You are on page 1of 7

EL PROBLEMA MENTE-CUERPO

La relación mente-cuerpo es un problema que ha sido abordado desde la


antigüedad griega, siendo Platón y Aristóteles los principales filósofos en discutir este
tema. En nuestros días, a partir del éxito cada vez mayor que alcanzan las neurociencias
en su objetivo de describir el sistema nervioso de muchos seres en términos de
estructuras cerebrales, han surgido teorías de la mente como el fisicalismo. Este texto se
centrará en el análisis de una rama específica del fisicalismo: el fisicalismo reductivista,
el cual sostiene que los estados cerebrales brindan una explicación adecuada de la
psicología humana. Es decir, que lo que llamamos mente no es otra cosa que el sistema
nervioso central y que los estados mentales son idénticos a los estados cerebrales. Con
todo, estos argumentos no son decisivos para estar a favor del fisicalismo reductivista.
Existen argumentos provenientes de otras posturas que sostienen que es bastante
improbable que se puedan establecer esas correspondencias tan convenientes para las
neurociencias. Por ejemplo, Thomas Nagel, filósofo estadounidense, critica que las
neurociencias no tomen en cuenta el punto de vista subjetivo (la perspectiva de la
primera persona en singular) en la reducción de un estado mental a un estado cerebral, y
que dejen fuera algo sumamente importante para el análisis de la consciencia; con lo
cual, la reducción sostenida por el fisicalista es, si no falsa, incompleta. Sin embargo, el
espíritu de la neurociencia es desechar los puntos de vista subjetivos y privilegiar un
punto de vista objetivo. Entonces, ¿cómo se podría hacer un análisis objetivo del
carácter subjetivo de la experiencia si, justamente, para entender qué es un estado
consciente se requiere, necesariamente, del punto de vista subjetivo? Para el científico
cognitivo, el carácter subjetivo de la experiencia no radica en que sea imposible
explicarlo científicamente, sino en que aún no han desarrollado una ciencia de la
conciencia y del cerebro que pueda hacerlo. Para él, es cuestión de tiempo para que esto
suceda y, cuando llegue ese momento, se podrá explicar completamente de manera
objetiva el carácter subjetivo de la experiencia. Si bien una explicación física del
cerebro puede elucidar muchas cosas, el carácter subjetivo de la consciencia parece ser
lo más difícil en la tarea de la neurociencia. El presente ensayo tomará partido por la
postura de Thomas Nagel sobre la base del argumento de la irreductibilidad del carácter
subjetivo de la experiencia y de su propuesta especulativa para resolver este problema.
Permítaseme, en primer lugar, tratar acerca de qué se entiende por mente. De
acuerdo al profesor Quintanilla, la mente consiste en “los procesos psicológicos que
tienen por lo menos, una de las dos siguientes características: (i) involucran
experiencias fenoménicas (los qualia), es decir, procesos que o son conscientes o
pueden en principio llegar a ser conscientes, es decir, la subjetividad; (ii) están dotados
de intencionalidad, es decir, están dirigidos a algo dotado de un contenido diferente del
estado mental mismo.” (2014: 2) [El destacado es mío]. Es decir, existen estados
mentales que pueden tener una característica y carecer de la otra, así como estados
mentales que están dotados de ambas. Lo importante de esto es que el meollo de la
crítica de Nagel al fisicalismo, como veremos más adelante, se centra en los estados
mentales que poseen qualia (la primera característica).

