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Señala Morin que la lógica deductiva se muestra insuficiente para dar una prueba
cuando se enfrentan dos concepciones de las partículas: una concepción ondulatoria y una
concepción corpuscular. Niels Bohr demuestra que estas concepciones contradictorias son,
en realidad, complementarias, puesto que empíricamente los dos fenómenos aparecían en
condiciones diferentes.
Si se completa este panorama con la aparición del movimiento azaroso a nivel de
partículas, se comprenderá el cambio en el paradigma que representa la caída de la idea de
simplicidad de las leyes, instalándose las nociones de complejidad e incertidumbre.
Podemos concluir con Morin:
Podemos tanto más tener confianza en estas exclusiones de la ciencia clásica en
cuanto que han llegado a ser pioneras de la nueva ciencia. El surgimiento de lo no
simplificable, de lo incierto, de lo confuso, a través de lo cual se manifiesta la crisis
de la ciencia del Siglo XX es, al mismo tiempo, inseparable de los nuevos
desarrollos de esta ciencia. Lo que parece una regresión, desde el punto de vista de
la disyunción, de la simplificación, de la reducción de la certidumbre (el desorden
termodinámico, la incertidumbre microfísica, el carácter aleatorio de las
mutaciones genéticas) es, por el contrario, inseparable de una progresión en tierras
desconocidas. Más fundamentalmente, la disyunción y la simplificación están ya
muertas en la base misma de la realidad física. La partícula subatómica ha surgido
en forma irremediable, en la confusión, la incertidumbre, el desorden. Cualesquiera
que sean los desarrollos futuros de la microfísica, no se volverá ya al elemento a la
vez aislable, simple e indivisible. Ciertamente, confusión e incertidumbre no son y
no serán considerados aquí como las palabras últimas del saber: son los signos
precursores de la complejidad.
En las tres últimas décadas las investigaciones de Ilya Prigogine y sus seguidores
demuestran que la irreversibilidad, poco considerada por la física, es más frecuente en el
universo que la reversibilidad, por lo que proponen la inclusión del tiempo como variable
para marcar la evolución en la física y prioriza el estudio del desorden como creador de
orden.
Contemporáneamente con la formulación de la física cuántica, dentro de la
psicología, Sigmund Freud descubre una instancia psíquica que llamó Inconciente que
revolucionaría la ciencia de la conducta privilegiando la ausencia de la certeza en el campo
de los sistemas sociales. Tanto Freud como sus continuadores extendieron este concepto a
la conducta social por lo que la complejidad y la incertidumbre se instalan, paralelamente a
las ciencias físicas, también en las ciencias sociales.
Desde Freud ya se sabe que “no se conoce lo que se quiere sino lo que se puede”,
ya que en el hombre actúan otras instancias, además de las concientes, y que tendrán que
ver con su experiencia vital y la de la especie. Esto significa que no es posible un
conocimiento objetivo ya que el aparato psíquico no es un sistema cerrado.
Si se suma a esto, la comprobación desde el campo de las ciencias físicas, de que es
imposible aislar al observador ya que éste interviene modificando las condiciones en el
estudio de cualquier fenómeno físico, comprenderemos los caminos paralelos que siguen
ambos campos científicos.
Los antiguos ideales griegos de inmutabilidad y universalidad del conocimiento y
sus leyes, que sostienen el paradigma de la ciencia moderna, comienzan a caer dando paso
a la emergencia de una concepción indeterminista basada en la incertidumbre y el azar. Los
procesos de no-equilibrio y la participación del caos en la creación del orden aparente del
mundo físico se transformó en una cuestión fundamental para la nueva ciencia.
Estas nuevas teorías, tanto en las ciencias naturales como en las sociales, son señales que
obligan a pensar la naturaleza comportándose de manera más compleja a lo esperado. Ya
no es posible compartimentar el conocimiento, y tratar de comprender los fenómenos como
una sumatoria de sistemas que actúan aisladamente, para pasar a considerar la compleja red
de sistemas en interacción permanente e incorporar dentro del planteo a la incertidumbre y
el azar. Dentro del nuevo paradigma las leyes causales deben interpretarse como leyes
probabilísticas.
Históricamente, la estadística surge como necesidad de la ciencia para cuantificar
aquellas situaciones para las que no existían leyes causales y su intervención era una
situación no deseada pero inevitable dentro del pensamiento científico moderno.
Dentro del nuevo paradigma en ciernes, la función de la estadística se torna irremplazable
ya que se trata de la única metodología cuantitativa que puede medir e interpretar la acción
del azar en el marco de la complejidad inherente a los sistemas sociales.
