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Procesos organizativos

de mujeres y víctimas del


conflicto armado y sus
relaciones con la democracia
local en el Oriente Antioqueño*
Diana Hoyos Gómez∗∗
Angélica Nieto García∗∗∗

Archivo recibido: 9 de octubre de 2015.


Archivo aprobado: 26 de agosto de 2016.

Doi: http://10.12804/revistas.urosario.edu.co/desafios/a.4484

Para citar este artículo: Hoyos, D., & Nieto García, A. (2017). Procesos organizativos de mujeres
y víctimas del conflicto armado y relaciones con la democracia local en el Oriente Antioque-
ño. Desafíos, 29(1), 139-175. Doi: http://10.12804/revistas.urosario.edu.co/desafios/a.4484

Resumen
El artículo examina procesos organizativos de mujeres y víctimas del conflicto ar-
mado en el Oriente Antioqueño en aras de analizar sus relaciones con los discursos
y expresiones de la democracia local. Para esto se toman como puntos de partida los

* Esta investigación fue desarrollada en el marco del proyecto “Acción Colectiva y Éli-
tes Políticas en el Ámbito Local. Una Perspectiva Comparada sobre Algunos Procesos de
Democratización en Colombia y México”, financiado por el Fondo de Investigaciones de
la Universidad del Rosario (FIUR).
** Antropóloga y Politóloga. Magíster en Antropología, University of Pittsburgh, y Magíster
en Estudios Políticos, Universidad Nacional de Colombia. Actualmente, la autora cursa sus
estudios doctorales en Antropología en la Universidad de Pittsburgh. Correo electrónico:
drh65@pitt.edu. ORCID: http://orcid.org/0000-0003-1589-584X
*** Politóloga. Magíster en Estudios Políticos de la Universidad Nacional de Colombia.
Investigadora del Centro de Pensamiento Humano y Social (CPHS) de la Corporación
Universitaria Minuto de Dios y profesora de cátedra de la Universidad del Rosario. Correo
electrónico: angelicanietog@gmail.com. ORCID: http://orcid.org/0000-0002-3628-2420

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significados que estas organizaciones le atribuyen a la democracia. En el documento


se proponen que estas relaciones pueden ser analizadas en dos direcciones. Por un
lado, estos procesos organizativos han apropiado y redefinido los discursos institu-
cionales de ciudadanía y participación, y han buscado encontrar apoyos e interactuar
con las instituciones en la esfera política formal, como una estrategia para que sus
voces sean escuchadas y posicionar sus reivindicaciones en el espacio de lo público.
De otro lado, se evidencia una apropiación de los discursos sobre la ciudadanía y la
participación por parte de estas organizaciones para incidir y tener un impacto en la
cotidianidad, en un contexto que ha sido fuertemente afectado por la violencia política.
Los procesos organizativos en los que se centra este artículo son la experiencia de la
Asociación Provincial de Víctimas a Ciudadanas, el Centro de Acercamiento para
la Reconciliación y Reparación, y la Asociación de Mujeres del Oriente Antioqueño.
Palabras clave: Democracia, procesos organizativos de víctimas y mujeres, ciu-
dadanía y participación.

Organizational Processes of Women and


Victims of Armed Conflict and their Relationship
with Local Democracy in Eastern Antioquia

Abstract
This paper examines organizational processes promoted by women and victims of
armed conflict in the Eastern Antioquia region of Colombia in order to analyze
the relationship between these processes and the discourses and expressions of local
democracy. The research focuses on the meanings that democracy takes for these or-
ganizations. The paper analyzes these relationships in two different ways. On the
one hand, organizational processes have appropriated and redefined the institutional
discourses of citizenship and participation as well as interacted with institutions in
order for women and victims to be listened to and to make their claims visible in the
public arena. On the other hand, these organizations have appropriated discourses
on citizenship and participation in order to influence everyday life in a context deep-
ly affected by political violence. The organizational processes examined here are the
Asociación Provincial de Víctimas a Ciudadanas, Centro de Acercamiento para la
Reconciliación y Reparación, and Asociación de Mujeres del Oriente Antioqueño.

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Keywords: Democracy, organizational processes of victims and women, citizen-


ship, participation.

Processos organizativos de mulheres e


vítimas do conflito armado e relações com a
democracia local no Oriente Antioqueño

Resumo
O artigo examina processos organizativos de mulheres e vítimas do conflito armado no
Oriente Antioqueño em favor de analisar as suas relações com os discursos e expres-
sões da democracia local. Para isto tomam-se como pontos de partida os significados
que estas organizações lhe atribuem à democracia. No documento propõem-se que
estas relações podem ser analisadas em duas direções. Por um lado, estes processos
organizativos têm apropriado e redefinido os discursos institucionais de cidadania
e participação, e têm buscado encontrar apoios e interatuar com as instituições na
esfera política formal, como uma estratégia para que as suas vozes sejam ouvidas e
posicionar as suas reivindicações no espaço do público. Pelo outro lado, evidencia-se
uma apropriação dos discursos sobe a cidadania e a participação por parte destas
organizações para incidir e ter um impacto na cotidianidade, em um contexto que
tem sido fortemente afetado pela violência política. Os processos organizativos nos
que se centra este artigo são a experiência da Associação Provincial de Vítimas a
Cidadãs, o Centro de Aproximação para a Reconciliação e Reparação, e a Asso-
ciação de Mulheres do Oriente Antioqueño.
Palavras-chave: Democracia, processos organizativos de vítimas e mulheres,
cidadania e participação.

Introducción

Este artículo busca dar cuenta de algunos procesos organizativos


promovidos por víctimas del conflicto armado en el Oriente An-
tioqueño, así como su relación con discursos y expresiones de la
democracia local en esta región. Específicamente, nos centramos en
la experiencia de la Asociación Provincial de Víctimas a Ciudadanas

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(Aproviaci) y del Centro de Acercamiento para la Reconciliación y


Reparación (CARE) del municipio de San Carlos.

Los procesos organizativos de víctimas en la región no pueden ser en-


tendidos de manera desligada de lo que ha sido la organización de las
mujeres en el Oriente Antioqueño y de su proceso de empoderamiento
social y político.1 Estos procesos organizativos de víctimas empiezan a
adquirir visibilidad en el contexto del escalamiento del conflicto armado
en la región y se consolidan en el periodo que sigue a la aprobación de
la Ley de Justicia y Paz.

En el documento se propone que las relaciones de los procesos


organizativos de víctimas y de mujeres en el Oriente Antioqueño, y
los discursos y expresiones de la democracia local se han articulado
fundamentalmente en dos direcciones. Por un lado, estos procesos
organizativos han buscado apropiar y redefinir los discursos institu-
cionales de ciudadanía y participación, así como encontrar apoyos e
interactuar con las instituciones en la esfera política formal como una
estrategia para que sus voces sean escuchadas y para posicionar sus
reivindicaciones en el espacio de lo público. Esta relación no se limita
únicamente a lo estratégico, sino que involucra una apuesta de estas
organizaciones por la democracia y la apropiación de sus discursos.

De otra parte, la relación con la democracia involucra la apropia-


ción de los discursos de ciudadanía y participación por parte de las
organizaciones de mujeres y víctimas no solo con el propósito de
incidir en la esfera política formal, sino tener un impacto en la vida
cotidiana en un contexto que ha sido profundamente afectado por
el conflicto armado. En este contexto, las mujeres y en particular
las víctimas han articulado múltiples estrategias y se han organizado
para responder a los efectos del conflicto armado en la vida familiar
y en las comunidades. Estas estrategias han incluido la formación
de lideresas comunitarias, que han jugado un papel importante en
la elaboración del duelo y la construcción de alternativas en medio

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Debido a esto, aunque este artículo se enfoca particularmente en el proceso organizativo
de víctimas, también examinamos con detalle el proceso organizativo de mujeres.

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de la guerra y la reconstrucción del tejido social, así como acciones


de resistencia no violenta, como movilizaciones, jornadas de la luz y
otros actos simbólicos.

El presente artículo está dividido en cinco partes. En la primera se


presentan algunas precisiones teóricas y metodológicas y se aborda
lo relativo a la relevancia de este estudio. En la segunda sección se
presenta rápidamente la contextualización de las dinámicas relaciona-
das con la presencia de los actores armados en la región del Oriente
Antioqueño. La tercera parte examina los procesos organizativos que
se han producido en la región desde los noventa y sus antecedentes,
así como las relaciones que se han dado entre las organizaciones de
mujeres, los procesos de formación política y ciudadana que han
tenido lugar y las organizaciones de víctimas. La cuarta parte abor-
da lo relativo a las relaciones que se han dado entre estos procesos
organizativos y los discursos y prácticas de la democracia local. Pa-
ra ello nos centramos en las miradas de estas organizaciones sobre
los conceptos de ciudadanía, participación y reconciliación, y en las
articulaciones y expresiones en la vida cotidiana de estas mujeres y
víctimas. Por último, proponemos algunos elementos de análisis que
examinan las relaciones entre estos procesos organizativos y sus ac-
ciones para incidir en los espacios de decisión pública.