Asimismo, es importante profundizar un poco más en el fisicalismo, para


comprender de qué se trata y cuáles son sus objetivos. La teoría fisicalista sostiene que
todo objeto y propiedad en el mundo están constituidos únicamente por entidades
físicas. En ese sentido, Quintanilla afirma que “habitualmente, el fisicalismo sostiene
que ‘mente’ es el nombre que le ponemos al cerebro (o al sistema nervioso central)
cuando desconocemos su funcionamiento, mientras que cuando podemos explicarlo en
términos físicos simplemente lo llamamos cerebro” (2014: 5). La rama de la teoría
fisicalista que aquí nos interesa analizar, el fisicalismo reductivista, va más allá y
sostiene que, incluso, el carácter subjetivo de una experiencia puede ser reducido a un
estado cerebral y ser explicado, no en términos psicológicos, sino en términos
neurológicos. Sin embargo, David Lewis, un famoso representante del fisicalismo
reductivista hace una observación muy importante al respecto y dice que “la explicación
psicológica podría perder significado relevante al ser reducida a una explicación
científica. Es decir, la mente se podría reducir al cerebro epistemológicamente, pero no
semánticamente.” (Quintanilla 2014: 5).

Fundamentalmente, Nagel sostiene que “un organismo tiene estados mentales


conscientes si, y solo si, hay algo que lo determine a ser ese organismo, algo
determinante para el organismo. Podemos llamar a esto el carácter subjetivo de la
experiencia. Se trata de algo no captado por ninguno de los análisis reduccionistas […]
porque todos ellos son lógicamente compatibles con su ausencia.” (2001: 276). Con
esto, Nagel enfatiza el carácter necesario e ineludible del análisis del qualia en los
propósitos reduccionistas. Asimismo, señala que si hay un tipo de reducciones que ha
funcionado bien hasta ahora es porque no aborda el qualia. Este tipo de reducciones son,
por ejemplo, la identidad entre agua-H2O, rayo-descarga eléctrica o genes-ADN, y,
según Nagel, estos ejemplos de reducción no nos ayudan a comprender la relación
mente-cuerpo. Según Nagel, esto se debe a que los reduccionistas comprenden de
manera inadecuada e insuficiente el rasgo más importante y característico de los
fenómenos mentales conscientes, ya que la mayoría de las teorías reduccionistas no se
interesa por explicarlos. En ese sentido, un intento de reducción de un estado mental a
un estado físico que deja fuera el análisis del carácter subjetivo de la mente es falso,
pues este análisis es obligatorio y no se lo puede ignorar. Por ello, para que el
fisicalismo pueda reducir los estados mentales, antes debe tener una idea clara de qué es
el carácter subjetivo de la experiencia. Por otro lado, para Nagel, si vamos a defender el
fisicalismo, las características fenomenológicas deben, por sí mismas, ofrecer una
explicación física; “pero, cuando analizamos su carácter subjetivo, tal resultado parece
imposible de alcanzar. La razón es que cada fenómeno subjetivo está conectado
esencialmente con un solo punto de vista, y parece inevitable que una teoría física
objetiva abanderará ese punto de vista” (2001: 278) [El destacado es mío]. Es decir, el
reduccionista, en su intento de reducir un estado mental a un estado físico, no puede
acceder a la perspectiva de la primera persona del singular, al qualia, sin el cual la
reducción no tiene validez; por lo que parece una tarea casi imposible.

Para probar su punto, Nagel presenta como ejemplo el caso de un murciélago.


