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Administrar la vida, administrar la muerte.

Nuevas y viejas estrategias de


gobierno de la medicina.
Susana Murillo
Introducción.

La medicina ofrece su carta inaugural como ciencia moderna, hacia fines de siglo
XVIII. Michel Foucault ha probado que su emergencia se despliega en una paradoja:
por un lado sólo se propone la preeminencia de la mirada, la cual posibilitaría
encontrar los secretos del cuerpo, se trata del empirismo que recorre los saberes; no
obstante, al mismo tiempo el enfermo individual es un accidente en la esencia del
cuadro específico. La especie de enfermedad es un universal y el cuerpo que sufre un
singular cuya misión es reflejar lo universal(Foucault, 1987). El empirismo es un
método fallido desde su inicio1.
Este modo de ver el sufrimiento humano, basada en el concepto de “naturaleza” y
centrado en la clasificación de especies universales de las cuales el individuo es sólo
un “accidente”, mutará no obstante, en tanto el concepto de enfermedad que así nacía
tome una vinculación paulatina pero directa con aquello que produce la riqueza: el
mundo del trabajo Foucault, 1987) y por ende con aquello que pueda obstaculizar el
proceso productivo: el mundo del delito, la locura y más tarde la contravención. En esa
intersección, ligada a la emergencia del arte liberal de gobernar, un actor cobra un
lugar fundamental: se trata de la familia, espacio “natural” de crecimiento del individuo
y por ende de atención y cuidado de sus enfermedades2. La familia, junto al médico y
al juez se irán conformando en los tres eslabones de construcción de un cuerpo
individual sano, en vistas a la conformación de un saludable cuerpo social libre de
enfermedades “físicas y morales”(Murillo, 2012). El objeto de la mirada médica ya no
será entonces el cuadro inmóvil de especies universales, sino una totalidad “abierta,
infinita y móvil”3. No obstante, su soporte no será la percepción de lo singular sino de
los fenómenos colectivos; pero ese soporte será a su vez fuente de saberes e
intervenciones estatales sobre los cuerpos individuales (Foucault, 2005), de modo que

1
Ese empirismo gestará innumerables situaciones dilemáticas al epistemólogo más avezado, así por
ejemplo Hume nos hablará de “naturaleza” cuando analiza el entendimiento humano, concepto ése que no
deja de sorprender por su falta de fundamento empírico: ¿cuáles son las sensaciones puras de las cuales
extraer el concepto de “naturaleza?, finalmente Hume reconocerá que estos conceptos del entendimiento
son sólo nombres construidos por el hábito (David Hume, Tratado de la naturaleza Humana. (Buenos
Aires: Hyspamérica, 1984), lo cual no obstará a su uso y aplicación a casos individuales o colectivos, cual
si aquello mentado por la “naturaleza” y develado por la ciencia positiva fuese verdadero.
2
Por ello en el liberalismo el médico a domicilio fue una institución valorada frente al espacio pestilente del hospital.
Esta idea, nacida de la revolución francesa, tuvo en Argentina a fines de siglo XIX una fuerte impronta.
3
Michel Foucault, El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica. (México: Siglo
XXI, 1987), 52.
la mirada médica oscila desde lo totalizante hacia lo individualizante y viceversa y en
ese vaivén se vincula a la madre, a la maestra y al juez.
La tarea del médico y la medicina es política, ligada a una reforma social que instale
un buen gobierno de poblaciones y sujetos Rosen, 1974). En esa tarea la medicina es
la ciencia y la técnica del hombre saludable que poco a poco en el siglo XIX se
dibujará como el hombre normal. Y en esta matriz surge la luz de lo verdadero, de lo
que puede y debe ser develado: el despotismo vivía en las tinieblas, el arte liberal de
gobernar debe transitar en la luz del saber que devela la verdad de sus objetos
(Foucault, 1987) e interviene sobre ellos, pues lo hace en nombre de esa verdad. Se
teje una trama entre libertad y verdad que posibilita una intrusión en los cuerpos
vivientes en nombre de la naturaleza, su evolución normal y la corrección neutral y
avalorativa de sus desvíos.
