans, Bedín-Nucva York, 1972 [tra<l. italiana, Turín, -Mythe et sociJté en Crece a11cienne, París, 1974. [l-lay ed. cast.: A1llo Y so-
•• 1981].
CAL.AME, C. (ed.], L'a111ore in Grecia, Ro111a-Bari, 1984.
CAMBIANO, G., La filosofia in Grecia e a Ro111a, Ro1na-Bari, 1987.
ci~dad en la Grecia a11tig11a, Madrid, 1987.J
_ L'individu, /a 111 ort, l'arnour. Soi-111é1ne et l'auJre en Grl!ce ancienne, Pa-
ris, 1989. d ....
•
CANTAR.ELLA, E. L 'a111biguo 111alanno, Roma, 1985. VinAL-NAOUET, P., Le chasseur 11oir. Fonnes de pe11sée et fonnes e s_ociete
- Secando 11au1ra. La bisesstialitii. ne/ 111011do a11tico, ko1na, 1988 . dans le 111 onde grec, París, 1981. [Hay ed. cast.: Fonnas de pe11sa1111e11co Y
•• CLAR.KP., 1\1. L., Higher Ed1.1cario11 in the Ancienl \Vorld, Londres, 1971 .
DETIENNE, M., Les jardiHs d'Adonis, París, 1972 [tra<l. italiana, Turín, 1975).
DOVER, K., Greek l'opuhir Morality h1 the Ti111e of !'lato and Aristo!le, Oxford,
de sociedad en el 1111111do griego, Barcelona, 1983.)
WiLLE'JTS, R. F., Aristoc1·atic Society in Ancient Crete, Londres, 1955.
•• 1974 .
1
- Greek Jlo111osex11ality, Londres, 197 8 [trad. italiana, Turin, 1985].
F1Nt.F.Y, M. l. y PLEKET, 1-1. W., I giochi oli111pici, trad. italiana, Roma, 1980 .
••
Ft.ACELIERE, R., La vie quoLidienne en Crece at1 siecte de Pericles, París, 1959
(trad. italiana, Milán, 1983).
FoucAtJLT M., Histoire de la sexualifé, 2, L'11sage des plaisirs, París, 1984. [f-Iay
ed. cast.: lfisroria de la sexualidad, 2, El uso de. los pladeres, Madrid, 1987 .]
•• HARRISON, A. R. W., Tlie Lav.1 at Athens. The Fa111ily and Property, Oxford,
.1968 .
JAEGER, \V., Paideia. Die Fonnu;1g des Griechischen A1enschen, 3 vols., Ber-
•• lín, 1934-1947 (hay cd. cast.: Paideia: Los ideales de la cHltt1ra griega, Ma-
drid, 1990].
JEANMAIRE, H., Co11roi et co111·€1·es. Essai s11r l'éd11cation spartiare el s11r fes ri- . ··~ ..
••
KiiHNERT, F. ,.Allge111ei11bildt111g t111d Fachbildung in der Antike, Berlin, 1961 .
LACEY, ":I· K., Tlie Fa111ily in Classical Greece, Londres, 19q8.
LORAIJX, N., Les e11fants d'A1héna. !dées athéniennes s11r la ciroye1111cté ce la
••
division des sexes, París, 1984 .
- Les expériences de Tirésias. Le fé111inin el l'ho111111e g1·ec, París, 1989.
MARROU, H.-L., liistoire de l'éducation dans l'a11tiq1iité, Paris, 1965 [trad. ita-
liana, Ron1a, 1978].
•• N1LSsoN, l'vt. P., Die hellenistiche Sclude, Munich, 1955 [trad. italiana, Flo-
rencia, 1973].
PÉLÉK1DIS, C., llisloire de /'éphébie attiqt1e des origines Q 31 avanr Jés11s-
•
Vi::GETTI, M., Passioni e bag11i ca/di. JI problen1a del ba111hino catrivo nefl'an-
rropologia sroica, en Tra Edipo e Euclide, Milan, 1983, pp. 71-90 .
_.•
••
••
••
••
••
e apítulo cuarta ••
EL CIUDADANO
Lucia no Canfora ••
••
••
••
••
. !'
••
••
••
••
••
••
•
••
•• '.·!
••
••
••
••
•• ~
-:¡:a
¡¡
•• ""2
~
•• -°' Introducción
~-
e En~el:Sigló-vi"··a:C:':"~1 n: 9mbcPras'"Ciu·aa'des~grié'ga's~l~iSt0craCias,
", §:p_:_stffiiOas'~por..::lás'a:rn1as,,espartanas$-aplastaron_·,a:los~lla1naOos,tifü~
•• v"
~
.,.,o
o
•
l)P_~_~-y_;asumi~L,contt_ol:--9_rJ~P.:~:!Jth~a:s!!tda__:Q_;i_!!_a7
kcrs-:fira:ilí as ;'_p_o r_.:_c_u anJ o ~sa D_e m os ,.-JCITí a n :por~1 o\ge ne r_al:u_n"Q.""1f~s-~:Y'
P~.P~E!r"el~tir:-an~gjIBQj:.r¿siéle85:f'.ig'infl1iaiTJ_ente~.iJ)l7dei;,i1a.~S9,.·· Sin
•• ,o
·¡;;
•
..,,E
en1bargo, en la tradición literario·política llegada hasta nos·otros, la
· in1agen de la tiranía recibió una connotación 'definitivan1ent.e de
••
· valor negativo, y se ha llegado incluso a confundir con la noción de
"O
w don1inio oligárq~ico (con10 en adelante veremos). ~
"o Epj:_~_.ñ:tro_jy"·Lprótotipo..cOe1:i-a:s:atist0~c:ra~cias:griega_~~fu.s:."-~ºn10 e·s
E sabido, 1EWi\rtfü ~:ggí~larn0cibn 3ie-;:el ite"~lc>S,esparfiatas)"c0incitle<'
•• ~.?5!.~SPJ:i_n1er,Jügar~a!l::í2Virtt..r0-1lé"41ci.~gueicra;':se.apoya-en~un,not.a~
O,l_e,;q~~Jlt~dF::elases:aepenaientesl(¡Jefie_c.ó~s.r.tlQ!.~~_):;\ l@:¡p9·laJii-
c~a'9~.~br.~1-~~c·1_avos·:-c·oiñCiCle,aquíf~enl-Espatta:r..:cQ.1]:!ª;.R0l~~idi:!d-éll.-.
un_a""'i'Qµracl.~eraLtensiOW'decrGJa:s·es;_y.. aesra1.a-%-qO-~-:¡:~<:;..,~~:!~YE~~Y-~Y$
co~p~un~-~~~~~~nt!t:.ªIgu·erra:-simbólicamcnte, pero no tanto, los éfo-
, •
__.• 141
r ••
••
142/Lucinno Canfora El ciudadano/ 143
A. H. M. Jones observó en una ocasión que los aristócratas ate- No sin motivo será precisamente esta a1istocracia la protagonis-
ta <le la experiencia politica <le la que se tratará en las siguientes pá-
1
••
nienses, incluso n1anifestando continua adn1iración por el sistc111a
espartano (baste recordar el non1bre de Cdtias v también-de su so- ginas. Si se quisiera encerrar en una fórtnula la característica de sc-
brino Platón), difícilrncnte se habrian adaptad~ a una con1unidad 111ejante predominio duradero, pod1ia indicarse la causa en la ca-
pacidad de renovarse y de cooptar. En este terreno es precisamen-
••
así de cerrada y espititualinente estéril. El p1in1er texto conservado
de prosa ática, la Cunstitución de los atenienses, transmitido entre te la aristocracia modelo, la espartana, la que se ha <len1ostrado,
los opúsculos de Jenofontc (pero ciertan1ente no escrita por él), co1no p1ueban los hechos, la de 111enor a111p1iÍ.ud de n1iras.
abre, poi- así decir, esta serie de hibutos al ideal espartano. El autor
lamenta, por ejemplo, el duro trato que se puede infligir a los escla-
vos en Esparta, del n1isn10 tnodo que auspicia un rCgi111en polílico,
la euno1nia («el buen gobierno»), en el que el pueblo ignorante e in-
•
••
«Entonces las ciudades no eran grandes, sino que el pueblo vi-
••
con1peten1e, y por tanto no legititnado para desen1pc1iar el poder,
sea «reducido a la esclavitud». vía en el can1po ocupado en sus labores)), éste es el cuadro socioe-
Sin e111bargo, en Atenas, este ideal. tan querido para la aristo- conómico en el que Aristóteles coloca la forn1ación de las tiranías
••
cracia (cualquier cosa 111enos resignada y desar1nada) no ha tenido en el libro quinto de la Política ( l 305a 18). «Dada la magnitud de la
nunca una realización concreta. O rnejor, la ha tenido, y ha fi-a- ciudad, no todos los ciudadanos se conocían entre ellos)): es uno de
casado, en los dos periodos brevísimos.de 411 y de 404-403, en el los factores materiales que ·rucídides aduce para explicar el cli1na
••
rnorncnto en que las derrotas 1nilitares sufridas poi- Atenas en el de sospechas y la dificultad de relaciones que se creó en Atenas en
largo conílicto con Esparta hicieron parecer posible la instaura- los días en los que se incubaba el golpe de estado oligá1·quico de
ción también en Atenas del «n1odelo de Espartan. ¡_Por qué este fra- 411 a.c. (VIII, 66, 3). La ciudad arcaica,_ eJ;_peqUeña, yesío hace que
la·-democraci.a direcf~;~~dCcT~1;p3:rticipación de todos los «ciu-
; caso, si puede hablarse de fracaso? Precisamente 1e11a-utorrdc :la'.l
\ CorrstUUc7ifi1~ae~705- attii-1ie11-.~tisfla pesar de que-pon·e en_e\(idcncié;l_cl
.P_rin·cipal defectó_ de :la·_democracia (el acceso ·de. incompetentes,a
d~lan-os->~ ~n I~~ decisiones, tenga-;éxi~o ·_fl_~~~s_arja111ente. Un éxito
que no se puede contrastar, -SObre todo desde que una parte cada ••
.los cargos·públicos),cno deja de-reconocer que en Atenas el pueblo
~deja "é!llP_s_¡_~señ·ores>)_;Jos ~fiiás~delicadós.cafgos: n1ilitares;• La ·aristo-
~~~g~iiatcnieiise', en realidad, se-iha~adapta9o (con10- veren~~;.--~n
vez rnayor de «ciudadanos» (o aspirantes a tales) converge hacia el
ágora y ya no permanece enclavada en el can1po, absorbida corn-
pletamente por el trabajo agrícola. ••
páginas siguientes) .'~1::!:._f!_;~i_s~e1Jla-:poÜijCO .-abierto .-la den10(.;racia
ª~.~b_\eís1a-t¡ue.lnccol0Cáüoei· p1·oblemác~p;t;;l;i~·-1~;:."dada,
rn ía sob~re :·bases 11.UeVtl"s.~
Hasta ese momento, la situación es la descrita por A1istótelcs
(«el pueblo vjvía en el campo ocupado en sus labores"), el enfrenta·
ri1iento por Cl poder es patrin1onio de algunos 1cseñores)). Estos se- ••
~s~:}lri:StO~mcji[J_l_a,_bía_coflscrvado, por tanto, en una situación
política más m_ovida que la de Esparta, unaclegitimación-parala di-
1r~~r:1_,del ._~statjo, h.iñda:aae-n.Ua- poseSiói1 'clC~Cletermj_nactc,is ·c.on~
ñores tienen el p1ivilegio de llevar las arn1as y así ejercen la hege-
monía: un privilegio que podemos observar concretamente en los
ajuares funei·arios de las tu1nbas áticas (en las antiguas tu111bas de
••
p~enci ~5~( no·~s'Ó 19-bé!!_~~s) _,y ,'en-~¡ a:d urad era·- préeñlfñ eii c"ia ..de -sus
I?~opi_o.~ v.a~lores, sancionada tan1bién _por~cl _lcnguaje·políticq_: s_óp_h-
r.o~Y!!e,_'!_deil1ás de_(<sabidUl-ían ·quiere decir «góbiérilO-OligárqUiCo»
los demos de Afidna, Torico y Elcusis los nobles están sepultados
con las armas, los villanos carecen de ellas). La siderofor-ía, el uso
bárbaro de :ir armado, «es signo <le nobleza -escribió Gustave
••
(Tucídides, VIII, 64, 5).
E.n la Eüropa del siglo XVIII, hasta la }{evolución Francesa e in-
cluso después, era frecüente la asociación Ruina-Esparta. No esta-
G]otz- quc'icl aristócrata porta hasta en la tu1nba)).
En esta f3.se arcaicµ, las fonnas de gobierno determinadas por la
alternancia en el poder de los señores -aristocracia, tiranía, «inte-
••
ba totaln1entc infundada. Ya Polibio se la había planteado en térn1i-
nos de co1nparación constitucional, y había intuido en el sistetna
rregno» de un «mediador» (aisy1nnetes, diallaktés)-. aunque estén
indicadas con deno1ninaciones diferentes debidas con frecuencia ••
••
político romano un equilibrio perfeccionado entre los poderes al punto de vista del que escribe, son en realidad difíciles de distin-
(cfr. pp. 153 ss.). /\él no se le escapaba que la bisagra de ese equili- guir unas de otras. Basle pensar en el devenir <le la Lesbos de Al ceo
b1io era una aristocracia, coincidente con el órgano 1nis1no (el se- y en figuras con10 la de Pítaco, diallaktés en la furiosa contienda.en-
••
nado) a tr·avés del cual ejercía el poder. tre clanes aristocráticos, que es etiquetado por Alcea co1110 «IÍl'a-
••
•• 144/Luciano Canfora
El ciudadano/ 145
•
••
no», aunque haya sido después asumido en el empíreo de los «siete
sabios)> junto a su hornólogo ateniense Salón. Aquellos que Al ceo y
los otros que con10 él etiquetaban como «tiranos» eran, según Aris- 1
los tiranos de Jonia e instauraba de1nocracias en las ciudades» (VI,
43). Incluso por esta noticia Heródoto teme la incredulidad de los
gliegos, desde el momento en que «no han creido que [en la crisis
.,• ,,,
{: tóteles, los que asumía~ la «guía del pueblo» {prostátai toU démou). que siguió a la n1ue1ie de Cambises] Otanes hubiera propuesto para
: Eslos gozaban -escribe Aristóteles en el pasaje antes citado- de los persas un régin1en democrático>) .
\ la confianza del pueblo, y la «garantía» (pístis) de esta confianza era No veo por qué Heródoto no había de ser creído. L.a preciosa se-
1 «el odio contra los ricos»: odio que -explica Arist9teles- tornaba
rie de noticias que él da aproxima mucho a giiegos y persas: dos
! cuerpo por ejemplo en la masacre de los animales ~e los ricos, sor-
-••
•;\'·.¡''. ¡ prendidos junto al río por el «tirano» Tcágenes de Mégara, hon1bre
mundos entre los que un abisn10 ha sido colocado por la autorre-
presentación ideológica que los griegos han dado de si 1nisn1os,
/ de confianza del pueblo. Por otra parte, así era Pisístrato, que es pero que en la práctica concreta eran mucho más próxin1os y en-
' nlencionado por Aristóteles en el nlismo contcxt<?. trelazados, incluso en la experiencia política. Prueba de ello es la
Pero la paralizadora fatiga en el campo (askho!Ía) dejó de serlo naturalidad con la que entran en el mundo persa políticos con10
en un n1ornento dado: gentuza que antes no conocía justicia ni ley Ternístocles, Alcibíades y Lisandro, y antes que ellos los Alcmeóni-
•• -se lan1enta Teognis (circa 540 a.C.)- y que se vestía con pieles
de cabra, aAuye ahora a la ciudad y cuenta más qu~ los propios no·
bles, reducidos a condiciones miserables. Antes 2-anota con la-
das, aunque Heródoto se esfuerce por poner un velo patriótico so-
bre estos hechos (V, 71-7 3; VI, 115 y 121-124). No es arriesgado sos- ·
tener, por tanto, que el propio lenguaje usado por Otanes (hipótesis
•• 1
56). Es evidente que .<é:l_sallg_a uná;_gestión directa de la comunidad,
~~_:_tj~JiiOciaCia direé'ia;.nace precisa1nCnte -entonces~ cbrÍ-:-eJ~C~;
¡c::ient_e grav_ita:J'_d-e 'Jos villanos dentro del círculo urbano:~conforn1e
sas, y no exclusiva posesión de la experiencia política griega.
••
reivindicado tal mérito frente al gran· universo que ellos llamaban ic]uién-tlen<:_ la ci_udaganía.en la_ciudad antigua? Si consid-eramos el
«bárbaro». ejeñlpiOffiás conocido, y ciertamente el más característico, Ate-
Ert c1:léfitO-pfoC-eSo-d"e-COri.stituir una «t~n_d_encia-a la_isonomí~_» nas, constata1nos que quieTles_posee n este bien iriestimable son re-"'·
••
én el_muncfo griegó eiúrelossiglos vm y v a:C..elhilo condµctor fue lativamente pocos: los V'!rones adultos, en tanto que hijos de padre
.:1aañrmació~ de-la-«prese~~ia pOlítiCa» (C. Meier) poc_part;_de- i~~
"' ~- ---- - - - -- ----
y n1adre·at~I!_i~n_ses,_libres de·nacirhiento . Esta es la lirnitación n1ás
dOS'JOS.ífídiVldllOS ellañTias--y poi- tifitO··«cludadaños~.~ fuerte. si s·e piensa que, también según los cálculos más prudentes,
--
d-ensa_.enJa ·edad clásica en la identidad ciudadano-guerrero:--~-Es.
1
••
••
146/Luciano Canfora El ciudadanoí\47
••
intereses generales, la idea de que la propia preen1inencia en la es-
éa~!Cgorías (Il, 1-6): los que:liacen la guerrapor,mar;(Alenas-y:sus cena política sea ta1nbién el vehículo de la 111ejor conducción de la
aliadqs hoiilólügos) yfos-cjúela hace-ri por ti eirá. (Espartay otros cs- comunidad. Por el contra1io, 1u11a··m-¡-noríá de.:«señorcs»·hO acepta·
r
;1adosafiries
Ló que éa1ñl5ia no es, pór tanto.Ja natuf"ale1.a del sistema políti-
co ;~-iho ~ltiUilreró- de Sus beneficiarios.' Por esa razón, cuando los
~t~-nk~-ses, ~-~~j-or, algunos de los doctrinarios atenienses .intere-
.'elsllit~m.a: organizados ert formaciones n1ás o n1enos secreta_s-(las
llamadas ~ltetajriai) cotrstituyen .. una. peren1ie. arncnaza-~potential
para.el-sistema·, cuyas fisuras espían, especialn1ente en los 11101nen- ••
sados en el problen1a de las formas políticas, intentaban aclarar la
diferencia entre su sisten1a y el espartano, tern1inaban por indicar
tos de dificu~tad n1ilitar{ Son dos·Jl~_n1aQos «oligarca'S)). No es que
proclamen aspirar al gobierno de una reducida camar-illa (ellos ob-
viamente no se autodefinen «oligarcas}>, hablan de iibuen gobier- ••
elen1entos no sustanciales, con10 por ejemplo la reiterada contra-
posición tucidldca entre los espartanos «lentos» y los atenienses
«rápidos» (l. 70, 2-3: 8, 96, 5). Puede incluso suceder, recorriendo
no», s6phros~{·.ne, etc.): ,pt_op_ugñan la dráStica reduccióñ _(I~ _la ,«ciu- ,
·d[(d:ánia.», una reducción que excluya del principio del be~eficio
de la ciudad~nía a los pobres y vuelva a poner a :Ja,conitinida<l
••
la literatura política ateniense, que se encuentren signos de la «de·
rnocracia» espartana, y el propio lsócrates, en el Areopagitico, llega
a proclamar la identidad profunda del ordenamiento espartano y el
en -~!_estado _en _el que SólO lüs «Ciudada.Tú)sn de pleno derecho sean
los «capaces-_9e arma_rse a su pn_:>pia costa,,~ El 111is1110 térrnino o/i-
goi"="obSC~-va Aristóteles- crea confusión: no se trata, de hecho,
••
ateniense (61).
La ampliación.de la c·iudü<lail-ía -que-s-e-sUClc -acfiriir-«derrio_-
ct·acia"~-estii"·lr\ttinseC3:nleñte cOl1ectada cii .Atenas con el naci-
de que sean «n1uchosn o «pocos» los que intentan el acceso a la ciu·
dadanía, sino de que sean los hacendados o los pobres, el núrnero
respectivo es «puro accidente» (l'olitica, l 279b 35), y de todas íor·
••
Ill'iCntO del iinperio-inátitim0: irnpcrio que los propios 1na1ineros
de111ocráticos conciben en general con10 un unive1·so de súbditos
mas «tanlbién en las oligarquías está en el poder la 1nayoría))
(1290a 31). ••
•
••
•• 148/Luciano Canfora
El ciudadano/ 149
•....•
ción de un hecho.>) 1
•.
Fundándose en cálculos rnuy discutidos y, por tanto Qpinables, aunque cen el éxodo de los demócratas, de los popular~s, de los que porra·
sie1npre indicativos, Rosenberg ponía el acento en el heclio de que -preci- zones políticas o de clase estaban ligados al sisten1a democrático:
samente en el caso de Atenas- la preeminencia nu1nérica de los pobres incluso a costa de «despoblar» el Alica, con10 subraya Sócrates en
,;:.
, respecto al resto del cuerpo social no era un dato asumible: «la relación nu·
J rnérica entre pobres y propieta1ios era sólo de 4 a 3. Por epo, habria bastado
un dramático coloquio con el propio Critias y con Caricles, referi·
do por Jenofonte en los Memorables (1, 2, 32-38).
a estos últimos atraer a su P.at1ido con cualquier anificio a una pa11e, inclu·
••
Dispuestos a ton1ar las armas unos contra otros para disputarse
so pequeña, de la clase pobre, para conquistar la mayoría en la asan1blea po· el bien precioso de la ciudadanía, los c!t.Jdadanos ~pura sangre» es~
pulan>. Rosenberg ponía de relieve tan1bién el papel de 9na clase intern1e·
:·tán todo.s de acu~rdo~e.n .excluir cualquier hipótesis de extei:isión c;l_e
dia, definida por él con10 «la pequeña clase media» (der 'kleine Mittelsrand),
ciudada!lía hacia e_l~-e~terior, ·fuera de la con1unidad.' Sólo en 1110·
••
rnonarquía rnacedonia (guerra lanlÍaca, a fines del siglo 1v), los propieta·
dos, sostenidos por las annas de los vencedores, excluirán por fin de la ciu· (abril, 404) y por la expulsión, pocos meses después, de los demó-
dadanía a 12.000 pobres (Diodoro Sículo, 18, 18, 5 y Plutarco, Poción, 28, 7), cratas de Samos por pa1ie del victo1ioso Lisandro (Jenofonte, Helé.
es decir, aquellos que están por debajo de las 2.000 drac1nas, semejante de· nicas, 2, 3, 6-7); pero fue propuesto de nuevo, por la restaurada de·
•• '
Es sinton1ático del papel central de la ciudadanía el hecho de
que, conseguido durante algún 1nes el poder, los oligarcas atenien-
ción capitaneada por Atenas (338 a.C.), y parecía por un mo1nento
que el vencedor, conocido por ser capaz de reducir a escon1bros
••
las ciudades vencidas, estuviera niarchando hacia Atenas. práctica·
ses redujeran con10 p1;n1era medida el número de los ciudadanos a nicnte desprotegida, un político demócrata, pero tan «irregular»
5.000 y que, en el plano propagandístico, intentaran en un primer en la formación de tropas co1no extravagante en su conducta vilal,
momento cahnar a Ja flota, sosteniendo que en el fondo, en la prac-
••
Hipérides, propuso la liberación de ciento cincuenta niil esclavos
tica, nunca sen1ejante nún1ero de personas tomaba parte ~-ea! en las agrícolas y mineros (fr. 27-29 Balll-Jensen). Pero acabó en los t1i-
asambleas decisorias (Tucidides, 8, 72, 1), y que, al contra1io, reto- bunales, a causa de semejante iniciativa «ilegal)), por obra de un en·
••
n1ada la delantera, los demócratas hayan por su parte privado en furecido líder, Aristogitón, que se alzó en non1bre de la den1ocracia
111asa de la ciudadanía a aquéllos a los que había sostenido el expe· contra la indebida a1npliación de la ciudadanía. Y el argumento
rhnento oligárquico, reduciéndolos al rango de ciudadanos «dis· aducido por Aristogitón fue, en aquella ocasión, el tópico de la ora-
••
minuidos» (átitnoi). toria democrática ateniense: que «los enemigos de la de1nocracia
El fenórneno es tan imponente que un gran autor de teatro, mientras hay paz respetan las leyes y son forzados a no violarlas,
Aristófanes, aprovecha esa especie de zona franca del discurso po- pero cuando hay guerra encuentran fácilmente cualquier tipo de
.....•
lítico que es la paráhasis, para lanzar un llan1amiento a la ciudad de pretexto para aterrorizar a los ciudadanos afirmando que no es po·
••
150/Luciano Canfora
••
Oratoru1n Fragntcnta, 32).
A:·f:!~es del s_iglo V, eX<ictamenie en:(os ú"ltimoS ti·einta años, se
habia~--~ti-ieyio~ en. el .1nundO~:gríego-~úna--fase conflictiva. rnuy san-
tos: ha dejado que los .ricos continuaran síéñ"dolO pero tiene sobre-~
sus espaldas una enorn1e carga social.' ••
igl·ientél:.:·.una guerra generaJ-;-.,..que había in1plicado a casi todas las
. ciudades dejando poco espacio a los neutrales -una guerra no
sólo entre Esparta y Atenas, sino entre dos forn1aciones gravitan tes
El capitalista -esci-ibió con una tcrn1inologia 111uy cíicaz Atihur Rosen-
bcrg- era como una vaca lechera, que la comunidad ordeilaba con cuida-
do ha.sta el fin. Hacía falta al nlisrno tie111po preocuparse de que esla vaca re-
••
en las respectivas órbitas-, ,a.la·vez que.una guerra civil, conse-
cuencia inmediata y obligada de aquel conflicto general. Se trata
de un caso en el que guerra externa y guerra civil se alimentan n1u-
cibiese por su pa11e un sustancioso forraje. El pr·o\etal'io ateniense no obje-
taba nada si un fabricante, un con1erciante o un armador ganaba en el ex-
tranjero todo el dinero poSible, así podda pagar rnás al Estado.
••
lua1nente, en el que el régi111cn vigente en cada ciudad ca1nbia se-
gún se coloque en un carnpo o en el otro y, por cada ca111bio <le rC-
gin1en, masacres de adversarios y exilios en 111asa 1narcan la alter-
'.Por esto, deducía correctan1ente Roscnberg, el inte1-és -que el
~prolet?.1_io"ateniense compartía con el «capitalista»=-=- del aprove-
••
nancia en el poder las dos facciones. La guerra civil había llegado
al corazón de uno de los Estados-guia, Atenas, que de hecho, por
unos 1neseS en 411 (nada 1nenos que siete años antes de la derrota
chamiento de ·los aliados y, en gcnei-al~ de una polítiC"a exterior irn!
pcria:lista.'
••
definitiva) vio a los oligarcas llegar al poder y en breve pcrclcdo,
arrollados por la reacción patriótico-den1ocrática de los marinos
Las voces que se alzaban contra una política de rapiña se apagaron, y así
los pobres atenieñses; en el periodo en que ostentaron el poder; apoyaron
sin reservas los.planes itt1pet'ialistas de los einprcsarios. Es-significat-ivo que
••
•
que se constituyeron en Samos en anti-Estado respecto a la ciudad
Ateñas;pr:ecisarncntc.después deJa subida al poder del.proletariado, se lan--...
madre, caida en manos de los «enen1igos del pueblo». La_·_guerra
zase a dos vcr_c!__~Q.~r..~ g~<:=!ras de rapiña: _una contra- lgs P.ei:sas. p_or,la c_on-
larga/gu_er_r~ civil tuvo en 4_04-un epílogo que parecía definitivo: la, quista de Egipto -a~i se ~~-gü6- a-rTibi~·¡-~s~s-~ra·~- ios planes de A.tcnas·-e~ ~/.
derrota n1il.itar de Atena_s y su con1pleta renuncia al in1perio y a la
Aota, ,ei" huffiillante :.ingreso, -bajo un :gol;>i_er-no ..todavía .n1ás feroz:.
~se n1Q.m.c_iito=--:i·a6t1-á-éii-i~~¡;,:~-p·¡~·-¿~.~~i~ p""a1:~-~~~ui~~ ¡ª-~~~1~pe1e1i~ia co-.,
n1eIT-i31 :que suponían las repúblicas de Egina y.de Corinto. - •••
. ;
•
. . .,, 'i··
llos de su demo. A solventar el problema de la comida diaria contri-
·buí~ ta~b~én la práctica de las _fiesta~; ocasión en la que los pobres
ten tan facil acceso al consumo, no habitual y casual de la carne. El
las arcas del Estado. la imagen consolidada en la.tradición es que,
así, Pericles «corrompió» a las masas introduciendo con1pensacio-
nes estatales por la participación en los espectáculos y por la pa1-1i-
••
plícita1ncntc en su opúsculo: u)a ciudad sacrifica 1nuchas víctimas mayor_ florecimiento, consolidandO 13 irnagen -de Ufl-derrtos_dedica- ~
con cargo al gasto público, pero es el pueblo el qlle con1e y se re- do a la política, á la actividad juiidicá y ida-práctica social del tea-
parte las víctin1as» (2, 9). Cimón proporcionaba t:imbién vestidos: tro y de las fiestas, pero liberado, en amplia rnedlda, del trabajo ma-
•••
«Cuando salía -cuenta Plutarco- lo acon1pañaban siempre jóve- terial:· e incluso el pei;odo de mayor afluencia de ·esclavos, cuando
nes amigos muy bien vestidos: cada uno· de ellos, si la comitiva en- -sostenía Lisias- hasta el 1nás 1niserable de los atenienses dispo-
contraba algún anciano mal vestido, cambiaba c;on él el manto; nía al menos de un esclavo (5, 5). ·
gesto que parecía digno de respeto» . Pero los grande·s ·instrumentos de la «demagogia» periclea fue-
Pcricles no podía afrontar tanla esplendidez. Su estirpe cie1ia-
••
ron el desenfadado·uso·persona-J de la caja federal y_la no n1enos d_e-
111~n~e no era rnenos in1po1lante que la de Cin1ór,;-, que era hijo de senvue·Jta política de.obras.públicas:.Los ataques de los adversarios
Mtlctades, el vencedor de Maratón, y <le Egesípeles, princesa tra- incidían sobre este punto precisamente: «clan1aban porque la
••
cia. Por parte de madre (Agariste), Peiicles desceridia de Clístenes, transferencia del tesoro con1ún de Delos a Atenas era un abuso
quien -con ayuda de _Esparta- había expulsado de Atenas a los Pi- que suscitaba maledicencias y prejuicios respecto al buen non1br~
sistrátidas y había in~ituido la geométrica de1nocracia ateniense de los atenienses»; Pericles replicaba «explicando a los ciudadanos
•• fundada sobre las diez tribus territoriales con las que había sido so-
cavado el sistema de las tribus gentilicias. También era cierto que
se decía que el clan familiar había establecido contactos con los
que no debían dar cuenta a los aliados del uso del tesoro federal
"desde el 1non1ento en que combatían para ellos y 111antenían aleja~
dos a los bárbaros». Teorizaba también que dinero, una vez aporta-
••
que, despertando todas las aties y 111oviendo todas las manos, dan
tirano, tanto que el propio Clístenes había sido arconte en 525- de comer, gracias a los salarios, a casi toda la ciudad; lo que signifi-
524 . ca -concluía- que la ciudad,·mientras.se adorna, se nutre» (Plu-
Natural1nente Pericles conocía bien las etapas y trucos de una
••
tarco, Pericles, 12). Existía.en•Peric-les -según Plutarco- la idea
carrera. Cuando Esquilo pone en escena Los persas (472 a.C.), la de· una participacióh-de.tódo"s en el bienestar generado por el in1pe-
tragedia que exaltaba a Temistoclcs (todavía no desterrado), fue él ri~:. si los jóvenes en edad n1ilitar se enriquecían en las can1pañas
quien corrió con los gastos para preparar el coro (IG, 11/Ill, 2318,
•
mihtar~s, la in asa de los trabajadores no encuadrados en el ejército
col. 4, 4). Poco después desapareció de la escena Temistocles, y Pe- no dt:;b1a perrnanecer excluida del provecho, ni participar sin tra-
r1cles se acercó progresivamente a Efialtes, quien propugnaba la
.rJ...;. ;,' ,!' b~jar. :. así hi~o. pasar por la asamblea proyectos grandiosos cuya
•••
plena ciudadanía para los pobres. En un principio quiso también eJecuc1on «ex1g1a mucho tiempo y 1nuchas categorias de a11esa-
co1npetir con Cimón en esplendidez. «Pero Cimón -observa Plu- nos)): de este modo «los ciudadanos que se quedaban en casa goza-
tarco- lo superaba por la entidad de las sustancias gracias a las
ban de l.a utilidad pública no menos que las tripulaciones, que las
j cuales podía conquistarse las simpatías de los pobres~ (Pericles, 9). guarn1c1oncs, que los ejércitos en campaña)). Y Plutarco añade
¡ Entonces Pe1;cles -precisa Plutarco- ernPrendió el ca111ino de la aquí una descripción impresionante del n1últiple tipo de mano de
••
teros. escultorcs,'fo1jadores, cincc'ladores, t.intoreros,·orfebresy to-
reutas . pintores, taPiceros, grabador~s. por no hablar de las catego- -condición nada insólita (excepción hecha de las con1uC:hdades par-
rías de trabajos relacionados con la impo1i.ación y transporte de las ticular~ente estables, con10 Espa1ia: virtud sobre la que insisten.
1natcrias p1;111as, de los arn1adores a los niarineros, pilotos, corde-
leros, curtidores, n1incros, et.e.: «todo a1ie as.un1ió el papel de un
general y bajo cada una, en buen orden de con1batc, estaba la 111asa
adn1irados, 1'ucídides, 1, 18 y Lisias, Olilnpiaco, 7).jEntoncespue.de
ocutrlr:que~u na:parte~del=EStaC:lo -se ·constituya ~n-:«3.'ftli ~Es 1.ado»:..y.:se
procla:me'"IEstatl.oTúnico¡>degítimo' -lla1nando la atención sobre ••
de los obreros rnanualesn. El proyecto origina1;0 del Partenón, una n1ayor coherencia respecto a una no «Constitución heredada
••
11
concebido por Calícrates, el arquitecto ligado a Cimón (que con el (pátrios politeía) nunca bien precisada. Es lo que se ve1ifica en 411
botín de la batalla de Eu1imedontc había hecho constmir va el cuando, después de un siglo desde la caída de los Pisistrátidas (es
muro meridional de la Acrópolis) fue abandonado, y Calicrntes li-
cenciado y confiado el papel de constructor jefe a Icti.no·, quien
-según Vitrubio- escribió precisarncnte un tratado sobre la
Tucídidcs (8, 68, 4) quien observa esta secular herencia de la demo-
cracia), en una Atenas sacudida por la catástrofe siciliana. cuando
los oligarcas, tendentes desde sien1pre a crear insidias contra el ••
construcción del Partenón (De architectura, 7, pr. 16).
No faltaron chanzas de cómicos (Cratino, fr. 300 Kock), sarcas-
1110 de panfletistas, ataques de políticos. Los oradores «próximos a
odiado sistema, toman el poder. Pero se encuentran ante la impre-
vista reacción de la ílota que estaba en Sa111os -es decir, de la base
social de la den1oc1·acia, en armas a causa de la guerra-: la ilota se
••
Tucídides de Melesia -escribe Plutarco- clan1aban contra Peri·
eles en asamblea sosteniendo que despilfarraba el dinero público y
disipaba los ingresos». La reacción de Pe1icles es en1blen1ática.
constituye en un contra-Estado, elige sus generales, no reconoce a
aquellos que tienen el cargo bajo la oligarquía, y proclama que «la
.guerra continúa» mientras los oligarcas no intenten otra cosa qu.e
••
Preguntó en asamblea, dirigiéndose a todos, si.Je· vcr~~d había gas·
lado 1nucho. 1'odos en coro contestaron: «¡Muchísimo!n, y Pericles
dijo: «Bueno, que lo carg~n tod.o a nii cuenta, pero las inscr;pcio-
el acuerdo con Esparta. En los [undan1entos de esta inicial iva está
por un lado Ja firme convicción de que el Estado son las personas, y
por el otro el radical convencin1iento, presente en la ideología de-
••
ncs votivas [en las que se indicaba el non1brc de quien hacía la de-
dicac'ión] las haré a n1i nombre» (Plutarco, Pericles, 14). La jugada
mocrática, según el cual -como proclan1a Atenágoras el siracusa·
no en un discurso reescrito por Tucídides- «el den1os es todo)) (6, ••
••
tuvo el efecto deseado: Pcricles fue autoriz.ado a recurrir sin pro- 39): sofis1na, si se quiere, basado tan1bién en el equívoco léxico
blen1as a las arcas estatales, o porque fue adrnirada su generosidad donde «demos» es tanto la facción popular con10 su base social, e
-observa Plutarco- o quizá porque el pueblo no toleraba no incluso la cori:lunidad en su conjunto. Sofis1na que ha disfrutado de
••
compartir con él la gloria de aquellas obras. cierta eficacia demostrativa, en tanto en cuanto tan1bién él se refie-
re a la concCpción personal del Estado.
.f_,a.'..c01.rc_ep_c.iór1!persona"l-;:(i_el:.f:::J.!EE,o En 404-403, en el curso de la 111ás grave y larga guerra civil qt.ie
ha:c.on.c.e.p.Ción~según".""la:cual:.el:Estado·son:las~personas".'"dot.adas
de~ciudadanía~que:los:ingr_eso.s.:.d.cl~Es.tado.:son:toztt~co_u.}·t~sus:ingr~)
haya conocidp el Atica, se llega en un n1on-1ento concreto a un~ di-
visión tripart-ita. En primer lugar está el don1inio de_ los Treinta,
tendentes a hacer en el Atica una Laconia agrícola y pastoril ajena a ••
sos,ii-que Pericles pueda hacer con los ingresos federales aquello
que Cin1ón intentaba hacer con su poco con1ún 1;queza personal,
son1otr.os1t_anto.s:;§ÍQ_t_oJ11as~de 7 una:idea-r.«personal>f:de"IIEstatlo::de.
los intereses 1naritimos (es sabida la anécdota plutarquea [I.e111fsto·
eles, 19, 6] se'gún la cual Critias quiere que el bé.1110 desde el que ha-
blan los oradbrcs ,fuera girado hacia la tierra"), indiferentes total-
••
t1na:cóncepcion,segú11-1a~cuatel:Estado:no:ticne:una·personaliC!atl'
j_~í di.ca~at:ttón o nta.:h·1as~al lá-:.de:las:pe:rson<;ts_;:_~inp~·.q ue·Geincide .con.
las~propias~personas,~conJOSCiuCladanos? Es la idea con .cu~;-fue;7.~
mente al éxodo de los populares y demócratas forzado por la victo-
ria oligárquica y es 111ás: autores de este ·éxodo. Pero los den1ócra·
tas, dispersos por Beocia y Megáride, enseguida, después de alguna
••
Tc111ístocles «transpo1ia» Atenas a la isla de Egina cuand; se apro-
xi1na la irr~rasión persa, es la teoría que Nicias, asediador ya asedia-
do en Si rae usa.. Formula para rcanirnar y rcsponsabil izar a sus_ 1na1i-
. victoria 1nilitar, se agrupan, se atJincheran en El Pirco, donde
constituyen la conti·a-Atenas democrática, 1nicntras los oligarcas..
sacudidos por la derrota, se dividen en dos tro11cos, con dos se~es
••
nerus: «Los hon1bres son la ciudad, rio los 111u1·os ni las naves vacías
de hombres• (Tucldidcs, 7, 77, 7).
distintas y dos gobiernos distintos: uno en Atenas y otro en Elcusis.
Y cuando los Espartanos in1pongan la pacificación, es decir, el re- ••
•
••
•• 156/Luciano Canfora El ciudadano/157
••
greso de los den1ócratas basado en la restauración de la vieja cons- que;, como Alcibíades o como el «viejo oligarca>) 'o incluso Polibio,
titución democ1-ática a carnbio del co1npron1iso de· no p1·oceder a no-·comparten-en ª-~:SOJ.Li:~º·-Ia formLilációttde"l pa11jdo_<;l__g.m6_CYáticp. 1"
depuraciones o venganzas, se sancionará - y estará en vigor algu- --~-~- -.-----:---~-- ...;...,_.,--
~. "-/ -- +
se_gun ~eLcual L«el ..den1os-,es-todoi> .
•• I~!r~_:::~ara-ge-~e"i~jª-nte-:COnCepclóñ"déI=ES-t~Go-se-capiaelle!
n2?1nento-de-la~1uptt1ra-del-pa~t_q;;es Occi1:,. cuañqo::el exHia·do, ·ex~
~ulsad?_;e1_1t@~en_c_oalició:rrco-rrel-e·nemigo deJa c·iudati·para_regre-
Pero-·si «<el demos es-todo», si-el-puelllú--en-cuanto_conjunto de ...·
ciudadaños·que Coh-stituyen el ESt1.rdo está por ent-inra de_JoQ.a le_y,
--
ite· de-Ia- voluntad
..... - - -
po_pular;
- --
sino-::que,~por::-el-=-contrario.~se~adecuará a·
••
e'lla_:1 incluso -siP<-cambiar~-las ley_es>i (kinefn toús nó111ous)tes:(ta1n-
tado, sino por «aquellos que lo habían proscrito» (Jenofonte, Helé~ bién) u.na-:-deuda-clasica----::d-e.:los--:-dem·ócra·tas a.-sus .tradicionales ene-
nicas, 1, 4, 14-16). Y por esto el «viejo oligarca)> se con1place de la flltgos~
••
circunstancia de que Atenas no sea una isla: porque -observa-, PaTa_amOos es_--sano :irfvótárJa «c·o1rstitución hereda.-da.))~(-páttios
si por desgracia Atenas lo fuese, los oligarcas ((no podrian traicio- rpolitiiíii)~ Segun Diodoro Siculo (14, 32, 6, Trasibulo, el promotor
nar y abrir las puertas al enemigo)) (2, 15). de la guerra civil contra los Treinta, había proclamado que no ha-
••
Así, la propia noción de (draición)) se relativiza. Cuando, rnás de bría acabado la guerra contra los Treinta ((hasta que el den1os no
dos siglos n1ás tarde, Polibio reflexione sobre la experiencia políti- hubiera recuperado la pátrios politeía)). Por su parie, los Treinta
ca griega, de cuyos últimos extremos él n1isrr10 había sido partíci· -según Aristóteles- hacían gala de perseguir la pátrios politeia
••
pe, n1anifestará una cie1ía intolerancia precis.an1ente hacia esta no- (Constitución de los atenienses, 35, 2). Uno perseguía la restaura-
ción de la «lraicióni>: ción de la dernocracia radical, los otros n1antenían que llevaban a
Frecuentemente me aso1nbro -escribirá- por los errort:s que los hon1- cabo su programa derribando el pilar de la den1ocracia radical, y
•
158/Luciano Canfora
••
••
El ciudadano/ 159
democracia acababa siendo el misn1ísin10 Tcsco) se-cd-njuga_con la bres.a rr1odificar a la ligera las leyes es un nial, está claro que con-
connotació n neg~_tiva de la _alteración de las leyes vige_ntes (prcci- vendrá dejar en vigor nor1nas clara1nente defectuosas : porque no
san1cnte 'ki1ie"111r Perq serriej~rite_,propósito de_.fijación choca, o
puede chocar, con·fa"·ex1genCia dE.ponf:r_éJ dernos por.encin1a de
las Jeyes;-úliico-~ai-bitro· -de su. e\;éntual ·n1odificación."J
habrá ventaja que con1pense la desventaja de que se genere la cos-
tumbre de desobedece r a las leyes.» ••
Por.otra_pa rte, una·n1odifi cación de la ley se produce de todas
for·mas,-en el tie1npo:· tanto- más cuanto que·, observa Aristóteles; el .,
fin .que ·todos persiguen ho .es «la. tradición" ¡(tó ·pátrion).·S"iho «el .1
Lib€rt ad)d e1nocr-llci a?- tira ni a/o liga rqúí ti ••
bien.,(Polít ica, 1269a 4). Y es un fenómeno alarmante, en general
para el pensamient o conservado r: de los pitagóricos (A1istóxeno ,
fr. 19 Müller) a las Leyes platónicas (722 D), incluso si a Platón no
E:ua-ndo, pasa,: a- ·describir -el .sistema polítigi ,_atenie_!}se,_._~l;P_eri
cles tUCidideO i·nsl.aur~ una::cúh'lrap ósicióO -entre;_((den1o·cracia" tY ••
••
~lil5ertád»: a falta de otro término -dice- est.amOs3cO Sü.únbra-
se le oculta la inevitabilid ad del cambio (769 D). Kinein es palabra dqs a definir -este régimen con10-dcmo cfacia-porqu e--incluye en -la
bifronte: indic:Hant ola alteración como el desarrollo (lsócrates, politeia a muchos, pero se trata de un sistei'liá político libre (e/euc
••
Evágoras, 7), y_por.tanto acaba coincidiend o co111 la noción-de epí- théró.~ de politeúo1ne1 1).-De1nocra cia y libe11ad son colocadas por el
do~is (""'progreso , en referencia a las distintas tékhna·i), fenón1eno ora<lor, en cierto sentido, con10 antítesis. En realidad, la oración
inevitable, por así decirlo, con10 teorizan Jsócrates en el pasaje del fúnebre no es propian1ent e aquel «monun1en to a la de1nocracia
••
l~vágoras y De1nóstenc s en un célebr·c boceto de historia del a11e ateniense)) que una parte de los intérpreles ha sostenido reconocer
rnilitar (Filípica tercera, 47, done.le kekenéstlzai )' epidedoken ai son (entre estos intérpretes está también Platón, que por ello lo quiso
sinónimos) . Fenón1eno inevitable, si se ve en un arco de tiempo parodiar en el epitafio que Aspasia pronuncia en el Menexeno). El
muy extenso, incluso en lo que se refiere a la ley, por rnuy peligroso
que pueda ser -lo pone de relieve Ar;stótelcs - crear el preceden-
te de la modificabil idad de la ley, dejar que la gente se acoslumbrc
elogio de Atenas que contiene el epitafio pericleo nos llega a IJ·avés
de un doble filtro: el p1in1er filtro es el propio género litera1io de la
oración fúnebre, inevitablem ente panegirístic o; el segundo está
••
a la idea de que la ley puede ser modificada (Política, 2, l 268b 30-
l 269a 29).
