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Universidade de Brasília

Faculdade de Arquitetura e Urbanismo

Curso de Mestrado em Arquitetura e Urbanismo

Disciplina: Espaço e organização social – semestre 1/2011

Professor: Frederico de Holanda

Trabalho final:

LA VALORACIÓN DEL ESPACIO ARQUITECTÓNICO

Autor: Yvette Mónica Carrillo Salomón – Aluna especial UNB Brasilia, Brasil

Contato: yvette.carrillo@gmail.com Móvil: +55 (61) 82137033

RESUMO

En el presente ensayo se reflexiona sobre el valor del espacio arquitectónico tomando


como referencia las experiencias vividas y los espacios que nos son más conocidos.

Palavras chaves: espacio, identidad, apropiación del espacio, valores arquitectónicos.


Yvette Carrillo

LA VALORACIÓN DEL ESPACIO ARQUITECTÓNICO

Introdução
Foi durante este ano em sala de aula, o professor mostrou-nos uma praça que ele definiu
como ¨aconchegante¨. Nesse momento, do meu ponto de vista tendo em conta apenas o
que via na imagem, eu pensei que o professor estava errado. A foto mostrava um espaço
quase vazio, pouco movimentado, como uma estátua no meio e uma igreja no fundo,
como muitas outras que já visitei. A minha interpretação foi que era um lugar
interessante, mas não atraente. Na minha ignorância mais completa, não conhecia o
lugar nem a sua história. Naquele momento, todos na sala concordaram com o professor
e eu percebi que havia algo nessa praça que eu não podia ver. Foi a praça Tiradentes de
Ouro Preto, o local onde a cabeça do mártir da independência, Joaquim José da Silva
Xavier foi exposta em 1792, um dos lugares mais visitados e apreciadas por todos os
brasileiros. A foto foi tirada às 5 horas de manhã, o que explica o porquê estava vacia
nesse momento. No presente trabalho, vamos tentar aprender a descobrir o valor dos
espaços arquitetônicos algumas vezes escondido e que no se pode ver na fotografia.

Recientemente leí un libro que me impactó. Se trata del libro de Christian Norberg-
Schulz1: Genius Loci Towards a Phenomenology of Architecture2. En este libro el autor
introduce el concepto de Genius Loci, concepto desconocido para mí en ese momento y
hace un estudio de las ciudades de Praga, Khartoum y Roma bajo este punto de vista.
Las ciudades de Praga y Roma son mundialmente conocidas por su belleza y las
fotografías que se muestran en el libro no hacen más que confirmar este hecho, así que
cuando leía el libro y las apreciaciones del autor con respecto a esas ciudades, que yo ya
conocía, me fue fácil identificarme con sus apreciaciones. Pero esto no sucedió con
Khartoum pues de esta ciudad (capital de Sudán) yo no sabía prácticamente nada y lo

1Thorvald Christian Norberg-Schulz (mayo 23, 1926 - marzo 28, 2000), arquitecto, teórico e historiador
de la arquitectura noruego. Uno de los primeros teóricos de la arquitectura en acercarse al pensamiento
de Martin Heidegger.

2 Libro editado en italiano en 1979 y traducido al inglés en 1980

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que me ocurrió con ella al ver solo sus fotos, en un primer momento, fue prácticamente
lo mismo que me ocurrió con la plaza Tirandentes: ver sólo lo que la fotografía me
mostraba. Este hecho me llevó a reflexionar sobre el valor que le damos a los espacios,
ese valor que va más allá de lo que nos muestra una fotografía y fue así como empecé a
indagar sobre el Genius loci y posteriormente sobre el valor de los espacios.

Genius Loci
Historicamente, a primeira idéia de Genius loci para a arquitetura é encontrado na
Epístola IV (1731) de Alexander Pope - Moral Essays: ‘instanced in architecture and
gardening,… all must be adapted to the genius of the place, and… beauties not forced
into it, but resulting from it’.

En la teoría de la arquitectura moderna, el Genius loci tiene profundas implicaciones en


la proyección de espacios públicos y está vinculado a la rama filosófica de la
fenomenología. Este principio, en arquitectura, consiste en la adaptación de los diseños
al contexto en que se ubican, concepto desarrollado principalmente por Christian
Norberg-Schulz en su libro, Genius Loci: Towards a Phenomenology of Architecture.
En este libro se interpreta el espacio como una dimensión de la existencia, trabajando
sobre la psicología de la percepción. El autor aborda el tema desde el punto de vista
fenomenológico3 del entorno y de la interacción entre lugar e identidad, afirmando que
es necesario descubrir el significado de las cosas que nos rodean (la ¨coseidad¨ de las
cosas) pues solo entonces, afirma, se podrá establecer una relación de ¨amistad¨ con el
medio al que podrá encontrar significativo. Norberg-Schulz reconoce que el hombre
forma parte del entorno, poniendo énfasis en afirmar que si el entorno es significativo,
el hombre se sentirá ¨en casa¨. Es de esta forma, como interrelaciona al hombre con su
medio: ¨to be able to dwell between heaven and earth, man has to understand these two
elements, as well as their interaction… when the environment is meaningful man feels
at home¨. (Pág 23).