En esa clave, la tarea de la medicina clínica en el hospital consiste en la observación e
interrogación del enfermo, ella se conforma en un laboratorio de protección social, lo
cual supone la protección de los pobres por la élite y de la protección de las élites
contra los posibles desmanes de la pobreza. Al mismo tiempo el sufrimiento se
transforma en un espectáculo que se torna rentable para el rico, pues de la mirada que
sobre él se posa en el hospital, el médico puede aprender y formarse para luego sanar
al rico; en esta matriz el hospital público se convierte en lugar de intervención y
aprendizaje en el liberalismo. Lo central, es que la relación entre la enfermedad y la
mirada médica, la cual al mismo tiempo que objetiva, constituye al cuerpo individual y
social. La mirada se dirige a los síntomas y la enfermedad no es sino colección de
síntomas, ya no hay aquí esencias. El correlato de la mirada médica es lo
inmediatamente visible, que se completa con lo dicho por el enfermo. Se conforman
así cuadros que articulan lo visible en una clasificación conceptual. Así la mirada
clínica representa un equilibrio entre el espectáculo y la palabra. De modo que ella
opera sobre el ser de la enfermedad, una reducción nominalista.
Se trataba de conformar el cuerpo de la nación. La mirada clínica sobre la vida se
estructura en la relación entre el espacio, el lenguaje y la muerte como límite a la vida.
La infinitud abandona el mundo humano y éste es colocado bajo el signo de la finitud,
debe ahora regirse por la ley del límite.
De la medicina clínica a la biomedicina: la emergencia el arte neoliberal de
gobierno
Este cuadro de situación, esta matriz de relaciones se transformará paulatinamente a
partir en el último cuarto de siglo XX, Entonces una mutación profunda en las lógicas
de gobierno de los sujetos y de las poblaciones desbloqueó un proyecto gestado ya en
la década de 1930(Foucault, 2007); se trata del neoliberalismo que no obstante,
durante décadas no logró que su mirada se constituyese en las grillas del ver y del
hablar en las poblaciones del mundo. Será en la década de 1970 cuando comenzarán
a construirse condiciones de posibilidad para su desbloqueo, una de ellas radicó en
una profunda mutación científica y tecnológica. Mutación que gestó también un nuevo
modelo de política científica, denominado “demanda del mercado”, modelo que implica
que los requerimientos de las empresas multinacionales, condicionan los desarrollos
tecnológicos, estos reclaman investigaciones en ciencia aplicada y éstas, en líneas de
ciencia básica. Esta transformación tiene dos núcleos fundamentales: la flexibilidad
constante de productos, procesos y sujetos y la integración total de éstos al mercado.
Esta transformación gestó un nuevo modo de administrar la vida y la muerte. Ello
transformó la matriz médica: una reorganización del substrato epistemológico y del
tratamiento de la enfermedad y la salud, un estatuto nuevo del enfermo en la sociedad,
un nuevo concepto de asistencia y su relación con el saber. Una nueva manera de
articulación entre lo visible y lo enunciable. Un nuevo lenguaje científico, nuevas
taxonomías cada vez más pobladas de etiquetas, que intentan clasificar y standarizar
cada vez con más precisión, ya no las características de grupos de la población de la
nación, sino los presuntos desórdenes de las conductas de toda la población mundial,
así como los modos de intervenir sobre ella.
La hipótesis con la que trabajo es que el arte neoliberal de gobierno a nivel mundial
está gestando un nuevo modo de poder “pastoral” que tiene como núcleo una
contradicción trágica, entendiendo por “trágica” una situación, que a la manera de los
clásicos griegos, no ofrece alternativa o salida alguna. Esta contradicción consiste en
una interpelación a ser feliz, completo, pleno exitoso y paralelamente una constante
amenaza de muerte física, simbólica o social. La cultura neoliberal tiende a producir
situaciones diversas de incertidumbre en las poblaciones (guerras en nombre de la
paz, shoks económicos, shows mediáticos que generan miedo) y al mismo tiempo
intenta conocer las especificidades de respuesta de las poblaciones, hasta llegar a un
nivel molecular en el individuo, a fin de poder conocer e intervenir sobre la
incertidumbre de las decisiones individuales o grupales; a la vez que se posibilita con
ello crear condiciones para que ciertos patrones de conducta deseables para el
mercado emerjan a nivel grupal.