En un excu,·sus en el que la evidente evocación a célebres y fá-
constituido por Ja persona del orador, Pcricles corno era valorado
por Tucídides, un político que a juicio de su historiador había des-
naturalizad o efectivamen te el sisten1a dernocrátic o n1antenicn< lo
••
ciln1ente reconocible s expresiones de la «arqueologí a)) tucidídea'
intenta denotar la amplitud del tie1npo considerado con10 «teatro))
del cambio, Aristóteles proporcion a una especie de arkhaiología
viva sólo la parte externa. La propia palabra que usa (de1nokratia )
no es un término característi co del lenguaje den1ocrátic o, que, ••
••
como sabemo,:;, es rnás usual de111os en sus vatios significados (es tí-
suya del derecho, hornóloga a la n1ás general <(arqueolog ía" tucidí- pica la fórmula de la parte den1ocrátic a l,<,eúi tOn dé111011 =abatir, o
dca: un texto éste del que se aprecian el eco y la eficacia - a pocos intentar abatir, la democracia ) . .Deniokratía es orig.inarian1 ente un
~ecenios de la difusión de la obra tucididea- en el proemio de término viol~nto y polémico ( «predolñini o del 'den1os.•). ac;:;ñado
Eforo (fr. 9 JaCoby) y, prccisan1en te, en este notable excursus aris-
totélico. La conclusión a la que Aristóteles llega encierra en sí rnis-
ma el reconoc.im iento de aquella sint-e_sis::_-d~"':i_n_-n_ova(,:jón y conser,._
Por.lQ$ Cñefuigos del orden den1ocrátic_o: no es una palabra de la
convivencia . Expresa Ja prepondert;;~~ta (violenta) de _una parte. y·'
esta parte se_puede designai_:-.sólo con un· nombre de clase, tanto es
••
va:c_i_ó_n_ gue_.-ha_c;~-del-·derecho _una construcció ri ú-nica, la única ca=- isíq~Aristó'teles -con extren1a claridad- formula el pa"radógi-
••
• !
j'.>az-de dar equilibrio .a :la. transformac ión. ,Aristóteles se esfuerza co exen1plut-n fictton según el cual el predorninio -en una co1nuni-
ta1nbién en individualiz ar una 111edida, un criterio que consienta dad de 1.300 ciudadano s- de 300 pobres (si es que llegan) contra
valorar hasta qué punto y cuándo innovar y cuándo en cambio, a todos los den1ás es nada nlenos que una «den1ocraci a». considera-o_,_..
pesar de que los defectos sean visibles, renunciar a la innovación.
Es un c1iterio cmpítico y genérico: «Cuando la n1cjora prevista sea
n1odesta, en consideraci ón al hecho de que acostumb1·a r a los ho1n-
da desde esta óptica, la democracia acaba asurnien·do connotacio-
nes propias de la tiranía: cñ primer ltigar por la ¡·eivindicac ión por ••
••
parte del dén1os de_ un privilegio propio del tirano: estar.por enci·
ma de la ley, poiefn ha ti hoúletai.,
1 Pasa gb.rhiHelliis esidéphórei
(Tucidices, 1, 6); s€111eion phaii! tis átt (1, En el.lenguaje polftico ateniense, sin en1bargo, se afirma tan1·-~
6· 10; 2.1); cp' autón tón érgón (J, 21); diil khrónou plérhos (l.!).
bién otra constela_ció n te1,ninológ ica y conceptual: .la que identifi~
••
----------
••
------
••
ca libertad y de1nocracia por una palie, y oligarquía_ y tiranía por cracia esJa~que él llama politeía, la democracia irrespetuosa con la
otra.,.De nuevo otra vez es Tucídides quien nos proporciona la do- libertad.es.en cambio,,como era de esperar, la de.n~okratía.
cu1nentación, en el capítulo del libro octavo (8, 68) en el que hace Pero es una distinción que está ya in1plícita en el agón ·Constitu-
••
un balance del significado y de las consecuencias del golpe de esta- cional herodoteo, en cuyas tres intervenciones (o n1ás correcta-
do oligárquico de 41 1. Un golpe de estado efin1ero y violento, san- n1ente su sun1a) serpentea el presupuesto de que tq_da _f()_rl_!la pplíti·
griento pero sobre todo Ínesperado -anota Tucídides: la prin1era co-constitu-cional. d_egenera _en su ,_peor, aspec~p__ y__que. ta_l_.p_roceso ...
••
cas obtiene, en el árn_bito del debate,_dos caracterizaciones opues->
ble escándalo. Aquí, la agn1pación de los conceptos es el espejo _tas. Otanes esboza todos Jos defectos tópicos del poder n1onárquico
perfecto de lo que encontran1os en el libro octavo: por un lado la li• y exalta, en pocas pinceladas eficaces, la democracia; inn1ediata-
bertad- =-de1noc;.racia (abatir..1la: den1o_cracia-1significa ;qurtar a- Iog
••
1nente después, Megabizos declara aprobar la crítica al poder mo-
ate~iens~s-!-a-liberta_d qu_e habian_ conquistado con- ·la-expulsión de• nárquico pero demuele la imagen positiva de la den1ocracia y exal-
los-tir~n?s),_,p~~~ro_1ª~_tir~~~~~p_l,ig~_rg!:!_í_a (~n.a conjura que busca ta el predon1inio de la aristocracia; después de lo cual el propio Da-
el gobjerno_de unos pOcOs, ·es dec·ir, otra vez el _derribo de la 4emo-
••
ría se dispone a desvelar las taras del gobierno aristocrático y vuel-
cracia, y al n1isn10 tie1npo «Oligárquica» y «tiránica»-). Un..lenguaje ve al punto de partida, dándole la vuelta radicáln1ente, con un elo-
q(,.!e ch-irría con el dato (his_!órico) según el cual los p·riricip_~les artí- gio del poder n1onárquico. Precisan1ente, porque tiene delante el
fices-:- de 13- c~ídzl ·de:1:; tiranía habían ·sido los aristócratas con sus
•• ·en
ci:liad_Os espa~"!anos.~~n:ii~l3..fofn1a QUe la den1ocracia arcaica
se li<ibía nia:nifestado habí_a sido precisainente Ja· tiranía._,
J~· apru:ent~ apo~í-~-tiene una solución bast~nte sin1pl~ que nos
cuadro con1plcto de las seis posibles- valoraciones de los tres siste-
mas, Dario abre su intervención diciendo que .«e·n _el-:-discursoi> (3,
80, 1: tói lógói: esta lectura, que es la correcta, nos la da sólo la tra-
•
162/Luciano Canfora El ciudadano/ 163
••
g~-~!~~1_1~; Por otra parte ...cl pr9_pjQ QªríoE.<? puede ignorar.el Mecho
de que tan1bién una 1na_l_a ll]_óharquía p1,1~de d:if'JijgaTª fa stasis: _al
de .indagación y de especulación de los pen~ac;:lores qu_e siguieron;"'
desde el tardopitagó1;co Ocelo Lucano a Polibio, en los cuales la
••
día siguiente de la catástrofe de Cambises (perfecta encarí'i~~iÓn
del tii·ano) y de la guerra civil causada por el uSUllJador (el «falso
Eslnerdis11), los dignatarios persas se preguntan sobre qué forn1a
indagación cmpÍl;ca se conjuga con la idea filosófica del «reg1·eson,
de una «anacíclosis».
Corrector del etei;no-fe¡Jctirsc-dcl CiClo eSla COriStitucióri «n1hX-
••
política se puede dar a Persia después del naufragio de la monar-
quía; y se preguntan poi- otras posibles soluciones constitucionales
ta»_:___lJn.sistertia-C)ue, encerrando eñ--si los elementd5- mejores-de l9s
tres modelos, se propone conten1plar~(o.se hace la ilusión) anula.n- ••
••
porque la monarquía ha desembocado en aquellos desenlaces de- do los efectos destnictivós y autodestructivos que, casi per se,.cada_.
sastrosos. Por tanto, está-e-Jaro q-ue, no sólo para Darío sino por el üno-.de.:..e·Jlos_:_prodtice.~La intuición de una forma «Jnixta>> con10
propio contexto en el que tiene lugar el debate, de cada forma poh- algo n1uy positivo está ya apuntada, rápida pero claran1ente, por
••
tico-tónstitucjónarse pasa_a la_oJra_, y_además a.travéS del doloroso Tucídides (8, 97), donde el historiador se para singularmente a elo-
pa~~d-~ ~la"'stasis, ~d~Ja guerra civil. giar el efímero siste1na político que se afir1nó en Atenas a la caída
Darlo es el vencedOr, rer:Olüés en, el plano histórico, no en el de los Cuatrocientos. En realidad, aquel sistema -el llamado régi-
••
plano dialéctico. Desde el punto de vista de la forma demostrativa, 111cn de los Cinco n1il- tiene bien poco de «mixto»: es una de las
sus argumentos se a~1aden a los desarrollados por los interlocuto- que Aristóteles habría llarnado oligarquías, porque están fundadas
res que le han precedido, no los anulan. En el plano dialéctico, el sobre la limitación de la ciudadanía a partir del censo. Y de hecho,
debate no tiene ni vencedores ni vencidos. Y no puede ser de otra
forma, puesto que este resultado «abierto» corresponde al cíclico
sucederse de una «constitución» a otra, sobre las ruinas y gracias a
tatnbién las :otras :hipótesis: de: c:oIJ.stitución; «mi!5-ta» -las cuales
irritaron al propio Aristóteles y sobre todo sus alun1nos (de Teo-
frasto o Dicearco y a Estratón)-·cstán !QÓ-ª-~_<;_aracte1;za,9._a$ p_oJ_J_a ••
los defectos de la otra, según un proceso que no puede tener fin,
que no puede ver una etapa conclusiva. También por este motivo
es justo decir que del debate herodoteo parten todos los desarrollos
r'eli_r_-:~Pa :deJ:_tni.zq ;primordial ~<Je )a· de~~-C?Crt._'lc_i(;l._,~ es_dc_cir, Jª;pJ~na
ciuQ.aélarlía .para :lós pobres.~y~por üiTitO soñ-·-esencialmente Oligar:.a--
qUías~ Es nada n1cnos que el tenia de la constitución <1n1ixta>1 el que
••
sucesivos del pcnsa111iento político griego. Cuando Tucídides, en la
realidad de la narración, se encuentre frente al problema bastante
singular del rápido fracaso de un gobierno oligárquico -el de los
do1T1ina la reflexión griega sobre todo en época helenísl ica y ro1na-
na_ Frente a la original y compleja solución que la polis Roma daba
al problema de la ciudadanía y de su cotnbinación con la exigencia
••
Cuatrocientos- a pesar de estar constituido, como él niismo recal-
ca, por «personas de primer orden», no puede hacer otra cosa que
recur1;r a la explicación ya proporcionada en términos generales
por Datío sobre las causas del fi-acaso de toda aristocracia, por
de un poder fuet1e y estable, Po libio sostiene que ha encontrado en
Roma el m.odelo práctico y duradero. El libro sexto de sus Histo-
r-ias, no por azar colocado después del relato de la durisin1a derrota
de Canas, p'ara aclarar las razones por las que Rorna había sobrevi-
•
••
«buena» que sea: llama en causa la rivalidad entre los cabecillas,
todos de óptiino nivel pero todos inclinados a conseguir una posi-
ción preemi'nente (8, 89, 3). También él se expresa con palabras
que hacen referencia al paso de una forma constitucional a otra,
vido a aquella derrota, está consagrado por entero a la nlorfología
de la const~tución romana con10 ejemplo pcrlecto de constitución
«mixta».
Pero co.n Po libio es justo que se acabe la exposición intentada
•
••
••
destinada también ésta a sucurnbir, de nuevo en un «segmento" del hasta aquí de la «idea griega de la política». En contacto prin1ero
«Ciclo»: «así -observa- se arruina una oligarquía surgida de la con las gra:ndes rnonarquías helenísticas y después con la polis ro-
crisis de la democracia». mana, el p~nsan1iento griego -que entonces es ya un solo pensa-
••
Esa in1agen del ílujo del proceso político-constitucional domi- n1iento helCnístico-romano- ha tornado nuevos caminos. Ahí em-
na la reflexión que siguió: desde el octavo libro de la República de pieza otra historia.
Platón al tercero de la Poli tic a de Aristóteles, quien adorna su análi-
sis con una riquísiTna ejemplificación sacada de su incomparable
conocimiento de los aconteci1nicntos político-constitucionales de
centenares de póleis gt;egas ( 158 Politeíai, de las cuales nos ha lle- ••
gado casi entera la que se refiere a Atcnas)_;Jntentar:estable_c_er se-
,gún qué suc~Sión, por lo general, se produce el paso fue el objeto,
••
•
••
•• 164/Luciano Crinfora
e
•• REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
••
CoRCF.U.A, A., Storici greci, Latcrza, Roma-Bari, 1988 .
FARRAR, C., The Origins of De1nocratiC Thinking, Ca1nbridge UniverSity Press,
· Ca1nbridge, 1988 .
••
GAUTHIER, L., «Sy1nbola: les étrangcrs et la justicc dans .\es cités grecques»,
Annales de l'Est. Méntoires, XLIII. Univ. de Nancy 11, 1972.
GERNET, L., «La notion de de1nocratie che.z les Crees», en Revue de la Médite-
••
1Ta11ée ( 1948), pp. 385-393 .
G1Lus, D., Collaboration lvith the Persians, en Historia, Einzelschriften. Hcft
34, Wicsbaden Í'. Steiner Verlag, 1979 .
GLOTZ, G., llistoire g1·ecq11e, /.Des origines aux guerres n1Jdiques, París, 1925.
•• MEIER, C., La 11ascita della categoria del político in Gre~ia, TI Mulino, Bolo· 80 Una vez apaciguado el tumulto y al cabo de cinco dias, los
nia, 1988 . que se habían sublevado contra los niagos n1antuvieron un can1bio
MossÉ, C., «Le the111e de la patiios politeia dans la pcnsée grccque du IVen1e de impresiones.acerca de todo lo ocurrido, y se pronunciaron unos
••
siCclc», Eirene, 16 (1978), pp. 81-89. disc.ursos que para ciC:r1.os griegos resllltan increíbles, pero que
M1;1sT1, l)., Polibio, en L. Firpo (ed.), Storia delle idee politiche econo111iche e realmente se Pronunciaron.
sociali, vol. I, lJtet, .Turín, 1982, pp. 609·'652. Otanes solicit~ba, en los siguientes tértninoS, que 13. dirécción
••
Rool!WALD, C., De111oc1·acy: Ideas and Realities, Londres, Dent, .197,4 (cxcc-
del Estado se puSiera en manos de todos los persas conjuntan1ente:
lcnté antología.de textos que llega hasta la edad tardoantigua).
RusENBERG, A., De1nokratie und Klassenka1npf in1 Altert11111 ( 1921 ), traduc-
«Soy partidario de que un solo hombre nO llegue a contar en 1(1 su-
ción italiana en L. Canfora, 11 con1u11ista senza partito, Sellerio. Palenno, cesivo con un poder absoluto sobre nosotros, pues ello ni es grato
•• RoussEAIJ, J.-J., Nota 1*a la Dédicace del Discours sur /'inégalité pah11i les
honunes (1754), en Oeuvres Co111pli!tes, vol. lJJ, Gallimard, Paris, 19(;!4,
p. 195. [Hay ed. cast: Discurso sob1·e el origen de_ la desigualdad de los
quía, cuando, sin tener que rendir cuentas, le está permitido hacer
lo que quiere? Es más, si accediera a ese poder, hasta lograría des-
, viar de sus habituales principios al mejor hon1bre del inundo, ya
•• r
ho111bres, Madrid, 1973.]
VATIN, C., Citoye11s et 11011-cytoyens da11s le n101Lde greC, París, Sedes, 1984.
WEIL, R., Philosophie et histoire. La vision de l'histoire e hez :4ristote, en La
que, debido a la prosperidad de que goza, en su corazón cobra
aliento la sobe1-bia; y la envidia es connatural al hombre desd~ su
origen. Con estos dos defectos, el monarca tiene toda suerte de la-
•• /)ie Kultur dcr Gegenivarl, IV, 1, Tcubner, Lcipzig, 1923 . todo, un tirano debería, al rnenos, ser ajeno a la envidia, dado que
indudablemente posee todo tipo <le bienes; sin embargo, para con
sus conciudadanbs sigue por naturaleza un proceder totalmente
•
opuesto: envidia a los más destacados mientras están en su co11e y
se hallan c,on vida, se lleva bien, en cambio, con los ciudadanos de
1 16S
••
••
i 66/Luciano Canfora El ciudi1danp/ 167
peor ralea y es niuy dado a aceptar ca1u111nias. Y lo 111ás absurdo de mantendrían en el mayor de los secretos las decisiones relativas a
los enemigos. En una oligarquía, en can1bio, al ser rnuchos los que
••
todo: si le n1uestras l:'na admiración comedida, se oíendc por no re-
cibir una rendida pleitesía; 1nientras que, si se le rnucstra una ren- empeñan su valía al senricio de la con1unidad, suelen suscitarse
dida pleitesía, se ofende tachándote de adulador. Y vov a decir aho- profundas encn1istades personales, pues, con10 cada uno quiere
ra lo nlás grave: altera las costun1bres ancestrales, fu~rza a las 1nu-
••
ser por su cuenta el jefe e in1poner sus opiniones. llegan a odiarse
jcrcs y n1ata a la gente sin son1eterla a juicio. En ca111bio, el gobier- su111an1entc unos a otros; de los odios surgen disensiones, de las di-
no del pueblo tiene, de ent1-ada, el nombre más hermoso del n1un- sensiones asesinatos, y de los asesinatos se viene a parar a la 1110-
do: isono1nía; y, por otra parte, no incurre en ninguno de los desa-
fueros que con1ete el monarca: las rnagistraturas se desen1peñan
poi- so11eo, cada uno 1;nde cuentas de su cargo y todas las delibera-
narquía; y en ello queda bien patente hasta qué punto es éste el n1c-
jor régitnen.
Por el contrario, cuando es el pueblo quien gobierna, no hay ••
ciones se corneten a la co111unidad. Por consiguiente, soy de la opi-
nión de que, por rnuestra parte, renunciemos a la monarquía exal-
tando al pueblo al poder, pues en la colectividad reside todo.
rnedio de evitar que brote el libertinaje; pues bien, cuando en el Es-
tado brota el libertinaje, entre los malvados no surgen odios, sino
profundas amistades, pues los que lesionan los intereses del Estado ••
81 Esta fue, en surna, la tesis que propuso Otancs. En cambio
Megabizo solicitó que se confiara el poder a una oligarquía en los
actúan en n1utuo contubernio. Y este estado de cosas se 111anticne
así hasta que alguien se erige en defensor del pueblo y pone fin a sc-
111ejantes 111anejos. En razón de ello, ese individuo, con10 es nalu-
••
siguientes términos: «l-Iago· 111ías las palabras de Otanes sobre abo-
lir la tiranía; ahora bien, sus pretensiones de conceder el poder al
pueblo no han dado con la solución más idónea, pues no hay nada
ral, es admirado por el pueblo; y en virtud de la adn1iración que
despierta, suele ser proclarnado rnonarca; por lo que, en este pun-
to, su caso tan1bién dernuestra que la n1onarquía es lo rnejor. Y, en
••
rnús necio e insolente que una n1uchcdun1bre inepta. Y a fe que es
del todo punlo intolerable que, quienes han escapado a la insolen-
cia de un tii·ano, vayan a caer en la insolencia de un vulgo desenfr·e-
resun1en, ¿cón10 -por decirlo .todo en pocas palabras- obtuvi-
1nos la libertad? ¿Quién nos la dio? ¿Acaso fue un régin1en de111n-
crático? ¿Una oligarquía, quizá? ¿O bien fue un monarca? En defi-
••
nado. Pues n1ientras que aquél, si hace algo, lo hace con conoci-
1niento de causa, el vulgo ni siquiera posee capacidad de con1pren-
nitiva, como nosotros consegui111os la libertad gr·acias a un solo
hombre, soy de la opinión de que n1anlcnga1nos dicho régi1nen e,
independienterr1cntc de ello, que, dado su acierto, no deroguen1os
••
••
sión. En efecto, ¿cón10 poc.hia con1prender las cosas quien no ha
recibido instrucción, quien, de suyo, no ha visto nada bueno y las normas de nuestros antepasados; pues no redundaría en nues-
quien, análogamente a un río torrencial, desbarata sin sentido las tro provecho».
empresas que acomete? Por lo tanto, que adopten un régimen de-
n1ocrático quienes abriguen malquerencia para con los persas; no-
sotros, en car'nbio, elijamos a un grupo de personas de la mejor va-
Trad. de Carlos Schrader, Madrid, Grcdos, 1979.
••
lía y otorguémosles el poder; pues, sin lugar a dudas, entre ellos
también nos contaremos nosotros y, además, cabe suponer que de
las personas de más valía partan las más valiosas decisiones». Esta
1
•• nliar el bien que han hecho a los atenienses, los atenienses los tie- obras que, una vez tern1inadas, les dieran gloria eterna y que, du-
nen en gran consideración y proponen lo siguiente: rante su ejecución, procuraran el bienestar; pues gracias a estas
Es decisión del Consejo y de la Asamblea que los samios sean obras, nace1ian todo género de industrias y una infinita variedad de
• ••
atenienses y que asu111an la ciudadanía en la for1na que más les
agrade. Que esta decisión sea aplicada del n1odo 111ás provechoso
para a1nbas partes, con10 ellos dicen; cuando llegue la paz, enton-
ces se podrán emprender deliberaciones comUnes sobre otros
empleos, que, despertando .idas las artes y poniendo en movi-
miento todos los brazos, procura1ian salarios a casi toda la ciudad,
la cual. con sus propios recursos, se embellecería y 3:1 mismo tien1-
po se alimentaría .
Pues a los que tenían edad y vigor para la guerra las expedicio-
•• Trad:- de P. Bádenas .
"
trucciones y planes de trabajos que requerirían numerosos artesa-
nos y cuya realización exigiría mucho tiempo, para que, no menos
que los que navegaban o los que estaban en guarniciones y los que
12. Pero lo que 1nayor placer dio a los atenientes y más contri-
partían en las expediciones, la población que residía sie1npre en
casa tuviera un motivo para sacar provecho de los fondos públicos
y recibir una parte de. ellos. Había .como n1aterias p1imas piedra,
••
haber sido para él contra los que le acusaban el 1nás decoroso de
los pretextos. que por miedo a los bárbaros habían sacado de allí el instrument_o y el cuerpo destinado a su servicio. Gracias a ello, las
tesoro cornún ·para custodiarlo en lugar seguro, incluso eso Peri- múltiples ocupaciones distribuían y diseminaban el bienestar, por
decirlo en una palabra, entre todas las edades y condiciones .
••
para la guerra nosotros recubrimos de oro y en1bellecen1os nuestra
ciudad, como una mujer presumida, rodeándola de piedras precio-
sas, estatuas y templos de mil talentos.»
Pseudo-Jenofonte, Constitución de Atenas, 2. 19-20
•• taban ni caballos ni naves ni hoplitas, sólo contribuían con dinero, .qué ciudadanos son superiores y quiénes inferiores; y, al conocer-
cosa que no es de los que Jo dan, sino de quienes lo reciben, con tal lo, aprecian a los que son propiamente pa11idarios y seguidores su-
de que procuren los servicios en cuyo pago lo han recibido. Era yos, aunque sean inferiores, y odian especialmente a los superiores
•• preciso, ahora que la ciudad estaba suficientemente pro.vista de las pues, no creen que la virtud de éstos contribuya a su propio bien,
cosas necesarias para la guerra, dirigir sus abundantes recursos a sino a su mal. Y contrario a esto es, el que algunos, que son verda-
170/Lucianh.Canfora El ciudadano/ 171
••
deramente del pueblo, no lo son por naturaleza. Yo con1prendo la
dernocracia del propio pueblo pues es totalmente con1prensible
na, ·\a girnnasia y en general todas las artes y facultades se han aleja-
do de su forma tradicional, de tnodo que, si la política se ha de con-
••
que procure su propio bien; pero quien, no siendo del pueblo, es-
cogió vivir en una ciudad den1ocrática n1ás que en una oligárquica,
siderar corno una de ellas, es claro que con ella tendrá que ocurrir
lo niisn10. Podría decirse que los mismos hechos lo muestran, pues ••
••
está dispuesto a delinquir y sabe que el que es malo tiene más posi- las leyes antiguas son den1asiado simples y bárbaras: así los griegos
bilidades de pasar inadvertido en una ciudad den1ocrática que en iban arn1ados y se compraban las mujeres, y to.do lo que aún queda
una oligarquía. <le la legislación antigua es sobren1anera sirnple, con10 la ley que
••
Así que, respecto a la república de los Atenienses no apruebo la existe en Cinte sobre el asesinato, según la cual si el acusador pre-
forma de gobierno; pero, una vez que decidieron ser demócratas, senta cierto número de testigos de entre sus propios pat;entes, el
me parece que conservan bien la democracia empleando los n1e- acusado será reo de asesinato. Pero en general los hombres no bus-
••
dios que yo he expuesto. can lo tradicional sino lo bueno, y es verosírnil que los prin1eros
ho111bres, ya fueran nacidos de la tierra o supervivientes de algún
cataclis1no, fueran semejantes no sólo a los hon1bres vulgares ac-
Pseudo-Jcnofonte, Constitución de Atenas, 1, 14-15
De una sola cosa están faltos; pues si los Atenienses fueran los
tuales, sino incluso a los necios, como se dice efcctivan1ente de los
que nacieron de la tierra; de .modo que es absurdo persistir en sus
opiniones. Pero aparte de estas razones tarnpoco es mejor dejar in-
••
dueños del mar viviendo en una isla, ellos podrían hacer darlo, si
quisieran y en cambio no soportarlo, mientras 1nandaran en el mar
y, ni sería sagrado su propio territorio ni invadido por los cnen1i-
variables las leyes escritas, porque lo misn10 que en las dcrnás ar-
tes, es tan1bién imposible en política esc1;bir exactarnente todo lo
referente a su ordenación, ya.que forzosan1ente las norn1as esc1;tas
••
gos; ahora bien, los agricultores y ricos Atenienses adulan a los
enemigos más, pero el pueblo, puesto que sabe bien que no incen-
diarán ni devastarán nada suyo, vive sin tetnorv sin adularles. Ade-
serán generales y en la práctica no se dan n1ás que casos singu·
lares.
De estas consideraciones resulta 111anifiesto que algunas leyes. y
••
n1ás, también estarían apartados de otro terno;-, si vivieran en una
isla; nunca la ciudad sc1ia traicionada por unos pocos, ni abiertas
en detern1inadas ocasiones, deben ser susceptibles de ca1nbios,
pero desde otro punto de vista esto parecerá requerir n1ucha p1~e ••
••
sus puertas, ni invadida por sus enernigos. En efecto ¿cón10 podría caución. Cuando la mejora sea pequeña y en carnbio pueda ser fu-
suceder esto si vivieran en una isla? A su vez, nadie se sublevaría nesto que los hon1bres se acostumbren a ca111hia1-fáci1n1ente las le-
contra el pueblo, si vivieran en una isla; pues, si se sublevaran se yes, es evidente que deberán pasarse por alto algunos fallos de los
••
sublevarían poniendo su esperanza en que los cnen1igos acudirían legisladores y <le los gobernantes, pues el cambio no será tan útil
por _tierra. con10 dañinÜ el int1-oducir 1a costumbre de desobedecer a los go-
bernantes. La con1paración con las artes es ta111bién errónea; no es
Aurclia Rui.z Sola. Las constituciones griegas, Madrid, Akal, 1987. lo mismo introducir can1bios en un arte que en una ley, ya que la
ley no tiene ~tra fuerza para hacerse obedecer que el uso, y éste no
se produce sino mediante el transcurso Je rnucho tien1po, de n1odo ••
Aristóteles, Política, l 268b-l 269a
•• Tucídides, 2, 37
•• pero resultan dolorosas. Si en nuestras relaciones privadas evita- la igualdad de derechos con la mayoría? ¿Y cómo seria justo que
n1os rnolestarnos, en la vida pública, un respetuoso temor es la aquellos que son iguales no gozaran de iguales dere~hos~ .
principal causa de que no con1etan1os infTacciones, porque presta- Se dirá que la democracia no es ni inteligente n1 equ1tat1va Y
que aquellos que poseen el dinero son tan1bién los n1~jores para
•• Tucídi<les, 6, 38-39
n1ejor después de haber escuchado está la mayoria; estos elemen-
tos indistinta1nente, por separado o en conjunto, tienen una parte
igual en la democracia. La oligarquía, en can1bio, .h~ce partíci~e ~e
••
ahora por prim'era vez sino desde sie1npre, es asustaros a vosotros,
flistoria de la Guerra del Peloponeso.
al pueblo, con cuentos de esa clase o todavía más perversos, o con
Trad. de J. J. Torres Esbarn1nch, f...taddd, Gredos, 1990-1992 .
s~s acciones, a fin de hacerse ellos con el dominio de la ciudad. Y
••
te1no cie11an1ente que un día, a fucr.t.a de intentarlo, lleguen a con-
seguirlo; porque nosotros somos incapaces de ponernos en guar-
dia antes de padecer el daño y de reaccionar contra ellos al darnos
•
a veces incluso tiranías e injustos regímenes personales. De todos
••
••
••
• ••
••
e apítulo q~into
••
EL HOMBRE
Y LA VIDA DOMESTICA ••
James Redfield
••
1 ••
1 ••
\ . , ••
••
••
••
••
••
••
•
••
••
e
•• ¡
••
••
•• f
••
••
••
Fuentes: la presencia de una ausencia
••
que la historia no trata de las fuentes. La historia es una interpreta-
ción de aque~la realidad de la que las fuentes son segni indicativi o
/ranunenti. Es obvio que nuestro proceder in1plica el exa1nen de las
•• i
fuentes, pero lo que buscan1os es conten1plar a traFés de ellas no
sólo la realidad que representan sino ta1nbién la que no aciertan a
representar, la que representan rnalan1ente e, incluso, la que ocul-
•• Relieve en terracota procedente de Locd. Segundo cuario del siglo v terarias, relatos históricos, análisis filosóficos y discursos públicos
que han pasado a la poste1-idad como modelos de retórica. Nos en-
contramos con los griegos, por decirlo así, vestidos con sus n1ejo-
•• res galas; no les cogemos desprevenidos, sino que les ve1nos tal
como ellos eligieron representarse a sí n1ismos. Estas representa-
ciones, aden1ás, con pocas excepciones, son representaciones de la
177
••
••
178/Jnrncs Redfield
El ho111bre y In vida dorné5Hcn/J 79
La tradición filusófica, de Pitágora' en adelante (con la importante cabo por la gente en lo que toca a su propia representación nos
excepción de Aristóteles), [ue en general hostil a lo doméstico; la
unidad fan1iliar es conten1plada como un n1undo de emocionali-
dad fluctuante, tendencias antisociales y rnotivaciones triviales. La
dice rnucho, tanto por lo que oculta con10 por lo que revela.
••
acción pública tiene n1ás posibilidades de ser rnoral ya que, al ser
visible, está sujeta a valoración por parte del publico. •
La vida publica se desarrolla en un espacio publico? Esta 1·egla
La -supr-esión·c
~ -·------- ___
de 10 dOinéstico,
••
nes entre las obras que se nos han conservado que, en su mayor
;j)resenta a sí misn1a como revelación de algo nor1nalmente ocultt>. parte, tienen que ver con los dioses: por ejemplo, Apolo cortejando
I;:sto nos ayt.td;:i ¿}_comprender.por qué las relaciones dotnésticas en a Cirene en la Pitica novena de Pindaro y la alusión de l·lon1ero a las
) ·~~-~J~m-a son .r~pre_s~ntad_ªs_ en toda ocasión como anoiTiial.es; rotas:i
••
aventuras pren1at1imoniales de Zeus y Hera «cuando se fueron a la
·O.-e1!plen~ c_~~~s.·En tan t.~ que ~l _.clr?m~ :es una representación de la
l vida ·don1est-1ca es ·lamb1e11~·una ·especie de escandaló."'
~-M;CliQS"'de -l~s perS~najes del drama son mujeres. En la vida real
cama juntos burlando la vigilancia de sus padres» (!liada, 15, 296).
Pero, en general, la regla es v_álida y lo-que resulta n1ás llarnativo es
era algo digno de una n1ujer ateniense que nada pudiera saberse so-
bre ella (como señala el Pericles de Tucidides)ili!s ifüij~re_s_gue ve·
que, a diferencia <le la ficción naturalista, las historias de an1or se
cuentan en todas las literaturas del ancho mundo y que, ade1nás, en
ellas, se han basado clásicos tan diferentes con10 La historia de ••
~os·_~_D_ esceñ3 e.Stán ya, _en _cierto modo, deshonradas o corren el~
riesgo·d~ ~~Jªt:_l_o cµando el público_ las ve·(precisa1nente porque las
pue<le ver). Lo que suele estar oculto, cuando se saca a la luz, evi-
Genjii o Sakuntala. Las histor-ias de amor constituyen ta111bién una
pa11.e in1portant~ del acervo común de los cuentos populares in-
doeuropeos, )rase trate de la historia del hijo .tnás joven que gana en
••
dentemente está fuera de lugar.
Los griegos de la época clásica no crearon la clase de ficción na·
turalista que ian rica fuente resulta para la vida don1éslica en la
premio a la b.ella princesa o de la desventurada doncella rescatada
por Su rutilante caballero.
Los g1;egos, pur supuesto, ta111bién contaban historias de este
••
época moderna.· Ciertamente, pode111os deducir algunas cosas de
las 1-eprcscntacioncs que tenemos~ nuestra perspectiva se parece
bastante a las obras de teatro, en las que, a veces, se abre una puer-
la y un mensajero aparece, o bien un personaje 111ira dentro y nos
tipo; por ejemplo, la historia de cómo Jasón obtuvo a Medea o Pé·
lope a Hipodan1ía .. Pero cuando 13.s nariñ.ñ, ~en ép-oca cJá}üca. __!~ lv? »
hai:en.e'X~ctan1cnte-como--historias de a~oF Vean1os un cjernplo,
Pí-;.;da-ro nos ~ucnta las historias de estos dos personajes, Pélope y •• •
••
cuenla lo que sucede en ese mundo cerrado e invisible. Sobre la Jasón. Pélopci, en la prirnera Olbnpica, es un pretendiente, pero no
base de tales indicaciones y fragmentos es posible escribir descrip- le ve1nos cortejando a l-lipodan1ia sino que, más bien, ella es el pre-
ciones de «la vida dornéstica de la Grecia antigua». De hecho, esto mio en su contienda con Enomao, padre de ésta. Jasón, en la cuar-
ya se ha llevado a cabo. El presente estudio, sin embargo, sigue una
estrategia diferente. Será una investigación sobre la idea de lo do-
n1éstico enlJ·e los griegos (especialmente tal co1no po'demos trazar-
ta Pítica, es cierto que hechi1..a y seduce a Mcdca, pero ella no es el
pren1io que persigue, es el instrun1ento mediante el cual lleva a
cabo una tarea que le pcnnite recobrar su patrin1onio. ••
la a pa11ir de los n1itos y ritos), y 1nás específican1enlc sobre el lugar
que esta idea ocupa dentro de Ja ideología de la ciudad-.cstado. Des-
de el punto <le vista de esta investigación la ausencia de testin1onios
En otra-; palabras, Jasón no va buscando una novia sino que lo
que busca es su herencia. f.-~ la herencia el asj)eCf.o de la vidi.fa1ni·\
liar cfrre-_pre·o-cupa a la ficci_ón CláSTCB.~-Por cjcinplo, Hcn1ón y Anti-
••
es en sí 1nisn1a un tcstin1onio in1portant.e. I..a selección llevada a 1
1
1
goria-:--:en .la Aniíg;;;;·~-~-'So~l,~ñ~ ~Pareja que n1antiene relaciones for-
••
••
•·• l 80/Jan1cs Rcdfield El hon1hre y la vida don1Cstica/ 18 l
•• nlales -el a1nor del uno por la otra es decisivo para la tra1na de la
pieza- pero el dran1aturgo no los lleva a escena juntos; Antígona
111ás bien viene a ser para J-Ien1ón algo por lo que discutir con su pa-
vivir por siempre e intentó n1atar al niño. El resultado fue Ciro el
Grande y el In1pe1io persa. Errores que a un nivel dornéstico cau-
san una tragedia, a nivel de la historia d~I mundo obran prodi-
••
i.. - - ., ..
tirse en esposo de su 1nadre. b:rs pr_o_b_-Iemas_::_!i_e::_2reseqtan~cuando gramoy vencer nuestro egoísino; entendido así, el-<r1·de·n~-<2:ü'.ltD1·al ..
~P!are_;intenta-~~i!ar~_l~::n-ot_:I?~l ,_su~~2ic?n ~de J*s _g~neraéiónes.-. viene a·ser.-el:regalc> Cfu·e cada generación_· ha_c_e a. la siguiente ..Los'
Igualmente, la disputa entre Pélope y Enón1ao se tornó sangrienta griegos, en~tanto_ que concebían_. la fa1nHia en Jos 1érn1inos de este
••
rros. Le daba al cont1;ncante una ventaja y luego ''le alcanzaba con
sus maravillosos caballos y le apuñalaba por la espalda. De esta ma- ~r~s-1;;1, xnuerte d~ los individuos. En=féinliiiOS de· naturaleza; e·I pa7
nera, llegó a matar a doce jóvenes. Pélope, que hacía el número tre- 1
pel~cívico de-·Ias·mujeres-er~_·p_r()rjuc!rciucl_~danos, es decir, hered~
••
ce, se las arregló (por diferentes medios en las diferentes versio- r:os varones; _pa¡-a las~aniclades famiHares que_cornpon~n_l~s: ci_µdª:.
nes) para matar a Enomao y-así ganó en prernio a 1-lipodamía. ~~~; .-~rr $j.~-rIDir10S-de_cúllllia~, las_rnujeres- funci_on~ban con10 preñ'-
En una versión Eno1nao deseaba desposar a la propia Hipoda- d~as- en__ un·a_transacción_ erit1:e eJ .suegro y el yerno; .uila-transacciÓFl
••
_..._._ ~ -~
ración- sig-uiente tom·e,nuestro ·lu_gar,: minos se usaban también cuando se daba algo en prenda como ga-
L-. Ló's-~d_l_ose·S:~c-on10 :.son ~in morlales-:';:no .·xi-enerL_e_ste_; p1~9J?J~Ifl____?,_._ o__, rantía. I~~{'.ntr~ga--:-de_:la_mujer, por lo tanto, fue~Ufül"señ·ai:;__d_e·un
1JfiejÓr:-_t-o_Q1p __spn~i:_nmorta-lcs_ti~n~n_·cst~_prQhl~11]a_¡:_d_ r_evé~. La Teo- v·int_ul9 entre \o.§ c;ios hombres; .el de más edad daba a la joven con10
gonía de Hesíodo nos cuenta con detalles cómo los dos dioses ma· prenda usando la voz activa del verbo, el rnás joven la recibía en la
1•
1• yores, Urano y Crono, cada uno en su mo1nento, no consiguieron
impedir la sucesión; finaln1ente Zeus, el tercero en la línea de des-
voz media (engyómai; cfr. He1·ódoto VI, 130, 2). L¡_m_ujer, pues, nc;i
:era·_parte-_de_lª_tr_~_nsa-c·ción., - __ ., ... ··~
•• dre y 111adre) , mientras que el nacimiento del hijo que debía ser
111ejor que su padre se evitó. El1)0dei:-Cterftó.de ·zeus~~-~11 _Qtra~ pala-
b@S,~esta~'1Se-guraCIOpür~Uña·1iija_eterñamente virgen,y un_hjjo __qu~_I
~_ tari_iQ_i~n._coii. ella, Una dote! For~ai~~~~-t;,-1~ d~t;~~n-ca h~e
propiedad del marido pero era éste quien la tenía y la ad111inistraba
para sus hijos, debiendo ser devuelta en el caso de que el matrin10-
•• Lri_O:llegó~a·n~cer.,
Pero-; e-amo. n-úSCftT·bs-_no· somos-inmortal-es .~les di~eQ..~~s
a: lós-gfiegos=.~aeoerrios perfriilir·que-ñUéSti:as llij3S se.e-a-sen y que ..,
n1ito?
nio fracasase; de todas maneras, con 1nucha frecuencia hubo de
ser, sin la n1enor duda, algo especialn1ente atractivo ya que el 1nad-
do.tenía la administración de ella en tanto que el n1atrin1onio dura-
••
un sueño le reveló que el hijo de su hija le recmplaza1;a co1no rey inff:rCaffilJiO ñ'i<itrirfloniaJ.-clásico fue recíproco únicanYente den;·rO
(Heródoto, 1, 108). En vez de alegrarse por un sueño que le prome- qel,to_ntexw-de una reciprocidad generalizada; el padre debía en-
tía una generación de más en el poder (iba a ser reen1plazado no tfCgar. a.s_1.,1Jiija .porQt).e, ·tiempo atr~s. -había ,-recibido a ·Ja. hija de
_?tro .. -Li ~úriita coi10iCióll estiPllli"<la de ]a transacción era «para en---
_.•
por su hijo sino por su nieto), procedió como si pensara que iba a
••
·••
i 82/Jnn1cs Redficld
El hun1brc y la vidn don1ésticn/183
._ge15~_rar hijos legítin1os». Lá Co11112~I}sactQJ1·del_ suegro estribaba en• 1 ello se interesa profundarnente por las historias que narran los por·
••
Ja perspectiVii-de-tener nietos. De nuevo tenemos aquí que-el :punto n1enores de hacer la corte a una n1ujer; el novio, por su parte, espe-
ilc ID"il·a-eS-la he-tenC.ia .. EI rií~tiimOñio es toncebido como el-rnedioJ 1 ra ser admirado y esta es la razón de que le gusten las historias en
,por el cuat·un_l_l9mbr~_ ¡jl!_~9e~ tener. tjesc~ndjent~s_mediante su hija: las que el novio ·llega luchando hasta su novia. Si la historia es una
~Er'Yei-;~, a-'carnbio, adquiere ci~rtos derechos ·sobre·.su.suegrq,,
'--- -~ ·~-
-- - · · - · --- - ·-··- - -
NOpuede decirse que los matrin1onios g1;e_gos fueran «concer-
tados)) si lo que entenden1os por ello es que había un acuerdo entre
de aquéllas en que la novia es el prcrnio concedido al rnás valeroso,
la razón de ello estriba en que la mujer desea ser apreciada de for·
rna extraordinaria y el hornbre aspira al métito. Si en la hist.oda la
••
los padres de la novia y del novio. Los griegos nunca reconocieron
nada sernejante a la pat,·ia potestas romana, por la cual los hijos
adultos estaban bajo la autoridad del padre en tanto que éste vivie-
novia es una víctilna rescatada, esto significa que las rnujeres de-
ben ser protegidas y los hombres lo bastante fue11es para hacerlo.
En las historias unos y otros viven felices por siempre, con10 si, una
••
ra; por el1o, el pretendicñt.e, como varón adulto libre que era, nego:.~ vez narrada la historia.. todo lo demás cayera de su peso; las histo-
••
,..
ciaba pót su novia eh.su propio nombrci Casai-Se_fue t!_na fo1~1~1a ~e rias son realrnente descripciones de la felicidad matrirnonial.
adquistción; lJ.TI_a parte -de la «tercera función~; Hermes, el patrón ,_t.a_:~usenc·ia de_~h_iSl9ri_as_de_amor_en ·1a·li1eíatura griega ·es-, por
cicl traslado de la novia desde su antigua casa a la nueva, es ta111bién
el dios del co111ercio, del robo y de Jos objetos encontrados. Glau-
cón, en la República de Platón, habla del n1atrimonio como si fuera
un tipo de comercio; el ho1nbre injusto, nos dice,
lo tanto,1t¿~ asp~~Jo~ae Ja i!US~_ficia de cU.al(fuier:.rEprésentaclón po-
1~i(iV"c:i-del _tnªlijmo!li_o~ Las mujeresrde ·1astragedias·, por ejen1plo, o
bien ,so~rvíct.imas malt.r~s, ,como Ifigenia o lo, o·bierLÍlffiáS ven-
g~90ras, con10 es el caso de Cliten1nestr·a y Medea; no es raro que,
.,,
•
desea [ ... ] ton1ar luego esposa de la casa que desee, casar a sus hijos con
quien quiera, tratar y tnantcncr relaciones con quien se le antoje y obtener
como Deyanira y Antígona, se las arreglen para ser a111bas cosas a la
vez. ¡El rnatrimonio niás satisfecho en toda la tragedia es probable-
mente (hasta el momento de la verdad) Edipo y su madre! En Aris- ••
de todo ello ventajas y provechos (362b)*.
¿O es que sólo <le todos los hurnanos arnan a sus esposas los Atri das? No, ••
••
No obstante, la novia tiene la esperanza de que se la valorará y por cierto, que no hay hornbre generoso y en su juicio. que no quiera a la suy::i. y
della cuide (llíada, JX, 340-342)*.
* La traducción que utilizarnos es de M. Fern:indez Galiano (Madrid,
••
1949). (N. del T.) * La traducción es de D. Ruiz Bueno (Madrid, 1956).
••
•• 184/Janies Redfield El hombre y la vida do1néstica/ 185
••
esquen1a alternativo de la historia está en la n1ente de todos los per-
sonajes y, aden1ás, fue familiar, sin lugar a dudas,· tanto al poeta n1ujeres. sea deJOrn1.l trágica o-cómica,·Ci podcr· fcrnCnino es trata-
con10 a su auditorio. · do sien1_pí·e con16 una.iilvel-sión de la naturaleza de ·_las cosas, una.
ipversión, ade1nas, prod_uc1d<l:.por:la:lo~ura y:la _d!=!bi.ljdad de los .
•• a
c>ta~t-ªfi~~ñte :·et:rriiSJñQ. 10: largo-:: del -Clial: l<i":" CiulfaQ·e~t~-dq_.:fup
cion·ó~com·q_un-a:CStñiCitir"a.3uiosllficiente -o, al n1enos, indepen-
dieme...::_ para~Já"Vida de IO-s griegos. Antes de Homero difícilmente
fas. Mientras las ninfas, sin en1bargo, son inn1ortalcs, las ménades
son mortales, las mujeres e hijas de la gente cor1;ente, y éJ·rn_enadjs-"
rtto-n.o~ es u,rl~_fo·rma-iior1nal de religiosidad; ·por el contrario; en las
_a• ~--~
••
••
186/Jarncs Redficld El hon1b1c y la vida do111Cstica/187
una plaga con10 el han1brc, la sequía o la peste y, co1no éstas, .sólo_ a Oioniso, pero el dios, por artes mágicas, consigue escapar tras ha-
puede. ctirarse estableciendo~alguna· relaCión<adecuada· con el
••
ber hecho ten1blar todo el palacio; nubla Juego la 1nente de Penteo
dios.' y le lleva a las 1nontañas vestido con ropas de 1nujer; allí su propia
Argos es tan1bién el escenario de las histo1ias sobre las hijas de madre le despedaza.
