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MARCO TEORICO

En las sociedades occidentales el matrimonio es la forma legítima de vivir en


pareja y para la constitución de una familia. Puede definirse como una relación
culturalmente aprobada.

Las razones del matrimonio entre un hombre y una mujer de la que se supone
generalmente que nacerán hijos. Es asimismo una relación dentro de la cual es
plenamente legítimo el trato sexual (Winch, 1975). En cuestiones de matrimonio se
establecen principios de unión preferencial: las restricciones en la elección del
cónyuge están relacionadas con dos principios básicos, el de prohibición del
incesto y el de etnocentrismo (Winch, 1975; Giddens, 1991; Marshall, 1975).

El matrimonio es una institución en su doble acepción: es institución porque se


refiere a una organización social amplia, pero también porque señala prácticas
sociales rutinizadas. Sin embargo, para efectos de distinción, se reserva el
concepto de institución para la primera acepción y el de estado práctico para la
segunda.

La doble institucionalidad del matrimonio instaura modos de vida y de relación


cotidiana que dependen de adhesiones normativas a códigos civiles y religiosos,
pero también de órdenes normativos configurados en las interacciones de la vida
diaria. Entre la institución y la práctica cotidiana del matrimonio hay complejas
intersecciones, relaciones e influencias. La dimensión normativa o social del
matrimonio se articula con su contraparte semántica o cultural.

Desde la perspectiva de la cultura el matrimonio es una institución y estado


práctico cuya comprensión y operación descansa en matrices de conocimientos
que articulan diversas interpretaciones sobre el mismo. En este plano, el
matrimonio es un conjunto de saberes culturales que le otorgan sentido y razón de
ser, que establecen los contornos definitorios de lo que es y significa esa
condición de vida.

Idealmente, el matrimonio implica la conformación de un modo de vida más o


menos eficiente para cubrir las necesidades básicas: manutención, vivienda,
compañía, afecto, sexo, etc.

Constituye un nexo solidario que tiende a suplir aquellos nexos que se mantienen
con la familia de origen cuando se es soltero: la responsabilidad del sustento
económico y de la organización de la vida doméstica tiende a ser asumida por la
pareja conyugal. Los lazos maritales se suponen duraderos y el sentido de la
identidad de cada uno de los cónyuges está asociado al otro. En nuestra cultura,
el matrimonio también ha sido un medio tradicional de división del trabajo entre
géneros: se supone que el marido garantiza el sustento económico y la esposa se
encarga del hogar y de los hijos.

La perseverancia de las personas en el matrimonio tiene dos explicaciones


complementarias: a) el matrimonio constituye una estrategia para acceder a
diversos recursos de vida (estabilidad, subsistencia económica y doméstica, amor,
compañía, estabilidad, sexo, entre otros), y b) el sistema de representaciones del
matrimonio está tan bien estructurado que no sólo integra representaciones sobre
las bondades del matrimonio, sino también sobre sus dificultades, sus cambios y
movimientos, el papel que las personas y otros recursos desempeñan en su
mantenimiento.

El matrimonio se reproduce y mantiene no sólo por certezas simbólicas, sino


también por ofrecer un conjunto de principios de organización de la vida. Su
reproducción cotidiana depende de las condiciones que ofrece para organizar la
vida adulta: el matrimonio integra práctica y simbólicamente una gran cantidad de
recursos de vida. (Rodríguez, 2001)

Dinámica interna

Ante la cantidad de divorcios y separaciones que va en aumento, muchas


personas se preguntan cuál es el secreto que hace que la relación de una pareja
funcione. La amistad es el mayor logro en relaciones estables y felices, por lo
tanto es importante considerar formas para reconstruir la amistad en la relación.
Un aspecto importante es el compartir muchos afectos positivos como mostrando
interés, intercambio de afecto y calidez, humor compartido, y empatía.