3 Fenomenología: Ciencia que estudia la relación que hay entre los hechos (fenómenos) y el ámbito en que
se hacen presentes. Se refiere en general al estudio de los diferentes modos en que las cosas aparecen o
se manifiestan en la conciencia.

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La apropiación del espacio

Norberg-Schulz nos advierte de la importancia de la orientación y de la identificación


para lograr nuestro objetivo: ¨to gain existential foothold man has to be able to
oriéntate himself; he has to know where he is. But he also has to identify himself with
the environment ¨(pág 19) Estos conceptos están íntimamente relacionados con la
identidad espacial y aunque el autor se refiera a la influencia del medio natural, yo
amplio el concepto de ¨medio¨ al espacio (en general) que nos rodea, reflexionando en
primer lugar, la manera como nos identificamos con él desde el momento en que
nacemos, haciéndonos ¨dueños¨ del espacio a medida que vamos creciendo.

Desde que llegamos al mundo comenzamos a tener contacto con el medio, el ¨mundo
exterior¨ (el interior fue el vientre de nuestra madre). Miramos con ojos enormes y con
temor todo lo que no nos fue ¨presentado¨. Usamos nuestros sentidos para reconocer el
medio que nos rodea, aprendemos a reconocer olores, sabores, ambientes, personas, etc.
Y a medida que nuestro conocimiento se amplía nuestra ¨casa¨ también. Cuantas veces
no hemos escuchado a una madre fuera de su casa, quejarse porque su bebe no puede
dormir debido a que no está acostumbrado a ¨esa¨ cuna que no es suya. O cuántos niños
que conocemos no pueden ir a la cama sin su peluche preferido o algún objeto en
especial (hasta un pedazo de tela en particular puede adquirir gran significado para un
niño). El cielo y la tierra de los cuales nos habla Norberg-Schultz empiezan por ser el
vientre de nuestra madre, para convertirse luego en nuestra cuna, nuestra habitación,
nuestra casa, nuestra calle, nuestra ciudad, nuestro país, etc. A medida que nuestro
conocimiento del medio crece, nos vamos identificando con los diferentes espacios por
los cuales nos desplazamos y nos vamos ¨apropiando¨ de ellos. ¿Cuántas veces se ha
referido usted a la ciudad en la que vive como ¨mi¨ ciudad? ¿Y el país en el que vive
como ¨mi¨ país? Esta apropiación del espacio la he experimentado en otras
circunstancias menos evidentes, como el simple hecho de alojarme en un hotel. El llegar
al hotel y entrar en una habitación no siempre dá la misma sensación, depende de
varios factores para que me sienta realmente bien, la limpieza, la distribución y tamaño
de los objetos, los colores de las paredes, los cuadros, etc. Pero un factor muy
importante entre todos estos es el reconocimiento del espacio (identificación y
orientación). Este hecho parece que ya fue estudiado por los diseñadores de hoteles (al

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menos es lo que he podido constatar en Europa) pues desde hace algunos años el
concepto de ¨siéntase como en casa¨ ha unido lo económico a lo funcional: las cadenas
de hoteles copian exactamente el mismo edificio, con la misma distribución de
habitaciones, con los mismos colores, con los mismos cuadros, los mismos productos de
limpieza etc. De manera que el espacio que el cliente vaya a ocupar sea lo más
¨reconocible¨ posible y que el cliente se pueda sentir ¨en casa¨. Debo confesar que esta
técnica funcionó conmigo (y muy probablemente con la mayoría de clientes que viajan
constantemente por motivos de trabajo) durante mi estadía por esas tierras, pues
teniendo que viajar constantemente debido a mi trabajo, resultaba bastante práctico el
saber que dormiría en una habitación donde había una mesita de noche cuya lamparita
ya sabía cómo encender y apagar, un mando de TV que sabía perfectamente cómo
funcionaba, unos baños cuyos jabones me eran familiares, etc. Es el mismo principio
que a mi parecer utilizan las cadenas de comida rápida como el Mc Donalds. Cuál no
sería mi sorpresa al comprobar que inclusive en un lugar tan característico como el
barrio de la judería de Córdoba, en donde se tiene la oportunidad de comer unas tapas4
únicas, también existía un Mc Donalds y que este tenía clientes al igual que cualquier
restaurante de los alrededores…! y vendiendo algo tan simple como una hamburguesa
que se puede encontrar en cualquier ciudad de la que se proceda…! Pues sí, el hombre
se apega a las cosas que le resultan familiares y así siempre habrá un turista que harto de
comer delicias extrañas prefiera comerse una simple y llana hamburguesa en un Mc
Donals como lo hace en cualquier simple y llano día en su ciudad.

