You are on page 1of 8

Reflexiones acerca del cumplimiento en nuestro país de

la Declaración Universal de los Derechos Humanos


OSVALDO VARELA, MARÍA DE LOS ANGELES IZCURDIA

Un comentario

En el año 1994, la reforma constitucional efectuada, incorporó en el art. 75 inc. 22


de nuestra Constitución Nacional diversos Tratados Internacionales, entre ellos la
Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948.

Pensar sobre el respeto de los Derechos Humanos en nuestro país a la luz de la


actualidad, impone aludir también a temas conexos de diversas índoles como ser: el
concepto de derecho y de dignidad, nuestra realidad actual nacional y por supuesto
la idea de justicia, entre otros.

El art.° 75 inc. 22 (ordenado por la reforma Constitucional de1994)

“Corresponde al Congreso:

Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y con las
organizaciones internacionales y los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y
concordatos tienen jerarquía superior a las leyes.

La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del hombre; la Declaración


Universal de Derechos Humanos; la Convención Americana sobre Derechos
Humanos; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el
Pacto Internacional de derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas Formas de Discriminación
Racial; la Convención sobre la Eliminación de todas Formas de Discriminación de la
mujer; la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles Inhumanas o
Degradantes; la Convención sobre los Derechos del Niño; en las condiciones de su
vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera
parte de esta Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y
garantías por ella reconocidos. Solo podrán ser denunciados, en su caso, por el
Poder Ejecutivo Nacional, previa aprobación de las dos terceras partes de la totalidad
de los miembros de cada Cámara. Los demás Tratados y Convenciones sobre
derechos humanos, luego de ser aprobados por el Congreso, requerirán del voto de
las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar
de la jerarquía constitucional.”
Los instrumentos internacionales seleccionados para su inclusión, relacionados con
los derechos humanos de los que nuestro país es Estado parte, son aquellos que
conforman la base del sistema internacional y del sistema regional de protección de
los derechos humanos. Son las declaraciones Universal y Americana como marco de
interpretación del conjunto de los derechos y el alcance de las garantías
consagradas por otros instrumentos como la Convención Americana o Pacto de San
José de Costa Rica; Pacto de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo;
Pactos de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y su protección facultativa
como instrumentos concretos de enumeración de derechos humanos y las
herramientas procésales para hacerlos efectivos. Finalmente los Pactos y
Convenciones específicos contra el Genocidio, la Tortura y otros Tratos o Penas
Crueles Inhumanas o Degradantes; contra la Discriminación de la mujer; contra
todas Formas de Discriminación Racial; y por los Derechos del Niño; que consagran
medidas parea desterrar prácticas generalizadas en los países de América Latina y
en nuestro país. Así como promover acciones positivas que apunten a superar
situaciones de desventaja cívica, política, económica y social de grupos
históricamente marginados en nuestro país.

La jerarquía constitucional de estas convenciones debe entenderse ratificatoria de la


Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, y la estipulación de la Convención de
Viena sobre los Tratados. En cuanto a la superioridad de los tratados y acuerdos
internacionales respecto de la ley nacional debe entenderse su ubicación en la
pirámide normativa, se explicita mediante la formulación “se entenderán
complementarios de los derechos y garantís consagradas en la primera parte de la
Constitución”; entendiendo por esto que no limita el campo de la tutela del
establecida por el poder constituyente del 53, sino que la perfecciona y ampara
hasta el alcance establecido en los Tratados. Un tratado entonces no podrá derogar
un derecho establecido en la Constitución, pero sí incorpora nuevos derechos.

Los demás tratados de derechos humanos no enumerados y aprobados, tendrán


jerarquía superior a las leyes y podrán alcanzar rango Constitucional; y el Congreso
así lo declarase por dos tercios de la totalidad de sus miembros, porque es la
fórmula que obliga al consenso de más de un partido y no la imposición de uno
sobre otro.

La innovación del constituyente del 94 es la atribución conferida al Congreso para la


denuncia de un tratado, y no una facultad exclusiva del Poder Ejecutivo requiriendo
el voto afirmativo de las dos terceras partes del total de sus miembros.