Ninguna relación de pareja es una unión perfecta. Ambos comparten una


profunda sensación de trascendencia. Hay que dar sentido a la vida en común por
lo que es importante honrar y respetar al otro. Evidentemente puede haber
diferencia de temperamento, intereses o valores familiares. Pero la consideración
que tiene uno por el otro y expresión de amor en detalles cotidianos, marca la
diferencia. Debe haber un conocimiento mutuo: intimidad, gustos, personalidad,
esperanzas y sueños.

Las parejas felices desarrollan mecanismos que permiten des escalar las
discusiones como si se produjera un aprendizaje en conjunto en la utilización del
humor, cuidados y afectos para detener la escalada de la negatividad. En los
matrimonios emocionalmente inteligentes hay una dinámica que impide que los
pensamientos y sentimientos negativos ahoguen los sentimientos positivos hacia
la pareja. (Navarrete)

Valores y estructuras morales

Cada ser humano existe desde un contexto histórico. Precisamente, esta


condición es lo que hace inteligible la existencia del hombre, porque su vida está
configurada por un universo cultural “concreto” (símbolos, creencias, valores, etc.).
Este universo resulta decisivo a la hora de educar, porque no se educa al hombre
universal, sino a unos individuos situados, inmersos en su tiempo y en su espacio
(Vallejos, 2014).

“La base de la educación, desarrollada por la familia, consiste en transmitir al niño


las normas y los valores que le permitirán entender cómo funciona el mundo que
le rodea” (Esteve, 2010, 71). Por eso creemos que la familia es piedra angular de
la edificación del ser humano que requiere fundamentalmente, por parte de los
adultos responsables de la educación de niños y adolescentes, el ofrecimiento
respetuoso de un modo de vida coherente entre lo que dicen y lo que hacen en un
ejercicio equilibrado de autoridad. Madres y padres se convierten así en
testimonios cuando éstos, desde la experiencia de un estilo ético de vida,
contribuyen a hacer crecer a sus hijos, a impulsarlos hacia un modo de vida ético y
a educarlos en valores morales (Ortega, 2004). No hay vida humana sin la
realización de valores, porque en ella se manifiestan puntos de vista que hacen
posible que la vida sea vivida como si fuera un ejercicio de responsabilidad, de
solidaridad y de otros valores que la habilitan de modo humano (Mínguez, 2011).
Por lo que transmitir valores sería algo así como promocionar la misma vida. De
ahí que la transmisión de valores sea una tarea de esclarecer y aportar
perspectivas para vivir de modo humano (Vallejos, 2014)

Los valores, además, son creencias prescriptivas que orientan nuestra conducta,
convicciones profundas que justifican nuestra existencia; y estas creencias tienden
a plasmarse a lo largo de nuestra vida en lo que podríamos denominar como un
estilo ético de vida. Los valores morales son nuestras creencias más arraigadas,
como si fuera el “alma” de nuestra vida de modo que configuran nuestra
personalidad; son como el armazón o la arquitectura que dan sentido a nuestra
vida. En último término, los valores dicen lo que somos (Ortega y Mínguez, 2001),
porque están destinados a acompañarnos durante toda nuestra vida. Ello implica
que lo que se admite como valor nace no sólo de lo que pensemos como valioso,
sino también de lo que nos afecta dentro de nuestra existencia concreta. (Vallejos,
2014)

De ahí que, en el presente, se tenga la sensación de que no se sabe bien qué


valores conservar y qué otros nuevos exigen la atención de madres y padres en la
educación de sus hijos. Así pues, ante la pregunta¿Qué valores deben enseñar
hoy las familias? no hay respuesta unánime. Vivimos en una sociedad tan plural
como diversa que existen también plurales concepciones del mundo y del hombre,
lo que hace superfluo cualquier propuesta homogénea y uniforme de valore
(Vallejos, 2014).