La matriz conceptual de la biomedicina
Lo anterior me llevó estudiar la matriz filosofico-política de esta transformación, algo
que aquí sólo esbozaré. Ella emerge en los padres del neoliberalismo que desde
1871(Menger, 1976) construyeron la denominada teoría subjetiva del valor, según la
cual los bienes valen en relación al deseo de los consumidores. En esa perspectiva, la
modulación del deseo subjetivo se tornó fundamental. Esta teoría es retomada en la
década de 1930 por los fundadores del neoliberalismo austriaco(Foucault, 2007) de
fuerte influencia teórica y política mundial hasta el presente. El objetivo planteado fue
producir un verdadero cambio civilizatorio que lograra derribar valores ligados
cualquier forma de intervención estatal tendiente a aliviar las desigualdades, así como
al sostenimiento de derechos humanos colectivos. En esa perspectiva la estrategia
consistió y consiste en reinventar la cultura centrándola en el deseo individual, la
competencia y su corolario necesario e inevitable: la desigualdad. Estos valores
culturales implican la modulación del deseo individual en relación al consumo en el
mercado, entendido éste como ámbito de veridicción (Foucault, 2007), esto es, como
espacio del que emergen los criterios que rigen lo verdadero y lo falso.
En 1945, uno de los más destacados miembros de la escuela austríaca, Friedrich
Hayek sostenía que los problemas de la sociedad sólo eran resolubles anteponiendo
la libertad individual a cualquier otro valor; pero teniendo en cuenta que dicha libertad
no es necesariamente acompañada por racionalidad. La incertidumbre de las
decisiones individuales, debe ser considerada por el analista económico, político y
social (hayek , 1964) a fin de buscar modos de transformarlas en algo más previsible
en función del libre desarrollo del mercado.
En este punto Hayek se constituyó en el antecedente más importante de las actuales
neurociencias y la psicoeconomía. En su obra The sensory order , publicada en 1952,
sostenía que la mente (idea, emociones, valores) está contenida en el cerebro, el cual
a partir de una base genética procesa los estímulos sensoriales generando redes
nerviosas de asociación ligadas a experiencias individuales. Esta variación individual
tiene sus núcleos básicos en la infancia, razón por la cual ésta es especialmente
estudiada y clasificada, dado que ella abarca el conjunto de los futuros productores-
consumidores.
En esa clave, toda la teoría social está limitada a describir patrones conductuales que
surgirán si se satisfacen ciertas condiciones generales, pero no se puede derivar de
este conocimiento predicciones sobre fenómenos individuales. Es a esta limitación a la
que apuntaron los estudios de Psicología de Hayek y a la que apuntan las
clasificaciones actuales de las Neurociencias y de la Psicoeconomía.
Ahora bien, sostiene Hayek, si una teoría nos dice bajo qué condiciones generales se
formará un patrón conductual, es posible crear tales condiciones y observar si el
patrón aparece o no. Estos conceptos tienen efectos en diversos campos: la
economía, la guerra, la educación, la justicia penal, el gerenciamiento empresarial,
entre otros.
Esta idea fue resignificada y fue uno de los elementos que posibilitaron la elaboración
de un experimento social: el llamado “experimento Chile” en 1975, el cual fue
propuesto por Milton Friedman, de la escuela neoliberal de Chicago, a Pinochet quien
lo puso en marcha a fin de lograr transformar los valores de la población chilena. El
experimento consistió en aprovechar la situación de pavor que vivía la población
chilena para observar si en ese contexto la inducción de valores de mercado ligados a
la ideología neoliberal podía generar un olvido o rechazo de viejos valores vinculados
a la importancia del Estado y sus intervenciones a favor de paliar la desigualdad
(Klein, 2007). Con este experimento se desbloqueaba desde el neoliberalismo una
táctica centrada en fuertes shocks que inducen a modificar valores fundamentales.