Como sabemos, la manera en que los murciélagos perciben el mundo es a través de los
sonidos, también llamado ecolocación. Sus cerebros funcionan de tan manera que
pueden correlacionar los chillidos emitidos con los ecos subsecuentes, para obtener
información acerca de los objetos que les rodean en relación a la distancia, tamaño,
textura, forma, etc. de estos. Evidentemente, esta es una forma de percepción del
mundo, aunque muy diferente a la nuestra. Nagel dice que “no hay ninguna razón para
suponer que [su percepción] se parece en términos subjetivos a algo que podamos sentir
o imaginar nosotros.” (2001: 279). Entonces, se plantea el problema de si es posible
conocer qué se siente ser (el qualia de) un murciélago, como analogía para averiguar si
es que realmente es posible, como sostienen los fisicalistas, conocer de manera objetiva
un punto de vista subjetivo. No es posible alcanzar esto a través de la imaginación,
sostiene Nagel; esto es, recrear las vivencias que un murciélago e imaginarnos qué
siente. La razón es que qué se siente ser un murciélago no es lo mismo que imaginarse
que se siente comportarse como un murciélago. Lo que se busca conocer es qué se
siente para un murciélago ser un murciélago (desde la perspectiva de la primera y no de
la tercera persona del singular). Por lo tanto, ningún humano puede tener experiencias
conscientes como las de un murciélago, ya que no puede cambiar su estructura mental a
la de este animal. Sin embargo, Nagel dice que “aun cuando pudiera transformarme
gradualmente en murciélago, nada de mi constitución [neurofisiológica interna] actual
me permite imaginar cómo serían las experiencias en la tal futura etapa de mi
metamorfosis.” (2001: 280) Lo cual quiere decir que, incluso si tuviéramos la anatomía
del murciélago, pero con el cerebro humano, no podríamos acceder al carácter subjetivo
de sus experiencias. Por lo tanto, para saber qué se siente ser un murciélago, hay que
tener el cerebro de un murciélago. En vista de ello, parece que solo nos queda la
observación. “Solo podemos desarrollar una concepción esquemática de a qué se
asemeja [una experiencia fenoménica] […] sobre la base de la estructura [física
cerebral] y el comportamiento del animal” (Nagel 2001:281). De este modo, podemos
describir la forma de percepción del murciélago como delantera tridimensional y
podemos creer que los murciélagos sienten alguna forma de dolor, placer, temor, etc.,
con base en su comportamiento. Por todo ello, si solo podemos adoptar de manera
aproximada y parcial el punto de vista del murciélago, entonces nuestra concepción de
ello resultará también aproximada y parcial.

Sin embargo, el fisicalista podría objetar que la experiencia tiene, además de su


carácter subjetivo, una naturaleza objetiva que pueda ser comprendida desde muchos
puntos de vista diferentes, la cual es observada por la ciencia cognitiva. Nagel presenta
un ejemplo en relación a este punto: “Un científico marciano que no comprendiera la
percepción visual podría comprender el fenómeno del arcoíris, de los rayos o de las
nubes como fenómenos físicos, aunque nunca pudiera comprender los conceptos
humanos de arcoíris, rayo o nube, o el lugar que ocupan esas cosas en nuestro mundo
fenoménico.” (2001: 286). Esto quiere decir que, si bien el carácter subjetivo de la
mente está conectado con un punto de vista particular, los objetos que se comprenden
desde ese punto de vista no lo están, pues son externos a este. Por lo tanto, los objetos
pueden ser comprendidos desde diferentes puntos de vista, porque tienen un carácter
objetivo que no se agota en su carácter fenoménico. Por ello, el fisicalista sostendría
que, para comprender un fenómeno físico, sería legítimo distanciarse todo lo posible de
un punto de vista subjetivo. En conclusión, “el proceso de reducción es un camino hacia
una mayor objetividad, hacia un punto de vista más exacto de la naturaleza real de las
cosas” (Nagel 2001: 288).

A eso, se podría responder que, en este debate, no tiene sentido hablar de la idea
de pasar del aspecto fenoménico al aspecto real de una experiencia, con el propósito de
tener un conocimiento más objetivo de los fenómenos. La razón es que, si bien es
razonable hacer a un lado un punto de vista específico para buscar una comprensión más
plena del mundo exterior, no es pertinente en el problema que estamos tratando, porque
lo que nos interesa es ver la posibilidad de la reducción de un estado psicológico a un
estado físico, y el punto de vista específico es la esencia del mundo interno del sujeto y
no solamente un punto de vista sobre este. En ese sentido, Nagel argumenta que “si el
carácter subjetivo de la experiencia solo se comprende plenamente desde un punto de
vista, entonces cualquier cambio en busca de mayor objetividad, esto es, menos
vinculado con un punto de vista específico, no nos acerca a la naturaleza real del
fenómeno: nos aleja de ella.” (Nagel 2001: 289). Por lo tanto, la reducción solo podría
tener éxito si el punto de vista particular de cada sujeto se omite en aquello a lo que va a
ser reducido.

