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Miguel Covarrubias
Mujer con jarra en Fiji, 1945.
Óleo sobre tela
I. Primera impresión
En el primer plano, casi al centro de la imagen, observamos a una mujer deteniendo una
jarra. La mujer esbelta ocupa casi todo el cuadro, su piel es rojiza, su torso se encuentra
desnudo y porta una falda larga color vino, con detalles amarillos a la altura de la cadera.
Sobre un cuello alargado se sitúa su rostro circular, sus facciones son exóticas pero
delicadas a la vez. Tiene unos ojos negros y grandes, unas cejas cafés poco delineadas, una
nariz ancha, unos labios gruesos, unos aretes grandes y parte de su cabello negro permanece
cubierto por un paño amarillo que envuelve su cabeza. Con su brazo derecho sostiene la
parte baja del jarrón grande y amarillo, mientras que eleva su brazo izquierdo para detener
la parte superior. Su cuerpo es delgado, alargado y con caderas anchas. No utiliza zapatos y
Ella se sitúa sobre un montículo de tierra café y rojiza. Del lado izquierdo y del derecho
de la tierra se encuentra un pasto verde. Detrás de la figura central y el pasto hay más tierra,
pero ésta tiene un tono café más claro. Del lado derecho del cuadro, viéndolo de frente, se
observa un jarrón amarillo en el piso, similar al que la mujer carga. A la derecha del jarrón
hay parte de una planta verde. La planta no se observa en su totalidad, sino que sólo se ven
Del lado izquierdo del cuadro se observan unas plantas con tonos verde obscuro y un
poco de negro que son parte de la selva. La selva sigue detrás de la figura central y continúa
parcialmente del lado derecho. La selva está constituida por árboles, plantas, ramas y
hojas. Conforme se aleja de la mujer, las plantas se encuentran un poco más separadas y a
Del lado derecho del cuadro y en la mitad superior se sitúan tres construcciones que
ocupa casi una cuarta parte del cuadro. Se pueden ver dos columnas en tonalidades verdes,
azules y grisáceas, que se conectan en forma de “U” por la parte inferior. En medio de las
entrada. Sobre las columnas se encuentra una madera que las une, de un tono café rojizo y
sobre ella está el techo de paja. El techo tiene tonalidades amarillas y cafés. Sobre la choza
Las líneas de esta obra son principalmente curvas. Al observar de cerca el cuadro se puede
notar que las líneas son delgadas y cortas, por lo que en partes como la columna de la choza
principal, ésta no está derecha sino que se va formando por pequeñas pinceladas. En el
Las figuras en su mayoría están bien definidas, por lo que se pueden distinguir los
límites entre la mujer, la selva, el pasto y las chozas. Sin embargo, son un poco planas.
Sobre todo la parte posterior de la selva en donde las hojas no tienen ninguna dimensión.
observa con más atención se encuentran otros detalles como que en el piso hay otro jarrón.
una escena tétrica, sino porque se desenvuelve en una parte de la selva poco iluminada.
Esto se aprecia en el fondo de la selva que es completamente negro. El cuadro tiene poca
profundidad, por lo que podría parecer que la selva que rodea a la mujer no es grande ni
está tan alejada de ella. El contraste entre el negro y los tonos obscuros contra los amarillos
y verdes brillantes, genera una escena dramática en donde no se puede determinar con
precisión en qué momento del día se desenvuelve la acción. Si no fuera por la aldea y el
rojo. En las columnas se observa un poco de gris y azul y para las zonas iluminadas se
utilizan destellos blancos. Los colores son brillantes y hay un choque entre tonos fríos
(negros y verdes) y cálidos (rojos y amarillos). Sin embargo, el cuadro no resulta incómodo
de mirar por su colorido; al contrario, los colores le otorgan cierto misterio que hacen que
Las hojas del lado izquierdo visto de frente siguen un patrón. Tienen forma de un
corazón con punta alargada, detalles para marcar las partes de la hoja, un centro obscuro y
verde brillante en las orillas. Mientras que los árboles posteriores también lucen similares
El pasto, la tierra y las columnas tienen una textura áspera. Se aprecian pequeñas
pinceladas diagonales que van componiendo cada figura. Es a partir de los colores que se
establecen los límites entre una y otra, no por un contorno que las marque. La textura de la
paja resulta bastante palpable, con ver la pintura se puede imaginar sin problema de qué
material se trata; sin embargo, por las pinceladas tan delicadas, la paja se ve un poco suave.
Las plantas al estar rodeadas de negro transmiten cierta frialdad. Las plantas acorazonadas
agradable. Observar solamente a la mujer con colores tan brillosos resulta tranquilizador,
pero la negrura de la selva y la columna con diversas tonalidades, le generan al espectador