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Trabajo practico sobre jubilaciones

Echeverría, Ezequiel Adrián. FADE 3098

Personas mayores y derecho a obtener pronunciamiento en tiempo


oportuno.
1. Introducción:
Una de las contingencias que debe tratar de solucionar la seguridad social consiste en la
vejez, la cual es el último ciclo en la etapa de la vida humana donde las personas tiene
grandes cambios físicos, cognitivos, emocionales y sociales.
Durante ésta etapa de la vida las personas son vulnerables y necesitan una mayor
protección en comparación con alguien transitando su juventud. Generalmente las
personas ancianas entran en una situación social donde ya no pueden competir en el
mercado laboral con los jóvenes, sus oportunidades de socialización se ven altamente
limitadas llegando a sentirse excluidos o incluso discriminados.
Dentro de este cuadro de vulnerabilidad es donde el Estado, principal tutor de la sociedad,
debe entrar y palear el problema. Específicamente en Argentina hay muchas políticas de
protección como son el sistema de jubilaciones, sistemas de salud especializados en este
tipo de personas e incluso algunos tipos de programas sociales o educativos (en las
universidades nacionales existe un programa llamado UPAMI dentro del cual se realizan
cursos académicos dirigidos específicamente a personas de edad avanzada y tiene entre
otros objetivos el crecimiento personal de las personas y su inserción social). Sin embargo
todo esto no llega a ser suficiente, ya que sufren muchas situaciones de desigualdad o
discriminación.
Una de las problemáticas que trae más pesares es el acceso a la justicia, nuestro sistema
judicial está caracterizado por ser muy lento temporalmente llegando a durar algunos
procesos más de 10 años. Esta gran duración tiene una especial incidencia en las personas
mayores, ellas se encuentran en la última etapa de su vida e intentar reclamar un derecho
muchas veces termina siendo irrisorio ya que al momento de dictarse sentencia no
pueden disfrutarlas en vida.
En este trabajo voy a intentar desarrollar brevemente las garantías generales procesales y
su aplicación a las personas mayores para que puedan ser utilizadas como fundamento a
fin de obtener un pronunciamiento judicial expedito y oportuno.