Comencemos por los primeros espacios que consideramos ¨nuestros¨ en nuestras vidas:
en primer lugar se encuentra nuestra cuna, es decir, el lugar en el que pasamos la mayor
parte de nuestro tiempo cuando somos bebes. Este lugar, aunque no seamos conscientes
de ello es el primero del cual nos ¨apropiamos¨ reconociendo su olor, su textura, su
¨espacio¨. Es el primer lugar en el que dormimos en paz sintiéndonos protegidos del
mundo exterior (para un bebé, todo lo que pasa de la frontera de su cuna ya es el mundo
exterior). Luego vienen los espacios entre la cuna, la bañera, la mesita de comer etc.
Espacios que se reconocen y de los que se toma conciencia que se vá o que se está (un
bebé sabe cuando lo están llevando a comer o a bañarse, y aprende con el tiempo a

4 Una ¨tapa¨ en España es esencialmente un aperitivo que se sirve en algunos bares o restaurantes
acompañando a la bebida. En muchas regiones de España es habitual salir a cenar o a comer a base de
tapas.

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orientarse en este espacio para llegar a su destino), espacios a través de los cuales se va
tomando conciencia sobre el mundo. Luego nuestra frontera se amplia y nuestro cuarto
equivale a nuestro espacio sobre el que ejercemos cierto poder. Así pues, el cuarto se
convierte en una de las primeras posesiones espaciales conscientes del hombre, no en
el aspecto físico claro está, pero sí en cuanto a espacio conocido, identificado como
propio, allí vamos a llorar cuando tenemos un problema, allí guardamos nuestros
primeros tesoros encontrados en el jardín y allí dormimos plácidamente sintiéndonos
protegidos por sus cuatro paredes.

Más adelante se encuentra ¨nuestra¨ casa, nuestro refugio diario que compartimos con
los demás miembros de la familia. Para toda persona el hecho de llamar al lugar en el
que vivimos ¨mi casa¨ es completamente normal, aunque físicamente esta no nos
pertenezca. Todas las personas dan a la casa un toque personal que las identifica con
ella, y todas las personas saben exactamente como llegar a cualquier habitación de su
casa. Es allí también donde comenzamos a aprender a respetar el espacio de los demás
y donde tomamos conciencia de que existen espacios comunes. Aprendemos respeto a
los demás y el respeto a los espacios comunes.

Pasamos de aquí a la apropiación de la calle en la que vivimos. En lo personal, nunca


sentí que la calle en la que viví era ¨mi calle¨ por diferentes motivos. Para empezar no
habiendo vivido nunca, desde que tengo uso de razón, en una misma casa, nunca me
identifiqué con la calle en la que viví. De pequeña, siendo mi padre militar, estaba
destinado a cambiar de lugar cada 3 años por lo que íbamos viviendo de campamento
militar en campamento militar (o agrupaciones de casas destinadas para uso exclusivo
de los militares), las cuales estaban estructuradas más o menos de la misma manera y no
tenían elementos que facilitasen la orientación, por lo cual, el nombre de la calle, para
quien conociera poco el lugar, era un dato poco práctico. Por este motivo en aquella
época yo prefería decir: ¨mi casa es la de hace esquina frente al centro de salud¨ ó ¨vivo
en la tercera casa subiendo la colina¨ ó ¨está en el segundo parque frente al kiosko¨. En
estos asentamientos, el lugar preferencial lo tenía la caserna, que ocupaba un espacio
más amplio que el resto de las edificaciones (capilla, mercado, puesto de salud) y era
visiblemente mucho más grande que estas, teniendo siempre un gran patio en medio
donde se le rendía culto a la bandera cada domingo por la mañana (fuerte aspecto