Preto, contadas en nurnerosas versiones, aunque, sin en1bargo, en
todas ellas, las 1nuchachas se vuelven locas. Unas veces ellas tan1-
bién se han resistido a Dioniso; otras es 1-lera la diosa a la que han
Las bacantes es una pieza negra; los personajes no parecen
aprender nada excepto que dios (pese a no ser bueno) es grande.
1-Iay en la obra una alabanza de la etnbriaguez y <lel éxtasis, pero ••
ofendido. En la versión de Hesiodo (Fragmenta Hesiodea, lJ0-133
M-W) se vuelven arrogantes por los n1uchos pretendientes ~-ue tie-
nen y, en su arrogancia, ofenden a 1-Iera: ésta las convie11e en seres
esta alabanza se ve recortada por la acción del dran1a, que desplie-
ga ante nuestros ojos los catastróficos resultados de un éxtasis y
una embriaguez a los que no se le ponen los lín1ites debidos. Mu- ••
de lujuria incontenible y luego las castiga con la lepra y la pérdida
de su cabello. Más tarde, se curan al se1· expulsadas de la Argólide.
En una versión próxin1a a la anterior hacen que todas las argivas se
chos han pensado que el n1ensajc de esta obra es, pura y sin1ple-
n1ente, el terror.
Debemos tener en cuenta, sin e1nbargo, que Dioniso, que co1no ••
vuelvan locas junto con ellas y rr1aten a sus hijos; entonces Melan1-
po y Bias las expulsan a un reino vecino v 1natan a una de las tres
dur·ante el viaje; a las otras dos las curan .v.se casan con ellas. Luego
dios transforn1a de forn1a característica sus apa1iciones y cuyos de-
votos cxperin1entan alteraciones de sus estados de conciencia, es
ta1nbién el dios del teatro. En Las bacantes esta conexión es casi ex-
••
Preto se reparte la Argólide con sus dos yernos (Apolodoro, Biblio-
teca, 2, 2, 2, 2-8).
En la versión de esta historia ofrecida por l-Jesíodo, ese poder fe-
plícita; el propio <lios tiene un papel en la pieza y laboriosan1ente
viste a su vícliina. La obra, aden1ás, era sen1ejante a todas las trage-
dias representadas en un festival de Dioniso. Al ser puesta en esce-
••
menino que se sale de todo cauce es, cxplicita1nente, un poder se-
xual; _la arrogancia de las muchachas les viene de haber sido n1uy
corte_¡adas, de su condición de casaderas. 1-Jera las castiga doble-
na, además, el coro de n1énadcs fue representado por hon1bres,
co1no lo fueron tan1bién todos los personajes: el público fue tan1-
bién, probablemente, exclusivan1ente 111asculino. La obra repre-
••
111ente: colocando su sexualidad más allá de todo control y, luego,
quitándoles todo su atractivo. En la historia de Mcla1npo, la cura
sentaba la disolución de la ciudad, pero la representación c1·a un
acto organizado público y, a la vez, religioso. En el festival -esta es ••
••
tiene lugar 1nediante la expulsión de las n1uchachas; el resultado n1i opinión-, los atenienses alcanzaban una excelente relación
(con el sacrificio de una de las tres) es, a la vez, un matrin1onio v un con el dios y la conseguían mediante la exclusión de las mujeres,
acuerdo político. En el n1arco del orden don1éstico y cívico as~í es- que estaban presentes sólo representadas. El festival es así, dentro
tablecidos, laS n1ujeres dejarán de n1atar a sus hijos y la legítima he-
rencia podrá continuar de nuevo. 'fodos vivirán felicCs en adelan-
te. Considerad·as en 'conjunto, las historias de las hijas de Prcto pa·
de la pieza, c91no una alternativa a la pieza, un antídoto frente al te-
rror que la obra produce. Cualquiera que echara una 111ira<la al tea-
tro ve1ía que, a pesar de todo, los hon1bres controlaban cada de- ••
recen decir a 1.os griegos que . el fnatiimrinio,ral desviar e-1 poder sc~
xu_al de1_·1as_muj~res hac"ia la herencia;·resilihg-eCste Jioder:y asegu-
;a .-~~~t~ryt<?_,.Cl _~rde~ _ciudadano como ,la adecuada relac_ión con el'
talle.
De n1anera aun más general, pode111os observar que el.d1·an1a,.
ateniense permite la -·representación de la vida ·doméstica co1no ••
ilios.
La 1ncjor representación literaria del menadisn10 son Las /Ja-
cantes de Eurípides. En esta obra el n1enadisn10 es de nuevo un cas-
algo separado de la inmediata experiencia por una triple barrera .
Lo doméstici¡> es representado en público (por y para hombres); es
representadd con10 si tuviese lugar en público (la escena se ubica ••
tigo por haberse resistido a Dioniso, cuya divinidad Pcnteo, el rey
de Tebas, se niega a adn1itir (Dioniso es, de hecho, prin10 carnal de
Penteo ya que es hijo de Zeus y de Sé1nele, hern1ana de la n1adre de
en la calle); ~s transformado-porque se representa con10 si hubiese
ocurrido en los tiempos heroicos o bien, en la coinedia, mediante
la caprichosa suspensión del tiempo,• el espacio, ·1a causa y el efec- ••
aquél). El dios, por lo lanto, hace que las n1ujeres de Tebas se vayan
a las montañas y allí vivan con10 salvajes atacando poblaciones y
matando niño~. En 1'cbas son rccn1plaza<las por las n1ujer-cs asiáti-
to, En virtud de estas tres separaciones podcn1os medir la necesi-
dad que los atenienses tenían de proteger al público de la intrusión
de lo domésiico en la realidad, n1ientras que la existencia de las
••
cas que lJioniso ha traido consigo; es el dios quien se cuida de ellas
haciéndose pasar por su propio sacerdote. Pcnteo intenta arrestar
piezas nos da la n1edida de la necesidad coi-relativa <le interpretar
esta realidad a la luz de las necesidades del público. La supresió~
••
•
••
•• 188/Jarnes Redfield El hombre y la vida don1éstica/l 89
••
. de lo do1nésticó Cxpulsáiidolo de Ja conC-iencia .pública, que. es lo se salir a la calle. Eran mie_mbr9s de la unidad familiar_ pero no d_~
que acarrea l~ ausencia de u·na ficció~- de tipo ·naturalista, _puede la ciudad·;·o al menos lo eran de.la citidad sólo indirecta1nente; es
~~! . considei·adci.cómo una coridición cultural previa_dc_la ciudad"'.:• cierto que en ésta se encontraban en su propia casa, pero no lo es
••
niño .•
éiudad consiste en_una·plur_alid?4 de p~q~e-ñas unidades familiares_,... ~o t9dós -1os c·iudadanoS de pleno derecho eran iguales; -lo eran
!.:el::rcJ_on_!l"<'.!as·por _!1~~9_io de ~u_na _recij)rocidad ..generaliiada. (hos- sOlo eri'fanto-que-p·odían hacer apariciones~pú:bli~as: -·Estas-a:pa1·i_-
••
pitalidad rnutua, intercan1b_io n1atrin1onial bilateial generalizado, ciones tcitnahan siempre _la fur111a de una co1npet-ición llena deriva-
etc.); '!_esde"e"l puntó de vista eco-nóiíiicues una sociedad basada en lidad cuyo resultado era, más bi-~rl. establecer l.;-desiguald;d Cle los
lá pr~ópiedad p1;yada.~en la que la riqueza está en n1anos de nun1e- tcifllilidan·ós.'La con1petición podía tomar simpi'en1ente la fÜ~-."IT;a~-d~
••
cual la auto1;dad pertenecía al rey (a n1enudo tarnbién sacc1-dote o día del resultado. En el debate público y en el teatro, la relación en-
dios), los honores fueron otorgados por el trono y el excedente era tre el ofrecerse a la vista de los demás y la posición era nlás con1ple-
1nantenido en el palacio o ten1plo para su redist1ibución rutinatia o ja; los actores, por ejemplo, dejaron de ser especialrnente estirna·
__.•
l 90/Ja111es Rcdfield El ho1nbrc y la vida diJ111éstica/ 191
••
La cornpetición privilegiada fue la guerra, en la que-los hom-
bl'eS se distinguían_ desinteresadan1entc por el bien de la co1nuni-
para tener una opinión sobre la dirección de la guerra. La idea se
hace general cuando Telémaco adapta la frase (Odisea, 1, 358); le
••
dad. En Hon1ero h~ guerra e~ concebida ~orno una especie de juego
consistente, como así es, en co111batcs singulares de los que salen
vencedores y perdedores individuales. La guerra de la época clási-
dice a su 1nadre que se vuelva a las habitaciones de las 1nujeres ya
que «hablar en público es cosa de hon1bres». La irracionalidad de
su preten.Sión rnasculina a un 111onopolio de la inteligencia política
••
ca pudo no ser -y probablen1ente ninguna guerra lo ha sido nun-
ca- con1petitiva desde el punto de vista individual en este sentido;
la noción de co1npetición se adaptó a las tácticas colectivas de la fa-
era evidente para A1istófanes, cuya Lisístrata nos cuenta con triste-
za cón10 la frase llega con prontitud a los labios del varón ateniense ••
••
cuando su 111ujer 1r1anifiesta interés en los asuntos públicos:
lange por el procedin1iento de convertir la batalla en una con1pcti-
ción en firmeza, competición en la que un hon1bre ganaba al no Nosotras, en las primeras fases <le la guerra y durante un tiempo, aguan-
contar·sc entre los perdedores, al no ceder ni un ápice de terreno. tan1os, por lo prudentes que son1os, cualquier cosa que hicierais vosotros
Quienes ron1pían las filas eran n1arcados de por vida y llevaban
c1uclcs non1bres locales: el ateniense era un i<tiracscudo>) y el es-
Jos hotnbrcs -la verdad es que no nos dejabais ni rechistar-. y eso que
agradarnos, no nos agradabais. Pero nosotras estában1os bien inforn1adas
de lo vuestro, y, por ejen1plo, muchas veces, estando en casa, nos enterába·
••
••
') partano ~.111 «temblón». E~_ca.stigo oficial era la atunía_- De cst~ ~a-
mas de una tnala resolución vuestra sobre un asunto impo1·tante. Y des-
nera, la firmeza en el campo de batalla fue una especie de cahfica-
pués, subiendo por dentro, os preguntábamos con una so111·isa: «¿Qué cláu-
1 ·ció11 Competitiva mínin1a para 'la vida pública, del mismo niodo
11/ q~e la instrncción rñ1litar fue la iniciación oficial a la condición de_,.,
sula habéis decidido, hoy, en la Asa1nblca, añadh· en la estela en relación
1 hombre adulto.'
- ~-DCSde·.'.HOrn~ro e-_r1 ade-lante-la comunidad :Política griega fue
con la tregua?,. -«¿Y eso a ti, qué?n, decía el rnarido de turno. «¿No te calla-
rás?» -y yo n1e callaba( ... ] Pero cada vez nos enterábarnos de una decisión
vuestra peor que la anterior. Y, luego, preguntábamos: «Marido, ¿có1no es
••
cori<:eºTqa coniO_ _ uri -.gl-up6 _de gucrrerds autogobcrnado; IOs gÚe-
rre11)$ ~p_r1 :hon1brc-s·~y, Po'i' ellÚ;·la-co.inUllidad polítiC~i cÓnsiste en
)lombres. Además, la guci·fa,.en el sentido dc;_~on}bate_a~tivo, ...es
que actuáis de una rnanera tan disparatada?n Y Cl, echándome una 1nirada
atravesada, n1c decía enseguida que si no n1e ponía a hilar, 1ni cabeza iba a
gen1ir a gritos. «De la guerra se ocuparán los hornbr·cs" (Lisístrata, 506- ••
Para-los jóvenes; siernpre existió una tendencia a excluir a los vic-
jÜs~aunque se aceptaba que su experiencia podía ser valiosa. NCs-
tor debe recordar a su audito1;0 que ta~bién él f11e un guerrero an-
520)*.
••
menes atléticos -no en Atenas, cierto es, pero sí en Esparta sobre
rnlines» fue·· un proverbio pitagóric_o ; los pitagórico! :i intent<-1ban
todo y no sólo aquí-y, en lo que toca a la esfera de los ritos, tenían perfeccio nar su co1nunida d haciendo con1unes sus propiedad es.
una cierta igualdad con los hon1bres. Las mujeres de Atenas no es- No está claro si alguna vez llegaron a pensar extender esta regla a
•• tuvieron tan apartadas como para no ser rcpres:Cnt adas, por eje1n-
plo, en el friso del Partenón y, en la vida real. los ritos, n1uchas ve-
ces, daban a los hombres la oportunid ad de ech3r una ojeada a las
las mujeres; de todas forn1as,,es c"laro prira Sóc1-ates que la elin1ina-
ción.de la propiedad ·privada_ no bastaría; ·ta ciudad nunca.pu ede
llegar a ser_una corhuñida d pe1fecta en.tanto qu~ los legislado1· es
••
n1ujeres de otras familias. Si un joven encontrab a a una chica atrac-
tiva, podía (tras las pesquisas adecuadas ) proponers e a sí rnismo, . -
tar de -·una personas en. particular .
.-
ténga·n sus propios hijos y, por ello, un--interés pr:ivado en el bienes-
- -
.
- ,
con10 yerno, al padre de ella. Si las negociaci ones llegaban a buen
AJ' conlienz~ del libro quinto el auditorio de Sócrates le pide
••
aquélla un tratamien to diferente ya que son claramen te diferentes
enlre·enó sjiúnas llegó asercomp l;;-ta, tal como, por ejemplo. sabe- por naturaleza . Pero a esla objeción, que él 111isn10 ha suscitado,
11105 que ocurría entre los zulúcs. Entre éstos, se nos dice que las responde Sócrates diciendo que pensar así seria 1nalinterp rcta1- el
1nujeres eran retenidas en las casas de los reyes con10 meros obje-
••
n1ala concienci a por ello, se limitaron a excluirlas de la vida ciuda- tienen importanc ia son ··las que -tienen que ver con aquella parcela
dana. d~_·nosotro-:s que es ·susceptib le de educación , cuyo non1bre, _para
••
'r3.niaSfa de una ciudad.alt ernativa de mujeres, una fantasía a la que cidad psíquica .
Se-le diÓ' fo~~á 1itU-a1 en las Tesmofor ias, cu~ndo las n1ujeres, du·
Tampoco es que Sócrates considere que los hombres y las 1nuje-
rante un tien1po, se retiraban y formaban una especie de ciudad ri- res son iguales psicológic amente; al contrario , su argun1ent o de
•
••
••
194/Jamcs Rcdficld El hu1nbl'e y la vida do1nCslica/ 195
Puesto que estas capacidades son rnascutinas de un rnodo ca- propuestas -ya sean hechas poi· Sócrates en el diálogo o bien sea
Platón quien las haga por medio de aquél-, éstas nos pern1iten,
••
racteristico, las-mujeres que destaquen serán aquéllas_ ·que sean_-i_p
más parecidas a los hombres. Sócrates ha afirlnado ya que las muje- sin embargo, n1cdiante la interpretación de sus inversiones, exage-
res qlle sean-admitidas a ta educación niás elevada habrán de hacer raciones y negativas, trazar un croquis de lo que fue la ciudad-
todo lo que los hon1bres hacen, incluyendo «el manejo de las armac;
y la monta de caballos» (452c). En particular (y aquí Sócrates co-
rnienza a sentir miedo de hacer el ridículo), tendrán ellas que ha-
cer ejercicios desnudas, igual que los hombres, y no únicamente
estado. Lo qu·e aparece añtc nuestros ojos es tina vida_dividida en
una esfera pública, donde los hombres se exhiben a·sí:rrrisl)los al
servicio de.los valores comunes, y un espacio privado acerca del
-·cual, tal vez, cuan.to menos se diga mejor es; se trata de un «espacio
•
••
las jóvenes, sino también las viejas. Después de todo, nos dice, todo de desaparición» donde se engendran los nitlos y tienen lugar otras
esto, desde un punto de vista cultural, es relativo y no hace tanto
tiempo que los griegos pensaban que era vergonzoso que los varo-
cosas que no 111erecen que el estado les preste atención. Ui esfera
pública es masculina, es una esfera de palabras e ideas, caracteriza-
da _·por una_ competición abierta en busca de honores.\ es decir, el
••
nes se desnudasen en público, tal como los bárbaros piensan en la
actualidad; «entonces lo ridículo que veían los ojos se disipó ante
lo que la razón designaba como más conveniente» (452d) y, así.
reconocin1iento de los que son iguales a uno n1isn10. Aqüí el tuei·-
po; de manera caractcrislica, queda al desnudo;, esta «deshlidcz. he-
roica» (que en el arte, aparte de los ejercicios atléticos, se extendía
••
ocurrirá tan1bién en este caso.
En esta fantasía, la diferencia entre tnujercs y hon1bres se re-
suelve por entero en una sola dirección: algunas rnujeres «aptas
a los varones jóvenes en general), presenta a la personá co1no una
criatura en su míniina exp•·esión, una,meta·unidad.s ocial.que se ••
pa1-a la gin1nástica y la guerra» (456a) llegan a ser, como pod1ian1os
decir, hombres honorarios. Las rnujeres educadas de este n1odo,
aden1ás, serán 'lllas mejores de todas» (456c). Dicho de otro modo,
.' afitJlla a sLri1is-n1a~ En-Ja-· comp_etición, en estas rivalidades, estas
personas consiguen c-i_ert&s diferencias; por.lo ta_nJQ,-=-Su comt:1nida9
se·b~sa en su.inic"ia"I sentejanzn (en Espa1ia, los ciudadanos eran lla- ••
SOcrates afinna_que lo mejor que una mujer puedeJlegar_a s·er es"
un .homl>re.-
Pasa luego Sócrates a trazar su programa para la eliminación de
n1ados hó111oioi, «semejantes»). Las m_uj~_res eran_ excluidas por. el
n1is1no principio por el que Sócrates las incluía, o sea, el principio
·de que la semejanza (en los aspectos in1portantcs, fueran éstos los ••
la familia. Se ha dicho ya que los guardianes no tendrán ni familias
ni propiedades privadas; ahora prosigue diciéndonos cómo deben
ser criados igual que ganado y sus hijos criados todos ellos en co-
que fuesen) es el principio del estado; En conc1-eto, esta semejanza
fue llc-vadaa la práctica, en la mayor parte de las ciudades griegas,
por tnedio de ·la participación·en un entrenamiento y organización ••
mún. Los pasajes rnás escandalosos de la República están en esla
sección, especialmente el pern1iso acordado al incesto y al asesina-
to de nilios por razones de eugenesia. Sócrates, aqtií, lleva a su má-
militar cotnunes cuyo núc·leo era un cuerpo de soldados hoplitas,
con idéntico equipo e instrucción, eficaz no en tanto que jerarquía
organizada ~Úno con10 :masa uniforn1e:
••
xima expreSión la antipatía filosófica hacia lo doméstico.
POñe'." in UCho cú"idadO ·Sócraie'S--en -nCgarlC cualq-uier _valor_ a la"
f€'._ll)lfi!O:ld_per=se.,,EI hecho de que las mujeres lengan niños y los
En el.ámbito privado, por el contrario, primó la-Oifcrencia~.la fe-
minidac;l_ ·~dquirió un valor especifico aquí ya que ho1nbres y 1nuje-
res se re_laciÜnaban entre.sí, en el 1natrimonio, a través de su dife-
••
amamanten ( 460d) ha de ser considerado como una especie de
obstáculo físico al que hay que asignarle alguna in1portancia aun-
rencia. La casa rrc·5·fue_un lugar de rivalidad sino de cooperación, no
fue un lugar de ideas sino de cosas, fue un lugar de posesiones, de
adornos y de° n1uebles en vez de honores. El cue¡•pó aquí !-y esto es
••
••
que, en la 1nedida de lo posible, debe ser superado y rninimizado.
la pareja exhibición <le los sexos en eje1-cicios que requieren des- caractedsti¿o- se adorna; es el lugar primario tanto de la produ.c-
nudez es crucial ya que enseñará a los guardianes a no considerar ción como c{_e_I con~umo, el luga1-donde el ciudadano enti-a en con-
que las diferencias sexuales son cosa de irnportancia. El argtiriien~ tacto con su yo natural y con la tierra. La fantasía socrática va diri-
to d_c Sócrates no es u_n argumeñto contra la _exclusión de las muje-
res d_el á!11_bito polítiCo.sino, más bleñ, a faVof de u ria ampliación de
gida precisan1ente a cortar esta conexión con la tierra, a negarle
una personalidad al cuerpo y al yo natural. ••
éSte a (algun_as de) las filújeres; su ~ondición de hcrribras ha de ser,
··cxCluida de toda consideracióii, nó hay que pennilir que sea Ulili·
zada_<;~ st_.i-·COl'ltra y esta es la maneta de incluirlas. ••
-· Por n1ucha ironía que se ponga al tornar en consideración tales
••
••
•• 196/Janies Redficld El hon1brc y la vida do1néslica/ 197
••
partano que los otros. Este~conjUñto·~de·,_varonés,;;¡:uniclc;s-pbr-una
c·ducac_i_:Qn qu~~fue_t;,tmbié_n-_una---:iniciació_n ~'.e_ra ~tun J~e111pp_ el_ej~r
Hasta aquí nos hemos ocupado de la desaparición de la esfera citó (o, al menos, las unidades de élite y los cuerpos de oficiales) y,
•• no se trata de reunirse en secreto sino de dejarse ver, se podría su- sus ilotas), pero no se les podía desahuciar; Jo n1ismo que tan1poco
,.
ge1ir un paralelismo con la aldea de los Bororo . descrita por Lévi- podía su)Jírseles la renta. Ltos:espa-rtanos-:.y_-los~ilotas_·se~encontraban"'
Strauss. Nos encontramos aquí con un círculo de chozas en el bos- trabados ·en ·una-guerra fria, casi-ritual (que, con harta frecuencia,
••
allí excepto el dia en que busca marido. En el caso de que una joven
se extravíe por casualidad en aquella zona, es muy posible que sea jas les 1nantenian por arte de magia, sin que tuviesen que preocu-
violada. Dentro de ese círculo central, ade1nás, los hon1bres cele- parse por ello. IJb-erados ·dc_sus __n~cesidades-:matcriales~fueron,li-."
bran los ritos de la tribu, en particular sus funerales, que son acom- Ores pa·ra·gobe·rna·r~sus_vidas p_o_r.-el_ patriotisn19 y_ la -p~edad_._,En su
•• área central separándola del bosque. El círculo, en otras palabras, i:-ospropios:espartanos_dieron~ pábulo al mito~de ql!~~'-!:__s_ocie~
es un espacio cultural; está habitado sólo por hon1bres, quienes tie- LOad;·-en cierto sentido, efa-algo.:.pyimitivo ·;,sú'guerra-perpefü a'con
nen el p1ivilegio de ser el sexo dotado de cultura. Las mujeres habi- l@·-HQtaS_titualiiaba er·mitO de--Su llegada, en un principio,1c·oi110
• ~~~~~-
••
••
198/James Rcdficld El hon1brc y la vida doméstica/ 199
Las sociedades t1ibalcs que, como los Bororo, asocian explícita- ~!;Pª!:!,cjórt_d~J_!:>s varones espartanos <le sus casasJue catac 7 ~
~e_!i~~~~ae una etapa de lavida (aunque ésta fuese larga): Hasta los·
••
1nente a las mujeres con la esfera natural y encierran a los varones
dentro de un medio cultural protegido, suelen ser n1at.rilocales. i~;je_lc 3.ños;.antes de que la ihSthiCción de los niños Co1nenZasc,,se_.
I...os adolescentes varones que habitan en la casa de los hombres lo lbs .criaba eh casa y,~ dado que era necesario que Jos 1nayores, in-
cluidos sus her111anos n1ayores, tuviesen que estar en otra pa11e,
••
hacen, una vez abandonada la choza de sus madres, nlientras toda-
vía no han ido a la de sus esposas; y puesto que el poblado de los Bo- eran criados la mayoriá de las veces por mujeres. Lüego- se-les c;x-
roro está dividido espacialmente en dos 1nitades exógamas, todos puls~ba a un mundo masculino de ascetisin6 y con1petición, y bien
••
ellos están literalmente a medio camino de su paso desde un lado podemos atribuir a lo abmpto de este cambio el rígido y, a pesar de
del poblado -donde habita la mitad a la que pe11enecen sus ma- todo, dudoso autocontrol de los espartanos; con toda su disciplina
dres- al otro, en el que entrarán a fon11ar parte de la mitad a la (a tenor de co1no les ven1os actuar en los relatos histó1;cos), fueron
••
que pertenecen sus esposas; es a ésta a la que pertenecerán sus hi- sin e1nbargo, en comparación con el resto de los g1;egos, los 111ás
jos. En sociedades de este tipo, las n1ujeres suelen encargarse de su- dados a accesos de ira y violencia.
n1inistrar el sustento básico haciendo acopio de él o cultivándolo La unidad familiar originaria, por supuesto, continuó existien-
en sus huertos (mientras que los alimentos «especiales», es decir,
los que se hallan arraigados en el ámbito cultural de una tnanera
más profunda y están asociados con ceremonias, son sun1inistra-
do y representando un papel -no sabemos cuán pequeño- en sus
vidas; si el padre de un espartano mo1ía, entonces éste pasaba a ser
el responsable de sus hcrn1anas. Luego, a una cie11a edad, se supo· ••
dos por los hombres por medio de la caza). Los lazos tnatrimonia-
les son relativamente débiles; el hombre es libre de volverse con su
madre si las cosas no van bien y.los niños son criados por la familia
nía que debía casarse; en efecto, a causa de que la población ciuda-
dana iba disminuyendo, .-·e-I::-matrimoqio:era_.Qbligatorio. De este
modo, se agenciaba una esposa y, luego, hijas y, entonces, tenía que ••
de la 1nadre, especi_alinente por su hern1ano. Es verdad que,,en~Es:?
part~ -~1-~os m_atri~o~i~e~ _fu3ro_rt:telativamcnt~-~~bi!_es; tene-
n1os algún n1aterial anecdótico referente a esposas compatiidas o
negociar matrin1onios. A falté! d.<:; pt_ra_s oportunidades cqn1erciales,
nos dice Aristóteles, e!_i_ntercan1bio fii~ti:imoniai ·negó a ser. un irn-
,ponañte mi;gi6 de adquirirpi_:<:>piedades (Política, I 270a). Ademas .
••
tomadas en préstamo, y las parejas no parecen haber creado un ho-
gar en común antes de que los niños estuviesen en el mundo. Los fi.
las opo11unidades de un espartañü Pafa ·casarse y da1- en n1atrimo-
nio -esto es evidente- se adecuaban de forn1a notable a su éxito
en el terreno de la competición masculina; Jenufonte habla de los
••
••
lósofos elogiaron todo esto (cfr. Jenofonte, /,a República de los la-
cedemonios, 1, 5-9); en efecto, la popularidad de Esparta en la tradi- inconvenientes qµe el cobarde sufre; todos lo desprecian
ción filosófica puede ser atribuida, en buena parte, a la ilusión que
Y debe mante~cr a las niujercs que de él dependen en casa y soportar que \E.:
daba de una vida totalmente entregada al estado sin lazos domésti-
cos. Sin embargo, Esparta no fue una utopía ya que, como los filó-
sofos admitieron, fue solamente una ilusión. Es prccisa1ncnte a
acusen de cobarde, teniendo que ver su hogar sin esposa y suírir el castigo
por esto también (La Repúblici: de los lacede111011ios, 9, S). ••
causa de esto.que Sócrates, en la República (548a-b), distingue a Es-
parta (a la que califica de «timocracia") de su utopia. La sociedad
e~partamrse1JaSabaeñ !'1_ propied.i"d prlvada y cÚandola propiedad ..
No es e~traño que las mujeres espartanas se destacasen en
in1poner a sus hombres el código del guerrero: «con tu escudo o
sobre él».
••
de: un espartano ya no báStabá para pagar lo que debía a la sociedad·
~-e:""tiú~b:f_is,· entonces su ciudadanía dejaba de existir· (los no-
espartanos no podían comprar su ingreso en aquélla y el número
El e'fectq dél i·égin1en espartano sobre las n1ujere·s fue atnbiguo.
Cbmp.artían', éstac; e-1 aislamiento de los ho1nbres de la esfera econó- ••
de ciudadanos decrecía sin parar). En Esparta, cualquier necesi·
dad imprevista de la ciudad era cubierta mediante impuestos sobre
el capital, igual que en otras ciudades griegas; la gente acumulaba
rh~C<i Y no t'rabajaban; .fueron las únicas, entre todas Jas mujeres
gnegas de clase alta, a las que nadie in1aginaba empleando su tie1n-
po en tejer. Las energías liberadas parece que fueron absorbidas ••
riqueza y ésta traía consigo una posición. Adc1nás, esta propiedad
estaba en manos de las familia' del tipo griego normal, es decir, pa-
lrilineales y patrilocales. J..os··~spa:rta:no-s, en otras palabras, nb eli·
por las elaboradas disposiciones rituales que sustentaban y daban
fonna a cada ac;pecto de la vida espartana; las rnujeres (allí ~on1o en
otros lugares de Grecia) consiguieron_ en el 1-itual una igualdad que .... ••
1rtin3.rOñ CI tipo c-omúñ d·e \;-ida don1éstica; sin1plemente dieron un-·
p~~O .inás que· el i~esto de_los griegos al.quitarla-de la vista-::
..se le~ negaba en otros ámbitos. Los ritos espartanos, aden1ás, el·an,
sobre todo, atléticos y lac; mujeres espartanas eran legendarias por
••
•
••
•• 200/James Redfield El hombre y la vida doméscica/201
•• sus cordicioncs atléticas, desde las muchachas de la época arcaica zulú)), que eliminaría a las mujeres conviiiiéndolas en objetos o
que, en los poemas de Alcn1án, «corren c..:01110 lo hacen los caballos anin1ales do111ésticos, fue tan1bién inviable por la n1isma razón.··Uu
en los sueños», hasta la Lán1pilo de Aristófanes que era capaz de ciudadanp_Hb{~_.feiiia _un_Origen·1egítin1_o_, Jo que qui~!"e d~c~y qu~
••
las mujeres una e1nocionalidad fluctuante, tenden~ias antisociales
y n1otivaciones triviales. ·e·l seño"i·.d_e una Unidad familiar, incluso en Esparta.- En-la so-ciedad
ig(¡-Cia-I~ p1;maCía·de·-1os-varones .fue omnipresente; el matTimonio ·
•• ____ --------..:.-
{fliC.ontradictoria-posición de,la 1nujeres,,
-..,;..._,.
fue-pairilocal,~dcl mismo modo que la herencia fue patrilineal y Ja,
alltOi-"idad pati;arcal.~Con todo, los varones nunca fue1·on n1ás que
«la mitad del estado» (Aiistóteles, l'olítica, 1269b). ·Cuantas veces,
•• Esparta fue el niodelo mas exagerado de ciudad-estado y, por> se_privó.cle re-lieVe a-las n1ujeres;·.otras tantas se reafirmaron ellas a
.ello, 135_ cOniradiCciónes de ésta aparecen ._en aquélla también de sí misma-s-; _no eran herederas.(salvo en Esparta), pet'ó su nacin1ien-
manera singular. Estas c:ontradic¿-iones_se centran-en la ~cuestió_n to libre-cónfetía -legititiiídad ..Tampoco eran ciudadanas y, sin ern-
•
••
b), agravaría. Ja ·rivalidad.en .vez de .rnitigarla.•Er:·ciudadano ttenja
que adoptar una perspectiva más a1np1ia e interesarse po_r_~_l bien
Cori1liil ya que -le ·preocupaban ,-las geileraciones futuras. Se repro-
ducía a sí n1ismo a través de sus hijos y de sus nietos y también a tra-
teralmente enraizado en la tierra. En Alcestis ( 1049-1060) Admeto
considera el problema -según piensa él- de una cautiva que He-
racles le ha dejado; si la acomoda en las habitaciones de los hom-
bres, le harán proposiciones deshonestas, pero si la lleva a las habi-
••
vés de los hijos de su h_ija. Cada CiUdadano nacía en una familia y,, taciones de las 1nujeres, entonces ¡tendrá que dormir con él! La
eh Su _maaurez, d_aba origen a otra._Para loS g1iegos-1a-r1er-enc_ia im- partida de Alcestis ha dejado un sitio libre en el lecho que Admeto
pli~_áb"a' ifitCicainbio-matrimonial. continúa utilizando .
•• ,Ho1nbres y _n1u.jeres'
in1plican engaño.- aunque de forma diferente. En la historia del sa-
crificio, PrometeO,'"'en beneficio nuestro, intentó eñgañar_a Zeus;
éste, a pe"Sar de que no resultó engañado, no~ castigó por_su inten~
••
contarla aquí con cierta detención ya que sitúa el 111atrimonio en el
contexto de un relato n1ítico de carácter general acerca de la rela- te, de lo que los griegos llan1an pleonexía, es declr,-«pretender-te-
ción con el orden natural. Sigo a J-lesíodo, combina1ido sus dos ver- ner ffiá.s de lo que a uno le ha tocado en suerte)) .. En'"IihiStoria de_I
siones (Teogonía, 507-612 y Trabajos y días, 42-105) . n1atrin10-nio los dioses nos-vencen;1nosotros somÜs las víctin-ias, y
•• huesos en un gran n1ontón cubie110 de grasa. Zeus se quejó de que que traen consigo la caída; ellás -son-el ecmblema de nuestra condi-
el reparto no era proporcional;- Pron1eteo le invitó a elegir. Zeus ción natural ya que Son ellas"las creadoras de la carne. El padre,
(aunque_sabía que le estaban engañando) cogió el 111ontón:n1ás.a. después de todo, con nada contribuye al hijo a excepción de con
•
••
tle P1-01ileteo.~A Epin1eteo le habían advertido "que no aceptase nin-
gún regalo de Zeus, pero cuando se enfrentó a los encantos de Pan-
dera se olvidó de ello. La llevó a su casa y, con ella, también un re-
cipiente que ésta había traído. Cüandó e11a·1o·abrió salieron vo·lan~
discutiiian el ((Contrato Social»?). En:·Hesíodo,~del 111ismo rriodo,
los ho1nbres p1;mero existen, más adelante adquieren.una biolo-
gía. En Rousseau la inversión se da en la relación entre el individuo
y el grupo; ert:Hesíodo.se da entre hombres y mujeres. La cultura·~
¡m ·
•• do_ todos. ;:JlaleS: · cnfe.rffied:id~· trabajo,· disensión.
EPimeteo no sólo alber·gó a ·Pandara; tan1bién se casó con ella.
Cuantó e·ra de.ella -lo que trajo consigo- pa:só a ser suyo .. Encla1
de los varones es colocada antes que la mediación de 1<1 hembra en--"'
ti-e- cllhura- y-naturaleza .
1 Hes.íodo coloca la hiStoria de Pandara en el contexto de su ex-__.
•• ~
· bodas o bien ha sido esta úhima quien se los ha prometido. En esta
últin1a versión, la novia se sirve del único poder que tiene, su atrac- el universo 111ítico (contra Troya, Heracles, lo, Leto, contra cual-
tivo sexual, para separarse de su padre y unirse al esposo que desea. quiera que Zeus haya amado alguna vez). En el Hi111110 a A polo (300-
•• En el nlito, por Supuesto, todo está llevado a la exageración: el pa- 355) su rabia contra Zeus por poner en el mundo a Atenea le lleva a
.dre quie1·e casarse con su hija y znatar a todos los pretendientes; es dar a luz -sexualmente tan1bién- a Tifón. En 1-lesíodo (l"eogonia,
traicionado por su propio sirviente, al que su hija se entrega en se- 820-868) Tifón fue el últi1110 1nonst11JO que Zeus tuv~ que vencer
•• creto, y, finalmente, 111uere. En la vida real el pad~c y el novio, por para establecer su poder. La lucha continuó en la generación si-
lo general, llegarían a un acuerdo; el padre únicamente se sentirla guiente sin embargo; descendencia de Tifón fue la Hidra de Lerna,
un poco triste al perder a su hija, los mien1bros d~ la unidad .fan1i- vencida por Heracles con la ayuda de Atenea (Teogonía, 313-318) .
•• novio .
La histo1;a de Hipodan1ía representa a la novia. como una parti-
cipante activa en el contrato matrimonial. Es cie1i.o que ,én-ia-vfda
en1bargo, nosotros no son1os dioses y, en la tierra, sucede justa-
n1ente lo contrario; nueStra-:-sup"ervivencia __ se· basa .só-lo~-en:;ir inU-
rie_ri_do·y dando:pas·oa nu·e·stro·s·sucesores,.que se crían en los 111atri-
•• do ~oticia de los unos a los otros, mientras sea con verdad, son muy hábiles
en JUnlar hombres en parentesco, rnas que mentir no quieren en sus alaban-
zas, pues saben que los que se descub1·en engañados se cogen odio entre
n1a1;dos en el lecho de boda. La única que desobedeció esta orden
fue 1-Iipermestra; «la sedujo el desean, como Esquilo nos dice (Pro-
••
ellos Y a la par a la que les arregló la boda (RecHerdos, 2, 6, 36)*. n1eteo, 853). Su padre la persiguió n1ás tarde por su ofensa contra el
patriarcado. Para conseguir su absolución, acusada de no habe1·
Es chocante que la casan1entera sea una mujer y que Sócrates matado a su esposo, fundó el santuario de Arte111is Pito (Pausanias,
••
oiga hablar de ella a Aspasia, que es su contacto con el mundo de ¡,, 11 ' 21 ' 1).
las nlujeres. El rilatr:iinOñIO, la-engye;·¡Jliede·coniratafSC-€ñtíe-h0m-" Con toda probabilidad estos acontecimientos se representaron
tbrej,'.pero soff:los poderes de"las_mujeres·Jos que hacen que_esto en la últin1a pieza de la trilogía de Esquilo Las Danaides, cuya p1;-
•• eª - . . -- -- -- -
¡ft¡ñei<>_ne, e~_~peciaHos de la más mujer de todas las diosas, Afro:
•• un fin justo. Más larde, por supuesto, tanto Jasón como Tcseo aban-
donan a sus novias, pero se da por sentado que esto no suele suce-
der. LllS:ilOVias·aoandohadas en-el.mito_ griego sóh pOderósas·;·-figu-
hace a la tierra concebir. Y alumbra ésta, para los rno11ales,
pastos para corderos y el sustento de Deméter.
La estación de los árboles de perfección se llena por la boda
•• en un veloz ca1,·o .
•
••
••
21 O/James Rcdfield
turaJr.-debe1iamos:recordar:que'.se.l.n:na:-de-la:misma~naturaleza:que~
lños"aliffie11ta~I:as:n1uj~_res~s_gn::e.l::In~obl-ema:-.y;::a-:la::v_ez;:la-:-so_luc_iQn_-M
s,_O_n:'ª:!!l~r~ca~d_e_-_nuestra-::--co-n-dh:iófFlle-'mortales~y;i:-al:tiempo¡:hac"en
posible'guc-Ja-vida~sig'!;-:literalmente hablando, con-OsfFfeniliclatl•y ••
surin~.~!.!!.J.sional_i'dlRi:al:ñlisino_ficrnpo:.Suyo~és:-él-:.poder¡de:scntir_~e.
fnspirar~affidí', que;:~-!!_~_a(_ ciµ__da_cj_.._~~-tado_;-~~e11g":?.:_S_cr:el:,p_o"de_r_,;raraJJP
cai1!_\5iars~_~Cle_unJiogar~a_otro~y-Cla.r-origen-:-a-.:iiuevas:casas. ••
Afrodita dice de sí 111isma: «en parte soy yo la causa» (paraitios)
de las bodas del cielo y la tierra. Esta palabra, en sentido jurídico,
significa (<cómplice»; pocJría también traducirse c_o.mo «cataliza-
••
dor» o «tnediador». ~-:diferencia:erttrc:varones:y.:hen1bras:es, ha-
blando desde la perspectiva social, la:más-imp_prt'!n.te.~de_tlas:djfe·
@n'CiaS;Ja_rneaiaCiOn··que-en-esta-OifCTeñe"i'álleva-a.ca:b--o~el:amo_r_::_c~_-~ Capitulo sexto
••
.@:l~fundamernu-dda~sociedad.
· 1.~.~~~-p_!esfiJ_IJ_O_e_.lo_di;i_lnésti'.CQ~p_a1:ai92~g1icgQ§;:-1}~-ta.__!!!2!_~J1
.1fiTiXCCOOoci_mient_o_ac_su-_secreto~poéler:::Si:los:.varónes~p_edían~para_
EL ESPECTADOR Y EL OYENTE
Charles Sega! ••
ste~R_ac(9~Público_:y_:_yalor_es~culturaléS';":lo"'.'hacian:sabientl¡y,que:esto~
s0Io~J?p_8íaseF'laiñitail-Oél:-CUento:· Cá'"da.Oicoton1ia -entre público
y privado, n1aCho y hen1bra. cultura y naturaleza- va-aco1Tfpañ~Q.a
••
Oe.una.mcB_ia,tü~rn. En el ritual poden1os verlo en el hecho de que la
boda es doble: la engf•e y el gá111os. En el 1nito lo vemos en el eterno ••
••
combate juguetón entre Zeus y Afrodita. Eii'IO:::CiiTI\acl,estaClo_es el'
juegó:._que_existe. enffe]aJey. y~el-amoí'J'
•• •
. '
••
••
••
••
I'
1
! ••
J ••
••
••
••
••
••
••
••
••
•• ,Visl6n;
Los
111onU111ento, n1e1noria .
•• .~
lez;lOs unos acerca de los otros, y tambié~ para co~ las diferencias
entre ellos mis1nos y el Otro (el no-griego o «bárbaro)) )/Son b.!J!'.:nos ..
ob_~e~adOr"es:YbUenos narradores-de historias. Afñbas.vii~~-4~s re--
•• ~e :I_as-""CiviliiaCion_es ·:vecinas_:
Los dos autores están fascinados por los detalles visuales·qu_~
.tieñen' cabida en la superficie del mundo y ambos se deleitañ apre-
• 213
El espectador y el oyente/215
••
••
214/Charlcs Sega!
ce su historia con la siguiente generalización: «La gente confía El monun1ento solo, aunque es algo que «se ve de lejos)1 , no pue-
de hablar. Requiere el acompañamiento de la voz de un hon~bre,
••
rncnos en los oídos que en los ojos» (1, 8, 3). Pero en la historia que,
de esta rnancra, desarrolla es la visión la que se encarga de abrir la que el poeta aporta mediante el discurso de 1-léctor. La s1tuac1or.1 es
' puerta a los desastres entremezclando an1or, voyeuris1no, abuso de aquí la misma que encontramos en las p1i1nitiv~s estatuas ~ed1ca
~
....
••
-- \ ;, .:.\ '.- confianza, vergüenza y engaño. En Ho1nero, el impacto visual de la das cuyas inscripciones prestan voz a la n1uda piedra al dec1r: «Yo
belleza de una mujer es igualn1ente poderoso y tiene tan1bién con- soy la tun1ba, n1onun1ento o copa de tal y tal»: Un n~1onu_rr1ento al
secuencias desastrosas. Cuando los viejos de l'roya «vieron a 1-Iele- que le falte esa voz se olvida al instante; no tiene h1sto1-1a alguna
na llegar a la torre» la cornpararon a una diosa inn1ortal y, por un
n1on1ento, duda1-on si pensar que valía la pena guerrear por ella
(llíada, 3, 154-60).
que ofrecernos, no tiene kléos (fama, de kl)•ein, «oír») al que «pres-
ten oído» los hombres del futuro. Es meran1entc un objeto ine1ie,
como lo es la piedra que sirve de límite en la carrera de caballos de ••
Ante escenas con10 éstas nosotros, el público, nos transfor111a-
n1os, en efecto, en espectadores del poder de la visión en sí n1isrna.
1"anto 1..J.omero con10 Heródoto, por seguir con nuestros dos ejen1-
los juegos ·r-unebres celebr:idos en honor de Patroclo, si1nple1nente
«la tumba de un mortal fallecido hace tiempo" (!liada, 23, 331 ). La
frase que aquí se usa para designar el n1onti1nento es la 111isn:a q~e ••
plos, intensifican y amplían la visión del mundo de su publico!E\'
~~·erre~~ h__?1nérico-se,y_~~g1:1e--a:n~~no_~5?tros~__I~ !"<:<;:urren-cia·~c~.
Jó.1n1ula".:é¡J:i~c_omb~·a1go-maia"Villoso--ae~ver»~thaürna~itl_é_st_hgirr
Héctor emplea en el libro 7.: pero éste no tiene ninguna h1stor1a
que contar, ningún recuerdo que evocar y, así, pcrrnanece n1udo.
simplemente un objeto ante el que los ca~asan v:~o_c_e_s..,·-=-==--
••
Ciertamente,1su-:-c_on-c~epc-¡Q11:-es:ViSual?'está rodeado por el resplan-
do1· del n1etal brillante, llama la atención por el terrible penacho y
plu1nas de su casco y, con frecuencia, se ·le ve moviéndose rápida y
';o qu_e-:.e.s:«_Q_i.g!:'_Q:_g_~-:-re_~or_darse~pe·f.Oura·;--al -ser -«01ao»-r-Gon10 'r
l!fl_e.Q~_iEI peor destino que puede aco_nteccr a un ,hon1brc en.Horr1e-
ro es n1orir aklees, sin dejar la historia que podr1a preserva1 su 111e-
••
poderosan1ente, lo que invita a co1npararle con los impresionantes
fenón1enos visuales de la naturaleza tal corno los grandes ani1nales,
los pájaros de presa, el fuego o un relámpago en el ciclo.tReró-dOfu,
de n1anera similar, scleJ:J:ic:tna-y_:-descril5e..:ló~quc-es·_,_«aigno_Qe=ver-
moria en una co1nunidad de hon1bres. Hubie1·a ~ido rnejor, _nos
c.Íice Telén1aco en el primef libro de la Odisea, que Odisea hubiera
muer1o en Troya ya que, entonces, «todos los aqueos le hab~~ían he~
•
••
cho una tun1ba y habría-conseguido fama (kléos) para su htJOn. Ast
s e ":ra xi o th é e tq '!~~u;o bxa_:_c_Q JJ.:rp_:_lJ.n~tQc;l o-:_e_s.:1.!!.1ª:« ~2f.b.i b i e i ó n__:~,!?;.{:d_E_~J
'2!2stración•rqp~_(xis_,( 1, 1). Al)gual-gue+lomie_r2~se e11Sl!!:ga~He
ród0fo_tam15ie~de_preser-yar;'los:grandes,hech0s-,de;!ajiurna_I)1dad
también ,«rel·qué,di rán ·-de :un-hpm~e n·su c;iü-da_-¡j !'~<etl<o:J l_e_g~a
ser~eI-c~fü's=i'co-para la-acción-;-c_orno en la fatal dec1s1on de
·'H"ff'ti5'fde eñ"fient,;r;e a-Aqüi1;;señec;mbatc (/lía da, 22, 105-108).