2. Tutela judicial efectiva y plazo razonable:


a. La tutela judicial efectiva
La tutela judicial efectiva es un derecho que tenemos todos los habitantes y consiste en
ser oídos frente a una acusación penal o en la determinación de sus derechos civiles,
laborales, fiscales o de cualquier otro carácter. Obliga al Estado a dar respuesta eficiente
mediante el poder judicial y fomentar la seguridad jurídica.
Este derecho está dividido en tres elementos:
a) La libertad del acceso a la justicia, eliminando obstáculos procesales que
pudieran impedirlo
b) De obtener una sentencia de fondo, es decir motivada y fundada, en un tiempo
razonable, más allá del acierto de dicha decisión
c) Que esa sentencia se cumpla, osea la ejecutoriedad del fallo.
Este derecho tiene basamento legal en el art. 18 de la Constitución Nacional el cual
establece la inviolabilidad en juicio de la persona y los derechos; y en la Convención
Americana de Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa Rica (el cual goza de rango
constitucional) específicamente en sus articulo 8 y 25.
En el artículo 8 de dicha convención se establece expresamente que toda persona tiene
derecho a ser oída, con las debidas garantías, por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido con anterioridad por ley, en la sustanciación de
cualquier acusación penal formulada, contra ella o de cualquier otra naturaleza.
El artículo 25 de la misma convención en cambio, establece que toda persona tiene
derecho a un recurso rápido y sencillo para acceder a la justicia ante cualquier acto que
viole sus derechos fundamentales, sean estos actos provenientes de un particular o de un
funcionario público.
Contenido de la tutela judicial efectiva:
Analizaremos los principales elementos de esta garantía.
I. Como primer contenido se tiene el libre acceso a la justicia, esto significa que todos sin
distinción deben poder obtener un pronunciamiento judicial sobre una situación que se
crea ilícita. Los jueces son quienes deciden si existe o no legitimación, pero para respetar
esta libertad de acceso deben interpretarla de forma extensiva. Como consecuencia de
ésta interpretación la negatoria de legitimación debe ser de excepción y estar
debidamente fundada.
Para garantizar este libre acceso además se deben sortear todos los obstáculos personales
que puedan tener las personas, ya sean sociales, económicos, de edad o cualquier otro
impedimento de hecho. Se requieren por esto acciones positivas sobre el sistema procesal
actual e intentar reformarlo para que pueda realmente abarcar todas las posibles
situaciones de la población.
II. Pero el derecho a tutela judicial efectiva no se agota con la interposición de la demanda
o el acceso a la justicia, si no que continúa durante todo el proceso y culmina con el
derecho a obtener una sentencia sobre el fondo de la cuestión.
Esta decisión debe ser fundada, razonable y justa. Debe interpretar la ley de acuerdo a los
principios generales y protección de los derechos fundamentales. Debe además poder ser
controlada o revisada.
Que sea razonable significa que ésta a su vez debe ser útil para quien la obtiene, por esto
es que especialmente en las personas mayores se busca un plazo razonable y rápido de los
procesos, para evitar que obtengan una protección de su derecho demasiado tarde y no
puedan disfrutarla con vida. Los plazos irrazonables generan sentencias ilusorias,
inejecutables y situaciones graves de indefensión.
III. Como último elemento de la tutela judicial efectiva encontramos que esta debe ser
ejecutable, es decir que el Estado debe garantizar su cumplimiento ya que de lo contrario
serian meras declaraciones sin sentido.
b. El plazo razonable:
El plazo razonable es uno de los elementos dentro del debido proceso y por ende debe ser
garantizado por la tutela judicial efectiva.
Está reconocido en el art. 8.1° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, por
lo cual tiene rango constitucional y todas las leyes deben respetarlo.
Consiste básicamente en obtener un pronunciamiento judicial de forma rápida y eficiente,
sin dilaciones innecesarias que puedan tornar ilusoria el ejercicio del derecho en
discusión.
Los tribunales Europeos de Derechos Humanos así como la misma Corte Interamericana
de Derechos humanos han utilizado el concepto del “no plazo”
Esta teoría determina que para fijar un plazo razonable no se debe buscar un tiempo
cronológico en años o meses de forma abstracta, sino que debe estudiarse cada caso
puntual y debido a sus características determinar cuál sería la correcta duración del
proceso.
Para este análisis casuístico ambos tribunales han fijado jurisprudencialmente criterios
para determinar esta correcta duración.
Primer criterio: Complejidad del asunto:
Este criterio se refiere a la necesidad o no de un examen exhaustivo tanto de prueba
como de derecho para poder esclarecer todo lo puesto en disputa. Esto puede darse por
ser los hechos oscuros o confusos, por requerirse prueba muy compleja o por existir una
gran pluralidad de sujetos o intereses en juego.
Mediante esta lógica, un proceso complejo justificaría una duración mayor del mismo para
tratar de encontrar una solución correcta y no sacrificar la eficiencia judicial por la
celeridad.
Segundo criterio: Actividad procesal del interesado:
Éste se refiere al accionar que toma el interesado en el proceso, si quien obstruye el juicio
es el mismo interesado no tendrá derecho a un proceso rápido.
Formas usuales de entorpecer el proceso es interponiendo recursos innecesarios y
manifiestamente improcedentes, presentar prueba falsa, manipulación de testigos, etc.
No hay que confundir con el ejercicio del derecho de apelación reconocido en las
legislaciones si es utilizado de manera razonable y justificada.
Tercer criterio: Conducta de las autoridades judiciales:
Éste criterio evalúa la conducta de los magistrados encargados del control del proceso.
Habrá una violación al plazo razonable cuando los funcionarios judiciales no actúen con
diligencia, teniendo la facultad de hacerlo.
Por esto la tardanza injustificada de ordenar prueba, peritos; los constantes cambios de
jueces siempre que sean injustificados suman al plazo irrazonable y por ende a su
ilegitimidad.
Cuarto criterio: La afectación generada en la situación jurídica del interesado:
Este criterio no fue considerado originalmente por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, fue introducido en el año 2008 con la causa “Jaramillo y otros vs Colombia”.
Se toma como elemento para determinar el plazo la afectación que pudiera causar la
tardanza del pronunciamiento, se debe analizar el objeto del proceso, la situación
personal de los actores del mismo y si su interés se vería perjudicado en caso de que la
sentencia tarde demasiado tiempo.
Un claro ejemplo de personas afectadas por la gran duración de un proceso son aquellas
de edad avanzada.