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simbólico). Luego continué cambiando de casa y mi única relación con la calle era unos
minutos por la mañana (al salir), y unos minutos por la noche (al llegar). A pesar de esta
experiencia personal, he visto muchos casos en los que las personas se ¨apropian¨ de las
calles. Como ejemplo, las señoras de varios pueblitos españoles que se preocupan y
hasta rivalizan por barrer la calle en la que viven, a pesar que la calle sea barrida por el
municipio diariamente. Ellas sienten que esa calle es una extensión de sus casas y por lo
tanto se sienten también responsables por su limpieza. En este caso, el espacio público
se usa como centro de reunión y cada una sale con su propia silla a charlar con las
demás señoras del barrio en plena calle. Ellas saben exactamente donde ubicar sus sillas
para que no les moleste el sol en el transcurso de la tarde y conocen cada metro de la
acera por la que caminan. No es extraño ver a señoras de avanzada edad que apenas
pueden ver, salir con toda seguridad a conversar con sus amigas pues reconocen
perfectamente el terreno que pisan. De la apropiación de la calle pasamos a la de la
ciudad. Aunque yo no lo hice con ninguna calle, sí me ¨apropié¨ de una ciudad: Bruselas
a la que considero ¨mi ciudad¨, pues después de la ¨huida¨ de Lima, fue el lugar que me
acogió, que me abrió sus puertas para protegerme, que me ofreció oportunidades de
estudio, de trabajo, me abrió sus parques, sus museos, me abrió a la vida nueva que es la
que tengo hoy y siento que allí yo volví a nacer. Si bien es cierto que los primeros días
fueron difíciles para orientarme, pues sus calles no siguen la cuadrícula a la que yo en
Perú estaba tan acostumbrada, sus innumerables puntos de referencia (edificios,
parques, plazas, monumentos etc.) hicieron que rápidamente me ubique dentro de la
ciudad. Bastaron unas pocas semanas para conocer ¨el corazón de Bruselas¨, que es la
parte más antigua de la ciudad, cuyas calles, sin tener las referencias antes descritas,
parecerían un verdadero laberinto. Y es así como la hice mía (o más bien, fue ella quien
se apoderó de mí).

Luego tenemos la ¨apropiación¨ del país, que por estar más relacionada con un aspecto
político-social más que con el aspecto de espacio en sí, no se analizará. Sin embargo, de
la categoría siguiente: el mundo en que vivimos todos, me parece interesante hacer
ciertos comentarios. Aunque en mis años jóvenes nunca escuché esta expresión ¨soy
ciudadano del mundo¨ he podido constatar que esta categoría de personas existe. Se
trata de personas sin tiempo de ¨asentarse¨ en un determinado lugar, personas que viajan
constantemente cambiando de país, de idioma, de casa, de amigos. Personas que se
tienen que adaptar a cualquier medio en cualquier momento. He podido constatar que

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estas personas tienen más sensibilidad con respecto a los espacios que el resto de
¨locales¨. Aprecian de un modo diferente las características de los lugares, son más
sensibles a la belleza, al valor ético y ecológico del espacio arquitectónico. Nunca
olvidaré el ¨choque¨ que tuve cuando visité la ciudad de Antanararivo (Madagascar) y vi
como en las casas de los ricos, el espacio definido para las personas de servicio
(jardineros, chofers, cocineras etc.) se reducía a 4 paredes, sin ventanas (en la lógica de
los dueños las personas de servicio no necesitan ventanas porque pasan el día trabajando
dentro de casa), con solo colchones para dormir, sin ninguna intimidad ni confort. Para
los dueños de casa esta situación era completamente normal, pero yo no pude evitar
sentir vergüenza ajena por aquella situación (la distribución del espacio me dijo mucho
del valor ético de las personas que vivían allí), sin embargo, para los que viven ésa
situación día a día, esto era lo normal. Otro ejemplo que puedo dar es cuando me fui a
vivir a Barcelona. Mi departamento estaba situado en un edificio desde el cual se
apreciaba directamente por la ventana posterior, el campanario de la catedral Santa
Maria del Mar. Figura X.

Figura 1. Campanario y vista de Santa María del Mar. Barcelona.

Lógicamente mis muebles dentro del departamento estaban estratégicamente


distribuidos para apreciar la hermosa vista delante de mí (figura 1), no siendo el caso de
mis vecinos, quienes vivian allí desde hace años, quienes no daban ninguna importancia
a la vista de la iglesia. Al parecer cuando se tiene ¨constantemente¨ algo, uno deja de
apreciarlo. Esta habrá dado lugar al dicho tan popular que dice que uno no sabe lo que
tiene hasta que lo pierde. Y esta será la razón quizás por la cual yo opino que en una

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ciudad debe de haber diversidad, porque con la monotonía (de lo que fuere, por muy
bueno que fuere), se tiene una tendencia a depreciar el valor de las cosas.

Cabe mencionar aquí que veo una diferencia entre la percepción espacial de un
asentamiento o de una ciudad (y todos los espacios menores que ella contiene como
calles, edificios, casas, habitaciones etc.) y los espacios mayores a los que yo
consideraría fuera de la escala de la percepción directa del hombre (como un país por
ejemplo o una región). El límite entre estos dos espacios se encontraría en el espacio
que el hombre es capaz de percibir con sus sentidos (no es lo mismo leer una historia, a
que vivas esa historia). Considero esto importante para el estudio del espacio
arquitectónico (aquel espacio que tiene una relación (cualquiera que esta sea) con el
hombre). Y es desde este punto de vista es que el paisaje natural es considerado también
un espacio arquitectónico.

