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David Ricardo.
Smith
El trabajo humano es la medida primitiva del valor de cambio. El valor de un bien se mide
por la cantidad de trabajo que pueda adquirir. De esta medida surge el precio natural de
un bien; sin embargo el precio efectivo o de mercado se determina por la cantidad de un
bien que se lleva al mercado (oferta) y por la demanda de quienes están dispuestos a
adquirir dicho artículo. Es decir las mercancías llegan al Mercado con un precio natural
pero por efecto de la oferta y la demanda, a veces, se vende por arriba o por debajo de
dicho precio natural. ¿Y la distribución? El valor de un bien se resuelve en dos partes: una
paga el salario del trabajador y la otra las ganancias del empresario. No hay conflicto por la
distribución de la riqueza. En la mirada de Smith se tiende a naturalizar o ,por lo menos, a
justificar las relaciones que se establecen en el capitalismo.
La mano invisible
Este es uno de los conceptos más conocidos de A. Smith. Para nuestro autor el ajuste (o
equilibrio) vía mercado funciona de la siguiente manera: si en una actividad productiva la
demanda del producto es mayor que la cantidad ofrecida en esa actividad habrá un mayor
beneficio para el empresario (porque vende su producto más caro) por lo tanto otros
empresarios se volcaran a dicha actividad para obtener mayores ganancias; dichos
empresarios competirán entre si aumentando la necesidad (aumento de la demanda) de
trabajadores (la mano de obra también se trasladaría a esta actividad) y por ende
creciendo el salario de estos. Con el tiempo, en esta actividad productiva, la cantidad
ofrecida crecerá y se igualará (o superará) a la cantidad demandada. La consecuencia será
que la tasa de beneficio y los salarios volverán a su nivel natural. Así por medio del ajuste
vía oferta y demanda se logra el equilibrio automático del sistema en el mercado.
Para Smith el ajuste “vía mano invisible” es natural; va más allá de la voluntad de los
agentes económicos. Una mano invisible iría moviendo a los empresarios y a los
trabajadores y de manera automática se establecería un equilibrio en la economía y el
bienestar general de la población
Actividad 1
a- ¿cómo se lograría el equilibrio en una situación inversa a la planteada
anteriormente? (la cantidad ofrecida supera a la cantidad demandada).
b- De acuerdo a tu experiencia (o la de tu familia), ¿el desempleo extendido en el
tiempo se puede resolver como sugiere Smith? (por medio de la mano invisible,
automáticamente). Justifiquen su respuesta.
Sigamos con Adam Smith. Para que el ajuste sea automático y óptimo la condición es que
el mercado funcione sin ningún tipo de intervención ajena a él. El estado no debe
condicionar a los individuos económicos, los empresarios y los trabajadores deben
competir entre ellos sin injerencia estatal. La clave es la “libertad” de la actividad
económica individual. Por eso esta corriente de pensamiento será conocida como EL
LIBERALISMO ECONÓMICO.
El gobierno solo debe tener cuatro deberes: la defensa contra la agresión externa, la
administración de justicia, el sostenimiento de obras y servicios públicos no rentables para
los particulares y la defensa de la propiedad privada.
Actividad 2
C- ¿Qué actores (y cuáles serían sus intereses) defienden una posición similar a la de
Smith respecto del rol gubernamental?
El Estado está
Uno de los dirigentes políticos que ayer se expresó en tal sentido fue Felipe Solá, del
Peronismo Federal y ex secretario de Agricultura de Carlos Menem. “Se disolvió la Oncca
porque tiene mal nombre, pero van a seguir entregando subsidios a quienes ellos (el
Gobierno, o los tres ministerios que ahora administrarán la unidad de coordinación) se les
ocurra.” En la misma tónica, el presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de
Diputados, el dirigente radical y de Confederaciones Rurales Ricardo Buryaile sostuvo que
“nada cambia para el productor, porque los problemas de intervención en los mercados
van a seguir existiendo, ya que no se elimina ninguna de las funciones” que antes ejercía la
Oncca.(…)
En cambio, junto al gobernador anfitrión, José Luis Gioja, trazó un cuadro de situación de
la mencionada actividad regional y destacó sus logros. “Cerramos 2010 con un nuevo
record de exportación para nuestros vinos, de 864,5 millones de dólares, dando un nuevo
impulso al desarrollo del sector”, puntualizó Domínguez. En el marco de la Fiesta del Sol, el
ministro encabezó el acto de entrega de 54 millones de pesos para el programa de
integración de productores a la cadena vitivinícola, Proviar.