3. Aplicación de las garantías a las personas de edad avanzada:


a. Principio de igualdad constitucional:
El plazo razonable ha sido estudiado por la doctrina principalmente dentro del ámbito del
proceso penal y la prisión preventiva, sin embargo es una garantía general que le
pertenece a todas las personas en todo tipo de proceso, incluyendo a aquellas de
avanzada edad.
Nuestra constitución nacional en su artículo 16 consagra el principio de igualdad diciendo
que todos los habitantes de la nación son iguales ante la ley. Se entiende ley en un sentido
amplio, no solo como la aplicación de la misma por parte de los jueces de forma imparcial
sino a una protección igual sobre todos los habitantes.
Este artículo es necesario, ya que las sociedades humanas tienden a la desigualdad y la
desprotección de los sectores más vulnerables. Pero esta igualdad no debe ser
meramente formal, el Estado no debe ocuparse solo de hacer cumplir por igual las leyes,
sino crear institutos y realizar acciones positivas que protejan a los más desfavorecidos y
les permitan gozar en la totalidad de sus derechos constitucionales. Decía Anatole France
que “La ley en su majestuosa igualdad prohíbe a los ricos, tanto como a los pobres, dormir
bajo los puentes, mendigar en las calles y robar pan”.
Es coherente que la ley realice diferencias razonables para dar un trato especial a sujetos
en situaciones especiales y así lograr el goce total de los derechos y garantías
constitucionales reconocidas, los cuales pueden ser afectados por una desigualdad fáctica.
Se debe dejar de lado la idea de igualdad formal para pasar a una igualdad sustancial. Una
igualdad sustancial es aquella que genera una igualdad fáctica y de oportunidades en la
sociedad frente a las distintas situaciones personales y sociales de cada sujeto. Esta idea
fue agregada por el artículo 75, inc23 el cual complementa al comentado artículo 16.
Las personas se ven claramente limitadas en sus situaciones personales y algunas no
pueden ejercer de forma absoluta sus derechos, por esto la ley debe tomar una acción
positiva y crear protecciones y ventajas para los sectores más vulnerables o con menos
posibilidades. Esto genera una desigualdad jurídica que culmina con la ansiada igualdad
fáctica.
Como dije anteriormente el artículo 75, inc23 vino a complementar al artículo 16 ya que el
primero obliga al congreso a tomar acciones positivas que busquen garantizar la igualdad
de trato y oportunidades; y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta
Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos. Lo más
importante a nuestro tema lo encontramos en la última parte del primer párrafo que dice:
“en particular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con
discapacidad”.
Se abre con este artículo una posibilidad de tildar de inconstitucional leyes que omitan la
protección especial de estos sectores vulnerables.
Aplicación específica del derecho de igualdad a los procesos donde sea parte una persona
de avanzada edad:
Lamentablemente no se han adoptado medidas positivas en torno a la protección procesal
de las personas mayores generándose así muchas injusticias.
Ante la falta de legislación es obligación de los jueces tomar riendas en el asunto y
proteger a este sector vulnerable.
El principal objetivo es procurar que los derechos sean gozados de forma efectiva y por
ende las sentencias deben ser eficaces, para esto deben ser indefectiblemente oportunas.
Se debe partir del cuarto criterio indicado por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos sobre la duración razonable del proceso (la afectación generada en la situación
jurídica del interesado) e intentar darle prioridad dentro del juzgado a aquellos donde
participe una persona anciana. Un proceso demasiado largo puede llevar a la afectación
total del interés del actor, ya que tal vez no pueda disfrutar de la sentencia en vida.
En la década del ’90 y como consecuencia de políticas estatales muchas personas vieron
afectados sus haberes jubilatorios, causando una gran cantidad de acciones judiciales
reclamando la integridad de los mismos. Esto causó un colapso en el sistema judicial
provocando el retraso injustificado de todos los reclamos, llevando a una situación de
desprotección de las personas ancianas llegando incluso a dictar la mayoría de las
sentencias sobre una obligación alimentaria a favor de personas ya fallecidas.
Para evitar que esto pase nuevamente es obligación primordial del poder legislativo
provincial y nacional dar un tratamiento procesal especial a las personas ancianas y así
mediante acciones positivas palear con la desigualdad fáctica mediante una desigualdad
jurídica que otorgue mayores beneficios a un sector desprotegido.
Sin embargo la omisión de leyes no es excusa para la desprotección, por lo que está en
manos de los jueces garantizar los derechos mientras las normas no lo hagan.

b. Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación:


La Corte Suprema de Justicia ha hecho referencia al principio de celeridad procesal en
personas de edad avanzada en dos oportunidades que analizaremos.
Primer fallo: “Itzcovich, Mabel c/ ANSES s/ reajustes varios”. Año 2004.
Como fondo del asunto encontramos que la ley de Solidaridad Previsional (24.463) preveía
en su artículo 19 que la Corte Suprema de Justicia actuaba como una tercera instancia en
procesos relacionados con dicha ley. Esto provocó un colapso en el tribunal superior ya
que no solo trataba recursos extraordinarios, los cuales rondaban dentro de los 2.000 por
año si no que debía ser última instancia ordinaria en procesos previsionales los cuales
llegaban a ser cerca de 10.000 durante el mismo periodo.
El Estado utilizaba esta posibilidad de tercera instancia como una forma de ralentizar y
obstaculizar la resolución de los reclamos previsionales, causando incluso una situación de
desigualdad procesal ya que solo eran afectados a esta mayor duración las personas que
reclamaban sus haberes jubilatorios. Se debe tener en cuenta además el carácter
alimentario de la prestación jubilatoria y que la generalidad de las personas que reciben
dicho haber ya no se encuentran en condiciones de poder conseguir una fuente de
ingresos adicional por lo que se ven especialmente afectadas en la tardanza de la
culminación del proceso.
A pesar de reconocerse la facultad del Poder Legislativo para reglamentar las vías
recursivas judiciales e indicar cuando es posible llegar ante el máximo tribunal ésta
reglamentación debe ser siempre razonable y acorde a los derechos constitucionales, tal
como lo pregona el artículo 28 de nuestra Constitución Nacional.
El artículo 19 de la ley en cuestión no cumplía con estos requisitos, agravando aún más la
desigualdad procesal que sufren las personas de avanzada edad dentro de nuestra
población.
La Corte culminó determinado que dicho artículo 19 era inconstitucional e inaplicable.
Posteriormente la ley 26.153 del año 2006 termino derogándolo.
En este precedente se tomó como de central importancia el plazo razonable que debe
tener un proceso donde personas mayores son parte y la importancia que tienen los
haberes jubilatorios para estas, ya que son de carácter alimentario. Este carácter
alimentario obliga a que su importe sea suficiente para poder llevar una vida plena y
digna, trayendo como consecuencia que su no percepción o percepción incompleta
provoca una situación de vida no plena e indigna, sumado a esto a la fragilidad física y
emocional de las personas de avanzada edad se podrían provocar grandes afectaciones a
la salud o la psiquis de las mismas. Por esta razón es que todo reclamo realizado ante la
justicia que trate sobre la integridad del haber jubilatorio debe resolverse de forma
expedita evitando que la persona reclamante esté un prolongado plazo sin poder gozar de
forma plena sus derechos.
Segundo fallo: “Pedraza, Héctor Hugo el ANSES si acción de amparo”. 2014:
Esta resolución se dio dentro de un conflicto de competencia negativa entre la Cámara
Federal de Apelaciones correspondiente a la Provincia de Tucumán y la Cámara Federal de
la Seguridad Social, el conflicto a su vez se da dentro del marco de un colapso funcional de
la Cámara Federal de la Seguridad Social provocado por la gran cantidad de expedientes
que debía conocer. Este colapso evitaba que se propicie un servicio de justicia rápido y
eficaz, tan vital dentro de los reclamos con carácter alimentarios pertenecientes a la
población de edad avanzada.
El artículo 18 de la ley 24.463 indica que la Cámara Federal de la Seguridad Social
funcionaría como cámara de apelaciones sobre todas las sentencias dictadas en
cuestiones de seguridad social en los Juzgados Federales de Primera Instancia de la Capital
Federal y de los juzgados con asientos en la provincia. Este fuero especial fue creado con
el objetivo de hacer que los trámites sobre seguridad social sean más rápidos, pero sin
embargo generó la situación totalmente contraria, los volvió lentos e ineficaces.
La ubicación geográfica de los tribunales provocaba que muchas personas en situación de
vulnerabilidad y limitados físicamente tuvieran que llevar sus reclamos cientos o miles de
kilómetros lejos de su ciudad de residencia para obtener un haber jubilatorio acorde al
nivel mínimo de vida. Esta distancia genera un crecimiento de los plazos procesales,
creando una duración irracional de los mismos.
La corte nuevamente hace hincapié en la importancia que tiene para una persona anciana
la resolución rápida de un conflicto judicial, especialmente si se trata de un reclamo
alimentario. Deduce que la tutela judicial efectiva no se extingue con el simple acceso a la
justicia sino que también debe abarcar una protección efectiva y oportuna de los
derechos.
Debido a lo ya indicado se declaró la inconstitucionalidad del artículo 18 de la ley 24.463
por lo que a partir de ésta la resolución toda sentencia dictada sobre seguridad social
dentro de un fuero federal con ubicación en alguna provincia tendrá como cámara de
apelaciones la correspondiente a dicha provincia y no la Cámara Federal de Apelaciones
de la Seguridad Social.
La Corte nuevamente defiende la garantía de plazo razonable que tienen las personas
ancianas.