1. Precisiones teóricas y metodológicas

En este artículo no tomamos como punto de partida una definición


predeterminada de democracia, sino que hacemos referencia a ella
desde los propios significados que le atribuyen los actores con los que
trabajamos, en este caso, las organizaciones de víctimas y de mujeres
en las que se centró el presente trabajo. Este artículo sigue la propuesta
de Julia Paley (2008), quien sostiene que en vez de partir de nociones
preconcebidas de democracia su complejidad requiere nuevas formas
de entendimiento. De acuerdo con Paley, es importante “detectar las
distintas variaciones asociadas con el término democracia” en diversos
contextos, así como entender “cómo la democracia es conceptualizada
en el discurso público y en la práctica” (Paley, 2008, p. 5). Desde esta

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mirada, el análisis de la democracia no se centra exclusivamente en su


significado o en su práctica, sino que presta atención a la intersección
entre estas dos dimensiones de análisis.

Esta postura contrasta con otras aproximaciones que ponen énfasis


en aspectos como la competencia o la participación como elementos
definitorios de la democracia o que permiten evaluar su funciona-
miento, así como con aquellas que se enfocan en una serie de carac-
terísticas y procedimientos que le son necesarios como, por ejemplo,
la celebración imparcial de elecciones, el respeto de las libertades
civiles y políticas, la existencia y el respeto a la oposición política
y la inclusión sociopolítica, etc. El propósito de este artículo no es
evaluar la democracia desde una serie de criterios preestablecidos o
enfocándose en unas dimensiones que se consideran relevantes en
términos conceptuales o normativos, más bien, busca examinar de
qué manera los procesos organizativos de víctimas y de mujeres en el
Oriente Antioqueño se relacionan con discursos y expresiones de la
democracia local. Para esto privilegiamos los discursos y los significa-
dos sobre la democracia enunciados por los actores que estudiamos.

En el marco de los significados que asume la democracia para las or-


ganizaciones de víctimas y mujeres, la relación con la dimensión más
institucional y la esfera política formal, desde la que la democracia es
comúnmente pensada, aparece en el discurso de estas organizaciones
y en sus prácticas. Esto incluye no solo los discursos institucionales
sobre ciudadanía y participación que han sido apropiados y redefi-
nidos por estas mujeres, sino la interlocución con las instituciones y
la búsqueda por incidir en los espacios de decisión política para po-
sicionar sus reivindicaciones. Sin embargo, la democracia no solo se
entiende desde esta mirada. La democracia local y, específicamente,
la democracia participativa adquieren un significado para las organi-
zaciones de víctimas y de mujeres que está ligado a su cotidianidad
y, en particular, a los efectos de la guerra en sus vidas, a su capacidad
para responder colectivamente a estos efectos y a los procesos de
reconstrucción del tejido social promovidos por estas organizaciones.

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Al enfocarse en las relaciones entre las organizaciones de víctimas y


de mujeres y la democracia local, y tomando como punto de partida
los significados que los miembros de estas organizaciones le atribuyen
a la democracia, este estudio nos permite centrarnos en la manera
como esta se manifiesta en el nivel micro y cómo se construye desde
abajo, en este caso, en relación con y desde la mirada y las acciones
de las mujeres que hacen parte de los procesos organizativos. Así
mismo, nos permite enfocarnos en la conceptualización que de la
democracia hacen los actores que participan en ella y en los discursos
que sobre ella circulan o se construyen y redefinen en el nivel micro.

Algunos estudios han prestado atención al tema de los discursos de la


democracia y sus significados (Paley, 2002, 2008; Ong, 1999; Verdery,
1996; Coronil, 1997), mostrando no solo la variación de significados
que puede asumir en distintos contextos, sino también cómo los sig-
nificados del término democracia son disputados entre grupos “con
intereses en diferentes resultados” y entre quienes están vinculados
entre sí bajo “relaciones de poder desiguales” (Paley, 2002, p. 476).
Este artículo se inscribe en esta línea de estudios al abordar los sig-
nificados que la democracia local asume para las organizaciones de
víctimas y de mujeres, y al privilegiar la manera como esta se construye
en el nivel micro (Albert, 2016), pero se enfoca en un contexto que
ha sido fuertemente afectado por el conflicto armado y la violencia.

En consonancia con lo anterior, es importante considerar que los


procesos organizativos de víctimas y de mujeres en el Oriente An-
tioqueño han tenido lugar en un contexto violento. Como se señala
en este artículo, esta región experimentó la presencia de distintos
actores armados ilegales por varias décadas, aunque el escalamiento
del conflicto armado se produce a finales de los noventa. En este
contexto, múltiples formas de violencia tomaron lugar, incluyendo
desplazamiento forzado, masacres, asesinatos, intimidaciones a
alcaldes, concejales y líderes sociales, así como de la siembra de mi-
nas antipersona.

En cuanto a las teorías sobre democratización y consolidación de-


mocrática que han orientado la investigación sobre la democracia en

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América Latina, algunas teorías asocian altos niveles de violencia con el


fracaso de la democracia. En el presente trabajo, asumimos la postura
de Arias y Goldstein (2010), quienes consideran que la violencia no
es indicativa de fallo democrático, sino que puede ser entendida como
“crítica en la fundación de las democracias latinoamericanas” (Arias
& Goldstein, 2010, p. 5). Estos autores han propuesto la categoría
de pluralismo violento para entender y caracterizar las democracias
latinoamericanas en las que múltiples formas de violencia tienen
expresión. De acuerdo con estos autores, el pluralismo violento se
refiere a “estados, élites sociales y grupos subalternos que emplean
violencia en la búsqueda de establecer o refutar regímenes de ciu-
dadanía, justicia, derechos y el orden social democrático” (Arias &
Goldstein, 2010, pp. 4-5).2

El propósito de este artículo no es entender de manera general las


relaciones entre democracia y violencia, sino que nos limitamos a exa-
minar cómo se relacionan las organizaciones de víctimas y de mujeres
con la democracia local en un contexto en el que actores estatales y no
estatales hacen uso de la violencia en el marco del conflicto armado,
en muchas ocasiones contra los miembros de estas organizaciones
o las comunidades a las que pertenecen. Como mostraremos más
adelante, estas organizaciones de víctimas y de mujeres recurren más
bien a acciones de carácter no violento para plantear sus reivindica-
ciones ante las instituciones y la sociedad y para resistir la violencia y
dar respuesta a los efectos de la guerra en sus vidas. En este sentido,
esta investigación brinda elementos para entender cómo estas rela-
ciones con la democracia se tejen y son mediadas por un contexto
que es violento, incluso en el escenario postdesmovilización en el
que surgieron otras formas de violencia como resultado del rearme
de las estructuras paramilitares y en el que algunas de estas mujeres
han recibido amenazas por las acciones que promueven.

Esta investigación muestra que las relaciones que estas organizacio-


nes han establecido con los discursos institucionales de ciudadanía y

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Para un análisis de la democracia colombiana y el pluralismo violento véase Roldán
(2010) y Ramírez (2010).

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participación y la esfera política formal se dan desde mucho antes del


escalamiento del conflicto armado, aunque adquieren mayor visibilidad
en este contexto y en el escenario posterior a la Ley de Justicia y Paz.

La segunda dimensión de análisis para entender las relaciones de es-


tas organizaciones con la democracia local es moldeada de manera
más clara por el contexto del conflicto armado. En este contexto,
los discursos de ciudadanía y participación también son apropiados
y redefinidos por esas organizaciones para dar respuesta a los efectos
del conflicto armado. En relación con ello, la democracia participa-
tiva y desde abajo adquiere un lugar central. Sin embargo, la demo-
cracia participativa adquiere un significado para las organizaciones
de víctimas y mujeres que está íntimamente ligado a su cotidianidad
y, en particular, a los efectos de la guerra en sus vidas y sus comu-
nidades, así como a los procesos de reconstrucción impulsados por
estas organizaciones. Esta mirada y, principalmente, el énfasis que
este artículo pone en la relevancia de tomar como punto de partida
los significados que las organizaciones de víctimas y de mujeres le
atribuyen a la democracia, es importante porque permite visibilizar
formas de relacionamiento y prácticas que los actores locales con-
sideran como democráticas y que en otros contextos podría no ser
consideradas como tales.

En términos metodológicos, es relevante mencionar que la investiga-


ción se desarrolló en el periodo comprendido entre agosto de 2011 y
julio de 2012, e incluyó cuatro visitas de campo a algunos municipios
del Oriente Antioqueño, aunque se concentró particularmente en el
municipio de San Carlos. Los municipios visitados fueron Rionegro,
La Unión, Granada, Marinilla y San Carlos. Una visita de campo adi-
cional fue realizada durante julio de 2013. Se realizaron 27 entrevistas
a miembros de Aproviaci, Amor, algunas mujeres de Provísame, Con-
ciudadanía, el Programa de las Naciones Unidas (PNUD), miembros
del Centro de Acercamiento para la Reparación y Reconciliación
(CARE), funcionarios públicos de San Carlos y Medellín, y algunos
habitantes no vinculados a estos procesos organizativos.

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2. Dinámicas del conflicto armado en el Oriente


Antioqueño

El desarrollo del Oriente Antioqueño ha estado asociado a la expan-


sión de la industria del Valle de Aburrá y a proyectos nacionales de
generación de energía eléctrica y de comunicación tanto vial como
aérea. Entre 1978 y 1984 se construyó el complejo hidroeléctrico más
importante del país en la subregión de embalses, lo cual significó el
desplazamiento de cientos de familias; algunas de ellas negociaron
con el Estado en condiciones precarias y otras fueron sacadas a la
fuerza de sus territorios. Aun cuando este proceso revistió violencia,
la confrontación armada empezó después.