••
••
¡,-.~-- - --
~l_!_TI e_!luivalente~vetl3at:del:mo_nu1n_enJ_o. . En-su~cali"dacl;:C:le:jfc5ft.1@9r~p_ot'_antdriótnasia.de.e5Lc nue_v~_rasgo,:;de
1-leródoto se cuenta todavía dentro de la primera generación de J-~p_pliS::HéCl;r~~s~~turahn~nt~;~r~é_r_~_c_que:n_lás s~~P!!~~ui:'a-<l_~~
esc1;tores que compusieron una vasta obra en prosa·y, por ello, de- su -relacion_c·onJa_\ioi.,de-la,comumélaa. .
jaron estas huellas conme1norativas del pasado en forma de cscri-
tu ra. Pe°J·o ·, ~p~ra •.el--p_o-~!ª-:9~raI ~taml5ién _la_pr_es_eJ_:Y_<!_ciq1}_~9-s.=IQ~gi:an ·
des~hechos·r3.dica·poÍencialmente-en-los-dominios·tanto-d~:l,_?.~~ta
.t.;:'.-'.'.-_..__.Est~-f~nción del «oído» como i:nccanismo de conti·ol social, sin
einbargo, Cs sólo una pequeii.a área de la experiencia acústica que
la épica toma en consideración. Homero y· Hesíodo se explayan
••
lcdino~CleI~"íd.qr,liéCtor, al r~tar a rOsjefes griegos en Ilíada, 7, pro-
·~fé°"--que el ~,~ecuerdo de su oponente vivirá bajo la forrna ·de un
«hito que se ve de lejos»: su n1onun1ento [unerario (serna) en el líe-
con evidente placer acerca de la dulzura y claridad de la voz Yde la
lira. Cantar, narrar y oír historias conStituyen una parte ifuportant~
de la acción de la Odisea. En la Jlíada, Aquiles se encuentra «delc1-
••
lesponto. Aquí, inspirará éste otras palabras cuando «alguna vez
quizá diga uno de los hon1bres venideros, surcando con su nave, de
rnuchas filas de ren1cros, el vinoso ponto: "De un hombre es este
tándüsc el árii~o con la sonora fórnlinge, bella, pt;tnorusan en el
n1omento de la visita de la ern.bajada (9, 186ss.); es éste un raro ••
••
ejempi°o de canto en solitario. l-Iay emoción también en los do: pas-
tú.1nulo, 1nuerto hace tie1npo, al que, corno un bravo que era, mató tores del Escudo de Aquiles, que «Se deleitan con sus flautas» sin sa-
el esclarecido l..J.éctor." Así dirá alguien alguna vez, y. 1ni gloria nun- ber que el destino les tiene reservada una emboscada (18, 525ss.) .
Las grandes crisis son señaladas por rnedio de pode~·osos sonidos:
••
ca perecerá" (7, 88-91 )*. ·
el tronar de Zcus al final del canto 7 de la Ilíado o el grito de dolor de
"' La traducción de la que nos servimos es la de E. Crespo Güernes (Ma- Aquiles por la 1nuerte de Pati-oclo que Tctis oye en las profundidades
••
diid, 1991 ). del niar (/liada, 17, 35), o su grito en el foso que resuena co1110 una
••
•• 216/Charlc s Scgal
El espectador y el oyente/217
••
ekptepés .-,Este
f Pica;al igual que enürn·ag~cli_a,es el ojo el que phmite et juego de•
~~el- fin -~f(}ue t;dos aspfl-3~Ycluc l;s poet~s encarece n. El hon1bre
i:~móC-irj~CS[n_ás fu~_rte y-co_J:r!Pl~jó! El reconociini~nto-~nt~e-Üdis~-o
de estado tiene ante sí el ideal del rey de Hesíodo en la asan1ble a;
y Penélope , la1-gan1e nte pospuest o, tiene lugar a través de un deli-
•• cado juego de n1iradas cuando él, sentado frente a ella, baja la vista
(23, 91 ), 111ientras que ella, sentada en silencio, le :mira ora directa-
mente, ora a sus ropas (94ss.) y se proteje a sí m'isma de la impa-
las muchach as en las danzas corales tienen el n1ódelo ·de las jóve-
nes en las Cancion es de 1nuchac has (Parthen ia, 1. 40-49); y, por su-
puesto, los atletas en los juegos tienen sus espera rizas puestas en la
••
107).
jos, y objeto de deseo (mélema ) para las jóvenes muchach as» (Píti-
La visión dornina tan1bién la escena culrniná nte de la Jlíada .
ca, 10, 57-59)*. En··la::tr agedia;M ,sin;ernb argo,)con 10 vercn1os n1ás
Priamo y Aquiles intercam bian miradas sorprend idas y llenas de
adelante , ~ing~_lariU!t:~~-i:;:_om:o~·un _espectá culq e~ _part§_ -de Ia·ambi-
•• yo pueda verle con 111is ojos» (24, 555). Aquiles, al igllal que Home-
ro, sabe cuán abru1nad oras pueden llegar a ser las reaccion es ante
una visión de tal estilo y, por ello, ordena que el cuerpo de Héctor
·~ Uas-prueOas-atlétU1:;""se -e~entan- eritre :los--más in1porta11Jes es-
PCCtá'.culos de· _la antigTia -Grecia:· Incluyen ·éstas· no· sólo .los cuatro
g~-:-~de~ :fe~ti_y_~l-~s: p~nheléQi_cc>s-~ ~Ol íril¡}iCOs;~Píticds·,~. Ne1néos fe
•
218/Charles Sega! El espectador y el oycnte/219
••
<le;> -tTionumentos dedicados en · santuai;Os panhelénicos con10
9~~~p¡a O belfos. EStqs-sCf)ülCros· vie·nen a Sér casi un teatr; de~las
lla (7, 212; 8, 86), acompañado por un secretario que ha de anotar
el nombre de los que lleven a cabo hazañas dignas de mención (8,
••
i'rivalidadcs y hostilidades·cntre las ciudades. .
Co1no in1plica esta última id~a. er cspéctác~_Io más grande y que~
1'náS áfec_ta a la c__iµdad es la guerra ..Ya en la !liada la gue1;-a -~un eS--
88, 2). Al igual que Tuddides, Heródoto compone su obra en la
época de la tragedia. El papel de espectador del rey, que viene a ser
igual al del pueblo ateniense contemplando a su ejército pa1-1ir ha~
••
pectáculo no pequeño y el público de Homero cornpa1ie la pers-
pectiva de los dioses cuando, desde el Olimpo, contemplan los
aconteciinicntos que se suceden en la llanura de ·rrova.
cia Sicilia casi sesenta años después, oculta su trágica ceguera en lo
que toca al significado real de los acontecimientos.
El:fiñáI:cle.la guerra es tan espectacular como su comienzo; el
••
Eri ·1a guerra la~CiüO<id Presenta su-pi-opio poder codio un- espec-
. táctil o ta,nto para sí _h1isina como pára otros estados. I,::.a pattJcla" de
trofeo se alza en el campo de batalla. Hay tan1bién procesiones de
guerreros victoriosos, con su botín de ar1naduras, eq.uipo Y pri.sio- ••
••
·ún_g:i-an ejército-, con sus armas relucientes, animales de carga y ca- neros; lo ·normal-es -que se aparte ur:i 9_~c:?~º c;q_mo ol_r~nd-ª _y_otrva.
rretas, los que seguían al can1pamento, las provisiones y el equipo, para·quc sea Vlsible-a todos en un templo de un santltario panhelé-
Ctá Uñ ·ín1presio~ante esp~_~táculo que p_ropqrcionaba a los ciud_a- {riico. AndáñdO el tiempo, a loS Caídós Se 'ICS.erigen münunientos, a
18anos ·u ria ·visión única de -su .Prop.io-Pod~r-Y-rec-ÜrSOs.--Tu~ídid~s. 16~ValiCi1fes se-les conceden :recomperisás y un di_scurso fUnélil-e
en su desc1;pción del e111barque de la expedición que n1archó a Si-
cilia en el año 416 a.C. (6, 2, 1-2), nos da un vigoroso relato de una
n1uy elabnradp lJ~_ne_ l1,Jgar en honor de los n1ucrtos.' Co1110 se pue-
de. Ver e-ñ la famosa descripción del discurso fúnebre de Pericles a ••
••
escena de este estilo y de la excitación cn1ocional que podía des- finales del p1;111cr año de la Guerra del Peloponcso que Tucídidcs
pert.ar. El n1ás auStcro de todos los escritores griegos clásicos nos nos ha dejado, este acontecitniento es uno de los espectáculos pú-
pern1ite, por un momento, conternplar la guerra como un grande y blicos más in1presionantes de la ciudad. Dos días antes <lel discur-
trágico desfile de la glo1;a ateniense, b1;1lantc pero predeslinado al
fracaso.
Incluso aquí no estan1os todavía dcn1asiado lejos del n1undo de
so, los huesos de los guerreros 1nuct1os eran dispuestos en una
tienda para su exhibición pública. Se celeb1-aba luego una gran pro-
cesión en la que los familiares, tanto hombres co.1110 mujeres, 1nar- ••
la épica. Podernos co111parar esta descripción de un aconteci1nien-
to conten1poráneo, por ejemplo, con la descripción que Píndaro
nos ofrece de la partida de los míticos argonautas desde Yoleo (Pítí-
chaban delante de las carretas que llevaban los ataúdes de n1adera
de ciprés. Se dirigían a las afueras de la ciudad, donde los huesos
recibían sepultura en una tumba común (Tucidides, 2, 34). Como ••
ca, 4, 191-198):
Y una vez que hubieron suspendido las anclas por cima del espolón, to-
·una parte más de la ceremonia de enterramiento, un ora<lor fan10-
so pronunciaba el discurso fúnebre.
Ui·aer-ro_ta·oe la ciudad es un espectáculo de otrO tipo, pr_esenta-
••
••
mando en sus manos una copa de oro, el jefe, en popa, invocaba al padre de
los uránidas, Zeus, cuya lanza es el rayo, a los embates de las olas de raudo
do poderosa~1i'ente como teatro en Los persas de Esquilo y Lastro-
caminar y a los 'vientos, a las noches y a lac; sendas de la n1ar, así como a los yanas y Hécuba de EuJipides. En la pieza de Esquilo, vemos al 1~1.0-
narca vencido volver entre gemidos y lan1entos, derrotado su CJer-
••
dfac; bonancible.s y a la benévola moira del regreso. Desde las nubes le repli-
có el esti·épito propicio del trueno y le llegaron, brillant.cs, los desgarrados cito, v sus ror~as, espléndidas antaño, ahora hechasjirones.:Y:1·Q_ri~
resplandores del relá1npago. llant~Z de la partida revela en ~ste 1nomento su verdadero significa-
dÜ.~ 1'affibié'n · Píndafo- pinta una escena análoga coino contraste
El espectáculo de poderío marcial que Pfndaro presenta presta
1nás atención, naturaltnentc, a los dioses y a la naturaleza que a los
barcos y al equipo.
frente a la al~gria y reputación que la victoria depara: a los venci-
dos -viene a'¡ decir- nQ les espera un grato retorno, «ni al regre-
sar junto a su' n1adre, el dulce reír suscitó bcnevo]e~cia en torno
••
La narración que Heródoto nos ofrece de la partida del n1agno
ejército de Jerjes por tierra tiene tan1bién las caracteristicas pro-
suyo. Por el contrario, por callejas, lejos de sus enemigos, andan a
hu1iadillas mordidos por el fracaso• (Pítica, 8, 83-87). ,.Enyez de ••
••
pias de un espectáculo (7, 187), reforzadas por el papel que Jcrjes disfriítaroela fai'nit(kléos) del vencedor y de su condición de obje-
desempeña, literalmente hablando, de mero espectador de la bata- t6cY~ contemplación, eri su calidad de thaetós o ekprepés,·«admira-
lla. En Abidos hace levantar un trono de piedra blanca para ver des- do·-Y .:-destácado», el perdedor ha de sufrir ocultación y olvido.
de él sus fuerzas n1aritin1as y terrestres al 111isn10 tiempo (7, 44). En
las TennópilaS y en Salamina se convierte en espectador de la bata-
En los embarques de aciago final de un gran ejército, Esquilo,
Heródoto y Tucídides muestran tarnbién el omnipresente interés
••
•
•• pa.J-Q-O,. Jo,v...
a
1:r.J<\) {J.;.o--""i .. ,c.._,
. {;w_,t,0-, -Í"2f\l..O~d( 2..
.::.2c¡
-::¡..., .
•• 220/Charlc:; Sega!
••
Je .Bizancio, Se ·dieron .cuenta del: poderoso efecto ._que_ un :espec-
tátülo_podí"a crear eri una in.ultitud.1 Cuando el trágico Frinico p1:e-
scntó su pieza La tonta de Mi/eta en el 493 a.C., los atenienses le i1n- :'C CnTócin1ietitO .Qudiiivo-· y- visual . .;
•• pusicron una 1nulta de mil dracmas porque les había hecho recor-
dar los sufii1nientos de sus compañeros los jonio:s. «El teatro rom-
_pió a llorar», escribe Heródoto (6, 21). El pasaje indica el con1pro-
A finales del siglo vm a.C.·los griegos habían desarroll~d~ocl sil~a
bário·.!ren1ítico de-( norte,hasta conseguir una escritura alfabC1ica
mucho más apropi~da a su propio lenguaje que lo había sido el sila-
•• mente, llegará a ~~y-~l significado principal n1ás a-dela~te .. ·Los_g~ie:i las n1usas, «con su hermosa voz», que, en el funeral de Aquiles,
gós goian_cün.la compCtición y, á.Sí: eSti-uéturari c_on ftecuertc_ia sus mueve al llanto a todo el ejército griego (24, 60-62). Peleo y Ca<lmo,
~1~Wliones: co1no <<CeI-tárTieries>). Hesíodo con1pitió ~n uno de este con10 paradign1as de «la más alta bienaventuranza)>·, ya que ambos
•• tipo en los juegos funerarios del rey Alcidamante con un poen1a, tal
vez la Teogonía, y ganó un trípode (Trabajos y días, 650-659). Pla-
tón cnun1era, ent1-e los «cerlárnenes» que «proporcionan placer a
se casaron con diosas, «oyeron a las n1usas [ ... ] cantar y danzar
en la montaña y en Tebas de siete puertas» (Píndaro, Pítica, 3,
88-91 ).
~···
•• dicación de lo que el especlador de tales 1itos podía ganar: didades del Hades bajo la tierra (Eurípides, Hípólito, 190ss.) ..Estar
vivo ·es«ver.laluiClel S_ol»: La_omis¡-ón y_el _olvido;·Jéfhe;·_perteneceñ
¡Feliz aquel de entre los hombres que sobre la tienn viven que llegó a con· a'lii-oscüridad: dondela~~~gloi~a o la faina se ~ncuentrarodeada poL·
•• te1nplarlos! Mas el no iniciado en los dtos, el que de ellos no participa, nun- uñresplandor.(<ÍglaíaJ. Las dos piezas dedicadas a Edipo por Sófo-
ca tendrá un destino sen1ejante, al rnenos una vez muerto, bajo la sombria ti· cles están construidas en tomo a la ecuación - siguiente:.rconoci-
.. __ ._..._,,,,.,,.
~.
niebla*. · 1ftieñtO es·a ViSión, como ceguera a ignoi·ancia_. Para Platón, cono-
•
••
* La traducción de los liintnos que utilizarnos es de A. Bcrnabé Paja-
res (Madrid, 1978).
cer el mundo suprasensible de las formas es tener una visión del
murido luminoso y eterno que está por encima de los fenómenos
terrenales, cambiantes y cubiertos de nubes (véase Fedón, 109b-
222/Chades Segal El espectador y el oyente/223
••
l lüc; República , 9, 586a). «Cada ahna humana» -escribe en el Fe-
dro- «ha contempl ado el Ser" (tethéatai tQ ónta, 249e). Continúa
nant, 1982, pp. 102-118, 120-121 ). De esta manera, confonna n ':1"
«e-spettác ulo-; (theoriii) pal-al~ mente _n1ejor_qu~ para _el s~ntido de
••
con su farnoso mito del carro del alma, para combinar los dos as-
pectos de la visión: visión co1110 fuente de deseo y como fuente de
conocin1i ento. Llfvisión que las-almas tienen-de las forrnas las llena
la vista. Con el fin de presentar la claridad sinóptica de su concep-
ción del universo, Anaxin1an dro, por ejen1plo, dibuja su imagen del
mundo en una tablilla (pin ax) o, incluso, fabr;ca una esfera, un 010-
••
de deseo y, a la vez,, les proporciO riaC1 C~oñ0C-im1ent-; de sli Ver-dade-
'ra ,patria (250a-252 b). . . - -
Desae Si!s primeros_ o1igenes hasta el neoplaton ismo el filósofo
delo, tal vez, en tres dimCnsion es, del mismo n1odo que el geógrafo
milesio Hecateo lleva a cabo un mapa ( 12 A 1 y ·A 6 Diels-Kran z, to-
mado de Eratóslen es, Estrabón y Diógenes Laercio)c Estc proceso,
••
'. «}cvanta su vista» hacia ló~_ 01i_stefios del cie!,?_ y; a~ tie~po, perc_ibe
lo que yace oculto .«en .las profundid ades"; como dice Den1ócrit o
que esdécísiv' ó pára el desarrollo de la ciencia ocCidZi{ia\. no ;610
rccmJ)laza e111ZjthoS-por.e1 lñgo.;"Sino que sustituye ta_mbié~ la.in1a-
.gií'.iena_ antroPomó rÍica"" por -una :teoria» (-theória) ·tnás abStracta.
••
(68Bl17 FVS). La parodia de Arislóíane s en Las nubes se encarga
de ofTecerno s juntas an1bas formas de esta búsqueda visionaria de
lo remoto y lo invisible. Mientras que los discípulos clavan la vista
Aunque la trágec!ia opera con el matedal que el_rrtito le ofrece,
eS-tá-crl'-deuda también, diformiiri directa_, con la «Visión» racion_a-
lisla'de.la"th<i'óría, que deriva de la-filosofía jónica, ya que ·presupo-
••
en ~a tierra, Sócrates está colgado dentro de una cesta y, por ello,
n1ejora la sutileza de sus pensamie ntos acerca de ta 111etéora lasco-
sas del cielo (227-234) . Sufre además la pérdida de un «pr~fundo
~e~uña:.hoció-n SubVaCen te de descubri1 niento y despliegue _.visual
de un naciente ord~n del muudo, dentrg de un espacio geométric o
neutro_ dond~· la~ rclacion-eS-entloc fue17_as_ en conAictó_ y ern::rgías
••
pensamie nto» cuando una 1aga11ija hace sus necesidad es en su
boca mientras «investiga ba el curso y los desplazam ientos de la
luna, _Y al estar con la boca abierta mirando hacia arriba» ( 171-
pueden e-~-~rµ¡-narse .y corripi'eñd erse. Por supuesto, las representa -
ciones corales y rituales desempeñ an también un in1portant e papel ••
173)*.
La in1aginac ión paródica de Aristófanc s oculta aquí una 'tilali-
tjá~_l_ ~~~-ri_tial d~ los f~~-ósq_fos presocrát icos que se encuentra n tr~s el
en los orígenes y naturaleza d.el espectácu lo dramático , con10 se
mostrará tnás adelante; no obstante, los fines de la tragedia, con10
la forma de la ciudad-es tado que la cob~ja, deben muchísim o a esta ••
«.~~-~r:~e~~ ~~_Las nubes; se trata de 1 tina .p3sióh. por~-la._~l_aridad
y1su~l. del,__1nu_ndo ·feñOtjléh ico. _para:ios 'JiSfCOs \jonios·. de ~los .si~
.-¡¡·1asví y va.C., desde Anaximan dro, pasando por Anaxágor as y De-
confianza en el poder de la mente para dar forma a la tlzeoría y or-
ganizar tanto el mundo fisico como el hu1nano en tér111inos <le n10-
delos visuales de inteligibil idad.
••
n1ócrito, él.inundó eii ..Sí .se transForm a en.un_ es¡jeCtácu lo, __Ch ·una
S5Sióp de orden entendido a partir de la aplicación sistemátic a de la
r~<?_h-. . P~~- :este_proc eso y sus resultado s los presocrát icos se sirven
A1istófane s se 111ofa de la distancia que existe entre la realidad y
la mirada del filósofo dirigida a los objetos remotos. Pero este en-
éüeníro entre. lo tangible y lo distante es también un aspecto de lo
••
del .verbo ._th€oYe_i!_1, cuyci,raíz es .tité a, «ViSión". Ther(a :"implica la
mism~;identificación de conoc_in1i~nto con.visión que se.expre~a
~e_n e1_·,vcrbo «conocer» , oíli.ii. (de la raíz vid- ;«ver»). Estospens ado-
que Eric Havelock llam':l:la«-r«~vólutióh de la esc1;tura» . Esta tr~!)
siciói)' coiniCniá -en ·el .-siglo- Vl y'.se iniensificaw
rríiehto auditivo depóidc del cóntacto directo,
en. eLv .~El con9ci-
personal, entre ba- •
• !
•••
tes·~-mplean 13. Palabra theóría para observar. los cielos, «conten1- ·blinte y o"yente, eritre lengua Y oído. E) con-ocimi ent6 Visual p·enni-
te, a mayor distancia, una relación especulat iva e in1pe1"Son al con~
plando los efectos y esencia del número• (Filolao, 44 B 11 Dicls-
la~inforinación, especialm ente cuando ésta ~e tral_l~~-1ite a través
Kranz), «Viendo" el carácter de las vidas hun1anas (Den1ócri to, 68
d~l·-~_e11:sajc ~scrito de un-hablan te:-que no está fisica!TI_~,~ ~-e·p_re
B 191) y «viendo el orden (táxis) por doquier en todo el universo•
(Anaxágo ras, 59 A 30, citado por Aristótele s).
Arco-ñCeb ir. el: universo como un ·todo visualmc_~te :int~ligible
(como este último pasaje implica), lós presocrát icos abandona n o.
sente.~
• ••
. men. AS'í; _en Ta.po"esía griega priinitiva,·la verdad, alétheia,.se as_ocia
con· <d_o que ño sC olvida)) (a~léthé) _antes que c_on la «exactitud» o la
:verifiC_a_bilidad. ·
Para los histo1iadores Heródoto y Tucídides, .el
rottfp[,_qkoe, es.~
,.,.
criminal. A través de esta asociación (que no es la única·en esta tra-
gedia) entre la escritura, el cuerpo femenino, el secreto (sexual), la
n1aquinación y la revelación de lo que está oc~1lto «dentron, la tra-
gedia de Euripides afir1na su capacidad para exponer asuntos su-
p~oten~~ia-In1clite eñgañoso y _requiere, aden1ás, un3 v~rj_ficación_ Pó~· . n1arnente privados y los n1ás ocultos secretos del ahna en el á1nhito
•• «lo n1ítico)), que se ((oye)) por rnero «placer)> en u.n «certamen que en sus mientes una cosa y dice otra)) (9, 312ss.). Los disfraces de
sólo n1ira al n1omento presente)) ( 1, 22). Aunque '1-ucídides es muy este segundo héroe en la Odisea suscitan también la cuestión de la
distinto de Platón, sin embargo compa11e con aquél, siguiendo una relación entre un cambio de forma externa y la forrna persistente
•••
r.
¡-IT]a la atenc.iól).sobre el encue~t.1~0 .. intercan1bio y choque de per- ción de su héroe de mil facetas y disfraces, lleno de métis, y en la
LCépciones sensoriales .. El insulto de Edipo al ciego Tiresias, «eres consiguiente astucia de su esposa, siempre tejiendo y destejiendo .
un ciego de oídos, de mente y de ojos» (Edipo rey, 371 ), refleja algo Mucho más tarde, Platón especuló con las feas señales que el mal
de este cruce entre voz y visión en las pai-adojas del conocimiento y deja en el alma de un tirano corrupto (Gorgias, 524c ss.; véase Re-
•...
El espectador y el oyente/227
••
••
226/Ch"rles Segal
en el Escudo de Aquiles con las danzas en el palacio de Ariadna en compara el efecto a una piedra irnán que atrae anillos de hierro ...-La:-11
fuerza ril3.gn-étiC-ci-Aüye del pi-opiO poeú1-·hasta el rapsoda y continúa'
••
Cnosos (l/íada, 18, 590-592). En la Odisea existe una escena similar
de jóvenes danzando en el palacio de Alcinoo (8, 256-265). hastii-el público (533d, 535e). El'lnismo tcecitador,'Cuándo está to-·•
La reunión de los jonios en Delos descrita en el himno homéri- taJm·en_te iOmcrso en sti arte, se ~halla fuera de SÍ» (535b). «Cuando
recito algo que inueve a con1pasión los ojos se 1ne llenan de lágri-
••
co a Apolo es el festival perfecto y, por extensión, la representación
pctfecta; crea un espectáculo lleno de encanto, térpsis, no sólo n1as; y cuando lo que recito asusta o es ter1ible, del 1nied~ se 1ne po-
para el dios sino también para los rnortales que participan en él nen los pelos de punta y mi corazón da saltos• (535c).
••
( 146-155). Parece identificar el poeta la térpsis que su canción pro- El sofista Gorgias, a finales del siglo v, considera estas respues-
duce con el efecto acumulativo del festival con10 un todo. Además tas afectivas como el resultado especial del poder aura) de la poe-
del «boxeo, la danza y la canción» (149), existe tarnbién el placer sía. En su elogio del poder del lenguaje, en su Helena, esc1-ibe que
que los ojos sienten cuando «uno ve la gracia que adorna todo>)
(153) y •llena de placer su corazón al contemplar a los hombres y a
las 1nujeres de hermosos cintos, sus veloces navíos y todas sus pose-
•en aquellos que la escuchan [la poesía) infunde un escalofrio de
temor, compasión entre lágrimas y un anhelo que busca el dolor»
(9). EStas tespuesrn.sfü;íológicas al lehgtiaje confirman l_c> que pode- ••
••
siones» ( 153-155). El pasaje es un precioso testimonio de época ar- rilciS.iiiferir, tanto de opiniones tardías con10 de los trágicos nlis-
caica acerca del efecto con1binado del Riacer visual y acústico en n1os, aC:é1"Cá._de lfls r_espµes~~s e_rno~ióhales.que la t-ragCClia suscjta.
los grandes festivales y tarnbién sobre la especial adrniración que a Las crlsts· qa~ se sµccdcn en l;;¡s piezas producen reacciones violen-
los griegos n1erecieron los poderes miméticos de la voz. El autor
del himno distingue la habilidad vocal de las muchachas delias
con10 un espectáculo en sí n1isn10, «Una gran n1aravilla cuya fan1a
tas de escaloftlos,·remblores, el'izamiento de)cabello, afasia, vérti-
go, martilleo y vu.clcos del corazón, helados estremecin1ientos_en
el ..vi~;;tfe ·y uiüi tinSiófi general 'efl _el. c_uerpo., . ••
nunca se extinguirá"; consiste aquélla no sólo en el «hechizo» de su
canción sino también en su habilidad para in1itar «las voces de to-
dos los hombres y el sonido de las castai\uelas• (156-164 ).
El_aütéhtfco poder de.Ja.poesl.l para.mover las ernociones la
tf3-Ti~fq_r111'ª tanto én un peligro comó en una bcnc;lición. Corno «en-
canto,, o «hechizo» Jlev~_ a ·cabO una especie de magia y Gorgi;s la
••
~ a_ctuación-01~a1 .co-ridúCe a ·su público a una rcsptics_!a totat.fí-
~¡¿;a Ye1l1ociünál así COmo intCiectual. l.a poesía recitada y7¡;_c~nt_a
~dá e:n_ tal~ Ci_rc-úflSt3ricias in1plica una relación intctisa1nente per-
describe así en la Helena (1 O, 14).'Thélxis; el termino para este •he-
c.hiZ.ó», sirve para describir lo mismo el canto de las sirenas que la
seductora 1nagia de Circe en la Odisea. Píndaro nos cuenta có1no
••
,so_nal entre poeta y público. Cuando Aquiles le habla a Tetis de su
disputa con Agamcnón, en el primer libro de la Ilíada, repite lo que
las figuras mágicas en forn1a de sirenas que se hallaban en los h·on-
tones del templo de Apolo en Dclfos cantaban tan dulcemente que
los hombres olvidaban sus familias y se consumian, cautivados por
••
••
ya hemos oido; pero, contándole sus su&;n1ientos a su madre en un
relato en pt;mera persona, se da la satisfacción de comunicarse la canción, d~' modo que los dioses tuvieron que destrnir el templo
con este oyerite que le es próximo y está lleno de compasión por éL (Peán, 8, frag. 52 i, Snell-Maehler).
Cuan-do-los-g~i~gos bu~can representar el engaño y l<!_sed_us:_~ión,
El resurnen que Odisea hace de sus aventuras a Penélopc tras su
reunión en Odisea 23 es un episodio del n1ismo tipo. Tales escenas,
que in1plican narración y audición de ésta, tal vez puedan conside-
también-en_fÜnna de_vis·ioties, imágenes y fantasmas, la .inagia de la
palabra hablada puede producir una belleza de cautivador exterior·
que, de hecho, escri-nde"Incntiras.~Al igual que la Pandora de Hesío-
••
rarse ideahnentc como análogas o con10 modelos de la relación
que el bardo espera crear entre él mismo y su público. Con10 Ión
scfiala de manera harto grosera en el pequeño diálogo platónico
do, lac; histo1Jas pueden estar «en1bcllccidas con 1nentiras va1ia-
das» que «rebasan a veces la verdad)) (Pindaro, Olhnpica, l, 28ss.). ••
••
que lleva su nombre, «si les hago llorar yo me reiré puesto que ga- Odisea goza de una reputación n1ejor que la de Ayante a causa de la
naré dinero; pero si hago que serian, entonces seré yo quien llore habilidad de Ho1nero; Píndaro, en Ne111ea, 7, nos dice «pues por
enci1na de ficciones y artificios de altos vuelos hay algo solemne,
·••
ya que perderé dinern• (Ión, 535e).
Platón considera peligrosa esta liberación de la en1oción y, por mas la poesía engaña con historias seductoras. Ciego tiene el co-
razón la n1ás nut1ida asamblea de varones. Pues si le hubiera
eso, excluye a los poetas de su república ideal; pero el Ión nos da
sido dado saber la verdad, no se habria atravesado el pecho con ..
una idea de cón10 pod1ia ser una actuación de este tenor. Ve1nos al
rapsoda llevando a cabo un casi hipnótico ensalmo sobre su públi-
co al presentarles las escenas épicas de su na1,·ación (535c). Platón
la bruñida espada, irritado por causa de las ar1nas, el valcro'so
Ayante».
••
•
••
•• 228/Charles Sega! El espectador y el oyente/229
•• ,L.a iill3gen de lil poesía primitiva que mejor n.o:; 111.~estra los pcl!-_
~os de la n1agia aural de !a c!nción es la de las sirenas. Al permitir-
nos que olvidemos nuestras penas, como 1-lesíodo reclan1a para su
victoria. En el lugar del poder d.e la poesía para eXcitar c1nocional-
mente, Platón podría haber colocado - y así lo da a entender- el
diálogo filosófico, que vendría a ser Ja «poesía» apropiada para el
••
nas, la pa1·adoja nos lleva a un conjunto de rasgoS contradictorios
que ·niegan el propósito de la canción. Las sirenas· conocen todo lo (Leyes, 3, 701a). Los filósofos-legislador es son •los poetas de la más
que ha sucedido en Troya y, ciertan1ente, «Cuanto sucede sobre la noble y n1ejor tragedia», pues su estado ideal es la «in1itación (n1í-
• tíerra fecunda• (Odisea, 12, 188-191 ); a pesar de esto, su ísla está n1Csis) de la vida más noble y mejor)), encarf!.'!ndo así «la tragedia
rodeada por las putrefactas pieles y huesos de holnbrcs y se ubica más verdadera de todas (Leyes, 7, 817b). ·· ·
••
cial orgullo que Atenas sentía por sus espectáculos es confirn1ado
arlómala con los n1ás hortibles signos de decadencia mortal, la an- igualmente por las observaciones atribuidas a Pericles en el discur-
iít"ésis de la divina inmortalidad de la fama que es «impereced-e~a» so fúnebre de Tucídides. En él, Pericles alaba a Atenas por su abun-
dancia de solaz para las fatigas diarias, consist~nte en «certár11enes
••
(kléos áplzihiton).~ Reconociendo que los efectos de su magia son
mayorn1ente físicos, ·hay que decir. que.su «hechizo» o th¿Jxis es ( agónes) y festivales a lo largo de todo el año», cuyo «disii:ute» (térp-
sólo mon1entáneo; res_uena en el oído, pero no rnora en l~s labio_s sis) aleja las penas (2, 38, 1). Prosigue comparando Atenas con Es-
parta en lo que se refiere a la apertura, que no impide «ningún co-
•
••
Tucídides, Pericles consiguió parte al menos de su poder politico
gracias a su habilidad para influír sobre la multitud (2, 65, 9). Histo-
riadores y autores dramáticos de este periodo muestran una nueva
sensibilidad hacia la masa y sus emociones: pánico, hister;a, impul-
fese a que Homero quiere que «veamos» los grandes hechos-del
mundo-épico con ojos de «asombro» (tlzaú1na, thán1bos), no alber-
ga la merior duda de que la palabra hablada (y cantada) es el vérda-'
,clero ~"ehíCUlo de la comunicación y el 1-ecuerdo. G01110_lci escritura
••
1
sos repentinos de generosidad o de compasión. "llega a ser cada veZ"ffiáSini:¡:)Ortañ.te-en Grecia desde finales del si-
El teatro, más aun que la asamblea o los tribunales de justicia, glo vn1 a-.C; en adelante, esta relació-n entre el ojo y el oído cambia .
,es_ el lugar dt?Qde las emocione_s de.las-masas encuentran su-más
~~~~~~
* La traducción es de A. Guz1nán Guerra (Madrid, 1989) .
••
••
230/Chade~ Sega! El espectndor y el oycntc/23 l
A-fin.es del siglo v1 y pt·iñcipios_de-I v, poetas con1.o Sin1ónides, Pín- Este pasaje, 111uy influido por el estoicisn10 platonizante, asigna
••
<laro y Baquílides, áunqtic t6"dá'vía'. reCoflocian·abie1ia1nentC (y, a efectivamente a la hun1anidad lo que, e11""elp_éfls~~-e_n!_~gricgo ar-
veces, de hecho las tenían) cónéXíortes-per~onales có_n,slls patro- .caiGo-y clásico, .es prerrogativa de los dioscs:''"S"Cr.el ·lejano espec!.a·
nóS_; S_e riioVian.sin -enibargo hacia una .coricepCió-n n1ás pi·ofesional · dor-de !Os sufrimientos y conflictos de-la vfda humana. Si1Tiilar es
/éie s_u atictÉSCi;bn;Lpor encargo y a sueldo_ de gef!te_ d_e_muchas p_ar-:;.
tés Oel futihd_o gri_~go __le_$_ hii:o que se sc_par~_ran_ de la inmedia_tez in-
IieiCnte a·i-~_aCtü-ació·n cai-a a cara ri1áS cftif{~l p_oeta_oral de tip_o ho-
ifilériCo-. E~ta relación mucho más lib1:e- con la actuacÍó;, oral apare-
ta."1lib.ién la perspectiva de la sabidutía divina del filósofo en el epi-
cureísn10 (véase Lucrccio, Sobre la naturaleza de las cosas, 2,
1-13). Tanto eI·publicode la épica como el de la tragedia poseen" ••
. ce ta1Í1bién en las metáforas visuales que Píndaro y Baquílidcs in-
ventan para su canción. Frente a la imaginería vocal de Hon1ero y
algo de esta piivilegi.id~ persp_ectiva;-figuradan1ente en-la épica, en
·tanÍÓ que ·erorrinis:cicntc narI-ador en tercei·a p;f~ona nos-hice pat-
UCij).Cs en secreto de lo que los dioses ven y conocen,,fnáS liter~J- ••
J-Jesiodo, estas figuras, a menudo, tienen poco o nada que ver con
la situación en que la actuación tiene lugar o incluso con la voz o la
tnúsica. La oda es una estatua, una.guirnalda, un tapiz bordado, un
riffnte,'sin embargo, en la tragedia. puesto que estamos sentados.
é-n:un ltlgar po_r~enci_rfiii. de_I~ acción y·n1i1~ª-'-"!!.ºs ~acia.clla desde..,.
'una disÍancia casi olímpica, por no ·decir Con un olín1pico distan-
••
tc1nplo, una 1;ca libación de vino, un f1·esco 111anantial de agua, llo-
1·es, fuego, alas. El poeta 111isrno puede ser un águila que vuela alto
en n1edio del cielo, un arquero o un lanzador Je jabalina que dispa-
Ciamiento.~ Enrla:,..épic3.~y.e·n-Ja tragedia _este~espectá_~ulo-_·d.el s_uÍli·
n1·ien-lo,h~n1~-no:sól9 :iritet}S_ifica;;la_, concien_cia:<!e. l_os l-ín1itcs _que
/éíicundaii l-ª \ritla_de lo~:r morta1eS. lavisió_n ·filosófiCa, Siil cfnbargo,
••
ra el proyectil de una canción, un viajero en un ancho can1ino o un
pasajero en un navío que surca los n1ares.
Cuando Sin1ónides afirmó que la (<pintura es poesía callada, la
.lo qy:C_._jJretend~_;~PreCiSáñ1e1lte, ·es trascender: esos _lin1 ites.
- Aunque los orígenes de la tragedia pcrn1anccen en la oscuridad.
llenos de controversias, la conexión que A1;sióteles estableció en-
••
poesía, pintura que habla» (Plutarco, Sob1·e si los atenienses fueron
111ás ilustres en guerra o en sabiduría, 3, 346 F), puso la poesía en re-
lación no con la actuación oral sino con la experiencia visual en un
tre tragedia y ditirambo es an1pl~a111ente ac_eptada (Poética, 4, l449
a). Al p1incipio, uñarePreSeniaCióñ'coTal-;llena._de·-exc_itac_ión[en.,
hO:nOi-ªd;-Di-onisO;--él diti~~nib-o, a finales ·del ·siglo vi, parec-c-_hab~r~
••
ter1·eno bastante diferente. Estan1os tentados de relacionar la cone-
xión analógica entre lo visual y lo acústico de Sin1ónides con la in-
sc !fansforñ1adO eñ· algo. riiás tra~quilo, más lí~·ico, que narraba 111i--·
¡~tO;sob1·e-los dioses y;·n1ás tarde,-sóbre los hérOes. l_as conexiones ••
••
teracción de sonido y espectáculo que la tragedia estaba ernpczan- entre la tragedia y Dioniso fueron un problcn1a incluso para losan-
do a desarrollar por la 111is111a época, sobre todo habida cuenta de tiguos; de ahí que el proverbio «Esto nada tiene que ver con Dioni-
que Sirnónides, en n1uchos sentidos, es un precursor del sofista via- so» se int.e111retase con10 una crítica que señalaba la grandísir~a
••
jero y de su libe11ad de especulación racional. distancia que,.hay entre la tragedia y el culto directo del dios en su
En-1at1·ag~dia-,--la orga_nización del 1naterial _riarratjv~ de_ IC?s ~~1i- principal fesÚval, las Grandes Dionisias, la rnás irnportante de las
{~os ~e_diañte iJ'il texto es;li,..to·ljc:_ce ?_?~~?~e~~-~ ~a!"~aliv~ visu~I. 9,c:- ocasiones para las representaciones dran1áticas. Aunque l~ttage
tada de una nueva fuerza, y cn_trclaza_voz y v1s1on en -nuevas y com-
Jjle]~-í~e1aciohes:·éon este-ciinb:ió_de-_éflfaSis, metáfOras del-espec- ~
táCUIO O -del teatro desciiben 1a ·expetiencici hun1ana eh general.
Platón sugiere en el Fi/ebo que la vida no es sino tragedia o cotnedia
{dia tiene sus ,prin1eros con1ienzos bajo la ti1-ania de Pisístrato (534
a.C. es la fecha tradicional), enrra·cn_fúñCiOnan:iiérlto_y se_petfec-
t.;i~~a bajo!~ nue~a dcmocr:icia de prin~ipi.os de_!_siglo v, La asocia-
cion·de Dióniso con el culto popular mas·b1en-que con las trad1c10- •• •
(Süb), tal vez la prirncra formulación en la literatura occidental de n·es -arfslocrá1icas ·puede l?.ab~r estimulado sil crecimiento.
••
- ..
la analogía entre el mundo y la escena hecha fan1osa por el rnelan- ' n·ioniso e:4 un.dios de la vege-tación, espécialinente del vinq y de
isu·f~1~-1eñtad 0 prodllcto: eStá t~n1bién asociado cor~ la ~o~u~~~--y_3l.
0
cólico Jacqucs en Shakespeare (Co1110 gustéis, 11, vii). Epi curo seña-
ló «pues bastante gran teatro sumos el uno para el otro» (citado por
••
/éxtasis religioso. Aparece frecuentemente en los vasos con una cor-
Séneca, Carta, 7, 11 ). En su fonnulación más an1plia, «l_ongino)), ~ te de sátiros, criáturas con patas de cabra, mcdiohumbres, n1edio-
en el tratado De lo sublin1e, tal vez a finales del siglo 1 a.C., com· bestias, que dan rienda suelta a su naturaleza animal en la crnbda-
par·a el universo entero a un gran espectáculo al que el hon1brc lle-
••
gucz, los gestos obscenos y un apetito sexual indiscrilninado. Las
ga con10 un C$pectador privilegiado y en el que reconoce la gra11dc- danzas de sátiros, según A1;stóteles, contribuyeron ta1nbién al de-
za a la que está destinado por el infinito alcance de su pensa1niento sarrollo de la t1·agedia (Poética, 4, 1449a) y, en las Dionisias, una
••
(c. 35). pieza ligera, con un coro de sátiros, era presentada junto con las
••
•• 232/Ch ades Sega!
El especta dor y el oyente/ 233
••
iento (véase
ipaban en giCa», que consis te en encon trar placer en el suftim
tres traged ias de cada uno de los dran1a turgos que partic Eurípi dcs, Medea , 190-20 3 y [,as hacan tes, 815).
trecha
el concu rso. Aco1n pañan do tambi én a Dionis o, y en- una-es La trag"edia no sÓlo confie re a los viejos initos una sorpre
ndent e
••
los sátiros ,
(aunq ue no necesa 1iarne ntc armon iosa) r.elaci ón ·con repres entaci ón corpó rea, ta:,·hi én los enfoca de nuevo en situac io-
nifican .tam-
~-~tán ·"las n1éna des .(l~teralmente (docas »); ·el-las ·-perso
nes de crisis. En contra ste con la relaja da y expan siva narrac ión de
ción, sin~la
bién, etYTOtal:-sU.iriisióii al-dio s y a su culto, una libera la épica oral, Ja traged ia selecc iona episod ios indivi duales de crisis
.
•• 1ne·nor inhibic .ión, de la energ ía emoci onal y física acción unific ada
locura , y conce ntra la suerte de una casa o ciudad en una
Las asociac;ion~s de .Dioni so ·con lo irracio na!J, con la con todo rigor, que se extien de dentro de un espaci o y tien1p o limi-
coñ las n1_ujer-es, con la danza llena de excita ción Y la músic a y con ..
e
ada
la
con
ra,
repres
colga<
hiedra
enta.~
la
, la
ión
unas
planta
mimé
veces de
sagra-
tica de
plos mítico s que sirven de ad1no nición ; y, hasta cierto
so e1 diá!og o. +Pero
c'uand o actúan todos
estos
unido
eleme
s en
ntos
el nuevo
alcanz
conju
an Una
nto que
punto , inclu-
nueva
es la
fuerza
trage·' "
•
/.•
or enmas ca_rad o puede tan1-
los J~1i_toS:· en forma dramá tica. El.act
.dia. Esqui lo emple a la sin1et ría del refrán coral o respon
sorio para
s de ser,
bién explo rar la fusión entre difere ntes identi dadés, estado suge1 ;r el terror de una n1uch edumb re asusta da, con10 ocurr e en
ino, huma no y bes·
catego rías de exp~rie-iiCia: .masc ulino y fen1en
Los siete contra Tebas (150-1 80). En Los persas , comb
ina el res-
extrañ o y amigo , foráne o y del lugar., .la más- del rey venci·
tial, divino y hun1a no, ponso rio lírico del lan1en to con el espect áculo. visual
sig-
••
una suge-
a la vez, de Otro. La mii-ci.da fTonta l de la n1ásca ra, según diante la repres entaci ón min1é tica del peligr o da a
tales escen as
la presen -
rencia de Verna nt, es tambi én la maner a de repr_e sentar una intesid ad super ior a cualq uier otra de la lírica coral.
cia de la divini dad entre los homb res. La antigu a Vida de Esquil o acentú a su poder de
ékplex is, de
••
advoc a-
Por todas estas razone s, Dionis o es el dios bajo cuya <(golpear» al públic o con poder osos efecto s visual es. Cuand o las fu .
encon tró.su luga;·--y_..
ción_, de la n1ane ra más natura l, la traged ia rias hacían su aparic ión en Las eun1én ides -cuen ta la Vida - los
fCra Preña da de emo-
~u~o toinar su forn1a caract erístic a: la· atffiós niños se desn1a yaban y las mujer es aborta ban. La exacti tud de la
bestia l y lo
el
ca- anécd ota es dudos a, pero, proba bleme nte,
arte. Sus efecto s acústi cos son iguah nente poder osos:
naides , que g1;1an de n1iedo en Las suplic
refleja
antes;
el
tene1n
espíri tu de
están las da-
os los miste-
su
libera
s.
de
c-ia
El
los
de:los
hechiz
miedo
o
s,
dioses
de
la
la
ansied
en los
másca
ad
ra
y
de las furias cuand o el fantas ma de
princi pio de Las euntén ides ( l l 9ss.), sin olvida
nido que el grito ii ii e e de lo repres enta, cualq uiera
cuand o ella, empuj ada por los aguijo nes de los
rnos,
tábano
ademá
s,
s, del
que éste sea,
entra en es-
so-
En vez del
s.de.
cena (Prom eteo encad enado , 566) .