4. Conclusiones:
Las personas de edad avanzada están en clara desigualdad con el resto de la población,
como vimos es obligación del Estado (artículos 16 y 75 inc23 de la Constitución Nacional)
intentar eliminar esta desigualdad mediante la realización de acciones positivas y
legislaciones especiales.
Una de las grandes dificultades que los ancianos enfrentan es el acceso a la justicia, éste
termina siendo complejo y de gran duración provocando la ineficacia del mismo. A pesar
de esta notoria dificultad el Poder Legislativo los sigue tratando de igual manera dentro
del trámite procesal, cuando debiera crear procesos y acciones especiales para este
sector.
Como dijimos anteriormente esta omisión legislativa no debe ser un obstáculo para
garantizar el goce pleno de los derechos, sino que deja en manos de jueces y abogados
ésta tarea. Las herramientas para poder sortear los obstáculos procesales existen y están
reconocidos en nuestra constitución y los tratados que tienen la misma jerarquía legal
(derecho de igualdad, debido proceso y su plazo razonable) es solo cuestión de que los
juristas las utilicen y defiendan los derechos de aquellos sujetos que más sufren la
desigualdad.
No olvidemos que el preámbulo de nuestra constitución indica que “se debe promover
siempre el bienestar general…” “…para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los
hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”; esto trae consigo el deber de
solidaridad de todos con los sectores que más ayuda necesitan.

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