Aunque algunos asentamientos guerrilleros aparecen en la región a


finales de los años setenta, no se constituyeron en factores de con-
frontación a gran escala durante esos años (García, 2011). El con-
flicto armado en el Oriente Antioqueño aparece de manera tardía,
en contraste con lo sucedido en otras subregiones del departamento
y del país.

La aparición del ELN en la región se remonta a los años ochenta,


cuando se crea en 1985 el Frente Carlos Alirio Buitrago, que operó
en principio en la zona de bosques. Posteriormente, el ELN extendió
su presencia a la zona de embalses en los noventa, en particular a al-
gunas veredas del municipio de San Carlos y Granada, y luego en San
Luis. La persecución al Movimiento Cívico y el asesinato de varios
de sus líderes, que tuvo lugar a finales de los ochenta, se constituyó
en un escenario propicio para el accionar del ELN en la región, cuya
presencia se prologaría hasta finales de los noventa.

Por su parte, las FARC empezaron a hacer presencia en la región


desde los ochenta, con el cuarto frente. Posteriormente, tendrían
presencia los frentes 9 y 47. El primero operó en los municipios de
San Rafael y San Carlos, para luego expandirse a San Luis, Cocorná,
Concepción y Alejandría. El frente 47 centró sus operaciones en la
zona de Páramos y Bosques, específicamente en Argelia, Nariño,
Sonsón y San Francisco (Observatorio del Programa Presidencia de

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Derechos Humanos y DIH, 2004). Hacia finales de los años noventa,


las FARC entraron a disputarle la hegemonía en el territorio al ELN,
llegando incluso a enfrentamientos armados entre los dos grupos
guerrilleros. El ingreso de las FARC se produjo a través de atentados,
bombardeos y reclutamiento forzoso, lo que hizo que su presencia
fuera asimilada por algunos pobladores como la de un ejército de
ocupación. En la segunda mitad de la década de los noventa, este
grupo guerrillero amplió sus operaciones a algunos municipios del
altiplano (Restrepo, 2010).

A finales de los ochenta las autodefensas que hacían presencia en el


Magdalena Medio, bajo el mando de Ramón Isaza, incursionaron en
el oriente lejano, particularmente en algunas veredas del municipio
de San Carlos; sin embargo, su presencia por esa época fue temporal.
En 1997 se produce la entrada de los grupos paramilitares en la re-
gión del oriente. Las primeras acciones se dieron en el municipio de
Carmen de Viboral, pero rápidamente se extendieron a otros muni-
cipios del oriente cercano, la zona de embalses y la zona de páramos
(Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos
& DIH, 2004). Los grupos que hicieron presencia en la región fue-
ron las autodefensas del Magdalena Medio, el bloque Metro de las
Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, el bloque Cacique
Nutibara y el bloque Héroes de Granada.

Aunque desde principios de la década de los noventa los territorios se


convirtieron en escenarios de confrontación armada entre guerrilla,
Estado, narcotraficantes y grupos paramilitares, a raíz del auge del
narcotráfico agenciado por el cartel de Medellín y la intensificación
del conflicto en el Magdalena Medio, (Novoa, 2009), solo hasta el
periodo comprendido entre 1997 y 2007, el escalamiento de la vio-
lencia en el Oriente llegó al nivel de crisis humanitaria. Esto se da
como consecuencia de la expansión de los grupos guerrilleros ELN
y FARC, la ofensiva estatal y la llegada de los grupos paramilitares
que buscaban contener el avance de las guerrillas.

De acuerdo con García (2011), este decenio de escalamiento del


conflicto armado puede ser dividido en tres períodos. El primero se

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ubica entre 1997 y 2000, en el que el ELN intensifica sus acciones


en el eje vial Medellín-Bogotá, las FARC empiezan a hacer presencia
en los territorios, y aparecen grupos paramilitares como parte de la
estrategia contrainsurgente. El segundo periodo, comprendido entre
los años 2000 y 2004, es el más álgido de los tres por la cantidad de
acciones perpetradas. En estos años el ELN disminuyó significativa-
mente su accionar, hubo una expansión de la presencia de las FARC
y se produjo una especie de relevo entre los grupos paramilitares y
las fuerzas armadas, ya que mientras los primeros disminuyeron sus
acciones, el ejército aumentó su presencia en la región como resultado
de la política de seguridad democrática que empieza con el gobierno
de Álvaro Uribe Vélez en el año 2002. Finalmente, entre el año 2005
y 2006 se registró una sensible disminución de las acciones de los
grupos armados, como resultado de la desmovilización de los grupos
paramilitares vinculados a Carlos Castaño y a Ramón Isaza, por la
casi completa desaparición de las acciones por parte del ELN y la
arremetida de las fuerzas militares contra las FARC.

3. Procesos organizativos en el Oriente Antioqueño: de


la organización de mujeres al movimiento de víctimas

El Oriente Antioqueño ha sido una región con gran tradición orga-


nizativa; en las décadas de los setenta y ochenta tuvieron expresión
los movimientos cívicos en varios de sus municipios. Aunque en
principio estas expresiones fueron de carácter local, en los ochenta
se logró articular un movimiento regional conocido como el Movi-
miento Cívico del Oriente Antioqueño (Novoa, 2009), que permitió
materializar varias de las demandas y reivindicaciones planteadas por
los pobladores de la región ante el Estado. Sin embargo, el Movi-
miento Cívico del Oriente Antioqueño fue desarticulado a finales de
la década, principalmente como consecuencia del auge del paramili-
tarismo, la represión y el asesinato de líderes cívicos y de izquierda.

En la segunda mitad de la década de los noventa y en los primeros


años del nuevo siglo, las acciones colectivas en el Oriente Antioqueño
aparecen como una respuesta de la población frente a la intensifica-

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ción del conflicto armado que experimentó la región desde 1997; en


el escenario de esta confrontación armada se inició un ciclo de pro-
testas y de resistencia de la población del Oriente Antioqueño frente
a los efectos del conflicto armado. En la región empezaron a tener
lugar movilizaciones locales, como marchas, jornadas del silencio,
concentraciones e intentos de acercamientos con los actores armados.

Cabe mencionar que la diócesis Sonsón-Rionegro jugó un papel im-


portante en este proceso, mediante la convocatoria que hizo desde
1994 a diversos líderes y sectores sociales, para buscar soluciones a la
crisis humanitaria que experimentaba la región, así como la realización
de distintos foros por la paz. Además, realizó un trabajo de mediación
y acompañamiento a las comunidades del Oriente Antioqueño, en
el marco de las labores emprendidas por la Comisión Vida, Justicia
y Paz entre 1994 y 1998. Entre sus acciones pueden mencionarse
“el diálogo con los grupos armados, los desbloqueos a poblaciones
amenazadas y el acompañamiento pastoral a las comunidades afecta-
das por el conflicto” (Corporación Vida, Justicia y Paz, 2011, p. 21).

En el marco de este trabajo que se venía desarrollando en la región


con las comunidades, se presentó una propuesta al Gobierno nacio-
nal con el objetivo de crear una comisión subregional para gestiones
humanitarias en la región del Oriente Antioqueño, cuyo propósito
fundamental era lograr “acuerdos mínimos humanitarios” en medio
del conflicto armado (Corporación, Vida, Justicia y Paz, 2011, p. 22).
Aunque esta propuesta fue rechazada por el Gobierno del presiden-
te Pastrana, en la región tuvieron lugar acercamientos humanitarios
con los grupos armados que fueron liderados por los alcaldes del
Oriente Antioqueño3 y que contaron con el acompañamiento de las
asambleas comunitarias, la Corporación Vida, Justicia y Paz y el aval
del gobernador.

Durante este periodo también tienen lugar otros procesos organi-


zativos como el de la Asociación de Mujeres del Oriente (AMOR)

3
Véase “Rebeldes con causa”, en: Revista Semana, Edición 1004, Agosto 27 de 2001.

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y, posteriormente, la Asamblea Provincial del Oriente Antioqueño.


AMOR es una organización que surge en 1994 y que está integrada
por organizaciones y/o redes de mujeres de los 23 municipios del
Oriente Antioqueño. Por su parte, la Asamblea Provincial del Oriente
Antioqueño tuvo como función analizar la situación de conflicto y
crisis humanitaria de los 23 municipios de la región.

En los años siguientes se dieron dos grandes cambios que afectaron


los procesos organizativos y la acción colectiva en la región. Por un
lado, se empieza a implementar la política de Seguridad Democrática
promovida por el presidente Álvaro Uribe, y por el otro tiene lugar el
proceso de desmovilización de los grupos paramilitares, y a partir de
ello, la Ley de Justicia y Paz. Con la política de seguridad democráti-
ca y el proceso de desmovilización se logró disminuir los índices de
violencia de la región, lo cuales fueron el factor que motivó la acción
colectiva de los pobladores en años anteriores. La desmovilización, a
su vez, trajo consigo la ley de Justicia y Paz, que propició el posicio-
namiento social y político de un nuevo actor que había empezado a
organizarse en la región: las víctimas del conflicto armado. En este
actor nos centramos a continuación, a partir de la experiencia del
movimiento regional de víctimas y del proceso de víctimas seguido
por el municipio de San Carlos en el Oriente Antioqueño.