Se constata una tendencia a transmitir valores relacionados con la convivencia


(responsabilidad, respeto-tolerancia y buenos modales), con la identidad personal
(autoestima, obediencia, fuerza de voluntad y vida saludable) y con una formación
apropiada para una integración en la vida socio-laboral. En contrapartida, madres
y padres conceden poca importancia a la fe religiosa y el espíritu de sacrificio
como valores a transmitir en la educación de sus hijos. Con todo, conceden
bastante importancia a la familia como espacio vital común, a la calidad de las
relaciones interpersonales (confianza, diálogo y autorrealización), y a valores de
convivencia familiar (responsabilidad y solidaridad) (Vallejos, 2014)

Los valores se hacen efectivos en la propia vida asumiendo compromisos,


mostrando ilusiones o también manifestando nuestra fragilidad como personas.
Así, el diálogo se transmite en la vida familiar en la medida en que se ofrece desde
la coherencia de la propia conducta (Vallejos, 2014).

Pros y contras

Los Cuatro Caballos Del Apocalipsis (Navarrete)

Son conductas negativas que corroen una relación. Todas las parejas muestran en
un momento u otro estas conductas incluso en las parejas felices, sin embargo el
uso del desprecio es mínimo o nulo. Las parejas están formadas por personas
diferentes con distintas perspectivas, modelo del mundo y caracteres, por lo que
es habitual que en las interacciones de pareja hayan diferencias o conflictos.

Critica. Es una conducta que se descalifica o desvaloriza atribucionalmente el uno


al otro. En la mayoría de las discusiones de pareja la mujer es quien se queja o
crítica y el hombre se defiende o calla.
Actitud defensiva. Es no admitir estar equivocado, contraatacar, eludir la
responsabilidad, en la construcción del conflicto y en algún sentido desconfiar las
percepciones del otro.

Desprecio. Es una sugerencia de que un miembro de pareja es superior al otro. Se


muestra una actitud verbal y no verbal que expresa poca valoración del otro.

Amurallamiento. Se suprime todo el dialogo y se toma la posición de que no


escucho ni existo. No hay contacto visual por parte de la persona que se amuralla
y su ritmo cardiaco aumenta significativamente.

En un estudio de García P., et als (2001) (8), las diferencias entre sexos reflejan
una respuesta emocional de mayor intensidad en las mujeres con tendencia en los
hombres a manifestar una preocupación menor por la infidelidad emocional y la
percepción de amenaza a su autoestima ante la infidelidad sexual, con mayor
sensación de peligro para la continuidad de la relación por parte de las mujeres
ante la infidelidad emocional.Los datos mostraron el patrón descrito por Davis
Buss (2000) (9) en lo referente a las mujeres, pero no en lo que concierne a los
hombres, por lo que no se verifica la primera hipótesis de nuestro estudio. La
mayoría de las mujeres sí eligieron la infidelidad emocional como la más
estresante (67.2% vs 32.8%), mientras los hombres se preocuparon casi en la
misma proporción por la infidelidad emocional como por la infidelidad sexual
(51.6% vs 48.3%).

Fisher H. (2007) (11), dice que la primera etapa relacionada con el apareamiento
es el deseo o necesidad de gratificación sexual; aquí son los estrógenos y
andrógenos los encargados de generar esta conducta. La siguiente etapa es el
amor romántico o enamoramiento, que puededefinirse como el proceso de
atención a una pareja en particular para el apareamiento, existiendo además la
necesidad de unión sentimental con dicha pareja; aquí se observa un aumento de
dopamina (DA) y norepinefrina (NE) y disminución de la serotonina (5-HT).
Finalmente hay una etapa de apego de pareja con el fin de cuidar las crías, donde
se observa la construcción y defensa de una madriguera, se comparten los
deberes de la crianza y existe comodidad y unión sentimental; aquí son dos
neuropéptidos los encargados de esta conducta: la oxitocina (OT) y la arginina de
vasopresina (AVP).

Swidler A, 2001(6) sostiene además que el mito tradicional americano del amor
como compromiso de por vida y sacrificio de uno mismo se está erosionando,
cediendo paso en su lugar a una noción emergente del amor basada
principalmente en el crecimiento individual. Las representaciones ficticias de las
relaciones amorosas representan normas culturales, costumbres e ideales.

