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Las razones del matrimonio entre un hombre y una mujer de la que se supone
generalmente que nacerán hijos. Es asimismo una relación dentro de la cual es
plenamente legítimo el trato sexual (Winch, 1975). En cuestiones de matrimonio se
establecen principios de unión preferencial: las restricciones en la elección del
cónyuge están relacionadas con dos principios básicos, el de prohibición del
incesto y el de etnocentrismo (Winch, 1975; Giddens, 1991; Marshall, 1975).
Constituye un nexo solidario que tiende a suplir aquellos nexos que se mantienen
con la familia de origen cuando se es soltero: la responsabilidad del sustento
económico y de la organización de la vida doméstica tiende a ser asumida por la
pareja conyugal. Los lazos maritales se suponen duraderos y el sentido de la
identidad de cada uno de los cónyuges está asociado al otro. En nuestra cultura,
el matrimonio también ha sido un medio tradicional de división del trabajo entre
géneros: se supone que el marido garantiza el sustento económico y la esposa se
encarga del hogar y de los hijos.
Dinámica interna
Las parejas felices desarrollan mecanismos que permiten des escalar las
discusiones como si se produjera un aprendizaje en conjunto en la utilización del
humor, cuidados y afectos para detener la escalada de la negatividad. En los
matrimonios emocionalmente inteligentes hay una dinámica que impide que los
pensamientos y sentimientos negativos ahoguen los sentimientos positivos hacia
la pareja. (Navarrete)
Los valores, además, son creencias prescriptivas que orientan nuestra conducta,
convicciones profundas que justifican nuestra existencia; y estas creencias tienden
a plasmarse a lo largo de nuestra vida en lo que podríamos denominar como un
estilo ético de vida. Los valores morales son nuestras creencias más arraigadas,
como si fuera el “alma” de nuestra vida de modo que configuran nuestra
personalidad; son como el armazón o la arquitectura que dan sentido a nuestra
vida. En último término, los valores dicen lo que somos (Ortega y Mínguez, 2001),
porque están destinados a acompañarnos durante toda nuestra vida. Ello implica
que lo que se admite como valor nace no sólo de lo que pensemos como valioso,
sino también de lo que nos afecta dentro de nuestra existencia concreta. (Vallejos,
2014)
Pros y contras
Son conductas negativas que corroen una relación. Todas las parejas muestran en
un momento u otro estas conductas incluso en las parejas felices, sin embargo el
uso del desprecio es mínimo o nulo. Las parejas están formadas por personas
diferentes con distintas perspectivas, modelo del mundo y caracteres, por lo que
es habitual que en las interacciones de pareja hayan diferencias o conflictos.
En un estudio de García P., et als (2001) (8), las diferencias entre sexos reflejan
una respuesta emocional de mayor intensidad en las mujeres con tendencia en los
hombres a manifestar una preocupación menor por la infidelidad emocional y la
percepción de amenaza a su autoestima ante la infidelidad sexual, con mayor
sensación de peligro para la continuidad de la relación por parte de las mujeres
ante la infidelidad emocional.Los datos mostraron el patrón descrito por Davis
Buss (2000) (9) en lo referente a las mujeres, pero no en lo que concierne a los
hombres, por lo que no se verifica la primera hipótesis de nuestro estudio. La
mayoría de las mujeres sí eligieron la infidelidad emocional como la más
estresante (67.2% vs 32.8%), mientras los hombres se preocuparon casi en la
misma proporción por la infidelidad emocional como por la infidelidad sexual
(51.6% vs 48.3%).
Fisher H. (2007) (11), dice que la primera etapa relacionada con el apareamiento
es el deseo o necesidad de gratificación sexual; aquí son los estrógenos y
andrógenos los encargados de generar esta conducta. La siguiente etapa es el
amor romántico o enamoramiento, que puededefinirse como el proceso de
atención a una pareja en particular para el apareamiento, existiendo además la
necesidad de unión sentimental con dicha pareja; aquí se observa un aumento de
dopamina (DA) y norepinefrina (NE) y disminución de la serotonina (5-HT).
Finalmente hay una etapa de apego de pareja con el fin de cuidar las crías, donde
se observa la construcción y defensa de una madriguera, se comparten los
deberes de la crianza y existe comodidad y unión sentimental; aquí son dos
neuropéptidos los encargados de esta conducta: la oxitocina (OT) y la arginina de
vasopresina (AVP).
Swidler A, 2001(6) sostiene además que el mito tradicional americano del amor
como compromiso de por vida y sacrificio de uno mismo se está erosionando,
cediendo paso en su lugar a una noción emergente del amor basada
principalmente en el crecimiento individual. Las representaciones ficticias de las
relaciones amorosas representan normas culturales, costumbres e ideales.
