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Kollasuyo:
Historia indígena
de la República de Bolivia
Schulz-Kirchner Verlag
Idstein 1993
-i–
Sumario
Introducción general
En todo ésto la Bolivia actual ha participado sólo por corto tiempo. La política
española colonial de protección al indio surtió en la Bolivia posterior menos
efecto que en el Perú. El sistema estatal boliviano se mantuvo más débil que el
peruano y aún más dependiente de la fuerza de trabajo indígena. Esto hizo que
su posición de inferioridad en medio de la mayoría india, dependiera
fundamentalmente más de la violencia, de lo que se había dado en el Perú. En
el lado boliviano no se dio la indianización de los terratenientes como en el
Puno peruano. De este modo, en la ”época del imperialismo”, sobre todo
entre 1880 y 1910, la teoría del darwinismo social sobre la “supervivencia de la
cultura dominante” ganó cada vez más adeptos entre las élites criollas. Mariano
Baptista, presidente de Bolivia entre 1892 y 1896 fue quien la introdujo: “Los
indios son criaturas inferiores y su eliminación no es un delito, sino selección
natural”. Tal concepción dejó la correspondiente herencia ideológica. Como
reacción a todo esto el “nacionalismo” indígena que empezaba a articularse en
Bolivia se torna más etnocéntrico y exclusivista. Pues aquí falta una tradición
“quijotesca” de la lucha precursora hispanoamericana por los intereses
indígenas, tal como es propio del indigenismo del Perú. Los bolivianos apenas sí
se sacrificaron por los indios, no como lo hicieran algunos peruanos. Los pocos
escritores pro-indios fueron objeto de burlas, como escribe Francovich.
Finalmente, como en el Perú, la ética social india le era ajena a la política
económica oficial (basada en la pretensión universal del Homo ökonomicus). La
apropiación más allá de las necesidades inmediatas era considerada por ésta
como ajena” (Osborne).
Esto último no es nada nuevo. Lo que durante mucho tiempo se ignoró es que
para los indios la tierra no era simplemente un medio de producción, sino más
bien el espacio sagrado, que vinculaba a la comunidad con sus ancestros. A fin
de cuentas se trataba de la utilización otra vez de arquetipos pre-coloniales –
vigentes desde la conquista, por ejemplo, antes de 1639A, mediante la auto-
identificación con “los moribundos de la Inquisición”, con el Cristo doliente.
Este tipo de análisis lo deja el autor a aquellos que les corresponda. Su objetivo
carece de semejantes ambiciones, también de la de operar con ”modelos” (que
ahorren trabajo), cuya cuestionabilidad precisamente para los movimientos
indígenas de Bolivia es resaltada por ejemplo por Silvia Rivera: “Las tipologías….
en el estudio de los movimientos campesinos en Latinoamérica fueron muy
desafortunadas …. intentos nominales, un aglutinamiento de predicados, los
cuales desvirtúan el significado de estos movimientos en el contexto de su
época. La separación de los “arcaísmos pre-políticos” de lo mesiánico…. y las
luchas revolucionarias campesinas modernas por la tierra surgen de la doctrina
extranjera artificial”. Para los “interesados esta diferenciación es ajena”.E Aún
cuando las ideologías – tal como afirma Daniele Demelas (Orleans) al respecto –
simplemente sirvan para la justificación de las prácticas existentes, recién así el
material relativo al indigenismo e indianismo, aquí incluido como histórico, se
convertiría en objeto de un análisis politológico (y en suma de ciencias
sociales), si éste se lo eleva a categoría científica. Una meta del presente
trabajo es hacerlo accesible – así como lo percibieron y perciben los actores en
su medio. Para no obviar como se percibe la indianidad en Bolivia misma, no se
podía mantener el pathos como tabú, (que pese a los modelos anglosajones no
llegó a tener vigencia), pues incluso después de que Marx y Freud hubieran
desviado el interés convencional de lo dicho hacia “la fuerza motriz de la
palabra”, el “análisis” del discurso sólo sería posible a través de un “rodeo“ a
su contenido exacto.
Por otro lado, para comprender algo de lo poco que se suele escribir en la
historia y política bolivianas, se debía presumir por así decirlo, lo que constituía
su núcleo convencional. Por ejemplo, esto tiene validez también para casos
aislados del desarrollo agrario después de la revolución boliviana de 1952 con
sus diferencias regionales: Por un lado, existe sobre ellos una considerable
literatura. Por el otro, -precisamente después de 1952 instancias oficiales
dejaron de utilizar el término “indios” para reemplazarlo por “campesinos”- los
ideólogos (desde el Manifiesto Indígena de “Julián Apaza Katari de 1960)
elevaron lo “indio” a la categoría de credo. Este aspecto debe ser considerado
de forma especial, no sin embargo el que se refiere a los indios de las minas de
plata y estaño, puesto que ni el discurso del indigenismo ni del indianismo los
toma en cuenta. Mi trabajo, que rige para los primeros, tuvo que excluirlos.
Análogamente tampoco pudieron ser tomados en cuenta por la reforma agraria
los guaraníes-chiriguanos y los indios del Amazonas del este boliviano (a pesar
de que éstos últimos están en mayor peligro de desaparición), más que todo
debido a los límites de competencia del autor. En tanto indigenismo e
indianismo valgan como conceptualizaciones de “indianidad”, aquí se trata de
indianidad -sin que aquí se hiciera en sentido más amplio una separación
sistemática entre quechuas y aymaras, se hace una diferenciación descriptiva
entre etnias. Este libro es valedero sobre todo para la mistificación política de la
institución ayllu agrario-comunal andina de la época incaica y pre-incaica –
como articulación de los movimientos indígenas renovadores de los Andes de
Bolivia.
Fueron las tres conferencias del Dr. Ramiro Condarco Morales, Catedrático de
la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz (organizadas por el suscrito en la
Universidad de Heidelberg en 1983), las que por primera vez ofrecieron al
menos una visión general histórica sucinta del indigenismo boliviano – y de esta
manera, una guía para el trabajo de investigación competente respecto a las
fuentes principales. Sin él, el presente libro hubiese requerido de más años.
El acceso a informaciones en diferentes partes de Bolivia fue financiado en
1985, 1986 y 1989 por la Deutsche Forschungsgemeinschaft. Por ello, el autor
le expresa al DFG el sincero agradecimiento. Una invitación de la Universidad
Mayor de San Andrés de La Paz en 1986 generó en ese tiempo muchas
expectativa.
*
En su caso, se utilizan predominantemente los conceptos de „ayllu“ y „comunidad“ (desde el Siglo 19)
como sinónimos. La manera de escribir los nombres quechuas y aymaras no ha sido uniformado
eficientemente, lo que también rige en las citas presentes en este libro. Debido a que en alemán (así
como en el Caribe), “criollo” tiene otro significado al que tiene en los países andinos, se ha utilizado
para ello “hispanoamericano”.
Sinchi, Amauta del Partido Indio de Bolivia, Sr. Diputado a.D. Constantino Lima
Chávez; Sr. Lic. Roberto Choque, de la Universidad de Cochabamba y de San
Andrés; Sr. Germán Chuquiwanka, Movimiento Universitario Julián Apaza; Sr.
Alberto Crespo, Director de la Biblioteca Central Universitaria y el Sr. Luis
Verástegui, Director de la Colección Bolivia de la Biblioteca Central de la
Universidad de La Paz; Sr. Coronel Carlos Estrada, 1985 Jefe de la 7ma. División
del Comando General; Sra. Dr. Teresa Gisbert; Sr. Dr. Teodosio Imaña Castro,
Embajador de Bolivia en Praga; Sr. Víctor Machaca, Subjefe Amauta del “Frente
Amauta del Tahuantinsuyo”; Sr. Sebastián Mamani, Candidato del Partido Indio
de Bolivia para la Vicepresidencia de Bolivia; Sr. Mario Cañipa Mancilla,
Subsecretario de Informaciones; Sr. Dr. Gunnar Mendoza, Director del Archivo
Nacional de Sucre; Sr. Hamilton Montero, 1985 Director Administrativo del
Parlamento de Bolivia; Sr. Abogado Hugo Lanza Ordoñez, ex Secretario Privado
del Presidente Villarroel; Sr. Dr. Jorge Alejandro Ovando Sanz, Director del
Instituto de Ciencias Económicas de la Universidad Mayor de San Andrés, Sr.
Wilson Mendieta Pacheco,, Jefe de Redacción del periódico “El Siglo”, Potosí;
Sra. Alfonsina Paredes; Dr. Fausto Reinaga; Sr. Ramiro Reynaga Burgoa; Sr.
Abogado Ramos Zambrano, Pro-Rector de la Universidad de Puno; Sr. Hugo
Ruíz, Director del Instituto de Etnología, La Paz; Sr. Luciano Tapia Quispe,
Diputado del Movimiento Indio Tupac Katari; Sr. Redactor Angel Torres Sejas;
Sr. Juan de Dios Yapita, Instituto de Lengua y Cultura Aymara; Sr. Coronel Pedro
Zurita Vallejos, ex Agregado Militar boliviano en Lima y sobre todo al Sr. Alfonso
Seligmann, Encargado de Cultura de la Embajada Alemana en La Paz.
“ahí, sin las … cargas sobre sus espaldas, se concentrarían en su derrota y de esa
manera crecería su odio hacia los blancos – excluidos de la sociedad de riqueza, que
habrían creado con su trabajo”.
Y esto aunque al mismo tiempo se temía, que “un cataclismo político los sacaría
[a los nativos] de su embrutecida apatía, sacudiría sus cadenas con una terrible
convulsión….. Su triunfo sería tan funesto para América como lo fue para
Europa la invasión de los bárbaros nórdicos: Nuestros indios exterminarían
totalmente, en caso de triunfar, a las demás clases sociales. Sólo así podrían
lograr……su venganza.” Precisamente para prevenir tal destructivo “comunismo
político”, Belzu formuló ”un comunismo de la justicia” al estilo de la “teología
de la liberación”, colocándose entre las clases antagónicas. Por esta razón Belzu
fue acusado de socialista, de subvertor contra la propiedad, mientras el insistía
en la prioridad de los intereses de la mayoría.G
Entre 1825 y 1945 se promulgaron en total 174 leyes referentes a los indios –
sin que se las hubiese aplicado permanentemente. La legislación proteccionista
del gobierno central se enfrentaba en la práctica a brutales abusos de parte de
intereses locales concretos. Se alternaba una protección bien intencionada por
un lado, con el pánico a las sublevaciones indias por el otro. Estas eran
consideradas como la acechante fuerza anacrónica destructiva de la América
bárbara, una parte del espacio natural salvaje, reduciéndolas a una dimensión
ahistórica. El espacio boliviano adquirió una nueva denominación, un nombre
español, como si anteriormente no hubiese estado poblado. Los habitantes pre-
hispánicos no fueron incorporados al ejército de la República sino hasta 1930.