Con ese proceso comenzaba una transformación cultural cuya base radica en la
interpelación al centramiento en el sí mismo y a la naturalización de la desigualdad. En
esta clave, la libertad, único atributo humano reconocido por el proyecto neoliberal
(Hayek, 1964) se muestra claramente como una tecnología de gobierno a distancia de
individuos y poblaciones. Proceso que produce, aunque ahora de manera diversa: un
Otro que cae en condición de subhumanidad: todo aquél que en el mundo de la
competencia, hija de la presunta libertad individual, no resulta exitoso y todo aquél que
en nuevas versiones de la antigua eugenesia, en razón de su pobreza deberá limitar la
reproducción de su familia.
En ese sentido, la cultura neoliberal es una cultura que insita a la crisis constante, la
cual es una forma de transformar a la libertad en una técnica de gobierno subjetivo
centrada en la integración total al mercado. Con ello la subjetividad se deshilacha y la
búsqueda de rehacerse conduce a formas diversas de remedios, que son ahora, de
modo creciente, una responsabilidad individual. Con ello la mirada médica ha mutado
ella,, ahora, se despliega en diversas dimensiones que administran de modos diversos
cuerpos y territorios: las neurociencias, la psicoeconomía y nuevos modos de la vieja
eugenesia aplicados a las poblaciones pobres.
Esta administración de la vida se expresaba en palabras de George Bush quien en
1999 declaraba que la década por comenzar era la década del cerebro (Rose, 20016).
Se trataba de la profundización sobre las neurociencias y sus aplicaciones en
neuromarketing y neuroeconomía, que se fundan en los principios de hayek, arriba
enunciados Ello permitiría conocer, clasificar y modular elecciones individuales y con
ello hacer más predecible los movimientos del mercado. Diversas investigaciones
muestran que los saberes de las neurociencias son altamente dudosos )Bianchi, 2014.
En el año 2002 la Academia Sueca le otorgaba el Premio Nobel de economía al
Daniel Kahneman, quien habría demostrado aquello que ya Hayek anunciaba en 1952,
que en la toma de decisiones, cometemos errores sobre todo en contextos de
incertidumbre.
Hasta el presente, con la finalidad de conocer esos “trastornos”, tipificarlos y promover
una intervención se utilizan dos manuales. Uno es el Diagnostic and Statistical Manual
of mental Disorder (DSM) creado por la Asociación de psiquiatría Americana (APA); el
otro es la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) de la ONU. Ambos han
sido criticados en diversos lugares del mundo, pues limitarían en sus análisis, las
condiciones sociales del llamado “desorden mental”, su centro estaría en la herencia
genética y de este modo podrían imponer valores esperados por un núcleo cultural a
toda la población mundial. Por otra parte multiplican de tal modo los llamados
“trastornos mentales”, que nadie estaría exceptuado de ellos y por lo tanto debiese
someterse a alguna forma de terapia farmacológica y/o conductual. Particularmente
preocupante en esos manuales es el centramiento, en la medicalización de los niños y
adolescentes. Ellos son los futuros consumidores, sobre ellos recae ahora la mirada
biomédica en sus dos dimensiones: farmacologizar y adaptar a través de terapias
conductuales.