Sófoc les y Eutipi des son 111ás sosos, pero tan1bi én tienen
su es-
•• vocife rantes
la tragé- finge silbad ora (Eurip ides, Edipo , frg. Il Auslin ), sus
deleit e o térpsis del recita do épico o de la actuac ión coral, li.éroe s (Sófoc les, Las traqui nias, 805, 983-10 17; Euripi des, Hera-
do placer de
diit in1pJié a a su públic o en una tensió n entre el espera cles, 869ss. ), sus enferm os que se lamen tan y gritan
(Sófoc les
es.¡ el
••
os detall
asistir a un espec táculo trabaj ado en sus más n1inim Electr a, 826-83 0, 840-84 5; Filóctetes, 730-75 7). En el otro extrem o,
los propio s trá-
dolor que sus conten idos nos produ cen. Aquí y allá an1bo s trágic os puede n tan1bi én usar el silenc io con10
un efecto
oja t;á~_
gicos llama n la atenci~n sobre esta contra dicció n, la «parad ;'
234/Charles Sega\ El espectador y el oyente/235
••
••
.1
igualrnente poderoso. Aristófancs se ríe de los largos silencios de ción del canto de los pájaros (ya el poeta a1·caico Alc1nán preten-
los protagonistas <le Esquilo en sus escenas iniciales (Las ranas, día ser capaz de imitarlo [frags. 39 y 40 l'MG] ), aunque sólo el sim-
911-920)_ Los mutis silenciosos de Yocasta, Deyanira"y Eurídice (en
Edipo rey, Las traquinias y Antigona respecti.vamente) son la calma
ominosa antes de que la tormenta del desastre cstal1c. En Edipo en
ple torotorotorotorotíx / kikkabal1 kikkaba{i. en nuestros n1anuscr1-
tos es testigo del alegre experim.ento (cfr. 223ss., 260ss., 3 !0ss.).
Chistes, palabras de doble sentido, innu1nerablcs juegos de pala-
••
Colono, Sófocles, de una forma que 1nanticnc en suspenso, deja al
viejo Edipo sin hablar durante un centenar de versos, hasta que, ca-
bras llenan las piezas de Aristófanes. Los no1nbres ofrecen ntunero-
sas· ocasiones para ch¡-stcs, n1uchos de ellos obscenos, como, por
ejeinplo, aquél que hace de un ~erno ático una comunidad de mas-
••
••
lentada a fuego lento, su cólera- estalla contra su hijo Polinices en
terribles insultos y maldiciones (l 254-1354). Sirviéndose de la en- turbadores (Anaflistios y anaplzlan, Las ranas, 427).
tonces todavía reciente innovación del tercer actor, Esquilo· debe Palabra-;:música·y_:·moyimiento-muy'proba:l51cmcnt.e.eran los-res=
••
haber asornbrado a su público en el Agcvnenón cuando Casandra, porisal5les «lel-;-efe_i:to--:1lln-darn1'_11tal-;:de-::la-::trageaia.-y éste está de
silenciosa durante la larga escena entre Agan1enón )' Cliten1nestra, acuerdo con el papel de segunda fila que Aristóteles asigna a la op-
lanza de repente sus ter1;~Jes gritos de desesperación y profecía. sis, al espectáculo, en su Poética. Los autores dramáticos cuentan
En la siguiente pieza de la trilogía, Pílades es mantenido en silencio
del n1ismo n1odo hasta el n1om~nto culminante en que proporcio-
na a Orestes, en la terrible crisis de su decisión, el estín1ulo crucial
con cierta maquinaria escénica. La grúa-podía transportar ~arros o
hl·rocs voladores, Perseo por cjcn1plo. El ek.k\··kfeliu1 pod1;:i lr~:r
ante la vista los ·resultados de la acción (norn1aln1ente una acc1on ••
para mal.ar a su n1adre; son los tres únicos versos que recita en la
pieza (Las coéforos, 900-902).
llena de violencia) en el escondido interior de la casa. Esquilo,
como va hcn1os señalado, fue el n1ás audaz de los autores dra1náti-
·· cos qu"e hen1os conservado en inventar efectos d_eslun_1-?I'"':~~~Pcª.'!,
••
~I~pOclersign_i_fi_c_a11tC:-d~l~le11g1füji[e_s~uno·cte_;los_as¡:iectos.que 1
el espectáculo. ~.IJ._gerte1_·ál, sin en1bargo, 1la.esc~~ograf1a:~_:~I_as-p~~
zas·tUemás con.Vertcional-que-realistaTy-se·sirv10Tde·un~nun_1_e2~?- re-
i'~tiVifüe~ñte_ eSC_asO -~ae ª-c,~_es<i!:i9~__ .fl.§í_--c~~t<2~~-éde~<2!:~c!_o~ Tsin1ple~; ..
••
,rnás-interesa·a-Ia·.trag:ectia:"".T~~llii.DO_S-éTicbs
·-bo!ldttd,
~
nobleza
. ~---- p ~Pt.:iJ:t;!za
. --- .
cruCíiiles:é01no jUSti_Cia:"
son_c_onslantemente-traídos-a-cola~-ión-y
--------·--· -- ~
.c·edef!~iCl_o.sc La paradoja de una «piedad impía» es el meollodeJI;,_
·. ..
.
La;cti;aciÓ~; r~-..~ii~;~~ por figuras e.~!!tiasca!~C1a_r,r:C_(_)!}_PJj!11~.?s
'vest:id~dél:IB-h-"ábWS.i-dO".-b3.S~estili1.ada-y~~~~·v~?-·:::.Pror:iunc1a·
tióri--y _gcsttJaJj 9-ª9· JU._cf(>5::eXi~ql!'~~_.:.d_i fuJ!D.a,_ qu!_al_c;_a.f! t~:;e~-r su_:t· ••
1ígu11a. El significado de <cjuicio pru<lente>1 (sophrosv 11€?) v <<sabidu-
ría» (sop/1ía) está en el c~ntro de Hipó/ita y Las bac~ntes-de Eurípi-
des respectivamente. Obras como el Agamenón de Esquilo y Edipo
7'ñajifi;o- v;lor üC eXp'reSió~n. 1.ii(:lu~o__ entre los_n1úsicos=era. 1 t~<:1l?~c~.'
C-ractOSCl ffiO~in~ientoyio·s-·gcst_oS~-Pausanias, por ejernplo, a propó-
titodeUnn3.utista-de--reno-~brc llainado Pronon10, nos dice que
••
1·ey, Las traquinias y Filóctetes de Sófocles deben mucha de su fuer-
za al hecho de que son uñainélagacionso15re.losfallosae:la_e:omu-
~f~ªcióJi._rlo_.sólO_entr~~mO'~ino_tan10i~~)ionlbres:y~~L~jt
«por la forrn~ de su expresión facial y por el n1oviiniento dé todo su
cuerpo hacía disfrutar al público del teatro» (9, 12, 6). . ••
••
Los efectos visuales de Sófocles y Euripides, en c1elio.sent1do,
1
L~~~:-.\iI.as~arnb-ig{!eOa:a~_s_Oel.lenguaje .en profecías -r-oráC'ülóS"::'dClCr:~ parece que s e relacionan coil los t.e1nas básicos de las piezas de un¡¡
LfiJ_in~~l~O·~let:irrrientqs de éstas y de otras n1uchas pieza~~ A manera n1ucho más cabal que los de Esquilo y, además, expresan
este -rcspect o, la·tragedia-no-sólo-reacc ion a ·ap te:~l ~exarti"efi".'jff'Ofun~
••
mejor el 1nodo de ser de los personajes y las situaciones de los pro·
9.o~del-..Jeng~J~~:~~!~~¡"J~¡~fisnCa.~-¡ño_que_ant.iCip1rtam tagonistas: l:i ceguera de Edipo en las dos tragedias que tratan de
f.~é.~. ·e.1 . }n_!e~-¿i~J.>Jaj_Ori. p_Or~ estabHízaf. Ios ;va1ores-~eJic·os_. e.r_1 ~el este personaje, la ropa de Penteo vestido con10 una ménade en Las
~ndo-d~ palal:iras, __!nesfa_~e~)'. po:<:O-_cli_ll_~ de-confia,~~,,
••
bacantes, la' n1iseria y enfer,11edad de Filóctetes. Eu1-lpides, fre-
Que los problemas del lenguaje y de la significación son impor- cuentemente, lleva la acción al máximo de sufrin1iento y horror y.
tantes se deriva del hecho de que nos topamos con ellos en la esce- entonces, da fin a la pieza abruptamente mediante la aparición de
na trágica nµ n1enos que en la cómica. Las nubes de Ar~stófancs ex-
trae gran parte de su hun-ior <le la ini.ciación de Estrepsíades a las
sutile7..as de los estudios sofísticos de gran1ática, género y morfolo-
una divinidad (el llamado deus ex tnachina). Sófocles utiliza este
recurso sólo una vez v de una 1nancra 1nuy diferente: en el Filocte-
tes, J-Icracles baja de( Olirnpo; se trata de la viva voz y la encarna- ••
gía. Los placer~s auditivos que la comedia produce no se limitan a
la voz hu1nana. El coro de Las aves debió ser una notable evoca-
ción personal del heroisn10 y la generosidad que han estado laten-
tes en el héroe cnfcnno y a1narga<lo que es Filóctetes.
••
•
••
•• 236/Charles Sega!
El espectador y el oyentc/237
••
. nos de Clitemnestra de su marido y la muerte que a ésta le infligen
d?, Sófocles y Eurípides se hacen eco de escenas de Esquilo, espe-
sus propios hijos; el descuartizamiento de Penteo; la con1ida en que
c1_almcntc de la Orestíada, en sus versiones del mito. En Las traqui-
Ticstes devora a sus hijos; el envenenan1iento.de sus.víctin1as por
nias, la entrada del cortejo de Heracles con Yole 1 la cautiva que
••
de las escenas de Esquilo. En esta pieza, Electra at;ae a Cliten1nes-
del ciego Edipo o de Polimestor (en la Hécuba. de Euripides), o
tra al interior de su casa para matarla, con el pretexto de que ella,
cuando Agave exhibe la cabeza cortada de Penteo en Las bacantes.
casada con un n1odesto granjero, ha dado a luz y;;:necesita que Je
a
En·seg\ffidcdügar;la n'arración se desdobla menudo en la presen-
••
ayuden en los ritos de purificación. Con su llegad"a· en un carro, ele-
Cia de dOS O-más figuras que reaccionan de manera exa~tamen_te
gantemente vestida y acompañada por las esclava$ capturadas en
'opuesta! En ·Ja Electra de Sófocles, por ejemplo, Electra y Clitcm-
Troya como sus criadas, Clitemnestra representa aquí el papel del
··nestra i-espon<len de forma antitética a las (falsas) noticias acerca
•• hace otra cosa que desempeñar el papel que su madre tenía en Aga-
111enón. En-a1n_bas-E/e:Ctras;~ la de Sófocles y la de Eurípides;""lbs ecos
1esc-¿n¡c-os j:>üeden sugerir el cum.p-pmi.entcY de Ja jtJSticia rctribllt_i-
para una figura femenina, que, entonces, hace n1utis llena de silen-
ciosa pena y se encamina al suicidio (Oeyanira y Yocasta).
¡E_~_:U:lfimO:rugar, y lo que es 1nás importante, la nan-a~·i.ón de la
•• , ~SteCtácuJ~ Y narración/
. pi-r~g~dia;--i~fllls_?_~_~a_ndo ::~.fº!!11ª co111:0 ~p~ct.facl!l~e ~t?_s_a;_......
vista:: Se puede decir que un espectáculo negativo de esta índole
Crea una contraposición entre los acontecitnientos que se ven a la
•
••
familiares a un público acostumbrado a la inintcrrurnpida narrati-
va en verso propia de la poesía épica. El espíritu de tales narracio-
nes en la tragedia, sin en1bargo, es bastante diferente del de la épi-
ca. 1..a batalla entre Eteocles y Polinices en Las fenicias de Eurípi-
simple hecho de tener lugar fuera de la escena. Este espas_iü erttre
ba-stidores; que a ·¡penudo rep'i-esenta _el int~rior de la casa o pala·
Cio-;-funCibtla c::omo el espacio de lo irracional o lo derpoµiac~. la_s
ái-eas de experienci_a o los aspectos de la p~rsonalidad ocUltos, os·
tUrOs:Y t~~ribles; Así, por ejemplo, es el palacio al que Clitemnestra
••
·da en la que Hécuba y sus mujeres matan a los hijos de Polimestor y
rnancha y la fusión/confusión de dos hermanos que ni pueden es-
ciegan al padre o, finalmente, la prisión subterránea en donde la
tar juntos en paz ni tampoco separarse de forn1a tajante con una
aparición de Dioniso, en figura de toro, con1ienza a n1inar la autori-
guerra. Por ello, la fórmula homérica de •morder el polvo con los
••
_a
dientes» al n1orir se combina aquí con el motivo trágico del asesi-
nato en la familia y no se diferencia claramente ( l 243ss.).
. dad racional de Penteo.
El discurso del 1nensajcro del Edipo rey, la más famosa de tales
El espectador y el oyente/239
••
••
~ 23A/Charle s Sega!
.,,
narracio nes en Ja tragedia griega, explota abundan temente este
conti.·aste entre lo que se «Oculta» y lo que se «hace visible». I...a reti-
:La tragedia, espectác ulo de la ciudad.
cencia o incapaci dad para relatar «las cosas más dolo1·osas» ( 1228-
123 l_) envuelve la escena en una sugestiv a sen1iosc uridad. La ((me-
rnoria» de] n1cnsaje ro nos pe1111ite seguir a Yocasta al interior de su
·d·10· ver a ( ce1·rar sus
Aunque la tragedia se ocupa más o n1enos direct.an 1ente de lo
rnargina l, lo descono cido, lo irracion al, cáda pa1tc de la represen -
tación teatral es un reflejo de la sólida posición que aquélla ocupa
•
••
·
· · nos 1111p1
habitaci ón ' que ella , en ot1·a o cas1on,
en. la ciudad y en las instituci ones den1ocrá ticas de ésta. J~ra uno de
puertas (l 246). La barrera -literalm
tuyen las puertas cerradas y la barre1·a
t:u~eantc recuerdo y relato del mensaje
ente
ro
habland
figurada que
rnantien en
o- que consti-
viene a ser el ti-
invisible s los
los prin:cipa les rnagistra dos quien seleccio naba a los tres t1·ágic?s
cuyas 6bras·ha bían de represen tarse en los festivales ciudadan ros ••
ultin1os n1oment os de su agonía, pero la oímos «llan1ar»
I...ayo Y evocar, con su propia «memo1 ;a», los n101nent os de la con-
cepción Y del nacimie nto cuyos horrores ahora le rodean en ese es-
al difunto de las Dionisia s y las Leneas. A diferenc ia de lo que ocurre en el tea-
tro romano, los actores y los miembro s del coro eran ciudadan os y,
a principio s del siglo v, los propios auto1·cs actuaban en sus piezas.
••
pacio cerrado.
El e lí1nax de la pa11:e narrativa asignada al n1cnsaje ro se encucn-
tr.a en una tnisterio sa e inexplic ada revelació n cuando «alguna divi-
!.-gs jueces eran ciudadan os elegido.s por sorteo de cada una de las
diez tribus. ·El própio teatro era un edificio público y en él.- al día si-
guiente de termina r las Dionisia s, la asan1ble a se reunia para deci-
dir si el festival había tenido una direcció n adecuad a.Junto con las •••
nidad muestra (a Edipo) el camino• (1258). Con gritos tenibles
de_s~~oza éste las puertas cerradas de ]a habitaci ón de Yocasta, pcr-
m1~1endonos ver el horrend o espectác ulo del cuerpo de ella balan·
ceandos e colgado de sus lazos. L.a oculta «visión del dolor» se reve-
rep1·ese ntacione s dramátic as de las Dionisia s, además, se exhibía el
tributo pagado por los aliados, se proclam aban los benefact ores de
la ciudad y, a los huérfano s de los ciudadan Os 111uertos en co111bate,
••
1~ finalmen te (1253ss. , 1263ss.), pero sólo a los ojos de los que cs-
tan dentro.d el palacio (y dentro de la narració n), no a los <lcl públi-
co que esta en el teatro. «l'erribl es fueron las cusas que hubo que
se les hacía desfilar vestidos con su equipo 111ilitar facilitad o por el
estado. Como sugieren Tucídide s en el discurso fúnebre de Peri-
cles y Aristófan es en Los acarnien ses (496-507 );las DionJsia s eran
••
':,e~ tras e.sto», continúa diciendo el 111ensajero (1267) volviénd o a
Ed1po quien, ahora, por fin «la ve», grita y se hiere los ojos con las
fíbulas de sus ropas ( 1266ss.).
una·oca sión pata que la ciudad se exhibies e a sí misrna ante sus
aliados y ci~dades vecinas, ofrecién dose corno un espectác ulo.
Sin embargo , la tragedia no es una parte más de este espcctác u·
••
. El expedien te, utilizado repetida s veces, que consiste en ¡111 pe-
d1r del todo o parcialn 1entc la conten1p lación de algo es apropiad o
para un espectác ulo den1asia do terrible de narrar o de ser 111ostra-
lo ciudada no ya que, con su extraord inaria apertura , permite a 1':1
ciudad reflejar lo que está en conflicto con sus ideales, lo que tiene
que ser repri;,1id o o excluido y lo que ten1e o juzga como ajeno,
••
do al púb_lico. Pero la tensión entre una narració n de lo que es visi- ~
ble Y de lo que está oculto, de lo que se oye y de lo que se ve, se re-
desconoc ido'; 10 Otro .en suma. Es asf comó poden1o s compren der
.la dramatiz ación, mu~has veces repetida por los trágicos, del poder
y la cólera de las mujeres dentro de la familia (Orestíad a de Esqui-
••
suelve en el co_n1pleto espectác ulo visual de Edipo que, ahora, ha
pedido que se abran las puertas «para rnostrar al pueblo entero de
Tebas•. la frnpura mancha que es él (1287-12 89). El narrado r suple
lo, Las traqóinia s de Sófocles , Medea, Hipúlito y Las bacantes de
Eurípide s), ~on sus inversio nes de los papeles sexuales y la lrans-
fonnació n de poderos os goberna ntes en pa1;as vencidos , agobia-
••
las 1n~1.cac1ones es~énicas: «Esas puertas se están abriendo y pron-
t~ ;e~e1s un cspectac ulo tal (tlzéan1a) que incluso quien le odie sen-
tira piedad» (1295ss.) . La aparició n de Edipo, conscicn tcn1ente tea-
dos por los suft;mie ntos (Edipo, Jasón, Heracles , Creonte, Penteo,
etc.). Eurípi;1des pudo idealizar Atenas co1no la justa y piadosa de-
fensora <lel 'débil (Los lzeráclidas, Suplican tes). Sófocles hizo lo
••
tral, pern1itc que las emocion es reprimid as hasta entonce s cncuen-
t.rcn su J_"'úl?lico y su expresió n común en los gritos del co1·0 cuando
este, al igual que el público, ve finalmen te con sus propios ojos lo
111ismo en su Edipo en Colono. Pero Eutipidc s pudo también esc1;-
bir obras como Hécuba y Las troyanas , criticand o in1plícita n1ente
la brutalid ad de la política bélica de la ciudad. Los persas de Esqui-
••
que. se h.a venido dejando a un lado, hasta ahora, con1o·un a pura ex-
per1enc1 a oral/aur al. «¡Oh desgraci a terrible de ver para lus hom-
bres! ¡Oh lo nlás te1,;ble que he encontra do nunca!»
lo pudieron presenta r a los invasore s vencidos bajo una óptica de
compren sión. La con1edia pudo expresar sin ambages el ansia de
paz en obras como Lo$ acarnien ses, La paz o /..isístrata, sat.i1;zar.i11s-
••
titucione s tales como los tribunal es de justicia o la asan1ble a (Las
••
•
••
•• 240/Charles Scgal El espectador y el oyente/241
••
Mieritras la actuación de la 1í1;ca coral tiende a reforzar las tra-
diciones y los valores de las familias aristocráticas, la relativa111en- que su diosa, Arten1is, honrará su n1en1oria ( 1423-1430).
te nueva forn1a del espectáculo dramático es la for111a distintiva de La tragedia no sólo aplica el espejo distanciador del mito a 1.os
••
·la polis den1ocrática. En efecto, con su 1narco ciudadano, su es- problemas conten1poráneos, tan1bién refleja alguna de las más ill"!--
tructura de debate dialéctico y las relaciones constantemente can1- portantes instituciones de la ciudad. De éstas, las que rnás tiene·n
biantes entre el héroe individual y la con1unidad representada por que ver con la tragedia son los tribun~les de justicia. Diez de los es-
•• tígona); aparte de eso, tcnen1os los conflictos entI-e sexos y entre ge-
neraciones (Alcestis, Medea y Las bacantes de Eurípides) y las dife-
rencias entre autoritarismo y orden den1ocrático (Las suplicantes
que nos han llegado nos muestran a su prot~gonista atormenlado
por una difícil elección entre alternativas en conflicto o bien con·1-
pron1etido en una decisión entre la seguridad y una acción peligro-
~ •
El espectador y el oycnlc/243
••
••
242/Charles Sega\
intransigencia puede ser tan desastrosa como la vacilación o los en las balanzas, las «aladas)) sutilezas eu1;pídcas de Pc1-suasión
ca111bios continuos, según nos muestra el Filúctetes de Sófocles. Ca- pierden ÍTente al peso de los carros de Esquilo, la Muerte y los ca-
sos como el cambio de situación de Creonte en la Autígona o la vc-
he1ncnte cólera mostrada por E<lipo frente a Tircsias en Edipo
dáveres (1381-1410). Es un supremo rasgo de ironía el hecho de
que Dioniso elija a Esquilo sin..jéndose de un verso de Eurípides a ••
••
rey ponen en escena ante la audiencia no sólo la capacidad destruc- propósito de la separación entre «lengua" y «pensa111ienlo» (Las ra-
tiva de las disputas familiares sino tan1bién las consecuencias de las nas, 1471; cfr. Hipólilo, 612).
decisiones in1prudentes, irascibles o equivocadas. T·ales di·amati~a Puede parecer paradójico asociar la tragedia, que tan poderosa-
mente co1nbina el espectáculo visual, la música y la poesí~ para
••
ciOnes de la decisión, ca1r1bios, r·igidez y cosas se1nejantes podrian
ser un atractivo para la e~periencia que el público tenía tanto de las· ofrecérselo a una ex~itada y, a 111enudo, n.iidosa multitud de 1nilcs
asambleas como de los tribunales. El relato que Tucídidcs hace de de personas, con la comunicación austera y 111onocro1T1a que se
có.mo los atenienses can1biaron el~ for111a de pensar tras la condena
de los n1itilenos 111uestra lo n1ucho que, en la vida real. podía
depender de tales deliberaciones y cambios de actitud (Tucídi-
suele asociar con las silenciosas cartas. Con todo;el ¡'.ióder de la.es-
critura, que late tras la escena, posibilita la organización de la vista,
~la voz.v el oido dCntro de una representación n1ulti-n1edi_a ..El fTc- ••
des 3, 36). ~t~efil~ t;;"o de las imágenes sincstésicas y su explícita orquestación
de la experiencia visual y acústica en n1on1enl.os del tnáximo dra-
1natismo llan1a la atenció.n sobre esta interconexión de los diferen- ••
!'ragédia y esaicura/
••
que él, Euripi.des, de dar al traste con la vieja moralidad mediante
sus sutilezas intelectuales, paradojas y exhibiciones de mujeres in- labra que c111plea Aristóteles para el mo1nento crucial de la trage-
n1oralcs (véase 1078-1088). El poeta tnás viejo, rnás próxin10 a la dia, el «reconocimiento» o anagnórisis.
••
cultura oral del pasado, está también más cerca de una correspon- La unica fuerza de fa lragédia pUede deberse tal vez a su apari-
dencia n1ucho n1ás directa entre la palabra y la cosa y, a la vez, rnás ciói-i en ese -111~111ento de transición de la cultura g1iega en el que 'el
próxiJno al papel del poeta con10 portavoz de los valores de la co- poder de los ~ilos no está aún erosionado por la mentalidad crítica
••
0
munidad (1053-1056). El a.1ie de Euripides se asocia con el movi- •que aparece c on Ja escritura, el pcnsarnient.o abstracto y las filoso·
n1tento sofistico, con libros, ligereza aérea y con la facilidad para .... ~fías éticas sistemáticas. La comedia siguió siendo una fortna arti_:;ti-
retorcer a1-gumentos que ]a lengua posee. Se presenta como si se- e
ca vital innovadÜr; ya~bien entrado e) siglo IV,_.en parte po1·quc
••
1
parase el lenguaje y la realidad (•la vida no es la vida•). El lenguaje Mcnandro y sus seguidores fueron capaces de cambiar el enfoque
de E.squilo, en cambio, posee la terrosa consistencia física que la de la con1edia antigua y dirigirlo sobre asuntos 111ás privados y do-
voz tiene en la cultura oral y sus manifestaciones proceden de los n1ésticos, fueron capaces de inspira1·se en la en1ocionalidad de los
«intestinos)), el «diafragma" y 1a «respiración" (844, 1006, 1016).
En la 1la1nada «Batalla de los prólogos", en la que los versos se pesan
argumentos de reconocimiento del últin10 Euripides y cap_aces
también de desarrollar un estilo al tiempo coloquial y elegante.
••
1
•
••
•• 244/Charles Segal
El espectador y el oycntc/245
••
rís, 1973. [Hay c<l. cast.: A1aestros de la verdad en la Grecia antigua, Ma-
n1oral y religiosa y Ja imaginación mítica de la épica oral con la ex- d1·id, 1986. J
ploración intelectual de una época de extensiórl de la alfabetiza- - L'invention de la 1nychologie, Paris, 1981. [Hay cd. cast.: La invención de
••
ción que ensayaba atrevidas conceptualizaciones en torno al ho1n- la 1nitologia. Barcelona, 1985.J
bre y la naturaleza en el terreno de la ci~ncia, la medicina, la filoso- - y VERNANT, Jean-Pierre, Les ruses de l'intelligence. La tvtetis des Crees, Pa-
fía, la historia, la geografía y otros campos. -En tr~gedia, lo nlisn10 rís, 1974. [Hay ed. cast.: Las artin1a11as de la inteligenci_a, Madrid, 1988.]
EDEN, Kathy, Pnetic a11d Legal Fiction in tl1e Ariscotelian Traditio11, Pdnce-
••
que en filosoHa, pensamiento y visión alcanzan el reino de lo des-
conocido. Esquilo con1para el «profundo pensamienton con la ton, 1965.
EL.SE, G. F., The Qrigin and Early Fonn of Greek Tragedy, Camb1-idge, Mass.,
za1nbullida de un buceador «en las profundidadqsn o intenta com-
1965.
••
prender la 111ente de Zeus, que es «una visión insondablen, algo que Ge.NTtLI, Bruno, Lo speltacolo nel 111011do ancico. Rorna-Bari, l 977 .
escapa a la con1prensión hun1ana (Las suplicantes, 407ss. ·y .1057; - Poesia e p11bblico nella Grecia antica, Ron1a-Bari, 1984 .
véase Los siete, 593ss.; Aga1nenón, l 60ss.). Go1.DHILL, Simon, Reading Greek T1·agedy, Cambridge, 1986.
••
Los Angeles, 1985.
comprender la compleja naturaleza de la conducta del hombre, los KNox, Be1·nar<l M. W., ..:Silent Reading in Antiquity», en Greek, Ron1an and
can1inos de los dioses, los términos y límites de nuestra condición Byzantine Studies 9, pp. 421-435, 1952 .
mortal. - \Vord and Aétion: Essavs on the Ancienr Titea/re, Balti1norc, 1979 .
•
Dcn1óc1;to y Platón, sabían que hay en la superficie del mundo más
PICKARJ)-CAMBRJDGE, A. W., Dithyra111b, Tragedy and Co1nedy, 2a. ed. rev. por
engaño que verdad y se esforzaban por con1prender por qué la vida
••
Pucc1, Pietro, Hesiod and the Lang11age o/ Poerry, Balti1nore, 1977.
rti·agedias siguieron escribiéndose y representándose después del RoMILLY, Jacqueline de, l~a crainte et /'angoisse dans le théii.tre d'Eschy/e, Pa-
siglo v, pero la cnergia creativa, la preocupación ética y la explora- rís, 1958 .
ción teológica que produjeron las grandes obras se encaminaban~ SEGAL, Charles, Tragedy and Civilizatiou: A11 Interpretacion o/ Sophocles,
.....
••
••
246/Chades Segal
••
SvENBRo, Jesper, La parole et le 111arbre, Lund, 1976.
- l'hrasikleia. Anthropologie de la lec tu re en Crece ancie1111e. París, 1988.
TAPLIN, Olivcr, The Stagccraft of Aeschylus, Oxford, 1977.
•
- Greek Tragedy in Action, Bcrkcley·Los Angeles, 1978.
THAu.tANN, W. G., «Spccch and Silencc in the Oresteia)>. en Phoeni.x, 39,
pp. 99-118. 221-237, 1985.
VEGETTJ, Mario ed., !11troduzio11e alfe culti~re anliche. Vol. l. OralitiJ., scrittu-
ra, spettacolo, Tu1;n, 1983. ••
••
VERNANT, Jcan·Pierrc, Mytfte et pensée chez les Crees, París, 1965. [Hay
cd. cast.: Mito y pe11sa111ie11to en la Grecia a11tig11a. Barcelona, 1985.]
Les 01-igi11es de la pensée grecque, za. cd .. París, 1982.
••
- La 111ort dans les yeux, París, 1985. [Hay ed. cast.: La 11114erte en los oios,
Barcelona, 1986.) Capítulo séptinto
- y V10AL·NA.OUET, Pierre, Mythe et tragédie en Gri:ce ancienne, Pads, 1972 EL HOMBRE Y LAS FORMAS
•
[hay cd. cast.: A1ito _v tragedia en la Grecia antigua, rvtadrid, 1987].
- A1ythe et tragédie, vol. 2. 0 , París, 1986. [Hay ed. cast.: /Hilo y tragedia en la
DE SOCIABILIDAD 1
Grecia a11tig1.1a. vol. 2, Madrid. 1989.)
WvA1,·, Willian F. Jr .. «Hon1er in Performance: /liad 1, 348·427», Classical
Journal, 83, pp. 289-297, 1987-1988.
Oswyn Murray
••
ZEITl.IN, Fron1a l., «Playing the Othcr: Theater, Theatricality, and the Fe1ni-
nine in Grcck J)ran1a», en Representations, 11, pp. 63-94, 1985.
••
••
••
••
••
••
1 Las notas, con toda intención. son b1·eves y están dir·igidas exclusiva-
••
mente a rc1nitir al lector al tratarnientu 1nás autorizado o reciente de las di-
versas cuestiones. Una bibliografía detallada para. cada uno de sus aspcclos
se puede encontrar en Detiennc·Vcrnant ( 1979) (a cargo de Svenbro), .en
••
Schmitt-Pantel (1987) y en Murray (1989a).
••
•
••
••
••
•
••
••
••
••
•• El hombre es un aniinal social; el hombre griego es-una c1;atur~
249
250/0sv.'Yn Murray El ho1nbre y la!'; fonnas de !';OCiahiliJad/251
••
un futuro·
b · t e un h 0111 b re griego sino una sucesión de honi-
. '··v n 0 exis
res gridegos, tal con10 Jacob Burckhardt los retrató en el cuarto vo-
que la redistribución de este excedente, n1ediante banquetes o fi~s
tas religiosas, cree con su uso ritualizado un patrón de trato social
••
1urnen .e _su G rtec
. .
· ¡ · ¡le Kulturgeschich te3. Siguiendo su ejeniplo,
use
dt~lin~utre cuatro ~ipos ideales, o cuatro edades del hon-ibt·e grie-
go. «hombre heroico», <<hombre agonal», «hon-ibre político» v
que ·impregne las otras relaciones dentro de la socieda9. En par-
ticular, algunos productos relativan1ente escasos se transforman en
símbolos privilegiados de posición social; el banquete se ritua\iza.
••
«!1 ~n 1 brc cos1nopolita». Por supuesto que tales distinciones crond-
l?gtcas poco ~recisas .carecen <le validez absoluta; pero 5011 necesa-
entonces y· sirve para definir_ la comunidad como un todo o una cla-
se dentro de ésta. En Grecia, los productos 1nás in1portantes son la -
carne y el vino, que se reservan para ocasiones especiales Y se con-
••
rias ya que .c;o.lo mediante algún tipo de análisis diacrónico pode-
rnos con1pren<ler las relaciones sincrónicas que dan origen a las
f?~.·rnas de ~rato. social. Trazar desarrollos a lo largo de siglos es faf-
sumen.en rituales especiales tarnbién.
J_;a- ca1·ne es un alin1ento sagrado, reservado a los dioses y a una
época más antigua-de héroes: con10 es norn1al en un producto que
••
••
s1f1car la h1stor1a cultural dando prin1acía a la causal id d ·
nia d 1 fu ·, . . . . . · a por enc1- se encuentra en las colinas y n1ontañas de Grecia aunque no es
. e a ncton, e 1ns1st1r en las cont1nu1da<les es ignorar los cani- ·
del lenguaje abundante, se consume sobre todo en celebraciones religiosas Y
b1os funda.mentales que tienen lugar tras la pantalla
está vinculada al sacrificio de la ofrenda que se quema; los dioses
••
de las 1nstttuc1ones. y
reciben el aroma de las entrañas; mieñtras que los hun1anos disfru-
tan del banquete en común de las partes comestibles del _ani1~al,
recién sacrificado y cocido pa1·a que, así, esté n-iás tierno. Estas ce~
Fo11nas de trato social y con1ensalía.f'
•
••
•• 252/0sv.:yn Murray
El ho1nbrc y las formas de sociabilidad/253
••
pintura de vasq.s iba dirigido, en primer lugar, a las necesidades de
tales grupos; formas y decoración reflejan los 1nismos intereses so-· Social, que tiene que ver con los procesos de autodefinición Y f~1:
~ial~s que la poesía arcaica.)...a regul;Íción de la comensalía pública mación de grupos por parte de una élite aristocrática; pero esta elt-
tc es tan1bién una clase de guerreros cuya función es proteger la so-
••
y pnvada en los pe1iodos arcaico y clásico, mediiinte series de re-
~las ~ p11.vilegios escritos en fonna de leyes o decretos, revela cuán ciedad.
1~portante era la comensalía dentro de las actividades de tales aso-
Tal como ocurre con los símiles de l·lo1nero, las 111entiras de
Odiseo tal vez sean mucho más verdaderas que la narración ficticia
•• Y romano. El banquete de los sofistas de Ateneo, una enciclopedia gítimo de un noble cretense, que fue despojado de su herencia,
de la comensalía griega de finales del siglo 11 d.C., refleja su argu- pero que, mediante su arrojo, consiguió un puesto entre los ansto-
mento estructurándose con10 si fuera una conversación en un cratas con10 guerrero profesional: acabó haciéndose rico con las
•• deipnon, en el que el contenido se ordena de acuerdo con las activi- ganancias de las expediciones a ultran1ar. Se trata aquí de aventu-
dades de Ios imagina1ios participantes6. ras privadas; pero, cuando la Guerra de Troya tuvo lugar, fue el
pueblo quien le aclan1ó como su líder, «no había inedia de negarse,
••
nos lo in1pcdían las duras habladurías del pueblo». Después de la
guerra volvió a sus empresas privadas: «Equipé nueve naves y en
seguida se congregó la dotación. Durante seis días comieron en
•
254/0swyri Mu1Tay El hoinbrc y las fonnas de sociabilidad/255
••
En tales relatos, se presentan dos tipos de aventuras: en primer
lugar, }as ·correrías privadas de una él.ite de guei-rcros, compuesta
se les da 111uertc con10 ofrenda hecha a dioses concretos, a n1en~do
en alguna ocasión especial, con10 un culto [estivo o alguna celebra·
••
de lí<leres aristocráticos y «con1pañeros» de la misma clase, cuyos
lazos de lealtad se fo1jan en la actividad del banquete en común y
con1petitivo; de otro lado, el derecho del «pueblo)) a invitar a esta
ción de importancia fan1ilia1·. I..a carne es asada en asadores y la co-
rnida se celebra en una sala (1négaron) eh la que los varones partici·
pan tes se alinean sentados a lo largo de los 111uros, con rnesit.~~ ante
••
clase de guerreros a que asun1a el lideraz_go_en una guerra más s~
ria. La expedición contra 1'roya es un eje111pio de expedición públi-
ellos, una para cada dos comensales; a veces, se hace menc1on de
porciones o sitios de honor, pero, en general(sc subraya la igual- ••
••
ca, con banquetes ofTccidos a los participantes a expensas públicas aad tanto en un aspecto como en otro. El cOñv-idado que no ha sido
Y con 1nultas ta1nbién públicas para aquel1os que rehúsen ir. Den- iilvitado, sea un compañero de la aristocracia o un n1endigo/recibe
tro de la co1nunidad,.la posición se dctern1ina por el alimento; en 'también su parte. El vino se mezclai:oh agua y se sirve del/eral él" o
el famoso discurso que Sarpedón dirige a Glauco, afirma aquél que
dos can1pconcs, honrados «con asientos de honor[ ... ] y n1ás copas
en Licia,, y un tén1enos, tienen la obligación de luchar por su con1u-
c~e~ ,
Nos ofrece el poeta una i1nagen de felicidad hun1ana, exp1·esada
en un iitual de trato social; en el centro de este ritual se coloca a sí ••
nidad; si así lo hacen, dirá el pueblo: «A fe que nos-in gloria son cau-
dillos en Licia nuestros 1·eyes, y comen pingüe ganado y beben se-
lecto vino, dulce co1no mie.l. Tan1bién su fuerza es valiosa, porque
luchan entre los primeros licios.» (llíada, 12, 310-329)*'·
1nis1no: «No creo yo que haya un cumpli1niento rnás delicioso que
cuando el bienestar perdura en todo el pueblo y los convidados es-
cuchan a lo largo del palacio al aedo sentados en orden, y junto a
ellos hay mesas cargadas de pan y carne y un escanciador trae y lle- •••
••
La !liada tiene como n1otivo principal la cólera de Aquiles, que va vino que ha sacado de las crateras y lo escancia en las copas.
se expresa n1ediante su abandono y su negativa a participar en los Esto n1e parece lo más bello» (Odisea, 9, 5~10). 'Es una imagen que
ritos de con1ensalía; Ja Odisea contrapone dos n1odelos de con1cn- pretende ser, al 111ismo tie1npo, imagen del banquete e in1agen ex-
••
salía, uno el del rnundo ideal de los feacios, y otro el de los preten- presada dentro del banquete; en efecto, el bél.rdo hon1érico es, él
dientes, en !taca, donde el colapso de los valores sociales se expre- n1ismo, el cantor con su lira que, desde dentro de la nar1·ación, lle-
sa por n1edio de Ja infracción de aquellas normas de comensalía va a cabo la propia narración. Podemos encontrar cie1ia dificultad
••
que implican reciprocidad y con1petición: «salid de rni palacio y ante la noción de ejecución poética épica dentro del banquete,
preparaos otros banquetes comiendo vuestras posesiones e invi- pero está claro que Hon1ero pretende que crean1os que su poesía
tándoos en vuestras casas recíprocamente», dice Telémaco a los es el acompañan1iento de la euphrosjné.
pretendientes (2, 139ss.). De hecho, la falta de los pretendientes ra-
dica en que usurpan las prerrogativas de una clase de guerreros en
ausencia del jefe.
Si la Jlíada pxpresa la función social externa del banquete en la
organización de la actividad militar, la Odisea es una épica in~ern~,
construida corho un entretenimiento para la fiesta. Cada ep1sod10 ••
La complej~ relación de este retrato poético con cualquier rea-
lidad hist~rica no nos interesa. L:os póeúi3._S,liórtiéricos presentan ...
!-'na imagen de una sociedad del pasado que, a la vez, establece un~
de los viajes d~ 1'elé1naco se sella con la experiencia de la coni_e~~a·
lía: toda acción lleva hacia (o lejos de) el banquete. La narrac1on
central de los \riajes de Odisea se presenta con10 una actuación en ••
~·rfiageñ nlental «Contemporánea" e influye sobre el futuro desarro-
llo de la comensalía griega. Es verdad, sin embargo, que efüi ima-
. gen, 1nuy probablen1ente, es parcial, ya que ignora los tipos de tra-
el banquete, que incluye formas opuestas de con1ensa~ía, con10 las
que se dan entre los comedores de loto, los Cíclopes'. Clt"ce Yel otro
n1undo. En ]taca, el ino<lesto banquete del porquerizo se opone al ••
to social que el pueblo practicaba, en especial en relación con la
/fiesta religiosa.;...r
~ Sin embargo, las caracteristicas de esta irnagen niental son im-
perverso festh) de los pretendientes, que despojan la casa del h~rne
ausente. El nú'c\eo de la acción final en esta ep1ca de co111ensalia es
destrucción de los pretendientes sentados a la n1esa, 1nientras se
••
P?rtantes para el desa1Tollo del trato social griego. ·El'.lfefpnon o
dais es precedido por un sacrificio en el que a las vícthnas anin1ale~
dedican a banquetear. Cuando el poeta canta en el banquete, evoca
el horror in1aginado de otro banquete, y los propios oyentes yue-
dan iinplicados en la acción; es su sala la que se llena de la oscuri-
••
"' La. traducción es de E. Crespo Glie1nc.s (Madrid, 1991 ).
7 Sobre el banquete ho1nérico y su función social véase Finslcr (1906),
Jcanmairc (1939), cap. 1, y Murray (1983).
dad de la noche y su con1ida la que gotea sangre cuando estallan los
gemidos y los la1nentos, y los muros y las vigas del techo se llenan
con salpicadura• de sangre (Odisea, 20, 345ss.).
••
••
••
•• El hombre y las forrnas d~ sociabilidad/257
••
en el desarro1lo de la arquitectura pública y religiosa del periodo
y capaz de autorreflexión acerca de las actividades que tienen lugar clásico y a través de su empleo en la arquitectura de las tumbas
en el propio banquete. Todavía, sin embargo, la imagen que se nos etruscas, donde es uno de los más claros indicadores arqueológi-
••
presenta está sólo parcialn1ente relacionada con las necesidades cos de la existencia de influencias griegas sobre las costun1hres de
de la con1unidad, y 111uchas de las·caracteristicas específicas de los con1ensalía en otras culturas antiguas. Pero su mayor interés radi-
rituales griegos posteriores de socialización se encuentran au- ca, ciertamente, en que son parte de un desarrollo más amplio que
•• .El hó11fbre-•arcaic~,
•• 8 Véase Dentzer (1971) sobre los odgencs; aboga este autor por una fe.
cha dentro del siglo vn para la introducción de la costurnbrc en Grecia,
pero daré argumentos en apoyo de una fecha en el siglo v111 en un artículo,
en preparación, sobre la Copa de Néstor.
•
9 Para el concepto de espacio simposíaco véase Bcrgquist (1989) .
El hon1hrc y las fonnas de sociabilidarl/25 9
••
••
258/0swyn Murray
la psictera (psyktér) para enfriar la mezcla, los coladores y jarros una clase de poetas profesionale s, Min1nern10 y Anacreontc entre
otros, que surninistrar on un nivel de dicción poética n1ás sofistica·
para distJ;buirla y una inmensa variedad de tazas para la bebida en
si, cada una con sus diferentes non1bres y funciones especializad as.
Las imágenes de estos vasos nos ofrecen un comentario visual acer-
do y sutil sirviéndose de la 1nisn1a técnica, pero dotando al poen1a
personal de referencias genéricas 11.
kas ti:iil"as--éie esta pOesía reflejan los intereses del grupo social y
••
ca de las percepcion es y actividades de la clase social que tomaba
parte en el si1nposio. Escenas heroicas, escenas de guerra y escenas
ton1adas del repertorio poético son co1nunes, co1110 también lo son
de Su eStiló d~ vida aristocrátic o. neacuer·do con el testimonio vi·
sual de la cerámica, los comensales se interesan por las hazañas he- ••
escenas de la vida aristocrátic a que nos muestran deportes, caza,
hípica y co11ejo homosexua l. Frente a esto, escenas de trabajo o las
actividades de las mujeres de los ciudadanos son raras, como lo son
roicas, la guerra·y el anlor honiosexua l. Son con1unes los hin1nos a
dioses concretos apropiados para el Sin1posio, lo n1is1no en serio
que paródicos, pero, con todo, no hay apenas referencias al ritual ••
también las escenas de ritos religiosos. Se da un énfasis pariicular,
por supuesto, a las representac iones divinas, heroicas y contempo-
ráneas de la actividad simposíaca: la''íffiágl"ner ía i·éíl-eja casi toda la
religioso existente; la familia y las n1ujcres libres de la ciudad están
ausentes; la expresión del deseo sexual es franca y está dirigida ha-
cia las esclavas y el personal encargado de entretener a los asisten- ••
gam_a de actividades asociadasc on el simposio, desde la más deco-
rosa· hasta escenas de abierta sexualidad y excesos propios de bo·
.ri:achos. Este con1entario 1netasimpo síaco sobre el simposio refleja
tes. La polémica política y las instigacione s a la acción politica se
extienden desde la defensa ele la nave del estado hasta las invitacio-
nes a la guerra civil.