Los tratados internacionales que no se refieran a los derechos humanos, tendrán


jerarquía superior a las leyes.
Los tratados pertenecen al Derecho Internacional y su incorporación al Derecho
Interno depende del sistema y la práctica constitucional de cada Estado.

Generalmente en ellos se fija la fecha de su entrada en vigencia, después del


depósito del instrumento de ratificación, o del canje de ratificaciones efectuado por
los países signatarios. La ratificación internacional supone a su vez la existencia de
una ley aprobatoria, dictada por los organismos constitucionales competentes de
cada estado.

Los tratados universales se aplican incluso a los casos provenientes de los países no
ratificantes; siempre que el Estado que lo aplique lo hay ratificado.

Algunas conceptualizaciones

La clasificación de los Derechos Humanos los divide en: 1) derechos del sujeto
singular: derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad, a la intimidad; y 2)
derechos el sujeto colectivo: derecho a la paz, a la protección de un ambiente sano,
al desarrollo de los pueblos, a la protección de las minorías, a la protección o uso del
bien común de la humanidad.

Según el Dr. Negri “el derecho es un proyecto de armonía social, fundado y realizado
en el respeto de la persona del hombre”. El fundamento ético en que se basa el
respeto de la persona del hombre, tiene que ver con que el derecho busca una
sociedad donde todos los hombres sean respetados, y en la cual se reconozca y
valore la especial dignidad que cada persona posee por el solo hecho de existir.

Sabemos que la dignidad humana es una sola, pero surge una pregunta ¿qué se
entiende por dignidad? La dignidad sería una cualidad que tiene todo ser humano
por el solo hecho de serlo, que lo hace pasible de merecer ser respetado como tal.
Dos son los elementos que determinan la dignidad humana : su carácter de persona
moral, en tanto el hombre posee una responsabilidad que le es propia y es la
responsabilidad que tiene consigo mismo frente a su compromiso con la realización
de los valores por los que es vocado; y su singularidad que deviene de su carácter
de unicidad. La dignidad humana es el centro de los contenidos morales del derecho.

Ahora bien, el derecho intenta proteger y sostener esa dignidad humana.

Aquí cabría plantearse una pregunta ¿cuáles son las condiciones para una vida
digna? Pareciera hasta obvio enumerar esas condiciones; aunque sabemos –y a lo
largo de este desarrollo ampliaremos- que ésta obviedad teórica, es
excepcionalmente encontrada en nuestra actual realidad argentina. Entonces,
diríamos que se consideran como condiciones esenciales para una vida digna: la
libertad (de expresión y de elección), la igualdad (igualdad de oportunidades), la
justicia social, la seguridad social, la paz, el trabajo con remuneración justa y
vacaciones pagas, la asistencia de salud, poseer una vivienda (propiedad – bienes),
la educación, el esparcimiento, la vestimenta, el alimento, y la posibilidad de formar
una familia; sosteniéndola apoyándose en el cumplimiento de las condiciones
mencionadas.

Más aún, estas condiciones para una vida digna las podemos encontrar en nuestra
Constitución Nacional , Primera Parte, Declaración de derechos y Garantías, en los
art.° 14 y 14 bis ; siendo los mismos plenamente congruentes con los art° 22 al 26
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, incorporada a nuestra
Constitución por el art. 75.

Una sociedad estratificada, basada en un régimen económico de escasez cada vez


mayor para las clases más bajas, se transforma en una sociedad basada en la
desigualdad y por lo tanto viola los derechos humanos.

El autor William Robson habló del “Estado de bienestar” haciendo referencia a una
sociedad que posea una transformación en el ámbito de la política social a partir de
la acción estatal. Este “Estado de bienestar” (valga su doble interpretación) es uno
de los objetivos que menciona el preámbulo de nuestra constitución “... promover el
bienestar general...”. Pero este bienestar general, hoy por hoy, no es tal; siendo que
encontramos una gran desigualdad económica, un alto índice de desempleo,
recortes salariales (aún a jubilados), asistencias esenciales que el estado debería
proporcionar y garantizar su cumplimiento a los ciudadanos y no lo hace, como ser:
brindar sistemas de salud, seguridad y previsión social; además de un rápido
crecimiento de la pobreza. Este último síntoma enunciado –el crecimiento de la
pobreza- quizás sea el más grave de todos ya que está considerada que la extrema
pobreza es la más seria violación a los derechos humanos, porque limita el resto de
los derechos.