En un estudio realizado por Sternberg en New Haven sobre diferentes estratos


sociales destinado a averiguar lo que es y no es importante en una relación
interpersonal, identificó diez grupos principales de características que resultaban
significativas a largo plazo.’Los participantes fueron ochenta adultos de edades
comprendidas entre los diecisiete y sesenta y nueve años, con una media de
treinta y un años. En orden ​descendente d ​ e importancia, estos grupos son los
siguientes: ​comunicación íntima/apoyo,
comprensión/valoración,tolerancia/aceptación, flexibilidad/moldeabilidad,
valores/capacidades, familia/religión, finanzas/quehaceres domésticos, atracción
física/ romance apasionado, agrado/amistad, y fidelidad.

Conviene observar que tanto la intimidad como la pasión y el compromiso a través


de la fidelidad son relevantes a largo plazo.

A raíz de dicho estudio definieron cuatro atributos de las relaciones


interpersonales cuyo peso específico aumenta en el transcurso de tres períodos
temporales sucesivos: compartir los valores, voluntad de cambiar como respuesta
mutua,voluntad de tolerar los defectos de la pareja y coincidencia del credo
religioso. El segundo y el tercero tienen un especial interés, porque ponen de
manifiesto la importancia de la flexibilidad en una relación.

La monogamia sería el trasunto evolutivo de la fidelidad y el compromiso. Lo


natural (que no lo aceptado) es la ​fidelidad social y la infidelidad sexual​. Esto es
algo que no sorprende a ningún profesional de las ciencias humanas y sociales
pero que sigue sin ser asimilado por el conjunto de la sociedad. Admitiendo la
clásica diferencia entre fidelidad sexual y social (o emocional), parece queen el
reino animal predomina la infidelidad sexual, representando la fidelidad social un
mecanismo de recíproca salvaguarda que en muchas ocasiones tiene fecha de
caducidad. Así pues, la pregunta lógica no es el porqué de la fidelidad sino ​por
qué no ser infiel.​ Lo natural es ser infiel sexualmente pero no lo frecuente ni lo
aceptado, aunque cada vez se aproximan más las cifras. Es decir; empleando el
clásico ejemplo de que la caries es frecuente pero no natural (lo natural es una
dentadura sana), la infidelidad es natural pero no normal.

Los argumentos contra la infidelidad en virtud de lo expuesto se efectuarían


“contra natura”.Las convenciones sociales de orden moral desvían arteramente la
atención hacia el binomio infidelidad- monogamia o fidelidad-monogamia que son
conceptos independientes. La división fidelidad sexual vs emocional algo aclara.
Otros binomios mixtificados son fidelidad- compromiso, infidelidad-anti
dependencia y compromiso- monogamia.

En mi opinión la pregunta evolutiva no es ¿​por qué somos infieles​? sino ¿​por qué
somos fieles​?, o, lo que es igual ¿cuál es el origen de la fidelidad y el
compromiso? y no a la inversa. Un fiscal tiene que demostrar la culpabilidad del
reo partiendo de la presunción de inocencia. Yo parto de la presunción de que
tanto la fidelidad como el compromiso representan ​potenciales de comportamiento
que responden a expectativas sociales monogámicas. Notemos que la mayor
parte de investigaciones se refieren a la infidelidad sexual.

Los datos aquí presentados considero que ofrecen una aproximación válida a la
percepción fenomenológica y actitud social de la fidelidad, la infidelidad, la
monogamia y el compromiso.(Sirvent, 28004)

Imagen social

En la mayoría de las sociedades, el matrimonio es un medio por el cual dos


individuos se comprometen en una unión socialmente reconocida, en tanto que
institución mediante la cual se forman las familias legítimas. Pero el matrimonio es
también una institución que cimenta lazos entre familias ya constituidas. La
elección matrimonial, por consiguiente, no interesa sólo a los novios, y es debido
al rol crucial que juega en la estructuración de la sociedad, en la formación de
alianzas y en el entramado de los grupos de parentesco, que la elección del
cónyuge, también llamada "formación matrimonial", es un área potencial de
conflicto entre distintos actores sociales.