Así, en contra de su población, se impuso el modelo parisino de la República
Bolivia, la nación: Tanto la legislación como la política cultural fueron ajenas a la
mayoría indígena de la población, incluso en lo relativo al tiempoH - durante
medio siglo, aislada por una desconfianza traumatizante.
En 1864 un tal Juan Vicente Dorado aseveraba que los indios escaparían de la
única civilización, la cristiana:
Así se negaba, que en Bolivia el nativo padeciera: Si sólo necesita saber leer y
escribir [en español], para poder ejercer los derechos políticos. “Puede vivir y
ennoblecerse con los mismos medios que las otras clases”.I
Si bien Casimiro Corrales pudo afirmar en 1874, que la situación de los indios
desde el tiempo de la colonia no había mejorado, que era peor que la de los
esclavos africanos, que cada intento de liberación era criminalizado, así
también hubieron actos aislados de la Corte Suprema de Justicia a favor de
ellos. Por la movilidad social de ese entonces algunos pocos indios pudieron
encumbrarse en las élites bolivianas: Los matrimonios “entre las razas” eran
de larga data (a pesar del orgullo de Gabriel René Moreno, de que “en sus
venas no corría ni una gota de sangre americana”). No se trataba de un racismo
sistemático al estilo anglosajón. Y esto aunque durante las décadas clericales de
1880 a 1899 en Bolivia la cúpula católica repudiara la rica herencia colonial del
arte eclesiástico indio favoreciendo a las insípidas imágenes europeas. En ese
entonces el representante de un ayllu se quejó en 1893 vanamente en una
carta al Presidente Baptista, quien según él
“tiene la obligación ineludible de oír a las razas autóctonas para proteger sus
derechos y libertades. Yo y los de mi raza esperamos justicia, justicia, nada más que
ese infeliz, que parece apenas poder expresar sus pensamientos, es igual ante la ley
que un ministro de Estado. La igualdad ante la ley es ahora una quimera”.
Los juicios de valor del propio Ignacio Bustillo, quien en 1930, llegando más allá
que Franz Tamayo e incluso sobrepasando el indigenalismo alcanzó posiciones
indianistas actuales, ilustran el cambio que se produce de 1926 a 1931 en la
imagen india que poseían los intelectuales bolivianos: ”No enseñemos adorar
Jesús ni a admirar a Alejando Magno o Napoleón, sino más bien a Manco
Kapac: Si el no fue un dios, fue digno de serlo – Tupac Yupanqui*, fundador de
la civilización, que hasta hoy pervive”. No sin citar a Pufendorf†, la legislación
incaica se considera aquí más sabia que la de los legisladores de la antigüedad.
“no vale ni la ley ni el derecho. Es un animal de carga, para el que a veces no existe
compasión. Es una humillación de la humanidad. Se lo convirtió en una nada, en lo que
se refiere a la comprensión social, lo que en la evolución natural les concede a los
hombres su dignidad”.
latiría el corazón de Bolivia con más júbilo por la vuelta* …. de la raza noble de
Tiahuanaco [fundadores] …. Los voceros parlamentarios, dueños de los bienes, las
damas en los congresos académicos con temáticas indígenas… deberían tener mejor
corazón y tratar a los indios que los rodean mejor que a ganado ….”:
Que los “poetas deberían hacer un poema de la vida de los indios y hacer
realizad algo a favor de ellos” – con referencia al modelo mexicano. Al respecto
ya un año antes de la publicación de “Tormenta en los Andes”† del peruano Luis
Valcárcel se recordaba las trompetas bíblicas de Jericó:
*
En el original “vuelta”
†
Tomo I, Pág. 152, 161
tiene el poder de sofocar este heroico estruendo? Se acerca el renacimiento de
la estirpe.Q
Cuatro días más tarde el mismo periódico liberal advertía de caer en tal
desarrollo que sacaría a los indios de sus esferas de trabajo – al mismo tiempo
sin embargo también en tono de advertencia, se refería a que en Rusia “la
ignorancia de los campesinos la había sometido a la voluntad de los sacerdotes,
llevándola al borde del abismo, en el que [por la Revolución Rusa] se hunde
todo orden social.” En ese entonces quedó el consuelo, “de que nuestro pueblo
se hallaba todavía muy lejos de ese abismo”.
Todavía en 1927 surgió la queja resignada de la izquierda, “el indio sin energía
es arrastrado con impotente sometimiento a la esclavitud por … parásitos,
mimetizados de corderos.” Pero ese mismo año estalló en Bolivia la revuelta
india más grande del Siglo 20. Al respecto se manifestó incluso el sector
marxista:
“El indio, manso, bueno y feliz bajo la autoridad paterna de los incas, se transformó
casi en una bestia caníbal gracias a la brutal explotación política de los blancos”
Precisamente esto último fue la intención de Elizardo Pérez con su normal rural
neo-incaica de Warisata, que fue hostilizada por los intereses de los
hacendados, así como apenas en menor medida por los de los civilizadores
marxistas de nativos (“las escuelas les quitan a los indios la costumbre de
trabajar, la resignación y la virtud…”). Sus objetivos de restauración de la
cultura incaica mediante reformas a la enseñanza fueron los únicos y no
encontraron imitadores: “Los colegios hacen perezosos a los indios”. Por temor
a los hacendados vecinos, a ”que a los alumnos se les corte la lengua y los
dedos”, en algunos lugares incluso las autoridades indias de las comunidades
contribuyeron a la destrucción de la escuela. Por otro lado, después de 1927
intelectuales urbanos por su motivación indigenista y no pocos también por su
orientación marxista coadyuvaron a que las exigencias indias agrarias de
emancipación tuvieran eficacia – mediante apoyo organizativo. Por su parte los
voceros aymaras asumieron las demandas de la Federación de Estudiantes de
Bolivia por la educación para los indígenas rurales (entre otros Santos Marka
T’ula dirigió su petición al gobierno): El abismo entre los intelectuales críticos al
sistema y los indios rurales disminuyó desde la experiencia de la guerra de 1932
a 1935. Las vivencias en el frente y las novelas de guerra naturalistas hicieron
patentes para los intelectuales bolivianos las cargas sociales que recaían sobre
la mayoría indígenaS.
*
Un Boliviano = 0,02 de dólar de ese entonces
de propiedad absolutos sobre su tierra, de manera que se sientan unidos a
blancos y mestizos”, conformando una nación homogéneaT.
Las represalias contra las escuelas indias se sucedieron entre 1940 y 1943 –
mientras una voz católica veía en la indianidad “todo un Potosí ignorado*, lleno
de amor franciscano por la “Hermana Llama”, ….la decepción por la falta de fe
en el progreso, la ilustración y el positivismo, surgió de la crisis de los valores
europeos debido a la catástrofe de la guerra mundial – y luego de la crisis por la
catástrofe de la guerra en Bolivia de 1932 a 1935, legitimada por la oligarquía.
El libro de Oswald Spenglers “Decadencia del Occidente” parece augurar el
surgimiento de la América andina. Incluso una autoridad austriaca, el Conde
Keyserling, manifestó en 1929 en La Paz “con sentido profundo”, que Bolivia,
“País de los indios petrificados”, era “probablemente la más antigua parte de la
humanidad. Y no existe ningún mejor augurio para el futuro que un pasado muy
lejano- porque no existe final en el tiempo”. El retorno místico y por lo tanto
también eterno de los indios comenzó a ganar respetabilidad a nivel intelectual,
luego de que el desprecio a lo indio hubiese estado asociado con la
dependencia de modelos europeos. Ahora tenía que resurgir de la fuerza vital
de la tierra andina una era cultural indoamericana, bajo la protección mágica de
las montañas, por el milagro vital de la tierra, de su fuerza elemental
metafísica, bajo la protección de poderes telúricos: La nación boliviana, que
por todas las guerras había perdido cuantiosos territorios, parecía no tenía más
esperanzas en la razón, y buscaba consuelo en lo irracional y lo elemental
primitivo. Este telurismo operaba con la fuerza vital india, no con la
emancipación y el derecho a la autodeterminación de los indios, aunque el
telurista Roberto Prudencio manifestaba: “El indio…. arranca a las montañas
sus secretos”; así la bolivianidad tenía que “obtener un nuevo sentido del
paisaje.U” La Segunda Guerra Mundial puso fin a la vitalidad de su sangre – y de
la tierra.
*
En el original „todo un Potosí ignorado
A pesar de que el telurismo en general sólo fue una fase pasajera de la filosofía
cultural y de la literatura bolivianas y a fin de cuentas debía legitimar una
nación homogénea, Bolivia, precisamente los indianistas de hoy se apropiaron
de esta corriente como ideología y mito – como lo hicieran antes los enemigos
nacionalistas revolucionarios del sistema entre 1940 y 1946. Estos
compartieron el gobierno de Villarroel, bajo el cual una “fracción” nacionalista
revolucionaria (Bolindia) planteó una petición, “Bolivia… tiene que ser india….
El indio conforma la mayoría de Bolivia”. Y por primera vez desde 1855 (desde
Belzu) el gobierno se plegó a la causa indígena – sin mantener no obstante el
control ni sobre los indios, ni tampoco sobre los órganos estatales locales:
Cuando un cacique aymara respondió a la policía, que él perseguía la liberación
de la madre tierra y que el matarlo, no sería ningún pecado. Podrían matar su
cuerpo, pero su alma (ajayu) no moriría; la madre tierra y el espíritu masculino
de las montañas lo protegerían: Este movimiento indio se mantuvo como
sucesor del movimiento de Marka T’ula en un marco de legalidad. Los horrores
de la barbarie de parte de los nativos serían “sólo” un medio para la
contrarrevolución, observó un contemporáneo, y sirvieron para la alianza de
capitalistas y comunistas, que en 1946 culminaron con el asesinato del
presidente de Estado Villarroel, quien convocará al primer congreso indio. “Las
canciones terminaron con lamentos de agonía. Las mujeres campesinas ya no
bailan, vírgenes [incas] del sol… Estas razas, sucumben…, los quechuas, los
aymaras”, lamentaba líricamente un mes más tarde “El crepúsculo de la raza”.
El presidente Villarroel fue considerado como el soberano libertador, como
Inkarri*. A los indios que se rebelaron después de su asesinato se les atribuía
querer restaurar tanto el imperio incaico como pretenderV llevar a Villarroel
nuevamente al poder, en el sentido de la tradición andina de la reciprocidad
entre Estado y colectividad india.
Al contrario en los círculos del sistema las sublevaciones de los indios fueron
tildadas como “obras satánicas” de agitadores ajenos a ellos. Y mientras exista
“el temor a Dios, habrá respeto a la autoridad”, postulaba un representante
*
Tomo I, Pág. 7
competente de esos intereses. Un hacendado le atribuyó la culpa en 1947 a la
“traición a la Patria” de 1899, cuando los bolivianos habían movilizado a los
indios (cuya no bolivianidad se seguía presumiendo) contra otros bolivianos.
