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GÉNERO Y SALUD
ABSTRACT
RESUMEN
* Correspondencia: pmatud@ull.es
A
mas y que, cuando se encuentran, la
l analizar los diferentes
magnitud y dirección dependen, entre
indicadores de salud de la pobla-
otras variables, del síntoma y/o del in-
ción, generalmente se en-
dicador de salud que se analice, de la
cuentra que las mujeres tienen mayor
fase del ciclo vital, y del país en que se
esperanza de vida al nacer, diferen-
realice el estudio (véase, por ejemplo,
cias que parecen darse en todas las cul-
Gijsbers, Wijk, Huisman y Kolk, 1999;
turas, si bien la magnitud varía. Así, entre
Hunt, 2002; Lahelma et al.., 2001;
2000 y 2005, en los países de América
Lahelma, Martikainen, Rahkonen y
Latina y el Caribe la esperanza de vida
Silventoinen, 1999; Macyntire, Hunt y
de las mujeres oscila entre los 60,7
Sweeting, 1996; Macyntire, Ford y
años de las residentes en Haití y los
Hunt, 1999; Matthews, Manor y Power,
79,6 de las de Guadalupe, siendo tam-
1999; McDonough y Walters, 2001).
bién Haití el país con menor esperan-
Se ha encontrado que las diferen-
za de vida en el caso de los hombres
cias de género en la utilización de ser-
(57,8 años) mientras que la mayor es-
vicios médicos está influida por
peranza de vida de éstos se da en
variables tales como los ingresos eco-
Cuba, siendo de 74,8 años (CELADE,
nómicos o el tiempo en lista de espe-
1998). En la Unión Europea, la mayor
ra (Xu y Borders, 2003) y, en el caso
esperanza de vida de las mujeres se
de servicios de salud mental, las dife-
da en España (83,7 años) y la menor
rencias surgen sólo cuando se tienen
en Hungría, con 76,7 años. En el caso
en cuenta otras variables, como la ne-
de los hombres, oscila entre Suecia
cesidad de tales cuidados o la auto per-
con 77,9 años y Estonia con 65,3 (Ins-
cepción del estado de salud mental
tituto Nacional de Estadística, 2005).
(Albizu-Garcia, Alegría, Freeman y
Pese a esta mayor longevidad de
Vera, 2001). También existe evidencia
las mujeres, tradicionalmente se ha
de que algunos patrones conductuales
considerado que tenían peor salud que
relacionados con la salud dependen, no
los hombres, afirmando que presen-
taban mayores tasas de morbilidad, de sólo del género, sino también de la edad
incapacidad y mayor utilización de los ser- (Liang, Shediac-Rizkallah, Celentano,
vicios de salud. Como señalan Lahelma, y Rohde, 1999). Además, existe eviden-
Arber, Martikainen, Rahkonen y cia empírica de que las mujeres rea-
Silventoinen (2001) se trataba de una lizan menos conductas de riesgo y más
serie de asunciones tan arraigadas que conductas positivas para la salud que
no precisaban de más explicación. Pero los hombres (Ferrer-Perez, Gili y
las investigaciones realizadas a partir de Bosch, 1997). Y aunque los hombres
la década de los 90 han cuestionado tales se autocalifican como teniendo mejor
asunciones y han mostrado la compleji- salud en la mayor parte del periodo
dad de las diferencias de género en adulto, estas diferencias desaparecen
salud, encontrándose con bastante fre- al final de dicho periodo (véase la revi-
mente las relaciones íntimas de mu- 1999). Y son generalmente los hom-
jeres y hombres. Además, como seña- bres los que sistemáticamente aterro-
lan dichas autoras, parece ser que la rizan y victimizan a su pareja ya que,
violencia funciona como un mecanis- mientras que las mujeres tienden a
mo de control social de las mujeres y ser violentas como expresión de frus-
sirve para reproducir y mantener el tración o autodefensa, se ha encon-
status quo de la dominancia masculi- trado que el hombre hace un uso
na y la subordinación femenina. La calculado de la violencia para domi-
violencia de género se da tanto a ni- nar a su pareja (Lawson, 2003).
vel familiar como de estado y de co- Se trata de un fenómeno global que
munidad y, aunque toma múltiples se da en todos los países y afecta a
formas, las más comunes en nuestra mujeres de todos los niveles sociales,
sociedad son el maltrato a la mujer por culturales y económicos y su impacto
parte de su pareja, los abusos sexua- en la salud es tan grande que recien-
les y el acoso sexual, ya sea en el área temente se está considerando como
laboral o en la académica. un problema importante de salud pú-
La violencia de pareja se refiere a blica (Fischbach y Herbert, 1997; Heise
cualquier conducta dentro de una re- y García-Moreno, 2002; Roberts,
lación íntima que cause daño físico, Lawrence, Williams y Raphael, 1998).