El vínculo matrimonial generalmente se establece entre individuos que pertenecen


a grupos socialmente endogámicos. Las personas tienden a casarse con alguien
que –según su criterio, y el de la sociedad- sea socialmente como ellas, si no del
mismo sector socioeconómico, de uno contiguo. Pero siempre existen importantes
excepciones a esta norma, ya que a pesar de todos ios obstáculos formales,
siempre se encontrará individuos que no respeten las convenciones sociales,
impulsados por razones tan personales como la atracción sexual, la amistad, o el
deseo de seguridad o protección. Las reacciones de la sociedad a estas
excepciones ayudan a explicar cuál es la actitud de dicha sociedad respecto a la
movilidad social y al cambio social. Mientras unos pocos grupos sociales aceptan
el matrimonio con individuos marcadamente diferentes, los esfuerzos de cada
sociedad para prevenir estos matrimonios recorren una amplia gama: desde la
ausencia de legislación a la existencia de una legislación punitiva. De allí que la
actitud hacia los cónyuges "inadecuados" sea un indicador válido del grado de
rigidez o apertura de un sistema social dado, en un período determinado, en tanto
mecanismo que puede ser utilizado por un grupo social para proteger su cohesión
interna.

En las sociedades de tradición católico-romana, el matrimonio es uno de los


sacramentos de la Iglesia. Como tal, hasta fines del siglo XVIII, la regulación del
matrimonio dependió enteramente de la jurisdicción eclesiástica. Fue la Iglesia,
basándose en la ley canónica, quien decidía si una determinada pareja podía
unirse en matrimonio, siendo las cortes eclesiásticas libres de tomar decisiones
con independencia de una supervisión civil directa y, la mayoría de las veces,
libres de apelaciones a las cortes civiles.

Desde fines del siglo XVI hasta 1776, la Iglesia en la América española aplicó la
ley canónica en lo relativo al matrimonio y, aunque era el matrimonio el medio por
el cual las familias se conformaban, lo esencial para la ley católica-romana fue la
creencia que el matrimonio podía tener lugar solamente entre dos personas que
libremente consintieran en compartir ese sacramento. De hecho, el Concilio de
Trento dispuso que las parejas tenían el derecho de casarse por propia voluntad, y
que podían hacerlo aún sin el consentimiento de sus padres'. Aunque los padres
trataron de prevenir los matrimonios indeseables, la Iglesia respaldó
coherentemente a los novios, llegando incluso a anunciar desde el púlpito la
decisión de éstos, a pesar de la oposición de los padres, cuyas objeciones,
basadas en las diferencias étnicas o económicas entre los novios, fueron
habitualmente rechazadas por las cortes eclesiásticas. En tanto no existieran
impedimentos canónicos, la política de la iglesia propendió a alentar las uniones
matrimoniales.

Pero en 1776, Carlos JI! promulgó una Real Pragmática que modificó complellli!l
ente tanto la legislación como la autoridad en lo atinente al matrimonio 6 Extendida
a las posesiones americanas dos años más tarde, por la Real Cédula del 7 de abril
de 1778, esa legislación representa un cambio radical de las normas previas, y
demuestra que las reformas borbónicas implicaban algo más que cambios
políticos y económicos. La Real Pragmática, y la legislación sobre matrimonios
que le siguió, tuvo sin duda la intención de transformar las costumbres sociales
desde el nivel fundamental del matrimonio y de los lazos de parentesco. De
acuerdo a lo dispuesto por la Pragmática, todas las personas, "desde las clases
mas elevadas en el Reino, hasta los súbditos más bajos, sin excepción", debían
ser comprendidas por la ley, aunque en América "los mulatos, los negros, los
mestizos y demás razas mezcladas, que públicamente son conocidas y
denominadas como tales" debían ser excluidos específicamente de su alcance.