De esta manera la organización de los dueños de las minas de estaño convocó
a impedir, que los campesinos indios determinaran el poder legislativo: a éste
debería pertener sólo “gente calificada”….W Y justamente para imponerse, se
declaró nulo el triunfo electoral de la Revolución nacionalista de 1952.
En las vísperas de la lucha independista –en realidad criolla- los conceptos de una
restauración incaica no estaban limitados solamente a lo indígena: Como una
alternativa al dominio extranjero ejercido desde Madrid se dio momentáneamente
una aproximación entre los criollos (es decir hispanoamericanos) y las élites indias.
Incluso a los santos coloniales como Santa Rosa de Lima se les atribuye el anuncio: “El
poder tiene que volver a manos de los indios”2. Aparentemente, se habría esperado “a
que el inca retornara en cualquier momento”3 –doscientos años luego de extinguirse
los restos del estado incaico en el año de 1571. La restauración del imperio inca debía
ofrecer un principio de identidad contra España –y no sólo para los indios. Durante la
Guerra de la Independencia se concibió un denominador común respecto a las
tradiciones, que tenían que convertirse en símbolo, no solamente de la abolición de la
monarquía, sino precisamente de la sustitución de lo borbónico por la dinastía incaica.
Precisamente bajo los borbones ilustrados había sido idealizada la monarquía inca4.
Si bien la idea del retorno del inca se mantuvo grabada en la memoria colectiva de los
indios6 sometidos, aunque en menor medida en el caso de los quechuas –que eran
quienes mantenían el estado en el histórico imperio inca– y que durante poco tiempo
habían absorbido a los aymaras en las principales regiones de Bolivia, cuyas élites se
habían mezclado menos con los españoles, que los quechuas del Perú.
Esto último se dispuso ya en 1798 – después de que esta abolición habría sido exigida
por el fiscal *de Charcas y Protector Indio Victorián de Villava– y bajo su influencia el
Subdelegado del Distrito de Chayanta (Potosí), Pedro Francisco de Arizmendi en 1794,
con el argumento: “Son los infelices que crean nuestro patrimonio, los pobres, que nos
*
Fiscal-Administrador
enriquecen, los infelices, que nos hacen felices. Tienen el derecho de exigir nuestra
benevolencia, reconocimiento y agradecimiento”.11
Pero ni ellos ni los montoneros sublevados incorporaron a los indios rebeldes a sus
unidades16: Tan poco confiables debieron parecerles los indios tanto a los grupos
criollos “aliados”, así como a los españoles fieles a los borbones que se habían pasado
a sus filas 17, que se fracasó cuando se consideró como se debía llevar a cabo la
Declaración de Independencia.18
De esta manera los indios bajo el mando de Juan Manuel Cázeres tuvieron que
conducir su propia guerra de guerrillas.19 Con Casimiro Irusta a la cabeza asaltaron y
saquearon La Paz el 29 de junio de 1811. Luego, de agosto a octubre del mismo año, La
Paz fue sitiada por los aymaras del la región de Charcas (conjuntamente con los
quechuas de Cochabamba).20
Justamente en La Paz, el sitio de tantos meses protagonizado por los indios aymaras
bajo Tupac Katari (1781) dejó un trauma étnico, un abismo todavía más perceptible
entre criollos e indios.21 Los recuerdos de este sitio de 1781 se continuaron
conservando como un sentimiento de inseguridad no expresada existente entre los
patrones blancos de Bolivia.22
El que el levantamiento del sitio a La Paz en 1811 fuera protagonizado por otros indios
de Azángaro, fieles a la corona y conducidos por Manuel Choquehuanca, bajo el que ya
en 1781 actuara la pumacawa23 que ofreció resistencia a Tupac Katari, no cambió en
nada este sentimiento: Tampoco lo cambió el hecho de que finalmente en septiembre
de 1814 La Paz fuera tomada por los combatientes de la Guerra de la Independencia y
que los 52 europeos masacrados en ese entonces fueran víctimas no de los indios,
sino de los cholos urbanos.24 Ni siquiera el hecho de que (1812-1814) la democracia
triunfante momentáneamente en España suprimiera el trabajo obligatorio en todo el
imperio español25 y proclamara la igualdad de derechos de todos los españoles de
“ultramar” – entre ellos incluidos los indios – tuvo la repercusión deseada.26
II. Una independencia no india
Pero para hacer de Bolivia un Estado de mayorías, también los indios tendrían que
haber estado representados como mayoría en su gobierno y sus símbolos culturales
(sus tradiciones históricas arcaicas, sus instituciones comunales, sus héroes
ejecutados) convertirse en símbolos estatales de la república – y no solamente en
motivos literario-históricos.36
Más que en cualquier otra cosa los aymaras, pero también los quechuas, persistieron
durante el primer siglo de existencia de Bolivia, en la conservación de su cultura
agraria tradicionalmente comunal (Harald Osborne): Evitaron la “reeducación” como
una enajenación – no en menor medida que la oligarquía evitó durante mucho tiempo
– en la práctica – la moderna instrucción de sus indios (con la mirada puesta en el
cuestionamiento del orden social y el encarecimiento de la mano de obra). Pese al
“proceso de mestizaje” progresivo, biológico y cultural, la minoría “blanca” gobierna
durante el primer siglo de vida de Bolivia a la mayoría india – es decir sin franquear el
abismo que separaba a los criollos gobernantes de los indios gobernados - que
seguían siendo considerados “incapaces de evolucionar”, sólo capaces para el trabajo
físico duro.37 La imagen que se ha establecido hasta ahora en Bolivia sobre su historia
republicana es, si no es al menos hostil a los indios, es mayormente carente de lo
indígena, una historia de luchas por el poder dentro de la minoría dominante –
culturalmente no india- , en todo caso brevemente interrumpida por episodios de
intentos indígenas de detener el “progreso” de la civilización con sus rebeliones.38
III. Belzu, emancipador de los indios de Bolivia
Por otro lado Belzu elevó los impuestos de las haciendas.55 Por el contrario, prohibió
en 1853 el cobro por adelantado del tributo a los indios por cabeza– y aunque fuese
sólo un día antes de su vencimiento.56
*
Abajo, Págs. 257 y siguientes, 260 y siguientes
†
Las prácticas heredadas de adjudicación (por* recomendación*) de mano de obra y tierra a los
conquistadores.
IV. El primer periodismo indigenista de Bolivia bajo Belzu
“El pobre indio fue destinado para el trabajo más ingrato y duro, se lo cazó con perros, como si
fuese un animal… A Ud. y a nosotros nos une no una verdadera sociedad, ya que no existe
igualdad de derechos y obligaciones; se tienen y los tenemos por seres de otra especie. De vez
en cuando viene un terrible momento, en el que las pasiones del indio se desatan y él comete los
actos más salvajes y horrorosos para vengar su situación. Sobre estos fatales momentos la
historia de Bolivia registra sangrientas páginas… No conoce los derechos que le ha dado la
naturaleza…., otros sirven como animales de carga, mientras en el mundo todo progresa, todo
está en movimiento, el indio no obedece las leyes universales del progreso y no siente la mínima
*
José Cortés y Mariano Guzmán
simpatía por la civilización… Consagra toda su vida al cultivo de la tierra, que no le pertenece, al
cuidado de los rebaños, que no son su propiedad, aumentando la riqueza que riega con sus
lágrimas, riqueza, de la que no participa.. ¿Hasta cuándo debe seguir siendo maldecida esta
desgraciada raza?.... ¡Ahora ha llegado el momento, de hacer algo positivo por los indios!59
En 1851 el periódico del gobierno exigió detener la apropiación de los frutos del
trabajo de los indios que se originara en la época de la colonia. El gobierno de Belzu
era el único en la Latinoamérica de ese entonces, cuya prensa publicaba quejas de las
comunidades indígenas contra los abusos de los gobernadores de las provincias,
denunciando a tales representantes del gobierno ante la opinión pública.60
Los indios aymaras por su parte, en vista de los crímenes cometidos en círculos de la
minoría privilegiada amotinada contra Belzu, repitieron a través de voceros sus
promesas de lealtad:61 “Los indios lo llamaban Tata Belzu. Veían en él a su salvador, al
hombre que los había sacado de la miseria en la que vivían.”62 ”Creían en sus poderes
sobrenaturales, atribuyéndole poderes mágicos. Con las palabras ¡Que viva el Tata
Belzu!” morían por él, los indios estaban seguros, de que él poseía poderes sobre los
elementos de la naturaleza… Llegaron al extremo de pedirle, que haga llover”63
(basándose en sus creencias cosmológicas, de que de la armonía en la sociedad
resultaría la armonía en la naturaleza) – así, como si adoraran a su presidente, en sus
características apoteósicas, como una divinidad milagrosa.64 Allí, donde su sangre se
derramara en Sucre, en un rancho indígena por un intento de asesinato, allí se levantó
un altar: “Igual a un Redentor, perdonó a sus verdugos”, decía el periódico del
gobierno.
Por su parte Belzu se declaró feliz “de ver regada la libertad de la patria con mi
sangre” – “feliz de ser un mártir de la democracia”65: Después de ser dado por muerto
por sus asesinos, salvado por los indios, que consideraron su regreso a la vida como un
milagro, se convirtió para su prensa “en el elegido por Dios y los hombres, enviado por
Dios, para traer paz a los hombres.”66
Aunque en el entorno de Belzu no faltaron las voces, según las cuales la liberación de
los indios significaba liberarlos del “embrutecimiento” de los curas [según Dorado en el
año 1858], la “santidad de la democracia” suena en ese tiempo como la teología
política del cura católico y social revolucionario Lamennais.69
V. Belzu ante el trasfondo de la revolución europea
“Una voz del cielo parece anunciar, ‘llegará la última hora de las revoluciones y el
pueblo habrá erigido su dominio eterno sobre la tierra’.”: “Los bolivianos participaron
de la noble idea, de que todo sería modificado, abolido y creado al mismo tiempo…. ,
haciendo del mundo una única república… y de los hombres una única familia…. Quiera
la providencia proteger la causa del pueblo.”70 Así repercutían en la prensa de Belzu las
visiones de las revoluciones europeas, que seguirían a febrero de 1848.
Belzu había declarado: “Yo he convertido en realidad los dogmas antes puramente
conceptuales de libertad, igualdad, hermandad.” “La democracia…, ocupa su puesto en
todas partes, que la providencia le designe, … democracia es el futuro del mundo”,
proclamaba en 1850. Los documentos del gobierno estaban fechados también como
“los años de la era de la libertad” (al empezar su presidencia).74 Su ministro de finanzas
anunció en el Legislativo todavía en 1851, (aunque – hasta este momento – demasiado
precipitadamente) la era, “ya que la democracia se impone en el mundo…”75.