Valor arquitectónico

A este punto de lo expuesto y aunque nos hayamos apartado un poco del tema central
con mis experiencias vividas. ¿Podemos afirmar la identidad espacial nos es suficiente
para establecer el valor arquitectónico del espacio?

Debo de aclarar aquí, que no soy ninguna erudita en el asunto pues aunque realicé
estudios de arquitectura en la época que viví en Lima (hace casi 25 años) y de
urbanismo en Bruselas hace casi unos 20, no he vuelto a tocar el asunto, ya que
posteriormente realicé estudios de ingeniería de sistemas que es a lo que me he dedicado
en los últimos años 15 años. Así que todo lo que puedo aportar aquí es la experiencia de
mi vida y el conocimiento que haya podido absorber en el transcurso de las aulas en el
presente semestre académico. Una vez aclarado esto, prosigo dando respuesta a la
anterior pregunta.

No. La identidad espacial no es suficiente para establecer el valor arquitectónico de un


espacio. Como base a esta respuesta, vamos a ver lo que significa ¨valor arquitectónico¨
y para ello es preciso tener claro en primer lugar lo que es ¨arquitectura.¨

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Arquitectura – Relación con el espacio

Tomemos el concepto de lo que Frederico de Holanda, en su libro ¨Espaços de Ecxeção¨


llama ¨definición relacional de arquitectura¨:
¨Arquitectura es una relación que las personas establecen con el espacio,
por medio de la apropiación o de la transformación de este, con el objetivo
de satisfacer expectativas funcionales, de co-presencia, bioclimáticas,
económicas, topoceptivas, emocionales y simbólicas en función de valores
ecológicos, éticos y estéticos históricamente determinados¨. (Pág 83)
Tomando como válida esta definición, está claro que la identificación espacial es sólo
una pequeña parte a tomarse en cuenta. El poder orientarnos en un lugar e identificarnos
con él solo está satisfaciendo una de las expectativas (la topoceptiva) de la relación del
hombre con un espacio determinado.
Entonces se presenta la pregunta: ¿Qué es lo que deberíamos de tomar en cuenta para
evaluar un espacio arquitectónico? Según Frederico de Holanda (2002), para valorar el
espacio arquitectónico, es necesario comprender las expectativas humanas a partir de
ciertos valores sociales (traducidos en valores arquitectónicos), relativos a un tiempo y a
un lugar determinado. Así pues, las tres dimensiones de evaluación son: dimensión
ecológica, dimensión ética y dimensión estética..
Trataré de evaluar, según este criterio, tres espacios con los cuales tengo relación
estrecha: mi cuarto, mi casa y una ciudad significativa para mí. En el caso de los dos
primeros, realizaré la valoración separando las diferentes dimensiones de evaluación,
pero en el caso de la ciudad no, ya que debido a su complejidad, estas tres dimensiones
se encuentran imbricadas.
Mi cuarto o habitación:
1. Dimensión ecológica: Trato de mantenerlo siempre a la temperatura que me gusta
abriendo o cerrando las ventanas y cortinas, controlo así el paso del viento, la luz y
hasta los ruidos. Los productos de limpieza dejan un agradable perfume a limpio.
2. Dimensión ética. Comparto el cuarto con mi esposo de manera absolutamente
democrática, elegimos juntos los muebles, los colores con los que pintamos la
habitación, los adornos y los cuadros. Tomamos decisiones en conjunto para cualquier
alteración del espacio.