Durante el año pasado, en la primera etapa de dicho programa, se entregaron aportes
económicos no reintegrables por 10,4 millones de pesos, en favor de más de 600
productores y establecimientos vitivinícolas. La cartera agropecuaria había firmado la
semana anterior un convenio en Mendoza para facilitar inversiones fijas y de capital de
trabajo por un monto de 100 millones de pesos, con intervención del Banco Nación, a tasa
subsidiada (8 por ciento anual) y hasta ocho años de plazo.
Actividad 3
David Ricardo
El economista inglés coincide con Smith en la distinción entre el valor de cambio y el valor
de uso de los bienes. Ricardo señala dos fuentes del valor de cambio: la escasez y la
cantidad de trabajo requerida para obtenerlos. Profundizará (a diferencia de Smith) este
último aspecto. El valor de cambio de una mercancía depende del tiempo de trabajo
directo e indirecto. Directo: el tiempo normal que los obreros tardaron en producirlo;
indirecto: el tiempo de trabajo que requirió la producción de las máquinas aplicadas a la
producción del bien en cuestión. El capital, entonces, se produce con trabajo (llamémosle
trabajo “muerto” o “pasado”), se reduce en última instancia al trabajo.
Los dos aportes más originales a la economía política son su teoría de la renta diferencial
de la tierra y la teoría de las ventajas comparativas en el comercio internacional.
Veámoslas brevemente.
Ricardo estaba a favor de la libre competencia no sólo en el mercado interno sino también
en el comercio entre países. El liberalismo económico en el comercio internacional postula
la no intervención del estado. Que no regule ni la entrada ni la salida de bienes y servicios.
Él sugiere que un país debe especializarse en la producción de los bienes en los que se
tiene determinadas ventajas para producirlo de manera más económica. Si Argentina
actualmente produce barato aceite de soja (porque lo favorece el clima por ejemplo) debe
especializarse en esa actividad, no en otra, e intentar exportar mucho aceite de soja. Con
lo que se obtiene de esas exportaciones se podrá importar los productos que
“comparativamente” está en desventaja para producirlos, por ejemplo tractores. Si los
costos para producir tractores para el Reino Unido fuesen bajos, se especializaría en
exportar tractores (e importar aceite de soja). Es decir, en condiciones de libre
competencia, se establecerá una división internacional del trabajo, bajo la cual cada país
se especializará en producir los bienes en los que posee ventajas comparativas. No nos
olvidemos que nuestro autor escribe desde una Inglaterra muy interesada en exportar sus
productos manufacturados e importar alimentos y materias primas.
Esta teoría, supuestamente, armoniza los intereses de los distintos países en los asuntos
referentes a los intercambios internacionales.
Actividad 4.
a- Leer el artículo que sigue y señalar los argumentos con los cuales el autor del
mismo cuestiona la teoría de las ventajas comparativas de Ricardo y del
funcionamiento del mercado de Smith.
PÁG.12. DOMINGO, 13 DE JULIO DE 2008
OP INIO N
En un tema que tiene en vilo a los argentinos desde hace cuatro meses, la conducción del
INTI se ha involucrado, tratando de poner en perspectiva el conflicto entre los intereses
generales y los intereses de los diversos actores que tienen que ver con la producción
agropecuaria. En nuestros documentos, por lo tanto, hemos señalado la tremenda
incidencia distorsiva que tiene la presencia del capital financiero como arrendatario, así
como los cuasi monopolios en la provisión de semillas o herbicidas o fertilizantes, o la
enorme concentración en la exportación de granos.