Invocando a “la civilización y los principios filantrópicos del siglo” tenían que caer los
monopolios76, “la aristocracia de la virtud…., conformar un derecho inajenable”:77
Belzu intentó, “darle espacio para su realización al talento…. de la nueva generación,
venga de donde venga” – tal como el Palacio de Gobierno se mantuvo siempre abierto
para todos: “En la casa señorial él había plantado la bandera de la democracia, osado
símbolo de la igualdad republicana.” En todo caso se opuso a los distintivos de la ropa
para los rangos sociales que prácticamente se habían establecido.78
Ya antes de la segunda República de Francia aparentemente Belzu había tenido acceso
a las teorías socialistas de Francois M. Ch. Fourier y Pierre Leroux (que introdujo en
1831 el término “socialismo”), Saint Simon (que ya había llegado a la Argentina y Belzu
estaba casado con una escritora argentina), así como Louis Blanc. Según Francovich
bajo Belzu las imprentas del gobierno habrían impreso tratados de Saint Simon,
aunque no parece haberse conservado ninguno de ellos. El que éstos existieran, a ello
se remite un ejemplo del prospecto socialista de Louis Blanc (“Socialismo. Derecho al
trabajo, Contestación a Mr. Thiers”)79, como suplemento de “La Epoca” del gobierno,
impreso a fines de 1852, que aún se conserva. Ahí puede leerse por ejemplo, que
precisamente “porque la propiedad es un derecho, no puede ser rebajado a la
categoría de privilegio.” Con toda seguridad puede suponerse, que Belzu leyó a Louis
Blanc.
La influencia de Proudhon (cuyo “Qu’est-ce que c’est la propriété?”, Paris 1840, fue
traducido al español) sobre Belzu está expresamente documentada:80 Con la tesis, de
que la propiedad sería un “robo” – que se remonta al girondino Jacques Brissot [1736-
1796] (“en el estado original de la Naturaleza es ladrón… aquél que vive en
abundancia. En el estado de la sociedad es ladrón sin embargo aquel, que roba a los
ricos”).81 De esta manera el periódico de Belzu imprimió en 1850 la exhortación de
Proudhon al presidente francés Louis Bonaparte, para que continuara con la
revolución, - un texto que coronó con las aclamaciones del proletariado.82 El mismo
Belzu declaró en 1849 en un discurso al pueblo, que traumatizó a Bolivia durante más
de un siglo:
“ Un privlegiado83
Los periódicos fundados por Belzu también en las capitales de departamento –más
radicales que ‘La Epoca’ - habrían impreso también textos de teóricos revolucionarios
europeos84 aunque la mayoría de sus números (incluyendo los específicos) no se han
conservado hasta hoy. Uno de ellos “El Revolucionario” de Sucre mencionó en 1855 su
programa “La Revolución… o el socialismo de Sucre” – probablemente haciendo
explícito por primera vez en Bolivia el término “socialismo”.85 Sólo el nombre de estos
periódicos – “El Cholo” (es decir el indio o el mestizo urbano), “Voz del Pueblo”,
“Anatema Nacional”; “El Artesano”, “El Minero”, “Amigo del Pueblo” – hacen alusión, a
las mayorías en las que se apoyaba la política de Belzu. Y apoyado en ellas, se le
atribuyó más que a ningún otro presidente de Bolivia los fundamentos para reformas
radicales. En todo caso, él es considerado como el primer presidente con credo
socialista en América, como “el antecesor intuitivo del socialismo boliviano”86. Así
Belzu declaró en 1853: “… Los esfuerzos del gobierno tienen …. basados en un sistema,
en el que no haya nada privado, sino [¿todo?] público…. y en el que todos los
bolivianos puedan tener intereses solidarios.” Y el pudo comprobar, en lo relativo a la
mayoría india:
“Las capas excluidas, sometidas por la injusticia de los tiempos… han tomado su lugar
entre nosotros. Las masas populares, excluidas de toda representación, objeto del
desprecio de parte de los gobiernos y siempre víctimas…. han dejado sentir sus voces…
Ellos sofocan las sublevaciones y luchan por un gobierno constitucional. La aparición de
este violento poder es un hecho social … de trascendencia…, crea el comunismo de la
justicia, para evitar el comunismo político…. Estas razas degradadas, erigiéndose de su
miseria, no creen haber obedecido solamente a necesidades sociales, sino a preceptos
evangélicos.” 87
De este modo la oligarquía le habría reprochado a Belzu “haber despertado a las masas
ignorantes haciéndolas conscientes de su poder cuantitativo, generando nociones de
soberanía del pueblo en Bolivia”.
Para la prensa de Belzu por el contrario “la oligarquía no era otra cosa que el
demoniaco apostolado con la mejor estrella de la nación”, la que – como sucesora del
régimen colonial – aspiraba a seguir dominando, mientras que con Belzu la mayoría
había empezado a emanciparse socialmente de ella y a tornarse activa políticamente.
Los indios aislados del quehacer político boliviano antes (y después) de Belzu,
comenzaron a aglutinarse en torno a él.
En el Siglo 20 Belzu fue concebido como el “precursor intuitivo del socialismo
boliviano”. En la Bolivia del nacionalismo revolucionario desde 1952 Belzu fue y sigue
siendo un trágico pionero de un siglo entrante, algo así como un protomártir secular:
“el pecado de Belzu fue haberse puesto al lado de los pobres, de los indios oprimidos…
Al liberarlos, se enfrentó con la poderosa oligarquía, con la minoría de los blancos….
Sólo consiguió, hacer a los indios más indios… Los prejuicios y la miseria de esta nueva
Patria eran más determinantes que sus propios sueños. Pero a pesar de los intentos de
sus predecesores de anular sus huellas, Belzu y el Belcismo” han penetrado
profundamente en la conciencia del pueblo. Los tiempos pasaron y no obstante
retumba el grito “¡Viva Belzu!”, como reto a los dominantes” – como si los dominantes
que lo siguieron fuesen medidos con el parámetro de la presidencia de Belzu. “El
Belcismo fue tan impetuoso, … que continuó teniendo efecto durante tres o cuatro
generaciones… El nombre de Belzu provocaba el entusiasmo de las masas. En las
oscuras horas… resonaba “¡Viva Belzu! Como lema de las intenciones del pueblo… El
grito “¡Que viva Belzu!” que retumbaba… desde las altas montañas como la voz de
bienvenida a un libertador”, todavía se podía constatar en 1916.88
VI. La contrarrevolución de 1865, tragedia de los indios
Pero frente a su magnetismo, para la mayoría india – en la que se veía pervivir las
concepciones autoritarias incaicas más allá del periodo colonial- se encontraba, y no
separado de los lemas importados sobre la soberanía del pueblo, la atracción del culto
al machismo de la osadía, tampoco históricamente separable en todos los casos de la
inescrupulosidad de los oportunistas aparentemente intrépidos en la lucha del poder
por la disposición de dineros fiscales.90
Un “trepador semejante desde muy abajo” fue Mariano Melgarejo. Después de que ya
de adolescente le robara a un sacerdote, su tío, durante toda su carrera militar estuvo
casi permanentemente bajo los efectos del alcohol. Su primera sublevación fallida lo
llevó en 1853 ante un consejo de guerra. Antes de la ejecución de la sentencia de
muerte, Melgarejo se salvó gracias a las súplicas de la madre de dos hijos, a los que
posteriormente mandó ejecutar. Y Belzu le perdonó la vida – sin la noción sobre el
papel que jugaría posteriormente. Melgarejo sin embargo manifestó “ser incapaz de
ser ingrato”…
Melgarejo y el grupo que conspirara junto a él, era considerado como “totalmente
típico de la atmósfera corrupta y envenenada, que finalmente se impuso en Bolivia y
que aún la domina hasta ahora” (Paredes).
“El patriotismo es una palabra vacía… Una fría indiferencia por el bienestar común se ha
apoderado de todo, un egoísmo duro y estremecedor… El cumplimiento del deber, la religión del
hombre de honor, ha sido desplazado por el cálculo miserable del oportunismo “. 92
Inquietos, a pesar de que en ese entonces Vicente Dorado (1859) les atribuía a los
indios “un suave carácter, alegría por el trabajo, sobriedad y moral”, “satisfacción con
su posición social”. Según él, los indios pensarían, “absorbidos por el trabajo, en todo
menos que en ser artífices del derrocamiento”. Liberados del tributo para los nativos,
los indios podrían entregarse a su apatía. Pero, absorbidos por la civilización, esta raza
podría desaparecer sin más.
Al féretro del Tata Belzu le siguió el cortejo fúnebre más grande de Bolivia. Lo
conformaban sobre todo las indias y las mestizas; “fanáticas y sentimentales, sabían
que habían perdido a su amigo y protector”, por la “perfidia, posibilitada por la bondad
de la víctima (Alcibiades Guzmán)98: “Quién además de Belzu le extendería la mano a
los indios? Quién sino él pretendía sacar a los indios de su estado de animales de
carga? …99 “Nunca en este país se han derramado sobre la tumba de un hombre tantas
lágrimas de mortificación. Durante días se prolongó la romería de los pobres indios…
allí…”100, “el lugar se llenó de los sollozos de todo un pueblo: El sentimiento del pueblo
sintió la muerte de Belzu como el golpe más duro a las libertades políticas desde la
fundación de la República.” Se esperaba su “regreso”, ya casi su pronta resurrección:
Los indios, “el pueblo, ajeno a los parlamentos de corta vida y a los gobiernos militares,
cultivaba en Belzu la ilusión del resurgimiento del Inca …” (Augusto Céspedes).101
El asesinato de Belzu, elegido por los indios, por el pueblo, a manos del advenedizo
Melgarejo fue pues arquetípico del mito político del asesinato del libertador por el
tirano depravado. En este sentido, uno de los ideólogos principales de la revolución
boliviana de 1952, Carlos Montenegro, convierte a Belzu en un héroe, a su sensibilidad
para los indios en economía y política.102 En palabras de Augusto Céspedes, un
representante del nacionalismo de aquella revolución, con la muerte de Belzu en 1865,
“se había ejecutado la sentencia de muerte pronunciada por la oligarquía contra un tribuno del
pueblo, por los godos contra el defensor de los plebeyos. El pueblo, perdido en la geología
andina, sufrió el drama de la dualidad de poder, siempre latente en la dialéctica de la República
boliviana: La pureza del pueblo personificada en la visión del general, originando el odio de la
oligarquía había provocado el asesinato de su general alienado”.103
VII. POLITICA DE VIOLENCIA CONTRA LOS INDIOS DURANTE EL GOBIERNO DE
MELGAREJO 1866 – 1870
En los dos años que siguieron al asesinato de Belzu, tuvo que sofocar no menos de
trece sublevaciones indias.106 Antes de Melgarejo, todavía les quedaba a los indios tres
cuartos de la tierra cultivada.107 Todavía en 1863, la propiedad de la tierra de los indios
se confirmó previsoriamente como inajenable (con excepción de los casos de quienes
sabían leer y escribir).108 Pues antes de Melgarejo las comunidades de los ayllus le
significaban al Estado la fuente más grande de ingresos.109 Pero en 1866 a instancias
de su ministro más crítico, el abogado Mariano Donato Muñoz, aparentemente para
satisfacer a acreedores del Estado, impuso a los indios de los ayllus el pago de 100
pesos al Estado para recibir a cambio el título de propiedad de sus tierras – cuando las
exportaciones de estaño como fuente de ingreso fiscal parecían quitarle importancia al
tributo por cabeza de los indios. Cuando –como estaba previsto (y prácticamente sin
que los ayllus tuvieran la oportunidad de defenderse con recursos legales) – en casi
todos los casos no se dio tal pago, se remató “públicamente” la tierra de los pueblos
indios (que entre tanto había sido declarada tierra fiscal).