Ives Lacoste cuando caracteriza a los países subdesarrollados dice: “son aquellos en
donde no hay un aprovechamiento total de los recursos; y hay miseria”. Además de
ello, siguiendo el pensamiento de este autor, podría considerarse a la Argentina
como un país subdesarrollado ya que presentamos una subalimentación de amplios
sectores de la población, una situación de subordinación económica dependiendo de
países hegemónicos, estructuras sociales atrasadas, procesos de desaparición de la
clase media, bajo nivel de educación, y estado sanitario deficiente entre tantas otras
cosas que configuran nuestra realidad.

Vigencia actual de los derechos humanos en nuestro país


¿Cómo se logra un real respeto por la dignidad humana? Es decir, ¿cómo se
consigue que se cumplan los Derechos Humanos? ¿Basta con que se encuentren
escritos en la ley?

No alcanza con el deseo para que éste se cumpla; por lo tanto no es suficiente la
letra escrita, para que ella se imponga en la práctica. Encontramos -en nuestro
criterio- en el preámbulo de nuestra Constitución el modo en que debe alcanzarse
ese respeto de la dignidad humana, y por consiguiente el cumplimiento de los
Derechos Humanos; y ello es “...afianzar la justicia, consolidar la paz interior,...
promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad...”. Dentro de
esto me parece fundamental –por las circunstancias particulares de nuestro país-
lograr “afianzar la justicia”.

Ulpiano define a la justicia como: “perpetua y constante voluntad de dar a cada uno
lo suyo”

Según Stammler “el derecho es un intento de justicia”, y como tal busca el respeto
de la esencia del hombre. ¿Cuál es la esencia del hombre? Su dignidad. Para que
ésta sea tal, debe protegerse y asegurarse la libertad, la igualdad y el bienestar
general.

Es dable cuestionarse –ingenuamente-: ¿se cumplen en nuestro país los Derechos


Humanos? Ya se ha dicho que desde lo formal la respuesta es positiva, debido a que
la Constitución Nacional contempla y enumera Derechos Humanos; pero la realidad
evidencia que hay una gran masa de población argentina en la cual los Derechos
Humanos son burlados y vulnerados diariamente.

Franco Basaglia hace una diferenciación entre lo que denomina “necesidades reales”
y “necesidades artificiales”. Las necesidades reales de un ser humano son,
básicamente, las necesidades que impone la subsistencia: alimento, vestimenta,
higiene, salud, vivienda, educación; mientras que las necesidades artificiales, son
aquéllas necesidades artificialmente creadas, pero, ¿por quién?. Por el sistema
capitalista, por el modelo consumista y productivo, que exige ser parte de una macro
estructura sistematizada de tal modo que se crea un círculo cerrado, y quien no
pertenece al mismo queda por fuera de una forma estigmatizante. Como ejemplo de
esto podría tomarse el slogan comercial de una famosa tarjeta de crédito que rezaba
“pertenecer tiene sus privilegios”, también hemos escuchado todos que “pertenecer
marca la diferencia”. ¿Qué diferencia. La de las distintas clases sociales a las que el
hombre pertenece.

Es la satisfacción de las necesidades reales lo que hace al cumplimiento de los


Derechos Humanos. Pero la paradoja está en la desigualdad evidente: es justamente
la clase alta –sector minoritario socialmente- (que forma parte del sistema
capitalista, promotor del consumismo), aquella que tiene satisfechas no sólo las
necesidades reales, sino que también, y principalmente las artificiales (ej: celulares,
ropa de marca, electrodomésticos, autos, tarjetas de crédito, etc). Mientras que gran
parte del resto de la sociedad no puede alcanzar siquiera la satisfacción de las
necesidades elementales. Esto nos lleva a pensar en un sistema social plagado de
injusticias y desigualdad (contraposiciones a puntales fundamentales de los
Derechos Humanos, como son la justicia y la igualdad).