Creemos haber destacado que hay un largo camino a recorrer, además de discutir los
niveles de retenciones, para poder decir que la estructura de producción y
comercialización de granos tiene facetas de mínima equidad e igualdad de oportunidades
entre los actores actuales o futuros. La cuestión, sin embargo, no se agota allí. Aunque se
ordenara ese espacio, ¿estaremos conformes con vincularnos con el mundo como
proveedores de materias primas agropecuarias? Desde el INTI, al menos, la respuesta es
no. Rotundamente no.
Un país con ganado vacuno, que sea líder, no exporta sólo cueros semiterminados y cortes
especiales. También produce ácidos grasos, globulinas y otros productos de la sangre,
aminoácidos de los huesos, marroquinería de primera.
Un país avícola líder no sólo exporta pollos enteros o sus cortes. Produce biogás con todos
los residuos de cama de pollos; aprovecha las vísceras y las plumas para hacer
concentrados proteínicos con los cuales alimenta peces, que aumentan la oferta de carnes.
Y más y más. Y todo eso lo hace cerca de donde produce la soja, el maíz o el trigo. No lo
hace mirando hacia el océano, con una actitud extractiva, que pone el centro técnico de la
cadena de valor en la disponibilidad de tierra, más allá –mucho más allá– de la
disponibilidad de inteligencia.
Hay algunos ejemplos aislados en el país de esta asociación virtuosa. Algunas industrias
lecheras de Rafaela; alguna industria de chacinados cerca de Rosario. Pero es bien poco y
aun en esos casos hay todavía margen para aumentar la integración de la cadena.
Queremos ayudar a instalar esta mirada productiva, sin la cual difícilmente podamos tener
una sociedad equilibrada. Para ello, más que discursos, creemos en la acción. Damos peso
central a la industrialización integral en la zona de producción, a la valorización de los
subproductos o los desechos, al medio ambiente y a la ocupación. No damos prioridad a
los estudios de mercado. Metodológicamente, estamos convencidos de que una industria
eficiente que agregue valor a los frutos de nuestra tierra es inexorablemente fuerte en el
mercado. Por lo tanto, esto lo podremos ver después, con calma.
No puede ser apenas un sueño que nuestro futuro deje de depender de la cotización de
los granos en Chicago, que a su vez depende de la especulación financiera de gente que
nunca conoceremos y que nunca verá siquiera una planta de soja. No puede ser que nos
conformemos con tan poco como alcanzar un nivel de retenciones que permita a 100.000
productores seguir construyendo departamentos con sus ganancias, que difícilmente
alguien ocupará en su totalidad, mientras a miles de kilómetros de aquí crecen los pollos o
los cerdos criados con nuestro maíz y nuestra harina de soja; se producen los equipos de
biogás y el biogás que no tendremos; se obtienen los derivados proteínicos y
farmacéuticos que nuestros técnicos saben obtener, pero nunca podrán fabricar, porque el
señor Cargill los dejó sin la materia prima, o el señor Monsanto los tiene atados con sus
patentes.
* Presidente INTI.
presidencia@inti.gov.ar
La Renta diferencial
La renta de la tierra (o sea el precio que se la paga al dueño de la misma por su uso) surge
según Ricardo del hecho de que la tierra no es ilimitada y no es uniforme en su calidad;
con el aumento de la población (y la necesidad de alimentos) se hace necesario poner
tierras de menor calidad en funcionamiento (o peor situadas, por ejemplo lejos de la
ciudad o el puerto), esto hace que se empiece a pagar una renta por las tierras de mayor
calidad. Cuando se inicia el cultivo de la tierra de segundo grado de fertilidad comienza la
renta de la tierra de primera calidad, luego con el comienzo del uso de la tierra de tercera
calidad aparece la renta, también, para la tierra de segunda…y así sucesivamente.
La idea de la renta agraria puede ser retomada para dar cuenta de procesos históricos y de
conflictos sociales en la actualidad. Veamos cómo.