••
'a través de la imaginería la autoabsorc ión que se encuentra tan1-
bién en la poesía siinposiaca ; la iconograíía que desarrolló es, cier-
tamente, con1pleja y sofisticada' º·
'!Ctnas como éstos se basari en la creación de un grupo éticb, un
mundo en el que los participante s se encuentran unidos por la leal·
'tad (pistis) y los valores co1nunes. La actividad es consciente de si
••
~ "ffóes·ia, Cantada con acompañam iento n1usical,. fue un ~le
~1eilto clave en el simposío. Se dc.Sarrollar on dos tipos p1;ncipales
que correspond en más o menos a los dos tipos de acompañam ien-
nlisma y aparece un vocabulario ' de co1npañeris n10 en el beber,
simbolizado por la misrna palabra sy111-pósio11. Este lenguaje en-
cuentra su más rica expresión en la poesía de Alceo, cornpuesta
••
to musical. ·La flauta doble (au/ós),Jue el 'irrsttument o propio del
campo de batalla y también de la po.esía elegíaca en particular; en-
para su ejecución en las rcuniónes de grupos de compaflero s (he·
tairoi), entre la aristocracia de Mitilene, en torno al 600 a.C .. El am-
biente es aún «homérico» en muchos ·aSpectos, la gran c~sa res-
••
tre los instrun1ent os de cuerda, la kithá}'a homérica cedió su lugar
al bárbitos, de sonido n1ás profundo: según la tradición este instru·
n1ento fue inventado porTeJT>an droy es el favorito para el canto de
plandece con las armaduras de bronce; pero -Uri nuevo estilo de
euphrosfne se deja ver en el énfasis que se pon~ en el «vino, las n1u-
jeres y la canci(?,n»~(unidos 3.quí por vez primera). La'lüílCiún delr
••
la poesía lírica; además, es la divisa de todo poeta sim¡:iosíaco pro-
fesional co~o. por ejen1plo. Anacreonte .
jaban la comj:>etició n espontánea y la
1
ta.S·rormaS
creación que
PoétiC:iS refle-
se esperaba de
grupo no es ya· la de una guerra externa en un entorno estable, sino
la de una unidad para la acción, dentro de la pólis;eó defensa de los
,.priVileg¡O·Sde Clase: lá guerra e~ P~'i-SiJé.CtiVa es un"á. guerra civil, la
••
poetas aficionados : el dístico elegíaco es especialme nte apropiaé:lo
para la ronda, es decir, un tema que es recogido y desarrollad o por
cada participant e sucesivame nte; el skólíon es un desarrollo 111ás
~ . '
invitación va dirigida a la unidad interna de un grupo que actúa
coritra'el tirano. Alceo no intenta persUadir a un público rnás a1n-
plio, su llamada se dirige a los que ya están dentro del grupo, a los
••
cuidado. Los poe111as Iít;cos breves con repetición de versos, canta·
dos siguiendo una melodía sencilla, sugieren una niancra similar
de actuación. Los poetas lhicos más antiguos, con10 Arquíloco, Al-
que co111pa11en:.sus valores y sus fines. Una actividad así es caract.e-
ristica de la hisloria pritnitiva de la pólis y demuestra, dentro de la ••
ceo y Safo, con1pusiero n y cantaron sus propios poemas en un p1i-
JT1er n10111ento; y la elegía parece que, por lo general, per-rnancció
dentro de la esfera de los aficionados . Por tales razones, la en1oción
~sfcra aristocrá'tic a, la con1pleta fusión del trato social con las for·
mas de acción políti~a; el liderazgo de la co1nunidad pertenece por
derecho propio a Alcea y a sus aristocrátic os con1páñcro s, pero les ••
personal, la experiencia personal discutida in propria persona y la
exhotiación directa al público son co111unes: el poeta, a n1cnudo,
cn1plea la prin1e1-a o segunda persona. En el siglo vi se desarrolló
ha sido arrebatado: debe ser recobrado por medio de la gue1Ta civil
e, incluso, con la ayuda del dinero de los bárbaros. Una fusión t~n
íntin1a de con1ensalía y política se cifra en la conccPción a1istocrá· ••
10 Lissa11·ague ( 1987). 11 Reitzcnstein ( 1893 ); Gentili ( 1984 ).
••
•
••
•• 260/0swyn Murray
El hon1bre y las fonna~ de sochibilidad/261
••
comensalía griega .
t.a ··con1ensalía· n1ilit.ar de tipo hon1é1ico pudo combinarse con ~n común en el phidítion; a cada nliembro se le pedía que aportara
las instituciones comunales masculinas co1no las que se encuen- una cantidad detern1inada de ali1nento y vino p1:ocedentc de sus
tran en la sociedad tradicional de Creta, dond~ la continuidad y tierras; en caso de no poder hacerlo, esto suponía la pérdida de su
••
deración en la bebida, está claro que el vino desempeñó un papel
12 Roslcr ( 1980) . in1portantc en el ritual 14,
13 Ateneo 4, 143; 11, 782; Jeanmairc (1939), cap. 6.
Ateneo 4, 138-142; Bielschowsky (1869); Nilsson (1912) .
_a
••
••
El hombre y lns fonnas de socinbilidad/26 J
262/0swyn Murray
••
Algunos juegos se
<¿rcagón _¡lcja_polis-hopJ.!ta-co"l'?"Una-•cofradía-d_ce_-g!!er_!c_r()~P (Max
Weber); se diferencia del n1odelo homérico en que hace universal conocen desde el periodo arcaico; 5!-.~~.ͪ!J-1Q~Q_g_g_ __~J__k,QJ.t_ª1J2~~.--.
una prer1-ogativ a aristocrátic a; del modelo dorio, en que aísla y fa- que consistía en arrojar las últin1as gotas de vino de la copa a un
vorece la función rnilitar. No es so11Jrenden te, por tanto, que el
poeta espartano Tirteo fuese a la vez uno de los más fieles imitado-
1·es de l-lon1e1·0 y el perfecciona dor de un nuevo género de elegía
blanco; se decía que habia sido inventado en Sicilia. El b1indis de
los co1npafiero s que participaba n h1c ta1nbién un rasgo con1ún al
que se debe la existencia en n1uchas copas de una inscripción con ••
militar is.
l§!]c-_s_-a-_._--~-_o"l"Iº-()-p_-u_e_s_lQ__(l_el a _<:Ol}lei:rnalía_griega pon e el'énfasis19- -
~su aspccto-in-te i:nó Ue encarnació n ae1:pñ-nG-ipio-aerplacei-,rr_o_I?
el nombre de un hon1bre y el adjetivo kalós. l_,a próposis, o reto que
entrañaba una con1petició n, fue un rasgo que, corriendo el tien1po,
mereció la opinión desfavorabl e de los tnoralistas, que contrapu- ••
tá_Q_t o.~poOrH-iTer.vJ r~corri O_ve lfic u lo-para- que-u-na .aristocra~ci~:::ma:r?
gi'@<t~r~serr.eJ_irase Jalu n [fu u OdO:-deretiplii'.OSyn-e.1especia11-y; p rLva-do1
Los símbolos de una clase privilegiada y acomodada incren1enta -
sieron la indulgencia ateniense a propósito de tales esthnulos para
beber largo y tendido, con su ausencia en Esparta. El elerncnto
cornpetitivo es característi co de tales actividades en la época del ••
ron su in1portanci a en el pe1iodo arcaico; cuando la guerra y el
control político dejaron de ser un derecho propio de los micn1bros
de esa clase, el deporte y el sirnposio fueron elaborados de forma
hon1bre agonal.
Ji'_s_e_nRl-áre_ajl~e;la_sexualiaaCl:cl_o-r11'.1_1';lacllfllensaJl;i:g1i_cg~:res1.1'1-
!~1ffiíS:.C_lio_cantC. Por supuesto, la hon1osexua lidad fue natural en el
••
que sustituyesen a aquéllos. Esto se ve 111uy bien, sobre todo, en el
n1undo colonial del oeste griego, donde una nueva aristocracia de
n1undo n1asculino del grupo de guerreros y, a 111enudo, fue institu-
cionali7_ada con10 patie de los ritos de iniciación que estaba previs-
to que el joven adulto soportase. Hay una elevada dosis de idealiza-
••
••
colonos prin1itivos se esforzó por definirse a sí 1nis1nos en el trans·
curso del siglo vn: las costurnbres simposíaca s tuvieron alli una in1- ción y <le sublin1ación en el vínculo creado en los rituales de corte-
portancia especial y fueron sucesivame nte aceptadas por las na- jo entre el joven eras tes y el adolescente e1·ó1nenos, que (como ocu-
rría en los 1·itos cretenses) podía conseguir su acceso oficial í:ll
cientes noblezas italiana y etrusca como los sín1bolos necesarios de
la vida aristocrátic a 16.
El placer provenía en especíal de la elaboración de los rituales,
niundo adulto de la comensalía rnediante este episodio a1noroso.
1-lasta que no alcanzaban la plena condición 111ilitar adulta no se les·
permitía a los chicos recostarse en el sirnposio, sino que debían ·
••
el desarrollo del lujo y del confort, la sofisticació n creciente en los
entretenimi entos, poéticos y de otro tipo, y la liberación de la se-
xualidad de sus restriccione s sociales. Por ot1-o lado, el consun10 de
permanece r sentados junto a su padre o su ,amante. L,a expresión
del a111or ho1i1osexua l dentro del contexto siinposíaco resulla así, ••
alin1entos y vino no parece haber sido alterado: fr~nte al n1undo
del l1npe1io persa, las formas g1iegas de c.on1ensalía permanecie -
ron simples, la tryphé se expresó por medio de la elegancia y el refi-
n1uy a 1ncnudo, idealizada y tiene que ver más con la búsqueda o la
con1petició n :que con la conquista; per1nanece dentro del 111arco de
una «educación sentin1entah ) y está directa1nen te conectada con ••
nan1iento y no n1cdiante el cxotistno de los rnanjarcs o un consurno
excesivo de éstos. El ritual simposiaco y la poesía han sido ya discu-
tidos de una manera general; nos queda ahora la cuestión de los en-
otras áreas de la vida del joven adulto tales como el mundo del de-
po11e. En la terminologí a de Michel Foucault, está «problen1at. iza-
da», obligada a estar al servicio de las necesidades más an1plias de ••
trctcnin1ien tos que nada tenían que ver con la poesía.
.~rtes:dirigid?_~_-a-:-ent.r.etenerI9~~~~de_s~_1:~~Ua1:01_!~:f:!:=Cl:GG!l~
texto sin-1posíacQTe1:anja_imenuOC>"b-astant_e_-:;:s_i.mp1~~e incluían ani-
la cornunidad lfl.
El--C-11'm·eriroa1! sexualiclaa- lihre-deriva· de-la-presen cia·en-el sim-
poR.i-0 ar:c;ic~1l~,~er:vj(]o-1~es ~sel avos v :iñ·irn:"dor_cl:i;;": El n~it~d~Z.,eus ••
••
0
n1adores profesional es como n1ujeres llautistas, bailarinas, acróba- y .Ganin1cdcs ·cxprcsa la relación tra-<licional entre los participan-
tas, ar1istas de n1imo y con1ediante s; en la época clásica había em- tes, varones todos, y el muchacho que permanece junto a la cratera
presa1;os con equipos de anitnadores , y un adiestratnie nto en las y escancia el vino. Por supuesto, la presencia de dos tipos distintos
artes simposíaca s estaba al alc<:lnce de cualquie1· Csclavo joven y
atractivo de uno u otrn sexo. J.'.iLffgúra_aetiiulón_o:á!f/ctos:;-~l30on_\<i"-
de amor hornosexua l, en relación con el n1uchacho libre y con el
esclavo, complica nuestra percepción del fenón1eno; las caracte-
••
IS
16
Bo\vie (i989).
Ampolo (1970-1971); D'Agostino (1977).
17
IS
Ribbcck (1883); Fchr (1989); Pellizer (1989).
Foucault (1984).
••
•
••
•• ~64/0swyn Murray
El hombre y las formas de sociabil i<lad/26 5
sjó.ven·es~)
•• d-en-sep
de espon sales y Féó::--u -n01-=--
dan sugeri rnos que colabo raban en los banqu etes De esta manera,¿:l-mund_2-d-el:~i1.IJ.p_"Qsi'Q_c
en los fúnebr es, dos áreas con las que, tradici ona!r{ iente,
las n1uje- iás amplia -;•con _suS~p tJJp)p~sy
y .:.~jen·o-~...la~.r~gI-as·_!!?Ja'·c_qmUl}t-Q_ad]T __
~_us-pr opias-i :-~nió_ !!~~-:_ ~~nt~--®e ;Qcla_s _ánhihi ci_o_n~ ~:r_1ne
res se relaci onan direct ament e. ~~~...~i:t.?-tiVQ-S_;?La-..-l-ib~r~Qó_r1 .. 'ritual
con1en
de
sa:1ía
Safo- , todo
una de-
19. Con todo,
vino; la costun 1bre está regula
cantan o ha.blan por turno;
carác ter difere nte; corno señala
a
da
cada
estrict
crater
el poeta
an1cn
a mezcl
te
cón1ic
y
ad~
o
los partic ipante s
se le asigna un
Eubul o:
•• Mi odi'!a_y:nToíiiSo'.SOñ:tasaiviñiilaacs~qué;:¡¡-¡a_vez¡_se_suele
@r: en la_poe s1asi m posíac a .aesrle cehesf imoñiü
rg1f!_i;:i.::-~bpa_O~NéStor;_e_q :e_i-:_s j_gl_Q-y _!!1.-:- _Uas-úni c_as:rri
n_inv-0°
'ITias- antigL i0 lal la-
~je res.qu e -esta-
Yo sólo mezclo tres cratcra s para quiene s son modera dos;
pa1·a la salud, y es la que primer o se beben. L.a segund a es para
la pri1ner a es
el a1nor y el
•• 1
'1, c¡J:nan-::el:n-ombte;cleclletera>f!rntafraiJ:zse
··--~----·-·
••
el simpos io_ Las hete- o de ritual
¡ derech o del grupo de homb res que celebr aba Jenófa nes, igualm ente, desc1; be y aboga por un model
gran varied ad de técnic as para la poesía he1·oic a con10 la
f ras, con frecue ncia, domin aban una sin1po síaco del cual se excluy en tanto
sus dueño s fuesen , a la vez, do éstas el turno al
entret ener y parece que no era raro que conve rsació n acerca de la guerra civil, cedien
24 Véase Nilsson ( 1932) para el sin1posio; para las fiestas religiosas, Ger·
21 Andócidcs.1, 51: 2, 7; véase rnás adelanten. 36.
22 Lissarrague (1989).
23 Murray ( 1989).
nel (1928); Goldstein ( 1978).
zs Ateneo 4, 138-139; Bruil ( 1989).
••
•
••
•• 268/0swyn Murray
El hornbre y las fornias de sociabilidad/26 9
•• 1La~scparac;_i_'On_.entre_s1mposio ..aristocrálico_.y:t)_e_sJa..:::püb1ica~ne
f~I@. Ilos_tiranos_aristo_cráTi~osde:::ra.-época-arCaiC·a, en su
propio estilo de vida simposíaco, !!1:!_~Cal5an esp·ec_i~Jrn·ente-i"!!!_en~si~
c'rea-ciOn. tle un scnJJOo_ ae~ne_1~9_!d3(rO~hetleTiikOJi)70iffO_'la R~~Ji
s~i~d·~ «·Una~sangre-común~·una~iengua·con1ún,-centros C:.~rn.cr
I}:s,}i_~~a los ~;S~-~:Y-s<'.rci:ifi~i-~~·y:~O_iWmbres-co1nunes~.~l-leródoto,
•• ficar. el eierñentoñe lujO)'eXfüo i_Cion,' a la="~zcqlie~&-sarrolla1~n ue-
~fP...!!!!~s_ ae fiestas·Rú@ icas ..que-tuviese n como_moaeJo.su~cOW
~~P~~!Q_n_~d-;•.un-·-mundoJ 1eroicolAsí , Clístenes _de Si,ción cr~ó una
8, 144) .
•• con una regla de silencio, vigente por un periodo de cinco años: su·
insensata concepción de la pureza ritual «puede interpretars e
con10 un n1ovilniento de protesta contra la pólis establecida. Sus
son fenómenos extendidos por toda Grecia (si es que no son univer-
sal es) 2s /E [llogar_aEla7iUcl.acl..se~ v1ñCUlaTla exiStenc ia~de=rrn=füegó
eterno_,• Y~~ITecen_,_u·na4n1agen·hsi n1bó 1ica- de Ja. c o~ un ia5.Q~ Y
•
21
~
El hon1brc y lt\s fonnas de !;OCiabiliJad/27 1 ••
••
270/0s\V}'tl Murray
tivo del término «parásitos» deriva de este uso oficial y es una res-
nían ta1nbién lugares del mismo estilo para con1er, pero eran de
puesta popular a la tradicional práctica a1istocrática de que los q~c
••
n1enor importancia. Aquí los arcontes, en su calidad de gobernado- ocupaban cargos públicos con1icsen tambiCn a expensas del eran o
res de la ciudad, agasajaban a los invitados de ésta; esta práctica públicoJo. El carácter aristocrático de tal forn1a de comensalía está
pretende derivarse ininterrumpidamente desde el nlás antiguo es-
bien subrayado en una cita poética:
tilo heroico de comensalía, que se vio afectado cuando la labor de
agrupación llevada a cabo por Teseo tuvo como consecuencia la
abolición de los p1;taneos locales y el establecin1iento de uno cen-
Cuando la ciudad honra a 1-lcraclcs con brillantez y celebra sacdficios
en todos los de111os, nunca convoca para estos sacrificios, echándolos a
••
tral en Atenas. ~ri_ñSJi't!JCi(f[f_:-es-_~risto~'tj~ica~ el ritual no in1plica
co1nida co1nún o representativa alguna sino una comida honorifica
de u na élite. oDrnér.eff"'eJ-pritaneo-es; realm·entc;i_el~mas_alto-:-hcHlbT
sue 11c, a los parásitos del dios ni tampoco elige gente al azar. sino que sel~c
ciona con cuidado, de entre los ciudadanos nacidos a su vez ele padres ciu-
dadanos, a doce ho1nbrcs que posean propiedades y hayan llevado un<l vida
••
guce,,I~ ciUCliid oemocrálica:puede"'érrorgar y es-un-lionor. aLque_nin•·
g-~~Oro Qtdif!_~ti.2 ~:1,.d~:.no_!_p~ede-aspira~v Esta es la fuerza
que late tras la petición irónica e insultante de Sócrates, basada en
intachable (Diodoro de Sínope apud Ateneo. 6. 239d).
••
quienes la ciudad deseaba honrar de forma especial. Estos privile- glo vi en adelat¡ite: estaban reservados segu1-amente para las con11-
gios se an1pliaron y usaron con nlayor frecuencia en el siglo 1v, y das oficiales df: una élite de tnagistrados. invitados in1portantcs Y
entraron a fo1~111ar parte de los honores norn1ales votados por la sacerdotesJ 1 •
asamblea para los benefactores de la ciudad; por ejemplo, aquellos
a los que se les concedía la ciudadanía eran invitados a comer al
p1;taneo y, a fines del siglo 1v, se podía otorgar a alguien un dere-
11:1 estathJat;eñjense pOSCía OtfOCeñtro:ae_cOrilidas_pt.iDli<:aS-ql1e
eí-aj~_~ 1 :3~e 1;;-;,_cnte_aemocrático!En su calidad de institución de
~-;;consejo anual elegido por so1ico para preparar los asuntos de la ••
cho de :Site.sis pern1anent.e e, incluso, en ocasiones, heredita1;0.
Las leyes religiosas de la Atenas ~e época clásica contienen tan1-
bién un núrncro de referencias a otras pe1-sonas con derecho de si-
asa1nblea, había cincuenta príranes que se encontraban a la vez de
servicio y, por)o tanto, se les asignaba una cocina y un co1nedor en
la Tolos. Este ~dificio circular tiene una configuración inadecuada ••
tesis en el p1;taneo o en otro lugar; se les llan1a con el no"111bre téc-
nico de parásitos (parásitoi) y, a rnenudo, parecen ser ayudantes
oficiales de los arcontes, de los sacerdotes o de un culto religioso
para un banquete en el que los participantes se reclinen Yno pucd~
haber albergado el número de lechos que se debía haber requen·
do; su arquitectura nos recuerda las skiás o refugios para uso p_o~u ••
pa1i.icular; los parásitos del arconte basilcu se elegían de entre los
den1os oficiales del Atica; eran responsables de la adn1inistración
de los die1.111os de cebada y tenían un edificio propio. El uso despee-
lar fuera de los 1nuros de los santuarios y sugiere un tipo de dtslln·
••
••
JO Véase la erudita discusión acerca del parásitos en Ateneo 6, 234ss.-
"Millcr (t978); Heno)' (1983). 31 Borkcr(t983).
•
••
•• . 272/0swyn Murray
El hombre y las formas de sociabilidad/27 3
•• E·l-estaOo OemóC(áliC
-.....--------- ---
Oateniense-
----- -
•• blecen una rcglan1cntación entre sus miembros, ésta será de obligado cun1-
pli1niento a menos que entre en conflicto con las leyes ptiblicas (citado en
Digesto, 47, 22, 4) .
probableme nte parte de esta celebración y, mientras la .ciudad
apo1iaba la ca111e, el rico de turno se ocupaba de organizar el resto
••
nes de tales sacrificios y reuniones como «honrar a los dioses Ycon·
seguir relajación y placer para sí mismos», y pasa luego luego a cla-
desde su juventud no conocen el camino de la plaza ni dónde se encuentra
el tribunal ni la asarnblea del pueblo ni ningún otr·o edificio público de la
ciudad en el que se.celebren reuniones. En lo que se refiere a las leyes y de-
cretos, sean éstos leídos o escdtos. ni los ven ni los oyen, y los esfuerzos que
36 Sobre las asociaciones atenienses y su papel politico véase espet.:ia\-
nicntc Calhoun (1913); Murray (1989b).
••
•
••
•• El hombre y las fonnas dt! sbciabilidad/277
• ••
'276/0s wyn J\iurray
••
,
s y se transf ormó , con el Jenof onte en sus retrat os de Sócra tes. En estas obras
bre la base de contr ibuci ones co1np at1ida cta deter mina n
para la a:xuda rnutu a me- que anim an el discur 1·ir del sin1po sio y su condu
tiernp o, en una impor 1ante instit ución Pues7i n-e-l-uso.J"'
s a sus 111ier tjbros; a· n1enu do tanto la estn1 ctura como los temas de la discu sión.
diante el présta mo de diner o sin interé xuahoore.tooO)~el
entrelosfil05Qfos;'CLamor-:(eLamodiomose
an a cabo una
bros
,
únic9~ll~Q_~_µ,1lO.o 2ara'l a 3iscu si0n _e~_;µn~
in;-i:p_
gracia s a su habili dad para evoca r una v1s1on 1111st1
Q_!?iQ.;::ry Plató n,
ca del poder del
••
3
socia les R.
-D-::fo_rjar,-.--cQn ciar la.s aln1as de los homb res y llevar las hacia fines
tantes estos ritos en vida que a!g!!_f!9S~Ctrlto-s::intentar_o_ Resu,lta-así-que-las-reiacion- ~s-:pe r_5Qna l~s Ciearr ior:y:d ei::uniStaci"
PPlatón d~s-
teles_:-~~-la
OSio_ eterllC
~tas a_SY,$_-~_c;:leptos, la.cre n-sifüp
son_.:p~rn_:los ,gl}ª>o~.J~menos .socia;~:- ~s.tó
encia efi-::-u
••
·
cribe las doctr inas órfica s en estos térn1i nos: 1 n11staar iorm~~de_a
amista·d--entCOñ·inós_ae_grupo_soc1al_pues_!__caaa
li~~fis~iaciOn»;',.enumera la amist ad de los parie
ntes .Y de los
los sienta n a la mesa y or-
los ~ranspo1·tan con la i111agin_ación al Hades y alli entre los ciuda danos , en11-e los n11em bros
cama radas , la que existe
••
pasar la vida entera coro-
ganiza n un sirnpo sio de justos , en el que les hacen viaje y la que se expre sa 1nedi ante lazos
nados y beodo s, cual si hubier a mejor recom pensa de la virtud que \a en1- de la tribu, con1p añero s de
Plica_ asocia ció_n_ (~oinQ !fíªJ_ 7:..Y'
briagu cz .semp iterna (Repúb lica, 2, 363c-d )*. de hospi talida d. Q_'fda ~.!:!ª a~iffi
iQª,_e ![IQSJ ñismos _térmi nos ...c_orn_o_una.k'Oii1ón_(:i--e_ n
1_~1is_·_e_s ~-~fin
•• __ ~~ral.~it~QJ!ütoeonsci-~~ia-co~me_11~~Jt
.~s1s:o-11éñCle_a_liacer__ caso-om1so-CleJi:'""diff
1intcrc sa fünd~_ntalniente-por_eLsi
gnifk adQ}O
a·cn,el-perig;
ieilSiOñr.eiigiQSa~e
cial~tritm El pri-
duran te la guerr a civil:
Ciuda danos , ¿por qué nos expuls riis? ¿por qué que1-éi
s matarn os? Si no-
ipamo s con voso-
. •
•0J}~\
~ }\).
se ha encon trado en los simpo sios y juzga
s
de
lierra
hon1b
y
an1bos
por 111ar
pa11id
en defen-
os. Por los
nuestr o parent esco por
rnucho
res
s pa11ic ipan1o s de
y·c~sad de ofendc 1·
_.•
'
crítica de Dcntz er ( 1982). id, 1977).
id, 1969). * La traduc ción e~ de O. Guntiñ~s Tuñón (Mad1
*.La ti·aduc ción es de M. Fernán dez Galian a (Mach
278/0s\vyn Murray
El ho111bre y las fnnnas de sociabilidad/L/~ ••
~.~~rcaa:a~ma~ést_~:la:l_iP~11a:-<Jde__ expreSión'.dCLindtVi-
d_uo,-en el-sentido _a_c_t~_~-;'llo-exist-e·ya que-éste-es-considera-do siem~
tO---:m·u-c:has~_.eostum--bres-_-grie-gas·tal-CliriS' (corr10, por ejen1plo, el co-
mer recostado), se-concibió_sicn1pre-:."CO-iffifi csCala ñiiiClro-n1ayo1.]tl ••
J~~-e·c~m!' u~ anirrral-s~-cl;l-;cnunca estáa5'01a5é'On su p1~opia aln;a,
~ln embar:go~ Gxi~te uria diferenci-a e·ntre--Ias-socierlatles créa:das Cn7
,to~nq_ a_ uñ'"i _concepCió11_µJ!ifi~~adE" la co.m·ens~rlí~,con1~~;-ESpa~;'
Etrey_y_-sus_con1pañ·erose-1:an=unaé1ife-ár-íSlOCTática-quC--cornía jlitr-
tá,_a.nlenUaocorL.müClfüs·1nVitaOos?el alin1ento previsto era n1u-
cho 111ás abundante y, ·además, los macedonios fueron célebres por ••
tf~):·el~_:c:,.mple~o · n11:!_~0o _q_~_.Atena,s·; así Pl~Ar:istótéTeS CUandÜ,
c1,t1cando las s11nplezas del ideal platónico de la con1unidad consi-
su n1ucho beber. A"lgu-nas-pr:áClicas_lr:aeliClomileS reverart:l3f0r7ilia
cp~querad___!!Ptaron~-Ias·-costu-mbres _gij~g~s; por ejen1plo, la regla de
q;:;;t_;~-hombre deb.e haber dado muerte a su prin1er jabali en una
••
••
derada con10 una familia universal, nos dice lo siguiente:
caceria antes de que le sea pern1itido recostarse en vez de sentarse
¿Cuál es la mejor manera de usar la palabra «n1io»? ¿Que cada uno de un (lo que refleja la dislinción griega con1ún entre adullos y chicos jó-
venes), o bien el empleo de la trompeta para señalar el final del
••
grupo de doscientos o trescientos deba emplearla con el misn10 significado,
o bien, tal como hacen1os en las ciudades en la actualidad, que a la n1is1na deipnun y el principio del simposio4º. La disposición del con1edor
persona uno la llame «mi hijo», oti·o «n1i hcnnano», otro «n1i sobrino», y lo .para tan grandes celebraciones es poco clara; muchos de los gran·
111is1no se pueda hacer con respecto a otras relaciones de sangre, afinidad o des edificios que he1nos encontrado en el periodo helenístico lie-
matrimonio, según sea quien hable, e incluso le pueda lla1nar alguien 1an1-
bién «tni con1paii.ero de tribu»? (Política, 2. 1262a 8-13).
nen rasgos que sugieren un conjunto casi independiente de g1upos
recostados dentro de una sala. Los problemas de reconciliar la tra- ••
••
dición griega de la igualdad entre los participantes con las realida-
E~-~-1~_concepto-ae:-rfRITViClllirel que:falta-errArenasrno:eI-aesu:li" des de una corte real se ejen1plifican mediante dos tipos de anécdo·
b'értad. EXiSte~pues, una libe11ad personal, tfria~~itj_@·para:qtie
tas opuestos: el prirnero de ellos hace hincapié en la tradición del
c~-ª-~l,!ª1~t"f)'.i\1 ª-CcITTiO:""q_U_iCrtt~~~que es pa11e del ideal atcnicnse:)cOn-
si,s_te-~n-_la-libenad-de-elegir entre lamultiplicidad de 1azos-sociales
qUe:CO-iñc:i?.i_e11~_n_~p_a11e,-')'- encontrar as-í -~n P~esto individual para
uno n1ismo n1ediante una especie de Iibc1iad que se lin1ita a llenar
(denguaje libre» (parrhesía) por parte de los co1iesanos en el sin1po-
sio ven la aceptación de una igualdad dentro del banquete por par·
te cÍel buen rey; el segundo describe pendencias, peleas de borra- ••
los espacios que quedan vacíos en la con1plicada estructura/unw
F~e1''fi.lil:in:te1~tl~-íil~_ei1 :_SUJTI~ Slgue_._sienaO:-éSta;::_sin__:._em_b~_rgo,
chos e incluso asesinatos perpetrados por el rey inflamado de real
cólera, la corrupción del poder y también la imposibilidad de que
exista verdadero compañerismo entre quienes no son iguales. ••
••
tin_a lil5ert¡@ s_o_cializada', uCaHl:ied:acl que i·efülfa-dela S"Cg-)lridad-dw ESe:ste:'.""él.:CsTilO Ge _(llJFeten-¡mienJ~ qµ~· i::-ª~~_!_eri~~ -~Ja_-cort.@'
~.~onecta30:-c6n,mtJi:·!~s 1~}9. ---- -
hele~ística;""Sin~du·da-~-l_guna-con-una-me?:_cJ~-de.-c_o_stumbr:es·pcrsá~
°El".'r_ey,fs~~ _or-i_iii¡:;p-e-n te~ jjªmad_o_s~amigqsn~n~ti_tu-ían~-i.: g~p~
DOs~fcnmh"S.Cbl'ltra-pu-~sta_s_~de:organ-i~a~l!JJ1·sqQªlTIC!n.-dqminadrn 1
que;""7COll~fr~:Cl!CJ1~~-;-:-c_!J~Í!'~j!JI)!_O~y;dab~~·~m~ié_n-:-abun_d~-n-~~~7
ex!Ífuicloneo púbjicas-de;lujo-real ;-taH uio (tJ_'LI'l!iLse :<,:on virtió ."si-
gUiencJ.o el_n100CIO-persá,"'_en una_aut~é_p_!j_c;:_~:yi!:!ud-r.~al'(l...as celebra-
••
~tr~J-m:um:lo-helen_ísticQ¡y han dejado sentir sus efectos en los ritua-
les del trato social; fueron éstas lJI..,,corj:aI_vi·da~dvlos·.rein·os--derlos
li>ia;doco_s y sus_oficial es:su bQrdi nad~~;-porcuniado;-y~de:otra:p~rt~~
ciones de fiestas fueron verdaderamente espectaculares; se ha con-
servado una larga dcscdpción de una de ellas, ofrecida por Tolo-
meo Filadelfo en Alejandria (Ateneo, 5, 196ss.) 41 ; incluida la fiesta
••
1~ J:rfillsforilIBC10n-de:IOS:-r-ifUaleS1:ívicosJ,lJlt~1jo1~es ..en -1~~-_organi!~~
c}~_!l_colo_rij_alexchJsiva~de:la~pó/iSf que se extendió; f¡;--largo y a an-
una extraordinaria procesión y un simposio real celebrado en un
pabellón levantado al efecto, que es descrito como capaz de alber-
gar 130 lechos dispuestos en círculo. El edificio estaba decorado
••
••
cho del antiguo Imperio persa desde Afganistán y el no11e de la In-
dia hasta Egipto y el not1e de Africa. con pinturas, colgaduras, obras de arte y armas ornamentales ca·
'I Ita:co_men5alia:Feal1ñaceoorria;'eñ=la-qucSC-:1Jasa:la-ddossein©S racterísticas de las habitaciones en que se celebraban sin1posios;
••
d e~Los~J?jác;lnc o_s-;::refl_ejal5atraaicio-n·e-s~gri~g?~r rnu-cho-:mf\_A-an tiguª5: doscientos invitados fueron colocados en un centenar de lechos de
en muchos aspectos, !'_~_ctt~rda-3Lmitrn:to-tiq1J1éricoy, aunqµ_e:ado~-
40 Para los syntpósia macedonios véase To1nlinson ( l 970), Borza
La discusióó sobre la libertad del individuo en la antigua Grecia co-
39
mienza con Consiant ( J B 19).
( l 983).
41 Studniczka (1914).
••
•
•• 280/0swyn Murrny
El hombre y las forrnas de sociabiliJad/ 281
•• oro, con doscienta s mesitas de tres patas también de oro. Las copas
de oro con piedras preciosas incrustada s que se usaron se expusie-
formas de trato social a este aspecto de la pólis. ~ei.=L_u_rt:<;:!l;l~et:da110
en:laépoc a helenlstita;'.Sin~mbargo:-:era-.pcrtenecer.:a--:nña.é"lite·:c·u"l;:yo
•••
mo estilo simposíac o y ofrecieron igualn1en te una ostentació n pa· bos-constituj_ª-11IClase$··segúnrs_u~eQ~ch:r!as::cuale~-t.~ndlan~ª ~perptr \
recicla en sus fiestas . tJa~sérelirrirua:lesTd~~comeñsalía. En las ciudades helenístic as se
En la esfera privada, Ateneo describe también \a fiesta de espon- impartía una educación oficial en el gimnasio bajo'un funciona_r,io
sales de un noble macedoni o de gran fortuna (4, 128ss.), también estatal. el gin1nasiar co; el derecho a participar en esta instrucc1o n
•• 1 vieron los n1acedoni os tiene que haber sido la causa de estas cos-
tu1nbres diferentes , especialm ente después que las conquista s de
Alejandro hubiesen abie110 las puertas de las reservas de oro y plata
ejercicios desnudos. La institució n del gin1nasio fue con1ún en a1n-
plias áreas y a lo largo de largos periodos de tiempo: la ni isn1a co-
lección de 140 preceptos de origen délfico se ha encontrad o en el
•• 1
\ del 1111pe1;0 persa. Incluso se ha sugerido que la decadenc ia de los
patrones qrtísticos de la cerán1ica pintada griega podría estar rela-
cionada con tal can1bio. Pero si bien es verdad que, en la época clá-
gimnasio de Ai Khanum en Afganistán , en la isla de Tcra en el 1nar
Egeo, en Asia Men"ory en 'Egipto. Gro.pos de ephéboi varones Y néui,
por tanto, proliferar on dentro de una naciente estructura de clases
•• sica, el n1etal precioso estuvo reservado , sobre todo, para usos reli-
giosos, y que el lujo se extendió n1ás y n13.s 111ucho tien1po después,
tan1poco habría que exagerar el alcance del cambio en la época he-
basadas en la edad dedicá.nd ose especialm ente a actividade s pro-
pias de la juventud como el depor1e y la caza.
El-siste"ma litúrgico .ae:ia.e¡:ro ca~c:lá>"i"c nan'io"ien.s e.desa rrolló.
·
en
• •
El homhrc y las fonnas de sod:\hilidad/283
••
••
282/ÜS\vyn Murray
jos cuando los ricos buscar . . , . µri~~~n_tiQO 3f_]:O_ñ'lµñiC:lad: que,·. en. épocaS __ant_e·riores:.'ha biª 'GXi_s_ti_do
te una beneficenci f ~n conn1e1no1 a1 se a s1 n11sn1os inedia n-
<le·man-era-natüral.¡- considerar tales prácticas n1~a1nente en tér1ni-
a unerar1a o de otro tipo .
--
b
dist1;bución periódica 1
anquete en n1ernoria de 11 44 G
lugar en relació
bl j
a pue o (e aceite o ar
. corno, por eJen:i.plo, la
imento, o icn un
1 ~ os : ra_n patie de esta actividad tenía
b.
~
nos ~
de continuidad es ignorar la novedad expresada en su universa-
lización y en su función.
A-sociacio·n-es...:basaclas-en ...la.,.aetivi<lad-.ec0nómica::--_exis:tierm1::en
••
••
n con e g1mnas10 as1 como co t .
b licos y santuarios. E . . .t-r-· _ _ ---~- .. ~-o ros espacios pú- 1la"pdtís:=-gr!e.ga.=__e11~!~~a~-~~~-é~0-~-~;-~ero, -f,:~rrte-;I mundo ro111ano y
caída en una especie sd e. ~~0111~~0-de-everget1s1ii'o no in1plica una a la ciudad bajo1nedievat"~OJj'areCe que hayan tenido dcn1asiada
den d 1 . . e c iente ismo, en la que los pobres de en-
_,_~:. in1portancia en la estructura social: tal vez sea esto un rctlejo del
••
OS 11COS, SIIlO que, rnás bien, es·una -- ·-· - - p
maaa ae'valo-- - - . --·- - - '• H - -- __ ex¡:¡i-esmn de.una-cofñü- bajo nivel asignado a las actividades comerciales y de la subordina-
~-· - r.es_que es.esperada f'""I-·- º( 1 _
ideológicos), es-ofree"iclad·e---:-b-~ ::-·-ª~a ~vez a n1e.nos en tenninos ción de la economía a la política. A veces, se mencionan las activi-
zar"'la-r1~--af~_--- -- _.__uen __ gra_Qp_c_o~o-u-n...intente·de-suavi-
~ ---·
••
.. A . lnea IVISQ_na económ-ica-que e d ' . dades culturales de ciertos grupos con10 broncistas y ce1·an1istas:
nobles adincrados&l ~~~-::--d--1 ' _adad\CZ mas, separaba a los pero estas asociaciones no ingresarán en 1a esfera pública hasta el
un e os c1u a anos· el e · 't 'bl'
co, cuvo ~
lugar en ¡a po 11t1ca . - Iia b'ia sido . negado • spn1 u. pu 1- periodo ron1ano. En una época ante1;or, la in1portancia de las aso-
g
mediante un gasto ele , d
con1unidad ¡ 05 be ief· ,· d
rupo e 1 · .~
'ª º· con caracter
¡· 1 .1c1a os
xc us1vo uncionar·ios
. por est
. .
~ as d onac1ones
. 11
podían ser inien;bros de una s~b~~:~1 de~es o sace~·dotes; tarnbién
-
· se expreso ahora
11tual e b r· · d I
, · n ene ·1c10 e a
podían ser un
ciaciones que tienen que ver con la técnica se litnita en buena par-
le a aquellas actividades profesionales que se hallan fuera de la es-
tructura ciudadana; precisan1ente por el hecho de que eran ilinc- ••
por ejen1plo, la tribu del ben~factor. ~ ~ cuer;.~ c'.uda_d_ario como,
los-oJ~a·
.. _.._... --~ --.-------
la-c·o---·a·-a-·
. - inun1 a como un toa-;, La .
-
Ln.v1tac1ones.aJas-Oenlot
__:__ __ .
ero, .mu,-a
.--(·a':"'<
menudo·Tlus·rega
. ~·~ . - - _, ______ - · -
enias en1atho1nza1)_se--:-le·h·a.t:ia.n-a
. . - ... - - - _ _.
rantes, los 111édicos tuvieron un culto a Asclepio, centros de forn1a-
ción (especialmente Cos), un concepto de sí n1isn1os con10 una
profesión y el «juramento hipocrático)) que, por lo n1enos, es de fe-
cha tan te1nprana como el siglo v. La época helenística vio el na~i- ~
> •
•
'/·.,~:'..~).
rosidad va1ia1r a ve~es -· - 9, s 1 estr1cc1ones puestas a esta gene-
••
miento de «los tekhnitai de Dioniso», asociaciones de actores profe- \
1·el igiosa, otra; veces so~o~~I~~c:os los q~te t~n1an parte en una fiesta sionales cuyas actividades se encuentran diserninadas por las ciu- J
pólis. Los esclavos nunca se inc~,e~te o_s c_n.1:dadanos varones de la darles g1;egas. Este fenón1eno, como ocurre con la existencia de
reciben solan1ente regalo~s U) c.n e.xph.c1tamente y las mujeres
••
I . . nunca 1nv1tac1ones a c 5. grupos organizados de residentes extranjeros de áreas concretas en
)argo, lo norn1al es que la invitación . . o~1er. 1n en1- Atenas y en otros lugares, es expresión no de la esl ructura de la pó-
nas: «todos» los ciudadanos va1· er~globe ~las s1gu1entes perso- lis sino de la necesidad de formas sociales que la trasciendan.
••
los visitantes y en ocasiones fo .onesd, os residentes extranjeros y lgualn1ente, grupos de origen militar, a rnenudo con un carácter
, , I inan o una categoria . 11
«ron1anos» (es decir los ital' ___ . . .__ e_spec1a , os nacional específic9, fueron una consecuencia natural del e1npleo
'1~.':Iy¡bi·en-los·csfuerzo's
--
d--' - _'_/anos):_ EsmsJlnyitirc10:ffes:rexp_resari
· - c.apo rspm mtegrarse·en·u---~-· ...., d de mercena1;os próvcnientes de Carnpania y de otras regiones, que
••
culmraljfiláS'¡¡¡--'];;,rd , . - - - - -- - - - na comumua·ip podían obtener la ciudadania como pren1io o bien irnponerse a la
no sed---=;--_-:-~-- -- _np ia_ e.gr1egosfya que, ciertamente, la invitación
11 ige mas que a los g1;egos aun pólis 45 •
q~e'. ~?mo en una categoría
,
especial, se inclu)ren en ella los ro ,l:a-orgañizaciOirde_:la-.::ense·ñanZa.Sfgu.fOei-patró~dlCiOrial~de:
. manos, Sl ~en, co~o es claro, los
ciudadanos de otras ci
lo misn10 con la
.
u~~dcs gnegas eran b1enven1dos, no pasaba
de tales invitacio~~~l~~~)n lc~n1pdesina nativa, que estaba excluida
· ;¡,.es e~mo a~en-sun1a~las - d d
un a-organizal:tOn-cu·ltual_ cün .propieOadcs _G_Qtn_l.rrtes_y_ com pan·eri-??
..;:;o:Constji;_;ido:r>oi::m-edi_Q-dela<:omensaha,,EI viejo cuadro de la fi-
l~f~ l-;-ép~ch de Sócrates ¡~intado-pó'r Platón, con conferen-
••
d.-el¡murrdoyg.-·~~·-·-""'=
-
..a~----=------'--· --·-- _,_-'-,---- -nuevas~c1u a es
~ ne_gQl_preten •t!Jj]í:re-a.1_,~mecliñnLClfor:mas·1 cul luralCS~ cias pUblicas y retiniones privadas en las casas de la aristocracia o
en las calles de Aienas, cedió el paso a establecin1ientos n1ás per-
manentes asociados con gin1nasios (la Acade1nia de Platón), edifi-
••
44
La impoi1ancia del ev ·
( 1976): véase especialmente learsgeettsnd10 es el asunto estud~ado por Vcyne
gun a pa11e Sobre el
to f un erario, véase Schrnitt Pantel ( 1982) El.
·
. everget1srno y el cul·
. .d· ~ caso rnas cxtrerno de esta for-
cios públicos (la Estoa) o santuarios (el Liceo de Aristóteles); el nú-
cleo de cada escuela fue un grupo de amigos que compartían el uso
de un edificio para reuniones y la enseñanza y que poseían libros
••
•
n1a de cumensalla es el culto 1,
rea 1nst1tu1 o por ¡ A ¡ d
a finales del siglo a e c¡oii'e
1 ' ·· _ ., ~ r.cy nt oco e Cornagcne
1 1cc10 una sene d ¡
n es 1al
niontañas deshabitadas en¡ _d .
101101 e si nusmo y de
sus súbditos se les ordenó q4e asistieran.
e lanquetes en cirnas de
sus antcpac:;ados; a todos
45
( 1909).
Para asociaciones profesionales véase Zicbarth ( 1896), Poland
••
•
•• 284/0swyn f\1un11y
El hoinbrc y las fonnas de sociabilidad/285
AMPOLO, C., o:Su alcuni 1nutamenti sociali ne! Lazio t~·a \'VIII e il V sccolo»,
••
'¡'nos proporciona el ejen1plo más interesante de este tipo de vida en
niki, septiembre 1977, Institute for Balkan Studies, Salónica.' PP· ~S-55 .
co1nún: sus discípulos vivían juntos en la casa del Maestro, «vivien- BowiE, E. L., «Miles ludens? The problem of 1nartial exhortattons in carly
do de tal 1nancra que pasasen inadvertidos" y ce,lebrando un ban- G1·eek elcgyn en Murray, Synipotica, 1989a. . · .
•• . !'es !{!e~l5anquete•en.Gomún.y.dcl. Gulto-del~Maestro •como··un -hé-- . en Crece archai"que, Ro1na, 1977, vol. 1, parte 4, pp. 359-449 .
\ fOC!6. ----L- ·-- •
CALHOUN, G. tv1., Athenian Clubs in Policics a11d Litigation, Austin, 1913.
CoNSTANT, B., «De la liberté des ancicns comparee a celle des n1oderncs» en
Esta huida fue conseguida sólo por los Cínicos, cuyo retiro su- De la liberté chez les 1nodernes: écrics politiques, París, 1980, cd. de 1\1.
••
t989.
n1era irr1agcn negativa de las formas de trato social de las que bus- O' AGOSTINO, B., «Grccs et "indigenes" sur la cóte tyrrhénienne au VII siécle:
caban escapar. I...a obra filosófica nlás interesante de los prin1eros Ja transmission des ideologies entre élites sociales», en Annales ESC, 32,
años del helenisn10, la República, escrita en su fase «cínica» por el 1977' pp. 3-20. . . .
•• 1
ij a con1unidad existe~'~'!guna sino a la cosn1ópolis ideal del sabio. Ta-
les respuestas son un reflejo de la dificultad de escapar de los lazos
Vl/i!.111e au 1ve111e sii!.cle, Paris, 1982.
ÜETIENNE, M., v VERNANT, J.-P., La cuisine du sacrifice en pays grec, París,
1979.
••
/ del trato social que, a lo largo de todas las épocas, .han definido al ENGELS, F., El origen de la fan1ilia, la propiedad privada y el estado, Madrid,
j hornbre g1;ego. 1987.
fEHR, B ... «E~te 1 1ainers at the sy1nposion: thc akletoi in the Archaic pcriod»
••
en Murray, 1989 a.
ftNSLER, G., «Das ho1nerische Ktinigtun1», en Neue Jahrbiicher 17 (1906), pp .
313-336 y 393-4 t 2 .
Fouc11.ULT, M., L'usage des plaisirs, Histoire de la sexualité, vol. 2, París, 1984.
••
46
La amistad epicúrea, en la práctica y en la teoría. es discu~ida por Rist
dad antigua, Barcelona, 1984.)
(1972), caps. 1 y 7 .
•
286/ÜS\\'}'Jl l\.1urray El hornbrc y las to1·n1as de socmb1Llt130/l.~/
••
GENTILI, B .. Poesia e pubblico ne/la G1·ecia antica, Ron1a-I3a1·i, 1984.
GERNET, L .. «Frairics antiques» en Anthropologie de la Crece antiq11e, Pads,
1968. pp. 21-61. [Hay ed. casi.: Antropología de la G1·ecia antigua, r-..1a-
«Evergetis1nc et n1é.n1oirc du 1nort. A propos des fon<lations de b~nqucts
pubJics danS les cités grecquCS:). J'époquc hc\lénistiquc et !'~1na1ne» Cl~
La 1nort, les 1norts da11s les sociélés anciennes, ed. de G. Gnoli Y J. P. Vei-
••
d.-id, 19842.)
«Sur le sy1nbolismc poli tique: le Foyer con1mun» en Anthropologie de la
Crece anrique, 1952, pp. 382-402. [Hay ed. cast., op. cit.]
<;oLOSTEIN, M.S., The Setting of the Ritual A1eal in Creek Sanct/.laries: 600-
nant, Can1bridge-Paris, 1982, pp. 177 · I BB.
- La Cité a1~ ba11quet, Tesis Lyon, 1987.