3.1. La experiencia de Aproviaci

Para entender el surgimiento de Aproviaci (Asociación Provincial de


Víctimas a Ciudadanas) es necesario considerar no solo el protagonis-
mo que adquiere el tema de víctimas con la implementación de la ley
de Justicia y Paz, sino el proceso de organización de mujeres que se va
dando paulatinamente en el Oriente Antioqueño y que va a concretarse
en AMOR. Este proceso organizativo, que se remonta a la década de los
ochenta, empezó a perfilarse de manera incipiente a partir del trabajo
que se desarrolló entre las comunidades y la Asociación de Centros de
Atención al Preescolar en Antioquia (Acaipa) desde la segunda década
de los setenta. Aunque el trabajo de Acaipa estuvo centrado en principio
en la organización de la comunidad para la atención a niños y niñas me-
nores de 7 años, se fue generando un escenario para trabajar también con

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las mujeres y contribuir a su organización en la región. En este contexto


empezaron a tener lugar encuentros de mujeres y se fue generando un
movimiento incipiente, que constituye el precedente de AMOR (Mujer,
cofundadora de Acaipa y de conciudadanía,comunicación personal,
noviembre de 2011).

Por su parte, el proceso de Acaipa constituyó el antecedente de Con-


ciudadanía, que es una organización no gubernamental local creada
en 1991 y que jugó un papel muy importante durante las siguientes
décadas al impulsar y apoyar distintas organizaciones sociales de la
región. Conciudadanía apareció como una respuesta al impulso que
la Constitución de 1991 le dio a la democracia participativa. Esta or-
ganización “recogió muchos de los elementos con los que se venía
trabajando en Acaipa”, pero pretendió “hacer el tránsito de la parti-
cipación comunitaria a la participación ciudadana, bajo el lema ‘para
que los derechos sean hechos’” (Mujer exmiembro de Conciudadanía,
comunicación personal, noviembre de 2011).

Con la aparición de la consejería para la mujer de Antioquia en 1992,


se impulsó en la región “la creación y legalización de asociaciones de
mujeres en los municipios” (Londoño, Marín & Alzate, 2005, p. 34).
Por otro lado, en concertación con esta consejería, Conciudadanía
desarrolló un proyecto que se denominó “Mujer al poder local”, cuyo
propósito era la formación de las mujeres en ciudadanía y política.
En este contexto surgió AMOR en 1994, como una organización
de segundo grado que recogía las organizaciones de mujeres a nivel
municipal en el Oriente Antioqueño.

Durante los años siguientes, Conciudadanía impulsó una serie de pro-


cesos de formación en los que participaron las mujeres de AMOR. En
el año de 1996 se inició un proyecto de organización y participación
política de las mujeres denominado “Mujer por la equidad de géne-
ro, de la casa a la plaza”, que buscaba “cualificar el liderazgo social
y político de las mujeres y fortalecer las organizaciones a las cuales
pertenecían” (Londoño, Marín & Alzate, 2005, p. 36). Entre 1999 y
2001 se desarrolla la Escuela de Gestión Pública con Perspectiva de

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Género, que posibilitó la formación de las mujeres de AMOR en aras


de promover su participación en espacios públicos.

A finales de los años noventa, al mismo tiempo que se daban estos


procesos de formación, se produjo un escalamiento del conflicto ar-
mado, lo que conduce a poner en un primer plano la discusión sobre
sus efectos en la vida familiar, en las comunidades y, particularmente,
en las mujeres. En el marco de los encuentros entre mujeres que se
hacían en la escuela de gestión pública con perspectiva de género, fue
necesario generar un espacio para desarrollar tertulias nocturnas que
“permitieron la reflexión sobre los efectos de la guerra en la población
civil y especialmente en las mujeres y las acciones o propuestas que
desde ellas se podían promover o realizar en la región” (Londoño,
Marín & Alzate, 2005, p. 31). Esto condujo a Conciudadanía a for-
mular una experiencia piloto de atención emocional de las mujeres
para formar lideresas comunitarias que “pudieran servir de apoyo a
otras mujeres” de sus localidades, en la “elaboración de sus duelos y
la construcción de alternativas en medio de la guerra” (Cinep, Con-
ciudadanía & Amor, 2007). En 2003, se desarrolló la primera expe-
riencia piloto, bajo el proyecto formación de mujeres líderes sociales
en territorio de conflicto armado, Promotoras de Vida y Salud Mental
(Provísame), en el que participaron las mujeres de AMOR.

Este modelo es enriquecido en el marco de la alianza que se dio entre


Conciudadanía, el Programa de Paz del Cinep4 y AMOR para trabajar de
manera conjunta en la región. En el 2004, se reformuló la propuesta desde
los aportes de las tres instituciones y se implementó a través del proyecto
Promotoras de Vida y Salud Mental (Provísame), por la reconciliación
y la reconstrucción del tejido social en el Oriente Antioqueño.5 Dicho
proyecto no solo buscaba dar continuidad a la capacitación de mujeres

4
El Programa de Paz del Cinep, que empieza a hacer presencia en la región a partir de
entonces, inició un trabajo con algunas mujeres de Amor que consistió en talleres de habi-
lidades para la paz, el programa de formación de promotoras de vida y salud mental, y la
formación en estrategias de acción no violenta (Cinep, Conciudadanía & Amor, 2007).
5
Las Provísames –en su mayoría víctimas– son mujeres que han sido capacitadas para
brindar apoyo psicosocial a las abrazadas en su proceso de recuperación interior y sanación
frente a los dolores y sufrimientos vividos en el marco del conflicto armado. Las abrazadas

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P rocesos organizativos de mujeres y víctimas del conflicto armado / 155

lideresas para que pudieran brindar apoyo psicosocial a otras mujeres en


sus localidades, sino también aportar a la organización de las víctimas
(Cinep, Conciudadanía & Amor, 2007).

Es en el marco de estos procesos que surgen las organizaciones de


víctimas en los municipios y posteriormente la organización regional
de víctimas Aproviaci. Una de las mujeres entrevistadas, sostiene que
el “proceso de las Provísames permitió que empezaran a darse las
primeras organizaciones de víctimas a nivel local” (Mujer miembro
de la junta directiva de Aproviaci, comunicación personal, mayo de
2012). En este proceso también tuvo relevancia el acompañamiento
realizado por los Comités de Reconciliación que empezaron a hacer
presencia en cada uno de los municipios. A través de estos comités,
que fueron apoyados por Conciudadanía y el Programa de la Paz del
Cinep, se empieza no solo a hablar de lo psicosocial, sino de lo jurí-
dico y de la incidencia política (Mujer miembro de la junta directiva
de Aproviaci, comunicación personal, agosto de 2011).

En el contexto de este proceso de constitución de organizaciones de


víctimas locales, aparece Aproviaci como una asociación de víctimas
de carácter regional. En la semana por la paz celebrada en 2005 tuvo
lugar un encuentro en el que participaron fundamentalmente mujeres
del Oriente Antioqueño,6 y en el que se presentó una propuesta para
“constituir una asociación de carácter regional que representara los
intereses de las víctimas” (Mujer miembro de Aproviaci, comunicación
personal, mayo de 2012). Durante el 2006 se convocaron diferentes
asambleas, reuniones y encuentros en cada uno de los municipios,
que contaron con la participación de los comités de reconciliación y
con el apoyo de Conciudadanía y el Cinep, con el propósito de darle
forma a esa propuesta. Es así como a finales de ese año se constituye
legalmente Aproviaci.

son las víctimas que participan de los abrazos, que constituye un espacio colectivo donde
es posible expresarse sin miedo. Véase Cinep, Conciudadanía & Amor (2007).
6
“Este encuentro contó con la participación de aproximadamente 500 personas pro-
venientes de todos los municipios del Oriente Antioqueño”. (Mujer miembro de la junta
directiva de Aproviaci, comunicación personal, agosto de 2011).

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Desde 2006, Aproviaci empieza a operar como asociación regional


que busca “hacer acompañamiento a las organizaciones de víctimas
en lo local, para desde ahí direccionar un trabajo regional” (Mujer
miembro de la junta directiva de Aproviaci, comunicación personal,
mayo de 2012, Rionegro). Esta organización empezó a trabajar con
las víctimas de la región y a presentar propuestas para hacer inciden-
cia política en lo local y lo nacional. Desde su creación, Aproviaci ha
jugado un papel fundamental en el acompañamiento y fortalecimiento
de las organizaciones de víctimas en la región del Oriente Antioqueño.

Empezamos a trabajar agenda con las víctimas: propuestas para


hacer incidencia política en lo local, a nivel nacional, incluso iban
propuestas para los mismos actores armados, que han hecho tanto
daño, y se empezó a trabajar en cuatro líneas: apoyo psicosocial,
asesoría jurídica para las víctimas, fortalecimiento organizativo
en el ámbito local y comunicación (Mujer miembro de la junta
directiva de Aproviaci, comunicación personal, agosto de 2011).