Ahora bien, el 15 de mayo de 2013, el Instituto de Salud Mental de EE.UU. elaboró un
comunicado conjunto con las tasks forces encargadas de la confección del manual
DSM; sostuvo entonces que el DSM, junto con la Clasificación Internacional de
Enfermedades (CIE) de la ONU representaban la mejor información disponible. No
obstante, afirmó, ellos son insuficientes pues no se basan en tecnologías
verdaderamente confiables. La presencia del complejo industrial biomédico se adivina
en este cambio de mirada. El Instituto, que ostenta en su página webb una frase del
presidente Obama según la cual la iniciativa sobre el cerebro es el gran proyecto
norteamericano de hoy, traza un plan estratégico global en salud mental, que por
ahora apunta a la investigación básica y está centrado en la base fisiopatológica de
los “trastornos mentales”. El plan indica que las investigaciones del área deberán
basarse en promover el descubrimiento del cerebro y las ciencias de la conducta a fin
de conocer de trazar trayectorias de vida de quienes padecen “enfermedades
mentales”. Entre tanto, tanto el DSM V como el CIE seguirán siendo la norma de
consenso. En ese sentido afirma que es menester sentar las bases de un sistema de
diagnóstico de futuro que refleje la neurociencia moderna. Éste es el enfoque del
proyecto de Criterios de Ámbitos o Dominios de Investigación (Rdoc por sus siglas en
inglés: Research Domain Criteria) del Instituto de Salud Mental de EE.UU. También
afirma que “Rdoc es un nuevo esfuerzo global para redefinir la agenda de
investigación de las enfermedades mentales”. 4
La mirada médica se conforma así en un saber de lo molecular, que la posibilidad de
que todos tengamos algún déficit y o desviación que debe ser conocido y modificado y
d cuya detección cada uno es responsable sobre el fondo de un ideal regulador de
niver internacional. Complementariamente enormes sectores de la población mundial
no tienen acceso a los más elementales servicios de salud, vivienda o educación,
¿cómo pensar en estos términos en una libertad que lleva a la
autorresponsabilización?
La psicoeconomía.
Ahora bien, hasta el momento las neurociencias asumen que si bien los sujetos
somos a partir de un programa heredado genéticamente, en este punto ciertas
influencias del medio pueden propiciar u obstruir algunos aspectos de tal herencia. En
ese sentido La economía del comportamiento, en complemento con las neurociencias,
asume tal como sostenían Hayek von Mises que el ser humano no es un homo
economicus, sino un homo agens: sujetos activos que al momento de tomar
decisiones en nuestro sistema nervioso no actúan en nosotros, sólo los aspectos
ligados al razonamiento, sino también las emociones y valores. En esa clave de
análisis la Psicoeconomía complementa la mirada molecular de las neurociencias, con
el análisis de presuntos modelos conductuales que se reiterarían de manera universal
y a partir de los cuales la economía del comportamiento le da pautas a cada individuo
para que se transforma en un gestor de sí mismo aceptando y aprovechando sus
fortalezas y debilidades. Lo que la psicoeconomía no analiza es ese a priori cultural
desplegado desde hace casi medio siglo: los sujetos, presuntos empresarios de sí, se
encuentran constantemente desgarrados por esa contradicción irresoluble, y por ello
trágica, entre amenaza constante e interpelación a ser feliz. Lo que sí sostiene esta
nueva ciencia es un larvado racismo sustentado en un reduccionismo biologista de
neto cuño neodarwiniano:
“Lo diré una vez más: los seres humanos somos máquinas cuyo diseño es el
resultado de las presiones que nuestros ancestros recolectores y cazadores debieron
enfrentar para garantizar la supervivencia )…) Esto no significa que estemos
programados para realizar ciertas tareas de un modo determinado, sino que, entre
todas las maneras posibles (…)el proceso evolutivo se encargó de seleccionar las más
exitosas. Simplemente quienes estuvieron dotados de programas más funcionales
para enfrentar las circunstancias particulares de cada ambiente en cada momento del
tiempo, pasaron más cantidad de copias genéticas a las generaciones posteriores, de
modo que esos comportamientos se hicieron más habituales (Tetazs, 2014).
El texto arriba citado es de divulgación; él al igual que otros, no presentan pruebas
convincentes y a menudoe las pruebas exhibidas no pasarían un test de validación
científica; no obstante, el uso de un lenguaje ameno y despojado de
convencionalismos académicos, los torna populares: ése es precisamente el objetivo.