ScnwENK, C. J., Athens i11 tire Age of Alexander. Tl1e Dated·La1vs a11d Dccrees
of the «Lykourgan Era)) 339-322 B.C., Chicago, 1985. ,
•
••
STuoNICZKA, f., Das Sy1nposion Ptole111aios ll nacli rler Beschreib1111g des Ka-
••
300 B. C .. Diss, Berkeley (University 1nicrofilm, 1980), 1978.
l-IENRY, A. S., «Entertain1nent in the Prytaneion», en Honours a11d Privileges
llixeinos 1vicder hergestellt, AbJ1. Siichs. Ges. d. Wiss .. Phif.-hist.KI. 30, 2,
in Athe11ian Decrees, Hildesheirn, 1983, pp. 262-290. 1914, pp. 118-173. . . . . .
TEcusAN, M., «Lagos sy111potikos: pattcrns of thc 1rrat1onal 1n pl11\osopl11cal
••
1-loEPFNER, W., Das Po11ipeio11 und seine Nachfolgerbailfe11, Berlín, 1976.
1-ltiMPHREYS, S. C., «Lycurgus of Butadae: an Athcnian adstoc1·at» en The ddnking. Plato outside the Syrnposiumn en Murray, 19~9a. .
ToMl.INSON, R. A., «Ancient Maccdonian sy1nposia,, en A11c1e11t !dacedo1'.1~.
Craft of the Ancient liistorian. Essays in honor of Chester C. Starr,
cd. de J. W. Eadie y J. Ober, 1985, pp. 199-252. Papers read at thc l'irst lntcrnalional Syn1posiurn h.cld in Thessalon1k1.
JEANMAIRE, H .. Couroi et Cou.rf:tes, Lillc, 1939.
L!SSARRAGIJE, F., Un flot d'i111ages. Une esthi!.tique d11 banquet grec, París,
1987.
agosto, 1968, ed. de B. Laourdas-C. Makaronas, Instltutc for Balkan S1u-
dies, Salónica, 1970, pp. 308-315.
VAN GRONINGEN, B. A., Pindare au banquet. Les fragn1e11ts des scholies edites
. ...
••
- Ann~11d the Krater: an aspect of banquet ilnagery, en Murray, l 989a.
MALK.IN, l., Religion and Colonization in Ancient GreeCe, Leiden. 1987.
MARTIN, J., Syn1posion. Die Geschichte einer literarischen Fornr Paderborn
avec 1111 con11nentaire critique et explicatif, Leiden, 1960.
VEBLEN, Thorstein, T1 1e T!teor_v of tl1c Leisure Class, Nueva York, 189~ ..
VETrA, M. ed., Poesia e sin 1posio 11elfli Grecia antica. G11ida storica e cnflca, ••
••
1931. . . Roma-Bari. 1983. ..
VEYNE, P., J.,e pa·i 11 et fe cirque. Sociologie historiq11e d'1111 pluralis111e pol1t1-
fvl!LLER, S. G., Tite Pt)'laneion, its Function and Architectural Fo1111, Berkeley,
1978. q11e, Paris, 1976. · . .
••
MuRRAY, O., «The syn1posion as social organisation» en Tlie Greek Renais- VicK.E.RS, M., t<Aithil crafts: the intlucnce of 1nctahvork on Athen1an pa1nted
sance of the Eighth Century B. C.: Tradition and·Jnnovation, ed. de R. pottcry», en Joun1af of l/ellenic Srudies, 105 (1985~, pp. 108-128.
Hagg, Estocolmo, 1983, pp. 195-199. VoN DER rvlilHLL, P., «Das gricchische Syn1posion» en Xenopho~. Das Cast-
111alil, Berlín, traducido en Vctta, pp. 3-28. 1957.
••
«La legge soloniana sulla hybris» A.TON, 9 (1987), pp. 1'17-125.
Sy1npotica. The Papers of a Sy1nposiun on the Sy1nposio11, Oxíord. l 989a. ZIEBARTH, E., Das griechisclte Verei11s\vese11, Leipzig, 1986.
«The affair of the Mystcrics: democracy and the drinking group» en Mu-
rray, l 989a.
N11.ssoN, M. P., «Die Grundlagen des spartanischeñ Lebens. Alterklassen
und Sysskenien» en Opuscula Selecta 2, Lund. 1952, pp. 826-849.
- «Die Güttcr des Syn1posions» en Opuscula Selecta J, Lund .. 1951, pp.
••
428-442.
PELLIZER, E., «Üutlin~s of a mof1Jh6logy of sympotic entettainment» en Mu-
rray, l 989a.
••
PoLAND, F., Geschich!e des griechischen Vereinsn'esens. Leipzig, 1909.
R.EITZENSTEIN, R., Epigranun r4nd Skolion, Gicssen. 1893.
H..IDBECK, O., KOLAX, eine ethologische Sfl1die, Abh. Siichs. Gesellschaft d. ••
Hiiss. 9, 1, Leipzig, 1883.
R1sT, J. M., Epict1rus, an lntrod11ction, Cambridge, 1972.
llOSLER, W., Dichter und Gruppe. Eine Untersuchung zu den Bedingungen ••
••
und zur historischen Funktion früher griechischer Ly•rik a1n Beispiel Al-
kaios, Munich, .l 980.
SAHLINS, M., Stone Age Econonúcs, Lon<lres, 1972.
Sc11M1rr PANTF.L, P .. «Les repas au Prytanee et a la Tholos dans l'Athéncs clas-
siquc. Sitesis, trophC, n1isthos: réílexions sur le n1odc de nourriture dé·
mocratiquc•, AIDN, 11 (1980), pp. 55·68. ••
••
••
••
••
••
••
•• Capítulo octavo
••
••
••
••
••
••
••
••
••
••
•
••
••
1.
·;~
••
••
••
••
••
••
Cuenta Aristóteles que el viejo sabio l-Ierácllto ••dirigiéndose a
aquellos huéspedes que deseaban hacerle una visita, pe1-o que, una
vez que entraban, se· quedaban viendo que se calentaba p1-onto la
estufa de la cocina, les invitó a entrar sin dudarlo: "rl'an1bién aquí,
dijo, hay dioses"» (De partibtis ani111alittn1, 1, 5).
I...a anécdota aiistótelica es, por diversos 1nOtivo·s, significativa y
útil para comprender la actitud religiosa del hon1br~ griego. llun1i- •• •
na en primer lugar el carácter difuso de la experic1iCia de lo «Sagra-
do», su proxin1idad a los tierr1pos y a Jos lugares de la.vida cotidia-
na. El?:hogartdomést-iso.~tr."tor:no.al~al:la~fan1·i-l_ia·se;re_ú·r!_e..:R:ªra.:.co
o'ilrar,:.y:con·sum·tr~la-----:-comi_d_a-:_e_stá;:por cj cm p lo, .con sagradn:a~u na~d i-
••
\<lnh:!ad~H"esti~qu e:pmtege·la-nrnspe 1•i dad.y.la-c0n l-i tiu idad.d.,_la
vif:l.ri;:famitiatx€ada nuevo nacido es llevado alrededor del hogar, ••
••
para sancionar tan1bién religiosamente su introducci.ón en el espa-
cio doméstico.
En la agudeza•de Heráclito esta difusión de lo sagrado se prolon-
••
ga en una relación de fa1niliaridad con los dioses que caracteriza
amplia~entc la experie~cia religiosa griega'.ilacl.íV.intP.-ad·-nu--está~lj}
jQ~
__,_...n~l1!Sipac~~.siPl~_;
- ~~-
el rec~rri_r_a e_llaJpotltía#;e·q;~~<;~-;c.t~_ci-
.. -····-· ·---·-- -------------·--·--·--------'~ __ .....,______ _
-~'!:~"'.!!l"Qm]'-::mi:>..signifü:!!!lYIT:tle:ilao1"<ist~1_1ciª;p!iva·ct;¡_:y_:sn¡;j!!)' Se
iCpU,edeeriéontr0.r tan a menudo, en sus irnágenes, en las prá~tiéas
culturales que se le dedican, en las narraciones fan1iliares y públi· ••
cas en las que se dibujan las tupidas tramas de una sin1bolización
significativa de la existencia, que la pregunta sobre por qué los
griegos creían en sus dioses parece mal hecha. l-labrian1os de pre- ••
Ate11ea la111en1á1ulose, relieve de 111án11ul de Ja ACrópolis.
· Segundo cuarto del siglo v
guntarn9s, rriás bien, cómo habria sido posible que no crcYcran en
291
••
••
••
•• 292/Maiio Vegetti
El ho1_-nbrc y los dioscs/293
•• se-identifica-caTda-:-~_ez-m~s:~Qf!-_el-prin~.ipiQ~Y-1~_·g~rantí-ª~c.l-~.:9':"_~~E·
J.__ -- --- ---- -- - . . . • . . -·-
••
~~- 11.i?.f:..~!!tm.~nJ~~~pur_o~y_ ~:::Qrrro-t~l·nl!e_9~_Jibr_e_menTe aci:eder:a 1áS
dí oses»). Esta actitud filosófica no contrasta, al menos en el signifi- ~n_ciori~~sag~a-aas:..tan marg-inal es, al menos en 'el nivel de la reli-
cado de fondo, con las características de la exp~riencia religiosa gión pública, la cuestión de la supervivencia del alma y de su salva-
común, aunque (os prolonga en una nuev<i COJ1C~pción que trans-
••
·rodas estas características de la experiencia religiosa griega positivamente de una «religión» griega, al menos en el sentido en
se analizarán más adelante. Sin embargo, para comprender el as- que el término es usado en el ámbito de las tradiciones 111onoteís-
pecto fundan1ental y aparentemente contradictorio, el ser una ex- tas. I1nc.li.JSO:::faJta ..·-en ... griego--una:pii;br; ."cuyo-·campo~serri3.iili€0
•• ~R!!.!~i~ª-pr_qpia1ne~t~_téññiTiu-.«rcligióñ:'.' J~ Q_µe_más~i~.aPrPxJ~
periencia difundida y omnipresente de la existencia, pero al mismo
tiempo «ligera», por decirlo así, no opresiva psicológica y social- ma, ..el.{séb-i¡a::_§_-O~fifficla::por el sacerdote Eutifrón, el protagoniS.ta
111ente, en prirner lugar habrá que proceder a alguna dclin1itación
del homónimo diálogo platónico, comn~~J:cuidadoT(;herap~e~(li;J"
_._•
294/Mario Vegetti
ten1or-a-l01líViñO".'.y:11esen.volti.Jra_r_csp_e~J9_:_a:ello_que_Gan_:'J[q_t~JáíftO,
••
intento 1naniático de evitar la impiedad y de purificarse de cual-
quier culpa posible. Pero se trata, precisan1ente, de un «Carácter»
de co111edia: la sátira teofrastea no deja ninguna duda sobre el he-
1 estr:e_chamente_~_nt~elaza(Jp_s~enJa._a_c.tit_~cl .religiosa-~~ .:J~;egOs;
cada acentuación excesiva de uno u otro aspecto conduciría radi-
caln1entc a una 1nala interpretación.
••
cho de que la obsesión del 1itual no fue ni difundida ni apreciada
en el contexto de la religiosidad griega. Esto f!.O significa, natural-
n1entc, que no existiese un prof11ndo y radical ten1or a la divinidad
Esta peculiaridad sólo puede ser explicada remontándose a la
génesis y a la articulación de las figuras de lo sa·grado y de lo divino
en la tradición cultural griega, que en ciertos aspectos no tiene pa-
••
y a su capacidad de castigar las culpas de los hombres golpeándoles
a lo largo de su existencia e incluso de su descendencia. Este ten1or
ralelos en otros universos religiosos.
•·•
••
está bien atestiguado en toda la experiencia cultural g1;ega del si-
glo v y, todavía en el siguiente, Epicuro, un fil{>sofo casi contempo- 1 {to sac0f
ráneo de 'fcofrasto, pensaba que uno de los deberes fundan1entaies
••
de la filosofía, si se queria restituir la serenidad a la vida de los hom- Hierós, ((sacroi>, es una palabra griega quizá conexa con una raiz
bres, debía consistir precisa111ente en liberarle de este n1iedo del indoeuropea que iiene e] valor de «fuerte>i. ua_experienc.i!t_gciega;t
castigo divino. de:lo_sacro_en¿génerál (no distinta, en este caso, de ·oti·as culturas)
El conjunto de estas actitudes, en su con1plejidad, puede estar
bien representado por una anécdota ingenua narrada por el histo-
riador Heródoto, que escribe en el siglo v pero se refiere a la histo-
n.acÍÓ1Jroba}J_lem-entc'1:'.'0rf':l'a:f!preciacii5ñ:Oe:la_presencia~cle:püte:ñ
cias-so·b-ren'3.'tUFales:eñllugar:es.arcanos~(0·osque.s, fuentes, grutas,
n1 o n tañas), ..@feh-0 m eno_sinatu1~al eslin ist'éi:iososX:yJ.t cmiOlCs (e 1 ••
ria del tirano ateniense Pisístrato (mitad del siglo v1). 1-leródoto
cuenta una estr?tagema de Pisístrato para reconquistar el poder
perdido en Atenas: envió una muchacha con el aspecto y la arn1a-
rayo, la torn1enta), e·nmumen-ios-~n¿icia·lcs~d~_jji_:_e~ste11·cia· (la vida,
la 1nuerte). 1ª-st~~c_xpg:_ri_encia-p_rirnaria:5e:h-a.veñitlo aeriCillañc:lo-Oe!>-
pti~S~en_clos.:..Cl.lrecciones~Oiver:gen-tes~aunquc~n_o_:o-p_u~_stas:-rP.or;,un,
••
dura de la diosa Atenea, hacia la acrópolis n1ontada en un carro,
hizo que la precedieran heraldos que instasen al pueblo a acoger de
nuevo al tirano, reconducido a la ciudad por la propia diosa protec-
~-o~lO<rsa'Cf'O~terrifOF.iali~ ~gándose-a-Io.s"'lugares-((fuerte_~!-",
marcados por confines precisos, de:la:rnanifestac-iOn~Oe:TO:SOlitenat
tú'Tal? §'!P~sJugares, de ahora en adelante dedicados a un culto de
••
tora de la pólis. La astucia tuvo éxito y 1-Ieródoto se sorprende de la
ingenuidad de los atenienses, que «eran consideradosii -con10
otros griegos o más- «astutos y exentos de la ingenua candidez de
las potencias que residen en ellos, .SC:transfQn11ªn_:prqgrJ!siva1nente
e.ñ~aR"füafiDS(lén_1en_qj)!tque pueden alojar templos cor~sagrados a
las divinidades verdaderas y propias,LQi;:ie.n_pue.Clen Cl~limilar~ot~
••
los bárbaros• ( 1, 60).
1..a anécdota puede ser leída según dos perspectivas distintas.
Por un lado, la familiaridad de los griegos con sus dioses y el hábito
~Jpaciosoec!CVQC'j)'iiio(por ejemplo las ninfas de las fuentes, o bien
las tun1bas de los;«héroes», con frecuencia sepulturas de 01;gen 1ni-
cénico cónvertid~s en talis111anc.S que garantizan la prospe1idad de
••
· del contacto cotidiano con sus imágenes, explican cón10 Jos ate-
nienses pueden haber «creído», con10 evidencia inmediata que no
familias y comuriidades, como la legendaria «tu1nba de Edipo)) en
el suburbio ateniense de Colono). ESta11'elímitaJ:.iQ_n~d~_:Lo~_::_es_paci:os
sªgrado.§.:f.Q_illPJlr;ta~ona--:--s~rie_:_d_e_:_prol'fihtcion-es~e:interdicciones.que
••
••
tenía sentido poner en duda, en la co111parsa de Atenea a la cabet..a
del cortejo de PiSístrato, o al 111enos cómo han podido sensatan1en- garantizan seguridad de todo lo que comprenden ftenre7a:la.prpf.¡,,
te 1nostrarse unos a otros que creían en esto. Pero hay otro aspecto na-ciónry¡el"'""abnSb-;,en primer lugar el receptáculo de la eventual
que subraya el ~arácter «ligero» de est~ creencia y, por tanto, no
•.¡•:
imagen divina, pero también de las ofertas votivas que se le dedi-
desmiente, sino que confirma la habitual incredulidad atribuida can y de sus ministros. Por;ext~nsiºJl,"':((sarro»""'ser.á~:on2Lder~iio·
por Heródoto a los griegos. La n1isn1a fan1iliaridad que induce a tp"d~q]de estti-ciomr.rendig_Q::endoª:r~ci.nto>;,;del~cwlm,o.está=Jeiíi~
«Creer» pcrrt1ite tan1b·ié1~ a Pisístrato y a los suyos urdir el e1nbrollo q:;d.9-a~éT"fifCOmQla;-víCtimas Sacrificiales, las ÍÓ.~as tradicionales
reproducie1~do la semblanza de la diosa, sin excesivo temor a co- del rito y sus oficiantes. Esta~territor:ii\lizaci0ñ:cle~1o_sagrae{Q;3>if).'1
embarg.Qtno-~µm_e~TLlJ_n_ca_en_Gr:eC"ia;]a=formá", conocida en otros
-~
n1etcr un sa_crilegio y a exponerse a la ira divina. La di_vinidad está
demasiado cercana a los hon1bres, demasiado disponib.le á la rela- lugares, ,d-el~taO-ú_~as prohibiciones no excluyen nunca la relación
ción con ellos, para no acabar alguna vez transforrnada en objeto con los hombres, ni la visita, aunque esté regulada, sino que la
comportan.estructuraln1ente, puesto que Q~hay--sacraHdad-sin-cuJ .
,.J,
•!
de juego, de engaño, de tramas astutaslCtediilii:laoTincre(JUli@tl,
7
·:,fl!
• ·.·I¡
9,i
fM\
••
•• 296/l\.1a1io Vegeui El. ho1nbre y los dioses/297
••
buena marcha de la relación entre los hombres y lo sagrado,{eSUf'
sió~ regular de las generaciones garantizada por los matrimonios, rfi!f:t~~¡_q__···irJ?trerl-e~JJ.r~l:cQ_JJ trario,_ser. alteraaa:y=wrbacta!
de los nacimientos, de los ritos de sepultura y de Yeneración de los P~eae:_ocurri_r-~~e~l_os -~~m~iñVaaan-el~eSpacio.ae'"Jq-~a~1.:; {
f'~vtof!!2..§_~pr.1v_ileg1os.0_1nfr1njan-las-normas divinas que.regulan 1
••
difuntos, la permanencia de las comunidades políticas y del siste-
n1a de poderes. tl:Q_raef! ~o~.i.lll:o>Esto sucede, por ejemplo, en ia !liada cuando los 1
Eñ}rm_b_as:acepcip_11es;-la:experierrcia~d-e:l0'.sa-grado,v-sol5re-1ocln griegos reducen a la esclavitud a la hija de un sacerdote de Apolo,
•• b~~ del sacerdote Eutifrón en Platón, como «el cuidado de los sier-
vos para con los señores)) (Eutifrón, 13d). EJ_r1to_pr.opiCialQ.fj~un
acto individual y colectivo que puede, y debe, ser eficaz si se hace
una-cul.P-ª_que_va_mas-allá-de-los-lí-;:¡;-ites de orden-ju ri0ico_y_mora1: \
r,e¡;l.alna ·ta venganz~vii'!FSPl5re el_culpaole_y_se_aifunde_en~l-es-
P.ac1or~ny9lucranijo a l~_cpn1untdatl-g-9e-l~acog~)(son el ejército !
¡
•• P(>I:.Rarte·q~tgmp:o:humarro;-:f"¡fM]Jarte-de·sns-re_cl!I.>;.QsJ<lim-em:a
r,i_~~_j.:s:rte·ciososzy suC<Yn'ccsión·a~Jas~poten~~~~-ªi.Y.iPi:l~{.9U~ gr-a·
~$_a_e_s.te~«cuiC:l3do» .. tenañan_.q·ue_r~sul~~Rlaca-p~:~·en~vo"la""
~-~t.. ...' ºª.' ~igi·d.o por. un castigo d1.·vino. La-:SudeL!a-d:rmneri.al::-on.··gn·i.a-\
ria t~cn_d~~~~m-o.mt1_zarse .pasanao_a.ser-una-1netáfora de-l~·lpa~ y
deJa_un1aldiCión_dJViiüi;". EJaf~<;:_!_~-do·n_o..pE_e_d_~·-~~rca1:se a-lo sagr.a-
•• lrrl!'.f!J_e~dispucstas.hacia:'.:lüs:tiom~ .
I m-portan·cia-dec-isi-va~t-ie.ne.,.pa-ra-la-eficaci_?--del,:!i.t"ü,":Yiay__q.uc_~
petirlo, qu_~---~-c; _d'::?ª"rro·lle-°q~lá-fu_rma_y_.enJos"momcntos"sanciona
d~s~pfl\;~anitua"le:s~del>e ser: expulsádo-de su comunidad !
q ue,_en caso _contrario ,_se.ar.riesgial .:Co-ri tagj .ó? U~~Co .·de-es ta-~¡ i~1a~/
,ci~_n_l;r:tenernos_e~_eJ -~n tiquís·i.mo~itiialclelph:a:rnz.a_~Qs que pres_e~i.- f
• cere1nonias de culto que deben ser desan·olladas en él ese periodo P.!.l.~J:.tas ae.Ia e 1.lJ_g.~7.pa r:a que sea ex pu 1sa do junto a-1 a-s·c·o n ta 1ni na c ¡o-
_!
n-es-que-pT1edeii estaí·:_prcSeñteseJ_l""e_l_g!"!:!PQ.sociál (un eco literario
t~I 1101ubrc y los dinses/299
••
aunque no faltaran posiblemente precedentes rnicénicos- sobr_e, ·
el noveno-fib1-o de l~s-L~yes, ~;te ritl~;¡ iñCh~~o en los casos de hon1i- este~rrrat_erial· es·-_sobr_e_ to_do ·_una ·op_er:ación de sele_cción-,y_ de. orde-
cidio involuntario o legitimo. Habrá que purificarse despues de ~_ci_ón; es la in1presión de una forma orgánica y visible para la esfe·
••
una relación sexual, antes de acercarse a actos de culto, y tan1bién ra de lo divino, que desde ese mo1nento queda n1arcada de forma
se purificará la casa en la que produzca un nacin1iento o una defun· indeleble. Esta:aquí,,,-pues, enelpoliieiSmó a-ritropomórfico y oráe-
ción. En los casos 1nás graves <le n-1íasn1a, el 1ito se realizará según nild_b--;según precisas relaciones funcionales y de poder de la /lía·
los preceptos de un dictamen, solicitado a los sacerdotes de Apolo,
que es el dios purificador (kathartés) por excelencia.
En-1a- ecm:cieñda religiosa y inoraL-de las sectas: prolongada lue-
da- el. sign·o..de·un·a extraordinar_ia revo_lución--intel·ectuaJ~ qlie f<Jr-
ja--.-J-a-,.religión-· g!i_~gc1 _en·~ la_ que á"cabarí"a fjói· .séi·-SLf fotrna~hiStóti~.
l..a poesía-é-pica, sin embargo, rnantiene, y refuerza con la eficacia
••
go en el pensamiento filosófico, del que hablaremos más abajo.Ja_,
ipea_deJ¡¡purifü:a_<::ion__s-e~desarr<Jllaparalelafuente a la-concepci<§¡n
de-la: -culpa co·nta"i''iljIT_a_ñté-_co_mo: :il!fo·-¡ri"herente ·a _la-co_~dicjón~bu·
de la gran literatura, el carácter funda111ental de los relatos rr1íticos.
l...a-épica es~un relato qu_e narra los hechos y_la_s·g~stas de los dioses,
no11]bran-do:Jos· l1,,1ga1·~~- ~~·-lo_~ -qu~~-S~ced~n-;-_definiendo~a sus pr_Q~~--~
••
.mana: toChlla-\ iCfa se comprenderá entonces como un ejercicio de
1
1.
.,I.
••
•• 300/J\lario Vegetti El _hornbre y los dioses/JO]
•• dos-de,los-hombres" .
.._E~br~f~á impuesto por el carácter de proyección que
gobierna el mundo in1agina1io poético productivo de las divinida-
t~~o como ~I personaje concreto de un relato, y después se le hace
v~stble n1ed1ante la representación que lo iJustra) comporta:una-s-e~
r1e.cle-~o_n~ecu~ncias.:.im~oftañtes. Por una parte, exc-Iuye.la.omni~
••
El acto que c_oníigura el universo divino pern1ane'ce 11artístico», y
por consiguiente en alguna medida «artificiab>; su origen estetizan- agentes: cuya fuerza Y cuyas intenciones se lin1itan y se condicio-
te y tranquilizador establece una relación especular entre la natu- n~n rec_1p~·o~an1en~e, produciendo la trama narrativa: Zeus no po-
••
------
gados por vínculos de parentesco, de afecto o de aversión, y sólo tanto por la experiencia ptimaria de la existencia de potencias so-
por la necesidad de exigir continuamente los honores que se les de- brenat~rales que ~bran en el n1undo, como por el hecho poético
ben en tanto en cuanto son señores de la exorbitante polencia.iSe~ de ~as.1epresentac1ones de la divinidad a través de una proyección
•• produc_e-ese_:_e_ntrelazarniento--:_y e'Sa--::im·bricaci_ó_n-:~o_Qtinu~_:~I_!!re;__el
nf@-do·d~io·s~dioses·y~eI~m_M.Ddo _ de:los:hombr_es~que es una caracte-
,:istica s;,bresaff~nte de la llíada y después del mundo imaginario
al limite de las .rnalidades herfücas. t:'os-ilioses,,;e distinguen por el
do1n1n10 espe~tfico en el que se ejercita su poder, aunque por ¡0 ge-
ne~al, no tratandose ~e abstracciones conceptuales sino de perso-
••
los hombres; de este modo la llíada, que es el poema fundador de
un universo religioso, se ha podido definir tarnbién, paradójica- c~f~-d1v1n1da_9~ a través de los que se le invoca en relació~--~~To?
1nent.e pero no sin motivo, co1no «el más antirreligioso de todos los distintos can1p_os en los que ejercitan su poder y su tule"la. Así, hay
••
poen1as» (P. Mazan). un Zeus de los !uramentos, un Zeus de los confines, un Zeus protec-
Lo sabia bien Platón, cuando deploraba en el tercer libro de la tor de l~uplican~'= Y de.~'?.: ~u!_spedes, un Zeus de la lluvia y del
Rept.Íb!ica que a los dioses de la /lía da se les representara atrapados r_ayo · 1-}_~r_Q,:~r~_~est_a -pl ur~J 1d~~ ~de-fU_ ~ciones1-liT-igu ra- CfCI:cll 05.iñañ;,
tten~ ~!1. u_n~Qfill_fp_cal,_su.-1na1VJdualidad-que no-deriva""de su~cOIOC"a-
__.•
por la 1isa y el llanto o por el deseo erótico: (<l-lay que acabar con se-
Jll2/t-..1<ir·io Vegetti
••
gal, que une en sí la ft1erza y la justicia y aclúa como garante univer-
sal del orden del inundo y de la sociedad gracias a su potencia supe- traordinario. Gran divinidad solar, tan1 1en con origen guerrero,
rior. Por otra pa11e, es ésta la razón del poder de Zeus, que no es Apolo asun1ió sie1npre rnás el carácter de dios <le la luz, purificador
p1;n1igenio sino conquistado gracias a una serie de gestas heroicas.
Según la genealogía de Hesíodo (siglos vm-vn a.C.), Zeus habría
puesto a una dinastía divina de qrigenes nocturnos y caóticos, cul-
y sanador. Dotado del don p1;ncipal de la sabiduría, Apolo conoce
el futuro y por tanto preside los grandes santuarios oraculares,
como el de Delfos. Ligado a la música y a la poesía, y por tanto a la ••
n1inada por su padre, Crono, que acoslun1braba a devorar a sus hi-
jos. Suslraído a la fi.1ria paterna gracias a la aslucia de su n1adre
Rea, Zeus depuso a Crono, convi1·tiéndose en el rey de los dioses.
di111ensión cultural esencial en la civilización griega, y garante de
la armonía, de la belleza, del orden del n1undo definido estética-
111ente. Apolo pcrn1aneció con10 la divinidad ufilosúfica» por exce- ••
La nueva dinastía, celeste y oli1npica afirn1ó defitiniva111ente supo-
der gracias a la guerra victoriosa sostenida por Zeus contra divini-
dades clónicas y primitivas corno los Titanes, ligados al mundo
lencia. Por todas estas razones, en época histó1-ica su prestigio os-
cureció algunas veces al de Zeus.
Con Apolo forn1a pareja, en el polo opuesto, otra gran divinidad ••
caótico <le Crono. Con la llegada de Zeus a la realeza, se obtiene fi~
nalinente una separación entre el cielo y la tierra, la luz y las tinie-
blas, y se garantiza la arn1oniosa sucesión de las generaciones. Su
antigua g1;ega (pero a la que los griegos atl;buían origen 01;ental),
Dioniso. Dios del vino, Dioniso está ligado a la experiencia de la
cmb1;aguez, del delirio, de la locura, don·1ina la zona oscura que
••
esposa, J-Iera, en tanto que garante del niatrin1onio regular, de la
unión capaz de generar una descendencia legítima en el án1bito de
la familia, está ligada·a la existencia misma de_la sociedad humana
precede al orden de la existencia civilizada, donde se establecen
vínculos .111uy próxin1os entre hon1bres, ani1nales y naturaleza. Su
culto, que prefiere la 1nontaña y el bosque y atrae hacia él a n1ujc-
••
~·de la civilización, a la que ella in1pide caer de nuevo en la fiereza
carente de reglas del estado natural.
res y bárbaros, es con frecuencia apreciado como subversor del 01--
den constituido por la pólis. Dioniso está marginado en la poesía
épica, donde prevalece la imagen heroica de la divinidad, pero se
••
••
El herrnano de Zeus, PosjÓn, es una divinidad antigua y potente
de claro origen rnicénico. En el inundo homé1;co está, Cn ci~rto convie1i·e en la divfnidad protectora de la poesía trágica. Con fre~
sentido, n1arginado: si a Zcus le corresponde el señorío sobre el cuencia se le ve opuesto al orden y la ar1nonía propias de Apolo,
con la figura del Otro -el otro aspecto de lo sagrado, no estable y
••
cielo y la tierra, a Posidón le queda el poder sobre los abismos ma-
rinos v el subsuelo, lo cual le hace el señor de la tempestad y del te- regular sino sorpr~ndente e ina-;ible. Sin embargo la experiencia
1·rem¿to. Divinidad terriible, Posición, como protector de los mari~ religiosa trabajó asiduamente para una integración de estos dos as-
••
nos, siempre estará n1uy cerca de csla din1ensión fundan1ental de pectos sin conflictos. En su santuario de Delfos, Dioniso fue vene-
la expe1iencia griega. rado junto a Apolo: como her111ano; en la religión de la ciudad, se
Entre los tipos de Zeus, la predilecta es -~~'2~~· la m~chacha tendió a dejar a 'l)itjniso en su lugar y su papel específico en la fies-
que él ha gene"rado directamente sin intervención femenina y que ta, en los mon1entds carnavalescos donde don1ina el vino, y sobre
~I
1
••
representa, por eso mismo, en el ámbito de su sexo el p1;ncipio pa- todo en los festivales teatrales, Jlamados a hacer comprensible y
triarcal, el valor n1asculino en la medida en que puede ser compar- aceptable en el orden social la alteridad dionisíaca y las diincnsio-
tido con la 111ujcr. En este sentido, Atenea es depositaria de la inteli- nes de la experiencia que representa. -
gencia práctica que preside tanto el trabajo de los artesanos con10 Tres divinidades fen1cninas y tres n1asculinas co1nplctan el pan-
el típican1entc fcl)lcnin'o del tejido. Representada por lo general teón g1;ego. Artemis hem1ana gemela de Apolo, es una diosa vir-
••
•••
••
•• 304/Mario Vcgcni
El ho1nbre y los dioses/305
•
••
gen y n1uchacha ligada a los espacios externos de la ciudad, como
el bosque en el que se con1place cazando con arco y flechas: lo con-
trario que Atenea, instalada en el centro de la ci~dad con .su arm~
dura hoplitica. Artemis está ligada al culto femenino, preside los n·
de Ares. Dios de la guerra, temible divinidad de los carnpos de bata·
lla, A1·es está ligado especialmente al valor heroico de los comba-
tierites homéricos, en su dimensión de furor y de impulso homicida
incontrolado .
t.os de las jóvenes y su paso de la condición de vírgenes~ l~ de muje-
••
ra familiar y conyugal: ligada a las dimensiones incontrolable Ypn-
ceso que tiene un trasfondo jurídico y político. Conforrne va pare-
J"nordial de la sensualidad, está definida en ciertos aspectos por
ciendo inadecuado, en su personificación narrativa e iconográfica,
oposición, a la reproducción matri1nonial regular que _Hera repre-
para expresar la creciente complejidad de la experiencia social, se
•• senta. ..
Ligada a la fertilidad de la tierra y a los ciclos de la naturaleza,
Deméter puede por este motivo ser asociada a Dioniso. Sin emb.ar-
integran figuras que no derivan de la formación poética originaria
del mundo de los relatos míticos, sino directamente desde la abs-
tracción, desde la sublimación de valores y problen1as de la nueva
••
ción de la garantía de los valores ético-políticos de la coexistencia
111undo subterráneo, en el reino de la mue11e y de las tinieblas, Y
social; o también Eiréné, la Paz, una divinidad que expresa la nece-
después, por intervención de su ~adre, reintegra~a a la luz de.l sol
sidad de armonía dentro y fuera de la pólis; o nlás tarde T)ikhe, la
cada primavera, se celebra la sucesión de las estaciones, ?e la siem-
Fortuna, cuyo culto será bastante irnportante en época helenística
••
cios abiertos, Hermcs indica además el tránsito entre el n1und? de Osiris a Dioniso.
los vivos y el de los muertos, ya que tiene el deber de conduc1~ al
Pero antes ·de-todo ·eSto;:las vicjaS OiVifli03Cies--ae1-oliil1poJr-clmé-
rnás allá a las aln1as de los difuntos. Su capacidad para los cambios
r¿i~ ~~p~_riinenTéir_o_ñ otra~transfor.maCió-n·_decisi,~a:-fu_eron· integra.,.,
y contactos, su n1ovilidad de viajero, hacen de él un dios fundador
••
En el polo opuesto está Hefesto, divinidad artesanal ligada a los
la Grecia clásica, un organismo capaz de reestructurar la experien-
espacios cerrados del taller y de la fragua del herrero, expresión de
cia colectiva y las modalidades de vida publica y privada, como fue
la potencia transformadora y creadora de la técnic~. En el culto ~e
la pólis, no podía dejar de afectar también a las formas de relación
••
los artesanos, Hefesto ·está asociado con frecuencia a Atenea. Sin
entre hombres y dioses, y al papel de estos ultimas respecto de la
e1nbargo, su esposa es Afrodita, una unión que aproxima la :re~
existencia hun1ana. ~S~iViriielacles-61.írilpicas-serán_in·tegrad_~ ·ep··
ción sexual de la naturaleza a la productividad artificial de la tecm-
lós~_espacios sociiles-'de-1.:i~Vl"aa-púliliCa, llamaelas a.prestar.-sas~se_D;i~
••
ca. Pero Afrodita no hace caso de este vínculo mat1;monial y prefie- ciqs_:(l--_la-:_r-pOtf.rdelos·-homoresrco1no un ciudadano en activo má-; .
re, en lugar del laborioso Hcfesto, la fuerza p1;mordial y guerrera EsteJServi"C-iO.. -que será rcco1npcnsado con prácticas cultuales,
306/Marin Vcgctti
.~~a_pa~ir-~ealíora.estariín.reguládás¡,legisla¡lasyfinanciaclaitpQc
El hombre y los dioses/307
ElsaCTifiEiOJJ.~l~~-divinid_ª'Q-olímp_ic_a~constituy_e~en~verdad~el:nl'O ••
~--~01nun1tlad_po_lfq~¡:i,:-- cons1stira ante todo en asegurar la protcc-
cion .Y .la .prosperidad para la pólis (tarea asignada en p1imer lugar a
las d1v'.n~dades políades) y ade111ás en aconsejar, asistir y garantizar
o'leiito_fOc_ara~ lo que Platón lla1na «.Ja'.:"amistad~-n1re.Ciioses:Ytl0Tf1-
illr_e_s.J> (Silnpc:¡sio, 188c) y, por tanto, también de la a1nistad Política
entre los ho-lnbres que aquélla tiene que garanti1.ar. Detrás de la ••
l~~ act1v1dades. No hay guerra y fundación de colonias, promulga-
c1011 de leyes o tratados, estipulación de n1atrimonios o contratos,
q~_e no venga so111ctida a la protección de una divinidad, cuya aten-
praxis sacrificial está naturaln1enle, co1no se ha dicho el acto de
ofrenda votiva a las potencias divinas. Pero en la elabor~ción 1nito-
lógica de los griegos, en su ritualización del sacrificio, hay algo que ••
c1011 es recJa1nada con los oportunos gestos de culto y las necesa-
rias p1-ácticas sacrificiales. Sobre todo, ntrexis:t:e:::a--cto:-de_-convi-ven,.
q'ia e_!1Jf~_._f_irrd!:rda~s. de Ja fiesta a la asa1ttl;Jea, que;~-=-~~-té~c_o~S-;
es n1ás específico .. Según_elffiito,.:etl.e11Jí'igcn-:tlc-I::--sa"t:Jifi!:io.---:lo::q!;;!~::>
}.¡ay_es un_engañocurdido1Jor:Prometen¡ quien había asignado a los
hombres la carne comestible del animal, dejando a los dioses sólo
••
g~j5"1P"J~i\7inicta:d:Q:e::::ta __ que.:se-: cspera ...gracia_y~Dencvo len:c_ia:
fe·conciudadaníacde•hombres.~i05&5~cuentra1unTlogarsc'
1~¡; !!Ll'J1JD'.esiclen.:ia.=g~~.c:1udacl~gna_a_s~$Jlivinidades-a-trn,
partes no con1estibles, destinadas a ser quernadas y transforn1adas
en humo ..~st~ eng~fl9~p_uso:fi_fl~al-q.rigi!1a.~to-c:o_Q!p___?rt!!:._·la-mesa-_e1J
t[!'iloml5res)':di9s~s~ycasignó·a-1os:dos:grupos·unrégimen-:a1in1en'-'
••
v"-és clé_St!repres~JTtación·estattta1i~:·colocado en cl-~1~0 d~la ci-~1-
Jad, en el corazón de su espacio público y bien visible desde cual-
tiCiO-OiSt-into:~humo y aron1as para los dioses inrnorlales, y para JOS-_.,,
hombres alin1entación cárnica, ligada a la n1ortalidad. ,f.l::COrle
~rc--ªd_9_-:R_Qr:.P-romcteo ..n_o-se-eli-!!!_!_na-en~el-acto sac1ifici_al -no se
••
•
quier lug~r de la pólis, el te1nplo está abierto al público)' constituye
una propiedad común de los ciudadanos. La comunidad cultural puede volver a comparti~-1~ ~lesa comos~- h~cia en origen-!SiñO
que acude al templo y a las prácticas 1ituales que allí se desarrolfan
se identifica con el cuerpo cívico y constituye un mo1nento rele-
vante de su contacto, puesto que la unidad d.e los ciudadanos está
3~e~~-~;rec~n:!P9fl_e.,.-a1~1~~-~iosa~.ent.~ LB-Stlinses~pr:cscncian_ el:tsa-
c~Jfi~tq-y_-se·:cp_m_p_lac;;.ep_:en·-él-_y;-pÜr:su~_parte7los-hom_bres est-án-au-
\~a_d_os·a-Ja·aJimentaciúncárnica;'JloTque se:alime11ta1i-Cié.i:t-fi:C~~'
••
ci111cntada en ella y garantizada por su relación con1ún con la divi-
nidad. Así. 1-lestia, la divinidad que preside el hogar co1nún de pólis,
1¡;-s_cuyan1uerte:sdegitim-a en viff ud=a¡;· ¡a.consagració11 ·al cu l1frdi¡o
vino;·r·n-o:c~ntaJ!1-ina1 P~!::eso-a!-~!-9~~ª~[ifi~i~!:le-sucede-~-1-b!"nq~u_s,
te,-~n~~m1da-en-_~_omu~~~nd~:e_l-reparto-d-eta _carne sarrcit.m~v
••
••
puede ser identificada con la «legalidad misma• de la ciudad (Jeno,
fonte, Helénicas, 2, 3, 52). tfg1t~la-sucesión:cle1ªs-jerarqüfas-sotiales, y_do'!de.a los ·magis·
Precisan1ente por este 1notivo, las funciones sacerdotales, los te;-a-los-saccrdot~s_y_a 1os_ciudadanós n·ra-s_e_Inin_·~~~tes J~s~t9.C_!,ln
c~l~!<>.~.'1<:Y•ce1'd()!e~(hiereís)_que administran los templos y go- l?Sff!ej9r~§.'partes,:rE!:;:ri tersa en
frci al:y:tll2a11_qu etG.::_queJ e· si gue.·se
l~1e_rnan el culto no pueden ser considerados como funciones pro-
fesionales permanentes y con10 estructuras separadas del cuerpo
d~!"o-1J~n::e_rr:_ºn_:_~ar~o:festivd':·~Ias Panateneas atenienses, por
ejemplo, que están representadas en los frisos del Parlenón, repre-
sentan uno de Jos más extraordinatios ejemplos de autocelebra-
••
~ívico. Logc~_!:g~~"'sace_rdtftal~.ícomo_:_las:rnagistra1uras~soo_rcon
ff_eCuenci'a:pm::mecci ó_n-:_o~Qr;:s_q_i:te_m .y ,-por~Otra::parte,--son-:i:los~pr0-
1?io_s_ magisttaaos-deJa 12-0-(í~, como los arcontes atenienses Ólos éfo-
ción del cuerpo soc'ia1, de espectacularización de la concordia y de
la armonía que rein'.an tanto entre sus miembros con10 entre ellos y ••
••
sus dioses. «Los dioses compadecidos del género humano, que re-
l 1·os espart~n~_s. qü~enes_clesa1Ttdla-roi~tam-en1~:fu~cj2D.e_s-sªgr-ª?
¡aJ~eronncluso,.cuanrl~líay,sacerClotes'!Cl!ered.1tanos~ como los sulta tan sujeto a mise1ia -escribe Platón-, han dispuesto para
que corresponden.a las familias atenienses de los Buzigi y los Pra- ellos unos relevos de las penalidades, que son los periodos de sus
xiárgidas, esfün somefülos áe:mclas:fonna:s:atcontrol-.püblii;._o,::9e-la'
¡J"ó1i$1 dado que son tesoreros del culto y de la propiedad divina, y
por tanto común, tienen que rendir cuentas de su conducta a la
fiestas, y le·s han dado como compañeros en la celebración de ellas
a las Musas, a Apolo Musagueta y a Dioniso• (Leyes, 2, 653d). Una
tregua no pequeña,,ciertan1ente, si se piensa que en la Atenas del si- ••
••
ciudad al final de su mandato, que de todas formas es ten1poral y re- glo V se dedicaban 0. las diversas fiestas que aco111pañaban a los ri-
\ vocable. Ni siquiera se puede pedir al sacerdote -dado el carácter tos sacrificiales caSi cien días al año.