“Alzados por miles”, según el testigo de la época Santivañez, “sin otra ayuda que la
fuerza moral de sus derechos”, ocuparon Macha, con su cura “democrático” Martin
Castro, quien había insistido sin embargo en que el despojo de los nativos fuera por
progreso*115. Contra ellos se desató el desenfreno de la soldadesca: ”Robo, muerte y
fuego” campearon por el Lago Titicaca: ”Directamente….. los motivos para los servicios
de la soldadesca eran las libres oportunidades para el saqueo, auto-realización en la
lujuria, que ofrecía mayor satisfacción de lo que representaba el valor del
botín,116oportunidad de libertinaje para el asesinato: Las cajas de cerveza les sonreían
como recompensa por disparar a la mayor cantidad de indios fugitivos. “Miembros de
la caballería amarraron a indios líderes a las colas de sus caballos….En la matanza de
Huaicho se le arrancó a un hombre la lengua, en medio de terribles torturas fueron
asesinados la madre (de 90 años) y los parientes del líder [indio[ Willka… de
Ancoraimes. En total fueron exterminados 2000 indios, ya que se pretendía ponerle un
fin a esta raza para usurpar sus tierras”, como constató incluso el odiador de indios
Alcides Arguedas. 117
Según un testigo ocular, los indios se precipitaron sobre el fuego de los soldados con
sus hondas, “caían muertos y heridos, abalanzándose contra el fuego de sus asesinos”-
Lo que la soldadesca de Melgarejo les hizo allí a los indios “se mantiene vivo como el
lamento en sus inalterables sombrías tradiciones”. Los caídos en la lucha de varios días
preferían ahogarse en el lago, a caer en manos del ejército: Los prisioneros eran
azotados hasta la muerte y ejecutados, amarrados en grupos de 25 personas.118
No sólo en Puno, de una sola vez fue amenazada la raza blanca como tal por las
bandadas de indios – armadas con hondas. Habrían negado obediencia a la autoridad
pública – anunciado la alborada de su época, la era de la recuperación de la tierra
arrebatada por los blancos, sí, su extinción. De esta manera lo advertía “El
Comercio”123. Y la expedición punitiva de Melgarejo masacró a los indios en la misma
medida que lo hizo la conquista. En un solo día, el 28 de junio de 1869, cerca a San
Pedro, fueron aniquilados 600 indios por su General Leonardo Antezana, el 2 de enero
de 1870 en Huaicho, cientos de ellos, el siguiente 7 de agosto otros 400 – incluyendo
niños y padres, unos delante de los otros.124
Finalmente el nuevo gobierno del Perú protestó contra los asesinatos de indios
bolivianos en territorio peruano, la muerte y secuestro de indios peruanos (entre ellos
la mutilación de un aymara llamado Mamani el 24 de abril de 1870). Melgarejo no
pudo negar nada y cedió a las exigencias de reparación del Perú.125
Justamente la política relativa a los indios fue lo que debilitó su régimen: Los ingresos
de la liquidación de la tierra de los ayllus no lograron compensar ni de lejos la pérdida
por sus tributaciones, precisamente la fuente de financiamiento del ejército.126 Y el
debilitamiento de esta dictadura iba acompañado del fortalecimiento del terror
interno contra sus detractores. Por ejemplo, la vida de un tal Bernardino Sanjinés
Uriarte, pudo ser únicamente salvada, fingiendo su muerte – incluyendo su “entierro”,
de tal manera que no podía faltar ni el cortejo fúnebre detrás de su féretro (vacío):127
“Algunos patriotas, olvidando sus propios intereses, se han puesto del lado de sus
hermanos, para morir antes que ver los sagrados derechos humanos atropellados”,
escribió el falso muerto.128
El presidente Morales se convirtió en una suerte de Moisés, que “había liberado a los
indios del flagelo del faraón”, a los ojos de un oscuro cura de provincia, Carlos Felipe
Beltrán (1817-1899), oriundo del Potosí, que le había dedicado su obra con las
siguientes palabras: “Cuando Dios coronó su sacrificio, otorgándole la victoria, los
indios, esos infelices – desposeídos de su tierra y tratados como esclavos o parias, a
quienes sólo les quedaba hundirse en la muerte, fueron salvados renaciendo a la
luz.”137
En contra de Melgarejo había redactado una sátira, pero había solicitado autorización
eclesiástica para poder hacer imprimir el escrito dedicado a Morales – asegurando que
“revocaría todos los errores que contenga, en los que involuntariamente podría haber
caído”, sometiéndose a la censura espiritual .138 Vivía en condiciones paupérrimas en
el altiplano boliviano, compartiendo la miserable vida de su rebaño espiritual.139
Incluso después de que Carlos Felipe Beltrán fuera elegido diputado por Oruro en 1878
(como religioso católico), había reconocido públicamente a su amante india.
Tenía más rasgos indios que españoles, sin embargo “ya por su consagración” no se
contaba entre los indios. Contrariamente a muchos otros, la consagración como cura
no le había hecho olvidar a los indios. Parecía que el quechua había sido su lengua
materna. Dieciséis años había vivido en un medio quechua. En 1861 fue transferido a
un medio aymara y tuvo que aprender su idioma.140
No obstante, el quechua siguió siendo para él “el idioma más hermoso de Sudamérica;
para crear una literatura nacional para la gloria de la nación, ”se debería escribir en
quechua – para hacer este idioma indígena atractivo para sus conquistadores… Si ésto
moviera a los literatos a acordarse del infeliz indio, a regalarle creaciones literarias, a
hacérselas accesibles – para el alimento de su alma”. Beltrán “amaba el quechua por la
dulzura de sus expresiones, las que… resaltaban los sentimientos, compensando la
falta de vocabulario, el quechua con su belleza colorida, virginal”. Una ñusta incaica,
(símbolo de lo quechua) en harapos, en una miserable choza, se revela a un europeo
en un escrito póstumo de Beltrán, “Triunfo de la inocencia”. Sus diálogos tratan casi en
su totalidad sus “recuerdos” sobre “el país originario” mexicano de los incas. En éstos
se hablaba de los indios y dirigiéndose a ellos en quechua, lo mismo que en su tragedia
“Muerte de Atahuallpa”, en la que el inca desenmascara la hipocresía de los
conquistadores, les pide la misma hospitalidad, con la que él los había recibido:
“Teman a Dios, cuya justicia ustedes predican. El no puede tolerar el asesinato y el
saqueo… Si ustedes lo veneran, no lo deshonren manchando la tierra con la sangre de
miles de inocentes. Si existe una vida futura, tiemblen ante el merecido tormento
eterno. Mi muerte sólo será momentánea. Pero su crimen los deshonrará para
siempre”.
Finalmente, Beltrán escribió un drama “El paraíso perdido”.141 Por sed de oro - el
paraíso había sido transformado por el conquistador Francisco Pizarro en un campo de
cadáveres, los sobrevivientes transformados en un “rebaño de esclavos, mendigos,
rebajados al estatus de parias…. En la ignorancia, la barbarie y la degradación,
impregnando la tierra con sus lágrimas, …. Postrados… sin derechos, sin
representación”. El Padre Beltrán escribió, que Dios permita que los indios resuciten
de su “muerte moral”. Sin embargo, sus lamentos – para la época extraordinariamente
“indigenistas”, no surtieron sus efectos realizando cambios en la sociedad, sino
únicamente a nivel pastoral.
El redactor clamó el 2 de diciembre de 1872 a “Dios, que permite que la luz emerja de
la oscuridad, para iluminar estos abismos, y elevar a los indios desde el fondo hasta el
cielo, arriba, más arriba de su predestinación, de su verdadera civilización y de la gloria
eterna.”142
Glorificada también estaba la imagen de Beltrán sobre el imperio inca (en la tradición
de Garcilaso o bien del franciscano Mendieta*): Ninguna otra nación estaba tan
preparada “para recibir la luz de la verdad,…. la religión de Jesús, de lo benigno y de la
humildad, como los indios de los incas – no patrones, sino padres y protectores,
misericordioso con los pobres, protectores de los desamparados, cualidades que ahora
sólo son de Dios. Los indios respiraban libremente a la sombra de los paternales incas”.
Su sumisión (bajo España) los ha arrojado a la condición pre-incaica, “ignorantes y
postrados en lo político “.143 Era, para hacer brillar nuevamente la lengua de los incas,
que Beltrán buscaba “revivir” el quechua a nivel literario, para darle nuevas formas
literarias. “El quechua era pobre como los indios. Desde la conquista – con excepción
de los sacerdotes- ha sufrido la falta de autores y no se ha beneficiado ni de las
academias ni de la vida plena del progreso.”144 Así Beltrán inventó una trascripción
latina para el quechua y el aymara, para lo que consiguió los tipos correspondientes de
Norteamérica e hizo imprimirlas en su propia imprenta – con propósitos literarios y
espirituales. El también preservó la poesía quechua pre-colonial y tradujo fragmentos
de la Ilíada así como las Fábulas de Esopo, e imprimió textos de Félix Maria Samaniego
(1745-1801) y de Tomás de Iriarte (1750 -1791) y de otros catequistas católicos en los
idiomas de los indios: Para que “no se enfrenten a la eternidad sin haber conocido a
Dios,… la gracia,…. La Santísima Trinidad… y la vida después de la muerte como
ilustración para el más allá, pero también para este mundo…”, para que “la grandeza
de América sea coronada por el esplendor de la lengua de los incas. No deseo otra
cosa más que la asimilación a la civilización de los indios.”145 Entre 1870 y 1890 Beltrán
imprimió una serie de prospectos† (aparentemente no conservados en su totalidad en
ninguna parte) bajo el título general “Civilización del Indio” con contenidos muy
devotos, pero a la vez lingüísticos, literarios y didácticos, para que “Dios permita, que…
el indio salga de sus pañales, que intente presentarse a la sociedad vestido como un
ser humano cultivado.”
