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Resumen
En este sentido, en el presente trabajo primero ensayo una crítica al marco curricular
de filosofía actual poniendo énfasis en la incoherencia existente entre el discurso valórico
sobre la importancia de la filosofía y la presencia limitada de esta disciplina en la
educación de los jóvenes. En segundo lugar, pretendo explicitar el rol y sentido de la
filosofía en la formación de los jóvenes, esto a partir un análisis de los rasgos ideológicos
curriculares que se tejen en el Curriculum. Finalmente, a partir de esta indagación y
explicitación sustento dicho rol y sentido desde mi experiencia y la de muchos jóvenes que
han sido encuestados para este propósito.2 Además, en este punto pongo énfasis sobre el rol
del profesor en el desarrollo de la constitución del pensamiento crítico y autónomo de los
estudiantes.
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Desde aquí en adelante se entenderá el Curriculum como el Marco Curricular de Filosofía
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Me refiero a las encuestas realizadas a jóvenes egresados de la enseñanza media, sobre el “Sentido y lugar
de la filosofía en la formación del educando”, por María Paz Acuña y David Olarte.
tomar en cuenta las posiciones de varios colectivos y personas […]” (Longón, 2006, 90),
como también acoge varias visiones ideológicas curriculares.
Con todo, es cierto que en el discurso del Curriculum aparece como fundamental el
rol de la filosofía en el desarrollo del aprendizaje de los jóvenes. Pues,
Dejando claro estos cuestionamientos, quiero afirmar que estoy de acuerdo con el
planteamiento del Curriculum sobre la indispensabilidad de la filosofía; sin embargo,
discrepo con el tiempo limitado que ocupa en la agenda educativa de nuestro país. Pues, si
la filosofía es fundamental para el desarrollo de un aprendizaje reflexivo e integrador del
conjunto de sus experiencias intelectuales y personales debería ser un proceso continuo en
el desarrollo del aprendizaje de toda la formación media. Desarrollar la capacidad de juicio
autónomo es un proceso largo en el cual la filosofía tiene mucho que aportar. En pocas
palabras, debería darse a la filosofía el lugar que le corresponde en la enseñanza media.
Precisamente, porque una educación filosófica trata de formar personas libres, críticas,
creativas, solidarias, pero sobre todo trata de contribuir en la constitución de sujetos
autónomos (cf. Longón, 2006, 103).
Entonces, en el discurso del Curriculum hay tres rasgos ideológicos curriculares que
operan de modo preponderante. El primer rasgo curricular es la Ideología Académica
Erudita. La influencia de esta ideología se evidencia en que el curriculum plantea que el
conocimiento otorga la capacidad de entender a través de un pensar reflexivo, como cultivo
de una actitud crítica, privilegiando así en la experiencia de los alumnos “el análisis de los
conceptos, el diálogo y la controversia entre distintos tipos de principios y fundamentos de
nuestros conocimientos” (Currículum 2005, p. 15).
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Estas ideologías están planteadas desde la perspectiva que presenta Schiro (2008) en su obra: Curriculum
Theory: Conflicting Visions and Enduring Concerns, California: SAGE Publications. Aquí, presenta el analisis
exaustivo de cuatro idiologías curriculares, a saber, Ideología Académica Erudita, Ideología Centrada en el
Estudiante, Ideología de Reconstrucción Social e Ideología de la Eficiencia Social.
respecto, considero que es necesario no abolir de modo arbitrario la densidad histórica del
pensamiento filosófico, pues para aprender a filosofar es fundamental una base sólida que
radica en aprender filosofía. Así, el ejercicio filosófico sobre la base de esta densidad del
pensamiento filosófico debe dar sentido al joven en la construcción de un juicio autónomo
sobre su entorno. Pues filosofar para el alumno debe constituir un proceso de ruptura con el
relativismo del mundo en que se sitúa, como también guiarlo al reconocimiento de verdades
comunes a todos, esto en diálogo con sus pares.
La importancia que reviste esta dimensión ética para el desarrollo integral de los
estudiantes y la convivencia social termina siendo el eje articulador de la propuesta del
Currículum de filosofía. Así, el énfasis en la experiencia moral, lleva el supuesto de que
“no existe el buen individuo, la buena educación, la verdad o el conocimiento sin una
concepción sobre la naturaleza de la buena sociedad” (Schiro, 2008, 6). En otras palabras,
esta visión pone de manifiesto la crisis de una sociedad posmoderna inmersa en la
relativización, donde la construcción de identidad y búsqueda de principios y valores de los
estudiantes tropieza con la sacralización de opiniones y la incapacidad de abstracción
subjetiva en el aula y en su entorno social. ¿Será que el sentido de la filosofía, planteado
desde la perspectiva del Curriculum, radica en ser un instrumento de reconstrucción social?
Sostengo que no basta con que el enfoque curricular de filosofía sea una
herramienta de restauración para una sociedad en crisis, que su objetivo se reduzca a
brindar una educación con valores sociales, considerados deseables. Sino más bien, la
filosofía cobra sentido cuando encausa a los jóvenes a romper con la relativización, de
suerte que pueda desacralizar opiniones y salir de sí para encontrarse con los otros y
embarcarse en la construcción de su identidad y un pensamiento crítico, autónomo.
“[…] enseñar a pensar y ser más cultos, pues la filosofía te abre una cultura
nueva, se aprende a buscar la verdad de las cosas, a cuestionarse más la vida
y te enseña a ser más persona. Ayuda tener un pensamiento más crítico […]
interiorizando el pensamientos filosófico a través de los textos” (Briones p.
2016).
Es más, el rol del docente no solo será suscitar el deseo de aprender y abrir el
apetito cognoscitivo de los alumnos, sino sobre todo ayudar a sentir, valorar, criticar,
reflexionar y pensar por sí mismos; tal como afirma otra estudiante “pensar más cosas,
reflexionar más, sentirse más, no dejarse llevar solo con un pensamiento, sino seguir y
seguir pensando […], para comprender más de las cosas” (Vera, 2016). Esto a través de
distintos contenidos filosóficos y el acto mismo de filosofar.
Conclusión
Referencias bibliográficas
Madrid, A., (2006). Las capacidades transversales: Nota sobre poder, educación y
emancipación. En Revista UMCE Archivos N°1/2006.