Por costumbre y tradición, el acto matrimonial en la Argentina colonial, así como


en el resto de la América española, se dividía en cuatro pasos. El primero
consistía en el compromiso o "palabra de casamiento", mediante la cual un jóven
prometía desposar a una muchacha, declaración que podía estipular un período
de tiempo para su concreción, o no. El siguiente paso consistía en la visita a la
parroquia de la localidad, donde se reunía, en el llamado "expediente matrimonial",
la información del estado civil de los novios. Si la "palabra de casamiento" no era
seguida por el segundo paso en un tiempo prudencial, la prometida podía iniciar
acciones legales por rompimiento del compromiso (esponsales) ante las
autoridades eclesiásticas. (Migden, 1990)

El matrimonio cristiano se fue haciendo de un ritual distinto de las antiguas


costumbres romanas. La bendición nupcial de un sacerdote llegó a ser una
obligación dentro de la Iglesia, y en esa práctica aparecieron dos tipos de
ceremonias que dan cuenta de sendos simbolismos que emanan a su vez de
mentalidades diferentes. En la Galia el sacerdote impartía la bendición nupcial a la
pareja mientras ésta permanecía en el lecho, poniendo énfasis en que el
matrimonio se consumaba con la unión íntima de la pareja santificada por el
ministro.

El matrimonio germánico se constituye con la cohabitación de la pareja unida, y no


por un acto formal, de tal manera que, más que legal, era un acto social. La
poligamia estaba aceptada en la medida de las posibilidades económicas de cada
familia. De tres maneras se creaba el matrimonio: por compra, por rapto y por
consentimiento mutuo.

a) ​Compra ​(​Kaufehe​): La compra de la novia era parte de un acuerdo entre dos


familias, por lo que un intercambio de propiedad era esencial. Este proceso de
compra contenía tres etapas: 1. Se iniciaba con un acuerdo (​Muntvertrag)​ entre el
pretendiente o su padre y el padre o tutor de la novia, referido a la compensación
que la familia del novio debía pagar a la familia de la novia. 2. Le seguía una
transferencia pública (​anvertrauung​) de la novia al jefe de la familia del novio. 3.
Venían, a continuación, unos esponsales rituales (​Trauung​), consistentes en que
los miembros del clan de la novia se colocaban a su alrededor para testimoniar la
transferencia e indicar que consentían en ella. La transferencia no implicaba
solamente la entrega física de la mujer, sino también de un poder legal Para una
historia del matrimonio occidental. La sociedad romano-germánica. Siglos VI-XI. /
L. ROJAS D. (​Munt, mundium)​ sobre ella al marido y a su grupo familiar. La mujer
abandonaba su familia y quedaba integrada en otra. Este tipo de matrimonio era el
más escogido.

​ apto o captura (​Raubehe)​ : ​Se efectuaba por medio de un secuestro forzado,


b) R
sin el consentimiento de la mujer y de su familia. A veces se le ha llamado
matrimonio por violación. Este tipo de compromisos violentos fueron combatidos
por las leyes en los códigos germánicos, incluyendo grandes multas.

c) ​Consentimiento mutuo (​ ​Friedelehe)​ : El consentimiento de ambos generaba un


matrimonio válido. Este contrato fue, al parecer, una derivación del rapto pero con
la aquiescencia de la mujer, pero no de su familia. Entonces, se diferenciaba de la
compra porque faltaba, en primer lugar, el acuerdo de noviazgo o llamado también
de dote y, en segundo lugar, faltábale al marido la transmisión del ​Munt sobre la
novia. Faltando éste, la mujer seguía perteneciendo a su familia de origen, aunque
viviera con su marido, miembro de otra familia.

En la sociedad germánica el matrimonio y el concubinato tuvieron escasas


diferencia. Este último era una unión más o menos permanente de dos personas
desiguales socialmente.

Muy común en épocas arcaicas, estas uniones no eran exclusivas, sino que un
hombre podía disponer de una o varias concubinas. Solían ser sirvientas o
esclavas, con las cuales se tenían hijos que quedaban fuera de la herencia.