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3. Dimensión estética: La habitación está adornada con elementos que consideramos
agradables a nuestra vista, nuestros cuadros, adornos, el color de nuestras sábanos, los
muebles y todo lo que nos rodea ha sido elegido según nuestros gustos estéticos.
En conclusión, para nosotros (mi esposo y yo, los utilizadores del espacio), nuestro
cuarto es un espacio de calidad, pues el objetivo de satisfacer la expectativa funcional
(dormir), ha sido cumplido satisfactoriamente.
Mi casa:
1. Dimensión ecológica: Mi casa fue diseñada de manera a estar protegida del sol de
verano que es muy fuerte en esa región (sur de España). Tiene terrazas techadas que
permiten ser disfrutadas para ver el paisaje (se encuentra en el límite del parque natural
de la sierra de Espadá, que está lleno de árboles de alcornoques), la posición de las
ventanas ayuda al paso del viento para una buena ventilación y todas las ventanas y
puertas que dan al exterior tienen cerradura hermética, lo que ayuda al control del ruido,
de la temperatura y a no permitir entrar el agua en época de lluvias. La casa está rodeada
de un jardín en el que hay plantados una higuera y un olivo, además de otras plantas
oriundas de la zona (romero, lavanda, etc.) que le otorgan un aroma característico y
otras plantas que sirven para el uso culinario, las cuales son cuidadas por los miembros
de la familia. El jardín representa una parte importante de la casa, pues ayuda a la
identificación con los elementos naturales. La familia pasa gran parte del tiempo
(cuando la temperatura lo permite) en este espacio, dejando disfrutar los sentidos de lo
la naturaleza nos ofrece.
2. Dimensión ética. La distribución de la casa es ¨democrática¨, no se favorece a ningún
miembro en particular. Cada habitación tiene su terraza correspondiente y sus
dimensiones son similares. Los 2 baños se comparten entre los miembros de la familia.
Se decide en conjunto los elementos que se ubican en las zonas comunes. La cocina es
abierta (tipo americano) lo que facilita que los miembros de la familia participen en la
preparación de los alimentos. La responsabilidad de la limpieza y el orden es de todos
por igual (por lo que es un alivio que la casa no sea sobredimensionada en su tamaño y
que tenga los espacios justos y necesarios para el desarrollo de la vida familiar). Se
exhiben elementos que recuerdan los familiares cercanos (fotografías, manteles tejidos a
mano, etc.), lo cual ayuda a que la nueva generación tome conciencia del paso del
tiempo. El hecho de ayudar a que los hijos se identifiquen con sus abuelos, ayuda a que
ellos aprendan a tener cariño y respeto por ellos (aunque no los hayan conocido). Al

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menos fue lo que ocurrió conmigo cuando fui pequeña, y hasta ahora usamos el mantel
de la abuela Pepa, todo bordado a mano, para las reuniones familiares importantes, y la
pipa del abuelo está expuesta todavía en la mesita de la sala.
3. Dimensión estética. La casa está ubicada en el centro de la parcela, tiene dos pisos y
es de forma cuadrada con terrazas alrededor arriba y abajo y techo a dos aguas. Nos
preocupamos de pintarla cada dos años por lo que siempre ofrece una cara limpia y
acogedora a quien la observe. La casa está decorada según los gustos de todos por
decisión democrática. A veces surgen problemas para satisfacer al grupo familiar
porque, por ejemplo, una colección de insectos, para ser colgada en una pared, no es
apreciada por igual por los diferentes miembros de la familia, pero esto no implica
grandes problemas pues unos y otros saben perfectamente donde están los límites de sus
derechos (justamente donde empiezan los derechos del resto).
En conclusión, para mi familia, nuestra casa es un espacio de calidad, pues el objetivo
de satisfacer nuestras expectativas de uso (tener un espacio de calidad donde vivir en
armonía y en el que se puedan desarrollar valores) ha sido cumplido satisfactoriamente.

Un punto interesante sobre las casas me viene a la memoria. Se trata de mi observación


sobre lo que nos cuentan los espacios. Esta historia remonta a la época en que me
mudé para Europa. La noche antes de mi partida dí una mirada a mi habitación con
nostalgia, pensando en lo lejos que estaría de mi cama, de mi mesita de noche, de mi
estante de libros, de mi armario, etc. y traté de imaginarme como sería mi nueva
morada, ¿tendría una cama cómoda? ¿Tendría una mesita de noche? Imaginé entonces
que viviría separada de la casa ¨principal¨ junto con las demás personas de servicio.
Imaginé un lugar lúgubre, poco cuidado, con apenas lo básico para dormir. Al día
siguiente, al llegar allá, me di cuenta que realmente estaba ¨en otro mundo¨. La
distribución del espacio en aquella casa no correspondía en absoluto a la idea que yo me
había hecho de ella. En primer lugar no existía ¨zona de servicio¨. Ni siquiera existía
esta zona en el ¨petit chateaux¨ que pertenecía a la familia y que databa del siglo
antepasado Entonces el espacio me habló, y me contó que allí en el interior de la casa
todas las personas eran iguales, que ellas tenían una habitación semejante, con una cama
y unas ventanas semejantes, con unos baños semejantes y que además compartían todos
la misma mesa para comer, la misma comida, los mismos cubiertos y la misma TV. El