psicológico o sexual a alguno de los Además de los problemas físicos, con-
miembros (Heise y García-Moreno, secuencia directa de las agresiones o
2002). Incluye conductas tales como indirecta a través del impacto que el
agresiones físicas (golpes, patadas, pa- estrés tiene en la salud física de las
lizas...); abuso psicológico (intimida- personas, son muchos los estudios que
ción, menosprecio, humillaciones...); evidencian el impacto psicológico que
relaciones o conductas sexuales for- el maltrato tiene en la mujer. La pre-
zadas; y conductas de control, tales valencia de los trastornos encontrada
como aislamiento, control de las acti- en una revisión bibliográfica realiza-
vidades y restricciones en el acceso a da por Golding (1999) fue del 63,8% en
la información y asistencia. La violen- 11 estudios de trastorno de estrés
cia se da en todo tipo de parejas, casa- postraumático; de 47,6% en 18 estu-
das y no casadas y, en la mayoría, son dios de depresión; del 17,9% en 13
las mujeres las víctimas y los hom- estudios sobre tendencias suicidas;
bres los agresores, siendo sus ataques del 18,5% en 10 estudios de abuso del
más graves y con mayor probabilidad alcohol; y del 8,9% en 4 estudios de
de más actos agresivos en un solo epi- abuso de drogas. También se han ci-
sodio, existiendo muchas más muje- tado disminución de la autoestima y
res que hombres que sufren lesiones del sentimiento de autoeficacia
y que mueren a manos de su pareja (Orava, McLeod y Sharpe, 1996) e in-
(Council on Scientific Affairs, 1992; seguridad en sí misma (Matud,
Browne, 1993; Lorente, 2001; Walker, 2004a). Además, se ha planteado que
jeres valoren los sucesos como más de afrontamiento del estrés de las mu-
estresantes que los hombres (Miller y jeres son menos adecuados que las de
Kirsch, 1987; Ptacek, Smith y Zanas, los hombres.
1992). Y aunque el porcentaje de Generalmente se han reconocido
varianza explicado era muy bajo, en dos funciones principales del afronta-
un estudio realizado por nuestro equi- miento: regular las emociones y cam-
po con 1566 mujeres y 1250 hombres biar la relación persona-ambiente que
de la población general residentes en causa la respuesta de estrés, aunque
las Islas Canarias se encontró que las ambas se influyen mutuamente y pue-
mujeres valoraban los sucesos y cam- den potenciarse o interferirse. Se
bios vitales experimentados durante plantea así que el afrontamiento pue-
los dos últimos años como más nega- de dirigirse a la solución del proble-
tivos y menos controlables que los ma, tratando de modificar las
hombres (Matud, 2004b). situaciones o de desactivar o dismi-
Pese a que la evidencia no es com- nuir la cognición de amenaza (afron-
pleta, en algunos estudios se ha en- tamiento dirigido al problema), o al
contrado que la forma de hacer frente control de las respuestas emociona-
al estrés difiere en función del géne- les que modulan la amenaza (afronta-
ro, lo que, a su vez, conllevará distin- miento dirigido a la emoción)
tos riesgos para la salud. Algunos (Folkman, Lazarus, Dunkel-Schetter,
autores plantean que, mientras que Delongis y Gruen, 1986). Se ha consi-
muchos hombres afrontan el estrés derado que el afrontamiento centrado
fumando o tomando bebidas alcohóli- en la emoción es menos efectivo y es
cas, puede ser que las mujeres lo in- más probable que se asocie a altera-
terpreten como más patológico y acudan ciones psicológicas que el afrontamien-
al médico. Ello se podrá traducir en to centrado en el problema (Billing y
mayor incidencia de diagnóstico de de- Moos, 1981; Pearlin y Schooler, 1978).
presión y toma de tranquilizantes en el Aunque reconocen limitaciones
caso de las mujeres, y en mayores pro- metodológicas y la necesidad de más
blemas de salud derivados de tales há- investigaciones, en su revisión biblio-
bitos tóxicos en los hombres. En este gráfica, Miller y Kirsch (1987) encon-
sentido, Weidner (2000) afirma que, traron que muchos estudios informan
globalmente, los hombres parecen de diferencias en cómo las mujeres y
afrontar los sucesos estresantes de una los hombres afrontan el estrés, ten-
forma menos adaptativa a nivel fisioló- diendo los hombres a un afrontamiento
gico, conductual y emocional que las centrado en el problema, mientras que
mujeres, lo que contribuye a su mayor las mujeres usaban más estrategias
riesgo de enfermedades coronarias. que modifican su respuesta emocional.
Pero, de nuevo, la complejidad es la nor- Aunque también hemos encontrado
ma y existen varios estudios que su- esta tendencia en el estudio realizado
gieren que las estrategias y/o los estilos en Canarias ya citado (Matud, 2004b),
nes y privilegios que, a su vez, tam- mujeres que se dedican de forma ex-
bién son distintos en función de la clusiva al rol de ama de casa y madre
persona que los ocupa. Por ello han tienen peor salud, tanto física como
surgido una serie de estudios que se mental, que las que tienen empleo.
han centrado, más que en el número, Desventaja que parece desaparecer
en la calidad de los roles ocupados, cuando la ama de casa está muy sa-
encontrando que ésta es más relevan- tisfecha con su rol, aunque esto sólo
te en el estrés y la salud. parece darse en menos de la quinta
Barnett y Hyde (2001), tras una parte de ellas. Encontramos que la
revisión de las investigaciones, con- satisfacción con el rol es un factor im-
cluyen que, en general, los múltiples portante en la salud de la mujer, pero
roles son beneficiosos para mujeres y están más satisfechas con su rol labo-
hombres ya que implican factores po- ral las mujeres con empleos más cua-
sitivos tales como el aumento del in- lificados que las que tienen empleos
greso, apoyo social u oportunidades de tipo manual y que las amas de casa.
para tener éxito, pero también reco- Aunque no es fácil resumir en unas
nocen que hay ciertos límites tras los líneas un área tan compleja y prolífica,
que puede darse sobrecarga y males- en conjunto, los estudios sobre género
tar. Plantean que la calidad de los ro- y salud muestran la complejidad de las
les es más importante para la salud diferencias en salud entre mujeres y
que su número o que la cantidad de hombres e indican la relevancia de los
tiempo empleada en un determinado factores sociales, tanto en el surgimien-
rol ya que, aunque los múltiples roles to y desarrollo de tales diferencias como
ofrecen oportunidades de éxito, tam- en la salud de todas las personas.
bién pueden producir fracaso o frus-
tración, especialmente en el contexto REFERENCIAS
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