Por otro lado, cabe mencionar que las acciones de Aproviaci son de
resistencia no violenta, por lo que las movilizaciones y actos sim-
bólicos que se han realizado, como las acciones colectivas que han
tenido lugar en varios municipios con el propósito de recordar las
víctimas y expresar públicamente el dolor, las trochas por la vida y
la reconciliación, los plantones y las jornadas de la luz,7 han jugado
un papel central de visibilización de las víctimas y por otro lado, de
resistencia frente a la violencia.8

7
Investigaciones previas destacan cómo en muchas de estas acciones de resistencia se
percibe la influencia de la religión católica, ya que se movilizan símbolos y ritos propios de
ella. Según el Grupo de Memoria Histórica GMH (2009, p. 85), “Las jornadas de la luz fue-
ron originadas en una experiencia de celebración del día de las madres y la Virgen María, y el
encendido de las velas se hizo extensivo a los actos de la memoria. Así, cada primer viernes
del mes, en cada plaza principal de los municipios del Oriente Antioqueño se congregan las
víctimas para encender una luz en memoria de las víctimas y como estrategia para vencer
el miedo impuesto por la violencia”. Para ampliar este aspecto véase Peralta (2009).
8
Véase. Villa, Sánchez & Téllez (2007, p. 38).

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P rocesos organizativos de mujeres y víctimas del conflicto armado / 157

Como se ha mostrado, la experiencia organizativa en torno a Apro-


viaci no puede entenderse de manera desligada de lo que ha sido la
organización de mujeres en la región, ni de los procesos de formación
política y ciudadana que han tenido lugar en el Oriente Antioqueño
desde los noventa (Mujer exmiembro de Conciudadanía, comunica-
ción personal, noviembre de 2011).

Por otro lado, los procesos de formación política y ciudadana, y el


programa de las Provísames impulsado por Conciudadanía y el Pro-
grama por la Paz del Cinep han tenido una gran incidencia en los
procesos organizativos que han tenido lugar en el Oriente Antioqueño.
Como veremos más adelante, tanto en el caso de AMOR como en el
de Aproviaci, el tema de la ciudadanía y los derechos cobra relevancia
en el discurso y las prácticas de estas organizaciones. Así mismo, las
promotoras de vida y salud mental han jugado un papel importante
en los procesos organizativos de víctimas del nivel local y regional.
Las Provísames9 no solo han sido las encargadas de asumir el trabajo
psicosocial con las víctimas, sino que algunas de ellas se encuentran
hoy vinculadas de manera directa a las organizaciones de víctimas.

3.2. La experiencia del CARE en el municipio de San Carlos

En los últimos años, el proceso organizativo en el municipio de San


Carlos ha girado en torno al proceso emprendido por las víctimas del
conflicto armado y, específicamente, por el Centro de Acercamien-
to para la Reparación y Reconciliación (CARE). Este centro es una
iniciativa de miembros de la comunidad, impulsada en principio por
un grupo de mujeres víctimas del conflicto, lideradas por una con-
cejala que, al igual que otros habitantes de San Carlos, experimentó
la pérdida de sus seres queridos.

Antes de la creación del CARE, las víctimas en este municipio venían


trabajando fundamentalmente en la documentación de los casos de

9
De acuerdo con la mujer entrevistada miembro de junta directiva de Aproviaci, la región
cuenta aproximadamente con unas 120 personas que fueron capacitadas como Provísames,
principalmente mujeres, aunque también algunos hombres.

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sus familiares desaparecidos. El CARE también fue precedido por


un taller al que asistieron víctimas y desmovilizados de los grupos
armados que provenían del mismo municipio y de otras regiones. El
taller fue una iniciativa de las víctimas como respuesta a la presencia
de varios desmovilizados en el municipio. De acuerdo con el testi-
monio de una de las mujeres entrevistadas en San Carlos, se ubicaron
45 desmovilizados que empezaron a cruzarse en distintos espacios
con las víctimas, a establecer vínculos con algunos miembros de la
población sancarlitana y a conformar familias. Esta situación motivó
la realización de un cabildo abierto en agosto de 2006, que buscaba
involucrar más población para pensar qué se podía hacer en aras de
lograr una sana convivencia en el municipio. Después del cabildo, se
generó una política pública municipal por medio de la cual se creó
el CARE.

Con la creación del CARE se generó un espacio para que habitantes


del municipio de San Carlos, y en particular las víctimas de los acto-
res armados, reconstruyan la memoria de las violencias que tuvieron
lugar en este municipio, a partir de sus experiencias personales, sin
importar si son víctimas de la guerrilla, de los paramilitares o de la
fuerza pública. Este espacio también ha permitido enfrentar el dolor
e iniciar los procesos de duelo y sanación (GMH, 2011). Además, el
CARE se constituye como un escenario desde el que las víctimas del
conflicto, principalmente mujeres, se han empoderado para plantear
sus reivindicaciones ante las instituciones del Estado, la comunidad,
la sociedad e incluso, ante los mismos desmovilizados o excomba-
tientes que habitan en el municipio.

Desde el CARE se ha liderado el proceso de construcción de memoria


y se han promovido diversas actividades e iniciativas, como el trabajo
psicosocial que se ha hecho con las víctimas y los desmovilizados,
la búsqueda de los cadáveres de los desaparecidos, la resignificación
de algunos lugares del municipio donde ocurrieron atrocidades, el
proyecto de las cartografías para la localización de las fosas comu-
nes, el trabajo de memoria histórica con algunas de las familias que
han retornado al municipio y la construcción de un monumento a

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P rocesos organizativos de mujeres y víctimas del conflicto armado / 159

la memoria, inaugurado en 2011, que fue denominado “El Jardín de


la Memoria”.

El trabajo que se ha hecho en San Carlos con víctimas y desmoviliza-


dos se ha diferenciado de otros procesos en el Oriente Antioqueño,
debido a que este municipio le ha apostado a la reconciliación entre
víctimas y victimarios. En el marco de este trabajo con víctimas y
desmovilizados, el CARE gestionó y desarrolló un proyecto de apoyo
psicosocial a víctimas y victimarios para la reconstrucción del tejido
social.10

Entre los otros proyectos que han sido impulsados por el CARE
cabe destacar la resignificación de lugares en el municipio donde
ocurrieron atrocidades; por ejemplo, ha promovido diversos actos
simbólicos para resignificar la casa donde funcionó el comando
paramilitar en el casco urbano —antiguo hotel Punchiná, conocida
como ‘la casita del terror’—, donde se cometieron torturas, asesina-
tos y desapariciones. En esta casa, que es el lugar donde actualmente
funciona el CARE, se han realizado oraciones, talleres, jornadas de
la luz en las noches y otros actos simbólicos encaminados a cambiar
el significado del lugar.11

10
En este documento no se aborda lo relativo a las dificultades que han enfrentado este
tipo de apuestas por la reconciliación en el caso de San Carlos, así como cuáles son sus
límites o fortalezas para la construcción del tejido social. Algunos elementos de análisis en
esta dirección puede verse en Osorio (2013) y GMH (2011).
11
Según testimonios de miembros del CARE, la decisión de ocupar esta casa obedeció
en principio a razones circunstanciales, debido a que estaba en proceso de extinción de do-
minio y el CARE no tenía un lugar donde funcionar. Sin embargo, el CARE consideró que
desarrollar sus actividades en esta casa era una oportunidad para promover el acercamiento
entre las víctimas y victimarios, para lo cual se realizaron ejercicios de memoria en aras de
posibilitar el reconocimiento de lo sucedido como primer paso para la reconciliación. En
este sentido la casita del terror fue convertida en un espacio de memoria, desde la que es
resignificada en la medida en que no es asociada al dolor y muerte sino un escenario de
esperanza y de vida (Nieto, 2014).

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4. Discursos y prácticas de ciudadanía y participación:


relación con la esfera institucional y la cotidianidad

En las últimas dos décadas, en el Oriente Antioqueño se evidencia


una estrecha relación entre los procesos organizativos de mujeres y
víctimas, y la esfera institucional. Los discursos de participación y ciu-
dadanía apropiados y redefinidos por estas organizaciones, así como
sus prácticas en torno a estos temas, han jugado un papel importante
en construir esta relación. En este contexto, los procesos organizativos
tanto de víctimas como el de mujeres han buscado encontrar apoyos
e interactuar con las instituciones en la esfera política formal, en aras
de ser escuchadas y posicionar sus reivindicaciones en el espacio de
lo público. Sin embargo, esta relación también pasa por expresar las
tensiones entre los procesos organizativos y las instituciones estatales,
más específicamente frente a temas cruciales como la definición de
víctima o el tema de la reconciliación.

De otra parte, la relación de estos procesos organizativos con la de-


mocracia involucra también una apropiación y redefinición de los
discursos de ciudadanía y participación por parte de organizaciones
de víctimas y de mujeres, con el propósito de incidir y transformar
su cotidianidad en un contexto que ha sido fuertemente afectado
por la violencia política. El papel que han jugado las Provísames en
el territorio, las movilizaciones y resistencias en contra de los efectos
del conflicto armado o las acciones emprendidas por mujeres y vícti-
mas para reconstruir el tejido social, ilustran este último aspecto. En
el contexto del conflicto armado y sus efectos, la democracia y más
específicamente la democracia participativa adquiere un significado
para las organizaciones de víctimas y de mujeres, que está íntimamente
ligado a su cotidianidad y, en particular, a los efectos de la guerra en
sus vidas y sus comunidades, así como los procesos de reconstrucción
impulsados por estas organizaciones.