*
Tomo I, Pág. 2
†
El autor agradece el acceso a esta serie a la colección privada del Prof. Ramiro Condarco Morales, La
Paz
Su militancia indigenista la expone especialmente en los prólogos de estos prospectos,
que exhorta a los blancos en forma patética a cambiar de opinión. Beltrán escribe de
esta manera:
“El indio paga tributos… cultiva los campos. El indio sirve como animal de carga para el servicio del
correo… Hace que los otros disfruten. ¿Y cual es el trato, que el indio, tan necesario para nosotros, los seres
civilizados, recibe?... Continúa… siendo considerado un ser degenerado, nacido para servir en las
actividades más denigrantes, sin (o casi ninguna) paga, clasificado… como paria e incapaz de elevarse a
nuestra esfera. Su ignorancia es explotada, su impotencia; su humildad es explotada…” “Es doloroso
pensar en el destino del indio, siempre trabajando como una abeja, de modo que otros se aprovechan de
su trabajo. Nosotros mismos no tendríamos ningún sustento, si el indio no nos lo procurara y nos
sirviera.”146
Pero el mismo Padre Beltrán lamenta la “supresión” de los tributos indios, pues incluso
para este “apóstol de los indios” casi todos seguían “envueltos en la estupidez y la
barbarie …., perezosos por Naturaleza y muy materialistas …. por falta de ideas
sublimes … ignorantes muriendo ignorados, con obstáculos, que los hacen incapaces
de dar un único paso en dirección a la verdadera civilización.” Con tendencia a la
mística y a la independencia.” Y cuando las palabras del párroco no surtían efectos en
los indios como las del apóstol, se debía a que les faltaba la inteligencia necesaria- para
salir de su “testarudez”, quedándose en la obscuridad de su ignorancia y en “la
barbarie…”147
“de lo contrario la independencia habría restituido los derechos para únicamente una parte de la sociedad,
precisamente para los descendientes de los conquistadores españoles”.
“Los desafortunados hijos del gran [Inca] Manco Capac lucharon por la independencia del [Alto] Perú
[Bolivia] – empeorando así su estatus: Perdieron la tierra que los conquistadores españoles la habían
respetado como inalienable. No puedo comprender, que los sucesores de los españoles, quienes…… habían
condenado la conquista, despúes de haber explotado a las sangrientas víctimas de estos desafortunados,
… hubieran echado a los indios, desposeyéndolos de tierras, como parias, sin agua, sin hogar. Los
descendientes de estos conquistadores habían logrado su….. igualdad [con Europa]… su propiedad sobre la
tierra – y los señores [por derecho] de esta tierra, debían mantenerse bajo el yugo, la miseria, la
enajenación de su tierra, que incluso los conquistadores habían prohibido vender”.
Bolivar inclusive habría confirmado los derechos propietarios de los indios. 153 Ya
después de haber pagado impuestos durante trescientos cincuenta años habrían
pagado además cuatro veces más el valor de sus tierras.
Utilitarista – como la que se asentara en los Estados Unidos de entonces - fue por el
contrario la argumentación contra los indios también en Cochabamba en 1871: Si se
les dejara a los nativos su tierra de ayllu, entonces se aflojarían y se ablandarían –
cayendo en la holgazanería y el vicio.156 Para la apologética de la subasta de la tierra
indígena, la reducción de los miembros de la comunidad del ayllu convirtiéndolos en
peones de hacienda, se veía como un gran avance en sentido utilitarista: La tierra del
ayllu vendida bajo el gobierno de Melgarejo (convertida en hacienda) fue más
productiva que bajo los nativos:
“Arrebatarles esta tierra a los retrasados e ignorantes indios, que no tienen los medios, la capacidad ni la
voluntad para cultivarla, y dársela a la emprendedora, inteligente raza blanca, ávida de propiedad y
bienes, llena de ambición y necesidades, es la reforma más sana.”
“pobreza franciscana, su falta de modestia … devolverles a los indios la propiedad de la tierra que alguna
vez fuera comunal y ahora privada, significa cerrarles el camino a la ilustración. Mientras siga siendo
miembro del ayllu, vive aislado con su carácter aislado, sin alejarse de sus dañinas tendencias….Obligado,
a vivir donde el patrón, el salvaje sería ilustrado – por el contacto frecuente con seres humanos
civilizados… Sacrificar el interés de la raza blanca, civilizada y progresista como es, por los intereses de la
raza nativa, perezosa y retrasada, equivaldría a encadenar a la productiva industria [sic].” 157
El autor de este alegato prefirió por supuesto permanecer anónimo. Y ningún abogado
quiso adoptar –independientemente de cualquier paga- la representación de los
compradores de la tierra ayllu indígena. Los indios parecían estar más cerca de la
opinión pública política de la Bolivia de 1871 que la primacía del crecimiento
despertando necesidades de consumo.
Parecen haber sido decisivas en aquella época las consideraciones sobre el peligro de
nuevas rebeliones indígenas. En todo caso, justamente junto a la posibilidad de que se
produjesen en contra de la liquidación de la tierra indígena del ayllu, se advirtió tanto
patética como pragmáticamente: El destino de Melgarejo, que se había convertido en
enemigo de los indios, era un escarmiento horroroso. Si bien los indios eran
retrasados, empero eran de mayoría numérica abrumadora. Con la liquidación de su
medio de vida la raza blanca desataría una guerra con ellos hasta que no quedara
ninguno. Con miedo se había esperado con la caída de Melgarejo el cataclismo de los
levantamientos indígenas, la guerra racial. Para evitarla, había sucedido que el
siguiente presidente dispuso la devolución de la tierra del ayllu a los indios, con lo que
si bien no ganó su amor y simpatía, pero al menos se había logrado una válvula de
escape para su rencor:162 Bajo circunstancias como las anteriores hubiesen sido
empujados a una eterna guerra contra sus represores. 163
De esa manera una Ley del 5 de octubre de 1874166 buscaba denegar a los ayllus
indígenas la personería jurídica. Así, los pueblos rurales indígenas perdían la
posibilidad de tener una representación jurídica y el uso de recursos jurídicos (aunque
sus jefes – ahora nombrados “caciques apoderados” – adquirieron mayor importancia
como “propietarios privados” de las tierras del ayllu).167 Con ello se debía sacar las
consecuencias de las declaraciones de Bolívar sobre las tierras de los indios como
propiedad privada (1824/1825):168 Se debía posibilitar a los indios que cultivaban el
suelo el vender su parte de la tierra del ayllu – y de esa manera pasarla a manos “más
progresistas”, es decir, empresariales. Para hacer figurar la propiedad privada y la
comerciabilidad de la tierra como medio de producción en lugar de la propiedad india
comunitaria inalienable, tenía que desaparecer el ayllu de los aymaras y quechuas con
su visión de la tierra como Madre (Pachamama). Así la aplicación de la ley de reforma
preveía -y no rara vez- operaciones militares. Pero ya la sola redacción de memoriales
de los nativos contra las iniciativas correspondientes de las autoridades fue perseguida
– como “resistencia subversiva a la ley”….
Los pasos de los gobiernos entre 1874 y 1899 en esta dirección comenzaron cuando las
continuas sublevaciones de los indios de 1870/71 contra Melgarejo parecían haber
terminado. Parecía ser también, que lo que se les había concedido con el decreto del
25 de abril de 1871 sobre el respeto al estado restaurado (después de la caída de
Melgarejo) – no era necesario respetarlo totalmente. La política de la disolución del
ayllu y de la liquidación de su tierra, adquirió rasgos de la continuación de una guerra
de conquista contra la tierra comunitaria indígena y la resistencia a esto se convirtió
en rebelión abierta.169
Y no obstante, las instituciones del ayllu pre-hispánicas, pero también marcadas por la
época hispano-colonial ofrecieron resistencia a la presión militar bajo el liberalismo. Si,
supieron adaptarse gradualmente a las nuevas posibilidades de la economía de
mercado para los productos agrarios. La programática del capitalismo agrario parecía
no poder imponerse171contra la resistencia indígena –y contra la pérdida de
impuestos- aún cuando desde la ley de 1874 hasta la Constitución de 1938 la
comunidad rural indígena existiera sin un reconocimiento jurídico172.
Esto afectó especialmente a los ayllus alrededor de La Paz. A pesar de todo, fuera del
área de operaciones del ejército no desaparecieron todos los ayllus con su (en palabras
de un ministro de finanzas de 1889) “sistema híbrido y dañino”178 de obstaculización a
la transformación del suelo en mercadería. Bajo la identificación de comercio con
civilización, nuevamente en 1889 la “raza de medio salvajes” debía ser llevada a la
civilización – y al bienestar de Bolivia, o sea al “cambio” y al “crecimiento”- mediante la
venta no voluntaria de su tierra comunitaria. Precisamente en los años alrededor de
1880 influencias positivistas convirtieron a los indios definitivamente en el “obstáculo
para el progreso”: “Si se enferman, que se mueran; la Nación estaría mejor sin ellos”.
Y justamente en ese entonces apareció nuevamente un inca con culto al sol y todo en
la zona de Chayanta, para decirlo de algún modo como reacción a tal “liberalismo de
integración nacional” con su agresión contra las estructuras sociales andinas
históricas.179 Pero los objetivos financieros del no reconocimiento a la propiedad
comunitaria indígena fracasaron con la ley de 1874: Esta regía más para la legislación
proteccionista de la República en favor de sus indios, por ejemplo contra el abuso del
*
En ese entonces 5644 marcos de oro
servicio obligatorio: Los modelos parisienses correspondientes eran demasiado ajenos
a lo andino. Según las tradiciones andinas de la reciprocidad, la prestación de servicios
de los indios al patrón estaba vinculada a la garantía de parte del patrón o bien del
Estado de sus formas de vida indígenas, en especial de su relación comunitaria y
panteísta con la tierra. La obligación del indio del ayllu a prestar servicios comunitarios
al Estado era parte de su transmisión andina de la reciprocidad. Su supresión
mediante pagos privados en dinero (sin conservar la relación habitual con sus
cosechas) significaba para ellos bajo el régimen de liquidación de la comunidad del
ayllu un rompimiento de la reciprocidad de las relaciones jurídicas tradicionales –
incluso allí, donde por ello (según el utilitarismo y el positivismo burgueses) se
liberaran impulsos “universales” de intereses privados.
Los indios del ayllu se opusieron con sus levantamientos de 1885 en Chayanta (Potosí)
y Omasuyos (La Paz) a los intentos de convertirlos en “propietarios” e intentaron
recuperar la tierra que les había sido comprada abusivamente. Y en 1889 la resistencia
indígena obligó a las autoridades a suspender la entrega de títulos de propiedad sobre
tierra comunitaria indígena. En 1887 el ministro de finanzas había advertido,
“numerosos levantamientos en los departamentos de La Paz, Potosí y Oruro hacen
temer una explosión que pondría en peligro la paz social”180. Sólo la masiva
movilización del ejército ofrecería al gobierno una alternativa al retiro de su política de
tierras181: “La renuncia del gobierno a los conflictos de confrontación con los indios….
reflejan… las debilidades del Estado para saltar las etapas históricas de la carrera en
prosecución de las metas planteadas fuera del país.”182
XII. 1880 – 1898: El régimen conservador no conservador y el Padre antiimperialista
Martin Castro
Se habían opuesto a la resistencia contra Chile. Y su régimen era (según Herbert Klein)
más explotador que los anteriores: A costa de la mayoría indígena se produjo el
crecimiento económico de las élites criollas. 186 De facto compartieron los objetivos de
crecimiento del liberalismo con sus concepciones de progreso eco-centristas de una
“imagen humana” utilitaria-positivista (partiendo de un capitalismo agrario, por el que
las haciendas y las minas hubieran quedado privadas de mano de obra)187. Y ésto a
pesar de que –contra aquellos que se identificaban a sí mismos como liberales, contra
los partidarios de la guerra que con Chile (y su capital británico de penetración) eran
irreconciliables – los partidarios del orden de los magnates de la plata se perfilaran188
posteriormente como católico-conservativos.