La pregunta sería: ¿se respetan los Derechos Humanos? No. Al decir de Basaglia se
“criminalizan las necesidades”. Parafraseando al autor: “la criminalización de las
necesidades es en realidad la naturaleza artificialmente construida, de manera que
se encuentran frente a frente violencia y criminalidad, la una en respuesta a la otra,
sin que se sepa ya más reconocer qué cosa es la necesidad real... No existen
necesidades -reales- en tanto no se las toma en cuenta, ni respuestas a esas
necesidades”. Porqué sostengo que se criminalizan las necesidades. Porque estos
sujetos quedan por fuera de una sociedad que los estigmatiza y margina por ser
pobres.

Después de todo lo expuesto queda planteado un interrogante: ¿Hasta cuando las


condiciones para una vida digna van a seguir dependiendo de la clase social a la que
un hombre pertenece? Acaso ¿no somos todos seres humanos?

Una reflexión

La Declaración Universal de los Derechos Humanos comienza diciendo:

“Considerando: que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el


reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de
todos los miembros de la familia humana...”

Para que se cumpliesen las condiciones necesarias para una vida digna sería preciso
lograr en primera instancia y en forma conjunta, una reforma institucional y
económica. Es imprescindible conseguir un cambio en nuestras instituciones, las
cuales son las que ostentan el poder político que podría revertir las actuales
circunstancias en las que se encuentra nuestro país; pero para ello, este cambio
debería implicar la eliminación de los sectores corruptos que vician a estas
instituciones, esos mismo sectores que al no tomar en cuenta las necesidades reales
de la población dejan a una gran masa en un estado de vulnerabilidad social del cual
les es prácticamente imposible sustraerse por sus propios medios. De esta manera
se posibilitaría alcanzar un cambio también en la economía, con una mejor
distribución de las riquezas, y un mejor planeamiento en cuanto a la recaudación de
impuestos (tomándose en cuenta la situación de cada sector social).
El Estado debe brindar las condiciones indispensables para el desarrollo personal y
social; para lo cual es menester que se consiga la reactivación productiva y
económica.

El cambio también implicaría restablecer un sistema de valores, y marcar pautas más


rígidas por parte de la justicia distributiva. Es necesaria una concientización que
replantee los valores, y brinde participación popular para poder alcanzar ese cambio.

Un plan económico que tenga que ver con lo justo, tiene que respetar al hombre
que está por encima de las cosas, reconociéndole su dignidad y buscando el
bienestar general.

La tarea es la lucha diaria para lograr el cambio y la concientización de que la


dignidad del hombre está por encima de todo. La propuesta es trabajar como
agentes de cambio dentro de las instituciones para así lograr que las mismas puedan
dar respuestas satisfactorias a los fines para los cuales han sido creadas. Para ello,
es indispensable dejar a un lado la crítica vana para dar paso al debate efectivo y a
la acción eficaz.

El plan de acción tendría que basarse en la igualdad, fundada en la libertad; pero


además como sociedad debemos acompañar ese cambio, responsabilizándonos cada
uno en lo que le toca. La voluntad política es imprescindible, pero si ésta voluntad
no está apoyada en la voluntad del “pueblo soberano” nada es posible.

Finalmente tomamos una frase de la Dra. Flores:

“El derecho es la opción en el camino, que actúa como motor para construir una
democracia que garantice los derechos humanos y nos dé posibilidades de crecer
internamente y en nuestras vinculaciones internacionales”.

Bibliografía consultada

Basaglia, Franco / Basaglia Franca – “Los crímenes de la paz” – Editorial Siglo XXI,
México, 1987.

Constitución de la Nación Argentina.

Conferencia dictada por la Dra. Flores – Titular de la materia Derechos Humanos –


Universidad Nacional de Lomas de Zamora – Bs. As., Octubre de 2001.

Declaración Universal de los Derechos Humanos.


Ekmekdjian, Miguel – “Manual de la Constitución Argentina” – Ed. Depalma- Bs. As.,
1994.

Fauroux, María G. – “Ideas para una introducción al derecho” – Editor: Pablo


Huergo, 4ta. Edición, Buenos Aires, 2000.

Justo Lopez, Mario– “Nociones de historia de derecho político” – Ed. Depalma – Bs.
As., 1984.

Sarmiento, Domingo F. – “Facundo” – Bs. As., 1979.

You might also like