A continuación examinamos la relación de estos procesos organi-


zativos con la esfera institucional, para lo cual nos centramos en los
discursos de ciudadanía, participación y reconciliación impulsados
en el marco de la Constitución Política de 1991 y la Ley de Justicia y

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P rocesos organizativos de mujeres y víctimas del conflicto armado / 161

Paz. De igual manera, examinamos cómo la apropiación y redefini-


ción de estos discursos por parte de víctimas y mujeres no solo ha
sido usada para establecer puentes con la esfera institucional, sino
que está estrechamente relacionada con el ámbito más cotidiano de
sus vidas y comunidades desde el que se busca no solo incidir, sino
desde el que se construye la ciudadanía y la participación.

4.1. Discursos sobre la ciudadanía y participación

El proceso incipiente de organización de mujeres que venía gestándose


desde finales de los ochenta en el Oriente Antioqueño, encuentra
un escenario muy propicio en la Constitución de 1991 y su discurso
participativo. De hecho, Conciudadanía nace estrechamente ligada al
discurso de participación ciudadana impulsado por la Constitución
de 1991, y con ello, al discurso sobre los derechos. Una de las mujeres
entrevistadas, ex miembro de Conciudadanía sostiene al respecto:

Cuando nos dimos cuenta de la Constitución de 1991, empeza-


mos a ver que la Constitución tenía toda la filosofía que nosotros
habíamos trabajado sobre la democracia, el poder del pueblo,
cantidades de cosas que antes eran subversivas. Entonces, cuan-
do vimos que esta constitución nos contenía dijimos “ahora
tenemos el instrumento legal para trabajar sobre esto”, y se nos
abrieron los horizontes y dijimos “organicemos una institución
que permita que eso que estamos hablando se convierta en rea-
lidad” y ahí dimos el paso de Acaipa a Conciudadanía, y lo que
buscábamos era hacer un cambio de la participación comunitaria
a la participación ciudadana con el lema “para que los derechos
sean hechos” (Mujer exmiembro de Conciudadanía, comunica-
ción personal, noviembre de 2011).

A su vez, Conciudadanía y su discurso sobre la participación ciudadana


y los derechos va a jugar un papel muy importante en los procesos de
formación política y ciudadana y de organización de las mujeres en
la región. En las conversaciones y entrevistas que se realizaron en el
marco del trabajo de campo desarrollado en esta investigación, tanto
con mujeres de AMOR, como de Aproviaci y del CARE, temas como

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162 / Diana Hoyos Gómez, Angélica Nieto García

el de participación, derechos y ciudadanía ocupan un lugar central en


el discurso que enuncian sobre sus organizaciones.

En este sentido, es posible sostener que los procesos organizati-


vos de AMOR, Aproviaci y el CARE han tenido un fuerte vínculo
con lo institucional desde su momento de gestación. En el caso de
AMOR, la organización empieza a tomar forma no solo con el apoyo
e impulso proveniente de Conciudadanía, sino como consecuencia
del giro en las políticas de mujer que empiezan a ser promovidas a
nivel departamental en Antioquia, con la creación de la Oficina de la
Mujer. Por otro lado, los procesos de formación política y luego el
de las Promotoras de Vida y Salud Mental en el que participaron las
mujeres de AMOR, se inscribieron desde el principio en el marco
institucional creado a partir de la Constitución de 1991, en particular,
a partir de la apropiación de los discursos de participación y ciudada-
nía promovidos por esta. De forma más reciente, esta relación con lo
institucional se ha establecido también mediante estrategias y acciones
de estos procesos organizativos para incidir más directamente en los
espacios de decisión pública como mostramos al final de este acápite.

Por otro lado, la apropiación y redefinición de los discursos de ciu-


dadanía y participación por parte de organizaciones de víctimas y de
mujeres no solo ha incidido y ayudado a transformar su cotidianidad,
sino que ha permitido que la democracia adquiera un nuevo signifi-
cado para estas mujeres. En el marco del escalamiento del conflicto
armado y en el periodo posterior, la apropiación, redefinición y puesta
en práctica de los discursos de ciudadanía y participación por parte de
organizaciones de mujeres y de víctimas les han permitido encontrarse
y construir relaciones con otras mujeres en la misma situación, hablar
sobre sus experiencias en medio de la guerra, trabajar el dolor y el
duelo, dar un nuevo sentido a sus vidas, articularse y organizarse para
alzar sus voces para plantear sus reivindicaciones ante el Estado y ante
sus comunidades e incluso, redefinir sus relaciones en el ámbito de lo
doméstico. De esta manera, la cotidianidad de estas mujeres, marcada
por los efectos de la violencia en sus vidas, por su invisibilización en
los procesos participativos y su papel relegado fundamentalmente a
lo doméstico, se ha ido transformando a partir del encuentro con el

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P rocesos organizativos de mujeres y víctimas del conflicto armado / 163

otro, los procesos organizativos y la apropiación y puesta en práctica


de los discursos de ciudadanía y participación.

En las entrevistas realizadas a las mujeres de AMOR y Aproviaci se


alude a distintos aspectos que ilustran cómo su vinculación a los pro-
cesos participativos y organizativos incide en su vida cotidiana. Así,
algunas se refirieron a la manera como los espacios generados en el
marco de los procesos organizativos, de ciudadanía y de participación
les permitieron hacer frente a los efectos del conflicto armado y no
quedarse en el aislamiento o la victimización. Más específicamente,
algunas de estas mujeres hicieron referencia a la importancia de los
auxilios emocionales y, específicamente, al programa de las Promo-
toras de vida y Salud Mental, que no solo les permitió elaborar el
duelo y superar el dolor, sino también “ formarse [como] líderes en
los municipios, líderes mujeres que van adquiriendo herramientas
para hacer apoyo psicosocial a otras víctimas” (Mujer miembro de
AMOR, comunicación personal, mayo de 2012). Las movilizaciones,
jornadas de la luz y otras acciones de resistencia no violenta también
han fortalecido la articulación y organización de estas mujeres y han
sido importantes para la reconstrucción del tejido social, pero, ade-
más, han tenido efectos en su vida cotidiana en la medida en que han
cambiado la manera como se relacionan entre ellas y sus comunidades.
Finalmente, algunas mujeres mencionaron que su vinculación a los
procesos organizativos y participativos ha tenido incidencia en sus
relaciones en el ámbito de lo doméstico. Así mismo, la participación
en estos espacios les ha permitido cuestionarse e incluso redefinir
sus relaciones en el ámbito doméstico, dominadas en muchos casos
por el machismo y por los roles tradicionales que se espera que las
mujeres asuman.

Un aspecto importante de esta mirada sobre el tema de la cotidianidad


no es solo que los procesos organizativos y la apropiación y puesta en
práctica de los discursos de ciudadanía y participación han incidido
en la vida cotidiana de estas mujeres, sino que desde allí la ciudada-
nía, la participación y la democracia adquieren otro significado. Un
ejemplo en esta dirección es el proceso de los pasos y abrazos que
se ha dado en el marco del acompañamiento psicosocial de las Pro-

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vísames. Una de las mujeres entrevistadas señala que en este espacio


de los abrazos “se volvió a retomar la importancia de estar en espa-
cios de participación, la importancia de los espacios de los abrazos,
que ya son espacios de participación” (Mujer miembro de AMOR,
comunicación personal, agosto de 2011). En este sentido, el proceso
de los abrazos no solo constituyen un espacio para superar el dolor
y atender lo psicosocial, sino que son percibidos por estas mujeres
como espacios de participación y de ejercicio de la ciudadanía. Estos
espacios no solo buscan que las mujeres puedan tramitar el dolor, sino
que se organicen, superen el lugar de la victimización y se conviertan
en ciudadanas capaces de reclamar sus derechos. Sin embargo, estas
apuestas políticas y sociales de las organizaciones de mujeres y de
víctimas están estrechamente relacionadas con sus experiencias de
vida y su cotidianidad. En este contexto, la democracia, y de manera
más específica, la participación y la ciudadanía no se entienden solo
como un mecanismo para incidir en la esfera política formal, para
relacionarse con las instituciones o reclamar derechos, sino que está
ligada con la transformación del dolor y las relaciones con el vecino, la
reconstrucción de lazos de confianza y la capacidad para organizarse.

4.2. Posicionamiento de las víctimas y miradas sobre la


Reconciliación

La Ley de Justicia y Paz generó las condiciones que permitieron el


posicionamiento político y social de un nuevo actor en el Oriente
Antioqueño: las víctimas del conflicto armado. Si bien es cierto que
las organizaciones de víctimas en esta región empiezan a conformarse
desde antes de la entrada en vigencia de la ley, específicamente en el
marco de los procesos de formación de las Promotoras de Vida y
Salud Mental, la clasificación jurídica que la ley hizo de las víctimas y
los victimarios generó “una apertura del espacio social y político en el
que se constituyen nuevos sujetos políticos que emprenden una lucha
por su posicionamiento dentro del mismo” (Delgado, 2011, p. 14).