Pero para fundamentar el dominio de las élites criollas sobre la mayoría indígena189 los
representantes del progreso secular debían tener más que la justificación de haberles
mostrado a los nativos los evangelios y el camino de la redención a la vida eterna. Sus
concepciones de progreso –según Herbert Spencer- influenciadas por el positivismo (al
progreso y a la raza le ocasionarían daño los inadaptados, los más débiles socialmente;
sería mejor para ellos, ser muertos a vegetar…) se oponían a los principios
impregnados clericalmente de un indigenismo marcadamente paternalista.190 El
parlamentario estrella que se perfilaba clericalmente, Mariano Baptista
desenmascararía posteriormente el desencadenamiento del peligro indígena.191
Contrariamente al régimen conservativo clerical bajo Maximiliano de Habsburgo
(1864-1867), la toma de poder de los conservadores bolivianos a partir de 1880
permitió que se expresara la demanda por inmigrantes blancos, pero que no condujo
a una legislación indigenista-clerical consecuente de asistencia social para los indios.
(Tampoco después de que en 1878, durante una hambruna, el presidente de Estado
Hilarión Daza hubiera prohibido repartir alimentos – porque esto atentaba contra “el
principio del libre comercio”.…) Más bien atípico se mantuvo el reconocimiento
anunciado durante el régimen conservativo a la asistencia para los indios que se
remontaba a la época colonial española. La iglesia había procurado en todo caso la
incorporación de la asistencia espiritual para los indios.
Que el sacerdocio católico hubiera fracasado en esto, así lo expuso –por así decirlo
como un pregonero en el desierto- Martin Castro de Macha (Potosí), el “litigante” que
fuera relevado de su puesto de párroco y que era partidario de Belzu: A pesar de su
antiliberalismo y su enemistad con la masonería, él exigió una “verdadera democracia”
como la “única palabra santa”, como “objetivo de la creación” y apostulado de
América. También su “catolicismo del evangelio” puede haber sido inspirado por
Lamennais*. En 1885 Martin Castro publicó sus denuncias, hasta ese momento únicas
en Bolivia, contra la hegemonía explotadora cultural e imperialista de Europa, al que él
le atribuía el “genocidio bárbaro” – y contra la que él llamaba a los pueblos de
América a blandir las armas. Y no obstante él también veía la justicia social para los
indios en su asimilación a la civilización por la cultura occidental. Esta debía oponerse a
la explotación eclesiástica y estatal, “de las abejas por los zánganos”192.
Pues la lengua aymara-indígena fue declarada en 1887 por Villamil de Rada como la
lengua de Adán. El traslado del punto de partida de una historia bíblica al altiplano
boliviano de los indios aymaras, ya se había producido antes por una pronunciada
erudición: Su lugar de origen Sorata fue declarado por Emeterio Villamil de Rada
(1804-1880?) como el paraíso bíblico. Esto aconteció después de que él hubiera vivido
más de una década lejos de Bolivia; antes de varios intentos vanos de búsqueda de oro
en California y Australia, de su docencia de literatura y periodismo opositor, de la
imitación de Europa, intercedía en favor de la “asimilación a la civilización”. En el Brasil
Villamil de Rada contribuyó al trazado de la frontera para Bolivia: ”La luminosa bahía
de Rio de Janeiro, resplandeciente de belleza, se convirtió en tumba… Bajo la
inspiración de una estética panteísta busco él en sus olas el eterno refugio” , escribió
Otero todavía en 1939.
En un inicio un alumno del seminario de curas intentó conciliar a Villamil de Rada con
criterios bíblicos del evolucionismo positivista, en un tipo de concepto arquitectónico
del universo. Todos los secretos de la cosmogenía y la filosofía tenían que haber nacido
como algo originalmente americano de raíces bolivianas – mientras en su época ni
siquiera existía un profesorado de la “Lengua originaria de los hombres”, precisamente
el aymara.194
En un mensaje al Emperador del Brasil él había insistido, que todos los idiomas
procedían de raíces aymaras, que había sido llevados por los habitantes originarios de
América hacia los cuatro puntos cardinales, hacia el oriente y el occidente. Se había
instituído “la noble prioridad de la paternidad del [Alto] Perú sobre toda la humanidad,
sobre todo, lo que sería hermoso e instruido….. En el aymara estaba conservada la
“unidad y hermandad del género humano”. Comprendía toda “la diversidad ramificada
del tronco de la humanidad y la diversidad de sus capullos y hojas”.
El aymara explicaría las mitologías india, griega y romana: La erudición de Max Müller
no podría explicar “los nombres de los dioses indios, como lo haría con una única
palabra del aymara”.
De los urus a orillas del Lago Titicaca viene el nombre de Ur en Caldea* . Pues el
aymara no habría “enmudecido como el copto y el fenicio, el zen y el caldeo”,
*
“En Rusia se tropieza sobre el aymara, su lengua eslava sale directamente de los Andes a través de la
Siberia. No parece del todo desproporcionado: Tunguska [un rio en Siberia] es un pueblo de los
aymaras”…
“identidad inmodificable de los lejanos orígenes andinos, socavados en la concordancia de las raíces…
Como principio…. No pudo ser otra cosa que una única lengua común. Los fundamentos aymaras de la
lengua más antigua confirman el mosaico histórico”
Transmisión mediante una única lengua originaria. Ella habría provenido del
“Larde, originalmente nombrada la región celestial, cuya capital es sinónimo del Diospolis, hoy en día
llamada Bolivia, el paraíso andino: A orillas del Lago Titicaca florece en la tierra la cultura originaria ahora
decadente”.
Y el paraíso andino en Bolivia le ha dado al primer ser humano, “el [cerro] boliviano
Illampu, el edén del primer hombre, [llamado] Antam [Adam] y a la madre Hiva [Eva]
en aymara.*
Así los arquetipos bíblicos parecían para Villamil de Rada como sucesos que se habrían
producido en su región de Tiahuanacu: Pues toda la humanidad había descendido de
los Andes, de su jardín del Edén. El primer continente habitado según él fue América,
de los hombres americanos de Perú y Bolivia procedería toda la humanidad – como ya
lo creían los indios del Kollasuyo† en el Siglo XVI, considerando a su región como el
centro del mundo.195 “Tiahuanaco era la escena de todo. Hasta el Ararat, después de
**
Siete siglos antes una partidaria de Hildegard von Bingen declaró al alemán como la lengua de Adán
194 a. En el Siglo XV se completó por así decirlo una “fundamentación filosófica: “Adán fue un alemán.
Por esa razón nosotros los alemanes nos llamamos Almans… {todos los varones]. La lengua de Adán [por
lo tanto] fue el alemán- 194 b.
†
Abajo, Pág. 285
“Y si no fueron los aymaras, ¿entonces continuarían viviendo en una de las dos únicas ramas edénicas, el
hebreo y el árabe? ¿Entonces éstos habrían inspirado la riqueza del sánscrito, del griego y del latín?”
“parte… de la herencia inmortal, de alma inmortal… Si la lengua [aymara] se conserva, se debe no a que el
hombre la hubiese iniciado…: Con su religión y su razón el hombre la ha recibido completamente del logos.
En el eterno logos estaba la palabra al principio”.
Justamente la lengua aymara le habría sido dada al primer hombre por Aquél, que le
dio la razón, como una “posibilidad de comprensión entre él y su Creador”…” El
aymara,
permanente y puro a través… de cuarenta o cincuenta siglos sobrevivió la dispersión de otras lenguas y
culturas…”
Por esta tradición de la humanidad habría “llegado desde Adán, desde los Andes – a
través de Moisés hasta Arabia”:
De Adán, “cuyo nombre Antam no puede ser explicado por ninguna otra lengua fuera
del propio aymara”, el primer padre común, llegado desde las faldas del olímpico
Illampu: A la montaña andina Illampu de los aymaras, le habrían hecho poemas los
griegos del Olimpo. Así el “Edén” estaría en Bolivia. Su misión sería la conservación de
su lengua [primigia]: “Morada de Adán, con su eterna fuente, con su lengua invariable,
….. su aymara”.196
Si una bula pontificia de 1512 les habría otorgado a los nativos el estatus de seres
humanos, precisamente con el reconocimiento de su procedencia de Adán, así Villamil
de Rada trescientos cincuenta siglos más tarde – en torrentes de elocuencia, con una
“erudición” que no pretendía quebrar y que no se detenía ni ante el invento de
palabras como tampoco ante la retórica197 verbal de una “acrobacia tranquilizadora ” –
elevando la lengua de los aymaras a aquella de Adán, colocando a estos indios en la
cúspide de la humanidad.