En esa clave, los manuales de divulgación de esta disciplina apuntan a los
responsables de políticas públicas, y sostienen que los líderes gubernamentales están
interesados en captar “mediciones oficiales de agregados de felicidad que no se
reflejan en las estimaciones tradicionales del PBI” (Tetaz2014): 14. Las preguntas
fundamentales ligadas a esta “medición de felicidad” están guiadas por interrogaciones
tales como ¿De qué modo debería comportarse un consumidor de acuerdo a lo que
sabemos sobre el funcionamiento de la mente? ¿Qué lecciones deberían aprender los
comerciantes y productores que buscan mejorar el posicionamiento de sus productos?
¿Cómo explicar la conducta de un delincuente en ciertas situaciones, y cómo
prevenirla? Estos interrogantes se vinculan a su vez al hecho de que no es cierto que
los humanos tomamos decisiones en base a evaluaciones certeras en relación costo-
beneficio. Pr el contario los estudios de las neurociencias permitirían afirmar que ante
la toma de decisiones los humanos tenemos un conjunto de representaciones
mentales heredados a partir de la evolución de la especie y y parcialmente
modificados por la experienciaSe sostiene que en situaciones de incertidumbre, las
personas repasan su pasado autobiográfico y buscan situaciones análogas para
responder a la demanda del presente. En ese sentido Daniel Kahneman, habría
probado que una cosa es la “utilidad experimentada o recordada” y otra el grado de
“satisfacción” que ciertas decisiones nos producen. Cuanto menor sea la similitud
entre la situación presente y la utilidad recordada, mayor puede ser la influencia de la
información nueva. Con ello adquiere un rol central la comunicación mediática que
tiende a uniformar sus mensajes y apela a una serie de tácticas que van desde el
entretenimiento hasta la presunta información neutral (Sharp, 2001). Estas tácticas
tienden a que el receptor acepte ciertos mensajes, no por su verosimilitud sino a partir
de su identificación con aspectos del mensajero. En este punto, la apelación a la
memoria biográfica en consonancia con los mensajes mediáticos pueden suscitar,
ante situaciones de incertidumbre decisiones en las que, siguiendo a Foucault,
conforma a la libertad en una tecnología de gobierno; hoy centrada en una imaginaria
felicidad.
En esa perspectiva, la psicoeconomía, puede, articulada con otras discipinas construir
escenarios de acción a través de la planificación estratégica que induzca a la
población a seguir ciertos rumbos o tendencias (en términos de valores y actitudes)
(Gene Sharo, 2001).
La salud y la pobreza a nivel global
Complementariamente a estas dos tecnologías el neoliberalismo ve renacer modos de
intervención sobre las poblaciones pobres de África, Asia y América Latina. Se trata de
la articulación entre Estados, Organismos internacionales y Fundaciones privadas de
carácter filantrópico, creadas por algunos de los hombres más ricos del mundo. En
esa clave fundaciones como Bill y Melinda Gates, Ford, Carlos Slim, o Rockefeller se
proponen como entidades filantrópicas que trasladan el modelo de innovación
constante del mundo de la economía al de la salud y para ello se proponen cuatro
objetivos básicos: mejorar la salud materno-infantil, combatir la desnutrición, impulsar
la vacunación universal y abatir males como la malaria, la polio , el sida o el dengue en
los denominados países pobres. No obstante, estos propósitos humanitarios generan
interrogantes.
Bill Gates ha nominado a la década actual como la de “las vacunas”. En una alocución
de mayo de 2011, dirigida a la Asamblea Mundial de la Salud, Gates sostuvo que “las
vacunas son el único producto de alta tecnología que debe llegar a cada niño sin
excepción”(Gates, 2012). Al mismo tiempo, las cartas anuales de Bill Gates hacen
hincapié en la necesidad de enseñar a los pobres del mundo a limitar su reproducción
. Según Bill, Melinda Gates ha empleado gran parte del tiempo que dedica a la
fundación en cuestiones de salud familiar, incluida la salud infantil y materna, la
nutrición y la planificación familiar. Al tiempo que Melinda expuso ante “el Banco
Mundial cómo podrían beneficiarse los países en vías de desarrollo del denominado
“dividendo demográfico”. La idea consiste en que, a medida que los padres reducen el
tamaño de las familias, los países pueden invertir más en educar a los jóvenes.”