En el Oriente Antioqueño, esta lucha ha estado presente en el pro-


ceso emprendido por el movimiento de víctimas en la región. Desde
Aproviaci se ha buscado resignificar el concepto de víctima. La mirada

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P rocesos organizativos de mujeres y víctimas del conflicto armado / 165

que esta organización asume sobre las víctimas no pone énfasis en su


vulnerabilidad, impotencia o incapacidad de acción; por el contrario,
busca empoderar la persona y posibilitar que sea reconocida como
ciudadana y como sujeto de derechos, con capacidad de acción. Con
esto se recupera todo el legado del concepto de ciudadanía en el mar-
co de los procesos de capacitación política y ciudadana, así como de
formación de las Provísames y se pone énfasis en la democracia desde
abajo. Aquí se habla de víctimas en un sentido muy específico, se alude
a víctimas que no se quedan en el dolor, el miedo y la pasividad, sino
que tienen capacidad de organizarse y de actuar, de empoderarse y
plantear sus reivindicaciones ante la sociedad y el Estado.

El tema de la reconciliación también nos permite analizar las relacio-


nes entre los procesos organizativos y los discursos y prácticas de la
democracia en las dos direcciones propuestas en este documento. Por
un lado, se evidencian las relaciones y tensiones entre las organizacio-
nes de víctimas y la esfera política formal y, más específicamente, las
políticas institucionales que empiezan a impulsar la reconciliación y el
trabajo entre víctimas y victimarios. Estas tensiones también se mani-
fiestan entre las organizaciones AMOR, Aproviaci y el CARE y otros
actores que han hecho presencia en la región, como Conciudadanía
y el Programa por la Paz del Cinep, debido a las distintas posiciones
asumidas frente al tema de la reconciliación. La articulación de los
procesos organizativos de mujeres y víctimas con las instituciones
estatales no implica que aquéllas no hayan asumido posturas críticas
frente a algunas de las políticas que estas últimas han implementado
en el territorio.

De otra parte, la forma como ha sido entendida la reconciliación por


las mujeres que participan en los procesos organizativos ha jugado un
papel importante en la reconstrucción del tejido social y ha incidido
en la cotidianidad de mujeres y víctimas trastocada por la guerra. La
reconciliación empieza a ser pensada por las mujeres de AMOR en
el año 2001; la preocupación por este tema se da como respuesta a la
situación que experimentaba para entonces el Oriente Antioqueño,
caracterizada por la vinculación de hombres y mujeres de la misma
comunidad a diferentes actores armados, así como frente a la per-

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cepción de estas mujeres sobre las consecuencias que esta situación


había generado en términos de ruptura del tejido comunitario y de
las relaciones familiares.

En el marco del proyecto Promotoras de Vida y Salud Mental se


incorpora el tema de la reconciliación, que es concebida no como
el acercamiento entre víctimas y victimarios, sino de manera más
amplia como reconstrucción del tejido social. Desde esta mirada, se
consideró que el encuentro con otros es fundamental, pues permi-
te “transformar y significar de otra manera lo vivido.” Los abrazos
juegan un papel central para estas mujeres, puesto que generan “una
dinámica colectiva que permite resignificar lo vivido, hablar de ello,
recuperar la confianza, encontrarse con otras y salir del anonimato
en que habían quedado por la experiencia de victimización” (Villa,
Sánchez & Téllez, 2007, p. 114). Es por esto que la reconciliación
“adquiere fuerza en lo colectivo y en los espacios compartidos” (Villa,
Sánchez & Téllez, 2007, p. 114). Por otro lado, aunque estas mujeres
reconocen que la reconciliación también significa aprender a convivir
con los victimarios, consideran que este tipo de encuentros requie-
ren de unas condiciones que no siempre están dadas, como los son
el desmonte real de las estructuras sociales, políticas, económicas y
militares de los actores armados, el esclarecimiento de la verdad so-
bre lo sucedido o las garantías de no repetición (Mujer miembro de
Aproviaci, comunicación personal, mayo de 2012).

La implementación del proyecto de las Promotoras de Vida y Salud


Mental no estuvo libre de tensiones y rupturas entre AMOR, Conciu-
dadanía y el Programa por la Paz del Cinep, producto de las diferencias
entre estas organizaciones con respecto al tema de reconciliación y el
trabajo con víctimas y desmovilizados. Estas divergencias se hicieron
evidentes e insostenibles en la convocatoria que se hizo en 2005 para
el segundo proceso de formación de las Provísames, lo que condujo
a la ruptura de la alianza que se había realizado entre el Programa
por la Paz del Cinep y Conciudadanía.

Mientras Conciudadanía estuvo de acuerdo en iniciar un trabajo con


víctimas y victimarios y reunirlos en un mismo espacio, el Programa

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por la Paz del Cinep y AMOR fueron más bien renuentes a aceptar
este tipo de encuentros. De acuerdo con una de las mujeres entre-
vistadas, la aproximación de Conciudadanía al tema de reconcilia-
ción no necesariamente implica el establecimiento de “relaciones
interpersonales entre víctimas y desmovilizados”, sino más bien la
“construcción de confianza cívica y reciprocidad democrática”. Sin
embargo, esto supone reconocer que es importante generar espacios
donde todos los actores del municipio puedan participar, incluyendo
a actores que estuvieron en la ilegalidad como los desmovilizados,
así como considerar los puntos de vista de cada uno de ellos con el
propósito de “incluirlos y hacer posible una convivencia entre todos
y todas” (Mujer ex miembro de Conciudadanía, comunicación per-
sonal, Noviembre de 2011). Lo que se busca con esto es la construc-
ción de la democracia local, para lo cual resulta indispensable lograr
la confianza entre ciudadanos (Conciudadanía, 2008). Por su parte,
la aproximación del Programa por la Paz del Cinep en relación con
el tema de reconciliación puso énfasis en las víctimas, pues “parte
de una opción preferencial por aquéllos que han sufrido las conse-
cuencias directas de la guerra” (Villa, Sánchez & Téllez, 2007, p. 11).

En consonancia con la postura de AMOR, Aproviaci se ha mostrado


renuente a asumir la reconciliación entendida como el acercamiento
entre víctimas y victimarios. De hecho, ambas organizaciones acorda-
ron trabajar la reconciliación entre las comunidades, “reconstruyendo
los lazos rotos por la guerra y promoviendo un proceso de perdón y
sanación pero desde las mismas víctimas” (Mujer miembro de Apro-
viaci, comunicación personal, Mayo 2012). Estas organizaciones no
descartan que en un futuro se pueda dar una reconciliación entre
víctimas y victimarios cuando existan las condiciones requeridas.

Por su parte, el municipio de San Carlos le apostó al proceso de


reconciliación entre víctimas y victimarios, lo que desembocó en la
ruptura entre el proceso impulsado desde el CARE en este munici-
pio y Aproviaci en 2009. De acuerdo con un miembro del CARE, la
reconciliación en San Carlos se ha asociado fundamentalmente con
la posibilidad de lograr una convivencia entre víctimas y victimarios,
y de aceptar a estos últimos en la comunidad siempre y cuando se

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comprometan a no incurrir en las atrocidades del pasado (Mujer


miembro del CARE, comunicación personal, mayo 2012). Este pro-
ceso ha contado con el apoyo de las administraciones locales de este
municipio y de otras instituciones del nivel departamental e incluso,
nacional.

En contraste, la postura asumida por Aproviaci ha generado tensiones


con instituciones del nivel nacional y departamental, que han bus-
cado promover procesos de reconciliación en la región y el trabajo
entre víctimas y desmovilizados. Una de las mujeres entrevistadas
perteneciente a la junta directiva de Aproviaci se refiere al encuentro
entre víctimas y victimarios promovidos por las instituciones y por
Conciudadanía en los siguientes términos:

Estaban víctimas y victimarios en el mismo espacio, las víctimas


ya no hablaban con confianza, esos espacios que eran tan impor-
tantes para las víctimas se habían convertido en otra cosa […]
sentíamos que de parte del gobierno local había un direcciona-
miento para que la organización de víctimas se casara con eso,
porque como estamos en justicia transicional tendemos a que ya
nos tenemos que reconciliar y nosotras sabemos que es impor-
tante, no hemos dicho que estamos en contra de eso, pero qué
significa reconciliación, cómo se entiende y cuál es la responsabi-
lidad frente a ese tema de la reconciliación (Mujer miembro de la
junta directiva de Aproviaci, comunicación personal, mayo 2012).

4.3. Procesos organizativos y acciones para incidir en los espacios


de decisión pública

Un aspecto común de los procesos organizativos seguidos por


AMOR, Aproviaci y el CARE es que han buscado encontrar apoyos
e interactuar con las instituciones y la esfera política formal como
una estrategia para que sus voces sean escuchadas y para posicionar
sus reivindicaciones en el ámbito de lo público. Por otro lado, esta
pareciera también una estrategia que ha sido importante para sobre-
vivir en un escenario que no deja de representar una amenaza para
la seguridad de los miembros de las organizaciones. Aunque en el

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Oriente Antioqueño los índices de violencia disminuyeron drásti-


camente después de la desmovilización de los grupos paramilitares,
esto no significa que las manifestaciones de violencia en esta región
del país hayan desaparecido por completo o que no existan amena-
zas asociadas a la presencia de actores armados, como manifestaron
algunas de las entrevistadas.