Aún cuando ya se sabe que es imposible estudiar cualquier sistema de la naturaleza
aisladamente, por la implicancia del propio investigador, esto es más evidente en el estudio
de los sistemas sociales, en los que el hombre y sus relaciones son factores determinantes.
En la génesis de toda conducta social podemos reconocer factores previsibles, que
dependen de la historia y del contexto, y factores imprevisibles en los que no puede
identificarse influencia alguna. Evaluar aspectos de la conducta social implicará poder
discriminar la contribución de ambos factores.
La únicas herramientas que permiten interpretar cuantitativamente los sistemas
sociales desde cualquier mirada disciplinar son las que provee la metodología estadística.
Su aplicación deberá relativizar la lógica racional en favor de una lógica probabilística,
abandonando toda idea de certeza y de verdad.
Si sumamos a este panorama, el volumen creciente de información que es necesario
manejar ágil y eficientemente, se entenderá que las herramientas estadísticas proporcionan
el apoyo necesario para asimilar, criticar y contrastar la información recibida.
Tomando en cuenta la definición de David Susel de la estadística como “el arte de
tomar decisiones inteligentes frente a la incertidumbre” podemos comprender que la
estadística es más un ejercicio de lógica que de práctica matemática.
Siendo la estadística una disciplina matemática que, introduciendo el concepto de
probabilidad permite el acceso a un modo de pensamiento donde la incertidumbre forma
parte del razonamiento científico, suele ser explicada utilizando únicamente un lenguaje
predominantemente matemático.
Frecuentemente, en su enseñanza se prioriza el uso de leyes y procedimientos
mecánicos de aplicación en desmedro de la comprensión de conceptos y de la adquisición
de un pensamiento estadístico, provocando un efecto de ininteligibilidad en estudiantes de
disciplinas sociales, poco familiarizados con los conceptos matemáticos.
Actualmente, el profesional tiene la posibilidad de resolver toda la operación
matemática a instrumentos derivados de la informática, pero que no sabrá utilizarlos si no
conoce la lógica del procedimiento estadístico.
Entender el valor de la significación estadística y por lo tanto su validez como
técnica de investigación social no requiere ningún conocimiento especial y sólo apela a una
lógica específica que se utiliza permanentemente en la vida cotidiana, y en muchas
ocasiones de manera intuitiva.
Las pruebas estadísticas fueron creadas para ayudar al investigador a elaborar
conclusiones más razonables. La deficiente comprensión del nivel de significación de las
pruebas estadísticas es el problema más frecuente en los profesionales que las aplican.
La Psicoestadística es una rama de la psicología que se vale de los aportes de la
estadística para elaborar sus interpretaciones. A partir de su utilización puede operarse
sobre cuestiones que involucren un alto monto de impredictibilidad, como por ejemplo, la
prevención de trastornos psicopatológicos a nivel comunitario. Pero su campo de aplicación
en la investigación es mucho más amplio, y para comprender su importancia es necesario
analizar lo que ocurre en otras disciplinas científicas. Este análisis se centrará, así, en la
consideración del azar como una de las influencias decisivas de la evolución del
conocimiento científico.
La Psicología participa del brillante desarrollo de la ciencia occidental en los
últimos dos siglos. Sus teóricos, en los que sobresalió en forma excluyente Sigmund Freud,
provenían de la medicina y particularmente de la neurología, por lo que su labor estuvo
impregnada por las características predominantes en dichas ramas científicas.
Analizar, en perspectiva histórica, la situación de la ciencia en los orígenes de las
ideas fundamentales de la psicología permitirá comprender mejor los actuales desarrollos y
sus relaciones con otras disciplinas.
1.1. Determinismo científico
La ciencia posibilita una mejor comprensión de la realidad y su método se basa en
un proceso de análisis y crítica desarrollando teorías que se confrontan con la evidencia
empírica y con otras teorías.
En los albores del pensamiento occidental, los presocráticos se preocuparon por dos
cuestiones fundamentales, que aún hoy son fuente de interrogantes para filósofos y
científicos, y pueden resumirse en dos preguntas: ¿El universo se rige por leyes
deterministas? ¿Cuál es el papel del tiempo?.
Estos temas dominaron el pensamiento de los antiguos griegos y, junto con otras
preocupaciones, sirvieron para que legaran dos ideales que han guiado el pensamiento
occidental hasta la actualidad:
La inteligibilidad de la naturaleza, que promueve el desarrollo de un sistema de ideas
generales necesario y coherente, y en función del cuál puedan ser interpretados todos
los elementos de la experiencia.
La democracia, basada en las premisas de libertad, creatividad y responsabilidad
humana.