Un nuevo tipo de estructura familiar comienza a formarse entre los siglos VI y IX,
no sin agudas tensiones entre el horizonte consuetudinario germánico y los
ideales ascéticos de las autoridades eclesiásticas. La tendencia histórica en este
sentido fue que la familia comenzó, lentamente, a transformarse en un grupo
unitario corresidencial formado por una pareja y sus descendientes directos. Difícil
es saber en qué momento se inicia este cambio, pues no disponemos de registros
que nos permitan comprobarlo, salvo si tomamos dos puntos de referencia: a fines
del siglo VI y comienzos del VII, es decir, en la época del papa Gregorio Magno
​ 60-636), momento en el cual la
(590-604) y la del obispo Isidoro de Sevilla (​ca. 5
estructura familiar del Occidente medieval mantenía los rasgos que caracterizaban
a la Antigüedad mediterránea. (Rojas Donat, 2005)

El matrimonio se efectuaba por un convenio -entre las respectivas familias o por


medio de un agente matrimonial, o también sin la ayuda de tales intermediarios; se
realizaba sobre la base de consideraciones sociales, partiendo de la premisa de
que el amor surgiría después de concertado el matrimonio-. (Fromm)
Otro fenómeno que urge atención por parte de la Iglesia Católica es el de los
“matrimonios interconfesionales” (matrimonios mixtos) que al presente se difunden
ampliamente por diversos motivos (fusión de razas, de credos religiosos, de
culturas, el turismo, la emigración, etc). Estas parejas interconfesionales, en un
momento de conflicto, encuentran por parte de las otras comunidades cristianas
(Iglesia Ortodoxa y comunidades protestantes) una solución a su problema
mediante una actitud benigna; no sucede lo mismo dentro de la Iglesia Católica,
que mantiene con firmeza el principio de la indisolubilidad del matrimonio. (Giraldo
& Silvio, 2012)

Estos sistemas fueron reconocidos, en general, no como naturales sino como


construcciones socioculturales ​y ​sociopoIíticas que organizan ​y ​pautan la génesis
de un tipo ideal de familia. Cualquier forma de transgresión o incumplimiento
habría de convertirse, necesariamente, no importa su grado, en alguna forma de
conflicto social.

Los historiadores cercanos a una historia de mirada más social, consideraron que
la familia, en tanto uno de los lugares sociales donde se establecen metodologías
de comportamiento, constituía un núcleo social útil para el mantenimiento de las
costumbres, del orden y de determinadas tradiciones, tales como la regularidad en
el comportamiento (Lavrin 1991a: 1 ​ 4). ​En tal sentido, era un excelente lugar desde
el que posicionarse para cualquiera de las formas de análisis social que se
intentaran.

Así, la mayor parte de los autores fundamentaron su interés en los sistemas de


noviazgo, compromiso ​y ​matrimonio en el estrecho correlato detectado entre sus
características básicas y las de la sociedad en que se desarrollaron. (Marre)

Perfil de la pareja

Presentación del DIsc un lenguaje para la discusión de la personalidad

De 1920 a 1930 un psicólogo llamado William Marston desarrolló el modelo DISC,


un modelo descriptivo en base de rasgos de cuatro estilos comportamentales en
los cuales todas las personas estamos clasificadas. Este sistema ha pasado por 5
generaciones de refinamiento resultando en el desarrollo de un lenguaje común
para describir el comportamiento normal del humano. El sistema está basado en la
alineación conductual de rasgos en 4 continuos: Dominante, Influyente, Estable
(steadiness), Consciente (compliance). Varios proveedores del modelo han
desarrollado instrumentos para medir la intensidad individual de estos 4
continuos, el modelo puede convertirse incluso más refinado al agregar categorías
específicas de combinaciones individuales las tablas utilizadas para el
perfilamiento específico en este estudio ofrecen la siguiente información:

● Principal apremio de este estilo


● Habilidades y talentos personales de este perfil
● Miedos instintivos de este estilo
● La fuerza de este perfil fuera de control es
● Bajo estrés este perfil se convierte
● Los puntos ciegos de este perfil son
● Este estilo Necesita trabajar en
● Sus mejores miembros complementarios para un equipo son