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espacio me contó que aquella era una casa donde reinaba la democracia, donde los que
se supone sirven y los que se supone son servidos son tratados exactamente de la misma
manera, sin distinción. En aquella casa cada uno era responsable de su propia habitación
pero además también lo era de mantener la casa en perfecto estado, con todo en orden,
pues la señora que se encargaba de hacer la limpieza solo venía un día por semana y era
preciso mantener por este tiempo la casa en perfectas condiciones. La atmosfera era
apacible y la casa estaba llena de cuadros familiares y de dibujos realizados por los
niños. Una de las cosas que más impacta a un europeo cuando llega a esta parte del
mundo (a América en general) es la distribución y el tamaño de las viviendas.
Personalmente nunca me había percatado de la dimensión ética de los espacios dentro
de las viviendas hasta que conocí la ¨otra¨ realidad. Durante mis primeros años de vida,
en Perú, los espacios contaban que en casa había dos ¨grupos¨ socialmente establecidos
-los que sirven y los que son servidos, y que además uno de ellos tiene ¨supremacía¨
sobre el otro: mientras que las habitaciones de unos son claramente más reducidas,
austeras y se encuentran ubicadas en zonas estratégicas de servicio (llámese cocina,
lavandería, patio), las habitaciones de los otros se encuentran más arregladas, son más
amplias y tienen mejores vistas. Algo que me impacta también de ellas, es la
impersonalidad en el tratamiento interior de las mismas. La gran mayoría de casas en el
norte de Europa se encuentra llena de ¨recuerdos¨ en todos los rincones de la casa, desde
el tapete que tejió la abuela hace 60 años hasta los dibujos que realizaron los niños
cuando empezaron a ir al colegio. El amor y respeto hacia lo que tiene ¨historia¨
realmente me sorprendió. Contrariamente, la mayoría de las casas que he visitado en
esta parte del mundo, muestra cuadros y mobiliario de moda (mientras más moderno, a
las personas les gusta más) y raramente se ven artículos realizados por algún miembro
de la familia que pueda tener valor personal.
La ciudad:
El evaluar una ciudad desde el punto de vista del espacio arquitectónico, no me parece
nada fácil, pues una ciudad está llena de sub-espacios que satisfacen expectativas
diferentes. ¿Cómo podemos evaluarla? ¿Contaremos que porcentajes de sub-espacios
satisfacen las expectativas para el cual fueron creados para poder obtener una respuesta?
Dejo la pregunta abierta. Pero al respecto quiero aclarar que personalmente creo que una
ciudad (al menos las ciudades actuales) debería de evaluarse desde el punto de vista de
la relación que las personas, llámense individuos, tienen con el espacio (con el medio

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que les afecta directamente), es decir, la relación del hombre con cada calle, cada
esquina, cada plaza, cada parque, cada centímetro de espacio por el que se traslada
dentro de ella. Con esto quiero decir, que considero que para que una ciudad obtenga un
cierto nivel de calidad, no es suficiente, ni siquiera indispensable, que tenga
monumentos grandiosos por todas partes, o que pueda abastecer a toda la población de
los insumos elementales para las viviendas (agua, electricidad, gas etc.) o que use las
últimas tecnologías para el transporte, etc. Lo que sí considero importante es que ese
individuo se sienta bien moviéndose dentro de ese espacio. Y para que un individuo ¨se
sienta bien¨ ¿bastaría con que se cumplan los valores (ecológicos, éticos y estéticos)
vigentes en aquel lugar y para la época en la que está viviendo?
Volviendo a la definición ¨arquitectura es una relación que las personas establecen con
el espacio…¨, me pongo a pensar en el tipo de relación que puede ser establecida, ya
que existen ¨buenas¨ y ¨malas¨ relaciones ¨ …por medio de la apropiación o de la
transformación de este, con el objetivo de satisfacer expectativas (…) en función de
valores (…) históricamente determinados¨. Con esto quiero decir, que esta definición
da lugar a pensar que puede darse el caso de que las expectativas sean satisfechas según
los valores determinados del momento histórico, pero que esto no será garantía de que
la relación de las personas, establecida con ese espacio, sea una relación
satisfactoria…!
Volviendo al análisis de la ciudad, intentaré hacer una valoración de la ciudad de
Bruselas, ya que es la ciudad que mejor conozco entre todas las demás.
Bruselas, como la tengo en mente, es lo que yo llamo ¨una ciudad para ser vivida¨, pues
ciudades para vivir hay muchas pero para ser vividas solo unas cuantas.

No existe ciudad por la que yo sienta más nostalgia que Bruselas, pues aún en los
momentos más difíciles ella se comportó como una verdadera amiga, acogiéndome
entre sus bellas y estrechas calles, deleitándome con sus hermosos parques,
sorprendiéndome con sus fastuosos edificios antiguos, y sobretodo haciéndome sentir
igual a los demás, pues cuan reflejo de sus casa, allí todos podíamos disfrutar de ella por
igual, todos podíamos caminar entre sus fuentes, instalarnos bajo sus múltiples árboles,
sentarnos en sus innumerables bancas. El trazo irregular de las calles de Bruselas y sus
incontables monumentos históricos en perfecto estado de conservación, hacen del paseo
por la ciudad una verdadera delicia, aún en los días más fríos de invierno. Figura 2.