XIV. Degradación en la clasificación de los indios, de lo teológico a lo social-biológico
El que sólo se podía hacer frente a los instintos salvajes de la raza indígena con el
látigo, ya se pudo leer en un periódico en 1896.201 Pues los aymaras habían asesinado
en 1885 a un patrón en Guadalupe (en la región de Potosí), “luego lo habían devorado
en parte y en parte lo habían soterrado, como ofrenda a un majestuoso cerro”? 202 : Es
que no eran ya por su “insuficiencia cerebral, ya por su peso inferior, entre cinco y diez
onzas por debajo del cerebro de la raza blanca [caucásica], con raquitismo en las
células… con la imperfección de su sangre,…. en sus glóbulos sanguíneos están
contenida una linfa perniciosa, de modo que los límites de su capacidad física
demuestra su incapacidad para las obras de la civilización?”203
Así – después que la Iglesia hubiese adaptado ya tres siglos antes la tesis teológica
“sobre la falta de alma y la semejanza con los animales”– ahora con la “metodología”
científica más moderna (que liquidara definitivamente a nivel positivista todas las
demás teologías) 204 , los indios fueron rebajados al nivel más bajo de la humanidad, si
no al nivel más infrahumano, muy por debajo del nivel de la posibilidad de ser
civilizado. La mezcla biológica con ellos, el mestizaje, no podía significar otra cosa que
sólo “degeneración”, “degeneración, que podía hacer marchitar y quebrar la energía
de cualquier raza” – según una manera “zoológica” de ver: “Como las especies
animales, se cruzan las razas humanas… Familias enteras se han rebajado al nivel de
los mestizos… descendencia sin patriotismo en la sangre, que reblandece el cerebro,
no menos predestinada a ser avasallada como a caer en la idolatría”.205
Entonces de esa manera la “decadencia” de Bolivia era “explicable” por las mezclas de
sus políticos con la raza indígena – o sea por una realidad del medio ambiente, casi por
un “hecho paisajístico”: Los caudillos dictadores militares de Bolivia – con Melgarejo
como prototipo – habían gobernado entonces tiránicamente, porque habían sido
corrompidos como mestizos con la sangre indígena, afectados por todos los “vicios
mestizos”, 207 “la estupidez y cobardía del indio incaico [es decir andino], para
perpetuar el despotismo en nuestra sociedad.”208 Por el contrario, acaso es que los
argentinos –casi puros, sin mezcla indígena, en todo caso sin la carga de la herencia de
las civilizaciones indígenas muy desarrolladas – no disfrutaban de un bienestar (que
correspondía casi al progreso norteamericano) y habían instruido precisamente desde
Buenos Aires a Latinoamérica a través del científico social (y presidente) Sarmiento,
que sus déspotas militares estaban llenos del salvajismo indígena de los mestizos, “el
salvajismo de la pampa y la sierra” – y que la única esperanza era la inmigración blanca
europea a la ciudades. Esta tal sociología argentina ejercía gran influencia en Bolivia,
pues veía los obstáculos culturales para Latinoamérica en la indianidad, en los caudillos
militares como “indios a caballo”, enemigos salvajes de la civilización.209 Y para la
herencia de los conquistadores de la colonia española estas concepciones social-
darwinistas de la sobrevivencia del más fuerte, en este punto del “valor superior social
de los conquistadores” de Herbert Spencer, eran una bienvenida confirmación
“liberal” de su predominio histórico sobre una mayoría inferior (por sometida): “Los
grupos triunfantes, conquistadores son en general más valiosos que la mayoría de
aquellos, que fracasaron y fueron vencidos. Han mejorado y perfeccionado el mundo
primitivo.”210
Con tales justificaciones de los más fuertes por su victoria, desde la pérdida de la
Guerra del Pacífico y por lo menos durante treinta años, de 1880 a 1910, el capitalismo
boliviano211 se marcó con el dominio de los magnates mineros. Entre los darwinistas
sociales, los cuales racionalizaban el dominio de los más fuertes sobre los más débiles
como selección natural, Ernst Heckel también tuvo vigencia en Bolivia con las “leyes
eternas, siempre vigentes de la evolución de la humanidad.212
XV. Santa Cruz de la Sierra y las concepciones positivistas de una ”solución final de la
cuestión india”: Nicomedes Antelo (1829 – 1883)
Todo esto tuvo gran influencia especialmente en Santa Cruz, la parte del país no
andina, ubicada en el este de Bolivia. En esta región no habitada ni por indios
quechuas ni aymaras y consecuentemente con sentimientos de mucha superioridad
respecto a la Bolivia indígena-mestiza, el criollaje español, post-colonial conservó su
“pureza étnica” despreciando a los demás bolivianos del área andina como “collas”, en
especial a aquellos con mezcla indígena. Su desprecio iba dirigido especialmente a
aquellas personas de origen indígena que tanto en la educación como en el estilo de
vida eran modernos y aculturizados.213 Aún más le causaba repugnancia a la plebe
cruceña el parentesco con indios:214 Allí, inclusive en el caso de curas consagrados no
se renunciaba de ninguna manera, a utilizar el apelativo “colla”, para recordar el
eventual origen indígena andino,215 contrariamente a un denominativo de honor. Pues
los indios (precisamente los “collas” Aymaras) se contaban en Santa Cruz – según un
dicho popular - entre los “enemigos del alma”.216
Finalmente Santa Cruz era la única localidad boliviana de “raza española pura”.217
“Desde allí habían marchado los descubridores para erigir su superioridad inmortal en
el corazón de Sudamérica”, anunciaba su orgullo de raza.218 Una hermandad de las
razas blancas unía allí a pobres y ricos, fuera la que fuera su condición, ensalzaba René
Moreno.219
(Que el político regional local más importante, procedente de una familia criolla
colonial, el médico Andrés Ibáñez, rodeado de grupos de necesitados, fundara en
1874 un “partido igualitario” (bajo influencia indirecta de la Internacional Socialista),
luego en 1875 tomara las armas, antes de ser convertido por los notables de la región
en un gobernante regional, no trajo consigo reformas sociales “igualitarias”, sino un
separatismo “federalista”, por lo que Ibáñez fue ajusticiado en 1877.220)
Pues allí desde 1831 las actividades de investigación racial biológica del francés Alcides
d’ Orbigny ya habían contribuido a la conservación del orgullo racial de la herencia
colonial española.223 Así un hidalgo de Galicia, que demostrara ya en 1750224 “la
pureza de su sangre” (según la tradición de la Inquisición225) tuvo entre sus sucesores
de raza pura también a Nicomedes Antelo (1823-1883). Y éste procedente de Buenos
Aires, blanca y orgullosa racialmente, ejercía –como el joven Julius Streicher – como
profesor de primaria226 . Nicomedes Antelo insistía que
“Las razas, que son renuentes a nuestra organización social y política”, que “representan a microbios
patológicos reales, 227 un permanente riesgo mortal para la nacionalidad boliviana, fisiológicamente por
sus células nocivas.228
Así insistía:
“… Ojalá que los indios y mestizos desaparecieran de Bolivia tan pronto como fuera posible bajo las suelas
de los inmigrantes europeos – así como las ratas negras desaparecieron para siempre de Inglaterra,
aniquiladas por las ratas cafés de Hannover (que habían llegado atravesando el canal en los barcos de
Guillermo de Orange en 1688)”-
Pero el imperativo del carácter científico se manifestó contra los indios en forma
incomparablemente más drástica que el de la teología de la Edad Media:
“Que los pobres indios tendrían que ser aniquilados bajo la presión de nuestra raza es como una
amputación, que duele, pero que sana la gangrena… Que de una vez para siempre indios y mestizos de
Bolivia tendrían que ser eliminados, era el tema habitual de Antelo. De allí se derivaría la grandeza y el
bienestar para la raza blanca dominante y para la Nación.”231
“Los indios y los mestizos no sirven para nada en la evolución progresiva de la sociedad
moderna. Tarde o temprano tienen que desaparecer. Son una cantidad negativa… en
la ecuación republicana [sic]. Por su numeroso predominio representan – y
especialmente los mestizos incaicos por su fuerza cuantitativa, astucia y a veces
precisamente por su cultura – el obstáculo principal para que del seno mismo de la
sociedad boliviana surja una democracia.” “No pueden fundirse ni refundirse en la
igualdad de la ley [contrariamente a Simón Bolivar], para darle al producto final el
derecho soberano al voto.”… “El indio como soldado y el mestizo como administrador
u hombre de Estado – constituyen un permanente riesgo mortal para la nacionalidad
boliviana, para una estructura blanca.”232 “La herencia de la raza de cobre no significa
para nosotros absolutamente nada. Ni siquiera un único elemento ha aportado esta
raza … a la cultura moderna”233: Sólo cosas negativas –y no únicamente por Antelo-
fueron atribuidas a la influencia indígena sobre Bolivia. A la “mezcla de elementos
incaicos con genes criollos le atribuye él un determinismo extremadamente
negativo.”234 Deploró como tanto más nocivo por su parte la mezcla racial con indios
en su provincia Santa Cruz, pura y blanca, en la que “la plebe está infectada hasta los
huesos por la hibridación con los nativos”.235
Lo último rige también para su compatriota y biógrafo Gabriel René Moreno (1836-
1908), jurista y profesor de ciencias naturales, que precisamente vino de Chile – con la
misma orientación británica- y que deseaba la anexión de la Santa Cruz boliviana a la
Argentina de raza blanca. El le certificó a su amigo Antelo con toda seriedad, que “su
cerebro estaba libre de los defectos de las razas inferiores.”238
Pues también en 1885 para Moreno “la raza era el protoplasma histológico del
organismo”, “la raza como base fundamental.241 Partiendo de las doctrinas científicas
de moda de su época sobre la “superioridad de la raza blanca sobre las demás… “cetro
del progreso”, “verdad elemental”,242 no se dejó desconcertar ni por el catolicismo de
su partido ni por el medio ambiente mayoritariamente indígena. Ya desde el seno
materno los indios nacían inferiores frente a los blancos. En la escala de valores
etnológica ambas razas estarían muy alejadas una de la otra. Y ya que “la fuerza del
progreso natural en lo relativo a la raza y lengua solía reemplazar la inferioridad por la
mayor calidad”, encontró los escritos del “indigenista apostólico” Carlos Beltrán* “más
zalameros que útiles”. Pues “la asimilación a la civilización del indio boliviano se
compone de…. la desaparición completa de todas las lenguas nativas….” 243 De igual
manera condenaba las aspiraciones de Dionisio Anchoreno, de transmitir a los indios la
civilización y la aproximación a los blancos.
Sí, el también insistía, en que las razas arcaicas debían desaparecer cuanto antes –
para el engrandecimiento del Perú, Bolivia y el Ecuador…: Entre los indios y los blancos,
en vista de su profundo antagonismo no era posible ninguna ciudadanía común. Pues
*
Arriba, Cap. IX.
el cerebro de los indios peruanos y bolivianos correspondía al de un “estadio de
degeneración” en la evolución de la humanidad. Así los indios eran “renuentes a la
ideología de la raza conquistadora”.244 Y a largo plazo la minoría blanca le podría fin a
los indios – “según la ley, que define la lucha vital de las especies”: Bolivia se
convertiría en “escenario … de una batalla mortal entre seres inferiores y superiores…
En la lucha perecerán los de color y los blancos triunfarán.” Todos los “indios tienen
que perecer ante las ruedas del progreso caucásico. Mañana estos serán arrollados, así
como pasado mañana su descendencia mestiza. El progreso moderno empedrará al
final su ruta con los esqueletos de todos ellos, de modo que sólo los blancos” se
ubicarán para el banquete.
“Los mestizos, que quedan como larvas nocivas de los indios… por el número de sus
sitios en el banquete de la vida no podrán desocuparlos – a no ser por las invasiones
caucásicas como las de la República argentina, invasiones, que no se copian.”245 Frases
que hasta hoy no han perdido del todo su influencia sobre las opiniones acerca de los
indios, también en las ciudades como Sucre, La Paz misma, (en cafeterías de la Calle
Comercio), frases parecidas a las concepciones del pensador argentino Florencio
Amegnino y luego inclusivo del socialista José Ingeniero (sobre lo cual llamó Adolfo
Hitler “las leyes férreas del ser”). Para intentar plasmar aquellas ideas, en los años
alrededor de 1880 miles de indios fueron expulsados del este boliviano y así ganar
tierra boliviana para el arado de los colonizadores alemanes .246
X
Y
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56
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