Los cuatro estilos comportamentales generales de Marston pueden ser divididos


en 16 patrones representativos y dos patrones especiales. Cada uno de los 16
patrones representativos generalmente hablando son combinaciones de dos de
los estilos comportamentales principales. En contraste con el inventario
multifacético de personalidad de Minnesota MMPI y el análisis temperamental de
Taylor Johnson el TJT. El instrumento tiene su propósito en medir lo normal o
comportamiento funcional. Las personas que utilizan este instrumento seleccionan
entre 24 sets de ítems conteniendo 4 adjetivos descriptivos y en el cual requiere
de los individuos seleccionar una respuesta de lo más a lo menos en base a un
enfoque específico. El instrumento puede ser alto administrado y auto calificado
con la interpretación siendo dada por alguien entrenado en su uso.

La letra D en el lenguaje del DISC se presenta para personas con un estilo


comportamental descrito como dominante, personas con este estilo de conducta
tienden a dar forma a su ambiente a través de vencer a la oposición para cumplir y
conseguir sus resultados deseados. Personas que son descritas como D o High D
prefieren estar en control y conseguir resultados. Los cuatro patrones
representativos que se pueden derivar de este estilo de conducta son los
siguientes.

● El aspecto principal y aspecto secundario de este patrón son orientados a la


dominancia abreviado como D.
● Organizador dominancia combinada con influencia abreviado como D/I
● Motivador dominancia e influencia en medidas de fuerza iguales abreviado
como D=I
● Pionero dominancia combinada con compliance D/C

La letra I está para representar a los que influencian a otros; estos manifiestan
este estilo de conducta enfatizado en moldear su ambiente a través de traer a
otros a su alianza para conseguir resultados. Estas personalidades prefieren un
enfoque en relaciones con personas en vez de ejecutar asignaciones. Los cuatro
patrones representativos de este estilo son:

● Alentador principalmente influenciador, ambos aspectos tanto primario


como secundario en este patrón están orientados hacia la influencia.
● Persuasor influencia combinada con dominancia
● Alentador influencia combinada con steadiness
● Negociador influencia combinada con compliance.

La letra S representa estabilidad (Estables) dicho estilo conductual tiene un


énfasis en cooperación con otros para llevar a cabo una tarea. Personas que
muestran tendencias S prefieren ser parte de un equipo en lugar de trabajar solos,
igualmente tienen la habilidad natural de manejar funciones repetitivas. Los cuatro
patrones representativos de este estilo son:

● Persistente primariamente S ambos principal y secundario aspecto de este


patrón están orientados hacia S
● Investigador S combinada con D
● Consejero S combinada con I
● Estratega S combinada con C y D

La letra C representa conciencia, personas quienes manifiestan rasgos C son


dirigidas por el control de calidad y usualmente prefieren la estructura y el orden. A
estos sujetos les gusta trabajar con grupos que enfatizan la calidad del producto o
del servicio. Los cuatro patrones representativos son los siguientes:

● Perfeccionista primariamente C, ambos el aspecto principal y secundario de


este patrón están orientados hacia Estabilidad.
● Analista C combinado con S y una línea media de D
● Cooperador C, I y S
● Adaptador C combinada con S

Validación del sistema DISC

Psicólogos y otros profesionales en el campo de los recursos humanos


comúnmente preguntan qué tan válido es el instrumento del DISC para identificar
estilos comportamentales, estudios han sido hechos para medir este problema. En
1982 el psicólogo Sylvan Kaplan y sus asociados se hicieron cargo de establecer
si el DISC podía ser considerado un instrumento válido para la medida de
características de personalidad. Cinco instrumentos separados fueron
administrados junto con el DISC: la escala de inteligencia WECHSLER para
adultos, el indicador de tipo de personalidad de MYERS-BRIGGS, El 16PF de
Cattell, El inventario multifacético de personalidad de Minnesota MMPI y el
inventario de intereses de Strong Campbell. Caplán y sus colegas concluyeron
que el DISC está correlacionado significativamente con las aseveraciones de
personalidad de los instrumentos con los que había sido Comparado. Los
resultados del reporte de Kaplan han sido publicados y están disponibles para
futuros estudios junto con subsecuentes reportes. (Voges & Braund, 1995)

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