(Gates , 2012).
La propuesta tiene antecedentes, en 1952, John D. Rockefeller III y Frederick Osborn
crean el Consejo de Población, preocupados por las consecuencias que podía tener el
crecimiento de la población en los países en desarrollo el Consejo se propuso estudiar
la fisiología de la reproducción. Dicha institución durante la primera década de
funcionamiento financió la creación de la Sociedad Estadounidense de Eugenesia y
ofreció apoyo a la publicación Eugenics Quarterly. Esta organización tiene además
una influencia esencial en la política norteamericana de despoblación. También recibe
fondos de la Fundación Ford. Desde entonces, el Consejo de Población tiene un papel
clave en las investigaciones teóricas sobre "asuntos de población" y en el desarrollo
de técnicas de contracepción con el fin de limitar la fertilidad de las mujeres del mundo
en desarrollo.

En 1958, el Departamento de Estado norteamericano adoptó como tesis oficial que el


crecimiento demográfico constituía el mayor obstáculo para el desarrollo económico y
social y para el mantenimiento de la estabilidad política en los países del Tercer
Mundo5.
Complementariaente, la fundación Rockefeller, por su parte en un informe anual de
1968 (Rockefeller Foudation, 2003) llamaba al desarrollo de una vacuna capaz de
reducir la fertilidad humana. El financiamiento de la Fundación Rockefeller al desarrollo
de vacunas anti-fertilidad fue reconocida en 1997 por el Centro Internacional para la
Ingeniería Genética y la Biotecnología6.

En el caso de Bill Gates, quien posee el 55 % de las acciones de Monsanto a nivel


mundial, ha creado una fundación que es presidida por su padre un eugenista quien
ha financiado la organización de carácter eugenésico Planned Parenthood7 En 2003
Bill Gates Jr. admitió que su padre fue fundador de Planned Parenthood con el objetivo
de eliminar humanos que eran “imprudentes” y “malas hierbas”. En entrevistas
posteriores Gates habló abiertamente sobre la reducción de la población mundial con
el fin de frenar lo que llamó el “colapso planetario”. En una ocasión posterior sostuvo
frente a grupos de maestros y trabajadores que negarle atención médica a los
ancianos podría traducirse en la contratación de ás maestros , a lo que el público
aplaudió y vitoreó8.
Conclusión:
Respetados pensadores actuales sostienen que la biomedicina abre un nuevo capítulo
en la ética, pues ahora la vida deja de ser un legado inalterable para transformarse en
un lugar de ejercicio de la ciudadanía biológica y la responsabilidad genética. Así
afirma Nicolás Rose: “Nuestra individualidad somática, corporal, neuroquímica se ha
convertido en un campo de ejercicio de la elección, la prudencia y la responsabilidad” (
2012: 97).
Desde nuestra perspectiva, probablemente sea cierta para algunos sectores sociales
en diversos lugares del planeta. Nuestra pregunta es si el centrar nuestros a análisis
como investigadore/as, a partir de tales afirmaciones no nos estaría encegueciendo
ante otra realidad más compleja y dolorosa que sin embargo transcurre tan sólo aquí,
en las puertas que dan a la calle.

5
Es posible consultar en http://12criptoeugenismo.blogspot.com.ar/2009/12/5-la-
fundacion-rockefeller.html Consultado el 10 de 160370 de 2014. Párrafo 29
6
http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/w3-article-298853.html Consultado el 10
de 16 de marzo de 2014. Párrafo 10-
7
http://www.plannedparenthood.org/esp Consultado el 4 de abril de 2014 , párrafo 16
8
http://real-agenda.com/2012/06/13/revista-scientific-american-defiende-uso-de-
violencia-para-financiar-planned-parenthood/#h[EBGEuc,1] Consultado el 10 de marzo
de 2014. Párrafo 29
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