AMOR, Aproviaci y el CARE en su interacción con las institucio-


nes y la arena política formal han adoptado distintas estrategias en
aras de posicionar sus voces, reivindicaciones en la arena pública y
más específicamente incidir en los espacios de decisión pública. En
el caso de AMOR esto se planteó como un elemento fundamental
desde muy temprano, debido a que entre las metas de la organización
estaba la formación política y ciudadana de las mujeres, fundamental
para posibilitar su participación y visibilización en el ámbito de lo
público. En los últimos años AMOR le ha dado continuidad a este
trabajo, a través de la escuela de formación de incidencia política,
con la que se espera seguir avanzando en la formación de las mujeres
para incidir políticamente.

Por otro lado, se ha buscado avanzar en la construcción de agendas


ciudadanas. Para esto AMOR construye su propia agenda, que luego
es concertada con los candidatos a alcaldías y concejos. Así mismo,
las mujeres de la organización han intentado llegar a los espacios
de representación, aunque este último ha sido un proceso difícil; a
pesar de que se ha logrado que algunas mujeres de la organización
hayan accedido a los concejos, la percepción que se tiene es que estos
espacios están vetados para las mujeres y que es muy difícil trabajar
en escenarios dominados fundamentalmente por hombres (Mujer
miembro de AMOR, comunicación personal, agosto de 2011). De
manera más reciente, la apuesta ha sido incidir en la construcción de
políticas públicas con enfoque de género en lo local.

En el caso de Aproviaci la incidencia política también ha constituido


un factor fundamental. Esta organización ha venido construyendo
unas agendas regionales y haciendo propuestas para incidir en los pla-
nes de gobierno a nivel municipal. En los últimos años ha promovido

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encuentros de las víctimas con los candidatos a concejos y alcaldías y


se han examinado los planes de gobierno y desarrollo, en aras de de-
terminar cuáles de ellos resultan más convenientes para los intereses
de las víctimas.

En el caso del CARE los vínculos con la arena política formal han
sido incluso más directos. Como habíamos mencionado, el Centro
de Acercamiento para la Reconciliación y Reparación se crea por
política pública después de la convocatoria de un cabildo abierto en
el municipio; por otro lado, varios de los proyectos desarrollados por
el CARE han contado directamente con el apoyo de la administración
municipal. Esto ha sido posible en buena medida debido al liderazgo
de la concejala que ha impulsado estos procesos, quien no solo es la
cabeza del CARE, sino que ha sido elegida concejala del municipio
durante varios periodos. Esta líder, con el apoyo de diversos sectores
de la comunidad, logró desde allí posicionar no solo el tema de vícti-
mas en el municipio, sino impulsar diversos proyectos que han sido
fundamentales para el trabajo con las víctimas y los desmovilizados,
así como para el proceso de construcción de la memoria.

Conclusiones

Este artículo se propuso examinar de qué manera los procesos or-


ganizativos de víctimas y de mujeres en el Oriente Antioqueño se
relacionan con los discursos y expresiones de la democracia local.
En lugar de partir de una noción preconcebida de democracia, pri-
vilegiamos los discursos y significados que sobre la misma enuncian
los actores estudiados. El énfasis en los significados que asume la
democracia para los actores que participan en su construcción, nos
permite centrarnos en la manera como la democracia se manifiesta
en el nivel micro, cómo se construye desde abajo y es conceptualizada
por los actores que participan en ella. Este aspecto cobra particular
relevancia en esta investigación si se considera que estos procesos or-
ganizativos han tenido lugar en un contexto profundamente afectado
por el conflicto armado y diversas formas de violencia que podrían

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cuestionar la existencia de la democracia misma desde definiciones


más formales o normativas.

El documento se centró específicamente en los procesos organizativos


seguidos por la Asociación Provincial de Víctimas a Ciudadanas, el
Centro de Acercamiento para la Reconciliación y la Reparación (CA-
RE) y la Asociación de Mujeres del Oriente Antioqueño (AMOR).
Con base en las entrevistas y el material recopilado, y tomando como
punto de partida los significados que la democracia asume para los
actores estudiados, el documento muestra que las relaciones entre los
procesos organizativos de víctimas y mujeres en el Oriente Antioque-
ño y la democracia local pueden ser analizadas fundamentalmente
en dos direcciones.

En primer lugar, estas organizaciones han apropiado y redefinido los


discursos institucionales sobre la ciudadanía y la participación, y han
buscado interactuar con las instituciones en la arena política formal
con el propósito de ser escuchadas y posicionar sus reivindicaciones.
Estas organizaciones reconocen esta dimensión como un aspecto
importante de la democracia. Los programas de formación en ciu-
dadanía y participación política impulsados en la región e inspirados
en la Constitución de 1991, han jugado un papel importante en pro-
mover y construir el vínculo de estos procesos organizativos con las
instituciones y en la apropiación de los discursos institucionales de la
democracia. Sin embargo, la construcción de estas relaciones con la
democracia también debe entenderse a la luz del proceso organiza-
tivo de largo aliento de las mujeres que ha tenido lugar en el Oriente
Antioqueño, y cuyos antecedentes pueden rastrearse incluso antes de
la Constitución de 1991 y mucho antes que se diera el escalamiento
del conflicto armado en la región.

Por otro lado, estas relaciones con las instituciones no han estado
libres de tensiones, como es evidenciado en los discursos sobre la
reconciliación asumidos por las organizaciones de víctimas y mujeres,
por las ONG que han acompañado estos procesos, así como por ins-
tituciones del nivel local y nacional que han operado en el territorio.

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En segundo lugar, este artículo muestra que la relación de los procesos


organizativos de víctimas y mujeres con la democracia también invo-
lucra una apropiación y redefinición de los discursos de ciudadanía y
de participación, en aras de incidir y transformar su cotidianidad en un
contexto que ha sido fuertemente afectado por la violencia política.
En el contexto de los efectos del conflicto armado, la democracia y,
específicamente, la ciudadanía y la participación, adquieren un signi-
ficado para las organizaciones de víctimas y mujeres que está estre-
chamente asociado con la posibilidad de transformar su cotidianidad,
y, en particular, de resistir, responder y actuar sobre los efectos de la
guerra en sus vidas y las de sus comunidades. Aproviaci, el CARE
y AMOR han promovido y trabajado en procesos de construcción
de memoria, de reconstrucción del tejido social y de reconciliación,
así como en la organización de las víctimas y las mujeres. Desde este
trabajo, las organizaciones de víctimas y mujeres buscan transfor-
mar sus experiencias de vida y la cotidianidad en el contexto de los
efectos del conflicto armado. De igual manera, la participación en
los procesos organizativos de víctimas y de mujeres ha tenido impli-
caciones importantes para sus miembros, especialmente las mujeres,
en términos de posibilitar el cuestionamiento y redefinición de sus
relaciones en el ámbito de lo doméstico frecuentemente dominadas
por el machismo y los roles femeninos tradicionales.

Así mismo, es importante mencionar que desde esta segunda mirada,


la democracia participativa y desde abajo juega un papel central, pero
no apunta necesariamente a la interlocución de las organizaciones de
víctimas y mujeres con las instituciones o la esfera política formal,
sino que está ligado a su capacidad para responder colectivamente a
los efectos de la guerra en sus vidas y a la reconstrucción del tejido
social. Las movilizaciones, las jornadas de la luz, las trochas por la
vida y el trabajo desarrollado por las Provísames son un claro ejemplo
del significado que adquiere la democracia en lo local, y más especí-
ficamente la ciudadanía y la participación, para estas organizaciones.

En definitiva, es importante mencionar que los significados que la


democracia, la participación y la ciudadanía han asumido en esta re-
gión para los miembros de los procesos organizativos de víctimas y

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mujeres están fuertemente asociados al contexto de los efectos del


conflicto armado sobre las experiencias de vida y la cotidianidad de
los miembros de estas organizaciones y las comunidades, así como al
proceso de reconstrucción que ha tenido lugar en los últimos años. Si
bien es cierto que estas organizaciones han apropiado los discursos
de participación y de ciudadanía incorporados por la Constitución
de 1991, estos adquieren un significado particular en el contexto de
los efectos del conflicto armado y la violencia.

Las Provísames son un ejemplo en esta dirección. Mientras los pro-


gramas iniciales de formación política y ciudadana estuvieron más
enfocados en el liderazgo social y político de las mujeres y en su par-
ticipación en los espacios públicos, el Programa de las Provísames se
enfoca más en el liderazgo y los procesos comunitarios, en lo social.
Desde esta perspectiva, la participación y la ciudadanía siguen siendo
centrales, pero se entienden de una forma más amplia. El espacio
de los abrazos es en sí mismo un espacio de participación donde el
interlocutor directo no son las instituciones o los espacios de repre-
sentación, sino diversos actores sociales, y en el que las experiencias
de vida de hombres y mujeres en el contexto de la guerra y su coti-
dianidad juegan un papel central. Lo mismo puede decirse con res-
pecto a las movilizaciones sociales, las jornadas de la luz y los actos
simbólicos de rechazo a la guerra que han tenido lugar en esta región.

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