1
<l~ la religión griega- ninguna cualificación especial de tipo teoló- Él'I:arácter:púbJico;".festiv_o y ·§alar. dehacri fic:io ofreCitlo-a-l15s
1
g~co, aparte del patrimonio mítico-1;tual conocido por todos los
ciudadanos. Desde el punto de vista moral, será suficiente que es-
1én exe~~osd.e_contaminación y que cumplan las necesarias prácticas
dioses 0·11rnpiCoS éSfi:í-f0d3"VI3.~-füáS.subrayado-por::contraste·con-los
a'.Sjle]:_lo_s_cteJos-Htos sacrifiClales-aeOicados aJas=fJOtenCl~s ~¡~feria
re~; cton-¡cas ,. . re1;icton®as con-el ·mundOd e-::ios. mu enos.~ :q~~ _p~,- ••
11 de pur1f1cac1on antes de acercarse a los 1itos y a los sacrificios. ~isten:_t~m.t5i~n:_~p: ta ro·N~~!ásica,/aünque-sea una posicion _fua-rgi"
••
••
••
•• 308/Mario Vegctti El hornbrc y lus Jioscs/JU9
• ••
la con1bustión de todo el cue11Jo de la victi111a sacrificial, de modo
que no quedan partes disponihles para el banquete en común. Así
·pues, s'C:_ti:ata,_en_col'íjITfftO,:CfeUKntualJiPOlropaico;:-de-OJrijUióN]
dé_ave[siünrrfáS-qLie'"""d"e-contacto-y-ae-paci"fiC'iCiOfl~oniosa-eriITe
cU!:ig~f}~a-1-l:iombre·en~.tailtbque-:hom-iJfe -iñás c¡rr~al_poiires;y_qµe in-
vierten en una esfera de experiencias n1ás·p1·ofundas, más radica-
les, más difundidas que aquella que concierne a la autorrepresen-
lación y la garantía del cuerpo cívico de la pólis .
eJ'._go.ij50~hun1ano~y ·las i:liViñidad&q"ue ~Jo ·proteg~~IT'. La necesidad de un procedi1niento complejo de iniciación y el
•• E·Ste~la'do~o-st:uro-Oer:-1:it0-5acrificiaLen·sombrece~una~imertsión.,.
de""la.exper:ienci~religiosa·griega, un nudo de problemas existen-
secreto que rodea los cultos rnistéricos no implican una selección
entre los posibles participantes, sino que más bien se dirigen al ca-
••
cia Jes ,e_n r:elaC"iOn_co:n-e I-m iedo-a--la-m uei:te,a l -temor: inspirado--BO r rácter profundo, no expresable, terrorífico de la dimensión de ex-
10iñV~ilile_eJncóg.nito P~r~_eT_q~=E;~1a~religi6n_oiTfu¡5-¡-cfu-~ó en periencia a la que- se dirigen. Es posible que la ra.íz n1ás ren1ota de
su prin1ilivo lado ~<heroico)) corno en su posterior n1et.amo1fosis la religiosidad n1istérica resida en los festivales. prehistó1icos de
•• dad- se encuentran-los-lín1ites-de-una·religiosidadjjgada:por_~e_nte
ró"''a-la·~cció·_l)-_-dt~~ u na_rli mensiOn_púiJI i¿a, -sOCial ,•_comun itari ~:i
Estará, e-;rtónces. integrada con las formas distintas de relación con
griegos, tenemos raras noticias (porque el secreto iniciático ha
sido, por lo general, mantenido sorprcndenternente) sobre los 111is-
terios de Elcusis, celebrados en el ámbito de la pólis ateniense
•• ,los_ 111ister_i_o~y~1as~sectas,
del renacimiento propio del ciclo vegetal; pero tarnbién, además
de esto, a la dimensión de la generación sexual y de la esperanza de
una salvación y de un rescate de la muerte que se encuentra en el
•
•• 1
los cultos olín1picos de la pólis como los extranjeros y los esclavos
y, naturaln1ente, también las mujeres .
l.[0$_,_Cultp_!i,IniS_'@ric9s_:n:9.:S:Qrí~más_._r_e·ducidos:-quclos--:·cívi.fo~·,,
no conduce ni exige una existencia distinta de la de sus conciuda·
danos (también iniciados, por lo general). l::os-misterios--::-alcanzan·!'
deestemo_9Q_una.esfera-de-;;peí;eñ'Cia Y--Cle-prol>te-m~~- psiCOIOgi-
~ -
_lJU/IVlflrtO vcgeI!l
••
tos religiosos de protesta parece que se refieren a las áreas de ex· puede ser reglamentada y contenido en su simbolisrno sacrificial.
clusión y de desagrado producidas por la formación del universo larvid¡¡-::soi:ial~sta, cpor:tamo .~cün tarriinada'por-unii'cülpá' rlc
politizado de.las ciudades: mujeres, extranjeros, comunidades peri- san'g~~-.~q~~-prolonga-y.,..perpetúa._o.tr.a _cJ.oble. c~~l~~~~!gQ~=-~ue
féricas, figuras de intelectuales marginados. Desde el punto de vis-
ta psicológico, los movi1nientos sectarios recogen las mis1nas exi-
gencias procedentes de los estratos más individuales y profundos
~rea ¡;:. propia· exfst:'enCia~deJa:humafiidad,-por. una_part!'~y_fa ·de
,ca:df'ifoml5re ,in9ivioualrne_n\e,"por~otra"
e --i:)~iiecn6-es_un_asesin3.1ó-óf!filn.~..i:iQ:.!'según el mito órfico, los l"i·
••
de Ja experiencia religiosa, que actúan también en el rito 1nistérico,
dando, sin embargo, respuestas más explícitas, más articuladas tan-
to en el plano religioso corno en el intelectual, p'?.Opo:nj~nQ_ose en
tan~h~bí;~-;traíd-;;-;i·J¡;~chacho, Dioniso, por medio de una
añagaza, lo habían asesinado, cocinado y con1ido. De las cenizas de
los Titanes, golpeados por el rayo de Zeus que les castigaba por esta
••
definitiva como una integración, pero también Cf2!_1}o-u_na--ah~rn_~t4-
va~radical 11 · Ia forma. de-la religiosida~U>lirn¡fo:'a~y. ciudadar~a~
é!_a~a-lte~n_a!!~a~s'é c_o~figu_cir_~n-·Prirner lu_gar__c9mp_~la propuesta
de-un motlo-deyitja contrapuJ!~W al .del ci!)dad.an<;io Se articula en
primigenia teofagia, nacieron los primeros hombres, n1anchado.s
desde el comienzo por esta contaminación atroz. Pero la culpa ori-
ginal se multiplica en cada existencia individual: según ~1?1p~do
cles, un sabio de comienzos del siglo v ligado tanto a la rehg10s1dad
•
••
una serie c.;mpleja de obligaciones y prohibiciones, la primera la
de no comer carne, de la que veren1os el sentido religioso; pero
más importante todavía que el contenido de estas obliga_ciones y
órfica como a la filosofía pitagórica, cada vida está ligada a la pre·
sencia en un cuerJo mortal de un alma-démon in1nortal, de origen
divino pero expulstlda de su sede celeste por causa de un asesinato ••
••
prohibiciones es su capacidad de establecer una regla minuciosa y o de un perjurio (B 115 Diels-Kranz), y obligada a pagar su culpa~
de inducir en los iniciados un ansioso celo de observancia y de dis- través de la inferior existencia terrena. il:a~O~~lqª-j}~;>~bres est_a,,
ciplina.La-regla y-la disciplina e·n sí mismas garañtizan la_pureza'.'de aplasf:ii:la'biijéi:.elpejO'de esta tnplé7ulpa que marca laprópiáeXls-
lps~·miembros de la" secta~ confirman su diferencia con los dernás,
con los profanos, con su mundo impuro y contaminado. El modo
de vida escrupulosarnente construido y observado por las sectas
t'eñcla·ae G"humanidad~lá-deTasocieclad ¡,~olí!i~a Y: 1,¡:-c1~_l'ada in(!i0
;rcfuql :E1:~-'1stig~~d~~la-~ulp·a consiste en la Violencia que· contamina
cada-acción-de-la .vida,_en elclglor, ·enc!ll:Qp_resióny ·ep.Ja angu~tia
••
constituye el p1;ncipio de exclusión que separa los pocos que han
emprendido la vía de la purificación y de la salvación partiendo de
la iJTeductible multitud de los impíos, el mundo de la ciudad triun-
qu-C-ia-ac~~P~u:);n~ cnJa_funesta··espera ele la. muerte. Pero_hay una_:
Vla·Jiacfa-;1a.-salvadón~ hacia una felicidad inmortal capaz de saltar
los mismísimos limites de la condición humana. CóñSiSteen:-una'
••
fante que cree·ser capaz de segregar a los débiles y los marginados
y que en cambio es rechazado y excluido, gracias a la elec~ión sec-
taria.
dQl51e_ estrategia. En:primer.lugar;sectrata ·de·contraponer_a·Ia cor-
porcídacl:cüll.tarninada y ifiortlll clcl'cmento oivinoefüiñortal·que"
hfy en-nosofros, eralma'.C(la fuerte concepción del alma nace de la
••
Pero, ¿cón10 se forn1a el rechazo de la ciudad y de su religión a cultura g1;ega, precisamente dentro de este contexto religioso y sa-
••
••
•• '
•• 3 l 2/J\1ario Vcgctti
El hombrt! y los dioses/31 J
••
acompaña toda una serie de reglas de asistencia, ª·partir del con-
senfrenada liberación de los ritos báquicos propios del dionisisn10
trol de la sexualidad, que significan el rechazo "de la mezcla del
alma con el cuerpo. En el diálogo platónico que más representa la constituye un serio problen1a de interpretaci ón. Sin duda, tienen
en común referencia a estratos sociales 1narginales y la forrr1a de
•• ción se viene diciendo desde antiguo, la separación del alma lo más i:iiüs-=cte ·r.i.rñ-ocencia_órig-¡ñaija_:YJ~~r-
dida:9~-La paci"fiC<iCió-n entr-e hom:brés y entre ho~mbres y_natl.!ra_le-
posible del cuerpo y el acostu1nbra rla a concentrars e y a re~o_gersc
ta:r,que las violentas sociedad de la guerrd y <le la política habían
en sí misma, retirándose de todas las partes del cuerpo, y v1v1endo
Puesto en crisis. Ciertament e, Ja:ino_tcncia~del:diontsisrñO':"lleVa
••
acogida junto a ellos. . r.fc-nc_arnac iones_aeLilm a'J·Esta, co1no dé1non inmortal, pasa a tra-
Los órficos fundaron esta fundamenta l concepción del alma Y
de su salvación sobre una teogonía que se opone a la de Hesío_do,
~és de una serie de encarnacio nes en diversos cuerpos mortales, de
condición superior o inferior según el nivel de purificación conse-
••
del 1nis1no n1odo que el rechazo del sacrificio cruento se oponia a
guido en la vida precedente. Al fin, el aln1a podrá separarse definiti-
las prácticas religiosas de la pólis. Conocemos esta teogoní~ órfica
van1ente del ciclo de los nacimiento s para regresar a lo divino de
<le 1nodo fragmentari o (entre otras cosas gracias a un papiro en~
donde procede (según una versión de la doctrina), o bien, podrá
••
cas de purificación del alrna: y por otro adquier·en ellas 111isn1as un rl~liistóñ~
valor religioso, una consagración apolínea, que harán de la forrna . Lacprimera_ae. estas.colisicme·s-se:pr,o-duce:cuª11dda"forma~de
de vida del sabio y del teórico la n1áS alta y tnás grata a los dioses. ráCionaliaacLsapieñCiat _yJuego.fiJn~ofica~forzadá por su creciente
••
Esta tradiCión· alcanzará incluSo a un pensadoi· «laico» .con10 Aris- capacidad de abstracción, tieñdITinvaaiI::C'l'}(Otr_o» e_spa-ciOJrp_:_c_o?
tóteles, quien en las últimas páginas de su Etica de Nicó1'1aco (10, ti:Oiano-del·miHY: En este enfrentamiento impar, la imagen r~ligiosa
7-9) desgranará un verdadero himno a la penección, a la beatitud, antropomó.f~~ del 1nito revela inmediata1nente su falta de ade-
a la proxin1idad a lo divino que corresponden a la forn1a de vida fi-
losófica.
En el curso de este carnino, la relación entre la actitud de los sa-
cuación intelectual, su naturaleza poética e ingenuan1ente proyec-
tada. Ya en el siglo v1 Jenófancs señalaba de forma impía este as-
pecto: «Los mortales opinan que los dioses han sido generados y
••
bios, de los filósofos, de los intelectuales y las creencias religiosas
no siernpre será, sin e_mbargo, de integración y de desplazamiento
progresivos, como sucede con la corriente ininoritaria y sectaria
que tienen un modo de vestir, voz y aspecto» (B 14-Diels-Kranz):
«por otra parte, si tuvieran manos los bueyes, los caballos y los leo-
nes, o fueran capaces de pintar y de hacer con sus n1anos obras de
••
que va desde el orfismo al pitagorismo y a Platón. Esta relación. es-
taba destinada a conocer frecuenten1ente mo1nentos de conflicto y
de crisis.
arte co1110 los ho111bres, los caballos representarían imágenes de
dioses y plasn1arían estatuas similares a caballos y los bueyes a bue-
yes» (B 15 Diels-Kranz); «los etíopes afirman que sus dioses son
••
1
chatos y negros, los tracios que son de ojos azules y de cabello roji-
zo• (B 16 Diels,Kranz).
Esta:crí tica:deyastadora:del:aniropomo·rfismo:m íticó·deja:C"l:es-\¡:.
••
hr:a_Jos_,_.griegos ,jJa _e_xp_~r:i~I~_c_:ia:reHgio~a:sie_i;1_pre-;se,..desp_l.az~
L1!.Si-~d~l~dlStintos:per_o_!estreCliáíncnte..':inter_c_o_n,~-~!~7
P-ª1:iU:li15re_y_¡jj~ponible:para:la:invasion.dda:abstrái:dón:filcisófio:I
~Ahí inStalará Parménides, justo después de Jenófanes, su sei-
uno, inmóvil, necesario (el estado opuesto de la variopinta capaci-
••
1~5'r uil~do; etritO..:_cp_tidiª-!l.ºiY.:·'"por-otfú? como su nivel de sentido y
de inteligibilidad, eLconjtffito,de:los.relatos·mftic:·os~más.o_menos
dad narrativa propi_a del mundo mítico); de_spués de él, «Otro• nivel
superior del mundo será ocupado poco a poCo pOr otras· Configura- ••
directame-nteJigados:a:eKigeñCia51Jñ5f-Unda5."de.garantia·.Clel-Or8'en
délJ'ñtifrdo;:de-sentido~y~valor.ae:laexperiencia=ialTih~diviaual.
Laco15serv.ancia-dehrito·exige:ern•.lguna'm!'dida~laccreencia~en!el
l;l_!l_ÍY~.ts~-élel ·mii~~y.é-Sia-sÓ1o-es posíOle-a-su v_e?-='~en un panor~ma .
ciones teóricas, hasta la teología cósmológica de Atistóteles, que
aceptará en la Metafísica echar un vistazo retrospectivo sobre sus
precursores. ((~os originarios y hombres n1ás antiguos han Con1- ••
intelectual que se cOnvierte Cada vez más complejo, 1nás rico en
problemas, eri instrume~tos y en retos- rnCdiañte-::11rt·1·desp~az.a-
1~nt_t)''hacia~un-e_spa~ío__y_ _ un~tiempo.Oisti:ntos_resp1!cto~a.i.2._~~ist~-~
prendido estas Cosas en la forma del 1nito, y de esta forma las han
transmitido a la posteridad, diciendo que estos cuerpos celestes
son divinidades y que la divinidad circunda toda la naturalera.»
Hásta aquí Aristóteles es cotnprcnsivo e indulgente. Pero inn1edia- •• •
r¡iCos-y~s9:Ciales . . . Requiere, por tanto, la inscripción en un registro . tarnente después agrega: «Lo demás [los no1nbres y los relatos de
autónomo de verdad, no comunicador y no vinculado con los rela- los dioses] se incluyó después, también de forma mítica, para per-
••
••
••
•• 316/Mario Vcgctli El ~01nbrc y los dioses/317
•• que~d_ar-una:e~p·I~~iQn:in_§_trug}~JJtal:de~to-do--:-este-_:b-agajéiñlítiCcY
triaicibl=ial! La.·:primera cs_Oe::tip_o_¡:r9Jj(i_co: l~~i~c·s-d~~i~-~-re~_n~c_ja
coffiún 1-'ia,siOO_inventadOS -en su versión moraliz~nte de garantes
cada caso reconozca la comunidad como la mejor» (República, 1O,
PP- 606a ss.) .
Lla:nueva:ciudad'.""deb_e-:r_cchazar:la--:negatiVa-religiOrt n1itolOgiCa
••
p!~~~ducaci6n~en~_una -nueva teolOgía~que· respontl'aa~dlCtaclos Cieta
Aristóteles había sido precedido, hacia fines del siglo v, por el sofis- r~ó~~filºsófica: yise~trat~rá~ según las Leyes platónicas, de~unarte"0-
ta del partido oligárquico Critias, quien había esc1;to: «Creo que un . logía•l'undada sobre la creencia en la divinidad de los astros, y en la
••
hombre astuto y sabio de rnente inventó para los hombres el terror existencia de una providencia divina qu.e garantice el orden del
a los dioses, para que los malvados ten1ieran ta111hién por aquello cosn1os y, por lo tanto, sea n15fül3:'tiva para,la existencia· humana~
que hacían, decían o pensaban de 1nodo oculto[ ... ] Así, pienso, al- Esta---:nu~v_a.te_ologí~fiib-sófic:a, bastante n1ás pobre en contenidos
........
••
~-'------·~ -~-..,,
guien persuadió al principio a los hombres de que los dioses exis- narrativos e imaginados respecto de la «poética», pero mucho 1nás
ten» (B 25 Diels-Kranz). Y después de Critias y Aristóteles, una lar- exigente en términos de obligaciones normativas y educativas y
ga tradición filosófica, de Epicuro a Lucrecio, se csforL.ó en con- n1ucho n1ás rica en temas dogmáticos, §.erttirá:::}a_,_tentacrón .-recu-"'Y'
••
con «otra» dimensión de lo sacro (al contrario de lo ocurrido en
fronÍ~ras-del-LeS-PaCi~-·ét-ico~poBfiCó? Como hen1os visto, Platón te- Roma, la pólis griega no se lanzará nunca a la prohibición de los ri-
1nía los efectos dcformantes de la poesía «teológica» de Hon1ero y tos báquicos, puesta en escena por Eurípides en Las bacantes por
de sus seguidores, y proponía al legislador de la nueva ciudad en-
•
obra del rey Pcnteo, atrozmente castigado por el dios a causa de su
318/Mario Vegetti
i
i
El ho111bre y los dioses/319
•
••
"orden y sentido inn1anente a la naturaleza del n1undo), o corno
ocurrió con el escepticismo religioso muy presente entre los inte-
lectuales.
El politeísmo tolerante de los 1nitos y los 1itos, excepto en las
Nn.ssoN, !v1. P., Geschichte der gn'echischen Religion, 2 vol~., ~1unich, 196 7-1974 .
[Hay cd. cast., lfistoria de la religiosidad griega, Madrid, 1970.]
Orro W., F>ie GOtter Griechenla11ds, Bono, 1929.
PLACES, E., DES, La religion grei..'i( e, París, 1969 .
••
exigencias políticas y sociales a las que estaba indisoluble1nente li- RunHARDT, J .. Le dé.lit réligieux da11s la cité anriq11e., Ron1a, 1981 .
gado, convivió mucho tiempo, en la conciencia de los griegos, con SABBATUCCI, D., Saggio sul 111islicis1110 greco, Ro1na, 1965.
las n1ás intrépidas experiencias intelectuales en campo teológico, S1ssA, G.-l)ETIENNE, M., La vie quotidienne des Dieux grecs, Pads. 1989. [Hay
e<l. cast.: La vida cotidiana de los dioses griegos, Madrid. 1990.]
••
ético y científico. Al 1nenos hasta la aparición de nt'ievas formas re-
SNl!LL, B., Die E11tdeckt111g des Geistes, Ha1nbu1·go, 1963.
ligiosas, dotadas de una fuerte carga de ortodoxi~ teológica y de
UNTERST~INER, M., La fisiologia del 1nito, Florencia, 1972.
una institución eclesiástica con poderes coercitivos, que atacó di- VEGETTI, P., L 'etica degli antichi. Ron1a-Ba1i, 1989.
•
rectamente tanto al primero con10 a las segundas . Pero, con todo VERNANT, J.-P, Les origi11es de la pe11sée g1·ecqt1e, Paris, 1.962 .
esto, estarnos ya fuera de la experiencia con10 a las 1segundas. Pero, - A1ythe et pensée chezles Crees, París, 1972. [1-lay ed. casl: Aíiro y pe11s,1-
•• cas y a su pensamiento salvífica del alma. - Réligions, Flistoires, Raisons, París. 1979.
VERNANT, J.-P.-V1nAL NAOUET, P., Mytlre et tragédie en Crece a11cienne, Paris,
1972. [Hay cd. casl.: A1ito y tragedia en la Grecia antigua, Madrid, 1987.]
•• B1ANCHI, U.,
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
••
Stuttgart, 1977 .
- Stn~cture und Histo1y in Greek A1ythology and Ritual, Berkeley, 1~79.
DERENNE, E., Les proci!s d'ünpieté intentés aux philosophes O. Athenes au Ve et /Ve
••
siecle a. Chr., Lieja-París, 1930.
DETIENNE, M., l~es lardins d'Adonis, París, 1972. [l-Iay ed. ca~t: Los jardines
de Adonis, Madrid, 1983.]
- Dionysos 111is O. 111ort, Patis, 1977. [Hay cd. cast.: La 111uerte de Dionisos, Ma·
•• di-id, 1983.]
- L'inventio11 de la ntythologie, París, 1981. [H~y~d. cast:; La in venció~ de la
niitología, Barcelona, 1985.)
•
••
- L'écriture d'Orphée, París, 1989 .
-(cd.), ll 1nito. G11ida storica e critica, Roma·Bari, 1976 .
DeTtENNE, M.-VERNANT, J.-P. [cds.], La cuisine du sacrifice, Paris, 1979.
fAHR, W., Theous no1niz.ein., Darmstadt, 1969 .
GF.RNET, L.·Bouu.NGER, L., Le génie grec dans la réligion, Pa1is, 1972:
•• G1RARD, R., La violence et le sacré, París, 197 2. [Hay ed. cast.:.La vif>lencJa y losa-
grado, Barcelona, 1983.)
GUTHRIE, W. K. C .. The Greeks and their Gods, Boston, 1950.
••
••
••
••
•
Capítulo noveno
EL RUSTICO.
Philippe Borgeaud
••
••
••
••
••
••
••
••
••
••
••
••
••
••
••
••
••
••
••
••
•••
El rústico, el prin1itivo, el 111al educado, el destripaterrones, el
salvaje, el bestial, tantas figuras que abundan y fascinan en la i111agi-
nación de los griegos. Figuras importantes en la 111edida en que de-
sen1peñan, en este plano de lo in1aginario, una función escénica a
pa1-rir de la cual los inventores de la paideía se entregan al placer
•• QYigen'""ae"'.laCultu1~a.Y
Todo co1rdenza con los relatos 1113.s antiguos, con la epopeya .
••
Odisea, dejado por los fcacios en una playa de ltaca, aparece en-
vuelto en una niebla que le in1pide reconocer su patria. Es enton-
ces cuando aparece un pastorcillo, parecido al hijo de un rey apa-
••
centando sus rebaños. En realidad se trata de Atenea, ella es la cau-
sante de la b1uma y quien le indica el can1ino de la realidad. El ca-
1nino transcurre por las tier·ras de Eu111eo, el «porquero divino», el
Cega111ie1110 de Pulife1110,f1·agmen10 de una crátera argiva de Argos.
•• t\1ediados del siglo v11 a.c . cual realizará por su huésped un primer sacrificio en honor de las
ninfas y de Hern1es cerca de un fan1oso antro. Encontrarnos pues
una obertura pastoral en estos encuentros graduales con el univer-
•• 1 Con excepción de los fcacios, por supuesto, que actúan como media-
dores entre el otro mundo, el del periplo de lo inhumano, y el n1undo de Ita-
325
••
..•
326/Pltilippe Borgc<iud El ni!\tico/327
t
En la Odisea el n1onstruo surge con10 una figura anunciadora Sin embargo, Odiseo desen1barca en el ámbito de un ser pri1ni-
de aquello que la ciudad, recién constituída, se esfo1-zará por elin1i- genio. Polifemo, lejos de sus congéneres, es un salvaje entre salva-
nar con el fin de log1-ar una n1ejur imagen y, tarnbién, de diferen- jes, una especie de díscolo avant la lettre*. «Pacta sus ganados apa1·-
ciarse n1ejoc l-lay por tanto que seguir, con el escolar g1-iego que tc, sin trato con otros cíclopes»4. Es todo lo contrario de un hun1a-
aprende de memoria el relato épico, el pc1-iplo de Odisea, su reco-
rrido «exte1iorn. 1-:lace falta el encuentro con Polifen102. En el mun-
no, de uno que vive de pan. Pero en su antro los 7.arz.os están reple-
tos de quesos, los rediles llenos de corderillos y cabritos, la leche ••
••
do de los cíclopes, no se da la oposición entre e.I campo y la ciudad, re<.:ién ordeñada rebosa en vasijas de 1netal. Al igual que sus congé-
eso llegará 1nás tarde. Se trata, prin1ero, de una oposición entre la neres sabe hacer fuego. Un fuego que no sirve paz-a el sacrificio y ,
pequeña isla y la tierra de los Cíclopes. La isla donde dese1nbarcan que sólo parece arder para indicar que en ese mundo extraño apa-
••
Odisea y sus cornpañeros, los prin1eros seres hun1anos en pisar su recen ciertos rasgos e1nblemálicos de la hun1anidad. Falsa aparien-
suelo: ((una isla[ ... ] boscosa y en ella se c1ian las cabras salvajes in- cia que se pone de manifiesto con el comportan1iento de Polifen10:
contables*, únicos habitantes, adcn1ás de las ninfas, absoluta111ente se come crudos a los compañeros de Odisea al tie111po que tiega
••
fuera del alcance de los cazadores ..No hay evidenternente campos con leche tan canibalesco festín. Acabará siendo vencido por tres
labrados ni sernbrados. Es un medio no hurnano. Enfrente, a una argucias que remiten, cada una a su manera, a imperativos de la ci-
distancia que alcanza Ja voz, se halla la isla donde habitan los cíclo- vilización: vino puro, de procedencia divina, que le es of1,ecido por
pes. Aunque son hijos de Posidón, ignoran el a11e de la navegación.
Cerca de los dioses, sin nada por que preocuparse, viven sin neccsi·
dad de plantíos ni labranza, dedicados sólo a la cría de ganado n1e-
Odisea y con el que el cíclope se e1nborracha mientras devora su
con1ida propia de una fiera (conjunción de aspectos no por más ci-
vilizados n1enos hun1anos); una estaca de olivo (el árbol <le Ate- ••
nor. No encontran1os ya una 113.turaleza totalmente virgen en esa
pequeña isla, pero tampoco estan1os ante un universo reahnente
compatible con el del hombre. El vino, por ejemplo, se extrae de vi-
nea), desbastada, endurecida al fuego y manejada por el jefe del pe-
queño grupo de marineros de ltaca, estaca con la que el cíclope
será cegado; por último, la trampa verbal (sustitución del nombre
••
des silvestres. Los cíclopes son «unos seres sin ley. Confiando en
los dioses eternos, nada siembran ni plantan, no labran los campos
[ ... ] I~os cíclopes no tratan en juntas ni saben de norn1as de justicia
de Odisea por el de "Nadie•) que impide al cíclope cualquier co-
municación social. Polifemo, privado de la vista, del lenguaje ("Na-
die» le ha herido), después de su encuentro con Odisea, de rústico
••
[ ... ] cada cual da ley a su esposa y sus hijos sin n1ás y no piensa en
los otros.» Nos hallamos en lo que más tarde, a partir del siglo V
a.C., acabará por considerarse con10 un estado pre-político, carac-
se convierte en un ser brutal y violento, cuyo lan1cnto sólo es escu-
chado por un dios, su padre Posición, señor del turbulento n1un-
do n1arino, que toma el relevo de su hijo y arrebata al astuto
••
terizado por la dispersión de pequeños hábitatsJ. l...a ausencia de re-
glas sociales y de religión (por tanto ausencia también de hospitali-
dad) es la norma en este mundo reducido, cercano a la edad de oro
Odisea.
Polifemo no.desaparece de la escena literaria, y con razón. Acle-\
más de en Eurí~idc. ss, lo volvemos a encontrar en la poesía alejan-
••
y de sus ambigüedades. drina, bajo los rasgos del pastor enamorado de Galatea, torpe, con-
movedor, con una monstruosidad que se ha convertido en una acti-
tud digna de lástima. Por medio de un juego de palabras se hace re-
••
ca: cfr. Pierre Vidal-NaQuet, aValeurs religieuses et mythiques de la terre et
du sacrifice dans l'Odyssée, Annales ESC 5 (1970) 1278-1297.
2 Odisea 9, pp. 105 ss.
lacionar el non~bre de Galatea con los gálatas, con lo que se atribu-
ye a Polifemo la paternidad de los galos, mecanismo por el que la ••
••
angustia griega se las ingenia para ridiculizar a estos invasores bár-
3 Cfr. Platón Leyes, 680b cuando cita el pasaje de la Odisea relativo a las
baros, a los que: un pánico irracional llegará a expulsarlos de Delfos
costurnbres de los cíclopes. Para el desarrollo de las ideas griegas sobre los
y alejarlos a ASja Menor. Es interesante observar cómo la fuerza
01-ígenes de la civilización véase especialmente Thomas Cole, De1nocritus
and the Sources of Greek Anthropology, publicado por la American Philolo-
gical Association, Press of Western Reserve University, t 967; y también Sue
Blundell, The Origins of Civilization in Greek and Ron1an 111ought. Croom 4 Odisea 9, p. 188. ••
1-:leltn, Londrcs-Sidncy, 1968 (con bibliografía).
"'" /.,a \'ersión citada de la Odisea corresponde n la de J. M. Pabón, Ma-
drid, 1982.
5 En cuyo drama satírico titulado El Cíclope
monstruo, un coro encabezado por Sileno.
• Se refiere al personaje de la cotneclia
saca a escena,
hon1ónin1n de
en to1·no al
Menandro. ••
••
•
•• "
•• 328/Philippe Borgcaud
El n.istico/329
••
con&ontado con sus adversarios menores (Pan, Cadn10 o Hcrrnes y
\ n1é1ico era ya un rústico. 1·,
Egipán) que consiguen engañarlo con argucias elen1entales. Con-
Los gálatas (descendientes , como se ha señalad0, de Polife1no), ve11ido así en una especie de rustico, el 111onst1uo cosn1ogónico
cuando resultaron vencidos por un dios cabrero (Pan, el responsa- distrae, por ejemplo su atención, en medio de un paisaje bucólico,
••
soberanos de Pérgarno, tendió a ser- interpretada, con una visión el orden universal en beneficio de una pugna pastoril en la que el
cosn1ogónica, co1no una repetición de la Giga1'.tomaqui a. Esta con- 111onstruo, al igual que un salvaje, se deja atrapar en la trampa de
currencia de los temas pasto1iles y cosn1ogónicos , nor así decir una los deseos. Zeus se aprovecha de ello y recupera la vcntaja 6 . ¿Nos
••
violencia entre 11..'isticos, requiere una explicación.Jd ilio y recuer- hallamos ante una edulcoración del 111ito o ante un puro juego esté·
do épico se alternan, son dos visiones de una n1ismci cosa. Es la am- tico? Eso sería demasiado sencillo. Lo que de hecho oct_11Te es que
bivalencia del monstruo, risible e inquietante a la vez . se traslada lo pastoril, la «rusticidad)>, al concepto de a1nenaza cós-
••
La consideración de otro tipo de tradición, épi~a tan1bién en n1ica. S.:J°!:nistico ,no.!.s-e. ielcntifica ..con-Le1:::-n1onst-ruo_._cosmogón iccr
01;gen, pero que arranca de un punto de vista cosmogónico, invita pero s~_c_p_nvie11c,.arfinal1ie_:-ün_~pro·c_eso·qu-e-nn-:-es~s-Olo--::litera1_i_o_, en!"
a ciertas observaciones con1parables. 1'odo empieza así con· la Teo- sJhéJ=ede1.:g_l§:g~~o. Bajo apariencias anodinas, encontra111os el re-
•• go1"1Ía de J·lesíodo que nos lleva a examinar otro personaje niás ines-
perado en ese contexto: Tifón. El proceso que describe Hesíodo se
inse11a en un nivel cós111ico y divino simultánea111e nte, en el que, a
conocimiento de una nueva !Unción añadida a la imagen pastoril.
El rústico, con su inevitable e indispensable presencia, cu1nplc, en-
tre otras, la tarea de asegurar la dinárriica del equilibrio: una resis·
••
mortales; la khóra queda por dejar de ser salvaje, por «pacificarse•>.
síodico, co1110 una victo1;a sobre una potencia del desord.en, un De ahí los trabajos y padecimientos del héroe. como los de Hera-
ene111igo surgido en el mo111ento en que Podía c1:eerse en el equili- cles y Teseo. El peligro desde luego nunca llegará a estar totalrnen-
brio recién alcanzado. Zeus tiene entonces que librarse de Tifón,
••
te conjurado: el extranjero, el bárbaro, el «otro» son los que ocu·
surgido de la Tierra priinigenia como una amenaza recurrente tras pan las fronteras y, a veces, simplemente zonas todavía incultas de
la victo1·ia sobre los titanes. L.a Tierra, instancia primordial, alum- un territo1·io por lo demás delimitado. En el seno de lo político,
bra este 1nonstruo de Tifón s'in perder su fecundidad cosmogónica. algo cercano a Zeus, Atent@o Apolo, la salvaje Madre de los dioses7
•• pulsos de violencia .
Desde este punto de vista nos interesa el destino literario de l'i-
fón. Es un rnonstruo, cuya derrota en un tipo de combate que abar-
su.r le dieu Pan, Ginebra, Bibliotheca Helvetica Rornana XVJJ, 1979, pp.
171-173.
7 El autor de estas líneas tiene en cut·so un libro sobre la Madre de los
•
dioses .
330/Philippe Borgeaud El n.istico/331
,. ••
••
Quinientos; mientras que l)ioniso en su huukoleíon («santuario Se encontraban agobiados y sopot1aban rnal el tener que abandonar ca-
del hoyeron) veJa por la ciudad de Atenas. sas y sanluarios que sie1npre habían sido suyos de padres a hijos desde los
En el libro 11 de su Historia de la guerra del Peloponeso, Tucídi- tie1npos de la antigua fonna de constitución política; tenían que ca1nhiar su
des traza un bosquejo histórico de la evolución de la ciudad en el modo de vida y cada uno debía abandonar algo que no era otra cosa que su
Atica, para explicar la con1noción que otiginó, en 431, el desplaza-
rniento de la población del campo a la ciudad_ de Atenas y al inte-
propia ciudad 10.
••
dades de relativa in1portancia (por eje1nplo Tórico o Maratón) exis- No es el uso de las casas y de la tierra que tanto csti1náis al enco111raros
tían desde hacía mucho. El fan1oso «sinecismon (synoikisn1ós), tipo privadas de ellas lo que define vuestro poder, tampoco es natural aíligirse
de reagrupan1iento cuya iniciativa se atribuye a Teseo en la tradi- por ello, conviene 1ncjor considerar todo eso -a la vista de vuestra poten-
ción 1nitológica, supone la existencia de una pluralidad de estable-
cin1ientos de carácter urbano. El reag1upa1niento fue prin1ero ad-
111inistrativo. La ciudad de Atenas, convertida en centro político y
con1e1-cial y, en ciertos aspectos, también religioso no reunía en su
cia- como el jardín o el lujo de un rico que uno dcsde11a11_
1 deciendo a ancestrales costumbres económicas y religiosas. La continuarán desde luego reivindicando su función ideológica, : !
1
·., 9
pérdida de autonon1ía no significaba la de los rasgos específicos. p:~ el c~n.~ros~- h.· a~la, ~n. ade~_.an~. ~~. ~1 otro si ti.º:..~r~-iµ_U.a~_;:la·-:y.-1tla '¡· ,~ ... . . . . .,
En el siglo 11 de nuestra era, Pausanias señala que, ade1nás de los i¿~:l5~!1ª-'. mer_cantil ·y~sofíst1ca;· 1_i:i1ºorie ,_nuev-~rs p1,0_1itj_~jJ_es al 1c1uda~-:.~
dioses y los héroes, todavía se conservaban en los de1nos tradicio- c\ano_:labradqr, el cual, desplazado físic-am-C~te por la guerra, en ) •
1
nes distintas de las reservadas a los visitantes de la Acrópoliss. Por d~re nuevo~·éntorno, puede sentirse ciertarnente desconce1iado.
ello Tucídides, al definir la situación existente en vísperas de la Collfi·ecuencia~este flecho aa~speCtos aeCoñfliCto generac-íü" •
guerra del Pcloponeso, precisa que «la n1ayoria (de los atenienses) r¿~I~con10, por ejemplo, el que opone el «razona1niento justo>> e «in- •
de época antigua y posterior hasta hoy han nacido y vivido, debido justo» en La nubes de Aristófanes. Cuando el n.ístico, un viejo, ina- •
a la costumbre, en los can1pos (en toís agroís)»9. Los «Campos» de- daptable, se halla en oposición a su hijo, discípulo de los sofistas (o
signan aquí todo el espacio que no es la ciudad de Atenas propia- de Sócrates considerado como tal). 1¿t~:t:'~!ófi_t;;_~_ae-1aagroi}!._icr,1 _QCla l •
mente dicha, lo que equivale a decir tanto los poblados como las al- 1\.l_SfiCidaa-~Rue_sta a-1_a_ ufOaniOad~ ·encuentra. en esta:situacion-·his;) e
deas, los demos como las tierras de labor, o sea todo el espacio de ~~a~el¡lug_~4~~yaO~p~r::.-:-c-nstalfZªF;' - - !
trabajo agrícola. El viejo Es_tref>síades, desesperado con la educación de su hijo, 9
Lá'.fCC'.hacclel~43:liseñaia.una.ruptura-fünaamcntallm:lacliistotiii'' se entrega a ~na elocuente anámnesis: •
<;leFJo¡im--ª·ginario:;an:tiguo~ Los atenienses lo comprobaron n1uy
pronto. C9~~~b·~_nOOno_·_aG:lQ~_c_arripos (momentáneo, es cierto,
pero lo suficienten1ente largo como para tener la i1npresión de la
1
¡Ay! ¡Ojalá haya pcrccido'de 1nala n1anera la casan1entera que hizo que
me casara con tu madre! Yo, que llevaba una vida tan agradable de campesi- ••
••
no, bien cngua1Tado, sin saber lo que era la escoba, turnba<lo a la ba1·tola,
que la situación se eternizaba), se,y~;m_OJ}lficiiº~-~~~:rc:!__a-una~per~_ep
con abejas, ovejas y 01ujo a rebosar y yo, un campesino, tuve que casarn1e
c~~tmµ-ii90?Varias con1edias de Aristófanes y algunas-cé-lebres
con la sobrina de Megacles, hijo de Mcgacles, con una señoritinga de ciu-
páginas de Tucídides lo n1uestran sin ambages: fue realn1ente un dad, una cursi, una'. «enccsircada .. *. El día de la boda, reclinado a la rnesa
traurr1atismo cuyo síntoma más espectacular lo constituye la peste
de 430:
10 Tucídides 2, ló, 2 [trad. esp. de P. Bádenas].
••
Tucídides 2, 62, 3 [trad. esp. de P. Bádcnas].
11
••
.•
R Pausanias l, 26, 6. * Juego de palabras sübre Césira, una ateniense, prototipo de altivez y
9 Tucídides 2, 16 .. l [trad. esp. de P. Bádenas]. coquetef"Ía.
~
•
•• '
•• 332/Philippe Borgeaud El n'istico/333
•·• , con ella, yo olía a vino nuevo, a cañizos de quesos, a lana, a abundancia y
ella a perfu1ne, azafrán, a lametones lascivos, a despilfarro, a gula ... 12.
nodriza, ad111inistradora, compañera de trabajo, guardiana, hija y
hermana» (Fr. 294).
~ ~apos-itión°: cam20Lciud!:i_fl_ªp-ª-r:e~_~sLt;_Qm_o_:J!IlJ!_in,y~11ción
••
En su enfrentamiento con las Nubes filosóficas, Estrepsíades _es del"·sig_lQy¡ 1 ~_-,-:-s:-u-rgida:·deJa parti~u-l~risi!TI;:t~_~i_t_1,_1_ació_n_creada po-;-Ja'
tachado evidentemente de 1ústico (ágroikos) desconcertado, torpe ~rra del pelopotie-áQ, Hasta ese ~~~cnto el ciudadano ateniense
y 1naleducado. Sólo se1ia el absurdo superviviente de otra época habitaba, po.r lo general, fuera de Atenas, en los demos, y sólo se i
•• que huele a rancio, si por otra parte no tuviera el; p1ivilegio de re-
presentar cie11os valores fundamentales: ·
traslada a la ciudad para asuntos econórnicos, politices o religio-
sos. La vida del ateniense estaba vinculada al trabajo de la tierra. En 1
la ciudad coincidía, es cierto, con artesanos y_comerciantes, pero f
l
••
Por lo que es tener un aln1a cu11ida y ser de un escrupuloso que no pega este tipo de econon1ía dese1npeñaba para él una función n"lcnor. J
ojo, y con un estórnago frugal y hecho a las privaciones, que sólo cena hier-
Así es con10, en el plano arqueológico, e1r1pieza a entreverse una
bajos, en confianza. no te preocupes, por todo eso podría hacer de yun-
evolución del hábitat. Hasta finales dcEiglov-a:C;-;rlas casas lujosasl"'
••
que 13 .
..s:_le_v!'n~ap·en-el C¡¡mpo,.es decir en un ámbito donde lo privado, el
Conviene recordar, con la tradición griega, qu~.~~-l!-º-~~guerra-19:.,. individuo puede hacer ostentación de su riqueza y originalidad.
Cuan do-nos-aproximamos-:_a1--centro _pol ítico::-reHgioso_, _e_s:_dec i i:. J~,
••
queh-ay en elorigenae 1a-toma·aecoñclenc-iatle la ·9posición· ~ntre
e.J-~~ti<;-O_y et· CiUClaclano, o-p-osicion·que a-caOara-pOr-ser-puraiñen-tC c i_t}:clad, _!-ª~-casas privadas. se_\.iUelven __ más _sencillas,--:-pó1- ~relación_ a·
~Ven_f:i0n31. Habría que hacer aquí referencia a la historia ante- los~ e<:ljffcfos publicos, .. aaministi'alivas~o"'.Yeligioso~;. Esta se_n_cil_k?
•• 12
13
Aristófanes, Las nubes, pp. 41-42 (trad. P. Bádenas-1
Aristófancs, Las nubes, pp. 420 ss. [trad. P. Bádena~] .
14 Teognis 1, 53-57. En Píndaro tan1bién «la tierra agrícola (sólo se .con-
xioll, 9 ( 1988), p. 60: «Se puede plantear la hipótesis de una correlación en·
t~·e los sentidos y los valores de la palabra ágroikos y las fonnas con10 se ha
percibido y contc111plado la cuestión <le las relaciones entre el campo v !a
••
ciudad desde mediados del siglo val 111 a.C.» .
ten~pla) en tanto que propiedad de una. clase aiistocrática y fuente de rique-
16 Fabrizio Pesando en Oikos e ktesis, Pe rusa, Oasar, 1987, págl·
zas, no en tanto que objeto de trabajo» (Nathalie Vanbre1neersch, «Tcrre et nas 20-25 .
travail agricole chez Pindare» Quaderni di Storia 25 (1987), p. 85 .. \ * Cfr. Menandro, Co111edias por P. Bá<lenas, rvtadrid, 1986 .
_.•
••
..•
334/Philippe Borgeaud
discrección adecuada a las sutilidades de la política. Tan1bién se le das de origen bucólico, por Frani;ois Frontisi, .. Artérnis bucolique», Revue
••
risa: ni reir en vano, es decir a cada n1(_)n1ento, ni la risa chocante
del can1pesino en la con1edia antigua2J. ¡Salve paseantes, quienquiera. que seáis, he1nbra o n1acho, ho111-
L.-:a. risa, a1 quedar, como aquí, definida en su doble relación con bres u n1ujeres, muchachos y 1nuchachas! Este lugar es un santuario
la agroikia y con una educación de la violencia, p~ ede proceder de
0
•• tación de la guerra. Risa inquietante, en este señor del pánico, que árboles, las tablas votivas, las estatuas y las 1núltiples ofrendas. Las
revela la conjunción del sexo con el n1icdo, en un contexto en el ninfas hicieron que Pantalces, lln lzo111hre de bien, descubriera este
lugar y velara por él. El fue quien plantó los árboles y quien se esfor-
que lo hun1ano se confunde con lo ani111al. El paisaje donde estalla
••
Apolo, hijo de aquél y Hennes le dieron la salud para toda su noble
sigo al pastor que se funde con la in1agen del espacio pre~político,
en una Arcadia concedida co1no umbral del espacio civilizado24 . vida; Pan le dio la risa, el buen htonor y una justa Jr)'bris; Quirón le
concedió ser prudente y buen cantor.
Un cjerr1plo, entre tantos otros, en que puede observarse la difu-
•• sión a partir del siglo v, es la gruta de Farsa lo. A hora y media de ca-
111ino de la ciudad, en dirección oeste, la entrada de la cueva se
abre a unos nietros de la base de una pared rocosa, hacia la citna de
Pero ahora, aco111pañados de la buena fortuna, penetrad en el
santuario, haced sacrificios a Pan, haced vuestras plegarias, ale-
gráos: aquí hallaréis pausa para todos.los niales, obtendréis en suer-
•• una colina. Durante los prirneros decenios del siglo v, un tal Pantal-
ces habilitó la gruta y el espacio aledaño, tallando unos escalones
te bienes_,; el fin de la guerra26 .
La risa (gélós), el buen humor (eu.phros) 11e) y la violencia donii-
1
nada por la justicia (h)ibris díkaia) fueron los dones que el dios ca-
•• vuelta a una situación. Podiia traducirse con10 «sentido del hun1or» si se re-
conoce el aspecto pe1iormativo que irnplica en ella el dominio de la nzetis,
analizado por M. Oetienne y J. P. Vcrnant, op. cit., n. 7.
hybris).
_ · Sabemo~ que J;f':S'()'C'ieclan:g<iega.~a:partir;:-de:finales~del:siglQ:~
a.C~ITC1onaJiac1a_u_na~negac10n-polírica_dei:rústiC'<Y: Aristóte-
•• .
23
Así es ~0111~ Alistót~les, en la Etica a Nicóniaco ( l l 28a) da el testimo-
nio de una h1stona de la nsa, de la comedia antigua a la nueva. Para las 1·ela-
ciones entre urbanidad, rusticidad, risa equilibrada y el ridículo de la feal-
les27 llegará incluso a desear que se aparte al carnpesino de la ciu-
25 Conforme al conjunto tradicional heredado del n1odelo ateniense.
..!
•
.:i.:io¡rn111pp orgcauc.J
!
1 LOS AUTORES
..
,•
••
••
de la Arcadia prin1itiva, la de Jos con1edores de. bellotas rnás viejos
que la luna, se desarro11a precisamente con el progreso de la urba-
nización. Al tién1po que el campesinado, bajo su aspecto más técni-
co, entra en· la literatura2s. Por lo que se refiere a los terrenos pan-
tanosos, a las laderas de los n1ontes, a las zonas boscosas y salvajes
o, poi- el contrario, a las áridas y secas, donde se practica la cria de ••
••
cabras, la caza, la pesca, ·la recogida de carbón o la vigilancia efébi-
ca de las fronteras, siguen siendo objeto.de un discurso mítico, in-
cluso cuando su situación haya carnbiado desde hace tiernpo: no se
trata ya de khór-ai ere1noi, de desiertos, de tierras de nadie, sino que
se encuentran siernpre integrados en un conjunto de prácticas ri-
tuales «que perpetúan la memoria del proceso de constitución de ••
la unidad territorial y política de las ciudades»29.
PH1L1PPE BoRGEAUD ha escrito Recherches sur le diet1 Pan (P3:rís. 1979), La
ntén1oire de religions (Labor et Fides, 1988). ••
CrusEPPE CAMBIANO (Tulin, 1941), es profesor de Hist~ria de la Filosof~a en la
Universidad de Turin. Ha publicado Platone e le tec11iq1~e (Turín, 1971 ), La ••
filosofia in Grecia e a Ronia (Bari, 1987) e /1 sapere degli anticlti (Ba1·i,
1988).
••
••
Luc1ANO CANFORA (Bari, 1942), es pr.ofesor de Filología Clásica en la Universi-
dad de Bari y director de la revista Ouaderni di Storia. l-la public.ado Totalitil
e selezione nella storiografia classica (Bari, 1972); Teorie e Tecnrca della sto-
riografia classica (Bari, 1974); La biblioteca sco111parsa (Palermo, 1987); L~
vie del classiclsn10 (Ba1;, 1989) y Storia de_fla letteratura greca (Ban,
1990). ,. ••
YvoN GARLAN (1933) in1parte clases eil la Universidad de J-laute-·Bretagne ._,..
(Rennes). Ha P'11blicado: Gli schiavi t1ella Grecia antica (~ilán, 1,984); G'.1e·
rra e societil nel.1nondo antico (Bolonia, 1985); Cu.erre et econon11e en Crece
••
ancienne ( 1989).
••
d,.,., 1988, p. 3 l. 1989 al 1990. Ha publicado La Grecia delle origini (Bolonia, 1983). [Hay cd.
cast., T...a Grecia arcana, Madrid, .1988 4 .] ,l
•~
339
'
L
•• .
•• 340/Los auto1·es
•• Francc. Destacan, entre sus obras, Mito e tragedia nell'an,(ica Grecia (con P .
Vidal·Naquel, Tudn, 1977); Mito e pensiero presso i grcci (ibid., 1978); Mifu <:
societli ne!!' antica Grecia (ibiJ., J 981 ); le asluzie dell'i11te'ligenza ne!l'a nticll
••
la Grecia antigua, Madrid, 19872.]
••
••
••
••
••
••
••
•