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A eso, se podría responder que, en este debate, no tiene sentido hablar de la idea
de pasar del aspecto fenoménico al aspecto real de una experiencia, con el propósito de
tener un conocimiento más objetivo de los fenómenos. La razón es que, si bien es
razonable hacer a un lado un punto de vista específico para buscar una comprensión más
plena del mundo exterior, no es pertinente en el problema que estamos tratando, porque
lo que nos interesa es ver la posibilidad de la reducción de un estado psicológico a un
estado físico, y el punto de vista específico es la esencia del mundo interno del sujeto y
no solamente un punto de vista sobre este. En ese sentido, Nagel argumenta que “si el
carácter subjetivo de la experiencia solo se comprende plenamente desde un punto de
vista, entonces cualquier cambio en busca de mayor objetividad, esto es, menos
vinculado con un punto de vista específico, no nos acerca a la naturaleza real del
fenómeno: nos aleja de ella.” (Nagel 2001: 289). Por lo tanto, la reducción solo podría
tener éxito si el punto de vista particular de cada sujeto se omite en aquello a lo que va a
ser reducido.
Para concluir este ensayo, presentaré la salida especulativa que propone Nagel
para superar la limitación de la neurociencia acerca del abismo entre lo subjetivo y lo
objetivo. Afirma que el hecho de que la imaginación sea insuficiente para abordar el
carácter subjetivo de la experiencia nos empuja a buscar otro método que no implique la
empatía. Nagel dice que el objetivo de este método sería “describir, por lo menos en
parte, el carácter subjetivo de las experiencias en forma comprensible para los seres
incapaces de tener esas experiencias […] un método para expresar, en términos
objetivos y con mayor precisión, mucho más de lo que podemos expresar hoy día […]
[con] ciertos conceptos alternativos distintos de los que aprendemos en primera persona
del singular” (2001: 295). Esto quiere decir: desarrollar un marco teórico que nos
permita describir y explicar experiencias no cognoscibles en conceptos comprensibles
para todos. En ese sentido, Nagel presenta un ejemplo para esclarecer cómo funcionaría
este nuevo método: “podríamos intentar desarrollar conceptos que pudieran usarse para
explicar a un ciego de nacimiento qué se siente ver.” (2001: 295). Por todo ello, si un
científico cognitivo sostiene que el problema el carácter subjetivo de la experiencia no
radica en que sea imposible explicarlo científicamente, sino que aún no se ha
desarrollado una ciencia de la conciencia y del cerebro que pueda hacerlo, es correcto,
en la medida en que la manera de abordar este problema esté orientada a desarrollar
algún método que pueda hacer converger dos caminos referenciales diferentes (de la
psicología y de la neurociencia) en uno con un mismo marco referencial, y no
simplemente ignorando la cuestión de los subjetivo-objetivo para tratar de sobrepasar el
obstáculo.
BIBLIOGRAFÍA
CHURCHLAND, Paul
NAGEL, Thomas
2001 “¿Qué se siente ser murciélago?”. Ensayos sobre la vida humana, México: S.L.
Fondo de cultura económica de España, pp. 274-296.
QUINTANILLA, Pablo