La inserción de nuestro país en el mercado mundial tuvo lugar hacia mediados y fines del
siglo XIX, la forma en que nos integramos al mercado puede ser pensada, tal vez, a partir
de la idea Inglesa-Ricardiana de las ventajas comparativas: la Argentina se especializa en la
producción primaria (carne y cereales) y con la plata que se obtiene de las exportaciones
le compraría a Inglaterra las manufacturas industriales. El latifundio fue la forma
dominante de la tenencia de la tierra, pocos dueños en propiedad de grandes extensiones
de tierra volcándose al negocio que le ofrecía el mercado mundial. Pero esto no es todo,
los dueños de la tierra se apropiaron de una renta diferencial a escala internacional, esto
significa la apropiación de un ingreso que excede el ingreso normal de esa actividad.
Es decir a las condiciones monopólicas sobre la propiedad de la tierra hay que sumarle una
ganancia extraordinaria que surge a partir de la renta diferencial a escala internacional.
¿Porque decimos que hay una renta internacional? La tierra de “peor” calidad que fija el
valor de la renta de la tierra mejor, está fuera de nuestro territorio; y las extraordinarias
condiciones naturales de la pampa húmeda permiten un rendimiento altísimo por
hectárea cultivada, un rendimiento más allá de lo normal y con un bajo costo de trabajo y
tecnología.
Todos recordamos el conflicto agrario de hace dos años alrededor del intento
gubernamental de sacar el decreto 125 que imponía las retenciones móviles en nuestro
país. Las organizaciones agrarias nucleadas en la mesa de enlace llevaron adelante un paro
de los dueños de la tierra logrando torcerle el brazo al gobierno. ¿Qué había detrás del
voto “no positivo” de Cobos? ¿Qué estaba en juego en este conflicto?
Primero, ¿que son las retenciones? Un impuesto a las exportaciones que fue aplicado bajo
diferentes esquemas en casi toda la historia económica Argentina. Y no son un invento
argentino, es un instrumento admitido por la Organización Mundial de Comercio y
utilizado por casi 50 países en el mundo. En ausencia de firmas estatales que exploten
directamente los recursos, las retenciones (sean móviles o no) son una forma de captar
socialmente las rentas provenientes del suelo y el subsuelo nacional.
¿Son legítimos estos impuestos? ¿Se basan las retenciones en la soberanía estatal sobre
los recursos del suelo y subsuelo nacional?
Los argumentos para la soberanía estatal los señalaba ya David Ricardo hace casi 200 años.
Las condiciones naturales para la producción primaria son únicas e irreproducibles. Este
hecho marca una fundamental diferencia entre la producción primaria y la industrial.
Mientras que el aumento de la demanda de productos industriales puede satisfacerse
ampliando las plantas productivas en el caso de la demanda agrícola se hace necesario
incorporar más tierras a la producción, tierras de menor calidad que implica una diferencia
a favor de quienes producen en las tierras más favorecidas. Imaginemos precios
internacionales de alimentos en ascenso, quienes trabajan “las mejores tierras del mundo”
obtendrán una sobre-ganancia; no por su esfuerzo o por sus inversiones sino por la calidad
del suelo, en el caso argentino por las extraordinarias condiciones climáticas y la fertilidad
de la llamada pampa húmeda. Esta diferencia entre la ganancia normal que se obtiene al
producir las tierras de “peor calidad” y la sobre-ganancia que aparece en las tierras más
fértiles es lo que Ricardo (como vimos antes) llama renta diferencial de la tierra. Es muy
parecido a la renta de un monopolio. Las retenciones gravarían la renta de la tierra basada
en las condiciones extraordinarias de nuestro suelo pampeano. No son, por lo tanto,
comparables al impuesto a las ganancias.
Actividad 5
Agrotensiones
Culminó otro lockout del campo representado por la Mesa de Enlace. Ante la persistencia
de la protesta de un grupo de productores, los economistas reunidos en el Proyecto
Estratégico de la Universidad de Buenos Aires-Plan Fénix plantean el debate sobre la
política agropecuaria. Destacan que lo que está en juego no es el interés sectorial, sino el
patrón de acumulación y distribución. Proponen crear una comercializadora de carácter
público y revisar la legislación referida a los arrendamientos rurales. Y reafirman su
postura a favor del mantenimiento de las retenciones.
“Los reclamos por suprimir las retenciones a las exportaciones primarias ocupan, desde
hace algún tiempo, un lugar destacado en la agenda de los medios de difusión. Los
argumentos al respecto tienen muchas veces un contenido simplista, pero ello no impide
que esto sea avalado por partidos políticos, organizaciones intermedias, cámaras
empresariales y hasta organizaciones sindicales.”
Así comenzaba un comunicado que emitiéramos desde el Plan Fénix, en marzo de 2005.
Cuatro años después, el debate sobre el tema permanece, con mayor vigor, habiendo
atravesado instancias dramáticas durante el año 2008, con fuertes reverberaciones en el
plano político y partidario. Una y otra vez se han reiterado argumentos a favor o en contra
de este instrumento. Así lo hemos hecho también nosotros, exactamente hace un año.
Reafirmamos nuestra postura a favor del mantenimiento de las retenciones, graduando su
impacto por producto, escala de explotación y región geográfica. Se trata de un
instrumento con indudables efectos positivos:
Entendemos que modificar los principios que sustentan el sistema de retenciones sería
equivocado. A los argumentos ya mencionados debemos agregar la profundización de la
actual crisis internacional, con impactos recesivos que llegarán inexorablemente a nuestro
país. Hoy más que nunca, desguarnecer al Estado constituye un grave paso en falso, que
entraña riesgos considerables. No es éste el momento, seguramente, de privilegiar
intereses sectoriales, sobre todo cuando nada indica que la supervivencia de los
emprendimientos agropecuarios esté bajo amenaza. Sólo los acreedores de la aún impaga
deuda social de la Argentina tienen derecho a este tipo de reclamo: hablamos de niveles
de pobreza y marginalidad que no pueden ser aceptables.
Ahora bien, los argumentos aquí expuestos no son por cierto desconocidos para la
generalidad de los analistas y actores del quehacer económico y social. Cualquier persona
razonablemente informada e intelectualmente honesta puede reconocer su validez, más
allá de los matices con los que el instrumento de las retenciones puede ser aplicado.
Cualquier persona sabe que la supresión de las retenciones no paliará los impactos de la
crisis internacional, ni tampoco devolverá la lluvia perdida. En consecuencia, la presente
puja en torno del tema no refleja sino un posicionamiento torpe y de miras cortas.
Quienes abogan por la eliminación de las retenciones, en función de su interés sectorial
inmediato, sacrifican una estrategia que a la postre resulta más beneficiosa para el
conjunto. A ello contribuye, por otra parte, una dirigencia política incapaz de pensar más
allá de la coyuntural capitalización de la protesta.
Señalamos además que –más allá del fragor producido por los numerosos cruces
verbales– el posicionamiento gubernamental ha carecido de la necesaria claridad. En lugar
de ofrecer una fundamentación equilibrada y articulada de esta política, se ha recurrido a
argumentos parciales, ora apuntando a aspectos distributivos, ora señalando necesidades
fiscales. La dirigencia política argentina debe comprender –desde el Gobierno o desde el
llano– que es imperativo persuadir desde la razón, y a la vez desde una perspectiva que
valore el bienestar del conjunto de la sociedad. De la misma manera corresponde reclamar
a los medios de comunicación un tratamiento objetivo, que no priorice una toma de
posición, como hoy se observa en forma generalizada.
Este conflicto debe ser encarado en términos adecuados no sólo a la coyuntura sino a una
senda de desarrollo con equidad. Esto es, en el marco de un proyecto nacional todavía por
definirse para la Argentina.
Deben esclarecerse por lo pronto los intereses y la representatividad de los actores, lo que
lleva a reconocer que la dirigencia enfrentada a las retenciones no representa a la
población campesina de recursos y horizontes productivos limitados. Se trata por lo
contrario de propietarios de medio y alto porte, rentistas en muchos casos, y en su
mayoría de la llanura pampeana. Ellos se han beneficiado considerablemente con la
conjunción de precios altos y devaluación verificada en los últimos años. Así lo evidencian
los elevados precios de la tierra (e incluso de los inmuebles urbanos en las ciudades del
interior agropecuario pampeano).
Pero la realidad de la actividad agropecuaria en la Argentina es considerablemente más
compleja. Ella comprende producciones de diversa naturaleza y escala, cadenas de
intermediación fuertemente oligopolizadas en muchos casos, proveedores de insumos
críticos también concentrados.
Estos aspectos requieren definiciones estratégicas por parte del Estado, ya que la
preservación del suelo y la sostenibilidad en el largo plazo no pueden dejarse libradas a las
señales de mercado dado el limitado horizonte de evaluación de los decisores privados.
Estas definiciones se encuentran ausentes. Sólo se han ensayado medidas puntuales, con
éxito diverso. Debe ser objeto de particular consideración la agricultura de escala familiar
en áreas alejadas de las zonas cerealeras. Asimismo, las cadenas de elaboración y
comercialización, tanto en granos como en carnes, hoy día se apropian de una parte no
desdeñable de la renta primaria. Esto amerita un estudio en profundidad para su
reformulación. Es imperativo un ejercicio participativo de planificación sectorial, que
defina un perfil futuro a la vez factible y deseable, en lo que atañe al sector y a su
vinculación con el resto de la economía. Se podrán establecer así los roles que cada
actividad debe cumplir en el conjunto del quehacer agropecuario, incorporando
explícitamente la consideración de aspectos ambientales. Otros tópicos que deben
integrar esta agenda son la creación de una comercializadora de carácter público y la
revisión de la legislación referida a los arrendamientos rurales.
El conflicto con el sector agropecuario lleva ya demasiado tiempo. Urge en esta nueva
etapa una solución duradera en pro de un proceso de crecimiento sostenible y equitativo,
ajustada además a un escenario internacional muy diferente y seguramente más duro que
el que vivimos en los últimos años.
En cambio, los países que aplican retenciones en forma específica buscan estabilizar los
precios internos de las materias primas, desarrollar determinados sectores o favorecer a
una industria incipiente. "Hace dos años, Brasil aplicó una retención muy alta a las
exportaciones de tabaco destinadas a mercados determinados", dijo Liboreiro. A través de
esa medida, Brasil quería desarrollar el sector de la producción de tabaco. Como caso
curioso, mencionó que Sri Lanka aplica retenciones a la exportación de elefantes.
En febrero de 2008, Rusia aplicó retenciones del 30% a la exportación de cebada y del 40%
a las ventas externas de trigo. En los Estados Unidos, la Asociación de Panaderos pidió
retenciones a las exportaciones de trigo, pero los productores del cereal se opusieron y
lograron frenar la medida. Según Liboreiro, existen instrumentos más eficientes que las
retenciones para controlar los precios internos, ya que la Argentina "cuenta con una
capacidad institucional más desarrollada que otros países". Lograr mayor eficiencia en
todas las cadenas de valor agropecuarias sería un ejemplo.
El sector de la carne es uno de los ejemplos más salientes: "Con las retenciones a la
exportación de carne y la veda a las ventas externas, además de los productores, también
se perjudicaron los consumidores, que no vieron una reducción en los precios", dijo
Liboreiro. "En cambio, se benefició el sector de la intermediación, pues tiene márgenes
muy abultados que podrían bajar si se aplicara la defensa de la competencia", añadió.
Liboreiro mencionó otros instrumentos más eficientes que las retenciones, ya que éstas no
sólo benefician a los consumidores de bajos ingresos sino también a los de altos ingresos.
"Algunos países aplican transferencias a familias pobres a través de tarjetas magnéticas, o
disminuyen el IVA de algunos alimentos", dijo Liboreiro.
María Martini