En mi opinión la pregunta evolutiva no es ¿por qué somos infieles? sino ¿por qué
somos fieles?, o, lo que es igual ¿cuál es el origen de la fidelidad y el
compromiso? y no a la inversa. Un fiscal tiene que demostrar la culpabilidad del
reo partiendo de la presunción de inocencia. Yo parto de la presunción de que
tanto la fidelidad como el compromiso representan potenciales de comportamiento
que responden a expectativas sociales monogámicas. Notemos que la mayor
parte de investigaciones se refieren a la infidelidad sexual.
Los datos aquí presentados considero que ofrecen una aproximación válida a la
percepción fenomenológica y actitud social de la fidelidad, la infidelidad, la
monogamia y el compromiso.(Sirvent, 28004)
Imagen social
Desde fines del siglo XVI hasta 1776, la Iglesia en la América española aplicó la
ley canónica en lo relativo al matrimonio y, aunque era el matrimonio el medio por
el cual las familias se conformaban, lo esencial para la ley católica-romana fue la
creencia que el matrimonio podía tener lugar solamente entre dos personas que
libremente consintieran en compartir ese sacramento. De hecho, el Concilio de
Trento dispuso que las parejas tenían el derecho de casarse por propia voluntad, y
que podían hacerlo aún sin el consentimiento de sus padres'. Aunque los padres
trataron de prevenir los matrimonios indeseables, la Iglesia respaldó
coherentemente a los novios, llegando incluso a anunciar desde el púlpito la
decisión de éstos, a pesar de la oposición de los padres, cuyas objeciones,
basadas en las diferencias étnicas o económicas entre los novios, fueron
habitualmente rechazadas por las cortes eclesiásticas. En tanto no existieran
impedimentos canónicos, la política de la iglesia propendió a alentar las uniones
matrimoniales.
Pero en 1776, Carlos JI! promulgó una Real Pragmática que modificó complellli!l
ente tanto la legislación como la autoridad en lo atinente al matrimonio 6 Extendida
a las posesiones americanas dos años más tarde, por la Real Cédula del 7 de abril
de 1778, esa legislación representa un cambio radical de las normas previas, y
demuestra que las reformas borbónicas implicaban algo más que cambios
políticos y económicos. La Real Pragmática, y la legislación sobre matrimonios
que le siguió, tuvo sin duda la intención de transformar las costumbres sociales
desde el nivel fundamental del matrimonio y de los lazos de parentesco. De
acuerdo a lo dispuesto por la Pragmática, todas las personas, "desde las clases
mas elevadas en el Reino, hasta los súbditos más bajos, sin excepción", debían
ser comprendidas por la ley, aunque en América "los mulatos, los negros, los
mestizos y demás razas mezcladas, que públicamente son conocidas y
denominadas como tales" debían ser excluidos específicamente de su alcance.
Muy común en épocas arcaicas, estas uniones no eran exclusivas, sino que un
hombre podía disponer de una o varias concubinas. Solían ser sirvientas o
esclavas, con las cuales se tenían hijos que quedaban fuera de la herencia.
Un nuevo tipo de estructura familiar comienza a formarse entre los siglos VI y IX,
no sin agudas tensiones entre el horizonte consuetudinario germánico y los
ideales ascéticos de las autoridades eclesiásticas. La tendencia histórica en este
sentido fue que la familia comenzó, lentamente, a transformarse en un grupo
unitario corresidencial formado por una pareja y sus descendientes directos. Difícil
es saber en qué momento se inicia este cambio, pues no disponemos de registros
que nos permitan comprobarlo, salvo si tomamos dos puntos de referencia: a fines
del siglo VI y comienzos del VII, es decir, en la época del papa Gregorio Magno
60-636), momento en el cual la
(590-604) y la del obispo Isidoro de Sevilla (ca. 5
estructura familiar del Occidente medieval mantenía los rasgos que caracterizaban
a la Antigüedad mediterránea. (Rojas Donat, 2005)
Los historiadores cercanos a una historia de mirada más social, consideraron que
la familia, en tanto uno de los lugares sociales donde se establecen metodologías
de comportamiento, constituía un núcleo social útil para el mantenimiento de las
costumbres, del orden y de determinadas tradiciones, tales como la regularidad en
el comportamiento (Lavrin 1991a: 1 4). En tal sentido, era un excelente lugar desde
el que posicionarse para cualquiera de las formas de análisis social que se
intentaran.
Perfil de la pareja
La letra I está para representar a los que influencian a otros; estos manifiestan
este estilo de conducta enfatizado en moldear su ambiente a través de traer a
otros a su alianza para conseguir resultados. Estas personalidades prefieren un
enfoque en relaciones con personas en vez de ejecutar asignaciones. Los cuatro
patrones representativos de este estilo son: