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López, Luis Manuel. "Menelao." Portal Clásico. January 14, 2016.

Accessed
November 19, 2017. http://portalmitologia.com/menelao.
Homero. La iliada.
Mexico: W.M. Jackson, Inc., 1972.
Torres, Jesús. HOMERO. Accessed November 19,
2017. http://www.venalmundoclasico.com/literatura_griega/homero.html.
“MENELAO." BIOGRAFIA. Accessed November 19, 2017.
http://menealodiego.blogspot.com/p/biografia.html?m=1.

1.

LA POESÍA ÉPICA COMO GÉNERO ORAL


2. AEDOS Y RAPSODAS EN GRECIA

1.- LA ÉPICA: SUS ORÍGENES.

Presente en las culturas más distantes en el tiempo y en los lugares más


diversos, el género épico cuenta con testimonios literarios que, en algunos
casos, (literatura hetita, literatura india), remontan al segundo milenio a.C.

Pero la literatura épica india (Mahabhárata, Ramayana) no fue conocida en


el occidente europeo hasta bien entrado el siglo XIX, y los poemas épicos
hetitas (Poema del Reino Celeste, Canción de Ullikummi, etc.) continúan
siendo un campo reservado a unos pocos especialistas.

Debido a todo ello, hablar de los orígenes de la épica equivale a estar


refiriéndose a dos poemas griegos atribuidos a Homero: la Ilíada y la Odisea.

La denominación de poesía épica lleva un adjetivo "épike" derivado del


sustantivo "épos", que en los poemas homéricos se emplea unido a "míthos",
para poner de manifiesto el elemento narrativo de este tipo de poesía. La
forma de esta poesía se relaciona con el verbo "aeidein" "cantar" y con los
sustantivos "aoidé" "canto" y "aioidos" "cantor" que podemos transcribir por
"aedo".

2.- HOMERO.

La personalidad del autor (o autores) de la Ilíada y de la Odisea se nos


escapa por completo, en primer lugar porque no asoma nunca en su obra, y
también porque en los poemas es difícil decidir con seguridad sobre lo que
está tomado de la tradición y lo que es atribuible a quien le dio forma
definitiva. A lo sumo se puede conjeturar que el autor de la Ilíada conocía la
Tróade y Licia por el modo como trata de los linajes de Eneas y de Glauco. El
aedo se sentía miembro de una colectividad y nada más que un eslabón de
una tradición.

Las indicaciones sobre Homero que han llegado hasta nosotros son el
producto de una elaboración legendaria de la figura, concretada en una Vida
de Homero, de la que nos han llegado varias versiones y en un Certamen de
Homero y Hesíodo.

Sobre su época, las tradiciones van desde considerarle contemporáneo de


la guerra de Troya hasta hacerle vivir cuatrocientos años después e incluso
en el siglo VII a.C. Igualmente variadas son las indicaciones sobre su
nacimiento, su vida y su muerte. Unas le hacen nacer en Esmirna. Otras le
consideran de la isla de Quíos. El rapsodo que compone el Himno a Apolo
Delio habla de sí mismo como "hombre ciego que habita en Quíos"; al
identificarse el autor de dicho himno con Homero, se le hizo a éste nacer en
la mencionada isla y así las referencias al "varón de Quíos" comienzan pronto
en la literatura. Esta localización cobra verosimilitud por la existencia en
Quíos de una familia de rapsodos profesionales que se llamaban Homéridas,
que pretendían ser descendientes de Homero y tener en custodia los textos
de sus poemas.

Según otras tradiciones, Homero habría muerto y habría sido enterrado en


la pequeña isla de Ios, cerca de Tera. En general las leyendas sobre la
persona y la vida de Homero no presentan rasgos individuales. Homero es el
tipo del rapsodo ambulante, ciego y pobre, que sólo recibe ingratitud en pago
de los beneficios de su musa.

Sin que nada esté demostrado sobre su época, su nacimiento, su vida y su


muerte, es muy probable que existiera en la región de Quíos y Esmirna un
poeta épico de carne y hueso que se llamó Homero. La relación concreta de
ese personaje con el autor que dio su forma a la Ilíada es otra cuestión, para
la que no parece posible una respuesta.

Otro problema distinto es si el autor de la Ilíada es el mismo del de la


Odisea. Que no lo era de los poemas cíclicos que también se le atribuían a él,
es conclusión a la que pronto llegaron los antiguos por razones técnicas de
composición y estilo y que resulta clara si se tiene en cuenta que el éxito de
la Ilíada originó el deseo de completar todo el ciclo, remontándose por arriba
hasta la creación del mundo y continuando el poema de la cólera de Aquiles
hasta el mismo regreso de los griegos, que empalmaba con la Odisea.

3.- LOS AEDOS.

Son los propios poemas homéricos la fuente más antigua de información


sobre los aedos y sobre la poesía épica. Sus rasgos principales son:

 Los aedos son profesionales. Ser aedo es un oficio


como el de otros artesanos. Los aedos constituirían un
gremio. Pero en privado cualquier persona podía
entretenerse cantando canciones épicas.
 Los aedos cantaban y además empleaban un
instrumento de cuerda para el acompañamiento,
citado en muchos pasajes, así como para proporcionar
la música a cuyo son danzan coros de jóvenes.
 Los aedos son inspirados por la Musa o por Apolo. De
ahí que al comienzo de un canto invoquen a la Musa,
hija de Zeus, diosa por lo tanto; sin la inspiración divina
el aedo sería un mero mortal, incapaz de conocer los
nombres de los héroes y las hazañas que realizaron.
 El aedo no es un funcionario del palacio real; hay que
mandar a buscarlo. Esto implica la existencia
ambulante del aedo que va de pueblo en pueblo. Pero
no sólo canta en los palacios principales, sino también
en la plaza, ante el pueblo.
 Su temática son las "gestas de guerreros", pero
también hay cantos de otra índole, como puede ser la
luctuosa. Ello revela que la poesía de los aedos
enriquecía continuamente sus temas con todo tipo de
sucesos.

4.- LA POESÍA ÉPICA COMO GÉNERO ORAL.

El estudio del estilo homérico ha revelado la mecánica formular de la


dicción épica y no deja así lugar a dudas sobre la naturaleza puramente oral
de esta poesía durante la fase viva, de continua creación y recreación que
precedió a la fijación por escrito de la Ilíada. Al acudir a la épica de otros
pueblos y épocas hemos podido llegar al conocimiento de la esencia de lo
que es en general la poesía épica:

 La poesía épica viva, siempre es cantada y, por lo


general, con acompañamiento musical que se da el
propio cantor normalmente.
 La forma métrica que adopta es, no la estrofa, sino
el verso repetido indefinidamente.
 El cantor dispone de un repertorio de fórmulas que
abarcan parte de un verso, un verso entero e incluso
grupos de versos, que ha adquirido al aprender el
oficio.
 Los cantares son siempre narrativos y tienen por
asunto las gestas heroicas de personajes del pasado.
Las literaturas medievales europeas abundan en
cantares de gesta (el Cantar de Mío Cid, la Chanson
de Roland).
 Hay temas favoritos de todas las épicas: las
asambleas y consejos de personajes importantes, los
catálogos de las huestes y la revista de tropas, las
descripciones de las armaduras, los discursos entre
combatientes, los duelos, la muerte del héroe seguida
de lamentos y de grandiosos funerales. Tales temas
se agrupan en torno de otros temas, llamados de
concentración: la expedición militar, el asedio de una
ciudad, el viaje interminable.
 Cantar un canto épico es ir narrando el relato en
cuestión, contando lo sucedido y las intervenciones de
los distintos personajes. Para ello, el cantor no se basa
en un texto fijo que se haya aprendido previamente de
memoria, sino que va improvisando con ayuda de las
fórmulas de que dispone y, a medida que avanza en el
relato, va acordándose de los temas y va echando
mano de las fórmulas necesarias para la rápida
expresión de sus ideas.
 La creación literaria oral sólo es posible mediante la
dicción formular. A diferencia de lo que ocurre en un
poema escrito, el poeta ni puede detenerse a pensar
ni puede volver atrás para retocar este pasaje o
aquella palabra. La tarea de un cantor épico es
fundamentalmente contar relatos conocidos,
tradicionales. Ocasionalmente el poeta se permite
libertades e innovaciones pero lo propio de esta poesía
es la repetición.
5.- AEDOS Y RAPSODAS EN GRECIA.

En el siglo VII a.C. se produjo en Grecia un cambio en la ejecución de la


poesía épica.

Los poemas épicos dejaron de ser cantados, pasando a ser recitados, sin
acompañamiento musical. El recitador profesional era el rapsodo, personaje
que lleva a cabo un empalme sucesivo de cantares de gesta. El rapsodo ya
no canta; lleva consigo, no un instrumento musical, sino un bastón, con el
cual golpea el suelo para marcar bien el ritmo de los versos.

Naturalmente un rapsodo dependía de un texto aprendido de memoria, lo


que supone una fijación por escrito de los poemas que recitaba, aunque
introdujese interpolaciones, hiciese cambios o supresiones, de acuerdo con
su propio gusto o para agradar mejor al público.

La composición de la Ilíada, que formaba parte del repertorio de los


rapsodos y que existe como texto escrito desde la Antigüedad, ha de ser
estudiada dentro de esta historia de dos grandes fases de la épica griega: la
época creadora de los aedos (oral) y la reproductora de los rapsodos
(recitación de textos fijados por escrito).

Homero es el más extraordinario de los misterios del pasado. Sinceramente, no sé si alguien ha tenido
una influencia más profunda y duradera que él a lo largo de toda la historia de occidente, lo que no deja
de ser increíble teniendo en cuenta que apenas sabemos de él más que su nombre. Pero ésta es, quizá,
una de las características más sobresalientes de la antigüedad: interesa la obra de los hombres, no sus
vidas privadas. Por más que alguien investigue, por más que uno se esfuerce por intentar reconstruir la
vida privada de alguna de las personas que protagonizaron la historia de Grecia, lo único que encuentra
es la frustrante sensación que produce la ausencia de datos.

Sin embargo, las fuentes antiguas son profusas a la hora de ofrecernos información sobre la dimensión
pública de quienes tuvieron una influencia relevante en el desarrollo de los hechos históricos. ¡Qué
diferencia con nuestro tiempo, en el que parecen importar más los detalles de la vida privada que las
aportaciones al desarrollo común! ¡Qué diferencia con nuestro tiempo, en el que buena parte de los
medios magnifican los detalles triviales que caracterizan la vida de personajes insignificantes, cuyo único
mérito es estar dispuestos a vender cada instante de su existencia!
¿Quién era Homero? ¿Qué podemos decir con seguridad sobre su vida? Veamos.

LA POESÍA DE LOS AEDOS

La Ilíada y la Odisea son obras que la literatura científica califica como “épicas”. El término poesía épica
está relacionado con el adjetivo ????? (epiké), utilizado por primera vez por Dionisio de Halicarnaso
(historiador y experto en crítica literaria que vivió en Roma a caballo de los siglos I antes y después de
Cristo) en su obra Sobre la composición literaria (22). La palabra épica es, en efecto, un derivado del
sustantivo ????, término que significa literalmente ‘palabra’ o ‘aquello que se cuenta mediante la
palabra’. El propio Homero emplea a veces esta palabra relacionándola con ????? (mýthos), acentuando
con ello el carácter narrativo de este tipo de poesía.

Sin embargo, las palabras que definen realmente la poesía homérica no son ???? ni ?????, sino ?????
(aeído) ‘cantar’ y ?????? (aoidós) ‘aedo’ o ‘cantor’. Así pues, la primera pregunta que debemos
formularnos es ésta: ¿qué era un aedo?

-Lo primero que sabemos es que se trata de un oficio y que, al menos en cierta medida, los aedos son
profesionales. Son equiparados muchas veces con otros artesanos, como carpinteros, adivinos o,
incluso, curanderos, y muy probablemente pueden organizarse en asociaciones parecidas a lo que
conocemos como gremios, como parece demostrar la existencia de los llamados Homéridas de la isla de
Quíos. Sin embargo, es un hecho también que cualquier persona podía cantar canciones épicas, tal
como sucede cuando llegan a la tienda de Aquiles los embajadores enviados por los aqueos (Ilíada
9.185), que se encuentran al propio Aquiles cantando al son de una ??????? (fórminx, instrumento de
cuerda parecido a un laúd o a una lira pequeña) en compañía de Patroclo, que toma el relevo ante la
llegada de los embajadores.

-Parece que abundaban los aedos ciegos, como Demódoco, el cantor que amenizaba las veladas en la
corte de Alcínoo, rey de los feacios (Odisea 8.63).

-Los aedos cantan. Suelen acompañar su canto con un instrumento de cuerda, a cuyo ritmo bailan
algunas veces coros de jóvenes (Ilíada 18.590, 8.262, 378).

-Sabemos también que alguna divinidad los inspira. Este hecho no debe extrañarnos, pues el aedo está
tocado por una de las “locuras sagradas”, la locura poética, que le permite, igual que a los adivinos,
conocer cosas que los demás mortales no pueden saber. Por eso un aedo se parece a un adivino, pues
su arte le permite saber lo que ha pasado, igual que la locura mántica (o adivinatoria) permite al adivino
sabe lo que va a pasar. Ésta es la razón por la que el aedo es llamado con frecuencia ?????, ‘divino’, o
??????, ‘que habla inspirado por los dioses’.

-Ahora bien, el aedo no es una especie de funcionario del palacio de un rey, como ha llegado a afirmar
algún estudioso. Cuando Ulises llega a la corte de Alcínoo, en la isla de Esqueria, el monarca debe enviar
a un heraldo para que busque al ????? Demódoco, que no forma parte de la corte. Por el contrario,
parece que los aedos llevaban una existencia ambulante yendo de pueblo en pueblo, y que no sólo
cantaban en los palacios o en las casas principales, como hace Demódoco en el palacio de Alcínoo o
Femio en el de Ulises, sino también en las plazas de los pueblos (Odisea 8.97 y ss, 109 y ss, 256 y ss.),
ante auditorios menos refinados.

-Los aedos cantan los ???? ?????? (’gestas de los hombres’). Algunas de estas gestas son antiguas y
conocidas, y están perfectamente fijadas por la tradición. Otras, sin embargo, son recientes y producen
en la audiencia el asombro de lo desconocido. Por lo demás, es muy probable que la innovación formara
parte también del quehacer cotidiano de estos cantores. Así, por ejemplo, Femio narra a los
pretendientes de Penélope el “luctuoso regreso” de los aqueos, un tema reciente que tiene poco que
ver con gestas heroicas. Ante la extrañeza de su madre, Telémaco le explica cómo las gentes gustan
también de oír cantos novedosos.

-Así pues, había un repertorio sobre el que podía innovarse constantemente. El propio Ulises le pide a
Demódoco (Odisea 8. 487) que cante el episodio del caballo de madera en la toma de Troya, única
referencia en los poemas homéricos a este famosísimo episodio de la guerra. En otra ocasión, el propio
Demódoco canta ante el pueblo, no ante la corte, y no elige un tema heroico sino burlesco: los amores
furtivos de Ares y Afrodita, sorprendidos in flagranti por el marido de ésta, Héfesto (Odisea 8. 266 y ss).

AEDOS Y RAPSODAS EN GRECIA

En torno al siglo VII a. C. se produjo en Grecia un cambio fundamental en la ejecución de la poesía épica:
los poemas dejaron de ser cantados y fueron objeto de simple recitación, casi con toda seguridad sin
acompañamiento musical. El recitador fue llamado ????????, ‘rapsoda’, una palabra interesante que
merece un pequeño comentario.

???????? es un vocablo compuesto, resultado de la unión de dos términos. El primero de ellos se


relaciona sin duda con el verbo ????? (rápto), cuyo significado es ‘zurcir’. El segundo está emparentado
con el sustantivo ??? (odé), cuyo significado es ‘canto’. Así pues, rapsoda podría significar literalmente
‘zurcidor de cantos’. Sin duda, la palabra alude a la tarea de “zurcir” o empalmar unos cantos con otros
o, incluso, diferentes partes de un mismo canto, lo que daba al rapsoda la posibilidad de alterar el orden
de su relato.

A diferencia del aedo, el rapsoda no canta, sino que recita. Para ayudarse en esta tarea, lleva consigo un
bastón con el que golpea el suelo para marcar el ritmo del verso. De esta manera, la cadencia de las
palabras, el ritmo interno del lenguaje épico, podían sustituir el acompañamiento musical que
secundaba siempre el canto del aedo.

La primera mención de un rapsoda está en Heródoto (5.67.1), que nos informa de competiciones
basadas en la recitación de poemas homéricos en la región de Corinto, ya en el año 600 a. C. Sin
embargo quizá Hesíodo (que vivió probablemente en el siglo VII a. C.) fuera ya un rapsoda, pues él
mismo nos dice (Teogonía 30) que las Musas le dieron un bastón, no una lira.

Así pues, la Ilíada formaba parte de este mundo de la épica griega, cuya historia tiene dos fases: una
primera, creadora y oral, propia de los aedos o cantores, y una segunda, reproductora, propia de los
rapsodas que recitaban textos fijados por escrito. Como hemos visto, aunque los rapsodas dependían de
un texto escrito aprendido de memoria, podían introducir interpolaciones, hacer cambios e, incluso,
supresiones.

POESÍA HOMÉRICA, POESÍA ORAL: LOS TRABAJOS DE PARRY Y LORD

La poesía homérica era oral y, probablemente, estaba todavía viva (en fase de creación y recreación) en
época del propio Homero. Partiendo de esta hipótesis, Milman Parry, estudioso norteamericano de
educación francesa, estableció su teoría de la composición oral y formular de la poesía épica antigua. En
realidad, Parry había estudiado ya en su tesis doctoral el mundo de los epítetos homéricos, y había
establecido que muchos de ellos se repetían constantemente en el texto, con el firme objetivo de
facilitar el trabajo del aedo, que podía así aprenderse de memoria una buena cantidad de ellos y
utilizarlos a su antojo, mezclándolos en el texto cuando le parecía adecuado. En realidad, tener en la
cabeza un repertorio de fórmulas facilitaba también el trabajo memorístico y, con toda seguridad, daba
a los aedos tiempo para recordar los pasajes que pretendían narrar.

Entre los años 1933 y 1935 M. Parry intentó probar su teoría acerca de la naturaleza oral y formular de
los poemas homéricos con la ayuda de Albert Lord, profesor de literatura eslava en Harvard. Ambos
partieron hacia la antigua Yugoslavia, a la región de Novi Pazar, donde en el año 1389 había tenido lugar
la famosa batalla de Kosovo entre los estados cristianos albano-serbios, al mando del príncipe Lazar y los
turcos otomanos, al mando del sultán Marad I.
guslari serbios

Parry fundamentó su teoría sobre la poesía oral homérica escuchando y estudiando a los "guslari"
serbios.

Parry y Lord comprobaron que la batalla de Kosovo había dado lugar a una cierta cantidad de poemas
épicos. Estos poemas solían ser recitados por los guslari (bardos) serbios, auténticos “aedos” que, con
frecuencia, eran completamente analfabetos. Sin embargo, la utilización del estilo formular les permitía
construir composiciones épicas de miles de versos, gracias al sabio manejo de un repertorio de fórmulas
que aplicaban según la técnica que el propio Parry había supuesto en sus estudios anteriores. Aún más,
Parry y Lord llegaron a la conclusión de que estos guslari no habrían podido desarrollar nunca su talento
exclusivamente mnemotécnico (es decir, basado en el ejercicio de la memoria), si hubiesen aprendido a
leer y escribir.

Después de dos años de trabajo, Milman Parry llegó a registrar varios cientos de epopeyas, catalogadas
hoy en la Milman Parry Collection de la Biblioteca Widener de Harvard. Desgraciadamente, Parry murió
prematuramente en 1935 a causa de un disparo accidental. Este hecho infortunado le impidió proseguir
sus investigaciones, fundamentales hoy día para comprender la naturaleza de la épica homérica. Sus
trabajos, sin embargo, fueron reunidos en el año 1971 bajo el cuidado de Adam Parry, su hijo, y
publicados en 1987 por Oxford University Press bajo el título The Making of Homeric Verse: The
collected Papers of Milman Parry.

La investigación, sin embargo, fue continuada por Albert Lord, autor de un sugestivo libro titulado The
Singer of Tales (El cantor de cuentos), publicado en Cambridge, Massachusetts, por Harvard University
Press en 1960).

Pues bien, las conclusiones que podemos deducir de los trabajos de investigación de Parry y Lord son las
siguientes:

a) La épica viva siempre es cantada, con acompañamiento musical. Con frecuencia es el propio autor
quien lo hace.

b) La métrica no se basa en la estrofa, sino en el verso repetido indefinidamente.

c) El aedo dispone de un repertorio de fórmulas que pueden abarcar parte de un verso, un verso entero
o, incluso, grupos de versos.
d) Se trata de poesía completamente narrativa, cuyo tema son las gestas de personas del pasado.
Incluso Tácito, el gran historiador romano nos informa en su Germania (2-3) de la existencia de este tipo
de poesía entre las tribus germanas. Igual ocurre con las literaturas medievales europeas: Cantar de Mío
Cid, Chanson de Roland, etc.

e) El cantor no se basa en un texto fijo que haya aprendido de memoria, sino que improvisa con la ayuda
de las fórmulas, que sí ha aprendido de memoria. Se ha experimentado en este sentido, grabando a un
mismo cantor, y se ha comprobado que la improvisación, sobre tema conocido y con la ayuda de
fórmulas aprendidas, es la conducta habitual.

Así pues, la obra de Homero depende en gran medida de la tradición oral anterior, que se remonta
muchos siglos atrás. Sólo así puede explicarse el hecho de que la quinta parte de los poemas homéricos
esté compuesta por versos que se repiten enteros. Y no sólo eso; entre los 28000 versos atribuidos a
Homero hay innumerables frases formularias repetidas.

Otros muchos “desajustes” de los textos homéricos pueden explicarse perfectamente por el carácter
oral de su obra. Algunas veces, en efecto, hay referencias a episodios extraños a la propia acción del
poema. Tales episodios quizá estuvieron en otros cantos en relación con Troya y, finalmente, no fueron
incluidos en el cuerpo central de los poemas. Así en Ilíada 9.355 Aquiles habla de un duelo con Héctor en
el que éste logró escapar a duras penas. Sin embargo, nada sabemos de tal duelo.

Otro rasgo típico de la poesía oral, ajena a la fijación que supone la escritura, es que, algunas veces, hay
dos versiones del mismo episodio. Otras veces aparecen contradicciones. Sin embargo, las
contradicciones no son ajenas ni siquiera a la literatura escrita. Así, por ejemplo, Cervantes nos presenta
en un pasaje de su Quijote a Sancho montado en un asno que le habían robado previamente en Sierra
Morena.

Los errores y desajustes de los poemas homéricos son una deuda inevitable, contraída con la fase oral
de su contenido, pues la literatura oral está caracterizada por la imposibilidad de volver atrás y corregir.
Este hecho explica que en el corpus general de la obra abunden las repeticiones, las frases formulares e,
incluso, desajustes y errores de narración.

Somos nosotros, los que, algunos milenios después, leemos atentamente miles de versos que, al estar
fijados por escrito desde hace tiempo, no han de sufrir ya más alteraciones. Somos nosotros, que
leemos pero no oímos a Homero, los que percibimos unos desajustes que, sin duda, pasaban
desapercibidos al auditorio de los aedos.
LA ÉPICA MICÉNICA

La conquista de Troya debió de impresionar tanto a las gentes de la época que, casi de inmediato,
empezó a formar parte esencial del repertorio de la poesía épica, eclipsando con su presencia la
memoria de otros temas. Es lógico, pues, suponer que la épica homérica arranca de época micénica,
pues, además, en los versos de Homero se describen objetos y ciudades que no existían en época
posterior y que eran completamente desconocidas para un griego de los siglos VIII o VII a. C.

En presencia de Hermes y Atenea, Áyax carga con el cadáver de Aquiles. Detalle de un vaso del llamado
pintor de Antímenes. Siglo VI a. C.

Sin embargo, creo que podemos afirmar que la poesía oral micénica arranca no de la guerra de Troya,
sino de mucho antes. Ésta razón explicaría que en los poemas homéricos se mencionen objetos que
habían caído en desuso ya antes de la época de la guerra de Troya (en el siglo XII a. C. según la
cronología tradicional). Tal es el caso del gran escudo “grande como un castillo” que protege el cuerpo
de Áyax, hecho con siete pieles de buey. Hoy sabemos que este tipo de escudo dejó de usarse
aproximadamente en el año 1350 a. C. Igual ocurre con el casco que Meriones cede a Ulises (Ilíada
10.260), hecho con colmillos de jabalí sobre una estructura de cuero. Dejó de usarse en el siglo XIV a. C.,
y ningún aedo de fecha posterior pudo verlo por sí mismo.

Casco hecho con colmillos de jabalí. Museo de Iráklio. Creta.

Hay también argumentos lingüísticos, surgidos de la interpretación de algunos textos del Silabario
Minoico Lineal B, la lengua escrita de los micénicos. Así, por ejemplo, el jefe de unidad militar que se
apresta para la defensa del palacio de Pilo se llama ????, ‘Troyano’. En otros pasajes aparecen con
frecuencia nombres que son atribuidos a famosos guerreros del ciclo épico: Áyax, Eteocles, Orestes,
Aquiles, Héctor…, lo que implica que estos nombres eran conocidos e, incluso, populares.

Así pues, los poemas homéricos hunden sus raíces en una tradición oral que muy probablemente es
todavía más antigua que la micénica.

HOMERO
En realidad, seguimos ignorando las causas que movieron a un aedo a fijar por escrito los versos objeto
de su canto. Quizá la razón esté en la introducción del aulós, la flauta, que obligaba a disociar letra y
música, que ya no podían ser ejecutadas por la misma persona.

¿Sería ya el autor de la Ilíada un rapsoda, como algunos han supuesto? ¿Cómo se presentaba por escrito
la Ilíada antes de que el gramático Zenódoto, primer director de la biblioteca de Alejandría, primer
editor crítico de la obra de Homero, la dividiera en 24 cantos en el siglo III a. C.?

La personalidad de Homero, se nos escapa por completo, pues nunca asoma a través de su obra, y en
relación con su época hay tradiciones que van desde considerarlo contemporáneo de la guerra de Troya
hasta hacerlo vivir en el S. VIII a. C. o, incluso, en el VII. Unos lo consideran originario de Esmirna, otros
de Quíos.

La idea de que Homero es natural de la isla de Quíos nace al considerarlo autor del Himno a Apolo Delio.
En efecto, el autor de esa obra habla de sí mismo como “hombre ciego que habita en Quíos”. Al
atribuirse este poema a Homero, la tradición lo vinculó con la isla y lo hizo aparecer como ciego. De
hecho, sabemos de la existencia (atestiguada desde muy antiguo) en Quíos de una escuela de rapsodas
profesionales que se llamaban, como ya he dicho, “Los Homéridas”, los “Hijos de Homero”. Afirmaban
con orgullo ser sus descendientes y tener en custodia los textos de sus poemas.

¿Era Homero el tipo de rapsoda ambulante, ciego, pobre, que sólo recibe ingratitud en pago a su
talento? Sabemos que Homero significa ‘Rehén’. ¿Hace este nombre referencia a la condición de rehén
del autor de la Ilíada? ¿Es Homero uno de los innumerables nombres propios parlantes del griego? Y de
ser así ¿de quién o de qué era rehén Homero? [1]

En cualquier caso, el rehén, el prisionero, el hombre que se oculta detrás de un velo de silencio, se
convirtió con el tiempo en el educador de Grecia, llegando a ser una de las figuras más influyentes de la
historia. Mas, por encima de todo, Homero nos enseñó para siempre que las palabras escritas, el arte de
escribir, puede hacer que la historia perviva para siempre.

Homero nos ha abierto a todos el camino de la inmortalidad.


http://www.bernardosouviron.com/2011/11/15/homero-y-la-poesia-epica/

La guerra de Troyapuerta de los leones


La guerra de Troya se sitúa en el estrato Troya VII (1193-1184 a. C.). En él se aprecia una destrucción
similar a lo narrado en la obra homérica, con detalles que revelan el asedio y un incendio final.

Los poemas homéricos se basan en estos acontecimientos, pero desde la caída de Troya hasta su
redacción pasaron cerca de 500 años.

Los poemas narran la guerra de Troya a partir de la exaltación de los héroes y construyendo un relato
agradable para el auditorio.

Las referencias micénicas se mezclan con detalles propios de la narración épica. De este modo, junto al
catálogo de las naves el carro de guerra micénico o el casco de dientes de jabalí aparecen junto a
pinceladas épicas como los diez años de guerra o las fascinantes aventuras de Odiseo.

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1.1. Introducción

La literatura épica canta las hazañas (épos significaría "relato, canto") de los héroes, y también de
dioses, gigantes o personajes de cuentos tradicionales. El esplendor del género, como conjunto de
narraciones heroicas, se corresponde en la tradición occidental con civilizaciones aristocráticas en las
que han de resaltarse los valores guerreros, individualistas y de casta nobiliaria.micenas

A diferencia de otras tradiciones literarias, como la española o la francesa, resulta imposible rastrear los
orígenes de la épica griega. Las primeras manifestaciones de este género que han llegado hasta nosotros
(si bien es muy probable que existieran otras anteriores) son dos poemas de extraordinario valor y
calidad literarias, la llíada y la Odisea, atribuidos a Homero (siglo VIII a. C).

Se puede afirmar que la literatura occidental nace al mismo tiempo que la epopeya griega antigua, que
tiene en la Ilíada y la Odisea las manifestaciones más antiguas de la literatura de transmisión oral. Con
anterioridad a esta fecha no se conserva ningún resto escrito que pueda calificarse estrictamente de
literario.

La difusión de la poesía épica se realizó mediante el recitado o el canto de los aedos, que constituyeron
el principal vehículo de transmisión de la larga tradición épica oral en Grecia. La epopeya griega refleja
un mundo poblado por héroes, dioses y, en último término, hombres embarcados en la aventura de vivir
y de morir. iliada

La llíada cuenta en sus cerca de 16 000 versos el episodio final de la guerra de Troya, un breve intervalo
en comparación con los diez años que los aqueos llevaban acampados frente a las murallas de la ciudad.
El hilo conductor del poema es la cólera del héroe griego Aquiles (cólera es precisamente la palabra con
la que comienza el poema), ofendido por el rey Agamenón, jefe del ejército griego aliado contra Troya,
que arrebata a Aquiles la joven prisionera a la que éste ama.

La Odisea, que consta de más de 12 000 versos, narra el retorno de Odiseo (Ulises en castellano) desde
Troya a su patria. El regreso del héroe al hogar tras pasar un sinfín de peripecias y arrostrar
innumerables peligros será un tema recurrente en las literaturas occidentales posteriores.

Otra gran figura de la épica arcaica es Hesíodo autor de Trabajos y días, obra de contenido claramente
didáctico sobre la agricultura y de Teogonía, poema cosmogónico que relata la genealogía del mundo y
de los dioses que integran el panteón heleno.
En época helenística, la poesía épica, que cuenta con Apolodoro entre sus cultivadores más destacados,
se caracteriza por el gran dominio de las formas métricas y de composición aunque sin alcanzar la
hondura moral de la épica antigua.

La influencia de la epopeya griega en la literatura posterior occidental es inmensa, tanto por la particular
visión del mundo recogida en los relatos míticos contenidos en los poemas épicos como por el modelo
de comportamiento social, sentimental o ético que ofrece.

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1.2. Homero y la Cuestión Homérica

Los poemas más antiguos de la literatura occidental (y según algunos críticos, los más grandes) son la
Ilíada y la Odisea, de Homero. Se trata de poemas épicos, es decir, largos poemas narrativos,
compuestos cada uno de ellos por 24 libros o cantos, de extensión variable, entre 450 y 900 versos. Las
dos epopeyas hacen referencia a relatos de la edad heroica y tienen como trasfondo la Guerra de
Troya.Homero

Los griegos atribuían estos dos grandes poemas a Homero. Los estudiosos han demostrado que ambas
epopeyas constituyen, en realidad, la culminación de una larga tradición de poesía oral, surgida
probablemente en la Edad del Bronce. A lo largo de los siglos hasta su fijación por escrito en el siglo VIII
a. C., se habrían incorporado los relatos e interpolaciones que componen los textos que hoy conocemos.

El análisis interno de la Ilíada indica que fue compuesta entre el 750 y el 700 a. C. en Jonia. Muchos de
los especialistas coinciden en señalar que la Odisea no fue compuesta por el mismo autor, ya que hay
diferencias considerables de estilo y de tono entre los dos poemas. Ambos muestran características de
la épica oral. Fueron compuestos para ser recitados o cantados en voz alta con acompañamiento de la
lira. Los hechos narrados, los temas recurrentes y gran parte de los versos corresponden a las
características de la poesía épica de transmisión oral, pero la estructura de los poemas, la clara y
consistente caracterización de los personajes principales y la atmósfera de cada poema, trágica en la
Ilíada, fantástica en la Odisea, son, sin duda, el fruto del genio poético de Homero.

Es bastante plausible que, como en muchas obras épicas, la composición de estos poemas fuera el
resultado de engarzar diversos cantos de creación y difusión oral que los aedos cantaban como
episodios autónomos ante su público. Pero tradicionalmente se atribuye a Homero el genio y la
originalidad de la composición y unidad de ambas obras.

Apenas existen testimonios fiables del poeta: con toda probabilidad, él mismo era un aedo que vivió y
trabajó en Jonia, según se deduce del predominio del dialecto jonio en sus poemas y del conocimiento
bastante preciso de la región cercana a Troya. El estudio de la lengua y las referencias de los poemas
permiten datar solo de forma aproximada la composición de las caballo de Troyaobras: la Ilíada, hacia la
mitad del siglo VIII, y la Odisea, cerca del fin del mismo siglo. De hecho, las notables diferencias que
presentan los dos poemas en la construcción técnica, el estilo, la lengua e, incluso, la concepción del
mundo han llevado a algunos estudiosos a afirmar que, en realidad, se trata de obras de autores
diferentes, aunque el responsable de la última debió conocer la llíada; otros, sin embargo, argumentan
que tales diferencias se pueden explicar perfectamente como el fruto de la evolución artística desde la
juventud a la madurez de un único poeta, Homero. Pero ninguna de las dos posiciones resulta
concluyente.

Homero, con la Ilíada y la Odisea, supone para nosotros el comienzo de la literatura griega. Aunque
algunos autores han llegado a negar incluso su existencia, hoy no cabe duda de que este poeta, de
origen jonio (de la ciudad de Esmirna o quizá de la isla de Quíos), desarrolló su labor sobre el siglo VIII
a.C., en un momento en que los griegos volvieron a "descubrir" la escritura, alfabética esta vez, tras la
caída de la civilización micénica por causa de los dorios.

Utilizando la escritura Homero condensó en sus poemas todo un bagaje de leyendas, mitos y héroes que
los aedos ( ἀοιδός "cantor", término derivado del verbo ἀείδω "cantar") o juglares griegos habían
cantado durante siglos. Es decir, este poeta, que también era un aedo, se sitúa en realidad al final de
una larga tradición de poesía oral que termina cuando le da forma escrita a parte de esa misma
tradición. Con él, por tanto, la épica o epopeya griega se convierte en un género de poesía culta,
pasando a ser a su vez maestro indiscutible del género, tanto para griegos como romanos.

1.3. Homero y la Tradición oralHomero de Rembrandt

Por poesía épica se entiende un tipo de poesía narrativa que canta las hazañas de unos héroes
pertenecientes a un pasado más o menos legendario y cuyo comportamiento glorioso acaba
convirtiéndose en modelo de virtudes varoniles (valor, fidelidad, nobleza, entrega). Es poesía cantada
por aedos o cantores profesionales, con acompañamiento musical, ante un público eminentemente
popular. Es poesía objetiva, pues el poeta actúa como simple narrador de unos hechos ajenos a él y en
los que para nada interviene, de hecho el poeta canta lo que la musa le inspira.

En casi todas las culturas la poesía épica tuvo una primera etapa oral, en la que el aedo se limita a
repetir, con pequeñas variaciones, una serie de cantos de héroes y personajes míticos que él a su vez ha
aprendido de otros aedos, sin que intervenga la escritura. A esta etapa sucede otra en la que el rapsoda,
utilizando la escritura, crea sus propios poemas a partir de una serie de temas y motivos legados por la
tradición. Ésta es la etapa de poesía culta y es a ésta a la que pertenece Homero.

Esta poesía heroica se cantaba en versos de métrica uniforme y ritmo rápido denominados hexámetros,
que tenían seis pies métricos y alternaban sílabas largas (__) y breves (U):

(__ UU (o __) / __ UU (o __) / __ UU (o __) /__ UU (o __) /__UU / __U (o__)

La regularidad métrica es fundamental en la memorización de los poemas y en su transmisión oral de


generación en generación. Todos los poemas épicos presentan dos elementos en común: se componen
y recitan de memoria, sin ayuda de la escritura, y se cantan con acompañamiento musical. Los poemas
son, propiamente, canciones. Precisamente, la oralidad de su difusión determina uno de los rasgos más
característicos del estilo épico: los poemas homéricos se hallan salpicados a lo largo de sus miles de
versos de construcciones verbales que se repiten una y otra vez para facilitar su memorización. Estas
fórmulas épicas suelen ser nombres y epítetos de héroes, como "divino Ulises", "Héctor, el de
tremolante casco", "Aquiles, el de los de pies ligeros", etcétera.

Que Homero tiene detrás toda una tradición de poesía oral se puede confirmar por varios hechos:Troya

a) El tema mismo de sus poemas, los sucesos relacionados con la legendaria guerra de Troya,
pertenecen a un pasado ya lejano para él, pues hoy se tiende a situar tal conflicto sobre el siglo XIII a.C.,
cuando los micenios o aqueos se enfrentaron con una ciudad del norte de Asia Menor por motivos
comerciales posiblemente. El conocimiento de esa guerra, de las hazañas de los supuestos héroes que
en ella participaron, de aspectos de la cultura material de entonces (palacios, armas, vestidos, etc.), sólo
pudieron llegarle por tradición oral. Además, el conocimiento que tenemos del mundo micénico, gracias
a la arqueología y al desciframiento del Lineal B -el sistema de escritura micénico-, nos permite
confirmar las coincidencias entre la organización política y social que reflejan los poemas y la del mundo
micénico; coincidencias también se dan en el nombre de ciertos dioses (Zeus, Poseidón, Atenea, etc.) y
héroes (Héctor, Áyax, etc.); incluso hay palabras homéricas que ya se encuentran en las tablillas
micénicas.

b) Esos mismos hechos debían de ser conocidos por su público, pues los personajes de sus poemas son
introducidos sin que se cuente nada de su pasado.

c) En ocasiones el propio Homero nos presenta a los aedos cantando acompañados de un instrumento
musical de tres o cuatro cuerdas, la forminge (φορμίγξ).

d) Las propias peculiaridades de la lengua poética usada por Homero: se trata de una lengua artificial y
llena de arcaísmos, constituida básicamente a partir del jonio pero con elementos de otros dialectos,
como el eolio o el arcado-chipriota, con formas que en su época ya se habían perdido. Todo esto parece
revelar la existencia de una larga tradición que no sólo ha mantenido temas, sino incluso rasgos de una
lengua de otro tiempo y de procedencia diversa.

e) El uso de un lenguaje formulario: consiste éste en un conjunto de frases hechas y expresiones fijas
que se repiten continuamente y en lugares fijos; se trata de epítetos usados sistemáticamente para
referirse a personajes u objetos (Atenea, la de los ojos de lechuza; Aquiles, el de los pies ligeros; veloces
naves). Este tipo de lenguaje es propio de toda poesía oral y fruto de una larga tradición en la que los
poetas orales, combinando estos elementos fijos, eran capaces de componer largos poemas de miles de
versos a veces y recordarlos fácilmente.

f) Uso de ciertos recursos estilísticos, como comparaciones, catálogos (largas enumeracionesEscena de


Guerra en Troya de guerreros, pueblos que participan en el combate, etc.), invocaciones a las Musas,
digresiones (narraciones o relatos que se alejan de la acción principal), escenas típicas que se repiten
siempre en los mismos contextos y sin apenas variación (sobre todo en las escenas de combate).

Todos los rasgos aquí mencionados se encuentran en poemas épicos de otras culturas, como el
Ramayana y el Mahabharata de la India, el Poema de Gilgamesh de los sumerios, los Nibelungos de la
cultura germánica o el propio Poema del Cid castellano. Estas coincidencias se explican tanto porque la
épica griega deriva de la épica que debieron tener los indoeuropeos como por los posibles influjos
recibidos de las culturas mesopotámicas.
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1.4. Los poemas: la Ilíada y la Odisea

1.4.1. La Ilíada

La Ilíada es un gran poema épico lleno de furor guerrero. Los hechos que se narran mantienenIliada una
cronología lineal, pero con digresiones que se apartan en ocasiones del tema central: el asedio de Troya
por parte de los aqueos y sus aliados.

La legendaria guerra de Troya se prolongó durante diez años de combates. Sin embargo, el genio de
Homero supo concentrar la acción en unas semanas del décimo año, en torno a un episodio que
proporciona cohesión a las diferentes historias que se suceden en las luchas entre héroes: "Ia cólera de
Aquiles". La obra comienza con el agravio a Aquiles del rey Agamenón, jefe del ejército aliado contra
Troya, al arrebatarle a una joven prisionera que aquel desea. La ofensa lleva a Aquiles, el mejor y más
temido de los héroes, a retirarse de la guerra, junto con su ejército de mirmidones. Como consecuencia,
a pesar de singulares enfrentamientos entre héroes griegos y troyanos, y de la intervención de los
dioses, la ofensiva troyana logra poner en apuros a los aliados. Ante el empuje del principal héroe
troyano, Héctor, que llega a suponer una seria amenaza para las naves aqueas, Patroclo, íntimo de
Aquiles, al no conseguir que éste se reincorpore a la lucha, le ruega al menos que le deje sus armas para
alentar a los griegos. Cuando Héctor derrota a Patroclo, Aquiles se reconcilia con Agamenón y se
reincorpora a la lucha para vengar a su amigo. Tras la derrota de Héctor, la furia de Aquiles se ensaña
con el cadáver del troyano, pero tras la advertencia de los dioses, acepta devolverlo a su anciano padre,
el rey troyano Príamo, y la obra concluye con los funerales de Patroclo y Héctor. Al final del poema,
vence la compasión por encima de la sed de venganza, lo cual expresa bien la gran visión humanista de
Homero.

Las dudas acerca de la autenticidad histórica de los acontecimientos narrados en la Ilíada son muchas,
aunque hay elementos que inducen a creer al menos en la veracidad de algunos de ellos. Así, por
ejemplo, se sabe de la existencia de relaciones no siempre pacíficas entre la ciudad de Troya y la Grecia
continental.top

1.4.2. La Odisea.

La Odisea es un relato de aventuras que gira en torno a la figura de Ulises (nombre latino delOdisea
griego Odiseo), uno de los héroes que contribuyeron a la destrucción de Troya. Al igual que en la Ilíada,
el autor centra los acontecimientos en un episodio que dará cohesión a las diferentes aventuras del
héroe: el regreso a su hogar, Ítaca, y la recuperación de su reino. La estructura narrativa del poema es
más compleja, por cuanto las digresiones suponen simultanear dos acciones (Ulises, por una parte, y
Telémaco, su hijo, que lo busca, por otra) y un salto temporal en el que el propio Ulises pasa a ser el
narrador de sus aventuras pasadas.

Al comienzo del poema, Ulises se encuentra en la isla de la ninfa Calipso, quien ha de dejarlo marchar
tras decidir los dioses, a petición de Atenea, permitirle el regreso a su hogar. Pero en Ítaca, su esposa,
Penélope, se encuentra asediada por pretendientes, que dan al héroe por muerto y le exigen que elija a
uno de ellos como esposo, mientras consumen la hacienda de la familia. Ante esta situación, Telémaco,
el hijo de ambos, decide partir en busca de noticias de su Odiseapadre a los reinos de otros héroes que
volvieron de Troya, como Menelao y Néstor. De regreso a su patria, Poseidón hace naufragar a Ulises,
quien recala en el país de los feacios. Allí, su rey, Alcínoo, lo acoge con hospitalidad y, al reconocer al
héroe, éste relata sus infortunios desde la partida de Troya: la sucesiva pérdida de su flota y sus
compañeros entre tempestades; los enfrentamientos con seres monstruosos, como el cíclope, los
lestrigones, las sirenas o Escila y Caribdis; la ira de Helios cuando devoran sus bueyes sagrados, o la
transformación en cerdos a manos de la maga Circe. Al terminar su relato, los feacios lo obsequian
generosamente y, después de un viaje milagroso, llega a Ítaca. Odiseo regresa a su palacio disfrazado de
mendigo y, con la ayuda de Telémaco y un fiel sirviente, da muerte a los pretendientes y se reúne por fin
con Penélope.

El tono de la Odisea es, indudablemente, menos guerrero que el de la Ilíada, de modo que la obra, más
que a la exaltación de los valores aristocráticos, responde a la estructura tradicional del cuento de
aventuras. Las diferencias con el poema de Troya se extienden, lógicamente, a una mayor presencia del
mundo doméstico y de estratos sociales más diversos que los héroes y los dioses. Incluso la actitud de
los inmortales resulta muy diferente: frente a las actuaciones bastante crueles y caprichosas de los
dioses en la guerra de Troya, que en ocasiones parecían buscar la mera diversión, en la Odisea sus
intervenciones están guiadas por motivaciones más éticas y por la búsqueda de justicia.

A los elementos aportados por la tradición oral, Homero añadió ciertos rasgos propios que dieron
personalidad a su obra:

CiclopeAsí creó unos poemas mucho más largos que los cantos de los aedos, organizados alrededor de
las peripecias de un héroe principal con las que se entrecruzan las de muchos otros personajes menores.

Introdujo más intensidad y dramatismo en la acción.

Realizó una selección consciente del material que le había llegado por tradición oral.

Por último, Homero "humanizó" deliberadamente a sus héroes, dotándoles de virtudes tales como el
amor a la patria, al amigo, etc.

Los poemas homéricos, aunque por su tema se refieren al mundo micénico, en realidad reflejan el
mundo griego del siglo VIII a.C., la época en que los regímenes aristocráticos se encuentran en pleno
desarrollo, en que se están formando las polis, en que se ha iniciado la colonización del Mediterráneo y
por tanto los contactos con tierras lejanas.

De otro lado, dos son los protagonistas principales de los poemas: los dioses y los héroes, el mundo
divino y el humano. Los dioses homéricos se asemejan a los hombres por su aspecto, pasiones, vicios y
virtudes -es decir, son antropomórficos-; sólo se diferencian por su inmortalidad y por ser superiores a
los hombres en fuerza, belleza o inteligencia. Llevan una vida feliz y despreocupada en el Olimpo, y la
propia guerra de Troya, en la que a veces intervienen, es para ellos algo sin importancia.

UlisesPor encima de los dioses hay un poder absoluto, irracional, que escapa a su control, el Destino.
Éste se entiende como un cierto orden de los acontecimientos, que puede ser conocido mediante
oráculos y predicciones, pero que nadie puede alterar, ni siquiera los propios dioses. Los dioses
homéricos, que vienen a ser encarnación de las fuerzas de la naturaleza, actúan colectivamente como
garantes del destino y, por lo tanto, del equilibrio del mundo, y así castigan las transgresiones de ese
orden protagonizadas por los hombres.

En cuanto al mundo humano, éste está representado sobre todo por los héroes, seres que cuentan
entre sus antepasados con algún dios, dotados de gran fuerza, belleza o inteligencia, superior a la de un
hombre pero menor que la de un dios, y carentes por supuesto de inmortalidad. A diferencia de otras
epopeyas, la épica homérica presenta, como ya se ha dicho, a unos héroes muy "humanos": apenas
intervienen monstruos o elementos mágicos, sufren y mueren como los hombres y encarnan virtudes
como el patriotismo, la amistad o la fidelidad.Ulises y las Sirenas

En su actuación, el héroe homérico se ve sometido a un doble condicionante: el Destino y la propia


intervención divina. Contra el primero nada puede hacer, pues es inexorable; respecto al segundo, es
habitual ver a los dioses intervenir en las acciones de los hombres -por ejemplo, dando o quitando la
fuerza a un guerrero en pleno combate-; también a veces el hombre que comete una acción indigna
atribuye su decisión última a un dios. Sin embargo, hay también ocasiones en que es el hombre solo el
que debe decidir y buscar una salida por sí mismo. Todo ello nos lleva a plantear el problema de la
libertad en Homero: en realidad, aunque los dioses intervienen en la vida de los hombres, es el hombre
el que al final decide si actúa o no, por lo que le queda un cierto margen de libertad.

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3.3.Antología de Textos

Ideal Homérico

(Homero, Ilíada VI, 206 - 210)

Ἱππόλοχος δέ μ᾽ ἔτικτε, καὶ ἐκ τοῦ φημι γενέσθαι·

πέμπε δέ μ᾽ ἐς Τροίην, καί μοι μάλα πόλλ᾽ ἐπέτελλεν

αἰὲν ἀριστεύειν καὶ ὑπείροχον ἔμμεναι ἄλλων,

μηδὲ γένος πατέρων αἰσχυνέμεν, οἳ μέγ᾽ ἄριστοι

{215}2 ἔν τ᾽ Ἐφύρῃ ἐγένοντο καὶ ἐν Λυκίῃ εὐρείῃ.

"Y él me envió a Troya y me encargó muchas cosas importantes:

siempre ser excelente y por encima estar de los demás,

no deshonrar el linaje de mis antepasados, quienes con mucho,

los más valientes así en Feira, como en la ancha Licia fueron"

Traducción de Emilio Crespo Güemes


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Despedida de Héctor y Andrómaca

(Homero, Iliada, VI, 407- 475)

δαιμόνιε φθίσει σε τὸ σὸν μένος, οὐδ᾽ ἐλεαίρεις

{215}2 παῖδά τε νηπίαχον καὶ ἔμ᾽ ἄμμορον, ἣ τάχα χήρη

σεῦ ἔσομαι· τάχα γάρ σε κατακτανέουσιν Ἀχαιοὶ

πάντες ἐφορμηθέντες· ἐμοὶ δέ κε κέρδιον εἴη

σεῦ ἀφαμαρτούσῃ χθόνα δύμεναι· οὐ γὰρ ἔτ᾽ ἄλλη

ἔσται θαλπωρὴ ἐπεὶ ἂν σύ γε πότμον ἐπίσπῃς

ἀλλ᾽ ἄχε᾽· οὐδέ μοι ἔστι πατὴρ καὶ πότνια μήτηρ.

ἤτοι γὰρ πατέρ᾽ ἁμὸν ἀπέκτανε δῖος Ἀχιλλεύς,

{215}2 ἐκ δὲ πόλιν πέρσεν Κιλίκων εὖ ναιετάουσαν

Θήβην ὑψίπυλον· κατὰ δ᾽ ἔκτανεν Ἠετίωνα,

{215}2 οὐδέ μιν ἐξενάριξε, σεβάσσατο γὰρ τό γε θυμῷ,

ἀλλ᾽ ἄρα μιν κατέκηε σὺν ἔντεσι δαιδαλέοισιν

ἠδ᾽ ἐπὶ σῆμ᾽ ἔχεεν· περὶ δὲ πτελέας ἐφύτευσαν

νύμφαι ὀρεστιάδες κοῦραι Διὸς αἰγιόχοιο.

οἳ δέ μοι ἑπτὰ κασίγνητοι ἔσαν ἐν μεγάροισιν

οἳ μὲν πάντες ἰῷ κίον ἤματι Ἄϊδος εἴσω·

πάντας γὰρ κατέπεφνε ποδάρκης δῖος Ἀχιλλεὺς

βουσὶν ἐπ᾽ εἰλιπόδεσσι καὶ ἀργεννῇς ὀΐεσσι.

μητέρα δ᾽, ἣ βασίλευεν ὑπὸ Πλάκῳ ὑληέσσῃ,

τὴν ἐπεὶ ἂρ δεῦρ᾽ ἤγαγ᾽ ἅμ᾽ ἄλλοισι κτεάτεσσιν,

ἂψ ὅ γε τὴν ἀπέλυσε λαβὼν ἀπερείσι᾽ ἄποινα,

πατρὸς δ᾽ ἐν μεγάροισι βάλ᾽ Ἄρτεμις ἰοχέαιρα.

Ἕκτορ ἀτὰρ σύ μοί ἐσσι πατὴρ καὶ πότνια μήτηρ

ἠδὲ κασίγνητος, σὺ δέ μοι θαλερὸς παρακοίτης·

ἀλλ᾽ ἄγε νῦν ἐλέαιρε καὶ αὐτοῦ μίμν᾽ ἐπὶ πύργῳ,


μὴ παῖδ᾽ ὀρφανικὸν θήῃς χήρην τε γυναῖκα·

{212}2 λαὸν δὲ στῆσον παρ᾽ ἐρινεόν, ἔνθα μάλιστα

{212}2 ἀμβατός ἐστι πόλις καὶ ἐπίδρομον ἔπλετο τεῖχος.

{212}2 τρὶς γὰρ τῇ γ᾽ ἐλθόντες ἐπειρήσανθ᾽ οἱ ἄριστοι

{212}2 ἀμφ᾽ Αἴαντε δύω καὶ ἀγακλυτὸν Ἰδομενῆα

{212}2 ἠδ᾽ ἀμφ᾽ Ἀτρεΐδας καὶ Τυδέος ἄλκιμον υἱόν·

{212}2 ἤ πού τίς σφιν ἔνισπε θεοπροπίων ἐῢ εἰδώς,

{212}2 ἤ νυ καὶ αὐτῶν θυμὸς ἐποτρύνει καὶ ἀνώγει.

Τὴν δ᾽ αὖτε προσέειπε μέγας κορυθαίολος Ἕκτωρ·

ἦ καὶ ἐμοὶ τάδε πάντα μέλει γύναι· ἀλλὰ μάλ᾽ αἰνῶς

αἰδέομαι Τρῶας καὶ Τρῳάδας ἑλκεσιπέπλους,

αἴ κε κακὸς ὣς νόσφιν ἀλυσκάζω πολέμοιο·

οὐδέ με θυμὸς ἄνωγεν, ἐπεὶ μάθον ἔμμεναι ἐσθλὸς

αἰεὶ καὶ πρώτοισι μετὰ Τρώεσσι μάχεσθαι

ἀρνύμενος πατρός τε μέγα κλέος ἠδ᾽ ἐμὸν αὐτοῦ.

εὖ γὰρ ἐγὼ τόδε οἶδα κατὰ φρένα καὶ κατὰ θυμόν·

{215}2 ἔσσεται ἦμαρ ὅτ᾽ ἄν ποτ᾽ ὀλώλῃ Ἴλιος ἱρὴ

καὶ Πρίαμος καὶ λαὸς ἐϋμμελίω Πριάμοιο.

ἀλλ᾽ οὔ μοι Τρώων τόσσον μέλει ἄλγος ὀπίσσω,

οὔτ᾽ αὐτῆς Ἑκάβης οὔτε Πριάμοιο ἄνακτος

οὔτε κασιγνήτων, οἵ κεν πολέες τε καὶ ἐσθλοὶ

ἐν κονίῃσι πέσοιεν ὑπ᾽ ἀνδράσι δυσμενέεσσιν,

ὅσσον σεῦ, ὅτε κέν τις Ἀχαιῶν χαλκοχιτώνων

δακρυόεσσαν ἄγηται ἐλεύθερον ἦμαρ ἀπούρας·

καί κεν ἐν Ἄργει ἐοῦσα πρὸς ἄλλης ἱστὸν ὑφαίνοις,

{215}2 καί κεν ὕδωρ φορέοις Μεσσηΐδος ἢ Ὑπερείης

πόλλ᾽ ἀεκαζομένη, κρατερὴ δ᾽ ἐπικείσετ᾽ ἀνάγκη·

{215}2 καί ποτέ τις εἴπῃσιν ἰδὼν κατὰ δάκρυ χέουσαν·

Ἕκτορος ἧδε γυνὴ ὃς ἀριστεύεσκε μάχεσθαι


Τρώων ἱπποδάμων ὅτε Ἴλιον ἀμφεμάχοντο.

ὥς ποτέ τις ἐρέει· σοὶ δ᾽ αὖ νέον ἔσσεται ἄλγος

χήτεϊ τοιοῦδ᾽ ἀνδρὸς ἀμύνειν δούλιον ἦμαρ.

{215}2 ἀλλά με τεθνηῶτα χυτὴ κατὰ γαῖα καλύπτοι

πρίν γέ τι σῆς τε βοῆς σοῦ θ᾽ ἑλκηθμοῖο πυθέσθαι.

Ὣς εἰπὼν οὗ παιδὸς ὀρέξατο φαίδιμος Ἕκτωρ·

ἂψ δ᾽ ὃ πάϊς πρὸς κόλπον ἐϋζώνοιο τιθήνης

ἐκλίνθη ἰάχων πατρὸς φίλου ὄψιν ἀτυχθεὶς

ταρβήσας χαλκόν τε ἰδὲ λόφον ἱππιοχαίτην,

δεινὸν ἀπ᾽ ἀκροτάτης κόρυθος νεύοντα νοήσας.

ἐκ δ᾽ ἐγέλασσε πατήρ τε φίλος καὶ πότνια μήτηρ·

{215}2 αὐτίκ᾽ ἀπὸ κρατὸς κόρυθ᾽ εἵλετο φαίδιμος Ἕκτωρ,

καὶ τὴν μὲν κατέθηκεν ἐπὶ χθονὶ παμφανόωσαν·

αὐτὰρ ὅ γ᾽ ὃν φίλον υἱὸν ἐπεὶ κύσε πῆλέ τε χερσὶν

εἶπε δ᾽ ἐπευξάμενος Διί τ᾽ ἄλλοισίν τε θεοῖσι·

Andrómaca - ¡Desgraciado! Tu valor te perderá. No te apiadas del tierno infante ni de mí, infortunada,
que pronto seré tu viuda; pues los aqueos te acometerán todos a una y acabarán contigo. Preferible
sería que, al perderte, la tierra me tragará, porque si mueres no habrá consuelo para mí, sino pesares,
que ya no tengo padre ni venerable madre. A mi padre matóle el divino Aquileo cuando tomó la
populosa ciudad de los cilicios, Tebas, la de las altas puertas. Dio muerte a Eetión, y, sin despojarle, por
el religioso temor que le entró en el ánimo, quemó el cadáver con las labradas armas y le erigió un
túmulo, a cuyo alrededor plantaron álamos las ninfas monteses, hijas de Zeus, que lleva la égida. Mis
siete hermanos, que habitaban en el palacio, descendieron al Hades el mismo día; pues a todos los mató
el divino Aquileo, el de los pies ligeros, entre los flexípedes bueyes y las cándidas ovejas. A mi madre,
que reinaba al pie del selvoso Placo, trájole con otras riquezas y la puso e n libertad con un inmenso
rescate; pero Artemis, que se complace en tirar flechas, hirióla en el palacio de mi padre. Héctor, tú eres
ahora mi padre, mi venerable madre y mi hermano; tú mi floreciente esposo. Pues, ea, sé compasivo,
quédate aquí en la torre - ¡no hagas a un niño huérfano y a una mujer viuda!- y pon el ejército junto al
cabrahigo, que por allí la ciudad es accesible y el muro más fácil de escalar. Los más valientes -los dos
Ayantes, el celebre Idomeneo, los Atridas, y el fuerte hijo de Tideo con los suyos respectivos- ya por tres
veces se han encaminado a aquel sitio para intentar el asalto; alguien que conoce los oráculos se lo
indicó, o su mismo arrojo los impele y anima.

Contestóle el gran Héctor, el de tremolante casco:


Héctor.- Todo esto me da cuidado, mujer, pero mucho me sonrojaría ante los troyanos y las troyanas de
rozagantes peplos si, como un cobarde, huyera del combate; y tampoco mi corazón me incita a ello, que
siempre supe ser valiente y pelear en primera fila entre los teucros, manteniendo la inmensa gloria de
mi padre y de mí mismo. Bien lo conoce mi inteligencia y lo presiente mi corazón: día vendrá en que
perezcan la sagrada Ilión, Príamo y el pueblo de Príamo, armado con lanzas de fresno. Pero la futura
desgracia de los troyanos, de la misma Hécabe, del rey Príamo, de muchos de mis valientes hermanos,
que caerán en el polvo a manos de los enemigos, no me importa tanto como la que padecerás tú cuando
algunos de los aqueos de broncíneas corazas, se te lleve llorosa, privándote de libertad, y luego tejas
tela en Argos, a las órdenes de otra mujer, o vayas por agua a la fuente Mesíada o Hiperea, muy
contrariada porque la dura necesidad pesará sobre ti. Y quizá alguien exclame, al verte derramar
lágrimas: "Esta fue la esposa de Héctor, el guerrero que más se señalaba entre los teucros, domadores
de caballos, cuando en torno a Ilión peleaban..." Así dirán, y sentirás un nuevo pesar al verte sin el
hombre que pudiera librarte de la esclavitud. Pero ojalá un montón de tierra cubra mi cadáver antes que
oiga tus clamores o presencia tu rapto.

Así diciendo, el esclarecido Héctor tendió los brazos a su hijo, y éste se recostó, gritando en el seno de la
nodriza de bella cintura, por el terror que el aspecto de su padre le causaba: dábale miedo el bronce y el
terrible penacho de crines de caballo, que veía ondear en lo alto del yelmo. Sonriéronse el padre
amoroso y la veneranda madre. Héctor se apresuró a dejar el refulgente casco en el suelo, besó y meció
en sus manos al hijo amado, y rogó así a Zeus y a los demás dioses....

Traducción de Emilio Crespo Güemes

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Despedida de Calipso y de Odiseo

(Homero, Odisea, V, 203- 228)

"διογενὲς Λαερτιάδη, πολυμήχαν᾽ Ὀδυσσεῦ,

οὕτω δὴ οἶκόνδε φίλην ἐς πατρίδα γαῖαν

αὐτίκα νῦν ἐθέλεις ἰέναι; σὺ δὲ χαῖρε καὶ ἔμπης.

εἴ γε μὲν εἰδείης σῇσι φρεσίν, ὅσσα τοι αἶσα

κήδε᾽ ἀναπλῆσαι, πρὶν πατρίδα γαῖαν ἱκέσθαι,

ἐνθάδε κ᾽ αὖθι μένων σὺν ἐμοὶ τόδε δῶμα φυλάσσοις

ἀθάνατός τ᾽ εἴης, ἱμειρόμενός περ ἰδέσθαι

σὴν ἄλοχον, τῆς τ᾽ αἰὲν ἐέλδεαι ἤματα πάντα.

οὐ μέν θην κείνης γε χερείων εὔχομαι εἶναι,

οὐ δέμας οὐδὲ φυήν, ἐπεὶ οὔ πως οὐδὲ ἔοικε


θνητὰς ἀθανάτῃσι δέμας καὶ εἶδος ἐρίζειν."

τὴν δ᾽ ἀπαμειβόμενος προσέφη πολύμητις Ὀδυσσεύς·

"πότνα θεά, μή μοι τόδε χώεο· οἶδα καὶ αὐτὸς

πάντα μάλ᾽, οὕνεκα σεῖο περίφρων Πηνελόπεια

εἶδος ἀκιδνοτέρη μέγεθός τ᾽ εἰσάντα ἰδέσθαι·

ἡ μὲν γὰρ βροτός ἐστι, σὺ δ᾽ ἀθάνατος καὶ ἀγήρως.

ἀλλὰ καὶ ὧς ἐθέλω καὶ ἐέλδομαι ἤματα πάντα

οἴκαδέ τ᾽ ἐλθέμεναι καὶ νόστιμον ἦμαρ ἰδέσθαι.

εἰ δ᾽ αὖ τις ῥαίῃσι θεῶν ἐνὶ οἴνοπι πόντῳ,

τλήσομαι ἐν στήθεσσιν ἔχων ταλαπενθέα θυμόν·

ἤδη γὰρ μάλα πολλὰ πάθον καὶ πολλὰ μόγησα

κύμασι καὶ πολέμῳ· μετὰ καὶ τόδε τοῖσι γενέσθω."

ὣς ἔφατ᾽, ἠέλιος δ᾽ ἄρ᾽ ἔδυ καὶ ἐπὶ κνέφας ἦλθεν·

ἐλθόντες δ᾽ ἄρα τώ γε μυχῷ σπείους γλαφυροῖο

τερπέσθην φιλότητι, παρ᾽ ἀλλήλοισι μένοντες.

ἦμος δ᾽ ἠριγένεια φάνη ῥοδοδάκτυλος Ἠώς,

"Hijo de Laertes, de linaje divino, Odiseo, rico en ardides, ¿así que quieres marcharte enseguida a tu
casa y a tu tierra patria? Vete enhorabuena. Pero si supieras cuántas tristezas te deparará el destino
antes de que arribes a tu patria, te quedarías aquí conmigo para guardar esta morada y serías inmortal
por más deseoso que estuvieras de ver a tu esposa, a la que continuamente deseas todos los días. Yo en
verdad me precio de no ser inferior a aquélla ni en el porte ni en el natural, que no conviene a las
mortales jamás competir con las inmortales ni en porte ni en figura."

Y le dijo el muy astuto Odiseo:

"Venerable diosa, no te enfades conmigo, que sé muy bien cuánto te es inferior la discreta Penélope en
figura y en estatura al verla de frente, pues ella es mortal y tú inmortal sin vejez. Pero aun así quiero y
deseo todos los días marcharme a mi casa y ver el día del regreso. Si alguno de los dioses me maltratara
en el ponto rojo como el vino, lo soportaré en mi pecho con ánimo paciente; pues ya soporté muy
mucho sufriendo en el mar y en la guerra. Que venga esto después de aquello."

Así dijo. El sol se puso y llegó el crepúsculo. Así que se dirigieron al interior de la cóncava cueva a
deleitarse con el amor en mutua compañía.
Traducción de José Manuel Pabón

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