Con todo, el fisicalista no renunciaría a su postura, porque piensa que tiene


buenas razones para pensar que el hecho de que la neurociencia aún no haya superado
sus limitaciones no quiere decir que no lo logrará en el futuro con el avance de la
ciencia. A ese respecto, el fisicalista estadounidense Paul Churchland señala: “Por el
momento, no sabemos lo suficiente acerca del intrincado funcionamiento del cerebro
como para poder enunciar verdaderamente las identidades correspondientes, pero la
teoría del fisicalismo está convencida de que con el tiempo las investigaciones sobre el
cerebro habrán de ponerlas en manifiesto.” (1988: 50). Incluso para Thomas Nagel,
sería un error concluir que el fisicalismo es falso, porque la inadecuación de las
hipótesis fisicalistas actuales que presuponen un análisis objetivo erróneo de la mente
no es prueba de ello; y, más bien, sería más acertado afirmar que el fisicalismo es una
postura que no podemos comprender porque no tenemos, hasta ahora, una noción de
cómo podría ser verdadera en el caso de los estados mentales con qualia, por lo que
sería incompleta, y no necesariamente falsa. (2001: 291). En ese sentido, Churchland
reconoce los grandes desafíos para el científico cognitivo cuando dice que “la
neurociencia ha de descubrir una taxonomía de los estados neuronales que permita
establecer una correspondencia biunívoca con los estados mentales de la taxonomía del
sentido común.” (1988: 54)

Para concluir este ensayo, presentaré la salida especulativa que propone Nagel
para superar la limitación de la neurociencia acerca del abismo entre lo subjetivo y lo
objetivo. Afirma que el hecho de que la imaginación sea insuficiente para abordar el
carácter subjetivo de la experiencia nos empuja a buscar otro método que no implique la
empatía. Nagel dice que el objetivo de este método sería “describir, por lo menos en
parte, el carácter subjetivo de las experiencias en forma comprensible para los seres
incapaces de tener esas experiencias […] un método para expresar, en términos
objetivos y con mayor precisión, mucho más de lo que podemos expresar hoy día […]
[con] ciertos conceptos alternativos distintos de los que aprendemos en primera persona
del singular” (2001: 295). Esto quiere decir: desarrollar un marco teórico que nos
permita describir y explicar experiencias no cognoscibles en conceptos comprensibles
para todos. En ese sentido, Nagel presenta un ejemplo para esclarecer cómo funcionaría
este nuevo método: “podríamos intentar desarrollar conceptos que pudieran usarse para
explicar a un ciego de nacimiento qué se siente ver.” (2001: 295). Por todo ello, si un
científico cognitivo sostiene que el problema el carácter subjetivo de la experiencia no
radica en que sea imposible explicarlo científicamente, sino que aún no se ha
desarrollado una ciencia de la conciencia y del cerebro que pueda hacerlo, es correcto,
en la medida en que la manera de abordar este problema esté orientada a desarrollar
algún método que pueda hacer converger dos caminos referenciales diferentes (de la
psicología y de la neurociencia) en uno con un mismo marco referencial, y no
simplemente ignorando la cuestión de los subjetivo-objetivo para tratar de sobrepasar el
obstáculo.
BIBLIOGRAFÍA

CHURCHLAND, Paul

1988 “El problema ontológico (el problema mente-cuerpo)”. Materia y Conciencia.


Barcelona: Editorial Gedisa S.A., pp. 24-86.

NAGEL, Thomas

2001 “¿Qué se siente ser murciélago?”. Ensayos sobre la vida humana, México: S.L.
Fondo de cultura económica de España, pp. 274-296.

QUINTANILLA, Pablo

2014 “La mente como un sistema complejo de propiedades emergentes”. Revista


Peruana de Psiquiatría. Lima, número 1, pp. 33-41.

You might also like