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Figura 2. Plaza de Bruselas y mapa de parte de calles en el centro de la ciudad.

Bruselas es una ciudad limpia, donde se respira seguridad en cualquier rincón por el que
se camine, esas fueron las primeras diferencias importantes que encontré a mi llegada a
esa ciudad a fines de los 80. Es la capital de Europa y es la sede de la Unión Europea y
otras instituciones internacionales como el Consejo europeo y la Otan, por lo cual tiene
edificios imponentes como el Berlaymont y monumentos sorprendentes como el
Atomium. Figura 3.

Figura 3. Berlaymont y Atomium


Este hecho también le da un inmenso carácter de ciudad multicultural por lo que se
encuentran constantemente personas a tu alrededor hablando diferentes idiomas,
vistiendo de manera diferente y restaurantes de casi todos los países del mundo. Sus
calles empedradas pasean a través de espacios que promueven el encuentro (pequeñas
plazas, esquinas, bancas) y por todas partes hay magníficos testimonios de las distintas
escuelas que marcaron la evolución de la arquitectura occidental, con una especial
presencia de edificios ¨art noveau¨ y ¨art decó¨. Como ciudad antigua, guarda
edificaciones que son verdaderas reliquias, figura 4a, las cuales conserva en perfecto
estado. (Dimensión estética positivamente valorada)

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Yvette Carrillo

Figura 4a. Típica fachada de un calle. Figura 4b. Bois de la Cambre. Bruselas.
Se nota en esta ciudad un especial aprecio por la naturaleza, el Bois de Cambre, figura
4b, es un parque de más de un kilómetro cuadrado con inmensos árboles, verdaderos
pulmones, y en el que también hay lagos con la presencia de aves del lugar. En los
últimos años se han establecido medidas para recojo de basura por separado (vidrios,
papel, orgánicos, plástico) que todo ciudadano debe de cumplir. El cambio de estaciones
es muy marcado por lo que hay una percepción del paso de tiempo diferente a la que se
tiene en lugares en los que no las hay. (Dimensión ecológica positivamente valorada)

Figura 5. Nieve y lluvia en Bruselas.


La naturaleza hace sentir su presencia en cada cambio de estación, ver figura 5. El
invierno es duro y las temperaturas alcanzan grados negativos. En primavera todo se
llena de colores (parques, calles, casas) y es como un homenaje a la vida.
Se tiene respeto por los espacios públicos, ver figura 6, los exteriores son cuidados por
los ciudadanos y mantenidos por el municipio, los interiores (cafés, restaurantes,
edificios públicos) son tratados con cuidado y esmero y siempre tienen un toque
personalizado que hacen sentir que ese espacio está allí para ti (dimensión ética
positivamente valorada).

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Figura 6 . Especial cuidado por los lugares públicos, tanto exteriores como interiores.
En resúmen, Bruselas reúne (bajo mi punto de vista) todas las características necesarias
para ser valorada positivamente como ciudad en su conjunto.

Conclusión

La valoración de un espacio determinado no es simple e implica que hay que tener en


cuenta múltiples y diferentes aspectos. No debemos olvidar que los códigos transmitidos
por el espacio pueden ser fácilmente ¨leídos¨ (códigos universales) como puede que nó
(códigos grupales o individuales). La fotografía solo puede transmitir una parte de los
aspectos a tomar en cuenta, pero un espacio arquitectónico debe ser vivido (para llegar
a tener una valoración más exacta) o debe pensarse para que sea vivido (si es que se
piensa en un proyecto futuro), pues no es lo mismo tener un lugar para vivir, que tener
un lugar para ser vivido (del mismo modo que no es lo mismo comer que alimentarse).
A mi parecer, todo el trabajo del ¨hacedor de lugares¨, se resume a hacer que ésa
relación que se establece entre el espacio y las personas, sea lo más satisfactoria posible
para todo el grupo de individuos que se moverán dentro de él. Esto implica
reconocimiento y respeto por los demás que usan ese espacio En el caso de Bruselas,
que yo viví en diferentes facetas, puedo afirmar en base a mi experiencia, que es una
ciudad que satisface a la mayoría de diferentes ¨usuarios¨ de la ciudad. Pues la relación
que cada individuo establece con el espacio por el que se desenvuelve es muy
satisfactoria. ¿Quién podría encontrar la fórmula para que esta relación satisfactoria
pueda reproducirse en cada ciudad del mundo?

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Yvette Carrillo

Bibliografía

NORBERG-SCHULZ, Christian. Genius Loci: Towards a Phenomenology of


Architecture (Italian original 1979; English 1980)

HOLANDA, Frederico de. O espaço de Exceçao (2002)

BUSTOS ROMERO, Marta Adriana. Arquitectura Bioclimática (2007)

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